Alumbramiento Marcos Gisbert

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ALUMBRAMIENTO

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“ ALUMBRAMIENTO ” Marcos Gisbert

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Dedicado a todos los Maestros del mundo y al Profesor Manuel Ángel Conejero, por su admirable trabajo

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ÍNDICE

I. GÉNESIS Quisiera encontrar esa palabra – pág. 6 Alivio – pág. 7 De no ser tú – pág. 8 Huele a pureza en tu habitación – pág. 10 Deseo – pág. 11 El cielo ha entrado en mí – pág. 13 Conquista – pág. 14 Mi cuerpo es un molde – pág. 15 Un ángel – pág. 18 Me convierto en ti – pág. 19 Tal vez – pág. 21 Siento una atracción por la pureza – pág. 23

II. EMBRIÓN Creo en un reino de artistas – pág. 25

III. ALUMBRAMIENTO Oigo un eco – pág. 29 Seres de amor – pág. 30 Cuerpos – pág. 34 A un alma separada – pág. 36 El poeta – pág. 37 Te sigo amando – pág. 39 Y qué hago – pág. 40 Un colibrí – pág. 41 El Fénix llegó a su fin – pág. 42

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I. GÉNESIS QUISIERA ENCONTRAR ESA PALABRA

Quisiera encontrar esa palabra que convierte el sol en sol, el agua en agua, el viento en viento. Esa palabra que crea sola el mundo entero. La que sirve para nombrarlo todo. La que me eleva como un pájaro inconsciente de su vuelo mudándome de ideas ya olvidadas que un día fueron azufre. Tu piel es arena; tus labios, esponja; tus ojos, los diamantes de la Esfinge. Porque te toco y tiemblo y tu sudor es mi sudor, y en él me ahogo como en el fondo de un océano con una sonrisa recuperada. Porque tu abrazo es un manto de seda y hierve tu sangre como un ungüento milenario y por tus mejillas aún corre la sal de las lágrimas. Por todo esto quisiera yo encontrar esa palabra sencilla, humilde, generosa, –hecha de sol, agua y viento– que entierra todo lo conocido y hace nacer de nuevo el mundo, para revestir de barniz lo nunca escrito y así renombrarlo de nuevo. Pero ¡ay! demasiadas son las emociones que cupieran en una palabra sola.

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ALIVIO

Si alguna vez me encontraras esculpiendo un ángel con hielo, descubriendo los secretos del fuego o pintando con luz el aire, es mi corazón que bombea y sangra en una esquina. Míralo. Tus palabras de terciopelo rojo, tu mirada de lava ardiente, el alma tuya que un día fue bebé, ninguna han de temer. Estoy amueblando el infierno, moldeando el aliento del sátiro, tejiendo la manta del convicto, encontrando la palabra exacta –¡hay tantas!– que ordene el caos de ruido y humo. Y podré respirar de nuevo, ciego, convulso, como la primera vez que respiramos. Me abandono a un letargo sin fin, como los seres de un museo de cera que se erigen de nuevo en vida. Con un mar de algodón cubro un campo de zarzas. Sobre un pantano fétido y monstruoso hallé la lira de Apolo. Sonó. Se reveló el secreto. Sin ti no existiría el arte.

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DE NO SER TÚ

De no ser tú, invisible, constante y voraz quien humedece mis sábanas con ruido de llanto y deseo. De no ser tú, risa macabra, sangre con sabor a miel, calavera de alabastro blanco, el tallo de una rosa entre tus dientes (así sangras, sí). De no ser tú, bálsamo del alma atormentada, veneno del risueño; de día sanan las palabras que enajenan por la noche. De no ser tú, silueta de cartón recortada por el artesano, amante de salón, sombra, murmullo, aire, tocarte es el misterio y hablarte, mi coartada. De no ser tú, muerte, espía de mi silencio, lazarillo de un alma ciega, corazón arrancado con tenazas. De no ser tú entonces pensarte no erizaría mi piel, no rugirían mis entrañas ni hervirían hasta fundirme. Mis huesos no caerían consumidos hasta convertirse en seda fina que arregla la paloma aliviada;

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porque de no ser tú, amor, sin callar las palabras que me abrasan, ni en paréntesis desearía yo estar vivo.

