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NIETZSCHE Detective de bajos fondos

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NIETZSCHE Detective de bajos fondos

UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA BIBLIOTECA FRANCISXO XAVIER CLAVIGERO

Manzano, Jorge Nietzsche, detective de bajos fondos 1. Nietzsche, Friedrich Wilhelm, 1844-1900 Opiniones sobre el cristianismo 2. Filosofía y Religión I Beuchot, Mauricio, IIt. B 3318 C35 M 39.2004 Diseño de portada: Jorge Cervantes Berumen 1ª edición, 2002 1ª reimpresión, 2004 DR " Universidad Iberoamericana, A.C. Prol. Paseo de la Reforma 880 Col. Lomas de Santa Fe 01210 México, D.F. ISBN

968-859-462-8

Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico

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Índice

Prólogo de Mauricio Beuchot...........................................................7 Presentación...................................................................................11 Abreviaturas...................................................................................12 Diónysos, manía y sufrimiento de la destrucción...........................13 Impertinente e indiscreto................................................................33 Muerte de Dios y Ultrahombre........................................................61 Mociones y discernimiento.............................................................73 Decadencia y nihilismo...................................................................83 Eterno retorno.................................................................................99 Voluntad de poder y los grandes temas de Nietzsche.................129 A qué nos incita Nietzsche...........................................................147 Conclusión: hacia dónde..............................................................157 Entrevista de Miguel Fernández a Jorge Manzano..........................................................................163

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PRÓLOGO Jorge Manzano nos ofrece, en este libro, un difícil pero apasionante trabajo. Difícil, porque se trata de conectar a Nietzsche con la religión; en concreto, la cristiana-católica. Apasionante, porque no lo hace de manera simplista, presentándolo decididamente en contra o a favor de ella, sino tratando de buscar y desentrañar los aspectos sutiles que se dan en esa importante pero delicada relación. En este sentido, el trabajo de Manzano es un trabajo de hermenéutica, disciplina interpretativa en la que Nietzsche ha sido uno de los hitos más destacados. Manzano trata de ver a Nietzsche como alguien que critica al cristianismo no tanto con el afán destructivo de cancelarlo, sino que, aun cuando sus críticas son extraordinariamente severas, incita y mueve a transformarlo y mejorarlo. Me siento cercano a esta interpretación de Manzano, ya que he creído ver algo semejante en la relación de Nietzsche con la metafísica u ontología. Es posible ver a Nietzsche no sólo tratando de cancelar la metafísica, sino moviendo a replantearla, renovarla y depurarla. Limpiarla o purificarla de todas aquellas pretensiones rigidizantes, prepotentes, a la vez que incumplibles, con que la dotó la modernidad, pues gran parte de los filósofos modernos, que presentaban una ontología junto con su gnoseología, dieron muestras de inmoderación, y a veces hasta de ingenuidad, por los alcances tan fuertes o desproporcionados que asignaron a su saber sobre el ente. Algo que me parece valioso en el trabajo de Manzano es la atención que concede a esos prototipos que aparecen en la obra temprana de Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, que son Apolo y Diónysos, y que marcarán toda su obra. En el juego y rejuego –o la dialéctica– de lo dionisíaco y lo apolíneo, cifra Nietzsche el núcleo de su pensamiento. Inclusive otros conceptos que le son típicos, como el eterno retorno, la fiesta, etcétera, cobran sentido en el marco de esas dos fuerzas antagónicas, y que, sin embargo, anhelan unirse, concordarse, equilibrarse, armonizarse o proporcionarse.

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Llama la atención que Manzano ponga a Nietzsche el epíteto de “detective de bajos fondos”. Creo que una interpretación de ello es que Nietzsche estuvo siempre a la caza de las pulsiones más profundas del hombre, que éste ocultaba o disfrazaba. Así pudo desconfiar del aspecto agradable que se desea mostrar, y desenmascaraba su verdadero rostro; de hecho, uno de sus principales conceptos es el de la máscara y el desenmascaramiento. Inclusive allí, en seguimiento de Heidegger, Vattimo ha querido ver una presencia de la metafísica u ontología, ya que todo desenmascaramiento, o toda máscara, supone que hay un rostro primigenio, fundamento y realidad que es ocultado o velado por el otro, y que espera su des-velamiento o aletheia. Nietzsche nos es presentado por Manzano como alguien que aprecia la virtud en su justa medida, en su equilibrio, pero ataca la hipocresía y la virtud fingida; valora la austeridad cuando es para bien de la vida. Eso nos hace recordar que algunos santos han dicho que primero es la mística y luego la ascética, o, si se prefiere, que no hay sacrificio si no va precedido de experiencia profunda de lo sagrado. Algo parecido sucede con la verdad; no está exenta de manipulación. Pero la verdad auténtica es la que es producto de una búsqueda limpia, no de la imposición, los intereses inconfesables y el poder. En este sentido, Nietzsche ataca la verdad “falsa”, no la verdad “verdadera”. Como nos lo indica Manzano, la primera es la manipulada, la segunda es la libre. En los sacerdotes, Nietzsche critica la mala intención; en los dignatarios, la perversión del bien común para sus provechos particulares. Igualmente, a pesar de que a Nietzsche se lo ha querido presentar como un predicador del desenfreno, Manzano lo muestra como alguien que concede un alto valor al ascetismo, pero sin negar la sensualidad. Ciertamente privilegia el placer, pero hay que entender eso como oposición a toda mala negación que de él han hecho la sociedad y la iglesia. Hay una voluptuosidad buena y una mala, una voluntad de dominio buena y otra mala, así como un amor propio bueno y otro malo. Esto ya lo había señalado Santo Tomás: las pasiones de suyo son neutras, ni buenas ni malas, se hacen buenas o malas por la realización. La clave está en la proporción interna y la dirección hacia un fin aceptable.

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En la lectura de Manzano, tampoco Nietzsche es un ateo radical o fundamentalista. Cuando grita la muerte de Dios, es la del Dios monstruoso que nos hemos fabricado. En todo caso, un ídolo. Ha muerto el Dios que odia la vida, el “moralista” y pesimista. Queda abierta la posibilidad de un Dios que ama la vida, el optimismo y la realización del hombre. En ese sentido, el ultrahombre es ese ser dionisíaco que busca al verdadero Dios. Manzano lo equipara al hombre nuevo que proclama el Nuevo Testamento. El modelo sería Jesús, verdadero hombre nuevo, ultrahombre. Haciendo un interesante sincretismo con la espiritualidad ignaciana, Manzano dice que la ironía de Nietzsche pide discernimiento, y promueve el gozo dionisíaco en las mociones. Pero no se trata de mociones nítidas, sino ambiguas. Es atento a las voces de lo alto. De este modo, Nietzsche sí acepta, y hasta admira, a los sacerdotes que las escuchan y las siguen. Me parece que el punto clave de la doctrina nietzscheana –y Manzano lo ha captado– es la unión de Apolo y Diónysos, la cual es un equilibrio complejo, difícil y proporcional, de los contrarios, lo que yo vería como la analogía. El perder ese equilibrio y caerse lleva el adecuado nombre de decadencia. Por eso es importante luchar para recuperar el equilibrio analógico, que es trágico, más trágico que lanzarse al vacío y caer; es el salir del nihilismo pasivo para pasar a uno activo, en el que sólo se combate aquello que va en contra de la vida. No sólo respeta la vida, la promueve. Lo más difícil de interpretar es el eterno retorno. Manzano no lo entiende tanto como cósmico, sino como anímico: es el eterno retorno dionisíaco. Me recuerda a los estoicos, con su eterno retorno en medio de las conflagraciones cósmicas, que era más bien una aceptación del destino inexorable, de la fatalidad, pero para construír una vida moral y estética (lo que después recogerá Foucault). Buscaban ir poco a poco avanzando en el placer, y lo hacían por medio del ascetismo y el equilibrio (que caracterizó al estoicismo). Aquí todo sucede en el interior del hombre. Es ciclo e instante, fusión de contrarios. Nietzsche, que conocía tan bien la antigüedad griega, dice que con su idea del eterno retorno está aportando algo nuevo. No podía ignorar lo antigua que era. Por eso hay que buscar la novedad que él le imprime. Y esta novedad se da, según Manzano, por lo dionisíaco, por una metáfora.

La voluntad de poder es la vida. Como las pasiones, para el Aquinate, ésta no es mala ni buena de suyo; está más allá del bien y del mal. La voluntad de poder se hace mala o buena según su aplicación, en su ejercicio. Es mala cuando disfraza un designio degradado de posesividad; es buena cuando se muestra generosa, oblativa. Por eso, según Manzano, Nietzsche nos incita a ser espíritus libres, a tomar distancia, a la danza, al juego, a la recuperación de lo dionisíaco, a ser filósofos. Así, Nietzsche queda no como un destructor, ateo y nihilista, sino como un reconstructor, como un depurador de la creencia en Dios y como un enamorado del ser, de la vida. Manzano termina preguntándose: “¿No será canonizado un día? ¿O su cinismo es imperdonable?” Yo no sé si algún día Nietzsche será canonizado (o tal vez eso sería contrario a su espíritu irónico); pero lo que sí sé es que, al unir a Diónysos y a Cristo, Nietzsche operó una hibridización, un mestizaje, un acto analógico que nos dejará meditando por mucho tiempo. Mauricio Beuchot

Como organizador del ciclo de conferencias Nietzsche en Otoño 2000 en Guadalajara%$, pedí a mis colegas conferencistas y panelistas que confesaran en qué ángulo se situarían para hablar de Nietzsche. Yo también lo hice, y éste es el momento de indicarlo a los lectores. Aunque no soy dionisíaco, me fascina Diónysos, y quiero ser tentador. A lo largo de estos artículos trato de mostrar, experimentando, que Nietzsche, el de la muerte de Dios, el destructor, el anticristiano, por no decir el anticristo, es uno de los mejores exponentes del verdadero cristianismo. Interpreto a Nietzsche con Nietzsche, libre de otras interpretaciones. De ahí que gran parte del texto consista en una selección de sus textos, pues hay que oír al autor. Y es que estos artículos son, ante todo, de tipo pedagógico, y van dirigidos a los estudiantes; espero no sólo facilitar su trabajo, sino provocar a que se interesen vivamente por la filosofía. Los textos de Nietzsche no van entre comillas, pues resumo su contenido; pero van señalados con sangría. Uso la traducción de Ovejero con retoques. Mis aportaciones personales van sin sangría. Por qué uso como base la versión Ovejero, se encuentra en la pag. 104 del presente libro. Primera Advertencia. Dado el carácter de estos artículos no hago mención de muchos otros intérpretes, pero sí lo hago del clásico VII Coloquio filosófico internacional de Royaumont en julio de 1964, en que intervinieron grandes pensadores que pusieron al vivo las dificultades de interpretación de Nietzsche. El resumen pormenorizado aparece en estos APUNTES (edición privada)bajo la carpeta III: Nietzs-che, Cahiers Royaumont, Philosophie No. VI, Minuit, París, 1967. En estos artículos cito con el primer número las páginas de esa edición; en el segundo número, entre paréntesis, las páginas correspondientes en mis APUNTES-resumen.

Aparecen aquí sólo mis intervenciones. Las memorias de todas las conferencias y eventos fueron publicados en la revista Xipe-Totek, Guadalajara, México, del IX-4, No. 36, 2000, al XII-2, No. 46, 2003. %$

Nietzsche, Obras completas, traducción con introducciones y notas de Eduardo Ovejero y Maury, Aguilar, Madrid, 1932. Se emplean las abreviaturas de la siguiente manera: 1.- En esa lista van con MAYÚSCULAS los libros que Nietzche publicó o dejó para publicación: Por ejemplo: OT, Origen de la tragedia. AX, Anticristo. Aquí entra la sigla OI = Ocaso de los ídolos (otros ponen Crepúsculo). 2.- Y en minúsculas van los póstumos. Por ejemplo: vp, Voluntad de Poder. Vol

Título

Abreviat.

I

EL ORIGEN DE LA TRAGEDIA. 1872 La filosofía en la época trágica de los griegos. 1873 La verdad y la mentira en sentido extramoral (póstumo). 1873

OT fg vm

II

CONSIDERACIONES INTEMPESTIVAS (cuatro). 1873-1876

CI

III

HUMANO, DEMASIADO HUMANO. 1878-1880 EL VIAJERO Y SU SOMBRA.

HU VJ

IV

AURORA. 1881

AU

V

EL GAY SABER [yo lo bauticé como El saber alegre]. 1882 El eterno retorno (póstumos)

SA et

VI

ASI HABLÓ ZARATUSTRA. 1883-1886 Anotaciones para el Zaratustra

VII

MÁS ALLÁ DEL BIEN Y DEL MAL.. 1886 GENEALOGÍA DE LA MORAL. 1887 A los pueblos y patrias

BM GM pp

VIII

Voluntad de poder (póstumos)

vp

IX

Voluntad de poder (continuación) EL OCASO DE LOS ÍDOLOS. 1888 EL ANTICRISTO. 1888 DITIRAMBOS DIONISÍACOS, 1888

vp OI AX DD

X

EL CASO WAGNER. 1888 ECCE HOMO. 1888 NIETZSCHE CONTRA WAGNER. 1888 Arte y artistas Material de los prefacios

CW EH NW aa mp

[Tratados filosóficos]

xi...

XI a XIV

Z vi

Nota: Los números romanos pequeños indican el volumen; y se añade número de página.

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Me acerco aquí a lo dionisíaco, en cuanto manía y destrucción, en relación con lo apolíneo. En los artículos que siguen completaré el tema. Prefiero escribir Diónysos, y usar el adjetivo dionisíaco, consciente de que otros autores, y conferencistas, usan grafías diferentes.

Introducción: Problemas de traducción Indico aquí algunos de los términos con que Nietzsche describe lo dionisíaco. Hay muchos otros. ♦ Entzückung ♦ Ekstase ♦ Erregung ♦ Trinken ♦ Rausch ♦ Zauber

encantamiento éxtasis exaltación beber, especialmente sus derivados como be-trunkene: ebrios. embriaguez hechizo, magia. [Opera de Mozart, La flauta mágica: Die Zauberflöte]

Son difíciles de traducir cada una en sí mismas y en sus derivados. Quizá la más difícil sea Entzückung. La versión francesa, de la edición Colli Montinari, advierte que quisieron traducirla como ravissement (arrobo, éxtasis, rapto, encanto, salir de sí). Como “ravissement ha perdido algo de su frescura y de su fuerza, hemos traducido más a menudo Entzückung, sobre todo cuando se trata de la Entzückung dionisíaca, como éxtasis”.%% ...como “ravissement a perdu de sa fraîcheur et de sa force, nous avons le plus souvent traduit Entzückung, surtout lorsqu’il s’agit de la dionysche Entzückung, par extase”. %%

El diccionario alemán-castellano traduce Entzückung como “encanto”. Ejemplos: Die Schönheit des Landschaftes entzückte uns: La hermosura del paisaje nos encantó. Wir waren von ihr entzückt: Ella nos dejó encantados, nos fascinó. Dieses Kleid ist entzückend: Ese vestido nos encantó. Sie hat ihre Rolle entzückend gespielt: Desempeñó su papel de manera encantadora. Que lo dionisíaco sea un fenómeno complejo puede apreciarse por la variedad de las traducciones directas al español de las principales palabras utilizadas, cada una de las cuales es insuficiente. ¿Hay alguna palabra en español que dé todos esos significados? ¿Embriaguez? Desde luego no. Es poco nietzscheano. ¿Extasis?, como los franceses, tampoco, al menos no siempre, ya que en el éxtasis suele haber inmovilidad corporal, mientras que lo dionisíaco puede, y suele, conllevar frenesí, exaltación, emoción desbordante, movimientos desmesurados. Podríamos arriesgar estado alterado de conciencia, pero de estos hay de muchos tipos. Ya que encantamiento puede sugerir a veces un cierto estado de posesión por un espíritu, prefiero usar, la mayor parte de la veces, la palabra manía, en el sentido griego original de “salir de sí”, en un estado alterado de conciencia producido por un toque divino. Traduzco según el sentido del pasaje, y al final de la serie de artículos arriesgaré una mayor precisión. Otros autores traducen según su arbitrio, o según las traducciones disponibles. En los textos de Nietzsche señalo con cursivas las diversas descripciones de lo dionisíaco. Siglos antes de Cristo se daban estos fenómenos de manía, como lo testimonia, en parte, el Fedro%& de Platón. Primer caso, el de la pitonisa en Delfos, que entraba en trance violento al dar el mensaje del dios Apolo. Segundo caso, el de quien entraba en éxtasis, durante el cual algún dios le pedía que instaurara cierto rito o culto. Tercer caso, el de quien entraba en exaltación impetuosa, pues las musas entraban en él y le hacían producir una obra de arte. Parecían locos, en delirio, pero los griegos no dudaban: les había dado la manía, esto %&

Fedro244 a - 245 b.

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es, un dios los había embestido. De estos casos, concluye Sócrates en el Fedro que quien se aloca en un enamoramiento está tocado por alguna deidad. El cuarto caso es quizá el más sorprendente y patético: en el culto al dios Diónysos la gente rodaba, o entraba en convulsiones; otros echaban carcajadas, sollozos o alaridos. Unos echaban espuma por la boca; a otros se les veía sólo la parte blanca de los ojos. Estaban en el entusiasmo dionisíaco.%' ORIGEN DE LA TRAGEDIA1872 (28)

♦Dios de la luz, de la inteligencia, de la claridad. De la mesura. ♦Plenitud de belleza ♦Ponderación en las pasiones más violentas. Sabiduría serena.

♦Mirada siempre bella, aunque exprese inquietud o cólera. Preside el principio de individuación. Adivinación (Delfos).

♦Ensueño (Traum).

Nos queda el sentimiento confuso de que no es más que apariencia; una apariencia radiante; presentimiento de que hay algo tras de.

♦Dios de la noche, de lo a-racionalExaltación, a manera de embriaguez (Rausch), que arrastra en su ímpetu al individuo y lo sumerge en el olvido de su individualidad, en lafusión con el Uno primordial. ♦La Naturaleza celebra su reconciliación con el hombre. El esclavo es libre. ♦El hombre ya no camina ni

habla, sino canta y danza, a punto de volar.

♦La voz del hombre resuena como algosobrenatural. Extasis divino. Posesión. "Mundo, ¿presientes al Creador?" [De Schiller, Himno a la alegría]

%' Sobre un intento de explicación natural de los fenómenos (antiguos y actuales) dionisíacos, cf. mis artículos “Grandes Horizontes” Xipe-Totek, VII-1, No. 25, 1998, y “El ámbito de lo preternatural”, IB, VII,3, No. 31, 1999, en las memorias del ciclo Otros mundos, otras voces.

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OT 2 La música de Apolo, una arquitectónica sonora de arte dórico. La música dionisíaca, violencia conmovedora, torrente unánime de la melodía. En el ditirambo dionisíaco el hombre es llevado al paroxismo de sus facultades simbólicas; siente y quiere expresar algo que jamás hasta entonces había experimentado: la destrucción del velo de Maia, la unidad como genio de la naturaleza. Se requiere un nuevo mundo de símbolos: la simbólica corporal toda entera; no solamente el simbolismo de labios, rostro y palabra, sino la danza total, que con su ritmo agita todos los miembros. Las otras fuerzas simbólicas de la música, ritmo, dinámica, armonía crecen así con súbita impetuosidad. Para desencadenar totalmente esas fuerzas es menester al hombre el don total de sí. El hombre ditirámbico de Diónysos no puede ser comprendido sino por su semejante. ¡Con qué estupor debió contemplarlo el griego apolíneo! Con un estupor tanto más profundo cuanto que ahí se mezclaba el terrorífico sentimiento de que nada de eso le era, en el fondo, tan extraño; y de que la clara conciencia apolínea no le ocultaba este mundo dionisíaco sino con un velo muy tenue. Ditirambo: En fechas tardías, cantos compuestos en honor de Diónysos, que se ejecutaban con movimientos rápidos y desordenados. Da la impresión de que inicialmente no eran compuestos, ni eran cantos propiamente hablando, sino gritos o murmullos en el entusiasmo dionisíaco. Es de hacerse notar que en estados de trance no se suelen pronunciar palabras, pero sí hay expresiones guturales y murmullos. El hombre apolíneo, si fuera meramente racional, experimentaría sólo extrañeza o, cuando mucho, asombro. Pero no. Tan sólo experimenta un terrorífico sentimiento al contemplar el trance del hombre dionisíaco. Presiente que también él puede pasar por eso. OT 3 ¿Por qué apareció este mundo luminoso de los dioses olímpicos en que reina Apolo? En el mundo de los dioses no hay elevación moral, ni santidad, ni espiritualidad, ni amor, ni piedad, ni ascetismo, ni deber; es una vida exuberante; tanto el bien como el mal quedan divinizados. El griego conoció los horrores de la existencia; para poder vivir tuvo necesidad del ensueño olímpico. Los dioses justificaban la vida humana. La voluntad desea tan violentamente esta existencia, que su queja misma se transforma en un himno a la vida.

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OT 4 El Uno primordial, agobiado por miserias y contradicciones, necesita del encanto de la visión clara, y de la alegría de la apariencia (ensueño). Apolo nos hace ver que este mundo del sufrimiento es necesario para que el individuo se lance a la creación de la visión liberadora. Apolo exige la mesura y, para poder conservarla, el conocimiento de sí mismo. Pero el espíritu dionisíaco mostraba de nuevo al apolíneo el fondo del abismo. Y no obstante, Apolo no pudo vivir sin Diónysos. ¡Qué podía valer la salmodia apolínea, ritmada por las armonías espectrales de las arpas ante la embriaguez (rauschen) y el éxtasis (Ekstase) dionisíacos, ante la desmesurade la naturaleza! La sabiduría dionisíaca habla por boca del sátiro. El griego se sentía aniquilado en presencia del coro de sátiros, de quien recibe la consolación metafísica, el pensamiento de que la vida, a pesar de todo, permanece poderosa y llena de alegría. Los sátiros de la mitología griega representan las fuerzas vitales en su plenitud. Pronto fueron asociados a los seguidores de Diónysos. Una tradición los pinta con cuernos, cola y pezuñas. Son movedizos, lascivos, inventivos en sus juegos y ocupaciones, como la vendimia y elaboración del vino. La embriaguez los hace siempre joviales. Van desnudos, o con poca ropa. Ejecutan danzas rituales en honor de Diónysos, que provocan crisis de entusiasmo, en que es posible transformarse en un animal. De estas danzas frenéticas nacieron los ditirambos y la tragedia. Se parecen a los silenos, genios animales, que eran como caballos para los sátiros. OT 8 Los sublimes sátiros barbudos, metamorfoseados, gritan con júbilo ante su dios; han perdido su pasado y viven fuera de toda época. En cambio, las vírgenes que, con ramas de laurel en la mano, avanzan solemnes hacia el templo de Apolo cantando himnos, conservan su personalidad y su nombre. ¿Qué pasa en la tragedia? Las efusiones desbordantes del coro se desarrollan en imágenes apolíneas. OT 9.10 El lenguaje de los héroes de Sófocles sorprende por su precisión y claridad apolíneas. Prometeo, Edipo, y otros héroes trágicos no son más que disfraces de Diónysos. El dios se

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manifiesta como individuo, expuesto al error, presa del deseo y del sufrimiento. La individuación es obra de Apolo. Pero el himno de frenética alegría canta la venida del tercer Diónysos. Esta esperanza hace brillar un rayo de júbilo sobre el mundo despedazado en individuos. OT 12 Con Eurípides vino la decadencia: los medios de emoción ya no son ni lo apolíneo ni lo dionisíaco, sino las ideas frías. Eurípides hace teatro para Sócrates. Un ejemplo, el prólogo de Eurípides, en que un personaje aclara quién es, y cuenta lo que pasó antes de la acción y lo que va a pasar. Otro, el deus ex machina del final, que informa al público del destino futuro de sus héroes. Seguramente influenciado por el nous de Anaxágoras, quiso permanecer consciente de sus actos para condenar a los poetas ebrios (die trunkenen Dichter). Sócrates es el nuevo Orfeo, el adversario de Diónysos, dios que entonces tuvo que refugiarse en las olas místicas de un culto secreto. Nietzsche alude a los cultos mistéricos. Diónysos podrá ser reprimido, pero nunca desaparece. Como fenómeno inherente al ser humano, se mantiene vivo a lo largo de la historia con uno u otro disfraz. OT 14 La tendencia apolínea se trocó en sistematización lógica; la emoción dionisíaca en sentimiento naturalista. La dialéctica arroja a latigazos la música de la tragedia, esto es, destruye la esencia de la tragedia. Sócrates tuvo sin embargo una duda: en prisión una voz le decía en sueños que se ejercitara en la música. Hay una especie de caída original, de la que Sócrates es responsable, que consiste en renunciar no sólo a Diónysos, sino también a Apolo, en aras de las ideas frías. ¿Es correcto el juicio de Nietzsche sobre Sócrates? Tal vez los responsables fueran ciertos discípulos de Sócrates. Si éste hablara personalmente con Nietzsche, tal vez se habrían puesto de acuerdo.

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Piensa Bergson& que si los grandes genios pudieran dialogar entre sí, no habría tantas diferencias. Ya podemos imaginar un diálogo en la otra vida entre Sócrates y Nietzsche. A Sócrates le encantaría& hacer preguntas cortas e incisivas a Nietzsche, quien, a su vez, levantaría, indiscreto, el velo que cubre la virtud socrática, para descubrir lo que hay tras él. Quizá terminarían en admiración mutua. El hecho es que en Occidente nosotros heredamos la escisión entre la inteligencia y lo a-racional. Es conocido que el ideal platónico atendía al cuerpo con la gimnasia -hoy diríamos deportes- y al alma con la música, o todo aquello que cultiva el espíritu, y que proviene de la inspiración de las musas. Sócrates recibió la consigna divina de que se dedicara a la música, y él se dedicó a la filosofía por ser ésta la música sublime. Pero el día de su muerte, por las dudas, se puso a componer música en el sentido normal de la palabra.& OT 16.17 Apolo, genio del principio de individuación, puede suscitar la felicidad liberadora en la apariencia transfigurada; mientras que al grito de la alegría místicade Diónysos el yugo de la individualidad se rompe, y se abre el camino hacia el fondo más secretode las cosas. Podría esperarse un renacimiento de la tragedia sólo cuando el espíritu científico reconozca lo necio de su pretensión de validez universal. Se acusa a Nietzsche de ir contra la razón. El texto presente, como otros que veremos, muestra que él no va simplemente contra la razón, sino contra aquella razón que se toma como de validez universal, esto es, que mutila otros aspectos del ser humano, aspectos que no son i- , ni anti- sino a-racionales.&! Se ha acusado de lo mismo a otros grandes pensadores como Pascal, Kierkegaard, Bergson. Nietzsche diría que hay una razón mala, y otra buena. La mala, diría, es la de ustedes; la buena es la nuestra, esto es, la de Nietzsche. Lo mismo sucede en otros terrenos. Hay una virtud mala, una verdad mala, una moral mala, un disfraz malo, etc., que son de & Este pensamiento es muy de Bergson. Cf., por ejemplo “La Pensée et le mouvant (Introduction a la métaphysique)”, en Œuvres, 2e. édit., PUF, París, 1963, pp. 1430-1, Nos. 224-228. & Cf. Apología, 41 abc. & Fedón, 60 d – 61 b. &! Cf. mis artículos ya mencionados “Grandes Horizontes”,Xipe-Totek, No. 25, 1998, y “El ámbito de lo preternatural”, en Ibidem No. 31, 1999.

ustedes; pero hay otros buenos, los nuestros, esto es, los de Nietzsche.& Nietzsche es virtuoso, ama la verdad, hace de la moral su pasión; ama disfrazarse, como Diónysos. OT 21.22 Naturaleza de la ilusión apolínea: velar sin cesar por la verdadera acción dionisíaca. Tenemos la alianza fraternal de estas dos divinidades. Nuestros estéticos no saben decirnos nada del retorno al hogar original, al Uno primordial, de la alianza de las dos divinidades, ni de la emoción apolínea, ni de la dionisíaca. En lugar de eso no se cansan de hablar de la lucha del héroe contra el destino, la victoria de la ley moral, o la efusión tutelar de facultades afectivas. Quizá sean ellos incapaces de emoción estética. No saben si catalogar la catarsis de Aristóteles entre los fenómenos médicos o entre los morales. Nietzsche sabe lo que no saben “nuestros estetas”. El simpático juicio es común a otros genios: saben lo que no saben los demás. Kierkegaard piensa que Regina nunca lo comprendería, pues él sabe lo que ella no sabe sobre la renuncia infinita y relación absoluta con el Absoluto.&#Nietzsche no acepta para nada la explicación ritual, ni mucho menos la fisiológica de la catarsis que Aristóteles da sobre la tragedia. OT 24 En la esfera apolínea, el espectador participa del pleno goce de la apariencia y de la contemplación, y al mismo tiempo niega esta dicha, y encuentra otra más alta en el aniquilamiento del mundo de la apariencia. Como Heráclito, que comparaba la fuerza creadora del universo al juego de un niño que se divierteen hacer construcciones de arena para derribarlos. Otros textos sobre la manía dionisíaca “Ensayo de autocrítica”, 1866, añadido en la 2ª edic. deEl Origen de la Tragedia, 1874. & Es simpático el uso que hace Nietzsche del plural mayestático, al antiguo estilo papal. Parece arrogancia, pero en el fondo se trata de humildad, pues el ego desaparece. Sobre las nociones que se toman en buen sentido, cf. los próximos artículos. &# “¿Culpable , no culpable?”Diario, 6 de marzo.

Ensayo 7 Algunos dirían que mi libro, supuestamente pesimista es la profesión de fe del romántico de 1830 bajo la máscara del pesimismo de 1850. ¡No, jóvenes románticos! Sería preciso enseñarlos a reír; y pudiera ser que un día manden al diablo todas las consolaciones metafísicas, empezando por la metafísica misma. Para usar el lenguaje de ese monstruo dionisíaco que se llama Zaratustra: "¡Eleven el corazón, hermanos míos, más alto! ¡Y no olviden sus piernas! ¡Eleven también las piernas, excelentes danzantes!... Esta corona de reidor, esta corona de rosas, yo mismo me la he puesto en la cabeza: yo mismo he canonizado mi risa..." Z IV. OI Lo que debo a los antiguos 4. Diónysos, el exceso de fuerza, la voluntad de vivir, el eterno retorno de la vida, el sí triunfal dicho a la vida. vp 798.800 Lo apolíneo tiene que ver con la visión clara; lo dionisíaco, con lo orgiástico. Ambos estados también se presentan en la vida normal, pero más débilmente: en el sueño, entrelazar, poetizar; en la embriaguez gestos, pasión, canto, danza. El sentimiento de embriaguez (Rauschgefühl) corresponde a un aumento de energía, más fuerte cuando los sexos se juntan. El embellecimiento sigue al acrecentamiento de fuerza, expresa una voluntad victoriosa, una armonización de los deseos más violentos. El estado de placer que llamamos embriaguez (Rausch) es un alto sentimiento de poder. Las sensaciones de tiempo y de lugar han cambiado; se abarcan con la mirada lejanías enormes; el ojo se extiende sobre grandes multitudes y grandes espacios; el órgano percibe cosas mínimas y fugaces; es la adivinación&$ la energía se manifiesta como sentimiento de soberanía en los músculos, como agilidad y placer en los movimientos, como danza, ligereza, ritmo rápido; indiferencia hacia la vida y la muerte. Se mezclan estados de ánimo extraños, como el sentimiento de embriaguez religiosa y la excitación sexual. Sin un cierto exceso de enardecimiento del sistema sexual no se puede pensar en un Rafael. Hacer música

Miguel Fernández, que participó en el panel sobre el tema, hace notar el disgusto de Colli porque Nietzsche no vinculó también con Apolo el estado de manía. &$

es también una manera de hacer hijos; la castidad es solamente la economía de un artista.&% vp 852 ¿Qué harán los débiles para adaptar a su gusto la tragedia? Introducir en sus apreciaciones el triunfo del orden moral en el mundo, o la falta de valor de la existencia, o la invitación a la resignación. El pesimismo quiere al menos, una esperanza de solución. Parte de la caída en las ideas frías es el reducir el horizonte humano al “tú debes”, cadenas que hacen ver esta vida como demasiado pesada. vp 851 El error de Aristóteles: ver como emociones deprimentes el terror y la compasión. Si tuviera razón, la tragedia sería un arte peligroso para la vida. Es falso que mediante la excitación de esas emociones nos purifiquemos. Para Schopenhauer de la tragedia se debe sacar la resignación: La tragedia sería el instinto de vida destruyéndose a sí mismo. Cristianismo, nihilismo, arte trágico, decadencia fisiológica, todo esto iría de la mano. La tragedia sería decadente. vp799. 801 En la embriaguez dionisíaca encontramos la sexualidad y voluptuosidad, pero no faltan en lo apolíneo. Sólo que hay una diferencia de ritmo. El impulso sexual, la embriaguez, la crueldad pertenecen a la más antigua alegría de la fiesta en el hombre. EH El Origen de la Tragedia. En todo el libro, profundo y hostil silencio sobre el cristianismo, que no es ni apolíneo ni dionisíaco, que niega todos los valores estéticos, que es profundamente nihilista, mientras que Diónysos es afirmación. Tengo el derecho de considerarme el primer filósofo trágico, esto es, antípoda de una filosofìa pesimista. No renuncio a la esperanza de un porvenir dionisíaco de la música. Quizá un siglo más adelante será posible el exceso de vidaque habrá de traer de nuevo lo dionisíaco. He presentado en esquema lo dionisíaco y lo apolíneo en el Origen de la Tragedia y en otros escritos alusivos. No que Nietzsche, el filósofo de la muerte de Dios, proponga volver a un culto a un &%

Cf. Próximo artículo, “Impertinente e indiscreto”.

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dios,&& sino que habla de aspectos humanos. Ni que haya que entender en el sentido formal de la palabra el que Nietzsche hable de dioses, y se diga que él propone el politeísmo.&' Podríamos mencionar, en paralelo, textos de la Sagrada Escritura: “ustedes son Dioses e hijos del Excelso” (PS81, 6), texto que Jesús trae a la memoria de los fariseos [Jn 10,34-38]. Esto es, cuando dijo la serpiente: “ustedes serán como dioses” [Gen 3,5], la serpiente no mintió sino que manipuló la verdad. Sócrates mutiló a Occidente de su aspecto a-racional, y por eso es un decadente: ideas frías en lugar de la manía dionisíaca y de la belleza apolínea. Hasta ahora he presentado el aspecto manía de lo dionisíaco, que es frenesí, entusiasmo, júbilo, danza, voluntad victoriosa, sentimiento de poder, éxtasis..., fusión de individualidades con el uno primordial, himno ditirámbico, afirmación triunfal de la vida. En el Origen de la Tragedia hay silencio hostil sobre el cristianismo; en los posteriores la hostilidad no es silenciosa, sino abierta y directa. Iré mostrando que Nietzsche claramente señala a qué cristianismo se refiere, pues diría: al cristianismo de ustedes. Mi intención es la de responder a las preguntas: ¿es real la vivencia dionisíaca? ¿en qué consiste? ¿o se trata de una mera descripción poética, de fantasía? ¿qué interpretación se puede dar? Considero que la vivencia es real, no meramente fantasiosa, y consiste en las palabras que Nietzsche ha señalado, resumidas en el término “manía”. Lo delicado es la interpretación. Los griegos explicaban la vivencia como un tipo de posesión divina, semejante a las posesiones, o toques divinos que menciona el Fedro. Los fenómenos se dieron en aquellos tiempos, y se han seguido dando a lo largo de los tiempos, incluso ahora. Un poco antes señalé entre los fenómenos parecidos de hoy el de los posesos, el de los carismáticos, el de los médiums o canales, y el de ciertos éxtasis en que se dan apariciones; e hice ver que no se trata de intervención divina ni de contacto con entes preternaturales, sino de un estado de trance Löwith sostiene que se trata de la recuperación del mundo. Löwith, Karl. “Nietzsche et sa tentative de récupération du monde”, en Nietzsche, 1964, Cahiers Royaumont, No. 6, Éd. Minuit, 1967, pp. 45-84 (9-19). &' Como parece afirmar Cecilia Valencia A. al comentar la exégesis de Pierre Klossoswki en su tesis de maestría, Universidad de Guadalajara, De la Humanidad trágica a la sobrehumanidad, nov. 2000, pp. 100 ss. &&

que puede ser inducido; de un manejo de energías espontáneo, inconsciente, pero que puede obtenerse con toda la intención y la conciencia. Lo que pasa es que hay una tendencia indomable a recurrir sin más a entes preternaturales para explicar lo desconocido. Lo que llamé “trance violento” explica, al menos en la inmensa mayoría de los casos, los fenómenos dionisíacos, las inspiraciones poéticas, los de posesos y carismáticos; y, en parte, los de canales y éxtasis. Y lo que llamé “trance tranquilo” explica otra serie de fenómenos como los de la adivinación, y la irrupción de diferentes seres o entidades que se presentan como teniendo carácter personal, cuando en el fondo no son sino aspectos nuestros, ya que estamos mucho mejor equipados de lo que solemos pensar. No creo que Nietzsche supiera de los manejos energéticos, pero en todo caso él no se refiere al dios tal como los griegos lo concebían, sino a una actitud humana. Frente a esta interpretación tenemos la de quienes insisten en señalar, como aspectos centrales de lo dionisíaco, la embriaguez y la orgía, seguramente por desconocer la vivencia misma de la manía. Me veo forzado a recurrir a un testimonio imparcial: Marco Antonio es celebrado en Oriente como Diónysos, y le aclara a Cleopatra que en Roma lo van a malentender, pues en Oriente Diónysos es el dios de la fertilidad, la alegría, la euforia, el espíritu creador, mientras que en Roma lo reducen al desenfreno y a las borracheras.'

' Margaret George, Memorias de Cleopatra, traduc. al español, Edic. B, S.A., Barcelona, 1998, p. 753.

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Sufrimiento y destrucción El saber alegre, 1882 (38) Los filósofos en general se enfrentan al sufrimiento para explicarlo, afrontarlo, superarlo, aun en el caso extremo (Schopenhauer) acabar con él. ¡Nietzsche quiere más sufrimiento! SA V, 370 Una vez me lancé al mundo moderno con algunos errores. Creía que el pesimismo filosófico del siglo XIX era el síntoma de una fuerza superior del pensamiento, de una plenitud de vida más victoriosa que la del s. XVIII. Tomé el conocimiento trágico por el lujo de nuestra civilización. También interpretaba yo la música alemana como la expresión del poder dionisíaco, como el rugido subterráneo de una fuerza primordial. Desconocía yo el romanticismo que caracteriza tanto al pesimismo filosófico como a la música alemana. Arte y filosofía suponen sufrimientos. Pero hay dos clases de sufrimientos: los que proceden de la superabundancia de la vida, que quieren un arte dionisíaco; y los sufrimientos que provienen de un empobrecimiento de la vida, y esperan del arte y de la filosofía la calma, o también convulsiones y locura. Yo interpretaba mal a Schopenhauer y a Wagner, los dos románticos más célebres. El hombre dionisíaco se complace en, y ama, lo terrible, lo inquietante, y todo lujo de destrucción. El hombre más pobre en fuerza vital, tendrá necesidad de dulzura, de un Dios para enfermos. Respecto de los valores estéticos, el principio creador es: ¿El hambre, o la abundancia? ¿o el de destrucción y devenir? Este es dionisíaco; pero puede provenir también del odio a la frustración. El deseo de eternidad puede provenir de la gratitud y del amor; también puede provenir de un ser torturado, que se venga imprimiendo a todo la imagen de la tortura. Es el caso de Schopenhauer y de Wagner. vp 1009 (Sobre Diónysos) Punto de vista para mis valores: ¿Se obra por abundancia, o por deseo? ¿Se es espectador, o se pone manos a la obra?

