Vas Que Vuelas / Julio 2013

VAS QUE VUELAS JULIO 2013 
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VAS QUE VUELAS JULIO 2013 
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¡HOLA DE NUEVO!

Vasquevuelenses, el gran éxito que tuvo la primera edición de esta nueva revista digital nos animó a hacer un mejor esfuerzo y por eso para Julio les traemos más cuentos, relatos, ilustraciones y narraciones originales invitándolos a compartir su tiempo con nosotros.
 
 Esperamos que les guste tanto como a nosotros nos gustó hacerla para ustedes.

Patricio Molinar Guerresi / @Rascapache
 Director General

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MARISA CONDE / @PARABOLITA

SE ME VA EL TIEMPO Se me va el tiempo. Nunca he podido tomarlo con las manos; antes de que sea presente ya es pasado. Es como el agua; la sientes, la tocas, pero no puedes quedártela. Así empieza todo -lo cuento en pasado mientras sucede porque para cuando tú lo leas ya no será mío- como la espera, parece tan larga y desaparece tan invisible. El tiempo como imbécil escapista, se ríe de mí. Planeo lo poco que vale mi decisión. El próximo año -que fue hace dos- nos conocimos. No recuerdo si muy tarde, muy temprano o muy a tiempo. Dijimos que no era el momento pero el destiempo no existe. Quiero que algo me detenga; un letrero, un reloj, un abrazo. Ya ni siquiera hablo de ti. Ya no sé qué significas. Entiendo lo que fuiste, pero no sé nada del recuerdo. Te volviste una foto sin alma, la historia de una cama vacía de mañanas. Es raro; eres como eso que sabes que pasó, que sabes que sentiste; pero sabe a sueño. Y mis pies caminan solos cada vez más lejos de todo. Ahí abajo no hay pausa, caminan por instinto, necesidad o inercia.

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ALEX VILLEGAS / @LLEGASPACHECO

CINTA NEGRA

CINTA NEGRA

BARBIE ECHAVARRÍA / @QUEBARBARITA

ENERGÍA

A veces pienso, ¿seré yo a d i c t a a l a s m o t o s ?
 En realidad, la respuesta es que soy adicta al movimiento; todo aquello que se crea a partir de la inestabilidad. Muevo mis emociones, muevo mi vida, muevo mis fotos. La cosa es no estar siempre en el mismo lugar, ni con las mismas personas.
 Esta serie la tomé en uno de mis lugares favoritos del mundo, en mi época favorita del año, la lluviosa Ciudad de México en verano. 

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BARBIE ECHAVARRÍA / @QUEBARBARITA

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BARBIE ECHAVARRÍA / @QUEBARBARITA

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BARBIE ECHAVARRÍA / @QUEBARBARITA

MARTA GUERRESI / @MARTANATOLOGA

TÚ Y YO El verdadero amor es cuando tú y yo nos hacemos uno sin dejar de ser nosotros dos. Cuando a pesar de las complicaciones de la vida, nos fundimos en abrazos y salimos adelante. Colorear nuestros problemas para desdibujarlos por completo. Reírnos cada día sin tomarnos la vida tan en serio. Sucedernos por las noches cobijados bajo la misma luna. Amarnos en cada uno de los instantes en que no hay más que amarse; en esos instantes de cada instante. Y ser contigo y tú conmigo. Amanecer cerquita, sabiendo que cada espacio de tu cuerpo encaja con el mío. Mirar los segundos congelados en el tiempo; sintiendo cada abrazo, cada beso, los “te amo", envueltos en suspiros.   Mirar todo instante a través del azul profundo de tus ojos. Es este amor sellado con el nacimiento de los hijos, que envuelven el corazón como toallas tibias tendidas al sol. Es llamarse a la distancia en medio de la noche cuando viajas y charlar por horas. 8

Es ser para ambos: refugio, hogar y consuelo.

Hacer locuras y no parar de sorprendernos.

Cuidar tus gripas, adorar tus sonrisas tu buen humor y saberte enamorado. De mí.

Seguir andando cada quien su propio camino buscando objetivos y respuestas, conocer bien cuál es la esencia del trayecto juntos.

Es sentir orgullo por lo que haces y cómo lo haces. Sin trampas.

Desear envejecer contigo a mi lado y cambiar arrugas por recuerdos.

Llenarse el alma cuando cantas y contagias tu alegría por la vida.

Para que cuando el cuerpo descanse,

Romper reglas y seguir la magia de querernos.

mi alma se funda para siempre con la tuya y recuerdes que el verdadero amor; cuando tu y yo, seamos sólo uno, no dejemos de ser dos.

Perderse en el infierno y llegar al cielo con tocarnos. Con mirarnos, con sabernos.