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HUELE A PUREZA EN TU HABITACIÓN

Huele a pureza en tu habitación. Hay lonas de almíbar resbalante en lugar de aire. Ignoro si has santificado la sala sacudiendo tu cetro de diamantes o si ya brillaba este oratorio de plata antes de que nacieras. Quiero vaciarme de paisajes, evaporarme entre tus manos, convertirme en templo, monumento tuyo, sagrado, opaco, entero. Ayúdame. Sólo aquí y ahora, contigo, seré animal de agua dulce. Oye cómo el mundo se extingue a través del cristal que llora. Oye gritar a tus ancestros por sobrevivir en la memoria. Oye cómo los niños juegan fuera. Se devoran los miembros y ríen a carcajadas. Preparan la cicuta que mañana masticarán imberbes entre llantos, como la fiesta de los gallos en una mañana de Oriente. Y mientras, yo me dejo inmolar por tus besos incendiarios. Deberían prohibirte por decreto porque el mundo muere de sed y yo me ahogo entre tus labios.

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DESEO

El deseo es un niño tembloroso y ciego. El azúcar de su despertar se esparce en la boca de la noche amarga. Su ciudad crece dominante y furiosa; como el espíritu de un padre matado se adentra en mí, silencioso y aplastante. Y no deja contestarle. He caminado descalzo por la piedra y el asfalto. He acariciado mejillas rosas de pureza y escuchado el bandoneón sobre ríos de tormento. He muerto en balnearios de sombras y cadáveres andantes abandonados. El alma es una verdad de piedra, pero solo una mirada en un instante puede cambiarla toda. De pronto, algo renace en el éxtasis de ya no estar aquí, sino en otro lado. Invades mi habitación con tu torrente y mi cuerpo y mi avenida, rociándolo todo de discreción y sabiduría de chamán. Eres de un color que destella. Irrumpes sin permiso, hablas y ya me devuelves entregado, valiente y sin penas a la calle donde nací. Ya conozco tus rincones, ya me miran tus secretos 11

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con ojos de lechuza domesticada. Se preguntan si fue todo tan cierto, algún día lejano, en algún otro lugar, como ahora en este páramo invadido por mi grito por fin acompañado. La ventisca gélida enciende el corazón. El final del túnel reserva más luz al viajero incansable. Y el deseo, abridor de carne y de verdad, se esparce en mil pedazos para que el alma, con su hambre, la reconquiste por siempre, en todas partes, cuando empieza el mundo otra vez.

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EL CIELO HA ENTRADO EN MÍ

Ya no necesito el trueno para sentirme vivo, ni agrietar las placas de la Tierra ni invocar a los espíritus más rabiosos hasta perder el aliento. Porque ya te he encontrado. Desterrado del mundo de los muertos, abrasado por el hielo en mi mejilla, devorado por los hijos de la carcoma– encontraron mi cadáver flotando sobre el mar y una nota que decía: mi cuerpo ya no es éste. Todavía me buscan en las casas abandonadas, en los restos del expolio, en el polvo que levanta el caballo infectado. ¡Pero aquí estoy, en la nota aguda de un violín, en el primer verso de un poema inacabado, en el sordo rumor de una ola! Porque el cielo ha entrado en mí, como el cangrejo que camina hacia adelante con voluntad de volver atrás. No lo sabes, no me escuchas, pero ya se abren tus flores en mi pecho. Ya soy nada.

