Union Civico Militar

REPÚBLICA BOLIVARINA DE VENEZUELA MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA DEFENSA UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL POLITÉC

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REPÚBLICA BOLIVARINA DE VENEZUELA MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA DEFENSA UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL POLITÉCNICA DE LA FUERZAS ARMANADAS NACIONAL BOLIVARINA NUCLEO CARACAS-SEDE CHUAO

UNIÓN CÍVICO MILITAR

Profesor: Miguel zambrano

Integrantes: Daniel José Moya Martinez V-26.361.694 Riccardo José Jaimes Perez V-25.676.716 Yuleibi Skarle Contreras Sanchez V-26.283.794 Genesis Alejandra Hernández Robolledo V-26.660.373

INDICE

Nº pagina Introducción…………………………………………………………………………1 Unión cívico militar………………………………………………………………….2 Teoría de las relaciones cívico – militares……………………………………….3 Militar Venezolano y pretoriano……………………………………………………5 • •

Pretorianismo militar…………………………………………………….….5 Los oficiales venezolanos en los siglos XIX y XX……………………….7

Población civil………………………………………………………………………10 Antecedentes históricos y normativas vigente………………………………….10 Protección de la población civil………………………………………………..…12 Distinción entre Combatientes y Población Civil………………………………..13 Biografía de Ezequiel Zamora…………………………………………………….16 • • • •

Participación de Zamora en las elecciones de 1846………………..….17 Zamora y su participación en la insurrección campesina de 1846-1847……………………………………………………………….18 Participación de Zamora y el desenlace de la guerra Federal….….…19 Batalla de Santa Inés……………………………………………………...21

Conclusión………………………………………………………………………….24 Bibliografia …………………………………………………………………………25

INTRODUCCIÓN

La población civil de a nivel mundial ha sido la más afectadas a lo largo de toda la historia por los enfrentamientos armados, estando expuesta a actos de violencia como homicidios, ataques directos, secuestros y reclutamientos forzados. Muchas personas se ven obligadas a huir y abandonar sus pertenencias. Por tal motivo se han creado las normas del Derecho internacional humanitario que pretenden evitar y limitar sufrimiento humano en tiempos de conflictos armados.

Teniendo en cuenta que la población civil son todas las personas civiles, que no pertenecen a las fuerzas armadas de una parte en el conflicto, y no participan en la lucha, los Convenios de Ginebra de 1949 y sus Protocolos adicionales de 1977 prohíben los ataques contra las personas civiles y las que no participan en los combates, y requiere que sean respetadas y protegidas. Sin embargo, este principio ha sido quebrantado en repetidas ocasiones y la población civil es la que más ha sufrido a consecuencia de la violencia armada.

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Unión cívico militar

La unión cívico-militar se basa en una relación de reciprocidad, mediante la cual la ciudadanía se implica en la Defensa y las FANB en el desarrollo del país, así la cooperación militar en el cumplimiento de sus obligaciones, contraídas en esa unión con el pueblo, además de la defensa exterior y de la seguridad interna, tienen asignada la participación en el desarrollo de la nación, como también expresa el mismo texto constitucional.

La gesta independentista americana representa la primera experiencia de alianza estratégica cívico-militar emancipadora en el Continente, pues los Ejércitos Libertadores estaban conformados por el pueblo en armas contra el poder colonial. Sin embargo, tras la Independencia formal de la mayoría de las colonias europeas, devenidas en Repúblicas a principios del siglo XIX, los ejércitos libertadores comenzaron a perder su connotación popular y soberana para ser captados por las renacientes oligarquías criollas aliadas a los imperialistas ingleses, franceses y estadounidenses. Se estructuraron paulatinamente los ejércitos destinados al mantenimiento del status quo oligárquico-imperialista. Este brevísimo recuento histórico demuestra que el llamado a la unión cívico-militar emancipadora no es una idea nueva.

El presidente Hugo Chávez, muchos años antes de que llegase al poder, ya tenía en mente un nuevo proyecto político para Venezuela con el que pretendía poner fin al régimen político inaugurado con el pacto de Punto Fijo que el Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI) y Acción Democrática (AD) inauguraron en 1958. Aunque siendo militar intentó llegar al poder mediante un golpe de Estado, Chávez lo alcanzó finalmente a través de la vía democrática. No obstante, es esencial atender a su formación militar para comprender el motivo por el que, desde su ascenso al poder, definió a su Ejecutivo como un Gobierno cívico – militar, así como por qué concebía a los militares como un actor con un papel político a desempeñar.

Así, cuando el presidente Hugo Chávez se convirtió en presidente de Venezuela puso en marcha un proceso de transformaciones políticas, sociales y económicas en el que los militares han jugado un rol fundamental. Aunque es cierto que estos tuvieron un papel político esencial en la Venezuela del siglo XIX y de mitad del XX (siendo el país gobernado por caudillos y militares), con la llegada de Chávez al poder las hasta entonces FFAA cambiaron radicalmente el modo de relacionarse con la sociedad y hasta el rol a cumplir dentro del Estado.

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Teoría de las relaciones cívico - militares El tema teórico de las relaciones entre civiles y militares es motivo de preocupación de historiadores, politólogos, psicólogos y comunicadores sociales. El problema fundamental tiene implicaciones de índole de obediencia de militares a civiles y no en forma contraria. En este contexto, hay diferencias importantes entre ambos, los militares poseen armas y los civiles por supuesto no, los primeros pueden o podrían hacer uso de las mismas para lograr la obediencia de los civiles. ¿Cómo lograr no solo que los militares no usen las armas como mecanismo de control, dominación, o en el menor de los casos como forma de persuasión? Esta interrogante ha sido y sigue siendo motivo de controversias en Latinoamérica.

En Estados Unidos de Norteamérica y en Canadá, después de la 2 Guerra Mundial surgieron los modelos teóricos que intentaron interpretar las relaciones entre civiles y militares.

