Vivir en El Cuerpo Equivocado. Autor: Juan Pablo Proal

J UANP ABL OPROAL V i v i re ne l C U E R P O e qu i v oc a d o Fotografía: Alejandro Saldívar @alsaldivar - www.ale

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J UANP ABL OPROAL

V i v i re ne l

C U E R P O e qu i v oc a d o

Fotografía: Alejandro Saldívar @alsaldivar - www.alejandrosaldivar.com

“El amor puro no está mezclado con el apego y nace del deseo de que los demás sean felices; nunca causa problemas, sólo proporciona paz y felicidad tanto a nosotros mismos como a los demás” : Gueshe Kelsang Gyatso.

PRÓLOGO

P

eriodísticamente, a Juan Pablo Proal le atrae lo que no inquieta a los demás. Sobrado de energía, salta de un tema a otro. Atrapado por una imaginación sin reposo, procesa reportajes en el aire, los verbaliza, los discute, los organiza en una atropellada pero coherente secuencia de ideas. En alguno se detiene. Su adicción por los marginados, los sin nombre, los excluidos, los maltratados, los incomprendidos, los humillados, siempre se impone en la elección. Vivir en el cuerpo equivocado no es la excepción. Lejos del melodrama, del retrato fácil, del dato inocuo, Juan Pablo arma su reportaje arropado en la sencillez narrativa. Entonces, nos sumerge en el mundo desgarrador, hostil, lleno de afrentas, de derrotas crónicas y de insuficientes luces del transexualismo. Nos comparte lo que su investigación vuelve ineludible. El difícil arte de quitar y poner penes, la horadación que se convierte en vagina, los costos de las cirugías, la pesadilla de los quirófanos, el martirio de la vida diaria. Nos conduce por los laberintos de quienes no saben por qué su mente no coordina con sus cuerpos, por qué su familia castra sus sensaciones, por qué el mercado laboral es inaccesible, por qué

se van quedando solos, por qué provocan repudio, asco, violencia, discriminación, por qué incitan al asesinato. No menos traumático para quienes padecen disforia de género es resolver la modificación del acta de nacimiento, las identificaciones personales, la petición de créditos y el responder la pregunta recurrente: cómo te trato, cómo mujer o cómo hombre. La mayoría, nos cuenta Juan Pablo, sucumbe a los calabozos de la incertidumbre y acaba atrapado en el submundo de la prostitución, en la aniquilante represión. Los menos presumen una profesión, una pareja. Aún menos alcanzan la fama efímera que termina en suicidio o en muertes misteriosas. Al final de cada capítulo, el autor, aferrado a un mundo mejor, proporciona datos de apoyo a transexuales. Desde consejos hasta un directorio de organizaciones que dan apoyo psicológico y de salud. El mundo de la transexualidad, el trastorno de la identidad es un reportaje complejo, de alto riesgo para el celo de la objetividad, del que Juan Pablo sale bien librado. Alejandro Caballero Matamoros

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INTRODUCCIÓN “¿Dios es macho o hembra?” Miguel de Unamuno

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na de las características involuntarias que adquirimos al nacer es el cuerpo. Nadie elige ser mujer ni hombre, simplemente hay una bomba biológica en el feto que determina su rol sexual en la sociedad. Pero la naturaleza a veces no es muy sabia. Pasa en uno de cada 37 mil nacimientos. Vendrá al mundo un hombre que debió tener cuerpo de mujer o viceversa. Semejante atrocidad sólo la puede cometer una dictadora tan cruel como la biología. Al nacer el hijo, es costumbre que el doctor invariablemente le de la buena noticia a sus padres. Es varón, es mujer. No hay más. Y los progenitores se llenan de orgullo, compran ropa azul o rosa y educan al nuevo miembro de la familia en un rol heterosexual. Pero el médico no advierte de una condición que es completamente posible: es mujer biológica pero hombre en su mente, o el polo opuesto. Las personas transexuales se dan cuenta desde el jardín de niños que van al baño en el lugar incorrecto, que sus padres les ponen ropa del género opuesto al que deberían. Cuando ocurren los cambios de la adolescencia se sienten perdidos. Hay quien los trata como si fueran unos verdaderos monstruos. Generalmente el gay está conforme con su género. En cambio, el transexual casi siempre aborrece

el cuerpo que le designó la naturaleza. Tiene en su mente la certeza de que nació con el cuerpo equivocado. Y no es una locura ni mucho menos una exótica ocurrencia. Es una condición. Apenas a principios del siglo XX la ciencia comenzó a investigarlos. Poco a poco, en el primer mundo, principalmente en los Países Bajos, se les fue quitando a los transexuales la etiqueta de locos para comenzar a comprenderlos. En la sociedad mexicana ser transexual equivale a ser asesinado, mutilado, echado de cualquier trabajo, discriminado por tu familia, desconocido por tus padres, ignorado por tus amigos. La Iglesia los tacha de aberración; en las tiendas no los dejan comprar y los hoteles los echan de sus habitaciones. Tampoco pueden ir al baño público: ni de hombres ni de mujeres. La sociedad castiga lo que no comprende. Y los transexuales están lejos de ser entendidos. Existe una política, consciente o no, de exterminarlos. Los transexuales no son un invento del mundo moderno. A decir verdad ni siquiera vienen de la tierra. Vienen del cielo. Hermafrodita, cuenta la mitología griega, es el hijo de Afrodita y Hermes. Sus cuidados en la infancia corrieron a cargo de las ninfas. Una de ellas, Salmádice, lo cortejó, sin éxito en un principio. Entonces, recurrió a los dioses y clamó abrazándose a Hermafrodita: “¡Dioses! Haced que nada pueda jamás separarlo de mí ni separarme de él”. Los dioses atendieron la súplica y fusionaron ambos cuerpos en un solo ser de doble sexo. Así ocurrió, dice la leyenda. El historiador Miguel León-Portilla investigó a un dios local: Ometéotl.

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Ometecuhtli (El Señor Dos) y Omecihuatl (La Señora Dos). Se trataba de un ser dual, dios y diosa. Su deber era suministrar energía cósmica universal a los mortales. En la India, llamados “Hijras”, contienen un significado religioso. El también llamado “tercer sexo” tiene tanto poder que es capaz de bendecir o maldecir toda una vida. Se sabe que la mayoría de las plantas son hermafroditas. En el reino animal, muchas variedades de peces y hongos cambian de sexo como una respuesta para adaptarse y sobrevivir. Así, siendo parte de la historia humana, de los mitos, de la biología y de la propia religiosidad, la sociedad mexicana los escupe a diario. En un país donde uno desayuna con descuartizados, torturados y “levantados”, un transexual es tratado como un discapacitado más. Un error. Una distracción en la vida cotidiana. Este libro pretende contribuir a que la sociedad comprenda al también llamado “tercer sexo”, para así tratarlo con igualdad, como a su semejante. Los relatos que aquí se incluyen, las explicaciones médicas y las denuncias por homicidio sólo tienen la misión de que como sociedad entendamos la urgencia de sepultar los prejuicios y reemplazarlos por sana solidaridad. Los transexuales tienen una parte tan divina como cualquier respiro de la creación. No es casualidad que aún los teólogos se preguntan qué quiso decir Dios en el Génesis bíblico con eso de “creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza”. ¿Será Dios el primer trans de la historia?

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I.- EL DIFÍCIL ARTE DE QUITAR UN PENE “La paciencia es toda la fuerza que un hombre necesita”: Sathya Sai Baba

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oma la navaja de afeitar cuatro veces al día y la repasa, obsesionado, hasta irritar la piel. Está convencido de que es un cirujano dentista, pero no todos sus clientes pueden distinguirlo con claridad. La barba ayudaría, mas no es la solución definitiva. Una señora de cuarenta, sensual, se sienta a esperar a ¿él? o ¿ella? — ¿Con quién tengo el gusto? — (Un silencio dubitativo) con Lourdes Sánchez, para servirle. — ¿Cómo, eres mujer? — Sssí. — ¡Qué lástima! La dama huye del consultorio. Lourdes acaba de egresar de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) como cirujano. Durante 24 años planeó cómo deshacerse de su cuerpo impostor. No se concibe como lesbiana. Su cuerpo emana tanta testosterona que se sabe un hombre atrapado en una jovencita llamada Lourdes. Lourdes Sánchez, cirujano dentista, dice su título. Instala su consultorio en un pequeño local propiedad de su padre y desmenuza el resto del plan. No más Lourdes. Ahora Guillermo, engrosar la voz, quitarse las tetas, decirle al mundo que Lourdes pasó a mejor vida.

— ¿Cómo tomaron tus pacientes la etapa de transformación? — Afortunadamente se quedaron los que se dan cuenta de los procesos y siguen siendo leales. — ¿Algunos se fueron? — Los menos. La gente dice que anestesio bien bonito. Su hermana mayor aún le llama Lourdes, igual que su padre. Los únicos que aceptan el cambio son sus sobrinos. Ellos no entienden por qué la familia llama Lourdes a un barbudo de lentes. Disforia de género: inconformidad con el género impuesto. David Barrios, sexólogo.

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¿Padecimiento o condición? A una de cada 37 mil personas, la naturaleza le juega una broma: nacer en el cuerpo equivocado. Tres hombres por cada mujer, refieren los cálculos médicos, aunque los expertos opinan que la prevalencia de la disforia de género podría ser mucho mayor en la realidad, tomando como referencia el número de intervenciones, cambios de acta, organizaciones sociales y la cantidad de trabajadores sexuales. Los científicos tienen puntos de vista enfrentados. La parte médica lo considera una patología y la sexológica una condición.

La identidad de género se establece a los doce meses del nacimiento. Hasta la fecha no se conoce el origen cierto de la transexualidad, a pesar de que hay evidencias de que existe desde tiempos inmemoriales. Juan Luis Álvarez-Gayou

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Jurgenson y Paulina Millán Álvarez en Homosexualidad, bisexualidad, travestismo y transgeneridad y transexualidad: Derrumbe de mitos y falacias.

El Manual Diagnóstico y estadístico de trastornos mentales (DSM, por sus siglas en inglés) de la Asociación Psiquiátrica Americana lo define como “trastorno de la identidad sexual”. La Asociación Mundial de Profesionales para la Salud Transgenérica y Transexual (conocida en inglés como WPATH) traza una diferencia: “La calificación de trastornos de identidad de género como trastornos mentales no implica ningún permiso de estigmatizar a los pacientes ni de quitarles sus derechos civiles. El uso de un diagnóstico formal muchas veces es importante para proporcionar alivio, para recibir cobertura de seguro de enfermedad y para guiar investigaciones que en el futuro ofrezcan tratamientos más eficaces”. _._ Guillermo, con diploma de dentista, es una de esas víctimas que elige la biología con sus reglas inexplicables y dictadoras. Tras montar su consultorio y contar con dinero, decide dar un paso adelante: comienza a consumir hormonas. La norma en la ingestión para varones transexuales (mujeres biológicas) es de 250 miligramos de testosterona. Las mujeres transexuales (hombres biológicos) deben comenzar a meterse etinil estradiol, acetato de medroxiprogesterona, valerato de estradiol, caproato de hidroxiprogesterona… Las fórmulas químicas del endocrinólogo incluyen goserelina, triptorelina, espironolactona, finasterida, flutamida y sustancias de nombres

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igualmente ilegibles que en la mayoría de los casos jamás deben combinarse con alcohol o tabaco: pueden provocar daños irreversibles al hígado. El humo del cigarro no sólo trae consecuencias que todos conocemos, se ensaña particularmente con las personas trans que ingieren estos medicamentos: les ocasiona várices y flebitis. Los beneficios de someterse al tratamiento de hormonas pesan más que los aspectos negativos. Varones encapsulados en un cuerpo de mujer asumen voz más grave, dejan de sangrar por la menstruación, los senos pierden consistencia y comienza a brotar bello facial, el que tanto anhela Guillermo. Años después, gracias a su constancia, el dentista presume de una barba tan tupida que cualquier hombre lampiño envidiaría. Ya nadie lo confunde ni se acuerda de Lourdes, salvo, claro, su familia, que la revive en cada comida dominical. Ahora sólo le falta una pareja y, para colmo, está enamorado de su mejor amiga. Un día se lo confiesa y ella responde: jamás. Pero el alcohol provoca que los deseos inconscientes y las travesuras más escondidas se consumen. Y un día, terminan en la cama. “Empezamos a tener relaciones y dijo, ¡de aquí soy! y dejó a su pareja con la que llevaba 16 años para irse a vivir conmigo”. Ella dice que la enamoró el olor de Guillermo.

Transgeneridad: condición humana en la que, independientemente de que exista o no concordancia del sexo con la identidad de género, hay una vivencia permanente en un papel o rol de género que no coincide con el sexo y el género originalmente asignado: David Barrios Martínez y María Antonieta García Ramos en Transexualidad: la paradoja del cambio.

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En el quirófano Guillermo quiere enterrar a Lourdes y se somete a una mastectomía. Hay un sinfín de cirugías intermedias o reversibles a las que puede incurrir un transexual. En México las practican cirujanos plásticos certificados, pero también médicos sin papeles que han llegado a cometer errores letales, como se enterará más adelante. Un cirujano de título acepta hablar de estas operaciones. Sólo exige una condición: no mencionar su nombre. “La sociedad no está preparada para eso. Yo no vivo de estas operaciones, yo vivo de mis chichis, mi liposucción, y aquí en México como no saben qué es disforia de género, van a decir que soy el cirujano plástico de los homosexuales”. Al doctor X nadie le enseñó cómo hacer una reasignación de género en la práctica, como al resto de su gremio, aunque vio una materia al respecto que se le enseña a los cirujanos en la UNAM. X se instruyó por su cuenta, comenzó a leer literatura sobre el tema, asistió a seminarios y pronto se vio atendiendo a tres o cuatro pacientes por año. Ahora suma tres lustros de experiencia. La primera reasignación quirúrgica efectuada en México sucedió en los años 50’. La practicó el extinto doctor Mario González Ulloa. Los datos sobre esta intervención son dispersos y predomina el recuerdo oral. En 1920, un holandés logró su reasignación y cambio de nombre a Lili Abner, el primer caso del mundo. El icono se consolidó en Dinamarca, en 1952. Un ex soldado estadounidense llamado George

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Jorgensen se convirtió en la primera activista de la comunidad: Christine Georgenson. Por primera vez se utilizó la palabra transexualidad. Hasta entonces, los casos eran metidos en la misma bolsa de los homosexuales y lesbianas. Cuando esto se supo, en México un grupo de cirujanos quiso imitarlo, pero cometió errores irreversibles que llevaron a varios suicidios. Se sometió a homosexuales que creían ser mujeres, al cambio de cuerpo. Alrededor de quince se arrepintieron –el caso es guardado con sigiloso secreto por la ciencia médica y los detalles de esta historia se mantienen reservados como en una caja fuerte— y al no haber una palanca de reversa dieron fin a su existencia. Para evitar tragedias, en la actualidad se somete a los pacientes primero a terapia psicológica, luego a hormonización. Sigue un año de prueba de vida en el rol al que aspira y sólo entonces la operación final. El cirujano Sergio Landa acumula más de 60 intervenciones de reasignación de género. En su consultorio del Hospital Ángeles del Pedregal le pregunto por esos suicidios y asiente: “Antes se hacían este tipo de cambios sin terapia psicológica, sin terapia hormonal y eso traía trastornos importantes. Había pacientes que no estaban preparados y caían en psicosis extremas. Es un procedimiento que no tiene vuelta atrás, usted no puede decir voy a cambiar de sexo ahora y mañana venir y decirme quiero regresar a mi sexo contrario”. El doctor X asegura que las intervenciones fallidas tuvieron lugar en el hospital Manuel Gea González. Esta información fue corroborada con dos médicos expertos en la materia que también pidieron no ser citados. Se estima que las muertes

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ocurrieron a fines de los ochenta. Ningún familiar las denunció. La tecnología ha permitido que algunos transexuales pasen desapercibidos en la calle. Pero, como todo en la vida, hay servicios para cada bolsillo. De acuerdo al tratamiento, existen transexuales de primera y trans, aunque suene feo, de segunda. La sociedad no trata igual a una mujer transexual con cadera de Maribel Guardia, rostro de Belinda y senos de Lorena Herrera, que otra espaldona, de labios gruesos, pechos planos, alta y con cejas tupidas. La diferencia son, básicamente, 500 mil pesos. A las primeras les sobrarán pretendientes, y las segundas tendrán inconvenientes para encontrar alguien que las acompañe y acepte como son por el resto de sus vidas. No es distinta la historia de los hombres transexuales, los que nacieron como mujeres. Si no tienen los suficientes recursos ni el físico similar al de un macho, lo más probable es que sean discriminadas y tratadas como “lesbianas” o “marimachas”. En el mercado hay toda clase de cirugías. Un varón biológico (mujer transexual) puede someterse a una operación de nariz para hacerla lucir más afeminada, una liposucción, aumento de grasa en pómulos, implantes mamarios… Para la mujer biológica (hombre transexual) hay cirugías para masculinizar los mentones, quitar la manzana de Adán y hacer prominente la quijada. Hay decenas de intervenciones en el catálogo de los médicos. Unas tetas van desde los 100 hasta los 500 mil pesos, depende de si son usadas o del material más moderno. Un puñado de los que pueden permitirse incorporar tecnología en su cuerpo evita atravesar el si-

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guiente nivel: la faloplastia (formación de un pene artificial con los tejidos de la vagina) o la vulvovaginoplastia (eliminación del pene y creación de una vagina). Una etapa sin vuelta atrás. _._ “Ahora sufro porque no tengo un pene y la verdad sí me gustaría tenerlo, pero son siete operaciones para la faloplastia, y te queda como una salchicha y casi no se siente. A lo mejor da tranquilidad pero por lo menos ahora siento algo… El terapeuta y yo hemos trabajado en fantasías para poder lograr mi placer, pero me gustaría hacer una penetración; la hago con un montón de juguetes (dildos); tengo el chico, mediano y el grande, pero algo sigue faltando”, confía Guillermo, con el cuerpo echado para atrás en una silla del consultorio contiguo al suyo, que pidió prestado para la conversación. Aparte, en el hospital, el doctor Landa me muestra imágenes de faloplastias y vulvovaginoplastias. Parecen tomadas de películas de zombies de George A. Romero. Que te lo expliquen no mejora las cosas. La vagina nueva se forma con la piel sobrante del abdomen o el antebrazo, extraídas mediante una microcirugía. Se conforma una especie de tubo con un hueco interno para transportar la orina. Con un expansor debajo del colgajo se recrean los escrotos. Al interior de éstos se integra una válvula para simular una erección. Además de que son difíciles de realizar y altamente costosas, las cirugías para la faloplastia disminuyen la sensibilidad erótica. Por eso Guillermo piensa tanto en hacerse un neopene, aunque su sueño de tener uno natural permanece.

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Caso contrario es el de Gloria Hazel Davenport. Nació como hombre y veía a su pene como un insecto tan ajeno a su cuerpo como una sanguijuela. Cuando se sometió a la vulvovaginoplastia el doctor le preguntó si quería conservar sus testículos. La respuesta fue una inmediata negativa: había luchado 34 años para quitárselos. La vulvovaginoplastia puede durar hasta cuatro horas y media. Interviene un anestesiólogo, dos enfermeras y un cirujano. Este último desliza su navaja y hace una incisión en forma de “y” en el escroto y extrae los testículos. Estos terminan en una bolsa amarilla que se guarda en el refrigerador del hospital para posteriormente ser incinerados junto con el resto de las partes humanas sustraídas en las otras operaciones que se practican en el día. No existe clínica especializada en practicar estas cirugías en México. Entre los sexólogos se sabe: no más de seis médicos las llevan a cabo en el Distrito Federal. No obstante, en Tijuana y Ciudad Juárez hay pacientes que fueron intervenidos sin cumplir el protocolo establecido. De regreso a la sala de operaciones, con la piel del glande se construye la neovagina. Después se crea un espacio entre la próstata y el recto. Y finalmente con la piel del escroto se delinean los labios vaginales. Durante seis semanas el paciente debe usar una sonda para no orinar por el orificio artificial, debido a que se puede infectar. Después de inyectarse hormonas, de someterse a intervenciones intermedias, a un rol de vida y a la cirugía final, el paciente casi terminó su ciclo. Sólo falta un pequeño, pero insufrible detalle: modificar sus documentos.

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Este sería el proceso ideal. Pero en un país donde el salario mínimo ronda los 60 pesos diarios, medio millón es un sueño que sólo un canal de premios de televisión puede cumplir. ¿Qué es lo más común en la cotidianeidad? Que las hormonas no las recete un endocrinólogo al que vas a ver con periodicidad, sino te las recomiende tu amiga trans de tal o cual estética. ¿Cuáles son las sustancias que venden? El abogado Menhahem Asher lo sabe bien, pues le han llegado decenas de casos a partir de que se especializó en la reasignación de acta: “Las chicas al querer formas femeninas, aumentar mamas, glúteos, se inyectan desde aceite de carro, aceite de avión o acuden a lugares clandestinos para implantar senos de dudosa calidad o defectuosos. “Llegan a morir por envenenamiento por plomo, infiltraciones de los implantes, necrosamiento del músculo. Al momento que los aceites químicos penetran la piel queman todo. El exceso de hormonas diluye tanto la sangre que si reciben un golpe pueden desangrarse en dos minutos. “Un chico transexual tuvo un exceso de inyecciones de testosterona y estuvo a punto de un paro cardiaco por una deficiencia del hígado”. Desde su oficina en el sótano del Museo Nacional de Antropología e Historia, Yesenia Peña muestra fotografías de implantes infectados, senos deformados con la piel rota, geles refulgentes emergiendo de pechos devastados. Un catálogo de tetas malogradas. “La población trans no tiene los recursos para acudir con el doctor Díaz Infante que atiende a las estrellas, entonces van con la otra persona que a lo mejor ni cirujano es pero tiene un buen merca-

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do de bubis usadas y te las implanta a ti y al rato podemos tener procesos de septicemia y procesos infecciosos. Te inyectan aceite de bebé, de cocina y lo peor del caso: aceite quemado de automóviles”. Curiosamente, el aceite de automóviles es una de las sustancias más utilizadas por los transexuales sin recursos. ¿La razón? Está esterilizado, es baratísimo y en un día ya tienes los senos más levantados. El único inconveniente es que te puede producir un derrame cerebral. Reasignación de acta Yesenia Peña Sánchez es Maestra en Ciencias Médicas por la Universidad de Colima, doctora en Antropología por la UNAM y coordinadora de las semanas culturales de la Diversidad Sexual desde 2001. Una autoridad en la materia. Sánchez se pregunta por qué las mujeres transexuales imitan a las modelos de la televisión y quieren sus caderas, las tetas perfectas, las nalgas más redondas que la tecnología pueda concebir. La medicina y la sexología, concluye, se han apoderado del fenómeno sin tomar en cuenta a las ciencias humanas ni sociales. “¿Cuál es el estereotipo de mujer que te da el médico? ¿El de la mujer fatal? ¿El de la mujer sumisa? Si hay tantos tipos de feminidades, cómo el médico te puede decir cuál sí y cuál no. “Muchos coinciden con los estereotipos comerciales, el transexual mujer se volvió la mejor mujer sumisa y el transexual hombre se volvió el mejor hombre machista precisamente porque se piensa que la concepción clínica es la que debe dirigir el comportamiento”.

