FÉLIX LUIS FELIPE DUQUE [ED.] TAMAYO MARTÍNEZ MARZOA WOLFGANG WELSCH ÁNGEL GABILONDO HANS-HELMUTH GANOER RAMÚN RO
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FÉLIX LUIS
FELIPE
DUQUE
[ED.]
TAMAYO MARTÍNEZ MARZOA
WOLFGANG WELSCH ÁNGEL GABILONDO
HANS-HELMUTH GANOER
RAMÚN RODRÍGUEZ GÚNTER FIGAL j-t
ADRIANO FABRIS JEAN-FRANQOIS COURTINE
VOLKER RÜHLE
HEIDEGGER SENDAS QUE VIENEN
CONSORCIO DEL CÍRCULO DE BELLAS ARTES
La Suma de Todos CONSEJERÍA DE CULTURA Y njRISMO
Comunidad d* Madrid www.medríd.org
madrid
Los ensayos
cpie
componen el volumen son versiones revisadas de las en el congreso Pensamiento, arte, poesía.
conferencias pronunciadas
Heidegger, 3o años después que, coordinado por Félix
bró en
el
Duque, se cele-
Circulo de Bellas Artes, el Gk)ethe Instituí (Madrid) y la
Universidad Autónoma de Madrid entre
el
2,2,
y
el 2,6
de mayo de :^oo6.
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Heidegger. Sendas que vienen
Félix Duque (ed.) Luis Tamayo
Felipe Martínez Marzoa
WOLFGANG WeLSGH Angel Gabilondo
Hans-Helmuth Gander
Ramón Rodríguez GüNTER Pigal Adriano Fabris Jean-Fran^ois Courtine
Volker Rühle Juan Manuel Navarro Cordón
John Sallis
Ángel Xologotzi Jorge Pérez de Tudela
Arturo Leyte
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Círculo de Bellas Artes Presidente
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Juan Barja Reservados todos los derechos. No está permitido reproducir, almacenar en sis-
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UNIVERSIDAD AUTONOMA
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® de los textos: sus autores ® de la traducción: Jorge Gano, Ana G. Gonde,
colaboran
Francisco de Laxa,
Paloma Martínez Matías InlilUKl
ISBN; 978-84-87619-10-6
llaliano ili
Cultura
—BBjncrannKHr
Dep. Legal:
SOCIEDAD ESTATAL
ii
DE
CONMEMORACIONES CULTURAl£S
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Heidegger. Sendas que vienen
Volumen i Félix Duque (ed.) Luis Tamayo Felipe Martínez Marzoa
WOLFGANG WeLSGH Angel Gabilondo Hans-Helmuth Gander Ramón Rodríguez Günter Figal Adriano Fabris Jean-Fran^ois Courtine
volker rühle
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INTRODUCCION Félix
Duque
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El
de mayo de 1976 murió Martin Heidegger. Treinta años
después, y en la semana correspondiente (del
mayo), se celebró en
la
Universidad
Goethe -Instituí de Madrid y
el
al
?6 de
Autónoma de Madrid,
Circulo de Bellas Artes
el
un
simposio sobre su obra gracias al esfuerzo generoso y coordi-
nado de
estas instituciones, asi
Istituto Italiano
de Cultura,
como
a la colaboración del
el Servicio Cultural
de la Embaja-
da de Francia en España y la Sociedad Estatal de
Conmemo-
raciones Culturales del Ministerio de Cultura. El presente
volumen recoge las actas del encuentro. Quizá tan lacónico recordatorio debiera bastar. Alo sumo, tal
vez cabria añadir también una breve nota sobre
dencia de los ponentes extranjeros
—creo— suficientemente conocida, escritos y enseñanza).
(la
así
la
proce-
de los españoles es
como reconocidos sus
De México vinieron Ángel Xolocotzi
(Universidad Iberoamericana, México DF) y Luis Tamayo
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10
FÉLIX
DUQUE
(Universidad de Guernavaca). Del Boston Gollege, John SaUis.
De la Universidad de
París IV, Jean-Frangois Gourtine
—director además del Archivo Husserl de Paris— nia,
en fin: Günther Figal,
.
De Alema-
director del Archivo Heidegger de
Frihurgo de Brisgovia, Hans-Helmut Gander, director del Archivo Husserl en la
misma universid ad, Volker Rühle, de la
Universidad de Hildesheimy actualmente Profesor Extraordinario en la UAM, y finalmente Wolfgang Welsch, de la Uni-
versidad de Jena. Todos ellos,
más
los
compañeros y amigos
españoles, dejaron sobrada constancia de sus conocimientos,
su disponibilidad y su generosa entrega, pero, por encima de todo, de su bonhomia.
De nuevo:
quizá este breve pero sentido panegírico debie-
ra bastar. Pues si algún sentido sigue teniendo hoy elprinci-
pium auctoñtatis cer), la
Gabilondo, A. dón,
J.
(de augeo, nos recuerda Heidegger: hacer cre-
simple mención de esos nombres, junto con los de Á. Le3rte, F.
Martínez Marzoa,
J.
M. Navarro Gor-
Pérez de Tudela o R. Rodriguez, tendría que suscitar de
antemano —ante littera—wa. sentimiento subjetivo de confianza
en la bondad y relevancia de tan señalado encuentro; un
sentimiento que seguramente se convertirá en convicción objetiva después de la lectura del libro. Faltará siempre, ay, la
facticidad de la frescura de las conferencias, la escucha del silencio o del
fin de aquel
murmullo en la sala o en el
memorable
aula, la vivacidad
en
acto colectivo de presencia. Sin
embargo,
el rigor de los escritos y el carácter perdurable y siempre disponible de éstos en la lectura constituyen, pienso,
un imprescindible documento suplementario en que se custo-
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INTRODUCCIÓN
dia de otra
11
manera la verdad de aquellos
como parece obvio
(y
días.
Por otra parte,
no debería serlo), estas contribucio-
nes alcanzan ahora, en la edición, una vida propia, separada,
como
prestas
están a provocar nuevas derivas del pensar.
En fin, ¿de veras bastan la mención del acto y de los en él participantes? ¿Basta igualmente la indicación del
ordeny
articulación —ahora, temática, libre de las exigencias cronológicas de las respectivas
agendas— de los ensayos para intro-
ducir a aquéllos? Desde
una perspectiva
todo lo anterior es
zá el paciente lector (si
mente
objetiva, correcta,
más que suficiente, desde luego. Pero no
lo es,
aún que
a las contribuciones) soporte
como propulsor y organizador tampoco hay que ponerse
así),
qui-
hará bien en pasar directale diga: a
mí,
del evento (no del Ereignis:
no
me bastaría dejar el asunto mi par-
sin
más
te.
Gomo tal, irremediablemente subjetiva (aunque la res-
explicación. Vaya pues
una breve
confesión de
puesta que encontró en participantes —en los conferenciantes
y en
el público:
no
sólo, ni
mucho menos,
estudiantil— y en
promotores y patrocinadores refuerza mi creencia en eso que decía Aristóteles: «Entre todos decimos verdad».
Una ver-
dad, siquiera, intersuhjetiva)
En primer lugar, las conmemoraciones crono-necro-íógicas (recurrentemente inevitables, por
demás) pueden tener
en general cualquier motivación, pero difícilmente una justificación precisamente lógica. ¿Por qué
rememorar a Heideg-
ger a los treinta años de su muerte, y no a los diez, a los veinticinco o a los veintinueve y
medio de
ella?
¿Y por qué andar
buscando excusas para rememorarlo, cuando su obra
(y
no
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FÉLIX
12
DUQUE
sólo ella, sino las anécdotas sobre sus peripecias políticas o
—recientemente— adulterinamente amatorias) está constantemente presente en la enseñanza en las aulas, dias y las monografías (y
las
enciclope-
en los periódicos y revistas, por lo
que hace a tan agitada vida, según los indicios no demasiado ejemplar ni políticamente correcta, sensu lato)? Uno podría excusarse echando fácil
mano
del recurso orteguiano de las
generaciones. Así, cabría aducir que
han pasado justamente
dos generaciones desde que aquella voz de los tiempos sombríos ingresara en el silencio. carse
—en
figura.
lo
Y es
posible— sine ira
al
degger.
que
suficiente para acer-
et studio
a tan controvertida
que cuando, en 1989, se conmemoraron
años de su nacimiento hubo, torno
Tiempo
los cien
me temo, más ira que estudio en
colaboracionismo nazifascista— Parías dixit— de Hei-
A este respecto,
los reproches
es
bien significativo que, a pesar de
y dicterios de hace dieciocho años se ha-
yan qued ado cortos ante
el voluminoso brulote actual
de Faye
(véase al respecto el trabajo de Tamayo), ni éste ni la previsi-
ble respuesta de Fran9ois Fédier et
alii
hayan tenido apenas
repercusión académica o mediática frente
al
espectáculo casi
circense de aquel entonces.
¿Qué ha ocurrido? ¿Acaso basta el paso del tiempo para «redimir» auna figura, para que olvidemos sus presuntas fechorías o encontremos nuevas y poderosas razones para
limpiar y pulir aquélla, tase? No.
como si de marmóreo pedestal se tra-
Dando de lado
esotéricas explicaciones sobre el
tiempo, su paso y sus repasos (para eso, mejor leer cuanto antes el ensayo de Pérez de Tudela), el tiempo transcurrido ha
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INTRODUCCIÓN
13
servido —está sirviendo— para que nos dejemos de denuncias o de redenciones dirigidas a una «figura» (ya está
yo— de
oficiar
bien— digo
de comisario político o de detergente láva-
lotodo, por no decir que ya está bien de chismorreos
menos picantes). La excelente biografia de Rüdiger ki,
Un maestro de Alemania, ha conseguido que
gros
—más bien profanos—
del
la
más
o
Safrans-
viday mila-
hombre Heidegger entren
también ellos en la pública región d e la serenidad. En cambio, hace ya años que
la cosa del pensar
nos convoca a enfrentarnos
con ella, y no con su temporal portavoz. Asi que, otra vez, en fin:
¿por qué Heidegger? ¿Por qué ahora? ¿Por qué aqui?
Heidegger, entonces: aquíy ahora. Yes que su pensar pue-
de y debe ser considerado, primero, como mógrafo de
un
un excelente sis-
siglo torturado y fascinante,
que
él vivió
y
pensó en todas sus dimensiones y en toda su intensidad; también, contradictoria. obras
como la suya,
En el ámbito de la lengua alemana,
la d e Jtinger o la
de Paul Celan resultan
indispensables batiscafos para sondear las profundidades de la
innegable decadencia del Occidente europeo en
el siglo
xx
(también Heidegger meditará sobre ese ocaso o Untergang, en sentido bien distinto desde luego
Gomo muestran varios de los
al
de Oswald Spengler).
ensayos aquí recogidos (espe-
cialmente, los de Gourtine, Rtible o Tamayo), las advertencias
he id egge lianas —a la metafísica,
las veces, apocalípticas—
sobre
el final
de
de la filosofía tout court y también del arte
—salvo contadas excepciones— bien pueden ser interpreta-
das
como provenientes de un discurso
lado,
como
doble, bífido: de
un
diagnóstico implacable —y certero— de la tenden-
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14
DUQUE
FÉLIX
cia planetaria a la absolutización de la técnica y de la -llama-
da— democracia como avatares de eso que él llamara
íó
la Tecnología (o
atmósfera en la que mezclarían sus gases
mo —cuya ambigua «grandeza» plimentación metafísica de
modernos—,
el
mejor, de
koinón: «lo ordinario», esa sofocante
la
el nacionalsocialis-
habría consistido en la
coyunda de
la
bolchevismo —cuyo declive
cum-
técnica y el sujeto él
no
llegó a pre-
senciar— y eliámcri/can-ismus, cuyo ubicuo triunfo denunció).
Del otro, en cambio, como un intento —en ocasiones patéti-
co— por ofrecer «otro inicio» escrito a la antigua y
al
envío del eseyer (del5ejn,
pensado sin referencia a las cosas y hom-
bres de este mundo),
como una
suerte de remedio global
—siempre pendiente, por otra parte— contra una catástrofe no
menos general y generalizada, confundiendo va ineficacia particular de Professor),
dable de
un
estilo
y de vida, para analizar
un tiempo
confundiendo todo
la
así la progresi-
académico
(el del
Herr
complejidad casi inson-
insoportable de muerte y de penuria,
ello, digo,
con el desgaste necesario de un
«ser» cuyos avatares no darían más de
sí,
y cuyas disimula-
ciones, fracasos y aun maldad es compartirían y sufrirían «los
muchos»
Qioi polloí; la gente
«hombre» en americano—), ro,
de seres egregios como
sador o
el poeta, o
sometida
al
Man —no en vano,
a pesar de los esfuerzos, prime-
el
Fundador de estados,
de las advertencias á
la
el
pen-
Casandra, después,
de quienes dan testimonio del ocaso internándose para
ello
en el fracaso vital o en la locura. Según esto, y como los lectores
podrán comprobar,
todo
la
presente colección de ensayos es
menos hagiográfica.
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INTRODUCCIÓN
15
Sin embargo, a pesar de esas sospechas, concentradas en
un punto recogido aquí bajo el rótulo de «El difícil abandono de
la
modernidad» (sospechas acumuladas también en
el
ensayo de V. Rühle), Heidegger —cada vez más, estrella solitaria,
distinguiéndose con luz propia de la brillante pléyade de
coetáneos
como Lukács,
sigue apareciendo
Jaspers e incluso Wittgenstein—
como un pensador imprescindible. Lo
es,
desde luego, en los demás ámbitos de división del volumen. Imprescindibles son, y progresivamente con pujanza hasta hace poco inaudita, sus análisis tempranos sobre la vidafáctica,
su interpretación eajísíe/iciaí —hasta él, impensable— de los
grandes documentos sagrados del cristianismo:
las epístolas
paulinas y la térra difficultatis del atormentado Agustín, su insistencia obsesiva
en degradar lo teorético y lo objetivo —lo
comúnmente ensalzado como lo
«científico», vaya— así ,
como
«urbano» y «civilizatorio» en favor de la pregnante tem,
poralidad del triple
común y mundo
modo
propio.
de ser del mundo: en torno, en
Una obsesión que
mucho
lo llevaría
después a adentrarse en la enigmática «historia del ser (o del eseyer)», y antes de ello a descarriarse por la inextricable
maraña de un nacionalsocialismo incipiente por Heidegger a su modo y manera). Así, tica al la
dominio abstracto de
las ideas
necesidad —apremiante para
«enterrar» de una vez
la vida
él,
la
(y
las Stimmiingen, o sea
y para tantos
como
pequeñoburguesa del
de
las
crí-
y de los conceptos, y
de ciudad», se mezclan inseparablemente con ción de
concebido
comprensible
él— de
«mono
la peralta-
tonalidades afectivas y los
humores —literalmente entrañables—, con el elogio de
la vida
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16
FÉLIX
DUQUE
provinciana. .. y de las «maravillosas todo, y seguramente hoy
manos»
del Führer.
Con
más que hace treinta años, ¿quién
no sigue sintiendo en lo más intimo —por «integrado» que se precie frente a los «integristas»— un malestar proveniente
de esa civilización que Heidegger creyó poder ayudar a sepultar
y que un Fukuyama quiso considerar en cambio ha poco
como
el estadio final
de
la historia.
. .
hasta que llegó la bio-
tecnología? ¿Quién no encuentra comprensible que
rentemente triunfante humanismo made
el
apa-
USA haya vuelto
in
una urgente relectura y exégesis de la humanismo, como ha propuesto Sloterdijk, y yo
a exigir actualmente
Carta sobre
el
mismo? Para
salir del atolladero
en que
el
hombre de
las
sociedades dizque avanzadas anda metido, ¿bastarán los dos
volúmenes que Welsch nos propone en su escrito, dedicados a corregir a Heidegger con la ayuda de
ción de la evolución cósmica? Sea logía heideggeriana, entendida
néutica déla factic id ad y luego
primero como una herme-
como una meditación sobre lo
inaparente, sigue constituyendo to undesajio a los
una novedosa concep-
como fuere, la fenomeno-
no tanto una respuesta cuan-
poderes del día. Quizá una de las pocas sen-
das que pueden ser seguidas hoy sin tener que recurrir a periclitadas ideologías y
menos a vergonzosos fundamenta-
lismos de toda laya que, por decirlo con Hegel, pisotean las raices de la
humanidad.
Otra de las sendas que vienen de la meditación heideggeriana puede ser vista ciertamente
campo a
través.
En
como un camino
efecto, la atención a la palabra
cortante,
que dice y
resuena, a la palabra cargada de aurora y de adviento,
rompe
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INTRODUCCIÓN
los
17
esquemas consuetos del lenguaje, visto como dócil instru-
mento en «nuestras manos» (¿se han parado a pensar en lo absurd o que es preguntarle a alguien si domina
entendido
al estilo
un id ioma?)
o
de Palo Alto (ya se sabe que en California
son muy científicos), o sea: como un mensaje que viene de un emisor y llega a un receptor; un lenguaje «máquina» pues. ,
El estudio de las posibilidades del lenguaje dialógico por parte
de Fabris y del decir poético por parte de Gourtine y Rühle (no exentas en este caso de
critica),
muestran que
este reve-
nant que le ha salido a la hodierna intepretación «canónica»
buena digestión de
del lenguaje sigue perturbando la
la
sopa
boba de muchos de nuestros especialistas en Lógica y Filosofía del
Lenguaje.
Por otra parte,
la actualidad
—y más,
la carga
de futuro— del
pensar heideggeriano en los ámbitos del arte y de
la arquitec-
tura y el urbanismo es tan innegable que, a este respecto, bien
podría decirse de las agudas «acometidas» del pensador en esos
campos lo que Voltaire decía de Dios: que,
habría que inventarlo.
En efecto,
no
si
la fascinante
existiera,
ambigüedad
del arte actual, contradictoria e inextricablemente defendido
como
quizá
el
último refugio de
do fácticamente humano,
claro,
la
sensación pura (en senti-
no en planpsicologista) y del
«residuo» del concepto, y a la vez denostado como reino de lo
inmundo (Jean Glair dixit, pero ya antes que
él
había habla-
do Heidegger, en otro registro, de Un-Welt), exige que
las
aportaciones tardías del pensador (más allá de la senda abierta
por Los orígenes de
la ohra de arte)
complacencia alguna, buscar en
sean escrutadas para, sin
ellas
algún atisbo de com-
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18
FÉLIX
DUQUE
prensión de ese fenómeno en el que se enseñorea —a fuerza de ser artificiosamente ocultado— aquello que Heidegger vie-
en La puerta, de Paul Klee:
ra
la muerte,
en la que
se enlazan
como en secreto el arte y el lenguaje.