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CONQUISTA

Hay arte y poesía y amor. ¿Por qué te escondes en una torre de barro con ventanas aquejadas por la falta de sol e insistes en fundirte lenta como una llama egoísta? Sal. Descubrirás rostros que desean ser ejemplo, piedra esculpida, grito en el silencio, ¡volumen! hasta sentirse forjados en alto-relieve. El león que en pleno sueño mantiene sus ojos abiertos lo sabe todo de ti. Intentas huir del testamento con tu desquiciante hermosura, sin saber que vuelas y seduces con alas de un cristal delicado. Bajo un agujero de deseos escondes tu más alta virtud: la omnisciencia. Para ti no existe la muerte. Sabes que siempre quedarás eterna, como una acuarela encontrada por un bibliotecario mendaz entre unas páginas ya olvidadas. Aquí eres la obra de un escultor que te soñó perfecta en sus proporciones. Alejandro conquistó tierras mientras tú conquistabas tiempos. Espero tu bienvenida renacida entre hojas de laurel y cantos de corneta.

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MI CUERPO ES UN MOLDE

Mi cuerpo es un molde de barro y sudor. Cuando te atravieso, todo vuelve a nacer. Las palabras ya no existen. Son el tallo débil de una semilla recién nacida que desea convertirse en rama. Tu aliento y el mío, olas de espuma blanca, no llegan a cruzarse en el cielo gris plomizo. Y sigues bailando. Si te soplo entre las costillas, huyes como un ciervo acechado. Si te ignoro, hiena vengativa, miras crispada, desorbitada y ríes histérica y huidiza. Siento el temblor de tus músculos, tensos bajo tu piel como un palpitar inquieto, ansiosos por mostrarse, y todo te impide dormir por las noches. Lo siento. Sólo te ofrezco savia. Un tumulto silencioso que no pretende ruido o gloria. No busques en mí corteza. Leo todas las líneas sobre la palma de tu mano. Conozco tus acciones desde su origen

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antes de ser simple molécula. Tu intención es más barro para mí. Como dijo un sabio, soy siete veces más fuerte que tú. No me retrae lo que salpicas. Tu destello es tan hueco como un cubo de cartón. Y te venero con el ámbar, la miel y el jugo que convierten tu cuerpo en materia porosa que filtra los deseos y conserva tu halo aún vacante, pobre criatura, con tanta luz incontrolada. Aunque me gustes como en un baile de instituto, el resto gracioso de tus gestos es incompleto. Porque mi cuerpo es un molde entero, furioso y directo y jamás podré encubrirlo con la materia superflua y simpática que necesitas. Aunque pueda fingir, no dejo un rastro simpático. ¡Sólo puedo guardar una figura en la vitrina con el molde, tuyo también, de escapes y rendijas! Aunque crea en ti, aunque todo sea el destello de un tercer sol que has creado, aunque tus pasos en la noche sean los pasos del vacío –y también del vicio–

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guardaré una forma de ti. Guardaré una forma de ti. Pues cien libras de carne de un judío valen tanto como tu danza en la noche del diablo.

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UN ÁNGEL

Un ángel viene a hacerme compañía con su olor a nube y sus pies estrechos. Un ángel juega con su pelo de estopa y me cuenta los secretos que callan los suyos. Las gaviotas vuelven a su nido con su canto durante una mañana de verano. Los galápagos se arrastran con pereza hacia los lugares donde fueron felices. No llores, ángel de amargura, que algún día serás humano y las lágrimas de tu tez rosada serán gotas de amores perdidos.

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ME CONVIERTO EN TI

Siete ángeles altaneros vuelan a tu alrededor. No ves sus guadañas a la espalda, no hueles el veneno de su aliento, no sabes que tras ellos aguardan siete diablos hambrientos. Dicen que un amante se convierte en el otro si se abrazan delirantes hasta quitarse la vida. Veo el deseo en tus ojos; el mío. La vida me contagia tu boca, tus uñas, tus muslos; los míos en su cruz ardiente por haberse encarnado sin aviso, por capricho, encarnado en ti. Eres roca caliza, eres la lluvia y la historia viva; la tierra que pisaron los primeros colonos, la sal que habita en los corales, la encarnación del primer amor. Eres el poso de todos los hombres y todas las mujeres que han existido hasta hoy. Igual que el azul del mar es un reflejo del cielo que mira, en este templo abandonado de igual modo me convierto en ti. Mi piel se transforma en la tuya, mi mano en tu mano, mi pecho en tu pecho. Y mi corazón es el tuyo.

