12 - Justicia - Tolstoi

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J. LA JUSTICIA I. QUÉ CUENTAN LAS FÁBULAS

LA JUSTICIA EN LOS CUENTOS (EL VIEJO Y EL MENDIGO) Ser justo, administrar justicia, buscar el equilibrio y ponderar pensamientos y actos; todas estas “justas” facultades son las que las fábulas tienen el compromiso de perseguir y enseñar a los que se encuentran en el periodo de preparación. Así, los jóvenes, que para ellos van destinadas la gran parte de las fábulas, serán nuestro centro de estudio. Nótese que además pudieran ser capítulo de estudio ya que éste por el orden en que aparece, también, comienza por la letra que cronológicamente corresponde. Ramón de Campoamor, escribe esta fábula sobre la justicia con el título El viejo y el mendigo. Rodeado el tío Blas de gente dijo: - Vaya un cuento ahora. Y ya iban tres cuartos de hora cuando él iba en los siguiente: - Aunque pobre, el juez prudente le hizo justicia al momento. Y un pobre, que oía atento, dijo al tío Blas con malicia: - ¿Pobre, y se le hizo justicia? Dice usted bien: eso es cuento. Esopo, en su fábula núm. 243 El ratón y la rana expone el asunto de la justicia en la que siempre hay un ser superior que la impone y la administra de forma ecuánime.

Un ratón de tierra hízose amigo para desgracia suya de una rana. Esta, obedeciendo a sus malvadas intenciones, ató la pata del ratón a su propia pata. Marcharon primero por tierra para comer el trigo, y luego se acercaron a la orilla del pantano. Entonces la rana, dando un salto arrastró hasta el fondo al ratón, mientras retozaba en el agua lanzando sus conocidos gritos. El desdichado ratón, hinchado de agua, se ahogó, quedando a flote atado a la pata de la rana. Lo vio un milano que pasaba volando y lo apresó con sus garras, arrastrando también a la rana encadenada, que sirvió asimismo de comida al milano. Hasta después de muertos cabe la venganza, porque al ojo de la justicia divina nada escapa y lleva en su balanza el castigo da cada falta.

II. TIPO DE FÁBULA

La anterior fábula pertenece al grupo de la denominadas Tipo B 2, son las llamadas fábulas con personajes humanos. Fábula de carácter literario construida por una décima, lo que la hace ser breve y concisa en su expresión. Según la forma de tratar los objetivos considerémosla como moral. En otro orden de cosas este tipo de fábulas puede encuadrarse en las que la moraleja no sólo hay que deducir la enseñanza sino que está presente dentro del texto, por lo tanto, no hay una moraleja expresa ni al principio ni al final de fábula. La justicia, en este caso, tiene su presencia tanto en su aspecto de significado como de significante. El tema de la justicia dentro de las fábulas hay que entenderlo con sumo cuidado porque se adapta a cada necesidad. Quiere esto decir, que la administración de la justicia la hace a veces el más fuerte siendo protagonista integrante de la fábula con lo que su administración está sujeta al imperio de la fuerza. Simplemente recordar la titulada La becerra, la cabra, la oveja asociadas al león, de La Fontaine, libro primero, núm. 6; aquí se puede percibir cómo el león una vez repartido el botín en cuatro partes iguales se adueña de todas ellas y si alguno de sus socios protesta le enseña sus garras. Hay que destacar que este tipo de justicia es frecuente en el uso de las fábulas.

Otra forma de ejecutar la sentencia hay que observarla en la fábula de La Fontaine, libro segundo, núm. 3; El lobo litigante contra la zorra con el mono por juez; el valor simbólico de los litigantes en muchas fábulas se asemeja a la maldad, al fraude, al engaño, etc., casi siempre a facultades deshonrosas y por este motivo el juez, no sin cierto temor, condenó a ambos por las demandas que no fueron robadas y por los robos que no fueron demandados. La segunda fábula pertenece al Tipo 3 C, los animales son sus protagonistas y en ellos recae toda la acción. Los animales participantes, el milano, ave rapaz y voladora superior a los otros dos contendientes, animales mucho más pequeños y por ello con menos fuerza física. Su forma externa corresponde a la más extendida dentro del fabulario; la exposición primero y al final la moraleja o la enseñanza.

