Victoria: Rechazo

VICTORIA SOBRE EL RECHAZO FRANK D. HAMMOND CONTENIDO Introducción I. Rechazo: Un problema de raíces II. Razones para e

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VICTORIA SOBRE EL

RECHAZO FRANK D. HAMMOND

CONTENIDO Introducción I. Rechazo: Un problema de raíces II. Razones para el rechazo III. Reacciones al rechazo IV. Adaptaciones al rechazo V. Repercusiones de las reacciones equivocadas VI. Solución para el rechazo

INTRODUCCIÓN Es importante que las heridas interiores sean sanadas, así como lo es que las heridas físicas se sanen. Si una persona se corta la mano, esta lista a limpiar y proteger la herida. ¿Por qué? Sabe que esa herida tiene la capacidad de infectarse y esto complicaría la lesión. La posibilidad de complicaciones también se aplica a las heridas interiores. Cuando se sufre una herida interior, se debe limpiar inmediatamente por medio del perdón. El perdón es un antiséptico espiritual. Cuando se es herido por el rechazo, se debe perdonar con toda rapidez a la parte ofensora. De otra manera, un espíritu inmundo (un germen espiritual) puede ganar entrada a esa herida y causar una infección espiritual que recibe el nombre de "demonización” Supongamos que una herida interior no se haya limpiado con el perdón y ahora venga a infectarse con resentimiento, odio, ira. ¿Qué se puede hacer? La respuesta está en la cruz de Cristo. La muerte sustitutiva del Señor Jesús suministra perdón de los pecados y liberación de los espíritus inmundos. El Señor Jesús es el Gran Médico. Su sangre expiatoria ha hecho provisión para toda clase de sanidades: del espíritu, del alma y del cuerpo. El propio Señor Jesús fue "...herido por nuestras rebeliones..." (Isaías 53:5), y además, "Despreciado y desechado entre los hombres..." (Isaías 53:3). ¿Cómo reaccionó El cuando fue herido y rechazado por los hombres? Mientras moría a causa de las heridas de la crucifixión, Jesús oró: "...Padre, perdónalos..." (Lucas 23:34). El vivió una vida sin pecado. Aunque le rechazaron y le crucificaron, no respondió pecaminosamente. Por tanto, Jesús calificó para ser nuestro Sanador y Salvador. "Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado" (Hebreos 4:15). Mientras Jesús enseñaba un día en la sinagoga, afirmó que su ministerio había sido profetizado por Isaías: "...me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos...a poner en libertad a los oprimidos" (Lucas 4:18). El quebrantamiento en el corazón resulta de las heridas interiores. Quienes han estado oprimidos, necesitan liberación y Jesús vino a poner en libertad a los que sufren opresiones. La liberación es un ministerio de sanidad. El resultado final de la liberación de espíritus malignos, es la sanidad. La verdad de las sanidades por medio de la liberación, se establece en varios pasajes del Nuevo Testamento. "...Jesús de Nazaret...anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo..." (Hechos 10:38). Cuando el demonio que atormentaba gravemente a la hija de la mujer cananea salió de ella, "...fue sanada..." (Mateo 15:28). En cada uno de estos pasajes aparece la misma palabra griega "iaomai" que significa: "sanar, curar, hacer completo, liberar de pecados, de errores, de demonios y de enfermedades". Así, en ambos contextos, los endemoniados fueron "sanos" por medio de la liberación. En Mateo 4:24 trajeron a Jesús tanto los endemoniados como los que sufrían enfermedades físicas "...y los sanó". En Lucas 8:2-3 se menciona a "...algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades...". En estos pasajes se identifican dos aplicaciones separadas de la sanidad. Se hace una distinción entre la sanidad de los efectos de los demonios y la sanidad física. Por tanto, debemos preguntar: "En una persona,