Uno de esos autores relevantes en la teoría de relaciones cívico-militares es Huntington (1985), quien propone dos modelos de análisis del control civil sobre los militares: el de control subjetivo y el de control objetivo. Éste último consiste en enraizar el profesionalismo castrense para asegurar el control civil sobre el aparato militar, es decir, los civiles controlan a los militares apoyándose en la neutralidad política y profesionalismo de estos. Por su parte, el control subjetivo enfatiza la autoridad civil sobre los militares, recurriendo para ello a las instituciones de Gobierno y a mecanismos institucionales. “En ambos casos la condición profesional militar es un antídoto para el accionar político ilegítimo del sector castrense” (Irwin, 2003: 8). En este sentido, Huntington entiende que si existe profesionalismo castrense no puede darse protagonismo político de los militares, mientras que si éste se da es por ausencia de aquél.

Para terminar de comentar los planteamientos de Huntington, hemos de plantear a continuación las cuatro condicionalidades que implica el modelo objetivo. A saber:

1) un alto nivel de profesionalismo militar y el reconocimiento por parte de los militares de los límites de su competencia profesional; 2) la efectiva subordinación de los militares a los líderes políticos civiles; 3) el reconocimiento y la aceptación de esos líderes de un área de competencia profesional y de autonomía para los militares;

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4) en consecuencia, la reducción al mínimo de la intervención militar en política y de la intervención política en los asuntos militares.

Por otro lado, Janowitz (citado en Harries – Jenkins & Moskos, 1984) entiende que podemos identificar cuatro modelos de relaciones cívico militares, a saber: aristocrático, democrático, totalitario y Estado – guarnición.

En el primero de los modelos, tanto las elites civiles como las militares se encuentran integradas funcional y socialmente. La existencia de una estructura de poder parcialmente monolítica, combinada con una estrecha base en la que ambas elites son reclutadas, garantiza un control subjetivo de los militares.

En cambio, bajo el modelo democrático, la clase política mantiene el control objetivo de las FFAA a través de un sistema de reglas formal. No obstante, este modelo se considera más como una meta política que como un reflejo de la realidad histórica.

El autoritario es la alternativa aceptada al aristocrático. En el modelo autoritario, los militares se encuentran subordinados a una elite política reclutada en función de su lealtad ideológica, lo que se traduce en una total anulación de la independencia organizativa de unas FFAA profesionales. Respecto al cuarto modelo, nada mejor que las propias palabras de Janowitz (citado en Harries – Jenkins & Moskos, 1984: 87 – 88).

Aun cuando el resultado final del Estado – guarnición se aproxima en muchos aspectos al modelo totalitario, el primero tiene un desarrollo histórico diferente. No consiste, ni mucho menos, en el control directo de la política por parte de los militares. Dado que las modernas naciones industrializadas no pueden ser regidas solamente por el dominio político de un único y pequeño bloque, el Estado – guarnición no es una regresión hacia una dictadura militar. Es el resultado final del ascenso al poder de la élite militar bajo unas condiciones de tensión internacional prolongada. Se ponen trabas a las libertades internas y la preparación para la guerra llega a tener una importancia primordial.

El Estado – guarnición se muestra como un nuevo patrón de coalición, en el cual los grupos militares controlan, de forma directa o indirecta, desproporcionadas parcelas de poder político y administrativo.

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Los militares retienen su independencia organizativa, siempre que concierten las debidas alianzas con facciones civiles y políticas”.

En otro orden de cosas, Nordlinger (citado en Irwin, 2003) afirma que el predominio civil sobre el estamento militar se logra a través de tres modelos de control civil: tradicional, liberal y de penetración.

En el modelo tradicional no existe tensión en las relaciones cívico-militares, y ello debido a que las funciones del aparato militar y de Gobierno se encuentran dominadas por una misma elite. El ejemplo clásico es el de los aristócratas europeos de los siglos XVII y XVIII que, sobre todo, eran militares pertenecientes a un sector social bien definido.

El modelo liberal se basa en la existencia de elites con responsabilidades propias y bien diferenciadas. Los oficiales militares son profesionales o están en proceso de serlo, y son instruidos en los principios de respeto y obediencia hacia las autoridades civiles. De este modo se busca despolitizar al sector castrense en la medida de lo posible, aunque siempre respetando la propia autonomía de la institución militar en cuanto a aspectos profesionales y militares se refiere. El respeto de dicha autonomía por parte de la elite civil dirigente es indispensable para el mantenimiento de este modelo, el cual es característico de las sociedades industrializadas desde el siglo XIX.

Por último, el rasgo básico del modelo de penetración es la infiltración que las autoridades civiles realizan sobre la organización militar. En el seno de las FFAA penetran ideas, ideologías e incluso hasta individuos procedentes de la política. El adoctrinamiento político alcanza a la tropa y al cuerpo de oficiales. Es más, para obtener obediencia y fidelidad de estos últimos, se emplea un sistema de premios y castigos, así como medios de supervisión y control. Este modelo de penetración se puede atribuir a los sistemas totalitarios como el de Corea del Norte.

Militar Venezolano y pretoriano.

Pretorianismo militar La influencia patética o abusiva de militares o de un sector de militares en la vida civil es lo que se denomina pretorianismo; El pretorianismo es una forma autoritaria no institucional de poder militar en contra la sociedad civil. El pretorianismo se puede agrupar en tres modelos o paradigmas de acuerdo a Perlmutter (1981), y en base a ellos se explican los casos más relevantes: pág. 5

a) Pretoriano personalista o autoritario: El gobierno es dirigido por un tirano déspota como han sido los casos de Id Amin Dadá en Uganda, Bocazas en la República Central de África o déspota patrimonial como Somoza en Nicaragua, y Trujillo en la República Dominicana, o Duvalier en Haití, Fidel Castro en Cuba, Juan Vicente Gómez en Venezuela. En este modelo, además de la fuerza armada se crean guardias nacionales, costeras, anillos de seguridad personal, policías militares, guardias de honor presidencial; todos concebidos como élite personal al servicio y fidelidad del líder o caudillo.

b) Pretorianismo oligárquico-militar: Está estructurado sobre líneas de comando autónomas dirigidas por un militar superior. El ejemplo representativo es Irak. Generalmente hay un partido político como instrumento de la oligarquía pretoriana. En Venezuela, se puede señalar el gobierno del General Marcos Pérez Jiménez, y el partido Frente Electoral Independiente (FEI).