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JESÚS AGÜERO / @MAURRICE_

CRÓNICA DE UNA NOCHE SIN ESTRELLAS Así como hay psicólogos que se deprimen y hay doctores que se enferman. También hay hombres que nos enamoramos. Y esta vez yo no fui la excepción. Era invierno y oscureció más tarde de lo habitual. Aunque las nubes tapaban el cielo desde temprano, la noche comenzó hasta las ocho menos diez, con una canción de Jazz como fondo, en un bar del centro de cual nunca me supe el nombre, pues llegue hasta ahí por casualidad, estaba perdido, buscando una dirección que jamás encontré y que después simplemente olvidé. Entré, quizá para descansar un poco, pero tardé más en hallar un asiento con la mirada que ella en llamar mi atención, y yo en decidir que me quedaría el resto de la noche si fuese necesario para invitarla un trago. Se preparaba para subir al escenario junto con la banda: un sax, dos trompetas, una guitarra, batería, piano y un tololoche. Tomó un trago antes de subir y yo tomé asiento para observar. Casi de inmediato llegó el mesero y le pedí un tequila, no sé porque, ni si quiera lo pensé, fue lo primero que me vino a la mente. Estaba concentrado en otra cosa.

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Dejé el abrigo en el respaldo de otra silla y el bombín en la mesa. Como de costumbre, anticipándome a todo, incluso al clima, procuré tomar foto mental de sus ojos intuyendo que nos quedaríamos sin estrellas esa noche; una foto de su mirada, que no dejaba de mirarme; su mirada que era un poema escrito con tinta azul sobre una tarde de Enero. Con la vista la acompañé toda la función; desde que saludo al público al subir al escenario, hasta el último acorde que ejecutó el guitarra. Y ella no estuvo ausente de eso, jugaba con la magia de tener por lo menos, a un espectador atado hasta sus más mínimos gestos; de que por lo menos uno estuviera sobrio y prestándole atención, aunque cuando interpretó 'Sabor a mí' se quedó sola, al fin logro embriagarme su sonrisa. De hecho, a

simple vista se podía ver como jugaba con la sensualidad y la voz, que tan sólo el sax y ella poseen. Al final de la ultima canción no hubo que decir nada, ella con las canciones y yo con la mirada ya habíamos dicho todo lo que se tenía que decir. Bastó con que le diera la mano para que bajará del escenario y me acompañara a la mesa; mesa que sólo ocupamos dos rondas más para seguirle en su habitación, que es la habitación de mi apartamento, y ya finalmente solos, subir el volumen a la noche para escuchar el silencio y aprovecharme de ella hasta donde me lo permitiese.

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(Nota del autor): La siguiente es una obra de ficción. Cualquier parecido con cualquier personaje vivo o muerto es mera coincidencia.
 
 A menos que tengas los ojos azules y la fecha 25/01/10 te diga algo.

Comenzó por seducirme la moral, después me aflojó el cinturón y las ganas. Yo le subí las pulsaciones y el vestido, para verle mejor las piernas, un par de hermosas armas largas. Y así como los minutos pasan, pasé de trovador a poeta; de sus labios a su espalda, de niño a bestia, de la sala a la cama; todo en menos de una canción. Pero así como los minutos pasan, pasó la noche, y llegó la mañana, y con ella llegó el adiós (lo sé, fue muy corta esta parte; pero en ocasiones hay cosas que no se pueden contar). La despedida fue sin beso en la mejilla, debería decir que no pude ver cuando salió. Para cuando los rayos del sol entraban por la ventana, ella ya no estaba en la habitación donde fuimos menos que amigos, pero más que amantes. Al punto de que conocemos el sabor uno del otro sin saber el nombre; de volvernos adictos, de volvernos locos. Al punto de que no, lo nuestro no cabe en un colchón ni en una noche; ni en un te extraño, ni en un reproche. Y resulta que es tan duradero como lo fugaz; y tan fuerte como el cristal. Con tantas secuelas como una borrachera, pero tan dulce como el solo de aquel sax. Sin embargo, de aquella noche sólo me quedo su recuerdo. Y con él pude hacer una canción y un poema. Ambos hablan de sus ojos azules, de esa princesa que además de robarse la noche, colecciona corazones rotos y entre ellos el mío. Ambos hablan de esa noche de Enero, en la que no se sentía el frío. De una noche en la que el tiempo, fue aliado y enemigo. Ambos hablan de una noche en la que nos conocimos, y una madrugada en la que nos olvidamos. Hablan de todo, menos amor. Porque todo fue tan efímero que no tuvo cabida. No hubo espacio para un 'te quiero' o para un 'Nos vemos luego'. Todo empezó y acabó ahí mismo. No existió tiempo siquiera para despedidas o para intercambiar teléfonos, el tiempo siempre estuvo medido y no hubo para más. Por el contrario, yo. Yo sí hablo de amor. Yo tuve que llorar sonrisas para que nadie se diera cuenta que me afecto más de lo que creía su ausencia. Una ausencia que nadie notaría, porque todo esto podría pasar como un sueño si se le diera la gana, pero si fuera así, esto no se parecería nada a la vida. Y es que aún no se me borra el sabor de el último beso, porque no hay alcohol que me quite el sabor de sus labios ni jabón que me quite su sudor de la piel, no hay día que duré más que esa noche. Y afortunadamente no hay razones para olvidarla, no hay direcciones, ni un nombre, no hay reproches ni motivos, ni un porqué.

