2015 de Que Lado Estas BULLYING

Bullying (mal-trato entre pares) l-\-!rr§li:if §ar?:.,.:;::- Cristina Kalbermatter, Adriana Komyk y Claudia Ciapponi

Views 54 Downloads 1 File size 6MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Bullying (mal-trato entre

pares)

l-\-!rr§li:if §ar?:.,.:;::-

Cristina Kalbermatter, Adriana Komyk y Claudia Ciapponi

;,i¿p" que lado estas?h : ,;

+

ii +.l*

:

.";.

!

' .:'l""rl*",....,,1;,;,:itré¡."ák+,":,r".*,r

r.n"x'¡iÉrrlr"ti,

Cristina Kalbermatter, Adriana Komyk y Cl-audia Ciapponi

Rsociacíón casa Editora sudamericana Av. San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste

Buenos Aires - Bepúol¡ca Argentina

¡i r¡

. !:'l'."

"

¿De qué lado estás?

Bullying (maltrato entre pares) María Cristina Kalbermatter Claudia Ciapponi

Adriana Komyk Dirección: Luis Lamán

S.

Diseño: lvonne Leichner de Schmidt I lustración: Sandra Kevorkian Libro de edición argentina IMPRESO EN LA ARCENTINA - Printed in Argentina

Primera edición MMXII- 11M Es propiedad. O 2012 Asociación Casa Editora Sudamericana. Queda hecho el depósito que marcalaley 11.723.

lsBN

97 8 -987

-

567 -997 -9

KalbermatteI MaÍa Cristna ¿De que lado estás?: Bullying (malrraro entre pares) / M¿ria Crisrina kalber. matrer / Claudia Ciapponi / Adriana Komyk / Dirigido por Lujs taman S. . t,

ed. - Florida: Asociación Casa Editora Sudameri.ane.2012.

96p.;il.;21 x14 cñ. lsBN 1-

97

8-987 -567 -997 -9

Narrativa argentiña.2. Novela.

Lamán

S.,

Luis,

l.

Ciapponi, Claudia ll. Komyk, Adriana lll.

dir

CDD 4863

Se

terminó de imprimir el 10 de diciembre de 2012 en talleres propios (Av. San Martín

4555, B16O4CDC Florida Oeste, Buenos Aires).

Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transm¡sión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u

otros medios, sin permiso previo del editor. -106321-S

-106348-STK .106349-PL

Contenido autoras

Sobre las

Agradecimientos

6

............

8

Anhelamos.. 1.

Desde [a

a

4 o 3.

9

infancia

Crecer en e[

dolor

Cuando las lágrimas se

2, ^ .

10 73

acal[an

Una súptica hecha

grito

5. oos piezas de un engranaje

Oo

iUn

79

..............

22

iuego?

7. E[.n.u.ntro

z6

..............

¿,1

Óo

t6

Desplegando las

29

velas

33

9. Rl borde del abismo

38

l0.lnevitable

47

1]-. oescunriendo a su espejo

44

vista

+6

L2 13.

.

Amor a segunda

oesentace fatal (Lo que hubiera podido pasar).....

Palabras

finales

.

49

...................... 53

Apéndices

54

teatral.

8+

Obra

AUTORAS

Sobre las autoras il l,n uC:",r, i.lá,+"ppm;:"á Noció en Córdoba, Argentina, donde obtuvo el título de profesora de Bellos Artes. Es docente de Educación Artística desde hoce mds de quince años y tombién posee el título de Licenciada en Educoción. Ho enseñodo en instituciones públicas y privodos de nivel medio, superior y universitario. Actualmente, se desempeña en la enseñanza de vorios osignoturas en el lnstituto Adventista del Plato, en el Profesorado de Músico, y en lo Universidod Adventisto del Plata. Es madre de tres jovencitos y una apasionado de la educación adventista. Su deseo es que Dios la utilice poro dar a conocer el amor de Jesús, especiolmente o sus estudiantes.

Es oriunda de Córdoba, Argentino. Allí vivió durante veinticinco años, cursó en la Universidad Nocionalde Córdoba elprofesorodo de Lenguos Modernas y comenzó a ejercer su correro docente. Posteriormente, se trasladó o Libertador Son Mortín, donde continuó ejerciendo lo docencia. Obtuvo después de unos años el título de Magíster en Educación (o distoncio) otorgado por la Universidad Blos Pascoly lo Universidod UTEM Virtual de Chile. Se desempeñó luego como Coordinadoro detÁreo de Materioles en Educación a Distancia de la Universidad Adventista del Plota. Es madre de dos hijos, Roy de n años y Helen de q. Durante los últimos años ha organizado cursos de perfeccionamiento docente relacionodos con su especiolidod, y presentado trabajos en jornodos y congresos.

ial

áDe qué

j¿n

:"áa #:'istin,"

lado estás?

K8.-1

be:':mat*er

Vio lo luz en Argentina, donde se crió, estudió y formó su fami' lio. Es madre de tres hiios. Licenciado en Pedagogía por lo lJniversidod Nacional de Cór' doba y Magister en Psicopedagogía Clínica, por lo Universidod de León, Españo, ha trabaiado como osesoro pedogógico en diferentes instituciones. A su vez, es fundodoro de dos escuelos y de un

instituto para niños con capocidades diferentes. Coordinó el C.O.V.O.C. (Centro de Orientoción Vococionol Ocupacional de Córdoba) dependiente del Ministerio de Educación, y formó porte de lo Comisión Provincial de Orientoción Vocacional de esa reportición. Ejerció la docencio en lo lJniversidad Adventisto del Plato, en los carreros de Psicología y Psicopedogogía, en las asignaturas de Orientación Escolar y Orientoción Vocacional. Es cooutoro de los libros De qué lado estás (Buttying, violencia entre pares); Formación de alumnos mediadores; Resiliente se nace, se hace, se rehace,' Cómo estimular desde eI hogar el aprendizaje; Estimulación temprana para [a lecto-escritura y Sobrevivientes. Es tombién outoro

de los siguientes obras: Gestión y organi-

zaciln institucional, Violencia iesencia o construcción? yAprendiendo en familia. Es cofundodora de la ONG S-O.5. (Servicio de Orientoción So' ciol), que atiende problemáticas de violencia y otras conductas de riesgo, en Libertodor San Martín desde el año zoo4. Actualmente sirve como Coordinadora det Áreo Asistenciol de dicha entidad.

,m

Agradecimientos invité a Adriana Komyk (mi hija mayor) y a Ctaudia .Ciapponi (su mejor amiga) a acompañarme en e[ proyecto

/rrtUANDO

[ \-/Ae

escribir esta historia que es, quizá, [a síntesis de muchas

otras que aparecen en su compartir cotidiano con los adolescentes; [o hice porque conozco et compromiso de ambas con sus alumnos, eI entusiasmo y amor con el que tiñen su tarea, y [a creatividad que destilan sus prácticas docentes. Quizá, nunca imaginé que el [ibro les gustaría tanto a los jó-

venes, y que los docentes [o utilizarÍan tan eficazmente en el auta. También sé que les parecieron útites los diferentes apéndices: "Clarificando conceptos sobre e[ bultying", "Cuestionario sobre [a intimidación y maltrato entre íguales para los alumnos", "Proyecto de formación de alumnos mediadores" y "Semana de discriminación cero". Nos han ltegado sus apreciaciones desde Perú y desde diversos lugares de [a Argentina, lo cual nos [[ena de satisfacción. Por eso, en esta segunda edición, incluimos un quinto apéndice que contiene una obra de teatro, escrita por [a conocida escritora Esther luorno de Fayard, quien accedió gustosamente a guionar y ambientar las escenas de [a historia propuesta. Deseo agradecerle su valioso aporte.

rQi

Anhelamos... NHELAMOS que disfrutes de este [ibro. Quizá puedas leerlo

en compañía de tu grupo de amigos o, tal vez, con [a presencia del profesor que más quieres. Encontrarás en é[ dos historias de adolescentes que' quizá, te toquen de cerca porque atgo de eso te haya pasado a ti o a algún compañero' Si no es así, taivez, tarde o temprano puede sucederte [o mismo, porque aún estás en e[ aula. Te sorprenderá comprobar que cada historia tiene dos finales, porque iugamos con [o que hubiera podido pasar si no se hubiera ieatizado e[ encuentro que cambió tantas vidas. A veces, [os finales tristes sirven para reflexionar, para anticiparse y no cometer los mismos errores, o para influir sobre otras personas a fin de

ayudarlas a modificar sus conductas. Nosotras disfrutamos escribiendo para ti y pusimos toda nuestra pasión en estos textos, porque te amamos y deseamos [o meior para tu vida. Cristina, Cloudio

Y

Adriana

CAPITUIO 1

Desde la infancia ,-l"j ¡;r

uif

-i+

il:i-,:r

i.:?r*:l

j

"Carguen con mi. yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su a1ma" (Mateo l_1:29, NVf).I

¡ T-l

ASTA, bastal iCá[[ense! E[ cator de aquelta tarde marcaba con mayor in-

K - !I .L/tensidad las patabras de Raú[. El paisaje abrasador

del asfatto asfixiaba e[ aire denso de aquella ciudad. Raútse encontraba hundido en su cama, adormecido por ta fatta de trabafo y por [a incapacidad de desarmar aquelta cómoda escena. Los murmullos de los niños que jugaban sin el permiso de [a siesta y teñidos de un aletargado abandono, hirieron [a tolerancia de Raút con un agudo estatlido de ira. Los gritos recorrieron cada rincón det hogar, como buscando víctimas a quienes devorar. Un silencio agotador ahogaba a Lucía. Una mirada perdida empalidecÍa su rostro, lágrimas temerosas se asomaban por los ojos negros del dolor. Tristeza. Calor. Raúl y Lucía vivÍan juntos desde muy jóvenes, inmersos en una rutina de fatencias, tras una carrera diaria en búsqueda det míni-

util'r."r.r

t. N*, a Versión lnternac¡ona(Nvl) en la mayoría de referencias bíblicas. Si no fuera asÍ, se indicará alguna otra versión. '

i1ó]

Desd,e

Ia infancia

mo sustento para sus tres hiios varones. La escasez era e[ ingrediente inevitabte de la historia que transcurría en aque[ humilde departamento hacinado de deseos insatisfechos, de oportunidades censuradas, de sueños sin color. Noches sin tiempo surcaban [a piel reseca de Lucía, que en la

soledad, se hatlaba como dormida en un vacío, sin aliento, sin sentido. Elta era e[ escenario dispuesto para el desenfreno y [a ira de un cónyuge abusivo, para un amor enfermizo alque ta feticidad aborreció. Un esposo de aspecto desprolijo y mirada sin amparo; que anda sombra de un hombre pequeño, de caminar attanero

como pisando las más frágiles itusiones. Tan humano, tan dañino. Rarit esperaba, como un rito diario, el momento de demostrar su poder. Con voz irónica ridicutizaba a Lucia frente a sus hijos qró, .on consternación, observaban e[ acto cotidiano como si se tiatara del atimento que no podía faltar. Sus movimientos iracundos enmarcaban eI inconstante temperamento que atemorizaba a tres criaturas sumidas, entre e[ miedo y e[ candor, en una infancia fugaz.