III. MOTIVO, TEMAS Y PERSONAJES

Considerando el punto anterior observamos que hay una gran variedad de personajes en estas fábulas. Las personas ejercen ese esa función de jueces y ejecutores, no en el caso de la fábula de la rana, el ratón y el milano en donde la ejecución no se encuentra en el desarrollo de la fábula, ésta es exterior a ella y accidentalmente se culmina la acción; pero con la visión del todopoderoso que imparte justicia por igual para todos. El estudio de los temas que representa cada fábula tienen fuentes muy diversas. Esopo trata el tema en los apólogos El labrador y el árbol, núm. 84; El león Rey, núm. 194; El lobo y el cordero, núm. 220; El lobo y la grulla, núm. 223; El lobo y el asno, núm. 227. Las citas son de Esopo pero estos temas no acaban con este autor podíamos continuar recordando fábulas de Fedro, Brabio, La Fontaine, Iriarte, Samaniego, Lessing, Gay y muchos más autores. El motivo es constante en todas las fábulas y no es otro que la administración de la Justicia. Por el interés que pueda tener León Tolstoi, escribe la fábula El Juez hábil. De carácter popular clara y contundente en las resoluciones y atípica como es la administración de la justicia en estos textos. El Emir de Argel, Bauakas, quiso cerciorarse de que no se exageraba al afirmar que en un lugar de la provincia había un juez extraordinariamente hábil y justo, que descubría siempre la verdad hasta el punto que nadie había logrado engañarle nuca. Bauakas se disfrazó de comerciante y se presentó en el lugar donde habitaba el juez. A la entrada del pueblo se encontró con un mendigo que le pidió limosna. Bauakas le dio unas monedas, e iba a proseguir su camino cuando el mendigo le cogió por una parte de su traje. -¿Qué quieres? –le preguntó el Emir-. ¿No te he dado ya limosna?

-Me has dado limosna –respondió el mendigo-. Pero quiero que me hagas el favor de llevarme sobre tu caballo hasta la plaza, porque los demás caballos podrían pisotearme si tratase de llegar hasta allí por mí mismo. Bauakas subió a la grupa al mendigo y le condujo hasta la plaza. Allí detuvo el caballo, pero el mendigo no bajaba. -¿Por qué no te mueves¿ -le dijo el Emir-. Baja hemos llegado. -¿Por qué he de bajar? –le replicó el mendigo-. Esta caballo es mío. Si por las buenas no me lo dejas, el juez decidirá. Muchas personas los rodeaban, escuchando la discusión. -Id a casa del juez –les gritaron-. El os pondrá de acuerdo. Bauakas y el mendigo fueron en casa del juez. Había mucha gente en la sala; el juez llamaba por turno a los que ante él debían comparecer. Antes de que al Emir le llegara el turno, el juez llamó ante sí a un sabio y a un mujik. Disputaban por una mujer. El mujik afirmaba que era la suya; el sabio sostenía lo contrario y la reclamaba porque decía que le pertenecía. El juez, después de oírles, guardó un momento de silencio. Después dijo: -Dejad la mujer en mi casa y volved mañana. Cuando aquéllos partieron, entraron un carnicero y un vendedor de aceite. El carnicero estaba cubierto de manchas de sangre y el aceitero lleno de manchas de aceite. El carnicero llevaba dinero en la mano y el aceitero estrechaba la mano del carnicero. Éste decía: -He comprado aceite a este hombre y sacaba mi bolsa para pagarle cuando me asió la mano para robarme el dinero; y ante ti hemos venido, yo con la bolsa y él sujetando mi mano. ¡El dinero me pertenece y él es un ladrón!

