17HEMMING - Los Indios Del Brasil en 1500

HEMMING, John. Los indios del Brasil en 1500. EN: BETHELL, Leslie, (ed), Historia de América Latina, Tomo I: América Lat

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HEMMING, John. Los indios del Brasil en 1500. EN: BETHELL, Leslie, (ed), Historia de América Latina, Tomo I: América Latina colonial: La América precolombina y la conquista. Barcelona. Crítica. 2003. Resumen: Las centenares de tribus indígenas que habitaban lo que actualmente es Brasil cuando llegaron los europeos en 1500, se las puede clasificar por grupos de lenguas, geografía y hábitat. Había cuatro familias lingüísticas principales: tupí (o tupí-guaraní), ge, caribe y aruak (arawak). Otras familias lingüísticas en los márgenes de las fronteras del Brasil actual: xirianá y tucano en el noroeste, pano y paéz en el oeste, guaicurú y charrúa en el sur. Algunas de las lenguas tribales aisladas, o sólo ligeramente vinculadas a los troncos lingüísticos principales: nambicuara (nambikwara), bororó, karajá, mura, aripaktsá y sin duda muchas otras que se extinguieron. Los tupí-guaraní se habían establecido a lo largo del litoral atlántico, su origen en las estribaciones de los Andes o en la Meseta del curso medio de los ríos Paraguay y Paraná, habían realizado una invasión gradual hacia el norte de la costa brasileña. Otras tribus de habla tupí ocupaban la orilla sur del río Amazonas, al que habían remontado cerca de la desembocadura, y habían subido el río principal casi hasta la frontera del actual Perú. Los ge ocupaban la meseta extensa y relativamente despejada del Brasil central. Los ge pudieron descender de los primeros habitantes del Brasil –los fósiles humanos más antiguos que se encontraron, en Lagoa Santa, tenían unos 10.000 años de antigüedad, y corresponden físicamente a los de ge modernos-. Estas tribus centrales de habla ge abarcan un arco de territorio enorme, desde Maranhao

al curso alto del Paraguay. Otras habitaban en las colinas del interior desde la costa sudeste. Estos podían haber sido restos de tribus desplazadas por la invasión tupí. La cuenca del Amazonas, que estaba habitada y defendida por tres de los principales grupos del lenguaje –tupí, aruak y caribe- había visto las culturas más complejas del período de la preconquista en Brasil. La cerámica procedente de las excavaciones dan testimonios de sociedades más avanzadas que las tribus que los europeos encontraron en el siglo XVI. Algunos de esos datan del año 2000 A.C. Los omagua del alto Amazonas (hablaban tupí) todavía realizaban una cerámica fina en el momento de su primer contacto en 1542. Las tribus tupí ocupaban las islas ribereñas tales como las Tupinambaranás y la orilla derecha del curso bajo del río. Sin embargo muchos de estos habían invadido estas zonas poco tiempo antes o después de la llegada de los portugueses. Los aruak se habían establecido en los ríos Negro y Orinoco, a lo largo de la ribera del Amazonas medio y en la cabecera del Madeira. Había tribus aisladas cerca de las fuentes de la mayoría de los afluentes principales y secundarios; y la tribu de los parecis se situaba a través de la cuenca de las llanuras del alto Paraguay. El aruak es, sin duda, una de las mayores familias lingüísticas. Se han localizado en toda América Central y en Florida y en las grandes islas del Caribe. Una teoría sostiene que el aruak emigró hacia el sudeste, desplazándose a la cuenca del Amazonas desde Colombia. Otra considera que su cultura tiene su origen en su propio río, confluencia del negro y el Amazonas, cerca de la actual Manaus. Pudieron extenderse entonces fuera de este núcleo. Estas tribus ribereñas, que se desplazaban en canoa, eran sumamente móviles. Aparte de la cerámica, dejaron muy pocos artefactos que se puedan fechar: se han hecho muy pocos trabajos arqueológicos en el Amazonas, es imposible determinar con seguridad la dirección del

movimiento o geográfica exacta en el tiempo de la conquista. Los españoles se dieron cuenta muy pronto de la enemistad que existía entre los aruak, más sedentarios, y los caribes de la costa norte de América del Sur y las pequeñas islas del Caribe, agresivos y frecuentemente caníbales. Esta rivalidad habría continuado en el Amazonas. Los primeros cronistas españoles, portugueses y franceses mencionaron a tribus de lenguaje extraño con las que no estaban familiarizadas, en Marajó y en la desembocadura del gran río. Es posible considerarlos como supervivientes de culturas más complejas del valle del Amazonas. Los portugueses no llegaron a sojuzgar estos nheengaiba (lengua extraña en tupí) de Marajó hasta la mitad del siglo XVII. Como sucede con la mayoría de las tribus del este del Brasil habían desaparecido víctimas de las enfermedades de los europeos y la invasión. Los indios sin duda alguna, desconocían la escritura y la numeración. Sus tradiciones orales y leyendas, aunque poseían una rica inventiva, no son apenas útiles como pruebas históricas. Eran artesanos, con una destreza consumada, pero construían, decoraban y pintaban casi siempre con materiales perecederos. La mayoría vivían en aldeas por un corto tiempo, La razón era que las tierras bajas de América del Sur carecían de animales originarios que pudieran domesticarse, aparte de las llamas y las cobayas. Así que no había actividades de pastoreo en la Amazonia. Sus pueblos estaban condenados a cazar, pescar o recolectar caza (viva o muerta) salvaje e insectos para aumentar lo que producían sus cosechas. Sociedad basada en comunidades aldeanas pobladas por gente de una gran movilidad, que podían desplazarse junto con sus pocas posesiones de manera rápida hacia otras zonas más ricas en caza o pesca, cuyo ciclo anual incluía frecuentemente migraciones para recoger frutas, nueces o huevos en el lugar y en la estación

