Tribunal del santo oficio

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HISTORIA Y GEOGRAFIA N 18

Tribunal del Santo Oficio: Instrumento de Control Social de La Elite de Lima, 1636-1639 LEOPOLDO TOBAR* Resumen El presente artículo ofrece un análisis de fuentes y bibliografía existente que hacen posible una reinterpretación del papel jugado por el Tribunal del Santo Oficio y la elite con el fin de eliminar la presencia judía en América y los efectos que los vínculos entre ambos tuvieron sobre la sociedad y economía limeña de la época. Palabras Clave: — Tribunal del Santo Oficio — Inquisición — Época Colonial — Virreinato del Perú Abstract The present article offers an analysis of sources and existing bibliography that make a re-interpretation possible of role played by the Court of Santo Oficio and elite with the purpose of eliminating the Jewish presence in America and the effects that the bonds between both had on the society and Limean economy of the time. Key Words:

— Court of Santo Oficio — Inquisition— Colonial Time — Virreinato of Peru

* Profesor Universidad Católica Cardenal Raúl Silva Henríquez

INTRODUCCIÓN En el año de 1635, el Tribunal de la Inquisición de Lima, da inicio al proceso que es conocido en la historiografía colonial como la complicidad grande, que había de motivar el auto de fe (1639) más sangriento de cuantos registran los anales de la Inquisición en el espacio peruano colonial (MEDINA, 1887, p. 45)1. Este proceso se inicia en contra de la comunidad judía de Lima, por parte del Santo Oficio, con la idea de extirpar la presencia judaica en el Virreinato del Perú. Pero, a nuestro juicio la intención del tribunal fue más allá de preservar la fe cristiana; existieron motivaciones de tipo político, económico y social, para acometer tal acción en contra de esta comunidad. Lo anterior se debe relacionar con la capacidad que demostró la elite de Lima para hacer frente a problemas de profundas repercusiones en las esferas mencionadas. En lo político la elite de Lima se veía en la necesidad de no perder el poder que ejercía a través de las diferentes instituciones que ésta controlaba; por ejemplo: el consulado y el cabildo. En lo económico, la ruina de más de seiscientos mercaderes de la plaza de Lima. En lo social, se debía producir un reemplazo natural de los que abandonaban la elite a causa de la quiebra de éstos, por nuevos grupos sociales que, para el caso de Lima, debía ser copada por la comunidad judaica del virreinato. La pregunta que nos tiene que guiar en este artículo se relaciona con la posibilidad cierta que se produjera en la capital virreinal un cambio o a lo menos la incorporación de nuevos grupos a la elite (judíos), a partir de la quiebra del banco de Juan de la Cueva, que posibilitó en forma cierta que los judíos del Perú se pudieran incorporar a los estratos superiores de Lima y del virreinato. El proceso significativo, en definitiva fue un instrumento de control social por parte de la elite limeña en la estructura política, económica y social del Virreinato, pues la legitimidad de la intervención se efectuó en nombre de la fe, y la eliminación de un grupo social - los judíos - que para la fecha del proceso tenían una importancia en todas las esferas del quehacer limeño y de sobremanera en la esfera económica.

Por último, se deben señalar algunas precisiones con respecto al concepto de control social que se utiliza en este estudio. Lo primero que se puede indicar es que el término no se utiliza como lo define la sociología, que se relaciona con la influencia intencionada que se ejerce sobre una tercera persona, sin emplear la coacción física, y que tiene como consecuencia el que un individuo o un grupo se comporte de distinta forma a como hubiera hecho si no hubiera existido control social (SCHOECK, 1981, p. 164)2, sino por la capacidad que presentaron ciertos grupos sociales en la historia colonial de América para mantener, realizar cambios parciales o definitivamente cambios radicales en la estructura social, que necesariamente tuvieron repercusiones en las esferas de lo político y de lo económico. Es decir, este grupo tiene una fuerza que es capaz de movilizar todo su poder para realizar un verdadero control social sobre los estratos subordinados y por los estratos emergentes de la sociedad colonial como único objetivo de mantenerse en el poder. Lo anterior se puede visualizar en las pugnas de las elites al interior de la sociedad colonial; por ejemplo: la situación que se vivió en Santiago de Chile en 1577, cuando se enfrentaron por mayores cuotas de poder político, por una parte los vecinos moradores, representados por los mercaderes de esta ciudad y por otra los vecinos encomenderos, por los puestos en el cabildo y por el honor que conllevaba esto. Lo anterior fue un lento proceso que terminó porque el grupo de los mercaderes desplazaron del poder y del grupo de elite, a los encomenderos. (GÓNGORA,1970, p. 71-74).3 El presente trabajo pretende dar algunas luces que puedan realizar una interpretación, a partir de la bibliografía existente en relación con el tema, y así explicar en alguna forma el comportamiento de la inquisición y de la elite limeña para abordar el problema judío en América y el efecto de la quiebra del banco de Juan de la Cueva.

