Analisis de Stanford

Análisis de la película: “El experimento en la prisión de Stanford” “Los héroes son personas que actúan cuando la mayor

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Análisis de la película: “El experimento en la prisión de Stanford” “Los héroes son personas que actúan cuando la mayor parte la gente no hace nada” (Philip Zimbardo)

+Descripción Durante años, décadas, siglos, se ha intentado explicar lo que convierte o hace malas a las personas, sin embargo, no se ha llegado a conocer con certeza esto. Un experimento que precedió a este, fue el de Milgram que se realizó diez años antes y básicamente tenía que ver con el poder de la situación, pero con una autoridad fuerte que presionaba a alguien para que hiciera daño a otro. Este demostró que la mayoría de las personas podían cruzar fácilmente esa línea que separa el bien del mal. Lo que llevó a Zimbardo a plantearse preguntas como: ¿qué pasaría si colocamos personas en un sitio malvado?, ¿las personas cambiarían y dominarían el ambiente malo o el ambiente malvado los cambiaría, deshumanizaría y corrompería a ellos? Objetivos Esta película está basada en el experimento que realizó el psicólogo reconocido de la Universidad de Stanford, Philip Zimbardo, allá por el año 1971, el cual pretendía conocer qué es lo que sucedía si se colocaba gente buena en un lugar malo. En esta sociedad estamos regidos por instituciones, nos asignan un papel, un rol determinado que tenemos que cumplir y no es habitual que alguien te pida que hagas algo malo solo te asignan las reglas y a veces hacemos cosas que no

son

coherentes

con

nuestra

moral.

En años posteriores Zimbardo en su libro Efecto Lucifer (2007) afirma, “estar tentado a hacer lo inconcebible, determinar el pensamiento y la acción, cuáles serían las razones por los cuales algunos llevan una vida recta y honrada y otros tienden a caer con tanta facilidad en el delito”. La voluminosa obra de Zimbardo, de 691 páginas, revela los detalles del experimento practicado en agosto de 1971.

Participantes Al comienzo de la película, se ve que se hace un anuncio en el periódico que buscaba estudiantes universitarios para participar en un estudio sobre la vida en la cárcel durante dos semanas. El pago por esto iba ser de 15 dólares diarios. A todas las personas que les interesó la oferta acudieron al llamado, pasaron por entrevistas, test de personalidad, etc. Para elegir quiénes serían los que finalmente participarían, pues el experimento consistía en simular una cárcel en la cual un grupo de estudiantes serían los “reclusos” y el otro grupo los “guardias o carceleros”. Esto con la finalidad de medir la influencia del entorno sobre la conducta de las personas. Para hacer más convincente y más creíble el experimento, la misma policía fue a la casa de cada uno de los que habían sido elegidos para ser los reclusos, se llevó a cabo el mismo proceso de un recluso real: fueron a la comisaría, les tomaron fotos, huellas dactilares, etc. Incluso sabiendo que no habían cometido delito alguno, los reclusos escogidos se sentían algo culpables. Luego de esto los policías los trasladaron a sus celdas, en las que iban a permanecer durante el experimento, estos estaban vendados y se les sacó las vendas se les dio el uniforme enumerado de recluso y es ahí cuando comienza el experimento. Por otro lado, los guardias escogidos ya se encontraban ahí, pues los habían llevado días antes con el propósito de que sientan que tienen el control de la cárcel y era suya. Se les dio la total libertad para decidir sobre lo que pasaba ahí. Se les había dado uniformes, gorras, pitos y gafas; con el fin de que estos tengan un aspecto similar y conserven el anonimato. Puesto que el anonimato desempeña un papel importante en la conducta sádica, ya que significa esconder la identidad y convertirte en otro. Resultados En el primer día no había diferencias entre los dos grupos, todos conocían el papel asignado. Estaban conscientes de que todo era un experimento y no era real, pero al paso de los días todo se empezaba a tornar diferente: los reclusos se sentían incómodos de llevar número y uniformes, estar encerrados, hasta el punto en que se revelaron e insultaron a los guardias. Estos no se quedaron tranquilos y reaccionaron con violencia física, porque ya los veían como personas peligrosas, reclusos en sí. Cada turno de guardia era peor que el anterior y era en la noche cuando las cosas se salían de control porque estos sabían que los observadores tenían que dormir en algún momento. Los presos empezaron a tener crisis emocionales, cada día un recluso se venía abajo. Pese a esto

ninguno quiso abandonar el experimento. La situación ya no era normal cada día era peor, no se trataba de una simulación, sino que se había convertido en una cárcel real. Tanto reclusos como guardias representaban de manera auténtica el papel que se les dio. Hasta que llegó el punto que todo se había convertido en un clima de violencia física, psicológica, humillación, deshumanización,

se

habían

transformado

completamente.

