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Alonso de Sandoval, un jesuita que le quiso cambiar la cara a un esclavo negro In memorian Profesora de historia, Just

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Alonso de Sandoval, un jesuita que le quiso cambiar la cara a un esclavo negro

In memorian Profesora de historia, Justina Saravia Viejo

Agradecimientos al historiador José de Jesús Hernández Palomo, por sus asesorías y aportes, los cuales hicieron posible este trabajo.

La Compañía de Jesús -Alonso de Sandoval-: La compañía de los negros esclavos llegados al puerto de Cartagena de Indias en el siglo XVII. Nos remite la historia al encuentro de un padre con su hijo: Dios y Jesús, San Ignacio de Loyola con Dios, quien recibe un llamado de él y funda una comunidad con el nombre de Jesús Nuestro Señor. Posteriormente, uno de los prelados de esta comunidad en las Indias Occidentales, Alonso de Sandoval, escucha el llamado de Dios para con esos pobres negros, esclavizados, comprados y vendidos como mercancía en el puerto de la ciudad de Cartagena de Indias. Él desea salvarlos y convertirlos al cristianismo, porque eran ignorantes de la religión cristiana y debían ser evangelizados para salvar sus almas. Alonso de Sandoval, no negaba que ellos fueran inteligentes y tuvieran alma, consideraba que simplemente había que adaptarlos a la nueva forma de pensar y actuar. Con esa idea se puso a la tarea de liderar una salvación para que sus almas pudieran liberarse en el otro mundo, ello a través de la aceptación y el padecimiento de la condición social y económica de la esclavitud. El prelado realmente no cuestionó la esclavitud, pensó que era causa de una condición humana o filosófica, más bien de creencias que giraban en torno a las circunstancias que resultaron del descubrimiento del Nuevo Mundo, las cuales conllevaban a su aceptación a un nuevo amo: Dios Nuestro Señor, el de la religión Católica. Pero la compasión y el padecimiento de estar junto al negro, le llevaron a una situación de goce con el otro, de tal manera que resultaría difícil que su camino le llevara a la liberación de su misma condición. Por mucho que lo hizo, no lo pudo cambiar, el negro siguió siendo ese objeto de mercancía, que a pesar de poseer una identidad histórica particular, terminó por adaptarse a las condiciones sociales y económicas de la Colonia hasta la desaparición de la esclavitud en el siglo XIX. ¿Quiso Alonso de Sandoval, cambiarle la cara a un negro? ¿Tuvo el poder? El amor al prójimo, al semejante, era aceptarlo en su diferencia, y el negro en parte se resistió adaptándose al medio, conservando su identidad.

Abreviaturas

A.C.P.S.J.C.H. Archivos Curia Provincial, S. J., Santiago de Chile A.H.P.P.S.J. Archivo Histórico de la Provincia Peruana de la Compañía de Jesús A.R.S.I. Archivum Romanum Societatis lesu. Roma. A.H.N. Archivo Histórico Nacional, Madrid. A.G.I. Archivo General de Indias, Sevilla. A.H.N. Archivo Histórico de la Nación, Bogotá. A.N.C. Archivo Nacional de Cuba, La Habana. Archivos Curia Provincial, S. J., Chile (A.C.P.S.J.C.H) Archivo Histórico de la Provincia Peruana de la Compañía de Jesús (A.H.P.P.S.J) Archivum Romanum Societatis lesu (A.R.S.I) Archivo. General de Indias. Sevilla España. Archivo Histórico Nacional. Madrid, España. Archivo Histórico de la Nación. Bogotá, Colombia. Archivo Nacional de Cuba. La Habana, Cuba.

Índice

Abreviaturas. Introducción. Capítulo 1. El concepto de esclavitud en Alonso de Sandoval. Capítulo 2. La educación del negro en las Indias Occidentales. Capítulo 3. La Compañía de Jesús y los negros. Capítulo 4. El esclavo negro como mercancía. Capítulo 5. La comunidad Afro-americana: sus formas de resistencia. 5-1. Los esclavos como grupo social. 5-2. Las religiones de los esclavos en las Indias Occidentales. 5-3. Los palenques formas de convivir y resistir. Capítulo 6. La inmigración de los esclavos negros a Europa y las Indias Occidentales. 6-1. Los europeos en busca de mano de obra barata en África. 6-2. La trata de esclavos negros. 6-3. El comercio de los esclavos negros en la costa Occidental africana. 6-4. El comercio de los esclavos en la costa Oriental africana. 6-5. El comercio entre los tres continentes: África, Europa y las Indias Occidentales. 6-6. Las consecuencias del comercio de esclavos negros. Bibliografía.

Introducción

La religión en la época de la Colonia jugó un doble papel: por un lado fortaleció las relaciones de poder de las élites y de la propia Corona de España en las Indias Occidentales; y por el otro mantuvo el control sobre los distintos sectores sociales, tales como el de los esclavos, esto fundamentalmente en lo que tiene que ver con el ser negro, su alma, su cultura y su identidad. El jesuita no se pudo relacionar con la temática del negro de una manera singular o particular, como lo han pretendido afirmar algunos estudiosos del tema, ya sean teólogos, historiadores u otros especialistas de las humanidades o ciencias sociales, quienes hayan podido escribir algo sobre su obra. Hay que ubicarlo en el contexto de los siglos XVI y XVII del período colonial, en el que las coronas de España, Portugal, entre otras, ejercieron su control sobre las Indias Occidentales. Enriqueta Vila Vilar aludía a dicho personaje como un gran intelectual de rango medio, ingenuo e infantil, cuyo interés no era ocupar puestos de alta jerarquía -aunque apostó por ser rector del Colegio en Cartagena, siendo destituido por su mala gestión-, sino obrar según el llamado que Dios le hizo a hacer caridad entre los pobres negros que iban en los navíos a los puertos de las Indias Occidentales. Su servicio estuvo entonces entre el llamado de Dios y el de esas pobres gentes, era pues el puente para su salvación y la reconciliación que encontrarían en el Nuevo Mundo. A pesar de su labor de caridad entre los negros esclavos, Alonso de Sandoval realmente no supo o no quiso saber sobre las implicaciones del sistema esclavista, pensó que con su trabajo “resolviendo” los problemas de esa gente, se ganaría el cielo y sería recordado por su obra. Tal vez esto último lo lograría, pero al plantear críticas a la gestión de su Compañía, al ver que lo que se hizo fue resolver y afianzar todo el entramado mercantil y financiero de un incipiente capitalismo que se iba consolidando en las principales ciudades de Europa y América, mientras que los problemas de justicia social, económica y cultural quedaban en papel mojado porque el interés por cambiarle la cara al negro que llegaba desnudo para vestirlo de otra manera y educarlo resultaba el objetivo principal; se comprende, entonces, que su labor con los esclavos no llegó completamente a buen puerto. Lo que hizo la Iglesia y sus comunidades fue afianzar la resignación del esclavo a un sistema esclavista que no fue cuestionado como modo de producción. La Iglesia creyó que podía salvar al negro de la situación en la que llegó a América. En realidad, la adaptación del negro al Nuevo Mundo fue precaria debido a la conflictividad existente entre los grupos sociales que habitaban las Indias Occidentales: vivenciaban percances con los aborígenes, los blancos y en algunas oportunidades con las comunidades para las que trabajaban en las haciendas, como la Compañía de Jesús. Era realmente ingenuo pretender resolver un problema no atacando la causa, pensando que era algo moral, religioso o consecuencia de su inmadurez; porque a veces se creyó en la omnipotencia de otros -lo que no es sino una ficción-, disfrazando el poder de Dios, adaptándolo a los intereses de la Corona y no de los otros, los más necesitados. Aquello se vuelve perverso al pensar que Dios tenía respuesta para todo. Alonso de Sandoval, cuando optó por ser un religioso de la Compañía de Jesús y ejercer su ministerio en las Indias Occidentales a favor de los pobres, se encontró con un paisaje particular en el puerto de la ciudad de Cartagena de Indias a comienzos del siglo XVII: en este se encontraba plenamente activo el negocio de trata de negros esclavos por intermedio de los mercaderes y sus respectivos asientos que hacían legal dicho comercio entre los dos continentes, el africano y el americano.

Las condiciones eran realmente infrahumanas y miserables, así las llegó a calificar el mismo sacerdote ante la indiferencia de las gentes del puerto de la ciudad. Ello, según este testimonio, era la invitación que Dios le hacía por intermedio de esa “pobre gente” para que les salvara de la situación a la que estaban sometidos, pero no tanto su situación material, sino lo más importante para él, lo espiritual (sus alma). Había que ponerle otra cara, pero ¿cuál? La cara no de lo que fue el sistema esclavista y sus consecuencias, sino la del alma del negro, que ya venía en falta, en pecado, desde su lugar de origen. Se partía de la concepción de que la esclavitud era una situación realmente necesaria para salvar a esas pobres gentes, como lo llegaron a considerar en más de una oportunidad Alonso de Sandoval y muchos de los prelados que accedieron a evangelizarlos. Fue muy importante la influencia de Santo Tomás de Aquino y San Agustín en la concepción que la escolástica tuvo sobre esas gentes y, en general, sobre la educación que se les debía impartir a ellos y a todo lo que era Occidente en las colonias conquistadas por los europeos. El esclavo en la época de la cultura Griega fue pensado como una cosa, diferente al ciudadano o al ser humano educado y gobernado con justicia dentro de una democracia. Para ellos los esclavos eran de alguna manera sinónimos de los bárbaros, de aquellas gentes sometidas a una dictadura, a un despotismo, en el que había una ley que un gobernante establecía para su provecho y no para el de su comunidad. Los esclavos dependían de un amo, de su ley, y por lo tanto debían obedecerle y cumplirle. Para Aristóteles la esclavitud era una situación natural, entendiendo esta, no como algo con lo que se nace, sino como algo que es producto de una serie de situaciones dentro de un contexto. La Iglesia recogió el contexto filosófico de Aristóteles adaptándolo no mecánicamente al criterio de la doctrina cristiana para su aplicación en el terreno de la evangelización, sino bajo la inspiración de la doctrina escolástica. Según esta visión el esclavo no tenía ley, no porque no tuviera alma, educación, ideas propias o criterio para gobernar; su ignorancia tenía origen en la moral, y es que no tenían a Dios como lugar de saber, este no era principio y fin de una causa o conocimiento, que es lo que se pretendió inculcar a los negros para salvar sus almas de las pasiones o de los afectos del cuerpo, porque esta era la cárcel de aquella otra y de lo que se trataba era de poner en orden las dos naturalezas cuerpo y alma. Según la Iglesia católica, los negros debían ser salvados porque padecían las situaciones del cuerpo no solo por su naturaleza individual, sino como colectivo perteneciente a una otra cultura que adoraba ídolos de barro y que se sometía a los designios de falsos dioses. El pecado original estaba en el cuerpo, la sexualidad debía ser condenada, y para ello hay que reprimir y poner a salvo las almas de los gentiles. Las Indias Occidentales eran la tierra prometida para salvar a los negros de los peligros de una cultura y una tradición histórica que no tenía en cuenta a Dios como principio y fin de la vida. Comenzamos por la justificación del negocio de la trata de esclavos negros durante el período colonial en los territorios de las Indias Occidentales controlados por la Corona de España, y con las consecuencias a las que dio origen tanto en los países de procedencia como en los de llegada, no solo en lo económico sino sobre todo en lo social. Una de las preocupaciones de la Iglesia como poder eclesiástico -diferente al civil-, fue la evangelización de los aborígenes y de los negros esclavos traídos al continente americano. Para ello, la tarea recayó de manera intencionada en las comunidades religiosas que ya se habían asentado en los territorios de las Indias desde los comienzos de la conquista. Fue de esa manera que las comunidades religiosas lograron ocupar un papel relevante

en el tema de la evangelización, ante cierta indiferencia y poca seriedad que evidenciaban la Iglesia en general y la Corona, las cuales no habían cumplido con los deberes que de ellas se esperaban. Ante este “ vacío” institucional, la Compañía aprovechó la situación para hacerse dueña de dicho espacio y tarea a seguir, como lo era la evangelización de esas “pobres gentes”. La Compañía de Jesús, para sacar avante dicho proyecto, sostuvo una economía que se sustentó en torno a la actividad productiva de las haciendas, convirtiendo a los colegios en los ejes de coordinación de la Compañía en los territorios donde esta estaba asentada. La Compañía mantuvo un organigrama piramidal según el cual cada persona tenía a varios a su cargo, de tal manera que cada uno finalmente tenía responsabilidad por el oficio del otro durante el período en que llevaron a cabo la evangelización en los distintos territorios de las Indias Occidentales, entre los que destacan: los virreinatos del Perú, Quito y Nueva Granada, la zona del Caribe con Cuba, y en Centro América con México. La Corona de España sostuvo una situación contradictoria al tratar de controlar y contrarrestar las dificultades que tuvieron para evangelizar al negro, mientras lo sometían a vejámenes físicos y morales, que según la misma Compañía iban en contra de la dignidad de la persona y sobre todo de Dios, pues esto se consideraba una ofensa hacia él. Situaciones como estas la Iglesia las elevó al rango de problemas morales y no como productos o efectos del mismo sistema esclavista, el cual se caracterizó no solo por explotar a los negros, sino además por usurpar su cultura o identidad étnica. Los trató como seres a-culturales, a-históricos, sin política, en un Estado centralizado como los de Occidente. Además, por no tener memoria histórica, porque carecían de un sistema de escritura como el de Occidente; eran considerados por eso brutos y gente pobre, vivían como gentiles a decir de la Iglesia. Esta fue la lectura que hizo Sandoval del negro en las Indias Occidentales, la cual estuvo respaldada por la misma Compañía de Jesús y la Corona de España. Pero los negros se “liberaron” en cierta forma de algunos de los efectos de la esclavitud. Sobre todo buscaron un poco más de libertad de movimiento y reivindicaciones en cuanto a alimentación, vivienda y vestimenta, con el fin de hacer un poco más dignas sus condiciones de vida. Pera el sistema esclavista, como productivo y educativo, se impuso a la mayoría de ellos, a pesar de los cambios que pudieron conseguir aquellos que escapaban del control de sus amos hacia los palenques, barracones, plantaciones; donde podían conformar un ambiente acorde con sus antepasados, manteniendo en un mínimo sus costumbres e identidad, en adecuación con su lugar de origen. Los cimarrones fueron un canto a la libertad, sin embargo -e inclusive para la misma Corona de España-, se constituyeron en un problema de orden público, ya que muchos de ellos se dedicaron al pillaje y, de alguna manera, a sembrar el caos en el campo y la ciudad. En muchas de esas incursiones los blancos mandaron algunos soldados para combatirlos, pero su fórmula no dio resultados ya que los negros seguían incursionando en las haciendas de sus amos, armando revueltas para reivindicar el derecho mínimo a ser tratados como personas y no como bestias. En las haciendas de los jesuitas se presenciaban muchos ejemplos de los castigos físicos a los que eran sometidos los esclavos, como también la falta de una alimentación y vivienda digna. Esta situación había sido constatada por muchos visitadores de la Compañía, a lo que alegaban los jesuitas que ellos habían interpuesto en más de una ocasión estos problemas ante sus superiores. En la lectura que hemos hecho de las visitaciones, sin embargo, no se hace mención a las revueltas de los negros. Los negros huidos se organizaron en palenques, sitios que estaban ubicados estratégicamente para que los negros cimarrones tuviesen un espacio en el que pudieran ejercer su autoridad y tener más libertad, esto acorde a sus

normas y leyes, heredados por sus antepasados y que no se podían olvidar dentro del Nuevo Mundo, o cultura de los blancos a que estaban sometidos. En estos espacios ellos se organizaban por las etnias o por la región de donde procedían; no se sentían como individuos aislados, todo lo contrario, era una organización jerarquizada de acuerdo con una autoridad que se constituía como líder y que transmitía toda su sabiduría y conocimientos a los demás. Las comunidades en los palenques eran solidarias y recreaban con sus fiestas algunos ritos y ceremonias relacionadas con sus dioses. Por otro lado las cofradías que había institucionalizado la Iglesia para controlar los espacios de los negros africanos, enseñándoles la religión cristiana fuera de las parroquias, fue un elemento que aprovechó el negro para adaptar algunas costumbres o valores de su religión y cultura a las de Occidente, sobre todo en lo que se refiere a las deidades occidentales: celebraciones las conmemoraciones a santos y vírgenes, o la procesión del Corpus Cristi en la que el negro participaba con algunos bailes o danzas para darle más relieve a la fiesta. Pero a pesar de ello, las cofradías y cabildos eran reuniones en las que los negros podían mantener una mejor cohesión social y poder, en comparación con aquellos otros espacios donde se les relegaba mucho por no tener valor de importancia. Tal era el caso de la discriminación que sufrían cuando en fiestas patronales o locales salían últimos dentro de un desfile, o en las ocasiones en que en algunas cofradías de negros se aplicaba la llamaba pureza de sangre; es decir, donde primaba sobre todo el color y algunas etnias eran consideradas de mayor importancia por el número de los que la conformaban. Pero, de hecho, las cofradías 1 de los negros que se hicieron con cierta independencia de las cofradías hechas y vigiladas por la Iglesia, realizaban sus propias prácticas de manera abierta y sin ningún control, porque en algunos casos se denunciaba que se reunían para hacer sus ritos y planear algunos pillajes o robos a los campos. Por principio se ha de admitir que para la Iglesia las cofradías fueron un medio para evangelizar a los negros, y para los eclesiásticos conscientes de la injusticia de la esclavitud una forma de suavizarla al no estar en sus manos el eliminarla por completo. Sin embargo, tenemos que admitir que la religión en ocasiones, como en el caso de las cofradías, fue utilizada para dar coherencia al sistema social, manteniendo la unidad y no permitiendo ningún resquicio que escapara del control de la sociedad. De esta forma se conseguía integrar a los negros dentro de la estructura de valores de la misma sociedad, pero manteniéndolos conforme con su situación y condición marginal. Así, las luchas y tensiones de los negros no se orientaban tanto contra sus amos y contra el sistema injusto que los sostenía, como a resolver sus propios problemas internos y las rencillas con otras cofradías. La igualdad y fraternidad que se les proporcionó fue simbólica dándoles participación en las fiestas, procesiones y desfiles que en nada cuestionaban ni alteraban el sistema económico y político. La misma ideología de la sociedad fue asimilada por los negros propiciando entre ellos las divisiones según el color: negros y mulatos, según la clase: esclavos y libres, y según la etnia; dando origen a enfrentamientos entre los distintos grupos o naciones. Conscientes del límite

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Que no se funden sin licencia del Rey, ni se junten sin asistencia del prelado de casa y ministros reales ordenamos y mandamos , que en todas nuestras Indias, islas y Tierra Firme del mar océano, para fundar cofradías, juntas, colegios o cabildos de españoles, indios, negros, mulatos u otras personas de cualquier estado o calidad, aunque sea para cosas y fines propios y espirituales, proceda licencia nuestra y autoridad del prelado eclesiástico, y habiendo hecho sus ordenanzas, estatutos, las presente en nuestro Real Consejo de Indias, para que en él se vean y provean y provea lo que convenga, y entre tanto no puedan usar ni usen de ellas, y si se confirma y aprobaren, no se puede juntar ni hacer cabildo ni ayuntamiento, así no estando presente alguno de nuestros ministros Reales, que por el virrey, presidente o gobernador fue nombrado, y el prelado de la casa donde se juntaren. Libro XXV, Felipe III, Aranjuez, 15 de mayo de 1600. De hospitales y cofradías. Recopilación de las leyes de los Reynos de las Indias,1681, Miguel Ángel Porrúa, México, Tomo I, 1987. Página 20.

de la resistencia humana, los amos vieron en las cofradías, aunque no siempre, espacios para el descanso de los esclavos y el alivio de las tensiones causadas por el trabajo y el trato que recibían.2

Capítulo 1 El concepto de esclavitud en Alonso de Sandoval3

(…)que viniendo el Moro al puerto a vender alguna hazienda y yendo en busca del sacerdote, que eso es Baxerim, le dijo no aver venido tanto por razón de negocio, cuanto por tratar con él de una duda que tenía; la cual era, porque los blancos eran libres y los negros sus esclavos. A que respondió ser la razón; porque Dios avia criado primero los blancos, y después los negros, a quienes por ser últimos mando sirviesen a sus hermanos mayores. 4 El punto de vista del contexto histórico en que vivió y padeció el prelado, la situación de la esclavitud en el puerto de la ciudad de Cartagena de Indias y la idea que se formó en relación con el negro desde el punto de vista de raza 5 y cultura6, no estaban muy distantes del concepto que el europeo de la época medieval tenía del otro, de ese negro y su procedencia, de un continente diferente del blanco y del que no se sabía nada a pesar de la poca distancia que había entre ellos, de donde provenían razas como las de los moros y judíos. Los blancos eran el centro del mundo y por lo tanto todo debía girar en torno a ellos, lo que les otorgaba el derecho de disponer de sus propias reglas para someter al otro. (…) la aproximación al otro estaba marcada por su ignorancia sobre lo que había más allá del mundo conocido; bien fuese hacia adentro, como en los casos de los bosques impenetrables y tupidas forestas, o hacia afuera, en territorios geográficamente remotos. Para llenar este vacío acudía a su religión, el Cristianismo la cual hacia que se

Ildefonso Gutiérrez Azopardo, Las cofradías de negros en la América hispánica siglos XVI-XVII. Ediciones Fundación Sur. Revista de Antropología americana, número 13. UCM,. África-Fundación Sur. 27-11-2008 Pagina 9. 2

Parte realmente de la escolástica con los pensadores Santo Tomas de Aquino y San Agustín, teniendo como base el concepto de esclavo en Grecia, sobre todo de Aristóteles con los textos del Tratado del Alma y La política. 3

Este pasaje implica que lo blanco o lo negro de por si no es el que determina una relación de amo-esclavo, hay que ubicarle en un contexto donde se pueda realmente determinar o definir. Alonso de Sandoval. Un tratado sobre la esclavitud, Editorial Alianza editorial, Madrid 1987, capitulo XI, p 110 4

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El concepto de raza presupone, ante todo, la referencia a la parte física del ser humano, el conjunto de características definidas por herencia. De esta manera, un ser humano de piel blanca, con su abuelo de piel blanca será considerado de raza blanca, así como un individuo de piel negra es considerado de raza negra. Este concepto no tiene ningún fundamento científico, sino que se basa en hechos históricos y sociales. 6

Cultura es el conjunto aprendido de tradiciones y estilos de vida, socialmente adquiridos, de los miembros de una sociedad, incluyendo sus modos pautados y repetitivos de pensar, sentir y actuar. Esta definición sigue el precedente sentado por Edwar Burnett Tylor, fundador de la antropología académica y autor del primer libro de texto de antropología general. Muchos antropólogos, sin embargo, restringen el significado de cultura exclusivamente a las reglas mentales para actuar y hablar compartidas por los miembros de una determinada sociedad. Estiman que estas reglas constituyen una especie de gramática de la conducta y consideran las acciones como fenómenos de índole «social» más que «cultural».

ubicase espacialmente en el centro del orbe; y desde un punto de vista fenotipo, que se viese como el producto mejor logrado de la creación.7 Este imaginario religioso de occidente ponía unas fronteras o límites, donde el centro era Europa y lo que estaba más allá de dicho territorio era extranjero; por lo tanto aquellos pueblos o comunidades que vivían más allá de las fronteras establecidas no podían ser otra cosa que gentes alejadas de Dios. Aquellos eran los territorios habitados por los herederos de los bárbaros de la Antigüedad, extranjeros redefinidos desde la perspectiva teológico-filosófica -o por decirlo de una manera clara, desde la moral- como infieles condenados al sufrimiento eterno a la hora de la muerte por no haber sido bautizados. Estos seres humanos, según su origen o procedencia, eran considerados como envilecidos por la forma en que sus progenitores habían violado las normas religiosas del catecismo; es decir, habían nacido de uniones libres y no producto del sacramento del matrimonio como lo exigía la Santa Madre Iglesia, por lo que eran de sangre “impura”. Pudiera pensar o imaginar, entonces, que el concepto de esclavo estaba ligado para Sandoval y el colectivo de la Compañía a un defecto de la naturaleza en detrimento de este colectivo que eran y son los negros africanos. Pero realmente no se puede caer de manera tan facilista en esto cuando se empieza a leer el texto de Sandoval sobre el tratado de la esclavitud, en el cual este empieza a hablarnos de sus condiciones físicas; o sea, de su cuerpo de un lado y de su alma por otro lado. Puesto que el color negro o la raza negra no tienen nada que ver realmente con su condición para ser esclavo, hay que ir un poco más allá de una realidad que se vuelve mucho más compleja, por lo que debemos sustentarla bajo sus propios argumentos expresados dentro de la obra. Hay una persona en la actualidad que hace dicha aseveración: el antropólogo Eduardo Restrepo,8 quien en un artículo nos advierte para que no caigamos en el error de considerar que el color de piel era la causa por la cual el negro africano estaba determinado a mantener una condición de esclavo: obedecer y servir. En general, el texto de Sandoval es una recopilación etnográfica y sociológica de lo que era la región africana, que por supuesto no se supeditaba al concepto de Etiopia como región, como gente y cultura; sino como el lugar donde habitan una serie de culturas y naciones con características particulares que las distinguen unas de otras. El mismo Sandoval empieza su texto hablando del color negro del africano y después se expande al comentar sobre las regiones, sus ámbitos físicos, naturales y geográficos que establecen diferencias entre ellos mismos, como también en cuanto a los ritos, formas de gobernar, entre otras. Es claro que dicho concepto sobre el esclavo y el de “El tratado del Alma” los toma de la obra de Aristóteles “La política”. Pero que realmente no se puede pensar que el ideólogo o filósofo de semejante concepto haya sido como tal un griego, esto hay que saberlo ubicar en su contexto y establecer algunas diferencias y algunos acercamientos. No olvidemos que Sandoval estuvo influenciado de manera importante por el pensamiento de esa época a través de dos grandes filósofos y teólogos de su época como lo fueron Santo Tomás de Aquino y San Agustín, quienes tomaron mucho de los griegos pero adaptándolos a sus

Alejandro E. Gómez. Investigador en el instituto de investigaciones históricas , Bolivarium ( Caracas, Venezuela).El estigma africano en los mundos Hispano-Atlánticos ( siglos XIV-XIX). Revista de Historia 153 (2·-2005) p 142. 7

Eduardo Restrepo Genealogías de la diferencia. Tecnología de la salvación y representación de los negros africanos esclavizados en Iberoamérica colonial, capítulo; El negro en el pensamiento colonial de principios del siglo XVII: diferencias, jerarquía y sujeción sin racialización. María Eugenia Chaves ( editora académica ), Editorial Pontificia Universidad Javeriana, Santa de Bogotá, 2009. 8

intereses. No es lo mismo un dios griego que uno cristiano y no es lo mismo el demonio que el diablo en ciertas culturas, ya sean africanas u occidentales. Partiendo del color negro, para Sandoval no hay un criterio homogéneo o universal para designar al africano como esclavo. En una de las descripciones que hace de los etíopes, entre los que destacan algunos pueblos o culturas que van desde la región de Cabo Verde hasta Angola, describe bastante bien lo que al color de los negros que habitaban dicha región o espacio geográfico se refiere: (…) y son negros atizados, como los de Guinea, aunque en algunos es el cabello no tan retorzijado. Y aunque es verdad, que todas estas naciones llamadas comúnmente Negros, no todos son atezados; antes entre sí mismas ay en casi todas gran variedad; unas son más negras que otras: otras no tanto: otras de color de membrillo cocho, que dizen: otros loros, o zambos, o de color bazo, medio amulatados, y de color tostado; por lo cual serán conocidas sus castas de aquellos que hubieran tenido curso de tratallos y continuación de verlos.9 En el mismo texto él hablaba de la condición fisiológica o de la contextura del negro africano, refiriéndose a la gran variedad de seres que habitaban toda la región africana, abarcando desde los negros hasta los blancos hijos de padres negros, característica que atribuye a una condición genética o propia de la misma descendencia. Esos planteamientos de Sandoval sobre la descendencia retomaban las ideas de Aristóteles sobre la imaginación, término con el cual el filósofo griego hacía referencia a una facultad que tenía el alma de los seres racionales, especialmente propia de la naturaleza de los seres humanos. Con la imaginación los padres podían hacer que sus hijos adquirieran la imagen y semejanza de al menos uno de ellos; cuando esto no se cumplía, dicha condición convertía al hombre en un ser desemejante de la naturaleza de la familia de la que procedía, por lo que se le daba el calificativo de monstruo o feo en el sentido estético del terminó. Estas nociones no descartaban la existencia de malformaciones que la ciencia o la experiencia pudieran con el tiempo demostrar; porque se podía nacer sin alguna característica humana, por ejemplo: sin alguna extremidad o con alguna deformación del cuerpo, a lo que él mismo llamaba monstruosidades, pero esto no necesariamente debía alterar la razón o la inteligencia.10 Sandoval alude con cierta sorpresa a una familia del Nuevo Reino de Granada en la que las hijas no tenían parecido con sus padres en el color de piel y en otros rasgos: (…)donde subíamos por el año de 1621 a la Congregación Provincial, a quienes no causo menos asombro la maravilla. Y fue que nos mostraron tres muchachuelas hijas legitimas de Martin de Angola negro, y de María su mujer también Angola ansi mismo negra, esclavos de Martin de Istayza, y de Ana Gómez su mujer vecinos de la dicha Villa. La primera se llamaba Juana de edad de nueve años de mui buena gracia, parecer y facciones españolas; pero negra como sus padres. La segunda sería de seis años, llamada Ventura, feezuela, ozinconsilla, nariz chata, patona como negra; empero toda más blanca, y tanto que de puro alba casino vía, los cabellos como de negra, de un color medio entre dorado y plateado. La tercera llamada Theodora, seria de dos años, blanca rubia y

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Alonso de Sandoval, Tratado de la esclavitud,,,op, cit PP. 72 ss.

Y verdaderamente parece, que la experiencia nos demuestra se esto assi; pues vemos tan de ordinario nacer de padres hermosos hijos feos; y al contrario, de padres feos, hijos hermosos: y de padres blancos, hijos morenos y aún muy negros; y de padres negros, hijos muy blancos, rubios, zarcos y colorados. Ídem capitulo II, pagina 69. En la composición de la cabeza de los Etíopes, cuenta Celio Rodiginio una cosa muy particular y que se me haze difícil, por la experiencia, que parece la contradice, y es, que las suturas, esto es junturas, con que unas partes de la cabeza se unen, encaxan y traban con las otras, que comúnmente vemos en las calaveras de los difuntos, no las tienen los negros, siendo todas de una pieza, sin sutura o trabazón alguna. Alonso de Sandoval. Tratado de la esclavitud ,,,op, cit, página 75 10

zuca, y también corta de vista como la segunda, pero más feezuela. En naciendo la primera de aquellos dos monstruos, digámoslo así, se ardía la casa en zelos, y sospechas, redarguyendo a su madre de mal latín, y aunque aplacó algo este fuego, certificando el marido y cierto Padre que era hija suya porque en Angola avia el tenido un hijo en otra negra así blanco como la litigiosa hija, y que sus hermanos hijas de su madre nacían interpolados, blancos unos y otros negros: más el segundo parto quieto los ánimos, aparto las sospechas.11 Para Sandoval había una gran variedad de características fisiológicas y anatómicas entre los negros del continente africano que él argüía, interpretando al filósofo Aristóteles, eran producto de la imaginación, la cual les imprimía un sello o unas cualidades al cuerpo, sin determinar la grandeza o deficiencia intelectiva del ser humano, como especie de los animales racionales. No obstante, era para Sandoval otra cosa bien diferente lo que daba origen a un cuerpo monstruoso, el cual es resultado de alguna deficiencia física o deformación. Asimismo, asevera que este cuerpo monstruoso no podía ser calificado como cualidad perfectiva del cuerpo humano, cuando este en realidad debería resultar a imagen y semejanza de sus padres y no presentar diferencias en ciertos rasgos. Esto era monstruoso, según explicaba Sandoval, por participar del pecado del error. Para entender la mayor dificultad que tratamos en este capítulo, la diversidad de formas, que se halla en la especie humana entre los etíopes, y demás reinos de negros, es necesario saber la causa de la generación de los monstruos y su principio, la cual sabida, quedara la dificultad clara. Para lo cual digo, que el principio desto solo que es engendrar cada uno su semejante, porque no alcanzándoles, es monstruoso lo que engendra, según aquella parte que se diferencia de su principio; y assi dize que las mujeres de alguna manera lo son, porque no llegan a tener la perfección de su generante. Pero no es assi, si bien lo consideramos, pues siendo la mujer principio activo, como el hombre, por la generación llega a tener la verdadera semejanza con su principio, que también fue mujer. Y assi es más conforme a razón, decir que monstruo no es otra cosa sino un pecado de naturaleza, con que por defecto o sobra, no adquiere la perfección que el viviente avia de tener. Sucede este pecado muchas vezes por defecto de materia y assi suele salir el animal sin brazos, o sin pies, o falto de algún otro miembro. También sucede por sobra de la mesma materia, tener tres brazos, o seis dedos en cada mano, o salir con dos cabezas, cuatro brazos, o cuatro pies(…)12 Desde la perspectiva de Sandoval, las limitantes y diferencias que en ocasiones podía presentar un cuerpo, no necesariamente menoscababan su capacidad intelectiva, a pesar de que ese cuerpo no pudiera participar plenamente de las actividades de la vida cotidiana como hombre o mujer por falta de algún órgano o alteración. Para aproximarse un poco al símil que él establecía con el cuerpo como defecto, que no implicaba un defecto en el alma racional como motor inmóvil del sujeto hablante, vamos a presentar la siguiente anécdota en la que hacía referencia a lo monstruoso: En México sucedió, que yendo caminando un hombre, topo al demonio en figura hermosísima de mujer; aficionose a ella y llegando a poner en ejecución su deseo, desapareció el demonio con grande mofa y risa; y el hombre pensando que había cometido algún grave pecado, tocante al Santo Oficio, estuvo cuarenta años sin confesarse, con las mayores afliciones y congojas de conciencia que se puede decir ( como hombre al fin dejado por Dios ), hasta que un padre del colegio de aquella ciudad lo desengaño y lo sano.13

11

Alonso de Sandoval. Tratado de la esclavitud,,,op, cit , pagina 72.

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Alonso de Sandoval, Tratado de la esclavitud,,,op, cit ,, pagina 78 Alonso de Sandoval, Tratado de la esclavitud,,op, cit,, pagina 79.

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Es importante saber que una cosa es el organismo como algo biológico y otra distinta el cuerpo de una mujer como el que ha sido presentado en la anécdota anterior, el cual es juzgado como lugar de seducción y de incitación al otro hacia el pecado por sus atributos de belleza y esplendor, irradiados cuando aparece el demonio encarnado en esa mujer. El hombre era tentado, padeciendo en cuerpo y alma algo que no soportaba: participaba del pecado como un error en la manera como se relaciona con el otro y con su entorno, considerando que un individuo así no estaba regido por la razón, por lo que no podía apartarse del error y del pecado, convirtiéndose en esclavo de las pasiones que el mismo cuerpo genera. Para Sandoval la cuestión de la esclavitud estribaba en una situación que difiere bastante del concepto que los griegos planteaban al respecto. Para estos últimos, el esclavo era aquel que por las condiciones de la polis o de su entorno debía obedecer y cumplir con unas normas o reglas que la misma familia o estado determinaba de manera lógica y no arbitraria. Para los griegos dicha autoridad representaba la ley, esto no quiere decir que ésta encarnara la ley determinando por lo tanto que ese ser humano, padre, magistrado o gobernante; tres maneras diferentes de aplicar una ley, lo hiciera por ser el mejor. La autoridad, según los griegos, devenía de unas condiciones que resultaban de la selección lógica, que es la tiene que ver con la educación o la forma de cultivar el alma en unas determinadas disciplinas. Esto se puede ver en Aristóteles dentro de la Ética de Nicómaco o en Metafísica, cuando hace una distinción entre empírico, episteme, ciencia, lo que es el Nous, entre otros saberes que distinguen entre el que sabe por la razón y el que lo hace por experiencia o empíricamente. Esto hacía para los griegos la diferencia entre el amo y el esclavo, y estas son las nociones con las que Alonso de Sandoval aludió que se era esclavo por acceder al cuerpo cuando el alma estaba fuera de él, lo que para él era símbolo de que el demonio o diablo estaba haciendo de las suyas con ese cuerpo. La carne es débil si no hay una razón que la controle o cuide, por eso él sugería que en dichas fiestas los hombres y mujeres se entregaban a las pasiones del cuerpo o de un alma que los llevaba al pecado, por lo que había que educarlos en las virtudes que Dios había dejado para que los hombres se salvasen. Sandoval insistió en muchas oportunidades diciendo que para salvar a los esclavos era necesario sacarlos de su ignorancia, de esa gentilidad que los llevaba a adorar falsos dioses -sobre todo a los de la secta de Mahoma-, lo que era contrario a los intereses de Dios creador único de la tierra, y les llevaba a un estilo de vida que los esclavizaba a creencias que pervertían sus almas y hacían miserias de sus cuerpos. Antes esto mismo es como una demostración de la divina Alteza de fe, y perversidad de la mala seta; por que habiendo en toda la ley dos partes, una que enseña lo que se á de creer de Dios, otra que obliga a las obras, con que el mismo Dios ha de servir: En la primera, el falso Mahoma que solo quita a la ciega gentilidad la opinión y adoración de los ídolos, que como sea contra toda razón natural, poco es menester para convencerla; Y la segunda, no muda, ni altera nada, dejándoles la carne tanto y más pervertida, y estragada a lo que tenían en la idolatría. De modo, que siendo en la vida y costumbres (…) los mesmos, y peores que de antes eran, como no adoren ídolos, y se circunciden, e invoquen a Alá, son muy buenos moros; no advirtiendo la miserable gente, que no es menor prueba de la falsedad diabólica, aprobar la mala vida, que sufrir la mala creencia.14 La condición de esclavo no se expresaba tanto en la miseria material con la que ellos llegaron a los puertos de las Indias Occidentales (eran hombres y mujeres desnudos y casi moribundos, a los que había que darles asistencia El concepto de esclavitud aquí tiene relación a un tipo de creencia contraria a la del Dios Cristiano. Alonso de Sandoval ,Un tratado de la esclavitud, , editorial Alianza Editorial, Madrid….op. cit libro 1,pag 120 14

porque así lo demandaban las circunstancias de un largo y extenuado viaje), sino en la miseria espiritual, para la que era necesaria la salvación de las almas a través de lo religioso, esto primaba más que cualquier otra situación apremiante que tuviera el esclavo llegado a un puerto de las Indias Occidentales, como lo era Cartagena de Indias. Para los negros sus dioses eran seres mortales con un gran conocimiento, a los que una vez muertos debían rendir tributo. Es por eso que todas las comunidades africanas, de una u otra manera, rinden culto a sus antepasados, a ellos les deben que hayan creado y ubicado una cultura, y unas leyes sagradas que serían siempre respetadas de generación en generación. Estas creencias eran contrarias a la religión cristiana y al modelo de vida que esta exigía: creer en un ser sobrenatural y llevar una noción lineal del tiempo; lo que constituía algo completamente nuevo para los negros, quienes valoraban el presente y la relación con sus antepasados como dioses sagrados. Estos cafres observan algunos días festivos en que no trabajan y esto por ordenanza real, sin saber a cuya honra se enderecen, ni que causas aya para guardallos, solo saben que en ellos cantar, bailar, comer, beber, regocijarse hasta no poder más; llaman a estos días musinos, que significan alma de santos ya difuntos, por lo cual entiendo que los guardan en honra de los negros que después de muertos reverenciaron por santos, mas ni desto, aun ya se acuerdan, ni al presente tiene tal intención. (…)pero no ignoran que el alma del hombre es inmortal, y que viven eternamente en el otro mundo, donde están persuadidos, que an de volver a cohabitar con sus mujeres a su voluntad, teniendo aquel por lugar donde faltan los trabajos y sobran los gustos, contentos deleites. Y preguntándoles algunas veces los Reyes difuntos, y los demás quienes tenían como santos si les parecían que estaban en el cielo respondían, que en el cielo no estaba más que el Dios Malungo, y que sus difuntos estaban en unas tierras y lugares muy abastecidos de todo.15 Alonso de Sandoval advirtió que una de las grandes miserias que vivieron los negros era la forma como habían sido metidos en las naos sin ninguna garantía de un viaje cómodo, siendo maltratados físicamente. Un cuerpo sometido a las penurias de un largo viaje, le hizo pensar a dicho prelado que esa situación era injusta y que había que ayudarlos a recuperarse del largo cautiverio al que habían sido sometidos desde un puerto del continente africano hasta otro en las Indias Occidentales. Las miserias que vivía el hombre, según los griegos, eran producto de la naturaleza y de la misma condición humana; conllevaban enfermedades, desastres naturales y hasta afectaban su condición social. Es decir, no se podía aseverar que los padecimientos del cuerpo o del alma eran causados por una naturaleza biológica; todo lo contrario, eran consecuencia del contexto en el que estaba ubicado el hombre. En este sentido, Alonso de Sandoval planteó que las miserias del negro eran el resultado de su condición de esclavos, estando obligados por ello a obedecer a reyes o a falsos ídolos, y que por lo tanto no estaban educados bajo la ley de Dios Nuestro Señor, poseyendo sus propias leyes y cultura, además de un saber sobre su propia condición como tal. Lo importante, entonces, no solo son las miserias del cuerpo, de lo material, de su forma de vida o de su entorno; sino, aquello de lo que se alimenta el alma. Para Aristóteles el hombre educado era ciudadano y libre, lo contrario era ser esclavo; por ende, el que fuera esclavo debía obedecer a aquel otro que sabía más que él, esto según la ley que imperaba en la polis. El Estado

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Alonso de Sandoval. Tratado de la esclavitud,,op, cit ,, página 161

griego se regía por leyes o normas, que de hecho establecían una jerarquía según la cual sus representantes (gobernantes) eran elegidos por ser los más capaces para dirigir el destino de una nación. Los Estados negros no estaban configurados como en Occidente, tenían unas condiciones distintas, según las cuales los reyes o sus gobernantes procedían de castas y eran elegidos los mejores gobernantes por su saber. Pero no podemos decir que una cultura es superior a otra, de hecho hay más desarrollo en un ámbito que en otro; lo que podemos decir, es que hay diferencias de criterio, producto de unas determinadas condiciones a las que están sujetas ciertas nociones como la de ser hombre o mujer. Alonso de Sandoval y, en general, la misma comunidad religiosa de los Jesuitas, tenían una concepción filosófica y antropológica de las sociedades. Es así como el mismo Sandoval en su obra sobre las Indias Occidentales retomó las nociones del Padre Acosta en relación a la evangelización de los indios en dicho continente, adoptando estas ideas para analizar las sociedades de los negros bajo un concepto evolutivo que le permitió clasificarlos desde el que era bárbaro; es decir, que no tenía ley, hasta el que estaba sometido a una jerarquía o autoridad que estaba relacionada con un Estado. Detengámonos un momento en su conocida clasificación de los tres estadios culturales evolutivamente concebidos (CP-I, 61-71). En la primera clase incluye a indios, chinos, y los japoneses, que disponen de instituciones políticas estables, cultura escrita, ciudades y comercio. Con estos pueblos los métodos, misionales de la antigüedad pueden ser aplicados “more apostólico”, esto es sin ir acompañados de ningún aparato militar (8DP-I, 302S). A la segunda clase pertenecen pueblos con organización política, cultura urbana y culto religioso, pero carentes cultura escrita, como en el caso de los grandes reinos de los aztecas o los Incas. Ni si quiera por mor de la protección de inocentes (sacrificios humanos) considera moralmente licito el sometimiento político de reinos independientes con miras a preparar la misión. Lo más que se puede hacer es sustraer de la autoridad pagana a los indios convertidos al cristianismo y someterlos a la autoridad cristiana (cf. DP-I, 253-301). Finalmente, a la tercera clase asigna a los indios de tierras bajas, quienes viven como animales salvajes sin residencia fija, “sin pactos y compasión” (DP-I, 306S). Ciertamente no deben ser tratados como animales, pero si como niños que han de ser educados. En este caso, la misión requiere un acompañamiento militar por si se hace necesario defenderse, aí como de una benévola inducción a adoptar una forma de vida sedentaria.16 Para Alonso de Sandoval, lo que primó en lo que respecta a la ignorancia del negro y su miseria, radicaba en algo que tenía que ver con lo religioso, con la forma de pensar y de actuar del negro, proveniente de su cultura y los valores que de ella había heredado y que no había escogido a su libre albedrio, sino que estaban determinados inconscientemente en su modo de habitar o vivir en una región o continente. El prelado consideraba que el negro tenía alma: sabía calcular y pensar, no le faltaba nada de lo que le ha dotado la naturaleza; lo que pasaba es que se había entregado a unos falsos valores que lo hacían ignorante y esclavo de un destino, del que había que salvarlo por un imperativo que demandaba la vida y a través de ella Dios, quien los hacía vivir miserias.

Véase Lopetegui,León;El padre José de Acosta, S,J y las misiones, especialmente Americanas, del siglo XVI, Madrid, 1942:Burgaleta Claudio M, José de Acosta (1540-1600). His life and thought, Chicago, 1999. Retomado del libro. Las misiones y los jesuitas en la América española, 1566-1767; cambios y permanencias. Capítulos, La misión en la compañía de Jesús; inculturación y proceso. De Michael Sievernich, S,J. Consejo superior de investigaciones científicas. Escuela de estudios hispanoamericanos. Sevilla España, 2005. Páginas 283-84. 16

Homero dijo que al esclavo le faltaba entendimiento, sobre todo una parte de la que no había podido utilizar en su vida, que por eso sufría mucho y dependía de otro para que completara eso que faltaba. Pero esto tenía su razón de ser y no en algo biológico, sino producto de las condiciones de lo que era ser esclavo no solo en Grecia, sino en África. Según Alonso de Sandoval, era importante quitarles todo el entendimiento para que su condición de esclavo fuese más real. Esta falta es ejemplificada por el sacerdote como la falta de luz, pues el negro, no propiamente por ser negro, sino por su condición, estaba en las tinieblas. (…)No porque se aya de creer, que tienen menos perfectas almas que los muy libres, sino que por la misma vil condición del cuerpo, embaraza el entender del alma, y entienden como si tuvieran medio entendimiento, y apetecen como si tuvieran mil apetitos. Y de aquí es que crezca esta miseria, porque si tienen escurecida la luz, que no le falta? Sino es que digamos, que en todo fue providentissima , como siempre lo es, la Divina Bondad, que quiso que estos esclavos, tuviesen poco entendimiento por quitarles el sentir, que se funda mucho en la delicadeza del y del temperamento.17 La condición del esclavo de hecho no puede ser considerada como individual, por ser una condición a la raza 18; de hecho, hemos de insistir que esta se encuentra inserta dentro de un determinado contexto, del que la Iglesia y las comunidades religiosas no se pudieron substraer, a pesar de que para ellos lo importante era la salvación de las almas de los esclavos en el otro mundo, el cual era un futuro que estaba demarcado por lo sobrenatural y requería de una serie de sacrificios. Las miserias materiales del negro esclavo, su cuerpo como testigo de un mal que había que sanar; había que salvarlo mediante el cultivo o la educación del alma, a partir de una ley, la del padre todo poderoso y omnipotente que era Dios, quien a través de su hijo dio testimonio de sí mismo, sufriendo por los demás para otorgarles su salvación. Según esta doctrina el destino de los hombres era el dolor, el su sufrimiento, a cambio de los cuales recibirían la otra vida, una diferente a la terrenal. El cuestionamiento que hizo el prelado de la comunidad de los jesuitas sobre las condiciones del cautiverio y la manera como trabajaban en las haciendas 19y en otros sectores de la economía de la colonia, no hizo más fácil que

La condición del cuerpo en su misma naturaleza, no posibilita a la causa o razón que es el alma para gobernarla, diremos que se mueve el esclavo por lo material y lo falso de la vida, que por una verdadera razón del alma, de aquella de la cual Dios es la causa principal. Véase a Santo Thomas de Aquino, basándose en el concepto de alma de San Agustín, y de Aristóteles. Alonso de Sandoval. Tratado de la esclavitud,,,op, cit,, libro tercero página 234 17

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La raza, en cambio, señala las características morfológicas de un grupo humano (color de piel, rasgos faciales, contextura, etc.). En las categorías raciales se incluyen aquellos aspectos biológicos más visibles, como la pigmentación de la piel y ciertos rasgos faciales dominantes en todos los individuos que forman parte del grupo. Una raza es una subdivisión que se hace dentro de una especie y que sirve para identificar con claridad los grupos que claramente se diferencian del resto por contar con una serie de características. A diferencia de la etnia, que sirve para hablar únicamente de grupos humanos, la raza se utiliza en todas las especies de origen animal, incluida la nuestra. Facultad de ciencias humanas y sociales; Departamento de filosofía y sociología. La cultura postcolonial en Cabo Verde como aporte a la cultura de paz. Tesis doctoral presentada por Vanda Santos. Universidad Jaime I, España, p 45.

,,,si el negro es minero, trabaja de sol a sol, y también buenos ratos de noche. Entonces pues cuando ya levantan de la obra, y de aver todo el día cavado al recestidero del sol, y a la inclemencia del agua, descansan si tienen en que, y los inoportunos y crueles mosquitos les dexan, hasta las tres de la mañana que vuelven a la mesma tarea. Si el negro es estanciero, casi es lo mismo, pues después de haber todo el día macheteado al sol y al agua, expuesto a los mosquitos y tavanos, y llenos de garrapatas, en un arcabuco, que ni a un a de comer salen del, tomando un bocado, o haziendoles lo tomen de priessa; están a la noche rayando yuca, cierta raíz de que hacen cazave , pan, que llaman de palo, hasta las diez , o más, con un trabajo tan excesivo, que en muchas partes, para que no lo sientan tanto, les están entreteniendo todo aquel tiempo, con el son de un 19

al esclavo se le diera acceso a una educación basada en el evangelio con el fin de otorgarle una vía hacia la salvación o que dejara de ser considerado mercancía de compra-venta, para que con ello pudieran pasar a ser un individuo con alma a la que debían orientar y reconducir, sacándola de la misma naturaleza que tenía el negro como esclavo. Critica mucho, asimismo, lo que el negro hacía cuando tenía descanso, después de una larga jornada de trabajo. Según el prelado, en los momentos de descanso el negro se dedicaba al baile y a sus festines, situaciones que a los amos no interesaban por escuchar el evangelio. Esto llevó a cuestionar no solo al negro que se entregaba a esos placeres de la carne, sino al amo por querer mantenerlo en la ignorancia, porque además, en muchas oportunidades los descansos resultaron limitados con la excusa de aumentar la producción y alejarlos del ocio. El ser esclavo era para Sandoval una de las condiciones necesarias para la conversión. Las circunstancias que vivían los esclavos desde su cautiverio, pasando por la larga y extenuante travesía en el Atlántico, hasta llegar y vivenciar las miserables condiciones en que eran mantenidos por sus amos; propusieron múltiples interrogantes al prelado, quien al aludir con sus testimonios a este tipo de situación, la calificaba de inhumana, mientras la validaba arguyendo el rescate a que era objeto el negro a través de su compra por parte de un rey o jefe suyo.20 De la misma manera opinaba un prelado en la ciudad de Loanda, donde la Compañía de Jesús llevaba muchos años evangelizando esclavos; quien aludía en su carta a Alonso de Sandoval que los negros allí eran cautivos y que los mercaderes no se hacían responsables de la forma en que eran capturados para su venta en los puertos de embarque hacia otras regiones de Europa o de las colonias en las Indias Occidentales, por no ser ellos mismos quienes lo hacían. Según el prelado, estas razones eran suficientes para exculpar a los mercaderes de cualquier mal cautiverio, en el sentido de que ellos solamente se encargaban de comprar y vender en los puertos de salida y de llegada. Asimismo, aconsejaba al prelado que solo en algunos casos muy excepcionales preguntara al negro si era mal cautivo, porque este tendería a responder que sí pensando que con ello se le devolvería la libertad, ya que casi siempre habían sido capturados de manera injusta, alegando hurto u otros delitos que realmente no habían cometido:

taborzillo, como a gusanos de seda, y muchos de ellos, es necesario que por sus turnos velan toda la noche para que la hazienda salga buena; lo cual todo lo llevan con una paciencia e igualdad de ánimo grandísima. Y no contentos sus amos, si tienen algo se lo quitan, si hablan con sus parientes se lo estorban; si quieren descansar no lo concienten, y si estas malo no lo curan. Moriasele una vez a un amo destos una negra de pasmo, pareciole medicina barata, que entrase en calor con azotes, y diole tantos, que se dudó con mucho fundamento, si murió del castigo, si de la enfermedad. Para Sandoval este tipo de trato, tenía por finalidad, que hubiera tiempo para que el esclavo se lo dedicase al Dios, por medio de la evangelización que la Compañía proponía para salir de su miserias espirituales, y temporales. De lo que la misma Compañía en sus haciendas no se pudo librar con excesivo trabajo, mala manutención y en muchas oportunidades severos castigos, atribuidos a que sus señores o amos no actuaban con verdadero valor de Dios, y que de ello serían en un futuro llamados a rendir cuentas en la otra vida. Para Sandoval, había que superar esas miserias materiales, con resignación a pesar de que pidiera se atenuasen los severos y excesos actos de comportamientos contra ellos, sin descartar que habían unas reglas para aquellos esclavos que infringían las leyes, no había que tenerles mucha lastima, pero en lo fundamental lo que interesaba sobre manera era lo espiritual del alma del esclavo para que se salvase en la otra vida, y no en esta. Alonso de Sandoval. Tratado de la esclavitud,,,,op, cit libro tercero página 237 ,,,,que cuando un negro comete un delito en un Reino, ora sea de aquel, ora de otro, o sea libre, o hidalgo, le puede el Rey condenar, y de hecho le condena a perpetua servidumbre y esclavitud, juntamente con todas sus parientes; y esto tiene fuerza, aunque la condenación no sea jurídica , sino de poder absoluto; de modo que tal esclavo assi condenado lo pueden vender y comprar libremente, como se compran y se venden los negros, que los Reyes de su absoluto poder mandan prender y vender por ser entre todos costumbre inviolable, que prenden, amarran y venden a todos cuanto quieren , hidalgos, o no, si le hacen algún mal, y aunque no lo hagan, como sea el que manda prender, y vender este emperador de Casa Manza, porque en sus tierras todos son esclavos y vendidos,,,,Alonso de Sandoval. Tratado de la esclavitud de Alonso de Sandoval…op, cit página 149 20

(…)Vuestra reverencia, no les pregunte si son bien cautivos o no, porque siempre han de decir que fueron hurtados y cautivos con mal título, entendiendo de esta manera les darán la libertad. También digo que en las ferias donde se compran negros, algunos vienen mal cautivos, porque fueron hurtados, o los mandan vender los señores de las tierras por cosas tan leves, que no merecen cautiverio; mas estos no son muchos, y buscar entre diez mil y doce mil negros cada año salen de este puerto algunos mal cautivos, es cosa imposible por mas diligencias se hagan. 21 Pero volvamos a la situación de cómo eran enviados los negros desde el continente africano hasta la ciudad de Cartagena de Indias, después de una travesía de casi dos meses, en unas condiciones miserables; de cómo se les trataba durante el viaje; y de cómo llegaban al puerto de Cartagena de Indias en una situación lamentable. En este sentido, el mismo Sandoval se interrogaba sobre cómo algunos morían y otros llegaban al puerto, donde eran recibidos y después metidos en factorías para su recuperación y posterior venta a otros mercaderes o comerciantes de trata de esclavos. Si bien, él aludía que la compra-venta era normal, existían algunas excepciones a la regla: en teoría los esclavos mal habidos en su retención eran pocos y el transporte en general no era malo, por lo que él mismo comenzó a cuestionarse lo que se decía sobre dicho trato. Los esclavos que procedían de Guinea eran metidos en prisiones cerca del puerto, donde los aseguraban con piezas, armazones y cadenas bastante largas, hasta que llegaban al puerto de destino: Y como en la isla de Loanda pasan tanto trabajo, y en las cadenas aherrojados tanta miseria y desventura y el mal tratamiento de comida, bebida y pasadia, es tan malo, dales tanta tristeza y melancolía , juntándoseles la viva y cierta persuasión que traen en llegando a sacar aceite dellos o comérselos , que vienen a morir desto el tercio de la navegación , que dura más de dos meses; tan apretados, tan asquerosos y tan maltratados, que me certifican los mesmos que los traen que vienen de seis en seis con argollas por los cuellos en las corrientes, y estos mesmos de dos en dos con grillos en los pies, de modo que de pies a cabeza vienen aprisionados; debaxo de cubierta, cerrado por fuera, de no ven el sol ni luna, que no ay español que se atreva a poner la cabeza al escotillón sin almadiarse, ni a perseverar dentro de una ora sin riesgo grave enfermedad. Tanta es la hediondez, apretura y miseria de aquel lugar. Y el refugio y consuelo que en el tienen, es comer de veinte y cuatro a veinte y cuatro horas, no más que mediana escudilla de harina de maíz o de mijo, o millo crudo, que es como el arroz entre nosotros; y con el un pequeño jarro de agua y no otra cosa; sino mucho palo, azote y malas palabras. Esto es lo que pasa comúnmente con los varones; y bien pienso que algunos de los armadores los tratan con más benignidad y blandura, principalmente en estos tiempos. Con este regalo pues y buen tratamiento llegan estos unos esqueletos; sacanlos luego en tierra en carnes vivas, ponenlos en un patio o corral; acuden luego a el innumerables gentes, unos llevados de la codicia, otros de curiosidad y otros de compasión, y entre ellos los de la Compañía de Jesús, para catequizar, doctrina, bautizo y confesar a los que vienen actualmente muriendo, disponenlos para la extremaunción, negocian se le traiga, y dé.22 Este trato que les dieron algunos señores y mercaderes de negros era algo que debía ser remediado. Pero, ¿de qué manera? Esta condición miserable en la que llegaba el negro, cuyo cuerpo y situación anímica lo demostraban, era su testimonio. Había que hacer algo inmediato para ayudarles y socorrerles, para mejorarlos, situación que asumió de alguna manera la Iglesia y sobre todo la Compañía de Jesús. Pero luego, ¿qué se hacía con ellos después de Alonso de Sandoval. Tratado de la esclavitud. Carta de Luis Brandon, del colegio de San Pablo en Luanda, 21 de agosto de 1611.,,,op, cit ,, página 141. 21

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Alonso de Sandoval. Tratado de la esclavitud,,,op,,cit, página 152.

que se recuperaban física y, un poco, mentalmente? La respuesta era adoctrinarlos para que ellos en el otro mundo se salvaran, esta situación implicaba una resignación al presente para la obtención de un futuro que estaba en el más allá, en una vida sobrenatural en el cielo. La cual nos declara S Pedro, diciendo expresamente, que se sujeten; etiam discolis, también a los señores desaforados y mal acondicionados; y da luego la razón; haec est enim gratia, si propter Dei conscientiam sustinet quis tristitias, patiens iniuste. Porque por esto consiste la gracia y amistad de Dios, y por este camino se alcanza, si el criado por conservar la conciencia pura con Dios, y por desseo de agradarle, sufre con paciencia, las tristezas y afliciones, que injustamente le causa la furia de su señor. De modo que sirviendo bien, recibe mal, y por la obra que merecía premio, reciba castigo. Y que gracia, dize S. Pedro, se puede ganar con Dios si solamente sufrís, cuando sois castigados, por vuestro pecado? Pero si haciendo bien, y obedeciendo como estáis obligados, sufrís con paciencia, sin murmuración, ni quexa, las injurias que oz dicen vuestros señores, con esto alcanzarías grandes gracias con vuestro Dios. Porque vuestra vocación, es para obedecer, no solamente a los señores que os tratan con blandura, sino también a quien os trata con aspereza y os agravian.23 Esto implicaba algo más que un problema ideológico, era un problema político y económico. Lo que se escondía tras este tipo de doctrina, era el asegurar el bienestar de las élites de la sociedad que imperaban en los territorios gobernados por la Corona de España. La esclavitud era parte de un sistema de producción de riquezas, controlado por quienes ostentaban el poder financiero o económico del capital, lo cual implicaba obtener grandes ganancias con poca inversión y exceso trabajo por parte de la mano de obra. Si bien el prelado insistía en las miserias materiales del cautiverio, estas con el tiempo no mejoraron debido a las condiciones de trabajo que enfrentaban. No era del interés de los amos mejorar las circunstancias de vida de los esclavos, muy a pesar de que por Real Cédula se establecían cambios al respecto; su verdadero objetivo fue permitir que el sistema esclavista mantuviera su rumbo, mientras ellos amasaban grandes fortunas en los mercados de las Indias Occidentales, África y Europa. El poder de los amos no estaba en la razón -como proclamaba Aristóteles, quien argüía que el esclavo era esclavo a consecuencia de su ignorancia-, sino en el control de lo material, en el capital que tenía el amo y que le permitía poder acumular más, eso a lo que Karl Marx llamó plusvalía del dinero o capital, que difiere de la plusvalía del trabajo. El ser humano era esclavo no del tiempo, sino del dinero que circulaba en ese momento en los mercados, como una inicial e incipiente producción capitalista. El sistema feudal fue cediendo el paso a una economía donde las grandes poblaciones o burgos iban creciendo para allí instalar un tipo de producción de bienes para su aprovechamiento interno, distinto al del consumo de las pequeñas poblaciones rurales. Para los griegos la esclavitud realmente tenía otras condiciones, pero la Iglesia y sus pensadores: Santo Tomás de Aquino, San Agustín, entre otros; adaptó bien la filosofía griega a la religión cristiana, convirtiéndola en la razón justificativa de la esclavitud en la época de la trata de negros esclavos en las Indias Occidentales, Europa y resto de los continentes. Para los occidentales había una dualidad entre cuerpo y alma. El primero era considerado la cárcel de la segunda, si esta dependía de aquel. En este sentido, se pensaba que para liberar el alma esta debía, no solo controlar los

Los invitaba a seguir el ejemplo de Cristo que padeció y sufrió por los mortales. Alonso de Sandoval. Tratado de la esclavitud, op, cit ,,página 243-4. 23

impulsos del cuerpo, sino dar razón de ellos como causa última, como si fuera el motor inmóvil. Si bien, esta dualidad o diferencia de naturaleza tuvo gran vigencia durante la época de la colonia, su origen se remonta a la filosofía medieval,24 momento en el que tuvieron gran importancia para el cristianismo las figuras de Santo Tomás de Aquino y San Agustín, quienes pensaban que el cuerpo era donde residía la naturaleza de lo débil, del pecado, y que el alma por el contrario estaba regida por la razón, que en ese caso era Dios causa última; por lo que se entendía entonces, que el alma se liberaría de lo temporal teniendo como ideal a Dios, bien útil y supremo. Para los africanos el cuerpo tenía un sentido, una dimensión algo diferente a la que le daba la religión cristiana en la época medieval.25 Según la Iglesia, el cuerpo era el espacio de lo prohibido, donde se producían las debilidades del hombre, y en el caso particular del negro, si bien se afirmaba que tenía alma, lo consideraba incapaz de controlar los excesos que padecía cuando asistía a fiestas y algunos ritos a los que se entregaba. En este sentido, se afirmaba que el negro era absorbido por la misma situación a la que estaba sometido, sobre todo en relación a los dioses, quienes eran sus antepasados, aquellos que murieron y habían sido elegidos según de ciertas normas o rituales porque eran los que más sabían y representaban la ley. En realidad, el rendir culto y tributo a los antepasados era para las culturas africanas una forma de agradecimiento por lo que habían heredado y transmitido de generación en generación a toda la cultura, porque para ellos era un saber sagrado. Vivir la cultura de un pueblo negro marca de tal manera la vida de quien lo hace que no se puede divorciar de los sentimientos, las formas de pensar y el tipo de comunicación que se establece por medio de los gestos, la mímica y el ritmo. La vida, la muerte, la alegría y el dolor, la amistad, la fraternidad y los sentimientos agresivos que hacen daño, como el rencor y la venganza; se dibujan espontáneamente, no solo ante sus propios ojos, sino en todo el cuerpo del negro y de la misma cultura o sociedad, ya que cada uno de ellos hace parte integral de un solo cuerpo. La filosofía clásica de Europa Occidental se caracterizó desde Platón, pasando por Aristóteles desde una perspectiva dualista. En la época Medieval cuando triunfa el Cristianismo, que impuso fuertemente las ideas y practicas corporales; en las que se podían identificar dos naturalezas distintas; como son el cuerpo y el alma respectivamente en el sujeto, estas unidas e implicada una de la otra ( de la que una podía ser redentora de la otra o condenatoria de la otra. En la dicha edad media donde predomino mucho la influencia religiosa sobre el cuerpo en sus representaciones, donde se hacían una serie de prohibiciones tomas del Antiguo Testamento, el cuerpo no era considerado como un componente básico y definitorio de nuestro ser, sino como la causa de muchos males de la humanidad. Y en ello se basó que dicha dicotomía cuerpo-alma, equivalente a materia- espíritu, la religión pensara que el cuerpo era el lugar de las tentaciones, del pecado original, como le aconteció a Eva en el paraíso terrenal, que comió del fruto prohibido, cuando fue tentada por el diablo. El cuerpo como se ha dicho es la cárcel del alma, para ´´salvarlo´´ había que ´´espiritualizarlo´´ practicando las virtudes de la abstinencia y continencia. Se enaltece el ascetismo y se desprecia la sexualidad al transformar el pecado original en pecado sexual. Aún las prácticas paganas sobrevivieron en el medio rural. 24

Porque el cuerpo en la Edad Media? Porque el cuerpo es el lugar crucial de una de las tensiones generadoras de dinámica de Occidente. Ciertamente, el lugar central acordado al cuerpo no es una novedad en Occidente; basta para ello recordar el culto de que fue objeto en la Grecia antigua, par ejemplo, donde el entrenamiento y la estetizaci6n del cuerpo superan ampliamente la cultura del cuerpo practicada en la Edad Media por los caballeros en la guerra y en los torneos, o por los campesinos en los juegos rústicos. Pero, mientras que en la Edad Media se asiste a un hundimiento de las prácticas corporales, así como a la supresión o bien a la relegaci6n de los 1ugares del cuerpo de la Antigüedad, el cuerpo se convierte paradójicamente en el coraz6n de la sociedad medieval. Como sugiereJean-Claude Schmitt, gran historiador de los gestos en el Occidente medieval, es preciso sostener que «la cuestión del cuerpo ha alimentado a partir del siglo V conjunto de los aspectos ideo16gicos e institucionales de la Europa medieval». De un lado, la ideología del cristianismo convertido en religión de Estado reprime el cuerpo, y del otro, con la encarnaci6n de Dios en el cuerpo de Cristo, hace del cuerpo del hombre «eI tabernáculo del Espíritu Santo». De un lado, el clero reprime las prácticas corporales, del otro las glorifica. De un lado, la Cuaresma se abate sobre 1a vida cotidiana del hombre medieval del otro e1 carnaval retoza en sus excesos. Sexualidad, trabajo, sueño, vestimenta, guerra, gesto, risa... el cuerpo es en la Edad Media una fuente de debates, algunos de los cuales han experimentado resurgimientos contemporáneos. Jean Le Coff y Nicolás Truong, Historia del cuerpo en la Edad Media, Paidós, Barcelona, España. Página 31. Jean-Claude Schmitt, Le Corps, fes rites, fes reves, Ie temps. Essais d'anthropologie midievale, Paris, Gallimard, 2001. 25

El negro tiene consciencia del espacio que ocupa con su cuerpo, este es su propio territorio, es el lugar de su identidad cultural26, es un cuerpo que constantemente está condicionado por lo que percibe en el tiempo y a partir de los contenidos (representaciones) que proyecta de sí mismo, de su auto-reconocimiento, de la afirmación o negación de los procesos y limitaciones que vivencia. Su papel privilegiado en la constitución de la idea de realidad es tan evidente que no hay sociedad, ideología o religión que no plantee una particular ética sobre el cuerpo, la cual refleja lo más elevado de sus valores. Del texto sobre el tratado de la esclavitud podemos extraer dos ejemplos de lo que eran algunas fiestas o ritos de las culturas africanas, en las que el cuerpo era una referencia construida en relación al otro, quien era su propio dios. Al llegar al puerto de Cacheo, sus ojos se amedrantaron ante las sonrisas labradas de los Banunes, Branes, Biafaras, Balantas, Nalues, Bjogoes, Bootes, Zapes, Zozoes, y Cocolies. Su mirada palpaba complacida los cuerpos de los Balantas que llevaban signos de escribano en cada una de las sienes y encima de su nariz; o dos marcas que les cogían todos sus pechos y les hacían parecer como si llevaran una gorguera labrada de media lunitas. Tímidamente repaso las pintas del grueso de un pequeño garbanzo puntiagudo, que llevaban los Banunes en dos o tres órdenes que les corrían por toda la frente y les ceñía hasta debajo de las sienes. De reojo dio un vistazo a las dos rayas profundas y apartadas que cogían a lo largo toda la frente de los Nulues; y descubrió el círculo que corría alrededor del ombligo de los Biafaras.27 Sus ojos se detuvieron ensimismados en las innumerables marcas de los Zapes que tenían a lo largo de la frente dos rayas de pintas azules, y a los lados de las sienes hasta las mejillas cinco rayas largas que se cogían casi todo el rostro, y debajo de los ojos en las mejillas tres más pequeñas, azules. Bajando por la garganta, descubrió tres 26

Cultura e identidad . En efecto, nuestra identidad sólo puede consistir en la apropiación distintiva de ciertos

repertorios culturales que se encuentran en nuestro entorno social, en nuestro grupo o en nuestra sociedad. Lo cual resulta más claro todavía si se considera que la primera función de la identidad es marcar fronteras entre un nosotros y los “otros”, y no se ve de qué otra manera podríamos diferenciarnos de los demás si no es a través de una constelación de rasgos culturales distintivos. Por eso suelo repetir siempre que la identidad no es más que el lado subjetivo (o, mejor, intersubjetivo) de la cultura, la cultura interiorizada en forma específica, distintiva y contrastiva por los actores sociales en relación con otros actores. Diré simplemente que hemos pasado de una concepción culturalista que definía la cultura, en los años cincuenta, en términos de “modelos de comportamiento”, a una concepción simbólica que a partir de Clifford Geertz, en los años setenta, define la cultura como “pautas de significados”. Por consiguiente, Geertz restringe el concepto de cultura reduciéndolo al ámbito de los hechos simbólicos. Este autor sigue hablando de “pautas”, pero no ya de pautas de comportamientos sino de pautas de significados, que de todos modos constituyen una dimensión analítica de los comportamientos (porque lo simbólico no constituye un mundo aparte, sino una dimensión inherente a todas las prácticas). Vale la pena recordar el primer capítulo del libro de Clifford Geertz La interpretación de las culturas (1992), donde afirma, citando a Max Weber, que la cultura se presenta como una “telaraña de significados” que nosotros mismos hemos tejido a nuestro alrededor y dentro de la cual quedamos ineluctablemente atrapados (p. 20). En las ciencias sociales, el recurso cada vez más frecuente al concepto de identidad se explica porque se trata de un concepto necesario. Por ejemplo, sin el concepto de identidad no se podría explicar la menor interacción social, porque todo proceso de interacción implica, entre otras cosas, que los interlocutores implicados se reconozcan recíprocamente mediante la puesta en relieve de alguna dimensión pertinente de su identidad. En este momento yo estoy asumiendo ante ustedes una identidad de rol: la de expositor o conferencista, y ustedes están asumiendo una identidad de rol complementaria: la de colegas que participan como oyentes en una de las conferencias organizadas en el marco de este foro. Y gracias al reconocimiento recíproco de nuestras respectivas identidades de rol podemos establecer una interacción fructífera y llena de sentido entre nosotros. Este ejemplo banal nos está indicando que no es posible pensar siquiera la sociedad sin el concepto de identidad, porque sin interacción social no hay sociedad. SOCIOLOGIA Y ANTROPOLOGIA SOCIAL. Apuntes sobre la asignatura Sociología y Antropología Social Primer curso de Educación Social U.N.E.D. Vidal García Morales (2005/2006), Madrid España.

