Santo Oficio (Historia National Geographic)

UN COMBATE POR LA TOLERANCIA EL FIN DE LA INQUISICIÓN CONDENADOS POR LA INQUISICIÓN El pintor Eugenio Lucas plasmó e

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UN COMBATE POR LA TOLERANCIA

EL FIN DE LA INQUISICIÓN

CONDENADOS POR LA INQUISICIÓN

El pintor Eugenio Lucas plasmó en este óleo la humillación pública de unos condenados por la Inquisición. La escena los muestra de espaldas, montados en asnos y tocados con capirotes infamantes. Siglo XIX. Museo del Prado, Madrid. ALBUM

Durante la guerra de la Independencia, el Santo Oficio fue suprimido por partida doble: por Napoleón y por las Cortes de Cádiz. Restaurado por Fernando VII, la revolución liberal de 1820 le asestaría el golpe definitivo EMILIO LA PARRA CATEDRÁTICO DE HISTORIA CONTEMPORÁNEA. UNIVERSIDAD DE ALICANTE

MANUEL GODOY, PRIMER MINISTRO DE CARLOS IV, IMPULSÓ LA REFORMA DE LA INQUISICIÓN. RETRATO POR GOYA. 1801. ACADEMIA DE SAN FERNANDO, MADRID.

ORONOZ / ALBUM

UN INTELECTUAL CONDENADO

En 1778, el escritor y político de origen peruano Pablo de Olavide fue condenado por hereje a ocho años de reclusión, aunque logró escapar a Francia. Grabado de La Ilustración Española y Americana.

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l siglo XVIII, la época del racionalismo y el avance de la educación y de las ciencias, no fue propicio para la Inquisición. De hecho, la institución fue suprimida en los Estados italianos donde había sido implantada tiempo atrás, y al iniciarse el siglo XIX sólo se mantenía en España y Portugal –además de la Inquisición Pontificia, que ha pervivido hasta nuestros días, aunque muy transformada, en la Congregación para la Doctrina mada de la Fe–. Laa Inquisición portuguesa desapareció en n 1821. La eliminación de la españolaa costó más tiempo y muchos conflictos. Fue suprimida tres veces: en 1808, 1 1813 y 1820, pero el decreto de abolición definitiva no llegó ó hasta 1834. «Murió de vejez», sentenció Larra en su artículo « día de difuntos de 1836». «El A lo largo del siglo XVIII, ilustrados y filósofos censuraron con dureza a la Inquisición española. Laa calificaron de tribunal sediento de sangreeinhumanoydeobstáculo paraa el progreso. Estos reproches tu-

vieroneco,perolaInquisiciónespañolacontinuó activa. En el primer tercio del siglo XVIII condenó a morir en la hoguera a 92 personas. En años posteriores, tanto su actividad como el número de inquisidores descendieron de forma apreciable. A esas alturas, además, casi habían desaparecido los judaizantes, luteranos y moriscos, enemigos históricos de la Iglesia católica.En su lugar,los inquisidores buscaron nuevos adversarios –como los filósofos ilustrados que negaban los dogmas de la religión– y prestaron más atención a temas considerados menores en otro tiempo, como labrujería,losdelitosdebigamiaoblasfemiao los requerimientos sexuales de sacerdotes en el confesionario, llamados «solicitaciones».

Las últimas condenas En 1781 fue condenada a morir en la hoguera en Sevilla María Dolores López, mujer de baja condición social, acusada de fingir revelaciones divinas y de prácticas sexuales con sus confesores. Éste fue el último auto de fe general, una ceremonia que se desarrollaba de forma solemne en el centro de la ciudad ante las autoridades y un numeroso

DECRETO DE LA INQUISICIÓN DE BARCELONA, DEL 1 DE FEBRERO DE 1807, POR EL QUE SE ORDENA SECUESTRAR UNA SERIE DE LIBROS RECIENTES QUE PODÍAN OCASIONAR LA «RUINA ESPIRITUAL» DE LOS CRISTIANOS. KURWENAL / ALBUM

DE LA REFORMA A LA ABOLICIÓN

1793

1808

1813

1820

182 6

Godoy propone una reforma del Santo Oficio que quedará en nada. En 1798, Jovellanos lo intentará de nuevo, sin éxito.

