Amber Kell - Serie Sumisos Planetarios 01 - Chalice

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Con el fin de detener de que su magia lo coma vivo, Chalice busca un hombre lo suficientemente fuerte para que lo domine y lo controle. Chalice podría ser un príncipe en su planeta, pero sus tendencias sumisas le impiden hacer frente a la increíble energía que corre a través de su cuerpo. Los usuarios de la magia tienen un segundo para equilibrarla, pero nunca ha habido un caso en el que el poder no se mantuviera en la posición dominante. Sin embargo, la habilidad de Chalice como un raro maestro de la magia de cuatro elementos ya lo marca como diferente. Con el rey negando las necesidades de su hijo, no tiene más remedio que buscar fuera del planeta para encontrar un socio poderoso. Él se encuentra con un diplomático en una misión que lleva a Chalice a aceptar ser la mascota de un emperador, uno cuya reputación de lanzar a un lado a los sub es sólo compensado por el hecho de que Chalice cree que es la criatura más sexy que jamás haya visto. Chalice se lanza al agua, esperando que la mayor apuesta de su vida no vaya a resultar ser su mayor error.

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Para Leslie, quien sostuvo mi mano cuando más lo necesitaba.

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Un hombre debe ser como un cáliz vacío listo para ser llenado con las experiencias de la vida. Reina Nyaha

—Eso es lo mejor que puedo hacer. Esto debería ocultar sus marcas, pero sin cubrirlas tanto como para ofender a un Maestro interesado —dijo Odwill. El anciano siervo terminó colocando los puños decorativos en el bíceps de Chalice, acariciando su brazo con el toque familiar de un hombre que lo ha tenido a su cargo desde el nacimiento. 6

—Gracias, Odwill, lo hiciste bien. —Chalice le dio a su siervo una sonrisa tranquilizadora. Sabía que el anciano no aprobaba los planes de Chalice. Sin embargo, no podía discutir con la madre de Chalice. A pesar de que su madre había muerto durante el parto de Chalice, sus poderes como vidente eran legendarios. Sabiendo que iba a morir durante el parto, ella narró consejos para su hijo por nacer y se cargaron en los archivos reales. Su clave de cifrado murió con ella, así que nadie sería capaz de modificarlos o leer por adelantado. Una vez por semana, el dispositivo sonaba y el consejo desde ultratumba aparecía en la pantalla. Ni una sola vez se había dirigido a él mal.

Cuando Chalice era más joven, había pensado en ella como su amiga imaginaria, siempre ahí cuando necesitaba ayuda. Ahora deseaba que ella pudiera asesorarlo en persona. Cuando él anunció por primera vez que tenía planes para unirse a las mascotas que salían en la siguiente nave, Odwill había buscado inmediatamente la manera de ayudarlo. Los dos sabían que no había futuro para Chalice mientras viviera bajo el techo de su padre. Su padre amaba a Chalice a su manera, pero se negaba a reconocer el problema de su hijo. En la mente de su padre, un regente planetario no podía tener a un sumiso como hijo. Para proteger su identidad, primero había necesitado cubrir los tatuajes que lo revelaban como un mago de los cuatro elementos. Nadie tomaría a un hombre a bordo que pudiera destruir su nave con un solo pensamiento. Anchas bandas de metal cobrizo en sus bíceps daban la impresión de ser esclavo, así como cubrían sus signos de poder. Chalice jugueteó con sus brazaletes por un momento antes de volver a enfrentarse a su siervo. — Será mejor que te retires después de mi partida. No quiero que te metas en problemas. Dudo que mi padre descubra mi ausencia durante unos días, pero cuando lo haga, probablemente llegue a ti para interrogarte. Espera a anunciar tu retiro hasta que descubran que falto. No le des ningún motivo para pensar que eres responsable de mi desaparición. Odwill asintió.

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Ni una hebra de su cabello blanco se movió. Chalice siempre se había preguntado cómo el hombre estaba perfectamente arreglado sin importar las condiciones. —Voy a esperar hasta que se anuncie que usted falta, entonces voy a ir con mi hermana a Collinsville. Su padre no pondrá objeciones ya que no voy a tener un cargo. Chalice fue a su armario y sacó una pequeña bolsa de terciopelo del cajón superior. —Esto es para ti, Odwill. Un pequeño agradecimiento por toda tu ayuda. —Apretó el hombro del sirviente, le entregó la bolsa y luego se volvió a distanciar terminando de empacar. No iba a llorar. Según su padre, los príncipes no lloraban y Chalice no planeaba empezar ahora. —¡Mi señor! —Jadeó Odwill detrás de él—. Esto es más oro de lo que jamás he tenido en mi vida. Chalice respiró hondo, pero se mantuvo de espaldas a Odwill. Estaba demasiado cerca de una crisis emocional por dejar al hombre que había sido más como un padre para él que el suyo propio. —No puedo pagar por todo lo que has hecho por mí durante estos años, pero me puedo asegurar que tus años restantes sean cómodos. —Gracias, mi señor. Quiero que sepa que siempre ha sido un placer servirlo, a pesar de su desventaja. Nunca ha sido un problema. Si pudiera ir con usted a su nueva casa lo haría.

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Chalice sonrió. —Sé que lo harías, Odwill, y tú eres el único que lo llama una desventaja. Todo el mundo lo llama una maldición. A pesar de tener la capacidad mágica más fuerte de su familia, sin una contrapartida para equilibrar sus poderes, la magia de Chalice se tambaleaba fuera de control. La mayoría de los usuarios de la magia, como sus dos hermanos, eran maestros que mantenían una sumisa para ayudar a suavizar su habilidad. Chalice, sin embargo, era un sumiso. Y como un mago raro, de los cuatro elementos, si se uniera con otro usuario de la magia quemaría al otro con la sola fuerza de sus habilidades. Había oído hablar de otros planetas donde las criaturas no mágicas podían vincularse y equilibrar su magia. Sin embargo, su padre se negó a admitir a un niño con su problema. Chalice no podía esperar ayuda de esa dirección, por lo que necesitaba encontrar su propia solución. Ahora, a los diecinueve años de edad, Chalice llegó a la edad adulta y estaba dispuesto a abandonar su planeta natal y buscar su partido mágico entre las estrellas. Odwill agarró a Chalice por el brazo y lo volvió hacia él. —No importa lo que digan, usted no está maldito... es especial, tan especial que los dioses han creado a una persona entera para que lo ayude con su magia. Todo lo que tiene que hacer es encontrarla. — Odwill le dio una suave sacudida final antes de dejarlo ir. Con una triste sonrisa, metió la mano en el

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bolsillo—. He estado guardando esto para darle ésto algún día a mi niño, pero nunca tendré uno. Usted es lo más parecido a un hijo que jamás tendré. —Odwill abrió la mano. Un anillo grabado con un halcón sosteniendo un raro rubí Tinarean yacía en su palma. —Me fue dado por un adivino que me dijo que este anillo llevaría a mi hijo hacia su futuro. —No puedo aceptar esto —protestó Chalice. —Puedes y lo harás —dijo Odwill con voz firme. Antes de que Chalice pudiera rechazarlo una vez más, Odwill tomó su mano derecha y deslizó el anillo en el dedo medio—. Consérvalo para recordarme cuando estes lejos de casa. Sabes que eres el hijo de mi corazón, incluso si no eres de mi semilla. Chalice dio a Odwill una sonrisa trémula. — Gracias, viejo amigo. Disfruta tus días como un hombre libre. Después de cerrar su mochila, Chalice la deslizó sobre su espalda, apenas sintiendo el peso añadido. El paquete sólo contenía dos juegos de ropa, su chip de crédito, un comunicador de emergencia y el diario de su madre. Una mascota no necesitaría mucho. Su nuevo propietario proveería para él. Con un último guiño a su sirviente, Chalice salió de su dormitorio de la infancia. Sabía que nunca volvería... al menos no sólo como el hijo de su padre. Ya era hora de que se convirtiera en su propia persona. La idea lo hizo sentir a la vez triste y triunfante.

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Iba a encontrar sus respuestas en las estrellas. Optimista, Chalice se dirigió hacia la puerta exterior. El camino hacia la salida principal, afortunadamente carecía de la presencia de cualquier persona que se preocupara por dejarlo pasar. Chalice asintió con la cabeza a los guardias a su paso, pero nadie lo detuvo hasta que llegó a la barrera exterior real con todo su contingente de guerreros. —Disculpe, Príncipe Chalice. —Shreel, el capitán de la guardia del rey, se puso delante de él y le bloqueó el paso. —¿Hay algún problema? —Chalice mantuvo la voz serena y firme, negándose a revelar su nervioso tintineo. Shreel miró la mochila en el hombro del Chalice. —¿Va a algún lado? —Sí, y si no te mueves voy a llegar tarde. — Chalice miró a los ojos de Shreel. Dejó que las llamas parpadearan en sus pupilas para mostrar su molestia, un truco fácil que siempre ponía nervioso a otros, uno de los pequeños y pocos tipos de magia que podía realizar sin un compañero. Shreel se estremeció ante la vista, pero no dio marcha atrás. —¿Sabe su padre que se va? —No, y como soy mayor de edad, no es de su incumbencia. —Esperaba cubrir bien su nerviosismo.

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Si el guardia notaba algo fuera de lo normal, podría detenerlo hasta que pudiera verificar con el rey si Chalice tenía derecho a irse. La mirada de Shreel invadió la bolsa de Cáliz con nuevos ojos. —Perdón, no sabía que estaba viendo a alguien. —Levantó una mano hacia los soldados detrás de él—. Vamos Príncipe Chalice pase. —Ten una buena tarde, Shreel —dijo Chalice al pasar. La mano derecha de su padre siempre lo había tratado con el respeto del que a menudo carecían los de su propia familia. —Buenas noches. —El guardia se inclinó cuando Chalice pasó. Chalice no dejó salir un suspiro hasta que el palacio finalmente desapareció detrás de él y las calles se lo tragaron. Levantando una mano, llamó a un flotante que pasaba. El vehículo paró justo delante de él. Chalice se deslizó en la parte posterior. —¿A dónde? —preguntó el conductor en tono indiferente. Sus ojos revelaban una falta total de interés por su viajero. Perfecto. —Al puerto espacial, por favor. —Por supuesto. —El conductor esperó un momento para hablar cuando se fusionó con el tráfico—. Entonces, ¿a dónde se dirige, joven señor? —Fuera del planeta. —Su tono no alentó la conversación y se volvió para mirar por la ventana.

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Cuanta menos información compartiera con otros, menos información tendría su padre si fuera a buscarlo. No estaba realmente preocupado por que su padre lo cazara. Era mayor de edad y no tenía uso político para el rey, pero, como buen hijo, había dejado una nota detrás. No reveló dónde iba, porque no lo sabía todavía, pero confesaba lo que había ido a buscar. Tenía que encontrar un Maestro. El conductor no volvió a hablar hasta que le dijo a Chalice la tarifa, al tiempo que paró en el estacionamiento de la estación espacial. Chalice le dio al hombre una generosa propina, ganándose una sonrisa del conductor. —Tenga cuidado ahí fuera, joven. El universo puede ser un lugar aterrador. Chalice sonrió al conductor. —Gracias, pero puedo cuidar de mí mismo. Sobre todo... siempre y cuando no consumiera más de unos pocos minutos de poder, de lo contrario su magia se saldría fuera de control como un renegado asteroide. Nuevos cráteres en los terrenos del castillo atestiguaban la falta de contención adecuada en Chalice. Cientos de barcos salpicaban el puerto espacial. Algunos de ellos grandes, algunos de ellos pequeños, algunos de ellos juntos atados con cuerda, o al menos eso parecía a los ojos inexpertos de Chalice.

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Se dirigió hacia el gran cartel que brillaba intensamente con la lista de salidas, con la esperanza de algo que lo apuntara hacia donde ir. —¿Busca un barco en particular? —una mujer de piel azul con un vestido de color rojo oscuro preguntó mientras se detuvo a su lado. Chalice le dirigió una inclinación cortés con respeto a la insignia diplomática que llevaba en su hombro. —Tenía la esperanza de encontrar un barco para mascotas —confesó. Por desgracia, no podía decir cuáles podrían ser vuelos para mascotas y cuáles transportaban carga. La mujer examinó a Chalice con cuidado. —Usted parece estar bastante bien para ser una mascota. Chalice se encogió de hombros, pero no disputó su comentario. Su padre no podía pensar en Chalice como digno de ser un usuario mágico apropiado, pero nunca le negó fondos. Chalice había derivado un poco a una cuenta privada a la que su padre no podía acceder sólo para esta eventualidad. —Necesito un Maestro —le espetó. Normalmente no confiaría en un extraño, pero tenía un aura calmante sobre ella. Probablemente era de buen provecho en sus relaciones diplomáticas. Un Maestro sexual sería lo mejor.

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Necesitaba la dominación completa para sublimar la energía que surgía a través de su cuerpo. —Soy Dahla Soom. —Chalice. Ella levantó la ceja ante la falta de su apellido, pero no dijo nada más. Al volver a escanear el tablero, podía sentir los ojos color ámbar de Dahla en él. —¿Quieres dar tu consentimiento para ser un regalo? Chalice se volvió y examinó a la mujer con su "otra" vista. Su aura no mostraba signos de malicia o mala voluntad, en su lugar tenía un tinte púrpura de anticipación. 15

—¿Un regalo para quién? —Tengo que negociar los derechos mineros en el planeta Zaraga. El emperador, Terrin Hawk, es un hombre duro, pero corre el rumor de que está buscando una nueva mascota. —¿Por qué necesita una nueva mascota? — preguntó Chalice, el destino lo ayudaba o se burlaba de él. Nunca en su vida cayó algo en su regazo como esto. —Tiene problemas para encogiéndose de hombros. Eso no suena bien. —¿Él les hace daño?

mantenerlos

—dijo

Dahla negó con la cabeza. —Se aburre con ellos y los envía de regreso. Sería de gran ayuda en mis negociaciones en caso de que pudiera presentarme con alguien que se pareciera a ti. —¿Qué voy a sacar de esto? —Era joven, pero no era estúpido. —Además de un posible Maestro, te voy a dar transporte gratuito y el cincuenta por ciento del dinero que reciba de los derechos mineros, tanto si se queda con él como si no. Lo único que pido es que se atenga a cualquier contrato que firme con él. La mitad de un porcentaje de cualquier trato minero traería un buen dinero y nunca hacía daño tener fondos adicionales. Podía ser que lo necesitara para continuar su caza si el emperador no funcionaba. Por no mencionar que el anillo que Odwill le había dado tenía un halcón a juego con el apellido del emperador. Chalice tenía demasiada fe en los videntes para no tener en cuenta una relación tan obvia. —Realmente debe querer esos derechos. Dahla asintió. —Somos fabricantes de barcos y necesitamos los derechos mineros con el fin de recoger el mineral que los mantiene en el aire. —Siempre que el tipo no sea demasiado horrible, tienes un trato. —Si el emperador resultaba ser un fiasco, Chalice sería libre de ir a otro planeta. Dahla sacó un dispositivo de su bolsillo. Empujó un par de botones antes de volverlo hacia Chalice.

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—Aquí hay una foto de él. El magnifico hombre tenía el pelo de un negro exuberante, fríos ojos negros y una inclinación cruel en su boca. Él prácticamente gritaba Maestro. Chalice estuvo de acuerdo. Ahora sólo podía esperar que reuniera los criterios del hombre.

