Adorno y La Belleza

APUNTES VARIOS SOBRE ADORNO Y LA BELLEZA "La autonomía exigida por el arte se alimentó de la idea de humanidad". Adorno.

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APUNTES VARIOS SOBRE ADORNO Y LA BELLEZA "La autonomía exigida por el arte se alimentó de la idea de humanidad". Adorno. -El concepto de belleza se enfrenta a la condición de que no debe ser un placer del goce nacido de la mera sensación; el arte estético, como arte bello, no está dependiendo únicamente de la sensación de los sentidos, sino que puede ser estético e intelectivo, según la sensopercepción del artefacto o de la ‘especulación’, vale decir, desde el punto de vista del signo-función. Cabe entonces revisar tales conceptos: belleza y lo bello. Dice Aristóteles: "lo bello, tanto un animal como cualquier cosa compuesta de partes, no sólo debe tener orden en éstas, sino también una magnitud que no puede ser cualquiera; pues la belleza consiste en magnitud y orden". Es aquí, entonces, en donde se conecta la Teoría Estética de Adorno, y cuya concepción de belleza no es tan simple como antes, como lo clásico sino que: "Hacer de la estética una doctrina sobre la belleza nace del conjunto del contenido estético. Si la estética fuera la sistematización de lo que alguna vez ha sido llamado bello, entonces no habría en su concepto ni un solo rasgo de vida. La razón está en que el concepto hacia el que apunta la reflexión estética contiene tan sólo un momento de lo bello. Su idea nos recuerda algo esencial para el arte aunque éste no lo exprese inmediatamente. Si no pudiera llegarse a juzgar, aunque trabajosamente, que las obras de arte son bellas, entonces el interés por ellas sería incomprensible y ciego, y ni artistas ni espectadores podrían realizar ese movimiento de salida del terreno de los objetivos prácticos, de la autoconservación y del principio del placer, que es esencial, por constitución, al arte". Por lo tanto las Artes agradables son las que sólo tienen por fin el goce, entendido éste, como: "la participación del sujeto empírico en la experiencia artística ‘telle quelle’ es sólo limitada y modificada, y podría disminuir a medida que creciera el rango de las obras"; y el Arte bello, en cambio, es un modo de representación que por sí mismo es conforme a fin, y, aunque sin fin, fomenta, sin embargo, la cultura de las facultades del espíritu para la comunicación social, la condición de que no debe ser un placer del goce nacido de la mera sensación, sino de la reflexión, y así, el arte estético, como arte bello, es reflexivo y no perceptivo, dependiendo únicamente de la sensación de los sentidos. La representación de la realidad se aparenta en una obra de arte (autónoma) en su construcción, percepción y re-creación, pero más tarde es una obra cuya actividad artística es percibida por la sociedad casi como una tragedia, ya que no sólo se recepciona pasivamente, en un principio, según Adorno, dado su imposibilidad de interpretarlas, sino que se puede objetivar en forma plena o a modo de fetiche en la sociedad. Y cualquiera sea la forma de hacerlo, ésta será desde la vehiculación de la noción de arte y/o cultura, ya que no son lo mismo, pero son percibida como lo mismo: el arte como una manifestación más de la cultura de la simulación de las imágenes como reproductibilidad tecnológica, no como la resultante de una experiencia de la realidad misma en vistas a su transformación. -El tiempo histórico es sustantivizado como espacio de acción: todas sus acciones están mediadas por una tradición que se impone cada vez que pasa el tiempo, como bien lo señaló Adorno: el momento histórico es constitutivo de las obras de arte. Son auténticas aquellas que, sin reticencias y sin creerse que están sobre él, cargan con el contenido histórico de su tiempo. El tiempo como un espacio de acción, como un espacio que no es sólo de acción estética sino histórica, científica, ideológica y capitalista, como lo adelantó Adorno: una industria cultural que se desarrolla como una sociedad de mercado que convierte al hombre en un mero consumidor, tanto es así que se transforma en un coleccionista de fetiches. -"El arte es conocimiento en los dos sentidos; no sólo por la vuelta en él de lo mundano y sus categorías, por su ligazón con lo que en otros dominios se llama objeto del conocimiento, sino también, y