09 ESTUDIOS BÍBLICOS ELA 1 Y 2 REYES

ESTUDIOS BÍBLICOS ELA: LA RUINA DE UN REINO (1RA Y 2DA REYES) 2 [p 2] A menos que se indique lo contrario todas las ci

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ESTUDIOS BÍBLICOS ELA: LA RUINA DE UN REINO (1RA Y 2DA REYES)

2 [p 2] A menos que se indique lo contrario todas las citas bíblicas están tomadas de la Versión Reina-Valera 1960 Primera edición, 1996 Adaptación: Elizabeth C. de Márquez © Todos los derechos reservados editado por el personal de:

EDICIONES LAS AMÉRICAS, A.C. Domicilio: Prol. Reforma 5514, 72130 Puebla, Pue., México Dirección postal: Apartado 78, 72000 Puebla Tels: 248-39-23; 248-23-23, FAX 249-59-84 ISBN 968-6529-49-7 EX LIBRIS ELTROPICAL

3 [p 3]

CONTENIDO 1.

El ocaso del rey David 1 Reyes 1:1–2:9

2.

Salomón consolida su reino 1 Reyes 2:10–10:29

3.

El principio del fin 1 Reyes 11:1–12:24

4.

La seducción del poder 1 Reyes 12:25–16:28

5.

Linajes reales de Judá e Israel 1 Reyes 14:21–16:34; 22:41–50

6.

Elías, aliado de Dios 1 Reyes 17:1–19:18

7.

Acab y la dinastía de Baal 1 Reyes 20:1–22:40; 22:51–2 Reyes 1:18

8.

Eliseo, nuevo aliado de Dios 2 Reyes 2:1–3:27; 6:8–7:20

9.

Milagros de Eliseo 2 Reyes 4:1–6:7; 8:1–15

10.

Dinastía de Jehú 2 Reyes 8:16–29; 9:1–10:36; 13:1–25; 14:23–29

11.

Contraste espiritual entre dos naciones 2 Reyes 11:1–12:21; 14:1–22; 15:1–38

12.

Cautiverio de dos reinos 2 Reyes 16–25

4

1 Reyes

[p 4] LA RUINA DE UN REINO REINO EN PELIGRO 1:1–2:11 (40 años)

REINO DE ORO 2:12–11:43 (40 años)

DAVID

SALOMÓN

OCASO Vejez

1:1 1:2–4

UNA REVOLUCIÓN 5–53 La rebelión

1:

De amor

MUERTE 11

SU SABIDURÍA 4:34

3:1–

1:32–

3:6–9

Su recompensa

3:10–15

Su administración 3:16–4:34 2:1–

2:1–4 2:5–9 2:7

2:10–

SU TEMPLO Y GLORIA 5:1–10:29 Preparación

5:1–18

Construcción Mobiliario

6:1–38 7:1–51

Dedicación

8:1–9:9

Otros asuntos

9:10–28

Fama 10:1–29

SU NECEDAD 43 Concubinas

Los conse12:6–11 jos El error 15

3:3–5

Su petición

La humilla1:41–53 ción

Políticos

Clamor del pue12:1–5 blo

2:13–46

Su sueño

La acción de David 1:28–31

Espirituales

La purga

2:12

Política y costumbres 3:1–3

La intervención 1:11–27

CONSEJOS 9

ROBOAM 2:1 REINA EN JUDÁ 12:1–24

La dinastía davídica

1:5–10

La solución 40

ROBOAM JEROBOAM 12:1–14:31

SU CONSOLIDACIÓN 2–46

1:1–4

Debilidad

REINO DIVIDIDO 12:1–2 R. 1:18 (344 años)

11:1–

11:1–8

Adversarios y muer11:9–43 te

12:11–

La huida 12:16–19 Reina en Judá 12:20–24

JEROBOAM REINA EN ISRAEL 12:2 5–14:20 La idolatría se 12:25– impone 33 Mensaje de un hombre de Dios 13:1–34 Juicio de Jeroboam 14:1–20 LINAJES DE REYES caps. 15–16 22:41–50

ELÍAS 17:1–19:21

ACAB 20:1–22:40; 2 R. 1:1–18

EL ALIADO DE DIOS ANTE EL REY ACAB 17:1–17 CON LA VIUDA DE SAREPTA 17:18–24 CON ABDÍAS ANTE EL REY ACAB 18:1–19 ANTE LOS PROFETAS DE BAAL 18:20–46 LA DESESPERACIÓN 1–18 LLAMAMIENTO DE ELISEO 19:19–21

RETO PARA ACAB 20:1–34 CONDENA DE ACAB 20:35–43 CONDENA DE JEZABEL 21:1–29

VISITA DE JOSAFAT 19: 22:1–40 Invitacion a la guerra 22:1–6 Consejo de gue22:28– rra 33 Muerte de Acab 22:3 4–40

OCOZIAS 22:51–2 R. 1:18

5 [p 5]

1 El ocaso del rey David 1 Reyes 1:1–2:9 Nunca es agradable recordar o hablar de las tragedias de nuestra vida. Esto se debe a que a veces son desesperantes, tristes, dolorosas o vergonzosas. Los libros de 1 y 2 de Reyes no son la excepción, ya que narran la división y ruina de una gran nación, Israel. Estos libros forman parte del Antiguo Testamento y de la Biblia. Por lo tanto, aunque contienen dolorosos recuerdos para el pueblo de Dios, es necesario estudiarlos para aprender cuáles fueron los errores que ellos cometieron y para ayudarnos a evitarlos. Pero si no acatamos el mensaje claro y cristalino de Dios a Salomón: “…si tú anduvieres delante de mí como anduvo David tu padre, en integridad de corazón y en equidad, haciendo todas las cosas que yo te he mandado…” (1 Reyes 9:4a), no es difícil que caigamos en la misma situación, pues compartimos la misma naturaleza que ellos y continuaremos bajo la sombra del pecado hasta que Cristo venga por su iglesia. Este es el mensaje de estos libros. Dios desea que su pueblo madure espiritualmente, pero este relato, junto con el de 1 y 2 de Crónicas, nos declaran que sucedió precisamente lo contrario. ¡Cuando no hay obediencia absoluta a Dios, existe el peligro de perderlo todo![p 6] Estos libros nos hablan a nosotros como individuos, familias o naciones y nos recuerdan la terrible tragedia que el pecado acarrea cuando nos olvidamos de nuestro rey y Señor. Aunque no lo creamos, una desgracia, ya sea que ocurra por voluntad divina o por culpa propia, nos da tremendas lecciones que pueden contribuir a solidificar nuestra madurez. Viene a la mente el pasaje: “…tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia” (Santiago 1:2–3). Querido lector, prepárese para recibir consejo y sabiduría de la palabra de Dios y acate con todo su corazón lo que él dice para ponerlo por obra en su diario caminar con Jesús.

TRASFONDO HISTÓRICO Para aprovechar mejor este estudio, es necesario conocer el trasfondo histórico del pueblo de Dios. Para ello, lo dividimos en cuatro períodos bien definidos:

ENTRENAMIENTO ENTRADA ESPLENDOR ESCLAVITUD La etapa de entrenamiento se extiende desde el llamamiento de Abraham hasta la entrada a Canaán y duró 660 años. El relato se encuentra en el Pentateuco. El segundo período se extiende desde la entrada a Canaán bajo las órdenes del caudillo Josué hasta la coronación de Saúl como primer rey de Israel y duró 360 años. El relato está en Josué, Jueces y Rut.[p 7] El período del esplendor se extendió desde Saúl hasta la cautividad Babilónica y duró 460 años. El relato está en los 6 libros de Samuel, Reyes y Crónicas.

6 El período de la esclavitud se extendió desde el regreso después de la cautividad en Babilonia hasta fines del Antiguo Testamento y duró 160 años. El relato se encuentra en Esdras, Nehemías y Ester.

Composición y autor El período que veremos en 1 y 2 de Reyes empezó en el año 970 a.C., y terminó en el 586 a.C., aproximadamente 384 años. Se notará que en medio del relato existe una “luz” que se ve al final del túnel: Entre más pecados cometía Israel, más resaltaban y brillaban los profetas que Dios puso para concientizar y restaurar a su pueblo. En este caso, veremos la prominencia que tuvieron Elías y Eliseo. Todos estamos de acuerdo en que el título de Reyes es muy adecuado, ya que en la Septuaginta se consideraban un solo libro al que se llamaba “Los Reinos”, porque cubren la “carrera” de los reyes de Israel desde David hasta el último, Sedequías. Dada su continuidad, tenemos que admitir que los libros fueron escritos por un solo autor. Posiblemente por el profeta Jeremías en el año 562 a.C., aunque la mayoría de los eruditos prefieren el punto de vista de que lo hizo un desconocido que se encontraba cautivo en Babilonia.

INTRODUCCIÓN GENERAL Contenido David trató de conformar al pueblo escogido a la voluntad divina, pero debido a que no lo logró, la nación tuvo que pagar las terribles consecuencias de la desobediencia. Fue una nación que pasó de la riqueza y prosperidad a la pobreza y esclavitud, simplemente porque [p 8] rechazó a Dios como rey. Más bien, pidió al profeta Samuel que intercediera para que Dios les permitiera elegir reyes que los gobernaran, porque deseaban imitar a los sistemas terrenales y no ser diferentes. Estos libros se caracterizan por el número 2.

DOS DIRECCIONES DOS REINOS DOS CLASES DE PROFETAS Dos direcciones. La intención de Dios era crear y mantener un teocracia donde él dirigiera como rey eterno y no una monarquía dirigida por hombres. Dos tipos de reino. En el estudio será muy visible el reino terrenal, pero al final veremos el control absoluto de Dios al poner y quitar a cada uno de los reyes y al enjuiciar y castigar el pecado. Dos profetas. Veremos las dos clases de profetas tal como hoy en día existen dos clases de predicadores. Los profetas verdaderos eran hombres que Dios levantó para dirigir, corregir y enderezar los caminos de su pueblo amado. Los profetas falsos eran hombres mentirosos que decían serlo y tener el mensaje de Dios. Ellos sólo predicaban lo que los reyes querían oír y no hablaban contra el pecado. Por el contrario, clamaban: “paz, paz”.

Propósito Sencillamente expresado, el propósito primordial de estos libros es revelar el control de Dios en los asuntos de la historia hebrea a pesar de las intenciones desenfrenadas y perversas de cada rey. La frase clave es: “Hizo lo malo ante los ojos de Jehová” (14:22) y explica la tragedia que acarrea el pecado cuando quitamos a Cristo del trono de nuestro corazón.[p 9]

FRASE CLAVE: ¡HIZO LO MALO ANTE LOS OJOS DE JEHOVÁ!

BOSQUEJO BREVE

7 El enfoque del autor es biográfico-histórico; narra la vida de varios personajes principales en detalle y a la vez sigue el linaje de los reyes de Israel:

BOSQUEJO 1. EL REINO EN PELIGRO

1:1–2:11

2. EL REINO RESTAURADO

2:12–46

3. EL REINO DE ORO

3:1–10:29

4. EL REINO EN CRISIS

11:1–43

5. EL REINO DIVIDIDO

12:1–2 Reyes 16:20

6. EL REINO ESCLAVIZADO

2 Reyes 17:1–25:30

DAVID: CRÓNICA FINAL 1:1–2:11 Vivimos en tiempos espiritualmente similares a los de los reyes, donde los líderes poderosos miden el éxito de sus actividades con base en la sabiduría humana, en las riquezas acumuladas y en el poder de su nación. Sin embargo, siempre ha existido una minoría que claramente puede ver el error de sus líderes porque tiene una perspectiva bíblica y espiritual. Entienden que es Dios quien sostiene a las naciones y el pecado el que las destruye. La gloria de una nación sólo se alcanza con la obediencia total a Dios. [p 10] Vejez del rey 1:1 Hace ya más de 3,000 años, antes que los imperios romano y babilónico existieran, vivió un hombre humilde llamado David. Desde su juventud, en las horas que pasaba en vela en el campo cuidando de las ovejas de su padre, comprendió con la misma claridad que observaba las noches estrelladas, que la existencia, el propósito, la prosperidad y el éxito de todo ser humano sólo vienen de Dios. Después de haber luchado denodadamente y alcanzado el trono de Israel, ahora se encontraba “avanzado en días”. El anciano monarca se confrontó a su última prueba expectante, sabiendo que sólo la mano de Dios podía salvar su dinastía.

Su debilidad 1:2–4 Vencido ya por el peso de sus casi 70 años (2 Samuel 5:4–5), agobiado por su debilidad física (tanto así que le ofrecieron el calor y cuidados de una joven virgen porque padecía de escalofríos), nunca dejó de buscar a Dios antes de tomar decisiones. Este pasaje expresa un detalle muy significativo: el viejo rey ya no tenía el vigor físico y mental necesarios para reinar y la impotencia sexual con la bella virgen era uno de los síntomas de esa debilidad. Además, tenía muchos enemigos que deseaban destronarlo. En este caso, fue su hijo mayor, Adonías, quien trató de apoderarse del trono de su “débil” padre.

¡PENSEMOS! Analizando la situación de David y Adonías, entendemos que aunque David era débil física y mentalmente y Adonías era joven y fuerte, es un hecho que no siempre la superioridad física o externa garantiza el éxito. El secreto de David era su dependencia de Dios, no de sí mismo. ¿En qué lugar está [p 11] usted? ¿En el de David? ¿Se siente totalmente dependiente de su Creador? ¿O en el de Adonías, creyendo que tiene la

8 facilidad de usar de la fuerza o privilegios que Dios le ha encomendado? Recuerde que el Señor también obra a través de nuestras debilidades. Lea y medite en Romanos 8:26–27; y en 2 Corintios 11:30 y 12:9–10.

UNA REVOLUCIÓN INTERNA 1:5–53 Rebelión de Adonías 1:5–10 El pasaje claramente nos dice que Adonías “se rebeló”. Esto implica que sabía que no le correspondía decidir quién sucedería a su padre al frente del reino, aunque él fuera el mayor. Lleno de avaricia, egoísmo y orgullo porque era de “buen parecer”, aprovechó la debilidad de su padre para autonombrarse rey de Israel. Su mala intención se pone de manifiesto en que hizo una fiesta para celebrar su amotinamiento, pero sin invitar a aquéllos a quienes sabía que no lo apoyarían. El hecho de no invitarlos tenía serias implicaciones, ya que en aquellos días el invitado a una celebración de un príncipe recibía la protección del mismo. Esta era una tradición oriental que señalaba la intención de asesinar a Betsabé y a Salomón tan pronto se apoderara del trono.

LOS PECADOS SECRETOS SALEN A LA LUZ La intervención de Natán y Betsabé 1:11–27 Fue el profeta Natán quien entró en acción, proponiendo un plan cuidadoso y delicado. Estos pasajes son un excelente ejemplo del control que Dios tiene sobre la [p 12] historia humana. El relato no dice si el Señor habló al profeta personalmente o si el profeta se dio cuenta por sí mismo de que necesitaba actuar. El plan de Natán incluía a Betsabé la madre de Salomón, porque sólo ella podía acercarse al rey y porque claramente él la favorecía sobre todas sus esposas. Hay un pasaje en 2 Samuel 12:24–25 que da la idea de que Salomón gozaba del favor de Dios por sobre los otros hijos de David.

La acción decisiva de David 1:28–31 David, movido por la intervención de Betsabé y Natán y porque la ceremonia de coronación de Adonías estaba en proceso, entró en acción. Aunque débil físicamente, el rey mostró que tenía fuerza mental y voluntad. Por su parte, Adonías, que era fuerte, mostró falta de sabiduría al cometer el grave error de presuponer la decisión de su padre sin primero consultar la autoridad máxima del reino. Esta acción canceló todos sus privilegios. Todos los días tomamos decisiones; muchas veces nos encontramos en la encrucijada de tomar alguna decisión seria que puede afectar todo nuestró futuro. A veces confiamos más en nuestra inteligencia en vez de consultar primero a Dios y las Escrituras, arriesgando así nuestro futuro.

DEJE QUE DIOS SEA SU CONSEJERO La claridad de pensamiento y sabiduría de David se mostraron en su determinación de cumplir una promesa previa que había hecho a Betsabé. “Viva mi señor el rey David para siempre” fue la exclamación de Betsabé (no necesariamente deseando su salud eterna porque ella sabía que estaba muy débil y [p 13] enfermo), sino que la fuerza política de la dinastía davídica continuara para siempre. En la vida y cultura de cualquier persona existen varios “patrones” de pensamiento que son los que la motivan a tomar decisiones. El cristiano que conoce bien la palabra de Dios, tiene la libertad y el privilegio de usarla para tomar sus decisiones.

9

¿CUÁL ES EL PATRÓN DE SUS PENSAMIENTOS? ¡PENSEMOS! ¿Se acuerda de algunas decisiones importantes que ha tomado? ¿Quién o qué fue el patrón que las motivó? ¿Fue la palabra de Dios o su propia astucia? Analice las tres decisiones más importantes y recuerde cuál fue la razón de ellas y los resultados que tuvo. ¿Recibió bendición en ellas o no? En nuestras iglesias hay un gran porcentaje de jóvenes que optan por elegir su “carrera” pensando que no han sido llamados a algún ministerio. ¿Piensa usted que la vocación de una carrera NO es un ministerio, o que Dios no puede usarlo en la profesión que ha elegido? ¿No ha pensado en entregar todo su futuro a Dios? ¿O será que él no se mete en esa área? Medite en los siguientes pasajes: Mateo 3:12; Lucas 14:11 y 18:14, y ¡abra su corazón a la voluntad de Dios!

La solución de David 1:32–40 Notamos que David tenía una relación especial con Dios al ver la destreza que mostró al dar instrucciones a [p 14] tres personas claves de su reino: El levita principal, el general de su armada y al único profeta de su día que quedaba (vv. 32–37). Les instruyó para que pusieran a Salomón sobre la cabalgadura real para que todos lo vieran. El rey garantizó el éxito en la proclamación de Salomón como rey con la presencia del levita Sadoc como líder religioso, el general Benaía como jefe militar y al profeta Natán como representante de Dios.

¡EL PERDÓN ES MÁS NOBLE QUE LA VENGANZA! Humillación de Adonías 1:41–53 Aunque Adonías tramó el atentado en secreto, fue descubierto en público ante toda la nación. De esta forma, su humillación fue completa y se vio obligado a aferrarse a los cuernos del altar del templo para pedir misericordia por su vida. El nuevo rey Salomón tenía el poder de destruir a sus adversarios, algo que Adonías hubiera hecho si hubiera llegado al poder. Pero Salomón mostró su poder y control al perdonarlo. A veces el perdón requiere más fuerza que la venganza misma.

LOS CONSEJOS DE UN REY SALIENTE 2:1–9 El consejo espiritual 2:1–4 David tuvo consejeros sabios durante su reinado; y se preocupó de que Salomón también entendiera claramente el secreto de su éxito. ¡Qué mejor consejero que el padre de uno mismo! (v.4) “Para que prosperes…” decía David, “esfuérzate y sé hombre…” Todo esto implicaba la necesidad urgente de asegurar que las leyes de Dios fueran el centro del nuevo gobierno de Salomón, ya que era la [p 15] única forma de garantizar el éxito y permanencia de su dinastía. ¡Dios no se hace del rogar! Salomón entendió con toda claridad que la única garantía que tenía de conservar el trono y de mantener un reino de paz y prosperidad dependía de la obediencia a Dios.

10 Afortunadamente, Salomón recibió suficiente instrucción y guianza espiritual de su padre y tuvo interés en aplicar sus mandatos al inicio de su reino.

!DIOS NO SE HACE DEL ROGAR! El consejo político 2:5–9 David puso sobre su hijo una carga bastante difícil pero necesaria para defender su reino terrenal en contra de los enemigos que ya existían. En los vv. 5–6 hace mención de Joab, comandante de las fuerzas armadas de Israel que en muchas ocasiones había servido bien a David, pero que había asesinado a dos generales del ejército de Israel (2 Samuel 3:22–27; 20:4–10). También había matado a su hijo Absalón y había estado involucrado en la revolución de Adonías. Asimismo mencionó a Simei, el que maldijo a David, (v.8). Ahora ellos debían recibir castigo por lo que habían hecho. Ellos representaban a los hombres violentos que no tenían escrúpulos con tal de alcanzar sus propias metas. David aclaró que la sangre de los inocentes clamaba justicia. El derramamiento de sangre debía ser neutralizado por el nuevo rey para que los juicios de aquellos pecados no cayeran sobre el pueblo de Israel. Salomón necesitaba sabiduría para saber lo que debía hacer para ajusticiarlos. [p 16] El consejo de justicia 2:7 David también mostró un corazón compasivo al pedir protección para los hijos de Barzilai que lo habían ayudado cuando huía de su hijo Absalón (2 Samuel 16:5–14). En fin, David pidió a su hijo que fuera un rey justo y equitativo, insistiendo en que era necesario obedecer las leyes de Dios para que sobreviviera su dinastía y el reino mismo. Con razón Salomón pidió sabiduría a Dios; esto lo veremos en los siguientes capítulos.

¡PENSEMOS! A través de este estudio usted podrá notar con qué regularidad y agresividad pecaba el pueblo de Dios. Lo asombroso es que a pesar de la capacidad que tenemos para hacer el mal y arruinar la belleza y simplicidad de la vida, Dios nunca pierde el control de las cosas. ¿Qué de su vida espiritual? Medite en sus luchas y tentaciones diarias, y pregúntese: ¿Vale la pena pagar tan alto precio por tan poco placer? ¿Está dispuesto a poner su vida, familia, ministerio, o negocio en peligro? Dios es aún más grande y soberano que todas las maldades juntas y dirige la historia. Aunque a veces pensemos que hemos arruinado algún área de nuestra vida, el Señor está presente para perdonarla y restaurarla. Le reto para que ponga todo lo que hace en manos de Dios. Ore también por su nación.

11 [p 17]

2 Salomón consolida su reino 1 Reyes 2:10–10:29 Como resultado de las acciones sabias que David realizó siguiendo los consejos del profeta Natán, su dinastía se mantuvo intacta y protegida bajo la mano poderosa de Dios. La posibilidad de que se cumpliera la promesa divina que aparece en 2 Samuel 7 acerca del reino eterno de Israel se veía más brillante que nunca. Bajo la mano sabia de Salomón, el pueblo alcanzó su etapa cumbre; en un corto período de sólo 40 años, experimentó la era más gloriosa que el mundo haya visto, una etapa que cuando desapareció, fue llorada y lamentada amargamente por millones de judíos, cosa que se repite aún hoy.

LA DINASTÍA DAVÍDICA 2:10–12 Muerte de David 2:10–11 A pesar de que David ya “dormía con sus padres” la estabilidad de su dinastía continuó con Salomón. En total, David reinó 40 años. [p 18] Coronación de Salomón 2:12 Desde el día de su coronación (976 a.C), Salomón mostró un espíritu de paz, buena voluntad y deseos de que el pueblo prosperara. La gloria de David la heredó el nuevo rey; la bendición de Dios definitivamente reposaba sobre él, y el pueblo fue testigo orgulloso de la actuación de su líder. El monarca reflejaba al máximo la gloria del hombre y fue considerado muy en alto por propios y extraños. Esto se debió a que amaba al Dios de su padre y porque el Señor cumplió en él la promesa hecha a David (1 Crónicas 17:7–15). Primero Crónicas 29:23–25 nos da idea del poder absoluto de Salomón. Por otro lado, 1 Reyes 2:12 se refiere al trono de Salomón como al “trono de David”, mientras que 1 Crónicas 29:23 se refiere a él como al “trono del Señor”. Es interesante notar que el relato de Reyes es la historia desde el punto de vista humano, mientras que Crónicas nos da el punto de vista divino.

¡A QUIEN DIOS PONE, NADIE LO QUITA!

LA PURGA HECHA POR SALOMÓN 2:13–46 A Salomón sólo le faltaba atender algunos detalles para afianzar el trono. Algunos eruditos bíblicos han criticado las siguientes acciones de Salomón considerándolas ventajosas, destinadas a lograr el avance de su reino. Han dicho también que Salomón usó los consejos de su padre para erigirse en el verdugo divino con objeto de eliminar sistemáticamente a sus enemigos. Otros han dicho que esas acciones se debieron a que era aún muy joven (posiblemente de 20 años), inexperto e inmaduro.[p 19] Es necesario explicar algunos detalles que nos permiten entender mejor el pasaje. En primer lugar, Salomón fue el sucesor escogido por Dios para reinar. En aquellos tiempos, el rey era la ley en su reino. Es cierto que en la historia humana ha habido más abuso de autoridad que el que se pueda contar, pero aquí Salomón tomó su papel de rey seriamente, considerando que era un seguidor de Dios y no de sí mismo. En segundo lugar, su padre David le recomendó: “sé hombre…” y le dijo que arreglara los asuntos que ensombrecían o manchaban al pueblo de Dios. Por último, Salomón conocía bien los mandamientos divinos y sabía que no debía permitir que el pecado de otros acarreara el juicio divino sobre toda la nación. Él necesitaba reafirmar y garantizar el éxito de su trono y de la dinastía davídica.

12

Persistencia de Adonías 2:13–15 Hubo 4 personas a las que llegó el día de dar cuentas. En los casos de Adonías y Joab, ellos tomaron la iniciativa para su ruina. En los casos de Abiatar y Simei, Salomón fue quien tomó la iniciativa. Recuerde que el tema de este libro es la tragedia del pecado. En el episodio de Adonías vemos que la semilla del mal ya había germinado en su corazón desde el día en que trató de apoderarse del trono. Adonías reitera su amargura al declarar a Betsabé: “tú sabes que el reino era mío, y que todo Israel había puesto en mí su rostro para que yo reinara…” (v. 15). Recordemos que Adonías ya se había asido a los cuernos del altar antes, pensando que Salomón lo iba a matar, pero fue perdonado.

Petición de Adonías 2:16–25 El rebelde nunca se arrepintió y justo cuando pensaba que iba a gozar de la protección de Salomón, especialmente porque hizo su petición a través de la [p 20] reina madre a quien Salomón amaba, Adonías hizo un intento más para apoderarse “sicológicamente” del trono. Para ello, pidió la mano de la bella virgen Abisag, una joven que había pertenecido al harén de David. Para el ojo inexperto, esta solicitud parece inocente y justa, pero tenemos que entender el pensamiento oriental. Desear a la mujer o alguna cosa de un enemigo significaba desear la posición del mismo. Salomón conocía bien esto y lo consideró como traición. Por ello, el lector se sorprende cuando ve que la petición hecha a través de Betsabé fue la que ocasionó la condena y muerte de Adonías. Al general Benaía se le dio la tarea de ejecutarlo por orden de Salomón.

Expulsión de Abiatar 2:26–27 Habiendo terminado con Adonías, Salomón inmediatamente llamó al sacerdote Abiatar a su presencia para emitir su juicio. El rey consideraba su alianza con Adonías digna de muerte, pero por su posición de levita y la relación que había tenido con su padre, le concedió la vida con la condición de que dejara el sacerdocio para siempre. Así se cumplió la profecía de 1 Samuel 2:27– 36 donde dice que nunca más fungirían como sacerdotes los descendientes de Elí.

Muerte de Joab 2:28–36 Otro hombre que había conspirado con Adonías fue Joab. Tan pronto oyó la noticia de Abiatar, supo que le tocaba su turno por haber asesinado a dos servidores de David (2 Samuel 3:27; 20:9–10). Él también se asió de los cuernos del altar de bronce; pidió misericordia aunque sabía que no era inocente. El altar era un lugar de refugio que se podía usar cuando un hombre mataba a otro en forma accidental, no para aquellos que cometían homicidio deliberado (Éxodo 21:13– 14). Otra vez Benaía fue el verdugo de Joab. La familia de Joab no [p 21] fue totalmente deshonrada, porque permitieron que le dieran sepultura en su propia tierra. Así fue como Salomón borró la culpa de sangre sobre Israel y la barrera a las bendiciones que Dios deseaba derramar sobre su pueblo.

¡TODO PECADO SERÁ JUZGADO! Juicio de Simei 2:36–46 Para terminar la purga y cumplir la voluntad de David, Salomón mandó llamar a Simei. Le dio orden de mudarse a Jerusalén y lo puso en arresto domiciliario por el resto de su vida. De esta manera se le impediría tramar contra el trono junto con la tribu de Benjamín. Además, perdió todas sus propiedades en todas partes del reino, su poderío y sus asociaciones pasadas. Pero como algunos hombres de negocios que piensan primero en sus inversiones y después en las consecuencias, decidió salir de la ciudad para reclamar a dos siervos que se le escaparon. Esta acción fue la que selló su sentencia de muerte. En conclusión, todos los conspiradores del complot para derrocar a David fueron eliminados. Habían pensado que podían recibir favores, posición, autoridad o reconocimiento por la alianza que tenían con Adonías. Pero tuvieron un mal líder y malos motivos. Siempre debemos considerar y conocer nuestros motivos personales antes de hacer alianza con otros.