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Peña encuentra una falla en las reformas a los códigos civil y penal del DF del 2008, aplaudidas por gran parte de los activistas mexicanos. En estas modificaciones se excluye a los antropólgos y los humanistas del peritaje para modificar legalmente de nombre. En la actualidad, el código civil del Distrito Federal establece la posibilidad de levantar una nueva acta de nacimiento y reconoce la obligación del gobierno de dotar de medicamentos y hormonas a los pacientes transexuales. También prevé por vez primera penalizaciones contra quien discrimine a estas personas. Es un avance mayúsculo en comparación con las legislaciones de los estados, donde la reasignación de acta, cuando mucho, puede hacer que el Registro Civil tachone tu documento de nacimiento y le ponga una acotación marginal con tu nuevo nombre. De hormonas, ni hablar, se compran por cuenta propia. ¿Castigos por transfobia? Ninguno. La única coincidencia es que ni en el Distrito Federal ni en el resto del país la Secretaría de Salud se hace cargo de todo el proceso para acompañar a una persona transexual. Algo que sí ocurre, por ejemplo, en Canadá. Y qué decir de Cuba, donde el estado se hace responsable de la salud de las personas transexuales y de todas sus intervenciones, incluida la de reasignación de género. Habrá quien cuestione, por qué el Estado debería dotar de terapia, hormonas y cirugías a las personas trans. La respuesta la tiene la Declaración de Valencia de los Derechos Sexuales, firmada en Valencia España el 29 de junio de 1997, que garantiza “el derecho a la salud sexual” de todas las personas.

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La Declaración Internacional de los Derechos de Género también recalca “los derechos a expresar la propia identidad de género con independencia del sexo biológico”. Pero el cambio de papeles es complicado y mínimo hay que tener 15 mil pesos. Gloria Daverporth logró quitarse ese bicho raro que le estorbaba de su entrepierna, sólo que todos sus documentos están en masculino y no está dispuesta a cambiarlo a pesar de que tuvo la oportunidad cuando trabajó como funcionaria en el GDF: la primera persona trans en ser servidora pública en toda Latinoamérica. “Es patético que si una persona que se llama Pepe, no le gusta su nombre, y de repente se quiere llamar Rodrigo, va y no necesita de un par de peritajes de 15 mil pesos para tener acceso a su cambio de nombre y una persona transexual sí, al no tener documentos no podemos tener acceso al trabajo. “Las personas gays no se mueren por no casarse, las personas trans sí nos morimos por desempleo y falta de dignidad”. Los 15 mil pesos a los que se refiere Gloria son en promedio lo que cobran algunos abogados, sexólogos y cirujanos para actuar como peritos en la reasignación de acta ante el Registro Civil. Este proceso sólo aplica en la capital del país. Cabe diferenciar que existen muchos litigantes y profesionales de la salud que se adaptan al bolsillo de sus pacientes y no necesariamente cobran esas cantidades. Un ejemplo es el Instituto Mexicano de Sexología (Imesex), por citar al más importante. En el DF, la reasignación de acta dura alrededor de cuatro meses para los residentes, estima el liti-

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gante Víctor Hugo Flores Ramírez, a quien algunos jueces despectivamente le llaman “abogado trans”. Las personas de otras entidades que viven en el Distrito Federal deben comprobar una residencia de seis meses. Algunos, como Guillermo, debieron migrar temporalmente (en este caso del estado de México a la capital) para poder cambiar documentos. En los estados el proceso jurídico de reasignación de acta tarda entre dos y cinco años. Es sólo el principio. Para ser transexual en México hay que tener paciencia, mucha paciencia. No sólo se trata de recibir terapia, hormonas y cambiar de nombre. Habrá locos en la calle que te tirarán dardos por las noches o te lapidarán o te escogerán como su víctima para apuñalarte. Además, ¿esperas que te contrate una empresa grande? ¿Crees que sea fácil conseguir pareja?, ¿la presentarías en casa?, ¿has pensado cómo tendrás relaciones sexuales, con un neopene?, ¿quién se animará a estrenar tu neovagina? ¿Encontrarás a un sacerdote dispuesto a casarte? Paciencia, paciencia. A baldes. Eso necesitas. _._ ¿Y qué dice la Constitución sobre los trans? Nada. La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos carece de apartado alguno que especifique cuáles son los derechos y obligaciones de las personas transexuales. El 25 de abril de 2006 el diputado perredista Inti Muñoz Santini presentó una iniciativa de ley federal para reformar el artículo cuarto de la Constitución así como diversas disposiciones del código civil federal. La Ley Federal de Identidad de Género preveía garan-

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tizar los derechos de las personas transexuales y dejarlos explícitos en la Carta Magna mediante la siguiente acotación en el artículo tercero: “Toda persona tiene derecho a decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y espaciamiento de sus hijos. A nadie podrá coartársele el derecho de ejercer su libertad e identidad sexual, siempre y cuando al hacerlo no provoque un delito, o afecte derechos de terceros. Nadie podrá ser obligado a la realización de práctica sexual alguna, sin su pleno consentimiento”. La iniciativa de Ley Federal de Identidad de Género garantizaba que “el transexual tiene derecho a adaptar irreversiblemente su anatomía a la identidad sexual que siente y vive. Toda persona que haya modificado su sexo, podrá solicitar la rectificación de la mención registral de su nombre y de su sexo”. La iniciativa se turnó a comisiones; permanece en la “congeladora”. El federal David Sánchez Camacho, también del PRD, retomó la iniciativa de su correligionario. El 6 de marzo de 2007 presentó la Iniciativa con Proyecto de Decreto que Reforma el artículo 4 de la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, así como diversas disposiciones del Código Civil Federal y crear la Ley Federal para la No Discriminación de los Derechos Humanos y Civiles de las Personas Transgénero y Transexuales. El proyecto fue turnado a las Comisiones Unidas de Derechos Humanos y Justicia. El 10 de julio de 2008 Sánchez Camacho mandó una excitativa al Senado debido al retraso de las comisiones en discutir y autorizar la iniciativa. El documento permanece archivado. En cambio, en el Distrito Federal, la Asamblea Legislativa aprobó en agosto de 2008 las reformas a los códigos Penal y de Procedimientos Civiles para permitir a la comunidad travesti, transgénero y transexual cambiar

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legalmente su identidad sexogenérica, así como obtener acceso a medicamentos y terapia de forma gratuita. También prevé castigos para quienes incurran en discriminación. La Clínica Condesa brinda los servicios de hormonas, psicología y dota de medicinas a las personas transgénero. Sólo que ahí no se practican cirugías de reasignación de género. Una persona transexual en el DF necesita dos dictámenes periciales emitidos por sexólogos o médicos especializados en la reasignación; el proceso de la emisión de una nueva acta dura alrededor de cuatro meses. Los residentes en el DF que sean de otros estados necesitan comprobar seis meses de estancia en la capital para poder acceder al cambio de acta. Una vez que el Registro Civil desahogó las pruebas y las autorizó, notifica a la Secretaría de Relaciones Exteriores, el IFE, las procuradurías y la Secretaría de Gobernación. Ningún estado de la República tiene legislación al respecto. En diciembre de 2009, a raíz de un juicio llevado a cabo por el abogado Víctor Hugo Flores, la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que el sexo sicosocial debe prevalecer por encima del biológico. El litigante llevó un caso de un transexual de provincia –el nombre lo mantiene bajo reserva—que tardó cinco años en rectificar su acta. La diferencia de los estados con respecto al DF es que ahí el Registro Civil únicamente hace una anotación marginal al acta y no levanta una nueva. El abogado Flores quiere crear jurisprudencia para lograr ganar al menos cinco casos y que con esos criterios se rijan los estados para así poder celebrar las reasignaciones de actas en toda la República.

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¿Cuánto cuesta ser transexual? Hay presupuestos para cada bolsillo. Lo más económico es acudir a la Clínica Condesa del DF y ahí las hormonas y la terapia son gratuitas. La reasignación de acta cuesta entre 15 mil y 30 mil pesos. En el ámbito de las cirugías el catálogo varía según la calidad de los implantes, el prestigio del médico o la clínica donde se practiquen. Las principales intervenciones externas son: • Aumento de busto • Levantamiento de busto • Lipoescultura (reducción de grasa y moldeamiento del cuerpo) • Aumento de glúteos con lipoinyección • Aumento de glúteos con implantes • Cirugía de Abdomen • Cirugía de Nariz • Cirugía de Orejas • Cirugía de Párpados • Contorno Facial • Microlipoplastia Facial (rejuvenecimiento del rostro) • Resección de ginecomastia (quitar senos) • Lifting de muslos (delinear las piernas) • Aumento de pantorrillas Las operaciones definitivas son: • Vaginoplastia (nueva vagina) • Faloplastia (construir un pene) Depende el número de las cirugías y el hospital donde se ejecuten, no existe un precio definitivo. Una vaginoplastia puede costar desde 100 mil hasta 400 mil pesos, por ejemplo. En las cirugías intermedias depende si los implantes son usados o con la última tecnología. Pero hay casos de personas que han invertido más de un millón de pesos en su cuerpo.

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Es importante enfatizar que la transexualidad está en la mente de las personas. Es posible utilizar prótesis, ropa especial y accesorios, en caso de que no tengas dinero para la operación. Al final de este libro viene un directorio de asociaciones, centros de reunión y doctores especialistas en el tema que te pueden ayudar.

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Reasignaciones de acta en el DF La Consejería Jurídica del gobierno capitalino reportó 46 inscripciones de reasignación de acta entre el 10 de octubre de 2008 y el 1 de diciembre de 2010. En total, en ese periodo 28 personas pidieron su cambio de hombre a mujer y 18 de mujer a hombre. Dos casos son de originarios de Baja California, igual número a Oaxaca, y sólo un caso para Michoacán, estado de México y Tlaxcala. El resto son de capitalinos.

Consejos para padres de hijos trans 1. No se culpen. Si su hijo sufre disforia de género no necesariamente quiere decir que hicieron las cosas mal. 2. Hablen con su hijo en vez de imponerle sus decisiones. La disforia de género no es un vicio ni una enfermedad. 3. Jamás revelar su condición sin su permiso. Ellos deben decirlo cómo y a quien quieran. 4. Estar en contacto y familiarizado con el mundo transgénero. 5. No permitir que lo discriminen y reforzarle su amor con expresiones cariñosas y cuidados. Fuente: CECASH

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II.- AVERSIÓN “Si uno no entiende a otra persona tiende a considerarlo un loco”: Carl Jung

Homicidios masivos. Número 117. Valentín Miranda Castro, “La Cynthia”. 25 años. Lugar donde aparece el cadáver: la calle. Entidad federativa: México, Tlalpan. Estado del cuerpo: arma de fuego. Número 127. José Antonio Lara Arévalo, “La Vicky”. No especifica edad. Lugar donde aparece el cadáver: la calle. Entidad federativa: México, Coyoacán. Estado del cuerpo: arma de fuego.

El Informe de Crímenes de Odio por Homofobia en México 1995-2008 elaborado a partir de la revisión de 71 diarios locales y nacionales consigna 80 homicidios contra personas transgénero en todo el país. Veintinueve de ellos en el Distrito Federal. Antonio Medina, pieza clave para elaborar el informe, descubrió que, en la mayoría de los casos, quienes cometían los crímenes de transfobia eran uniformados. Número 152. Ricardo Javier Ruvalcava Martínez, “Linda”. No especifica la edad. Lugar donde aparece el cadáver: casa. Entidad Federativa: Escobedo, Nuevo León. Estado del cuerpo: golpeado. Número 191. Max Humberto Guerrero García. 38 años. Entidad federativa: México, Iztapalapa. Estado del cuerpo: arma blanca.

El Informe de Crímenes de Odio por Homofobia en México, 1995-2008 es el único en registrar los casos de crímenes contra personas transgénero en el país. Los criterios para elaborar este documento excluyen “agresiones menores”. Número 197. Alejandro Delgado Najar. 21 años. Lugar donde aparece el cadáver: hotel. Entidad federativa: Guadalajara, Jalisco. Estado del cuerpo: asfixia. Número 246. “La Muda”. Lugar donde aparece el cadáver: calle. Entidad federativa: Tenosique, Tabasco. Estado del cuerpo: degollado.

Puede saltar la pregunta ¿pero, cómo sucede esta especie de masacre casi imperceptible? Un policía se lo explica perfectamente a Gaby: “Los putos como ustedes no tienen derechos”. A Gaby el cabello rubio rizado le cae como una cascada sobre su ceñido vestido morado de donde emergen dos senos que con absoluta disposición presume orgullosa cuando algún “hetero” la rechaza. El trabajo sexual y su disciplina en las finanzas personales le permiten comprarse su casa y amueblarla. Pero en este principio de siglo ser transexual y sexoservidor en México es una combinación fatal. Número 247. “Dulce”. Lugar donde aparece el cadáver: domicilio. Entidad federativa: Jalapa, Veracruz. Estado del cuerpo: Arma blanca. Número 248. “Cork”. Lugar donde aparece el cadáver: calle. Entidad federativa: Jalapa, Veracruz. Estado del cuerpo: destrozaron su cabeza con una piedra.

Es una noche mugrienta como suelen ser en las calles cercanas al Metro Revolución. Zonas de bo-

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rrachines, saqueos y palizas. A cierta hora no hay ley. Dicen que durante la noche, todo vale. Otros juran que vale todo las 24 horas del día. Si existen reglas, las hacen cumplir a su modo los policías. Uno de “los tiras” le exige a Gaby quitarse de la calle. No presenta orden alguna ni documento judicial. El enunciado imperativo “quítate puto” es cotidiano y si los transexuales no hacen caso se arriesgan a ser acusados de alboroto, escándalo, desobedecer a un policía o faltas a la moral. En 2007 Gaby está en la calle, esperando un cliente, no tiene nada de ilegal su posición. Ningún vecino se ha quejado de escándalo, una de las pocas condiciones para que la policía, legalmente, pueda obligar a un trabajador sexual a retirarse de una esquina. Gaby necesita dinero, hay que pagar las letras vencidas de muebles. Cobra 300 pesos por desnudo total, sexo oral, caricias, masaje y penetración. Gaby aguarda con los senos casi a la intemperie la llegada de un cliente. Pero éste no llega. “Que te quites”, repite el policía. Gaby se niega. El uniformado baja de su patrulla, quiere apartarla a empujones. A Gaby el instinto le cuesta caro: sin darse cuenta, al defenderse sus uñas arañaron el rostro del oficial. El error la lleva a pasar tres años siete meses y quince días tras las rejas. Hoy en día es difícil platicar con ella. No porque sea hosca o tímida, Gaby es prácticamente sorda. Tiene que acercarse a los labios de su interlocutor casi a dos centímetros y ni así capta con exactitud la lógica de una pregunta simple. Aunque, eso sí, cuando abre la boca es tan parlanchina como una mujer en una despedida de soltera. No se entera muy bien de los diálogos del policía con el Ministerio Público

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cuando narra lo ocurrido. Ella se lo hace saber a los presentes. “Hablen más fuerte, no entiendo qué está pasando”. Lo único que alcanza a escuchar de voz de un policía es una mentira nada piadosa: “Todo saldrá bien”. Los tres años, siete meses y quince días -Gaby recuerda con nitidez el plazo- los transita en el reclusorio Oriente. Sólo de hombres. Número 256. Desconocido. 30 años. Lugar donde aparece el cadáver: terreno baldío. Entidad federativa: Ecatepec, estado de México. Estado del cuerpo: asfixia, pies y manos amarradas. Número 259. Orlando Aguirre. 33 años. Lugar donde apareció el cadáver: casa. Entidad federativa: México, Cuauhtémoc. Estado del cuerpo: golpes en la cabeza por un objeto pesado.

Tras las rejas, Gaby padece en carne propia la corrupción que opera en el sistema penitenciario mexicano. A diario debe dar quince pesos a los guardias para evitar comer “rancho”, un bodrio de revolturas alimenticias tan apetitoso a la vista como el vómito de un borracho. Los celadores juran que es avena de maíz rico en proteínas. Pasar por ser transexual, ser humillado en la escuela, en casa, en la calle y trabajar para los clientes de Metro Revolución le ha dado la suficiente pericia para convivir en el mundo criminal. Nada le espanta. Se ayuda de su extrovertida personalidad para hallar un poco de tranquilidad en esas confinadas celdas. Así da con un contacto que le ofrece un camarote para ella sola, una celda donde puede dormir sin tener que despertar atrofiada por haber pasado una noche de pie y amarrada a unos barrotes por

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falta de espacio, lo que padeció cuando pisó por primera vez la cárcel. “Perdí todo, mi casa, mis muebles dejé de pagar, ahorita estoy empezando. Me voy recuperando y apenas logré sacar mi acta de nacimiento que la tuve que mandar traer de no sé donde y ya estoy consiguiendo mis papeles, pero es difícil porque nos ponen muchas trabas para la credencial de elector”. Número 260. José Carlos Rodríguez Ramírez. 48 años. Lugar donde aparece el cadáver: hotel. Entidad federativa: México, Cuauhtémoc. Número 270. Desconocido. Lugar donde apareció el cadáver: domicilio. Entidad federativa: Tijuana, Baja California Norte. Estado del cuerpo: arma de fuego.

Gaby tiene poco menos de un año fuera de prisión, pero nada la exenta de que el episodio vuelva a ocurrir, porque regresó a la calle, al mismo lugar donde se la llevaron. Por otro incidente policíaco casi idéntico, Coral estuvo cuatro meses y medio en el reclusorio Norte. — ¿Con puros hombres? — Sí, ahí te tienen revueltos, te tienes que defender — ¿No abusaron de ti? — No, hasta eso no, pero sí la pasé muy mal. Para la comida es un desmadre allá adentro, te la sirven en botes y le echan de todo, yo tuve que comer muchas veces rancho ya cuando comencé a generar dinero pude comer comida selecta como tacos. El Reclusorio Norte es el más cabrón que hay ahorita, yo pienso, está muy pesado. Muy lleno, más gente, en una celda hay hasta veinte presos.

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Duermes hasta parado, a mí me tocó dormir parada, me amarraron de las manos en la reja y de los pies y así me quedé dormida, dormida. — ¿Cómo amaneciste al día siguiente? — Bien adolorida, ¡imagínate!, amarrada en la celda toda la noche. Como doce horas amarrada. Me colgaron como si fuera un objeto de ellos, como maniquí. La organización Transgender Europe (TGEU) ha documentado 426 homicidios contra personas transexuales en los últimos dos años y medio en todo el mundo. Equivale a un asesinato cada tres días. En Brasil se cometieron 59 homicidios en 2008; 68, 2009, y 40 entre enero y junio de 2010. En México, 4 en 2008; 10 en 2009, y 9 en enero-junio de 2010. En contraste, en toda Europa se habían detectado cinco crímenes en 2010 y en Asia únicamente cuatro. Existen organizaciones que han llevado una estimación de las agresiones en la ciudad de México. La asociación Ángeles en Búsqueda de la Libertad, que integra a trabajadoras sexuales trans, calcula alrededor de 45 homicidios en los últimos 20 años, y ya dejó de llevar la cuenta de las “agresiones menores”. Otra es la versión de las autoridades. El exsubprocurador de Averiguaciones Previas Centrales de la Procuraduría General de Justicia del DF, Jesús Rodríguez Almeida, asegura que en los archivos de la dependencia no hay una sola investigación relacionada con homicidios contra personas transexuales. En sus oficinas, le hablo del Informe de Crímenes de Odio por Homofobia en México 1995-2008, de las notas periodísticas que consignan los homicidios, de los testimonios de Ángeles en Búsqueda de la Libertad y de las revelaciones de Transgender Europe.

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El funcionario insiste en que la PGJ ni siquiera ha encontrado o recibido denuncias sobre cuerpos de transexuales asesinados por transfobia. En cambio, manifiesta que este año la PGJ del DF ha documentado 120 homicidios en 2010 contra personas homosexuales, de los cuales han sido resueltos 66. El año pasado la cifra fue de 137 casos y en 2008 de 73. Un 95 por ciento de los homicidios por homofobia, refiere Rodríguez Almedia, se trató de “crímenes pasionales”. “En la gran mayoría de estos asuntos los homicidas tienen una relación ya sea sexual o emocional o de pareja con las víctimas, en casi todos los asuntos que tenemos. Los agresores han sido también en ocasiones personas muy cercanas a la víctima o con quienes tenían una relación digamos de orientación sexual similar”. _._ La discriminación cotidiana Al Consejo Nacional para Prevenir La Discriminación (Conapred) han llegado 43 quejas y 19 reclamaciones presentadas por la comunidad transgénero. Por medio de la ley de transparencia obtuve acceso a los recursos.