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Alonso de Sandoval. Tratado de la esclavitud,,,, op. Cit,, paginas 71-72

rayas anchas que remataban en cada lado con otras cuatro largas. Siguiendo por el torso desnudo, se regocijo en las cuatro rayas prolongadas que tenían en el costado derecho, en los castillos azules que lucían en los pechos, en las señales que seguían por los molledos y que iban por todo el cuerpo.28 Al contemplar las marcas de los guineos en sus cuerpos de estos hombres, que lucían el orgullo del circuncidado y ocultaban el secreto de la circuncisión. El misterio de las plantas que ayudaban a cicatrizar, y sobre todo las ceremonias en las que los jóvenes, creaban grupos basados en un juramento o chirimpa, y aprendían los lenguajes especiales y los diversos saberes. Pero el pudor y la incapacidad para comunicarse eran dos obstáculos que superaban su insaciable curiosidad. (…)pudo ver al grupo de jóvenes circuncidados, que después de un aislamiento prolongado regresaban al poblado.29 En estas fiestas la comunidad se reunía en torno al acto para festejar una celebración, la cual era en este caso un rito de iniciación. Este ritual no conllevaba repercusiones individuales, sino el reconocimiento de la masculinidad de su género ante toda la comunidad, lo que indicaba que ya ese ser humano estaba en condiciones de contraer compromisos dentro de la misma comunidad o de su propia cultura. En este ritual estaban marcadas unas prohibiciones acompañadas de unas normas, lo cual quiere decir que estas comunidades tenían sus leyes y que no era un acto arbitrario o inventos de alguien en particular que pasaban por encima de la decisión de la misma colectividad. El cuerpo, su disfraz o sus dibujos tenían un simbolismo acorde a la forma de pensar y de actuar de ellos; el lenguaje marcaba y determinaba unas maneras de actuar que el sujeto y la misma comunidad debían seguir en un determinado espacio y tiempo. La fiesta tiene su tiempo y su espacio como propios de la misma celebración. Alonso de Sandoval veía con ojos de occidente que estas formas de actuar en ritos y cultos a dioses, que consideraba carentes de sentido y relación con el dios de los cristianos, eran propios de seres inferiores en educación; por lo que debía salvarlos de la ignorancia a la que estaban sometidos, por el bien de su alma la cual estaba atrapada en un cuerpo grotesco. La religión establecía una dualidad, una separación entre lo que se corrompe con el tiempo y el alma, que no pertenece a lo temporal. Según la Iglesia el esclavo debía obedecer, no al dios de sus antepasados, que era de carne y hueso; sino a aquel que estaba en el horizonte, en un tiempo lineal y en el futuro. El clero consideraba que los negros debían olvidar su memoria histórica, y redescubrir que lo más importante y trascendente era el testimonio que el hijo de Dios dejó para salvar a los mortales de su esclavitud y miseria; debían adorar al Dios de Israel, de los judíos, del pueblo salvado por Moisés, quien los sacó de Egipto, donde eran esclavos. Al despuntar el día llegamos a esta tierra de los Ardas, donde se reverenciaban culebras y caimanes, y se adoraban ídolos que hay en cada una de las casas. El rey de estas partes tiene un templo muy grande, habitado por ídolos vestidos como europeos. En el palacio real viven muchas mujeres, algunas son las esposas del soberano y otras son las mujeres de los reyes muertos. Ellas, a excepción de la madre del monarca, a la que llaman reina, hacen parte de la herencia que un rey deja a su hijo30

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Alonso de Sandoval. Tratado de la esclavitud,,,op,,cit,,paginas 71-72.

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Alonso de Sandoval. Tratado de la esclavitud,,op,,cit,, paginas 71-72

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Alonso de Sandoval .Tratado de la esclavitud, ,,,op, cit página 78

El sol del medio día le dio en la espalda, mientras permanecía acurrucada para refrescarse con el agua del gran río que atravesaba la ciudad. Sus mansos se confundieron con la multitud de peces que nadaban en la corriente y eran adorados por los Popoes. Además de estos peces, los Popoes reverenciaban las cabezas de perros, de cabras o de otros animales, los colmillos de marfil y una cruz; que tenían en sus casas y en los que acostumbraban ponerles enfrente todos los alimentos, untándolos con el aceite de palma. También rendían culto a las cabras cuando eran muy galanas y pintadas, y a los gallinazos; les ofrecían sacrificios a sus dioses y les arrojaban en el suelo un poco de alimentos que comían.31 En esta ciudad, los vivos celebraban llantos para los muertos que llevaban una cruz sobre su cuerpo. En estas fiestas de la muerte los vivos hacían tiras de paño y seda, que luego arrojaban en la cueva donde se hallaban sus antepasados.32 La cultura occidental tenía su propio concepto sobre los pueblos bárbaros, el cual constituyó durante la época de la Edad Media, una de las discusiones más frecuentes cuando se hacía referencia a los poblados africanos. Se consideraba que a pesar de su condición humana, ésta debía ser valorada entre lo más bajo de la naturaleza por sus particularidades corporales y metafísicas inferiores, calificando su comportamiento y tradiciones como irracionales. La esclavitud fue, por ende, una condición social que debía reflejar obediencia a los gobernantes de turno o reyes, quienes eran sus amos en lo político y en lo jurídico. 33 La sociedad colonial impuso límites, demasiados para ser soportados. Límites al cuerpo y a las relaciones de pareja. Y desde el mismo instante en que se marcaron dichos limites, se abrió al mismo tiempo el espacio para una transgresión siempre posible. Este tipo de censura llevó consigo la condición misma del esclavo negro a responder, a responder de manera clara transgrediendo la censura y la represión a que fue sometido socialmente. El cuerpo era considerado en sus manifestaciones rituales o paganas como anormal, esta era una manera de defenderse a través del cuerpo y los sentidos, luchando por su libertad abiertamente, aprovechando la fiesta ya fuese religiosa o patronal. Para el negro, el amor no era producto de una necesidad biológica que se vinculaba con la reproducción de seres humanos; sino, más bien, de la necesidad de disfrute y de placer a través del cuerpo, el cual tenía una identidad, era parte de su ser y era reconocido socialmente por su cultura. En relación a la sexualidad y, concretamente, en lo que se refiere a la relación de parejas y al rol de los géneros, se han encontrado algunas normas propias de la cultura que rigen un equilibrio establecido por la misma entre las comunidades de negros. En este sentido, la mujer cumplía un papel fundamental en el mantenimiento del equilibrio, ella era considerada un instrumento de intercambio, era dada al hombre para que la poseyera y la gobernara, y aun en momentos de guerra o de conflicto político era pensada como pieza importante de intercambio. Encontrábamos

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Alonso de Sandoval .Tratado de la esclavitud, ,,,op, cit página 82

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Alonso de Sandoval Tratado de la esclavitud,, op, cit página 77

La ciudad mandinga albergaba a los guerreros que llevaban nominas muy labradas y cuernos o cominos de animales. En ella también habitaban el rey y sus nobles, que lucían nóminas de cuero de bandana encarnado y puntas de carnero engastadas en grana, que llevaban colgadas con argollas en los pliegues de sus calzones. Alonso de Sandoval .Un tratado de la esclavitud ,op, cit Página 72 33

así, a una mujer dual que se debatía entre la deificación y la subyugación al hombre, ella decidía sobre su cuerpo mientras fuera soltera, aunque el hombre al desposarla la dominara. Era madre, estaba ligada a la fertilidad y a la cosecha, y era diosa de la tierra y la luna. Asimismo, era la vía a través de la cual se heredaba el poder a la descendencia, otorgando al primogénito el título de rey, en el caso de que esta fuera la hermana del anterior. La vida doméstica y matrimonial se caracterizaba por ser poligámica34. La poligamia era una práctica inherente a sus culturas, pues el cuerpo de la mujer no solo satisfacía las necesidades y de deseos sexuales de los hombres, sino que servía como intercambio diplomático entre las castas, además de ser considerado botín de guerra y compañía en el más allá de la muerte del rey. La mujer35 era un ente importante en las relaciones sociales, económicas, políticas y corporales, sin el cual la armonía en la convivencia entre castas, comandadas por los hombres, no se habría dado. Ellas eran quienes brindaban el placer corporal,36 quienes evidenciaban el poder del sujeto que las poseía quienes se ocupaban del hogar y del entorno familiar mientras el hombre se encontraba ocupado en otras actividades que tenían que ver con el poder político y las labores del campo; ellas eran quienes procreaban la descendencia y retransmitían el poder dentro de la sociedad, y en general eran quienes en silencio controlaban la vida de la comunidad.37 Los negros vivían libremente sus sentidos y pasiones. Previo a la unión matrimonial, tanto hombres como mujeres vivían sus cuerpos sin temor alguno a una sanción impuesta por algún dogma de la Iglesia; daban rienda suelta al placer del cuerpo sin pudor estoico, ni tabúes restrictivos de los propios humores sexuales, situación que escandalizó a más de un español que pertenecía a las comunidades religiosas que llegaron a las Indias Occidentales. Por estos lares uno despierta en medio de la algarabía de los nativos que al levantarse limpian sus dientes con un palo llamado quaquo, las mujeres suelen conversar a grandes voces, mientras peinan sus cabellos con un aceite que se los deja muy negro y lisos. Luego van al encuentro de hombres, con quienes se reúnen en corrillos bullisiosos a lavar y bruñir el suelo y las paredes de sus casas, empleando el barro que deja todo de color anaranjado. La mañana era clara, y he podido ver como hacen un puchero con plumas de aves y algunos de sus ídolos que ponen a hervir. Luego, uno de ellos toma en sus manos este hervido y con ceremonias y cantos, junto

El paso lento se hizo insoportable, le aburrían los caminos que eran poco frecuentados, y se sentía ofuscada al recordar que en estas tierras los hombres podían tener varias mujeres. Alonso de Sandoval .Un tratado de la esclavitud,,,op, cit Páginas 5785 34

Los sahumerios que acompañaban cada entierro permanecían en el ambiente, evocando las imágenes de las primeras esposas de cada hombre muerto, que encabezaba el cortejo fúnebre de sus maridos. El aroma dibujaba las siluetas de las primeras esposas de los hidalgos, que iban vestidas con la ropas de sus maridos y llevaban la adarga y la azagaya, y eran seguidas por un paje que llevaba el caballo del lugar de la plaza de la aldea, a donde se iban sentando los más viejos de acuerdo a su antigüedad. Allí durante varios días se comía, se bebía vino, se bailaba y se cantaba. Que la gente no pudiera acabar la comida, era una alabanza para el muerto. Alonso de Sandoval .Un tratado de la esclavitud,,op, cit Página 69 35

La noche era clara, y después de estirar las piernas se sintió lista para tomar un poco de leche con cereales, trozos de queso y pedazos de carne. Sintió que le volvía el alma al cuerpo, y en medio de las notas que tañían los guineos en sus vihuelas con cuerdas de carnero. Alonso de Sandoval .Un tratado de la esclavitud ,,op, cit Página 58 37 El sol quemaba la cabeza, mientras trataba de entender cómo los hijos de los hombres Malembas vivían con sus madres, mientras eran pequeños, y al ser mayores heredaban las riquezas de su padres. De repente se cruzó en el camino un grupo de jovencitas que llevaban sartas gruesas de cuentas de colores, junto con un trozo de tela pendiente de la cintura, llamado calambe o pampanilla, que revelaba su virginidad. Alonso de Sandoval .Un tratado de la esclavitud,,,,Páginas 65-85. 36

con todos los de la casa sale a la calle, donde arrojan la preparación. Entonces vuelven a la casa y leen la suerte para ver lo que sucederá en ese día (...) Después de mojarse la cara y comer algo se sintió más reconfortada y salió a dar una vuelta por la ciudad, donde revoloteaban los Lucumies vestidos con costosas libreas, y que servían al rey. En un ir y venir se cruzaban con otros habitantes de la ciudad que andaban desnudos, a excepción de las mujeres casadas y los hombres que tenían licencia para vestirse. Ellos llevaban unas mantas a raíz de las carnes y otros de algodón hasta las rodillas, y encima de ambas otras más delgadas, desde los pechos hasta el suelo fajándolas todas con bandas de algodón. Los servidores del rey atravesaban las calles llevando la leña y el agua al soberano. A su paso, hombres y mujeres se hacían a un lado y se hincaban de rodillas (…) Todo esto lo llevaba una comitiva compuesta por jóvenes muy aderezados, ancianos vestidos de blanco que llevaban sombreros grandes y muchachos desnudos con mantillas de bronce en sus extremidades. 38 Este relato, presentado por Joaquín Posada Gutiérrez, narra las actividades que se realizaban en torno a la fiesta de la candelaria, ya avanzado el siglo XVIII. En él, el autor hace una descripción del cuerpo de los negros y negras, entre otros, de los cantos, las danzas y las bebidas, a las que los habitantes se entregaban, viviendo la naturaleza de los cuerpos casi desnudos y húmedos en comparación con los de los blancos o europeos; expeliendo toda clase de humores frenéticos y placenteros, los que eran percibidos por la gente que concurría a la fiesta de la Candelaria de Cartagena de Indias. Todos entraban en esta realización del espíritu a través del cuerpo sexual que se volvía colectivo y que llamaba a la fertilidad de la tierra y del cosmos, sin problemas de clase o posición social, participando a la par con el espíritu de libertad de la naturaleza del placer. La herencia sobre el cuerpo se basaba entonces en su libre manifestación, sin creer que aquellos “actos impúdicos”, como los llamaban los españoles, eran el pan de cada día y de todo momento.39 Según la Iglesia, la sexualidad estaba orientada hacia dos conceptos contrapuestos: el bien y el mal. La naturaleza del cuerpo y la sexualidad se vinculaban con el mal, mientras que el espíritu se relacionaba con el bien. Siguiendo estas ideas, se pensaba que el esclavo, el negro, tenía alma, pero que esta estaba corrompida por acceder a los placeres de la carne; se entendía entonces, que el cuerpo era débil si no poseía un alma que le guiase hacia el bien supremo. Para la Iglesia fue primordial implantar códigos y castigos con la intención de controlar los usos paganos del cuerpo en las celebraciones o acontecimientos importantes que realizaban los esclavos. Su finalidad fue homogenizar a los negros, y así poder implantar los esquemas teológicos y morales que ella y la sociedad española manejaban. Estas privaciones del cuerpo del negro no hicieron parte de su identidad cultural, lo que los llevó a rebelarse contra sus amos, a través de huidas al monte y su establecimiento en palenques, propios de su cultura, donde seguían normas y leyes contrarias al orden impuesto. De esta situación propiciada por los españoles en las Indias Occidentales,

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Alonso de Sandoval .Un tratado de la esclavitud ,,,, op, cit. Páginas 79-81

El concepto diferente de dos mundos el del negro y el blanco, en su adaptación no fue realmente fácil, la convivencia en un primer momento se empezó hacer transitoriamente, en la asimilación de las partes de unos patrones culturales, pero no de manera equitativa, sino de una imposición que se fue haciendo de parte de la iglesia, sobre los demás, que eran considerados su súbditos. Era claro que existían unos dominadores y unos dominados, pero el intercambio se dio en la doble vía, creando una cultura; la cultura del mulato, que pasa por encima de las tradiciones españolas y nativas, recogiendo sin embargo elementos constitutivos de cada una de ellas. Al final, el resultado, nuevos cuerpos del deseo, nuevos cuerpos de libertad. En esto por su herencia cultural, las fiestas, y otras actividades lúdicas fueron símbolo de recuperar una memoria histórica que no se podía olvidar 39

surgen la infidelidad, el adulterio,40 las brujas, la hechicería, etc., los cuales constituyeron elementos estructurales de una sociedad reprimida, que reguló y controló la vida sexual de los negros y de los indios, entre otros. A pesar de ello, la progresiva integración de las culturas hizo que se fueran dando algunos pasos hacia la regularización de sus identidades dentro del sistema; esto no quiere decir que no hubieran personas que siguieran efectuando ciertos actos al margen de la ley, pero sí, que comenzaron a aumentar el número de los que accedían al matrimonio religioso y a la sexualidad bajo unas determinadas circunstancias, sin dejar de mirar con cierta aceptación lo otro. Esto ocurrió de tal manera puesto que el español que iba a las Indias Occidentales llegaba sin mujeres, lo que facilitó su aceptación hacia el mestizaje y los mulatos como mezcla de razas y de culturas que la misma Corona de alguna manera aceptaba. Los negros utilizaban la fiesta, los rituales y los cultos para mantener su propia identidad, encontrándose en la clandestinidad de la noche y en las fiestas con el objeto de preservar su memoria histórica. Ello representa una clave importante para entender al colectivo social que cohabitaba en los territorios de las Indias Occidentales. Estas fiestas constituían un tiempo y espacio propio, eran encuentros para el esparcimiento y la desinhibición de sentimientos reprimidos y deseos contenidos, a lo que se añade como efecto la recuperación de un momento para el disfrute y el encuentro consigo mismo y el otro, a través de las manifestaciones de los deseos en torno a elementos simbólicamente representativos que los hacían realidad: oler, beber, escuchar se extendían en una sintonía de deseos que terminaban por palpar al otro, reconociéndose a sí mismos en relación con ese otro, como su espejo. Mirando lo que Alonso de Sandoval encontró por intermedio de terceros sobre lo que era en general la cultura de los africanos, no solo a través de la información que le brindaban los mercaderes que llegaban al puerto de la ciudad de Cartagena de Indias, sino también a través de la extensa correspondencia que mantuvo en dicho continente con la comunidad de la Compañía de Jesús; se hace a la idea de que para el prelado, dichos colectivos de seres humanos, porque tenían alma, pensaban y calculaban, debían ser sacados de la ignominia y de la ignorancia. Pero, ¿de qué tipo de ignorancia? Sabía Sandoval que poseían un saber que venía siendo heredado de generación en generación a través de sus antepasados, quienes eran sus dioses, y que dicho saber era algo sagrado para su cultura; pero, no era eso lo que realmente le interesaba, buscaba como objetivo que la compañía de Jesús en dicho continente y en el de las Indias Occidentales los sacara de las falsas creencias, de ídolos de barro, que no conducían sino a la perdición de la misma comunidad de negros. Ellos tenían su propio sistema político, económico y social; basado en una serie de creencias, valores e intercambios que posibilitaban el establecimiento de relaciones con otras comunidades. No eran comunidades endogámicas o cerradas, se sabía que tenían una economía basada en lo que la tierra les brindaba y lo que comercializaban con vecinos de Asia y Oriente, con quienes intercambiaban productos a modo de economía de trueque. Ya en Occidente el sistema económico iba avanzando hacia una economía capitalista, dejando de alguna manera lo que era el trabajo del campo, para dar paso al crecimiento de las ciudades, con el consecuente deterioro de lo rural. Fue de esa forma como la comunidad y la sociedad de Occidente en general, estableció una comparación entre sí

En todas las aldeas se rumoraba que los reyes le cortaban la cabeza a su mujer si los traicionaba, y de la misma forma castigaban el adulterio. En estos poblados, cada aldeano estaba dispuesto a prender y vender al adultero. Alonso de Sandoval Un tratado de la esclavitud,,,op , cit Página 68 40

misma y las culturas que consideraba diferentes en todos los sentidos: sociales, políticos y económicos; dando origen a la noción de progreso como el ideal del ser, por lo que adoptó la tarea que sacar a los otros, y en nuestro caso particular, a los negros de su atraso, de su condición inferior por su misma naturaleza. Todo estado es, evidentemente, una asociación, y toda asociación no se forma sino en vista de algún bien puesto que los hombres, cualesquiera de ellos sean, nunca hacen nada sino en vista de lo que parece ser bueno. El más importante de todos los buenos debe ser objeto de las más importantes de las asociaciones, de aquella que encierra todas las demás, y a lo cual se llama precisamente estado y asociación política. Por lo pronto, es obra de la necesidad la aproximación de dos seres que no pueden nada el uno sin el otro; me refiero a la unión de los sexos para la reproducción. Y en esto no hay nada de arbitrario, porque lo mismo en el hombre que en todos los demás animales y plantas 41existe un deseo natural de querer dejar tras de sí un ser formado a su imagen. La naturaleza, teniendo en cuenta la necesidad de la conservación, ha creado a unos seres para mandar y a otros para obedecer. Ha querido que el ser dotado de razón y de previsión mande como dueño, así como también que el ser capaz por sus facultades corporales de ejecutar las ordenes, obedezca como esclavo, y de esta suerte de interés del señor y del esclavo se confunden. La naturaleza ha fijado, por consiguiente, la condición especial de la mujer y del esclavo.(…) En la naturaleza un ser solo tiene un destino, porque los instrumentos son más perfectos cuando sirven, no para muchos usos, sino para uno solo. Entre los bárbaros, la mujer y el esclavo están en una misma línea, y la razón es muy clara; la naturaleza no ha creado entre ellos un ser destinado a mandar, y realmente no cabe entre los mismos otra unión que la del esclavo con esclava, y los poetas no se engañan cuando dicen; Si, el griego tiene derecho a mandar al bárbaro, puesto que la naturaleza ha querido que bárbaro y esclavo fuesen una misma cosa.42 Estas dos primeras asociaciones, la del señor y el esclavo, la del esposo y la mujer, son las bases de la familia, y Hesíodo lo ha dicho muy bien en este verso.43 Porque el pobre no tiene otro esclavo que el buey. La primera asociación de muchas familias, pero formada en virtud de relaciones que no son cotidianas, es el pueblo, justamente puede llamarse colonia natural de la familia, porque los individuos que componen un pueblo, como dicen algunos autores, “han mamado la leche de la familia, son sus hijos”, un menor raciocinio y una tendencia natural hacia la servidumbre.44 Para Aristóteles, como filósofo griego, el origen de la servidumbre se encontraba más allá de las diferencias corporales y espirituales entre amo y esclavo; lo entendía como un orden natural, no porque los seres nacieran

Algunos comentadores, al ver que Aristóteles atribuía a las plantas este deseo, han creído que conocía la diferencia de sexos en los vegetales. Saint-Hilaire.La Política; De la sociedad civil- de la esclavitud-de la propiedad-del poder doméstico. Origen del estado y de la sociedad. Aristóteles, editorial, página 12 41

Aristóteles. La política: De la sociedad civil- de la esclavitud- de la propiedad- del poder doméstico. Origen del estado y de la sociedad. Aristóteles, editorial página 11 43 Aristóteles. La política. Verso de Hesíodo. Las obras y los días, v, 403. La casa, después la mujer y el buey arador. op, cit página 12 42

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Aristóteles. La política libro 1…op, cit página 12

diferentes, sino por las condiciones estructurales que se iban conformando en un determinado contexto. Para el griego, el educado, el que más sabía, era ciudadano y libre; es decir, no dependía de la fuerza física o bruta para hacer un determinado trabajo, se valía de su intelecto. La tendencia de los seres humanos a reunirse resultaba ser algo más que instintiva, obedecía a condiciones psicológicas, sociales y económicas, así como de poder. Por esos motivos los seres humanos comenzaron a integrarse en colectivos mínimos como la eran las familias, luego en conjuntos de familias que conformaban pueblos y después en estados o naciones con unas determinadas leyes, según un mutuo convenio. Esto que plantea Aristóteles tiene su lógica, pero como se puede evidenciar, diverge de las nociones de Sandoval. Para Sandoval y, en general, para la sociedad occidental, el atraso, la falta de educación religiosa basada en los valores cristianos; fueron las razones que justificaron el proceso de evangelización que llevaron a cabo entre poblaciones no occidentales. No se fijaron, ni respetaron que dichas comunidades tenían leyes, normas y obligaciones que les permitían organizarse en colectivos, en castas y en naciones, pero no a la manera de Occidente. El prelado no ignoró en ningún momento la situación cultural y social que integraba al negro a su entorno; la prioridad para él, como hemos insistido antes, era sacar al negro de la situación de miseria religiosa y de creencias paganas en la que estaba sumergido. El entramado de esta evangelización tiene algo más que un trasfondo educativo cristiano. La Compañía de Jesús, junto con portugueses y españoles estaban colonizando el continente africano para la exportación a otras colonias de mano de obra barata. Su objetivo era principalmente mercantil, porque, como hemos dicho, se necesitaba mano de obra fuerte para las labores del campo que lo demandaban. En este sentido, someter al negro a una esclavitud material se justificaba desde una falsa moral cristiana: vivir en servidumbre, soportar y aguantar miseria para tener acceso a la otra vida. Las relaciones mercantiles, de sometimiento y obediencia lo demandaban, y el español supo aprovechar las circunstancias, no porque fuera más inteligente que el negro, sino porque fue el que supo controlar el capital y la mano de obra para satisfacer sus intereses y necesidades. La servidumbre material se unía a la afectiva e ideológica, y en ello contribuyó mucho la Iglesia como instrumento de dominación para acabar de completar el cuadro de la domesticación del cuerpo y del alma del negro. Las coronas de España y Portugal inicialmente dispusieron de instrumentos de regulación económica e ideológica, de esto último se encargaría la Iglesia. Mientras en Europa estaba tomando vigor la concepción tomista de la vida, entrando en el racionalismo de Descartes; la Iglesia aplicaba en las colonias su forma de filosofar y su teología. 45 Para Aristóteles el alma tenía una condición: ser la forma del cuerpo, definir el cuerpo, convertirse en principio y fin del ser; es decir, ser entelequia de los seres vivos. El alma no era lo que siente o se mueve, era la que da al ser la potencia, la capacidad para llevar a cabo una acción; el alma no era quien compadecía, aprendía o discurría, sino que era el hombre en virtud del alma. Esto no significaba que el movimiento se diera en ella, sino que unas veces terminaba en ella y en otras se originaba en ella. En otras palabras, en el hombre el accionar del alma intelectiva no era corporal, se producía por medio del pensamiento y la razón, los que se nutrían y perfeccionaban con la discusión, con la capacidad de manifestar los pensamientos por medio de la palabra.46

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Entre otros las de San Agustín y Santo Tomas de Aquino. Véase en Aristóteles el texto del Tratado del Alma

Las comunidades africanas no tenían Estados como en Occidente, pero si tenían castas que estaban representadas por un rey o gobernante que era elegido por ser el mejor representando la ley, y por su saber sobre la cultura y la comunidad. La tradición oral fue un elemento indispensable para la transmisión de dicho saber, que a pesar de pertenecer a los antepasados, se iba repitiendo a cada uno de aquellos que los remplazaban. Sus ritos, ceremonias, cultos eran parte de un entramado de referencias representativas de su cultura, como lugar de su identidad. Lo que con el tiempo se fue transformando en las colonias de las Indias Occidentales, es que el negro ya no era tomado como un colectivo, sino como un individuo que ingresaba a otro tipo de cultura. A pesar de ello, los mismos intereses y necesidades llevaron a los negros a organizarse, a discutir de qué manera podían recuperar su memoria histórica, y este hecho se puede ver a través de fenómenos como el del cimarrón, las cofradías y los cabildos de negros, donde pudieron reinventar sus culturas, sus valores, con otros de la cultura española y occidental. Las fiestas y los festejos fueron la chispa que les alumbró el alma, impidiendo que perdieran su identidad. Por medio del cuerpo el negro manifestó sus creencias, su alma era la que le daba energía a cada movimiento, gesto o sentimiento que él iba expresando en un tiempo de creación propio como lo era la fiesta, momento de encuentro, de desinhibición y de exhibición de todo lo que se puede hacer cuando se reprime o se limita la creación del arte del negro. La danza, la mímica, los disfraces, los colores y las pinturas corporales, manifestaban un lenguaje en honor a sus dioses, entes sagrados de un saber del que no todos podían disponer, porque por naturaleza de lo humano solo podían adquirirlo unos pocos que eran elegidos de entre aquellos ciudadanos que gozaban de la virtud del alma; por una experiencia no física, sino del imaginario de los negros. Para la Iglesia esto debía cambiar, debían hacer pensar la razón del alma no propiamente en términos aristotélicos, sino desde los planteamientos de Santo Tomás, según los cuales la razón de ser del alma es Dios; pues este es causa primera y última de un determinado fenómeno que como tal no se confunde con lo material o con su forma, sino que está más allá de la demostración, es un acto de fe, la que podemos afirmar sobrenatural. Al negro se le introdujo unos criterios diferentes en relación con su identidad -tanto corporal como espiritual-, que hacen que construya un cuerpo nuevo con referencia al medio español y sobre todo, siguiendo las enseñanzas de la vida de Cristo, quien padeció y sufrió por los mortales para salvarlos del mundo terrenal. La Iglesia con este argumento justificó la esclavitud del negro, no solo llevándolo a la tierra prometida, tal como eran consideradas las colonias españolas; sino que lo hacía con la promesa de que sería recompensado y salvado en el otro mundo. El problema fue planteado en términos morales por algunos sacerdotes,47 quienes no fueron indiferentes a la injustica que se cometía con el esclavo, denunciando la situación, sin llegar a cuestionar el trasfondo de las circunstancias en torno a las cuales se establecía el sistema esclavista, desde el punto de vista de la producción de mercancías y la circulación de capital, que por un lado invertía el rico o amo, y por el otro acrecentaba el esclavo con su mano de obra, sin recibir mayores beneficios a cambio. La razón de ser de la esclavitud se hallaba en el interés de Occidente por generar un sistema económico diferente, con una mayor inversión de trabajo que permitiera acumular capitales, con los que pudiera comenzar a especular en los mercados o ferias de ventas esclavos y productos manufacturados. La religión sirvió a los fines de la domesticación del negro y la obtención de su obediencia al sistema, que a pesar de ser considerado “justo”, en realidad ofrecía al amo todas las de ganar, mientras que el esclavo se conformaba con las miserias que éste le dejaba. Esta situación se puede observar en la forma como las comunidades religiosas 47

Bartolomé de Albornoz, Alonso de Sandoval y Tomás de Mercado.

-la Compañía de Jesús- enfrentaban problemas económicos y de sostenibilidad de los negros en sus haciendas, porque aquellos terminaban muriendo por desahucio, enfermedades, vejez, debilidad, mala alimentación y exceso de trabajo. Estas condiciones lamentables en las que vivía el negro tenían su comienzo en los puertos de la Indias Occidentales, adonde llegaba el negro en condiciones infrahumanas, situación que se repitió una y mil veces durante la Colonia. El negro obedecía, aceptaba, pero no tenía derecho a protestar, a pesar de las rebeliones que hicieron pidiendo más libertad y derechos. Para Aristóteles el habla y el lenguaje eran instrumentos muy importantes para el desarrollo de la justicia, pues su virtud radicaba en que los seres humanos como colectividad, como comunidad socialmente reconocida por unas instituciones y sus leyes, como las que constituían una democracia, sistema en el cual los ciudadanos podían discutir y discernir sobre las formas más adecuadas de gobierno y de participación del pueblo. Pues esto último es contrario a los caprichos de un poder que representado por un gobernante, va en contra de los principios mismos de los demás integrantes del pueblo o de los ciudadanos, quienes sienten coartadas sus libertados. Tal es el caso del despotismo o la tiranía. El ciudadano era libre según las virtudes que cultivaba, bien fueran estas la retórica, la oratoria o la memoria, aprendidas en espacios o escuelas que para ello estaban asignados, como el gimnasio. La comunidad negra, si bien parece que no tuvo un sistema de escritura como el nuestro, mantuvo una tradición oral importante en muchos sentidos, pues toda su tradición cultural sobrevivió y se reprodujo a través de su transmisión de generación en generación. Esta tradición oral irradiaba entre la población una serie de valores y saberes, que fueron cultivados muy especialmente por personas que se encargaban de enseñar a los más jóvenes las formas de gobierno y las leyes a las que debían someterse al igual que lo hacía el resto del colectivo. El esclavo era un instrumento, propiedad de su amo; esta relación lo obligaba a trabajar para él y obedecerlo, como una parte de su aparataje laboral y de vida. En estas condiciones el esclavo debía ejercer su actividad hasta llegar a un bien común, tanto para el uno como para el otro; es decir, para las partes que intervenían en una labor, el que contrata y el contratado. Para los griegos (Aristóteles), las cosas de la naturaleza-ya fuera una familia o un caballo- llegan a su pleno desarrollo siguiendo un proceso. La meta y el fin de una cosa es lo mejor de su desarrollo, esto es a lo que llamaron la autarquía; es decir, ambas cosas: el fin y lo mejor. Los cuerpos de los esclavos, según los griegos, tenían características inferiores, lo que de alguna manera remarcaban bastante al señalar que dicha naturaleza tiende a hacer de los cuerpos de los esclavos físicamente más fuertes que los de los libres o ciudadanos. Pero el concepto es realmente una construcción que se hace con el otro, su semejante, desde la familia padre-hijo, no es algo innato. Las características del esclavo se remiten más al plano del alma intelectiva y al del ejercicio político, ya que mientras algunos pueden ejercer la razón y ser ciudadanos, otros no, por lo que su mayor provecho es el uso del cuerpo para el trabajo. En las comunidades de negros habían muchos roles que se otorgaban y tenían una mayor exigencia dependiendo del grado de dificultad. Por un lado las mujeres se dedicaban a la labor doméstica y sobre todo a la crianza de sus hijos y a servirle al jefe del hogar, mientras que los hombres se dedicaban a las labores de caza y pesca, que exigían una mayor actividad física. Los líderes, por su parte, eran quienes debían cumplir con las

exigencias de gobernar y de mandar dentro de la comunidad, porque ésta siempre se caracterizó por ser solidaria, no individualista, y girar en torno al rey o gobernante, quien era una persona mayor. El alma intelectiva es forma y entelequia del cuerpo, por lo que se puede considerar que todos los seres humanos son iguales o semejantes; no obstante, al señalar Aristóteles que unos humanos están más capacitados para el ejercicio político que otros, el sino de la esclavitud hace referencia más a la puesta en acción del alma que a un tipo particular de la misma.48 El esclavo, como el ciudadano libre, tenían alma y cuerpo; pero la diferencia entre ellos radicaba, como ya hemos señalado, en la acción del alma y esta acción estaba relacionada con las artes del habla, como la oratoria, la retórica y otras artes, que también podía cultivar el esclavo. Entonces, surge la pregunta: ¿Dónde radicaba la diferencia entre esclavo y hombre libre? El hombre libre sabe del porqué de las cosas, a diferencia del esclavo que si bien pensaba, su saber se circunscribía a la condición de lo que era su experiencia física y mental, pero de un grado no superior al que sabe porque tiene el logos, la razón de la causa de un fenómeno. Si el concepto de esclavitud estaba relacionada con la barbarie de los hombres o de algunas comunidades, esto no implica que algunos esclavos no pudieran escapar de dicha situación. Pero una situación que podemos agregar está relacionada con el tema del gobierno y la política, practicados en un determinado entorno, el de los pueblos, que anuncia una tiranía o despotismo; diferente a la democracia, pues esta facilita una libertad que está ligada al libre ejercicio de la participación en el Estado, ya que en ella se gobierna y elige libremente a aquellos que son los mejores. En el “Tratado de la esclavitud” están reflejadas muchas culturas y razas, diferenciadas por sus costumbres, formas de actuar y de representar el mundo; pero estas no eran completamente bárbaras o ignorantes, tenían sus leyes, su educación basada en valores propios de su cultura, transmitidos en el tiempo de generación a generación, según las necesidades. Entonces ver que la noción del bárbaro como tal puede asignarse a un estado muy primitivo del ser humano, el cual en la medida en que éste fue evolucionando, fue adquiriendo experiencia y sabiduría, lo que se reflejaba en los distintos saberes de que disponía el negro a lo largo del proceso de su maduración como individuo: dependiendo primero de la madre; luego pasando a participar en tareas diferentes a la doméstica; hasta que, finalmente, se dedicaba a actividades fuera del hogar, como la realización de los ritos religiosos y las actividades bélicas contra otras etnias. La distinción entre bárbaros, inferiores y esclavos realmente no era exclusiva de Aristóteles, como lo señala Sennet:49 mientras que para el ateniense la desnudez de su cuerpo obedecía al calor del contexto en el que vivió y, en este sentido, el cuerpo resultaba una imagen que se formaba por principios acordes a las exigencias de unas En la cultura de los negros había una jerarquía de mandos, desde el rey, pasando por el gobernante, como por el jefe de familia, se caracterizaban por que mandaban según la ley que en ese momento representaban. Era claro que cada uno de ellos en su contexto tienen unas obligaciones y derechos que cumplir en diferentes contextos, porque no es lo mismo mandar un padre de familia, que un magistrado o gobernante, son aplicaciones de la ley en diferentes contextos. 49 Para la cultura griega era muy importante la mirada del cuerpo( la visión sobre los otros sentidos). El significado de esta palabra viene de la noción de, eîdos, eidotés, etc, proviene de la raíz de aoristo de horao; ver, mirar, auscultar. Y servirá de base posteriormente para el concepto filosófico de la contemplación del mundo ( De theáomai, ver, mirar, contemplar, de donde también viene theatrízo, lugar de espectáculo. Véase el texto Aristóteles. Metafísica de, Gredos, Madrid, PP. 1-28. Pero este privilegio determinara también una manera de comprender la política en la que espacio público será equivalente a escena de exhibición. Exhibición del cuerpo desnudo y del habla- dirá Sennet, Richard- la política como poner ante la vista de todos los ciudadanos los asuntos colectivos, dejar ver el poder y su ejercicio; exhibir la decisión. Richar Sennet, Carne y piedra: el cuerpo y la ciudad en la cultura occidental, capítulo I, Alianza, Madrid,1997. 48

condiciones específicas, convirtiéndose aquella desnudez en práctica propia del cuerpo, que respondían a una razón de ser contraria e inferior a la forma de llevar el cuerpo de los bárbaros que habitaban en zonas boscosas. Claro, esta diferencia entre ciudad y selva maneja unos criterios contextualizados, que de hecho podrían traducirse como el resultado de la aplicación de unas leyes más liberales que otras, lo que ocurrió de alguna manera con el negro que habitaba en la ciudad a diferencia del que lo hacía en el campo, donde la ley era más represiva y no tan tolerante y permisiva como en la ciudad. El Padre Acosta de la Compañía de Jesús, cuando estuvo en las Indias Occidentales, establecía una distinción entre culturas o sociedades, según la cual habían hombres que seguían leyes y otros que seguían a un líder o gobernante tirano. En su libro sobre la “Historia de las Indias”, él define a estas sociedades tal como eran a comienzos de la conquista de dicho continente por los españoles, y las caracterizaba desde el punto de vista del concepto que se tenía de la comunidad. Estas nociones fueron retomadas, posteriormente, por el Padre Alonso de Sandoval, en su estudio sobre la cultura de los negros en el continente africano. Cosa es averiguada que en lo que muestran más los barbaros su barbarismo es en el gobierno y modo de mandar, porque cuanto los hombres son más llegados a razón tanto es más humano y menos soberbio el gobierno; y los que son reyes y señores se allanan y acompañan mas a sus vasallos, conociéndoles por iguales en naturaleza e inferiores en tener menos obligación de mirar por el bien publico. Mas entre bárbaros todo es al revés, porque el tiránico su gobierno y tratan a los súbditos como a bestias, y quieren ser ellos tratados como dioses. Por esto, muchas naciones y gente de indios no sufren reyes ni señores sino viven en behetería, y solamente para ciertas cosas mayor mente de guerra-crían capitanes y príncipes a los cuales durante aquel misterio obedecen, y después vuelven a los primeros oficios.50 El esclavo se caracterizó por ser un instrumento práctico a la resolución de las necesidades de su amo, era propiedad de este y hacía parte del entorno familiar de su señor, al cual debía obedecer y cumplir. Era parte de un todo en el que estaba inscrito. Propiedad es una palabra que es preciso entender como se entiende la palabra parte; es decir, hacer parte de un cuerpo o de un entramado económico y político: la parte no solo es la parte de un todo, sino que pertenece a una cosa distinta de ella misma (…). El que por ley natural no pertenece así mismo, sino que no obstante ser hombre, pertenece a otro, es naturalmente esclavo (…) se convierte en una propiedad es un instrumento de uso y completamente individual. 51 El esclavo, al no poseer logos ni voluntad no es un ser completo -como se ejemplifica en el uso de la palabra parteasí depende de la subsistencia del amo, de la razón, como el cuerpo no puede estar separado del alma, de la misma manera el esclavo no puede estarlo del amo. El esclavo era una extensión del cuerpo de los amos -como señala Davis.52 Hay un tipo de propiedad a la que llaman bienes de consumo, esta representa aquellos elementos que son propios para el sostenimiento de la vida: la vestimenta, el alimento o la vivienda. Hay otro tipo de propiedad que se Fermín del Pino Díaz Historia de las Indias, libro VI, capitulo II, del Gobierno y los reyes que tuvieron, de Acosta. Capítulo, Los métodos misionales jesuitas y la cultura del ´´ otro´´,.Retomado del texto. La misión y los jesuitas en la América española, 15661767: cambios y permanencias. José Jesús Hernández Palomo, Rodrigo Moreno Jeria, coordinadores,. Consejo superior de investigaciones científicas. Escuela de Estudios Hispanoamericanos, ,2005, página 61-62. 51 Aristóteles. La política. Libro 1, capítulo 4. 52 Davis, David. Brion. The Problem of Slavery in Western Culture. Ithaca, New York: Cornell University Press. 1969 (1966). 50

caracteriza por producir bienes de producción, los que se convierten en instrumento generador de riquezas; lo fabricado se vende a la industria, produciendo bienes manufacturados, por ejemplo: la lana, cuando es convertida en hilo, produce telas a través de una determinada maquina llamada telar.53 El esclavo es un instrumento práctico generador de riquezas para su amo y para otros, saca materias primas de la naturaleza y las transforma para ser utilizadas en la elaboración de bienes de producción. Los trabajos se distinguen por su calificación, por el grado de exigencia, de experiencia y de saber que produce, y por la utilización y mejoramiento de técnicas diferentes y especializadas. Para Aristóteles el esclavo era una fuerza motora que tenía la capacidad de mover algo, como si fuera un animal; pero, también tenía la capacidad de transformar lo que mueve, produciendo un acto de tal manera que hace que lo producido se transforme utilizando el alma y el cuerpo. No podemos pensar que el esclavo solo existía para mover algo físico con su cuerpo, se puede ir un poco más allá si valoramos las técnicas que la misma vida le posibilitaba a medida en que las épocas cambiaban. Es claro que para los griegos, la familia y el Estado en general se transformaban con el tiempo, debido a la intervención de los ciudadanos y de los esclavos en el Estado. 54 El amo55 no necesariamente necesitaba del esclavo cuando aquel podía suplirlo, como decía Hesíodo, 56 con un animal de carga. Pero el amo sabía que muchos de los instrumentos que poseía necesitaban de la mano del esclavo; fue así como los esclavos resultaron indispensables para el funcionamiento y convivencia de la ciudad. Para los griegos el ser humano tenía la tendencia natural a asociarse y agruparse, y hay tres maneras en las que esto, según ellos, solía ocurrir: en familia, cuando un grupo comparte en torno a la autoridad que el padre ejerce sobre los hijos y la mujer; y otras dos formas de organización, algo más elevadas en calidad de la convivencia y de la ley, que son el pueblo y la ciudad. En cada una de ellas vemos cómo la razón de ser de cada uno de los miembros varía bastante: una situación es la relación padre-hijo-mujer, y otra la de los ciudadanos libres y esclavos donde las convivencias tiene una marcada diferencia. La distinción de funciones señalaba que era al esclavo y su trabajo a los que debía asegurar la Scholé de los amos. Es decir, la complementariedad amo-esclavo, cuerpo-alma, tomaba sentido y forma dentro del hogar ateniense -

El esclavo es un instrumento práctico, que produce para su amo venda a otro que compra. Los instrumentos propiamente dichos son instrumentos de producción; la propiedad, por el contrario, es simplemente para el uso. Así, la lanzadera produce algo más que el uso que se hace de ella; pero un vestido, una cama, sólo sirven para este uso. Además, como la producción y el uso difieren específicamente, y estas dos cosas tienen instrumentos que son propios de cada una, es preciso que entre los instrumentos de que se sirven haya una diferencia análoga. La vida es el uso y no la producción de las cosas, y el esclavo sólo sirve para facilitar estos actos que se refieren al uso. Propiedad es una palabra que es preciso entender cómo se entiende la palabra parte: la parte no sólo es parte de un todo, sino que pertenece de una manera absoluta a una cosa distinta de ella misma. Lo mismo sucede con la propiedad; el señor es simplemente señor del esclavo, pero no depende esencialmente de él; el esclavo, por lo contrario, no es sólo esclavo del señor, sino que depende de éste absolutamente. Aristóteles La política, libro 1, capitulo II. 53

Toda propiedad tiene dos usos que le pertenecen esencialmente, aunque no de la misma manera: el uno es especial a la cosa, el otro no lo es. Un zapato puede a la vez servir para calzar el pie o para verificar un cambio. Por lo menos puede hacerse de él este doble uso. El que cambia un zapato por dinero o por alimentos, con otro que tiene necesidad de él, emplea bien este zapato en tanto que tal, pero no según su propio, uso, porque no había sido hecho para el cambio. Aristóteles La política libro 1 capitulo 3 54

Uno es señor, no porque no sepa mandar, sino porque tiene cierta naturaleza; y por distinciones semejantes es uno esclavo o libre. Saber emplear a los esclavos constituye la ciencia del señor, que lo es, no tampoco muy elevada; consiste tan solo en mandar lo que los esclavos deben saber. Aristóteles. La política. Libro 1, capítulo 2. 56 Ante todo, casa, mujer y buey de labranza. Porque el buey hace las veces de esclavo para los pobres. Aristóteles. La política. Libro 1, capítulo 2. 55

como lo demuestra el término usado oikeus-, donde se generaban formas singulares de sujeción a las unidades domésticas. El amo, mientras se encontraba en la esfera de lo familiar; es decir, en la esfera de lo privado, tenía acceso al ocio y al desprendimiento de su cuerpo. Dicha actividad era en gran medida asegurada por el esclavo en el cumplimiento de las tareas domésticas que le eran asignadas. El esclavo debía estar completamente integrado a la familia del señor y, además, debía obedecerla en el desarrollo de las tareas prácticas, que como instrumento de trabajo esta le exigía. Asimismo, el esclavo tenía la obligación laboral de ayudar a la familia en las actividades religiosas que esta realizaba, pues los ritos y ceremonias religiosas eran importantes para los griegos; con ellos rendían culto a los dioses de su cultura, quienes les habían otorgado la sabiduría que habían heredado de sus antepasados. Los esclavos con respecto a la familia del amo no solo eran parte integral de ella, sino que eran tomados como colectivo, más que como individuos cuyas propiedades pertenecían al señor de la casa, quien a su vez respondía a un rey, gobernante de la ciudad; porque tanto la estabilidad de la casa, como la del gobierno de la ciudad descansaba sobre los esclavos y los ciudadanos libres. (…)porque un rey debe ser superior a los súbditos por sus facultades naturales y ser, sin embargo, de la misma raza que ellos; y esta es precisamente la relación entre el más viejo y el más joven, entre el padre y el hijo. La primera cuestión es saber si, además de su cualidad de instrumento y de servidor, se puede encontrar en él alguna otra virtud, como la sabiduría, el valor, la equidad, etc., o si no se debe esperar hallar en él otro merito que el que nace puramente de los servicios corporales. Pero para Aristóteles, ambos debían tener diferentes virtudes, mínimo en lo que se refiere a mandar y a obedecer; esto no quiere decir que el esclavo progresivamente adquiriera valores relacionados con el alma y no propiamente con el cuerpo. De esa forma la cultura griega entendía la esclavitud, estableciendo con dichas nociones diferencias conceptuales o semánticas entre los términos bárbaros, esclavos y siervos.57

Si para los griegos había una relación de bárbaro a esclavo, por la situación que ellos consideraron que los que no eran griegos eran barbaros, esclavos, sinónimo de cosa. En la época medieval los conceptos tiene una diferencia y en muchas ocasiones se mezcla de manera general al esclavo con el siervo o la servidumbre. Si el bárbaro es el que no tiene ley, sino para sí mismo, y los demás están sujetos a él, en el esclavo la ley es la del amo, pero este tiene algunas virtudes que no lo hacen totalmente bárbaro, porque Aristóteles le daba algún poder al esclavo en el sentido que más que una fuerza física de obedecer tenía algunas virtudes que eran del almo. En la época medieval definimos que había una cierta confusión de los términos de esclavo y siervo. Se traduce la palabra siervo ´´ servus ´´ por esclavo, pues no hay punto de comparación entre el servus antiguo, el esclavo, y el siervus medieval, el siervo, ya que el primero era una cosa y el segundo una cosa. Véase el texto Regine Pernaud. Qué es la edad Media?, Segunda Edición. Editorial magisterio español. España, 1986, cápitulo V, p 126-127, En este sentido advierte José Luis Cortes López , refiriéndose a los términos siervo-cautivo-esclavo, que ´´ en estas tres palabras que hoy día pueden parecer sinónimas, debieron tener acepciones diferentes, pero en los documentos históricos no aparecen bien delimitadas, por lo que puede originar errores de interpretación´´. José Luis Cortes López, La esclavitud negra en la España Peninsular del siglo XVI, Salamanca, universidad de Salamanca, 1989, Los autores escolásticos se refieren cuando hablan de la condición del servus, hay que entender en principio que están hablando de los siervos medievales, no de los esclavos del mundo pagano antiguo o contemporáneo. Es significativo en esto que precisamente ´´ la palabra esclavo se va imponiendo abrumadoramente y en una serie de documentos del siglo XVI´´. Predomino desde entonces el término esclavo porque eran conscientes que se trataba de una categoría distinta de los siervos medievales. Por lo que a la doctrina se refiere, los teólogos y juristas cristianos, y entre ellos Santo Tomás , estiman que la servidumbre ´´ no podía existir en el estado de inocencia´´ ( Suma Theologica 1, 96,4), como tampoco existía el vestido. La servidumbre, servus ´´ no fue impuesta por la naturaleza, sino por la razón natural para la utilidad de la vida humana, y así no se mudó la ley natural sino por adición´´ (1-II,94,5 ad 3m), como sucedió con el vestido, por eso la ´´ servidumbre que pertenece al derecho de gentes, es natural en el segundo sentido, no en el primero´´. (II-II,57,3 ad 2m). 57

Hemos dejado sentado que la utilidad del esclavo se aplicaba a las necesidades de la existencia, así que su virtud había de encerrarse en límite muy estrechos de lo puramente necesario para no descuidar su trabajo por intemperancia o pereza. La naturaleza hace al esclavo, pero no hace al zapatero ni a ningún otro operario. Por consiguiente, es preciso reconocer que el señor debe ser para el esclavo la fuente de la virtud que le es especial, bien que no tenga, en tanto que señor, que comunicarle el aprendizaje de sus trabajos. 58

Capítulo 2 La educación del negro en las Indias Occidentales

Cuando los españoles llegaron a las Indias Occidentales, se hallaban en busca de un nuevo mundo -lo que algunos historiadores llamaron “el dorado”-; es decir, un nuevo territorio donde pudieran obtener grandes riquezas y sobre todo mantener su dominio, con lo que la monarquía española además pudo consolidar el liderazgo adquirido a comienzos del siglo XVI como gran imperio. Pero, si bien la consolidación se hizo mediante el uso de la violencia y la represión de los colectivos de naturales, se buscó, de manera importante, un instrumento para domesticarlos y hacer de ellos seres humanos con alma, a imagen y semejanza del nuevo imperio. El mejor instrumento para ello fue la implantación de una educación acorde, no propiamente a las necesidades de los nativos, sino particularmente a las de la élite de la Corona de España, la que deseaba imponer en los territorios de las Indias Occidentales sus propias leyes y sistema de gobierno, a fin de mantener su dominio. Esta expansión de la Corona en toda la región de las Indias Occidentales le trajo algunas dificultades, entre ellas la búsqueda de personal que se encargara de la educación de los nativos y de las otras personas que habitaban los territorios, como los negros, quienes eran destinados a la labor del campo y la minería. A mediados del siglo XVI, el Padre De las Casas lo había sugerido ante la corona, después de observar cómo fueron diezmadas las poblaciones aborígenes a consecuencia del contagio de enfermedades que los mismos conquistadores habían llevado y la enorme explotación a la que habían sido sometidos con jornadas de trabajo agotadoras.

Santo Tomas, para él que ´´ la servidumbre es una cierta pena determinada, que pertenece al derecho positivo, pero procede del natural ´´ ( in IV sent, libro IV, dist, 36,1, ad 3m). retomado del texto de José María Iraburu, Hechos de los apóstoles en América, capitulo San Pedro Claver esclavo de los esclavos, 2011, página 457,soporte digital. 2011catholic.netInc. 58

Aristóteles. La política, libro primero, capítulo V Del poder doméstico.

