Una Guía Para La Familia Del Alcohólico

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Una guía para la familia del alcohólico La mejor defensa de la familia contra los efectos emocionales del alcoholismo es tener un verdadero conocimiento de la enfermedad y adquirir la madurez emocional y el valor necesarios para poner en práctica ese conocimiento. Incluso aquellos que ayudan a los alcohólicos y a sus familiares pueden convertirse en personas confusas y destructivas si uno de sus propios familiares es un alcohólico activo. Esto es particularmente cierto si el alcohólico es el esposo, la esposa, uno de los padres o un hijo. Es posible que la persona más allegada al alcohólico necesite más orientación y ayuda que el alcohólico mismo para comenzar un programa de recuperación eficaz. El alcoholismo es una enfermedad que provoca grandes efectos emocionales en los familiares más cercanos al alcohólico. El cónyuge, el compañero o compañera, los padres, los hermanos y los hijos son los que resultan más afectados por el alcohólico. Entre más desequilibrados estén los sentimientos de estas personas, menos adecuada será la ayuda que puedan prestar. Las acciones recíprocas entre estas personas y el alcohólico casi siempre se tornan destructivas en lugar de provechosas. Por ejemplo, las esposas quizá se sientan culpables de todo lo malo de su matrimonio con un alcohólico. A lo mejor llegan hasta el punto de temer que esto sea verdad. No obstante, el alcoholismo es una enfermedad. La esposa no es la causante de esta enfermedad, así como tampoco lo sería de la diabetes o del cáncer que pudiera sufrir su esposo. Ninguna esposa ha convertido a su esposo en un alcohólico; por lo tanto, a ninguna de ellas se les puede hacer responsables de la recuperación de su cónyuge. Sin embargo, la falta de conocimiento, comprensión y valor podría propiciar el avance de la enfermedad. La esposa no es responsable de la existencia del alcoholismo; sin embargo, ella puede ya sea contribuir a que su esposo evite el tratamiento o tomar medidas que quizá conduzcan a la recuperación.

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Este principio rige para todos los miembros de la familia, especialmente para la persona de quien el alcohólico dependa más. Esta persona primordial en la vida del alcohólico no puede “tratar” la enfermedad. A medida que el alcoholismo progresa, los familiares se van complicando sentimentalmente. Los errores cometidos por los miembros de la familia con buenas intenciones a menudo hacen más difícil la recuperación del alcohólico. La mejor ayuda que ellos pueden ofrecer es buscar ayuda y tratamiento para ellos mismos, de manera que no contribuyan con el patrón de la enfermedad progresiva del alcohólico. Debe entenderse desde el principio que, aunque la familia puede intentar todo lo que sabe o todo lo que piensa que es correcto, podría ser que la enfermedad no se detenga. Sin embargo, cuando la familia desea conocer los hechos con respecto al alcoholismo y los pone en práctica, las posibilidades de recuperación aumentan enormemente. La mejor manera de ayudar a un alcohólico a recuperarse es aprender sobre la enfermedad, cambiar de actitud y tener el valor de practicar los principios de Al-Anon al tratar con el alcohólico. El intentar obligar al alcohólico a que deje de beber simplemente empeorará las cosas. Los problemas del alcoholismo no radican en la botella, sino en el individuo. No obstante, la recuperación no se podrá comenzar hasta que el alcohólico pueda alcanzar la sobriedad. Nadie puede hacerlo por el alcohólico. Para que la recuperación sea permanente, la persona alcohólica debe elegir sus propias alternativas. Es asombroso ver lo bien que el alcohólico controla a su familia. El alcohólico bebe una y otra vez; los familiares gritan, lloran, se quejan, suplican, alegan, ruegan, amenazan o, por el contrario, permanecen callados respecto a la situación. También encubren, protegen y defienden al alcohólico de las consecuencias de la bebida. Si el alcohólico continúa controlando a la familia, es porque sus familiares no pueden oponerse a su comportamiento y así contribuyen a conservar la ilusión de poder del alcohólico. Para mantener esta ilusión, el alcohólico cuenta con dos armas primordiales.

Los

familiares deben aprender a defenderse de esas armas para que la enfermedad no los agobie, lo cual les causará problemas mentales y emocionales considerables.