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¿Se actúa por fuerza acumulada,espontáneamente, o se es estimulado de manera reactiva? ¿Se es perfecto por un pequeño deber, o imperfecto por el carácter extraordinario de un fin? ¿Se es enfermo por enfermedad, o por exceso de salud? ¿Se busca la resistencia o se evita? ¿Se es imperfecto por precoz o por demasiado tardío? ¿Se es aún capaz de remordimientos? (esta especie es muy rara; en otro tiempo la conciencia tenía muchas cosas que morder; parece ser que ahora no tiene dientes suficientes para morder). ¿Somos todavía capaces de un deber? (hay personas que pierden la alegría de vivir si les arrebatan el deber). vp 1029Basta sólo con la alegría dionisíaca. Yo he sido el que ha descubierto lo trágico, que fuemalentendido entre los griegos a causa de su superficialidad moralística. La resignación no es una enseñanza de la tragedia, sino ¡una incomprensión de la tragedia! ¡La aspiración a la nada es la negación de la sabiduría trágica! Otros textos BM VII, 225 Hedonismo, pesimismo, utilitarismo, eudemonismo: todas estas maneras de pensar que miden el valor de las cosas son evaluaciones ingenuas, las cuales cualquiera que tenga conciencia de sus fuerzas creadoras miraría con desdén. Nosotros vemos cómo el hombre se aminora, cómo ustedes lo aminoran. Ustedes quieren suprimir el sufrimiento. Nosotros querríamos hacerlo más intenso y más cruel que nunca. El bienestar, como ustedes lo entienden, es un estado que hace risible al hombre. La disciplina del gran sufrimiento es la única que lleva al hombre a grandes alturas. En el hombre se reúnen creatura y creador: la materia, el limo, el barro, la locura, el caos; pero también el creador, el escultor, la dureza del martillo, la contemplación divina del séptimo día. La compasión de ustedes va a lo que debe ser formado, roto, enrojecido al blanco, a lo que debe sufrir. Nuestra compasión va contra la compasión de ustedes. NW Nosotros los antípodas. Yo interpretaba la música de Wagner como expresión del poder dionisíaco, como el terre-

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moto con que una fuerza primordial de la vidase manifestaba al fin. Me equivoqué. vp 1050 Lo dionisíaco: el impulso a la unidad; asir lo que está más allá de la persona, de lo cotidiano, un desbordamiento apasionado y doloroso en estados de ánimo hoscos, plenos, vagos; un éxtasis afirmativo del carácter complejo de la vida, que aprueba y santifica hasta las más terribles y enigmáticas propiedades de la vida; la eterna voluntad de creación, de fecundidad, de retorno.Lo apolíneo: el impulso para existir completamente para sí, el impulso al individuo, la libertad bajo la ley. El griego dionisíaco tuvo necesidad de devenir apolíneo; o sea, de emancipar su voluntad de lo enorme, de lo múltiple, de lo incierto, de lo terrible, haciendo de ello una voluntad de mesura. En el fondo del griego está lo desmesurado, el desierto, lo asiático; la belleza no le fue dada en dote, ni la lógica, ni la naturaleza de la costumbre; todo esto lo conquistó. Podríamos decir que lo dionisíaco es un don inicial; lo apolíneo y el equilibrio consiguiente es una conquista lograda por los griegos, no por los bárbaros. SA II, 76 Si en todos los tiempos no hubiera habido hombres cuyo orgullo fuera la razón, y cuya humillación fuera la fantasía, hace siglos que la humanidad habría desaparecido. Peligro de ellos: que pueda estallar la locura, esto es, la irrupción del capricho en el sentimiento, el goce que procura la humana sinrazón. Esos hombres son la excepción; pues bien, que sigan; pero que no quieran convertirse en regla. Se confirma mi comentario sobre Nietzsche y la razón. Hay una locura buena, la dionisíaca, que es frenesí y exaltación, y una locura mala, aquella que tiene que ver con los hospitales psiquiátricos. El equilibrio ideal es el de la belleza y el ensueño apolíneo; pero las ideas frías pueden servir de última tabla de salvación. Y es que los dones divinos son excelentes, pero peligrosos. Nada quizá más amable que la belleza, pero los griegos la consideraban peligrosa, para el bello y para su entorno. vp 1051Desde aquella elevación de gozo en que el hombre se siente a sí mismo, y se siente como una forma divinizaday como

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una autojustificación de la naturaleza, hasta la alegría de ciudadanos medio hombres medio animales, el griegola llamaba con el nombre de Diónysos. Esperar la irrupción de nuevos manantiales, prepararse en la soledad para visiones y voces extrañas, superar todo lo cristiano con algo de super-cristiano; y no simplemente eliminarlo como opuesto a lo dioni-síaco. Será el descubrimiento de nuestro nuevo mundo:¡un nuevo día! vp 1052 Diónysos contra el Crucificado, tal es la oposición. Diónysos: la vida, la fecundidad y la promesa del retorno determinan el tormento, la destrucción; sentido trágico. El Crucificado inocente, una objeción contra la vida. El problema es el significado del sufrimiento. En el cristiano, el sufrimiento es la vía que conduce a una santa existencia; en lo dionisíaco, la existencia es bastante sagrada para justificar un enorme sufrimiento. Elocuentes pasajes. No se trata de eliminar lo cristiano así como así, sino lo cristiano de ustedes (lo cristiano malo); se trata de ir más allá con algo de “supercristiano” (lo cristiano bueno). El cristianismo no quiere el sufrimiento por el sufrimiento; de hecho, la crucifixión de Jesús es un evento, en su raíz, injustificado. Nietzsche habla, sin embargo, del cristianismo tal como él lo recibió. Llegaron a discutir los teólogos medievales si habría habido Encarnación si Adán no hubiera pecado; algunos opinaron que no, pues entonces no habría nada que redimir; pero otros opinaban que de todos modos el Hijo de Dios habría encarnado, no para sufrir pasión y muerte, sino para solazarse junto con los hijos de los hombres, que tal es su delicia (PROV 8,31). vp 853 El arte es el que hace posible la vida, ¡gran seductor y estimulante de la vida! El arte es la única fuerza superior contraria a toda voluntad de negar la vida, es la fuerza anticristiana, antibudista, antinihilista por excelencia. BM IX, 295 Diónysos, ese dios tentador, cazador de ratas de las conciencias, cuya voz sabe descender hasta el mundo subterráneo de todas las almas, seductor. El saber parece formar parte de su maestría. Pulimenta las almas rugosas y les da a paladear un nuevo deseo, adivina el tesoro oculto. A su contacto cada uno sale más rico, quizá más incierto, más frágil, más roto, pero lleno de esperanzas que no tienen aún nombre, lleno de quereres y corrientes nuevas. Es un filósofo. Yo tendría que darle

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bellos y solemnes nombres, pero él me diría que no tiene necesidad de ellos: "Yo no tengo motivo para ocultar mi desnudez!". Un día me dijo: "En ciertas ocasiones amo a los hombres” (y al decir esto hacía alusión a la presente Ariadna). “El hombre es para mí un animal agradable, atrevido, ingenioso, que sabe encontrar su camino aun en los laberintos. Le deseo muchos bienes. Con frecuencia reflexiono sobre los medios de hacerlo más fuerte, más malo y más profundo de lo que es; y también más bello". Característica divina de Diónysos: su delicia es estar con los hijos de los hombres. Ariadna es ¿Cósima Wagner? Da pie para pensarlo la carta que Nietzsche le envió cuando estalló su locura: “Ariadna, yo te adoro, Diónysos”. Tenemos así una mayor descripción de lo dionisíaco: sobreabundancia de vida creadora. Si el crear hace sufrir, quiero más sufrimiento. Diónysos es lujo de destrucción. Se plantea la pregunta de si hay que destruír para construir; si el motor nietzcheano es la negatividad, como en Hegel. Esto no es cosa de Nietzsche, por más que sea la opinión de algunos intérpretes, entre ellos los hegelianos. En Nietzsche lo primero es la afirmación, la creación. Si al construír algo estorba, se destruye: la destrucción viene en segundo lugar, no en primero.' Aparece también en el extraordinario pasaje de Más allá del Bien y del Mal que Diónysos es un tentador, un provocador. ¿Es él ese indiscreto que levanta el velo ante lo prohibido, y encuentra cosas excelentes, mínimo interesantes, y por eso nos quiere hacer malos (entre comillas)? Esta pregunta deja abierto el próximo tema: Impertinente e indiscreto. La palabra malo, por extravagante que pueda parecer, tiene un sentido bueno; como en la frase de la madre que dice de su hijo pequeño que es “muy malo” para indicar sus travesuras de niño amado, no su maldad. Diónysos es un seductor, porque no impone, no manda, no prescribe. Simplemente seduce. Tal vez por eso dice que nos quiere hacer fuertes y bellos. Lo cual nos prepara el camino para el tema sobre el En esta línea van Deleuze y Birault. Cf. Birault, Henri. “De la Béatitude en Nietzsche”, en Nietzsche, 1964, Cahiers Royaumont, No. 6, Éd. Minuit, 1967, 13-44, especialmente la Discusión. '

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Superhombre. Jesús es también un seductor. Sus enemigos lo describen así: Ese seductor (Seductor ille [Mt27,63]); todo mundo va tras él [Jn12,19]. Diónysos es un filósofo: quiere hacernos más profundos, y quizá nos haga ver que toda palabra nuestra es una máscara, que debemos excavar sin fin, porque al quitar una máscara sale otra, y así sin fin. Esto nos hace soñar.

Al organizar el ciclo Nietzsche en otoño 2000, pedí a mis colegas que confesaran el ángulo en que se sitúan para hablar de Nietzsche. También yo lo hice. Arriesgo perder a mis amigos cristianos que abominan de Nietzsche y, como es obvio, a mis amigos ateos. Señalo ahora tres elementos. 1° Ya comenté antes el pasaje “Superar todo cristianismo con algo de supercristiano”. 2° Según la presentación que acabo de hacer, puedo decir que los ritos cristianos, en concreto la Eucaristía, era, en su forma exterior medieval, y quizá todavía oriental, apolínea. Pero en su profundidad original es dionisíaca. Lo mismo podemos decir de todos los sacramentos y ritos cristianos. Y así como el racionalismo de Sócrates y de Eurípides fueron decadentes al renunciar a lo dionisíaco y a lo apolíneo a favor de las ideas frías, así también el racionalismo, dentro de la Iglesia de fines del siglo XX, ha quitado a la Eucaristía su carácter de exaltación dionisíaca y de su belleza apolínea, para reducirla a la frialdad lógica de ceremonias cada vez más frías. 3° ¿El cristianismo es en sí pesimista? Nietzsche habría dicho: “el cristianismo de ustedes, sí”. Considero que habría que dividir la pregunta, como mínimo, en tres; y las respondo según se me ha comunicado, y he tratado de vivir, el cristianismo. a) ¿Dios es pesimista respecto del hombre? No; y lo muestra el hecho de que aquí estamos. Quizá no creemos en Dios, pero Dios sí cree en nosotros. Y Dios espera de nosotros que hagamos más bello el cosmos que nos dio. “Hacer más bello” es una actitud dionisíaca.b) ¿Jesús es pesimista respecto del hombre? No, porque él se comporta como un seductor, ¡al igual que Diónysos! c) ¿La

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Iglesia, en cuanto institución, es pesimista respecto del hombre? Da la impresión de que sí; y es que, a lo largo de su historia de veinte siglos, ha tenido muy amargas experiencias. Baste mencionar el uso de destrucción mala, no creadora, que los hombres han hecho de la ciencia y de la técnica. La Iglesia ha intentado ser santa, y también se ha hecho más mala que los más malos; sabe que es manipulada, y se deja manipular, pero a la larga, muy a la larga, es ella la triunfadora. Como dice Nietzsche, Rusia, los judíos y la Iglesia siempre tienen tiempo.' El hecho es que, en muchas de sus declaraciones, la Iglesia, dada su experiencia secular, muestra una desconfianza radical en el hombre. Es fácil acusarla, si se ven los toros desde la barrera. Podría yo decir que Nietzsche la incita a que retome su papel dionisíaco de fusión en el uno, ahí donde hay danza, risa, exultación, juego creativo. ¿Hace falta un pueblo que diga un sí triunfal a la vida? ¿Qué es preferible, excomuniones y penalizaciones, o la sonrisa maliciosa de Diónysos? Importa la pregunta ¿quién es la Iglesia? ¿Sólo la Iglesia jerárquica? ¿O todos nosotros? La crítica y condena que hacemos a la Iglesia jerárquica ¿no es una máscara en que nos condenamos a nosotros mismos? ¿Nos apropiamos el título de débiles, de vejados que recibimos una falsa educación, porque no tenemos la fuerza creadora de Diónysos, porque nos aterra la fusión en el uno primordial con Dios y con los demás? En falsa poesía, sí. Quizá podríamos seguir la sugerencia de Zaratustra : “Eleven el corazón más alto! ¡Eleven también las piernas, excelentes danzantes!... Esta corona de reidor, esta corona de rosas, yo mismo me la he puesto en la cabeza: yo mismo he canonizado mi risa..." Z IV. Habría que decirlo y hacerlo con todo el corazón.

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p.64.

BM, VIII,251, y Póstumos, en la colección Aguilar, trad. Ovejero, XII,

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IMPERTINENTE E INDISCRETO

Nietzsche dio pie a que célebres pensadores lo catalogaran como filósofo de la sospecha y de desdén.'! El epíteto me parece demasiado pasivo. Ante las entradas prohibidas porque dentro hay algo malo, o algo santo, él no se contenta con sospechar sin hacer nada, sino que indiscreto, levanta los velos, e, impertinente, anuncia que tras lo llamado “santo” se encuentra mera podredumbre, y tras lo llamado malo hay cosas buenas, o al menos muy interesantes. Nos centraremos en torno a cuatro focos. Obliga, violento y desagradable, a todas las filosofías, ciencias, artes, morales, religiones, revoluciones, discernimientos espirituales privados o colectivos, ideales sociales, psicologías, jefes, grandes ideales, santidad, virtudes, amores, a autoevaluarse. Es difícil no caer bajo sus martillazos. Y es que él es limpio. EH Por qué soy tan sabio 8 ... rasgo de mi naturaleza es el instinto de limpieza. Tengo antenas psicológicas con las que descubro la suciedad escondida en el fondo de cada ser. La pureza es para mí condición de existencia. Nado siempre en el agua clara y transparente. Por esto mis relaciones con los hombres son una no pequeña muestra de paciencia. Y tengo necesidad de soledad, del soplo de aire puro y ligero. Todo mi Zaratustra es un ditirambo a la soledad, esto es, a la pureza. Z III, Convaleciente 2 He visto desnudos al hombre más grande y al más pequeño. Los dos demasiado humanos, aun el más grande. Esto es lo que me da asco en el hombre. Z II, la redención Ando entre los hombres como entre pedazos de hombres; veo fragmentos de cuerpos, ningún hombre. '!

HU I, pref 1.

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La virtud HU I, I, 50 Rochefoucauld: Hay que demostrar piedad, pero no sentirla, pues los desgraciados son tan tontos que demostrarles piedad es lo que más les agrada. Más bien decimos que la piedad es un consuelo para el que sufre, pues reconoce en ella su poder de hacer daño. HU I, II, 89 Vanidad. El hombre quiere darse el placer de hacer rabiar de envidia a los demás, por medio de la buena opinión que se tenga de él. SA III, 128 Las religiones recomiendan los rezos a la gente, para que no molesten: trabajo mecánico de los labios, un esfuerzo de memoria, determinada posición de manos, pies y ojos. Ya veneren a Alá con noventa y nueve apelaciones, o recen el rosario, se trata de tenerlos inmóviles y que presenten un aspecto soportable. AU I, 76 Las pasiones se hacen malas y pérfidas cuando se las considera de manera mala y pérfida. ¿No es la costumbre de las almas vulgares considerar siempre un enemigo como malvado? Eros se ha hecho de lo más interesante gracias al cristianismo. Z I La castidad. No aconsejo matar los sentidos; lo que pido es la inocencia de los sentidos. La castidad es para algunos una virtud; para muchos, un vicio. Quizá son continentes, pero la perra sensualidad deja ver sus ojos en todo lo que hacen. A quien le pesa la castidad hay que prohibírsela para que no manche su alma de cieno y de lujuria. AU IV, 275 Ahora es virtuoso, únicamente para mortificar a los demás. Z II Los virtuosos Mi belleza se ríe de ustedes, los virtuosos. ¡Los virtuosos quieren que se les pague! Para unos la virtud es un espasmo producido por un latigazo; o la pereza de sus vicios; o su freno, o su tic-tac (son como relojes). Otros cometen crímenes en

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nombre de la justicia; dicen “soy justo”, y parecen decir “estoy vengado”. Para otros la virtud consiste en quedarse en su charca. Otros dicen: la virtud es necesaria; y lo que piensan es que la policía es necesaria. Otros ven la mezquindad humana, y llaman virtud a su mala mirada. Hay quien quiere verse glorificado, y a esto lo llama virtud; y hay quien quiere verse caído, y a eso lo llama virtud. Yo vine, amigos míos, para que se cansen de esas palabras viejas. Z II Las tarántulas Tarántula, en tu alma se alberga la venganza. Desgarro tu tela para que la rabia te haga salir de tu agujero de mentiras, y tu venganza aparezca detrás de tu palabra justicia. Que el hombre sea redimido de la venganza, mi suprema esperanza, el arcoiris después de la tempestad. Hay quienes disfrazan de virtud su impotencia tiránica y son los predicadores de la igualdad. Desconfíen de quienes hablan constantemente de justicia; se llaman buenos y justos; para ser fariseos lo único que les falta es poder. Implacable, Nietzsche va descubriendo lo que disfrazamos, o encubrimos, algo no bello; y al disfraz o tapadera le ponemos el nombre elegante de “virtud”. Ante el famoso feliz quien pudiendo pecar no pecó, se evoca la continuación irónica e infeliz aquél que queriendo pecar no pudo. Las metáforas de Nietzsche suelen ser muy descriptivas. Aquí aparece la célebre metáfora de la tarántula, que expresa el resentimiento y la venganza que nos enredan y envenenan. Aparece también la metáfora de la sanguijuela, que expresa la mala conciencia, que muchas veces es indebida mala conciencia. Z III Antiguas y nuevas tablas 2. Les ordené que derribaran sus viejos púlpitos, que se rieran de sus maestros de virtud, de sus santos, poetas, salvadores y sabios austeros. El espíritu de pesadez ha creado: coacción, ley, necesidad, consecuencia, fin, voluntad, bien y mal. 22. Si el hombre aprendiera a volar, ¡a qué altura volaría su rapacidad! 23. Que el día en que no hayamos danzado una vez por lo menos, esté perdido. Que toda verdad que no haga reír, por lo menos una vez, nos parezca falsa. 24. Una mujer me dijo: “Rompí los lazos del matrimonio, pero los lazos del matrimonio me rompieron antes a mí”.

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26. Cualquiera que sea el mal que puedan hacer los calumniadores del mundo, el mal que hacen los buenos es el más nocivo. Los buenos son fariseos. xii p.168 ¿El fin justifica los medios? Hay actos que nunca nos permitiremos, ni siquiera como medios para los más santos fines, p.ej. la traición al amigo. Nietzsche sabe que muchos lo tacharan de inmoral; y él se llama irónicamente “inmoralista”.' Los textos que citamos son elocuentes. Nietzsche no va contra la virtud, sino contra la virtud de ustedes, la que le inculcaron a él, la que formaba el ambiente en que vivió. Levanta el disfraz, el maquillaje con que ustedes mismos encubren su falta de calidad moral. Las virtudes de ustedes, en particular la compasión de Schopenhauer, les fueron enseñadas (y a mí también, y por eso las abomino, diría Nietzsche), como la negación de la vida (cf. vp 54). En este sentido, al ir contra estas virtudes, Nietzsche será considerado inmoralista. Pero aparece lo que él llama nuestras virtudes, esto es, las virtudes de Nietzsche, no sólo en cuanto al contenido, como en el último texto citado, sino también en cuanto a sus formalidades, como la propia responsabilidad. En el más alto sentido de la palabra él ama la virtud, es más, es virtuoso. Siendo tenido por inmoral, él es el verdadero amante de la moral. xi p.160 Queremos ser también los herederos de la moralidad, después de haber destrozado la moral. xii p.180 El valor de una acción depende de quién la realiza, y de si procede de su fondo o de su superficie, o sea, en qué medida es individual. xiip. 172 No hay peor peligro para el conocimiento que la hipocresía moral, esto es, aquella hipocresía que se llama moral. Podríamos resumir todo este apartado diciendo que los textos nietzscheanos al respecto no son sino una incisiva meditación sobre las fuertes recriminaciones de Jesús al fariseísmo.

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BM VII 226.

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GM III, 21 Por mejor algunos entienden domesticar, debilitar, desalentar, reblandecer, afeminar (casi sinónimo de degradar). Z III La virtud que empequeñece Hay para quienes la virtud es todo lo que amansa, y así hicieron del lobo un perro, y del hombre mismo el mejor animal doméstico del hombre. Pero esto es mediocridad, aunque se llame moderación. Nietzsche denuncia la rectitud de intención de todo tipo de quienes desde arriba imponen la virtud a sus subordinados. Nietzsche conoce el gran ideal griego de la virtud que se encuentra en un punto intermedio entre dos extremos viciosos, punto intermedio determinado por un buen discernimiento. Así, la generosidad está en un punto intermedio entre la tacañería y el derroche; la humildad, entre el rebajamiento y la jactancia; la valentía entre la cobardía y la temeridad; y lo mismo pasa con todas las demás virtudes. Aristóteles sistematizó'# esta doctrina de sus antecesores, notoriamente de Platón. Y Tomás de Aquino, uno de los grandes doctores de la Iglesia Católica, la hizo suya. Aristóteles subraya que no hay recetas ya hechas quasi matemáticas para encontrar el famoso punto intermedio; sino que se requiere una apreciación que sea justa, razonable, equitativa, en otras palabras, se requiere un buen discernimiento. Y no que esto suponga imponer límites al ser humano; se trata más bien de precisión, de puntería para dar en el punto dorado. De aquí la expresión latina aurea mediocritas, el áureo “punto de oro”, y no como lo daría la traducción ingenua áurea mediocridad. Muy lejos de esta doctrina la actitud de los jefes denostados por Nietzsche, para quienes hacer virtuosos a los demás equivale a domesticarlos. GM II, 5 Ahí es donde se promete; ahí es donde se trata de hacer una memoria al que promete, donde la dureza y la crueldad encontraron libre curso. El deudor se compromete, caso de que no pague, a indemnizar al acreedor por cualquier otra cosa que él posea, por ejemplo su cuerpo, su mujer, su libertad o su misma vida -o, bajo influencias religiosas, su salvación eterna. El acreedor podía degradar y torturar el cuerpo del deudor. En lugar de un provecho que compense directamente el daño, se concede al acreedor la satisfacción '#

Cf. Etica Nicomaquea, II, 6.7.

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voluptuosa de hacer el mal por el placer de hacerlo, tanto más vivo cuando el rango del acreedor es más bajo. xii p.181 No al tú debes. Nuestra moral debe decir: yo quiero. El aporte de Nietzsche a la moral es una gran requisitoria contra la moral kantiana. Para Kant lo absolutamente primero es el imperativo moral. Así, la religión misma es una consecuencia de la moral, nace de la moral. Ante cualquier propuesta, o ideal, la pregunta a lo Kant sería “¿tengo que...?”. Para Bergson, en Las dos fuentes de la moral y de la religión, lo absolutamente primero es la experiencia religiosa; y de aquí brota la moral, aun la metafísica. SA I, 8 Virtudes inconscientes. Somos conscientes de muchas de nuestras cualidades, y siguen su vía; pero tenemos otras, del mismo nombre, inconscientes, que también siguen la suya. P.ej. tenemos conciencia de nuestra actividad, de nuestra ambición, de nuestra perspicacia; pero tenemos otras cualidades inconscientes con ese mismo nombre, y que son como escamas de reptiles, para las que no se ha inventado microscopio, que podrían divertir a un dios. Platón había señalado la íntima complejidad del ser humano con la analogía del carro alado con el auriga y dos caballos.'$La saludable impertinencia de Nietzsche es notoria en el siguiente apartado.

xi p.175 Amor: sentimiento de propiedad o de aquello que queremos convertir en propiedad nuestra. HU I, VII, 387 Muchas madres tienen necesidad de hijos felices y honrados; otras muchas, de hijos desdichados; de lo contrario su bondad de madres no podría manifestarse. vp 989 “Los filósofos no están hechos para amarse. Las águilas no quieren compañía. Esto se deja a las perdices y estorninos. '$

Fedro,246 a, y ss.

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Volar por arriba y tener garras, tal es la suerte de los grandes genios” (Galiani). vp 939Un alma noble, segura de sí misma, no se esforzó nunca por tener amigos, y sólo conoce la hospitalidad; tiene el corazón y la casa abierta a quien quiera entrar, sean mendigos, lisiados o reyes. Esta es la verdadera afabilidad. Quien la posee, posee cien amigos, pero quizá ni un amigo. HU I, VI, 376 Sí, hay amigos, pero lo que los lleva a ti es la ilusión, el error sobre ti mismo, y tienen que haber aprendido a callar, a no decir ciertas cosas, a no tocar cierto punto. ¿Habrá algún hombre que no se sienta herido mortalmente si supiera lo que sus más fieles amigos piensan de él en el fondo? HU I, VII, 378 El mejor amigo tendrá probablemente la mejor espo-sa, porque el buen matrimonio está basado en el talento de la amistad. SA I, 14 Amor y amistad. Pudiera ser que avidez y amor fueran el mismo instinto, denigrado por los que ya poseen; glorificado por los insatisfechos. Nuestro amor al prójimo ¿no es un deseo imperioso de una nueva propiedad? Lo mismo nuestro amor a la ciencia, a la verdad. Nos cansamos de lo que ya tenemos. Cansarnos de una posesión es cansarnos de nosotros mismos. Ante alguien que sufre, el caritativo aprovecha la ocasión para apoderarse de su voluntad. El amor de los dos sexos es el que se revela más claramente como un deseo de apropiación. Hay, sí, aquí y allá, una especie de continuación del amor, en que el deseo ávido, mutuo, de dos personas, da lugar a un nuevo deseo, a la nueva avidez de un ideal por encima de ellos. ¿Quién ha vivido este amor? Su verdadero nombre es amistad. SA 279 Amistad Estelar. Eramos dos amigos. Ahora nos somos extraños. Y está bien. Somos dos barcos cada uno con su meta. Podemos encontrarnos y celebrar una fiesta ... pero la omnipotencia de nuestras tareas nos ha separado, impulsado a mares diversos y a otros soles, y quizá no nos volvamos a ver. O quizá nos volvamos a ver, sin reconocernos, de tanto que aquellos mares y soles nos hayan cambiado. Hacernos extraños uno a otro es la ley ... Por eso se ha de hacer cada vez más sagrado el

pensamiento de nuestra antigua amistad. Probablemente existe, en lo invisible, una trayectoria formidable, órbita estelar, en que nuestros caminos y metas diferentes quedan incluídos como pequeñas etapas. Elevémonos hasta este pensamiento. Sólo que nuestra vida es tan corta, y nuestra vista tan débil ... Creamos pues a nuestra amistad estelar, aunque sobre la tierra tuviéramos que ser enemigos. Quizá pensaba Nietzsche en Wagner. Se sabe que Nietzsche tuvo dificultades en mantener amistades. Pero al dejarlas le queda como rastro cierta melancolía. SOBRE LAS ALTAS CIMAS'%

...

¿Qué fue de la amistad? Ahora ustedes son fantasmas de amigos. Alguna vez mi corazón se agita al llamado de ustedes conmovido. Me miran y me dicen: “¡Somos nosotros!” ¡Oh palabras dichosas! ¡Oh sentido de otro tiempo el perfume de las rosas engalanó su acento ya marchito!

HIMNOS A LA AMISTAD'&, 1873 ...

Ya pasó la mañana; el mediodía clava en nosotros su mirada ardiente. Sentémonos aquí, bajo la umbría,y a la amistad cantemos inocente. Ella fue nuestra aurora cierto día. Sea para nosotros sol poniente.

BM IX 260 El amor en cuanto pasión es de origen noble. Cuando Nietzsche contrapone noble o aristócrata a plebeyo o vulgar, hay peligro de creer que se refiere a los nobles o aristócratas convencionales, de sangre o de dinero hereditarios. El sentido no es que estos nobles vivan el amor pasión; sino que quien tiene el amor pasión ése es el noble.

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En estos APUNTES, “Textos”, al final de Más Allá del Bien y del Mal. IBidem Textos, casi al final de 2ª Serie, Póstumos.

La verdad Z II La superación de sí mismo. Voluntad de verdad, ¿así llaman ustedes, los más sabios, a eso que los empuja y los encela? A esa voluntad de ustedes yo la llamo voluntad de pensar todos los seres. Ustedes quieren hacer inteligible todo lo existente, (o sea) que todo lo que existe debe someterse a ustedes. ¡Voluntad de poder, hasta cuando hablan del bien y del mal, y de la evaluación de valores! Ustedes quieren crear un mundo ante el cual puedan arrodillarse; tal es su última esperanza y su embriaguez. Del más alto interés es la pregunta epistemológica ¿qué nos lleva al conocimiento? Entre las respuestas posibles están: el impulso erótico'' o el impulso a la verdad. Este imponente velo recubre, según Nietzsche, algo que se oculta, que no se dice: la voluntad de poder, la mala, tan es así que en el fondo es voluntad de someterse. AX 55 Nociones como ley, voluntad de Dios, libro sagrado, inspiración, indican las condiciones por las cuales el sacerdote adquiere y conserva el poder. La santa mentira es común a Confucio, al Código de Manú, a Mahoma; y no falta en Platón. Las palabras "aquí está la verdad” significan que el sacerdote miente. BM III, 51 Los hombres más poderosos se inclinan ante el santo (enigma del imperio sobre sí mismo); y es que sospechan, tras una apariencia frágil, el poder de la voluntad en que ellos veneraban su propio poder. Al honrar al santo honraban a una parte de sí mismos. BM V, 199 El instinto de rebaño se ha transmitido a expensas del arte de mandar. Debes hacer tal cosa, debes abstenerte de hacer esta otra. Una de las razones por las que en la Nueva España no se quiso ordenar sacerdotes indígenas fue que estos “no sabían mandar”. Los Cf. Manzano, Jorge. “La navaja de Ockham”, conferencia que formó parte del ciclo La Novela de la Rosa, publicada enXipe-Totek, X-3, No. 39, 2001, pp. 270-291. ''

españoles no comprendieron el sistema comunitario de los indígenas. Los españoles sí sabían mandar, esto es, imponer a otros sus decisiones y puntos de vista, pero en el fondo su actitud era la de sometimiento a la Corona. Y no sólo en tiempos de la Colonia, sino también en nuestros días. Los zapatistas entraron a la ciudad de México el 12 de marzo 2001 con la petición de hablar ante el Congreso. El presidente Vicente Fox expresó varias veces su deseo de entrevistarse con el subcomandante Marcos. Ante la quisquillosidad del Congreso, los zapatistas anunciaron que se iban, pues no permitirían que se añadiera otra humillación a las seculares. En reunión especial del Congreso –parece que no querían hacer un ridículo internacional–, el diputado Felipe Calderón dijo que allí no mandaban ni Fox ni Marcos (olvidemos la frase extravagante de que el Congreso no sería rehén ni de Fox ni de Marcos), y señaló su respeto a la ley, por lo cual fue ovacionado por sus correligionarios,, curiosamente del mismo partido de Fox. Dejando de lado el “en sí”, nos atenemos a la figura señalada por Nietzsche en el texto que nos ocupa. BM V, 199 Llevado al exceso, los jefes, para que su mala conciencia no los haga sufrir, se forjan una mentira; que también ellos obedecen: a los antepasados, a la Constitución, al Derecho, a Dios, al pueblo. Es obvio que el poder legislativo es independiente del poder ejecutivo y de cualquier individuo aislado. Pero se suscitan varias preguntas: ¿Los legisladores están simplemente bajo la ley escrita? ¿Tienen el sentido de la equidad o de la epiqueya? ¿O ellos son los que están por encima de todo y de todos, casi a manera de dioses, o de súbditos del dios-ley? ¿Su función es servir a la ley, o servir al pueblo? Y, si dicen servir al pueblo, ¿mienten? En la sesión mencionada del Congreso el diputado Martí Batres sí invocó el

Cf. Manzano, Jorge. “Derechos eclesiásticos de los indígenas” conferencia perteneciente al ciclo Al Amanecer el 2000, Xipe-Totek, X-2, No. 38, 2001, pp. 168-185. El presente artículo es la conferencia tenida el 4 de octubre 2000. Me tomo la licencia de introducir algunas notas extemporáneas, dado que ilustran, me parece, las indiscreciones e impertinencias de Nietzsche. Para el tema, cf. Velasco, David. “La marcha zapatista al D.F”. XipeTotek, X-1, No. 37, 2001, pp. 93-116; también: “Indios en el Congreso de la Unión”, Xipe-Totek, X-2, No. 38, 2001, pp. 207-235.

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núcleo de la epiqueya, de que la letra mata y el espíritu vivifica; de que el bien del pueblo está por encima de la ley meramente escrita. SA V, 347 Necesidad de la fe. Algunos cultivan aún la metafísica, para tener una certeza como apoyo a la debilidad. Pero de ahí se eleva la humareda de un cierto pesimismo, algo como la fatiga, fatalismo, decepción, resentimiento, mal humor, anarquismo exagerado. La necesidad de la fe es lo más urgente cuando falta la voluntad, pues la voluntad es signo de soberanía y de fuerza. Cuanto menos sabe uno mandar, más aspira a que alguien le mande, sea un dios, príncipe, Estado, médico, confesor o dogma. BM IX, 269 En los grandes poetas se oculta alguna grieta; vengándose por medio de sus obras de una mancha interior, tratando de huir, muchas veces extraviados en el cieno y casi complaciéndose en él; se disfrazan de estrellas, y el pueblo los llama idealistas, frecuentemente en lucha con su hastío. Es posible que bajo la santa fábula y el disfraz de Jesús se oculte el martirio del corazón más inocente y ávido, que quería ser amado con frenesí. GM III, 7 Desde que hay filósofos hay un rencor filosófico contra la sensualidad. Schopenhauer no es sino la expresión más vehemente. La bestia filosófica tiene un horror instintivo a los obstáculos hacia el poder. Por eso los filósofos no se casan. Sócrates se casó por ironía. GM III, 24 Los idealistas hoy día se consideran enemigos del ideal ascético por ser incrédulos. Su base es frágil. Esos negadores, que pretenden poseer la pureza intelectual; duros, abstinentes, heroicos; pálidos ateos, anticristos, inmoralistas, nihilistas, escépticos; se consideran espíritus libres. En realidad ellos son la forma más espiritualizada del ideal ascético. ¡Soy descifrador de enigmas! Están muy lejos de ser espíritus libres, pues creen en la verdad. La abstinencia filosófica ordena tal fe, el estoicismo intelectual se prohibe tanto el no como el sí, y renuncia a toda interpretación. Tal la expresión del ascetismo, como un caso particular de la negación de la sensualidad. La fe en el ideal ascético es la fe en un valor metafísico, en un valor por excelencia de la verdad. Una ciencia supone una filosofía, una fe previa que

le dé una dirección, un sentido, un límite, un método, un derecho a la existencia. ! Nietzsche, despiadado, también levanta el velo con que ciertos incrédulos se cubren, el disfraz con que se enmascaran, y encuentra nada menos que su ascetismo intelectual tiene base frágil, por más que se llamen librepensadores y campeones de la verdad. Vimos que los jefes se ponen la máscara de antepasados, constitución, derecho, voluntad del pueblo, aun de dios: los intelectuales, la máscara de idealismo, espíritu científico, civilización, cultura. vm 1Sólo en cierto sentido limitado quiere el hombre la verdad: quiere las consecuencias agradables de la verdad, en cuanto contribuyen a conservar su vida; frente al conocimiento sin consecuencias se muestra indiferente; y se muestra enemigo ante el conocimiento que pueda perjudicarlo o comprometer su seguridad. ¿Dónde encontrar la verdad en un laberinto de pasiones? ¿Expresa el lenguaje las realidades? BM I, 5 Lo que induce a mirar a los filósofos con semidesconfianza y semiironía no es tanto su infantilismo y puerilidad, sino su falta de rectitud. Aparentan haber llegado a sus opiniones por el desarrollo natural de una dialéctica fría, pura y divinamente imparcial (diferentes a los místicos, que hablan de inspiración). Los filósofos son defensores astutos de sus prejuicios, que bautizan con el nombre de verdades, p.ej. Kant (su imperativo categórico) y Espinosa (su filosofía). BM VI, 207 El hombre objetivo no es más que un instrumento, un espejo, no es nada por sí mismo. Se recuerda a sí mismo con esfuerzo, muchas veces de una manera falsa; se toma fácilmente por otro ... ha olvidado tomarse en serio, no tiene tiempo para ocuparse de sí mismo ... Si se le pide amor u odio–como lo comprenden Dios, la mujer y la bestia– dará lo que pueda, esto es ... poca cosa. Kierkegaard describe este fenómeno como un caso típico de desesperación . !

Cf. SA V, 344; y el prefacio de AU. Kierkegaard, La enfermedad mortal, 1ª parte, § 3, B, a.

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BM II, 25 Ustedes sean prudentes, filósofos y amigos del conocimiento; y guárdense del martirio por la verdad. ¡Como si la verdad fuera tan cándida y tan torpe que tuviera necesidad de defensores, y precisamente de ustedes, caballeros de la triste figura, que tienen en los rincones del espíritu tantas telarañas emboscadas! ¡Y no olviden el jardín de la verja dorada! Escojan la buena soledad, libre, ligera, impetuosa, la que les da el derecho de seguir siendo buenos en cualquier sentido que sea. Los eremitas por necesidad, Espinosa, Giordano Bruno, terminan por ser envenenadores refinados y ávidos de venganza. La fe es triunfal. No necesita defensores. Simplemente tiene mártires, esto es, testimonios. Por otra parte, es muy sabido que los genios en los diversos terrenos maduran en la soledad. OI Lo que les falta a los alemanes 5-7 Lo que obtienen las escuelas superiores alemanas es un brutal amaestramiento para hacer a una gran cantidad de jóvenes, en el menor tiempo posible, aptos para servir al Estado. Es claro que los grandes imperios, incluso hoy día, preparan a sus jóvenes a que su vida consista en matar. Z I El nuevo ídolo Llamamos Estado al más frío de los monstruos. Todo lo que dice el Estado es mentira; todo lo que tiene lo ha robado. Sobre la tierra nada hay más grande que yo, ruge el Estado. En lugar del viejo Dios, el nuevo ídolo. Todavía las almas pueden vivir libres. Quien menos tiene es el más libre. HU II, I, 304 A los ricos burgueses: Su único remedio contra el socialismo es una vida modesta, sin ostentación. Si esto no les gusta, tendrían que confesarse que eso que ven de terrible en el socialismo es la propia pasión burguesa. Si no tuviesen fortuna, esa pasión los haría socialistas. Para vencer a los enemigos de su bienestar, tienen que vencerse a sí mismos. ¡Si al menos su bienestar fuese verdadero! Su alegría de vivir es falsa, pues proviene de un sentido de contraste más que de una verdadera plenitud de fuerza y de superioridad. Viandas, conciertos, ópera, mujeres de oropel, que no de oro, esos son los propagandistas envenenados de la enfermedad socialista.

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HU II, I, 320 Los gobiernos cuentan con dos medios para tener sometido al pueblo; el más grosero es el ejército; el más sutil, la educación. Por el ejército ponen de su parte la ambición de las clases superiores y la fuerza de las inferiores. Por la educación se ganan la pobreza dotada y la semipobreza de pretensiones intelectuales de la clase media. Y en los profesores de todas las categorías se crea una corte intelectual que aspira a subir, obstaculizando la educación particular. CI III, 8 Los Estados temen a filósofos como Platón y Schopenhauer. No favorecen sino a los filósofos de quienes no pueden temer nada. Si se presentase alguno con el cuchillo de la verdad, el Estado lo trataría como enemigo, como combate una religión que quiere ser el árbitro de sus actos. El Estado nunca se ha preocupado por la verdad; lo que le importa es la verdad útil; y más exactamente, lo útil, sea verdad, semiverdad o error. En la madrugada del 16 de noviembre 1989, fueron asesinados seis jesuitas en el campus de la Universidad Centro Americana de El Salvador. Pudieron verse en el jardín trozos de cráneos. El mensaje de los asesinos era claro: es delito pensar y dejar pensar. AX 61 Los alemanes robaron a Europa la última gran cosecha, la del Renacimiento, ese intento de transmutar los valores cristianos. Veo la posibilidad tan diabólicamente divina, que los dioses olímpicos habrían prorrumpido en una carcajada inmortal: ¡César Borja, Papa! ¿Qué sucedió? Un fraile alemán, Lutero, con todos los instintos vengativos de un sacerdote fracasado, llegó a Roma, y se levantó contra el Renacimiento. En la silla papal se sentaba ya el triunfo de la vida, el gran sí a todas las cosas bellas, altas, audaces. Los alemanes confunden y embrollan todo; tienen también sobre su conciencia la más impura especie de cristianismo, la más insana, el protestantismo. Es notable la defensa que Nietzsche hace de los Borja, especialmente del tan vilipendiado Alejandro VI. Todos los papas renacentistas favorecieron el arte; sin duda piensa Nietzsche que intentaron devolver la inocencia a la sensualidad.

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AX 62 Yo elevo contra la Iglesia cristiana la más terrible de las acusaciones: de todo valor hizo un no valor, de toda verdad una mentira; de toda probidad una bajeza de alma. CI II, 2 La vida tiene necesidad de los servicios de la historia; pero el exceso de estudios históricos es nocivo a los que viven. Los expertos de café no querrán que aparezcan creaciones nuevas; y en nombre del arte ya monumental, dirán que lo grande ya existe; que no hay nada nuevo. Su vida demuestra que son extraños a la grandeza. Su admiración a los grandes de otro tiempo, a la historia monumental es el disfraz que toma su odio contra los grandes de su tiempo. La historia pertenece al que quiere crear algo grande. Quizá vayan por aquí los ataques contra Marcos; ya tenemos historia y héroes. Los supuestos héroes del momento molestan nuestra seguridad del no hacer nada. Aquí cabría recordar la dialéctica hegeliana en la Fenomenología del Espíritu #, del alma bella (sabe lo que es el bien, pero no actúa para no mancharse), y del alma buena (sabe lo que es el bien, y lo realiza), que se convierten respectivamente en alma juez y alma pecadora. Cabe rememorar el comentario de san Agustín, que la amada (el alma humana en cuanto alma bella), habiéndose bañado oye que tocan a la puerta y piensa que es el Amado (Cristo), pero teme levantarse pues se le ensuciarían los pies (el apostolado, en que hay deficiencias). Comenta san Agustín que la amada no debe temer ensuciarse los pies, pues en su trabajo al exterior va a encontrarse con aquel que lavó los pies de sus apóstoles. $ CI II, 8 ¿Sería verdad que nosotros, los alemanes, por no hablar de los latinos, no hemos de ser nunca sino descendientes? Se ha destronado al arte y a la religión, para poner en su puesto a la historia en cuantodialéctica del espíritu de los pueblos, y el juicio de la humanidad. Por mofa se ha llamado a esta interpretación de la historia la marcha de Dios sobre la tierra, el cual Dios no ha llegado a una clara comprensión de sí mismo sino en los límites que le trazan los cerebros hegelianos.

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Whilhem Friedrich Hegel, Fenomenología del Espíritu, VI, C, c 1. San Agustín, Trat. Evang. San Juan, 57,2.