apropiada. Gran parte de Brasil están escasamente habitado. Los bosques lluviosos del Amazonas, situados entre los ríos y el campo seco, el campo cerrado y el mato (bosque) de las mesetas han sido siempre entornos muy difíciles para el ser humano. El sistema fluvial del Amazonas, que rebozaba de peces, manatíes y tortugas, y cuya pradera inundada es sumamente fértil y está regada con regularidad. Los bosques que cubren gran parte de Brasil han sido siempre inadecuados para la agricultura, excepto la de la roza, donde se plantaba únicamente en dos o tres estaciones. Los suelos son muy débiles; los depredadores y parásitos están constantemente atacándolos, la acción del sol y la lluvia, unidas a la ausencia de cambios de temperatura estacional, impiden que se pueda sembrar varias veces en el mismo terreno. Estos factores operaban en contra de los asentamientos permanentes, excepto para las tribus que eran lo suficientemente fuertes como para ocupar franjas de terreno en las riberas del río o la costa. No han dejado ninguna obra monumental porque sus únicos materiales de construcción eran la madera, las lianas y la hierba, pero cuyo deterioro era muy rápido debido a la acción de la putrefacción tropical y las termitas infestan Brasil. Por lo tanto la arqueología no ayuda mucho. Las conchas Sambaqui en la costa atlántica, algunos yacimientos de tierra negra en las orillas del río Amazonas y algunas cuevas habitadas son los únicos restos arqueológicos. Con tan pequeña ayuda de las fuentes nativas, el estudioso de la preconquista brasileña está obligado a recurrir a los escritos de los primeros europeos. Algunos escribieron con gran imaginación y registraron con honestidad lo que vieron, pero no estaban dotados para la observación. La mayoría eran misioneros; el resto soldados o aventureros. Los relatos son casi exclusivamente sobre los tupí, ya que los accidentes geográficos les había obligado a ocupar la costa Atlántica cuando

llegaron los europeos. Estos mostraron una gran curiosidad por los nativos americanos en las primeras décadas del siglo XVI, pero los indios brasileños dejaron de ocupar su atención intelectual cuando se descubrieron unas civilizaciones más emocionantes en México, Perú y Nueva Granada. Los europeos avanzaron hacia el interior y tomaron contacto con los ge, aruak, caribe y otros grupos lingüísticos, los indios brasileños dejaron de tener interés. La observación disminuyó en los siglos XVII y XVIII. Además, durante los siglos de conquista y gobierno colonial, las tribus del Brasil sufrieron una espantosa catástrofe demográfica. Murieron en cantidades incalculables por enfermedades importadas, y el modelo de asentamiento se interrumpió por completo tras la invasión procedente del este. Todas las tribus que los primeros cronistas descubrieron han desaparecido. Sin embargo, bastantes tribus han sobrevivido hasta el siglo XX sin establecer contacto alguno con el exterior, por lo que proporcionan un buen modelo del modo de vida de sus ancestros ya desaparecidos. Los indios son muy conservadores se supone que estas tribus, que no establecieron contacto, no hayan cambiado mucho durante los siglos intermedios. Algunas tribus con las que los antropólogos han tomado contacto, son las supervivientes de los pueblos que se habían retirado desde la frontera colonial; otras tuvieron la buena suerte de vivir en zonas de Brasil alejadas. La literatura del siglo XVI que trata sobre las tribus tupí costeras. Las contribuciones más importantes empiezan con la carta que Pero Vaz da Caminha dirigió al rey, el 1 de mayo de 1500, describiendo el primer desembarco en Brasil y el primer contacto con sus tribus. A ésta siguió la carta de Américo Vespucio a su mecenas de la familia Medici, la llamada Mundus Novus, y que tuvo como resultado que el nuevo continente se conociera como América. Otro italiano, Antonio Pigafetta, que

participó en el viaje de circunnavegación con Magallanes en 1520, se unió a la descripción de Vespucio sobre los brasileños. La fuente portuguesa de importancia fue Pero Lopes de Sousa, que fundó su primera colonia en Brasil en 1530-1532. Los jesuitas llegaron en 1549 y de estos intelectuales misioneros proporcionaron rápidamente información sobre los tupí. Los autores de otras naciones europeas describieron mucho más detalladamente la sociedad india, Hans Staden sobrevivió a los tupinambá, en 1552 y Ulrich Schmidel, que realizaba expediciones al Alto del Paraguay en 1530 y 1550, proporcionaron una idea excelente de la vida tribal. La palma se la llevaron los franceses. Su efímera colonia en Río de janeiro, 1556-1565, produjo dos cronistas excelentes, el calvinista jean de Lery y el franciscano y cosmógrafo, André Thevet. La primera impresión de los europeos sobre los indios de Brasil –en especial, los tupí de las costas este – fue la de unos grupos tribales simples e igualitarios que vivían en armonía interna, pero obsesionados con las disputas intertribales. Eran físicamente perfectos, porque sin que los exploradores lo supieran, mataban a cualquier niño anormal en el momento de su nacimiento. Su activo modo de vida, que cada miembro de la comunidad participaba en la caza, la pesca o la agricultura, los mantenía en buen estado. Vespucio difundió la falsa creencia que los indios vivían por encima del centenar debido al clima en un clima tropical o semitropical, no tenían necesidad de ropa alguna. Su desnudez más la exuberante vida vegetal y la abundancia de la caza, producía la impresión de que la gente vivía en el paraíso.