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Y lo que no dices me transfigura, me hace habitar un cuerpo que sí, es el tuyo.

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TAL VEZ

Las lágrimas de la lluvia del otoño reciente dibujan augurios sobre un cristal de piel agotada. Intento cazar sombras que alimenten un pecho –tal vez el mío– y llenen estos versos de rincones oscuros. Pero todo es ahora luz uniforme y luz perfilada, luz misteriosa que cubre lo lejano como ese amanecer que aún asombra al contemplarse, ahora y por siempre como una segunda primera vez. Sólo imagino el carbón y el diamante deseando ser encontrados en el subsuelo de humedad inquieta como niños jugueteando en la penumbra sin saber que su premio es la estrella que brilla a lo alto, con las de su especie. Sin saber que el premio es el dulce que siempre han tomado. Tu forma es un país por descubrir. Tu cuerpo, un continente. Tus labios, un arrecife aún no encontrado bajo los mares de Neptuno. Y tu piel es un barniz sin nombre, el suero de un moribundo, el elixir de Lázaro resucitado. Cuántas veces caí y cuántas me he levantado. Cuántas veces he muerto por hablar con un corazón mal aconsejado. Sobre un pedestal de bronce con bordes de aluminio he dicho lo inconfesable, lo prohibido, lo muerto. He dicho te quiero. Como en el laberinto del Minotauro doy vueltas sin creerme en mi deseo. Me niego a seguir pensando en nubes insípidas

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pero ellas me definen y soy yo. Tal vez seas una nueva nube de sabor dulce que la inquietud insípida, incolora e insaciable estaba esperando. Tal vez seas la forma que la soledad de una lágrima de lluvia del otoño reciente necesita abrazar.

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SIENTO UNA ATRACCIÓN POR LA PUREZA

Siento una atracción por la pureza, una inquietante atracción turbadora y purgativa por lo simple, decente y bello. Una mirada esquiva que no quiere verse en el espejo me dice que sí, que tengo razón, que de repente el arte de lo clásico, su canon de contemplación, orden y equilibrio, tienen sentido, como la sorpresa que produce reencontrarse con un alma tormentosa ahora pacificada durante una visita al lago un domingo de primavera. Me pregunto quién fue el creador de la belleza. Porque no puedo más que admirarla. Bellezas sumerias, bellezas helénicas, bellezas salidas de un poema de Kavafis cuando en su belleza sin poeta que la cante, el poema se escribe solo. Te dibujaré, te quiero esculpir, te voy a convertir en palabras; son el acto de amor más puro que se puede manifestar, porque arte y amor se funden y se crean en un solo deseo: el otro. Y luego está la carne. Carne bautizada, carne de liturgia, carne que consagra con sólo poner la mano. Labios humedecidos por las lágrimas, mejillas de arena dolorida, un costado que resume el mundo en el cuerpo que no se aprecia; todo recuerda que hubo un Edén y perdura en silencio bajo bocas sepultadas. Lo hemos ido reduciendo 23

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historia tras historia, sueño tras sueño –como la mariposa que prefería ser gusano– hasta olvidar los placeres y bondades que nos unen, todos los nombres con que nos llamamos. Perfección, el tuyo tiene las letras de la fragilidad. Ay, pero no es posible enjaular el amor en una cárcel de palabras o colores. Sería como condenar al criminal antes de cometer su obra, o elevar una atrocidad a la categoría de milagro (que lo es, como el nacimiento). Lo que queda del amor son las cenizas si no distingues el nombre del otro escrito día tras día con piel de nube bajo el cielo. Arte, historia y amor no son nada sin sus normas, porque el tiempo avanza pero ellos permanecen.