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CI II, 9 Justifican la marcha de la historia: era preciso que sucediera así. Se consideran herederos, no del cristianismo, que para ellos no existe, ¡sino del proceso universal! Debieran comparar la grandeza de lo que saben con la mezquindad de lo que pueden. CI II, 10 Basta ya de hablar de peligros. Creo en la juventud. Hemos llegado a ser ineptos para la vida, incapaces de ver con gozo lo que hay de más natural; y hasta el presente no tenemos ni siquiera la base de una cultura, porque no estamos seguros de que en el fondo de nosotros poseamos una verdaderavida. Ni un hombre ni un dios nos darán la vida, sino la juventud de ustedes. Si desencadenan su juventud, desencadenarán la vida. Verán que la cultura puede ser algo más que el decorado de la vida. ¿En qué se parecen Nietzsche y los jesuitas? En que creen en el hombre; creen en la juventud, y trabajan para el futuro. SA, Apéndice La canción del Príncipe Vogelfrei [Librecomopájaro]. ... Pensar a solas el prudente sabe, Pero cantar a solas es estúpido. Ahí va una copla; en círculo ponerse, Pájaros alevosos; yo la brindo: Escucharme en silencio y en reposo. Ustedes, falsos, jóvenes, troteros, Para el amor están muy bien cortados; Para los devaneos dulces, frívolos. Allá en el Norte, dudo en confesarlo, He amado a una mujer vieja, ¡muy vieja! Se llamaba Verdad. ¿La conocieron? Diversos textos dan la impresión de que Nietzsche arremete contra la verdad. También aquí es preciso matizar: Nietzsche va contra la verdad de ustedes; en realidad, él es quien ama la verdad. Ustedes me invalidan, y ven en mis pensamientos algo malo. Pero yo sé que eso malo es un disfraz que se ponen ustedes, y que esos mis malos pensamientos (¿algunos?) son verdad, de la buena [Cf. BM IX 296]. Liberado de la verdad de ustedes, yo Nietzsche, sí amo el conocimiento, y sé que la vida es un medio para el conocimiento (SA IV 322).

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Estas consideraciones son importantes para ir viendo si Nietzsche realmente se contradice cuando a veces ataca y a veces defiende sea la virtud, la verdad, u otros temas que examinaremos. No faltan quienes lo acusan de chocantes contradicciones y absurdos. % En mi opinión, no hay contradicción real. Otros piensan que Nietzsche no sólo tiene contradicciones, sino que las ama. Esto es verdad, pero no se trata tanto de contradicciones, sino de conflicto de pasiones. Y es sano el hacer campaña contra sí mismo, a manera de enemigo (cf. Aurora iv, 370), a la manera de la técnica de resistencia de materiales, de Apolo que se interesa por Diónysos. vp 259 Hay perspectivas contradictorias y, por tanto, instintos contradictorios. El hombre sabio sería el más rico en contradicciones. SA I, 8 Tenemos cualidades conscientes, y, con el mismo nombre, otras inconscientes que podrían divertir a un dios.

GM II, 16 Mi propia y provisional hipótesis sobre el origen de la mala conciencia: Cuando el hombre se encontró encadenado a la sociedad y a la paz, se vio transformado radicalmente, y cayó en profundo estado morboso. Esos semianimales salvajes, vagabundos, guerreros, en el mundo nuevo ya no tenían sus antiguos guías, los instintos inconscientes, infalibles; y quedaron reducidos a pensar, a calcular, a combinar causas y efectos. No por ello los antiguos instintos habían renunciado a sus exigencias, y se vieron forzados a buscar satisfacciones nuevas y subterráneas. Los instintos que no tienen desahogo se interiorizan; de esta manera se forma lo que más tarde se llamará alma. Todo se dirigía contra los instintos de rencor, crueldad, necesidad de perseguir. Tal es el origen de la mala conciencia. Con ella fue introducida la más inquietante de las enfermedades. % Por ejemplo, Wahl, Jean. “Ordre et désordre dans la pensée de Nietzsche”, especialmente el Panel de debate, Nietzsche, Royaumont, 84-102 (20-26).

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GM II, 21 Al moralizarse las nociones de deuda y deber, al introducirse en la mala conciencia, se vuelven contra el deudor; aparece la noción de la imposibilidad de expiar; se rebotan entonces hacia Adán, o hacia la diabolización de la naturaleza, o a la existencia que no vale la pena de ser vivida. La primera dificultad, que la deuda se rebota hasta Adán, proviene seguramente de la ambigüedad en la gramática griega en ROM 5,12. Hoy día se prefiere la traducción: “Por un hombre penetró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte; y así la muerte; y la muerte se extendió a todos los seres humanos, ya que todos pecaron”. Por Adán entró el pecado al mundo; pero entra también por cada ser humano. Sólo que hay otra traducción de la última frase, que muchos prefirieron, y gramaticalmente puede hacerse: “...y la muerte se extendió a todos los seres humanos, ya que en él (en Adán) todos pecaron”. Esta última frase es correcta, pero se presta a malentendidos. Respecto de la vida: en el cristianismo sí vale la pena ser vivida; es el don de Dios para el ejercicio de nuestro libre albedrío y la realización de nuestra creatividad. El que la vida no valga la pena ser vivida es un principio ajeno al verdadero cristianismo, lo cual justamente es fustigado por Nietzsche. GM III, 15 Médicos y curanderos deben ser gente que estén ellos mismos enfermos: y ya tenemos al sacerdote ascético, pastor del rebaño enfermo. Hábilmente cambia la dirección del resentimiento: todo ser que sufre busca la causa de su sufrimiento para descargar su pasión, a manera de narcótico. Tal es la única causa fisiológica del resentimiento. El pastor ascético responde: “Tú eres el que tiene la culpa de todo”. La dirección del rencor ha cambiado. GM II, 22 La culpable que castigado; la cuenta de la humana.

crueldad psíquica: la voluntad de encontrarse tan la expiación es imposible, la voluntad de verse de erigir en ideal al Dios santísimo para darse propia indignidad absoluta. Triste y loca bestia

GM I, 7 Los sacerdotes son los enemigos más malvados porque son los más incapaces. La impotencia hace crecer en ellos un odio siniestro, intelectual y venenoso. Los grandes vengativos han sido siempre sacerdotes, así como los vengativos más

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espirituales. Tomemos el ejemplo más saliente. Los judíos, pueblo sacerdotal, transmutaron todos los valores por un acto vindicativo esencialmente espiritual. Con un odio sin límites afirmaron que únicamente son buenos los miserables, los que sufren, los necesitados, enfermos y deformes, a quienes corresponde la beatitud; los nobles y poderosos serán los réprobos. Con los judíos comienza la rebelión de los esclavos en la moral. Nietzsche critica la mala actitud de ciertos sacerdotes, que expresan su espíritu vindicativo de resentimiento haciendo sufrir a otros lo que ellos sufrieron. Que Nietzsche tenga un alto aprecio del buen sacerdote, tanto que sea algo que vale la pena vivir,lo veremos en el próximo artículo. & GM I, 8 Del odio judaico salió, abriéndose como su corona, un amor nuevo, sublime, que persigue los mismos fines que el odio: la victoria, la conquista, la seducción. Jesús de Nazaret era la seducción en su forma más siniestra e irresistible. Como veremos también, Nietzsche se debate entre la admiración (¿amor? ¿identificación?) a Jesús, y la imagen que le fue transmitida de él. Z IV La sanguijuela Zaratustra tropezó con un hombre, que del pantano sacó su brazo desnudo, cubierto de sangre. Una sanguijuela lo había estado mordiendo en el pantano, la sanguijuela de las conciencias. El hombre se presenta como la conciencia del espíritu.

El ideal ascético GM I, 14 La tenebrosa fabricación del ideal. Se oye un murmullo meloso: mienten. Una mentira transforma la debilidad en mérito. La impotencia para tomar represalias se convierte en bondad; la bajeza medrosa, en humildad; la sumisión a los odiados en obediencia (a Dios); la cobardía en paciencia; el no poderse &

Mociones y Discernimiento.

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vengar, en no querervengarse. Y dan a entender que son mejores que los señores del mundo, de los cuales van a lamer los salivazos, no por temor, sino porque Dios ordena honrar a las autoridades. iAire, aire! Repiten: “Nosotros, los buenos, somos los justos”. Lo que piden no lo llaman represalias, sino "el triunfo de la justicia”. No odian al enemigo, sino a la injusticia. No esperan la venganza, sino “la victoria de Dios”. GM III, 1 El hombre prefiere tener la voluntad de la nada que no querer en absoluto. GM III, 16 Partimos de una hipótesis: el estado de pecado no es un hecho, sino una interpretación. El hecho es un malestar fisiológico. También, cuando alguien no puede dominar un dolor psíquico, la causa no está en su alma, sino más probablemente en su vientre (Todo esto no me impide seguir siendo el adversario resuelto de todo materialismo). Nietzsche identifica el ascetismo con la negación de la sensualidad, esto es, de la vida. Así lo presentan algunos; pero más bien es un entrenamiento para saber volar muy alto. Ignacio de Loyola, el experto en discernimiento de espíritus, pide comenzar éste atendiendo a lo que el hombre siente en su interior. Se califica la sensación o sentimiento experimentado, agradable o desagradable. Un correcto discernimiento de este sentir lleva a advertir si uno está en la órbita del malo espíritu, o del bueno. Nietzsche hace notar –e Ignacio estaría de acuerdo– en que muchas veces (usando un lenguaje popular) no hay que echarle la culpa ni a Dios ni al diablo, sino que el sentirse mal puede no ser sino el resultado de una mala digestión; y el sentirse bien, de una buena, de una animalidad satisfecha, que en principio es buen signo. También esto hay que discernirlo. OI La moral como antinaturaleza 3 La espiritualización de la sensualidad se llama amor, y constituye un triunfo sobre el cristianismo. Otro triunfo es nuestra espiritualización de la enemistad. La Iglesia quiere el aniquilamiento de sus enemigos. Nosotros, los inmoralistas y anticristianos, vemos nuestro provecho en que la Iglesia exista. Lo mismo puede decirse en el terreno de la política. Sólo en la contradicción uno llega a ser necesario. Decimos lo mismo del

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enemigo interior. Y nada nos es más extraño que la llamada paz del alma. Esta es muchas veces un equívoco. Se la confunde con el dulce irradiar de una animalidad rica en lo moral (o en lo religioso); o el comienzo del cansancio; o el hecho de que el aire es húmedo; o la gratitud por una buena digestión; o la debilidad, o la pereza ... GM III, 18 Contra la depresión se usa otro training más cómodo, denominado, con cierta hipocresía, la bendición del trabajo. Un medio más apreciado en la lucha contra la depresión es una pequeña alegría (beneficios, regalos, consuelos, socorros, alientos, alabanzas, distinciones). El sacerdote ascético, al prescribir el amor al prójimo, prescribe en el fondo un excitante del instinto más fuerte y más afirmativo, si bien a minidosis: la voluntad de poder. GM III, 19 Hemos visto los medios inocentes que utilizan los sacerdotes ascéticos, como el estupefaciente más eficaz: sofocar los sentimientos vitales; actividad mecánica; pequeño goce, sobre todo el amor al prójimo; organizar el rebaño, despertar del sentimiento de poderío de la comunidad, el hastío individual ahogado y reemplazado por el deseo de ver prosperidad. Veamos ahora los medios más interesantes, los culpables. El sacerdote ascético ha sabido utilizar el entusiasmo que anima las grandes pasiones para hacer que el sentimiento se desborde. No nos hagamos ilusiones: la marca de las almas modernas, de los libros modernos, no es la mentira, sino la inocencia encarnada en el moralismo embustero. Ir descubriendo esta inocencia es quizá la parte más repulsiva de nuestro peligroso trabajo. La verdadera mentira, resuelta, leal sería algo demasiado severo y fuerte; se exigiría el imposible de distinguir lo verdadero de lo falso. Vimos que Nietzsche ama realmente la verdad, y que sabe distinguir entre verdad y mentira. Nosotros no, o al menos hacemos como que no, y a eso llamamos “nuestra inocencia”, denunciada por Nietzsche. Nuestra inocencia es capaz de despertar toda una jauría de perros salvajes. GM III, 20 El sacerdote ascético ha tomado a su servicio toda la jauría de perros salvajes que aúllan en el hombre (ira, temor, voluptuosidad, odio, esperanza, triunfo, desesperación o

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crueldad), para despertar al hombre de su larga tristeza, de su sordo dolor; y con ese fin sumergir al hombre en el terror, en el hielo, en el ardor, en la embriaguez. Se es culpable. Es conocido el ardid de sacar partido del sentimiento de culpabilidad. El hombre, enfermo, se ha convertido en pecador. Z III Los tres males. Pondré en la balanza los tres mayores males, sobre los cuales ha pesado la maldición, y a pesarlos con bondad humana: Voluptuosidad, Sed de dominio, Egoísmo... Quiero sostener la balanza sobre el mar agitado ... ¿Cuál es la fuerza que hace que lo más alto se incline a lo más bajo? ¿Que es lo que obliga a lo más alto a seguir creciendo? Voluptuosidad: Todos los que desprecian el cuerpo la consideran aguijón. Para la canalla es el lento fuego que la abrasa. Para los marchitos es un dulce veneno. Para los andrajos apestosos horno encendido. Para los corazones libres es algo inocente y libre, la gratitud infinita de todo el futuro al presente. Para los que tienen voluntad de león, es el mayor reconstituyente. Para la dicha y esperanza superiores, el gran símbolo de la felicidad. Sed de dominio: El látigo de fuego de los duros de corazón; el malvado freno que se pone a los pueblos más vanos; la que hace mofa de todas las inciertas virtudes, a caballo sobre todos los orgullosos; que destruye todos los sepulcros blanqueados; el signo de interrogación que aparece como relámpago ante respuestas prematuras. Ante su mirada se doblega el hombre y se arrastra como su esclavo, más bajo que la serpiente y el cerdo, hasta que por fin el gran desprecio estalla en su alma. Sed de dominio: pérfida sube hasta los puros y los solitarios para atraérselos; ardorosa, como el amor, pinta purpúreas bienaventuranzas en el cielo, asciende hasta la satisfacción de sí mismo. ¿Quién se atrevería a decir de ella que es un deseo, cuando es en la profundidad donde la altura aspira al poderío? ¿Quién encontrará el nombre que conviene a un deseo semejante? Zaratustra la llamó la virtud que da. Egoísmo: Zaratustra pronunció el panegírico del egoísmo sano y bueno, el que brota del alma poderosa que vive en un cuerpo superior, bello, victorioso y confortante, en torno del cual todas las cosas se convierten en espejos, un cuerpo flexible y

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persuasivo, el danzador cuyo símbolo y cortejo es un alma contenta de sí misma. Virtud se llama la alegría egoísta de estos cuerpos y estas almas. Con las palabras del Bien y del Mal se cubre a sí misma esta alegría egoísta, como en un bosque sagrado; con los nombres de su felicidad destierra lo despreciable; y dice: lo malo es lo cobarde. Juzga despreciable al quejumbroso, víctima de preocupaciones, al que anda a la caza de los pequeños provechos. No estima la tímida desconfianza, ni la sabiduría demasiado desconfiada. Le inspiran odio y asco quienes no quieren defenderse. Llama malo a todo lo que se arrodilla y se doblega, a los corazones oprimidos, a los seres falsos e indecisos. Y sin embargo cuántas no fueron las intrigas de los sacerdotes contra el egoísmo. Arañas cobardes y hastiadas del mundo, que se jactan de ser desinteresadas. Quien ensalce el yo y santifique el egoísmo será el profeta que dirá lo que sabe: Miren, ¡ya viene el gran Mediodía! Célebre pasaje en que aparece nítida la imparcialidad de las nociones, y la parcialidad de lo que pudiéramos llamar realidades existenciales. Sugerimos releer el texto para ver cómo Nietzsche va distinguiendo la mala de la buena voluptuosidad (deleite suave de tipo sensible); la mala de la buena sed de dominio (la virtud que da); el malo del buen egoísmo (autoestima). Santo Tomás de Aquino las clasifica entre las pasiones humanas; y dice que éstas, en sí, moralmente no son ni buenas ni malas, ' sino potencialidades que Dios nos ha dado para llegar al reino de los cielos. Son inventos divinos que nos ha regalado. Eso sí, y ya lo sabían los griegos, los dones divinos son buenos y perfectos, pero peligrosos. Como la belleza, que es un don excelente, pero peligroso para el bello y para su entorno. Para la escolástica, el deleite, y la voluptuosidad es un tipo de deleite, tiene un profundo sentido teleológico; es el signo de una acertada realización de un talento, que se triunfó llevando una potencia al acto. El cuerpo tiene parte en el gozo espiritual de los místicos. De la voluntad de poder hablaremos al final de este libro. La autoestima implica que nos amemos como Dios nos ama, y viene a ser un excelente Cf. Santo Tomás de Aquino,Suma Teológica, I-II q.24 a.2. Cf. Bruno, Emilio ocd, “El gozo de los místicos”, Xipe-Totek, V-2, No. 18, 1996, pp. 107-121. Publicado: Manzano, Jorge. “Voluntad de Poder y los grandes temas de Nietzsche”. Revista Xipe Totek, XI-3, No. 43, 2002, p. 217-235.. '

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trampolín para lanzarse a la acción (cf. C ii 9). Lo ilustran los dos aforismos siguientes en que Nietzsche se eleva muy alto, en un barrunto del amor ágape en su sentido fuerte. xi p.192 Ver el egoísmo como error; pero no tomar el altruismo como lo contrario. Más bien elevarse por encima del mí y del ti: ¡Sentir cósmicamente! BM IX, 265 El egoísmo pertenece a la esencia de las almas nobles. Toda estrella se honra ella misma en las otras estrellas. Es indudable que para Nietzsche este egoísmo, o autoestima, es bueno, es sano y prudente (CI II, 9). Pero también hay un egoísmo malo, el de los ávidos de riqueza, el del Estado, el del que quiere fingir, el de la ciencia fría (CI III 6). BM II, 40 Todo lo que es profundo ama el disfraz. Me imagino a un hombre que teniendo que ocultar algo precioso y delicado, rodase por la vida, grueso y redondo como un tonel de vino. Es obvio, hay disfraces buenos. Comparar con los estadios kierkegaardianos. La manera estética de vivir suele tener un secreto, que no se comunica, bello o tramposo. La manera ética corta en seco y pide siempre transparencia. La manera religiosa tiene también un secreto incomunicable, la del caballero de la fe, el émulo de Abraham, que no encontramos en manos cruzadas ni ojos levantados al cielo, sino seguramente en una persona cualquiera, a quien no se le nota nada, que tiene un buen disfraz en su vida común y corriente. BM IX, 289 El que ha permanecido años enteros noche y día en conversación consigo mismo, para el que en su caverna –o laberinto, o mina de oro– se ha convertido en un oso, o en investigador o en un guardián del tesoro, las ideas terminan por tomar un tinte de media luz. El solitario no cree que un filósofo haya expresado nunca en sus libros su verdadero y definitivo pensamiento. ¿No se escriben libros precisamente para ocultar lo que se lleva dentro? No creerá que un filósofo pueda tener opiniones últimas y esenciales. Se preguntará si en él, detrás Kierkegaard, TEMOR Y TEMBLOR, Problemas; efusión preliminar.

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de una caverna, haya una caverna más profunda; un mundo más vasto y extraño, más rico; un bajo fondo para cada fondo, para cada fundamento. Toda filosofía es una filosofía de primer plano. Toda filosofía oculta otra filosofía, toda opinión es un escondite; toda palabra, una máscara. Hay un disfraz bueno; hay un disfraz que es de la condición humana. Z II Los sacerdotes. También entre ellos hay héroes. Sufren, y por esto quieren hacer sufrir a los demás. Su Redentor los ha cargado de cadenas. Falsos valores y palabras huecas. ¡Qué luz tan falsa, qué aire tan pesado el de sus iglesias! Para que yo creyese en su Redentor, tendrían que cantar otras canciones. Celosamente conducen sus rebaños con gritos, como si para el porvenir no hubiera más que una senda. BM VII, 226 Los inmoralistas llevamos una camisa de fuerza hecha de deberes. Somos también nosotros hombres del deber. A veces danzamos con nuestras cadenas, pero frecuentemente rechinamos los dientes y nos rebelamos contra los rigores de nuestro destino. La vida no fue fácil para Nietzsche. La vida es un don y en el camino se presentan conquistas, triunfos, realizaciones. La victoria implica esfuerzo; la vocación, renuncias. GM I, 10 La rebelión de los esclavos en la moral comienza cuando el resentimiento engendra valores; la verdadera reacción, la de la acción, les está prohibida, y no encuentran compensación sino en una venganza imaginaria. La moral aristocrática nace de una triunfal afirmación; la de los esclavos comienza con un no a lo que no forma parte de ella, a lo diferente; y ésteno es acto creador. Para los impotentes, agobiados por sus sentimientos hostiles y venenosos aparece la felicidad como estupefaciente, reposo, relax del espíritu y del cuerpo, en forma pasiva. El hombre del resentimiento no es ni franco, ni ingenuo, ni leal consigo mismo; el noble, sí. Las naturalezas fuertes poseen una superabundancia de fuerza plástica y curativa, que llega a hacer olvidar; sólo aquí es posible el verdadero amor a los enemigos, suponiendo que esto sea posible sobre la tierra.

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Nietzsche se pronuncia fuerte contra la moral de ustedes, contra la moral que le enseñaron. Él es un apasionado por la moral aristocrática, que se describe como afirmación triunfal que brota de la superabundancia. También está en contra de la felicidad de ustedes, el que todo suceda según uno desea; que obviamente es una manera pasiva de ver las cosas. En Aristóteles y en santo Tomás la felicidad se concibe de manera activa, como una operación, la realización de las propias potencialidades. ! La superabundancia de la naturaleza fuerte realiza el perdón, el olvido. Quien no tiene la fuerza del perdón total, del olvido total, sino que quiere ir paso a paso recorriendo todo un proceso, corre el riesgo de atascarse en la autocompasión. Y es que las heridas del espíritu se curan sin dejar cicatrices. GM I, 11 Lo malo en la moral del resentimiento es lo bueno de la moral aristocrática, pero visto al revés. Los aristócratas vuelven a la simplicidad de la fiera, que salen quizá de una innoble serie de homicidios, de incendios, de violaciones, de ejecuciones, con tanto orgullo y serenidad como si no hubieran cometido sino travesuras de estudiantes. Las razas nobles son las que han dejado la idea del bárbaro en todas las huellas de su paso, noción que resume el menosprecio por las seguridades del cuerpo, por la vida, por el bienestar; la terrible alegría en toda destrucción, en las voluptuosidades de la victoria y de la crueldad. El sentido de toda cultura es domesticar la fiera humana. Los instrumentos de domesticación que tiene la cultura hacen sospechar de la cultura misma, y son un argumento contra ella. Ya ha comenzado a considerarse al hombre domesticado, mezquino y débil como hombre superior. Pasaje difícil. Parecería que esos homicidios, incendios, violaciones, ejecuciones, crueldad, serían metáforas que indican lo implacable de la destrucción dionisíaca frente a los obstáculos a la creación #. Diríamos que Nietzsche va contra los obstáculos, no que pregone a la letra el homicidio de seres humanos. Se da un Cf. Aristóteles, Etica Nicomaquea, I, 9; Tomás de Aquino, Suma Teológica, I-II q.3 a.2. Hegel. Fenomenología del Espíritu. VI, C, 3. Tr. Roces, México, FCE, 14 reimpr., 2003, p. 390. # Cf. Primer artículo de este libro: Diónysos, manía y sufrimiento de la destrucción, También en Xipe-TotekX-1, No. 37, 2001, pp. 25-30. !

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paralelismo bíblico de interés: los ahogados en el diluvio y los ahogados en el Mar Rojo son los pecados, el mal, no lo egipcios de nuestra historia. El punto lo reencontraremos en el artículo sobre la voluntad de poder. En todo caso son claras las grandes cualidades de los llamados “bárbaros”, como el menosprecio por la seguridad; y queda también claro que el hombre superior de ustedes no es sino un animal domesticado. GM II, 3 Quizá no haya nada más terrible en la prehistoria del hombre que su nemotecnia. Se aplica hierro candente para grabar en la memoria: sacrificio del primogénito, mutilaciones, ritos crueles religiosos: todo esto tiene su origen en el instinto que adivina en el dolor el poderoso coadyuvante de la nemotecnia. Todo el ascetismo pertenece a este dominio. Es difícil educar a un pueblo de pensadores. Antiguos castigos en Alemania: lapidación, rueda, palo, aplastamiento bajo las patas de caballos, aceite y vino hirvientes, correas, desollamientos. Mucha sangre y horror en el fondo de las cosas buenas. BM IX, 260 Hay una moral de los señores y una moral de los esclavos. Cuando son los dominadores los que determinan el concepto bueno, los estados de alma sublimes y altivos determinan el rango. Bueno equivale a noble; y malo a despreciable. La antítesis bien y mal tiene otro origen. Se desprecia al cobarde, al mezquino, al que no piensa sino en la estrecha utilidad, al desconfiado, al hombre perro que se deja maltratar, al adulador mendicante, y sobre todo al mentiroso. Las denominaciones de valores fueron primero aplicadas al hombre, y más tarde a las acciones. El hombre noble es el creador de valores. En primer plano se encuentra el sentimiento de la plenitud, de la potencia que quiere desbordarse, la felicidad de la gran tensión, la conciencia de una riqueza que querría dar y repartir. El hombre noble viene en ayuda de los desgraciados, no por compasión sino por superabundancia de fuerzas. En cambio, la moral de los esclavos, asalariados, oprimidos, dolientes, no fatigados, no libres: son desconfiados y pesimistas respecto del hombre, querrían convencerse de que aun entre los poderosos la felicidad no existe. Honran la compasión, la mano servicial, el corazón ardiente, la paciencia, la aplicación, la humildad, la amabilidad, pues son las cualidades más útiles, casi

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los únicos medios para aligerar la existencia. En el concepto mal se hace entrar lo que es poderoso y peligroso, temible, sutil, potente. Para los esclavos, el hombre bueno debe ser inofensivo, fácil de engañar, aun estúpido: un buen hombre. La aspiración a la libertad, el instinto de felicidad pertenecen a la moral de los esclavos. El amor en cuanto pasión es de origen noble. Me tomé la licencia de hacer resaltar las características del hombre noble según Nietzsche. La juventud del siglo de oro ya había sostenido que la moral no era sino el arma de los débiles contra los nobles o fuertes. $ BM IX, 261 La vanidad difícilmente es comprendida por un hombre noble. Es de mal gusto. El hombre noble podrá pedir que su valor sea reconocido por los demás, en la medida en que él lo estima; pero eso no es vanidad, sino presunción, o, lo que ha sido llamado humildad o modestia. El hombre común se somete no sólo a una buena opinión, sino también a una mala, e injusta. Según la aludida presentación escolástica de las virtudes morales, la humildad es una virtud entre dos extremos viciosos, el rebajamiento y la vanidad o jactancia. El hombre noble nietzscheano no es ni rebajado ni vanidoso, sino humilde. Es célebre la opinión de Teresa de Ávila, que la humildad es la verdad. Y el mejor ejemplo de humildad es el de la Virgen María cuando recibe las grandes alabanzas de Isabel, [Lc 1, 39-55]. Otra mujer habría dicho: “No Isabel, yo soy una pobre joven”, y eso sería rebajamiento. María sabe que lo que ha dicho Isabel es verdad, pero todo lo atribuye a Dios: ¡Magnifica mi alma al Señor, que ha hecho grandes cosas en mí!

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Ct. Platón, Gorgias, 482 c, y ss.

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Una lectura fundamentalista de Nietzsche conlleva el peligro de caer en serios errores de interpretación, y el de verlo como un pensador contradictorio. El lector fundamentalista entiende las expresiones de lo que lee en el sentido que comprende su mente, sin tratar de ver qué es, en realidad, lo que el texto quiere decir, esto es, el lector lee como si él mismo hubiera escrito lo que lee, y no lo que el autor, Nietzsche, escribió. El lector doctrinario corre el mismo peligro. El lector doctrinario quiere encontrar en Nietzsche, o en cualquier otro autor que lea, alguna confirmación de la propia doctrina. Ambas lecturas se rehusan a sumergirse en el autor leído, operación conveniente para entender al autor en sí mismo. Por supuesto, hay que saber sumergirse sin temores ni prejuicios; y también, oportunamente, saber salir de él. En mis modestos artículos sobre Nietzsche, trato de realizar esta empresa: interpretar a Nietzsche, dado su estilo de aforismos y metáforas, por medio de Nietzsche. En este tema daré mi interpretación del sentido nietzscheano de la Muerte de Dios y del Ultrahombre, que paso a corroborar con la presentación de textos en que aparecen lo que en el mundo espiritual se llaman “las mociones” y “el discernimiento”.

¿Cuál es el sentido del anuncio [SA III, 125] de que Dios ha muerto? El anuncio doloroso se susurra, como en un duelo, no se proclama ante los periodistas como algo banal, cosa que hizo Sartre. % Opino que Nietzsche dice: “El Dios que les enseñaron a ustedes, que fue el que me enseñaron a mí, ya se murió”. Y menciona, para que no haya equívocos, los atributos de ese Dios. Un Dios carcelero, policía, verdugo, un judicial (en el sentido mexicano peyorativo). Y, al mismo % Marcel, Gabriel. “Notre point d’interrogation”, en Nietzsche, Royaumont, (panel) 103-123 (27-33).

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tiempo, delata la llamada fe de muchos creyentes, que esperan que todo les sea dado, entendiendo ese todo como los bienes materiales, o la placentera comodidad de que todo está hecho. Indirectamente delata la increencia o el ateísmo, también de muchos, que en el fondo están pensando en el mismo atributo divino que los creyentes, pero que niegan a Dios, por decepción, o por orgullo, especialmente tratándose de Jesús, que viene a salvarnos. Los creyentes esperan la comodidad de no hacer nada sino de recibir todo; los increyentes preguntan triunfantes: ¿Salvarnos, de qué? VJ 84 Los presos. Salieron al patio. El carcelero no estaba. Unos se pusieron a trabajar, otros no. Uno de ellos les dijo: “Trabajen o no, es igual: el carcelero los castigará. Pero yo soy el hijo del carcelero, y puedo salvarlos a ustedes con tal de que crean que soy el hijo del carcelero”. Uno replicó: “Qué importancia tiene que creamos o no? Si eres lo que dices, haz la obra buena de salvarnos y deja esos discursos sobre la fe”. Otro: “Ese hombre está loco. Seguro que seguiremos aquí, y que el carcelero no sabe nada”. El último: “Y si supo algo, ahora no sabe nada, pues acaba de morir”. Él: “Ya dije que pondré en libertad a los que crean en mí, y mi padre vive aún”. Los presos no se rieron, sólo se encogieron de hombros y se apartaron de él. El Dios que ha muerto es el que tiene el atributo de imponernos, ya de salida, el tú debes, “tal como el cristianismo les ha enseñado a ustedes y a mí”, esto es, el Dios moral. Al escribir estas líneas debo advertir que la gran Iglesia nunca ha enseñado esto, pero seguramente sí ciertos educadores, aun sacerdotes y catequistas. Nietzsche quiere respirar aire puro. La moral es para Nietzsche el gran amor, su voluptuosidad, su pasión [SA V 345], y en fuerza de esa moral, declara que Dios ha muerto, él, que destroza la moral, “la que les impusieron a ustedes y a mí” a martillazos. SA V, 343 Nuestra serenidad. El más importante de los recientes acontecimientos, el hecho de que Dios ha muerto, y la fe en el Dios cristiano ha sido aniquilada, tendrá por consecuencia el derrumbe de cuanto en ella tenía su fundamento, por ejemplo nuestra moral europea. Nosotros filósofos y espíritus libres, nos sentimos iluminados por la nueva aurora, nuestro corazón desborda de agradecimiento, de asombro, de aprensión y de

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esperanza; el horizonte nos parece libre de nuevo, nuestros barcos pueden darse a la vela, bogar ante el peligro. xii p.50 La refutación de Dios: realmente el Dios moral es el que está refutado. SA III, 153 Homo poeta. Yo he matado a los dioses en el cuarto acto, por moralidad. ¿Qué debe pasar ahora en el quinto acto? ¿Dónde buscar el desenlace trágico del conflicto? ¿Habrá que decidirse por un desenlace cómico? El Dios que ha muerto es el Dios que condena la vida, ¡en vez de ser su gloriosa afirmación!, el Dios que tiene que resolvernos aun las trivialidades de la vida –por lo cual abdicamos de nuestra actividad. Jesús como negación de la vida no tiene sentido. Jesús no se reduce a una fe muerta, sino a una vida. Vivir como él vivió. En este punto Nietzsche es muy actual, o mejor, como diría él, inactual, intempestivo, un hombre muy arriba de lo que es el tiempo. Hay una crítica al Evangelio, no al Evangelio que es la buena nueva, sino al que han enseñado “a ustedes y a mí”. Su crítica al luteranismo –y no sólo al luteranismo–, a la “fe sin obras” es implacable. Nada raro que los hombres de los siglos XVIII y XIX, ateos o indiferentes, hayan prescindido de ese Dios. AX 18 El concepto cristiano de Dios, un Dios de los enfermos, como araña, como espíritu, es uno de los conceptos más corrompidos de la divinidad. Dios, degenerado hasta ser la contradicción de la vida, en vez de ser su glorificación y su eterna afirmación. AX 39 Ha habido un solo cristiano, y ése murió en la cruz. Lo que a partir de aquel momento se llamó Evangelio, era lo contrario de lo que él vivió. Lo cristiano es únicamente vivir como vivió el que murió en la cruz. Y el verdadero cristianismo será posible en todos los tiempos. No una creencia, sino un vivir. Reducir el cristianismo a los estados de conciencia, por ejemplo a una fe, significa negar el cristianismo. Los estados de conciencia son de quinto orden, comparados con los valores de los instintos.

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AX 52 Un Dios que nos cura la gripa, o nos hace aparecer un coche en el momento en que estalla el aguacero, sería un Dios tan absurdo que si existiese debería ser abolido. Entonces se comprende sin dificultad el célebre aforismo de la muerte de Dios. Y no sólo; el aforismo encierra una amarga ironía sobre la candidez –digna de la atención de los psicólogos– de aquellos que buscan a Dios. ¿Se habrá perdido? ¿Será un niño pequeño? ¿Lo habrán secuestrado? Quizá los perdidos sean otros. Parece que no puede sostenerse tal candidez. Lo que hace el hombre no es buscar a Dios; sino esconderse de él. Dios es quien busca. Y el hombre se esconde, ya desde Adán, debajo de un arbusto; al menos se enmascara con un mal disfraz, así sea de hojas de parra. SA III, 125 El insensato. Un loco, linterna en mano a pleno día, corría gritando: ¡Busco a Dios! La gente, que no creía en Dios, le decía regocijada: ¿Se perdió? ¿Se escondió? ¿Nos tiene miedo? ¿Emigró? El loco: Ustedes y yo lo matamos. ¿Todavía hay un arriba y un abajo? ¿No erramos en la nada infinita? ¿No hace más frío, no se oscurece más? ¡Dios ha muerto! Y todos los muertos se descomponen ¿Quién borrará de nosotros esta sangre? No hubo en el mundo acto más grandioso ... He llegado demasiado pronto; no es mi tiempo. Este acontecimiento enorme está en camino. Hay que dar tiempo al trueno y al relámpago. ¿De qué sirven estas iglesias sino de tumbas de Dios? Anuncia Nietzsche que Dios ha muerto, pero es del más alto interés que nunca haya dicho Dios no existe. Interpretando a Nietzsche con Nietzsche, da la impresión de que su tratamiento del tema es una intensa meditación sobre el antiguo himno gozoso de Lutero: DIOS HA MUERTO. Esa palabra, la más amarga de todas, es al mismo tiempo la más dulce, dice Hegel, y es que por la muerte de Dios recuperamos la inocencia perdida, se nos perdonan los pecados. Jean Wahl hace notar que la reflexión sobre el gozo de ese himno de Lutero es uno de los puntos de partida de Hegel y de varios románticos alemanes. & Parece que también lo fue para Nietzsche. Ese gozo no es ajeno al catolicismo; sino que es común y propio de todos los cristianos. Es & Jean Wahl, Le malheur de las conscience dans la philosophie de Hegel, PUF, Paris, 1951, pp. 71-74.

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notable el himnoPange lingua de la celebración católica de la liturgia del viernes santo: “¡Canta, oh lengua, jubilosa ..! Cruz amable y redentora, árbol noble, espléndido. Ningún árbol fue tan rico ni en sus frutos ni en su flor. Dulce leño, dulces clavos, dulce el fruto que nos dio. Quiso que renaciera la vida donde la muerte brotó. Cuando el cuerpo del Dios Hombre alcanzó su plenitud, cual cordero se entregó. Arbol santo, cruz excelsa que tus ramas se dobleguen al morir el Redentor. ¡Elevemos jubilosos a la augusta Trinidad nuestra inmensa gratitud ... ” ' Nietzsche anuncia la muerte de Dios para dar, con saber alegre, un sí gozoso de amor a la vida, un sí libre e inocente. O sea, quien es verdadero libre pensador es Nietzsche; los llamados ateos o libre pensadores no saben ni lo que hacen, pues se quedan con la nada. Su problema no es Dios, sino la nada. El Dios en que una vez creyeron no era sino un mal disfraz para su nihilismo de fondo. Hay que superar a Dios y a la nada. Schopenhauer, en su ateísmo pesimista, se refugia en la compasión, en el sentir como propios los sentimientos del sufriente. BM III, 55 Tres escalones de crueldad religiosa: En otro tiempo se sacrificaba hombres a los dioses. Durante la época moral se sacrificaban, a los dioses, los instintos más violentos, la propia naturaleza. Nuestra generación hoy sacrifica Dios a la nada. GM III, 27 Todas las cosas grandes perecen por sí mismas, así lo quiere la ley de la vida. Así es como el cristianismo, en cuanto dogma, ha sido arruinado por su moral. Y estamos en los umbrales de que el cristianismo, en cuanto moral, vaya a su ruina, espectáculo grandioso en cien actos, reservado para los dos próximos siglos de historia europea, espectáculo terrorífico, pero quizá fecundo en magníficas esperanzas. SA III, 129 Dios [el que enseñaron a Ustedes y a mí] no puede subsistir sin los sabios, dijo Lutero. Pero menos puede subsistir sin los insensatos, y esto no lo dijo Lutero.

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Texto muy resumido.

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SA III, 130 Una resolución peligrosa. La resolución cristiana de encontrar el mundo feo y malo ha hecho que el mundo sea feo y malo. BM IX, 293 Un hombre que dice: esto me gusta, lo tomo, es un hombre que ha nacido amo; si experimenta compasión, esta compasión tendrá valor. ¿Qué importa la compasión de los que sufren, o de los que predican la compasión? Deseo que nos pongamos al cuello y sobre el pecho el amuleto protector del saber alegre. xii p.246 Ya no somos cristianos; hemos rebasado el cristianismo, no por habernos alejado de él, sino por estar demasiado cerca de él, porque nos hemos formado en él. Nuestra piedad severa es la que nos impide hoy ser cristianos. Doy gran importancia a este aforismo póstumo. Nietzsche está demasiado cerca del cristianismo; no se aleja sino del cristianismo que le inculcaron. Para Nietzsche el auténtico cristiano es dionisíaco. vp 1051Desde aquella elevación de gozo en que el hombre se siente a sí mismo, y se siente como una forma divinizada y como una autojustificación de la naturaleza, hasta la alegría de ciudadanos sanos medio hombres medio animales, el griego, no sin el grato estremecimiento del que ha sido iniciado en un secreto, la llamaba con el nombre de Diónysos. ¿De dónde los esclavos de las ideas modernas sacarían un derecho a las fiestas dionisíacas?Diónysos es un juez. ¿Se me comprende? Esperar y prepararse; esperar la irrupción de nuevos manantiales, prepararse en la soledad para visiones y voces extrañas, superar todo lo cristiano con algo de supercristiano; y no simplemente eliminarlo como opuesto a lo dionisíaco. Será el descubrimiento de nuestro nuevo mundo. Acaso precisamente ¡un nuevo día!

Con Gianni Vattimo, prefiero la expresión Ultrahombre, pues indica, más claramente que superhombre, un salto cualitativo, y no sólo cuantitativo con respecto al hombre. Por lo pronto, aparece su gran



%$atributo: el sentido de la tierra en contra de la presentación, la que hicieron a Nietzsche, del cristianismo como desprecio de la tierra, del cuerpo, de la materia. Z Prefacios 3-5 Zaratustra llegó a la ciudad más próxima al bosque, y habló así a la multitud que en la plaza esperaba a un titiritero: “Yo predico al ultrahombre. ¿Qué han hecho ustedes para ir más allá del hombre? El hombre es una cuerda tendida entre la bestia y el ultrahombre. El mono es para el hombre motivo de risa o de vergüenza. Eso será el hombre para el ultrahombre. El ultrahombre es el sentido de la tierra. ¡Sean ustedes fieles al sentido de la tierra, y no den fe a quienes hablan de esperanzas ultraterrenas!, y son despreciadores de la tierra, moribundos, destiladores de veneno. En otro tiempo los crímenes contra Dios eran los más grandes. Sin embargo, Dios ha muerto, y ahora el crimen más terrible es el crimen contra la tierra. En otro tiempo el alma veía al cuerpo con desprecio, y quería verlo demacrado; pero el alma misma estaba también macilenta, y la crueldad era su malicia. El ultrahombre es un mar, capaz de admitir una corriente cenagosa sin contaminarse. “¿Qué es lo más grande que puede sucederles a ustedes? Que lleguen a sentir asco de esa dicha, de esa razón, de esa virtud, de esa justicia de ustedes. No son sus pecados, sino su moderación lo que clama al cielo. ¿Dónde está el rayo que los lamerá con su lengua de fuego? Yo soy el que anuncia el rayo, pero ese rayo es El Ultrahombre". Zaratustra vio que la multitud no comprendía. “He vivido demasiado tiempo en la montaña, he oído mucho tiempo arroyos y árboles”. ¿El cristianismo, con toda su herencia judía, veterotestamentaria, ve con desdén esta vida, la materia, el cuerpo? La respuesta nítida es: no. Seguramente algunos cristianos, pero nunca la gran Iglesia, han tenido ese desdén. Seguramente sí la interpretación maniquea, declarada herética por la Iglesia; y también la interpretación jansenista, igualmente condenada por la Iglesia, y que han contagiado a no pocos predicadores, catequistas y fieles. La gran Iglesia, y llamo gran Iglesia a la de los papas y los concilios, cuando se reviste de su autoridad infalible, ha dicho que la vida, la materia, los cuerpos, son buenos. Ha recibido la revelación, en el Génesis, de que Dios, tras

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haber creado la materia y la vida, dijo que lo que había hecho era bueno; y tras haber creado al hombre, espíritu con cuerpo, había hecho algo muy bueno. Y por la revelación del Nuevo Testamento, sabe que el Hijo de Dios encarnó, y, por usar una metáfora extravagante, divinizó los cuerpos humanos. Un excelente comentario sería el de san Juan de la Cruz, cuando narra las desventuras de la Amada al buscar al Amado: “¡Oh bosques y espesuras, plantados por la mano del Amado! ¡Oh prado de verduras, de flores esmaltado! ¡Decid si por vosotros ha pasado!” Recibe una tan amarga como dulce respuesta: “Mil gracias derramando pasó por estos sotos con presura, y yéndo (nos) mirando, con sola su figura, ¡vestidos (nos) dejó de su hermosura!” Esto es, habiendo tomado carne humana el Hijo de Dios, nadie puede ver con desdén el cuerpo humano, ni sus operaciones. Y no podemos olvidar el dicho de Pablo, de que Jesús pasó por todo lo humano, menos por el pecado [Hebr 4, 15]. Con toda razón, Nietzsche denuncia el desdén por la materia y por el cuerpo humano. Las interpretaciones desdeñosas parecen apoyarse en textos bíblicos. Primer ejemplo: “Hermanos, busquen los bienes del cielo, no los de la tierra” [Col 3, 1-4]. Segundo ejemplo: “El espíritu está pronto, mas la carne es flaca” [Mt 26,41]. La lectura fundamentalista, estilo maniqueo, “transmitida a mí y a ustedes”, diría Nietzsche, es tajante y sin distinciones: la tierra no tiene valor; el cuerpo humano es desdeñable. La lectura sensata dice que la tierra y el cuerpo humano son algo santo y divinizado, pero que el hombre puede caer en el espejismo de que sólo hay tierra y cuerpo; de que tierra y cuerpo no tienen un sentido trascendente. Tal fue la segunda tentación de Jesús en el desierto (y las tentaciones de Jesús son las del hombre), que la única realidad es la materia. Jesús vence la tentación diciendo que no sólo de pan vive el hombre. Notemos el no sólo. No dice “de pan no vive el hombre”, sino no sólo de pan [MT 4,4]. Nietzsche protesta indignado contra la interpretación maniquea, que había contaminado el cristianismo que le transmitieron, y a martillazos acaba con esa interpretación, sabiendo o no que exponía el gran sentido cristiano (opino que sí lo sabía, pues se considera como vimos , demasiado cerca del cristianismo).

