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SALVEMOS A BOLIVIA DE LA ESCUELA Mariano Baptista Gumucio SALVEMOS A BOLIVIA DE LA. ESCUELA QUINTA EDICIÓN • EDICIONES

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SALVEMOS A BOLIVIA DE LA ESCUELA

Mariano Baptista Gumucio SALVEMOS A BOLIVIA DE LA. ESCUELA QUINTA EDICIÓN • EDICIONES “LOS AMIGOS DEL LIBRO” • LA PAZ BOLIVIA 1987

Es propiedad del autor. Quedan reservados los derechos de acuerdo a Ley, bajo el Registro de Propiedad Intelectual D.L.L.P. Nº. 8384 1. AVENIDA MARISCAL SANTA CRUZ 1032 TELEFONO 323130 — CASILLA 813 LA PAZ, BOLIVIA Impreso en Bolivia Printed in Bolivia EDITORIAL E IMPRENTA “ARTISTICA”

A la noble y antigua amistad de Oscar Bonifaz y Eduardo Quintanilla

NOTA Si el amable lector no se detiene tan sólo en el título de esta obra sino que continúa su lectura, encontrará que nada hay de escandaloso, impío o reaccionario en el llamado de salvar a nuestro país de la escuela. A pesar de que, como es natural, me refiera con mayor extensión al caso de Bolivia, hallará también el lector que muchas observaciones y conclusiones sirven en diversa medida, al resto de lo que, un poco por imposición de las agencias de noticias y los organismos internacionales, y otro poco por desidia nuestra, llamamos América Latina. Por diferencias en su evolución histórica y en su grado de riqueza, unos países están más escolarizados que otros y en una que otra parte, los sistemas educativos parecerían dar mejores resultados. Pero el balance general es absolutamente desalentador y creo que no puede haber necedad mayor que la de seguir promoviendo una institución tan alienante y estéril cual es la escuela actual, en cualquiera de sus ciclos. Los millones de “desertores” que año tras año abandonan el sistema educativo en todos nuestros países han venido “votando con los pies” como solían hacer los berlineses del este, mientras gobiernos, prensa y opinión pública, se unen tercamente en el sostenimiento de esa “vieja y gorda vaca sagrada” como llama Illich a la escuela. Si se señalan otros caminos en los que los jóvenes ocupen creativamente su tiempo y atiendan a su formación para la vida habremos empezado a desmontar tan oneroso mito. Son los padres de familia quienes deben primero darse cuenta del absurdo de esta institución a la que rinden supersticioso culto, como si ellos no hubieran sido también víctimas en su tiempo. Hay una razón psicológica por la que, las madres en particular, ven en la escuela su tabla de salvación: le agradecen su papel de guardería infantil, ya que no sabrían qué hacer con sus hijos en la casa y temen a la calle como al demonio.

Mientras no establezcamos alternativas claras a la escuela, continuaremos machacando las cadenas del país en el dogal del atraso, el subdesarrollo y la alienación cultural. Ahí se baila, como creo probar en las páginas que siguen, la raíz profunda de nuestra frustración nacional. M.B.G.

NOTA PARA LA QUINTA EDICIÓN Han pasado catorce años de la primera edición de este libro y si bien es halagador para el autor que el público hubiese agotado las ediciones anteriores es más desalentador el hecho de que cuanto sostenía esta obra en 1972, no solamente continúa vigente en 1986 sino que además, el sistema educativo en su conjunto se ha tornado más oneroso y estéril de lo que era en esa ya relativamente lejana fecha. Las cifras de analfabetismo y deserción escolar figuran entre las más altas del continente y hay 800.000 niños y jóvenes marginados del sistema. El progreso como siempre, se halla en el número de profesores y Normales que se han duplicado: contamos en efecto con una legión de sesenta y cinco mil maestros, ocho mil empleados administrativos y cincuenta y seis mil estudiantes en veintiséis Normales. Los primeros se sienten mal pagados (lo son) y en consecuencia trabajan a desgano y con frecuentes interrupciones (el promedio de huelgas y paros del magisterio en el periodo transcurrido es de por lo menos tres al año) con lo que ya es una befa hablar de los “200 días hábiles” pues no solamente casi nunca se cumplen, sino que se trata en verdad de medios días ya que hace unas tres décadas por lo menos que se abandonó el régimen de estudios de seis horas diarias. Los normalistas por su parte continúan aprendiendo cosas que no les servirán a ellos ni a sus futuros alumnos. En la primera edición de este libro ya nos parecía grave que el Estado erogara el equivalente de USS 36 millones anuales para pagar los sueldos de los maestros y que esto representara USS 100.000 por cada uno de los 365 días del año. En 1986 el Estado eroga el equivalente de US$ 62 millones anuales por el mismo concepto, lo que significa alrededor de US$ 170.000 diarios de gasto, funcionen o no las escuelas y Colegios.