Loshermanosmayoresreiterabane[maltratohaciasumadre

poder con tenaz insensibilidad, como desafiando al mundo a[ no revertir de incapacidad vencer una herencia devastadora, con [a

un futuro miserabte. lmitaban ta agresión con la perfección de y unos aprendices ante su maestro. Ofensas, gritos, burlas an-

gust¡as tigaban a los ióvenes con su hogar, una puesta en escena áif.il O. cambiar. Pero Román, e[ más pequeño de tos varones, guardaba en su corazón [as imágenes y las voces de aqueltos áño, .oro suspendidas en e[ tiempo, a [a espera de escribir [a historia de su ProPia vida. A pesar de la marcada diferencia de edad entre Román y sus hermanos, [a responsabitidad det trabaio era pareia' La venta de periódicos era [a tarea diaria, Román era e[ encargado de repartir ios eiemptares casa por casa. Con una bicicleta oxidada, surcaba que las cattes transitadas por e[ humo y et tormentoso caminar caracterizaba [a gran ciudad. peCada mañana, LucÍa preparaba e[ desayuno de su hiio más

queñoyseesmerabaenacicalarsuropacon[adedicaciónamante de la que soto una madre es capaz. El niño de mirada temerosa

ilI

eDe

qué lado estás?

se refugiaba en el cuidado de LucÍa que justificaba con ilimitada pasión las travesuras de su hijo preferido, a quien destinaba su mayor atención. Los hijos mayores se cobraban tos privilegios de Román en los abusos que [a edad y et trabajo les facilitaba. Los horarios y las cargas desmedidas marcaban [a retación entre los jóvenes y et pequeño. En la memoria de Román, se registraban los gritos y la violencia que sus hermanos ejercían sobre é[ en ausencia de su madre, y ante la actitud despreocupada de Raút. En las noches, se dejaban caer unas lágrimas que dibujaban la impotencia y eI rencor en los rasgos prematuros det dotor. Et rostro húmedo de Román se aliviaba en los recuerdos tiernos de Lucía, que con actitudes permisivas discutpaba todo error y desobediencia.

1.12,t

CAPÍTUTO 2

n 1Vt*-"*il

---**j'"'t-¡

'.-,-'-,,/-

Crecer en el dolor "Si Ia esperanza que tenemos en Cristo fuera solo para esta vida, seríamos los más desdichados de todos l-os mortale§" 0 Corintios 15:19).

.?

:TERANOS sucedieron, tardes y tardes de calor. Los días pasa-

\ I V

ron en [a vida de aquetta famitia, las horas impregnadas de monotonía se deiaban ver en las oscuras paredes del hogar, en los sombríos pasillos y en cada humilde habitación que no pudo abrigar las noches eternas de Román. Una vida movida por un trabajo y un futuro no prometedor; como olvidada por las risas de su infancia fugaz. Rondas y rondas dieron vuettas, sin darse cuenta de que no [o invitaron a jugar. La niñez ya no estaba más, soto hueltas de ternura se escapaban por los ojos de aquel pequeño que [a adolescencia disfrazó. Pero [a frescura de aque[[a edad se enfrentó, repentinamente,

i,ir,

aDe

qué J-ado estás?

con [a crueldad de una fría mañana. Aquel día de invierno parecía llorar en cada muro de [a ciudad, las catles húmedas deslizaban con mayor facitidad la angustia de una muerte sin razón, e[ cielo calló [as palabras que Román no pudo gritar con un gris indiferente y solitario. Lucía, su madre, había muerto. Los recuerdos invadieron su mente, e[ pasado se hizo vivo en sucesivas pantallas tan reales como [as lágrimas que corrían por sus mejiltas. Las fotografías de esa mujer especial aparecÍan en su memoria como una luz, que se fue apagando desde e[ dÍa en que e[ dotor se apoderó de su futuro sin dudar, sin vacitar. Una mirada perdida fue testigo del pensamiento que Román escondió; la patabra no dicha, e[ amor no abrazado, [a mano no brindada, icuánto vacío sin explicación, cuánto peso en su corazón! Con las manos en los bolsi[[os Román caminaba como buscando el aire para respirar, cada paso marcaba eI ritmo desesperado de una ausencia que no entendía. La muerte de su madre se presentó en su primer día de ctases, Zacaso no sabÍa?, Zno te dijeron?, pero... Zes que ni [a muerte pudo esperar?... No. At[í estaba, sin expresión, tan dura, tan reat. Una casa de colores pardos con paredes revestidas por un espeso musgo daba el marco a [a imagen que Román ya no podía ver. Asomado por una angosta y rústica ventana, sus ojos añoraron [a figura de su madre, tan bella como las caricias que ya extrañaba, tan frágil como [a voz que [e dectaraba día a día entrega y devoción. En aque[ [ugar, cuatro rostros se encontraron: eI de Román, [os de sus hermanos y eI de Raú1, su padre. Tan lejanos como desamparados, en un mundo sin amor. Raú[ sentado en su sillón, enmudecido por la sotedad, se encontraba inmóvi[, sin rumbo, contemplando eI vacÍ0. EI desierto de su corazón [o venció y, como saltando en un vertiginoso abismo, [a depresión impactó en su cuerpo. prisionero de [a cutpa, los recuerdos de años de maltrato, de agresiones y de gritos desmedidos con que había abusado de Lucía, enloquecíeron ahora sus noches. E[

espacio y eltiempo se desvanecieron en ta vída de Raúl, per-

dido en un cuarto oscuro. Otvidado en e[ pasado, patpó el tímite

ri

ii

Desde 1a

infancia

entre [a locura y [a razón, entre [a vida y [a muerte. Sin darse cuenta, entre los sonidos de una ensordecedora tormenta y entre relámpagos implacables, aquella habitación se fundÍa en imágenes entrecortadas de desesperación que gotpeaban violentamente las ventanas de su alma. Atlí encontró entre sus manos ta friatdad de un arma, dispuesta a terminar con e[ remordimiento y la culpa que secaban las raíces de su propia respiración.l.Cómo escapar? iHuir, salir! Un profundo silencio [o invadió, [a tormenta cesó, un apacible sitbido de calma penetró en su ser; postrado entre sus miserias se vio a sí mismo de rodi[[as ante Dios. E[ [lanto no disimutó [a agonía de aquetla expresión que retumbó en el cieto: "iperdón!" Raú[ comenzaba a despertar. Era un cátido amanecer, un aire fresco ativiaba aquel aturdido paisaie, eI sol acariciaba con esperanza una nueva oportunidad.

{#

CAPTTUIO

f

Cuando las lágrimas se acallan "Grabada te llevo en l_as palmas de mis manos; tus muros siempre los tengo presentes" (Isaías 49tl.1.

r"' y'"\

!

*J\ \\

^/-\.t\ -'j,"-F, I,

tt /TIENTRAS esto sucedía en los l\,¡ll agudos [aberintos det hogar de tr IRomán, en otro barrio de la ciudad, otra voz crujía en los picaportes de una morada. -iSiempre ta misma inútitl ZCuántas veces te dije que tienes que venir enseguida cuando te tlamo? Las palabras de su padre penetraban una y otra vez en eI alma de Nancy como [atigazos, Iacerándota, produ-

ciéndole heridas

tan profundas

que

sentÍa que nunca podrÍan ser curadas. Temblaba cuando él se ponía de pie, porque sabía que venía el golpe inevitabte y lo recibÍa caltada, resignada. Ahogaba sus lágrimas. iNo [e iba a demostrar su dolor

h d] ¿"

\ *,'t,

jamás!

iSe

sentía tan sola! Era [a ter-

,n/l**-u Yí::\o \ \.'* ¡-",, r*J--, ¡i ;J hr..,-53:::lx:-r*'

, __.,_.):,.

i

cera hija de una famitia toñ s'ffi.._ de cuatro hermanos:

16;

Esteban de zr, Carlos de 19 y Clarita de rz

Cuando

las lágrimas se acallan

años. No podía apoyarse en sus hermanos varones porque, por algún motivo que e[[a no alcanzaba a comprender, estos habÍan adoptado las mismas actitudes violentas de su padre. SÍ, veía a los hombres de [a casa como gigantes armados, invencibles, sin afectos, de mirada dura, de voz áspera... que se sentían con el derecho de exigir, manipular y rebajar. Clarita, con sus oios apagados, era testigo y a veces también protagonista de los mattratos. Era [a única que [a veía llorar, y que se acercaba y la abrazaba. Sus labios habían pronunciado [a sentencia: -Cuando sea grande, me iré de acá, y tú y mamá se vendrán conmigo. Su madre sufrÍa en silencio. HabÍa asumido la actitud de "sa[vadora" de su hogar. Cuando surgían las disputas y los desenfrenos de su esposo, solo atinaba a enviar a sus hiias a[ cuarto, excusándoto en que estaba cansado, en que había tenido un día difícit. A toda costa intentaba evitar las reacciones y las contestaciones, porque sabía que élle recriminaría que no estaba educando bien a sus hijos, que era una pésima madre y que no se explicaba por qué se había casado con e[[a. Si bien su vida estaba entintada de dolor y desvatorización, se aferraba a Dios. Leía y subrayaba en su Biblia e[ pasaie de lsaías: "Tú eres de gran estima...". Atesoraba en su corazón sus promesas: "soy tu roca, tu sostén"; "soy el camino, la luz en medio de tu oscuridad". Supticaba cada mañana por una satida y por sabiduría para enfrentar esa situación. Transcurrían los días, las horas... El único momento en e[ que Nancy se sentía tranquila era cuando se encerraba en su cuarto a mirar televisión y a comer de una manera desmedida, a fin de apagar [a ansiedad que [e ocasionaba la vida miserable de su hogar. Sin embargo, eI sobrepeso contribuía a baiar más su autoestima. Se miraba en e[ espejo y odiaba su figura. No tenÍa deseos de arreglarse. iY para qué lo haría, si nadie se fiiaba en e[la? Además, ninguna ropa [e quedaba bien. En e[ barrio [e decían "[a gorda". Se sentÍa observada por todos. Trataba de disimular eI dolor que [e causaban las risitas y los comentarios que los chicos de [a cuadra hacían a sus espaldas:

17,

áDe qué

lado estás?