El estudio tiene dos partes. La primera de ellas tiene dos acápites. Por una parte, señala a grandes rasgos en qué consistió el proceso que llevó la Inquisición contra los judíos y la segunda se relaciona con las actividades que desplegó Enrique Paz de Melo, un comerciante judío de Lima. La segunda parte pretenderá entregar una visión de conjunto que relacione dos hechos que ocurrieron en el mismo año y que a juicio nuestro, están estrechamente relacionados y darían cuenta de cuáles fueron las verdaderas motivaciones, tanto de la Inquisición como de la elite limeña. Los acontecimientos a que nos referimos fueron los siguientes: a) La quiebra del banco privado del comerciante don Juan de la Cueva, que se produce en mayo de

1635 y que significo la ruina de más de seiscientos comerciantes limeños y el retraso de la flota. b) El proceso que se inició contra los judíos comerciantes en abril de 1635 y que significó el auto de

fe contra sesenta de ellos. En definitiva, se presenta una interpretación de dos hechos que siempre han sido estudiados por separados pretendiendo ofrecer una visión de conjunto de un año de gran importancia, como fue 1639. PARTE I: LOS PORTUGUESES EN AMÉRICA La presencia de los portugueses en América se fue incrementando a través del tiempo y sufre un cambio cuantitativo a partir de 1580 con la unión de las Coronas de Castilla y Portugal. Lo anterior no significa, por ningún motivo, algún cambio en la condición legal de extranjero. Para estos efectos, existía una profusa legislación que en época de Carlos V se precisó definitivamente y fue reiterada por Felipe II. Independientemente de dicha legislación, el paso en forma clandestina de portugueses a América desde los tiempos de la conquista era un hecho conocido, aunque la ley señalaba que los emigrantes clandestinos debían ser expulsados y sus bienes confiscados (MILLAR, 1983, p. 30-31).4 Producida la unión de la dos Coronas, la autoridad española favoreció y se mostró complaciente al respecto, básicamente por los beneficios económicos de las actividades desempeñadas por esos portugueses que en su gran mayoría eran judíos. Las esferas del comercio colonial que se interesaron estuvieron relacionadas con el asiento de negros. Este comercio facilitó también el ingreso en forma clandestina de un número subido de portugueses y además del contrabando que se generaba a la par de este tráfico de esclavos. Las rutas más frecuentes de ingreso al continente por parte de éstos, estuvieron dadas por Brasil, Buenos Aries y Cartagena de Indias, posteriormente se dirigían a establecerse en el comercio Virreinal (Perú), transformándose en cargadores, mercaderes con tienda abierta, factores y mercachifles (RODRÍGUEZ, 1960, p. 69-75)5. En esta condición, los portugueses comenzaron a establecer sus redes, que se potenciaban por el conocimiento que éstos tenían del comercio y sus contactos en España, Portugal y los Países Bajos, lo cual ampliaba en forma increíble sus posibilidades de tener éxito en los negocios, prueba de ello es que, en cincuenta años, más o menos, los portugueses se habían posicionado en el Virreinato de Nueva España, Nueva Castilla, y las ciudades — puertos de Cartagena de Indias y Buenos Aires. Rivalizando con las elites locales, descendientes de los conquistadores van a provocar que en estos lugares, en distintas fechas y posiblemente con iguales móviles, el Tribunal de la Inquisición inicia proceso contra esta comunidad próspera, que en ese momento disfrutaba de una posición inmejorable desde el punto de vista económico, social y político.