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c) Pretorianismo corporativo-autoritario. Este modelo se sustenta en la cooperación y el clientelismo populista. El gobierno se conforma con militares, tecnócratas y expertos en sistemas corporativos. Ejemplo, en Chile Augusto Pinochet Ugarte.

La fuerza armada puede entenderse como pretoriana arbitraria o pretoriana gobernante. Cuando la fuerza armada no se considera preparada para asumir el poder civil actúa como vigilante o guardián del gobierno civil. En sentido contrario, la fuerza armada pretoriana gobernante se considera capaz y ambiciona el poder político civil y no tiene reparo en sustituir a los civiles del gobierno. Expresión máxima del pretorianismo gobernante venezolano han sido los regímenes de Marcos Pérez Jiménez 1952- 1958, y el gobierno actual del Teniente Coronel Hugo Chávez Frías desde abril de 2002. Los ministerios de exteriores, interiores, defensa, infraestructura, institutos autónomos son ejercidos por militares activos o en situación de retiro. En la actualidad un número superior a 60 militares en cargos del alto gobierno central y similares en gobiernos regionales y municipales.

Los oficiales venezolanos en los siglos XIX y XX

Bien se puede afirmar que, en la realidad militar venezolana, desde las guerras por la independencia y hasta comienzos del siglo XX, coexisten tres definidas tendencias en el cuerpo de Oficiales: los de orientación profesional, los pretorianos y los caudillos.

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El primer lapso abarca en el tiempo desde 1830 hasta la coyuntura histórica 1846-1849. Caracteriza fundamentalmente este lapso, en la evolución militar venezolana, el intento por consolidar un modelo de relaciones civiles y militares de carácter Liberal. Las reacciones, contra este modelo liberal por parte de los caudillos, o bien de los pretorianos, fueron exitosamente dominadas tal como sucede en las revoluciones de 1831 o de Las Reformas en 1835-1836. Durante estos tres primeros lustros de la organización militar venezolana, son los oficiales de orientación profesional los que predominan.

La intención del Patriciado Civil que procuraba dirigir el destino venezolano durante las décadas de 1830-1840, una vez que logran neutralizar políticamente a los hombres de armas, va a ser la de estructurar un sector militar efectivamente constitucional, institucionalmente fiel al estado en formación. Para lograr tal objetivo resultaba indispensable desarrollar la Educación Militar, tanto en las Escuelas Náuticas, como en la Academia-Escuela Militar de Matemáticas. Este lapso inicial de la organización militar venezolana y republicana, efectivamente libre de tutelajes directos foráneos, es el de mayor preocupación por la Educación Militar, durante el siglo XIX.

En la coyuntura histórica 1846-1849, sectores enfrentados del medio civilista, que habían moldeado el acontecer político venezolano hasta esa fecha, recurren a las armas para dirimir sus diferencias. Tanto Conservadores, Oligarcas, Paecistas como Liberales, Monagistas solucionarán sus diferencias políticas en una serie de guerras civiles que marcan el fin de la institucionalidad republicana en la Venezuela del siglo XIX. Desde la insurrección de Rangel y Zamora, en 1846 hasta la rendición de Páez en Campo Monagas o Macapo Abajo, en 1849 se produce un cambio político efectivo que evidencia el triunfo del caudillaje sobre el civilismo.

Debido al enfrentamiento suicida entre los sectores rivales del Patriciado Civil, el caudillaje emerge como la fuerza social capaz de mantener la paz y el orden que en definitiva interesaba al grupo propietario venezolano. Los caudillos (Monagas a la cabeza) por una suerte de metástasis histórica invaden y dominan el acontecer socio-político venezolano. Tanto Oligarcas como Liberales quedan mediatizados por los caudillos, quienes se consolidan como los actores políticos fundamentales. Desde el gobierno inicial de J. T. Monagas, en la Venezuela del siglo XIX, se conforma un peculiar modelo de relaciones civiles-militares de carácter tradicional. En el modelo tradicional no existe tensión entre las áreas de influencia y competencia de los militares para con los civiles; puesto que ambas funciones son ejercidas por una misma elite. En Venezuela desde la coyuntura histórica 1846-1849, hasta la conformación de un efectivo Ejército Nacional para comienzos del siglo XX, los caudillos monopolizarán los cargos de poder tanto pág. 8

civiles como militares. Las tensiones se expresarán de manera personalista y no de manera institucional: militares versus autoridades civiles; las excepciones serán muy pocas.

En marzo de 1858 concluye el predominio de J. T. Monagas sobre el país en general y la organización militar en particular. Al triunfar la llamada Revolución de Marzo, el Ejército y la Armada son expurgadas de Monagistas primero, y luego del fracaso del gobierno de la Fusión, acompañarán a éstos los LiberalesFederales. Vuelven pues, a la organización militar ofíciales Paecistas, Conservadores, Oligarcas.

A partir del Septenio Guzmancista (1870-1877) se inicia un nuevo lapso en la evolución de la organización militar venezolana. Apoyándose en egresados de las instituciones Educativas Militares, logra imponer Guzmán Blanco orden en los asuntos administrativos del ahora Ministerio de Guerra y Marina. Se sanciona un Código Militar en 1873. Se organiza un Ejército de Línea, recogen los armamentos dispersos o en manos de civiles y se concentran en depósitos de armas situados estratégicamente. Pero en la estructura militar del Guzmancismo siguen siendo los caudillos los actores políticos fundamentales.

La etapa de gobiernos caudillescos-despóticos que se inician desde la década de los años de 1870 se manifiesta como una versión mejorada y corregida y de la del predominio caudillesco de José T. Monagas. Antonio Guzmán Blanco golpea a la tendencia militar de orientación profesional, al concentrar los estudios de matemáticas en la Universidad de Caracas y cerrar las puertas de la Escuela Academia Militar. La educación militar del llamado Guzmancismo con Guzmán se restringirá a las Escuelas Náuticas y eso a partir del Quinquenio (1879-1884). Pero más importante aún, Guzmán Blanco estructura la fórmula de poder político que regirá en Venezuela hasta la coyuntura histórica 1898-1903. El Taita Crespo será el último caudillo nacional del siglo XIX. Su predominio político le imprime un sello particular a un nuevo lapso que se da en la evolución de la organización militar desde 1892 hasta la coyuntura histórica 1898-1903.

