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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN MARTÍN FACULTAD DE ECOLOGÍA – MOYOBAMBA ESCUELA ACADÉMICA PROFESIONAL DE INGENIERÍA AMBIENTA

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN MARTÍN FACULTAD DE ECOLOGÍA – MOYOBAMBA ESCUELA ACADÉMICA PROFESIONAL DE INGENIERÍA AMBIENTAL

EL VALOR ECONOMICO DE UN BIEN AMBIENTAL Y LA FUNCION DE PRODUCCION DE LA UTILIDAD

AUTORES: Castro Cruz Yon Alex Estela Bustos Gerlis Jhunior Pinedo Cayotopa Libni Areli

Ciencias Ambientales MOYOBAMBA - PERÚ 2018 – I

INDICE

I.

INTRODUCCION

El medio ambiente es el entorno adaptado por el hombre a sus posibilidades y necesidades para realizar sus actividades productivas y, de esta manera, garantizar su estadía en el planeta. Su preservación se ve hoy como uno de los problemas más importantes a resolver de cara hacia el futuro, con el fin de garantizarle a las generaciones venideras un desarrollo sostenido y sostenible apropiado; así, entonces, la problemática concerniente a su conservación en los actuales momentos, ha convocado a la comunidad mundial a plantear la discusión para aportar elementos importantes que ayuden a su solución; tales discusiones responden a diferentes puntos de vista lindantes en o con marcadas posiciones de índole filosófica, ética, política, social y, sobre todo, económica. Identificada la problemática desde esta perspectiva, es de esperar, sin lugar a dudas, que cada una de estas miradas, apoyadas desde sus respectivas disciplinas, deban aportar lo que les toca para ayudar a mantener y sostener la vida en el planeta Tierra. A las primeras antes mencionadas, les corresponde delimitar los estados viables de la naturaleza, los límites hasta dónde se puede llegar, para que las funciones que cumple el medio ambiente no afecten de una manera marcada el bienestar de la sociedad y el legado con el que podrían contar las futuras generaciones, siendo muy importante y prenda de garantía en este aspecto, la decisión que la sociedad pueda dar sobre la suerte de los activos ambientales. A la economía, como contraparte, le queda la tarea de abordar un análisis económico de tal situación, buscando a través de la economía ambiental los caminos más adecuados para valorar los bienes ambientales y los efectos macroeconómicos sugeridos por la implementación de estas medidas. Un análisis económico, cómo respuesta a las expectativas, es una buena ayuda para facilitar a la sociedad la toma de decisiones cuando ella trata de indagar el cómo deben valorar los estados de la naturaleza, reafirmando, de paso, el hecho mismo de que el medio ambiente tiene un valor económico para la comunidad afectada por él, cuando se hace la distinción entre los valores de uso y no uso de este patrimonio ambiental. Uno de los problemas con los cuales se ha topado el análisis económico en lo referente a los estados de la naturaleza, es que por ser ellos considerados bienes públicos o comunes que presentan externalidades positivas o negativas, no tienen mercado; ello debido a la ausencia de unos derechos de propiedad y a la carencia de precio, situación que no debe confundirse con valor, pues intrínsecamente, los bienes ambientales lo poseen por el sólo hecho de existir. Sin embargo, lo que hace la valoración económica del medio ambiente es contar con el concurso de unos elementos que sirvan de indicadores para medir la importancia de ésta y su relación con el bienestar demandado por la sociedad. Valoración económica es útil como una forma de justificar o definir un grupo de programas o prioridades, políticas, o acciones que protegen o recuperan el medio ambiente y sus servicios.

II.

GENERALIDADES 2.1 OBJETIVOS 1.1 Objetivo general Especificar como se da el valor económico de los bienes generados por el

servicios

ambientales y la función de producción de utilidad. 1.2

Objetivos específicos  Determinar para fines del valor para los servicios que brinda el medio ambiente.  Estimar la suma del valor de uso directo y el valor de uso indirecto para dicho trabajo.

2.2. Antecedentes - La economía ambiental y su némesis, la economía ecológica, comenzaron a preocuparse por el medio ambiente en la década de los 70, aunque desde ópticas distintas. Sin embargo, ambas visiones están de acuerdo en el valor del medio ambiente para la economía. La economía ambiental ha desarrollado numerosas metodologías de valoración, que se exponen aquí como una aproximación al concepto de desarrollo sostenible y al de valoración económica del medio. (Diego, 1994) -

Desarrollo sostenible marca registrada

El desarrollo sostenible es posiblemente la acuñación más exitosa de la economía durante la segunda mitad del siglo XX, aunque es, en realidad, tal y como señala Naredo (1999) solamente un oximoron; es decir, la conjunción de dos términos contradictorios que se unen para dar lugar a uno nuevo. Este término incorpora a la economía la idea de que la naturaleza forma parte de la realidad económica. Idea que, como explican Naredo (1992) o Passet (1996), fue abandonada en la medida que los economistas iban centrando su objetivo en el mercado, olvidando de paso el papel del medio ambiente tras la cortina de la mentalidad mecanicista. Así, en los manuales de economía al uso se podía leer hasta hace muy poco la definición de bienes libres, aquéllos que se podían ser consumidos de manera gratuita y cuya reposición era automática, como el agua o el aire. Afortunadamente hoy nadie pensaría que el agua es un bien del todo libre; al menos no si se hace desde un punto de vista local. Sin embargo, la propia naturaleza de la economía, tanto desde la perspectiva del comunismo como del capitalismo, lleva al agotamiento de los recursos naturales y al deterioro del medio ambiente, con efectos cada día más evidentes sobre la calidad de vida de las personas. A partir de la década de los 70 cristalizó en el pensamiento económico la necesidad de mantener los ecosistemas por la necesidad de garantizar la propia supervivencia de la actividad económica. El concepto de externalidad marshaliana, las teorías de Jevons, Pigou o Coasse, y la alarma desatada por el Club de Roma con su informe sobre Los Límites del Crecimiento (1974) dieron lugar a la economía ambiental y al nacimiento del concepto de ecodesarrollo (definido inicialmente por Sachs). Concepto que contó con el veto político de la administración estadounidense y que debió ser sustituido por el más suave de tono desarrollo sostenible. Con todo, la idea que subyace es la necesidad de mantener un ritmo de actividad compatible con el sostenimiento del medio ambiente en sus condiciones actuales; o, dicho de otra manera, la minimización del coste del usuario para las generaciones futuras.