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II. EMBRIÓN CREO EN UN REINO DE ARTISTAS

Creo en un reino de artistas donde el límite de las acciones lo marca solo el ozono. Nadie conoce el sufrimiento porque todos somos ángeles expulsados de un paraíso que supimos recuperar. * Allí todos vestimos de algodón. Llevamos calzas, guantes y amuletos al cuello. El hablar es disperso y libre y los que hablan, enloquecen al resto y los que escuchan se dejan poseer. Allí, vivimos atrapados en gelatina dulce y cada suspiro es una pequeña muerte por lo que pudo haber sido un huracán. En una tierra de nadie, en el aire conquistado compartimos el ámbar y el azufre, porque sólo importa crecer y explotar y extasiarse y soñar sueños como filtros de amor dirigidos a todos y a ninguno. Yo ya no soy yo y tú ya no eres tú. El presidente de nuestro gobierno es un acróbata con lentejuelas; los ministros y empresarios, encargados de perpetuar el orden, actúan de cantantes en su opera rock; los religiosos y árbitros de las costumbres, pintores deconstructivistas, viven en veneración y alcoholizados. Los ciudadanos imitan a poetas malditos; y desde el subsuelo, ruegan por la salvación. Intercambiamos voces –emociones encubiertas– con la desesperación del náufrago en su isla desierta. Nos devoramos todos el alma 25

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intentando no afectar nuestra piel. Nos amamos, nos matamos, nos sentimos mientras pasan los días sin grandes destellos. No nos importa mutilarnos. Y nos trasciende un sentimiento mayor al del país que un día regalamos. Allí sólo se permite crecer. La delincuencia y odio en las calles son la exageración del alma que prueba el arte del otro (solo el arte). Porque allí todo es un juego que permite reír, llorar, morir y luego, tras el estallido y la tormenta, permite acariciarnos. Tu capacidad de leer al otro, de imaginar, construir y explorar es la que interesa en este reino. Somos fuegos inmortales y simpáticos que quieren pisar todos los suelos. Nos hablan de un nuevo siglo sin saber, acaso, que un nuevo siglo siempre vive. Nuestros intercambios son distintos. Con la velocidad de una gacela comunicamos al paso de una leve mirada. El líquido de nuestro interior se multiplica con un apretón de manos. Porque allí todo ha cambiado: todos somos mensajeros de la belleza, del notario al artesano, del maestro hasta el feriante, desde el rey hasta el mendigo. Volvemos a escuchar. Espíritus inquietos… Y el prójimo es un país por descubrir, de nuevo, allí. Creo en una patria sin documentos, con la filigrana como moneda de cambio y el ciclo de las pasiones como medida del tiempo. Los trabajos del bardo y el trovador resultan los más cotizados. 26

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Bebemos sólo chorros de verdad y sólo comemos palabras y calmamos el alma. Los momentos de celebración son éxtasis de nosotros y en la noche trazamos quimeras sobre arena. Si nos dijeran que este mundo iba a acabar mañana, que solo es posible en una fantasía sin dueño, que somos hormigas encerradas en una canica de esmalte caprichoso, nos reiríamos con discreción, seguiríamos festejando y dejaríamos de escuchar esa voz. Porque aquí la fe es nuestra fe, podemos nublar el cielo, levantar los océanos o encender el sol a nuestro antojo. Porque naturaleza somos nosotros y todos somos Dios y cielo, océanos o sol son extensiones de un cuerpo nuestro, fantoches y sensaciones: si cerramos los ojos, se desvanecen. En este mundo no hay gravedad y una rosa no es una rosa sino la explosión del deseo por conseguirla. Los bellos se hacen cada vez más bellos y los infames acaban supurando su asco. La única maldición aquí es la de uno mismo. Tu actitud es la del final de un concierto de madrugada: cuando todo vale y tus normas han caído, nosotros –ellos– empezamos a actuar. * Siéntete libre en este reino. Puedes enterrar el cadáver de tu vida presente. Puedes reír, llorar y morir luego. Porque existe –existimos–. Y si alguna vez desearas volver a tu forma corpórea estaremos aquí para impedírtelo. Te hablo a ti, amor, cuando digo que creo en un mundo sin formas. 27

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* Vive. Crea. Escucha. Porque mi reino soñado, aunque no lo creas, ya existe en éste.

