Analisis Sorgo Rojo

Pluma literaria viernes, 1 de febrero de 2013 Reseña crítica de la novela Sorgo Rojo de Mo Yan ECOS DEL PASADO CLAMANTES

Views 93 Downloads 0 File size 112KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Pluma literaria viernes, 1 de febrero de 2013 Reseña crítica de la novela Sorgo Rojo de Mo Yan ECOS DEL PASADO CLAMANTES DE RETORNO A LA TIERRA

·

Introducción La novela Sorgo Rojo publicada en el año de 1987 por el escritor chino Mo Yan, editada por El Aleph Editores hace parte de su colección de obras Modernas y Clásicas. De la lengua de producción literaria de Mo, que es el mandarín, fue traducida al inglés por Howard Goldblatt en el año 1992. Traducida al castellano a partir de la traducción al inglés de Howard Goldblatt, por Ana Poljak en 1992, año de la primera edición; con segunda edición en 2009 y tercera en octubre de 2012. Este primer paso, de conformidad con lo expuesto por D. Martínez R.[1], ya implica una intercomunicación mediante la construcción de dos puentes interculturales; el primero desde la cultura china y el idioma mandarín al inglés, y el segundo del inglés al castellano. Sin embargo, en la traducción de Ana Poljak, analizada, logran captarse las diferentes facetas de la sociedad china en los lapsos tempo-espaciales que describe el relato. Dichas facetas son de orden: histórico, geográfico y costumbrista; todo ello diluido en un sustrato de realismo ficcional, donde dibuja un complejo universo de hombres capaces de grandes heroísmos como también de las más salvajes aberraciones humanas. El autor Mo Yan, cuyo nombre original es Guan Moye, es oriundo de la provincia de Shandong y en la aldea de Gaomi, nació el 17 de Febrero de 1955. Como vástago de una familia de granjeros, la tierra y el campo codifican una impronta de sensibilidad en su espíritu hacia el telurismo en las vivencias: suelo, ríos, campos de sorgo, cosecha, animales de tiro y transporte, mitos y creencias de la gente de campo y todos los aconteceres sabios y temerarios de la vida de campo. Con una educación no convencional, vivió un lapso en el seno del Ejército Popular de Liberación, donde a pesar de sus ocupaciones militares encontró espacio para escribir. Consagrado con su obra literaria, cuyos títulos principales son:Sorgo Rojo (1987); Las baladas del ajo (1988); La república del vino (1992); Grandes pechos, amplias caderas (1996); Shifu, harías cualquier cosa por divertirte (1999);La vida y la muerte me están desgastando (2006); Rana (2011) y Cambios (2010).Además, algunas de sus obras han sido adaptadas a la cinematografía, como fue el caso de las adaptación es realizadas por el productor Zhang Yimou, producto de la academia de la Academia de Cinematografía de Beijing, influenciado por la Neuvelle Vague; logra, como se dice en diferentes medios, abrir una ventana hacia el exterior de las diferentes chinas que él sintetiza, alzándose con el premio a la mejor Película en el Festival de Cine de Berlín en 1987 con la película Sorgo Rojo.Ésta fue una

coproducción con Japón. La película provocó todo un debate en el cual se exponían argumentos puramente estéticos del séptimo arte y el límite de tolerancia del Establecimiento Político-gubernamental, pues si bien, la tendencia se orientaba hacia el aperturismo el film parecía haber abierto una brecha de mucha anchura por la cual podría salir a un ritmo muy acelerado las entrañas de una sociedad caracterizada por el hermetismo. La obtención por parte de Mo Yan del Premio Nobel de Literatura en el 2012 lo erige en una de las figuras intelectuales élite en el actual mundo globalizado. Esto se puede afirmar, a pesar de las severas críticas recibidas de muchos intelectuales, entre ellos, Liao Yiwu, un escritor chino disidente, exiliado en Alemania, quien expresa: “Para ser justo, hay que reconocer que sus escritos denuncian los males del régimen. Mo Yan ha desvelado algunas sombras del período maoísta, en los límites autorizados, pero evitando evocar las que han sido cometidas durante la regencia de los actuales dirigentes”. (El Meridiano de Córdoba)[2]. De cualquier manera, la obra literaria de Mo es su mayor fortaleza. Enriqueciendo el acervo chino, y más generalmente, el de la humanidad. Ha vivido en la sociedad de su país todos los sufrimientos y las satisfacciones de China; sigue integrado a su pueblo y sus oídos parecen escuchar constantemente la expresión: “Vuelve a tu tierra, estás perdido si no lo haces”[3]. Así que valientemente, sigue escuchando y reintepretando todas las voces del pasado de su país. ·

