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Extraído de La Hora mas dulce (tikun jatzot) y publicado en http://www.tora.org.ar/la-plegaria-lamedianoche-tikun-jatzot

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Extraído de La Hora mas dulce (tikun jatzot) y publicado en http://www.tora.org.ar/la-plegaria-lamedianoche-tikun-jatzot/

La Plegaria de la Medianoche (Tikun Jatzot) “Me levantaré a medianoche para dar gracias a Ti por Tus juicios rectos”. Salmos 119:62 “Toda persona temerosa de Dios debe sentir tristeza y preocupación por la destrucción del Templo” – Esto hace referencia al Tikún Jatzot, la Plegaria de Medianoche. Shuljan Aruj, Oraj Jaim 1:2 y Mishná Brurá, ad loc. Dijo cierta vez el Rebe Najmán, “La principal devoción del judío es levantarse para Jatzot“. Sabiduría y Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov #301 “El Tikún Jatzot tiene el poder de la redención. Endulza los decretos severos”. Likutey Moharán I, 149 “Así como el Éxodo de Egipto comenzó en Jatzot, de la misma manera la Redención final comenzará en Jatzot. Llegará en mérito a aquellos que se levantan para Jatzot“. Rabí Natán de Breslov, Likutey Halajot, Hashkamat HaBoker 1:15

Una Tarea de Amor Ya es bien entrada la noche. La casa entera está durmiendo, incluyendo al niño. Todo está quieto. Comienza a escucharse un murmullo… el niño está despertando… En poco tiempo llora y grita pidiendo atención. Los gritos penetran rápidamente en el profundo sueño de los padres. Pocos son tan insensibles como para dejar a un niño llorar demasiado tiempo, aunque es muy difícil arrastrarse fuera de la calidez y el confort de la cama, en especial dado que, como un padre de esta época, parece como si nunca se pudiese dormir lo suficiente. ¿Acaso las madres se acostumbran a despertarse en cualquier momento? Aunque no sea así, ¿qué madre dejará a su hijo sufriendo? El atender las necesidades del niño es más que un deber, es una tarea de amor… Y así simplemente lo haces, incluso en medio de la noche, noche tras noche. La mayor parte de la gente prefiere el lujo de dormir toda la noche sin perturbaciones. Pero no es un lujo que se supone en realidad que debe ser parte regular de la vida de un judío temeroso de Dios en este mundo. Se le pide que quiebre su sueño en medio de la noche para hacerse cargo de un clamor diferente… Un amargo grito… Aunque es uno que pocos oyen, pues está opacado en un mundo que corre enloquecido: el clamor de la Shejiná, la Presencia inmanente de Dios, “exilada” en este mundo de confusión. Jatzot