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Ser dueño de una persona es un desafío no conocido por muchos y dominado por pocos... Reina Nyaha

Terrin Hawk observó a los delegados entrar a la sala del trono con desinterés, otro grupo de embajadores con demandas absurdas de su tiempo y recursos. Sintió la tentación de matar a la gran mayoría de ellos, pero probablemente lo metería en problemas con el Consejo Galáctico... otra vez. Mientras obtenía otro vaso de vino, se quedó paralizado. La delegada de Nathiwan entró en la sala del trono sosteniendo una correa atada al hombre más bello que jamás había visto. La visión del largo cabello, tan rojo como el vino Zaragan al sol, la piel teñida de miel y un cuerpo magro, sexy, sacó la mirada de Terrin lejos de los papeles que tenía delante. La mascota llevaba nada más que un par de pantalones bajos que colgaban de los huesos de sus caderas. Terrin nunca había estado tan duro, tan rápido, en su vida. Necesitaba que el hombre le perteneciera. Ahora. —Tráeme a la delegada Nathiwan —dijo a su asistente.

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—Pero emperador, no figura como la primera en hablar —protestó Tharson. Terrin clavó al hombre con una mirada. — ¿Pregunté a caso quién crees qué debe pasar primero? —espetó. —No, Majestad. —Tharson hizo una profunda reverencia, probablemente con la esperanza de que Terrin no le tirara algo. —Tráela ante mí —exigió con los dientes apretados. A este ritmo, la preciosa mascota saldría antes de que Terrin tuviera la oportunidad de arrebatarlo lejos de la delegada. Tharson se inclinó de nuevo antes de salir corriendo. Un minuto más tarde, la delegada de Nathiwan estaba delante de él. Ella sonrió y le dio al emperador una profunda reverencia. —Gracias por haber accedido a hablar conmigo, Majestad. El hombre de la correa se arrodilló a su lado. Terrin quería que mirara hacia arriba. Obtuvo un breve destello de ojos violetas rodeados de brillantes pestañas rojas, antes de que la mascota bajara la cabeza. —¿Quién es? —preguntó Terrin, señalando al muchacho.

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—Este es Chalice —dijo la delegada, acariciando con la mano el pelo de la mascota. Un gruñido bajo se construyó en su garganta. Mirar a alguien tocando al muchacho lo enfureció. —¿Qué fue eso, Majestad? —Ella dio un paso hacia atrás, sus ojos cautelosos. Su expresión debió haber revelado su ira. —¿Cuánto por el niño? La delegada sonrió mientras Terrin apenas resistió el impulso de estrangularla. —No está en venta. Él es un compañero de viaje que vino conmigo porque está en busca de un Maestro. La polla de Terrin se levantó para pedir desesperadamente... quería a la criatura antes que él.... —¿Qué pides a cambio? Todo el mundo tiene un precio. —Queremos adquirir derechos mineros en su tercera luna por la cosecha de Crellinium. —Si me das al chico, te voy a dar los derechos mineros, pero tienes que darnos la mitad de lo acarreado y nos permitirás estacionar algunos hombres para verificar el progreso. —Necesitaba al sumiso, pero no iba a dar la luna por él. Si la delegada se negaba... bueno, ella iría en la primera nave que los piratas atacaran. De una forma u otra el hermoso joven sería suyo. Para sorpresa de Terrin, la delegada se dirigió a la mascota.

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—¿Estás dispuesto a ir con el emperador? Tras un largo examen de un par de ojos de color violeta, la mascota asintió. Excelente. —Entonces, emperador, tenemos un acuerdo, siempre y cuando se elabore un contrato, tanto por la luna como por el niño. No voy a dejarlo indefenso. Su respeto por la delegada se fue a un nivel superior. Podría haber volado el acuerdo con sus requerimientos para la mascota. El hecho de que ella se preocupaba por el joven le dio esperanza que sería honesta en sus otras transacciones. —Elabora los documentos, Tharson, luego despide a todos por unas horas. Estaré en mi despacho. La delegada le entregó la correa y le dio a Chalice una amplia sonrisa antes de acariciar la mejilla del muchacho. Terrin cerró los ojos y respiró hondo. —Deja de tocarlo —dijo apretando los dientes. —Lo siento —dijo ella—. Buena suerte, Chalice — la oyó susurrar. El joven se puso de pie y le dio a la delegada una cálida sonrisa. Como un sorprendente polaco, él dio un beso en cada una de las mejillas de la delegada. —Feliz viaje, delegada Soon y gracias.

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—Llámame y sabré si tengo que dejar tus cosas o ayudarte a salir corriendo. La risa de Chalice, un sonido sorprendentemente gutural, puso a prueba el control del emperador. —Vamos —le espetó. Le tomó una gran cantidad de fuerza de voluntad, no tirar al niño de la correa, pero quería atraer a Chalice a su lado, no intimidarlo. Extraño, ya que por lo general, trataba de mostrar que estaba a cargo de inmediato. Chalice obedientemente se alineó unos pasos detrás y a la derecha del emperador. Fácilmente a juego con sus pasos, la impresionante criatura siguió a Terrin silenciosamente por el pasillo. Terrin no trató de hablar. Él quería privacidad en su primera conversación. Entrando a su habitación, el tiró suavemente al otro hombre en el interior cerrando la puerta detrás de ellos y dejando caer la correa. —¿Has estado alguna vez como una mascota? Chalice negó con la cabeza. —Tienes mi permiso para hablar —Terrin anhelaba oírlo hablar otra vez, más de lo que jamás había querido antes. Recibió una tímida sonrisa que no hizo nada para ayudar a la dureza de su erección.

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—Nunca he sido una mascota, pero estoy dispuesto a aprender. —El hombre de ensueño mordisqueó su labio inferior como si estuviera tratando de averiguar lo que tenía que decir—. Usted no se arrepentirá de haberme dado una oportunidad. Sonaba sincero, pero su voz suave y culta gritaba dinero. Examinó al joven, Terrin se dio cuenta que los ojos violetas de Chalice tenían manchas de oro. Muy inusual. —¿Por qué quieres pertenecerme? Chalice ladeó la cabeza. El chico era más hermoso que la mayoría de las mujeres en la corte y Terrin lo deseaba con una necesidad feroz que nunca había sentido por nadie... hombre o mujer. —No estoy seguro de que quiera pertenecerle, específicamente, pero estoy buscando un Maestro. Terrin sonrió. No creía haber conocido a alguien tan brutalmente honesto. Chalice debía arrastrarse a sus pies como una mascota adecuada, pero en su lugar miró a los ojos de Terrin y respondió a sus preguntas con una fuerza y tranquila dignidad. Terrin lo encontró más atractivo que a cualquiera que hubiera conocido antes. —¿Y si no nos llevamos bien, qué vas a hacer? Chalice se encogió de hombros. —Encontrar un nuevo Maestro o volver a casa. Depende. Eso respondió la principal pregunta no formulada de Terrin.

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El joven no estaba en la miseria o presionado para convertirse en una mascota. —¿Tienes una familia a la que puedes volver? —Sí. —No vio engaño en los claros ojos violetas del muchacho. Era casi como si no se le ocurriera mentir o tratar de engañar a nadie. Un excelente instinto que Terrin preveía fomentar. —¿Sabes lo que ser mi mascota implicará? Chalice asintió. —Creí que le gustaría que le sirviera, arrodillarme a sus pies y atender sus necesidades. —Y si esas necesidades son sexuales, ¿estaría de acuerdo con eso? —Nunca había rogado a un hombre antes y no estaba en su plan empezar ahora. Si Chalice no lo deseaba sexualmente, se acabarían las negociaciones ahora. Chalice asintió, pero Terrin podía temblorosos nervios bajo la superficie.

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—Prefiero los hombres, pero tengo poca experiencia. Sólo he tenido dos amantes. Si usted está buscando una mascota más experta, no podría ser su mejor opción. —Aprehensión titilaba a través de su mirada violeta. Prácticamente virgen... —¿Fueron tus otros amantes serios? —preguntó a su nueva fijación, una mascota pura. Siempre había querido chicos con experiencia antes.

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La enseñanza de una mascota se convirtió en tedioso. Con Chalice, no sólo esperaba su pureza, sino que estaría dispuesto a dar caza a los hombres que habían tocado antes a su mascota. —Nunca he tenido una relación a largo plazo. No eran más que el momento. Terrin se preguntó si tenían idea de lo que era. Si hubiera tenido en sus manos la belleza delante de él, nunca lo hubiera dejado ir. —¿Qué has hecho? —Trabajos manuales, mamadas —Chalice habló casualmente, diciendo a Terrin con más que palabras que el sumiso había bajado sin una conexión más profunda con su pareja sexual. —¿No penetración? —El estómago de Terrin revoloteó por la emoción. Chalice negó con la cabeza. —No penetración. Un virgen. Terrin apenas contuvo un gemido. La necesidad de lanzar a la imponente criatura a su cama y joderlo hasta que gritara de placer casi lo abrumó. Apretando los puños, resistió la tentación de agarrar a Chalice. Él podría tener una reputación de brutalidad, pero no arruinaría a su nueva mascota por todo el oro del mundo.

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Su mirada se posó en las bandas de metal envuelto alrededor de los brazos superiores de Chalice. —¿Qué pasa con las bandas de los brazos? —Son tradicionales en mi planeta. Chalice no se reunió con los ojos de Terrin, diciéndole que había probablemente más en la historia de lo que Chalice admitía. Terrin no insistió. Todavía no. El primer paso era construir una relación con su mascota, un vínculo para que el hombre confiara en él con su cuerpo y con el tiempo su corazón. Por ahora, Terrin se conformaría con el cuerpo de Chalice. —¿De qué planeta vienes? —La curiosidad, acerca de su nueva mascota lo llenaba. Generalmente él no mantenía las mascotas lo suficiente como para preocuparse por su origen, pero Chalice tenía una vibra diferente. Podía verse a sí mismo manteniéndolo. Chalice inclinó la cabeza. —Prefiero no decirlo. Estoy tratando de hacer un nuevo comienzo. Todo lo relacionado con la mascota gritaba niño rico rapidamente, pero a Terrin no le importaba. Una vez que tuviera el contrato sellado, incluso los familiares de Chalice no podrían reclamarlo. Razón de más para tener su negocio arreglado antes de que nadie se presentara para arrebatarle al hermoso hombre de sus garras. Mirando la cabeza roja de Chalice, él se acercó para acariciarla.

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Como los hilos de seda de araña, las hebras suaves se aferraban a sus dedos como si estuviera tratando de mantener el contacto. —¿No eres requerido por algún delito? La cabeza de Chalice se levantó, sus ojos violetas grandes de asombro —No, Majestad. No he violado ninguna ley. Era tan jodidamente dulce, Terrin quería envolverlo a su alrededor y proteger al joven inocente del mundo cruel. Mantuvo la voz firme, apisonando su entusiasmo, cuando le preguntó. —Me gustaría entrenarte para ser mi mascota. ¿Estás dispuesto? El silencio se prolongó, el momento era casi insoportable antes de que Chalice hablara. —Si, me encantaría. La dulce sonrisa del chico hizo que su aliento quedara atrapado en su pecho. —Bien. Es tarde y voy a comer algo mientras termino mi audiencia por el día. Tú puedes venir conmigo y te sientas en la almohada junto a mi silla hasta que haya comido. El estómago de Chalice dio un fuerte gruñido. Terrin quedó impresionado cuando el joven no dijo nada. —No te preocupes. No dejaría que mi mascota muriera de hambre.

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Chalice siguió a Terrin por el pasillo. Terrin había quitado la correa de Chalice, pero mantuvo el collar. Le había dicho a Chalice que se mantuviera exactamente dos pasos atrás y a la derecha. —No me hagas decírtelo dos veces —había advertido. Las palabras eran suficientemente escalofriantes, Chalice no quería decepcionar a su nuevo Maestro. Mientras caminaban, él miraba los lujosos alrededores. Las paredes estaban cubiertas con hermosos tapices y pinturas finamente pintadas, los suelos se formaron a partir de una piedra de aspecto caro. Chalice se mantuvo con su Maestro hasta que llegó a una pintura del emperador montando un semental en alza. La visión de su nuevo Maestro en el gigante corcel llevó a Chalice a parar. —Chalice —espetó Terrin. Por alguna razón, la voz de Terrin no asustó a Chalice, pero luego, algunas cosas sí. Sonrió al hombre irritado. —Te ves muy guapo en ese retrato. —No estás comenzando como una muy buena mascota. —La voz de Terrin sonaba más como un regaño que enfadado, pero Chalice captó la indirecta.

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—Oh, lo siento. —Chalice se apartó de la imagen y se acercó a Terrin—. Muéstrame el camino, Maestro. —Él intentó con un tono humilde para ver cómo sonaba. —Casi creíble, mi mascota, casi creíble. Terrin agarró la muñeca de Chalice y lo arrastró. Chalice sonrió a Terrin con indulgencia. Sabía que no debía presionar su suerte, pero le gustaba el toque del otro hombre. Después de un desfile casi interminable de pasillos, Terrin pasó por una puerta. Dentro de la habitación había una serie de largas mesas con gente sentada y comiendo. Todo el mundo situado a la vista de Terrin. —Tharson, obtén una almohada para mi mascota —rugió Terrin. Su voz no poseía nada de la gentileza que había tenido un momentos antes cuando había hablado con Chalice. No queriendo forzar su suerte, Chalice se pegó cerca de su posición según las instrucciones. Él nunca querría tener a Terrin hablándole de esa manera. Un espacio fue despejado para la silla de Terrin, y una gran almohada de terciopelo rojo se estableció con rapidez a su lado. Chalice la miró por un momento. —Adelante. Siéntate —ordenó Terrin.

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Con un encogimiento de hombros, Chalice cruzó las piernas y se sentó en la almohada. —No. De rodillas. Chalice bajó la cabeza para poder ocultar su molestia de Terrin. Si el hombre quería que él se sentara de cierta manera, ¿por qué no se lo decía y acababa? Él cambió de posición con las manos en su regazo. —Siéntate con la espalda recta y junta las manos detrás de ti. Tomando un largo y lento suspiro, Chalice entrelazó sus dedos detrás de la espalda y trató de relajar sus músculos con la incómoda posición. Terrin se instaló a su lado en una silla de madera grande, acolchada. —¿Tienes alergia a algún alimento? Chalice negó con la cabeza. Suponiendo que no era adecuado para una mascota hablar en público, mantuvo su silencio. Desafortunadamente, aunque Chalice no era una persona habladora, él se aburría con facilidad. La curiosidad por el mundo que lo rodeaba le había enviado chispazos de magia del suelo, debajo de la almohada.

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Inmediatamente, la energía se estrellaba de nuevo en él, como si el planeta hubiera estado esperando educadamente para que mostrara interés. Imágenes de árboles en flor y los bosques llenos de animales brillaban ante sus ojos. Entonces la escena cambiaba al agua que se vertía de un acantilado a una piscina, debajo más agua, Chalice nunca había visto tanta en un lugar, después de haber crecido en un planeta desierto. Cuando habían visitado otros mundos, su padre le impidió ir a las grandes ciudades donde se encontraban los políticos y no había expuesto a sus hijos a diferentes ambientes. Chalice anhelaba ver más de la visión que el planeta había compartido. Se preguntó cuándo tendría la oportunidad de explorar el mundo o si estaría obligado a permanecer con el emperador en todo momento. La tierra retumbó bajo sus rodillas, un saludo feliz, pero que lo hizo apretar los dientes mientras trataba de canalizar la energía corriendo a través de él. En su desesperación, Chalice rompió su posición y extendió la mano para tocar la pierna de su amo. Inmediatamente, un núcleo de calma lo empapó hasta los huesos. Podía sentir el flash de irritación del emperador con el toque no solicitado de Chalice, pero cambió a preocupación al ver la angustia de Chalice. Sintió de golpe la mano de Terrin en su cabeza como si fuera un gato o un amado perro.