Y por último, pero no en menor lugar,
¿cómo no recurrir a
Heidegger en busca de una posibilidad de habitar poéticamente
en
lo impoético,
en esa gigantesca conurbación, en esa pla-
netaria work inprogress que yo he
denominado Mépolis,
la
No-
Giudad? ¿Y cómo no vislumbrar, ciertamente con temor y temblor, que el otro umbral por el que acceder a una apropiada condición de posibilidad del habitar del ser ser él
mismo lo
humano podría
inhóspito, lo inhahitahle: la intemperie mis-
ma, como sugiere
el
ensayo final de Arturo Leyte? ¿Acaso se
podrá llegar alguna vez a habitar poéticamente sobre esta tierra,
como queria Hólderlin,
sin el recuerdo estremecido de
una inhospitalidad, de una cerrazón retráctil que —sospechono
seria sino la tierra
latente
misma, una maniera hosca e
más acá del carácter ónticamente terrestre
insid iosa,
del suelo y
del subsuelo cotidianos?
Sendas que vienen. Caminos que asaltan, rompen y desvian las rutas
acostumbradas de una modernidad que,
demia fugaz de
la
tras la epi-
postmodernidad, y acuciada por un tosco
primitivismo pseudorreligioso engendrado por la propia
desmesura del New World
Order, pretende volver cada vez
con
mayor fuerza a sus viejas pretensiones de dominio, dejando tras de sí
un reguero de sangre y de vergüenza. Contra ello,
nos vienen otras sendas: caminos, a la vez, del desasosiego y la esperanza.
Que
el
reverso de la sazón es la desazón.
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INTRODUCCIÓN
19
Así que, en definitiva, quizá la ocasión cronológica para
el
encuentro de hace dos años no era tan arbitraria como parecía la excusa de su celebración: el
paso de treinta años. Por-
que son los años en que la conjunción del tiempo, de chrónos, y del
lógos,
de lo lógico, ha sido puesta en tela de juicio, pace
Hegel, con una dramaticidad apenas soportable.
Y el pensar
de Heidegger (no los avatares de un individuo, eruditamente estudiados en parte, y en parte archivados en Marbach para
mejor ocasión) sigue ofreciendo con fuerza sendas que
Ciencia y la Gran Política,
Semprún, Vargas Llosa y
«camino real» de
vienen,
la
Gran
De modo que frente a Parías,
Paye,
sendas que cortan y ramifican
tutti
aquello de nuestro Tenorio:
el
quanti,
no cabe sino recordar
«Los muertos que vos matáis
gozan de buena salud»
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EL DIFÍCIL ABANDONO DE LA MODERNIDAD
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EL ESTILO DE HEIDEGGER Luis
Tamayo
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Pensar es restringirse a un solo pensamiento, alzado una fijo,
vez,
como una estrella en el délo del mundo^.
M. Heidegger
I.
INTRODUCCIÓN
Guando, en 1957, Heidegger sostuvo, contra
la
opinión de
muchos de sus contemporáneos, que desde hacia más de dos milenios operaba en el interior de la filosofía misma un «olvi-
do del ser»,
ello
no pudo dejar de causar revuelo, a la vez que
lo
reafirmaba en el lugar que sus discípulos de aquel entonces
le
otorgaban, el de «rey oculto de la filosofia» (heimlicher
Kónig der Philosophié) Su interés por ceñirse a pensar .
1
M. Heidegger, Desde la
el ser lo
experiencia del pensar, ed. bilingüe de F.
Madrid, Abada, 2,00^, p.
Duque,
i3.
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26
LUIS
TAMAYO
llevará por los derroteros de la verdad, el tiempo, elEreignis, el
lenguaje, la técnica, configurando
un filosofar que no deriva-
ba de su tiempo sino, como afirmó HannahArendt, «desde
lo
originariamente antiguo (ausdem Uralten)^^.
Y es esa temporalidad originaria de su pensamiento la que permite que los problemas abordados por
él
no
se constriñan
a su siglo sino a su porvenir, es decir, a nuestro presente. Sus reflexiones sobre la esfera d e la técnica y el lo
mund o del cálcu-
no dejan de asombrarnos en la actualidad por su pertinen-
cia y valor.
por
Asimismo, su afán por constreñirse a la pregunta
el ser le
condujo a preguntarse por
preguntay, a partir de
quehacer humano:
allí,
por
el ser
de aquél que se
las actividades definitorias del
el arte, la técnica, la poesía.
Desgraciadamente, su compromiso con los grandes pro-
blemas de
la Alemania
de su tiempo
Irre
(su participación activa
mo)
,
lo cual
lo
condujo a su politische
en los primeros años del nazis-
ha cuestionado el valor de su filosofía y ha condu-
cido a algunos
(como
es el caso de Faye^) a afirmar incluso
que
es sospechoso de nazismo todo aquél que pretenda defender
o estudiar a Heidegger. Ataque masivo al pensamiento que sólo
puede conducir ala esterilidad y auna moderna caceria
de brujas.
Afortunadamente, hay suficiente riqueza en
el
pensa-
miento del sabio de Messkirchpara superar átales oposito
5?
H. Arendt, «Martin Heidegger zumAchtzigsten», enMerkur, ^58 (1968), p.
3
902.
E. Faye, Heidegger et l 'introduction
du nationalsocialisme dans laphiloso-
phie, París, AlbinMichel, ^00^.
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27
EL ESTILO DE HEIDEGGER
res.
Su pensamiento configuró un estilo en la f ilosofia que va
mucho más allá de lo que sus denostadores pretenden. semos lo
I. 1.
Revi-
relativo a dicho estilo.
ACERCA DEL ESTILO
En la Obertura de
sus Escritos^, el psicoanalista
ma, respecto a la cuestión del Buffon «El estilo es sólo el estilo
no
es el
el
estilo
homhre
(le stil
afir-
la frase
de
cest í'/iommc)» que no ,
hombre —como pregonan los ad orad ores
de la personalidad—, posición que trad o falsa, ni
Lacan
J.
y comentando
el psicoanálisis
tampoco «el hombre
al cual
uno
ha demos-
se dirige»,
sino el objeto.
La afirmación «el
ge»
es
estilo es el
hombre
al cual
una tesis que Lacan sostuvo durante
cincuenta para diferenciarse de
Jakobsony
la
lo
uno
se diri-
década de los
que afirmaban Bühler,
escuela de Palo Alto: que el emisor enviaba
al receptor
un mensaje a través de un canal.
receptor
que determina
el
la
el
Para Lacan, es
el
mensaje que recibe del emisor:
su tema, fuerza, etcétera. Por
tal
razón Lacan afirmaba, en
esos años, que el estilo era «el hombre al cual uno se dirige».
En 1966 Lacan refinó
de nuevo su opinión y encontró una
tercera posibilidad: «el estilo es el objeto». Es el objeto el
que d etermina de
la
el
tema,
el
método y todas las
investigación del autor, y por
estilo.
tal
razón
características el
objeto es el
Pero Lacan no se referia a cualquier objeto sino a ese
que dirige nuestra mirada y nuestro paso, ese objeto inalcan-
4
México, Siglo XXI, 1984, pp. 3-4.
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28
TAMAYO
LUIS
zable que causa nuestro deseo y que, hacia el final de su ense-
ñanza, Lacan cifraba «a».
Para hacerlo asequible a sus discípulos, Lacan estableció un símil entre el objeto a y la cuarta nada kantiana, definida en la Crítica de la razón pura
como la representad a por un «objeto
vacío sin concepto {nihil negativum)^^. Esa nada imposible,
inasequible, inalcanzable, era la que Lacan necesitaba para
designar
al
objeto causante del deseo, al cual accede el anali-
zante sólo al final de su experiencia analítica.
Gomo ya indicamos, en la obra de Heidegger encontramos un objeto al cual él se constriñó: siempre
las
mismas
el ser.
derado alcanzable auno alcanzado; sólo za fue reconocido situable
I. 2.
Pero
cualidades, pasó de ser
como un
tal
objeto no tuvo
un objeto
al final
consi-
de su enseñan-
objeto inasequible y solamente
en el horizonte.
EL OBJETO EN SEIN UND ZEIT
Es en Ser y tiempo donde encontramos cisa al objeto
la
primera alusión pre-
que dirigíala investigación de Hiedegger:
el
Ser
en tanto cognoscible y definible.
5
La concepción de
la
nada de Kant establece
la
existencia de cuatro tipos
de ella (Crítica de la razónpura, Madrid, Alfaguara, Ar^goss /B347S8): 1
Concepto vacio sin objeto
2,
Objeto vacio de un concepto
3
4
(ens rationis): el
noúmeno;
(nihil privatmim): la
sombra y el frio;
Intuición vacia sin objeto (ens imaginarium): el espacio y tiempo puros;
Objeto vacio sin concepto
(nihil
negatimm): lo imposible, una figu-
ra rectüinea de dos lados.
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29
EL ESTILO DE HEIDEGGER
Es de muchos conocido que Heidegger no consideraba válida la restricción aristotélica a encaminarse a la d iluci-
dación del
ser.
Para
el Estagirita,
en la medida en que
la defi-
nición de la definición implicaba «el género próximo y la diferencia especifica», el ser, por su naturaleza, no podia sino estar excluido. Al respecto concluye Heidegger:
Se dice:
el
concepto
de
«ser»
es el
más universal y vacío.
Gomo tal, opone resistencia a todo intento de definición.
Man sagt:
«Sein»
ist
der allgemeinste
und leerste Begñjf. Ais
solcher widersteht erjedem Definitionsversuch^
Según Heidegger, esa tesis aristotélica generó el olvido del ser
en la medida en que, por
indefinible, el ser era impensable,
inasequible.
En 19:^7, alcanzable
sin embargo, Heidegger consideró que el ser era
en la medida en que
aristotélica era válida.
ser
..
la
definición de la definición
pero sólo para los entes, no para
el
mismo. Por tal razón escribió en el último parágrafo de su
libro:
la
exhibición de la constitución del ser del Dasein sigue
siend o tan sólo un camino. La meta es la elaboración d e la
pregunta por
6
el ser
Sein undZeit, Tubinga, J.
E. Rivera, Santiago
en general.
M. Niemejrer,
1998^^, §1, p. ? (se citaporlatrad.
de Chile, 1997; aquí, p.
í?5; e. d.:
SuZ, pp.
de
í?-í?5).
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30
LUIS
TAMAYO
Die Herausstellung der Seinverfassung des Daseins bleibt aber
^eichwohl nureinWeg. Das Ziel ist dieAusarbeitung derSeinsfrage überhaupt
.
La cuestión d el ser es abordable y el mismo es quizás alcanzable mediante ger,
una reflexión especifica,
la cual
busca Heideg-
en los años treinta, en la obra de Platón, y posteriormente
en la de Hegel. Esa búsqued a lo condujo a una posición pecudecisionismo.
liar: el
II.
EL DECISIONISMO VACÍO DE HEIDEGGER
A partir de la filosofía católica de Brentano, Heidegger accede ala obra de Husserl y queda encantado; hará de gaciones lógicas del filósofo judio
En
nal».
un
1919 se incorporará a su circulo y ese
trabará amistad con Karl Jaspers, que delberg.
En 1957,
mente
es
mismo año
seria. Professor
en Hei-
a pesar de haberse distanciado filosófica-
mente de su maestro Husserl,
En 19:^3
las/n^^esti-
«libro de culto perso-
nombrado
le
dedicará Sein und Zeit.
Professor
es reconocida su valía.
en Marburgy muy rápida-
En 19^8
es llamado a Friburgo
como sucesor de la cátedra de Husserl. La filosofía de Heidegger de da como un «decisionismo» 7
SuZ §83, pp. 486-449.
8
M. Heidegger, Logik
ais die Frage
1998, Gesamtausgabe
:
tales
años ha sido denomina-
«Haz lo que quieras, pero deci-
nach dem Wesen der Sprache, Frankfurt,
38, pp.
707 88.
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EL ESTILO DE HEIDEGGER
31
de por ti mismo y no permitas que nadie te sustraiga ni la decisión ni la responsabilidad concomitante». Esa filosofía del
compromiso y
del
jErei^finis,
derivada de los planteamientos
del decisionismo teológico de Friedrich Gogarten^, conduci-
rá a
un decisionismo
vacío.
alumnos de Heidegger,
Narra Lówith que por
al final
ello los
de su enseñanza, bromeaban
diciendo: «Estoy decidido, pero no sé para
qué»
Esa vacuidad de la decisión permitía que se pudiese decidir de múltiples maneras, algo que desde
mi punto de vista posee
un gran valor, aunque Heidegger en esa época no lo considerara
así.
Años más tarde
escribirá
que en Sein und Zeit aspira-
ba a una «experiencia del ser» ^^y que
ello le
condujo
al extra-
vío político.
En aquel entonces la decisión vacía que posibilita el proyecto propio no era, para el filósofo, suficiente. Heidegger
pretendía alcanzable nalsocialistas lo
III.
al ser
y fue
el
encuentro con los nacio-
que le creó la ilusión de haberlo alcanzado.
EL OBJETO DE HEIDEGGER DURANTE SU PERIODO NACI0NAI50-
CIAUSTA
El
de marzo de 1980,
2,8
el
recién nombrado Ministro prusia-
no de Cultura, Adolf Grimme,
9
Gf. E. Faye, op.
cit..
rectifica el
nombramiento
del
p. 20.
10 Gf K. Lowith, Mein Leben in Deutschland vor .
und nach
i^33, Stuttgart,
Meltzer, 1986, p. 29. 11
Git. R. Safranski,
Un maestro de alemania, Barcelona, Tusquets, p. 4^4.
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32
LUIS
TAMAYO
ministro anterior, Becker, quien pretendía que E. Gassirer
ocupara la cátedra de filosofía más importante de Alemania, y
propone para tal puesto Heidegger rechazó
a Heidegger.
la invitación.
No se consideraba prepa-
rad o para tal tarea, pues pensaba que la verdadera filosofía,
tiempo»
aún no había arribado a
que su filosofía «aún no era dueña de su
Era menester, para Heidegger, una filosofía con
líneas de acción más claras,
donde el lugar del filósofo fuese el
del
«que despierta». Por
ble.
Heidegger optó por la política a causa «del deber filosófi-
ello el
paso a la política era inevita-
co de contribuir a la historia». Safranski resume la posición
de Heidegger en aquellos años de
Él quería ser el heraldo de
la siguiente
manera:
una epifanía histórico- política
y a la vez filosófica. Llegará un tiempo
d igiio d
ela filosofía, y
Uegará ima filosofía dueña del tiempo. Y entonces, de algu-
na manera,
él estará ahí
participando en la partida, bien
como escudero, bien como pierto para
no desperdiciar
caballero.
Hay que
el instante
en
el
estar des-
que puede y
debe hacerse filosófica la política y poÜtica la filosofía^^.
La formación conservadora de Heidegger nacionalistas, a esos
le
acercó a los
que estaban preocupados por
la
pobreza
y la sumisión a los Tratados de Versalles contraidos por la el comunismo repreEn 198? consideró al nacionalsocia-
República de Weimar, y para quienes sentaba la gran amenaza.
i3 Ib., ^^.2,66-2,61.
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33
EL ESTILO DE HEIDEGGER
como el lugar de implantación de su filosofía y, como la
lismo
mayoría de
en tanto «esperanza para
los alemanes, lo abrazó
Alemania»
Además, desde donó a Heidegger decidirse.
el
el
punto de vista de su
elemento que
Con el aporte de
filosofar, Hitler
le faltaba, el
«hacia qué»
Hitler, su filosofia dejaba de estar
vacía.
Y al aceptar Heidegger tal donación se convirtió en ideó-
logo,
en ideólogo de un nacionalsocialismo peculiar
III. 1.
HEIDEGGER: RECTOR DE
En el año
LA.
UNIVERSIDAD DE FRIBURGO
1983, Wilhelmv. MóUendorf, quien había sido ele-
gido en un Consejo Universitario previo
como
el siguiente
rector de la Universidad de Friburgo, ante la circunstancia de
que
el
Partido Nacional Socialista Obrero
había asumido
asumir
el
el
Alemán (NSDAP)
poder, se encuentra en la imposibilidad de
cargo —por ser
miembro
crata— y pide a Heidegger que
del partido socialdemó-
le sustituya^^.
Según afirma Heidegger, dudó en aceptar la propuesta en primera instancia, y de 1933, asumir
así Yon
el cargo.
MóUendorf debió,
el 15
de abril
Pero sólo pudo mantenerse cinco
14 Ib.,p.?7o. 15
En su estudio La guarda del espíñtu. Acerca del «nacional- socialismo» de Duque deja muy claro que el nacionalsocialismo de Heidegger no era el mismo que el de los ideólogos cercanos a Hitler. La
Heidegger, F.
doctrina racial, por ejemplo, estaba totalmente excluida del nacionalsocialismo heideggeriano. Gf F. Duque, La voz de tiempos sombríos, ed. .
cit.,
pp. 97-103.
16 R. Safranski, op.
cií.,
pp. 2,83-2,8^.
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34
LUIS
días.
TAMAYO
Un grupo de profesores nacionalsocialistas le exigió la
renuncia. El
2,0
de abril de 1983, con
el
voto de la mayoría^' de los
Profesores, Heidegger fue elegido Rector.
mió
el
Una vez que asu-
cargo se entregó plenamente al mismo.
Asumió la res-
ponsabilidad de transformar la Universidad y estableció
reglamento «militar» en la misma, promoviendo el
el
un
voto por
NSDAP y participando en algunos eventos nacionalsocia-
listas.
En
su discurso de rectorado: La autoafirmación de la
Universidad alemana, analízala esencia de la Universidad ale-
mana, hurgando en los orígenes griegos de
la filosofía, a fin
de vincularlos con su proyecto de Universidad nacionalsocialista.
Para Heidegger, la revolución nacionalsocialista fue «el
intento de dar a luz una estrella
en un mund o sin D ios»
El discurso de Rectorado exigia
una reforma
18 .
cultural y
compartía con el nazismo algunas cuestiones centrales (entre otras, el Führerpñnzip o la Alianza ofensiva en pro de la Cultu-
ra Alemana:
Kampfbund fiir Deutsche Kultur) pero no ,
todas.
La cuestión del racismo, y en este punto no puedo sino estar
en desacuerdo con las tesis de Parías y Faye, nunca fue ple-
namente concebida por Heidegger 17
a la
manera
nazi.
En su
En ese momento Heidegger no formaba parte del NSDAP ni tampoco del grupo de profesores nacionalsocialistas, aunque ya simpatizaba con el nacionalsocialismo.