La palabra ‫חצות‬, JaTzot, es un sustantivo proveniente de la raíz hebrea ‫חצה‬, JaTzáH, que significa “cortar en dos”. Jatzot halaila hace referencia al punto central de la noche, el momento que divide a la noche en dos. (Ver capítulo 5, “¿A qué hora es medianoche?”, sobre cómo calcular el momento de Jatzot). Podríamos muy bien preguntar si realmente existe un momento así. ¿Acaso se puede cortar el tiempo en partes? ¿Acaso el Jatzot es más que una simple construcción de la mente humana, una que imponemos sobre el incesante fluir del tiempo? Sí, dicen los Sabios: el momento de descanso tiene una realidad propia. Es verdad que la mente del hombre no puede aferrar el momento exacto que marca el final de la primera parte de la noche y el comienzo de la segunda. Pero Dios sabe: “Y fue medianoche y Dios golpeó a los primogénitos en la tierra de Egipto” (Éxodo 12:29). ¡Exactamente a medianoche! La nekudá -el “punto” invisible- de Jatzot marcó el momento de la redención para el pueblo judío. Y en verdad, a lo largo de la historia judía encontramos que Jatzot fue un momento de bendición, un momento de milagros para los Tzadikim -Abraham, Sara, Iaacov, Daniel y Mordejai- y uno que proclama la caída de los malvados – el faraón, Avimelej, Labán, Senaqueriv, Nevujadnetzar… Jatzot es un momento de gracia, el comienzo de la redención – cada noche. Jatzot marca el comienzo de un período único de dos horas de favor Divino, en las horas más profundas de cada noche (Likutey Moharán I, 149). En palabras del Talmud, este tiempo de favor es “una cosa” (Iebamot 72a). Éste existe. Es algo que de hecho puede sentirse, al menos para aquellos que están deseosos de adherirse a él. Jatzot tiene un poder único en sí mismo. Como tiempo de favor, Jatzot llama para algo más que simplemente dormir. Es una oportunidad única para la rectificación espiritual. Reparar es ‫( לתקן‬le-TaKeN). Una reparación es un ‫( תקון‬TiKúN). Tikún Jatzot. El servicio de Medianoche. El Santo Templo El rey David conocía lo valioso del Jatzot. Escribió en los Salmos (119:62): “Me levantaré a medianoche para dar gracias a Ti por Tus juicios rectos”. Relata el Talmud: “Un arpa colgaba sobre el lecho del rey David. A medianoche un viento del norte soplaba sobre ella y el arpa tocaba por sí misma. El rey David se levantaba y se dedicaba al estudio de la Torá y a la canción hasta el alba” (Berajot 3b). El reinado de David se basó en una sola cosa: la revelación del Reinado de Dios. Y así, toda la misión de David estuvo unida a Ierushalaim, la ciudad eterna, desde la cual la Torá, la palabra de Dios, debía salir para el mundo entero, difundiendo la paz y la armonía universal. Sería desde la Lishkat HaGazit, la Cámara Tallada al costado del Templo, desde donde saldría la Torá. Allí era donde sesionaba el Sanedrín, el Consejo de los Ancianos. Todo el propósito de sus enseñanzas fue guiar a la humanidad hacia el servicio único a Dios y a dirigir sus ojos a la Casa del Rey, la “Casa de Plegaria para todas las naciones” (Isaías 56:7). Las plegarias de medianoche del rey David y su estudio de Torá eran una expresión de la esencia misma de lo que representaba Ierushalaim: un faro de luz espiritual brillando en un mundo de ignorancia. El punto más alto de la vida del rey David fue el tomar a Ierushalaim de manos de los idólatras y preparar la construcción del Templo de Dios. Éste fue erigido por su hijo, el rey Salomón. El