fuera del cuerpo físico, ¿qué otra parte necesita sanidad?" La respuesta es obvia: el hombre interior. El alma necesita sanidad (Salmo 41:4). El hombre interior es la personalidad. Así, cuando salieron siete demonios de María Magdalena, su personalidad fue "sanada". El término griego para "sanar" en Mateo 4:24 y Lucas 8:2 es "therapeuo" que implica "la atención y el cuidado necesarios para restaurar a una persona a su integridad total y completa". Notemos que la definición de "therapeuo" indica un proceso de liberación. Aquellas mujeres se sometieron a Jesús "para la atención y el cuidado necesarios" a fin de ser restauradas a su plenitud e integridad. Tenían voluntad de hacer todo lo que El requería, sin interesar cuánto tiempo se invirtiera. Se pusieron bajo el cuidado del Gran Médico, de la misma manera como cuando nos ponemos en las manos de un médico de nuestra confianza. Así, esas mujeres permanecieron bajo su cuidado, aceptaron sus diagnósticos, su terapia y su seguimiento, hasta quedar libres del poder de los espíritus malignos que las oprimían. Por medio de nuestro Gran Médico hay tanto diagnóstico como curación. Podemos someterle nuestros casos con toda confianza. Hay sanidad: sanidad interior y muchas veces sanidad física, para quienes sufren las heridas del rechazo y sus complicaciones infecciosas. "Bendice, alma mía a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. 3El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias" (Salmo 103:2-3)

I RECHAZO: UN PROBLEMA DE RAICES Heridas del Rechazo Entre las heridas interiores, el rechazo es una de las peores heridas, de las más comunes y de las más descuidadas. De las muchísimas personas a quienes hemos ofrecido consejería, sólo muy pocas han dejado de identificar en forma inmediata las lesiones del rechazo. El rechazo resulta de la negación de amor. Cuando uno es amado, recibe aprobación y aceptación. Pero, si es rechazado se le desaprueba y se le rehúsa el amor. Las heridas de rechazo son como sinónimos y se identifican con los términos negar, repeler, rehusar, desairar, rehuir, empequeñecer, despreciar, ignorar, descuidar, evitar, aborrecer y desaprobar.

Todo Necesita Amor Todos nosotros necesitamos amor. El amor es indispensable para que se levante una vida del yo sana y saludable. El amor es para nosotros como la luz del sol y el agua son para una planta que está en crecimiento. Todo el que cree que no necesita el amor de los demás, está auto-engañado. El hecho que todo requiere amor, se demuestra claramente por los múltiples ejemplos de lo que sucede a quienes no son amados, pues se producen enfermedades de una clase u otra. Hasta los animales precisan de un toque amoroso. Con frecuencia los perros dejan de comer, se enferman y a veces mueren por la falta de amor. Se sabe de sociedades y culturas donde se emplea a personas para que acaricien a los animales a fin de mantenerlos sanos. Y así como acontece a los perros, también sucede lo mismo a los seres humanos: cada uno de nosotros requiere amor y sin amor desarrollamos problemas. El rechazo causa heridas al yo. Cuando el yo se hiere, se pueden originar muchas anormalidades en la personalidad y habitualmente así es. La personalidad herida está más que dispuesta y lista a volverse peculiar e inestable en su comportamiento, actitudes y opiniones. Además, frecuentemente resultan enfermedades físicas, como consecuencia del estrés emocional producido por el rechazo.

Dios es Amor "...Dios es amor..." (1 Juan 4:16), y su reino es un reino de amor. La Biblia afirma de Dios que "...él nos amó primero" (1 Juan 4:19). Cuando Dios alcanzó al hombre en la redención, llegó en amor: "... de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito..." (Juan 3:16). Y además: "...Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5:8).

Satanás Odia el Amor Satanás odia el amor y se opone a Dios, que es amor. El quiere destruir el amor, porque no puede obrar en medio del amor. Un pez no puede sobrevivir fuera del agua; morirá pronto. De manera semejante, el demonio no puede trabajar en un ambiente que es hostil a su naturaleza. No puede obrar en una atmósfera de alabanza, porque la alabanza le ata (Salmo 149:6-9). Tampoco puede actuar en una atmósfera de amor, pues el amor es contrario a su naturaleza (Juan 8:42-44). El amor impide a Satanás descargar sus estragos en nuestras relaciones. De ahí porqué la Palabra de Dios exhorta a los esposos a amar a sus esposas, a las esposas a amar a sus maridos, a los padres a amar a sus hijos y a los cristianos a amarse unos a otros. El amor derrota al demonio, pero el rechazo abre una puerta de oportunidad para que el diablo haga todas sus obras malignas.