El experimento tenía que durar dos semanas, pero solamente duró seis días, tuvo que acabar porque todo se degeneró. Una persona ajena al estudio, Christina Maslach, una estudiante de postgrado que luego se convertiría en la esposa de Zimbardo, fue traída para entrevistar a los guardias y prisioneros y quedó sorprendida por las escenas que estaba presenciando. Reflexiones También incluye su peculiar teoría sobre los abusos de poder. El psicólogo explica que la fuerza impulsora de este libro, base de la película, fue la necesidad de entender mejor el cómo y el porqué de aquellos hechos, así como los ocurridos en el 2004, cuando fueron difundidas las imágenes de los maltratos físicos y psicológicos que cometieron unos soldados estadounidenses contra varios prisioneros de la cárcel iraquí de Abu Ghraib. Horrorizado, Zimbardo descubrió que no había mucha diferencia entre sus antiguos estudiantes y los militares. “Me gustaría decir que escribir este libro fue una experiencia agradable, pero no fue así, en ningún momento de los dos años que me llevó terminarlo. Sobre todo, fue especialmente desagradable revisar todos los videos del experimento de la prisión... (sic). El tiempo había ido borrando en mí el recuerdo de la maldad creativa de muchos de los carceleros y del sufrimiento de muchos de los reclusos”, escribió Zimbardo, quien se culpa por su pasividad para permitir aquellas vejaciones. El poder del sistema Zimbardo reconoce que cualquier persona, cuando tiene que tomar una decisión, es influida por los alcances y límites de tres poderes: el personal, el situacional y el del sistema. “Si hubiera escrito este libro poco después de acabar el experimento de la “cárcel de Stanford”, me habría contentado con explicar que las fuerzas situacionales tienen más poder del que

pensamos para conformar nuestra conducta en muchos contextos. Sin embargo, habría pasado por alto el poder aún mayor de crear el mal a partir del bien: el poder del sistema, ese complejo de fuerzas poderosas que crean la situación”, comenta el profesor. La psicología social, según la perspectiva del investigador, ofrece pruebas fehacientes de que el poder de la situación puede más que el de la persona en algunos contextos. Esta situación produce una intensa conmoción del ánimo, que suele desordenar los comportamientos, que en un momento dado pueden ser impredecibles. La violencia se descarga con facilidad si la persona se siente agredida o presionada. Este fue el caso de una mujer que mató a su pareja. ¿Era una mala persona? ¿Tenía algún antecedente criminal? No. Era una madre dedicada y amorosa, ama de casa; lo que podríamos llamar una buena persona. Es algo inquietante e increíble como personas “buenas” pueden convertirse en “malas” y cabe destacar como el entorno, el ambiente, influye considerablemente en la conducta del hombre. El experimento demuestra que el mal parte de un contexto, de una situación social y de una serie de mecanismos psicológicos relacionados con el momento puntual. El mal consiste en las personas que quedan atrapadas en el presente y no piensas en las consecuencias del futuro, solo debe importar el aquí y el ahora para ellos. Es que cuando al hombre lo ponemos en un medio, en un entorno despótico, en una institución que rige a sus súbditos de una manera cruel, la persona incluso

más

buena

del

mundo

podría

convertirse

en

lo

peor.

Entonces ¿cómo podemos hacer para entrenar a las personas para que tengan una perspectiva temporal equilibrada, que no se centre excesivamente en el futuro? Todo el mundo puede ser guardia, pero resulta más difícil mantenerse en guardia contra ese impulso sádico y malévolo que germina por factores situacionales y presión psicológica. No obstante, ese lado perverso puede contrarrestarse con la fuerza de la determinación y esa integridad capaz de poner límites y de animarnos a salir de ciertos contextos opresivos para no olvidar quiénes somos, y pasar cada uno de nuestros actos por el tamiz de nuestros valores. Este análisis nos invita a la reflexión de muchas cosas, una de ellas es entender si como sociedad en sí podremos crear nuevas maneras de educar a las personas empujándolas en una dirección de “héroes en espera”. Porque el ser héroe no es simplemente un acto de rebeldía, esa reacción de ayudar a alguien va unida a un profundo acto de responsabilidad, coraje, dignidad e integridad.

Referencias Alvarez, K. P. (Dirección). (2015). Experimento en la prisión de Stanford [Película]. Medina, D. [David Medina]. (23 de junio de 2013). Ph. Zimbardo entrevistado por E. Punset. Experimento de la prisión de Stanford. [Archivo de vídeo]. Obtenido de https://www.youtube.com/watch? v=UwmuvCytcd4 Zimbardo, P. (2007). El Efecto Lucifer: El porqué de la maldad. Penguin Random House Grupo Editorial.