Napoleón declara suprimida la Inquisición y nacionaliza sus bienes. En 1810, las Cortes Generales abolen la censura.

Las Cortes de Cádiz suprimen la Inquisición al considerarla un tribunal obsoleto. En 1814, Fernando VII la restituye.

La Inquisición es suprimida de nuevo por las Cortes. En 1823, el rey no se pronuncia y entre 1824 y 1825 se crean las Juntas de Fe.

Cayetano Ripoll es el último ajusticiado por temas de fe en España. En 1834, la regente María Cristina firma el decreto de disolución.

MONEDA DE CARLOS IV

En 1790, durante el reinado de Carlos IV se promulgó la última edición del Índice de libros prohibidos de la Inquisición española. Arriba, la efigie del soberano en una moneda de 1804. ASF / ALBUM

público, y que culminaba con la lectura de la sentencia contra los acusados y la quema en la hoguera de los cadáveres de los condenados, ejecutados previamente mediante el garrote. A partir de entonces se celebraron tan sólo autos de fe particulares en los templos, a los que sólo acudían los inquisidores, el juez civil y los encausados, o bien los llamados autillos, realizados en los locales de la Inquisición ante un público reducido, expresamente convocado para su escarmiento, pero no hubo más ejecuciones. Pese a ello, la actividad inquisitorial continuó. El historiador norteamericano Henry Charles Lea calculó que de 1780 a 1820 fueron denunciadas 50.000 personas ante la Inquisición. Aunque muchas causas no fueron sustanciadas o quedaron olvidadas, y otras se saldaron con penas leves, la Inquisición seguía siendo terrorífica y no pocas personas pasaron por sus tenebrosas cárceles y sufrieron la confiscación de bienes. Notorio fue el caso de Pablo de Olavide, un alto servidor de Carlos III, cuya condena en 1778 causó gran impacto en Europa.

¿Reforma o abolición? La difusión de las ideas ilustradas en los círculos de gobierno llevó a que, a finales del siglo XVIII,surgieran los primeros proyectos de reforma, incluso de Santo d f i l d abolición, b li ió del d lS o Oficio. En 1793, Manuel Godoy y, primer ministro de Carlos IV V, encargó su reforma al Inquisidorr General, Abad y Lasierra. Auxi-liado por José Antonio Llorente, Abad presentó un Plan de refor-o ma del estilo del Santo Oficio o en cuanto al nombramiento y ejercicio de calificado--

MASSIMO RIPANI / FOTOTECA 9X12

res. La propuesta no iba más allá de proponer algunos cambios en la valoración de los delitos,pero estaba acompañada de una carta al monarca en la que se sugería la posibilidad de suprimir la Inquisición para conservar el honor de las familias, potenciar la Ilustración y atajar las críticas foráneas. El estallido ese año de la guerra contra la Francia revolucionaria hizo olvidar el asunto. En 1797, Godoy encargó un nuevo plan de reforma que

Siendo ministro dee Gracia y Justicia, Jovellanos intentó acabar, sin éxito, é con el Santo Oficio GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS JOVELLANOS. RETRAT RETRATO PINTADO POR GOYA EN 1798. MUSEO DEL PRADO, MADRID. ALBUM

LA GIRALDA DE SEVILLA

En Sevilla tuvo lugar el último auto de fe general en 1781, contra una mujer llamada María Dolores López. Acusada de herejía, fue condenada a morir en la hoguera. Fue la última persona condenada a esta pena en España.

también quedó en papel mojado, pues en marzo de ese mismo año el primer ministro de Carlos IV dejó el gobierno. Al año siguiente, Melchor Gaspar de Jovellanos, entonces ministro de Gracia y Justicia, protagonizó un nuevo intento de reforma. Jovellanos abogó por limitar la jurisdicción inquisitorial a las causas de fe e insistió en que la función de velar por la religión correspondía a los obispos, lo cual abocaba a la desaparición de un tribunal especial como el Santo Oficio. Tampoco este plan tuvo efectos prácticos. Al finalizar el siglo XVIII, la Inquisición española seguía vigente, sin cambios sustanciales en su organización, funciones y procedimientos. Todo se trastocó en 1808. El 23 de marzo, cuatro días después de la