-iCuidado, que ahí viene [a mo[e! -iAbran cancha que pasa [a chancha! Esto [a transformó en una adotescente solitaria e introvertida. Por momentos, sentía que se hallaba en medio de un [aberinto sin satida. Sus quince años estaban opacados por un velo de tristeza. A veces, observaba a algunas chicas de [a cuadra lucir su figura sin inhibiciones nivergüenza. Las escuchaba hablar de sus famitias, de sus proyectos... y su mirada parecÍa perderse como anhetante y necesitada de amor, contención y aceptación.

út-lt

CAPÍTUIO

4

Una súplica

hecha grito ,,1,

j

"::';,:j r,r,:,f ii

{:ii:

r'

;r-

"81 señor examina a iustos y a malvados, y aborrece a los que aman la violencia" Galmo 11:5). de iniciar sus actividades T-l L AÑO escotar estaba muy cerca y docentes H v eso se percibÍa en las idas venidas de padres, puertas. E[ cenJ-lv estudiantes. E[ cotegio había abierto sus tro de [a ciudad estaba conmocionado, y los negocios, repletos de compradores ávidos de encontrar eI mejor precio. Nancy en su casa, junto a Ctarita, se ocupaba de forrar carpetas y etiquetar [ápices... Cada año que comenzaba representaba un nuevo desafÍo. Pero este iba a ser especiat. Nancy cursarÍa su tercer año y estaba ltena de expectativas. ZTendría compañeros nuevos? ZQuiénes serÍan sus docentes? Ltegó et primer día de ctases. Et retoi anunció eI fin de las vacaciones y su sonido estrídente despertó a Nancy. Se levantó rápidamente. Estaba un poco ansiosa. Desayunó y partió. E[ colectivo

q:i*

aDe

qué lado estás?

parecía tapizado de patomas blancas.

A[ ingresar por la amptia puerta del colegio, Nancy echó una mirada rápida para ver si ubicaba a algunos de sus compañeros deI año anterior. En un rincón encontró a Estela quien, con mirada tímida, [a saludó amigablemente. Luego, un largo sitencio... Et timbre anunció [a formación y [a entrada a [as aulas. Como acostumbraba, se sentó en e[ último banco para pasar desapercibida. Uno a uno sus compañeros se fueron ubicando. Reinaba gran excitación en e[ aula. Algunos hablaban de sus vacaciones, otros hacían chistes, los nuevos observaban con cierta timidez. Christian se sentó cerca de Nancy. Con mirada pÍcara la saludó levantando las cejas. Según parecÍa, iba a ser su compañero de banco. De manera casi inaudibte, etla le devolvió e[ saludo. Y así comenzaron las clases. Luego, estudio y más tareas, recreos y agasajos de curso. Un buen día, a Christian se [e ocurrió inventarle un apodo a cada uno de sus compañeros: "polto", "cabezón", "chino", "muñeca" y a Nancy, "gorda". Todos parecían satisfechos, pero a Nancy ese apodo te do[ía. Una vez intentó pedir a sus compañeros que no [a lamaran así, recordándotes que ella tenía un nombre; pero para lo único que sirvió su observación fue para que se ensañaran más con e[[a. Le hacían caricaturas en las que cada compañero [e iba

agregando un elemento nuevo a [a figura que [a representaba, y Iuego [as pegaban en eI pizarrón provocando la carcajada de todos. Cuando procuraba [[evar su queja a los docentes, estos consideraban eI asunto como atgo sin importancia. -No les hagas caso -[e decían. Nancy comenzó a sentirse cada vez peor. Le costaba levantarse para ir al colegio. Fingía dolores de cabeza, descomposturas, sobre todo cuando tenía que asistir a las clases de Educación Física. Christian era e[ que encabezaba todo: las bromas, las imitaciones, las risitas por detrás. Los demás compañeros, como si no tuviesen la capacidad de decidir y pensar, seguían aI tíder malicioso sin cuestionamientos. La docente, con sus ansias de lograr los objetivos, les exigÍa a todos realizar los mismos ejercicios. Nancy no podía, por su obesidad, hacer muchos de ettos. Se sentía ridi

t2

o.,i

Una súpIica hecha grito cula, desubicada, horrible. Era eI comentario de todos. Era tal ta impotencia, la vergüenza y e[ dolor que experimentaba que comenzó a faltar a ctases cada vez más. Esto se reflejó en sus notas. Su padre, furioso, te prohibió todo tipo de salidas, situación que ayudó a que permaneciera más tiempo encerrada en su cuarto. Una tarde de otoño, ya sin poder soportar más, Nancy [e abrió su corazón a Clarita y [e contó [o que estaba viviendo en e[ colegio. Etla, a pesar de sus cortos años, advirtió [a necesidad de buscar la ayuda de su madre. Tras una larga discusión acerca de que debían romper el sitencio, convenció a su hermana de hacerlo. Ese dÍa, Nancy tuvo el valor de decir: -iMamá, por favor, tienes que hacer algo, ya no soporto más tanta violencia! Netty, ta madre, como si de pronto [e hubiesen cortado [a soga que [a mantenía amarrada a[ temor y a [a inacción, sintió como un [[amado, desde [o más profundo de su alma, a emprender eI trayecto para revertir [a situación. Dios le estaba mostrando con claridad a través de sus hijas que é[ aborrece la violencia, y que aca[[arla soto [ogra aumentarla. Oraron como nunca antes. Vaciaron su alma, [loraron juntas. Se abrazaron. Y se prometieron [uchar hasta vencer con eI Señor. iBuscarían ayuda! Luego de mucho conversar, decidieron que sería meior empezar el nuevo trimestre en otro cotegio. Nelly se había enterado de que, cerca de a[tí, se había abierto una institución cristiana. Luego de realizar los trámites correspondientes, Nancy finalmente estaba inscripta, y una nueva esperanza brittaba en sus oios.

,¿

r.

CAPITUIO

5

Dos piezas de un engranaje i;¿.tud],t ;:.n;*;:*t;i,,. ¡l¿i::.1::l "Confío en Dios

y no siento

i:i,:rf;;Jl

miedo. óQué puede

hacerme un simple mortal?" Galmo

56:1D.

LGO sucedió, no se sabe qué, como

si un torbeltino [o hubiese dejado desolado, ni siquiera las ruinas del temor se escuchaban en su voz. Los silencios dieron lugar a palabras ásperas, agresivas, que cruzaron et tímite de lo grotesco. Quince años pintaban en Román un ioven de cuerpo esbelto. Cabellos rebeldes cubrían sus ojos como querienretar al mismo viento. Su

andar ligero y audaz llamaba [a atención de sus compañeros; la carpeta bajo el brazo era [a excusa para

entrar a [a escuela que,

con mirada altanera, En las primeras horas de clase, abstraído en sus auriculares, ignoraba sin disimulo las llamadas de

atención que con una sonrisa burlona imitaba, ironizando las

Dos piezas de

un engranaje

palabras de sus profesores: -iRomán! iRomán! iLa próxima vez!... Bla, bla, bla... Como si [e hablaran en otro idioma, frases que no ilegaban a su comprensión y voces indiferentes te daban eltono fastidioso de cada dÍa. Patabras sin sentido y castigos habituales declaraban [a presencia de Román. Su nombre era popular en toda la escuela. Era líder de un grupo de jovencitos que atemorizaban a sus propios compañeros.

Comentarios de robos, de peleas violentas, de extorsiones desmedidas por una simpte tarea y hasta de amenazas a profesores se escuchaban en torno a Román. Su imaginación para transgredir sobrepasaba [o vulgar. Con una vasta organización diseñaba las estrategias para no aparecer en escena. Como quien maneja marionetas, enviaba a sus discípulos a realizar sus peligrosas aventuras: desde autos pintados con aerosoles e intimidaciones a jovencitas, hasta la venta de cigarrillos "especiales" comptetaban [a extensa lista de abusos que cometÍa, diariamente, sin la más remota posibitidad de ser censurado o advertido por su propia razón. EI consejero de curso y los maestros no llegaban ni con sus palabras o acciones a tocar e[ corazón de aquel ioven. Hartos de interminabtes diálogos sin respuesta con Román y con sus sumisos colaboradores de hazañas, los profesores fueron cediendo autoridad y controt. La astucia y ta rapidez para organizar actos delictivos caracterizaban con tristeza su [iderazgo. Lunes de otoño en el calendario. Las primeras hojas amariltas irrumpían en e[ espacio escolar, un tiempo soteado de fresca brisa briltaba en eI patio deI colegio. Los jóvenes se dirigían somnotientos a sus aulas, de forma mecánica y casi rÍtmica se incorporaban a sus bancos como acabando las figuras de un ptácido cuadro. Sotamente quedaba vacÍa [a sitla de Román: llegar tarde era parte de su rutina. Nadie se atrevÍa a sentarse en su lugar, parecía que un aire espeso lo protegía, esperando que su dueño tomara posesión. Aquel día Nancy, acompañada de su madre, penetró por e[ angosto pasillo que conducía a [a dirección. La rectora, con mirada amable, te dio [a bienvenida y [a acompañó a[ auta.

?J

&De

qué 1ad.o estás?