EL PROCESO DE LA COMPLICIDAD GRANDE (1635 - 1639). El proceso se inicia con una denuncia ante el Santo Oficio que efectuara Juan Salazar, mercader de esta ciudad, contra Antonio Cordero, cajero de dos cargadores de la ciudad de Sevilla (MEDINA, 1887, p. 48).6 La Inquisición, en este caso, actuó en forma particular con sigilo y reserva, toda vez que cualquiera filtración de información hubiese arruinado las intenciones del Tribunal de iniciar proceso contra la comunidad judía del Virreinato y, además, también evaluaron los inconvenientes de tipo económico que pudiera causar la detención masiva de portugueses en esa época del año, pues se acercaba la fecha de la armada y esto podría retrasar la salida de ésta, es por estas razones que se explicarían las reservas de la Inquisición.7 Por esto, se envió orden a todos sus comisarios para que pusieran atención en los movimientos y acciones que realizaran los portugueses que habitaran en sus respectivos Partidos. En tanto el tribunal proseguía la investigación sobre la base de la denuncia contra Antonio Cordero. El Santo Oficio acordó, teniendo presente las razones antes expuestas, se recogiese al dicho Antonio Cordero, con el silencio y secreto posible, y fuese sin secuestro de bienes, porque cuando se echase de menos, no se vinculara con la detención del Tribunal.8 Cuando se produjo la ausencia del citado Antonio, sus amos hicieron extraordinarias diligencias ante la justicia Real, con ningún resultado positivo. Las explicaciones que se dieron apuntaron en tres direcciones. La primera de ellas señaló que había huido de los territorios del Virreinato; la segunda, indicaba que se encontraría muerto y, la última y más creíble de todas, era que por su calidad de portugués podría haber sido aprendido por la Inquisición, aunque esta última no tenía demasiado asidero en la realidad de acuerdo con los contemporáneos, toda vez que no se produjo el secuestro de bienes, diligencia necesaria en los negocios de la herejía. Mientras sus amos proseguían las indagaciones para dar con su paradero, la Inquisición procedía a iniciar los interrogatorios de rigor en la persona de Antonio Cordero. Éste confesó bajo tormento ser judío judaizante y entregó los nombres de Antonio de Acuña, su amo, de Diego López de Fonseca, compañero, y Manuel de la Rossa, criado de éste. Posteriormente, Antonio Cordero, realizó una reseña de los actos, ritos y ceremonias que juntos habían hecho. Todos los nombrados fueron acusados de practicar la ley de Moisés y se procedió a su detención y al secuestro de sus bienes, iniciando un proceso que concluye con la detención de los comerciantes más prominentes de la ciudad de Lima. Junto con lo anterior, la Inquisición envió oficios en el año 1636 a la Real Audiencia y al Consulado para que traspasaran todas aquellas causas para ser vistas por este tribunal en donde estuvieron involucrados los detenidos por el Santo Oficio. Las razones que se señalaron para tal medida fueron las siguientes: que el trastorno que producía dicho proceso hacía necesaria una diligencia rápida, pues el año pasado con la quiebra del banco de Juan de la Cueva y esto unido al secuestro de bienes que se practicó en contra de los portugueses, se evidenciaba una crisis en la economía Virreinal, toda vez, que con la quiebra del banco se comprometieron más de seiscientos comerciantes y esto, unido a la posición gravitante que llegaron a tener los portugueses, hacían de la situación algo delicada, por lo tanto, había que actuar con premura para aminorar los efectos negativos que pudieron haber producido los hechos apuntados más arriba. En la misma perspectiva, se nombró un defensor para que agilizara los procesos, en esta función se designó a don Manuel Monte Alegre (MEDINA, 1887, p. 50). 9 Con las medidas tomadas por la Inquisición para agilizar el proceso, se consiguió que estas causas estuvieran resueltas en diciembre de 1638, es decir, en tres años se resolvió la situación procesal de sesenta y tres detenidos por esta causa.

AUTO DE FE DE 1639 Terminado el proceso que se llevó a cabo por parte del Tribunal de la Inquisición, se dictó el auto de fe ( ALBERRO, 1993, p. 77-78)'° de 1639 y se procedió a dictar las sentencias correspondientes a los cargos de judíos judaizantes (por practicar la ley de Moisés). En él salieron 63 judaizantes: siete abjuraron "de vehementi", 44 fueron reconciliados, 7 fueron relajados en persona y uno en estatua (MILLAR, 1983, p. 40).11