Los caudillos no desaparecen de la sociedad venezolana después de su derrota guerrera en la coyuntura histórica 1898-1903, lo que desaparece es su predominio en el contexto social y político. Caudillos subsisten en la organización política del Castro-Gomecismo, pero como meros burócratas al servicio de Castro primero y Gómez después; serán miembros del Congreso o Presidentes de los Estados o Jefes Civiles pero carentes de poder político, o mejor dicho, con un poder que no es propio sino que depende directamente del de Castro y luego de 1908 de Gómez. Tanto el poder de éste como el de aquel se fundamentan en el control que cada uno, en su momento de predominio político, tiene sobre el pág. 9

Ejército Nacional. Será éste y la burocracia gubernamental los únicos entes institucionalizados que emerjan de la anarquía guerrera de finales del siglo XIX. Los gobiernos del Castro-Gomecismo tienen un definido carácter pretoriano

Población civil. La población civil comprende a todas las personas civiles que no pertenece a la policía ni a un Instituto Armado, están regidos por la constitución política del estado, Las leyes, Decretos supremos, reglamentos.

Antecedentes históricos y normativas vigente. El creciente aumento de las víctimas de la guerra entre la población civil, consecuencia fundamentalmente de la aparición de armas de alta tecnología, ha llegado a causar una gran preocupación en la Comunidad Internacional. Y ello es así porque en la actualidad podemos afirmar rotundamente, sin riesgo a equivocarnos, que la gran víctima de las guerras modernas es la población civil.

Como ha puesto de manifiesto el presidente del CICR en la XXVI Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, celebrada en Ginebra los días 3 a7 de diciembre de 1995, los asesinatos, la tortura, los tratos degradantes, la detención arbitraria, a menudo en condiciones de extrema indigencia, ha sido la suerte que han corrido innumerables víctimas. La toma de rehenes -violación de una norma fundamental del derecho humanitario- ha adquirido proporciones alarmantes. Actualmente, las calamidades que se abaten sobre la población civil afectan y comprometen gravemente a la unidad de la familia, siendo cada vez más frecuente la separación de los familiares, aumentando la angustia por los allegados de quienes no se tiene noticia.

El Reglamento de las Leyes y Usos de la Guerra Terrestre, Anexo a los Convenios de La Haya de 1899 y 1907, contenía un Capítulo sobre el régimen de la ocupación, pero limitado casi exclusivamente a las medidas necesarias para el mantenimiento de orden público y para garantizar los derechos de la familia y del individuo en cuanto a su vida, integridad física y propiedad, así como la prohibición de las penas colectivas.

La Primera Guerra Mundial puso ya de manifiesto la insuficiencia de esta normativa, porque desde el comienzo de las hostilidades infinidad de civiles fueron internados, quedando en situación similar a los prisioneros de guerra, pero sin protección, ya que no tenían la consideración de combatientes. Durante la Segunda Guerra Mundial el problema se agrava, a consecuencia de que se produjeron dos fenómenos con los que la normativa internacional no contaba: pág. 10

a) En primer término, la gran movilidad de que disfrutaban los ciudadanos de casi todos los países, unido al hecho de que el conflicto se iniciara sin una previa declaración de guerra, hizo que sorprendiera a muchas personas lejos de su patria e incluso en territorio enemigo. b) En segundo lugar, durante el desarrollo del conflicto se produjeron graves actos contra la población civil: desde su simple control hasta las deportaciones en masa, atentados, bombardeos por represalias y, en último caso, el genocidio. No obstante, hemos de destacar que el Comité Internacional de la Cruz Roja consiguió, como solución improvisada, que a los civiles internados se les aplicasen las normas del Convenio de 1929 sobre prisioneros de guerra, que estaba entonces vigente. La situación expuesta anteriormente dio lugar a que, en 1949, al proponerse la revisión de los Convenios de Ginebra de 1929, se plantease la necesidad de regular también expresamente la protección de la población civil, naciendo así el IV Convenio de Ginebra, relativo a la protección de las personas civiles en tiempos de guerra, de 12 de agosto de 1949. Pero incluso después de aceptados los Convenios de 1949, ratificados por la casi totalidad de los Estados hoy existentes, se observaron sus limitaciones: habían sido elaborados a la vista de las experiencias de la Segunda Guerra Mundial y resultaban ya sobrepasados por los nuevos estilos de conflicto armado y la aparición de armas de alta tecnología. Un paso importante en la protección de la población civil fue la aprobación en 1968 por la Asamblea General de las Naciones Unidas de la Resolución 2444, en la que, después de afirmar el principio de limitación de medios, recoge la prohibición de lanzar ataques contra la población civil en cuanto tal, resaltando que es preciso distinguir en todo tiempo entre las personas que toman parte en las hostilidades y los miembros de la población civil, a fin de que éstos sean respetados en la medida de lo posible (principio de distinción).

Se llega así a la celebración de una Conferencia Diplomática convocada por el Gobierno suizo y celebrada a lo largo de cuatro sesiones en los años 1974 a 1977, aprobándose los dos Protocolos Adicionales a los Convenios de Ginebra de 1949, aplicables el primero a los conflictos armados internacionales y el segundo a los que no tienen carácter internacional, es decir, a los conflictos internos. Contamos, pues, en este momento con tres Instrumentos internacionales tendentes a la protección de la población civil en tiempo de conflicto armado: a) El IV Convenio de Ginebra de 12 de agosto de 1949, sobre la protección de las personas civiles en tiempo de guerra. b) El Protocolo Adicional I a los Convenios de Ginebra, de 12 de junio de 1977 relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados de carácter internacional. pág. 11

c) El Protocolo Adicional II a los Convenios de Ginebra, de 12 de junio de 1977, relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional.

