TRAVESURAS DEL TIO CONEJO

Leopoldo Berdella de la Espriella Travesuras del Tío Conejo Ilustraciones de Nora Estela Torres OVEcce; CORCEL Cont

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Leopoldo Berdella de la Espriella

Travesuras del Tío Conejo

Ilustraciones de Nora Estela Torres OVEcce;

CORCEL

Contenido Una reunión en la Selva

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Unas trampas para Conejo i Algo huele muy mal!

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La muy orgullosa Tía Zorra

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El muy ambicioso Tío Lobo

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El muy pudoroso Tío Armadillo

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El muy altanero Tío Gallo

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¿Cúal de los dos irá a buscarlo?

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i Una grata sorpresa!

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¿Qué hablaron Tío Gallo y Tío Topo?

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¿Para qué esperar más?

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El muy hablador de Tío Loro

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i El muy astuto de Tío Conejo!

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Un brindis que se aplaza

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Aquí se historia

acaba esta 75

A mis padres

to. Pero se mostró receloso. Tío Tigre había invitado a Tía Zorra y a Tío Perro, a Tío Oso y a Tío Tigrillo y a otros enemigos de esos que no pueden verse siquiera, y la reunión podía convertirse en una gran tremolina. Propuso entonces, como solución, una tregua: las parejas que vivían en permanente conflicto firmarían un documento en el que se comprometerían a guardar respeto absoluto para con sus enemigos durante la reunión. Él mismo, como Rey, se encargaría de hacerla cumplir. Así se hizo. Tío León y Tío Tigre redactaron el documento y se lo dieron a Tío Carpintero para que lo reprodujera en las cortezas de todos los árboles. Y tácata-tácata-tácata, Tío Carpintero voló de árbol en árbol, y con su pico largo y duro escribió.

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Los animales leyeron: "Se prohíbe a los asistentes mostrar los dientes, gruñir amenazadoramente o tratar de comerse a alguno de los allí presentes "Aquellos animales que actualmente se encuentren en disputa, deberán olvidarse de sus querellas durante la reunión. Si no lo hicieren, serán expulsados inmediatamente

"Los enemigos tradicionales como Perro y Zorra, se saludarán con amabilidad y guardarán buena compostura "León y Tigre castigarán a quienes no cumplan con lo aquí dispuesto El documento estaba firmado por Tío León y Tío Tigre, con las respectivas huellas de sus garras. De tal manera que al caer la tarde 12

del día escogido para la reunión, la cueva de Tío Tigre era insuficiente para albergar a tantos y tantos animales venidos desde los lugares más remotos de la Selva. Llegaron, entre otros, Tío León y Tía Zorra, Tío Oso y Tío Lobo, Tío Armadillo, Tía Culebra, Tío Burro, Tío Perro, Tío Gato y Tío Caimán. Algunos, como Tío Mono, prefirieron colgarse de la tirante del techo, y otros, los más altos, permanecieron afuera, asomados en la puerta. Había pocos pájaros en la cueva de Tío Tigre.

Como toda reunión tiene un Orden del Día, la de los animales también tenía el suyo. Pero este Orden del Día trataría un solo punto: Travesuras de Conejo. Tío Tigre la presidía.

Después de saludar con un fuerte gruñido a los presentes, Tío Tigre comenzó a detallar, una por una, con pruebas suficientes, las más destacadas diabluras de Tío Conejo. Allá se comía las coles que cuidaba Tío Perro. Acá, las mazorcas de los maizales de Tía Zorra. Y más allá aparecían huecas las sandías que sembraba Tío León. Esto, sin contar los permanentes engaños que le hacía a él mismo y otros animales mayores. 14

Los asistentes gruñían, mostraban sus garras y se revolvían, molestos. —De esta reunión debe salir algo que acabe de una vez con las maldades de Conejo —finalizó Tío Tigre. Todos aplaudieron. Tío Perro, uno de los más entusiastas, levantó su mano. Hubo algunos gruñidos y un largo silencio. —Yo propongo —dijo— que los animales más astutos aquí presentes le preparemos varias trampas a Conejo. —i Bravooo! —exclamaron todos en coro. —i INO podemos seguir tolerando las conti nuas pilatunas de Conejo! —gruñó. Y mencionó a Tía Zorra, Tío Lobo, Tío Tigre, Tío Armadillo y Tío Gallo como los animales más astutos de la Selva. 15

Con la asesoría de Tío León, los escogidos prepararían las trampas más efectivas para acabar con las travesuras de Conejo.