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O bien una mascota humana. Dejando escapar un suspiro, Chalice rodó su hombro y se relajó en la posición adecuada, incluso cuando el sudor caía a lo largo de su frente, labio superior y se agrupaba en la base de su columna vertebral. Forzó el poder de nuevo en la tierra, dándole la seguridad mental de que iba a estar en comunión con él otra vez. Con un murmullo de decepción, el poderoso planeta lo liberó. —¿Mascota, estás bien? —los dedos de Terrin apretaron su pelo, forzándolo a mirar hacia arriba. Chalice asintió con la cabeza tanto como pudo sin perder su cabello por el agarre de Terrin. Ahora no era el momento para explicar su problema en particular. Había esperado a confesarlo lentamente. Si el emperador sabía que Chalice estaba dañado, Terrin podría optar por no mantenerlo. En el fondo Chalice sabía que estaba donde se suponía que debía estar. Con este hombre. —¿Quieres un poco de fruta? —preguntó Terrin, sosteniendo hacia afuera una pieza para darle de comer. Con la magia torciendo en su interior, la idea de comer cualquier cosa haría a Chalice querer lanzarla. Negó con la cabeza a la pregunta de Terrin. —Vamos, sé que tienes hambre.

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—No, ahora —le espetó a través de su aliento jadeante. Tiró de la parte posterior de la magia a su cuerpo, era como empujar abejas enojadas zumbando por debajo de su piel. Su piel se erizó por su esfuerzo de empaquetarla toda lejos. Terrin agarró la barbilla de su mascota y la levantó, obligando a Chalice mirarlo a los ojos. Terrin contuvo el aliento cuando vio que anchas bandas de oro se habían tragado casi todo el púrpura de los ojos de Chalice. —Dime lo que está mal —exigió. —Estoy perdiendo el control. Terrin no sabía qué hacer. Ahora no era el momento para que su mascota tuviera un ataque de pánico, pero la desesperación en el rostro del joven exigía acción. —Céntrate en mí. Los misteriosos ojos cautelosamente hacia él.

dorados

parpadearon

—Soy todo por lo que tienes que preocuparte. — Él puso un toque de mando en su voz. Era necesario para que Chalice aprendiera a responder a su Maestro sin pensar. Una mascota con pensamiento era una mascota que se portaba mal. Un viento extraño salió de la nada y revolvió el pelo de Terrin.

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Olía a tierra y rosas frescas, un aroma interesante, ya que no había rosas en el planeta. Pero el olor golpeó su memoria olfativa recordándole su visita a otro planeta. Los ojos de Terrin se abrieron cuando se dio cuenta que la brisa venía de su mascota. Parecía que su nuevo compañero tenía una pequeña habilidad mágica. La vida sería sin duda más interesante con una mascota mágica. Se preguntó qué otros trucos de fiesta podía hacer el chico. —Respira profundo y lento, céntrate en mí. Sentía la garganta convulsionante de Chalice contra su mano, la piel sedosa temblaba bajo su toque. Poco a poco, después de lo que parecieron horas, pero fue probablemente minutos, el oro en los ojos de Chalice se desvaneció a su púrpura natural con copos de oro. La respiración de Chalice se igualó y todo su cuerpo se relajó. —Bien, mascota, bien. —Terrin lo alabó mientras acariciaba el cabello de Chalice. Chalice inclinó y apoyó la cabeza sobre el muslo de Terrin, una familiaridad que hubiera desencadenado una pena para cualquier otra mascota. El emperador nunca dejaba que otros lo tocaran sin permiso. Esta vez no le importó. Se sentía bien que este hermoso niño dependiera de él. —Ven aquí —le ordenó. Chalice inclinó la cabeza hasta que sus ojos miraron los de Terrin.

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—Te dije, sube acá, ahora —exigió Terrin. Con una expresión cautelosa, Chalice se puso de pie de una manera sorprendentemente elegante. —En mi regazo. Sin decir palabra, el joven cautelosamente en las piernas de Terrin.

se

sentó

Terrin giró a Chalice a su alrededor hasta que lo acunó de lado a través de sus muslos. Satisfecho de lo bien equipado de Chalice, lo abrazó más cerca. —Toma, come una baya. Chalice mansamente cogió el fruto que Terrin le tendió. —Con la boca. —Él consiguió otra de esas dulces sonrisas mientras su nueva mascota lamió el fruto de su mano con la destreza de una ramera entrenada—. Mmm. —El sonido ronroneó fuera de Terrin. Quería ver los efectos que Chalice tenía sobre él. Un bocado de pan siguió a la fruta, pero cuando le ofreció a Chalice un trozo de carne su nueva mascota se negó. —No como la carne de los animales —dijo Chalice con voz tranquila. Terrin sabía que debió haber entendido mal. ¿Cómo podría alguien sobrevivir sin comer carne?

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—Come, te hará fuerte. Chalice negó con la cabeza. —Soy tu Maestro y tú obedeces mi voluntad. Eres demasiado pequeño como estás. Vas a crecer más fuerte después de tomar un poco de carne. Chalice apretó los labios. —Voy a tener que castigarte por esto. —Terrin no quería, pero no podía tener a su mascota desafiándolo. —Entiendo, Señor, pero yo nunca he comido la carne de un animal y no voy a hacerlo ahora. La ira ardía en el emperador. —Soy el amo aquí y vas a hacer lo que te digo. Los ojos de Chalice brillaban, pero en una señal de increíble control ni una lágrima cayó. —Tal vez, entonces, no estoy destinado a ser su mascota. No puedo ir en contra de la voluntad de la diosa. La ira de Terrin lo dejó tan rápidamente como había surgido, cuando se dio cuenta que no era sólo la obstinación en nombre de su mascota. —¿Qué más no te permite la diosa? —acurrucó más cerca a Chalice, dispuesto a que compartiera sus creencias, para que pudiera entenderlo mejor.

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—Somos inquilinos de la tierra y, como tal, sólo se puede comer lo que proporciona. Muchos de mi pueblo comen peces y los animales que se están preparando para morir, pero nunca he sido capaz de soportarlo. —¿Así que la carne te enferma? —Chalice asintió. Terrin frotó la mejilla en la cabeza de Chalice. Quería que el cocinero escondiera furtivamente un poco de proteína en las futuras comidas de Chalice. Había otras fuentes que podían utilizar, que no incluía a los animales. Besó la cabeza brillante, susurrando al oído de Chalice. —No voy a castigarte esta vez, mascota, pero no creas que siempre voy a dar marcha atrás. Estaba muy emocionado cuando respondió con un suave: —sí, Maestro.

Chalice

El resto de la comida se llevó a cabo pacíficamente, con Chalice aceptando educadamente todo lo dado y Terrin asegurándose con cuidado de que ninguno de los alimentos que le suministraba incluso tocaran la carne en el plato. —¿No te molesta que yo coma carne, verdad? —Siempre y cuando no entre en mi cuerpo, no me importa. —Bien. —Terrin no planeaba renunciar a la exquisitez que proporcionaban sus cazadores. Sería hacerlos enojar si su emperador repentinamente no comía los alimentos que le traían. Hizo una nota mental para asegurarse de limpiarse los dientes antes de besar a su mascota.

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—¿Esta es su nueva mascota, emperador? Terrin volvió su atención a Lady Nattur, una mujer que había estado tratando de pescarlo con caña durante años para convertirse en la emperatriz. Porqué lo seguía intentando, cuando todo el mundo sabía que Terrin prefería a los hombres era algo que no entendía. Si moría, todo el poder gobernante iría a un primo lejano que no podía soportar la vida cortesana. —Sí, este es Chalice. Chalice no hizo ninguna indicación a la dama, mientras se acurrucaba más cerca de Terrin. —Haz que se levante para que pueda verlo mejor —reclamó la imperiosa mujer. —Tal vez más tarde. —Terrin le dedicó una amable sonrisa... más un desnudar de dientes—. El pobre ha estado viajando y está cansado. —Emperador Terrin. Terrin se volvió hacia la voz profunda y vio la cabeza de su guardia, Pello. El guardia entró en la cámara con su brazo envuelto alrededor de un esclavo a su lado. El esclavo, un chico alto y flaco con el pelo negro sucio y de mal aspecto, lo miró desafiantemente. —Este esclavo trató de escapar. —El guardia arrastró el esclavo detrás de él. —¿Tienes esclavos?

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La expresión de decepción en el rostro de Chalice hizo que Terrin se retorciera. —Son voluntarios para eso. Ellos firman un contrato para trabajar fuera por los delitos que cometieron o deudas en las que incurrieron. —Hmm. —Chalice apoyó la cabeza sobre el hombro de Terrin, pero había una tensión en el cuerpo de su mascota que molestaba a Terrin. —¿Cómo debemos castigarlo? —reflexionó Terrin. Esperó para ver si su nueva mascota ofrecería alguna idea. Su primer impulso fue tirar al mocoso en la cárcel y nunca encontrar la llave. Él dejó el espectacular disgusto en sus ojos, complacido cuando el sucio pilluelo palideció. —¿Por qué no le pregunta por qué se escapó? — preguntó Chalice sobre su hombro. La voz de la mascota era lo suficientemente baja, con lo que Terrin sabía que fue el único que pudo oírla. —Dime, muchacho, ¿cómo te llamas? —Zall, Majestad. —¿Por qué te escapaste, Zall? —no es que no le importara, pero no quería que su nueva mascota lo considerara despiadado. Después de todo, Chalice no había firmado su contrato aún.

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—Estaba cansado de ser azotado. —El chico levantó su camisa, dejando al descubierto largas marcas sangrientas que cruzaban su estómago. —Eso no es una buena excusa. Si no puedes comportarte, tu propietario tiene el derecho de castigarte. —Pobrecillo. Terrin miró a su mascota y vio la tristeza en los ojos de Chalice. —Es poco más que un niño. —Él es probablemente mayor que tú. La expresión de Chalice dio vuelta al estómago de Terrin. Condenados sean los dioses. Terrin suspiró. En realidad, no daba un segundo pensamiento sobre los esclavos. Sin embargo, tuvo que poner un esfuerzo delante de Chalice. Le importaba dar una buena impresión al joven, pensaba mantener a la belleza durante más de una hora. —¿Para qué estás entrenado? —preguntó, una idea se formó en su cabeza. Zall agachó la cabeza —En el trabajo manual. He estado transportando y acarreando desde que era pequeño.

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—Excelente, puedes ser siervo de mi nueva mascota. Zall miró la posición de Chalice en el regazo de Terrin. —¿Qué haría? —Preparar su baño, llevar sus cosas, y estar a la mano en caso de que necesite cualquier cosa. Por encima de todo lo protegerás de cualquier daño. —N-no estoy entrenado para ser un soldado. Terrin examinó al chico flacucho con un ojo experimentado. El muchacho no tenía su cuerpo desarrollado, sin embargo, tenía hombros anchos que le decían a Terrin que Zall sería grande. —Puedes realizar entrenamiento con armas cada vez que Chalice no necesite de tu cuidado. —Sí, Majestad, gracias. —La esperanza de una vida mejor se encendió en los ojos del joven. Terrin se encogió de hombros. —Yo te hubiera echado de nuevo a la calle o a la cárcel, pero Chalice estaría preocupado. —Gracias, Chalice —dijo el chico con sinceridad. Chalice asintió educadamente, pero no habló, como correspondía.

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—Bien mascota —dijo Terrin, acariciando la cabeza de Chalice. Se dio cuenta por los ojos caídos que su mascota se había quedado sin energía. Terrin se puso de pie, levantó fácilmente a Chalice mientras se movía. —Es hora de meter a mi mascota en la cama. Por favor, disculpen. Zall, ven. —Puedo llevar a su mascota por usted, Majestad —se ofreció Pello, sus ojos codiciosos en Chalice. —No lo creo. Envía un poco de ropa a mi habitación para Zall. Tal vez algo violeta para que coincida con los ojos de mi mascota. La expresión horrorizada de Zall cosquilleó en Terrin. Tal vez, después de todo disfrutaría tener al esclavo. En general, no se preocupaba por el bienestar de los esclavos o de cómo llegaron a ser esclavos, pero le dolía lo que Chalice pensara de él ahora. Chalice sería más flexible si pensaba que tenía a un héroe como Maestro. Cuando llegaron a la habitación de Terrin, deslizó a Chalice en la cama dejando sus pantalones, pero retirando sus botas. Su mascota se había quedado dormido durante su breve viaje por el pasillo. Terrin se sorprendió por la calidad de su piel e hizo una nota para preguntarle a Chalice si tenía más ropa o si necesitaba comprar un guardarropa.

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La pequeña mochila de Chalice estaba apoyada en una silla junto a la puerta, al menos pensaba que pertenecía a Chalice, ya que sin duda no era suya y la calidad coincidía con el resto de las pertenencias de su mascota. —¿No quiere que lo desnude? —preguntó Zall. Terrin negó con la cabeza. —Necesita descansar. Ha tenido un largo día. —¿Cuánto tiempo hace que lo tiene? Terrin fijó al esclavo con una mirada. —Chalice está recién adquirido y es actualmente mi posesión más valiosa. Tu trabajo no es cuestionarme, sólo eliminar las capas de suciedad que cubren tu cuerpo. No voy a dejarte cerca de mi mascota en tu condición actual. Podrías infestarlo con cualquier alimaña que hayas traído contigo. El baño está por ahí. Esta noche dormirás en una plataforma junto a la cama y lo mirarás. Voy a estar en las reuniones y no puedo hacerle compañía. No quiero que se preocupe por estar a solas en un lugar extraño. ¿Entendido? —Sí, su Majestad. —Bien. Terrin acarició con una mano la parte superior de la cabeza de su nueva mascota. Sí, Chalice era una finura.

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Un golpe en la puerta reveló a Pello llevando un par de pantalones de cuero negro y una camisa violeta que se abotonaba al frente. A pesar del color, eran de buena calidad. Él se lo entregó al esclavo. Mirando hacia abajo a su sucio estado, Zall se estremeció. —Voy a tomar un baño. —Voy a enviar a un sanador para mirar tus heridas —dijo Terrin. En realidad no le importaba si el esclavo tenía problemas con sus heridas, sin duda Zall se había ganado esas marcas, pero el látigo podía molestar a Chalice cuando despertara. Chalice no había firmado su contrato del todo... hasta entonces tenía que ser mimado un poco. Con un guiño al esclavo y un consejo final para velar por Chalice, Terrin siguió a su guardia a la puerta.

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í

3

Trata a todos como si fueran tus amigos hasta que te demuestren lo contrario... Reina Nyaha

Chalice despertó envuelto en calor. Parpadeó para enfocar sus ojos y poco a poco la habitación de lujo se agudizó a su vista. Volvió la cabeza y se encontró con la fuente de calor. El emperador estaba a su lado, con sus brazos fijando a Chalice a su lugar como si Terrin estuviera preocupado de que se escapara mientras su Maestro dormía. La presión sobre su vejiga le dijo que tenía que salir de la cama. Con cuidado, se movió saliendo del emperador, manteniéndose sólo para tropezar con un cuerpo tendido en el suelo. Unos ojos oscuros inmediatamente alerta.

se

abrieron

de

—¿A dónde vas? —preguntó Zall. —Baño. —Por aquí. —El esclavo se puso en pie. Chalice siguió a Zall a la cámara de baño.

golpe,

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La enorme habitación consistía en piedra de mármol color crema cubriendo el suelo y las paredes a media altura. Pintura azul pálido cubría el resto de la pared. Después de que él había aliviado su vejiga, la bañera se le hizo irresistible. Lo suficientemente grande como para encajar al menos a cinco personas del tamaño del emperador, susurraba a Chalice sobre las maravillas de un agradable baño. —¿Quieres que te prepare un baño? —preguntó Zall. Su tono divertido no escapó a Chalice, lo pasaría por alto ante la posibilidad de bañarse en la enorme bañera. —Sí, por favor. Me encantaría un baño. —A medida que el agua se derramaba en la bañera, Chalice se desnudó. Después de años de que los sirvientes lo ayudaran con su aseo personal, él no tenía ninguna falsa modestia. Permitió a Zall que lo ayudara en la profunda bañera, suspirando mientras el calor del agua empapaba sus músculos cansados. No se había dado cuenta de lo mucho que le dolían hasta que se aflojaron en el agua humeante. Zall se puso nervioso al lado de la bañera. Chalice le dirigió una sonrisa amistosa. Por lo menos esto era familiar. Sirvientes habían atendido a Chalice desde su nacimiento. Señaló hacia el mostrador. —¿Por qué no agarras uno de esos frascos de aceite para el baño? —El emperador no tenía en mente oler, si tenía tantos viales.