Este concepto ha constituido todo un éxito desde el punto de vista del marketing. Se ha incorporado con normalidad al discurso habitual y, lo que es más importante, al discurso político, dando lugar a organismos, políticas genéricas y específicas, así como a mecanismos de promoción del desarrollo sostenible. Evidentemente, la generalización del término ha conllevado que en demasiadas ocasiones se haya malversado su significado, siendo utilizado como sinónimo de desarrollo sostenido. Incluso, a veces, aunque se utilizaba de la manera correcta, era interpretado por parte de los agentes destinatarios como desarrollo sostenido. A modo de ejemplo, entre los Objetivos del Milenio, se establece como objetivo número 7 el de lograr un desarrollo sostenible, aunque unos párrafos antes se establecía la necesidad de crecer de manera sostenida a elevadas tasas para acabar con la pobreza. Desgraciadamente, los crecimientos elevados de manera sostenida son hasta ahora poco compatibles con la sostenibilidad, como pone de manifiesto el fenómeno que está ocurriendo actualmente en China.

2.3. Conceptualización 2.3.1

CONCEPTO DE VALOR ECONOMICO

Los recursos naturales están insertos en un sistema de relaciones de gran complejidad, cuyo equilibrio se ha visto muchas veces amenazados por la intervención del hombre. Los rompimientos del equilibrio ecológico se han debido principalmente a la explotación a que los recursos han sido sometidos y a la contaminación producto del acelerado avance de la sociedad industrial. (piketty, 1990) A raíz de esto, en las sociedades de los países más desarrollados se ha observado un aumento en la conciencia y sensibilidad ecológica. Las preocupaciones principales han girado en torno a los problemas de polución, escasez, nivel de explotación de los recursos y desarrollo sustentable, entre otras. A su vez, el tema ha sido abordado empleando variados enfoques, que intentan conjugar el bienestar o felicidad de las personas con el respeto al mundo natural. Se observan dos líneas principales: la antropocéntrica y la egocéntrica. El primer paradigma ve a la naturaleza en función del hombre y a los recursos como fuentes de servicios para satisfacer sus necesidades. Es por esto que la ética antropocéntrica concibe a la naturaleza y sus recursos de un modo instrumental; es decir, como medios para alcanzar el bienestar del hombre. Bajo este paradigma surgen los intentos por hacer compatibles el crecimiento económico y la preservación del medio ambiente, pero siempre guardando el derecho a disponer de los recursos de la manera que se estime más racional. Aquí es donde aparece el concepto de desarrollo sustentable. (Correa, 2010)

En este sentido, la ciencia económica moderna ha realizado significativos aportes para dar una solución consistente al problema ecológico. Dentro del modelo neoclásico, los recursos naturales son activos valorables que producen flujos de servicios a las personas y cuya valoración dependerá de la cantidad de utilidad producida al individuo, lo cual refleja una orientación claramente centrada en el hombre. Como contraparte, el enfoque ecocentrista fundamenta su pensamiento en valores inherentes a la naturaleza; es decir, aquellos que le son propios y que no dependen de las percepciones o sensaciones humanas. Estos son impuestos como imperativos morales a la sociedad, con el fin de asegurar la integridad y estabilidad de los sistemas ecológicos, como es el caso de la preservación de la biodiversidad. Este conflicto de visiones, como se puede advertir, obedece a una esencial diferencia de valores respecto a la naturaleza y al hombre en relación con ella. Esto hace que el tema valor- de-losrecursos adquiera una gran importancia, ya que afectará la deliberación de políticas sociales relacionadas con el uso y la preservación del ambiente. -

EL CONCEPTO DE VALOR

Se entiende por valor a aquello que saca al sujeto de su indiferencia frente al objeto; por eso el valor se funda en la preferibilidad. Esta no-indiferencia o preferencia es lo que caracteriza al valor; de donde se deduce que basta que algo produzca cierta alteración en nosotros, negativa o positiva para que hagamos una valorización de ese objeto. Existen dos acepciones para el concepto que dicen relación con el sujeto y el objeto en cuestión. Subjetivamente el valor es el carácter que reviste una cosa al ser más o menos apreciada. Objetivamente es el carácter de las cosas que merecen mayor o menor aprecio o que satisfacen cierto fin. Estos dos enfoques han producido una constante tensión entre los pensadores, la cual ha dado origen a las distintas escuelas objetivistas y subjetivistas. Dentro de la segunda línea se encuentra la valoración económica neoclásica que se usa actualmente en la microeconomía moderna. Otra definición afirma que el valor es una concepción permanente de lo preferible que influencia la elección y la acción. Dentro de este esquema se distinguen los valores propios y los asignados. Los primeros son los ideales, modos deseables de comportamiento, fines y cualidades; en tanto, los segundos entran en el dominio del objeto por parte del sujeto, dependiendo de los valores propios que este último sustente. Son los valores propios los que en definitiva determinan los valores asignados y establecen la importancia relativa de las cosas para la persona. El valor en este sentido provee, al meno en parte, la base para las preferencias sobre las cosas y estados de la naturaleza.