13

¡ANALICE SUS MOTIVOS ANTES DE ACTUAR! [p 22] ¡PENSEMOS! Algo importante que debemos comprender acerca de los cuernos del altar es que esta ley fue creada para ayudar a los que eran acusados de asesinato imprudencial. Sólo el rey tenía autoridad para decidir el castigo. ¿Cómo podemos aplicar esto hoy? ¿Acaso no nos recuerda la gracia de Dios? Nunca podremos clamar inocencia ante la ley de Dios porque no somos inocentes. Pero aunque somos culpables, Dios nos mira con amor, y pudiendo castigar nuestro pecado, nos perdona. La clave no está en nuestra capacidad de correr ante la presencia de Dios cuando caemos en pecado, sino en el sincero deseo de humillarnos ante él y arrepentirnos por completo de nuestra desobediencia. Tengamos cuidado de no ser como los que se arrepienten sólo cuando el pecado sale a la luz. Que nuestro arrepentimiento sea genuino, de corazón, entendiendo que nuestra ofensa es primero contra el Hijo de Dios, quien nos amó hasta la muerte, y muerte de cruz (Filipenses 2:1–11).

SABIDURÍA DE SALOMÓN 3:1–4:34 Hemos llegado al punto clave que explica la bendición que Israel recibió. Se dice que un pueblo es tan sabio o necio como su líder; cuánta verdad hay en esto. Israel iba a experimentar la sabiduría de Dios a través de su rey. El énfasis que se da a las acciones salomónicas es para mostrar que Salomón fue un hombre de Dios. Su sabiduría se manifestó en su habilidad para [p 23] administrar, militarizar y engrandecer el reino.

Una boda por motivos políticos 3:1 En este pasaje vemos la primera incongruencia en el relato, misma que empieza a debilitar la relación entre Salomón y Dios. En los primeros dos versículos del cap. 3, el libro dice que el rey tomó una acción incorrecta ante Dios, pero políticamente aceptable de acuerdo a las costumbres orientales. Decidió desposarse con la hija de faraón para incrementar su poder. No obstante, uno de los primeros mandamientos dados por Dios antes de entrar a la tierra prometida fue la prohibición de casarse con las hijas de los reinos paganos. Este fue un grave error de Salomón. Ya antes de asumir el trono, se había casado con Naama de los amonitas, quien fue la madre de Roboam (14:21–31). Estos matrimonios con paganas significaban la introducción segura de dioses ajenos (Deuteronomio 31:16).

Los lugares altos 3:2–4 Aun con estos detalles mencionados, Salomón todavía tenía mucho amor por Jehová y mucha pasión por servirlo. En los vv. 3–4 se mencionan los “mil holocaustos” que presentó al Señor. Desde que Israel ocupó la tierra de Canaán, el pueblo acostumbraba adorar en “los lugares altos”. Algunos de ellos tal vez habían sido usados por los moradores de Canaán anteriormente.

14 Deuteronomio 7:5 dice que al pueblo le estaba prohibido usarlos. Aun así, porque amaba a Dios, Salomón llevó su ofrenda a Gabaón, que era el lugar oficial de adoración. Esta ciudad se encontraba a 10 kms. al noroeste de Jerusalén; y anteriormente fue la capital del rey Saúl. Es importante notar que el uso de esos lugares presentaba un peligro a la adoración pura de Dios, porque originalmente eran para la adoración de dioses [p 24] ajenos, el acto más detestado por el Señor. Posteriormente, llegaron a ser sinónimo de la abominación y la causa de la ruina del reino. Los “lugares altos” están relacionados con la amenaza (9:6–9) y el juicio (11:10–13).

El sueño de Salomón 3:3–4 Salomón ya estaba en su tercer año de reinado. Deseando estar cerca de Dios, durmió en Gabaón y Dios se le apareció en un sueño. El idioma hebreo no nos aclara si fue una visión o una epifanía. La revelación de dioses durante el sueño a un nuevo rey era una costumbre que otras naciones consideraban como algo que autenticaba el divino llamado del rey al trono. Para el pueblo de Israel esto tampoco era algo anormal, ya que Dios se revelaba constantemente a los reyes y profetas. Salomón fue el último rey de Israel que tuvo este privilegio. La promesa de Dios: “…pide lo que quieras” fue hecha para estimular la fe de Salomón (Mateo 21:22; Marcos 6:22; Juan 14:13). ¿Acaso la palabra de Dios no es igual para nosotros?

¡DIOS SE REVELA A TRAVÉS DE SU PALABRA PARA ESTIMULAR NUESTRA FE! La petición sabia de Salomón 3:6–9 Salomón tuvo no sólo el privilegio más grande de su vida al hablar con Dios sino también el de poder pedir cualquier cosa; verdaderamente este fue un sueño hecho realidad. Tal vez Salomón se sentía muy joven, inexperto, o profundamente agradecido y humillado por la grandeza de su Dios, “…y yo soy joven” (v. 7). Por ello, decidió hacer una petición muy especial y adecuada. Vemos que todavía tenía sus prioridades bien [p 25] centradas en Dios. Salomón aquí mostró un profundo sentido de responsabilidad y madurez al solicitar un “corazón entendido para juzgar a tu pueblo…” (v. 9). Necesitaba un corazón sensible, comprensivo e inteligente. No fue una petición egoísta, para agradarse a sí mismo, sino para el bienestar de todo el pueblo. Salomón recibió una sabiduría de servicio a los propósitos de Dios y mientras mantuviera esa perspectiva, podía aplicarla correctamente a la vida moral y ética. Asimismo, podía expresarla en su conducta y en el temor y reverencia a Dios, pues estas manifestaciones provienen de una actitud de corazón y mente que se expresa en equidad moral.

La recompensa de Dios 3:10–15 Dios, complacido de que Salomón no pidiera riquezas, dominio sobre sus enemigos y larga vida; lo recompensó dándole incondicionalmente las dos primeras como no ha recibido ningún otro rey sobre la faz de la tierra La última dependía totalmente de Salomón (v. 14): “Si anduvieres en mis caminos, guardando mis estatutos… yo alargaré tus días”. Tal vez por eso Salomón sólo llegó a cumplir 60 años de vida.

¡PENSEMOS! Salomón comprendió que Dios era el supremo gobernante de la historia humana y que a él le tocaba hacer un trabajo importante en la historia de su pueblo. Por lo tanto, pidió a Dios que fuera su guía y consejero.

15 ¿Qué de su trabajo o ministerio? Usted también puede y debe pedir a Dios sabiduría en todo lo que desempeña, él se la dará si la pide, pero debemos pedir que él nos revele lo que quiere que hagamos. Medite y aplique a su vida Efesios 3:20; esto garantiza no sólo [p 26] un buen comienzo, sino también un buen final.

Administración de Salomón 3:16–4:34 El incidente entre las prostitutas demostró sin lugar a dudas que Salomón había recibido un corazón sensible y el don de Dios. A la vez, atestigua de lo que un ciudadano común podía esperar del monarca. Aun las prostitutas tenían acceso a la presencia del rey.

¡LOS CREYENTES TENEMOS ACCESO A LA PRESENCIA DE DIOS! Los eruditos estiman que en los días de David y Salomón la corte constaba aproximadamente de 5,600 oficiales. El cap. 4 detalla el sistema de administración de Salomón muy similar al del rey David con once miembros del gabinete (4:1–6); la organización de los distritos (4:7–19). La prosperidad del reino se define en 3 formas: 1) la cantidad de habitantes, 2) las comodidades de todos, y 3) la paz de la que gozaban gracias al poderío militar que desarrolló Salomón (4:20–28). Finalmente, se atribuyen a Salomón 3,000 proverbios y 1,005 cantos o himnos. Asimismo, la fama de Salomón llegó a extenderse más allá de sus fronteras (2 Crónicas 9:22–23).

EL TEMPLO Y LA GLORIA DE SALOMÓN 5:1–10:29 Preparación del templo 5:1–18 La fama y gloria de Israel se incrementó aún más al iniciar los planes de construcción del templo. Por fin, después de más de 400 años de esperar, el pueblo [p 27] recibió luz verde de parte de Dios para lograr el sueño de todo hebreo; hacer un templo. Qué mejor forma de mostrar a Dios el cariño y gratitud que sentían. Hiram rey de Tiro glorificó a Dios cuando oyó la petición de Salomón de que le consiguiera todo el cedro y los hombres que pudiera para el proyecto.

Edificación del templo y del palacio 6:1–10, 14–38 Este capítulo nos da los detalles importantes del templo que son realmente impresionantes, ya que el Dios de Israel era grande y poderoso, y ¿como justificarían hacer un templo humilde y sencillo para el rey del universo? Tenía que ser maravilloso. Tan grandioso era el proyecto, que requirió ayuda y materiales de otras naciones. La tecnología para realizar cada detalle vino de todas partes del mundo conocido. Además, contenía los elementos más preciados como oro, símbolo de gloria, esplendor y pureza; así como la mejor madera como el cedro. La construcción de un edificio prominente en la capital sería símbolo de honor a la deidad nacional. Dios moraba en su pueblo como autoridad máxima de la nación.

Dios visita a Salomón 6:11–13 Dios visitó a Salomón otra vez para recordarle la condición principal del trato: “…si anduvieres en mis estatutos, e hicieres mis decretos…”; insistió en la importancia de que el corazón esté por encima de las obras

¡DIOS NO MIRA LAS OBRAS, SINO EL CORAZÓN! [p 28] Construcción del palacio real 7:1–12

16 El autor dedica escasos 12 versículos a la construcción del palacio, proyecto que duró trece años. Algunos eruditos comentan que la razón principal de construirlo fue para que su esposa, la hija del faraón, viviera allí, ya que no pertenecía al pueblo ni a la fe de los hebreos y no podía vivir cerca del templo porque podía contaminarlo. Este es un ejemplo del alto costo del pecado. Esto a su vez, originó altos impuestos para pagar a la burocracia y los proyectos de edificación, mismos que posteriormente fueron la causa de que la nación cayera en bancarrota y se dividiera.

Dedicación del templo 8:1–11 Siete años y medio tardó la construcción del gran templo a Dios. El siguiente capítulo nos da todos los detalles y el testimonio de una dedicación como nunca antes se había hecho. Se hizo el traslado del arca (vv. 1–9); y la preciosa presencia de Dios apareció en una nube (vv. 10–11). ¡Qué escena más impresionante y poderosa fue la que ocurrió en aquel lugar; qué emoción, qué gozo y qué gloria! ¡Sin duda nosotros hubiéramos querido estar allí alabando al Rey de reyes y Señor de señores! Fue la culminación y cumbre de la obra de Salomón.

Oración de Salomón 8:12–61 Inspirado por aquella visión indescriptible, el rey declaró a su pueblo la grandeza de Dios por medio de una oración de 31 versículos. En ella, apela al pueblo para “que sea pues perfecto vuestro corazón para con Jehová nuestro Dios” (v. 61).

El gran sacrificio de Salomón 8:62–66 Concluyó la celebración con un gran sacrificio (vv. 62–63); [p 29] el más grande y costoso de la historia, difícil de calcular si nos basamos en el sistema monetario actual. La sangre de tantos animales se calcula que fue de más de 100,000 litros, y requirió el esfuerzo de más de 100 sacerdotes que trabajaron un promedio de 15 a 20 horas durante la ceremonia. Todo eso fue algo único y nuevo que el pueblo de Israel hizo para Dios. Si el templo hubiera sobrevivido hasta nuestros días, sin duda sería una de las maravillas más grandes del mundo.

Pacto de Dios a Salomón 9:1–28 Llegamos a los versículos claves de los libros de Reyes; el eje del relato; la cima de la montaña; el lugar donde Salomón podía haber subido aún más alto o podía caer de la gracia de Dios. Esta visión fue similar a la de Gabaón y fue la última que Salomón vería. Asimismo, fue la última advertencia que Jehová le dio, fue una profecía literal de lo que ocurriría si el pueblo pecaba. Dios no estaba impresionado con las obras de los hombres, o con la creatividad y audacia de realizar grandes proyectos. Dios no deseaba ver que el pueblo confiara en su poderío militar, o en sus riquezas; deseaba ver una dependencia total de él. De lo contrario “… esta casa, que estaba en estima, cualquiera que pase por ella se asombrará, y se burlará” (v. 8a). Finalmente, el autor menciona otras actividades y asuntos de Salomón y su actuación con las naciones vecinas (vv. 10–28).

Fama, riqueza y sabiduría de Salomón 10:1–29 El autor menciona que la reina de Sabá o Arabia (lo que hoy es Yemen) deseaba probar la sabiduría de Salomón, su fama había llegado a todos los reinos circunvecinos Esto nos dice qué importante es nuestro testimonio ante los demás cuando andamos en obediencia a Dios.[p 30] Salomón fue ejemplo a las naciones de lo que se puede lograr en fama, riqueza, sabiduría, posesiones, alcance geográfico y poder si aceptamos la voluntad y guía de Dios todopoderoso. La riqueza mencionada acerca de las 25 toneladas anuales de oro que Salomón recibía de salario no es nada comparada con la riqueza de contar con la presencia de Dios. ¡Cuánto más para

17 la vida personal y familiar de cada uno de nosotros! Sin embargo, el relato pone toda la atención en Salomón cuando es Dios el autor de todo lo que el rey recibía.

¡PENSEMOS! El alcance de la sabiduría de Salomón no es que llegó a la perfección total y absoluta en todos los aspectos de la vida. Pero sí cubría una amplia gama, en especial, el aspecto judicial y el de gobernar prudentemente en lo civil, secular y religioso. El hecho de que Salomón cometiera errores serios aun después de recibir el don de Dios, nos dice que lo que poseía no hacía que todas sus decisiones fueran sabias. Salomón seguía siendo un hombre con una debilidad: su naturaleza humana pecaminosa igual a la de nosotros. Si dejaba que su amor a Jehová se enfriase, toda la sabiduría del mundo no le evitaría caer en el pecado y recibir sus consecuencias.

¡NO ES LA SABIDURÍA, SINO EL AMOR INCONDICIONAL A DIOS EL QUE NOS GUARDA DEL PECADO Y SUS CONSECUENCIAS!

18 [p 31]

3 El principio del fin 1 Reyes 11:1–12:24 ¿Acaso no nos deprime que una historia tenga un final triste? Muy pocas son las personas que se gozan leyendo relatos inconclusos o deprimentes. Sin embargo, en este estudio hemos llegado al principio del trágico fin del gran reino de Israel. Aunque es verdad que la historia de esa nación todavía está inconclusa en el gran esquema del plan de Dios, sabemos que algún día recuperará su lugar como poder político. Esto será con la ayuda y por la voluntad de Dios a través de Jesucristo y se realizará durante el período final del milenio (Isaías caps. 35, 60 y 66). Sin embargo, no ha podido recuperar la gloria que por la gracia de Dios alcanzó durante los reinados de David y Salomón. ¿A qué se debió esto? A que Salomón, aun siendo el hombre más sabio y rico del mundo, no supo controlar sus pasiones más recónditas. Su amor a Jehová fue reemplazado por el de las muchas mujeres que poseía y su lealtad fue transferida a los dioses ajenos que ellas trajeron a Israel. Salomón se olvidó de Dios. Qué triste conclusión para el rey de Israel y qué tremendo precio pagaría todo el reino por ello. Salomón reveló su triste condición al confesar: “Ciertamente no hay hombre justo en la tierra…” (Eclesiastés 7:20). Y: “Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad” (Eclesiastés 12:8).[p 32]

“…NO HAY HOMBRE JUSTO EN LA TIERRA” (Eclesiastés 7:20)

LA NECEDAD DEL REY 11:1–8 Sus concubinas 11:1–3 La inauguración del templo para Jehová todavía no pasaba cuando Salomón empezó a alejarse del compromiso hecho con Dios. Esto se debió a las obligaciones contraídas con las mujeres idólatras de su harén. En los pueblos de oriente, el tamaño del harén era indicación de la grandeza de un monarca. Las alianzas políticas a través del matrimonio eran actividades “normales”. Con ellas se trataba de garantizar la paz con las naciones vecinas. No sabemos si Salomón usó esto como pretexto para tener 700 esposas y 300 concubinas o si fue por su debilidad sexual. Cualquiera que sea la razón, cometió un serio pecado contra las leyes dadas por Dios en relación con la poligamia y por no confiar en él para que le diera paz con sus vecinos. Dios condena los matrimonios múltiples y por sobre todas las cosas, que su pueblo se mezcle con paganos. Estas acciones desobedientes llevaron al rey y a todo el pueblo a la idolatría (comp. Deuteronomio 7:3–4; 17:17; Éxodo 34:15– 16).

Sus dioses ajenos 11:4–8 El texto no nos aclara si Salomón adoraba personalmente a esos dioses, pero sí nos dice que construyó lugares altos para que sus esposas lo hicieran. Por primera vez aparece aquí la frase que más se usa en el resto del relato: “Hizo lo malo ante los ojos de Jehová…” (v. 6) refiriéndose a Salomón. Esta frase es peligrosa, [p 33] porque se aplica a quienes fueron traidores a Jehová. Astoret, Milcom, Quemos y Moloc se mencionan entre los dioses “abominables”. Astoret, más conocida como Venus, era la diosa de la fertilidad y la guerra. Quemos era el dios nacional de los

19 moabitas y a veces pedía sacrificios humanos, en especial, el hijo primogénito de las familias. Moloc era una deidad amonita que también demandaba sacrificios humanos. Los lugares altos fueron suficiente evidencia de que el corazón de Salomón ya no estaba puesto en Jehová y que la paz de Israel había terminado. (Vea la lista de dioses de los cananeos al final de este capítulo). Imagínese que cada una de las esposas y concubinas tenían a su servicio innumerables profetas y sacerdotes que se peleaban el favor del rey para practicar su religión o rito sin importar el precio. Por otro lado, había pleitos entre los hijos de ellas, quienes exigían lealtad a su nación o tradiciones. Sin duda aquel hogar debe haber sido un circo de naciones extrañas.

UN PECADO ENGENDRA MIL ¡PENSEMOS! Son tres áreas que Satanás ataca en el cristiano: convicción, lealtad y propósito. La primera es la que nos sostiene sobre la base inconmovible de la verdad. El enemigo sabe que no es necesario destruir esas cualidades, sino simplemente diluirlas, impidiendo así que cumplamos la voluntad de Dios. Si quiere saber cuál es el éxito en la vida espiritual, lea Santiago 1:1– 12 y 2 Juan y anote las consecuencias del doble ánimo y lo que se exige del creyente. [p 34] JUICIO

Y ADVERSARIOS DE SALOMÓN 11:9–40

Un reino dividido 11:9–13 Notemos que el v. 9 dice que Dios “se le había aparecido dos veces” a Salomón. Esto nos da idea de que el rey había tenido dos oportunidades de arrepentirse y corregir sus errores. Ahora Jehová se aparece por tercera y última vez para declarar su juicio final. El resultado de sus transgresiones fue que Dios “…arrancó el reino de su descendencia”. (Vea el cuadro “Odisea espiritual regresiva del pueblo de Israel” al final de este capítulo) Dios mostró compasión para Salomón al anunciarle que esto no sucedería durante los años que le quedaban de vida y permitiendo que su hijo Roboam reinara sobre una parte de la nación. El pacto incondicional que Dios hizo con David no se iba a quebrantar por amor a ese rey. La dinastía davídica continuaría hasta la venida del Mesías. “Y yo afligiré a la descendencia de David a causa de esto, mas no para siempre” (11:39).

Hadad y Rezón 11:14–25 Hadad, un edomita de sangre real fue el único varón que sobrevivió el ataque de David cuando Joab dio muerte a 18,000 edomitas en un período de seis meses (2 Samuel 8:13). Cuando David y Joab murieron, Hadad, quien había vivido muchos años en Egipto protegido por faraón, regresó para vengarse y reclamar su trono. Este adversario fue un continuo dolor de cabeza para Salomón así como Rezón. Rezón, hijo de Eliada (vv. 23–25), era un viejo enemigo de David (2 Samuel 8:3). Había logrado fundar una dinastía al norte de Israel que luego llegaría a ser el estado asirio más poderoso durante los siglos IX y VIII a.C. [p 35] Jeroboam de Efraín 11:26–28 Ahora la atención del autor se dirige hacia Jeroboam, quien eventualmente dividió el reino de Israel y llegó a gobernar las diez tribus del norte. Jeroboam estuvo encargado de algunas construcciones en Jerusalén veinte años después del inicio del reino de Salomón. Fue un hombre de

20 “rango”, o sea, que tenía propiedades y era muy industrioso. Por ello, Salomón le confió muchos de sus proyectos.

Profecía de Ahías silonita 11:29–37 No se nos revela la razón o naturaleza de la insubordinación de Jeroboam contra Salomón, pero es muy posible que la profecía de Ahías silonita haya motivado al rey a actuar contra él. Algo muy interesante de este relato es que parece que Dios fue la fuente de la rebeldía de Jeroboam. No obstante, tenemos que recordar que cuando una persona actúa, en su corazón ya debe haber germinado la semilla que lo motiva a actuar. Sin duda que para Jeroboam la tentación fue muy grande, puesto que se le estaba ofreciendo el reino más poderoso y rico de aquellos tiempos. El profeta aquí le promete diez tribus y no once, porque la tribu sacerdotal de Leví no poseía tierras.

Promesa de bendición o maldición 11:38–39 Algo muy curioso sucede aquí. Dios le ofrece también la oportunidad de recibir bendiciones tal como hizo con Salomón. La condición que se le da también es la misma. Podemos preguntar: “¿Por qué? ¿Acaso no debía reinar el hijo legal de Salomón conforme a las tradiciones orientales?” Aquí vemos un ejemplo claro del control total que ejerce Dios en el gobierno humano. Él está por encima de las tradiciones y planes de los hombres; actúa de acuerdo a su justicia y Salomón debía ser castigado. Sin duda alguna, Dios le ofreció bendición a [p 36] Jeroboam porque quería dar oportunidad a las diez tribus para que se mantuvieran libres de pecado y en obediencia completa a Jehová.

DIOS NO ESTÁ SUJETO A LAS MAQUINACIONES DEL HOMBRE La ira de Salomón 11:40 “Por esto Salomón procuró matar a Jeroboam…” ¿Por qué? Tal vez porque sabía que iba a hacerle competencia a su hijo Roboam cuando falleciera. ¿Acaso no sucedió algo similar con el rey Saúl cuando supo que David sería el siguiente rey? El hecho de que intentara matar a su competidor nos declara qué tan lejos estaba ya de la voluntad de Dios. ¿Acaso olvidó el rey más sabio del mundo, que lo que Dios pone nadie lo puede quitar o cambiar?

MUERTE DE SALOMÓN 11:41–43 Después de un largo reinado de 40 años (970–931 a.C.), Salomón sale de la escena y pasa a los libros de historia. Evidentemente murió de muerte natural, y aunque inició su reinado con gloria, obediencia y humildad; terminó siendo desobediente y orgulloso y dejando un reino moralmente destruido; ejemplo que imitaría la mayoría de los reyes siguientes, que “hicieron lo malo ante los ojos de Jehová…”

¡PENSEMOS! ¿Cuántas oportunidades piensa usted que debe darnos Dios para obedecerlo? Una de las lecciones más difíciles de aprender como [p 37] cristianos es que a pesar de que estamos libres de la condenación eterna del pecado, se requiere un tremendo esfuerzo y valor para abandonar nuestras debilidades carnales. Para ello, Dios nos pide que usemos el poder que ha puesto a nuestra disposición. Lea Romanos cap. 8, escoja el versículo central y medite acerca de la solución que Dios da para ser libres. La conclusión es que a toda costa debemos evitar el pecado y sus terribles consecuencias.

21

LA DIVISIÓN DE ISRAEL 12:1–24 La gloria del reino de Israel llegó a un momento crucial creando una grave crisis socioeconómica. Por supuesto que el costo de esa gloria se reflejó en los altísimos impuestos que cada ciudadano tenía que pagar para sostener al rey. Esto se revela en el hecho de que Salomón recibía un salario anual de 25 toneladas de oro que hoy equivale a unos 380 millones de dólares. Asimismo, el tamaño y exigencias del harén requerían gastos inmensos; era el cáncer moral que carcomía el corazón de la sociedad israelita. Desde el punto de vista humano, la carga financiera llegó a ser insoportable y la mayoría de las tribus no aguantaban el abuso. Desde el punto de visto divino, la apostasía llegó a ser también intolerable y la quiebra económica y espiritual era inevitable.

El pueblo clama 12:1–5 Inmediatamente después de la muerte de Salomón, Roboam fue reconocido como sucesor al trono. Pero el pueblo se mostraba receloso de que no aliviara la tremenda carga impositiva. Aparentemente, Salomón [p 38] había tratado a las tribus del norte más duramente que a Judá en sus políticas administrativas. Es más, el norte siempre mantuvo una actitud semindependiente durante el reinado de David y Salomón. Ahora Roboam deseaba ser aceptado por ellos y por eso viajó a Siquem. Es interesante que se mencione a Jeroboam otra vez cuando lo “enviaron a llamar” (v. 3). Es posible que hubiera comentado la profecía de Ahías a cierto grupo de líderes que empezaban a poner en marcha un plan secreto entre ellos. Pero dieron a Roboam la oportunidad de revelar qué tipo de rey sería al confiarle que su padre había agravado el yugo del pueblo: “Mas ahora disminuye tú algo de la dura servidumbre de tu padre… y te serviremos.” (v. 4). A Roboam se le dio una última oportunidad.

Los consejeros de Roboam 12:6–11 No era bueno que un poderoso monarca se doblegara ante cualquier demanda del pueblo sin pensarlo primero. Por lo tanto, pidió 3 días para buscar consejo. Primero acudió a los asesores de su padre, quienes habiendo servido a Salomón y conocido los detalles y problemas internos, le dieron el mejor consejo posible: “Si tu fueres hoy siervo de este pueblo… respondiéndoles buenas palabras…, ellos te servirán…” (v. 7). Algo curioso sucede en el v. 8 que nos aclara qué tipo de corazón poseía Roboam: “Pero él dejó el consejo que los ancianos le habían dado”. Esta frase da la idea de que desechó el primer consejo y buscó el de los jóvenes. Tal vez quería vengarse de la soberbia de las tribus del norte al exigir respuesta a sus demandas. ¿Acaso un rey se humilla ante sus vasallos? En fin, pidió consejo de otros líderes inexpertos en política, “jóvenes que se “habían criado con él…” (v. 8b). Esto nos da idea de la tremenda influencia que hay entre compañeros. Es posible que al igual que ellos, [p 39] Roboam se hubiera engreído con la idea del poder absoluto que Salomón había ejercido durante su reinado y se sintiera con derecho a exigir lo mismo. Por ello, decidió incrementar la carga del yugo.

El error de Roboam 12:11–15 Tres días después, Roboam dio su respuesta. Tuvo suficiente tiempo para pensarlo, pero en su corazón no había lugar para la bondad, paciencia, amor o comprensión hacia las necesidades de su pueblo. ¿Acaso el rey no es elegido para ser servido? Inclusive el lenguaje que usó fue muy agresivo y ofensivo, ya que habló con insolencia y crueldad. Roboam nunca pidió consejo a Jehová porque no estaba en él hacerlo. El Dios de David y de Salomón nunca fue el Dios de Roboam y por consiguiente, dejó de ser el Dios de Israel.

EL PECADO QUE GERMINA, PRODUCE ACCIONES QUE CORROEN

22

La división de Israel 12:16–19 “Cuando todo el pueblo vio que el rey no les había oído…” (v. 16a), se dieron cuenta que no tenía un corazón blando ni un oído atento a los clamores del pueblo; en concreto, no tenía la disposición para servir sino para ser servido. Aquí fue donde las diez tribus perdieron la paciencia, ya que desde los días de David había habido una especie de favoritismo hacia Judá en perjuicio de las diez tribus del norte (2 Samuel 19:9–15). Hubo una denuncia de tal acción en 2 Samuel 19:40–43. Ahora se repite la expresión de 2 Samuel 20:1 “No tenemos nosotros parte en David ni heredad en el hijo de Isaí…” (v. 16b). Los del norte terminaron con la exclamación: “¡provee ahora en tu casa, David!” O sea, [p 40] “¡encárgate de tus provisiones, porque nosotros no te serviremos!” Cuando Roboam mandó a Adoram, que estaba sobre los tributos, lo apedrearon y el rey optó por huir hacia Jerusalén. Es aquí donde empieza la triste ruptura del reino.

Jeroboam reina en Israel 12:20–24 Por fin se cumplieron los sueños acariciados en secreto de Jeroboam. El pueblo de Israel (las diez tribus del norte) lo invitaron a reinar sobre ellas. Él era de Efraín, una tribu muy orgullosa de que Abraham hubiera construido el primer altar en su territorio y porque Josué también perteneció a esa tribu. Una de sus quejas era que se les había asignado un territorio muy pequeño (Josué 17:14). Ahora, un hijo de esa tribu gozaba del favor y privilegios de rey. Roboam hizo el intento de recuperar lo perdido reclutando 180 mil hombres para hacer guerra contra sus hermanos. El profeta Semaías le dio el mensaje de Dios y le advirtió que no lo hiciera, porque Dios había permitido la ruptura de Israel. Al fin, Roboam se dignó obedecer la palabra de Dios, cristalizando así el juicio de Dios sobre Israel.

¡PENSEMOS! Lea Salmos 1 y anote los tres pasos o secuencias mencionados en relación con caer en el pecado. La tragedia es permitir que éste alcance su potencial destructivo. Piense en algunas consecuencias que usted podría pagar si insiste en permitir que la tentación que más le incita le haga pecar. Anote las más exageradas. Recuerde, si el pecado es grande, ¿no lo será la consecuencia?

23 [p 41]

DIOSES PAGANOS ADORADOS POR LOS ISRAELITAS [p 42] Nombre

Descripción

Referencia

Adramelec

Dios de guerra y amor

2 R. 17:31

Anamelec

Dios que demanda sacrificios de niños

2 R. 17:31

Asera

Esposa de Baal.