Resumen expositivo y comentario crítico La novela Sorgo Rojo del autor chino Mo Yan se puede encuadrar dentro del movimiento denominado “literatura de las Raíces”. En el contexto del aperturismo, implícito en la política pragmática de las cuatro modernizaciones, eclosionó la tendencia estética de la búsqueda de la identidad en las raíces rurales de la sociedad, con todas sus luchas y sufrimientos, que templaron el carácter del pueblo chino. Han Shaogong[4]lo ha sintetizado de una manera magistral: “La literatura tiene sus raíces y debe recuperarlas en las leyendas y el folclor del suelo natal. Si las raíces no son suficientemente profundas no es posible que nazcan las hojas. Todavía más importante es el hecho de que la cultura enquistada en nuestra tierra natal, pertenece en su mayoría al coloquialismo no paradigmático, a las historias no oficiales, a las leyendas, bromas y canciones populares, cuando se acerque lo paradigmático se vigorizará por lo no paradigmático a través de una apropiación crítica”. 4 Pero cabe anotar que el escenario rural que presenta Mo está signado por la tragedia llevada a dimensiones contrastantes entre el sentimiento heroico que anida en las entrañas humanas y el despertar de la más cruenta barbarie también solapada en ellas. Realismo alucinatorio es la denominación de algunos críticos a este tipo de relato; de las experiencias del pueblo chino, ante el comportamiento demencial de las tropas del invasor japonés y de otro lado la Resistencia del pueblo, cuyo sufrimiento extremo, hace aflorar los más

feroces instintos de supervivencia, acuñados en un secreto código filogenético que erupciona con toda su violencia. Mo aborda su relato tomando como eje del mismo una épica saga familiar a través de la cual desfilan y actúan una sucesión de personajes con sus tragedias heroicas; todos estos actores en la historia, se convierten en unidades paradigmáticas que se generalizan en el grueso de la sociedad china. La luchas, sueños, anhelos y sufrimientos de los personajes, simbolizan todos los sueños y esperanzas, pero también opresiones de la paciente y sufriente China; no hay que olvidar tampoco, a la masa invasora japonesa, soldados y militares de mayor rango, cegados por la locura del militarismo de corte prusiano, que llegó a contagiar a un pueblo que había demostrado un tesón progresista admirable; también Japón llora sus muertos, muchos eran jóvenes enloquecidos por un furor belicoso degradante de las mejores cualidades humanas. El relato nos mueve a recordar a Hemingway: “No preguntes por quién doblan las campanas, doblan por ti”. Los principales personajes del relato son: El abuelo del narrador quien desempeña el papel de protagonista, y a quien el narrador describe como “hombre destinado a convertirse en héroe legendario”. El nombre del protagonista es Yu Zhan’ao, cuya principal meta del momento era, tender una emboscada a un convoy japonés en la carretera Jiao Ping. Para ese propósito se le unen: Donguan, padre del narrador e hijo del comandante Yu Zhan’ao. Era este comandante, según lo describe el narrador, hombre cuyos instintos feroces y carácter recio lo ubicaban entre la criminalidad visceral y el heroísmo. Según la evaluación de Mo prevaleció la segunda faceta y llegó, en la obra, y en su terruño natal a ser considerado un héroe. Pero su punto de partida guerrero había sido el bandolerismo, tan difundido en la sociedad de la China rural, muy marcadamente en el lapso de los Señores de la guerra y posteriormente reprimido o camuflado en los sucesivos escenarios de guerra que se abrieron en el contexto de la sociedad china. Fue así como después de asesinar a un monje amante de su madre, huir de su tierra, convertirse en porteador de palanquines nupciales y fúnebres, logró enamorar a la abuela, según lo describe Mo: “Uno de los cuatro hombres que llevaban aquel día el palanquín nupcial de mi abuela se convertiría tiempo después en mi abuelo: era el comandante Yu Zhan’ao. Entonces era un joven fortachón de unos veinte años, porteador de ataúdes y palanquines, que estaba en la cúspide de su actividad en el municipio de Gaomi Noreste; los jóvenes de la generación de mi abuelo compartían los rasgos distintivos del sorgo del municipio de Gaomi Noreste y nosotros, los integrantes de las generaciones posteriores, no nos merecemos ni siquiera llevarles una vela. En esos tiempos era costumbre de los portadores de literas burlarse de la novia mientras la transportaban: así como los obreros de una destilería se beben el vino que hacen, esos hombres atormentaban incluso a la prometida del Señor del Cielo”[5].