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YADO ODAY @YADOCORP

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CARLOS ESPINO / @HYPERVOILA

NO SOY Te voy a contar todas las cosas que no soy, pero crees que soy. Todas las cosas que quieres que sea y que, por el gusto de quererte, lo hago. No soy especial, ni nacido en otro planeta; tan solo soy un hombre común y corriente que pretende entender todas y cada una de las palabras que solías contarme; como aquella vez en la que comenzaste a contarme sobre alguna civilización antigua, su cultura, sus costumbres y su arquitectura. O aquella otra vez en donde me mirabas con ojos de recelo, pero yo sentía que eran ojos de deseo. Así de común soy. Así no soy. Tampoco soy romántico, solamente soy quien que lanza poemas sin nombre y que rasga el cielo con algún verso. No soy poeta, ni escritor; soy un habitante más del desamor y de la soledad. No soy un héroe ni una celebridad, tan solo soy alguien que recuerda los nombres de las personas para así poder saludar. No soy fuerte, sensible, emocional, mentiroso, fiestero, jovial ni atlético. No soy ninguna de esas cosas (ni quiero serlo). No soy quien te enamora, te usa y te deja. No soy como cualquier otro hombre que has tenido. Debes de saber que tampoco soy quien no te piensa todo el tiempo, quien no te sueña todos los días, ni quien te ignora a cada momento. No soy quien te olvida. No soy ni seré todas esas cosas; lo que sí soy, es un perdido enamorado, romántico, sentimental, héroe, celebridad y especial escritor, que te escribe sin pausa, que te quiere sin tiempos y que te espera con gusto. No soy todo eso que crees que soy. Soy todo eso que no quieres ver.

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SOFÍA / @GOTASCAFE

ESPERA Después de la discusión me fui al cuarto y me senté en el sillón, tomé la taza de café fría y la bebí. Esperaba escuchar sus pasos apresurados y que el golpe de la puerta le diera el final a nuestra historia. Era imposible negar que silenciosamente añorábamos que nuestras vidas se dividirían y dejaran de ser una tortura para ambos; sin embargo, seguíamos tomándonos de la mano, esperando que el otro se atreviera a soltar primero; y así, en retribución al dolor y la humillación del abandono, ganarse el derecho a ser libre, lo cual no podría sentir quien se llevara la culpa de abandonar un barco a la deriva. La casa estaba en completo silencio y en penumbra, el escenario era perfecto para escribir el final emotivo y trágico que merecíamos, pero me negaba a marcharme, las maletas no eran suficientes para llevar la culpa junto con los sueños rotos y los recuerdos; y mi incapacidad de arrancar del corazón a quien fue su habitante por tantos años, hacia más pesada la carga. Quería que se fuera, que su indiferencia se marchara y se quedara únicamente la soledad, pero una real, no la que había vivido a su lado en los últimos meses. Quería mi vida sola y vacía para poder llenarla de nuevas canciones y compañías. Quería 15

“Deseaba reanudar mi vida, retomar la sonrisas y bailar de nuevo; ir por el mundo sin ataduras, ni rencores, sin la carga de su frialdad y llevando conmigo la espontaneidad que nos robo la monotonía.”

que fuera su conciencia la que se ensuciara con el rompimiento; ser yo la heroína fracasada que se quedó hasta el final del por siempre. Deseaba reanudar mi vida, retomar la sonrisas y bailar de nuevo; ir por el mundo sin ataduras, ni rencores, sin la carga de su frialdad y llevando conmigo la espontaneidad que nos robo la monotonía. Pero a nada de eso tenía derecho si me iba dejándolo, si era yo quien se cansaba de la falta de aire y huía de nuestra vida juntos. Los minutos pasaron, sus pasos no se escucharon. Al fin, me levanté de la silla y caminé suave, como si no quisiera dejar las huellas de esos pasos, tomé la maleta, la abrí y puse en ella no sé qué cosas. El dolor y el desespero me llenaron los ojos de lágrimas, me pregunté ¿Para qué se inician las historias y las vidas si luego van a acabar? ¿Para qué caminar hacia la puerta si después de allí no sabría qué hacer? ¿Sería suficiente sentir el sabor de la libertad de volar en cielos libres? ¿Valdría la pena dejar los sueños juntos por una vida incierta? No supe las respuestas ni lo que guardé en la maleta. Abrí la puerta del cuarto y caminé hacia la de la casa. Él estaba sentado en el piso, esperando que yo me fuera. Di varios pasos lentos, el corazón palpitaba fuerte y a pesar de todo lo que sentía, quería que se levantara, corriera hacia mí y me detuviera; pero no, no paró. El silencio se rompió por el sollozo de los dos, ambos estábamos llorando. Era el final; sin embargo, nadie dijo nada. Abrí la puerta, salí de la casa y antes de cerrarla, le dije adiós.