2 R. 13:6

Asima

Dios de los heteos.

2 R. 17:30

Astoret (Astarté, Istar)

Diosa del sexo, la fertilidad y reina del cielo.

2 R. 23:13

Baal

Dios de la lluvia, viento, nubes y fertilidad de la tierra

2 R. 3:2

Baal-zebub

Dios de Ecrón

2 R. 1:2

Quemos

Proveedor de terrenos

2 R. 23:13

Moloc, Milcom

Dios de los moabitas que demandaba sacrificios humanos.

2 R. 23:10

Nergal

Dios de la muerte

2 R. 17:30

Nibhaz

Adorado por los aveos

2 R. 17:31

24 Nisroc

Dios de Nínive

2 R. 19:37

Rimón

Dios de truenos, relampagos y lluvia

2 R. 5:18

Sucot-benot

Señora de Marduk, diosa de la guerra.

2 R. 17:30

Tartac

Dios de la fertilidad

2 R. 17:31

NOTA: Es interesante que estos dioses se mencionan más en 2 Reyes que en el primer libro. Esto se atribuye a: 1) Que el autor de Reyes se dedica a relatar el pecado de idolatría de Israel. 2) Al intenso grado de perversión a que Israel había llegado en 2 Reyes. Entre más se alejaban de Dios, más visible y agresiva era su dedicación a los dioses ajenos.

25 [p 43]

4 La seducción del poder 1 Reyes 12:25–16:28 El complot de Jeroboam tuvo éxito. El autoengaño hizo que se convenciera de que la mano de Dios estaba con él sin importar lo que hiciera. Como muchos políticos que llegan al poder, Jeroboam se hizo prepotente y altivo, pensando que era intocable. Rehusó sujetarse a la ley de Moisés. Si Dios había entregado en sus manos el gobierno de diez tribus, ¿cómo no lo bendeciría en los cambios religiosos que ya anidaban en su corazón y que se proponía realizar? Decidió que era necesario dar una nueva imagen a la antigua religión; quería rejuvenecerla, renovar los viejos rituales y hacerla más interesante conforme a su criterio personal. Sin duda la sinceridad de Jeroboam hacia Dios era real al principio, pero su criterio religioso no se basaba en los mandamientos ni la voluntad divina, sino en él mismo: “dijo… en su corazón” (v. 26) y: “había inventado de su propio corazón…” (v. 33). Si su adversario Roboam ya había instituido cambios cuestionables o dudosos en el reino del sur, ¿por qué no hacerlo él? ¿Acaso Dios no lo había bendecido con poder, riquezas y fama? El engaño de nuestro enemigo común Satanás, creció rápidamente y sin obstáculos en su corazón porque anteriormente ya había sentado un [p 44] precedente. A sus propios ojos, este líder llegó a constituirse en la autoridad máxima. Por lo tanto, no necesitaba consultar a Dios.

JEROBOAM CONSOLIDA SU REINO 12:25–33 El temor de Jeroboam 12:25–27 Este rey (930–909 a.C.) tenía un problema. Es cierto que lo habían elegido para gobernar Israel, pero sentía la necesidad de afirmar la elección, quería demostrar que era capaz de gobernar. Temía porque el pueblo todavía dependía del templo de Jerusalén y por la influencia poderosa que los levitas ejercían sobre sus súbditos. ¿Sería posible que ellos lo traicionaran y apoyaran a Roboam como rey legítimo? Jeroboam consultó estas cosas “en su corazón” (v. 26) y llegó a la conclusión de que era necesario asegurar su trono. Sabía que el elemento unificador de la nación era la adoración a Jehová. Por lo tanto, era urgente crear una alternativa religiosa independiente del templo que Salomón construyó en Jerusalén. Su inseguridad personal y el odio que sentía por Judá y su rey fueron los factores que motivaron sus acciones.

La acción profana 12:28–33 A los ojos de Jeroboam, el peligro más apremiante no era Egipto, sino Jerusalén, y tenía que cambiar esto. Dios había establecido que los judíos tenían que ir tres veces al año a la ciudad santa, por eso le urgía designar una nueva capital legal. Así que reforzó Siquem y la hizo capital de las diez tribus del norte. Instituyó a Betel y a Dan como lugares oficialmente aceptables para adorar a Jehová. Es interesante notar que nunca pidió el consejo de Dios para hacer estos cambios tan importantes. Veamos en detalle los cambios que hizo: [p 45] 1) Cambió los centros de adoración. 2) Cambió los símbolos de la religión. 3) Cambió a los sacerdotes. 4) Cambió el calendario religioso.

26 1. Al cambiar el centro de adoración establecido, causó la separación física y espiritual del pueblo de Israel y de Judá (vv. 25–27), no sólo en cuanto a las fronteras y la política, sino también en la esencia de la vida religiosa y comunión con Jehová. 2. Jeroboam quiso unir la religión hebrea con la de sus vecinos e hizo becerros de oro por dos razones: a) No era un concepto nuevo. Aarón, primer sacerdote de Israel, fue quien a petición del pueblo, hizo un becerro de oro cuando vieron que Moisés no regresaba del monte (Éxodo 32:4). Sin embargo, habían erradicado las imágenes porque conocían el celo y prohibición de Dios. b) Los becerros eran sagrados para los egipcios y es posible que Jeroboam se sintiera fascinado por ellos durante su estancia en Egipto. Tal vez él justificaba esas imágenes pensando que tomarían el lugar de los querubines de oro que estaban sobre el arca. Cambió la imagen celestial (de ángeles) por una terrenal (de animales). Esta era una violación flagrante de lo divino y bueno. Desechó los símbolos que representaban la soberanía y el poder de Dios y los sustituyó por los que promovían la perversión. 3. Por otro lado, su nueva religión requería de sacerdotes. Así que trató de convencer a los levitas de que aceptaran sus cambios pero fue imposible. Por ello, los sacerdotes abandonaron al rey y se mudaron al sur (2 Crónicas 11:13–17). Jeroboam ofreció los puestos dejados por ellos al mejor postor; a quienes pudieran pagar ese [p 46] honor sin importar a qué tribu pertenecían. Esa fue una de las profanaciones más severas de la religión judía. Hasta el rey se autonombró sacerdote para poder presentar sacrificios, cosa que Dios había castigado severamente cuando Saúl, el primer rey, trató de hacer lo mismo (1 Samuel 13:9–11). Ni en tiempos de los jueces, en que “cada uno hacía lo que bien le parecía”, alguien se atrevió a tomar el lugar de un sacerdote (Jueces 21:25). 4. Por si eso no fuera suficiente, se le ocurrió cambiar el calendario religioso. Las fiestas de los tabernáculos, de las trompetas y de la expiación que se celebraban los días 1 al 22 del séptimo mes (Levítico 23:24) las movió al día 15 del octavo mes (vv. 32–33). Jeroboam reformó profundamente la vida de Israel: Fue autor de la separación espiritual del pueblo →Diluyó la verdadera religión hebrea Instituyó el uso de imágenes →Creó un dios a la imagen del hombre Estableció un nuevo orden sacerdotal →Él quería ofrecer los sacrificios Fue autor de una religión substituta →Creó rituales ostentosos y espectaculares Los cambios fueron tan seductores y sutilmente engañosos, que los reyes que lo sucedieron los aceptaron y practicaron durante 198 años. Los escritores del Antiguo Testamento se refieren veintiún veces a Jeroboam diciendo: “el cual pecó, y ha hecho pecar a Israel” (1 Reyes 14:16). La iniquidad de los israelitas fue definitiva y terminó en apostasía total. [p 47] ¡PENSEMOS! Haga un contraste entre Salomón y Jeroboam: ¿Qué hizo el primero cuando Dios le entregó el reino? ¿A quien pidió consejo? Aunque terminó mal, ¿hizo cambios como Jeroboam? ¿Qué diferencia de actitud hubo entre ambos? ¿Cometió Jeroboam el “pecado de muerte” que menciona 1 de Juan 5:16? Lea 2 Corintios 11:14–15. ¿Fue Jeroboam un apóstata que llevó a la nación a dejar a Dios? En los siguientes diagramas, analice dos tipos de seducción: externa e interna. La razón de la caída fue el deseo de imitar a los

27 reinos vecinos y sus religiones. Note que la caída no fue repentina, pero sí completa.

CAMBIOS EXTERNOS 1. Asimilación política con los paganos. 2. Relaciones carnales con los paganos. 3. Curiosidad cultural con las religiones paganas. 4. Defensa de las religiones paganas. 5. Expresión de las religiones paganas. Habiendo asimilado la política de los reinos paganos; ¿por qué no adquirir su religión y ritos? Vea los pasos que siguieron:

CAMBIOS INTERNOS 1. Asimilación de las religiones paganas. 2. Integración de las religiones paganas. 3. Aceptación de los paganos. [p 48] 4. Inclusión de nuevos ritos paganos. 5. Negación total de la religión hebrea. ¿Nota usted alguna similitud de esta seducción en su país, familia o persona? Haga una lista de las cosas, actitudes y tradiciones que no vienen de Dios pero que como cristianos practicamos y defendemos. Vea si estas cosas le alejan de la comunión con Dios.

EL JUICIO DE DIOS SOBRE EL ALTAR 13:1–34 Entre más abundaba el pecado y la apostasía, más se manifestaba la mano divina en señales y prodigios a través de sus profetas. En este relato, Dios habla muy claramente con palabras y señales. Parece que el Señor quería dar una última oportunidad al rey para que se arrepintiera antes de decidir su castigo.

Dios habla a Jeroboam 13:1–3 Notemos una serie de actividades muy significativas: “Un varón de Dios” (v. 1). La escena inicia mencionando a un “varón de Dios” cuya identidad se mantiene anónima, pero cuyo mensaje y autoridad como siervo de Dios son indiscutibles. “Vino de Judá a Bet-el” (v. 1). Es interesante notar los lugares mencionados, ya que son muy importantes. Judá representa a una localidad cuya obediencia a la adoración de Jehová continuaba sin interrupción mientras que Bet-el representa un lugar de apostasía que Dios nunca había aprobado como lugar de adoración. “Clamó contra el altar” (v. 2). El mensaje del varón de Dios se entregó repentinamente y en voz alta, justo en el momento adecuado, “estando Jeroboam junto al altar para quemar incienso” (v. 1) y consistió en una maldición [p 49] contra el altar. El varón dio una profecía acerca del rey Josías de la casa de David, quien aparecería 300 años después, durante la esclavitud de Israel, para purificar el altar (2 Reyes 23:15–20).

Las señales de autenticidad 13:4–5 Aun cuando Jeroboam actuaba con maldad premeditada, Dios mostraba su amor buscando que se arrepintiera de haber erigido en Bet-el el nuevo centro de adoración de Israel que contenía imágenes de becerros de oro, mismas que habían sido condenadas por el Señor (Éxodo 32:4). La primera señal fue que a Jeroboam se le secó la mano al dar la orden de aprehender al varón de

28 Dios (v. 4). La segunda fue cuando explotó el altar, haciéndose pedazos y derramando toda la ceniza, por lo que quedó inservible (v. 5).

La reacción de Jeroboam 13:6–10 La reacción de Jeroboam revela claramente que nunca tuvo intención de arrepentirse aunque se le dio otra oportunidad. En vez de tirarse al suelo, rasgar su ropa y cubrirse de ceniza en señal de arrepentimiento, pidió al varón de Dios que restaurara su mano seca, sin importarle lo seco que estaba su corazón hacia el llamado claro de Dios para que se arrepintiera. Pero no terminó allí Jeroboam. También tuvo la osadía de ignorar el mensaje profético y centrarse más en el poder que tenía el varón de Dios. Por ello, lo invitó a comer y descansar. Aunque esto parece un acto ético de gratitud, no lo es, porque según la costumbre oriental, si alguien aceptaba hospedaje no podía emitir juicio contra el anfitrión. Es increíble la astucia que Jeroboam demostró, no sólo al ignorar el mensaje divino, sino al tratar de comprar el favor de Dios. El varón enviado, sin duda asqueado por lo que vio y oyó, le contestó fríamente: [p 50] “aunque me dieras la mitad de tu casa, no iría contigo, ni comería pan ni bebería agua en este lugar…” (v. 8).

El anciano profeta 13:11–14 El historiador inserta aquí un relato que aparentemente no contribuye en nada a la narración, pero que si analizamos cuidadosamente, contiene lecciones claras acerca del juicio de Dios contra el pueblo de Israel Los hijos de un “viejo profeta” fueron a relatar a su padre lo que había ocurrido con Jeroboam y el varón de Dios. No sabemos por qué se le da ese título al viejo, pero es posible que perteneciera a una escuela de profetas. El anciano buscó afanosamente hasta que encontró al varón de Dios; lo invitó a comer y a beber en su hogar, pero al varón se negó a hacerlo relatándole la orden que había recibido de Jehová. Entonces sucedió algo inexplicable: el anciano decide mentirle diciendo que Jehová le había dicho que podía comer y beber en su casa. Otra vez se nos escapa la razón por la cuál lo hizo, posiblemente porque estaba desesperado por pasar he rato con él. Quizá el anciano profeta no tenía experiencia como tal o nunca había sido usado anteriormente por Dios, por ello no se percató del terrible peligro que esa mentira podía acarrear.

El juicio contra el varón de Dios 13:20–24 Durante la comida, al anciano profeta le tocó la triste suerte de profetizar la muerte del varón de Dios por haberse dejado convencer por su mentira. Imagine lo horrible que fue para el viejo saber que él era el culpable de la muerte del varón a quien tanto admiraba. El hecho de que no iba a ser enterrado con sus “padres” significa que su muerte iba a ser violenta y repentina (v. 22). No muy lejos de Bet-el, un león atacó al varón de Dios que viajaba de regreso a su tierra y lo [p 51] mató, pero sin destrozarlo ni devorarlo.

La historia del varón y el león 13:25–30 Entre los habitantes de Bet-el corrió la noticia de que un león estaba echado al lado del cadáver de un varón y de su asno pero sin devorarlos. Al oir esto, el “viejo profeta” fue a recoger el cuerpo y el león no lo molestó. Enterró al varón de Dios en su propio sepulcro y lloró amargamente por él. Las preguntas que surgen son: ¿por qué sucedió todo esto? ¿Por qué Dios fue tan duro con ese varón? ¿Por qué no murió el “Viejo profeta” por haber causado esta tragedia? ¿Qué tenía que ver todo esto con la profecía contra Israel y los altares ilícitos?

Las lecciones de Dios 13:31–34 Cuando Dios habla, es seguro que quiere hacernos escuchar su mensaje:

29 1. El hecho de que el varón desobedeciera fue una violación directa a la palabra de Dios. Por ello, nunca debemos aceptar consejos que sean contrarios a lo que sabemos es la voluntad de Dios. 2. El varón era un profeta de juicio contra el pueblo de Israel. Por tanto, como predicador de tales noticias, también estaba sujeto a obedecer o recibiría la consecuencia de tales juicios. 3. El “viejo profeta”, arrepentido por lo que había hecho, pidió a sus hijos que lo enterraran a él junto a los huesos del varón de Dios cuando falleciera. Estaba convencido de que Dios había dicho la verdad acerca de Josías. “Sin duda vendrá lo que él dijo a voces por palabra de Jehová contra el altar” (v. 32). De esta manera, el anciano confirmó la profecía. 4. “Con todo esto, no se apartó Jeroboam de su mal camino” (v. 33). Aquí vemos la razón del relato. Esta serie de actividades que sucedieron en un mismo día fue [p 52] para que Jeroboam recibiera el mensaje con la mayor claridad posible. No obstante, el corazón del rey era increíblemente duro y perverso. Como veremos más adelante, la vida de Jeroboam llegó a su fin porque no se arrepintió y la paciencia de Dios se agotó.

¡NO ACEPTE CONSEJOS SIN CONSULTAR LA PALABRA DE DIOS! ¡PENSEMOS! ¿Se ha sentido confundido al tomar decisiones? A veces no podemos diferenciar si cierta actitud o acción es blanca o negra porque la vemos gris. ¿Por qué sucede esto? Es muy posible que nos hayamos alejado de nuestra relación personal con Dios y nos hayamos dedicado a gozar de las cosas y negocios de la vida que no pertenecen a la dimensión cristiana. Entre más nos involucramos con el mundo y lo que ofrece, menos claro vemos el mensaje que Dios quiere transmitirnos. Lea Jeremías 23:18 y pregúntese si está atento a las cosas de Dios. ¿Qué tan importante es para usted lo que Dios opina de su vida espiritual?

JUICIO Y CONDENACIÓN DE JEROBOAM 14:1–20 Así llegamos al relato del fin de Jeroboam. Como se dice, “era de esperarse”. No nos sorprende que Jeroboam tuviera un final terrible. Tal vez sólo los padres pueden entender el dolor y desesperación de los siguientes 20 versículos, porque hablan de los sentimientos de [p 53] un padre hacia sus hijos, su deseo de que tengan lo mejor, salud y buen desarrollo y en especial, que continúen el nombre de la familia para las futuras generaciones. Dios escogió la forma más dolorosa de castigar a un apóstata y la aplicó a Jeroboam.

La desesperación de Jeroboam 14:1–4 “En aquel tiempo …”, Abías, el hijo de Jeroboam enfermó. Es posible que esto sucediera en las postrimerías de su gobierno, porque el profeta Ahías ya estaba anciano y ciego. Este fue el mismo profeta que informó a Jeroboam que reinaría sobre las diez tribus del norte. Es posible que el rey lo buscara por dos razones: 1. Porque no confiaba en los dioses de Bet-el. En el fondo de su corazón sentía que Jehová no estaba presente en ellos. 2. El profeta Ahías en un tiempo había estado de su parte y lo bendijo con los reinos del norte. Es posible que él esperara buenas noticias acerca de la enfermedad de su hijo. ¿Por qué no fue

30 él directamente a ver al profeta? Porque apelar a Jehová en público y no a los becerros sería una negación de su propia enseñanza, una hipocresía. Por lo tanto, el rey mandó a su esposa disfrazada de mendiga. Esto nos aclara hasta qué punto había llegado la religión falsa. Para la mayoría de los hebreos del norte, ya no tenía nada que ver con la adoración a Jehová.

La profecía de Ahías contra Jeroboam 14:5–20 Claro está que Dios avisó al profeta quién vendría a su puerta y qué debía decirle. Ahías informó a la mujer que tenía una “revelación dura” para Jeroboam. En los vv. 6–9 el profeta le recuerda todo lo que Dios había hecho por él y que su éxito siempre había dependido de su fidelidad a la voluntad de Dios (1 Reyes 11:38). Inclusive le dijo que él había sido el peor de todos los [p 54] reyes que le habían precedido. En los vv. 10–16 el profeta se dedica a revelarle su condena y juicio; el castigo más espantoso que puede recibir un padre: 1. Destruiría a todo varón descendiente de Jeroboam como si fuera estiércol para evitar cualquier posibilidad de que continuara su familia. 2. Todos los varones que murieran no se enterrarían, sino que serían comidos por los perros y las aves. 3. El hijo enfermo (Abías), moriría también y sería el único que tendría el honor de ser enterrado en un sepulcro porque había sido el único en quien se había hallado algo bueno. 4. Dios levantaría un rey para que tomara posesión de Israel y los esparciera. Aquí está aludiendo a la invasión y esclavitud de los asirios en un futuro no muy lejano. Asimismo, da la razón clara de todo el juicio: “por los pecados de Jeroboam, el cual pecó, y ha hecho pecar a Israel” (v. 16).

¡PENSEMOS! ¿Acaso no es grande la responsabilidad que tienen los padres de familia? Al leer este relato triste nos damos cuenta de la seriedad del pecado. ¿Cómo puede un padre hacer que pequen sus hijos? ¿Es usted padre de familia? ¿Está cuidando sus pensamientos y acciones para no caer en la tentación que más le asedia? ¿Se ha dado cuenta del peligro que corre toda su familia? Si usted no tiene la victoria sobre esa tentación tan difícil, lea Josué 24:15 y haga una promesa a Dios de entregarla por fe en él. Lea Josué 1:3–10 y 2 Crónicas 7:14. La pureza y la prosperidad van de la mano en la vida cristiana y afecta a las futuras generaciones.

31 [p 55]

5 Linajes reales de Judá e Israel 1 Reyes 14:21–16:34; 22:41–50 Hemos analizado detalladamente los pasos descendentes hacia la apostasía que el reino del norte había iniciado bajo el mando de Jeroboam. Ahora analizaremos sus consecuencias. El pecado se cometió, la suerte se echó y la voz de juicio fue pronunciada. Después de la muerte del rey Jeroboam se notará que todos los reyes de Israel entraron en el mismo círculo vicioso, porque casi todos ellos repitieron el error de su predecesor. Inclusive, a Jeroboam se le denomina autor de la apostasía (15:30; 16:19). En los siguientes relatos, el autor se dedica a comentar y enfatizar la forma de ser de los reyes. Por su parte, 1 y 2 de Crónicas comentan las actividades, avances y retrocesos del reino. Debemos entender que en los siguientes pasajes los reyes no se mencionan en orden cronológico, pero es interesante notar que del reino de Israel (norte) no salió ningún rey bueno en sus 208 años de existencia, mientras que en el reino de Judá (sur), donde continuaba el legítimo linaje davídico y donde todavía se respetaban las leyes y preceptos de Dios, se produjeron ocho reyes buenos en 344 años. (Véase la [p 56] gráfica de la cronología de los reyes de Israel en la pág. 66).

LOS MALOS AÑOS DE JUDÁ 14:21–15:8 El reinado de Roboam 14:21–31 Roboam (930–913 a.C.) comenzó a reinar bien después de escuchar la advertencia de Jehová (12:23). Es posible que se hubiera arrepentido de su primer error cuando desoyó los consejos de los ancianos en cuanto a cómo gobernar. En sus primeros tres años llevó al pueblo por los caminos de Dios (2 Crónicas 11:17). Durante ese período, un remanente de verdaderos creyentes procedentes de las tribus del norte decidieron seguir a los levitas que fueron expulsados por Jeroboam (2 Crónicas 11:13–15). Estos israelitas que amaban a Jehová “fortalecieron el reino de Judá” (2 Crónicas 11:17). Pero este acercamiento no duró mucho, porque el corazón de Roboam se alejó de Jehová en los últimos catorce años de su reinado. Tal vez su madre fue adoradora del dios amonita Moloc (11:7). Sin duda esta influencia durante su niñez y juventud lo llevó a la idolatría, porque “no dispuso su corazón para buscar a Jehová …” (2 Crónicas 12:14).

LA CALIDAD DE UNA NACIÓN SE DEFINE POR LA CALIDAD DE SUS HABITANTES. De repente, aparecieron “lugares altos” con “pilares sagrados” (de madera) que representaban la prostitución varonil (sodomitas) y la fertilidad. Pronto siguieron todo tipo de ritos y orgías abominables (v. 24). Roboam, en un esfuerzo vano y ridículo de igualar la gloria de su padre [p 57] Salomón, tomó 18 esposas (incluyendo las nietas de David y Salomón) y 60 concubinas, de las cuales le nacieron 88 hijos (2 Crónicas 11:18–23). Orgulloso de su harén y prosperidad se olvidó de Jehová (v. 22). Entonces Dios usó al rey Sisac de Egipto como instrumento para humillarlo. Un mensaje del profeta Semaías fue la forma que Dios usó para llevarlo al arrepentimiento (2 Crónicas 12:5). Como resultado, la nación se salvó de la destrucción absoluta.

32 La pérdida de los tesoros de la casa de Jehová simboliza que la gloria de Dios empezaba a abandonar el templo. ¡Que el reino del sur sobreviviera otros trescientos años, fue una demostración maravillosa de la paciencia de Dios!

CUANDO QUITAMOS A DIOS DE NUESTRA VIDA, LAS COSAS VALIOSAS SE VUELVEN INSERVIBLES El reinado de Abiam (Abías) 15:1–8 Abiam (913–910 a.C.) sucedió en el trono a su padre. Se dice que en la mayoría de los casos los hijos llegan a ser una “copia al carbón” de su padre. Esto puede ser una bendición cuando los progenitores son justos, sinceros y morales, pero en este caso, el rey Roboam fue una maldición, ya que durante los tres cortos años de su reinado, su hijo “anduvo en todos los pecados que su padre había cometido …” (v. 3a). Esta es una de las consecuencias más tristes del pecado. Los hijos son llevados por el mismo camino y desdicha que sufren sus padres. El autor de Reyes despide a Abiam con muy pocas palabras y ninguna de ellas muy favorable. Pero Crónicas relata la gran victoria que Dios le dio contra Jeroboam de Israel (2 Crónicas 13). [p 58] Abiam en esa ocasión expuso la perversidad del pueblo del norte recordándole que peleaban contra Jehová. Histórica y militarmente se considera al rey Abiam como uno de los más grandes del sur. Pero Dios opina: “y no fue su corazón perfecto con Jehová su Dios” (v. 3b). Igual que su padre, empezó bien pero terminó mal. En toda una vida caracterizada por la desobediencia, se ven muy pocos actos de fe.

PENSEMOS! A Dios no le interesa tanto qué tan bien comenzamos nuestra vida, sino que la terminemos bien. Él busca fidelidad. A veces el enemigo nos convence de que aplaquemos la conciencia dando un servicio mínimo a Dios. Y, ¿qué de nuestros hijos? ¿Estamos conscientes de nuestro testimonio hacia ellos? ¿Los estamos llevando por los caminos de Dios? Cuidemos de no sentirnos satisfechos con lo poco que recibimos hoy cuando todavía hay mucho más que Dios puede hacer con la vida de nuestra familia. ¡Aunque no es posible perder la salvación, sí es posible perder su gozo! El peor pecado que podemos cometer es aquél que lleva a otros a pecar. Lea y medite en Marcos 9:42. ¿Qué dice Dios de quienes hacen esto?

LOS BUENOS AÑOS DE JUDÁ 15:9–24; 22:41–50 Roboam y Abiam, dos reyes inicuos que eran obedientes a veces, fueron seguidos por Asa y Josafat, dos monarcas rectos y buenos que ocasionalmente desobedecieron [p 59] a Dios. Su gobierno se juzga por la obediencia a la voluntad divina hasta el fin.

El reinado de Asa 15:9–24 La limpieza realizada por Asa (9–15). Asa (910–872 a.C.) gobernó a Judá durante 41 años, durante los cuales se dedicó a purgar el territorio de los ídolos levantados por sus padres. Una

33 gran enemiga del rey fue Maaca, nieta de Absalón hijo de David. Siendo esposa de Roboam y madre de Abiam, había instituido la adoración a su persona como reina madre así como a Asera. Ella detentaba el poder cuando Asa inició su reinado, quien de inmediato quemó el ídolo de Asera levantado por Maaca y también la despojó de todos sus privilegios. Durante los primeros diez años, Asa tuvo paz y limpió todo su reino, con excepción de los lugares altos. El avivamiento de Judá (2 Crónicas 14:11–12; 15:7–9). Para entender mejor 1 Reyes 15:16– 24, es importante estudiar 2 Crónicas 14 y 15 porque estos eventos preceden a aquéllos. Fue en el año 15 del reinado de Asa (897 a.C.), que Dios permitió que invadiera a Judá el rey Zera de Etiopía con un millón de soldados. Esto sin duda fue para recordar a Judá que no debía dejar de confiar en Jehová en medio de la prosperidad y la invasión los curó de ese problema. Asa clamó al Señor en una elocuente oración y él contestó solucionando su problema (14:11–12). Aquí se confirma que la fe y oración son las armas secretas e infalibles del creyente.

“PORQUE LAS ARMAS DE NUESTRA MILICIA NO SON CARNALES, SINO PODEROSAS EN DIOS PARA LA DESTRUCCIÓN DE FORTALEZAS” (2 CORINTIOS 10:4). [p 60] El profeta Azarías salió al encuentro de Asa y en una elocuente proclamación (2 Crónicas 15:7) motivó al rey y a todo su pueblo a un gran avivamiento. Este fue tan grande, que no sólo confirmaron su pacto con Dios en “voz alta y eufórica” sino que se dispusieron a matar a cualquier judío que no lo hiciera. Inclusive afectó profundamente a cientos de judíos del reino del norte. El rey Baasa de Israel, preocupado porque estaba perdiendo mucha gente de su pueblo, determinó hacer guerra contra sus hermanos.

EL ORGULLO Y LA PRESENCIA DE DIOS SON INCOMPATIBLES Alianza de Asa con Ben-adad y su muerte 15:16–24 Algo muy interesante y sorprendente sucede en este relato. Asa ya había visto la poderosa mano de Dios liberándolo de un enemigo terrible. Pero en vez de clamar a Dios en su desesperación, decidió solucionar su problema usando su propia astucia. Sacó el oro y la plata que acababa de dedicar a Dios en el templo (15:15) y los regaló al rey Ben-adad de Siria para que atacara al rey Baasa en su frontera del norte. Claro está que cuando Baasa se enteró de que estaban atacando sus fronteras tuvo que abandonar sus planes de guerra contra Judá. Cuando Asa se felicitaba a sí mismo, el “vidente Hanani” (2 Crónicas 16:7) lo encontró y lo amonestó por no confiar en Jehová; le dio la triste noticia de que el resto de sus años habría guerra en su reino.