Concluido el proceso contra la comunidad portuguesa, en el cual fueron procesados eminentes comerciantes limeños, por ejemplo, Manuel Bautista Pérez, Enrique Paz, Sebastián Duarte, Diego López, etc., se produjo un vacío en el ámbito económico que suponemos fue copado por los grupos españoles que estaban en el comercio colonial. Por ende, se reemplazaron las redes generadas por los portugueses por las que se implementaron posteriormente por los comerciantes limeños. No se debe olvidar que, a la fecha de producirse el proceso contra los portugueses, estos dominaban el comercio al por menor en la ciudad de Lima. Son estos espacios los que ocuparán preferentemente los nuevos comerciantes (RODRÍGUEZ, 1960, p.70).12 Además, se debe consignar que un número importante de mercaderes de la plaza de Lima, tenían deudas contraídas con estos portugueses; por tanto, se puede inferir que por el hecho que éstos no siguieran ejerciendo el comercio en el virreinato, las deudas se transferían al tribunal de la inquisición y a los acreedores de los portugueses, para que éstos dieran nuevos plazos para cancelar dichas deudas, con el consiguiente alivio para un número importante de mercaderes que habían quedado a mal traer por la quiebra de Juan de la Cueva.

ENRIQUE DE PAZ MELO Este miembro de la comunidad de portugueses que habitaban el Virreinato de la Nueva Castilla, desplegó una serie de actividades que se enmarcaron en lo comercial, desde la venta al por menor con su tienda en la calle de mercaderes hasta establecer compañía con Francisco Gutiérrez de Coca.13 Enrique de Paz, soltero, había nacido con el siglo, en 1600, era natural de la ciudad de La Guardia en Portugal; posteriormente pasó a la ciudad de Madrid en donde cambió sus apellidos de Melo y Paz al de Paz y Melo. Se trasladó al nuevo mundo en el siglo XVII más o menos por 1622, y en menos de trece años había consolidado una posición económica y social en la ciudad de Lima (MEDINA, 1887, p.129).

Los negocios en que participó estuvieron relacionados con los siguientes productos: a) todo lo que tenía que ver con los géneros desde su tienda en la calle de los mercaderes; b)la venta de metales, tanto en barra como en joyas. Sus redes se establecían desde Lima a la ciudad de Huamanga, desde donde trasladaba metales a la ciudad de Arequipa, en donde vendía joyas. Además, desde su tienda implementó una red de clientes que, al momento de su detención y posterior liquidación de sus bienes se evidenció un número subido de deudores como también de acreedores que se presentaron al momento de establecerse el concurso de acreedores, independientemente que el Tribunal de la Inquisición al momento de liquidar quedó sólo con un saldo a favor de 7.405p 2r, lo cual nos indicaba que ciertos mercaderes se manejaban con un alto endeudamiento en el siglo XVII, toda vez, que varias transacciones que se realizaban era sobre la base del crédito; por lo tanto, el efectivo sólo se utilizaba al momento de hacer el pago de dicha obligación. Lo anterior se evidenció cuando se procedió a liquidar los bienes de Enrique de Paz y Melo, pues lo cobrado ascendía a la suma de 169.945p 2r de los cuales se cancelaron 162.545p 2r quedando el saldo señalado anteriormente, éstas fueron las deudas cobradas en el

año de 1639. Posteriormente, se cancelaron deudas pendientes, el primer período 1642 — 1645 se cobró la suma de 6.262p y se pagó la suma de 13.804p, se supone que la Inquisición presentará también los costos del encarcelamiento que fue objeto el citado Enrique de Paz y Melo. En el segundo período en donde se realizan los cobros, se consigna una deuda por 3.533p1r, la cual no fue cancelada quedando impaga (MILLAR, 1983, p. 56-57).14

Las actividades de Enrique se empiezan a ampliar cuando en el año de 1631 establece por primera vez compañía con Francisco Gutiérrez de Coca, que era miembro del Tribunal del Consulado, familiar del Santo Oficio, que tomó parte de los mercaderes que salieron fiadores para el asiento de Almojarifazgo entre los años de 1621 — 1624 con la suma de 1.000p (RODRÍGUEZ, 1960, p. 407).15

Las suma involucrada en esta primera compañía ascendía a 95.893p, de la cual habrían obtenido utilidades por un monto de 25.000p.16 En una segunda compañía que formaron los miembros integrados por un monto de 135.893p, obtuvieron una ganancia por un monto de 50.000p.17 En términos generales, señalaba Francisco Gutiérrez de Coca, en el escrito presentado ante el Tribunal de la Inquisición, para cobrar las deudas pendientes que tenía con Enrique de Paz, en donde apunta que en los años que duraron estas compañías los montos involucrados habrían ascendido a 800.000 pesos en mercaderías comercializadas a través de la tienda que ambos tenían en la calle de los mercaderes.18

