yves lacoste

RESUMEN Qué se entiende por geografía, qué valor tiene dentro de las instituciones educativas y sobre todo, con qué fin

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RESUMEN

Qué se entiende por geografía, qué valor tiene dentro de las instituciones educativas y sobre todo, con qué fines se enseña. Lacoste se plantea la pregunta a modo de crítica y de forma retrospectiva como ha sido tratada la geografía en ámbitos docentes y si pudiera tratarse de una ciencia en la cual generar un marco metodologico de investigacion y de análisis un un fin práctico. Desde una crítica formal, Lacoste ataca a la didáctica de la geografía como simple herramienta descriptiva, una suma de elementos espaciales que han de aprenderse sin una perspectiva del razonamiento temporal, historiográfico o cultural. La geografía se ha banalizado y englobado en la cultura general, el del saber por el saber. La descripción del territorio o la memorización de los elementos, tanto de manera cualitativa como cuantitativa, no deja de ser una mera enseñanza sin significancia, sin una función clara, hasta el punto de plantearse que no sirve para nada. Así mismo la geografía parece retornar a unos planteamientos alternativos encaminados a instrumentalizarse en favor de fuerzas que ostentan el poder. En este aspecto, la geografía parece haber encontrado una función específica. Se trata pues de un saber estratégico ejercido el estado a través de mecanismos de control. Esta idea se materializa en los mapas,. fuentes marcadamente impregnadas de ideología y elaborados con fines concretos. La información del espacio como fuente de poder. Y este ejercicio de poder se ve reflejado de manera relevante en la afirmación de Lacoste de que la geografía supone una de las principales herramientas en la guerra, un instrumento de control. Esta visión militarista o estratega de la geografía, la del conocimiento y control del espacio y por tanto sobre las personas que viven en él, es la idea que plasma principalmente el autor en estas primeras ideas que introducen la su obra “La geografía, un arma para la guerra”. PALABRAS CLAVE: Geografía, geografía de los estados mayores, geografía de los

profesores, guerra, geografías alternativas. ANÁLISIS CRÍTICO

“La geografía sirve para hacer la guerra”. Esta es la afirmación de Yves Lacoste impone en su discurso sobre el conocimiento y la enseñanza de la geografía. Una

afirmación ante la suposición de que el saber geográfico está supeditado por el estado y/o los sujetos o instituciones que ostentan el poder. El espacio, o más exactamente el control de este, a la largo de la historia ha sido el mecanismo en la estrategia de imposición de intereses que por lo general adquieren tintes político-económicos y amparado y dirigido por las clases poderosas. Ya, lo mencionó Marx acuñando el término “acumulación originaria” aunque dándole una perspectiva historiográfica, dejando la geografía y otras posturas de lado (como puede ser el papel de la mujer) en su teoría hacia la transición del capitalismo. Lacoste entiende pues que el conocimiento de la geografía a diferentes escalas supone una información privilegiada la cual supone una importante arma cultural, social, económica, organizativa o identitaria. Yves Lacoste categoriza pues la geografía, en diferentes entornos y con diferentes funciones. En el texto, por un lado, hace una crítica feroz hacia la didáctica de la geografía, tanto en universidades como en la educación básica, aludiendo de banal y ser una mera asumulacion de conocimientos yermos de funcion y significado. Únicamente ha sido depositada en el discurso docente a través del “análisis descriptivo, y de la memorización de conceptos y términos que aluden al espacio geográfico, en general siempre acotada en términos nacionales (lo cual lleva a la idea que la geografía supone un instrumento útil en la configuración de estados e identidades a partir de la creación imaginaria de fronteras). Esta categorización de la geografía por el autor, hace presuponer que la geografía docente o de los profesores ha sido un proceso premeditado por los mecanismos del estado para acotar este saber con el fin de acapararlo, controlarlo e interpretarlo. Y todo ello con el objetivo estratégico de aplicarlo en pro de la guerra. Ha sido pues, siguiendo las ideas planteadas por el autor, un banalizado como saber científico, pero a la vez interpretado científicamente como principal instrumento estratégico. Esta es la geografía que el autor denomina “la geografía de los estados mayores”, la cual es controlada por una minoría privilegiada con fines bélicos y a la vez que “dificulta” el conocimiento real de la mayoría. Resulta en cierta medida vago y presuntuoso por parte del autor presupone que el problema de la geografía en las aulas parta de una idea conspiradora por parte del ejército. Es innegable que la información es poder, y esa información sobre la base organizativa del espacio geográfico genera mayor control y poder por parte de los que ostentan ese saber. Esta información ha sido materializada de manera concienzuda y artificializada con la creación de una cartografía a manos del estado, o de los poderosos. Es el trazado