Reinado de Josafat 22:41–50 Josafat (872–853 a.C.) logró sobrevivir a tres reyes de Israel (Acab, Ocozías y Joram). Algo impresionante de Josafat es que mandó equipos de maestros para enseñar [p 61] la ley en todas las ciudades de su reino (2 Crónicas 17:9). Como resultado, Dios le dio tanto honor y prestigio, que aun los filisteos y árabes le traían presentes (2 Crónicas 17:11). Otro de sus logros fue ser el primero en lograr la reconciliación con la nación hermana de Israel durante el reinado de Acab. El libro de Reyes narra la vida de Josafat en diez versículos mientras que en 2 Crónicas se le dedican tres capítulos (17–20).

34 El carácter y reinado de Josafat es un interesante estudio de contrastes. Por un lado, sus logros espirituales fueron fabulosos, pero por el otro, se involucró repetidas veces en alianzas muy peligrosas y absurdas que casi llevan a la destrucción de su reino, su vida y la dinastía davídica.

DONDE BRILLA LA LUZ, DESAPARECE LA OSCURIDAD Al contraer “parentesco” con el perverso rey Acab (2 Crónicas 18:1) cometió tres errores: 1) Casó a su hijo Joram con Atalía hija de Acab y por lo tanto, emparentó con la perversa Jezabel, 2) Hizo alianza con Ocozías hijo de Acab al construir embarcaciones que Dios nunca permitió zarpar (vv. 48–49). 3) Se alió en varias batallas con Acab y Joram contra Ramot de Galaad que casi le causaron la pérdida de su vida y la muerte del rey Acab (1 Reyes 22:29–40; 2 Crónicas 19:2; 2 Reyes 3:8–15). En contraste con estos errores, destruyó los lugares altos y exterminó a todos los sodomitas. El autor describe su carácter como aquel que “anduvo en todo el camino de Asa su padre, sin desviarse de él, haciendo lo recto ante los ojos de Jehová” (v. 43a).[p 62]

¡PENSEMOS! A pesar de la popularidad de los dioses falsos y de la maldad del pueblo, Dios encontró a dos reyes dispuestos a promover y defender la verdad. La lección es clara: la maldad no vencerá mientras haya líderes dispuestos a repudiarla. Otra lección es el cuidado que debemos tener al escoger a nuestras amistades. Somos producto de nuestro medio. Por lo tanto, ¿qué es lo que permitimos que toque nuestra vida? Los primeros dos reyes malos ocasionalmente obedecían a Dios mientras los dos que siguieron lograron grandes avivamientos y victorias aunque desobedecían de vez en cuando. ¿Con cuál de los dos grupos se identifica usted? Medite en 2 Corintios 6:14–18.

LOS MALOS AÑOS DEL NORTE 15:25–16:34 Para mantener la secuencia histórica de los siguientes personajes reales de Israel es necesario saltar ciertos pasajes. En el siguiente capítulo nos dedicaremos estrictamente a la vida del profeta Elías como vocero de Dios y su ministerio ante el perverso rey Acab (1 Reyes 17:1–19:21 y 2 Reyes 1:1–18). La narrativa acerca de los personajes reales de ambos reinos continúa en 2 Reyes 8:16–25:30. Continuaremos la exposición de estos relatos en los capítulos 7 y siguientes.

Reinado de Nadab 15:25–31 Nuestro relato regresa al rey Nadab de Israel (909–908 a.C.), contemporáneo de Asa de Judá. Nadab siguió los pecados de su padre Jeroboam adorando los becerros [p 63] en Dan y Bet-el. Mientras él peleaba contra los filisteos en Gibetón, Baasa lo mató para tomar su trono. Con su muerte, llegó al final la dinastía de Jeroboam I, tal como el profeta Ahías silonita había predicho (1 Reyes 14:7–16). Además, Baasa exterminó a toda la familia de Jeroboam.

Reinado de Baasa 15:32–16:7 En el tercer año del rey Asa de Judá, ascendió al trono Baasa (908–886 a.C.) después de asesinar a Nadab. El reinado de Baasa se considera el tercero más largo del reino del norte. Como fue simultáneo con el de Asa, algunos eventos ya han sido mencionados.

35 Que Dios lo levantó del polvo (16:2) implica que su origen fue humilde. La brevedad con que se trata la vida de Baasa hace pensar que posiblemente fue insignificante. Pero tenemos que recordar que el propósito de la historia bíblica no es hacer un resumen de los logros políticos o nacionales, sino enseñarnos verdades morales y espirituales. Por lo tanto, su muerte fue idéntica a la de Nadab, ya que Dios lo juzgó por las atrocidades cometidas contra la familia de Jeroboam. La frase: “Provocándome a ira con tus pecados…” (v.2), dicha por el profeta Jehú (16:1), no se debe ignorar, ya que Dios estaba levantando una demanda contra el reino del norte. Su idolatría constante los puso en el terrible peligro de ser destruidos y llevados a la esclavitud. De nuevo, Baasa “hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y anduvo en el camino de Jeroboam” (15:34).

UNA VIDA SIN COMUNIÓN CON DIOS, NO TIENE SIGNIFICADO [p 64] Reinado de Ela 16:8–14 Ela hijo de Baasa reinó menos de dos años (886–885 a.C.). Que el autor no haya encontrado nada bueno que decir de él muestra que su vida fue inservible. Mientras sus soldados peleaban en Gibetón, él se emborrachó. Fue allí donde Zimri, comandante de la mitad de sus carros, lo sorprendió y le dio muerte a él y a toda su familia, así como su padre había hecho con el rey Nadab. Aquí se cumplió la profecía de Jehú (v. 1).

Reinado de Zimri 16:15–20 El reinado de Zimri duró una semana. Cuando la información de sus atrocidades llegó al general de la infantería (Omri) que peleaba en Gibetón, el pueblo lo nombró a él rey de Israel. Abandonó la batalla y se sublevó contra Zimri. Cuando se vio rodeado, éste se suicidó prendiendo fuego al palacio.

Reinado de Omri 16:21–28 Omri (885–874 a.C.) tuvo que pelear una guerra civil que duró cuatro años, porque la mitad del pueblo aspiraba a poner como rey a Tibni, hijo de Ginat. Por fin Omri venció y logró reinar por doce años. En el v. 25, el autor declara a Omri como “peor que todos los que habían reinado antes de él” al promover la idolatría. Fue autor de una nueva dinastía llamada la dinastía de Baal en la que lo sucedieron tres reyes perversos (Acab, Ocozías y Joram). Omri casó a su hijo Acab con la perversa Jezabel de Tiro. Además, reforzó las defensas de Israel de tal forma que por generaciones, los reyes sirios se referían a Israel como la “tierra de Omri”.

Reinado de Acab 16:29–34 Acab (874–853 a.C.) fue más perverso que todos los reyes que le precedieron (v. 25). En los siguientes dos [p 65] capítulos estudiaremos al profeta Elías y su ministerio contra este infame monarca.

¡PENSEMOS! Este relato es similar a las películas de hoy, llenas de odio, engaño, traición, asesinato, paganismo, idolatría y derramamiento de sangre entre hermanos. Hoy esto nos parece muy normal. ¡Qué similitud más increíble! Es interesante notar que Asa dedicó diez años para destruir al pecado y reforzar su relación con Dios. Debemos seguir su ejemplo sirviendo activamente al Señor y removiendo de nuestra vida cualquier cosa ofensiva a sus ojos. El secreto de la victoria es reconocer la necesidad de humillarse ante Dios. Su poder

36 funciona mejor cuando aceptamos nuestras limitaciones. Medite en 2 Corintios 12:9. Si usted goza de paz en su país, aproveche para intensificar su communión con Dios y prepararse para los días malos que vendrán (Efesios 6:13). [p 66] CRONOLOGÍA

DE LOS REYES DE ISRAEL DESPUÉS DE LA DIVISIÓN EN 931 A.C.

JUDÁ (SUR) Dos tribus ROBOAM

930 a.C.

ABIAM (ABÍAS) *ASA

ISRAEL (NORTE) Diez tribus JEROBOAM

913 a.C.

910 a.C.

NADAB

909 a.C.

BAASA

908 a.C.

ELA

*JOSAFAT JORAM

872 a.C. 853 a.C.

OCOZÍAS

*JOÁS

886 a.C.

ZIMRI

885 a.C.

TIBNI

885 a.C.

OMRI

885 a.C.

ACAB

874 a.C.

OCOZÍAS

841 a.C.

ATALÍA

853 a.C.

JORAM

841 a.C.

JEHÚ

852 a.C. 841 a.C.

835 a.C.

*AMASÍAS

796 a.C.

JOACAZ JOÁS

*AZARÍAS (UZÍAS)

792 a.C.

814 a.C. 798 a.C.

JEROBOAM II ZACARÍAS

*JOTAM

750 a.C.

SALUM

735 a.C.

*EZEQUÍAS

715 a.C.

PEKAÍA PEKA

793 a.C. 753 a.C.

752 a.C.

MANAHEM ACAZ

930 a.C.

752 a.C. 742 a.C.

740 a.C.

37 MANASÉS AMÓN

697 a.C.

OSEAS

732 a.C.

642 a.C.

*JOSÍAS

640 a.C.

JOACAZ

609 a.C.

JOACIM

609 a.C.

JOAQUÍN SEDEQUÍAS

Cayó en esclavitud bajo los asirios 722 a.C.

597 a.C. 597 a.C.

Cayó en esclavitud babilónica en 586 a.C.

(* denota a los reyes buenos)

38 [p 67]

6 Elías, aliado de Dios 1 Reyes 17:1–19:18 Aunque el reino empezó bien y tuvo sus momentos de gloria y gozo, tenemos que reconocer que el cuadro general era de tristeza, dolor, angustia y derrota. A veces, cuando pasamos por momentos de mayor oscuridad y desesperación, Dios permite que surja una luz brillante. De la misma manera, el Señor permitió la intervención de sus profetas en la historia para demostrar su maravilloso amor y paciencia para con su pueblo. Dios llamó a sus voceros para ser la conciencia de Israel por más de cuatrocientos años (véase la lista de los profetas en la pág. 81). Ya hemos mencionado a varios de ellos en los capítulos anteriores, entre otros, Ahías en el cap. 11:29–39; Semaías en 12:21–24; Jehú, hijo de Hanani en 16:1–16 y otros cuyos nombres desconocemos en 13:1–32. Pero ninguno de ellos brilló tanto como Elías (876–852 a.C.) y Eliseo, los personajes más destacados de los libros de los Reyes. Elías confrontó a Acab y su esposa Jezabel y Eliseo a Joram, hijo de Acab. Estos aliados de Dios luchaban por la pureza y continuidad de la adoración al único Dios vivo, en medio de un reino casi totalmente perdido. Los milagros realizados (5 de Elías y 10 de Eliseo) autenticaron la credibilidad del poder y juicio de Dios. Además, existen dos temas opuestos que permean todo el relato: la vida y la muerte.[p 68]

LA OBEDIENCIA A DIOS CONDUCE A LA VIDA; EL PECADO LLEVA A LA MUERTE.

ANUNCIO Y PREPARACIÓN DE ELÍAS 17:1–24 Antes de que Dios pueda hacer grandes cosas por medio de nosotros, es casi seguro que primero tenga que poner a prueba nuestra fe y paciencia. Así es como nos enseña hasta que alcanzamos la madurez. Antes de obedecer a Dios en las cosas grandes, es necesario aprender a obedecerlo en las pequeñas. Sin duda esto fue lo que sucedió a Elías. El profeta aprendió a confiar en Dios, y para lograr esto, tuvo que experimentar la mano del Señor que lo preparaba en cuatro áreas de su vida: 1) OBEDIENCIA TOTAL 2) PACIENCIA INCONDICIONA 3) CONFIANZA ABSOLUTA 4) ACCIÓN DECISIVA

El anuncio del profeta Elías 17:1 Mientras la apostasía agresiva de Acab parecía extinguir los últimos destellos de la religión hebrea, el profeta Elías surgió brillando con luz radiante. Se dice que entró en escena como una tormenta y salió como un torbellino. Era un “don nadie” de quien no se sabe su historia previa, niñez, juventud, preparación, fisonomía ni estatura. En las Escrituras no se mencionan sus padres, parentesco o nivel social. Solamente dice que [p 69] era tisbita, de la región de Galaad y que usaba vestimentas hechas con piel de camello (2 Reyes 1:8). De repente, se presentó ante el rey más temido y terrible de Israel; un hombre sin conciencia, que consideraba que los pecados de los reyes anteriores eran triviales e insignificantes. En el

39 punto más oscuro de la historia hebrea, y totalmente solo (con excepción de siete mil fieles que no aceptaban doblar sus rodillas ante Baal [1 Reyes 19:18]), Elías se enfrentó a ese monarca. Tan sólo escuchar su nombre, que significa “mi Dios es Jehová”, ofendía al rey que no creía en Dios. Pero Elías con toda autoridad le declaró: “Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra” (17:1). Sin duda, esta fue una declaración turbadora para un adorador del dios de la lluvia y la fertilidad. También, su profecía fue un reto a Baal, porque conforme a la mitología cananea, éste moría durante la temporada de sequía. La mención del rocío con la lluvia es muy importante. No llueve mucho en esa región, pero el rocío cae durante 100 a 180 días al año, ayudando así a la agricultura.

ELÍAS ENTRÓ EN LA HISTORIA COMO UNA TORMENTA Y SALIÓ COMO UN TORBELLINO Así como apareció, Elías desapareció repentinamente, dejando al rey enfurecido y castigado con tres años de sequía. Acab, siendo hebreo y conociendo la ley de Moisés, sin duda entendió que el juicio afectaba a toda la nación debido a la apostasía de su pueblo (Deuteronomio 11:17; 28:24). [p 70] Primera preparación: obediencia total 17:2–3 “Y vino a él palabra de Jehová…” (17:2) esto dio a Elías la autoridad divina para realizar su siguiente acción. Su huida para esconderse en el arroyo de Querit de ninguna manera muestra que temía a Acab o que dudara que Dios podía protegerlo. Tampoco quiere decir que él trataba de huir del mandato del Señor. Es posible que Dios hubiera preparado dos lecciones para Elías: 1. Evitar que se enorgulleciera de su propio valor. 2. Demandar de él una obediencia total aunque no pareciera tener sentido el mandato divino.

Segunda preparación: paciencia incondicional 17:4–9 Enseguida, Elías se vio encarado con otra lección muy valiosa para su ministerio futuro. Sin duda, no comprendía por qué tenía que huir siendo que estaba protegido por Dios. Si eso lo dejó perplejo, cuánto más el tener que esperar junto a un arroyo que se secaba paulatinamente y tener que comer de la comida que le traían los cuervos inmundos dos veces al día. Los judíos habían sido enseñados a rechazar cierto grupo de aves que la ley consideraba inmundas y entre ellas se incluía el cuervo. La lección de paciencia que tuvo que aprender aquí el fiel profeta fue tremenda. A veces, es fácil obedecer y esperar a Dios cuando las cosas son razonables, pero cuando se nos pide hacer algo contra nuestras tradiciones, nos vemos encarados con un gran signo de interrogación. ¿Por qué no mejor mandarlo a otro lugar donde no hubiera sequía? ¿Por qué tenía que sufrir las mismas incomodidades que los que no amaban a Dios? ¿Por qué no lo mandaba Dios ante el rey de nuevo para retar al dios Baal? Cuando el arroyo quedó totalmente seco, el Altísimo lo mandó a presentarse ante una viuda de Sarepta de Sidón para pedirle sustento. De nuevo, Elías se vio [p 71] forzado a ser paciente, porque comprendía que una viuda era la persona menos indicada para sostener a un hombre fuerte. Él sabía que las viudas eran las primeras en morir de hambre durante una sequía prolongada. Pero sin cuestionar a Dios, obedeció incondicionalmente.

Tercera preparación: confianza absoluta 17:10–16 Elías tenía que aprender a confiar en Dios y la viuda a depender de Jehová. Debemos recordar que ella no era hebrea y que el lugar donde vivía no pertenecía a Israel, sino al padre de la perversa Jezabel. Elías decidió probar a la viuda pidiéndole agua para beber. Esto no sería nada difícil si no hubiera una sequía. Su reacción fue positiva, indicando que tenía espíritu de hospitalidad. Él con-

40 tinuó probándola al pedirle pan para comer. Ella respondió que sólo tenía lo suficiente para un solo alimento antes de morir. La frase: “Vive Jehová tu Dios…” (v. 12) indica que ella respetaba al Dios de los hebreos pero no lo adoraba. El enunciado: “No tengas temor…” (v. 13) indica que Dios estaba controlando la desesperada situación; ella sólo tenía que obedecer y confiar en él. Dios demanda que le demos todo y entonces él nos dará a nosotros. El mensaje de Mateo 6:33 es muy parecido: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. La viuda aprobó el difícil examen que aquel extraño le puso. Ya no tenía que esperar la muerte, sino que por obedecer recibió la vida.

Cuarta preparación: acción decisiva 17:17–24 Durante todo ese tiempo, Elías, aunque un poco perplejo, había pasado la prueba que Dios le puso. Había demostrado obediencia pasiva y ahora le tocaba manifestar la activa. Elías encaró una prueba muy difícil, por medio de la cual demostraría su fe completa en Jehová.[p 72] Llegó el día en que el hijo de la viuda enfermó y murió. Aunque ella estaba consciente de que no iban a morir debido a la sequía, ya que este varón representaba la presencia de Dios en su humilde hogar, se sintió reconvenida por sus propios pecados y exclamó: “¿Qué tengo yo contigo, varón de Dios? ¿Has venido a mí para traer a memoria mis iniquidades, y para hacer morir a mi hijo?” (v. 18) Sin duda, la angustia que sentía la pobre mujer se la transmitió también a Elías, quien se vio en una situación precaria. ¿Qué haría? Lo único que se le ocurrió fue pedir a Dios que devolviera la vida a aquel niño. Nunca antes había ocurrido algo parecido, pero después de orar tres veces sobre el cuerpo del pequeño en privado, Dios le concedió la vida. La lección que aprendieron equivale al mensaje del evangelio de salvación, ya que la mujer exclamó: “Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca” (v. 24). Hay dos razones para que se den los milagros en la Biblia: 1. Acreditar al mensajero de Dios (“conozco que túeres varón de Dios”). 2. Autenticar el mensaje (“la palabra de Jehová es verdad en tu boca”). Esta acción decisiva de Elías fortaleció la fe de la viuda (“ahora conozco”) y también la del mismo profeta, para que pudiera hacer cosas aún más grandes.

* TODA SOLUCIÓN REQUIERE UN ACTO DE FE.* * LA FE ES EL PASO NECESARIO ENTRE LA PROMESA Y LA CONFIANZA ABSOLUTA.[p 73] * TODO ACTO DE FE PRODUCE MILAGROS. ¡PENSEMOS! De este interesante relato aprendemos varias lecciones muy importantes: 1) Acab preparó su reino para ser militarmente invencible, pero no contaba con defensas contra el juicio de la sequía nacional. Es un hecho que las consecuencias del pecado nos afectan en las áreas que menos esperamos y que más nos duelen. 2) Así como Dios usó a un “don nadie” sin recomendaciones, trasfondo histórico ni cualidades físicas o

41 dinámicas, también puede y quiere usar a cualquier persona que, como Elías, se propone servirlo incondicionalmente. 3) Basado en la obediencia absoluta de Elías, Dios proveyó lo necesario para su sobrevivencia. 4) A veces, Dios provee en las formas más inesperadas y sorpresivas. 5) El Señor usó a Elías para hacer el bien a Israel, pero también usó a la viuda para bendecir a Elías. 6) Las cosas que Dios provee no son un fin en sí mismas, ni suficientes para depender totalmente de ellas, sino que son un medio para lograr el objetivo de aumentar la dependencia de Dios todos los días. 7) La lección más importante es que Dios nos provee la vida cuando nos rodea la muerte. Lea Juan 5:21; Romanos 4:16–25 y 1 Corintios 15:20–22, 42–44. [p 74] MINISTERIO

PÚBLICO DE ELÍAS 18:1–46

Elías reta al rey Acab 18:1–40 Esta es una de las historias más dramáticas de la literatura bíblica del Antiguo Testamento. Para muchos eruditos, el clímax de la vida del profeta Elías es el duelo entre Jehová y Baal sobre el monte Carmelo. Las actividades milagrosas mencionadas en el cap. 17 sólo fueron prodigios privados previos al milagro más conocido. Este fue tan determinante, que iba a decidir quién es el único Dios vivo y verdadero, ¿Jehová o Baal? Al final de ese duelo, se relata la victoria pública y definitiva de Dios sobre Baal. Elías entró en acción decisiva respaldado por las victorias que había experimentado anteriormente, las cuales le dieron una confianza inquebrantable en el Señor. Elías busca al rey Acab (vv. 1–19). Al tercer año después de la milagrosa resurrección del hijo de la viuda, la sequía ya había devastado la tierra de Israel. Acab, desesperado por salvar a los caballos que usaba para su defensa militar, instruyó a Abdías, un alto oficial, a que buscara agua por toda la tierra. Ese hombre era uno de los pocos que temían a Jehová. Había escondido a cien profetas en varias cuevas esparcidas por todo el reino sustentándolos con agua y comida. Fue muy loable la acción de ese varón, pero cuando se encontró cara a cara con el profeta Elías que le pidió una audiencia con el rey Acab, demostró más temor a Acab que a Jehová. Rogó a Elías no llamar al rey. ¿Qué pasaría si Elías desaparecía cuando Abdías trajera a Acab? Seguramente el rey lo mataría. Es evidente que la persecución de Elías se había intensificado (v. 10) y Abdías temía por su propia vida. Suplicó al profeta tres veces no hacerle esa petición [p 75] (vv. 9–19). Pero Elías persistió en ella, resuelto a encararse con su enemigo en un duelo final. Elías desafía a los profetas de Baal (vv. 20–25). El duelo sobre el monte Carmelo fue una espectacular confirmación de la creatividad y soberanía de Jehová aun en los tiempos más oscuros y dominados por Satanás. Esa era la prueba más apropiada para comprobar de una vez por todas que “un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios” (1 Corintios 8:4).

42 Sin duda, la sequía de tres años y medio ya había minado la confianza del pueblo en los poderes de Baal. Ese ídolo tenía la apariencia de un toro y representaba la fuerza y fertilidad, así como el deseo de tener poder y gozar del placer sexual. Pero por si todavía quedaran dudas en Israel, la demostración de Elías removería cualquier deseo de continuar sirviéndolo. El mensaje central fue claro: “Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él” (18:21). El Señor nunca ha tolerado componendas o el “doble ánimo” en asuntos espirituales (Apocalipsis 3:15–16). No hay nada tan peligroso como la presencia o el liderazgo de personas que profesan conocer a Cristo, pero lo niegan con sus obras (Tito 1:16). ¡Qué diferente y vigoroso sería el cristianismo en nuestras comunidades contemporáneas si esas personas abandonaran nuestras iglesias! Una congregación mixta sólo trae debilidad espiritual y derrota. Elías dio a los profetas de Baal toda la ventaja posible. Él no sólo carecía de compañía, sino que también les permitió escoger el mejor becerro y el monte más cercano a los centros de adoración de Baal para que pudiera ser más fuerte. También les concedió todo el día para hacer sus rituales. Los profetas falsos claman a Baal (vv. 26–29). Todos los presentes estuvieron de acuerdo es que la competencia era más que justa, pero que favorecía a los [p 76] profetas de Baal (vv. 19– 20). La ausencia de Jezabel revela que tenía dudas acerca de su propio dios (v. 24). Es cómica la forma en que Elías se burló de los profetas al no obtener respuesta. La mofa de Elías es apropiada, porque representa la insensatez de creer en dioses muertos, sordos y ciegos, teniendo al alcance al Dios único y verdadero, cuya presencia permea y cubre los cielos más altos, el Seol más bajo y hasta lo más profundo del mar (Salmos 139:8–9). Los profetas de Baal, aturdidos y agobiados, empezaron a cortar sus cuerpos con cuchillos (v. 28). Si Baal no quería contestar a sus plegarias, por lo menos debía responder a la agonía física de sus profetas. Es interesante recordar que Baal requería el sacrificio de los primogénitos. Este incidente revela la ineficacia de tales sacrificios. ¡Qué desperdicio! Dios condena tales acciones de su pueblo en Levítico 19:28 y Deuteronomio 14:1 porque los esfuerzos humanos nunca serán suficientes para obtener redención.

HAY DOS PELIGROS EN LA IDOLATRÍA: 1) HACE PENSAR QUE HAY MÁS DE UN DIOS VERDADERO. 2) REPRESENTA A DIOS EN TÉRMINOS HUMANOS DE PECADO E IMPOTENCIA. Elías clama a Jehová (vv. 30–40). Es muy claro el contraste entre los gritos desesperados de los profetas de Baal y la calmada seguridad de Elías, quien llamó al pueblo para presenciar el milagro. Primero, armó y reparó el altar con doce piedras, que representaban a las doce tribus unidas en adoración. Después de cortar el becerro, lo mojó con doce barriles de agua (algo que los profetas falsos ni siquiera pensaron hacer).[p 77] Después, Elías hizo una oración breve. Que Jehová podía mandar fuego de lo alto no era nada nuevo; ya lo había hecho con Abram (Génesis 15:17), Lot (Génesis 19:24), los hijos de Aarón (Levítico 10:2) y Salomón (2 Crónicas 7:1). De pronto, un fuego que consumió la carne, la madera, el agua y la piedra bajó del cielo. Sin duda que “Dios es fuego consumidor” (Deuteronomio 4:24; Hebreos 12:29). ¿Cuál fue el castigo de Dios para los profetas? ¿No era suficiente con la humillación pública que tuvieron que soportar? ¿No pudo haberlos salvado Elías, llevándolos al arrepentimiento y enrolándolos en la escuela de profetas de Jehová? Dios, quien conoce la tremenda profundidad de la depravación del hombre (Jeremías 13:23: 17:9), ya había revelado cuál sería su castigo. Los profetas falsos tenían que morir sin misericordia (Deuteronomio 13:5; 18:20) porque sólo inspiraban falsedad, confusión y traición a Jehová (2 Timoteo 2:17).

Elías ora pidiendo la lluvia 18:41–46

43 La victoria había sido contundente para los adoradores de Jehová. Para culminar los eventos, Elías realizó su último milagro público como señal de la bondad y amor de Dios con su pueblo. A pesar de que el rey no dio ninguna señal de arrepentimiento, Dios decidió recompensar a Israel con lluvia. Una vez más, de la muerte y la sequía manan la vida y la victoria.

¡PENSEMOS! Entremezclados en estos relatos se han incluido varios pasajes bíblicos que nos ayudan a hacer un contraste entre las verdades del Antiguo y del Nuevo Testamento. Regrese a ellos y estúdielos para recibir mayor beneficio de ellos. [p 78] Una lección clara que aprendemos de Elías es que revelar profecías verbalmente no es suficiente sin que Dios las respalde con su poder y autoridad. Debemos tener mucho cuidado de no alejarnos de la verdad y procurar defenderla a toda costa. Si no hacemos esto, terminaremos adorando a dioses falsos. Los dioses que nosotros adoramos tal vez no sean de madera o piedra, pero puede ser cualquier cosa que roba el lugar a Cristo. Si confiamos totalmente en Dios, nos dará todo lo necesario para sostenernos. Los tiempos y las edades cambian, pero la verdad de Cristo trasciende el tiempo sin cambiar. La popularidad o el número de personas nunca podrá cambiar la verdad.

MINISTERIO PRIVADO DE ELÍAS 19:1–18 Elías huye a Horeb 19:1–4 Desde las grandes alturas del triunfo y del éxito, Elías de pronto se sumergió en las profundidades de la desesperación. Sólo un día había pasado desde aquellos momentos increíbles en que Dios había mandado fuego del cielo ante todo el pueblo incrédulo demostrando así su existencia y poder. Ahora Jezabel, con la anuencia del rey, lo perseguía para matarlo. Elías ya no tenía fuerzas para encararse a la furia malévola de la reina y huyó. Es bien conocido para los sicólogos que la emoción humana es predecible. Cuando se experimenta una emoción intensa por mucho tiempo, llega un punto en que el cuerpo se cansa y cae en un decaimiento sicológico que puede deprimir al individuo. Eso fue exactamente lo que sucedió con el fiel profeta.[p 79] Esta experiencia sin duda lo dejó perplejo y confundido. ¿Cómo era posible que después de haber visto un milagro tan grande, la gente rechazara a Dios? Esto era demasiado para Elías y con las emociones acumuladas y el cuerpo cansado, optó por abandonar el ministerio que Jehová le había encomendado y dejarse morir. “Quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres” (v. 4). Totalmente exhausto, Elías sólo podía ver lo negativo de la vida y se quedó dormido.

Elías recibe la ministración de los ángeles 19:5–8 ¡Qué bendición saber que Dios también desea socorrernos cuando estamos caídos! Él conoce nuestros límites humanos y emocionales y se preocupa de nosotros. Muchas veces la solución a nuestros problemas está en tomar un buen y merecido descanso. Después de correr un maratón de 270 kms., Elías necesitaba una terapia física intensiva, la cual el Señor proveyó en manos de

44 los preciosos ángeles, porque todavía tenía que emprender otro viaje de más de 320 kms. hasta el monte Horeb.