Esta ascendente carrera comercial de don Enrique de Paz fue interrumpida cuando se inicia el proceso contra la comunidad portuguesa residente en Lima. Producto de la liquidación de los bienes de Enrique, se evidencia la importancia de los Judíos para el comercio, toda vez que en el listado de deudores de éste aparecieron miembros de la sociedad limeña, por ejemplo Fernando Gómez Tardio que debía la suma de 4.519p; el doctor Diego Mejia, abogado del Santo Oficio por la suma de 1.210p; el doctor Dionisio Pérez Manrique, oidor de la Real Audiencia por la suma de 3.515p; el señor fraile Gabriel de Garate electo obispo de Huamanga por la suma de 2.500p (GARCÍA DE PROODIAN, 1966, p. 458).19 Con estos ejemplos, se comprueba la hetereogénidad de clientes que tuvo este comerciante y lo endeudado que se encontraban ciertos personeros importantes de Lima y sus alrededores. Por último, es menester señalar que la importancia de los comerciantes portugueses en la economía Virreinal era, a todas luces, de tal gravitación que, producida la confiscación de sus bienes, se trastornó el comercio local, pues eran varios los deudores, pero también fueron varios los que buscaron cobrarse al momento de producida la liquidación de dichos bienes.

PARTE 11 En esta sección del trabajo, trataremos de dar cuenta de los hechos ocurridos en el año de 1635 y cómo se relacionan ambos sucesos — la quiebra del banco de Juan de la Cueva y la complicidad grande -. La historiografía que se refiere a algunos de estos hechos nunca ha buscado una explicación global que relacione y presente en forma clara los verdaderos móviles que tuvo el Tribunal de la Inquisición para someter a proceso al grupo económico más dinámico del Virreinato del Perú.

LA QUIEBRA DEL BANCO DE JUAN DE LA CUEVA (1635)

La economía del Virreinato del Peru tenía en el comercio a uno de sus pilares, y esto, junto con la minería (la plata - mercurio), representaba los mecanismos que permitieron que se produjeran los excedentes al interior de la economía colonial. Es por esta razón que cualquier trastorno en una de estas esferas de la economía produciría una corrida financiera de proporciones, pues el comercio colonial fue el medio que tuvo el Virreinato para relacionarse con la economía mundial (CAVIERES, 1996, p. 17-54)." Es por esta razón que, cuando se produjo la quiebra del banco de Juan de la Cueva, se agitó la economía. Las explicaciones que se plantean están dadas por: a) la proximidad de la partida de la Armada (20 de mayo de 1635) que conduciría a Panamá el tesoro del Rey y la de los particulares. Por lo tanto, los comerciantes de Lima se preparaban para retirar la plata para financiar las operaciones que se debían realizar tanto en Portobello como en Sevilla y Cádiz (RODRÍGUEZ (b), 1956, pp.162-167)21; b) la quiebra del banco que significó la ruina de más de seiscientos comerciantes limeños y un número similar de acreedores del mismo (RODRÍGUEZ (b),1956, pp. 162-167).2'

LAS CAUSAS: La quiebra se puede explicar por las siguientes razones: a) Los desórdenes administrativos que se constataron al momento de realizar la liquidez de los bienes del

banco. Se evidenció que los libros Mayor y el diario no estaban al día, con lo cual se entorpeció la labor del consulado. Con lo anterior, se deja en claro el poco control que se ejercía en materias administrativas (RODRÍGUEZ (b), 1956, pp. 162-167).23 b) La quiebra, según el mismo Juan de la Cueva, "se debió a los frecuentes préstamos hechos a la corona, sin cobrar interés, que él, en cambio había tenido que pagar cuando los solicitantes de la plata reclamaban y la tenía el Rey y era preciso buscarla donde fuera para reintegrarla a sus dueños" (RODRÍGUEZ (b), 1956, pp. 162-167).24 c) Juan de la Cueva, realizó una serie de operaciones de tipo mercantil — compra de haciendas con el dinero de los depositantes, los cuales lo requirieron para los negocios de Portobello; facilitó créditos a quienes no le respondieron; los negocios en Tierra Firme y Nueva España tuvieron grandes pérdidas, pero también las tuvo en el mar

— que le arrojaron al final pérdidas cuantiosas, con lo cual se hacía imposible hacer frente a sus clientes del banco. En el fondo, los pasivos superaron con creces los activos con lo cual necesariamente lo condujeron a la quiebra (RODRÍGUEZ (b), 1956, pp. 162-167).25 Estas razones explicarían, en alguna forma, porqué se produjo el descalabro y que se podría resumir en los siguientes términos: existía un estado de desequilibrio entre el valor de los bienes que poseía y los créditos que debía pagar (RODRÍGUEZ (b), 1956, pp. 162-167).2'