Heidegger fue una especie de «Rector de com-
promiso» y por ello obtuvo una aceptación casi imánime (de los 56 profesores que asistieron a la plenaria — 13 ya habían sido expulsados por ser
judíos y ?4 no estuvieron presentes—, 58 votaron por
él,
hubo un solo voto
en contra y dos abstenciones). 18 R. Safranski, op.
cit.,
pp. oq^-or^.
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35
EL ESTILO DE HEIDEGGER
Logik (curso del semestre de verano de 1984 en Friburgo) dio
Heidegger su opinión respecto
al
racismo pregonado por
el
NSDAP:
«Raza»
(Rasse) significa
sangre y
la
no
sólo lo racial
en el sentido de
la
herencia, de la dependencia a la sangre y el
impulso vital, sino que significa igualmente «lo que posee casta» (Rassige) Ésta no se encuentra limitada a la condición .
corporal sino a lo que
nombran
como «auto de casta»
(rassigesAuto).
(por lo
menos los jóvenes)
«Lo que posee casta»
presenta una categoría determinada, tiene leyes determina-
no posee, en primer
das,
lugar, la corporalidad de la familia
y el género. Racista (Rassisch), en su primer sentido, requiere,
con mucho, poseer mucha casta, y, antes bien, puede no 19
poseer raza
.
Por tal razón podemos encontrar, como hace Faye, múltiples referencias a «la raza» llos años,
En
en la obra de Heidegger de aque-
pero su «raza» no era la de Hitler y sus ideólogos.
1933, Heidegger estaba fascinado por la revolución
nacionalsocialista y encantaba a otros. Organizó
mento de
la
un «Campa-
ciencia» (Wissenschaftslager) enTodtnaubergy
no dejó de unir su filosofía con la ideología nacionalsocialista.
Es en relación con esos años donde no se muestra errada
la tesis
19
GA
de Faye. Desde 1983 y hasta 1985, Heidegger introdujo
38, 65. Ver
París,
también
F.
Fédier, Heidegger: anatomie d'un scandale,
Robert Laffont, pp. 106 y 88.
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36
LUIS
cierto nacionalsocialismo
unió
al
TAMAYO
en su filosofía: su objeto,
el ser, lo
programa nazi y por tal razón llegó a afirmar:
La patria es
el eseyer
mismo
(Das Vaterland
das Seyn
ist
selhst)^^.
Eso
mo,
lo hizo acercarse a
e incluso asumir
muchos de los ideólogos del nazis-
muchas de sus tesis, de las
cuales se irá
desprendiendo poco apoco en los años siguientes.
III. 2.
EL DERRUMBE
En septiembre de
1983, Heidegger es llamado por segunda
vez a ocupar una cátedra en Berlín, pero rechaza de nuevo la invitación. Decidió
permanecer en provincias, dado que,
siguiendo los principios nacionalsocialistas de la disciplina
y
el
compromiso, quería revolucionar
la
Universidad de
Friburgo. Según Safranski, los profesores y
bros de tivas.
la
demás miem-
comunidad académica ya no apoyaban sus
Guando
el
inicia-
decano de la Facultad de Derecho, Erik Wolf,
intentó poner en práctica las propuestas heideggerianas, la
comunidad académica de su Facultad
le
rechazó, ante lo cual
no le quedó otro camino que presentar a Heidegger su renuncia,
y éste hubo de apoyarlo plenamente.
La conducta de Heidegger hacíalos profesores y estudiantes judíos
2,0
de
la
Universidad ha sido interpretada en muchos
Hóldedins Hymnen «Germanien» und «DerBhein».
GA 89,
12,1.
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37
EL ESTILO DE HEIDEGGER
casos con evidente mala
fe.
Varios testimonios
que en múltiples casos intercedió por
muestran
ellos e incluso consi-
guió que los mantuvieran en sus cargos'". Ciertamente Hei-
degger no asistió este respecto se
2,1
En una 33»
carta de
indica:
al
entierro de su maestro Husserl, aunque a
han esgrimido razones no ideológicas
.
Heidegger a H. Arendt fechada en «invierno de
«Gomo
aclaración respecto a
198:^-
mi comportamiento con los
judios [transmito] simplemente los siguientes hechos: Tengo en este
semestre de invierno exceso de trabajo y por
ello di
a conocer oportuna-
mente en el verano que queria quedarme tranquilo y trabajar
a salvo de
¿Quién viene, sin embargo, y urgentemente debe (y puede) doctorarse? Un judio ¿Quién puede venir mensualmente comniotras ocupaciones.
go para informarme del transcurso de
un amplio
estudio? (Sea un pro-
yecto de disertación o de habilitación.) Otra vez un judio ¿Quién hace
unas semanas me envió un voluminoso estudio para que urgentemente lo revisara?
Un judio.
Los dos becados de la Notgemeinschaft (una asociación
de apoyo a estudiantes) que en los últimos dos semestres llevo adelante,
son judios. ¿Quién,
a través
de mi, consiguió una beca para estudiar en
Roma? Un judio. Quien habla en mi caso de un 'rabioso antisemitismo' es, más bien, quien lo posee». M. Heidegger-H. Arendt, Briefweehsel, ed. cit., 2,2,
pp. 68-69.
Al respecto recuerda Hermann Heidegger: «Los profesores judios von
Hevesyy Tannhauser pudieron, mientras Heidegger era Rector, permanecer en la Universidad ». Sadisc/ieZeiíun^ (5 de septiembre de 1996). 2,3
En una
entrevista con Antonio Gnoli y Franco Volpi publicada
Badische Zeitung (3o de agosto de 1996), el dia del entierro
en
el
Hermann Heidegger afirmó que
de Husserl su padre estaba enfermo, con fiebre y en
cama: «Yo no puedo decir con total certeza lo que mi padre pensaba en el
momento del deceso. Yo sólo sé que, en aquel entonces, él estaba enfermo. El mismo médico que consignó la muerte de Husserl trajo la noticia a nuestra casa de Rotebück, en la cual mi padre yacia con fiebre». Dos meses después de
esta entrevista señaló H. Ott que Heidegger
visitó a su antiguo
maestro cuando estaba enfermo. («Uno
tampoco
faltó,
de los
que no podían haber faltado: Heidegger.» [Der einefehlte, der nicht hütte
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38
LUIS
TAMAYO
De ninguna manera se puede considerar a Heidegger un radical del nacionalsocialismo tal y
concibe a dicho sistema totalitario cierto,
como, en la actualidad,
el
pensar occidental. Es
como documenta Faye, que Heidegger quedó
fascina-
do por Hitler, y que incorporó muchas tesis nacionalsocialistas el
en su filosofia, pero nunca las asumió todas y tampoco con
compromiso que los nazis esperaban.
tro de cultura de
Verbi gratia, el
minis-
Badén —Wacker— consideró, luego de que
el
filósofo presentara su discurso de aceptación del rectorado
de
la
Universidad de Friburgo, que
el
nacionalsocialismo de
Heidegger era un «nacionalsocialismo privado»^, y por
ello
no tardó en notar que Heidegger, simplemente, apuntaba a
un objetivo diverso del de Hitler. Guando los ideólogos nazis, finalmente, se dieron cuenta de la posición de Heidegger, la critica
no careció de contundencia. El ideólogo nazi Kriek
afirmó que Heidegger era ateo y nihilista, nista
un simple oportu-
que se aprovechó del nacionalsocialismo, pues en su
filosofia previa, es decir,
en Sein und
Zeit,
no se decia nada
acerca del «pueblo» la «raza» y otros temas relevantes para ,
el
nazismo. La critica de Jaensch fue aún más radical; para
él,
Heidegger no era sino un «esquizofrénico» del tipo «judio
fehlen dürfen: Heidegger],
cit.
Parece que Ott olvida que inició
el
Badische Zeitung [19 de agosto de 1996]).
alejamiento entre Heidegger y Husserl se
en 1958 y que las razones de
la desaprobación,
la
separación no fueron raciales sino
por parte de Husserl, de las tesis presentadas por Hei-
degger en Sein und Zeit.
?4 Véase,
al respecto, el análisis
cialismo de Heidegger
que hace
en «La guarda
socialismo de Heide^er»,
F.
Duque
del peculiar nacionalso-
del espíritu. Acerca del nacional-
enla voz de tiempos sombríos, ed.
cit.,
pp.
97y ss.
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39
EL ESTILO DE HEIDEGGER
talmúdico rabulista»"
.
Guando, afines de 1983, Hitler con-
sideró la revolución nacionalsocialista terminada, para Hei-
degger ésta aún no había siquiera comenzad o
Heidegger no
durará ni un año en el rectorado. Se atrevió a renunciar^^.
Desde mi punto de vista,
la
no consiste solamente, como
razón central de
dijo
tal
negativa a excluir a Von Móllendof y a Wolf de la
académica de
la
Universidad
dimisión
Heidegger a Petzet, en su
—como
exigía el
comunidad
NSDAP—
ni
tampoco, como interpreta Safranski, porque no fue bien vista su critica al catolicismo, sino porque,
como ya he indicado,
su nacionalsocialismo apuntaba aun lugar distinto del de los ideólogos nazis. Su ruptura, sin embargo no fue completa;
durante 1985 y 1986 mantuvo vínculos con el NSDAP; se pro-
puso para organizar una Academia d e Profesores d e Derecho
en Berlín sin mucho
éxito.
de 1986 aún creía que, se
Según Faye y Safranski, en
abril
perseveraba, su filosofía finalmente
impondría y conseguiría influir en el movimiento nacio-
nalsocialista"^.
?5 R. Safranski,
?6
si
Lo que es indudable, desde mi punto de vista.
op.cit., p. 815.
En una conferencia en Tubinga,
el
3o de noviembre de 1983, Heidegger
se opuso frontalmente a ese decreto de Hitler al afirmar:
«La revolución
en las instituciones de enseñanza superior alemanas no sólo no ha terminado sino que ni ha siquiera comenzado» ?7 Al respecto recuerda su hijo Hermann: rector
nombrado tuvo
el coraje, luego
«En toda Alemania ni un solo
de aproximadamente medio año,
de dimitir del puesto y de su protesta. Sólo Heidegger se atrevió a ello» Cf
.
«Hugo
Ott hat Hausverbot
im Deutschen Literaturarchiv», enBadis-
cheZeitung (5 de septiembre de 1996). 2,8
R. Safranski, op.
cit.,
p. 874. E. Faye, op.
cit.,
pp.
4o7y ss.
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40
LUIS
es que Heidegger,
TAMAYO
en aquellos años, pretendía una transfor-
mación profunda de la Universidad to nacionalsocialista"^. ello
e influir
en el movimien-
Pero Heidegger no encontró eco.
Y
ocasionó que, poco a poco, tomara distancia del nacio-
nalsocialismo.
Los años en los que consideró que había alcanzado
el ser
med iante la experiencia política, mediante su encuentro con el
nacionalsocialismo, habían terminado. Y en los años sub-
siguientes
comenzó
a criticar,
ñas. El estudio de Silvio Vietta
poco apoco,
las tesis hitleria-
hace recuento de ese trans-
curso, realizado desde 1986 hasta el final de la guerra.
?9
EnA la rencontre de Heidegger narra F. la posguerra preguntó
nacionalsocialismo: que,
de Towarnicki que en los años de
a Heidegger acerca de su compromiso con
«De ninguna manera molesto,
el
Heidegger respondió
en 1983, aplaudió un despertar nacional del cual esperaba la extrac-
ción del pueblo alemán de la miseria y
el caos. Solicitado
elegido por unanimidad, aceptó el cargo de Rector
por sus colegasy
como
se acepta ima
misión e, incluso, 'una carga', con el fin de salvaguardar la independencia de la Universidad contra toda empresa política y con el objetivo de renovar su separación del partido y de toda doctrina. Su proyecto de reestruc-
turación despertó la hostilidad general y no fue comprendido discurso de rectorado.
más que su
Uno de sus seminarios sobre la ciencia fue sabotea-
do y prohibido. Sometido a constreñimientos administrativos, particular-
mente luego de los primeros decretos que lo golpearon y tomaron por sorpresa, renunció
en febrero de 1984 comprendiendo que, de permanecer,
debería plegarse a muchos otros compromisos» (A ger:
souvenirsdun messager du
fóret noire, Paris,
la rencontre
de Heideg-
Gallimard, 1998. p. 82).
3o Heide^ers Kritik am Nationalsozialismus und an der Technik, Tubinga, Max Niemeyer, 1989.
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EL ESTILO DE HEIDEGGER
III. 3. LA.
41
RUPTURA CON EL NSDAP Y CON HITLER
Para mediados de 1986 Heidegger ya había roto ideológica-
mente con el nacionalsocialismo, gía
sólo mantenía cierta creencia
duró demasiado. la vez tas,
consideraba una ideolo-
lo
«impropia» y rechazaba su concepción del mundo. Tan en
Hitler.
Pero
ello
tampoco
En 1987, en su seminario sobre Nietzsche,
a
que aún respetaba algunos principios nacionalsocialis-
ya se permite criticar
al
nacionalsocialismo y
la
palabra
óelFührer. Ironiza acerca del sentido de laguerray de la con3i
signa «sangre y suelo»
.
En su seminario de
194?, titulado
Superación de la metafísica {ÜherwindungderMetaphisík), critica
EnLa guarda del espíñ-
abiertamente las tesis de Hitler
tu, F.
Duque resume la posición de Heidegger hacia el nacio-
nalsocialismo en esos años:
Unas controvertidas palabras de Heide^er sostienen ambiguamente que la interna verdad y grandeza del Movimiento (nacionalsocialista) consistiría
(Vollendung) de la metafísica^^
en
la
cumplimentación
A esta conclusión, radical-
mente negativa, habría llegado presumiblemente Heidegger
a través de
en 1985, desplegada entre 1986 y 1988 Philosophie) y cada vez ,
el
propio
una verdadera pía doíorosa iniciada (los Beitriige zur
más perfilada a través
del diálogo y
lucha con Nietzsche, hasta hacerse franca y decididamente crítica contra el
régimen en
los
años finales de
la
guerra
3i (a466,pp.4i5y8.
3^ GA 66, pp.
12,^
y s. Gf también GA 69, .
^^2,3,
contra la doctrina racista.
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42
TAMAYO
LUIS
(194^-1944)
y Heráclito
de la meditación sobre Parménides
al hilo
,
.
Luego de abandonar
el
ser vigilado por la Gestapo
Rectorado, Heidegger comenzó a 36
Safranski, el espía mezclado él y le
.
Pero tiene suerte. Según narra
en su seminario
se descubre ante
pide disculpas. Si el espía hubiese realizado su enco-
mienda, Heidegger habría sido detenido, quizás aniquilado. Y actualmente seria un mártir. Pero no contaríamos con su filosofía posterior.
to
abierta al
Dado que el NSDAP ya no le ofrece el boa-
de sus actos masivos ni existe tampoco oposición política
donde expresar sus opiniones,
la crítica
de Heidegger
NSDAP y a Hitler se limita al ámbito cerrad o de su semina-
rio.
Heidegger tampoco se ofrece como héroe: pagará sus
cuotas al
NSDAP hasta el final de la guerra
.
33 Gf Einführung in die Metaphysik (Introducción a la metafísica), Gesam.
tausgahe, B. 40, Frankfurt, Klostermann, 1988, p. 308.
34 Al respecto, W. Biemel (^rineningen an Heide^er, Allg. sophie, 3/', 1977^ P- 10) recuerda:
«Por primera vez
escuché délos labios de un catedrático de
la
Zeitschriftfür Philo-
[entre 194? y 1944]
Universidad una aguda criti-
ca al régünen, tildado por él de criminal (verbrerisch)^ cit.,
35
F.
.
Git. F.
Duque,
op.
p. 94.
Duque,
op.
cit.,
p. 86.
36 En su Martin Heidegger. Souvenirs Towarnicki:
«En
1987
un
et
Chroniques refiere
al
respecto
F.
de
estudiante, espía de la Gestapo, le confió,
mientras Heidegger desarrollaba su curso sobre Nietzsche, que se encontraba en un lugar peligroso de
la lista
negra» (Martin Heidegger.
Souvenirs et Chroniques, París, Payot et Rivages, 1999, P- 74)-
37 Al respecto escribe
F.
de Towarnicki: «Se
le
ha acusado siempre de que,
luego de su dimisión del rectorado de 1984, continuó pagando sus cuotas al
partido (NSDAP). Sin embargo,
muchas voces se elevaron, en Alemania,
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43
EL ESTILO DE HEIDEGGER
En 1944 blo,
es alistado
en la Volksturm
última reacción alemana ante
la
(la
tormenta del pue-
invasión aliada), pero no
entrará en batalla. La comunidad académica de Friburgo intercederá por él y se le encomendará poner sus manuscritos a resguardo. Entretanto, terminábala guerra.
III. 4.
lA POSGUERRA. HEIDEGGER ANTE lA COMISIÓN DE DEPURA-
CIÓN. lA PROHIBICIÓN DE ENSEÑANZA (lEHRVERBOt)
Guando terminó tidos.
sino
la
al rector
la
revancha de los some-
pronazi de 1988, y por tal razón se
le reqiiisó
su
áe julio de 1945). Guando se intentó hacer
casa de Friburgo lo
guerra comenzó
La comunidad de Friburgo no reconocía en Heidegger
mismo con su biblioteca, Heidegger estalló y exigió al alcal-
de, el 16 de julio de 1945,
un juicio justo.
A consecuencia de tal petición, partir del
2,3
Heidegger se presentó, a
de julio de 1945, ante una Comisión de Depu-
ración (responsable de enjuiciar a los criminales nazis).
Dicha comisión estuvo formada básicamente por miembros del
denominado Fñhurger Kreis,
habían apoyado
los cuales
el
atentado contra Hitler de 1944 y que, por tal causa, se encon-
sorprendidas por que,
liación al partido. lo disuadió
'Ud.
el
candor de aquellos que simplemente parecían olvidar
en una dictadura tal, era simplemente 'inimaginable' regresar la afi-
Un antiguo estudiante de Freiburg narró que Heidegger
seriamente de adherirse al movimiento poniéndolo en guardia:
no podrá salir'» (Martin Heide^er...,
ed.
cit.,
pp. 37-38).
38 Ese alistamiento no era sino una condena a muerte. tamiento se informaba que era considerado por fesor
menos importante de la Universidad»
En su orden de alis-
el
gobierno nazi «el pro-
(F.
Fédier, comunicación
personal, 10 de diciembre de 1999)-
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44
LUIS
TAMAYO
traban encarcelados cuando los aliados ocuparon Friburgo.
Todos formaban parte de
la
comunidad académica de la Uni-
versidad Albert Ludwig de Friburgo: G. Dietze, G. Ritter, A.
Lampe, A. Allegier y F. Oehlkers. Luego de una primera entrevista con dicha comisión, Heideggerse dio cuenta de que la oposición más enconada la presentaba Adolf Lampe, por lo cual le solicitó una entrevista personal.