Sin embargo, se debe aclarar que la relatividad de la valoración sólo se da en su percepción, pero no en el valor como tal. Percibir un valor no es crearlo sino descubrirlo. No es que lo deseable tenga valor, sino que es deseable lo valioso. (TURCOSQUI, 1990 ) -

EL VALOR ECONÓMICO

A partir de lo anterior se concluye que el valor económico es sólo una especie del género valor. El valor económico pertenece a la especie de los valores asignados o subjetivos. Su esencia, lo que lo distingue de otros tipos de valores, consiste en abarcar la dimensión útil de la cosa, como puede ser la capacidad de uso e intercambio. Es asignado al objeto en la medida que éste sea capaz de satisfacer necesidades, las cuales están determinadas por los valores propios del individuo. Las primeras contribuciones para aclarar el concepto fueron de Aristóteles, quien planteó la distinción entre valor de uso y valor de intercambio de las cosas. - Esta discusión fue, siglos más tarde, tomada por los clásicos. Adam Smith, economista clásico, también hace la diferencia entre valor de uso y valor de intercambio, la cual lo hace internarse inevitablemente en la paradoja del valor, conocida comúnmente como la “paradoja del agua y los diamantes”2, que infructuosamente intenta solucionar con su esquema. Su análisis es falto de consistencia porque no logra solucionar el problema de la medición del valor. En su intento por relacionar los precios observados con el valor económico cae en un reduccionismo que usa el trabajo como estándar de valoración, de manera que el trabajo se transforma en precio real y la moneda en el precio nominal de los bienes. Tanto el resto de los economistas clásicos como Marx, con su concepción del valor como acumulación de trabajo, no logran dar una respuesta satisfactoria a esta transformación del valor en los precios, que es la clave del tema de valoración económica. Su explicación del valor sique una línea subjetivista, sicológica, basada en el bienestar que producen los bienes en el individuo. El valor es la importancia de los bienes concretos o las cantidades que éstos tienen para nosotros, en cuanto somos conscientes de que, para la satisfacción de nuestras necesidades, dependemos de ellos. (piketty, 1990) En este contexto, el precio es un grupo de valores asignados reflejando el contexto del mercado. Es un grupo de valores asignados porque es el resultado de muchas valoraciones individuales e indica la relativa importancia de una unidad marginal del bien en cuestión a la entidad del grupo. Dentro del modelo neoclásico, la medición del valor económico se basa en la propiedad de sustituibilidad y se expresa en términos de disposición a pagar (DAP) y de disposición a aceptar

(DAA). La DAP refleja la máxima cantidad de dinero que el agente económico está dispuesto a pagar por una ganancia de bienestar o para evitar una pérdida de este. La DAA, en cambio, es la mínima cantidad de dinero que el agente económico está dispuesto a aceptar como compensación para tolerar una pérdida o para renunciar a una ganancia de utilidad. La propiedad de la sustituibilidad está en el corazón del concepto económico de valor porque la sustituibilidad establece las tasas de intercambio entre pares de bienes que importan a la gente. La sustitución que la gente hace en la medida que elige menos de un bien y lo cambia por más de otro bien revela algo sobre los valores que los agentes económicos colocan sobre estos bienes. (TURCOSQUI, 1990 ) -

EL VALOR DE LOS RECURSOS NATURALES

El interés por medir el valor de los recursos naturales surge de la necesidad de guiar las fuerzas de los mercados, mediante políticas ambientales, que lleven a la sociedad a alcanzar una situación de máximo bienestar. Aunque los mercados, en general, son eficientes en la asignación de los recursos, en relación a los servicios ambientales éstos muchas veces fallan. Lo anterior se debe a que las políticas públicas y las acciones de los individuos y las firmas pueden llevar a cambios en los flujos de estos servicios, creando beneficios y costos. Debido a las externalidades, al problema de la propiedad común y a las características de los bienes públicos3 de estos servicios, las fuerzas del mercado no pueden ser confiables ni en llevarlos hacia su uso más valorado, ni en revelar precios que reflejen sus verdaderos valores sociales. Es esta falla del sistema de mercado para asignar y poner precio a los recursos y servicios ambientales, la que crea la necesidad de la medición económica de los valores para guiar la ejecución de políticas. Por lo tanto, esta imperfección de los mercados que hace necesaria la creación de políticas es consecuencia, principalmente, de la generación de externalidades negativas que afectan los servicios ambientales y de las externalidades positivas que surgen de su condición de bien público. (TURCOSQUI, 1990 ) El valor económico total de un recurso natural como un activo puede ser medido como la suma del valor presente descontado de la suma de todos los servicios que provea a las personas. Estos servicios se clasifican según el beneficio derivado del uso o no-uso de dicho recurso. Por lo tanto, se debe tener claro el significado de uso y no-uso de un recurso. El uso de un recurso se define y mide en términos de la cantidad consumida en un mercado de un bien o servicio complementario a ese recurso. Por ejemplo, si el bien fuera un parque, el bien complementario serían los servicios de viaje hacia aquel parque, y el uso del parque se mediría por el número de viajes realizados o contratados. La proximidad física, por ende, puede ocurrir independientemente del consumo de ese bien complementario.