El poder político que detentó la Corona de España durante la Edad Media se debió en gran medida a la estrecha alianza que esta estableció con la Iglesia; es decir, a la alianza Estado-Iglesia, poder civil-poder eclesiástico, la cual se encargaría de fortalecer el dominio de la Corona sobre sus colonias. Era importante para la Corona de España que las colonias conquistadas asumieran el cristianismo como ideología o forma de pensar. Para ello, en un primer lugar, dichas sociedades de negros, indígenas, entre otros, debían tener en cuenta aquellos elementos relacionados con las formas de colonización del imaginario o, planteado de otra manera, con las formas relacionadas con la “imposición de lo sobrenatural cristiano” -en palabras de Serge Gruzinski-; las que remiten, de manera compleja, a la falta de sentido que tenía la participación en la práctica de la religión católica, para aquellos que se encontraban en el límite de toda posible orfandad, al haber perdido todo el sistema de dioses y de creencias que articulaban su mundo, luego de haber sido dominados e integrados paulatinamente por otra cultura con valores diferentes. Esa fue la situación del negro, que trasladado a los puertos de las Indias Occidentales desde el continente africano, vivió la desaparición del universo social e institucional que constituía el fundamento de su tejido social de origen.59 Un segundo aspecto que se debe tener en cuenta, son aquellos elementos que remiten al trabajo de más de un siglo de evangelización cristiana, una modalidad de occidentalización que no se puede reducir simplemente a la enseñanza de dos o tres verdades elementales de la fe, sino que debe relacionarse, sobre todo, con la introducción masiva de símbolos y prácticas que fueron apoyo esencial a la tarea evangelizadora. Pensar , en este sentido, en la construcción de la iglesia municipal y la implantación de una nueva liturgia y ritualidad, en el levantamiento de la cruz en el punto más elevado o sobresaliente de un lugar, lo que permitía divisarla, para tenerla bien presenta; igualmente, en la campaña, la ermita, la pila bautismal, la elección del santo patrón del lugar; elementos simbólicos que terminaban siendo la forma básica de identidad para los vecinos, cualquiera que fuese su condición social, cultural o de raza. La nueva circulación de estampas e imágenes que reforzaban el culto de los santos, fueron, de igual manera, elementos importantes para la imposición de lo que era lo sobrenatural cristiano a las comunidades indígenas y a los negros; pero, que funcionaban también como refuerzo de la fe, que había que mantener, en el caso de los colonos españoles.60 Por último, pero no menos importante, las formas de encuadramiento de las poblaciones y comunidades, que en el campo y la ciudad había logrado imponer la Iglesia, y que se conocen con el nombre de cofradías y hermandades. Estas, cubrían el conjunto de la sociedad 61 en todos sus órdenes y estados, constituyendo, por excelencia, una de las formas más importantes de socialización. Dichas formas básicas de socialización eran elementos que aseguraban, no solo la fuerza de la creencia a través de la práctica cotidiana masiva, sino también su “circulación” ampliada, la difusión de las verdades de la fe y, sobre todo, la socialización en las verdades parciales que identificaban y singularizaban a cada una de las órdenes

Serge Gruzinski. La colonisation de l´imaginaire, societes indigenes et occidentalisation dans le Mexique Espagnol XV-XVII, Siècles. Paris, Gallimard. 1988. 60 Ídem. 59

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Con el término sociedad nos referimos a un grupo organizado de personas que comparten un hábitat común dependiendo unas de otras para su supervivencia y bienestar. Debido al hecho de que muchas grandes sociedades están constituidas por clases, grupos étnicos, religiones y otros grupos significativos, frecuentemente conviene referirse a las subculturas y estudiarlas. Por último, habría que examinar el término sociocultural. Este término es una abreviatura de “social y cultural” y es útil para recordar que la sociedad y la cultura forman un complejo sistema de partes que interactúan.

religiosas que llegaron al Nuevo Mundo (Jesuitas, Dominicos, Franciscanos, entre otros…). 62 Estas últimas constituyeron, al mismo tiempo, un factor de alta integración de toda la sociedad a un conjunto de creencias, un elemento eficaz de conexión entre factores sociales, y una manera precisa de dividir la “opinión” y reproducir dentro del conjunto de la población la separación entre “bandos y partidos” que existía dentro de la propia Iglesia. La Iglesia cumplió un gran papel en la reconquista de la península ibérica por los Reyes Católicos, la cual estuvo en manos de moros y judíos hasta finales del siglo XV. En aquel momento los invasores no solo fueron expulsados, sino que fueron reprimidos y juzgados por llevar a cabo prácticas religiosas contrarias a la religión cristiana, que era el credo oficial del gobierno español. Esta experiencia sirvió y fue importante a la conquista y control de las Indias Occidentales, donde se implementó desde finales del siglo XVI en Lima, México y posteriormente la ciudad de Cartagena, entre otras. Las comunidades religiosas se desplazaron al nuevo continente, ocupando las diferentes regiones para consolidar las tierras conquistadas, anunciando la “ buena nueva” que sería el evangelio de Cristo. La diversidad cultural existente en las Indias Occidentales obligó al gobierno de Felipe II a recurrir a los Jesuitas, para que estos realizaran misiones entre las comunidades, con el objetivo de expandir la religión y propagar (tal como lo indicaban sus preceptos) la Compañía de Jesús por todo el continente y el mundo en general. Las compañías religiosas, entre sí, presentaban importantes diferencias en sus planteamientos, lo que en ocasiones se traducía en conflictos. Por ejemplo, los franciscanos y los dominicos llegaron a tener grandes diferencias por la manera en que cada una de estas compañías adoctrinaba a los nativos de la región; mientras eso ocurría, los jesuitas buscaban obtener protagonismo en dicha región, lo que le valió a la compañía la intervención y el llamado del Papa para empezar hacer misiones en las Indias Occidentales. El concepto de misión fue acuñado en el período de la Edad Media, sobre todo en sus comienzos y más concretamente en el siglo XVI, época en que el expansionismo europeo abarcó los territorios de Occidente, África, Asia y Oriente. El mediterráneo para ese entonces estaba íntimamente vinculado con el cristianismo en el marco de los patronatos. En el Archivo Romano de la Compañía de Jesús, por los años de 1580, existe una lista de las misiones pontificias que se realizaron en ese entonces en diferentes lugares del mundo. Para la Compañía de Jesús, según los estatutos que la regían, la palabra “misión” tenía un triple significado que abarcaba lo personal, lo operativo y la zona geográfica o territorio a habitar. En un texto publicado en la ciudad de Sevilla por la Escuela de Estudios Hispanoamericanos, en el año 2005, en el capítulo sobre La misión Jesuítica: Inculturación y proceso, el autor menciona ese triple significado de la palabra “misión”.63 “Misión” significaba para la Compañía el envío con objetivo apostólico de personas, ya fuera en grupo o solas, por parte de las autoridades eclesiásticas, particularmente por el Papa -en calidad de cabeza visible de la Iglesia a nivel universal-, y de forma subsidiaria por el General de la Compañía de Jesús, quien tenía la autoridad para mandar personas a distintos lugares para peregrinar. Así, en el año de 1540, Ignacio de Loyola, en Solidum con el Papa y el

Véase el texto Renán Silva. “El sermón como forma de comunicación y como estrategia de movilización. Nuevo Reino de Granada a principios del siglo XVI”. Facultad de Ciencias Sociales y económicas. Sociedad y Economía, número 1. CISDE: Centro de Investigaciones y Documentación Socio-Económica. Septiembre. 2001. Universidad del Valle, Colombia. pp.103-130. 63 Michael Sievernich, S.J. Los jesuitas reciben, (1) un envió personal, que les lleva (2) a desempeñar una tarea de servicio de la propagación de la fe (3) en un determinado territorio. Capítulo: La misión en la compañía de Jesús: inculturación y proceso, Del texto. La misión de los jesuitas en la América española, 1566-1767, cambios y permanencias. José Jesús Hernández Palomo, Rodrigo Moreno J., coordinadores. Escuela de Estudios Hispanoamericanos. 2005. Sevilla, España. 62

Rey de Portugal64, envió a la India a uno de sus primeros compañeros de los años de estudio en Paris, el noble Francisco Xavier (1506-1552), con las siguientes palabras: Esta es vuestra empresa; a vos toca esta misión.65 Para el autor, el segundo significado tiene mayor relevancia, por indicar que las misiones eran una empresa de muchas personas. Posteriormente, las misiones tendrían un objetivo prioritario para la comunidad y en los territorios de donde proceden y a donde van. Es una empresa de propagación de la fe. Los misioneros de dirigían a las Indias Occidentales para realizar su labor pastoral o de peregrinación, con el objetivo de consolidar la unión de las personas que las habitaban en un solo ideal: ser parte de la Iglesia de Dios por medio de su hijo Jesucristo, haciéndose eco del ideal de misión propio de la Orden; como lo hicieron el Padre Acosta con los naturales y el padre Alonso de Sandoval con los negros que eran trasladados desde el continente africano al nuevo continente. Acosta definía las misiones, desde un punto de vista teológico y geográfico, como aquellas salidas y giras que se emprendían de un pueblo a otro para predicar.66 Los jesuitas que llegaron a las Indias Occidentales a mediados del siglo XVI, aceptaron que los naturales podían participar de la salvación. Esta capacidad, en muchas ocasiones les había sido negada a los nativos o, como ellos los llamaban, a los “salvajes”, debido a sus características: su manera primitiva de vivir, su naturaleza corrupta o la dificultad de sus idiomas. Fue a partir de dichas cualidades que los jesuitas, como Acosta, Sandoval y otros; desarrollaron una tipología comparada entre aquellos a los que llamaron “barbaros”, debido, tan solo, a que estos no seguían la religión cristiana.67 Para los jesuitas y, en general, para el resto de las comunidades religiosas, las misiones fueron empresas para la propagación de la fe, las cuales eran sostenidas a través del desarrollo de haciendas agrícolas, en las que más que una actividad económica se producía el aprovechamiento de dichos espacios para la consolidación de la fe cristiana entre los naturales y demás habitantes de los territorios que ocuparon. La misión para los jesuitas poseía un carácter personal, el cual tenía su origen en la llamada peregrinación espiritual, instituida por su fundador, Ignacio de Loyola, como inicio de la disponibilidad eclesial. Jerónimo Nadal (1507-1580), uno de los hombres de confianza e intérprete de Ignacio de Loyola, propuso como fundamento la disponibilidad para la misión, refiriéndose a las cuatro distintas viviendas o residencias de la Compañía de Jesús: la casa de probación (noviciado), la casa de la formación (colegio), la casa de los miembros de pleno derecho (casa profesa) y el hospedaje en la “peregrinación por medio de la cual el mundo entero se convierte en nuestra casa” (totus mundus nostra fit habitatio).68

Itirrioz, Jesús; San Francisco Xavier. Enviado por el Papa III de Roma, marzo de 1540. Manresa 58, Madrid. 1986. páginas 155-174. Retomado del texto: La misión de los jesuitas… Capítulo: La misión de la compañía de Jesús… página 266. 65 Ribadeneira Petrus. Vita Ignati Loyolae (fontes narrativi, IV, MHSJ 93). Edición de Cándido de Dalmajes, Roma. 1965. página 303. Retomado del texto: La misión y los jesuitas en la América… Capítulo: La misión de la compañía de Jesús. Inculturación y proceso… página 266 ss. 66 Misiones vero intelligo las excursiones et peregrinations quae oppidatim verbi divini causa suscipiuntun. D P, II, 330SS. Retomado del texto: José Jesús Hernández P., Rodrigo Moreno J., coordinadores. La misión de los jesuitas…. Ídem. Página 283. 67 Brading, David A. The first America. The Spanish Monarchy, creole patriots and de liberal state 1492-1867. Cambridge. 1991. Páginas 187-88. Retomado del texto: José Jesús Hernández P., Rodrigo Moreno J., coordinadores. La misión de los jesuitas… Ídem. Página 283. 68 Nadal, Hieronymus. Epistolae et monumenta, Vol 5. Commentarii de institutione societis Iesu. Ed Michael Mcolau (MHSJ 90), Roma. 1962. Pág. 54. Retomado del capítulo: La misión en la compañía de Jesús. Inculturación y proceso del texto. José Jesús Hernández P., Rodrigo Moreno J., coordinadores. La misión y los jesuitas en la América española, cambios y permanencias. Escuela de Estudios Hispanoamericanos, Sevilla, España. 2005. página 274. 64

Dentro del proceso de la evangelización que emprendieron las comunidades religiosas, se destacó labor que realizaron los jesuitas con los negros, la cual se enfocó en la búsqueda de la mejor manera de hacer que el Otro aceptara la palabra de Dios. Esto implicaba, entre otras cosas, un proceso de fijación del texto cristiano con valor de traducción legítima y la formación de un grupo de intérpretes probados del discurso cristiano. En un principio, la misión tuvo dificultades para llevar ese mensaje de Cristo al Otro; posteriormente, con la formación y la culturización del nativo, pudieron llevar a efecto la enseñanza del evangelio. El interés por los mecanismos de formación para la traducción religiosa surge de la opción teórica de definir la traducción como múltiple, dado que la traducción variaría de acuerdo con la condición de actualización (según los participantes, el contexto inmediato y el contexto socio-histórico). La multiplicidad de los textos es el supuesto teórico, mientras que se intenta explicar su uniformidad como resultado de procesos sociales, tales como la conversión religiosa de negros e indígenas. La institución de una lengua única, como el castellano, para el intercambio comunicativo en los territorios de las Indias, fue una de las estrategias empleadas para la transmisión del discurso religioso en todas las misiones. La introducción de la escritura y de la imprenta se convirtió en un medio para mantener la uniformidad de los textos cristianos. En los colegios de las comunidades religiosas, entre ellas las de los jesuitas y los dominicos, se dedicaron, por ejemplo, a enseñar a colonos y otras gentes del entorno del amo las lenguas de las distintas culturas de negros esclavos que habitaban el nuevo continente. La Compañía se interesó mucho en formar intérpretes novicios que tuvieran un vínculo directo con la comunidad, para que éstos intercedieran en la evangelización. Pero ello trajo consigo dificultades a la Compañía, porque los amos o sus intérpretes no cumplían con sus obligaciones, lo que llevó a una cierta crisis. Asimismo, algunos amos exigieron, además de trabajo, que el negro aprendiera otra lengua como el portugués o el castellano, obligando a indios y esclavos a olvidar o dejar de lado su lengua nativa, para así poder enseñarles el evangelio; esto creó diferencias entre la Iglesia y el clero secular. 69 La Iglesia, como aliado primordial de la Corona de España en las Indias Occidentales, tuvo como objetivo llevar a cabo la evangelización de nativos y esclavos a fin de consolidar la conquista y el control sobre los habitantes en dichos territorios. El factor ideológico fue importante para los gobernantes de turno, porque con ello lograron cambiar la mentalidad de los habitantes y adaptarlos a los nuevos tiempos que allí soplaban. La educación fue, entonces, un instrumento de dominación y de poder. La alianza entre Iglesia y poder civil estribó, dentro de las leyes de las Indias Occidentales, en lo que fue denominado el Real Patronato. El cumplimiento de la tarea evangelizadora requería de una organización en que la Iglesia y el Estado se unieran para el logro eficaz de sus propósitos comunes. La colaboración entre ambos poderes -a pesar de las controversias y dificultades- era de antigua data. Desde el siglo V, la Iglesia había concedido algunas prerrogativas al poder temporal para afianzar la religión en los respectivos reinos. Una de ellas fue el derecho de Patronato, que autorizaba a la Corona a proponer a los clérigos que deberían ocupar los cargos eclesiásticos, crear nuevas diócesis, construir templos e intervenir en la administración eclesiástica de su territorio. Las concesiones pontificias al poder real se basaban en el principio medieval que reconocía la superioridad de lo espiritual sobre lo temporal; por lo tanto, el Papa se consideraba con derecho para otorgar los territorios poblados por infieles a príncipes cristianos, con la obligación de extender en él la fe católica. Durante el siglo XV, estas Rene Silva. El sermón como forma de comunicación y como estrategia de movilización. Nuevo Reino de Granada a principios del siglo XVII. Revista sociedad y economía…Op. cit. PP. 103-130. 69

concesiones se habían entregado a Portugal y Castilla para que fueran aplicadas en sus respectivos territorios africanos. El caso específico de Castilla tiene su antecedente en el Patronato otorgado para la región reconquistada de Granada, por bula de julio de 1493, firmada por Alejandro VI. A este se le hizo extensivo, por otra bula, el derecho de proponer los candidatos a los cargos eclesiásticos -menos donde hubiera cardenal-, en los territorios de Aragón, Valencia, Mallorca, Cataluña, Sicilia y Cerdeña. En 1501, se concedió al rey la administración de los diezmos para atender los gastos de la evangelización. El Papa Julio II ratificó, en 1504, el Patronato para los reinos de España e Italia. Después de la muerte de Isabel, el rey Fernando gestionó ante la Santa Sede la concesión plena del Patronato de Indias, que al fin obtuvo del mismo pontífice por la bula “Liniversalis Ecclesiae”, del 28 de julio de 1508. De ella emanan los poderes de la Corona con respecto a la Iglesia americana; construir iglesias y conventos, crear diócesis -distritos eclesiásticos a cargo de un obispo-, proponer el nombramiento de las personas idóneas para desempeñar los cargos. La bula “Eximiae devotionis”, de 1510, acordaba la presentación real para los cargos de obispos y la regulación de los diezmos, de los que el Rey concedía una parte a los nuevos obispos. El poder de fijar los límites de las diócesis fue otorgado en 1513 y ampliado por sucesivas concesiones. El Real Patronato quedó reglamentado por la Real Cédula de 1574 dictada por Felipe II. La intervención del Estado en la administración de la Iglesia produjo una serie de problemas, entre los que se destaca la admisión o no de las órdenes religiosas en territorio americano, el exequátur o derecho de revisar las bulas y documentos pontificios, tarea efectuada por el Consejo de Indias con la facultad de aprobarlas o devolverlas, y el manejo de las rentas correspondientes a los cargos vacantes, con el compromiso de sostener el culto y extender la evangelización. La intervención del Estado en la administración de la Iglesia-los problemas de doctrina y disciplina religiosa-, provocó no pocas controversias. Los juristas españoles, bajo el gobierno de los Habsburgos, se basaban en la concesión pontificia, pero, en el siglo XVIII, con el advenimiento de los Borbones, se acentuó el regalismo, que cambió la orientación jurídica al considerar el derecho de Patronato como emanado directamente de la soberanía real.70 La Compañía de Jesús se ocupó de los aborígenes en todo el continente americano, donde tanto las Coronas de España como la de Portugal, tenían una gran presencia de Estado. Desde que los colonos arribaron en los territorios de las Indias Occidentales, la población nativa se fue diezmando con el paso de los años; ello se debió a que fueron obligadas a realizar largas y extenuantes jornadas de trabajo, con el objeto de consolidar el aparato productivo y económico de la Corona. Estas condiciones a las que llegaron las poblaciones nativas obligaron al gobierno civil a solicitar el auxilio de la Iglesia, la cual por medio de las comunidades en general, aprovechó la oportunidad para intentar hacer que las condiciones de vida de las poblaciones de la región fueran más humanas, espirituales y llevaderas; lo que consigue a través de la superposición de poderes, desde lo económico hasta lo espiritual. Si bien las condiciones del trabajo eran las que eran, era necesario buscar un ideal o una alternativa para que dicha actividad productiva tuviera una recompensa a corto y largo plazo; en ese sentido, la religión cumplía perfectamente con esos ideales, no solo para los nativos, sino para el mismo negro que venía de otras tierras.

70

Irma Y. Zanellato, Noemí L. Viñuela. Instituciones políticas y sociales de América hasta 1810. Editorial Kapeluz. 1983.

Pero si bien esto fue así en un comienzo, con la llegada de las primeras comunidades religiosas al continente americano, no fue menos cierto el hecho de que con el tiempo todo eso comenzó a deteriorarse hasta punto de su casi absoluto abandono por parte de las comunidades. La dejadez y las diferentes concepciones en la enseñanza de la fe que existían entre cada una de las comunidades religiosas, fueron de las principales causas del fracaso de las misiones. Ejemplo de ello fue el caso de divergencias en la aplicación de ciertos conceptos entre dominicos y franciscanos, como la concepción de la Virgen María y la aplicación de ciertos sacramentos, el cual llegó a ser tratado en el Consejo de las Indias Occidentales en España junto con muchos otros similares; de lo que, además, la comunidad de los Jesuitas quiso sacar provecho para no quedarse relegada en un segundo plano, en especial cuando la misma Compañía estaba consolidando su presencia en Oriente y el continente africano, no podía ocurrir menos en el americano. Cuando Jorge Juan y Antonio Ulloa, autores de las famosas "Noticias Secretas de América", llegaron al Nuevo Mundo para cumplir su misión científica, no fue pequeña la sorpresa que les causó la comprobación personal del increíble relajamiento a que había llegado el clero americano. En sus célebres "Noticias Secretas" consagran capítulos enteros a describir la conducta desordenada de los clérigos, miembros de las órdenes religiosas, particularmente las de los franciscanos y dominicos. En esas páginas se hallan registradas todas las prácticas perniciosas y extremos a los que pudo llegar el cuerpo sacerdotal, cuando perdía su espíritu de cruzada y se conviertía en rutinario oficiante de los actos mecánicos de la liturgia. Los conventos -dicen Jorge Juan y Ulloa- están sin clausura, y así viven los religiosos en ellos con sus concubinas dentro de las celdas, como aquéllos que las mantienen en sus casas particulares, imitando exactamente a los hombres casados(...) Todo esto, que parece mucho, es nada en comparación de lo demás que sucede(...) Lo que se hace más notable es que los conventos están reducidos a públicos burdeles, como sucede en los de poblaciones cortas, y que en las grandes pasan a ser teatro de abominaciones inauditas y execrables vicios, de suerte que hacen titubear el ánimo sobre qué opinión tienen formada los clérigos acerca de la religión o si viven en temor y conocimiento de la fe católica. En el Nuevo Reino, a principios del siglo XVII, el estado de relajamiento moral del clero había llegado ya a límites tan alarmantes que el Arzobispo Lobo Guerrero decidió acudir a una medida excepcional, a fin de prestar atención a las misiones, completamente abandonadas por los clérigos regulares y las órdenes monásticas. En carta al Rey, decía el prelado: El más eficaz y en nuestro parecer el único remedio para estos naturales, es que Vuestra Majestad mande enviar la mayor cantidad de padres de la Compañía de Jesús que se pudiere, que por lo menos sean treinta, los cuales se dividan de dos en dos, o de tres en tres, en los pueblos de los indios, donde con diligencia fácilmente aprenden la lengua que otros en muchos años no han comenzado a aprender, y en estos pueblos hagan oficio de curas, hasta que los tengan bien instruidos en la fe y costumbres cristianas, y luego pasen a otro (pueblo) dejando los primeros a clérigos que se creían en el Seminario Arzobispal, o a otros de buena vida, que aunque no sean capaces y suficientes para plantar de nuevo la fe, lo sean para conservarla donde ya estuviere plantada. Esta solicitud del Arzobispo, transmitida por el Consejo de Indias al General de la Compañía de Jesús, determinó el envío de un número creciente de misioneros al Nuevo Reino, al que ya habían llegado en tareas exploratorias unos pocos sacerdotes de la Orden. Los nuevos misioneros y en particular el Padre Dadey se dieron cuenta bien pronto de que las Doctrinas del Reino estaban montadas en una base precaria, dado el escaso interés que habían

mostrado las órdenes religiosas y los clérigos doctrinarios por aprender las lenguas aborígenes, y traducir a los idiomas nativos los principales textos de la fe católica. El Padre Dadey y sus compañeros empezaron labores en Santa Fe, consagrándose al estudio de la lengua chibcha y cuando ya tuvieron conocimiento suficiente de ella, fundaron la cátedra de chibcha en el Colegio de Santa Fe, procediendo a traducir a dicha lengua el catecismo y las principales oraciones cristianas. No se crea, sin embargo, que los jesuitas realizaron fácilmente esta labor. A las dificultades a las que hubieron de enfrentarse para dominar una lengua primitiva y verter en ella las nociones esenciales de la doctrina cristiana, se sumó la oposición de las órdenes religiosas rivales, opuestas a la traducción del catecismo a un idioma pagano, cuya burda estructura deformaba su contenido. Con parecidos obstáculos tropezaron los nuevos misioneros en el curso de todos los esfuerzos que realizaron en las Doctrinas de la Sabana y de las zonas más apartadas de los principales centros de población, en las que se vieron comprometidos en acres disputas con los encomenderos y párrocos de las comunidades indígenas. Así se explica la "Información" que hizo levantar el Padre Prado, a quien la Compañía envió a tierras de los indios paeces, "Información" que tuvo por objeto dejar constancia, ante sus superiores, de las razones que no le permitían continuar sus tareas evangélicas: Porque ha muchos años -declaraba el padre Prado- que lo doctrineros de la Compañía de Jesús, corno otros sacerdotes, no hemos podido conseguir el dicho fin, ni es posible, por no ayudar antes estorbar, los dichos Encomenderos; y porque varias veces han salido los padres a buscar remedio, así de los Encomenderos como de las justicias y no lo han hallado, ni es posible hallarse, por ser las justicias, de ordinario, o los mismos Encomenderos o sus hermanos o parientes, ni haber persona que se atreva a declarar como testigo ante un solo escribano por no malquistarse con todos los del Cabildo y Justicias, que son los Encomenderos poderosos, hago esta declaración para que conste a mis superiores como no ha quedado, por negligencia nuestra, el dar asiento a esta misión. En las doctrinas de la Sabana tocó a los misioneros jesuitas presenciar los abusos que se prestaban en la mita minera y en el concierto agrario, instituciones cuya naturaleza se había deformado con el tiempo, de manera que muy poca atención se prestaba en la práctica a las disposiciones que fijaban las cuotas de los mitayos de cada comunidad indígena, y daban las normas atinentes al tratamiento y salarios de los indios concertados. En su carta anual al General de la Orden, decía el Jesuita Gabriel Melgar: Hácense las conducciones de casi todo el Reino, sacándose indios de los pueblos por sus turnos para la labor de las minas, que es trabajosa, porque además de ser hondísimos los socavones debajo de la tierra, han tenido tendencias esas minas a dar agua, a pocos estadios de labor, con lo cual los miserables que las trabajan no tienen sólo el afán de quebrantar los pedernales que atesoran la plata y estar enterrados en vida debajo de tantos estadios, sino que están día y noche metidos en el agua (...) Aquí se conoce lo que obra la codicia del dinero y lo imposibles que vence la mal canonizada hambre de plata (...) Sucede muchas veces, y esto es frecuentísimo, que por no dejar a sus mujeres e hijos a las aventuras de un desamparo en sus tierras, cargan los indios con todas sus familias y en las minas de Santa Ana y Las Lajas viven las desventuradas mujeres y desdichados hijos en tanta miseria, que apenas alcanzan el sustento. Han sido estas minas la principal causa de la mengua de los indios en todo el Reino. La tremenda mortalidad que padecían los indios de las altiplanicies orientales al ser trasplantados a los climas mal sanos de las zonas mineras de Occidente, fue reduciendo gradualmente la utilidad de la Mita y la Corona se vio precisada a adoptar la solución que sugirió Las Casas como recurso desesperado para salvar a los indios de su

completo exterminio: permitir la importación en masa de esclavos africanos, importación que hasta el momento había sido muy limitada. Como sitios obligados para el internamiento de esclavos en las posiciones españolas fueron designados los puertos de Cartagena, Veracruz y Portobello, y este lucrativo tráfico transformó a Cartagena en uno de los centros cosmopolitas más importantes de América del Sur. El Padre jesuita Carlos de Orta, quien llegó a la ciudad por esa época, la describe en los siguientes términos: En cuanto a forasteros, ninguna ciudad de América tiene tantos como ésta; es un emporio de casi todas las naciones, que de aquí pasan a negociar a Quito, México, Perú y otros reinos; hay oro y plata. Pero la mercancía más en uso en Cartagena de esclavos negros. El mundo occidental ávido de obtener grandes riquezas en las recientemente descubiertas Indias Occidentales, se dio a la tarea de sacar el mayor provecho de los recursos naturales que dicha región podía ofrecer, por lo que no solo explotó, sino que llevó a casi todos los aborígenes a su exterminio, diezmados por las exigencias del trabajo, tanto por agotamiento físico como mental. Luego, se propuso remplazarlo por el negro traído del continente africano, por ser más resistente al trópico y a jornadas largas y extenuantes, así se hubieran muerto algunos en el trascurso de las actividades del campo y la minería, a las que eran exigidos para trabajar. Pero, para ese afán de riqueza la importación de mano de obra barata del continente africano tenía sus problemas y consecuencias: la adaptación llevaba un tiempo, en el que realmente muchos de ellos sufrían y se revelaban; era una adaptación al clima, las costumbres, la cultura y la forma de pensar. Los problemas que acarreó la importación de mano de obra esclava no fueron previstos por la Corona española la cual no contaba con la infraestructura para acometer dicha situación. Fue entonces cuando se vio abocada a tirar mano de algunas instituciones privadas -más que de las públicas-, como lo fue la Iglesia y, más concretamente, las comunidades religiosas de España y las que ya se habían instalado en las Indias Occidentales, para llevar a cabo la catequización y evangelización del aborigen. Esta labor, en rigor, se vio extendida por mandato de la Corona española al negro esclavo, para que facilitara su proceso de adaptación, acomodamiento, y asimilación de la tradición y de la cultura de la sociedad occidental. El siglo XVI sirvió a la Corona de España, por decirlo así, como período de transición desde el “descubrimiento de las Indias Occidentales” a finales del siglo XV, hasta su consolidación definitiva, después de la cual extendería su dominio por casi cuatro siglos, hasta que empezaron a darse los procesos independentistas en sus colonias. Porque no solo fue una conquista a sangre y fuego, sino la consolidación de lo que demandaba la presencia de dicha Corona. La Corona, para conseguir dicha consolidación, se vio obligada a crear un aparato institucional que cumpliera con las necesidades políticas, sociales y económicas de los nuevos territorios en las Indias; así se conformaron, por ejemplo, la Real Hacienda, para el control del fisco; y la Iglesia, que se encargó del control de lo espiritual y, por ende, de las prácticas religiosas de los colectivos sociales, teniendo para ello al Tribunal de la Santa Inquisición. A todo lo largo del siglo XVII, en toda la región de las Indias Occidentales, el panorama social cambió de una manera bastante acelerada con la importación de negros esclavos y la llegada de muchos extranjeros para trabajar en los distintos renglones de la economía, como en la agricultura, la minería y otras formas de producción, que eran propias de la Colonia. El escenario social en el Nuevo Reino de Granada se vio menguado por la disminución de la población indígena y la rápida ladinización de indios, negros y mestizos, lo que conllevó a una pérdida importante de lenguas, propias de las culturas indígenas de la misma región y en general de las Indias Occidentales. Este efecto

no se circunscribió únicamente a la jurisdicción del Nuevo Reino de Granada, sino que fue una problemática extendida por los territorios de las colonias controladas por las Coronas de España y Portugal. Esta última, en la región del Brasil, obligó a los aborígenes y negros esclavos a abandonar su propia lengua y adoptar el castellano como lengua única. Dicho proyecto de consolidación, el cual se efectuó durante el siglo XVII, se llevó a cabo a través de la interacción entre la Corona y la Iglesia, esta última estaba representada en los territorios de las Indias Occidentales a través de las comunidades religiosas. Mientras la cultura española u occidental tuvo grandes avances en cuanto a la educación y el desarrollo de nuevos conocimientos a través del uso de la escritura y, posteriormente, con la imprenta; las sociedades aborígenes y de negros tenían una cultura basada, primordialmente, en la tradición oral y, en algunos casos, en el empleo de un sistema de escritura consolidado. Durante los períodos barroco y renacentista se comenzó a enseñar y a trasmitir el conocimiento a través del uso de la imagen,71 un recurso que la misma Iglesia desarrolló y no agotó para transmitir el mensaje de Cristo a las comunidades que residían no solo en Europa, sino también en otras partes del mundo, entre ellas las Indias Occidentales y el continente africano, de donde se exportaba mano de obra barata hacia distintas regiones de Europa y las Indias Occidentales. El proyecto artístico javeriano, como la totalidad del arte religioso en América, nació con una finalidad netamente espiritual. Como acertadamente apunta Max Dvorak el arte «es también, siempre y en primer término, expresión de las ideas que preocupan al hombre, y la historia del arte es, en no menor grado que la historia de la filosofía de la religión o de la poesía, una parte general de la historia del espíritu».72 La educación realmente no se basaba en el arte del cuerpo; es decir, de lo físico, sino en una categoría muy importante: el intelecto, el alma, por decirlo así, en términos filosóficos y de creencia. Porque, en dicha época, la importancia de la educación estribaba en los principios religioso-filosóficos de la figura de Santo Tomás de Aquino figura del siglo XIII-, la cual perduró durante muchos siglos a través de la filosofía escolástica, como principio de una educación basada en valores morales y religiosos, importantes para el cultivo y la orientación del alma de los seres humanos bajo el mandato de la Iglesia católica. La función mental, como una de las cualidades del alma del ser humano -más allá de lo racional o la forma de pensar-, se exigía para el desarrollo bajo ciertos modelos de identificación o patrones de conducta a seguir. Por ello, las comunidades religiosas, entre las que se encontraban los carmelitas descalzos, los javerianos, los dominicos, particularmente estos últimos, fueron las que emprendieron el impulso de la educación que se impartía en colegios y universidades, especialmente porque asumieron una labor histórica en el proceso de desarrollo de la sociedad Cuando los negros eran bautizados se les daba una medalla que debían portar, como símbolo de que eran cristianos, y que habían recibido la gracia de dios a través de dicho sacramento. Después de esto se les dice no pierdan las medallas que les han puesto al cuello, declarándoles la estima que deben hacer de ellas por ser insignia de cristianos y de hijos de Dios, y para que por ellas todos les conozcan y tengan por tales y no les menosprecien. Y es de maravillar ver estima grande que gente tan bruta hace de ellas, como se puede ver en que encontrando una vez el Padre que les trata un negro sin imagen en el cuello, pareciéndole que lo conocía y se la había dado, le pregunto por ella, él sonriéndose como que decía: pensara el padre que me cogido en algún descuido; sacó una bolsita de tafetán y abriéndola le mostró diez cuentas a modo de rosario con que se encomendaba al Señor como mejor podía y por remate tenía la imagen que le habían puesto al cuello un año había bautizándolo en una enfermedad grave, el cual ya sano había peregrinado por varias tierras, y con todo no se le había olvidado aquellos santos principios de su conversión. Sandoval, Alonso. Tratado de la esclavitud… Op. cit. 1987. Página 436. 72José del Rey Fajardo. La Ration Studiorum. Publicada en 1599. La implantación del Ration Studiorum en la Provincia del Nuevo Reino de Granada. Revista Portuguesa de Filosofía. Braga, 55 (1999) 275-317. P. 7. 71

según los modelos de comportamiento de Occidente, según los cuales la población en general debía ser educada, para que pudiera asimilar y adaptarse a los nuevos tiempos de la conquista de las Indias Occidentales. Las comunidades debieron establecer, asimismo, no solo unas relaciones de parentesco, sino de autoridad frente a las instituciones que la misma Corona había establecido en dicho territorio, como también lo exigía el mismo modelo económico y político que se había instalado, desde el comienzo del descubrimiento sobre el territorio. Este modelo, trajo por consiguiente un aprendizaje, unas preguntas y unas respuestas, un proceso dialéctico; pero, sobre todo, hizo hincapié en el terreno de lo espiritual, de lo existencial del ser humano. De esta manera, cada hijo de San Ignacio, cada colegio, cada rincón misional, cada hacienda reiteraba un modelo creador que invitaba no solo a la imitación sino al riesgo de la superación Colegio Indiano, es decir, un colegio en Indias, se reducía al mínimo requerido para poder lograr los fines fundamentales de la educación. 73 El principal objetivo era la conversión de las personas que se encontraban en las Indias y que eran diferentes: los aborígenes y los negros. Estos eran considerados como grupos sociales que estaban al “margen” de una educación, la que no aceptaron por preservar las prácticas religiosas o propias de sus culturas, que eran calificadas como paganas.74 Dicha marginalidad no fue más que un prejuicio para no aceptarlos como tal, ellos debían ser identificados como los otros, educados por otros distintos a su cultura. La Compañía de Jesús planteaba en su texto Ration…, que los que tenían que hacer de profesores y trasmitir una enseñanza, debían tener paciencia para sufrir las molestias que trae consigo la enseñanza de los que fueron rudos. No se exaspere cuando hay alguno de tardo ingenio, que Dios lo le dio más. Haga diligencia para desbastarlo con amor y tendrá con el rudo más mérito que con la enseñanza de los más ingeniosos (…) Diga las quejas de los discípulos con sufrimiento y apacigua con sagacidad sus rencillas. Que la paz hará que su aula sea el cielo, y la caridad que sean ángeles sus discípulos.75 Había que formar hombres “perfectos”, con virtudes sólidas, prudentes y discretos. Se elegía al mejor por sus virtudes, por su obediencia, no era algo determinado por decreto. Un profesor, por ejemplo, ejercía su virtud o autoridad según los principios morales de mandar, prohibir y gobernar; obteniendo esa potestad por habilidad o por derecho propio; no bastaba, de ordinario, que el marco jurídico se la concediera, sino que debía estar respaldada por la habilidad y el talento que demostraba. Para tal fin la Compañía de Jesús proponía tres medios que eran: el aprecio, el amor y el temor.76 El esclavo que llegó a las Indias Occidentales, traído por los mercaderes de la trata de esclavos, era un “privilegiado” por haber tenido la fortuna de abandonar el paganismo y la gentilidad como formas de ser, para dar paso a la salvación del alma. Pero ello tenía un precio o requisito que cumplir, y este era que debía de ser un esclavo bueno. ¿Y quién era bueno? Pues aquel que no se revelaba contra su amo, que aceptaba su condición y José del Rey Fajardo. La implantación de la Ration Studiorum en la Provincia del Nuevo Reino de Granada. Revista portuguesa de filosofía, Braga. 55 (1999) 275-317. P. 9. 74 A pesar de la escasa información existente sobre el uso de elementos africanos por parte de los negros, parece que las raíces africanas de los principiantes, oficiantes de los ritos mágicos, bastaban para alimentar ideas fantásticas acerca de lo que podían hacer los magos negros. Ceballos resalta que en el Nuevo Reino de Granada la percepción que se tenía del negro: Cosa que aparecía para los blancos como magia, hechicería, falsas creencias o pacto con el demonio, idea que se fue institucionalizando hasta tal punto que decir negro era decir brujo y todas sus prácticas culturales negras eran sinónimos de magia, hechicería o, en el peor de los casos brujería. Ceballos Gómez, Diana Luz. Hechicería, brujería e Inquisición en el Nuevo Reino de Granada. Un duelo de imaginarios. Bogotá, Universidad Nacional. 1994. 75 José del Rey Fajardo. La implantación de la Ration Studiorum… Op. cit. Pedro Mercado (1629-1701) Historia de la provincia del Nuevo Reino y Quito de la Compañía de Jesús. Bogota. 1957. 76 El punto de referencia era Cristo. 73

obedecía en todo lo que se le mandase. Aquello era importante para la Compañía: el ideal de esclavo, quien aceptaba las virtudes de la evangelización. Era más importante la salvación del alma en la otra vida que la libertad del cuerpo. A pesar de los escrúpulos o diferencias que algunos clérigos mostraron contra la esclavitud del negro, esto quedó disipado bajo la idea de que el negro siempre había sido esclavo no importaba dónde estuviera. Las actividades que realizaban los indios, lo mismo que los esclavos traídos del continente africano, eran consideradas paganas, de una idolatría distinta a la del Dios de la religión católica, apostólica y romana. Cambiar las costumbres, ritos, liturgias y ceremonias que tenían estos colectivos no fue una tarea fácil y tuvo sus contratiempos. En la medida que se empezó a gestar el proyecto educativo evangelizador, muchos de los indios y esclavos se adaptaron parcialmente al medio a través de una mezcla de distintos ritos paganos, con los que la Iglesia les fue inculcando. A la par que aquello ocurría se desarrolló una resistencia entre ciertos grupos de negros quienes se negaban a ser educados en una religión distinta a la suya y a realizar los trabajos forzados a los que eran sometidos, claro que esta última no fue la principal razón. Los esclavos crearon su propia versión del cristianismo, haciéndolo confluir con sus prexistentes creencias y desarrollando su propia interpretación de los principios de la religión cristiana en medio de las condiciones especiales del sistema esclavista. A ello hay que agregar que el fenómeno de la transculturización, de hecho, implicó el aprendizaje de la lengua del castellano, y en general de muchas otras costumbres que iban más allá de lo religioso, como la vestimenta, la alimentación y la forma de adaptarse como grupo social emergente o marginal a los demás. Los hombres ante Dios eran iguales,77 pero en la práctica, inclusive dentro de las mismas comunidades, los discriminaban cuando comparaban y calificaban al negro esclavo diciéndole: “pobre gente”, gentil, desamparado, etc. Aquel era el principio y la condición que seguían para enseñarles el camino que habían de recorrer, siempre en la compañía de un sacerdote o hermano de la comunidad religiosa, como se dio en los colegios de los jesuitas y en sus haciendas. El blanco, el indio, el negro, el mestizo, el mulato, distintas culturas, distintas razas o grupos sociales tenían algo en común: eran todos seres humanos; pero, a pesar de ello, eran distintos social, económica e intelectualmente. Por ello se pensaba que la misma educación no debía profundizar en las diferencias, en lo particular de cada una de ellas, sino que debía buscar una propuesta homogeneizadora que borrase las creencias y mitos que los antepasados de los aborígenes y negros mantuvieron durante muchos años como tradición. A pesar del sometimiento del negro esclavo a una educación y servidumbre acordes al sistema esclavista, el negro pudo sobrevivir a las condiciones del medio, manteniendo su identidad, porque la educación realmente no alcanzó a borrar del todo las creencias tradicionales de su cultura, su lengua, entre otras cosas propias de la raza. Esto se

Siendo la naturaleza humana la misma, los talentos tan diversos que consecuentemente hay que aceptar a nivel cualitativo, selección y masa. De ahí la importancia que asigna a la necesidad de conocer la capacidad de cada alumno para poder adaptarse a él. Así como los elementos que engañan a la vista por la semejanza de su color blanco, como la sal, azúcar, la harina, la cal, se distingue sobre todo por el gusto, así la naturaleza que nos engaña con sus apariencias comunes no pueden ser conocidas sino en su examen detenido de su carácter íntimo. Antonio Posevino (1533-1611). De cultura ingeniorum. En Bibliotheca selecta e ratione studiorum recognita novissime ab eodem et aucta et in duos tomos distributa. Ecolonae Agrippinae. 1607. 77

convirtió en un arma muy importante para los negros -a pesar de que la Compañía de Jesús aludía que algunos no tenían religión y que por eso podían acceder fácilmente a las costumbres de la cultura occidental-, quienes se resistían a abrazar la religión cristiana -como los bozales-, porque pertenecían a religiones fuertes como el Islam. La diversidad de culturas y lenguas representadas entre los negros que eran comerciados como esclavos, representó un gran problema para la Compañía, la cual trataba de alfabetizarlos y evangelizarlos. Los barcos negreros y los traficantes recogían esclavos que hablaban muchas lenguas78 nativas, de familias lingüísticas muy diferentes entre sí: Mande, Kru, Kwa, Congo-Benve y Bantú. Eran escasísimos los casos en que grupos significativos de esclavos compartían el mismo idioma, no existían denominadores comunes entre estas agrupaciones.79 Mathias Perl nos hace recordar que las diferencias entre el habla de los bozales y los ladinos, o negros criollos, eran realmente importantes. En el ámbito de lo urbano, donde el esclavo nacido en la colonia estaba rodeado de blancos y negros que hablaban el castellano, rápidamente aprendía a hablar el idioma, debido a que el castellano era la lengua más empleada en la realización de las distintas actividades cotidianas; no obstante, la situación en la zonas rurales era totalmente distinta, allí convivían el negro bozal y el criollo. Las ciudades en la colonia estaban estructuralmente cerradas con respecto al campo. Este aislamiento tenía carácter físico y simbólico; en este sentido, se construyeron fortificaciones para protegerlas no solo de los invasores corsarios o piratas, sino de los mismos esclavos e indígenas que habitaban en el campo. Se formaba, de esa manera, una barrera real e imaginaria, por la escaza relación existente entre ciudad y campo. El indígena y el negro que trabajaban en el campo mantenían más cohesión entre sí que con los que trabajaban en la ciudad en diferentes actividades. El historiador cubano Juan Pérez de la Riva observa que: los blancos no solían asomarse a la puerta del barracón, el olor a rancio de la esclavitud repugnaba a su olfato delicado; preferían pensar que todos los esclavos vivían como los “negros de mano”, los sirvientes de la casa de vivienda, limpias, alegres, cariñosos, sin preocupaciones (…) esta era la esclavitud para la condesa de Merlín y para Samuel Hazard y para tanto viajero banal (…) Pero la verdadera esclavitud comenzaba en la puerta del barracón, con su mal olor y su vocería incomprensible (…).

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Lenguaje: Un sistema de comunicación que tiene universalidad semántica puede transmitir información sobre aspectos, dominios, propiedades, lugares o sucesos pasados, presentes o futuros, tanto existentes como posibles, reales o imaginarios, próximos o alejados. Tal renovación se hizo posible por la distinción, más bien oposición fundamental, establecida por F. De Saussure entre el concepto de lengua (langue) y el concepto de habla. (parole). En sus notas dice que esta es la primera verdad. La lengua no es el lenguaje: éste es una facultad común a todos los hombres, mientras que la lengua es «un producto social de la capacidad del lenguaje». La lengua es considerada como producto social. El habla es, por el contrario, la operación misma de los sujetos hablantes. Esta es «un acto individual de voluntad e inteligencia». El habla no es más que «el mecanismo psicofísico que le permite (a la lengua) exteriorizar las combinaciones (del código)». Como tal el habla se encuentra subordinada a la lengua, que «es una totalidad en sí y un principio de clasificación. Tal subordinación a un «código» formal de convenciones permite a los individuos, en su actividad como hablantes, la comunicación. Curso de lingüística general de Ferdinand de Saussure. Traducción prólogo, notas de Amado Alonso, vigésimo cuarta edición, Editorial Losada, Buenos Aires, Argentina, 1945.

John M. Lipski. La africanía del español caribeño: estado de la cuestión. The Pennsylvania State University. Actas del XXIII Congreso Internacional de Lingüística y Filología Románica (Salamanca-2001). Coordinador Fernando Sánchez Miret. Volumen V. PP, 325-349. 79

Era evidente que muchos esclavos negros que vivían en los barracones e ingenios azucareros tenían poco contacto con el lenguaje de los blancos, y que era tan extrema la marginalidad. Aun los negros que habían nacido en las plantaciones no necesariamente aprendían el castellano según las normas que estaban vigentes. 80

Capítulo 3 La Compañía de Jesús y los negros

Cuando la Compañía de Jesús llegó a las Indias Occidentales, en la segunda mitad del siglo XVI, se estaba gestando un momento histórico muy importante para el desarrollo de la sociedad colonial, con la formación de las estructuras políticas, sociales y económicas de la misma. La primera región consolidada fue la del Perú, en la cual la ciudad de Lima fue el centro principal de lo que sería el despliegue del proceso evangelizador en esas tierras y en las otras regiones de las colonias españolas. La institución religiosa en las colonias partía de la conformación de una fundación, la cual se iba expandiendo, extendiendo su presencia en los sitios en los que la Corona demandara su trabajo, particularmente donde habían personas marginadas económicamente e intelectualmente, a las que había que instruir en la doctrina cristiana para la salvación de sus almas. La compañía tenía unos principios que la animaban y una estructura jerárquica que era muy parecida a la que tenía la Corona durante el período en que permaneció regente sobre las colonias; es decir, hasta principios del siglo XIX. ¿Cómo estaba constituida la comunidad de Jesús? En la estructura jerárquica de la Compañía sobresalían básicamente, el rector, el procurador, el prefecto y los hermanos coadjutores. La autoridad se establecía de manera piramidal; es decir, cada persona tenía a su cargo una serie de subalternos y estos a su vez a otros. Era algo parecido a la jerarquía de la Iglesia o de la misma Corona española en las Indias Occidentales. El rector era el responsable local de la vida del colegio por él presidido; el profesor de gramática, por ejemplo, velaba por la buena marcha de las aulas; el procurador81 de dicha institución, se encargaba del cuidado material y de la administración económica de la misma, a la vez que compraba y vendía bienes de producción y consumo para el colegio y las haciendas82; el prefecto de la Iglesia,83 era el encargado de fomentar los ministerios encaminados a

John M. Lipski. La africana del español caribeño; estado de la cuestión… op. Cit. PP. 325-49. Era el gerente de la maquina económica de la compañía: contabilidad y la administración. 82 Durante el período colonial, la Iglesia y, en particular, las órdenes religiosas, tales como la de los jesuitas, fueron las que más sobresalieron de entre los terratenientes. El estímulo que había detrás de la adquisición de tierras por parte de los jesuitas provenía de la necesidad de asegurarse ingresos constantes para mantener los colegios y otras actividades urbanas. Las donaciones de tierra y de dinero hechas por personas de la élite, cooperó en la acumulación de tierras a favor de la Compañía de Jesús. A veces, también, la transferencia de la tierra a la Iglesia era consecuencia de que el hacendado no podía cumplir con las obligaciones financieras contraídas con algún cuerpo eclesiástico, pues estos fueron la principal fuente crediticia rural, hasta finales del siglo XVIII. La política de adquisición de tierras llevada por los jesuitas, era a menudo, notablemente sistemática, de modo que sus explotaciones se especializaron en diferentes productos, que se complementaban unas con otras. Por norma, los jesuitas administraron sus posesiones directamente, mientras que otras órdenes optaban por arrendarlas. En las posesiones españolas en América del Sur, las propiedades rurales sostenidas por la Iglesia nunca llegaron a ser de una vastedad tan grande como las que se acumularon en Nueva España. Pero aun así, las propiedades eclesiásticas abarcaban una gran parte de las mejores tierras, bien situadas en relación a los principales mercados. De Leslie Bethell. Historia de América colonial 3. Economía. Editorial Crítica. Capítulo 4: Economía rural y sociedad en las posesiones españolas de Suramérica. Magnus Morner. 1990. P. 6. Los jesuitas aprovecharon las haciendas para el cultivo de frutos, azúcar y en general de todo lo que producía la tierra, pero no la destinaron a la crianza de ganado o al cultivo de pastos, como ocurría en los hatos o grandes estancias, que se diferenciaron de 80 81

la práctica de las virtudes cristianas, no solo de los alumnos, sino también de los feligreses que acudían al templo de la Compañía de Jesús, entre los que se encontraban los esclavos negros e indígenas de la zona. La estructura de poder tenía tres niveles diferentes: uno local, que lo representaba el rector; otro provincial, que abarcaba un territorio más extenso desde el punto de vista geográfico, llamado provincia, que era presidido por el Provincial de la compañía; y un tercero, jurisdiccionalmente más amplio que los dos anteriores, el cual tenía su sede en Roma, y estaba presidido por el Padre General de la Compañía de Jesús. El trabajo del rector era mantener, con ilusión y entrega, la respuesta personal y comunitaria de cada uno de los integrantes de su jurisdicción. Era muy difícil que el rector se moviera con igual competencia en las tres áreas diferentes de acción del colegio, lo lógico era que su gestión fuera más directa en el templo y en el colegio, y más a distanciada cuando se trataba de las haciendas. El rector, además, debía asumir las funciones principales del prefecto de estudio. Las haciendas quedaban bastante apartadas de los colegios de la Compañía, porque las primeras, como era obvio, se ubicaban en las periferias de las grandes capitales de las colonias o en sitios mucho más apartados de la misma, lo que implicaba algunas dificultades, como era la de encontrar sacerdotes en las haciendas para el oficio de la misa. En ese sentido, el procurador era el responsable de hacer posible la compra y la venta de mercancías al por mayor, etc., en las ciudades más próximas a las hacienda. La doctrina cristiana impartida tanto a los negros esclavos como a los estudiantes universitarios, era una de las materias con más alto nivel académico, como la teología, la filosofía, la historia del arte, entre otras; que convergían en la doctrina de la fe católica. El magisterio, además de ser una profesión liberal, cumplía con un objetivo muy particular y especial, el cual nunca estuvo divorciado del quehacer cotidiano en el colegio, donde prestaba sus servicios y sus ideales religiosos e intelectuales como parte del espíritu corporativo, que entendía que la semilla que se sembraba individualmente sería el fruto cosechado por la comunidad. En las haciendas el trabajo educativo recaía en los hermanos coadjutores, quienes tenían responsabilidades iguales a las de los profesores del colegio en la enseñanza de la doctrina de Cristo para aquellas “pobres gentes". La misma institución se regía entonces por una autoridad que obtenía su poder en Dios, y este era delegado por el Padre General, quien lo repartía entre el Padre Provincial y el rector del Colegio. Es decir, lo interno del estamento de la Compañía era realmente eclesiástico, estaba atravesado por la disciplina religiosa de una corporación que se regía por la obediencia84 y las relaciones externas con otras instituciones y poderes determinados por la ley civil y no la religiosa. En la Compañía se hacía una distinción entre tres poderes: el ministro, el procurador y el administrador de hacienda. Tales oficios eran desempeñados por hermanos coadjutores cualificados, esto se debía a que los sacerdotes jesuitas eran formados en lo espiritual y humanístico, y no en lo temporal.

las chacras por el cultivo de frutos y hortalizas de la propia región. En 1767, el valor total de las 97 haciendas de todo el Perú ascendía a 5,7 millones de pesos. De Leslie Bethell. Historia de América colonial… Op. cit. página 7. 83 El prefecto es el responsable no solo de que el culto y los oficios religiosos adquieran vitalidad e, incluso, esplendor, sino que además debía responder por el orden y por la consecución de los altos fines ascéticos y espirituales. 84 El nexo entre autoridad y obediencia solo es válido y eficiente cuando la obediencia es concebida y entendida como una virtud y no como propiamente como una disciplina. Véase José del Rey Fajardo Ration Studiorum. Capítulo: La misión del profesor. Revista Portuguesa de Filosofía, Braga, 55 (1999) 275-317.

La Compañía de Jesús mantenía el supuesto de que dicha empresa debía garantizar un triple objetivo. De un lado, debía impartir educación en las aulas y haciendas; de otro lado, debía facilitar los medios que estuvieran a su alcance para la construcción y el mantenimiento de las infraestructuras escolares, haciendas e iglesias; y, finalmente, debía mantener y conservar las condiciones de vida del personal que trabajaba en dicha empresa. De esta manera se explica por qué en tierras de las Indias Occidentales dichas fundaciones no pudieron concebir grandes capitales (como ocurrió en Europa), ya que contradecía los principios de la misma comunidad religiosa. Su austeridad económica, fue, por lo tanto, un esfuerzo más en un mundo nuevo en construcción, en el que la agricultura era el renglón económico base y la fuente principal de producción económica para el sostenimiento de la fundación. De esa forma fue como nacieron las haciendas, gracias el esfuerzo de hombres e instituciones laborales. Así, pues, antes de fundar un colegio se debían crear las condiciones para una fundación, de la que después surgiría una gran empresa; una vez dada esta, comenzaba a funcionar la producción a gran escala, cuyos frutos dependían de la prosperidad académica y el apostolado. La empresa fue un medio para alcanzar, sustentar, promover e incrementar los fines espirituales, tal era el ideal ignaciano. El criterio de empresa, en lo económico, estaba encuadrado dentro del concepto jerarquizado del apostolado, como factor dependiente y subsidiario. La toma de conciencia sobre la importancia que tenía la “educación” del negro, partió del interés que despertó en el Padre jesuita Alonso de Sandoval la situación en la que aquel llegaba al puerto de la ciudad de Cartagena del Nuevo Reino de Granada. Allí las condiciones del negro eran miserables, y en esas circunstancias muchos de ellos morían durante la travesía por el Atlántico, y otros lo hacían en el mismo puerto, todos ellos sin recibir los santos sacramentos.85 A Sandoval le conmovía esta situación, por lo que se dedicó a instruirlos en lo que para él era importante: el mensaje de Cristo Nuestro Señor, el cual los llevaría a la salvación.86 La Compañía de Jesús fue fundada a mediados del siglo XVI, inspirada en el testimonio dejado por Ignacio de Loyola a través de su obra. Siguiendo las leyes y normas en torno a las cuales se formó la comunidad, esta empezaría a trabajar en aquellos sitios donde era necesaria, aprovechando los resultados de dicha labor para reclamar su vigencia, luego de enfrentar conflictos ante ciertas instituciones civiles, como lo era La Corona de España. Transcurridos unos años de experiencia y práctica tanto en el continente europeo, como en otras regiones, sobre todo africanas; la Compañía llegó adquirir mucha experiencia sobre la venta de negros esclavos en dichas regiones y su traslado al mercado de las Indias Occidentales. Con dicho conocimiento la Compañía, particularmente con aquel adquirido a través las experiencias en la región sur de España 87, sobre todo Sevilla; desarrolló estrategias de

La instrucción. La introducción pone en guardia sobre el peligro de condenación eterna en que se encuentran tantas almas sin bautismo, así como el hecho anómalo de que muchos de ellos, sin estar bautizados, son tenidos por cristianos y reciben los sacramentos de la iglesia, afirmando al mismo tiempo la docilidad de los negros comúnmente tan bien inclinados, y por virtud de la divina gracias les asienta tan bien la fe. A.R.S.I. FG 729/(b). Tomado del texto José del Rey Fajardo. La implantación de la Ration Studiorum. Op. cit. 86 Sandoval tenía un argumento sobre cual se basaba, en más de una ocasión, para la evangelización de estos “pobres hombres”, como les llamó, cuando llegaban al puerto de la Ciudad de Cartagena. Más allá de dicha imagen se esconde algo que no va a negar el mismo Jesuita, y su Compañía; El elemento monstruoso y fantástico que utilizo para demostrar lo que podía ser un mundo sin Dios y dominado por el Diablo, (…) Alonso de Sandoval. Tratado de la esclavitud… Op. cit. 1987. pp. 36-37 87 El establecimiento del sistema esclavista en las Indias Occidentales ya tenía antecedentes en la Península Ibérica. 85

educación y evangelización para los negros esclavos quienes eran trasladados desde sus lugares de origen sin una adecuada preparación para asumir las exigencias de sus nuevas circunstancias de vida. El Padre Alonso de Sandoval recogió información no solo de su experiencia sobre los navíos negreros que llegaban al puerto de Cartagena de Indias, sino también de la correspondencia que mantuvo con el colegio de los jesuitas en Sevilla (San Hermenegildo), donde teólogos y sacerdotes se hallaban preocupados por la evangelización que se hacía allí mismo a finales del siglo XVI. Con dicha información el sacerdote elaboró un texto en el que denunciaba las situación que los esclavos negros vivían tanto en sus lugares de origen, como en el momento en que eran introducidos en los barcos negreros sin las mejores condiciones higiénicas y de salud, amontonados prácticamente uno sobre otro con el resto de otras mercancías que llevaba las naos a las Indias Occidentales; y, luego, las que enfrentaban donde llegaban, casi muertos o muy enfermos a causa de las heridas y del mal vivir durante un largo viaje. A principios del siglo XVI, el Padre Sandoval tomó como base el trabajo que había realizado la Compañía de Jesús y, en general, el arzobispado de la ciudad de Sevilla -que en ese momento estaba dirigido por Pedro de Castro y Quiñones-, en cada una de las parroquias de las arquidiócesis. El Padre Alonso de Sandoval empezó a aplicarlo en el año de 1617, dos años después de que lo hicieran en Sevilla y de que fuera repartido por todo el continente Indiano, en las diferentes comunidades donde tuvo presencia la Compañía de Jesús. Fue en la segunda mitad del siglo XVI cuando los jesuitas llegaron al Virreinato de Perú. De ese primer grupo de sacerdotes, fue el Padre Luis López el primero en ejercer sobre treinta esclavos el ministerio del sacramento del bautismo, catequizándolos a diario, mientras viajaban a América en un navío.88 Llegados a la ciudad de Lima, los esclavos fueron conducidos por el mismo Padre «a procesión por las calles cantando la doctrina hasta una iglesia en la que se les explica y se les hace una exhortación»89. Lo mismo ya se había estado haciendo en la ciudad de Sevilla, donde los negros eran llevados a la Catedral después de una procesión por la ciudad; en aquel recinto cerrado, aprovechaban para participar del recogimiento y la meditación con el señor Jesucristo, el hijo que los había liberado del mal en el que habían estado. La catequización de los negros no se reducía a los recién llegados, era necesario, asimismo, preservar la fe de quienes ya la poseían y para ello los jesuitas habían establecido una estrategia de evangelización continua.90 En la

Jerónimo Ruiz de Portilla a Francisco de Borja. Cartagena de Indias, 2 de enero 1568. MHSI Mon., Per. 1. P. 167. El maestro Luis López, las fiestas va a la doctrina de los morenos con tres o cuatro hermanos, porque se juntan más de dos mil morenos, y van por las calles los domingos y fiestas con su cruz que ellos han hecho, y ellos tienen sus mayordomos que los muñen y traen a casa de donde salen en orden y van diciendo la doctrina y después vuelven a la iglesia mayor, a donde se les enseña por las preguntas y se les hace una exhortación conforme a su capacidad, házese tanto fruto en esto, que es una de las cosas, que han admirado en este reino, que hasta ahora no podían ni religiosos ni justicias quitar los bailes a su modo gentil ni las borracheras, donde se mataban muchos de ellos en las plazas y calles, y el huirse de sus amos por los montes y después que vino la compañía y se tomó este modo ha sido Dios servido que se les ha quitado de tal arte, que ni hay baile, ni se oye atabal, ni muerte, ni huirse negro al monte, porque cuando temen a sus amos, acógense a a nosotros para que les llevemos a ellos, y aun de los montes se han venido después de que vinimos nosotros para que habiendo un año que estaban huidos, los tornásemos a sus amos. Parecen en ellos ya ser cristianos, porque se reprehenden unos a otros en el hurtar, fornicar y otras cosas que vienen al padre a acusarse para que les reprehenda, y esto ha sido y se espera será gran bien para los indios porque los maltrataban mucho estos negros, y ahora parecen que se moderan. Diego de Bracamonte a los PP. Y HH. De la Compañía de Jesús. Lima, 21 enero 1569. MHSI Mon., Per. 1, PP. 256-258. 90 Cuando a mediados del siglo XVI, aparecen las comunidades religiosas y, en general, la Iglesia, para consolidar la conquista no resultó gratuito lo que se encontraron en las Indias Occidentales. La convivencia de muchas razas, culturas, llevó al desarrollo de prácticas religiosas que eran propias de dichas culturas. De esa forma al asentarse la sociedad colonial, organizada de manera piramidal, un sector de esa sociedad se dedicó a una serie de prácticas de carácter mágico. Hubo información de negros 88 89

iglesia mayor de la ciudad de Cartagena de Indias, por ejemplo, todos los domingos por la mañana, antes del amanecer, se reunían unos de los sacerdotes de la Compañía a predicarles a cientos de miles de personas, hombres y mujeres negros, que se reunían para la celebración de la eucaristía. La mayoría era gente del servicio de los vecinos de la ciudad. El sermón estaba especialmente preparado para estas personas por su limitada capacidad mental, para que lo entendieran y lo hicieran práctico en la vida cotidiana. La Compañía de Jesús había organizado una cofradía de negros -como sucedió en Sevilla, España-,91 para la que se reunían los domingos en horas de la tarde en la casa de la Compañía. Ese día, en la capilla, presenciaban una prédica sobre la doctrina cristiana o se les hacía una lectura de pasajes de la Biblia apropiada a sus necesidades. Aquellos que realmente se habían adaptado a la congregación no faltaban para comulgar y confesarse en más de una oportunidad. Para prepararlos para recibir el sacramento de la comunión, el sacerdote de la cofradía los reunía en torno a una conferencia en la que se les explicaba el sentido de dicho acto, después oían la misa en la que comulgaban manifestando una honda emoción, con abundancia de lágrimas. Por su parte, los amos mostraban su satisfacción con la labor evangelizadora, afirmando que gracias a ella tenían personas en quien confiar su casa y hacienda.92 Las cofradías surgen como respuesta de la Iglesia hacia la demanda que algunos colectivos sociales establecieron ante la necesidad de constituir espacios de convivencia social, religiosa y hasta política. En este sentido, las hermandades adquirieron, en las regiones de las Indias Occidentales, un poder que la Iglesia les delegó bajo la custodia de los obispos, sobre todo para mantener un control de los colectivos y evitar la desintegración de la cultura y la sociedad Occidental. Las cofradías sirvieron a la evangelización del esclavo dentro de un sistema de valores religiosos que hacía parte de la cultura de Occidente. Por ello resultaba una obligación el que el negro fuese bautizado, lo que significaba que estaba inscrito en una nueva religión que salvaría su alma. En las cofradías se fomentaba el culto al santísimo sacramento, a Jesucristo, a la virgen y a los distintos santos que estaban representados a través de imágenes, a las que debían venerar y rendir culto, especialmente en el día de su conmemoración. Los jesuitas, los domingos en la tarde, recorrían la ciudad en busca de los negros esclavos en los lugares donde se reunían -sobre todo en las plazas-, para invitarles a la celebración de una jornada de actividad religiosa, en la que, por lo general, se realizaba una predica y después se salía en procesión por la ciudad, en compañía de un padre de la comunidad como oferente. De esa forma los jesuitas trataron de controlar las actividades de ocio, paganas y violentas de los negros bozales, las cuales eran perjudiciales para su alma.93 Lo que se pretendía era controlar a los negros bozales, quienes eran los más rebeldes, para su integración a la cultura europea. Se buscaba intervenir en las fiestas, para así disminuir las riñas producto de las borracheras que en

y mulatos que actuaban como curanderos, utilizando métodos de curación con plantas y otros materiales adaptados de la medicina indígena, lo que la Inquisición trataría de corregir con su llegada a la región de las Indias Occidentales, en la segunda mitad de dicho siglo. En el caso de Cartagena de Indias, en el barrio de Getsemaní y en el cerro de la Popa, negros, negras y mestizos, realizaron muchos ritos mágicos. 91 Las cofradías nacieron para ayudar a los hombres en el sentimiento religioso y guiarlos en definitiva por el camino de la vida que conduce a la muerte. Suárez Fernández, Luis. La renovación religiosa del siglo XIV: La aparición de las cofradías. En Actas. Primer Congreso Nacional de Cofradías de Semana Santa - Diputación Provincial - Zamora. 1987. 92 A.R.S.I., Cartas Annuas Nuevo Reino y Quito. Carta de 1605. T. 1, parte 1, número 12, folio 15. 93 A.R.S.I., Cartas Annuas Nuevo Reino y Quito. Carta de 1605. T. 1, parte 1, número 12, folios 15. Carta de 1606. T. 1, parte 1, número 12, folio 32.

aquellas se daban, y además, atender a su evangelización, ya que los negros bozales eran muchos. Dicho ejercicio resultaba muy provechoso, tanto que una buena parte de ellos sabían las oraciones y el catecismo. Esta actividad la realizaba un sacerdote, pero no era una actividad aislada o individual, como pareciera a simple vista; en realidad, esta obedecía al ideal del sacerdote de poder tener una capacidad de convocatoria como la de ningún otro, algo así como un líder en relación a las masas. Es importante tener esto en cuenta porque cuando se analiza la figura de Pedro Claver, este resulta la síntesis del modelo social y político de aquel momento de la historia de la cultura de España en las Indias Occidentales, y de la imposición del modelo de Cristo que practicaron las comunidades religiosas, considerando que era bueno para unos y que no para otros. Los resultados no se hicieron esperar para la comunidad: por un lado los esclavos dejaron atrás la manera en que actuaban, lo que era propio de su identidad cultural; y por el otro lograron que aquellos se adaptaran a un ordenamiento jurídico-social acorde con la moral cristiana. Pero los cambios no fueron realmente muy radicales y puros dentro del contexto de lo sagrado: las fiestas o los bailes que se consideraban “permitidos” tenían una mezcla de lo propio de la cultura española y la africana; es decir, resultaban de lo que en antropología es denominado “tras-culturización étnica”. Asimismo, entre los esclavos africanos la práctica de bailes -que podríamos ahora llamar “permitidos”; es decir, aquellos que se realizaban con licencia del Padre, buscaban evitar -al igual que con la institución del ritual del matrimonio entre ellos-, que vivieran en pecado, disminuyendo las borracheras y las muertes violentas. Los morenos acudían al Padre, quien particularmente les enseñaba a pedirle licencia para hacer algún baile el día de una fiesta o para alguna otra cosa notable.94 Uno de los objetivos de la educación de los negros era tratar de sacarlos y prohibirles asistir a reuniones en el interior de su colectivo, pues ellos después de las largas jornadas de trabajo lo que deseaban era pasar un rato diferente, alejados del trabajo al que eran sometidos a lo largo de su vida cotidiana. Las fiestas fueron una manera de preservar algo de su identidad, de su pasado, y, a la vez, de liberarse de tanta represión a la que estaban sometidos. La cultura española no entendía de eso, desconoció por completo la identidad del negro esclavo y lo miraba como si fuera un ser raro y extraño, carente de cualquier cultura o principio. El evangelizador se asume como el “liberador”, pero en realidad sometía al negro, no solo a la servidumbre laboral, sino a creencias y formas de pensar diferentes a las suyas. Pero, realmente el trasfondo de esta situación iba más allá de lo planteado por los jesuitas, representados por el Padre Alonso de Sandoval; no solo se trataba de salvar aquellas almas y hacerlas, como dijo, «más humanas». La Iglesia representó para la Corona un elemento importante dentro de la conquista de las Indias Occidentales, particularmente en el sustento de la idea que la sociedad occidental sostuvo para llevarla a cabo, esa idea era que el negro era un demonio, vivía como gentil y por ello debían educarlo, por no decir domesticar sus instintos pasionales del cuerpo y del alma. Sandoval hizo una descripción del negro desde un punto de vista cultural y en cuanto a la educación religiosa que había recibido, lo que perfectamente se refleja en el mismo texto que escribió para justificar la evangelización del negro:

94

Sebastián Amador a Francisco de Borja. 1 de enero 1570. MSHI Mon., Per. 1 p. 345.