-Alumnos -dijo-, e[[a es Nancy y desde hoy será compañera de ustedes. Puedes ubicarte, altí adelante hay un banco vacÍo -agregó. Sus grandes ojos de mirada lastimera mostraban de forma temerosa la vergüenza que [a caracterizaba. Alguna que otra mirada captó su pequeña pero robusta silueta. Lentamente, sin levantar e[ rostro e ignorando el poder que manipulaba Román, se sentó en su ponderado banco. Pronto irrumpió en e[ aula Román, como un torbellino desenfrenado y clavó sus ojos en los de Nancy. E[ tiempo pareció detenerse en aquel instante, elpensamiento de Román giró velozmente hacia [a venganza, sus pasos se dirigieron con cierta pesadez al frente de aquelta niña; se apoyó en su banco e inclinándose hacia ella, como compartiendo e[ mismo atiento, [e susurró de manera burlona:

-Gordita, isa[! A[ instante, un coro de risas cortó [a tensión entre aque[[os rivales y luego [e siguió un prolongado silencio. Nancy, en un cerrar y abrir de ojos, como espantada por eI mismo demonio, tomó sus cosas y se cambió de banco. De é[ emanaba un poder inexplica-

ble; cuando hablaba sarcásticamente parecía que sus palabras enmudecían a todos y generaban una especie de sumisión colectiva. Ese día, Román parecÍa motivado como si estuviera en [a [argada de una carrera, la adrenatina corría en su mente como quien tiene un juguete nuevo. Nancy fijó en todos sus sentidos aquella prometedora escena de temor. El primer encuentro entre Román y Nancy había sucedido como si catzaran dos piezas a medida, un engranaje perfecto, una triste dependencia que comenzaba a crecer.

Como un castillo de arena que se desmorona sacudido por el

viento, e[ alma de Nancy comenzó a caer en torbellinos.

ZSerÍa

posible que la horrorosa historia de viotencia contra su persona se repitiera como un círculo infinito? Grandes interrogantes surcaban su mente aI dejar caer su rostro sobre eI banco, y lo único que atinó a hacer fue dirigirse a su amigo que tantas veces [a había sostenido en los momentos de angustia:

iz4¡

Dos piezas de un engranaje

-Mi Señor -[e dijo-, necesito tu abrazo. lnmediatamente sintió un suave toque en su hombro, acompañado de una mirada tierna y compasiva. Era Yessi, quien con expresión indignada frente a [o sucedido, [e dijo en voz baia que estaba de su lado y que no merecía ser maltratada así. -Eres una hija de Dios, muy valiosa para ét-[e reafirmó. La fría indiferencia de su grupo escolar no habÍa podido influir en esa jovencita, cuya clara inteligencia y formación espiritual [a habían convertido en defensora activa de ta dignidad de todos. El dolor de Nancy fue mitigado después del cator de un abrazo, tan honesto, tan sincero, prodigado por esa niña que, soto momentos antes, había sido desconocida para ella. Nancy sintió que era como si ese abrazo se desprendiera del corazín de Dios.

CAPITULO ....,

:,i

6

.

¿un juego? iii"auiÍia #iappi::ii

mi Señor y Di.os, ¡no me olvides, pues estoy pobre e lndefenso! No te tardes, pues tú eres quien me a¡ruda; ¡tú eres mi Libertadod" (Salmo 40:17, TIA). "Y a

-f-l fi J-l

LTIMBRE anunció elrecreo. Un grupo de jóvenes concentraOos atrededor de Román l]amaba [a atención de todos, sus -

conversaciones banales retumbaban en los pasitlos intimidando el paso de cada estudiante. Para Román, [a mañana estaba demasiado monótona, atgo había que hacer... Observaba e[ entorno como buscando [a llave para ir a jugar, sus ojos bailaban de un lado a[ otro, cuando de pronto se posaron en eI perfil de Nancy. Allí estaba, de pie cerca de ta entrada delauta, casisin moverse para que nadie la mirara.

t!a$:

tUn juego? Sus compañeras solo [a buscaban para pedirle una tarea o una simple golosina que con gusto compartía, como moneda de cambio por un rato de amistad. Una llamada por cetutar rompió su silencio. La voz suave y despreocupada de su mamá [e habtaba todos los dÍas a las diez, con la intención de cumplir con el pedido de su hija. Román capturó esta imagen: eI celular... eI celular... Ahora era eI momento de divertirse, [a acción estaba por comenzar. Movimientos rápidos envolvieron [a situación, los amigos de Román se acercaron a Nancy, entre palabras sin sentido, oios zigzagueantes y cuerpos atropeItadores arrojaban e[ celular pasándoto de mano en mano. Vueltas y vueltas, risas que giraban en torno aI rostro desesperado de la niña. Un timbre estridente rasgó [a expresión del rostro de aqueltos muchachos, el juego tenía que terminar. Los sonidos se confundieron entre las corridas. La voz del preceptor y un fuerte ruido metático invadieron los sentidos de los jóvenes que como leones feroces huyeron deI cuerpo devastado... Soto el celular y las lágrimas de Nancy quedaron entre los azuleios rotos del patio. La pena y eI dolor [a dibujaron en todos sus planos, un vacío desotador la cubrió. Un día más, una burla más, una tristeza que sin sentido Román añadía a[ corazón de Nancy. Et día aún no había terminado, eI recorrido de [a escuela a ta casa de Nancy era largo, las calles quebradas por e[ frío apuraban sus pasos. Los compañeros se olvidaron del incidente, ridiculizarla era parte de [as tareas de [a vida en [a escueta. Pero Román ideaba un plan mayor. Con astucia disimutó salir de clases rumbo a su hogar, pero el camino lo condujo a[ encuentro de Nancy. Parado en una oscura esquina esperó a [a iovencita, sus hombros encogidos por e[ aire hetado mostraban con mayor ctaridad [a rigidez de los pensamientos inundados de locura. En un instante se encontraron cara a cara. En un diátogo de rutina, Román te pidió e[ cetular a Nancy, quien de manera titubeante se [o entregó, sin pensar en las consecuencias que aquel acto iba a desencadenar. Las sombras se alejaron deiando en e[ camino soto una densa oscuridad que cubría las intenciones de Román. At día siguiente, [a mañana se presentó tan ingenua como

áDe qué 1ad.o estás?

Nancy. Los ruidos del aula aturdían a Román en sus maniobras. Mensajes de texto comenzaron a [[egar de forma indiscriminada a profesores y compañeros; mensaies de burla, palabras groseras e insultos sin [ímites que dejaban atónitos a todos. Las horas pasaban con mayor lentitud, las averiguaciones de los profesores y las quejas de los padres aceleraban los rumores de desconfianza en la escuela. Había un nombre que iba a satir a la [uz, e[ responsable tenía que conocerse. Cerca de [a última hora de clase e[ director entró al auta y con voz casi tenebrosa ordenó: -iSeñorita Nancy, a la dirección! Desorientada, caminó a [a pequeña oficina y, sin pronunciar palabra, recibió la injusta sentencia de ser suspendida de clases por una causa inmerecida. Su voz no podía expresar [a mezcta de dolor y rabia, sus ojos desorbitados por las palabras acusadoras apenas podían contener e[ [[anto que con tanto dolor hubiese derramado. Con desesperación corrió al aula buscando [a mirada de Román quien, con hiriente sarcasmo, [e alcanzó su mochila dejando asomar en su interior e[ pequeño celular. E[ silencio [a abrumó. El miedo hacia aquel joven se acrecentaba cada día más, su cuerpo como paralizado ante la realidad se deió ilevar por el desconcierto. Sus [abios se cerraron aI no poder soportar tanta injusticia. Solo una muttida almohada fue testigo de las lágrimas que imploraron una simple respuesta, una simple explicación que ca[mara su angustia y confusión. El tiempo guardó los detalles de aquel día con extrema precisión, en los recuerdos que borraron su sonrisa franca, en los deseos que marchitaron [os sueños de aque[[a jovencita de ojos tristes.

rid;.

CAPITUIO

El

7

encuentro f .

-"

t;

"Para que tú me oigas, mis palabras se adelgazan a veces como 1as huellas de las gaviotas en 1as playas" (Pablo Neruda). E RETIRABA [entamente contrayendo los pies contra la estrecha catzada. La lluvia caía con lentitud intensa mojándola toda. iCuántos miedos, enojos y dudas tenaceaban su alma! Urgida por la necesidad de hacer algo, María Laura escudriñó eI gentío de madres que se agotpaba en [a vereda delcolegio, y [a vio alejarse sola, inadvertida por esa mayoría bulliciosa que exhibÍa libretas y logros alardeando de [o "bien educados" que eran sus hijos, y ostentando que tan buenos conceptos eran [a prolongación deI esfuerzo de e[[as. Apresuró et paso y se acercó sigitosamente a Netly, [a cubrió protectoramente con su paraguas y se presentó simplemente como [a mamá de Yessi, una compañera de su hija. Nelly no ima-

f

ginó que en ese gentío, podría haber alguien que detuviera su mirada en ella, ffie larÁcar{tara con su acogé'dora pata6ra, para

,drd

/',1



á/4

gf ¿tJ



.,;

{

$r

ú?

/"*r1

".-",,\L-ir" ""¡ l:* '*.

.-It.-,

,,':'1 =F"4i-*

eDe

qué lado estás?