Protección de la población civil. Protocolo I adicional a los Convenios de Ginebra de 1949 relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales, 1977

Artículo 51 - Protección de la población civil

1. La población civil y las personas civiles gozarán de protección general contra los peligros procedentes de operaciones militares. Para hacer efectiva esta protección, además de las otras normas aplicables de Derecho Internacional Humanitario, se observarán en todas las circunstancias las normas siguientes.

2. No serán objeto de ataque la población civil como tal ni las personas civiles. Quedan prohibidos los actos o amenazas de violencia cuya finalidad principal sea aterrorizar a la población civil.

3. Las personas civiles gozarán de la protección que confiere esta Sección, salvo si participan directamente en las hostilidades y mientras dure tal participación.

4. Se prohíben los ataques indiscriminados. Son ataques indiscriminados: a) los que no están dirigidos contra un objetivo militar concreto; b) los que emplean métodos o medios de combate que no pueden dirigirse contra un objetivo militar concreto; o c) los que emplean métodos o medios de combate cuyos efectos no sea posible limitar conforme a lo exigido por el presente Protocolo; y que, en consecuencia, en cualquiera de tales casos, pueden alcanzar indistintamente a objetivos militares y a personas civiles o a bienes de carácter civil. 5. Se considerarán indiscriminados, entre otros, los siguientes tipos de ataque:

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a) los ataques por bombardeo, cualesquiera que sean los métodos o medios utilizados, que traten como objetivo militar único varios objetivos militares precisos y claramente separados situados en una ciudad, un pueblo, una aldea u otra zona en que haya concentración análoga de personas civiles o bienes de carácter civil; b) los ataques, cuando sea de prever que causarán incidentalmente muertos y heridos entre la población civil, o daños a bienes de carácter civil, o ambas cosas, que serían excesivos en relación con la ventaja militar concreta y directa prevista.

6. Se prohíben los ataques dirigidos como represalias contra la población civil o las personas civiles.

7. La presencia de la población civil o de personas civiles o sus movimientos no podrán ser utilizados para poner ciertos puntos o zonas a cubierto de operaciones militares, en especial para tratar de poner a cubierto de ataques los objetivos militares, ni para cubrir, favorecer u obstaculizar operaciones militares. Las Partes en conflicto no podrán dirigir los movimientos de la población civil o de personas civiles para tratar de poner objetivos militares a cubierto de ataques, o para cubrir operaciones militares. 8. Ninguna violación de estas prohibiciones dispensará a las Partes en conflicto de sus obligaciones jurídicas con respecto a la población civil y las personas civiles, incluida la obligación de adoptar las medidas de precaución previstas en el artículo 57.

Distinción entre Combatientes y Población Civil. El principio de la distinción prohíbe, entre otras cosas, el lanzamiento de ataques contra la población civil u objetivos civiles y exige que las partes en un conflicto armado distingan en todo momento entre los miembros de la población civil y las personas que forman parte activa de las hostilidades o entre objetivos civiles y objetivos militares, y dirijan sus ataques sólo contra las personas que participen activamente en las hostilidades y otros objetivos militares legítimos.

A los efectos del principio de distinción aplicable en los conflictos armados internacionales, todas las personas que no son miembros de las fuerzas armadas de una parte en el conflicto, ni integrantes de una leva en masa, son personas civiles, por lo que debe abstenerse de todo acto de hostilidad contra el enemigo, pero que, por el hecho de no participar en la lucha gozan de la protección contra los ataques directos, salvo y por el tiempo en que tomen parte directa en las hostilidades. pág. 13

Según el artículo 2 del Reglamento de las leyes y costumbres de la guerra terrestre, anejo al IV Convenio de La Haya (1907), son beligerantes.

• Los combatientes regulares: miembros de las Fuerzas Armadas (miembros del Ejército, dotaciones de la marina de guerra y tripulaciones de los aviones militares, con inclusión de los servicios auxiliares) de una parte contendiente, así como los miembros de Milicias y Cuerpos de voluntarios que formen parte de esas Fuerzas Armadas. Las Fuerzas Armadas de las partes beligerantes pueden componerse de combatientes y de no combatientes, aunque en caso de captura unos y otros tendrán derecho al trato de prisioneros de guerra.

La pertenencia a las Fuerzas Armadas debe estar establecida respecto del D.I. por medios adecuados. Según el artículo 3 del R.G.T., tal prueba se establece de ordinario por señales de identidad otorgadas por el Estado.

• Los guerrilleros: miembros de otras milicias y de otros cuerpos de voluntarios siempre que esas milicias o cuerpos organizados reúnan las condiciones siguientes:

a) que figure a su cabeza una persona responsable de sus subordinados; b) que lleven un signo distintivo fijo y fácil de reconocer a distancia; c) que lleven francamente las armas, d) que se conformen en sus operaciones a las leyes y costumbres de la guerra.

• El levantamiento en masa (levée en masse): por él se entiende la población de un territorio no ocupado, que, al aproximarse al enemigo, toma espontáneamente las armas para combatir a las tropas invasoras sin haber tenido tiempo de organizarse en fuerzas regulares. Será considerado como «beligerante» cuando sus componentes lleven las armas abiertamente y respeten las leyes y costumbres de la guerra.

• Los movimientos de resistencia organizados, aunque actúen en territorio ya ocupado, siempre que figure a la cabeza de ellos una persona responsable,

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lleven un signo distintivo fácil de reconocer a distancia, lleven francamente las armas y se conformen a las leyes y costumbres de la guerra.

La conferencia Diplomática de Ginebra (1974-1977) decidió reformular el concepto de combatiente, con carácter general, en el artículo 43 del Protocolo y que abarca el concepto de Fuerzas Armadas, la definición de quiénes tienen derecho a ser combatientes y la posibilidad de incorporar las fuerzas de policía a las Fuerzas Armadas. Su texto establece, en efecto, lo siguiente:

Artículo 43 - Fuerzas armadas.

1. Las Fuerzas Armadas de una parte en conflicto se componen de todas las fuerzas, grupos y unidades armados y organizados, colocados bajo un mando responsable de la conducta de sus subordinados ante esa parte, aun cuando ésta esté representada por un gobierno o por una autoridad no reconocidos por una parte adversa. Tales Fuerzas Armadas deberán estar sometidas a un régimen de disciplina interna que haga cumplir, inter alia, las normas de Derecho Internacional aplicable en los conflictos armados.