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Las armas del alcohólico La primera arma es la facultad de hacer perder la paciencia o provocar la pérdida del temperamento. Si el familiar o amigo se enfurece y se torna hostil, la ayuda que podrá ofrecerle al alcohólico será poca. Consciente o inconscientemente, el alcohólico está proyectándole a la otra persona una imagen del odio que siente hacia sí mismo. Si ese odio se manifiesta en ataques airados y hostiles, la imagen se corrobora. Luego el alcohólico le encuentra una justificación en su mente al haber bebido en el pasado y tiene ahora una excusa adicional para beber en el futuro. El perder el temperamento destruye la oportunidad de ayudar en ese momento. La segunda arma del alcohólico es la facultad de causar ansiedad. La ansiedad impulsa a la familia a hacer por el alcohólico lo que éste debe hacer por sí mismo antes de que se pueda detener la enfermedad e iniciar la recuperación. Un cheque sin fondos es una buena ilustración de este principio. El cheque puede girarse antes, durante o después del período de borrachera. El alcohólico no tiene dinero en el banco para cubrir el cheque. Cuando la ansiedad de los familiares se vuelve muy intensa con respecto a lo que ocurrirá si no se paga el cheque, consiguen el dinero y cubren el cheque. Esto alivia temporalmente la ansiedad de la familia y la del alcohólico, pero establece una nueva conducta en el alcohólico en cuanto a la solución de problemas. El alcohólico ahora se da cuenta de que su familia va a sufrir las consecuencias en lugar de él. Esto se convierte en la expectativa y en la explicación racional cada vez que se gire un cheque sin fondos. Lo que es aún más importante, si los familiares pagan el cheque porque el alcohólico no puede hacerlo, este error se cometerá permanentemente. El alcohólico no puede deshacer lo que los otros ya han corregido. Esto aumenta el sentimiento de fracaso y de culpa del alcohólico, al mismo tiempo que aumenta el sentimiento de hostilidad y desaprobación de la familia del alcohólico con respecto a él. Debido a eso, el alcohólico sale doblemente perjudicado. La crítica, los regaños, los consejos moralizadores

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aumentan el sentimiento de culpabilidad del alcohólico y su resentimiento contra él mismo y contra sus familiares, por lo que toda la situación empeora aún más. Los familiares no giraron el cheque sin fondos, pero, al pagarlo, aprobaron este acto en cierta forma al mismo tiempo que verbalmente lo censuraron. Cuando los familiares son incapaces de hacerle frente a la ansiedad que causa el alcohólico, se aumenta en gran medida el progreso de la enfermedad. Uno de los síntomas de la enfermedad es que ni el alcohólico ni su familia son capaces de enfrentarse a la realidad. El giro de un cheque sin fondos y que la familia lo haga efectivo son sólo dos aspectos del mismo problema. El alcohólico nunca aprenderá a resolver sus propios problemas de manera responsable si la ansiedad de los familiares impulsa la remoción del problema antes de que el alcohólico se enfrente a él y lo resuelva, o sufra las consecuencias. Esto no solo aumenta la irresponsabilidad del alcohólico, sino también la hostilidad, el resentimiento y la tensión entre el alcohólico y sus familiares. Los familiares contribuirán con el progreso de la enfermedad a menos que aprendan a reconocer y manejar la ira y la ansiedad. Lo que primero necesitan hacer es enfrentarse a sus propios problemas, ya que antes de eso el alcohólico no podrá percibir ningún efecto beneficioso. Para esto se necesita ayuda, tal como cualquier problema grave necesita de la ayuda fuera de la familia. Mientras la familia le ayude a librarse automáticamente de las consecuencias de la bebida, el alcohólico puede seguir negando que existan problemas de bebida y que necesite ayuda. La ayuda para el alcohólico y sus familiares debe buscarse fuera del círculo de los parientes, amigos y vecinos. Esta debe provenir preferiblemente de personas capacitadas en este campo, o de miembros experimentados de Alcohólicos Anónimos o de Al-Anon. Los remedios caseros para tratar el alcoholismo pueden ser perjudiciales. Esta enfermedad es tan grave que, si no se trata, les reducirá muchos años del tiempo de vida que tienen las personas afectadas.