(…)argumento de la obra al cristiano lector, que es procurar (…) tan triste y negra, y las dificultades que su esclavitud les acarrean tantas, que es menester pintar aquella y referir estas, para mover los ánimos a compasión , y mostrarles cómo vencerán estas dificultades y mejoraran aquella suerte, que es el intento que tengo.95 Se planteó, según el Jesuita, que había dos causas: la misma identidad del negro por su origen étnico-lingüístico y cultural, y el ser esclavo. Al sacerdote, sin embargo, le interesaba mucho más lo primero, porque él sabía que tenía todas las garantías de la Corona y de la misma Iglesia, como poderes, para afianzar una evangelización en la que se pudieran extirpar los valores y la cultura en general de los negros esclavos traídos al continente, para convertirlos en parte de un ejército de mano de obra barata, integrante de un sistema de producción esclavista. En ese sentido, Sandoval, en realidad, se ocupó de ocultar tras la excusa de la evangelización, la injusticias del el sistema esclavista, al igual que lo hiciera Compañía de Jesús. La intención de los jesuitas y de otras comunidades religiosas en toda las Indias Occidentales fue culturizar a los negros tomados de tierras extrañas, quienes no practicaban la religión cristiana, sus ritos y ceremonias. Para ello, entonces, la Corona de España delegó en las comunidades la labor de evangelizar al negro y enseñarle la religión cristiana, como una forma de pensar y actuar distinta a la de su lugar de origen; pues, como se dio cuenta la misma Corona, el negro tuvo dificultades para adaptarse a jornadas de trabajo largas y extenuantes, y a las condiciones en que habitaban en sus haciendas y en los arrabales de las principales ciudades de las Indias Occidentales; por lo que algunos se revelaron, agredieron y mataron a sus amos. Fundamentalmente, la educación del esclavo negro consistió en su introducción a la religión cristiana, porque esa era y es la religión no solo de la Corona, sino del Estado español en la actualidad y de América en general. Esta educación tenía por objetivo ejercer el control sobre el negro, adaptarlo a las costumbres, a la cultura de Occidente; y, para ello, la situación no fue realmente fácil, por el contrario generó un proceso de transculturización donde hubo una mezcla de cultura negra y blanca, en la que los colectivos de negros, blancos, mestizos, entre otros, desarrollaron diferencias, pero también aproximaciones o elementos comunes entre ellos mismos. Si bien el negro encontró en la religión cristiana la salvación de su alma, alejándose de las pasiones del cuerpo o del alma; encontró también en algunas fiestas cierta similitud con sus culturas de origen. Es decir, en algunos ritos o ceremonias de la religión cristiana, el negro encontró formas de disfrute y de diversión similares a las que practicaban en sus lugares de origen, usándolas de ese modo para rememorar sus propias prácticas tradicionales. Porque que a pesar de las diferencias que existían entre las culturas, hubo en el concepto de fiesta un lugar para descansar y divertirse, una manera de relajarse tras las largas jornadas de trabajo y de la vida cotidiana que enfrentaban en las haciendas o en las ciudades donde vivían. Los jesuitas, como representantes de la ideología occidental, se preguntaban: ¿De qué manera debían ser introducidos los negros en la educación, para así poder permitirles el acceso a los derechos y deberes dentro de la sociedad occidental? Que el negro era considerado un demonio, un gentil; que si bien se pensaba que tenía alma, aquella estaba realmente pervertida, porque para la época la concepción de alma y cuerpo no era realmente la misma, se imponía el criterio de la filosofía Escolástica, basada en los principios de Santo Tomás. Si bien para él había una diferencia entre razón práctica y pura, se trataba en última instancia de ver de qué manera se podía obviar dicha diferencia, 95

Alonso de Sandoval. Tratado de la esclavitud… Op. cit. 1987. PP. 54-55

porque realmente el negro representaba un cuerpo o un espíritu que no encajaba con el concepto de cuerpo-alma empleado por Occidente, porque la religión cristiana lo que buscaba era un ser demoniaco, dionisiaco -en el sentido griego-, que debía ser educado, domesticado, para que no fuera tan primario en sus actuaciones o comportamientos. Una de las situaciones más comunes observadas en las Indias Occidentales, era que en los días de fiesta o descanso los negros se entregaban a las borracheras, mientras hacían sus propias fiestas; esto era realmente mal visto, tanto por la forma en que actuaban, como por la manera en que vestían, ya que en algunos casos iban semidesnudos o desnudos, lo que para la sociedad de esa época era algo inmoral y grotesco. Había entonces que moldear y buscar que el cuerpo no fuera la fuente de esas situaciones emocionales e inmorales para el alma, había que educarlo y poner como modelo o imagen las figuras de Dios, Cristo y los santos, que se hallaban representadas en las iglesias o estampas, y que se difundían entre los feligreses para facilitar la comprensión del mensaje que se les difundía. En la época del barroco, el lenguaje de las imágenes fue una manera de mostrar y evangelizar en Europa y en las Indias Occidentales, esto en parte porque parecía que había grupos de negros que aparentemente no tenían escritura, mas sin embargo, tenían una tradición oral por la que su cultura se transmitía de una generación a otra. La Compañía de Jesús, entonces, diseñó, de alguna manera, una educación para esas gentes que debía funcionar y dar resultados a corto y largo plazo. Para ello se diseñó un catecismo que se caracterizaba por ser sencillo y estar adaptado a las distintas lenguas habladas por los negros. En ese sentido, la Compañía y la Corona buscaron traductores en las Indias y en España para transmitirles a los negros esclavos los principios de la doctrina cristiana. Para lograr este proyecto se apoyaron mucho en el negro ladino, aquel que estaba ya culturizado en España, que conocía el idioma castellano y el de su propia cultura; y en algunos jesuitas que estuvieron en África y en las Indias Occidentales, quienes a través de la convivencia aprendieron el idioma del negro. ¿Cómo surgió el catecismo para la instrucción del negro en las Indias Occidentales? Alonso de Sandoval, conmovido por la situación del negro en el puerto de la ciudad de Cartagena de Indias, mantuvo correspondencia con España, sobre todo con sacerdotes del colegio San Hermenegildo, donde se encargaron de la educación del negro que llegaba al puerto de Sevilla, encontrando que no solo llegaban en condiciones físicas y anímicas lamentables, sino que durante los fines de semana y días festivos se dedicaban al juego, a una cierta vagancia, a la fiesta y a las borracheras; lo que, como hemos dicho, no era realmente bien visto por la sociedad sevillana de esa época. Por esas razones, algunos sacerdotes empezaron a incursionar en los espacios donde los negros se reunían para divertirse, para así tratar de ganarse su confianza e invitarles a reuniones en otros espacios donde pudieran recibir la doctrina de Cristo; fue así como las parroquias se convirtieron en un referente para sacarles de aquellos espacios que no invitaban a nada bueno. En ese sentido, las ciudades se organizaron de tal manera que las parroquias fueron uno de esos espacios estratégicos para controlar a una buena parte de la población; y la Compañía de Jesús realmente los aprovechó, como también a las haciendas que tuvieron durante muchos años en las ciudades de las Indias Occidentales, para adoctrinar al negro que trabajaba en el campo y en las minas. Debemos repasar la manera en que, simultáneamente, si se puede decir, las experiencias de la Compañía en cuanto a la educación que recibió el negro en la ciudad de Sevilla fueron trasladadas por orden del General de la

comunidad a la ciudad de Cartagena de Indias, donde estaba el Padre Alonso de Sandoval. Ya hemos dicho que hubo correspondencia entre el sacerdote y la Compañía en España, lo que nos permite definir cómo lo que se desarrolló con el negro esclavo en Europa, se fue aplicando en las Indias Occidentales, a pesar de las diferencias existentes entre cada uno de los contextos en los que habitó el negro. Al esclavo negro, además de producir riquezas con su trabajo, le era exigido, por parte de la Corona, insertarse en una sociedad medieval en la que la educación se basaba en los principios religiosos, sobre todo en la filosofía escolástica, que en dicho momento era la que predominaba, con un concepto del ser humano y del mundo según el cual lo religioso y lo sagrado jugaban un importante rol. La experiencia que tuvieron en la ciudad de Sevilla, entre los siglos XVI y XVII, con la importación de esclavos negros ingresados al continente europeo y luego con sus traslados a las Indias Occidentales no cambió la percepción que tenían sobre ellos; quienes a pesar de tener alma, eran considerados seres de inferior rango, por la forma de actuar y comportarse en colectivo. Esta posición conllevó a que el resto de los europeos los mirasen de manera diferente y discriminatoria porque no les gustaba su forma de ser al interior de su colectivo, cuando se agrupaban en las ocasiones que les posibilitaba el amo; es decir, en los descansos que hicieran luego de la actividad de trabajo, sobre todo los días de fiestas. Aquellos negros esclavos que llevaban bastante tiempo en la ciudad de Sevilla tenían conocimiento del castellano y hacían uso de algunas costumbres, como profesar la religión del Estado, eran llamados ladinos; estos constituyeron una herramienta útil para el blanco, quien deseaba aproximarse al negro bozal recién traído del continente africano. Para ello, entonces, se organizó, cuando los navíos con esclavos llegaban al puerto de la ciudad de Sevilla, un registro de los negros que desembarcaban allí, anotando de qué región concretamente procedían, para asignarles un “intérprete” y así poder diferenciarlos según lugares y culturas del África. 96 Teniendo en ese registro los datos de cuántos negros había según el sexo y su procedencia, se buscó, de igual forma, añadir más información sobre ellos en el lugar donde eran ubicados. Para eso la Iglesia ideó, por su parte, que en cada barrio o sector donde no solo hubiera negros esclavos, sino también blancos, se instituyera una parroquia como instrumento de control y educación. Aclaramos, entonces, que las parroquias se dieron en las ciudades, en su configuración más que arquitectónica, como una estrategia para extender la presencia de la Iglesia en todos los sitios posibles de la ciudad, para que ésta se ocupara de la educación y la práctica de los sacramentos y de las virtudes de la religión del Estado, que era la cristiana. La Iglesia siempre jugó un papel importante para la Corona durante la conquista de las Indias Occidentales. En las parroquias lo que se buscaba, entonces, era hacer un control más estricto del que se había hecho en los puertos de llegada a Europa, preguntando acerca de la condición social del negro, si era libre o esclavo; el nombre; el sexo; quién era su dueño -porque era considerado una propiedad privada-; si había sido bautizado en España, o no; y si era bozal o ladino, porque era importante saber el tipo de educación había recibido, sobre todo si llevaba

Según las experiencias que tuvieron los Jesuitas en el puerto de Cartagena de Indias, con la llegada de los esclavos negros, se comprendió que muchos de ellos venían de diferentes destinos y, por consiguiente, poseían lenguas y culturas muy diversas entre sí. Entre los bozales, que en general eran los que no tenían conocimiento de la lengua Castellana, habían -según las Cartas Annuas Jolofos- Barbisíes y Carabalies- quienes profesaban la religión del profeta Mahoma, y que por lo tanto no resultaba tan fácil hacerlos acceder a la “razón” de la fe cristiana, y ello les caracterizaba como resistencia, frente a la experiencia con otros esclavos negros, quienes accedían más fácilmente, porque al parecer no profesaban una religión. A.R.S.I., Cartas Annuas. Nuevo Reino y Quito. Carta de 1660-65. T. 1, número 13, fol. 8. 96

mucho tiempo en España, porque ya sabiendo el idioma castellano servía de interprete para otros nativos, sobre todo sabiendo de qué región del continente africano venía y la lengua que practicaba. «A la parroquia Sagrario de la catedral, competía realizar el padrón de los negros extravagantes o forasteros, que debían ser buscados, así como al cuidado espiritual de los armazones que arribaban al puerto en adelante».97 Si bien, esto inicialmente lo hicieron los curas en sus respectivas parroquias, con la ayuda de sus catequistas; las comunidades religiosas aprovecharon un cierto vació98 para incursionar en el objetivo de educar al negro esclavo y, así, no permitir que se convirtiera en un ser extraño, en un ser diferente a los demás, porque lo que se buscó fue que el negro se sintiera como un hermano, como el prójimo: de un lado con su trabajo creaba riqueza, y de otro era un “igual” para español o conquistador. La Compañía de Jesús en la ciudad de Sevilla, a través el colegio San Hermenegildo, constituyó una alternativa no distinta a las parroquias en la ciudad para la educación del negro esclavo. Por otro lado, en las haciendas en el campo, la misma comunidad hizo uso de esclavos para la realización de las actividades agrarias, llegando a comprar esclavos a los mercaderes en el puerto de la ciudad. Los colegios, al igual que las haciendas, fueron estrategias creadas por la compañía, que llegaron a exportarse a las Indias Occidentales tanto en la región del Caribe, como en el Sur. La pedagogía con la que debían ejercer los sacerdotes de la comunidad religiosa estaba inspirada en la manera como Jesucristo se dirigió a la comunidad cristiana; porque Cristo era el referente a seguir por el esclavo negro, ya que él lo liberaría de la situación de ignorancia e ignominia a la que estaba sometido. Se buscaba sensibilizar, primero que todo, a la comunidad de los esclavos negros. Con ese fin, los sacerdotes se trasladaron a los sitios donde se reunían los esclavos y desde allí buscaron motivarlos para que accedieran las enseñanzas de la religión cristiana, invitándoles a que se reunieran alrededor de un culto nuevo, el cual consistía en recibir al señor en un recinto sagrado, y no profano y mundano como el que ellos usaban para reunirse y realizar sus juegos, fiestas y borracheras; les planteaban que el tiempo que empleaban en ello era pernicioso. Se les concedió a los curas, catequistas y educadores de la Compañía de Jesús, la posibilidad de tratar al negro en la suavidad del padre espiritual, con caridad, paciencia y mansedumbre; procurando ganar voluntades a través del sacramento bautismo, como se hizo con sus amos, porque mejor ayuden al remedio de estas almas, y no pongan ningún estorbo. Se buscó no solo bautizar a los negros esclavos, sino, sobre todo, hacer consciente al amo de que debía facilitarles a los negros la posibilidad de una educación en la religión de la Corona; que no todo podía ser trabajo, sino que su descanso debía ser ofrecido a Dios, por medio de la educación que recibían de la Iglesia.

Francisco de Borja Medina. La experiencia sevillana de la Compañía de Jesús en la evangelización de los esclavos negros y su repercusión en América. Institutum Historicum Societatis lesu, Roma. 98 Es ver tanto negros sin doctrina y sin oleo y siendo el obispo el que debe dar alguna ayuda para que los esclavos sean bien tratados y mejores cristianos. A.G.I., Santa Fe. 17, R 15, número 148, folios1, recto-2 recto. 97

El bautizo resultó ser un problema para la Iglesia y las comunidades, porque se llegó a cuestionar que lo que se había hecho hasta la fecha en el continente africano pudiera haber estado adoleciendo de vicios de nulidad, ya que no llenaba los requisitos que se le exigía para ser considerado como tal. Los cuatro principios básicos eran: 1. si se les había echado el agua al mismo tiempo que se decían las palabras del rito bautismal; 2. si se les había dado información acerca de dicho acto o rito; 3. si lo habían comprendido; y 4. si habían dado el consentimiento de aceptación “voluntaria”99 y libre de lo que su amo y el cura pretendían hacer. Faltando algunos de estos requisitos el sacramento del bautismo no era válido. La Compañía de Jesús denunció la manera como se había realizado el bautismo en ciertos puertos, donde se reunían a todos aquellos que iban a ser trasladados a otras regiones diferentes del continente africano, y se les rociaba con agua. De esa forma, terminaba por realizarse un bautizo colectivo que no llegaba a tener los efectos que se deseaban, porque no cumplía con las condiciones mínimas requeridas, al ser algo masivo y rápido, por el afán de llevarlos bautizados a los lugares de destino en las Indias Occidentales, donde a los amos no les interesaba que recibieran el sacramento del bautismo. Cuando Sandoval logró consolidar y conseguir la aceptación de su obra por la Compañía de Jesús en la ciudad de Sevilla y en las Indias Occidentales, uno de los argumentos que esgrimió, empleándolo como título de la obra -De instauranda aethiopum salute-, era el de la salvación del negro, de su alma, arguyendo que no solo era necesario realizar un bautizo con todas las exigencias, sino que también debía ser evangelizado; es decir, debía ser adoctrinado para que pudiera vivir en el Nuevo Mundo, aquel al que había sido llamado por Dios para salvación de sus pecados. Trato de cómo se ha de restaurar la salvación de los negros; porque lo primario y principal fin de ella, no es mover a que vamos a sus tierras a convertirlos (aunque no deja de ser ése el secundario y aun el principal, en cuanto así fuera, escusado sería la mitad de nuestro trabajo), sino que en las partes donde traen armazones y ellos desembarcan, con nombre y título de cristianos sin serlo (como se verá) examinemos sus bautismos, instruyamos su rudeza y bien enseñados, los bauticemos; con lo cual repararemos y restauraremos la salud que en ellos, por la razón dicha, estaba perdida y como imposibilitada. 100 El Jesuita sabía, a partir de la información que había logrado recopilar en el puerto de la ciudad de Cartagena de Indias, que muchos de los negros que entraban no eran realmente cristianos; que sus bautizos, realizados en los puertos de embarque en el continente africano, no tenían la validez de lo que conceptualmente para él significaba el sacramento del bautismo. Lo importante para él, entonces, era rehacer dicho trabajo en el Nuevo Mundo, labor que debían emprender la Iglesia y las órdenes religiosas que ya se habían instalado allí; aunque no dejó de lado el hecho de que sería importante que algunas comunidades, entre ellas la de la Compañía en África, se ocupasen mejor de lo que hasta el momento se había hecho, para así poder ahorrar un poco del trabajo que se debía emprender en los puertos de entrada, sobre todo en el de Cartagena de Indias.

Esto no se dio, porque muchos de ellos fueron obligados por las circunstancias. Fueron sacados de su lugar de origen, maniatados y se les exigió, en contra de su voluntad, viajar a regiones extrañas. Puede que algunos se les haya engañado con promesas que no se llegaron a cumplir, y cuando llegaron al continente europeo o las Indias Occidentales se encontraron con un panorama diferente. Se puede ver como algunas comunidades de negros se revelaron al poco tiempo de ser enviados a las Indias Occidentales, hubo resistencia a integrarse en el colectivo de los blancos o al de los aborígenes. 100 Sandoval Alonso. Tratado de la esclavitud… Op. cit. 1987. P. 55 99

Se buscaba información acerca de su origen: si estos habían llegado de Cacheo o procedentes de cualquier nación, ya fuera Xolofe, Mandinga, Guinea; entonces, habían sido bautizados legalmente. Por el contrario si habían sido llevados de la región del Congo y Angola, entonces se debían tener dudas sobre la validez de sus bautizos. Era importante saber la región de embarque o de procedencia, porque con ello se sabía si realmente cumplían con lo estipulado; en ese sentido, siempre se les hacían preguntas cuando llegaban a los puertos de destino. 101 El Padre Alonso de Sandoval prestó mucha atención al desarrollo de una clasificación de los negros esclavos por razas y culturas, con la cual podría diseñar un catecismo que fuese accesible a cada uno de ellos según sus características. En ese sentido, consideraba a los ladinos y los que tenían conocimiento del idioma castellano como fáciles para hacerlos entrar en razón; por el contrario, aquellos que habían profesado la religión del Islam, como los negros bozales, eran los más renuentes a aprender la fe católica, por sus creencias propias y por no hablar el castellano. De la cultura de Etiopia (Guinea) decía el Padre Sandoval lo siguiente: (…) lo que más estiman los españoles (…), de buenos naturales, de agudo ingenio, hermosos y bien dispuestos, alegres de corazón y muy regocijados, sin perder ocasión en que si pueden, no tañen, no canten y bailen; aun en los ejercicios más trabajosos del mundo; pero cuando toman el propósito (…), hunden con sus voces a cuantos les alcanzan a oír.102 Para los jesuitas el objetivo principal, como ya se ha indicado antes, era evitar que perdieran la razón en los días de fiesta, cuando se emborrachaban, bailaban y en algunas ocasiones se agredían; porque aquello era considerado un comportamiento que no era normal en los seres humanos, incluso -como lo califico la iglesia- en esas ocasiones parecía que estuvieran poseídos por el demonio. Lamentablemente esta era la óptica de Occidente frente a las fiestas y el valor que estas tenían para los negros, después de largas jornadas de trabajo. Al no permitírseles participar de aquellas fiestas, eran obligados a adquirir una educación cristiana, porque los días de fiesta eran adoctrinados en la enseñanza de la fe cristiana. Sobre ciertas costumbres, como comer o habitar en un núcleo familiar, Sandoval hizo la siguiente descripción gráfica de lo que era el comer y reunirse todos en su entorno familiar: Todos, aunque sea el Rey, comen en el suelo, a semejanza de los moros, cuando mucho se recuestan encima de una esterilla. Comen bien, si tienen qué o si se lo dan; sino son de poco comer; contentase con poco y cosa de poca sustancia. Los platos son comúnmente de palo y los vasos de unas totumas a modo de calabazas de España, aunque ya usan algunos reyes vajillas de plata, con que hacen ostentación de grandeza. Cuando convidan algún español (…) No tienen vino de uva, súpletes el ordinario de palma, y nunca les falta bebida con que festejan sus borracheras, celebran sus fiestas y llantos; los cuales beben a sorbos, maravillándose que los nuestros beben de una vez. Y tienen puesta tanta felicidad en la embriaguez, que entre ellos el más honrado es el más bebedor. Una

Para Sandoval, los negros que iban al puerto de la ciudad de Cartagena de Indias eran de (…) cuatro son los más principales puertos donde ordinariamente suelen venir negros a este puerto de la ciudad de Cartagena de Indias (…); de los ríos de Guinea y puertos de su tierra firme, de las islas de Cabo Verde, San Tomé y del puerto de Loanda o Angora. Esto le va a servir al mismo Jesuita, no solo para saber de dónde procedían; sino, también, sobre su cultura y además sobre los rasgos físicos en los que muchos mercaderes se fijaban, para considerarlos verdaderos negros de Ley, es decir aquellos que trabajaban, y al parecer eran fáciles de ser dominados, y sobre todo que no ejercieran resistencia en la doctrina de la fe cristiana, como fue el caso de los negros bozales. Alonso de Sandoval. Tratado de la esclavitud… Op. cit. 1987. p. 136. 102 Alonso de Sandoval… Op. cit. 1987. p. 110. 101

de estas bebidas es el Po, hácese de millo y de una fruta que se llama salmiron, que es como albaricoque de Castilla; otra es el ordinario vino de Palma (…). El uso de comer carne humana, que algunas de estas naciones aún hasta ahora conservan, se ha caído en gran parte; y universalmente cuando uno se convierte a Nuestra Fe, junto con convertir sus ídolos en ponzoñosa ceniza, apartan de si y echan fuera de su casta los instrumentos y vasijas de esta abominación. 103 La fiesta era un ritual, en ella se daba una situación de trance con sus dioses, sus reglas así lo exigían; pero la misma Iglesia no lo entendió, ni lo quiso entender, lo importante era hacer una fiesta en la que se llevasen a cabo ritos y ceremonia católicos, donde se reflejara el amor y el regocijo de que Dios los había liberado de semejante “bestialidad” que eran sus fiestas.104 Con respecto a ciertas creencias o idolatrías que tenían algunas culturas africanas, el Padre Sandoval aludía lo siguiente en el capítulo 13: (…) todos cuanto mueren van a donde está Dios y cuanto acá eran mayores, tanto allá valen más con él (…) Hay etnias que no tienen ídolos, no están entregados a idolatría; (…) como los branes que (…) solo adoran a un Dios que dicen ser creador de todo, a quien piden socorro en sus enfermedades y falta de agua (…), decimos que su dios no tenía representación, que no tenían una imagen a la que adorar, lo que el religioso aprovechará para llenar un “vacío” cultural. Véase entonces la estampita que se le colgaba al negro después de ser bautizado e instruido en la ciudad de Cartagena, esa imagen fue algo que sorprendió a muchos negros, por lo que algunos, con el tiempo, quisieron imitarlo. ¿Cuándo se hizo referencia a vestir como a ciudadano español y ser reconocido?; o ¿cuántos mulatos o negros, con el tiempo ya habían ingresado a las comunidades religiosas? (…) otros muchas adoran como ídolos estatuas de su antepasados y otras muchas figuras de madera o barro, que llaman Corofines (…) nominas supersticiosas, muy bien labradas, que les han dado o vendido sus infernales ministros, persuadiéndoles que trayéndolas consigo o llevándolas a la guerra no recibirían daño alguno (…) De igual forma, existía una figura en la cultura africana llamada China: (…) unas Pirámides de barro llenas de hormigas blancas, que no parecen de fuera y tienen dentro de sus casillas, sin saber allá que mantenimiento es el suyo (…). En comprando a un negro, lo primero que hacen es llevarlo a laguna China de estos con su ofrenda de vino y otras cosas, y entréganselo, pidiéndole que si huyere, hagan que culebras, lagartos y onzas les maten; lo cual creen de tal suerte los tristes esclavos que por muy mal que los amos le traten, no se atreven a huir.105 El Padre Alonso consideraba que dichos ritos o ceremonias carecían de valor, que eran producto de su ignorancia; desde la óptica de un sacerdote ese podía ser el criterio más acertado, pero para el negro esas fiestas, como Alonso de Sandoval. Tratado de la esclavitud… Op. cit. 1987. p. 113. Alonso de Sandoval, indagó acerca del negro y su cultura, o sus valores, a partir de información que los mercaderes o los capitanes de barcos negreros le aportaban. Con el acopio de dicha información se formó un criterio sobre las diferentes culturas y orígenes de los negros que llegaron al puerto de Cartagena de Indias, el cual, realmente, era limitado, por la visión muy parcial – mediada por la postura cristiana- y prejuzgada que lo caracterizaba, desvalorizando los valores culturales que traían los negros . En otras palabras, no se trató de recoger por recoger, sino de identificar una fuente informativa de forma fehaciente; así como se hace con el relato o el texto tras un riguroso proceso de selección y contrastación; no se indagó, en cambio, entre los que verdaderamente sabían de la cultura de los negros, que eran los líderes o ancianos que poseían, por su experiencia, un enorme caudal se conocimiento sobre la cultura negra. 105 Alonso de Sandoval. Tratado de la esclavitud… Op. cit. 1987. PP. 117-8. 103 104

cualquier otra, eran la escenificación o la representación de algo de ellos, de su cultura y por eso tenían un significado propio. Realmente el querer calificarlos como “carentes” de virtudes, pobres y miserables, solo porque habían sido llevados por mercaderes de la trata de negros, no implicaba que su cultura no tuviera “valor”. Lo que no parecía saber Sandoval, era que los negros habían logrado construir equivalencias con sus propias culturas a través de muchos ritos de carácter religioso, los que la Inquisición combatió como herejías, supersticiones, brujería, etc. Había una celebración de un cierto acontecimiento, festejada por los esclavos negros, que se desarrollaba de la siguiente manera: El ordinario lugar del sacrificio es su casa, y lo que se sacrifica es un buey, puerco o gallo. El modo de sacrificar es herir la tal ofrenda con ciertas ceremonias y mudanzas, que se suelen hacer bailando el ministro y haciéndole son con atabal o campaña. A este tiempo se le reviste el Demonio, o lo fingen, y hacen sus viajes y arrobamientos, pasados los cuales anuncian lo que han visto y oído; hácese gran convite ese día, comen y beben y ambriáganse, y mucho más el sacerdote; así es todo embriaguez y desatino, ceguera para ellos y lástima para quien los ve y aprecia con luz la verdad.106 Lo dionisíaco de la fiesta, porque cuando hay licor o no la fiesta excede al ser humano, produciéndose como un teatro, una real realidad de lo que es el ser humano como tal; pero la Iglesia lo desechó y, hoy en día, lo desecha como si no hiciera parte de la estructura de la naturaleza del ser humano, porque los trances se hacen en ciertos ritos que no conllevan algo de licor, y ello la Iglesia lo practicó históricamente y lo sigue haciendo, para muestra: la Inquisición en España y las Indias Occidentales. Pero Sandoval, en ese escenario, pone ante la mirada del público a los otros, a esos “pobres hombres, ignorantes, miserables, perdidos”; esa era la mirada del blanco, que utilizaba como instrumento a la religión Católica, apostólica y romana. Para Sandoval, viendo la situación que vivió el esclavo desde su origen hasta llegar a los puertos de la ciudad de Cartagena de Indias; no había ninguna duda de que esas gentes debían ser evangelizadas en nombre del Señor Jesucristo, para llevar sus almas a Dios y que así se salvaran por la misma gracia divina. Esa actividad debía ser promovida por iniciativa de la Iglesia, y sino por la Compañía de Jesús, para que así disminuyera el número de personas que morían sin recibir el sacramento de la extremaunción; debían, entonces, ir a buscarlos cuando llegaran al puerto de la ciudad, como (…) caballos ligeros en el servicio de su Señor y perros que levantan la caza, que después ellos mismos han de coger por vía de los sacramentos.107 En la ciudad de Cartagena de Indias, cuando tenían un buen número de esclavos negros para recibir el sacramento del bautizo, el rito consistía en ponerles agua en la cabeza y con un cirio o vela en las manos se los hacía arrodillarse ante el cura para recibir dicho acto que los consagraba a la nueva religión; además, se les ponía una medalla de estaño con un cordón que tenía el símbolo de una imagen que el negro apreciaba mucho y que lo identificaba como nuevo miembro de su nuevo hogar. Esto último sirvió como un medio para identificar quién estaba bautizado y quién no. Cuando un armazón viajaba a diferentes destinos del Caribe o del Sur de las Indias

106 107

Alonso de Sandoval. Tratado de la esclavitud… Op. cit. Francisco de Borja Medina. 1987. p. 99. Alonso de Sandoval. Tratado de la esclavitud…Op. cit.. 1987. P. 336.

Occidentales, se identificaban a los negros esclavos que ya habían sido bautizados, si alguno no tenía la identificación se suponía que no era cristiano. El jesuita creía mucho en el efecto de la conversión del esclavo negro cuando era instruido en la fe católica; pero ese era un tema que, como hemos visto, variaba mucho entre los colectivos religiosos. Por ejemplo, para la comunidad de Jesús, a pesar de que algunas personas habían recibido un bautizo masivo, ese acto era de gran conversión para el negro esclavo, quien creía que al ser recibido por Dios con el sacramento del bautizo tendría un viaje feliz. Señal grande de esta inteligencia ver qué de veces y con cuanta ternura y consuelo repiten el nombre de Jesús cuando los castigan, y están malos, y muy particularmente cuando se quieren morir, lo cual he oído muchas veces, no sabiendo de nuestra lengua otra cosa alguna, y uno en este trance repetía algunas en la suya; Dios me crio, Dios me lleva, ¿qué puedo hacer yo? Esto para Sandoval era un llamado que Dios le hacía a través del negro, quien vivía una situación extrema; pero esta solidaridad o compasión hacia lo que veía a cada momento en el desembarque de armazones de negros, era realmente, una forma de identificarse con ese otro que era también, en el fondo, él mismo; es decir, dialécticamente el otro reflejaba una situación interna, personal, que padecía el jesuita Sandoval, lo que, en una forma muy particular, le llevó a padecer con el otro. Si el sacerdote no podía salvar al negro de su situación material, entonces debía recurrir a un Dios; pero no a cualquiera, sino al Dios de los pobres, de los desvalidos, de los miserables; con lo que se perpetuaría el poder de la Corona y de la Iglesia en las Indias Occidentales. Fue así como la esclavitud fue justificada en torno a la idea del sacrificio en vida para ganar el cielo. La solidaridad se convirtió, en realidad, en un enmascaramiento de la esclavitud, aplicada por hombres como el mismo Sandoval, considerado más como un hombre de acción que como un verdadero intelectual de la época; como lo asegura Enriqueta Vila Vilar, un hombre de conocimientos medios, un poco ingenuo e infantil. El hecho de afirmar que Dios lo creó, Dios lo llevó, es una muestra de resignación ante la vida, y de ello la Iglesia se aprovechó para mantener al esclavo en una condición de sufrimiento, bajo la promesa de una posible recompensa en la otra vida; la ayuda no resultaba más que el incentivo hacia el goce de la miseria del negro, mirado y sentido por Sandoval. Una Vez, queriendo catequizar a un negro de estos para bautizarle, le pregunte si se holgaba de que le hiciese cristiano, y me respondió con gran admiración que mucho, y la razón que me dio fue que él se le había muerto su padre y su madre y que, siendo cristiano, Dios seria su padre y su madre, como le había dicho. Y haciendo a otro la misma pregunta queriendo echar el agua, respondió espantado que cómo no; pues, cuando le había echado el agua para solo poder pasar la mar (que era el fin que había entendido tenía la que en el navío le habían echado) y por mandarlo su amo, la había recibido de buena gana, ¿cómo no la recibiría de mejor para ir al cielo y ser hijo de Dios, como le decía?108 La conversión de estas almas, para Sandoval, tendría algún premio dentro de la Iglesia, y es que cuando un negro por sus virtudes hacía “los milagros de Dios” daba testimonio del padre que está en los cielos:

108

Alonso de Sandoval. Tratado de la esclavitud… Op. cit. 1987. PP. 377-78.

(…) ha hecho muchos milagros, por lo que el pueblo le reverencia como un santo (…) y una negra de Guamanga (…),donde no hay casa principal donde no la admitan(…), porque habla tiernamente de las Cosas de Nuestro Señor e inflama a los oyentes del amor divino.109 Para los jesuitas el negro no carecía de alma, no era un ser sin razón; solo era irracional cuando se excedía en las fiestas a causa del licor que consumía. También es importante observar, teniendo en cuenta un ejemplo de la historia de la Iglesia: que cuando santos o santas viven un éxtasis con Dios, lo que es conocido como una situación mística, el sujeto se transforma, desborda su consciencia y crea grandes obras de la literatura, como Santa Teresa y San Juan de la Cruz. Hay situaciones donde el hombre no puede controlar las pasiones, ya fueran del alma o del cuerpo; en el negro esto no era aceptado por la Iglesia, por considerar que eran poseídos por el demonio. 110 Hubo bautismos en secreto, en los que se guardaba privacidad porque el amo no sabía que se había efectuado el ritual sobre su esclavo; esto resultaba así porque al primero poco le importaba si el esclavo era creyente o no, lo que le interesaba era que produjera riquezas. Esto ocurría mucho entre los negros ladinos, los cuales ya se habían adaptado y asimilado la cultura española, por lo que su conversión debía realizarse en la más estricta privacidad, para que así pasara desapercibido entre el resto del colectivo de negros, quienes consideraban aquel acto como una traición a sus principios. Se miraba con cierto recelo a algunas culturas en la órbita de España y las Indias Occidentales, no importaba si era judío o converso, como si era negro o judío. Ser cristiano converso no era algo bien recibido entre algunos colectivos religiosos, debido, principalmente, a la doble moral que los caracterizaba al realizar actividades religiosas. Es decir, por un lado se declaraba cristiano, pero durante el desarrollo de su vida privada y mientras se encontraba con los colectivos de su misma raza, practicaba la religión de su cultura o región de origen, lo que desató procesos inquisitoriales en la misma ciudad de Cartagena de Indias contra los judíos y negros. El catecismo que se les daba a los curas y asistentes para enseñar e introducir la religión cristiana, contenía un esquema que se basaba en tres pilares fundamentales, estos eran las tres virtudes teologales: fe, esperanza, caridad; o sea, en la práctica, creer, orar, y obrar. Más que memorizarlas se trataba de que fueran puestas en práctica como estilo de vida y bajo su propia conciencia, con sincero arrepentimiento por las faltas cometidas, por los motivos propios de la atrición, contrición y propósito de cumplir. La manera de instruirlos, según los lineamientos del catecismo, era que no se les diera mucha información sino la mínima para que ellos la fueran asimilando gradualmente y en su lenguaje: «de todas estas cosas, no les digan

Alonso de Sandoval. Tratado de la esclavitud… Op. cit. 1987. P. 381. (…) estos negros no son bestias, como he oído decir a algunos que por aquí los quieren hacer incapaces del Cristianismo, ni se deben imputar por infantes o amantes, porque no son sino hombres adultos. Sandoval alude a la información recogida entre los mercaderes y capitanes de navíos, sobre lo que eran las culturas de los negros, diciendo que (…) tienen libre albedrio, voluntad y uso de ella en todas sus acciones humanas que les ofrecen, y así tienen guerras y hacen pases, se casan, compran y venden, truecan y cambian como nosotros (…) dotados de una verdadera cultura; en consecuencia hay que bautizarlos cuando lo pidan libremente y estén bien instruidos. Sandoval Alonso, 1987-380. Esto resulta contradictorio, cuando de manera psicológica el padre se impactaba por la manera como llegaban al puerto, realidad tangible por la descripción de más de un cronista; por otro lado, hablaba de las fiestas o rituales de la cultura negra como de algo reprobable, así no lo dijera directamente, lo dejaba entrever. Sandoval era, de alguna manera, un hombre de acción y práctico, trataba de constatar que no se estuviera abusando del negro en el sistema de la esclavitud, porque como fuerza de trabajo servía y sabía hacer lo que se le dijera; el esclavo, entonces, debía obedecer a su amo, o propietario, pero en temas de religión y de algunas culturas basadas en ciertas idolatrías, consideraba que había que evangelizarlos, y sobre eso apunta la reflexión del Padre Sandoval, porque una religión hace parte de la cultura, pero no toda cultura es religión. 109 110

mucho, sino muy poco, y muy toscamente dicho a su modo y repetido muchas veces y dándoles tiempo, y espacio para entenderlas».111 En caso de que tuviesen alguna duda en relación a la administración e instrucción de los sacramentos, se podían dirigir al colegio de San Hermenegildo, donde los teólogos de la Compañía de Jesús tendrían a bien responderles. La información que se habían recabado en la ciudad de Sevilla, fue enviada a la ciudad de Cartagena de Indias, junto con un decreto del arzobispo de dicha ciudad para su ejecución; pues tenían una Instrucción como guía para el adoctrinamiento del esclavo negro. Esta práctica fue adoptada, posteriormente, en todas las Indias Occidentales. La experiencia al ser trasladada al continente americano no se practicó de manera “mecánica”, ya que las experiencias que vivieron en la ciudad de Sevilla y en sus entornos, pudieron ser transmitidas a las colonias españolas y portuguesas en las Indias Occidentales sin mayores transformaciones, pues el tipo de trabajo al que era sometido el esclavo y la cultura a la que debía adaptarse, eran lo suficientemente similares como para hacer que las condiciones de dicho adoctrinamiento fuesen generalizadas en cada una de las regiones. Alonso de Sandoval, motivado por las situaciones de “injusticia” a que eran sometidos los negros esclavos, comenzó a interrogarse sobre su papel y el de la comunidad en general. Si bien, la conquista de las Indias llevaba un buen tiempo; la falta de mano de obra barata para las actividades que se realizaban en los nuevos territorios, y el poco interés mostrado por la Corona para asistirles y darles un mejor trato humano, hizo que las comunidades religiosas que se habían trasladado de la península Ibérica a las Indias Occidentales para asumir la actividad evangelizadora, notaran que había un cierto vacío institucional y sobre todo jerárquico en la Iglesia. De un lado no había suficiente personal para intervenir en el adoctrinamiento de los negros, y del otro lado las distancias -sobre todo las que existían entre los que trabajaban en haciendas o minas y las poblaciones o cabeceras municipales-, que resultaban insalvables para los sacerdotes que deseaban dedicarse a la evangelización, y que para ello debían trasladarse de un lado a otro. La Compañía de Jesús y los dominicos, entre otros; fueron los que empezaron con dicha actividad, no sin haber tenido diferencias por la manera en que cada una de las comunidades tramitaba dicha autorización, con la que una de ellas se sentía discriminada por no poder acceder en su momento a las peticiones y por la situación de abandono del esclavo negro en las Indias Occidentales. Los dominicos habían tramitado ante las autoridades de la Corona la petición para poder educar al negro esclavo; pero en algunas oportunidades, tanto esta comunidad como la Compañía, aludieron que si el permiso no era dado por la Corona, entonces éste debía ser tramitado ante la Santa Sede, lo que dio lugar a una situación que, de alguna manera, no asumía. Los litigios jurídicos no se hicieron esperar, hasta que el Rey Felipe III112 autorizó a los sacerdotes Jesuitas a asumir esta labor, respondiendo al desamparo al que estaban sometidas esas pobres gentes. Alonso de Sandoval tramitó dicha orden en otras regiones de las Indias Occidentales, como México, Puebla de los Ángeles y Tucumán. En las tierras del sur de las Indias Occidentales, el encargado de tramitar los permisos fue el arzobispo de la región llamado Julián Cortázar (1616-1625). Francisco de Borja Medina. La experiencia sevillana de la Compañía de Jesús en la evangelización de los esclavos negros y su repercusión en América. Institutum Historicum Societatis Iesu. Roma 15. 112 El Rey dirigió una Real Cédula, en noviembre de 1603, al virrey del Perú, Gaspar de Zúñiga y Acevedo, Conde de Monterrey; o al que estuviera en su lugar, ordenándole que remediase la falta de atención que padecía esa parte de la población, (…) porque no tienen cura que les enseñe y que solo los religiosos jesuitas se emplean las fiestas, cuando sus amos les dejan un rato, en enseñarlos. Francisco de Borja Medina. La experiencia sevillana de la Compañía de Jesús en la evangelización de los esclavos negros y su repercusión en América. Op. cit. P. 6. 111

El proceso de evangelización del negro esclavo en la ciudad hispalense se dio en un tiempo corto y, según las estadísticas, arrojó como resultado 6000 nuevos hombres evangelizados.113 Se calcula que en las Indias Occidentales, por el mismo período, llegaron a la cifra de 100.000 esclavos negros bautizados, según se menciona en la carta necrológica. 114 Esa cifra no era excesiva debido al gran volumen de negros esclavos que fueron movilizados desde comienzos del siglo XVI, hasta mediados del mismo. Cartagena, donde llegaban cada año unos 4000 esclavos negros; para 1615, habían revalidado el bautismo de 12 a 14000 negros. En 1621, se encontraban ya 30.000 en los doce años pasados, lo que hacía una media de unos 2.500 por año. Por tanto, para 1632, podían haber subido, a ese ritmo, a unos 60.000, sin contar los de Buenos Aires, Tucumán y México, que hubieran aportado unos 40.000 restantes en los más o menos 16 años pasados desde que la Instrucción llegó a las Indias (…).115 El catecismo de la doctrina cristiana parece haber sido realizado por un obispo de la ciudad de Córdoba (España), a principios del siglo XVI. Fue difundido por algunos curas de la Compañía de Jesús, entre los que sobresalió por su obra evangelizadora entre los negros en Sevilla, Diego Ruiz Montoya, 116 quien además hizo una introducción al catecismo del obispo Reynoso, para hacerlo más accesible al negro esclavo, ante dificultades que presentaban para entenderlo o comprenderlo. Esto mostraba una cierta dificultad en el proceso de educación y evangelización que se realizaba entre colectivos de otras culturas; pues, en el caso del negro, que era considerado falto de pensamiento o simplemente educado en otras condiciones, se le hacía difícil comprender lo que le era transmitido u obligado memorizar, ya que realmente no se le daba lugar para pensar o para criticar lo que aprendía. Este fenómeno se demuestra cuando el mismo padre Ruiz Montoya recurre a un catecismo más sencillo, porque consideraba que el negro no tenía todavía su bautismo como un rudo.117 La Compañía de Jesús en el Nuevo Reino y Quito, 118 concluía que era necesario esclarecer los postulados de la congregación en las provincias respectivas. En ese sentido, durante los años de 1615 y 1621, elevaron la petición respectiva al Padre General de la misma comunidad, el italiano Muzio Vitelleschi, en la que cuestionaban la validez del ministerio del bautismo aplicado a los negros esclavos en tiempos anteriores, cuando era realizado en los puertos de embarque antes de realizar su viaje con destino los puertos de la ciudades de las Indias Occidentales; e Francisco de Borja Medina. La experiencia sevillana de la compañía de Jesús… Op. cit. P. 16. Esto debe ser el registro de cada esclavo llegado a su lugar de destino en los puertos de las Indias Occidentales. 115 Instrucción se daba propiamente a través del Catecismo, que se había elaborado en la ciudad de Sevilla por orden del arzobispo de Sevilla y que se debía de difundir en toda las Indias Occidentales. La experiencia sevillana de la compañía de Jesús en la evangelización de los esclavos negros y su repercusión en América. Op. cit. P. 17. 116 (…) Compuso el catecismo de la doctrina cristiana que, a su persuasión hizo imprimir (…) Don Francisco Reynoso obispo de Córdoba. EL P. Diego Ruiz de Montoya, su autor fue durante el pontificado de Reynoso (1597-1601), profesor de teología (15961600) y rector del colegio cordobés (1600-1603). El “Catecismo de la doctrina Christiana” lo compuso, pues nacido de la experiencia en la catequesis de “fieles, e infieles” por tanto, también para los que preparaba para el bautismo, fueran moros (…) o esclavos negros, cuyo contexto se menciona en la carta necrológica. Era una pequeña obra en 24, con 30 hojas de la que afirmaba Muñoz de Gálvez: «ha corrido por casi todos los obispados de la Christiandad, donde se aprende, y se aprovecha tanto». Francisco de Borja Medina. La experiencia sevillana de la Compañía de Jesús en la evangelización de los esclavos negros y su repercusión en América. Op. cit. Pp. 18-19. El sacerdote cubano Nicolás Duque de Estrada redactó, en 1797, el catecismo titulado “Explicación de la doctrina cristiana acomodada a la capacidad de los negros bozales”, un verdadero manual de instrucción para los clérigos que atendían a los esclavos cubanos. El libro adoptó una postura paternalista frente a los negros; los escritores Juan e Isabel notan que el libro «refleja una insensibilidad aterradora hacia los derechos más elementales de los esclavos. Jesucristo es un mayoral bueno (…) la obligación del siervo, si quiere salvarse, es trabajar intensamente para el amo, pues tal era la voluntad de Dios (…)». Lavina, Javier, editor. Doctrina para negros: Explicación de la doctrina acomodada a la capacidad de los negros bozales, de Nicolás Duque de Estrada. Barcelona, Sendai. 1989. 117 Antverpiae. 1643. PP. 92-94. Cita un Catechismu pro instruendis rudibus, praesertim Aethiopibus. Véase Olivares, Diego. Ruiz de Montoya. PP. 83-87. 118 A.R.S.I. Congregacion. 55, ff. 218v-219v; 226-226v. Pacheco, J. 113 114

incitaban a tratar de seguir el modelo de Instrucción hecho por el Padre Diego Ruiz. Pero más que todo aquello, lo importante era saber cómo se llevaba a cabo en las Indias Occidentales la evangelización de los negros esclavos, porque no estaba exenta de polémicas,119 ya que mucho duraba y era poco efectiva en la manera en que se había realizado. La evangelización en las Indias enfrentó resistencia por distintas razones: por un lado, porque los negros no querían recibirla y a algunos de sus mercaderes no les interesaba que fueran bautizados, sino que produjeran, considerándolos objetos para la producción de bienes de consumo o bienes para la industria europea. Por el otro, porque algunos obispos se negaban a darle el sacramento de la comunión a los aborígenes y negros; mientras que algunos párrocos no lo hacían si no recibían dinero por cada negro que se bautizara, cobrando para ello 5 reales. 120 La diferencias surgieron, realmente, en torno a la manera en que un determinado poder -civil o religioso- podía dirimir a favor no de la Compañía de Jesús, sino de esos «pobres, miserables y despreciables para los mortales, pero muy agradables a Dios como redimidos por la misma sangre de su hijo». Esta situación, para la misma comunidad, en la medida en que avanzaba el tiempo, se puso cada vez más compleja, por lo que insistía en que se le debía dar una salida lo más rápido posible. El General de la Compañía buscaba que se diera esa respuesta, y la opción que se barajó en un determinado momento, dadas las circunstancias, fue que tanto el Rey como el Papa debatieran el asunto, ya que a ambos les competían tomar una decisión. Iglesia y Estado estaban unidos por unos determinados intereses, entre los que giraba la problemática sobre la evangelización de negros y de indios, la cual era un elemento de importancia a nivel espiritual, pero sobre todo de control ideológico, pues ellos representaban una forma de pensar y actuar diferente. Si bien el esclavo constituyó un elemento indispensable en el sistema de producción de las coronas de España y Portugal, desde finales del siglo XVI y hasta principios del siglo XVII, cuando se dio la ruptura del pacto que las dos coronas habían establecido en relación al comercio de esclavos negros; fue, también, un elemento humano que se sometió a la alienación y al sometimiento por una cultura totalmente ajena a las condiciones de crianza de sus países de origen. Esto constituyó una situación bastante polémica para muchos historiadores contemporáneos, según los cuales, no solo la compañía de Jesús, sino la comunidad eclesial en general, no se cuestionó el papel del negro en la esclavitud; como dice Enrique Vila Vilar, no se llegó a pensar realmente cómo salir de dicha situación, sino que, efectivamente, su papel fue reforzar y someter tanto al negro como al indio a través de una educación realmente diferente a las creencias y costumbres propias de su cultura, para poder concretar la conquista de sus territorios. Todo el interés giraba en torno a lo lucrativo de la mano de obra barata y a la necesidad de hacerlos pensar igual que el blanco, no se respetaron criterios de identidad cultural. Era realmente obvio que la importación de negros esclavos capturados en el continente africano iba, no solo a reportar grandes beneficios materiales a las coronas portuguesa y española, sino que, a pesar de ser una mercancía de compraventa, de trueque o de cambio; fue también un bien preciado más allá de lo económico.

Las razones que interpusieron el Padre Sandoval y la Compañía para poner en duda lo que se había hecho en el puerto de la ciudad de Cartagena de Indias y en el continente africano, fueron las siguientes: que se hizo dicho rito de manera precipitada y sin el consentimiento del esclavo; que no se le instruyó en el sacramento del bautizo y aún si se les hubiera dado alguna información, esta era olvidada porque muchos de ellos eran bozales, no eran realmente ladinos, quienes sí conocían la lengua y algunas costumbres de la cultura occidental. 120(…) como causa, a los mercaderes negreros que no mostraban con este oficio ser cristianos y solo buscaban ganancias y hacer fortuna y, por otra parte, a la incuria y la avaricia de los propios párrocos, que exigían cinco reales por cada uno de los bautizados, en perjuicio de las almas. Francisco de Borja Medina. La experiencia sevillana de la compañía de Jesús en la evangelización de los esclavos negros y su repercusión en América. Op. cit. P. 21. 119

El contexto en que ingresaron los negros esclavos a la región de las Indias Occidentales -estamos hablando de los siglos XVI y XVII-, en los inicios de las conquistas de dichos territorios, se caracterizó por un afianzamiento del poder y del control de los medios de producción y de la misma población, que fue utilizada, como hemos dicho, hasta el momento de la evangelización, realizada y controlada por el poder eclesial. El esclavo se encontró con una nueva sociedad estructurada sobre el fundamento de dos entidades que estaban estrechamente ligadas: la Corona y la Iglesia; que constituían, respectivamente, el poder civil y lo sagrado, espiritual, religioso, que era lo eclesial. Llegaron en un momento importante para la reorganización y la consolidación, con la cual estaban estableciendo las nuevas bases de los virreinatos en las Indias Occidentales: el de México, que comprendía el territorio de países como Guatemala y el resto de la región de Mesoamérica; y el Virreinato del Perú, que abarcaba el hemisferio sur, partiendo desde Panamá. Las consolidaciones no solo se hicieron políticamente, sino social y, por supuesto, económicamente. La Iglesia como poder que gozó de grandes privilegios otorgados por el poder civil, se sustentó a través de una connivencia entre el Papa y el Estado, haciendo que dichos lazos se reforzaran mutuamente; pues, si la Santa Sede tuvo el privilegio de nombrar obispos para dichas regiones, también poseyó la potestad de otorgar su bendición o negativa a aprobar un determinado gobernante, para alguna región de la Península o de las Indias Occidentales, aludiendo que todo poder viene y es establecido por Dios. ¿Cómo era posible que la Iglesia proclamase igualdad de derechos, mientras sometía, simultáneamente, al negro y al indio a la esclavitud y a una total desigualdad? En esta anomalía, una cosa era el ministerio de la evangelización ofrecido a los aborígenes y esclavos negros que vivían bajo el amparo de amos o dueños, y otra lo que las comunidades religiosas y, particularmente, la Compañía de Jesús, hizo con sus propios esclavos, sobre los que ejerció un dominio absoluto en sus haciendas (fueron objeto de compraventa; realizaron los trabajos más duros; sufrieron represiones, castigos corporales severos; y fueron objeto de encarcelamiento, sobre todo en los cepos). La Iglesia mandaba un mensaje a los negros esclavos: que Dios los había escogido y era un privilegio tenerla a ella para su “salvación”.121 El negro aceptaba la cultura iberoamericana, ese nuevo mundo del que realmente no podía

Escríbeme V. R se holgaría saber si son bien cautivos los negros de allá. A lo que respondo que me parecen no debería V.R. tener escrúpulo en esto. Porque es cosa que la mesa de la conciencia de Lisboa nunca reprehendió, siendo hombres doctos y de buenas conciencias. Demás que los obispos que estuvieron en S Tomé, Cabo Verde y en esta Luanda, siendo hombres doctos y virtuosos nunca la reprehendieron. Y nosotros estamos aquí cuarenta años, y sirvieron aquí padres muy doctos, y en la provincia del Brasil donde siempre hubo hombres de nuestra religión eminentes en letras, nunca tuvieron ese trato por ilícito; y así nosotros y los padres del Brasil compramos estos esclavos para nuestro servicio sin escrúpulo ninguno, (¿justifica la esclavitud?). Y digo más, que cuanto alguien podía excusar de tener escrúpulos, son los moradores de esas partes, porque como los mercaderes que llevan estos negros los llevan de buena fe, muy bien puede comprar a tales mercaderes sin escrúpulo ninguno, y los puede vender, porque es común opinión que el poseedor de una cosa con buena fe la puede vender y se le puede comprar; y el padre Sánchez así lo trae en su tomo de Matrimonio, resolviendo así esta duda de V. R. Por lo cual más escrúpulo podemos tener los que acá estamos, que compramos estos negros a otros negros y a personas que por ventura los hurtaron. Más los mercaderes que se los llevan de aquí, no saben de esto, y así con buena conciencia los compran y allá con buena conciencia los venden. Verdad es que hallado tengo por cierto, que ningún negro dice ser bien cautivo y así V.R. no les pregunte si son bien cautivos o no, porque siempre han de decir que fueron hurtados y cautivos con mal título entendiendo que de esta manera les dará la libertad. También digo que en las ferias donde se compran estos negros, algunos vienen mal cautivos, porque fueron hurtados, o los mandan vender los señores de las tierras por cosas tan leves, que no merecen cautiverio; más estos no son muchos, y buscar entre diez y doce mil negros, que cada año salen de este puerto, algunos mal cautivos, es cosa imposible, por más diligencia que hagan. Y perderse tantas almas que de aquí salen, de las cuales muchas se salvan, por ir algunos mal cautivos, sin saber cuáles son, parece no ser tanto servicio de Dios, por ser pocas, y las que se salvan ser muchas y bien cautivas (…). Sandoval con este argumento, que envía por carta al rector del colegio de los jesuitas en Loanda, justifica por activa o pasiva la esclavitud, porque es un requisito para que ellos salven su alma, que tan corrompida la tienen, que justifica y reivindica la esclavitud en todo su contexto moral y hasta económico, como sistema para la salvación de su alma; o sea, como condición para su salvación debe someterse al amo y después a Dios. Los jesuitas son siervos de Dios y amos de sus esclavos. 121

disentir, ni profanar, porque estaba postulado por la Iglesia; de hacerlo se condenaba al castigo de Dios, claro que ese Dios no era el espiritual, sino su amo, el de las haciendas o minas, donde trabajaba largas jornadas. En el Estado colonial en las Indias Occidentales, la nueva cultura era para el negro esclavo como aceptar el haber sido despojado de sus ropas, porque era desnudado física y mentalmente de sus creencias previas. Al aceptar la nueva cultura, al aceptarla libremente después de ser bautizado y ser instruido en la fe católica, ese cambio simbólico de vestido se convertía como en un rito de iniciación, en el cual se producía un cambio de estado. Se les salvaba el alma con el bautismo, así como con los otros sacramentos que le eran impartidos para que no murieran en el olvido de Dios Nuestro Señor; pues el hijo de Dios, Jesucristo, había muerto por ellos, para su salvación eterna.122 ¿Pero, realmente fue una liberación con todo el talante que implica esta palabra? Esta situación era contradictoria, por un lado se hacía la promesa de una futura salvación del alma, y por el otro se mantenía esclavo sometido como a un bien productivo, como a una mercancía; esto era realmente insostenible para la misma comunidad religiosa. ¿El esclavo era un bien mueble, objeto de dominio y compraventa; o una persona de derechos y deberes? En muchas regiones de las Indias Occidentales donde se estableció la comunidad de los jesuitas, desde México, pasando por el Nuevo Reino de Granada, Quito, el Virreinato del Perú, Paraguay, Chile y Buenos Aires; los religiosos siempre trabajaron bajo principios y condiciones generales de evangelización. Es decir, lo que hacían en Cartagena de Indias, realmente, era parecido a lo que hacían en Lima; pero, eso sí, debemos saber que habían algunas diferencias en el trabajo de adaptación del negro a las haciendas. Se recogerán experiencias o fuentes primarias tanto de la región del Perú, como de México, entre otras; que nos permitirán ver de qué manera la evangelización realizada por esta comunidad tenía un principio general.