Todos aceptaron. Y se despidieron. Únicamente los más astutos se quedaron con Tío León en la cueva de Tío Tigre. La reunión se terminó sin problemas.

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dos de la Selva, el tácata-tácata de Tío Carpintero en las cortezas de los Samanes, los Robles, los Yarumos y las Ceibas y los grupos debajo de ellos comentando y callando apenas él se acercaba y preguntaba y pedía que lo levantaran para poder ver qué era lo que allí decía, paró sus orejas, miró para todos los lados, caviló, movió su naricita y exclamó para sí: i Humrnmrn...! i Esto huele muy mal! " Desperezóse, arregló su conuco, mordisqueó algunas yerbas, y se dirigió al río. Con mucho cuidado se acercó a la orilla, apartó los lotos que sobreaguaban, y bebió hasta saciarse. Aprovechando que Tío Caimán no estaba, penetró en el agua y empezó a nadar. Era muy tarde cuando regresó al conuco. Todavía no pasaban los animales. Esa noche, Tío Conejo no pudo dormir. Algo le decía que las cosas andaban mal.

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¿Por qué tanto silencio? ¿Qué tramaban contra él los animales más poderosos de la Selva? ¿Tendrían Tío León y Tío Tigre las manos rnetidas en el asunto? Estas y otras preguntas se hacía, y movía nervioso las orejas y la nariz. Cansado y sin poder pegar los ojos un momento, lo cogió el día con los primeros cantos de Tío Canario, el ca-ca-caá de Tío Alcaraván y los lejanos co-co-ro-llós de Tío Gallo.

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cita y a mover la cabeza de un lado al otro, aleteando para sostenerse y buscando qué comer. Tío Caimán bostezaba perezoso, y se arrastraba hacia la orilla en busca de un poco de Sol. Y Tío Gallinazo, majestuoso, trazaba lentos círculos negros en las nubes. —i Qué bella mañana! —exclamó Tío Conejo, levantando sus patas delanteras. Y como de costumbre, saltó un poco por entre los matorrales y corrió al río a darse un buen baño y a recoger yerbitas tiernas para el desayuno. En esas estaba cuando llegó Tía Zorra. —Buenos días, hermano Conejo —saludó Tía Zorra. Tío Conejo levantó un poco la cabeza. 21

—Buenos días, hermana Zorra —contestó

—Lo andaba buscando desde ayer —dijo Tía Zorra. Tío Conejo dejó de recoger yerbitas tiernas, y salió a su encuentro.

¿qué se le ofrece, hermana Zorra? preguntó extrañado. Tía Zorra le dijo a Tío Conejo que había sembrado maíz, que su maizal estaba de lo más bello, que fuera a ver las mazorcas más grandes y hermosas del mundo, de este porte, vea, y se medía su brazo peludo hasta la altura del hombro, y si usted me lo permite, hermano Conejo, yo lo invito a que lo aprecie y se traiga para su conuco cuantas mazorcas desee... —Y... ¿dónde queda su maizal, hermana Zorra?—preguntó Tío Conejo. 22

—iAllí no más, al otro lado del río! —contestó Tía Zorra emocionada. Tío Conejo descubrió mucha picardía en los ojos de Tía Zorra, y empezó a sospechar. La hermana Zorra no decía la verdad... Entonces, le dijo: —Está bien, hermana Zorra. Yo iré a su maizal. Pero antes, usted vendrá al mío, y así veremos cuál de los dos es mejor. Tía Zorra no sabía que Tío Conejo tuviera un maizal. Y como era muy orgullosa, se dejó convencer. Y se fue con Tío Conejo. Recorrieron un largo trecho, y hacia el mediodía, cansados y sedientos, vieron un maizal. i Y era el maizal más hermoso de la Tierra ! —Hemos llegado —dijo Tío Conejo—. Este es mi maizal.