Cántico Espiritual. Ef. p. 66.

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El famoso aforismo Las tres transformaciones parece recapitular todo Zaratustra, es más, todo Nietzsche. Primero, el espíritu se transforma en burro (o camello). El burro dice sí a la vida; pero, con tal de vivir dice sí a las cargas. ¿Qué cargas? La moral, la metafísica, la religión, muchas otras, que se condensan en el tú debes y en las ideas frías, aplastantes uno y otras. Además, el burro siente las cargas pesadas, esto es, aparece como espíritu de pesadez: la vida es dura, pesada, en el fondo no vale la pena, pero, en fin, hay que vivir. Segundo, en el desierto el burro se convierte en león, que se caracteriza por un no a las cargas, aunque en ello le vaya la vida. Nunca hemos visto a un león cargando fardos. Probablemente Nietzsche se identifica, al menos por momentos, con este león destructor, como el filósofo a martillazos. Tercero, en el desierto el león se convierte en niño, que dice sí a la vida. Y cuando le preguntamos por las cargas, no sabe lo que son cargas. El niño, imagen del Ultrahombre, es inocencia y olvido. Para el niño la vida es la santa inocencia de la afirmación gozosa de la vida, la inocencia de los sentidos, del cuerpo, de la misma voluptuosidad, el olvido de las ideas frías aplastantes y del tú debes. Es un niño que jugando crea mundos. El niño, el Ultrahombre, ¡es dionisíaco! Z I Las tres transformaciones El espíritu se transforma en camello; el camello en león; y el león en niño. El camello soporta muchas y pesadas cargas, va cargado hacia su desierto, en cuya soledad el espíritu se convierte en león, que quiere forjarse su libertad y ser el amo en su propio desierto. Aquí busca a su último señor y dios, de quien quiere ser enemigo, para luchar victorioso contra el dragón refulgente de oro como animal escamoso; en cada escama brilla en letras doradas: “tú debes”. Habló el dragón: “Todos los valores brillan en mí; todos los valores están creados, y ya no debe haber más yo quiero” Hace falta un león, que antes amaba el tú debes, para crearse libertad, oponer un sagrado no al deber, y crearse el derecho a nuevos valores; pero crearlos no puede. El león se convierte en niño. El niño es inocencia y olvido, un empezar de nuevo, un juego, una santa afirmación. Sí, para el juego de la creación se necesita una afirmación santa.

Artículo I de esta serieDiónysos y Apolo. También en Xipe-TotekX-1, No. 37, 2001, pp. 25-30.

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A primera vista puede sorprender que el Ultrahombre sea un niño. Seguramente Nietzsche conocía el antecedente heraclíteo. fg 7 ! Según Heráclito ¿hay culpa, injusticia, contradicción, dolor en este mundo? Sí, para el hombre de inteligencia limitada; no para el Dios cointuitivo; para éste, todos los contrarios se armonizan. Un devenir y un perecer, sin justificación moral alguna, eternamente inocente, sólo se dan en este mundo en el juego del artista y del niño. Así, el fuego, eternamente vivo, construye y destruye inocentemente, transformándose en agua y en tierra; construye, como el niño, castillos de arena en la playa para derribarlos; y de tiempo en tiempo recomienza el juego. De este modo contempla el esteta el mundo. Si se le pregunta a Heráclito el por qué, diría: “Se trata de un juego; no lo tomen a la patética; y sobre todo no lo tomen desde el punto de vista moral”. En un segundo acercamiento, considero que el equivalente del Ultrahombre es ¡el hombre nuevo neotestamentario! Jesús dice que hay que nacer de nuevo (Jn 3, 1-8); lo cual hizo pensar a Nicodemo si habría que regresar al seno materno; y a otros que Jesús anunciaba la re-encarnación. Ninguna de estas interpretaciones es correcta. En el texto y contexto joánicos, se trata de una transformación, la tercera transformación, ¡en niño!, en hombre nuevo; y sin esta transformación no es posible entrar al reino de los cielos (Mt 18,3). Es más, el primer ultrahombre es Jesús –vimos que para Nietzsche se trata de vivir como él vivió–, que aparece como niño en Belén, ya profetizado como niño que jugando crea universos: “...Cuando (el Señor) colocaba los cielos, ahí estaba yo ... cuando imponía límites al mar ... cuando ponía cimientos a la tierra, yo estaba junto a él, como artesano, disfrutando cada día, jugando todo el tiempo en su presencia, jugando con su creación, y mi delicia es estar con los hijos de los hombres ... felices los que siguen mis caminos ... quien me encuentra, encuentra la vida (Proverbios 8, 22-36.). El ser niño creador que dice sí a la vida es característica dionisíaca del ultrahombre, como lo es el ser seductor. Si bien algunos pondrían a ! Nietzsche, “La filosofía en la época trágica de los griegos”, en Póstumos, 1873. Panel Diónysos y Apolo, en Xipe-Totek X-1, No. 37, 2001, pp. 25-30.

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Dios el atributo de carcelero, o judicial, en realidad tiene el de ser seductor, y son innumerables los textos bíblicos al respecto. Baste citar el Cantar de los Cantares y a Isaías. El Padre es poeta, creador. Su poema es su Hijo. El Hijo es la poesía del Padre: palabra, expresión, resplandor, gloria, alegría, bendición del Padre. Y a nosotros, por don, nos corresponden los mismos atributos. Ya desde Adán. Sólo que Adán arruinó nuestra herencia y, por eso, nacemos de nuevo, para recuperarla a través de Jesús. Se nos seduce a transformarnos en hombres nuevos, como poemas del Padre, como ultrahombres. La raíz de toda estética es la creación divina, porque lo invisible de El podemos verlo manifiesto en sus creaturas (sus poemas), tanto su fuerza como su divinidad. # El primer toque de Dios al hombre no es la ley, sino la plenitud de vida; nuestro hombre viejo, el caído, el burro o camello, el decadente, el del tú debes, incluso el león como pura negatividad, fue crucificado con Cristo, y lo que importa es la creación nueva, nosotros que como niños recuperamos la inocencia perdida [Cf, por ejemplo, I Cor 15, 45-49; Rom 6,6, Ef 2, 13-16; Col3, 9ss]. Tal hombre nuevo lo juzga todo, y a él nadie lo puede juzgar [I Cor 2, 15], como el hombre noble nietzscheano que no recibe indicaciones sino que él crea valores, en continuas creaciones, juguetes nuevos cada día, transformaciones de claridad en claridad [2 Cor 3-18]. Z II Los virtuosos Es verdad que les he arrebatado preciosos juguetes, y se enfadan, como los niños a quienes una ola les arrebató los juguetes al fondo del mar. Pero esa misma ola les traerá otros juguetes, y depositará a sus pies conchas de muchos colores. Y entonces serán consolados. BM IX, 257 ¿Qué es lo noble? Jerarquía, sentimiento de la distancia, hábito de mando y de obediencia, el perpetuo arte de vencerse a sí mismo, para emplear una fórmula moral en sentido supramoral.

# Romanos 1, 20. Cf. Ángel Martínez Baigorri SJ. “Raíz teológica de toda estética”. En Creatividad in vinculis, Xipe-Totek VIII-4, No. 32, 1999, pp. 389ss.

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BM IX, 260 Los dominadores determinan el concepto bueno; (hay en ellos) sentimiento de plenitud, potencia desbordante, felicidad de la gran tensión, riqueza que querría dar y repartir; vienen en ayuda de los desgraciados, no por compasión sino por superabundancia de fuerzas. El amor en cuanto pasión es de origen noble.

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La ironía de Nietzsche Se lanza también sobre los discernimientos espirituales, y señala la vanidad del asceta, quien HU I, III, 141 [...] necesita un adversario, y lo encuentra en el ene-migo interior. Utiliza su inclinación a la vanidad y a sus apetitos sensuales para considerar su vida como un campo de batalla sobre el cual luchan los buenos y los malos espíritus. La abstinencia e irregularidad de las funciones sexuales excitan la imaginación, que en muchos santos era obscena. No se creían muy responsables, pues creían que los apetitos eran verdaderos demonios. El interés se acentuaba por el peligro de condenación eterna, por la incertidumbre de la salvación ... Los ascetas se presentan a todos los ojos no para ser imitados, sino como un espectáculo terrorífico y, sin embargo, seductor. Ese fue el último goce que la antigüedad inventó, hastiada ya de la caza de las bestias y de las luchas de los hombres. En efecto, grandes santos, como san Jerónimo y san Alonso Rodríguez, han narrado cómo se veían sometidos a fortísimos ataques de los demonios, que se les aparecían en forma de jóvenes voluptuosas que con sus seducciones no los dejaban dormir. El origen de las llamadas mocionespuede ser no necesariamente la vanidad, ni los espíritus, sino una buena digestión, como lo comentamos en el capítulo anterior $ (en concreto, GM III, 16; y OI, La moral como anti naturaleza 3). Por tanto, salta a la vista que Nietzsche fue objeto de las mociones, en su caso verdaderas conmociones, tanto que Nietzsche no duda en llamar dionisíaca a esta experiencia. Y, al parecer, él acogió, gozoso, las mociones. Lo ilustramos primero con textos en que Nietzsche, fundándose en sus experiencias de conmoción, intenta explicar lo que es la inspiración en general, $ Impertinente e indiscreto, p. 52. En Xipe-Totek X-2, No. 38, 2001, pp. 153-154. No incluye la nota de OI.

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semejante a la del enamorado, a la de quien escucha un llamado, a la del creador, a la del místico.

!" # CI II, 1 De la nube que lo rodea brota entonces un rayo de luz, y el hombre adquiere la fuerza de utilizar lo que ha pasado para transformar los acontecimientos en historia ... Supongamos un hombre llevado por una pasión violenta, mujer o idea. ¡Cómo se transforma el mundo a sus ojos! Cuando mira tras de sí se siente ciego; cuanto pasa en torno suyo le es extraño; lo que percibe, jamás lo percibió así, con tanta intensidad, de un modo tan verdadero, como si le penetrase por todos los sentidos a la vez; todas las valoraciones han cambiado para él; ingrato para el pasado, ciego frente al porvenir, sordo a las advertencias. Un vivo torbellino en un mar muerto de noche y de olvido. De ese estado, por histórico o no-histórico que sea, nace toda acción verdadera. EH Zaratustra La concepción fundamental de la obra, la del eterno retorno, data de agosto de 1881, en Silvaplana. Explicaré lo que es la inspiración. No podríamos defendernos de la idea de que somos portavoz de poderes superiores. Algo se nos revela, algo que nos conmueve y nos derriba; se oye, no se busca; se toma, no se pide. Como un relámpago brota el pensamiento sin vacilación ni titubeos. Un transporte, en que el alma se alivia a veces por un torrente de lágrimas, un éxtasis que nos deja la percepción de mil estremecimientos delicados que nos hacen vibrar desde la punta de los pelos hasta los dedos de los pies; una plenitud de felicidad, en que el extremo sufrimiento y el horror no son ya sentidos como contraste. Todo esto sucede sin que nuestra libertad tome parte alguna; y nos vemos arrastrados como en un torbellino por un intenso sentimiento de frenesí, de libertad, de omnipotencia, de divinidad ... Mi concepción de lo dionisíaco fue un acto supremo. En ese famoso texto de Ecce Homo habla Nietzsche al estilo de los grandes místicos, y no hace falta subrayar las frases, del estilo “sin que la libertad tome parte alguna”. No menos interesantes son otros

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textos, en que Nietzsche habla a la manera de los directores espirituales cuando aconsejan a quien se retira a la meditación; él mismo habrá sido arrebatado a las alturas, y podrá ironizar sobre la batalla interior, pero también sabe, con acento agustiniano, que ha de luchar y vencer. SA IV, 322 Con el principio la vida es un medio para el conocimiento, se puede vivir con alegría, reír de alegría. ¿Y cómo sabríamos reír y vivir, si no supiésemos antes luchar y vencer? Z Antiguas y nuevas tablas 19 Cada vez son menos los que suben conmigo a las montañas cada vez más altas. Dondequiera que suban, tengan cuidado de que los parásitos no suban con ustedes. El parásito es la más baja especie del ser; pero el que es de más noble estirpe, es el que más parásitos nutre. Z II La canción de los sepulcros Ahí están las tumbas de mi juventud... Cómo murieron tan pronto esas miradas de amor, esos divinos momentos ... Murieron ustedes demasiado pronto para mí, y sin embargo no huyeron, ni yo huí de ustedes; ninguno de nosotros es culpable de nuestra infidelidad ... Para herirme en el corazón, la maldad disparó siempre sus flechas sobre ustedes, mis predilectos. Y la maldad dio en el blanco ... Ahora hablo a ustedes mis enemigos: me causaron un daño mayor que el asesinato, pues tomaron algo insustituíble; asesinaron los sueños de mi juventud y mis más caros prodigios; me arrebataron los compañeros de mi niñez ... No percibí más que un destello de unos ojos divinos, que duró sólo un breve instante. En la hora oportuna me dijo un día mi pureza: Para mí, todos los seres son divinos ... Un día habló mi sabiduría juvenil, discurso de saber alegre: Todos los días serán para mí sagrados. Pero entonces ustedes, mis enemigos, me robaron mis noches, y las vendieron en tormentosos insomnios... Y en otro tiempo quise bailar como yo nunca había bailado: quise bailar sobre todos los cielos; y entonces ganaron ustedes la voluntad de mi más querido cantor; que entonó una canción triste y desmayada, que en mis ojos resonó como el más fúnebre cuerno ... cantor asesino, ¡tú, el más inocente, que asesinaste mi éxtasis con tu canción,

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cuando yo iba a comenzar mi mejor paso de baile! ¿Cómo he podido sobrevivir a tales heridas? Sí, en mí hay algo invulnerable, mi voluntad ... En ti vive aún lo irredento de mi juventud ... sí, tú eres para mí la destructora de todos los sepulcros, ¡salve voluntad mía! Y sólo donde hay sepulcros es donde hay resurrecciones.

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No sólo hay textos referentes a la inspiración en general, sino otros que se refieren a la relación con Dios. En La canción de los sepulcros se nota la añoranza de dulces experiencias juveniles, que otros invalidaron por la manera como le hablaron de Dios. En los textos siguientes, Nietzsche se proyecta en El Encantador y en El sin trabajo. Zaratustra es alguien que bendice. Pero, al estilo de los hombres espirituales, lamenta que las voces divinas sean ambiguas, no nítidas. Tiene la sensación de que no se le (Dios no le) pide cosas, sino a él todo entero. ¿Demasiado? Nietzsche estaría dispuesto. Z IV El encantador habla “...Ojo sarcástico que me miras en las tinieblas. Cazador cruel, el dios desconocido. ¡Da más fuerte! ¿Por qué me martirizas, dios malévolo? Te acercas alevoso, me empujas. Espías mi corazón. ¿De qué estás celoso? Impúdico, ¿quieres entrar en mis pensamientos más íntimos? Ladrón. Habla ya, que te ocultas detrás de los relámpagos. ¿Qué quieres, un rescate? Pide mucho, mi orgullo te lo aconseja. ¿Es a mí a quien quieres? ¿todo entero? Huyó mi gran enemigo, mi dios verdugo. ¡Vuelve! ¡Vuelve con todos tus suplicios!” Zaratustra no se contuvo más, y le dio de bastonazos. ... Zaratustra no lo baja de mentiroso, aun cuando dijo que todo era broma. El viejo reconoce que no es grande, pero que ha buscado la grandeza. Zaratustra: “Lo que honro en ti es que estés hastiado de ti mismo, y que digas que no eres grande”. Z IV El sin trabajo Zaratustra se encontró un anciano demacrado. Era el último Papa; que como Dios había muerto, se había quedado sin trabajo: “Carezco de amo, y sin embargo no soy libre; tampoco

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tengo ya alegría, a no ser la alegría de los recuerdos”. Zaratustra le tomó la mano, y la admiró: “Es la mano de quien no ha hecho otra cosa que bendecir”. Zaratustra le pregunta: “¿Y sabes cómo murió? Dicen que lo mató la compasión al ver al hombre suspendido de la cruz”. El viejo: “Lo serví muchos años. Cuando era joven ese Dios de Oriente, era duro, sediento de venganza; y construyó un infierno para divertir a sus favoritos. Luego se hizo viejo y blando”. Zaratustra: “Se enfadaba con nosotros si no lo comprendíamos. ¿Por qué no hablaba más claro? ¿por qué nos dio unos oídos que oían mal? Muchas cosas le salieron mal al alfarero. Pero vengarse en sus creaturas porque le salieron mal, fue un pecado de mal gusto. Hay un buen gusto en la compasión, que acaba por decir: Quiten ese Dios; es mejor ser cada uno su dios”. Y el viejo: “Zaratustra, eres más piadoso de lo que crees, con toda tu incredulidad. ¿No es tu misma compasión lo que te impide creer en Dios? Tu gran lealtad acabará por llevarte más allá del bien y del mal. Tienes ojos, mano y boca predestinados a bendecir toda una eternidad”. BM III, 53 ¿Por qué hoy el ateísmo? El padre, el juez, el dispensador han sido refutados. Lo peor es que parece incapaz de comunicarse claramente. Nietzsche siente emociones divinas; ahí reside el origen de su inocencia, de su santa afirmación de la vida, de su volar más allá del bien y del mal, de su gozo al aceptar la mesa divina donde se juegan los dados. Nietzsche tiene el amor fati. Bastaría que una vez estemos contentos de algo, bastaría una sola consolación para justificar todos lo horrores y sufrimientos de la existencia. Nietzsche se queja de las nubes cuando le ocultan el cielo, a la manera de Luis de León, ¡Oh nube envidiosa!, que le ocultaba a Jesús en su ascensión. Z III Antes que salga el sol ¡Oh cielo que sobre mí te extiendes, claro, profundo, luminoso! Al contemplarte me siento agitado por emociones divinas. Mi profundidad consiste en lanzarme a tus alturas. Sepultarme en %

Cf. mi Artículo sobre el eterno retorno. p. 113.

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tu pureza es mi inocencia ... Tú no hablas, así revelas tu sabiduría ... Siempre fuimos amigos; tenemos los mismos dolores, los mismos temores, la misma profundidad, y aun el mismo sol. No nos hablamos uno al otro, porque sabemos demasiado; nos miramos en silencio y nos sonreímos ... Cuando trepaba a las montañas, ¿a quién buscaba sino a ti? ... ¿Y a quién odiaba yo más que a las nubes pasajeras y a todo lo que empaña tu brillo? ... Odio a esos gatos salvajes que se acercan cautelosos para quitarnos a ti y a mí lo que poseemos en común; la inmensa e infinita afirmación de las cosas ... Yo soy un hombre que bendice y que afirma cuando tú estás delante de mí, ¡tú, claro y luminoso, abismo de luz! Yo doy mi bendición a todos los abismos. Todas las cosas fueron bautizadas en la pila de la eternidad, más allá del bien y del mal ... ¡Oh cielo claro y alto que te extiendes sobre mí! Tu pureza es debida a que no hay arañas ni telarañas eternas de la razón, y a que eres el salón de baile de las divinas casualidades, y una mesa divina para los dados y los jugadores divinos ... El mundo es mucho más profundo de lo que pensó el día. vp 1032La primera pregunta no es si estamos contentos de nosotros mismos, sino si estamos contentos de algo; con ello habríamos dicho sí no sólo a nosotros mismos, sino a toda la existencia. Sería necesaria toda la eternidad para reconstituír las condiciones de este único evento; y toda la eternidad habría sido justificada y afirmada en este único momento en que decimos “sí”. En ciertas poesías de Nietzsche aparecen las mociones en toda su intensidad; tanto que parecen increíbles. Y no se trata sólo de entusiasmo juvenil. Quizá la más fuerte es de 1888. Sobre las altas cimas [Epílogo a BM] ...¿Acaso, acaso convertirme en otro, extraño a mí y de mí propio huído? ¿Combatiente que supo la victoria alcanzar sobre sí, sus propios bríos domeñando, ensangrentado y con sus propias armas mal herido? Allí donde los vientos se lamentan con más roncos y lúgubres gemidos, allí aprendí a vivir, do nadie habita, en los desiertos áridos y fríos. Olvidé a Dios y al hombre, y la blasfemia y la oración, y cual fantasma vivo errando sobre

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témpanos de hielo y en una eterna noche sumergido. Mi canto ha terminado, y en mi boca del deseo ya expira el dulce grito. Era un encantador, un hechicero, amigo del instante fugitivo. Ni preguntar quién era. Al mediodía, el que era uno en dos se ha convertido. La fiesta de las fiestas, la victoria, celebremos unidos. Zaratustra ha llegado con sus huéspedes, Zaratustra el impío. Poemas de Nietzsche al Dios desconocido I (1864, a los 20 años) Antes de seguir mi camino y de poner mis ojos hacia adelante, alzo otra vez, solitario, mis manos hacia Ti, al que me acojo, al que en el más hondo fondo del corazón consagré, solemne, altares, para que en todo tiempo tu voz, una vez más, vuelva a llamarme. Abrásase encima, inscrita hondo, la palabra: Al Dios desconocido: suyo soy, y siento los lazos que en la lucha me abaten y, si huír quiero, me fuerzan al fin a su servicio. Quiero conocerte, Desconocido, tú, que ahondas en mi alma, que surcas mi vida cual tormenta, ¡tú, inaprehensible, mi semejante! ¡Quiero conocerte, servirte quiero! & II (1888, a los 44 años) Dame amor ... ¿quién me ama todavía? ¿quién, aún, me da calor? Tiéndeme manos ardientes, dale un brasero a mi corazón ... ofrécete, sí, entrégate a mí, ¡tú, el más cruel enemigo! ... ¿Huyó! Él mismo ha huído, mi único compañero, mi gran enemigo, mi desconocido, ¡el Dios verdugo! ¡No! ¡Vuelve otra vez! ¡Con todos tus suplicios! Mis lágrimas todas corren, hacia ti, su carrera, y para ti de mi corazón se enciende la llama postrera. ¡Oh, vuelve atrás, mi Dios desconocido! ¡Dolor mío, mi última felicidad! ' Estos aforismos y, en especial, los poemas, contrastados con otros sobre la muerte de Dios y las acusaciones contra la religión, serán vistos por algunos como otras tantas contradicciones de Nietzsche. Y los poemas, eso, mera poesía en sentido minorativo. Considero & Werke und Briefe. Historisch-kritische Gesamtausgabe II, 428., en: Hans Küng, ¿Existe Dios? p. 485). ' “Ditirambos dionisíacos, Klage der Ariadne”, en Werke II, 1258s, en Hans Küng, ¿Existe Dios? p. 541.

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que todo es claro, si el Dios, la religión y el misticismo rechazados son los que enseñaron a ustedes y a mí. Pero Nietzsche sabe lo que sería el supercristianismo, conoce las voces internas, sabe, como Abraham y como Job, que Dios es el más grande. Y no que yo proponga que Nietzsche sea un místico, ni sujeto de gracias extraordinarias, sino simplemente que tuvo gran sensibilidad para percibir las mociones, y para dejarse seducir. En el fondo, él sabe a dónde conducen las mociones. En todo caso, los textos recién aludidos no dejan de ser un enigma, y su interpretación es difícil. A dónde conducen las mociones: más allá del bien y del mal; lo que se hace por amor está más allá del bien y del mal. Nietzsche sabe lo que es el amor al prójimo, y no lo engañan con palabras. BM III, 60 Amar al hombre por la gracia de Dios fue hasta el presente el sentimiento más distinguido. Quien lo haya vivido no es menos sagrado para nosotros: voló más alto, y sus extravíos han sido los más bellos. Z III El espíritu de pesadez Al vagabundeo se le ha llamado amor al prójimo.

'( $ En mi artículo “Impertinente e Indiscreto” vimos las terribles andanadas que Nietzsche lanza a los sacerdotes. Y se impone la distinción que he manejado en esta serie. Las andanadas se dirijen contra los malos sacerdotes (y ascetas, y filósofos y pensadores de todo tipo). Pero Nietzsche sabe y admira lo que es ser un buen sacerdote, o lo que deberían ser. Basten algunos textos. AU V, 449 Necesidad de espíritu. Me repugna imponer a otro mis pensamientos. Quiero alegrarme con cada pensamiento que se me ocurre, cuando las ideas de los demás se resisten contra las mías. Pero hay una fiesta más grande: cuando se nos permite difundir nuestros bienes espirituales, semejantes al confesor ávido de que llegue alguien que hable de la miseria de sus pensamientos para llenarlo de nuevo, con el corazón en la mano, y aligerar su alma inquieta. El confesor no quiere alcan-

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zar gloria por su obra; quisiera escapar a la gratitud, pues ésta es indiscreta. Vivir sin nombre, provisto de un cerebro sin fiebre, de un puñado de conocimientos, lleno de experiencias. No querer tener la razón ante ellos, ni celebrar una victoria, sino hablarles de modo ¡que ellos mismos encuentren la verdad y se enorgullezcan de haberla encontrado! Ser como un modesto albergue que no rechaza a ningún necesitado, a quien luego se olvida o menosprecia! No tener ventajas ni mejor alimento, ni aire más puro, ni espíritu más alegre, sino dar siempre, devolver, comunicar, ¡hacerse más pobre! Saber ser pequeño para ser accesible a muchos ¡y no humillar a nadie! Estar oculto al sol de la dulzura, ¡y saber sin embargo que el acceso a lo sublime está al alcance de la mano! Esto sería una vida! ¡Esto sería una razón para vivir mucho tiempo! HU I, II, 55 La Iglesia católica tendrá elementos seculares, pero su fuerza reside en los religiosos de vida penosa, con vigilias, ayunos, ardientes plegarias, flagelaciones. Los hombres se preguntan si habrá que vivir así. Sembrando esta duda echan nuevos cimientos a su poderío. Ni los libre pensadores se atreven a decirle a un asceta: “Pobre engañado, no trates de engañar”. Los separan los puntos de vista, no el bien y mal. Por eso se habla del arte malvado de los jesuitas, sin considerar qué violencia sobre sí mismo se impone todo jesuita, y que la práctica de la vida acomodaticia de sus manuales no ha de aplicarse a ellos, sino a los laicos. Hasta se puede preguntar si nosotros, los amigos de las luces, con una táctica y organización semejantes, podríamos ser instrumentos tan admirables de victoria sobre nosotros mismos, de infatigabilidad y de abnegación. SA V, 351 El honor de los sacerdotes. Los filósofos serán quizá los últimos en creer que el pueblo pueda comprender alguna cosa tan alejada de él como la pasión del conocimiento. El pueblo se forja otro ideal de sabio, y honra las naturalezas de sacerdotes dulces y serias, sencillas y castas; hombres que salen del pueblo y permanecen en su clase, en actitud de abnegación, ante quien el pueblo puede desahogar su corazón, desembarazarse de sus secretos, cuidados y cosas peores. Para las inmundicias del alma hay necesidad de canales de desagüe y de aguas purificadoras; hay necesidad de rápidos ríos de amor y corazones valientes humildes y puros.

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En qué consiste la decadencia Con la unión de Diónysos y de Apolo en el bello mundo griego apareció deslumbrante paraíso. Pero ese mundo bello cayó en la decadencia: Diónysos y Apolo fueron desechados; Diónysos, esto es, los instintos más salvajemente inocentes; la voluntad de poder en su forma primitiva, de modo que fue mutilado el ser humano. Apolo ya no tenía el precioso material que expresaba en forma bella. En lugar de Diónysos y de Apolo se impuso al ser humano las ideas frías y el “tú debes”. El reino de las ideas frías implica la invalidación de esta tierra, de estos cuerpos. Ésa fue la primera transformación: el burro. La decadencia se expresa de diversas maneras. AX 6 He levantado el velo que ocultaba la perversión del hombre, la perversión como decadencia. Considero pervertido al que pierde sus instintos; al que prefiere lo que le es nocivo. Donde falta la voluntad de poder hay decadencia. OI La razón en la filosofía 6, 4ª Dividir el mundo en un mundo verdadero y un mundo aparente, ya sea a la manera del cristianismo, ya sea al modo de Kant (cristiano disfrazado), es no más que una sugestión de la decadencia. El artista estima esa apariencia más que esa realidad, pero aquí apariencia significa la realidad una vez más, pero elegida, reforzada, corregida. El artista trágico no es un pesimista. Dice “sí” a lo enigmático y terrible: es dionisíaco.

Tipos de decadencia vp 44 Tipos más generales de decadencia: a) Buscando remedios se escoge lo que acelera el agotamiento. Es el caso del cristianismo. b) Se pierde la fuerza de resistencia contra las excitaciones. Supresión de la personalidad, disgregación de la voluntad, piedad, irritabilidad extremada. c) Se desea un estado

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en que no se sufra. Se da un valor superior a los estados inconscientes (sueño, síncope). De ahí todo un método. vp 794 Nuestra religión, nuestra moral y nuestra filosofía son formas de decadencia del hombre. El movimiento contrario es el arte. vp 796 Hay una obra de arte en la que parece que no hay artista, por ejemplo, la que aparece como cuerpo (oficiales prusianos, Compañía de Jesús). El mundo puede ser considerado como una obra de arte que se engendra a sí misma. vp 864 Instintos de decadencia: resentimiento, desconcierto, destrucción, anarquía, socialismo, instinto de esclavitud, de holgazanería, astucia, canallería.

Se trata de un punto que Nietzsche trata en diversas ocasiones. Señala que suele confundirse la decadencia con sus efectos. Por ejemplo, algunos dirían que la decadencia consiste en la criminalidad, el pesimismo, las enfermedades. Habiendo ido al fondo de lo que es la decadencia, Nietzsche hace ver que estos tópicos y otros son ya efectos de la decadencia. Y establece también la diferencia con los síntomas. vp 42-43 Lo que hasta ahora se ha considerado como causa de la decadencia, son sus consecuencias. Lo que se ha considerado remedio no son sino paliativos. Los sanados son sólo un tipo de los degenerados. Consecuencias de la decadencia: temperamento vicioso, enfermedad, diátesis, criminalidad, celibato, esterilidad, histerismo, debilitamiento de la voluntad, alcoholismo, pesimismo, anarquismo, libertinaje (también el espiritual). Los calumniadores, difamadores, desesperados, destructores ... La cuestión social, las enfermedades, sobre todo las nerviosas y cerebrales, indican que falta la fuerza defensiva de la naturaleza vigorosa.

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EH Consideraciones intempestivas El sentido histórico de que se enorgullece nuestro siglo es un síntoma de la decadencia. aa 169 ! Signos de decadencia: Pereza, pobreza, criminalidad, parasitismo, exceso de trabajo, agotamiento, necesidad de estimulantes, incapacidad para luchar. El lujo es uno de los primeros instintos de decadencia. vp 586 El cansancio de vivir es el que ha creado el otro mundo. O sea, que filosofía, religión y moral son síntomas de decadencia. vp 43 Intentos, inútiles, en contra: terapias psicológicas y morales. El interés por los estudios históricos, cuando es exagerado, no es sino un síntoma, un disfraz de la decadencia. Pero Nietzsche cree en la juventud. CI II, 5 La saturación por la historia puede ser peligrosa de cinco maneras. La primera, el hombre se convierte en espectador errante y gozoso en el teatro de la historia universal. La supresión de los instintos lo convierten en meras sombras. Su saber es un disfraz, una máscara, en tiempos en que tanto se habla de personalidades libres. CI II, 6 En segundo lugar, el exceso de estudios históricos hace nacer la ilusión al hombre moderno de que es más justo que los hombres de otras épocas. En nuestro hombre moderno funcionan instintos, como curiosidad, miedo al aburrimiento, envidia, vanidad, que no tienen nada que ver con la verdad. CI II, 7 En tercer lugar, el exceso de estudios históricos perturba los instintos populares e impide el paso a la madurez. La justicia histórica es terrible, porque destruye lo vivo. Una religión queda destruída cuando se la transforma en saber histórico. La filosofía hegeliana, cuya humareda llena aún ciertos cerebros, distingue !

Arte y artistas, en Ovejero, vol. X.

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entre la idea del cristianismo y sus apariencias múltiples e imperfectas; los cristianismos más puros se pronuncian contra los anteriores, que eran impuros ... El cristianismo ... bajo la influencia del tratamiento histórico ha ido palideciendo hasta disolverse en pura ciencia del cristianismo ... hoy se tiene horror a la madurez, porque se hace más caso de la historia que de la vida. Nos gloriamos de que la ciencia comience a reinar sobre la vida, lo que equivale a decir que lo que importa es el trabajo colectivo lo más productivo posible ... Perder el sentimiento de sorpresa, no asombrarse de nada, prestarse a todo, he aquí lo que se llama la cultura histórica. Tal inundación histórica embrutecedora no es indispensable a la juventud, como la muestra el ejemplo de los antiguos, sino peligrosa, como lo muestra el ejemplo de los modernos. CI II, 8 En cuarto lugar, el exceso de estudios históricos propaga la creencia nociva de la caducidad de la vida humana. Entre-garse a la cultura histórica es cosa de vejez: mirar hacia atrás, convencidos de la vejez de la humanidad. Contra el memento mori! (acuérdate de que eres mortal = de que vas a morir), hoy debería gritarse memento vivere! (acuérdate de que eres un ser vivo = que vives). CI II,9-10 En quinto lugar el exceso de estudios históricos da nacimiento al escepticismo. Al lado de la fiereza del hombre moderno está su temor de no poder salvar para el futuro ninguna de sus esperanzas ni de sus fuerzas juveniles. Basta ya de hablar de peligros. Creo en la juventud.

Lo que no es la decadencia No faltaría quien, irritado por ciertos aforismos, pudiera creer que Nietzsche es pesimista respecto del ser humano, cuando en realidad sí cree en él. Nietzsche es humanista, y comprende las debilidades humanas, como el descomponerse, el morir. Ya vimos que es implacable contra los malos disfraces, contra la mala cultura, pero es comprensivo respecto del ser humano. Y uno de sus sueños fue renovar la cultura, tarea para la cual había pensado asociarse con Wagner. La decadencia cercena las pasiones, y esto disgusta a

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Nietzsche; pero expresamente dice que no por ello hay que dejarse tiranizar por ellas; ni se trata de libertinaje. Seguramente sintió que en su tiempo le malinterpretaban su Más Allá del Bien y el Mal, como en la espiritualidad cristiana algunos malinterpretan el agustiniano ama et fac quod vis (ama y haz lo que quieras). Los buenos se escandalizan al oír que Nietzsche propone ir “más allá del bien y del mal”, y que Agustín propone “haz lo que quieras”. Los malos se regocijan al oír esas palabras que dejan abierta la vía al desenfreno total. Y es que ni uno ni otro atienden a lo central, al “ama” de Agustín, y al “más allá” de Nietzsche. “Más allá” puede muy bien traducirse: “por encima, o antes de que aparezca el bien y el mal”. vp 122 Advierto que no hay que confundir: los instintos de decadencia con los de humanidad. Ni los medios que conducen a la decadencia con los medios de la cultura. Tampoco hay que confundir el libertinaje con la voluntad de poderío (ésta es su principio contrario). vp 254 Las evaluaciones morales se hacen con respecto a la vida. Doy mi definición de vida: voluntad de poder. vp 384 ¿Superación de las pasiones? No si eso significa su debilitamiento. Puede ser bueno tiranizarlas mucho tiempo. Finalmente confiarse a ellas: nos aman como buenos servidores. vp 40 Defeccionar, descomponerse, perecer, no son censurables en sí; son la consecuencia necesaria de la vida. La razón exige que le dejemos sus derechos.

Solución El Dios, el hombre bueno, y la piedad que nos han enseñado, no son sino la negación de la vida, y la autoafirmación de la decadencia. Nietzsche es un buen estratega. No quiere perder ni fuerzas ni tiempo combatiendo la decadencia en sí misma, que sería una actitud negativa, sino que propone la actitud positiva, la dionisíaca, que afirma y destruye. En el fondo, la solución es ¡el eterno retorno! ¡y el amor fati!, punto clave para la correcta interpretación de estos

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temas, como veremos más adelante. No congelarse en el pasado, sino abrirse al placer de lo futuro, a la venida del Gran Redentor. En el cristianismo, Adán y Eva tuvieron la caída original, y vino un redentor. Para Nietzsche, Sócrates tuvo la caída original, en el Origen de la Tragedia lo presenta como un decadente. Pero vendrá el gran redentor y liberador. vp 41 La decadencia misma no es cosa que se tenga que combatir. Lo que hay que combatir es la importación del contagio a las partes sanas del organismo. Filosofía, religión, arte, ¿en qué relación se encuentran con esta cuestión biológica? vp417 Mi primera solución: la sabiduría dionisíaca. Placer en la destrucción de lo más noble, y placer por lo que viene. Dionisíaco: identificación temporal con el principio de la vida. Mis innovaciones: ulterior desarrollo del pesimismo, el pesimismo del intelecto, la crítica moral, disolución del último consuelo; conocimiento de los signos de la decadencia. Mis esfuerzos contra la decadencia. Yo buscaba un centro nuevo. Reconocimiento de la imposibilidad de este esfuerzo. Después avanzo en la carrera de la disolución. ¡Debemos ser destructores! Contra el sentimiento paralizador de la disolución universal sostuve el eterno retorno. BM III, 56 Aquel que se ha esforzado como yo en meditar el pesimismo hasta sus profundidades, ése quizás ha abierto los ojos, sin quererlo, para el ideal contrario, el del hombre más impetuoso, más vivo, más afirmador que hay sobre la tierra. vp 54 Hasta el presente no se ha enseñado sino la virtud, el desinterés, la piedad, la negación de la vida. Yo enseño a decir sí a lo que fortalece; no a lo que nos agota. Se ha llamado Dios a todo lo que debilita; comprendí que el hombre bueno era una autoafirmación de la decadencia. La piedad, la virtud superior para Schopenhauer es más peligrosa que cualquier vicio. Hay que respetar a la fatalidad que dice a los débiles que desaparezcan. vp 75 No hay espectáculo más lamentable que el de un zapatero o maestro de escuela con su aspecto de tristeza como diciendo que había nacido para algo mejor.

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GM II, 24 Se ha considerado como ideal todo ideal que calumnia al mundo, todo ideal enemigo de la vida. Harían falta espíritus fortalecidos por la guerra y la victoria, para quienes la conquista, la aventura, el peligro, el dolor mismo son ya una necesidad; haría falta estar acostumbrados al aire libre de las alturas, a los hielos y montañas (y entiendo esto en todas las acepciones); haría falta también un género de sublime maldad, consciente del saber que corresponde a la plena salud; haría falta, triste es decirlo, esa gran salud misma. Pero ¿es esto posible hoy día? Hará falta que llegue el hombre redentor, el del gran amor y del gran desprecio, espíritu creador cuyo impulso lo separe de todos los más acá y más allá, el hombre cuya soledad será desconocida por los pueblos como si fuera una huída ante la realidad, mientras que lo que este hombre hace es abismarse en la realidad, para traer un día, cuando vuelva a la redención de esta realidad, el rescate de la maldición que el ideal actual ha hecho pesar sobre ella; esa gran campanada de mediodía y del gran juicio, ese liberador de la voluntad que devolverá al mundo su fin, y al hombre su esperanza. Este anticristo y antinihilista, este vencedor de Dios y de la nada, tendrá que venir algún día...

Causa ¿Por qué se llegó a la decadencia? ¿Por qué se reprocha la decadencia a Sócrates –y a Eurípides? ¿Tuvieron estos la libre decisión en sus manos? ¿Y los demás decadentes que han seguido? ¿Tiene el hombre la vida en sus manos? A veces, da la impresión de que Nietzsche niega el libre albedrío. Sólo que si todo es necesario, no parece que haya que criticar nada. Seguramente encontraremos las respuestas cuando veamos los temas del eterno retorno y del amor fati. Antes atenderemos al nihilismo, que, dice Nietzsche, es la lógica de la decadencia.