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—Oh, sí. Buena idea. —Zall tropezó al obedecer. El pobre no sabía cómo ser un sirviente. Chalice no entendía a las personas que pensaban que los siervos eran intercambiables. La mayoría de los sirvientes tenían una especialidad. Odwill había mantenido a Chalice fuera de problemas. Una punzada de nostalgia por su antiguo sirviente le retorció su estómago, pero sin piedad la empujó lejos. No había tiempo para la autocompasión. Esta era su oportunidad de empezar una nueva vida. Se acordó de su madre, que una vez escribió, que a veces tienes que renunciar a algo para conseguir algo que necesitas. Chalice estaba casi seguro de que necesitaba al emperador. Suspirando, él inclinó la cabeza hacia atrás y la mojó. Un toque seguido por el aroma de la vainilla que llenó el aire, le dijo que el aceite de baño había sido añadido al agua. —Buenos días, mascota. Chalice abrió los ojos y le dio al emperador una amplia sonrisa. —¿Te importaría compartir un baño, Maestro? Voy a frotar tu espalda. —Trató de verse atractivo, pero en realidad no debería tomar mucho esfuerzo ya que estaba mojado y desnudo. Si el emperador necesitaba más que esa invitación, Chalice tenía un mal Maestro. —Sí, me gustaría disfrutar de un baño. Zall, ve a la cocina y consigue algo de comer. Te encargarás de entregar los alimentos en una hora.

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No volvió su cabeza mientras se dirigía al esclavo. Su mirada se mantuvo centrada en Chalice. —Me gusta esperándome.

despertar

para

encontrarte

Chalice se puso de pie para ayudar al emperador en el baño. Al parecer, el hombre dormía desnudo así que no había nada de ropa de la que preocuparse. A pesar de su oferta de frotar su espalda, el emperador se instaló detrás de Chalice y lo rodeó con su musculoso cuerpo caliente. La dura polla insistiendo en su espalda lo hizo moverse un poco antes de que las grandes manos de Terrin lo agarraran de sus caderas y lo inmovilizaran en el lugar. —Eres la primera mascota que he tenido, que no tiene ningún problema en ordenar a los sirvientes de alrededor. —El emperador pensó mientras alisaba las manos sobre las caderas de Chalice. —Crecí alrededor de siervos —confesó. No pensaba decirle al emperador de dónde venía, pero no iba a mentir al hombre tampoco. Si Terrin insistía en aprender sobre las raíces del Chalice, él le diría. Si su Maestro continuaba acariciando su piel, le diría cualquier cosa que quisiera. —Bien, eso hace mi vida más fácil. El emperador no mencionó porqué le haría las cosas más fácil y Chalice no se lo preguntó. Él estaba más interesado en la sensación del cuerpo musculoso detrás de él. Maldición olía bien.

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Chalice inclinó la cabeza hacia atrás para oler el fuerte cuello. Él consiguió por su esfuerzo una risa retumbante. —¿Por qué no froto tu espalda y luego puedes ayudarme a frotar otras partes de mí? —dijo el emperador con voz áspera. Deslizó sus dedos por la espalda de Chalice, un camino de inducida lujuria. Chalice rió. —Suena como un trato. Encontró una esponja de baño al lado de la bañera y se la entregó. —Mmm... Buena idea, mascota, pero prefiero usar mis manos. Con las manos del emperador deslizándose sobre su piel desnuda, Chalice dejó caer la esponja. Oh, Terrin definitivamente podría estar detrás con sus manos. Bien, acariciándolo. Un grito salió de su pecho mientras Terrin rodeaba con sus largos dedos el eje de Chalice. —¿Cómo se siente? —B-bien. El agua calentó un poco a Chalice, perdiendo el control y envió una ráfaga de calor a través de la bañera. No podía concentrarse, no podía ni siquiera formar un pensamiento. Toda su atención estaba centrada en el emperador y su increíble tacto.

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—No quiero que te vengas —le susurró el emperador al oído. —Sí, Maestro. —La espalda de Chalice se inclinó mientras luchaba contra su orgasmo. —Muy bien. —Antes de que pudiera responder, el emperador le dio la vuelta, enviando salpicaduras de agua fuera de la bañera—. Envuelve tus piernas a mí alrededor. Pasándolas rápidamente adelante, se deslizó hasta que pudo conectar sus tobillos detrás de la espalda del emperador y alinear sus pollas en el agua resbaladiza. La necesidad lo apuñaló en el vientre como un cuchillo afilado. Chalice gritó, agarrándose con fuerza del emperador. Terrin acarició el pelo de Chalice. —Tranquilo, mascota. Me ocuparé de ti. — Acarició a Chalice un poco antes de volver a hablar—. Si el peluquero quiere cortarte el pelo, le dices que yo lo prohíbo. —¿Peluquero? La malvada sonrisa que recibió del emperador no lo tranquilizó en absoluto. —Peluquero. Él va a cuidar de todos esos molestos vellos en tu cuerpo. —Terrin deslizó sus dedos a través de la aspersión de vello en el pecho de Chalice—. Me gustan mis chicos suaves.

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Chalice se erizó ante el comentario de los "chicos" a pesar de que sabía que no tenía nada que decir si iba a ser uno de muchos o sólo una mascota. Por lo que sabía, el emperador mantenía toda una cuádriga de ellos. Eso le enseñaría a hacer más investigación antes de estar de acuerdo en aceptar un Maestro. Chalice todavía se sintió obligado a preguntar. —¿Tiene más de una mascota? Terrin le dirigió una fría mirada evaluándolo a pesar del calor de sus cuerpos apretados. —No, tú eres mi única mascota. No tengo tiempo para entrenar a más de uno correctamente. Chalice asintió con la cabeza, esperando que él hubiera escondido su alivio, pero duró poco. —Por supuesto, si una mascota no llena todas mis necesidades tengo que buscar otra. Furia llenó a Chalice. El agua se agitaba en la bañera como una tormenta turbulenta, salvaje y fuera de control. Él no tuvo la oportunidad de hablar. El emperador eligió ese momento para reclamar su boca. Hundiéndose en el abrazo del otro hombre, se entregó al control de Terrin. Por suerte su Maestro no notó su pequeño berrinche. Cuando el emperador le dio un beso, un zumbido bajo vibró en sus labios. El hombre sabía a dulce de menta.

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No era un sabor que esperaba de alguien que acababa de despertar. —Limpié mis dientes antes de venir a buscarte. Chalice sonrió por la inesperada cortesía. Envolvió una mano alrededor del eje del emperador, utilizando el agua aceitosa como lubricante mientras acariciaba al hombre. Terrin echó la cabeza hacia atrás. Era tan hermoso en su necesidad. —Detente, mascota. —El emperador tomó la mano de Chalice. —Tengo que estar dentro de ti cuando llegue. Vamos a ir a la cama. No voy a tomarte por primera vez en un baño. El sonido áspero de la voz de su Maestro ponía a Chalice más difícil. La anticipación se arremolinaba en su estómago. Se puso de pie y agarró una toalla suave. Después de secarse rápidamente a sí mismo, ayudó al emperador a salir del baño como Odwill le había ayudado innumerables veces. Le dio una palmadita al cuerpo mojado del emperador hasta que el hombre lo alejó. —Basta de caricias, mascota. Ve a la cama. Chalice se sonrojó. Ni siquiera había pensado en sus acciones, pero una vez que el emperador trajo a su atención, sabía que era exactamente lo que había estado haciendo. —Lo siento.

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Terrin pasó una mano por el cabello de Chalice. Al sentir el contacto de su Maestro, él inmediatamente se tranquilizó. El enlace giraba entre ellos, un principio nebuloso de la poderosa conexión eventual de Chalice y la necesidad de controlar su magia. Dejó que el emperador lo siguiera a la cama como el rebaño. Sabiendo que tenía la mirada de su maestro sobre sí, Chalice subió lentamente sobre el colchón, dando al otro hombre un espectáculo. Un gruñido le dijo que hizo un buen trabajo. —Bonito, dulce muchacho. Muy bonito. Chalice sonrió ante sus palabras. Por primera vez se sentía realmente deseado. Los otros hombres con los que había estado sólo lo habían buscado por su estatus real. Terrin lo deseaba. Una vez que llegó a la mitad de la cama, se dio la vuelta para poder ver el rostro del emperador. Ohhh. Por primera vez, sabía cómo se sentía ser la presa. Terrin se metió en la cama como una sexy bestia. Su pelo negro brillaba a la luz de la pálida mañana y sus ojos oscuros reflejaban su deseo de comerse a Chalice en grandes bocados codiciosos. Maldición dolía. Terrin envolvió su mano alrededor de la polla de Chalice y casi llega en ese momento.

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—Oh, no, mi mascota. Si eres bueno, te haré llegar cuando entre en ti. Si eres malo, lo envuelvo para arriba como un regalo y lo ahorro para más adelante. —¡No! —la palabra brotó de sus labios incluso cuando él deseó arrebatarlas de nuevo. Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro del emperador. —Me tientas, Chalice. Me haces mantenerte sólo por la necesidad de mendigando.

querer tenerte

—Voy a ser bueno. Oh, por favor, por favor, déjame venirme. —Hmm, creo que vamos a ver que tan bueno eres. —El emperador tomó un vial de la mesita de noche—. Voy a tomarte poco a poco esta primera vez, eventualmente serás capaz de tomarme siempre que te necesite. Voy a joderte, conectarte y hacerte mío. — Prometió el emperador con sedosos tonos de medianoche. —Por favor. —Abre las piernas —ordenó el emperador. El rostro de Chalice quemaba cuando él mismo se expuso a la mirada interesada de su Maestro. Apenas podía mirar a los ojos del emperador mientras quitaba el tapón del vial y lo arrojaba detrás de él. Inclinó el frasco, y derramó el líquido en sus dedos.

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—Se trata de un aceite especial que he hecho. Es un poco más grueso de lo habitual para facilitar el camino. Normalmente tendría que darte la vuelta para que sea más fácil, pero quiero ver tus hermosos ojos violetas cuando te folle. Necesitas relajarte para mí. Chalice respiró lento tratando de aflojar los músculos, para el tacto del emperador mientras su Maestro sólo circuló el agujero de Chalice con movimientos seductores y lentos, en ocasiones sumergiendo la punta de su dedo en el interior. —Eso es... déjame entrar, dulce mascota. Terrin se acercó más hasta que se cernía sobre Chalice. La esencia de la necesidad se vertía de su Maestro. Quería complacer al emperador más que nada. Si no podía someterse a este hombre, a cualquier hombre, Chalice sabía que su magia finalmente lo consumiría. El aliento de Chalice salió cuando su Maestro empujó un dedo dentro de él. El leve dolor raspó en la capa de comodidad que su amo había creado y veló algo de sus ganas. —Relájate, mascota. —Casi como si pudiera sentir la incomodidad de Chalice, Terrin pasó una mano suave por el cuerpo de Chalice—. No quiero hacerte daño. Toma respiraciones largas y lentas. Chalice siguió el consejo de Terrin. Tenía que confiar en su amante y ceder el control o su magia trataría a Terrin como un atacante y respondería en consecuencia.

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—¿Estás listo para otro? —preguntó Terrin. El cuerpo del emperador se deslizó a través de Chalice, el calor de su duro cuerpo en contraste con el aire fresco. Chalice asintió. Tenía que estar listo. Si no podía aceptar a su amante, bien podría empacar sus cosas e irse. Respiró lento cuando Terrin añadió otro dedo. —Buen chico —elogió el emperador. Un brillo de alegría llenó a Chalice ante las palabras de su maestro. Mientras flotaba en ese resplandor, Terrin tomó el momento para deslizar otro dedo en el agujero del Chalice. —Demasiado. —La espalda de Chalice se inclinó por el dolor en su culo. —Shhh. —Terrin frotó el estómago de Chalice—. Sólo un poco más, mascota. El emperador empujó los dedos más adentro de Chalice. Electricidad atravesó el cuerpo de Chalice y se disparó al otro lado del techo en un arqueado relámpago blanco. Por suerte, el enfoque del emperador estaba en protegerse y deslizar su pene y no en la pirotecnia de Chalice. —Después del desayuno, te enviaré al curandero para obtener tus vacunas. La próxima vez que mantengamos sexo, voy a entrar en ti a pelo —dijo Terrin. Chalice quería decirle que podía hacerlo ahora, pero llamaba la necesidad, no el sentido común. El emperador roció su polla con más aceite antes de entrar lentamente en Chalice.

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Un gemido escapó de su garganta. Los gruesos dedos del emperador no eran para nada como la gran cabeza bulbosa que se abrió paso por el estrecho agujero de Chalice. Un suave sonido de malestar salió de sus labios. —Shhh, te tengo. —Terrin lo acarició con las manos relajando y emocionando a Chalice a partes iguales. —Muévete —susurró. El emperador se echó a reír. —¿Te das cuenta qué soy el encargado, mascota? Yo soy él que decide cuándo moverse. Chalice reprimió su respuesta. Siguiendo las órdenes que utilizaba con los demás, el cambio en el poder le desconcertó un poco. Necesito esto. La idea volvía una y otra vez a su mente. Tenía que abandonar por completo el control a su Maestro. No se había dado cuenta de que, fuera de todo, renunciar a su voluntad podría ser el mayor desafío. —Enfócate en mí —gruñó Terrin Chalice centró la mirada en su Maestro. Con los ojos entrecerrados, el emperador lentamente entraba y salía de Chalice, golpeando ese deleitoso lugar con cada desliz. Era incómodo y sorprendente. No podía apartar la vista de la intensa mirada de su amante.

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—Eso es todo, mi belleza. Dámelo. Dame todo tu placer. Me pertenece como tú lo haces. —Terrin envolvió su mano alrededor del eje del Chalice. Con un suspiro, Chalice brotó a la orden de su Señor, derramando su semilla entre ellos. —Tan bueno. Tan obediente —murmuró el emperador. Tan pronto como terminó Chalice, el emperador se liberó y comenzó a bombear su eje en Chalice en serio. Unos minutos más tarde el emperador se vino. La cama tembló bajo sus pies provocando que Terrin riera. —Creo que hemos hecho temblar la tierra. Chalice expresión.

volvió

la

cabeza

para

ocultar

su

Sin dejar de sonreír, el emperador se quitó el condón y lo tiró en el cesto de al lado de la cama. — Debemos tomar una ducha rápida antes del desayuno. Chalice asintió. —Eso sería bueno. —Él no quería oler a sexo cuando viera a los otros. —Tu bolso fue traído anoche. Hoy tendré un poco de ropa a medida para ti, pero puedes usar tus propias cosas por ahora. —Gracias, Maestro. Terrin apenas resistió el impulso de lanzarse hacia su mascota, en la cama. De pie ante él con esperma seco sobre su vientre, Chalice personificaba la inocencia corrompida.

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Y maldito si la polla de Terrin no trató de levantarse para corromperlo de nuevo. Tendría que conectar a Chalice más tarde, una vez que su mascota tuviese más experiencia. Su dulce vegetariano necesitaba una mano más suave que la mayoría de las mascotas. La puerta se abrió y entró Zall. Terrin asintió con la cabeza al esclavo, negándose a ceder a su primer instinto de cubrir el cuerpo de Chalice. Si el esclavo era de alguna utilidad, vería desnudo a Chalice a menudo. Terrin había pasado por varias mascotas en los últimos años y ninguno de ellos había tocado una parte de la emoción de Terrin como esta criatura delgada, de ojos violetas, de pie delante de él. —Ve a la ducha, mascota. Me reuniré contigo en un rato. Chalice le dio a su maestro una reverencia instintiva, una vez más, haciendo gala de su excelente crianza. Terrin volvió a notar que él no era el único en admirar el culo de Chalice mientras se alejaba. —Es mío. —Terrin podía decir que su mensaje llegó por la marca de palidez repentina del esclavo—. Si encuentro que has tomado ventaja de él, voy a hacer que tu último maestro se vea como un abuelo viejo y bondadoso, ¿entendido? —Sí, su Majestad.