—iQué bello! —exclamó Tía Zorra maravillada—. ¿Todo suyo... ? —Sí, hermana Zorra —respondió Tío Conejo orgulloso. Tía Zorra no podía creerlo. ¿En qué momento había sembrado el hermano Conejo aquel maizal? Pero ahí estaba... Curiosa, se paró en un tronco seco, y miró a lo largo de la siembra. —¿Puedo tomar algunas mazorcas de su maizal, hermano Conejo? —preguntó. —i Las que quiera! —autorizó Tío Conejo, abarcando el maizal con un gesto de mano. Loca de alegría, Tía Zorra se metió en el maizal y empezó a recoger las mejores mazorcas. "La-ra-rí, la-rá / la-ra-rí-bon-bón / Nadie sabe para quién trabaja / Conejito es un bobón" , cantaba.

Y mientras cantaba, llenaba su bolsa. Y entretenida como estaba, no se dio cuenta de la llegada del verdadero dueño del maíz, quien la cercó con sus perros, la agarró por las orejas, la azotÓ contra el suelo y le castigó su abuso. i Y de Tío Conejo, ni el polvo! Con sus vestidos hechos trizas y el cuerpo lleno de mordiscos y moretones, Tía Zorra fue, esa misma tarde, a ponerle las quejas a Tío Tigre. Había fallado la primera trampa. Enfurecido, Tío Tigre insultó a Tía Zorra, y mandó por Tío Lobo.

dientes y mostrando una lengua roja, muy roja. —Hermano Lobo —gruñó Tío Tigre—• lo he mandado a llamar porque la primera trampa ha fracasado. —Ya lo sé —gruñó Tío Lobo—. Anoche vi pasar a la hermana Zorra con las orejas gachas y la cola entre las piernas. Me imaginé que vendría hasta aquí. —No hablemos más de eso —gruñó Tío Tigre molesto—: tenemos que continuar. .. Se sentaron y, al oído, Tío Tigre le explicó a Tío Lobo la segunda parte del plan. Tío Lobo salió presuroso a cumplirla. Esa tarde, Tío Conejo paseaba por la orilla del río. Ensimismado, no se había dado cuenta de que estaba muy lejos de su conuco, y

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como se hacía ya de noche, decidió regresar. Se disponía a hacerlo, cuando oyó una voz ronca que lo saludaba: —i Gusto en verlo, hermano Conejo! Era Tío Lobo. Sonreía malicioso, chasqueaba la lengua, y mostraba a Tío Conejo unos dientes blancos y perfectos. —¿Por qué tanta prisa, hermano Conejo? — insistió—: vida es la que nos sobra... Tío Conejo se detuvo y miró a Tío Lobo. Sabía que su presencia a esas horas en un territorio distinto al suyo no era casual, y que cualquier descuido le podía costar la vida. —¿Usted por aquí, hermano Lobo? —atinó a responder. Tío Conejo no sabía qué hacer. Tío Lobo se le adelantaba, le conversaba sobre todas las 30

cosas posibles, se le atravesaba, y parecía dispuesto a no dejarlo continuar su camino. "Seguramente espera un descuido mío para caerme encima", pensó. La tarde avanzaba, y la conversación seguía. i Tío Lobo se saldría con la suya! En eso, Tío Conejo le dijo a Tío Lobo: —Hermano Lobo: siempre he sentido por usted una enorme admiración, pero nunca había tenido, como ahora, la oportunidad de decírselo. Le demostraré que soy su amigo incondicional. Voy a llevarlo ahora mismo a un sitio no muy lejos de aquí, en el que usted encontrará carne la más tierna de cordero. Hay tanta, que le alcanzará para todo el año... —i ¿Carne tierna de cordero?! —exclamó Tío Lobo, abriendo los ojos—: y... ¿se puede saber dónde queda ese sitio? 31

—Es una hacienda —respondió Tío Conejo . Los dueños viajaron ayer, y me nombraron vigilante mientras dura su ausencia. Tío Lobo se relamió los bigotes y chasqueó la lengua: i carne tierna de cordero! i Su sola mención le abría el apetito! "Me comeré la carne tierna de cordero, y después a Conejo", pensó. —Será usted el Lobo más rico de toda la región —aseguró Tío Conejo. —i Salgamos hacia allá de inmediato! — ordenó Tío Lobo—. Con toda esa carne conieré durante un año, sin tener que trabajar. Y Tío Lobo, que era muy ambicioso, se dejó convencer y se fue con Tío Conejo. Juntos, recorrieron valles y mesetas, veredas y riachuelos. toda la noche y, al amanecer, cansados y sedientos, divi32