Para poder finiquitar su plan de maridaje con mi abuela, Yu asesinó al prometido de la que llegaría a ser madre de su hijo: Shan Bianlang y a su padre Shan Tingxiu. Luego Yu se empecina en librar la epopeya de su vida contra el invasor japonés, dicha tarea consume grandes cantidades de su energía vital, sufriendo en carne propia la traición del Jefe de destacamento Leng, quien dudoso de su propia habilidad, quería aprovecharse del empuje guerrero de Yu. El episodio relevante en la obsesión guerrera del abuelo Yu, era la emboscada del convoy japonés en la carretera de Jiao Ping, el grito: ¡camiones japoneses! pone al comandante Yu frente a la gran quimera de su sed de resistencia al invasor y arrasador de su tierra, encarnado en el japonés. El grito de prevención: ¡No disparen hasta que yo dé la orden! El raudo avance de los camiones que se agigantaban, a medida que se acercaban, como monstruos rugientes que pronosticaban un dantesco holocausto, aniquilador de hombres de pueblos diferentes, pero con un cierto grado de afinidad, que el odio sembrado en sus corazones por ideas extremistas, ha llevado de modo ineluctable hacia la más cruenta barbarie. La fatalidad arropaba los sucesos haciendo que la abuela, mujer del comandante Yu, apareciera con la señora Wang, justamente en el momento, como para coincidir con los automotores nipones. Se vivió la hórrida escena en la que el aterrorizado Donguan ve sucumbir a su madre y a la amiga por la metralla japonesa. Agoniza la dama de “los pies más pequeños” símbolo de belleza en el código estético-erótico oriental. Los camiones nipones continúan su barrido con fuego letal y para completar el pandemónium la fiereza en la reacción de los guerrilleros de la Resistencia, acaudillados por Yu. Al finalizar la batalla Yu escucha la irónica expresión del cínico jefe de destacamento Leng: “¡has dado una buena batalla, comandante Yu!”[6]. No existen en el fondo buenas batallas, después de ellas queda la desolación de la muerte, ¡sobrecogedora guadaña! Tan letal para la vida, más allá de nacionalidades y razas. La vida del comandante Yu Zhan’ao fue una vorágine de sucesos signados por una lucha por la supervivencia personal y la de su tierra; desde que conquistó y poseyó a su joven amante, la abuela del narrador, a costo de asesinar el prometido tuberculoso de ella y al padre de éste; todo en la vida de Yu se vio atravesado por el signo de la sangre, la lucha, la pérdida; quedando solamente el coraje como envoltura más profunda de su alma. Ese coraje tuvo que ser el único soporte de su existencia, durante el período de otoño e invierno de 1939, según lo cuenta el narrador, Yu se halla ante su quimera deshecha: su ejército caído en feroz lid, las mujeres de su vida muertas por las horrendas acciones japonesas, su hijo –padre del narrador- malherido y en peligro de no poder continuar el apellido por la herida en un testículo, la destrucción de su casa y tierras; además enfermo su propio cuerpo. Todo eso hace aflorar el odio hacia todo: los japoneses, las tropas de Leng y al regimiento JiaGao. Lo único que queda es el coraje y la certeza de ser lo que siempre será: un luchador. Y el ser un luchador sobre las adversidades, es lo que mueve a su pueblo a que se le considere un héroe, olvidando su etapa de bandolero y sus crímenes también atroces, pero cabe una expresión del narrador, “a veces todo lo que hay sobre esta tierra escupe un hedor de sangre humana”[7]. La sangre derramada por los heroicos luchadores fecunda a la humanidad; así como el sorgo en

tiempos de paz es base de un exquisito vino; la sangre en la guerra es tragedia, pero es el costo de la supervivencia y de la libertad. Yu Zhan’ao es la encarnación humana de la China sufriente, pero luchadora. La China que supo superar el feudalismo imperial, el autoritarismo, el nacionalismo exacerbado y que sigue evolucionando en pie de lucha frente a muchos retos. Otros personajes que se mueven en el relato, cobrando gran importancia, son las “dos abuelas”. Estas son: la abuela, madre del padre del narrador y la abuela segunda comprometida con Yu Zhan’ao y la pequeña Xiangguan, a la que el narrador denomina tía pequeña. Los bisabuelos maternos (Zengzufu y zengzumu) comprometieron a la abuela (nanai) con el leproso Shan Bianglang, hijo de Shang Tingxiu, según lo cuenta el narrador; la abuela era de temperamento imperioso y lucía hermosa a su edad por su rostro y además sus piececillos, que a punta de venda deformante, la bisabuela había tenido el cuidado de fajar adecuadamente desde los seis años. La costumbre ancestral del vendado de los pies ha comenzado a ser removida, afortunadamente. Pero el destino había dispuesto que uno de los porteadores del palanquín nupcial Yu Zhan’ao quien llegaría a ser el abuelo (yeyé), aún después de formalmente realizada la boda, asesinara al prometido y a su padre, con el objeto de despejar el camino hacia la mujer conquistada, hecho que convirtió a Yu en un asesino. La abuela heredó, de su marido del linaje Shang la destilería de vino de sorgo, la cual renació con la diligente acción de la abuela y el tío Arhat. La abuela amó y convivió con el abuelo Yu; había entre ellos un recóndito engarce cuya esencia era un salvajismo, rayano en la criminalidad, pero en el cual bullía diluida una dosis de heroísmo. Pero a pesar, de esa afinidad de sólida textura, los fantasmas entre ellos aparecieron en dos frentes: los enemigos depredadores japoneses y mujeres como Pasión, que con su belleza de pies grandes logró cautivar al comandante Yu. En el frente de los amores debió, luego de sorprender al abuelo y a Pasión en goce carnal, compartir a Yu con la otra dama, con la cual a la larga, tuvo que aceptar un pacto de compartir a su marido, quien pertenecía diez días a su rival y los diez siguientes a ella y así periódicamente. Solamente la terrorífica muerte de Pasión a quien el narrador llama: segunda abuela puso fin a tan bochornoso acuerdo. Tiempo después, la muerte heroica de la abuela con su pecho perforado por la metralla japonesa, aproximadamente a los treinta años de edad; condujo a la abuela por el túnel de luz que ya habían cruzado en busca de lo ignoto: Shan Bianlang, Shan Tingxiu, el bisabuelo, la bisabuela, el tío Arhat… ¡breve el lapso existencial humano! Orientado desde siempre al Final Supremo. Pero la muerte de la abuela, luchadora de la Resistencia, le otorga un halo de heroísmo humano, una forma terrena de inmortalidad, más allá de la vivencia obsesiva del abuelo, de acuerdo a lo que describe el narrador: “Según mi padre la abuela salió de su esplendorosa aromática tumba tan bella como otra flor, como en un cuento de hadas”. La mejor parte de la abuela su espíritu de lucha, laboriosidad y sentido heroico, sea un símbolo de la fortaleza de la mujer china de nuestros días.