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—Bien. Asegúrate de que no haya un plato con carne. Mi mascota no come carne animal. Finalmente se había enfocado en conseguir que su mascota comiera más proteínas, pero ya que estaban empezando a salir juntos, él aliviaría a Chalice para que viera las cosas a su manera. Terrin se encontraba en la posición poco común de querer complacer a otra persona, algo que no había sucedido desde que su madre aún vivía. A ella le hubiera gustado Chalice. Zall asintió. —La chef lo sabía, ella tenía todo listo. —Bien. Pon la comida en la mesa, vamos a comer después de la ducha. Llevarás a Chalice con el sanador por la tarde y luego a la peluquería. Ven a buscarlo después del almuerzo. Mi mascota necesita supervisión para asegurarme de que coma lo suficiente. Hasta entonces, eres libre de ir a los campos de entrenamiento de los soldados. Sólo los dioses sabían como su mascota había sobrevivido, sin Terrin ahí para supervisar su alimentación. —Sí, su Majestad. Terrin dejó que el esclavo acomodara la comida. Tenía cosas más importantes que atender, como un baño con su sexy mascota.

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El área de la ducha estaba separada de la bañera por un recinto de piedra abierto que no tenía puertas u otras barreras que le impidiera una visión clara de Chalice. Su mascota se puso bajo el chorro, con el rostro bajo el pulverizador, su cuerpo parecía inconsciente, del placer de su Maestro. El muchacho tenía una preciosa presencia natural que Terrin planeaba disfrutar en los próximos años. Chalice firmaría su contrato después de comer. Las condiciones eran un compromiso de por vida. Él esperaba que su mascota no tuviera otros planes. Terrin se metió en la ducha y tomó los hombros de su mascota. La cabeza de Chalice apenas rozaba la parte inferior de la barbilla de Terrin, metiéndose perfectamente contra el cuerpo de Terrin como si fuera hecho para él. Un extraño instinto protector llenó a Terrin. Acaparó la espuma de limpieza que estaba lejos y pasó sus manos por todo el cuerpo de su mascota hasta que Chalice tembló con su agarre. —¿Está profundamente limpia, mi mascota? —Sí, maestro. La dulce voz del Chalice razgaba a través de Terrin como una fina melodía, cada palabra reafirmaba la determinación de Terrin para mantenerlo a cualquier precio.

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—Bien. —Deslizó su polla por la grieta del culo de Chalice—. He disfrutado mucho la limpieza, voy a conseguir ensuciarte otra vez para que puedas empezar el proceso de nuevo. —La suave risa de Chalice llenó la cámara del baño. —Ríete todo lo que quieras, mascota, pero apóyate en la pared para no caer. No es que alguna vez dejaría caer a su preciosa mascota al suelo y que se dañara a sí mismo, pero Chalice no lo conocía lo suficientemente bien, como para estar seguro de que Terrin lo atraparía. Terrin envolvió sus manos alrededor del duro eje de Chalice, sacando un gemido de su mascota, el pulgar en la cabeza de la polla de Chalice. Con movimientos lentos y firmes, acarició a Chalice con sus resbaladizas y enjabonadas manos. —¿Eso se siente bien, mascota? —Siiiiiiii —dijo Chalice entre dientes, inconscientemente deslizando su apretado culo contra la dura polla de Terrin. Terrin gimió. Sabía que Chalice tenía que estar adolorido por su tiempo de juego de hacía unos minutos y no tenía un condón cerca. Tenía que satisfacerse a si mismo frotándose y darle a Chalice un buen polvo después de haber obtenido el visto bueno del curandero.

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—Mmm. Tienes un gran culo. Voy a disfrutar de hacer todo tipo de cosas malas contigo. —Imágenes de la unión con Chalice mientras saqueaba su boca corrían por la cabeza del emperador—. Tantas cosas. —Tendría años para explorar a su hermosa mascota, cada centímetro de él una delicia. La combinación del firme cuerpo joven de Chalice, y las imágenes mentales envió rápidamente a Terrin sobre el borde. Apretó su agarre en medio del orgasmo. —Vente conmigo —gruñó al oído de Chalice. Su mascota halagadora.

eyaculó

con

una

velocidad

Riendo, Terrin limpió a los dos mientras Chalice se inclinaba, jadeante, contra la pared de la ducha. —Creo que me derretí —dijo Chalice. Terrin le golpeó en el culo. —Vamos, te llevaré por algo de comida y aumentar tus fuerzas. Tendrás que ser más fuerte para continuar conmigo. —Sí, Maestro. —Chalice le dedicó una tímida sonrisa. Terrin hechó un vistazo a su polla que valientemente intentó levantarse de nuevo. Si seguía así, Chalice no sería el único adolorido. Entrando en el dormitorio, Terrin observó la almohadilla de la firma escondida entre los platos de comida.

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Con una sonrisa, él la tomó. Escaneó rápidamente el contrato, llegó al fondo y presionó su pulgar sobre la pantalla, firmado y preservado para la eternidad. —Tu turno. —Entregó la almohadilla a Chalice. —¿Qué es esto? —El curioso muchacho miró el contrato. A Terrin le tomó un momento darse cuenta que Chalice realmente lo estaba leyendo. —¿Puedes leer? —Por supuesto —dijo ausentemente el documento.

Chalice,

explorando

Terrin nunca había conocido a una mascota que pudiera leer antes. Todo un cambio. Cuando Chalice dijo que quería ser una mascota, ser sumiso no había sido elegido como un último esfuerzo. Realmente quería ser una mascota. Terrin, sonrió, observando la expresión concentrada en el rostro por lo general abierto de Chalice. Las cejas de su mascota juntas, su lengua se deslizaba hacia fuera al leer el documento. —¿Tal vez deberíamos comenzar con un contrato más corto? —¿Qué? Nunca pensó que una mascota suya querría un plazo más corto. Cada mascota que alguna vez había despedido lo había dejado llorando por otra oportunidad.

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Chalice no parecía estar en lo más mínimo perturbado por que Terrin le frunciera el ceño. —Debemos asegurarnos de que somos totalmente compatible antes de hacer un contrato tan serio, ¿no te parece? El hecho de que Chalice tuviera sentido no detuvo a Terrin de sentir una punzada de dolor en su corazón. —¿Cuánto tiempo sería lo suficientemente bueno para ti? ¿Cinco años? ¿Dos días? ¿Una hora y media? Su mascota palideció bajo su ira. —Estaba pensando en un año. La ira de Terrin retrocedió. Configurar una prueba por un año tenía sentido, pero de alguna manera eso no hizo que se sintiera mucho mejor. —Está bien. Un año. —¿No está enojado conmigo, verdad? Los inquietos ojos violetas de Chalice lo hacían sentirse cerca de dos pulgadas de alto. —No mascota. Sólo decepcionado. Tu plan es un sonido único. Él recibió una sonrisa de felicidad, que recorrió un largo camino para hacer que se sintiera mejor. Tenía un año para convencer a su nerviosa mascota para que firmara un contrato más largo. Terrin no tenía ninguna duda de que podía hacerlo.

65

í

4

Si realmente amas a alguien dale tu corazón. Si te quiere de vuelta, ellos lo aceptaran con defecto y todo... Reina Nyaha

Chalice trató de no cambiarse demasiado sobre su almohada cuando el aburrimiento hizo que su mente vagara. El emperador habló con delegado tras delegado, dignatario por dignatario, hasta que todos se difuminaron juntos en una burbuja de mente– nublada de políticos. Gelatinosos políticos. La idea pasó por su cabeza y sonrió con la imagen. Por primera vez, ser el tercero en la línea de sucesión al trono parecía más una bendición que una maldición. Sus hermanos siempre habían dominado sobre él, por su posición más próxima al trono, pero si fueran a aparecer ahora, podía libremente decirles que eran bienvenidos al trabajo. Para entretenerse, Chalice accedía lentamente a sus poderes, no lo suficiente como para que cualquier otra persona se diera cuenta. Puso a prueba su control cuidadosamente, cambiaba la temperatura de la habitación hasta que la gente empezaba a inquietarse, aumentaba la esponjosidad de la almohada... Pensó en cambiar la tela, pero decidió que podría llamar la

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atención de Terrin. Su trabajo, de acuerdo con el emperador, era quedarse quieto y en silencio. Justo cuando estaba pensando en configurar llamas en la habitación para salir de la debida quietud, su Maestro le tiró de un rizo. Él levantó la vista. —Es tiempo para almorzar, mi mascota, luego Zall te llevará al sanador y al peluquero. —Sí, Maestro. —Mantuvo los ojos bajos, pero por dentro daba volteretas. Incluso un viaje al curandero sonaba como el paraíso en comparación con sentarse ahí un minuto más. Al parecer, no ocultó su expresión suficientemente bien debido a que Terrin rió.

lo

—Veo que encuentras toda esta cosa tan aburrida como yo. Hmmm... Voy a tener que ver lo que puedo hacer para mantenerte entretenido por la mañana. Tal vez sólo te mantendré aquí un par de horas al día y luego te pondrás con los estudios. Ven y siéntate a mi lado. El emperador se levantó y con una fuerte mano ayudó a Chalice a ponerse de pie. Chalice subió fácilmente a pesar de su larga estancia incómoda en la almohada. Había utilizado la magia para mantener sus músculos calientes y libres de calambres. Tenía un control fenomenal al estar cerca del emperador. Terrin lo recompensó con una sonrisa y lo condujo hacia una mesa de gran tamaño.

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El sirviente saltó hacia delante para deslizar de vuelta la silla del emperador. Él frunció el ceño ante el hombre. —Mi mascota se sienta primero. —Lo siento, su Majestad. El sirviente a toda prisa se echó hacia atrás por una silla para Chalice y lo instaló confortablemente antes de asistir al emperador. Chalice le dio a Terrin una pequeña sonrisa. Su padre nunca habría sentado a sus sub antes que a sí mismo. En realidad, Chalice no creía haber visto nunca a un sub de su padre hacer algo más que sentarse sobre un cojín a sus pies. Chalice ni siquiera se había molestado en aprender sus nombres. Su padre quemaba a través de ellos con tanta rapidez, que ellos nunca duraban tiempo. Después de unos pocos meses, en que no podían manejar más la magia eran traspasados hacia otros deberes. A diferencia de su padre y hermanos, Chalice creía en las viejas historias de encontrar a su pareja perfecta. Echando un vistazo de reojo al emperador, esperaba que el otro hombre demostrara ser lo suficientemente fuerte como para equilibrar su magia. El rey podía ser un poderoso mago, pero la magia de Chalice eclipsaba a la de su padre... un hecho que trabajó duro para esconderlo de su padre, como lo hicieron los otros miembros de la corte. Nadie quería decirle al rey que su hijo sumiso tenía más energía mágica que el rey y sus hijos mayores juntos.

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Una razón más de que Chalice no pertenecía a la corte de su padre. Él no quería ocultar quién era por más tiempo. Ahora tenía que encontrar una manera de decirle al emperador que necesitaba su ayuda para controlar su poder y Chalice tenía la esperanza de que el otro hombre no lo desterrara. Si Terrin lo rechazaba, Chalice no sabía lo que haría. La comida de Chalice consistió en grasa, sustanciosos hongos con salsa cremosa. Él dejó escapar un murmullo feliz mientras comía. —¿Supongo que la comida cuenta con tu aprobación? —La expresión divertida del emperador hizo que Chalice le devolviera la sonrisa. —Es delicioso. —Excelente. La chef puede conservar su trabajo. —El tono no era de burla ya. Chalice se dio cuenta de que, si hubiera dicho que no le gustaba la comida, la mujer hubiese sido despedida. Varonilmente, contuvo un estremecimiento. Él no quería esa clase de poder sobre la vida de otra persona. Tristemente, parecía que lo tenía lo quisiera o no. —Esta Maestro.

realmente

buena

—tranquilizó

a

su

Terminó su comida, Zall entró en la habitación y se inclinó ante el emperador.

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—Si Chalice está listo, estoy aquí para llevarlo para su aseo personal y las pruebas. Terrin examinó a Zall durante mucho tiempo. —¿Cómo estuvo tu entrenamiento? —preguntó, tomando un bocado de pan. Zall se puso firme. —Me mostraron los ejercicios con un bastón. —Bien. —Asintió Terrin—. Debes practicar cada mañana y conseguirás ser bueno en eso, puedes mostrarle a Chalice lo que has aprendido. Serás el responsable de enseñarle a mi mascota defensa personal. Espero que nunca tenga que usarla, pero no voy a tenerlo vulnerable. —El emperador fijó con su mirada a Chalice—. Es posible que no quieras hacer daño a la gente, pero tienes mi permiso para protegerte contra cualquier persona que quiera hacerte daño, sin repercusiones. Hubo algunos murmullos entre la gente alrededor de la mesa, pero ninguno de ellos tenía el descaro de hablar en contra del emperador. Chalice pensó que no era el momento adecuado para mencionar que podía freír a un enemigo con un pensamiento, no cuando el emperador, obviamente, sólo quería escuchar una cosa. —Sí, Maestro. Terrin frunció el ceño a Zall. —Cuida de mi mascota y devuélvelo a nuestras habitaciones cuando haya terminado. Va a necesitar una siesta.

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Con dificultad, Chalice reprimió las duras palabras en la punta de la lengua. No necesitaba una siesta en la tarde desde la edad de cinco años. Bajó la dura mirada del emperador, inclinó la cabeza y dejó que Zall lo llevara fuera de la habitación. Zall mantuvo miradas fugaces a Chalice hasta que finalmente le preguntó: —¿Qué? —Oh, lo siento. Es que eres muy hermoso, ya sabes. ¿Siempre quisiste ser una mascota? ¿O se trata de algo que hiciste porque eres hermoso o estás quebrado? A cualquier otra persona, Chalice le hubiera dicho que pusiera su mente en su propio negocio, pero el esclavo parecía verdaderamente curioso. —Siempre he querido pertenecer a alguien... alguien más para controlarme —explicó Chalice, con la esperanza de atajar más preguntas. —¿Pero no tienes que ser una mascota, verdad? Tienes dinero. Chalice asintió. —Es una elección. —Y aquí, como en su planeta de nacimiento, al parecer era extraño. —Eh. Si tuviera mucho dinero nunca sería la mascota de alguien. —¿Qué harías? —preguntó Chalice, curioso acerca de los sueños del esclavo.

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—Viajar. Siempre he querido visitar otros mundos. —La voz melancólica de Zall hizo sonreír a Chalice. —He estado en otros mundos. No son tan maravillosos como parecen. Diferentes especies, pero muchos de los mismos problemas. Su padre había llevado en su espalda a los tres chicos a través de la galaxia y Chalice nunca había encontrado el planeta perfecto. Incluso habían visitado este planeta una vez o dos, a pesar de que nunca había conocido al emperador antes. —Aún así, tiene que haber una vida mejor que ser un esclavo —insistió Zall. —Es cierto. —No podía discutir sobre eso—. ¿Qué te gustaría hacer con tu vida? Después de viajar. Hubo un momento caminaban por el pasillo.

de

silencio

mientras

—De hecho, no me importaría ser un soldado. Sólo quiero explorar un poco primero. —Comprensible. —Chalice sabía que si hubiera sido atrapado en un planeta y entregado a los caprichos de un amo cruel, podría buscar escapar también—. Tal vez algún día puedas vivir tu sueño. —Puede ser. Aunque no me importa servirte. Chalice rió. —Gracias.