A ese precio, increíble para un país de la pobreza del nuestro y en la que hay inmensas necesidades que el Estado no puede atender en materia de salud, alimentación techo y vinculación caminera, por ejemplo, debe añadirse el dato de que 150.000 estudiantes (del millón de matriculados) pagan por sus estudios en colegios privados. Ellos representan el 14% del total del estudiantado. En la base de nuestra crisis económica y moral se halla la quiebra del sistema educativo. Mientras las autoridades, los padres de familia y los propios maestros no lo entiendan así, no podremos salir del atolladero en que nos hallamos hace tanto tiempo.

SOBRE “SALVEMOS A BOLIVIA DE LA ESCUELA” He leído su libro con el más vivo interés. Es usted un magnífico escritor. Un auténtico polemista. Tiene usted una cultura totalmente al día y una singular habilidad para suscitar la controversia. Su libro de inmediato inquieta, exalta… Me han impresionado asimismo muchísimo los capítulos que usted dedica a Simón Rodríguez y a Narciso Campero. En ellos se muestra cómo la conciencia de nuestras terribles deficiencias nunca ha faltado. Rodríguez y Campero son la prueba más melancólica de que la inteligencia no dirige necesariamente la historia. La verdad es que si así no fuera, habría sido imposible que Nerón fuera discípulo de Séneca… Lo felicito por su bello y crepitante libro. Estoy seguro de que ha de provocar discusiones fuera y dentro del país, indudablemente muy provechosas. GUILLERMO FRANCOVICH El libro de Baptista tendría que ser debatido para que no pase lo que pasó con la Creación de la pedagogía nacional de Tamayo, definición raigal de la sociedad boliviana en busca de su autenticidad. A la obra de Tamayo le echaron encima el asfalto de una superficial reforma pedagógica, acarreada por doctos personajes producidos por la misma mentalidad que nos despojó de las riquezas naturales en beneficio del extranjero… El libro de Baptista se incorpora a aquella revolución espiritual que aspira a sacar la política educacional del sótano en que está atrapada. Denuncia el artificio de una escolaridad congénitamente deformada y crecida “a la que te criaste”, o sea con las rutinas y premisas del medioevo que la colonia llegó a la República. No aconseja salvar a Bolivia de la cultura sino de la “escuela”

entendida como institución y no como edificio según parece suponer la Comisión Reformadora. AUGUSTO CESPEDES No se necesita ser un especialista en la materia para saber que la educación —tal como se la practica ahora— es un desastre, como tantos otros ya completamente nacionalizados e institucionalizados en Bolivia… Pero se necesita haber tocado el fondo del problema para atreverse a proponer que “Salvemos a Bolivia de la escuela”. La tesis de la obra es atrevida hasta parece ilusoria, tal como el mismo autor prevé. Pero ¿Cuáles son las alternativas válidas? ¿Seguir poniendo remiendo de colores sobre el traje de la educación actual que cada vez queda más chico y muestra más patéticamente los grandes agujeros de su insuficiencia? Se ha dicho que las utopías de hoy son las realidades de mañana. Y Bernard Shaw añadió que casi todas las grandes ideas empezaron por ser blasfemias. En varias partes del mundo se están haciendo experimentos educativos con planes más o menos parecidos al de Baptista. Al leer su libro, uno piensa que, en el peor de los casos, no se perdería nada si se substituye el sistema vigente, probadamente malo, por el experimento de poner en práctica —siquiera un área circunscrita— la blasfemia de salvar a Bolivia de la escuela. Quizás por ese lado se podrá comenzar una tarea de salvamento de Bolivia que no se ve muy claro en otros horizontes. WALTER MONTENEGRO Mis más calurosas felicitaciones. Tienes en mí a un convenio a favor de tu tesis obre la imperiosa necesidad de cambiar el sistema educacional de nuestra Patria en

particular, y de todos los países de América Latina. En tu libro hay originalidad en las ideas, audacia en su plantea información histórica, citas muy oportunas y datos estadísticos importantes. Se lo lee de principio a fin con placer y creciente interés. A final uno queda vencido por sus razonamientos. Ojalá que tu siembra encuentre terreno fértil. ROBERTO QUEREJAZU CALVO

CAPITULO 1 La Revolución Cultural Es hora de que Bolivia abandone su vaca sagrada. Desde su inmensa pobreza puede surgir la primera revolución cultural del continente americano. Es hora que desde aquí se proyecte una nueva realidad que haga comprender a otros pueblos que la carrera escolar es por lo menos tan absurda como la carrera armamentista. Ambas no hacen sino obligar a los latinoamericanos a competir con los monopolios internacionales en los términos que ellos han elegido e impuesto. Si ustedes tratan de liberarse del dominio imperialista en el orden económico y al mismo tiempo permiten que se fortalezcan las garras del sistema escolar, todo lo que harán será sustituir la explotación de Bolivia por parte de la burguesía internacional, por una explotación nacional ejercida por las burocracias escolarizadas en contra de las grandes mayorías. Iván Illich Bolivia y la revolución cultural Ministerio de Educación La Paz, 1970