CONAPRED/DGAQR/166/05/DQ/I/DF/Q77. Acude al grupo Alcohólicos Anónimos, pero no se le permite subir a tribuna por ser una persona transgénero. CONAPRED/DGAQR/379/07/DQ/I/DF/Q174. Transgénero. Acude a un OXXO, donde solicitó una tarjeta telefónica que se le había perdido; sin embargo, el encargado del establecimiento le da un trato denigrante y la saca con un empujón, lo que provoca su caída.

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CONAPRED/DGAQR/540/07/DQ/I/BC/Q255. Presenta queja porque la empresa Televisa le niega el empleo de atención a clientes, ventas o telemarketing por ser una persona transexual y por su apariencia física, ya que a su consideración se viste muy llamativa. CONAPRED/DGAQR/438/09/DQ/I/AC/Q205. Es una persona transgénero y es elegida para participar en la película “Abel”; sin embargo, durante las grabaciones, se percata que el personal de producción y vestuario hacen comentarios discriminatorios por su sexualidad (sic).

Los casos se presentan de manera sucinta. Apenas se aborda en un párrafo el problema en general y su número de folio. Es por ello que solicito a Hilda Téllez Lino, directora General Adjunta de Quejas y Reclamaciones del Conapred, una explicación más detallada. Me obsequia copias resumidas de algunos casos, reservándose los nombres tanto de los afectados como de quienes cometieron actos de discriminación. Así lo marca la normatividad.

CONAPRED/DGAQR/456/09/DQ/I/QR/Q218. Travesti. Por políticas del centro nocturno Coco Bongo, personal de éste se niega a venderle el boleto de entrada, debido a su forma de vestir —usar vestido y peluca—. CONAPRED/DGAQR/397/08/DR/II/NAL/R282. Personas transgénero, gays y lesbianas jaliscienses están siendo discriminadas y recibiendo abusos por parte de funcionarios del IFE al tramitar su credencial. CONAPRED/DGAQR/244/07/DR/II/JAL/R143. Personal del DIF en Jalisco separa a una niña de su mamá, en virtud de ser transexual. CONAPRED/DGAQR/79/06/DR/II/TAB/R36. Las personas travestis que realizan trabajos sexuales en el Municipio del Centro en Tabasco son hostigadas, al ser detenidas por policías y trasladarlas para efectuarles la prueba de Elisa-VIH sin su consentimiento.

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Ocurre en Ciudad Juárez, Chihuahua, el 24 de mayo de 2007. Miembros de la Policía Militarizada irrumpen sin ninguna orden judicial en cinco domicilios de personas transgénero. Roban sus pertenencias, las golpean y las remiten a la Estación Delicias, donde se les multa sin explicarles por qué delito. “Asimismo, en cualquier lugar de la ciudad amenazan de muerte e intimidación tanto a mujeres transgénero como a personas que se dedican a prestar sexoservicio, mujeres lesbianas, personas gay e inclusive contra quienes se dedican a la defensa y promoción de los derechos humanos”, refiere el expediente CONAPRED/DGAQR/295/DR/ II/CHIH/R165. El Conapred solicitó a la presidencia municipal, a la Secretaría de Seguridad Pública y Protección de Ciudad Juárez una investigación al respecto y pidió la colaboración de la Comisión de Derechos Humanos del estado. El organismo carece de facultades para castigar a las autoridades o particulares que discriminen a una persona por su orientación u condición sexual. Lo más que puede hacer es someter a conciliación una queja y, si este proceso fracasa, emite recomendaciones al afectado tales como recurrir a instancias que sí tengan la capacidad de reparar el daño. La animadversión por las personas transexuales no excluye a personas letradas u hombres de ciencia. Un ejemplo de discriminación es el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). Cita el resumen del expediente CONAPRED/ DGAQR/169/09/DR/I/DF/R90: “Personal del CONACYT proporcionó un trato diferenciado a la peticionaria por ser una persona

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transgénero, al darle un trato cortante y grosero, refiriéndose hacia ella como aquel hombre o aquel señor. “Al CONACYT acudía vestido de hombre, pero en virtud de que se está realizando sus terapias de reemplazo de hormonas y su apariencia está cambiando, posteriormente acude como mujer, lo cual trajo como consecuencia que le brinden un mal trato”. El Conapred interviene ante la queja de la afectada y logra convencer al CONACYT de recibir un curso de sensibilización sobre la cultura de la no discriminación dirigido a sus trabajadores. Ser profesor y transexual, al mismo tiempo, es otra combinación que no cabe en algunas mentes. Así ocurre en la Universidad Tecnológica de México (Unitec) plantel Sur. Un profesor es despedido por indicaciones del director de la universidad mediante su directora académica que le hizo saber que el responsable del centro de estudios “no quería volver a verlo por homosexual y afeminado y le indicó también que ‘si no le daba pena ir así, con pechos y caderas y pelo largo, que no querían gente como él en ese plantel’”. La maestra es despedida. El Conapred interviene y logra que la Unitec pague una indemnización a la peticionaria, así como expedir una carta de recomendación para que consiga otro trabajo. Pero no todos los casos tienen un final feliz, menos cuando se trata de particulares. En 2007 Conasida y la Comisión de Derechos Humanos en Yucatán organizan un congreso sobre prevención en VIH. Eligen al hotel Ref Club para hospedarse. Lo que no saben es que las políticas

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de ese establecimiento son eminentemente homófobas. Entre los asistentes son convocados personas transexuales. “(…) El personal de dicho hotel pidió a los jóvenes asistentes a ese evento que iban vestidos de mujeres, ‘se vistieran como hombres’; hecho que se repitió cuando personal de ese hotel indicó a los jóvenes vestidos de travestis que asistieron a la discoteca del lugar que ‘no podían vestirse así’”. El Conapred invita al dueño del hotel Ref a participar en un procedimiento conciliatorio. El representante legal del negocio se niega a asistir, bajo la argucia de que “no había existido discriminación en agravio de los participantes y que esa era parte de las políticas del hotel”. Llamé al hotel para pedir una explicación por el caso. Nadie quiso hablar al respecto. Desde luego, Hilda Téllez Lino, directora General Adjunta de Quejas y Reclamaciones del Conapred, ratifica que sí hay un acto discriminatorio, aunque el organismo no lo puede sancionar. En cambio, sugiere al consejero jurídico del gobierno de Yucatán y al director de verificación de la secretaría de turismo del estado “verificar los lineamientos y reglamentos internos que operan en dicho hotel”. A pesar de los agravios contra las personas transexuales, Téllez Lino llega a una conclusión que la alienta: “Es uno de los sectores de la población que tienen un mayor activismo en la defensa de sus derechos”. Y eso significa que rara vez dejan pasar una discriminación en su contra.

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_._ Nombre: Alma Delia Entidad de nacimiento: Guerrero Años en el servicio sexual: 36 Acusaciones por homicidio: 2

Alma Delia es una estampa fiel de qué le puede ocurrir a una trans si decide dedicarse al trabajo sexual. Y no son pocas las que lo hacen, muchas veces es la regla. ¿Cómo vas a ascender en una empresa si tus documentos no corresponden a tu identidad? Sólo las estéticas y el comercio del cuerpo dejan dinero en este universo, salvo contadas excepciones. Cuando llegues a la calle lo más probable es que te acusen de algún delito, como robo u homicidio. También te van a extorsionar. La policía no dejará de joderte y verás año con año cómo asesinan a tus compañeras. Claro, si antes tú no fuiste la víctima fatal. En los noventa, Alma Delia convalece de hepatitis cuando unos policías irrumpen en su casa. — Tú asesinaste a dos transexuales. — ¿A quienes? — Perla e Ivonne. Alma Delia apenas ve en un par de ocasiones a las víctimas. Las saluda, como a cualquiera de sus compañeras de trabajo, pero amigas, no, desde luego que no. “Un amigo, decimos nosotras en el talón, es un peso en el bolsillo”. La discreción es una de las reglas no escritas en el ambiente del trabajo sexual trans. Que una compañera del talón toque el timbre en casa de otra y de paso se tome la molestia de plati-

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car con su marido puede ser interpretado como un intento de bajar al novio. Y casi nadie quiere aventarse a ser esposo de una trans. Alma Delia dice que no tiene amigas en su ambiente de trabajo. Sólo compañeras. Esa ética personal la lleva a mantener distancias con Perla e Ivonne. Las saluda por cortesía. No sabe más. Ni quiere saber. Durante un mes, interrogan a Alma Delia, mientras su cuerpo es atacado por la hepatitis. ¿Dónde las mataste?, ¿Cuándo se veían?, ¿de dónde eran amigas?, ¿de dónde sacaste la pistola?, ¡deja de mentir, sabemos que lo hiciste! No hay respuesta satisfactoria para la policía y ella simplemente no conoce a las dos mujeres. Ivonne aparece muerta en Periférico Sur y Perla en las cercanías de esa zona. Ambas trabajan juntas, en pareja, algo común en la calle para evitar enemigos que acechan. A veces los grupos son de tres y hasta veinte personas. Trabajan en equipo, coordinados por una “madrota”, mujer trans que se encarga del negocio a cambio de un periódico soborno. Los cuerpos de Perla e Ivonne fueron baleados. No es una práctica extraña en la calle. Justo en Avenida Zaragoza masacran a tiros a “La Maestra”, una meretriz que complementa su sueldo con clases particulares de inglés. Muere como muchas trans, en la calle, con un disparo. Una práctica de los automovilistas por la noche: gatillan como si fueran patitos de metal en una feria. Si eres trans, no puedes presentar otros testigos trans que te defiendan. El juez dirá que no tienen calidad moral para ratificar tu dicho. Los familiares

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rara vez respaldan a las víctimas. Consideran que ya bastante tienen con ser parientes de un “monstruo satánico” –así le han llegado a llamar a Alma Delia clientes después de eyacular, cuando les brota el sentimiento de culpa-. Alma Delia se salva de la cárcel por el homicidio de Ivonne y Perla. Pero no de la despiadada corrupción policial. En agosto de 2010 alguien que nunca ve en su vida la acusa en complicidad con dos policías para robarle tres mil pesos. Pero ese solo testimonio basta para que sea llevada por una patrulla a una agencia del Ministerio Público. Los policías, el juez y el cliente le piden ocho mil pesos para reparar el supuesto daño. Alma Delia jamás carga con esa cantidad de dinero, a veces no gana nada como trabajadora sexual, otras sólo 100 pesos, el equivalente a un servicio completo. Por eso también debe vender comida en tiendas de servicio. Entre sus productos ofrece mixtote y pozole. Son ocho mil pesos o pudrirse en la cárcel. A ella le toca ver cómo algunas compañeras pasan tres, cuatro o hasta cinco años en prisión sólo porque se niegan a pagar la extorsión oficial. Ya vieron lo que pasó con Gaby. Alma Delia prefiere conseguir los ocho mil pesos. Hoy en día, está endeudada con amigos y familiares, pero prefiere eso a darle el disgusto a su octogenaria madre de tener a una hija en la cárcel. Bastante tuvo con tratar de comprender términos como disforia de género. Las desventuras de Alma incluyen un capítulo donde su cabeza es tan pateada como un balón de futbol en la final de la Eurocopa, guardando las proporciones. Camina por la calle cuando unos

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fanfarrones no dudan en agredirla con el típico: “¡Puto!”. Ella responde la ofensa con un automático: “¡Chinga tu madre”. Los tipos la tunden en el piso y le provocan ocho puntadas en la cabeza. Nombre: Laura Entidad de nacimiento: Distrito Federal Edad: 39 años

La cara de Laura es una bolsa que guarda residuos de las hormonas más populares del mercado negro. Se ha inyectado Metrigen Fuerte (jeringas con benzonato de estradiol), el anticonceptivo Patector Rosa , Prolidon 500 (progesterona), Perlutal (Acetofénido de algestona), Gravidinona y distintas pastillas con estrógenos compuestos. Por acumulación de aceite en su rostro debió someterse a una intervención si no quería quedar hinchada de por vida. Una vez Laura espera a un cliente cuando la rodean dos coches. Desde el interior de los automóviles, unos jóvenes le disparan dardos. Otros bajan con tubos y la golpean en la espalda. Laura se abraza a un árbol. Intenta cubrirse. Unas chicas les dicen a sus acompañantes que es suficiente. Sólo ese clamor logra que los jóvenes embriagados de ira detengan la paliza. Más de dos décadas en la calle le dan a Laura impecables lecciones de intuición. Su cuerpo siente cuando un cliente es un buen tipo y cuando querrá acabar con ella. No sabe ponerlo en palabras, no necesita. Ese sexto sentido provoca que un día Laura salte de un automóvil a más de 60 kilómetros por hora.

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Siente que ese hombre puede ser su asesino. El trato, las palabras, el gesto y un conjunto de factores que no tiene tiempo de analizar le alertan, es un criminal, ¡salta! Y eso hace. No recuerda cómo llega a casa, ni siquiera dónde se golpea o en qué lugar ocurre. Sólo sabe que amanece semidesnuda, en tacones y repleta de magullones. La bolsa y el teléfono se han esfumado, pero es lo de menos. Su instinto le salva la vida. Llamamos transfobia al conjunto de creencias, opiniones, actitudes y comportamientos de agresión, odio, desprecio, ridiculización, etc., que se producen contra las personas trans: Red Transfobia.

Los clientes de las sexoservidoras trans no son muy distintos de los que acuden con mujeres “normales”. Les prometen que las sacarán de la calle, que serán sus esposos y las mimarán con fervor. Nunca ocurre. Al contrario, cuando eyaculan, huyen como de una escena de crimen. Rubí Arzola está desencantada. No más promesas para ella. Ha ahorrado lo suficiente para abrir un salón de belleza en Cuernavaca. Quiere hacer su vida, fuera de la calle. Durante año y medio Rubí estudia cosmetología. Guarda plata para pagar sueldos y permisos del salón por lo menos desde el día de su apertura hasta los seis meses. Estima que en ese lapso su salón se sostendrá por cuenta propia y resolverá las necesidades básicas de la vida. Los integrantes de Ángeles en Búsqueda de la Libertad, ONG dedicada a ofrecer servicios jurídicos, de salud, odontológicos y orientación a traba-

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jadoras sexuales, se enorgullecen de su compañera, aunque el entusiasmo se evapora. Rubí aparece cerca de la estación del Metro Candelaria. Sin futuro. Y sin vida. Su cuerpo, atravesado con una varilla de construcción que entra por el pecho y sale de la espalda. La cabeza, degollada. No es la única pérdida para Ángeles en Búsqueda de la Libertad, organización donde algunos de sus miembros son simpatizantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Todos recuerdan a “La Rambo”, quien interpreta en bailes de cabaret al personaje que dio vida Silvester Stallone. En los clubes gay o del ámbito hipster del DF es común que a la medianoche haya espectáculos exóticos con trans o drag queens; hombres vestidos de mujer –no necesariamente transexuales—que hacen imitaciones de artistas famosos. Es así como se gana la vida también gente como “Paquita”, una corpulenta trans que clona a “Paquita la del Barrio” en el bar kitsch La Perla, en el Centro Histórico del DF. A este tipo de lugares acuden jóvenes en grupo a divertirse, que ven en un show travesti la oportunidad de presumir por Facebook que la pasaron bomba el fin de semana. “La Rambo” es una de esas atracciones. Tiene un problema: ha interpuesto una denuncia contra su casera. El motivo: los recibos de renta salen a nombre de una persona distinta a la que firma el contrato. Jaime Montejo, líder de Brigada Callejera, intenta explicar a “La Rambo” que lo más probable es que su casera sea narcomenudista, debido a su extraño comportamiento, sumado a que vive en una zona de alta incidencia delictiva.

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“Entonces nos dice: la que me cobra dirige el rollo del narcomenudeo en la colonia. Le dijimos ¡no mames te van a matar cabrona!”, recuerda Jaime. “La Rambo” revira: “A mí la gente me quiere mucho”. “La Rambo” no vive sola. Tiene como compañera de departamento a una trabajadora sexual. Juntas se acompañan, cuidan y vigilan. No es suficiente. Aparece degollada afuera de su departamento; las heridas de su cuerpo indican que luchó hasta el último suspiro contra su agresor. De la compañera de cuarto de “La Rambo”, ni noticias. Donde quiera que uno mire, allá hay un trans víctima de la violencia. Incluso, dentro de la propia pareja. Como le sucede a Cynthia, su hombre le quita la vida con una plancha. El novio es stripper. Tras el crimen, desaparece de la faz de la Tierra. O la dramática historia de “Mariposa”. De un día para otro deja de ir a la calle. Sus compañeras se preocupan. Y cuando se sabe que doce cuchilladas ponen fin a su existencia, se preocupan aún más. A Krizna, por poco, la incluyen en la lista de víctimas fatales de Ángeles en Búsqueda de la Libertad, pero vive para contarlo. Su caso ayuda a explicar por qué no hay asesinos de transexuales en la cárcel. Una noche, un cliente algo borracho sube a Krizna a su automóvil. No hay tiempo para platicar cuando una calle después, una patrulla ordena al conductor detener su automóvil. Dos policías ministeriales del DF han estado siguiendo a Krizna y al automovilista. A este último le ordenan bajarse del vehículo, amén de entregar su licencia y credencial

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para votar. Krizna lleva años de oficio, pertenece a una asociación politizada, conoce sus derechos, obligaciones y sabe que el ejercicio del trabajo sexual no es un delito. Cuando mucho puede ser una falta administrativa si es que los vecinos se quejan de un gran escándalo. No es el caso. Pasado el mal trago, eso mismo intenta explicarle al cliente, pero este enloquece y sin reflexionarlo la arroja del auto. Krizna regresa a su esquina pensando que se trata de una extorsión. Otra más. Se cuestiona si los policías la siguieron o, por el contrario, utilizan catalejos, como ya le ha ocurrido. Piensa que se ha salvado del incidente. Pero el cliente reaparece, se para a pocos metros, apunta con su pistola y lanza: “¡Ya valiste madres, te voy a matar, tú trabajas de acuerdo con los policías!”. Los policías alcanzan al tipo, lo detienen y luego le recetan una cantaleta de buenas costumbres que termina con una extorsión. Por lo general, la bofia amaga con tener videos del encuentro, con acusar a la víctima de exhibirlo ante su familia o con hundirlo en la cárcel. Todo, por hacerse de unos dos mil pesos, monto promedio de “la mordida”. Para asegurar que su delito se concretara, los uniformados le aseguran que Krizna trabajaba con ellos; mentira absoluta. Como sea, Krizna tiene frente a sí una pistola y a un hombre enfurecido dispuesto a dispararla. Krizna se juega su última carta. “Lo que hice fue tomarlo de la mano donde tenía la pistola, agarrarlo de la muñeca con la mano izquierda y con la mano derecha, el codo y los brazos empecé a estrujar su cuello en lo que azotaba la muñeca contra la pared, pero viendo que el cañón de la pistola apuntara hacia otro lado”.

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Forcejea con su cliente, cuando dos patrullas de la delegación Cuauhtémoc, observan la escena y pasan de largo. Krizna es corpulenta. Con su fuerza, logra que el cargador y las balas caigan al piso. Y finalmente, una patrulla de otra delegación se detiene a intervenir. Curiosamente, los policías de la delegación Cuauhtémoc se aparecen en el lugar minutos después y se hacen cargo de Krizna y su agresor. Los llevan a la cuarta delegación del Ministerio Público del DF. Krizna escucha que un policía reconoce a su agresor y le dice a otro uniformado: “Ay no mames güey acabamos de detener a este culero y ahora ya lo traen ¿por qué?”. Otro explica: “Por intento de homicidio”. A lo que el primero revira: “Si apenas si tiene como una hora que lo apañamos”. Krizna ha perdido esa noche. No llevará dinero a casa. Tiene casi una hora esperando a que la justicia atienda su caso cuando los policías de repente le informan que su proceso se llevará a cabo en la agencia 50 del Ministerio Público. Al llegar ahí, Krizna se encuentra con una maraña de reporteros de nota roja. Quieren saber por qué había querido asesinar a su cliente. Krizna no tiene más remedio que escabullirse. Durante dos horas, relata a un escribano los detalles del episodio de esa noche. Le advierten que tendrá que esperar hasta el día siguiente para ratificar su demanda. Conocedora de sus derechos, la víctima exige una copia de su declaración. El agente se la niega. Por la mañana Krizna regresa a la agencia del Ministerio Público para ratificar su demanda. El agente

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le advierte, “piense bien las cosas, lleva todas las de perder, mejor retire la demanda”. Krizna amenaza con denunciarlo ante la Función Pública por incumplir con el otorgamiento de un derecho constitucional. A regañadientes, el hombre ratifica la demanda. “Los asesinatos se dan porque la misma policía está coludida o tiene culpa en este tipo de situaciones, porque con tal de seguir extorsionando, con tal de seguir delinquiendo, nos ponen como chivo expiatorio”. El hombre de la pistola sale libre al poco tiempo. Y Krizna aún trabaja en la calle, a merced de clientes como él. Ángeles en Búsqueda de la Libertad se ha enterado de casos en que los asesinos de trans obtienen su libertad a cambio de 150 mil pesos. El sistema judicial en México no defiende a todos por igual. Al menos, no a alguien que vive en un cuerpo equivocado. Para los policías, los trans son carne tierna, ideal para ser extorsionado, acusado de robo, de homicidio, de agresión, de faltar el respeto en la vía pública, de faltas a la moral, de atracar a sus clientes… Son su caja fuerte, su gallina de los huevos de oro. ¿Quién puede probar lo contrario?, ¿quién desmentiría a la policía?, ¿otro transexual? Los trans están atrapados. Mientras tanto, el gobierno del Distrito Federal se acerca a las trabajadoras sexuales y les receta manuales de buena conducta sobre cómo dejar el talón. Les explica que son víctimas de explotación sexual, que mejor se consigan un empleo digno; al mismo tiempo, en los operativos los tratan como si fueran delincuentes confesos.

