Estudios Biblicos Ela - DeUTERONOMIO

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ESTUDIOS BÍBLICOS ELA: AL ESTE DE LA FRONTERA (DEUTERONOMIO) Ediciones las Américas, A.C. Apartado Postal 78, 72000, Puebla, Pue., México Teléfonos. 48 39 23 y 48 23 23 FAX 49 59 84[p 2] A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas están tomadas de la Versión Reina Valera 1960. Primera edición, 1994

© 1994 por Ediciones Las Américas, A. C. Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción parcial o total. ISBN 968–6529–22–5 EX LIBRIS ELTROPICAL

3 [p 3]

CONTENIDO 1.

El pueblo fracasado

Deuteronomio 1:1–46 2.

El pueblo preparado

Deuteronomio 2:1–4:43 3.

Lo más importante

Deuteronomio 4:44–6:25 4.

El pueblo escogido

Deuteronomio 7:1–8:20 5.

¡Recuerden!

Deuteronomio 9:1–11:32 6.

La adoración en Israel

Deuteronomio 12:1–16:17 7.

Liderazgo en Israel

Deuteronomio 16:18–18:22 8.

¡Sed justos!

Deuteronomio 19:1–26:19 9.

¡Sed santos!

Deuteronomio 19:1–26:19 10.

El pacto palestino

Deuteronomio 27:1–30:20 11.

El pacto protegido

Deuteronomio 31:1–32:47 12.

Ultimos acontecimientos en la vida de Moisés

Deuteronomio 32:48–34:12

4

[p 4] AL ESTE DE LA FRONTERA

DETERONOMIO

INTRODUCCION Y PRIMER DISCURSO DE MOISES 1:1– 4:43

SEGUNDO DISCURSO DE MOISES 4:44–26:19

TERCER DISCURSO DE MOISES 27:1–30:20

DE MOISES A JOSUE 34:12

Introducción general 1:1–4

Introducción

Israel dentro de la tierra 27:1–28:62

Josué comisionado 14–23

Introducción al discurso 1:5–8

Ley general

4:44–49 5:1–11:32

El pacto mosaico El gran mandamiento

5:1–6:3

Eventos al comienzo de la peregrinación 1:9– 46

Leyes específicas 26:15

Organización del pueblo 1:9–18

Acerca de la adoración 12:1–16:17

Fracaso en CadesBarnea 1:19–46

Acerca de la administración 18:22

Eventos al final de la peregrinación 2:1– 4:43 Pueblos liberados

2:1–23

Pueblos derrotados 3:11 Tribus en Transjordania 22

2:24–

3:12–

Moisés no pasará el Jordán 3:23–29 Exhortación a la obediencia 4:1–40 Ciudades de refugio 4:41–43

6:4–11:32

12:1–

16:18–

Acerca de asuntos diversos 19:1–25:19

Una lección objetiva 10

27:1–

31:1–

31:1–8,

Los testigos contra Israel 31:9–13, 24–30 32:1–47

Maldiciones de la desobediencia 27:11–26 28:15–68

La ley escrita y leída 24–27

31:9–13,

Bendiciones de la obediencia 28:1–14

El cántico entonado 30; 32:1–47

31:19–22,

Israel fuera de la tierra 28:63–29:1

Los cielos y la tierra

31:28–29

Moisés ve la tierra 52

32:48–

Israel de regreso a la tierra 29:2–30:14 Recuerden

29:2–8

Acerca de dos ceremonias 26:1–15

Obedezcan

29:9–13

Exhortación final 26:16–19

Arrepiéntanse

Enseñen

Reto final

29:14–29 30:1–14

30:15–20

Moisés bendice a las tribus 33:1–29 Moisés muere y Josué es instalado 34:1–12

5 [p 5]

1 El pueblo fracasado Deuteronomio 1:1–46 Viajar de Panamá hasta los Estados Unidos de Norteamérica es una excursión fascinante. Los países de Centroamérica son muy pequeños, por lo que a intervalos cortos se deben cruzar distintas fronteras. Esta experiencia es siempre una aventura. El viajero nunca sabe qué va a suceder al encontrarse con los oficiales de aduana. Aunque todos sus papeles estén en regla, con cada paso fronterizo surge algo de preocupación. Cuando todo el procedimiento ha terminado, y el carro se desliza por carretera abierta, se siente un alivio extraordinario, porque ha terminado otra etapa de la aventura. Los israelitas iban viajando de Egipto a la tierra prometida. El registro de Deuteronomio comprende los acontecimientos que sucedieron cuando el pueblo se encontraba en la frontera entre Transjordania y Canaán, al este de la tierra prometida. En aquel entonces no había puestos de migración ni aduana, pero tal vez la nación sentía preocupación al enfrentar la aventura de [p 6] cruzar la frontera y después el río Jordán, para tomar posesión de la tierra que el Señor les había ofrecido.

INTRODUCCIÓN GENERAL AL LIBRO DE DEUTERONOMIO Situación histórica En Deuteronomio, Moisés recuerda al pueblo una y otra vez que Jehová los había sacado de Egipto y liberado de la opresión. El Exodo ya era historia pasada (5:6; 1:6). Los israelitas ya habían pasado cuarenta años peregrinando en el desierto (1:3; 2:7; 8:2, 4; 29:5). Al final de ese período, se encontraban listos para cruzar el Jordán y ocupar la tierra (1:8). Se encontraban en la frontera oriental, y seguramente que sufrían las mismas inquietudes que nosotros cuando cruzamos una frontera para penetrar en país extraño.

Autor y fecha Los eruditos bíblicos discuten mucho estos aspectos, pero no hay razones de peso que nos convenzan de que el autor y fecha sean diferentes a los que encontramos en el mismo libro. Deuteronomio siempre pone a Moisés como el autor (1:1, 5, 9) y la fecha aproximada es a finales de la peregrinación (1:1–5). Además de esta evidencia interna, tenemos que tomar en cuenta el testimonio de Cristo y los apóstoles, quienes al citar el libro de Deuteronomio lo atribuyeron a Moisés.[p 7] Testigo CRISTO

Nuevo Testamento

Deuteronomio

Mat. 19:7–8

24:1–4

Mat. 22:24

25:5

Juan 8:5

22:22–23

PEDRO

Hechos 3:22

18:15, 18

ESTEBAN

Hechos 7:37

18:15, 18

PABLO

Romanos 10:19 1 Cor. 9:9

32:21 25:4

Autor de Hebreos

Hebreos 10:28 12:21

17:2–6; 19:15 9:19

6 Es interesante notar que el contenido de los textos de Deuteronomio no se encuentra en ninguna otra parte del Pentateuco. Pero los personajes citados arriba afirmaron claramente que Moisés era el autor de esas citas. La fecha aproximada en que Moisés se dirigió al pueblo fue 1400 a. C. al final de los cuarenta años de vagar por el desierto.

Esencia ¿Cuál es la esencia de este libro y de qué se trata? ¿Qué tipo de literatura es? En los primeros versículos tenemos por lo menos dos indicios que nos ayudan a contestar estas preguntas. El primero tiene que ver con el nombre del libro. Los hebreos tenían la costumbre de denominar un libro usando la primera palabra o frase del mismo. Entre ellos, el nombre más popular para este [p 8] quinto libro del Pentateuco es “Estas son las palabras” (1:1). La frase agrega que Moisés es quien las comunica. La Biblia castellana adoptó el mismo nombre que el que aparece en la Septuaginta y la Vulgata Latina. Estas versiones interpretaron mal una palabra que se encuentra en 17:18. En vez de “una copia de esta ley” tradujeron “esta segunda ley” (Deutero=segunda, nomos=ley). Así que del versículo primero aprendemos que Deuteronomio contiene las palabras o discursos de Moisés. Conviene notar que casi todo el libro incluye los sermones que Moisés dirigió al pueblo. El versículo cinco nos proporciona la segunda pista. La frase clave es “resolvió Moisés declarar esta ley”. El verbo “declarar” significa literalmente grabar en piedra y se usa en 27:8 en la frase “escribirás muy claramente en las piedras”. La idea es de exponer y hacer claro el significado. Moisés no estaba dictando una segunda ley, sino sólo exponiendo la ya existente, la mosaica. El libro en su totalidad es una exposición de la ley de Moisés y no solamente una repetición de ella.

Importancia El libro que estudiamos ejerció mucha influencia en Israel a través de toda su historia. Durante el reinado de Josías (2 Reyes 22) se descubrió un “libro de la ley” mientras limpiaban el templo. Algunos creen que este pasaje se refiere a Deuteronomio y otros afirman que fue todo el Pentateuco. En cualquier caso, Deuteronomio influyó en el avivamiento que comenzó después de su lectura. En la época de Nehemías hubo otro avivamiento que también se basó en la lectura de, cuando menos, el libro que estamos estudiando (Nehemías 8–9). Por lo que sabemos, en esas dos ocasiones, los sermones de Moisés [p 9] provocaron una renovación espiritual en el pueblo de Israel.

¡PENSEMOS! Tome el tiempo necesario para leer y meditar en 2 Reyes 22:3– 23:3 y en Nehemías capítulos ocho y nueve. ¿Cómo se produjo el avivamiento por la lectura de la ley? ¿Piensa que hoy en día se puede hacer la misma obra? Analice sus hábitos de estudio bíblico. Si busca renovar su vigor espiritual, debe descubrir de nuevo su Biblia. Otra indicación de la importancia de Deuteronomio en Israel se encuentra por el uso que se hace de él en el Nuevo Testamento. Cristo repelió la tentación de Satanás citándolo tres veces (Mateo 4:4, 7, 10). Los escritores sagrados se refirieron a él por lo menos 80 veces, convirtiéndolo así en uno de los más citados de todo el Antiguo Testamento.

Propósito Recuerde que el pueblo se encontraba en la frontera oriental de la tierra prometida después de haber pasado 40 años vagando por el desierto. La forma más sencilla de expresar el objetivo de Deuteronomio es decir que los discursos de Moisés eran para preparar a la nación para entrar y posesionarse de Canaán. La preparación se plasmó en exposiciones de la ley que Israel había recibido hacía cuarenta años. Moisés recalcó que si querían disfrutar de todas las bendiciones divinas, tendrían que vivir de acuerdo con las estipulaciones de la ley. Esta se dio no como una dura carga que [p 10] debían soportar, sino como un manual de instrucciones que debían seguir si deseaban disfrutar del bienestar total (shalom). A su vez, Moisés les instruyó sobre qué hacer para asegurar que la ley ocupara el lugar debido en su vida.

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Tema central La enseñanza principal del libro puede expresarse por medio del título divino que más se ocupa en él: “Jehová [pronombre] Dios”. El primer elemento (Jehová) se usaba para referirse al Dios del pacto, quien se relacionaba directamente con Israel. El segundo (Elohim) enfoca su inmenso poder y majestad. Combinando los dos, aprendemos que Moisés quería enseñar que el Señor era Soberano de Israel. Toda la vida tenía que relacionarse con ese Dios omnipotente. La soberanía divina sobre su pueblo es el tema central. El pronombre en el título cambia según el cuadro:

JEHOVÁ SU DIOS 2 VECES JEHOVÁ MI DIOS 3 VECES JEHOVÁ NUESTRODIOS 23 VECES JEHOVÁ VUESTRODIOS 48 VECES JEHOVÁ TU DIOS 228 VECES Es obvio que Moisés quería personalizar su mensaje. Hay tres textos en que el último título se repite tres veces en el mismo versículo (10:12; 12:18; 23:5). La enseñanza llega a su clímax cuando en 28:58 el predicador dice: “temiendo este nombre glorioso y temible: [p 11] JEHOVÁ TU DIOS”. Jehová tenía que ser el Soberano y Señor de la vida de cada israelita como individuo.

Texto clave Todas las verdades básicas de Deuteronomio se encuentran en el texto clave: 7:6–11. Jehová es tu Dios:

porque te amó (vv. 7–8), te escogió (vv. 6–7), te redimió (v. 8b) y entró en pacto contigo (vv. 8–9). Tomando esto en cuenta, debes amarlo (v. 9) y obedecerlo (vv. 9, 11). Si haces su voluntad, habrá bendición (v. 9) y si no la haces, habrá maldición (v. 10). Estos temas se repiten vez tras vez por todo el libro. El mensaje era clarísimo. Si querían vivir en la tierra prometida, disfrutando de todas las bendiciones divinas, tenían que reconocer la soberanía divina en todos los aspectos de su vida. El Señor es Señor de todo.

Estructura literaria Todos los eruditos bíblicos reconocen que Moisés arregló su material para seguir el mismo patrón de los pactos que se hacían entre soberanos y vasallos en el tiempo del segundo milenio antes de Cristo. Cada sección de Deuteronomio representa un elemento de tal tratado. Preámbulo: El mediador del pacto

1:1–5

Prólogo histórico: La historia del pacto

1:6–4:49

Estipulaciones del pacto: La vida bajo el pacto. a. El gran mandamiento

5:1–11:32

b. Los mandamientos complementarios

12:1–26:19[p 12]

Sanciones del pacto: Ratificación del pacto, bendiciones y maldiciones, juramento del pacto Disposición dinástica: La continuidad del pacto

31:1–34:12.

El bosquejo que usaremos en este comentario es el siguiente:

INTRODUCCIÓN GENERAL

1:1–4

27:1–30:20.

8

I. PRIMER DISCURSO DE MOISÉS PRÓLOGO HISTÓRICO 1:5–4:43 II. SEGUNDO DISCURSO DE MOISÉS PACTO MOSAICO 4:44–26:19 III. TERCER DISCURSO DE MOISÉS PACTO PALESTINO 27:1–30:20 IV. DE MOISÉS A JOSUÉ 31:1–34:12 La introducción general (1:1–4) contiene toda la información que necesitamos para ubicarnos. Por lo menos tres preguntas se contestan. ¿Quién? Moisés es el autor de los sermones que tenemos en el libro (vv. 1, 3). ¿Dónde? Se encontraban en Transjordania al oriente del río Jordán (vv. 1,5). ¿Cuándo? Después de pasar cuarenta años vagando por el yermo (v. 3). La primera división principal abarca desde 1:5 hasta 4:43. En estos capítulos encontramos el primer discurso de Moisés. El enfoque principal de este sermón es el pasado. En preparación para cruzar la frontera a la tierra prometida, Moisés recuerda a los israelitas lo que [p 13] Dios ya había hecho por su pueblo. Su mensaje central es que puesto que el Señor había hecho tanto en el pasado, el pueblo podría esperar que hiciera cosas semejantes en el futuro, cuando entraran en Canaán.

INTRODUCCIÓN AL PRIMER DISCURSO 1:5–8 Moisés expresa que su propósito es declarar (exponer, elucidar) la ley que Dios había dado a su pueblo en Horeb (Sinaí) hacía cuarenta años (vv. 5–6a). En su introducción, expone dos mandatos y una promesa. En el primer mandato (vv. 6–7), Jehová dio la orden de que la nación se movilizara. Debían salir del monte Sinaí y comenzar el viaje que les llevaría hasta el río Eufrates. Antes de salir de Horeb, el Omnipotente les dio una promesa inquebrantable: “Yo os he entregado la tierra” (v. 8a). Esta promesa divina es la base de otro mandato que sólo los humanos podían cumplir: “Entrad y poseed la tierra que Jehová juró a vuestros padres”. La victoria estaba asegurada, pero no podrían verla si no obedecían la orden de entrar y tomarla en posesión. Este recordatorio era muy propicio en las circunstancias históricas en que se encontraba el pueblo.

SUCESOS AL PRINCIPIO DE LA PEREGRINACIÓN 1:9–46 El predicador divide su mensaje entre los acontecimientos al comienzo y al final de la peregrinación por el desierto. Los primeros se encuentran en el capítulo uno y los segundos en los capítulos 2–4. De los tantos sucesos [p 14] acaecidos, seleccionó los más relevantes para el pueblo que se encontraba próximo a entrar en la tierra.

La organización del pueblo 1:9–18 Recién salidos de Egipto y antes de recibir la ley en Sinaí, Moisés se dio cuenta de que el pueblo tenía que ser organizado (Exodo 18:13–27). Cuarenta años después, expuso este suceso para recordar a la nación que al entrar en la tierra prometida, tendrían que conservar la misma organización justa y no caer en la anarquía ni la administración injusta.

El problema vv. 9–12. El primer aspecto del problema era la incapacidad de Moisés de gobernar al pueblo. El confesó: “Yo solo no puedo llevaros” (v. 9). No podía ni debía él llevar toda la responsabilidad. El tamaño de la multitud lo hacía imposible (vv. 10–11). Según Números 1:45–46, había 603, 550 varones que podían salir a pelear. Los demógrafos dicen que con mujeres, niños y ancianos, el total de israelitas en el desierto sería cerca de dos millones. ¿Qué individuo podría atenderles solo? Además de esto, el pueblo era bastante problemático (v. 12). Padecía de molestias (término general que se refiere a toda carga o dificultad), cargas (tributos injustos impuestos a la fuerza o juicios pronunciados contra otros), y pleitos (demandas legales).

La solución vv. 13–18. ¿Cómo podría Moisés salir de este problema? Organizando al pueblo y delegando las responsabilidades. Esa fue la sugerencia de su suegro Jetro. El gran caudillo primeramente nombró líderes (vv. 13–15). El texto usa cuatro títulos para ellos: jefes es término general que significa literalmente cabezas [p 15] (vv. 13b, 15a), capitanes (jefes de millares, etc.) enfoca sus deberes militares (v. 15b), gobernadores (escribas o sobreveedores) que implica su papel político (v. 15c), y jueces, indicando su responsabilidad judicial (v. 16). Habiendo nombrado a los líderes, procedió a darles las instrucciones básicas. Su ministerio debía caracterizarse por la justicia (v. 16), la imparcialidad (v. 17a) y la temeridad (v. 17b). En casos difíciles, todos contarían con Moisés como último recurso (17c). Note que

9 los requisitos que necesitaban llenar se encuentran en el versículo 13: sabiduría, discernimiento y buena reputación.

¡PENSEMOS! ¿Cuál es su actitud hacia el liderazgo? ¿Cree que usted mismo o algún otro es capaz de hacerlo todo solo? Reconozca que esto es imposible y que el plan de Dios es tener múltiples individuos participando activamente en la ejecución de su obra. Cuando cruzaran la frontera y entraran a ocupar la tierra, tendrían que mantener esta misma organización equitativa y justa para que el pueblo prosperara.

El fracaso en Cades-barnea 1:19–46 El segundo incidente que expuso Moisés era para exhortar al pueblo acerca de las actitudes que debían tener al cruzar el límite de Canaán. Cades-barnea era el último pueblo antes de entrar en la tierra desde el sur. Lógicamente, habiendo llegado hasta allí, la nación seguiría de frente y ocuparía la buena tierra, pero eso no sucedió. El siervo de Dios les recordó lo sucedido para que no pasara lo mismo en la segunda vez que los israelitas llegarían a la frontera.[p 16]

Obediencia v. 19. El pueblo obedeció el mandato de 1:6–7a. Salieron de Horeb y en aproximadamente once días llegaron a Cades-barnea. Habían comenzado bien, pero veremos que siguieron mal. Misión de los doce espías vv. 20–25. En vez de subir y tomar posesión de la tierra, decidieron enviar una comisión para reconocerla y, basándose en el informe, decidir si seguirían obedeciendo o no. Los espías reportaron que, por un lado, la tierra era en verdad buena (v. 25b), pero, por otro lado, había obstáculos que impedirían su conquista (v. 28b). Rebelión del pueblo. Primera fase vv. 26–40. Casi todo el pueblo siguió la recomendación de la mayoría de los espías y optaron por no seguir adelante. Dijeron: no entraremos. El texto menciona cuatro acciones rebeldes: no quisieron (v. 26a), fueron rebeldes (v. 26b), murmuraron (vv. 27–28) y no creyeron (v. 32). Hebreos 3:18–19 dice que no entraron en la tierra por desobediencia e incredulidad. Deuteronomio indica que el problema principal fue la cobardía del pueblo. Tenían miedo (vv. 21, 28–29). En vez de estar temerosos debían confiar en Jehová. Moisés les dio tres razones (vv. 29–33). Debían creer en el Señor porque él:

PELEABA POR ELLOS COMO GUERRERO V. 30 LOS PROTEGÍA COMO PADRE V. 31 LOS GUIABA COMO PASTOR V. 33 [p 17] La reacción del Señor a la rebelión de Israel se relata en los versículos 34–40. Prohibió la entrada de la mayoría rebelde (vv. 34–35, 37). Prometió la entrada a algunos (vv. 36, 38–39). Emitió un nuevo mandato (v. 40). En vez de seguir adelante, debían regresar al desierto hasta que murieran todos los que no podían entrar.

Rebelión del pueblo. Fase dos vv. 41–46. La voluntad de Dios era muy clara. Debían volverse al yermo y no entrar en la tierra prometida. Frente a este mandato inconfundible, el pueblo dijo: subiremos y pelearemos (v. 41). Esta actitud fue condenada por Jehová en el versículo 42: “No subáis, ni peleéis”. Desobedecieron, y el resultado fue una derrota rotunda (v. 44). El problema en esta ocasión fue la altivez (v. 43). Depositaban toda su confianza en sí mismos y sufrieron las consecuencias. Cuarenta años después, Israel se encontraba en la frontera y su caudillo les enseñó que no debían enfrentar la conquista de la tierra ni con temor ni altivez, sino confiando en y obedeciendo a Jehová su Dios, el Soberano del universo.

10

¡PENSEMOS! ¿Qué actitud tiene cuando se enfrenta con el reto de hacer suyas las promesas del Señor? Puede responder como lo hizo Israel: con miedo o con altivez. Ambos sentimientos están equivocados. Las actitudes correctas son la confianza y la obediencia. Pídale al Padre que le dé el valor necesario para ser confiado y obediente. [p 18]

11 [p 19]

2 El pueblo preparado Deuteronomio 2:1–4:43 La nación de Israel se encontraba en la frontera de la tierra que Jehová había prometido a sus antepasados los patriarcas. El Señor su Dios había cuidado de ellos durante cuarenta años desde el Exodo de Egipto. En vías de preparación para entrar en la tierra, Moisés les predicó una serie de mensajes que son el contenido de Deuteronomio. Su primer discurso cubre los capítulos 1–4 y su enfoque principal es histórico. El capítulo 1 mira hacia atrás 40 años a los sucesos que acontecieron al principio de la peregrinación en el páramo. La porción que estudiamos abarca los capítulos 2–4 y hace hincapié en lo pasado recientemente. Esta segunda parte del primer sermón de Moisés se puede denominar, sucesos al

final de la peregrinación por el desierto. La preparación del pueblo para entrar y tomar posesión de la tierra ahora enfoca ciertos sucesos que habían acontecido muy poco tiempo antes. Por lo tanto, aún estaban frescos en la memoria de la gente. Es interesante notar aquí que hay un lapso de unos 38 años (2:14) entre el final del capítulo uno y el principio [p 20] del dos. Parece que dos años habían transcurrido entre el Exodo y el fracaso del pueblo en Cades-barnea. Así que transcurrió un período total de cuarenta años entre la redención de Israel y los acontecimientos que estudiamos.