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III. ALUMBRAMIENTO OIGO UN ECO

Oigo un eco de violines furiosos chirriar en la lejanía. Se preguntan cómo el sebo pudo hacerse músculo. Se lamentan por su tiempo frágil y hueco, el dulce tiempo en que un día fueron dios. La belleza ha existido, certera, como el pisapapeles sobre los documentos de expropiación de mi alma. Ahora queda una gota de saliva, una mancha de semen, el segundo de eternidad entre las dos bocas que se devoran. La religión es el nuevo instante. Los violines y el instante fueron uno desde que dejaste de creer en mí. Ya no soy pasto de los buitres. La carcoma te ha consumido y yo me elevo como aprendiz de brujo, renacido, sin fórmulas. Tu decadencia es jazmín. El eco se ha vuelto voz.

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SERES DE AMOR

Seres de amor hirvientes. Bebéis sangre por vino. Sería aburrido hiriente si todo pudiera convertirse en palabras. Rezando entre las dunas. Hambre infinita. Con estrellas y poesía en vuestro pecho. Hablan de inadaptados, vagos, soñadores, hablan de gárgolas y peligros sociales; sabed que hablan de vosotros, seres de amor. Soñé con el trigo triturado de un molino viejo. Soñé con los sueños de guerreros caucásicos. Soñé que volvía de la mano de Ulises y os encontraba sobre roca caliza en el brillo de los ojos de David, en el rastro del explorador fatigado mientras devorabais carne bendecida, supurabais aceite de cocaína, matabais a vuestros padres sin saber que sabíais. Inmortales son los dioses grotescos. Inmortales son las palabras al viento. Inmortal es la mano de bronce y escayola que regala el aliento 30

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donde nace la vida, donde no había nada ni siquiera un vacío. Inmortal es el tiempo –el que envejece– y agrieta el rostro y descubre las costuras hiladas en el traje. Embellecidos por el arte de látex y amoniaco, corazón eléctrico. Sabed que sueño con fiestas dionisíacas, donde todos somos hijos cegados por Odiseo mientras rastreamos el terreno donde serán cavados –oh, sí– todos los muertos. El camino de los ídolos que murieron jóvenes –pobres mausoleos– os arrastran alcoholizados entre nubes de grafito, buscando corazones de mugre y lodo que os resuciten. ¿Ya estáis muertos? Una muerte prematura para seres prematuros. Nadie se libra del horror, ni siquiera el verdugo. * Trascender la carne y el vino. Renunciar a la inteligencia. Renunciar a la bondad, como una escuadra hacia la muerte. Así corréis y saltáis, ahuyentados por la maldición: así actuáis. No buscáis símbolos de una nueva era. 31

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Para qué cavar pozos con fieltro suspendidos en la caída, temiendo el destello de la luz y la honestidad de la lluvia, la caricia de la hierba y el poder de un cuerpo apresado en otro. El viaje que más revive es el que termina en su comienzo. La abeja reina fue destronada. El nuevo individuo solo existe en grupo y habla sin palabras. Qué es una palabra. Sólo el sudor hace real. Seres de amor. Tocar. Sudar. Bailar. Compartir un instante de éxtasis confesando lo que nadie dice. Dejad escucharos. Dejad ver que existís. El sudor son las lágrimas que la piel llora sin consuelo. Y el cuerpo explota con la ansiedad de recuperar lo que fue hace un millón de años. Sueña con quemar la fibra óptica, el código binario y la corriente alterna. El cuerpo desespera por encontrar derretido otro cuerpo igual. No hagáis caso a la filosofía. No confiéis en la ciencia. No leáis 32

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las sagradas escrituras. Sólo sentid el vuelo perfecto de una mariposa, la música en una voz, los poros abiertos de una piel. Dejad que la nube tímida y nerviosa se filtre por las venas y circule por las tripas. Dejad que la luz incontrolable, mediante un escalofrío, haga escapar el deseo que aguarda mudo y lloroso. Aquí, ahora y siempre. La vida enterrada es la que no ama.