Qué es el nihilismo El nihilismo consiste en reducir las cosas a la nada, sea en la consideración o pensamiento (nihilismo pasivo), sea por la acción

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(nihilismo activo). El nihilismo pasivo es la lógica de la decadencia. Si queremos conocer a fondo es la decadencia, enfrentaremos al nihilismo pasivo, el cual Nietzsche abomina, mientras él realiza el nihilismo activo. Dijimos “reducir las cosas a la nada”, se entiende o algunas o todas. En nuestro caso el nihilismo pasivo o teórico lo hace con todas las cosas. Los textos a continuación describen el nihilismo pasivo, que podría reducirse a la convicción de que nada tiene sentido. El nihilismo activo de Nietzsche no aniquila todas las cosas, sino algunas, con actitud dionisíaca; en concreto los obstáculos al juego creador libre, inocente y amante de la vida. Así Nietzsche filosofa dando martillazos a moral, religión, cultura, filosofía, metafísica, arte, valores, objetividad, discernimientos, ideales, revoluciones, Estados, jefes, verdad, santidad, bondad, virtudes, amores, cuando estos niegan la vida, quitan la inocencia a los sentidos, menosprecian esta tierra, y aun se enmascaran para presentar una buena fachada. Y es difícil no caer bajo los martillazos. El nihilista pasivo dice que admira a los grandes de otros tiempos; pero esa admiración no es sino un disfraz de su odio a los creadores, pues él no crea nada. vp 43 El nihilismo no es una causa, sino la lógica de la decadencia. Z III Antiguas y nuevas tablas 13) “¿Por qué vivir? Todo es vanidad”. Charlatanerías viejas y blasfemas. 14) “Para los puros todo es puro” dice el pueblo. Yo digo: para los puercos todo es puerco. Los maniáticos del transmundo dicen que el mundo es un monstruo fangoso. 15) “Ahoga tu razón, pues esa razón es de este mundo”. Así hablan los calumniadores del mundo. 16) “La sabiduría fatiga; nada vale la pena; no debes desear”. Amigos, ¡rompan esta nueva tabla! Han aprendido mal. La vida es fuente de alegría. El querer libera, pues querer es crear. 17) ¡Cansados del mundo! Los encuentro ávidos de tierra, con una nubecilla de deseos terrestres no olvidados. vp 2-3 Nihilismo: los valores supremos perdieron su crédito. Falta contestar al por qué ... Nihilismo radical: creencia en una absoluta desvalorización de la existencia, cuando se trata de los

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supremos valores que se reconocen, más la idea de que no tenemos el más mínimo derecho a suponer un más allá o un en sí divino. GM III, 26 La historia moderna no quiere ya probar nada, ni juzgar; sólo describir. Todo esto es ascetismo, pero en el grado más alto de nihilismo. Nada me causa más repugnancia que los sillones objetivos. Todos mis respetos por el ideal ascético cuando es sincero; pero no puedo sufrir esos sepulcros blanqueados, seres fatigados y abúlicos que se disfrazan de sabio y se jactan de una mirada objetiva: no son más que muñecos trágicos; ni puedo sufrir a los antisemitas, nuevos traficantes en idealismo. En Europa hay superproducción de esos comediantes; se les podría exportar y hacer un buen negocio. xii p.61 Quizá el placer no es sino una modalidad rítmica del dolor. El pesimismo no es el gran peligro. El peligro es la falta de sentido. vp 9 El pesimismo es preformación del nihilismo. vp 35 El exceso de los dolores sobre los placeres o el exceso inverso de hedonismo, son ya indicios del nihilismo; pues en ambos casos no se establece otro sentido final que placer o desplacer. Así habla una clase de hombres que no tiene el valor de crearse una voluntad, una intención, un sentido. Podríamos imaginar un exceso de dolor que provocase, a pesar de esto, una afirmación de la vida. aa 139 Comprender no es un signo de fuerza mayor, sino de un gran cansancio; el moralizar es una decadencia. vp 11 La moral es reverso de la voluntad de vivir. vp pref Causas del nihilismo no son ni la miseria social ni la degeneración fisiológica. El elemento decisivo es el escepticismo moral. “Todo carece de sentido”. Deseo budista de la nada; la existencia como castigo, como error. ¿Ciencia y filosofía han estado bajo la influencia de los juicios morales? Los juicios morales cristianos reaparecen en el socialismo y en

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el positivismo. Consecuencias nihilistas de las ideas políticas y económicas: mediocridad, nacionalismo, anarquismo. Z III El espíritu de pesadez Presto a volar, impaciente por remontarme a las alturas: así es como me gusta ser, como pájaro, enemigo nato del espíritu de pesadez. Quien quiere ser ligero como pájaro ha de amarse a sí mismo, con amor sano y saludable, no con el amor de los enfermos y febriles, no con el vagabundeo. Al vagabundeo se le ha llamado amor al prójimo. Arrastramos fielmente la carga que se nos impone, y si nos quejamos del calor, se nos dice: “Sí, la vida es una carga pesada”. Pero la única carga pesada es el hombre. Su interior es repugnante, viscoso, y difícil de atrapar. Hay que aprender a tener corteza, una bella apariencia y una prudente ceguera. Nos equivocamos sobre el hombre porque hay muchas cortezas pobres y tristes. Es difícil descubrirse a sí mismo; el que lo logra dice: “éste es mi bien y mi mal”, palabras con las que hace callar al topo y al enano, que hablan de bien y de mal para todos. Decir siempre ia! [Ja, en alemán: sí] es lo que hacen los burros y semejantes. CI II, 2 Mientras el pasado se escriba como si fuera digno de ser imitado, el pasado correrá el riesgo de ser deformado, embellecido, alterado, poetizado. La historia monumental, por seductoras asimilaciones, lanza al hombre a empresas temerarias; al entusiasta, al fanatismo; al egoísta, a guerras y asesinatos. Un ejemplo sencillo: las naturalezas de temperamento artístico débil ven como enemigos a los temperamentos artísticos vigorosos. Aquellos, expertos de café, no querrán que aparezcan creaciones nuevas; y en nombre del arte ya monumental, dirán que lo grande ya existe; que no hay nada nuevo. Su vida demuestra que son extraños a la grandeza. Su admiración a los grandes de otro tiempo es el disfraz que toma su odio contra los grandes de su tiempo. Su divisa es: “dejen a los muertos que entierren a los vivos”. La historia pertenece al que quiere crear algo grande. Cualquiera diría que es sano el escepticismo sobre ciertas categorías o doctrinas filosóficas; o simplemente el ateísmo. Nietzsche hace ver que muchas veces se esconde ahí el nihilismo pasivo. El nihilismo activo de Nietzsche destroza, a martillazos, ¡al nihilismo

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pasivo! El nihilismo activo de Nietzsche es la actitud positiva contra el sin sentido de la vida y contra el espíritu de pesadez (enemigo mortal de Zaratustra), que desfallece diciendo o pensando ¡qué pesada es la vida! Nietzsche se crea una voluntad, una intención, un sentido. Y en su sí triunfal a la vida –lejos del pesimismo de Schopenhauer, del budismo y del cristianismo (como estos le fueron enseñados) prefiere el juego, el peligro, la aventura. Intenta así superar ese cristianismo (al cual, sin embargo, le reconoce ciertas ventajas) con algo de supercristiano; esto es, lo que he llamado “el verdadero cristianismo”, para el cual todo es bueno e inocente, esta tierra y estos cuerpos también, como dones de lo alto. Frente a decadencia y nihilismo espera Nietzsche al gran redentor, en un esquema similar al cristiano, como lo hice notar en el artículo titulado Decadencia. vp 12 Se comprendió que no se podía interpretar el carácter de la existencia ni por la idea de fin ni por la de unidad, ni por la de verdad. Las categorías causa, final, unidad, ser se desprecian, lo cual no es razón suficiente para despreciar el universo. vp 17-20 Fundirse en Dios fue durante miles de años el más ingenuo deseo. Los últimos metafísicos buscan en la cosa en sí la verdad de este mundo. El que desecha a Dios se agarra tanto más fuertemente a la creencia en la moral. Toda valoración moral, por ejemplo el budismo, termina en nihilismo. Se cree poder construir un moralismo sin fondo religioso, pero esto abre el camino al nihilismo. vp 4 Ventaja de la hipótesis cristiano moral: antídoto contra el nihilismo práctico y teórico: a) Da al hombre un valor absoluto en oposición a su pequeñez, a su contingencia en el devenir. b) Da al mundo, no obstante el mal, el carácter de perfección, comprendida la libertad: el mal parece pleno de sentido. c) Proporciona al hombre un conocimiento adecuado de los valores absolutos. d) Evita que el hombre se desprecie y que se declare contra la vida. vp 22 Hay un nihilismo activo: signo de aumento de poder en el espíritu. Y uno pasivo: decadencia y retroceso del poder del espíritu.

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vp 23 El nihilismo activo alcanza su máximum de fuerza relativa como violencia destructora. Su opuesto es el nihilismo fatigado, cuya forma más célebre es el budismo. vp 1041La filosofía experimental, como yo la vivo, intenta la posibilidad del nihilismo sistemático; no para detenerse en el no, sino ir hasta lo contrario, la afirmación dionisíaca del mundo, que quiere el círculo eterno. Mi fórmula en este punto es amor fati. A tal fin son necesarios y deseables los lados de la existencia hasta ahora negados, por amor a ellos mismos, como si fueran los lados de la existencia más poderosos, fecundos y verdaderos. También es menester valorar los lados de la existencia que hasta ahora han sido solamente afirmados, comprender de dónde nace tal valoración, y cuán poco es obligatoria para una valoración dionisíaca de la existencia. Con esto adivinaba yo en cuán otra dirección debe figurarse la elevación del hombre, en una raza más fuerte, de hombres superiores, más allá del bien y del mal. GM II, 24 Se ha considerado como ideal todo ideal que calumnia al mundo, todo ideal enemigo de la vida. Harían falta espíritus fortalecidos por la guerra y la victoria, para quienes la conquista, la aventura, el peligro, el dolor mismo son ya una necesidad. Hará falta que llegue el hombre redentor, el del gran amor y del gran desprecio, espíritu creador cuyo impulso lo separe de todos los más acá y más allá, el hombre cuya soledad será desconocida por los pueblos como si fuera una huida ante la realidad, mientras que lo que este hombre hace es abismarse en la realidad, para traer un día, cuando vuelva a la redención de esta realidad, el rescate de la maldición que el ideal actual ha hecho pesar sobre ella; esa gran campanada de mediodía y del gran juicio, ese liberador de la voluntad que devolverá al mundo su fin, y al hombre su esperanza. Este anticristo y antinihilista, este vencedor de Dios y de la nada, tendrá que venir algún día...

Problemas para Nietzsche Si se eliminara a los débiles, se acabarían los seres humanos (y ya no podría salir de ellos el ultrahombre). ¡Éste es un problema!

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Nietzsche, al despreciar a los hombres ¿no se hace nihilista? Por otro lado, los hombres tienen sus veneraciones o adoraciones decadentes; no les quedaría otra solución que suprimirse a sí mismos, o suprimir esas veneraciones y adoraciones, y, en ambos casos, la solución sería nihilista. Esto es un gran signo de interrogación. vp 864Por qué los débiles son los victoriosos. Los enfermos y los débiles tuvieron en su favor la fascinación; son más interesantes que los sanos: el loco y el santo son las dos especies humanas más interesantes; tienen parentesco con el genio. Los grandes aventureros y delincuentes, y todos los hombres, sobre todo los más sanos, están enfermos en ciertas épocas de la vida. La mujer reina cuando consigue dominar a los fuertes; pone de su parte a los niños por el culto de la piedad; la madre representa el altruísmo de manera convincente. La mezcolanza social, consecuencia de la igualdad de derechos, hace que los representantes de los instintos de decadencia (resentimiento, desconcierto, instinto de destrucción, anarquía, socialismo, instinto de esclavitud, de holgazanería, astucia, canallería) se mezclen en la sangre. Tras dos o tres generaciones todo se ha convertido en plebe. Y aparece entonces una seducción adversa a los hombres de excepción: si no se adaptan a la plebe ni cantan en loor de los desheredados, deberán ser mediocres y positivos: aurea mediocritas. Lo saben, lo que vale es el dinero. Y una vez más la vieja virtud. La palabra honorífica para designar lo mediocre es, como se sabe, la palabra liberal. Es absurdo suponer que toda esta victoria de valores es antibiológica: se debe tratar de explicar con un interés de la vida por conservar el tipo hombre, aun mediante la preponderancia de los fracasados; en caso contrario el hombre no existiría ya. ¡Éste es un problema! SA V, 346 Nuestro punto de interrogación. Quisiéramos llamarnos impíos, o incrédulos, o inmoralistas. A costa de sufrimientos, hemos adquirido la convicción de que los acontecimientos del mundo no tienen nada de divinos, ni siquiera de racionales; el mundo en que moramos no tiene nada de compasivo ni justo, carece de Dios, es inmoral, inhumano. Durante mucho tiempo le hemos dado una interpretación falsa y mentirosa, adecuada a nuestros deseos y a nuestra voluntad de

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veneración, esto es, conforme a una necesidad. Nosotros nos guardamos de decir que el mundo tiene menos valor. El pesimismo moderno tiene una expresión más antigua en la doctrina de Buda; pero también el cristianismo está repleto de pesimismo: Toda esa actitud del hombre contra el mundo, del hombre como medida de todas las cosas, como juez del universo. No sentimos por esto sino repugnancia. ¿Cómo? Nosotros, reidores, ¿no hemos dado un paso más en el desprecio de los hombres? ¿no hemos caído en la desconfianza que ocasiona el contraste entre el mundo en que nuestras veneraciones habían encontrado un refugio y otro mundo que nos formábamos nosotros mismos? Hay una desconfianza radical de nosotros mismos. Entonces, ¡supriman sus veneraciones, o suprímanse ustedes mismos! El último caso desemboca en el nihilismo; y el primero ¿no desemboca también en el nihilismo? Ese es nuestro punto de interrogación. Hay al respecto unas notas interesantes de Marcel en el Coloquio Royaumont. ! Marcel: La expresión nihilismo extático es mencionada por Heidegger: “Sólo en apariencia este nihilismo es pura negación; en realidad afirma el principio de evaluación, esto es, la voluntad de poder; desde el momento en que ésta es asumida como fundamento y medida de toda evaluación, el nihilismo reencuentra su esencia afirmativa. El nihilismo clásico se convierte en nihilismo extático; y así es como Nietzsche comprende su metafísica”. Sea lo que sea, me parece que, según Nietzsche, de todas maneras se desemboca en el nihilismo ... se produce ahí no una conversión, sino un metabolismo que tomará cuerpo en la idea del eterno retorno. En lenguaje de Heidegger: “La ausencia de valor y de fin no significa una mera deficiencia, un mero vacío. Estas designaciones negativas aplicadas al ente tomado en su totalidad, corresponden a algo positivo y esencial, a saber, el modo de presencia del ente tomado en su totalidad. El término metafísica que lo designa es el eterno retorno de lo idéntico”. En conclusión, este signo de interrogación no quiere decir que Nietzsche dudara. Se piense lo que se piense del eterno retorno, éste aparece como la idea que permite poner a prueba la valentía !

Royaumont 111-112 (39).

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suprema que culmina en el amor fati. ¿Tiene sentido preguntarse cuál es el fundamento de esta valentía? Me parece que no; pues la pregunta implica una referencia a un sistema de valores ya superado. Roos: Discúlpeme si intervengo en cuanto germanista. Quisiera precisar la frase de que hemos interpretado el mundo “de acuerdo a nuestra veneración [Marcel: vénération], pues el hombre es un animal respetuoso [respectueux]”. En el texto alemán tenemos la misma palabra; respectivamente Verehrung, Verehrend. [Estas palabras admiten los dos sentidos de venerar y de respetar; además del de adorar, dar culto, galantear]. ¿La fuente no sería Baudelaire? Leemos en Mon cœur mis à nu [Mi corazón al desnudo]: “El hombre es un animal adorador”. Hago notar que en el tiempo de El Saber Alegre, Nietzsche leyó a Baudelaire. He echado de menos, en los estudios especializados, que estos textos no hayan sido relacionados. Marcel:Si ponemos adoración en lugar de veneración ¿cambia el sentido? Ross:No. Pero creo que sí se cambia algo con el respetuoso. En adoración hay un movimiento hacia; respeto es sólo una actitud estática.

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ETERNO RETORNO Las interpretaciones Nietzsche, sorprendente, lanza la afirmación de algo nuevo: el eterno retorno. Los expertos han discutido sobre las interpretaciones del eterno retorno. Entre ellas atiendo a tres. La primera y obvia es la interpretación cósmica, que entraña serias dificultades, entre otras que Nietzsche presente la doctrina como nueva, pese a ser muy antigua, aunque tal vez no tanto como pudiera creerse. La segunda, la antropológica o moral, ha sido apenas esbozada; a una de sus variantes prefiero llamarla, modificada a mi entender, dionisíaca, y es a la que me inclino, como la más conforme a los textos y a la interpretación general de Nietzsche. La tercera es la ontológica, la de Heidegger, a la que prestaré muy ligera atención, tras exponer la interpretación dionisíaca. La interpretación cósmica tiene sus variantes, que resumo en tres. Una es la de un círculo, representada por una serpiente que se muerde la cola: cualquier punto del círculo equivale al de otro; esto es, da lo mismo estar en un punto o en otro; vivimos en la eternidad. Otra es la de varios círculos, que se repiten uno tras otro exactamente iguales; quizá ya un millón de veces, o infinito número de veces, se dio el big-bang, Adán y Eva comieron de la fruta prohibida, Alejandro conquistó el mundo, Colón descubrió América, y hubo segunda guerra mundial; pero de tal manera que todas las personas, aun sus trajes y suspiros, y los gorgeos de las aves han sido los mismos. Algunos pueden pensar que esta segunda variante es otra manera de presentar la primera, pues en el fondo sería un círculo eterno. Algunos la confunden, o combinan, con la teoría de la reencarnación. La tercera variante –rectificación de la segunda– está representada no por círculos, sino por espirales; lo que se ha repetido son los parámetros, pero no las individualidades. Al interpretar a Nietzsche, los expertos se han inclinado a una u otra variante; por ejemplo, la tercera, en que cada círculo nuevo de la espiral excluye a los débiles del anterior, o sea, que se trataría de un retorno selectivo. Comienzo con una serie de

textos que dan pie a la interpretación cósmica, contra la cual, a mi parecer, Nietzsche siempre luchó –y salió vencedor.

Eterno retorno cósmico CI II, 2 Sobre la historia monumental: Lo que en un tiempo fue posible no podrá serlo una segunda vez, a menos que los pitagóricos tengan razón en creer que se repetirían los mismos acontecimientos hasta sus últimos pormenores; que cuando las mismas estrellas ocuparan la misma posición unas respecto de otras, un estoico se uniría a un epicúreo, César sería asesinado, América sería descubierta. et 1 ! La energía del universo no es infinita. Por tanto, el número de posiciones, variaciones y combinaciones de esta energía es incalculable, pero no infinita. El tiempo en que se desarrolla esta energía es infinito; ya se han verificado todos los posibles desarrollos de esa energía; y todos los desarrollos momentáneos deben ser repeticiones. Todo ha sido ya infinito número de veces. Prescindiendo de esto, no podemos determinar si se ha producido algo igual. Parece que el conjunto de energías hasta en las cosas más pequeñas forma siempre nuevas cualidades; de ahí que nunca pueda haber dos combinaciones de energía exactamente iguales. ¿Puede haber dos hojas exactamente iguales? Lo dudo. et 2-5 Se han dado muchos sistemas de energía, pero no en número infinito. Un devenir siempre nuevo hasta lo infinito es una contradicción; supone que la energía creciese hasta lo infinito. Pero ¿de dónde podría salir? Consideramos que la noción de energía infinita es inconciliable con la noción de energía. et 7 Si todas las posibilidades estuvieran ya agotadas, no habría transcurrido todavía una infinidad de tiempo; pero como esto ha sucedido necesariamente, ya no hay nuevas posibilidades, y todo ha sido infinito número de veces. !

El eterno retorno, Aguilar (Ovejero), vol. V.

et 11 Si fuera posible una cesación de energías, ya habría ocurrido. et 14 Todos los estados reales ¿han tenido ya sus iguales, suponiendo que el número de los casos no sea infinito, y en el curso de un tiempo infinito sólo se hubiera presentado un número de estados finito? El que nada igual se repita no puede ser explicado por el acaso, sino por una premeditación propia de la esencia de las cosas. Es más probable pensar, al arrojar los dados, que se obtenga una casual igualdad que la absoluta no igualdad. et 15 Si el mundo tuviese un fin, ya lo habría alcanzado; si hubiese para el mundo un estado definitivo, lo mismo. Si se hubiera dado un estado de reposo, no podría ya haber devenir. Si el mundo fuera un devenir eternamente nuevo, sería algo maravilloso, algo divino creado libremente por sí mismo. El eterno devenir supone que la energía se aumenta caprichosamente a sí misma, y que tiene la intención y los medios para no repetirse. et 22 No hay que pensar que el todo quiera ser más bello, más perfecto, más complicado. Todo eso son antropomorfismos. En la mecánica no hay nada imperfecto ... Todo es repetición: Sirio, y la Araña, y tus ideas en este instante. et 25-26 La energía no sufre merma alguna, pues en un tiempo infinito ya se habría consumido del todo. Por tanto la energía nunca llega al equilibrio. Volverás a encontrar cada uno de tus dolores y de tus placeres, cada uno de tus amigos y de tus enemigos, y cada esperanza y cada error, y cada brizna de hierba, y cada rayo de luz. Habrá siempre una hora en que primero a uno, luego a muchos, y después a todos, los iluminará la idea del eterno retorno de todas las cosas; ésa será para la humanidad la hora del medio día. El hombre se va haciendo a la idea de que es un ser efímero, con lo que acabará por empequeñecerse; ya no cultiva el esfuerzo, quiere gozar del momento presente, se hace superficial. vp 1063-1064 El principio de la conservación de la energía exige el eterno retorno.Energía, reposo, permanecer igual a sí

mismo, son cosas contradictorias entre sí. La medida de la energía (como dimensión) es fija, pero su esencia es fluída.Hay que negar que haya cosas sin tiempo. En un momento determinado de la energía se da la condición absoluta de un nuevo reparto de todas las fuerzas que la componen: nunca puede fijarse. El cambio forma parte de su esencia; por tanto también su carácter temporal. vp 1066El mundo existe, no deviene. O mejor: sí deviene, pero no comenzó nunca a devenir. Creación es una palabra que no explica nada. Recientemente se ha querido encontrar una contradicción en el concepto de infinidad de tiempo del mundo en el pasado, pero al precio de confundir la cabeza con la cola. Nada me impide contar desde este momento hacia atrás y decir: “nunca llegaré al fin”, así como, a partir del mismo momento, puedo calcular hacia adelante hasta el infinito... Ya en el siglo XIII, San Buenaventura ySanto Tomás de Aquino habían polemizado sobre la posibilidad de un tiempo infinito en el pasado. ...Si el mundo puede ser pensado como una determinada dimensión de energía, síguese que deberá atravesar un número calculable de combinaciones en el gran juego de dados de la existencia. En un tiempo infinito toda posible combinación debe ser realizada una vez; es más, infinito número de veces. O sea, que el mundo es como un círculo que ya se ha repetido una infinidad de veces, y que seguirá repitiendo su juego. Esta concepción no es una concepción mecánica; una concepción mecánica pide un estado final. Y como el mundo no ha alcanzado ese estado final, la concepción mecánica del mundo nos debe parecer un hipótesis imperfecta. Como podemos ver, Nietzsche se obsesiona con el eterno retorno cósmico. Lo describe de varias maneras, le pone sus pros y sus contras, incluso se entrega a estudios científicos sobre las leyes generales físicas como la de conservación de la energía y la de entropía. Según la primera, la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma, y lo hace continuamente. Según la segunda, en las transformaciones de unas formas de energía en otras, hay siempre una parte que se degrada en forma de calor; “degradarse” significa

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que siempre habrá una porción de energía que ya no es aprovechable como trabajo; lo cual implica que a la larga todo se convertirá en energía calorífica, y que las temperaturas se igualarán, o sea, que se llegará a un estado en que ya no habría ni vida ni movimiento. Las dos leyes se consideran válidas en un universo cerrado, esto es, en un universo donde no aparecen porciones nuevas de energía. En el estado actual, piensan los científicos que aparecen continuamente nuevas energías como si la naturaleza hiciera trampa, y entonces no serían válidas las dos leyes aludidas. Por cierto, Jean Wahl considera que Nietzsche erró al ponerse a estudiar ciencias. !! Quizá Jean Wahl esperaba que Nietzsche tomara su fuerza de la filosofía. Fue lo que sucedió. Tal vez por instinto vio Nietzsche que con argumentos científicos, no podría sostenerse con certeza la hipótesis cósmica. Quiere afirmar la eternidad, el valor eterno de cada cosa, el eterno retorno; y saca su fuerza de la realidad originaria que es la voluntad de poder. A partir de ahí dará su solución. vp1065Me parece que todo ha tenido demasiado valor para poder ser tan fugaz. Yo busco una eternidad para cada cosa. vp 1059Medio para soportar el eterno retorno: la transmutación de todos los valores. No ya el gusto de la seguridad, sino el de la incertidumbre; no ya causa y efecto, sino la creación continua; no ya la voluntad de conservación, sino de potencia; no ya el humilde “todo es subjetivo”, sino “¡es también obra nuestra!” vp 1067 El mundo ... Un prodigio de energía, sin principio ni fin, que no se hace ni más grande ni más pequeña, que no se consume, sino que se transforma; sin gastos ni pérdidas; como juegos de energía, uno y múltiple; un mundo que tiene innumerables años de retorno, un flujo perpetuo de formas; que de lo más tranquilo, frío y rígido, pasa a lo que es más ardiente, salvaje, contradictorio; que del juego de las contradicciones torna al gusto de la armonía; y se bendice a sí mismo como un Wahl, Jean. “Ordre et désordre dans la pensée de Nietzsche”, en Nietzsche, Royaumont, p. 97 (24). !!

devenir que no conoce saciedad, ni tedio, ni cansancio. Este mundo mío dionisíaco, mundo misterioso de la doble voluptuosidad; este mi más allá del bien y del mal, ¿quieren ustedes un nombre para este mundo? ¿una solución para todos su enigmas? ¿y una luz para ustedes, hombres fuertes desconocidos, hombres de la media noche? Este nombre es voluntad de poder, ¡y nada más! vp 1058Yo uní definitivamente los dos mayores puntos de vista filosóficos: el del devenir , y el del valor de la existencia. ¡Todo vuelve, y retorna eternamente! Primera advertencia. La mayor parte estos textos son póstumos, casi todos provenientes de las obras Eterno retorno y Voluntad de poder; los cito según la versión antigua, que siguió el rompecabezas mal organizado por la hermana de Nietzsche y por Peter Gast, pues reunieron escritos póstumos de diversas épocas. La versión actual, de Colli Montinari, deshizo esos y otros libros de Póstumos, y rehizo su presentación por orden cronológico. Como en el mundo de habla castellana no existe todavía esa edición completa, usé la edición antigua, y no me aterró el que mi trabajo pudiera ser invalidado, como otro rompecabezas mal construido. Nietzsche anotaba sus lecturas y reflexiones como trabajo previo, en orden a una publicación futura, que se llamaría precisamente Voluntad de poder, a la cual después renunció. Y establecí un orden arbitrario, que evocara las luces, los titubeos, las reflexiones de Nietzsche. En cambio, los aforismos que tienen que ver con el cambio de perspectiva y con la solución dionisíaca pertenecen en su gran mayoría a la obra publicada por Nietzsche. Esto ya es de interés, por más que los expertos, y con razón, den mucho valor a los Póstumos. Segunda advertencia. Conviene tomar en cuenta lo expuesto por Roos: ! “Hacia 1955 me interesaban la aparición y desaparición de ciertos términos. Me di cuenta de que la palabra eterno retorno no aparecía en ningún manuscrito después de 1886-1887; y que voluntad de poder desaparecía también a fines de 1887. La palabra superhombre ya no aparecía después del Zaratustra. Todos los fragmentos que fueron integrados en el libro llamado Voluntad de ! Birault, Henri. “De la béatitude chez Nietzsche”. Intervención de Roos en el Panel. In Ibidem, p. 42.

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Poder, a propósito del superhombre y del eterno retorno, son contemporáneos del ZARATUSTRA” !#. Se ve que los textos póstumos sobre el eterno retorno no son posteriores, sino contemporáneos del Zaratustra, del cual voy a citar textos importantes. Y notemos que en los escritos posteriores a 1886-1887, ya no aparecen los términos eterno retorno, voluntad de poder, ultrahombre, centrales en la obra de Nietzsche; lo cual puede entenderse por la efervescencia de su rumiar; y no implica necesariamente que las haya abandonado; pero sí nos detiene en creer que la edición trabajada por Elizabeth Nietzsche y Peter Gast represente un avance, en los temas aludidos, con respecto a los libros publicados en vida lúcida por el mismo Nietzsche.

Nietzsche nunca abrazó con toda el alma la hipótesis cósmica. De hecho, esa teoría nunca sale de sus labios, ni siquiera de los labios de Zaratustra. Quienes la pronuncian son los pitagóricos (CI II 2, primer texto citado en este Artículo), un demonio (primer texto que sigue del SA), ante cuyas palabras uno puede rechinar los dientes o creer que son divinas; el enano, a quien Zaratustra reprende, siendo su mortal enemigo; y los animales de Zaratustra, cuyas palabras éste oye. Pero no las acepta, por hipnotizadoras que puedan ser, sino que se queda rumiando en su alma. Una vez lo había enunciado Zaratustra, pero siente miedo, aúlla un perro, y una culebra está a punto de asfixiar a un pastor (luego queda claro que el protagonista es el mismo Zaratustra). SA IV, 341 El peso formidable. Si un demonio te dijese: Esta vida tendrás que revivirla infinidad de veces; cada dolor y alegría, cada pensamiento y suspiro; todo lo grande y todo lo pequeño de tu vida, lo volverás a vivir, y también esta araña y este claro de luna, y este instante, y yo mismo ... ¿no rechinarías los dientes maldiciendo a ese demonio? ¿O ya has !# (Cf. Roos,R. “Les derniers écrits de Nietzsche et leur publication”, Revue philosophique, avril-juin 1956); “Elisabeth Förster-Nietzsche ou la sœur abusive”, Etudes germaniques, octobre 1956).

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vivido el instante prodigioso en que le contestarías: “Eres un dios, y jamás he oído palabras tan divinas?” El “quieres esto un número infinito de veces” pesaría de manera formidable sobre todas tus acciones. ¡Cuánto tendrás que amar la vida y amarte a ti mismo para no desear otra cosa sino esta suprema y eterna confirmación! Z III La visión y el enigma Atrevidos perseguidores de aventuras van en un barco. Zaratustra, triste, guardó silencio durante dos días. Escuchando a los demás, se le rompió el hielo del corazón, y habló así: Hace poco, al crepúsculo, iba yo, sombrío, por un sendero siniestro y solitario. Arriba, luchando con el espíritu, atraído hacia el abismo, el espíritu de pesadez,el espíritu de pesadez, mi enemigo mortal; sentado sobre mí, medio enano, medio topo, vertía en mis oídos pensamientos de plomo: “Tú, Zaratustra, te lanzaste al aire, pero toda piedra lanzada al aire tiene que caer”. El ánimo me ordenó decirle: “¡Enano, tú o yo! Yo soy el más fuerte; tú no conoces mi más profundo pensamiento, y ése no te lo puedes llevar”. El enano saltó de mis espaldas al suelo, y se sentó ante mí, en una piedra. Había ahí un pórtico. Zaratustra: “¿Ves ese pórtico, enano? tiene dos caras. Hasta aquí conducen dos caminos, que nadie ha recorrido por completo. Esta larga calle en declive se prolonga eternamente; y la que conduce hacia arriba es también una eternidad. Los dos caminos se contradicen; sus cabezas chocan; en este pórtico se reúnen. En el frontispicio del pórtico está escrito su nombre: Instante. Y si alguno siguiera estos dos caminos, yendo cada vez más lejos, ¿crees tú, enano, que estos caminos serían contradictorios? El enano, con desprecio: “Todo lo que se extiende en línea recta miente. Toda verdad es curva. El tiempo mismo es un círculo”. Zaratustra, con ira: “¡Espíritu de la pesadez, no tomes las cosas tan a la ligera, o te dejo donde estás, cojitranco! ¡Piensa! Desde este pórtico del instante se extiende hacia atrás una calle sin fin. ¿No debe haber recorrido esta calle todo lo que puede correr? ¿Acaso no se ha realizado ya todo lo que puede suceder? ¿No están ligadas unas a otras todas las cosas, de tal manera que este instante se lleva tras sí todo lo venidero, y, por

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consiguiente se lleva también a sí mismo? Pues todo lo que puede correr ¿no tiene que volver a recorrer otra vez su largo camino? Y esta despaciosa araña, y ese mismo rayo de luna, y tú y yo ¿no hemos estado aquí otra vez? ¿No es necesario que volvamos a recorrer este camino eternamente?” Así hablaba yo, en voz cada vez más baja, pues me daban miedo mis propios pensamientos e intenciones. De pronto aulló un perro aterrorizado. Me encontré solo y abandonado, entre agrestes rocas, iluminado por la solitaria luna. Un pastorzuelo joven se convulsionaba en el suelo; una gran culebra negra se le había aposentado en la garganta. Tiré del reptil, en vano. Una voz dentro de mí le gritó: “¡Muérdela, arráncale la cabeza!". ¡Acierten este enigma! El pastor comenzó a morder, con todas sus fuerzas; luego escupió lejos de sí la cabeza de la culebra, y de un salto se puso en pie. Ya no era pastor, ni siquiera hombre, sino un ser transfigurado, que irradiaba resplandores, y que ... ¡se reía! Aquella risa no era humana. Desde entonces me roe el corazón un ansia de reír de aquel modo. ¡Cómo podré soportar ahora el morir! La visión es un enigma. El pastor es Zaratustra, la culebra, la figura del eterno retorno cósmico; la dentellada, la enérgica decisión que rechaza ese eterno retorno para afirmar triunfalmente la vida; la sonrisa sobrehumana, la del niño inocente, la del Ultrahombre, que va más allá de lo humano. Zaratustra convalece después de la superada gran crisis. El anterior objeto de su pensamiento, el eterno retorno cósmico, le da asco. Él quiere ser ahora dionisíaco. Sus animales no han comprendido, y le recuerdan el eterno retorno cósmico. Zaratustra no cede, no les presta oídos, sino que habla consigo mismo, rumiando en su interior. En Así Hablaba Zaratustra, La mordedura de la víbora, ésta aparece como enemigo mortal de Zaratustra. Es otro contexto; pero retenemos la metáfora de enemistad. Z III El convaleciente Zaratustra se lanzó de su lecho y empezó a gritar: “¡De pie, pensamiento vertiginoso! Yo soy tu canto y tu alba matinal, gusano adormilado! Yo, Zaratustra, el afirmador de la vida, del dolor y del eterno retorno, ¡a ti es a quien llamo, tú, el más profundo de mis pensamientos! Ven aquí. Dame la mano. ¡Deja! Qué asco!” Zaratustra cayó a tierra, como muerto. No quiso ni comer ni beber. Sus animales no lo abandonaban.

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Después de siete días Zaratustra se incorporó y tomó una manzana. Sus animales lo animaban a salir: “El mundo te espera”. Zaratustra les responde: “Sus palabras me confortan. ¡Qué dulzura en las palabras y en los sonidos! Palabras y sonidos ¿no son arcoiris y puentes ilusorios echados entre seres separados para siempre? El lenguaje, dulce locura. Al hablar, el hombre danza sobre todas las cosas”. Los animales: “Para los que piensan como nosotros, las cosas mismas son las que danzan: todo viene, ríe, huye, y vuelve a venir. La rueda de la existencia gira sin cesar. Todo muere, todo vuelve a florecer. Eternamente se reconstruye el edificio de la vida. El anillo de la existencia permanece eternamente fiel a sí mismo. El centro está en todas partes”. Zaratustra: “¡Tunantes! ¡Qué bien sabían ustedes lo que había de consumarse en siete días! ¡Cómo se introdujo aquel monstruo en el fondo de mi garganta para ahogarme! De una dentellada le corté la cabeza y la arrojé lejos de mí. Con esto compusieron ustedes una canción. Yo prosigo enfermo aún de mi propia liberación. ¿Ustedes han sido espectadores de todo? También ustedes son crueles”. “¡La peor perversidad del hombre es tan pequeña! ¡Ay!, porque su mejor bondad es tan pequeña! Mi tristeza bostezaba: Volverá eternamente el hombre de que estás hastiado, el hombre pequeño. En otro tiempo vi desnudos al hombre más grande y al más pequeño. Los dos demasiado humanos, aun el más grande. Demasiado pequeño el más grande. Esto es lo que me da asco en el hombre”. Los animales: “Sal al mundo, que te espera como un jardín, canta nuevas canciones con una nueva lira, canciones que resuenen como la tempestad, tú, cuyo destino es el predicar el eterno retorno. Sabemos lo que enseñas, que todo se repite eternamente, y que nosotros ya hemos existido una infinidad de veces, y todas las cosas con nosotros. Y si ahora piensas morir, sabemos que dirías: Yo volveré, con ese mismo sol, con esta tierra, con esta águila, con esta serpiente, pero no a una vida nueva o mejor, o semejante; yo volveré eternamente a esta misma vida, a fin de proclamar la palabra del gran Mediodía, a fin de enseñar a los hombres la venida del ultrahombre”. Los animales callaron. Zaratustra no oía su silencio; como si durmiera, hablaba con su alma.

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La visión y el enigma es la clave para dar con el eterno retorno amado por Nietzsche. La dentellada a la culebra fue seguramente el resultado del discernimiento de Nietzsche ante la moción de 1881 en Silvaplana, en los Alpes. Quizá pueda ayudar esta fantasía: un demonio le dice a Nietzsche: “¿Qué te parece la vida que has llevado hasta ahora? En realidad no has vivido aún, sino que apenas vas a nacer. Pero los dados divinos te dieron esta suerte, de que vieras lo que sería tu vida si nacieras ahora. ¿Qué dices, quieres que tu vida sea lo que has vivido, con sus fracasos y victorias, con sus dolores y alegrías? ¿O propones cambios?”. Nietzsche da un sí dionisíaco y triunfal a su vida entera: “Sí, y diría sí, aunque tuviera que vivirla millones de veces, en retornos sin fin! ¡Amo esta vida! ¡Amo esta tierra! ¡Quiero ser creador, y no sólo acepto, sino que quiero más, los sufrimientos que conlleva la creación!” Vencido el demonio, el ángel de luz, Nietzsche es consciente de que alguien grande lo inspiró: “Zaratustra pasó a mi lado”. El eterno retorno no está en el cosmos, sino dentro de ti. Incide también en este punto el amor fati de Nietzsche. Le encanta el juego de dados divinos (por metafórica que suene la expresión). El verbo es fuerte; no sólo acepta, sino que ama. Nietzsche no es un resignado que se doblega ante el fatum, o destino, sino amante de lo que el azar, ese juego de dados, le da como destino. Se le podrá oponer en propia lógica, no la lógica de Nietzsche, que si es congruente debería negar la libertad, como, de hecho, parece hacer en algunos aforismos (probablemente la libertad de ustedes). En todo caso, el problema, si es problema, es no sólo de Nietzsche sino también de Hegel y del cristianismo. Nietzsche conjunta azar, necesidad y libertad. Se sabe que Hegel, tenaz frente a los dualismos, unifica en uno necesidad y libertad. Ambos son acusados de contradecirse. El problema filosófico y teológico se da también en el cristianismo, que une la voluntad divina y la libertad humana. El punto está en cómo lo hacen. Nietzsche, por una valoración dionisíaca, por amor a la vida, inspiración que le fue comunicada por poderes superiores. En lenguaje espiritual se trató de una consolación trepidante como temblor de tierra, como estrellas danzantes en el cielo; y, rotas las cadenas, se dio una alegría inconmensurable.

Z III Antiguas y nuevas tablas 3 Les hice ver nuevas estrellas y nuevas noches; tendí mi risa como una tienda de colores. Les enseñé a reunir todo lo que en el hombre no son más que fragmentos y enigmas. Les enseñé a ser creadores de porvenir, y a salvar, creando, todo lo que fue, hasta que la voluntad dijese: “Es así como yo quería que fuese; así es como lo querré”. Esa es su salud. vp 1041La filosofía experimental, como yo la vivo, intenta la posibilidad del nihilismo sistemático; no para detenerse en el no, sino ir hasta lo contrario, la afirmación dionisíaca del mundo, que quiere el círculo eterno. Mi fórmula en este punto es amor fati. A tal fin son necesarios y deseables los lados de la existencia hasta ahora negados, por amor a ellos mismos, como si fueran los lados de la existencia más poderosos, fecundos y verdaderos. También es menester valorar los lados de la existencia que hasta ahora han sido solamente afirmados, comprender de dónde nace tal valoración, y cuán poco es obligatoria para una valoración dionisíaca de la existencia. Con esto adivinaba yo en cuán otra dirección debe figurarse la elevación del hombre, en una raza más fuerte, de hombres superiores, más allá del bien y del mal. EH Zaratustra La concepción fundamental de la obra, la del eterno retorno, data de agosto de 1881, en Silvaplana. Explicaré lo que es la inspiración. No podríamos defendernos de la idea de que somos portavoz de poderes superiores. Algo se nos revela, algo que nos conmueve y nos derriba; se oye, no se busca; se toma, no se pide. Como un relámpago brota el pensamiento sin vacilación ni titubeos. Un transporte, en que el alma se alivia a veces por un torrente de lágrimas, un éxtasis que nos deja la percepción de mil estremecimientos delicados que nos hacen vibrar desde la punta de los pelos hasta los dedos de los pies; una plenitud de felicidad, en que el extremo sufrimiento y el horror no son ya sentidos como contraste. Todo esto sucede sin que nuestra libertad tome parte alguna; y nos vemos arrastrados como en un torbellino por un intenso sentimiento exaltación, de libertad, de omnipotencia, de divinidad ... Mi concepción de lo dionisíaco fue un acto supremo ... la idea del ultrahombre se ha hecho aquí la más alta realidad ... Zaratustra

es un bailarín; no encuentra objeción contra la existencia, ni siquiera contra el eterno retorno de ésta ... la eterna afirmación de todas las cosas; “llevo a todos los abismos mi afirmación que bendice ...” Esto es la idea misma de Diónysos. En la Canción de la Noche se siente como sufre un Dios, un Diónysos ... Zaratustra es afirmativo hasta justificar todo el pasado. Z III Los siete sellos, 1-7 Soy un adivino, animado de aquel espíritu adivinatorio que viaja sobre la alta sierra que separa dos mares; que viaja entre el pasado y el porvenir, como una pesada nube. ¡Cómo no he de sentir anhelos de eternidad, y del anillo nupcial de los anillos, el anillo del Eterno Retorno! Nunca encontré la mujer de quien quisiera tener hijos, a no ser la mujer a quien yo amo, pues ¡yo te amo, eternidad! ¡pues yo te amo, eternidad! [Este estribillo se repite al final de cada número]. Si jamás mi ironía esparció por el viento palabras manidas, si fue como una escoba para las telarañas, y entré como viento purificador en las criptas funerarias; si alguna vez me senté, poseído de júbilo, donde están encerrados los dioses antiguos, bendiciendo al mundo, junto a los monumentos de los antiguos calumniadores del mundo, ¡cómo no he de anhelar la eternidad! Si alguna vez llegó a mí un hálito del soplo creador y de aquella necesidad que aun al mismo azar le hace que baile la danza de las estrellas ... si jamás reí con la risa del rayo creador ... si alguna vez me he sentado a la mesa de juego de los dioses para jugar con ellos a los dados hasta que la tierra temblase, y se abriese, y surcasen los aires ríos de fuego ... Si jamás mi mano mezcló alguna vez lo más lejano con lo más próximo, y el fuego con el espíritu, y el placer con el dolor, y lo peor con lo mejor ... Si yo amo el mar, y todo lo que es como el mar ... si jamás gritó mi alegría: ... he roto mi última cadena; la inmensidad me rodea: el tiempo y el espacio brillan lejos de mí ... Si mi virtud es una virtud de bailarín, y alguna vez salto con los pies, en sueños de oro y esmeralda; si mi maldad es una maldad risueña... Y si este es mi alfa y omega: que todo lo pesado se hace ligero, todo cuerpo bailarín, todo espíritu pájaro ... Si alguna vez henchí los cielos apacibles, y volé, con mis propias alas, en mi propio cielo ... si la sabiduría de pájaro de mi libertad llegó: Mira, no hay arriba ni abajo ... Canta y no hables más. ¿No están hechas las palabras para lo pesado? ¿No mienten al que es ligero?