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Zall lo llevó a una serie de puertas dobles con un par de tijeras grabadas en el vidrio esmerilado. —Vas a ser preparado en primer lugar. —El esclavo le dio una sonrisa de disculpa. Por la conducta de Zall, Chalice había medio esperado que hubiera un monstruo al otro lado de la puerta. En su lugar había un hombre delgado y un par de hermosas damas de pie listas. —Oh, eres hermoso, ¿no es así? —El hombre dio un paso adelante. Vestido con una bata blanca, parecía a punto de realizar una cirugía. Las mujeres vestían de manera similar—. Soy Vlad y estas son mis ayudantes. Vamos a limpiarte. 73

Chalice se abotonó su camisa mientras caminaban de regreso a través de la puerta, ignorando alegremente los gritos después de salir de la habitación. —No tiene que fijar el lugar en llamas —lo regañó Zall. —Me rociaron con cera caliente. —No se sentía mal, ni un poco—. Tienen suerte de que no los pusiera en el fuego.

Zall echó atrás la cabeza y rió. —El emperador no dijo que era mago. Chalice se encogió de hombros. —No se lo he dicho. El esclavo hizo un sonido de desaprobación. —Será mejor que se lo digas antes que Vlad lo haga. —Lo haré. —Con el tiempo. En algún momento. —¿Estás listo para el médico? No le puedes prender fuego. —No los puse en el fuego. No puedo hacer nada si la máquina de aseo estalló en llamas. —Chalice le dio a Zall su mejor mirada inocente. El esclavo no parecía impresionado. —Bien, es mejor esperar que el médico no tenga problemas similares. Chalice rodó los ojos. Por supuesto, el médico no tendría problemas. Chalice lo necesitaba. Se acercaron a una puerta con el símbolo medico galáctico translúcido sobre el vidrio. —Aquí es. Zall abrió la puerta y le indicó a Chalice ir primero. Estuvo a punto de salir corriendo, pero pensó que no iba a llegar muy lejos. Chalice tenía un miedo irracional a las agujas y a los curanderos los detestaba por principio.

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—Recuerda... no incendios —le susurró Zall mientras entraban. —Aguafiestas —susurró Chalice. El gran hombre estaba de pie delante de un escritorio con una cara amable y una sonrisa suave. Chalice decidió que no le gustaba de todos modos. —Sanador Brellan, Chalice está aquí para su reconocimiento físico. Chalice se congeló en la entrada. Zall pasó un brazo alrededor de su cintura y lo empujó más en la habitación. —Es un placer conocerlo, señor, aunque no parece encantado de conocerme —observó Healer Brellan. —Sin ánimo de ofender, Sanador, pero no me gusta que me apuñalen con agujas. Brellan le dio una sonrisa amistosa a Chalice. — Entonces te alegrará saber que no realizamos esas prácticas bárbaras. Todas mis pruebas serán discretas. Si nos disculpa —le dijo a Zall. El esclavo cruzó los brazos sobre el pecho. —El emperador me dijo que me quedara y observara. Confía en mí... es lo mejor para todos. Chalice lo fulminó con la mirada. Casi puso a un peluquero en el fuego y estaba marcado de por vida.

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Por un momento, parecía que la lucha iba a estallar entre el sanador de edad avanzada y el joven esclavo flaco. Chalice mentalmente puso su dinero en el sanador. Ellos eran notoriamente escurridizos. —Está bien. No quiero ir en contra de la orden expresa del emperador. Nunca puso a un guardia antes —murmuró el sanador. —Está particularmente mascota —dijo Zall.

encariñado

con

esta

Brellan dio un resoplido suave. —Nunca he sabido que ese hombre se aficione a alguien. —¿Podemos seguir adelante con esto, o vas a estar alrededor criticando a mi Señor? —espetó Chalice. No le gustaba que otros hablaran mal sobre el emperador, incluso si el hombre podría merecerlo. Su Maestro no había sido más que amable con él hasta ahora. —Siéntate aquí, en la mesa. —El curandero hizo señas a un banco acolchado azul. —¿Tengo que quitarme la ropa? —Todavía no, a menos que sienta la necesidad de darme un espectáculo gratuito. No estoy seguro de que a mi edad mi corazón pueda soportarlo. Eres aturdidor, lo eres. Chalice saltó sobre la mesa y esperó a ver lo que el hombre haría a continuación. Hasta ahora no había cumplido con ninguna de las expectativas de Chalice.

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—Voy a comenzar haciéndote algunas preguntas. Todo lo que digas es entre nosotros y no va a ir más allá de esta sala. ¿No es así, esclavo? —La expresión del sanador prometía castigos horribles si lo hacía. —Por supuesto. —Su nombre es Zall, no "esclavo" —reprobó Chalice. El curandero le dio una suave sonrisa. —Está bien... Zall. Lo bueno es que obtienes un nombre. De esta forma si te traiciona, sabrás a quien ir después. —No tengo ninguna duda de que va a cumplir su palabra —Chalice tenía un don para saber en quién confiar. Zall –e incluso el sanador– habían pasado su prueba de vibraciones. Todavía tenía en formación su opinión sobre el emperador. Tendría que confiar en Terrin a un nivel más profundo que en todos los que había confiado antes. Eso lo hacía más cauteloso. El sanador tomó un pequeño medidor electrónico de la estantería y lo levantó hacia el corazón de Chalice. —Respira lentamente.

profundamente

y

luego

déjalo

ir

Chalice obedeció. El sanador movió el dispositivo —Una vez más. Después de la tercera vez, Brellan dejó el dispositivo del corazón. —Suena bien, tienes un corazón fuerte.

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Miró los brazaletes alrededor de los brazos del Chalice. —No los debes dejar demasiado tiempo. Te pueden cortar la circulación. —Están bien. —Bajo la mirada fija de sondeo del sanador confesó—: están ocultando tatuajes. Una sonrisa se dibujó en el rostro de Brellan. —Entonces debes exponerlos. Escuché que el emperador ama los tatuajes. —He oído eso también —ofreció Zall. —Vas a tener que sacarte los brazaletes para que pueda verlos ahora, porque si se infectan, es mi cabeza la que estará en la línea. —Son viejos... no van a infectarse —protestó Chalice. —Quítate las bandas —exigió el sanador. Con un suspiro, Chalice se los quitó. Sabía que no podía realmente resistirse sin herir al hombre mayor. A la vista de las marcas de Chalice, el sanador retrocedió un paso. —¿Son estos verdaderos? ¿Realmente dominas los cuatro elementos? —El dominio es una cosa difícil de alcanzar cuando se necesita a alguien para equilibrar su poder.

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Chalice suspiró. Sus habilidades siempre habían demostrado ser más un obstáculo para su felicidad que una bendición. Una luz se encendió en los ojos del curandero. —El emperador. Por eso has consentido en convertirte en su mascota. Lo estás usando para equilibrar tu poder. Antes de que Chalice pudiera corregir al otro hombre, el sanador echó atrás la cabeza y rió. Se rió tanto que tuvo que aferrarse a la mesa para mantenerse en pie. —Oh, eso es lo más gracioso que he oído nunca. El hombre que tira a las mascotas como los tejidos por fin ha encontrado a su igual. Si alguna vez necesitas algo, muchacho, ven a mí. —Gracias —dijo secamente Chalice. No se molestó en cambiar la opinión del sanador. Después de todo, si hacía feliz al hombre pensar que el emperador era el juguete de Chalice, lo dejaría. Mientras el Maestro supiera la verdad, todo estaría bien. Por desgracia, parecía como si su tiempo de confesión llegaría antes de lo que había esperado. Después de recuperarse de su ataque de risa, el sanador examinó las marcas de Chalice. —Estos se ven bien. ¿Has tenido relaciones sexuales con el emperador ya? Chalice asintió.

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—Entonces veces?

podrías

estar

rasgado.

¿Cuántas

—Penetración sólo una vez. Pensó que estaría muy dolorido después. El sanador miró a Chalice. —¿Le preocupó que estuvieras adolorido? Chalice cuidadoso.

volvió

a

asentir.

—Ha

sido

muy

—Tonterías. Ese hombre nunca tiene cuidado. Bájate los pantalones y lo veré por mí mismo. Chalice habría objetado, pero era fácil desnudarse. No era como si tuviera algo que el curandero no hubiese visto antes, aunque cuando el otro hombre tomó su culo sondeándolo, Chalice apenas resistió la tentación de pegarle. —Eh, ha sido cuidadoso. Estás un poco rojo, pero absolutamente ningún daño. No es generalmente suave. Puedes vestirte de nuevo. Chalice rápidamente se subió los pantalones y volvió a su posición en el banco. —Abre la boca. Chalice obedientemente abrió la boca cuando el médico tomó un gran bastoncillo de algodón y lo arremolinó alrededor y dentro de su mejilla.

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—Buen chico —Brellan llevó la muestra a una máquina insertada en la pared. Ajustó el hisopo en una bandeja dentro, cerró la puerta. Un momento más tarde, dejó escapar un sonido. Volteando una pequeña pantalla, el curandero se enfrentó a Chalice con una expresión solemne. —Está saludable, pero, ¿sabe su padre dónde se encuentra, príncipe Chalice? —Soy el tercero en la línea. A mi padre no le importa dónde estoy. Desde que he logrado ser mayor, soy libre de ir a donde quiera. —Como quiera. Trague esto. —Le dio a Chalice una píldora y un vaso de agua. —Ahora está limpio y seguro para que el emperador pueda hacer lo que quiera con usted. También le estoy proporcionando un suplemento de proteínas para que lo tome todos los días ya que me dijo que no come ninguna carne animal. Chalice aceptó las pastillas, recolocó brazaletes y se deslizó fuera de la mesa.

sus

—Tenga cuidado, su alteza. El emperador no es un hombre que lleve la traición a la ligera. Creo que es mejor que le diga lo que es ahora y evitar encontrarse con su mano dura. Chalice asintió. Fue un buen consejo. Ahora tenía que encontrar una manera para conseguir que el emperador lo escuchara. Zall no compartió palabras con Chalice en el camino de vuelta a la habitación.

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Tan pronto como llegaron, Chalice se desnudó completamente y se deslizó en la cama. A pesar de lo que había pensado antes, una siesta sonaba divino.

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5

Nunca confíes en un hombre cuya cabeza es más fuerte que su corazón... Reina Nyaha

Después de la siesta, Chalice se sentó en la cama y jugueteó con el anillo en su dedo. Le hacía falta Odwill. Su viejo criado prácticamente lo crió y no verlo todos los días inestabilizaba a Chalice. Le gustaba su rutina. Conocer cuáles eran las expectativas que tenía que cumplir lo calmaba, mientras que ser agarrado desprevenido disparaba su magia. No siempre era algo bueno. A lo largo de su vida, Odwill había sido su única constante. Alguien con quien podía contar no importaba lo que hiciera o dijera. Incluso cuando había derribado la torre central del centro de formación, Odwill había ayudado a ocultar a Chalice del maestro de formación que lo buscó para golpearlo. Pensar en Odwill lo llevó a su madre. Se levantó de la cama, fue a su bolsa y sacó su diario. Un suave "ding" hizo eco a través de la cámara que le advertía de un mensaje entrante. Mientras miraba la pantalla, aparecieron palabras.

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La traición está al alcance de la mano. Protégete a toda costa. Cuando llegue tu tiempo, ve con el corazón, se que puedes resistir cualquier tormenta. Huh. Usualmente, su madre ponía palabras de alegría, amor y felicidad, refranes y admoniciones suaves. Esto sin duda era más directo de lo habitual. Como vidente, sus avisos eran generalmente abiertos a la interpretación, pero éste envió un escalofrío de aprensión a través de él. —¿Qué es eso? —preguntó Zall, llegando a situarse al lado de la cama. Chalice casi saltó de su piel. —Lo siento. Me había olvidado de que estabas ahí.

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Zall le dirigió una sonrisa de satisfacción. —Mi entrenador dijo que el deber de un siervo es permanecer invisible hasta que hubiera necesidad de mí. —Entonces hiciste un buen trabajo. —Chalice dejó escapar un suspiro. Al menos no había golpeado al hombre contra la pared o prendido fuego. Cuando estaba asustado, nunca sabía cuál de sus poderes haría acto de presencia. —Este es el diario de mi madre. Me gusta leerlo. Sus palabras me traen consuelo. —¿Es que ya no está con los vivos?

Chalice negó con la cabeza. —Murió al darme a luz. Dejó esto atrás así podía llegar a conocerla. Zall sonrió. —Eso es muy dulce. Chalice asintió. No entró en todo el aspecto visionario del diario, su madre había sido tan poderosa que pudo ver años en el futuro de Chalice y todavía jugar un papel de guía en su vida, incluso desde la tumba. Algunas personas se molestaban cuando les decía... como si no pudiera tener ningún control sobre el tipo de poderes que había recibido al nacer. —¿Qué pasa con el anillo? —Para alguien invisible, el esclavo hacía un montón de preguntas. Chalice sonrió por el anillo de Odwill. —Me fue dado por un hombre muy querido. Terrin entró en la habitación a tiempo para ver a su mascota, pero todo resplandor terminó con el anillo de otro hombre. ¡Yo no lo creo! Furia corrió a través de él. Pisó fuerte hacia la cama, a enfrentar a su mascota. Zall corrió para salir del paso. —¡Te atreves a venir a mí con el anillo de otro hombre! —gritó.

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Agarró la mano de Chalice, arrancó la ofensiva pieza de joyería de su dedo y lo tiró a la basura. Se dio la vuelta para enfrentarse a su mascota sólo para descubrir que en los ojos de Chalice había oro puro y el aire crepitaba con electricidad. Un jadeo de Zall tenía a Terrin girando. El anillo de Chalice flotaba en el aire. Giró un par de veces como si estuviera montando una onda invisible antes de dispararse al otro lado de la habitación y aterrizar en la palma del Chalice. Energía mágica derramada de su mascota. El cuerpo de Terrin se endureció ante la vista sexy de su mascota en plena potencia. —Me fue dado por un hombre al que quiero como a un padre. —Chalice sacó para afuera cada palabra como si saboreara su sabor melancólico antes de presentarlas a Terrin. —¿C-cómo haces eso? —Se sentó en la cama junto a Chalice, deseoso de estar más cerca de su mascota. Chalice le dio una triste mirada antes de alcanzar y quitar sus brazaletes. —El curandero me dijo que debía decirte antes que después. Terrin asintió. Entonces se encontró shokeado mientras trazaba los tatuajes de su mascota. —Eres un mago de los cuatro elementos... ¿Por qué en los diez infiernos quieres ser una mascota?

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El control de la situación se le escapaba a Terrin de las manos. Podía sentir que su mascota se escapaba de él. Apretó los puños, apenas resistiendo el impulso de agarrar al hombre por el que estaba perdiendo rápidamente su corazón. —Porque sin ti, no puedo controlar mis poderes. —Con voz lenta y suave, Chalice le explicó todo, de dónde venía, quién era en realidad, y el meollo de sus problemas. Lo único que se destacó de todo era que él era necesario. A pesar de su posición, sus habilidades y su riqueza, carecía de la única cosa que necesitaba desesperadamente –un Maestro. El podía trabajar en eso. Alargó la mano y tomó el rostro de Chalice, obligando a su mascota de ojos violetas a mirarlo en lugar de a la colcha de colores. —¿Tenemos un acuerdo que firmaste, verdad? —Sí, Maestro. —Eso es correcto. Yo soy tu Maestro. —El corazón de Terrin golpeó al darse cuenta de que era un verdadero tesoro lo que tenía. Mirando a los hermosos ojos de Chalice, sabía que nunca podría pedirle a su dulce mascota algo que le causara daño, incluso para salvar su propia vida. Chalice necesitaba ser protegido más que nunca. Personas sin escrúpulos podrían intentar capturarlo y tomar ventaja de su poder.