].d

-"-"-

dt*- B$. er#

ry"

decirle que [e urgÍa conversar de un tema importante. En sus pupilas quietas y ateridas, se refleiaron anhelos escondidos, amistades ausentes. Relampagueó su mirada a[ escuchar esa voz. Era [a misma madre que había captado su atención, cuando se dio el espacio para preguntas en [a reciente reunión. Su opinión segura y clara, especialmente cuando se refirió a [a viotencia que ejercían algunos grupos en las aulas en todas las escuelas, [e impactó. La había escuchado también exhortar a los profesores a detectar esas situaciones, para que las víctimas recibieran [a ayuda necesaria y para que los hostigadores cambiaran de conducta. iAcaso [e habían contado cómo maltrataba un grupo a su niña? SÍ, etcabecilla era Román, quien contaba con e[ apoyo y la arenga de varios chicos más. De pronto se detuvo, [a miró como ltamándola con [uminoso grito y le dijo que su hija iera [a única que no despreciaba a su niña, la única que [e dirigía la palabral Y así, en cristal humano convertida, le habló de su angustia que ectosionaba oprimiendo su pecho, de su desesperación al no saber cómo ayudar a Nancy que ahora quería desertar de [a escuela y que cada mañana somatizaba nuevos dotores para no asistir, y de etla que se sentía incapaz de mitigar sus fraguadas dolencias. María Laura empatizó con e[[a y [e ofreció etcobijo de su techo, a pocas cuadras deI colegio. Nelty caminó animada, con esa gracia que regata un "escucha" atento, sintiendo que el agua de los charcos [e lavaba sus heridas, con [a plenitud de encontrarse con alguien que [e devotvía un ojo que se hacía mirada, y una mano abierta en seña[ generosa. Llegaron a la blanca casa, y arriesgó la emoción de entrar en ella con la certeza de hallar respuestas a sus múttiptes dudas. ZQué tenía su niña que [a rechazaban tanto? No comprendía qué pasaba con ella. En [a otra escueta había sucedido [o mismo. Con renovada esperanza ta había cambiado a esta otra, de mejor prestigio y... inada! Todo seguía como antes. María Laura [e refirió cómo su hila, días pasados, había vuelto de sus ctases tensa como un arco,y les había contado a borbotones de esa intimidación constante de [a que era objeto la niña

30r

G)+. +\qry t*", EI encuentro f uJ ^ *-¡l

r^i

L*"§

nueva, por parte de sus compañeros agresores. Ambos padres, habían sentido [a justa indignación de los corazones nobles, ante tremenda sinrazón y discriminación. El exceso de peso no era motivo para semejante acoso y violencia. lnmediatamente le señalaron a su hija, Yessi, [a importancía de su ayuda y contención. Etta debía actuar como [o hubiera hecho Jesús ante esa víctima desvalida. Debía acercarse a ella e infundirle atiento. Ambas madres conversaron [argos minutos transparentes sobre e[ acoso escolar que Nancy estaba sufriendo: bromas pesadas, sobrenombres ridiculizantes, burlas, rotura de pertenencias, provocación constante; y asíse fue enterando esta madre de todo lo que el miedo y [a vergüenza le impedían a [a niña confesar]e

diariamente. Elhostigamiento deI buleadorle había impuesto no demostrar debitidad y, por [o tanto, no acusarlo ante los profesores. Ya bastantes preocupaciones tenía su madre como para sumarle esta, que no tenía retorno, porque Román y sus compinches eran más poderosos que todos los adultos. Y e[ resto de los compañeros de curso no contaban para revertir [a historia, constituÍan una mayorÍa silenciosa que miraba sin ver, otros que se reían porque les parecía gracioso, y unos pocos que no compartían, pero no se animaban a intervenir por temor de ser catalogados como "soplones", y pasar a ocupar el lugar de buleodos. En confesiones futuras, Nancy diría que se había sentido como en un barco con sus velas quemadas, a [a deriva, atrapada en una situación de [a que no podía escapar pues, hiciera [o que hiciese, todo le salía mal. iCuántas señales de alarma se habÍan dado en ese tiempo pretérito del avatar diario! Ahora [a alborotaba e[ recuerdo de sus

estados llorosos, depresiones, ansiedad obsesiva por comer a toda hora; de las tardes soleadas sin amigos; de sus dolencias inventadas; de su pérdida de interés en los estudios y de su bajo rendimiento escolar. Nancy se mostraba, hacÍa un tiempo, arisca y celosa de su intimidad, no develaba los códigos secretos de su perturbante agonía. Su hiia menor [e habÍa contado soto algunas pocas con-

éDe qué

lado estás?

fidencias de todas las que había recibido de Nancy, camino a la escuela. iCuántas veces, como madre, imaginaba en silencio que su marido esperaba en [a calte a ese malviviente llamado Román, y con otros muchachotes fuertes [e daban su justo escarmiento! Otras veces, sentÍa el impulso de llamar a los padres del muchacho, amenazándolos con una intervención policial si no dejaba de hostigar a su hija. Hasta había pensado en enviar a su niña a clases de karate para posibilitar [a autodefensa persona[. Ese día de la reunión, había estado a punto de concurrir una hora antes y protestar agresivamente en e[ colegio, para que [a directora se hiciera cargo de [a situación, "para eso pago [a elevada cuota escolar", había estado pensando. María Laura [a escuchó pacientemente, y después te dijo claramente que lo que estaba sufriendo su hija se llamaba bullying, un hostigamiento o violencia entre pares, fenómeno sobre el cual aún no se tomaban medidas serias en muchos tugares, pero que eIta como psicopedagoga ya había abordado en otras escuetas. Le dijo además, que era una problemática muy complicada, que se debía actuar con mucha cautela y que nada de [o que ella había pensado, hubiera ayudado a sotucionar la situación. La cadencia y seguridad de sus palabras invitaban a Ne[[y a hacer las cosas bien, de manera intetigente. Pero había algo más en su discurso que le transmitía paz interior y confianza. Cada palabra de ella era entregada con el compromiso de atguien que se brinda con amor auténtico hacia e[ otro, y era etla misma [a destinataria de ese regalo. Esa noche, cuando retornó a su hogar, soplaba en su atma un viento manso y refrescante que sacudió sus miedos y ansiedades; y espejadas estrellas destetlaron en su mente para guiarla en la búsqueda de una salida.

i':

r\

CAPÍTUIO

B

\"i'

---,

V

Desplegando las velas ílristir;a Ji*f her;r¿l.i:er "I,a no violencia requiere aprendizaje, con reglas precisas, tiempos largos y etapas blen

definidas. Una estrategia educativa, que tiene sus ritmos y sus espacios" (Adaptado de Pascual Chávez). SA mañana, cuando Netty partió de su casa, sintió los mur-

mullos incesantes de los transeúntes apurados como ecos cómplices. Una lágrima abuttada y sedosa resba[ó detatora sobre eI pavimento gris. Se sorprendió por sentirla desprovista de dolor, cual si brotara de un remanso de paz. Apresuró el paso. No debía ltegar tarde. La cita era a las ocho, en [a puerta del colegio. La vio desde lejos, esperándola sonriente, y después de breves acuerdos, entraron rumbo a [a oficina del psicólogo ed ucaciona[. Este [a saludó cálidamente, escuchó con visible interés los pormenores del acoso hostil hacia Nancy, y [a preocupación de ambas en retación con estos incidentes cotídianos.

lnmediatamente,

eI profesional soticitó [a presencia de

Ia

atumna y deI profesor tutor. Con el tacto y [a firmeza que [o caracterizaban, acordó con eltos una serie de estrategias que implementarían de ahÍ en más. Nancy sintió que las velas de su barco

,:. 'l

-.

aDe

qué

J-ad,o

estás? , .,,,

comenzaban a desplegarse tensadas por [a seguridad de un experto, quien mantuvo con e[[a charlas privadas que [e ayudaron a fortalecer su autoestima, y desarrollaron sus habilidades prosociates. Aprendió paulatinamente cómo hacer vater sus derechos y ensayó nuevas maneras de decirle al buleador que cesara el hostigamiento. Además, consultó con un endocrinótogo quien [a aconsejó adecuadamente y poco a poco logró controlar [a obesidad. Con el tiempo, pudo ltegar a valorar su cuerpo porque e[[a aprendió amarse taI como era. iCómo [a custodiaron los preceptores durante quince días, en las áreas de juego, en los baños, en los pasittos! Y sus compañeros, antes indiferentes, [a acompañaban desde su casa hasta [a entrada del colegio y a [a salida deI mismo. Su soledad sonora y ese dotor de no tener ya lágrimas se trastocaron en compañía constante, y en [a dulce música del compartir cotidiano. En esas semanas, el tutor inicíó talleres en el curso, asesorado por el psicólogo educacionat, sobre temáticas muy interesantes: "Aspectos mejorabtes de [a clase (decoración y otros)", "Qué es lo que más les gusta y [o que menos les gusta de los compañeros". Nunca otvidarÍa [o sucedido en e[ tercer taller, sobre retaciones interpersonates. Nancy, urgida por una necesidad impelente, se animó a plantear su problema a [a clase, defendiendo su derecho a no ser discriminada de ese modo. En ese instante, todas las miradas se fijaron sobre Román y su grupo identificándolos claramente. Hubo un silencio sepulcral que Nancy vivenció como un chaparrón que purificaba su aire. A partir de ese momento, fue responsabitidad de todo el grupo su integración sociaI tan [argamente esperada. No todos los profesores se preocuparon del mismo modo por etla. Algunos de e[[os opinaron que su tarea específica era enseñar su asignatura. Consideraron que las retaciones entre los alumnos eran un problema de eltos mismos, de sus padres o del psicólogo de [a escuela. Pensaron que bastante tarea tenían con enseñarles, como para ocuparse de los casos de violencia y probtemas de autoestima de los aprendices. Nelty comenzó a preguntarse seriamente si los docentes estaban preparados para enfrentar fenómenos como eI acoso y las situaciones de viotencia,

,e¿;

Desplegando las velas

r.i-."-. lr'. r¡-'-:r*'1'"-': .----*,

i-,i f;

''8,# '@fr"^. ,É.,ii;

que se estaban produciendo en algunos centros educativos. Esto la ilevó a investigar y descubrir que, en realidad, e[tratamiento que se llevaba a cabo contra [a violencia entre escolares resultaba insuficiente. Se reducía a sanciones disciplinarias y, en el peor de los casos, a suspensiones y expulsión del establecimiento. Esto dejaba a las víctimas sin [a ayuda que necesitaban para salir de [a situación. Era lo que [e había sucedido a su hija en el otro colegio. Conversando con su nueva amiga, María Laura, supo que era necesario un cambio de enfoque en la profesión det docente, y

que esto requería información y formación en [a prevención y abordaje de [a viotencia en todas sus formas. Entendió también que, en realidad, los profesores deberían trabajar en equipo, en forma transversal, desde todas las materias; porque si no hay una buena convivencia en [a escuela, si hay temor en los atumnos y docentes, no habrá ni catidad educativa, ni iguatdad de oportunidades. Por [o tanto, deberían existir planes de acción y una política contra [a violencia. En [a escuela, se exhortó a los maestros para que se identificaran empáticamente con [a niña marginada, primero en los equipos de iuego, luego en los grupos áuticos y en el trabajo cooperativo. Esas actividades propendían aI desarrolto de [a comunicación, [a atención a[ otro, [a creación conjunta de conocimiento, eI respeto a las ideas propias y a las de los demás. Poco a poco les fueron dando a los alumnos [a tarea de cuidar a otros, supervisados por los adultos. Además, elaboraron con ettos un compromiso escrito de no agresión, firmado por autoridades y alumnos implicados, y refrendada responsabtemente por sus padres. iCuántos proyectos se elaboraron a partir de esta intervención! La escueta se puso en marcha para detener y prevenir el bullying. Se reatizaron encuestas entre los alumnos, los padres y e[ profesorado, para conocer las percepciones que cada grupo tenía del problema, y en base a los resuttados se trabaió con cada uno de e[[os. Los educadores detectaron ya, a niveI de jardín de infantes, formas indirectas de bullying (como pegar, empuiar). En los primeros grados de la escuela primaria también se presentaban formas indirectas (como no dejartos iugar). E[ abordaje de esta

;35

l

aDe

qué Lado estás?