Satanás construye su reino con base en el rechazo. El amor no existe dentro del reino satánico. Satanás no ama a los demonios que ejecutan sus órdenes y ellos no aman a su amo. Aunque el reino de Satanás no está dividido, la unidad de ese reino no se fundamenta en el amor, sino en el temor, en el control y en una tendencia común hacia el mal.

DOS RAÍCES COMPAÑERAS Temor al Rechazo Una vez que la herida del rechazo se introduce en la vida de una persona, comienzan a surgir dos problemas paralelos: temor al rechazo y auto-rechazo. Este par de problemas paralelos son reacciones erradas a las heridas que causa el rechazo. Cuando alguien ha sufrido una herida, procura prevenir heridas futuras. El temor a lesiones adicionales le hace crear falsos mecanismos de defensa. ¿En quién puede confiar? ¿Le herirán de nuevo quienes ya le hicieron sufrir? ¿Otras personas también le causarán más heridas? A fin de evitar heridas posteriores, comienza a sospechar de las intenciones de los demás y desarrolla desconfianza en sus motivos. En otras palabras, se forma lo que los psicólogos llaman "paranoia". A medida que crece el patrón de desconfianza y sospecha, el individuo paranoide al final abrigará el temor que los otros conspiran contra él y se convence en su interior que los demás le han elegido como blanco para perseguirlo. La raíz detrás de la paranoia siempre es "temor al rechazo." La persona paranoide está muy atormentada, de manera que el demonio ha obtenido uno de sus objetivos principales.

Auto-rechazo Además, cuando alguien ha sufrido las heridas del rechazo, por lo general comienza a rechazarse a sí mismo. Se puede preguntar: "¿Qué pasa conmigo que todos me aborrecen?" Comienza a pensar que si fuera distinto o inclusive otra persona, los demás lo amarían y lo aceptarían. Después de concluir que la clave para ganar aceptación es ser diferente de su yo actual, el individuo auto-rechazado busca cambiar su personalidad. Puede hacer un esquema de su nuevo yo según las fantasías de su mente o según alguien de quien ha leído en un libro o a quien ha visto en televisión o alguien de quien observa que es amado por otros. Inicialmente Dios nos hizo como somos. Cuando rechazarnos el "yo" que Dios creó en nosotros, nos abrimos la formación de una o más personalidades alternas, las cuales serán falsas e inspiradas por el demonio. Así, el autorechazo es la puerta que permite la entrada a las personalidades múltiples características de la esquizofrenia. Tales pseudopersonalidades son sistemas compuestos por espíritus malignos que representan el desarrollo organizativo del reino demoníaco dentro de si mismo. Cuando me hice pastor, me sentía muy inseguro. Prácticamente no me tenía confianza. Al compararme con otros ministros, siempre me juzgaba menos calificado y menos capaz que ellos. En un esfuerzo por mejorar mi desdicha, imitaba a los ministros a quienes admiraba y copiaba con mi mejor capacidad sus maneras y sus personalidades. Un día, Ida Mae, mi observadora esposa me preguntó: "¿Por qué siempre imitas al último predicador que has oído?" Esto me iluminó y entonces me di cuenta que me

había convertido en un imitador de otros y que ese no era mi yo verdadero. En mi adolescencia era muy alto y muy delgado. Medía seis pies y dos pulgadas (1.86 m.) y escasamente pesaba ciento veinte libras (54.5 kg.). Mis orejas, muy grandes, me colgaban de la cabeza como las velas de un barco. Los zapatos número doce (45), parecían pontones para mis pies. Tenía la cara con cicatrices horribles de los barros y espinillas. ¿Quién podría amar a alguien con esa apariencia tan espantosa? Yo mismo me aborrecía. Me despreciaba al mirarme en el espejo. Los compañeros de clase me atormentaban por mi figura y me ponían apodos como "Langaruto", "Patas de Araña", "Estratosfera", "Osamenta". Por fuera reía pero, lloraba en mi interior. Las experiencias personales con estas heridas del rechazo, me han hecho comprender y tener simpatía hacia quienes deben luchar y batallar con el auto-rechazo.