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—Es mi trabajo cuidar de ti y te ayudaré a entender tus capacidades. Realizarás prácticas de mando a partir de mañana por la mañana. Te asignaré un tutor adecuado. ¿De acuerdo? El alivio en el rostro de Chalice era doloroso de ver. —¿Creíste qué te devolvería? Chalice asintió. —Pensé que no querrías tenerme más. Algunas personas me consideran peligroso. Terrin dio una carcajada. —Estoy seguro de que puedes hacer mucho daño, mi dulce mascota, pero también sé de tu verdadera naturaleza. Tu naturaleza es cuidar de los demás. Si haces daño, la otra persona se lo merecía. Ignoró la extraña risa del esclavo. La sonrisa que recibió de Chalice era más brillante que el sol. Se inclinó hacia delante y besó a su mascota. Casi podía saborear la sonrisa en los labios. —Zall, a otro lugar. —Sí, su Majestad. —Espera ahí —le dijo a Chalice. Se acercó a la cómoda y sacó una caja que nunca pensó que utilizaría. Volviendo a la cama, se sentó al lado de su mascota. Los ojos de adoración de Chalice le devolvían la mirada.

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Después tiró abriendo el cierre, levantó la tapa. Un grito ahogado salió de su mascota. Terrin sonrió, sacó el collar de oro de la caja. Una tira de eslabones gruesos de oro enlazado con las mejores joyas colgaba de sus dedos. Era para una emperatriz, pero Terrin sabía que iba a adaptarse mejor a su príncipe. —Cuando la gente vea esto alrededor de tu cuello, sabrán que eres mío. —Ellos también sabrían que la línea terminaría con Terrin. Una vez sellado el cierre, ellos estarían esencialmente casados. No se lo diría a Chalice todavía. Después de todo, su mascota había tenido un día bastante áspero ya y no era como si él dejara a Chalice apagarse y que encontrara a otro Maestro. Chalice humildemente inclinó la cabeza hacia abajo y dejó que Terrin sellara el cierre. Sus dedos jugaban con los enlaces. —Es hermoso. —Sí, lo eres. —Terrin besó a Chalice, esperando poner toda la devoción que sentía en ese beso. Chalice gimió mientras Terrin metió su mano de golpe entre ellos hacía la dura polla de Chalice. —Creo que me gusta que me esperes en la cama, completamente desnudo y listo. No sería la primera vez que una mascota esperaba relaciones sexuales cuando regresaba a su habitación, pero era la primera vez que lo necesitaba desesperadamente.

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Tener relaciones sexuales con Chalice difería del sexo con alguien más. Cuando se acoplaba con su mascota, era como si fuera una reunión de las almas. Los labios suaves y flexibles del Chalice, tenían a Terrin preguntándose cómo se sentiría por todo su cuerpo. —Chúpame. Su mascota asintió con entusiasmo, despojándose Terrin de su equipo tan rápido que brevemente se preguntó si algo de magia estaba involucrada. No es que hubiera alguna diferencia... sólo se preguntaba. —Si te acuestas puedo tener un mejor ángulo. — Los ojos violetas de Chalice revelaban su deseo. Para su mascota mágica, darle un servicio a Terrin no era una tarea o una tarea desagradable que se viera obligado a llevar a cabo. Chalice se pasó la lengua por los labios y Terrin sabía que Chalice estaba anticipando su gusto. —Cualquier cosa por ti —dijo Terrin con un suspiro. Desplazándose en la cama, se acostó y, por primera vez en su vida, cedió el control a otra persona. La amplia sonrisa de Chalice y la chispa que se encendió en sus ojos hicieron a Terrin sentirse como un dios. Durante unos minutos, su mascota no hizo nada. En su lugar Chalice echó una ojeada sobre él como si estuviera haciendo un mapa del cuerpo de Terrin.

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Cuando estaba a punto de hablar para poner a su mascota en movimiento, Chalice finalmente tocó el cuerpo de Terrin. Una punzada de luz eléctrica se desarrolló entre los dedos de Chalice y la piel de Terrin. —Oh, sí —se quejó. Se sentía más vivo de lo que se había sentido antes. Su pene estaba tan duro que sabía que iba a necesitar poco para hacerlo llegar—. ¡Chúpame! Estaría condenado si se derramaba a través de las sabanas cuando podía venirse en la boca de su mascota. Terrin se deslizó para hacer espacio para su mascota. No quería que Chalice se hiciera daño más adelante si lo torcía como un pretzel para llegar a él. Su obediente mascota no dudó antes de lamer y chupar la polla de Terrin. La combinación perfecta de succión, ternura y atención de Chalice lo hizo renunciar a la liberación con una velocidad halagadora. —No puedo creer que no tengas mucha experiencia, mi mascota. Lo haces tan bien. —Hizo un gesto para que Chalice se reuniera con él. Con el pulgar, Terrin limpió una gota de semen de la boca de Chalice y lo levantó para que su mascota lo lamiera. Chalice obedientemente lamió el líquido. —Soy un rápido aprendiz —dijo Chalice, sus ojos brillando con orgullo.

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—Lo eres. Duerme, mi dulce. Tengo una reunión más antes de que pueda asentarme para la noche. Tendré a Zall volviendo para que vele por ti y habrá algo de comida en tu camino. Asegúrate de comer. —Sí, Maestro.

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Si el camino es pedregoso nos ayuda apreciar una carretera bien pavimentada... Reina Nyaha

Cayó un rayo en el cielo antes de golpear todo a su paso, y golpear la tierra. Los animales huyeron ante el ataque y la gente corría gritando por las sacudidas de electricidad que llovían desde arriba. Chalice se sacudió cuando vio un rayo dirigido al emperador. Con un grito despertó de golpe, temblando. —Hey, hey —susurró una voz suave—. Todo está bien. Los recuerdos del sueño se dispararon por la mente de Chalice. —No, mi amo está en peligro. ¿Dónde está? —Está a salvo. Se supone que debes quedarte aquí conmigo. La voz de Zall fue pareja y tranquila, pero eso no lo tranquilizó. Sólo ver a su Maestro podría calmar sus temores. Chalice no podía evitar la sensación de que el emperador estaba en peligro. Incapaz de dormir, se deslizó fuera de la cama.

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—Tengo que ir a buscarlo —anunció Chalice—. Algo está mal. El esclavo se apresuró a interponerse entre él y la puerta. —¡Fuera del camino, Zall! Zall negó con la cabeza. —El emperador no me lo perdonaría si te dejo correr fuera de aquí desnudo y sin protección. Oh, cierto. Ropa, necesitaba ropa. Con un movimiento de su mano, Chalice se vistió. Imágenes brillaron de nuevo en su cabeza, el emperador estaba en peligro y su control comenzó a tambalearse. — Ahora muévete. —No puedo dejar que lo hagas. —Zall fue resuelto, pero Chalice no tenía tiempo para más persuasión. Tenía que llegar a su amo. —¿Piensas que vas a detenerme? El esclavo lo miró de arriba abajo. —Tú eres más pequeño y más delgado que yo y no estás entrenado en el combate, mientras que yo he crecido en las calles y en los barrios de esclavos. Tengo la ventaja. Seguro de que no podía esperar más, Chalice se entregó a su magia. Con un susurro del viento y un gesto de su mano, Zall fue levantado en el aire y depositado al otro lado de la habitación.

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—No tengo tiempo para discutir —espetó Chalice. Soltó el viento apuntalando al esclavo contra la pared hasta que dejó libre la puerta. Él no iba a luchar continuamente con Zall sólo para salir de la habitación. Se alegró de que, por una vez, su magia aceptó su control, incluso sin el emperador en la habitación. Yendo totalmente por instinto, Chalice viajó por los pasillos hasta llegar a uno con una puerta tallada y dos guardias bloqueando la entrada. Podía sentir la energía de su Maestro pulsante dentro. —¿Es aquí donde está mi Maestro? —preguntó Chalice a los guardias. —El emperador está en el interior —respondió uno de los guardias. —Tengo que verlo. Él está en peligro. —No hay forma de entrar. No es un lugar para las mascotas —dijo el otro guardia con una sonrisa burlona. —Perdóname. —A continuación Chalice le susurró al viento y los guardias salieron volando. Una vez que el camino estaba despejado, Chalice abrió la puerta y entró. Más de una docena de personas sentadas en una gran mesa semicircular se volvieron para mirarlo. Chalice evitó sus miradas. Fue directamente al emperador y cayó de rodillas al lado de la silla de Terrin.

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—¿Por qué me interrumpes, mascota? ¿Y dónde está tu inútil guardia? —La voz de Terrin era dura, pero tocó la cabeza del Chalice con una mano suave. —Estás en peligro directamente a la cuestión.

—dijo

Chalice,

yendo

La mano del emperador se detuvo. —¿Qué? —Tuve un sueño. Él continuó acariciándolo. —Fue sólo un sueño, mi mascota. No hay ningún problema. Chalice miró hacia arriba, atreviéndose a mirar a los ojos del emperador. —Mis sueños no son sólo sueños. —Esa era la razón por la que Chalice adoraba un sueño sin sueños. Esas raras noches en que nada perturba su paz eran como pedazos de cielo. Cuando Terrin abrió la boca para discutir, la pared exterior explotó. La gente gritaba, mientras piedras y polvo llenaba el aire. Una docena de hombres enmascarados vestidos de negro llenaron la abertura. Cada uno de ellos portaba armas y Chalice reconoció las armas ya que eran similares a la que los guardias del castillo solían portar. Con unos años de retraso, pero todavía eran capaz de matar a alguien. No a mi hombre. Chalice se acercó y deslizó su mano por debajo de la pierna del pantalón de Terrin hasta que tuvo un buen agarre sobre la piel desnuda del emperador.

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Tirando del aire, añadió un poco de agua antes de dirigirlo a los invasores. Con un silbido suave del sonido, el hielo se cristalizó a través de los cuerpos, congelando a los intrusos en su camino hasta que parecían esculturas de hielo. Chalice miró por un momento, y no menos molesto por lo que había hecho. Se volvió hacia su Maestro para su aprobación. El emperador bajó la mirada hacia Chalice con miedo en sus ojos. Miedo... ¡de él! Chalice arrebató de nuevo su mano y huyó de la habitación, sin detenerse siquiera cuando oyó que Terrin lo llamaba. ¿Cómo había pensado que podía tener un Maestro por su propia cuenta o imaginado que era cualquier cosa menos qué un fenómeno? Decidido a salir de ahí y lejos del hombre con el qué imprudentemente se había unido, Chalice se apresuró a regresar a su habitación. Tomó su mochila y empezó a meterlo todo dentro. Se dio la vuelta para salir sólo para ver que Zall bloqueaba la puerta. —Zall, sal de mi camino —advirtió. No estaba de humor para ser amable con nadie. Magia latía a través de su sistema y le tomó toda su determinación no tirar al hombre al otro lado de la habitación. —Llévame contigo. No conoces al emperador como yo. Si se entera que te deje salir, me matará. — Chalice podía ver la verdad en los suplicantes ojos del esclavo.

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Quería decirle a Zall que el emperador sería feliz si él se fuera, pero, ¿quién sabía si el hombre arremetería o no contra el esclavo? —Está bien. Puedes venir conmigo. ¿Necesitas tomar algo? Zall le dedicó una sonrisa torcida. —Soy un esclavo. ¿Qué crees que tengo? —Buen punto. Vamos. —Chalice sacó su comunicador de su mochila y empezó a marcar. Soon le había dicho que siempre podía confiar en ella. Ahora era el momento para poner a prueba esa idea. Minutos después, estaban fuera del complejo del emperador y en camino a la estación espacial. En pocos días estaría de vuelta a casa. Lo qué haría entonces, no lo sabía.

Chalice se dirigió a las familiares puertas, Zall a remolque. Agotado del viaje y un pesado corazón, gruñó cuando un guardia los interceptó. —¿Qué? —espetó antes de darse cuenta que era el capitán de los guardias de su padre. —Por la tarde, Shreel.

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—¿Está bien, Alteza? Estaba cansado, hambriento y su corazón estaba roto en tantos lugares que nunca podría recuperarse. —He estado mejor —admitió. —Su padre desaparición.

ha

estado

frenético

desde

su

Chalice frunció el ceño. —Le dejé una nota. —¿Por qué a su padre siquiera iba a importarle si no estaba cerca? Desde luego, no había aparecido para cuidar de él cuando estaba ahí. —Si quieres venir conmigo, por favor. Chalice miró a Zall. 99

—Por favor Zall ve a mi habitación. —Le dio al esclavo su mochila—. Si no te importa pon esto en mi habitación. Zall hizo una reverencia y aceptó la bolsa. —Por supuesto, Su Alteza. —El esclavo le dedicó una sonrisa. Zall estaba excitado desde que había puesto un pie en la nave espacial. Chalice hizo una nota para poner al hombre como un miembro de la tripulación en uno de los barcos de su padre. Shreel llamó a uno de sus soldados. —Que este hombre sea llevado a los aposentos del príncipe. —El capitán no puso en duda el deseo del Chalice de llevar un extraño a su hogar. No era su lugar y Shreel era muy consciente de su posición.

Suspirando, Chalice siguió al guardia al estudio de su padre. —Su Majestad, el Príncipe Chalice ha llegado. Padre se veía viejo. Aunque Chalice sólo se había ido un par de semanas, su padre parecía haber envejecido varios años durante su ausencia. Cuando vio a Chalice, la alegría y el alivio en el rostro de su padre lo tomaron por sorpresa. —¡Hijo mío! —su padre se puso en pie y luego caminó alrededor de su escritorio para abrazar a Chalice. Se quedó inmóvil por un momento. No recordaba ser abrazado por su padre desde que era pequeño. —Me preocupaba que algo te pasara. —Te dejé una nota —protestó Chalice. Todo el mundo estaba actuando como si sólo se hubiera ido y abandonado el palacio. Le había dicho a todo el mundo lo que iba a hacer. Su padre lo sacudió. —Una nota que decía que ibas a encontrar a un Maestro. He estado despierto por las noches aterrorizado de que escogieras a alguien que se aprovechara de ti. Alguien que drenara tu magia o que te dejara pegado hasta que pudiera encontrar una manera de controlarte. No tienes ni idea del tipo de gente que hay por ahí, hijo mío.

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Las lágrimas llenaron los ojos de su padre. —Eres todo lo que queda de tu madre. Ella te dio la vida, sabiendo que iba a morir dando a luz. — Chalice consiguió otro abrazo—. No me di cuenta hasta que te habías ido de lo mucho que siempre me he mantenido en tu contra. Chalice no sabía qué decir. La puerta se abrió de golpe y sus hermanos corrieron por la puerta. Piers y Trine se detuvieron junto a ellos. El hermano mayor de Chalice, Piers, lo arrebató de los brazos de su padre y lo sacudió. —Nos tenías con un miedo de muerte —gruñó antes de apretar a Chalice con tanta fuerza que estaba seguro de que escuchó algo romperse. Justo cuando Piers lo liberó lo suficiente para que pudiera jadear un respiro, Trine lo agarró y lo apretó también. —¿Dónde has estado? —Encontré un Maestro, pero no funcionó. Les contó todo... bueno, dejando de lado las partes sexuales, ya que eran sus familiares y sería demasiado raro. —¿Así qué este emperador no tiene más utilidad para ti? —preguntó su padre. Chalice negó con la cabeza. —No viste la mirada en sus ojos. —Chalice respiró hondo para contener las lágrimas—. Estoy seguro de que no me quiere más.