ENTRE MÁS CONOCEMOS A DIOS, MÁS PENSAMOS COMO DIOS. El celo de Elías por Jehová 19:9–18 Es aquí donde se observa el resultado maravilloso de obedecer totalmente a Dios. Se dice que entre más tiempo pasamos con nuestro cónyuge más empezamos a pensar como él (ella); lo mismo se aplica en relación a Dios. Elías ya llevaba casi cuatro años totalmente dominado por la voluntad, vida y pensamiento divinos, entonces es normal que Elías empezara a pensar como su Dios y [p 80] sintiera el mismo celo que él. El problema es que Elías era humano y su mente y espíritu no podían igualar la paciencia que Jehová demostraba hacia la maldad de Israel. Es muy posible que Elías esperara resultados más impresionantes e impactantes como recompensa por el celo de Jehová. Sin duda, se quedó perplejo ante la tremenda paciencia de Dios hacia su pueblo, que seguía insistiendo en seguir sus malos caminos. ¿Por qué no mandar fuego del cielo para consumirlos a todos? Elías, siendo humano, se sentía totalmente solo por la apatía del pueblo. Su actitud refleja una queja contra Dios por no ser más vengativo con ellos. Entonces el Señor le dió una lección objetiva. Primero, causó una terrible tempestad, tan fuerte, que destrozó grandes peñas. Segundo, causó un gran terremoto y tercero, un fuego. Pero, aunque a veces el Omnipotente usa esos métodos para revelarse, él no se manifestó en ellos, sino que lo hizo en un “silbo apacible y delicado” (v. 12). Elías, cubriendo su rostro, entendió claramente que los vientos, terremotos y fuego pueden destruir la vida de los hombres (como Dios demostrará durante la gran tribulación, Apocalipsis 6– 18). Pero también sabía que solamente el “silbo apacible y delicado” del Espíritu Santo puede regenerar a los hombres por medio de la palabra de Dios (Juan 3:3–8; 2 Timoteo 2:23–26). Sin embargo, el Señor todavía no terminaba con él. Necesitaba que el profeta fuera a ungir a dos futuros reyes: a Hazael de Siria y a Jehú de Israel, así como a Eliseo como profeta y conciencia de Israel a las siguientes generaciones perversas.

¡PENSEMOS! Cuando vemos las noticias cargadas de perversidad humana y hasta a líderes cristianos [p 81] que caen en pecado, nos sentimos tristes y agobiados por el tremendo peso de la responsabilidad que tenemos. También nos sentimos muy solos. Sólo la persona que busca a Dios con todo ahínco puede entenderlo. Es importante recordar que Dios ve los corazones y juzga cómo y cuándo él desea. Aunque la maldad parezca vencer, él está obrando en los corazones de los fieles que lo aman y buscan.

¡NO ESTAMOS SOLOS!

45

PROFETAS MENCIONADOS EN 1 Y 2 REYES JUDÁ

ISRAEL

AÑO

HANANI (25 años) AHÍAS (25 años)

ISAÍAS (58 años)

931

JEHÚ (26 años)

891

ELÍAS (24 años)

876

MICAÍAS

865

ELISEO (56 años)

852

JONÁS (12 años)

784

“Como él lo había dicho por medio de todos los profetas sus siervos” (2 Reyes 17:23) 2 Reyes

[p 82] LA RUINA DE UN REINO REINO DIVIDIDO 2:1–6:20

REINO CAUTIVO 17:1–41

REINO SOBREVIVIENTE 18:1–24:20

REINO CAUTIVO 25:1–30

ELISEO 2:1–8:15

LINAJE DE REYES 8:16–16:20

ISRAEL BAJO ASIRIA

REYES DE JUDÁ

ASIRIA TOMA A ISRAEL 17:1–6

LOS ÚLTIMOS REYES BUENOS 18:1– 20; 22:1–23:30

ASCENSIÓN DE ELÍAS 2:1–18 EL PODER DE ELISEO 2:19–25 ELISEO Y EL REY JORAM 3:1–27 MILAGROS DE ELISEO 4:1–8:15 Aceite Para La Viuda 4:1–7

AÑOS MALOS DEL SUR 8:16–29; 11:1– 21 Reinado de Jo8:16–24 ram Reinado de Ocozí8:25–29 as Reinado de Ata11:1–21 lía Reinado de Acaz 16:1–20

El hijo de La Su4:8–37 namita

AÑOS BUENOS DEL SUR 12:1–21; 14:1– 18; 15:1–7; 32–38

Potaje envenena4:38–41 do

Reinado de Joás 12:1–21

Comida Para 100 hombres 4:42– 44

Reinado de Amasí14:1–18 as

Sanidad de Naamán 5:1–27 El hacha flotan-

Reinado de Azarí15:1–7 as Reinado de Jo-

CAUSAS DE LA CAÍDA DEL NORTE 17:7–17 RESULTADOS/ PECADO DE ISRAEL 17:18–23 EXTRAÑOS HABITARON LAS TIERRAS DE ISRAEL. 17:24–41

Reinado de Ezequí18:1–20:21 as Contra Asiria 37 Isaías

18:1–

19:1–37

Su enferme20:1–21 dad Reinado de Josías 22:1–23:30 El libro de la ley 22:1–20

Ídolos destruidos 23:1–30 LOS ÚLTIMOS REYES MALOS 21:1– 26; 23:31–24:20 Reinado de Mana21:1–18 sés

JUDÁ BAJO BABILONIA

LA CAÍDA DE JERUSALÉN 25:1–7 CAUTIVIDAD DE JUDÁ 25:8–21 UN REMANENTE HUYE A EGIPTO 25:22–26 HONORES AL REY JOAQUÍN 25:27– 30

46 te

6:1–7

Eliseo y los ara6:8–23 meos Hambre en Samaria 6:24–7:20 Los bienes de la 8:1– sunamita 15

tam

15:32–38

AÑOS MALOS DEL NORTE 9:1– 10:36;13:1–15:31 Eliseo unge a 9:1–10 Jehú Reinado de 9:11–13 Jehú Muerte de Joram 9:14–26 Muerte de Ocozí9:27 as Muerte de Jeza9:28–37 bel Herederos de Acab 10:1– aniquilados 14 Idolatría destruida 10:15–36 Reinados de Joacaz y Joás caps. 12– 13 Los últimos seis reyes 14:1–16:20

Reinado de 21:19–26 Amón Reinado de Joacaz 23:31–35 Reinado de Joacim 23:36–24:7 Reinado de Joa24:8–17 quín Reina Sedequías 24:18–20

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7 Acab y la dinastía de Baal [p 83]

1 Reyes 20:1–22:40; 22:51–2 Reyes 1:18 Acab (874–853 a.C.), es condenado fuertemente en la Biblia por ser el promotor de la adoración a Baal. Se podría pensar que fue un monarca terriblemente incompetente. Pero, a pesar de su imperdonable pecado contra Jehová, parece haber tenido mucho éxito (como su padre Omri) en la dirección militar de su reino, ya que poseía dos mil carros y diez mil soldados. Recordemos que Salomón mencionó tener mil cuatrocientas carros de guerra en su ejército. Es posible que Acab se enorgulleciera de ello y de su poderío militar, lo cual hizo que se alejara de Jehová. Pero la Biblia está más interesada en la historia religiosa que en la política, la milicia o la economía. Acab fue más perverso que todos los reyes que le precedieron (16:30). La atención se centra en él en los últimos 6 capítulos de 1 Reyes porque introdujo una etapa de idolatría más agresiva que los reyes anteriores. Junto con su esposa Jezabel, hija del rey de Tiro, determinó alejar para siempre a Israel de Jehová y promover la adoración a Baal. Además, juraron extirpar todo rastro de la religión hebrea aun después de la maravillosa demostración del poder de Dios sobre el monte Carmelo. Así llegó el reino del norte a la última etapa de la apostasía (véase pág. 41), a la más oscura y [p 84] pecaminosa de su historia. Los eruditos llaman dinastía de Baal a la de Omri y Acab. Jeroboam y Baasa fueron los jefes de las primeras dos dinastías y Zimri el de la tercera. (Dinastía es un término usado para describir una serie de reyes que tienen parentesco).

GUERRAS CONTRA SIRIA 20:1–43 Ben-adad reta al rey Acab 20:1–12 Por un momento, el autor aleja la atención de los asuntos religiosos y la dirige a los militares del pueblo de Israel. ¿Por qué? Porque el rey de Siria no retó sólo a Israel, también a Jehová. Ben-adad contaba con un poderío militar superior al de Israel cuando sitió a Samaria y exigió el oro, la plata, las esposas e hijos del rey a cambio de levantar el sitio. El atemorizado Acab estaba dispuesto a dárselo todo, incluyendo a Jezabel su mujer. Cuando el rey de Siria notó su buena disposición, decidió exigir aún más. Tomando en cuenta la seriedad de la situación, Acab llamó a los ancianos y decidieron pelear contra Siria (vv. 1–12). Se pensaría que después de haber visto el increíble poder de Jehová que envió fuego del cielo, Acab se humillaría a los pies del Señor (no de los ancianos) buscando una solución. ¡Cuán duro y ciego era el corazón del rey!

LAS VICTORIAS QUE DIOS NOS DA NUNCA SON PARA PROMOVER NUESTRO ORGULLO. [p 85] Primera victoria sobre Siria 20:13–21 En esta encrucijada, Dios dio a Acab otra oportunidad para que reconociera el poder divino y se arrepentiera de su pecado atroz. Este es otro gran ejemplo de la iniciativa y paciencia de Dios hacia Acab (vv. 13–14). Treinta y dos reyes más se habían aliado a Ben-adad rey de Siria. Esto era un reto mayúsculo para Israel. La existencia misma de todo lo que el reino de Israel representaba estaba a punto de ser totalmente aniquilado por su poderoso vecino. Pero Dios mandó a un profeta para anunciar que su pueblo obtendría la victoria sobre esa gran potencia militar.

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TODAS LAS VICTORIAS MILITARES DE ISRAEL FUERON OBTENIDAS POR LA OBEDIENCIA A JEHOVÁ; NINGUNA OTRA NACIÓN PUEDE UFANARSE DE TAL HAZAÑA. Segunda victoria sobre Siria 20:22–30 Tan pronto como vencieron a los treinta y dos reyes y Ben-adad, se presentó de nuevo el profeta, revelando que los sirios y sus aliados volverían a intentar aplastarlos en el término de un año. La razón por la cual el Señor intervino de nuevo en los asuntos militares no fue para bendecir a una sociedad que continuaba en la idolatría sin arrepentirse; sino porque los enemigos tramaban retar a Dios mismo. Ellos llegaron a la conclusión de que el Dios de Israel gobernaba los montes, pero no los valles. La estrategia enemiga era sorprender a los israelitas en algún valle para comprobar esto (vv. 24–25). Acab no solamente aceptó la profecía, sino que también se dispuso a obedecer la estrategia que el profeta sugirió. Es interesante [p 86] notar que el rey parecía tener confianza en la palabra de Dios cuando ésta cumplía sus fines egoístas, pero no manifestaba señales de arrepentimiento por sus pecados. Aun así, Dios lo bendijo con una segunda victoria (vv. 29–30). Es importante entender que todas las victorias militares de Israel fueron logradas por la obediencia completa a Dios.

El último y fatal error de Acab 20:31–34 ¿Cuántas veces hemos obtenido una victoria por la misericordia de Dios y a continuación nos enorgullecemos de que la victoria fue lograda por nuestras propias fuerzas? En estos casos es cuando cometemos muy serios errores que ponen en peligro nuestra estabilidad. Acab nunca aprendió la lección; de nuevo su orgullo personal se interpuso, considerándose “sabio” ante sus propios ojos. Los reyes se humillaron ante el rey pidiendo misericordia de aquél a quien hacía unos pocos meses pensaban destruir por completo. Acab aplicó la mentalidad oriental. Sabía que debía destruirlos por completo, pero decidió salvarles la vida y perdonarlos. ¿Por qué? ¿Acaso por su generosidad y bondad? No. Él sabía que los asirios también intentarían conquistar a Israel. Por lo tanto, quería asegurar que contaría con el apoyo militar de los sirios. ¿Cómo estar seguro de que ellos se iban a acordar de su benevolencia y misericordia para unirse a él si fuera necesario? Su error fue hacer a un lado las leyes de Dios que exigían que los destruyera. A Acab no le interesaba la voluntad de Dios, sino la suya. Con esto condenó su propia vida y su futuro personal y familiar. ¡Abandonó al Señor por última vez para ser totalmente destruido! La acción que esta desobediencia engendró se verá en el siguiente capítulo.[p 87]

HAY ACCIONES QUE SE PERDONAN Y HAY OTRAS QUE ACARREAN CASTIGO. Juicio sobre Acab 20:35–43 El autor de Reyes menciona a otro profeta que Dios usó para llamar a cuentas a Acab. Para ello usó una lección objetiva. Este profeta pidió a un hombre que lo golpeara y lo dejara herido y se puso en el camino por donde pasaba Acab. Cuando lo encontró, el rey escuchó la historia ficticia del profeta que le dijo que se le había escapado un prisionero dejándolo herido y que ahora sufriría la pena de muerte o tendría que pagar una multa de un talento (treinta y cuatro kgs. de plata, cantidad que se pagaba en aquel tiempo por dejar escapar a un prisionero). Acab no se apiadó de él y exclamó: “Esa será tu sentencia, tú la has pronunciado” (v. 40). El profeta le declaró entonces el juicio que vendría sobre el rey: “Tu vida será por la suya” (v. 42). La lección fue

49 clara para Acab. Él merecía pagar las terribles consecuencias de sus actos pecaminosos. El rey se fue por su camino enfurecido. Podemos aprender dos lecciones de esto:

1) UN REY NUNCA ESTÁ POR ENCIMA DE LA LEY. 2) EL PRECIO DE LA DESOBEDIENCIA ES MUY ALTO. ¡PENSEMOS! La evidencia de que Dios nos rodea de bendiciones es muy clara. El problema es que a [p 88] veces consideramos que éstas son nuestra razón de vivir. La grandeza de Dios nos rodea, pero a veces optamos por ignorarla como hizo el rey. Cuando hacemos esto, nos condenamos a nosotros mismos perdiendo lo más preciado. Abra sus ojos a la evidencia de las victorias que Dios le ofrece todos los días. Lea Zacarías 12:8 y 2 Corintios 10:3; 12:9–10 y vea de dónde surgen. Tenga cuidado de no usarlas para cumplir sus deseos.

GUERRA ESPIRITUAL CONTRA EL PECADO 21:1–22:40 Hebreos 4:7 dice: “Si oyereis… no endurezcáis vuestros corazones …” Algunos eruditos creen que las guerras del cap. 22 fueron las últimas del rey antes de morir. Si esto es cierto, Acab tuvo suficientes oportunidades de ver la mano de Dios obrando en Israel, pero tristemente endureció su corazón. Esto lo llevó a que sus últimas actividades fueran necias y autodestructivas. En este relato vemos las últimas batallas del alma y del espíritu de Acab.

La viña de Nabot 21:1–4 El monarca se encontraba descansando después de las guerras contra Siria. Atendiendo sus asuntos personales, se interesó mucho en la viña de Nabot que estaba cerca de su palacio invernal de Jezreel. Él ofreció comprar la viña, pero su propietario no aceptó por razones religiosas, aduciendo que la ley mosaica no permitía su venta debido a que era herencia paterna (Levítico 25:23–28). Después de ser rechazado, el rey se fue a su casa de Samaria “triste y enojado” y se acostó. Como niño [p 89] malcriado y malhumorado, escondió su rostro y rehusó comer para llamar la atención de todos en el palacio.

El complot de Jezabel 21:5–14 Cuando la perversa reina lo encontró así, le preguntó qué ocurría y él le contó lo sucedido. “¿Eres tú ahora rey sobre Israel?” le respondió ella burlonamente, dando a entender que si su padre, el rey de Tiro tomaba lo que quería sin sujetarse a la ley, ¿por qué no hacía él lo mismo? Jezabel entonces mandó una carta que aparentemente se apoyaba en la ley hebrea, la cual exigía dos testigos (Deuteronomio 17:6; 19:15) para una demanda moral o legal, acusando a Nabot de haber “blasfemado” contra Dios y el rey, infracción que merecía la pena de muerte (Levítico 24:16). Los ancianos cumplieron con el mandato de Jezabel (ya que tenía el sello del anillo del

50 rey, el cual daba su consentimiento). Apedrearon a Nabot y a sus hijos para que no hubiera herederos de la viña. Podemos aprender dos lecciones de la horrible maldad que existía en Israel: 1) No mucho tiempo antes, el rey, usando su autoridad, había perdonado la vida de un pagano (Ben-adad) debido a razones personales, pero ahora usa la misma autoridad para asesinar a un hermano hebreo despreciando así la ley hebrea. 2) Los ancianos, siendo líderes y conocedores de la ley, pudieron haber investigado más a fondo la acusación antes de derramar sangre inocente. Pero temían más al rey perverso que al rey celestial y sus leyes. El rey se alegró por la muerte de los inocentes y se levantó para tomar la viña. Como un niño malcriado que exige y recibe un juguete, se puso contento cuando le cumplieron su antojo. [p 90] Elías promulga el juicio sobre Acab 21:17–29 ¿Cómo es posible que el rey no aprendiera su lección? ¿No había recibido suficientes advertencias? ¿Estaba totalmente ciego e insensible a sus atrocidades? Estas son preguntas que debemos hacer al ver la perversidad a que llegó para conseguir lo que le placía. Con razón Efesios 2:1 declara que estamos “muertos en nuestros delitos y pecados”. Acab no sólo hundió a toda la nación en la apostasía, sino que él mismo llegó a ser la personificación de ella.

CUANDO UNO SE DEJA LLEVAR POR LA CARNE, SE PIERDE LA CAPACIDAD DE LIBRARSE DE LA ESCLAVITUD ESPIRITUAL. El rey actuaba dominado por el mal. Debemos tomar en cuenta que quedó totalmente esclavizado a sus deseos carnales sin calcular el precio que tendría que pagar. De nuevo, el fiel Elías fue usado por Dios para profetizar el horrible final del infame y odioso rey. Lo encontró jugando con su nuevo juguete (la viña de Nabot) y le declaró: “He aquí yo he traído mal sobre ti, y barreré tu posteridad y destruiré hasta el último varón de la casa de Acab” (v.21). Saber que uno va a morir pronto puede ser espantoso (especialmente no estando bien con Dios), pero saber que la condena incluye a toda la descendencia, debe haber sido la noticia más terrible y desesperante de todas. Él supo que serían los perros salvajes y callejeros los que tendrían el honor de devorar y lamer la sangre de todos los miembros de su familia. Esto sin duda fue una tremenda pesadilla para Acab. Con razón se volvió a humillar y pedir clemencia de Dios.[p 91] Debemos entender claramente que toda consecuencia va de acuerdo con el pecado. Si el pecado es espantoso, también lo será la consecuencia. Aun después de ver la terrible maldad del rey hacia la familia de Nabot, Dios volvió a tener misericordia de él. Le reveló que no sería él, sino su hijo Ocozías, el que vería aquel horrible fin (v. 29).

¡PENSEMOS! Algo que nos maravilla al analizar este triste relato, es la misericordia divina. A pesar de su terrible maldad, cuando se arrepintieron, Dios les mostró compasión. Esto es algo que no podemos entender. ¿Qué nos enseña? Que el Dios que mostró esa increíble paciencia a los hombres perversos de tiempos pasados, hoy quiere mostrar la misma compasión. No importa qué maldades hayamos hecho, nunca es tarde para humillarnos delante de él pidiendo el perdón de nuestros pecados. Pablo declara: “la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna” (Romanos 6:23).

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LA MUERTE DE ACAB Y EL REINADO DE SU HIJO OCOZÍAS 22:1– 40, 51–2 REYES 1:18 La última batalla de Acab 22:1–28 Acab se unió con el rey Josafat de Judá para pelear contra su viejo enemigo Ben-adad, debido a que éste no cumplió la promesa de entregar a Acab la ciudad fronteriza de Ramot de Galaad. Aquí vemos que falló el plan del rey al perdonar la vida de Ben-adad (20:32–34). El rey no logró sus fines personales porque no obedeció a [p 92] Dios. El plan de tomar esa ciudad terminó en un desastre. Todos los profetas “personales” del rey le auguraban éxito, pero Josafat insistió en que el profeta genuino Micaías también diera su profecía. Después de mucha insistencia, el profeta fiel declaró que iban a ser derrotados y que Acab moriría.

Muerte de Acab 22:29–40 Sin duda que el rey sabía que lo que decía Micaías era probable, por eso decidió pelear disfrazado de soldado común mientras Josafat arriesgaba su vida usando sus ropajes reales. Lo curioso es que los soldados de Siria que buscaron a Acab sin encontrarlo, soltaron flechas al azar y una lo hirió mortalmente, fallando en su intento de hacerle trampa a Jehová y al destino. Perdió la vida tratando de defender su orgullo y sus intereses personales sin buscar la voluntad de Dios. El buen rey Josafat casi pierde la vida por la amistad y el parentesco que tenía con el perverso Acab.

El reinado de Ocozías 22:51–2 Reyes 1:18 Ocozías (853–852 a.C.), el último miembro de la dinastía de Baal subió al trono. Su nombre significa “Jehová ha entendido” pero no hay ninguna mención positiva de este rey porque siguió los pasos de su padre. Durante su corto reinado intentó iniciar un negocio de barcos mercantes con Josafat, pero Dios lo impidió cortando la última relación amistosa que hubo entre Judá e Israel (2 Crónicas 20:37). Vale hacer la mención del siguiente relato por el maravilloso poder que mostró Dios contra Ocozías y su dios sirio llamado Baal-zebub de Ecrón (“dios de la vida”, después llamado “dios de las moscas” y en tiempos de Cristo, “Satanás”).[p 93] Como Ocozías quería saber si iba a sanar de una caída, Elías se interpuso reclamándole: “¿Por qué no buscan de Jehová la respuesta?” Por su atrevimiento, le anunció que moriría. Ocozías se puso furioso y mandó a sus capitanes con cincuenta soldados para arrestar al profeta, mismos que fueron consumidos por fuego del cielo. El tercer capitán con sus cincuenta soldados pidió la misericordia de Dios y no fue destruido él ni sus hombres. Elías llegó ante la presencia del rey para declararle su veredicto de muerte por no haber buscado a Jehová. El hecho de que Ocozías murió poco después indica que nunca buscó el perdón de Dios.

¡PENSEMOS! Notemos la increíble osadía de Acab. Desobedeció el mandato de Dios de no atacar al rey de Siria. ¿Por qué lo hizo? Porque su orgullo estaba lastimado porque ese rey rompió la promesa de entregarle la ciudad fronteriza. ¿Qué tan importante era para él recobrar esa ciudad estratégica? ¿Era venganza lo que buscaba Acab? Sea como fuére, lo consideró suficientemente importante como para arriesgar la vida. Su hijo Ocozías también mostró una actitud muy simi-

52 lar a la de su padre. Por querer salvar su vida, insistió en pedir la solución al dios de sus padres y no a Jehová. Ambos, padre e hijo, terminaron perdiendo por insistir en sus acciones pecaminosas. ¿Serán importantes para Dios las cosas o planes que yo considero esenciales? Si existen dudas en mis decisiones, ¿qué hago para resolverlas? ¿Uso mi propia astucia? O ¿acudo a la palabra de Dios? [p 94]

53 [p 95]

8 Eliseo, nuevo aliado de Dios 2 Reyes 2:1–3:27; 6:8–7:20 Es interesante que algunos eruditos afirman que después de que Elías huyó de Jezabel (1 Reyes 19:3) su ministerio sufrió una derrota porque cambió sus convicciones firmes por unas menos comprometedoras que a su vez, resultaron menos efectivas e impactantes. Pero esto no es cierto. Después de su encuentro con Jehová en el monte Horeb (1 Reyes 19), Elías continuó en servicio activo aunque no en público. El nuevo trabajo consistía en prepararse para su muerte y seleccionar a quien lo sustituiría (1 Reyes 19:19–21).

UN NUEVO MINISTERIO PROFÉTICO 2:1–25 El último ministerio de Elías fue cuidar de los profetas que estudiaban en una escuela profética, fundada durante la dinastía del rey Omri y que después desapareció. Éstos eran clave para promover la verdad y la adoración a Jehová que Acab intentaba sustituir con la de Baal. Elías se dedicó a animarlos y apoyarlos, y quizá tuvo parte en la fundación de la escuela. De ésta surgió Eliseo para reemplazar al profeta Elías y así empezó un nuevo capítulo del ministerio profético de Israel. [p 96] Insistencia de Eliseo 2:1–6 Antes de la milagrosa ascensión de Elías, Dios preparó a todos para aquel evento; Eliseo ya lo sabía de antemano (2:3–5) y aparentemente Dios ya lo había revelado a todos los profetas con el fin de fortalecer su fe. La historia empieza con una escena entre Elías y Eliseo que salen juntos de Gilgal hacia Bet-el. Elías pidió a Eliseo que se quedara en Gilgal, quizá para tener la oportunidad de encontrarse a solas con Dios en el camino, o tal vez para probar la fe de Eliseo. Éste insistió en continuar con Elías por el intenso deseo que tenía de estar con él y para no perderse de nada de lo que pudiera ocurrir. Bet-el era el principal centro de adoración a Baal y se ubicaba a 16 kms. al norte de Jerusalén. Allí también radicaban los estudiantes profetas, mismos que salieron a recordar a Eliseo que ese día Dios se llevaría a Elías. “Sobre ti” (vv. 3, 5) es una expresión que alude al “maestro” o “supervisor”. Eliseo sabía que el día había llegado para que Dios escogiera al sucesor de Elías. Esto no quiere decir que esperaran un sucesor, sino que sabían que el gran profeta no se quedaría entre ellos. Posiblemente por esta razón, Eliseo insistió en seguir a Elías hasta Jericó aunque Elías le pedía que no lo acompañara (“vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré” v. 4b). Por tercera vez lo probó Elías en Jericó, pidiéndole que lo dejara solo, porque Dios le pedía ir al Jordán. Y por tercera ocasión, Eliseo insistió en acompañarlo.

DIOS BENDICE AL QUE INSISTE EN SER BENDECIDO. [p 97] Elías asciende en un torbellino 2:7–11 Llegando al Jordán y con los cincuenta profetas mirándolos a distancia, Elías hizo un último milagro al dividir las aguas del río. Esto debe haberles recordado a Josué, el sucesor de Moisés. ¿Quién tendría el valor de seguir a Elías y pagar el alto precio que él había pagado? Tal vez fue

54 por eso que los cincuenta candidatos se mantuvieron “a lo lejos” (v. 7) y Eliseo no lo dejó, insistiendo en querer continuar su ministerio. Habiendo cruzado los dos el Jordán, Elías declaró a Eliseo: “Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti”. Él pidió: “que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí” (v. 9). Por fin Eliseo supo la razón por la cual no lo dejaba solo. Lo que quería no era sobrepasar a Elías en sus hazañas milagrosas, sino recibir una doble porción de su fe como sucesor legítimo así como bajo la ley hebrea, el primogénito pedía su herencia al padre. Esto significa que Eliseo estaba dispuesto a seguir a Jehová a toda costa sin tomar en cuenta el precio que tendría que pagar por ser doblemente responsable (“cosa difícil has pedido” v. 10). Elías entonces le propuso una condición: “si me vieres cuando fuere quitado de ti (v. 10), entonces sabrás que Dios te ha escogido”. Su título como sucesor dependía de su habilidad y persistencia en ver y entender el mundo espiritual. Su determinación y valentía fueron recompensadas cuando vio el “carro… con caballos de fuego” llevándose a su héroe en un torbellino.

Introducción del nuevo profeta de Israel 2:12–15 Mientras Eliseo miraba la espectacular visión, exclamó: “Padre mío, Padre mío” mostrando dependencia y respeto absoluto hacia Dios. Y de Elías exclamó: “gente de a caballo”, representando las fuerzas divinas que eran las defensas verdaderas de Israel. El carro era el armamento [p 98] más poderoso de aquellos tiempos y representaba el poder supremo de Dios. Elías había sido el instrumento divino escogido para realizar sus propósitos en aquel reino apóstata. Su siguiente acción, golpear el río Jordán con el manto que Elías había dejado, fue señal de que ahora Eliseo detentaba las mismas responsabilidades de aquél. Los profetas todavía estaban al otro lado y pudieron ver que en efecto el espíritu de Dios descansó sobre Eliseo. Éste les hizo la pregunta: “¿Dónde está Jehová el Dios de Elías?” como si dijera: ¿están ustedes convencidos de que yo soy el que continuará el ministerio profético? Entonces ellos mostraron su comprensión postrándose ante Eliseo. Esto no significa que lo adoraron, sino que, siendo ellos también profetas, de esa forma mostraban respeto y honra al sucesor genuino de Elías.

¡ES MÁS FÁCIL TENER OPINIONES, QUE CONVICCIONES! Búsqueda del cuerpo de Elías 2:16–18 Los profetas no entendían que Elías había ascendido físicamente a la presencia de Dios e insistieron en buscarlo para enterrarlo para que no sufriera la maldición de no ser sepultado. Es obvio que ellos no lograron ver el “rapto” que Eliseo vio y quedaron fuera de la maravillosa visión por no desear tan intensamente ser como Elías. Buscaron durante tres días sin encontrar cosa alguna (como en el caso del cuerpo de Moisés que tampoco fue hallado) y por fin se convencieron de que Elías había sido trasladado al cielo por Dios. De cuántas bendiciones nos perdemos y a cuántos trabajos inútiles no dedicamos, simplemente por no tener fe en la palabra de Dios. Ellos sólo tenían que creer lo [p 99] que Eliseo dijo: ¿Acaso no acababa de separar el río Jordán, comprobando que su palabra era verdad? Muchas veces es más fácil insistir en ideas, métodos, costumbres y opiniones personales o tradicionales que abrirnos a nuevas posibilidades y experiencias. ¿Estamos atentos a la voz, métodos y experiencias que Dios tiene para nosotros? ¿Cuántas bendiciones han quedado invisibles o fuera de nuestro alcance porque preferimos conformarnos con lo poco que tenemos o por miedo a entregarnos completamente a Dios?

