Analisis de La Pelicula Las Dos Caras de La Verdad

Sinopsis Martin Vail es un ambicioso abogado de Chicago, capaz de aceptar cualquier caso con tal de salir en la prensa.

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Sinopsis Martin Vail es un ambicioso abogado de Chicago, capaz de aceptar cualquier caso con tal de salir en la prensa. Un día acepta un caso en apariencia imposible de ganar: la defensa de Aaron, un joven acusado de asesinar al arzobispo de Chicago tras ser detenido huyendo del lugar del crimen. El caso parece fácil, pero la pesadilla para Martin acaba de empezar.

(Resumen 1)

resumen de la película las dos caras de la verdad Martin Vail un ambicioso abogado decide defender a un joven monaguillo llamado Aaron el cual es acusado de asesinato siendo la posibilidad pena de muerte, al inicio todo parece que es el culpable pero el abogado es convencido por el monaguillo que es inocente hasta ir avanzando con el caso, Martin descubre que era abusados sexualmente por el arzobispo asesinado también que tiene otra personalidad llamada Roy, bajo estas circunstancias Martin toma la postura de que Aaron sufrió mucho toda su vida y que no merecía la pena de muerte. En el desenlace logra demostrar frente al juez que Aaron necesitaba ayuda psiquiátrica y que el asesino era Roy que según la psiquiatra se creó esa personalidad como medio de defensa en donde Aaron era tímido, tartamudo, débil y Roy era violento y agresivo Cuando finaliza el juicio Aaron deja ver su verdadero yo a Martin en el cual siempre hubo un solo individuo Roy, con las características psicópatas; manipulo al abogado y a todos a los que relacionaban con él a un nivel muy intenso haciéndoles creer sobre su inocencia y su otra personalidad, tuvo una infancia violenta y traumática que es característica de los psicópatas, sus acciones de manipulación y agresión le satisfacía menos y de esta manera demuestra su poder, finalmente al último no sintió el menor remordimiento por matar al arzobispo o por engañar y manipular a Martin su abogado

(Resumen 2 pero sacado de internet :v) Aarón Stampler (Edward Norton) es acusado del cruel y despiadado asesinato del Arzobispo Richard Rushman de Chicago. El Arzobispo es acuchillado en su dormitorio por la mañana, cuando tras darse una ducha, y secarse, empezaba a vestirse. Un cartero que estaba repartiendo el correo en la zona, en los alrededores de la Catedral de San Michel, oye un tremendo ruido, y puede contemplar, desde la calle, cómo se rompen estrepitosamente los cristales de la ventana del dormitorio del Arzobispo, y entonces, alarmado, llama a la policía. Cuando la policía visita la casa del Arzobispo y entra a su dormitorio queda absolutamente impresionada de la crueldad del asesinato: “¡Dios, qué carnicería!”- exclamará el Comisario al contemplar la escena del crimen. En efecto, el asesinato, o más bien, como se califica al hecho delictivo en el propio film, en un momento determinado, la mutilación y tortura del Arzobispo de Chicago, una de las más importantes personalidades de la ciudad, fue de una crueldad extrema, conmocionando a la opinión pública. La Fiscalía acusará a Aarón de asesinato en primer grado y pedirá para él la pena capital, la pena de muerte. Aarón, de 19 años de edad, natural de Kentucky, era monaguillo y cantaba en el coro de la diócesis. Llevaba dos años viviendo solo, sin familia alguna ni recursos económicos, en Chicago. Antes de ser monaguillo, mendigaba en las calles de la ciudad, arrastraba además un tortuoso pasado de malos tratos y abusos sexuales por propinados por su padre. Un día, cuando Aarón mendigaba perdido en las calles de la ciudad, el Arzobispo pasó con su Cadillac, y se apiadó de él, lo recogió y lo llevó a un hogar de acogida, y le permitió quedarse hasta los diecinueve años, cuando la edad límite para permanecer allí alojado era hasta los dieciocho. Como él mismo dirá en el juicio, el Arzobispo había sido como un padre para él, y le tenía gran aprecio. Sin embargo, era evidente que Aarón había cometido el horrible crimen, lo cual se pudo demostrar enseguida, porque, incluso cuando huye despavorido tras su comisión hacia el norte de la ciudad, Aarón es rápidamente atrapado por la policía en las cercanías de la residencia del eclesiástico escondido en las vías del tren, con la ropa, las zapatillas deportivas, la cara y las manos manchadas, empapadas, de sangre, y el gran anillo de oro del eclesiástico en el bolsillo. Sin embargo, Aarón es, en realidad, alguien muy astuto, que domina los hechos y las emociones, situándose desde el principio por encima de su abogado, - e, incluso, del propio espectador -, manejando sabiamente todas las reacciones y estados de ánimos de quienes le rodean. Aarón declarará, no obstante, que él es inocente, que no mató al Arzobispo, que en la habitación había otra persona, pero que no puede recordar... Él simplemente iba a devolver un libro a la Biblioteca particular del