II RAZONES PARA EL RECHAZO Los espíritus inmundos son incapaces de entrar en una persona por voluntad propia. Deben tener "puertas abiertas". El rechazo causa una herida, una abertura, una puerta por cuyo medio los espíritus malignos pueden entrar. Después de muchos años de observar las diversas cosas de las que el individuo promedio necesita ser libre, creo que Satanás tiene una estrategia para capturar la vida de toda persona desde el momento mismo de la concepción. Satanás no tiene capacidad para realizar todo lo que le gustaría hacer, pues está limitado a sus "derechos legales". Sólo puede aprovechar las condiciones negativas en la vida de uno. Por ejemplo, puede haber maldiciones que se heredaron por los pecados de los antecesores (Éxodo 20:45; Deuteronomio 30:19) El diablo perpetuará esas maldiciones a las generaciones sucesivas, a menos que la obra redentora de Cristo se apropie por medio de la fe y de la liberación (Gálatas 3:13). Además, Satanás puede conseguir una abertura por medio de cosas como las actitudes negativas de los padres y de los hábitos de las adicciones. También se verá cómo el demonio siempre está alerta para aprovechar las oportunidades que le llegan, cuando tienen lugar las heridas del rechazo.

Concepción Indeseada Es común descubrir que los demonios entraron en un individuo mientras aún estaba en el vientre de la madre. El "rechazo" es un espíritu maligno que con mucha frecuencia obtiene entrada prenatal. Un demonio de rechazo encuentra un terreno listo cuando los padres rechazan la misma concepción del niño. ¿Por qué podría un bebé ser rechazado desde el momento de la concepción? Por varios motivos. Por ejemplo, un niño se puede concebir en lujuria y no en amor. El hombre y la mujer que conciben un hijo gracias a la fornicación o al adulterio, buscan dar rienda suelta y gratificar sus apetitos sexuales, más que engendrar un niño. Un embarazo que no se quiere es el resultado de este desenfreno en la concupiscencia. Muy pocos bebés concebidos ilegítimamente son deseados y amados. De esta manera, al niño se le rechaza desde el comienzo mismo de su vida. Además de la herida del rechazo, la ilegitimidad también origina una maldición sobre todo hijo "bastardo". Según la ley del Antiguo Testamento, a las personas ilegítimas y a sus descendientes hasta la décima generación, se les

prohibía entrar al templo (Deuteronomio 23:2). Hay familias y razas enteras de pueblos bajo la potestad de las maldiciones de ilegitimidad debido a los niños que se concibieron fuera del matrimonio. Los bebés se deben engendrar en amor. Durante los meses de embarazo una mujer puede ministrar espiritualmente a su niño por nacer. Puede cantarle, orar por él, y comunicarle su amor. Juan el Bautista fue lleno del Espíritu Santo desde el vientre de la madre. Un bebé en el vientre materno es capaz de percibir las influencias espirituales tanto positivas como negativas. Inclusive, algunos obstetras creen que un niño sabe si lo aman o no, pocas semanas después de su formación en la madre. Y por medio de la experiencia en el ministerio de liberación, sé que esto es verdad.

Otros Rechazos Prenatales Algunos niños son rechazados mientras están aún en el vientre de sus madres por razones como las siguientes: 1. Concepción muy temprana después del matrimonio. Los recién casados, por lo general, planean no tener hijos inmediatamente después de la boda. Así, en los planes de los padres un bebé se convierte en un intruso y se le rechaza. Otro ejemplo de las razones para el rechazo prenatal es el de la joven virtuosa que resulta embarazada mientras se halla todavía en la luna de miel. La novia comienza a preocuparse: "Si el niño nace prematuramente, ¿qué pasará? ¿Quién va a creer que no estaba ya en embarazo antes de casarme? Mi virtud será puesta en tela de juicio". De esta manera, la preocupación de la mujer por una posible acusación de haber tenido relaciones sexuales antes del matrimonio, hace que rechace al bebé. 2. Concepción demasiado cercana al nacimiento del hijo anterior. La futura madre sufre al darse cuenta que va a tener que cuidar dos niños en pañales al mismo tiempo. Había planeado espaciar el nacimiento de sus hijos con algo de distancia. Por tanto, rechaza este bebé debido a que su llegada está muy próxima a la del hermanito anterior. 3. Preocupaciones financieras en la familia. El niño viene como un "accidente" y se le culpa por causar tensiones y preocupación en el ya restringido presupuesto familiar. Con los precios de los servicios hospitalarios en el día de hoy, el nacimiento de los hijos es bastante costoso. Algunas parejas sienten que no pueden darse el lujo de "encargar" un bebé o que todavía no lo pueden tener. 4. Temores. La futura madre comienza a temer el dolor que acompañará al nacimiento o a tener miedo por las complicaciones del embarazo o a sentir temor por posibles deformidades en su bebé. Tales temores pueden hacerla desear que nunca hubiera quedado embarazada, lo que aumenta el rechazo al niño. 5. Conflictos entre los padres. El matrimonio puede estar en un momento de crisis emocional, por ejemplo, al borde del divorcio y no es el momento apropiado para tener un hijo. 6. Los futuros padres tienen ya los hijos que habían planeado. Por ejemplo, si una pareja decidió que tres hijos es su límite y se enfrenta ahora a un cuarto niño en camino, es seguro el rechazo a ese nuevo ser. 7. Aborto como posibilidad o como intento. ¿Qué sucede a un hijo cuando su rechazo es tan pronunciado que los padres consideran asesinarlo por medio del aborto? Hay pruebas crecientes que el niño tiene conciencia del peligro que sufrió su vida.