LOS EFECTOS DE LA QUIEBRA: Los efectos de la quiebra del banco de Juan de la Cueva se pueden resumir de la siguiente forma: a)

El sector más afectado por la quiebra fue, sin lugar a dudas, el gremio de comerciantes de Lima, pues éstos se encontraban relacionados con la institución financiera, por lo tanto, a la quiebra de Juan de la Cueva le siguió un subido número de quiebras de comerciantes que se vieron afectados por la corrida del banco (RODRÍGUEZ (b), 1956, p. 159).22

Producto de la quiebra, hubo de aplazar la partida de la Armada, disminuyendo el registro de plata de particulares que fue de 3.680.000 pesos (RODRÍGUEZ (b), 1956, p. 159).28 c) La quiebra también afectó a un número de personas que no estaban ligadas al oficio de comerciante. Nos referimos en forma especial a las viudas que mantenían depósitos en dicho banco y lo cual les producía los créditos suficientes para vivir (RODRÍGUEZ (b), 1956, p. 159).29 d) El efecto más importante y que resume en alguna forma los puntos señalados anteriormente, es que ésta produjo una paralización del comercio, básicamente por la serie de quiebras que afectó a la plaza de Lima (MILLAR, 1983, pp. 38-39).3° b)

Por último, es menester apuntar que la quiebra del banco trastorna la vida económica por una cantidad importante de años, toda vez que la liquidación del banco demoró por todos los problemas administrativos que se mencionaron anteriormente, lo cual hizo que los efectos se prolongaran en el tiempo. Tratemos de ver, finalmente, no sólo la manera cómo el quehacer inquisitorial se articuló con la vida de la sociedad colonial, sino también con los ámbitos de la economía Virreinal y con las vicisitudes de la política imperial al mismo tiempo. A continuación, expondremos algunos hechos que nos parece, explicaría en forma clara lo expuesto en el párrafo anterior, es decir, que la actuación de la Inquisición estuvo cruzada por otros móviles ajenos al tema religioso. Con lo planteado, no desconocemos que, en parte, el Santo Oficio se movió por la cuestión religiosa, pero los móviles de fondo fueron económicos, sociales y políticos. A continuación se exponen los hechos que ameritan repensar la actuación de la Inquisición en los mecanismos de solución al verdadero problema de la elite de Lima en la década de los treinta en el siglo XVII. Los puntos son los siguientes:

a) El primer punto se relaciona con la situación financiera que vivía el Tribunal en el momento en que se produce la confiscación de bienes y posterior liquidación de los mismos. Lo anterior se evidencia en que la Inquisición, producto del auto de fe del año1625, se había hecho de recursos y, como lo señala el profesor René Millar en su artículo "Las confiscaciones de la Inquisición de Lima a los comerciantes de origen judío — portugués de 'la complicidad' de 1635", "es evidente que los inquisidores, luego de la detención de los primeros implicados, se dieron cuenta de las importantes fortunas que aquellos manejaban y no es ilógico suponer que trataran de sacar provecho de esa situación" (MILLAR, 1983, p. 40).3' Además, en otro artículo del citado profesor "La hacienda de la Inquisición de Lima (1570 — 1820)", en donde expone los distintos estadios de la hacienda de la Inquisición apunta, a que los años de prosperidad (1629 — 1721) se debieron, en gran parte, a dos cambios; "uno corresponde a la extensión a las indias del sistema de la canonjía 'supresa' y, el otro, a las cuantiosas recaudaciones obtenidas de las confiscaciones a unos comerciantes de origen judío — portugués" (MILLAR, 1983, p. 41)32, con lo cual nos prueba que el provecho del segundo factor le reportó una suma de 401.124 pesos, los cuales fueron invertidos de la siguiente forma: 4.453 pesos en la compra de una propiedad, 48.000 pesos, remitidos al Consejo de la Suprema y 355.000 pesos fueron puestos en nuevos censos. Con lo cual, el tribunal solucionaba por lo menos su situación delicada desde el punto de vista de la hacienda a lo menos por el lapsus de 92 años (MILLAR, 1983, p. 41).33 Por último, es menester señalar que la Inquisición se movilizó por afanes económicos más que religiosos. b) El segundo argumento está dado por la actitud que mantuvo el Consulado con respecto a las actividades de los extranjeros y, en forma especial, contra el grupo de comerciantes portugueses. La animosidad estaba dirigida contra este grupo, básicamente por los éxitos que obtuvieron