última requerÍa más planeamiento por parte de los niños agresores, quienes se perfilaban como futuros buleadores. Los maestros explicaron a los padres que es común que, a[ presenciar estos hechos, se piense: "Son cosas de chicos, e[los se arreglan solos". Sin embargo, los miembros de esta comunidad educativa se propusieron reglas de convivencia para mejorar e[ clima de tas clases. Esto hizo posible que las reglas fueran más fáciles de cumplir, porque habían sido elegidas por los mismos alumnos. Se fomentó [a ayuda entre pares y se realizaron talleres para enseñar a resolver conflictos. Los profesores y preceptores corregían a los atumnos ante cualquier conducta de exclusión entre pares y se evaluaba y detenÍa cuatquier conducta agresiva: física o verbal. El único que se resistió a participar de todas estas acciones fue Román, quien debió ser sancionado en repetidas oportunidades por incumplimiento de las normas escolares. Los adultos, identificados como los "cascos azules", asumie-

ron rotativamente [a responsabilidad de supervisión de los recreos, y se planificó un sistema para que los alumnos pudieran reportar casos de hostigamiento, y ayudar ante posibtes situaciones de acoso escolar. Para etlo, los jóvenes participaron de jornadas de formación de alumnos mediadores, durante tres días en un albergue f uveni[, a cargo de profesores experimentados en la mediación; asistieron tres representantes de cada curso y su profesor consejero. Attí tes enseñaron que e[ que ayuda a un compañero nunca es un "sop[ón", y aprendieron que, desarro[[ando determinadas habitidades como [a empatía y ta afectividad, podrían ayudar a sus compañeros escuchándotos, apoyándotos cuando estaban tristes o decaídos por problemas personales, y facititar la comunicación en e[ aula.

Durante e[ mes de octubre, se desarrotló en toda la escueta la "Semana de [a discriminación cero", porque consideraron que

si superaban todo tipo de discriminación, se daría un paso importante para disminuir eI hostigamiento entre pares. La participación de los profesores, los padres y los estudiantes generó un cambio en la eficacia de las iniciativas educativas. Los inspectores, inspirados por esta experiencia, seteccionaron al estabteci-

:5bt

Desplegando 1as velas miento como escuela piloto, y se les pidió que transmitieran su experiencia en congresos y jornadas. Todos sus miembros estaban sanamente orgullosos de participar y transmitir tan valiosas vivencias. A pesar de sus falencias, se pudo observar un gran progreso en Nancy, quien con [a guía responsabte de atgunos docentes comprobó cómo [a mente se puede abrir como un paracaídas, ya que cumple mejor su función a[ estar abierta. Su aprendizaje se tornó más activo y descubrió [a importancia de la creatividad personal. Mites de mariposas blancas tomaron [a forma de ideas, propósitos nuevos, proyectos comunitarios, participación áutica; y su vida estudiantiI se convirtió en un regalo que se renovaba cada día y que disfrutó emocionada. Nancy ahora navegaba con [a plenitud de descubrirse paradóiicamente a etla misma, convirtiendo en simples errores sus culpas de otrora. La amistad, recíproco abrazo deI alma, fue entonces un cálido refugio que restañó sus heridas, fertitizando [a tierra con perfumes de viotetas, porque en elta anidaría a su tiempo, [a inefabte semitla deI amor primero.

ii;:

CAPITUIO

9

borde del abismo

Al

í;

r.'"f"i :

t.i-;r-

¿;

"i i:++¡Ll;."

.i', ¿,;

i":

lel.r'

"El eri-zo en marcha, parece una pelota de espinos en movimiento parado en redondo, como una

castaña no desprecien su pequeñez. aQuién osaría pegarle un puñetazo?" (Chu Chen Poi). N EL HOGAR de Román, su padre sumido en e[ desánimo, miraba azorado e[ suicidio de los helechos desesperados que pendían de su balcón. Así se sentía en esa tarde gris en [a que e[ viento agazapado de su viotenta vida, se había tornado en huracán descontrolado. iCómo detener sus nocivos efectos? Román, su hijo, espeio de sus agresiones, [o invitaba cada día a mirar

!.Fi

' -..j

La--l*-

",:-'r"--*i"-1+

'.)

- -) " *-"" iri,' \ ""-"i- -- J'---.-i

i-"--"tt''"

,.-** \.. -.i'-*--

!-'.i\ .- -\,--

1..,¡.\ /1 \ l

li 1il ...-r

/'.r,'\

i,.J:

¡'

iir/ j___r****_ r

{: I

.../

-t¡*'-*** {

r38

r

A1 borde

deI abismo

su mísera imagen. ZCuát serÍa e[ infetiz destino de ese niño de antaño, en su indómita carrera sin valores y sin [ey? Su pensamien'rc febritfue interrumpido por un insistente [[amado tetefónico. Era un llamado de [a escuela, [o citaban con urgencia desde [a dirección. Los motivos se [e explicarían en [a reunión, a [a que no debía dejar de asistir. Mientras esperaba en elfrÍo pasi[[o, leyó como aldescuido algunas frases de [a pizarra contigua: "Criar a un niño significa ltevar nuestra propia alma en las manos, nunca ponernos en el peligro de que nos miren con frialdad o rencor porque por nuestros actos ya no nos encuentren confiables. Significa darse cuenta, humildemente, de que las formas de dañar a un niño son infinitas. La más pequeña aspereza; e[ menor acto de injusticia, de burta desdeñosa o [a violencia en todas sus formas dejan heridas que duran de por vida en ta frágit alma del niño". "Ni que fueran de cera" pensó Raú[, y siguió leyendo. "Para contar y comentar con su hijo pequeño: HabÍa una vez un bichito de luz que precisamente había perdido su [uz. Entre las soluciones que [e aportaba el ecosistema al que é[ pertenecía, estaba volar con una vetita encendida. Et bichito aceptó y además de votar por e[ aire, cuando des-

cendía un momento aI pasto, tenía mucho cuidado porque esa ttamita podÍa quemartes las antenas a las mariposas dormidas, o incendiar los bigotes de los conejos;y étno quería producirtes ningún daño. Nos hemos acostumbrado tanto a convivir con [a agresividad, que hemos perdido ta medida de [o permitido y to prohibido, de [o justo y lo injusto, de [o saludabte y [o perjudiciat".' "Un bichito de luz con una vetita iqué estragos podrÍa hacer!", se imaginó Raúly se sonrió ante [a ocurrencia. Lo llamaron por su nombre, iunto a otros padres a[[í presentes. La directora y eI tutor deI curso les hicieron conocer las acciones

de hostigamiento de sus hiios. E[ "capo" del grupo era Román, los demás eran sus seguidores quienes apoyaban, festef aban sus conductas impertinentes y a veces participaban de las mismas. Si ettos no [o hubieran acompañado, habría perdido todo e[ sentido su acoso, porque Román [o hacía para ser poputar, para ostentar

'

f-tr..t"¡.f

"*rt"

ff bichito

de luz, de MariaGranata (Buenos Aires: Editoriat

Santillana, 197o).

,: sl

áDe

qué J-ado estás?

su poder, para sentirse el"matón". Además, se habÍa involucrado en robos menores y peleas ca[lejeras con armas blancas. -Un niño hostigador, es un niño en riesgo grave -[es diferon las autoridades, remarcando su preocupación aI respecto. En cuanto a Román, [a intervención del juez de menores agravaba [a situación; sus incursiones en [a delincuencia así ]o habían requerido. Ét serÍa suspendido deI colegio hasta el finat det año lectivo para que permaneciera en un lugar de recuperación, pues su caso requería internación. Tampoco se [e aseguraba [a matrícu[a para e[ año siguiente. Les recomendaron a todos los demás terapia psicológica. Debían certificar su concurrencia semanaI en eI centro asistenciaI de la zona. Era condición de carácter obligatorio para continuar en la escuela. Raútsatió a la calle con elvértigo del desconcierto. Su cielo parecía pintado con brea. ZCómo apaciguar los torrentes de sangre que latían en sus sienes? Todo [o que [e rodeaba aparecÍa borroneado y confuso.

Los dichos de [a directora martillaban su mente caprichosamente, hasta parecÍa que [e hacían señas de fuego sus palabras. Sí, señas de fuego, porque al ilegar a su casa, todo iba a arder. DejarÍa que [o encerraran en un instituto del menor, era [o que se merecía. Largas horas transcurrieron y Román no ilegaba. La espera trocó sus tentácutos voraces en brazos de su espera. Salió a [a catle aventurando hacia adentro tiernas frases nunca dichas, para mitigar sus miedos. Y buscó escapar en los demorados trenes, en las salientes cornisas, en las oscuras esquinas y en los ruidosos bares. Lentamente su alma se tornó en una migaja para esos dientes de metal que destrozaban su esperanza fattida. Lo encontró el amanecer, sumido en e[ desasosiego de la búsqueda infructuosa, acurrucado en e[ banco de una plaza cercana, desotado y vacÍo. Sus enojos habÍan desaparecido cual flores marchitas por el dolor de sentirlo perdido, y sintió [a urgencia de otorgar su ayuda llamándolo desde miI lugares tenebrosos.