Aunque el aborto no se efectúe en realidad o no tenga éxito, el deseo de matarle se registra en la conciencia del niño. A medida que ese niño crece y madura, no es raro que manifieste un fuerte temor a haber sido objeto de maltratos y amenazas por parte de su propia madre. El intento de aborto representa un rechazo temporal del bebé. Después de tocar ese tema y luego de orar, finalmente se aceptará y se amará al niño. Sin embargo, ya tuvo lugar la herida inicial y los espíritus malignos aprovecharán la puerta que se les abrió.

Rechazo del Niño por su Sexo Un niño puede ser muy deseado hasta cuando nace. Como a menudo es el caso, los padres anhelan un hombre y tienen una niña, o desean una niña y reciben un varoncito. La preferencia sobre el sexo del niño es un tema muy serio para algunos padres. Sin embargo, no interesa cuan fuerte sea la preferencia personal, es una tontería rechazar un bebé por algo que Dios decidió y de lo cual el niño no tiene poder alguno para cambiar. En ciertos casos uno o ambos padres están seguros que el Señor les reveló por adelantado que el bebé será varón o mujer. Dios puede revelar el sexo de un niño antes del nacimiento, según se ve en algunos Precedentes escritúrales. Tanto Elisabet, la madre de Juan el Bautista, como María, la madre de Jesús, supieron que concebirían y darían a luz hijos varones (Lucas 1:13,35). Sin embargo, se debe admitir que estos casos fueron excepcionales y que no es algo común que Dios revele el sexo de un niño antes de nacer. Un evangelista y su esposa esperaban el primer hijo. Como viajaban de un lugar a otro, en varias profecías se les dijo que el bebé era un varón y que al crecer sería un siervo poderoso del Señor. Algunas de estas profecías vinieron de ministros muy afamados. Pero nació una niña. El padre quedó tan herido y en tanta confusión que la rechazó seriamente. La madre cayó en un profundo sentimiento de culpa y se condenaba y rechazaba a sí misma por haberle fallado al esposo. La niña, al percibir el rechazo, lloraba sin cesar y sobre todo mucho más cuando el padre la tenía en los brazos. Junto con Ida Mae, mi esposa, aconsejamos a esta pareja y después de haber ministrado liberación a los tres miembros de la familia, inclusive a esa preciosa niñita, hubo un cambio instantáneo y milagroso. La niña se aquietó en sus emociones y aceptó a su padre. A medida que llegaban a diversos sitios, el evangelista llamó varias veces para dar informes actualizados sobre lo bien que marchaba todo y para agradecer la ministración que se le dio a su hijita. De nuevo, esta es una ilustración tomada de mi propia vida. Mi madre esperaba una niña, cosa que le parecía muy lógica. Tenía ya un varón y estaba lista para una niña. Además, mi madre venía de una familia donde hubo solamente cuatro mujeres. Sentía que se podía relacionar mejor con las niñas que con los varones y personalmente quería una hija como compañera. Antes que naciera, mi madre me había elegido un nombre femenino, pero no pensó en nombre masculino, como alternativa. Tan pronto como me vio, supo que jamás me podría decir Nelly Catalina. Pasaron diez días después de mi nacimiento, antes que me dieran nombre. A medida que crecía, con frecuencia mi madre me recordaba que la había desilusionado. Su frustración por no haber sido mujer, hizo que sintiera el peso del rechazo. No ayudaba nada haber nacido varón, pues nunca podría cambiar mi sexo. En defensa de mi madre debo decir que, de haberlo sabido, jamás me hubiera causado ningún daño. Era una buena cristiana que caminaba según la