de los mapas la plasmación física de las intenciones del estado sobre un espacio, decidiendo en cierta medida lo que está dentro y lo que está fuera, lo que es bueno y malo, generando la otredad más allá de los límites marcados, impuestos e imaginadas en las líneas que se dibujan en los mapas. Pero si el estado considera la geografía como una ciencia para hacer la guerra, relegandola a un saber limitado para la mayoría e imponiendo una imagen dibujada del territorio a través de mapas pretenciosos, ¿no estamos ante una misma arma?, ¿para que categorizar entonces?. La obra de Yves se centra principalmente en someter desde una perspectiva geográfica un discurso sobre el poder del estado y su control del espacio y, por tanto, de las personas que viven en él y cómo éste utiliza el conocimiento del mismo (no sólo en relación a aspectos físicos, sino históricos, sociales, culturales, demográficos o de organización territorial) con la práctica militar. Impone pues la idea de la geografía vista siempre en una dualidad de interés del estado, desde la otredad, desde el centro-periferia. A través de su investigación en la región del sudeste asiático, y en concreto durante el periodo de la guerra o invasión de Vietnam por parte de los EE.UU, el autor ejemplifica a partir de un caso cómo el conocimiento de la geografía y su función estratégica de arma para la guerra, critica y pone en relieve la importancia de este conocimiento para el sometimiento indiscriminado y planificado de la población. En el ejemplo el autor denuncia el genocidio efectuado por los EE.UU sobre la población campesina, y cómo esta tendrá implicaciones no sólo en términos cuantitativos en el número de muertos y afectados, sino con una implicación notable sobre el territorio y su organización socioespacial que perdurará durante generaciones. Por tanto, aquí, aunque codificado en términos bélicos se pone de manifiesto cuán importancia y peligro aparenta un conocimiento en principio descriptivo y casi imaginado del territorio y como este es usado en favor al control del lo que sucede en determinado espacio. El autor argumenta ante esta barbarie la temporalidad y la espacialidad del saber geográfico. Conceptos presumiblemente históricos pero que en este caso se sustentan en un saber geográfico. Y lejos de atender la guerra con una condición tecnológica o técnica, esgrima su argumento en que todo el planeamiento que conlleva una guerra está supeditado a condicionantes geográficos y que sus repercusiones serán territoriales. Parece evidente que la geografía está relacionada y ha sido parte (lo sigue siendo) del proceso de conformación de estados, de los procesos coloniales, imperialistas o de la propia planificación de los asentamientos humanos. Por tanto no

podemos limitar el uso de la geografía para la guerra, sino más bien para el uso estratégico de unos intereses concretos. La guerra es quizá un acto que se ejecuta sobre el conocimiento de este espacio. Es interés bélico (sin ahondar en lo que hay detrás de estas intenciones militares) el que hace de la geografía un sustento o un arma. La geografía no se traduce en arma por sí sola. Al igual que el ejército americano planificó un ataque vilmente planificado y ejecutado a partir del conocimiento físico y cultural de una región, mucho antes este mismo conocimiento y saber, científico o informal, había logrado crear un sistema natural antropizado donde la geomorfología, la topografía, la hidrología, la climatología o los conocimientos técnicos agrícolas se habían coordinado interesadamente para conformar una ordenación territorial y económica concreta. La geografía entonces se puso al servicio de la población (puede incluso en un sistema organizativo comunitario) y de intereses compartidos que habían perdurado durante siglos. ¿Entonces la geografía supone un arma? El autor parece no mencionar los avances técnicos que sustentan la geografía como ciencia y que muchas veces son la verdadera arma. La tecnología militar es la verdadera arma, la que somete a poblaciones y países. La geografía en este sentido juega un papel esencial, pero no implica una mayor o menor fuente de poder. Supone un elemento imprescindible pues es donde se aplica ese conocimiento técnico y por el cual esté está supeditado. No podemos negar tampoco que la geografía ha servido como un instrumento al servicio de poder. El autor menciona a Herodoto. Este historiador griego, como muchos otros geógrafos o historiadores que le precedieron o sucedieron, se dedicaron a imponer una descripción del mundo (de su mundo) a partir de escritos y narraciones de otros viajeros o datistas. Es obvio que estas descripciones, sin quitar mérito del gran valor que representan, están supeditadas a unos intereses concretos, de una élite con cierto poder y prestigio para dibujar a su gusto un territorio y una historia. Y ésto se repetirá a lo largo de la historia hasta nuestros días como bien menciona el autor refiriéndose a la ordenación del territorio desde el aparato del estado. Resalta cómo las presiones y los intereses financieros pueden llegar a transformar el territorio, sometiendo a los que viven en el. A lo largo de la conformación de la ciudad post industrial, y más recientemente, a partir del modelo económico basado en la construcción (en España), se ha configurado un nuevo modelo de poblamiento, donde vemos una vuelta a modelos decimonónicos de manzanas cerradas. Una vuelta a la privacidad, al miedo, al individualismo, pero con unos tintes cargados de una ola de consumo. Es este modelo de consumo el que se traza