La abuela segunda es un personaje relacionado con la familia, un año menor que la abuela, esbelta, fuerte y con pies grandes ajenos al vendaje. La prosperidad de la destilería con la prosperidad del mercado de vino de sorgo pasó a ser círculo de reunión de los bebedores familiares, y la abuela segunda solía beber con la abuela, según lo describe el narrador. Pero era indudable que su lujuriosa sensualidad era embriagante, y su nombre Pasiónparecía resumir el sentimiento que provocaba en los varones. De manera que, comienza a aparecer como lubricante sensual de los ímpetus bandoleros del comandante Yu Zhan’ao en su sed de venganza, y su cuerpo un elíxir para el instinto de supervivencia que dominaba, como reafirmando la faceta de animalidad, al abuelo. Protagonista con el abuelo de orgías pasionales que eran lances piel a piel; son descubiertos, en virtud de una estratagema de la abuela; y blanco de los más crudos improperios de la abuela celosa, quien los agredió, con arañazos a Pasión y bofetadas contra el abuelo. El abuelo fue así condenado al exilio de su hogar, en compañía de su amante Pasión. El abuelo y Pasión se instalaron en Grieta Salada; pero paulatinamente, el descubrimiento de las flaquezas de Pasión, hizo que su sentimiento nuevamente se fijara en el complemento de sus instintos feroces, no había a sus ojos, mayores virtudes que las poseídas por la abuela. Así, finalmente convinieron, en el llamado “acuerdo tripartito” de los diez días para la una y otros diez para la otra, y así, periódicamente. El drama existencial de la abuela segunda, en la pluma del narrador, está signado por dos fuerzas poderosas ineluctables, que la conducen a una extraña y escalofriante muerte: los feroces instintos de los soldados japoneses invasores del suelo chino, que infligen los más abyectos tratos a las mujeres chinas y aún a las niñas; y además ciertos estados de “posesión” no explicables por los saberes convencionales, pero que hacen parte de los saberes y creencias populares, fenómenos éstos, comunes a diversas culturas que se relacionan con la realidad haciendo uso de una cosmovisión que da cabida a lo mágico y al sortilegio. Este tipo de conocimiento se debe ubicar, en un plano paralelo al pragmatismo del conocimiento racional analíticoinstrumental. La validez de ambos se mantiene incólume, cada uno, en su propio plano de la realidad. Fue traumático en la vida de la abuela segunda los sucesos de la comadreja en 1931, en los cuales quedó reducida a un estado de “posesión por el espíritu de la comadreja”, en virtud de lo cual, se vio compelida a: llorar, reír, hablar lenguas exóticas desconocidas para ella y experimentar extrañas y agónicas vivencias. Se sabe, en muchas culturas, que las acciones de los exorcistas pueden ser decisivas en estos casos. En la tradición china, según lo expone Edward Werner[8], existe el Ministerio del Exorcismo como una práctica introducida por el taoísmo, cuyo deber es contrarrestar las acciones torturantes de los infernales posesionados de casas y personas. En concordancia con esta tradición, fue que el abuelo contrató un monje taoísta exorcista Montaña Li, quien después de hacer uso de toda la parafernalia que su oficio requiere, logró librarla, no sin antes la emisión de gritos, aullidos y convulsiones por parte de la afectada. Posteriormente ya libre de la “posesión” redujo, a trancazos, en una masa sanguinolenta, a una comadreja que había ingresado a su corral a robar una gallina. Si la abuela segunda, siguiendo con el narrador, pudo liberarse de su “posesión”, no lo pudo de la abyección humana de los invasores japoneses. Un día los gritos desgarradores y la agitación en su entorno la previno de un peligro inminente, que desafortunadamente no pudo evitar, cobrando la vida de la pequeña