UN «MIEMBRO PODRIDO DE LA RELIGIÓN» EN 1767, EL PERUANO Pablo de Olavide fue nombrado intendente

de Andalucía y asistente de Sevilla, a la vez que asumía la dirección de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena. En el ejercicio de estas responsabilidades se granjeó enemigos acérrimos, especialmente algunos religiosos que lo denunciaron por sus ideas anticristianas ante la Inquisición. En 1778 fue sometido en Madrid a un autillo en el que fue declarado «hereje, infame y miembro podrido de la religión», por lo que fue condenado a ocho años de reclusión en un monasterio, así como a la confiscación de sus bienes y la exclusión de empleo público hasta la quinta generación. Dos años después, Olavide escapó a Francia, donde ilustrados como Voltaire y Diderot publicitaron su caso como ejemplo de la tiranía de la Inquisición española.

VALENCIA BAJO EL ABSOLUTISMO

En 1824, el maestro Cayetano Ripoll fue acusado por la Junta de Fe de Valencia de negar los dogmas católicos y de no promover en sus alumnos las prácticas religiosas. Fue sentenciado a muerte como hereje contumaz y ejecutado el 31 de julio de 1826. En la imagen, la plaza de la Virgen de Valencia, con la basílica de los Desamparados (a la izquierda) y la catedral de Santa María (derecha). GONZALO AZUMENDI / GETTY IMAGES

CONSTITUCIÓN DE 1812

En opinión de los liberales, los principios de la Constitución de Cádiz de 1812 (arriba) eran incompatibles con la existencia de un tribunal religioso como la Inquisición. ORONOZ / ALBUM

proclamación como rey de Fernando VII, dimitió de su cargo el inquisidor general, Ramón J. de Arce. El nuevo monarca no nombró a su sucesor, lo cual fue un grave contratiempo para el organismo, pues los inquisidores recibían su autoridad del inquisidor general y si éste no existía los tribunales provinciales no estaban capacitados para actuar, e incluso era dudoso que pudiera hacerlo el Consejo Supremo de la Inquisición, máximo órgano de gobierno, presidido por el inquisidor general. Las cosas se complicaron aún más con los sucesos del Dos de Mayo en Madrid. Al día siguiente, el Consejo Supremo llamó en una circular a la tranquilidad pública y calificó lo ocurrido de «alboroto escandaloso del bajo pueblo». En vez de solidarizarse con la población madrileña, los inquisidores se declaraban a favor del ocupante extranjero.

De Napoleón a Cádiz La guerra contra Napoleón afectó de lleno al Santo Oficio. Al igual que el resto de españoles, los inquisidores se dividieron entre afrancesados y patriotas, muchos abandonaron su puesto y cundió el desconcierto, de manera que en la mayor parte de sus tribunales la actividad cesó o quedó reducida a lo testimonial. Por si eso fuera poco, el 4 de diciembre de 1808, Napoleón, al término de su incursión en España para restablecer el dominio francés,firmó francés firmó a las puertas de Madrid los de los cuales decretos de Chamartín,uno C declarabaa suprimida la Inquisición y nalizaba sus bienes. Sin emnacion o, los efectos de esta primebargo ra abolición fueron limitados, pues los patriotas no recono-

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cieron las decisiones de Napoleón. Además, curiosamente, la Inquisición cobró por breve tiempo cierta popularidad al aparecer como víctima del odiado invasor. En la España resistente, algunos pretendieron recomponer el aparato inquisitorial. La institución seguía contando con firmes partidarios,pero las dificultades eran muchas debido a la merma de recursos económicos de los tribunales provinciales. Sin embargo,

A final de su reinado, Fernando VII pensó que Al la a policía podía hacer el trabajo de la Inquisición FER RNANDO VII JURA LA CONSTITUCIÓN. CAJA PARA GUARDAR UN EJEMPLAR DEL TEXTO. CONGRESO, MADRID. ORONOZ / ALBUM

TRIBUNAL DE LA INQUISICIÓN

En este óleo, Goya recrea un autillo. Los condenados a muerte, identificados por la corona con llamas hacia arriba que portan, escuchan la sentencia, que es leída por un fraile desde una tribuna, en presencia de un numeroso público. 1812-1814. Academia de San Fernando, Madrid.

lo más relevante fue el ambiente contrario a la Inquisición dominante en Cádiz, centro político de la resistencia al francés. Las Cortes reunidas allí en 1810 le asestaron el golpe de muerte. Primero, en noviembre de 1810, aprobaron el decreto de libertad de imprenta, que reconocía a todos los españoles el derecho de expresar y publicar sus ideas políticas sin necesidad de licencia previa. Era un torpedo directo a la línea de flotación del Santo Oficio, pues le privaba de la censura, una de sus principales funciones históricas. El decreto también establecía que la calificación de los escritos sobre religión competía a los obispos, con lo cual quedaba patente que era innecesario un tribunal especial para velar por la pureza de la fe.