en

los

nuevos

planeamientos

urbanos,

siguiendo

modelos

marcadamente

estadounidenses (como el de Los Ángeles, por ejemplo) donde el funcionalismo de los asentamientos refleja una ruptura con el mercado de trabajo y se reclina hacia la cultura del consumo. Este planeamiento , auspiciado por los intereses financieros pero avalado y ayudado por las administraciones, marca no solo un cambio en los nuevos paisajes urbanos, sino en las propias formas de vidas, y en las cotidianidades de los habitantes de las ciudades. OPINIÓN PERSONAL

Yves Lacoste reflexiona de una manera razonada el papel que juega la geografía y como esta ha sido relegada a la consecución de dos objetivos: por una parte hacer la guerra; y por otra, someter a la población a un letargo en materia geográfica con el fin de ejercer control sobre esa mayoría que no ostenta las formas de poder. Aunque se trate de una introducción a una obra que profundiza con ejemplos de carácter regional su tesis, se refleja bien las ideas que el autor quiere transmitir. Estoy de acuerdo con Lacoste de la importancia que ha tenido el saber geográfico para el manejo y control del espacio y de los procesos que en él se desarrollan a lo largo de la historia y cómo este conocimiento ha estado limitado por parte de unas minorías que han atesorado el poder económico, político o religioso. Pero como he mencionado anteriormente, no es la geografía un arma para la guerra. El arma son aquellos otros mecanismos que imprimen este poder, como la soberanía a través de la presión militar o religiosa, la impuesta por la economía, etc. La geografía es la base donde se desarrolla estos modelos organizativos y por tanto es a la vez fortaleza y debilidad de los intereses que de ella emergen. El poder económico, adquiere más sentido para hablar de esta teoría, y nos podríamos remontar a la Edad Media para analizarlo y en su transición hacia formas de sometimiento a través del trabajo mucho más complejas. Las élites económicas han custodiado estos saberes, pero también ha dirigido la ciencia y el devenir tecnológico para la consecución de sus fines. La guerra se ha ejecutado a traves (mas evidente en durante el s.XX) de la fuerza tecnológica, pero no podemos negar que la historia ha escrito numerosas sucesos donde el conocimiento del espacio geográfico ha superado este saber técnico (como la encrucijada napoleónica en territorio ruso). Y el sometimiento de la población ha estado planificado a través de la fuerza del trabajo, más que desde un punto de vista espacial.

Hoy en día, siguiendo los planteamientos de Lacoste, podríamos decir que la geografía es un instrumento para el consumo. En la era de la información y las comunicaciones, la georeferenciación en coordinación con el marketing más la oscura guerra y apropiación de ​ big data , hace estas mismas élites económicas nos impongan patrones de consumo y de organización. ¿cuál es el arma aquí?. Tenemos acceso a infinita información, a la tecnología (SIG, telecomunicaciones, etc), pero a la vez somos generadores y víctimas de la misma. Hace cinco siglos, Sir Francis Drake, corsario inglés, recopiló enorme información en sus múltiples viajes alrededor del globo. En sus incursiones por los océanos le acompañaban excelentes cartógrafos, geógrafos y navegantes, todo ello unido para beneficio de su empresa. Esta información también le sirvió para ganar intereses desde el poder, como la relación que llegó a tener con una de las empresas más poderosas, la corona de Inglaterra. Aquí el conocimiento de la geografía supuso la herramienta para fines económicos, la guerra (tecnologia militar) fue el medio para la consecución de estos intereses. En definitiva, y la gran virtud que debe desdeñarse del planteamiento de Lacoste, es que este conocimiento no debe ceñirse ni imponerse a una única geografía, sino que ha de desencorsetarse y salir del control político y militar, para crear un marco donde múltiples geografías, de reflexión y crítica, prevalezcan para ponerse al servicio de las problemáticas existentes en un espacio compartido, donde los sujetos que lo viven sean capaces de comprender los procesos que en él se desarrollan. Geografías alternativas, multidisciplinares y sin ataduras, donde las realidades no se dibujen sobre mapas impuestos, sino sobre imaginados o reales donde diferentes actores puedan compartir interesantes miradas, en definitiva, otras geografías.