Xiangguan la que el narrador llama pequeña tía. Además de eso la infamante violación de la abuela segunda por un grupo de soldados japoneses cegados por la bestialidad de sus instintos: deja a la abuela segunda ad portas de la muerte que le esperaba de la manera más enigmática y sobrecogedora. El abuelo, a galope tendido, como viviendo una pesadilla llegó a Grieta Salada encontrándose con el cadáver de su hija la la pequeña Xiangguan, escena dolorosa la de la niña rígida y con la boca abierta y la de su madre moribunda. Conducidos el cadáver y la abuela segunda hasta Gaomi Noreste donde recibió el cuidado y las curaciones de la abuela. Después de algunas abluciones la abuela segunda con una sonrisa, agradeció los cuidados de la abuela. Llegaron muchos médicos para asistir a la moribunda, pero el último de ellos, después de analizar signos vitales y realizar algunas exploraciones, lanzó la frase lapidaria: ¡preparad el funeral! Aunque todo preludiaba un fin que se aproximaba, nadie estaba preparado para la súbita reacción de la abuela segunda quien explotó en una retahíla de improperios principalmente contra su rival de amores, pero también maldiciones contra el abuelo Yu y contra el tío Arhat, quien afirmaba que la abuela segunda ya estaba muerta, pero, “posesa”; lanzó un siniestro mensaje precognitivo: ¡Arhat enemigo mío no podemos compartir el mismo cielo! ¡Morirás deshollejado vivo! Y a Yu Zhan’ao: ¡Aún no ha llegado lo peor para ti!. Siniestro pronóstico para alguien forjado en base a tremendos sufrimientos. Luego el terrorífico gato de espeluznante negrura que entre las vigas se movía gimiente completando la escena de gritos, maldiciones, voces estentóreas sobrecogedoras; que lograron estremecer de pavor a temperamentos templados como los presentes. Todo parecía apuntalar la creencia de un estado de “posesión”. El exorcista taoísta Montaña Li, llamado en auxilio a los presentes, pareció haber dado a entender que se trataba de un espíritu maligno superior a sus poderes. Pero, ante la insistencia de todos que parecían indefensos accedió a un complicado ritual y después de un desmayo, al volver en sí, la abuela segunda expiró; quedando su cadáver rodeado de nauseabundos hedores. Creencias telúricas como éstas, sobre las “posesiones diabólicas”, son comunes a los imaginarios de diferentes culturas a lo largo y ancho del planeta. Siguiendo con la galería de personajes aparece en el relato el tío arhat, el mismo narrador lo expresa paladinamente, declarándolo como personaje importante de su familia, en cualquier caso, por encima de infamantes consejas que lo señalaban como amante furtivo de la abuela. Además de ser verdad, la relación no se podría calificar de incestuosa, porque la abuela era el ama del tío Arhat, sin relación de consanguinidad. Lo que si fue un sentimiento arraigado, según lo narra Mo es que el tío Arhat quiso a su padre como si fuera su propio nieto; aquello, al menos en el campo del afecto, hizo que el narrador se considerara su bisnieto. Los soldados japoneses y los chinos colaboracionistas llegaron a nuestra aldea, prosigue el narrador, en busca de mano de obra para la construcción de carreteras y de un contingente de mulas. Se llevaron las mulas y al tío Arhat. En esta circunstancia en que muchos labriegos son desarraigados de sus parcelas y llevados a trabajo forzado, las manos recogedoras de las cosechas fueron paralizadas. El tío Arhat, sometido a labores no habituales y bajo presión opresiva, intenta huir, pero obsesionado con el deseo de recuperar sus mulas, ante la resistencia de éstas, que lo

desconocieron en la noche; respondió con el cruel episodio, inexplicable tratándose de un buen ser humano, del ataque de tío Arhat a las mulas que resultaron sacrificadas con gran crueldad. Recapturado por los japoneses, fue considerado como elemento contumaz en alto grado y fue bárbaramente ejecutado mediante desollamiento vivo. Las escenas presenciadas por algunos familiares fueron espeluznantes. Los acontecimientos descritos por el narrador son de tal grado de crueldad, que nos mueve a reflexionar. Parece claro, que la guerra y la opresión, sacan, desde el fondo de la historia filogenética de supervivencia del hombre, la peor faceta del ser humano. La muerte de las mulas a manos de Arhat, refleja una cólera asesina de supervivencia a costa del “menos inteligente” que son las mulas y el sacrificio de Arhat es casi inenarrable y nos muestra cómo los fanatismos, tanto políticos como religiosos, pueden llegar a degradar al ser humano. El juez Cao es otro personaje, perfilado por el narrador, a quien reputa como histórico en el condado de Gaomi. No lo presenta como pensador de gran erudición, pero afirma que superaba con creces a los magistrados de la época de la Revolución Cultural. La insólita manera que tenía de aplicar azotes con una suela de zapato dio origen al epíteto con el cual era conocido: Suela de Zapato Cao II. Su formación con cinco años en colegio privado y servicios, durante varios años en el ejército, constituían su bagaje con el cual lanzó su cruzada justiciera contra los que él consideraba los peores males: los bandidos, el opio y el juego. Esta apreciación nos da la idea que había crecido en una época como la de los señores de la guerradonde el bandolerismo, el comercio y consumo de opio y muchos vicios más eran los azotes de la mayoría de dominios de la China rural. En el caso de la familia del narrador hay un episodio en la vida del abuelo Yu Zhan’ao, relacionado con el justiciero Nueve Sueños Cao. El abuelo que llevaba una vida de bandolero y además con el agravante del asesinato del monje amante de su madre le tocó huir por un tiempo, durante el cual se aficionó al juego; es decir, tenía los vicios que más detestaba Cao. Yu sorprendido en pleno juego en un cementerio, fue detenido y le tocó sufrir como condena doscientos azotes con una suela de zapato, además del uso del pantalón con una pernera roja y la otra negra; y el deber de barrer las calles de la capital del condado, durante dos meses. Castigo como éste, que nos hace recordar los impuestos por la Inquisición: castigos físicos, uso de atuendos infamantes como sanbenitillos y actividades exhibitorias a modo de penitencia; esto, para los delitos contra la fe. Yu Zhan’ao vivió a raíz de este suceso, con un furor vengativo contra el juez Cao, que nunca llegó a materializar. Este mismo juez según lo expresa el narrador, fungió de padre adoptivo de la abuela; y para terminar su perfil, podemos agregar que a pesar de sus extraños castigos, el juez era un hombre con buenas intenciones, algunas de sus decisiones fueron salomónicas, como el episodio del descubrimiento del verdadero dueño de una gallina reclamada por un hombre y una mujer, pero aún en este caso, el castigo que le impuso públicamente al falso testigo al obligarlo a lamer las melifluas nalgas azotadas del culpable es un espectáculo rayano en lo tragicómico. Otras decisiones del susodicho juez fueron yerros de buena fe, como en el caso que describe el narrador así: “Jefe de aldea Cinco Monos Shan, veo en tu palidez enfermiza que eres un fumador de opio y un jugador. ¿Cómo siendo jefe de aldea te atreves a desafiar