CONTRA EL ARTE «OBSCENO» INFLUIDO POR LAS IDEAS (y las amistades) ilustradas, Fran-

cisco Goya representó en diversas obras a la Inquisición como un símbolo de tiranía y oscurantismo. Él mismo estuvo a punto de caer en sus redes. En 1808, los inquisidores abrieron un expediente por las pinturas «obscenas» que se hallaron en el despacho de Godoy, entre ellas La maja desnuda, y en 1815, recién restablecido el Santo Oficio tras el retorno de Fernando VII, el inquisidor fiscal reabrió el caso y propuso citar a Goya «para que reconozca [las obras] y declare si son obra suya, con qué motivo las hizo, por encargo de quién y qué fines se propuso». Afortunadamente para el pintor, el proceso no continuó, quizá por la discreta intervención de algún amigo o protector influyente.

NO A LAS TORTURAS

En 1811, la comisión de Justicia presentó un proyecto de ley (arriba, en la imagen) para abolir las torturas a los reos en los juicios. Biblioteca del Congreso de los Diputados, Madrid.

La misma Constitución de 1812 propinó otro golpe a la Inquisición. En efecto, según defendían los liberales, el Santo Oficio vulneraba los tres principios constitucionales básicos: la soberanía de la nación –pues formalmente la Inquisición estaba supeditada al rey y al papa, un soberano extranjero–, la división de poderes –dado que el inquisidor general dictaba leyes, las ejecutaba y vigilaba su cumplimiento– y la garantía de los derechos del individuo, violados de modo flagrante por los procedimientos inquisitoriales típicos, como las delaciones secretas,el recurso a la tortura, la imposibilidad del reo de apelar la sentencia del tribunal, la confiscación de bienes o la extensión de la deshonra a la familia de los condenados. Por otra parte, el artículo 12 de la Constitución reconocía el catolicismo como única religión oficial y le garantizaba la protección de las leyes, haciendo innecesario el Santo Oficio.

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Caballo de batalla liberal En este contexto, una comisión de las Cortes elabo oró un informe que declaraba la Inquisición u un tribunal obsoleto, incompatible con la Constitución. Tras casi un mes de intenso debatte,el informe fue aprobado el 22 de enero de 1813, por 90 votos a favor y 60 en contra. Un m mes después,las Cortes dieron la puntilla al San nto Oficio con el decreto que lo abolía y lo sustituía por los «tribunales protectores de la fe». De este modo, la Inquisición quedaba suprimida, y su papel, la vigilancia de la religión, encomendado a los obispos, quienes presidirían tales tribunales. En otros dos decretos,

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también del 22 de febrero,se ordenaba la destrucción de pinturas o inscripciones donde figuraran los castigos y las penas impuestos por la Inquisición y que estuvieran expuestos en las iglesias o en cualquier paraje público, y se nacionalizaban los bienes que habían pertenecidoalTribunal.Lainfraestructura inquisitorial,material y humana quedaba en trance de ser desmantelada,y borrada la memoria de quienes habían sufrido condena.

A partir de 1814, el Santo Oficio se centró más en perseguir la disidencia política y la masonería CÁRCEL DE LA INQUISICIÓN EN BARCELONA. GRABADO DEL LIBRO DIBUJOS ESPAÑOLES. SAMUEL MANNING, 1870. UIG / ALBUM

VISTA DE CÁDIZ

Esta ciudad del sur de España vio el nacimiento de la primera constitución española en 1812, promulgada por las Cortes Generales reunidas allí de modo extraordinario. En la imagen, vista desde el mar de la catedral de la Santa Cruz.