más quizás, por ser una crítica tendencial de la ratio que domina la naturaleza cuyas pautas fijas pone en movimiento mediante las modificaciones que en ellas introduce". Por lo tanto, cuando la crítica de la razón se hace presente, lo hace también en la apariencia del arte: la estética; la cual se hace cargo de la categoría de verdad. Y esta crítica va implícita en el concepto de arte: "Arte es magia liberada de la mentira de ser verdad". El arte se apartaría de la concepción tradicional que juzga la verdad como adaequatio. Este criterio asumiría la sumisión de la obra a un canon externo. La transformación se genera en la relación entre el artista y las técnicas de producción. -Adorno señala: "Las obras de arte se salen del mundo empírico y crean otro mundo con esencia propia y opuesto al primero, como si este nuevo mundo tuviera consistencia ontológica". O sea, la obra de arte puede capturar el mundo tal cual es, pero cuando ya le ha capturado es autónoma, es autotélica e inmanente, ya que forma otra realidad distinta de la que capturó, aunque para Adorno, la dialéctica de lo universal y lo singular no hace desaparecer su diferencia, como lo hace el confuso concepto de símbolo. Y por ello, "en cuanto más auténticas sean las obras, tanto más se pliegan a algo exigido objetivamente, al ajuste de la cosa misma, y esto es siempre universal", entonces, y sólo entonces, es posible ordenar un nuevo mapa para seguir la ruta y las señales de esta apariencia o estética. Adorno, entiende que el arte no se puede definir, "ya que extrae su concepto de las cambiantes constelaciones históricas. Su concepto no puede definirse. No podemos deducir su esencia de su origen, como si lo primero en él fuera el estrato fundamental sobre el que edificó todo lo subsiguiente o se hundió cuando ese fundamento fue sacudido. (…) La definición de aquello en que el arte pueda consistir siempre estará predeterminada por aquello que alguna vez fue, pero sólo adquiere legitimidad por aquello que ha llegado a ser y más aún por aquello que quiere ser y quizá quiera ser. (…) El arte, al irse transformando, empuja su propio concepto hacia contenidos que no tenía. La tensión existente entre aquello de lo que el arte ha sido expulsado y el pasado del mismo es lo que circunscribe la llamada cuestión de la constitución estética. Sólo puede interpretarse el arte por su ley de desarrollo, no por sus invariantes. Se determina por su relación con aquello que no es arte. Lo que en él hay de específicamente artístico procede de algo distinto: de este algo hay que inferir su contenido: y sólo este presupuesto satisfaría las exigencias de una estética dialécticomaterialista. Su especificidad le viene precisamente de distanciarse de aquello por lo que llegó a ser; su ley de desarrollo es su propia ley de formación. Sólo existe en relación con lo que no es él, es el proceso hacia ello". Debemos entender cómo Adorno funda la autonomía del arte moderno, en su relación negativa con todo lo que no es arte, o sea, a partir de la función crítica que se le supone al

arte como realidad desautomatizadora, es decir, la ‘ontológica’, funciona como un proceso crítico de la producción y recepción de la obra de arte. No obstante, el carácter central de la estética adorniana es que la obra de arte es enigmática Son auténticas aquellas obras de arte que, sin reticencias y sin creerse que están sobre él, cargan con el contenido histórico de su tiempo; vale decir, cada vez que el sujeto pasa del presente al pasado o al futuro y por tanto el correcto uso del tiempo y de los objetos como aplicación práctica de la razón instrumental. Dice Adorno: "el arte es la obra producida por él (el arte mismo), que retiene en sí tanto los elementos tomados de la realidad empírica como los altera, al diluirlos para reconstruirlos luego según su propia ley. -Pero, ¿qué sería del arte en cuanto forma de escribir la historia, si borrase el recuerdo del sufrimiento acumulado?