Dentro de este mercado de bienes complementarios se pueden incorporar la representación visual o literaria del recurso, es decir, a través de libros, revistas y fotos, entre otros, que no implican una utilización in situ. Esto último es lo que se entenderá como valor de uso indirecto. El uso directo ocurre cuando hay proximidad física entre el individuo y el ambiente natural. El valor de uso, desde otro enfoque, se puede descomponer en una utilización actual y potencial de un recurso. Dentro del uso actual se encuentran los beneficios derivados de la explotación comercial y de la actividad recreativa. Con respecto a la actividad recreativa, se estima que en 1991 750.000 personas visitaron los parques de las Áreas Silvestres Protegidas (ASP). La importancia de esta actividad se aprecia al notar que en un estudio realizado por CONAF (1978) se estimó que los valores de los gastos reales realizados por los visitantes al sistema ASP ascendió a 26 millones de dólares. Con el incremento observado en el número de visitantes es de esperar que el valor de la actividad recreativa en algunas zonas específicas supere el valor productivo del bosque. El valor de uso potencial, en cambio, se refiere a la satisfacción que otorga la certeza de poder contar con el recurso en el futuro, tanto para su uso individual o como legado a las futuras generaciones. Este es el llamado valor de opción. El valor de opción de un recurso natural, por ende, representa aquel monto que la sociedad está dispuesta a pagar para asegurar la disponibilidad futura del recurso, para un uso específico ya conocido, o por un uso potencial en el futuro no necesariamente conocido o valorado en el presente. Por ejemplo, en el bosque nativo, puede existir incertidumbre respecto de los beneficios científicos o comerciales que se puedan obtener en el futuro. (Correa, 2010) El valor de la biodiversidad es un valor que la sociedad le asigna al bosque nativo derivado del uso potencial del recurso con el fin de preservar ciertas especies. La biodiversidad se refiere a la variabilidad de plantas, animales y microorganismos. Existen tres niveles de biodiversidad: diversidad genética (intra-especie), diversidad de especie y diversidad de hábitat. Un punto importante es que el valor de la biodiversidad es el valor del grado de variabilidad de la naturaleza y no el valor de la naturaleza. Por lo tanto, el primer componente de la fórmula de valor total es:

Valor de Uso Total = Valor de Uso Actual + Valor de Opción

Aunque algunos investigadores afirman que existe cierto grado de consenso entre los autores acerca de que se entiende por uso y no-uso, existe la percepción que la discusión sobre las posibles definiciones y motivaciones para los distintos tipos de valor de uso y no-uso no son concluyentes. El valor de no-uso del recurso natural, conocido como el valor de existencia, se define como el valor que poseen los bienes ambientales en sí mismos, per se, el cual es capturado por los agentes económicos a través de sus preferencias en la forma de valor de no-uso. De aquí que el término valor de no-uso sea usado como sinónimo de valor intrínsico. El valor de existencia, por ejemplo, es el valor que la sociedad le atribuye al bosque nativo sin considerar el uso presente o futuro del recurso. Una de las motivaciones que puede explicar el valor de existencia es el altruismo de las personas. Este valor implica que la sociedad estaría dispuesta a pagar por la preservación de ese recurso, aunque no derivan valor por el uso futuro del recurso. Por ejemplo, una persona puede valorar la existencia de una Reserva Nacional, aunque nunca la haya visitado y nunca la visite. (Correa, 2010) Al incluir este último componente, el valor total de un recurso está dado por: Valor Total = Valor de uso actual + Valor de opción + Valor de existencia

Es importante destacar que las diferencias que han surgido entre los autores en cuanto a la composición del valor total se refieren principalmente a donde asignar el valor de opción, producto de las disímiles concepciones del término usar. -

Valoración de bienes ambientales desde la perspectiva económica

La mayor parte de los trabajos académicos sobre economía ambiental, pueden ser descriptos como un esfuerzo por incorporar al nuevo orden "neoclásico" del análisis económico, las variables relacionadas con el medio ambiente. El modelo en mención percibe al medio ambiente como un conjunto de bienes y servicios de consumo, con un valor intrínseco como cualquier otro producto de mercado; sin embargo, la consideración individual de que los bienes y servicios ambientales están en general al alcance de todos de manera "gratuita", hace difícil la posibilidad de asignarles un valor de cambio con posibilidad de ser reconocido. Cuando al medio ambiente no se le asigna ningún precio, los mercados por sí solos, no expresan todas sus preferencias por él; no obstante, es posible hacerlo, a través de los instrumentos económicos existentes para tal fin. Una vez logra superarse este escollo, el bien ambiental puede ser valorado a través de los métodos tradicionales1 de asignación de precios utilizados para cualquier producto en una economía de mercado.

Las familias y las empresas que constituyen tales mercados, expresan la demanda de bienes y servicios de consumo con referencia a sus gustos y preferencias; ello obedece, es apenas lógico, a intereses personales y racionales, dando como resultado la maximización de sus utilidades. Tal postulado permite suponer que al asignarle un precio al medio ambiente, estos comportamientos cambiarían la conducta de los consumidores, lo cual determinaría un uso socialmente "óptimo"2 de los recursos naturales, definido como aquel punto donde los beneficios de quienes participan en el mercado exceden a sus costos en el máximo monto posible, generándose un beneficio social "óptimamente" aceptable. El marco general neoclásico, como puede verse, aporta su poder analítico para explicar, por ejemplo, las causas de la degradación ambiental, de igual forma brinda técnicas y herramientas útiles para la implementación de políticas redistributivas a través de "impuestos ambientales" que pueden ser utilizados para lograr un mayor bienestar, no sólo individual sino también colectivo. Sin embargo, las estrechas suposiciones de comportamientos, del marco neoclásico, están siendo cuestionadas; la gente no sólo tiene preferencias privadas, como las que suelen ser expresadas en los mercados, sino que también poseen preferencias públicas, como el caso particular de los bienes ambientales, los cuales podrían manifestarse de manera más apropiada a través del proceso político. Es verdad que, en el sentido económico, gran parte del comportamiento del individuo es interesado y " racional", pero otra parte no lo es; adicionalmente no se pueden ignorar los gustos y preferencias de él, parece evidente que la propia economía pueda afectar esas fuentes y por tanto, sea necesario tenerlas en cuenta para el desarrollo de un análisis específico. -

Valoración de los recursos naturales

Para la valoración de recursos naturales, la economía ambiental ha clasificado a dichos recursos como bienes y servicios ambientales, esto hace indispensable un análisis de carácter integral, no sólo en las diferentes condiciones políticas adoptadas, sino también entre éstas y los proyectos que se vayan a realizar.