Sin embargo, esta segunda extinción fue efímera. En mayo de 1814, Fernando VII declaró nula la obra de las Cortes de Cádiz y en julio siguiente restituyó todos los tribunales del Santo Oficio. Pocos meses después nombró inquisidor general al obispo Mier y Campillo. La Inquisición española estaba en condiciones de poner su aparato a pleno rendimiento. Así lo hizo. En rigor, los años 1814-1819 fueron sus últimos de vida activa. En este período, su atención no se centró tanto en la persecución de la heterodoxia religiosa como en la de la disidencia política y la masonería. Lo que ahora perseguían los inquisidores eran los planes insurreccionales de los liberales para reimplantar la Constitución de 1812. Para ello, y a

¿UNA INQUISICIÓN CON OTRO NOMBRE? QUE LAS CORTES DE CÁDIZ decidieran abolir la Inquisición no

significa que la mayoría de diputados estuviera a favor de la tolerancia religiosa tal como hoy la entendemos. De hecho, el dictamen de la comisión que discutió el asunto proponía seguir reprimiendo toda manifestación religiosa contraria al catolicismo, si no con la pena de muerte, sí mediante «penas corporales para contener a los innovadores» y a quien «se atreva a esparcir máximas erróneas». El dictamen justificaba incluso la implantación de la Inquisición en tiempos de los Reyes Católicos, aunque deberían haberse usado «medios suaves [...] acompañados de otros castigos». Estaba previsto que los delitos religiosos quedaran regulados en un nuevo código penal, pero las Cortes no tuvieron tiempo de aprobarlo.

Última esposa de Fernando VII y madre de la futura Isabel II, María Cristina ejerció la regencia durante la minoría de edad de su hija. En 1834 firmó el decreto definitivo de disolución de la Inquisición. Retrato por Vicente López Portaña. 1830. Prado, Madrid. ALBUM

La policía toma el relevo Ni suprimida ni restablecida, la Inquisición ocupó el centro del debate político desde 1823.Los absolutistas,en especial los medios eclesiásticos, reclamaron insistentemente su restitución, mientras que los liberales y los sectores políticamente moderados exigían su eliminación definitiva. El rey, por su parte, no se pronunció. En esta tesitura, algunos obispos actuaron por su cuenta. Con el propósito declarado de sustituir al Santo Oficio,en 1824 y 1825 crearon en sus diócesis unos organismos denominados Juntas de Fe. Formalmente se diferenciaban de la Inquisición, pues nacieron por iniciativa de la jerarquía diocesana,sin autorización del rey ni del papa. Además, su ámbito de competencia se reducía a la diócesis respectiva y no estaban sujetos a la supervisión de una autoridad superior integrada en el aparato administrativo

del Estado, como el Consejo Supremo de la Inquisición. Sin embargo, sus funciones fueron las mismas que las del histórico tribunal y también sus procedimientos: delaciones secretas, prisiones, castigos severos, entrega de los condenados a la justicia ordinaria... La Junta de Fe de Valencia alcanzó celebridad en Europa por ordenar la ejecución en 1826 de Cayetano Ripoll, un maestro de escuela al que se acusó de negar los dogmas católicos y descuidar las prácticas religiosas de sus alumnos. Tras ser ahorcado, se introdujo su cadáver en una cuba pintada con las llamas del infierno para dar a entender que había sido quemado como la Inquisición hacía en el pasado. Se ha dicho que en 1823 Fernando VII no restituyó la Inquisición por la presión de las potencias europeas. Ésta existió, sobre todo por parte de Francia, pero no fue lo determinante. Resultó más relevante la indiferencia de la Santa Sede ante la continuidad de un tribunal mixto, civil y eclesiástico, que en su última etapa había actuado al servicio casi exclusivo del rey, descuidando la vigilancia de la ortodoxia religiosa. A estas alturas, Roma pretendía crear una nueva estructura, en manos de los obispos y controlada por la Santa Sede. Pero la razón fundamental fue el desinterés de Fernando VII. Desde 1824, la Inquisición dejó de serle útil porque dispuso de un sistema más eficaz para reprimir la disidencia política, su auténtico objetivo. El núcleo del nuevo aparato represor fue la policía general, cuyo «principal cuidado es velar sobre la conducta de las personas que se hayan hecho o se hagan sospechosas por sus opiniones y principios contrarios a la Religión y al Trono», según decía el decreto de fundación.La Inquisición ya era innecesaria. Pero hubo que esperar a la muerte del rey para que su esposa,la regente María Cristina, firmara el decreto definitivo en 1834. Para saber más

ENSAYO

La Inquisición en España: agonía y abolición Emilio La Parra y María Ángeles Casado. Los Libros de la Catarata, Madrid, 2013. Estudios sobre la Inquisición J. A. Escudero. Marcial Pons, Madrid, 2005.