luz que tenía. De la misma forma, hay muchos padres profundamente desilusionados por el sexo de los hijos que han tenido. El rechazo de esos niños no se hace en una forma voluntaria y maliciosa, sino por no conocer e ignorar las consecuencias. Sin embargo, se producen las heridas del rechazo y el demonio sí las aprovecha. El rechazo de los padres debido a la preferencia por el sexo no deseado, a veces hace que los varones se vuelvan afeminados y que las niñas sean marimachos. Un niño a quien se rechaza porque es del sexo "equivocado" sentirá, desde muy temprana edad, que puede ganar la aceptación de sus padres si se conduce como si fuera del sexo opuesto. En consecuencia, como se le rechaza por tener el sexo "errado", puede llegar a odiarse y rechazarse a sí mismo. Finalmente, el rechazo de la sexualidad propia del individuo, puede llevarlo a convertirse en homosexual.

Problemas Físicos Se puede rechazar a un bebé desde su nacimiento porque tiene alguna infortunada deformidad o determinadas características físicas, por ej., mongolismo. Algunos niños nacen con labio leporino o con paladar hendido o con diversas marcas congénitas o desfigurados en grados variables. No todos los niños con deformidades sufren el rechazo; sin embargo, a algunos ' se les rechaza, aunque sus defectos sean leves.

Víctima de las Circunstancias El instante del nacimiento es un tiempo particularmente sensible. El niño sale del medio tibio y abrigado cuerpo de la madre. El vientre ha sido un hogar seguro durante nueve meses. Ahora viene un cambio abrupto y completo, a medida que comienza la vida fuera de la matriz. A veces a la mamá no le permiten ver a su bebé durante horas después de nacido. Lo llevan a la sección pediátrica del hospital y allí lo cuidan otras personas. Al padre sólo se lo dejan ver a través del vidrio de la ventana de esa sección. Afortunadamente, en el curso de los últimos años, han surgido muchos cambios para mejorar esos procedimientos. A los futuros padres se les anima a asistir a clases especiales que les preparan para estar preseras durante el parto y servir de ayuda cuando sus hijos van a nacer. Es de máxima importancia, tanto para el padre como para la madre, sostener al recién nacido, masajear el vernix que cubre su piel y acariciar al niño. Se ha demostrado que los bebés que reciben un contacto y un toque amoroso, desde el momento mismo del nacimiento, desarrollan una personalidad más estable que quienes son separados de sus padres en este instante crucial de la vida. Las heridas del rechazo pueden aparecer si, por algún motivo, al bebé se le priva de una relación estrecha con sus padres. Por ejemplo, el rechazo puede venir si se deja al niño con otras personas, mientras la mamá trabaja fuera del hogar. Ella recoge su hijo en la casa donde se lo cuidan, justo a tiempo para acostarlo y lo vuelve a llevar allá, en la mañana siguiente, antes que esté despierto del todo. Además, el padre puede trabajar por largas horas lejos del hogar y quizá no le pueda dar tiempo a su hijo. En otras palabras, si los padres no dedican tiempo suficiente a su niño, éste, por regla general, sentirá cierto rechazo tanto de parte del padre como de la madre. La paternidad y la maternidad correctas y adecuadas, son trabajos de tiempo completo. Por otra parte, algunos bebés son dados en adopción. Este abandono de los padres, produce una herida muy grave. Aunque casi siempre los padres