(…) si sirven tendrán bien, tendrán buen cautiverio, estarán contentos y bien vestidos (…) tendrán por estas partes muchos parientes que tratar (…). Dales a entender la merced grande del Señor, en haberles traído a tierras de cristianos, donde vale más ser cautivo que en su tierra libres; pues acá, aunque el cuerpo está en trabajo por el cautiverio, el ánima está en descanso, por la libertad que ha de alcanzar con el santo bautismo. Sandoval, Alonso. 1987.p. 415. La contradicción mentecuerpo, profano-sagrado, es palpable, lo material del negro esclavo era aceptar la condición de cautividad por parte del amo, como condición necesaria para ganar la gracia de Dios en el cielo; Cristo era su hermano y tenía que padecer como él, para llegar al logro. Vemos, entonces, que esto era una domesticación de lo espiritual, para justificar la explotación del negro en una economía de mercado que empezaba a ser próspera. Alonso de Sandoval. Tratado de la esclavitud… Op. cit.1987. PP. 143-44. 122

Capítulo 4 El esclavo negro como mercancía123

El sistema de producción de ese entonces estuvo marcado por lo feudal, el trabajo en el campo, en el sector agrícola y en el minero; lo que dio mucho dinero a los comerciantes y mercaderes como intermediarios entre el que sacaba el producto y aquel que lo trasladaba y lo vendía en los puertos a la oferta y la demanda de los grandes compradores. La Compañía de Jesús, practicó la compraventa de negros en los puertos principales de las Indias Occidentales; los jesuitas aprovecharon la red de mercados de negros que se había establecido a lo largo de las Indias Occidentales, para buscar el mejor precio en la compra y venta de esclavos 124 para sus haciendas.125 En aquella época no había otra forma para producir que la explotación del negro, a quien en sus condiciones laborales se le otorgaba derechos mínimos, mientras se le aseguraba al amo un determinado producto de ingreso por jornada laborada en el día. La Compañía de Jesús, en una declaración sobre el esclavo, hizo la siguiente declaración: «mueble no precioso objeto de compraventa». Dicho comentario fue hecho por el visitador Padre Diego de Avellaneda (1590-1592) a otro Padre General llamado Claudio Aquaviva (1581-1615), en el año de 1592, en México. Dicho prelado había editado por el año de 1584 un compendio dentro de la comunidad, lo que realmente tenía un gran valor; en él se resaltaba, entre cosas, el voto de “pobreza” de ciertos prelados o superiores para ejercer el sacerdocio, destacando que lo importante era lo espiritual y no, propiamente, lo material, sin desconocer que esto era un medio para hacer la vida del prelado un poco más fácil. Había entre mobiliario precioso y no precioso, oídos los consultores, la alienación de bienes muebles no preciosos (mobilia non pretiosa) y también los preciosos que no excedieran de cien ducados; y, a los provinciales, facultad para enajenar los bienes preciosos que no

No era un objeto de consumo exclusivo para las élites mercantiles de las Indias Occidentales, tenía y tiene historia, porque tiene un lenguaje, una cultura y unos valores ancestrales que se pueden transmitir. 124 Obviamente, la adquisición de mano de obra negra por los jesuitas se inscribía en una política meditada, planificada y controlada de desarrollo económico, considerada como soporte para las actividades apostólicas. Jean Pierre Tardieu. La esclavitud de los negros y el plan de Dios: dialéctica de los jesuitas del virreinato del Perú. Univérsité de la Réunion. Faculté des Lettres et Sciences Humaines. Département d´Etudes Hispaniques la Réunion, Francia. Esclavitud, economía y evangelización: Las haciendas jesuíticas en la América Virreinal- Compiladores Sandra Negro y Manuel M. Marzal. Pontificia Universidad Católica del Perú. 2005. p. 69. 125 A.R.S.I., Fondo Gesuitico. Número 1488. Perú, 1. Y por el beneficio de las haciendas, y por no haber españoles que trabajan en ellas como en España ni indios, sino muy pocos, es fuerza comprar negros. Había prioridad en la productividad de las haciendas, sobre al tema religioso y los negros; ya que, como hemos aludido, la columna vertebral para el sostenimiento de la compañía estaba en las haciendas. Por las mismas circunstancias de la oferta y demanda del mercado del esclavo, la Compañía tuvo que insertarse en el mercado de la trata de negros, comprar y vender al precio que demandaran los mercaderes en los puertos de la ciudad. Por lo tanto el negro esclavo, además de ser evangelizado, era un elemento básico para la producción de bienes de consumo o de producción para la industria europea. En una carta fechada el 28 de mayo de 1637, el Provincial Alonso Fuertes Herrera planteó, ante el General de la Compañía, el motivo que le había llevado a comprar una cantidad importante de negros y negras esclavas: y si no hubiera comprado, era imposible haberse beneficiado las tierras que de nuevo se van rompiendo ni haberse cogido los frutos que sean cogido. Y tiene hoy (Villa) todo el avió que menester para el beneficio y la labor de los frutos que se recogen, si bien es verdad que para en adelante es necesario comprar más esclavos de los que hoy tiene, porque cada día se van rompiendo y beneficiando tierras nuevas que nunca se han beneficiado y así desde el año que bien será necesario añadir más gente. ARSI. Perú. Lettere Scelle. Número 8. Era cada vez mayor la necesidad de tener una mayor producción y rentabilidad en dichas haciendas, para poder cubrir los gastos que la Compañía tenía en todas las Indias Occidentales, y así poder garantizar su permanencia, aun en momentos de crisis. El negro entonces era una mercancía preciada por lo que dejaba con su trabajo, y lo educativo resultaba una justificación adecuada para aceptar el sistema esclavista que le haría ganar el cielo con su sudor, trabajo, porque así lo quería Dios para su salvación. 123

excedieran los 200 ducados, con tal que el producto fuera empleado en beneficio de las casas o colegios respectivos.126 Esto se podía interpretar, como era lógico, en base al precio de la mercancía. Los metales preciosos, por ser costosos, se dejaban al lujo y la ornamentación de las iglesias y conventos. El negro esclavo destinado a la servidumbre domestica era un bien preciado siempre y cuando se dejase en los recintos de servicio, al igual que en las haciendas; pero, lo paradójico y contradictorio estaba en el mercado, porque el negro en el servicio doméstico era un bien de consumo, y en las haciendas un bien para la producción de bienes, destinados a las incipientes industrias de Europa. El negro era un bien preciado porque se lo podía vender a un determinado precio, más allá del que estipulara la comunidad, porque los precios en los puertos eran bastante especulativos y no se regían sino por las leyes del mercado de ese entonces.127 Era claro que a pesar de que los sacerdotes debían pedir permiso a los superiores para la venta y uso de algunos muebles, los negros no eran manejados bajo las mismas condiciones, estos eran objeto de venta en las condiciones que el mercado exigiera. Fue así como la misma Compañía dejó cierta “libertad” a las comunidades locales para la venta o el uso del esclavo: «porque estos negros no se tienen por mueble precioso». En la carta mandada por el General de la Compañía al Provincial esta postura era contundente: «Los negros no son muebles preciosos y así se pueden vender».128 La Compañía no era ajena a la situación de la importación de esclavos negros, pues la mano de obra barata que este le proporcionaba ayudaba en la producción de sus haciendas, lo que la comunidad no podía sustraer de otras materias, como por ejemplo, de lo espiritual. Se consideraba un bien preciado porque producía bienes de consumo y materias primas en las haciendas de los amos, pero como tal eran mercancías preciadas por su valor en el mercado, y así lo fue siempre mientras persistió el sistema esclavista. Así se llegó a proponer, hacia 1635, en la provincia del Nuevo Reino de Granada, fletar, a medias con un socio seglar y bajo su nombre, un navío de Cartagena para proveer de esclavos de Guinea a las propias haciendas de la provincia, a lo que el padre Baltasar Mas (1632-1639), se opuso.129 A pesar de que estaba prohibido por las leyes eclesiásticas hacer negocios de esa índole, no es menos cierto que ellos estaban casi obligados por las condiciones del mercado a incursionar de manera directa en la trata de esclavos, buscando eliminar intermediarios para hacer más fácil el acceso a un mejor precio por el esclavo, que el que recibían cuando este llegaba en navíos fletados por los mercaderes portugueses, entre otros. La Compañía de Jesús participó de manera directa en la especulación de la trata de negros, eso parece confirmarse en una carta enviada al Consejo de Indias, el 26 de abril de 1651, por el Deán de la catedral del Cuzco, Doctor

Francisco Borja Medina, S. J. El esclavo: ¿bien mueble o persona? Algunas observaciones sobre la evangelización del negro en las haciendas. Jesuiticas Institutum historicum, societatis Iesu. Roma, Italia; Esclavitud, economía y evangelización: Las haciendas jesuitas en la América Virreinal. Pontificia Universidad Católica de Perú. Fondo Editorial, Lima. 2005. 127 Solo es preciso decir que los jesuitas se aprovechaban de la densa red que habían establecido a través de todo el virreinato para aminorar los precios en la medida de lo posible. Obviamente la adquisición de mano de obra negra por los jesuitas se inscribía en una política meditada, planificada y controlada de desarrollo económico considerada como un soporte de las actividades apostólicas. Jean Pierre Tardieu. La esclavitud de los negros y el plan de Dios: dialéctica de los jesuitas del virreinato del Perú. Universite de la Réunion. Faculté des Lettres et Sciences Humaines. Département d´Etudes Hispaniques la Réunion, Francia. Esclavitud, economía y evangelización: Las haciendas jesuíticas en la América Virreinal. Compiladores: Sandra Negro y Manuel M. Marzal. Pontificia Universidad Católica del Perú. 2005. p. 69. 128 Felix Zubillaga, editores. Monumenta mexicana, Monumenta Histórica Societates IESU. Volumen 106. Roma, Instituto Histórico de la Compañía de Jesús. 1973. PP. 211-212. 129 Feliz Zubillaga, editores. Monumenta mexicana… Op. cit. 126

Alonso Merlo. Por esa época se sentían las implicaciones de la ruptura entre las dos Coronas, Portugal y España; los convenios que habían establecido en torno a la trata de negros trasladados desde el continente africano hacia las Indias Occidentales, fueron rotos, por lo que se presentaron dificultades para encontrar mano de obra, lo que encareció el producto en los mercados; para resolver dicha problemática no les quedó otra alternativa que aprovechar a los aborígenes que quedaban, apropiándose de los fundos en dificultades, dándoles valor con los indios que tenían a disposición en las doctrinas.130 El Padre General de la Compañía en ese entonces, Vitelleschi (1615-1645), escribió: «Estimo lo que V. R. respondió afeándole el caso, le ruego prohíba estos ardides que tienen mucho de disonancia, con la apariencia que encierran de negociación y más en tales materias y mucho peligro en lo temporal».131 La advertencia de que la comunidad no podría asumir la situación de las operaciones, por lo que podría ser una ruina para la Compañía el transporte de esclavos negros del continente africano, debido a las pérdidas de seres humanos por las tormentas de mar y enfermedades que adquirían en el trascurso del viaje, y sobre todo por los costes y el valor que en los puertos se le asignaran a los esclavos. No quiere decir esto que la comunidad se abstuviera de hacerlo; a pesar de que la comunidad estaba en las colonias única y exclusivamente para la evangelización, ella, como todos los colectivos sociales, estaba inmersa en una economía a la cual tenía que responder. Simplemente, lo que interesaba, más que la persona, era preservar los intereses económicos, lo que realmente representaba el negro en el modelo de producción de las haciendas de la Compañía de Jesús. Todo negocio que se haga respetar busca ganancias en uno u otro sitio, en la medida en que lo dejen o no. Ese era el caso de la Compañía a finales del siglo XVII, cuando debió hacerse de un cargamento de esclavos negros en Panamá, a la vez que aprovechaba para la venta de los productos de sus haciendas de la región de la ciudad de Lima. Obtenían aceite, azúcar, vino, jabones a un precio más rentable que en el puerto del Callao; la comunidad tenía una buena visión, comprar barato y vender caro los productos de sus haciendas en los puertos del Caribe. Sin embargo, un sector de la Compañía en la ciudad de Lima se oponía tajantemente a dicho negocio, a pesar de que el General de la Compañía lo veía con buenos ojos.132 Simplemente, el riesgo del viaje y de vender un poco mejor, era algo que no resultaba “rentable” para ciertos prelados de la Compañía, por el saqueo de piratas y los fuertes oleajes del mar. Las haciendas en el Paraguay vendieron sus productos en Potosí, el Alto Perú y Chile; así como lo hizo en el Callao peruano, por lo que se podría pensar que sus productos tuvieron una buena salida en el mismo territorio peruano. A finales del siglo XVII, Tirso Gonzales intervino en las comunidades de las Indias Occidentales para prohibir 133 que esta hiciera negocios con la trata de esclavos negros, sobre todo en cuanto a la venta, aludiendo que, realmente, el A.G.I. Lima 312. Carta común en razón de lo temporal y deudas de esta provincia del Perú. 1 marzo de 1635. A.G.I. Lima 312… Op. cit. 132 «Aun sin esos transportes -decía-, se padecía demasiado por causa de las provincias de Indias, ¿qué sería si viesen conducir por mar tanta hacienda como importarían los frutos de toda esa provincia o de sus principales partes? ¿qué al venderlos después empleados en géneros vendibles en Lima?» -Y concluía: «Por ningún caso he de permitir tal transporte de frutos». Era la respuesta del Provincial de la ciudad de Lima al padre general de la Compañía. De Francisco Borja Medina, S.J. El esclavo: ¿bien mueble o persona? Algunas observaciones sobre la evangelización del negro en las haciendas. Jesuiticas Institutum Historicum, Societatis IESU. Roma, Italia. Esclavitud, economía y evangelización: Las haciendas jesuitas en la América Virreinal. Pontificia Universidad Católica de Perú. Fondo Editorial, Lima. 2005. Pág. 9 133 Entiendo que convendría mucho deshacernos de esclavos y esclavas; porque no nazcan esclavillos de quien no querríamos. Y no sé cómo están saneadas las consciencias de algunos superiores, poniendo sus súbditos en tan fuertes ocasiones como yo 130 131

sostén de los Colegios y de la comunidad en general provenía de las haciendas, de sus productos, de lo que el esclavo negro con su trabajo generaba, por lo que no era admisible hacer eso en detrimento de las haciendas: «(…) pendiendo tanto como pende de ellos (los esclavos) la subsistencia de la Hacienda», señalaba Tirso.134 Podemos decir entonces que el esclavo negro poseía un mayor valor no comercial, era considerado como un “bien mueble preciado”, porque se invertía para su uso en el interior de la comunidad, en el sentido de que el producto de su venta debía, obligatoriamente, emplearse en las mismas haciendas; al igual que el producto de bienes preciosos debía invertirse, según su procedencia, en las mismas casas y colegios, o en los ornamentos y otras alhajas de las iglesias. Pero no deja de ser una contradicción cuando la situación realmente no cambia al interior de lo que era el negro, un esclavo que estaba inmerso en una economía según la cual la producción de bienes materiales y de consumo lo determinaba. No se puede decir que era un bien preciado por el hecho de que se quedase en las haciendas de la institución para su provecho; puede que fuera un honor para la Compañía y, en cierta medida, para el negro, pero seguía siendo una mercancía de cambio, producto de las condiciones sociales y materiales que en ese momento se dieron. De todas maneras, las comunidades, en unas determinadas condiciones del medio, llegaron a exigir que la Compañía tuviera que competir en el mercado de la venta de productos, entre los que estaban los esclavos negros. Se llegó a condicionar en casos eventuales, según un estudio entre el Provincial de la Compañía, el procurador y otros; la concesión de licencias para la venta de algunos productos o mercancías de las haciendas. Esta condición era que la comunidad debía informar la verdadera utilidad de dicha venta, o sea su justificación. De otro lado, tenían la doble obligación de comprar a cambio de un mejor esclavo y de emplear el precio obtenido de la venta en otros esclavos, por constituir el precio de hacienda y de bienes raíces. Pero por mucho que se preservase la posibilidad de no vender al esclavo por ser considerado un bien preciado, las consecuencias de esta situación y de otras que se acumularon en las haciendas de la región del Perú, hizo que el Padre Tirso tuviera que hacer frente a una serie de problemáticas económicas de la Compañía, entre ellas: los atrasos económicos de las haciendas por los excesivos gastos en la compra de mercancías provenientes de sectores diferentes a las haciendas, así como la masiva compra de esclavos por la falta de previsión. a pesar de lo mandado por el padre Hernando Cavero de Henao, durante su gobierno en la provincia del Perú; visitador (1672-1674), viceprovincial (1674) y provincial (1675-1678). Según el padre Tirso, Cavero se había ordenado durante su provincialato que, muerto o inutilizado para el trabajo un esclavo, se repusiese otro. El general no sabía si había sido una orden para un colegio determinado o para toda la provincia. Al no observase este mandato, las haciendas se iban deteriorando por falta de la mano de obra necesaria para labrar la tierra y, cuando se quería remediar la situación, no se podía por necesitarse muchos esclavos a la vez y carecer los colegios medios para adquirirlos.135 Las contradicciones que se llegaron a ver en la comunidad entre el General de la Compañía y el Provincial, llegó a tener consecuencias económicas en las mismas haciendas. En cierta medida, el Padre Cavero contradecía la orden las he visto. Demás de esto, no sé cuan decente cosa es piedad que la Compañía profesa, traer esclavos cargados de hierra, como los seglares. Zublliga, Feliz. S. J. Monumenta mexicana. Tomo III. Monumenta Histórica Societatis IESU. Vol. 97. Roma, Instituto Histórico de la Compañía de Jesús. 1961. 134 De Francisco Borja Medina, S. J. El esclavo: ¿bien mueble o persona?… Op. cit. Páginas 10-11. 135 De Francisco Borja Medina, S. J. El esclavo: ¿bien mueble o persona?… Op. cit. Págs. 10-11.

del General, aludiendo que se debía hacer un determinado ajuste según las mismas condiciones, y no hacer compras masivas, como se sugirió en un determinado momento; pues se adquiría la cargazón de negros a un determinado precio que la Compañía no parecía asumir. Se compraba dependiendo de la perdida de esclavos negros por muerte natural o enfermedad. El antecesor de Cavero en el Alto Perú, Luis Jacinto de Contreras -Provincial de 1666 a 1674-, en la visita que realizó al colegio de San Pablo, por el año de 1670, dejó la orden de que se asumiera la compra de esclavos negros de manera escalonada: Los padres rectores pongan, en su colegio, cada año, tres o cuatro morenos en cada hacienda de las que se benefician con esclavos comprándolos para efecto, con que no irán a menos las haciendas, con menos cabo de los frutos; comprando, con alguna comodidad, entre año, no crecerán los empeños y se irán surtiendo de los esclavos por los que envejecen y mueren.136 Se ha podido observar que, a pesar del contexto general de la economía política de los inicios de capitalismo, con el comercio a gran escala entre los continentes africano, americano y europeo; el negro fue un colectivo social “prácticamente” marginado culturalmente y en los medios de trabajo o de producción, siendo considerado jurídicamente como una mercancía. A pesar de su integración a la cultura occidental, no se puede olvidar las grandes resistencias que llevó a cabo este colectivo durante el período de la Colonia. Como veremos más adelante, se dieron numerosas resistencias en diferentes lugares de la región Andina y del Caribe. Si la situación económica mostró las contradicciones en que incurrió la Compañía al considerar al esclavo como un bien preciado; por otro lado, se vio obligada por las condiciones del mercado a tener que comprar o vender según las mismas ofertas en los puertos de las principales ciudades de las Indias Occidentales. Fue así como unas haciendas de la ciudad de Lima, entre las que destacaban la de San Jacinto Motocache (en la provincia de Santa) y la de Santa Beatriz (en las afueras de la ciudad de Lima), según el Procurador de dicha Compañía en la región peruana, Joseph de Ororbia, natural de Arica; tuvieron que hacer compra de esclavos negros debido a la muerte de algunos por viejos o enfermedad, lo que implicaba la renovación obligada del contingente de esclavos negros en dichas haciendas; debieron entonces, comprar esclavos de las partidas de negros bozales que traían a vender por Panamá.137 La preocupación de algunos prelados de la Compañía por el negocio de la compra-venta de negros esclavos, el cual les demandaba muchos gastos, y por el que, por otro lado, tenían la imperiosa necesidad de invertir para generar más riquezas; conllevó a la necesidad de buscar que se hicieran bien las inversiones en las haciendas de los donantes (…) todo nuestro cuidado (el de los jesuitas) era levantar trapiches por la codicia del azúcar, y fomentar manadas de reses; que quitábamos injustamente sus campos y heredades a los vecinos de estos sitios para ensanchar los nuestros; que quitábamos, finalmente, a los indios del Orinoco para servirnos de ellos como esclavos y que descuidábamos totalmente la enseñanza de los feligreses que estaban a nuestro cargo y doctrina. 138

A.H.P.P.S.J., Lima. Libro de órdenes para el Colegio San Pablo. Visitando este colegio de San Pablo el Pe. Prual. Luis Jacinto de Contreras ordenó lo siguiente en 24 de enero de 1670. Número 3, f. 222. 137 Cartilla del régimen y manejo de la hacienda nombrada San Jacinto y Cartilla del régimen (…) de (…) Santa. Varsovia, Centro de Estudios Latinoamericanos. Universidad de Varsovia, Macera, Pablo. 1966. 105, 109 y 112. 138 A.G.I., Lima 573, lib. 24, folios 221, recto-22v. Rivero, Juan. Historia de las misiones de los Llanos de Casanare y los ríos Orinoco y Meta. Bogotá, Empresa Nacional de Comunicaciones. 1956. 136

Los jesuitas contaban con sus haciendas como medio de sustentación de su empresa evangelizadora, para la cual encontraron muchas dificultades, en principio por la renuencia de los aborígenes y, después, la de los negros traídos al continente. La adaptación y capacitación de los indios a las nuevas tareas domésticas y al sistema productivo, exigía muchos sacrificios, a pesar de que la misma comunidad buscaba humanizarlos a través de un buen trato y de una formación espiritual; sin embargo, muchos de ellos murieron en el proceso, por lo cual los colonos se vieron obligados a trasladar negros esclavos desde el continente africano hasta las américas. Enfrentados los misioneros a este dramático primitivismo, no se limitaron a familiarizar a los indígenas con las formas externas del culto católico, ni se propusieron quebrar su indómita independencia para sojuzgarlos a los pobladores blancos, sino que dieron comienzo a la difícil tarea de construir, con aquellos precarios materiales humanos, las bases de un nuevo tipo de sociedad. El Padre jesuita Gumilla sintetizaba, en los términos siguientes los principios elementales de carácter social y económico que debían seguirse para abrir las puertas de la civilización a los aborígenes: Al principio -dice en su obra "El Orinoco Ilustrado"- parte pagando y parte rogando, consiga el misionero que la colectividad de los indios, en forma con junta, haga una sementera cuantiosa, y en ella un platanal grande para los muchachos de la escuela, porque es cosa muy importante, y no sólo sirve para los chicos de la escuela, sino también para las viudas pobres, para los huérfanos y para los enfermos; y sucede que viendo los indios cuán bien se emplean aquellos frutos, renuevan con gusto la sementera común en adelante. El atractivo más eficaz para establecer un pueblo nuevo y afianzar en él las familias salvajes, es buscar un herrero y armar una fragua porque es mucha la afición que tienen los indios a este oficio, por la grande utilidad que les da el uso de las herramientas que antes ignoraban. Todos quisieran aprender el oficio y muchos se aplican y le aprenden muy bien. No importa menos buscar uno o más tejedores de los pueblos ya establecidos para que tejan allí el hilo que traen de ellos, porque la curiosidad los atrae a ver urdir y tejer, y el ver vestidos a los oficiales y a sus mujeres les va excitando el deseo de vestirse y se aplican a hilar algodón, que abunda, y del que finalmente se visten.139 En las primeras etapas de la organización de las Misiones, los indios debieron consagrar gran parte de su tiempo al cultivo de los Campos de Dios, porque sus productos constituían la base del capital social que habría de permitir las inversiones exigidas por el proceso de desarrollo económico. Esos productos se almacenaban en enramadas, llamadas Graneros Públicos, y en considerable proporción se vendían en el área de la economía colonial o en el extranjero, a fin de adquirir las telas, vestidos, sombreros, semillas, herramientas de labranza y construcción que se requerían para incorporar a los indios a los usos de la vida civilizada. Lo que podríamos llamar los "instrumentos de producción" -como los arados, las bestias de carga y las yuntas de bueyes-, se consideraban de propiedad pública y para su empleo en un orden de prioridades fijado por los misioneros. Todos los indios recibían, a su vez, una cantidad igual de bienes de consumo, normalmente superior a la que conocieron en su anterior vida salvaje, cantidad que fue aumentando en la medida en que lo permitió el incremento de la riqueza social de las Misiones.

José Gumilla. El Orinoco ilustrado y defendido. Historia natural, civil y geográfica de este río. Gobierno, uso y costumbres de los indios. En Madrid por Manuel Fernández. Impreso en el Consejo Supremo de la Inquisición. 1745. 2 tomos. 139

La institución social del comunismo de bienes en las misiones jesuitas dice el historiador Plaza -consultaba el genio indolente de los indios, que abrigando una aversión casi invencible al trabajo y a las artes pacíficas, les preparaba el medio de ir desarraigando en ellos la pereza consuetudinaria y de adquirir hábitos de laboriosidad a la presencia de las ventajas que ésta les reportaba(...) Los trabajos y afanes de estos operarios (los misioneros) en los inmensos desiertos y bosques del Meta, del Orinoco, del Marañón y otros, son casi portentosos. Sin recursos, sin auxilios de parte de las autoridades, que los miraban con concentrada ojeriza, ellos con la cruz civilizadora triunfaron de la naturaleza y de los hombres. Los indios se les presentaban desnudos, sin tener que ofrecer nada, antes solicitando dádivas. En poco tiempo se regulariza la asociación, la tribu pierde sus instintos de ferocidad, adquiere hábitos de trabajo y de fraternidad. Se descuajan los bosques, se levantan nuevas plantaciones la naturaleza se anima, sonríe y cambia de aspecto; a la desnudez se sucede la industria fabril que teje los vestidos; a la privación de buenos alimentos, el campo labrado ofrece rica y abundante cosecha; y al espíritu de independencia cerril y las costumbres de sangre, sobreviene el sentimiento de asociación humana. Para incrementar la productividad de la economía misionera, los jesuitas introdujeron pronto una conveniente división del trabajo entre las tres grandes zonas en que se dividían las Misiones llaneras: al tiempo que las de Casanare comenzaron a especializarse en la producción de textiles, los cuales llegaron a dominar el comercio del Reino; en las del Meta se acentuó la importancia de la producción de alimentos y se fundaron grandes hatos de ganado vacuno, cuyas carnes se destinaron a abastecer el consumo de las provincias de Santa Fe y Tunja; por su parte, las Reducciones del Orinoco se especializaron gradualmente en la explotación de frutos tropicales, como el cacao, la canela, la vainilla, los aceites y grasas vegetales, que se exportaban por el curso del río al extranjero, a fin de adquirir con su venta los elementos requeridos para acelerar el desarrollo económico. Los avances logrados por los misioneros de la Compañía en este sentido fueron revolucionarios, no solo por la explotación intensiva de los cacaotales salvajes, los bosques de quina, el añil y la tagua, sino por la aclimatación de plantas que tendrían un papel decisivo en la historia de la nación. Por ejemplo, las primeras matas de café plantadas en territorio del Nuevo Reino de Granada, lo fueron por el misionero jesuita José Gumilla, quien las sembró en la región comprendida entre los ríos Guárico y Apure, desde donde se extendió al Brasil. «El café -dice Gumilla en "El Orinoco Ilustrado"-, fruto tan apreciable, yo mismo lo sembró y creció de modo que se vio ser en aquella tierra muy a propósito para dar copiosas cosechas de ese fruto». El rápido aumento de la productividad económica de las Misiones y las perspectivas ilimitadas que ofrecían los llanos, en la medida en que sus potencialidades humanas y económicas se incorporaban al proceso de desarrollo, indujo a los padres de la Compañía a concebir el grandioso proyecto que el historiador Plaza describe así: El portento de estas creaciones era la obra del espíritu de asociación y de un sistema económico y filantrópico conducido por la mano firme de la inteligencia y de la prudencia: La idea de establecer una escala de comunicaciones mercantiles desde las márgenes del Meta hasta las posesiones portuguesas y las aguas del Atlántico, surcando el Orinoco y el Amazonas, proyectada por los jesuitas, espantó al Gabinete de Madrid y aceleró la muerte del Instituto. Este plan portentosamente civilizador, hubiera variado la faz del continente sudamericano. Como ocurre en toda empresa de desarrollo económico, los misioneros jesuitas se vieron obligados a tomar difíciles decisiones sobre los porcentajes del capital social de las Misiones que debían destinarse al consumo y mejoramiento de las condiciones de vida de los indios, por una parte, y las inversiones requeridas para acelerar y diversificar el desarrollo, por la otra. Se trataba concretamente de determinar en qué proporción los productos de los

llamados Campos de Dios, trabajados colectivamente por los indios, debían emplearse como capital de inversión o como bienes de consumo. Aunque una fría apreciación de los hechos aconsejara dar preferencia a la inversión, los jesuitas no se limitaron a considerar el problema desde un punto de vista estrictamente pragmático, incompatible con la esencia de un sistema misionero que establecía un vínculo estrecho entre la propagación de la fe y el mejoramiento de las condiciones de vida de los indígenas. Ello explica, por ejemplo, la sencillez de las Iglesias en las Reducciones del Nuevo Reino y el Paraguay, sencillez que ha servido a los enemigos de la Orden para restarle magnitud a sus tareas misioneras. El argumento no podido ser más peregrino; si los jesuitas no hicieron grandes inversiones en las Iglesias Misionales, ello se debió a su decisión de emplear el mayor volumen de capital social en inversiones destinadas al desarrollo económico. Y debe advertirse, también, que los misioneros de la Compañía se resistieron a deprimir radicalmente, en beneficio del desarrollo, el nivel de vida de los indios y trataron de encontrar eficaces sucedáneos para aumentar el volumen de las inversiones sin interrumpir el aumento gradual del consumo de los aborígenes. Tal fue el origen de las famosas "Haciendas" de los jesuitas, haciendas que operaban dentro del área de la economía colonial, siguiendo sus leyes y derivando de ella sus ganancias; aunque sus utilidades se destinaban a mantener los Colegios de la Orden -donde se daba enseñanza gratuita- y, sobre todo, a "prestar" a las misiones el capital que requerían para acelerar el proceso de crecimiento. Las haciendas de los jesuitas se montaron, por lo general, sobre la base de grandes adjudicaciones de tierras realengas y en no pocas ocasiones fueron el fruto de legados recibidos por la Compañía. Esas haciendas solo se distinguían de las propiedades de los españoles y criollos por su elevada productividad, resultado de la introducción de los más modernos métodos de cultivo. Las haciendas situadas en los llanos se trabajaban, durante períodos limitados de tiempo, por los indios de las Reducciones, los cuales percibían sus correspondientes salarios, de acuerdo con los mandatos de las Leyes de Indias. Las utilidades de las haciendas pertenecían a la Orden, eran administradas por su Procuraduría y servían de fondo móvil para conceder préstamos a las misiones, préstamos que se contabilizaban estrictamente y que ellas estaban obligadas a devolver cuando sus condiciones económicas lo permitieran. Como proporcionar esos fondos a las Reducciones era una de las finalidades esenciales de las haciendas de los llanos, los jesuitas adoptaron, al final, el sistema de traspasar a propiedad de ellas a las distintas Reducciones. Cuando se decretó la expulsión de la Compañía de los dominios americanos, el Gobernador de los Llanos, Francisco Domínguez, hizo la siguiente relación, en su informe a las autoridades, de la naturaleza y funciones de las haciendas jesuitas en los Llanos: El Hato de Beyotes -dice como los otros de su naturaleza en los demás pueblos de la misión de Casanare-, que estuvo al cuidado de los extinguidos jesuitas, lo fundaron éstos con cortos fondos propios, destinando sus productos indistintamente, y según ocurría, para bienes de los indios en común, adorno de las iglesias, gastos de fábrica, etc., reservando en sí, dichos extinguidos jesuitas, el derecho de propiedad de los citados hatos, hasta que determinaron cederlos a cada pueblo respectivamente como lo hicieron antes, y lo repitieron en el año pasado de 1739, siendo Provincial el Padre Tomás Casanova. Fueron aumentándose dichos hatos considerablemente, a diligencias del prolijo cuidado de los curas jesuitas y trabajo de los indios que servían de mayordomos, vaqueros, etc. De los mismos productos (de los hatos) se proveyó a los pueblos para el común, de carpinteros, herreros, escuelas y música, y al propio tiempo se les asistía a los enfermos con lo necesario, y a los sanos con ropa y utensilios para sus labores, manteniéndose de carne de dichos hatos cuando trabajaban en alguna obra común, a beneficio del pueblo.

Las demandas propias del acelerado proceso de desarrollo de las misiones orientales sobrepasaron pronto las disponibilidades de capital de las mencionadas haciendas, y los jesuitas, para mantener su ritmo de desarrollo sin deprimir el consumo de los indígenas, acudieron a un nuevo procedimiento, el cual suscitó la oposición de la oligarquía territorial del Reino y de los gobernantes españoles: con estímulos oportunos lograron canalizar los ahorros de la economía colonial hacia las empresas de la Orden que operaban en el área de dicha economía. De esta manera, una considerable masa de capitales ociosos vino a incrementar los recursos financieros de que podía disponer la Compañía para acelerar el desarrollo de las misiones de los Llanos. En el famoso Informe Secreto del Mariscal Alvarado, informe que se utilizó como una de las piezas justificativas de la Pragmática de expulsión, afirmaba el Mariscal: «Apenas habrá en las indias veinte sujetos que no prefieran las cajas de la Procuraduría de los padres jesuitas a la casa de comercio más acreditada, y quieran mejor tener su dinero sin usufructuario en la Compañía de Jesús, que con utilidad en otros». El fenómeno que el Mariscal Alvarado, predispuesto notablemente contra los jesuitas, trataba de relevar en su Informe, era el rápido desplazamiento de las disponibilidades de capital desde el marco de la ineficiente economía colonial, fundador en la Encomienda y el latifundio improductivo, hacia el área dinámica de la economía misionera. Este traslado de recursos de un sistema productivo al otro causó sorpresa e indignación en muchos sectores sociales de la Colonia, porque este carecía de antecedentes y desde entonces no ha tenido sucesores. En la medida en que las Misiones pudieron asentarse sólidamente en las márgenes del Meta y el Orinoco, les fue preciso enfrentarse a la amenaza de las belicosas tribus caribes y a las incursiones constantes de los piratas holandeses, que regularmente se internaban por el curso del Orinoco en busca de cueros, frutos tropicales y lucrativos cambios con los indígenas. Este tipo de amenazas externas obligó a los misioneros, a la postre, a organizar milicias indias permanentes, uniformadas y sujetas a un riguroso entrenamiento militar. Su principal núcleo lo formaban cuerpos de caballería volante, de gran movilidad, cuya oficialidad recibió instrucción especial en cuestiones de táctica y estrategia. Este pequeño ejército de la democracia llanera, fue dividido, en sus distintos acantonamientos, en dos partidos, que lidiaban entre sí, en las maniobras y festividades religiosas, espectaculares simulacros de batalla, en medio del entusiasmo y regocijo de la población de las Reducciones. Tales milicias fueron equipadas también con artillería, cuya fabricación puso de patente el ingenio de los discípulos de Loyola. Los cañones se fabricaban en las Misiones con grandes cañas de guaduas, forradas de cuero de res para darles consistencia, y no obstante que tales materiales no soportaban más de diez disparos, su extraordinaria abundancia en los llanos hacía fácil y nada costoso su remplazo continuo. En las Reducciones y en los célebres fortines de San Ignacio y San Javier, construidos en el Bajo Orinoco por los misioneros, existían grandes depósitos de esas guaduas forradas en cuero, las cuales se montaban sobre los armazones de madera, provistos de ruedas, cuando los tubos usados estaban a punto de resquebrajarse. Tales fueron, a grandes rasgos, las realizaciones de las misiones jesuitas en los Llanos, cuyo desarrollo natural se truncó por la expulsión de la Compañía de los dominios americanos. Esas realizaciones constituyen un notable esfuerzo para conseguir el desarrollo económico de pueblos que en esos días vivían en el mayor primitivismo, y sus resultados solo fueron superados por los éxitos de las Reducciones guaraníes de la Orden, que dieron comienzo a sus actividades con medio siglo de anterioridad. A través de las misiones de los Llanos puede seguirse la naturaleza del experimento jesuita en sus etapas iniciales, cuando se enfrentaba a la naturaleza bravía, la ignorancia y completo primitivismo de los aborígenes «(...) Sus limitaciones son las limitaciones propias de todo comienzo y sus

balbuceos revelan las dificultades tremendas que debe vencer todo proceso de desarrollo para romper el círculo de hierro de la miseria y el atraso».140 El negro esclavo no solo fue traído para suplir la carencia de población aborigen, diezmada por las enfermedades traídas del continente europeo por los conquistadores y por las condiciones tan exigentes de trabajo a las que fueron sometidos. A ello se debe agregar, como hemos dicho antes, las exigentes condiciones en las que el negro era importado desde el continente africano: debía ser controlado en su forma de pensar y actuar en los ratos libres o de ocio, cuando se encontraba en los días festivos fuera de las haciendas o lugares de trabajo, tiempo que, en realidad, debía invertir en el aprendizaje de la doctrina del cristianismo, religión que la Corona, a través de la Iglesia, avaló como forma de control y de poder político.141 La evangelización como instrumento de represión y de dominio sobre lo que los cristianos llamaron lo demoniaco de la cultura negra, se realizó en las ciudades y, sobre todo, en los arrabales de las mismas; se trasladó, también, a las minas y muy particularmente a las haciendas, entre las que estaban las de la comunidad de los jesuitas. Se buscaba con ello que tuvieran un buen trato entre las partes, tanto la comunidad como los mismos esclavos. Los primeros esbozos del proceso de evangelización se hicieron en España, sobre todo en Sevilla, entre los siglos XVI y XVII, a través de la labor de los jesuitas del colegio de San Hermenegildo, la cual fue llevada a las principales ciudades de las Indias Occidentales: a Cartagena de Indias, por el Padre Alonso de Sandoval, a México, la región del Perú, Buenos Aires, entre otras; ya que estas fueron los principales enclaves de armazones de negros traídos por los portugueses en el período en el que la trata de negros fue un gran negocio. Se pretendió, con algún éxito, la transculturización del negro africano mediante el trabajo que hizo la Iglesia, pues el objetivo era elevar la dignidad del negro a la categoría de un bien como persona. La evangelización fue uno de los proyectos de la comunidad de los jesuitas y la única razón válida para justificar su presencia en América. Los resultados que tendría que dar el proceso de evangelización, no solo debían implicar el aprendizaje de la doctrina, sino reflejarla en la práctica a través de unas buenas relaciones entre las partes; es decir, a través la aceptación y el respeto hacia el otro. Desde que llegó la Compañía de Jesús a la ciudad de Lima, a mediados del siglo XVI, con la celebración del II Concilio Provincial, cuyas constituciones fueron aprobadas y hechas suyas en el Concilio III celebrado en 1583; ésta se ocupó de la catequesis y del buen tratamiento de los esclavos, condenando los excesos cometidos por sus señores, los amos. En ese período se hizo referencia al exceso del amo con relación al trato, sobre todo al exceso en los castigos a que era sometido, y no al exceso que antes decían efectuaba el esclavo cuando se entregaba a las

Germán Colmenares. Las haciendas de los jesuitas en el Nuevo Reino de Granada, siglo XVIII. Antares-Tercer MundoBogotá-Colombia. 1969. Reducción y haciendas jesuitas en Casanare, Meta, y Orinoco, siglos XVII-XVIII. Arquitectura y Urbanismo en la Frontera Oriental del Nuevo Reino de Granada. Editorial Universidad Javeriana, Bogotá. 2004. Archivo General de Indias, Santa Fe. Legajo 226. Citado por J. Pacheco. Los jesuitas en Colombia I. Página 78. Universidad Javeriana, Bogotá. La hacienda y el hato en la estructura económica, social y política en los llanos colombo-venezolanos, durante el período colonial. Procesos históricos. Héctor Pulido Pérez Ángel. Enero, número 11. Universidad de los Andes, Venezuela. 2007. 141 Macera. Trabajos de Historia. Tomo III. Economía y sociedad. Lima, Instituto Nacional de cultura. 1977. Los jesuitas fueron en esto verdaderos maestros y precursores pues se ingeniaron en aplicar normas demográficas, morales, de alimentación y de trabajo que de un lado les procuraba la lealtad del esclavo y del otro les garantizaba la eficacia de su esfuerzo. Los cuidados que procuraba la Compañía al esclavo, facilitaban la aceptación de los nuevos valores inculcados por la religión, los que prometían que tras esfuerzo hecho en el sistema de la esclavitud, sería premiado por Dios. Estaba, entonces, sujeto espiritualmente y materialmente, lo que aunado a los festivos que les proporcionaban algunas actividades permitidas por la Iglesia, hacía difícil que se revelaran mayoritariamente, aunque sí hubo algunas rebeliones que con el tiempo fueron sofocadas y controladas por la Corona de España. 140

fiestas, las borracheras producto del exceso de alcohol y del ocio poco creativo, el negro en ese entonces fue considerado un vago. En los capítulos de la primera parte del Concilio Límense de 1583, artículos 126 y 127, se dice en el primero que a los negros esclavos se les debía dar todo lo necesario para la subsistencia y que no debían ser sometidos a castigos severos; es decir, con tanta crueldad, ya que a veces se cebaban con él, se excedían más allá de los latigazos que exigía la comunidad, sobre todo con brea y hierro caliente para marcarles las carnes como si fuera ganado. En el artículo 127, se alude a la obligación que tenían los padres, de enseñar a sus hijos y a los negros esclavos o siervos la doctrina cristiana, sobre todo los días festivos, o entre semana en algunos horarios de descanso, después de la larga jornada de trabajo; en días festivos venía bien porque se oía la misa, en la que se congregaba la comunidad de feligreses para dar gracias al señor por tantos beneficios recibidos por parte de la comunidad de religiosos que los instruían en la fe de Dios.142 La situación tenía un contexto, y era las grandes denuncias que la misma Compañía de Jesús llegó a manifestar ante el negocio de la trata de negros esclavos, liderada por mercaderes portugueses, holandeses e ingleses, entre otros; en el Atlántico, durante los comienzos del negocio de los asentamientos en los siglos XVI, XVII y XVIII. El ejemplo más claro era el del puerto de la ciudad de Cartagena de Indias, en el Caribe del Nuevo Reino de Granada, donde llegaban los esclavos en condiciones infrahumanas, entre muertos, enfermos y moribundos, por las condiciones físicas y ambientales en que eran llevados en los navíos con otras mercancías; esto también ocurría en los puertos de origen, donde se los recluía antes del embarque en sitios de hacinamiento, con muy pocas condiciones de salubridad y calor infernal, lo que fue testimoniado por algunos Jesuitas que hicieron la travesía por el Atlántico hasta llegar al puerto de arribo en las Indias Occidentales. Según la comunidad de los jesuitas, estas situaciones a las que fueron conducidos los esclavos durante el trayecto, e inclusive en las mismas haciendas o campos de trabajo tanto agrícolas como mineros; eran una de las causas por las cuales el negro “se revelaba” y actuaba de una manera que no era la de una persona, pues se sentían despreciados, rechazados y vistos desnudos, por eso cometían delitos cuando se escapaban y hurtaban; tanto negros como indios llevados por la misma necesidad, trataban de hacer lo mismo y con frecuencia se entregaban a la fornicación y a los excesos de la carne. Este trato que llevaron los negros por sus amos era entonces la causa, la razón por la cual actuaban de esa forma, ante las humillaciones a las que eran sometidos en el trabajo y en el mismo trato como “persona”. Se llegó a considerar que algunos eran por naturaleza esclavos, en ese sentido, cuando se llegaba a ejecutar una Real Cédula, se argumentaba que era para darles mayor libertad de la que tenían, y que sus amos debían cumplirla. Dentro de su “ignorancia” jurídica, algunos llegaron a pensar, entonces, que si los amos no ejecutaban lo que ellos pensaban que había sido determinado por Cédula, podían revelarse contra el trato, lo que les llevó a castigos diferentes según la falta cometida. A la misma situación de ignorancia se le añadían otras cualidades con las que se calificaba al esclavo: como ser perezoso, holgazán, improductivo para el trabajo; lo que implicaba para la misma institución eclesiástica y para la Corona que era necesario aportarles una educación y una determinada

Vargas Ugarte, Rubén. Concilio Limenses (1551-1772). 3 volúmenes. Lima, S.E. Vila Vilar Enriqueta. 2000. Vol I: 1951-1954. p. 249. 142

organización del trabajo que le sirviese para la adquisición de buenos hábitos y costumbres de los que ellos “carecían”.143 Estos calificativos con los que era valorado el negro, por su color y naturaleza, constituían una situación realmente perversa en todo el sentido de la palabra, con ello lo que se quiso fue ocultar la naturaleza estructural del sistema esclavista y sobre todo las consecuencias del desarraigo que este conllevó, pero no porque ellos lo quisieran o se les inculcara desde su infancia. El sistema esclavista recurrió a la violencia, como medio para justificarse y defenderse del miedo que les producía negro. Este recurso estaba contemplado dentro de los elementos de la deaculturación del esclavo en las Indias Occidentales, pues era necesario para alienar a los sometidos. Los grupos de las élites occidentales, para mantenerse en el poder, debían conseguir dicho objetivo y para ello contaron con la Iglesia como instrumento para inculcarles las creencias del imaginario oficial. En su gran mayoría, las relaciones amo-esclavo obedecieron a la aceptación de sus correspondientes roles. Se quería evitar a toda costa este tipo de conducta entre los amos y sus respectivos esclavos, tanto como entre los mismos negros; se invitaba a la reconciliación y a ver en Jesucristo el ideal de redención de todos los males y pecados que hubieran cometido en la vida. «En 1789 la Corona se dedicó a compilar y establecer una legislación general sobre los derechos y obligaciones de los esclavos, este articulado se conoce como el “Código Negro Carolino”» 144, este estaría enmarcado dentro del proceso general de las reformas que la Corona intentó llevar a cabo para tener un mejor control de América. La publicación el 31 de mayo, de la Real Cédula sobre la educación, trato y ocupación de los esclavos, con instrucción de hacer circular a las Indias; recogía, adecuaba y actualizaba, tanto las Partidas, como todas las cédulas que se habían publicado de forma dispersa en América. El Código Negro volvió a plantear entre los propietarios la situación del esclavo: si realmente se llevaban a cabo todas las consideraciones que marcaba la Real Cédula, la rentabilidad de la esclavitud quedaría en entre dicho, por lo que los propietarios se lanzaron en una contraofensiva para reducir los efectos de la Real Cédula. La Corona regulaba la alimentación y el vestido de los esclavos, cuyo cumplimiento quedaba sujeto al arbitrio de la justicia local, del ayuntamiento y del procurador síndico. El trabajo de los esclavos debía ser fundamentalmente agrícola y, en el caso de que estuviesen en la ciudad, y no estuvieran empleados en el servicio doméstico, las justicias deberían fijar los trabajos a los que se pudieran dedicar. En el Código se establecía una jornada laboral de sol a sol y dos horas libres al día para que el esclavo se dedicase a las labores en beneficio propio”.145 Los jesuitas, en relación a los castigos, pensaban que era un problema moral, de educación y no algo estructural, consecuencia de la inmigración del esclavo negro al Nuevo Mundo. A pesar de los muchos correctivos y las Los cabildantes de Caracas para definir a los esclavos les hacían sujetos de practicar vicios como el hurto, rapiña, embriaguez, altanería, insolencia, lascivia, homicidios, y otros de igual naturaleza que les infectan. Archivo del Consejo Municipal. Actas del Cabildo de Caracas, 14 de junio de 1790. Javier Laviña, coordinador. Capítulo 1. Esclavitud y rebeldía en América. Javier Laviña. Fundación Ignacio Larramendi; Fundación Mapfre Tavera. 2005. Pág. 14-5. Los sacarócratas habaneros, cargados de “humanidad”, según se desprende de la queja elevada a la Corona, interpretaban que el castigo corporal que se aplicaba a los esclavos era un correctivo necesario para la civilidad de los negros que por su naturaleza eran barbaros, osados, ingratos a los beneficios, nunca dejan los resabios de la gentilidad; el buen trato los insolenta su genio duro y áspero y muchos de ellos no olvidan el horror de la transmigración pithagorica que se alimentaron desde su infancia. Por eso temen poco ser homicidas de si mismos; son propensos a la desesperación, al tumulto, al robo, a la embriaguez, alevosos, incendiarios e inclinados a toda clase de vicios. Archivo Nacional de Cuba. Sección Real Consulado y Junta de Fomento, 150/7405. Representación por don Diego Miguel de Moya y firmada por casi todos los dueños de ingenios de la jurisdicción. La Habana, 19 de enero de 1790. Javier Laviña, coordinador. Capítulo 1.Esclavitud y rebeldía en América. Op. cit. pág. 15. 144 Javier Lavigña, coordinador. Esclavitud y rebeldía en América. Op. cit. 145 Javier Lavigña. Esclavitud y rebeldía en América. Op. cit. Página 15. 143

consecuencias que ello trajo, en más de una oportunidad, entre los hermanos que cuidaban y administraban las haciendas de la Compañía, en cada visita que se hizo de parte de las autoridades superiores, se encontraron con deficiencias en el trato que se le daba al negro, tanto con el tema de la manutención, el vestido, la alimentación, como en el de la vivienda. Esto era regulado por la Compañía dentro de su fuero interno, y no por las alcaldías de la región o por los gobernadores; estas potestades fueron otorgadas por la Corona, la que les concedía un territorio en el que ellos podían decidir sobre las reglas que debían ser fijadas al esclavo, así se hubiesen dado Cédulas Reales en las que se dictaminaban nuevas directrices para mejorar las condiciones del esclavo; pero como vemos, esto era para muchos amos papel mojado. En las Indias Occidentales la población era mayoritariamente Cosmopolita. Las razas, culturas que llegaron de otras regiones hicieron que dicho continente se hiciera rico en una gran variedad de formas de actuar y de pensar; sin embargo, la misma Iglesia, en el fondo, no lo vio así, por lo que no aceptaba al otro como diferente; sino, por el contrario, hizo del otro su semejante, su prójimo, insertándolo en el dominio y la cultura Occidental, que era propiamente la de la Corona de España, la cual era su punto de referencia. Para las élites de la sociedad española, los criollos y el resto de colectivos de las diferentes áreas de trabajo; fue un objetivo que dicha evangelización se extendiera a todos. Como lo señalaba el Concilio III, la evangelización debía llegar a todos los que componían lo que se llamaba pueblo, quienes los domingos o festivos debían aprender las verdades de la fe cristiana según su edad y capacidad intelectual; también sugería que la manera de enseñar debía estar adaptada a cada uno de ellos, porque a los negros e indios se les consideraba como más “brutos” y “rudos” en el trato con los demás, lo que exigía una aproximación diferente para con estos últimos, que con respecto a los demás colectivos. (…) miren los que tienen familia, que hayan de dar cuenta a Dios, de sus hijos y esclavos y de toda su casa y por eso procuren que vivan bien, que a sus tiempos se confiesen que sepan enteramente la doctrina y que acudan de ordinario a la iglesia para hacer la oración y oír la palabra de Dios, porque no les acaezca lo que la divina escritura amenaza, que por las ruines disolución y costumbres de los hijos de Dios a sus padres. 146 Las comunidades religiosas cuando llegaron después de la conquista del territorio de las Indias, se organizaron en ciudades o poblados que realmente no estaban muy distantes entre sí, porque su objetivo era trabajar en poblaciones o ciudades con un mayor número de habitantes. Si bien las haciendas, en su mayor parte, estaban en las afueras de las principales ciudades o cabeceras municipales, el número de curas o hermanos de la Compañía de Jesús no resultó suficiente para la cantidad de negros esclavos que habían en cada hacienda; así parece desprenderse de un informe que data de los primeros momentos de la comunidad en la ciudad de Lima, y de los comienzos del proceso de educación de los negros esclavos en los sitios donde ellos vivían y trabajaban: Él ministerio de los negros -afirmaba- está muy necesitado de obreros, aplíquense algunos operarios a esto. Además del factor de cantidad, se agregaba, al parecer, la manera como se enseñaba al negro esclavo la doctrina cristiana, y se proponían en el informe mandado al colegio de los jesuitas en Lima tres puntos importantes, entre los que sobresalen: primero, que el educador debía adaptarse a las condiciones mentales del negro esclavo; es decir, conocer su forma de asimilar y responder a una determinada conducta o aprendizaje, por decirlo así, y no hacerlo en compañía de otras razas o culturas; segundo, que se examinase si estaban bautizados cuando se les preguntaba; y, sobre todo, en la tercera propuesta, se les sugería estar pendientes de los que llegaban al puerto de

El hombre por naturaleza se inclina al mal, debe estar arropado por Dios. Tercer Concilio Límense. Segunda acción. Capítulo 5. ´´Que los curas instruyan a la gente ruda´´. I, 225. 146

la ciudad del Callao, porque muchos de ellos venían muy debilitados del viaje y morían, por lo que era necesario que recibieran el sacramento del bautismo.147 Pero durante el tiempo en que la comunidad de los jesuitas, sobre todo en la región del Perú, se iba consolidando, se encontró también con problemas en la asimilación del negro a la doctrina cristiana; ya no solo era que no habían recibido el sacramento del bautismo, sino que realmente no se les había educado en la fe cristiana, o, simplemente, que la instrucción no garantizaba que habían aprendido. El visitador y Provincial Gonzalo Lyra (1625-1628), se quejaba de la ignorancia de esas gentes en temas de la fe, ordenando entonces: Hagan doctrina a los morenos y gente de servicio tres veces cada semana y, en particular, se examinen a ver si saben lo necesario de las oraciones del catecismo, y se ponga cuidado en que lo sepan, porque he hallado algunos muy ignorantes de todo eso.148 La comunidad no solo daba asistencia educativa a los negros en diferentes sectores de la ciudad, sino que también asumió la responsabilidad con los indios de la región y con otros colectivos que tenían sangre negra o indígena, pero que eran mestizos; los que organizaba, como se hizo en la ciudad de Sevilla, en cofradías, 149 para que se ocuparan durante un tiempo en la celebración de su santo o patrón de la ciudad, lo que los llevaba a organizarse y trabajar por una celebración que tenía acontecimiento en una determinada fecha, lo que nos muestra el significado que para ellos tenía. La educación de los negros y de otros colectivos implicaba, de una u otra manera, a toda la organización del colegio de los jesuitas, desde el Rector, hasta el último en la escala de jerarquía de la comunidad, ya fuera un hermano o educador.150 En las haciendas, como hemos dicho, hubo algunos problemas en relación a la falta de personal y a la distancia que había con respecto a la ciudad principal, donde solo había un colegio de la comunidad; pues no siempre se podía decir que las haciendas estuvieran relativamente cerca de la comunidad donde vivían, por lo que la exigencia del desplazamiento resultaba un inconveniente de tiempo. Asimismo, existía poca gente con la con la que pudieran contar para educar a un contingente importante de negros esclavos, como se desprende de una queja presentada en un informe escrito por uno de los visitadores de la comunidad en la ciudad de Lima; a lo que se agrega que Archivo Romano Sociedad Jesús. A.R.S.I., Perú, 2/1, folio 69v. Vitelleschi al provincial del Perú. Roma, 21 de febrero de 1621. Esclavo: ¿bien mueble o persona? Algunas observaciones sobre la evangelización del negro en las haciendas jesuíticas, de Francisco Borja Medina, S. J. Institutum historicum Societatis IESU. Roma, Italia. Esclavitud, economía y evangelización: Las haciendas jesuíticas en la América Virreinal. Pontificia Universidad Católica del Perú. Fondo Editorial, Lima. 2005. 148 A.H.P.P.S.J., Lima. Libro de órdenes para el Colegio San Pablo. “Ordenación del P. Gonzalo de Lira, Visitador de esta provincia del Perú, para toda ella, hecha en 1 de marzo de 1627 años”. “Acerca de las cosas temporales”. Número 84. El esclavo: ¿bien mueble o persona? Op. cit. 149 Este tipo de institución se pudo definir dentro del proceso de evangelización de la población afro-americana como la de mayor éxito por sus resultados. O sea, además de servir para la evangelización, controlar, asimilar y adaptarlos al Nuevo Mundo; esta institución posibilitaba a los negros africanos desarraigados de su tierra y sin lazos familiares, una red de relaciones sociales que hasta cierto punto podía suplir la pérdida de su contexto. Se calcula que en el Virreinato del Perú llegó a existir un número importante de cofradías, la primera que se fundó, apareció por el año de 1540 en la ciudad de Lima. Las autoridades de la administración colonial, según parece, sospechaban que los negros usaban sus reuniones en las cofradías, en primer lugar, para planear crímenes y rebeliones. (Mulvey, Patricia A. y Barry A. Crouch. Black Solidarity. A comparative perspective on slave sadalities in Latin America. En Albert Meyers y Diane Elizabeth Hopkins, editores. Manipulating the saints, Religious Brotherhood and social integration in postconquest Latin America. Hamburgo, Wayasbah. P. 52 y 58. 1988. 150 Todas las doctrinas están a cargo del P Francisco del Castillo y conviene que otros P. también, de los muchos que hay en este colegio, se ocupen en los ministerios, por ser de tanta edificación y crédito de la Compañía; y así encargo el P rector no se dejen en ausencia del P Francisco del Castillo. A.H.P.P.S.J., Lima. Libro de órdenes para el colegio de San Pablo, “visitando el P, visitador Andrés de Rada este colegio de San Pablo ordenó lo siguiente a 10 de noviembre de 1659”.Ff. 122-126. Volvió a repetir lo mismo, con algunas modificaciones, en la visita de 8 de agosto de 1661. F. 207. Francisco de Borja Medina. El esclavo: ¿bien mueble o persona? Op. cit. 147

muchos de los educadores no tenían conocimiento de la lengua de algunos negros bozales, a diferencia de los ladinos, a quienes se les podía educar en la lengua castellana y no en la de origen. Se supeditaba la educación del negro a algunos traductores de su raza o cultura, y esto era una de las carencias que no pudo solventar la Compañía. Debía haber un Padre en cada hacienda, sobre todo los domingos, día importante para la enseñanza y la plática de la doctrina cristiana. Este día festivo se aprovechaba para el descanso y la entrega al señor, se exigía al negro esclavo que honrara a Dios, dedicándose a orar y aprender los signos de la fe, lo que le salvarían del pecado y de muchos males que aquejaban al alma del mismo negro esclavo, lo que lo protegería del pecado y de la faltas que cometiera contra la moral cristiana. Téngase cuidado de la doctrina a los esclavos y sirvientes de nuestras haciendas como repetidamente lo tienen encomendado NN.PP. Generales, enseñándoles la doctrina cristiana y como se han de confesar y comulgar y el Padre que estuviera en la Chacra les haga los domingos y días de fiesta principales una breve plática exhortándoles a la virtud y observancia de los mandamientos y a la devoción a Nuestra Señora, pues debemos cuidar de la salud de sus almas aún más que la de sus cuerpos; y para enseñar la doctrina a los más bozales (comido el original) de los misterios de nuestra fe y de la (…) para los sacramentos conforme a su capacidad se ayuden de algún negro viejo como de intérprete que este bien en la doctrina y de alguna negra vieja para las mujeres y, en especial se tendrá mucho cuidado con los enfermos para que no mueran sin la debida noticia de dichos misterios y los sacerdotes disponiéndolos con tiempo, lo mejor que pueda y permita la capacidad. 151 En las haciendas de las Indias Occidentales, a falta de curas para su evangelización, se les encomendaba a los hermanos dicha misión: (…) no solo para hacer trabajar a los esclavos sino también para (roto el original) predicarles lo que les conviene para que vivan como buenos cristianos, valiéndose para esto de algunos ejemplos y exhortaciones que Dios les dictare.152 Una manera particular de adoctrinar a los negros esclavos, aplicada por los hermanos de la comunidad, era la enseñanza del catecismo que se aprendía de manera “dialéctica”, a través de preguntas y respuestas. Ello concordaba con lo sugerido en el catecismo: es decir, aprender de memoria las enseñanzas explicadas por el hermano, quien era el que debía llevar la orientación de la pregunta y de su respuesta, con lo que se supeditaba cualquier tipo de controversia, si la había esta ocurría cuando ellos en algunas jornadas se reunían para celebrar actividades propias de su raza o cultura. Se ha demostrado que entre los negros se desarrolló una asimilación de la cultura occidental, los negros incorporaron algunos de sus ritos a las fiestas religiosas, esto tiene que ver con el sincretismo de las fiestas de los negros en las Indias Occidentales. Con los negros bozales, los hermanos tuvieron un gran problema: su lengua, y sobre este remitieron en más de una oportunidad al Padre General de la Compañía, Tirso Gonzales, a finales del siglo XVII. La mayoría de los negros llegaban desde distintos territorios del continente africano y, por supuesto, poseían distintas lenguas o dialectos, y