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El 2005 descubre los abusos atroces cometidos contra los trabajadores sexuales trans. El gobierno del DF enloquece buscando hallar a un asesino serial de ancianas, apodado la “Mataviejitas”. Los servicios de inteligencia de la administración capitalina indican que el homicida es un transexual. Basta con esa falsa pista para desatar una guerra. En Tlalpan, Insurgentes, Izazaga, Revolución y todos los puntos donde se prostituyen los transexuales se realizan detenciones. Les toman huellas dactilares, las fotografían, las desnudan, “las fichan”, como se resume en el argot policial. En octubre de ese año, la comunidad transexual protesta frente a las instalaciones de la Comisión de Derechos Humanos. Han sido golpeados, torturados y en algunos casos, juran, incluso robados en la comisaría. “Los policías llegaron gritando que nos subiéramos a las patrullas y a las que no se querían subir las patearon. Uno de ellos me arrancó mis cadenas de oro y se llevó mi celular y mi dinero. Fui a la policía con mis facturas para reclamarles que me devolvieran mis cosas y me dijeron que ellos no podían hacer nada”, denuncia una víctima. En un solo fin de semana, detienen a medio centenar de travestis. A cada una, las multan hasta por 1.400 pesos por ejercer la prostitución. No hay respiro. A las trans que se niegan a participar y deciden permanecer en su automóvil la policía las rocía con gas lacrimógeno. La “Mataviejitas” es detenida el 25 de enero de 2006. Se trata de Juana Barraza Samperio: no es trans, es una enfermera aficionada a la lucha libre

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con facciones varoniles. Mataba a las mujeres, dijo, porque de niña su madre la maltrató. El daño está hecho. La policía tiene toda la información de las transexuales que han sido detenidas durante los operativos. Los operativos se repiten en 2008, en diciembre de 2009 y en enero de 2010. En estas ocasiones el pretexto no es pescar a la “Mataviejitas” sino, dicen, combatir la trata de blancas y la prostitución infantil. Jaime Montejo, de Brigada Callejera, conoce perfectamente este sistema de extorsión, operativos, redadas, detenciones. A su organización llegan cientos de trabajadores del talón de todas partes del DF. Una política de esta asociación es no contar con agremiados. Es sólo un centro de ayuda, no un padrón. Esta política tiene una razón, en el ambiente también hay ladronas y criminales. No todas las sexoservidoras son santas que sufren del acoso policial. El lado oscuro de los seres humanos no se detiene a discriminar por razones de condición sexual. “La gente es buena y mala en cualquier lugar”, resume con simpleza Paul McCartney en su éxito pop Ébano y Marfil. Sólo que Brigada Callejera se ha enfocado en atender urgencias de trabajadoras de la calle, que no son pocas. Enfermedades venéreas, embarazos a corta edad, infecciones en los genitales, en la boca, cuchillazos, asesinatos, acusaciones por robo. En la ONG se ve de todo. Dicen que no hay demasiadas denuncias por discriminación o violación a derechos humanos porque cada vez que las realizan, la policía termina acusándolas de robo, y encarcelándolas con cualquier pretexto.

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Una trans que se atreve a denunciar a un policía recibe una amenaza directa de un jefe de grupo: “Si mi elemento se va a la cárcel, te chingo”. Nunca ratifica la demanda. Aprendió la lección. El exsubprocurador del Distrito Federal Jesús Rodríguez Almeida se dice extrañado de los informes de homicidios, de los masivos crímenes contra la comunidad trans y de las agresiones en su contra. Si hubiera tantas muertes, reprocha, habría asesinos tras las rejas. — Ellos no se animan a poner una denuncia por temor—le increpo. — Aunque no la presenten, siempre que aparece un cadáver investigamos de oficio. El gobierno del DF no tiene un solo caso de homicidios. Pido una entrevista a la dirección de Penitenciarias con algún agresor o asesino de trans, no hallan a uno que pueda ofrecer el testimonio. Aparte, Ricardo Hernández Forcada, director del programa de VIH-Sida y derechos humanos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, rebela que sólo dos expedientes han sido abiertos a lo largo de diez años relacionados con violación a las garantías individuales de personas trans. La CNDH atiende anualmente más de 6 mil casos por abusos cometidos por autoridades federales. En un supuesto, si el IMSS le hubiera negado atención a un trans, éste podría interponer un recurso en su contra y ser orientado por la CNDH. ¿De qué se tratan esos dos recursos? Ni si quiera la propia CNDH lo sabe con detalle, se extraviaron junto a los miles de casos que han llegado los últimos diez años.

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¿Asesino Serial? En el sexoservicio se cree que los homicidios están ligados a la extorsión policial. Clientes que se cobran venganza tras escuchar de voz de los uniformados que el transexual trabaja en colaboración con ellos. Sopla el rumor de un asesino serial suelto. Varias trabajadoras sexuales creen haber tenido un acercamiento con él. Muchas lo han visto y no sólo eso, sino que han estado a punto de caer muertas por su culpa. Los trabajadores sexuales trans tienden a desplazarse continuamente de su zona de trabajo. Si no caen clientes en una esquina, van a otra. Si una colonia ya no deja dinero, hay que mudarse. Por eso casi todas se conocen, al menos de vista. Algunas han pasado tantas noches juntas en esquinas diferentes que ya tienen más confianza y se platican de lo que pasa en el ambiente. Una de ellas relata que un hombre la sigue hasta una plaza pública, se le acerca en una banca y saca una navaja que aprieta contra su cuello. Por suerte, en ese mismo momento pasa una caravana de policías y la sexoservidora logra salir corriendo y vive para contarlo. Krizna tiene un acercamiento directo con este acechador. En la Alameda, típico lugar de ligue gay en el DF, comienzan a charlar. Acuerdan ir a un hotel, el cliente pagará 50 pesos a Krizna y 50 por una habitación. Dentro del cuarto, jala a Krizna de los pelos y le ordena morderle el pene. — Espérame tantito, debo ponerte el condón por las infecciones…

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— Me vale madres, me gusta que me la mamen con los dientes. Krizna dice que es una homicida múltiple y que al mismo tiempo goza de destrozar transexuales. La mentira surte efecto. El cliente no exige más una felación dental y se excita más al saber que tiene una compañera de crimen con quien platicar. Entonces, confiesa que una de sus más recurrentes fantasías es someter con cuchillo a sus víctimas, para después penetrarlas. Una tercera trabajadora también tiene un encuentro con él. En un hotel, el hombre saca la navaja y le canta su muerte: “Ya valiste madres”. La trans se escabulle hasta la puerta y sale corriendo del cuarto desnuda. Se trata de un hombre de 1.78 de estatura, robusto, corte tipo militar y camina como tal. Pronto, ellas temen, tendrán más noticias. Paseo de nalgas No es cómodo vivir en una calle donde todo el día hay transexuales semidesnudos. Tomás Zamora desde hace treinta años vende periódicos en calzada de Tlalpan, a la altura del metro Chabacano. Antes de ver las primeras planas de los periódicos, el viejo debe toparse con varios grupos de trans que desayunan cotidianamente antojitos a unos pasos de su puesto. “Vienen aquí en la mañana a comerse sus quesadillas y vienen enseñando las nalgotas. Se ve mal, ya no hay respeto hacia nadie, ¡hacen lo que quieren!”. En las afueras de la estación del metro Chabacano se concentran la mayoría de los trabajadores

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sexuales trans, aunque el corredor se extiende por cientos de metros sobre la misma calzada de Tlalpan. En esta zona conviven por igual trabajadores sexuales trans y mujeres naturales. Pero resultan más escandalosos los primeros. Trans con cuerpazos sacados del molde de alguna modelo no dudan en abrir sus chaquetas y mostrar sus pezones casi a toda hora. Calzada de Tlalpan está lejos de ser una zona turística open mind donde los nudistas no causen problemas. Se trata de un barrio con negocios, viviendas, actividad comercial y muchas familias. Si bien los trans dan sus primeros paseos a las siete de la noche, a toda hora en algún rincón, en un hotel, en una calle, hay sexo escondido. Cualquier lugar es bueno para una felación de 200 pesos. Hasta un puente. Un cliente que frecuenta la zona, cuenta por qué se inclina por los trans. — ¿Por qué no vas con mujeres prostitutas? —Es que las trans saben cómo hacerlo. — ¿Qué te gusta más una mujer o un trans? — Depende, hay mujeres trans más guapas que una normal. — ¿Cómo considerarías tus preferencias sexuales? — No lo sé, porque no me gustan los hombres, no soy gay. Tlalpan en la noche es un circo de nalgas a la intemperie, carne y pezones. Un trans sale de la oscuridad, aprieta su mano contra el pene del cliente, le da un beso en la oreja

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y lo convence de practicarle sexo oral arriba de un puente peatonal por sólo 200 pesos. Cuando todo acaba, el cliente descubre que ni su cartera ni su teléfono celular están en su bolso. Una vez que llega a su departamento, llama por teléfono a su propio número celular. Contesta la voz de un hombre afeminado. El cliente explica que le han robado y le ruega al extraño devolverle su teléfono; este se niega, arguyendo que recién se lo han vendido y ha pagado 400 pesos por él. El celular vale más de 5 mil. “Preferí no reportarlo”, me cuenta. Las trabajadoras sexuales de Insurgentes y Nuevo León sospechan que en Tlalpan abundan mujeres que no se dedican al comercio sexual, sino a atracar clientes. Brigada Callejera ha estudiado con detenimiento el fenómeno del corredor público de sexo de Tlalpan. Incluso, concibió un padrón: en la zona, calculan, trabajan 1.500 trans. Únicamente entre el tramo que comprende de Coyoacán a San Antonio Abad, hay 30 grupos de trabajadoras sexuales. De San Antonio Abad al Estadio Azteca 40. Un grupo puede estar integrado desde por tres trans hasta por veinte, algunos dirigidos por madrotas que controlan el negocio y otros más por policías del DF. En todo el DF se estiman 200 puntos de encuentro sexual. Izazaga y La Merced son considerados, junto con Tlalpan, donde más posibilidades hay de de ser asaltados. Un vendedor de cigarros de Tlalpan está fastidiado de la presencia de las trabajadoras sexuales trans: “Nos afecta por el modo de que se desvisten mucho, vulgarmente enseñan de todo, en este puente van y hacen cosas, se ve muy mal”.

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En la calle de Guadalupe Victoria, a pocos pasos, está asentada una guardería del IMSS. También en esa misma calzada está la Iglesia Bíblica de Tlalpan. Por si fuera poco, es la ruta para llegar al espectáculo anual del circo Atayde. Un vendedor de pilas de Tlalpan asegura que al menos una vez al mes le toca observar que acuchillen a alguien, a otro sangrado o, cuando menos, un pleito callejero. Todos protagonizados por trans. Las mujeres “normales”, sopesa, no ofrecen servicios en cualquier esquina ni a cualquier hora. Los trans sí. Además, asegura, son ruidosos y enseñan cualquier parte de su cuerpo. “Llegan los clientes y los asaltan o entre mismos homosexuales (mujeres transexuales) se pelean por el cliente o por la zona. A veces vienen los judiciales me preguntan si vi algo y digo no, no ni idea, si tu hablas o les señalas a alguien van sobre ti, ya te ven mal o ya viene alguien y ya te empieza a amenazar”. Una vendedora da una alternativa: cambiarlos de zona. Las desventajas de este plan serían que hay más de 200 puntos de comercio sexual trans sólo en el DF. Hablamos de un número que rebasa los tres mil. ¿Qué empresa contrataría a tres mil transexuales? _._ México, zona de peligro En el documento El VIH/SIDA y los Derechos Humanos: el Caso de las y los trabajadores del Sexo Comercial, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) advierte de una serie de ries-

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gos respecto a la política que aplica México en el trabajo sexual. Se trata de una visión abolicionista y reglamentarista, que provoca las siguientes consecuencias: •





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Las zonas de tolerancia se convierten en lugares propios para la explotación sexual de personas, el trabajo esclavo, la extorsión y otras formas de violación a los derechos humanos. El control sanitario se plantea en beneficio de los clientes y no de las y los trabajadores del sexo comercial, quienes, por vía reglamentaria y de hecho, ven negado su derecho humano y constitucional a la protección a la salud. El control sanitario ofrece falsas seguridades a los clientes, quienes potencialmente pueden adquirir el VIH y otras infecciones de transmisión sexual por los periodos ventana entre la infección y la detección. Esta aproximación suele dejar de lado la educación para la prevención, la cual es obligación del Estado. Fomenta la irresponsabilidad de los usuarios en el cuidado de su propia salud, al poner la obligación en el trabajador sexual. Ignora los riesgos a que se expone el trabajador o la trabajadora sexual de adquirir la infección por parte de los clientes, ya que no hay control sanitario de éstos. No atiende al problema de la clandestinidad a la que se ven forzados a incurrir las y los trabajadores sexuales que por alguna razón no cumplen con los requisitos de las zonas de tolerancia y de control sanitario. Ignora los medios modernos de oferta de trabajo sexual, como el teléfono, internet, etcétera, donde no hay ningún control.

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_._ Prevalecencia de infección por VIH según grupos con prácticas de riesgo* • • • •

Hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH) 5.4 por ciento. Usuarios de drogas inyectables (UDI) 0.24% Trabajadoras del sexo comercial (TSC mujeres) 0.24% Trabajadores del sexo comercial (TSC hombres) menor que 0.01%

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*Fuente: CNDH

Riesgos de los trabajadores sexuales en México* • • • • • • •

Detenciones arbitrarias por parte de cuerpos policíacos (de los tres niveles de gobierno). Negativas de atención médica en los servicios de salud. Sometimiento a pruebas de detección del VIH sin consentimiento. Violación a la confidencialidad sobre su estatus sexológico. Negativa de inscripción en las escuelas a sus hijos o familiares. Maltrato por parte de los particulares, con anuencia o tolerancia de los servidores públicos. Violaciones tumultuarias por parte de elementos del Ejército Mexicano, tal como demostró, después de una minuciosa y amplia investigación, la Comisión Nacional de Derechos Humanos en Castaños, Coahuila, sobre la cual se emitió la recomendación 37/2007, en septiembre de 2007. *Fuente: CNDH

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_._ Zonas rojas trans Es difícil establecer un padrón confiable de cuántas mujeres transexuales trabajan en las calles del DF. Algunas van y vienen de otros estados; otras cambian de zona recurrentemente. •



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Tlalpan. Tal vez es el punto con más trabajadores sexuales trans de México. Desde metro General Anaya hasta el Estadio Azteca trabajan 30 grupos de sexoservidoras. Unos veinte más lo hacen entre la zona comprendida de Izazaga a Tlalpan. Son alrededor de mil 500 mujeres y mil 500 mujeres transexuales. Cobran entre 200 y 400 pesos. En el Metro. En las inmediaciones de varias estaciones trabajan sexoservidoras transexuales que cobran desde 100 hasta 400 pesos. Las zonas más populares son: Pino Suárez, Revolución, Aeropuerto, San Antonio Abad, Observatorio y Pantitlán. Zona Rosa. En este sitio, donde confluye la comunidad homosexual, también hay prostitución transexual, principalmente afuera de los bares. La Merced. Aunque esta zona es ubicada como exclusiva de mujeres biológicas, también trabajan mujeres transexuales que emergen de algunos rincones. Insurgentes y Nuevo León. Aquí se dan cita las transexuales con los cuerpos más esculturales. Llegan a cobrar hasta 2 mil pesos, dependiendo del físico y su atractivo. Fuente: Brigada Callejera

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_._ Trazos del alma El Colectivo Sol, presidido por el activista Juan Jacobo Hernández, a quien se le ubica como quien mejor ha documentado el movimiento homosexual en México, se ha dado a la tarea de organizar talleres para personas transexuales y trabajadores sexuales de esta condición. Juan Jacobo se dedica a motivar a todas las personas transexuales que han sufrido discriminación y violencia y les enseña cómo obtener fuerzas para sobrevivir y reponerse. Uno de sus ejercicios consiste en pedirles a las mujeres trans delinear dibujos que resuman su vida.

Estos son algunos de los trazos de sus almas. La autoría de estos dibujos permanece anónima para proteger su integridad.

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Argot de sexoservidoras trans • • • • • •

Paletazo: robar a un cliente. Tener un té: saber un chisme. Asics: pareja. A chichi y toro: portar SIDA La hueva: tener VIH. Ponerte la g: hormonarte. Fuente: trabajadoras sexuales.

¿Qué hacer en caso de extorsión policíaca? 1. Reportar el caso a la Comisión de Derechos Humanos respectiva. 2. Denunciar el abuso en la contraloría interna de la Secretaría de Seguridad Pública. 3. Levantar el acta en el Ministerio Público. 4. Solicitar la ayuda de una ONG (al final del libro viene información al respecto)

Consejos para contratar trabajo sexual 1. Asistir en grupo, jamás solo. 2. Visitar a trabajadoras recomendadas por amigos. 3. No ir en estado de ebriedad o bajo la influencia de drogas. 4. No gastar una suma que afecte a tu economía personal. 5. Avisar a familiares o amigos. 6. Acudir a un terapeuta cuando la contratación sexual reemplace a la vida sentimental. Fuente: Brigada Callejera

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III.- MI ESPOSO USA MI LENCERÍA. “La libertad es un lujo que no todos pueden permitirse”. Otto von Bismark

Travestis heterosexuales

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u hija lo sorprende frente al espejo, maquillándose. Irrumpe en el cuarto con la intención de persuadir a su padre de que le de 25 mil pesos. Ha concluido los estudios de abogacía y quiere viajar a Inglaterra para terminar su preparación con unos meses de prácticas profesionales. Por vez primera descubre a Gina, el alter ego de su padre: Manuel Furlong. Manuel tiene un cargo de subdirección en una empresa telefónica; antes ha egresado como ingeniero mecánico, se casó y engendró a su única hija. Tiene una vida casi normal. El terapeuta Víctor Velasco, especializado en atender casos de travestis heterosexuales, ha encontrado un patrón común: se casan convencidos de que ese impulso fue sepultado y por algunos años dejan de usar ropa de mujeres, pero después de cierto tiempo regresan a esa práctica Creen que el matrimonio les quita esa rara costumbre, pero no es así, sólo la mantiene escondida por un tiempo, mientras dura la etapa patológica de enamoramiento. Ahí está Manuel, pintarrajeado de mujer frente a su única hija; después de 29 años de matrimonio y habiendo fracasado en su intento de suicidar a esa

entrometida de Gina. Su hija, entre azorada y desencajada, aprovecha el momento para chantajearlo. Lo amenaza con rebelar el secreto a su abuela, madre, vecinos, amigos… La esposa de Manuel ya lo sabe; lo ha sobrellevado por casi tres décadas, hasta que se entera su hija y entra en catarsis. Es entonces cuando se desmorona la familia. De repente, la esposa de Manuel comienza a desconfiar de cada uno de sus pasos. “Decía que lo peor que le podría suceder es que yo tuviera una relación sexual con un hombre; yo puedo competir con una mujer, pero cómo voy a competir con un hombre. Le atormentaba mucho la idea”. Un día a la mujer de Manuel se le extravía el maquillaje y no tarda en culpar a Gina. En otra ocasión ve unas medias rotas y también señala a su esposo. Cuando llega tarde por juntas en la oficina, la esposa no duda en imaginar que la dupla Manuel-Gina anda gozando en la cama con algún gay. Manuel, un flacucho desgarbado y altísimo, le promete fidelidad eterna a su mujer. Y, según sus palabras, siempre se la cumplió. Sólo le pide que comprenda algo muy simple: le gusta usar ropa de dama de vez en cuando. Así como hay esposos que ven los partidos de futbol frente a la televisión, a él le relaja ponerse algo de maquillaje y un sostén. Comprensión, clamaba: “Intentaba decirle olvídate de que si te engaño con un hombre o con una mujer, que no lo voy a hacer. Olvídate si yo soy gay, si soy bisexual o soy heterosexual. Yo te quiero asegurar a ti y quiero que comprendas que no me voy a meter con nadie más que contigo”.