las leyes del condado? Eso es imperdonable, por no mencionar tus tácticas difamatorias del buen nombre de una persona, que solo es uno más en la lista de tres crímenes. Yo no me dejo engañar cuando administro justicia. Ningún discípulo del mal y del desorden puede escapar del brazo de la ley, has de haber sido tú quien asesinó a Shan Tingxiu y a su hijo, para apoderarte de la fortuna de la familia Shan y de la bella Dai. Tú pensaste en manipular a los que gobiernan la aldea y en engañarme como quien muestra sus habilidades con una estaca ante la puerta de Li Ban, o empuña su espada ante la puerta del señor Guan, o recita los “Tres Clásicos” junto a la puerta de Confucio o susurra la “Rapsodia sobre la naturaleza de la medicina” al oído de Li Shizhen. ¡Arrestadlo!”[9]. No hay en el relato en parte alguna afirmación o hecho que permita inferir la culpabilidad de Cinco Monos Shan, tampoco afirmar su inocencia. La verdad, todos serían inocentes, a menos que se descubra un hecho que permitiera acusar a alguien. La beneficiaria de la herencia sería la persona que habría que observar. Sabemos, en este caso, por el mismo narrador, que los ahí presentes son inocentes en el caso de los asesinatos. El juez, parece animado por la buena fe, pero a pesar de su moral confuciana a juzgar por sus afirmaciones, aplica una justicia basada en la subjetividad.

El escenario donde se mueven los personajes de la galería de perfiles bosquejados es altamente problematizado: los japoneses como enemigos viscerales, invasores del terruño chino son los alumnos asiáticos de los totalitarismos de ultraderecha europeos, lo cual indujo a ciertos estamentos de su sociedad el giro de la filosofía estatal Meiji hacia un militarismo estatalista extremo que logró vulnerar la fibra de sensibilidad de su pueblo. La agresión a China puso de manifiesto, según los hechos que cuenta el narrador el daño que recibe la naturaleza humana cuando sus emociones son timoneadas por los extremismos de cualquier clase, esto se materializó en los desgarradores episodios descritos. Pero no son sólo los japoneses los actores violentos, hay una masa de militares y facinerosos chinos colaboracionistas que fungen de coautores de muchos de los actos de guerra no convencional. Y para mayor complejidad del escenario violento, los enfrentamientos entre facciones de chinos como en el caso de: los del batallón JiaoGao con el comandante Jian a la cabeza, la sociedad secreta autodenominada Sociedad de Hierro con Ojo Negro como su jefe en Gaomi Noreste y los guerrilleros del abuelo Yu Zhan’ao. El enemigo declarado es por supuesto, el japonés, que invade, arrasa regiones e incendia, fuerza a trabajar para su provecho en construcciones a la mano agricultora, mata niños y viola mujeres. Esta orgía de sangre es extrapolada en la imaginación del narrador, a una jauría de perros. Sabemos que el hombre y el perro constituyen un admirable binomio que ha coevolucionado a lo largo del tiempo. Los representantes caninos de nuestra familia, según lo describe el narrador eran: Negrito, Pardo y Rojo, sobrevivientes de los cinco perros que inicialmente pertenecían a nuestra familia, pero los dos amarillos murieron de vejez. La matanza de la mitad de otoño de 1939 trajo una mortandad en su aldea, dejando sin hogar a muchos perros; los cuales se agruparon en una jauría conducida por Negrito, Pardo y Rojo. Los animales buscaban alimentarse