En d icha entrevista Heid egger le expuso las razones por
las cuales se
incorporó
al
nacionalsocialismo (lapobrezay el
desempleo en la República de Weimar, su creencia de que
el
NSDAP protegerla a Alemania de una revolución comunista, etcétera) y
no reconoció culpa alguna. Eso indignó a Lampe
—quién habla sufrido
el
autoritarismo de Heidegger cuando
era Rector— y emitió un dictamen negativo.
comisión, inicialmente, no
lo
De todas formas la
tomó en cuenta y emitió un
veredicto «suave». Para Oehlkers, el portavoz de la comisión,
Heidegger era un irresponsable por desde mi punto de
vista,
lo acaecido, veredicto,
mucho más peligroso pues
Heidegger la responsabilidad. Al respecto
Nos quedó la id cade que [Heidegger]
era
F.
sustrae a
Oehlkers afirmó:
un filósofo políti-
camente ingenuo que no sabia lo que hacia, básicamente un
hombre inofensivo que se metió en un emedo sin quererlo.
Para Oehlkers no era Heidegger
Ella se había
el nazi sino
su mujer:
hecho francamente odiosa en su barrio
burgo -Záhringen) cuando, con ocasión de zapar
(Fri-
las trin-
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45
EL ESTILO DE HEIDEGGER
cheras en el verano de 1944, del peor
modo trató
brutal-
mente e intimidó alas mujeres de Zahringen, enviando alas trincheras incluso a las enfermas y a las embarazadas. Pero
su comportamiento no era de sion
la
competencia de
la
comi-
.
La idea es
clara.
Para Oehlkers, Heidegger, a causa de su
ineptitud política, se había dejado arrastrar por la corriente.
Por
ello
dictaminaron:
Heidegger debe ser hecho emérito de manera anticipada, pero no debe ser separado de su cátedra. Debe mantener su permiso de enseñanza, pero separado de los órganos colegiados
El Senado universitario, sin embargo, no aceptó dicho veredicto y exigió, el ?i de noviembre de 1945, que se revisara.
Heidegger notó que se quería dar un ejemplo con su caso,
y solicitó se confirmase su probidad moral con el dictamen de
dos miembros respetados de
Arzobispo
G.
la
comunidad alemana,
el del
Gróber (quien emitió un dictamen serio que
consideraba la trayectoria intelectual del filósofo y lo exculpa-
ba pero que, a su vez, era cuestionable dado do entre
el
arzobispo y los nazis) y el de
89 Carta a K. Jaspers del
15 de
el vínculo
proba-
un académico
reco-
diciembre de 1945, citada por H. Ott, Martin
Heide^er, Unterwegs zu seiner Biographie, Frankfurt, Reihe Gampus, 199?, p. 185.
40
R. Safranski, op.
cit.,
p. 876.
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46
LUIS
TAMAYO
nocido y respetado en la Alemania de
la posguerra: Karl Jas-
no son
claras.
Es
probable que Heidegger esperase que su antiguo amigo
lo
pers. Las razones de esa última propuesta
apoyaría en esa
manera. frage
difícil situación.
En un texto publicado en 1946 y titulado Die Schuld-
(«La cuestión de
tuales que, nazis,
Pero Jaspers pensaba de otra
la
culpa»), sostuvo que había intelec-
una vez terminada la guerra, no
se consideraban
que incluso se creían antinazis, pero que habían cola-
borado con el nazismo entre 1983 y 1934
(la
alusión a Heideg-
ger era inmediata), y que dichos sujetos debían ser castigados
por tal colaboración'^\
En su dictamen, Jaspers no sólo que afirmó, incluso,
lo
dijo todo lo
dose en documentos poco
fiables,
que Heidegger, cuando era
rector, había utilizado su posición para
su comunidad académica
(E.
dañar a miembros de
Baumgarteny H. Staudinger)
utilizando las estrategias difamatorias nazis. filósofo^'. El fallo
no se dejó esperar:
el
y eso hundió
al
Universitat.
Reden und
Heidelberg, Lambert Schneide, 1986, p. 167.
Schriften
Respecto a Staudinger, (10.02.34)
. .
Senado universitario
41 K. Jaspers, «Die Schiildfrage». en Emeuenmg der
425
que sabía sino
que apenas presumía. Sostuvo, basán-
F.
Duque recuerda: «El Rector habla intentado
—con malas artes, ciertamente- descalificar y aún expulsar de
la Universidad a
Hermaim Staudinger, químico
de reconocido prestigio,
acusándolo de pacifista y poco patriota (se refugió en Suiza durante la Gran Guerra)». La voz de tiempos sombríos, ed. cit., p. 108. No sobra añadir
que Staudinger, ciertamente, había colaborado en la carrera arma-
mentista del tercer Reich, por lo que Heidegger poco pudo hacer contra él.
Respecto a Raumgarten la cuestión no es tan clara. Según la versión de
H.-J.
Dahms, Heidegger
escribió:
«El Dr. Raumgarten
es
bien conoci-
do mío y su actitud intelectual proviene del circulo intelectual líberal-
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47
EL ESTILO DE HEIDEGGER
dio el veredicto que luego el gobierno de ocupación francés recrudecería: Heidegger ya no poseía el derecho de enseñar
en
las
Universidades alemanas; asimismo, se
le
redujo
la
pensión (desde 1946) y luego se le anuló (a partir de 1947), aunque en el mes de mayo del mismo 1947 se le renovó
No
parecía pues sino que Heidegger había mentido por
omisión ala Comisión de Depuración y que pers le habría obligad o a sostener la verd ad
el peritaje
de Jas-
.
Dicho dictamen condujo a Heidegger auna experiencia del
orden de
la locura^*,
de una importancia peculiar y denomi-
nada por él mismo el «derrumbe» (Zusammenhmch).
democrático de Heidelberg entorno a Max Weber. Durante su estancia aqui
él
fue todo
menos un nacionalsocialista. Después de que Baumgar-
muy animado,
a Gk)tinga a sus ocupaciones
el judio Fránkel.
Supongo que Baumgartenha
ten fracasó conmigo volvió,
con el también despedido,
sido despedido en Gotinga. por lo que sus relaciones actuales permiten colegir. Considero, entretanto, su incorporación a la
asi
como su ingreso al profesorado».
(H. Ott, op.
SA como imposible,
cit.,
p. i83).
La autenti-
cidad de esta carta ha sido firmemente puesta en cuestión, y no sólo por-
que Heidegger siempre afirmó que esa carta era calumniosa. La única copia de que se dispone es extrajo de los archivos.
la
que siipuestamente
Además,
el
mismo Baumgarten
carta fuese válida, de todas formas
si la
no muestra a un Heidegger que ataca a im profesor judio o a un protector de los mismos, sino a alguien que deseaba incorporarse plenamente al
nazismo (en 1983, Baumgarten escribió Von der Kunst der Kompromisses,
donde sostiene la importancia de incorporarse al movimiento).
48 Amediados de 1951 fue reconsiderado su caso y fue perdonado. Se le levantó la prohibición de ensefianzay se reincorporó como Professor en la Universidad de Freiburg.
44 Recordemos cómo define Heidegger, en su estudio sobre la poesía de Trakl, el vocablo «locura» (Wahnsinn): «Locura no significa pensar (Sinnen) lo sin sentido (Unsinniges) 'Wahn proviene del alto alemán .
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48
IV.
LUIS
TAMAYO
lA ZUSAMMENBRUCH DE HEIDEGGER: CIAVE DE lA APARICIÓN
DEL OBJETO INALCANZABLE
Encaminarse a una estrella,
sólo eso^^.
M. Heide^er
En las entrevistas de Heidegger con H. W. tra un fragmento
bamiento (Zusammenhmch) 1945-46: tir
Petzet*^ se
encuen-
donde el propio Heidegger narra el derrumfisico
y mental sufrido por
él
en
un fragmento que otros biógrafos se limitan a repe-
o que simplemente anulan:
Guando, en diciembre de 1945,
fui
de forma totalmente imprevista, rial
de
las ?3
sometido en la Facultad,
al interrogatorio iaquisito-
preguntas y a causa de
ello tuve
un
colapso,
vino el Decano de la Facultad de Medicina, Beringer
(el cual
había comprendido las intenciones y patrañas de los acusadores),y me condujo a Badenweiler,
bajaba von Gebsattel.
Y ¿qué hizo
al
sanatorio dondetra-
él?
Subió conmigo a las
'wana' y significa 'sin'. El loco piensa (sinnt) y lo hace como nii^ún otro. Pero se queda sin el parecer (Sinn) de los otros. El es de otro parecer (Sinnes). 'Sinnan significa originalmente: viajar, aspirar
a.
.
.
,
seguir
una
dirección; la raiz indogermánica 'senf y 'sef significa 'camino'. El solitario [el protagonista
de
la
poesia de Trakll es el loco porgue está en camino
hacia otra parte» (M. Heidegger, Unterwegs zur Sprache, Stuttgart, Neske, 1997, p. 53, subrayado mío).
45 Desde la experiencia delpensar, ed. cit., p. i3. 46 H - W. Petzet, Auf einen Stem zugehen. Begegnungen und Gesprache mit Mar.
tinHeide^er, Frankfurt, Societats Verlag, 1983, p.
5;?.
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49
EL ESTILO DE HEIDEGGER
montañas, a través del bosque nevado. Aparte de eso, no
me
hizo nada. Pero
ayudó como hombre. Luego de tres
semanas, volví curad o.
Analicemos cuidadosamente este fragmento con ayuda de los biógrafos
,
pues nos permitirá situar un cambio en
estatuto del objeto
el
en la obra de Heidegger.
V.
«CUANDO, EN DICIEMBRE DE
V. 1.
TAD, DE
1945 FUI
SOMETIDO EN LA FACUL-
FORMA TOTALMENTE IMPREVISTA, AL INTERROGATORIO
INQUISITORIAL DE LAS 23 PREGUNTAS Y A CAUSA DE ELLO TUVE UN COLAPSO...»
Después de conocer ción, Heidegger se
47
Gf.
el veredicto
de
la
Comisión de Depura-
desmorona. No creía que Jaspers fuera a
M. Heidegger, «Vita», enGesamtausgahe.
Vol. i6,
Frankfurt, Kloster-
maiui, ?ooo; W. Biemel, Martin Heidegger, Hamburgo, Rowohlt, 1991;
Hühnerfeld, In Sachen Heidegger, Múnich,
P.
Paiil List, 1961; R.
Safranski,£¿n
Meister aus Deutschland, MúnichA^iena, GarlHanserVerlag,
1994 (en cas-
tellano:
Un maestro de alemania,
op. cit.; F. Fédier, Heidegger:
ed.
cit.);
H.-W. Petzet,
op.
cit.,
1988; H. Ott,
anatomie d'un scandale, París, Robert Lafont,
1988; O. Vóggeler, Der Denkweg Martin Heideggers, Pñülingen, Neske, 1990; F.
Towarnicki, ^ ía rencontre...
(cit.);
(cit.);
del mismo, Souvenirs
et
Chroniques
Hermann Heidegger, «Bemerkungen zu Rüdiger Safranskis Buch
Ein Meister aus Deutschland —Heide^erund seine Zeit» en Heidegger Studien, ,
B.n, Berlin, Duncker und Humblot, degger. Eine Liehe in Deutschland, F.
1995-, L.
Lütkehaus, H. Arendt-M. Hei-
Marburgo/Lahn, Basilisken Presse, 1999;
Duque (comp.), Heide^er: La voz de tiempos sombríos,
ed.
cit.,
1991.
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50
LUIS
TAMAYO
actuar de esa manera; creía que lo apoyaría y que, a conse-
cuencia de
ello, sería
exonerado. Jaspers sabía que
iniciado desde 1986 su ruptura con el
NSDAP,
hacía nueve años no se consideraba en absoluto
había continuado pagando sus cuotas
al
él
había
es decir, desde
un nazi;
si
partido era porque,
en un totalitarismo de esa calaña, hacerlo de otra manera equivalía a ofrecerse
como cordero al sacrificio.
El interrogatorio fue inquisitorial.
Hubo un exceso. ¿Quién
tenia el derecho de juzgarlo? Heidegger sabia que
Lampe no
hacía sino vengarse. Por otra parte, sabía también que Jaspers,
en 1933, quiso formar parte de
la
revolución nacionalsocia-
listay renovar la Universidad de Heidelberg
.
Pero también
sabía que él mismo, cuando fue rector en la Universidad de
Friburgo, había actuado en pro de los nazis, había colabo-
rado con sus ideólogos, habia promovido
que muchas personas, entre
ellas
el
voto por Hitler y
muchos miembros de
la
Universidad, habían votado por Hitler a fines de 1933 debido a que
48
él, el
rector, los invitó a ello. El había
apoyado realmen-
Safranski, citando la carta de Jaspers a Heidegger del ^3 de agosto de 1933, refiere que Jaspers aprobábala introducción del principio de caudillaje
en la Universidad y «la nueva organización»; también «habia
preparado
él
mismo tesis relativas a la reforma de la Universidad» En la .
últimavisita a Heidegger «le habia hablado de
ello,
con la esperanza de
que moviera a las instancias gubernamentales a que contactaran con él» (op. cit.,
pp. :?95-?96). Jaspers intentó insertarse
nacionalsocialista, pero
en
no pudo hacerlo, pues, como
él
el
movimiento
mismo
escribe,
«me dicen que yo, no perteneciendo al partido y estando casado con una judia, a lo
sumo soy tolerado
y no soy acreedor a ninguna confianza»
(Heidegger- Jaspers, Brie/iüec/isei,
op.cit.,]p.
?6o).
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EL ESTILO DE HEIDEGGER
te a los nazis.
51
A unos nazis que, si bien es cierto que en ese
momento aún no eran los asesinos de judíos con los cuales, en la actualidad,
el
pensar occidental los asocia, ya por enton-
ces sometían y excluían injustamente a los judíos por el solo
hecho de su adscripción racial. El peritaje de Jaspers obligó a Heidegger a recordar esa verdad. El sabía,
en suma, que Jaspers había dicho la verdad, aun-
que no fuese
el
miento Jaspers
más indicado para decirla. Y con ese movile
hizo
un enorme
regalo a Heidegger.
Apenas puedo imaginarme qué hubiese sido de su filosofía posterior si
ese
de
Heidegger hubiese podido sostener tal menti-
Quizás toda su filosofia hubiese sido espuria a partir de
ra^^.
momento. Heidegger
se había lanzado por la pendiente
«irresponsabilidad» ante la Comisión de Depuración.
la
Pero Jaspers
lo detuvo.
Yeso
lo salvó.
Y a su filosofía posterior
también.
Asimismo, es probable que su recuperación fuese tan rápida porque, simplemente, fue obligado a reconocer una verdad.
Apenas tres semanas después de iniciado
Heidegger recupera
la salud
y abandona
el tratamiento,
la clínica
de
Von
Gebsattel.
Fue Jaspers, asimismo,
el
primero que reprochó a Heideg-
ger su silencio respecto a su relación con los nazis en los años
49
P.
Schirowski narra en su libro Naitre coupable, naitre victime
ble,
(JSÍacer culpa-
nacer víctima) los devastadores efectos de una mentira lograda. Rudolf
(nacido en 1950 en Sudamérica), hijo de
un importante nazi que logró
escapar a los juicios, no puede Uevar una vida normal. Sus padres
tr^camentey él sufre una existencia destruida (Points,
mueren
Seuil, 1987).
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52
LUIS
treinta. Y,
desde mi punto de vista, en este caso
Durante
correcto Italia,
en
TAMAYO
el cual
la etapa del viaje
el
reproche es
de Heidegger de 1986 a
narra a Jaspers los pormenores de su estan-
cia turístico -académica, la situación de Jaspers
empeoraba.
Guando en 1987 Jaspers fue pensionado (de hecho se trató de una prohibición de enseñanza), Heidegger no reaccionó: ni
un carta ni una palabra, de Heidegger y con
sólo silencio. Jaspers,
el cual éste
que era amigo
quería publicar, en 19??,
«Anuario realmente crítico» en
el cual sólo ellos
biesen, esperaba seguramente algo
más que
un
dos escri-
el silencio.
Y el
silencio de Heidegger provocó el silencio de Jaspers. Jaspers le escribió
y
1
dos cartas que nunca envió
(1:^
de octubre de 194?
de marzo de 1948), en las cuales, entre otras cuestiones,
expresaba su decepción por la conducta de su antiguo amigo. Parece, sin embargo, que Heidegger no sabía gran cosa de lo
que a Jaspers acaecía, o quizá sabía algo y no quería saber,
más debido
a su fracaso
en la gestión del apoyo a Elisabeth
Blochmann^\
En los años cincuenta, una vez reestablecido Heidegger en su puesto como profesor,
50
la relación
A partir de entonces han sido muchos los que han exigido a Heidegger una disculpa: Marcuse, Adorno,
51
con Jaspers nunca se
Parías. Pero
¿qué más pretendían ellos,
si
Heidegger ya había sido juzgado y sentenciado?
E.
Blochmann era una amiga de los Heidegger que, debido a ser semijudla,
fue constreñida, por la ley que excluía a los judíos de los puestos públicos,
a emigrar a Inglaterra. Heidegger no pudo hacer nada al respecto, a pesar
de haberlo intentado con todos los medios a su alcance.
Gf.
Martín Hei-
degger- Elizabeth Blochmann, Briefwechsel i^i8-i()6g. cartas del 13 de abrü, 10 de mayo, 3o de agosto,
;?3
de septiembre y 16 de octubre de 1983.
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53
EL ESTILO DE HEIDEGGER
renovó plenamente.
Y aunque
Jaspers realmente no quiso
volver a tener contacto cercano con Heidegger, no pudo, en
su fuero interno, separarse de
él.
encontró en su mesa de trabajo
Guando Jaspers murió
se
un texto titulado Notizen zu
Martin Heidegger, en el cual, hacia el final, reconoce que sufria una.frerocité (Hahliehe,
odioamor) con respecto a Heidegger:
Arriba en la montaña, en una amplia y rocosa altiplanicie, se
encontraban desde antaño aire es tan puro
los filósofos de la
época
[,,.].
El
que absorbe todo lo turbio, tan fresco que no
deja subir ningún humo, tan claro que se produce una eleva-
ción del pensamiento a los espacios inconmensurables Allí entablan los filósofos
[...J.
una lucha sorprendente, despia-
dada. Están poseídos por fuerzas que combaten entre si a través de sus pensamientos; los pensamientos
combaten entre si.
. .
humanos
En nuestros días parece que ya no pue-
de encontrarse a nadie
ahí.