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RENKO / @ARKRENKO

LAS FOTOGRAFÍAS DE TU BODA

A lo lejos, salido de quién sabe dónde, un gallo citadino me trajo de vuelta a la consciencia. Mis piernas semidesnudas se estiraron dejándose acariciar por el aire fresco de los últimos suspiros de la primavera. Mis manos tibias tantearon sobre el colchón, buscándote inocentemente debajo de una sábana arrugada, esponja involuntaria de los aromas de la noche, mitad míos, mitad fantasmales. Entonces recordé que tan solo me mentía en un sueño y, como en todas las alboradas, habías soltado mi mano en el último instante dejándome regresar solitario de la fantasía. Sonreí agradecido, porque aunque a nosotros nada nos salva de la distancia, al menos el sueño nos salva de lo imposible. Las calles de mi ciudad tienen la virtud de no recordarte, de no guardar ni un recuerdo tuyo; ojalá los callejones de mi cabeza tuvieran la misma suerte. Mi primer pensamiento fue para ti, como lo fue también el último, antes que mi insomnio peleara valientemente contra el peso de mis párpados. Caí suavemente sobre una nube formada de sonrisas y suspiros con tu nombre. En el rojo de un semáforo, mis manos apretaron el volante, corroborando lo que ya conozco con cada fibra de mi cuerpo: te deseo de carne y hueso, te quiero colándote por los poros de mi nariz, retumbando en el laberinto de mis oídos y escociéndome en los labios y más allá de ellos. Te anhelo aquí, en estas manos callosas que sujetan el cuero nuevo pero áspero que dirige las llantas de mi automóvil; aquí entre mis dedos, dirigiendo mis deseos hacia tu piel y atrayendo tus labios, tu pelo, tus manos; toda tú hacia mi cuerpo.

Los amores imposibles se conforman con poco, les basta un poco de oxigeno al día para continuar latiendo sin tregua en la noche más larga. Esta vez, el primer mensaje de buenos días ha sido mío, del otro lado del hilo digital, una sonrisa en tu cara ha deletreado mi nombre. Estamos con un zapato en nuestra propia realidad, y otro zapato en nuestro mundo privado. Ese lugar que se alimenta de emociones, sensaciones y pensamientos; pero de rostros estáticos de hace un año o media agonía, un muro de pixeles donde las arrugas se quedaron detenidas en el tiempo y los motivos de nuestros gestos se quedaron en la memoria de alguien más. Tus fotos, mis fotos; pedacitos de nuestros otros yo, recortes de la vida que hemos vivido, gritado, sentido y disfrutado con otros, pero no entre nosotros. Dueles a duelo. Sentado enfrente de una computadora, fiel compañera de muchas batallas, pero todas parte de la misma guerra virtual y despiadada. Estoy resuelto a ganarle un combate a la vida. Mis dedos teclean sin parar, corren de una puerta a otra, casi frenéticos, buscando de aquí para allá, explorando todas las posibilidades que ofrece el Internet, demandándole al destino un par de ases, un asidero para llegar a ti, a tu otra vida. Mis dedos que te buscan en cada rincón posible, debajo de piedras con la sombra de tu cara, dentro de riachuelos que arrastran palabras que pudieran hablar de ti. Quiero saber más de ti, por detrás de la pantalla que separa tu boca dulce de mi vista diabética. Pretendo saltar esas vallas tras las que escondes o proteges a la otra tú, a la que dijo sí en una iglesia sin saber que sería un no para