El desarrollo exitoso a largo plazo de aquellos países cuyo proceso de preservación ambiental se ha iniciado, depende del uso racional de los recursos naturales y de la reducción, hasta donde sea posible, de los impactos adversos de los proyectos de desarrollo que, a pesar de su importancia económica, puedan contribuir a la disminución del bienestar social. La ejecución de la mayoría de los proyectos en los cuales se involucran obras de infraestructura, depende de la viabilidad económica para materializarse, sin importar cuán grande o pequeño sea su aporte a la estética o al medio ambiente; a pesar de ello, las consideraciones económicas exigen

que también se les asigne un valor especifico a los bienes ambientales afectados por estas obras. Para dicho requerimiento se deben tener en cuenta los siguientes aspectos: La realización de una auditoría ambiental. Ésta consiste en construir un listado de todos los recursos presentes en la zona, la cual resulta sencilla para el caso de los recursos no biológicos (como los combustibles, los fósiles o los minerales); sin embargo, en el caso de los recursos biológicos, esta herramienta resulta ser la más complicada debido a que actualmente existe un millón y medio de especies conocidas para la ciencia, aunque la mayoría de los científicos estima que la biodiversidad global se encuentra entre veinte y treinta millones de ellas. La biodiversidad no implica sólo una colección de especies. El ambiente se compone de poblaciones de éstas que, junto con otras, forman comunidades, muchas de las cuales se combinan para formar paisajes y finalmente determinan la biodiversidad global. En tal sentido, la formación del suelo, la degradación de los residuos, la purificación del aire y el agua, los ciclos de nutrientes, la absorción de energía solar y el mantenimiento de los ciclos biogeoquímicos e hidrológicos, dependen todos de las plantas y de los animales, razón por la cual se establece que la biodiversidad es un servicio ambiental cuyo comportamiento puede concebirse como un sistema de apoyo a la vida humana. Es además necesario darle un valor a cada una de las especies conocidas y estimar otro para las no conocidas, (de forma análoga, bienes ambientales como los parques naturales o las zonas ecológicas de esparcimiento, también pueden ser valoradas siguiendo los mismos criterios), este valor depende de sí pueden ser clasificadas en alguna de las tres categorías siguientes: En la primera clasificación, se encuentra el valor de uso directo (los alimentos, la biomasa); en la segunda, el valor de uso indirecto (los productos comerciales e industriales, las medicinas, la contaminación del agua y las funciones ecológicas, todo lo relacionado con biodiversidad) y, en la tercera, el valor intrínseco (el turismo, el ocio y el paisaje); éste es un valor innato que corresponde al valor dado a un objeto al no ser usado, el cual se divide, a su vez, en: valor de herencia (valor que los individuos le asignan al hecho de que otras personas puedan beneficiarse del recurso en el futuro), valor de cuasi-opción (valor de la información desarrollada, sí se decide conservar el recurso) y valor de existencia (valor asignado por los individuos al hecho de que los recursos existen pero no porque se vayan a usar ahora o en el futuro). En este orden de ideas, se define la valoración económica como todo intento de asignar valores monetarios a los bienes y servicios proporcionados por recursos ambientales, independientemente de si existen o no precios de mercado que ayuden a hacerlo.

Para realizar valoraciones económicas de repercusiones ambientales se requiere tener presente al menos dos pasos indispensables: 1) La identificación y medición de los impactos producidos sobre los bienes ambientales por la acción del hombre. 2) La asignación de valores económicos a dichos impactos generadores de externalidades negativas sobre los bienes ambientales en consideración. Estos dos elementos son herramientas fundamentales en el proceso de valoración porque permiten: La incorporación de la variable ambiental en el análisis económico de alternativas de proyectos y políticas ambientales, culturales y sociales que aboguen por la conservación del medio ambiente. Incorporar mecanismos de análisis para definir montos de pago por daños ambientales que hacen posible determinar una relación costo-beneficio, tendiente a lograr un mejor bienestar social. Definir componentes del valor económico de un bien ambiental que, por algunas circunstancias, puedan no ser obvias pero que revistan importancia en el momento de conservar o manejar un bien. Adicionalmente, puede decirse que existen varios métodos para evaluar y valorar bienes ambientales, sin embargo, a éstos se les critica porque han incorporado de una manera muy pobre el componente socioeconómico, no por su estructura, sino por su contenido y, este aspecto, hace parte integral del medio ambiente como se indicó en el preámbulo del presente artículo. Dichos métodos van desde los más simples, cuya característica fundamental está en no pretender evaluar numéricamente el patrimonio ambiental, sino solamente la descripción del mismo y que se distinguen por ser más de corte cualitativo, hasta aquellos más complejos con los cuales, a través de diferentes procesos de ponderación, se intenta presentar una visión global de la magnitud del impacto, teniendo presente una característica que se perfila hacia lo cuantitativo.

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Métodos para valorar bienes ambientales - Métodos de valoración cualitativos. Son métodos descriptivos cuya finalidad es la de medir, aunque no en términos económicos, la magnitud del impacto sobre los bienes ambientales. Para su aplicación se utilizan, entre otros, los siguientes procedimientos: - Procedimientos Ad-hoc. Consisten en la conformación de un grupo interdisciplinario para la identificación de los impactos causados a los bienes ambientales y la evaluación posterior de ellos.