Pero a mí me ocurrió que, bus-
cando en vano en las especulaciones eternas a hombres que las
encontraran importantes, hallara sólo a uno y a nadie
más. Y éste era mi cortés enemigo. Pues los poderes a los que
servíamos eran inconciliables. Pronto se reveló que no
podíamos hablar entre nosotros. La alegría se hizo dolor, un dolor particularmente desconsolado, lidad
que estuviera
al
alcance de la
como si una posibi-
mano fuese
desperdi-
ciada. Así
me fue a mí con Heidegger. Ahí encuentro las crí-
ticas sólo
por él conocidas, insoportables sin excepción, que
se encuentran
en cada
estrato.
Ahí busco
las críticas
que se
convierten en la sustancia del pensar mismo; ahí busco la
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54
LUIS
lucha que
rompe la incomunicabilidad de lo incompatible;
ahí busco la solidaridad que ble, si
TAMAYO
aun entre los extraños
de filosofía se trata. Tal lucha y
es posi-
tal crítica es
quizás
imposible. Quisiera, sin embargo, captar algunas sombras
.
Este texto nos permite afirmar que había otras razones, no
precisamente laudables, en el veredicto negativo emitido por Jaspers.
V. 2.
«VTiVO EL
(el cual
DECANO DE LA FACULTAD DE MEDICINA, BEBINGER
HABÍA COMPRENDIDO LAS INTENCIONES Y PATRAÑAS DE
LOS acusadores) y me CONDUJO A BADENWEILER.
.
Luego del veredicto del Senado universitario, se dejó esperar: Heidegger sufre
Universidad
lo auxilia.
donde trabajaba V.
F.
Lo
reacción no
un desfallecimiento en la
misma y el decano de la Facultad
Kurt Beringer,
Pero
» la
d e Medicina,
lleva a Badenweiler, a la clínica
von Gebsattel, para su
rehabilitación.
desfallecimiento ya había hablado. Estaba dirigido a
el
esa Universidad que lo enjuiciaba y qué el había intentado revolucionar. El desfallecimiento es
un act¿rig"out que
espera-
ba a su lector. El colapso estaba dirigido aun Senado universitario
que creía tener
la autoridad
moral para juzgar y a una
Comisión que había olvidado que en 1983 «nazi» no quería decir lo
mismo que en 1945, que en 1983 significaba: «nacio-
nalista,
preocupado por
e8 Wort und saine Bedeutung ein
Dunst oder das geistige Schicksal des Abendlandes? Fragen: Wie steht es
Geringeres
ais
um das Sein? — das besagt nichts
den Anfangunseres geschichtlichen-geisti-
gen Dasein wieder-holen,
um ihn in den And eren Anfang
zu verwand eln^\
¿Es
el
«ser» una simple palabra y su significado bruma, o
es el destino espiritual de Occidente?
Preguntar: la
¿Qué hay del ser? —quiere decir, nada menos,
re-petición (wieder-holen) del inicio de nuestra existen-
cia (Dasein) histórico- espiritual, a fin d e
transformar aquél
en el otro inicio.
40
Einfilhrungin die Metaphvsik p. 14; trad. .
cit.
(modif.), p. 57: «... la 'cues-
tión del ser\ entendida en el sentido de la interrogación metafísica por el
ente
como
olvidado. el titulo
tal,
no pregunta temáticamente por
— Sólo
el ser.
Este permanece
que hablar de 'olvido del ser' es algo tan ambiguo como
'cuestión del ser'.»
41 Einfiihrungin die Metaphysik, pp. ^8-^9; trad.
cit.
(modif.), pp. 75-76.
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LOGOS
'
DICHTUNG
281
La necesidad de esta re-petición del primer inicio se impone,
al igual
que elRückgangin den Grund der Metaphysik
(regreso al fundamento de la metafísica),
desde
el
punto en
que ésta última, asociada al nihilismo, se encuentra, a titulo de figura del errar ria
de
la
(Irre),
verdad del
ser.
inscrita y circunscrita
tomar una decisión, siendo por
ello susceptible
nuevo un futuro. La nueva tematización del se encuentra sofía) o
en los
algo
de abrir de
inicio, tal
como
Beitráge zur Philosophie (Aportes a la filo-
en el curso del semestre de verano de
de a aquél no como
en la histo-
La repetición del inicio nos apela a
si
1941'^^, atien-
fuera algo lejano y a nuestras espaldas,
hundido en el pasado, objeto
si
acaso de una curiosidad
de anticuario, sino más bien como aquello que, no habien-
do tenido jamás lugar como tal, sigue estando esencialmente .
porvenir
43 .
En cierto
sentido, podria parecer legitimo aproximar tal
temática del inicio
al
enfoque husserliano, enderezado a
hacer retornar, más
allá
de las sedimentaciones y de los recu-
brimientos que alteran intención parte, el
inicial,
el
sentido originario y deforman la
a la pr oto -institución (Urstijiung) Por otra .
mismo Heidegger hace
propio de todo verdadero
inicio:
notar
el carácter
de decisión
«Por inicio entendemos las
decisiones originarias que vertebran y sostienen previamente la historia occidental
4,2
Grundbegriffe.
GA
51, 15-16; trad. Conceptos
Madrid, 1989, pp. 44 y
43 GA51,
15; trad. p.
en su esencialidad».
44
jundamentales. Alianza,
s.
(modif.): «El inicio
no es un pasado que hubiera
sido decidido antes de todo, sino aquello que adviene a nosotros»
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282
JEAN-FRAN?OIS COURTINE
Es por esto por lo que la meditación sobre
depen-
el inicio
de a su vez d e una nueva reflexión centrad a en la libertad efecto, sólo
donde
la
.
En
hay verdadero inicio y libertad iniciadora «alli
humanidad prueba su decisión por lo que hace
a la
relación con el ente y con la verd ad »
Por supuesto, queda puntualizar que es todo
tal
decisión inaugural
menos arbitraria o fortuita: no se inicia desde la nada,
ni delata rasgo alguno volitivo o voluntarista, sino que se
define
más bien en términos de escucha, de respuesta
destinación, al exhorto (Zu-spruch), a la promesa.
por ello —cabe tas a
«otro»
insistir—, la
meditación sobre
inicio está todavía
el inicio
con vis-
estrechamente asociada a la
cuestión del lenguaje y del pensamiento en el lenguaje: heifiit
a la
También
Was
Denhen? (¿Qué significa pensar?)
Wir stehen ver dar Entscheidung zwischen dem Ende und seinem vielleicht noch Jahrhunderte füUenden Auslauf und demAnderenAnfang...
Nos las habemos ante la decisión-, camino,
el cual
Asi se expresa Heidegger en
temporáneo de 1937-1938^^.
el curso,
los Beitráge, del
En todo
metafísica, asociada a
44
la decisión entre el fin
puede durar tod avia siglos, y eí
y su
otro inicio...
más
o
menos con-
semestre de invierno de
caso, es la experiencia del final de la
un determinado régimen del Xóyoc,
Grundfragen derPhilosophie.AusgewahÜe «Probleme» der «Logik»,
GA45,
p. i?4-
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LOGOS
283
DICHTUNG
'
entendido como «lógica» y como lenguaje, meditación sobre gunta por ticos. El
las
paso
el
nuevo
inicio,
la
que abre
la
requiriendo por ello la pre-
palabras aurórales de los pensadores presocráatrás,
más acá de Platón, más acá de la metafísi-
ca como determinación unitariamente platónico -aristotélica, resulta sistemáticamente ligado a
una doble
decisión, relati-
va a la «verdad» y a la «palabra»
En efecto, lo que permanece en espera de nuestra decisión es,
en primer
lugar, la
«cuestión» de
la
verdad,
si es cierto
que se trata de una cuestión no elaborada ni explorada en profundidad por los griegos, ni tan siquiera por los griegos anteriores a Sócrates. Sería necesario poder seguir aquí en detalle,
paso a paso,
cuando éste busca
como
la
evolución de la posición de Heidegger
fijar el
sentido de la verdad entendida
Unverhorgenheit (desocultamiento)
en
el
horizonte —o
más bien como horizonte— del pensamiento presocrático. En el
curso de verano de 1981,
Vom Wesen der Wahrheit
(De la
esencia de la verdad), donde, para empezar, se trata de caracterizar
en su alcance histórico
la
transformación de
la verdad
—consumada en Platón— y su consiguiente sometimiento
a la
idea de corrección (Richtigkeit)'^^ vienen revalorizados los ,
45
GA 34, p. 3^4 « :
. . .
este giro
en la esencia de la verdad es la subversión del
completo ser del hombre, en cuyo comienzo nos encontramos. Sólo unos pocos hoy son capaces ya de barruntar y de valorar la dimensióny la inexorabilidad de esta subversión del ser del hombre y del
mundo: pero
ello
no
praeba que tal giro no suceda, que no nos estemos implicando a cada hora
y a cada día en una historia completamente nueva del Estar humano Sin embargo, tal giro, el más intimo, no supone un mero desprendimiento de .
lo anterior, sino
que constituye la más aguda y amplia controversia entre
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284
JEAN-FRAN?OIS COURTINE
primeros griegos, a través de Heráclito, por haber lanzado
una mirada esencial en modo,
al
la estructura
fragmento de Heráclito (B
de
i:^3
la
verdad De este .
Diels) se le va a asig-
nar una función central:
de ocultarse).
(púaig xpÚTiGeaBaL tpiAet» (lap/ijsis gusta ...
in diesem Spruch des Heraklit
ist
die Grunderfalirung
ausgesprochen, mit der, in der und aus der ein Blick in das
Wesen der Wahrheit erwachte.
[...]
ais
Un-verborgenheit des Seiendes
Dieser Spruch spricht die Grunderfahrung
und Grundstellung des antiken
M enseben
aus,
mit der
allererstund gerade das Pbilosopbierenbeginnt...^^
...
en esta sentencia de Heráclito
fundamental con
se expresa la experiencia
en la cual y a partir de
la
cual vino a
despertarse una mirada en la esencia de la verdad
como des-
la cual,
ocultamiento del ente.
[...]
Esta sentencia expresa Za expe-
riencia y posición fundamentales delliombre antiguo, con el
cual comienza por vez primera precisamente el filosofar.
Aun cuando
los
.
primeros pensadores, como Heidegger
hace notar un poco después, no hayan planteado la pregunta las fuerzas del Estar y las potencias del ser.
anib^ua. Lo primero, lo que nos hace
por lo pronto, «es» la metafísica,
46 GA34,
[ist-.
falta
[.
.
.1
La pregunta por
el ser es
—pero como algo que ya ahora,
se está dandol, es la entrada
en la superación de
cuyo acabamiento debe ser previamente experimentado»
p. 14.
47 N. delaT.: Courtine traducirá al francés «Spruch^ como «parole», esto es, «palabra»
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LOGOS
por la verdad como
á-Aií9eta,
'
285
DICHTUNG
como
Unverhorgenheit (desocul-
tamiento), ello no nos autoriza a sostener simplemente que la
hayan descuidado (Versáumnis)^^ Los griegos no han descui.
dado absolutamente nada ni han «olvidado» nada, sino que
han desplegado su pensamiento sobre el fondo de la Gmnderfahrung (experiencia fundamental) o de (la
la
Grundstimmung
entonación o acorde fundamental); y es a nosotros, los
tardíos, a los
gunta por
. . .
la
que finalmente corresponde plantear
esencia epocal de la verdad
como
für die Griechen, die oAi^Geia das Anfangliche
glose blieb.
. .
Die áAr)0eia bleibt
la
pre-
retracción:
und Fra-
im Dasein d er Griechen das
Máchtigste zugleich und das Verborgenste.
'^^ . .
48 GA45, pp. 114-115: «Debemos por lo tanto meditar sobre si este acontecimiento —que los griegos experimentaran la esencia de la verdad como desocultamiento, la interpelaranylatuvleranya siempre presente, sinllegar no obstante a cuestionarla ni a sondearla- fue un descuido [Versaumnis],
consecuencia de su impotencia para el preguntar, o
te y se
esto, lo decisivo
sino
[...],
si
en ello consis-
cumplimenta la grandeza propia del pensamiento no
está
griego. Sobre
en el intento de explicary salvar im suceso pasado
más bien en delimitar el modo y manera en que nosotros nos
lashabemos con la verdad y en la verdad. Pues, para nosotros, cido
en el inicio de la historia de la fundación esencial de
encuentra siempre ante nosotros con vistas a efecto, sobre aquello
vertirse bio, el
la
lo aconte-
verdad se
la decisión: la decisión,
en
que para nosotros y para los venideros pueda con-
enloverdaderoy serlo verdadero». «Versaumnis»
es,
en cam-
término normalmente utihzado por Heidegger al referirse a Hus-
a Descartes (GA 2,0, Prolegomena zur Geschichte des Zeitbegñjf, §§ 12, y Hay traducción casteUana: Prolegómenos para la historia del concepto de
serl o i3.
tiempo, Madrid, Alianza, :?oo6).
49 GA45, p. ^05.
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286
JEAN-FRAN?OIS COURTINE
. . .
para los griegos, la áAr)0Eia no dejó nunca de ser algo ini-
cial,
no cuestionado... En el modo de existir (Dasein) de
griegos, la oXí^BeLa siguió siend o a la vez lo
los
más pod eroso y lo
más oculto...
Pero
el
punto que en primer lugar nos interesa aqui está
en que los primeros pensadores, sobre el fondo de esta experiencia no tematizada de la verdad
como áXii0Eia, son tam-
bién los que han dejado aparecer en su fulgurante luz y en su fuerza de nominación a la lengua [griega] en su esencia.
Recordemos aquí simplemente dos pasajes de
los Vortrage
undAufsatze (Conferencias y ensayos) en los que se encuentran
estrechamente ligadas
la
instauración griega del pensar y la
aprehensión de la esencia de la lengua:
Sin embargo, una vez,
al
comienzo del pensar occidental,
la
esencia del lenguaje relampagueó (aufblitzte) en la luz del ser
. .
.
[...].
Pero ese rayo se apagó repentinamente^".
aquel primer destello (Aufleuchten) d e la esencia del len-
guaje en cuanto Dictum (Sage) desapareció enseguida, que-
dando velado^\
50
Vortrage undAufsdtze, Neske, 1978, p.
(Heráclito, fragmento bal,
1994-
2,2,1;
traducción española: «Logos
50)» en Conferencias /artículos, Barcelona, Ser-
p. 198.
51 Ibid., p. ^87; trad.
cit.
(modif.), p-
í?i3.
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LOGOS
Así pues,
si
'
287
DICHTUNG
es a nosotros a quienes corresponde
—historio
gráfica y ontohistóricamente— elaborar la cuestión, todavía
reservada, de la verdad, de llevarse
en fin a decisión
modo que con esa la
cuestión pueda
cuestión de saber «¿Quiénes
somos nosotros mismos?», cabe comprender entonces cómo la
pregunta por
la
verdad se articula estrictamente con
cuestión del lenguaje. la apertura te
de este cuestionamiento sobre
desembarazarse de
la
A ello es preciso, además, añadir que
las dificultades
el
lenguaje permi-
y atolladeros asociados
con la problemática del pensar, radicalmente entendida. Que la
pregunta por
el lenguaje o,
mejor, por
la
palabra poética se
encuentre a partir de ahora intrínsecamente asociada en
meditación heideggeriana a la radicalización de
la
ción d e la lógica y a la elaboración temática de la verdad áXr)9eLa, es algo
como
cuyo indicio más sorprendente se da en
hecho de que sea el diálogo con Hólderlin, anterior cubrimiento» de los presocráticos, dad ero horizonte d e
el
al
que constituya
la reflexión abierta
la
destruc-
el
«desel
ver-
en los años treinta. El
testimonio por el que Heidegger se interpreta a
sí
mismo,
según ha sido transmitido por Otto Póggeler, merece cierta-
mente der
el
ser
tomado en serio
y,
sobre todo, permite compren-
enfoque previo conductor en su interpretación de los
presocráticos:
Im «Augenblick des Abwerfens der letzten Mi£>deutungen durch die Metaphysik, d.h. in
dem Augenblick der ersten
áu£>ersten Fragwürdigkeit des Seyns selbst und seiner
Wahrheit (Wahrheitsvortrag i^^g-i^3o) wurde Holderlins
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288
JEAN-FRAN?OIS COURTINE
Wort, zuvor schon wie and ere Dichter zunáchst bekannt,
zum Gescliick»
(Das Ereignis)
.
En el instante «en que fueron arrojadas las últimas interpretaciones torcidas por la metafísica, es decir, en el instante de la primera y extrema problematicidad del eseyer (Seyn)
mismo y de
i9?9-3o),
la
su verdad (De la esencia de la verdad,
palabra de Holderlin—rebajado al principio a
cosa conocid a,
como si fuera un poeta más— se
convirtió
en
sino» (Das Ereignis)
¿Por qué esta valorización de
la
palabra de Holderlin
como
y por qué ha podido jugar un papel absolutamente decisivo en la lectura de los presocráticos? El primer figura destinal,
curso dedicado a Holderlin, durante 1985, ded icado a comentar los
y DerRhein
(El Rin),
el
invierno de 1984-
himnos Germanien (Germania)
proporciona sin lugar a dudas
pio de una respuesta. Para empezar, este curso hilo conductor el final del
Was
el princi-
toma como
himno -^/idenfee/i (Rememoración):
hleiht aher, stiften die Dichter
(Pero lo que permanece lo
instituyen los poetas)
Este verso viene ontologizado por Heidegger inmediata-
mente, 51?
al
hacer de la Dichtung, a partir de ahora,
Der Denkweg Martin Heideggers, Pfullingen, Neske, 1968,
la figura
p. 218.
Traduc-
ción castellana: El camino del pensar de Martin Heidegger, Madrid, Alianza,
1993, p.
í?59.
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LOGOS
'
289
DICHTUNG
paradigmática del lenguaje, laíSüjtungdesSeyns (institución del eseyer)^^.
Ahora bien,
el
debe a que
ella
se
más bien
al
hecho de que
el
poeta se
antemano situado en la posición de mediador entre
los dioses y los
hombres, o entre
efecto, es al poeta al las
un
le
nos permita acceder a una instancia de genia-
lidad subjetiva, sino halle de
asigne
mundo no
que a la poesía se
valor decisivo en la instauración del ser y del
el dios
y
el pueblo^*.
En
que corresponde recoger en su palabra
señas (Winke) de los dioses, pudiendo así configurar
ejemplarmente
la existencia
humana en cuanto
«instancia
extática»: exposición a la vez del ser, de laverdady de la con-
minación que
el
decir implica:
El poeta envuelve y conjura el rayo del dios
en la palabra,
haciendo entrar esta palabra relampagiiante en de su pueblo
[...1
el
lenguaje
alzándose «bajo las tormentas de dios
[...1
a cabeza descubierta», entregado sin defensa, desposeído
de
sí
mismo. La existencia (Dasein) no
es otra
cosa que el
hecho de estar eocpuesto (Ausgesetztheit) a la sobrepujanza (jibermacht) del eseyer^.