- dice Adorno. Y debe recordarse que para él, "escritura" es un concepto: toda obra de arte es escritura, no sólo las que se presentan como tal. (…) las obras de arte son lenguaje sólo como escritura." -Demás está recordar con Adorno: "Una industria cultural impide la formación de individuos autónomos, independientes, capaces de juzgar o de decidir conscientemente". De tal modo que, el Arte es el que libera al hombre de las amarras de los sistemas y lo transforma en un ser autónomo y, por lo tanto, en un ser humano. En tanto, para la Industria Cultural, el hombre es mero objeto de trabajo y consumo, no así el arte en el cual se que puede llegar a ser libre para pensar, sentir y elegir. El arte es el medio por cual se puede llegar a la perfección frente a la realidad imperfecta; por lo tanto la Industria Cultural, el capitalismo, no puede ser pensado de manera absoluta. -Puede resumirse la Teoría Estética, en que la obra de arte obedece a una ‘necesidad de expresión transsubjetiva’ (subjetividad finita); la cual debe desarrollarse como una ‘verdad autónoma’ (contenido) y una ‘racionalidad constructiva’ (forma), es decir, la ‘imposición de la forma a los materiales’ a través de ‘la técnica’. Llegando a ‘producir’ ‘una expresión estética’ (mimesis expresiva, mediante ‘impulsos miméticos’, lo que en todo caso, obedece a lo cognoscible). Y ésta, la obra, es inmanente y además contiene inmanencia social, o sea, autonomía, en medio de una sociedad capitalista (industria cultural) que se manifiesta a su vez como ‘expresión del devenir histórico’, vivificado por un ‘individuo mónada’ (a quién le aqueja, no el sufrimiento, sino el antagonismo – la contradicción -) y por tanto se desarrolla en un escenario del drama en donde la última forma de expresión se focaliza en una nueva ‘imago’. Con otras palabras, el arte es autónomo y heterogéneo a la vez. Pues el arte, siendo una ‘mónada sin ventanas’, refracta la sociedad de la que es producto. El arte habla entonces desde su clausura, en medio de la apariencia, tanto del mundo existente como del no-existente, de la utopía, de lo que debería ser. Adorno sostiene, entonces, que el arte auténtico, además de ser artefacto, producto de una técnica ejemplifica otro tipo de racionalidad, estética o mimética. Luego, el arte secularizó la magia, y de ella heredó el momento mimético, es decir, el modelo de un tipo de conducta, como la imitativa, que no es dominadora e instrumental, sino de respeto mutuo de las identidades y diferencias. OTROS APUNTES -En Teoría estética, la acción determinante de la racionalidad en la dialéctica entre naturaleza y razón desemboca en dominio. Para Adorno la racionalidad convertida en instrumento de dominio escribe también la historia de la coacción de la naturaleza, tal como puede evidenciarse en la tensión belleza natural y belleza artística tratada por el idealismo alemán. En el idealismo, belleza natural y belleza artística son concepciones acordes a exigencias de la racionalidad instrumental en su proceso iluminista; por eso, la tensión entre ellas es señal de que constantemente se modifican así como el objeto al que se refieren. La reflexión estética adorniana es crítica de carácter histórico a los contenidos de los conceptos de belleza natural y de belleza artística, señala que éstos son conceptos no determinables por categorías que no explican el movimiento de sus contenidos, y que por tanto se establecieron como formas de dominio. Los procesos dialécticos en que se involucran los contenidos de la belleza natural y la belleza artística son valuados por categorías racionalistas, éstas, al estar diseñadas para explicar la estructura de la experiencia del sujeto consciente, lo confrontan a la estructura del objeto que es en sí mismo inconsciente; así, los contenidos anejos a esos conceptos aparecen como una forma de dominio racional basada en la primacía de lo consciente sobre lo inconsciente. Adorno infiere que la hegemonía de categorías "objetivas" para el conocimiento conceptual y de la experiencia del objeto estético, sea arte o naturaleza, es resultado de la perpetuación de una filosofía de la conciencia, de un dominio racional basado en el formalismo sujeto / objeto, en el que se orienta al objeto hacia el sujeto como un para sí del mismo. -En el idealismo La belleza natural es "un campo de batalla de verdad, hermosura y bondad", palabras de Theodor Adorno haciendo una denuncia al idealismo alemán. La belleza natural fue desplazada de la reflexión estética no solo por ser doblegada por el concepto sino por los intereses del sujeto; también es dominio de la naturaleza el que la humanidad, la dignidad y la realización del sujeto autónomo sean concepciones que elevan al sujeto sobre su propia