saron una bella casa de bahareque y techo de paja en lo alto de una loma. —i Es allí, hermano Lobo! —señaló Tío C0nejo—: iY es toda suya! Loco de alegría, Tío Lobo se olvidó de Tío Conejo y corrió loma arriba. i Todo aquel rancho lleno de carne tierna de cordero para él solo ! Y corre que te corre y grita que te grita, Tío Lobo se fue acercando a la casa de la loma. Ya iba a abrir la puerta, cuando los vigilantes del rancho surgieron del otro lado de la loma. Y al verlo, enfilaron hacia él sus cabalgaduras, apuntaron sus armas, y dispararon. Acezante, humillado, Tío Lobo se entregó a los vigilantes, quienes lo amarraron bien amarrado y lo metieron al rancho. i Y de Tío Conejo, ni el rastro! 34

de esas que a diario suelen ocurrir.

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Un ruido extraño interrumpió de pronto sus pensamientos. i Un ruido extraño en el piso de su conuco! Era como si alguien, desde abajo, rasguñara la tierra y amenazara con desbaratarle su vivienda. Aunque muy de mañana, Tío Yacabó, vecino de Tío Conejo y uno de sus grandes amigos, estaba bien despierto. Vivía en el hueco de una Ceiba, y los otros pájaros lo respetaban por su fuerza y valor. Asustado, Tío Conejo corrió hacia la casa de su vecino. —i Hermano Yacabó! i Hermano Yacabó ! — llamó. —Estoy para servirle, hermano Conejo — chilló Tío Yacabó, sacudiendo sus alas. 36

En

pocas palabras, Tío Conejo contó a Tío 38

Yacabó lo que sucedía. Y juntos, Tío Conejo saltando matorrales y Tío Yacabó volando a baja altura, se dirigieron rápidamente al conuco. —En verdad se oye un ruido muy raro en su conuco —dijo Tío Yacabó, preocupado. i Y Tío Conejo y Tío Yacabó llegaron al conuco justo en el momento en que del piso de tierra surgía algo duro, costroso! Era el lomo duro y costroso de Tío Armadillo. Tío Yacabó, que tiene un pico muy grande y fuerte, reconoció en seguida a su tradicional enemigo, batió sus alas y chilló victorioso: —iKaaa! i Y empezó a descoserle, punto por punto, el grueso traje a Tío Armadillo!

—iKaaa! ¡i Y se lo descosió todo, hasta dejarlo desnudo!

—iKaaa! Avergonzado, porque era muy pudoroso, Tío Armadillo salió corriendo del conuco, perseguido por Tío Yacabó. i Y las tiras costrosas de su traje iban quedando en el camino, y todos los animales de la Selva vieron a Tío Armadillo desnudo y a Tío Yacabó sacudir victorioso sus alas y dirigirse ufano a su hueco del árbol! —i Kaaa! Tío Conejo no podía correr, de tanto relrse.

Había salido otra vez victorioso.

—Usted es el único que puede derrotar a Conejo —le dijeron—: i Invéntese algo ! —i Lo derrotaré! —cantó Tío despidiéndose con un gesto de ala.

Gallo,

Y como era altanero, agitó las alas, lanzó un sonoro co-co-ro-lló, y mostró a Tío León y a Tío Tigre las plumas multicolores de su cuello. Ese mismo día, Tío Gallo se mudó para una Ceiba cercana al conuco de Tío Conejo. Y muy temprano fue a ponerse a sus órdenes. —Seremos muy buenos vecinos, hermano Conejo —le dijo. A Tío Conejo le pareció raro que Tío Gallo se mudara para una Ceiba cercana a su conuco. Pero después lo tomó como algo común y corriente en la vida de la Selva, y le dio la bienvenida.

Se mostró amable con Tío Gallo, lo hizo sentar, y le brindó unas cuantas hojitas tiernas de lechuga. Comieron, conversaron y se despidieron. —Ahora no me cogerá el día, hermano Ga110 —le chanceó Tío Conejo. Esa noche, Tío Conejo miró hacia la Ceiba, y vio a Tío Gallo. Tío Gallo dormía, pero... ile faltaba la cabeza! Asustado, Tío Conejo no pudo dormir. i El hermano Gallo sin cabeza! Esperaría al día siguiente para preguntarle cómo hacía para dormir sin cabeza... Así lo hizo. Temprano, fue a la Ceiba, y comenzó a conversarle a Tío Gallo. —Y... ¿cómo hace usted para dormir sin cabeza? —le preguntó de pronto.