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ese nosotros que aún no nacía. Busco la soga que me ayude a escalar los muros de tu vida privada; no me importan ni su altura ni el riesgo al vértigo que pueda sentir al llegar arriba. Nada vale los peligros que me esperen allende la cortina de lo escondido, por tan solo echar un vistazo a lo que necia, o sabiamente mantuviste lejos de mis ojos todos estos meses. La paciencia es lo que más cultiva la tierra del nunca jamás, del que ama a un imposible. Tiempo es lo que le florece para seguir arando, picando piedra o desmoronado terrones. Al fin un nombre, alguien que me dejó migajas de pan para salir del bosque maldito y encontrarte en la ciudad donde has vivido toda mi ausencia en tu vida. No puedo creer mi suerte, te he encontrado en Facebook, he dado con un verdadero oasis, no con otro espejismo más de este desierto de amor virtual que nosotros mismos hemos creado. Eres tú, de carne y hueso, con otro nombre y con otro hombre. Eres tú, sonriendo a unos ojos cariñosos pegados a una cámara. Eres tú, sosteniendo un ramo de novia, y mirando hacia un futuro de amor domesticado. Eres tú, la misma que es mía a retazos y que es de él para la eternidad humana. Ahí estás, entrando por la puerta de la iglesia, con los ojos saltones de la emoción, la silueta entallada, perfecta y envuelta en la tela blanca; bañada de estrellas de lentejuela. Te lleva de la mano tu padre, que es alto, blanco y sereno, como lo imaginé muchas veces. Allá está tu hermana, sé que es ella porque está entre emo-

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cionada y un poco envidiosa como solo los hermanos de sangre pueden sentirse entre sí y porque tiene tu misma nariz y una copia de tus ojos. Tu madre llora y me bebo sus lágrimas, las hago mías y comparto su sentimiento de pérdida y su esperanza porque seas feliz en tu nueva vida. Pero yo sé que no puedes ser feliz, no deberías serlo, yo no te espero del otro lado de la alfombra, al final de la marcha nupcial. Y sin embargo, ahí estoy, sentado en la orilla de una de esas bancas duras de madera gastada y pintada decenas de veces que hay en los recintos santos, asiento imperfecto para presenciar y compartir lo que debiera ser y lo es, uno de los momentos más definitivos de tu existencia. Espero con ansia que el órgano suelte sus últimos acordes, quiero verle la cara al hombre que me ganó con 4 ases una partida a la que nunca pude siquiera sentarme para ver mis cartas. Pero estoy lejos del altar, apenas veo su rostro de perfil, es mayor que tú y apenas un poco menor que yo. No es como lo imaginé -porque siempre lo imaginé con mi rostro- pero es tal como nunca pudiste prohibirme verlo, estúpidamente feliz y enamorado de ti. Una parte de mí se alegra y la otra se despedaza al comprobarte en la misma sintonía que tu futuro amante, compañero y marido. Pasaste por un lado mío, pero no me viste, no podrías verme porque aun no existía en tu memoria. Yo estoy aquí, oliendo el vaho de tu perfume mezclado con el aroma de los cientos de flores que adornan la iglesia, vestido de negro como si fuera un funeral, pero sin que nadie se percate de mi etérea presencia. Toco la cola de tu vestido, como diciéndote hola y adiós, pues al fin de cuentas era lo que quería, vivirte en tu otra vida. Lástima que escogí el mejor y el peor momento para adentrarme por el túnel del tiempo, para fisgonear una realidad que es más intensa y profunda que millones de besos virtuales. Dueles. Mis zapatos se empapan de agua salada y la arena se mete por mis calcetines. Estamos los tres en una playa. Yo, el fantasma del futuro y ustedes, la pareja de la luna de miel. ¡Dios, qué hermosa te miras!, ni siquiera me importa que te estoy viendo a través de los ojos del mismo que te comerá a besos tan pronto regresen al hotel. Uso esos ojos prestados para recorrer cada palmo de tu piel mojada, de tus piernas largas, tus brazos a medio tostar y tu pecho

resguardado por un bikini que atrapó al arcoíris para hacerte lucir como un cielo después de la lluvia. Escucho tu risa cantarina y coqueta, sonrío con cada una de tus frases despreocupadamente dichosas, y como avaro medieval, las almaceno en el más preciado de mis baúles, sin permitir que mis oídos se pierdan uno solo de tus sonidos, sin que mis ojos parpadeen por temor a perderse incluso el vaivén de tus cabellos, sin desdeñar uno solo de tus gestos de mujer. No son emoticones, eres tú, ríendo de verdad, levantando la ceja y amenazando falsamente un castigo por algo que te han dicho o hecho. Dueles, pero mucho menos que lo que sigue. Por la ventana de la habitación puede contemplarse el verdeazulado de la inmensidad del agua maya. Las olas tibias se levantan y caen una tras otra, pero yo he dejado de verlas, no me interesan en lo más mínimo. La habitación es fina y de buen gusto, como todo lo que te gusta. En la mesa hay un arreglo de flores blancas que la administración ha puesto a modo de complicidad con sus inquilinos. La cama es grande, pulcramente arreglada y de colores sobrios, pero alegres. Las maletas están guardadas y toda la ropa la has acomodado en cajones y colgado en ganchos. Desde ya has tomado tus nuevas obligaciones, demostrando que estarás lista al volver a casa para hacerte cargo de todas las labores domésticas. El obturador automático de la cámara dispara una y otra vez, tomándoles una foto con los trajes de baño encima de sus cuerpos, simulando que se mueren por despojarse de esos estorbos de tela. Otra foto más de ti, mordiendo su cuello y una más, sonriéndole a la cámara mientras él te muerde a ti. La cámara guarda la última de los dos, escondidos debajo de la sábana, con las cortinas abiertas y mis ojos cerrados. Piadosa o pudorosa, la cámara se ha saltado todas las fotos siguientes. No dormí, pero tampoco estuve despierto; simplemente no estuve ahí en las horas que la pasión se desbordó y estrelló sus sonidos en las paredes. El túnel del tiempo solo me ha dejado ver la charola del desayuno sobre la mesa de estar. Tú vas saliendo del baño envuelta en una toalla increíblemente blanca y el dorado de tu piel resalta y pareces un postre gourmet para quien