- Listas de chequeo. Comprueban los impactos que pueden producirse a través de las listas de referencias; éstos están típicamente asociados con categorías particulares de proyectos próximos a realizarse. - Técnicas de superposición. Hacen parte del uso de una serie de mapas superpuestos con factores ambientales o territoriales; se basan en métodos de planificación ecológica, empleando una serie de transparencias a fin de identificar, predecir y asignar una significancia relativa a los impactos para consignarlos posteriormente sobre un mapa, base de referencia, con la escala que exija la acción proyectada. Así, el procedimiento supone transparencias coloreadas sobre mapas que indiquen el grado de impacto para determinados factores; el área de estudio se divide en unidades geográficas como usos del suelo, topografía, entre otras, y luego, cada experto determina el efecto generado en cada unidad. Esta metodología de trabajo tiene la ventaja de la representación espacial del impacto, es efectiva para seleccionar alternativas e identificar tipos de ellos, pero no puede cuantificarlos; generalmente se requiere elaborar una serie de reglas para estimar las diferencias en severidad de los impactos de lugar a lugar. Matrices. Intentan identificar factores causales (acciones del proyecto) que producen impactos específicos. Son procedimientos cualitativos preliminares importantes para valorar las diversas alternativas de un mismo proyecto; se trata de relacionar, por un lado, las acciones del proyecto que puedan causar alteraciones y, por el otro, los componentes del medio físico y social afectados. Estas matrices sólo identifican impactos, aunque puede hacerse más complejo el procedimiento, adicionándoles diferentes criterios de evaluación. -

Redes. Las redes amplían el concepto de las matrices introduciendo relaciones de causa condición - efecto que permiten la identificación de efectos acumulativos o indirectos no explicados adecuadamente a través de las secuencias simples de causa - efecto representadas por matrices.

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Métodos de valoración cuantitativos.

Permiten la evaluación sistemática de los bienes ambientales mediante el empleo de indicadores homogéneos; incluyen la ponderación numérica de las características ambientales y la conversión de valores de medidas a unidades conmensurables para facilitar comparaciones directas. Parte de un sistema estructurado de los factores ambientales en cuatro niveles: categorías ambientales, componentes, parámetros y medidas. La principal importancia de los métodos de valoración ambiental y el resultado final de la evaluación cualitativa y cuantitativa sobre los bienes ambientales, es la posibilidad de darle a cada proyecto su valor y compararlo con el que pueda tener el o los impactos que se generen sobre dichos bienes en particular y sobre el medio ambiente en general.

Existen varios métodos cuantitativos para la valoración de bienes ambientales, algunos más exactos que otros a la hora de esperar un resultado satisfactorio. Los más conocidos son los siguientes: -

Método del costo de viaje.

Llamado también costo de desplazamiento. Se aplica cuando en el fundón de utilidad de los usuarios, los bienes ambientales son complementarios. En otras palabras, para disfrutar del bien ambiental se requiere del consumo de un bien privado, estableciéndose una relación de complementariedad muy concreta. Es el caso, por ejemplo, de los parques naturales donde las personas disfrutan de las áreas naturales (demandan sus servicios), pero para lograrlo deben consumir algunos bienes privados, como el desplazamiento hasta el parque, consumo de alimentos y recreación, entre otros. El método se aplica para la valoración de áreas naturales destinadas a la recreación y esparcimiento dentro de la función de producción de utilidad familiar. Tuvo su origen como respuesta a una petición hecha en 1949 a varios economistas por el servicio de parques naturales de los Estados Unidos, en.la cual solicitaban sugerencias acerca de cómo medir los beneficios económicos debido a la existencia de tales parques. El fundamento teórico del método es simple: aunque en general el disfrute de los parques naturales es gratuito, el visitante incurre en unos gastos para poder disfrutar de ellos. Se trata de intentar la estimación de cómo varía la demanda del bien ambiental, (el número de visitas, por ejemplo), ante cambios en el costo de disfrutarlo. Con ello se tendría estimada la curva de demanda de aquél, y se podrían analizar los cambios en el excedente del consumidor producida por una modificación en la misma. -

Método de la valoración contingente.

Este método trata de averiguar la valoración que las personas otorgan a los cambios en el bienestar que les produce la modificación en las condiciones de oferta de un bien ambiental a través de la pregunta directa. Por tanto, el vehículo normal de este método suele ser las encuestas, entrevistas, cuestionarios, entre otras, las cuales normalmente vienen estructuradas en tres bloques bien diferenciados. El primer bloque contiene la información relevante sobre el bien ambiental con el fin de que el encuestado tenga una información suficientemente precisa acerca del tema. En el caso de los bienes ambientales es normal acompañar este primer bloque de fotografías o dibujos que ayuden a su comprensión. Un segundo bloque describe la modificación o variación que se le realiza al bien ambiental, la modificación propuesta, lo que ello supone para la persona y los mecanismos de financiación de la medida que se ha emprendido. Una vez descrito el escenario, las preguntas deben intentar averiguar la disposición a pagar de las personas por el cambio propuesto. Por último, en el tercer paso, indaga sobre las características socioeconómicas más relevantes de la persona encuestada de acuerdo a la medida que se ha implementado: renta, edad, estado civil, nivel de estudios, entre otras.

Este método, como puede verse, se basa en la indagación sobre lo que prefieren, en este sentido, los consumidores a través de encuestas directas; es, además, muy utilizado cuando no existe un mercado para bienes o servicios ambientales o cuando hay ausencia de un mercado específico o alternativo -

Método de los precios hedónicos.

