Analisis de Yo Persigo Una Forma

Establecimiento: Instituto de Formación Docente n° 127 “Ciudad del Acuerdo” Espacio formativo: Historia Social y Cultura

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Establecimiento: Instituto de Formación Docente n° 127 “Ciudad del Acuerdo” Espacio formativo: Historia Social y Cultural de la Literatura IV Profesor: Lic. Marcos Muñoz Aproximación a una interpretación de “Yo persigo una forma” de Rubén Darío. La preocupación poética modernista aparece en el primer verso: el ansia de novedad y superación en cuanto a la forma, que está más allá del poeta, fuera de él – y no en lo profundo de su subjetividad, donde la habría buscado un poeta romántico -. Si bien el poeta busca una forma, esta no encuentra el estilo del poeta; el poeta y la forma se buscan mutuamente. La búsqueda de las formas nuevas se describe como “botón del pensamiento que busca ser la rosa”. Si se considera que, en la tradición de la literatura, la rosa se ha constituido como símbolo del poema; esa búsqueda modernista, que parece no tener fin, es la clave para escribir poesía. La forma que el poeta persigue se anuncia con la Venus de Milo, estatua griega que representa la perfección y cuyo abrazo es “imposible”, justamente porque la estatua no tiene brazos; la imagen confirma la imposibilidad de alcanzar la forma. La estatua griega o el “blanco peristilo” – galería de columnas que rodean a un edificio – son elementos ornamentales característicos de la estética modernista. Al finalizar la segunda estrofa, el poeta se ha iluminado con la búsqueda: “y en mi alma reposa la luz como reposa / el ave de la luna sobre un lago tranquilo” . La imagen de la luna reflejada, que sugiere un cuarto creciente, contribuye a la descripción del cuadro modernista: Darío no eligió la luna llena, favorita de los paisajes románticos. En los dos tercetos, el paisaje modernista se completa una imagen auditiva “la iniciación melódica que de la flauta fluye” y un elemento de la ensoñación, de la fantasía diurna como “la barca del sueño que en el espacio boga”; sin embargo, la forma perseguida seguirá siendo inalcanzable: “ Y no hallo sino la palabra que huye” . El paisaje arquitectónico de la fantasía presenta además la ventana – de una Bella Durmiente – y una fuente de “sollozo continuo”: la personalización de la fuente que llora sugiere la existencia de una sensibilidad y una capacidad de expresión que yace en el alma de los objetos: lo bello, lo decorativo, lo puramente formal como las fuentes, las estatuas o las columnas esconden una sensibilidad, o son signo de otra cosa que el poeta debe descubrir. En el último verso, “y el cuello del cisne me interroga” muestra la condensación simbólica que representa el cisne. El cuello del cisne, que podría ser una estilización pura, un ornamento de los jardines, se le parece al poeta como un signo de interrogación. ¿ Una interrogación sobre qué, podría preguntarse? La respuesta, probablemente, sería: sobre las formas inalcanzables.