Con la interpretación dionisíaca del eterno retorno quedan claros muchos otros aforismos. Y se comprende que Nietzsche ame tanto esta tierra, el don de la voluntad de poder, que no le sea posible plantearse la posibilidad de aquella otra vida que le enseñaron, y que no era sino la negación y calumnia de ésta. Difundir el amor. La voluntad de poder se difunde, el bien se difunde. Y si puede aparecer algo que parezca negativo, la mirada de Nietzsche es capaz de hacer bellas todas las cosas. El texto que veremos es de los que más me han convencido de que Nietzsche penetró a fondo, sin duda con otras palabras, en lo que es realmente el cristianismo. ¿Qué mirada hace bellas todas las cosas? El verdadero cristiano diría que Dios; pero, más en concreto, el Hijo encarnado, Jesús. Hablando “los bosques y espesuras, plantadas por la mano del Amado”, responden a la Amada: “Mil gracias derramando pasó por estos bosques con presura, y yéndo (nos) mirando, con sola su figura, vestidos (nos) dejó de su hermosura” !$. En las cumbres del desprendimiento, Nietzsche no desea la felicidad del no hacer nada, de la poltronería, de estar satisfecho en todas las cosas; le bastaría, alguna vez, haber estado contento de cualquier cosa para decir su sí dionisíaco y triunfal a la vida, porque ese contento justificaría todos los horrores de la existencia !%. Su sí al eterno retorno es un acto de gratitud amorosa y exultante al don de poderes superiores, llámense como se llamen, así se llamen voluntad de poder. et 27-28 Vive de manera que desees volver a vivir. ¡Vivirás otra vez! Quien desee el esfuerzo, que se esfuerce; quien desee el descanso, que descanse. Le va en ello la eternidad. ¿Es esto de tal naturaleza que yo lo quisiera hacer por toda la eternidad? et 33-34 ¿Crees que dispondrás de un largo descanso hasta el renacimiento? Te equivocas. Entre el último instante de tu conciencia y el primer reflejo de la nueva vida no media tiempo alguno; es como un relámpago. Sientes, dichoso, que llega la hora de la despedida. No desprecies este testimonio. Significa que amas la vida, y que aspiras a eternizarla. Non alia, sed hæc vita sempiterna [no otra, sino esta vida sempiterna].

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San Juan de la Cruz, Cántico Espiritual. Cf. vp 1032; 1052; ya citados.

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et 35 ¡Imprimamos el sello de la eternidad en nuestra vida! Este pensamiento contiene más que todas las religiones que desprecian la vida como pasajera y hacen mirar hacia otra vida incierta. et 37-40 Difundir el amor a la vida. Todo lo que imagine un individuo deberá valer para los demás: Tolerancia. Unirse para combatir a quienes hagan sospechoso el valor de la vida, pero nuestra enemistad debe ser un medio para aumentar nuestra alegría. Reír, bromear, destruír sin amargura. Esta doctrina es suave contra quienes no creen en ella; no tiene infierno ni amenazas. El que no cree tiene una vida efímera en su conciencia. Sería terrible creer aún en el pecado, pues todo lo que hagamos, aun repetido hasta el infinito, es inocente. SA IV, 276 Mi pensamiento de Año Nuevo, lo que va a ser mi dulzura de vivir: Veré lo necesario de las cosas como su belleza. Seré así de los que hacen bellas las cosas. Mi amor será amor fati [amor al hado, al fato, al destino señalado por los dados divinos, a la arbitrariedad divina]. Cualesquiera que sean las circunstancias yo lo que quiero es ser afirmador. Por encima de las circunstancias prevalece una decisión, la voluntad de poder, encarnada en Nietzsche, que quiere ser afirmador dionisíaco. Nietzsche sostiene el eterno retorno contra el sentimiento paralizador de la disolución universal, contra el nihilismo pasivo. Y esto queda claro con la interpretación dionisíaca del eterno retorno. Si la interpretación fuera cósmica, de nada valdría como solución contra el nihilismo pasivo, actitud que niega el sentido de la vida; es más, la interpretación cósmica pesaría mucho hacia el nihilismo pasivo, que se expresaría como la inacción total, o como una tristeza de fondo, o como el bíblico “rechinar de dientes” !& En cambio, la plenitud de vida es la afirmación gozosa y triunfal. vp417 Mi primera solución: la sabiduría dionisíaca. Placer en la destrucción de lo más noble, y placer por lo que viene. Dionisíaco: identificación temporal con el principio de la vida. Mis innovaciones: ulterior desarrollo del pesimismo, el pesimismo del intelecto, la crítica moral, disolución del último !&

Cf. supra, SA IV, 341.

consuelo; conocimiento de los signos de la decadencia. Mis esfuerzos contra la decadencia. Yo buscaba un centro nuevo. Reconocimiento de la imposibilidad de este esfuerzo. Después avanzo en la carrera de la disolución. ¡Debemos ser destructores! Contra el sentimiento paralizador de la disolución universal sostuve el eterno retorno.

Dificultades Paso a señalar algunas de las dificultades (concentradas en el tema del eterno retorno) que hay para la interpretación de Nietzsche. La literatura sería enorme. Baste citar trozos de la discusión en el encuentro Royaumont. !' Supongo que el lector conoce las líneas de interpretación de Heidegger, Vattimo, Deleuze, Klossowski. Muy someramente aludo a la interpretación ontológica, a la que no doy ninguna validez, máxime tras lo expuesto. Me imagino que Nietzsche preferiría ser reducido al absurdo antes que ser llamado acólito, “precursor” o “eco resonancia” de Heidegger. Royaumont 50 (10) Löwith La muerte de Dios significa la resurrección del hombre hecho responsable de sí mismo. En la cumbre de esta libertad, la voluntad de la nada (nihilismo) se transforma en voluntad del eterno retorno de lo mismo: (amor fati). Tres figuras ilustran este camino: El viajero y su sombra simboliza el avance hasta el umbral de la nada; Zaratustra, sobrehumano, pero que todavía no llega a su meta, y Diónysos, con cuya actitud se acepta de golpe la totalidad del Ser y del tiempo, actitud suprema en la existencia, más allá del bien y del mal, pero no más allá de bueno y malo... “¡Yo te amo, Eternidad!” se exclama repetidas veces al final de la tercera parte y en la cuarta parte del Zaratustra. No es la eternidad del Dios bíblico (æternitas) fuera del tiempo antes de la creación del mundo, sino un tiempo eterno (sempiternitas), el ciclo eterno de nacimiento y de muerte, en que la permanencia del ser y el cambio del devenir no son sino una sola y misma cosa.

Nietzsche, Royaumont, ya citado. Aquí menciono al autor de la intervención, sea en su conferencia, sea en el debate. Número de página: el primero, del libro; el segundo, de mis APUNTES. !'

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Royaumont 58ss (12)ssLöwith: Veamos (XVI p.515). Una variante acentúa el mundo como voluntad de poder; la otra como eterno retorno. Una: “A no ser que un anillo no tenga buena voluntad para girar siempre en su vieja órbita, alrededor de sí mismo. ¿Quién es tan lúcido para percibirlo sin desear haber perdido la vista? ¿Tan fuerte para poner su propia alma frente a este espejo? ¿Su propio espejo frente al espejo de Diónysos? ¿Su propia solución al enigma de Diónysos? Y quien fuera capaz ¿no debería hacer algo más? ¿Aliarse al anillo de los anillos, con la promesa de su propio retorno, al anillo de la eterna autobendición y autoafirmación?” En la primera variante el problema del querer el eterno retorno se expresa en la imagen de la reflexión recíproca de la estructura del mundo y de la autonomía del comportamiento; y recibe una apariencia de solución: que el mundo se quiera a sí mismo, sin cesar y siempre; está pensado a partir del eterno retorno; y la voluntad humana entra también al círculo. En la segunda versión, se ve que la voluntad de poder del hombre es idéntica con la del mundo, y se disimula el problema del querer el fatum. La fórmula lapidaria que define la vida como voluntad de poder, lejos de mostrar que el ciclo siempre renaciente es la ley universal de la vida, denuncia la situación histórica de Nietzsche. ¿No ha pensado la naturaleza de todas las cosas a partir de un superhombre que impondrá su dominio sobre tierra y será el sucesor de Dios? Nietzsche da un significado cósmico a la voluntad de poder, más que reservarla a la sola voluntad humana. De su parte, la doctrina del eterno retorno, aparte de su aspecto cósmico, guarda un sentido antropológico, esto es, moral, lo que nos impide considerarla como una doctrina del todo coherente y sin deficiencias. Hasta qué punto una voluntad que se da fines es inadecuada para caracterizar el movimiento ciego del mundo, lo muestran las reservas que hace Nietzsche en los textos mencionados. Define el movimiento cósmico como voluntad, pero añade: “a no ser que”. ¿Cómo afirmar, a no ser en sentido impropio, que un movimiento circular persiga un fin, que un anillo se tenga buena voluntad a sí mismo? No se emplearía de manera sensata la palabra voluntad si se desconocen la intención y la finalidad.

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Sin embargo, toda metafísica del querer se inspira del modelo de la teología cristiana, que pone al origen una voluntad creadora, que por amor al hombre hizo el mundo. La teología de la voluntad-deseoamor se conservó, bajo formas diversas, hasta la metafísica de la voluntad en Schelling, Schopenhauer y Nietzsche, quien no renuncia a definir al hombre y al mundo como voluntad, cuando niega, para afirmar el ciclo del universo, la intencionalidad y la finalidad a la voluntad cósmica. Eliminadas la voluntad e intención divinas, de un orden moral del universo (VIII p. 389), éste se manifiesta como era al origen: más allá del bien y del mal. Que el hombre exista, es un fatum. Nadie es responsable. Si el hombre existe en el todo del mundo, y fuera del mundo no hay nada que pueda mesurarlo ni evaluarlo, llegamos a la gran liberación de toda falta y de todo fin. Nosotros salvamos el mundo por sí mismo, al contrario de lo que dice Agustín, que Cristo liberó al mundo de sí mismo Royaumont 79 (18) Taubes: Quedan oscuros los principios o postulados que guían a Löwith. Me pregunto cuál puede ser la conclusión. Ninguna síntesis podría superar la contradicción de fondo entre la voluntad de poder y el eterno retorno. El eterno retorno no puede ser querido. Es imposible poner un común denominador a la flecha futurista del superhombre y a la rueda del eterno retorno. La interpretación tan sabia de Heidegger no aclara nada. Esta contradicción ¿no nos fuerza a dejar el terreno que pisa Nietzsche? Löwith da la impresión de elucidar esta contradicción en la perspectiva misma de Nietzsche. Comparte con Nietzsche el teolegomenon Dios ha muerto. Yendo más lejos que Nietzsche, Löwith propone eliminar del vocabulario las expresiones voluntad de poder y voluntad en general. Al igual que Nietzsche, Löwith borra dos mil años de historia después de Platón y del cristianismo, y quiere resucitar la experiencia natural del mundo de los presocráticos jónicos, en particular de Heráclito. Royaumont 92 (23) Wahl: ¿Hay, en cada período, alguien que conciba el eterno retorno? Concebirlo es de alguna manera negarlo, pues lo que regresa eternamente es cambiado por esta concepción. Hay que decir que eternamente hay alguien que piensa el eterno (OI, Los 4 grandes errores, 8; cf. xiv p.219; xvi p. 201.409).

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retorno, pero este alguien, en el caso de Nietzsche, es alguien que cree descubrirlo. Y si yuxtaponemos eterno retorno y superhombre (admitiendo que el superhombre es puesto en segundo plano por el último Nietzsche), la idea de superhombre nos dice que el hombre debe ser superado, mientras que la idea de eterno retorno nos dice que nada puede ser superado. Otra contradicción en el pensamiento de Nietzsche. Según Heidegger, el eterno retorno es el Ser; y la voluntad de poder es la esencia. ¿Aplicó Heidegger a Nietzsche categorías que no son de Nietzsche? A veces Nietzsche apuesta por el Ser; pero más frecuentemente está contra el Ser; y, me parece, también contra la esencia. Personalmente me veo ante la contradicción entre eterno retorno y superhombre, entre la idea “el hombre ha de ser superado”, y la idea “el hombre ha sido superado una infinidad de veces”. Ignoro cómo Nietzsche lo haya pensado; estamos en el límite entre pensamiento y locura. Royaumont 236 (53) Gueroult: Se nos dice: Puesto que vas a revivir, reposa si te gusta el reposo; sé activo si te gusta la actividad. ¿Para qué la regla? Pues si hay eterno retorno, la vida que retornará será la réplica necesaria de la vida anterior. Klossowski: Ese es, precisamente, el problema Gueroult:Nos decimos: Puesto que vas a re-vivir, esfuérzate por tener una vida tal que retorne según el aspecto que deseas. Pero el eterno retorno responde: Tal esfuerzo es inútil, pues retornará lo mismo. Tal esfuerzo está ya inscrito, con su resultado, en el eterno retorno. Por tanto no hay significación. Klossowski: Pero si pienso que todo retornará haga yo lo que haga, en el instante en que hago esta reflexión yo cambio. Gueroult: ¿En qué consiste ese cambio? Klossowski: Quiere decir que el peso de las cosas es diferente. Supongamos que le decimos a un hombre que ha cometido un asesinato: “tú ya asesinaste una vez; trata de no hacerlo más”; ese hombre no entendería nada del eterno retorno. Pero un asesino que asesina de tal manera que quisiera el eterno retorno de eso, sería quizá otro tipo de asesino.

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Gueroult: Pero ya lo había sido, este otro tipo de asesino. La revelación en este instante, la habrá tenido ya una infinidad de veces. Klossowski: Ciertamente. Sólo que el asesino no es suficientemente filósofo. Gueroult: En fin, esto me hace ensoñar. Klossowski: Ciertamente. Wahl: Nietzsche sabía que los pitagóricos habían enseñado esta doctrina. Entonces resulta extraordinario que la haya concebido como nueva. Fatal, por otro lado, que la haya concebido como nueva, pues todo recomienza. Entonces ¡quizás él fue el pitagórico, según lo que Usted ha sugerido! Gueroult: Es una eterna novedad. Klossowski: En todo caso da vértigo. Wahl: Nietzsche piensa que el eterno retorno transforma el pasado. Como el eterno retorno acaba con la estructura del tiempo, yo puedo querer el pasado, o volver a querer el pasado. El gran problema está en saber si estoy encerrado en el pasado. Si hay eterno retorno, no hay verdaderamente pasado: al querer el pasado lo meto en el futuro. Gueroult: Ya no hay ni futuro ni pasado. Srita. Ramnoux: Se ha hablado aquí de los pitagóricos. Pero históricamente parece que entre los griegos no hay una forma de eterno retorno, sino toda una serie: la de Pitágoras, la de Demócrito, la de Platón, la de los estoicos. Deleuze:Klossowski ligó, de manera nueva, tres temas nietzscheanos: la muerte de Dios, el eterno retorno y la voluntad de poder. La muerte de Dios, cuando nos dijo que Dios era la única garantía de la identidad del yo; al morir Dios, el yo se disipa, se disuelve. En segundo lugar nos dijo que el yo disuelto se abría a todos los roles y a todos los personajes, siguiendo una ley de serie de un ciclo y siguiendo las máscaras que proyecta al desmenuzarse. Klossowski se preguntaba cómo estas dos cosas podrían constituir el eterno

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retorno. Su interpretación fue a la vez nietzscheana y personal, fundada sobre la potencia considerada como cantidad intensiva, y la voluntad de potencia como sentimiento intensivo. Gandillac: ¿Aprueba usted esta exégesis? Klossowski: Absolutamente. Wahl: Lo que me molesta un poco es ese grado de intensidad. Klossowski: Ya sabía que usted me iba a reprochar eso. Wahl: Lo que me molesta es lo cuantitativo. Gueroult: [A Klossowski] Tiene usted una idea muy interesante sobre la alternancia de discordancias y concordancias. Klossowski: Se trata de coherencia. La coherencia perfecta del círculo, en cuanto signo, desafía mi propia coherencia, en la medida en que dependo precisamente de un sistema de signos que supone un comienzo y un fin, de una vez por todas. Entonces el círculo en cuanto signo me coacciona: o te vuelves loco, o creas una equivalencia de la locura. Tal es la tragedia de Nietzsche: prefirió volverse loco antes que encontrarle una equivalencia. Gueroult: Entonces usted retoma el problema de saber si la locura de Nietzsche fue un accidente exterior, o bien una salida, un fracaso de su pensamiento. Klossowski:Eso es. Personalmente considero que son un misterio las palabras que Nietzsche pronunció en el estallido de la alienación. Las palabras “Yo soy Diónysos, yo soy el Crucificado” no son derisorias; conservan su valor. Gueroult:Son una culminación. Gandillac: Son posibles diversas exégesis. ¿Revela Nietzsche la dualidad de su propio yo? ¿o sugiere, en la perspectiva del eterno retorno, la identidad entre Diónysos y Cristo? Klossowski: Ciertamente no.

Birault:Me encuentro lleno de admiración y de perplejidad. Hemos avanzado en la teoría del eterno retorno, pero no hemos logrado atrapar lo que esa teoría puede significar para nosotros, en nuestro tiempo. Estamos tan impregnados de la concepción judeo cristiana de la historia, que la idea misma de eternidad nos parece inconcebible. Al contrario, en el pensamiento griego, como expuso la Srita. Ramnoux, no se encuentra una teoría del eterno retorno, sino muchas. Lo que hoy nos parece inconcebible era para los griegos una especie de verdad primera, de inmediato. Basta tomar en serio el tema de la eternidad, con el tema complementario nietzscheano de una fuerza finita dentro de la eternidad misma del mundo, para que la doctrina del eterno retorno aparezca como obvia. Mi segunda observación, es que nos hemos debatido a lo largo de días en esta alternativa: si se ha de dar una significación cosmológica a la doctrina del eterno retorno, o bien una significación ética. Me pregunto si no habría que revisar este planteamiento. Es posible concebir una voluntad que quiera lo que es: querer lo que de todos modos tiene que suceder. Una analogía: el cristiano dice fiat voluntas tua, que se haga la voluntad divina. La voluntad de Dios no puede dejarse de hacer; sin embargo la sabiduría cristiana consiste en decir: que sea necesario lo que es necesario. Gandillac: El nexo histórico es complicado. La concepción judeo cristiana no es posterior al eterno retorno, sino en cierta manera anterior. Pierre Vidal Naquet muestra, a partir de los poemas de Hesíodo, que el eterno retorno fue para los griegos un descubrimiento tardío, ligado al desarrollo de la astronomía. Royaumont 280 (65) Deleuze:El eterno retorno ciertamente no es negación del tiempo, eternidad intemporal. Pero ¿cómo explicar que sea ciclo e instante? ¿continuidad e iteración? ¿recomienzo continuo de lo que ha sido, y retorno intenso a un punto cero de la voluntad? ¿el pensamiento más desolador, y el más consolador? Se nos hizo recordar que el eterno retorno de los antiguos no tenía ni la simplicidad ni el dogmatismo que a veces le atribuyen; que nunca se presentaba puro, sino mezclado a otros temas, como el de la transmigración; que no era pensado siempre de la misma manera, sino según las civilizaciones y las escuelas; que tal vez no era ni total ni eterno, sino que consistía en ciclos parcialmente inconmensurables; que en el límite no se puede afirmar categóricamente que sea una doctrina antigua. Nietzsche lo sabía,

y no reconoce precursores, ni siquiera a Heráclito o a Zoroastro. El problema es demasiado complejo para que nuestras interpretaciones sean prudentes. Oscilamos entre una interpretación física y otra astronómica. Ninguna de ellas corresponde al pensamiento de Nietzsche. Y si Nietzsche considera que su idea es del todo nueva no es porque desconozca a los antiguos. Sabe que el eterno retorno nos introduce en una dimensión todavía no explorada. Royaumont 117 (32ss) Beck: Dijo usted que “tenemos sed de la razón”. ¿Habla Marcel? Marcel: Ah, no. Cité a Nietzsche. Beck: Yo sí tengo sed de razón. Y es lo que falta. Apenas si oí la palabra razón, y nunca oí la de prueba. Me pregunto si Nietzsche es un filósofo. Si lo es, entonces no son filósofos ni Aristóteles, ni Descartes, ni Kant. Marcel: Ciertamente Nietzsche no entra entre esos nombres; pero quizá sí entre los presocráticos, especialmente Heráclito. Ahí encontraríamos a Heidegger. Lo que en Nietzsche me parece contradictorio es que ... Beck: Nada puede ser contradictorio sin la razón. Marcel: Si usted quiere. Digamos que en Nietzsche hay una exigencia de verdad; y que al mismo tiempo hay una destrucción de la verdad en nombre de la verdad. Es difícil. Podemos vernos obligados a ir a otros planos: el arte, la música; pero ¿eso es todavía filosofía? No estoy convencido; en eso quizá tal vez estaría yo de acuerdo con Usted; como dije, es imposible que Nietzsche tenga discípulos. Beck: “Destruír la verdad en nombre de la verdad”; y bien, ¿con qué la destruyo? ¿Con mi razón? Pero no hay razón. Estamos en la demencia. Marcel: No sé. Tal vez habría que invocar una especie de potencia no racional. En todo caso no me considero obligado a responder a su pregunta, precisamente porque la encuentro legítima.

Vattimo: Vuelvo al punto de si Nietzsche es filósofo. Quizá no importa. Lo que importa es oír su llamado y eventualmente sobrepasarlo. Zaratustra dice que quiere ser mal comprendido por sus discípulos. El pensamiento de Nietzsche no trae pruebas de evidencia; ni siquiera puede tener una escuela para desarrollar lo ya establecido. Pero puede tener reasunciones, respuestas, como dice Heidegger. ¿Es correcto emplear la lógica para plantear un problema y para resolverlo? Si se considera indiscutible el principio de la demostración, ya se prejuzgó todo. Wahl: Hay filósofos que tienen discípulos, como Descartes y Hegel. Pero otros filósofos no tienen discípulos, como Bergson. Yo estoy quizá clasificado como bergsoniano, pero no lo soy, pues no me siento obligado a aceptar muchas de sus afirmaciones científicas. Marcel: La dimensión de Bergson no es la de Nietzsche. Más bien habría que pensar en Jaspers, en quien encontramos una noción de el llamado, cercano a Nietzsche, aunque eso sí, en Jaspers hay una doctrina de la trascendencia, muy alejada de Nietzsche. Vattimo: Me siento cercano a Löwith y a Birault, que hablaban de la pertenencia del hombre a la naturaleza. Sin embargo me parece imposible interpretar a Nietzsche de manera naturalista, pues la naturaleza no aparece nunca como una estabilidad de leyes. Entonces, ¿no habría que transportarlo al nivel ontológico, al nivel de el Ser? Royaumont 219 (45ss) Kelkel: (A Vattimo) Usted nos presentó a Nietzsche a través de perspectivas propias a Heidegger, como desmitificador y creador de valores nuevos, y rechazando la metafísica o la filosofía como explicación. Pero entonces ¿no queda Nietzsche, según Usted, más cerca de Marx que de Heidegger? Ahora bien, frente al marxismo y al nietzscheanismo, me parece que una cierta forma de filósofo conserva sus derechos, prefiriendo la expresión o explicación a un misterioso poder conferido por no se sabe quién, no se sabe qué ... Vattimo: Para mí, el marxismo es una filosofía de la historia, no sobre la historia; se queda dentro de la historia, por ejemplo dentro de las relaciones de producción. Heidegger no es antimarxista; pero piensa que queda algo por descubrir detrás de los problemas económicos, técnicos, prácticos. Nietzsche también: no se contenta con decir que

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hay que fundar mitos nuevos, una nueva sociedad; sino que quiere llegar hasta la fundación ontológica de esta capacidad mitopoiética del hombre. Por eso la historia no es tan importante para él como para Marx. Nietzsche no es un revolucionario; quiere teorizar la posibilidad de la revolución. En su filosofía hay algo más profundo que la revolución. Wahl: Es difícil preguntarse, con Nietzsche, por qué se prefiere la evidencia a la no evidencia. Pero decir que la evidencia no prueba nada ... ¿hay algo entonces que sea una prueba? ... Usted insiste sobre el motivo histórico en Nietzsche; pero ¿no hay también un motivo anti-histórico? Desde el principio sostiene una lucha contra la historia. Vattimo: Las dos cosas son verdaderas. Lo que importa a Nietzsche es establecer el origen de la posibilidad de la historia; y esta posibilidad no es una posibilidad histórica, sino ontológica, suprahistórica. Wahl: Me temo que en su respuesta haya un tanto demasiado de Heidegger. Vattimo:Lo confieso [y sin rubor] ... el pensamiento del eterno retorno es la cosa más difícil de soportar. Wahl: Pero Usted no habló del eterno retorno, que es un hecho, y si no... Vattimo: Yo no lo concibo como un hecho. Creo que el eterno retorno es una manera que tiene Nietzsche de expresar el arraigo de cada momento de la historia en la totalidad de la historia; esto hace que la historia, como momento, no sea posible más que por esta relación con la totalidad de el Ser. Wahl: Arraigo ¿es un término, una idea de Nietzsche? Vattimo: No sé si exista el término en Nietzsche. Yo llamo arraigo lo que se expresa por ejemplo, en ese aforismo de Más allá del Bien y del Mal.

Wahl: No hay nada de ontológico en Nietzsche. El no cree en el Ser. Vattimo: No, en la medida en que piensa el Ser de manera tradicional. Es como con la verdad: Nietzsche dice que no hay verdad, en la medida en que la piensa como adecuación. Hay que intentar pensar la verdad, y el Ser, de manera diferente. Gueroult: A propósito de Descartes dijo usted que el tema del engaño supone ya un ideal de verdad. El tema de la desmitificación ¿no la supone también? Desmitificar implica que se va a destruír el mito, y descubrir lo que ya no es mito. Decía usted que cuando desaparece el mundo de las esencias, que la apariencia desaparece también: ya no hay distinción entre lo verdadero y lo falso. Y quedaría solamente la posición superior del filósofo, que va a decidir los valores. Creo que en ese momento invocó usted, con Nietzsche, la creación artística; habría una libertad pero como confiscada por una especie de necesidad inspiradora. Si la libertad reside en esta necesidad inspiradora, ¿no caemos en un criterio pluralista? Y es que cada artista tiene su inspiración propia; entonces habría tantas posibilidades de verdad, en el sentido nietzscheano del término, cuantas inspiraciones artísticas hubiera. Vattimo: Referirse a la actividad artística es fundamental para explicar cómo Nietzsche piensa el arraigo. Y efectivamente, este criterio de inspiración no es un criterio general; siempre hay algo así como el particular llamado a Abraham. No hay criterio general. Gueroult: Caemos en el subjetivismo total. Vattimo:Sí, pero en Nietzsche lo vivido es siempre metáfora. Nietzsche dice que tras cada caverna siempre hay otra caverna más profunda; que debe haber otra más profunda. Por eso lo vivido se sobrepasa a sí mismo. En el artista, y en el filósofo tal como Nietzsche lo concibe, se da el tormento de descubrir otra caverna... Gueroult: Sí, pero eso es en el dominio de la creación. Vattimo: En efecto, pero nunca se puede decir qué es esta creación; no se le pueden fijar criterios generales.

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Birault: Vattimo ha querido repensar la relación Nietzsche-Heidegger, tratando de comprenderla mejor que el mismo Heidegger. Me parece indiscutible que tanto en Nietzsche como en Heidegger hay una disolución de la noción de fundamento. El fundamento corresponde todavía a una especie de espejismo del pensamiento y del Ser. Hasta aquí estoy de acuerdo. Pero en otro punto no estoy de acuerdo. Yo admiro a Nietzsche y a Heidegger. Pero en Nietzsche no hay nada que corresponda a la idea heideggeriana según la cual hay en el hombre algo que está más allá de la naturaleza óntica. Para Nietzsche el hombre debe ser pensado desde la naturaleza, no a partir de la historia. Y a esto Heidegger lo calificaría de determinación óntica de la esencia, por oposición a una esencia ontológica. Vattimo: Si tomamos en serio la crítica nietzscheana de la evidencia, no podemos hablar de naturaleza en un sentido naturalista. Para mí, la idea nietzscheana de naturaleza se acerca, mucho más de lo que se cree, a la idea heideggeriana de el Ser.

Tengo la impresión de que con mi interpretación de Nietzsche se resuelven muchas, si no es que todas, las dificultades que se presentan ante su pensamiento, como se presentaron en el Coloquio Royaumont. 1. Si partimos del supuesto de que toda filosofía es ontología, y de que su método debe ser deductivo, al estilo Aristóteles o Descartes, diríamos que Nietzsche no es filósofo. Todo el punto está en si tal supuesto es incontrovertible. Me parece, con Jean Wahl, que en Nietzsche no hay nada ontológico, que no cree en el Ser, que a veces Nietzsche apuesta por el Ser; pero más frecuentemente está en contra de el Ser; y, parece, también en contra de la esencia. Su método aforístico se parece más bien al de Heráclito. A quienes echaban de menos la razón en Nietzsche, Marcel sugería que tal vez lo movía una potencia no racional. El punto es de interés, precisamente porque lo dionisíaco es algo a-racional (no i-racional, ni anti-racional), y que Nietzsche intentó rescatar, pues esa parte se nos había cercenado. Llamo “i-

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racional”, a lo que no tiene nada de razón ni tiene que ver con ella. Anti-racional, es lo que ataca a la razón. A-racional, es lo que no es razón, pero puede combinarse con ella. Que Nietzsche lo haya tratado así puede verse en la célebre fraternidad de Diónysos y Apolo. Para Vattimo carece de importancia catalogar a Nietzsche comofilósofo; lo que importa es oír su llamado y eventualmente sobrepasarlo. Marcel piensa en Jaspers, en quien encontramos una noción de el llamado, cercano a Nietzsche, aunque eso sí, prosigue Marcel, en Jaspers hay una doctrina de la trascendencia, muy alejada de Nietzsche. Hay que tomar en cuenta que Sócrates usa el método mayéutico de preguntar, y lo hace racionalmente. Nietzsche, anti-Sócrates, no pregunta, provoca. Y pretende llegar tan profundo o más que Sócrates. Por otro lado, para algunos la filosofía debe, sobre todo, dar explicación racional de la realidad. Según Bergson el filósofo simpatiza con la realidad; y contando con certezas inconmovibles debe estar dispuesto a correr ciertos riesgos. Estos son unos rasgos de Nietzsche. Sería prácticamente imposible mostrar que hay trascendencia en Nietzsche. Pero no puede menospreciarse lo que describe sobre su experiencia en Silvaplana, que no podemos negar que somos portavoces de poderes superiores. Se comprende la queja de algunos sobre ese misterioso poder conferido por no se sabe quién, no se sabe qué... 2. Este a-racional ha sido mal manejado por no pocos intérpretes como si fuera la anti-lógica total, el absurdo, la demencia; y así han detectado múltiples contradicciones en Nietzsche. La mayor parte de estas dificultades se resuelven teniendo en cuenta que Nietzsche da con frecuencia un doble sentido a las palabras; por ejemplo, da de martillazos a la verdad mala, a la virtud mala, al disfraz malo [los que les enseñaron a ustedes y a mí], pero es amante de la verdad, de la virtud, del disfraz bueno [los que Nietzsche ama]. 3. El manejo de los Póstumos es delicado. Sin duda tienen tanta importancia como lo publicado; el hecho es que Nietzsche los escribió, pero no los publicó. Y no se sabe siempre si lo que La intuition philosophique.

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escribe es lo que él piensa, o lo que otros le objetan, o lo que él mismo se objeta, en lucha consigo mismo. AU IV, 370 El pensador y su enemigo. No calles nunca ante ti mismo nada de lo que puede ser opuesto a tus ideas. Y todos los días haz campaña contra ti mismo. 4. Respecto del eterno retorno hay una obsesión de los intérpretes por el eterno retorno cósmico. En efecto, puede discutirse sin fin si hay contradicción entre la idea de Superhombre (el hombre debe ser superado), y la idea de eterno retorno (nada puede ser superado). ¿Alguien concibe el eterno retorno? Concebirlo es de alguna manera negarlo, pues lo que regresa eternamente es cambiado por esta concepción. Se opina, además, que el eterno retorno no puede ser querido. Las dificultades se disuelven con la interpretación dionisíaca que acabo de presentar. Por ejemplo, “¿para qué la regla de hacer lo que te gusta? Si hay eterno retorno, todo se repita, quieras o no”. Sólo que el eterno retorno es deseado, en el sentido dicho de aceptar plenamente mi vida concreta. Es una autoafirmación que sale de niveles muy profundos. Una dificultad especial: “la doctrina del eterno retorno, aparte de su aspecto cosmológico, guarda un sentido antropológico, esto es, moral, lo que nos impide considerarla como una doctrina del todo coherente y sin deficiencias”. Tal vez sí, si se quieren afirmar ambas al mismo tiempo, pero aceptada la interpretación dionisíaca, no por fuerza se ha de aceptar también la cósmica. 5. ¿Cómo explicar que el eterno retorno sea ciclo e instante? ¿continuidad e iteración? ¿recomienzo continuo de lo que ha sido, y retorno intenso a un punto cero de la voluntad? ¿el pensamiento más desolador, y el más consolador? Con la interpretación que he dado se responde fácilmente a este tipo de dificultades. San Agustín, Kierkegaard y Nietzsche coinciden en la función del instante; y es menester decir, no del instante matemático, sino del instante psicológico. Por él se reúnen tiempo y eternidad. Se comprende, porque las decisiones humanas, que son las que cuentan para la eternidad, se toman en el instante. Podrán haber durado corto o largo tiempo los discernimientos, pero la decisión es instantánea. Es la manera del tiempo de ir rasgando la eternidad. Y el

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eterno retorno es la plenitud de la decisión. Nada raro que Zaratustra señale al enano en el frontispicio del pórtico la palabra escrita: Instante. 6. “Nietzsche da un significado cósmico a la voluntad de poder, más que reservarla a la sola voluntad humana”. Vattimo comenta que en Nietzsche no podemos hablar de naturaleza en un sentido naturalista, sino que la idea nietzscheana de naturaleza se acerca, mucho más de lo que se cree, a la idea heideggeriana de el Ser. En Nietzsche, la naturaleza no aparece nunca como una estabilidad de leyes. Entonces, ¿no habría que transportarlo al nivel ontológico, al nivel de el Ser? Ciertamente no, por las razones expuestas.

III, La visión y el enigma

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VOLUNTAD DE PODER Y LOS GRANDES TEMAS DE NIETZSCHE

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La voluntad de poder es omnipresente en la obra de Nietzsche, por más oculta que pueda encontrarse. A los que se inician resulta sorprendente que aparezca de súbito con energía inconmensurable. Me propongo mostrar cómo aparece, y qué papel desempeña en el pensamiento de Nietzsche. Comienzo con un breve bosquejo de sus antecedentes filosóficos. En la Crítica de la Razón Pura Kant trató de mostrar que la razón es incapaz de hacer afirmaciones metafísicas; en concreto, que no puede afirmar científicamente la existencia de Dios, ni del alma libre e inmortal, ni, según él, del mundo en cuanto uno. Ni nos puede constar que los objetos externos sean en sí tal como los percibimos. Por ejemplo, Julio y su hermano Pepe desayunan cereales con leche e higos, mientras su perro Trueno les lame los pies. Aristóteles los ve así, porque así están; conoce la porción de espacio que ocupan Julio, Pepe, el comedor, los cereales, los higos y el perro; y observa el tiempo, veinte minutos que dura el desayuno. Asimismo, según Aristóteles, Julio es una substancia, y Pepe y Trueno también, porque existen en sí; no en otro. Pero hay maneras de ser de Julio, de Pepe y de Trueno que no son substancia, pues no existen en sí, sino accidentes, esto es, son realidades pero no existen en sí, sino en otro. Julio es mexicano, estudiante, inteligente (accidentes del tipo cualidad); mide 1.75, y pesa 70 kg (cantidad); está en shorts (hábito), sentado (posición) en el comedor (lugar), en esta mañana (tiempo), desayuna (acción) junto con su hermano (relación), sus pies son lamidos por el perro (pasión). Algo semejante diríamos de Pepe, del perro, los cereales, la leche y los higos. Notemos, por ejemplo, no es lo mismo Julio que Julio sentado; es el mismo Julio (substancia) pero es o está de cierta manera. Piensa Kant que Aristóteles es ingenuo, y que por lo pronto no nos puede constar que esos seres tengan las características de espacio y de tiempo que aparentan tener en sí. Claro, debe haber algo externo a nosotros, pero no lo conocemos en

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sí; se trata de una materia sin formas; y es la sensibilidad humana la que necesariamente espacializa y temporaliza los datos informes que le llegan, y produce así el objeto de nuestro conocimiento. Digamos que la sensibilidad posee unas formas a priori de espacio y de tiempo. De manera semejante, no nos consta que esos seres sean, en sí, substancia, un perro, varios higos, y que la saliva de Trueno sea la causa de que los pies de Julio se humedezcan; sino que la estructura del entendimiento humano es tal quepiensa así, pues está dotada de formas a priori como substancia, causa, efecto, unidad, multiplicidad y otras. Claro, hay algo fuera, y nos llegan sus estímulos, pero ese algo no puede ser conocido, es informe. Son nuestra sensibilidad y nuestro entendimiento los que le dan forma, y entonces sí nos es cognoscible. Schopenhauer se quedó fascinado con Kant. Y lo relaciona con el relato hindú de la diosa Maia, cubierta con un precioso velo móvil, que es el mundo que vemos; esto es, lo que vemos es un velo, una apariencia, pero no la realidad en sí, que sería el cuerpo de la diosa. Schopenhauer, indiscreto, levanta el velo de Maia, y llega a la realidad en sí: la voluntad de vivir, que viene a ser el fondo de todas las cosas, lo que Kant no llegó a ver. Nietzsche a su vez se sintió fascinado por Schopenhauer, en cuanto a su hallazgo, que Nietzsche rebautiza como voluntad de poder; y, sobre todo, en cuando a su actitud indiscreta que levanta ese famoso velo. Schopenhauer se religa a la gran tradición griega, de que el mundo que percibimos devela otro más profundo; de que hay una apariencia y una ousía (la realidad más profunda). Tras el entusiasmo inicial por Schopenhauer, Nietzsche trata de deshacerse de él, pues Nietzsche no acepta ese dualismo de apariencia y realidad más profunda, aparte de que Schopenhauer es nihilista, y quiere reducir la voluntad de vivir a la nada. xii p.33 Yo no afirmo apariencia como contrario a realidad; sino que considero la apariencia como realidad que se resiste a la transformación en un mundo verdad. Un nombre concreto para esta realidad sería voluntad de poder. El pensamiento no es un medio de conocer, sino de designar los hechos, de ordenarlos, de hacer su uso manual. Esto es lo que pensamos hoy sobre el pensamiento; mañana quizá pensemos otra cosa. Para un hombre entero, el mundo tan condicionado de Kant es un labeinto. Necesitamos una verdad recia; y si no la encontramos,

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buscamos la aventura y nos lanzamos al mar. “Es verdadero lo que se puede demostrar”. Esta es una definición arbitraria de la noción verdadero, definición que no se puede demostrar. vp 1067 ! ¿Qué es para mí el mundo? Un prodigio de energía, sin principio ni fin, que no se hace ni más grande ni más pequeña, que no se consume, sino que se transforma; sin gastos ni pérdidas; como juegos de energía y ondas de energía; uno y múltiple; un mundo que tiene innumerables años de retorno, un flujo perpetuo de formas; que de lo más tranquilo, frío y rígido, pasa a lo que es más ardiente, salvaje, contradictorio; que del juego de las contradicciones torna al gusto de la armonía; y se bendice a sí mismo como un devenir que no conoce saciedad, ni tedio, ni cansancio. Este mundo mío dionisíaco, mundo misterioso de la doble voluptuosidad; este mi más allá del bien y del mal, ¿quieren ustedes un nombre para este mundo? ¿una solución para todos su enigmas? ¿y una luz para ustedes, hombres fuertes desconocidos, hombres de la media noche? Este nombre es voluntad de poder, ¡y nada más! Para Nietzsche la vida es voluntad de poder. De modo que la voluntad de poder es originaria; pero no sólo; parece que también es originante. El mundo, una obra de arte que se engendra a sí misma. Si me identifico con este principio de vida realizo un acto dionisíaco, que es el antídoto contra todo pesimismo y nihilismo pasivo, típicos de Schopenhauer y del budismo. El acto dionisíaco es tan intenso que afirma el eterno retorno, que, como vimos en el artículo anterior, consiste en la aceptación, no resignada, sino triunfal y gozosa de la propia vida toda entera. ¡Y aquí está la verdad de Nietzsche! ¡la que él ama! ¡Tal es el criterio de verdad! vp 254 Las evaluaciones morales se hacen con respecto a la vida. Doy mi definición de vida: voluntad de poder. BM II, 36 Admitiendo que no nos sea dado nada de lo real, si no es nuestro mundo de deseos, pasiones, instintos, (quizá) bastaría ello para explicar el universo. No admitir varias clases de causalidad, hasta no haber llevado a su límite el esfuerzo !