Tío Gallo le explicó que ellos, los gallos, se cortaban la cabeza para dormir, la guardaban en el hueco de un árbol, y al día siguiente, muy de madrugada, la recogían y se la ponían. Uno de sus antepasados, Gallo Mayor —contó —, se encontró una tarde en un cruce de caminos con el Duende de la Noche Oscura, y éste le cambió el secreto de dormir sin cabeza por tres de las hermosas plumas de su cola. —Es cómodo y muy fácil —finalizó Tío Gallo mostrándole a Tío Conejo sus filosas espuelas —. Con esto la cortamos, sin sentir dolor alguno. ¿Quiere probar? Tío Conejo estaba confundido. ¿Sería eso posible... ? —Déjeme pensarlo, hermano Gallo —dijo. Y salió para su conuco. Esa noche decidió espiar a Tío Gallo. 43

Bien entrada la tarde, Tío Gallo se encaramó en lo más alto de la Ceiba, levantó ufano la cabeza, agitó sus alas con fuerza, y cantó: i Co-co-ro-lló! i Co-co-ro-lló ! Tío Gallo se disponía a dormir. i Y Tío Conejo vio entonces cómo Tío Gallo no se cortaba la cabeza para dormir, sino que la escondía debajo de una de sus alas ! "El muy astuto" , pensó. Y se acostÓ. Al día siguiente, después del desayuno, se dirigió a la Ceiba donde vivía Tío Gallo. Tío Gallo, que ya estaba despierto, lo recibió con grandes muestras de cortesía, y lo invitó a que subiera a su casa.

—Gracias, hermano Gallo. Muchas gracias objetó Tío Conejo—. Pero sólo he venido a decirle que estoy listo. Esta tarde probaré su fórmula para dormir sin cabeza. Acordaron verse la tarde de ese mismo día en el cruce de caminos, junto al río. Al llegar Tío Gallo, Tío Conejo estaría listo, parado sobre el tronco seco de un árbol. Con sus filosas espuelas, Tío Gallo cortaría la cabeza a Tío Conejo, y subiría a su casa de la Ceiba con ella. Por la mañana, Tío Conejo pasaría a buscarla, para iniciar sus labores del día. Tío Conejo, que ya conocía la treta de Tío Gallo, se dirigió antes que él al lugar señalado. Llevaba ramas recién cortadas, pedazos de piel y cera de abejas. La sorpresa que se va a llevar" , pensó. Con las ramas recién cortadas, los pedazos de piel y la cera de abejas, Tío Conejo hizo

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un muñeco parecido a él, lo colocó sobre el tronco seco de un árbol, y le puso como cabeza un nido redondo de barro de avispas Angolitas. Escondido detrás de unos matorrales, Tío Conejo esperó la llegada de Tío Gallo. Al rato, llegó Tío Gallo. Feliz al ver que Tío Conejo cumplía con su palabra, se abalanzó sobre el muñeco que estaba sobre el tronco, y una y otra vez, calculando bien sus ataques, descargó certeros golpes de espuela sobre lo que creyó el cuello de Tío Conejo.

Cuando Tío Gallo descubrió que aquel muñeco no era Tío Conejo, ya era tarde. Furiosas, las avispas Angolitas se le prendieron en el cuerpo y lo empezaron a picar. Desesperado, Tío Gallo luchaba y luchaba para quitarse de encima ese remolino 48

zumbón que le mordía la piel a pedacitos, pero entre más aleteaba, más se llenaba de avispas Angolitas. Hasta que no tuvo más remedio que desprenderse de su fino vestido de plumas, correr hacia el río, y lanzarse a él.

Tío Gallo no sabía nadar. Tío Conejo había vencido nuevamente.

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pasaron los días, y Tío Gallo no daba señales de vida. Nerviosos, preocupados, Tío León y Tío Tigre se paseaban de un lado para otro. ¿Qué sería del hermano Gallo? En esas estaban cuando llegó Tía Torcaza.