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Manuel nunca se ha sentido atraído por un hombre. Se percibe completamente heterosexual. Incluso en su juventud sentía aversión por los homosexuales. Sólo que, desde que era niño, tenía un severo impulso por vestirse de mujer. No entendía cómo ni de dónde nacía esa obsesión, pero hasta la fecha, con un enfisema pulmonar que lo acorrala a la muerte --por meter a sus pulmones hectáreas enteras de tabaco-- no ha dejado de usar ropa de dama de vez en cuando. Cada fin de semana si es que puede. Y no lo hace solo. El travestismo tiene tres criterios. 1. Que el individuo use ropa del sexo opuesto para experimentar la membresía temporal en el sexo opuesto. 2. Que no haya motivación sexual para el uso de transvestimenta. 3. Que el individuo no tenga deseo de cambiar permanentemente al sexo opuesto:

Eli Coleman y F. Pfaefflin La esposa de Manuel no soporta el bochorno de que toda su familia sepa del travestismo de su marido. Pone fin al matrimonio. La hija de Manuel le retira el habla indefinidamente. Él acude con un psiquiatra que mantuvo adormilada a Gina hasta que escucha en la radio a Víctor Velasco, fundador de la agrupación Crisálida, grupo de ayuda para travestis heterosexuales. Sólo entonces Gina y Manuel hacen las paces. Víctor es un hombre con actitud desenfadada, habla con desparpajo, como un veinteañero al que

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no le importara mucho la vida. Estudió sociología rural en la Universidad Autónoma de Chapingo; después se formó como sexólogo en el Instituto Mexicano de Sexología, más tarde egresó del Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt y finalmente fundó el Centro de Capacitación y apoyo Sexológico Humanista. Cuando Manuel escucha a Víctor hablar en el radio pide una cita con él. Coincide que otro paciente con idéntica problemática visita al terapeuta y a los tres se les ocurre la idea de iniciar una sesión grupal. Han pasado 15 años desde entonces y unos cuatro pacientes al año acuden con Víctor Velasco por la misma problemática. Calcula que ha atendido unos 80 casos. Algunos encuentran en Crisálida su salvación, a otros les queda corta y avanzan en la escala hasta cambiar de identidad genérica. En Crisálida nadie es gay. Son un montón de machos con voz grave, rostros duros y conversaciones de ingenieros. La única diferencia entre ellos y otro grupo de hombres que se reúne los sábados para alguna actividad de ocio es quizá el maquillaje, las medias, las pelucas, los tacones, etcétera. “La mayor parte somos ingenieros, él es ingeniero mecánico, él es ingeniero químico, el es transportista…”, señala Gina con áspera voz antes de ser interrumpida por Paty, quien aclara: “No, no no, pérame, yo soy ingeniero en navegación terrestre”. Se sueltan las carcajadas en el grupo. Paty se refiere a que anteriormente era camionero. El nombre original de Paty es Enrique, ya es abuelo, pero en casa nadie sabe de su travestismo. Así como hay camioneros que se atascan de cocaína, pastillas y Coca Cola para soportar los extenuantes

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viajes nocturnos, a Enrique le mantiene despierto Paty. “Cuando iba en la carretera empezaba a sentir sueño y me empezaba a travestir y has de cuenta que me tomaba diez, quince pastillas para no dormir, era la emoción de en la noche venir manejando, ¡sientes que todo mundo te ve!”, cuenta Paty con ojos saltones de emoción. Enrique, el que todos conocen, está lesionado de un brazo y desde hace tiempo no puede rodar más por la carretera. Aún trabaja en la empresa de transportación, pero ahora tiene un puesto administrativo. La testaruda Paty quería seguir con vida y logró sobrevivir gracias a Crisálida. “Somos más o menos parecidos a Alcohólicos Anónimos, solamente que en lugar de ser borrachos somos travestis”, intenta explicar Gina-Manuel. Corre febrero de 1996 y a Víctor Manuel Velasco se le ocurre fortalecer la asistencia del grupo mediante un anuncio clasificado. No tuvo eco. En diciembre repite la estrategia, con la esperanza de esta vez sí obtener resultados satisfactorios. Manda a publicar en el Universal un texto que pregunta a manera de invitación: “¿Eres hombre y te gusta usar lencería? Comunícate con nosotros”. Y a Gina se suma Myrna, luego Lizbeth. “Tenían la idea querer desaparecer su travestismo”, recuerda Víctor. Sólo que este terapeuta no ve a la negación como una opción real, sino todo lo contrario, su solución al problema es precisamente aceptar la condición. Además de tener que persuadir a los pacientes de aceptar su travestismo, el terapeuta debe lidiar

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con las esposas, que en algunos casos exigen el divorcio inmediato. Le tocan mujeres furibundas. Se sienten traicionadas por sus esposos, creen que ellos les han ocultado toda una vida que son homosexuales, pero no es así. Son travestis que cuando se enamoraron dejaron de vestirse como mujer, se casaron con ese alivio y más tarde la condición reapareció como uno de esos herpes invisibles. Otras esposas se cuestionan su papel en la cama, si no son lo suficientemente bellas como para satisfacer a su marido. “Yo les decía que el travestismo no tiene nada que ver con ellas porque algunas han llegado con la idea de que pensé que se travestía porque yo no era suficientemente mujer. Estas mujeres tienen mucha dificultad para asumir qué pasa con ellas, no con su relación en general, sino en general en sus vidas, me dicen es que yo había hecho mi proyecto de que él me resolvía la vida y ahora que me encuentro con esta faceta pues ya no tengo de dónde agarrarme”. Algo común es que los esposos, de forma inconsciente, comiencen a dejar huellas. Una pantaleta tirada, unas medias fuera de lugar… Lorena (Arturo), por ejemplo, lleva a su esposa a cualquier película que sugiera contenidos homosexuales. Al final debaten y ambos acuerdan aceptar la diversidad sexual como un valor propio de su matrimonio. Por fortuna para Arturo-Lorena, su mujer estudió sexología en el Imesex. Se trata de una mujer con alto grado de comprensión de los fenómenos sexuales. Un día, la esposa de Arturo le confiesa: “Me gustan tus piernas”. Y el la reta con una doble intención: “¿A ver, cómo se me verían tus medias?”.

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Después, Arturo se transforma en Lorena y se la presenta a su mujer. — ¿Cómo lo tomó? — No me lo tomó a mal. — ¿Tienes hijos? — Sí. — ¿Lo saben? — Bueno mi hijo trata de no tocar el tema, mi hija pues a veces comentamos algunas cosas nada más. — ¿Son cerrados al respecto? —No, no cerrados, lo que ocurre es que aunque me asumo como travesti ya en la vida cotidiana pues soy un hombre común y corriente y puedo decir que siento un poco de vergüenza al estar así frente a mis hijos. — ¿Qué sientes? — Es algo interno, de mi formación. En la actualidad, Víctor Velasco desplazó la terapia Gestalt para tratar a los travestis heterosexuales y ahora ocupa las constelaciones familiares, un sistema que ha tenido mucho eco en los ambientes de la metafísica y el New Age. Víctor coloca a unos muñequitos de la marca alemana Play Móvil y los pone sobre una mesita frente a su paciente. A unos juguetes los hace interpretar el rol del padre, a otros de abuelo, a otros de bisabuelo… En varios casos el terapeuta ha encontrado que los travestis se identifican generalmente con la abuela, que, curiosamente, había sido vista como la loca de la familia. La dinámica funciona así. Víctor pone a un muñequito junto con otro que representa a una mujer; detrás a otra pareja, y así consecutivamente, hasta

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que le pregunta a su paciente con cuál se identifica. La respuesta de la mayoría de los travestis ha sido la abuela. En las constelaciones familiares cuando el paciente reconoce que está repitiendo la conducta o el rol de algún antepasado se logra una tranquilidad única, pilar para aceptar el travestismo. En una sesión general, Víctor analiza a su paciente, para posteriormente resolver el problema en seis o siete sesiones más. Amén de la terapia de constelaciones familiares, Víctor aún ve a Crisálida como una salida efectiva para los travestis heterosexuales. Es un modelo que replicó de Estados Unidos, particularmente de la organización Society for the Second Sex, que anualmente reúne a travestis heterosexuales de todas partes del mundo. Las reglas son claves. No se aceptan personas que no sean travestis, tampoco se ingiere alcohol ni es un lugar de ligue. Se trata de un grupo de apoyo, donde los asistentes comparten sus confesiones. A Manuel, el líder de esta organización, le queda un tiempo corto de vida, no quiere pensar cuándo será el día final pero sabe que sus pulmones están dando las últimas exhalaciones. Confía en que el grupo siga con el resto de los integrantes, que no quieren hablar mucho de la sucesión, se han limitado a dejar de fumar en las reuniones para evitar afectar a Gina. Algunos temen por la desaparición de Crisálida, debido a que el resto de los grupos son para transexuales, transgénero o se trata de antros de ligue. Crisálida es única, es para travestis que no quieren saber nada de homosexualismo ni gays ni ligar ni

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nada por el estilo. Sólo quieren seguir teniendo un espacio donde ponerse una peluca una vez por semana, quitársela y regresar a casa como nuevos. _._ ¡Auxilio, hay dos mujeres en mi casa! Caso 1: Mi marido quiere vivir su lado femenino y anda por casa vestido así. Me quiere como amiga, y en la cama yo tengo que tomar iniciativa sola y adivinar que es lo que el quiere. Todo se trata de él, y ojalá me pudiera guiar pero no habla de sus deseos y no soy adivina. Dice que es hetero pero lo dudo. No quiere ir al sexólogo conmigo. Por eso me gustaría mucho si alguna persona que ha vivido lo mismo me puede dar algún consejo. También me gustaría saber si él como mujer va a necesitar a un hombre en el futuro. Como mujer me siento muy confusa. Es como estar con una persona desconocida. Antes el miraba a las chicas en la calle, ahora también pero para hablar de la ropa que ellas llevan y si a él le gusta o no (sic).

Caso 2: Tengo una relación de 5 años con mi marido, cuando lo conocí me dijo que era travesti, que era heterosexual, pero me lo dijo como si fuera una diversión como vestirse un día al año, que casi nunca lo hacia, que no tenia muchas cosas, pensé que era un juego y así lo tomé. Al principio fue muy difícil porque descubrí que no solo se vestía de mujer sino que casi casi vivía como una mujer, todos los días se ponía pantaletas de mujer, se pintaba las uñas de los pies , compra revistas para mujeres como Cosmopolitan y Vanidades. Tenía casi 100 pares de za-

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patillas de mujer y todo un guardarropa. Descubrir eso fue lo mas horrible. Fuente: Grupos de Yahoo

¿Cómo afrontar el travestismo? 1. En el caso de quien lo practica, si lo goza, no hay conflicto, pero si hay angustia y se sufre después de hacerlo es preciso ver a un terapeuta. 2. Las parejas de los travestis deben comprender que no los podrán cambiar y su autoestima no depende de la práctica de su compañero. Si puedes aceptar a tu pareja en esta circunstancia, adelante; de lo contrario, lo sano es separarse. 3. Si tu marido no puede dejar el travestismo no es porque le falte carácter o por “no echarle ganas”, sino que esta expresión de la sexualidad es una parte muy profunda de su personalidad. 4. El travestismo puede ser un pretexto para enmascarar los problemas de la pareja. A veces no es la única razón para terminar una relación. Fuente: Cecash

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IV.- EYACULACIÓN CEREBRAL ¡Qué vida, la del salmón, nadando a contracorriente! Jaime López

La vida de las parejas trans

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ario y Diana no pueden gozar de una penetración normal como cualquier otra pareja; primero porque él no tiene pene y segundo porque ella se quitó el suyo Él antes era celadora en el sistema penitenciario del Distrito Federal. Ella, ingeniero mecánico electricista. Mario asiste a su terapia cotidiana en el Imesex cuando el doctor le lanza una pregunta que suena a oportunidad de oro: “¿Quieres conocer a una mujer transexual?”. Corre 2001. Mario reflexiona durante tres meses hasta que se decide a llamar a Diana. Acuerdan verse en la estación del metro Balderas, aquella que inmortalizó el poeta urbano Rockdrigo González con su verso: “Ahí fue donde yo perdí a mi amor, ahí dejé embarrado mi corazón”. Durante tres años salen sin compromisos. Un día Diana le pregunta qué clase de relación tenían. Y Mario se encoge de hombros. “Pues bueno”, acepta, “vamos a ser novios”. Mario es pequeño, barrigón, de barba y bigote. Cuando sonríe muestra toda la dentadura y habla con tono suave. Diana es más alta, mucho más alta, piel morena. Forman

la primera pareja transexual en formalizar su relación ante la Ley en toda Latinoamérica. Sólo que se casaron con sus papeles anteriores, con su vieja identidad. Para el registro civil, Mario es mujer y Diana varón. Diana nace en la popular colonia Obrera en 1962. Su padre es mecánico y su madre secretaria. Desde muy chico siente la necesidad de robar a hurtadillas la ropa de su madre y usurpar su papel. En la radio escucha hablar del Imesex y asiste a su primera terapia. Ahí le hacen ver que es el único responsable de continuar con su camino a transformarse en mujer o detenerlo. Opta por la primera opción. Mario nace en el cuerpo de una mujer una década antes que Diana. Aún hoy lo recuerda como la conversión de un superhéroe picado por una maldición. “No imaginé que me esperaba llevar una vida tan difícil. Esta onda en la adolescencia es cuando te causa más choque porque es cuando las hormonas empiezan a hacer toda su labor yo la verdad no sabía lo que me pasaba. No entendía por qué mi cuerpo iba tomando otra figura. Opté por quedarme callado, viví como pude. Me tocó besarle la mano a mi papá, a mi abuelita, me tocaron los cuerazos”. Mario y Diana no quieren hablar de sus vidas pasadas. Prefieren tener los recuerdos apartados como perro de pelea. Les gusta, en cambio, conversar del día en que todo cambió. Empezando por ellos mismos. Nueve años atrás, Mario comienza su proceso de eliminar cualquier residuo femenino de su cuerpo. En 2007 se jubila del sistema penitenciario. Como

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mujer, era guardiacárcel. Para las internas era el infierno, pero para Mario, a veces, era el paraíso. El reglamento indica que está prohibido intimar con las reclusas. Pero para el corazón no hay ley que valga. “Es que hay muchas mujeres muy guapísimas, a mí sí me gustaban como cinco muy guapas”. Diana escucha a su marido. Dice que no es celosa. Mario aclara: “Ojo”, advierte, “me gustaban pero no me enamoré. Siempre fui un profesional”. Nunca descubren su condición. Cada dos por tres, se muda de penales, como parte de la dinámica natural en la que entran los celadores. Mientras tanto, y sin conocerse aún, Diana le da la noticia a su jefe de que dejará de ser ese ingeniero mecánico que asiste todos los días a trabajar y lo reemplazará por la mujer que siempre se ha sentido. Ella piensa que su jefe la dejará en la calle, pero lo toma con asombrosa sabiduría y le propone capacitar al resto de la planta para que entiendan de qué se trata eso de la disforia de género. Diana es un ejemplo en su empresa, donde acumula quince años seguidos de trabajo. Pero, cuando ve los cambios, el jefe se arrepiente. Le pide que revirtiera el proceso, que está mejor como hombre. Diana se niega. Y ahí comienzan los problemas. Su trabajo consiste, entre otras cosas, en supervisar obras e instalaciones eléctricas. Pero jamás le dan una credencial con su nueva identidad, por lo que se ve obligada a explicar a cualquier desconocido que ese de la foto es él, y ahora es la misma, nada más que en mujer y con el nombre de Diana. En las juntas, su jefe pregunta con tono morboso al resto de los empleados si Diana va al baño de

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hombres o al de mujeres. Además, siempre la llama por su nombre anterior, el que Diana detesta tanto que ni siquiera quiere volver a pronunciarlo. Diana quiere que la despidan, para así poder exigir legalmente una compensación. Del otro bando, su jefe hace todo lo posible para que renuncie. De cualquier forma eso ya quedó en el pasado, ahora Diana trabaja en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal y está casada con Mario. Ambos se pasean por foros de antropología, conceden entrevistas, presumen al mundo que los transexuales también pueden amarse. — Ahora los matrimonios son altamente perecederos, ¿no temen que fracase su relación? — Somos muy conscientes de esta situación, en un momento dado hasta platicamos y somos sinceros entre nosotros si alguien en algún momento tuviera la oportunidad de tener otra pareja simplemente se platica. — Entonces, ¿creen en la poligamia? — No, no nos gusta ese rollo. — ¿Es su sueño casarse por la iglesia? — Sí, incluso siempre estamos buscando una iglesia más abierta. Que nos case una ministra y cuando conozcamos a una mujer ministra que nos case vamos a hacer la cuestión religiosa. “Nos llevamos muy bien sexualmente”, dice Mario, “nosotros somos un hombre y una mujer aquí y en cualquier parte, y en la cama así nos movemos. Aunque hay quien lo puede hacer de diferente manera nosotros tenemos toda la piel para querernos”. Diana complementa: “No es una relación de coito primero porque yo ya me operé y Mario no puede ponerse un pene por escasez de dinero. Real-

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mente es una relación armónica entre dos personas que se quieren, la piel es muy extensa y el principal órgano sexual es el cerebro”. ¿Piensan adoptar un bebé?, les pregunto. Mario se lo toma a risa: “¡Mejor que nos adopten a nosotros!” El Ché Qué confusión para Nélida: su pareja estaba viva y muerta al mismo tiempo. El Ché, de quien se enamoró y casó en Cuba, no existe más; en su lugar está Irina, con la misma mirada revolucionaria, aunque sin mata ni la prominente barba; el rostro maquillado y prendas de mujer. Nélida conoce a El Ché en 1992, días después de protagonizar una huelga de hambre en contra del corrupto líder charro Fernando Espino, aún dirigente del Sindicato de Trabajadores del Sistema de Transportes Colectivo Metro. Fue en una reunión en el extinto Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), de corte trotskista. Son las últimas sesiones del PRT, su militancia se disuelve y gran parte de sus afiliados son absorbidos por el recién nacido Partido de la Revolución Democrática (PRD). Nélida escucha un discurso de El Che –le dicen así por su asombroso parecido con el revolucionario—y de inmediato le pregunta a una compañera, “¿quién es ése?”. “El compañero Echeverría”, le aclaran. El Ché anuncia que, pese al ambiente de pesimismo reinante en el PRT, partirá en una misión de la promotora “Va por Cuba”, que en ese entonces se propone enviar tres barcos cargados de petróleo a

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la isla. Tan eufórico es aquel testimonio de El Ché, que a los dos meses Nélida se va a vivir con él. Dos años más tarde Nélida y El Ché aparecen en la televisión y la prensa cubanas con una noticia que le da una imperceptible bocanada de oxígeno al ya desprestigiado régimen de Fidel Castro: Pareja de mexicanos se casa en la isla. En los siguientes años la relación se consolida con sabrosas pláticas en torno a Star Wars, comunismo, filosofía, Blade Runner y el cine ruso. Cada quien tiene una habitación por separado, para respetar su independencia. En mayo de 2001, todo se va al cesto. Nélida llega una noche con el rostro descompuesto y le tiene que confesar a su pareja: te quedarás ciego. — ¿Qué te pasa?, ¿no escuchaste? — Sí, ya escuché. No te preocupes. — Pero, ¡desahógate! No entiendo tu reacción, cualquier persona estaría derrumbada. — Es que de verdad, no siento nada. La aparente indiferencia tiene su historia. No es la primera vez que a El Ché le dan una noticia pésima relacionada con la salud, más bien ha sido la regla en su vida. Al nacer le diagnostican un cóctel de enfermedades. El padecimiento de Charcot-Marie-Tooth, polio y tumores en la médula. Ningún médico le atina a definir lo que hasta años después le confirmarán: esclerosis múltiple atípica. En este caso el diagnóstico puede ser lo de menos. El Ché, a sus escasos cuatro años, vive con las piernas enyesadas por una operación fallida en el hospital 20 de Noviembre. En ese sanatorio, un

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médico intuye que el problema de El Ché es un tumor en una ramificación de los nervios ubicada al final del cóccix. El cirujano decide extirparlo. La determinación es equivocada, como años más tarde le confirmarán otros médicos. Si se hubiera evitado esa intervención, El Ché aún podría moverse por cuenta propia y no en una silla de ruedas. La rehabilitación para reponerse a esa práctica lleva más de un año. “Presentaba una artrofia muscular impresionante en piernas y brazos: mis miembros parecían de trapo”. Como parte de su proceso de recuperación, los médicos le ordenan al pequeño utilizar unos zapatos que juntos pesan más de un kilogramo, una carga desproporcionada tomando en cuenta el esquelético cuerpo del pequeño. Lo peor del ritual de usar zapatos de más de un kilogramo es pasar por la puerta de revisión de la cárcel. Los celadores, a sus escasos cuatro años, le piden quitarse ese par para ser sometido a revisión. Tal vez falta decir que El Ché cada domingo visitaba a su padre, Rodolfo Echeverría, preso el 3 de enero de 1969 durante la persecución del gobierno federal contra los militantes comunistas. Rodolfo Echeverría era íntimo amigo de los difuntos líderes izquierdistas Heberto Castillo y Gilberto Rincón Gallardo. De este último El Ché recuerda el buen sazón con que preparaba una sopa de ajo en la cocina de Lecumberry. Cuatro intervenciones, consultas semanales con médicos desde la niñez, zapatos de un kilo y una enfermedad aún desconcertante seguramente le dieron a El Ché el estoicismo para enfrentar su inminente ceguera.

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El Ché es el único apelativo con que Irina quiere recordar su pasado como hombre. Le vino bien el nombre, al menos mejor que los despectivos apodos que le implantaron sus crueles compañeros de secundaria, entre ellos “Orco” y “El Hombre Biónico”, debido a los aparatos que utilizaba para ayudarse al desplazamiento. Sólo que después de enterarse de su ceguera, no quiso ser más El Ché. “Me dicen que el nervio óptico ya no conecta completamente con la retina y que por eso tengo un manchón de luz al centro de la vista y que va avanzar y que en tres años voy a perder la vista por completo; sin caminar, sin mover las manos y ciega ¿para qué chingaos vivo?”. Mientras recuerda los días del diagnóstico, Irina pide a Nélida que le convide un trago de café. Nélida con la paciencia de un yogui por agradar a su gurú acerca el tarro a Irina, quien no tiene fuerzas suficientes ni para cargar con un vaso debido a la esclerosis atípica que sufre. Contrario a la esclerosis común, que fulmina a sus pacientes en pocos años, el padecimiento de Irina puede estar de vacaciones por largos periodos y después atacar masivamente, para posteriormente volver a desaparecer y regresar con mayor virulencia, en un vaivén infinito. El Ché hace caso a sus colegas cubanos que le ofrecen unas vacaciones en la isla a fin de recuperarse de la trágica noticia. Antes, leía en promedio tres libros por semana, además de ser una cinéfila irremediable. Podía perderlo todo, menos los ojos. El Ché hace el viaje, pero le pide a Nélida que esta vez no la acompañe. Al llegar al hotel que le asignan en Cuba, toma el elevador, asciende hasta el último piso. Desde

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ahí, contempla las escalinatas de la Universidad de la Habana. Justo cuando está a un paso de la muerte, un pensamiento logra aplazar su decisión. El Ché reflexiona qué dirá la prensa internacional respecto a su suicidio. A nadie le importa por qué decido matarme, concluye, pero será una noticia de desprestigio para el gobierno cubano. Entonces regresa al ascensor y se mete al cuarto de hotel. Se afeita, se corta el pelo y planea lo que hará al día siguiente. Por la mañana, le pide a sus compañeros cubanos que la lleven adonde había sido el último campamento del verdadero Ernesto, “Ché”, Guevara. No quiere hacer el viaje a bordo del automóvil que le ofrecen. Sube la montaña de tres kilómetros en silla de ruedas, soportando las numerosas caídas que le provoca la hazaña. En el árbol que daba sombra a Guevara, según los historiadores, “El Ché” se despide en voz alta de su personaje: “Te agradezco que me hayas prestado tu imagen para sobrevivir, pero ya no me haces falta”. Se quita la estrella de su boina y la entierra al lado del árbol. Fue su despedida de la isla, regresaría a México sólo para morir. Elige el canal de Chalco como el escenario de su muerte. Aprovechando que Nélida está dormida, huye en silla de ruedas hasta el punto final. Antes de arrojarse, la voz de Nélida la alcanza milagrosamente: — ¿Qué te pasa? — Me siento muy mal. Ya no quiero vivir. — ¡Expresa tu parte femenina, es que tú nunca lloras!