2. Los miembros de las Fuerzas Armadas de una parte en conflicto (salvo aquellos que formen parte del personal sanitario y religioso a que se refiere el artículo 33 del III Convenio) son combatientes, es decir, tienen derecho a participar directamente en las hostilidades.

3. Siempre que una parte en conflicto incorpore a sus Fuerzas Armadas un organismo paramilitar o un servicio armado encargado de velar por el orden público, deberá notificarlo a las otras partes en conflicto.

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Biografía de Ezequiel Zamora.

Ezequiel Zamora es un ícono de las luchas que conformaron a Venezuela. Un militar y político radical de la Guerra Federal que cubrió a Venezuela entre 1859 y 1863, que propugnaba una regia transformación agraria a favor de los campesinos, quienes merecían su tierra para el sustento y desarrollo, y sería el camino para darles libertad de acción. Conocido como el primer caudillo popular del siglo XIX, líder del Partido Federal y jefe del Movimiento Federalista. Registra la historia que José Gil Fortoul lo identificaba como un verdadero e indomable héroe popular.

Ezequiel Zamora nació el 1 de febrero de 1817 en la actual población de Cúa, en los Valles del Tuy en el estado Miranda, en el seno de una familia de la clase denominada “blancos de orilla”, aunque su situación no era del todo precaria, ya que poseían algunos bienes para la producción agrícola. Asistió a la escuela elemental, en un momento histórico en que más del 90% de la población era analfabeta. Se trasladó con su madre a Caracas con la intención de continuar estudios, sin embargo, se vio forzado a colaborar en la manutención del hogar por lo que no pudo recibir educación oficial, sí no que fue instruido de manera menos formal a través de ideas sobre filosofía, derecho y algunos fundamentos sobre la estructura política europea.

Durante su juventud, su cuñado, el alsaciano Juan Cáspers, lo instruyó sobre la situación social y los movimientos políticos europeos; otro tanto hizo el abogado José María García, quien le dio nociones de filosofía, historia universal y derecho romano.

Ezequiel Zamora se estableció en Villa de Cura, Estado Aragua, donde abrió una tienda de víveres, y pronto amplió el negocio con el comercio ganadero y agrícola, en las poblaciones vecinas de los Estados Guárico y Apure. La lucha por el poder dividió al grupo político dirigente del país, entre el oficialismo, agrupado en torno al general José Antonio Páez, y el liberalismo de Antonio Leocadio Guzmán, que fundó en 1840 el Partido Liberal y su vocero El Venezolano, a través del cual difundía las ideas liberales. pág. 16

Zamora se convirtió en dirigente regional del naciente partido, y en lector y difusor de la prensa de oposición. La crisis imperante se agudizó a partir de 1843, por lo que los alzamientos espontáneos de los campesinos llevarían a Zamora a asumir su liderazgo.

En 1846 encabezó un levantamiento en la localidad de Gumba, bajo las consignas de “tierra y hombres libres”, respeto al campesino, eliminación de los godos y justa distribución de la riqueza, que lo hizo ganarse el nombre de “General del Pueblo Soberano”, al año siguiente fue apresado y sometido a juicio como conspirador, condenado a muerte, pero se salvó al fugarse de la cárcel.

El presidente José Tadeo Monagas le conmutó la pena, enviándolo al ejército que combatía a los grupos paecistas alzados en armas; Zamora demostró su valor y talento en las batallas de San Carlos, Cabimas, Quisiro y Barinas. Se unió a la Guerra Federal iniciada en Coro en 1859 y dirigida por el general Juan Crisóstomo Falcón. Su ascendencia militar sobre las tropas le permitió desarrollar una campaña exitosa contra las fuerzas centralistas. Obtuvo diversas victorias, y en San Felipe reorganizó la provincia como una entidad federal con el nombre de Estado Yaracuy; continuó hasta Barinas, donde en 1859 recibió el título de Valiente Ciudadano.

Triunfante en la decisiva batalla de Santa Inés, Zamora se dirigió en 1859 hacia el centro del país; en el asalto de la ciudad de San Carlos recibió un balazo en la cabeza que le causó la muerte.

Participación de Zamora en las elecciones de 1846

Para 1846, en víspera de las elecciones municipales de cada Catón, el escenario político-social se ponía cada vez peor, los liberales reclamaban la política de exterminio de todos los que se oponían al régimen conservador “oligarca”. Predominaba la contradicción social y el odio hacia las clases menos favorecidas, y se mandaban a juicio a cualquier conspirador hacia el gobierno y la represión fue cada vez peor y más violenta. Se acercaban las elecciones. Y Zamora, como miembro del Partido Liberal y ante toda esa situación social que se estaba viviendo en el país, decide postularse a candidato principal a la Asamblea Provisional en representación del Cantón Villa de Cura.

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Zamora tenía todas las de ganar, su objetivo era de darle a los campesinos un mayor progreso, proteger su trabajo, sus tierras, y disminuir el poder de los representantes de la oligarquía del gobierno. Tenía el apoyo de Antonio Leocadio Guzmán, y de todos sus vecinos, y habitantes de otras ciudades, y por supuestos de todas las masas populares a quienes él ha defendido tanto.

Zamora estaba seguro, que por lo menos en el Cantón de Villa de Cura iba a ganar, y después de llevarse a cabo las elecciones, se pudo comprobar dicha seguridad: la victoria para Zamora fue contundente, gracias a sus luchas a favor de los campesinos y esclavos, pero los conservadores, al enterarse del resultado a favor de Zamora, protestaron y aplicaron todos los procedimientos necesarios para la anulación del veredicto a favor de Zamora y en contra de los conservadores.

Zamora y su participación en la insurrección campesina de 1846-1847

En cuanto a la insurrección campesina en el año 1846, Zamora ya era y se afianza como un héroe popular, el héroe de las masas campesinas, una figura muy destacada en la lucha anti-esclavista, anti-feudal y democrática. Para el pueblo, Zamora no era un simple guerrillero, sino un luchador revolucionario a favor del pueblo.