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Amor y compasión Una de las faltas más graves que se cometen al acercarse al alcohólico es la incapacidad de comprender el verdadero significado del amor. Un familiar no tiene más derecho de afirmar: “Si me amaras no beberías”, que de decirle: “Si me amaras no tendrías diabetes”. La bebida excesiva es un síntoma de la enfermedad. Es una condición; no un acto. A menudo, los alcohólicos sienten que no se les ama y que se les desprecia. El amor no puede existir sin la magnitud de la justicia. El amor también tiene que tener compasión, lo que significa preocuparse de verdad por el bienestar de una persona. La compasión no significa que haya que sufrir a causa de la injusticia de otra persona. No obstante, hay familiares de alcohólicos que sufren la injusticia una y otra vez.

El alcohol es un anestésico Cuando el alcohólico bebe, sus penas a veces se adormecen. Este es el placer del escape del alcohólico; es un mecanismo de solución de problemas para liberar la antipatía, la ansiedad, la tensión y el resentimiento. Cuando el alcohólico bebe, el dolor se esquiva por el momento, pero el sufrimiento, la tensión, la ansiedad y el resentimiento de la familia se intensifican seriamente. Cuando el alcohólico se vuelve sobrio, existe poco deseo de sufrir las consecuencias de la bebida. Entonces los remordimientos y los sentimientos de culpa lo impulsan a pedirles clemencia a los familiares y a prometer que nunca sucederá otra vez. También puede ser que aparezca la otra cara de la moneda: una completa falta de voluntad para discutir lo sucedido. Las dos acciones persiguen el mismo fin: evadir las consecuencias de la bebida. Si el alcohólico triunfa por medio de cualquiera de las dos acciones, el dolor se evita o se alivia temporalmente, pero la familia vuelve de nuevo a pagar el precio.

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El amor se destruye Es difícil que el amor pueda existir en un hogar donde el alcoholismo activo esté presente. El alcohólico usa el alcohol para evadir el dolor por medio de la bebida y aprende a utilizar a la familia para evitar el dolor de las consecuencias. La familia sufre cuando el alcohólico bebe y luego sufre las penosas consecuencias. Si los familiares soportan lo peor de la bebida y absorben las consecuencias, la compasión no puede existir. Si la familia continúa esta destructiva forma de vida, el amor se va destruyendo poco a poco hasta que el temor, el resentimiento y el odio lo reemplazan. La única forma de poder conservar el amor es que los familiares puedan aprender a hacerle frente al dolor que causa la bebida y a negarse a deshacer sus consecuencias. Cualquier otra cosa inferior a esto no es compasión, y en cualquier relación carente de justicia y compasión no existe el amor. El conocimiento sobre la índole del alcoholismo como enfermedad y el valor para vivir utilizando este conocimiento son esenciales para que el temor no reemplace al amor en el matrimonio o en cualquier otra relación. Desafortunadamente, son muchas las familias que sufren repetidamente por la bebida y sus consecuencias creyendo que esto es necesario si aman al alcohólico. Esto genera que se fomente el alcoholismo, y el temor y el resentimiento se apoderan. Esta es la razón por la cual los familiares necesitan ayuda si se tiene que detener la enfermedad e iniciar la recuperación. De otra manera, toda la familia termina por enfermarse emocionalmente; y esta condición es otro de los síntomas de la enfermedad. Existen personas que buscan relaciones dañinas para satisfacer su propia necesidad de sufrir o de controlar. Al-Anon les brinda la oportunidad de que se fijen detenidamente para que comprueben que esta necesidad no existe. El masoquismo es la necesidad de sufrir para encontrarle cierto mérito y valor a la vida. Esto se observa a menudo en los familiares y amigos de los alcohólicos que utilizan al alcohólico para satisfacer esta necesidad. A otras personas les gusta dominar y controlar. Los alcohólicos brindan la oportunidad perfecta para ejercer tal control y dominio. Si se dan estas condiciones, la

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persona que no es alcohólica puede tener un problema mucho más grave que el alcoholismo, el cual debe tratarse para que esta persona pueda dejar de contribuir al avance del alcoholismo. Los familiares necesitan fijarse bien en su propia relación con el alcohólico antes de tomar medidas para ayudarlo. A menudo, es necesario un cambio en la familia antes de que pueda ocurrir un cambio en el alcohólico. Por regla general, no hacer nada significa aceptar la situación, dejarse que lo atropellen y lo exploten, y defenderse de forma pasiva, callada y destructiva. Los familiares siempre se relacionan mutuamente con el alcohólico. Lo importante es aprender a distinguir entre las acciones que puedan influir de forma destructiva y las que puedan hacerlo de forma constructiva; así luego pueden tener el valor de intentar un acercamiento positivo. El cambio debe comenzar por las personas que no son alcohólicas. Si los familiares satisfacen todas las necesidades del alcohólico, probablemente el alcohólico no busque ayuda para su recuperación.