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Trine apretó el hombro de Chalice —Entonces vamos a encontrar un nuevo maestro. —Pero... siempre has dicho que los magos apropiados usan un sub —argumentó Chalice. Su padre negó con la cabeza. —Me equivoqué. — Dio a Chalice una sonrisa irónica—. ¿Sabías que cuando te fuiste, hasta tu siervo me llamó alfombra? —¿Odwill? —Él no podía imaginar a su sirviente haciendo tal cosa. A pesar de todas las travesuras que Chalice había conseguido, Odwill nunca había levantado la voz. —Sí, Odwill. Me dijo que tu madre estaría decepcionada por la forma en que trataron a su hijo y que él tenía razón. Tú eres un mago poderoso por derecho propio y que debía haber visto que te emparejaran con el compañero adecuado. Nunca has sido como todos los demás, Chalice. Fue un error de mi parte tratar de hacerte de esa manera. El alivio se apoderó de Chalice. —Gracias, Padre. —Después de que hayas tenido unos días para establecerte de nuevo, voy hacer un llamamiento para encontrarte un Maestro adecuado. El primer impulso de Chalice fue negar que quisiera otro Maestro, pero el sentido común se hizo cargo. A pesar de lo que todavía podía sentir por el emperador, si no encontraba un equilibrio, la magia podría hacerlo pedazos.

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Se obligó a sonreír a su padre. Después de todo, este fue un gran paso para el hombre. —Gracias, Padre. Ahora, si me disculpan, tuve un vuelo muy largo y estoy cansado. —Por supuesto. Descansa un poco. Voy a enviar un poco de comida para a ti y tu siervo. —Gracias. Me gustaría conseguir a Zall en un barco. Quiere viajar por el universo y pensé que podría ser un buen camino para que lo tome. —Veré lo que puedo hacer —prometió su padre. —Gracias. —Con un cabeceo a sus hermanos, Chalice salió de la habitación. Aunque su corazón aún le dolía, su espíritu estaba un poco más ligero después de hablar con su familia

Chalice no durmió bien esa noche o cualquiera de las siguientes noches. Su cuerpo ansiaba la presencia de un hombre que no lo quería más. No comía. Todo le sabía suave, y sus ojos estaban empezando a desarrollar círculos oscuros debajo de ellos.

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Por encima de todo, hoy era el primer día de las entrevistas para encontrarle un nuevo Maestro. —Te verías mejor si te acostaras —dijo Zall, sujetando las mangas del Chalice. Eran acampanadas en los brazos y se ataban en la parte inferior dándole una línea fluida. Su camisa y los pantalones tenían una ranura en los laterales, demostrando suficiente músculo para atraer, pero no para avergonzarlo. Por extraño que pareciera, fue su hermano Trine quien había elegido su atuendo. Afirmó que si funcionaba para las mujeres, debía funcionar para un sub en busca de un Maestro. Chalice no necesariamente estaba de acuerdo, pero estaba tan conmovido por que sus hermanos estaban tratando, que habría accedido a usar casi cualquier cosa. Se removió bajo las manos del esclavo cuando Zall movió la ropa en su lugar. —¿Estás listo para irte? Zall asintió. —Mi barco sale mañana. No puedo decirte lo mucho que aprecio que arreglaras esto. Odwill llamó y me dijo que estaría encantado de hacerse cargo después de que yo me haya ido. Chalice sonrió. —Voy a estar feliz de tenerlo de vuelta. Fui a ver al capitán y tiene una buena reputación. Sabe que tendrá que informarme a mí si algo te sucede.

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Zall, sonrió y ajustó el cuello del Chalice. —Yo sabía cuando nos encontramos que ibas a cambiar mi vida. Me alegro de que tuviera razón. Chalice suspiró. —Yo también. —Tan guapo como eres vas a conseguirlo. Cómprate un hombre caliente. Sacudiendo la cabeza, Chalice salió de la habitación. No quería un hombre caliente. Corrección, lo hacía..., pero el hombre caliente de sus sueños no lo quería. Su padre había elegido el salón del este como el mejor lugar para realizar las entrevistas. Su madre había elegido la decoración poco antes de morir y no había sido redecorado desde entonces. Chalice se detuvo justo frente a la entrada. Los guardias apostados a cada lado le dieron alentadores asentimientos de cabeza. Chalice respiró hondo. —Está bien, estoy listo. En perfecta sincronización, abrieron las puertas. Centrado en no perder el conocimiento, Chalice entró por la puerta y se detuvo. Su boca se secó y casi saltó cuando las puertas se cerraron detrás de él. El emperador Terrin Hawk estaba tumbado sobre el sofá blanco damasco. Su forma muscular estaba cubierta por una chaqueta formal y sus piernas se extendían, la distancia perfecta para que una mascota se sentara entre ellas.

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Se aclaró la garganta, Chalice se acercó, pudo encontrarse con los ojos de Terrin. —El emperador Terrin me contó una historia interesante. Chalice giró los ojos a la derecha. Se había olvidado por completo de que su padre estaría sentado en las entrevistas. El protocolo adecuado exigía un testigo de las actuaciones. —¿Q-qué historia es esa, padre? —El hecho de que tiene una mascota fuera de control. Además me trajo una copia del contrato. — Chalice se volvió hacia el emperador. —¿Crees que es fácil escapar de mi, mascota? — Ronroneó el emperador—. Sobre todo teniendo en cuenta que todavía llevas mi collar de matrimonio en el cuello. ¿Collar de matrimonio? —P-pero pensé que tenías miedo de mí. No imaginé el miedo en tus ojos. —Chalice se dejó caer en la silla más cercana, haciendo caso omiso de la presencia de su padre, y se centró en el amor de su vida. —¡Tenía miedo por ti! —rugió el emperador. Dio un puñetazo sobre la mesa de cristal, haciendo saltar a Chalice—. Nunca creí que me dañarías. ¿Cómo te atreves a dejarme? ¡Eres mío! Ellos ni siquiera cuidan muy bien de ti. ¡Mírate! ¿Cuándo fue la última vez que comiste?

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Chalice se encogió de hombros. —Voy a dejar que ustedes dos resuelvan sus diferencias. Chalice no apartó la mirada de la intensa expresión del emperador ni por un segundo. Oyó que las puertas se abrieron y cerraron cuando su padre salió de la habitación, pero no pudo romper la mirada que parecía estar mirando fijamente en su alma. Sin dudarlo, se dejó caer de rodillas y se arrastró hacia su amo. —Creí que tenías miedo de mis poderes. Y… no serías el primero —confesó. Terrin dio una suave risa mientras deslizaba sus dedos por el cabello de Chalice. —Tenía miedo de que estuvieras herido. Tenía miedo de que mis enemigos trataran de robarte, pero nunca tendría miedo de ti. —El emperador inclinó para arriba la cabeza de Chalice—. ¿Cómo podría tener miedo de mi corazón? Chalice cerró los ojos ante el primer roce de labios que tocaron los suyos. De inmediato abrió la boca para la no tan suave invasión del emperador. Terrin agarró el pelo de Chalice, manteniéndolo inmóvil mientras devastaba su boca. Cuando por fin amainó, una pequeña dura sonrisa curvó la boca de su Maestro. —Interrogué a tu pobre padre sobre ti, ya sabes. Él ya me dijo que si no quieres venir conmigo, iba a encontrar una manera de romper el contrato. —Terrin

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acarició el rostro de Chalice—. ¿Qué dices? ¿Regresas a casa para ser mi juguete sexual o permaneces en este palacio cargado y eres un príncipe adecuado? Chalice rió. —Si has hablado con mi padre, sabes que nunca he sido un adecuado príncipe. —No eras una mascota adecuada tampoco, pero estoy dispuesto a pasar por alto eso. Después de todo, ¿quién me va a proteger de mis enemigos? Puedes ser una mascota y guardaespaldas... ¿qué dices? Chalice inclinó considerar la oferta.

la

cabeza

mientras

fingía

—Hmmm... Un guardaespaldas podría ser divertido. Y prometes pagarme con favores sexuales. Terrin rió. —Soy todo tuyo.

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—Trato. El emperador levantó a Chalice del suelo a su regazo. —Sabes que voy a tener que castigarte antes de que te lleve a casa. No puedo permitir que se diga que no puedo controlar a mi mascota. —La gravedad de la expresión de Terrin le dijo a Chalice que no estaba bromeando. —Um, apropiado?

¿qué

consideras

como

el

castigo

—Creo que me conformaré con unas nalgadas. Eso no sonaba tan mal. —Muy bien.

Terrin rió. —Tú no puedes elegir si está bien o no. Eres mío. Voy a hacer lo que me guste y siempre y cuando no te haga ningún daño, me dejas. ¿Entiendes? Chalice asintió. Dentro, su corazón saltó de alegría. Terrin realmente lo quería de vuelta. —Vamos, mascota, túmbate en mi regazo.

bájate

los

pantalones

y

Sintiéndose extrañamente nervioso, Chalice se deslizó los pantalones y se colocó torpemente boca abajo sobre las piernas de Terrin. —Te voy a dar veinte nalgadas. Cuenta para mí. La primera nalgada barrió el aire de los pulmones de Chalice. Su Maestro no estaba jugando. Su culo quemaba por el golpe. —Uno —dijo Chalice una vez que recuperó el aliento—. D-dos. —No pierdas la cuenta o voy a empezar de nuevo —ordenó Terrin. Oh genial. No había manera de que él sobreviviera a otra vuelta de nalgadas. Con cada golpe contra su piel, Chalice contaba en voz alta. Su pene colgaba entre las rodillas de Terrin y se endurecía con cada golpe. Cuerpo estúpido no sabía lo que era bueno para él. —D-diez.

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Lágrimas humedecían las mejillas de Chalice. Por primera vez, ninguna de sus técnicas trabajó para mantenerlas de vuelta. Ellas goteaban sobre la alfombra. Se preguntó si el suelo se empaparía antes de que el castigo hubiera terminado. —Quédate conmigo, mascota. —O-once —sollozó. —Vas a estar bien. Te nalguearé a continuación y todo será perdonado. Fácil para Terrin decirlo. Chalice dudaba de que fuera capaz de sentarse durante el vuelo de regreso. Manchas flotaban ante sus ojos mientras contaba hasta veinte. Terrin volteó en sus pies a Chalice. La cabeza le daba vueltas. Chalice trató de orientarse, pero el emperador le acomodó, de culo, en el sofá. —Esto va a ser rápido. Tu hermoso culo está brillando para mí. Sus dedos sondearon su agujero y Chalice se dio cuenta de que mientras Terrin se había sentado y socializado con su padre, había tenido lubricante en el bolsillo. Por alguna razón, este hecho horrorizó a Chalice más que tener sexo en el palacio a pocos pasos de los guardias. —¿Traes lubricante? Terrin rió, un sonido cálido que Chalice había echado de menos.

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—¿No pensarías qué había llegado a recuperar a mi mascota sin pretender reclamarte bien? Tragando las lágrimas, Chalice negó con la cabeza. —No —respondió, apenas en un susurro. —Te extrañé mucho —le susurró Terrin al oído—. Me rompiste el corazón cuando me dejaste. —Lo siento —sollozó Chalice. Terrin acarició la piel desnuda del Chalice. —Te tengo ahora. No voy a dejar que te escapes otra vez. —Bien. —La preocupación y la angustia se fundían bajo el calor de las palabras de su Maestro. —Tómame, mascota. Acéptame. —Chalice contuvo el aliento al sentir la ropa de Terrin contra su culo dolorido. Su Maestro no se había molestado en quitarse la ropa. Maldición, era sexy. —Relájate —ordenó Terrin. A las palabras de su Maestro, todo el cuerpo de Chalice se relajó. ¿Cómo podía hacer menos que lo que ordenó su Maestro? Terrin se deslizó en su interior, provocando que Chalice gritara, ante eso el emperador le tapó la boca con su mano.

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—¿No quieres a los guardias corriendo por aquí, o si? Chalice negó con la cabeza. —No lo creo. Te he extrañado tanto. Un suave beso en su hombro lo relajó aún más. — Nunca voy a despertar de nuevo sin ti a mi lado. — Terrin se adentro más profundo, fijando la glándula de Chalice. Quitó su mano, pero antes de que Chalice pudiera decir algo, un paño apareció en su boca. —Abre. Él abrió la boca sólo para que deslizara una tira de tela en ella. Le tomó un momento para reconocer la corbata del emperador. —Joder, eres hermoso. La seda se sentía extraña entre los dientes, pero lo hizo bloquear los gritos mientras su Maestro golpeaba en él murmurando palabras dulces en su oído. Terrin gimió ante el apretado calor alrededor de su polla. Su corazón se sentía tan lleno como sus entrañas. Tenía a su hermoso niño de nuevo. Agarró las mejillas de color rojo cereza de Chalice sólo para sentir su hombría debajo de él. Besó la parte trasera pulida dejando que su mascota supiera que lo amaba tanto como lo deseaba.

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Los corazones y las flores nunca saldrían de sus labios, pero él se cortaría su brazo antes de dejar que su dulce niño se escapara de nuevo. Por primera vez en muchos días tuvo la satisfacción de saber que Chalice estaba seguro. Si el rey no hubiera contactado con él para darle un pedazo de su mente, Terrin nunca podría haber encontrado a su mascota en el ancho y grande universo. Besó la escalofrío.

nuca

de

Chalice,

disfrutando

del

Cuando había regresado a su habitación y se encontró con Chalice desaparecido, había pensado en un primer momento que su mascota había sido robada. Sólo después de una minuciosa búsqueda y de un vídeo de la plataforma de carga que mostraba a Chalice saliendo de su propio acuerdo con la Delegada Soon su mente se había aliviado. Por desgracia, Soon se negó a decirle a dónde había ido Chalice. Tal vez la dejaría salir de la cárcel, ahora que tenía a su mascota. Envolviendo los dedos alrededor del eje de su mascota, le susurró al oído. —Vente para mí, dulzura. Chalice sacudió la cabeza y rocío la parte de atrás del sofá. Terrin rió. —Tal vez debería haber planeado mejor esta parte. Su mascota asintió.

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De mala gana salió de su mascota, Terrin agarró un trapo del carro y secó a Chalice lo mejor que pudo. —Vístete, mascota. Es hora de llevarte a casa. Ni siquiera consideraría este lugar su hogar. Este formal palacio sin alma no se merecía tener a su poderosa mascota de temperamento dulce. —Voy a traer a algunas personas para ayudarte a desarrollar tus poderes. Serás un excelente guardaespaldas. Chalice lo miró con una expresión triste. De mala gana, Terrin quitó la mordaza. Su mascota era hermosa inmovilizada. —Aquí tienes un poco de agua —instó. Chalice bebió unos sorbos antes de que él se vistiera rápidamente. —¿Es ser tu guardaespaldas la única razón por la que me quieres de vuelta? Terrin rió. —Los guardaespaldas son un centavo de una docena, mi mascota. Hermosas mascotas, que también puedan ser guardaespaldas no tienen precio. Especialmente uno, del que estoy enamorado. Son muy raros. —Yo también te amo, Señor. —Muy bien, entonces nos llevaremos muy bien. Terrin le dio a Chalice un fuerte beso.

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—Vamos a agarrar tus cosas y largarnos de aquí. Por cierto, ¿qué hiciste con ese esclavo? —¿Zall? Va a ser un viajero del espacio. —Hu, supongo que tendré que encontrar un nuevo sirviente. Estoy seguro de que con un poco de tiempo se puede encontrar a alguien más para resguardarte. Chalice le dio una sonrisa brillante. —Sólo uno. —Apuesto a que sí, mascota, apuesto a que sí. Pasando un brazo alrededor de su mascota, Terrin llevó a su hombre a casa. 115

Cuando todo parezca perdido, confía en el Halcón para llevarte a casa... Reina Myaha

Amber es una de esas personas tranquilas que siempre te dicen que hay que tener en cuenta. Vive en Dallas con su esposo, dos hijos, dos gatos y un perro extremadamente estúpido. A Amber le gusta saber de sus lectores. Puedes encontrar su información de contacto, sitio Web y biografía de autor

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