adoptivos aman a estos niños, muchos son incapaces de recibir amor o de devolverlo apropiadamente, porque ya tuvieron lugar las heridas del rechazo. La muerte de uno o de ambos padres, produce también lesiones muy severas en la personalidad del niño. Los huérfanos no pueden comprender qué le(s) ha pasado a su(s) padre(s) y relacionan e identifican esta desaparición con el abandono. El divorcio es otra fuerza destructiva en la vida de un niño. La herida puede profundizarse si el pequeño, en el hogar, se ha visto sometido a una atmósfera de peleas y conflictos, antes de la separación de los padres. Los infantes y los niños carecen de la capacidad mental para comprender estos disturbios familiares, pero sí son capaces de percibir el peligro que les acecha a ellos mismos, a través del ambiente emocional creado por las contiendas y los disgustos en la familia. Un niño un poco mayor, en una familia en crecimiento, a menudo se ve obligado a competir por la atención de sus padres con el hermanito o la hermanita que le siguen. Los nuevos rivales se consideran con celos. Otro en los brazos o en la falda de la mamá, se puede convertir en la mente del niño en "mamá quiere más al bebé y ya no me ama a mí."

Víctima del Maltrato Es un hecho bien conocido que un elevado porcentaje de los reclusos en las cárceles norteamericanas corresponde a individuos que en su niñez fueron maltratados. Una encuesta en una de esas prisiones federales demostró que ciento por ciento de los prisioneros habían recibido maltrato cuando niños. Esta cifra revela las aterradoras consecuencias del abuso durante los años formativos en la vida de una persona. Siendo esto así, debemos aprender a tratar con las causas más que con los efectos. 1. Maltrato verbal Algunos niños rara vez oyen una palabra amable o alentadora. Siempre se les regaña, se les ridiculiza, se les maldice y se les atormenta. Lo único que muchos recuerdan de sus padres son frases como: "Quisiera que nunca hubieras nacido. Todo lo haces mal. Jamás serás alguien de provecho. Eres un estúpido, imbécil y bruto. Ojalá estuvieras muerto." Algunos niños luchan aun cuando reciben toda clase de estímulos. ¿Alguien puede medir las heridas que se le forman a quienes se les maltrata continuamente con palabras mordaces y crueles? 2. Maltrato físico Claro está que existe el maltrato a los niños y ninguna forma de abuso infantil verdadero se debe defender en ningún terreno. Sin embargo, hay una tendencia a considerar que ciertos aspectos de la disciplina son "maltrato al menor", cuando en realidad no es así. Por ejemplo, varias oficinas del gobierno (juzgados de menores), pueden considerar que el castigo corporal es "maltrato infantil". Por el contrario, una buena azotaina administrada adecuadamente, es bíblica y produce frutos de provecho. No es maltrato. Es una manifestación de amor (Proverbios 13:24; 29:15; Hebreos 12:5-11). Hace algún tiempo, con mi esposa llevamos a nuestro hogar, corno hijo adoptivo, a un muchacho de dieciocho años. Las autoridades lo retiraron de su casa, cinco años antes debido al maltrato físico exagerado de que era víctima. Las repercusiones emocionales fueron tan graves que para el tratamiento hubo necesidad de internarlo en una institución psiquiátrica. Allí lo encontramos. Las autoridades nos mostraron los recortes de prensa que informaban los abusos que había sufrido. Según esos datos, tenía varias