Arzobispo, cuando oyó un ruido, entonces entró en la habitación, y vio al Arzobispo sangrando, tendido en el suelo, y tuvo miedo y salió huyendo. Aarón va a aparentar, además, desde el principio, sufrir una grave enfermedad mental, que le lleva a tener una personalidad dividida, con constantes ausencias o pérdidas de consciencia. En su complicado mundo interior parecen convivir dos personalidades bien distintas. Aarón, muchacho tímido, de aspecto aniñado, infantil, con apariencia de inocente boy scout, que incluso tartamudea al hablar, de carácter afable, educado, muy débil y de gran docilidad, que dice sentir un gran afecto por el Arzobispo, al que consideraba como si fuese su propio padre, y niega, por tanto, en todo momento, que él haya sido el autor de su asesinato; y Roy, agresivo, sádico, despiadado, cruel y violento, un auténtico psicópata, que llegará a reconocer,

abiertamente,

la

comisión

del

asesinato

del

Arzobispo

Rushman,

enorgulleciéndose incluso de tan execrable acto. Aarón parece estar dominado completamente por Roy, es incluso una víctima más de su cruel temperamento. Roy, permanece reprimido, escondido, oculto, en su interior hasta que, tras una situación traumática o de tensión, aflora violentamente dando rienda suelta a su maldad. Después viene la oscuridad, un fuerte dolor de cabeza, el vacío, el silencio,… y Aarón es incapaz de recordar lo que ha pasado. La noticia del asesinato del Arzobispo Richard Rushman, una de las personas más queridas y admiradas de Chicago, que días antes había participado en un importante evento público, donde asistieron todas las personalidades del mundo del Derecho, entre las que se encontraba el abogado Martin Veil, que acudió elegantemente vestido de smoking, en su mercedes biplaza, salta inmediatamente a los medios de comunicación causando gran alarma. Enterado por las noticas de televisión, el abogado criminalista Martin Veil ofrece rápidamente sus servicios jurídicos a Aarón, a quien visita en el calabozo de las mismas dependencias policiales, donde se encontraba ya detenido. Aarón dirá que no tiene dinero para pagarle. Sin embargo, el abogado responde que no le importa, y que no obstante, pone todo su saber a su servicio. Veil lo único que, en realidad, busca, movido por su insaciable afán de notoriedad, es fama y una gran repercusión mediática con la defensa de este nuevo caso. No en vano, aparecerá, con ocasión del mismo, en la portada de la célebre revista norteamericana City. Sin embargo, tras entrevistarse varias veces con Aarón, -quien siempre manifestará reiteradamente su total inocencia y que el Arzobispo Rushman era como un padre para él, y que, en consecuencia, le tenía gran cariño-, Martin se da cuenta de la gravedad de la enfermedad mental que padece el muchacho desde hace tiempo, y de las grandes posibilidades de defensa del mismo ante un Jurado, si lograra demostrar dicha