A.H.P.P.S.J., Lima. Libro de órdenes para el Colegio de San Pablo, “Aviendo visitado el P Andrés de Rada, visitador de la provincia, los colegios y haciendas de ella encargó la observación de las órdenes siguientes el 21 de octubre de 1660”. Número 1. El esclavo: ¿bien mueble o persona?. Algunas observaciones sobre la evangelización del negro en las haciendas jesuíticas. De Francisco Borja Medina, S.J. Institutum Historicum societatis IESU. Roma, Italia. 152 Ingenio de Huaura. Libro de órdenes. “Ordenes por mandato del Padre Martin de Xauregui Provincial de esta provincia del Perú en el año de 1684 a 12 de junio puso el Padre Jacinto de Arrue Superior de la Casa de los Desamparados en esta hacienda de Guaura llamada San Juan de la Pampa que le dono el capitán Juan Infante Trujillo”. Macera, Pablo Varsovia. Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Varsovia. Número 21. 1966. p. 76. 151

no hubieron suficientes intérpretes para transmitir el ministerio de la evangelización, eran muchos los negros bozales: «apenas sirven más que como unos brutos». Este era el concepto que se tenía del negro: fuerza bruta para el trabajo, un “animal” de carga, ignorante pero no según su propia cultura, sino para la que estaba siendo sometido, la de su amo. Como lo había apreciado el padre Alonso de Sandoval en las crónicas que recogió de los capitanes de los navíos que partían de las costas africanas a las Indias Occidentales, a los negros no se les instruía en la fe en que eran bautizados, regándoles agua como si de ganado se tratase; por lo sugirió que se imprimiera un catecismo en la lengua de origen de los negros, y que su significación se expresara en lengua castellana, para que este pudiera servir para catequizarlos e instruirlos; pero el General de la comunidad no tuvo noticia de que hubiera alguno para tal efecto. Era realmente difícil en esa torre de babel poder tener un catecismo en esas condiciones, el método que se podía aplicar a los negros en el Perú era averiguar en el Nuevo Reino de Granada, en el puerto de Cartagena de Indias, que era el mayor receptor de negros llevados del África; cómo se les había enseñado la doctrina de Dios a esas pobres gentes: para remedio destos pobres tanto más dignos de que el celo de su eterna salvación cuanto, en esta vida, más despreciables aparecen a los ojos humanos.153 Los ritos y las ceremonias religiosas con los que debían cumplir los negros esclavos, estaban estipulados no solo para el aprendizaje del catecismo, sino para generar prácticas rutinarias, como rezar unas determinadas oraciones con una determinada frecuencia a la semana; por ejemplo, todos los días de la semana, por la tarde, se reunían a rezar el Ave María y, al anochecer, para rezar las oraciones el catecismo y el rosario. Los fines de semana se intensificaba aún más la actividad evangelizadora con los negros esclavos, en la que se congregaban como en una especie de asamblea para rezar el rosario en la noche de dicho día; los días festivos, al igual que los domingos en la mañana, se les explicaba la doctrina por el método “dialectico”, de pregunta y respuesta. En cuanto a los deberes de los esclavos en el cumplimiento de su doctrina, estaba el de confesarse y el de comulgar, sobre todo en la época de la semana santa y en cuaresma, y otro tanto en las fiestas navideñas. Estas exigencias y el cumplimiento de una serie de obligaciones, establecieron sobre este colectivo un fuerte control, no solo en lo ideológico, sino en lo político, al apoyar a la Corona y a la Iglesia que eran dos instituciones de la Colonia, columnas vertebrales en lo político y en lo sagrado del ser humano de todos los colectivos sociales del momento. Según la época del año, por ejemplo, durante la semana santa o la cuaresma, las comunidades religiosas ponían mucho interés y esmero para que dicha fiesta mayor resultase lo mejor posible. Durante esas mismas fechas se

A.H.P.C.H.S.J., Santiago. 2/j, caja 299, carpeta 09. Cartas autógrafas de los padres generales de la Compañía de Jesús a los Jesuitas de Lima, Tirso González al provincial del Perú. Roma, 30 de agosto de 1692. f 62. Parece que en Roma faltaba información sobre este asunto. Para ese tiempo existían en Portugal, catecismos en lenguas africanas, como el del P. Marcos Jorge, “Doutrina Cristiá”, traducido por Mateus Cardoso con ayuda de congoleños y publicado en edición bilingüe interlineal (portugués y debajo congoleño) en Lisboa, 1624. El capuchino Jacinto Vetralli lo publicó, en edición cuadrilingue (portugués, latín, italiano y congoleño), en Roma, 1650. Asimismo, el P. Antonio do Couto había editado, póstumo, el catecismo Kimbumboportugués de Pacconio bajo el titulo Gentío de Angola instruido suficiente nos misterios de Nossa Santa Fe. Lisboa, 1642. Véase I.H.S.I. 2001, Vol 1: 174. El esclavo: ¿bien mueble o persona?. Algunas observaciones sobre la evangelización del negro en las haciendas jesuíticas. Francisco Borja Medina, S.J. Institutum Historicum, Societatis IESU. Roma, Italia. 153

señalaba individualmente a cada esclavo un día para confesarse y cumplir con la Iglesia, razón por la cual debían librarse del trabajo la noche anterior y en la mañana o en la tarde del día en que debían confesarse. 154 Algunos esclavos aprovechaban las fiestas religiosas para divertirse y “ liberarse” del amo; pero también podía ocurrir todo lo contrario, cuando al amo no le interesaba que el negro aprendiese las doctrinas de la fe, sino que produjera y celebrase los descansos como lo hacían en sus lugares de origen, así estos se entregasen al ocio mal intencionado, las borracheras, las peleas, los juegos, entre otros; bajo esa perspectiva el esclavo negro era una mercancía de alto valor, empleada para la producción de bienes materiales para la industria europea. Dentro de la relación existente entre los esclavos y las comunidades religiosas, estos últimos asumieron un papel importante en relación a aquellos negros que llegaban a los puertos principales de las Indias Occidentales casi moribundos, cuidándolos en el mismo puerto para su recuperación o, en algunos casos, trasladándolos a los hospitales, debido a la gravedad de la enfermedad; con ello se trataba de dar el mayor empeño a estas personas, para que si se daba el caso de que el negro falleciera, al menos lo hiciera habiendo recibido los sacramentos de la Santa Madre Iglesia, y no muriera como persona olvidada, ni despreciada por el Señor. De igual forma ocurría con los esclavos enfermos en las haciendas: el Provincial General de la Compañía exigía que no padecieran de indiferencia ante la comunidad, que se les cuidase, recibiendo la gracia de Dios Nuestro Señor y los misterios de la fe, para lo que los sacerdotes debían disponerlos lo mejor que pudiesen, con tiempo, para su mejor comprensión. 155 En algunas visitas hechas por el Provincial a los colegios de la ciudad de Lima, entre las que se encuentra la que realizó el Padre Rada en el año de 1661, quien tras la misma se vio obligado a solicitar que se cumpliera con la asistencia a los negros, debido a que en algunos casos el personal de la Compañía no cumplía con sus obligaciones: Debía cuidarse mucho que se les asistiese con caridad y se tuviera cuidado con lo que se les daba ya que o había exceso o demasiada cortedad. Así mismo, se debía atender a la limpieza y aseo de ambas enfermerías, pues (…) 156 sirve así para la cura, como para la edificación de los que las visitan.157 La situación de este colectivo de negros esclavos enfermos no deja de sorprendernos ante la marginación a la que se vieron sometidos. Como es bien sabido, la integración del esclavo a la cultura occidental no fue espontánea, ni gratuita, se dio a marchas forzadas por la Iglesia; por ejemplo, en las ciudades, los negros, por sí solos, tendían a reunirse durante los días de descanso, lejos de las actividades laborales y hasta cierto punto religiosas. El Provincial en el Perú, natural de La Paz, Luis Jacinto Contreras (1666-70), exigía que se cumplieran las normas en las que estaban representados los derechos de los enfermos, porque al parecer sufrían ciertas restricciones o tacañerías en la alimentación: la alimentación no era acorde a la situación en la que estaban. Cuando se efectuaba

Ingenio Huaura. Libro de órdenes. “Ordenes del Padre Visitador y viceprovincial Diego Francisco de Altamirano, 13 de noviembre 1702”. Macera, Pablo Varsovia: Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Varsovia. Número 9, 1966, p. 61. 155 El Padre Francisco Lupercio de Zurbano (1645-1648), en su visita al colegio de San Pablo en 1648, mandaba que se atendiese a los negros enfermos con toda caridad y se continuase con lo que estaba establecido: que tuviera un hermano señalado para cuidarlos, una olla aparte bien sazonada, un padre espiritual que los visitara y confesara, así como un médico de satisfacción que los curara. No se debía reparar en gastos y daba como razón: pues de lo contrario, aun en lo temporal, se nos sigue mucho daño. A.H.P.P.S.J., Lima. Libro de órdenes para el colegio de San Pablo. “Órdenes del P Fran Lupercio de Zurbano, provincial de esta provincia, para el colegio de Lima en 4 de septiembre de 1648”. Número 12, folio 112. Francisco de Borja Medina. El esclavo: ¿bien mueble o persona? Op. cit. 154

156

A.H.P.P.S.J., Lima. Libro de órdenes para el colegio de San Pablo. ´”Ordenes del P Provincial, Andrés de Rada al colegio de San Pablo, ordenó lo siguiente en 8 de agosto de 1661 años”. Número 1, folio 208. 157

este tipo de visitas era normal que en el acto las condiciones cambiaran, pero esto era algo transitorio, hasta que la inspección acababa, después se volvía a lo precario de la situación en que se tenían a los esclavos negros, casi “ignorados”.158 En las haciendas del Perú, ubicadas en las provincias de Santa, San Josef, San Jacinto y Mostacache, contaban con un individuo, que no era propiamente un médico, quien era el encargado de curar a los heridos y enfermos; esta persona, además, permanecía en la hacienda que mejor se adaptara a sus necesidades, donde poseía una mesa y vivienda para trabajar y alojarse. Cuando en una de las haciendas faltaba alguna cosa, ésta era suplida por la otra. Los enfermos de la hacienda San Beatriz, en las afueras de la ciudad de Lima, se iban a curar al Colegio de San Pablo donde tenían una mejor infraestructura sanitaria para su recuperación. Los asistía el médico, cirujano, sangrador y enfermero del colegio, así como también los mismos jesuitas del colegio: Se les guisaba aparte y se les traía cada día carnero y, cuando le parecía al médico, ave.159 En la época de la Colonia, los reinos de Portugal y España se interesaron por el negocio de la trata de negros esclavos, únicamente porque este les reportaba ingresos al fisco de la Real Hacienda de la Corona por cada licencia o asentamiento entregado a particulares, así como los que recibían a través de los tributos o impuestos que generaba la venta de negros en los puertos de la ciudades de las Indias Occidentales; añadiendo a estos ingresos, posteriormente, el valor del trabajo realizado por el esclavo en las haciendas o chacras de sus amos. Este era, entonces, el valor del negro como bien preciado, cuando se lo pensaba como mercancía; mas no, realmente, el que predicaban algunas comunidades religiosas, cuyas prédicas no coincidían con la cruda realidad. Hemos de ver que el sistema de trabajo y los deberes que el esclavo tenía que cumplir, se implantaban según normas y leyes que eran establecidas en las haciendas o en el mismo entorno de la comunidad, no propiamente religiosa, sino civil, de la ciudad o pueblo donde habitaba. En la provincia del Perú, en las haciendas de la Compañía de Jesús, el negro esclavo que cometiera alguna falta grave era severamente castigado según el código de disciplina de dicha comunidad, la que trató a los esclavos como un bien muy preciado. A mediados del siglo XVII, el Provincial de la comunidad alertaba sobre las exigencias que se les imponían como castigo a los negros esclavos, obligándoles a tener jornadas de trabajo los días festivos, pues consideraba esto algo excesivo, un maltrato, porque no tenían tiempo disponible para Dios, con todo lo que eso implicaba. La orden de Carafa ya lo hace suponer: Encargo seriamente -dice- que a los negros, indios y esclavos se trate con devida humanidad sin castigarlos con demasía. Y a ello agrega el Padre Rada de la Compañía: En castigar a los esclavos, y demás gente de servicio no se exceda de la piedad y benignidad de nuestra profesión y del castigo de los morenos nunca lo ejecutaran los nuestros por si mesmos en persona, sino por medio de algún mayordomo, o de otro sirviente de satisfacción y se ajuste al orden que se le diere y cuando fuere necesario meter alguno en el cepo, escúsese el poner, por entonces, en el alguna morena y siempre que se castigare alguna dellas no este presente alguno de los nuestros, sino súplase su ausencia con la de algún mayordomo, o moreno viejo y

En su visita al colegio, en octubre de 1666, Contreras ordenó dar ave y conserva a los morenos enfermos, así como a los purgados, pues, como afirmaba, era «(…)conforme con la caridad que aun en los hospédales se ejercita». A.H.P.P.S.J., Lima. Libro de órdenes para el Colegio de San Pablo. “Órdenes del Padre Provincial Luis Jacinto de Contreras dadas al colegio de San Pablo al fin de la visita por octubre de 1666”. Número 14, folio 220v. Francisco de Borja Medina. El esclavo: ¿bien mueble o persona? Op. cit. 159 Se mezcla un sentimiento de lástima, de compasión, un sufrimiento por el otro, así no lo haga directamente; es una especie de responsabilidad, que en el fondo se traduce en culpabilidad, en amor al prójimo, como a sí mismo. 158

satisfacción, de suerte que se excusase toda indecencia, no siendo ellos los ejecutores del castigo por si mesmos, sino por medio de alguna morena vieja y de confianza (…) (y ni a las) preñadas ni a las que crían se han de poner en el cepo ni darles algún otro castigo corporal.160 Todo ello decía, según lo establecido por las normas de la Compañía, iba en contra de la “caridad cristiana” y en perjuicio de la misma hacienda, cuya conservación y aumento pendía de la salud de los negros, por lo que consideraba prudente no apurarles con el trabajo, ya que así servirían con más amor y, consiguientemente, mejor. Por esa razón, en algunas haciendas de la ciudad de Lima se llegaron a presentar algunas quejas, porque a los esclavos negros se les exigía trabajar en horas de la noche, cuando de la molienda del azúcar se trataba. En ese sentido, le exigieron al Colegio de San Pablo en Lima respeto a los esclavos en palabra y obra, así como lo hiciera el Padre Rada al Rector del Colegio de la Compañía, Francisco Luprecio de Zurbano, a quien le insistía el primero que una buena educación, producto del esmero de los hermanos y de la comunidad en general, haría que el esclavo no faltase a sus obligaciones. El problema no era que se les reprendiese por no cumplir con la ley establecida por las partes, sino que el negro esclavo fue, por decirlo así, el “chivo expiatorio” de lo que le pasaba algunas personas de la comunidad o del entorno de sus amos, porque resultaba claro que el exceso era producto de una actitud personal que buscaba hacer del esclavo negro el causante de los males que debía enfrentar el amo o a la comunidad cuando algo no funcionaba. Este tipo de trato, calificado como excesivo, implicaba endosar al otro la culpa de lo que le pasaba al amo o comunidad. El visitador de la provincia el Padre Cavero de Henao, dijo que había que poner término a dichos castigos, por exagerados: En los hermanos que cuidan de las haciendas se reparó, con grave sentimiento y no pequeño escrúpulo, de que se atropella la caridad y la justicia en el rigor con que se castigan a los esclavos.161 Los castigos estaban determinados por el tipo faltas que cometía el esclavo, variando en el número de azotes y en el tipo de instrumentos con los que se les castigaba, los cuales en algunas oportunidades no eran los más adecuados. Los excesos en los que incurrían a la hora de aplicar los castigos implicaban, de un lado, la intención de las personas que los aplicaban, y del otro, los medios y el número de latigazos a los que sometían al esclavo negro. No apaleándolos ni pringándolos (…). El número de azotes no podía exceder los 30 y no se debían ejecutarse con torillos u otros instrumentos semejantes, sino con riendas o algún latiguillo sobado; es decir, debían realizarse con algo “suave” que no maltratase el cuerpo del esclavo y no le dejara transitoriamente señal alguna. Los hermanos no debían ejecutar los castigos por sí mismos, o sea, tomar los castigos por sus propias manos y bajo sus criterios;162 todo lo contrario, debían demostrar objetividad. La Compañía de Jesús velaba por el ambiente general de la hacienda, más que por lo personal: para que así no se desesperen y sirvan en su trabajo con algún

A.H.P.P.S.J., Lima. Libro de órdenes para el colegio de San Pablo, Generales para todos los colegios. “Aviendo visitado el P Andrés de Rada, Visitador de la provincia, los colegios y haciendas de ella encargó la observancia de las órdenes siguientes el 21 de octubre de 1660”. Número 10. Francisco de Borja Medina. El esclavo: ¿bien mueble o persona? Op. cit. 161 Hacienda de Pachachaca. “Capítulo de carta del P. Visitador Hernando Cabero sacado de los que escribió a la Provincia después de la congregación última de 74 años en orden a la reforma común y pertenece a la observancia de dicho capitulo a los hermanos que administran las haciendas y se ha de escribir entre las ordenes de dicha hacienda de Pachachaca”. Varsovia: Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Varsovia Macera. Pablo, 1966: 54. 162 Dándoles con las manos, con palos y azotándoles y mucho menos no harán estas demostraciones con los indios u otras personas libres. Hacienda de Pachachaca. “Visitando la hacienda el Padre Francisco del Quadro Provincial de esta provincia del Perú en 6 de septiembre de 1678 años confirmo estas órdenes…” Macera, Pablo. Varsovia: Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Varsovia. 1966. pp. 54-55. 160

alivio. La idea era crear un ambiente propicio para el trabajo, que propiciara el amor a la hacienda y lo que ésta hacía por ellos; todo ello con un trasfondo productivo y mercantil. En la provincia del territorio de Lima y, en general, en el Perú, llegó a ser insostenible la situación, porque las quejas por la falta de cumplimiento de las normas establecidas por la comunidad sobre la convivencia con los negros esclavos en el trabajo -no solo en lo que se refiere a las circunstancias físicas, sino también con relación a las deficiencias en la comida, a la rentabilidad de la misma hacienda-, fueron el detonante para que a finales del siglo XVII la misma Compañía denunciara los atropellos que estaban sufriendo los esclavos en las haciendas de la comunidad, lo que se debía corregir. Todo esto se repitió una y otra vez durante casi todo el siglo, debido a la poca vigilancia y supervisión que se ejercía sobre los hermanos de la comunidad en el cumplimiento de sus obligaciones. Ello conllevó a que se desarrollara un ambiente difícil de sostener, el cual repercutió en la rentabilidad de la hacienda y del colegio. Según los vocales, los malos tratos, las deficiencias en la comida y vestido; el inhumano rigor en los castigos; las prolongadas horas de trabajo y sobrecarga de tareas continuadas sin ningún escrúpulo; los días festivos de precepto (solo por ganar tiempo y ahorrar posibles menoscabos insignificantes, a pesar de las advertencias disuasivas de los padres capellanes); y la falta de sueño que debilitan las fuerzas atentaban contra la salud y la vida de los negros esclavos. Esta era la razón, quizá de tantas defunciones de esclavos de las haciendas que debían llorarse al cabo del año.163 La comunidad siempre tuvo la idea de que el esclavo negro era «miserable, desamparado, mal comido, pobres hombres», pero en las haciendas reforzaban esta imagen con los castigos que le aplicaban los hermanos de la comunidad. Los padres de la Compañía se quejaban ante sus superiores mediatos e inmediatos de semejantes vejaciones perpetradas por los hermanos de la Compañía en las haciendas, quienes eran los que debían velar no solo por la educación, sino por el orden y la obediencia en el trabajo. Ello se convirtió en el cáncer del atraso económico y educativo de las haciendas y del Colegio de la Compañía, como remedio se exigió la remoción del personal administrativo de dicha hacienda. Pero todas esas advertencias hechas por los padres de la Compañía de Jesús fueron papel mojado, pues cuando se debieron hacer llegar a Roma, al General de la Compañía, se envió un texto en el que lo discutido y plasmado inicialmente en las actas fue modificado, escondiendo las causas de lo tratado, proponiendo que: (…) como remedio muy congruente y aun obligatorio en consciencia, para el desempeño de los colegios, como para la buena administración de la haciendas de campo, que los chacareros traten con caridad cristiana a nuestros negros esclavos, así en darles lo necesario para su comida y vestido, como en la templanza en el castigo y en la moderación de las tareas sin permitirse los días de fiesta, sino las que no pudieran de ningún modo anticiparse o posponerse.(…) no pareciera bien que la Congregación la sindicase a Roma, que acá se podrá corregir como siempre se ha procurado por los superiores.164 Todo hace pensar que para estos padres el problema no debía generalizarse, ni ser remitido a entidades superiores fuera de la provincia del Perú, porque estos lo consideraban un asunto cuya solución podía obtenerse localmente, y que era producto de unos cuantos hermanos que no cumplían con los preceptos que se les exigían. Estas

Francisco de Borja Medina. El esclavo: ¿bien mueble o persona? Op. cit. pág. 25. A.C.P.S.J.C.H., Santiago, 2/j/293, carpeta, 08. “Listas, cartas de historia. S.J. Perú.”. “Congregación celebrada el año 1686 y la respuesta a los postulados”. folio 31. Y 32.v. El esclavo: ¿bien mueble o persona? Op. cit. 163 164

circunstancias, según ellos, no obedecían a un colectivo que estaba bajo unas determinadas condiciones laborales, económicas y sociales, dentro del entorno del trabajo en las haciendas de la Compañía de Jesús; lo que conllevó a vincular las causas del problema a otro tipo de orden: al de lo subjetivo. Los avisos y órdenes a los que se acaban de hacer referencia indicaban la existencia de una cierta carencia o falta de sensibilidad respecto al esclavo negro en las haciendas, insensibilidad que se había extendido entre otros dueños, pues por aquellos años, el Rey Carlos II expidió una Real Cédula a todas las autoridades de las Indias Occidentales, gobernadores y audiencias, con fecha del 12 de octubre de 1683, sobre el cuidado y buen trato al esclavo y el exceso de castigo a que eran sometidos por sus amos: Mantenerlos, trayéndoles vestidos y educados como conviene. Muy particular cuidado en el buen entendimiento de los esclavos, velando mucho en ellos y en que sean adoctrinados e instruidos en los ministerios de la santa fe, y que en lo temporal tengan las asistencias convenientes, pasando al castigo de sus amos, como está dispuesto por derecho, y por ser materia de tanto escrúpulo el que los pobres esclavos sean maltratados y vejados.165 Se atribuye como causa una situación personal o subjetiva, si lo podemos decir así, como si de racismo se tratase, por no soportar convivir y estar con el otro. Pero hay que ir un poco más allá de este argumento un tanto simplista, hay que remitirse a los hechos: las condiciones de trabajo a las que estaban sometidos los esclavos negros durante las largas jornadas de trabajo, quienes -como lo mencionan en sus visitas los padres- trabajaban hasta muy tarde en la noche en la molienda de la caña de azúcar, recibiendo una deficiente alimentación y pocos cuidados cuando caían enfermos, a consecuencia de las condiciones precarias que les procuraban los mismos dueños. La sensación de miseria que reflejaba el negro esclavo era el resultado de las condiciones en las que vivía en las hacienda, por lo que la actitud que asumió la comunidad ante esta situación fue falsa e hipócrita, porque las mismas condiciones materiales y económicas a las que este colectivo fue sometido no tenían nada que ver con razones de origen personal o subjetivo, adoptadas por algunos de los hermanos administradores; esta fue una manera completamente errónea de asumirlo, esta no era una problemática local, ni tan simple como la presentó la comunidad frente a sus superiores en la ciudad de Roma. Aunado a la humillación a la que era sometido el negro, estaba el sentimiento de compasión que, según la Iglesia, debía inspirar este colectivo, por lo que se debía pedir por el esclavo; esto no implicaba rezar y compadecerse, sino pedir por su evangelización, con la que el negro esclavo resolvería su situación de miseria y pobreza, no intelectual. Al negro educado en la cultura española se le debieron facilitar ciertas condiciones materiales para que viviera dignamente, lo que fue certificado por los padres en sus visitas, una y otra vez. El Obispo de la ciudad de Caracas, Diego Sotomayor y Baños, en el año de 1687 comentaba al respecto lo siguiente: (…) procurando dejar a sus hijos más ricos de virtudes que de bienes temporales, y que sus criados y esclavos sientan más su muerte o falta, por los buenos oficios, que de sus propios padres por naturaleza hagan que todos acudan a los sermones y particularmente los domingos y fiestas a la misa parroquial, en que se explican los misterios de la fe por la mañana y por la tarde la doctrina cristiana.166

Real Cédula de Carlos II. Buen Retiro, 12 de octubre 1683. Santiago Otero, Horacio y Antonio García García, directores. 1986. Sínodo de Santiago de León de Caracas de (1687). Sínodos. 165 166

El esclavo estaba sometido a dos condiciones: de un lado, la relación amo-esclavo, la cual era importante desde el punto de vista laboral y económico; es decir, para la producción en la hacienda, ya fuera de productos de consumo o de bienes, especialmente de estos último. Y, de otro lado, estaba lo vinculado a lo espiritual, lo que el amo no podía asumir directamente, siendo labor de la Iglesia por intermedio de las comunidades religiosas y del clero eclesiástico, en las grandes ciudades, particularmente en las parroquias que albergaban una gran cantidad de masa de esclavos. El principal ámbito de acción de la Iglesia fue la misa, con un énfasis importante en el sermón de los domingos, en el cual se inculcaba al esclavo el poco valor de lo material, en contraste con la importancia de lo espiritual, pues con la comprensión y aplicación de dichas enseñanzas ganarían un sitio en el cielo, mientras el amo amasaba fortuna, que heredaría a sus familiares. Alonso de Sandoval, inicialmente, presentó numerosas denuncias por la manera como eran reclutados los esclavos en sus lugares de origen y la forma en que eran llevados, arrumados junto a otras mercancías, en una travesía larga, de muchos kilómetros y días, hasta llegar al puerto de destino de las Indias Occidentales. Pero, a pesar de las denuncias, estas condiciones miserables y lamentables no se erradicaron, sino que se repitieron muchas veces, manteniéndose en la relación que el amo estableció con el esclavo mientras este producía en sus haciendas, a cambio de salarios bajos y la falta de recursos elementales, como una vivienda digna, vestuario y alimentación adecuados. Esto lo denunciaban los sacerdotes una y otra vez en sus visitas, reclamando a los administradores de las haciendas de la Compañía por no cumplir con sus obligaciones para con los esclavos, advirtiéndoles que es gravísimo pecado mortal no darles lo necesario para comer y vestir, por lo que responderían no solo por ese pecado e injusticia, sino por todos los que el esclavo cometiera a causa de la necesidad. Algunos de estos delitos eran castigados por la Iglesia, otros los asumía la justicia real. Si bien la necesidad llevaba al negro a cometer delitos, esto no tenía justificación para el amo; para éste la situación de miseria en que vivía el esclavo era una condición inherente a la explotación a la que estaba sometido, en aras a conseguir los intereses que le debía reportar la actividad laboral del negro. Para el amo era más importante considerar al negro como mercancía, que valorarlo como persona y educarlo para que progresara en su entorno; fue siempre considerado como fuerza bruta, mano de obra barata para trabajos rudos, lo que los aborígenes no llegaron a resistir, viendo diezmada su población. Los jesuitas, tanto como los hacendados, no estaban exentos de cometer faltas o errores en el trato para con los esclavos. Esto fue denunciado por el Padre Cavero, ante el encargo que le hiciera la congregación de la provincia en el año de 1674; considerando la situación como un atropello contra la caridad y la justicia, un mal que se había generalizado en los territorios. Y el Padre Carrillo, al respecto, declaró lo siguiente: siguiendo el dictamen de los PP vocales, pongo precepto de santa obediencia a nuestros hermanos, o padres que administran nuestras haciendas, ordenando debajo de él que, con pretexto alguno, no continúen el abuso de las faenas o trabajos corporales el día de fiesta, previniendo el día antes el trabajo que destinaba para las faenas el día festivo (…).167

A.H.P.P.S.J., Lima, ”Instrucción y memoria de lo que se ha de leer cada seis meses en tiempo de renovación”, (sin foliar). “Preceptos de obediencia de los PP. Provinciales de esta provincia del Perú. (1706-1753)”. El esclavo: ¿bien mueble o persona? Op. cit. 167

Mientras la Iglesia exigía que al esclavo se le diera descanso para que este pudiera ofrecerlo al Señor, el amo daba “más” dinero para que el esclavo se lo ofreciera a la productividad de la hacienda, esta contradicción entre lo religioso y lo económico no se discutió, sino que se mantuvo de manera ambivalente, haciéndose recurrente. 168 Los excesos en la disciplina dentro las haciendas ocurrían luego de que el esclavo realizaba algún tipo de falta. Si se trataba de faltas ordinarias, el castigo era la prisión por el término de ocho días; si era una falta realmente grave, la sanción no podía sobrepasar el lapso de un mes; si volvía a cometer otro delito, lo vendían. Gran lástima es que tengan tan poca compasión, que para tratar bien a esos desdichados,169 necesiten de preceptos. Desterrándose del todo -advertía el visitador- el uso de quemarlos con velas y otras invenciones ajenas a toda piedad.170 El esclavo asumió una actitud de inferioridad con respecto al amo: este era su dueño y a él tenía que obedecer, era su razón de ser; de lo contrario, al rebelarse, sería castigado, y dicho acto tendría dos particularidades: sería aplicado de manera selectiva y en forma indiscriminada. Cualquier acción u omisión que implicase al esclavo se convertía en objeto de culpa y por tanto era sancionable. Por mucho interés que haya puesto la Compañía y, en general, la Iglesia en tratar de educarlos, y así facilitar su sometimiento al amo y evitar rebeldías de parte de alguno de ellos o de algún grupo; no pudo impedir que el castigo que se debía aplicar al esclavo por cada falta, tuviera por norma la arbitrariedad del amo, en su interés por demostrar su “autoridad” y poder. Algunos historiadores pensaron que este tipo de arbitrariedades aplicadas sobre el negro eran un síntoma de miedo y debilidad en el amo. Se reforzaba el poder del amo, a la vez que se hacía del esclavo un ser débil e inferior. Si los castigos fueron una manera de controlar a los negros esclavos, también fue cierto que se convirtieron en una forma de resistencia frente al amo, porque ello los incapacitaba para seguir trabajando en la hacienda, con lo que la rentabilidad o la productividad de la misma se veía afectada. La única manera en que se podía “domar” a esos desdichados y miserables, era empleando los preceptos de la religión cristiana; mas, sin embargo, nos encontramos en la cita anterior con un cierto sentimiento de culpa ante toda la agresividad que se manifestaba hacia el esclavo por ser diferente, por resistirse a ser sometidos a una otra cultura y a ser obligado a trabajar; no se aceptaba como tal su idiosincrasia, su cultura, el color de su piel siempre fue símil del mal, un prejuicio que se extendió hasta bien avanzado el mundo moderno. La agresión expresada en el castigo al que era sometido el esclavo por no cumplir con las órdenes, reflejaba una actitud inconsciente. Sucedió en el sur de la Provincia de Cartagena de Indias, donde se encontraron las minas más ricas y productivas de la región norte del Nuevo Reino de Granada. Entre otros agravios que allí hacen los negros es que los prelados dan licencia para que puedan trabajar un día de fiesta a las minas para un fraile que pasa o un clérigo visitador y como los negros trabajan entre semana que colgar como nosotros el día de fiesta y les será gran de alivio que no se haga esto so color de ningún género de obra pía y así entre tanto que V.M envía cedula para ello lo escribiré yo a la justicia que no permita sin expresa licencia mía porque son mucho los frailes y clérigos vagantes que por allí acuden a buscar oro con la diligencia que hará un receptor de la audiencia que ira averiguar los malos tratamientos que recibieron los negros serán aliviados del trabajo y de todo dar aviso a V,M. A.G.I. Santa Fe, 17, R,15. Número 148, Folio 1 Recto-2 Recto. 169 Hay que aclarar que el color negro no quería decir necesariamente esclavo. Algunos por determinadas circunstancias fueron empujados a ser esclavos; pero algunos negros, como los blancos en general, pudieron tomar decisiones, definir sus guerras en sus territorios, constituir familias, realizar intercambios e, incluso, podía decidir no aceptar un trabajo por las condiciones que se les ofrecían. 170 A.H.P.P.S.J., Lima. ”Instrucción y memoria…” y “Preceptos de obediencia de los Padres Provinciales de esta provincia del Perú”. (1706-53). Tamburini al provincial del Perú. Roma 10 de junio 1708 (4.a). Francisco de Borja Medina. El esclavo: ¿bien mueble o persona? Op. cit. 168

Si la Compañía sancionaba en lo que a ella compete, otras faltas eran castigadas por la Justicia Real; sin embargo, en general, esta división resultó ser clara solo en el papel, porque en muchos casos la Iglesia usurpó poderes del Estado, particularmente a través de la acción del Tribunal de la Santa Inquisición, en las Indias Occidentales. ¿Los esclavos en las haciendas de la Compañía de Jesús eran considerados bienes muebles o personas sujetas a derecho? Sobre esto se puede considerar que, según las leyes de las Indias Occidentales, el señor o amo tenía derechos sobre el trabajo del esclavo, pero no sobre el alma del mismo, esto estaba reservado a la institución eclesiástica, lo que estaba perfectamente avalado por el Concilio de la ciudad de Lima. El esclavo negro se movía entre dos poderes, no tenía derecho a su autodeterminación, pues era un producto social, económico y religioso. La legislación de la Corona Española y la Iglesia, en general, reconocían como derechos del esclavo: la vida y la integridad personal, esto último hacía referencia a la educación cristiana, a las buenas costumbres, al amparo de la justicia, a la libertad de contraer matrimonio según su voluntad, a la vida conyugal y a la unidad familiar, a adquirir bienes, y a la posibilidad de poder comprar su libertad o la de su mujer e hijos a su dueño. Claro que estos derechos estaban realmente sujetos, como era obvio, a la aprobación de la Iglesia, y hasta la del propio amo, aunque este no tuviera derecho a oponerse a ello, estando sujeto a sanciones de lo contrario. Pero el hecho de hacer respetar la voluntad del negro a escoger era una utopía, él estaba sometido a una determinación que no podía eludir por las mismas condiciones que le determinaban, él no elegía era elegido.

Capítulo 5 La comunidad afro-americana: Sus formas de resistencia

Los esclavos negros que fueron trasladados del continente africano al Nuevo Mundo, donde enfrentarían el desarraigo de sus tierras, su cultura, sus costumbres y, en general, de toda una historia ancestral; para verse obligados a asimilar otra cultura y todo lo que ello implicaba, transformando sus personas. Sin embargo, por su misma condición no olvidarían del todo las raíces de procedencia. Las condiciones a las que fue sometido el esclavo en el trabajo y la vida cotidiana, buscaban controlarlo para que olvidase sus propias creencias y cultura. Así, también la Iglesia y las comunidades religiosas intentaron conseguir su control y desarraigo a través del proceso de la evangelización, al que eran involucrados desde que llegaban a los puertos de las Indias Occidentales. Las dificultades que el negro esclavo encontró al tratar de rehacer un poco su vida, lo hicieron vivir "sobre-viviendo", extenuado, aterrorizado, enfermo, herido, sediento, golpeado, famélico y agotado física e intelectualmente. A raíz de ello, el esclavo, al no estar sometido totalmente, armó una resistencia como contrapartida al sistema esclavista. Esta respuesta nace del hecho de que el esclavo nunca pudo ser reducido a la categoría de "objeto" a la que se le deseo confinar, porque él era algo más que una mercancía de trabajo, de producción de bienes de consumo o de bienes de producción; el esclavo mostró algo más de lo que los blancos pensaban de él. Por eso la esclavitud siempre implicó una vigilancia continua y los castigos físicos fueron una práctica común aplicada a los esclavos. Para someterlos se desarrolló una cruel tecnología para la tortura y el suplicio: los grilletes, las sogas, el cepo, las cadenas, el látigo y la marca con hierros al rojo vivo para asegurar la propiedad. Muchos propietarios alternaban dos sistemas para el control del esclavo negro: el paternalismo y el terror, estos no eran excluyentes, sino que se alternaban para conseguir un mayor sometimiento. Al esclavo doméstico se le amenazaba con el campo, al del campo con el cepo o con la venta a cualquier otro amo, esta situación, sin embargo, no pudo evitar las fugas, el suicidio, las revueltas o la resistencia callada, pero cotidiana; los cuales se mantuvieron a todo lo largo del período colonial. Una de las estrategias que fueron utilizadas para someter a los esclavos negros fue la concesión de parcelas de tierra, llamadas conucos, en las que el esclavo cultivaba algunos productos para su consumo personal y para el intercambio por otros productos básicos, para su supervivencia. Con la sesión de estas tierras se pretendió el abaratamiento del coste del mantenimiento de los esclavos, así estos tenían verduras, frutas, hortalizas y algunos animales de corral para su propia alimentación; y, de otro lado, se vinculaban a la hacienda a través de un sentido de pertenencia. Esto, entonces, evitaba que los negros se marcharan o fugaran de las haciendas de los amos, brindándoles una relativa independencia con respecto al amo, porque el esclavo producía y se mantenía prácticamente por sí solo. Con lo que vendían algunos fueron acumulando un capital para comprar al amo su libertad o la de su familia. El conuco, de igual manera, propició relaciones particulares entre los hombres y la tierra, por la forma de trabajarla, y las relaciones que generaban con su entorno y con los otros como vecinos. Ciertamente, el esclavo que cultivaba una tierra en beneficio propio no se sentía propietario de la tierra, pero sí del fruto de su trabajo, que como decimos posibilitó una cierta libertad e independencia.

Los esclavos adoptaron infinidad de formas de resistencia como contrapartida al dominio de los amos: los gritos, la lucha, la huida, el trabajo realizado en un plazo mayor al que le era exigido, el robo de propiedades, los sabotajes, las huelgas de brazos caídos, el asesinato de capataces y amos, la quema de los edificios de las haciendas, las sublevaciones, las rebeliones, etc., etc.171 Los palenques fueron una forma organizativa generada en respuesta a la esclavitud. Constituían grupos en los que los negros que habían logrado escapar reorganizaban de nuevo sus proyectos de vida, los cuales habían sido modificados por el sistema esclavista en el que vivían desde el momento en el que fueron trasladados a las Indias Occidentales. Con ellos crearon espacios muy independientes a la ciudad y a la raza de los blancos, los cuales no surgieron al azar, sino a partir de una lucha concienzuda por establecer un ámbito en el que pudieran desarrollar su propia forma de autoridad y estar más unidos para resistir contra el dominio del amo. Los palenques estaban ubicados en lugares bastante estratégicos de acuerdo con las características del terreno, contaban con fosos, trampas y empalizadas (de ahí deriva el nombre de palenques). Otra manera que halló el negro para poder librarse de los malos tratos del propietario, fue la utilización de ciertos mecanismos legales. Cuando el negro era inculpado por algún delito por parte del Tribunal de la Inquisición, este era llevado a las cárceles y sometido a determinados castigos -tanto psicológicos como físicos-, según fuera respondiendo. Claro que está, esta no fue la mejor manera de evadir del sistema esclavista, pero exigía al amo tener que mantener al reo hasta que este fuera juzgado y condenado, o dejado en libertad, según la sentencia aplicada por el Tribunal, lo que le proporcionaba más gastos y pérdidas al amo. En ocasiones algunos esclavos llegaron a cometer delitos durante el período en que estuvieron recluidos, como el de blasfemia o la mentira, para no tener salir de allí y ser sometidos al amo; preferían el castigo del Tribunal de la Inquisición. Desde los comienzos del sistema esclavista, en las Indias Occidentales se produjeron algunas rebeliones de esclavos negros: en 1532 en Venezuela y en 1533 en Cuba y Panamá. En 1547 se dio la prolongada rebelión de Sebastián Lemba en La Española y en 1550 Juan Criollo lideró una rebelión que duraría varios años. En 1579, la sublevación de negros rebeldes en Portobello (Panamá) llevó a la firma de un tratado de paz con los colonos españoles, mediante el cual los esclavos consiguieron la libertad colectiva. En 1635, se destacan las rebeliones de esclavos negros en Jamaica, las cuales llegaron a tal extremo que la Asamblea de Jamaica se vio en la necesidad de enviar una petición de ayuda a la metrópoli. La lista no se agota: la rebelión de los esclavos de Haití, en 1791, constituyó el núcleo del proceso haitiano de independencia; y las rebeliones de Puerto Rico y Cuba en 1812, fueron fuertemente sofocadas por miedo a que se repitieran los sucesos de Haití. 172 Entre otras formas de resistencia adoptadas por los esclavos, es interesante prestar atención a las canciones y los cuentos que componían los esclavos. Dos canciones pueden servirnos de ejemplo a este respecto: Cultivamos el trigo, y ellos nos dan el maíz; Horneamos el pan, y nos dan el mendrugo; Cribamos la harina, y nos dan la cáscara;

Zinn, Howard. La otra historia de los Estados Unidos. Editorial Siglo XXI, México. 1999. p. 133. Esclavitud y trata del negro en América. Retomado de Orbe Quince, La cultura del Caribe. Santo Domingo, República Dominicana. Pasado y presente de la esclavitud, de Mauro Facundo Funes Oviedo, 24 de noviembre de 2009. 171

172Cronología:

Pelamos la carne, y nos dan la piel; Y de esta forma, nos van engañando.173 No más migajas de maíz para mí, no más, no más, No más latigazos del amo para mí, no más, no más(...)174 La resistencia de las comunidades negras se caracterizó por ser beligerante ante el sistema esclavista. Se desarrolló de manera individual o colectiva, según la situación en la situación que se encontraban. Su motivación provenía del interés por sobrevivir y mantener el espíritu de su propia identidad cultural. Desde que el negro esclavo era capturado, se iniciaba un proceso de desculturización, promovido por las comunidades religiosas con el auspicio de la Corona española; el cual se caracterizó por un desarraigo cultural, económico, social y político, que evitaría la resistencia de los que ingresaban al sistema esclavista. El desarraigo implicó la formación de nuevas relaciones sociales y de parentesco entre los grupos que se fueron estableciendo en las Indias Occidentales, las cuales eran diferentes a las establecidas en su lugar de origen. Los africanos que llegaron a las Indias Occidentales estaban provistos de valores culturales, tradiciones y sistemas lingüísticos propios, que los mercaderes de la trataron de esclavos negros trataron de extirpar para conseguir dotaciones óptimas en el trabajo. Los esclavos llevados al Nuevo Mundo eran incorporados al nuevo sistema económico, se esperaba que ellos solo fueran fuerza de trabajo; sin embargo, como dice el refrán «no solo de pan vive el hombre», ellos terminaron por reorganizarse, tanto en lo colectivo como individualmente, para sobrevivir a la adversidad . La desculturización de los esclavos comenzó en las factorías de los puertos de salida, en las costas africanas, y se continuó a su llegada en los puertos del Nuevo Mundo. En ellos al cautivo se lo despojaba de su ropa, acto cuyo valor simbólico indicaba para el blanco que el esclavo desnudo era un ser “vació”, que estaba en tránsito de tomar una cultura nueva que salvaría su alma. La desnudez también tenía otro valor simbólico y práctico: marcaba una diferenciación social; esta imagen del esclavo constituyó una manera de identificarlo, así desnudos se los reunía en el puerto de salida en los barracones y de ahí a los barcos negreros. Pese a las condiciones desfavorables en que vivió el esclavo, este pudo sobrevivir y resistir. Ellos mismos, por un deseo personal y colectivo, inventaron formas para mantener una cohesión social y grupal, basada en elementos de su propia cultura, tanto religiosos como lingüísticos, con los generaron mecanismos de solidaridad en los sitios en los que vivieron, ya fueran urbanos o rurales; desde los que, posteriormente, irrumpieron con fuerza cuando se efectuaron las independencias de las colonias de la Corona de España en América. Fueron diversos los momentos históricos que debieron enfrentar los esclavos, quienes continuamente, entre los siglos XVI y XIX, fueron trasladados desde sus hogares en el continente africano hasta las Indias Occidentales, donde harían resistencia y conseguirían su independencia. Todo el período en que tuvo vigencia el sistema esclavista estuvo marcado por diversos cambios socioeconómicos y políticos, los cuales tuvieron gran influencia en la vida de las comunidades de negros. A pesar de la influencia de dichos factores, un elemento permaneció 173 174

Cronología: Esclavitud y trata del negro en América. Op. cit. p. 135-136. Cronología: Esclavitud y trata del negro en América. Op. cit. P. 136.

constante durante dicho período, tanto en el ámbito urbano como en el rural: la violencia. Los castigos y abusos a los que, en muchas ocasiones, fueron sometidos por sus amos, tenían por objetivo enseñar al esclavo valores y virtudes. Durante cuatro siglos, los amos se dirigieron a los siervos mediante la coacción y la amenaza, al margen de cualquier otra condición o situación. No solo por desobediencia fue castigado, sino que el esclavo fue la víctima que utilizó el amo para descargar sus culpas. El tiempo fue un factor determinante en las relaciones amo-esclavo y propietarios-fuerza de trabajo, pero este no fue obstáculo para aumentar o disminuir la violencia institucional de los amos. Para ello se contó con un elemento importante que la Corona de España tuvo como institución: la Iglesia, la cual ejerció una gran presión ante el Rey y el Papa para hacerse del control espiritual de los colectivos de esclavos, extirpando cualquier creencia religiosa o ideológica; a ello se aunó el castigo físico con el cual el Estado aplicaba la ley al que se sublevase. La Iglesia, por medio de algunas comunidades religiosas, entre las que sobresale la de la Compañía de Jesús, puso en funcionamiento un aparato de represión para su control, el cual hizo parte del sistema esclavista que imperó en las colonias de la Corona de España.175 Esta estrategia llegó a funcionar con pleno rendimiento a través de la evangelización y el sistema de producción de mercaderías; sin embargo, no todo el tiempo hubo estabilidad, en ocasiones se formaron resistencias individuales y colectivas de los negros esclavos, quienes se negaban a ser sometidos a servir sus amos. El negro supo jugar y desarrolló su propia táctica para mantener, como mínimo, una identidad y una condición social. Esto se asemejó a la táctica aplicada por el judío cuando aceptaba la doctrina cristiana para no ser perseguido por la Inquisición; es decir, se hacía pasar por converso.

Los esclavos como grupo social

Antes de ser llevados al Nuevo Mundo, los negros hacían parte de colectivos con características propias, los cuales tendían a ser grupos solidarios, en los que no existían individualidades o elementos aislados.176 Tanto aquellos que eran capturados en el interior del continente africano como consecuencia de las guerras tribales, como aquellos que eran tomados por los mercaderes de esclavos; todos poseían una identidad de pertenencia a un grupo determinado, pese a que, al adquirir la condición de esclavos, eran definidos como individuos que no pertenecían a ningún grupo social, familiar o parental; condición que facilitó que se adueñasen de ellos como mercancías, fuerza de trabajo para producir bienes de consumo o de producción para la industria. Desde que se dio comienzo a la comercialización del negro, a su compra y venta como objeto (mercancía) por su valor, para que fuera sometido a servir al otro; la misma colectividad se rehusó a ello por tener otros valores que iban más allá de su valor de uso, de intercambio, le que posibilitó la preservación de sus estructuras familiares y de clanes, así como conformación de una otra forma de organización que estaba basaba por criterios de edad y raza.

Sin embargo, durante casi tres siglos, detrás de la idea de restaurar la salud espiritual del negro esclavo -considerado pagano e idolatra-, existió la intención de esclavizar los cuerpos para redimir las almas y de paso rentabilizar la economía esclavista; este era el doble juego de la Iglesia y la Compañía de Jesús, entre otras comunidades religiosas, en las Indias Occidentales. 176 Martínez Montiel. Luz María. Negros en América. Ediciones Mapfre, Madrid. 1993 175

Estas agrupaciones y la memoria histórica del grupo, no pudieron ser erradicadas de manera tajante de la mente de los negros por el comercio de esclavos. El sistema esclavista generó muchas contradicciones internas, por ser tan dispar e injusto: en lo económico, porque el amo llegó a adquirir grandes ganancias a costa de la explotación del esclavo; en lo cultural y en lo educativo, porque el blanco no llegó a extirpar la identidad del negro, como individuo perteneciente a un grupo cuyas características le definían. Las relaciones entre amo-esclavo estuvieron cargadas de conflictos, en gran medida porque el esclavo era considerado como una mano de obra barata y fue obligado a enfrentar un proceso de desculturización. Los problemas derivados de las duras condiciones laborales a las que fueron sometidos resultaron en intensas luchas entre los negros y sus respectivos propietarios. A ello se debe agregar que el papel adoptado por la Iglesia, a través de las comunidades religiosas, generó intensos conflictos de identidad entre los esclavos y sus amos. En las zonas rurales, el negro desarrolló una cultura endogámica a consecuencia de las condiciones en que se hallaba, diferentes a las del esclavo de la zona urbana, donde dispuso de un mayor acceso a otros grupos diferentes al suyo. En ese sentido, en el ámbito rural se desarrolló lo que fue llamado el negro cimarrón, signo de resistencia frente a la cultura dominante. Las resistencias se dieron más en los sectores rurales que en los urbanos; sin embargo, en estos últimos el negro vivió en los arrabales donde también organizó un sistema de resistencia frente al trabajo y a la cultura occidental. La forma de organización del esclavo no era excluyente entre ellos, se podía pertenecer a un grupo ya fuera por la edad y aun por la pertenencia a un cabildo de una determinada nación. Las formas sociales respondieron a las condiciones de supervivencia del grupo. Los amos al igual que la Iglesia, para evitar sublevaciones, mantuvieron cierta “tolerancia” con los valores que las culturas negras traían desde sus lugares de origen. En ese sentido, a los negros se les permitía realizar un determinado tipo de fiesta, en las que ellos no se excedieran en sus conductas; es decir, fiestas en las que no terminaran borrachos, tuvieran riñas y practicaran amancebamientos. Porque el tráfico de esclavos negros estuvo circunscrito a determinadas zonas del continente africano, primero en la parte oriental y después en la occidental; algunos mercaderes pensaron que en determinados lugares sería más fácil encontrar grandes cantidades de negros pertenecientes a grupos con una identidad cultural homogénea, o que, como argumentaba la Compañía de Jesús, no tuvieran religión, para que así fuese más sencilla su educación y evangelización. Pero dicho interés por imponer la cultura del grupo dominante, de la élite, chocó con la cultura de los negros esclavos, quienes se negaron a perder su propia identidad de raza, cultura y religión. Los amos frente a ciertas dificultades -como las que representaron los negros bozales-, buscaron otros que no practicasen religiones como el Islam y que hablaran una lengua distinta. Pero, para los mercaderes, lo importante fue la venta de esta mano de obra barata, por lo que no tuvieron en cuenta la diversidad étnica, y menos la diversidad lingüística.

Los esclavos lograron estructurarse, al margen de los intereses productivos y de las pautas marcadas por los propietarios de su fuerza de trabajo, logrando introducir los valores de su dignidad humana, 177 generando alianzas que convirtieron sus territorios en espacios de liberación, en los que buscaron rehacer sus vidas y sus mundos. La economía esclavista no solo estuvo circunscrita a las plantaciones de caña de azúcar, sino también a la minería, porque los esclavos fueron empleados en diferentes actividades: la labranza del campo, la servidumbre doméstica para las élites, la venta ambulante, la albañilería y el comercio a pequeña escala. La servidumbre en las áreas urbanas brindó al negro las posibilidades de tener una cierta independencia económica, permitiéndole mejorar sus condiciones de vida: porque, finalmente el lugar que podían ocupar en la sociedad no estaba en función de su situación económica.178 La Corona de España utilizó dos métodos no muy contradictorios para dificultar la unión entre los sectores marginales en las colonias: desde el ámbito de lo religioso, las cofradías, las cuales eran un instrumento que giraba en torno a la veneración de un santo o santa. Y, en cuento a lo civil, los cabildos, controlados por las autoridades civiles o gubernamentales de cada región de las Indias Occidentales; y la división étnica entre los mismos negros, y entre estos con los blancos.179 Los negros aprovecharon las cofradías,180 creadas inicialmente por las comunidades religiosas y por la jerarquía eclesiástica para vincular al esclavo con los valores religiosos; encontrando en ellas una forma de mantener una conciencia solidaria, que satisficiera sus demandas de autonomía, autogobierno, libertad e independencia espiritual. La cofradía sirvió para conservar el sentido profundo de comunidad de los negros y para fomentar la conciencia colectiva de pertenencia, a través de las prácticas religiosas constituyéndolas en baluartes de dignidad e integridad física y cultural, preservando la lengua y rasgos de tradición africanas. Sirvieron también para constituir sistemas de alianza creando cierto tipo de parentesco espiritual. No hay duda que en ellas se gestaron los procesos de inculturación que en algunos casos finalizaron en el sincretismo y en otros espacios de resistencia.181 Los negros esclavos aprovecharon para establecer un tipo de cofradía distinto, el cual aparentemente tenía la misma estructura que el de la Iglesia, pero difería en su contenido; es decir, en las cofradías de negros, estos daban prioridad a valores culturales182 y religiosos de su propia cultura.

Pérez de la Riva, Juan. El barracón. Esclavitud y capitalismo en Cuba. 1975. Laviña, Javier. Doctrina para negros. Sendai Editores, Barcelona. 1992. 179 Montejo Arrecha, Carmen Victoria. Sociedades de instrucción y recreo de pardos y morenos que existieron en Cuba colonial. 1878-1898. Instituto Veracruzano de Cultura. Veracruz. p.393, 1993. 180 Ordenamos y mandamos, que en todas nuestras Indias, islas y Tierra firme del mar océano, para fundar cofradías, juntas, colegios o cabildos de españoles, indios o negros, mulatos u otras personas de cualquier estado o calidad, aunque sea para cosas y fines píos y espirituales, preceda licencia nuestra y autoridad del prelado eclesiástico, y habiendo hecho sus ordenanzas y estatutos, las presente en nuestro Real Consejo de Indias, para que en él se vean y provea lo que convenga, y entre tanto no puedan usar ni usen de ellas; y si se firmarn y aprovaren, no se puedan juntar ni hazar cabildo ni ayuntamiento, sino es estando presente alguno de nuestros ministros reales, que por el virrey, presidente o gobernador fue nombrado, y el prelado de la casa donde se juntaren. Ley xxv. Que no se funden cofradías sin licencia del Rey, ni se junten sin asistencia del prelado de la casa y ministros reales. Recopilación de leyes de los Reynos de Indias, 1681. México. 1987. Tomo primero, p. 20. 181 Ildefonso Gutiérrez Azopardo. Las cofradías de negros en la América Hispana, siglos XV y XVII. Ediciones Fundación Sur. Revista Española de Antropología Americana, número 13.UCM, 27-11-2008. África-Fundación Sur, p. 2. 182 Siguiendo ciertas líneas tribales o étnicas, que influyeron en el ambiente social, en torno a nociones como la de pureza de sangre y estratificación por color, las cuales predominaron en la sociedad de las Indias Occidentales; vemos aparecer en las cofradías la convergencia de diferentes culturas, o, en algunos casos, cofradías con una identidad cultural o étnica. Pero, generalmente, en las cofradías de los negros se hizo distinción étnica o cultural de los colectivos de negros esclavos, e, inclusive, entre negros libres y esclavos. En la Colonia existían negros bozales, pardos, mulatos, esclavos y negros libres, pertenecientes a diferentes etnias o culturas del continente africano, entre las que cuentan: los ararás, zapes, tarys, angolas, congos, biafras y mandingas. 177 178

Estratégicamente, las cofradías estaban concentradas en las ciudades, por contar con una mayor cantidad de población, y porque la jerarquía eclesiástica y las comunidades religiosas estaban asentadas en los principales centros urbanos de las Indias Occidentales; contrariamente a lo que ocurría en los sectores rurales donde el trabajo en las haciendas se realizaba durante largas y extenuantes jornadas, por lo que no había tiempo y espacio para dicha integración. Una de las cofradías creadas a comienzos de la colonización de las Indias Occidentales, fue la de San Benito de Palermo -un santo negro-, en República Dominicana, concretamente en Santo Domingo; donde hubo algunas reminiscencias de las creencias en deidades africanas, “los marasas”. Asimismo, estaban las cofradías de los santos Cosme y San Damián, y las de los que estaban bajo la advocación de San Juan Bautista, relacionadas con la deidad Shangó del Vudu.183 Los negros hicieron distinción entre las cofradías y los cabildos, tratando de mantener a través de ellas una identidad social y política. En las cofradías de negros, más que festejar una celebración, se reunían en cabildos para decidir situaciones que competían administrativa y jurídicamente a los negros, y a la cofradía en general; estos cabildos la convirtieron en una institución independiente, que se constituyó en una asociación de negros, parecida pero distinta a una cofradía, denominada “cabildo de nación”. Algunos cabildos de negros, por su forma de actuar en los festejos, enfrentaron grandes conflictos con la Iglesia desde el punto de vista colectivo y de jerarquía, sobre todo en cuanto a las danzas y bailes que realizaban en ocasión de fiestas y desfiles procesionales. Bien se sabe que en la España de los siglos XV y siguientes, en las fiestas patronales y de santos, se practicaban ciertos bailes para incrementare el entusiasmo de la comunidad, los que se consideraban permitidos por la Iglesia, pues eran tolerables; ese era el caso de los seises de las catedrales, en las procesiones del Corpus Cristi, fiestas patronales y pastorelas.184 El esclavo de los sectores urbanos tuvo una relativa libertad de movimiento con respecto a aquellos que vivían en las plantaciones; pues al primero las condiciones de intercambio cultural, lingüístico y hasta laboral le facilitaron una mayor integración al modelo de la cultura española. Otra situación ocurría en las áreas rurales, donde las posibilidades de intercambio, en muchos ámbitos, eran realmente escazas; en esos casos los intercambios se hacían de manera local, lo que en Antropología es considerado como relaciones endogámicas dentro un determinado grupo.185 Los cabildos, como forma de organización impulsada por los blancos, tuvo por objeto mantener el control y aislar a los esclavos que no se integraban a la cultura occidental; ello posibilitó, de manera inconsciente, que varias etnias o grupos se congregasen para reivindicar su cultura. Fue así como se aprovecharon ciertas fiestas, ya fueran religiosas o civiles, en las que se reunía a muchas personas esclavos o libres, para mantener una identidad. Lo religioso se convirtió para el esclavo en un instrumento de respuesta ante el dominio de la Corona de España.

Ildefonso Gutiérrez Azopardo. Las cofradías de negros en la América Hispánica, siglos XVI y XVII. Ediciones Fundación Sur. Revista Española de Antropología Americana. número 13. UCM, 27-11-2008. África-Fundación Sur. España. 184 Santa Cruz, Nicomedes. El negro en ibero-américa. Cuadernos hispano-americanos. Cuadernos números 451-52, Madrid. 1988. P. 101. 185 Deschamps. Pedro. El negro en la economía habanera del siglo XIX. Editorial Euneac, La Habana. 1983. 183

Muy especialmente, las fiestas religiosas186 abrieron la posibilidad de que el negro esclavo pudiera equipararlas con las de sus propias tradiciones. Si para la Iglesia las fiestas de los negros tenían un carácter pagano, no es menos cierto que la práctica de las celebraciones religiosas cristianas facilitó al negro, tanto como a la misma Iglesia católica, sobreponer lo sagrado o lo católico a las prácticas paganas. Es decir, lo pagano dio paso a lo sagrado o católico de la religión cristiana, porque tanto los ritos, como los cultos, celebraciones, ofrendas a dioses o divinidades; tenían sus equivalencias en las de los santos o vírgenes en la religión católica. 187 Los cabildos de nación tenían las mismas funciones que las fraternidades en la región del África Occidental, y se puede afirmar que dichos cabildos de nación reprodujeron, con los cambios que efectivamente introdujeron las relaciones esclavistas los modelos de los linajes africanos, donde el capitán del cabildo ejercía de jefe del linaje.188 Con el cabildo se abrió la posibilidad para que el negro esclavo pudiera subvertir un poco su estado de sometimiento, recreando situaciones propias de la comunidad de pertenencia, que tanto extrañaba desde su llegada al Nuevo Mundo. Eran solidarios entre sí, con el cabildo surgió la opción de comprar la libertad de algunos esclavos. Los cabildos fueron a las ciudades, como los barracones a lo rural; es decir, espacios de libertad y resistencia, donde podían reafirmar su identidad nacional y étnica. Tanto la Corona como la Iglesia facilitaron sin querer el establecimiento de nexos entre los negros, en determinadas ocasiones y condiciones. Para la Corona española las fiestas de los africanos eran productos de la ignorancia y el atraso cultural. La fiesta era un medio de integración, en el cual todos eran iguales y cumplían unos determinados roles. Las fiestas tenían, asimismo, sus propias reglas, a la vez que eran un elemento catártico; su celebración estaba vinculada con las divinidades de su cultura. La noche jugaba un elemento a su favor, porque constituía el momento en el que podían comunicarse con sus antepasados; nada ni nadie podía atravesar dicho espacio mágico-religioso en el que se realizaban los conjuros que haría invisible al cimarrón, vertían yerbas para envenenar el ganado, y vencían a los amos y señores. Estos tiempos de recreación cultural posibilitaron, simbólicamente, una forma de venganza y resistencia hacia blanco. Eran los momentos en los cuales la dignidad se mezclaba y confundía con la muerte humanizada y dignificada de quien la padecía.