PREPARACIÓN MILITAR 2:1–3:11, 21–22 La realidad es que Israel había tenido muy poca experiencia militar (Exodo 17; Números 21) y esta era una de las razones por los que se llenaron de miedo al meditar en que tendrían que conquistar por las armas a las ciudades amuralladas y luchar contra gigantes espantosos. Moisés quiso enseñarles que Jehová su Dios era más que capaz de encargarse de la situación militar. El caudillo recuerda al pueblo que en meses próximos pasados el Señor les había dado victorias portentosas y que seguiría haciendo lo mismo al cruzar el río Jordán.

Pueblos liberados 2:1–23 La primera lección que tenían que aprender era que su Dios era soberano en asuntos militares. Sólo podían hacer la guerra contra los pueblos indicados por él. Ciertos grupos no debían ser molestados. Israel debía hacer todo lo posible para no provocarlos. Por orden directa de Jehová, no atacarían a tres pueblos.

Edom (Esaú, Seir) vv. 4–8. En su ruta de sur a norte, la primera nación que encontrarían sería Edom. Israel no debía meterse con ellos porque su territorio no formaba parte de la tierra prometida. El Altísimo lo había dado a Esaú como herencia (v. 5b). La segunda razón es que eran [p 21] hermanos por ser descendientes de Esaú (Edom) y Jacob (Israel). Los israelitas tenían la responsabilidad de tratarlos como hermanos cercanos y no pelear contra ellos. Edom nunca respetó esta relación y por tanto fue condenado por Abdías (vv. 10–14). Moab (vv. 9–18) y Amón (vv. 19–23). Estos dos pueblos eran el fruto de la relación incestuosa entre Lot y sus hijas (Génesis 19:30–38). Jehová dijo claramente “no te daré posesión de su tierra” (vv. 9, 19) porque ese territorio ya había sido entregado a los hijos de Lot (vv. 9, 19). Estos tres pueblos se salvaron de un enfrentamiento militar con Israel por instrucción explícita de Dios.

Pueblos derrotados 2:24–3:11 Dos áreas de Transjordania (Hesbón y Basán) se habían incluido como parte de la tierra prometida y por esto tenían que ser conquistadas. Es con estos sucesos que Israel comenzó a tomar posesión de su herencia.

Sehón rey de Hesbón 2:24–37. Tome nota de los mandatos y promesas que aparecen en los versículos 24–25. No cabía duda. Jehová iba a darles la victoria sobre este rey y los suyos. La oferta de una travesía pacífica por su territorio fue rechazada rotundamente por Sehón (vv. 26–30). El corazón de éste fue endurecido por el Señor, acto por el cual Jehová confirmó lo que el rey mismo había hecho. Sehón se

12 había endurecido y por esto Dios hizo que fuera obstinado (v. 30). En el 31 de nuevo vemos la disyuntiva “yo he comenzado a entregar…; comienza a tomar posesión”. La promesa y el mandato siempre van juntos. Fíjese bien en el resultado del conflicto: Jehová entregó (vv. 31a, 33, 36b) e Israel tomó [p 22] (vv. 31b, 34, 35). Al fin y al cabo la victoria pertenecía al Omnipotente, no a los israelitas.

Og rey de Basán 3:1–11. En este caso también vemos la combinación de mandato y promesa. Jehová entregó a Og rey de Basán y todos sus dominios a los israelitas (v. 3) y estos tomaron posesión de todo su territorio (vv. 4, 7, 8–10). Este monarca fue el último de los gigantes. Las medidas que se dan son de su sarcófago o ataúd y no de su cama.

JEHOVÁ ENTREGÓ… ISRAEL TOMÓ Propósito de estas acciones 2:25; 3:21–22 El texto mismo menciona dos propósitos concretos de estas victorias militares

Infundir temor en los pueblos 2:25. Cuando los habitantes de la tierra prometida escucharan las noticias de las derrotas de Sehón y Og, comenzarían a temer al pueblo vencedor. Aun antes de entrar en la tierra, el enemigo estaba atemorizado. Este conocimiento serviría para animar a los israelitas. Animar a los israelitas 3:21–22. Ya habían experimentado la victoria militar sobre dos reyes muy poderosos. El Señor había cumplido sus promesas. Este triunfo pasado les llenaría de ánimo. No tenían por qué temer al enemigo al otro lado del Jordán.[p 23] A través de estos acontecimientos, el pueblo de Dios se preparó militarmente para reconocer que Jehová era soberano en todos los movimientos bélicos (2:37) y que la victoria siempre era de él: “porque Jehová vuestro Dios, él es el que pelea por vosotros” (3:22). Desde el principio, la geografía no había cambiado: ya fuera en Transjordania o en Cisjordania, “Jehová tu Dios” siempre daba el triunfo.

¡PENSEMOS! En nuestra batalla espiritual tenemos que reconocer los mismos principios básicos que hemos visto en las experiencias de Israel. El enemigo ha sido derrotado por Cristo por su muerte y resurrección, pero para que nosotros hagamos nuestra la victoria, tenemos que obedecer al Señor y depender totalmente de él. Pidale al Señor que le dé el triunfo constante en la vida cristiana.

PREPARACIÓN ADMINISTRATIVA 3:12–20; 4:41–43 Cuando adquirieran su herencia terrenal, tendrían que adoptar algún sistema administrativo. Si no fuera así, el pueblo caería en la anarquía. Por medio de dos incidentes, Moisés les enseñó algo sobre cómo debían gobernar a la gente, pero siempre bajo la dirección de “Jehová su Dios”.

Repartición del territorio conquistado 3:12–20 El caudillo, guiado por el Señor, repartió las tierras conquistadas entre las tribus de Rubén, Gad y la media [p 24] tribu de Manasés (vv. 12–17). Cada entidad recibió su herencia de acuerdo a sus necesidades. Este ejemplo sirvió para instruir a Israel en la forma en que el resto de la tierra sería distribuida. Primeramente, se dieron cuenta de que los líderes jugarían un papel importante en la distribución. En segundo lugar, aprendieron que la división sería equitativa. Cada tribu recibiría exactamente lo que necesitaba. Las tribus beneficiadas en esta primera repartición fueron instruidas acerca de su obligación de pelear junto a sus hermanos hasta lograr la conquista total y división de la tierra prometida (vv. 18–20). La solidaridad entre los hermanos era indispensable. La conquista era del pueblo entero, no de las tribus individuales.

Designación de ciudades de refugio 4:41–43 La enseñanza completa sobre este tema se encuentra en Deuteronomio 19:1–13. Antes de entrar en Canaán, Israel ya tenía el ejemplo que debían seguir en todo su territorio. Tal como habían apartado

13 ciudades de refugio en Transjordania, así debían hacer dentro de la tierra prometida. Esta medida demuestra el interés divino en preservar la vida de los inocentes en caso de homicidio no premeditado. Todo esto preparó a la gente para administrar bien la tierra que iba a heredar. Estos patrones se diseñaron para ayudar a Israel a dirigir sus asuntos correctamente, con la bendición de “Jehová su Dios”.

PREPARACIÓN PERSONAL 3:23–29 Le pareció a Moisés que con las victorias en Hesbón y Basán, Dios se había olvidado de su prohibición contra [p 25] la entrada de él en la tierra prometida (Números 20:12). Se sentía tan confiado, que oró pidiendo que el Señor le permitiera pasar el Jordán (vv. 23–25). La respuesta fue inmediata y negativa (vv. 26–27). Pero el pueblo ya sabía que Josué tomaría el mando y encabezaría la conquista. Obviamente, este es uno de los temas que más preocupaba a Moisés cuando daba sus mensajes. Seis veces en el libro hace alusión a su exclusión de la tierra (1:37; 3:23–27; 4:21–22; 31:2; 32:48–52; 34:1– 5). El contexto de cuatro de esas porciones incluye la enseñanza positiva de que Josué iba a guiar al pueblo después de Moisés (1:38; 3:28; 31:3, 7, 8, 23; 34:9). El mensaje era claro:

MOISÉS NO ENTRARÍA, PERO JOSUÉ SÍ Este relato preparó personalmente a Moisés y al pueblo. El mensaje era el mismo para todos: NO SE PREOCUPEN, YO CONTROLO TODO, DICE EL SEÑOR. Nadie tenía que afanarse, y todos debían someterse a la soberanía absoluta de “Jehová su Dios”.

¡PENSEMOS! ¿Cuál será la solución a la preocupación y ansiedad que hay en su vida, aun en relación con cosas mínimas? Entregarse a la voluntad de su Dios soberano. El tiene un plan perfecto diseñado para su vida (Efesios 2:10) y mientras se consagra a vivir de acuerdo con ese plan, no hay por qué preocuparse. [p 26] PREPARACIÓN

ESPIRITUAL 4:1–40

Este es el clímax del primer discurso. Tomando en cuenta todo lo que el Señor había hecho por ellos, ¿cómo debía responder el pueblo? Esta es la aplicación del sermón. Se puede decir que en lo práctico, esta es la sección más importante del mensaje. Se puede resumir con tres imperativos: obedezcan, recuerden, eviten.

Obedezcan 4:1–8 El verbo clave es “oye” que significa “obedece”. El que oye, hace. El que no obedece, es que no escuchó. Debían poner por obra toda la ley de Jehová exclusivamente. No debían agregarle ni quitarle nada (vv. 1–2). Hay una razón muy personal para obedecer. La desobediencia trae consecuencias muy nefastas (v. 3), y la obediencia siempre resulta en bendiciones múltiples (v. 4). La única forma de asegurar la total bendición divina al entrar en la tierra era cumplír toda la ley de Dios. El cumplimiento resultaría en dos beneficios muy importantes (vv. 5–8). Los mismos israelitas serían sabios e inteligentes (v. 6). Solamente viviendo vidas de obediencia podría la gente experimentar el “shalom” divino. El bienestar completo sólo se aprovecha cuando las personas se muestran sabias e inteligentes por medio de su acatamiento a la ley de Dios. Es correcto obedecer. El segundo resultado tiene que ver con las naciones paganas (vv. 6–8). Los pueblos que rodeaban a Israel observarían la conducta de ese pueblo y comentarían sobre ella. La nación sería engrandecida por los paganos, porque tenían un Dios muy cercano (v. 7) y porque vivían vidas que se caracterizaban por la justicia (v. 8). Todo [p 27] esto atraería a los incrédulos a la adoración del Dios que dio una ley tan sabia y equitativa. Podemos decir que el cumplimiento de la ley ayudaría a Israel en la realización de su responsabilidad misionera.

Recuerden 4:9–14 Los humanos somos olvidadizos por naturaleza. Moisés recuerda al pueblo la necesidad de ser diligentes y no olvidarse de lo que habían experimentado en el monte Sinaí. Con el fin de mantenerlo en

14 su memoria, debían enseñar a sus hijos y nietos todo lo acontecido (v. 9–10). Esta es la primera referencia a la importancia de la enseñanza que encontramos a través de todo el libro (6:7, 20; 11:19; 31:13; 32:46). Moisés hace hincapié en dos elementos de la experiencia en Sinaí: el fuego y el pacto, mismos que se mencionan en toda su plática. El fuego simbolizaba la omnipotencia divina y el hecho de que va más allá de su creación (trascendencia). El es absolutamente soberano (vv. 11–12), pero no está tan alejado que no pueda comunicarse con el hombre. Más bien, entró en pacto con la nación (inminencia) por medio del pacto de los Diez Mandamientos. A través de ese pacto, el Señor manifestó su absoluta pureza moral. Todas las generaciones debían aprender que Jehová es soberano y santo.

NO OLVIDES…, SINO ENSEÑA [p 28] Eviten 4:15–38 El propósito principal de obedecer y recordar era evitar la idolatría. Antes de entrar en la tierra, el pueblo tenía que darse cuenta de cuánto aborrece Jehová esta abominación. De los diez mandamientos, Moisés seleccionó el segundo para una exposición exhaustiva. Estos versículos se consideran como un comentario sobre él. La primera parte (vv. 15–18) es la expresión más completa de la prohibición. El peligro inherente de tener imágenes es que la gente tiende a adorarlas (v. 19a). El resto del mensaje contesta la pregunta, ¿por qué no debían tener ídolos? La primera razón es porque ellos eran un pueblo especial (vv. 19b–22). Todos los pueblos tenían dioses e imágenes, pero los seguidores de Jehová debían ser diferentes. La segunda razón tiene que ver con el carácter divino (vv. 23–38). El orador enfoca cuatro cualidades del Señor. 1. Su trascendencia: “Jehová tu Dios es fuego consumidor” (v. 24a). El es soberano y no se le puede comparar con nada ni con nadie. Por esto es que no habían visto ninguna figura en el monte (v. 15). 2. Su celo: “Dios celoso” (vv. 24b–28). El no tolera que los hombres adoren a otros dioses. Es celoso por su posición exclusiva. Es el único Dios. Se enoja cuando su pueblo practica la idolatría (v. 25) y castiga cualquier infracción de esa ley. Trae destrucción en la tierra (v. 26), destierro (v. 27), e idolatría forzada (v. 28). 3. Su misericordia: “porque Dios misericordioso es Jehová tu Dios” (vv. 29–31). Siempre recordará el pacto y [p 29] cuando los suyos se arrepienten y comienzan a buscarlo, él los perdonará y recibirá. 4. Su inminencia (vv. 32–38). El Dios trascendente entró en relación muy personal con Israel por medio del pacto. El Dios lejano se hizo muy cercano. Tome nota de todas las acciones personales de Jehová hacia su pueblo en estos versículos. Cuando llegara a su tierra, el pueblo tendría que evitar la idolatría a toda costa. Esta preparación espiritual era la más importante, porque el incumplimiento en esta esfera traería fracaso en las áreas militares, administrativas y personales. Lo más urgente era evitar la idolatría.

¡PENSEMOS! El idolo es cualquier cosa que ocupa el lugar que sólo Dios merece. Dudo que usted los tenga en su casa, pero es posible que se encuentren en su corazón. Analice su vida para ver si en ella hay algo más importante que el Señor. Ese es su idolo. Memorice 1 Juan 5:21. La conclusión del asunto se encuentra en los versículos 39 y 40. El 39 enfoca el carácter divino y el 40 nuestra respuesta a él. La única actitud aceptable y que producirá bienestar, es la obediencia a sus mandatos. Por eso, conviene obedecer.

15 [p 31]

3 Lo más importante Deuteronomio 4:44–6:25 No sabemos cuánto tiempo pasó entre el final del primer discurso (4:43), y el comienzo del segundo (5:1), pero es probable que el lapso sea bastante corto. Algunos estiman que el contenido de todo el libro se predicó durante aproximadamente un mes. El segundo mensaje de Moisés (4:44–26:19) es el corazón del libro. En él, el caudillo expone las estipulaciones del pacto sinaítico. Recuerde que no sólo repite la ley, sino que la explica. Por esta razón, lo que tenemos en Deuteronomio es en algunos casos diferente a lo que se encuentra en el resto del Pentateuco. Este libro se dedica a aplicar la ley al pueblo que está por entrar en la tierra prometida. Moisés, bajo la dirección del Espíritu Santo, seleccionó el material más apropiado para el caso. He aquí el bosquejo breve de este segundo discurso:

INTRODUCCIÓN HISTÓRICA 4:44–49 I. ESTIPULACIONES GENERALES DEL PACTO [p 32] 5:1–11:32 II. ESTIPULACIONES ESPECÍFICAS DEL PACTO 12:1–26:15 CONCLUSIÓN EXHORTATORIA 26:16–19

INTRODUCCIÓN HISTÓRICA 4:44–49 Por lo que respecta a los temas que trata, esta introducción es muy semejante a 1:1–4. Esencialmente enseña que la situación en que el mensaje se pronunció, no había cambiado. El orador, el lugar, y la ocasión eran todos iguales. Israel todavía estaba en la frontera recibiendo la instrucción de “Jehová su Dios” para prepararles para ocupar la tierra prometida. Antes de proceder, vale la pena definir los términos que hallaremos en todo el libro. El vocablo “ley” es muy general y significa literalmente “instrucción”. Era la enseñanza que el pueblo tenía que obedecer para disfrutar de todas las bendiciones. “Mandamiento” es una orden recibida directamente de Dios por revelación especial, como los Diez Mandamientos. Los otros términos describen la instrucción recibida por mediación de Moisés. “Estatutos” se refiere a leyes condificadas y escritas, “decretos u ordenanzas” (ambos son traducción de la misma palabra hebrea), denotan decisiones hechas por los jueces y “testimonios” tiene que ver con las estipulaciones relacionadas directamente con un pacto. La primera parte de este discurso abarca desde 5:1 hasta 11:32. Los expositores están de acuerdo en que esta sección es la médula del libro. El resto de él depende [p 33] de la enseñanza de esta parte central porque en ella se sientan las bases de todo lo demás. Hace muy patente que lo más importante para Israel era poner a “Jehová su Dios” en primer lugar. No debían jugar con la adoración de otros dioses. Su Dios era absolutamente soberano y único. Solamente él merecía todo su amor, devoción, y adoración. Esta es la constitución de Israel de la cual se derivaban todas las leyes (12:1–26:15). Se divide en dos partes: Los Diez Mandamientos (5:1–6:3) y el Gran Mandamiento (6:4–11:32).

LOS DIEZ MANDAMIENTOS 5:1–6:3 Alguien ha dicho que el Señor no nos dio diez sugerencias, sino que Diez Mandamientos. Son imperativos absolutos que emanan del mismo carácter de Dios. El que viola estos mandatos lo hace para su propio mal. Uno de los problemas principales con nuestra sociedad actual es que considera que sólo son sugerencias divinas. Los obedecen si les da la gana y hacen caso omiso de ellos si quieren. No debe extrañarnos la corrupción y maldad que nos rodea.

Prólogo 5:1–5

16 Este discurso comienza (v. 1) y termina (26:16–19) con un llamamiento a la obediencia a la ley de Jehová. En seguida (vv. 2–5), el predicador hace hincapié en el hecho de que el pacto que Dios concertó con Israel en Sinaí no sólo se hizo con aquella generación, sino también con la nueva a la que él se estaba dirigiendo. Era para todas las generaciones de Israel y cada israelita tenía que aceptarlo como suyo. [p 34] Marco de referencia 5:6–21 La base para estas instrucciones se encontraba en la persona y obras de Dios (v. 6). Por causa del pacto, el Señor podía declarar: “Yo soy Jehová tu Dios” y en esa calidad redimió al pueblo de la esclavitud en Egipto. Tenía todo derecho para mandar a su gente. He aquí algunas observaciones generales acerca del Decálogo. 1. Son Diez Mandamientos, pero no hay acuerdo en cuanto a su enumeración. Para los judíos, el primero es el versículo 6, recordando que en hebreo, literalmente son diez “palabras” según Exodo 34:28; Deuteronomio 4:13 y 10:4. Ellos unen los versículos 7–10 en un solo mandamiento y así resultan con diez “palabras” que salieron de la boca de Dios. Para los luteranos y católicos los versículos 7–10 forman uno, igual que los judíos, pero dividen el último en dos para que resulte la cantidad completa. Lo importante es reconocer que el contenido es igual, aunque hay diferentes formas de enumerarlos. 2. Fueron dados específicamente a Israel y componen la esencia del pacto mosaico. Por lo tanto, no son vigentes para la iglesia (2 Corintios 3:3–11), pero, tomando en cuenta el hecho de que todos, menos el cuarto, se repiten en el Nuevo Testamento, es imposible afirmar que no son vigentes para nosotros. 3. Son reglas universales que todo humano de toda época y cultura tiene que obedecer si quiere disfrutar al máximo en esta vida. Es interesante notar que los mandamientos 7–10 se encuentran en todos los códigos [p 35] legales del Antiguo Medio Oriente. El que desobedece estas instrucciones tendrá una vida problemática. 4. Nadie se salvará guardándolos, pero los salvos los obedecen. Su propósito principal es crear en el humano el sentimiento de culpabilidad (Romanos 3:20; 5:13; 7:7–9, 13) con el fin de que busque al Señor para la salvación. 5. Sus enseñanzas cubren todas las esferas principales de la vida:

RELACIÓN CON DIOS (Lo espiritual) Mandamientos 1–4

RELACIONES EN LA FAMILIA Mandamiento 5

RELACIONES CON LOS DEMÁS (La sociedad) Mandamientos 6–10 Todos se encuentran en la segunda persona singular, enfocando así la responsabilidad individual de cumplirlos. Son los siguientes: v. 7

Contra el politeísmo. La fidelidad absoluta a Jehová.

vv. 8–10 v. 11

Contra la idolatría. La adoración exclusiva a Jehová.

Contra el abuso del nombre divino. La honestidad en todo.

vv. 12–15

El día de descanso para adorar, descansar y recordar.[p 36]

v. 16

El respeto a los padres y a todas las autoridades.

v. 17

Contra el asesinato. La santidad de la vida humana.

v. 18

Contra el adulterio. La santidad del matrimonio.

v. 19

Contra el robo. La santidad de la propiedad privada.

v. 20

Contra el perjurio. El testimonio veraz.

v. 21

Contra la codicia. La motivación interna.

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¡PENSEMOS! Tome unos minutos para meditar en estos mandatos divinos. ¿Obedece usted todos, o hay alguno en que falla en forma constante? Este pequeño ejercicio debe dejarle humillado ante el Dios tres veces santo. Pida su perdón y ayuda para triunfar sobre el pecado y vivir una vida que refleje el carácter divino que demanda el Decálogo.

Contexto histórico 5:22–31 Habiendo delineado las diez “palabras”, Moisés regresa a exponer algo sobre las circunstancias en que fueron dadas. El Señor mismo habló y escribió los mandamientos y el pueblo escuchó su voz (vv. 22–24). Parece que la nación sospechaba que todavía habría más revelación, y pidió que Moisés fuera el intermediario entre Jehová y ellos (vv. 25–27). El Altísimo dio su aprobación a este plan (vv. 28–31). Israel sólo recibió el [p 37] Decálogo por revelación directa, el resto de la ley vino por mediación mosaica.

Exhortación a la obediencia 5:32–6:3 El varón de Dios terminó su exposición de los Diez Mandamientos en la forma esperada: una exhortación a la obediencia, estipulando los beneficios que se obtienen de ella

EL GRAN MANDAMIENTO 6:4–11:32 El resto de esta sección del segundo mensaje expone la verdad central del libro: Ya que Jehová era su Dios y que él es el único soberano del universo, tenían que adorarle y servirle exclusivamente, sin caer en la abominación de la idolatría. Bien se ha dicho que estos capítulos son una exposición detallada de los primeros dos mandamientos del decálogo. Lo más importante era la entrega total a la adoración de Jehová.

Su declaración 6:4–5 Estos dos textos son de los más importantes para el judío. Contienen una expresión positiva de los primeros dos mandamientos que se encuentran en forma negativa. El mensaje de ambas porciones es igual. Sólo Jehová merecía toda la adoración de su pueblo. Esta declaración consiste en dos elementos.