Texto ya visto en el artículo “Eterno retorno” de esta obra.

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para lograrlo con una sola. Cuestión de método. Es preciso preguntarse si reconocemos la voluntad como activa. Nuestra vida instintiva, y el universo entero, no serían sino efecto de la voluntad, su desenvolvimiento y diferenciación. Tendríamos el derecho de designar toda fuerza activa con el nombre, según mi tesis, de voluntad de poder. vp 796 El mundo puede ser considerado como una obra de arte que se engendra a sí misma. Hay una obra de arte en la que parece que no hay artista, por ejemplo, la que aparece como cuerpo (oficiales prusianos, Compañía de Jesús). Para Löwith, [vp 1037, y vp 595], el único Dios que reconoce Nietzsche no es un dios mítico, sino el mundo dionisíaco que se renueva eternamente, y que es una voluntad cósmica de autoconservación y de autoexaltación. “Alejemos de Dios los conceptos de bondad y de sabiduría supremas: Dios es el más alto poder ¡esto basta! De aquí se sigue todo, de aquí se sigue el mundo” [vp 1037]. Dios es la misma cosa que el mundo, que es voluntad de poder. “No Dios, no fin, sino una energía finita” [vp 595]. vp 417 Dionisíaco: identificación temporal con el principio de la vida. Mis innovaciones: ulterior desarrollo del pesimismo, el pesimismo del intelecto, la crítica moral, disolución del último consuelo; conocimiento de los signos de la decadencia. Mis esfuerzos contra la decadencia. Yo buscaba un centro nuevo. Reconocimiento de la imposibilidad de este esfuerzo. Después avanzo en la carrera de la disolución. ¡Debemos ser destructores! Contra el sentimiento paralizador de la disolución universal sostuve el eterno retorno. vp 534-535 El criterio de verdad está en el aumento del sentimiento de fuerza. Verdad no indica oposición al error sino una oposición de diversos errores: el más antiguo… el más profundo… También en la voluntad de poder se encuentra lo que Nietzsche considera bueno; y lo que él ve que es la felicidad, que no se reduce a la poltronería. Nietzsche quiere que desaparezcan los débiles y comodinos. Se entiende en cuanto débiles y comodinos, no en cuanto seres humanos.

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AX 2 Bueno: Lo que eleva en el hombre el sentimiento de poder, la voluntad de poder, el poder mismo. Malo: Lo que proviene de la debilidad. Felicidad: El sentimiento de lo que aumenta el poder: el sentimiento de haber superado una resistencia. No al contento; sí al mayor poderío. No paz en general, sino guerra. No virtud, sino habilidad. Los débiles y fracasados han de perecer; y hay que ayudarlos a perecer. Lo más perjudicial es la compasión a débiles y fracasados.

' ")# ' " ""+ Se me ha preguntado cuál sería el status ontológico de la voluntad de poder, si en términos aristotélicos se la pudiera considerar una substancia. La pregunta parece cándida, pero está erizada de dificultades, sobre todo por lo que presupone. Además, resulta escabroso interpretar a un autor, especialmente si éste es Nietzsche, en las categorías –y/o terminología de otro–, máxime si éste se llama Aristóteles. Yo no podía aceptar la pregunta, ni a nombre mío, ni del de Aristóteles, ni mucho menos del de Nietzsche; pero podríamos imaginar la respuesta de un aristotélico. Respondiera sí o no, en todo caso se vería en aprietos. Para no pocos la substancia aristotélica representa un algo cosificado. Se correría, además, el riesgo de hacer que la voluntad de poder se asemejara al Bien de Platón. Podría pasarse la pelota a Leibniz, para quien la substancia no es un algo cosificado sino que es movimiento, energía. Nietzsche mismo manejó el tema. vp 634-5 Movimiento es ya una traducción. Se sobreentienden cosa movida, objeto, sujeto, agente, acción. Simple semiótica, nada de real. La voluntad de poder no es un ser, no es un devenir, sino un pathos: es el hecho elemental, del cual resulta un devenir, un obrar. De modo que la voluntad de poder es una pasión, la primitiva. En todo caso, da la impresión, pensando en una génesis ideal (no temporal ¿ni causal?), de que la voluntad de poder es la realidad originaria y originante. Retomaré el tema. Son sugerentes los textos diversos; dan la impresión de que la voluntad de poder late en todo lo que vive, es más, en todo lo que existe.

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vp 786 Todas las pasiones se pueden deducir de la única voluntad de poder; son substancialmente iguales. BM II, 32 En los tiempos prehistóricos, período pre-moral de la humanidad, se juzgaba del valor y del no valor de un acto por sus consecuencias; no se atendía tanto ni al acto en sí, ni a su origen. Era desconocido el “conócete a tí mismo”. Tras diez mil años se ha llegado, período moral, a no considerar sino el origen, la intención. ¿No estaríamos en el umbral del período extramoral? Nosotros, inmoralistas, ¿no sospechamos que lo que hay de nointencional en un acto es lo que le da el valor decisivo, y que todo lo que llega a la conciencia forma parte todavía de su superficie, de su piel, que oculta muchas más cosas que revela? La intención no es sino un síntoma que necesita interpretación. Vimos que para Tomás de Aquino las pasiones son, ontológicamente, buenas; que de suyo, están más allá del bien y del mal, y que son los medios que Dios nos ha dado para llegar al reino de los cielos . Nietzsche tiene confianza en las pasiones, porque son instrumento de la vida, de la voluntad de poder; aconseja domesticarlas un poco, pero terminan por servirnos muy bien. Para comprender el aforismo anterior pueden ayudar las siguientes ilustraciones. Algo o alguien intenta forzar a que un ser vivo no respire; este viviente luchará con todas su fuerzas para respirar; y las fuerzas instintivas pueden ser más eficaces que las racionales. Lo mismo pasa con las represiones. Un día, si no ha habido ningún escape, la fuerza instintiva explota, como una olla a presión. Algo semejante sucede cuando en la oscuridad total hay que encontrar un camino: las fuerzas instintivas suelen ser fundamentales. Nietzsche confía en ellas, y no deja a la razón sola asumir el control de todo. En este sentido, se comprende la pregunta de si esas fuerzas instintivas no son las que engendran a la rectitud de intención. No por ello Nietzsche se confía ciegamente a esas fuerzas instintivas; la moral de Nietzsche no es la moral del instinto. Así como hay fraternidad entre Diónysos y Apolo, también entre las fuerzas instintivas y la inteligencia.

Cf. mi Artículo, el segundo de esta serie, Impertinente e indiscreto, p. 55. Y en Xipe-Totek X-2, No. 38, 2001, p. 156.

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Así parece que, viendo las cosas desde arriba, Nietzsche retoma, tal vez a su pesar, el gran ideal clásico de la armonía. Puede sobrevenir la duda si el frenesí y desmesura dionisíacos no van en contra de esta armonía, y en contra de la famosa sofrosine griega. Da la impresión de que no. Lo ilustro con la concepción escolástica de las virtudes morales, que se encuentran en un punto intermedio entre dos extremos viciosos, como la generosidad, que se encuentra en un punto intermedio entre el despilfarro y la tacañería; y en ese punto intermedio se eleva a todo lo que da. El punto intermedio no significa que se trate de ser solamente medio generoso. vp 384 ¿Superación de las pasiones? No si eso significa su debilitamiento. Puede ser bueno tiranizarlas mucho tiempo. Finalmente confiarse a ellas: nos aman como buenos servidores. SA I, 8 Somos conscientes de muchas de nuestras cualidades, pero tenemos otras, del mismo nombre, inconscientes. Por ejemplo, tenemos conciencia de nuestra actividad, de nuestra ambición, de nuestra perspicacia, pero tenemos otras cualidades inconscientes con ese mismo nombre, y que son como escamas de reptiles, para las que no se ha inventado microscopio, que podrían divertir a un dios. Los amigos de la moralidad instintiva se contentan con eso, esto es, poca cosa. AU II, 129 La pretendida lucha de los motivos. Con esta frase se designa una lucha que no es la de los motivos. Al deliberar pesamos las consecuencias. Pero entonces entra en acción el juego de nuestras fuerzas; o el influjo de una persona que tememos o amamos; o el descuido; o la imaginación provocada por algún acontecimiento; entonces obra el elemento corporal, o el humor del momento. Es probable que haya una lucha, inconsciente, entre todos estos motivos que conocemos mal y que no entran en el cálculo. Sé lo que haré, pero no sé cuál es el motivo que alcanzó la victoria. Ese desfase es nefasto para el desarrollo de la moral.

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El mal uso de la voluntad de poder Puede ser irritante que en el fondo todo sea voluntad de poder, pues el ejercicio del poder suele ser no tan edificante; además de que parezcan contradecirse textos diversos de Nietzsche. La solución, me parece, está en distinguir, como en otros terrenos, una buena y otra mala voluntad de poder. En el fondo se trata de ver qué es el poder, cuál es su función. Si Nietzsche tiene la mirada dionisíaca de inocencia, si él dice lo que las cosas son, parece que la voluntad de poder estaría más allá del bien y del mal (moral). En este sentido, Nietzsche dice, optimista, que el poder es bueno (¿ontológicamente, a la manera de los trascendentales escolásticos?). Sin embargo, en muchos textos esta voluntad de poder parece expresarse, ya de este lado del bien y del mal, de manera insana. Habría que pensar que quienes así la manejan, más que usarla, ab-usan de ella. La tiranía, el caciquismo, la prepotencia autoritativa suelen provenir de carencia, de hambre, de posesividad de lo que no se tiene, y son fustigadas por Nietzsche. También fustiga, como intolerables, la sumisión y la debilidad, que son una degradación del poder (Nietzsche, a la manera cristiana, suave con el ser humano, inflexible con la degradación). Me remito a mi primer artículo sobre la fuerza destructora diónisíaca. vp 122 No confundir libertinaje con voluntad de poder (ésta es su principio contrario). vp 750 La corrupción de las clases dominantes ha estropeado el tipo del dominador. BM IX, 259 Abstenerse de violencias, de explotaciones, es voluntad de negar la vida. Hay que ir hasta el fondo, sin sentimentalismos. La vida en sí es esencialmente apropiación, agresión, dureza y, por lo menos, explotación. La aristocracia sana debería ser la voluntad de poder encarnada, no por un motivo moral o inmoral, sino porque vive. vp740 A un rebelde se le somete, no se le castiga. Hay casos en que la rebeldía honra a un hombre, porque ve en la sociedad algo que hay que combatir. En todo caso el castigo no debe expresar desprecio: un criminal es siempre un hombre de valor. La pena no purifica, pues el delito no mancha. Debemos guar-

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darnos de juzgar el valor de un hombre por un solo hecho. No sin razón dijo Dostoyewski que los de la cárcel de Siberia formaban la parte más fuerte y valiosa del pueblo ruso. GM II, 11 Para Eugenio Dühring el origen de la justicia está en el resentimiento. Así se santifica la venganza bajo el nombre de justicia. Sólo que el resentimiento es un sentimiento reactivo. Es preciso derribar la tesis de Dühring y oponerle otra. Cuando el hombre justo es justo consigo mismo, cuando sintiéndose dañado conserva inalterable una objetividad clara, profunda y tierna, tenemos la perfección hecha carne. El hombre activo, agresivo, está cien veces más cerca de la justicia que el hombre reactivo; no necesita juzgar su objeto falsamente y con prejuicios como lo hace el reactivo. El hombre del resentimiento tiene la mala conciencia. Desde el punto de vista histórico, la acción del derecho se da en la esfera del hombre activo, y es precisamente el emblema de la lucha contra los sentimientos reactivos. Hablar de justicia e injusticia en sí, no tiene sentido. Un despojo, una violación no pueden ser en sí algo injusto, pues la vida, en sus funciones elementales procede por violaciones, despojos. La ley es una restricción parcial de la voluntad de vivir, que tiende a la dominación. Considerar a todas las voluntades como iguales es tener un enemigo de la vida, es atentar al porvenir del hombre, un síntoma de cansancio, una vía secreta hacia la nada.

Disfraces de la voluntad de poder La voluntad de poder no se presenta abiertamente como mala, sino que se disfraza para aparecer como buena. Algunos de los textos que siguen quizá se prestaron a la tendenciosa ideología nazi. vp 434 “¿Qué quiere el hombre?” Respuesta: La felicidad. No se osaba decir el poder, pues esto hubiera sido inmoral. De hecho el hombre no quiere la felicidad. La alegría es un sentimiento de poder; cuando se excluyen las pasiones, se apaga el sentimiento de poder y, por tanto, la alegría. La sabiduría más alta es un estado sereno.

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vp 774 Formas enmascaradas de la voluntad de poder: Deseo de libertad, de paz. En la forma más baja: instinto de conservación. Sumisión, hacerse útil a quien detenta el poder, para satisfacer la voluntad de poder del conjunto. Sentimiento del deber, de pertenecer a un rango más elevado, a una jerarquía que permite juzgar aun a los poderosos. vp 783 Dos rasgos, aparentemente opuestos, característicos de nuestra Europa actual: el individualista y el que reclama igualdad de derechos. El individuo es una vanidad vulnerable; esta vanidad exige que cualquier otro individuo sea igualado a ella, para sentirse inter pares. Cada uno recibirá algún reconocimiento. No jerarquía. No obstante, el individualismo es el escalón más modesto de la voluntad de poder. vp 732-734 Matrimonio. No es asunto de amor, ni dinero ni institución. Se trata de un permiso social para que dos personas satisfagan su instinto sexual, bajo tales condiciones que el interés social quede salvaguardado. Para dos enamorados la satisfacción sexual no es esencial, sino un símbolo. En el sentido noble: se trata de la disciplina de una raza, esto es, la erección de tipo determinado de hombre dominador. A este punto de vista son sacrificados varón y mujer. Hay casos en que tener un hijo sería delito: enfermedades crónicas y neurastenias de tercer grado. En esos casos fomentar la castidad, como en el idiota de Parsifal. Mejor la botica que el moralista. BM VI, 208 El escepticismo, dulce adormidera, es la forma más espiritual de una debilidad nerviosa. El escéptico tiembla ante un no y ante un sí ... Lo que está enfermo y degenerado es la voluntad ... Para ocultar esa enfermedad hay disfraces como el de objetividad, el de el arte por el arte. En la Francia contem-poránea es donde está más enferma la voluntad. La fuerza de querer largo tiempo en un mismo sentido está un poco acentuada en Alemania, sobre todo la del Norte; mucho más fuerte en Inglaterra, por la flema; y en España y Córcega por la dureza de los cráneos, sin hablar de Italia, todavía muy joven. Donde la voluntad es más fuerte es en Rusia, y espera, amenazadora, el momento de ser liberada. Un serio peligro amenaza a Europa: una revolución, la destrucción del Imperio y, sobre todo, la importación del absurdo parlamentario, con la obligación de cada individuo a leer el

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periódico al desayunarse. Europa tendría que crearse, por medio de una nueva casta que la rigiera, una voluntad única formidable, capaz de seguir durante miles de años. El tiempo de la pequeña política ha pasado ya. El siglo que se anuncia hace prever la lucha por la soberanía del mundo. BM VI, 211 La voluntad de verdad (de los filósofos) es ... voluntad de poderío. vp 748 Este absurdo Estado de Europa no puede durar mucho tiempo, bestia astada del nacionalismo. Un partido de la paz, de los oprimidos. Pronto, el gran partido del sentimiento de venganza.

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Me tomé la licencia de afirmar que la voluntad de poder, realidad originaria y originante, era en sí misma ontólogicamente buena, al igual que el poder en sí mismo considerado. Lo hice con nervioso titubeo al usar la palabra ontológico, pues Nietzsche no comparte el entusiasmo intelectual de Parménides y de los escolásticos por la noción de Ser. Digamos que se da la voluntad de poder, y es bueno que sea la voluntad de poder. Platón, en su escala ontológica, sitúa a el Bien por encima de el Ser: El Bien da su esencia y su existencia a el Ser y a las demás ideas como Justicia, Sofrosine y otras miles; esto es, hace que sean lo que son, y que existan; y les da la luz de la verdad. # Nietzsche acusa a Platón de esa sujeción de elSera elBien. Con razón Beaufret se pregunta si Nietzsche no hace lo mismo, y si, por extravagante que pueda parecer, Nietzsche no sería platonizante. $ En el mismo titubeo comparé esa bondad a la bondad trascendental de los escolásticos. No me refería a la bondad moral, pues en ese momento me situaba más allá del bien y del mal moral. Sería este el momento de pasar a esta bondad moral, siendo la moral el tormento, la pasión y la voluptuosidad de Nietzsche. Uso como texto base el siguiente, que ya aparecía en el segundo de mis artículos, al hablar sobre las República, VI, 506-509. Beaufret, Jean. “Heidegger et Nietzsche. Le concept de valeur”, en Nietzsche, 1964, Royaumont, No. 6, Éd. Minuit, 1967, pp. 259-262 (59-60). # $

virtudes, apoyado por el aforismo Virtudes Inconscientes del Saber Alegre. % La voluntad de poder es látigo para los duros de corazón, vanos, orgullosos, y sepulcros blanqueados; pero en su bondad originaria seduce a los puros de corazón, y es “la voluntad que da”: Z III Los tres males ¡Cuán grato fue mi sueño vespertino, que me permitió pesar el mundo! ... Pondré en la balanza los tres mayores males, sobre los cuales ha pesado la maldición, y a pesarlos con bondad humana: Voluptuosidad, Sed de dominio, Egoísmo ... Quiero sostener la balanza sobre el mar agitado [...] Sed de dominio: El látigo de fuego de los duros de corazón; el malvado freno que se pone a los pueblos más vanos; la que hace mofa de todas las inciertas virtudes, a caballo sobre todos los orgullosos; que destruye todos los sepulcros blanqueados; el signo de interrogación que aparece como relámpago ante respuestas prematuras. Ante su mirada se doblega el hombre y se arrastra como su esclavo, más bajo que la serpiente y el cerdo, hasta que por fin el gran desprecio estalla en su alma. Sed de dominio: pérfida sube hasta los puros y los solitarios para atraérselos; ardorosa, como el amor, pinta purpúreas bienaventuranzas en el cielo, asciende hasta la satisfacción de sí mismo. ¿Quién se atrevería a decir de ella que es un deseo, cuando es en la profundidad donde la altura aspira al poderío? ¿Quién encontrará el nombre que conviene a un deseo semejante? Zaratustra la llamó la virtud que da... O sea, que la voluntad de poder, realidad originaria, se comunica con desmesura –y en este sentido es originante. Por todas partes vibra y late esa voluntad de poder. A los seres humanos se comunica dionisíacamente, a manera del descomunal desenfreno de los instintos salvajes, y de fusión gozosa de todos en uno, exaltación y frenesí. Los seres humanos que la viven en plenitud se caracterizan, dada su plenitud, en dar. La buena voluntad de poder da por exceso, no quita por envidia o carencia. Entonces se comprende el doble sentido de que la voluntad de poder quiere más poder: El tirano o el cacique piensan en apropiación, en posesividad, en quitar, en crear dependencias. Para el niño % Cf. mi artículo, el segundo de esta serie, “Impertinente e Indiscreto”,p. 55. “Impertinente e indiscreto”, Xipe-Totek X-2, No. 38, 2001, p. 140; 155-157.

dionisíaco, el ultrahombre, querer más poder significa querer dar más y más, hasta el don total de sí, semejante a la voluntad de poder originaria. También en este aspecto Nietzsche se sitúa infinitamente cerca de Platón, aun coincide con él, no con la caricatura que se hace de él. Acabamos de ver que en el diálogo la Repúblicaexplica Sócrates que el Bien da la esencia y la existencia a la Justicia, al Uno, a el Ser, a la Belleza y a las demás realidades subsistentes, y que les comunica la luz de la verdad, pero que él mismo está más allá de esencia y existencia, que es absolutamente inefable. El Bien nos da los ojos de la inteligencia, produce la verdad como atmósfera luminosa; y nos da el Eros como motor y ansia creativa para que podamos acceder a esas realidades subsistentes y realizar la justicia en esta tierra, amantes de la Belleza. De manera que en Platón quedan subordinados a el Bien no sólo el Ser, sino también la Verdad y el mismo Eros. Y en otro diálogo, el Timeo, aparece un demiurgo o artesano hacedor, de naturaleza divina, que del caos original produce un universo bello, un cosmos. Y lo produce “porque es bueno”, & y lo bueno se difunde a sí mismo. La gran escolástica recogió esta herencia, y a la pregunta de por qué Dios creó al mundo, da como única y sublime respuesta; “Bonum est diffusivum sui”, el Bien es difusivo de sí mismo. He tratado de presentar entre alfileres un esquema común a Platón, a la escolástica y a Nietzsche, cosa que desde luego es discutible. Las características que da Platón a el Bien subsistente parecen coincidir con los atributos del Dios de la escolástica y de las grandes religiones. Por qué Platón no llamó Dios a ese Bien subsistente, no es de difícil respuesta. Lo que parece más difícil es identificar la voluntad de poder nietzscheana con el Bien subsistente de Platón o con el Dios de las grandes religiones o el de la escolástica. Así nada más, Nietzsche protestaría. Pero lo que sostiene al esquema es que el Bien, Dios, y la voluntad de poder, realides originarias, son difusivos de sí mismos, y parecen por ello originantes. Desde luego a Nietzsche no le gustaría ese subsistente, porque suele tomarse como algo cosificado; y la voluntad de poder no es ni algo cosificado, ni un mero devenir o movimiento, pero sí es una pasión, la pasión primitiva. Para los escolásticos el &

Platón, Timeo, 29a - 30a.

decir subsistente no equivale a decir algo cosa, ni un mero movimiento; Dios es el ipsum esse subsistens, el existir mismo. La noción es difícil, porque en nuestro campo terreno el existir supone alguien o algo que exista, lo cual no se da en el caso de Dios que es puro acto, ni se trata de una acción a la manera de algo o alquien que realiza un verbo gramatical, sino precisamente un puro acto.

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Al inicio era la Voluntad de poder, la realidad originaria y originante que se expresó, se comunicó a sí misma con desmesura. Es claro que Nietzsche nunca dijo que la voluntad de poder era creadora en sentido estricto. La voluntad de poder se manifestó en el hombre en estado de inocencia, como: Lo dionisíaco, a manera del descomunal desenfreno de los instintos salvajes, y de fusión gozosa de todos en uno, exaltación. Lo apolíneorepresenta el trabajo inspirado del hombre, que expresa lo dionisíaco en forma clara, nítida, bella, de individuos precisos, en la serenidad. Apolo vela por Diónysos. Diónysos presenta continuamente material para Apolo. Los griegos lograron el equilibrio entre las dos divinidades (actitudes del ser humano). Un paraíso. Los bárbaros carecieron de Apolo, y se quedaron en el desenfreno vulgar. Pero el mundo bello griego cae, a manera de caída original, en la decadencia: Diónysos y Apolo fueron desechados. En su lugar son impuestas las ideas frías y el “tú debes”. Así se realiza la 1ª transformación: en burro. Aceptación de cargas con tal de vivir. Consecuencias: Escepticismo, enfermedades, alcoholismo, criminalidad. Síntomas: exagerado interés por estudios históricos, pereza, exceso de trabajo. Intentos, inútiles, en contra: terapias psicológicas y sociales El nihilismo pasivo es la lógica y el alma de la decadencia.

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Se anuncia la Muerte de Dios, y se anuncia la venida del Ultrahombre. Hay que preparar su venida. Zaratustra ve demasiado pequeños a los hombres más grandes. Se pronuncia, como martillazo, un ¡no! Y así se realiza la 2ª transformación: en león. Destructor de valores insípidos. Tal es el nihilismo activo, el de Nietzsche. Se precisa que el Dios descontinuado es el Dios moral. Zaratustra sabe que vendrá el gran redentor, y nos incita a preparar (¿acelerar?) su venida. Y será la 3ª tranformación: en niño, que es inocencia y olvido, y juego creativo. La actitud fundamental es el Amor a la vida, que expresa su júbilo en la afirmación gozosa del Eterno retorno, como Amor fati. Nota final Si alguien quisiera, obsesivo, aristotelizar, daría el status ontológico de los siguientes términos nietzscheanos. La voluntad de poder sería la substancia originaria, a manera de acto puro; se objetaría a sí mismo diciendo que Nietzsche nunca usó algo que se pareciera a ese término; y se defendería de su objeción diciendo que, en el fondo, Nietzsche la considera inefable. También serían substancias los seres humanos (tanto en estado de inocencia, como de burro y de león) y los ultrahombres (el niño). En cambio, Diónysos y Apolo no serían substancias, sino actitudes humanas, esto es accidentes, sea del tipo “cualidad”, sea del tipo “acción”. Lo mismo diríamos de las transformaciones en cuanto tales, de la decadencia, del amor a la vida y del amor fati, acciones humanas. El eterno retorno, en la interpretación dionisíaca que presento, sería igualmente un accidente del tipo “acción”, quizá la

acción más sublime de que el ser humano sea capaz. En cambio, en la interpretación cósmica sería un accidente del tipo tiempo. A manera de intento-borrador presento un esquema de estructura común a los grandes temas de Platón, del cristianismo y de Nietzsche.

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Cristianismo

Nietzsche

Realidad originaria Bien

Trinidad

Voluntad de poder

Realidad originante efusiva de sí misma; se comunica Con desmesura

Demiurgo

Logos

Diónysos

Unión previa

El alma con las Ideas

El ser humano EN Fusión original LA PALABRA con el Uno

Creación

Semejante al modelo

A nuestra imagen y semejanza

Todo es voluntad de poder

Don superior

Vida, inteligencia libertad

Vida, inteligencia libertad, gracia

Vida, efusión descomunal dionisíaca

Acción del Hombre

Eros

[Amor agape]

Apolo

Resultado

[Paraíso]

[Paraíso]

[Paraíso]

Caída original

Reprueba

Fruta prohibida

Decadencia

Transformación del hombre

Caído

Caído

Burro

Esperanza

Reminiscencia

Profetas

León

Precursor

Golpe de reminiscencia

Juan Bautista

Zaratustra

Redentor

El liberado de la caverna

Jesús

El gran redentor

Futuro humano en esta tierra inocencia recuperada

Llegar a la trascendencia, y realizar la justicia

Hombre nuevo Idem

Ultrahombre niño, inocencia y olvido. Creación, sí triunfal a la vida

Actitud

Amor

Amor agape siempre alegre

El gran amor saber alegre

El fracaso

Reencarnación (Tártaro)

Pecado (infierno)

Nihilismo pasivo definitivo

En los tres casos, realización de potencialidades intelectuales y de las pasiones.

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A QUÉ NOS INCITA NIETZSCHE

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Nietzsche se nos queda viendo, a los grandes y a los pequeños. Le da asco, al ver tan pequeños a los que nosotros vemos grandes. Vendrá el Ultrahombre. Pero todavía no viene. ¿Y nosotros, ahora, qué? Aunque puso el signo de interrogación a una disyuntiva que, en cualquier caso, parecía desembocar en el nihilismo, no dejó de decir: ¡Supriman sus adoraciones, o suprímanse a ustedes mismos! Sócrates usa el método mayéutico de preguntar. Nietzsche no pregunta, provoca. Nietzsche, indiscreto, insolente, impertinente. Ante las entradas prohibidas porque dentro hay algo malo, Nietzsche levanta los velos, y encuentra cosas muy buenas o, al menos, interesantes. Y ante las entradas prohibidas porque dentro hay algo santo, se encuentra pura podredumbre. Y estalla la furia destructora. Nietzsche, o la filosofía a martillazos. Obliga a todas las filosofías, ciencias, artes, morales, religiones, revoluciones, discernimientos espírituales, psicologías, jefes, grandes ideales, santidad, virtudes, amores, a autoevaluarse. Y es difícil no caer bajo los martillazos. Occidente ya había sufrido tres grandes heridas narcisistas: ' la herida producida por Copérnico (el sol no gira alrededor de la tierra), la producida por Darwin (el hombre viene del mono), y la producida por el mismo Freud (la conciencia reposa sobre el inconsciente); y Nietzsche produce otro trauma de igual o mayor magnitud (nuestros valores son un sepulcro blanqueado). Nietzsche nunca dijo que el Ultrahombre vendría por evolución biológica, ni caído del cielo. ¿Nos toca esperarlo? ¿O nos toca producirlo? ¿Cree Nietzsche en el hombre? ¿En nosotros? ¿A qué nos incita?

' Foucault, Michel. “Nietzsche, Freud, Marx”, en Nietzsche, Royaumont, No. 6, Éd. Minuit, 1967, pp. 185-186. (35).

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Es difícil liberarse de la mano férrea de las ideas frías y del “tú debes”. Ha habido intentos varios. Ciertas doctrinas esotéricas proponen meditaciones en que uno cae en la cuenta de que su relación con el papá, la esposa, el hijo, el director espiritual o toda una institución, es una cadena; y proporciona medios para dinamitar esa cadena, y convertir esa relación en el encuentro de humano libre con humano libre. No todos tienen el valor de hacerlo. Hay desde luego, terapias psicológicas, que presentan también dificultades. En el ámbito de la espiritualidad se otorga, en el bautismo, el don de la libertad de los hijos de Dios, que lo sitúa a uno más allá del bien y del mal: ama y haz lo que quieras. Nietzsche tiene su propio proceso, que probablemente se relaciona con lo que, en el plano moral –independiente de la religión–, llama Tomás de Aquino la gnome, un caso especial de epiqueya. mp 67 # , para HH Un espíritu libre: libertad de los pájaros (Príncipe Vogelfrei). SA V, 377 A ser de nosotros, los sin patria. Su suerte es dura, su esperanza incierta. Ser hostil al estar en casa. No conservar nada. Nos gusta el peligro, la guerra, las aventuras. Nos contamos entre los conquistadores. HU I, V, 225 Pensar de otro modo de lo que pudiera esperarse de mi origen, de mis relaciones, de mi situación, de las opiniones reinantes. Los espíritus esclavos nos señalarán de perturbación mental y, sobre todo, de maldad. No es de la esencia del espíritu libre el tener opiniones más justas, sino únicamente el haberse emancipado de lo tradicional. Tendrá a su lado la verdad, o, al menos, el espíritu de investigación de la verdad. HU I, pref 3 Espíritu libre: quien tuvo la aventura, estando amarrado, de desligarse. Un impulso, una curiosidad violenta: antes morir que vivir aquí, o sea, lo que ha amado hasta el momento. De súbito, desconfía de lo que ha amado, un relámpago de menosprecio para el deber. Deseo sedicioso de #

Nietzsche, Póstumos, Material para los prefacios.

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expatriarse; quizá una mirada sacrílega hacia atrás, quizá el rubor ante lo que acaba de hacer, y un grito de júbilo por haberlo hecho. [¿Relación con la gnome de Santo Tomás de Aquino?] Victoria primeriza, pero victoria. Con sonrisa satánica rompe todos los velos del pudor: trata de ver lo que parecen las cosas vueltas al revés. Merodea curioso por entre lo prohibido. HU I, pref 5 ¡Qué dicha no haberse quedado siempre en casa , siempre dentro de sí, entregado a la poltronería! HU I, pref 6 Ahora osa proponerse la pregunta por qué tan solo, por qué las renuncias. Y oye la respuesta: Tenías que hacerte dueño de tu pro y de tu contra, y aprender el arte de discernirlos según tu fin superior del momento. BM II, 41 No ligarse a nadie, ni aun a la persona más querida. Toda persona es una prisión, un rincón. No permanecer ligado a una patria, ni a un sentimiento de piedad, ni a una ciencia, ni a nuestra propia liberación, ni a nuestras virtudes.

A tomar distancia, a la danza, juego, risa Nietzsche siempre se consideró un gran psicólogo. Entre sus sugerencias tiene la de salir de uno e irse muy alto, y desde arriba, verse a sí mismo, cómo actúa en la vida cotidiana. Afirma que habrá materia para llorar o para reír de uno mismo, lo que puede traducirse en un cambio de actitud. No sólo psicólogo. También considera saber lo que es el supercristianismo, con lo que intenta superar el cristianismo (el que nos enseñaron a ustedes y a mí) # . Sus aforismos sobre la danza, el juego, la risa, son una instintiva meditación sobre el texto de Pablo: “no quiero que estén ustedes tristes; ¡estén siempre alegres”. El saber de Nietzsche es alegre; le molestan los pensadores que todo lo toman tan en serio, como si el pensar tuviera que ser algo pesado. HU I, II, 107 Un nuevo hábito, el de no amar ni odiar, el de ver desde arriba, será dentro de miles de años quizá suficientemente poderoso para dar a la humanidad la fuerza de producir al hombre sabio, inocente, con conciencia de su inocencia, tan #

Cf. el artículo “Muerte de Dios y Ultrahombre”, en esta obra. p. 66.

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regularmente como produce hoy al hombre no sabio, injusto, con conciencia de su falta. HU I, pref 4 Vivir complaciéndose en evadirse, en tomar vuelo, en elevarse. Se siente hastío como cuando se ha mirado una vez por debajo de sí mismo. SA II, 107 Es preciso que de vez en cuando descansemos de nosotros mismos, mirándonos desde arriba, con la lejanía del arte, para reír, para llorar sobre nosotros; es preciso que descubramos al héroe y también al loco que se ocultan en nuestra pasión por el conocimiento; es preciso, aquí y allá, alegrarnos de nuestra locura, para poder estar alegres de nuestro saber. Y es que en el fondo somos hombres pesados y serios; y somos más peso que hombres; y entonces nada mejor que los cascabeles. Sería un retroceso caer en la moral; debemos podercolocarnos por encima de la moral, no con la tiesura inquieta de quien teme resbalar, sino poder volar y jugar por encima de ella. SA IV, 327 ¿Qué es la seriedad? Se ve al intelecto como una máquina pesada y chirriante. A esto lo llaman tomar la cosa en serio. Cuán penoso debe ser para ellos pensar bien. Dondequiera que hay risas y alegrías, el pensamiento no vale nada: tal es el prejuicio de esta bestia seria contra todo saber alegre. BM VI, 213 Para la mayoría de los pensadores, pensar es lo mismo que tomar una cosa en serio o pesadamente. Los artistas tienen un olfato más delicado; saben bien que cuando no obran ya voluntariamente es cuando su sentimiento de la forma llega al apogeo; esto es, necesidad y libertad de querer se funden para ellos. BM IX 294 A despecho de Hobbes, que, como verdadero inglés que era, trató de hacer una mala reputación a la risa, yo establecería una clasificación de los filósofos según la especie de su risa, poniendo arriba a los que son capaces de la risa dorada. Y si admitimos que los dioses filosofan, no dudo que conozcan una risa nueva, a expensas de lo que es serio.

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BM IV, 94 La madurez consiste en volver a encontrar lo serio de cuando se era niño. Z III, Las tablas. 23 Que el día en que no hayamos danzado, una vez por lo menos, esté perdido. Que toda verdad que no nos haga reír, por lo menos una vez, la consideremos falsa. BM VII, 223 Quizá nuestra risa sea la única de las cosas del presente que tenga porvenir.

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Para este apartado, cf. lo expuesto en mi primer Artículo de esta serie Diónysos y Apolo. En gran resumen: sí afirmativo a la vida, creación, inocencia, hacer todo por amor, que es lo que significa más allá del bien y del mal; que mi mirada haga bellas todas las cosas. SA IV, 304 No me gustan las morales que prohíben, sino las que lanzan a hacer algo, y a pensar en ello desde la mañana hasta la tarde, y de la noche a la mañana; a no pensar en otra cosa sino en hacerlo bien. Nuestra actividad determina lo que omitimos. SA V, 372 Nosotros damos bienes y sangre, pero ¿por quién? No por irreligión. Ustedes lo saben; el sí es en ustedes más fuerte que todos los no y todos los quizá. SA IV, 276 Mi pensamiento de Año nuevo, lo que va a ser mi dulzura de vivir: Veré lo necesario de las cosas como su belleza. Seré así de los que hacen bellas las cosas. Mi amor será amor fati [amor al hado]. Cualesquiera que sean las circunstancias yo lo que quiero es ser afirmador. mp 81 para SA Este libro nació en un estado triunfal de ánimo. BM IV, 153 Lo que se hace por amor se hace también más allá del bien y del mal.

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SA IV, 322 La vida no me ha decepcionado; al revés, cada año la encuentro más rica, deseable y misteriosa. Con el principio la vida es un medio para el conocimiento, se puede vivir con alegría, reír de alegría. ¿Y cómo sabríamos reír y vivir, si no supiésemos antes luchar y vencer? SA V, 380 Habrá que subir más allá del bien y del mal. Quizá sea temeridad. Es preciso ser muy ligero para llevar tan lejos la voluntad del conocimiento, libres de cuanto nos abruma. SA V, 382 Los precursores del porvenir necesitamos una salud nueva, más vigorosa, intrépida, y alegre. No sólo poseer la gran salud, sino reconquistarla todos los días, porque hay que sacrificarla todos los días. SA V, 381 Es preciso, como inmoralista, evitar pervertir al inocente, quiero decir a los asnos y solteronas de los dos sexos [mochos]. Más aún: mis obras deben entusiasmarlos, educarlos, y persuadirlos a la virtud. No somos sabios, por más que es inevitable, entre otras cosas, que seamos sabios. El bailarín no pide grasa a los alimentos, sino flexibilidad y vigor. Lo mejor que puede desear un espíritu de filósofo es ser buen bailarín. La danza es su ideal, su arte, su piedad, su culto. SA IV, 329 Placeres y ociosidad El salvajismo de los americanos que aspirando al oro trabajan sin mesura ya está contagiando a Europa. Hoy nos avergonzamos del reposo. Y así damos el golpe de gracia a todo gusto superior. Ya no se dispone ni del tiempo ni de la fuerza necesarios para la convivencia, para las ceremonias, para todo otium. La inclinación al goce se avergüenza de sí misma. “Hay que hacer algo por la salud”, oímos excusarse a quienes sorprendemos en un paseo campestre.

# Cf. rev. Xipe-Totek, números sobre El Placer: 17, 18, 20 (1996) y 21, 22 (1997).

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CI III, 5 La cultura nos coloca ante una tarea: acelerar la venida del filósofo, del artista y del santo, para trabajar en la realización de la naturaleza. (Santo: perder su sentido individual, para confundirse, en un mismo sentimiento, con todo lo que es vivo). HU I, pref 7 Se anuncia una misión. El poder y la necesidad de la misión obra como una preñez inconsciente. Nuestra vocación se adueña de nosotros aun cuando todavía no la conozcamos. Preparaciones, rodeos, pruebas, disfraces, aventuras. Hasta que al fin tengamos el derecho de decir: ¡Un problema nuevo! SA V, 345 El desinterés no tiene valor ni en el cielo ni en la tierra. Los grandes problemas exigen el gran amor. De la fría curiosidad no resulta nada. No he encontrado a nadie que haga de la moral un problema, y de este problema su dolor propio, su voluptuosidad, su pasión. BM II, 42 Una nueva raza de filósofos aparece: son seductores. BM II, 43 Amarán la verdad, pero no serán dogmáticos. AU V, 481 Kant y Schopenhauer.Al compararlos con Platón, Spinoza, Pascal, Rousseau, Goethe, quedan en desventaja: sus ideas no representan la historia de un alma apasionada, no hay tras ellas una novela, ni crisis, ni catástrofes, ni horas de angustia. Kant, un buen cerebro, ha vivido poco y su manera de trabajar le quita el tiempo para vivir alguna cosa. Schopenhauer, un carácter (inmutable), posee cierta fealdad violenta de nacimiento en el odio, en sus deseos, en la vanidad, en la desconfianza. Tiene instintos un poco más feroces, pero le falta la evolución; no tiene historia. #! BM VI, 211 No hay que confundir a los trabajadores filosóficos, y en general a los hombres de ciencia, con los filósofos. Pudiera ser que la educación del verdadero filósofo exigiera que éste haya subido todos los escalones en que los obreros científicos de la filosofía se encuentran detenidos; quizá haber sido crítico, es#!

Cf. CI III 8. En este libro p. 46.

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céptico, dogmático, historiador, y también poeta, compilador, viajero, adivinador de enigmas, moralista, vidente, espíritu libre. Su tarea consiste en crear valores. A ellos toca mandar e imponer la ley. Su investigación es creación; su creación, legislación; su voluntad de verdad es [...] voluntad de poderío. BM VI, 212 El filósofo siempre se ha encontrado en contradicción con su época; su tarea, ser la mala conciencia de su época. Ha de saber estar solo, apartado, vivir más allá del bien y del mal, ser dueño de sus virtudes y estar dotado de una voluntad exuberante. AU I, 43 El pensador necesita imaginación, arrebato, abstracción, espiritualización, inventiva, presentimiento, inducción, dialéctica, deducción, crítica, agrupamiento de materiales, pensamiento impersonal, contemplación, síntesis, justicia y amor a todo lo que existe. Pero todos estos medios han sido considerados una vez, separadamente, en la historia de la vida contemplativa, como fin y como fin supremo; y han proporcionado a sus inventores esa beatitud que llena el alma humana cuando se ilumina por irradiación de un fin supremo. GM III, 8 Estos filósofos conservan el espíritu lúcido, la danza, el vuelo en las ideas; un aire puro, ligero, claro, seco, como el que se respira en las alturas en donde toda animalidad se hace espiritual [contra fatales dicotomías] Entienden por ideal ascético el ascetismo gozoso de un animal que ha sido divinizado. Son conocidas las tres palabras del ideal ascético: pobreza, humildad, castidad, que se dan en los grandes espíritus creativos, pero no, claro está, como si se tratara de virtudes, sino como condiciones para mayor fecundidad. En cuanto a la castidad, la fecundidad de estos espíritus se manifiesta de otra manera que por la progenie. No tienen odio a los sentidos sino que son más bien semejantes al atleta. mp 3 Hay que ser capaz de admirar con violencia y penetrar con amor en el corazón de muchas cosas; de lo contrario, no se es apto para la filosofía. Pero hay que disponer también de una fuerza contraria: Ver bajo sí las cosas que más se admiran; y más próximas las que se desprecian.