El que la meditación sobre la palabra poética de Hólderlin
juegue semejante papel en la destrucción de la lógica y del
53 GA39.P.33.
54
Ib.
,
pp.
3o y
88. Gf.
también
el
am Feiertage», GA 4, pp. 71 y ss. Hay traducción
comentario a «Wie wenn
enErlauterungen zu Holderlins Dichtung,
española: Aclaraciones a la poesía de Hólderlin, Madrid, Alianza, ^005.
55
ib.,
pp.3o-3i.
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290
JEAN-FRAN?OIS COURTINE
régimen proposicional elaborado sobre TI
el
modelo del A^yeiv
xaxá Tivóg se debe, en primer lugar, a que
tica
la
palabra poé-
no se deja interpretar como una expresión de
los esta-
dos de ánimo, y menos como «objetivación». El único «obje-
to» de laDichtung (poesía) es El Dichten (poetizar)
mismo
Offenharmachen («Decir a
lo
poemático (Das Gedichtete).
es Sagen in derArt des weisenden
la
manera
indicad or» )^^. La poesía consiste
me
del hacer manifiesto
en decir, y el d ecir, confor-
a su esencia, es el decir del ser. Tratando del
i?¿n»,
himno «£/
Heidegger escribe en este sentido:
La primera estrofa de nuestra poesía, j ésta misma, no constituyen una descripción de la naturaleza ni establecen
tampoco una comparación. En general, no hay aquí un enunciado que diga algo sobre es,
de suyo,
algo. El decir
el júbilo del ser [...1.
Este decir
de esta poesía
no recubre con
palabras un sentido o untrasfondo aUí escondido, sino que él es,
en el hecho mismo de ser dicho,
hacerse valer! del eseyer
el
imperar
La Dichtung (Poesía) se encuentra
así investida
función cuasi especulativa o especular frente través de la palabra poética
Y es también en el marco
[Walten-. el
.
como
de
la
Heidegger redefine a su vez
de una
al ser: es
en y a
establece éste su imperar.
exégesis de Hólderlin donde el ser del
hombre —el
cual
«habita poéticamente»— como diálogo (Gesprách), entendi56
/b.,p. 3i.
57
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LOGOS
'
DICHTUNG
291
do en primer lugar como diálogo entre dioses y hombres, y mediante
el cual
precisamente
mediador. Elliombre, gracias guaje, o mejor, el diálogo el venir a
el
poeta ejerce su función de
al diálogo, es [existe]
enellen-
mismo es acaecimiento lingüistico,
palabra de aquello que lo reivindica:
Somos un diálogo. ¿Cuál es la relación del diálogo y de lengua entre sí?
En
el diálogo
acontecer es propiamente
el
acontece
la lengua,
eseyer de ambos.
la
y este
Somos un
acontecimiento- de- lenguaje, y este acontecer es temporal,
no solamente en el
el
sentido superficial de su despliegue en
tiempo, siendo en cada caso mensurable temporalmente
según comienzo, duración y término, sino, sobre todo, por-
que
el
mento
acontecimiento-de-lenguaje es del tiempo histórico propio
tro eseyer acontece
interpelan, nos lenguaje
como
si
Nues-
diálogo cuando los dioses nos traen al
y cómo existimos, y cómo respon-
demos para decirles a ellos nuestro ser, [...]
y funda-
[...].
ponen bajo su interpelación, nos
en que se dice
ese decir.
el inicio
delhombre
Solamente
allí
o para fracasar en
donde acontece
el lenguaje se
abren ser y no-ser
Es sin duda a partir de esta exégesis del diálogo, en el contexto hólderliniano,
como Heidegger tematiza la palabra en
cuanto respuesta o correspondencia (Entsprechung) a exhorto o interpelación (Anspruch), extendiendo
al
un
pensa-
58 GA39,pp. 69-70.
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292
JEAN-FRAN?OIS COURTINE
miento
lo
delineado antes en
el decir poético. El carácter
poético (Dichtungscharakter) del pensar sigue estando todavía velado, señala Heidegger en un aforismo
La poética hólderliniana, por su insistencia en la «pala-
bra»
(Wort),
en su dimensión de nominación y en su función
de rememoración, bien podria ser el
lo
que rige en profundidad
descubrimiento de los presocráticos, a saber, que nombrar
es llamar por su
nombre, es
d ecir: responder
interpelación de aquello que se ofrece
al
en verdad
a la
decir y al pensar. Lo
que exhorta a pensar es siempre un «don» repetirá Heideg,
ger
en su último gran curso: Was heifi^t Denken? (¿Qué significa
pensar?). Pero el
también,
el
don que da que pensar
don del pensar:
el
como
se devuelve (un contra-don,
sino que el pensar es él
mismo
es precisamente,
pensar no es aquí un don que
el
réplica de
un don inicial),
dony el reconocimiento y el
agradecimiento. El don de la palabra o, mejor, de ese «hablar
que
el
Si,
lenguaje habla a través d el hombre»
por tanto,
mejor,
el
pensar y
el decir,
en respuesta
al
como respuesta a través de la cual el don se
don
o,
acredita
como tal, deben decir y pensar el ser, si: 59 Aus der Erfahrung des Denkens,
GA i3,
p, 84.
Hay traducción
castellana
del llamado Hüttebüchlein: Desde la experiencia del pensar, Madrid, da, í?oo5. Gf.
pensar dice
el
también Der Spruch des Anaximander, GA5, dictado de la verdad del ser. El pensar es
Aba-
p. 3?8:
«El
el dictare origi-
nario. El pensar es la poesia originaria»; trad. cast. (modif.) de
«La
sentencia de Anaximandro», enCaminos del bosque, Madrid, Alianza, 1984, p. 297.
60 Was heijít Denken? Tubinga, Niemeyer, 1961, p. 81; hay traducción al castellano: ¿Qué significa pensar?, Madrid, Trotta, 1^005, p. 1^^. ,
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LOGOS
Xpr)
si el
t6 Xéyeiv te voeTv t'eóv
'
293
DICHTUNG
E^i^iEvai
^;
auténtico pensador es siempre necesariamente idén-
tico a aquello a lo cual se entrega:
xaÚTOV 6'éaTt voeTv xe xal oúvexev eaxi
vóiQ(ia^^,
entonces es importante definir en su fondo
como un rememorar
o
una acción de
entonces es importante además que él
el
pensar
gracias (Gedanc, Dank);
el decir reflexione
sobre
mismo, según la decisiva figura de la tautolo^a o de la logo-
logia, cara a Novalis.
Sin embargo, para concluir, cabe preguntarse
no abre
gia novalisiana
menos
sagrada,
más
el
si la logólo
espacio de juego de una palabra
lúdica, atenta
en todo caso
al
carácter
variopinto de algo siempre especificado de una manera feno-
ménica; preguntarse, ante todo, por poderosa que la
sea, es la
si la
poética hólderliniana,
única capaz de hacernos escuchar
palabra de los primeros pensadores-poetas de Grecia.
Pues no hay duda de que que se dice en
él
el
cuidado por
el
lenguaje y por lo
y a través de él se despliega de múltiples
maneras, sin que deba necesariamente privilegiarse la de ese acorde tenido por esencial o destinal: Hólderlin — Heráclito
— Alemania. 61 [N. de laT.: trad.
cit.
de Conrado Eggers Lan,
p. 478:
«Se debe
decir y
pensar lo que es».] 62,
[N. de la T.
:
ib.
,
p.
480: «Lo que puede pensarse es lo
mismo que aquello
por lo cual existe el pensamiento» .]
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LA TEMPORALIDAD DE LA EXPERIENGLA GREADOBA. EL ACERCAMIENTO DE HEIDEGGER A LA POESÍA Volker Rühle
Traducción de Francisco de Lara
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Heidegger pinta un cuadro sombrío de desarrollo de la filosofía de la resulta tanto
más
las posibilidades
de
modernidad tardía, cuadro que
intranquilizad o r cuanto que los desarrollos
efectivos desde entonces, lejos de refutarlo, parecen haberlo
confirmado. Ya en 1988, Heidegger diagnosticaba una creciente reducción del pensar filosófico por las exigencias de
una investigación especializada y gestionada a partir del principio de la división del trabajo \
se
A d iferencia d e unpensar que
embarca en procesos experienciales con un resultado
incierto, la investigación es un procedimiento que, guiado
por
una intención determinada y asegurado metód icamente,
se
mueve en campos temáticos fijamente delimitados y en cuyo trabajo se va ramificando y especializando incesantemente.
La investigación se orienta hacia la consecución de resulta-
1
DieZeit des Weltbildes,
enHohwege, Frankfurt, 1980, pp.
81-8;?.
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298
VOLKCR RÜHLE
dos, de
modo que sus caminos se miden a partir de los resul-
tados ya prefijados y definidos de antemano, formándose
asi,
en palabras de Heidegger, una «primacía del procedimiento por encima de lo ente que, en cada caso, deviene objeto temático
en
la
investigación»
proceder científico
lleva,
.
Por su parte, esta primacía del
conforme
la investigación científi-
ca se va adueñando de lo ente, a no poder diferenciar ya entre la realidad efectiva
y los procedimientos técnicos que
la
pre-
sentan. Bajo el imperativo de la creciente especialización de la experiencia,
configurada metódicamente, no sólo se desrea-
liza (entwirklicht)
dicha realidad, sino también nuestra expe-
riencia, es decir, la realidad se parcela y
fragmenta en campos
temáticos aislados, por lo que se volatiliza la continuidad y la
conexión
d e nuestras experiencias.
A la vez, la experiencia
asegurada científicamente se disocia de
la
experiencia vital y
sus imponderabilidad es: la experiencia válida y mediata no se
encuentra ya en la vida vivida, que se aisla cada vez más, sino
solamente en los procedimientos abstractos de
la investiga-
ción racionalizada e institucionalizada. Este diagnóstico arroja luz sobre el alcance y la insistencia del intento he id egge riano de
un nuevo y radical inicio en el
pensar, inicio cuya pretensión no es otra que ocupar el lugar
de toda
la filosofía
agotada
la
pasada por considerar definitivamente 3
posibilidad de ésta
.
En efecto,
parece
como
si el
impulso de la experiencia y el conocimiento filosóficos tuvie2
loccií., p. 8?.
3
Das Ende derPhilosophie und dieAufgabe des Denkens, enZur Sache des Denkens, Tubinga, 1988, pp. 61-80.
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299
LA TEMPORALIDAD DE LA EXPERIENCIA
ra grandes dificultades de
imponerse bajo
el
imperativo de la
investigación especializada e impulsada institucionalmente, asi
como de hacerse escuchar por encima de
ella.
blemente, también la filosofía se presenta como expertos que,
Pues, visi-
un saber de
como Heidegger supo ver ya pronto, reclama un
tipo de especialista que, al servicio de
empresas de investiga-
menudo de viaje para informarse
ción especializadas, está a
en congresos e intercambiar opiniones con sus colegas'*. Este diagnóstico en efecto intranquilizad or, asi
como
el
«final de la filosofía» que Heidegger veía venir, afectan a ésta,
como
él dice,
en tanto que «metafísica»;
esto es,
en su
pretensión de seguir pensando «lo ente en su totalidad»
—que
mirada del investigador en espe-
se fragmenta bajo la
cialidades cosificadas—
en el horizonte de un todo coherente,
previsible y estructurado
con sentido^.
Pero Heidegger no pretende entender su diagnóstico del final
de
la filosofía
un dejar de
en cuanto metafísica simplemente como
ser, sino
como una consumación que
deja libres
nuevas posibilidades del pensar. Lo que ha llegado a su fin no es para
él,
en absoluto,
la
perseverancia del conocimiento
pensante —más bien creciente bajo
el
dominio de
la investi-
gación orientada hacia fines y la desrealización de la experiencia vital— sino únicamente la forma metafísica de este
conocimiento. La fundamentación metafísica de
la
conexión
de lo ente tuvo, según Heidegger, diversos nombres en la historia del espíritu: idea, nous, dios, subjetividad, razón, histo-
4
Die Zeit des Welthildes
5
Das Ende der Philosophie.
(v.
nota . .
(y.
i), p.
83,
nota 3), p. 6i.
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300
ria.
VOLKCR RÜHLE
.
.
,
nombres que tienen en común el reconducir el ser a un
fundamento «representado», mente
es decir,
Si la metafísica es entendida de este
consecuente sado
pensado objetiva-
(gegenstándlich)
como
si
modo, entonces seria
un pensar que sólo pudiera concebir lo pen-
objeto representado -y a
si
mismo, consecuen-
temente, como subjetividad autoreferencial— se perdiera finalmente en la autosuficiencia y ción que son propias de ciencia y la técnica
la
tendencia a la cosifica-
la investigación. Vistas
desde aquí,
la
modernas no serían sino la última conse -
cuencia de una metafísica que ya se inició con Platón y que,
desde entonces, se funda cada vez más en la subjetividad del pensar. Y las metafísicas diletantes que nos presentan hoy las
cosmologías científicas, del Big
las
fórmulas universales y las teorías
Bang no serían sino
las
últimas derivaciones de una
tendencia que se encuentra ya en la metafísica d e Platón^. Sin embargo, esta generalizadora tesis he id egge riana, que
funde en un todo homogéneo
la totalidad del
pensamiento
occidental y las ciencias modernas, no es en absoluto tan plausible
como su diagnosis de
según el principio
la investigación
d e la d ivisión d el trabajo. Si
organizada
bien esta d iag-
nosis desplegaba una lógica inmaneníe de las ciencias con-
temporáneas,
la
fundamentación de dicha lógica a partir del
desarrollo de la metafísica occidental está formulada desde
punto de vista exteñor a su historia: desde
«esencia» de
6
la metafísica,
la intelección
un
en la
una esencia de la que Heidegger
Loe. c¿t.,p. 63.
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LA TEMPORALIDAD DE LA EXPERIENCIA
nos dice que no es ser
ella
misma nada metafisico y que no puede
comprendida con
vista
medios propios de dicha forma
que ha llevado «ante si»
occidental» vista
los
¿Cómo puede Heidegger hacer uso
de pensar.
301
como un «todo»
no esté ya implicado en
la historia
de
un punto de
«del pensamiento
cerrado, sin que dicho punto de él^?
No puedo abordar
aqui
el
problema de que la definición heideggeriana de «la» metafísica,
como
diferenciación unívoca entre
el ser
en su totalidad y la multiplicidad sensible de ce por la fuerza a todo texto metafisico
en
suprasensible
lo ente,
introdu-
el interior
de
un
esquema, sin conceder por ende ningún derecho propio a la complejidad de los planteamientos metafísicos. Ninguno de los textos metafísicos leídos
por Heidegger tiene
dad de escapar de dicho esquema-,
así,
la posibili-
cabe preguntar
si
y en
qué medida no objetiviza él también complejos procesos déla historia del espírituy los convierte
en un «todo» cerrado.
Pero, independientemente de la cuestión de lo que haya sido la metafísica en la multiplicidad de sus ramificaciones
que hoy sea y pueda ser, el gesto con el que Heidegger despide ala totalidad de la tradición occidental y la
históricas y de lo
reduce a un todo cerrado posee su propia lógica, una lógica
que no puede ser indiferente para la dirección de su camino del pensar.
¿Qué
tipo de experiencia del pensar es ésta
el vuelo»
g
que «remonta
más allá de la historia anterior y la define como un
und Differenz, Pfullingen, 1983, p. 40. Hymnen «Germanien» und «DerRhein»,
7
Identitat
8
Holderlins
GA 89,
Frankfurt,
1980, p. 50.
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302
VOLKCR RÜHLE
todo cuyas posibilidades pueden medirse por pasos, conce-
diéndose en cambio a
mente
sí
misma un comienzo
nuevo, total-
distinto e inaudito?
Heidegger se aproxima a responder a esta pregunta remitir a algo que hasta entonces habría permanecido
sado en tod a la
filosofía. Si tod a la filosofía anterior
como un ente y ha objetivado tendencialmente
al
impen-
ha tratad o
aquello que
pensó como último fundamento del ser en su totalidad —la idea, dios, la naturaleza o la historia— entonces lo ,
impensa-
do en tal objetivación sería una apertura no -objetiva (ungegenstandlich)
mera
algo
en cuya luz podemos experienciar por vez pri-
como presente y determinarlo como
ob-jeto
(Gegen- stand) con relación a nuestro pensamiento.
modo, de
la
algo
el
pensar se encuentra ante
forma
clásica del
el
este allá
el lugar
en el que tiene lugar
que se posibilita esta distinción fundamental para
nuestro pensamiento occidental. Para pensar del ser anterior a toda determinación,
daderamente tos, a fin
De
de pensar más
«yo pienso algo» y en dirección de
impensado en dicha forma:
y desde
la tarea
la
debemos
esta.
Lichtung
invertir ver-
dirección del pensamiento referido a obje-
de concentrarnos en
el ser
que posibilita a nuestro
pensamiento intencional y se sustrae a él^. El concepto heideggeriano de «desocultamiento» (Unverhorgenheit) del ser expresa, por tanto,
ausencia en
el
que
un juego recíproco
entre presencia y
el ser se aclara (sich lichtet)
para nosotros
y en el que Heidegger encuentra el «elemento en que se dan,
9
Dos Wesen der Sprache, en Unterwegs zar Sprache, Pfullii^en, 1986, p. 190.
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303
LA TEMPORALIDAD DE LA EXPERIENCIA
por vez primera, tanto tenencia»
el ser
como
el
pensar y su mutua per-
lO .
Con esta pretensión,
la filosofia tardia
de Heidegger —que
no quiere ser denominada ya «filosofia», sino que nos sale al paso bajo
el titulo
de «el pensar»— tiende auna radical aper-
tura dellenguaje filosófico. Este no debe ya
modo
directo, sino
más bien limitarse
nombrar
al
ser de
a rechazar formula-
ciones inadecuadas que pudieran hacer depender de deter-
minaciones objetivas el sustraerse del ser.
la
relación entre el desocultamiento y
Heidegger contrapone
al
pensamiento
representativo y referido a objetos una «meditación» (Besizi-
nung) que procura contenerse ante
las
determinaciones
intenciones propias a fin de exponerse a (Anspruch) del ser Lichtung, nos
la
«mismo»: «El fenómeno mismo,
pone ante
la tarea
e
interpelación
de aprender de
él,
[...]
la
interro-
gándolo, es decir, de dejarnos decir algo que clarea (leuchtet) a partir de
sí
mismo»
La coherencia de un pensar adecuado a esta tarea consiste
en conceder tanto espacio a la interpelación del «ser mis-
mo» como para poner en duda e incluso tachar literalmente sus propias formulaciones, tendiendo,
enuna concentración
(Verdichtung) extrema, a enmudecer. La formulacióny comu-
nicación de este pensar no sigue ya la lógica de diferenciar conceptos y argumentos, que Heidegger adscribe
no de
la
«técnica», sino
la lógica
al
fenóme-
de una extrema escasez y
concentración del lenguaje. 10 Das Ende derPhilosophie. 11
Loe.
cit.