de los cadáveres que yacían cerca del campo de sorgo, en el lugar de la masacre. Propicia esto, un enfrentamiento entre humanos y perros. Es un hecho que si el tamaño de cada población sobrepasa su propio umbral hay posibilidades de supervivencia de la población; pero ante la terrible destrucción y falta de alimento las poblaciones entraron en conflicto, los perros se convierten en devoradores de cadáveres y los hombres en cazadores de perro, en busca de alimento, pieles y por razones humanas como lograr la inhumación de los muertos. Pero según lo describe Mo, en el segmento que titula: Conducta de perros;la competencia del instinto canino contra la inteligencia del hombre, logra agudizar al perro que parece aumentar su inteligencia y desarrollar tácticas que obligan a los seres humanos a usar su superior inteligencia, pues el cerebro humano ha evolucionado para solucionar problemas de la manera más inteligente, y tras planear estratagemas logran diezmar en alto grado a la población canina; sumándose a favor del humano, en la situación narrada por el autor, que los perros dominantes entablan entre ellos luchas de poder. El resultado de todo: en los campos de sorgo yacen por doquier, cadáveres humanos –chinos y japoneses- así como cadáveres caninos. En una parte del relato, el narrador anota que tiempo después, al remover unos cadáveres amontonados era difícil distinguir entre humanos y caninos. La verdad es que la lucha y la muerte son eventos que hacen parte de las leyes de la naturaleza. El devenir natural puede en algunos aspectos, parecer cruel a los ojos de la sensibilidad humana. Anotamos finalmente, que el relato de Mo Yan en la novela Sorgo Rojo,como ya se ha indicado en los comentarios realizados describe sucesos acontecidos durante la invasión japonesa a China, en el marco comprendido entre 1937 y 1945, aunque el narrador, constantemente retrocede y avanza en el tiempo. Se destaca que la narrativa se mueve en un tiempo oscilatorio, contando eventos del pasado de los personajes en un lapso fuera del lapso principal; el autor, constantemente al orden lineal del tiempo, superpone un orden oscilatorio en su memoria. Los personajes poseen en muchos casos, comportamientos insólitos; esto nos inclinaría a decir de ellos en general que son personajes macondianos[10] en el sentido que este término toma en el realismo mágico de GGM; personajes de leyenda que parecen brotados de las entrañas de lo telúrico y que después de insólita gesta parecen condenados a ser reabsorbidos por las mismas entrañas de la tierra. Todos estos personajes unos forman y otros complementan una familia. Pero ubicándonos en las coordenadas de la cultura china, la familia es la unidad básica de la sociedad, y en ese sentido constituye un microcosmos que es cualitativamente equivalente a un macrocosmos que es la sociedad completa. Por eso, la gesta de esta familia es representativa de la lucha de Resistencia, en todos los escenarios, de la nación china. Esta nación no debe olvidar sus raíces telúricas y recoger el eco que percibe Mo en su sensibilidad: “¡Vuelve a tu tierra, estás perdido si no lo haces!”[11].Es necesario recrear el espíritu en los simbólicos campos de sorgo rojo, el auténtico, no en los de sorgo híbrido. ·

Análisis del contexto histórico

Los eventos centrales de la narración en la novela Sorgo Rojo de Mo Yan se desarrollan en el lapso histórico de la invasión japonesa a China y abarca de 1937 hasta 1945. Pero la vida de la primera generación de personajes: elabuelo Yu Zhan’ao, la abuela, la abuela segunda, el juez Suela de Zapato Cao II, transcurre en un lapso que comprende gran parte del siglo XX, aproximadamente de 1907 hasta 1976; teniendo en cuenta puntos cronológicos importantes en los años: 1907, 1908, 1920, 1923, 1924, 1926, 1929, 1931, 1937, 1939, 1940, 1941, 1957, 1973 y 1976. Por supuesto se recalca que, el intervalo [1937-1945] es el núcleo cronológico del relato. Explicamos sucintamente el marco histórico: a) Contexto histórico del núcleo cronológico. En 1937 las tensiones entre China y Japón han llevado a China a experimentar un agudo sentimiento anti-japonés. Japón de otro lado, refuerza su sentimiento imperialista y expansionista. El incidente del 7 de Julio de 1937, en el puente Marco Polo es el detonante del conflicto; que dada la reacción de Chiang Kai-shek y sus tácticas, estalla en Shanghai y se extiende por el sur con capítulos muy agudos como la toma de Nankín. Japón usa así unas tácticas no convencionales como masacres, incendios y violaciones. En el contexto de la novela: “El otoño y el invierno de 1939 fueron el período más difícil de la historia del abuelo, sus tropas habían desaparecido, su amada mujer había muerto, su hijo estaba malherido, su casa y las tierras que la rodeaban, incendiadas y su cuerpo, machacado por la enfermedad; la guerra había destruido casi todo lo que poseía. Sus ojos se deslizaron por los cadáveres mezclados de hombres y perros,…”[12] La patética narración es una escena que ilustra la crueldad del conflicto sinojaponés en una aldea de la China rural. Otro fragmento conmovedor, el contexto corresponde a la primavera de 1940: “El comienzo de la primavera de 1940 fue especialmente frío. Todas las aldeas del municipio de Gaomi Noreste estaban en ruinas. Los supervivientes eran como marmotas que arrastrasen vidas degradadas en sus guaridas. Las gargantas del poderoso regimiento JiaGao había caído bajo la guerra, del hambre y del frío…”[13]. La crudeza del relato sigue describiéndolo el narrador: “En el ámbito nacional, el año 1941 fue testigo de la época más cruel de la guerra de resistencia contra Japón; sin embargo los habitantes del municipio de Gaomi Noreste disfrutaron de un corto respiro de paz y tranquilidad. Los supervivientes plantaron una nueva cosecha encima del sorgo podrido del año anterior…”[14] Los anteriores fragmentos describen sucesos de un período que finaliza en 1945 con la rendición de Japón ante las fuerzas de Estados Unidos. b). La vida de los principales personajes de la primera generación en el intervalo previo al núcleo central de 1900 hasta 1937. Son contemporáneos de sucesos como: la revolución de 1911, la abdicación del último Emperador en 1912, el mandato autoritario de Yuan Shikai, el lapso de losSeñores de la Guerra de 1916 hasta 1928, la subida de Chiang Kai-shek y el llamado período