Recuperación a largo plazo Un error frecuente es intentar proteger al alcohólico del alcohol, tratando de mantenerlo lejos de la botella y mantener la botella lejos de él. Esto no se puede lograr si no es con la cárcel o el internamiento en un sanatorio, y aun bajo estas circunstancias, algunos logran obtener alcohol. A la familia se le hace difícil aprender a no tratar de evitar que el alcohólico beba. Cualquier batalla que hoy le ganen a la botella se tendrá que librar otra vez mañana. El objetivo es ganarle la guerra a la enfermedad en general, y la mejor forma de lograrlo es permitiendo que la bebida y todas sus consecuencias lleguen a ser más penosas e intolerables. Esto significa ofrecerle al alcohólico cariño y comprensión, pero no protegerlo de la botella ni de las consecuencias de la bebida. Esto puede ser doloroso para la familia; sin embargo, ese es el sufrimiento que se siente al enfrentar las consecuencias y no el que se siente al ser el medio por el que alguien más se escapa de

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esas consecuencias. Esto requiere que encontremos el valor de enfrentarnos al bochorno social, a las dificultades económicas, a la pérdida de empleo y, en algunos casos, a la separación temporal. Los familiares necesitan mostrar un ejemplo de mayor alegría en la recuperación y estar dispuestos a dejar que las dolorosas consecuencias se agudicen, si es que esperan que al final la sobriedad sea duradera. La recuperación de cualquier enfermedad grave puede requerir largo tiempo, y a veces puede haber recaídas. Si el alcohólico vuelve a beber después de un período de sobriedad, eso no significa que el mundo se vaya a acabar. Si a los familiares no les entra el pánico y revierten a los antiguos métodos de enfrentarse al problema, este “resbalón” puede utilizarse de forma beneficiosa, pues puede convertirse en una razón adicional para que el alcohólico acepte el hecho de que el primer trago debe evitarse. Durante el proceso de recuperación, no es razonable esperar que todas las acciones compulsivas desaparezcan de la noche a la mañana. El alcohólico puede entregarse totalmente a la recuperación, tal como lo hacía antes con la bebida. Esto sucede especialmente si encuentra y acepta la ayuda de Alcohólicos Anónimos. Entonces puede ser que tenga que pasar todas las noches con alcohólicos que están en recuperación. Para que los familiares eviten el resentimiento en ese sentido, su mejor solución es unirse a los Grupos de Familia Al-Anon (Al-Anon y Alateen) y asistir a las reuniones abiertas de A.A. Al-Anon es tan esencial para la recuperación de los familiares como lo es A.A. para el alcohólico. Este programa intenta ayudar a entender los problemas de sus propios miembros. La recuperación del alcoholismo abarca la curación de la enfermedad emocional de todos los miembros de la familia. Si el alcohólico se recupera emocionalmente, pero sus familiares no, es muy probable que se rompa seriamente la estructura familiar. Independientemente de que el alcohólico logre la sobriedad o no, los familiares tienen que comenzar a trabajar en su propia recuperación ahora mismo.

Empezar por uno mismo

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Para empezar a recuperarse del alcoholismo en la familia hay que empezar por uno mismo. Aprenda cuanto pueda y póngalo en práctica; que no sean sólo palabras. Esto será mucho más eficaz que cualquier otra cosa que intente hacer por el alcohólico. En resumen, algunos de los métodos prácticos que pueden aplicarse son: 1. Entérese de todos los hechos y aplíquelos a su propia vida. Nunca comience por el alcohólico. 2. Asista a reuniones de Al-Anon, a reuniones abiertas de A.A. y, si es necesario, busque ayuda profesional. 3. Recuerde que usted está involucrado emocionalmente. Cambiar su actitud y la manera de enfrentarse al problema puede acelerar la recuperación. 4. Anime al alcohólico a participar en todas las actividades beneficiosas para él y coopere para que se realicen. 5. Dese cuenta de que el amor no puede existir sin compasión, disciplina y justicia, y de que aceptar el amor u ofrecerlo sin tener estas cualidades es destruirlo poco a poco. Casi siempre es más fácil entender las razones que llevan al fracaso que las que conducen al éxito cuando lidiamos con un alcohólico. Por eso, resulta más fácil guiarse por una lista de “cosas que no se deben hacer”: 6. No reprenda ni sermonee, ni regañe, ni censure, ni amenace, ni riña, ni vierta el alcohol, ni encubra las consecuencias de la bebida. Quizá usted se sienta mejor, pero la situación empeorará. 7. No pierda la paciencia, ya que con eso se destruye usted mismo y acaba con cualquier posibilidad de ayuda. 8. No permita que su ansiedad lo obligue a hacer por el alcohólico lo que él debe hacer por su propia cuenta. 9. No acepte promesas, pues estas son sólo una forma de posponer el sufrimiento. Del mismo modo, no siga cambiando acuerdos. Manténgase firme si se llega a un acuerdo. 10. No crea todo lo que el alcohólico le diga, ya que puede ser que no sea verdad.