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Esas palabras le resultan un bálsamo. Desde pequeño, “El Ché” se sentía mujer, “sabía que mi cuerpo no me gustaba, que el pene me daba asco, mi pene, y que le tenía una terrible envidia a mi hermana y a mis primas”. Una noche a Nélida se le ocurre intercambiar recámaras. A la mañana siguiente ve a El Ché travestido de mujer. Piensa que sería un fetiche nada más, que lo haría en la casa esporádicamente. Jamás anticipa que su pareja, de la que se había enamorado, no volverá a ser igual. Así nace Irina. Irina Layevska. Nélida jamás había escuchado el término transexual. Para ella existían lesbianas, homosexuales, bisexuales, ¿pero transexual? Se lo cuenta a su terapeuta y ésta, al igual que sus amigas, le aconseja abandonar a Irina. La terapeuta le sugiere que modifique su relación, podrían ser ahora cuates, amigos, hermanas… Esta última palabra le gusta más a Nélida, serán“hermanitas”. El matrimonio se separa, Irina intenta tener una relación con un hombre pero la aborta debido a que es un completo machista. A pesar de la ruptura, Nélida e Irina deciden seguir viviendo juntas. Mientras su matrimonio se desvanece al igual que su vista, los amigos de “El Ché” no aceptan a Irina. “Fue un proceso muy solitario. De cada diez amigos, nueve se fueron para no volver”, lamenta en su libro de memorias Carta a mi padre. Cuando le cuenta su decisión a su madre ésta responde: “mataste a mi hijo, no puedo con esto, es más fuerte que yo”.

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Si esa había sido la respuesta de su madre, que la llevó con los doctores desde muy pequeña y la acompañó en su enfermedad, Irina no quiere pensar cuál sería la reacción de su virulento padre. Rodolfo Echeverría había dejado la militancia comunista a un lado y fue asesor de Carlos Salinas de Gortari en su programa Solidaridad, interpretado por algunos especialistas como el periodo en que se instaló el neoliberalismo en México. La relación de Irina con su padre siempre fue distante. El hombre se mantuvo lejano a sus padecimientos y, en cambio, era un activo militante del Partido Socialista Unificado de México y un asiduo viajero a la extinta URSS. Pocos recuerdos gratos que tiene de él, le vienen más a la memoria las tremendas golpizas que le propinaba. Un día, le tronó uno de sus dientes. Irina consulta con Nélida sobre cómo darle la noticia. Ambas acuerdan que una buena idea sería echar un vistazo al I Ching. El antiguo oráculo chino propone que aplacen la confesión. Sólo que las hermanas de Irina rápidamente le cuentan a su papá la noticia, que oyen en voz de la madre. Echeverría llama a su hija y le reclama: — ¡No me vengas con que a estas alturas del partido eres putito! —No soy putito, soy mujer y no es que apenas me haya dado cuenta, pero yo quiero hablar contigo personalmente… — ¡Para mí estás muerto! En dos ocasiones Irina se cruza con su padre después de aquella llamada. Una, en el velorio de Gilberto Rincón Gallardo. El padre la evade. La segunda vez en un acto público, ocurre lo mismo.

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En vías de ser ciega, sin piernas móviles, con brazos torpes, abandonada por los brazos del amor de su pareja, sepultada en vida por sus familiares, ¿qué más le faltaba a esa consecución de nefastas noticias? No es el fin de los agravios. Los vecinos de la unidad habitacional Villa de los Trabajadores, sitio confinado a cerca de 200 minutos del Distrito Federal –usando transporte público— no la aceptan y se ponen duros. El jefe de los vecinos comienza una campaña para echar a Irina de su propia casa. E inician una serie de agravios cometidos por los padres de familia. En una ocasión la retan a golpes y la empujan de su silla de ruedas. — ¡Éntrale a ver si tienes huevos! — Pues no tengo, ya los tiré, ¿los quieres? Antes de pensar en hacerse la vaginoplastia, Irina quiere dar el enganche para mudarse de la zona habitacional. No es el único problema. Cuando construye una rampa ayudada por Nélida el rechazo de los vecinos es uniforme. Dicen que violaba la ley de Condominios. Lo cierto es que ahora todos los transeúntes pasan por esa rampa, que facilita el tránsito entre un departamento y otro. Irina se comienza a hormonar sin receta. Se inyecta la peligrosa Perlutal, que le recomendó un cibernauta en chat para personas transexuales. El aceite casi la mata. Pero pronto la vida le retribuirá todo el sufrimiento. En septiembre de 2008, luchadores sociales de la talla de Marta Lamas y Rosario Ibarra firman una carta para promoverla como directora del

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Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred). Es el perfil idóneo para sustituir a Rincón Gallardo, a quien Irina lo considera más parte de su familia que los propios Echeverría. En la carta de respaldo, firmada por más de 50 prominentes líderes y activistas, se destaca la participación de Irina en el movimiento estudiantil universitario (CEU), el Partido Socialista Unificado de México (PSUM); el Partido Revolucionario de las y los Trabajadores (PRT), y sus trabajos en movimientos de solidaridad con Nicaragua, El Salvador y Cuba. Durante el proceso para relevar al recién fallecido Rincón Gallardo, el entonces presidente Felipe Calderón pide a la Secretaría de Gobernación citar a los candidatos a presidir el Conapred y someterlos a un interrogatorio. Asiste también la atleta paralímpica Perla Bustamante Corona. Una de las preguntas formuladas por los agentes de Gobernación fue cuál era la definición que cada una tenía de la familia. La atleta habla de la familia tal cual postula la iglesia. Cuando le llega el turno a Irina sale en defensa de los matrimonios homosexuales. Al día siguiente, Perla Bustamante se queda con el cargo. “Evidentemente mi perfil y mi pasado y presente comunista no le simpatizó nada a Calderón”, reflexiona. Los medios respaldan la candidatura de Irina, quien por fin ve su trabajo reconocido. Con Nélida, la intimidad resurge como de un chispazo. “Estoy contenta con mi vida”, confía Irina. “Estoy enamorada de una mujer maravillosa, entrega-

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da y solidaria. Una mujer que pese a todo y tanto dolor permanece a mi lado. Ojalá tú y mi madre aprendieran el verdadero significado del amor. ¿Qué si soy lesbiana? Tal vez, y no me avergüenza. Traté de aceptar las presiones sociales de la heterosexualidad, pero no obtuve la satisfacción erótica y emocional que encuentro en las mujeres. “La única seguridad que tengo es que no me equivoqué: no me equivoqué al decidir atravesar este proceso transexual, no me equivoqué al enamorarme de Neli, no me equivoqué al luchar por un mundo más justo. Al fin y al cabo, tengo el corazón del lado izquierdo de mi pecho”. Nélida tiene que soportar el duelo de perder a El Ché, pero obtiene a cambio, algo más profundo. “Cambió la imagen”, dice ella. “Pero la esencia de la persona que yo conocí sigue existiendo”. Mil bodas La Consejería Jurídica del GDF reporta mil uniones entre personas del mismo sexo desde el 10 de octubre de 2008 hasta el 15 de agosto de 2011. El GDF no diferencia entre mujeres u hombres transexuales, simplemente los divide por matrimonio entre varones (548) y damas (452). En ese periodo, 119 personas de nacionalidad extranjera han contraído matrimonio con una pareja del mismo sexo (ya sea hombre o mujer), mexicanos. Provienen de Rumania, Irlanda, Australia, Alemania, Holanda, España, Italia, Francia, Inglaterra, Venezuela, Perú, Brasil, Chile Colombia, Estados Unidos, Canadá, Panamá y Guatemala. El rango de edad que prevalece es de 30 a 40 años.

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V.- TRANSGRESORES.

Nombre: La Xóchitl. Ocupación: matrona Lugar de nacimiento: Tacámbaro, Michoacán.

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n el día es Gustavo, rudo y ancho corpulento que maneja una casa de prostitución integrada por afamadas artistas de televisión; por la noche es Xóchitl, una mujer de casi dos metros de estatura cubierta por vestidos que superan los 100 mil pesos. Gustavo tiene nexos con altos políticos, agentes de tránsito y policías. Es hermético, guarda su intimidad en una caja fuerte. Los más cercanos sospechan que lleva actrices de cine a los más altos miembros del gabinete y sólo así entienden por qué la protege la policía. Xóchitl organiza fiestas majestuosas, es elegante y discreta. Xóchitl es un fenómeno del México de los setenta. Carlos Monsiváis escribe sobre el personaje. Jaime Humberto Hermosillo la incluye en sus películas. Manuel Ávila Camacho lo visita. Lola Beltrán va a sus fiestas. Siendo una figura pública de esas proporciones, resulta una incógnita cómo es que nadie supo cómo murió. _._

Gustavo Xochilteotzin Fernández nació en Acámbaro, Michoacán en los años treinta. Poco se sabe de sus padres, su infancia y crecimiento. La historia pública comienza cuarenta años después. En los setenta, una mujer con vestidos costosísimos de casi 30 kilogramos de peso empieza a robar la atención en el ambiente gay de la ciudad de México. En corto se hace llamar “Xóchitl”. No usa groserías, es cortés. Tampoco habla de asuntos privados. Su cultura general es baja, pero la extravagancia de su figura la coloca rápidamente como un referente en el medio gay. Cuando el francés Henri Donnadieu llega a la ciudad de México en 1974 lo invitan a la reinauguración del salón Los Candiles del Hotel del Prado. A Henri, amigo de Andy Warhol, le sorprende ver a una mujer inmensa disfrazada de Cleopatra cargada en hombros por un grupo de negros musculosos con el dorso descubierto. Xóchitl está sentada en un amplio trono con los esclavos a sus pies. Los asistentes a la fiesta la saludaban hasta su lugar, como si fuera un “besamanos” presidencial. El escritor Carlos Monsiváis retrató así ese episodio, según recuerda el periodista Guillermo Osorno en su artículo “La Cleopatra de la tolerancia” publicado en El Universal: “Cleopatra-Xóchitl da la orden y el palanquín desciende y la reina del Nilo, toda en dorado (…) incorpora humildemente con asentimientos de cabeza los bravos y ovaciones que elevan al rango de Emoción de la Noche la tolerancia divertida de las minorías sexuales”. Samantha Flores, amiga de Xóchitl, la recuerda siempre rodeada de ricos y poderosos. Era común

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verla acompañada de Lola Beltrán, Lucha Villa, Isela Vega e Irma Lozano. Xóchitl compró un edificio entero en la calle Vahía de todos los Santos en la colonia Verónica Anzures. Le gustaba organizar fiestas multitudinarias por su cumpleaños o para coronar a la reina gay de la temporada. En la esquina de Villalongín y Circuito Interior tenía un penthouse donde cada domingo invitaba a sus amigos más cercanos. Henry Donnadieu, propietario del bar Nueve, asistía regularmente a esas reuniones. Tenía un cuarto entero repleto de vestidos, zapatillas y accesorios. A veces los invitados sólo platicaban entre ellos, ya que Xóchitl tardaba horas en arreglarse. En público siempre estaba rodeada de hombres guapos. El equipo de futbol americano “Los Pieles Rojas”, de Ciudad Satélite, la acompañaba recurrentemente en las fiestas. Incluso Xóchitil los llevó de viaje todo pagado a Egipto, lo que hablaba de los enormes ingresos que le dejaba su trabajo como matrona. “La Xóchitl”, como era más conocida, pidió a Jaime Vite, socio fundador de El Nueve, participar en una fotonovela donde ella sería el personaje principal en el papel de “Cleopatra” en Egipto. En la cima de su popularidad, el cineasta Jaime Humberto Hermosillo llamó a “La Xóchitl” a ejecutar el papel de enfermera en la película Las apariencias engañan (1978). También actuó en la película “María de mi Corazón” (1980), al lado de José Alonso y Blanca Torres, con música de Óscar Chávez. Le pedí a Jaime Humberto Hermosillo una entrevista para que me hablara de cómo fue dirigir a “La Xóchitl”. El cineasta se negó. No le gusta hablar de ese tema.

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En 1976 la revista Sucesos entrevistó a “La Xóchitl”. La “Reina de Reinas de los homosexuales de México” fue el título de la conversación. “Cuando fui niño y cuando más tarde fui joven sufrí mucho por las burlas y las vergüenzas que me hacían pasar los compañeros de escuela o los otros muchachos. Además, mi familia fue la primera en irme formando un grave complejo de culpa por una falta que yo no había cometido: ser homosexual. “(…) Xóchitl no es más que un personaje que yo he creado para refugiarme y sentirme más yo, sentirme lo que hubiera querido ser de no tener metida su patita la naturaleza”. En la entrevista, se resiste a identificar a los personajes públicos que son sus clientes: “Mis fiestas se caracterizan porque ahí se encuentran entre sí las gentes conocidas. No soy yo quién para estar diciendo nombres, no porque mi casa sea un punto de reunión para degenerados, como dicen muchos de mis enemigos, no, no es por ahí, no doy nombres porque no quiero que piensen los famosos que vienen que quiero aprovecharme de ellos para hacerme popular o adornarme”. No hay profetas que calculen con precisión el futuro. Quién sabe qué habría sido de Xóchitl de continuar con ese ritmo. Tal vez habría seguido con su carrera en el cine hasta volverse una actriz ícono del cine independiente. A lo mejor se habría convertido en el travesti más poderoso de México. O sería una empresaria del entretenimiento. Pero nada de eso pasó. De repente, Xóchitl se esfumó. Dejó de organizar fiestas. No salía más a las reuniones. No le llamaba a sus amigos. No tomaba las llamadas. Tampoco invitaba a nadie a su casa.

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Samantha Flores escuchó que murió de diabetes y acabó sus días en un asilo. Henri supo por Manuel Ávila Camacho, hijo del presidente de México con el mismo nombre, que un accidente en automóvil la dejó con la espalda casi inservible, lo que le impidió volver a usar esos pesados vestidos. Quería que nadie se diera cuenta de su convalecencia. Prefería el recuerdo de sus extravagancias a la realidad de estar inválida. Entre los conocedores del tema trans hay muchos rumores más. Muchos coinciden en que Xóchitil sufría gota y sus sobrinos le arrebataron su patrimonio. En los hechos, nadie sabe la fecha de muerte de Xóchitl ni dónde está su tumba. Se cree que murió a mediados de los ochenta. Xóchitl nunca abrazó la causa gay. Tampoco apareció en televisión y durante su enfermedad mandó al diablo a sus amigos. Por eso la historia la olvidó; aunque, para Henri Donnadieu, Xóchitl fue un fenómeno social que jamás tuvo comparación ni en la más extravagante reunión de Warhol. Nombre: Francis (1958-2007) Lugar de nacimiento: Campeche Ocupación: imitadora, cantante y actriz

Francis se queda dormida el sábado como si el show que ofreció un día antes en Puebla le hubiera consumido toda su reserva de calorías. El domingo permanece adherida a la cama. El lunes por la mañana tiene una cita con el conductor Jorge, “Coque”, Muñiz. Intenta levantarse, pero sus piernas no le obedecen.

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Mira sus extremidades inferiores y se alerta. Reflejan un intenso color morado. No llega a la cita con “Coque” Muñiz. La llevan de urgencia a un hospital de la colonia del Valle, en el Distrito Federal. Mientras los médicos le practican una endoscopia, a Francis la ataca un paro respiratorio. Un galeno intenta animar a Cynthia Franco, su mejor amiga. Le propone que se acerque a Francis y la aliente a luchar por su vida. Cynthia oye las palabras con escepticismo. Sabe que Francis quería morirse. Francis permanece hospitalizada. Pide que nadie llame a la prensa. Muy pocas personas la acompañan en ese momento. Sólo llegan los bailarines de su show, Cynthia, y Zula Escalante, su madre. El miércoles organizan un rosario para pedir por la recuperación de Francis. Cynthia prende una veladora, pero se apaga de inmediato. La enciende por segunda ocasión, y percibe un viento sutil que le sopla. Lo hace por tercera vez y un presentimiento la invade. Corre al cuarto para ver a Francis. Una doctora la recibe con ese eufemismo con que los médicos se refieren a la muerte. “Se hizo todo lo que se pudo”. El funeral es sobrio. Aunque Francis era parte de la farándula mexicana y una imagen recurrente de la televisión abierta, asisten muy pocos artistas a su sepelio. Sólo dos grandes figuras se despiden de ella: Silvia Pinal y María Victoria. Esta última le reza un rosario entero. Cuando la prensa le pide hablar, dice: “Fue una mujer que siempre se atrevió a vivir como quiso, con el plus de divertir sanamente a las familias mexicanas”.

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El día en que Francis ofreció su último show, el viernes 19 de octubre de 2007, concedió una entrevista a la estación “La Nueva Amor”, en Puebla: “Soy toda una vedette, porque canto, bailo y actúo sobre el escenario”. Francis se tomaba en serio su papel. Era tan adicta al trabajo que evitaba los noviazgos por considerar que le quitaban el tiempo. Tal vez esa obsesión por lo perfecto la mató. En sus últimos años no dormía bien y el estrés la azotaba. Ese cuadro la llevó a tomar una decisión tan letal que acabaría con su vida poco antes de cumplir los 50 años de edad. _._ Francisco García Escalante nace en Campeche el 6 de abril de 1958. Sus padres tuvieron dos hijos antes que él, pero ambos murieron. Desde sus primeros meses, Francisco mostró problemas de salud relacionados con las vías respiratorias. Debido al antecedente de sus hermanos muertos, los padres de Francisco lo cuidaban en exceso. Cuando Francisco era aún un niño, sus progenitores discutían con frecuencia, hasta que un día su padre dejó a su madre, Zula. Por su parte, Zula se enamora de otro hombre, se va a vivir con él y tiene cinco hijos más. Francis se queda sin hogar y al cuidado de su abuela, doña Zoyla. Es un niño alejado de sus compañeros de la escuela. Juega con muñecas. Se viste con los vestidos de su abuela. Se hace aficionado a las zapatillas. Los niños de la escuela hablan de él, lo critican por ser afeminado y lo excluyen. Francis responde a su manera. Es un alumno responsable, dedicado.

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Le gustan los festivales, ser el abanderado en los honores patrios y los carnavales. Es independiente, como si no necesitara de los demás. Se hace amiga de la máquina de coser y encuentra a sus dedos maravillosamente diestros para confeccionar vestidos. En la tele goza con la imagen elegante y femenina de Silvia Pinal. Admira a María Félix, quiere bailar como ella. Comienza a manufacturar vestidos que emulan a esas estrellas de televisión. Sus compañeras de escuela quedan fascinadas con el arte de Francisco, a quien todo mundo se refiere ya con el diminutivo “Francis”, ligado al perfume femenino que deja a su paso. Francis tiene claro que su objetivo en esta vida es ser artista. Quiere salir en la televisión, ser una mujer deseada, elegante, admirada. Sabe que en su natal Campeche esa misión está condenada al fracaso, así que cuando cumple 18 años se va de su tierra rumbo a la única ciudad de este país donde la fama que ella quiere es probable: el Distrito Federal. Renta un cuarto diminuto en la Lagunilla, donde se concentran las tiendas de ropa, sastres y costureros más prestigiados. Francis tiene la filosofía de vida de que hacer reír a las personas es el más grande honor, así que se especializa en ello. Es pícara y alburera. Esas cualidades le abren paso en las relaciones. Y casi recién llegada entabla relación con Mitzi, un gay oaxaqueño que también es diseñador. Mitzi vive con el prestigiado sastre Gerard, quien le diseña vestidos a las estrellas de la época. Francis teje una empatía casi musical con la pareja, así que la invitan a vivir con ellos.

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Pronto Francis elabora trajes para las vedettes más reconocidas. Asiste a los cabarets, a los teatros. Y es como un día conoce a Sasha Montenegro, entonces esposa del presidente José López Portillo. Montenegro es protagonista de las películas más atrevidas de ese entonces. Sale con poca ropa y hasta desnuda. Sus cintas son catalogadas de vulgares, de mal gusto. Pero Montenegro es una diva, a su estilo. Montenegro necesita a una travesti para su película Noches de cabaret. Francis no se concibe como travesti. La educación sexual y los términos de los sexólogos aún no llegan a México. A los gays que se pintan les llaman “vestidas”. Francis sale a la calle con jeans, sin zapatillas, pero su rostro es más cercano al de una mujer que al de un hombre. Francis acepta el papel, sin anticipar que por fin iniciaría su carrera como artista. Sería la travesti más famosa de México. La única en salir en la tele, en ser entrevistada constantemente en radio, protagonizar telenovelas, películas, shows… Se volvería una adicta al trabajo, a los compromisos, a viajar. Todo el dinero que le entra lo gasta en vestidos, plumas y zapatillas. Es tanta su ropa que se ve obligada a rentar una bodega para guardarla. En lo privado, casi no tiene amigos. No le gusta llevarse con los bailarines de su show porque sus esposas sospechan que podrían tener una relación amorosa. Es más bien desconfiada de los demás. _._ Francis se queda viendo a un hombre en la primera fila del Teatro Blanquita y lo reta: “Te nom-

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bro mi representante. De todo lo que me entre te doy la mitad”. A otro más le pregunta “¿Sí te casas conmigo?”. Y a un tercero le confiesa: “No sabes lo difícil que es aumentarme lo que me falta y esconderme lo que me sobra”. En su show goza de provocar a los hombres, quienes responden con nerviosas carcajadas. Imita a Lupita D’Alessio, Rocío Durcal, Yuri, María Victoria, Verónica Castro, Silvia Pinal, Niurka. El criterio con el que elige a las actrices que imitará es simple. Primero piensa si tiene algún parecido con ella y después graba los programas y estudia sus movimientos. Su espectáculo se basa en el cabaret Lido, ubicado en Campos Elíseos, de París. Es su lugar favorito. Siente que la experiencia de estar en ese espectáculo es lo más bello que le puede pasar a un ser humano. Por eso, se plantea que con que el público mexicano se acerque un poco a esa emoción habrá logrado una hazaña. Más travestis imitadores se unen a su espectáculo, así como bailarines y actores. Inicia giras por todo el país, la entrevistan en radio, en tele, ofrece ruedas de prensa. Provoca una inquietud permanente por su identidad sexual. Cuando Verónica Castro la invita a su programa Mala Noche No, le pregunta: — ¿Cómo me refiero a ti, cómo te llamo, eres él o ella? — Pues, ¿cómo me ves? Francis es ambigua en ese terreno, lo que le costará las críticas de los activistas gay. Algunos la ven como lo opuesto al movimiento. Una imitadora, el juguete de la tele.