Templo fue construido, luego destruido, vuelto a construir y destruido nuevamente. Dos mil años más tarde, el pueblo judío vuelve a estar viviendo en la Tierra de Israel y miles y miles de judíos de todas clases están volviendo a descubrir sus raíces religiosas. Pero el Templo continúa en ruinas. El Templo es la fuente de todas las verdaderas bendiciones, espirituales y físicas, tanto para el pueblo judío como para el mundo en su totalidad. ¡En verdad, los Sabios nos dicen que el Santo Templo era mucho más valioso para las naciones del mundo que para los judíos! “Si hubieran sabido lo valioso que era para ellos, lo habrían rodeado de fortificaciones para protegerlo” (Bamidbar Rabah 1:3). El pueblo judío necesita el Templo. El mundo entero necesita el Templo. ¿Dónde está? Anhelando la Redención Durante los largos años del exilio, el pueblo judío siempre anheló la construcción del tercer Templo, que se erigiría por la eternidad. Prácticamente cada grupo de plegarias que recitamos día tras día da expresión a este anhelo de redención y restauración. Más que esto, cada generación ha tenido sus judíos temerosos de Dios, algunos de ellos eruditos, otros gente común y simple, que sintieron la necesidad de agregar algo más, por sobre las plegarias cotidianas. “¡Levántate! Clama en la noche… Derrama tu corazón como agua delante de Dios…” (Lamentaciones 2:19). Los tres servicios de plegaria obligatorios, Shajarit, Minjá y Maariv, fueron instituidos por los tres patriarcas, Abraham, Itzjak y Iaacov (Berajot 26b). La idea de la plegaria en mitad de la noche fue introducida por el rey David. Debido a la asociación entre el rey David, Ierushalaim y el Santo Templo, la plegaria de medianoche fue un momento oportuno para lamentar la destrucción y el anhelo de redención. La destrucción del Templo trajo al mundo una densa oscuridad espiritual, mientras que la idea de una plegaria especial durante la noche es traer luz a la oscuridad. Los judíos temerosos de Dios se levantan entonces cada noche en Jatzot, el momento de favor, para lamentar y afligirse por la destrucción del Templo y rogar a Dios por Su redención. Tikún Jatzot. Hubo casos incluso en que comunidades enteras se reunían cada noche en las sinagogas para recitar el Tikún Jatzot en conjunto y luego orar o estudiar, cada uno de acuerdo a su capacidad, hasta la llegada de la luz del día. Dado el sufrimiento del pueblo judío a través de las épocas, habría parecido adecuado que el Tikún Jatzot fuese algo obligatorio para todos, al igual que los tres servicios diarios. Pero el levantarse de manera regular para Jatzot no es algo de lo cual todos sean capaces y los Sabios nunca establecen decretos que es claro que la mayoría del pueblo judío no podrá cumplir (Bava Kama 79b, Iad, Mamrim 2:5). Incluso así, el Tikún Jatzot es tan importante que todo el Shuljan Aruj, el Código de la Ley Judía, comienza de hecho con esto: “El judío debe ser como un león para servir al Creador. ¡Debe ser uno que despierta el alba!… Aquellos que se levantan para rogar al Creador deben intentar hacerlo en el momento del cambio

de las guardias… Es adecuado que cada persona temerosa de Dios sienta tristeza y preocupación por la destrucción del Templo” (Oraj Jaim 1:1-3). Esto hace referencia al Tikún Jatzot, la Plegaria de Medianoche (Mishne Brurá, ad loc.). El Tikún Jatzot no es una obligación absoluta. En ningún lugar del Código de la Ley Judía se establece que sea una obligación para cada judío. Ello se debe a que el Tikún Jatzot no es tanto un deber como una tarea de amor – una tarea para aquellos que realmente anhelan conocer a Dios y sienten el dolor y la angustia por Su ocultamiento y la mancha a Su gloria mientras el Santo Templo permanezca en ruinas. Como tarea de amor, es una que ha sido especialmente favorecida por los buscadores espirituales a lo largo de las épocas, en especial por los místicos. Prácticamente cada porción del Zohar incluye un pasaje que trata del gran valor de Jatzot y de lo exaltado de la plegaria y del estudio en esas horas de la noche, no sólo para los eruditos y los místicos sino para los judíos en general. Los escritos kabalísticos del rabí Itzjak Luria, el Ari (1534-72) explican en gran profundidad el significado místico del servicio de medianoche como una preparación vital para el servicio del día. La importancia de Jatzot está enfatizada en muchas de las principales obras de musar y de jasidut. En el siglo XVI, se compiló un servicio de Jatzot que consistió de salmos y de otros pasajes bíblicos. Más tarde se le agregaron varios lamentos compuestos especialmente. El término Tikún Jatzot hace referencia a este servicio. Se divide en dos partes. La primera, conocida como Tikún Rajel, se centra en la destrucción del Templo y en las catástrofes que le han acaecido al pueblo judío en el exilio. La segunda parte del servicio, el Tikún Lea, consiste de salmos de alabanza y de anhelo de Dios. Debido al carácter triste del Tikún Rajel, éste sólo es recitado en días en que se dice el Tajanun. El Tikún Lea, por otro lado, puede ser recitado no sólo cuando se dice el Tajanun sino incluso en Shabat y en Iom Tov, en Rosh Jodesh y en otros días festivos. El hecho mismo de que el Tikún Jatzot no sea obligatorio significa que hay un amplio margen para que cada individuo organice sus devociones de Jatzot de la manera que mejor les convenga a sus propias necesidades y a su forma de vida. Algunos permanecen despiertos hasta el momento de Jatzot, recitan el servicio y luego se van a dormir. Otros se mantienen despiertos después de Jatzot para orar, meditar o estudiar, cada uno de acuerdo a su capacidad. Alguna gente duerme durante la primera parte de la noche y luego se despierta para Jatzot, continúa estudiando y orando hasta la luz del día, tomándose una pequeña siesta, de ser necesaria, después de las plegarias de la mañana. El factor común en todas estas maneras es el anhelo de un mundo mejor y la voluntad de trabajar con el objetivo de corregir en nosotros lo que necesitemos corregir para ayudar a que ese mundo se manifieste. ¿Es el Tikún Jatzot para nosotros? Hubo una época en que el Tikún Jatzot solía estar impreso al principio de la mayoría de los libros de plegarias, antes del Servicio de la Mañana. Sin embargo, la mayor parte de los libros de plegarias contemporáneos lo omiten. Muchos judíos nunca han oído siquiera de él. Incluso