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11. No permita que el alcohólico lo explote ni se aproveche de usted, porque al hacerlo, usted se convierte en cómplice de la evasión de la responsabilidad. 12. No trate de seguir este folleto como si fuera un reglamento. Se trata simplemente de una “guía” que debe usarse con inteligencia y evaluando cada situación. 13. No espere hasta mañana para enfrentar la realidad de que el alcoholismo es una enfermedad progresiva que empeora considerablemente a medida que la bebida continúa. Muchos familiares ya no conviven con el alcohólico, pero sienten que sus vidas han sido profundamente afectadas por la enfermedad o por las reacciones de los demás familiares ante este problema. Descubren que su vida se ha vuelto ingobernable debido a que continúan en gran medida relacionados emocionalmente con su pasado. También ellos han encontrado alivio y recuperación en Al-Anon. ______________________________________________________________________

Los Grupos de Familia Al-Anon son una hermandad de parientes y amigos de alcohólicos que comparten sus experiencias, fortaleza y esperanza, con el fin de encontrarle solución a su problema común. Creemos que el alcoholismo es una enfermedad de la familia, y que un cambio de actitud puede ayudar a la recuperación. Al-Anon no está aliado con ninguna secta ni religión, entidad política, organización ni institución; no toma parte en controversias; no apoya ni combate ninguna causa. No existe cuota alguna para hacerse miembro. Al-Anon se mantiene a sí mismo por medio de las contribuciones voluntarias de sus miembros. En Al-Anon perseguimos un único propósito: ayudar a los familiares de los alcohólicos. Hacemos esto practicando los Doce Pasos, dando la bienvenida y ofreciendo consuelo a los familiares de los alcohólicos y comprendiendo y animando al alcohólico.

Preámbulo Sugerido de Al-Anon para los Doce Pasos

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Para información sobre las reuniones, llame al: 1-888-425-2666 (1-888-4AL-ANON) Al-Anon y Alateen se sostienen por medio de las contribuciones voluntarias de sus miembros y de la venta de nuestra Literatura Aprobada por la Conferencia. Al-Anon Family Group Headquarters, Inc. 1600 Corporate Landing Parkway Virginia Beach, VA 23454-5617 Teléfono: (757) 563-1600 Fax: (757) 563-1656 al-anon.org

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______________________________________________________________________ Este folleto también se publica en alemán, coreano, danés, finlandés, francés, inglés, italiano, malasio, indonesio, noruego, polaco, portugués y ruso.

Todos los derechos son reservados. Esta publicación no puede reproducirse ni total ni parcialmente, ni puede introducirse en ningún sistema de acceso, ni transmitirse, de ninguna forma ni por ningún medio, ya sea electrónico, mecánico, de fotocopiado, de registro, ni ningún otro, sin el permiso anticipado y por escrito del editor. Basado en un artículo del Reverendo Joseph L. Kellerman, ex director del Consejo sobre Alcoholismo de Charlotte, Carolina del Norte, EE.UU., con el permiso del autor. Título original: A Guide for the Family of the Alcoholic Revisado en el año 2004

Aprobado por la Conferencia de Servicio Mundial de los Grupos de Familia Al-Anon

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Al-Anon puede figurar en el directorio telefónico de su localidad.

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Impreso en los EE. UU.

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Tabla de contenido Una guía para la familia del alcohólico Las armas del alcohólico Amor y compasión El alcohol es un anestésico El amor se destruye Recuperación a largo plazo Empezar por uno mismo

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