“PORQUE ¿QUIÉN ESTUVO EN EL SECRETO DE JEHOVÁ, Y VIO Y OYÓ SU PALABRA? ¿QUIÉN

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ESTUVO ATENTO A SU PALABRA, Y LA OYÓ?” (JEREMÍAS 23:18) Primer milagro de confirmación profética 2:19–22 El milagro de la purificación del agua contaminada simboliza el futuro trabajo de Eliseo. Recordemos que el ministerio profético era mayormente para declarar la verdad divina y condenar la falsedad, no tanto para predecir el futuro. No obstante, Dios permitía y usaba los milagros, aun los aparentemente insignificantes, para dar lecciones claras y significativas al pueblo de Israel. Dios seguía interesado en los detalles que afectaban a su pueblo. Así como el agua contaminaba la tierra fértil, la adoración a Baal destruía la fertilidad espiritual del pueblo de Israel. Eliseo primero pidió una “vasija nueva” (simbólicamente pura y limpia) en donde echó sal declarándola pura y limpia para ofrecer vida y no muerte (vv. 19–22). Dios se proponía usar la vida del profeta Eliseo [p 100] en Israel como un vaso nuevo y limpio para llamar a su pueblo a la pureza.

Segundo milagro de confirmación profética 2:23–25 El segundo milagro tuvo que ver con un problema moral de la juventud israelita, grandemente influenciada en esos días por los profetas de Baal. Saliendo de Jericó, Eliseo fue a Bet-el, centro de adoración a Baal. Allí fue objeto de la burla de un gran número de jóvenes (tal vez entre 12 y 35 años de edad) que irrespetuosamente lo llamaron “calvo” (expresión degradante que significa “loco”, o sin inteligencia). “¡Sube!” le gritaban, dando a entender que habían oído de la ascensión de Elías y retaban a Eliseo a hacer lo mismo. (Esto es muy similar a la burla que le hicieron a Jesús cuando estaba en el madero: “Si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz” [Mateo 27:40]). Eliseo entonces “los maldijo en el nombre de Jehová” (v. 24). Jesús tenía derecho a hacer lo mismo, pero por amor a los hombres no lo hizo. Salieron entonces dos osos y despedazaron a cuarenta y dos jóvenes. Sin duda, ellos trataban de desacreditar el ministerio de Eliseo y el resultado fue todo lo opuesto: comprobaron que era un siervo genuino de Jehová que bendecía al que lo escuchaba y maldecía a quien lo ignoraba.

¡PENSEMOS! ¿Cuántas lecciones prácticas podemos aprender de estos relatos? Dios buscaba un sucesor entregado y disponible. Esto no se decidía por el color de la piel, profesión, fama o inteligencia, sino por la disponibilidad y determinación. Eliseo fue quien pidió más de lo normal: una doble responsabilidad para cumplir los mandatos de Dios. ¿Por qué [p 101] Eliseo? Porque sus motivos eran puros, sin egoísmo o vanagloria. Cuando pedimos el poder de Dios, ¿cuál es nuestra motivación? Eliseo logró ser el único que recibió la bendición de ver la visión y recibir el espíritu por ser el único dispuesto a pagar el precio de la obediencia absoluta. Sólo aquél que intensamente busca la voluntad de Dios la encuentra. Para ser usados poderosamente por Dios, debemos ser como la “vasija nueva”, sin contaminación. El peligro de la burla hacia los líderes espirituales es también una burla al mensaje que proclaman.

ELISEO Y LAS GUERRAS DE ISRAEL 3:1–27; 6:8–7:20

56 Cuando Acab murió, los moabitas se rebelaron contra Israel. Ocozías, indispuesto por una caída mortal, no podía afrontar la crisis de su reino y a su muerte, Joram tomó su lugar como rey de Israel.

Reinado de Joram 3:1–3 Joram (852–840 a.C., su padre Acab [3:1], se casó con Jezabel [1 Reyes 16:30–31]), como todos los reyes anteriores, siguió en las perversidades de sus concupiscencias; reinstituyó la adoración de los becerros de oro que Jeroboam había iniciado porque no apoyaba mucho la adoración de Baal y aun destruyó un pilar de ese dios. Más adelante, Jehú también demolió na pilar de Baal (2 Reyes 10:26). Durante el reinado de Joram, su madre Jezabel continuó influyendo grandemente en Israel. Por eso es que continuó la adoración ferviente a Baal. [p 102] Campaña militar contra Moab 3:4–5 Determinado a recuperar los tributos anuales que los moabitas daban antes a Israel (desde el reinado de Omri, aproximadamente cien mil borregos y cien mil cabras), Joram pidió el apoyo militar del siempre dispuesto rey Josafat de Judá y también del rey edomita que tenía sus razones personales para pelear contra los moabitas

Movilización contra Moab 3:6–12 Mientras las fuerzas combinadas avanzaban sobre la tierra desértica, se les presentó un serio problema por falta de agua y Joram culpó a Jehová por la precaria situación en que se encontraban. Por su lado, Josafat rey de Judá, se encontraba en su tercera e innecesaria aventura dejándose llevar por el parentesco que había entre él y el reino del norte debido a que su hijo (Joram de Judá 2 Reyes 8:16–18, 25–26) se había casado con Atalía. Josafat recordó que Dios lo había sacado de otros aprietos cuando buscaba la opinión de un profeta y de nuevo buscó uno para solucionar este problema. Sus pesquisas lo llevaron a Eliseo.

Apoyo del profeta Eliseo 3:13–14 Desesperados, los tres reyes llegaron ante Eliseo. La conversación entre Eliseo y Joram fue muy tensa: “¿Qué tengo yo contigo? Ve a los profetas de tu padre y a los profetas de tu madre” (v. 13). Es obvio que Eliseo no quería tener nada que ver con el perverso rey de Israel; pero por respeto al buen rey Josafat de Judá, decidió apoyarlos.

ISRAEL BUSCABA A DIOS POR AMOR A SUS INTERESES, NO POR AMOR A ÉL [p 103] El consejo del profeta Eliseo 3:15–20 Eliseo pidió algo extraño, un tañedor el cual tocaba su instrumento mientras Eliseo oraba a Dios pidiendo respuesta. Quizá la petición del tañedor era para calmar al profeta por el enojo de ver que Israel, que no adoraba a Dios de corazón, sí lo buscaba para su propio bien. En fin, no fue la música ni su “magia” la que dio la respuesta milagrosa, sino Jehová, que escuchó la petición de Eliseo y llenó los valles de agua.

Victoria sobre los moabitas 3:21–27 Los moabitas se apresuraron a prepararse. Cuando el sol salió, vieron que reflejaba charcos de sangre en el campamento de los israelitas, dando la impresión de que todos estaban muertos. Esto les animó a acercarse sin tomar las debidas precauciones para saquear el campamento. La sorpresa fue que los israelitas los estaban esperando y tomándolos por sorpresa, lograron destruirlos. El colmo fue cuando el rey de Moab tomó a su primogénito y lo sacrificó a su dios pidiendo victoria sobre Israel. Esto causó gran temor entre los israelitas. Tal vez pensaron que el dios de Moab era más poderoso que Jehová por lo que regresaron a su tierra sin tomar posesión comple-

57 ta de Moab, tierra que Dios les había prometido darles. Tuvieron más temor a un dios muerto que al Dios vivo y por lo tanto no pudieron lograr la victoria completa sobre Moab.

¿A QUIÉN TEMEMOS MÁS? ¿A DIOS? O ¿A LOS HOMBRES? [p 104] Los guerrilleros de Siria 6:8–14 Eliseo continuó involucrado en los asuntos nacionales de Israel porque insistía en convencerlos de que Jehová cumple sus promesas a su pueblo. El viejo enemigo, Siria, continuaba atacando las fronteras de Israel con bandas armadas de guerrilleros. Su propósito era debilitar a Israel. Fue en uno de estos ataques cuando llevaron cautiva a la jovencita esclava de Naamán (2 Reyes 5:2). Joram fue avisado de los futuros ataques de Siria por el profeta Eliseo. Así que Israel tenía la ventaja de no ser sorprendido por ellos. El rey sirio era probablemente Ben-adad II, y estaba enfurecido con el profeta Eliseo por los estragos que hacía en sus tropas, así que ordenó a sus hombres investigar dónde se encontraba para destruirlo. Cuando descubrieron que se encontraba en Dotán, a 16 kms. al norte de Samaria, el rey mandó “un gran ejército” (v. 14) para sitiar la ciudad y aprehenderlo.

Eliseo humilla a Siria 6:15–23 A la siguiente mañana, el siervo de Eliseo (posiblemente Giezi, que se menciona en 5:20. Algunos eruditos afirman que esto sucedió antes del relato de Naamán) vio la ciudad sitiada y se desesperó gritando: “¿qué haremos?” Este relato es uno de los milagros más famosos del profeta Eliseo, quien pidió a Dios que abriera los ojos de su siervo para que viera la multitud de ángeles y carros de fuego que rodeaban al de Siria. Eliseo luego oró para que cegara a los enemigos con una ceguera limitada que sólo les permitía ver objetos borrosos y de esta forma, pudo guiarlos hacia Samaria ante el rey Joram (haciéndoles pensar que los llevaba al profeta Eliseo a quien ellos buscaban) para demostrarle al rey el poder y cumplimiento de su profecía a pesar del pecado de Israel.[p 105] Enseguida, el profeta ordenó que se les sirviera un gran banquete y los devolvió a su tierra. ¡Qué tremendo testimonio debió haber sido este! Los enemigos estaban en manos de los israelitas, a merced de ellos, y sin embargo, Dios les mostró compasión y honor. ¿Cómo reacciona usted hacia aquel que le agrede o maldice cuando tiene la oportunidad de vengarse? Con compasión y amor, ¿o enojo y venganza? Noten los resultados del amor: “Y nunca más vinieron bandas armadas de Siria a la tierra de Israel” (v. 23).

LA VENGANZA OFRECE MUERTE Y DESTRUCCIÓN, EL AMOR, VIDA Y COMPASIÓN. El sitio de Samaria 6:24–30 Eso no significó que las fuerzas de Siria no volverían a intentar tomar posesión de Israel. Varios meses después, regresó Ben-adad II, no con bandas armadas, sino con todo su ejército para sitiar a Samaria por varias semanas. Hubo gran escasez de comida y el estiércol (v. 25) se usaba como combustible. El historiador Josefo dice que en algunos casos, éste se usaba para comida también, como cuando Tito sitió Jerusalén en el año 70 d.C. Dios advirtió a su pueblo desde los días de Moisés que por la rebelión espiritual él humillaría a su “orgulloso y privilegiado” haciendo que llegaran hasta el canibalismo (vv. 26–30; Levítico 26:29; Deuteronomio 28:53; compare con Lamentaciones 4:10).

El despreciado Eliseo resuelve el dilema 6:31–7:16

58 Joram, igual que su madre Jezabel, culpó al profeta de Dios (1 Reyes 19:2). El rey resolvió que la solución [p 106] más rápida y efectiva sería aniquilar al profeta (tal vez le echaban la culpa por no permitirle destruir a los sirios que Eliseo había traído presos unos meses atrás). Envió un verdugo para decapitarlo pero el profeta lo detuvo dándole una profecía que parecía totalmente imposible en ese momento. Quedó pasmado por las palabras de Eliseo y no pudo cumplir su misión (como en el caso en que los guardias del templo no pudieron arrestar a Jesús declarando: “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!” Juan 7:32, 46). El mensaje de Eliseo era claro: “Mañana a estas horas valdrá el seah de flor de harina un siclo” (7:1). Esta recuperación milagrosa sería posible gracias a que el ejército de Samaria dejó todo atrás al huir de las tropas fantasmas que Dios les hizo oir. Cuatro humildes leprosos, en su desesperación por recibir misericordia de los sirios, ya que de todas maneras iban a morir, fueron los afortunados que encontraron el campamento enemigo totalmente abandonado y lleno de comida, bebida y todo tipo de riquezas. Después de satisfacer su hambre, se sintieron culpables por no compartir la bendición y decidieron informar al rey de lo ocurrido. Cuando Dios nos da el tesoro más grande del universo, la salvación, y no la compartimos, ¿quién dirá que somos dignos de haberlo recibido? Así fue como el reino de Siria correspondió sin querer al banquete que Israel había ofrecido a sus guerrilleros meses antes (6:23).

CUANDO DIOS NOS DA LA SALVACIÓN, EL TESORO MÁS GRANDE DEL UNIVERSO, Y NO LO COMPARTIMOS, ¿SOMOS DIGNOS DE HABERLO RECIBIDO? [p 107] El precio de la incredulidad 7:2; 7:17–20 En medio de este milagroso relato hubo un príncipe que dudó de la profecía de Eliseo. Dijo: “Si Jehová hiciese ahora ventanas en el cielo, ¿Sería esto así?” (v. 2). ¡Qué peligro corre el incrédulo burlón que ha visto la mano de Dios una y otra vez a través de un profeta que todos conocían y atestiguaban como la voz de Dios! Como cristianos, muchas veces nos enojamos con los que se burlan de nuestra fe y de Dios. Deseamos que se les castigue cuando debemos mostrarles compasión por el peligro que corren de perder todo como este príncipe perdió su vida. En la vida del cristiano no hay cabida para el pesimismo cuando tenemos a Dios.

¡PENSEMOS! En el caso de la campaña contra los moabitas se ven dos lecciones claras: 1) A pesar de que el buen rey Josafat estuvo involucrado, Joram nunca consultó a Dios antes de actuar. 2) El privilegio de la oración contestada está reservado sólo para los genuinos hijos de Dios; para los que piden: “conforme a su voluntad” (1 Juan 5:14). ¿Consulta usted a Dios antes de actuar? ¿Actúa sólo para promover el reino de Dios o también para adelantar sus propios intereses? 3) ¿Somos capaces de mirar hacia lo alto y ver la so-

59 lución que Dios tiene para nuestros problemas aun cuando todo se ve negro? Lea Salmos 34:7 y 1 Corintios 10:13. 4) ¿ Cómo reaccionamos cuando la crisis fisica o económica nos rodea? ¿Permitimos que la situación nuble nuestra capacidad de ser generosos y mansos como palomas? O, ¿nos volvemos peligrosos, egoístas o vengativos? [p 108] 5) Cuando recibimos las bendiciones de Dios, ¿las compartimos? Lea 2 Corintios 5:11–20 y Salmos 73.

60 [p 109]

9 Milagros de Eliseo 2 Reyes 4:1–6:7; 8:1–15 No cabe duda que nuestro Dios se preocupa por el hombre común y corriente supliendo hasta sus necesidades más insignificantes. A veces son tan pequeñas, que las pasamos por alto o las ignoramos completamente hasta que nos hacen falta. De la misma manera, Dios usó a Eliseo en cosas muy pequeñas. No sólo para ser la conciencia de toda una nación que confiaba más en su poderío militar que en el Señor, sino también para traer inspiración, restauración y sanidad a cada individuo débil que buscaba a Dios.

MINISTERIO RELIGIOSO DE ELISEO 4:1–7, 38–44; 6:1–7 Tal vez usted se pregunte por qué usamos aquí el término “religioso” ya que en nuestro mundo moderno este término ya está muy diluido. Actualmente, esta palabra se usa para referirse a cualquier persona o grupo que tiene una creencia que demanda la observancia de algún rito o tradición como expresión de su fe personal. La Biblia sólo usa la palabra “religión” cuando describe una acción específica de bondad y compasión del corazón hacia un individuo. Es una acción valiosa de caridad dirigida hacia dos tipos de personas: las viudas y los huérfanos, precisamente los que no pueden recompensarnos. [p 110] También describe el estado de un corazón puro y sin mancha ante el mundo (Santiago 1:27). Si esto es cierto, debemos tener mucho cuidado cuando hacemos uso de la palabra, ya que no tiene nada que ver con asistir a un templo o hacer ciertos rituales. Eliseo sí era religioso y lo demostró con cuatro acciones de fe.

Eliseo y la viuda 4:1–7 Un pobre estudiante de la escuela de profetas murió, dejando solamente deudas a su madre viuda. Para empeorar las cosas, sus dos hijos iban a ser llevados cautivos por el acreedor para que trabajaran lejos del hogar hasta pagar las deudas. Lo interesante de este relato es que no se consideraba al acreedor como un villano por esa acción, ya que en aquellos tiempos, era costumbre aceptada esclavizar por un tiempo a las personas para que pagaran sus deudas. Dios permitió este sistema (Éxodo 21:7; Nehemías 5:5, 8; Amós 2:6; 8:6) pero también cuidaba que no se cometieran abusos (Levítico 25:39–55; Mateo 18:25). En vez de denunciar al acreedor, Eliseo pidió a la viuda que pagara la deuda completa (v. 7). Claro está que le dio los medios para hacerlo. Multiplicó el aceite en las vasijas que ella buscó en la vecindad. Aprendemos dos lecciones muy importantes de ésto: 1) Dios espera que como cristianos paguemos todas nuestras deudas sin importar qué tan incómodo sea. 2) Dios provee lo necesario cuando por fe actuamos obedeciendo su voluntad. La cantidad de aceite que la viuda recibió fue proporcional a la fe que demostró por la cantidad de vasijas que pidió a sus vecinos.

El potaje envenenado 4:38–44 Eliseo fue a Gilgal durante la sequía. Sin duda era el encargado de ministrar a los alumnos de la escuela de profetas. Sucedió que cuando uno de los alumnos [p 111] preparaba la comida, se descuidó con los ingredientes y sin darse cuenta puso una hierba muy venenosa. Eliseo se dio cuenta de este problema y antes de comerla, le añadió harina para purificarla. Es interesante unir este relato con Mateo 6:33: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas es-

61 tas cosas os serán añadidas”. Sin duda, Dios añade lo necesario a quienes lo ponen a él en primer lugar. Dios les añadió un pequeño milagro que protegió a los fieles.

Eliseo multiplica las primicias 4:42–44 Esta es la primera mención de una ofrenda en el Antiguo Testamento dada a una escuela bíblica. Este es uno de esos casos en que las ofrendas son pequeñas, pero aún así son de gran bendición e inspiración.

LAS COSAS PEQUEÑAS SE HACEN GRANDES CUANDO SE DEDICAN A DIOS. El milagro del hacha flotante 6:1–7 Tal vez este es el milagro más interesante de todos por su singularidad. ¿Podría algún otro milagro bíblico ser más insignificante? Quizá no, pero por alguna razón se incluye aquí. Los profetas de Jericó sufrían de pobreza y dificultades en sus estudios por falta de salones o dormitorios como hoy sucede en muchas partes del mundo. La única escuela que entrenaba a jóvenes en las cosas de Dios para que fueran la conciencia del reino, era la que más sufría de pobreza y del olvido de la nación una vez monoteísta (un Dios) y ahora politeísta (muchos dioses). Es decepcionante notar que a pesar de que Israel había sido la nación que empezó adorando a Jehová y cuyas prioridades éticas, económicas y espirituales se [p 112] dirigían a las cosas de Dios, hubiera caído tan bajo en la apostasía. El gran profeta de Dios, que en ocasiones se codeaba con los reyes de Israel y Judá para decidir el éxito o fracaso de las guerras, ahora se ocupaba de los detalles insignificantes y comunes de sus compañeros estudiantes profetas. Aparentemente, estaban construyendo un dormitorio sin tener experiencia y con muy pocos recursos o materiales. A veces las herramientas eran prestadas como en el caso del hacha que Eliseo hizo flotar después de haber caído en el río. ¿Se interesa el Señor de los asuntos y las cosas pequeñas e insignificantes de nuestra vida? ¡Por supuesto que sí!

¡DIOS NO DESPRECIA LAS PEQUEÑECES DE LOS HOMBRES! ¡PENSEMOS! Sin duda, las lecciones que Dios nos da se aprenden mejor con ilustraciones sencillas. Esto es porque somos hombres sencillos y nos relacionamos mejor con éstas que con los grandes milagros como hacer caer fuego del cielo o resucitar a los muertos y porque en ellas descubrimos al Dios supremo pero alcanzable. Estos milagros no dejan de ser importantes, porque son antecedentes de las acciones y del sacrificio supremo que Jesús hizo como siervo hasta la muerte, “…y muerte de cruz” [p 113] (Filipenses 2:8). Medite en las implicaciones profundas de Filipenses 4:19 y 2:5.

LOS GRANDES MILAGROS DE ELISEO 4:8–37; 5:1–27; 8:1–6

62 En la orilla norte del valle de Esdraelón y al oriente del monte Carmelo, había un pueblo llamado Sunem, el cual siempre será recordado como el lugar donde un niño recobró la vida

El hijo de la mujer sunamita 4:8–17 Este relato tiene que ver con otra mujer, no una viuda sin dinero, sino rica, pero sin hijos. También fue una mujer de fe. La imagen de Eliseo hasta este punto es de alguien dedicado a realizar ministerios sencillos, no muy espectaculares como los de su predecesor Elías. Eran trabajos que animaban a los creyentes fieles y edificaban a los hijos de los profetas. Años atrás, Eliseo había pasado por Sunem y se había hospedado en casa de esta mujer y su marido. Esto llegó a ser un hábito. Por lo tanto, ellos le construyeron un cuarto especial para sus visitas regulares. Después de gozar de esta hospitalidad, Eliseo deseaba recompensarles por su generosidad, así que les ofreció interceder ante el rey “en favor” de ellos, pero no tenían ninguna necesidad. No obstante, Eliseo sabía que ella era estéril y le ofreció el milagro de tener un hijo.

Eliseo resucita al hijo de la sunamita 4:18–37 Cuando el niño tenía aproximadamente cinco años, repentinamente enfermó y falleció en brazos de su madre. Aquí es donde empezamos a ver la fe de esa mujer, porque llevó el niño hasta el cuarto de Eliseo. Esta acción pudo haber sido una especie de reproche al profeta por haberle dado un niño que en poco tiempo [p 114] falleció, pero es más seguro que ella lo hizo por dos razones: 1. No quería que la familia y los vecinos lo supieran ya que armarían un tremendo escándalo por el luto. 2. Tenía fe en que tan pronto llegara el profeta a su recámara, lo resucitaría. La mujer lo fue a buscar urgentemente y encontrándolo le dijo: “paz”, y se postró a sus pies en señal de absoluta sumisión al Dios del profeta. Es interesante notar que Eliseo todavía no sabía qué sucedía y esto no nos sorprende, porque los profetas no eran omniscientes; solo conocían lo que Dios les revelaba. El mensaje de la mujer fue que al morir su hijo, sus esperanzas se habían esfumado.

LAS ESPERANZAS QUE DIOS OFRECE SIEMPRE SE HACEN REALIDAD. Entonces Eliseo imitó las acciones de Elías cuando restauró la vida de un niño (1 Reyes 17:21). Así fue como comprobó a la mujer y a toda su comunidad que el poder de Jehová es superior al de Baal, que Dios cumple sus promesas y que termina todo lo que empieza.

Eliseo advierte de una hambruna inminente 8:1–2 Es muy posible que este incidente, mencionado en el capítulo 8, sucediera muy poco después de la resurrección del niño. Eliseo advirtió a la familia que una hambruna de siete años vendría sobre Israel. Tan terrible sería, que él sabía que no podrían sobrevivir si se quedaban en su tierra. [p 115] Reposición de las propiedades a la mujer sunamita 8:3–6 Siete años después, la mujer regresó con toda su familia a sus terrenos para encontrar que ya no le pertenecían más. En su angustia, se acercó al rey Jehú justo cuando el siervo de Eliseo, Giezi le hablaba al rey de todas las maravillas que Dios había hecho por medio de Eliseo. Al verla, Giezi exclamó: “esta es la mujer, y este es su hijo”. Esta fue la oportunidad para que la mujer declarara al monarca su angustia por haber perdido su herencia completa. El rey, impresionado por la gran fe de ella, le restauró todas sus propiedades.

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¡PENSEMOS! Todo el relato que hemos visto existe sólo por una razón: la sunamita mostró gentileza y bondad con un siervo de Dios. Esto fue recompensado con un hijo, una resurrección, protección de los desastres naturales y cuidado de sus bienes terrenales. ¿Quién dice que no vale la pena servir a Dios? Cuando apoyamos a los siervos de Dios en toda forma posible, cumplimos con un ministerio. Lea y medite en Salmos 91.

Naamán el sirio 5:1 Es muy obvio que Naamán (jefe del ejército sirio, posiblemente bajo el reinado de Ben-adad II) era considerado un líder muy esencial y poderoso en el reino de Siria, ya que no fue rechazado por su rey cuando se supo que padecía una enfermedad muy temida y odiada. Es también muy evidente que la fama de Eliseo había traspasado las fronteras de Israel. El relato de Naamán es una maravillosa historia que revela a un Dios que no es étnico ni nacionalista, sino [p 116] universal. Además, habla de un extranjero rico y poderoso que se humilla y glorifica a Jehová.

La esclava de la mujer de Naamán 5:2–4 La esposa de Naamán tenía una sirvienta que había sido raptada en uno de los tantos ataques a las fronteras de Israel. Al escuchar Naamán el testimonio de la esclava de que en Israel había un profeta que Dios usaba grandemente, comunicó esta información a su rey.

La petición de sanidad 5:5–6 El rey sin duda quería mucho a su comandante porque lo mandó sin dilación a ver al monarca de Israel llevando plata, oro, ropa fina y una carta con la petición de hacer el milagro. Estos regalos eran señal inequívoca de que se esperaba que hubiera una sanidad.

La angustia del rey y la solución de Eliseo 5:7–8 El rey de Israel se angustió sobremanera y exclamó: “¿Soy yo Dios, que mate y dé vida…?” (v. 7) El rey sin duda pensaba que Siria buscaba pleito haciendo una petición imposible como pretexto para invadir Israel. Tan pronto como Eliseo supo de la situación, mandó decir al rey: “…y sabrá que hay profeta en Israel” (v. 8). No sólo quería que lo supiera el rey Ben-adad II, sino también el de Israel.

La sanidad de Naamán 5:9 A Naamán le dijeron que debía ir a casa de Eliseo, donde sin duda esperaba ser recibido conforme a su rango. No obstante, se sintió humillado cuando el profeta no se presentó, sino que envió a un siervo para decirle que se lavara siete veces en el río Jordán. Este acto de obediencia era muy sencillo, pero Naamán, enfurecido, lo tomó como una afrenta a su dignidad y orgullo. Los siervos de Naamán, acostumbrados [p 117] a obedecer órdenes de toda índole sin considerar su orgullo, razonaron con él. ¿No sería más fácil obedecer una orden sencilla que una difícil? (v. 13) Es sorprendente que los “religiosos” de hoy no consideren que el acto sencillo y dramático de la muerte de Cristo es suficiente para perdonar sus pecados, y que no tienen que esforzarse por comprar su salvación realizando actos difíciles y costosos. Naamán comprendió el razonamiento de sus siervos y obedeció. El resultado fue que quedó completamente sano de la lepra. Después, quiso expresar su admiración y asombro por la gran-

64 deza de Dios ante Eliseo, que por fin salió a su encuentro. Es posible que la lección aprendida por Naamán y todos nosotros es que no debemos admirar al hombre, sin importar su rango o posesiones, sino admirar y glorificar por sobre todas las cosas al único Dios que nos creó.

ANTE LOS OJOS DE DIOS, TODOS LOS SERES HUMANOS SOMOS IGUALES. La tentación de Giezi 5:16–19 La narración sigue con la triste derrota de Giezi, el siervo de Eliseo. Éste había estado con Eliseo desde el principio de su ministerio y había presenciado todos sus actos milagrosos; además, se movía entre reyes y generales junto a su maestro y había visto a los miles de ángeles que rodearon a los ejércitos sirios. En este pasaje lo vemos probado. Entró en crisis por una tentación íntima y secreta y su pecado y vergüenza se manifestaron a todo el mundo. Giezi no estaba exento de las tentaciones o pruebas que tantos habían ya pasado. Los regalos que Naamán trajo para Eliseo fueron una tentación demasiado fuerte para el siervo. Sin duda, [p 118] no entendía por qué Eliseo los había rechazado. ¿No había sido la fe de Eliseo la que logró la sanidad de Naamán? ¿No merecía su amo algo por su esfuerzo? Aunque no podía entenderlo, sí se consideraba parte del milagro, porque había sido el mensajero del profeta. ¿Por qué no podría él recibir aunque fuera una pequeña recompensa por sus esfuerzos de tantos años? No sabemos qué pensamientos pasaron por su mente, pero lo que sí sabemos es que mintió deliberadamente a Naamán, que estaba dispuesto a darlo todo en gratitud por su sanidad; también mintió a Eliseo. La avaricia de Giezi fue lo que le hizo actuar y ser derrotado.

Consecuencia del pecado de Giezi 5:20–27 La historia de Naamán comienza con el relato glorioso de su sanidad porque obedeció, pero termina en forma triste con la enfermedad de un hebreo que fue vencido por su avaricia. El siervo luchó con el materialismo como nosotros lo hacemos hoy y, de paso, destruyó todo lo que el profeta se había propuesto construir: un testimonio de fidelidad, honestidad y verdad que no se vende. Era lógico que la misma maldición de Naamán cayera sobre Giezi y toda su descendencia.