aquellos que se han encontrado con la idea tienden a pensar que el Tikún Jatzot es una práctica reservada para los devotos, quienes presumiblemente poseen una capacidad sobrehumana para sobrevivir durmiendo muy poco. En la mayor parte del pueblo judío el Tikún Jatzot ha sido borrado completamente de la conciencia de la gente y con ello todo sentimiento de que debemos de manera regular focalizar nuestras mentes y corazones en tratar de sentir la angustia por la pérdida del Templo y nuestro anhelo de redención. ¿Cuánto nos preocupa? ¿Acaso es el Tikún Jatzot sólo para una minoría de eruditos, místicos y judíos especialmente piadosos y santos? ¿Es algo en lo cual todos nosotros podemos tener parte? El Rebe Najmán ciertamente pensaba esto último. Llegó al punto de afirmar que el Tikún Jatzot es “la principal devoción de un judío” (Sabiduría y Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov #301). Y como indica el JIDA (Rabí Jaim Iosef David Azulai, 1724-1806): “La mitzvá de despertarse para Jatzot se aplica a todos; no sólo a los estudiosos de la Torá sino también a la gente común. Es por lo cual está dicho (Salmos 134:1): ‘Bendigan a Dios, todos los siervos de Dios que se encuentran en la casa de Dios por las noches’” (Iosef Tehilot). Incluso hoy en día hay gente en todas las comunidades, ashkenazíes y sefardíes por igual, que se levanta regularmente para Jatzot – no sólo eruditos avanzados y “santos”, sino gente común proveniente de muchos ámbitos de la vida, gente que se preocupa. Algunos lo recitan cada noche, otros una vez a la semana, una vez al mes o cuando pueden. Ciertamente, levantarse para Jatzot puede ser una disciplina difícil al comienzo. Pero aquellos que persisten en ella quedan cautivados por la exquisita gracia y belleza de “la hora más dulce”. El resto del mundo está durmiendo; todo está quieto. No hay perturbaciones, no hay llamadas telefónicas ni citas. No existe un momento más propicio para un pensar claro y profundo y para la contemplación, la plegaria íntima, el estudio satisfactorio y el constante crecimiento espiritual. El corazón está abierto, los pensamientos y sentimientos fluyen. Es como si las mismas puertas del Cielo estuvieran abiertas de par en par. Un judío piadoso que practicó el Tikún Jatzot durante más de setenta años, primero en su Ucrania natal y luego en Ierushalaim, dijo cierta vez: “Jatzot es un tiempo tal de favor, que simplemente no entiendo cómo la gente puede pasársela durmiendo” (Rabí Leví Itzjak Bender, 1897-1989). ¡Pero lo hace! ¡Para la mayor parte del mundo de hoy en día sería ir totalmente en contra de la corriente el hecho de establecer sesiones regulares de plegaria, de estudio y de meditación en medio de la noche!