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En 1986 debuta en el teatro Fru Frú, administrado por la actriz Irma Serrano. El espectáculo gusta tanto que la invitan al teatro Lírico, los Insurgentes y finalmente El Blanquita, donde organizaría nueve temporadas. Es el eje del show. La dirección corre a su cargo, también el vestuario, la idea original, el guión y la producción. La invitan a las telenovelas de Televisa La Fea Más Bella y Vivo por Elena. A los programas Hasta en las Mejores Familias, Desde Gayola, El Gordo y la Flaca, el Show de Cristina. Aunque por su desparpajo en el show podría deducirse que Francis terminaba ligando a cualquier hombre, en realidad al terminar siempre se va con Cynthia Franco y su esposo, Juan Carlos Alonso, a platicar chismes sobre los bailarines con una cerveza. Francis asume como su única amiga a Cynthia. A tal grado son los lazos, que es madrina de las gemelas de Cynthia. Le cuenta sus preocupaciones y secretos más íntimos sólo a ella. Y fue justo Cynthia la que se entera que Francis no quiere vivir más. A sus 49 años cree que es vieja. Se siente fracasada en el amor. Y no logra conciliar el sueño. De las tres cosas, esta última es la que más le preocupa. Ana María Chávez, sobrina de Gloria Brindis, ex representante de la travesti, recomienda a Francis consumir lexotan, una medicina psiquiátrica que sólo se debe vender con receta médica. Se trata de un ansiolítico que provoca dependencia. Si se usa sin supervisión, puede provocar estados prolongados de anestesia.

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Cuando Francis consume el lexotan duerme profundamente. Comienza a ingerirlo cotidianamente antes de dormir. Va a iniciar una nueva gira en octubre de 2007 por toda la República y comienza en Puebla. Un viernes, al terminar el show regresa a la ciudad de México e ingiere el lexotan. Cae rendida y duerme por dos días consecutivos. Cuando quiere levantarse se da cuenta que no puede. Una trombosis le para la respiración. _._ Los vestidos de Francis se malbarataron a imitadores. Las estrellas de televisión no acudieron a su entierro. El ambiente gay nunca la reivindicó. Los shows de cavaret se dejaron de hacer. Ninguno de sus bailarines retomó el espectáculo. Su madre ofreció construir un museo que jamás se logró. Un dvd con su show se quedó en cajas, pues nunca se comercializó. Si así terminó sus días“Francis, el más grande travesti de México”, como le llegaron a nombrar, se puede explicar cómo acaba en desgracia, por lo general, un travesti común. Nombre: Samantha Flores García Edad: 78 años. Lugar de nacimiento: Orizaba, Veracruz. Ocupación: hotelería y relaciones públicas.

La cita con Samantha es en un café VIPS de Insurgentes. “¿Lo espera la señora, no es cierto?”, pregunta un gerente de saco rojo y señala una cabellera dorada. Samantha se parece a la abuela de tu mejor

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amigo. Fina de cara, voz tierna y femenina. Habla pausadamente, como si fuera a dormir a su nieto. Hoy en día los mercachifles de la publicidad venden la idea de que el inglés es tan eficaz en la vida que nos puede resolver nuestro futuro económico e incluso ascender de estrato social. Sólo que a Samantha le toca una época en que eso es completamente cierto y dominar el idioma de la potencia más fuerte del mundo es suficiente para ser indispensable en un trabajo de alto nivel. Más en el terreno del turismo. El padre de Samantha, obrero de la cervecería Cuauhtémoc Moctezuma, junta dinero y le paga a ella (entonces él) y a sus hermanos clases de inglés particulares. Pero no es ahí donde Samantha aprende inglés. Un día Samantha toma el suplemento de avisos clasificados. Piensa que algo importante la aguarda en esos pequeños recuadros. Salta a la vista un enorme marco con la pregunta: “¿Quieres aprender inglés?”. Informes, dice, en un apartado de Los Ángeles, California, EE.UU. Piensa que es su salvación. Dejar su conservadora ciudad, abandonar a su familia y ser ella, Samantha y no ese hombre afeminado del que se burlan sus compañeritos de secundaria. Necesita dinero para el viaje, amén de conseguir una estancia, juntar para los viáticos. No es labor sencilla. El padre de Samantha le consigue un empleo modesto en la cervecería. Ni ahorrando con obsesión puede pagar ese viaje. Pero es 1957 y la fortuna está de su lado. Es fin de año, y, como en cada Navidad, el líder sindical estrena un automóvil y rifa el que “ya está viejo” entre los obreros de la cervecería. Samantha

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gana con el boleto 2527. Es su número de la suerte desde entonces. Antes de vender el automóvil y usar el dinero para partir a Estados Unidos, Samantha se da el gusto de rodar y divertirse. En Caleta, playa de Acapulco, hace amistad con una pareja de estadounidenses que vive en Los Ángeles. Está de suerte: los recién casados le ofrecen su casa como hospedaje. ¿Por qué es tan importante ese viaje a Estados Unidos? Fácil, ahí Samantha se juega el destino. El eterno clóset o la libertad. “En primero de secundaria me di cuenta de mi situación social, física, y yo pensé que era el único en el mundo, que no había nadie más que yo, y claro, me consideraba un monstruo, afortunadamente pensé, ¿cómo voy a luchar de aquí en adelante Dios mío?, ¿qué lucha me espera tan fuerte para que no me hundan?, para que no me pisen, fíjate que eso fue muy bueno porque me preparé mentalmente para luchar; si no puedes con el enemigo únete al enemigo y para mí todo el mundo era enemigo”. Los primeros días de estancia en Los Ángeles son terribles. Samantha no entiende enunciado alguno del curso al que se inscribe, especializado en hotelería y relaciones públicas. La maestra habla y Samantha asiente para disimular. El cerebro es maravilloso: a los quince días, sueña en inglés. Samantha se trata de explicar cómo se vuelve bilingüe en un santiamén: “Todo era en inglés, no entendía absolutamente nada, nada, y dije al tercer día ¿qué voy a hacer Dios mío? ¿Me voy a regresar así a México? No, yo no quiero regresarme, y ni modo, comencé a platicar con mis compañeros”.

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Samantha se enamora del aura libertina de Los Ángeles. Son fines de los 50, y lentamente Ken Kessey y sus secuaces preparan el terreno para sus célebres “Fiestas del Ácido”, mientras que en México el dólar está devaluado y algunos llaman “milagro” a la dictadura del conservador PRI, que se mantendrá 73 años en el poder. Una pena: la estancia de Samantha tiene fecha de caducidad. Una vez concluido el curso, regresa a México. No quiere volver a casa de sus padres. Viaja directo al Distrito Federal, a la recién inaugurada Escuela de Hotelería, la primera del país. Con sus conocimientos del negocio y su dominio del inglés, se convierte en indispensable para el hotel las Brisas, de los más lujosos de Acapulco, donde se hospedan Ringo Starr, Rod Stewart, Elizabeth Taylor, “Cantinflas” y hasta John F. Kennedy. Samantha se relaciona con un atractivo joven estadunidense de 17 años. Comparte fiestas, viajes, desveladas, pachangas, pura diversión; hasta que un día Samantha llega tras una juerga de fin de semana, y se encuentra con un puñado de policías listos para interrogarla. El chico, le advierten, es estafador de ancianos homosexuales en Estados Unidos. Afortunadamente no participa en ningún delito mientras sale con el muchacho, y no libran cargos. “Era tan femenina tan femenina que mis novios preferían sacarme vestida de mujer que de niño porque a mí me gustan muy masculinos, muy masculinos y jóvenes y el contraste era tremendo, todo mundo se daba cuenta. ¿Qué hace ese muchacho con ese jotito junto?, era muy incómodo salir en público y más pena me daba porque en mi época

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teníamos un novio pero en cuatro paredes, jamás se atrevía a salir de la puerta”. En 1958 Samantha, sale maquillada como mujer. En aquel tiempo nadie se llama así mismo travesti o transexual. Por instinto se delinean las cejas, se ponen un poco de color debajo del iris y toques de talco. Así salen fotografiadas. — ¿Nunca pensó en la reasignación de género? — Jamás. — ¿Por qué? — Personalmente estoy totalmente en contra, cien por ciento. Yo me formé con mentalidad femenina, pero una cosa es formarte con mentalidad femenina y otra cosa es formarte con mentalidad de mujer. Es muy diferente, número uno porque sabes que nunca vas a poder tener hijos, lo sabes desde toda la vida, y número dos, que es lo más importante, que aún siendo yo tan femenina sabía que no era mujer. Sexualmente el placer lo tengo en los genitales, ese placer y mis genitales no son femeninos, son masculinos eso no puede olvidarse nunca, eso te traumatiza porque no te realiza y tu autoestima se viene al suelo porque sabes que no lo vas a conseguir nunca, entonces en cualquier relación sentimental ya vas perdiendo porque lo que tú quieres no lo vas a alcanzar nunca. — Pero ahora hay operaciones… — ¡Eso no importa, te capan! ¡No hay ninguna operación exitosa, nunca, quien te diga que hay una operación exitosa te dice una mentira, si te cortan testículos y pene ¿qué placer vas a tener?, tu próstata se atrofia! Samantha hoy tiene 79 años, algunos la ubican como la transexual más longeva de México. Hoy

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cumple con rigor su rol como activista y no sólo de la causa gay, también pide cooperaciones afuera de los teatros para enfermos. Y tiene una meta que no la deja en paz: construir un asilo para homosexuales. De concretarse, será el primero en México. Samantha no quiere que el adjetivo pionera deje de acompañar a su nombre. Nombre: Dorian Edith Hernández, Edad: 34 años. Lugar de nacimiento: Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Ocupación: Fue Coordinadora de la comunidad Trans de la Comisión de Diversidad Sexual del PRD

La amiga de Paty no contesta el teléfono y ni ella ni Dorian tienen dinero en la bolsa. Parece que se la tragó la tierra y las dos chiapanecas recién llegadas al Distrito Federal deciden dormir en la estación del Metro Hidalgo. A ratos Paty permanece despierta y vela para que ningún policía interrumpa el sueño de Dorian. Luego, cambian las guardias. Dorian piensa que sólo será una noche. A la mañana siguiente la amiga de Paty sigue ilocalizable. El hambre y las horas de viaje no perdonan. Paty y Dorian no tienen más remedio que mendigar. El viaje al DF es una odisea: ninguna de ellas ha salido nunca de Chiapas. Tampoco tienen un peso en la bolsa ni saben cómo sobrevivir en la inmensa capital. ¿Qué cómo viajaron Dorian y Paty de Chiapas al DF si no tenían un quinto? Fácil: por aventones. Claro, nadie en estos tiempos lo hace por obra de caridad. A cambio, las chicas obsequian servicios sexuales a dos traileros.

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A los quince días de limosnear, Paty se fastidia y regresa a Chiapas, aún consiente de la matanza que ocurre ahí. Con una rapidez siniestra, grupos de transfóbos comienzan a asesinar a las trabajadoras sexuales. Así muere Vanesa, la primera gran amiga de Dorian en el medio, quien le enseña a maquillarse y a travestirse. Dorian y Paty no quieren ser las 61 y 62 en la hemeroteca policial. Así que deciden dejar la vida agrícola de Tuxtla y resguardarse en el aparentemente seguro Distrito Federal. Dorian nunca pensó que las cosas se complicarían tanto. Después de la partida de Paty, Dorian se queda sola, merodeando en el Metro, tratando de sobrevivir de la buena voluntad de los pasajeros. En esas circunstancias de miseria acepta prostituirse. Tiene16, sus abuelos y hermanos siguen en Chiapas. No conoce a nadie en el DF. Un hombre la seduce y secuestra. Durante dos años, la obliga a prostituirse. No le da un centavo. Si no atrae clientes, la muele a golpes. Aún tiene grabado su cinturón en una pierna. Dorian se las ingenia para guardarse unos pesos y comprarse medias y ropa interior. El explotador ni siquiera les da ropa. Tiene bellos pies. Un hombre la contrata para besárselos y cuando ella descubre que tiene hábitos de sacerdote, el religioso huye. Pasa sus días encerrada en el departamento de la madre del padrote, junto con una mujer y una transexual a quienes también explota y golpea. El abusador cuida de no pegar a Dorian en la cara ni en lugares visibles. Con algunos clientes el maltrato persiste. Es tan femenina que uno de ellos la sube a su coche sin

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observar que es trans. Cuando se da cuenta, se desquita a golpes. Vivir una vida ordinaria tampoco es la solución. Un día Dorian merodea en los aparadores de Sanborns cuando un policía la saca por la fuerza. “Sabes que no puedes estar aquí”. Son los tiempos en que encarcelan transexuales por lo que sea. Treinta y dos horas en “El Torito” ó 300 pesos de extorsión. Claro, cualquiera elegiría pagar la multa, sólo que no todas tienen dinero. Dorian ruega a Dios que la saque de esa casa. Tiene un plan: Dorian irá con un cliente con el que guardaba una relación de buenos amigos; el padrote, como siempre, la seguiría. Sólo que esta vez, en lugar de tener sexo el cliente sale por la puerta trasera con Dorian escondida y la lleva a casa de una amiga. Todo sale a la perfección. El padrote la busca por todos los puntos de prostitución del Distrito Federal hasta encontrarla en una esquina. Para fortuna de Dorian, pasa una patrulla que escucha su clamor. Será la última vez que vería al explotador sexual. Dorian está cansada de esa vida. Ahorra un poco de dinero y se inscribe en una primaria abierta. No se conforma con aprender a leer y escribir, continúa con la secundaria y después con el bachillerato. Estudia mientras ejerce el trabajo sexual. Se inscribe en el concurso Señorita México, organizado por los empresarios Carlos y Meche, conocidos en el ambiente de la diversidad sexual por sus fiestas. Entre el jurado está Francis, de quien Dorian se hace amiga entrañable. Dorian gana ese concurso. A partir de ahí, Francis la bautiza como Dorian Pocahontas, por su asombroso parecido con

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el dibujo animado de Disney. El pelo negro le cae debajo de la cintura, como queriendo tocar el piso. Comienza a practicar imitaciones de artistas famosos. En el año 2000, baila a la perfección canciones de Cher, y monta un espectáculo para clubes nocturnos. Al mismo tiempo, estudia como maquillista. Trabaja como modelo para firmas tan importantes como Michelín. Ninguno sospecha que es trans. Trabaja en el espectáculo de Francis, la travesti más conocida de todo México. La recuerda siempre con una sonrisa, bromista al extremo de no saber controlar su lengua. Se identifica con ella porque también fue explotada cuando llegó de su tierra natal, Mérida. Francis es exageradamente glamorosa. Las mejores pelucas, plumas, zapatillas, bolsos… Dorian hereda esa manía: cuenta con más de 200 pares de zapatos y 50 bolsos. Dorian Edith hoy lucha por los derechos humanos en el ámbito partidista, incluso fue coordinadora de la comunidad Trans de la Comisión de Diversidad Sexual del PRD. De salirse analfabeta de su comunidad en Chiapas, su fuerza de voluntad la llevó a ocupar un cargo político relevante. Pero no se siente completa, extraña a sus hermanos, a quienes apenas si reconoce físicamente. Si tuviera un millón de pesos, llevaría a su familia a recorrer el mundo. “Ha sido triste porque me he forjado y he creado mi personalidad y mi propia leyenda yo sola, si tuviera ese dinero regresaría a casa con mi madre, en ese campo tan hermoso que es mi tierra, estar entre los arroyos en donde crecí, oler a tierra húmeda, ver

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el sol, oír a los pájaros cantar, tener tiempo con mis sobrinos, comería como loca porque siempre me he cuidado…”. En su pequeña oficina del PRD, inmersa en la concurridísima calle de Monterrey, a unas cuadras de Insurgentes, la avenida más larga y transitada de Latinoamérica, Dorian no para de llorar. Nombre: Génesis. Edad: 37 años. Lugar de nacimiento: Guanajuato, Gto. Ocupación: historiador y futbolista.

La revelación se desata en el kinder, cuando la maestra la asigna al baño de niñas. Ahí Génesis cae en cuenta de que algo no anda bien. Siente que un ángel curioso se apropió de su cuerpo. Luego piensa que en sus vidas pasadas ha sido tan malo que por justicia divina ahora recibe su merecido castigo cambiándola de cuerpo. En la adolescencia, Génesis (su nombre original prefiere sepultarlo tan profundo como se entierra un cuerpo putrefacto) escucha hablar de la diversidad sexual. Entonces, se asume lesbiana por diez minutos. “Después lo empecé a analizar y pensé: es que ellas son felices siendo niñas y yo no; eso no es lo que yo tengo, para nada, pensé que era el único en este universo”. La familia de Génesis es tan católica como el estado de donde es originario: Guanajuato. Sabiéndose único en el mundo, opta por guardar su secreto 29 años. Un día no puede más: y lo confiesa. “Te cansas de seguir el jueguito de que estoy bien y no me pasa nada. Te estancas, ya no sabes ni

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para dónde ir ni cómo seguir. Ya no me interesaba nada”. Gracias a los millones de cibernautas que ofrece el internet, Génesis da con una amiga virtual que le menciona por vez primera el término transexual. Una vez que comprende su condición, Génesis la explica a sus padres. A partir de su confesión no vuelve a casa. Le cierran las puertas. Se muda al Distrito Federal con la esperanza de reiniciar su vida como el hombre que siempre se ha sentido. Se corta el pelo al ras. Viste pantalones de mezclilla y cambia las blusas por camisas de hombre. “Lo único que me delataba es la voz”, recuerda Génesis, quien aún conserva un tono ligeramente femenino. Estudia Historia en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. En el departamento de Psiquiatría de esa institución le proporcionan las primeras hormonas. El 18 de octubre de 2010 se somete a dos intervenciones quirúrgicas simultáneas. Una mastectomía radical (extracción de los senos) y una estereotomía (remoción del aparato reproductivo femenino). Debido al proceso de reasignación, la destreza de Génesis al jugar futbol –es un goleador envidiado y un excelente portero- queda rezagada. A pesar de sentirse torpe en ese deporte, la convocan en julio de 2010 a representar a México en el mundial de competencias gay celebrado en Colonia, Alemania. El equipo llega a semifinales; cae contra Inglaterra. Génesis pertenece a la organización Tri Gay, un colectivo que ve al deporte como forma de combinar disciplina física con activismo.

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Génesis tuvo cinco novias; con cuatro de ellas fracasa porque son bisexuales y no se compenetran con un hombre trans. La excepción es su última pareja. Llevan cuatro años juntos: 48 largos meses en que no han sostenido relaciones sexuales. Génesis aún se siente incómodo con su cuerpo. Le falta la operación final: colocarse un pene y desplazar a su vagina. También quiere modificar sus papeles. Un abogado le ofrece ayudarlo en el proceso de reasignación de acta y le pide que consiga a dos peritos que corroboren su condición. Génesis se siente culpable. No entiende cómo él puede completar su proyecto de vida mientras a cientos de transexuales en el resto del país las constituciones estatales les hacen imposible ejercer ese derecho. Hoy, busca crear jurisprudencia. Lucha porque, con sus papeles como guanajuatense, se le reconozca su nueva identidad en su estado natal. En tanto termina su proceso, Génesis finaliza su tesis para graduarse como historiador. Se trata, precisamente, sobre dos personajes mexicanos que, descubrió, fueron transexuales. Los nombres se los reserva para el día del examen. A veces piensa que le gustaría tener un hijo, pero se siente frustrado por no poder embarazar a su novia. ¿Y adoptar a un niño? “No”, responde tajante. Génesis recibe hormonas gratuitamente en la clínica Condesa, operada por el gobierno del Distrito Federal. En ese mismo sanatorio se brindan servicios de asesoría y medicamentos a pacientes con VIH. Génesis ve a los enfermos y a veces se deprime: “No es el ambiente para nosotros, ver a los pacientes a veces es un poco desmotivante”.

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No tiene trabajo y aún no concluye su tesis. Hay cosas más importantes en su vida, como, por ejemplo, borrar todo rastro femenino de su pasado y salir a la calle como un hombre con pene y todos sus papeles en masculino. Aun así tiene una meta: en diez años estar en un cubículo de la UNAM y ser un reconocido investigador. También piensa irse a vivir con su novia y comenzar una vida juntos. “Mi frase favorita es vive y deja vivir”. Nombre: Fabiola Estradiol Lullier Edad: 46 años. Lugar de nacimiento: Tacuarembó, Uruguay. Ocupación: escritora.

Uno de los tíos es dinamitero y el otro reparte panfletos. Ambos participan activamente en el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, organización de izquierda radical en Uruguay que opera con el sello de guerrilla urbana. La dictadura de ese país persigue no sólo a militantes, también a los familiares. Lo menos que puede esperarse de ser capturado es la cárcel. Las desapariciones forzadas, la tortura y el homicidio político son parte de la jerga cotidiana. Fabiola, sus dos hermanas, un tío, su madre y su padre huyen del país en automóvil. Viajan durante tres meses, recorren Centroamérica y parte de Sudamérica. Contratan a un conductor distinto para cada territorio, con el fin de evitar ser detenidos como extranjeros. El último recuerdo que tiene Fabiola de su madre son palabras que aún retumban con dulzura en

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sus oídos: “Duérmete, pronto vamos a llegar”. Eso sucede en Chilpancingo, Guerrero, México. Después, la memoria de Fabiola se borra. Amanece en un orfanato, en Querétaro. Su hermana mayor queda a resguardo de una tía en Tacuarembó, Uruguay, y la menor en una casa de refugio para niños en la ciudad de México. Un accidente automovilístico pone fin a la madre de Fabiola. Su padre sobrevive, junto con su tío, pero al ser descubiertos —gracias al percance— como indocumentados en territorio mexicano son deportados a Uruguay. El orfanato donde cae Fabiola con siete años, es atendido por salesianos. Uno de ellos, tiene la costumbre de llamar a los niños a la enfermería, donde los manosea y abusa sexualmente. Un día, Fabiola ve la puerta abierta y sale corriendo. Tiene nueve años. “Es como la cárcel, nadie aprecia su libertad hasta que ha estado una noche encerrado; además, me afectaba mucho encontrarme entre otros niños y ver que llegaran parejas de adultos y los niños corrían a decirles: papá, mamá, llévame, eso te lastima mucho”. Escapa con un amigo. Y atraviesa 50 kilómetros hasta llegar a Aculco, en Querétaro. Detiene su andar con el exquisito olor a pan recién horneado que emanaba de un expendio. Una señora se compadece de la escena y la acoge. No se concibe ni como mujer ni como hombre. No es por un capricho arbitrario o por querer diferenciarse del resto del mundo. Es, simplemente, porque en su cuerpo conviven un ovario y un testículo: Fabiola es intersexual.