La confesión v. 4. Esta es la expresión más concisa de la esencia de la fe israelita. “Jehová nuestro Dios, Jehová uno es”. La primera frase enfoca el hecho de que Israel [p 38] había entrado en pacto con el Señor y por eso podía confesar que era su Dios. Expresa la confianza del pueblo de que tenía una relación única con el Omnipotente. La segunda frase es más difícil de interpretar. El hebreo puede traducirse en dos formas, ambas legítimas. La primera se refleja en la versión de 1960, “Jehová uno es”, y hace hincapié en la unidad del carácter divino. El es uno e indivisible. La segunda se nota en la Versión Popular, “es el único Señor.”. Esta traducción enfatiza la singularidad de Jehová. El es el único Dios vivo y verdadero que ha concertado pacto con su pueblo. Ambas maneras de verter el texto son aceptables, pero ¿cuál es la mejor? Tomando en cuenta el contexto, creo que la segunda es la que cuadra mejor. El énfasis está en la exclusividad. Israel confiesa que solamente Jehová es su Dios. No hay otro. Es una confesión que excluye totalmente la idolatría y toda competencia entre Jehová y las deidades falsas. Es la expresión positiva de la verdad que se expresa negativamente en 4:35, 39; 5:7 y 6:13–15.

“EL SEÑOR NUESTRO DIOS ES EL ÚNICO SEÑOR” (Deuteronomio 6:4, Versión Popular)

La conclusión v. 5. Considerando que Jehová era el único Dios de Israel, ¿cómo debía tratarle el pueblo? Sólo hay una contestación lógica a esta pregunta: darle el lugar preeminente en su vida. El hijo de Dios debía estar totalmente entregado (corazón, alma y fuerzas) a él. No [p 39] podía haber rival alguno. El había de ser el único objeto de adoración, lealtad y amor de Israel y también de nosotros. Esta es la única conclusión válida que podemos sacar de esta confesión. El es absolutamente soberano, y por eso, debo someterme totalmente a él. No hay otra alternativa.

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¡PENSEMOS! Nuestro Dios es el mismo que se encuentra en el “shema”. En aquel tiempo no toleraba rivales y tampoco lo hace hoy. Haga una lista por escrito de las cosas que tienden a competir con el Señor por su lealtad. ¿Alguna de ellas se encuentra en su vida? Si su respuesta es afirmativa, aplique 1 Juan 1:9 al caso.

Su centralidad 6:6–9 El gran mandamiento, expresado en los versículos 4–5, debía ocupar el lugar central de la vida de toda israelita. “Estas palabras” (las de vv. 4–5) habían de ser memorizadas (v. 6b), enseñadas a los hijos (v. 7a), proclamadas en toda situación y a toda hora (v. 7b) y recordadas concretamente (vv. 8–9). Todos los medios se usarían para asegurar que el pueblo no se olvidara del hecho de la exclusividad de Jehová y el deber de amarlo sobre todas las cosas. El contenido de los versículos 4–9 se conocen como el shema. En él se encierra la médula de la fe de Israel. A diario, en las oraciones matutinas, los judíos rezan esta porción y le han agregado otros trozos selectos. No pueden escaparse de la verdad que sólo existe un Dios y que ese es el suyo. [p 40] Un peligro 6:10–19 El Señor reconocía que, a pesar de todas las medidas tomadas en los versículos 6–9, existía la posibilidad de que su pueblo olvidara todo lo que él había hecho por ellos. La perspectiva era la de Israel habitando en la tierra que no merecían, pero que habían recibido de pura gracia. Fíjese en el énfasis de lo que no habían hecho (v. 10–11). Moisés hizo hincapié en tres obras que los israelitas jamás debían olvidar: el juramento hecho por Dios a los patriarcas (v. 10b), la redención del pueblo de la esclavitud en Egipto (v. 12), y la conquista de la tierra prometida (vv. 10a, c,11). La gracia del Señor se había manifestado gloriosamente entre los suyos y no debían olvidarlo. Si no se acordaban constantemente de estos hechos, sería muy fácil incurrir en pecados bastante nefastos. Son cuatro los resultados negativos del olvido. 1. Perder el temor de Jehová (v. 13a). 2. Dejar de adorarlo en forma exclusiva (vv. 13b–15). El es celoso y no tolera rivales. Siempre protege lo que le pertenece, la soberanía. El no puede compartir la gloria con otro. 3. Tentarle poniendo condiciones antes de hacer su voluntad (v. 16). Uno tienta al Rey Soberano cuando dice, “Si tú…, entonces yo…” 4. No obedecerle (vv. 17–19). Si no eran obedientes, jamás entrarían en la tierra.

Su transmisión 6:20–25 Era necesario que el contenido del shema, el gran [p 41] mandamiento, se transmitiera de generación en generación. ¿Qué metodología debía usarse para lograr esta meta? Los padres tenían la responsabilidad de enseñar a sus hijos en el momento en que estos, siendo vencidos por la curiosidad, solicitaran una explicación. La situación no debía forzarse, sino ser natural. La pregunta de los hijos se registra en el versículo 20 y la respuesta en 21–25. Los padres no sólo repetían el shema, sino que debían agregar una explicación. La contestación contenía tres elementos: (1) Lo que el Señor hizo, enfatizando la esclavitud en Egipto (v. 21a), el éxodo (vv. 21b–23a), y la introducción a la tierra (v. 23b). (2) Lo que hizo es la base para lo que él mandó (v. 24a). Jehová ordenó dos cosas: la obediencia y el temor. (3) Al que guardara estos mandamientos, Jehová prometió el bienestar (v. 24b) y la justicia (v. 25).

19

¡PENSEMOS! El método divino no ha cambiado. Su deseo es que los padres transmitan la fe a sus hijos. La instrucción neotestamentaria se encuentra en Efesios 6:4. El varón, cabeza del hogar, tiene la responsabilidad ineludible de enseñar verdades espirituales a su prole. Padres, ¿cumplen con su deber? No hay duda de que Moisés trataba de exponer las enseñanzas más importantes para el pueblo antes de que cruzara el Jordán.

20 [p 43]

4 El pueblo escogido Deuteronomio 7:1–8:20 El gran mandamiento tenía tanta importancia para los israelitas, que cuando entraran a la tierra prometida tendrían que tomar medidas muy severas para protegerlo y evitar que cayeran en la idolatría. El cumplimiento de esta responsabilidad era de suma importancia para la continuidad de la nación. Si la descuidaban, pondrían en peligro su existencia. Así que Moisés continuó su discurso animando al pueblo escogido a cumplir su tarea de protección.

COMISIONADOS PARA DESTRUIR 7:1–11 Son dos las preguntas que se contestan acerca de proteger la santidad del gran mandamiento

¿Cómo se iba a proteger? 7:1–5 Por medio de la guerra santa. Jehová encabezaría al ejército israelita en la conquista y destrucción de los cananeos, ya que solamente erradicándolos se podría [p 44] garantizar la continuación de la adoración exclusiva a Jehová por el pueblo escogido. La eliminación de la cultura impía era absolutamente necesaria.

La parte divina vv. 1–2a. Jehová, como poderoso guerrero, se comprometió a hacer tres cosas: introducir al pueblo en la tierra (v. 1a), echar a las naciones paganas de delante de ellos (v. 1b), y entregarlas en sus manos (v. 2a). Esta victoria divina era la base de las acciones humanas. La parte humana vv. 2b–3, 5. Israel tenía que atacar a las naciones y derrotarlas (v. 2b) en batalla. Fíjese bien en la coordinación perfecta entre la actividad divina y la humana. Pero ganar la victoria sobre ellas no era suficiente. Se les mandó destruirlas totalmente. No debían dejar rastro de su civilización. El asolamiento afectaría su pertenencias (v. 2c), pero especialmente todo lo que se relacionaba con su culto pagano (v. 5; 12:2–3). El Dios soberano no toleraría rivales en su tierra. Además, no debían tener relación alguna con los sobrevivientes (v. 2d–3). Esta instrucción revela que el Señor omnisciente sabía que no iban a cumplir con esta comisión. El mandato era que destruyeran todo, que no dejaran a nadie con vida. El Antiguo Testamento es el relato de las consecuencias de la desobediencia a este mandamiento.

¿Por qué se debía proteger? 7:4, 6–11 Los versículos 4 y 6 comienzan con la palabra “porque” y dan las razones por las cuales los israelitas debían proteger el gran mandamiento por medio de una destrucción total[p 45]

Por el peligro de la contaminación v. 4. Todos sabemos que lo malo se contagia. El Señor sabía que si no se efectuaba la destrucción total, el pueblo se expondría a la contaminación de la perversidad de los cananeos paganos. Jehová no quería que estos desviaran (v. 4) o sirvieran de tropiezo (v. 16) a los suyos. Si los israelitas seguían el ejemplo perverso, también sufrirían la destrucción (v. 4; 8:19–20). Son tres las esferas en que se podrían corromper. 1. La idolatría (vv. 4–5; 20:18). Este era el peligro más grande. Si su culto no se erradicaba sin dejar vestigio, el pueblo de Israel quedaría expuesto a seguir en pos de dioses ajenos y violar así los dos primeros mandamientos y el gran mandamiento. La historia nos enseña que esto es exactamente lo que pasó. 2. La impiedad (9:4–5). Moisés hace muy patente que las naciones iban a ser eliminadas por su impiedad. Los descubrimientos arqueológicos han comprobado que los cananeos eran de los más perversos del mundo de aquel entonces. Su gran inmoralidad los llevó a practicar la prostitución religiosa y el sacrificio infantil. El Santísimo no quería que su pueblo se contaminara con esta suciedad. 3. El ocultismo (18:12). Las naciones practicaban todo tipo de ocultismo. Eran expertos en magia blanca y negra. En vez de consultar al Señor, buscaban controlar las cosas por medio de artes mágicas. Todo esto estaba terminantemente prohibido para el pueblo de Israel.

21 Estas naciones idólatras, impías y dadas al ocultismo, bien merecían ser destruidas totalmente. [p 46] ¡PENSEMOS! Tal vez nosotros nos sintamos ofendidos al pensar en que el Dios de amor mandara la eliminación de esos pueblos, pero esto sólo sucede cuando nos olvidamos de la santidad y justicia de él. Recuerde siempre que el Señor siempre hace lo correcto.

Por la posición de Israel vv. 4, 6–11. En el primer capítulo vimos que esta porción es el texto clave de todo el libro. Ella describe la relación especial que Israel tenía con Jehová. Al fin y al cabo era el único pueblo que confesaba: “Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (6:4).

ERAN LOS ÚNICOS MONOTEÍSTAS EN UN MUNDO POLITEÍSTA. Por lo tanto, tenían que mantener esa posición. La ocupaban por causa de: 1. Lo que Dios había hecho vv. 6–8. Moisés delineó cuatro obras divinas que Jehová había realizado en Israel por su gracia soberana: (a) Había hecho juramento con los patriarcas (v. 8b), comenzando con Abraham en Génesis 12:2–3. (b) Amó a su pueblo (vv. 7a, 8a) con un amor que Jeremías llama “eterno” (Jeremías 31:3). (c) Rescató a Israel de la opresión en Egipto (v. 8c) por el juramento que había hecho con los patriarcas. (d) Escogió a la nación (v. 6b, 7b) desde antes de la fundación del mundo según su plan eterno, y en el tiempo y el espacio [p 47] la apartó para sí en el monte Sinaí cuando entró en pacto con ella (v. 9; Exodo 19:1–8). Desde ese día, hacía cuarenta años, Israel era el único pueblo santo (apartado v. 6a) y especial (propiedad muy valiosa, su tesoro v. 6b) para Dios. Debía protegerse de toda cosa que violara o manchara esa relación tan singular. 2. Lo que Israel debía hacer vv. 9–11. Siendo nación tan privilegiada, le tocaba corresponder a la inmensa gracia divina con una conducta correcta que le conservaría en el sitio de bendición. Tenía que hacer tres cosas. (a) Reconocer que su Dios era fiel en el cumplimiento de los pactos que había concertado con su pueblo (v. 9a) y que jamás quebrantaría sus promesas. Al recordar la fidelidad divina estaba obligada a evaluar su lealtad a él. (b) Amar a Jehová con todo su ser (v. 9b, 6:5). Este era un amor que excluía a todo lo demás. (c) Obedecer al Señor en todo (v. 9c, 11), reconociendo que la obediencia trae bendición hasta mil generaciones (v. 9c) y que la desobediencia acarrea maldición (v. 10). Este pueblo escogido se encontraba en la frontera entre Moab y la tierra prometida. En esta encrucijada, tenía que reconocer su relación especial con Jehová y una vez que cruzara el Jordán, sería fatal olvidarla. Su razón de ser era vivir como el pueblo santo y especial del Señor.

BENDICIONES A DISFRUTAR 7:12–26 Las múltiples bendiciones en su grado máximo se derramarían sobre los que guardaran y pusieran por obra los mandamientos y decretos del Señor [p 48] LA CONDUCTA CORRECTA SIEMPRE TRAE

CONSECUENCIAS BENÉVOLAS A continuación, listamos las bendiciones prometidas a Israel cuando estuviera en la tierra prometida. Las primeras dos son generales, pero muy importantes: Jehová guardaría el pacto y la misericordia (vv. 12b, 9) y seguiría amando a su pueblo (v. 13a). Siguen cuatro bendiciones muy concretas (vv. 13b–26): — Abundancia de bienes materiales (v. 13b) — Fecundidad en la reproducción (v. 14) — Salud (v. 15) — Triunfo en las batallas (vv. 16–26). Fíjese en las muchas veces que dice que “Jehová tu Dios” iba a hacer estas cosas, pero note también la participación humana en lograr la victoria.

22

¡PENSEMOS! Haga un breve estudio del triunfo como aparece en los vv. 1626. Apunte las tres cosas que Israel tenia que hacer y las seis cosas que correspondían a Jehová. ¿Qué tiene que hacer usted para lograr la victoria en su vida diaria? ¿La relación del Señor con usted es diferente de la que sostenía con Israel? ¿En qué aspectos? [p 49] CUIDADO

DE RECORDAR 8:1–20

Este capítulo se caracteriza por verbos que se relacionan con el concepto de recordar. Acordarse se encuentra dos veces (vv. 2, 18) y olvidarse tres (vv. 11, 14, 19). El mensaje mosaico era clarísimo: una de las mejores armas que tenía el pueblo escogido para evitar caer en la apostasía era su memoria. El problema es que los hombres tendemos a usarla indebidamente. Es demasiado fácil olvidarnos de todo lo que el Señor ha hecho por nosotros. Este peligro se podría evitar por medio de hacer cuatro cosas.

Debían recordar la peregrinación por el desierto 8:1–6 Tome nota de que los versículos 1 y 6 forman un marco para este pasaje. Todo lo que se dice en 2–5 tiene como base indispensable el acatamiento de los mandamientos del Señor. La memoria saludable siempre se usa cuando uno anda bien con Cristo. Si somos rebeldes, no podemos recordar las obras positivas que el Omnipotente ha hecho en nuestra vida. Nótese que Israel debía acordarse no tanto de los acontecimientos sino de los propósitos de la peregrinación que duró cuarenta años. Debían meditar constantemente en ellos para evitar que tuvieran que pasar por lo mismo otra vez. La porción (vv. 2–5) habla de cuatro finalidades distintas por las cuales Dios mantuvo a Israel en el yermo por tanto tiempo. 1. Para eliminar de ellos todo sentimiento de orgullo y autosuficiencia. Recuerde que cuando salieron de [p 50] Cades-barnea estaban llenos de altivez (1:43). Nuestro texto dice dos veces que Jehová quiso afligirlos (vv. 2b, 3a). Una traducción más acertada sería humillarlos. Su orgullo tenía que ser quebrantado. 2. Para probarlos v. 2c. La primera vez que llegaron a la frontera, fracasaron. Su rebeldía y desobediencia deliberada enojó al Señor. Por cuarenta años los hizo pasar por pruebas muy duras con el fin de determinar sus motivaciones (“lo que había en tu corazón”) y si iban a ser obedientes. Parece que la segunda vez aprobaron, pero nunca debían olvidarse de esas duras pruebas para que siempre siguieran poniendo por obra la ley de Jehová. 3. Para enseñarles su fidelidad vv. 3–4. El concepto de la enseñanza se encuentra en el versículo 3, “para hacerte saber.” La lección que les dio fue que el Dios de Israel es siempre fiel a sus promesas aun cuando su pueblo sea rebelde. Tenían que aprender que el Señor siempre sustenta a los suyos cuando dependen de él. Lo importante es lo espiritual: “todo lo que sale de la boca de Jehová,” y no lo material: “no sólo de pan.” En ese lapso de cuarenta años, ni siquiera tuvieron que conseguir ropa nueva y a pesar de caminar tanto en el desierto, no se molestaron de los pies. El Señor Jehová controlaba fielmente todas las circunstancias. 4. Para castigarlos v. 5. Como cualquier padre que disciplina a sus hijos porque los ama, el Santo de Israel castigaba a los suyos. La verdad es que su pueblo merecía una disciplina severa, porque su pecado era grave. No confiaban en su Dios e ignoraban sus instrucciones [p 51] tan claras. El castigo era inevitable, y vino en la forma de vagar cuarenta años por el desierto. Cuando los israelitas se acordaran de estos propósitos divinos y de cuantas cosas experimentaron, se fortalecerían en su fe y se animarían a seguir y servir fielmente a su Señor.

Debían entrar en la tierra prometida 8:7–10 La descripción de la tierra que tenemos en los versículos 7–9 es la más completa de toda la Biblia. Al fin y al cabo, tenía todo lo que los israelitas podían necesitar o desear. Era región sumamente rica en sus recursos naturales. ¿Qué debía hacer el pueblo al ocuparla? Disfrutarla.

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Su deber se describe en el versículo 10. Habían de hacer tres cosas: comer, saciarse, y bendecir (una traducción mejor sería alabar). En otras palabras, debían disfrutar los bienes de la tierra hasta suplir todas sus necesidades y después alabar al Señor por todo.

DEBÍAN COMER, SACIARSE, Y ALABAR A JEHOVÁ Debían tener cuidado de no olvidar 8:11–18 Estando dentro de la tierra, su responsabilidad era siempre recordar el hecho de que todo lo que tenían venía de la mano bondadosa de “Jehová su Dios”. Por [p 52] esto, era necesario que obedecieran los mandatos del Señor y agradecieran su gracia abundante (vv. 11, 18). Moisés predijo el comportamiento del pueblo. En vez de comer, saciarse y alabar al Altísimo (v. 10), ellos comerían (v. 12a), se saciarían (v. 12b), se enriquecerían (v. 12c–13), se enorgullecerían (v. 14a), se olvidarían (v. 14b–16) y dirían que todo era resultado de su propio esfuerzo (v. 17). Dicho en otra forma, Moisés profetizó que el egoísmo y las riquezas serían sus ídolos y violarían lo dicho en 5:7–10 y 6:4–5. Parece que la advertencia cayó en oídos sordos.

Debían reconocer las consecuencias de olvidar 8:19–20 Si no usaban bien su memoria, tendrían que sufrir los resultados funestos de la desobediencia. El primero es la idolatría. Igual que en Israel, el que se olvida de las grandes obras de Dios en su vida, inevitablemente comenzará a participar en la adoración a las imágenes (v. 19a). El castigo que Jehová aplicaba a la práctica de esta abominación era la destrucción (vv. 19b–20). Pero la única forma de evitar la idolatría y destrucción era hacer buen uso de la memoria y obedecer, atendiendo la voz de Jehová. Estando en la frontera, los israelitas aprendieron por boca de Moisés que para proteger la santidad de los primeros dos mandamientos y el gran mandamiento tenían que destruir al enemigo, disfrutar de la abundancia de la tierra y cuidar su memoria.

¡PENSEMOS! Nuestra memoria puede ser usada tanto para bien como para mal. Todo depende de cómo [p 53] la ocupamos. Podemos controlarla y recordar lo que debemos y rechazar lo que no nos conviene. Ejercite su memoria pensando en las obras positivas que Dios ha realizado en su vida. Haga una lista de ellas, y medite en ellas constantemente. [p 54]

24 [p 55]

5 ¡Recuerden! Deuteronomio 9:1–11:32 El cumplimiento del gran mandamiento era la responsabilidad más grande del pueblo del Señor. Moisés lo consideraba de tanta importancia, que usó seis capítulos (6–11) para exponer el tema. En este capítulo, estudiaremos la última sección de su exposición. Hagamos de cuenta que somos israelitas, que vivimos en la tierra prometida y que vamos a escudriñar esta porción bíblica. ¿Qué lecciones aprenderíamos además del deber ineludible de poner a Jehová en el lugar preeminente de nuestra vida? Hay tres temas que se repiten constantemente en estos capítulos: ¿Quién es Jehová? ¿Qué ha hecho? ¿Cómo debemos responder? En esta sección enfocaremos la tercera pregunta. Tomando en cuenta la persona y las obras del Señor, ¿qué debemos hacer? Son tres las respuestas: depender de Jehová (9:1– 10:11), complacer a Jehová (10:12–22) y obedecer a Jehová (11:1–32). El israelita que hiciera estas tres cosas no tendría problemas con la idolatría. La base de su cumplimiento era el recuerdo de quién era y qué había hecho su Dios. Por eso titulamos este capítulo: “¡Recuerden!” [p 56] DEPENDER

DE JEHOVÁ 9:1–10:11

Una de las características del ser humano es que quiere ser autosuficiente. Su ego sufre un golpe severo si tiene que depender de otra persona. Esto es especialmente cierto en nuestra cultura y parece que lo fue también para los israelitas. Por tal razón, Moisés hacía hincapié en la necesidad de depender totalmente del Señor y dejar de confiar en sí mismos. Pero en vez de ser dependientes, los hijos de Israel tendían a ser presuntuosos y rebeldes.

No debían ser presuntuosos porque Dios les había dado la tierra 9:1–6a Una vez dentro de la tierra prometida, el pueblo podría pensar que el Señor se las había dado por causa de algo bueno que hubiera en ellos (su justicia o rectitud). Pero la negativa que encierran los versículos 4, 5 y 6 desmiente esta idea. Su capacidad y virtud no tenía nada que ver con su éxito.

Imposibilidad de la conquista vv. 1–2. Dadas las circunstancias, sería imposible que los israelitas pudieran derrotar a ejércitos más numerosos y poderosos, tomar ciudades bien fortificadas y vencer a gigantes espantosos. Era cosa risible presumir que por sí solos podrían conquistar a sus enemigos.

Pero Jehová… v. 3. No eran ellos, sino la combinación de Jehová con ellos, la que daría la victoria.[p 57]

DIOS + UNO = LA MAYORÍA El crédito principal debía atribuirse al Señor. Los cananeos fueron entregados a Israel por el Dios soberano y nunca debían olvidarlo.