El marco teórico de este método es similar al del coste de viaje; presenta funciones de utilidad débilmente separables y complementariedad frágil entre el bien ambiental y privado. Ambos bienes se diferencian en que al aplicar este método el bien privado no se adquiere para disfrutar del bien ambiental, por el contrario, éste es una de las características del bien privado. Cuando las personas adquieren bienes ambientales en el mercado, lo hacen porque éstos tienen unos atributos que satisfacen unas necesidades; por lo tanto, el bien tiene un valor de uso. Muchos bienes satisfacen varias necesidades al mismo tiempo; estos bienes se conocen como bienes multiatributos; al comprador le interesan varias cualidades de este bien, por lo que está dispuesto a pagar cierta cantidad de dinero. Los llamados precios hedónicos (de allí el nombre del método), tratan de describir todos los atributos del bien que explican su precio, y discriminan la importancia cuantitativa de cada uno de ellos; en otras palabras, se atribuye a cada característica del bien su precio implícito ( la disposición marginal a pagar de la persona por una unidad adicional de la misma). El método tiene especial aplicación en el campo del medio ambiente; alguno de los bienes que se tratan de valorar son atributos que se comercializan frecuentemente en el mercado. -

Método de los costos evitados o inducidos.

De la consideración que los recursos naturales carecen de mercado por ser bienes comunes o públicos, no se sigue que no puedan estar relacionados con otros bienes privados que si lo tengan. En este orden de ideas, pueden presentarse dos casos: a) El bien ambiental forma parte de la función de producción ordinaria de un bien o servicio normal, como un insumo productivo más; la calidad del aire es un ejemplo típico: influye directa e indirectamente sobre la productividad de la tierra, a través del efecto que tiene sobre el agua lluvia. Se hace necesario conocer cómo afecta el cambio en la calidad del bien público al rendimiento de los demás factores en la producción del bien privado; a este concepto se le conoce como la función dosis -respuesta, base sobre la cual se asientan la mayoría de estudios de impacto ambiental. b) El bien ambiental entra a formar parte, junto con otros bienes privados, de la función de producción de utilidad de una persona, una institución o una región determinada. Dentro de la teoría microeconómica actual existe una tendencia a considerar a cada una de estas instancias, como un productor que combina diferentes bienes para la obtención de una determinada utilidad. Es posible que los cambios producidos sean poco notables desde la

óptica del individuo o la instancia interesada, sin embargo, la utilidad generada aumenta el bienestar colectivo y ello es lo que en última instancia justifica la razón de análisis de este método. - Método análisis costo-beneficio. El análisis costo beneficio para la valoración de bienes ambientales, implica comparar las pérdidas con las ganancias estimadas a corto o a largo plazo. Es frecuente la utilización más formal de este tipo de análisis para evaluar la conveniencia de construir una gran represa hidroeléctrica, limpiar un río contaminado o reducir la emisión de contaminantes del aire a un nivel óptimo. El método pretende establecer una diferenciación para el usuario, de tal forma que si el valor asignado al bien sobrepasa el costo de no tenerlo, aquél puede optar por mantenerlo; de lo contrario estaría igualmente si no le conviene - en la opción de prescindir de él. En la clasificación anterior de los métodos de valoración ambiental, como el lector ha podido darse cuenta, se enfatiza más en la descripción de cada uno de ellos, al menos los más empleados para la actividad económica, que la pretensión de abordarlos en detalle; queda entonces, la opción de estudiarlos por separado, sobre todo los métodos de tipo cuantitativo, teniendo en cuenta su posibilidad conveniente de aplicación de acuerdo a los bienes en particular, que se deseen valorar.

2.3.2 FUNCION DE PRODUCCION DE LA UTILIDAD la función de producción representa la máxima cantidad que se puede producir de un bien con unos recursos; por lo tanto, es una aplicación que a un vector de recursos le hace corresponder un escalar que representa la cantidad producida. La función de producción de un productor relaciona la cantidad usada de factores de producción con la producción obtenida gracias a ella. -

Función de utilidad

La función de utilidad es una función en la que se mide la “satisfacción” o “utilidad” que obtiene un consumidor cuando por medio del consumo disfruta de una cantidad de bienes. El concepto de utilidad es algo subjetivo que no se puede medir,es decir, debido a distintos factores en los que depende de cada persona es difícil medir este concepto, sin embargo es posible simular y llegar a hacernos una idea gracias a las funciones de utilidad. La función de utilidad asigna valores numéricos a cada unidad de bienes consumidos. Ahora bien, cuando obtenemos un valor mayor al que ha resultado de la función de utilidad es mejor que si el valor fuese inferior al conseguido por la función.

-

En el siguiente gráfico vemos un ejemplo de la función de utilidad:

Las características más destacadas de la función de utilidad, que podemos ver en este gráfico son las siguientes:  

La utilidad se incrementa, pero de manera decreciente, es decir, tiene un valor máximo y a partir de ese punto la utilidad disminuirá. Si aumenta el consumo del bien la satisfacción total crece, sin embargo, llegados a un punto las variaciones en la utilidad son cada vez más menores.

Los economistas utilizan el término utilidad para calcular la satisfacción que las personas obtienen en actividades tales como el trabajo, el consumo o la inversión. Estas actividades generan utilidad positiva y aquellas que no satisfacen producen utilidad negativa, ya que los gustos pueden ser diferentes en cada persona.

Además, existe una relación entre utilidad y riqueza a la que llamamos función de utilidad financiera del inversionista, este siempre buscará más riqueza que menos riqueza, el problema en este caso es conocer hasta qué punto la inversión conseguida aumenta la utilidad del inversionista, en otras palabras, cuanta más riqueza consigue una mayor utilidad positiva obtiene y una mayor motivación posee para ir en busca de más.