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“No vivo como mujer, vivo entre las mujeres porque es donde menos me molestan; no me interesa ser mujer, me interesa que no me molesten, vivir en paz”. Gracias al pequeño ovario, eventualmente le crecen los senos y carece absolutamente de vellos en las piernas; el testículo le permite generar espermas. Aunque, eso sí, ni pensar en una erección. En la escala de uno al diez, dice ella, la líbido de una persona intersexual es de menos cinco: “Lo último que te pasa en la vida es tener ganas de contacto sexual con alguien; en lo particular, a mí no me gusta que me toquen”. Las personas intersexuales –comúnmente llamadas hermafroditas—nacen con los aparatos reproductivos masculino y femenino, uno de ellos más desarrollado. La explicación médica suena sencilla, pero vivir bajo esa indefinición de la naturaleza está lejos de serlo. Fabiola está acostumbrada a que la expulsen de los baños públicos. Si entra al de mujeres la echan recriminándole que debe ingresar al de hombres; caso contrario, del de varones la sacan no sin antes reprocharle que debió acudir al de damas. “Si me visto como mujer dicen que soy joto y si me visto como hombre también”, se queja, con resignación. En consecuencia, ha optado por autoexcluirse de la vida social. Le resulta enfadoso escuchar siempre la misma pregunta: ¿Cómo te trato, como mujer o como hombre? Y es que cuando Fabiola abre la boca su voz es evidentemente masculina. También su enorme cuerpo y sus carnosas pantorrillas. Pero tiene el pelo largo, se pinta, la nariz es delicada, como una pizca de sal.

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Apenas Fabiola recuerda el accidente automovilístico en que perdió a sus padres se suelta a llorar como una nube descontrolada en pleno diluvio: “Hay duelos que no he terminado”. Fabiola menciona que en esa etapa robó, ayudó a transportar estupefacientes de Tijuana a Estados Unidos, durmió en la calle y una noche una parte de su vientre y la ingle fue abierta por el golpe de una metralleta de policía. Fabiola Estradiol. Claro, Estradiol no es un apellido común. Bueno, ni siquiera es apellido. Fabiola en latín significa “la que cultiva habas” y el estradiol es la hormona responsable del crecimiento del útero, las trompas de Falopio y la vagina. Es madre de dos hijas: Elizabeth, de 13 años y Beatriz, de 8. Ha tenido una sola pareja. Es una mujer con la que acumula 18 años de matrimonio. Han sido más de 215 meses donde Fabiola no sólo ha sido una compañera oculta para la sociedad, sino también un padre que jamás ha asistido a un festival de escuela de sus hijas. El pene de Fabiola mide dos centímetros. “Es como una canica”, lo describe. ¿Qué cómo pudo concebir a dos hijas? La respuesta fácil es: gracias a los avances de la medicina. Fabiola tuvo que consultar a un genetista, después pasar por un urólogo y finalmente con un ginecólogo. Entre los tres especialistas se les ocurrió introducir un catéter al cuerpo de Fabiola y extraer los espermas. Los de más alta calidad fueron inseminados y así nacieron Elizabeth y Beatriz. Fabiola no puede pasar por ellas a la escuela ni tampoco cantar a los cuatro vientos el nombre de su pareja. Lo tiene prohibido. Ni tampoco conoce a los amigos de sus hijas que llegan a visitar la casa.

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Para ella sólo existen dos amigas: Marisa, su representante, y Ximena, una sexoservidora. No asiste a fiestas ni a reuniones sociales, vive apartada de la sociedad que la ha excluido. Hombres, mujeres o transexuales, todos le resultan iguales. Están inmersos en vanas preocupaciones de las que no tiene las mínimas ganas por enterarse: “Tanto hombres como mujeres tienen las mismas neurosis, las mismas paranoias, se preocupan por las mismas cosas y lloran por las mismas condiciones, la única diferencia es que unos se maquillan y otros no”. — ¿Cuáles son esas preocupaciones? — La pareja, el que no los quieren, el qué va a pensar la otra parte, si te hizo caso, si no te hizo caso… La verdadera pasión de Fabiola es escribir. Estudió lingüística en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, donde cursa la maestría en Semiótica del Cuerpo. En la Universidad Complutense de Madrid se graduó de Fenomenología de la Religión. Actualmente asesora tesis, coordina dos talleres literarios y tiene varios libros publicados. Es así como creó al personaje de Dolto, cuyo acrónimo significa Devorador Ortográfico Léxico de Todo Orden. Se trata de la historia un mamífero de dos metros de largo que vive en medio de las hojas de papel y cuya tarea principal es resguardar el cuidado de la ortografía de los niños. También ha montado pastorelas para niños y dos de sus libros son lecturas de texto en igual número de escuelas.

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En 1995 Radio Francia escogió varios de sus guiones y los reprodujo para la audiencia infantil. Dice sentir especial cariño por la infancia, tal vez porque ella jamás tuvo una. A pesar de su asombroso currículum, Fabiola a veces debe recurrir al trabajo sexual; ser escritor intersexual no deja siempre para comer. Aunque tiene una peculiaridad, sus clientes ya la conocen y prefieren charlar con ella en vez de eyacular. La razón es simple, Fabiola es una excelente conversadora, no sólo sabe alemán y algo de arameo y francés, sino que también tiene una cultura general amplísima. Incluso puede hablar de rock, el progresivo es su obsesión y Jethro Tull su banda favorita. — Si pudieras darle un consejo a la humanidad, ¿cuál sería? — Lo que realmente importa del sujeto es lo que aporta a la sociedad. No es verdad que existan dos tonos, blanco o negro, hombre o mujer, hay muchas cosas más y lo más importante es ser productivo, uno debe de aportar algo a los demás. Escribe teatro, cuentos y poesía. Un poema lo bautiza con un nombre que lo dice todo: “No soy Persona”. Dice así: Tu forma de vivir es errónea, me han dicho. Yerro mi existir. Puedo cerrarme los ojos, la boca, una puerta, un libro; quizá, contener ochenta segundos la respiración, mas no sé cómo dejar de escuchar, no obstante sonidos vacíos. Paso las noches sobre un lecho viscoso de dudas.

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Miro el amanecer y me calzo los callos de la angustia canguelos, pedazo de suela y correas. Si alzo el andar en no pocos seré el polvo en sus miradas. Ahí voy. Sin ir al frente; sólo ir. Si a la palabra Querer no ofendo por recurrir a ella, quiero ser un sueño de muchos días, de varios años. Un sueño propio en estas manos prestadas de cuerpo finito. Una gota de vapor de la tierra; una molécula sin dirección ni fusión. Un sueño. Un raro sueño, me dicen. Pequeños sintagmas o cortos vocablos, la connotación es muy próxima: Distinto, Diverso, Alegre. Qué saben. Entradas de diccionario con las cuales me designa la gente. Y, lo son, pregunto. Nunca he sido un nombre sino un calificativo. No lastima ser cuanto se es. Soy. Errónea existencia la mía, aún expresan; qué importa el orden. Un demonio vivo para otros soy.

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Yo soy mi diablo, mi propio mal, mi irremediable cura, también. Yo no soy de mí nada. Soy un dolor. Un raro dolor.

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ANEXOS

Trans en la historia Lili Elbe (1882 – 1931, Dinamarca,): Nació como hombre con el nombre de Einar Mogens Wegener. Algunas fuentes médicas refieren que Lili era intersexual. En 1930 se sometió a una cirugía reconstructiva y después a un transplante de ovarios que salió frustrado, provocándole la muerte. Christine Jorgensen (1926-1989, Estados Unidos): Nació con el nombre de George William Jorgensen, Jr. Es ubicada como la primera persona del mundo en someterse a una cirugía de reasignación de sexo. Coccínelle (1931-2006, Francia): Cantante y artista. En 1953 debutó en el célebre cabaret parisino ‘Chez Madame Arthur’. En 1958, en Marruecos, se sometió a una vaginoplastia, la noticia corrió por todo el mundo. Compartió escenario con Edith Piaf; participó en las películas como ‘Nuit D’Europe’, ‘Interpol Attaque’, ‘Les Dons Juans sur la côte d’Azur’ y ‘Los viciosos’. Existen cuatro biografías sobre ella: ‘Coccinelle es él’, de Mario A. Costa (1963), ‘Los Travestis’, por JacquesLouis Delpal (1974); “Coccinelle por Coccinelle’ (su autobiografía), y en 2001, ‘Montmartre Beaux jours... et belle de Nuit’, de Jacqueline Strahm. Renée Richards (1934, Estados Unidos): Oftalmóloga, escritora y jugadora profesional de tenis.

Los organizadores del US Open en 1976 suspendieron su participación en el cuadro femenil argumentando que nació como un hombre. Renée defendió sus derechos ante el Tribunal Supremo de Nueva York, que falló a su favor pudiendo así participar en el US Open de 1977. Sirvió a la Marina de Estados Unidos como teniente comandante. En 1986 publicó su autobiografía. Lynn Conway (1938, Estados Unidos).- Se dedicó a la informática y desarrolló su carrera profesional en el antiguo emporio de las computadoras IBM. Esta compañía la corrió en 1968, tras confesar su condición de transexual. Ha trabajado para Xerox y DARPA. Como académica, ha impartido cátedras en la Universidad de Michigan y fue aceptada en la Academia Nacional de Ingeniería de Estados Unidos. Esdras Parra (1939, Venezuela).- Poeta, ensayista, traductora y narradora. En 1967 publicó su primera obra, El insurgente. Autora también de Por el norte el mar de las Antillas (1968) y Juego limpio (1968). Fue miembro fundador de la revista Imagen. Ganó el Premio de Poesía de la II Bienal Mariano Picón Salas de Mérida (1993) con “Este suelo secreto” (Monte Avila Editores, 1995). Caroline Coss (1954, Inglaterra).- Modelo. Posó para las revistas Vogue, Play Boy e incluso participó en la película Sólo para tus Ojos de James Bond en 1981. Cuando la prensa reveló que se trataba de una mujer transexual y no de una dama biológica, Caroline se quiso suicidar. Desde 1992 vive casada con el canadiense David Finch. Bibiana Manuela Fernández Chica (Tánger, 1954).- Nació con el nombre de Manuel Fernán-

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dez Chica. Posteriormente inició su transformación a mujer. Se hizo popular por su participación en la película Cambio de sexo, de Vicente Aranda. El cineasta español Pedro Almodóvar la toma en cuenta para la película Trailer para amantes de lo prohibido. Y más adelante en: Matador, la ley del deseo, Kika y Tacones Lejanos. Georgina Beyer (1957, Nueva Zelanda).- En 1995 llegó a la alcaldía de Carterton. El Partido Laborista de Nueva Zelanda la postuló al Parlamento en 1998. En 2002 fue reelegida parlamentaria. Durante sus dos periodos impulsó iniciativas legislativas a favor de la comunidad homosexual y el trabajo sexual. Ru Paul (1969, San Diego, California).- Drag Queen, modelo y actriz. Saltó a la fama por su participación en la canción “Don’t Go Breaking My Heart”, a dueto con Elton John. Tuvo un talk show en la cadena VH1 y ahora dirige el reality show llamado RuPaul’s Drag Race. Amanda Simpson (1961, Estados Unidos).- Es la primera mujer transexual contratada en la Casa Blanca. El presidente Barack Obama la nombró consejera del Departamento de Comercio. Su último cargo había sido Director Adjunto de Desarrollo de Tecnología Avanzada de Raytheon. Dana International (Tel-Aviv, 1972).- Nació con el nombre de Yaron Cohen y posteriormente cambió su nombre a Sharon Cohen. Comenzó su carrera como cantante en Inglaterra. Su primer número uno en Israel fue la canción “Así me gusta a mí”. En 1998 representó a Israel en el festival de la canción de Eurovisión y ganó con 172 puntos.

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Rostros trans en México •

Gloria Hazel Davenporth: periodista y activista. Primera funcionaria trans en México, al ser nombrada jefa del Departamento de contacto con ONG del Consejo Nacional para la Prevención del Sida (CENSIDA), de la Secretaría de Salud de México . Trabajó como reportera en la agencia de noticias Notimex. En 2011 se publicó el libro “Hazel”, con retratos de ella dirigidos por el fotógrafo Heriberto García Martínez.



Roshell Terranova: cantante, bailarina e imitadora. Es dueña del bar de Roshell, un centro de cambio de imagen para transexuales. En este lugar se reúnen los trans del Distrito Federal. Ofrece show en vivo.



Diana Sánchez Barrios: es la primera mujer trans en aspirar a una curul en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Milita en el PRD, donde funge como Comisionada Nacional de Diversidad Sexual.



Angie Rueda Castillo: es Licenciada y Maestra en Sociología, con estudios de Doctorado en Ciencias Sociales en la Universidad Iberoamericana. Activista del Frente Ciudadano Pro Derechos de Transexuales y Transgéneros (Frente Trans). Colaboró en la Jefatura de Servicios de Derechos Humanos y Participación Social de la Subdirección de Atención a la Derechohabiencia del ISSSTE. En 2011 publicó el libro autobiográfico Hola, soy Angie.



Diana Marroquín Bayardo: En 2011 se registró como suplente de Óscar Nájera García por la presidencia municipal de Tulanlcingo, en Hidalgo. La postularon el PT y Convergencia. Nájera decli-

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nó a favor del senador Francisco Xavier Berganza, del Panal. •

Libertad: Fue conocido como actor varón con el nombre de Armando Palomo, con el que participó en las telenovelas Rosa Salvaje, Juana Iris, La Pícara Soñadora, Más Allá del Puente y Alondra. Ya como Libertad, se presentó en la obra de teatro “Aventurera” en el papel de “La Bugambilia” y en la telenovela “Los Sánchez”, de Televisión Azteca



Alejandra Bogue: Protagonizó el programa “Desde Gayola”, en Telehit, con Horacio Villalobos. En teatro presenta la obra “No soy Madonna pero soy la Bogue”.



Agnés Torres. Activista trans egresada de la carrera de psicología por la Universidad Veracruzana. Colaboró con la organización Humana Trans, que busca el reconocimiento y respeto de las personas transgénero y transexuales a nivel nacional. Fue también colaboradora de organizaciones Red Democracia y Sexualidad (DEMYSEX) y Erósfera. Fue asesinada en marzo de 2012, a la edad de 28 años. Se trató de un crimen de odio. Su cadáver presentaba heridas a lo largo del cuello, así como huellas de torturas, aparentemente quemaduras.

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DIRECTORIO

Orientación Psicológica y de Salud *Cecash Niza 74, depto. 201, Col. Juárez, Delegación Cuauhtémoc - Tel. 5207-8897 *Instituto Mexicano de Sexología Calzada de Las Águilas 657, Col. Ampliación Águilas, Del. Álvaro Obregón. Tel / Fax: 5564 2850 / 5574 9070 *Caleidoscopía Pirineos 86 bis A y B, colonia Portales (entre Bélgica y Balboa), cerca del metro Ermita. Teléfonos 56 01 41 77 y tel- fax 56 01 28 92. *Clínica Especializada Condesa Benjamín Hill 24, Col. Condesa. Teléfono 55154093 y 52716439 Ong’s *Brigada Callejera Calle Corregidora 115, Apt. 204, Col. Centro, Del. Venustiano Carranza, Tel-fax: 5542-7835 *Colectivo Sol Cuauhnochtli 11 , Col. Pueblo Quieto, Tlalpan. Tel. 52 (55) 5606 –7216

*Letra S Canarias No. 45, Col. San Simón Ticumac, 03660, México, D.F. Tels./Fax: 5532-2751 y 5672-7096. Comunidad *El lugar de Roshell Aragón 75, colonia Álamos, tel 6279 7741. *Grupo Crisálida (Travestismo Heterosexual) [email protected] Tel. 5207-8897 *Grupo Gen-T Cel. 04455-3479-7116 [email protected]. mx *Red Transgénero México (Guadalajara) [email protected] *Las Tarascas en Busca de Libertad, A.C. (Morelia) Tel. 4432669650 y 4432370780 [email protected] *Colectivo Transexual del Estado de Puebla [email protected]

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RETRATOS

(FOTOGRAFÍAS DE ALEJANDRO SALDIVAR)

Una muñeca cuelga en el baño de una ONG que atiende transexuales en Centro. Foto: Alejandro Saldívar

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Gaby. Está casi sorda. Fue detenida por la policía y sufrió prisión por más de tres años. Lleva pocos meses tratando de rearmar su vida. Perdió su casa y todas sus pertenencias. Trabaja en Metro Revolución. Foto: Alejandro Saldívar

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Gina Furlong. Fundadora del grupo de travestis heterosexuales Crisálida. Actualmente sufre de enfisema pulmonar.

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Roshell. Propietaria de un centro de diversión para transexuales. Cada viernes ofrece un cabaret de sátira política. México, D.F. Foto: Alejandro Saldívar

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Coral. Sueña con tener un hombre que la ame tal cual es. Se automedica y ejerce el sexoservicio en distintos puntos del DF.

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Delia estuvo en la cárcel acusada injustamente, ahora lucha por sus derechos en la organización Ángeles en busca de la libertad. Foto: Alejandro Saldívar

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Krizna. Trabaja en Metro San Antonio Abad. Es sexoservidora y activista. Cree en el EZLN y es de las pocas que se han atrevido a denunciar los excesos que sufre en la calle mediante la organización Ángeles en Búsqueda de la Libertad. Es sobreviviente de un intento de homicidio por parte de un transfobo. Foto: Alejandro Saldívar

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Diana y Mario. Es conocida como la primer pareja transexual en casarse de Latinoamérica. Viven juntos y ofrecen su testimonio en distintas universidades y congresos. Foto: Alejandro Sadívar

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El lugar de Roshell, centro de diversión para transexuales. México, D.F. Foto: Alejandro Saldívar

Al centro, Gina Furlong, fundadora del grupo de travestis Crisálida. Actualmente sufre de enfisema pulmonar. Al lado izquierdo "Alma", se dedica a vender celulares. Al derecho, "Jorge", se dedica a transportar mercancia en traileres. Foto: Alejandro Saldívar

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Un hombre vestido en el centro nocturno de Roshell, ubicado en Lorenzo Boturini 440. Cada viernes ofrece un show de travestis. Foto: Alejandro Saldívar

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AGRADECIMIENTOS.

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l autor de este libro no habría emprendido su viaje en el periodismo sin la ayuda de decenas de almas generosas. Quisiera agradecer en particular sus bendiciones y amor a: Mi madre y padre. Mis hermanos y sus familias. Mis tías Rocío y Pilar. También la imprescindible ayuda de amigos y familiares. En particular, su gratitud para con: Julio Scherer García, por tanta generosidad. A Rafael Rodríguez Castañeda, por su mano, siempre tendida. Alejandro Caballero, por su eterna fe y confianza, Alejandro Saldivar, compañero de viaje y a Jenaro Villamil, por la amistad cómplice. También a: Salvador Corro, Juan Alberto Cedillo, Celso José Garza, Arturo Rodríguez, Santiago Igartúa y Álvaro Delgado, Raúl Monge, Germán Canseco y a todos mis compañeros de la revista Proceso. A: Cicco, José Cruz, Rodolfo Ruiz, Martín Hernández, José María Argüelles, Jaime Ornelas y Juan Pablo Ramos. _._ Esta obra jamás se habría escrito sin la colaboración de: Juan Jacobo Hernández, Fabiola Estradiol,

Samantha Flores, Gloria Hazel, Ménahem Asher, Roshell Terranova, Víctor Hugo Flores Ramírez, Víctor Velasco, David Barrios, Gilda Jara, Guillermo Hernández, Mario y Diana, Juan Luis ÁlvarezGayou, Antonio Medina, Irina Layevska, Dorian Edith Hernández, Jaime Montejo y todos los que generosa y valientemente aportaron su testimonio.

ÍNDICE Prólogo / 11 Introducción / 13 I.- El difícil arte de quitar un pene / 17 ¿Padecimiento o condición? / 18 En el quirófano / 21 Reasignacion de acta / 27 ¿Y qué dice la Constitución sobre los trans? / 30 ¿Cuánto cuesta ser trans? / 33 Reasignaciones de acta en el DF / 34 Consejos para padres de hijos trans / 34 II.- Aversión / 35 Homicidios masivos / 35 La discriminación cotidiana / 41 ¿Asesino serial? / 59 Paseo de nalgas / 60 México, zona de peligro / 63 Riesgos de las trabajadoras sexuales en México / 65 Zonas rojas trans / 66 Trazos del alma / 67 ¿Qué hacer en caso de extorsión policial? / 73 Consejos para la contratación de trabajo sexual / 73 III.- Mi esposo usa mi lencería / 75 Travestis heterosexuales / 75 ¡Auxilio, hay dos mujeres en mi casa! / 83 ¿Cómo afrontar el travestismo? / 84

IV.- Eyaculación cerebral / 85 La vida de las parejas trans / 85 Mil bodas / 98 V.-Transgresores / 99 La Xóchitl / 99 Francis / 103 Samantha Flores / 110 Dorian Edith Hernández / 115 Génesis / 119 Fabiola Estradiol / 122 Anexos / 131 Trans en la historia / 131 Rostros trans en México / 134 Directorio / 137 Retratos / 139 Agradecimientos / 153