La insurrección campesina de 1846, comienza el 1 de septiembre de 1846, de una forma instantánea, sin planificación, espontáneamente, impulsivamente, por parte de las masas populares, a causa de la represión de la misma en los llanos centrales, y por la decisión del gobierno conservador de anular el resultado a favor de Zamora en las elecciones de 1846. Los primeros levantamientos fueron impulsados por las ideas democráticas de Antonio Leocadio Guzmán y acompañado de Ezequiel Zamora. Son ellos los principales promovedores de la insurrección campesina de 1846.

La insurrección campesina comienza con el alzamiento de Francisco José Rangel, un antiguo soldado de la guerra de independencia, acompañado de 300 peones de algunas haciendas importantes, de varios lugares del país; luego se van incorporando otros peones, esclavos y campesinos de otras haciendas en apoyo a los ideales y pensamientos de Zamora y Guzmán. Y así se van sublevando simultáneamente las masas populares, en cada pág. 18

ciudad, en cada pueblo, en cualquier parte del país, se fugan los esclavos, y el caos se apodera del país.

El 3 de septiembre los revolucionarios ocupan la hacienda “Yuma”, propiedad de un político de aquella época conocido por su tiranía, y por ser unos de los más reaccionarios de la oligarquía; allí liberan a todos los esclavos y a los peones y fusilan a todos los empleados de confianza del oligarca; y así hacen con muchas de las haciendas, a las que ellos llegaban, en cambio en otras, los propietarios ya habían huido por temor de ser asesinados.

Todos los campesinos, esclavos y demás insurrectos estaban armados con machetes, trabucos, garrotes y lanzas, trataron de ir a Villa de Cura, pero la ciudad estaba totalmente protegida, y fueron rechazados por el ejército del gobierno. Y así se van organizando, gracias a Francisco José Rangel, grupos armados revolucionarios en Valencia, La Victoria, Barinas, toda la zona que comprende hoy en día Ocumare de la Costa e igualmente, los Altos Mirandinos; también en Charallave, Calabozo, Maracay, El Pao, Tinaquillo y Cariaco. Ser sublevaron los campesinos de Tácata, Río Chico, Caucagua y el Tuy, y todos se incorporaron a la campaña revolucionaria que se extendería hacia los llanos, y se les uniría a Ezequiel Zamora. Zamora les iba a demostrar a todos los que eran miembros del gobierno conservador, a los oligarcas, y al pueblo en general, que era un adversario tenaz, guerrero, inteligente, astuto, que no le tenía miedo a nada, que no le asustaban las balas, ni la cárcel, que no se dejaba atemorizar por nadie, ni mucho menos por los godos, y que mucho menos se dejaría sobornar. Con esta actitud recia, decidida, seguro en sí mismo, y fiel a su revolución e ideal democrático, Zamora llama a hacer la guerra y prepara su alzamiento.

Participación de Zamora y el desenlace de la guerra Federal.

Con la toma del poder de Julián castro, los liberales protestaron y no aceptaron el nuevo gobierno, porque vuelve la tiranía la represión hacia el pueblo. Para ese momento Zamora estaba en Curazao y se enteró de la situación por medio de sus compañeros y amigos que vivían en Venezuela; también tuvo contactos con los miembros del movimiento liberal quienes le dijeron que todos estaban dispuestos, incluyendo el pueblo, de enfrentar al nuevo gobierno y defender las medidas impuesta en los gobiernos de los hermanos Monagas.

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Zamora no pudo contener su rabia e impotencia y les dijo a sus compañeros que había que tomar la decisión de armar de nuevo una insurrección y evitar por todo el medio la vuelta de la tiranía al país; Zamora le dijo que había que prepararse para la guerra porque si esperaban iba a ser muy tarde.

Es aquí cuando Ezequiel Zamora planea su primera estrategia desde Curazao y dirige la insurrección que se produce en Coro el 20 de febrero de 1859. Zamora planificó todo gracias a sus contactos que se encontraban en Coro y a su grupo de mensajeros de Curazao que iban desde allá hacia Coro y viceversa con las instrucciones y estrategia formuladas por Zamora para la guerra. Todo esto Zamora lo hace a espaldas de su cuñado Juan Crisóstomo Falcón, quien al enterarse luego de los planes de Zamora se molesta, pero a la final se une a la guerra. Definitivamente, Zamora es el gran jefe de la insurrección. Este luego de dos días de comenzar la guerra, viaja a Coro el 22 de febrero y toma el mando del alzamiento y se une a sus compañeros en la lucha contra el gobierno de Julián Castro.

Zamora fue recibido por muchísima gente quienes le demostraban su cariño, su agradecimiento y le manifestaban su apoyo, y es tanto así, que la insurrección se extendió por toda la Provincia de Coro; y el Gobierno Provisional Revolucionario del Estado de Coro, nombró a Zamora como General de División y Primer Jefe del Ejército del Estado de Coro y del Ejército de Occidente. Con esta misión, Zamora se dedicó en la organización de las Fuerzas Armadas revolucionarias tanto de mar como de tierra, adquiriendo dos buques cuyos nombres eran “La Guaireña” y “El Coriano”, armó también sus estrategias, y otorgó las armas necesarias para su ejército de 2.000 hombres.

La Guerra Federal se fue extendiendo por todo el país, se formaron guerrillas para atacar al ejército del gobierno, y todas las provincias venezolanas se levantaron y se sublevaron los presos, de la cárcel de Barinas. Zamora dirige su campaña hacia las ciudades del centro, tomó Valencia, y deja a Coro libre en manos de su compañero, el coronel Tirso Salavarría.

En Valencia y a sus alrededores, Zamora destruye un pequeño ejército del gobierno; luego se dirigió hacia Morón y El Palito, en donde atacó a sus enemigos de una manera minuciosa y sorpresiva. Aquí en El Palito, Zamora destruyó totalmente a sus adversarios y fue gracias a su estrategia que fue la de ocultar todos sus movimientos por toda la costa con mucha sagacidad y reserva. Después de este sangriento combate, se enterraron todos los muertos de los dos bandos.