¿Por qué los metió en la tierra? vv. 4–6a. Al fin y al cabo, les había regalado la tierra por pura gracia, no porque la merecieran. Ni porque hubiera algo bueno en ellos como pudieran pensar. Según el versículo 5, el Señor tenía dos propósitos para darles su herencia. 1. Porque los pueblos cananeos eran sumamente impíos. Israel sería el agente usado por Dios para castigar y erradicar esa impiedad. Les dio la tierra para purificarla. 2. Porque quería mostrarse fiel a sus promesas. Había concertado pacto con los patriarcas y tenía que cumplir su palabra. Así que debían recordar que su triunfo no dependía de ellos, sino del Señor. No había motivo alguno para vanagloriarse. Toda la gloria era para el Omnipotente y debían depender totalmente de él.

No debían ser rebeldes aunque siempre lo habían sido 9:6b–10:11

25 Moisés se valió de otra técnica para eliminar cualquier autosuficiencia del pueblo. Les recordó que siempre habían sido rebeldes a la voluntad del Señor. En vez de depender de él, siempre hacían lo que él prohibía.[p 58]

La acusación vv. 6b–7. Durante los cuarenta años de su peregrinación, desde el Exodo hasta llegar a la frontera, siempre se habían caracterizado por ser rebeldes y duros de cerviz. Fíjese en el énfasis que Moisés pone sobre recordar: “Acuérdate, no olvides.” Con sólo hacer memoria de su historia, la soberbia se desvanecería. La gracia y misericordia de Jehová serían reconocidas por los israelitas. La evidencia 9:8–10:11. Acusar es una cosa; comprobar es otra. ¿Confirmaría la historia que su pueblo era rebelde? Sí. El caudillo seleccionó algunos incidentes acaecidos en el desierto como evidencia que callaría definitivamente las objeciones de los suyos. 1. Lo sucedido en Horeb 9:8–21, 25–10:11. Estos eventos acontecieron cuarenta años antes de este discurso de Moisés. Lo primero que hizo el pueblo después de recibir los Diez Mandamientos fue romper adrede los primeros dos. La rebeldía era patente y resultó en idolatría, la más crasa abominación delante el Señor. He aquí un resumen de los sucedido en su ordern cronológico. Moisés recibió las dos tablas de la ley directamente de Dios (vv. 8–11) e inmediatamente la revelación de que el pueblo había apostatado y que el plan divino era destruirlo por ese pecado gravísimo (vv. 12– 14). Acto seguido, el Dador de la Ley bajó del monte y encontró al pueblo jubiloso con su becerro de oro (vv. 15–16). Su reacción tuvo tres aspectos: rompió las tablas para simbolizar el hecho de que Israel había roto los primeros dos mandamientos (v. 17), intercedió por el pueblo (el hecho se encuentra en vv. 18–20 y el contenido en 25–29) y destruyó la imagen (v. 21).[p 59] Entonces Dios, en su gracia, tomó la iniciativa. Renovó el pacto dando nuevas tablas a Moisés (10:1– 5). Hizo lo necesario para que el culto genuino siguiera, nombrando un nuevo sumo sacerdote y apartando a los levitas para el ministerio (vv. 6–9). Perdonó al pueblo como respuesta a la intercesión mosaica, y animó a los suyos a que siguieran adelante hasta tomar posesión de su herencia (vv. 10–11). En medio de este relato, Moisés incluyó otra evidencia de la rebeldía israelita (9:22-24). No expone estos casos. Sólo los menciona. 2. Lo sucedido en Tabera (v. 22a) cuando se quejaron contra el Señor y fueron castigados (Números 11:1–3). 3. Lo sucedido en Masah (v. 22b) cuando murmuraron por la falta de agua (Exodo 17:1–7). 4. Lo sucedido en Kibrot-hataava (v. 22c) cuando pidieron carne en vez de maná (Números 11:4–34). Estos tres sucesos reflejan la inconformidad del pueblo frente a la provisión divina. 5. Lo sucedido en Cades-barnea (v. 23) cuando desobedecieron el mandato tan claro del Señor. En ese caso, el pecado fue la insubordinación.

CUIDADO CON LOS PECADOS DE IDOLATRÍA, INCONFORMIDAD, E INSUBORDINACIÓN [p 60] La conclusión v. 24. Después de presentar evidencias tan contundentes en contra del pueblo, la única conclusión que pudo sacar Moisés fue: “Rebeldes habéis sido a Jehová desde el día que yo os conozco”. Para generaciones futuras, el mensaje sería claro: Recuerden su pasado. No sean presuntosos ni rebeldes. Dependan totalmente del Señor.

¡PENSEMOS! A finales del siglo veinte, es muy fácil que el creyente asuma la pose de autosuficiencia. Nos cuesta abandonar la confianza en nosotros mismos y vivir por fe en el Señor. ¿Qué puede hacer para despojarse de su independencia de Dios? Durante esta semana, ¿en qué punto específico planea vivir por fe?

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COMPLACER A JEHOVÁ 10:12–22 Cuando el pueblo estuviera en la tierra, además de depender de Jehová, debía recordar la instrucción de Moisés en cuanto a lo que tenían que hacer para complacer al Señor. Las preguntas claves eran: ¿Qué pide Jehová nuestro Dios de nosotros? ¿Qué tenemos que hacer para agradarle y así disfrutar de sus bendiciones? La contestación mosaica fue cuádruple. Jehová pedía:

Una vida dedicada totalmente a él 10:12–15, 20 Ya que él es el único Dios vivo y verdadero, era necesario que los suyos vivieran vidas que mostraran que él era su Soberano absoluto[p 61]

Su descripción se encuentra en los versículos 12–13 y 20. Habían de temerle (vv. 12, 20), obedecerle (vv. 12, 13), amarle (v. 12), servirle exclusivamente a él (significa adorarle, vv. 12, 20), seguirle (v. 20) y jurar por su nombre (v. 20). Este tipo de vida produciría la prosperidad para los que la practicaran (v. 13). Su razón vv. 14–15. Son dos las razones por las que los hijos de Dios debían tener este estilo de vida: porque Jehová es el Soberano sobre toda la creación (v. 14) y porque él escogió a Israel debido a su gracia (v. 15).

Un arrepentimiento genuino 10:16–18 Moisés reconocía que el pueblo no viviría siempre de acuerdo con este ideal. Dada su historia, sabía que caerían en pecado. Cuando eso sucediera, ¿qué debían hacer? El único remedio sería que experimentaran una conversión completa a Jehová y dieran su fidelidad a él.

Su descripción se halla en el versículo 16 bajo dos figuras. La primera (la circuncisión) representa la purificación y la segunda (no endurecer la cerviz) significa sumisión. Por medio de un arrepentimiento genuino, el pueblo mostraría su intención de conservarse puro y sujetarse a Jehová. Su razón vv. 17–18. Uno tenía que conformarse al carácter y las obras del Señor. Por causa de lo que Dios era y hacía, el pueblo debía arrepentirse y reflejar fielmente la imagen divina en el mundo. [p 62] Amor hacia el extranjero 10:19 Este amor debía basarse en el hecho de que Dios ama al extranjero (v. 18) y no hace acepción de personas (v. 17). También provendría de una reflexión concienzuda acerca de su experiencia como extranjeros en Egipto.

La alabanza de su pueblo 10:21–22 Dios debía ser el único objeto de su alabanza. Era necesario que recordaran todas sus obras, y especialmente la multiplicación milagrosa del pueblo, que había aumentado de setenta cuando llegaron a Egipto, hasta alcanzar unos dos millones. El agradecimiento a su Dios por todas sus ricas bendiciones serviría para asegurar la adoración exclusiva de él.

¡PENSEMOS! Esto es lo que Dios pedía y sigue pidiendo: la entrega total, el arrepentimiento genuino, el amor sin reservas y la alabanza exclusiva. ¿Qué sucede en su vida? Haga una evaluación franca de su comportamiento basándose en estas normas bíblicas. ¿Dónde falla? Arregle cuentas con el Señor y ¡adelante!

OBEDECER A JEHOVÁ 11:1–32 Este capítulo es el clímax de esta sección del segundo discurso de Moisés y su mensaje está claro: Lo más importante es obedecer al Señor en toda circunstancia. El capítulo comienza (v. 1) y termina (v. 32) con una exhortación a la obediencia. Tres veces en medio del [p 63] capítulo, al inicio de cada nueva sección, la amonestación se repite (vv. 8, 13, 22). También podemos mencionar que en los versículos 27 y 28, el verbo oir significa obedecer. El énfasis es clarísimo: la obediencia es primordial.

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LO MÁS IMPORTANTE ES OBEDECER Para animarse a ser obedientes, los israelitas debían valerse de su memoria. Habían cuatro cosas que debían recordar.

Las grandes maravillas que Jehová había hecho a su favor 11:1–7 Ellos habían experimentado en carne propia los grandes portentos realizados por el Señor en relación con el Exodo y la peregrinación por el desierto. El recuerdo de estas experiencias personales debería impulsarlos a la obediencia. Su pensar debía ser: ¿Cómo puedo desobedecer al que tanto ha hecho por mí?

Que todas las bendiciones dependen de la obediencia 11:8–17,22–25 Cada una de las tres subsecciones de este punto comienza con una exhortación a la obediencia indicando que su contenido depende de ella

La entrada en la tierra vv. 8–12. Acatar los mandamientos era el requisito para entrar y poseer la tierra que era una posesión muy especial, ya que gozaba de [p 64] agua abundante que el Señor enviaba en forma de lluvia. No tendrían que regar sus hortalizas como en Egipto. Además, era una tierra privilegiada porque Jehová cuidaba de ella como de ninguna otra. El gozar de las bendiciones de la tierra vv. 13–17. Note la relación que hay entre el amor a Dios y la obediencia resultante (v. 13). El mismo nexo se encuentra en los versículos 1 y 22. El que ama, obedece. No hay otra alternativa.

EL AMOR SE DEMUESTRA POR LA OBEDIENCIA Las lluvias tempranas caían en forma de aguaceros fuertes durante octubre y noviembre, y las tardías con las tormentas de marzo y abril. Note que la apostasía, el seguir a dioses ajenos, resultaría en desastres agrícolas (vv. 16–17).

La victoria sobre todos los enemigos vv. 22–25. El pueblo ocuparía toda la tierra cuyas límites generales se mencionan en el versículo 24. Sin lugar a duda, sin obediencia no habría bendición divina. Los israelitas habían de recordar esto.

Que las palabras del Señor dadas por Moisés deberían ocupar un lugar prominente en sus vidas 11:18–21 Estos versículos suenan muy similares a 6:6–9. En formas concretas, el pueblo debía mantener la ley [p 65] siempre en su mente. Los padres tenían la responsabilidad de enseñarla a sus hijos.

Que bajo el pacto, la obediencia trae bendición, y la falta de ella, maldición 11:26–32 Estos versículos son una de las declaraciones más claras de este principio bíblico. El versículo 27 expone el aspecto positivo y el 28, el negativo. Ellos tenían que escoger entre las dos opciones (v. 26). Hasta les dio una lección objetiva de esta verdad (vv. 29–30). Ella se expone más ampliamente en Deuteronomio 27 y vemos su práctica en Josué 8. El capítulo termina con unas palabras de ánimo, asegurándoles que iban a poseer y habitar en la tierra (v. 31) y una exhortación final a la obediencia (v. 32). Si Israel olvidara todas las cosas vistas en estos capítulos, quedaría expuesto a la posibilidad de violar el primero y segundo mandamientos y negar el “shema”. Jehová es el único Dios vivo y verdadero, y exige obediencia y adoración. Ir en pos de otros dioses los pondría en peligro de castigo y hasta de ser destruidos (muerte física).

¡PENSEMOS! Nuestro Padre exige obediencia a todas sus instrucciones. Haga un estudio breve de Efesios 4:25–32. Apunte cada uno de los mandatos. Analice su significado. Evalúe su comportamiento. ¿Cuánta bendición recibirá del Señor por ser obediente? [p 66]

28 [p 67]

6 La adoración en Israel Deuteronomio 12:1–16:17 Con el capítulo 12 entramos en la segundo mitad (12:1–26:19) del segundo discurso de Moisés. Los capítulos 5–11 insisten en la necesidad imperante de que Israel se dedicara a la adoración exclusiva a Jehová. Una y otra vez, el predicador les advierte contra toda forma de idolatría. Lo más importante cuando estuvieran viviendo en la tierra prometida, era la obediencia absoluta al Señor en todos los detalles de su diario vivir. Estos capítulos contienen instrucciones generales sin entrar en pormenores. En la segunda parte de su mensaje, el caudillo pone las estipulaciones específicas. Es importante reconocer que aunque su propósito no era exponer los primeros dos mandamientos y el gran mandamiento, como lo hizo en los capítulos 5–11, no deja de dar algunas enseñanzas acerca del tema. En 5–11 se insta a la adoración exclusiva de Jehová. En los capítulos que estudiaremos en esta sección, Moisés de los detalles en relación con esa adoración. Se contestan las preguntas dónde, cómo y cuándo debían adorar. Antes de entrar en materia, Moisés hizo dos cosas. Primeramente, animó a los suyos a obedecer. Así comienza (12:1) y termina (26:16–19) esta sección. En segundo lugar, les instruye a eliminar todo rastro de culto pagano. Sólo así evitarían la tentación de ir en pos [p 68] de los dioses ajenos. Debían destruir los altares, los implementos que ocupaban y hasta los nombres de los dioses falsos (12:2–3). No debía quedar vestigio de ellos. Habiendo cumplido con esta fase negativa, los israelitas podrían dedicarse a la adoración exclusiva del Señor.

¿DÓNDE DEBÍAN ADORAR? 12:4–28 La primera pregunta que Moisés contesta, se relaciona con el lugar de la adoración. ¿Podían los israelitas adorar en cualquier lugar como los paganos, o su culto debía practicarse en un lugar único? La enseñanza obvia de esta porción es que sólo habría un sitio donde podrían adorar legítimamente. Los teólogos hablan de esta doctrina del santuario central y discuten su significado. Creo que la enseñanza de la porción es que en un tiempo dado, habría un sólo sitio aprobado con el fin de proteger el mandamiento contra la idolatría.

El santuario central escogido por Jehová 12:5, 11, 14, 18, 21, 26 Esta es la enseñanza más clara del pasaje. Ningún hombre determinaría cuál iba a ser el sitio del santuario, el lugar donde los israelitas podrían realizar su culto. La evidencia bíblica es que el Señor eligió diferentes lugares hasta que se eligió a Jerusalén como el sitio definitivo.

EL SANTUARIO FUE ESCOGIDO POR JEHOVÁ [p 69] En tiempos de Josué, los líderes “se presentaron delante de Dios” (Josué 24:1) en Siquem. Los libros de Jueces y 1 Samuel mencionan dos lugares como “la casa de Dios”: Silo (Jueces 18:31; 1 Samuel 1:3) y Bet-el (Jueces 20:18, 26–27). Los últimos dos textos indican que la casa de Dios se ubicaba donde se encontraba el arca del pacto. Jerusalén se convirtió en el santuario central cuando David pasó el arca para allá según se relata en 2 Samuel 6. El rey Josías, como parte de su movimiento de avivamiento, destruyó todos los lugares no autorizados y centralizó el culto en Jerusalén (2 Crónicas 34:3–7). Aun en el futuro, durante el milenio, la adoración al Señor se llevará a cabo en Jerusalén (Isaías 2:1–3; Zacarías 14:16–17). La enseñanza de Moisés en el capítulo 12 es bastante repetitiva. Ella puede resumirse bajo tres temas:

Instrucciones positivas El santuario central era el sitio en que varias cosas positivas debían realizarse:

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Allí debían llevar todas sus ofrendas vv. 6, 11, 17, 26–27. Sin excepción, todos los sacrificios y dádivas para Jehová debían llevarse al lugar que el Señor escogiera. Ninguna ofrenda podía presentarse legítimamente en otro lugar. Allí debían tener la comida de acción de gracias vv. 7a, 17–18a. El Señor dispuso que una parte de las ofrendas quedara en manos de los oferentes para que realizaran una comida con los suyos y los necesitados. Sólo en el santuario central podrían participar de esa comida.[p 70] Allí debían alegrarse vv. 7b, 12, 18b. Fíjese bien en este enfoque en la alegría en el culto. Muchas veces nosotros hacemos hincapié en la solemnidad de la adoración. En la religión israelita, la reunión era una verdadera celebración llena de gozo. Allí debían manifestar su obediencia vv. 1, 28, 32. Moisés siempre regresaba a este tema, porque sin obediencia, ningún culto tendría valor.

¡PENSEMOS! Israel tenía que limitar su adoración formal a un sólo lugar. Nosotros tenemos el privilegio de rendir culto al Señor en cualquier lado (Juan 4:20–24). Nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19). ¿Cómo va a aprovechar usted esta bendición esta semana?

Advertencias negativas Era necesario cuidarse de no participar en ciertas prácticas proscritas por el Señor:

No hacer lo que querían vv. 8–10. Cuando entraran en su reposo, debían tener mucho cuidado de no adorar a Jehová siguiendo sus antojos, “cada uno como bien le parece” (v. 8b). El culto debía realizarse siguiendo las instrucciones explícitas que el Omnipotente indicaría. No ofrecer sacrificios en cualquier lugar vv. 13–14. Esa era la práctica pagana. Como ya vimos, los israelitas sólo estaban autorizados a presentar ofrendas en el santuario central.[p 71] No desamparar al levita v. 19. Cuando celebraran sus comidas de agradecimiento, siempre debían incluir a los levitas, porque ellos no tenían otra provisión.

Aclaración necesaria Con tanto énfasis como pone el autor en la necesidad de ofrecer todos los sacrificios en el lugar central, muchos se preguntarían: ¿Podemos sacrificar animales en nuestros pueblos para suplir nuestras necesidades alimenticias? La contestación mosaica consta de dos partes

Sí era legítimo matar y comer animales en sus ciudades con tal de que no se usaran para la adoración (vv. 15, 20–22). Pero debían tener cuidado de no comer sangre (vv. 16, 23–25) porque ésta representaba la vida del animal que al fin y al cabo, pertenecía a Jehová. El que sacrificaba la bestia, debía derramar la sangre sobre la tierra en reconocimiento a la soberanía del Señor sobre la vida.

¿CÓMO DEBÍAN ADORAR? 12:29–15:23 En esta sección, Moisés trata el tema de las formas que debían utilizarse en la adoración

No como los paganos 12:29–32 Para evitar caer en la idolatría y prácticas paganas, el israelita no debía familiarizarse con los cultos abominables. Ni siquiera debía preguntar acerca de sus dioses [p 72] (v. 30). Había una costumbre que era repugnante al Señor y que debía evitar: el sacrificio infantil (v. 31).

No siguiendo a otros dioses 13:1–18 Una vez más, Moisés regresa al tema de la idolatría. Reconocía que, a pesar de tantas advertencias, el pueblo buscaría a dioses ajenos. Siempre existiría quien quisiera animar a Israel para que apostatara. Los hijos de Dios debían rechazar toda invitación a la idolatría, viniera de donde viniere.

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Invitación de profetas falsos vv. 1–5. Esta es la primera afirmación bíblica de que hay que tener cuidado con los profetas, porque hay algunos que no vienen del Señor. Aunque se cumplieran sus predicciones, el pueblo no debía seguirlos si los incitaban a la idolatría. Jehová permitiría su existencia para probar la fidelidad de su pueblo, para ver si en verdad vivían de acuerdo con el shema (6:4–5). Podríamos escribir la palabra solamente sobre el versículo 4. La muerte sería el castigo para el profeta idólatra. Invitación de parientes vv. 6–11. El diablo es astuto y sabe que algunas veces seguimos los consejos de nuestros parientes. Esta misma verdad operaba en Israel. Cuando un israelita apostatara e incitara a su parientes a seguir su ejemplo, el pariente fiel debía denunciar el pecado y ser el primero en arrojar las piedras en la ejecución del infiel. Invitación de una ciudad vv. 12–18. Algunas ciudades se destacarían como centros idolátricos y estimularían a las otras a imitarle. En este caso, el pueblo fiel tendría [p 73] que averiguar bien las acusaciones. Si se confirmaban, tenían que destruir esa población y dedicar todo el botín al Señor. Tal ciudad nunca debía volver a edificarse. En todos los casos, la muerte era el castigo irremisible para la infracción de la idolatría.

Como pueblo escogido 14:1–21 La clave a la interpretación de esta porción es la observación que se incluye al principio y al final. Los versículos 1–2 y 21 forman un marco dentro del cual se encuentra la enseñanza principal de la porción.

El marco contiene dos elementos bien balanceados. El primero es que debían apartarse de las prácticas paganas. El versículo 1b menciona herirse el cuerpo y raparse la cabeza como señales de duelo. Ambas costumbres se basaban en la idolatría. El versículo 21c termina la porción prohibiendo la práctica cananea de cocer el cabrito en la leche de su madre, violando así la santidad de la vida y usando para matar una cosa que tenía como propósito alimentar la vida. ¿Por qué debían apartarse de estas costumbres? Porque eran hijos de Jehová (v. 1a), pueblo único por elección (v. 2b), y pueblo SANTO (vv. 2a y 21b). Puesto que ocupaban este lugar tan privilegiado, debían separarse de toda costumbre dañina.

La enseñanza central vv. 3–21a. La santidad se conservaba en forma positiva comiendo solamente lo limpio. Sólo el Señor determinaba qué comidas eran limpias e inmundas. Parece que la única razón es que él lo quiso así. Si observaban estas leyes dietéticas, Israel demostraría su santidad, y sería diferente a todas las demás [p 74] naciones, dedicado completamente a Jehová. El cumplimiento de estas normas también serviría de evidencia de su obediencia al Señor en los detalles insignificantes de la vida diaria. La santidad y obediencia se demuestran aun en la dieta.

LOS SANTOS DEBEN SER DIFERENTES Con sus bienes materiales 14:22–15:23 Una de las formas de adorar al Señor era presentando diferentes ofrendas. Esta porción habla de tres sacrificios materiales: el diezmo, el año de remisión, y la consagración de los primogénitos.

El diezmo 14:22–29. La mayoría de los expositores bíblicos aceptan la interpretación de los judíos acerca de los diezmos. Se sabe que había dos diferentes: el primero y el segundo. Cada año debían trae el primer diezmo al Señor. Este fue designado por Dios para el sostén de los levitas, quienes servían el la obra del ministerio y no gozaban de herencia como las demás tribus (Levítico 27:30–32; Números 18:21–24). El segundo diezmo, el diez por ciento de lo que quedaba después del primero, también era traído para adorar al Omnipotente cada año. Jehová regresaba una parte a los oferentes para que tuvieran una comida de acción de gracias con su familia, los pobres, y los levitas. Cada tercer año, este segundo diezmo permanecía en los pueblos. Así se suplían las necesidades de los pobres y levitas en todas las poblaciones (14:28–29). Todas las [p 75] referencias que se hacen al diezmo en Deuteronomio tienen que ver con el segundo. Vale la pena notar que el propósito del diezmo era enseñar a los israelitas a temer a Jehová (v. 23). Por este medio, se veían obligados a confiar en él y no en sus propios esfuerzos.