afección psíquica que anula su voluntad. El abogado preparará cuidadosamente la defensa de su cliente, teniendo que cambiar su inicial estrategia de defensa, pues al principio sostendría que había la posibilidad de que hubiera una tercera persona, el verdadero asesino, en la habitación del Arzobispo cuando se produjo el asesinato, mientras que Aarón sólo pasaba por allí pues venía de la Biblioteca personal del Arzobispo, cuando oyó un fuerte ruido y entró en la habitación, encontró el cadáver, y huyó asustado. Más tarde, tendrá que reconducir su defensa apuntando a que esa tercera persona, el asesino, era Roy, el alter ego de Aarón, enfocando la defensa desde la perspectiva de la enfermedad mental. Martin Vail llega a ensayar con su cliente la cara que incluso quiere que éste ponga cuando en el juicio declare ante el Juez su inocencia… “¡Sí, esa es –le dice- exactamente la cara que quiero que pongas cuando digas a todos que eres inocente!”. Pero, en realidad, Martin llega a apiadarse y a sentir sincero afecto por el muchacho, y, finalmente, se implica emocionalmente en el caso, considerando convencido, como declara a los numerosos periodistas que le esperaban a su entrada al Tribunal, que verdaderamente existen dos víctimas en este sórdido caso, que son el Arzobispo Rushman y Aarón, y un único asesino Roy. En este sentido, orientará y argumentará finalmente su defensa, y de forma astuta intentará convencer a la Juez y al propio Jurado, y hacer frente a los contundentes argumentos incriminatorios de la Fiscalía, para conseguir, por último, un veredicto de inocencia para su cliente. Martin Vail, contaba con una gran experiencia profesional en el ámbito jurídico. Antes de ejercer como Abogado, había ejercido de Fiscal, cargo que había abandonado, pues, consideraba que en dicho puesto se terminaba ejerciendo un cargo político. Y respecto, a la figura del Juez, sostiene: “¿Por qué ser árbitro, si puedes ser jugador?”. Durante el desarrollo del juicio, por tanto, Martin Veil deberá hacer un buen uso de toda su astucia y sabia dialéctica de abogado criminalista para hacer frente a los convincentes argumentos de la Fiscal Janet Venable (Laura Linney) quien directamente imputa a Aarón la comisión del asesinato del Arzobispo Rushman, considerándolo culpable de asesinato en primer grado. Martin Vail, en su primera intervención dirá a la Juez que su cliente se acoge a la 5ª Enmienda, y por tanto a su derecho a no declarar, pues pide un informe pericial que evalúe la posible amnesia que parece sufrir su cliente. La Fiscal utilizará como pruebas contundentes que avalan sus razonamientos: las propias fotografías de la escena del crimen tomadas por la policía, “que muestran la naturaleza inicua del crimen”- dirá la Fiscal; el arma homicida, es decir el cuchillo con el que Aarón Stampler asesinó al Arzobispo, y acuchilló su garganta, pecho, genitales y ojos,

seccionándole, asimismo, cuatro dedos; y sus propias zapatillas deportivas manchadas de la sangre del Arzobispo, pues cómo declarará en el juicio un Inspector de policía, los análisis de sangre y de ADN practicados mostraban que la sangre hallada en las zapatillas y ropa de Aarón es la del religioso. La Fiscal Janet Venable demostrará, también, en el juicio que Aarón acuchilló cruelmente, con reiterado ensañamiento, premeditación y alevosía, al Arzobispo hasta en setenta y ocho ocasiones, además grabó en el pecho del Arzobispo con dicho cuchillo, mostrado en juicio como prueba, los signos: B32.156, que se correspondían con la signatura (B32), y página (156), del libro titulado La Letra Escarlata, que pertenecía a la Biblioteca privada del Arzobispo, que se encontraba en el sótano de su residencia. En dicha página, existía un texto subrayado por Aarón, que decía así: “…Tarde o temprano un hombre con dos caras olvida cuál es la real”. Con semejante texto subrayado, parecía como si Aarón quisiera poner de manifiesto que el Arzobispo era en realidad alguien con una doble vida, con una doble cara, como luego también quedará demostrado en el juicio para sorpresa de todos. De alguna manera, Aarón pensaba que su víctima era un hipócrita. La Fiscal, también, llamará a declarar a un policía, que participó en la detención de Aarón en las proximidades de la casa del religioso, que atestiguará la enorme crueldad del asesinato. No en vano, el Comisario al entrar en el dormitorio del Arzobispo, lugar en el que éste fue asesinado, mientras se vestía por la mañana, exclamó: “¡Dios, qué carnicería!”. Asimismo, la Fiscal demostrará que el crimen estaba cometido por una persona zurda, y Aarón tenía precisamente esta característica. Asimismo, se puso de manifiesto en el juicio que el Arzobispo Rushman trató de defenderse de su asesino, de ahí los cortes que aparecían en las manos y en los antebrazos. La lógica pugna profesional entre los intereses del Abogado defensor Martin Vail, y los de la Fiscal Janet Venable, se entrelazan con los restos de un apasionado romance que ambos vivieron tiempo atrás, y que en Martin parece haber dejado una honda huella, que sin embargo, Janet prefiere olvidar. Por su parte, Martin no acepta perder el caso, a pesar de los contundentes argumentos de la Fiscal. Por ello, solicita primero un aplazamiento del juicio, a fin de que Aarón sea analizado por una psiquiatra, que emita un informe sobre la amnesia que parece sufrir, y en segundo lugar, no duda en hacer llegar a Janet de forma anónima a su casa una cinta donde hay grabadas unas escenas de alto contenido sexual en las que aparecen implicados Aarón, su novia Linda y una tercera persona. En efecto, el informe de la psiquiatra, en realidad neuropsicóloga, que será la principal prueba que el abogado utilice para la defensa de su cliente, dictamina que Aarón Stampler, tras ser evaluado 60 horas, padece un estado de disociación aguda, un desorden de personalidad