¡PENSEMOS! ¡Qué grandes lecciones podemos aprender de este relato! Un extranjero que oyó el testimonio fiel de las maravillas de Dios de una esclava hebrea fue movido a viajar en completa fe a un país enemigo y lejano. Dios lo humilló haciéndole reconocer que sin él no somos nada. El Dios del universo baja a nuestro nivel y nos recompensa por la obediencia sencilla. En contraste, el hombre que por muchos años había servido a Dios, en un momento de debilidad, desobedeció, [p 119] olvidándose de su compromiso santo de ser fiel y sincero. Sufrió una consecuencia horrenda y repentina que afectó a toda su descendencia porque Dios no hace acepción de personas ni de niveles sociales. Lea y medite en Salmos 8.

DIOS ES FIEL PARA LOS QUE SON FIELES. Eliseo visita a los sirios 8:7–15

65 El texto no dice por qué Eliseo fue a Damasco. Tal vez para cumplir la comisión que Dios le dio en Horeb de que tenía que ungir a Hazael como nuevo rey de Siria (1 Reyes 19:15). Si hizo su visita después de la sanidad de Naamán, nos explicamos por qué fue tan bien recibido por Benadad II. El rey estaba enfermo y ofreció a Eliseo muchos regalos; tal vez porque quería comprar su sanidad. Es interesante notar una aparente contradicción en el profeta, porque reveló al rey que sanaría de aquella enfermedad, pero que moriría de todos modos. La explicación es muy sencilla. El profeta declaró que aquella enfermedad no sería causa de su muerte, pero que moriría de otra forma. Después informó a Hazael, siervo del rey, todas las atrocidades que cometería en los años subsiguientes al asesinar a muchos israelitas. Tanto fue el horror de la visión, que el profeta lloró amargamente y declaró a Hazael que sería el futuro rey de Siria. Este relato no pareció tener mucha importancia para Israel en ese momento, pero posteriormente, Dios usó a Hazael como instrumento para recordar a Israel su terrible pecado y apostasía. Con el paso del tiempo, la nación fue totalmente esclavizada. [p 120]

66 [p 121]

10 Dinastía de Jehú 2 Reyes 8:16–29; 9:1–10:36; 13:1–25; 14:23–29 Por fin llegó el tiempo de enjuiciar a la dinastía de Acab. Una nueva comenzó con Jehú y abarcó cinco reyes consecutivos. Recordemos que una dinastía es el reinado de una familia y sus descendientes sin interrupción. Así como Acab había conseguido su corona por medio del asesinato y la traición, también su vida y la de sus descendientes terminarían de la misma forma. Elías lo había profetizado y a Eliseo le tocó presenciar una parte importante de ese castigo.

REINADO DE JORAM Y OCOZíAS 8:16–29 Durante el reinado de Joram nieto de Acab sobre Israel, empezó a reinar Joram, hijo de Josafat sobre Judá (848–841 a.C). Éste hizo lo malo ante los ojos de Jehová por casarse con Atalía, hija de Acab y Jezabel y descendiente directa de Omri. Aunque Josafat había sido justo, dio mal testimonio a su hijo al permitir que emparentara con la familia de Acab. Debido a este pecado, Dios hizo que Edom se levantara como enemigo de Judá. No obstante, por amor al rey David, el Señor no permitió la completa destrucción de Judá. Joram de Judá padecía de una enfermedad intestinal y “murió sin que lo desearan más” (2 Crónicas 21:20). En su lugar reinó Ocozías (841 a.C.) por menos de un año. Debido a sus nexos familiares, siguió los malos [p 122] pasos de su madre Atalía y su abuelo Acab. Además, se vio forzado a hacer guerra contra Hazael, rey de Siria junto con su tío Joram, rey de Israel. Ocozías participó en la traición de Jehú contra Joram, y quedó mortalmente herido.

¡PENSEMOS! Hay un refrán que dice: “Dime con quiénandas y te diré quién eres” que se relaciona muy bien con las experiencias de Josafat, Joram y Ocozías de Judá que no debieron unirse con los reyes de Israel. Por el matrimonio entre sus descendencias comprobamos que no debemos unirnos en “yugo desigual con los infieles”. Tal vez parezcan de poca importancia, pero todas las ordenanzas que Dios ha dado en su palabra son esenciales para vivir una vida santa. Debemose evitar todo tipo de error que viole los diez mandamientos de Dios. Analice los dados en Éxodo 20:1–17 y vea en qué detalles puede faltar y cómo podria afectar su vida y la de los suyos.

LA REVOLUCIÓN DE JEHÚ 9:1–10:36 Eliseo unge a Jehú como rey de Israel 9:1–13 Bajo la dirección divina, Eliseo tomó la iniciativa para cumplir su misión. No fue personalmente, sino que envió a un hijo de los profetas a Ramot de Galaad donde Jehú participaba en una batalla contra el rey de Siria. En ese pueblo y en una cámara secreta (v. 2), el profeta ungió a Jehú como nuevo rey de Israel. Esta acción le dio la legitimidad necesaria para gobernar bajo la dirección de Dios.[p 123]

67 Es probable que cuando llegó el profeta y encontró sentados a los príncipes (v. 5), éstos ya estaban fraguando un complot. Esto parece viable porque tan pronto como Jehú les avisó, no tardaron en honrarlo como rey y “cada uno tomó apresuradamente su manto, y lo puso debajo de Jehú” (v. 13). Los vv. 6–10 dan una lista de maldiciones que ocurrirían a los monarcas malos de Israel. Una de ellas fue la serie de asesinatos horrendos que Jehú inició al matar a setenta descendientes que todavía sobrevivían de la purga realizada por Acab.

Jehú comienza las purgas 9:14–29 Jehú determinó regresar a Jezreel antes de que Joram recibiera noticias de su coronación y pudiera organizar sus fuerzas. Cabalgó furiosamente (“impetuosamente”, v. 20) con una compañía de soldados. Cuando el atalaya lo vio acercarse, le avisó al rey y este mandó a dos jinetes para averiguar si venían en paz, pero ninguno de ellos regresó. Joram de Israel y Ocozías de Judá salieron a su encuentro. Sin duda razonaron que si había traición, Jehú no se atrevería a herir a los dos representantes del reino. Pero cuando se dieron cuenta de sus intenciones, huyeron gritando: “traición” (v. 23) y Jehú procedió a asesinar a ambos reyes (vv. 24–29). Es interesante notar que el cuerpo de Joram, nieto de Acab, fue tirado precisamente en el lugar donde Acab había iniciado su decadencia y había causado la muerte de Nabot.

Muerte de Jezabel 9:30–37 Habiendo terminado con Joram y Ocozías, el nuevo rey procedió a buscar a la reina Jezabel. Para entonces, todos, incluyéndola a ella, tenían conocimiento de la rebelión de Jehú. Por lo tanto, ella arregló su cabellera [p 124] como buena sidonia, habiendo decidido que si iba a morir, sería como una reina. Al ver a Jehú, ella se asomó por la ventana y burlonamente exclamó: “¿Sucedió bien a Zimri, que mató a su señor?” (v. 31) recordando así a todos los que escuchaban que él era como el traidor Zimri que había matado a Ela sólo para morir una semana después (1 Reyes 16:9–20). Jehú, enojado, gritó: “¿quién. está conmigo?” y viendo a tres eunucos que se inclinaban, les ordenó que la tiraran por la ventana y su caballo la atropelló. Una vez más, la palabra de Dios se cumplió al pie de la letra. Jehú no enterró el cadáver de inmediato porque quería alimentarse primero. Mientras lo hacía, los perros consumieron el cuerpo de Jezabel dejando solamente “la calavera, los pies, y las palmas de las manos” (v. 35). Notemos el fin tan despreciable de la infame reina: “Y el cuerpo de Jezabel será como estiércol sobre la faz de la tierra en la heredad de Jezreel” (v. 37).

Exterminio de la familia de Acab 10:1–11 Después de 33 años de paz entre los reinos de Israel y Judá, que imperaba gracias al parentesco que había entre ambos reinos, ésta terminó abruptamente con el asesinato de Ocozías. Mientras la reina Atalía dominaba en Judá, en Israel Jehú exterminaba a todos sus familiares descendientes del rey Acab. De hecho, volvió a haber guerra abierta entre ambos reinos. Primero, Jehú tenía que establecer su trono y su dominio y la matanza fue para satisfacer su venganza personal, porque sus víctimas no sólo eran rivales potenciales al trono, sino adoradores de Baal. A continuación, escribió a los oficiales de Jezreel que habían huido a Samaria después de la muerte de Joram. Estos eran responsables de la protección de los descendientes reales, y les instó a que escogieran de entre ellos a un príncipe recto y capaz de hacer guerra [p 125] contra él para defender el honor de su rey fallecido. Dice el v. 4 que “ellos tuvieron gran temor” porque reconocían que si los dos reyes anteriores no habían podido resistirlo, ¿cómo iban a hacerlo ellos? Su contestación fue que querían obedecerlo en cualquier demanda. Jehú entonces procedió a exigir que degollaran a todos los infortunados herederos y que entregaran sus cabezas en canastillos. El relato concluye con un discurso al pueblo en que se declara verdugo de Dios para enjuiciar a los que se burlaban del Señor (algo que él mismo pronto olvidó).

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Masacre de los parientes de Ocozías 10:12–14 No satisfecho con tan grotesco exterminio de los familiares de Acab, Jehú mandó buscar a más de sus parientes. Sin querer, encontró a un grupo de viajeros que venían para “saludar a los hijos del rey, y a los hijos de la reina” (v. 13). Sin duda ellos ya se habían enterado del cambio de política y del exterminio de los familiares de Acab. Es probable que fueran enviados por Atalía de Judá para vengarse de Jehú, quien de inmediato ordenó la aprehensión y asesinato de los 42 varones.

El apoyo de Jonadab 10:15–17 Jehú, intoxicado por su éxito, se declaró enemigo acérrimo de los adoradores de Baal y de sus imágenes y por una temporada tomó seriamente la tarea que Dios le dio a través del profeta Eliseo. Por eso, se alió con un hombre llamado Jonadab, fundador de los recabitas, (grupo ascético que creía que la vida simple y nómada era la que agradaba a Jehová [Jeremías 35:1–11]). Habiendo logrado su apoyo, decidió demostrar su determinación y celo por Jehová destruyendo por completo a los sacerdotes de Baal. [p 126] Matanza de los sacerdotes de Baal 10:18–36 Jehú decidió exterminar a los últimos familiares de Acab en Samaria y juntó a todo el pueblo diciéndoles: “Acab sirvió poco a Baal; mas Jehú lo servirá mucho”. (v. 18). Con eso, logró engañar a todos los profetas de Baal y les invitó a presentarse a una ceremonia dedicada al ídolo. Primero, se aseguró que ningún siervo de Jehová estuviera presente en aquella convocación y dio órdenes de matar a todos los que acudieron al templo. Después destruyó todos los altares, quemó las estatuas y arrasó con el santuario. Aunque las acciones de Jehú a favor de los verdaderos siervos de Dios parecen loables, el hecho de que empleara mentiras y falsedad para lograrlo nos revela su verdadera identidad. Por su sagacidad en eliminar la adoración de Baal, Jehú fue honrado con una dinastía que duró cuatro generaciones más y casi cien años (10:30). Pero aun así, nos dice la Escritura: “Con todo eso, Jehú no se apartó de los pecados de Jeroboam” (vv. 29 y 31).

DIOS NO NECESITA MENTIRAS PARA PROMOVER LA VERDAD. ¡PENSEMOS! Sin duda fueron días muy oscuros y horribles para los familiares de Acab y para los servidores de Baal. Aquí vemos la tragedia que el pecado acarrea. Esta lectura nos da un claro ejemplo de la verdad de que la maldad no durará para siempre, ni tampoco los que participan en ella. Aunque durante muchos años parezcan prosperar, tendrán un fin repentino y horrible. Lea Salmos 73 y [p 127] medite en la lección que aprendió Asaf.

SEGUNDA, TERCERA Y CUARTA GENERACIONES DE JEHÚ 13:1– 25; 14:23–29 Joacaz y la guerra con Siria 13:1–9 En el año 23 del reinado de Joás de Judá, Joacaz (814–798 a.C.) comenzó a reinar en Israel después de los años violentos de su padre. Pero eso no quiere decir que tuvo paz y prosperidad. El autor de 1 y 2 de Reyes siempre evalúa a Israel y a Judá en términos de su fidelidad a Jehová.

69 Jehú exterminó la adoración a Baal en Israel, pero ni él ni Joacaz se alejaron de la adoración idolátrica iniciada por Jeroboam I. Este rey fue una copia al carbón de su padre Jehú, porque adoraba los becerros que Jeroboam puso en Bet-el durante su reinado apóstata. Por tanto, “se encendió el furor de Jehová contra Israel” (v. 3) y “afligió a Israel todo el tiempo de Joacaz” (v. 22), valiéndose de su enemigo Hazael de Siria. La historia hebrea define que los ataques y cautiverios fueron resultado de la ira de Jehová contra su pueblo. Este no era un concepto nuevo para las naciones, que también se sometían a los dioses de sus conquistadores cuando las derrotaban. La única diferencia es que Jehová, Dios de los hebreos, no sólo castigaba a su pueblo, sino que también podía rescatarlo y siempre lo hacía cuando había arrepentimiento. La profunda debilidad militar de Israel se ve al comparar estadísticas: Joacaz tenía diez carrozas y Acab, cien años antes, había tenido dos mil. Fue en estas condiciones que el rey Joacaz clamó a Jehová y él contestó, rescatándolos de la destrucción completa. A pesar de esto, no se apartaron de su idolatría (vv. 4–6).[p 128]

SÓLO EL DIOS DE ISRAEL PUEDE JUZGAR Y LIBERAR A SU PUEBLO Joás y la recuperación parcial de Israel 13:10–25 Después de la muerte de Joacaz, reinó Joás (798–782 a.C.) en Israel, en el año 37 de Joás de Judá y siguió en las pisadas de sus antecesores haciendo “lo malo ante los ojos de Jehová” (v. 11). También conservó la adoración de los becerros de oro en Dan y Bet-el (v. 11). Aun así, logró una recuperación parcial al vencer a los sirios con la ayuda del profeta Eliseo (v. 25).

La última misión de Eliseo 13:14–19 Después de desaparecer de la escena profética por 40 años, Eliseo reaparece durante el reinado de Joás, quien aparentemente lo estimaba mucho porque le llamó “padre mío” (v. 14). Eliseo procedió a darle instrucciones con el fin de probar su fe y liberarlo de Siria y de esta forma le recordó que Jehová podía pelear sus batallas futuras. 1) Primero le instruyó a tirar una saeta (flecha) hacia el oriente en dirección de Siria y le reveló: “herirás a los sirios en Afec hasta consumirlos” (v. 17). Afec se ubicaba en el valle de Jezreel y es el lugar donde se verificaría la victoria sobre ellos. Pero eso dependía de la siguiente instrucción que le dio. 2) Le dijo que tomara las flechas y con ellas golpeara el suelo sin decirle cuántas veces. El rey sólo lo golpeó tres veces y se detuvo. Su oportunidad de destruirlos por completo se esfumó por la poca fe que demostró. Eliseo entonces le reclamó por qué no lo había hecho 5 o 6 veces para asegurar la victoria completa. Por lo tanto, Joás logró derrotar a Siria sólo tres veces y recuperó las ciudades tomadas por ella. [p 129] Muerte de Eliseo 13:20–21 El ministerio profético de Eliseo duró 55 años y falleció en el año 795 a.C. Después de enterrar a Eliseo, unos hombres decidieron arrojar a otro muerto en el mismo sepulcro. Aquel hombre revivió cuando su cuerpo tocó la tumba de Eliseo. Esta resurrección confirmó la autenticidad del ministerio del profeta, que fue usado por Dios y que él estuvo satisfecho con su ministerio.

Reinado de Jeroboam II 14:23–29 El reinado de Jeroboam II (793–753 a.C.) en Israel empezó durante el quinceavo año del rey Amasías de Judá. Como todos los demás reyes antes de él, mantuvo la secta de la adoración de los becerros de oro que instituyó Jeroboam I. A pesar de eso, tuvo algunas cosas a su favor y fue considerado uno de los reyes más grandes del norte:

70 1) Como Dios había prometido a Jehú, su dinastía tuvo cierto éxito hasta la cuarta generación y permitió muchos años de reinado a Jeroboam II. 2) Jonás profetizó que los límites de su reino se extenderían hasta Damasco, casi hasta el río Éufrates como Dios había prometido a Abram (Génesis 15:18). 3) Dios se conmovió por el sufrimiento de Israel (13:5–7) y actuó con mucha compasión a pesar de su pecado. Cuando falleció Jeroboam II, su hijo Zacarías tomó su lugar como el último de la dinastía de Jehú.

¡PENSEMOS! Los reyes estudiados no mostraron devoción a Dios, pero a pesar de eso, bajo la dirección de Jeroboam II Israel disfrutó de más poder que en cualquier época desde Salomón. La escuela de los profetas ya no existía y el rey ignoró las leyes de justicia y equidad. Por lo [p 130] tanto, los ricos se hacían más ricos y los pobres más pobres. La gente se volvió completamente egoísta y dependía más de sus posesiones que de Dios. Los pobres estaban tan oprimidos, que para ellos era difícil creer que Dios veía su situación. Las posesiones no son necesariamente indicación de la bendición divina. También pueden ser resultado del empeño personal. Si usted goza de prosperidad, recuerde que Dios le llamará a rendir cuentas de cómo la alcanzó y retuvo. Lea de nuevo Salmos 73 y anote algunas posesiones que otros tienen y que desearía tener. ¿Son necesarias? ¿Le convienen? ¿Le robarán del tiempo que pasa con Dios? ¿Tendrá que endeudarse para poseerlas? ¿Por qué las desea? ¿Podrá confiar en que Dios se las dé? ¿Causarán que se olvide de Dios? Medite en 1 Timoteo 6:3–10.

71 [p 131]

11 Contraste espiritual entre dos naciones 2 Reyes 11:1–12:21; 14:1–22; 15:1–38 Durante los diez capítulos anteriores hemos recalcado la horrible tragedia que el pecado acarreó al pueblo de Israel debido al liderazgo carnal de sus reyes y que la destrucción del pueblo no se dio en forma repentina, sino gradualmente. El pecado los fue corrompiendo como un cáncer que desde dentro y muy lentamente, destruyó las bendiciones y libertades de toda la nación. Estudiamos en detalle cada paso de la decadencia de Israel porque quiso imitar a las naciones perversas de Oriente y conformarse a las normas del mundo; sacrificaron todo lo santo, perfecto y duradero y lo reemplazaron con todo lo perverso, imperfecto y destructivo. Llegaron al extremo de no dejar nada bueno que fuera de bendición para el resto del mundo. Israel llegó a su punto más bajo y vergonzoso y pronto Judá lo siguió como “cordero que va al matadero”.

¡PENSEMOS! En los siguientes capítulos de 2 Reyes podemos hacer un contraste entre los dos reinos y llegar a dos conclusiones: 1) El reino de [p 132] Judá continuaba haciendo lo “recto ante los ojos de Dios” pero no se entregó totalmente a la voluntad divina sino hasta poco antes del cautiverio babilónico. 2) El reino de Israel no tenía la intención de humillarse. Usted podrá notar los cambios de actitud de los reyes en el diagrama que aparece en la pág. 143. Compárelas con las de su experiencia para saber qué dirección lleva en relación con la voluntad de Dios.

REYES DE JUDÁ 11:1–12:21; 14:1–22; 15:1–7; 32–38 Antes de llevar al lector a la triste conclusión del reino de Israel, debemos retroceder al reino de Judá y estudiar a los reyes que Dios usó durante el período de cuatro generaciones que duró la dinastía de Jehú sobre Israel. Es difícil llevar una cronología clara y adecuada de los libros de los Reyes; por lo tanto, es necesario avanzar o retroceder conforme a la secuencia que siguen los reyes de Israel, el reino del norte.

Atalía, la reina perversa 11:1–3 Esta sección empieza con la única reina que tuvo Judá, Atalía (841–835 a.C.). Ella usurpó el lugar que le correspondía al hijo de Ocozías, el heredero legal. Notamos que el autor no la introduce como reina. Cuando murió Ocozías, Atalía asesinó a toda la simiente real para coronarse reina de Judá. Jehú por lo menos no asesinó a los que eran de su propia descendencia, sino a los que Dios le indicó que debían morir por los pecados de Acab. Pero Atalía no pudo justificar sus demoniacas y crueles acciones.

72 Fue nieta de Omri e hija de Acab y Jezabel de Israel; era cruel y lo suficientemente ambiciosa como para [p 133] sacrificar a todos sus nietos con tal de convertirse en reina y gobernar por más de 6 años. Pero pudo haber extendido el tiempo de su reinado si hubiera sido regente de su nieto Joás mientras éste crecía y maduraba para ocupar el trono. Esto nos demuestra claramente que el pecado siempre es una mala idea, porque tiene poca duración y deja al culpable condenado y sin satisfacción personal. A pesar de todo, ella no logró aniquilar a todos los descendientes de Ocozías; Josaba, hija del rey Joram y hermana de Ocozías, tuvo la valentía de esconder a Joás, hijo de su hermano, para protegerlo y cuidarlo durante 6 años.

EL PECADO NO DURA NI SATISFACE Coronación de Joás 11:4–16 Pero no todo estaba perdido, los sacerdotes reconocieron el plan de Satanás, que intentaba usar a Atalía para hacer en Judá lo que hizo Jezabel en Israel. Su meta era la total destrucción de la simiente de David, o sea, el linaje del Mesías. Cuando el joven Joás, que permanecía a salvo en el templo, cumplió 7 años, el sacerdote Joiada lo ungió como rey. Para ello, llamó a los capitanes de centenas y guardias del palacio real e hizo un pacto con ellos de que no revelaran el secreto. Los soldados leales rodearon a Joás y permanecieron junto al altar del templo mientras Joiada lo instalaba. Al mismo tiempo, el pueblo se regocijó batiendo las manos (vv. 5–12). El sacerdote luego dio orden de matar a Atalía afuera del templo.

Avivamiento en Judá 11:17–21 A continuación, Joiada hizo un nuevo pacto público [p 134] en que se renovaba la alianza entre el rey terrenal de Judá y Jehová. También confirmó la aceptación de Joás por el pueblo y destruyó el templo de Baal y todas las imágenes que contenía junto con su sacerdote Matán. Todo el pueblo se regocijó por el nuevo rey y el nuevo pacto hecho con Dios. El v. 20 dice: “Y todo el pueblo de la tierra se regocijó, y la ciudad estuvo en reposo”. Por fin Judá pudo sentir la paz que no había tenido durante trece años, desde la muerte de Josafat.

CUANDO EL HOMBRE ESTÁ EN PAZ CON DIOS, HAY TRANQUILIDAD EN SU CORAZÓN. Joás, el rey niño 12:1–3 Joás (835–796 a.C.) fue un buen rey. Se preocupó por restablecer la adoración a Jehová y destruir la de Baal. Al inicio de su reinado, que duró 40 años, siguió en los caminos de Dios porque su tío Joiada supervisaba su conducta (2 Crónicas 24:1–16). Pero cuando éste falleció, los idólatras ejercieron su influencia sobre Joás. Hasta dio su aprobación a la lapidación del hijo de Joiada, Zacarías, porque se atrevió a amonestar al rey y sus nobles (2 Crónicas 24:17–22). Aparentemente, durante la vida del sacerdote Joiada, no se pudo obtener el apoyo completo del pueblo para la adoración de Jehová en el templo de Jerusalén. El hecho de que continuaran sacrificando y quemando incienso en los lugares altos (v. 3) no necesariamente indica que cayeron en la idolatría; tal vez sus ofrendas eran para Jehová. Sólo indica que la generación que había presenciado el avivamiento bajo Joiada no siguió al pie de la letra los requisitos de la ley mosaica en cuanto a la adoración del templo de Jerusalén. De nuevo vemos la dilución de la verdad a pesar del reciente [p 135] avivamiento. Esto los llevaría a la corrupción completa en los años siguientes.

La reparación del templo 12:4–16 Con el pasar de los años y especialmente como resultado de los abusos y los cambios hechos por la reina Atalía (2 Crónicas 24:7), el templo había caído en desuso y necesitaba reparaciones urgentes, pues ya habían pasado unos 153 años de su construcción. Ésta fue una de las priorida-

73 des de Joás. El rey ordenó que las ofrendas que se recibían en el templo fueran usadas para repararlo (2 Crónicas 24:5). Tal vez en los años anteriores las finanzas para su mantenimiento salían de la tesorería nacional, pero ahora Joás pidió a todo el pueblo que compartiera la responsabilidad. Este método de recaudar fondos que impuso el rey (mandar sacerdotes al pueblo) no funcionó por dos razones: 1) Los sacerdotes no fueron lo suficientemente agresivos o convincentes en su campaña de recaudación, 2) Lo que recaudaban no alcanzaba para el mantenimiento del templo y el sostén de los sacerdotes. Más bien, éstos se dedicaron a servirse a sí mismos que a reparar el templo. Finalmente, cuando Joás cumplió treinta años, se impacientó, les quitó la autoridad y responsabilidad y los sustituyó con empleados del gobierno que asumieron la responsabilidad de recaudar los fondos y usarlos en el mantenimiento del templo. Estos supervisores fiscales y Joiada eran los encargados de dar el uso justo a las ofrendas y pagar los salarios de los trabajadores (vv. 9–15). Para no dejar de sostener completamente a los sacerdotes, se designaron las ofrendas de pecado y de culpa para distribuirlas entre ellos (v. 16).

DIOS PROTEGE Y CUIDA A SUS FIELES SERVIDORES. [p 136] Relato final de Joás 12:17–21 Hazael rey de Siria se propuso atacar Jerusalén. Joás entonces procuró rescatar la capital del terrible ataque que se aproximaba. Juntó todos los tesoros de los reyes pasados y las ofrendas que ya habían juntado del pueblo y los mandó a Hazael para evitar la destrucción. Éste quedó satisfecho con los regalos y se fue en paz. Por su parte, Joás fue asesinado por dos soldados profesionales, quizá para vengar la muerte del hijo de Joiada.

Reinado de Amasías 14:1–6 Amasías (796–767 a.C.), es clasificado como un buen rey, aunque no alcanzó a igualarse con el rey David. Siguió en las pisadas de su padre Joás, pero no destruyó los lugares altos. Parece que Amasías tuvo dificultades para consolidar su poder y autoridad al principio de su reinado. Destruyó a los asesinos de su padre, pero no a sus familiares. No siguió la costumbre oriental, sino que se apegó a la ley de Moisés según Deuteronomio 24:16. Esta es una de las diferencias entre un rey justo de Judá y los reyes malvados de Israel, que para asegurar su trono asesinaban a todos los familiares del enemigo, sin dejar a nadie vivo. Esto nos muestra una gran diferencia entre ambos reinos.

Orgullo y humillación de Amasías 14:7–16 Judá había perdido el dominio de Edom desde los días de Joram (2 Reyes 8:20–22) y Amasías deseaba recuperarlo. Para asegurar la victoria, reclutó a cien mil mercenarios israelitas (2 Crónicas 25:6). Un profeta del Señor le advirtió que no se valiera de ellos y los regresó [p 137] a sus hogares. Ellos, enfurecidos por no obtener los despojos de la guerra, atacaron algunas ciudades de Judá (2 Crónicas 25:10–13). Amasías continuó su campaña contra Edom, dejando la venganza contra los israelitas para después. Obtuvo una gran victoria y cuando regresó, trajo consigo a los dioses edomitas para adorarlos en Jerusalén (2 Crónicas 25:14). Esto preparó el escenario para la derrota en la guerra contra Israel. Por tres razones Amasías, que fue derrotado, decidió entrar en una guerra civil: 1. Para vengarse por lo que los mercenarios hicieron a Judá. 2. Por el orgullo de haber vencido a los edomitas. 3. Por la adoración a los dioses falsos de Edom. Por su idolatría, Dios determinó destruir a Amasías (2 Crónicas 25:15–16). “Y Judá cayó delante de Israel, y huyeron” (v. 12).

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Reinado de Azarías sobre Judá 14:17–22; 15:1–7 Aquí puede haber una pequeña confusión en cuanto a las fechas, porque Amasías reinó todavía 15 años más después de la muerte de Joás de Israel (v. 17). Los eruditos concluyen que el rey Amasías fue tomado prisionero por Israel y que lo liberaron poco después de la muerte del rey Joás de Israel. Para entonces, Judá ya había entronizado a Azarías (790–739 a.C.), hijo de Amasías, cuando apenas tenía 16 años de edad. Amasías reinó como coregente con su hijo Azarías. Durante los reinos de Azarías en Judá y Jeroboam II en Israel, ambos gozaron de prosperidad. Su fama y su poder se conocían en las naciones circunvecinas. Pero el orgullo fue la causa de su caída (2 Crónicas 26:15–16). Azarías, como muchos de nosotros, no quiso depender de Dios porque había logrado mucho éxito y poder. Es probable que no nos guste cuando nuestras debilidades o limitaciones impiden que lleguemos a [p 138] grandes alturas. Es mas fácil aceptar todo cuando reconocemos que Dios nos tiene de la mano y nos impide alcanzar grandes cosas, tal vez porque no quiere que caigamos en fracaso total. La caída de Azarías fue similar a la de su padre: su orgullo fue su peor enemigo. Segundo de Crónicas 26:16– 20 relata que por su pecado, Dios lo maldijo con lepra por el resto de sus días y vivió en aislamiento.