CAPÍTUIO 10

Inev¡table ,,

i,.r11

1."1,;;;.,,:;. I I

¡ li. ;.ri:i.1,I,

t

"Dios es exaltado por su poder. áqué Maestro hay que se 1e comPare?" (Job 36i22).

r .TERDES intensos se dejaban ver por los ventanales de [a es\ I .r.lu, [a primavera se asomaba suavemente, e[ año escotar V estaba dando pasos agigantados hacia un ansiado finat'

Para Nancy, el estudio y sus calificaciones habÍan dejado de ser una montaña rusa, un recorrido vertiginoso hacia un inevitable fracaso. La segunda etapa del año dectaraba [a recuperación de un

cúmulo de materias. Su frustración anterior, que había superado

toda capacidad de esfuerzo y que cada día se te había presentado como un [aberinto sin salida había quedado atrás. Sus compañeros que antes no compartían con etla las tareas, ahora se interesaban por sus producciones; su meta que poco tiempo antes habÍa sido solo terminar et dÍa de clases para no sentirse más dañada, más herida había sido trocada por un anhelo creciente de transformación. También ta actitud de los profesores hacia etta había cambiado. Quedaron atrás, ausentes de [a realidad, los tiempos cuando, pocos meses antes, rePetían:

quizás sea mejor que -Ya no se puede hacer nada por Nancy;

{ai'j

tDe qué lado estás? repita; es buena chica, pero... ni siquiera hace los trabajos deI auta. La situación de Román era diferente. Mañanas de rebeldía cubrían su agenda, su nombre se encontraba en [a lista de los alumnos que no se aceptarÍan a[ siguiente año y ya se habÍa determinado que no continuaría su asistencia en esa última etapa del año. Su interés distaba demasiado de su progreso escolar, su conducta contagiaba a sus amigos con desenlaces difíciles de otvidar. El robar cetulares, motestar a sus compañeras o ridiculizar especia[mente a Nancy ya no satisfacía su interés; su mayor motivación en los úttimos meses se había centrado en [a venta de marihuana, y su ansia por eIta lo había llevado a reatizarta a la hora de entrada y satida del atumnado, aunque no concurriera a clases. Un nuevo estímulo lo ttevó forzosamente at consumo de droga y a una esclavizante vida. La rapidez de Román para idear peleas estaba adormecida por [a búsqueda incesante de dinero, ya no era dueño de sus pensamientos, ni siquiera de las risas irónicas que lo caracterizaban. E[ caminar arrogante y despreocupado se había transformado en un andar perdido, su semblante abandonado y sucio ahuyentaba hasta a sus propios aliados. Madrugadas presa de [a droga ataban a Román a personajes oscuros -su única meta era esconderse en el rincón de su dormitorio para fumar y consumir cuanta droga pudiera conseguir- arrastrándolo hasta to más profundo de su ser, consumido, perdido, dominado. Ese día e[ calor hacía más pesada la jornada de salida del establecimiento, un sonido se escuchó en [a caIte de [a escueta, siluetas de paso firme irrumpieron ante las miradas de todos tos atumnos. Los policías rastreaban et lugar con ta seguridad de encontrar a Román. Et tiempo se desvanecía entre las corridas y e[ murmu[o inquietante. Las miradas parecían sostener et temor y [a excitación

de una escena fata[. Román, intuyendo que era el móvil de esa repentina aparición poticiat, se arrastró en et escatón de [a entrada, con [a tentitud y

resignación de un condenado a muerte, indefenso e incapaz de escapar. Todos presenciaron desconcertados cómo esposaban sus muñecas sucias y enflaquecidas. Evidencias de robo y abundantes denuncias de padres de famitia

421

Inevitable cerraron las reias de aquetla húmeda cetda. La ley solo contemplaba una noche en prisión para un ioven de corta edad, por [o que las rigurosas autoridades determinaron [a exclusión de Román a un centro de atención y ayuda para dependientes del alcohot, las drogas y otros estimutantes. y E[ tormento de aquellos primeros días, entre a[ucinaciones eupropia de Román' vida de [a deseos los con forias, arremotinaba Como un suave bálsamo [e surgían en [a memoria las palabras de su madre, y repetía entre espasmos de angustia, aquella frase que tantas veces to había calmado: "Porque en mis oios eres de gron estima, eres honorabte y yo te amo... Porque en mis oios eres de gron estimo...", Llna y otra vez [a'repetía hasta que sus oios se cerrabun y ,nu paz inexpticable colmaba su corazón. Pero acerca de esa frase, entre sueños, ét se preguntaba "En misoios...Len los oios de quién?, Zpara quién soy de gran estima?, Zquién me ama"'?" Los primeros rayos det día se encontraron tan sorprendidos como Román. Et pasilto de[ centro de recuperación parecÍa iluminado con una cá[ida luz que envolvÍa [a figura del médico y la de aquel hombre que casi no reconocía. Era Raút, su padre, que con un [lanto incontenibte corrÍa a[ encuentro de aquel cuerpo sumido en [a indiferencia y e[ desamparo. E[ encuentro de dos sotedades daba vuetta ta hoia de una historia inevitable, una página en btanco esperaba ser escrita. Aque[[a viotenta iornada en [a que ta poticía retiró a Román, hasta [a respiración de sus amigos pareció quedar suspendida en e[ aire. Esa tarde, los pasos de [os profesores se movieron con un ritmo pesado, como delatando los pensamientos desconcertados y frustrantes que no se dejaban escuchar. "iPor qué no pudimos hacer algo por é[?" Preguntas y preguntas se escuchaban como murmuttos de angustia censurando [a rutina escolar. Miradas perdidas recorrÍan e[ butticio de los recreos, esperando que surgiera una satida para los recuerdos confusos que no querían irse de la memoria de aquel Iugar.

Como un chispazo atentador, alguien dejó caer ta fértit idea de que no estaba todo perdido. Ettiempo, con su sabidurÍa, escribiría e[ futuro que aún no les pertenecía.

il '.n

CAPIIUIO 11

Descuhriendo a su espejo hay por qué talar el árboI, a veces, basta cortar tan solo una hoja para mirar 1o que "No

pasa" (Autor anónimo).

n ta sala de espera del centro de recuperación, Raú[ se paseaba nervioso. Nunca había desnudado su alma ante nadie. Entró casi sonámbulo en [a escena y, poco a poco, com-

Descubriendo a su esPejo prendió que las conductas de riesgo de su hiio y sus interacciones violentas eran fruto deltrato recibido en su hogar. cuando era niño, recordó, Román era temeroso y vutnerable. A partir de [a muerte de su madre, había sufrido un cambio notabte y se habÍa tornado resentido y agresivo. Su voz se quebró aI confesar cómo habÍa maltratado a su esposa y a sus hiios, especialmente a Román. Reconoció que a é[ lo castigaba muchas veces sin motivo, solo para descargar su furia' Era e[ preferido de su esposa y, en realidad, era a e[[a a quien quería herir. La culpa to acicateaba y en esos momentos se vio por primera vez como un monstruo sin disfraz, aunque en realidad, era como un t¡gre de PaPe[. A esa, [e siguieron muchas sesiones, algunas en compañÍa de su hilo, y ambos comenzaron a escribir una historia de comprensión, perdón y afecto. Ante las preguntas del psicoterapeuta -"ZA qué [e pegas cuan-

do [a agredes a Nancy? /.Qué ves en esa niña, en qué aspectos te reconoces en etta? ZPor qué odias tanto esos defectos?"- Román descubrió que acosaba a esa niña porque reconocÍa en e[[a

esas caracterÍsticas que ét tenía ocuttas, las que delataban [o que habÍa sufrido por bastante tiempo, aI soportar e[ trato de sus hermanos y padre, cosa que ahora disfrazaba con su máscara de omnipotencia y agresividad. Lo mismo sucedió con [os otros iovencitos del grupo, y hubo varias familias que revisaron sus vínculos y formas de tratarse hasta elmomento. Hubo entrevistas con cada uno de los atumnos

que hostigaban, con et psicótogo educacional y también con [a niña que sufría e[ acoso. Después de un año de tratamiento e internación, eI iuez de menores y [a inspectora zonal recomendaron que Román fuese aceptado nuevamente en la escuela, de modo condicional, para posibititarte una inserción en un medio que indudablemente ayudaría a su recuperación finat. iCuántos iovencitos como Román y Nancy encontraron su salud mental y emocionat en este contexto tan favorable, porque descubrieron que [o que tendían arechazar en e[ otro era, simptemente, e[ espeio de sí mismos!

CAPÍTULO 12

-''\=*

-,+,-......-.P+

Amor a segunda vista .;

":..;"r,

i._i.:t

r:

l,

r1

1 ir¡r ;.. .r,;...,,.

r..¡1.::.,

"So1o qui-enes sean capaces de encarnar el amor serán aptos para e1 combate decisivo, e1 de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido" Gdaptado de Ernesto Sábato). I cator del so[ [e había entibiado e[ atma y podía comenzar a estirarse tímidamente mientras observaba extasiado eI paisaie. Mientras viajaba, Román giraba dispticente sus ojos entre las nubes, los árboles y e[ mar. Cuando se distraía en las nubes, perdía el compás de su ritmo interno y [a savia de sus venas se adormecÍa. A[ posarsu mirada en [os árboles, notaba que sus ramas lucÍan inctinadas para observar mejor la espuma al pie de los peñascos. Hasta parecían preguntarle algo. Si se detenía en e[ mar, recuperaba la mirada de juguete de [a infancia y sentía que se movía con la cadencia de las espumantes olas.

4b;

Amor

a segunda vista

Absorto en esa travesía, no vio que alguien ocupaba el asiento a su [ado, después de que e[ tren reiniciara su viaje, luego de parar en [a primera estación. Quizá lo entretuvo eI chirrido de los engranajes de los vagones que se acomodaban al partir, y el sitbido de [a locomotora con ese humo gris y áspero que subía intrépido en eI horizonte. En el sosiego trémulo de [a tarde, ella [o observó detenidamente. Finalmente, temerosa y confusa pronunció su nombre. -ZRomán? -Su voz [e sonó como saliendo de un oscuro [abe-

rinto.

-iTe conozco? -te diio é[ obsequioso.