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CUERPOS

Cuerpos de escarcha. Cuerpos sedientos. Cuerpos de caucho. Al amanecer serán el vaho de un suspiro. Quisiera ser otro para esto. No quiero conservar tu olor, tu piel, tu voz en una urna de cristal. Sé que me perdonas. En tus palabras hay sueños dulces de barro y carmín. Pigmentos de un color inexplorado que pretenden furia y éxtasis. Y cuando naces todo es presente. La repetición de un pasado y la premonición de un futuro que ya conoces. No es suficiente. Pronuncias mi nombre y es como la primera vez que se pronuncia. Me dejas fumigar tus flores sin el permiso de los que me precedieron. Y me lavas con tus manos, tus manos ya rugosas, en tu bañera de coral. Pero tu rostro cadavérico y tu hablar tembloroso del que no sabe lo que hace huelen a mugre y betún. Yo sólo busco el vuelo el olvido, el instante no saber si estarás ahí cuando te necesite porque somos cuerpos inciertos eternos e inmóviles 34

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como la piedra cuerpos ingrávidos cuerpos celestes cuerpos de llanto. No quiero morir con esta herida que no se cierra en cicatriz.

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A UN ALMA SEPARADA

¡Cuánta pasión, cuánto celo, cuánto arraigo! Cuántos mares de palabras, cuánta inquietud. Los terneros no encuentran un camino de vuelta. Los juncos no tienen por dónde seguir creciendo. Pero tú creces y creces desorbitado y rompes las raíces de la construcción. Cómo puedes caminar tan rápido sobre el agua. De qué forma hilas el finato del príncipe con la rabia desatada del mendigo. Dime quién te enseñó a controlar el fuego. Pero ante todo dame las palabras necesarias que me conviertan en discípulo de vida aventajado. No puedo probar tu veneno calculado porque no quiero acabar convertido en ti. La música en tu voz, en tus ojos y en tu piel son un latido mayor del que pueden soportar mis tripas. Con tu sueño duermo cada noche y con sólo una explosión, la muerte sueña conmigo. Mil son los poemas que te he dedicado como miles son las vidas a las que te entregas. Cuatro cuartos te marcan el alma y sólo uno de aliento me regalas. Pero habrá en el mundo savia suficiente que alimente la arboleda de mi triunfo el triunfo de saber que has existido y la derrota de verte en mi claroscuro caminar ciego en la penumbra.

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EL POETA

El poeta escupe. El poeta insulta. No se presenta cada mañana en tu balcón. El poeta ama. El poeta arde. Merece la muerte y la beatificación. El poeta sueña. Desespera. El poeta miente contra voluntad. Confunde letras y vocales y se pierde en tus anáforas. Si pudiera armar palabras, ya no estaría aquí. El poeta es mimbre. El poeta es sal. Odia cuando llega el final. El poeta vive sin permiso. El poeta ignora lo que dice. Repite emociones en bucle y regenera en cada gesto. Perdónalo en su riesgo. Pero tu hermosura reverbera y le hace debatirse entre el bien y el mal. Márcale una pauta o arderá con su demonio. El poeta no sueña. Vive. El poeta no piensa. Actúa. Imita tu gesto, vuela hacia el sol, observa callado la lágrima en tu risa y muere por un segundo de amor. 37

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El poeta escupe. El poeta insulta. No se presenta cada mañana en tu balcón. El poeta ama. El poeta arde. Merece la muerte y la beatificación.