Las religiones de los esclavos en las Indias Occidentales

Los esclavos negros con su religión y, en general, con su cultura diferente, se adaptaron al Nuevo Mundo asimilando la cultura de los blancos, pero sin perder de vista a sus ancestros y sus tradiciones culturales. Podemos decir que el esclavo en las Indias Occidentales, fue el resultado de dos culturas: la blanca y la negra. Sus religiones tenían un carácter animista y el hecho de sacar al negro de su hábitat fue conflictivo y traumático, porque eso implicó desestructurar sus referentes de identidad. A medida en que llegaban al Nuevo Mundo la cargazón de Las prácticas sagradas, articuladas sobre el diálogo con los antepasados, se transmitían y actualizaban mediante expresiones corporales como la palabra cantada, dicha o recitada. El cuerpo gestual y danzante, además del despliegue iconográfico compuesto por máscaras, esculturas, instrumentos musicales, pinturas faciales y escarificaciones; tenían una función doble: realizar la pedagogía y la actualización de la memoria histórico-cultural en el ámbito sagrado de los ritos y ceremonias. Véase como ejemplo la romería de La Candelaria en Cartagena de Indias, descrita por Joaquín Posada Gutiérrez, en el siglo XVIII. Luz Adriana Maya Restrepo. Geografía Humana de Colombia los afro-americanos. Número 6. Brujería y reconstrucción étnica de los esclavos del Nuevo Reino de Granada, siglo XVII. Ministerio de Cultura. 1998. PP. 191-217. 187 Era el caso de la Santería en Cuba, o la práctica de hechicera y las brujas, controladas por la Inquisición en Cartagena de Indias. 188 Laviña, Javier. Doctrina para negros. Op. cit. 186

negros, las divinidades se iban reforzando, porque el negro nunca pudo ser tomado como un elemento aislado, como de alguna manera lo había deseado el sistema esclavista. Se integró al ámbito de sus congéneres para poder mantener su propia identidad cultural y religiosa, siempre buscó mantener y defender su territorio, aun con las dificultades que tuvo que enfrentar cuando se lo arracaba de su hogar para ser vendido y sometido a la esclavitud; se adaptó a dichas condiciones en las que las estructuras de los clanes fueron sustituidas por las relaciones que se dieron en los barrancones, que no necesariamente estaban marcadas por las particularidades étnicas. 189 La religión y las culturas populares fueron las plataformas desde las cuales los negros respondieron al discurso del sistema esclavista. Rescataron lo que pudieron de sus danzas, cantos, mitos, ritos, cultos, ceremonias, refranes, comida y medicina, tradicionales del África. El negro no viajó a las Indias Occidentales con las manos vacías, consigo llevó tecnología y otros conocimientos que, insertos en la economía de producción del sistema esclavista, contribuyeron a su florecimiento y, por ende, a la prosperidad que llegó a tener el continente de americano en la época de la Colonia. El carácter opresivo que caracterizó al sistema esclavista, posibilitó la conformación de una consciencia política entre los negros. Además de las distintas formas de resistencia que ellos crearon -fuera pasiva o activamentedesde que ingresaron al Nuevo Mundo, el discurso oral fue el principal instrumento de recuperación, revalorización y de transmisión de valores que los negros erigieron para reafirmar su propia identidad cultural. 190 Al no tener los negros esclavos un espacio y tiempo propios para poder invertir en el fortalecimiento de su identidad cultural, por estar en un territorio extraño (el Nuevo Mundo), se produjeron dos resultados importantes entre ellos y con consecuencias para los occidentales en el continente americano, concretamente en el Nuevo Reino de Granada: los negros terminaron por acercarse a la cultura de los blancos o a la nativa; y, por otro lado, aportaron a ellas con su propia cultura valores que pudieron ser combinados, lo que con el tiempo desembocó en algunas celebraciones importantes dentro del calendario festivo del virreinato de la Nueva Granada, como lo son la Santa Bárbara, San Sebastián, San Benito y, de manera muy importante, lo que se celebra en el Cerro de la Popa, en la ermita de la Virgen de Candelaria. Esta adaptación obligó a los negro a utilizar las noches para tocar los tambores, danzas y recordar a sus ancestros, lo que les permitió mostrar a los otros sus expresiones y manifestaciones culturales festivas y religiosas. A pesar de que estas manifestaciones culturales estaban prohibidas o limitadas, es claro que en el espacio y tiempo de la fiesta se transgredieron los límites que ponía el Estado para que tanto los distintos grupos sociales, como étnicos, aparecieran como “iguales”, participando de una actividad de entretenimiento que los homogeneizaba. Son indios, mestizos, mulatos, negros y zambos y otras gentes de la inferior clase; todos se congregan de un montón sin orden, ni separación de sexos, mezclados los hombres con las mujeres, unos tocan y otros bailan y todos cantan versos lascivos, haciendo movimientos indecentes con sus cuerpos. En los intermedios no cesan de tomar aguardiente y otras bebidas fuertes que llaman guarapo y chicha y duran estas funciones hasta acerca del amanecer. Ya se dejan considerar las proporciones que hacen para el pecado la oscuridad de la noche, la continuación de las bebidas, lo silencioso del paraje, mixturación de los sexos y agitación de los cuerpos, de todo lo Bastide, Roger. Las religiones africanas en Brasil. Librería Pioneira, Sao Paulo. 1989. «(…) la parole demeure (…) le support culturel prioritaire et majoritaire par excellence, dans la mesure oú elle tise entre les generations passées et presentes ce lien de continuité et de solidarité sans lequel il n´existe ni histoire ni civilization». Jacques Chévrier. Arbre á palabres. Essai sur les contest et récits traditionnels d´Afrique Noire. Paris, Edition Hartier, France, Collection; Monde Noir, marzo de 2005. PP. 384. 189 190

cual han de resultar las fatalísimas consecuencias que pueden inferirse que embriagados unos, entorpecidos los otros y cansados y rendidos del sueño todos o no vayan a misa en la mañana siguiente (que es lo más ordinario) o no puedan oírla con la competente devoción ningún medio de cuantos me he valido ha sido bastante a contener estos daños.191 Las relaciones que se establecían entre hombres y mujeres, eran condenadas por la Iglesia, porque según esta se mesclaban unos con otros, habían amancebamientos y actos de lujuria. La búsqueda de una pareja solo con el objeto de tener placer era un pecado castigado por la jerarquía eclesiástica, pues esto se hacía fuera del sacramento del matrimonio, y la Iglesia solo permitía mantener relaciones sexuales con fines de procreación y dentro de la institución de la familia consagrada a Dios. La Iglesia mantuvo un fuerte control sobre la familia entre los granadinos del norte y, en general, en toda la región. El uso de cualquier placer venéreo obtenido de forma distinta ha como había sido ordenado por Dios, es decir, a la procreación de los hombres y en legítima unión conyugal, se consideró grave o leve de lujuria según la especie a la que correspondiera y a la actitud de los teólogos.192 Para los negros y los indios era costumbre tener este tipo de relaciones, las cuales mantenían unas reglas acordes a sus costumbres y vida cotidiana. En ese sentido los españoles vivían en condiciones restringidas y realizaban ese tipo de actividades sexuales a escondidas. La fiesta permitió tanto a unos como a otros dedicarse a la “irracionalidad” de la danza, bailes o cantos, acompañados por el efecto de bebidas como el guarapo, el vino, la chicha y, sobre todo, la puesta en escena de instrumentos musicales de percusión, como los tambores; y de viento, como las gaitas, los que generaban un gran placer y disfrute durante la realización de las celebraciones. Esto de entregarse al placer, a la pasión, lo que era propiciado por la fiesta, resultaba muy parecido a lo que vivenciaban los griegos en su época con el dios Dionisio, o los romanos, con Bacon. Esta conducta que podría parecer irracional, en realidad no lo era, porque para los nativos y africanos, y aun para el mismo español; tenían un sentido, expresaban algo de su tradición, de sus antepasados, y era una manera de hacer catarsis ante tanto control social y personal. En la fiesta hay un tiempo y un espacio para el disfrute del cuerpo y de la vida, de la vida espiritual llena de vitalidad, mil veces criticada y sancionada por dañina. El negro y el nativo tenían contacto con sus dioses a través de esas celebraciones, las que podían incluir sacrificios y tributos. Vida festiva, vida vivida, llena de goce colectivo y de la alegría de los nativos, encontraron los españoles en esas tierras, identificándose con otros símbolos y personajes. (…) la fiesta y el tambor sirvieron como medios de comunicación entre los esclavos de las haciendas para preparar las sublevaciones, para recordar un continente del que habían sido arrancados brutalmente, para convertirse de nuevo en seres humanos. Una parte importante de las sublevaciones se dieron después de una fiesta donde el tambor dejaba de ser un instrumento para convertirse en el protagonista de la llamada a la sublevación. Los toques,

Tanto control, prohibiciones, llevo a la gente a tener más celebración de la fiesta, y sobre todo al disfrute del tiempo y el espacio que era la noche de la ciudad, propicio para aquello de la fiesta, lo que para la iglesia se consideraba pecado, y de hecho hacer esto, como los carnavales que se hacen en un tiempo antes de la cuaresma, y para después arrepentirse y encomendarse a Dios en Semana Santa, lo pagano y lo sagrado solo hay un paso de diferencia. Díaz de la Madrid, Joseph. Informe del obispo de Cartagena sobre el estado de la religión y la iglesia en los pueblos de la costa, 1781. En huellas. Revista de la Universidad del Norte, volumen 22. 1988. p. 67 192 Vega Umbrasia, Leonardo Albert. Pecado y delito en la Colonia, la bestialidad como una forma de contravención sexual (17401808). Santa Fe de Bogotá, Instituto Colombiano Cultural Hispánico. 1994. Pp. 25-26. 191

códigos de comunicación, anunciaban la llegada de la hora. Los dioses hablaban por la boca de los cabalgados, la danza marcaba contraseñas de libertad, cada divinidad convocada por el toque subía para expresar el mensaje. Los guerreros hacían su aparición y la llamada a la sublevación era evidente, ¿quién podría resistir a la convocatoria los dioses?193 En muchas regiones de las Indias Occidentales, las plantaciones, los barracones, los palenques fueron los espacios más importantes para el cultivo de la transmisión de la cultura oral africana. Dentro de estos espacios cabe destacar el papel o rol ejecutado por las negras o negros en el servicio doméstico o servidumbre de los amos; pero, sobre todo, la acción de las mujeres, quienes eran las más solicitadas para esas actividades, ellas transmitían ese caudal a la prole del amo a través de canciones de cuna, de cuentos, aunque algunos eran modificados, manteniendo la estructura propia de la tradición de su cultura, especialmente en relación a sus valores. En los barracones, los esclavos más ancianos se encargaban del proceso de transmisión a las distintas generaciones. Muchas culturas, entre las que podemos mencionar la de los orishas, llegados a la región del Caribe; no acabaron con sus patrones de identidad cultural o religiosa. Se re-encuentran estilos o formas de vida que no hicieron chocar su pasado con el presente que empezaron a llevar en el Nuevo Mundo. Para los grupos religiosos más estructurados, en los que las divinidades estaban vinculadas a los clanes, la presencia de miembros de un mismo grupo sirvió de base para reorganizar su patrón social. 194 La religión católica, llena de santos, vírgenes y mediadores, se ajustó a la imaginería del negro en los barracones. Hubo una identificación con los diferentes santos de la religión católica, los cuales fueron asimilados por el negro esclavo, permitiendo la integración de las culturas a través del uso de referentes que tenían el mismo valor de equivalencia. De esa manera, absolutamente permeable, dioses y santos fueron incrementando su credibilidad hasta concretar la conformación de un nuevo sistema de valores culturales que no era ni propiamente africano, ni occidental, era una nueva concepción religiosa, adoptada por los cimarrones, la cual resultaba liberadora. Los negros tomaron la identidad del santo de la religión cristiana, adaptándola al modelo de las divinidades y dioses africanos; es decir, encontraron en muchos santos el equivalente a sus divinidades. Cuando el esclavo se ponía una máscara, o se disfrazaba de algún santo o virgen, ocultaba su rostro, dejando de ser él para convertirse en otro, lo imitaba.195 Los dioses afroamericanos no dejaron de ser expresiones de la fuerza de la naturaleza, a pesar de que adquirieron la apariencia de los santos de la Iglesia católica. Los negros en la parte norte de la Nueva Granada, realizaban fiestas en las que la máscara era uno de los símbolos más importantes de sus culturas, porque representaban a sus antepasados. Con el uso de máscaras, la entrega de ofrendas y la realización de ritos ceremoniales, buscaban establecer una comunicación; así fue como se dio origen a la fiesta “blancos y negros”, en el sur de la región granadina de Pastos, en la que la máscara permitió asimilar la figura o el rol del otro al que se trataba de encarnar para identificarse con él. Este elemento, en la región caribeña de la Nueva Granada, fue prohibido, porque no solo fue empleado en las fiestas de los negros, sino que su uso se extendió a otros grupos sociales, como los aborígenes e inclusive los españoles.

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La máscara ha sido empleada

Javier Laviña, coordinador. Esclavitud, rebeldes y cimarrones. Op. cit. página 25. López Valdes, L. Rafael. Componentes africanos en el etnos cubano. Editorial Ciencias Sociales, La Habana. 1985. 195 Las religiones afroamericanas en las que el negro incorporó elementos del cristianismo (sincretismo), por ejemplo: el camdomable en Brasil, el Vudú en Haití, la Santería en Cuba, el culto a Shango en Trinidad y el Gaga en República Dominicana. 196 La máscara como un elemento simbólico se hizo objeto de uso general, porque simplemente vieron en ella una manera de imitar al otro -bien fuera amigo o enemigo-, lo que daba, como dice el cronista, mucha satisfacción. En general, en el teatro las 193 194

por el hombre como una cobertura, como un medio para abandonar su propia identidad, imitando al otro, identificándose con él. Algunos afirman que el origen de este símbolo se hallaba, exclusivamente, en el continente africano, habiendo sido importado en la época de la Colonia a España y, en general, a Europa Occidental. Desde entonces, las fiestas y los carnavales de máscaras se convirtieron en un elemento de valor para estas culturas, sin que estas hubieran tenido contacto con el continente africano. 197 El esclavo supo aprovechar las ocasiones que se le presentaron para poder intercalar sus valores religiosos, con los de la religión cristiana. Además, hemos de tener en cuenta que toda la historia de la cultura africana se sostiene en la palabra hablada; es decir, tenían una rica tradición oral, la cual se convirtió en otra forma de resistencia frente a la imposición de la cultura Occidental.198 En lo que se ha recopilado sobre la tradición oral africana, se pueden ver o rastrear textos sobre ritos, iniciaciones, mitos religiosos y héroes del panteón de sus sociedades. Los cuentos recogen animales protagonistas de su propia fauna africana, cantos rítmicos, fábulas con sus respectivas moralejas o de humor y refranes. Personajes como el Tío Conejo, Tío Coyote y Tío Tigre se pueden encontrar en narraciones orales de Colombia, Costa Rica, Nicaragua, Venezuela y Ecuador, con una clara influencia africana. En África Occidental, en la zona del Sahel, las aventuras de “Leuk-la liebre” ocupan un lugar muy importante en el corpus literario oral de los grupos étnicos Wolof, Sérére y Bambara; pero al llegar a América ese personaje animal fue convertido en conejo, y todo parece indicar que se trata del mismo personaje que aparece en los relatos africanos, ya que tienen la misma cualidad y el mismo comportamiento que presenta en los relatos Sahelianos. 199 En la cultura afro-peruana, los decimistas y repentistas negros son, sin lugar a dudas, los que han recogido la antorcha de la tradición oral africana. Sus coplas y décimas, también llamadas camanana o camana, recrean experiencias cotidianas, culturales e historias de los afro-americanos. El contrapunto o duelo entre camaneros ejercicio de improvisación e ingenio- recuerdan a muchos líderes verbales del África Occidental que también se dedicaron a este tipo de competición.200

máscaras se convirtieron en un elemento trascendental para poder tratar de entender lo que pasaba con el personaje que se encarnaba, y así poder cumplir con el rol en la obra. La máscara no fue de uso exclusivo de los negros en sus fiestas, también fueron empleadas en fiestas civiles, como nos lo describen en una narración sobre la llegada de un contingente de militares a la ciudad. Con fecha del 15 del próximo pasado mayo, me incluye don Pedro de Ureta secretario de estado y de este virreinato, la superior orden de Vuestra Excelencia la Real de su Majestad de 7 de enero del corriente año. Prohibitiva de las máscaras en estos dominios a ejemplar de los de aquellos; y según me hallo informado, en toda la provincia de mi mando, han conocido ni practicado, hasta el presente, semejante diversión; y solo ha llegado a entender que hubo en Cartagena de Indias y en el Rio de el hacha, con el motivo del arribo a aquel destino, del batallón de Saboya, que introdujo tan perniciosos disfraces, que transcendieron con mucha satisfacción a las más gentes del país. A.G.N. Colonia. Milisias y Marina. Legajo 128, folios 765-6. Santa Fe de Bogotá, Colombia. 197 Julio Caro Baroja señala que la máscara constituía un elemento primordial en estas expresiones festivas en la Europa de la época Medieval, mucho antes de que occidente tuviese algún contacto con el continente africano. Julio Caro Baroja. El carnaval (análisis histórico-cultural). Madrid, Editorial Taurus. 1965. 198 A los negros trasladados desde el continente africano, que eran de distintas culturas, en las Indias Occidentales los unía lo sagrado en su resistencia; este era el eje que sincronizaba el mundo de los vivos con el de los espíritus de sus antepasados, quienes, a su vez, y por mandato propio, se comunicaban con los seres terrenales. Esta creencia o valor, basado en el hecho de que los seres espirituales interactuaban con los seres terrenales mediante una serie de manifestaciones o ritos que los mismos negros hacían para invocarles; estaba fundamentado en una noción importante, según la cual la palabra reviste lo sagrado, unido a un origen divino y a las fuerzas ocultas que lo contienen. Luz Adriana Maya Restrepo. Geografía Humana de Colombia los afrocolombianos. Número 6, Brujería y reconstrucción étnica de los esclavos del Nuevo Reino de Granada, Siglo XVII. Ministerio de Cultura. 1998. PP. 191-217. 199 M´Baré N´gom, Morgan. Tradición oral africana y su supervivencia en la transafricania: El caso del Perú. State University. sisbib. Universidad Mayor San Marcos. P. 37. edu.pe/bibvirtualdata/libros… 200Los huachanacos y el carnaval en San José (Camaná) Se celebra un miércoles de ceniza. 7 a.m. Nos hemos levantado muy temprano, hay inquietud entre nosotras. Este es el día que tanto esperábamos. En casa de los Carazas, en San Jacinto, no hay otro comentario que no sea el relacionado con el carnaval, incluso la radio está encendida y se

escucha al locutor anunciando la fiesta en San José, después se oye la voz de Augusto Aybar cantando unos huachanacos, para darle ambiente al día. El tío Juan toma sereno su té, comenta cómo era la fiesta antes, levemente sonríe, en sus ojos hay un brillo curioso; mientras que la tía Elba escucha paciente, también sonríe, no le gustan las reuniones tumultuosas. Sobre la mesa hay queso y mantequilla local, unos panes de forma triangular y otros más redondos. La prima Bereniz y su hija Lizeth bromean ruidosamente; nosotras observamos y participamos de la conversación. Sí, es un día muy especial. La familia reunida a la mesa es el mejor recuerdo que uno puede llevarse consigo de Camaná. Y en el fondo se escucha un huachanaco melodioso: * En el cielo se han perdido dos estrellas no aparecen en tu pecho se han metido y en tus ojos resplandecen. Negrita flor de canela ojitos de filigrana prima hermana de la luna lucero de la mañana. Dame un besito negrita que quiero probar mi suerte si el besito tiene sabor tuyo seré hasta la muerte. Un besito y un abrazo a cualquiera se le da al rico por su dinero al pobre por caridad. Las horas que tiene el día las he repartido así nueve soñando contigo quince pensando en ti. * 3:00 p.m. Estamos llegando a Chule. Los vecinos ya están en las calles, hay un toldo y sillas a un lado. Algunos varones beben aguardiente, las mellizas (Pilar y Milagros Prado Noriega) preparan los últimos detalles de su repertorio de huachanacos en su casa, los niños corren de un lado a otro con chisgetes y esprais en las manos. Nos dirigimos al final de la calle para ver al Ño Carnavalón, lo vemos parado, recostado sobre una pared. Luce un terno oscuro, una corbata, lleva una máscara de gorila. Es muy alto. Al lado, el burro que lo llevará de paseo hasta San José. En la casa, en el interior se encuentran las viudas. Nos llaman, entramos y cierran misteriosamente la puerta. El acceso es restringido. Los varones disfrazados de viudas muestran su mejor pose para las fotos. Risas y algarabía por doquier. Afuera los vecinos están atentos para la salida de las viudas. Ellas provocan más risas y sorpresa. El policía chicotea a cualquiera que no mantenga el orden. Ya cerca del lugar de ceremonias, con alcalde incluido y demás autoridades, las viudas bailan, todos sonríen, otros graban y toman fotos. Se corona a la reina y se le coloca la banda al Ño Carnavalón. Todo es celebración. Después partimos para San José. En las afueras de Chule y atravesando los arrozales, en medio del camino, se observa una comparsa extraña de gente que viene a pie con máscaras, serpentinas, gritando y cantando. Las viudas avistan unas "paisanas" y las persiguen; ellas arrojan tierra y piedras para huir de las bromistas. 5:00 p.m. Al llegar a San José la algarabía colectiva se enciende más. Las primeras casas dejan entrever muchos curiosos, el encuentro con los vecinos se convierte en una guerra de espuma. La banda toca marineras y música andina, un huaino ensalza los corazones y en una de las calles todos bailan. Las viudas bromean, persiguen a los varones, los pintan y piden que les llenen sus carteras con dinero. De un balcón de una casa, la gente lanza caramelos y algunas monedas. Todos ríen. Una viuda muy coqueta abraza a un hombre, él trata de escapar pero ahora recibe un baño de espuma. Estamos entrando a la plaza. La guerra de espuma es más persistente. Casi nadie se salva. El público aprieta los esprais y chorrea la espuma por doquier. Sólo se nota cabecitas blancas. El desorden y la bulla es generalizada. Ahora sí, los dos bandos frente a frente, se lanzan improperios, un jorobado de Chule alza los brazos amenazante; una viuda grotesca de San José responde mostrando las posaderas. Todos celebran. El maestro de ceremonias se impone en el micrófono y anuncia a las autoridades, las reinas y demás. Todos quieren que empiece la competencia. La policía local no puede contener el entusiasmo carnavalesco de los participantes. Por fin, se da paso al contrapunto. Empieza Chule y responde San José. Cada bando grita, aúlla, aplaude, celebra y baila. Los huachanacos se siguen uno a uno, a veces más hirientes, directos, con nombre propio; otros son más burlescos y risibles. El público delira con cada tonada. Enseguida pasamos al baile de viudas. Son siete en competencia. Cada una más despampanante que la anterior, más horrosa con su máscara y sus encantos toscos. La música apenas se escucha con tanto barullo, mientras que las viudas se deshacen en movimientos, son cuerpos que en un ritmo frenético tratan de ganar la aceptación del público. Las viudas no siempre vestidas de negro, bailan y enfrentan a la otra, cada una quiere moverse más, de manera descontrolada. El público enrojece de tanto reír, aplaude y corea la canción. Después es el turno de las reinas, la de San José tiene mejor movimiento de caderas que la de Chule, y para concluir la competencia de baile del Ño Carnavalón de cada pueblo. Un vecino carga al "caballero" y lo mueve lo mejor que puede. El de San José ha perdido una bota y algunas pajas quedan regadas en la pista, que se confunden con papelitos de colores y serpentinas. Todos abuchean. La celebración está llegando a su fin. Es el momento de la lectura de los testamentos. Empieza San José y no convence a los oyentes; en cambio, el de Chule provoca risas y más algarabía. No hay duda que Chule ha vencido una vez más. Atardece, las luces del parque se encienden, la gente se dispersa, los bandos de cantores y viudas inician una última guerra de espumas. La música se eleva hasta el cielo, el dulce olor de los bollos tienta a algunos, los niños corretean y gritan persiguiéndose entre ellos, los vecinos reconocen a familiares y amigos del otro pueblo. Se saludan y abrazan. Es una multitud felizmente excitada. Sólo observo rostros alegres, serpentinas de colores, cabezas espumosas y al Ño Carnavalón de Chule que regresa montando en el burro. Una comparsa embriagada lo sigue. La noche ha llegado y las estrellas son muy brillantes en el cielo limpio. Mañana será un día caluroso. “El canto del tordo”. Estudios afro-peruanos de Milagros Carazas. Espacio virtual de reflexión y crítica sobre literatura y cultura afro-peruana. Milagros Carazas. Ediciones Huerequeque. marzo de 2011. Edicioneshuerequeque.blospot.com. También se puede hacer referencia, en el Nuevo Reino de Granada, a La fiesta de blancos y negros, en Pasto Nariño, esta fiesta tiene su origen en los comienzos del siglo XVII, con la historia de la Familia Castañeda.

Para los negros la evocación a sus dioses, a sus antepasados, a través de los cultos, tenía un valor sagrado, y era el escenario privilegiado para adquirir valor como ser individual, religioso, social y político. No debemos olvidar que era importante que en las comunidades o colectivos sociales hubiera una persona que fungiera como líder espiritual, como el maestro que sabía mucho de la religión y, en general, de la cultura; porque en torno a ese líder la comunidad se identificaba con su rol y lo que ello implicaba. 201 En las sociedades africanas la palabra hablada y muda -aquella que se manifestaba a través de la expresión corporal-, permitían efectuar el intercambio comunicativo entre vivos y muertos. La palabra, la expresión corporal y algunas figuras, como especies de íconos, se constituyeron en soportes de la memoria colectiva; servían para transmitir el conocimiento sobre la naturaleza, la religión, la sabiduría la historia, los oficios y la recreación. Este conocimiento total contenido en la tradición y en sus modos de expresión, no solo abarcaba todos los aspectos de la vida, sino que también permitía trascender la unidad primordial, por cuanto en estas sociedades lo material y lo espiritual no estaban disociados.202 La característica básica de las religiones de los negros en el Nuevo Mundo fue que éstas resultaron de la adaptación de los valores de la cultura dominada a la dominante. Las religiones de los negros que fueron adaptadas al contexto americano, se incorporaron al mismo a todo lo largo del período colonial. De hecho, durante la gestación del proceso de incorporación del esclavo negro al Nuevo Mundo y al modo de producción esclavista, hubo un período de transición en el proceso de adaptación el cual fue necesario para producir un cambio; en ese período el sistema religioso de los negros africanos debió enfrentarse al dominio que le impuso la cultura de la élite española. El enfrentamiento entre culturas que se desarrolló en el período colonial conllevó a un cambio en las religiones, el cual posiblemente implicó que en cada barracón o plantación de azúcar tuvieran su santo patrón y su respectivo ritual afroamericano, producto de la fusión y yuxtaposición de distintas creencias africanas.203 Los negros tuvieron espacios en las Indias Occidentales, en los que pudieron mantener una cierta independencia con respecto a la cultura occidental. Dichos espacios, en el caso de Cuba y de otras regiones del continente, donde se realizaba el cultivo de azúcar o donde había ingenios, eran llamados plantaciones. En otros lugares, como en el caso de cierta parte del Caribe correspondiente al Nuevo Reino de Granada, estos espacios de libertad eran llamados Palenques o barracones, si estos se hallaban en los puertos de partida o llegada de esclavos negros. En la provincia de la ciudad de Cartagena de Indias, en la zona ganadera y agrícola, así como en la parte del sur de la región minera, se constituyeron espacios de “independencia” para el negro ante la invasión de la cultura española o de los blancos. Los palenques, fueron zonas fortificadas de resistencia a una posible invasión del blanco; representaron áreas de resguardo para la cultura negra, claro que esto último no se sostuvo por mucho tiempo,

La mayoría de los diferentes grupos étnicos que poblaban el continente africano tenían normas que estipulaban, muy claramente y sin lugar a equivocación, que el individuo debería haber pasado por la iniciación, tener cierta edad y haber alcanzado cierta madurez antes de poder dedicarse a ese ejercicio o incluso a oír cierta clases de textos. Même lorsque le conteur n´est pas un professionnel, il se distingue toute fois de ses compatriotes par un certain nombre de critères; son appartenance à une classe d´âge déterminée, le fait qu´il ait passé des rites d´initiation donnait accès á la sagesse traditionnelle, et en fin et sur tous ses qualités oratoires. Jacques Chevrier. Litterature négre, Afrique, Antilles, Madagascar. París, Armand Colin. “U Prisme, 36”. 1974. P. 288. 202 Hampaté Ba. A. La tradition vivante. Capítulo 8. En Histoire Génerale de l´Afrique. Tomo I, Méthodologie et préhistoire africaine. J. Kizerbo, director. Paris, Jeune Afrique et Unesco. 1984. P. 12. Luz Adriana Maya Restrepo. Geografía humana de Colombia los afro-americanos. Número 6, Brujería y reconstrucción étnica de los esclavos del Nuevo Reino de Granada. Op. cit. 203 Echanove, Carlos A. La santería en Cuba. Revista Bimestral Cubana. Primer bimestre. Vol. LXXII. La Habana. 1957. PP. 2135; En Actas del Folclore. Año 1, número 1. La Habana, enero de 1961, PP. 21-27 y en Estudios Afrocubanos. Selección de lecturas, tomo II. Universidad de la Habana. 1990. Pp. 229-247. 201

porque poco a poco los negros fueron perdiendo valores de su propia cultura, a la par que accedían a la cultura occidental. Cuando un esclavo se hacía cimarrón, escapaba de la tutela y del dominio de su propietario. Esta fue una de las respuestas que asumió el negro africano para escapar de la esclavitud, configurando nuevos espacios en forma de grandes fortines en medio de la espesura de los bosques y de las montañas, donde resultaba muy difícil acceder; allí construían sus casas con sus huertas, las cuales eran propiamente unas empalizadas, de lo que deriva el nombre de palenques. El español consideraba al palenque o cimarrón por su beligerancia, puesto que este en algunas ocasiones recurría a la violencia como respuesta al hombre blanco, lo que llevó a la misma Corona de España a arremeter contra ellos. Como veremos posteriormente, en la provincia de Cartagena de Indias y, particularmente en el sector sur de la misma, en las zonas mineras como Remedios y Zaragoza en Antioquia, se presentaron algunas revueltas de grupos cimarrones.204 Pero, si bien, algunos hicieron del cimarronaje un instrumento de libertad, no es menos cierto que otros prefirieron los instrumentos legales para obtener su libertad, sin tener que recurrir a los amotinamientos. La alternativa que contempló el negro africano para adquirir su libertad fue la fuga, la que la ley no reconocía como consecuencia del abandono de sus derechos y sobre todo del trabajo que le daba el amo; pero al fugarse, el esclavo parecía expresar con dicha actitud que él solo tenía un objetivo: obtener su libertad a cualquier precio, sin tener que adquirir ciertas concesiones iniciales. Al fugarse el esclavo se convertía y era llamado cimarrón; esta nueva situación no se limitó a la formación de palenques, sino que también implicó la conformación nuevas estructuras sociales y de poder por la vía de la ilegalidad. Pero si bien las condiciones en que vivían los cimarrones o palenques conformaban nuevas relaciones de parentesco o de poder, en las que ellos volvían a tener la posibilidad de vivir una vida más parecida a la que llevaban en sus lugares de origen, esto con el tiempo se fue desvaneciendo como consecuencia de la influencia de las condiciones del contexto, ello muy a pesar de lo que han aseverado algunos autores, quienes afirman que los palenques aparentaban ser espacios cerrados y endogámicos, donde solo prevalecía la cultura negra, sus creencias, ritos y mitos. Es decir, desde los primeros momentos del período colonial estos espacios se fueron consolidando con los negros que se revelaban, manteniendo una estructura de poder e identidad cultural, por lo que En las minas de Zaragoza es donde más negros hay que se entiende llegan a tres mil y de estos es cosa que natural es haber algunos mal inclinados y otros que siendo maltratados se huyan destos de veinte años a esta parte que ha que las minas están pobladas se han huido algunos y salen a hurtar cuando pueden y el año pasado del noventa y siete se supo que estaban algunos que con mujeres y niños se ha podido entender serán hasta ciento juntos y tenían por defensa unos trozos de arboles, y porque habían algunos daños en el río de cauca a canoas que por allí bajaban y subían a las minas, salieron contra ellos cuarenta hombres mal armados y de ellos sin orden se adelantaron dos y se entraron dentro a donde estaban rancheados los negros, los cuales los mataron por serles fácil y con esto se retiraron los otros treinta y ocho hombres y después fueron cincuenta hombres contra los negros y se huyeron haciéndoles algún daño tomaron algunos, y me han escrito que si hubiera persona competente los prendiera a todos, de esto me avisaron en santa fe y les envié pólvora plomo y muccha porque arcabuces hallados tenían y di aviso a V.M en carta que escrivi el 23 de noviembre del 97 (…) 204

Aviso a don Pedro de Acuña gobernador de Cartagena tenían estos negros tratado un levantamiento general, en que V.M manda le informe del estado de aquello de manera que cesen los inconvenientes, y don Pedro dice envió las cartas que de ella le enviaron, yo cumpliré lo que se ha mandado por la dicha cedula, es necesario que haya allí buen tratamiento en los negros y capitán de guerra que persiga los huidos y que sea alguna persona a de los de aquella provincias y tenga comisión para ayudarse de los indios para que los espíen, todo quedara proveido por el camino cuando llegue al paraje de Zaragoza y darle aviso a V.M de lo que el caso se hiciere. A.G.I. Santa Fe 17, R 15, número 148, folios 1, Recto-2 Recto.

resulta paradójico que con el tiempo, dichos esclavos terminaran por asimilarse a la cultura occidental como consecuencia de la mezcla con otras razas y del intercambio con otros grupos, como sucedió en las plantaciones de azúcar en Cuba. La criollización del negro o su ladinización, hizo que fueran perdiendo algunos de los valores de sus propias culturas, los que al principio se consideraban muy cerradas, como lo demuestra el Antropólogo méxicano Gonzalo Aguirre Beltrán, quien tiene algunos trabajos sobre el negro en México. 205 El cimarrón con su actitud no cambió el sistema esclavista, pero con su protesta denunció los excesos de trabajo, la mala alimentación, vivienda y vestuario que tenían en sus lugares de trabajo, sobre todo en las haciendas. La vida familiar y marital inestable, el mal trato, el sobre carga de trabajo, y los escases de canales afectivos para la libertad contribuyeron a la manera poderosa al descontento. Aun cuando estas condiciones variaron ciertamente de una región, actividad económica y amo a otro, el peor trato y las revueltas más brutales ocurrieron en las minas y en las plantaciones de azúcar de los ingenios.206 Diferencias se dieron entre el esclavo que estaba destinado al trabajo en la ciudad, ya fuera como mercader, albañil, o vendedor ambulante; y el negro que fue destinado a trabajar en las plantaciones de azúcar, estancias, huertas, hatos y la minería, como ocurrió en la provincia de la ciudad de Cartagena de Indias. El palenque, el barracón o las plantaciones fueron espacios donde el negro dio inicio a la lucha por la preservación de los valores y símbolos de la cultura africana, en contraposición a la del blanco. La transmisión y el aprendizaje de su cultura se realizó a través del uso de la lengua como instrumento; es decir, a través de su trasmisión oral y del uso de la iconografía tradicional, la cual tenía en su haber miles de años, manteniendo su uso en el Nuevo Mundo. No sabemos si las culturas negras tenían un sistema de escritura, pero ello no impidió que su historia se extendiera en el tiempo, pasando de generación en generación, aunque no de manera inalterable; a pesar de las condiciones propicias que se daban en los palenques para su preservación, los valores de las culturas negras inexorablemente terminaron por chocar y adaptarse a las condiciones del Nuevo Mundo, con lo que se dio origen a la cultura afroamericana. Los palenques, cabildos y las juntas de brujería y hechicería, creadas por negros y negras en la colonia, y perseguidos por el Tribunal de la Inquisición; así como sus fiestas, que eran verdaderos carnavales,

Las culturas que tradicionalmente ocupaban la región se vieron obligadas a dejar muchas de sus tierras, producto del despojo del que fueron objeto, todo esto sumado a la mortandad masiva que sufrieron por las enfermedades traídas por los conquistadores y las guerras; todo el universo cultural, social, económico, simbólico y político se desintegró con ello. El caso de españoles y negros esclavos tuvo cierto parecido, claro que la re-estructuración que tuvo lugar en las Indias Occidentales, la posición y el lugar que ocupó el español, fue distinto tanto para el indígena, como para el Negro. Como era obvio el español ocupó sitios de poder, el negro y el indio ocuparon sitios de menor relevancia, sobre todo el negro pasó a ser esclavo del español, acatando sus órdenes y sirviéndole. En esta recomposición que cambió por completo el paisaje, los indígenas que habían sido dueños y señores quedaron relegados socialmente a una última escala. Con la llegada de los dos nuevos grupos, españoles y negros, se produjeron cambios importantes, aunque dichos cambios afectaron a todos, se dio un serio trastoque que hizo necesaria la recomposición del conjunto de elementos en cada pertenencia tanto en lo particular como en lo colectivo. Sería complicado, como lo anuncia Aguirre Beltrán, determinar cuáles serían los rasgos o complejos culturales que pudieran calificar como Indígena/ Europeo/ Africano. Cada uno de estos integrantes de estos grupos no tenía las mismas pertenencias, como lo pudimos ver en el caso de los indígenas. Aguirre Beltrán continúa con su argumento y nos lleva a concluir que los esclavos pudieron conservar ciertas expresiones, que actuaron como cemento para mantenerlos unidos: se refiere a las expresiones estéticas. La música, el canto y las danzas fueron elementos que los mantuvieron unidos. Claro está que los grupos indígenas con quienes establecieron relaciones, también tenían sus propias expresiones estéticas y es posible que realizaran intercambios. Hubo pues mutuas influencias entre locales e inmigrantes, realizando cambios en todas y cada una. Gonzalo Aguirre Beltrán Guijla. Esbozo etnográfico de un pueblo negro. México D. F., Fondo de Cultura Económica. Primera Edición, 1958. Del mismo autor: Baile de negros. En la revista de la Universidad Autónoma de México. Negros y Mulatos en América Latina. México UNAM. Volumen XXV, número 2, octubre de 1970. 206 David M. Davison. El control de los esclavos negros y su resistencia en México colonial 1519-1650. En sociedades cimarronas: comunidades esclavas, rebeldes en las américas. Richard Price, compilador. Colección América Nuestra. América Colonizada. número 33, México D.F. Siglo XXI. 1981. P. 86. 205

asociados a bailes, cantos, con los que hasta los muertos gozaban como si de una despedida se tratara; tenían un sentido diferente al de la religión católica. Bien se puede observar esto, como lo describe Posada, en el caso de la romería de la virgen de la Candelaria, celebrada durante el siglo XVII, en el cerro de la Popa en Cartagena de Indias; en la cual lo católico y lo negro se iban mezclando: de un lado los bailes y la vestimenta de los negros contrastaban mucho con los de los españoles u otros grupos que participaban en la fiesta; del otro, había un sincretismo imposible de transgredir o de prohibir; esto no era realmente producto de las condiciones climáticas, sino el resultado de un ambiente que era propio de la fiesta. Los africanos quisieron a toda costa mantener esos rangos familiares que poseían desde épocas muy remotas, porque para ellos el tener una identidad, un sentimiento de pertenencia a un grupo, era muy importante; ellos no se concebían como individuos aislados. En cuanto a lo religioso, los ritos, las ceremonias eran ricos en expresiones culturales, cuya memoria se anclaba en África, en aquellos imaginarios y cosmovisión heredados de sus lugares de origen. El significado que tenía el ser cimarrón en el contexto interno de los palenques no fue homogéneo, por una sencilla razón: entre ellos convergían muchas identidades culturales, ya que muchos de los negros eran trasladados por los mercaderes desde diferentes regiones del África; teniendo, por ende, lenguas y culturas diversas. Es decir, las circunstancias los llevaron a reagruparse por edades, por lenguas u otras características que les permitieran mantener diferencias y similitudes dentro la misma comunidad; porque las diferencias realmente no fueron un obstáculo para su convivencia, ya que entre sus culturas habían unas leyes o reglas universales que facilitaban el desarrollo de relaciones entre los grupos, las cuales estaban más allá de las particularidades del negro o de unas determinadas culturas. La idea de comunidad que desarrolló y mantuvo el negro esclavo en la época de la Colonia, si bien derivaba de sus tradiciones ancestrales, con el tiempo sufrió modificaciones como efecto de las condiciones históricas a las que se iba sometiendo el negro en los palenques, o sea, se produjo un cambio de valores -por ejemplo, sobre familia-, como consecuencia de la mezcla de estas concepciones con las de los europeos e indígenas. De ahí surgió el fenómeno de la criollización del negro, en él los valores del pasado se fueron transformando con el tiempo hasta conseguir con ello afianzar el proceso esclavista propio de las Indias Occidentales: refleja la existencia de una cultura esclava criolla o americana, cultura que había desarrollado más allá de su herencia africana.207 Las fugas de negros no siempre terminaron en la obtención de la libertad definitiva, en algunos casos los negros escapaban buscando adquirir con ello ciertas reivindicaciones dentro del sistema esclavista, sin que por eso tuvieran la intención de poner fin a dicho modelo de trabajo. Ese era el caso de que algunos negros que exigían mejores condiciones de trabajo, que no implicaran largas jornadas, con mejores dotaciones de alimento y vestimenta, y descansos los fines de semana para poder reunirse con sus congéneres y celebrar sus fiestas o ciertos rituales propios de su cultura; buscaban, asimismo, una mayor libertad de movimiento, como al parecer lo tenía el esclavo de la ciudad. En el texto de María Cristina Navarrete Cimarrones y palenques en la provincia del norte del Nuevo Reino de Granada, la autora presenta algunos ejemplos de sublevaciones de negros que se dieron en dicho territorio y las consecuencias que ello trajo para la misma población. Estas revueltas de negros no solo afectaron la seguridad de las personas, sino que también implicaron problemas tanto sociales como económicos en las poblaciones aledañas 207

Macfarlane. Cimarrones y palenques en Colombia siglo XVIII. Historia y Espacio. Número 14, junio de 1991, PP. 69-70.

a la ciudad de Cartagena, particularmente en las zonas mineras, de donde se extraía mucho del oro destinado a favorecer la economía de la ciudad y la de la Real Hacienda de la Corona de España. En la Real Audiencia de Santa Fe, el cronista relató la situación que vivió el pueblo de Remedios al sur de la provincia de Cartagena de Indias, cuando se presentó la sublevación de unos negros esclavos contra sus dueños, la que conllevó a una situación socio-económica delicada para la comunidad como consecuencia de las perdidas incalculables que esta acarreó, puesto que la actividad de la zona era fundamental para el sostenimiento de la economía de dicha región y, más concretamente, de Antioquia. En el relato, el cronista refiere al negro como un “forajido”,208 un ser casi de irracional, causante de una violencia desatada por ellos mismos; situación que de hecho fue intolerable para la Corona de España, que mandó un contingente de soldados para extirpar dicha situación y capturar a los responsables, para darles el castigo que se merecían: El año pasado me represento la ciudad de los remedios que de la labor de las minas de oro que en sus términos se benefician con esclavos negros se habían alzado algunos y retirándose a las montañas desde donde convocaron a los demás para que hiciesen lo propio y que estaba junta una gran tropa que ya se extendía por los caminos reales con que venían a hacer el comercio de aquel lugar y la labor de las minas y habiéndome enterado de la verdad de este caso me pareció conveniente atender a su remedio con la presteza necesaria y así nombre al capitán Agustín de Burgos vecino de aquella ciudad para que levantase la gente necesaria y con la ayuda de los demás vecinos entrase hacer este castigo y reducción a la parte donde habitaban estos forajidos y habiéndole puesto en efecto con no pequeño cuidado y diligencia prendió algunos castigando los más culpados con pena de muerte y a otros con diferentes castigos209 y últimamente le he ordenado que a ninguno de los que a hallado culpables en este levantamiento aunque se haya reducido voluntariamente lo deje en aquella comarca ni en parte donde pueda volver a ella por obviar los inconvenientes que adelante se podrán seguir estase entendiendo en la ejecución de esto con el cuidado y diligencia que negocio de tanta importancia pide, la ciudad y el dicho capitán burgos me escriben las cartas que serán con este estimado beneficio que se les ha hecho y de cuanta importancia a sido al servicio de V.M y bien de todo con mucha dificultad se vendría a remedios a mi parecido dar cuenta a VM para que se tenga por servido de ello y heche de ver el gusto con que la ciudad de los remedios queda por verse libre de esta opresión guarde dios a V.M como la cristianidad a menester de Santafé 20 de junio de 1608. Don juan de Borjas 210 El cronista español Antonio Vázquez de Espinosa, en su texto Crónicas de América, narra la situación de la ciudad de Zaragoza al sur de la ciudad de Cartagena de Indias, por su gran riqueza producto de la extracción del oro de las minas; en la que se produjo, por el año de 1598, una rebelión de negros contra sus propietarios, por las condiciones de trabajo y de vida que estaban llevando en las minas: (…) se alzaron muchos esclavos y desampararon las minas, y mataron a los mineros, y algunos de sus amos y se fortificaron en palenques, y tomaron las armas con semblante de destruir y acabar los españoles de aquella Forajidos, pobres, miserables, palabras que la Iglesia empleaba para expresar lo que para las élites representaba el negro esclavo; a ello se aunaba, del otro lado, las alusiones que hacía Alonso de Sandoval sobre la compasión, el sufrimiento y la solidaridad con el sufrimiento del otro. 209 En la provincia de Tierra firme han sucedido muchas muertes (…) hecho por los negros cimarrones alzados, y ocultos en términos, y arcabucos. Y para remediarlo, mandamos que al negro, ó negra ausente del servicio de su amo cuatro días, le sea dados en el rollo cincuenta azotes, y que esté allí atado desde la ejecución, hasta que se ponga el sol; y si tuviere más de ocho días fuera de la ciudad una legua, le sean dados cien azotes, puesta una calza de hierro al pie, con un ramal, que todo pese doce libras, y descubiertamente la traiga por tiempo de dos meses, y no se la quite pena de doscientos azotes por la primera vez. Recopilación de leyes de los Reynos de Las Indias. op. Cit. Libro VII, Título V, página 288. 210 Archivo General de Indias, Santa fe. 18 r 9 numero 77- 1 recto. 208

provincia. Y estando todo muy alterado y los negros alzados, se les cometió el castigo y reducción de ellos por Juan Meléndez Valdés con título de capitán general el cual con su valor y buena industria de que dio grandes muestras en las conquistas y poblaciones de aquella gobernación y de otras muchas en las que halló desbarató y mató a muchos el año siguiente de 599 y los que cogió vivos hizo justicia de ello y deshizo el palenque, habiendo allanado todas las dificultades, la pacifico, y la ciudad y sus vecinos gozan de quietud, la cual fundo el gobernador Gaspar de Rodas en el año de 1580.211 Otra rebelión acaeció a principios del siglo XVII, en el período en que Jerónimo Suazo gobernó la provincia de Cartagena de Indias. Liderada por Domingo Biohó, la revuelta movilizó algunos negros y negras esclavos, quienes huyeron a la Matuna, sitio desde donde organizaron una serie de asaltos a los caminos reales, robos a estancias, hatos y sementeras. Esta situación dejó muy preocupadas a las autoridades de la ciudad y, en general, de la región próxima a la ciudad, por lo cual tomaron algunas medidas inmediatas, entre las que se contemplaba la intervención de las autoridades militares para conjurar las protestas y los asaltos que estaban cometiendo los negros cimarrones en la región de la Matuna. Pero esta situación demandó grandes costes para la Real Hacienda de la Corona, por lo que el Gobernador de turno, Diego Fernández de Velasco, se vio obligado a asumir otra estrategia, en la que se buscó un diálogo entre las partes que permitiera poder zanjar el diferendo, contemplando las demandas planteadas por los negros en conflicto con las autoridades y sus respectivos propietarios. Con esta solución los negros «consiguieron algunas licencias para entrar y salir de Cartagena de indias con su capitán Domingo Biohó».212 Ya por el año de 1540, en una Real Cédula relacionada con el tema de los negros fugados de sus haciendas y alzados en los montes de la provincia de Cartagena de Indias, se daba cuenta del fenómeno de las rebeliones, sobre las cuales aún no se registraban acciones de gran envergadura de parte de los españoles. En ese momento, los negros apenas estaban en fase de huida. No obstante, en el año de 1575, como lo señala Arrázola, los lugares donde se asentaban los negros que escapaban, los cuales se llamarían luego Palenques, ya estaban en un proceso de consolidación. Es a principios del siglo XVII, cuando el movimiento cimarrón en la región del Caribe Granadino comenzaría a aparecer con el nombre de Palenque o Bioho, constituyéndose en símbolo de rebeldía, liderado por grupos de negros y negras esclavas. Pero dicha tregua establecida con el Gobernador duraría poco tiempo, pues la preocupación que generaba a la población de la ciudad de Cartagena de Indias los rumores sobre la beligerancia de los negros de la Matuna con otras poblaciones y regiones cercanas a la ciudad, se hacía insostenible, lo que los llevó a demandar al Rey la

Antonio Vázquez de Espinosa. Compendio y descripción de las Indias Occidentales. Edición de Balbino Velasco Bayón. Primera Edición en 1992. España, Historia 16. Segunda parte, capítulo XXI. De la ciudad de Zaragoza y sus ricas minas de oro y otras cosas de su distrito. p. 483-4. 212Fray Pedro Simón. Noticias historiales de las conquistas de tierra firme en las Indias Occidentales, capítulos XXII-XXII. Banco Popular, Bogotá, Colombia. 1982. Tomo VI. PP. 319-326. María Cristina Navarrete. Cimarrones y palenques en las provincias del norte del Nuevo Reino de Granada, siglo XVII. Fronteras de la Historia. Ministerio de Cultura, Numero 006, Bogotá, Colombia. 2001. PP. 97-122. Bioho, una región de Guinea Bisasau en África, de la que hacen parte las islas Bijago o Bissago y de donde se extrajeron esclavos durante la trata de negros (Curtin, 1969: 113); debió ser el sitio de captura o la tierra nativa del rebelde que en América fue conocido como Domingo. Y Domingo debió ser el nombre de uno de los mercaderes portugueses que, como otros, tuvo hasta 1595 una licencia y, después, asientos o convenios con la Corona española para conseguir gentes en África que sirvieran como esclavos en las Indias Occidentales. Se conjugan, según Germán Colmenares, en el nombre y apellido del negro, el lugar de bautizo y el nombre de pila del mercader portugués con licencia para la importación de la trata de negros; de hecho, esta práctica borraba cualquier referencia a sus ancestros familiares, integrándolo en el sistema con un nombre producto de unas determinadas circunstancias que lo marcarían por el resto de su vida; constituyéndose esto, posteriormente, en un símbolo de su rebeldía en la ciudad de Cartagena de Indias. German Colmenares. 1978. P. 12. 211

resolución de dicha situación por la vía militar. Por el año de 1633, los vecinos de la ciudad de Cartagena de Indias resolvieron enviar un comunicado a la Corona de España quejándose sobre dicha situación. 213 Mantener la beligerancia durante un largo período frente al aparato del sistema colonial debió implicar una organización social y bélica sólida. Bioho pudo haberse inspirado en la jerarquía de ciertas tribus africanas para comandar sus acciones guerrilleras, las cuales parecen articuladas aun en los magros registros históricos. Pero Bioho no fue un rey africano, porque ni los reyes, ni la nobleza africana fueron objeto de venta a los mercaderes portugueses para la trata de esclavos; muy por el contrario, cuando una persona que era familia de un rey o de un noble era secuestrado, éste no iba al mercado de la trata de negros para las Indias Occidentales, su secuestro se pagaba con dos hombres a cambio de la libertad del noble. En general, la trata de negros esclavos se hizo con gente perteneciente a las clases o sectores más bajos de las tribus africanas, que tras las guerras que se daban entre las tribus eran vendidos por los reyes o jefes a los portugueses. Bioho,214 a quien su gente lo llamaba el rey y que así mismo, aunque soterradamente, fue citado en documentos históricos, obtuvo ese reconocimiento en la provincia de Cartagena de Indias, por su valor y dotes como gobernante y guerrero. A raíz de la situación que vivieron las autoridades españolas, en la región del Caribe granadino, al tratar controlar las sublevaciones de los negros, surgió el problema de los costes del mantenimiento del orden social establecido en Cartagena de Indias y su provincia. Para solventar dicha situación tuvieron que buscar nuevos recursos, optando por establecer una ley en las Indias Occidentales, que ordenaba el cobro de un impuesto, por cada negro que entrase al puerto de la ciudad de Cartagena, con el que pudieran financiar los recursos necesarios para mantener el control y castigar a los negros sublevados: Que en Cartagena se cobren seis reales de cada negro, que entraré, para la pacificación de los cimarrones. Mandamos, que en la ciudad de Cartagena de Indias se cobren para la paga de las cuadrillas de gente armada, que anden en campaña en busca de negros cimarrones seis reales de cada esclavo, y que se proceda y se gaste, y distribuya con mucha cuenta y razón.215 Entre los años de 1603-1799 se dio cuenta de los palenques de la Matuna, Tabacal, Sierra María, Matubere, Bongue, Duanda y Arenal, los cuales correspondían con los nombres de las agrupaciones. Arrázola ha transcrito documentos en los que se registran numerosos Biohos en diferentes momentos y lugares, los cuales se cree fueron descendientes del líder africano en sus revueltas, con las que engendró un sentimiento de libertad. Y hecho todo y nombrado por cabo principal el capitán Mateo Pacheco y el castellano don Juan de Berrio, para que en el partido de Majates los proveyese de bastimentos por dos meses y fuesen socorridos, empezaron a marchar, y a cuatro días hallaron a los negros fortificados en uno de los palenques y les dieron una carga con conocida perdida y muchos de ellos e hicieron fuga y desalojaron el puesto donde estaban, habiendo muerto un alférez y herido a diez o doce de la gente que salió a su busca, y los prisioneros que quedaron declararon se había aumentado mucho la chusma, y que en lo dilatado y despoblado de los montes era imposible en tiempos de aguaceros ir en su busca, y aunque se creía habían ido muy amedrantados y destrozados, y quedaron muy desabrigados por habérseles

Roberto Arrázola. Palenque primer pueblo libre de América. Bogotá, Todo Impresores. 1970. p. 64. En un confuso incidente con la guardia de la ciudad, Domingo Biohó fue tomado preso y llevado ante el gobernador García Girón, por al año de 1621, quien lo hizo ahorcar, con lo cual han quedado todos los negros muy quietos y pacíficos. Ángel Valtierra, S. J. Pedro Claver. El santo redentor de los negros. Bogotá, Banco de la República. 1980. 1: 460. 215 Ley VIJ. Felipe IV. Madrid, 3 de septiembre de 1624, De los derechos de los esclavos. Página 84, libro VIII, título XVIII. Recopilación de las leyes de los Reynos de Indias, tomo III. 1681. México. 1987. Miguel Ángel Porrúa. 213 214

quemado sus alojamientos y toda la siembra de maíces y yuca, no obstante precisaba la necesidad de volverse armar en quitándose las aguas, para extinguirlos enteramente.216 Lo cierto es que la ciudad y su provincia vivieron tiempos de zozobra durante casi dos siglos. Los cimarrones se movían detrás de estacas de madera clavadas en ciénagas y en el centro de otras ciénagas cubiertas de montes. Los soldados españoles sufrían mucho por no conocer el terreno en el cual se movían los negros rebeldes. (…) entre las calamidades que padecía esa ciudad cuando llego a servir ese gobierno, fue una la de consentir negros alzados a seis días de marcha de la ciudad, poblados en cuatro palenques en forma de lugares, los cuales iban a solicitar negros y negras para que vinieran de sus amos, y que reconociendo lo que precisaba el castigar los atrevimientos que iban ejecutando, engrosándose cada día por los que huían, y que los que estaban en las estancias y dentro de la ciudad amenazaban a sus amos se irían a sus palenques si los apretaban, dispuso se hiciese una entrada, y no se pudo hacer nada por haberse escapado los negros, quedándose algunos prisioneros.217 Durante estos dos siglos de horrores padecidos por los gobernadores de la provincia de Cartagena de Indias, el Rey en más de una ocasión enfrentó dificultades para acabar con los movimientos de los negros cimarrones y con los muchos biohos que se inspiraron en el líder africano. Hasta las mismas autoridades de las Indias llegaron a plantear la posibilidad de prohibir a los negros el tránsito por las ciudades en horas de la noche, para prevenir revueltas como las que habían experimentado en la ciudad218 y en zonas cercanas a ella. Por los grandes daños, e inconvenientes experimentados de que los negros, anden en las ciudades, villas, y lugares de noche fuera de las casas de sus amos. Ordenamos, que la justicia no lo consienta, y las ciudades, villas y lugares, cada una en su jurisdicción, hagan ordenanzas sobre esto, con penas convenientes, y necesarias, las cuales, siendo hechas, y acordadas (como mandamos que sean) con parecer del presidente, y oidores de la audiencia de aquel distrito, sean guardadas, cumplidas, y ejecutadas por nuestra justicia. Ley XIJ. Que los negros no anden de noche por las ciudades.219 En la mayoría de los casos el negro fue castigado, sin recibir por parte de las autoridades civiles un debido proceso, en el que se escucharan sus argumentos sobre determinadas situaciones. En las Indias Occidentales, los negros que cometían actos que iban en contra del Estado eran castigados severamente (sobre todo el líder), sin tener derecho a un juicio procesal.220 Siempre se buscaba al cabecilla de la revuelta para castigarle duramente, hasta con la pena de muerte -como ocurrió con Domingo Bioho-, dicha estrategia fue aplicada para amedrantar a todo el colectivo de negros, sobre todo a aquellos que instigaban las revueltas. En los casos en los que la masa de esclavos intervenía al mando de un líder, sería castigada con penas un poco más severas, sobre todo con azotes y jornadas extra de trabajo. A pesar de la represión aplicada sobre los negros, la situación de los cimarrones no dejó Real Cédula dada por Carlos II. Aranjuez, 3 de mayo de 1686. A.G.I., Santa Fe. 990, libro II, folios 7. Real Cédula dada por Carlos II. Aranjuez, 3 de mayo de 1686. A.G.I., Santa Fe. 990, libro II, folio 6. 218 En la ciudad de Cartagena hay muchos negros, y mulatos, por cuyas inquietudes han sucedido muertes, robos, delitos, y daños causados de haberles consentido las justicias traer armas, y cuchillos por favorecidos, ó esclavos de ministros de la inquisición, gobernadores, justicias, estado eclesiástico, y profesión militar, con cuyo amparo hacen muchas libertades en perjuicio de la paz pública. Recopilación de las leyes de los Reynos de Indias. Libro VII, título V, tomo II,- página 286-7. México. 1987. 219 Recopilación de las leyes de los Reynos de Indias. Libro VII, título V, tomo II, página 286. México. 1987. 220 Porque en casos de motines, sediciones, y rebeldías con actos de saltamientos, y de famosos ladrones, que suceden en las Indias con negros cimarrones, no conviene hacer proceso ordinario criminal, y se debe castigar las cabezas ejemplarmente, y reducir a los demás a esclavitud, y servidumbre pues son de condición de esclavos fugitivos de sus amos, haciendo justicia en la causa, y excusando tiempo, y proceso. Mandamos a los virreyes, presidentes, gobernadores, y a las justicias a quien toca, que así lo guarden, y cumplan en las ocasiones, que lo ofrecieren. Recopilación de las leyes de los Reynos de Indias. Op. cit. Libro VII, título V. página 290. 216 217

de preocupar a las autoridades, ya que los grupos sediciosos y las protestas contra los amos y el Estado siguieron efectuándose entre los grupos de negros, quienes se negaban a aceptar las injusticias del sistema esclavista. La persecución a los negros esclavos que huían de sus amos, se llevó a cabo por especialistas rancheadores, conocedores de los terrenos donde aquellos estaban, quienes eran auxiliados por perros de presa que se lanzaban sobre los negros. Para mantener su libertad los esclavos huidos se tuvieron que adaptar a las condiciones de los terrenos, los cuales eran escarpados, fangosos, bastante tupidos y, en general, no muy propicios para vivir cómodamente, debido a que en muchos casos no eran adecuados para desarrollar actividades agrícolas. Ante la escasez de recursos que padecían en los refugios, no les quedaba otra opción que practicar el pillaje como forma de subsistencia. La denuncia de estas incursiones en haciendas era constante, según lo demuestran los informes de las autoridades de la Corona y de las gobernaciones, quienes recogían las quejas de los propietarios de las haciendas por los daños que en ellas causaban los cimarrones. En muchas oportunidades, los severos castigos y, sobre todo, los enfrentamientos que a nivel militar se efectuaron en contra de los palenques, realmente no contribuyeron a resolver los conflictos, antes los agravaron. Si, por un lado, la Corona enviaba milicias o un contingente para acabar con los negros en los palenques; por el otro estos huían monte adentro, mientras algunos eran capturados y entregados a sus amos o, en su defecto, vendidos. Pero el conflicto y el resentimiento de parte de los negros se mantenía, y ellos aprovecharon las treguas para rearmarse de nuevo para eventuales enfrentamientos; pues, a decir de la misma comunidad, los negros seguían delinquiendo y haciendo zozobra en el campo con robos y hurtos a las haciendas de los vecinos. En uno de estos conflictos que se dieron en la zona de Cartagena de Indias, en lo que hoy es Turbaco, la comunidad religiosa, por injerencia de un prelado que había sido nombrado párroco en dicha zona, deseó intervenir en la pacificación y resolución de los conflictos entre la comunidad de negros y los otros colectivos. Luego señor, que tomé posesión y me considere pastor de aquel rebaño, salí a reconocer el territorio y gentes que poblaban, llegando al paso del Rege y al sitio Tetón, corriendo a Tacaloa por la falda de Sierra de María y bajando al río de la Magdalena a Malambito, sierra de Luruaco, Arroyo de Caimán E islas Barú, que tienen más de cien leguas de circunferencia, halle que estaba poblada de diversas gentes, que viven en aquellos montes divididos los unos de los otros, sin gobierno político, ni eclesiástico, ignorantes de los misterios de nuestra santa fe y doctrina cristiana, originado de hallarse retirados de las poblaciones donde hay justicias y párrocos, y por esto imposibilitados de que los curas les enseñe ni los administren los Santos Sacramentos, en que me ocupe muchas veces a costa de grandes trabajos, porque el territorio en que están es tan diferente y áspero, y se hallan tan imposibilitados de venir al pueblo que ni oyen misa en todo el año, ni cumplen con la iglesia, ni pagan diezmos ni primicias, ni otro acto católico y se mueren sin recibir sacramento alguno, y sus hijos, parientes, o vecinos los entierran en los campos y luego se mudan a otros sitios por la facilidad con que hacen sus casas que solo se componen de madera, caña, palma, bejuco, con que tienen en los montes cuanto necesitan. El prelado mostraba las condiciones sociales en que vivían: según él, realmente no había ley, estaban completamente aislados, olvidados por la misma ciudad, por lo que sugería que había que tener en cuenta esta situación y no seguir persiguiéndolos. Hemos dicho que la situación de los negros palenques no era sino el resultado de conflictos con sus amos, y que dicho distanciamiento geográfico no era más que un signo de libertad, ante el sometimiento de otras culturas como la de los blancos; pero que realmente no pudieron obtener su libertad,

porque dicho aislamiento iba en su contra, obligándolos a acceder a arreglos más favorables entre las partes: el Estado y los cimarrones. En este servicio me ocupe con tanto celo, que el año del 82 llegue a dar vista a una población grande que estaba en la dicha Sierra de María, y determinando de pasar en ella, sino me lo embarazaran los naturales, que me acompañaban, diciéndome, que eran negros levantados y que si nos veían en aquellos montes nos quitarían las vidas, y más temerosos de los dichos naturales que de la mía me retire a mi pueblo. Con la noticia de que yo andaba en este ejercicio, los negros de esta población se determinaron buscarme, y dentro de dos meses llegaron a mi casa más de cincuenta de ellos, y cercándome en ella se entraron cinco a mi cuarto, diciéndome uno de ellos me asegurase que él gobernaba aquella gente y otros muchos, que solo me buscaba para que los conociese y administrase los sacramentos que me pidieren como cura de aquel territorio. Ofrecí hacerlo y me encargaron no volviese a reconocer las poblaciones, que ellos me buscarían. A pocos días después me volvió a buscar el dicho negro gobernador, y me dijo que se llamaba Domingo Criollo, que habitaba en aquellos montes y tenía en su obediencia seiscientos hombres a quienes gobernaban cuatro capitanes, cada uno de su nación, y que el con los criollos del monte darían la obediencia al gobernador de Cartagena, y que los demás harían lo mismo, si se les daba libertad. El prelado era el que debía mediar entre las partes en conflicto. Esta iniciativa partió del jefe de los cimarrones, quien deseaba hacer llegar una propuesta al Gobernador de la ciudad, la cual contemplaba la posibilidad de que su grupo siguiera viviendo en libertad, bajo sus propias condiciones y leyes, pactando con el Gobernador otras que este exigiese a cambio; por lo que, llegando a un acuerdo, cesarían los hostigamientos de su parte a otras poblaciones vecinas y a la misma ciudad: -Que el gobernador, en nombre de su majestad, había de dar libertad a todos aquellos negros y negras que de su voluntad diesen su obediencia, y a todos sus hijos descendientes. -Que se les señale territorio donde poblasen con tierras suficientes para labrar. -Que dicha población se les pusiese un cura y justicia mayor españoles. -Que se obligarían a coger todos los negros de la provincia, que se huyesen adelante, y entregar a los que no obedeciesen estas proposiciones. -Que estarían prontos a obedecer todas las órdenes que le hiciese dicho gobernador. -Que había de nombrar dos alcaldes todos los años y un procurador. -Que las tierras que poblaren y cultivaren pagarían lo mismo que se usa en la provincia, y los demás tributos que paga la gente libre para mantener dicho cura y justicia. -Que para mayor seguridad de lo que proponía, daría un hijo en rehenes. Esta propuesta, como era obvio, debía pasar y ser consultada con las autoridades de la Corona de España, para que estas determinaran si era viable en tiempo, voluntad e infraestructura, según las circunstancias de aquel momento. Pero la respuesta, después de un tiempo de espera, fue una intervención militar, como lo atestiguó el mismo prelado en su carta:

El Gobernador de entonces, Juan Pando, encargó al Sargento Mayor, don Luis del Castillo, que saliese a la dicha población con cien hombres armados, y cuando en ella creyeron que, respecto a lo tratado conmigo, les llevaban el indulto, y reconocieron que no los acompañaba ni avisaba de nada, se recelaron y poniéndose en defensa mataron al sargento mayor y otros dos infantes. Rindieron los cien hombres y presos llevaron a sus palenques (…) Luego que llegaron, mando el dicho gobernador que se armasen cuatro compañías y nombro como cabo de ellas a Don Mateo Pacheco, y que se juntasen con los del monte, que entre todos eran más de mil hombres con armas diferentes. En estas ocasiones se hallaba el señor obispo recluso en su palacio, y aunque volví a escribir al dicho gobernador ofreciendo mi persona con orden del dicho señor obispo (y no apoyándole para con aquella gente la resolución que tomaba) no me quiso responder, y pasaron a sus operaciones por la parte que habían ido a la primera vez, y llegando al primer palenque, dieron la batalla de poder a poder, en la que murieron algunos infantes y algunos negros, y los que quedaron desampararon la población y se retiraron a otra que tiene más fuerte, la cual está a la falda de dicha sierra que es muy eminente y la guarnece por las espaldas; y a los lados otras dos muy ásperas e incógnitas; y por delante la defiende un foso de dos estadios con tal suerte, que no se conoce, por tenerle con una capa de tierra y debajo cuajado de púas muy fuertes, venenosas, de manera que está incontrastable, en el cual guardan las mujeres y chusma. El territorio de los palenques estaba ubicado estratégicamente según la geografía de la zona, la cual los negros cimarrones conocían de palmo a palmo, por lo que el enemigo y sus milicias estaban en desventaja, convirtiéndose en víctimas de las estrategias de los negros. No llegaron a éste por lo inexpugnable de la tierra, y la dificultad de conducir los mantenimientos para la gente y los negros (como llevo dicho), en el monte tienen lo necesario. Allí se estuvo la gente más de quince días discurriendo si podían pasar adelante, y viéndolo lo imposible y que llevaban gastados más de doce mil pesos de cuenta de Su Majestad, se volvieron dejando quemadas las chozas de este palenque, y trajeron los huesos del sargento mayor que mataron en la primera ocasión, y los negros volvieron a los pocos días a fundar un nuevo palenque en el mismo sitio.221 A pesar de este fracaso de las autoridades de la ciudad, el líder Domingo Criollo defendió su propuesta de libertad, diciéndole al prelado que su actuación se justificaba ya que habían actuado por recelo, porque no habían sido informados previamente sobre el contingente de soldados iría en su búsqueda. La mayor parte del siglo XVII, desde que se dieron inicio a las sublevaciones de negros huidos al monte caracterizadas por su beligerancia y los actos de vandalismo-, las autoridades decidieron reprimirlas mediante el uso del aparato militar; esto conllevó a un gasto excesivo por parte de la Real Hacienda, ya que la situación demandó, en muchas oportunidades, aumentar el pie de fuerza de la Corona de España para defender los intereses de la ciudad y de algunos otros colectivos, que padecían los desmanes de las revueltas de los negros esclavos. Con el tiempo ambas partes se vieron obligadas a demandaran una solución posible a dicho conflicto, pues por la vía de la confrontación ambos bandos habían perdido gentes, hogares y grandes cantidades de dinero, lo que puso a la hacienda pública en pertrechos y bastimentos.