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Zamora se dirigió hacia Yaracuy, pasó por los pueblos de Chivacoa, Urachiche y San Felipe para tomar la plaza, y luego el ejército federal se fue a Barquisimeto, plaza tomada por Juan Crisóstomo Falcón, quien, a pesar de tener diferencias con Zamora, organizó junto con él, el gobierno de ambas ciudades. Pero con esta acción, no se pudo, todavía, conseguir sacar del gobierno a Castro; éste estaba preparando un ejército mayor para poder derrotar a Zamora, lo cual, este estuvo atento a cualquier ataque en Barquisimeto pero como no sucedió, se dirigió hacia los llanos centrales, y fue bien recibido en Araure, Guanare, y abrió una operación en la plaza importante de Barinas, la cual fue atacada en la madrugada, donde Zamora le dijo al General Escobar:

“Viejo oligarca, godo miserable, no combatas con los enemigos de la República, ven a formar a nuestras filas, en las filas de la libertad” “.

En San Lorenzo, Zamora esperó a sus enemigos, los cuales entre ellos se atacaron, Zamora se retiró de San Lorenzo y vuelve a Barinas, combatiendo allí casi todo el día. En el caserío de Guerrilandia, se emprende una serie de disparos entre ambos bandos, y Zamora decidió retirarse de esa comunidad, y se fue de nuevo a la plaza de Barinas para convertirla en un verdadero Estado político. Julián Castro renuncia y le cede el poder a Manuel Felipe Tovar.

Batalla de Santa Inés.

Librada el 10 de diciembre de 1859, la batalla de Santa Inés representa una de las acciones militares más importantes de la Guerra Federal; en ella triunfaron los federalistas al mando del general Ezequiel Zamora.

Una vez reunidas sus fuerzas en Guanare, a mediados de noviembre de 1859, los generales Juan Crisóstomo Falcón y Ezequiel Zamora se trasladaron a Barinas, seguidos por el ejército gubernamental de occidente, cuyo comandante, el general Pedro E. Ramos había recibido la orden de perseguirlos y batirlos. Tras su movimiento de retroceso, los federales se establecieron en el pueblo de Santa Inés, situado a unos 36 Km. al suroeste de la ciudad de Barinas, en la margen derecha del río Santo Domingo. La concentración de las fuerzas federalistas quedó concluida el 9 de diciembre. Asimismo, el general Zamora tomo una posición defensiva y formuló un plan que consistía en un repliegue, ejecutado por las avanzadas, para atraer al atacante a un área donde sería destruido mediante un contraataque.

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Las avanzadas, además de canalizar la acción de los atacantes, debían causarles el mayor desgaste posible mediante el empleo de las fuerzas situadas en 3 líneas sucesivas; siendo la cuarta línea la posición final y en la que el atacante recibiría la descarga del máximo poder de combate de la fuerza de golpe, integrada por la reserva, incrementada por las fuerzas procedentes de las líneas anteriores.

Para dar cumplimiento al mencionado plan de ataque, el general Zamora tomó las siguientes previsiones: en el caserío La Palma fue situada la avanzada, la cual estaba dirigida por los coroneles Jesús Hernández y León Hernández; un poco más atrás, en una trapiche y un caney, fue organizada la primera línea a cargo del general Ignacio Antonio Ortiz; la segunda línea comandada por el general Rafael Pettit quedó a unos 900 m hacia atrás; la tercera línea liderada por el general Pedro Aranguren fue formada a 800 m de la anterior, en una encrucijada; por último la cuarta línea, a 800 m de la encrucijada, estaba constituida por el poblado; allí estaba la reserva. De acuerdo con el plan preparado por Zamora, al presentarse el atacante en La Palma, las tropas federalistas ofrecerían poca resistencia y se replegarían a la primera posición; la cual sería entregada al atacante, después de alguna resistencia; entonces los defensores ocuparían la segunda posición; de donde se replegarían a la tercera y allí harían lo mismo que en la línea anterior; quedando los atacantes a merced de la fuerza de golpe (reserva).

El 8 de diciembre el ejército centralista pernoctó en el pueblo de San Lorenzo, en la margen izquierda del río Santo Domingo. A la mañana siguiente, el nivel del río bajó y las fuerzas centralistas avanzaron hacia La Palma, por lo que las fuerzas federalistas tuvieron que abandonar su posición y dirigirse al trapiche.

Por su parte, los atacantes armaron campamento en La Palma; el 10, reiniciaron el ataque, produciéndose el contacto con los defensores del trapiche (primera posición), los cuales se replegaron después de haber causado gran cantidad de bajas al atacante. Concluida la acción contra la primera posición, los atacantes prosiguieron sobre la posición siguiente (segunda), la cual fue tomada tras un sangriento combate. Luego de esto el objetivo de los centralistas era conquistar la tercera posición, la más fuerte de las que habían sido tomadas. Con tal finalidad, el general Ramos empeñó un combate a fondo con apoyo de artillería, pero la posición no pudo ser tomada. Además, estaba previsto que allí la resistencia sería mayor, antes de que los atacantes cayesen bajo la acción de las fuerzas del poblado.

Por otra parte, el ataque llevado a cabo por Ramos, a través de un intrincado atrincheramiento, eficientemente combinado con una barrera de fuegos, pág. 22

degeneró en el más completo fracaso para las fuerzas gubernamentales, las cuales tuvieron numerosas bajas. Convencido al fin de lo infructuoso de su empresa, el general Ramos decidió ordenar la retirada, la cual se efectuó a partir de la medianoche de ese día. Finalmente, el día 11 de diciembre al amanecer, al advertir la ausencia de los atacantes, Zamora dispuso lo conveniente para la realización de las reliquias del ejército centralista de occidente.

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CONCLUSIÓN.

El General Ezequiel Zamora un gran dirigente militar fue uno de los más destacados y mencionados en esta historia tan aguerrida, un hombre que sin descanso alguno lucho junto a los pobres para liberarlos de tan cruel vida que se les daba, la insurrección campesina fue la gran protagonista de toda esta guerra puesto que muchos de estos campesinos cansado del abuso y de la vida que llevaban decidieron salir a las calles a luchar por sus derechos, arriesgando sus vidas por una libertad tan anhelada.

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