animalidad. Adorno a esto lo denomina la "cerrazón del gran arte", se produjo una desolación estética con epicentro en la hegemonía del sujeto: el dominio del sujeto que degrada cuánto no le está sometido .Adorno podría decir que Kant es alguien para quien la naturaleza es pensada conforme a fines ya que en su concepción de lo sublime de la belleza natural hace a ésta tener cierta primacía sobre la belleza artística y esa primacía es la concepción de que ella es para el sujeto moral. Para Adorno las concepciones sobre lo bello y lo sublime tienen la pretensión de conocer y dominar la naturaleza, son concepciones que benefician al sujeto en su interés práctico sobre la naturaleza. A la belleza natural se le fuerza para alcanzar el concepto al ser asimilada con un fundamento práctico o moral: "lo sublime levanta energías morales". La crítica de Adorno está de acuerdo con Kant en el punto de que lo que se predica de la belleza natural (de lo sublime) es algo indeterminado que está fuera de nosotros, de nuestro alcance conceptual. Sin embargo como experiencia, lo sublime también es dominio de la naturaleza desde que está en el ámbito subjetivo de las ideas y no de los objetos: lo sublime es para la razón del sujeto. -En palabras de Albrecht Wellmer: . Esas

huellas de la espiritualización son contenidos conscientes que se hacen conocimiento racional y discursivo del arte, son huellas del dominio que se transforma tras la caída de los lineamientos estéticos tradicionales. -Para Adorno y todo el idealismo la experiencia de la belleza tiene un carácter cognoscible; pero el idealismo preeminencia el de la belleza artística, ya que ésta, como todo artefacto, representa a una realidad articulada con el mundo, mientras lo indeterminado o la experiencia de lo bello de la naturaleza no. Adorno cree que la sustancia de la belleza natural reside en su carácter indeterminado. La belleza natural, al ser algo no dominable como copia o concepto, se torna ambigua; . No se puede determinar por categorías al contenido de las experiencias pues la belleza natural no es susceptible a ser tratada por apriorismos como forma, armonía, expresión etc. La ambigüedad no le roba a la belleza natural su objetividad ya que como experiencia estética tiende a proporcionar conocimiento del ser en sí de la naturaleza que la produce y que no es totalmente mediado por el espíritu. -La belleza de la naturaleza es según Adorno, lo más parecido a la reconciliación porque en su intuición lo interpretado no alcanza a ser una forma acabada, no hay dualidad sujeto-objeto, conciencia- inconciencia, realidad y concepto sino captación de la razón, de forma inmediata y continua del objeto bello. La reconciliación en la belleza de la naturaleza es la libre comunicación entre la razón de los hombres y ella. La belleza de la naturaleza comunica los defectos del mundo al tiempo que a fuerza va siendo integrada en él por la racionalidad. No por estar tan alejada de la razón como la cosa en sí tiene sólo contenidos ideales, también histórico materiales y por eso asimila su reconciliación con la que debería darse en el arte, aunque su apariencia no es la misma. La reconciliación para la belleza artística se limita en ser lenguaje reconciliado. En su expresión las obras deben renunciar a la reconciliación para aparecer como reconciliadoras;así imitan a la belleza de la naturaleza y su lenguaje de la separación, deben ser disonantes para ser en apariencia reconciliadoras. Para Adorno la belleza de la naturaleza se presenta unificada, es cifra de lo reconciliado por su apariencia de unidad; esa apariencia le otorga su sentido al igual que lo hace con el arte:. Ambas, belleza natural y artística tienen la apariencia de un equilibrio entre lo fugaz y lo estable. En la belleza natural el carácter apariencial es lo que repiten las obras de arte, ellas manifiestan tal apariencia a partir del momento natural en que se integra lo disonante en el lenguaje. -Adorno como gran parte de su filosofía nos llevar a concluir que los factores que contribuyeron a generar la tensión son resultado de formas de dominio. Por dichos factores en ocasiones se argumentó sobre unas diferencias entre belleza natural y belleza artística que básicamente no existen. Lo creado y lo increado, lo espiritual y lo indeterminado, humanidad y la dignidad del sujeto, el ser