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—Uuú, uuú, uuú, el hermano Gallo ya no volverá —cantó. Tía Torcaza contÓ a Tío León y a Tío Tigre que había visto al hermano Gallo luchar desnudo en medio de la corriente, y más tarde, estrellarse contra unas rocas en uno de los pasos más rápidos del río. —Todos los animales de la Selva dicen que el hermano Conejo es invencible —acotó Tío León y Tío Tigre no podían creer lo que oían. ¿Sería posible que Conejo sobreviviera a todas las pruebas sin siquiera un rasguño? ¿Qué tenía ese animalejo que no tuvieran ellos? Incrédulos aún, se miraron a los ojos y decidieron sortear cuál de los dos iría en busca de Tío Conejo.

—Pondré a girar este hueso en el piso de la cueva —gruñó Tío León—: A quien 51

señale la parte principal cuando se detenga, ese irá. Y el hueso gira que gira, gira que gira y... para de pronto señalando a Tío León! A regañadientes, Tío León aceptó ir en busca de Tío Conejo.

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—iHola, hermano León! —saludó Tío Ga110, alisando su plumaje. —i Hermano Gallo! —exclamó Tío León —: ¿Pero cómo es que ha logrado usted sobrevivir? La hermana Torcaza nos contó que... —No sólo el hermano Gato tiene Siete Vidas, hermano León —respondió Tío Ga110—: También los gallos tenemos nuestros secretos... Y como para no dejar dudas, Tío Gallo saltó a una roca cercana, batió sus alas, y cantó: i Co-co-ro-lló ! i Co-co-ro-lló ! Tío León no salía de su asombro. Vivo el hermano Gallo, todo sería diferente. i Conejo se arrepentiría de haber nacido! i Lucharían los dos como uno solo contra Conejo! 54

Tío Gallo contó a Tío León lo que le había pasado con Tío Conejo. Conejo era muy fuerte, pero no invencible. Su principal cualidad era la astucia. Y sus aliados, los pájaros y algunas especies menores, no eran de temer. Para vencerlo, era necesario utilizar su misma arma: la astucia. Si algo le había permitido a él sobrevivir a los ataques de Conejo, era la astucia... —Y... ¿cómo podré ser yo un animal astuto? —preguntó Tío León, intrigado. Tío Gallo reveló entonces a Tío León su secreto de familia. Le contÓ que un antepasado suyo, Gallo Mayor, lo había recibido a su vez del Duende de la Noche Oscura, lo convenció para que se posesionara de él! —i Se convertirá usted en un animal astuto e invencible! —le dijo. Feliz, Tío León pidió a Tío Gallo que lo acom55

pañara a un cruce de caminos, para él hacerse al secreto que el Duende de la Noche Oscura había entregado a su antepasado. —Mañana al atardecer —le respondió Tío Gallo—: Lo veré en el cruce de caminos junto al río. Se despidieron, y Tío Gallo salió a hablar directamente con Tío Topo.

¿Qué hablaron Tío Gallo y Tío Topo?

Tío Topo estaba muy ocupado en ampliar su cueva, cuando llegó Tío Gallo. —Hermano Topo —saludó Tío Gallo—: ¿Cómo está usted? —i Hermano Gallo! ¡i Qué gusto me da verlo! —exclamó Tío Topo. Y Tío Gallo y Tío Topo se sentaron y se pusieron a conversar en secreto. 57

pañara a un cruce de caminos, para él hacerse al secreto que el Duende de la Noche Oscura había entregado a su antepasado. —Nlañana al atardecer —le respondió Tío Gallo—: Lo veré en el cruce de caminos junto al río. Se despidieron, y Tío Gallo salió a hablar directamente con Tío Topo.

¿Qué hablaron Tío Gallo y Tío Topo?

Tío Topo estaba muy ocupado en ampliar su cueva, cuando llegó Tío Gallo. —Hermano Topo —saludó Tío Gallo—: ¿Cómo está usted? —i Hermano Gallo! i Qué gusto me da verlo! —exclamó Tío Topo. Y Tío Gallo y Tío Topo se sentaron y se pusieron a conversar en secreto