GONZALO AZUMENDI / GETTY IMAGES

MARÍA CRISTINA DE BORBÓN

falta de una policía moderna, fue de gran utilidad a este respecto la red de informadores de la Inquisición, lo que explica el apoyo que le dispensó Fernando VII. Pero la politización del Santo Oficio no fue del agrado de la Santa Sede, y esto tendría efectos posteriores. En 1820 se restableció el sistema constitucional y de nuevo fue suprimida la Inquisición. La población lo celebró como símbolo de la i t de d la l libertad. Era la tercera aboconquista lición y esta vez fue duradera. Aunque tres años más tarde, en octubre de 1823, Fernando VII reinstauró la monarquía absoluta con ayuda de un ejército francés,no puso en vigor oficialmente la Inquisición. Tampoco la declaró extinguida. El inquisidor general mantuvo su cargo, los tribunales provinciales no fueron disueltos y los inquisidores continuaron percibiendo sus sueldos,pero la actividad quedó reducida a cuestiones triviales, como la persecución de blasfemos o de impostores que se hacían pasar por sacerdotes.

CÚPULA DE LOS DESAMPARADOS

La Junta de Fe de Valencia fue una de las más activas de toda la península ibérica. Entre sus víctimas se cuentan el librero Mariano Cabrerizo, condenado por vender libros prohibidos, y el profesor liberal Cayetano Ripoll. En la imagen, la cúpula de la basílica de la Virgen de los Desamparados, en Valencia.

¡ABAJO LA INQUISICIÓN! l pronunciamiento del comandante Riego contra el régimen absolutista de Fernando VII, en enero de 1820, fue seguido de un reguero de insurrecciones en las ciudades españolas. Una de las exigencias prioritarias de los alzados fue la supresión de la Inquisición, y por ello no dudaron en asaltar los tribunales del Santo Oficio en las ciudades que contaban con una sede. Así ocurrió en Murcia el 23 de febrero de 1820. En Barcelona, la revuelta liberal, preparada por una red de conspiradores, triunfó el 10 de marzo, y ese día

por la tarde los insurrectos se dirigieron al tribunal de la Inquisición, situado en unas dependencias del palacio Real Mayor. Un contemporáneo cuenta que la multitud «se amotinó de tanta manera que se agolparon dentro gritando y dando golpes a las puertas hasta derribarlas, los inquisidores y demás empleados tuvieron que esconderse o fugarse y los paisanos entraron por todas partes, llevándose todo lo que encontraron tanto de ropa como de muebles sin respetar a nadie». Su objetivo era liberar a los presos, aunque sólo encontraron tres. Este grabado, obra del francés Hippolyte Lecomte, recrea el episodio. Se ven los inquisidores saliendo del edificio 1, un preso tendido con los grilletes rotos a sus pies 2, otro rescatado 3, insurrectos arrojando por los balcones los procesos del Santo Oficio 4, y algunos oficiales de caballería que se sumaron al movimiento 5.

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3 CAGP / PHOTOAISA

GRANDES ENIGMAS

La tribu perdida de Israel que pobló el Nuevo Mundo En los siglos XVI y XVII, algunos eruditos sostuvieron que los indios americanos descendían de una tribu judía emigrada hacía siglos Universal, ¿cómo y cuándo habían llegado aquellas gentes al Nuevo Mundo? Hubo autores que consideraron a los indígenas como supervivientes de la desaparecida Atlántida, o bien como descendientes de egipcios, fenicios, cartagineses o íberos. Pero una de las interpretaciones que gozó de mayor fortuna fue la de que los nativos americanos eran descendientes de las tribus perdidas de Israel. Estadiscutidateoríasemantuvo vigente desde el siglo XVIhastaelsigloXVIII.Luego sería recuperada por un gru upo religioso de Estados Unidos, los mormones, que la incluyeron dentro de su singular historia del mundo.