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te espera recostado en la cama, hojeando una revista, con todo el tiempo del mundo para disfrutarte ése y todos los días venideros. Mis ojos curiosos, a ratos sorprendidos; sonrientes o melancólicos, van recorriendo todas y cada una de tus fotos privadas. He tenido oportunidad de conocer el departamento que ahora tiene el toque hogareño que solo las mujeres son capaces de imprimirle a 4 paredes, un techo y un piso. Hay fotos de toda tu familia y de su familia, de tu coche, de ti con el celular en la mano, de fines de semana y pequeños escapes para estirar la luna de miel, de sus amigos y conocidos, del trabajo y montones de poses y gracias de tu perrita. En casi todas tus fotos estás acompañada y cuando no lo estás, estás sonriéndole al ojo masculino detrás del lente de una cámara. Los meses han ido

“Quiero saber más de ti, por detrás de la pantalla que separa tu boca dulce de mi vista diabética.”

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pasando, se percibe el paso de las estaciones en las fotos, en los cambios de peinado y el aire relajado y satisfecho que se ha ido fijando en el rostro de los dos. Pronto serán tres en ese departamento. No me sorprende, yo soy un viajero del futuro que lo sabe todo y ahora solo estoy viendo la película de un guión que conocía en trozos y que lo demás que me inventaba en la cabeza. Ahora tiene forma, color y memoria. En este instante llega un mensaje a mi celular, eres tú. Me dices que me amas, pero estarás poco tiempo disponible. Me mandas un centenar de besos. Nos despedimos con suspiros y sonrisas al viento. Sabes Amor mío, separan más dos realidades que una sola distancia.

ERNESTO ZARUR / @ERANZARUR

DESPERTÉ ESPERÁNDOTE

Desperté esperándote, esperando que pudieras estar aquí, conmigo. De pronto simplemente, creo que todo lo que somos solo es un sueño, que no existes. Me declaro un soñador que no puede saber si mi realidad es en la que quiero estar, soy esclavo de la perfección de una idea...

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ERNESTO ZARUR / @ERANZARUR

Al final solo sé que no estás …. Me encuentro en este limbo donde te imagino en el cuarto yo simplemente admirado de ti, y tú, sin esperar nada mas…

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LUCY LUNA / @LUCYLUNA

OTOÑO Sin pensarlo siquiera, comencé a mezclar los mismos colores que mis pupilas percibían al otro lado del cristal de la ventana; como si de pronto aquellas hojas que morían bailando,, se apoderaran de mí y me poseyeran de alguna forma. Me perdía mirándolas caer, ligeras, cautelosas, como si morir fuese cuestión de elegancia. Me tomó tan sólo un segundo saber que me gustaría morir de esa forma: como las hojas de los árboles de otoño. Terminan su vida en la cúspide, en el clímax de un buen filme; el viento les hace reverencia despidiéndolas. Mueren representando un buen final, no una patética tragedia. Es un espectáculo noble, honesto. Por supuesto que así me gustaría despedirme, entre aplausos inevitables a causa de la vida que me atreví a pintar. Sí, el otoño y la muerte de sus hojas. Hubo un momento en el que, no supe si yo pintaba un poco de otoño sobre el lienzo, o si él me usaba para que yo lo retratara. Naranja y alegre. Tomaba prestada su esencia para poder inmortalizar un poco de su existencia a través de brochazos valientes que bailaban y caían al igual que sus hojas, bailaba con ellas para poder hacerle honor a tan sutil escena. De pronto, todo se salió de control; comenzaba a inhalar horizontes lejanos, que al danzón de esas traviesas hojas en bella agonía, se acercaban a mí. 24

Sentí respirar mi propio destino, mi propio aire. Sentí que todo el viento allá afuera era mío; que tocaba a la puerta, pues pretendía abrazarme; volver a adherirlo a mi piel, volver a casa. Volver a mí. Así, entre pintura, lienzos, brochazos y salpicones, estaba poseída por un otoño más joven que yo; tan hambriento de merecer la pena y dejar huella en mi vida, que tuve la certeza de que en aquel momento me había entregado a él, y entonces, le había dado permiso de que me tomase de la mano y me llevara a recorrer un lugar desconocido. Estuve convencida, de que algo estaba a punto de marcar mi vida.