¿Qué hablaron Tío Gallo y Tío Topo? No se sabe. Pero lo cierto es que al otro día, caída la tarde, Tío Gallo esperaba a Tío León en el cruce de caminos, junto al río. Al momento, llegó Tío León. —Usted siempre tan puntual —saludó Tío Gallo. Y le señaló a Tío León un tronco de árbol caído exactamente sobre el cruce de caminos. —Diríjase hacia allá, tiéndase sobre el tronco, y repita tres veces: Duende de la Noche Oscura hazme un animal astuto para que yo en la espesura a Conejo derrote a gusto. Así lo hizo Tío León. Contento, corrió hacia el tronco, se tendió sobre él, y repitió tres veces el ensalmo. Pero no bien lo hubo 58

dicho la última vez, cuando el piso se le movió todo, y el asombrado Tío León se precipitó a un pozo profundo, del que no volvería a salir más. —!Una tram...! —alcanzó a gritar. Un fuerte rugido estremeció la Selva. Luego, todo volvió a su quietud. i Tío León había sido derrotado! Con una risita nerviosa, Tío Conejo se quitó el fino vestido de plumas de Tío Gallo, y se dirigió radiante a su conuco.

¿Para qué esperar Más?

c

Cansado de los constantes asedios de sus enemigos, Tío Conejo decidió no esperar más. i Ya era mucho!

i Iría a buscar a Tío Tigre a su misma cueva!

Desoyendo los consejos y las súplicas de Tío Yacabó, durmió tres días seguidos con sus noches, y al cuarto día, preparó un delicioso fiambre, envolvió 61

cuidadosamente la piel de Tío León —que Tío Yacabó le había ayudado a recuperar —, y salió madrugado hacia la cueva de Tío Tigre. La cueva de Tío Tigre se encontraba en lo rnás profundo de la Selva, y llegar allá era una empresa que muy pocos se proponían. Tío Conejo, decidido, caminó y caminó. Al mediodía, cuando el Sol estaba en lo más alto del cielo, se detuvo para descansar, masticar algunas yerbas, y refrescarse. El calor era insoportable. Vencido por la modorra, Tío Conejo dormitaba cuando se presentó Tío Loro. —Buenas tardes, hermano Conejo —saludó Tío Loro. Tío Conejo le devolvió el saludo inclinando la cabeza, y lo invitó a sentarse.

—Gusto en verlo, hermano Loro —dijo. 62

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Conversaron, y Tío Conejo, con cara de aba timiento, contó a Tío Loro, en detalle, su derrota frente a Tío León. —He decidido marcharme para siempre de la Selva —dijo, al borde de las lágrimas. Tío Loro no podía creer lo que oía. ¿Tío Conejo derrotado? i Imposible! Pero ahí estaba la prueba: lejos de su conuco, derrotado, humillado, se marchaba para siempre de la Selva. "El hermano Tigre tiene que saber esto" , dijo para sí Tío Loro. Y despidiéndose de Tío Conejo, voló raudo hacia la cueva de Tío Tigre.

El muy hablador Tío Tigre consumía algunas sobras del almuerzo, cuando vio a Tío Loro a la rntrada de su cueva. —iCaa! iCaa! iSalud, hermano Tigre! —gritó Tío Loro levantando una de sus alas.

—i Salud, hermano Loro'. —respondió Tío Tigre con un fuerte gruñido—: ¿Qué vientos lo traen por aquí?

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Y Tío Loro, que era muy hablador, contó a Tío Tigre todo cuanto Tío Conejo le dijo, exagerando en los detalles. Según él, habían sido demasiados días de lucha, en los que el valor del herrnano León quedaba probado. i Por algo era el Rey! i Tío Cone- jo, derrotado, se marchaba definitivamente de la Selva! i El hermano León merecía la gratitud y el respeto de todos los animales ! Así dijo Tío Loro, y Tío Tigre no cabía en sí de la felicidad. —i Al fin! —gruñó complacido—. Pero... ¿Dónde está el hermano León? i Viene en camino! —respondió Tío Loro. Regocijado, Tío Tigre daba vueltas y más vueltas a lo largo y ancho de su cueva. 66

—iEl hermano León es un animal muy listo! —exclamaba.

Agradeció ruidosamente a Tío Loro sus buenas nuevas, y empezó a organizar una abundante cena para cuando Tío León apareciera. i Festejarían juntos la derrota de Tío Conejo !

calor, Tío Conejo llegó esa misma noche a la cueva de Tío Tigre. Tío Tigre había salido a su partida de caza de las noches por la Selva. Porque Tío Tigre estaba acostumbrado a cazar de noche y a dormir de día, Tío Conejo pudo llegar directamente a su cueva, y entrar sin que nadie lo molestara.