múltiple. La neuropsicóloga atestiguará en el juicio que Aarón está enfermo, y que “una celda no es el lugar adecuado para él”. Dirá que Aarón no ha podido matar conscientemente al Arzobispo, porque debido a su enfermedad mental tiende a reprimir toda emoción de ira, y sería en consecuencia incapaz de matar. Este trastorno de identidad disociativo se convierte en pieza clave para la defensa de Aarón. Si Aarón es tímido, tartamudea al hablar, es dócil, afable, retraído e incapaz de hacer mal a persona alguna; Roy, su otro yo, sin embargo, es un psicópata, que disfruta con el sufrimiento ajeno. Por otro lado, Martin a través de un amigo de Aarón, Alex, también monaguillo, descubre la existencia de unas grabaciones de alto contenido sexual realizadas por el propio Arzobispo Rushman, quien obligaba a Aarón, a su novia Linda a mantener relaciones sexuales junto con Alex. Rushman, guiado con una gran cautela para no ser descubierto, siempre usaba una sola cinta, y grababa encima dichas escenas, tras la exposición de un sermón. Cuando Martin descubre estas grabaciones, que suponen, sin duda, un escándalo de corrupción en el propio seno de la Iglesia, se enfada con Aarón por no habérselo comentado antes. En una entrevista que mantienen ambos, en los momentos previos al juicio, increpa a Aarón duramente, recordándole que la confianza plena e íntegra es la base de la relación entre un abogado y su cliente, y en consecuencia, un elemento imprescindible para la adecuada defensa de éste. Esta tensa conversación entre abogado y cliente hará aflorar a Roy, el otro yo de Aarón, violento y despiadado, que atacará físicamente al propio abogado defensor. Martin ya sabe, en este momento, lo que debe hacer para ganar el caso, ha encontrado la pieza de convicción que le faltaba, pero también ha encontrado el móvil del crimen… Por ello, idea enviarle una copia de dicha cinta a Janet Venable de forma anónima, y piensa que cuando ésta la visualice, no sólo le acusara a Aarón en juicio del asesinato, sino también le mostrará el móvil de su propio crimen, esto es, el ser obligado a participar contra su voluntad en unas relaciones sexuales, que eran grabadas por el propio Arzobispo, bajo la coacción de ser echado del hogar de acogida donde residía. En efecto, este argumento fue utilizado por la Fiscal, quien acorraló al imputado durante el juicio con sus acusaciones. La encendida retórica de Fiscal provocó un estado de sobreexcitación en Aarón, que en pleno juicio hizo aflorar a Roy, quien atacó a Janet, agarrándola por el cuello, cuando ésta se volvía dando por concluida su intervención ante la Juez y el Jurado. Todos los presentes en la Sala quedaron impresionados del contundente cambio de personalidad experimentado por Aarón. El Jurado se quedó estupefacto de la violencia física y verbal que acompañaba a Aarón (Roy) en sus acciones y palabras. La mirada de la Juez parecía atónita ante lo estaba sucediendo allí. Por su parte, Martin Veil, acababa de ganar otro pleito