de Nankín, de 1927 hasta 1937, aunque todavía existían los Señores de la Guerra. Las fechas aproximadas de nacimiento de la abuela y de Pasión –abuela segunda- son deducibles de:”Pasión era un año menor que la abuela que cumplió los diecinueve en la primavera de 1926…”[15]. Entonces la abuela había nacido en 1907 y pasión aproximadamente en 1908. La existencia de personajes de primera generación en el lapso de los Señores de la Guerra está explícito en: “En 1923, Nueve Sueños Cao había servido al gobierno del jefe de guerra del Norte como juez del condado de Gaomi desde hacía tres años y entonces rigieron las tres antorchas.”[16] A proliferación de bandidos y bandas durante el lapso de los Señores de la Guerra queda en evidencia en: “Vigésimo tercer día de 1923 el Dios de la cocina va a presentar un informe en los cielos. Un miembro de la banda de Cuello Manchado rapta a mi abuela por la mañana…”[17] El juez Nueve Sueños Cao trataba de combatir el bandolerismo: “Nueve Sueños Cao, el juez del condado había utilizado una estratagema astuta a fines de 1929 para limpiar el municipio de Gaomi Noreste de los bandidos capitaneados por mi abuelo.”[18] c) Vida de algunos personajes durante el lapso de 1945 hasta 1976. Fueron testigos de la guerra de Revolución y la época maoísta con sus eventos: en 1958, en el contexto del Gran Salto Adelante lanzado por Mao Zedong en el mes de Agosto se estableció la necesidad de duplicar la producción de acero correspondiente a 1957, esto implicaba alcanzar una cantidad de diez millones de toneladas de acero, por lo tanto había que acelerar drásticamente la producción para recoger todo el acero posible. En el relato Mo se refiere a esa coyuntura: “En 1958, durante la campaña interna del acero, la parola en la que preparábamos la comida fue confiscada; entonces un hermano menor sacó un casco de entre un montón de chatarra y lo llevó a casa para usarlo. Mi padre solía fijar la vista en el casco colocado sobre un fuego de carbón donde el humo y las llamas lo hacían cambiar de color sin cesar. En esas ocasiones sus ojos verdes adquirieron la expresión móvil y trágica de un penco que envejece en un establo”.[19] Este fragmento relata una vivencia de un miembro de la segunda generación de la familia del narrador (su padre Donguan) y otro miembro perteneciente a la tercera generación (el hermano menor). Un pintoresco y legendario personaje cuya vida había corrido grandes riesgos durante la ocupación japonesa, a tal punto, que fue herido dieciocho veces con una bayoneta por los japoneses, pero tuvo la “suerte” de sobrevivir. Sufrió una muerte que puede dar cabida a críticas contra las contradicciones del régimen. En 1973 ya había pasado la etapa más radical de la Revolución Cultural; Mao Zedong tenía nuevamente el poder y se había abierto un pequeño espacio en las relaciones con Estados Unidos. El narrador escribe: “En el décimo-tercer día

del mes duodécimo de 1973, Dieciocho Cuchilladas Geng celebraba su octogésimo cumpleaños”[20] En el siguiente fragmento se ilustra una arbitrariedad del régimen y poca consideración con un viejo luchador de la Resistencia anti-japonesa: “-Oh pero si es el señor Geng- dijo de buen talante cuando vio a Dieciocho Cuchilladas Geng de pie ante la reja, ¿En qué puedo servirlo? –Quiero ver al secretariocontestó Dieciocho Cuchillas Geng con voz roca. -Está en una reunión, en el municipio- dijo la mujer con voz afable y hasta algo simpática.-¡Déjeme pasar!pidió en tono débil- quiero preguntarle con qué derecho me ha quitado de la lista de “las cinco garantías”. Los japoneses me dieron dieciocho bayonetazos pero no me mataron. ¿He pasado por todo para tener que morir de hambre por culpa de él?”[21] El suceso que narra en el otro fragmento es irónico en el seno de un verdadero Régimen Socialista. Así lo describe el narrador: “Lo que veía era el viejo de la noche anterior, que se había presentado como Dieciocho Cuchilladas Geng, desnudo, con las manos abiertas pegadas a la reja, como Cristo crucificado. La cara del viejo se había vuelto de color púrpura oscuro, sus piernas estaban abiertas y sus ojos desorbitados, fijos en el edificio comunal, a primera vista nadie hubiera creído que era un viejo solitario que había muerto de hambre”[22]

·

CONCLUSIÓN La novela Sorgo Rojo de Mo Yan, abre una ventana a todos los sufrimientos que le tocó afrontar a la China rural, en uno de los períodos más turbulentos de su historia. Muestra la heroica Resistencia de la China frente al invasor japonés, a los chinos colaboracionistas y las luchas internas entre facciones del mismo País. Es un manifiesto, expresado en lenguaje de los hechos, que nos enseña, que no puede vivir como esclavo un pueblo que sabe morir y sabe escuchar las voces de un pasado que clama por el retorno a sus raíces