La cueva de Tío Tigre era grande y espaciosa, y en ella Tío Conejo observó restos de carne y huesos a medio roer. Al fondo, unas pieles de venado, colocadas una encima de la otra, le servían a Tío Tigre como catre. La cueva de Tío Tigre no tenía otra salida. —Debo apurarme —se dijo Tío Conejo Apenas amanezca, el hermano Tigre llegará y me sorprenderá en su cueva.

Tío Conejo llevaba su plan muy bien preparado. Aprovechando que Tío Tigre no estaba, introdujo en su cueva un tronco seco no demasiado grande y un nido de barro de hormigas Candelillas; los vistió con la piel fresca de Tío León que traía envuelta en su mochila, y puso todo aquello sobre las pieles de venado que a manera de catre utilizaba Tío Tigre. La sorpresa que se va a llevar", pensó. 69

Presuroso, Tío Conejo borró sus huellas y salió de la cueva de Tío Tigre, hacia la noche.

Guiándose por las estrellas y por el rumor de la corriente del río, Tío Conejo viajaría toda esa noche por la Selva.

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Un brindis que se aplaza

Muy oscuro aún, Tío Tigre marchó a su cueva. Iba feliz, y no era para menos. Había cazado un hermoso venado, y ponderaba el banquete que esperaba a TíO León.

i 1x10 podía demorar el hermano León ! Al llegar, lo sorprendió el olor de Tío León en su cueva. —Hermano León, hermano León —llamó. 71

Pero el hermano León no contestaba. Entonces, Tío Tigre llevó el venado a un rincón de su cueva, y se dirigió a su dormitorio. i Allí estaba el hermano León acostado! —i Hermano León, hermano León! —volvió a llamar. Pero el hermano León no despertaba. —Debe estar muy cansado. i Hermano León, hermano León! —insistió. Pero el hermano León no se movía. Tío Tigre se quedó viéndolo y como Tío León no respiraba se preocupó muchísimo. —i Hermano León, hermano León ! —gruñó. Decidió moverlo. Primero, con suavidad. Y más tarde, con fuerza. Lo movió y lo movió, 72

y cuál no sería su sorpresa al descubrir que allí no estaba Tío León, que allí lo que había era un tronco seco no muy grande cubierto con su piel fresca, y... i hormigas Candelillas! Furiosas, las horrnigas Candelillas atacaron a Tío Tigre, prendiéndosele a su piel. —i Esta es labor de Conejo! —gruñó furioso Tío Tigre, sacudiéndose las hormigas. i Y entre más se sacudía, más lo picaban las hormigas Candelillas! —iLa va a pagar muy cara el condenado! — gruñó—. i Y también Loro, por mentiroso !

Rabioso y lleno de hormigas Candelillas por todas partes, Tío Tigre salió Selva afuera, en busca de Tío Conejo.

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Aquí se acaba esta historia

Después de viajar toda la noche por la Selva, Tío Conejo llegó a su conuco. "A estas horas el hermano Tigre debe venir hacia acá" , murmuró. Cansado, sudoroso, recogió sus cosas, se aprovisionó de yerbitas tiernas, se despidió de Tío Yacabó, y se encaminó al pueblo más cercano.

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Allí vivía el Hombre. Tío Conejo tenía noticias de que el Hombre buscaba a Tío Tigre para quitarle su piel. Lo había visto en plena Selva, persiguiéndolo. Y sabía del miedo que Tío Tigre le tenía. Conocía al Hombre. No muy bien, pero lo conocía. Y aunque le temía, se iría a vivir cerca de él, para protegerse de las iras de Tío Tigre. Por eso se decidió. Y se fue. Y se quedó a vivir para siempre entre los matorrales que rodean el pueblo del Hombre.

Inútilmente lo ha buscado Tío Tigre. Lo mismo a Tío Loro. A Tío Loro no puede agarrarlo, porque Tío Loro es muy ágil, tiene unas alas muy fuer76

tes y vuela muy alto. Y Tío Tigre no tiene alas ni puede volar. Y a Tío Conejo tampoco, porque Tío Conejo se fue a vivir muy lejos de él, allá donde el olor a Hombre es más intenso, para mantenerse a salvo de sus iras. A veces, cuando llueve, Tío Tigre sale de la Selva y se acerca al pueblo, a preguntar por él.

De las desventuras que a Tío Conejo le han ocurrido con el Hombre, en los matorrales que rodean la Tierra del Hombre, hay muchos temas para otras historias, que contaremos después.