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ERICK SÁNCHEZ MARROQUÍN

@MONO_CROMÁTICO

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PATO MOLINAR / @RASCAPACHE

DECISIONES Decidiste que ese día te pondrías el vestido rojo y arreglarías tu pelo diferente. Decidiste no faltar a esa fiesta. Decidiste platicar conmigo y enamorarme con tus historias. Decidiste más tarde besarme. Decidiste aceptar salir conmigo y después dejar de ver a otras personas. Decidiste quererme. Decidiste que querías ser mi novia y cuando te pregunté, decidiste decir que sí. Decidiste presentarme a tus amigos. Decidiste conocer a mi familia y que yo conociera a la tuya. Decidiste que en la intimidad fuéramos uno y decidiste dejarme entrar a lo más profundo de tu ser. Decidiste dedicarme esa canción que ahora es de mis favoritas. Decidiste confiar y contarme tus secretos, tu vida, tus gustos y yo decidí contarte de mí. Decidiste que hiciéramos ese viaje donde la marea nos dejó recuerdos y el sol otro color de piel. Decidiste cuidarme cuando estaba enfermo y en ese momento yo ya había decidido que quería cuidarte en todo momento y para siempre. Decidiste que querías planear un futuro conmigo para después, en un segundo, decidir terminar con esos sueños. En ese momento decidí no precipitarme y después de un tiempo de pláticas, llantos, enojos y esperar un cambio de opinión; sólo nos quedó decidir entre dos opciones: intentar seguir lastimándonos en esta aventura, esperando que en algún momento regresaras a ser quien eras en un principio, o terminar la relación de golpe-. Decidimos; más tú que yo, que la segunda opción era lo mejor para los dos y por eso hoy ya no estamos juntos. 28

Y a pesar de tantas explicaciones, nunca me quedará clara tu decisión.

Porque no estás lista. Porque no sé si tu corazón ya es de alguien más. Porque no sé si yo quiero estar contigo de nuevo.

Hoy que estamos lejos, decido decirte por primera vez que te amo, que te extraño y que nunca te olvidaré. Decido que eres lo más importante que le ha pasado a mi vida; a guardarte en mi corazón como el más hermoso recuerdo. Decido que a pesar de lo dicho, no voy a esperarte más. Decido que no quiero volver a vivir lo que me hiciste sentir en los últimos momentos de nuestra relación; que por eso no voy a regresar contigo si me lo pides en este momento.

Decido que hoy me toca ser feliz. Decido que mi corazón tiene las puertas abiertas y que está listo para lo que venga. Ahora es más inteligente y sabe aguantar las emociones con mayor facilidad. Decido madurar para ser mejor para la siguiente mujer que quiera venir. Decido, amor, que hoy dejo de pensar en ti, sin olvidarte, para pensar en mí.

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RICARDO TORRES GOMEZ / @RICKYU_

POLOS IGUALES Un día desperté y me miré a mí mismo en el espejo; pensé en todas esas historias de amor que ves en las películas y lees e los libros. También pensé en todas esas parejas que he visto en la calle, y en que puede que él o ella algún día les falle. Pensé en todas las parejas que acaban divorciados hoy en día; pensé en el dicho aquel de “polos iguales se repelen” mientras me vestía. Salí a caminar y a comprar un café como de costumbre, entonces mis pies anduvieron y pensé en cómo es que las personas el amor descubren. Pensé en todas esa gente ofreciendo fuego con sus Zippo, en todos esos hombres prestando sus abrigos, en todas esas risas que se producen al momento de rosar los labios en un ombligo. Fumé uno y otro cigarro; entonces pensé en el resplandor del brillo de la luna, en los ojos de los enamorados, y pensé que quizá por llevar siempre en tu corazón a alguien, algún día todo se vuelve pesado. Pensé en que algún día también quiero de la música bailar al compás; deseé con todas mis fuerzas ser de alguien alguna vez su “estrella fugaz”. Fui al cine a ver el último estreno y vi a varias parejas de la mano, entonces pensé en si alguna vez todos ellos no se cansarían de quererse demasiado; y me vinieron a la mente miles de recuerdos donde era yo feliz cuando comíamos pizza, veíamos TV y estaba siempre a tu lado. Y pensé en tu sonrisa, en tu pelo revuelto por la brisa. Y nuevamente pensé en el dicho aquel de “polos iguales se repelen” mientras extrañaba tanto tus caricias. 30