éstos, y, además, porque al momento de producirse el arresto masivo contra los judío — portugueses, éstos manejaban por completo el comercio al por menor en la ciudad de Lima (RODRÍGUEZ (a), 1960, p. 70).34 Si lo anterior se suma al hecho que este Consulado manejaba la quiebra del banco de Juan de la Cueva, donde los afectados fueron sólo españoles y este grupo judío — portugués, salió sin ningún problema, pues la suma que mantenían en dicho banco ascendía a 20.000 pesos, lo cual representaba el 2% del capital involucrado en la quiebra (RODRÍGUEZ (a), 1960, p. 70)." Se podría pensar que el Consulado presiona a la autoridad política para remediar dicha situación a costa de los judío — portugueses, para solucionar la crisis que se vislumbraba para los españoles, toda vez que su situación frente al grupo de extranjeros se había empeorado. Prueba de lo anterior es la preocupación que mantuvo la Inquisición por los trastornos ocasionados tanto por la quiebra como por la prisión de los portugueses, toda vez que la única institución que salió fortalecida después de estos dos hechos fue la Inquisición. Lo anterior se debe relacionar con la actitud que mantenían los cristianos viejos con respecto a los judíos, que no se diferenciaba mayormente de la actitud de los españoles en la península, esto quiere decir que los perjuicios se trasladaron también al nuevo continente, pués se siguió viendo con recelo a los judíos. Esta actitud, por supuesto permitió toda la sociedad colonial Virreinal (GARCÍA DE PROODIAN, 1966, pp.50-58).36

c) El último punto está dado por los diferentes procesos que se iniciaron en América contra el grupo comerciante portugués, pues lo del Perú no fue un caso aislado, al contrario, así también es posible ver situaciones similares en Cartagena de Indias (1636 — 1649) y en el virreinato de Nueva España (1642-1649).37 Lo curioso de todos estos procesos fueron dos hechos, explicados a continuación: •

Los portugueses pasaban, primero a ser extranjeros y, segundo, enemigos de la Corona. Y si a eso agregamos su calidad de judíos, tenemos suficientes razones para proceder contra ellos, porque todos los procesados eran comerciantes portugueses y, además, los más prominentes de sus respectivos lugares. • Los diferentes Tribunales de América se vieron beneficiados por la confiscación de bienes y la posterior liquidación de los mismos. Por lo tanto, insistiendo en que la favorecida por estos hechos fue, sin lugar a dudas, la Inquisición, no se puede olvidar que la Corona de Portugal se va a separar de la de Castilla en el año 1640.

SIGNIFICACIÓN DEL PROCESO: Se debe señalar que, producto del procesamiento a que fueron sometidos los comerciantes judío — portugueses, se evidenciaron algunos cambios importantes en la sociedad colonial del Virreinato del Perú, los cuales fueron los siguientes: •

Con la expulsión de los portugueses, se produjo un vacío en el ámbito económico que, sin lugar a dudas, fue copado por los españoles que se sintieron desplazados por los judío — portugueses, y sus reclamos fueron canalizados por el Tribunal del Consulado.

Se va a producir un recambio de la elite comercial limeña, pues los judíos — portugueses no van a recuperar, en ningún momento, el esplendor del primer tercio del siglo XVII. Lo anterior es valido para toda América. Por último, es menester señalar que las elites locales — criollos y españoles — realizaron todos los esfuerzos para desplazar a los judío — portugueses del ámbito económico. Para ésto, contribuyó una serie de hechos — situación internacional38, económica; social, religiosa y política — y su instrumento fue el Tribunal de la Inquisición. Con lo anterior, no queremos señalar que existió

una concertación entre las elites locales y el Tribunal; por el contrario, las elites actuaron cuando los procesos se habían iniciado, es decir, tuvieron el sentido de la oportunidad y si se conjugaban los demás elementos se generaba una atmósfera propicia para sus objetivos. No se debe olvidar que el producto final fue un recambio profundo a la estructura social colonial, con lo que respecta a las elites.

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El Tribunal del Consulado de Lima en la primera mitad del siglo XVII. Ediciones Cultura Hispánica, Madrid, 1960. Comercio y Fraude en el Perú colonial. Las estrategias mercantiles de un banquero. Instituto de

Estudios Peruanos, Perú, 1995.