El año de remisión 15:1–18. En Israel, cada séptimo año era a la vez año sabático (Exodo 23:10–11; Levítico 25:1–7) y año de remisión (15:1–18). Es muy importante notar que todas estas leyes tenían que

31 ver con el trato de los mismos israelitas a sus paisanos (vv. 2, 3, 7, 9, 11, 12). Los extranjeros recibían un trato diferente. Todas las instrucciones tenían como objetivo el aliviar la pobreza. En el año de remisión, el acreedor tenía que perdonar las deudas a sus hermanos. El pasaje indica que la remisión debía ser total, y no sólo de la parte que correspondía a ese año. Si se cumpliera esta ley, no habría ningún israelita endeudado cuando finalizara ese año (vv. 1–6). Moisés reconocía que los suyos podrían tener la tendencia a ser mezquinos y no conceder préstamos durante el año antes de la remisión, sabiendo que tendrían que perdonar esa deuda. Por eso, los exhortó a que fueran liberales en conceder préstamos a pesar de lo que les iba a costar (vv. 7–11). El propósito de estas leyes, que era eliminar la pobreza, se encuentra en el versículo 4a. Pero la realidad de la desobediencia produciría el resultado opuesto (v. 11a). Había otro sacrificio económico que el judío pudiente tenía que hacer en el año de remisión: dejar en libertad a sus hermanos que le habían servido por necesidad (vv. 12–18). La actitud del amo debía ser positiva. Se le requería hacerlo de buena gana, porque a fin de cuentas no le había costado nada (v. 18), y con liberalidad, [p 76] abasteciendo a los libertos de todo lo necesario para establecerse en la vida en forma independiente (vv. 13–14). El que no quisiera aceptar la libertad, podría optar por un arreglo de servidumbre permanente con el amo a quien amaba (vv. 16–17). Todas estas leyes del año de remisión tenían como propósito recordar a los israelitas el período de servidumbre y su rescate milagroso de Egipto. El acatamiento de ellas siempre traería bendición al individuo (vv. 4b, 10b, 18b) y a la nación (v. 6).

LA PRÁCTICA DE OFRENDAR SIEMPRE RESULTA EN BENDICIÓN La consagración de los primogénitos machos vv. 19–23. Cada año (v. 20a), el hebreo tenía que apartar los primogénitos machos como ofrenda al Señor. Debía llevarlos al santuario central y celebrar la comida de acción de gracias delante del Omnipotente. Pero sólo si no tenían defectos. Si eran defectuosos, entonces la consagración y comida se llevaría a cabo en la ciudad de cada uno, siempre siguiendo el mandato de disponer correctamente de la sangre. Sin duda, esta ceremonia les recordaría la muerte de los primogénitos en Egipto. Sí, los israelitas adoraban a Jehová por medio de sus ofrendas. Cuando sumamos el primer y el segundo diezmos, los primogénitos y las remisiones, descubrimos que los hijos de Dios bajo el antiguo pacto, daban por obligación más del veinte por ciento de sus bienes. [p 77] ¡PENSEMOS! Bajo la gracia no estamos obligados a dar nada. Damos, porque queremos agradecer al Señor por todo lo que ha hecho por nosotros. ¿Sería correcto bajo la gracia, dar menos de lo que los judíos daban bajo la ley? Evalúe su práctica de ofrendar. ¿Qué ajustes debe hacer para conformarse más al ejemplo de Israel?

¿CUÁNDO DEBÍAN ADORAR? 16:1–17 Deuteronomio no menciona en este contexto la adoración semanal del día de reposo. El enfoque está en las festividades especiales, las solemnes convocaciones en que todos los varones debían reunirse en Jerusalén. Por obligación, tres veces al año se congregaban en el santuario central (vv. 16–17).

La fiesta de la pascua 16:1–8 Esta fiesta se celebraba en marzo o abril y conmemoraba el rescate del pueblo de Egipto. Incluía la fiesta de los panes sin levadura (Levítico 23:4–8) y también la de las primicias (vv. 9–12). Originalmente se celebraba en las casas, pero con el establecimiento del santuario central, sólo allí se podría practicar.

La fiesta de las semanas 16:9–12

32 Esta se llevaba a cabo en mayo o junio, y también se conocía como Pentecostés por celebrarse cincuenta días después de la de las primicias (Levítico 23:15–21). [p 78] Festejaban la bondad del Señor por darles buena cosecha de los granos.

La fiesta de los tabernáculos 16:13–15 Era una festividad otoñal que se celebraba en septiembre u octubre. En esta época terminaban la cosecha de los frutos y las olivas. Les recordaba en forma especial la provisión divina durante la peregrinación por el desierto. Su reglamentación detallada se encuentra en Levítico 23:33–43. Vale la pena notar que la solemnidad (vv. 8, 10, 13, 14, 16) se mantenía a pesar de la mucha alegría (vv. 11, 14, 15).

¡PENSEMOS! Viviendo bajo la nueva dispensación, tenemos otras festividades anuales para celebrar los grandes acontecimientos del cristianismo: la Navidad y la Semana Santa. También debemos observarlas con solemnidad y alegría.

33 [p 79]

7 Liderazgo en Israel Deuteronomio 16:18–18:22 La adoración era prioritaria, y por eso Moisés la expuso antes de pasar al tema del liderazgo en la nación. Todo conjunto de personas necesita de alguna organización y así era con Israel. Mientras todavía estaban en la frontera, el caudillo dio instrucciones en cuanto a los grupos de líderes que se encargarían de administrar al pueblo. Algunos expositores ven en estos capítulos una extensión del quinto mandamiento. Así como los hijos debían honrar y respetar a sus padres, todos los israelitas estaban obligados a estar sujetos a las autoridades establecidas por Dios. La enseñanza de estos capítulos cubre las esferas principales de la vida en comunidad: lo jurídico, lo administrativo, lo religioso y la revelación.

LOS JUECES Y OFICIALES 16:18–17:13 Moisés comenzó con la esfera jurídica, el aspecto del gobierno que se encargaría de asegurar la justicia en todos los tratos. Los oficiales encargados se ocuparían de la ley civil y criminal. El hecho que viene en primer [p 80] lugar, y que recibe la explicación más extensa, indica que esto tenía gran importancia.

Su nombramiento 16:18a Cada ciudad tendría la responsabilidad de nombrar sus jueces y oficiales. Los primeros ocupaban el lugar preeminente y se seleccionaban de entre los ancianos de la población (19:12). Los últimos servían como asistentes de ellos. Es interesante notar que estos líderes fueron nombrados por la misma gente del pueblo. Así se aseguraba que fueran imparciales en sus juicios.

Su deber 16:18b–20 Los jueces tenían una sola responsabilidad: juzgar con justicia y de acuerdo a derecho. Se les advierte que no practiquen favoritismos ni acepten sobornos, porque estas costumbres propiciaban la perversión de la justicia. El versículo 20a podría traducirse: “La justicia, solamente la justicia seguirás”. Eso era lo único necesario para que la gente viviera en paz en Canaán.

SOBRE TODAS LAS COSAS, LA JUSTICIA La infracción principal 16:21–17:7 No debe extrañarnos que la infracción principal fuera la idolatría. En esta porción, vemos que la ley civil y la religiosa se mezclaban. Lo religioso afectaba todas las demás esferas de la vida. Los versículos 16:21–17:1 dan [p 81] la prohibición explícita. Toda práctica idolátrica quedaba terminantemente prohibida.

La forma de tratar el quebrantamiento de esta ley (17:2–7) era el patrón que debía seguirse en todos los juicios. Hay cinco elementos en el modelo: 1. El hecho de la infracción (vv. 2–3) 2. La denuncia (v. 4a) 3. La investigación que tenía que incluir por lo menos dos testigos (vv. 4b, 6) 4. El fallo de culpabilidad (v. 4c) 5. La sentencia y la ejecución (vv. 5, 7). Note que los testigos tenían que arrojar las primeras piedras. Así asumían la responsabilidad principal de lo sucedido. Esta medida servía para disuadir a los posibles testigos falsos.

Los casos difíciles 17:8–13

34 El Señor reconocía que en algunas ocasiones, los oficiales locales no serían capaces de actuar en ciertos casos difíciles que se ejemplifican en el versículo 8a. ¿Qué debían hacer al surgir uno de estos casos? Recurrir a la corte suprema de la nación, que se encontraba en el sitio del santuario central (v. 8b). Allí el caso se presentaba ante los sacerdotes (v. 9a, 12) y el juez (el sumo sacerdote, vv. 9b, 12). Se suponía que estos estaban mejor calificados por ser más experimentados y tener mayor sabiduría. Note que este tribunal no era de apelaciones, sino para tratar casos dificiles en los que las autoridades locales se sentían incapaces de dictaminar. La sentencia de la corte suprema era inapelable (vv. 9c–13). Se consideraba que al hablar ellos, Dios mismo daba el fallo. El que rehusaba cumplir con la sentencia, estaba en peligro [p 82] de muerte porque estaba en franca rebelión contra el Señor. Bajo la ley, cada individuo en Israel tenía ciertos derechos. Cuando eran violados, el hijo de Dios podía recurrir a los jueces y demandar justicia.

¡PENSEMOS! ¿Qué se debe hacer cuando la impureza entra en la iglesia de Cristo? ¿Pasarla por alto? Definitivamente no. Hay que juzgarla justamente y si es necesario, expulsar al infractor. Estudie estas porciones para entender mejor cómo aplicar la disciplina bíblica: Mateo 18:15–17; 1 Corintios 5; 2 Corintios 13:1–2.

EL REY 17:14–20 La segunda esfera que se trató fue la administrativa. ¿Cómo se íba a gobernar el pueblo? La historia de Josué y Jueces revela que en sus inicios, Israel era una teocra en la que Jehová reinaba por medio de los jefes de las tribus. La porción que analizamos tiene que ver con la siguiente etapa: el reino de Dios por medio de una monarquía. Este es el único pasaje en el Pentateuco que enseña acerca de este tema.

Su inevitabilidad 17:14 El Señor reconocía que sin lugar a duda, el día vendría en que el pueblo pediría un rey. No estaba juzgando si su petición sería correcta o no, pero sí previó [p 83] la solicitud, y dio instrucciones para asegurar que el nombrado supiera qué hacer.

Su selección 17:15 En este texto tenemos un ejemplo de la unión de esfuerzos entre Dios y el hombre. Al fin y al cabo, el rey sería seleccionado por Jehová (v. 15a). Pero los hombres tendrían que discernir quién era el que el Señor había elegido para ponerlo sobre el pueblo (v. 15a, b). Un solo requisito se estipuló: tenía que ser israelita y no extranjero (v. 15c).

Su comportamiento 17:16–20 La conducta del rey se regiría por tres reglas negativas y una positiva

Negativamente (vv. 16–17), habían tres prácticas en que no debía participar. 1. La búsqueda del poder militar (v. 16). Esto se ve en la prohibición de acumular caballos. 2. La adquisicíón de muchas mujeres (v. 17a). Puesto que muchas veces, los matrimonios se relacionaban con la concertación de alianzas políticas para adquirir ventajas. 3. La acumulación de bienes materiales (v. 17b). Todas estas eran costumbres de los reyes paganos. En vez de seguir su ejemplo, el rey de Israel debía aprender a depender totalmente de Jehová para todas sus necesidades. El verdadero rey era el Dios omnipotente y el rey humano tenía que confiar en él para todo, como el siervo con su amo. [p 84] LA DEPENDENCIA EN DIOS

ES MUY IMPORTANTE

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Positivamente (vv. 19–20), el rey estaba bajo la obligación de guiarse siempre por las instrucciones de la Palabra de Dios. La ley a que se refiere esta porción es concretamente el libro de Deuteronomio, no todo el Pentateuco. Lo primero que tenía que hacer al asumir el reino era mandar copiar la ley en un libro especial (v. 18). El único ejemplo bíblico que tenemos de esta práctica se halla en 1 Samuel 10:25. Ese ejemplar de la ley debía estar siempre con el monarca (v. 19a). Tenerlo consigo no era suficiente. También se requería que leyera parte de él todos los días. Debía familiarizarse con su contenido (v. 19b). Pero lo más importante era obedecerlo (vv. 19c–20). Sólo así podría disfrutar de una larga dinastía. Es interesante notar que en el versículo 15 se enseña que el rey debía ser puesto “sobre” el pueblo, pero en el 20, amonesta al monarca a no elevarse “sobre” la gente. En la primera instancia, se usaba la autoridad y en la segunda, se abusaba de ella. En vez de elevarse encima de los suyos, debía darles ejemplo de humildad, dependiendo siempre del rey verdadero, Jehová.

LOS SACERDOTES LEVITAS 18:1–8 Otra esfera importante de la vida era la religiosa. ¿Qué provisión hizo el Señor para que no faltaran líderes en el aspecto religioso del diario vivir? [p 85] Su identificación 18:1a La frase “sacerdotes levitas” es algo ambigua porque dentro de la tribu de Leví había dos grupos: los sacerdotes y los levitas. Se podría decir que todos los sacerdotes eran levitas, pero no todos los levitas eran sacerdotes. Estos formaban una minoría en la tribu y consistía solamente de los descendientes directos de Aarón (Números 3:10). Radicaban en Jerusalén. Los levitas eran la mayoría de la tribu de Leví. Servían a los sacerdotes y casi todos ellos vivían en los pueblos.

Sus responsabilidades 18:5,7; 10:8 Indicaciones de sus deberes se encuentran en varios lugares de Deuteronomio. Podemos resumirlos usando los dos textos mencionados.

Administrar (v. 5) o ministrar (v. 7). Es probable que bajo esta categoría podemos incluir su papel como jueces (17:9, 12; 21:5) y consejeros militares (20:2–4). Llevar el arca del pacto (10:8a). En realidad se encargaban de transportar todas las partes del tabernáculo cuando se trasladaba de un lugar a otro.

Estar delante de Jehová para servirle (10:8b). Esto incluía poner el incienso y hacer sacrificios (33:10b). Este trabajo correspondía los sacerdotes exclusivamente. Bendecir en el nombre del Señor (10:8c). Los que vivían en los pueblos harían lo que llamamos el trabajo pastoral, visitando y aconsejando a los israelitas en sus [p 86] cuitas contidianas. Una de las bendiciones más grandes era la de enseñar la ley de Jehová al pueblo (33:10a).

Su sostén 18:1b–4 Este grupo de líderes, igual que los reyes, tenían que depender del Señor para su sustento diario. Para ellos, la independencia significaría no tener nada.

No tenían parte ni heredad como los demás israelitas (vv. 1b, 2a). Cuando entraron en la tierra y ésta fue repartida, a la tribu de Leví no se le dio nada. Dependían de las otras tribus, las que tenían la obligación de apartar ciudades para ellos dentro de su herencia (v. 6; Números 35:1–8). Su heredad era Jehová y dependían totalmente del él. Sí tenían derecho a sostén (vv. 1c, 3–4). Los sacerdotes se quedaban con parte de los sacrificios que hacían. Y todos los levitas recibían como remuneración todos los diezmos dados en Israel (Números 18:21, 24).

Su traslado voluntario 18:6–8 Cualquier levita que viviera en las poblaciones, tenía el derecho de trasladarse voluntariamente a Jerusalén para servir en el santuario central (v. 6–7). En cuanto a remuneración, debía ser tratado igual que los demás. Se les prohibió hacer acepción de personas (v. 8).

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¡PENSEMOS! Los sacerdotes levitas dedicaban su tiempo completo a servir al Señor y recibían sostén completo. ¿Qué nos enseña esto en relación [p 87] con nuestros obreros cristianos que trabajan en el ministerio? ¿Cómo han de sostenerse? Estudie 1 Corintios 9:1–18 y 1 Timoteo 5:17.

LOS PROFETAS 18:9–22 El último grupo de líderes era el de los profetas. Estos hombres fueron el medio que Jehová utilizó para comunicar su voluntad al pueblo. Eran intermediarios de la revelación especial. Se relacionaban con las otras autoridades porque eran como su conciencia. Si el juez, rey o levita necesitaba consejo especial, recurría al profeta. Si andaban mal, le tocaba al profeta reprenderlos y comunicarles el mensaje divino. La pregunta básica que se trata en esta porción es: ¿Cómo puede el hombre saber la voluntad de Dios? La contestación es triple.

No por medios paganos 18:9–14 Los israelitas nunca debían ocupar los métodos abominables de los incrédulos que los rodeaban. Son dos que se mencionan.

El sacrificio de infantes (v. 10a). Algunos pensaban que podían persuadir a sus dioses a que se revelaran por medio de estos sacrificios tan especiales. Las artes mágicas (vv. 10b–14). Son ocho las prácticas que se encuentran en la lista. Las primeras tres tienen que ver con la adivinación. Siguen dos que se relacionan con la magia. Las últimas tres atañen al espiritismo. Todos estos métodos paganos son abominación, y los que los practican también lo son. Por esto el Señor echó [p 88] a estas naciones de su tierra (v. 12). Su gente debía ser perfecta y rechazar rotundamente todas esas prácticas.

Sí, por medio de profetas 18:15–19 Moisés (vv. 15–16) y Jehová (vv. 17–18) prometieron el establecimiento de un linaje de profetas. Todos serían israelitas (vv. 15a, 18a) y todos hablarían la palabra que Dios mismo pondría en su boca (v. 18b). Esta es la definición bíblica del profeta.

EL PROFETA ES PORTAVOZ DE DIOS Estos voceros especiales no fabricaban su mensaje, sino que lo recibían por revelación especial y lo comunicaban al pueblo bajo la inspiración del Espíritu Santo. El pueblo tenía que obedecer las instrucciones del profeta y si no lo hacía, tendría que rendir cuentas al Altísimo (v. 19).

Cuidado con los profetas falsos 18:20–22 Siempre existía el peligro de los falsos profetas. Los que no procedían del Señor. Ellos usurpaban la autoridad divina hablando en su lugar sin su autorización.

¿Qué decían? v. 20. Hablaban sus propias palabras, no las de Dios y exponían un mensaje que beneficiaba a los dioses falsos.[p 89]

¿Cómo debían tratarlos? vv. 20c, 22c. Considerando que no tenían autoridad alguna, no debían temerles (v. 22c). Más bien, los fieles tenían que ejecutarlos por su pecado tan detestable (v. 20c). ¿Cómo confirmar su falsedad? vv. 21–22b. El falso profeta sería presuntuoso en su actitud (vv. 22b, 20a). Sus profecías no se cumplirían en el tiempo y la historia (v. 22a). Además tenderían a promover el culto a dioses falsos (13:1–5). El profeta genuino era humilde, sus predicciones siempre se cumplían, y su mensaje jamás perjudicaba la adoración de Jehová.

¡PENSEMOS!

37 En nuestros días hay muchos que afirman ser profetas. Tomando en cuenta de definición bíblica, ¿cree que son genuinos? Debemos tener mucho cuidado, así como los israelitas debían tenerlo. No cualquier “profeta” viene de Dios. Hay que discernir los espíritus si son de él o vienen por su propia cuenta (1 Juan 4:1–6). [p 90]

38 [p 91]

8 ¡Sed justos! Deuteronomio 19:1–26:19 Las leyes relacionadas con la adoración y los líderes eran bastante generales. Estas últimas se dedicaban especialmente al nombramiento y requisitos de los que iban a gobernar al pueblo en la tierra prometida. La sección que nos toca estudiar en este capítulo y el siguiente, es la más detallada de todo el libro. Los expertos la llaman “el Código de Deuteronomio”. En él se registran una serie de leyes bastante específicas que ayudarían a los encargados de la nación a saber cómo decidir en ciertos casos. Algunas de las leyes son muy escuetas, pero otras se dan en forma bastante amplia. El problema es que aparentemente no se dieron en orden lógico. Por esta razón, seguiremos el ejemplo de muchos comentaristas, y veremos estos capítulos en forma temática. Todas las leyes serán incluidas, pero bajo el tema seleccionado por el autor.

LEYES RELACIONADAS CON LA JUSTICIA El tema de la justicia es uno de los más importantes en el libro. Ya hemos estudiado tres porciones donde se [p 92] hace hincapié en la necesidad de actuar con completa rectitud en todos los tratos (1:16– 17; 4:8; 16:18–20). Veamos varias esferas en que el Señor quería ver la justicia manifestada en forma especial.

En los tribunales El material cubre los dos elementos de cualquier juicio: los testigos y los castigos

Testigos 19:15–20. Por segunda vez, Moisés recalca la necesidad de que hubiera más de un testigo, un mínimo de dos y de preferencia tres (vv. 15; 17:6–7). Pero, a veces, sólo existía uno, que era el que acusaba. Nuestro texto habla de él como “testigo falso” (vv. 16–19), pero una traducción mejor sería “testigo malicioso” o que quiere causar daño al acusado. Los dos tenían que comparecer ante los sacerdotes y jueces. Si la acusación resultaba ser falsa, el acusador recibiría el castigo que merecía el supuesto crimen. Fíjese bien que la aplicación del castigo serviría para detener la maldad (v. 20). Esto está en contraste con el pensar moderno, porque estas leyes eran una exposición del noveno mandamiento (5:20).

Castigos 19:21; 21:22–23; 25:1–3, 11–12. Dos de estas porciones tienen que ver con la “lex talionis,” de la justa retribución. La declaración de ella se halla en 19:21.

VIDA POR VIDA, OJO POR OJO, DIENTE POR DIENTE [p 93] Las autoridades, no los individuos, tenían el deber de imponer castigos de acuerdo con la seriedad del crimen. Tenemos el único ejemplo concreto de la aplicación de esta ley en 25:11–12. Se refiere al supuesto caso de que hubiera una riña donde interviniera una mujer asiéndose de las partes nobles del enemigo. A ella se le debía cortar la mano infractora. En las culturas circunvecinas, este tipo de castigo era muy común, y se aplicaba a una gran variedad de infracciones. Pero en Israel, el castigo nunca debía ser demasiado severo. Otra regla que guiaba la aplicación de castigos era la que tomaba en cuenta la dignidad del castigado (25:1-3). Azotar al reo más de cuarenta veces, equivaldría a tratarlo como bestia. Por otro lado, el mismo juez tenía que presenciar el castigo. Las culturas paganas vecinas de Israel acostumbraban exhibir el cadáver del reo hasta que se descomponía en vez de enterrarlo. Pero los israelitas no debían seguir esa práctica (21:22–23). Sí, había infracciones que merecían la pena capital y sí podían exhibir el cuerpo muerto, pero debían inhumarlo el mismo día de su ejecución. Pablo usa este pasaje para enseñar que Cristo fue condenado en nuestro lugar (Gálatas 3:13).