Memorial de Baltasar de la Fuente a Antonio de Argüelles. Madrid, 26 de noviembre de 1690. A.G.I. Santa Fe, 213. Folios 1-5. Carta de Baltazar de la Fuente del 1693-05-16. A.G.I. Santa Fe, 213, folio 96 y ss. 221

La Iglesia medió en varias oportunidades para zanjar el conflicto, pero la respuesta de uno de los bandos resultó en una intervención armada. Por el año de 1691, el prelado Baltazar de la Fuente recibió una misiva del Rey Carlos II, instándolo a participar en la pacificación de los negros en la ciudad de Cartagena y su provincia. Inicialmente, él consideró que dichos levantamientos solo podían ser enfrentados con la fuerza pública; sin embargo, con el tiempo, terminó optando por buscar otra alternativa, como la del diálogo, que los llevara a un arreglo pacífico. Los negros pedían libertad de movimiento y mejores condiciones laborales, aceptando a cambio la intervención de las autoridades eclesiástica y civil, con la participación de un cura en la administración de los Santos Sacramentos, y del Gobernador; siempre y cuando esto implicara que ellos podían mantener un líder y reglas propias. A la larga, los negros cedieron en la lucha, adaptándose al ritmo del sistema colonial222 A finales de este siglo XVII, el conflicto no solo se dio en la de Sierra María, sino que se extendió al Tabacal, zona relativamente cercana a la ciudad de Cartagena de Indias. Ésta resultó ser una época de muchas sublevaciones contra el Estado, por lo que demandaron a las autoridades la resolución del conflicto mediante el uso de la negociación, sin la intervención del fuero militar; en ese sentido, la Iglesia fungió como mediador en más de un conflicto.223

Los palenques: Formas de convivir y resistir

Los palenques, las plantaciones y los barrancos, fueron espacios que el esclavo negro utilizó para defender su identidad cultural, lingüística y religiosa. Dichos espacios fueron fortificaciones levantadas en lugares inhóspitos donde era difícil que el español accediera, por no conocer el terreno y por las mismas condiciones en que se hacían los palenques. En las regiones del Caribe, sobre todo en México, Cuba y el norte del Nuevo Reino de Granada, fueron muy comunes dichas construcciones. En otras regiones de las Indias Occidentales estos espacios tuvieron otra denominación, si habíamos dicho que en Cuba y México eran llamados palenques, en Venezuela se referían a ellos como Cumbes; en Brasil quilombos, mocambos, ladeiras y mambises; y marrons era el nombre que se le daba en el Caribe, Las Guayanas y en el del sur de los Estados Unidos. Las palabras como cimarrón, palenque y arcabuco proceden del Castellano y en muchas regiones de las Indias Occidentales fueron usadas de manera indistinta para designar un mismo fenómeno social, sobre todo en Colombia. Los negros rebeldes eran los cimarrones de los palenques, y el mismo cimarrón que habitó los palenques vivía en regiones de vegetación tupida o en montañas bastante agrestes, que dificultaban un poco el acceso a personas diferentes al cimarrón. Con arcabuco se hacía referencia a la forma en que vivía el negro, luego de que huía hacia al monte para escapar del amo. Los palenques fueron cambiando de posicionamiento geográfico a todo lo largo del período colonial. Los palenques durante los siglos XVIII y XIX aparecen como estructuras jerarquizadas, en las que el principal líder era el encargado de la organización de la defensa del palenque. El éxito de las estrategias de defensa también dependía de otras Real Cédula dada por Carlos II. Madrid, 23 de mayo de 1691. A.G.I. Santa Fe, 994. Libro 11, folios 20-2. Carta del teniente general Pedro Martínez de Montoya sobre lo sucedido en razón de la Cédula para la pacificación de los negros de los palenques de Sierra María, y competencias de jurisdicción secular y el gobernador. Folios 886-926. 223 1693-07-01. Carta del gobernador de Cartagena, Martin de Ceballos y la Cerda, sobre la sublevación de los cimarrones y competencias de jurisdicción con el teniente general de aquella ciudad. Folios 243-260. 222

personas, auxiliares del jefe; tales eran, por ejemplo, los hombres de la cuadrilla, quienes se encargaban de desarrollar estrategias de retirada para los apalancados y de salvamento de las provisiones, mientras otros se encargaban de distraer a las autoridades militares de la gobernación, cuando estas atacaban. Asimismo, para evitar que descubrieran la locación de los palenques, los negros no siempre libraban las batallas en la zona donde vivían, por lo general lo hacían en otro destino. Esta técnica de defensa buscaba mantener en libertad a los negros huidos y poder organizar el palenque de acuerdo con sus propias leyes y normas. Los cimarrones intercambiaban productos con otros palenques y vecinos, que no necesariamente eran negros palenques, sino españoles, mestizos e indios, entre otros colectivos. Por lo que vendían o intercambiaban, ellos adquirían metales, horrones, puntas de lanza, armas de fuego y pólvora. Para llevar a cabo estas negociaciones los cimarrones llegaron a tener aliados españoles o afroamericanos. Todo estaba basado en el negocio del fraude, el cual las autoridades no pudieron controlar a pesar de que las leyes de las Indias Occidentales lo prohibían, porque no se lo permitían las condiciones del terreno y la poca cantidad de personal con el que contaban para vigilar estos poblados que estaban en las afueras de la ciudad y en territorio donde solo los negros y traficantes podían estar, y no podía entrar persona extraña. En estas transacciones, los blancos, a los que genéricamente encuadraremos dentro del mundo de las plantaciones, les entregaban pólvora y armas de fuego; mientras los afroamericanos, esclavos y libres, obtenían información sobre los movimientos de las partidas de los cimarrones y los lugares dónde camuflarse. Tomamos como ejemplo el palenque que se formó en torno a la provincia de Járuco, en el norte de la Isla, en una zona conocida como vuelta arriba. Allí, el Alcalde provincial informó, en noviembre de 1799, sobre la existencia de un palenque de 22 negros que causaban serios problemas a los propietarios de los ingenios y en otros sitios de la zona. Después de una incursión de varios días logró deshacer el palenque y apresar a los cabecillas, pero en uno de los informes sugiere que el problema del cimarronaje continuó en la zona porque: hay en las cercanías de estas haciendas y particularmente en estos entornos, proporción de negros libres o esclavos, casados o no con los negros de los ingenios sin que tengan exercicio de que vivir, (…)hallando proporción de proveerse de cuanto necesitan en su fuga mantienen una vida ociosa y socorrida (…)Ya la ranchería estaba surtida de proporción considerable de armas blancas desconocidas hasta ahora al uso de los negros, y también pólvora para proporcionarse, desde luego armas de fuego.224 Los negros cimarrones contaban con la complicidad de muchos de los negros libres o esclavos que trabajaban en las plantaciones y les proporcionaban lo necesario para la subsistencia. Los palenques fueron comunidades de negros que se fugaban de los puertos de entrada de navíos, de las haciendas, de las minas, de las casas donde hacían servidumbre doméstica y, aun, de las mismas galeras de trabajo forzado. Su historia, siglo tras siglo, hasta la abolición de la esclavitud, constituye una epopeya, la del esclavo negro en su paso obligado desde el continente africano a un nuevo mundo y a un nuevo destino. Los palenques mantuvieron una economía de subsistencia, basada en el trabajo de la tierra y lo que ella generaba; sobre todo en Cuba, México y Brasil, adonde habían sido llevados para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar. En el norte de Nueva Granada, tendían a trabajar en otros renglones de la economía, sobre todo en hatos

A.N.C., Real Consulado y Junta de Fomento. Leg. 140, Nº de orden 6890. Esclavos rebeldes y cimarrones. Javier Laviña, coordinador. Op. cit. P. 57. 224

ganaderos, huertas caseras y sementeras, donde se cultivaba frijol, maíz, yuca, plátano, ñame y papa, y se criaban algunos animales domésticos como gallinas y ganado vacuno. Los palenques eran como una especie de bohío, hecho con materiales de la misma región: madera, palma, caña, bejuco, barro, excrementos de los animales, esterilla, etc. Por los momentos es difícil precisar el tamaño de la planta habitacional de los bohíos palenques, o determinar con precisión los materiales que emplearon en la construcción de la vivienda a medida que el asentamiento se consolidaba en algún lugar. Es posible que usaran ciertos materiales para construcción de las paredes, como por ejemplo: el afrecho y la boñiga, que hoy en día siguen siendo empleados; los cuales, probablemente, comenzaron a utilizarse cuando los negros cimarrones pudieron mantener una que otra cabeza de ganado y realizar algunos cultivos. La esterilla, en la actualidad, es utilizada para establecer una división interna de los ambientes domésticos, por lo que es posible fuera empleada como puerta en los primeros bohíos. Cuando se comenzaron a fundar los palenques, estos no tenían muchas mujeres, por lo que los espacios creados se asemejaban más a un campamento en el que se vivía y dormía. En el actual palenque, la cocina se halla aparte del resto de la vivienda, donde se realizan otras tareas domésticas. El techo de palma del rancho es cónico, y dentro de la vivienda hay un fogón sobre la tierra, cuyo humo es utilizado para curar la caza: conejos, a veces, armadillos y de vez en cuando, pisingo. Cuando un palenque se asentaba cerca de una ciénaga, utilizaba el agua de esta o de los arroyos vecinos. Si el palenque estaba incrustado en lugares tupidos de monte, las mujeres debían cargar agua de los arroyos en recipientes, al igual que hacen hoy en día. Hasta hace poco, tales recipientes eran artesanías elaboradas por las mujeres con arcilla del lugar, la que luego quemaban para terminar las vasijas. Todavía en muchas viviendas el agua para beber se conserva en las antiguas grandes ollas, en un lugar especial de la sala. Los desechos humanos, como en los tiempos de los antiguos palenques, se siguen echando fuera de los poblados, respetando los límites del mismo. El "cagadero" resultó, entonces, en una franja que permite a sus gentes señalar una dirección, empleando expresiones como "más allá del c(...)" o "más acá del c(...)". A medida que los palenques lograron alguna estabilidad material y un número apreciable y equilibrado de hombres y mujeres, los bohíos, probablemente, comenzaron a construirse en conjuntos compactos, interpretando las necesidades del guerreo. A través del estudio de la organización social actual de los descendientes de un palenque, se infiere que los ranchos debieron estar distribuidos en núcleos, de acuerdo con la jerarquía de los jefes de los grupos de guerrilla, cuyos rastros posiblemente se reflejan en los cuagros. 225 En la organización social actual se

Son los adultos de la vecindad quienes, al ver jugar los niños, dan los primeros pasos para que el grupo se organice. Aluden a la edad, o a la manera como se divierten en sus correteos y retozos. Cada unidad recluta varoncitos y niñas de la misma edad. Los miembros masculinos se llaman cuagros y las femeninas cuadrillas. En una misma casa, hermanos y hermanas, o primos, pueden pertenecer a diferentes grupos de edad o cuadros. Pero en este caso todos serán de una misma parte del poblado: Arriba o abajo, las dos mitades en que así mismo se divide el poblado. Cada cuagro toma un nombre al momento de su inauguración que tiene lugar cuando jovencitos y jovencitas llegan a la pubertad y preparan la formalización de cada una de las dos mitades de su cuagro alrededor de un jefe y una jefa. Que son acogidos por sus cualidades de sabiduría, diplomacia y liderazgo, que en los varones se complementa con la habilidad de los puños, y en las niñas en su capacidad de discusión y vociferación. Antiguamente, los jóvenes de cada mitad del cuagro conformaron parejas y tuvieron hijos. La pertenencia al cuagro además, es el por vida y conlleva la solidaridad, la obligación de ayuda y la compañía hasta el momento de la muerte (…) los juegos y ritos de guerra que hasta hace pocos años protagonizaban cada una de las mitades del poblado en los encuentros de puños de los cuagros masculinos de arriba y abajo y en los que las niñas que se iban a las manos eran celebraciones de memorias no olvidadas; las de las organización para la guerra del cimarronaje. Palenques: Refugios cimarrones de africanía enAamérica. Nina S. de Friedemann. Capítulo 5. Palenques: Huellas de africanía. Cimarrones y palenques: Esclavos rebeldes y cimarrones. Javier Laviña, coordinador. Recurso electrónico. P. 159. Op. cit. Página 107. Nina S. de Friedemann. 1978a. El cuagro en la organización de Palenque de San Basilio, Colombia. Ponencia, Popayán Primer Congreso Nacional de Antropología. pág. 23. Biblioteca del Banco de la República, Bogotá. 225

encuentran rudimentos de lo que posiblemente fue un diseño arquitectónico articulado: una casa mayor y unas casas menores, como viviendas satélites y de cierta manera interdependientes, en un marco de cooperación. En la casa mayor viven el hombre y el grupo doméstico más destacado del conjunto. Esto, transportado a tiempos históricos, debió traducir necesidades de la organización del palenque. Las casas de los jefes debieron estar rodeadas por las casas de los jefes menores para facilitar el cumplimiento de acciones inmediatas y conjuntas. Algunos palenques, como el de San Miguel, alcanzaron a tener hasta 137 bohíos grandes, rodeados por un foso amplio, cubierto con una capa de tierra y sembrado, por debajo, con púas fuertes y venenosas. Otros se protegían con las ciénagas, cuajando sus orillas de púas afiladas de madera y llenando los bordes con barricadas de palos y obstáculos. En las primeras décadas del período colonial, a finales del siglo XVI y los comienzos del siglo XVII, cuando el negocio de la trata de negros esclavos comenzó a tener una gran pujanza, en respuesta a las exigencias de las mismas condiciones del mercado; los palenques empezaron a configurarse como reacción llevada por los esclavos e inicialmente liderada por caudillos de origen africano, en contra de los amos y propietarios de la renta producida por su trabajo como mano de obra barata. El esclavo y el valor de su trabajo, en determinadas condiciones de la oferta y la demanda, podía alcanzar precios bastante altos, como si de metales preciosos se tratara; con lo cual la Corona, hizo grandes cantidades de dinero para la Real Hacienda. Durante la Colonia, se apeló al modelo de la monarquía; las comunidades de cimarrones de esta época parecen haber diferido de las formaciones posteriores, tanto en los tipos de hombres seleccionados, como en los modelos de dirigentes utilizados para legitimar su autoridad. 226 El caso que nos puede servir de ejemplo fue el de Domingo Biohó, quien no solo se hacía llamar el rey del palenque, del arcabuco, evocando a la monarquía como símbolo de la autoridad; sino que también, como lo describió el cronista Fray Pedro Simón, comenzó a ataviarse con atuendo español, luego de haberse reivindicado con el Gobernador de la provincia de Cartagena de Indias, tras acceder a firmar una tregua con él.227 Esto implicó, no solo a nivel del negro como grupo social, sino de toda una sociedad; la ruptura e incorporación de una serie de valores, entre los que se contaba derecho a llevar una vestimenta y tener un sentido de pertenencia. Por otro lado, con ello, el líder Bioho, ya empezaba a mostrar signos de debilidad frente a algo que se le iba imponiendo desde lo personal: la vanidad y la necesidad de vanagloriarse ante la mirada de otros, quienes debían reconocerlo y otorgarle su debida importancia. La rebeldía y, en general, el cimarrón, fue cediendo terreno frente a la cultura occidental, que poco a poco se fue imponiendo, hasta llegar, en algunos casos, a renegar de su propio origen, situación que no fue gratuita en el caso del líder cimarrón, quien se sentía rey, como lo era desde su lugar el Rey de España.228 Esto, de hecho, fue cambiando como consecuencia de la imposición de dichas costumbres y, sobre todo, porque el negro, ya no solo era el individuo importado desde el continente africano, sino que también era criollo, nacido y criado en un ambiente un poco diferente al de sus padres; quienes quizá, eran el producto del mestizaje entre dos razas y culturas. En el siglo XVIII, estos negros, que habían adoptado nuevas formas de ser y vivir, pasaron a

Price. Las sociedades cimarronas. P. 20. Op. cit. Este andaba con tanta arrogancia que demás de andar bien vestido a la española, con espada y daga dorada, trataba su persona como a gran caballero. Fray Pedro Simón. Noticias historiales de la conquista de tierra firme en las Indias Occidentales, Tomo VI. Biblioteca Banco Popular, Santa Fe de Bogotá, Colombia. 1982. P. 325. 228 Esto lo planteo con cierta ambigüedad, en el sentido que conservaba el sentido de su cultura, pero también en el ideal del Rey de la Corona de España, es tanto que cuando se vestía a la española quería ser reconocido de la misma manera que lo era cuando estaba en el palenque a lo mejor vestido de otra o de la misma manera, da igual, lo importante era ser el líder. 226 227

llamarse capitanes, coroneles, gobernadores; ya no eran reyes. 229 Este fenómeno, en la provincia de Cartagena de Indias, se vio reflejado en el caso de Domingo Criollo, quien era el capitán de los palenques de la Sierra de María y de la Magdalena. El cimarronaje constituyó un elemento de fortaleza para el negro frente a las arremetidas de las autoridades en las Indias Occidentales, las que trataban de amainar el descontrol y los conflictos sociales que se producían como consecuencia de la práctica de robos y pillajes a la que se dedicaban los cimarrones. Con el fenómeno del cimarrón, el negro esperaba obtener una cierta estabilidad familiar; es decir, poder organizarse en grupos con unos determinados intereses afines y de pertenencia, ya fuera porque estos habían pertenecido a un mismo amo antes de convertirse en cimarrones: este era el caso de los grupos de cimarrones que una vez detenidos por las autoridades, estas descubrían que habían pertenecido a un mismo amo. En declaraciones efectuadas por negros que habían huido a los montes y luego habían sido capturados por las autoridades, estos afirmaban que era costumbre para ellos asociarse en el palenque con otros negros que habían tenido el mismo amo, razón por la que se trataban de compañeros, casi de hermanos. Los cimarrones pertenecientes a un determinado dueño solían reunirse y mantener el apellido o nombre del amo. De esta forma los negros se identificaban ante las autoridades de la Corona como pertenecientes a un determinado amo: (…) y notorio entre toda la gente de dichos palenques dicho sabe porque lo verá y era costumbre en dichos palenques que en yendo algún negro o negra que su fuguitibidad a ellos y confesaban sus amos la familia que había de aquel propio dueño le acariciaban y le llevaban a sus casas como compañero y le tenían y querían aun mas que si fuera su hermano y responde (.…) y habiendo dicho era su ama Teresa Bravo la dicha madre Francisca sus hijas hijas los recibieron y agasajaron llamándoles compañero como esclavos de un propio dueño en cuya compañía estuvieron hasta que fueron aprehendidos (…) (…) de cómo pertenecían a la dicha doña Teresa Bravo y se conocía a dicha familia por Bravo a quien esta comunicaba a menudo por la dicha Francisca y Manuel Criollo padre estas se nombraron hermanas por haberse bautizados juntos que dicha Francisca tiene por sus hijos a Magdalena, Juana, Felipe, Leonor, Juliana , Agustín y Diego (...).230 Los sistemas que usaban los negros esclavo huidos a las montañas para establecer vínculos sociales de unión y hermandad confundían a las autoridades de la gobernación de Panamá. Tal fue el caso de una negra criolla llamada Leonor, quien declaró que María Josefa, su madre, era hermana de María Blanca, y que esta hermandad se debía a que habían sido bautizadas juntas, pero que en verdad María Blanco era hija de María Josefa y hermana de la declarante. Todas habían vivido en los palenques de Sierra María.231 Estas nociones de parentesco y el tipo de organización social empleados en los palenques, durante la Colonia, concuerdan con la idea de que cuando la gente vive en cercanía y vecindad, sin que estos tengan lazos familiares, con el tiempo tenderán a generar un trato familiar, considerándose parientes. Los lazos sociales, en la práctica, son más importantes que los de sangre.

Richar Price, Las sociedades cimarronas… A.H.N., Inquisición. Legajo 1613, expediente 1. Pleito civil de Mateo de León y Serna contra Mario de Betancourt. Folios 147 recto, 152 verso y 155 recto. 231 A.H.N., Inquisición. Legajo 1612, expediente 1. Pleito civil de Juan de Santa María contra Juan de Heredia. Folios 56r-63v. 229 230

Debemos resaltar que algunas formas tradicionales de organización social o grupal de los negros africanos, hubieran podido mantenerse, si las condiciones se los hubieran permitido; pero estas llegaron a combinarse ante la influencia cultural del continente Europeo y de las Indias Occidentales. Los elementos africanos se evidenciaban y eran reconocibles. Los negros procedentes de comunidades tribales o castas, -como se expresaba en ese entonces lo étnico-, tenían comunicación entre sí desde el punto de vista lingüístico y, además, se agrupaban en relación al sitio de donde procedían. Fue el caso de Luisa Melemba y Magdalena Melemba, compañeras y esclavas de una mujer, Doña Juana de Castro; quienes escaparon juntas a uno de los palenques de la Sierra de María. Allí se unieron como mancebas y tuvieron una amistad ilícita a la vez con Antonio Malemba, quien tenía por apodo Calingui (de su tierra de origen). Por lo demás, María de la O, de casta Angola, declaró que esta, como parienta y de su casta y propia lengua, tenía conversación con el dicho Antonio Malemba, (…) dicha Juana de Castro su mujer tuvieron por su esclava cautiva sujeta a servidumbre a una negra nombrada Magdalena de Casta Malemba la cual siendo pequeña se hizo en compañía de otras dos negras nombradas Luisa de casta Malemba a los palenques de la sierra de Maria digan y lo demás que supieren (…). 232 Las relaciones de pareja realmente no fueron estables, un hombre perfectamente podía tener varias mujeres, y con cada una de ellas tener muchos hijos; de igual forma ocurría con la mujer, quien en algunos casos tenía varios hombres con los que tenía varios hijos; ello dificultaba a las autoridades identificar cuál era la verdadera abuela de sus hijos. No fueron los palenques comunidades homogéneas, estos se conformaron con una gran cantidad de hombres de origen diferente, por lo que se caracterizaban por albergar una gran diversidad cultural. Los palenques también implicaron adaptaciones personales o colectivas a ámbitos locales, lo que conllevó distintos grados de criollización. Gran parte del conocimiento cultural necesario para la adaptación física de los negros esclavos ya se había empezado a desarrollar en el Nuevo Mundo.

A.H.N., Inquisición. Legajo 1612, expediente 1. Pleito civil de Juan de Santamaría contra Juan de Heredia. Folios 24-29v. Tomado del texto de María Cristina Navarrete. Cimarrones y palenques en la provincia del norte del Nuevo Reino de Granada, siglo XVII. PP 97-122. Fronteras de la Historia. Ministerio de Cultura Colombia. Número 006. Bogotá, Colombia. 2002. 232

Capítulo 6 La inmigración de esclavos negros a Europa y las Indias Occidentales

En África, como en otros continentes, la esclavitud no era desconocida antes de la llegada de los europeos. A diferencia de Grecia antigua, por ejemplo, donde el esclavo era asimilado a la categoría de "cosa"; en el continente africano el esclavo poseía derechos cívicos y derechos de propiedad, existiendo, además, múltiples procedimientos de emancipación. Se distinguía, generalmente, entre esclavos de casa y el esclavo de guerra, aunque estos últimos terminaban por formar parte de la primera categoría después de cierto tiempo. De manera común, en África, el esclavo se integraba rápidamente en la familia que lo poseía. En Kongo, por ejemplo, un padre de familia llamaba a su esclavo mwana (el hijo, el niño). En otros lugares de África, la situación no era tan favorable, pero la estructura patriarcal y comunitaria impedía que el esclavo negro fuese un bien, en el sentido griego del término. Por otro lado, existían etnias en las que el esclavo era desconocido, como entre los fang de África ecuatorial. 233 Los europeos produjeron un giro en la historia de la esclavitud en África, exportaron esclavos en cantidades alarmantes a regiones desconocidas para los africanos y modificaron la concepción de esclavitud, asimilando directamente al esclavo como cosa, con todo lo que esta caracterización implica para la vida del hombre. La trata Atlántica inauguró la modernidad política y económica, no solo con el oro de las Indias Occidentales, sino también por medio de la construcción de identidades negativas sobre el negro africano y su entorno, lo que sirvió a la Corona de España y a la Iglesia para legitimar su deportación al Nuevo Mundo. La paganización e idolatría de los africanos, se constituyeron en instrumentos de control social y político sobre dichos seres humanos, a quienes el tráfico de esclavos catalogaba como mercancías. Calificar a los negros por ser paganos, sirvió a los europeos para oponer dos mundos, dos historias, en las que el segundo se constituía en un Estado centralizado, con escritura y, desde luego, con un registro histórico en sus archivos; en contraposición al mundo de los otros, que no tenía un Estado centralizado y que era ahistórico por “carecer” de escritura. Pero ese otro sí tenían una forma de pensar y gobernar, que la misma sociedad occidental desconoció a pesar de que Alonso de Sandoval la reconociera; la cual fue rechazada por no representar el ideal de la sociedad europea. El negocio de la trata de negros fue considerado un intercambio de carácter mercantil. El proceso de cosificación del negro sentó las bases de su deshumanización, del desarraigo a su tierra y costumbres, lo que trajo para muchos de ellos grandes consecuencias -que, inclusive, afectaron a muchos de sus amos-, porque conllevaron al desarrollo de fenómenos de resistencia en los palenques, haciendas y barrancones. Se pensó que el valor del negro equivalía simplemente al de una mercancía, mano de obra barata que debía producir y no más; los amos ignoraron su cultura y sus formas de pensar. Los trataron como seres vacíos, a-históricos, sin capacidad de registrar su historia, ni proyectarla en el futuro. A partir de ahí surge, entonces, el fenómeno de la paganización y la gentilidad, con lo cual se da origen a una nueva ideología, de la que la Iglesia será la encargada al ejecutarla a través de la evangelización.

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Ki-Zerbo, Historia del África negra I. De los orígenes al siglo XIX. Editorial Alianza Universidad. 1980. p. 302-304.

La cultura Griega estableció una diferenciación entre Polis y Etnos. En la primera, el poder político estaba centralizado y distribuido jerárquicamente en las ciudades. Las sociedades que no tenían estas cualidades, se consideraban constituidas étnicamente, por raza o castas, no por un poder político como en Occidente. De hecho, en África, en las tribus organizadas por castas, el poder estaba distribuido de otra manera, lo que llevó a pensar que no tenían una política de Estado. Tomado al pie de la letra, ethnos serían las sociedades a-políticas, desprovistas de estado centralizado, por lo tanto incapaces de ser sujetos de su propia historia. Esa tradición negativa se perpetuó en la tradición eclesiástica que utilizaba este término para designar a los “gentiles”, las naciones y los paganos por oposición a los cristianos.234 El descubrimiento de América, realizado por Cristóbal Colón en 1492, y la consecuente conquista de este continente a manos de españoles y portugueses, repercutieron a partir del siglo XVI en otro lugar del mundo, el cual estaba un tanto aislado de los acontecimientos de conquista: África. Aunque ambos continentes estaban separados por el Océano Atlántico, y presentaban desarrollos históricos, sociales y económicos completamente diferentes, a partir del siglo XVI se produjo un acercamiento entre América y África. La causa de esta aproximación radicó en que la conquista de América, con todas las riquezas naturales y perspectivas de desarrollo que ofreció a los conquistadores, requería de la complementación indispensable de mano de obra para la apropiación de tales riquezas y la obtención de ventajas en la explotación económica de tan amplias zonas. Es justamente África la que tendrá el "monopolio" en el abastecimiento de la fuerza de trabajo necesaria, en calidad de esclavos. Comenzará un flujo incesante que durará cientos de años, en el cual miles de africanos atravesarán en barcos negreros el Océano Atlántico para posteriormente ser vendidos a los colonizadores de América. Pero debemos agregar, desde el punto de vista jurídico, las verdaderas causas de la trata de negros esclavos en el Atlántico eran: la guerra, la sentencia penal y la compraventa. La guerra claro está, siempre que fuera justa, podía y solía producir esclavos lícitos, pues mediante ella los prisioneros, por un tiempo o para siempre, quedaban cautivos bajo dominio del vencedor, siendo despojados -como sucede hoy en las cárceles- de importantes libertades civiles. La sentencia penal por graves delitos también podía reducir lícitamente a una a la esclavitud; viniendo a ser, entonces, una pena semejante a la cárcel perpetua, aunque normalmente mucho más benigna. La compraventa podía dar lícito origen al esclavo, siempre que se cumpliera con ciertas exigencias, en beneficio real del vendido. Esta venía a ser la postura que tenían los europeos, laicos o religiosos, en las Indias Occidentales del siglo XVI, ante el tema de la esclavitud. La exportación de negros con destino a las Indias Occidentales tuvo sus inicios con la conquista de estos territorios, donde los esclavos terminaron, junto con otros, al servicio de las élites gubernamentales, como gobernadores, virreyes y altos funcionarios de la Corona de España. Algunos de esos negros se dedicaron al servicio doméstico, siendo llamados esclavos criados; posteriormente, nuevos hombres fueron importados en embarcaciones negreras y llevados al campo, donde realizaban trabajos más duros. Una vez consolidada la conquista de las Indias, algunos negros obtuvieron su libertad, considerándose negros conquistadores, con oficio propio y algunos súbditos que los seguían, entre ellos algunos indígenas.

Amselle,Jeab-Loup et Elikia M´Bokolo. Ethien et espaces; pour une anthropologie topologique. En Au coeur de l´ethnie: tribalisme et état en Afrique. P. 1-48. Edición a cargo de Jean-Loup Amselle y Elikia M´Bokolo. París, Editions La Découvre. 1985. 234

Los europeos en busca de mano de obra barata en África

El siglo XV estuvo marcado por grandes avances técnicos y científicos, especialmente en materias relacionadas con la navegación y la construcción naval. Este desarrollo animó a las potencias europeas de la época a intentar algunos cambios en el comercio internacional. Hasta ese siglo, el comercio internacional, restringido casi solamente al Mar Mediterráneo y el Océano Indico, se encontraba en manos de mercaderes árabes, tanto en el Norte y Oriente de África, como en el mismo Océano Índico. Portugal fue el primer Estado europeo en intentar un cambio de sentido, tratando de abrir una vía marítima con la India a fin de importar directamente las especias y otros productos suntuarios desde el Oriente, boicoteando a los intermediarios árabes que traían estos productos a Europa a través del Mar Rojo y el Mar Mediterráneo. En el siglo XV, los portugueses comenzaron a buscar un camino a lo largo de la costa occidental africana.235 Es así como en el año 1481 construyen el primer fuerte en Costa de Oro (Forte da Mina), intentando desde allí alcanzar las vetas de oro de esta parte de África. Es desde este fuerte, construido con autorización de los jefes africanos de la región, desde donde enviaban misiones diplomáticas al interior. Con el tiempo, el comercio se diversificó, dejando de ser el oro la única mercancía que África ofrecía. Comienza la extracción de marfil, de pieles, maderas y, finalmente, como se verá, de esclavos. En la costa oriental de África, Portugal requirió de apoyo estratégico para las embarcaciones que se dirigían a la India. Para conseguirlo, debió destruir las fortificaciones árabes en la costa. Así, Vasco da Gama, el primer navegante europeo en llegar a la zona, ya en 1502 bombardeó la ciudad costera de Kilwa 236 y después atacó los puertos de Sofala237 y Mombaza.238 Las ciudades costeras no pudieron hacer frente a los ataques portugueses, sucumbiendo. En 1507, la Isla de Mozambique se convirtió en el cuartel general portugués de la costa oriental africana, a partir del cual se recogían los tributos de los jefes locales, imponiendo aranceles de importación y exportación y suprimiendo todas las intentonas de revuelta contra el poder del conquistador.

Para instalarse en dicha región y desde allí tener una presencia militar y hegemónica. Desde el siglo XII al XIV, Kilwa fue una de las ciudades más importantes en la región oriental de la costa africana. En su apogeo dicha población llegó a controlar Sofala (s. XIII), Mafia, Zanzibar, Pemba y otras ciudades costeras. Ubicada en el actual territorio de Tanzania. Tomado del texto Capela, José. O tráfico da escravatura nas costas de Moçambique, em 1902. En Arquivo: Boletín Semestral del Archivo Histórico de Mozambique. Número 3, abril de 1988, pág. 5-11. Apontamento sobre os negreiros da Ilha de Moçambique. En Arquivo. Número 4, octubre de 1988, pág. 83-90. Capela, José; Medeiros, José. O tráfico de escravos de Moçambique para as ilhas do Indico, 1720-1902. Núcleo Editorial da Universidade Eduardo Mondlane, Maputo. 1987. Peregalli, Enrique. Escravidão no Brasil. Global Editora, São Paulo. 1988. 237 Sofala era una ciudad portuaria que se situaba un poco al sur de lo que actualmente es el puerto de Biera de Mozambique. Fue el puerto más al sur que conocieron los árabes. Por medio de Sofala obtenían el oro producido por el gran Zimbabwe y en el imperio de Mutata. Capela, José. O tráfico da escravatura nas costas de Moçambique, em 1902. En Arquivo: Boletín Semestral del Archivo Histórico de Mozambique, Número 3, abril de 1988, pág. 5-11. Apontamento sobre os negreiros da Ilha de Moçambique. En Arquivo, Número 4, octubre de 1988, pág. 83-90. Capela, José; Medeiros, José. O tráfico de escravos de Moçambique para as ilhas do Indico, 1720-1902. Núcleo Editorial da Universidade Eduardo Mondlane, Maputo. 1987. Peregalli, Enrique. Escravidão no Brasil. Global Editora, São Paulo. 1988. 238 Principal puerto de Kenia. 235 236

Ya a finales del siglo XVI, para fortalecer su posición, los portugueses construyeron en 1592 el Fuerte Jesús, en Mombaza, capaz de hacer frente a ataques desde tierra y mar. Este fuerte se convirtió en el centro costero más poderoso de la región. En África Austral, los portugueses intentaron abrir rutas para las áreas de extracción de oro a partir de los establecimientos en Sofala e Isla de Mozambique, usando el río Zambeze como vía de comunicación con el interior. Fundaron y fortificaron ciudades fluviales (Sena y Tete) y destruyeron los antiguos puestos comerciales swahilies. 239 Por su parte, en 1561 los jesuitas consiguieron penetrar en la corte real de Mutapa 240 y bautizar al rey, parientes y consejeros. En 1569 el rey portugués Don Sebastián envió mil hombres para obtener el control de las minas de oro, expulsando a los mercaderes swahilies y abriendo camino a los misionarios. Toda esta presión originó divisiones en la corte, las cuales condujeron a la declinación definitiva de Mutapa. Además, a finales del siglo XVI los barcos franceses, ingleses y holandeses comenzaron a rondar el Cabo de Buena Esperanza, con lo que se dio inicio la generalización de la ocupación europea. Bajo la influencia de la Corte de Lisboa, el tráfico de esclavos se transformó en una de las principales motivaciones de esta penetración. La trata de esclavos negros

Entre el siglo VII y el siglo XVI, en África se produjo un gran desarrollo económico, político y cultural, coronado con la creación de varios estados y reinos como el del Gran Zimbabwe, el de Mutapa, el Imperio del Congo, el de Ghana, el de Mali y el de Songhay. África nunca estuvo aislada de los continentes vecinos. Varias regiones fueron directamente influenciadas por el islamismo. Estos contactos con el exterior, especialmente con el mundo árabe a través del comercio, dieron a África una contribución valiosa y una experiencia importante. Pueblo ubicado en la región oriental de la costa africana. Su nombre proviene del árabe “swahel” que significa “costa” marítima. El swahili es una lengua bantú. 240 Entre 1440-50 Nyyantaimba Mutota sale del gran Zimbabwe con sus guerreros y familias para el norte del continente africano, quedándose en la región de Dande, en el valle del río Zambeze. Los ejércitos de Mutota conquistaron dicha región, formándose en la región de los ríos Mazoe y Luia un nuevo reino. Matope, hijo sucesor de Mutota, unificó todas las tierras entre el desierto de Kalahari y la región de Sofala. Fundó el imperio Mutapa, cuyas fronteras se extendían desde el desierto de Kalahari al Océano Índico y del río Zambese al río Limpopo, rodeado de reinos vasallos que le obedecían. El reino de Zimbabwe fue uno de los más poderosos de una de las regiones del continente africano. Las poblaciones de Karanga fueron fundadas entre los ríos Zambeze y Limpopo. Su auge se sitúa entre los siglos XII y XV. El imperio del Congo fue un reino poderoso que creció y se desarrolló en las márgenes del río que después tomó su nombre. Fue fundado por Nimia Lukeni a finales del primer milenio de nuestra era. Se extendía desde el río Congo por el norte hasta el río Cuanza por el sur, ocupando la región del norte del territorio actual de Angola, desde el océano Atlántico por el occidente, hasta el río Cuango por el oriente. Ghana fue el reino más antiguo del África Occidental. Durante el siglo IV Ghana fue una confederación de clanes. Situado entre los ríos Senegal y Níger. Su capital era Kumbi-Saleh. Sus fundadores pertenecían al grupo lingüístico Mande. Alrededor del siglo XIV los Mande extendieron su autoridad por todo el valle del río Níger (hasta Gao), a una parte del Sahara (Walata), al Bambuk y a toda la región costera comprendida entre los ríos Senegal y el Ceba. Su capital era Niani.Songhay fue el último imperio de sudaneses. Fue construido por gente del campo llamados Gabibis y pescadores Sorko de las riberas del río Níger. Tomado del texto. Capela, José. O tráfico da escravatura nas costas de Moçambique, em 1902. En Arquivo: Boletín Histórico de Mozambique. Número 3, abril de 1988. Pág, 5-11. Apontamentos sobre os negreiros da Ilha de Mozambique. En Arquivo. Número 4, octubre de 1988, págs, 83-90. Capela, José; Medeiros, José. O tráfico de escravos de Mozambique para as ilhas do Indico, 1720-1902. Núcleo Editorial da Universidade Eduardo Mondlane, Maputo. 1987. Peregalli, Enrique. Escravidão no Brasil. Global Editora, São Paulo. 1988. 239

Sin embargo, a partir del siglo XVI el rumbo de la historia africana dio vuelco total, cuando Europa entra en un período de expansión económica y geográfica, pasando a interferir negativamente en el desarrollo de las sociedades africanas. Entre los siglos XVI y XIX, millones de africanos fueron arrancados violentamente de sus tierras y aldeas con destino a América y las islas del Océano Índico 241, donde fueron obligados a trabajar en grandes plantaciones de azúcar, tabaco, algodón, cacao, y en las minas de oro y plata. Estos productos fueron aprovechados posteriormente como materia prima para las industrias en evolución en Europa. Debido al hecho que en América los colonizadores no consiguieron utilizar a los indígenas como fuerza de trabajo en el volumen y las condiciones que deseaban, recurrieron a los esclavos importados desde África. Alrededor del año 1550, comenzó este tráfico de esclavos del continente africano a América y, a partir de 1720, a las islas despobladas del Océano Índico. Con el tráfico de esclavos, el hombre pasó a ser un objeto de cambio, una mercancía y una máquina de trabajo, en lugar del buey o del arado. Fueron varios los métodos utilizados para la obtención de esclavos. Las guerras entre los reinos por el control del comercio y la extensión de sus territorios constituían las principales formas de apropiación de esclavos, los que posteriormente eran vendidos en la costa a los traficantes. Incluso, a veces el tráfico se realizaba entre grupos de una misma jefatura, cuando la demanda era abundante. En ocasiones, los esclavos eran obtenidos a través de la imposición de tributos a los jefes sometidos. También los traficantes hacían por su cuenta guerras y "razzias" para conseguir esclavos.

El comercio de esclavos negros en la costa Occidental africana

Como ya se dijo, en la costa occidental de África el tráfico de esclavos comenzó en el siglo XV. En 1441, por primera vez, los portugueses capturan esclavos africanos. Antes de la llegada de los europeos a la costa occidental africana, muchos reinos e imperios de esta región habían logrado gran prosperidad económica, y eran cultural y políticamente fuertes. En 1482, los portugueses llegaron por primera vez al Congo. Desembarcan en la desembocadura del río Congo y contactaron con los habitantes de la jefatura Soyo y con el propio Mani-Soyo.242 La noticia de la presencia de los portugueses llegó hasta Mbanza Congo, capital del Imperio, donde vivía Manicongo Nzinga Nkuvu. A partir de entonces comenzaron a establecerse relaciones entre el Imperio del Congo y el Reino de Portugal. Estas relaciones se consolidaron cuando Manicongo Nzinga Mbemba sucedió a Manicongo Nzinga Nkuvu. En 1512, Manicongo Nzinga Mbemba firmó un acuerdo con el rey de Portugal. En este acuerdo, Portugal se comprometía a enviar al Congo misionarios, profesores, constructores, médicos, farmacéuticos y también consejeros jurídicos que ayudarían a Mbemba a reorganizar el sistema administrativo y jurídico.

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Las islas del Océano Índico son: las islas Seychelles, las islas Macarenas, las islas Camores y la isla de Madagascar. Mani significa jefe, especialmente para designar el jefe de la tribu.

Por su parte, Mbemba retribuiría otorgando facilidades comerciales a los comerciantes lusitanos, permitiendo la propagación del cristianismo en su territorio, y facilitando la obtención de oro, cobre, marfil y esclavos. El Congo enviaría a Lisboa y Roma varios jovenes para que aprendiesen a leer y escribir, y fuesen formados como sacerdotes. El oro, el cobre, el marfil y los esclavos servirían como moneda de cambio para pagar los gastos de viaje, estudio y formación; igualmente, como retribución por todos los productos valiosos, ornamentos, armas, vestuario y otros que serían enviados a Mbemba. Con este acuerdo, Mbemba pretendía obtener ayuda técnica y económica para desarrollar su Imperio. Para los portugueses, este acuerdo significaba penetrar y obtener las riquezas tan deseadas en Portugal y Europa. Bajo el pretexto de expandir el cristianismo entre los pueblos paganos, la religión se convirtió, inicialmente, en la principal forma de penetración, facilitando la dominación posterior y el pillaje del Congo. Mbemba fue el primero en convertirse al cristianismo y siendo bautizado con el nombre de Alfonso I. Sin embargo, el futuro traería grandes sorpresas para Manicongo Alfonso I. Nunca recibió los barcos que solicitaba. Algunos de los jóvenes congoleses enviados a estudiar a Europa fueron reducidos a esclavos. El Congo poco y nada recibió de Portugal, salvo misionarios y comerciantes. Con el correr de los años, el comercio fue ganando una dinámica sin precedentes en esta región. Se abrieron nuevas rutas de acceso al interior, la competencia por el tráfico de esclavos se generalizó, muchos manis de las jefaturas y reinos dependientes comenzaron a practicar directamente el comercio con los traficantes de São Tomé. Manicongo ya no pudo controlar el tráfico en el Imperio. Algunos reinos tributarios entraron en luchas por su autonomía. Alrededor del año 1586, se produjo un conflicto de autoridad entre Ngola, "mani" del reino de Ndongo 243 y Manicongo, que acabó por fijar la frontera entre los dos reinos en el río Dande. Por su parte, los portugueses construyeron grandes fortalezas, instalaron colonos y desarrollaron actividades militares en la parte del reino del Congo. A partir de la Isla de Luanda esperaban conseguir esclavos, oro, plata y otros metales en grandes cantidades. En 1575, comenzaron a implementar un plan de ocupación. Se fundó la ciudad de Luanda y se construyó un fuerte. A partir de Luanda penetraron con apoyo militar a fin de obtener más esclavos. La conquista de Luanda y la desintegración del Imperio del Congo significaron la culminación de la autonomía e independencia política de Manicongo; se dio comienzo a la competencia comercial, se propagó la lucha contra los reinos vasallos y se puso de manifiesto la interferencia en su política interna y externa. La posición geográfica de Ndongo (Angola) facilitó el tráfico de esclavos a lo largo de la costa y desde el interior. Loango y Mpinda fueron, inicialmente, los principales puertos de exportación de esclavos en el reino del Congo, ubicados en el actual territorio de Angola. Las rutas terrestres más utilizadas eran: Mpinda a Mbanza Congo (Sao Salvador) y de allí a Mpunbu; de Ambrizete a Mbanza Congo, pasando por Bembe; de Mbanza Congo a Soyo. La ruta marítima era de Loango a Luanda. El tráfico de esclavos en la costa occidental africana pasó a ser monopolio de los portugueses, quienes no permitieron socios en este negocio altamente lucrativo. Sin embargo, este monopolio no se prolongó por mucho

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El nombre de Angola tiene su origen de Ngola, rey de Ndongo.

tiempo. Las noticias de las riquezas provenientes del Golfo de Guinea alimentaron la codicia del resto de Europa, comenzando por los españoles. En 1475, los españoles enviaronn una flota de 30 barcos a Guinea, contra la cual Portugal preparó otra para combatirla. Las tentativas de incursión por parte de los españoles en el tráfico establecido continuarían. A su vez, los ingleses también interfirieron en el tráfico de esclavos en esta región. Inicialmente, practicaron la piratería en las posesiones portuguesas del Golfo de Guinea, Costa de Mina y Costa de Malagueta. Se realizaron extensas negociaciones que tomaron siempre en cuenta los intereses comerciales de los ingleses en Portugal y el mantenimiento del monopolio portugués en la costa occidental de África. Estas negociaciones culminaron con la Convención del 29 de octubre de 1576, que reconoció la libertad de los mercaderes ingleses en Portugal, pero reservando a los portugueses el negocio de África por tres años. Mientras tanto, otros países europeos entraron en el tráfico de esclavos. Así, en el siglo XVII junto a Portugal y España compitieron Inglaterra, Francia y Holanda, lo que desencadenó una verdadera disputa por los intereses del monopolio portugués. Debido a esto, por Ley del 19 de marzo de 1605, Portugal cerró los puertos de sus colonias a la navegación extranjera. Sin embargo, esta medida fue ineficaz, aún más cuando su superioridad marítima había desaparecido. En esta guerra comercial, el 2 de octubre de 1608, España prohibió el comercio con sus colonias a cualquier extranjero, incluyendo a los lusitanos. Los holandeses, a partir de 1612, desencadenaron ataques de ocupación a las posesiones portuguesas. Los centros comerciales lusitanos que se encontraban a lo largo de la costa fueron atacados desde el mar. En agosto de 1641, después de varios años de batallas, fue ocupada la costa de Angola y de Benguela. Los holandeses pusieron fin al monopolio en los territorios y mares de dominio portugués. Como consecuencia de la ocupación de Angola, los portugueses no tuvieron otro camino que recurrir a Mozambique como fuente de aprovisionamiento de esclavos para su colonia en el Brasil. El comercio en la costa Oriental africana

Fue por esa razón que el tráfico transatlántico de esclavos llegó a la costa oriental africana más tarde que a la costa occidental. A partir de 1645, los traficantes y comerciantes portugueses comenzaron a frecuentar los puertos de la costa oriental africana con más asiduidad, especialmente Mozambique. Este tráfico se intensificó a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, cuando la demanda de esclavos en esta región superó la extracción de oro y marfil. A través de la costa oriental africana, ya durante el siglo XV, los comerciantes árabes enviaban esclavos de África central a los mercados de Arabia, Irán y la India. Ahora bien, el tráfico de esclavos realizado por europeos, llegó más tarde que a la costa occidental. Fue a partir de 1645 que los traficantes y comerciantes portugueses comenzaron a capturar y exportar esclavos de Mozambique debido a la ocupación holandesa, en agosto de 1641, de Angola y Benguela, las cuales habían estado dominadas hasta entonces por los portugueses. El tráfico se intensificó a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. Ya antes de ese siglo habían salido esclavos de Mozambique, pero en ningún caso los números fueron tan elevados y alarmantes como los que se obtuvieron desde el siglo XVIII en adelante.

El comercio entre los tres continentes: África, Europa y las Indias Occidentales

Inicialmente, desde que en 1441 los portugueses capturaron por primera vez esclavos africanos, estos fueron exportados hacia Portugal, España, Italia y otras partes de Europa, aunque en pequeñas cantidades. Después de la conquista de América, el tráfico de esclavos no solo aumentó extraordinariamente, sino que se transformó en una institución que por cerca de cuatro siglos relacionó en forma dramática a tres continentes: ÁfricaAmérica-Europa. Esta relación es conocida como comercio o tráfico triangular. A inicios del Siglo XVI varios territorios en América fueron colonizados por portugueses y españoles. Los aborígenes fueron masacrados o reducidos a la esclavitud durante la conquista. Como ya se señaló, en estas tierras conquistadas los europeos introdujeron el cultivo de la caña de azúcar, tabaco, algodón y café, y la extracción de oro y plata, productos todos muy apetecidos en Europa. Lo que Europa Occidental buscaba con la trata de negros esclavos era la consecución de “bienes de producción”, más que de consumo, por lo que se buscaba emplear gran cantidad de personas vigorosas, fuertes y adultas, y un escaza número de mujeres y sus niños, quienes serían destinados a la servidumbre doméstica. Estas labores exigían de mucha mano de obra. Los aborígenes diezmados por las guerras, las epidemias, el trabajo forzado y el alcohol, no pudieron satisfacer las necesidades de mano de obra. Cuando la mano de obra nativa comenzó a agotarse , debido a las durísimas condiciones laborales, a las deficiencias en la higiene, a los castigos a que eran sometidos, a las pocas defensas que tenían sus organismos para aguantar las enfermedades traídas del continente europeo, surgió la necesidad de importar esclavos negros a las Indias Occidentales. Los traficantes ávidos de lucro y con experiencia en el tráfico de esclavos pusieron sus ojos en África, como región con fuerte mano de obra barata. La trata de negros esclavos en las Indias Occidentales pasó por períodos en los que dicho negocio se fue transformando. Hubo un período inicial, el de las Licencias, que se extendió entre los años 1533-1595; después vino el de los asientos, comprendido entre los años 1595-1791; y, posteriormente, el del comercio libre, de los años de 1791-1812. El período de las licencias, que fue el que dio inicio al comercio de esclavos negros llevado a cabo por parte de la Corona de Portugal, se caracterizó por el establecimiento de una serie de permisos que la Corona concedió para que los favorecidos pagasen un tributo por la introducción de un número determinado de esclavos en las Indias Occidentales; salvo que se tratara de mercedes o de concesiones gratuitas todos debían pagar por los favores de la Corona, por lo que las transacciones siempre fueron sometidas a un registro y control de parte de las autoridades de los puertos. Ya a finales del siglo XVI, el comercio de esclavos negros empezó a adquirir un mayor volumen de demanda, razón por la cual la Corona de Portugal en unión con la de España, planteó dejar de conceder licencias y sustituirlas por un tipo de permiso llamado asientos. Los asientos eran convenios o acuerdos que la Corona efectuaba con un particular, constituyendo de esa forma una compañía, mediante la cual la primera le arrendaba al segundo por un determinado período, fue así como se concretó el monopolio del comercio de esclavos. Dada la importancia de los contratos que fueron promovidos para la contratación de mano de obra esclava en el Atlántico, la connotación del término quedó referida casi exclusivamente a los asientos de negros.

Para inicios del siglo XVI, Europa ya era el centro del comercio que ligaba todos los continentes. Los navíos negreros que transportan esclavos partíann para África desde los puertos europeos cargados de artículos de reducido valor: barras de fierro, tejidos, uniformes, bebidas alcohólicas, espejos, collares, armas, etc.244 En África, estos artículos fueron trocados por oro, pieles, goma, marfil y sobre todo por esclavos, para después llevarlos a América y entregarlos a los colonos que explotaban las plantaciones y minas. En un comienzo, el comercio con África fue monopolio absoluto de españoles y portugueses, pero a partir de finales del siglo XVI las compañías holandesas, francesas e inglesas entraron en este circuito mercantil, luchando por controlar estas regiones. Surgió así una competencia encarnizada entre los países europeos que se mantuvo durante todo el período del tráfico de esclavos. Los holandeses traficaban y exportaban esclavos que vendían en el Brasil y en América Central. En el siglo XVIII, los ingleses transportaron para sus colonias en América del Norte, para México, Cuba, Jamaica y el Perú. A partir del siglo XVII y, especialmente, en el siglo XVIII, los negreros franceses llevaron esclavos a la isla de Santo Domingo (Haití), a las Antillas Francesas y a Lousiana en América del Norte. En el transcurso de los siglos XV y XVI el tráfico negrero fue obra principalmente de navegantes particulares, comerciantes y piratas. A partir del siglo XVII pasa a ser ejercido por grandes compañías. Ellas se encargaban del comercio en el Atlántico y de la explotación de las colonias. Organizaban también la instalación de factorías, la construcción de fuertes y bodegas para almacenar esclavos. 245 En el caso de Portugal, el tráfico de esclavos fue realizado casi exclusivamente por negreros particulares, que llevaban del Brasil a África tabaco de mala calidad y ron, y regresaban con esclavos a cambio. Esto se desarrolló especialmente a partir del siglo XVII, cuando las relaciones entre las posesiones de África y el Brasil comenzaron a ser directas. En el comercio del Atlántico, Portugal se vio superada por los grandes países expansionistas de la época: Holanda, Francia e Inglaterra. Consecuencias del comercio de esclavos negros

Las consecuencias del tráfico de esclavos para África fueron negativas, más bien desastrosas, en todos los aspectos.

Los esclavos en el continente africano eran trocados por productos europeos de muy poco valor y de poca calidad. Cuando llegaban a los puertos de las Indias Occidentales eran cambiados por metales preciosos: tabaco, algodón, madera, café, oro, plata. 245 Los futuros esclavos eran capturados en el interior o a lo largo de la costa del continente africano, actividad que desencadenaba grandes guerras que dejaban una cantidad considerable de heridos y muertos. Cuando se les capturaba, eran encadenados, y se les trasladaba a pie hasta los barrancones donde se les encerraba hasta ser despachados para el comercio del Atlántico, habitaban personas heridas, algunos enfermos y las condiciones de higiene eran lamentables por la misma aglomeracion a que estaban sometidos, escaseaba el agua potable y el calor de la región era tremendo. En estos lugares esperaban durante varios días hasta que llegara el navío para trasladarlos a su lugar de destino ya fuera Europa o las Indias Occidentales. En estos navíos las condiciones en que viajaban junto a otro tipo de mercancías eran realmente lamentables, deprimentes, tanto por el hacinamiento, la poca comida que tenían, la suciedad, el olor, el calor, la tortura, el dolor y el pánico lo inundaban todo. Cuando el viaje duraba mucho y las condiciones del mar eran bastante difíciles se producían muertes y naufragios. Cuando llegaban a los puertos, los metían en factorías donde se recuperaban de un extenuante viaje, se les drogaba o se les cebaba para que lucieran bien ante los compradores, eran sometidos a exámenes anatómicos de manera minuciosa y luego eran comprados por algún mercader ávido de explotarlos. Véase Barticevic Sapunar, Marco Antonio. La esclavitud: América conquistada, África esclavizada. Núcleo Editorial de la Universidad Eduardo Mondlane, Maputo-Mozambique, junio de 1987. P. 314 244

A nivel demográfico, el tráfico de esclavos causó estragos en el continente africano cuyas consecuencias son sufridas incluso en la actualidad. El éxodo forzado de millones de personas provocó la disminución del crecimiento vegetativo de la población africana, ya que los hombres y mujeres en edad de procreación fueron los más vendidos. Hay regiones que no se han recuperado de la exportación masiva de sus habitantes, los espacios vacíos e improductivos y la falta de mano de obra, delatan día a día el genocidio perpetrado. Es interesante apuntar que entre 1500 y 1870 el crecimiento demográfico acusó en África un retraso sensible con relación al de cualquier otro continente durante el mismo período, y cuando cesó la demanda de esclavos hacia finales del siglo XIX, el crecimiento demográfico alcanzó entre 1900 y 1950 una de las tasas más elevada del mundo. En cuanto a las cifras, los datos estadísticos que se obtienen de los libros de abordo de los barcos o de los puertos negreros no permiten llegar a conclusiones exactas, sino tan solo aproximadas. Un error que se ha cometido muchas veces es tomar en cuenta solo el número de esclavos que llegaban a las colonias, sin tener en cuenta las pérdidas humanas que se producían en África a lo largo de todas las etapas por las que atravesaba el esclavo antes de llegar a destino: durante las guerras, la larga marcha hasta la costa, durante el almacenamiento esperando el embarque y en el mismo barco. Algunos investigadores llegan a decir que entre los siglos XV y XIX el continente perdió más de cien millones de hombres y mujeres jóvenes, contando la trata occidental y oriental, y teniendo en cuenta que por cada negro vendido, otros cuatro o cinco, aproximadamente, morían en África durante las batallas, en el camino o en el mar.246 La hipótesis que se plantea es que el negocio de la trata de negros esclavos fue beneficioso para las partes, tanto a nivel local en el continente africano, como a nivel general en Occidente y las Indias Occidentales; pues aceptaron las reglas de juego del mercado, porque el negro se cotizó a la par, por decirlo así, como otras mercancías de gran valor (metales preciosos), que generaron grandes ganancias, especialmente para los particulares quienes obtuvieron mejores resultados que las mismas Coronas de España y Portugal. Como se ha afirmado antes, el negocio de los esclavos negros existió en el mismo continente africano, entre los países del Magreb y Arabia, y entre la parte oriental y la occidental de África, desplegándose después por toda la costa del Mediterráneo entre los dos continentes, el europeo y el africano, hasta llegar al Atlántico con el mercado de las Indias Occidentales, a finales del siglo XVI y comienzos del XVII. 247

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