de gran repercusión mediática, pues había logrado que aflorara ese otro yo de Aarón, violento, cruel y agresivo, que terminó de convencer a la Juez y al Jurado de la enfermedad mental que padecía su cliente, y por tanto de su inocencia, y así, el muchacho lograba la absolución con una sentencia que le declaraba inocente, pues Aarón Stampler sería considerado un enfermo, y, en consecuencia, tan sólo enviado a un centro psiquiátrico, durante cierto tiempo, apenas unos 30 días, para poder tratar su enfermedad, y poder reinsertarse más tarde en sociedad. Este film que se titula Las Dos Caras de la Verdad, si se analiza detenidamente parece mostrar, continuamente al espectador, un desfile de personajes que no son lo que en realidad parecen. El Arzobispo Richard Rushman de Chicago, persona querida y admirada por todos en la ciudad, que creó una importante Fundación (Fundación Rushman) para atender aparentemente las necesidades sociales de los más desfavorecidos, cuando en realidad dicha Fundación escondía importantes negocios de especulación de terrenos urbanizables. Además, el eclesiástico se dedicaba en la intimidad a realizar grabaciones de alto contenido sexual donde participaban monaguillos de su Iglesia a los que coaccionaba para ello. Aarón, su novia Linda, quien trabajaba, también, para el propio Arzobispo, y el amigo de ambos, también monaguillo, Alex, participaban obligados en dichas escenas, pues Rushman les amenazaba con echarlos del hogar de acogida donde vivían. Asimismo, el asesino Aarón Stampler, quien para asegurar su inocencia aparenta padecer una grave enfermedad mental, “un caso de personalidad múltiple” como lo calificará la neuropsicóloga que lo analizará y atestiguará su enfermedad en juicio, cuando en realidad se trata de un auténtico psicópata desde el principio, mostrando también esa doble cara. El abogado Martin Vail, quien se muestra a todos como un jurista interesado exclusivamente en obtener fama y dinero con la defensa de sus pleitos, y ello sin duda le satisface, pero en realidad, como le confiesa a un periodista, cuando se encontraba en estado algo ebrio, una noche tomando unas copas: “Creo en la idea de que una persona es inocente hasta que no se demuestre lo contrario… Personas muy buenas pueden hacer cosas muy malas…y personas muy malas, pueden hacer cosas muy malas, y tener una buena excusa para ello…”. Martin se muestra profundamente convencido del valor y la importancia del principio de la presunción de inocencia. Así, en varios momentos, a lo largo del film, se muestra preocupado por averiguar la verdad: “Creo que ese chico tiene la verdad”, dirá a los colaboradores de su bufete, refiriéndose a su cliente Aarón Stampler. O, llegará a declarar a los periodistas que esperaban expectantes su entrada al Tribunal, la mañana que daba comienzo el juicio: “La verdad es lo único que importa”. O se mostrará preocupado en todo