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En casos de homicidio El propósito de estas leyes era preservar la dignidad de la vida humana y deben interpretarse a la luz del sexto mandamiento (5:17)

El caso de homicida desconocido 21:1–9. La vida humana era tan importante, que en casos de que no se descubriera al homicida, alguien tenía que asumir la responsabilidad y hacer expiación por el pecado. Si no se [p 94] conocía al individuo responsable del crimen, entonces el pueblo más cercano tenía que asumir la culpabilidad y seguir las instrucciones estipuladas. Las autoridades civiles (vv. 2, 5) tenían que sacrificar una becerra que simbólicamente recibiría el castigo que el asesino merecía. Casos de homicidio involuntario (19:1–10) y voluntario (vv. 11–13). Precisamente para proteger la vida de los asesinos accidentales, se apartaban en Israel las ciudades de refugio (Números 35:9–34; 4:41– 43). Esto se hacía para evitar la venganza personal de parte de quien quisiera vengar la sangre del muerto (el pariente más cercano era el que se encargaba de buscar la justa retribución en ese caso, y hasta podía constituirse en verdugo si era necesario). El que mataba adrede no podía refugiarse en esas ciudades y se hacía acreedor a la pena capital.

En disputas acerca de tierras 19:14 Hay que recordar que en Israel el dueño de toda la tierra era Jehová. Los israelitas sólo eran mayordomos de los terrenos que el Señor les había encomendado. Cualquiera podría robar tierra de su prójimo muy fácilmente, con sólo mover los hitos para cambiar los linderos. En esencia, esta es un ley contra el robo de la propiedad privada, que es una infracción de los mandamientos octavo y décimo (5:19, 21). Esta ley se refleja también en 27:17. El usurpador merecía la maldición, porque a fin de cuentas, el robo era contra el Señor mismo, no sólo contra el vecino. [p 95] En los negocios Moisés incluyó dos leyes que revelaban que eramenester actuar con justicia en todos los tratos comerciales. Estas leyes también tienen que ver con los mandamientos octavo y décimo.

Pesas y medidas justas 25:13–16. Los comerciantes de nuestros días harían bien en seguir este consejo. Todos los negocios tenían que desarrollarse con absoluta rectitud. Sólo así habría bendición del Altísimo sobre la transacción. Remuneración inmediata 24:14–15. Algunos amos tendían a aplazar el pago a sus trabajadores. Esta ley enseña que los jornaleros tenían derecho a recibir su sueldo diariamente. El aplazamiento propiciaba el olvido, por lo que retener el pago equivalía a oprimir al trabajador.

¡PENSEMOS! El tema de las relaciones entre patrón y empleado se trata también en el Nuevo Testamento. Lea Efesios 6:5–9; Colosenses 3:22–4:1 y 1 Pedro 2:18–20. Apunte las responsabilidades del empleado en una lista y las el amo en otra. Evalúe su vida a la luz de esta enseñanza.

LEYES RELACIONADAS CON LA FAMILIA Las Escrituras enseñan que la familia fue la primera institución social creada por Dios (Génesis 2:18– 25). Por ende, tiene mucha importancia. Su preservación determina [p 96] la estabilidad de cualquier sociedad. Es lógico que la ley incluyera ciertas estipulaciones para regular la vida de la familia. Veremos las relaciones matrimoniales y las que regulaban a padres e hijos.

Matrimonios La relación entre esposo y esposa es la más fundamental, y a los ojos divinos es indisoluble (Mateo 19:6). Hay varios leyes en el “Código de Deuteronomio” que protegen el matrimonio. Todas se refieren al séptimo mandamiento (5:18).

Exención del servicio militar 24:5. Esta es la primera ley que protege al matrimonio. Los recién casados tenían derecho a vivir tranquilamente por un año porque el matrimonio era más importante que el

40 servicio militar. Se suponía que durante ese año, habría procreación y el padre tendría descendientes que le sucedieran por si falleciera en batalla. La prioridad divina estaba en el matrimonio.

Divorcio y nuevo matrimonio 24:1–4. Esta ley también tenía como propósito preservar la relación matrimonial. Los expertos concuerdan en enseñar que el énfasis principal de esta regla recae en el nuevo matrimonio (v. 4). Note que el nuevo casamiento no era pecado en sí (v. 2). Más bien se esperaba. Lo que se sancionaba era el casarse de nuevo bajo las condiciones específicas mencionadas en el versículo 3. Contraer nupcias en esa situación, sería el equivalente a incesto según el pensamiento judío. Los comentaristas señalan tres posibles propósitos de esta ley.[p 97] 1. Indicar que el divorcio es algo negativo que se debe evitar. 2. Hacer que cuando sucediera, fuera más difícil de llevarlo a cabo. El esposo tendría que buscar a una autoridad para que le escribiera la carta de separación, la cual aprovecharía el momento para aconsejarle. El mismo marido tenía que entregarla, forzándolo así a reflexionar. 3. Proteger el segundo matrimonio (vv. 2–3). Véase la enseñanza de Cristo (Mateo 5:31–32; 19:1–9) y de Pablo (1 Corintios 7:10–16).

Castidad 22:13–30. El Señor conocía perfectamente la relación que podía haber entre hombre y mujer. Estas leyes se dieron con el fin de conservar la integridad de la familia. Las dos palabras claves que rigen todas estas relaciones son: pureza y fidelidad. Estas dos cualidades en asuntos sexuales son esenciales para la preservación del bienestar de cualquier sociedad. Encontramos que esta ley tiene cinco partes: 1. Contra las relaciones prematrimoniales vv. 13–21. Esta ley tendía a asegurar que la novia fuera virgen al casarse. 2. Contra el adulterio v. 22. A esta ley se refirieron los fariseos cuando trataron de poner una trampa a Jesús (Juan 7:53–8:11). 3. Contra la violación de una mujer desposada (vv. 23–27). Note la diferencia en los casos de violación en la ciudad (vv. 23–24) y en el campo (vv. 25–27). Esta regla se refiere a las mujeres que se encontraban en la primera etapa del casamiento según la tradición judía. La única forma de romper esa relación era por medio del divorcio (Mateo 1:18–25).[p 98] 4. Contra la violación de una señorita (vv. 28–29). Los involucrados tenían que casarse y no tenían la opción de divorcio. 5. Contra el incesto v. 30. Lo que se condena aquí es que alguien se casara con su madrastra cuando quedara viuda. En lo que se refiere a relaciones sexuales, los conceptos claves son:

DIOS PIDE PUREZA Y FIDELIDAD EN EL MATRIMONIO Levirato 25:5–10. Esta es la única excepción a las leyes contra el incesto. La palabra se deriva del latín “levir” que significa cuñado. Tener descendientes era tan importante en la cultura israelita, que Dios hizo esta provisión. Fíjese bien en que existían dos condiciones para que el cuñado se casara con la viuda de su hermano: (1) Los dos hermanos tenían que vivir juntos (v. 5a). Esto significa que habían heredado en forma mancomunada las propiedades de su padre fallecido. (2) El primer matrimonio tenía que haber quedado sin prole varonil (v. 5b). Los propósitos de esta ley eran dos. (1) Proteger a la viuda de la tentación de casarse con un pagano. En la cultura israelita, sería muy dificil conseguir nuevo marido. (2) Producir un heredero varón para poder conservar la propiedad dentro de la familia del muerto. Note bien que el cuñado tenía la opción de no cumplir con su deber pero, si no lo hacía, sería vergonzoso (vv. 7–10). [p 99] Padres e hijos Son tres las leyes que tienen que ver con la relación entre padres e hijos. Todas se relacionan con el quinto mandamiento (5:16).

Derecho de primogenitura 21:15–17. La costumbre de tener más de una esposa nunca recibió la aprobación explícita del Señor y siempre provocaba problemas. Una de ellas atañía al asunto del derecho de primogenitura. La ley puso en claro que el primogénito era el primer hijo varón procreado por un hombre, sin importar que fuera de la primera o de la segunda mujer, de la amada o de la aborrecida. La

41 doble porción siempre correspondía al que había nacido primero. Un propósito de esta instrucción era evitar favoritismos en la familia.

Hijo contumaz 21:18–20. Los hijos rebeldes siempre han sido problema en todas las culturas. Pero en Israel, esta infracción tenía una importancia especial. El que rechazaba la autoridad de sus padres haría lo mismo con la de la comunidad y en última instancia, con la de Dios mismo. Lo grave de este pecado se ve por medio de la severidad del castigo, que era la muerte. No se podía tolerar la rebeldía en el seno del hogar. Vale la pena notar que no tenemos registro alguno de la aplicación de esta ley, pero su mera inclusión en el código es evidencia de la actitud divina hacia esta transgresión.

Responsabilidad individual 24:16. Cada miembro de la familia era responsable ante el Señor por el pecado cometido. Cada uno sufriría el castigo por su propia iniquidad. Pero cierto es que si el padre ponía el ejemplo de conducta pecaminosa, el hijo seguiría su modelo. En [p 100] este sentido, Jehová advirtió que él visita “la maldad de los padres sobre los hijos” (5:9b).

¡PENSEMOS! Tome unos quince minutos para hacer una evaluación de su familia a la luz de los principios encontrados en las leyes que hemos estudiado. ¿Hay pureza y fidelidad en la relación matrimonial? ¿Existen favoritismos? ¿Anda algún hijo en rebeldia? Pídale al Señor que le dé valor para hacer las modificaciones necesarias para que su familia sea auténticamente cristiana.

LEYES RELACIONADAS CON LA ECOLOGÍA El diccionario define a la ecología como el “estudio de las relaciones entre los organismos y el medio en que viven.” Este es tema de mucha actualidad, pero también muy antiguo, tanto como la ley de Moisés. Son varias las instrucciones que pueden aplicarse a este tema. La primera tiene que ver con la relación entre el hombre y sus entornos.

SOMOS MAYORDOMOS DE LA CREACIÓN Higiene humana 23:12–14. Para mantener un medio ambiente sano, es necesario que el hombre se deshaga de sus desechos en forma adecuada. Si no lo hace, propicia enfermedades. Para prevenir el cólera en México, el gobierno recomienda a la gente del campo que no defeque [p 101] sobre el suelo, sino que siempre entierre sus desechos. Tenemos que cuidar de la higiene para protegernos a nosotros y nuestros prójimos. Arboles 20:19–20. Los ejércitos paganos tenían la práctica de talar los terrenos que rodeaban las ciudades cuando las sitiaban. Es precisamente por esto que hay tan pocos árboles en Israel en la actualidad. Pero los israelitas sólo podían talar los árboles no frutales, protegiendo así la fuente de alimentos para el pueblo. Aves 22:6–7. El ave hembra no podía ser tomada con sus huevos o pollitos. Hacer lo contrario, destruiría una fuente de alimentación para el futuro y esto perjudicaría al pueblo. Animales 22:1–4; 25:4. Algunos autores escriben acerca de los derechos de los animales. Mejor sería hablar de la obligación de la humanidad de tratar bien a los animales, especialmente a los que trabajan para el hombre. Cuando se extravían, hay que buscarlos; si están en dificultades, es menester ayudarlos. Si trabajan para nosotros, tenemos que darles el alimento que merecen. El cumplimiento de estas leyes mostraría la actitud correcta hacia la creación sobre la cual el Señor nos ha dejado como mayordomos.

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¡PENSEMOS! ¿Qué hace para conservar el medio ambiente? ¿Lo trata como algo que se puede cuidar solo? ¿Qué medidas concretas puede tomar para mejorar la higiene en su casa? ¿Cómo ayudará a tener más y mejores áreas verdes? ¿Qué hará para proteger a los animales y aves? [p 102]

43 [p 103]

9 ¡Sed santos! Deuteronomio 19:1–26:19

LEYES HUMANITARIAS Todas las leyes que veremos bajo esta categoría son distintas formas en que podemos cumplir el mandato de Levítico 19:18b: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”

Trato a los pobres El Señor siempre ha mostrado especial interés en el bienestar de los necesitados. Los extranjeros, huérfanos y viudas ocupan un lugar prominente en el corazón de Dios. Los israelitas debían mostrar el mismo sentimiento y cuidar de ellos en forma singular.

Trato justo 24:17–18. Las personas marginadas tenían ciertos derechos (v. 17a) y la ley general era que siempre debían ser tratados de acuerdo con ellos. La justicia reinaba por medio del derecho. Préstamos. En Israel, estos no se utilizaban para lucrar o ganar dinero, sino con fines humanitarios para ayudar a los que caían en desgracia. Los más ricos [p 104] estaban obligados a ayudar a los menesterosos bajo dos condiciones: 1. No podían exigir ninguna garantía que pusiera en peligro la vida del pobre (24:6), o que violara la dignidad de su persona u hogar (vv. 10–13). Se dan más enseñanzas acerca de este tema en 15:1–11. 2. No podían cobrar intereses por el uso del dinero. La usura estaba terminantemente prohibida entre los israelitas (23:19–20). Tratándose de extraños que fueran comerciantes, sí se les podía cobrar intereses, pero era injusto que uno comerciara con un hermano pobre. Note que había una bendición para los que obedecieran estas instrucciones (23:20b; 24:13b).

Espigueo o rebusco 24:19–22. Los que viven en el campo saben que la cosecha nunca es completa. Siempre queda algo del producto sobre la tierra. Así era en Israel también. A los hijos de Dios se les prohibía rebuscar y recoger toda la cosecha al momento de la siega. Los pobres tenían el derecho a espigar el grano y rebuscar los olivos y las viñas. Rut se acogió a esta ley espigando en los campos de Booz (Rut 2). Recuerde que los pobres también sacaban beneficio del segundo diezmo al igual que los levitas (14:28–29). Todas estas medidas ayudarían a aliviar la penuria de los menesterosos.

¡PENSEMOS! ¿Qué actitud tiene hacia los pobres y oprimidos de este mundo? Sería muy fácil cerrar los ojos e ignorar su condición, pero eso no reflejaría la preocupación divina por ellos. ¿Qué puede hacer para aliviar la situación de los hermanos necesitados en su iglesia? [p 105] Estudie Gálatas 6:9–10 y Hebreos 13:16 antes de evaluarse y tomar una determinación.

Conservación de la vida 22:8 Hay que recordar que las casas de aquel entonces no tenían techos de dos aguas. Por el contrario, estos eran planos y en las épocas más calientes, la gente subía para refrescarse y hasta para dormir en la azotea. Para evitar accidentes fatales, el que construía una casa, tenía que poner pretil a su terrado. Esta ley muestra una vez más la preocupación divina por la preservación de la vida.

Protección del prójimo

44 El israelita tenía la obligación de cuidar a su hermano en toda ocasión. Su cuidado también se extendía a los extranjeros que vivían entre ellos. Tenía que tratar a todos en forma altruista.

Hospitalidad 23:24–25. A los viajeros se les daba el derecho de entrar en los campos de un hermano israelita y recoger espigas y uvas suficientes para satisfacer su hambre del momento. Esto no perjudicaría al dueño. Lo que no podía hacer era llenar un cesto de fruto y llevárselo para otra ocasión. Esto sería robo. Por eso, los discípulos del Señor se sintieron con libertad para recoger espigas y comerlas hasta saciarse (Mateo 12:1–8).

Animales 22:1–4. Ya vimos esta porción desde el punto de vista de la bestia, ahora nos toca verla pensando en el dueño. La esencia de esta ley era que siempre debían apoyar a su hermano en la conservación de su propiedad [p 106] privada. Lo perdido debía ser cuidado por el que lo encontraba hasta que su dueño lo reclamara, fuera animal (vv. 1–3a), ropa (v. 3b) o cualquier posesión (v. 3c). Cuando los animales estaban en dificultades, el vecino siempre debía ofrecer su ayuda. No había lugar para decir, “no me incumbe”.

SOMOS GUARDA DE NUESTRO HERMANO Y SUS POSESIONES Secuestros 24:7. El robo de una persona con el fin de hacerla esclava o venderla para ganancia, estaba prohibido. La infracción era muy seria porque privaba a una persona de su libertad y dignidad. Equivalía a esclavizar a alguien que es a la imagen de Dios y por lo tanto, merecía la pena capital.

Refugiados 23:15–16. Esta regla se refería a los esclavos extranjeros que se habían escapado de sus señores y emigrado a Israel. Regresarlos implicaría la muerte casi segura, tomando en cuenta el trato que los paganos daban a los esclavos. Los israelitas debían darles acogida y no oprimirlos. En forma indirecta, esta ley se pronuncia contra la esclavitud.

LEYES RELACIONADAS CON LA GUERRA SANTA Este tema tiene bastante importancia a través de todo el libro de Deuteronomio. Además de las porciones que veremos bajo este punto, uno debe consultar 7:1–5, 16–26; [p 107] 9:1–6 y 31:1–8. Todos estos pasajes instruyeron a los israelitas en cuanto a cómo debían pelear y conquistar la tierra prometida después de cruzar la frontera del río Jordán.

Ley general 20:1–18 Esta es la porción más extensa sobre el tema de la guerra santa. En ella encontramos todas las estipulaciones generales.

Bases vv. 1–4. Cuando salieran a guerrear, los israelitas no debían atemorizarse frente al enemigo aunque fuera más poderoso, porque el Dios que los había sacado milagrosamente de Egipto, estaría con ellos para darles la victoria. Lo único que tenían que hacer era confiar en él. Exenciones vv. 5–9; 24:5. Estos textos enseñan claramente que los problemas de familia tenían precedencia sobre la guerra santa. Estaban exentos de presentar servicio militar los que tenían asuntos pendientes en el hogar (20:5–7). Asimismo, los recién casados no tenían que salir a pelear por un año (24:5). Además, los cobardes debían regresar a sus casas para evitar que corrompieran el ánimo de los demás (20:8). Trato a las ciudades enemigas lejanas vv. 10–15. Estas poblaciones se encontraban fuera de la tierra prometida y por eso debían tratarse con más compasión. Los pueblos que se rindieran sin pelear, serían tributarios y siervos de Israel (vv. 10–11) y los que insistieran en pelear, serían sitiados, conquistados, y se daría muerte [p 108] a los varones. El botín sería para que los conquistadores lo disfrutaran (vv. 12–15). Trato a las ciudades cercanas vv. 16–18. Todas las ciudades que estaban dentro de la tierra prometida, serían completamente destruidas y todos sus habitantes eliminados con el fin de que no contaminaran a los hijos de Dios con sus idolatrías y cayeran bajo anatema (7:25–26; Josué 6:17–19; 7:11–15). Las cosas que estaban bajo anatema se dedicaban a Jehová para ser enteramente destruidas.

LA GUERRA SANTA ERA NECESARIA PARA PROTEGER EL MONOTEÍSMO ESTRICTO DE ISRAEL

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Leyes específicas Moisés dio dos instrucciones negativas y dos positivas. Las primeras dos tenían que ver con las prácticas que seguían los ejércitos paganos y que las tropas israelitas debían evitar.

No desnudar la tierra 20:19–20. Estaba estrictamente prohibido talar los árboles frutales cuando tenían sitiada una ciudad. No violar a las mujeres 21:10–14. A través de la historia, las tropas conquistadoras han acostumbrado dar mal trato a las mujeres. Pero ante los ojos divinos, la mujer tenía tanto valor como el hombre, y por eso se [p 109] debía preservar su dignidad. El israelita podía tomar una cautiva, pero no tener relaciones con ella hasta después de un mes de tenerla en casa, y sólo después de que ella se hubiera despojado de todo lo que la hacía fisicamente atractiva. Si todavía la quería, al final del mes, el judío podío tomarla como mujer. En caso de que no le agradara, la ley requería que le diera su libertad y no la tratara como esclava.

Mantener la pureza 23:9–14. Para asegurar la bendición divina sobre la campaña (v. 14), los soldados tenían que mantenerse ceremonialmente limpios. Moisés dio dos ejemplos de cosas que los harían ritualmente impuros. Note bien que no se involucra el pecado o la impureza moral, sino la ceremonial. Porque Dios lo decretó así, el hombre que tuviera una emisión nocturna se consideraba impuro por un día, y tenía que permanecer fuera del campamento. Las necesidades fisiológicas habían de aliviarse fuera del mismo y en forma adecuada, para no perjudicar a los demás. El campamento, en medio del cual el Señor radicaba, tenía que mantenerse ritualmente santo.

Destruir a los amalecitas 25:17–19. “Acuérdate… no lo olvides” (vv. 17a, 19b). Israel siempre debía acordarse del trato malévolo que Amalec les había dado en el desierto (vv. 17–18). Jamás debían olvidarse del mandato de destruirlo del todo (v. 19). Pasaron varios siglos hasta que el Señor dijo que era tiempo de llevar a cabo la orden y aún entonces, la obediencia fue parcial (1 Samuel 15:2–9).

¡PENSEMOS! Hoy en día no practicamos la guerra santa, pero eso no quiere decir que el Señor no esté [p 110] interesado en nuestra santidad. Debemos ser tan perfectos y santos comó nuestro Padre celestial (Mateo 5:48; 1 Pedro 1:15–17). ¿Qué medidas debe tomar para tener victoria en la batalla espiritual y conservarse puro?

LEYES RELACIONADAS CON EL CULTO En la cultura israelita, toda la vida estaba influenciada por la religión, porque toda la existencia estaba bajo el señorío de Jehová. Por esta razón, tenían que tener mucho cuidado en conservar la santidad en el culto.

Mantener las distinciones religiosas Era de suma importancia que Israel se mantuviera diferente a las demás naciones. Debían tomar todas las medidas necesarias para evitar que el culto pagano se infiltrara en la religión hebrea.

Exclusión de ciertos grupos de la congregación. Varias leyes normaban a quienes no podían participar en el culto para protegerlo de perversiones paganas. 1. Los que habían mutilado sus cuerpos haciéndose eunucos como parte del culto pagano (23:1). 2. Los que habían nacido de una relación incestuosa, de casamiento entre israelita y pagano, o como resultado de la prostitución ritual (23:2). 3. Los amonitas y moabitas (23:3–6). 4. Los edomitas y egipcios de las primeras dos generaciones (23:7–8). 5. Los leprosos (compare 24:8–9 con Levítico 13:46). La palabra “lepra” se usaba para describir varias enfermedades [p 111] dades de la piel y no sólo se refiere a la lepra en sí. Representaba cualquier cosa que hiciera a uno ceremonialmente inmundo.

46 6. Los que prostituían sus cuerpos de ambos sexos y especialmente los que se involucraban en sexo ritual en los cultos paganos (23:17–18).

No mezclar las cosas que Dios había separado 22:5, 9–11. Los ejemplos que se dan atañen a violaciones del orden natural, como juntar dos cosas que el Señor ha separado. Por ejemplo, un transvestista que trata de borrar la distinción entre los sexos (v. 5). Esta práctica era peligrosa, porque abría la puerta al homosexualismo. Las tres prohibiciones de los versículos 9–11 se relacionan con combinaciones antinaturales. Lo natural ya había sido determinado por Dios mismo. Es probable que todas estas mezcolanzas eran de procedencia pagana.