Según la Biblia, bajo el mando de Josué doce tribus hebreas se adueñaron de Canaán, la Tierra Prometida, tras la muerte de Moisés. Después de que los asirios conquistaran Israel y Judea en el siglo VIII a.C., diez de esas tribus se desvanecieron de la historia, asimiladas por otros pueblos.

Descendientes de Noé Siglos más tarde, surgió entre los judíos la creencia de que las diez «tribus perdidas» seguían existiendo en algún lugar. Así, un viajero judíodelsigloIXaseguróhaberlas visto «más allá de los ríos de Abisinia». Pero fue el descubrimiento de América lo que popularizó el mito.

FUENTE APÓCRIFA EL PASAJE BÍBLICO que inspiró la teoría de la emigración

judía a América se encuentra en el segundo libro de Esdras, también llamado IV Esdras. La tradición católica lo considera una obra apócrifa, esto es, no perteneciente al canon de las Sagradas Escrituras. Fue redactado en arameo por un autor judío hacia el año 100 d.C. ESDRAS. PEDRO BERRUGUETE. IGLESIA DE SANTA EULALIA, PAREDES DE NAVA. ORONOZ / ALBUM

EXILIO DE LOS JUDÍOS

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a llegada de los europeos al Nuevo Mundo, en plena revolución cultural del Renacimiento, llevó a cuestionar los valores tradicionales, aunque sin abandonar los dogmas del cristianismo medieval. Por ello no es de extrañar que la explicación sobre el origen de las poblaciones americanas se buscara en la Biblia. Si las Escrituras explicaban que Dios había creado la raza humana y ésta había poblado los continentes a través de los descendientes de Noé tras el Diluvio

según Eduard Bendermann. Museo del Palacio de Arte de Düsseldorf. En la página siguiente, abajo, Noé deja el Arca. Grabado del siglo XVII.

Enefecto,despuésde1492 algunos cronistas de Indias aseguraron que una tribu perdida de Israel había poblado el nuevo continente, y alegaban como prueba que los indios se circuncidaban como los judíos. A finales del siglo XVI, el hebraísta Benito Arias Montano explicó con mayor detalle el poblamiento del Nuevo Mundo por los descendientes de Noé, sosteniendo que Jubal ocupó el Brasil y Ophir alcanzólazonadelPerú,para

DE ETIOPÍA A JAPÓN EN EL SIGLO XIX, algunos autores propensos

dose en un libro apócrifo de la Biblia: IV Esdras. En uno de sus capítulos se explicaba que las diez tribus de Israel, tras ser expulsadas de su tierra por los asirios, decidieron irse a un país en el que nunca había vivido el hombre, por lo que emprendieron un largo viaje. Genebrard creyó encontrar indicios de este viaje en supuestas inscripciones hebreas muy arcaicas halladas en tumbas de las Azores, e interpretaba así el capítulo en cuestión de

METROPOLITAN MUSEUM / ALBUM

luego expandirse por el resto del continente. En cambio, el jesuita José de Acosta, aun sosteniendo que todos los seres humanos provenían de Adán y Eva, defendió que los indígenas americanos provenían de emigraciones desde Asia, pero los desvinculó de una exclusiva raíz judía. Por su parte, el benedictino francés Gilbert Genebrard (1567) y el jesuita flamenco Johan Friedrich Lumnius (1569) apuntalaron la tesis del origen judío basán-

a la fantasía identificaron a las tribus perdidas de Israel con pueblos tan diversos como los pastunes de Afganistán, los falasha de Etiopía o los cristianos nestorianos. En el siglo XVII había surgido también una teoría que aseguraba que los japoneses tenían orígenes judíos.

GRANDES ENIGMAS

La huella hebrea en América MÁS ALLÁ DE LA LEYENDA de la tribu perdida, podría decirse que el primer judío que pisó suelo americano

DEA / G. DAGLI ORTI / ALBUM

fue el converso Luis de Torres, un tripulante del primer viaje de Colón que en 1493 obtuvo el permiso para instalarse en Cuba. Pese a que en teoría les estaba vetado viajar a América, los judeoconversos se infiltraron en el continente y formaron desde finales del siglo XVI importantes comunidades.

MAPA DE AMÉRICA CREADO POR EL CARTÓGRAFO HOLANDÉS JOAN BLAEU EN EL SIGLO XVII.