Etla no diio patabra,la inundaba esa gracia que reguta etsiten-

cio, ante [a aparición de un obstinado recuerdo, a[ relampaguear la imagen de niña buleodo, frente a Román, su hostigador' Su peto, que e[ so[ no se había cansado de dorar, sus ojos grises, mirada de antaño, y su simpatía destumbraron at joven con un hechizo profundo Y totat. Y [a vio de un modo diferente, sin saber que era ella, con una

novedad que desterraba to pasado. Ambos se sumieron en e[ encanto del mutuo descubrimiento, como si hubieran estado esperando e[ momento, pero con [a extrañeza de conocerse desde siempre. Primero etta te hizo saber su segundo nombre, Beatriz, con voz trémula y oios esperanzados. Ét ta miró con oios interrogantes, hasta que ella [e confesó [o que más que presentir, é[ sabía. En realidad, era Nancy, metamorfosis det ahora; su presencia segura y atractiva [a hacían belta, diferente. Así se descubrió con su tembtor de atas, con su presencia nueva y verdadera, y esto bastó para atejar sus antiguos temores. En ese inesperado compartir, Román indagó sobre elmotivo de su viale. Se trataba de una invitación de una amiga a Viña de[ Mar' Se encendieron sus meji[[as, contuvo etatiento y con acompasada y dulce cadencia dijo: -Nuestros destinos coinciden. Como advenedizos sin premura, desanduvieron eltiempo... Habían transcurrido cinco abrites desde [a graduación deI secunda-

,i;"

aDe

qué lado estás?

rio. Ambos habÍan tomado caminos desencontrados en estudios, trabajos y amistades. Ya elviaje arribaba a su fin. Olas gigantes rompÍan bramando en [a playa. "iL[évenme con ella!", balbuceó apoyado en e[vidrio. No quería perderta, su corazón acababa de despertar de un profundo letargo, ianhelaba volver a encontrartal Con patabras que fueron a un tiempo, acertijos y promesas, colores y notas, acordaron verse próximamente a [a oritta del mar. Los días transcurrieron y la arena cómplice guardó mil secretos alborozada: detenidas sonrisas, suspiros encontrados, almas confundidas. iEra e[ amor que tlegaba? Hasta que un día, descendieron a [a playa. No hubo palabras, cruzaron en silencio destetlos y miradas, y [a arena los sorprendió escribiendo sus nombres barnizados de luz, y una rosa traviesa se escapó deI bolsil]o, setlando con pudor ese mudo encuentro. Los ojos de Román se habían trocado en serenos, nunca más hostites, y en ellos se vio bella y amada. Un tropet de sentimientos escapó delescondite de sus almas y los sorprendió con sus manos rebosantes de caricias, y cuaI aves cobijadas en pteno vuelo, rozaron sus alas tiernamente. Cuando por fin se estrecharon, más que a ellos, estaban abrazando a [a vida, que les había dado recién [a verdadera raz6n para e[ florecer de sus almas. Como significante música repiquetearon en [a mente de Román las palabras de Dios que su madre asiduamente repetía: -"Porque en mis ojos eres de gron estimo, eres honoroble y yo te amo... porque en mis ojos eres de gran estimo...". Y nuevamente una paz inexpticabte colmó su corazón. En [a orilla deI mar, la tarde se sonrojaba y [as estretlas diamantinas se reflejaban rutilantes desde el agua. E[ tiempo no advirtió elcrepúsculo hasta que los rayos caídos [enaron los pliegues de sus ropas. El temblor de sus cuerpos acompañó e[ primer beso y el cielo acunó esa conspiración del reencuentro. Alguna lágrima solitaria y salada, empeñosa cayó sobre [a arena gris.

i48;

CAPÍTUTO 13

Desenlace fatal (lo que hubiera podido Pasar) i l-l'

i

S i.:; :':

r,

I

lr"

,:ll.l, iiilr

l"lj:

j¡ l

l-

l-

fli :r-'

"Las personas no piensan en 1a repercusión que sus palabras y actitudes pueden tener sobre un n1ño, luego púber, luego hombre, porque

habitualmente le atribuyen una existencia larvada. A una larva se le pueden infligir cualquier tipo de lastimaduras, ya que un 8usano no tiene ningún valor a sus ojos. Actúan como si 1a mariposa que 1os maravilla no hubiera saIldo de ese gusano" (Nancy y lrangoise Dolto).

*"-**-Ñ

-trl¡,t,1

1r

rdc:y

lLt-\_

'''.--"/./.1

i¡si'

eDe qué

lado estás?

flada vez que Nelty ttegaba ante la sepultura de su hija, movía I - ta cabeza desconsotadamente: "iDemasiado tarde! iDemasiado tarde!" se decía quebraL, da por eI llanto. Nancy se había apagado de a poco, hasta que los había abandonado para siempre en un recodo del camino, aquel dÍa funesto en que decidió echarse a morir, porque su vida había perdido todo sentido. Reiteradamente y por tanto tiempo había sufrido ese acoso inferna[, que su vulnerabilidad se agigantó, hasta que sintió eI

.

tirón del correaje en los hombros, desde e[ lado de los que no sufren más. "iEltos tienen razón,yo soy menos que un gusanol", se decía a sÍ misma, a[ leer cada frase grosera que [e enviaban sarcástica y sistemáticamente a su celular, aun después de haber desertado de [a escuela. Sus pies llegaron a arrastrarse pidiendo compasión, como intuyendo inconscientemente que no tenía la culpa. Recostada en su cama observaba, día tras día, cómo [as nu-

bes pasaban sombrías en et cielo. Su capacidad de afrontar tanto hostigamiento se había debititado pautatinamente, tornándose primero en depresión severa, ante [a imposibitidad de integración escolar y social. Después se sintió prisionera de aquettas descatificadoras palabras, de esos desaires humiltantes, de esas puestas en ridículo delante de todos sus compañeros, que compartÍan esa situación en forma tácita, papetque les había asignado etgrupo de matones. Y entonces se manifestaron los síntomas clÍnicos de [a neurosis obsesiva, sintiéndose perseguida por todos, aún por su familia. La gente [e había devorado sus sueños, su identidad, su posibitidad de afirmación; [e había negado ese sano reconocimiento deI otro que todos necesitamos. Algunos, al hostigarla insaciabtemente; otros, alcattar; [os aduttos, aI no intervenir níayudar. Toda [a noche velaron sus restos, los ojos en vilo, apretadas las bocas y los cuerpos animados por un desconocido temblor, inmóvites junto a Ia figura inerte, espantados de todo, sintién-

,F¡

Desenlace fatal dose parte de tan fatídica acción. Los que [a conocieron, hicieron un hoyo en [a tierra y lloraron dentro de ét hasta que todo se anegó, hasta que [a cutpa tocó fondo y e[ dolor abonó las almas con [a dura flor de[ "no me olvides", sobre [a que so[Ía aletear tititante por las tardes, [a mariposa dorada deI nunca más. lmaginemos ahora qué rumbo hubiera tomado [a vida de Román, si Netty y su madre, [os docentes y directivos de [a escuela, los compañeros y los terapeutas no hubieran intentado ayudarlo a mejorar su calidad de vida y [a de su familia. Retrocedamos en e[ tiempo a[ momento en que su padre [o encontró dormido en e[ banco de una plazay lo llevó a su hogar: Cuando Román despertó, su padre, que [o habÍa estado mirando fijamente hasta e[ amanecer, profirió alaridos indómitos como e[ trueno y ftagetó su atma con palabras injuriosas. Fue su manera de responder a[ grito de socorro y contención, de su hijo adormilado. Esa sería su última noche en [a casa, su última cama blanda, su último plato caliente. Así [o envÍo hacia ta vida a los dieciséis años, despeñándolo en [a catarata de sus desvaríos y detitos. Y a partir de aquel momento, e[ viento agazapado que ltevaba por dentro se tornó, para Román, en huracán descontrotado. En su mísero revoltiio de frustraciones, solo había recibido un techo por las noches, [a atención de varios famitiares por eI dÍa, pues su padre trabajaba de soI a so[, y estos no siempre se habían mostrado acogedores; de modo que [a catte y e[ andar a su suerte fueron su vivencia cotidiana. Ya habÍa iniciado su carrera delictiva a [os catorce años, edad en [a que su madre enferma ya no podía controtarsus andanzas. En aquel entonces, era conocido por robar autos y burtar con eltos a la policía, a gran velocidad, durante [argas persecuciones, para [o que tenía que usar atmohadones y estirar bien sus piernas, a fin de [[egar a [os pedates. Pero eso to hacÍa solo para divertirse y alardear en eI grupo. Luego, cuando decidÍa terminar su aventura, deiaba a sus compañeros abandonados dentro deI auto en cuatquier ca[[e desierta. Por ese entonces, soto robaba útiles escolares, celulares o

l'b

ir

.' tr'

relojes que vendía para pagarse atgunas partidas de fútbot. A [os quince años, ya le habÍa robado a un policía su primera pistola, solo para detener su captura y lograr escapar. Después, robaba para pagarse ta "dosis" y quitarse e[ "mono" de encima, o para comer lo básico en las noches. Lo ltamaban "el toro" porque embestía a pecho descubierto ante [a menor provocación, sin pensar en las consecuencias. A veces, solo porque [o miraban raro, o porque osaban cruzar por su barrio, agredía a los otros a boteltazos, hasta dejarlos sin aliento en eI suelo. También se decía que, pese a su comportamiento sociópata y violento, era de buen corazón, porque parte de su botÍn lo destinaba a los niños desposeídos, cual moderno Robin Hood. Adicto a la cocaÍna, fue ingresando y escapando de diversos reformatorios incapaces de rehabilitarlo, hasta que a los dieciocho años ingresó por primera vez a [a cárcel modelo, donde protagonizó un importante motín. Hoy, a [os cuarenta y dos años, tras muchos años de de[incLlencia, marginatidad y prisiones, enfermo de cirrosis, después de varios intentos fatlidos de abandonar [a adición a las drogas y a[ alcohol, es solo un revottijo de frustraciones y desesperanzas, porque nadie supo detener e[ lado satvaie de su dolor e impotencia.

r'5ii

Pa1abras...

,*§

Lucha en contra del acoso escolar para que escuela deje de ser "ti.erra de nadie".

6

tu

ECUERDAS a aque[ chico que, acompañado de sus se-

constantemente a ese compañero/a i l