para sí y ser para otro de la naturaleza y el arte, la conciencia, la inconsciencia, el contenido y la forma, etc. son contraposiciones plausibles entre arte y naturaleza pero que desde el idealismo son evidencia del dominio de la naturaleza, no corresponden a la experiencia de la belleza natural ni a la naturaleza, son efectos iluministas por las que se las puso en polos opuestos. Belleza natural y belleza artística son diferentes pero la diferencia no corresponde propiamente a la experiencia estética sino a formas de dominio de la naturaleza. Las diferenciaciones básicas del idealismo servían para ilustrar una hegemonía subjetiva que enaltecía la una sobre la otra . Ya fuese por su carácter objetivo o por su correspondencia a intereses del sujeto, belleza natural y artística, como conceptos develan formas de dominio. Para Adorno belleza natural y belleza artística no se excluyen sino que se asimilan la una a la otra: es casi imposible dar características de la belleza de la una sin tener que dar las mismas de la otra. Arte no es más que una forma artificial de belleza natural y viceversa, pero ambas tienen para la razón un contenido de conocimiento; son algo que conocer del ser en sí de la naturaleza. Lo no idéntico o inconsciente, lo diferente del espíritu o la disonancia, la mediación, el lenguaje, hacen parte de la experiencia estética y demuestran que belleza natural y belleza artística son para la razón más que la mera existencia del objeto que no puede ser abarcado por el concepto. La belleza natural y la belleza artística se contraponen como formas de dominio. Podría parecer que aunque para Adorno la belleza artística y la belleza natural no se contraponen, la segunda si tiene cierta preeminencia sobre la primera: la reconciliación del arte es una reconciliación en segundo grado pues la belleza del arte no es precisamente lo más parecido a la reconciliación, es imitación de la belleza natural en sí, de su trascender. La reconciliación juega su papel en la belleza natural antes que en el arte pues es en la experiencia de la belleza natural que se concibe la integración del elemento disonante repetida por el arte. -La reconciliación en el arte y la naturaleza sólo puede ser establecida como una superación del dominio de la racionalidad porque en su mediación social, natural, espiritual, etc. no es una reconciliación efectiva del mundo empírico. Si el arte o la belleza natural en su mediación social señalan relaciones de equivalencia para los hombres y el mundo como si ya estuviesen reconciliados con él, tal reconciliación carece de contenidos materiales actuales, no es algo real ni se ha demostrado que lo ha sido. Por eso reconciliación es más anhelo de realizar una utopía en la comunicación que una reconciliación real o efectiva del hombre y la naturaleza. No hay en adorno, al igual que en el idealismo, sino un deseo ético y epistemológico de tratar a la naturaleza y su indeterminación; sólo que Adorno pretende dejarla en su distancia y el idealismo adaptarla a fines morales del sujeto. Eso muestra que el concepto de reconciliación no es solamente estético sino que guarda contenidos éticos. Y aun más; la apariencia de la belleza natural y la belleza artística se dirige a lo empírico, pero si la reconciliación es epistemológica, si es de la razón y la naturaleza en tanto asimilación de su ser en sí para la razón, el carácter ontológico del objeto estético depende sólo de la forma de conocer, de la forma en que se nos presenta o por lo que aparenta en su distancia. Es decir que tal vez sea poco el avance frente a la posición Hegeliana de identidad entre naturaleza y espíritu pues lo real se queda en términos de cómo se nos presenta y cómo se conoce. Por ello, esa nueva forma de relacionarse con los fenómenos estéticos, la reconciliación con la naturaleza, ya no sólo quede enmarcada dentro del ámbito epistemológico (forma de conocer) sino también en el ontológico (forma en que las cosas son): ser es trascender. El objeto estético adquiere su statu como tal, como objeto de conocimiento; en tanto aparece y expresa es un objeto de conocimiento. La trascendencia va aunada a él como su esencia; para que sea objeto estético debe trascender y generar la apariencia de reconciliación, desde él mismo y en relación con la razón en la comunicación con el ser en sí de la naturaleza.