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TE SIGO AMANDO

Cuando me siento ante tu portal de música y de madera a esperar tu llegada me invaden las nubes y el vómito que un día compartimos sin espías en la noche, sin dios benefactor, sin cámaras de vigilancia. Por tu imagen me convertí en escarcha. Cruzando tu portal, comprendí que el secreto de las rocas no se mide con versos ni palabras, que el oasis en el desierto amigo eran tus besos, sólo tus besos. Que desde ahora, desde ahora, no existe nada a menos que tú le pongas nombre. Te sigo amando. Con el dolor del pájaro que canta aun herido, con el enfermo que gime de madrugada, con las olas que no llegan a alcanzar la bahía y convierten sus lágrimas en una historia olvidada, en paloma que aletea indiferente al mundo de cemento. Así te sigo amando. Cuando paso ante tu portal de pena y deseo, las flores marchitan sin cura alguna. Desearía ser el dios de todas las voces para llamar tu atención, corromper tus versos corruptos y conjugar la paz y el caos del beso infinito, inseguro y vicioso de tus labios inertes.

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Y QUÉ HAGO

Y qué hago con los recuerdos con poso a hierbabuena y perejil. Qué hago con los himnos que escuché rabiosos aquel amanecer adolescente de junio. Qué hago con la gloria que atraía hasta a los dioses mientras lanzábamos con furia al mar nuestro calzón aún decente. Qué hago con tu pelo, qué hago con tus piernas, con el ombligo que tantas veces besé. Cómo te huelo, cómo te toco, cómo trepo ahora por tus caderas con lujuria de simio, como solía hacer. No quiero hacer rimas con el tiempo. Sólo puedo decir adiós. Que fue un viaje intenso. Que encuentres los sabores que cada alimento ofrece. Que no desprecies la virtud cuando la tengas delante. Que seas bueno y dulce como un jarabe de menta fuerte, cuyo sabor nunca se olvida. Que me mires fijamente y pueda leer en tus ojos repitiendo en voz alta sin miedo a equivocarme: sí. Valió la vida.

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UN COLIBRÍ

Un colibrí revoloteaba a solas en el aire. Se ha posado en mi balcón mientras yo respiraba y me ha cantado. Quería recordarme qué sabor tiene el amor que nace, a qué huele, cómo se siente su tacto de suave pelaje. Me ha permitido acariciarlo –aún la mañana se embriagaba de rocío– y en la nota final de su silbido, mientras volaba hacia otro balcón solitario, ha olvidado recordarme las notas que se entonan para decir te quiero.

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EL FÉNIX LLEGÓ A SU FIN

El Fénix llegó a su fin contigo. No se puede apuñalar una nube o acariciar el sol o abrazar el rocío. Los recuerdos son un metal helado que se enciende con el fuego. * Tú, amante despechada, arrogante, macabra y viciosa. Tienes costados pornográficos, morros de sabueso, mal aliento, una voz egoísta y llagas abiertas por el cuerpo. Me sigues por las aceras perdida, loca; me cantas, me escribes, me mandas poemas de amor sin saber que solo guardo para ti mosquitos muertos. La materia de la que están hechos los sueños no existe. Eres vivaz e inteligente, te disfrazas en carnavales, te encanta besar. Tú no masticas, devoras. Desplazaste el ojo del huracán con un relámpago de lascivia. Ahora sólo queda el recuerdo de un metal frío que se enciende con el fuego (bis) incapaz de prender. Si conocieras todos los secretos, si oyeras todas las voces 42

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Alumbramiento

con sus tonos y volúmenes, ya habrías desistido. Soy un crisol de colores, una montaña de ideas, una galería de perfumes. Tantos… como jamás podrás ver, pensar u oler en toda una vida –la mía. La marea está ya quieta con sol y con luna. El estertor de la muerte (muerte contigo) es ahora el primer suspiro en el día de una virgen. Tus maleficios son hoy magia sobre un títere. No importa que no creas en la belleza. * El Fénix llegó a su fin contigo. El óxido se vuelve moho con tu imagen y de ahí florece la vida de nuevo. La primera forma de vida. Nunca podré olvidarte.

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Alumbramiento

Marcos Gisbert

En Valencia (España), versión a día 10 de junio de 2012

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