,
. .
(y.
nota 3), p. 76.
pp. 7^-78.
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304
VOLKCR RÜHLE
Esta lógica conduce al pensar de Heidegger, inmediata-
mente después del fracaso del rectorado en Friburgo, cerca de
la
poesía de Hólderlin. Decepcionado más allá de todo
limite por los acontecimientos reales e históricos y por sus
esperanzas en
el
movimiento nacionalsocialista, Heidegger
ve en Hólderlin a un, o mejor,
al
único contemporáneo de
historia del ser cuya «obra, carente todavía de
ha superado ya nuestra afectación histórica y ha fundado
cio, el
la
tiempo y espa-
comienzo de otra historia»
~.
Leída bajo esta
de Hólderlin le abre a Heidegger
comienzo
radical, tras
la posibilidad
luz, la
poesía
de un nuevo
su frustrado compromiso político, que
permite incluso hacer parecer inesencial su implicación política.
Ya no se trata del Dasein comprometido heroicamente en
su historia entendida de un modo destinal, raba
el
tal
y como conju-
tristemente famoso Discurso de rectorado, sino, a tenor
de sus cursos sobre Hólderlin, de la preparación de una experiencia inédita y
de
nunca antes vivida que interrumpe
la historia real
«mismo», dice
haciendo valer
curso
sin nuestra intervención.
«En ningún tiempo», algo mun-
en una conferencia sobre Hólderlin, «puede
daño conseguir por
sí
mismo que
«manifestación»^'* precisa, por sía,
el
«ser» (Seym) originario
el
que nombra a la vez que
1
llegue lo sagrado»
ello,
.
Su
del lenguaje de la poe-
silencia.
La experiencia aquí mencionada, y que el pensar de Heidegger pretende compartir con la poesía de Hólderlin, no es 12,
Holderlins Hpnnen.
13 Loe.
cit.,
. .
(v.
nota 8), p.
i.
p. 64.
14 Loe. c¿í.,p.
62?.
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305
LA TEMPORALIDAD DE LA EXPERIENCIA
histórica
justamente por estar implicada en la historia
sino por abrirse paso,
ginario»: el tiempo déla manifestabilidad del ser
«La esencia originaria, aún velada, birá Heidegger posteriormente,
no
del tiempo»,
mismo
como
escri-
es justamente «lo pasado,
sino la reunión de aquello que esencia (des Wesenden)^^
Dado que
la
la historia»,
.
poesía de Hólderlin llega hasta dicha expe-
riencia del tiempo, ella deviene
de
real,
más allá de ésta, hacia un «tiempo ori-
pues
«fundamento sustentador
nombra aquel «ser» y «esencia de que entra en lo abierto todo aquello
ella
todas las cosas, por los
sobre lo que nosotros después discutimos y deliberamos en el 17
habla cotidiana» Si
.
no se piensa el ser a partir del sujeto,
esto es,
como una
un acontecer, de un
realidad objetiva, sino
en
de so cuitamiento en
que nosotros estamos implicados en
el
el
tanto que sujetos, entonces
sentido de
un pensar que meditara en este
desocultamiento debería embarcarse en un proceso de experiencia que, allá o,
mejor,
como en la experiencia al interior
mística, condujese
más
de sus relaciones mundanas objetivas.
La experiencia deja de significar entonces la acumulación de contenidos objetivos que dispersa nuestra atención en distintos
campos de
objetos, y es, por el contrario,
una concentra-
ción y un recogimiento meditativos que permiten que la interpelación del ser llegue
al
habla desvelad amenté y libre de las
determinaciones que nuestras representaciones 15
Loe.
cií.,
pp. 110-112.
16 Die Sprache im Gedicht, 17
JLoc. cit.,
le confieren:
en Unterwegs zur Sprache
(v.
nota 9), p. 57.
p. 43.
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VOLKCR RÜHLE
Hacer una experiencia con algo —sea una cosa, un ser humano, un dios— significa que algo nos ocurre, nos afecta; que se
apodera de nosotros, que nos trastorna y tríinsforma. Guan-
do hablamos de «hacer» una experiencia,
ello
justamente que seamos nosotros los que
no
significa
la realizamos-,
hacer significa aqui aguantar, padecer, recibir eso que, en la
medida en que nos conformamos a ello, nos
afecta.
Algo se
hace, se con-forma, con-viene^^.
Asi pues,
el ser
en el que, más acá de nuestras representa-
ciones, ya siempre estamos implicados exige formas lingüisti-
cas que
no
lo
disuelvan en contenidos objetivos, sino que lo
acojan y lo prosigan
como un acontecer que nos
«acfuí no se describe ni se explica,
aqui
el decir
concierne:
no se proclama ni se enseña-,
no está enfrentado alo por
decir, sino
que es esto
mismo en cuanto esenciación del ser {WesungdesSeyns)^^^. Una forma lingüística que no
objetiviza el ser, sino
que
lo
deja ser inmediatamente presente, no lo representa, sino
que
lo
acoge inmediatamente
(Ereignis), siendo,
como acaecimiento apropiador
de este modo, un elemento constitutivo de
este acaecimiento apropiador del ser (Seinsereignisses) Puesto .
que
el ser
no se reduce a su revelabilidad en el horizonte de la
experiencia humana, sino que a la vez se sustrae a ésta en su plenitud
,
un hablar de
él
debe dejar abierta y a la vez silenciar
su presencia, de manera similar a la concentración que se da
en la palabra poética. Heidegger, cuyo lenguaje tiende 18 Die Sprache im Gedicht, en Unterwegs ziir Sprache
19 BeitmgezurPhilosophie,
(y.
efecti-
nota 9), p. 57.
GA 65, Frankfurt, 1989, p. 4.
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307
LA TEMPORALIDAD DE LA EXPERIENCIA
vamente cada vez más a mejor,
la escasez
el
y
al acallar (Erschweigen) del ser,
silenciamiento
o,
habla por ello de una
«vecindad » ínsita en la interpelación del acaecer apropiad or ,
del ser, entre el pensar y la poesía^°, cuyo lenguaje es para él
también un «decirse a
si
mismo»
del ser^S
«El ser (Sepi)
deja surgir a la poesia para encontrase en ella originariamente y, así,
cerrándose
como secreto en ella, abrirse»
.
¿Qué tipo de experiencia es ésta, que sobrepasa de tal for-
ma nuestra comprensión corriente de experiencia? La idea heideggeriana del ser como «desocultamiento» que se sustrae a toda representación y determinación del pen-
samiento resulta algo menos extraña y gana en firmeza
pensamos en que todos nosotros experienciamos algo de ser incond icionado al pensar
si
este
en la muerte. Pues en nuestra
muerte nos concierne un ser que, por una parte, está irrecusablemente presente y se mantiene firme, mientras que, por la otra, se sustrae a toda posible definición y está
te oculto
radicalmen-
para nosotros. «Por eso —dice Heidegger— ningún
concepto del ser (Sepi) que no se haya planteado pensar la muerte es suficiente» te,
exactamente del
puede
.
mismo modo que
al final d e
de manera silente
al
ser de
la
de pensar
el ser,
no
hecho d e la vida seguiría expuesta
una muerte que nos
2.0
Das Wesen derSprache
(v.
nota 19), pp. 1877
2.1
Holderlins Hpnnen
(v.
nota 8), p. ^58.
2,3
de
significar reducirla a un objeto del pensar. Tal reduc-
ción de la muerte
33 Loe.
la tarea
La tarea de pensar la muer -
cií.,
...
afecta
en todo
88.
p. 387.
Loe. cit.,p. 173.
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VOLKCR RÜHLE
momento y que está presente de manera incesante incluso en los gestos
que pretenden reprimirla.
Un pensar la
muerte
que, por asi decirlo, permitiese que el ser no-disponible de la
muerte estuviera presente, debería,
ésta o entenderla
como
al contrario, abrirse
Desde aqui puede Heidegger decir que en
cia limitada.
muerte «se reúne la más alta ocultación del ser» ello,
a
radical apertura de la propia existenla
que, por
en el pensar la muerte no se anuncia el final del pensar,
sino que se abren nuevas posibilidades: «Morir significa: ser
capaz de la muerte en cuanto muerte» Así lo formula la con.
ferencia La cosa: «Sólo el hombre muere. El animal fenece.
No llamamos
a los mortales asi porque cese su vida terrenal,
sino porque son capaces de la muerte en cuanto muerte».
Independientemente de
lo
que pueda significar
la
formu-
lación «ser capaces de la muerte en cuanto muerte», en ella se presupone
dad humana,
mudo
una conexión de
el lenguaje,
la
muerte con una capaci-
que diferencia el morir humano del
fenecer del animal. Pero, por esclareced ora que dicha
diferenciación nos resulte de inmediato, resulta desde luego
como horizonte conceptual para un encuentro
problemática
con
la
muerte. ¿Qué implica para
la diferencia
te
en cuanto muerte» y
realidad?
el
problema de
la
entre una relación lingüística con la
¿No
se está
el ser
muerte
«muer-
afectado por su aniquiladora
pensando aqui la muerte en el marco de
una diferenciación lingüística y sometiendo su apertura a esta diferenciación?
?4 Die Sprache, en UnterwegszurSprache
(y.
nota 9), p. ?3.
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309
LA TEMPORALIDAD DE LA EXPERIENCIA
En efecto,
la experiencia
de
muerte como interpelación a
la
nuestra vida presupone una conexión, defínase ésta quiera, entre
como
se
muerte y lenguaje: sabemos de nuestra inevita-
tenemos ya siempre, incluso en la más
ble muerte y por ello
extrema negación o represión de este saber, una relación determinada y accesible con la muerte. El propio Heidegger da a entender una conexión entre muerte y lenguaje, algo que debería resultar considerablemente problemático por su insistencia en la «diferencia ontológica» infranqueable
entre lo ente abierto en el lenguaje y la nada del «ser mis-
mo», que se sustrae
«La relación esencial entre
al lenguaje:
muerte y lenguaje —escribe Heidegger— centellea, pero está todavía impensada»
.
De
este
modo, también permanece
impensada la propia d istinción heid eggeriana entre la muerte
como
vivos, y
final realmente efectivo,
«mi»
propio del resto de los seres
muerte, en todo
momento posible, que me como un
requiere en tanto que apertura misteriosa y no
«fenecer» de hecho. Esta diferenciación libera a la muerte tanto de la realidad efectiva del morir animal
como de
la
consternación por la muerte de otros, no jugando ambas nin-
gún papel para la concepción «propia» de
la
muerte. Es esta
diferenciación, y no la apertura radical de la muerte
misma, la
que permite a Heidegger formular que la muerte experienciada propiamente «no es descomposición (yerwesun^) sino
abandono de la configuración descompuesta del hombre» ?5 Das Wesen derSprache 2,6
(v.
nota 19), p.
.
1^1^.
Die Sprache im Gedicht. en Unterwegs zurSprache
(v.
nota
9), p.
46 (sub-
rayado núo). Jaspers habla con razón de una «ambigüedad» en la postu-
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310
¿De dónde saca Heidegger la certeza de
esta diferenciación,
que no está en absoluto implicada en la muerte como apertura radical, sino
en el modo en que Heidegger la aborda?
¿Es posible que esos gestos de rechazo ante todo
lo
que es
y desaparece históricamente jueguen también un papel en la experiencia heideggeriana del ser, por estar codeterminada
esa experiencia por el pensar la muerte? ¿Y no resultaria
entonces que sus definiciones de
«verdad», «lo salvo» sólo a
ser lo
un privilegiado
apertura del ser
como
no se deben
lenguaje alentador (Zuspruch) del
mismo, sino también
«no-salvo»
la
(Heiles) o «tierra natal»
al
rechazo de Heidegger de todo
{Heillosen) j
«carente de tierra natal» que
caracteriza para él al ser real e histórico?
tancia» y su «rechazo»
,
Su «mantener a dis-
¿no encierran también, de manera
inadecuaday externa, un no, una negación diferenciad ora en las
representaciones que vehiculan la experiencia del ser,
negación que determina tan constitutivamente la forma de su pensar como
el
mod o en que el ser se le hace accesible?
La formulación heideggeriana de que nosotros «padece-
mos» y recibimos toda experiencia existencial que nos afecte —es decir, que «justamente no» viene realizada por nosotros, ra filosófica de Heidegger:
de
la
tal.
«Es una dilucidación irrefutable del Dasein o
consciencia que cualquiera puede comprender, y se presenta como
Pero la dilucidación de
la existencia está ahí
como im despertar, en
eUa se encuentra la idea de la caída. El análisis de la existencia se limita a
una inmanencia pura. La muerte
es el limite. Pero ésta es trascendida
fácticamente, sobre todo con la idea de la caída». Karl Jaspers, Notizenzu
Martin Heidegger, Múnich/ Zúrich, 1989, p. 87. :?7
Holdedins Hymnen.
. .
(v.
nota 8), p.
1^54.
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LA TEMPORALIDAD DE LA EXPERIENCIA
activamente— pretende mantener abierto
el
311
proceso de expe-
riencia al protegerlo de todo intento de someter de
una tal experiencia
antemano
a nuestro horizonte de representaciones.
Pues sólo en la medida en que nos mantenemos libres de un
añadido subjetivo puede desplegarse autónomamente experiencia del ser y
el
ser
la
mismo exhortarnos inequívoca-
mente —«sano y salvo», como se dice en una conferencia «Lo sagrado, como lo in-aproximable, hace
sobre Hólderlin:
vano todo apremio inmediato de
lo
mediato. Lo sagrado
expulsa a todo experienciar de su morada acostumbrada y lo
—
priva así de emplazamiento»
.
¿Pero qué ocurre, en lo que
respecta a lo sagrado, con aquel emplazamiento inamovible
desde
el
que Heidegger distingue entre
la
eminente interpe-
lación del ser y nuestra actividad lingüística? Si el
pensar del
como Heidegger
ser,
exige, se abstiene de
toda definición positivay «obtiene su determinación y clari-
dad»
sólo
meted or
«a partir de lo que
le
(Zusag'e) [delser]»"^,
es sugerido por el decir pro-
¿cómo podría recibir la direc-
ción y determinación de una expeñencia a partir de una mera apertura,
más
puede apelar
allá
de toda especificación? ¿Hasta qué punto
a nosotros
una apertura que no
«misma»,
otras, sino la apertura
todavía como experiencia, es decir,
ma? ¿Acaso una experiencia que
es
una entre
sin más, y ser considerada
como consecuencia y for-
conmoción y transformación de nuestro anterior horizonte de experien-
2,8
«Wie wenn am Feiertage.
?9 Das Wesen derSprache
(v.
.
.
»
(v.
resulta de la
nota. 18), p. 63.
nota 19), p. 180.
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312
cia
no está determinada también por dicha transformación?
¿Y no
es,
por tanto, inexcusablemente histórica?
Heidegger niega esto decididamente. Los pensadores j poetas, a los que considera a la altura de la experiencia originaria del ser, deben, en las palabras de derlin, «levantarse por
visible ser,
y salir a lo libre
un curso sobre Hól-
encima de su tiempo y de su hoy pre(ins Freie
kommen) »
.
La llegada del
como lo formula su filosofía tardía, «implica despedirse 3i
de todo 'es'»
.
Con esta despedida del «es», que Heidegger, no por casualidad, empieza a ejecutar tras el fracaso de su rectorado
en
Friburgo, en un curso sobre Hólderlin, la experiencia se separa de su génesis histórica, de la historia se
del ser
reduce para
modo que,
él al
a partir de entonces,
destino eminente de la llegada
como desocultamiento de lo
ente.
¿Pero cómo y quién debería poder experienciar el ser como interpelación en un ámbito que se sustrae alas diferenciaciones de la lógica y
Dado
el
el
lenguaje?^^
trasfondo del consecuente rechazo heideggeriano
de toda predeterminación lingüística e histórica del
ser, la
consecuencia parece ineludible: nuestra experiencia históri-
30 HólderlinsHpnnen... 31
(v.
nota 8), p. 50.
Aus einem Gesprach von der Sprache, en Unterwegs zur Sprache
(v.
nota 9),
p. 154.
3?
«¿Cómo puede volverse medida alguna vez aquello esencia,
permanece desconocido»,
«. ..dichterisch
enp'brírflge lind-Au/sátze, Pfullingen,
que,
conforme a su
wohnet derMensch.
.
»
1990, p. 191. La respuesta de Hei-
degger a esta cuestión está determinada también por la certeza de la intelección en la «esencia»
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LA TEMPORALIDAD DE LA EXPERIENCIA
ca,
marcada por
propias fuerzas
incapaz de elevarse por sus
la metafísica e
al
313
eminente exhorto del
ser, necesita, al igual
que una radical apertura del ser que no podría
llegar
por
sí
misma a ningún lenguaje determinado, una mediación filosófica:
una mediación que perciba y formule el exhorto «mantener alejada»
fin de
del ser, a
33
de
él
toda objetivación inadecua-
da mientras que, por otra parte, refiere ese exhorto a nuestras experiencias históricas a fin de conmoverlas y abrirlas. «El
pueblo —se nos dice en una conferencia sobre Hólderlin— no es capaz
[...]
de decir por
sí
mismo lo propio, sino que precisa
de aquellos que lo interpretan»^^. ¿Quién habla aquí en nombre del ser y de degger,
la
esencia del hombre, los cuales, según Hei-
no han sido sino objetivados y, por ende, malinterpre-
tados por la totalidad del pensamiento occidental hasta ahora? Si el exhorto del ser
mismo
sólo
güística apartándose radicalmente
mundanos, entonces siguen siendo heideggeriano
al
puede ganar forma lin-
de todos nuestros respectos constitutivas del acceso
acaecimiento del ser una diferenciación y
una negación lingüísticas que, a espaldas de la apertura radical que se postula, ejercen su efecto sobre y ligan esa apertura a
la historia,
el
pensar de Heidegger
cuya despedida se pretendía
más estrechamente de lo que permiten apreciar ciones del ser Si
como «sagrado», «salvo»
damos un paso
heideggeriana de
atrás, se perfilan
en la puesta en escena
un pensar todavía del todo
ningún contemporáneo ha comprendido 33 Was
ist
. . .