QUE NO HAYA MEZCLA DE ELEMENTOS PAGANOS Y SANTOS EN NUESTROS CULTOS Usar flecos 22:12. En la porción paralela (Números 15:37–41), se llaman franjas, y se revelan sus propósitos: a) recordar la ley del Señor para obedecerla (v. 39a), b) no hacer caso de la cultura pagana (39c) y c) lograr un pueblo santo (v. 40c). [p 112] Cumplir con los votos 23:21–23 El israelita agradecido al Señor podía hacer un voto que involucrara el pago de una cantidad de dinero (vv. 21, 23). El voto se incluía como uno de los sacrificios en 12:6, 11, 17 y 26. Pero este pago no sería aceptable si procediera de fuentes inaceptables (23:18). La promesa se hacía voluntariamente (v. 22), pero una vez hecha, tenía que cumplirse prontamente (v. 23). La falta de cumplimiento era pecado (vv. 21, 22).

Participar en dos ritos 26:1–15 Es importante observar que estos ritos se realizarían después de que cruzaran la frontera y conquistaran la tierra prometida para poderla cultivar. Cuando llegara el momento, los israelitas como familias debían celebrar estos rituales con el fin de agradecer al Señor el regalo que les había dado (vv. 1– 3).

Primicias vv. 1–11. Cada familia debía ir al santuario central con su ofrenda y presentarla ante el sacerdote (vv. 1–4). La médula del rito era la confesión del oferente (vv. 5–10a). En ella, repasaba la historia de Israel desde los días de Jacob (“Un arameo a punto de perecer” v. 5) hasta entrar en la tierra y tener la primera cosecha (v. 10a). Muchos creen que estos versículos combinados con 6:20–25 son el credo básico de la fe de Israel. La ceremonia terminaba con la adoración gozosa a Jehová (vv. 10b–11). Todo el énfasis está en el hecho de que el Señor dio a Israel como regalo la tierra prometida (vv. 1, 2, 3, 9, 10a, 11).[p 113]

Diezmos del tercer año vv. 12–15. La porción paralela es 14:28–29. La confesión admitía que el oferente no había usado nada del diezmo para fines personales (vv. 13–14). La petición, suplicando la bendición de Jehová sobre la tierra, se hacía a base de la obediencia (v. 14b).

¡PENSEMOS! Haga una evaluación de su vida religiosa pensando en cómo se distingue de la de su vecino incrédulo. ¿Qué tan bueno es en cumplir sus promesas hechas al Señor? ¿Cómo es el contenido de sus cultos? ¿Contribuye todo a resaltar la santidad de Dios y la suya?

EXHORTACIÓN FINAL 26:16–19 Este pequeño trozo es la conclusión del segundo discurso de Moisés (4:44–26:19). Como era de esperarse, termina con una exhortación a la obediencia (v. 16). En los últimos dos versículos, encontramos cierta terminología técnica relacionada con los pactos. El verbo “declarar” se usaba cuando cada pactante aceptaba los términos del pacto y se comprometía a cumplir con su parte. En el versículo 17, el pueblo

47 acepta la alianza prometiendo obediencia y en 18–19, Jehová reafirma su promesa. El cumplimiento final de ella tendría que esperar al establecimiento del reino mesiánico.

48 [p 115]

10 El pacto palestino Deuteronomio 27:1–30:20 Los capítulos que nos toca estudiar en esta lección contienen el tercer discurso de Moisés. En el segundo, el caudillo de Israel enfocó la importancia de reconocer siempre la soberanía de Dios y vivir de acuerdo a ella. Asimismo, estipuló que la idolatría y toda práctica religiosa pagana violaban el Decálogo y el gran mandamiento. Toda la vida del israelita tenía que conformarse a estas instrucciones si quería disfrutar de bienestar total dentro de la tierra prometida. Este mensaje tiene que ver con la relación de Israel con la tierra. La enseñanza de estos capítulos nos proporciona una historia profética del pueblo de Dios desde su entrada en la tierra hasta su restauración después de un período largo de vivir en el exilio. Algunos consideran que estos capítulos contienen un pacto completamente nuevo entre Jehová y los israelitas, pero la mayoría reconoce que es una extensión de dos de los pactos anteriores. El pacto abrahámico había prometido una tierra específica al patriarca (Génesis 13:14–16; 15:18–21).[p 116] Por su parte, el pacto palestino amplía esa promesa y relata la historia de la relación entre la nación y su tierra. El pacto sinaítico dio las leyes que el israelita debía obedecer si quería disfrutar de la bendición divina mientras viviera en la tierra. La nación descuidó su deber de obedecer durante la peregrinación por el desierto. Entonces, el pacto palestino fue un rededicación del pueblo a la obediencia del pacto dado en Horeb. Por segunda vez, la nación prometió acatar la ley mosaica para poder disfrutar de todos los beneficios del pacto.

ISRAEL DENTRO DE LA TIERRA 27:1–28:62 Esta sección profetiza lo que sucedería al pueblo mientras permaneciera dentro de la tierra prometida. Históricamente, abarca desde el tiempo de la conquista (aprox. 1400 a.C.) hasta 722 a.C. (en el caso del reino del Norte) y 586 a.C. (en el del Sur).

Dos lecciones objetivas 27:1–10 Cuando el pueblo de Dios por fin entrara y tomara posesión de su heredad, los israelitas debían levantar dos monumentos como recordatorio de la obra divina que se había manifestado entre ellos. Antes de analizar este pasaje, conviene notar que está colocado precisamente dentro del marco de los versículos 1 y 9–10 donde Moisés vuelve a recordar al pueblo con marcada insistencia diciendo que la obediencia era de primordial importancia.[p 117]

LA OBEDIENCIA ES LO MÁS IMPORTANTE Monumentos perdurables vv. 2–4, 8. En primer lugar, los israelitas debían revocar unas piedras grandes y grabar en ellas el contenido del libro de Deuteronomio. La escritura debía ser muy clara (v. 8), para que nadie tuviera pretexto de no poder entenderla. Estas servirían como recuerdo permanente del pacto entre Jehová y su pueblo. Altar de piedras no talladas vv. 5–7. Sobre él ofrecerían holocaustos al Señor para agradecer su fiel cuidado, así como las ofrendas de paz para celebrar juntos su ingreso en la tierra. Esta fiesta espiritual les recordaría lo que el Señor había hecho por ellos y su deber de guardar las estipulaciones de la ley. Encontramos el cumplimiento de estas dos lecciones objetivas en Josué 8:30–32.

Maldiciones de la desobediencia 27:11–26; 28:15–68 En el Medio Oriente, siempre se incluía en los tratados entre soberanos y vasallos una sección de maldiciones y bendiciones, haciendo énfasis principal en las maldiciones. Moisés sigue este patrón, haciendo mucho hincapié en lo que sufrirían los que insistieran en desobedecer.

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Dramatizadas en los montes Gerizim y Ebal 27:11–26. Estos dos montes se encontraban en el centro de la tierra [p 118] prometida y formaban un anfiteatro natural. Las tribus de la bendición estaban sobre Gerizim (v. 12) y las de la maldición sobre Ebal (v. 13). Los sacerdotes levitas (v. 14) se encontraban en el valle de enmedio. Estos pronunciaban las bendiciones y maldiciones, y el pueblo demostraba su acuerdo diciendo “Amén” después de cada una. Sólo se registran las maldiciones para llamar la atención a la seriedad de la desobediencia. Son doce las maldiciones concretas (vv. 15–26). Se ha notado que casi todas las infracciones tienen que ver con pecados que se cometen en secreto. El cumplimiento de esta ceremonia de renovación del pacto se halla en Josué 8:33–35.

Profetizadas en la frontera 28:15–68. En la sección anterior, vimos maldiciones generales para pecados específicos. En esta, veremos maldiciones específicas para el pecado general de la desobediencia. Los versículos 15–19 son una introducción y contienen maldiciones generales que corresponden a bendiciones generales que se registran en los vv. 3–6. En el resto de la porción, Moisés relató las consecuencias concretas de la rebeldía. Comenzó con lo menos severo, pasando después a lo más serio, desde el punto de vista de los israelitas. Se pueden agrupar de la manera siguiente: 1. Desastres naturales (vv. 20–26) 2. Enfermedades y situaciones incurables que provocarían una frustración total en el pueblo (vv. 27– 37) 3. Trabajo agrícola que no daría fruto (vv. 38–42) 4. Opresión de los extranjeros que residían entre ellos (vv. 43–46) 5. Invasión de sus enemigos y el sitio espantoso que la acompañaría (vv. 47–62), y 6. Destierro (vv. 63–68).[p 119] Este castigo es el que más temía el pueblo del Señor.

Bendiciones de la obediencia 28:1–14 La promesa del Señor era incondicional: Daría la tierra a los suyos porque él es fiel a su palabra, pero el disfrutar de los beneficios del pacto dependería de la obediencia del pueblo. Antes de desglosar las maldiciones, Moisés dedicó sólo catorce versículos a las bendiciones que recibirían por acatar los mandatos del Señor. El cumplimiento de estas promesas pendía del hilo de la obediencia (vv. 1–2, 13b– 14). El individuo y la nación serían colmados de bienes si ponían por obra la ley de Jehová. La historia de Israel revela que en casi todas las épocas, el pueblo vivió en desobediencia y sufrió las consecuencias nefastas de ella.

¡PENSEMOS! Tome unos minutos para evaluar su vida en lo que se refiere a la obediencia. Haga una lista de las bendiciones recibidas durante las semana pasada y otra lista de las dificultades que ha experimentado. ¿Qué clasificación predomina? ¿Existe alguna desobediencia que impida que haya más bendición? Memorice Juan 14:21.

ISRAEL FUERA DE LA TIERRA 28:63–29:1 Israel fue expulsado de su tierra en tres etapas. La primera fue durante el cautiverio asirio (722a.C.) cuando [p 120] las diez tribus del reino del norte (Israel) fueron llevadas al exilio para nunca regresar. La segunda fue el cautiverio babilónico (586 a.C.) en que las dos tribus del reino del sur (Judá) vivieron en Babilonia por unos setenta años antes de regresar a su tierra (Esdras y Nehemías). La tercera fue la definitiva. Se llevó a cabo en el año 70 d.C. cuando los romanos expulsaron a los judíos. Estos vivieron errabundos en el mundo hasta que se creó la nación de Israel en mayo de 1948.

50 Pero este no fue el cumplimiento cabal de la profecía, la cual se cumplirá en el futuro. Este será el período más largo de la historia israelita.

El destierro 28:63–64a, 68 Esta era la maldición más temida por el pueblo. Nada podría compararse con la desesperación que vendría a la nación al ser echada de la tierra después de haberla disfrutado por tantos siglos. Estas palabras harían temblar a la gente: “y seréis arrancados de sobre la tierra… Y Jehová te esparcirá por todos los pueblos…” (vv. 63b–64a). Todos están de acuerdo en que lo profetizado en el versículo 68 es exactamente lo que sucedió en la historia de Israel cuando fue desterrado por Roma en 70 d.C.

Vida en el destierro 28:64b–67 Estos versículos nos dan una descripción acertada de la situación del pueblo viviendo entre otras naciones, especialmente desde 70 d.C. El primer elemento de la descripción es que caerían en la idolatría porque se [p 121] dejarían contaminar por los gentiles y sus religiones antibíblicas. El segundo elemento es el más negativo humanamente hablando. La profecía dice que serían objecto de tribulación constante, que jamás tendrían reposo, y que de continuo vivirían en temor. Esta es la situación que se ha repetido tantas veces a través de la historia. El antisemitismo ha sido permanente. El holocausto de la Segunda Guerra Mundial es el ejemplo por excelencia de lo que produjo este pecado. También durante la gran tribulación, Israel sufrirá como nunca ha sufrido. El mismo diablo lo perseguirá en el intento final de acabar con el pueblo de Dios (Apocalipsis 12:13–17).

¡PENSEMOS! ¿Cuál es su actitud hacia los judíos que conoce? ¿Participa del antisemitismo consciente o inconscientemente? Según Salmos 122:6–9, ¿qué actitudes y acciones debe tener? ¿Qué aprende de Romanos 1:16?

Pacto renovado 29:1 Los textos hebreos incluyen este versículo como parte del capítulo anterior (es 28:69) porque consideraban que se relacionaba con lo que va antes, no con lo que viene después. Indica que este acto era para renovar el pacto sinaítico. El pueblo por segunda vez se comprometió a acatar sus requerimientos. [p 122] ISRAEL

DE REGRESO A LA TIERRA 29:2–30:14

El cumplimiento cabal de la promesa del regreso de Israel a la tierra se cumplirá a finales de la tribulación. En ese tiempo, Israel será recogido milagrosamente de todas partes del mundo y se establecerá nuevamente en su tierra (Isaías 11:11–14; Ezequiel 37; Mateo 24:31). Entonces, el pueblo vivirá en paz y Jerusalén será la capital del mundo durante el reino mesiánico (Isaías 2:1–4).

Medidas preventivas 29:2–21 Estos versículos contienen consejos de Moisés acerca de lo que el israelita debía hacer si deseaba evitar sufrir el destierro. Son medidas preventivas y no es la primera vez que hace alusión a ellas. Al fin y al cabo, son temas que hemos visto a través de todo el libro. Para eludir el esparcimiento por todo el mundo, el pueblo debía hacer tres cosas:

Recordar vv. 2–8. Una vez más, Moisés realza la importancia de ejercer la memoria para prevenir el desastre nacional. Les convenía recordar el éxodo (vv. 2–3). Jehová mismo les animaba a hacer memoria de la peregrinación por el desierto y de cómo los había traído hasta la frontera victoriosamente (vv. 5–8). El versículo 4 es importante porque explica la razón por la cual los israelitas todavía no comprendían el significado de todo lo que el Señor había hecho a su favor.

Obedecer vv. 9–13. Guardar el pacto era la medida preventiva más importante. Todo el pueblo, desde los [p 123] pequeños hasta los grandes, de los líderes hasta la gente común (vv. 10b–11), tenían que

51 juntarse para renovar el pacto (vv. 10a, 12a–13). Israel era el pueblo del pacto. Por tanto, debía cumplir con sus responsabilidades como nación escogida por Jehová.

Enseñar vv. 14–21. Tomando en cuenta que el pacto no era sólo con la generación que estaba en la frontera, sino con todas las generaciones futuras (vv. 14–15), debían instruir a sus descendientes en el pacto y su historia. Este conocimiento era vital para la supervivencia de la nación.

Medidas remediales 29:22–30:14 El Señor suponía que los suyos no iban a acatar su ley y que iban a ser deportados; estando en esa condición, ¿qué debían hacer para remediar la situación y regresar a la tierra? Moisés plantea cinco conceptos

Avergonzarse 29:22–28. Tendrían que sufrir la vergüenza de enfrentar su castigo frente a los paganos. Estos preguntarían: ¿Por qué pasaban los israelitas por el destierro y la disciplina divina? Porque habían hecho a un lado el pacto y practicaban la idolatría. No cumplían con su deber de ser pueblo santo, dedicado totalmente a la adoración de Jehová. Esta vergüenza los impulsaría a buscar de nuevo al Señor. Recordar la revelación 29:29. Dios no había revelación exhaustiva a Israel, pero sí había dado una revelado todo lo que necesitaban saber para agradarle. El problema era que no habían actuado conforme al conocimiento que tenían. Si querían retornar a la tierra, sólo tendrían [p 124] que regresar al camino de la obediencia. La revelación fue dada para que se cumpliese en todas las generaciones. Arrepentirse 30:1–2. Note el tono de seguridad que existe en estos versículos. No hay duda. La palabra clave es “cuando”. El día vendría seguramente. Entonces, sólo tendrían que arrepentirse, convertirse a Jehová y obedecer. El hecho de hacerlo se asegura, el tiempo está en duda. Aceptar la intervención divina 30:3–9. El arrepentimiento de Israel sería el primer paso. Al cumplir ellos, el Señor mismo entraría en acción para redimir el remanente fiel esparcido por el mundo entero. Se les llama: 1. Remanente recogido vv. 4–5. 2. Remanente iluminado v. 6. Jehová remediará el problema del 29:4 y dará corazón nuevo al pueblo para que pueda entender. Este texto debe relacionarse también con 10:16. Estas tres porciones relacionan el pacto palestino con el pacto nuevo que el Señor hará con Israel (Ezequiel 36:22–28). 3. Remanente bendecido vv. 7–9.

“OS DARÉ CORAZÓN NUEVO, Y PONDRÉ ESPÍRITU NUEVO DENTRO DE VOSOTROS” Ezequiel 36:26a

Seguir obedeciendo 30:10–14. El mandamiento no se escondería, sino que Dios lo haría muy patente y accesible. [p 125] Estaría dentro de su propio corazón. No había excusa. Lo único que se pedía al pueblo era obediencia completa a lo que el Señor les había revelado.

RETO FINAL 30:15–20 Moisés termina su tercer discurso con un reto final que se encuentra en los versículos 15 y 19b, c: “os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida” Los expositores consideran que este es el clímax del libro. Las indicaciones para que poseyeran la vida eran tres (v. 20a): amar, obedecer y seguir a Jehová. Sólo así se garantizaba la permanencia en la tierra (v. 20b).

¡PENSEMOS! ¿Cómo sabe que ama al Señor? Haga una lista de por lo menos diez evidencias concretas de que lo ama. Medite en 1 Juan 5:3 y 2 Juan 6 antes de formularla.

52 En su gran mayoría, Israel vive en la actualidad en desobediencia y lejos de la tierra prometida, pero esta condición no será permanente. El día vendrá en que el remanente fiel se arrepentirá y será transportado milagrosamente a su tierra para no ser arrancado de ella jamás (Amós 9:14–15). El Señor es fiel a sus promesas.

53 [p 127]

11 El pacto protegido Deuteronomio 31:1–32:47 La útima sección de Deuteronomio se denomina: “De Moisés a Josué” y abarca los capítulos 31–34. En ella encontramos una variedad de material, incluyendo dos capítulos poéticos (32:1–43; 33:2–29). El tema general de toda la porción es el cambio de mando de manos de Moisés a las de Josué como dirigente de Israel. Comienza con la comisión de Josué (31:1–8, 23) y termina con su instalación como líder (34:9). El tema general que se traza a través de los capítulos 31 y 32 es la protección del pacto. Dios, Moisés y el pueblo, sabían muy bien que algo tenía que hacerse para asegurar que nadie pudiera alegar ignorancia de las estipulaciones de la alianza entre Jehová y el pueblo escogido. Algo era necesario hacer para garantizar que las generaciones venideras supieran sus privilegios y responsabilidades como pueblo del pacto.

JOSUÉ COMISIONADO 31:1–8, 14–23 La primera forma que Jehová usó para proteger el pacto fue nombrando a un nuevo líder que siguiera las [p 128] pisadas de Moisés. Esta continuidad en el liderazgo de la nación ayudaría al pueblo a imitar a sus guías en la obediencia a la ley mosaica.

Por Moisés 31:1–8 El nuevo dirigente de la nación fue comisionado primeramente por su predecesor. Este acto se hizo en cumplimiento del mandato dado por Dios en 1:28 y 3:28. La comisión fue dada en dos formas.

Indirectamente a todo el pueblo vv. 1–6. El versículo uno hace hincapié en que Moisés habló primeramente a todo el pueblo. Inicialmente confesó que él no podría seguir con la responsabilidad por dos razones: (1) ya no era tan activo y no podía llevar la carga y (2) Jehová le había prohibido entrar en la tierra (v. 2). El caudillo se retiró del puesto. En segundo lugar, informó al pueblo que Josué tomaría su lugar (v. 3c). Estos dos datos hicieron necesario que Moisés diera otra enseñanza que tenía como propósito infundir confianza en la gente. Primeramente, aseguró que la relación de Dios con ellos no cambiaría porque el fin y al cabo, él seguía siendo el Rey de Israel y el guerrero que conquistaría a todos sus enemigos (vv. 3a, b,4–5). La victoria no dependería del caudillo humano, sino de Dios mismo. Note todas las promesas que se encuentran en tiempo futuro. Después, les dio una exhortación animando a sus seguidores a que fueran valientes e hicieran su parte y obedecieran al Señor. El reto fue igual al que recibió en que combiaran el miedo por la confianza. No había por qué temer, porque Jehová estaría con ellos siempre (v. 6).[p 129]

Directamente a Josué vv. 7–8. Después de dirigirse al pueblo, Moisés llamó a Josué y lo puso delante de todos para darle su comisión (v. 7a). Sus palabras comienzan y terminan con el mismo mensaje, pero en forma positiva y negativa respectivamente: “Esfuérzate y anímate (v. 7b)… no temas ni te intimides (v. 8c)”. El líder podría ser siempre valiente por dos razones: (1) porque entraría en la tierra y la repartiría entre las tribus israelitas (v. 7c) y (2) porque la presencia divina estaba garantizada (v. 8a, b). Igual que el pueblo, Josué tenía que cambiar el miedo por la confianza.

CAMBIE EL MIEDO POR LA CONFIANZA Por Jehová 31:14–23 La comisión de Moisés no era suficiente. Para asegurar que Josué no iba a titubear en su nuevo puesto, Dios mismo confirmó su nombramiento.

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Convocación vv. 14–15. El Señor llamó a Moisés y a Josué para que se presentaran delante de él en la puerta del tabernáculo para comunicarse con ellos directamente. Conversación con Moisés vv. 16–22. El Omnipotente se dirigió primeramente a Moisés para informarle de la condición en que caería Israel después de su muerte. Sin lugar a duda, comenzarían a practicar la idolatría de las naciones que les iban a rodear. Con esta conducta, invalidarían el pacto y caerían bajo la ira de su Dios, [p 130] quien los abandonaría y escondería su rostro de ellos (vv. 16–18). Acto seguido, Jehová lo instruyó para que compusiera un cántico para recordar a las generaciones venideras el pacto que habían quebrantado (vv. 19–22).

Comisión de Josué v. 23. Este líder comenzó su comisión con las mismas palabras que Moisés había usado en el versículo 7 y continuó con las mismas promesas: victoria en la conquista y presencia divina. Parece que Josué se sentía incapaz de asumir el mando, porque varias veces se le tuvo que exhortar a que se esforzara y tuviera ánimo (31:7 por Moisés, 31:23 y Josué 1:6, 7, 9 por Jehová, y Josué 1:18 por el pueblo). Los detalles de la ceremonia de instalación del nuevo caudillo se hallan en Números 27:12–23.

¡PENSEMOS! El Señor tiene un trabajo especial para cada uno de sus hijos. Algunos son dificiles y otros relativamente fáciles, pero todos requieren la capacitación divina. Dios ha dado dones espirituales a todos los suyos para que desempeñen una función dentro de su cuerpo (1 Corintios 12:12–31). ¿Cuál es su don y cómo lo utiliza? Si teme servir al Padre, recuerde la comisión de Josué. Las exhortaciones y promesas también son para nosotros.