-No es cierto! –replicó el aceitero-. El carnicero quiso comprarme aceite y me rogó que le cambiase una moneda de oro; tomé el dinero y lo puse sobre el mostrador. Él se apoderó entonces de la bolsa y quiso huir, pero yo le cogí de la mano y aquí estamos. Después de una pausa respondió el juez: -Dejad el dinero en mi casa y volved mañana. Cuando llegó la vez a Bauakas y al mendigo, el Emir refirió cómo había ocurrido el hecho. Le oyó el juez y cuando terminó pidió al mendigo que le diera su versión. -Nada de lo que ha dicho es cierto –replicó éste-. Yo atravesaba el lugar montado en mi caballo, cuando él me pidió que le llevase a la plaza de la ciudad. Le hice subir sobre la grupa del animal y le conduje a donde quería ir, pero una vez llegados no quiso bajar, diciendo que el caballo era suyo, lo cual no es cierto. Después de una pausa , dijo el juez: -Dejad el caballo en mi casa y venid aquí mañana. Al día siguiente, una gran multitud se reunió para conocer las decisiones del juez. Llegaron el sabio y el mujik. -Llévate la mujer –dijo el juez al sabio-, y que den cincuenta azotes al mujik. El juez llamó al carnicero. -Tuya es la bolsa –le dijo. Y designando al vendedor de aceite: -Que le den cincuenta azote –añadió. Llegó la vez a Bauakas y al mendigo. -Reconocerías a tu caballo entre otros veinte? –preguntó el juez al Emir. -Lo reconocería. -Y tú? -También –dijo el mendigo. -Sígueme –dijo el juez a Bauakas. Fueron al establo; el Emir designó a su caballo entre otros veinte.

El juez llamó en seguida al mendigo y le ordenó que dijese cuál era su animal. El mendigo reconoció al caballo y le mostró. Volvieron todos a la sala y el juez dijo a Bauakas: -Tuyo es el caballo. Ve por él. E hizo dar cincuenta azotes al mendigo. Después de esto el juez se volvió a su casa. Bauakas le siguió. -¿Qué quieres? –le preguntó el juez-. ¿Te desagrada mi sentencia? -Estoy muy satisfecho de ella –dijo el emir-. Sólo que quisiera saber cómo te has enterado que la mujer era del sabio y no del mujik; de que la bolsa era del carnicero y no del mercader; de que el caballo me pertenecía. -He aquí cómo supe que la mujer era del sabio: por la mañana la llamé y le dije: “Echa tinta en el tintero.” Ella lo cogió, lo limpió apresuradamente y lo llenó de tinta. Esto quiere decir que estaba acostumbrada a hacerlo. Si hubiera sido la mujer del mujik no hubiese sabido como arreglárselas. De ahí deduje que el sabio tenía razón. En cuanto al dinero, he aquí cómo supe la verdad: anoche puse la bolsa en un cubo de agua, y por la mañana fui a ver si en el agua flotaba aceite. Si el dinero hubiera sido del aceitero, el roce de sus manos aceitosas hubiera manchado la bolsa y algo de aceite hubiera quedado: como el agua estaba clara, el dinero pertenecía al carnicero. Respecto al caballo, era más difícil de resolver. El mendigo lo reconoció tan pronto como tú. Mas yo no os había sometido a la misma prueba. Os hice ir al establo par ver quien de los reconocía el caballo.