(v.
inaudito y que
los contornos de
Metaphysik?, en Wegmarken, Frankfurt, 1978, p.
84 Erlautenin^en
sus defini-
o «tierra natal».
11;?.
nota 8), p. 46.
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314
una figura romántica de
la experiencia: la
búsqueda de una
autenticidad originaria y pura hacia la que el pensar está en
camino y en cuyo nombre, no obstante, habla ese pensar desde una experiencia privilegiada con respecto
al resto
de
mortales.
La interpretación heideggeriana del himno de Hólderlin
«Gomo cuando en dia de fiesta. » . .
permite ilustrar
blemática relacionada con esto. Se trata de
la
pro-
un himno en el
que Heidegger ve una preformación poética de su propia experiencia del ser; crucial go,
un himno que marca, en efecto, un viraje
en la poesía de Hólderlin que Heidegger, sin embar-
no comparte yay que arroja una luz extraña sobre la expe-
riencia del ser que él articula.
El himno de Hólderlin devuelve la poesía —en clara armonía, al pronto,
con
la
interpretación de Heidegger— a «las
vivificadoras, las fuerzas de los dioses»,
conduciendo auna
inspiración eminente que se concentra
«en el alma del poe-
ta» y cuya intelección nos comunica
poema en forma lin-
el
güísticamente velada:
Pero a nosotros corresponde, bajo ¡
las
tempestad es de Dios,
oh poetas! permanecer con la cabeza descubierta, ,
captar el rayo del Padre, a él mismo, con nuestra propia mano,
y entregar
al
pueblo, velad os
en la canción,
El «corazón
los celestes dones.
puro» del poeta,
la
«inocencia» de sus
«manos» son primero en el himno hólderliniano los garan,
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tes de una cercanía especial
con Dios concedida al yo poético,
a diferencia del resto de mortales:
de
la
relación entre
315
hombres y
una intelección esotérica
dioses. Pero
en
el
curso mis-
mo del himno irrumpe la duda sobre esta fund ación esotérica de
la poesía,
una duda que Holderlin viene desarrollando
desde hace largo tiempo. Estas dudas hallan una primera expresión crítica en una carta en la que informa de «extravíos
poéticos» en los que
él se
habría enredado sin posible salida.
Según el análisis de Holderlin, se
el
proceso de escritura poética
ha estancado «por un motivo:
común y habitual en la vid a real»
me .
espanta demasiado lo
El temor a «enfriar
en la
helada historia del diala vida cálida en mi» aisló su poesia en favor del ideal de la inspiración divina, de la realidad efectiva
de las condiciones históricas de surgimiento de esa poesía.
En esta separación entre
el ideal
histórica están implicados problemas que sía
misma
poético y la realidad
conducen a la poe-
de Holderlin a modificaciones fundamentales, modifica-
ciones que
la
interpretación de Heidegger,
hacer de dicha
al
separación la base de su concepción del poetizar y
el
pensar,
no puede ya compartir. Holderlin se ve obligado a reconocer que entre poesía y realidad no mantiene puro, ni el ideal poético,
sino que lo somete
la
separación
mucho menos,
auna diferenciación que
es contraria a la pretensión de la poesia de transformar la
experiencia de esa realidad. Vista bajo esta luz, la separación
35 Friedrich Holderlin, Samtliche Werke und Briefe, ed. Michael Knaupp,
Múnich/ Viena,
199Í?, vol. II, p. 711.
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316
entre el ideal poético y la realidad no remite ya a un origen divino de la inspiración poética, sino
más bien auna preven-
ción del yo poético: éste sólo puede legitimar su poesía sobre la
base de esta distincióny, por tanto, somete a ella el proceso
poético de pensar y escribir. Por este motivo, escribe Hólder-
no está en condiciones de dar con «lo vivo en la poesía»
lin,
es decir, con la autonomía del proceso creador
más allá de los
miedos y prevenciones del yo poético. Hólderlin concluye de todo esto que debe intentar «encontrarle
una ventaja» a las cosas que le producen un «efec-
to destructor»:
«Debo tomarlas,
ya de antemano como lo
allá
donde
las
encuentre,
un material imprescindible
más intimo de mí jamás
se
sin el cual
expondrá del todo». Pues,
continúa, «lo puro sólo puede exponerse en lo impuro intentas dar lo noble sin lo ordinario, quedará
como
lo
innatural y disparatado; pues lo noble mismo, tal y llega a palabra, carga .
.
surgió»
con
el color del
destino bajo el que
.
Las dudas hólderlinianas sobre
centran a lo largo del himno. el
más
como
36
tinción entre intimid ad poética y
en
y, si
el
origen divino de la dis-
mund o exterior real se con-
En cierto modo,
se
autonomizan
proceso de escritura, hacen que éste se estanque y lo
fuerzan, finalmente, a la ruptura.
A continuación de los versos con los que concluye la reproducción
e interpretación heideggeriana del
himno: «y
sacudido en lo más hondo, compartiendo las penas de
36
un
Loe. c¿í.,p. 71Í?.
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LA TEMPORALIDAD DE LA EXPERIENCIA
dios, / sin
embargo,
súbitamente se ¡ay
le
el
317
corazón eterno permanece firme»
impone
a Hólderlin la exclamación
de mi!», que asi convierte en fragmento
,
«Mas,
el verdad ero final
del himno. Este concluye, tras dicha exclamación,
con
los
siguientes versos fragmentarios:
Yo, acercado a escrutar a los celestiales, Ellos
mismos,
ellos
me arrojan profundamente entre los [vivientes a mi,
Al falso sacerdote, para que, en la oscuridad. Gante yo
la
canción de advertencia a los que creen saber.
Independientemente de todos con los que
estos sones
junción con
el
himno
la autocritica
los hallazgos filológicos,
se va extinguiendo,
en con-
hólderliniana sobre el papel del
poeta como mediador entre dioses y hombres, ponen en duda
de manera fundamental la interpretación de Heidegger, que
culmina diciendo: «al permanecer cabe
si
mismo en su propio
destino,
el
poeta de este
modo
en la más extrema indi-
viduación, consigue en cuanto representante del pueblo, y
por ende veraz,
Aquí no derlin, sino ello, la
la verdad
está
para éste»
en juego tan sólo una interpretación de Hól-
lacomprensiónheideggerianadelapoesiay, con
de su propio pensar, con su pretensión de que:
87 Erlauteningen.
38 Hólderlin
(v.
.
.
(v.
nota
«A
18), p. 50.
nota 87), ed.
cit.,
vol.
I,
p. ^6^.
89 £riautemng'en...,p.48.
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318
pesar de todo, nosotros pensamos lo
Mismo
(dasSelhe) que
aquello que Hólderlin poetiza»
Lo primero que llama
la
atención en los fragmentarios
versos finales del himno de Hólderlin es
el
cambio radical de
perspectiva que se insinúa con la exclamación repentina
«Mas,
¡ay
de mi!». Si antes se hablaba de «los poetas» que,
en el papel de sacerdotes, abrian «al pueblo» una mirada a lo
«sagrado» que de otro modo permanecería inaccesible
para
él,
de repente
el yo
poético aparece sin máscara y a la luz
de un conocimiento que
desenmascara como «falso
lo
sacerdote»; de súbito, él se ve arrojado, desde la cercanía de los dioses,
«profundamente entre
los vivientes». Si antes el
yo poético podía conservar ante «el pueblo» su papel eminente como mediador divino que habla desde una inspiración del
más
elevada, ello deja de ser posible cuando la totalidad
«pueblo» —que juega un papel fundamental en la auto-
comprensión de Heidegger, y no sólo en esta época— se
dife-
rencia en la multiplicidad y complejidad de los «vivientes».
Pues
el
poeta no está ya aquí contrapuesto, como existencia
ejemplar, a la totalidad de un pueblo, sino que es un viviente
entre otros vivientes. Y, él,
ser eminente,
de
como
tal,
no está confrontado sólo
en cuanto representante de los otros, con el exhorto de un
como Heidegger
mismo cuando, en
si
«Nadie entiende
lo
que
cree poder decir
en cambio
sus Aportes a la filosofía, escribe:
'yo'
pienso aquí: dejar surgir de
la
verdad del Ser (y esto quiere decir: de la esenciación de la ver
40
«.
. .
dichterisch wohnet derMensch.
.
»
(v.
nota 84), p. 187.
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LA TEMPORALIDAD DE LA EXPERIENCIA
dad) el Da-sein para fundar en
él lo
319
ente en su totalidad y
como tal, y en medio de éste al hombre» *\ El pensar, que aquí, quizá por única vez
en la obra de Hei-
como «yo» pero habla a la vez en nombre
degger, aparece
«del hombre» y «de la verdad del ser», no nos habla en ese yo sólo desde una inspiración eminente, sino también desde
un rechazo explícito, desde un desmarcarse de toda la filosofía occidental
y de «todas las gestas del
maquinaciones de
los distintos
como
chentümer)^,
dice
modos de
mundo
ser
y de las
hombre (Mens-
en su Localización de la serenidad"^^
La lógica de este rechazo y de este deslinde sigue obrando
también cuando Heidegger afirma que
hombre no
nada humano y que, por
es
la
«esencia» del
tanto, sólo
puede ser
encontrad a al «apartar la mirada» d el hombre y dirigirla a lo abierto del ser
.
En esta perspectiva,
constituida en
un vol-
verse de y un volverse hacía, Heidegger ya sólo puede llegar a
ver
al
hombre como un «ente»
Manifiestamente —escribe— tal,
tiene su lugar
árboly el águila
hombre es algo
el
en el todo del ser,
[...].
Pero
al igual
lo distintivo del
en que, como ser que piensa y que encuentra situado ante este
modo,
le
éste,
ente.
Gomo
la piedra, el
hombre descansa
está abierto al ser, se
permanece referido a él, y de
corresponde^^.
notado), p.
41
Beitrage... (v.
^2,
Gelassenheit, Pfullingen, 1988, p. 33.
43
Loe.
44
IdentitátundDifferenz
cií.,
que
8.
p. 39. (v.
nota 7), p.
18.
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320
VOLKCR RÜHLE
Pero «el
hombre» en cuyo nombre habla Heidegger no
sólo se encuentra situado ante la extrañeza de
borda todo
lo
humano, sino ya siempre,
un ser que d es-
a la vez, ante el ser
extraño y ante la mirada de otros hombres. La irreductible diferencia que Heidegger acentúa entre el ente que el hombre es y el ser al
que
él
pertenece no deberia, por tanto, ser abor-
dada solamente como «diferencia ontológica^, ya que ésta incluye siempre a la vez
hombres y
una diferencia
existencial
otras posibilidades de ser. Estos
ser sometidos
como «entes»
con otros
tampoco pueden
a nuestro horizonte de repre-
sentaciones, sino que nos salen al encuentro dotados de irreductible extrañeza. Dicho el
en
una que
otras palabras, el ser, al
hombre según Heidegger «pertenece», posee una dimen-
sión histórica. Aquí se insinúa la interpelación de un ser histórico que ni la definición heideggeriana de la
«esencia» del
tiempo ni su definición de la historia como Historie son capaces de captar:
un devenir temporal en el que
el
hombre no
sólo se encuentra situado, sino que se individualiza y ramifica
incesantemente en
las posibilidades
modo que ningún pensar «todo» y llevarlo «ante
Gomo
humanas de
podría captarlo nunca
ser,
de
como un
sí».
dejan ver ya los primeros pasos de la génesis de
la
poesía tardía de Hólderlin, no se trata aquí simplemente de una. Historie representada de
un modo
objetivo, sino de las
pretensiones de una historia acontecida encarnada corporal-
mente: una historia en la que el
el
yo poético se constituye en
encuentro con otros y con otras historias posibles, un
encuentro que se sedimenta en una poesía que retiene dicha
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LA TEMPORALIDAD DE LA EXPERIENCIA
historia y
en la que
321
ésta se modifica imprevisiblemente
con
cada nuevo encuentro y a cada paso del pensamiento. Paul Celan,
el
único poeta contemporáneo
al
que Heideg-
ger concedía valor, comprendió esta dimensión del ser histórico
que Heidegger no logra captar, y la expresó en su discur-
so por la concesión del
premio Büchner, en palabras que
se
oponen diametralmente a la concepción de Heidegger: «El
poema quiere
ir
de algo enfrente,
hombre
hacia algo otro, precisa de eso otro, precisa lo busca, se
es para el
eso otro»^^.
manifiesta a
poema, que se atiene
él.
Cada
al otro,
cosa, cada
una figura de
En estas frases se condensa la pretensión de algo
radicalmente otro con
el
exhorto del poema, sin que haya
punto de vista alguno que se arrogue su separación.
La dimensión del ser histórico aquí mencionada, que nos confronta incesantemente con posibilidades de ser irreductibles e
imprevisiblemente distintas, se
escapa a Heideg-
le
ger de doble manera: primero, porque él despacha al ser,
recordado históricamente (geschichtlich) como ,
ámbito de
la
Historie, al
mera representación; y, en segundo lugar, por-
que se distancia del pensamiento representativo —cosa que significa para él la entera historia de la filosofia occidental—
mediante un «salto» (Sprung) que deja rotos
tras
de
sí los
puentes de su procedencias a partir de una negación de
la
«metafisica». «Este salto —escribe Heidegger— es lo repentino de la vuelta sin puentes al interior de aquella pertenencia
que puede conceder, por vez primera,
la
mutua relación
45 Paul Celan, DerUeridian und andere Prosa, Frankfurt, 1990, p. 55.
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322
VOLKCR RÜHLE
de hombre y
ser, y,
con
ello, la
constelación de ambos.»
Heidegger cree llegar de ese modo, inmediatamente y más allá
de
las
complicaciones del ser histórico, «a un ámbito a
partir del cual el hombre y el ser se
han encontrado ya siem-
pre mutuamente en su esencia»'*^;
y,
a ese ámbito,
en adelante, distingue
en contraposición con
lo
ción» (Heillosen) del ser históricamente ceptos
como lo
que
para
el
él
mediante con-
«salvífico» (Heil), lo «sagrado» o la «tierra
natal», esto es, lo connota el
«carente de curareal,
«dolor» de
la
como un lugar de experiencia en
experiencia del ser se transforma
inmediatamente, y sin necesidad de intervención
propia, en promesay segura custodia
.
Las proposiciones de Heidegger, que llegan hasta nosotros desde ese lugar, no están ya dichas desde el punto de vista de
un yo
histórico que,
como
tal,
nunca podria saber
que su abandono de la anterior historia del pensar y su salto a lo abierto ha llegado, en efecto, a la «esencia» del ser.
Heidegger habla aqui más bien, como mediador y «pastor» de un ser eminente, en nombre de éste y sólo en nombre de éste.
Y estos
«pastores», escribe en sus anotaciones para la
Superación de la metafísica, «viven invisiblemente y fuera del desierto de la tierra devastada»*^. «Invisiblemente»
quiere decir también que ningún otro ser
humano puede
hablar con ellos.
46
IdentitatundDifferenz
47
Loe.
cit.,
(v.
nota 7),
p. ^o.
p. 21
48 Die Sprache
(v.
nota 25), p. 27.
49 ÜherwindungderMetaphy-sík, enVortrügeundAufsátze
(v.
nota 84), p. 98.
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323
LA TEMPORALIDAD DE LA EXPERIENCIA
¿Pero es realmente sólo exhorto de un ser eminente
que permite a Heidegger tener
la
el
pretensión de entender
desde este «afuera» histórico y «mirando de frente» desde «el presente del acaecimiento y pasando la mirada por enci-
ma de la situación del hombre, hombre tir
del acaecimiento»
miento del ser degger
[...]
la
constelación de ser y
a partir de aquello que apropia el
¿Acaso
«mismo»
el
exhortó
uno
al otro,
modo en que
al
a par-
el acaeci-
pensador Martin Hei-
de junio de 1957, con ocasión de una conferencia
el
en la Universidad de Friburgo, no permanece ligado constitutivamente sólo de
al
punto de vista de un pensar que no resulta
una inspiración eminente, sino también de
la lógica
de una bien determinada actitud de rechazo? Si se contesta
afirmativamente a esta pregunta, entonces no seria sólo
eminente exhorto del ser
el
el
que podria implicar a este punto
de vista en una nueva experiencia con un final abierto, sino
tambiény sobre todo, tendría que darse una modificación de esa su actitud de rechazo.
Un pensar que rompe con formas de pensamiento
exis-
tentes y recibidas de la tradición para abrir nuevas posibili-
dades no
es,
en absoluto, un
privilegio de Heidegger. Este
pensar ocupa su posición ejemplar y destacada contra y más allá
de todo
el
pensamiento anterior sólo porque separa
estrictamente lo que afirma
como pasado. ción
50
como
Identitát
como
futuro de lo que niega
Bajo esta lógica que mantiene esta diferencia-
irreversible e inamovible, su
und Differenz
(v.
pensamiento sigue
nota 7), p. ?8.
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324
VOLKCR RÜHLE
una lógica doble, en la que la afirmación y la negación se contradicen mutuamente
la primera
expone
al
pensar a la pre-
tensión de experiencias formadas en sus limites, y exige ince-
santemente poner en cuestión sus fundamentos y modificar su lenguaje, conduciendo a Heidegger, en efecto, cerca de
la
creación e invención lingüistica propias de lapoesia.
Pero a este movimiento se
le
contrapone en cambio una
lógica de la negación: la negacióny rechazo de todo lo
pensado y dicho sobre
el ser
hasta
el
rechazando todo hablar humano sobre tizar la interpelación
mo». Forzado por
que se ha
momento. Por eso acaba el ser y tiende
a hiposta-
de éste como un retraerse del ser «mis-
estas delimitaciones,
Heidegger obtura
el
desafio que parte de su propio pensar y adóptala actitud heroi-
ca del pensador solitario
exhorto de
al
que nada puede interpelar salvo
un ser eminente.
Heidegger de
la poesia,
el
Esta dinámica aleja al pensar de
pues
lo zafa
de
las exigencias
de
la
comunicación a favor de la sujeción a un ser hipostatizado, que de antemano a su proceso experiencial una «tie-
promete rra natal»
,
un «favor» y un «arraigo» acercando su lenguaje ,
continuamente a lo afectad o y, en ocasiones, incluso a lo kitsch.
A fin d e aceptar y llevar más lejos el intranquilizad or d esafio
que Heidegger arroja a la modernidad tardía del que hablé
al principio,
será necesario, pues, apartar de su pensar esa
atracción por la sujeción, tarle la
el
arraigo y la obediencia y adjun-
conciencia formal e histórica por
él
perdid a en su jue-
go de desmarcarse de la metafísica. 51
Gf Paul Ricoeur, Die lebendige Metapher, .
5? Gelassenheit
(v.
Múmch,
1986, pp.
2,