TESTIGOS CONTRA ISRAEL 31:9–13,19–22,24–30; 32:1–47 Hay una segunda forma en que el Altísimo proveyó para la protección del pacto. Mandó establecer testigos [p 131] perpetuos contra el pueblo. Cada uno de ellos tendría un doble propósito, primeramente, de prevención. Cuando los israelitas participaran en los ritos de leer la ley y entonar el cántico de Moisés, se animarían a ser obedientes y no caerían en la apostasía. En segundo lugar, tenemos el objetivo remedial. Si hubieran caído en la desgracia por seguir las prÁcticas paganas, estas ceremonias servirían para llamarles la atención e impulsarlos al arrepentimiento. Son tres los testigos contra Israel:

La ley preservada 31:9–13,24–27 La preservación de una copia de la ley, probablemente sólo el libro de Deuteronomio, era de suma importancia. La tradición oral se podía olvidar o ignorar, pero un libro escrito no.

Escrita por Moisés vv. 9a, 24. Todo lo que él había predicado en la frontera quedó registrado en un libro.

Guardada por los sacerdotes levitas vv. 9b, 24–27. Estos tenían la responsabilidad de mantener esta copia de la ley junto al area del pacto. Las tablas del Decálogo se encontraban dentro de ese mueble sagrado y representaban toda la esencia de la ley moral. El libro de la ley contenía los mandatos de la voluntad divina. No se perdería mientras estuviera bajo el cuidado del sacerdocio. Leída ante el pueblo vv. 10–13. La ley no serviría mucho si se mantenía como pieza de museo junto al arca. Tenía que ser leída, para que el pueblo la escuchara. Una vez cada siete años, durante la celebración de la [p 132] fiesta de los tabernáculos, el libro debía ser sacado y leído ante la congregación de todo Israel. Con este sistema, cada niño escucharía la lectura de la ley una o dos veces durante su niñez, cuando era más moldeable. La historia de Israel registra una sola ocasión en que el pueblo cumplió con este mandato. Se encuentra en Nehemías 8:13–18 y 9:1–3. El contexto indica que la lectura de la Palabra de Dios surtió efecto en la gente y hubo gran avivamiento.

55 Note que el versículo 26 enseña que la ley escrita, guardada y leída era uno de los testigos contra Israel.

¡PENSEMOS! La lectura pública de las Escrituras siempre ha sido uno de los elementos esenciales en provocar avivamiento espiritual. Estudie todo el contexto de Nehemías 8 y 9 y también 2 Reyes 22:3–23:3. El Nuevo Testamento hace hincapié en la importancia de la lectura pública de la Biblia en el culto cristiano. Véase 1 Tesalonicenses 5:27; Colosenses 4:16; 1 Timoteo 4:13. ¿Cuánto se escucha la lectura en voz alta en los cultos de su iglesia?

El cántico entonado 31:19–22,30; 32:1–47 El segundo testigo contra Israel (31:19, 21) era un cántico que Dios mandó a Moisés componer. Todos sabemos que la música es muy eficaz para reforzar la enseñanza. Una vez aprendido un canto, jamás se olvida, y de vez en cuando viene a la memoria.

El prólogo 31:19–22, 30. El cántico fue compuesto específicamente como testigo contra Israel cuando cayera [p 133] en la apostasía. Debía escribirse y enseñarse a todos los israelitas. Los padres tenían la responsabilidad de enseñarlo a sus hijos para que cada generación conservara su mensaje de reproche al pueblo por haber abandonado al Señor y servido a dioses ajenos.

El cántico 32:1–43. Este es una joya de la literatura hebrea. Se puede dividir en tres secciones principales. 1. Introducción (vv. 1–6). Esta plantea las ideas principales que se van a desarrollar en todo el canto. Primeramente, enfoca el carácter divino. El Dios de Israel era fiel (“verdad” v. 4) y absolutamente justo (“obra perfecta…rectitud…ninguna iniquidad… justo y recto” v. 4). En contraste, su pueblo era corrupto, manchado, torcido, perverso, loco e ignorante (vv. 5–6a). ¡Qué disparidad más grande entre el padre y sus hijos (v. 6b)! Todos reconocen que los hijos deben parecerse a su progenitor, pero era todo lo contrario en la relación entre Dios y su pueblo.

DE TAL PALO, TAL ASTILLA 2. Cuerpo (vv. 7–33). Lo primero que Israel debía hacer era acordarse (v. 7–14). Esta es la última vez en que encontramos esta exhortación en el libro (la primera fue en 4:10). Debían traer a la memoria tres cosas concretas: su elección por Jehová para ser su porción y heredad (vv. 8–9), el éxodo de Egipto, el fiel cuidado del Señor en el desierto (vv. 10–12) y la entrega de la tierra al pueblo por su Dios (vv. 13–14). Si se olvidaran de estos hechos, [p 134] estarían expuestos a la tentación de buscar a otros dioses. La segunda sección principal abarca los versículos 15–18 en los cuales Jehová acusa a Israel de apostasía. Se olvidaron de quiénes eran y quéa había hecho Dios por ellos. El versículo 18 hace énfasis en la relación padre/hijos. La Biblia de Las Américas capta mejor la idea del hebreo. “Despreciaste la Roca que te engendró [era su padre], y olvidaste al Dios que te dio a luz [era su madre]”. En los versículos 19–33 encontramos la reacción divina a la rebeldía de su pueblo. Algunos llaman esta sección la sentencia dictaminada después de que la nación fuera hallada culpable. El castigo general se desglosa en los versículos 19–22. Jehová se llenaría de ira (vv. 19, 22), escondería su rostro (v. 20) y los movería a celos (v. 21). La disciplina específica se halla en los versículos 23–27. Los últimos textos de la porción (vv. 28–33) pintan a Dios razonando con Israel y procurando forzar a la nación a entrar en razón. Los acusa de ser un pueblo insensato (vv. 28–29). ¿Cómo hubieran podido llegar a ocupar la tierra derrotando a sus enemigos si su Señor no les hubiera dado la victoria? No hay otra explicación adecuada (vv. 30–31). Lo que los dioses falsos ofrecen es amargura y maldición, no bendición. ¿Por qué los seguían (vv. 32–33)? 3. Conclusión vv. 34–43. Igual que en la introducción, el mensaje principal de la conclusión es que Dios es justo. Su justicia se manifiesta en dos formas: Al castigar a sus enemigos que dañaron a sus pueblo (vv. 34–35, 41–42). Esta es la venganza y retribución justa. Ninguno que hace mal a su pueblo, queda

56 impune (Génesis 12:3a). Por otro lado, es justo en juzgar (en el sentido de vindicar) a [p 135] los suyos sacándolos de todos sus apuros (vv. 36–40). El los ama y se arrepiente cuando su pueblo se convierte a él (v. 36). En realidad, los dioses falsos nunca los habían ayudado. La apostasía de Israel consistía en que confiaban en las divinidades ajenas, pero estas sólo consumían sus sacrificios. Nunca los ayudaron (vv. 37–38a). En 38b Jehová reta a sus rivales a hacer lo que nunca habían hecho. El cuidado y la salvación de Israel dependían solamente del Señor (vv. 39, 12). Estas verdades debían provocar la alabanza del Omnipotente por parte de su pueblo y las naciones (v. 43a). Además de vengarse de sus enemigos (v. 43b) y vindicar a su pueblo (v. 43c), Jehová también “hará expiación por su tierra y su pueblo” (v. 43d, Biblia de las Américas).

ALABEMOS AL SEÑOR POR SU JUSTICIA PERFECTA El epílogo vv. 44–47. Moisés y Josué dieron el contenido del cántico a todo el pueblo (vv. 44–45) y terminó Moisés animando a sus seguidores a aplicar el mensaje de su himno a sus vidas diarias e instándoles a enseñarlo a sus hijos. El cumplimiento de la ley les proporcionaría la vida abundante dentro de la tierra prometida.

Los cielos y la tierra 31:28–29 Toda la creación sería testigo contra Israel (v. 28). El pueblo no podía escapar de esta evidencia. Moisés se [p 136] valió del mismo testigo en 30:19 y comenzó su cántico solicitando la atención de los cielos y la tierra (32:1).

¡PENSEMOS! Nosotros también tenemos que evaluar nuestra vida a la luz del testimonio de las Escrituras, los mensajes de nuestros himnos y el hecho de que la creación observa todo lo que hacemos. Anote un texto bíblico de reprensión y el título de un himno que le redarguya de pecado en su vida. Humanamente hablando, Dios había hecho todo lo posible para proteger el pacto con su pueblo. El líder fiel siempre llevaría a la nación a la obediencia. La lectura de las Escrituras y la entonación del canto llamaría la atención a las faltas que habían de remediar. El conocimiento de que toda la creación daría testimonio en su contra, siempre llevaría al pueblo a vivir una vida completamente consagrada a la obediencia al pacto.

57 [p 137]

12 Últimos acontecimientos en la vida de Moisés Deuteronomio 32:48–34:12 Estos capítulos nos llevan al final de una de las épocas más importantes en la historia de Israel. Relatan los últimos sucesos de la vida del caudillo más grande de la nación y también son la conclusión de la sección del canon hebreo que los judíos llaman “La Ley de Moisés” o Tora. Nosotros denominamos a esta porción de nuestra Biblia el pentateuco, porque se compone de cinco libros. Esta instrucción (sentido literal de la palabra hebrea “tora”), incluía todo lo que la nación necesitaba saber para vivir una vida holgada dentro de la tierra prometida. Cualquier persona de cualquier época que viva de acuerdo a las normas generales de esta ley, disfrutará de bienestar total.

MANDATO DE SUBIR EL MONTE 32:48–52 Esta porción es una de las muchas que hablan del final de la vida de Moisés. Para tener el cuadro completo, [p 138] se tiene que estudiar conjuntamente con los siguientes textos: Números 20:1–13, 22– 29; 27:12–14; Deuteronomio 1:37; 3:25–27; 4:21; 31:2; 34:1–4. La gran cantidad de referencias a este acontecimiento indica que es un tema de mucha importancia. A continuación, intentaremos sacar la enseñanza completa de todas las citas enumeradas.

¿Cuándo recibió el mandato? Parece que Moisés escuchó este mandato divino por lo menos en dos ocasiones

Primera ocasión. Esta se encuentra en dos porciones: Números 27:12–14 y Deuteronomio 3:26–27. Sucedió en el contexto del primer discurso cuando Moisés comenzó la preparación del pueblo. Última ocasión 32:48–52. Al cabo de aproximadamente un mes, tiempo que ocupó para dar sus discursos, recibió por segunda y última vez el mandato de subir al monte. Según el versículo 48, el Señor le dio la instrucción en el mismo día en que terminó de enseñar su cántico a la nación.

¿A dónde subió? Esta es una pregunta algo dificil de contestar, porque hay muchas referencias que se deben armonizar. He aquí una forma de interpretar la evidencia. 1. El monte se encontraba en la tierra de Moab (Deuteronomio 32:49; 34:1, 6). 2. La región dentro de Moab se llamaba Mosera (Deuteronomio 10:6).[p 139] 3. Era una de las montañas en la sierra de Abarim (Números 27:12; Deuteronomio 32:49). 4. El campamento de los israelitas se encontraba en las faldas del monte Nebo en un lugar denominado monte Hor (Números 20:22–28; 33:37–38; Deuteronomio 32:50). 5. De las faldas subió al monte Nebo (Deuteronomio 32:49; 34:1). (Otra interpretación es que Hor y Nebo son dos nombres para la misma montaña). 6. La cumbre de Pisga era el pico más alto de la montaña (Deuteronomio 3:27; 34:1; Números 20:28). Moisés llegó a la cima para poder ver la tierra sin estorbo alguno.

¿Con qué propósito subió? Las Escrituras son claras en este punto. Tenía dos fines al escalar la montaña.

Ver la tierra prometida Deuteronomio 32:49b, 52. Casi todas las porciones paralelas contienen el registro de la prohibición de entrar en la tierra y, a la vez, la promesa de que la iba a ver de lejos.

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Morir Deuteronomio 32:50. La enseñanza consistente de todos los textos es que el caudillo iba a morir estando a solas con Dios en el monte.

¿Por qué no pudo entrar en la tierra? Esta es una pregunta que se tiene que contestar. Ya que había tanta insistencia en el hecho de que no entraría, es lógico hacerla.

El incidente histórico Números 20:1–13. El pueblo se hallaba en el desierto de Zin y pensaban que morirían de [p 140] sed. En esta situación se pusieron en contra de Moisés y Aarón acusándolos de haberlos sacado de Egipto para morir en el desierto. Los líderes consultaron al Señor y él les dio el plan a seguir. Habían de hablar a la piedra para que saliera agua de ella. Moisés la golpeó dos veces, e inmediatamente brotó un manantial de agua.

El pecado cometido Deuteronomio 32:51a. La porción que estudiamos dice sencillamente que Moisés había pecado. ¿Cuál fue el delito específico? Los textos mencionan por lo menos tres cosas. 1. No ejerció la fe (Números 20:12b). La porción acusa: “no creísteis en mí”. Parece que pensaba que no era suficiente con sólo hablar a la peña, como le instruyó el Señor. No confió en la Palabra de Dios. 2. No santificó al Señor (Números 20:12c; 27:14b; Deuteronomio 32:51). Este es el pecado que más se menciona. Su acción fue una negación de la soberanía divina con la cual no se discutía ni jugaba. Había de doblegarse y hacer exactamente lo que Jehová había mandado. Primera de Pedro 3:15 y Mateo 6:33 indican que santificar al Señor significa darle el lugar que sólo él merece, el primero. En el concepto del pueblo, Moisés quitó al Señor del sitio preeminente de su vida y de la nación entera.

EL SEÑOR MERECE SER PREEMINENTE EN NUESTRA VIDA Isaías 8:13 enseña que no santificarlo equivale a no temerlo o reverenciarlo.[p 141] 3. Fue rebelde (Números 27:14a). Esta es la única denuncia positiva. La rebeldía es igual a la desobediencia directa. Por un acto de su voluntad, Moisés había dicho no al Señor. Decidió que su método era mejor. La rebeldía se equipara con la idolatría (1 Samuel 15:22–23). Con este acto rebelde, el caudillo violó públicamente los primeros dos mandamientos y el gran mandamiento. Jehová no podía tolerar esta desobediencia de parte del líder del pueblo y tenía que castigarla severamente.

La prohibición de entrar. Esta negativa divina se encuentra registrada no menos que ocho veces (Números 20:12; 27:13; Deuteronomio 1:37; 3:25–26; 4:21; 31:2; 32:52; 34:4). Sin lugar a duda, a Moisés le fue muy difícil aceptar este castigo tan severo, pero la seriedad de la disciplina reflejaba la de la infracción.

¡PENSEMOS! Es muy fácil descuidarnos e incurrir en algún pecado. A veces, a nuestro modo de ver, es insignificante, pero con frecuencia es bastante serio. Creemos que el Señor pasará por alto nuestras transgresiones porque nos ama. Pero no es asi. Somos responsables y recibiremos la disciplina merecida para cada pecado no confesado. Aprovechémonos constantemente de la promesa de 1 Juan 1:9.

LA BENDICIÓN DE LAS TRIBUS 33:1–29 El último acto de Moisés antes de subir a la montaña fue bendecir a las tribus de Israel. En esta forma se despidió de la nación. Este capítulo se puede comparar [p 142] con Génesis 49 en el que Jacob bendijo a sus hijos. La costumbre era que el líder bendijera a los suyos antes de fallecer. Muchos intérpretes modernos dicen que estas palabras no son de Moisés, sino de diferentes autores en épocas distintas de la nación. Dicen que se escribieron en un contexto histórico específico y después se compilaron por un editor que las atribuyó a Moisés. La interpretación evangélica es que todo el capítulo procede de boca del caudillo (v. 1) y en esencia son profecías. En cada trozo tenemos un pequeño vislumbre de cosas que sucederían a las tribus respectivas.

59 El capítulo se puede bosquejar como sigue:

ALABANZA VV. 2–5 BENDICIONES VV. 6–25 ALABANZA VV. 26–29 Note que las bendiciones están enmarcadas dentro de la alabanza. La verdad es que uno puede pasar del versículo 5 al 26 sin interrumpir el pensamiento del autor. Por esta razón, vamos a tratar primero la alabanza y después las bendiciones.

Alabanza 33:2–5,26–29 Esta se puede dividir en dos partes. Ambas contienen bendiciones generales que Jehová derramaba sobre la nación como una totalidad.

Por lo que había hecho en el pasado vv. 2–5, 26–27. La alabanza comienza con la perspectiva pretérita, recordando [p 143] una vez más las grandes maravillas realizadas por Jehová a favor de su pueblo. El primer portento fue que Dios les dio la ley por mediación de Moisés (vv. 2, 4). Sigue el hecho de que el Señor, por amor al pueblo, los había dirigido durante los cuarenta años en el yermo (v. 3). En tercer lugar, actuó como Rey y Dios de Jesurún para ayudarles cabalgando como guerrero (vv. 5, 26–27a). Finalmente, los llevó a la tierra y destruyó a sus enemigos de delante de ellos (v. 27b). Por lo que haría en el futuro vv. 28–29. Una vez introducidos en la tierra, el Señor los mantendría allí (“habitará confiado,… habitará sola” v. 28a). También les colmaría de bendiciones (vv. 28b–29). Tendrían las condiciones óptimas para que el suelo produjera abundantemente (v. 28b). Su salvación vendría constantemente de Jehová, quien sería su escudo y espada (v. 29a). Su victoria sobre sus enemigos estaba garantizada (v. 29b).

Bendiciones de las tribus 33:6–25 Todas ellas enfocan la fidelidad del Omnipotente en cuidar a los suyos en todas las circunstancias de la vida

Rubén v. 6. Aparentemente esta tribu llegaría al punto en que por alguna crisis quedaría cerca de la extinción, por esto Moisés pidió que sobreviviera y que aumentara el elemento varonil. Judá v. 7. Según Números 2:9, los de Judá iban al frente de las tropas en tiempos de guerra. Necesitaba de protección especial que se solicita en esta bendición.[p 144] Leví vv. 8–11. Ya que no entraban en guerra ni poseían territorio, Moisés tenía que bendecirlos en la esfera de su trabajo de dirigir al pueblo por medio del uso del Urim y Tumim, enseñar la ley y ofrecer sacrificios. También pidió protección contra todos sus adversarios.

Benjamín v. 12. Merecía un lugar privilegiado, muy cercano la Señor. Siglos después, el templo fue construido en el territorio de esta tribu.

José (Efraín y Manasés) vv. 13–17. Esta es la bendición más larga de todas. Primeramente pidió prosperidad agrícola. Note la serie de frases que se introducen con la preposición “con” (vv. 13–16a). También solicitó el cuidado de la gracia divina que sería una bendición espiritual (v. 16b). En el v. 17, usó símbolos que ilustraban el poder militar que tendrían. Zabulón e Isacar vv. 18–19. Por alguna razón juntó estas dos tribus, tal vez porque eran pequeñas y colindaban una con otra. La primera sería agresiva (“cuando salieres”) y la segunda más sedentaria (“en tus tiendas”). Tendrían algo de dominio sobre los demás y se harían sacrificios en sus tierras. Aunque no estaban en la costa Mediterránea, sacarían mucho provecho del mar porque su territorio iba a ser atravesado por las rutas comerciales.

Gad vv. 20–21. Ryrie comenta que era “veloz y fuerte como un león (v. 20), obtuvo una heredad propia de un gobernador, además ayudó a las otras tribus en la conquista de Canaán (cap.v. 21b)” [Biblia de Estudio Ryrie, p.320].[p 145] Dan v. 22. La porción de él quedaba en el sur, pero siendo guerreros vigorosos, emigraron al norte y radicaron en Basán.

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Neftalí v. 23. Una bendición general se pidió para esta tribu que heredó territorios en la ribera sudoccidental del mar de Galilea. Aser vv. 24–25. Sería una tribu muy próspera por la abundancia de olivos de su tierra. Mojar los pies en aceite era un verdadero lujo. Siendo la más norteña, necesitaba de fuerza especial para proteger la frontera.

Simeón. Hay que notar que esta tribu no se incluyó en la lista. La razón probable es que su herencia quedaba en el centro de la de Judá, y muy pronto fue absorbida por ella (Josué 19:1–9).

¡PENSEMOS! El Señor siempre sabía cómo bendecir a su pueblo en todas sus necesidades. ¿Piensa que se puede decir lo mismo acerca de su pueblo actual, la iglesia y sus componentes? ¿Sabe Dios lo que nos depara el futuro, o vivimos en un mundo gobernado por la casualidad? Recuerde que Jehová es siempre fiel a sus promesas.

LA MUERTE DE MOISÉS 34:1–8 Es obvio que este capítulo no vino de la pluma de Moisés. La mayoría de los intérpretes cree que fue escrito por Josué poco después de los acontecimientos. [p 146] Cumplimiento del mandato 34:1a Por fin el caudillo pudo obedecer la instrucción de subir el monte Nebo. Me imagino que Moisés se llenó de emoción como en ninguna otra ocasión de su vida.

Cumplimiento de los propósitos 34:1b–8 Recordará que había dos fines al subir el monte. Ambos se cumplieron. En forma milagrosa, el Señor le mostró toda la tierra prometida. Comenzó de norte a sur en sentido contrario a las manecillas del reloj. Una vez más, Jehová le aseguró que cumpliría con el pacto hecho con los patriarcas (vv. 1b–4). Su muerte sucedió inmediatamente después de contemplar la tierra. Aparentemente, fue sepultado por Dios mismo, en un lugar desconocido para que no fuera objeto de adoración (vv. 5–7). Como era costumbre, el pueblo estuvo de luto por treinta días antes de seguir su marcha hacia Canaán (v. 8).

INSTALACIÓN DE JOSUÉ 34:9 En cumplimiento de las promesas hechas en el capítulo 31, Josué recibió una porción especial del Espíritu Santo para poder gobernar al pueblo. Desde ese momento, la nación comenzó a obedecer a Josué como lo habían hecho con Moisés.[p 147]

EL ESPÍRITU SANTO CAPACITABA PARA GOBERNAR

ELOGIO A MOISÉS 34:10–12 Es muy apropiado que este libro y el pentateuco terminen con unas palabras de alabanza para el hombre que había sido el protagonista principal de los acontecimientos de Exodo hasta Deuteronomio. Se le recuerda como profeta único en su clase (v. 10) y como hacedor de milagros que nadie igualaba (vv. 11–12).

¡PENSEMOS! Si el Señor no viene a arrebatarnos, todos moriremos y seremos sepultados. ¿Cómo lo recordará la gente? ¿Qué características suyas se elogiarán en su sepelio? O, ¿es que no tendrán nada bueno que decir de usted? Prepárese ahora porque ese día llegará.

61 Todo estaba listo. Por medio de la instrucción de Moisés, el pueblo había sido preparado para cruzar la frontera y para gozar de todas las bendiciones de su herencia. Todo les iría bien mientras se acordaran de que eran responsables ante “Jehová tu Dios”. El cumpliría su pacto incondicionalmente, pero el disfrutar de las bendiciones permanentes dependía de la obediencia del pueblo. Lo mismo sucede con nosotros, los cristianos que vivimos a finales del siglo veinte.