Cuando tú te acercaste volvió la cabeza hacia ti,

mientras que cuando se acercó el mendigo sólo movió la oreja y levantó la pata. He aquí cómo comprendí que tú eras el dueño del caballo. Bauakas le dijo entonces: -Yo no soy mercader, soy el emir Bauakas y he venido solamente para saber si lo que de ti se hablaba era cierto. Ahora veo que eres un sabio y un hábil juez. Pídeme lo que quieras y te lo concederé. -Ninguna recompensa necesito –respondió el juez-. Me basta con oír tus alabanzas. ( TOLSTOI )

IV. ANÁLISIS SIMBÓLICO

La balanza es el símbolo de la justicia, su forma más común de representarla se compone de dos platillos distribuidos de manera simétrica simbolizando la equivalencia entre el premio y el castigo. Profundizando en la estructura de los cuentos de animales y de la fábulas, observamos que ese sentido de binomio (bien y mal, premio y castigo, etc.) y por encima de todo la justicia suprema, representada por la espada que junto a la balanza forman los símbolos de la justicia. En las fábulas con temas de justicia podemos asegurar que importa más el plano del contenido (objetivo de la fábula) que el de la expresión (hay muchas formas de presentarlas), aunque sin éste no tendrían su verdadero y completo valor.

V. LITERATURA COMPARADA. CON QUÉ OTROS TEXTOS PUEDE RELACIONARSE.

LA JUSTICIA Y EL CASTIGO La justicia en los cuentos va acompañada de un castigo ejemplar para los infractores de las normas. La codicia, la ambición, la avaricia suelen ser los aspectos que más proliferan en esa temática. Opuestamente a esos defectos o facultades de signo negativo existen en todos los cuentos o apólogos las virtudes que han de señalarse para mantener el objetivo principal que no es otro que la enseñanza explícita en cualquiera de las fábulas. ¿Cómo se reparte esa justicia sería un elemento más de estudio para descubrir al infractor y premiar al héroe? En ocasiones es la misma naturaleza la dicta qué premio o castigo han de recibir los protagonistas. Cuando

los

protagonistas

son

juzgados

entre

sí,

corresponde

administrar esa justicia al de mayor rango; y a veces, no existe un sentencia en firme, sino que se le alerta a los protagonistas de los peligros futuros por la forma de actuar los protagonistas de las fábulas en donde sí ha existido ese premio y castigo. Vladimir Propp en su libro Morfología del cuento describe las funciones que se desarrollan en los cuentos y por el interés que nos ocupa, las dos últimas, esto es, las funciones XXX, “el falso héroe o el agresor es castigado”. La forma del castigo puede ser muy variada: se le pega un tiro, se le caza, se le ata a la cola de un caballo, se suicida. La función número XXXI, “el héroe se casa y asciende al trono”; lógicamente si la mujer con la que se casa no es reina o princesa nunca, el héroe, llegará a gobernar.

Si el cuento es interrumpido por un nuevo traslado, la primera secuencia termina con el compromiso o con una promesa de matrimonio; en ocasiones, el héroe recibe una recompensa en dinero o una compensación de otro tipo y si el héroe pierde a su mujer; al final de la búsqueda el matrimonio se ha renovado. LOS ANIMALES AGRADECIDOS En el apartado de cuentos que trata de los animales agradecidos, hay una evidente y eficaz ayuda que regalan al protagonista y héroe de la trama. Generalmente este animal entrega un objeto o regala una expresión con la que pedir la ayuda necesaria en cualquier adversidad que se intuye en el proceso del cuento. Con el poder que le otorga este objeto o esta frase mágica el héroe reparte justicia aunque él es el más y mejor beneficiado. Es importante anotar que estos cuentos de animales agradecidos, ellos no son los verdaderos artífices del desarrollo del cuento; esto es, están al servicio de los jóvenes, princesas, tontos, mozos, etc.; en definitiva, los eres humanos

son

los

verdaderos

protagonistas

y

los

animales

meros

intervinientes que actúan como invitados. En el otro apartado en los que los animales son los verdaderos ejecutores del proceso de todo el cuento, estos, adquieren la personalidad humana y como tal la desarrollan; por consiguiente, la actuación depende de animal que ejerza la función de héroe y será él quien imitando la ley natural actúe en consecuencia. LA JUSTICIA EN EL QUIJOTE Por el carácter educativo que puede tener el libro de Cervantes, nos vamos a referir a los capítulos en los que Sancho Panza es Gobernador de la ínsula.