Caminé hasta una fuente de sodas, donde me compré dos helados, uno para mí y otro para las ya muy grandes ganas de regresar a tu lado. Y pensé en todos esos amores que juraron ser eternos; también en cómo eran nuestras vidas antes de conocernos. Pensé en todas esas canciones tan bonitas tratando de por algunos ser olvidadas. Pensé en las mismas canciones por muchas personas siendo sumamente amadas. Llegué a casa después de un día sin sentimiento alguno; me recosté en la cama y entonces comprendí todo este asunto. “Polos iguales se repelen” es algo que la mayoría de la gente dice porque lo escucharon algún día, sin embargo, no tienen ni la menor idea de qué es lo que esto está trayendo a sus vidas. Si los polos iguales se repelieran, no habría parejas que como son diferentes, ceden a probar nuevas cosas con tal de complacer a su novio o novia, pero que tarde o temprano se cansan de ceder y no satisfacer sus necesidades al cien por ciento. Entonces comprendí. No estoy diciendo que los polos opuestos no se atraigan, es sólo que creo que se van destruyendo día con día, en cambio, los polos iguales pueden encontrar nuevas formas de divertirse juntos; hacer que su amor dure para toda la vida. Entonces dormí, mis ojos se cerraron; en ese momento comencé a soñar. Soñé contigo y conmigo, soñé que tal vez no nacimos para estar toda la vida contiguos. Soñé que tal vez éramos polos completamente opuestos, de los que se aman, pero no les dura toda la vida. Entonces comprendí que algún día encontraría mi equivalente en polo, pero que ese día, no fue ni ayer, ni hoy, ni contigo.

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RUTH XILOTL / @POQUITOPUDOR JUAN PABLO PASTOR / @EPICTUITS

ADIÓS, AMOR. GRACIAS Me lleno los días con tantos intentos pueriles de encontrarte en labios de alguna extraña; noches de gritos férreos a la almohada, el vaivén de eso que sólo se podía bailar cuando era tu libertad la que estaba pegada a mi piel. Camino sonriéndole a toda quien crea que aún no he entregado mi vida en un abrazo; que ella podría ser mi primera vez, que todavía no he encontrado a alguien que, como tú, me haga mirar hacia adelante sin importar la dirección o el sentido que tomen mis pasos. Tengo miedo, miedo de encariñarme con la cama, de aferrarme a mis cortinas cerradas, de que mi puerta se atasque de tanto no querer salir. Miedo de olvidarte, de olvidarnos; de ser como los amantes contemporáneos: estacionarios, temporales, fugaces. Miedo de anestesiar los sentimientos cuando el calor ajeno se me mete a la fuerza; de aprender a decir adiós con la mirada desviada y perderle el amor al arte, a la sorpresa cotidiana, a lo que siempre era posible solamente con que estuvieras tú. 32

Me aterra pensar que andas buscando lo que sea que no encontraste aquí; la incertidumbre, mis demonios secándome, el juramento que hice de jamás volver a amar. Esa mentira de hombre moderno que tanto me empeño en defender. La burla de eco constante en las paredes que me recuerda a diario el momento en que decidiste partir; esa lucha que pierdo a voluntad con los reproches que poco a poco van perdiendo el para qué. Cada momento, persona, lugar; cada cosa, cada escena; cada día y noche que ya no están; pero sobre todo lo que por lo menos a mi parecer, nos faltaba. Porque le quedamos a deber a este amor, le

quedamos a deber a esta historia, fuimos habitantes morosos de un cuento que no quería terminar. Fuimos; y es eso lo que duele: conjugarnos en pasado.

Tanto que hacíamos el amor en infinitivo para no errar, tanto que el presente se dejaba seducir por nuestras manos entrelazadas, nuestras risas frente a la gente, nuestra idea de algo que viviéndose al día podía prometer mucho más que un futuro para los dos. Y ahora nos hemos condenado a empezar de nuevo, a desentumir las opor33

tunidades y apostarle en grande a lo que me prometiste que aún sin ti, viene para bien y para mí. Te creo como quien no espera tener otra opción. Te creo porque tu última palabra y tu verdad son lo más cerca que ahora puedo tenerte; porque asegurarte mi bienestar, es lo más tuyo que ahora puedo ser. Sí, declaraste nuestra felicidad con la certeza de que en eso no me atrevería a fallarte. Y me halaga tu esperanza, me halaga tu fe. Pero es esta parte en la que no estaremos juntos, es esta parte donde la dicha nos separa la que se cuela en mi sangre, la que la hace hervir.

¿Ahora en qué voy a creer, amor? ¿Se supone que debo despedirme? ¿Se supone que es el momento de agradecer?

Esta fue una colaboración especial de Ruth y Juan Pablo para la edición de Julio. 
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