LOS FACTORES PRODUCTIVOS

Los factores productivos o insumos son los elementos básicos utilizados en la producción de bienes y servicios. Tradicionalmente, estos factores productivos, recursos o insumos, se han clasificado en tres categorías: a) capital, b) trabajo y c) tierra Esquema 1.2. Los factores productivos: tres categorías

Capital Trabajo

Producción

Bienes y Servicios

Tierra

La teoría económica de la producción utiliza funciones para indicar como se combinan los factores productivos. Una de las más utilizada es la siguiente: Y = F (K, L, T, t) En esta definición, Y = output, K = input de capital, L = input de trabajo, T = input de tierra tiempo, FO = la función que indica como se combinan los factores productivos.

t = el

Ampliando la definición de factores productivos 

Cuando utilizamos el término “tierra”, lo hacemos en su sentido más amplio. Estamos indicando no sólo la tierra cultivable y urbana, sino también los recursos naturales que ella contiene.

El “capital” comprende las edificaciones, las fábricas, la maquinaria y los equipos, las existencias de medios elaborados y los medios utilizados en el proceso productivo. El capital en un sentido amplio, se refiere además al capital humano, es decir la educación, la motivación, la salud, la formación profesional, la experiencia y en general todo lo que contribuye a elevar la capacidad productiva de los seres humanos. En este sentido, todo lo que genera nuevos conocimientos, a través de la Investigación y Desarrollo, también es considerado parte de los factores productivos. De allí surge una nueva definición, con cinco elementos, de los factores productivos.

Esquema 1.3. Cinco factores de producción

Trabajo

Capital

Recursos

Bienes y Servicios

Producción

Naturales

Capital humano

Investigación y desarrollo

III. ANÁLISIS DE LA PROBLEMÁTICA: 1. El mal manejo de la valorización económica de un bien ambiental 2. Sobrevaloración de un bien ambiental

IV. ANÁLISIS DE LA SOLUCIONATICA -

Mal manejo de la valorización económica: Al momento de aplicar algún método e valoración económica se debe tener muy en claro la información secundaria que se obtiene ya que si estos no son precisos al momento de determinar el valor de un bien será un fracaso ya que no será el monto especifico.

-

Sobrevaloración de un bien ambiental Si se tiene en cuenta que el precio de un bien por ejemplo entradas a un determinado lugar incrementará bruscamente el número de visitas disminuirá para ello se debe estimar un precio justo.

V. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES 5.1 Conclusiones En un viaje de ida y vuelta, la economía ha tomado conciencia de la importancia del medio ambiente como 'sustrato' en el que se producen las actividades humanas y, por ende, las de mercado. Se ha tomado conciencia del papel del medio como productor de recursos, como receptor de residuos y como sistema influyente e influenciable por parte de la economía. Esta incorporación ha venido de la mano del éxito social y político del término desarrollo sostenible, que de forma lenta pero inexorable forma parte cada día más activa de las políticas de las administraciones, dando incluso nombre a concejalías, direcciones generales, consejerías, etc. Poco a poco se está pasando, además, de planteamientos verticales a otros transversales, en las que el medio ambiente aparece como criterio de decisión en ámbitos cada vez más numerosos. La economía ambiental ha desarrollado multitud de sistemas y metodologías de valoración que permiten ya que no obtener precios (pues no existen mercados para la mayoría de los servicios ecológicos), si al menos lograr unos valores aproximativos que 'visibilizan' la utilidad económica de los activos ambientales y sirven para el logro de su sostenibilidad a largo plazo. 5.2. Recomendaciones  Atreves de este trabajo se recomienda que los datos a usar en dicha valoración económica sean confiables.  El personal técnico aplicar dicha valoración deben ser altos especialistas en los diferentes campos que se aplican en la valoración económica de esa manera obtener un resultado óptimo los cuales sean beneficios para el consumidor y productor.

VI. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS  Correa, A. (2010). Funsiones de utilidad de una empresa . mexico : Ansress.  Diego, A. (1994). Valoracion Economica del Impacto Ambiental . Madrid : Alianza.  Piketty, t. (1990). el capital en el siglo XXI. ITALIA : Ökonomie.  TURCOSQUI, A. (1990 ). ANALISIS ECONOMICO . ALEMANIA : UMBROL .  Naredo, J.M. 1992. Los cambios en la idea de naturaleza y su incidencia en el pensamiento económico actual, en Información Comercial Española, núm. 711 de noviembre de 1992, pp. 11-30. Ed. Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, Madrid.  Naredo, J.M. y Valero, A. (dirs.) 1999. Desarrollo económico y deterioro económico. Ed. Fundación Argentaria y Visor Distribuciones, S.A. Madrid.  Passet, R. 1996. Principios de bioeconomía. Ed. Fundación Argentaria y Visor Distribuciones, S.A. Madrid  Aguilera Klink, F. 1992. La preocupación por el medio ambiente en el pensamiento económico actual, en Información Comercial Española, núm. 711 de noviembre de 1992, pp. 31-42. Ed. Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, Madrid.  Azqueta, D. y Ferreiro, A. (eds.) 1994. Análisis económico y gestión de recursos naturales.

 Ed. Alianza Editorial, Madrid. Costanza, R, et al. 1997. The value of the world´s ecosystem

 services and natural capital. Nature 387: 253-260.  Georgescu-Roegen, N. 1996. La ley de la entropía y el proceso económico. Ed. Fundación Argentaria y Visor Distribuciones,S.A. Madrid.  Jiménez Herrero, L.M. 1996. Desarrollo sostenible y economía ecológica. Integración medioambiente-desarrollo y economía- ecología. Editorial Síntesis, Madrid.

VII.

ANEXOS