Notas

1. MEDINA, JOSÉ TORIBIO, (1887) Historia del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de Lima (1569 —1820), Tomo II, Santiago: Imprenta Gutenberg. 2. SCHOECK, Helmut ( 1981) Diccionario de Sociología, Barcelona: Editorial Herder.

3. 3 GONGORA, MARIO (1970) Encomenderos y Estancieros. Estudios acerca de la constitución social aristocrática de Chile después de la conquista 1580-1660, Santiago: Editorial Universitaria.

4. MILLAR, RENÉ Las confiscaciones de la Inquisición de Lima a los comerciantes de origen judío — portugués de la gran complicidad de 1635. Revista de Indias número 171 (1983), Madrid, Pág. 30 —31. 5. RODRÍGUEZ, MARÍA ENCARNACIÓN (1960), El Tribunal del Consulado de Lima en la Primera Mitad del siglo XVII, Madrid: Ediciones Cultura Hispánica.

6. MEDINA, JOSÉ TORIBIO (1887), Op cit. Pág.48. 7. 'dem. Pág. 48— 49. 8 Idem. Pág. 48— 49.

8 Idem. Pág. 48— 49.

9. Idem. Pág. 50. 10. Cabe considerar ahora la ceremonia más preñada de sentido, la que mejor expresa el poder inquisitorial: el auto de fe. La función de este singular despliegue de medios diversos, que en una fiesta tan rígidamente ordenada como un rito maneja símbolos asimismo tan eficaces como primarios, sentimientos tan contradictorios como intensos, no se puede encarecer. Así, en aquel teatro en el que se mezcla el boato de la religión con el que es propio de la celebración monárquica y civil, el desprecio y el odio con la compasión, el pueblo se ilustra y edifica, comulgando en un rito de exclusión y purificación que une a la comunidad. ALBERRO, SOLANGE (1993), Inquisición y Sociedad en México 1571-1700, México: Fondo de Cultura Económica. 11 MILLAR, RENÉ (1983), Op cit. Pág. 40.

12. RODRÍGUEZ, MARÍA ENCARNACIÓN (1960), Op cit. Pág. 70. 13. Tribunal de la Inquisición Vol. 402, fjs 13— 15.

14. MILLAR, RENÉ (1983). Op cit. Pág. 56 — 57; Tribunal de la Inquisición, Vol. 49,50 y 402. 15. RODRÍGUEZ, MARÍA ENCARNACIÓN (1960) Op cit. Pág. 407. 16. Tribunal de la Inquisición Vol. 49, fjs 63— 65. 17. l d e m . 18. í dem. Vol. 402, fjs 17-18.

19. 19. GARCÍA DE PROODIAN, LUCÍA (1966) Los judíos en América, Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Arias Montano, Madrid 1966.

20. CAVIERES, EDUARDO (1996). El comercio chileno en la economía — mundo colonial, Valparaíso: Ediciones Universidad Católica de Valparaíso, 1996. 21. RODRÍGUEZ, MARÍA ENCARNACIÓN "Una quiebra bancaria en el Perú del siglo XVII", Anuario de Historia del Derecho Español, Volumen XXVI (1956), Madrid, Páginas, 162 — 167. 22. I d e m . 23. ' d e m . 24. í d e m .

25.

25 ídem.

26.

26 ídem.

27.

27 Idem. Pág. 159.

28.

28 idem

29.

29 ídem

30.

30, RENÉ MILLAR. Op cit. Pág. 38- 39.

31. l d e m . P á g . 4 0 32. ' d e m . P á g . 1 1 .

33. l d e m . 34. RODRÍGUEZ, MARÍA ENCARNACIÓN Op cit. Pág. 70. 35. í d e m . 36. GARCÍA DE PROODIAN, LUCÍA. Op. cit. Pág. 50— 58.

37. 37. MEDINA, JOSÉ TORIBIO, (1887). Op cit. Pág. 45- 146; Historia del Santo Oficio de la Inquisición de Cartagena de Indias. Imprenta Elzeviriana, Santiago, 1899. Pág. 199 - 227; La Inquisición en las provincias de la Plata. Imprenta Elzeviriana, Santiago, 1900. Pág. 139- 169; ALBERRO, SOLANGE (1993) Inquisición y sociedad en México 1571 - 1700, México: Fondo de Cultura Económica, Pág. 417 - 454; 533 - 585.