momento de que todo aquel, incluso la propia policía, que se dirija a Aarón como asesino, intercale siempre previamente la denominación de “presunto”. Asimismo, Martin busca, durante la celebración del juicio, siempre incansablemente precedentes judiciales que permitan sostener y avalar la inocencia de su cliente. Como cuando, finalmente, incluye en la defensa de su cliente el argumento del abuso sexual, dirá que sólo busca “un juicio justo”, e invoca el caso Michel O´Donnel de 1985, fecha en la que ya se había denunciado al Arzobispo Rushman por abusos sexuales, y sin embargo dicho caso fue archivado injustamente en aquel entonces por la Fiscalía. Asimismo, Martin intenta saber en todo momento, en su afán por descubrir al auténtico culpable, qué ha pasado con la novia de Aarón, Linda, y con los otros monaguillos que cantaban el coro, que desde el asesinato del Arzobispo Rushman desaparecieron misteriosamente. Otros personajes, que también, parecen mostrar una doble cara son el Fiscal jefe de Janet Venable, quien bajo la apariencia de defender siempre el interés público, y de la víctima, estaba implicado en negocios poco claros con la Fundación Rushman. O, el propio delincuente Joe Piñero, anterior cliente de Martin Veil, quien habitaba en un barrio marginal de Chicago, y quien no acepta abandonar la ciudad pese a las recomendaciones de la Fiscalía, porque de él depende su familia y mucha gente de su barrio para subsistir diariamente. Por mantener esta actitud íntegra, y negarse a abandonar la ciudad, por cuidar de su familia y amigos, una madrugada aparecerá ahogado en el puerto. Martin Veil visitará posteriormente tras la celebración del juicio a su cliente, aún detenido, con quien había llegado a establecer una cierta relación de afecto no exenta de compasión, y le comunicará la buena noticia de que el juicio ha sido anulado y de su absolución por la Justicia. Aarón se muestra feliz y agradecido hacia su abogado. Pero, habrá algo en las palabras del muchacho que desconcierta profundamente a Martin. Aarón y Martin se despiden con un entrañable abrazo, y Martin le recuerda que le llame si alguna vez le necesita. Cuando Martin está a punto de salir de la celda donde aún Aarón está privado de libertad, éste le dice que le pida de su parte disculpas a la Fiscal Janet Venable, si le hizo daño en el cuello, cuando le asaltó tan violentamente durante la vista… Martin asiente, sonríe y sale de la celda, pero de pronto se detiene, y vuelve sobre sus pasos, entra de nuevo en la celda, y le pregunta a Aarón cómo puede recordarlo…: 

Dígale a la Sra. Venable que lo siento, que espero que su cuello esté bien…



¿Qué has dicho?, ¿no decías que no podías recordar nada?...

Aaron Stampler sonríe burlonamente, y comienza a aplaudir, porque por fin el afamado abogado criminalista de Chicago, Martin Veil, se ha dado cuenta de su perfecta

interpretación. En ese mismo instante, el abogado –y el propio espectador- comprende en realidad el engaño, y se da cuenta de que Aarón es un auténtico psicópata, que ha sabido manejar perfectamente desde el principio toda la situación, aparentando una falsa inocencia, aparentando sufrir una grave enfermedad mental, cuando en realidad era plenamente consciente y autor de todos y cada uno de los hechos que se le imputaban. Entonces, Martin le dirá desconcertado a Aarón, que en efecto, Roy nunca había existido. Sin embargo, Aarón le contesta corrigiéndole, que no, que el que siempre ha existido ha sido Roy, y el personaje que nunca existió fue Aarón, confesando además que tuvo que matar a su novia Linda, desaparecida misteriosamente desde el asesinato del Arzobispo, y que fue él quien, por supuesto, asesinó al Arzobispo Richard Rushman de Chicago, lo cual fue “una verdadera obra de arte”, afirmará finalmente con gran sadismo. Martin Veil, el afamado abogado criminalista de Chicago, que siempre anteponía en la defensa de sus pleitos, a la búsqueda de la verdadera Justicia, la creación de su propia verdad, la apariencia de verdad que era capaz de crear en las mentes de esos doce hombres del Jurado…, y la obtención de una gran notoriedad pública personal, se siente en su victoria absolutamente fracasado, abatido y desolado. Cuando sale del Tribunal, lo hace por la puerta de atrás, porque en la puerta principal le espera la prensa, y por primera vez, tras ganar un caso de tanta repercusión mediática no quiere, no se encuentra con fuerzas, para hablar con los periodistas. Martin Vail comprenderá que lo importante para un abogado no es ganar el caso a cualquier precio, sino que se haga siempre Justicia, y se descubra la auténtica Verdad.