IV Esdras: «Tras atravesar el Éufrates, estas tribus llegaron a la desértica Tartaria. Y de allí a la tierra desconocida, en dirección a Groenlandia. Se sabe que por esa región América es accesible, ya que no hay agua, mientras que por otras partes es inaccesible a causa del mar».

Para Lumnius, «el pueblo de la India y del Perú será el últi último en convertirse a la fe del Cristo», y sostenía que en n el Nuevo Mundo vivían d descendientes de las disperrsas tribus de Israel, «sin reey, sin sacerdotes, sin sacrificio,sinaltar,sinvestiduras litúrgicas», a la espera de su conversión c al cristianismo o por los misioneros de la Com mpañía de Jesús.

EnelsigloXVII,unjudíode origen portugués desarrolló aún más estas teorías. Tras viajar por Nueva Granada y ser procesado por la Inquisición en Cartagena de Indias, Aarón Levy, conocido como Antonio Montesinos, publicó en Ámsterdam un libro en el que narraba su viaje iniciático por el Nuevo Mundo, de la mano del misterioso arriero Francisco,

nasseh ben Israel creía que en Men la A Antigüedad los judíos se habían exteendido por todo el planeta MENASSEEH BEN ISRAEL. RETRATO POR EL GRABADOR SALOM ITALIA. SIGLO XVII. BRIDGEMAN / ACI

paraconocerunacomunidad judía escondida en un valle recóndito. Una vez Montesinos hubo desvelado a Francisco su origen judío, el mulero le condujo ante un grupo de personajes que se presentaroncomosucesores de Abraham, Isaac, Jacob y Rubén, y que recitaban en hebreo pasajes del Deuteronomio. Estos judíos habían extendido sus creencias entre los indígenas, que habían acabado por reconocer que «el Dios de estos hijos de Israel es el Dios verdadero y todoloqueestáescritoenlas tablas de su Ley es verdad». Al despedirse Montesinos de su guía Francisco, el se-

TEMPLO DE SALT LAKE CITY, en la capital

GEORGE FREY / GETTY IMAGES

del estado de Utah, erigido entre 1853 y 1893. A la izquierda, el Tabernáculo mormón, inaugurado en 1867.

creto se hizo explícito: «Tus hermanos, los hijos de Israel, los trajo Dios a esta tierra, haciendo con ellos grandes maravillas [...]. Esto me lo dijeron así mis padres».

Diáspora global En 1650, uno de los más destacados rabinos holandeses del momento, el políglota Menasseh ben Israel, gran amigo de Rembrandt, recogió el relato de Aarón Levy en su libro Esperanza de Israel como una prueba de que la diáspora judía había alcanzado todos los rincones del globo. Menasseh escribía: «Pienso que las Diez Tribus vivieron no solo ahí [...] si-

no también en otras tierras, esparcidos en cualquier lugar; éstos nunca regresaron al Segundo Templo y mantienen hasta hoy la religión judía». A partir de esta constatación, Menasseh elaboró una teoría milenarista, que vinculaba el futuro de Inglaterra a que sus gobernantes permitieran la entrada de los judíos. De esta manera se completaría un designio de la historia y se produciría el regreso definitivo del Mesías a la tierra. Del mismo modo, se justificaba el imperialismo de Inglaterra y otras naciones frente al dominio español del Nuevo Mundo: los españoles no

podían alegar que fueron los primeros en llegar a América, pues los judíos errantes se habían instalado en el continente mucho antes. A lo largo del siglo XVIII, la tesis del origen judío de los indios fue perdiendo adeptos, pero hacia 1830 resurgió en el seno de la secta cristiana de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Según el Libro del mormón, que Joseph Smith halló enterrado en una colina cercana a Nueva York por indicación del ángel Moroni, grupos de judíos emigraron desde Israel al Nuevo Mundo. Tras miles de años, todos desaparecieron salvo los

«lamanitas», los ancestros más directos de los nativos americanos. De esta historia se seguía una larga serie de profetas que sentaron los cimientos de la nueva Iglesia mormona, enraizada en una tradición bíblica, pero genuinamente americana, independiente de las confesiones cristianas tradicionales, tan rechazadas por estos pioneros espirituales del Lejano Oeste. ALBA MARÍA LÓPEZ HISTORIADORA

Para saber más Judíos en América. Cinco siglos de historia Haim Avni. FCE, México, 1992.