Empecemos, pues, con los consejos que Don Quijote da a Sancho, ...”has de temer a dios, porque en el temerlo está la sabiduría”... “Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo”. A continuación en el mismo capítulo XLII de la segunda parte, instruye a Sancho en el comportamiento de los encausados en los juicios con una sorprendente galería de personajes. Los segundos consejos de carácter personal, ...”lo primero que te encargo es que seas limpio, y que te corte las uñas, sin dejarlas crecer... no andes desceñido y flojo; que el vestido descompuesto da indicios de ánimo desmazalado,... no coma ajos y cebolla, porque no saquen por tu olor tu villanería. Anda despacio; habla con reposo... Como poco y cena más poco”... Continúa aconsejando acerca de la bebida, la forma de comer, y habla de erutar, regoldar, de la compostura en el caballo, las horas de sueño; le habla del uso de los refranes. No disputes de linajes. Se podían seguir apuntando características de Sancho, pero nos hemos detenido en estas facultades de Gobernador son porque pueden llamar la atención de mejor forma a los más jóvenes que en definitiva son sus destinatarios. LAS FORMAS DE JUSTICIA EN EL QUIJOTE En el primer pleito que ha de presidir entre el labrador y el sastre que le confecciona cinco caperuzas. “Paréceme que en este pleito no ha de haber largas dilaciones, sino juzgar luego a juicio de buen varón; y así, yo doy por sentencia que el sastre pierda las hechuras y el que labrador el paño, y la caperuzas se lleven a los presos de la cárcel, y no hay más”. Con el mismo conocimiento, la misma categoría y de similares matices, Sancho imparte justicia a los dos ancianos que uno traía una cañaheja de báculo y el otro no en la disputa de diez escudos de oro.

Como descubre Sancho a la mujer que falsamente denuncia a ganadero de abusos sexuales (se ha aprovechado de mí como si fuera trapo mal lavado). La solución siguiente la da para el labrador de Miguelturra que va a casar a su hijo con una doncella hija de un riquísimo labrador cuando le solicita una carta de favor para mi consuegro (cap. XLVII, segunda parte). Comentar más casos sería

redundar en los argumentos, pensando que los ejemplos

expuestos son suficientes. CUENTOS DE ANIMALES EN EL CATÁLOGO DE AARNE – THOMPSON

35C* El zorro y el erizo: - No hay otra justicia que la del estómago [U31.1]. 53 Renardo el zorro en la corte. Mandan al zorro que aparezca ante la corte de justicia, pero no viene y se ríe de los mensajeros. Cuando por fin lo atrapan y están a punto de ahorcarlo, escapa de nuevo. 207C Los animales tocan la campana y piden justicia. Un rey tiene una campana que pueden tocar los que piden justicia y así llamarlo. La campana es tocada por una serpiente a quien amenaza una tortuga (o por un caballo viejo que quiere quejarse de su trato cruel) [B271.31. En el Catálogo Tipológico del Cuento Folclórico Español de Julio Camerena y Maxime Chevalier, en muchos cuentos, la justicia se asocia al castigo. Así se puede observar en los cuentos del Tipo 9, El socio injusto; el tipo 9 B, El acuerdo engañoso de reparto de la cosecha; el tipo 56B, El perro ayuda a la pajarita a vengarse de la zorra; el cuento del tipo 293E*, Los granos hablan entre sí.

VI. AMPLIAR LA INFORMACIÓN

BIBLIOGRAFÍA 1. Antología de fábulas. Edición, Ignacio Candel. Ed. Aldebarán 2. Diccionario de símbolos. Juan E. Cirlot. Ed. Lábor. 3. El Quijote. Miguel de Cervantes. 4. Fábulas completas. Juan B. Bergua. Ed. Clásicos Bergua. 5. Fábulas. Leon Tolstoi. Ed. Moby Dick.

INTERNET Y OTRAS ARTES Véanse

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