fracturas en el cráneo, pues le habían golpeado con una varilla metálica, uno de los ojos se le salió de la órbita y quedó colgando en la mejilla, las manos tenían cicatrices de las quemaduras que recibió porque se las habían puesto sobre la llama de gas de la estufa, y en los brazos mostraba costras porque se los quemaron con cigarrillo. Por eso podemos dar testimonio sobre las consecuencias que el maltrato físico causa en la personalidad, pero también hemos visto los resultados maravillosos que se originan en la liberación y en el amor. 3. Maltrato sexual Una de cada cuatro mujeres y uno de cada ocho hombres, han sido víctimas de maltratos sexuales. Este término se refiere a sodomía, incesto, caricias pervertidas y violación. El abuso sexual crea inestabilidades extremas en la personalidad de las víctimas. Por lo general, quienes sufren heridas de este tipo, las ocultan en lo más íntimo de su ser, a veces inclusive en el subconsciente, mediante profundos mecanismos represivos. La razón es clara: en muchos casos el maltrato y abuso sexuales los hacen familiares o amigos muy cercanos de la familia. Afín de evitar la vergüenza y el escarnio que podrían venir sobre la familia, el tema se esconde y con frecuencia, al niño de quien se abusó se le silencia con amenazas de represalias si denuncia al ofensor. Sin embargo, los efectos saldrán a la superficie de una u otra forma. El diablo trabaja horas extras para causar más y más daño a los niños. En la actualidad hay naciones como Suecia, donde el incesto es legal; además se sabe que en otros países, hay movimientos muy fuertes para legalizarlo. ¿Qué repercusiones se pueden esperar en quienes se ha abusado sexualmente? Con Ida Mae ha sido posible ministrar liberación a muchas mujeres con heridas en esta área y en ellas se ha visto que aborrecen a los hombres, les temen y les manifiestan una gran desconfianza. En las mujeres casadas se encontró incapacidad para gozar de sus esposos, no porque éstos les hicieran daño sino a causa de una carga muy grande de actitudes y sentimientos negativos hacia los hombres en general, resultantes de maltratos sexuales en la niñez. Además, se vio que muchos espíritus de impureza sexual (por ej., erotismo, lujuria, provocatividad, prostitución, frigidez, masturbación) tuvieron entrada merced al abuso y maltrato que hicieron los padres, abuelos, tíos y hermanos. En casi todas las prostitutas se encontró que fueron víctimas de ofensas sexuales en edades muy tempranas. Prácticamente, en todos los casos de personas que han sufrido abuso sexual hay sentimientos muy hondos de culpa, suciedad y contaminación. El peso de estas vergüenzas y temores, puede ser aplastante y llevar a depresiones muy profundas que inclusive, cuando no se superan, hacen que se piense en la muerte, como solución definitiva al problema. El Espíritu Santo con frecuencia da palabras sobrenaturales de conocimiento que llevan luz a las raíces escondidas del maltrato sexual. En otras ocasiones, quienes reciben la consejería, comparten sucesos de su vida que no se atreverían a comunicar a ninguna otra persona. A todos se les proclaman las Buenas Nuevas que hay liberación para los que han sido víctimas en su personalidad y cuerpo de las ofensas y del maltrato sexuales.

Rechazo entre Iguales Casi todos hacemos el mismo esfuerzo especial para crear una buena impresión entre los miembros de nuestro grupo. Queremos ser aceptados y que no nos rechacen. Pero conviene recordar que podemos convertirnos en la

parte que ofende. Podemos herir a otros si los rechazamos. Si a alguien de nuestro grupo se le rechaza, debemos sostenerle y no estar con quienes le hieren. Una vez hice parte de un grupo ministerial. En nuestras reuniones había un hermano que era el objeto continuo de las bromas de todos. Pronto me encontré al lado de ellos. Hacíamos de nuestro hermano en el Señor el tema de toda broma y burla. Podíamos pensar que era una buena diversión, pero me di cuenta que a ese hermano pastor se le hería con nuestra actitud. Le pedí perdón y después me hice el propósito de tratarle como quería que me trataran. El rechazo entre iguales puede aparecer en cualquier momento de la vida. La niñez es una época muy vulnerable. Los niños pueden ser muy crueles entre sí. Hay hondos y fuertes recuerdos de rechazo que retroceden hasta la época escolar. Se puede excluir a un niño de toda actividad y hacerlo tema de burlas por la raza, la forma como habla, el modo de vestir, la apariencia exterior, el estado social de la familia, cualquier incapacidad física o mental, e inclusive por lo que lleva al colegio para comer. Los niños sufren heridas de rechazo cuando los miembros del grupo no los aceptan.

Rechazo en el Matrimonio El divorcio y la separación siempre causan heridas de rechazo. Aquellos a quienes Dios unió, no se pueden separar sin que algo se desgarre. Algunos de los peores traumas del rechazo vienen por las lesiones que se asocian con el divorcio. La infidelidad de un cónyuge, significa que ha rechazado a su compañero(a) por otra persona. Si el pacto matrimonial se rompe por la infidelidad, la herida es una traición al amor. Si uno de los cónyuges deja el hogar, se constituye el abandono del amor. También hay cónyuges que viven en rechazo perpetuo dentro del matrimonio. No hay comunicación ni amistad ni mucho menos amor. Un tipo común de rechazo en el matrimonio es el rechazo sexual. El hombre o la mujer rehusan los derechos conyugales a la esposa o al esposo.