ANALISIS DE LA PELICULA LAS DOS CARAS DE LA VERDAD La película nos lleva a un recurso habitual para muchos abogados en estos casos, los problemas psicológicos. ¿Cuántas veces nos quejamos de que siempre se alega que la persona está enferma para así evitar la prisión? La película quiere demostrar la debilidad del sistema judicial, compuesto por personas, manipulables y al fin y al cabo, imperfectas (como todos). La víctima presenta un desdoblamiento de personalidad: Aaron, el joven indefenso y tartamudo, y Roy, agresivo, seguro de sí mismo y que confiesa haber cometido el crimen para vengarse de los abusos sexuales del arzobispo. Cuando se produce este desdoblamiento de personalidad, Aaron sufre amnesia y olvida todo lo que su otro "yo" ha hecho. Este es un motivo suficiente para pensar que el pobre enfermo no merece ser castigado ya que no era consciente, pero ¿No están mal de la cabeza todas las personas que son capaces de cometer un crimen así? Qué hacemos entonces, ¿No castigamos a los violadores, pederastas, maltratadores y demás calaña porque no están en su sano juicio? De hecho, la psiquiatra que analiza el caso de Aaron explica que las causas de la amnesia son: malos tratos, traumatismo cerebral, lesión vascular o fingimiento. Tras descubrir el hecho de la personalidad múltiple se vuelve a dar un encuentro entre el abogado y el periodista. Segunda conversación trascendental tras volver al tema de cómo defender a alguien que se sabe que es culpable, a lo que Martin contesta, Creo en la idea de que un hombre es inocente hasta que se demuestre lo contrario, y si defiendo esa idea es porque he elegido creer en la bondad innata del hombre, he elegido creer que no todos los crímenes los cometen malas personas, y trato de entender, que personas muy muy buenas pueden hacer cosas muy malas. ¿Estáis de acuerdo con esta afirmación? "Yo soy yo y mi circunstancia" decía Ortega y Gasset. Cada persona tiene un pasado, unos problemas y una situación, a pesar de que debemos juzgar a todos por igual, en cierta manera, cada uno tiene sus motivos. Lo que no quiere decir ni que sean lícitos ni, en su mayoría, excusables. Nuestro ordenamiento contempla muchos mediante las atenuantes y las excepciones. Descubierta la disfunción mental saltan algunos problemas procesales, como el de no poder cambiar sus argumentos para la defensa alegando la doble personalidad en lugar de la inocencia inicial o no poder introducir nuevas pruebas. Aquí entra en juego el papel

de la Fiscal, abogada con muchos más escrúpulos y moral que Martin. Una vez más vemos la importancia de las personas en el sistema judicial. El abogado al hacer su trabajo en ocasiones le es difícil separar lo que dice la ley de lo que moralmente creemos que es justo o no. De esta manera, y tras algunas artimañas de Martin, es la propia Fiscal la que introduce una nueva prueba en el juicio: el vídeo de los abusos sexuales. La cuestión de las pruebas también tiene gran importancia y es que como apunta Martin durante la película, para demostrar ahí algo hay que tener algo. Por suerte o por desgracia amigos, no todo vale como prueba. He aquí otro condicionante. Aprovechando que Martin sabe que Aaron se convierte en Roy cuando se le somete a presión, urdirá un plan para mostrar la doble personalidad en juicio y conseguir que se le libere de toda responsabilidad. En el juicio Martin tensa la cuerda a más no poder mientras interroga a los testigos y al acusado, pero la Juez decide avisarle varias veces y ponerle una multa en lugar de echarle del proceso. Una vez más, los caracteres de las personas juegan un papel fundamental. El abogado no volverá a dormir con la conciencia tranquila. Se muestra a una persona derrotada, a pesar de haber ganado uno de los juicios más sonados de la historia reciente, y decide evitar a toda la prensa saliendo por la puerta de atrás. 

De esta forma es como la película deja ver que la verdad solo tiene una cara, simplemente sale a la luz cuando conviene. ¿Es justificable el secreto profesional? ¿Es lógico que reciba el mismo trato que el secreto de confesión? Además, existe una regla básica y primordial en el derecho, el non

bis in

idem (no se puede juzgar dos veces a una persona por un mismo asunto). ¿Cómo sabiendo que una persona es culpable no podemos correr hacia la Juez y decírselo? Hay que controlar el caos.