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mp 24 Las dos formas más nobles de hombre que he encontrado han sido el perfecto cristiano, y el perfecto artista romántico, que he encontrado muy por bajo del nivel cristiano. BM VI, 205 Se han multiplicado las torres de Babel levantadas por las ciencias. Hoy el filósofo se deja especializar: alcanzará, un día, la altura necesaria para ver hacia abajo; pero llega ya demasiado tarde, pasada la juventud, o cuando su mirada ya caducó. Cuando se dice de alguien que lleva una vida sabia, o de filósofo, se quiere decir prudente, retraído. El verdadero filósofo vive de una manera no filosófica, no sabia, no prudente. Siente el peso y el deber de mil tentativas y tentaciones de la vida. Se arriesga, hace gran juego.

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CONCLUSIÓN: HACIA DÓNDE La misión dionisíaca es que nos transformemos en pueblo de superhombres. Nosotros no llegaremos a serlo, pero preparamos su llegada. Diónysos no desea que el ser humano se transforme en algo, sino en alguien, esto es, en el ultrahombre. mp 67, para HU (fragmentos de otro prefacio) Todavía no me había encontrado a mí mismo, pero felizmente estaba en camino de encontrarme. Era primavera; vagaba yo por el bosque; corté una caña, y no bien comencé a soplar, el dios se me apareció: “¿Que haces? eres medio jesuita, medio música: ¡eres casi un alemán!”. Me asombré de las lisonjas, y me puse en guardia. “Hice lo posible por volverlos estúpidos, los hice eruditos, les infundí los sentimientos de un alma servil”.– Parece que quieres hacer que el hombre perezca, le dije. –“Tal vez; pero de modo que algo bueno se produzca para él”. –Y qué es ese algo, pregunté. –“¿Quién pues? deberías haber preguntado”. Así habló Zaratustra.

Interpretación alegre En mi interpretación alegre, considero que Nietzsche ha llegado al fondo de lo que es la religión, en particular el cristianismo auténtico. Dijimos que al inicio era la voluntad de poder, la realidad originaria y originante. vp 1067 ¿Qué es para mí el mundo? Un prodigio de energía, sin principio ni fin, que no se hace ni más grande ni más pequeña, que no se consume, sino que se transforma; sin gastos ni pérdidas; como juegos de energía y ondas de energía; uno y múltiple; un mundo que tiene innumerables años de retorno, un flujo perpetuo de formas; que de lo más tranquilo, frío y rígido, pasa a lo que es más ardiente, salvaje, contradictorio; que del juego de las contradicciones torna al gusto de la armonía; y se bendice a sí mismo como un devenir que no conoce saciedad.

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ni tedio, ni cansancio. Este mundo mío dionisíaco, mundo misterioso de la doble voluptuosidad; este mi más allá del bien y del mal, ¿quieren ustedes un nombre para este mundo? ¿una solución para todos su enigmas? ¿y una luzpara ustedes, hombres fuertes desconocidos, hombres de la media noche? Este nombre es voluntad de poder, ¡y nada más! La Voluntad de Poder se expresó, y se comunicó a sí misma con desmesura. Nietzsche se sitúa, a su modo, en la gran tradición clásica del porqué de la creación: Bonum est diffusivum sui. Es delicada la interpretación de lo que es la voluntad de poder. Frente a textos impresionantes que hay que leer de manera no fundamentalista, brilla un texto sobre la sed de dominio en Así Habló Zaratustra: la voluntad de poder es la virtud que da. Esto es, la voluntad de poder no se puede interpretar como querer el poder, al estilo de los caciques a la mexicana y de todos los tiranos de la historia, pues ella es el poder, sino como el exceso que da, que se da a sí misma. Altissimi donum Dei [Don del Dios altísimo]. Dijimos que en el ser humano se manifestó como espíritu dionisíaco, el dios seductor. Viendo hacia arriba recordamos el faciamus hominem ad imaginem et similitudinem nostram [Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza]; viendo al hombre en este estado de inocencia, es dotado en exuberancia, de esa voluntad de poder, que se expresa, en forma finita como un descomunal desenfreno de los instintos salvajes; salvajes en cuanto inocentes, en la fusión gozosa y exultante de todos en uno. Para la religión: El hombre tiene una misión: Dominamini mundum: Ser señores del mundo, que quiere decir; primero, que yo y todos disfrutemos el mundo (el placer fue un invento divino); segundo, hacer al mundo más bello todavía, en juego creativo, para que yo, y todos, los disfrutemos más. La actitud es la de comunicar de la propia plenitud, el darse a sí mismo. El mensaje es positivo. Los preceptos negativos fueron dados sólo a causa de nuestra barbarie. Para Nietzsche hay una misión, a la que impele la voluntad de poder, dar. Quien, lejos de dar, quiere el poder para sí, actúa no por exceso, sino por carencia y resentimiento; es una tarántula, es un obsceno.

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SA IV, 304 No me gustan las morales que prohiben, sino las que lanzan a hacer algo, y a pensar en ello desde la mañana hasta la tarde, y de la noche a la mañana; a no pensar en otra cosa sino en hacerlo bien. Según Nietzsche, el hombre griego trabajó con los dones recibidos, y expresó lo dionisíaco en forma clara, nítida, bella, de individuos precisos apolíneos, en admirable serenidad. Tuvimos así el paraíso. Apolo vela por Diónysos. Diónysos presenta continuamente material para Apolo. Los griegos lograron este equilibrio entre las dos divinidades (actitudes del ser humano). En cambio, los bárbaros carecieron de Apolo. Su mundo fue un no paraíso. Pero en el paraíso hubo una caída: La decadencia, pues Diónysos y Apolo fueron desechados, para entronizar, en su lugar, las ideas frías y el “tú debes” como originante. Puede ayudar una comparación entre el mundo de los derechos humanos, el de la moral y el de la religión. Los derechos humanos me dicen: “Tienes derecho a llevar una vida digna”. La moral me dice: “Tienes obligación de llevar una vida digna”. Habla la religión: “No me importan ni derechos ni deberes; es bello que lleves una vida digna. La primera instancia me da derecho; la segunda me impone una obligación; la tercera me seduce. ¡Diónysos es seductor! ¡Jesús es seductor! La fruta prohibida no es prohibida por imponer un precepto negativo, sino que no es buena para el hombre. En Nietzsche, la fruta prohibida sería la decadencia. La caída es fuerte. Por ello sobreviene la primera transformación: el burro. Sus secuelas, a manera de expulsión del paraíso son escepticismo, enfermedades, alcoholismo, criminalidad. Signos de la decadencia son el exagerado interés por estudios históricos, la pereza, el exceso de trabajo, síntomas todos de la abdicación del ideal creativo. Hay intentos en contra de la decadencia: las terapias psicológicas y sociales son inútiles, pues no van al fondo del asunto.

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Cuán profunda sea la caída se percibe al llegar al alma y lógica de la decadencia: el nihilismo pasivo, detestado por Nietzsche. Para el nihilista, la vida es tan pesada que no vale nada, ni tiene sentido. Lo expresa su desdén por el cuerpo, que originariamente es también voluntad de poder. Zaratustra sabe que vendrá el gran Redentor. Hay que preparar su venida. Segunda transformación: el león. Como todos los profetas, es insolente. GM pref, 8 Que nadie se jacte de conocer bien mi Zaratustra si antes el lector no se ha sentido profundamente herido; y después, secretamente seducido. (Nietzsche lo hace a sabiendas.) No sólo insolente, es un destructor de valores aguados. Tal es el nihilismo activo, el de Nietzsche. Zaratustra, el precursor, el profeta, ve demasiado pequeños a los hombres más grandes. Y se pone a destrozar la verdad, la virtud, la santidad el arte... tántas cosas, de esas grandes. Incluso anuncia la muerte de Dios, del Dios moral. ¿Cuándo ocurrirá la 3ª transformación? Parece que nuestra misión es preparar activamente la venida del superhombre. Nunca dice Nietzsche que éste vendrá por mera evolución biológica, ni caído del cielo. Nosotros no llegaremos, pero ¿nuestros hijos? Serit arbores quæ altero sæculo prosint! [Siembra árboles que aprovechen al futuro]. En todo caso, Nietzsche nos incita a profundas transformaciones (Aunque sugiere que a los mochos los dejemos en paz.) El devenir es inocente y santo para él. Y concuerda con la invitación bíblica a transformarnos de claritate in claritatem [de claridad en claridad] hasta hacer de nosotros un hombre nuevo. Es precioso el salto del estado de pecado al estado de gracia; eso es sólo el primer salto. Las transformaciones más bellas vienen después, y no hay lugar para ningún espíritu de pesadez. Por lo pronto, Nietzsche nos pide la alegría, la danza, el juego, la risa. “Estén siempre alegres”, dice Pablo. Nietzsche quiere que veamos desde arriba (como en viaje astral). Pablo nos pide estar siempre en oración, esto es, ver las cosas desde arriba. Nietzsche tiene un amor apasionado por la vida, tanto que desearía su eterno

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retorno. Pablo dice # que estemos siempre en acción de gracias, como se canta, “gracias a la vida que me ha dado tanto”. Podemos pensar, como ateos, en la vida; podemos pensar, como creyentes, en Dios. Nietzsche piensa en Diónysos y en la voluntad de poder. ¿Es enorme la diferencia? Un sabio griego decía, seis siglos antes de Cristo, que si un león tuviera inteligencia y manos para pintar, pintaría a Dios como león. ## ¿El hombre nuevo bíblico es lo mismo que el Ultrahombre nietzcheano? Amar la vida tanto que se desee su eterno retorno, que se ame el fato, el destino. Los de entendimiento pesado acusan a Nietzsche de ser inconsecuente. Si ama el hado, el fato y, al mismo tiempo, el azar y el juego de dados (!); y si todo es fatum, esto es (¿?), necesidad, no somos libres, y entonces sobran sus provocaciones y ataques, y sus invitaciones seductoras. Damos acuse de recibo de esta dificultad. Sólo pediríamos a los objetantes que resolvieran el caso del cristiano, quien, afirmando su libertad, dice apasionadamente: Fiat voluntas tua! [hágase tu voluntad]. Quizá todo sea cuestión de enamoramiento, cuestión de amor. En todo caso, queda vibrante la provocación nietzscheana, la dulzura de vivir, como mensaje de Año Nuevo: ¡mi mirada hace bellas todas las cosas! Hay preguntas indiscretas como ésta: ¿espera Nietzsche un redentor? GM II, 24 Hará falta que llegue el hombre redentor, el del gran amor y del gran desprecio, espíritu creador cuyo impulso lo separe de todos los más acá y más allá, el hombre cuya soledad será desconocida por los pueblos como si fuera una huída ante la realidad, mientras que lo que este hombre hace es abismarse en la realidad, para traer un día, cuando vuelva a la redención de esta realidad, el rescate de la maldición que el ideal actual ha hecho pesar sobre ella; esa gran campanada de mediodía y del gran juicio, ese liberador de la voluntad que devolverá al mundo su fin, y al hombre su esperanza. Este

Por ejemplo, Ef 5, 20. Jenófanes. Fragmento 15, citado por: Copleston, Frederick. Historia de la Filosofía, vol. I. Barcelona, Caracas, México: Ariel, 1980, p.60. #

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anticristo y antinihilista, este vencedor de Dios y de la nada, tendrá que venir algún día... O esta otra: ¿De quién es profeta Nietzsche? EH Zaratustra ...somos portavoz de poderes superiores. Algo se nos revela, algo que nos conmueve y nos derriba; se oye, no se busca ... Mi homenaje a Nietzsche, en el centenario de su muerte, termino con la pregunta: El destructor, ateo y nihilista, ¿no dice un sí a la vida? ¿no sabe que ya viene una aurora nueva? ¿Y que las olas del mar traen mañana nuevos juguetes? ¿No es un creador? ¿No vive ya la eternidad, más allá del bien y del mal? ¿No llamó superhombre al hombre nuevo? ¿No une a Diónysos y a Cristo? ¿Llegó a la locura por querer fundirlos en él? ¿No será canonizado un día? ¿o su cinismo es imperdonable?

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Miguel: Para entrar en calor, una pregunta polémica y remota en la exégesis nietzscheana: ¿fue Nietzsche un filósofo? En el Coloquio de Royaumont hubo quien dijo que si Nietzsche lo fue, otros como Aristóteles o Kant no lo fueron. Jorge: Ha habido filósofos importantes que piensan que Nietzsche no fue filósofo; incluso lo acusan de irracional. Y es que hay pensadores para quienes la filosofía es algo exclusivamente racional. En mi opinión, esa actitud es una línea de pensamiento, pero la filosofía es algo mucho más grande. Tal vez lo i-racional y lo anti-racional no sea filosófico; pero sí puede serlo un pensamiento que atiende a lo a-racional. En tan vasto territorio se sitúa lo dionisíaco, gran tema de Nietzsche, quien precisamente denuncia a quienes mutilaron ese aspecto de nuestra vida. Los grandes clásicos griegos del siglo de oro lograron un equilibrio maravilloso entre el original y salvaje ímpetu dionisíaco, y la inteligencia apolínea que dio a lo dionisíaco la bella expresión de la tragedia y de otras artes. En principio, a la inteligencia no le gusta lo aracional, aun siente terror ante él; pero en el fondo le fascina, y es capaz de hacer con él un bello trabajo racional. Hay pensadores para quienes decididamente la filosofía es ontología, esto es, el estudio del ser en cuanto ser. En este caso Nietzsche no sería filósofo. Para otros, como Bergson, el filósofo, ante todo, simpatiza con la realidad. Aquí entraría Nietzsche de lleno. Para otros, como Marx, el filósofo es, más que quien trata de comprender la realidad, el que intenta transformarla; y también por este capítulo Nietzsche sería un filósofo. Él mismo dice que el filósofo es la mala conciencia de su época; y Nietzsche lo es, apasionado, en orden a transformar la realidad. Y habría otros aspectos por considerar.

#$ Miguel Fernández Membrive ha sido alumno de Jorge Manzano y, además, adjunto en algunos de sus seminarios de autor. Es doctorando en filosofía, y profesor del Centro de Formación Humana del Iteso. Jorge le dirigió su tesis de licenciatura: “La noción de verdad en Nietzsche”. Esta entrevista se llevó a cabo el 5 de septiembre de 2001.

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Miguel: Me parece que Nietzsche, si atendemos a su tantas veces pálida biografía, fue más un hombre teórico y de letras, un pensador que no renunció a las formas poéticas, que un sátiro o un músico; ¿no te sugiere la imagen de un oráculo que indica dónde está la sabiduría en lugar de apropiársela? Jorge: Es difícil afirmar de alguien que es sabio, o dionisíaco. Tal vez Nietzsche quiso serlo. No sé si en la atmósfera de su locura hubo cierta melancolía por no haberlo realizado. Tal melancolía es propia de los genios. Santo Tomás de Aquino, al fin de su vida, pensó que cuanto había escrito era paja, y pidió que se destruyeran sus obras. Por lo demás, según los conocedores, Nietzsche fue muy buen músico. En el Coloquio Royaumont dijeron incluso que era todo un coreógrafo, y no lo decían en mal sentido. Durante nuestras conferencias en Guadalajara tuvimos una velada concierto, con música de Nietzsche. Los comentarios estuvieron a cargo del Jefe de Departamento de Filosofía de la UdG, y al piano el rector del Instituto Libre de Filosofía. ¿Nietzsche, oráculo? Te diría que sí porque lo preguntas; pero no me agrada mucho poner etiquetas para clasificar a las personas. Miguel: ¿Hay un solo Nietzsche o hay uno para cada lector? Jorge: Cada lector tiene su Nietzsche. Cualquier autor, cualquier frase, incluso cualquier acto de amor, depende mucho de quien lo recibe. De hecho, hay muchas interpretaciones sobre Nietzsche. Y tiene sus fans, que se inspiran en él, pero no hay ni escuela ni discípulos nietzscheanos, cuando sí hay escuelas tomistas, hegelianas, kantianas, marxistas. Miguel: Pero… ¿a qué aspiró Nietzsche? ¿A qué se le comprendiera de manera unívoca o a ser re-creado por sus lectores? Jorge: Dijo que deseaba no ser comprendido por sus contemporáneos, pero la frase decela, quizá, la molesta añoranza de que no le hacían mucho caso. Ponía sus esperanzas en los lectores del siglo XXI, no tanto de que repitieran sus aforismos o doctrinas, sino de que se dedicaran con pasión a la transformación radical del ser humano y de la cultura, y que prepararan la venida del ultrahombre.

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Miguel: Sueles referirte a Nietzsche como “detective de bajos fondos”. ¿Qué presuponen estos fondos o sótanos de la conciencia? ¿Qué fue lo que Nietzsche descubrió en ellos? Jorge: De niño y de joven Nietzsche se encontró con la prohibición de abrir muchas puertas, porque dentro había cosas malas; y otras porque dentro había algo santo y sublime. Venciendo todo tipo de represión abrió, impertinente e indiscreto, todas esas puertas. Donde decía malo, encontró cosas buenas o al menos interesantes; y donde decía santo encontró pura podredumbre. Virtud, verdad, religión, moral, ciencia, castidad, obediencia, ideales, amor, serían puras mentiras, nuestros disfraces hipócritas, para ocultar cosas muy malas. Miguel: Un tema que personalmente me apasiona es la noción de verdad. Nietzsche no se cansó, por lo menos en su obra ulterior a El nacimiento de la tragedia, de desacreditar esta noción; pero… ¿en qué concepto de verdad, de los varios que han corrido por la historia de la filosofía, te parece que pensaba? Y algo más, a propósito, ¿crees que sustituyó en su crítica un concepto por otro, o que la verdad en sus manos -evoco el Ocaso de los ídolosacabó reducida a fábula? Jorge: Hay, en efecto, varias definiciones de verdad. Es clásico el conflicto entre realismo e idealismo. Para el realismo, la verdad consiste en que el entendimiento, el sujeto, se adecúe a la cosa, al objeto. Para el idealismo es al revés: el objeto se adecua al sujeto; el conocimiento no depende tanto del objeto, sino del sujeto. Este punto no es de gran interés para Nietzsche. Él se sitúa en otra perspectiva, y desde ahí ataca nuestra verdad. Para ser rápido y claro: Al Estado, según Nietzsche, no le importa la verdad; lo que le importa es la verdad útil; y más exactamente, le importa lo útil, así sea verdad, semiverdad o error. Esto sirve como un espejo en que cualquiera de nosotros podría reconocerse. Nietzsche es puro, él si ama la verdad. Y da un criterio, que puede parecer extravagante, para reconocer la verdad: lo que aumenta en nosotros el sentimiento de tener más poder, y plenitud de vida. Lo que disminuye la vida no es verdad, por más que alguien –cambio de plano– insista en que el entendimiento se adecua a la cosa. Este planteamiento de tipo objetivo no le interesa a Nietzsche. Le

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repugna nuestra objetividad, porque ésta es una máscara con que ocultamos nuestros intereses más profundos. Miguel: Me da la impresión de que intentas aclarar que la perspectiva de análisis, en Nietzsche, es moral y no epistemológica. Pero me parece que también trae una crítica epistemológica, por ejemplo en su escrito Verdad y mentira en sentido extramoral, donde descarga el martillo contra la noción aristotélica de verdad, esto es, contra la verdad entendida como conformidad del entendimiento al objeto. Jorge: Efectivamente, y no sólo en ese escrito. No por eso se hace idealista. Considero que en todo caso su punto de atención es el que señalé. Miguel: En Verdad y mentira en sentido extramoral, Nietzsche todavía está muy influenciado por la estética trascendental de Kant y de Schopenhauer; inclusive llama “idealismo”, casi al final del escrito, a su propia descripción del proceso de conocimiento. Jorge: Sea de ello lo que fuere, acabó detestando tanto a Kant como a Schopenhauer. Y si se tratara forzosamente de clasificarlo, por ningún motivo llamaría yo idealismo a su pensamiento definitivo. Su crítica epistemológica, por ejemplo, sobre la función metafórica de los conceptos, incide, me parece, tanto contra el realismo como contra el idealismo clásico. Realismo e idealismo se debaten por la verdad. Nietzsche piensa que ese conflicto es una máscara. Miguel: Respecto de no llamar “idealismo” a su pensamiento definitivo, desde una visión panorámica de su obra, convengo absolutamente contigo –no así desde un análisis a nivel de detalle. Éste es uno de los puntos que O. Reboul ha demostrado con sobrada claridad. Ahora un tema de tu predilección: Diónysos. ¿Podríamos distinguir la esencia (en sentido amplio más que metafísico) del fenómeno dionisíaco de sus expresiones? Me imagino que de no ser posible lo dionisíaco tendría múltiples sentidos, tantos como los términos que Nietzsche utilizó para describirlo. Jorge: Yo diría que lo dionisíaco es un don: en Platón, de la madre tierra; en el cristianismo, de Dios; en otros, de la vida; en



%$Nietzsche, de la voluntad de poder originaria; y consiste en la impetuosidad vital de todas las fuerzas. Los clásicos griegos le dieron a ese torrente el tratamiento apolíneo, y llegaron a la bella y dinámica armonía entre las dos divinidades. En el cristianismo, Dios nos dio, junto a cualidades explosivas, la inteligencia; no para aplastar esas cualidades sino para expresarlas en forma bella. No todos logran esto; los asiáticos y otros, según Nietzsche, se quedaron en el libertinaje; pero él aclara que no hay que confundir este libertinaje con la voluntad de poder, que es su principio contrario. Que lo dionisíaco sea un fenómeno complejo puede apreciarse por la variedad de las palabras utilizadas para describirlo, cada una de las cuales es insuficiente.¿Embriaguez? Desde luego no. Es poco nietzscheano. ¿Éxtasis? Al menos no siempre, ya que en el éxtasis suele haber inmovilidad corporal, mientras que lo dionisíaco puede, y suele, conllevar frenesí, exaltación, emoción desbordante, movimientos desmesurados. Podríamos arriesgar estado alterado de conciencia; pero de estos hay de muchos tipos. Ya que encantamiento puede sugerir a veces un cierto estado de posesión por un espíritu, prefiero usar la mayor parte de la veces la palabra manía, en el sentido griego original, de salir de sí, en un estado alterado de conciencia producido por un toque divino. La expresión que considero clásica, sorprendente y patética, se daba en los ritos dionisíacos: la gente rodaba, o entraba en convulsiones; unos echaban carcajadas, sollozos o alaridos; algunos echaban espuma por la boca; a otros se les veía sólo la parte blanca de los ojos. Estaban en el entusiasmo dionisíaco. La música dionisíaca es de una violencia conmovedora. En el ditirambo dionisíaco el hombre es llevado al paroxismo: siente y quiere expresar la fusión con el uno primordial. Interviene la simbólica corporal toda entera; labios, rostro, la danza total, que con su ritmo agita todos los miembros. Música y ritmo, impetuosos, lo llevan a uno al frenesí. De parte de uno se requiere una entrega total. Diónysos se manifiesta como vida exuberante, como desmesura. Nietzsche menciona a sátiros, que metamorfoseados, gritan con júbilo ante su dios. Al grito de la alegría mística de Diónysos, el yugo de la individualidad se rompe, y se abre el camino hacia el fondo más secreto de las cosas. Diónysos es exceso de fuerza, voluntad de vivir, el sí triunfal dicho a la vida. Se experimenta un alto sentimiento de poder; la energía se manifiesta hasta en los músculos y en todas las partes del cuerpo, movimientos de acrobacia que son imposibles en circunstancias normales. Por otro lado,Diónysos es

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afirmación creadora. En esta creación no retrocede ante lo terrible ni lo inquietante; y es capaz de poner en acción una fuerza destructora, implacable, de los obstáculos a la creación. Lo dionisíaco es un desbordamiento apasionado y doloroso, un éxtasis afirmativo del carácter complejo de la vida, que aprueba y santifica hasta las más terribles y enigmáticas propiedades de la vida. Si el crear hace sufrir, quiero más sufrimiento. Diónysos es lujo de destrucción. Diónysos es un dios tentador, seductor, filósofo. Quienes participan en las ritos dionisíacos se ponen como “locos”, “fuera de control”, semejantes a los ebrios; esto, y la fusión de todos en uno hace que se incluyan experiencias como la embriaguez y las orgías; pero lo dionisíaco no se reduce a eso, y si las incluye, no se trataría sino de embriagueces y orgías en que se tratara de una posesión divina (esto lo expresa la palabra manía). Según Nietzsche, Diónysos podrá ser reprimido, pero no desaparece nunca. Como fenómeno humano, inherente al ser humano, se mantiene vivo a lo largo de la historia con uno u otro disfraz. Nietzsche menciona los cultos mistéricos. ¿Se trata de una mera descripción poética, de fantasía? Considero que la vivencia es real, no meramente fantasiosa. Lo delicado es la interpretación. Los griegos explicaban la vivencia como un tipo de posesión divina, semejante a las posesiones, o toques divinos que menciona el Fedro. Los fenómenos se dieron en aquellos tiempos, y se han seguido dando a lo largo de los tiempos, incluso ahora. Yo señalaría entre los fenómenos parecidos de hoy el de los posesos, el de los carismáticos, el de los médiums o canales, y el de ciertos éxtasis en que se dan apariciones; y, a mi manera de ver, no se trata de intervención divina ni de contacto con entes preternaturales, sino de un estado de trance que puede ser inducido; de un manejo de energías espontáneo, inconsciente, pero que puede obtenerse con toda la intención y la conciencia. Lo que pasa es que hay una tendencia indomable a recurrir sin más a entes preternaturales para explicar lo desconocido. Lo que llamo trance violento explica, al menos en la inmensa mayoría de los casos, los fenómenos dionisíacos: las inspiraciones poéticas, los de posesos y carismáticos; también, en parte, los de canales y éxtasis. No creo que Nietzsche supiera de los manejos energéticos, pero, en todo caso, él no se refiere al dios tal como los griegos lo concebían, sino a una actitud humana. Una embriaguez, una orgía común y corriente, no pasarían del plano fisico o psicológico. Sabes que

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supe de estos manejos energéticos en los ensayos de artistas de teatro que usaban una técnica inspirada en Grotowski. Miguel: He notado tu insistencia en destacar una suerte de ambivalencia, presta a la confusión, en el análisis que hizo Nietzsche sobre determinados temas; lo expresas afirmando, por ejemplo, que habría por un lado una virtud de Nietzsche, la buena virtud, y por otro una virtud de ustedes, la mala o falsa virtud. ¿Qué opinión te merece, en este sentido, el gran tema de la voluntad de poder? Jorge: Varios pensadores piensan que Nietzsche se contradice, por ejemplo, al atacar la virtud y luego presentarse como virtuoso; al atacar la verdad y decir a cada rato “la verdad es que”. Al mostrar que Nietzsche piensa en una virtud buena y en una mala, en una verdad buena y en otra mala, queda claro que Nietzsche no se contradice. Hago lo mismo con la voluntad de poder. En sí misma considerada es buena; pero en los hombres depende del uso que estos hagan de ella. Un tirano y un cacique gustan de la voluntad de poder porque con ella justifican sus rapiñas y crímenes al oír que la voluntad de poder quiere más poder. Nietzsche reprueba esta voluntad de poder porque nace de insatisfacción, esto es, de carencia. ¿Cuál sería la voluntad de poder buena? Doy gran importancia al pasaje Los tres males en el libro tercero del Zaratustra. Dice Zaratustra que se han considerado males a la voluptuosidad, al egoísmo y a la sed de dominio; pero estos tres males son en realidad bienes, si se viven atinadamente. En particular define a la sed de dominio como la virtud que da. Esto es, la voluntad de poder no consiste en apropiación, sino en donación. Miguel: Nietzsche arremetió no sólo contra su interpretación del cristianismo, fue implacable también con respecto al budismo. ¿Cómo sientes tú, en cuanto sacerdote jesuita, estas interpretaciones? Y en concreto, ¿se opone la actitud dionisíaca a la actitud cristiana? Jorge: Por lo que sé, parecería que entre los budistas lo máximo es llegar al nirvana, esto es, a la extinción de todo deseo. Se comprende que Nietzsche fustigue esto fuertemente, pues Nietzsche ama apasionadamente la vida. No soy experto en budismo, aunque sí, ocasionalmente he tenido conversaciones con lamas budistas, aun los he invitado a dar conferencias. Te das

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cuenta de que hay otro máximo, el servicio al prójimo, ocupación de los grandes lamas. Y esto sería, en la terminología de Nietzsche, una buena voluntad de poder. Respecto del cristianismo baste citar el conocido aforismo en que dice Nietzsche que la verdadera oposición es Diónysos contra el Crucificado. Para Nietzsche, Diónysos es el sí triunfal dicho a la vida. En el cristianismo, y pienso que Nietzsche haría aquí una precisión definitiva, “en el cristianismo que les enseñaron a ustedes y a mí”, el Crucificado es la negación de la vida. Podríamos preguntarnos nosotros si en el cristianismo es Jesús la negación de la vida. Ciertamente no, al menos como a mí, Jorge, me lo enseñaron. Éste es uno de tantos pasajes que han inspirado mi interpretación, cuando afirmo, tentativamente, que Nietzsche es de los mejores expositores de lo que es, en el fondo, el cristianismo. Menciono otros pasajes de interés al respecto. En uno, dice Nietzsche que no intenta aniquilar el cristianismo sino superarlo con algo de supercristiano; y en otro, que si ataca al cristianismo es porque se siente demasiado cerca de él. Miguel: Los que tuvimos algún día la satisfacción de ser tus alumnos, sabemos bien que eres un mago en la simplificación de lo complejo. Actualmente tienes a tu cargo la cátedra sobre Nietzsche… ¿cómo les explicas a tus alumnos la idea del eterno retorno? Asumo, además, gustoso, la perplejidad del alumno imaginario para pegar otra pregunta: ¿te parece que Nietzsche estaba convencido de la consistencia de esta idea, o sería más bien que la consideraba una posibilidad para diagnosticar y potenciar la propia consistencia, la propia vida? Jorge: Hay diversas interpretaciones. La que parece más obvia es la cósmica, que de suyo presenta sus variantes. “Si un demonio te dijera” que este instante que estamos viviendo tú, nuestros amigos aquí presentes y yo, ya lo hemos vivido millones de veces, con este claro de luna, a esta temperatura, me estás entrevistando, con tu playera negra y la mía azul, un libro aquí, unos papeles allá... Nietzsche se debatió mucho con esta interpretación, incluso se dio al estudio de las leyes de la transformación de la energía, y de la entropía. Tal pensamiento lo obnubilaba, pero en definitiva, pienso yo, no lo aceptó. Es interesante constatar que tal concepción nunca sale de labios de Nietzsche ni de Zaratustra. La pronuncian un demonio en El Saber alegre, el enano y los animales del

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Zaratustra. Una vez sí, sale de labios de Zaratustra, pero se provoca una crisis; la culebra del eterno retorno está a punto de asfixiar a Zaratustra, y éste de una dentellada le corta la cabeza. Otra gran línea de interpretación es la ontológica: lo que retorna eternamente es el Ser; los entes aparecemos un instante y luego desparecemos, pero en nuestro lugar aparecen otros entes. Esta intepretación es realmente interpretación, porque no aparece tal cual en los escritos de Nietzsche. La sostienen los amigos de El Ser. Pero Nietzsche no fue amigo de El Ser. Arrinconados a escoger entre la interpretación cósmica y la ontológica, yo me inclinaría a decir que Nietzsche escogería la cósmica; todo, menos reducirse a ser acólito de Heidegger o de los ontólogos. El punto está en que hay otras posibilidades de interpretación, y no nos quedamos arrinconados. En particular, doy la interpretación dionisíaca. Ce-diendo a tu ironía de que facilito lo difícil: supongamos que Dios existe, y que te envía un ángel con este mensaje: “¿Qué te parece, Miguel, la vida que has llevado? Te comunico una sorpresa: que en realidad no has vivido todavía; sino que apenas estás a punto de ser engendrado; pero si lo eres, Dios, en su providencia, ha querido pasarte un video de lo que sería tu vida desde el comienzo hasta el momento presente. ¿Qué opinas? ¿Estarías de acuerdo en que tu vida real sea la que has visto en el video, o harías modi-ficaciones?” Yo, Jorge, me inclino a creer que todos sugeriríamos no pocos cambios. Pero Nietzsche oye a alguien que dice: “Sí, eso quiero, con amor y gratitud; esta vida concreta que se me ha pasado en el video; con todas sus tristezas y alegrías, triunfos y derrotas; y si tuviera que vivirla millones de veces, yo diría que sí”. Nietzsche, pasmado, comenta: “¡Esto sí que es amor a la vida!”. Tal es, pienso, la interpretación dionisíaca del eterno retorno. Miguel: Entonces estarías de acuerdo con el alumno imaginario, el eterno retorno sería una especie de termómetro existencial, una posibilidad para diagnosticar y potenciar la propia consistencia, la propia vida. ¿En este punto es Nietzsche del todo original? Jorge: Desde luego que sí, el eterno retorno dionisíaco es una especie de termómetro existencial. Kierkegaard trae algo semejante en uno de sus Discursos edificantes sobre SANT 17,1, “todo don bueno y perfecto viene de arriba”. Supone que varios creyentes aceptan esa palabra en la fe. Uno piensa que no le ha

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tocado todavía, pero tiene fe que ya le tocará; otro, reconoce dos o tres en su vida; alguien más, muchos; y hay para quien, caso muy especial, cada instante ha sido un don bueno y perfecto, incluyendo aquél en que se rompió una pierna, o perdió un ser querido. A cada instante, haya sido de gozo o de dolor, se le da un sí de triunfal gratitud y amor. Miguel: ¿Se ha cumplido la profecía del Ultrahombre? ¿Están ya entre nosotros los Zaratustras o han sido y siguen siendo héroes de papel? Jorge: El Ultrahombre, según Nietzsche, no ha llegado. Diría a los hombres del siglo XXI que a ellos les toca preparar la venida del Ultrahombre; se trata de un salto cualitativo; el hombre es mero puente. Para preparar esa venida nos incita a ser espíritus libres, a recuperar lo dionisíaco, a ver las cosas desde muy arriba, más allá del bien y del mal, a la danza, al juego, a la risa; en una palabra a ser filósofos seductores. ¿Qué significa ser Ultrahombre? El Ultrahombre es el sentido de la tierra. Ahora el crimen más terrible es el crimen contra la tierra. El Ultrahombre es un mar, capaz de admitir una corriente cenagosa sin contaminarse. Nietzsche protesta indignado contra la interpretación maniquea, que había contaminado el cristianismo que le transmitieron, y da de martillazos a esa interpretación, sabiendo o no que exponía el gran sentido cristiano (opino que sí lo sabía). En el famoso aforismo Las tres transformaciones –que simbólicamente se realizan en el desierto– el espíritu se transforma en camello (o en burro), esto es, en animal de carga. El burro dice sí a la vida; pero, con tal de vivir dice sí a las cargas. ¿Qué cargas? La moral, la metafísica, la religión, muchas otras, que se condensan en el tú debes y en las ideas frías, aplastante uno y otras. Además, el burro siente las cargas pesadas, esto es, aparece como espíritu de pesadez: la vida es dura, pesada, en el fondo no vale la pena, pero, en fin, hay que vivir. Segundo, el burro en el desierto se convierte en león, que se caracteriza por un no a las cargas, aunque en ello le vaya la vida. Tercero, en el desierto el león se convierte en niño, que dice sí a la vida. Y cuando le preguntamos por las cargas, no sabe lo que son cargas. El niño, imagen del Ultrahombre, es inocencia y olvido. Para el niño la vida es la santa inocencia de la afirmación gozosa de la vida, la inocencia de los sentidos, del cuerpo, de la misma voluptuosidad, el olvido de las ideas frías aplastantes y

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del tú debes. Es un niño que jugando crea mundos. El niño, el Ultrahombre, ¡es dionisíaco! Un excelente comentario sería el de san Juan de la Cruz, cuando en el Cántico Espiritual narra las desventuras de la Amada al buscar al Amado: “¡Oh bosques y espesuras, plantados por la mano del Amado! ¡Oh prado de verduras, de flores esmaltado! ¡Decid si por vosotros ha pasado!” Recibe una tan amarga como dulce respuesta: “Mil gracias derra-mando pasó por estos sotos con presura, y yéndo (nos) mirando, con sola su figura ¡vestidos (nos) dejó de su hermosura!” Esto es, habiendo tomado carne humana el Hijo de Dios, nadie puede ver con desdén el cuerpo humano, ni sus operaciones. Y no podemos olvidar el dicho de Pablo, de que Jesús pasó por todo lo humano, menos por el pecado (Hebr 4, 15). Con toda razón, Nietzsche denuncia el desdén por la materia y por el cuerpo humano. Considero que el Ultrahombre es ¡el hombre nuevo neotestamentario! Jesús dice que hay que nacer de nuevo; se trata de una transformación, ¡en niño!, en hombre nuevo; y sin esta transformación no es posible entrar al reino de los cielos. Es más, el primer Ultrahombre es Jesús –vimos que para Nietzsche se trata de vivir como él vivió–, aparece niño en Belén, ya profetizado (Proverbios 8) como niño que jugando crea universos: “Cuando (el Señor) colocaba los cielos, ahí estaba yo. Cuando imponía límites al mar, cuando ponía cimientos a la tierra, yo estaba junto a él, como artesano, disfrutando cada día, jugando todo el tiempo en su presencia, jugando con su creación, y mi delicia es estar con los hijos de los hombres; quien me encuentra, encuentra la vida”. El ser niño creador que dice sí a la vida es característica dionisíaca del Ultrahombre, como lo es el ser seductor. Si bien algunos pondrían a Dios el atributo de carcelero, o judicial, en realidad tiene el de ser seductor, y son innumerables los textos bíblicos al respecto. Baste citar el Cantar de los Cantares y a Isaías. El primer toque de Dios al hombre no es la ley, sino la plenitud de vida; nuestro hombre viejo, el camello (o burro), el decadente, el del tú debes, fue crucificado con Cristo, y lo que importa es la creación nueva, como niños que recuperamos la inocencia perdida. Tal hombre nuevo lo juzga todo, y a él nadie lo puede juzgar, como el hombre noble nietzscheano que no recibe indicaciones sino que él crea valores, en continuas creaciones, juguetes nuevos cada día, transformaciones de claridad en claridad.

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Miguel: Una pregunta delicadísima, para detectives de bajos fondos: ¿cuál pudo haber sido la piedra de la locura en Nietzsche, en caso de que no haya tenido causa fisiológica? Jorge: No hay respuesta que se pueda dar con certeza. Se han invocado causas diversas: la sífilis, la caída del caballo, la herencia genética (se dice que su padre tuvo reblandecimiento cerebral, cosa que la familia obviamente negó), el sentirse incapaz de resolver las contradicciones internas de su pensamiento. Hay una que buenos intérpretes consideran también probable: que el origen de su locura consiste en el deseo irrealizado de fundir en uno a Nietzsche, a Diónysos y a Jesús. Esta explicación sería no fisio, ni psicológica, sino existencial. Quizá demasiado poética; pero en el fondo me gusta. Nota el matiz: “me gusta”. No vayas a decir que yo de manera tajante sostengo esa interpretación. No veo por qué haya siempre que dar respuestas tajantes. Sería demasiado presuntuoso. Pero sí te voy a decir por qué me gusta esa interpretación. Y es que creo que Nietzsche, usando términos ignacianos, lo cual no deja de ser escabroso, fue, o quiso ser, fiel a las mociones que sintió “de poderes superiores”, y parece que las mociones lo llevaban a fundir en uno a Diónysos, a Jesús y a Nietzsche. ¿Patético? Sí. Como patético es el caso de Francisco de Asís, en la novela de Kazantzakis. Dios lo cita, Francisco se mete a una cueva durante muchos días, sin comer ni beber nada; sale exhausto; el hermano León le pregunta (cito de memoria): –¿Qué te dijo Dios?” – “Que quiere más” –¿Y qué le dijiste?” – “Que ya había dado todo, mis bienes, mi persona, aun mi apellido lo devolví a mi padre” – “¿Y qué dijo Dios” – “Que quería más” – “¿Y tú?” – “Si doy más, reviento”. – “¿Y qué te respondió?” – “¡Revienta!” No sé si algo así sucedió con Nietzsche; de hecho, en el pasaje del Encantador, Zaratustra IV, leemos: “¿Quieres algo? Pide, pero pide mucho; no soy de los que dan poco. ¿Qué, que me quieres todo entero?”

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Miguel: Hace ya tiempo se te escapó una indiscreción; ante uno de tus grupos confesaste que si tuvieras que quedarte, en orden a tus preferencias, con algún personaje de la historia de la filosofía, Nietzsche sería tu consentido; ahora soy yo el indiscreto: ¿qué valoración íntima te llevo a esta confidencia? ¿Cuál es el Nietzsche caro para Jorge? Jorge: Relativizo mucho mi respuesta. Seguramente lo dije porque en ese momento daba yo el taller sobre Nietzsche. Habría respondido que Platón, o Spinoza, si estuviera impartiendo el curso sobre uno de ellos. Claro, me fascinan varios puntos en Nietzsche, como su afirmación gozosa y triunfal de la vida, o el aforismo 276 de El Saber alegre en que dijo –pensaba, creo, en Jesús, pero lo aplicó a sí mismo: “Mi mirada hace bellas todas las cosas”. Me pregunto si reservaremos el nombre de filósofo a quien encadena demostraciones racionales, y excluiremos a quien con su mirada hace bellas todas las cosas.