EL ORGULLO QUE EXALTA LA VOLUNTAD DEL HOMBRE, REPRIME LA VOLUNTAD DE DIOS. Reinado de Jotam sobre Judá 15:32–38 Jotam reinó con su padre Azarías como coregente (750–740 a.C.) y luego lo hizo solo hasta 735 a.C. Aunque también es clasificado como un buen rey, no se deshizo de los lugares altos. El relato de 2 Reyes ignora las exitosas guerras que tuvo contra los amonitas y el tributo que le ofrecieron. También pasa por alto sus grandes proyectos de construcción de fortificaciones en anticipación de los ataques de los sirios e Israel (2 Crónicas 27:3–5).

¡PENSEMOS! Hemos repasado la vida de cinco reyes de Judá. Todos, menos la reina Atalía, fueron buenos. A pesar de eso, no se entregaron de todo corazón a la voluntad de Dios. Notamos varios elementos peligrosos como la ambición, el egoísmo, la influencia extranjera, desobediencia a las leyes y el orgullo, que hicieron que el pecado continuara en Judá. Son elementos que todos nosotros a veces [p 139] albergamos, y lo que es peor, permitimos que controlen nuestra vida. Todos queremos que se realice un avivamiento en nuestra iglesia, pero hay dos requisitos esenciales que tenemos que cumplir si queremos que se haga realidad: 1) requiere obediencia total y absoluta a la voluntad de Dios, y 2) demanda persistencia en la determinación de continuar en esa voluntad. Dios quiere usar su poder a través de nosotros a su manera. Lea 2 Corintios 12:9 y Colosenses 1:29.

ÚLTIMOS AÑOS DEL REINO DE ISRAEL 15:8–31 Reinado de Zacarías 15:8–12

75 Zacarías (753 a.C.), hijo de Jeroboam II y último de la dinastía de Jehú, no logró reinar más que seis meses. Como todos sus predecesores, promovió la adoración a los becerros de oro. Cayó presa de la conspiración de Salum, quién lo asesinó a sangre fría en presencia de todo el pueblo. La persecución, los celos, el egoísmo y la violencia entre las diez tribus de Israel llegó a su clímax con una serie de traiciones y asesinatos sin misericordia perpetrados por sus líderes. Así como comenzó, también terminó el reinado de la dinastía de Jehú. Duró 90 años y en ella se cumplió la profecía de Dios.

EL PECADO INCREMENTÓ LA VIOLENCIA Y LA TRAICIÓN EN ISRAEL. [p 140] Reinado de Salum 15:13–15 Salum reinó un solo mes (752 a.C). Es posible que haya sido de la tribu de Manasés o de los fieles de Jehú que buscaban vengar a Zacarías.

Reinado de Manahem 15:16–18 Manahem (752–742 a.C.), fue comandante del ejército de Jeroboam II. Aparentemente estaba en el proceso de consolidar su gobierno cuando saqueó a Tifsa y Tirsa. Es posible que algunos pueblos no lo aceptaran como rey y para intimidarlos, cometió el salvajismo de abrir el vientre de las mujeres embarazadas. Tal brutalidad era común en el Oriente y, debido a que la nación, de Israel imitaba esas culturas, llegó al punto más degradante, bajo y brutal que es posible. Estas acciones los hicieron iguales a sus contemporáneos paganos.

Primera invasión de Asiria 15:19–22 Los dolores de parto comenzaban para Israel. Las señales del juicio inminente eran claras cuando en sus cercanías se dejó sentir la poderosa presencia de Pul (Tiglat-pileser), rey de Asiria. Puesto que el historiador se centra en la decadencia de Israel y su inevitable destrucción, incluye este relato del primer contacto entre Pul y Manahem (posiblemente en el año 743 a.C). Manahem aceptó entregarle tributos para poder confirmar la paz en las fronteras que tenía con su país (v. 19). Además, este rey confió más en la costumbre oriental de sobornar a los reyes enemigos para preservar su reino, que confiar en Dios. Véase la gráfica al final de este capítulo para ver el lugar que ocupó este rey. Nunca se le ocurrió consultar a Dios ante esa invasión inminente.

LA VIDA ESPIRITUAL PELIGRA [p 141] CUANDO NO ACUDIMOS A DIOS

EN LOS TIEMPOS DIFÍCILES. Reinado de Pekaía 15:23–26 Cuando el rey Manahem falleció, su hijo Pekaía asumió el trono y reinó por dos años (742– 740 a.C.), pero siguió en la apostasía de Jeroboam. Peka reinaba al oriente del Jordán como lo había hecho con Manahem. Es posible que al principio respetara la decisión del pueblo de permitir a Pekaía reinar, pero finalmente Peka decidió conspirar contra él y matarlo junto con un grupo de 50 hombres de Galaad (v. 25).

Reinado de Peka 15:27–31 Aunque Peka reinó 8 años sobre Israel, su gobierno abarcó en total 20 años (752–732 a.C.), ya que inició siendo coregente de Manahem en la zona que estaba al oriente del Jordán. Religiosamente continuó el sistema pagano de adoración de sus predecesores como se ha repetido de todos desde Jehú. Pero en forma gradual, la paciencia de Dios se había ido acabando para Israel. Peka perdió todo el norte de su reino a manos de Asiria (732 a.C.), como resultado de la petición

76 de Acaz de Judá (véase cap. 16 que se comenta en el cap. 12 de este libro). La conquista que preparó el terreno para el cautiverio cayó como maldición de Dios sobre Israel.

¡PENSEMOS! Por fin se agotó la paciencia de Dios. Esto es muy significativo cuando consideramos que su paciencia es indescriptiblemente grande con el hombre. La maldad de Israel fue abismal y Dios tenía que detenerla. Uno tras otro, los reyes de Israel optaron por imitar los modelos perversos de sus vecinos [p 142] y nunca pudieron vencer la tentación de seguir su mal ejemplo. Nosotros debemos procurar ser los mejores modelos, reconociendo siempre que Cristo es el mejor modelo a imitar. El pecado en nuestra vida es serio, pero es aún más grave cuando anima a otros a desobedecer a Dios. Somos responsables por la forma en que influenciamos a otros. ¡Qué Dios tenga piedad de nosotros si llegamos a ser piedra de tropiezo! Medite en Hebreos 10:19–30. [p 143]

[p 144]

77 [p 145]

12 Cautiverio de dos reinos 2 Reyes 16–25 Las advertencias de juicio pasaron y al final sólo quedaron las consecuencias aterradoras del pecado de Israel. El pueblo fue llevado cautivo. Durante 211 años Dios había sido compasivo y paciente con ese pueblo que insistía en servirse a sí mismo en lugar de obedecer a Dios y que seguía sus indomables pasiones sin arrepentirse de sus horrendos pecados. La intriga, la traición, el homicidio, la idolatría y la fornicación espiritual habían sido el pan diario y permeaban la vida nacional con un olor de pudrición y muerte. Dios comenzó a manifestar su severidad y permitió que el pueblo de Israel cayera en manos de los lobos feroces conocidos como los asirios. Al principio, éstos se contentaban con hacer incursiones ocasionales para forzar a las naciones a que les pagaran tributo a cambio de mantener la paz. Después aplicaron otro método para desmoralizarlos: deportaban pueblos enteros y los llevaban a lugares extraños donde se hablaba un idioma distinto. En efecto, el Señor había preparado el “báculo de mi furor” (Isaías 10:5) contra su nación, secularizada. ¡Aun cuando Dios les advirtió de sus consecuencias, el pecado los devoró! Por su parte, el [p 146] reino de Judá tampoco estaba lejos de seguir el camino de la apostasía.

CAUTIVERIO DE ISRAEL BAJO ASIRIA 17:1–41 Oseas y el cautiverio de Samaria 17:1–5 Oseas (730–722 a.C.) asumió el trono de un estado débil. Sólo la pequeña provincia de Samaria permanecía bajo su control. El autor lo describe como mejor que sus antecesores (v.2), pero sus buenas obras no fueron suficientes para salvarlo de lo que había de venir. El efecto acumulado de los pecados de los veinte reyes de Israel hicieron que viniera el juicio máximo: esclavitud y muerte, que se realizaron en el año 722 a.C. Esta es la trágica consecuencia del pecado que hemos mencionado a través de este estudio. Los días del reino de Israel estaban contados.

Salmanasar rey de Asiria 17:6 Este era hijo de Tiglat-pileser y llegó al poder en el año 727 a.C. Al principio, el rey Oseas le pagaba tributo para que los dejara en paz. En su séptimo año, Oseas ilusamente pensó que podía contar con los egipcios para librarlos de la opresión económica, pero Salmanasar descubrió la rebelión de Oseas, lo apresó y decidió conquistar todo Israel. Esto le tomó sólo tres años. En el proceso, deportó a la mayoría de los israelitas.

EL PECADO MÁS PELIGROSO PARA EL CRISTIANO ES PONER OTRA COSA EN LUGAR DE DIOS. [p 147] Razones de la cautividad 17:7–23 Los reyes y el pueblo de Israel habían recibido suficientes mensajes advirtiéndoles las consecuencias del pecado. Dios, que previamente los había liberado de Egipto (v. 7), ahora los entregaba a los asirios (v. 23). Con el juicio inminente, el autor presenta un resumen acusador de la conducta de Israel: “Porque los hijos de Israel pecaron contra Jehová su Dios” (v. 7). Las infracciones que se describen en los vv. 8–23 son las siguientes:

78 1. Anduvieron en los estatutos de las gentes (v. 8). 2. Caminaron en los pasos que sus reyes prescribían (v. 12). 3. No obedecieron, sino que endurecieron su cerviz y no creyeron en Jehová (v. 14). El siguiente cuadro describe cómo pasaron de la libertad a la esclavitud.

LIBERTAD ↓ Confianza en Dios.

↓ Confianza en las naciones.

↓ Confianza en el hombre

↓ Desconfianza en Dios.

↓ ESCLAVITUD Repoblación de Samaria 17:24–41 La repoblación que Asiria realizó en Samaria fue mucho tiempo después de la deportación de los israelitas. El plan era mezclar al pueblo que quedaba en la [p 148] tierra con los asirios para evitar revoluciones futuras. Por supuesto que cuando los extranjeros llegaron a Samaria, no sabían nada del Dios de los hebreos. Los ataques de los leones profetizados (Levítico 26:21–22 y Éxodo 23:29), forzó a los asirios a informar a su rey que sufrían esos ataques porque no conocían lo que el Dios de los hebreos requería de ellos. Por lo tanto, el rey permitió que un sacerdote hebreo regresara a Bet-el para instruirlos en la adoración a Jehová, aunque es indudable que no tenían la más mínima intención de cambiar a su dios “Nergal” (del “hampa”) por el de los hebreos, sino sólo agregarlo a sus lugares altos. El samaritanismo fue resultado de este proceso. Este es el trasfondo de la situación religiosa que Esdras y Nehemías enfrentaron 257 años más tarde.

¡PENSEMOS! Como hemos meditado en capítulos anteriores, cuando Dios quiere ser escuchado y lo ignoramos, es cuando más duro nos aplica su castigo. Así como Satanás conoce nuestra debilidad, Dios conoce el castigo que cada pecado merece. El pecado más abominable es la idolatría, que es poner otra cosa en el lugar supremo que sólo pertenece al Señor, sin importar cuán inocente o insignificante aparente ser. Medite en Hebreos 10:22–31 acerca del significado real de estos pasajes para su vida.

ÚLTIMOS AÑOS DE JUDÁ 16; 18:1–24:20

79 El juicio de Israel pasó como un gran torbellino. Pero Judá también jugaba con la apostasía. El perverso rey Acaz (732–715 a.C.) reinaba en el sur durante la regencia [p 149] de Pekaía en Israel.

El perverso rey Acaz 16:1–4 Este rey, considerado uno de los más repulsivos de Judá, siguió el ejemplo de los de Israel (v. 3) en las siguientes formas: 1. Hizo imágenes a Baal (2 Crónicas 28:2). 2. Sacrificó a uno de sus hijos vivo como ofrenda a Baal. 3. Permitió la construcción de “lugares altos”. Isaías el profeta ministró en Judá durante estos años oscuros de apostasía (Isaías 1:1).

Dolores de parto de Judá 16:5–6 (2 Crónicas 28:1–27) Los siguientes años fueron muy dolorosos para Judá porque: 1. Las fuerzas de Tiglat-pileser III amenazaron sus fronteras con una posible invasión. 2. Israel y Siria se llevaron a 200,000 cautivos de Judá a Samaria para después dejarlos regresar por advertencia del profeta Obed (2 Crónicas 28:5–15). 3. Edom recuperó sus tierras perdidas con el rey Azarías (14:22). 4. Los filisteos tomaron posesión de varios pueblos fronterizos (2 Crónicas 28:18).

La decisión del rey Acaz 16:7–9 En su desesperación, el rey despojó el templo de todo el oro y la plata para entregarlo al rey de Asiria como una especie de soborno llamado “tributo”. Con esta acción, redujo a Judá al nivel de vasallo de los asirios. Acaz no tenía por qué hacer esto, ya que Dios le había prometido protección por medio del profeta Isaías (Isaías 7:1–11; v. 5).[p 150] Lastimosamente, el rey rechazó la promesa optando por poner su confianza en la potencia mundial de su día: pidió a Tiglat-pileser III que lo librara de Israel y de Siria. En 732 a.C., Asiria conquistó Siria y tomó posesión de Israel, dejándolo completamente desolado en 722 a.C.

El precio de su componenda 16:10–20 Una lección dura y clara que el rey Acaz aprendió fue que entre más le daba a Asiria, más le demandaba ésta (Isaías 7:17–8:8). Así es también con el pecado. No podemos jugar con el diablo y salir inermes. Cuando Acaz visitó al rey de Asiria en Damasco para pagarle sus favores, quedó impresionado por el altar de su dios Asur. Por ello, mandó hacer una réplica y desplazó a Jehová del altar. No cabe duda que respetaba el poder de Tiglat-pileser a tal grado, que quiso imitarlo.

NO ES DIFÍCIL IMITAR A LOS QUE ADMIRAMOS. El rey estaba ya jugando en la arena de la política internacional donde las jugadas se caracterizaban por la intriga y la depravación. La verdad, fidelidad y amor eran elementos desconocidos. Al abandonar la protección de Dios, su mensaje y su profeta, también perdió toda esperanza de recuperarse y escapar de la trampa satánica. Murió sin honor y la nación habría sufrido un fin semejante si no hubiera sido por su hijo Ezequías, que amó a Jehová y lo manifestó en los momentos más críticos de la historia de Judá. En respuesta a su arrepentimiento, el Señor concedió a su pueblo otros cien años de existencia. [p 151] EL

GRAN AVIVAMIENTO DE JUDÁ 18:1–20:21

La apostasía y la corrupción habían carcomido las entrañas de Israel y la nación fue totalmente derrotada por los asirios. Ahora el coloso asirio amenazaba las fronteras de Judá y estaba a

80 sólo veinte kilómetros al norte de Jerusalén. Esa nación pudo haber sido la herramienta divina para realizar el juicio de Judá por sus grandes pecados, pero las reformas que se hicieron bajo Ezequías y Josías permitieron que pasara otra generación antes de que los excesos de los demás reyes llevaran a Judá por el mismo camino de Israel.

El buen rey Ezequías 18:1–3 Con excepción de Josías, que vivió cien años después, Ezequías (715–697 a.C.) fue el descendiente davídico más piadoso que subió al trono de Judá (v. 5; 23:25). Su reinado empezó con un gran avivamiento de la verdadera religión y este movimiento también impactó a Israel (2 Crónicas 30:5–27). Ezequías nunca apostató en sus días (v. 6) y se pueden comparar sus hazañas espirituales con las de David, ya que anduvo “conforme a todas las cosas que había hecho David” (v. 3). Sólo tres reyes recibieron tal alabanza: Asa (1 Reyes 15:11), Josafat (2 Crónicas 17:3) y Josías (2 Reyes 22:2).

Las reformas de Ezequías 18:4–12 La fidelidad de Ezequías a Dios se manifestó en varias acciones: 1. “Quitó los lugares altos” (v. 4), haciendo pedazos los pilares y cortando los símbolos de Asera. Ni el rey Salomón había logrado esto. 2. Destruyó la serpiente de bronce de Moisés (Números 21:4–9) porque la habían hecho objeto de adoración y le quemaban incienso (también era [p 152] la imagen de la fertilidad de los cananeos). 3. Purificó y reconsagró el templo (2 Crónicas 29:3–36). 4. Celebró la pascua correctamente como no se había hecho en mucho tiempo (2 Crónicas 30). Por ello, Dios lo bendijo y prosperó, ya que logró romper la servidumbre de Asiria que había empezado en tiempo de Acaz y la victoria sobre los filisteos, así como la recuperación de territorios perdidos (v. 8).

Tratados de Judá con Asiria 18:13–18 Senaquerib, rey de Asiria, procedió a conquistar el territorio que Ezequías había retomado de sus enemigos y Judá quedó casi totalmente en sus manos (v. 13). Ezequías sintió una presión tremenda y aceptó sus propuestas de paz sin condiciones: “todo lo que me impongas” (v. 14). Es posible que haya cometido el mismo error de su padre, quien dejó de confiar totalmente en Dios para su liberación. Tuvo que vaciar las tesorerías del palacio y del templo para juntar la cantidad de tributo que le demandaba. Pero estos tributos no satisficieron al presuntuoso rey de Asiria y mandó a un “gran ejército” (v. 17) contra Jerusalén.

Asiria desafía al Dios de Judá 18:19–19:37 Asiria rodeó Jerusalén. Su comandante militar dio un discurso al pueblo en su idioma en el que minimizó el poder de Jehová y les infundió temor instándoles a que cambiaran de líder y se sometieran a Asiria. Lo impresionante fue que por orden del rey, guardaron un silencio absoluto cuando terminó el discurso. Así demostraron su apoyo a Ezequías (vv. 36–37). Sin duda las cosas que dijo el comandante acerca de Judá eran muy ciertas. La nación era militarmente débil y no podía confiar en las muchas deidades que mencionó (vv. 34–35). El desafío a Jehová demostró la [p 153] ignorancia que el asirio tenía acerca de la historia del Dios de los hebreos y su poder. El gran error del comandante fue que aseguró que Dios no podría librar a Judá de los asirios. Ezequías, después de rasgar sus vestidos (19:1) y orar a Jehová pidiendo que los librase de ese terrible y temible ejercito (19:14–19), recibió la respuesta divina a través de Isaías. El Señor mandó al ángel de Jehová de noche sobre el campamento asirio y 185,000 soldados murieron (19:35). Desde los días de Eliseo no se había visto un milagro como ese, lo cual fue un mensaje

81 claro al pueblo: “Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos” y su amor hacia su pueblo es interminable siempre y cuando éste le rinda su corazón. Además, Dios prometió a Judá que restauraría su reino, sanaría los campos y las viñas para que les proporcionaran comida en abundancia en sólo tres años (vv. 29–31). Judá todavía tenía una chispa de amor hacia Dios que se encendió convirtiéndose en un fuego abrasador y un avivamiento.

¡UN FUEGO ABRASADOR EMPIEZA CON UNA CHISPA! Enfermedad mortal de Ezequías 20:1–11 Ezequías cayó enfermo (posiblemente después de la liberación de Asiria) e Isaías le hizo saber que era de muerte. Ezequías oró a Dios afligido y “con gran lloro” (v. 3), pidiéndole misericordia por la devoción que había mostrado en el pasado. El Señor le concedió vivir otros quince años y para fortalecer su fe, le dio una señal muy especial: la sombra del sol retrocedió diez grados en vez de avanzarlos. [p 154] Embajadores de Babilonia 20:12–19 Cuando Dios terminó con el asedio de los asirios contra Jerusalén, llegaron unos embajadores de Babilonia a visitar a Ezequías. En aquel tiempo, ese era un país débil y controlado por los asirios. Merodac-baladán, rey de Babilonia, buscaba independizarse y consideró a Judá como futuro aliado. Ezequías cometió tres errores muy serios que pondrían su futuro reino en jaque mate: 1. No fue sabio. Mostró orgullosamente todos los tesoros del palacio y del templo a los embajadores. Así sembró en ellos la tentación de algún día regresar para llevarse todo a Babilonia. 2. No dio el honor al Señor por haberlo librado de la amenaza asiria. 3. Fue egoísta y no se preocupó del futuro de su reino o de sus hijos. Cuando Isaías profetizó el cautiverio babilónico, contestó: “La palabra de Jehová que has hablado es buena … habrá al menos paz y seguridad en mis días” (20:19). Así dejó el reino de Judá a merced de su hijo Manasés y su nieto Amón.

Reinados de Manasés y Amón 21:1–26 Manasés empezó a reinar a los doce años y lo hizo durante 55 años. Después del tono espiritual elevado del reino de Ezequías, parece casi inconcebible que Manasés (697–642 a.C.) le diera la espalda a todo lo que su padre hizo y defendió. No sabemos por qué actuó así; tal vez fue por la prosperidad que Judá gozaba gracias a la bendición prometida por Dios a Ezequías o quizá porque el corazón de Manasés y Amón estaban destinados a repeler todo lo santo y bueno que Jehová les ofrecía. Manasés no empezó la apostasía lenta y sutilmente. Después de la muerte de su padre, enseguida reconstruyó los lugares altos; además, erigió una imagen a Asera [p 155] y pasó a su hijo por fuego como hizo su abuelo Acaz (2 Crónicas 33:6) practicó la adivinación y el ocultismo. Su hijo Amón (642–640 a.C.) no fue diferente que su padre y murió asesinado, dejando a su hijo Josías como rey de Judá.

Las reformas de Josías, último rey bueno 22:1–23:25 Josías (640–609 a.C.) empezó a reinar a los 8 años, e inició su odisea espiritual a la edad de doce (2 Crónicas 34:3). El imperio asirio ya estaba en decadencia y Egipto estaba en su apogeo. Josías aprovechó la oportunidad para hacer reformas espirituales contra las deidades asirias y a favor del monoteísmo en las siguientes formas: 1. Reparó el templo (vv. 1–7).

82 2. Recuperó el libro de la ley (vv. 8–20) que fue leída al rey. Esto hizo que rasgara sus ropas y pidiera a los sacerdotes que le preguntaran a Dios el estado espiritual de Judá para corregir cualquier error. Judá entonces regresó a la palabra de Dios y corrigió su vida espiritual como nosotros debemos hacer diariamente. Jehová dio una respuesta positiva: “Por cuanto oíste las palabras del libro, y tu corazón se enterneció, y te humillaste delante de Jehová, cuando oíste lo que yo he pronunciado contra este lugar … y rasgaste tus vestidos, y lloraste en mi presencia, también yo te he oído, dice Jehová” (vv. 18b–19). 3. Hizo una renovación del pacto (23:1–3).

¡LAS TRES CLAVES DE UN AVIVAMIENTO SON: OIR, HUMILLARSE Y LLORAR! [p 156] 4. Hizo la limpieza del templo de Jehová (vv. 4–6). Sacó y destruyó los altares y utensilios que se usaban en la adoración de los dioses ajenos. 5. Derribó los lugares altos y sus imágenes en todo su reino (vv. 7–15). 6. Quemó los huesos de los sepulcros sobre los altares de los ídolos (v. 16) cumpliendo así la profecía hecha a Jeroboam (1 Reyes 13:23). 7. Mató a todos los sacerdotes idólatras quemando sus huesos para no dejar rastro de su memoria. 8. Celebró la pascua como no se había hecho desde los tiempos de los jueces (vv. 21–23). El autor confiesa que no hubo rey como él antes o después que tuviera el mismo ardor por hacer la voluntad de Dios (v. 25).

Respuesta divina hacia Judá 23:26–30 Pero la decisión del Señor ya estaba tomada. Josías logró posponer el castigo del pecado, pero no evitarlo (v. 26). Dios no tenía nada contra Josías, pero sí mucho contra Judá. La suerte estaba echada: “Quitaré de mi presencia a Judá, como quité a Israel” (v. 27). Así terminó el reinado de Josías, quien falleció mientras combatía contra la potencia mundial de su tiempo: Egipto.

¡PENSEMOS! ¿Qué más se puede decir del pecado de Judá? A pesar de que hubo un gran avivamiento con dos reyes consagrados, no fueron suficientes para eliminar las consecuencias del pecado cometido durante más de trescientos años. Muchas veces olvidamos que aunque Dios es amor, paciente y justo, el pecado cometido no una o dos veces, sino muchas, tiene consecuencias terribles y espantosas: “¡Horrenda cosa es caer en manos [p 157] del Dios vivo” (Hebreos 10:31b). Es peligroso cuando no buscamos obtener la victoria sobre nuestras debilidades. En Romanos 8 la palabra de Dios nos da armas poderosas y maravillosas para vencer al pecado. El problema es que muchos no buscan la victoria proque los pecados les gustan demasiado. Pero la rectitud es algo que tenemos que desear y buscar diariamente en todas las áreas de nuestra vida. Haga un estudio concienzudo de las palabras “humi-

83 llación” y “quebranto” comparándolas con Isaías 53:1–12.

CAUTIVIDAD DE JUDÁ 23:31–25:30 Los últimos cuatro reyes malos de Judá 23:31–24:20 El reinado de Joacaz (609 a.C.) había durado sólo tres meses cuando faraón Necao lo apresó. Éste puso como rey a otro hijo de Josías llamado Eliaquim y le cambió el nombre a Joacim. Con este cambio quería controlar a Judá. También exigió tributos de plata y oro (609–598 a.C.). Fue durante su reinado de 11 años que se empezaron a sentir las consecuencias del error de Ezequías. Los babilonios llegaron hasta las fronteras de Judá y ahuyentaron a los egipcios. Joaquín ascendió al trono y duró sólo tres meses al frente del país. Durante ese período, Nabucodonosor sitió Jerusalén y logró tomar posesión de ella en sólo dos meses. Los babilonios tomaron el oro y la plata del templo cumpliendo así la profecía de Isaías dada a Ezequías (20:16). Nabucodonosor deportó a más de tres mil de los mejores hombres que pudo encontrar (Jeremías 52:28) y [p 158] dejó a Matanías como rey de Judá cambiándole el nombre a Sedequías. Éste sólo reinó once años como súbdito de Babilonia, pero al cabo de nueve años, se rebeló contra sus opresores (vv. 18–20).

Caída de Jerusalén y cautividad de Judá 25:1–21 Sin duda, los sitios eran experiencias terribles. Los enemigos cercaban las ciudades impidiendo que les llegaran provisiones, haciendo que muchos murieran de hambre y sed. También usaban rampas y torres para destruir las paredes y poder lanzar sus flechas sobre la multitud. Las batallas eran terribles, no respetaban edad ni sexo de los que se encontraban atrapados detrás de las murallas. Pero el horror más espantoso era el hambre y la sed. Después de cuatro meses, los babilonios conquistaron la gran ciudad de Jerusalén. Asesinaron a todos los hijos de Sedequías frente a él y para humillarlo, le sacaron lo ojos (v. 7). Destruyeron todos los edificios importantes, incluyendo el gran templo de Salomón (v. 9) y los muros. La ciudad quedó completamente desolada en el año 586 a.C.

El remanente huye a Egipto 25:22–26 Este pasaje aclara que Nabucodonosor sí dejó un remanente de los judíos que no tenían importancia o que eran demasiado pobres para causar problemas. Gedalías quedó como gobernador de Judá para dar la apariencia de que era un gobierno activo. Pero pasaron menos de dos meses antes que un tal Ismael, obviamente ambicioso y antibabilónico, asesinara al gobernador. Por temor a las represalias, todo el remanente huyó a Egipto. [p 159] Conclusión: Dios protege la dinastía davídica 25:27–30 A pesar del castigo que Israel tuvo que pagar por los pecados cometidos durante sus casi 400 años de existencia, el autor termina su crónica con una nota de esperanza. Jehová había establecido la dinastía davídica y la había protegido contra los ataques de Satanás, quien quería interrumpir el linaje real de Jesucristo. Aun dentro de la cautividad babilónica, vemos la protección de Dios sobre los suyos. La liberación y el honor que fueron otorgados al rey Joaquín son prueba de ese fiel cuidado, ya que le permitieron vivir el resto de sus días con honor en la presencia del rey.

¡PENSEMOS! Los libros de 1 y 2 Reyes tienen muchas lecciones que debemos aplicarnos como cristianos. Las más importantes son saber cuánto odia Dios la idolatría y que castiga severamente a todo aquel que permite

84 que cualquier cosa, persona o actividad tome el lugar de Dios. El Señor es celoso y su amor hacia el hombre no le deja hacer a un lado ese celo. Por esta razón, protege sobre todas las cosas una relación abierta, sincera y sin falsedad con el ser humano. Hoy podemos ver una espantosa similitud entre Israel y las naciones que se consideran “protestantes”, mismas que están vendiendo su “primogenitura” al sacrificar los principios absolutos de Dios y permitir que las leyes arbitrarias, determinadas por una mayoría de votos, anulen los mandatos divinos y los valores bíblicos. Si no podemos discernir entre lo bueno y malo, lo blanco y lo negro, lo correcto y lo [p 160] incorrecto, debemos detenernos y hacer una evaluación personal. Si no tenemos la voluntad de enseñar lo que Dios exige de nuestro mundo o de nuestros hijos, ponemos en peligro a toda una generación, que con toda facilidad apostatará de la fe como Israel. ¿Vale la pena un poco de placer ante las horribles consecuencias que acarrea el pecado? Medite en Judas vv. 1–25 analizando nuestros tiempos y las doctrinas que hoy engañan a los creyentes.