Trabajo Final Del Sacramento de La Penitencia

¿ES NECESARIO EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA PARA LA SALVACIÓN? ANDERSON RESTREPO TORRES PBRO. JORGE RUIZ SEMINARIO D

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¿ES NECESARIO EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA PARA LA SALVACIÓN?

ANDERSON RESTREPO TORRES

PBRO. JORGE RUIZ

SEMINARIO DE PROPEDÉUTICA TEOLÓGICA

I DE TEOLOGÍA

SEMINARIO CONCILIAR DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS DE LA ARQUIDIÓCESIS DE MEDELLÍN 2021

¿ES NECESARIO EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA PARA LA SALVACIÓN? ABSTRAC:

En el desarrollo de la historia de la salvación, el hombre en diversas

ocasiones ha olvidado el llamado a permanecer en la fidelidad a Dios, esto lo ha llevado al pecado y a perder de vista la salvación, es por esto, que a lo largo de la historia de Israel las acciones litúrgicas de carácter penitencial y el llamado a la conversión, gozan de una particular importancia. Posteriormente con Cristo el centro y culmen de la revelación, se instituye el sacramento de la penitencia, el cual le permite a los bautizados que han cometido pecado mortal retornar nuevamente a la unidad con Dios. Otorgándoles el poder recuperar la gracia justificante, este sacramento ha sido considerado por los padres de la Iglesia como: “La segunda tabla después del naufragio de la gracia perdida” el cristiano, esta llamado por necesidad de salvación a recurrir al sacramento de la penitencia, para recuperar la gracia perdida por el pecado (DZ 670). Palabra claves: Penitencia, sacramento, salvación, Bautismo, conversión, pecado, muerte, vida.

INTRODUCCIÓN: “Sean santos, como yo el Señor soy santo” (1Pe, 1,16) ¿Cómo puedo ser santo? ¿Cómo puedo llegar a Dios? ¿De qué medios dispongo? Pueden ser algunas de las preguntas que nos realizamos cuando se nos propone la salvación y la santidad como meta de vida, cuando nos cuestionamos nos damos cuenta de lo laborioso que es el poder alcanzar la vida eterna; la meta se hace más accesible cuando nos encontramos en el camino correcto, lastimosamente, la ruta no está exenta de obstáculos, el pecado puede convertirse en un limitante para alcanzar la eternidad. Para superarlo el Señor a dispuesto de diversos medios, los más eficaces se manifiestan en la Iglesia, bajo el nombre de sacramentos. De todos estos el de la penitencia goza de una singular importancia respecto al alejamiento del pecado y la consecución de la gracia justificante. En el año de 1551 el termino penitencia fue consagrado de manera sacramental en el Concilio de Trento, posteriormente este es reafirmado por el Concilio Vaticano II (LG 11). Afirmando que este sacramento permite a los bautizados que han pecado gravemente retornar a Dios. Ya desde los primeros años del cristianismo se hablaba del sacramento del bautismo como necesario para la salvación, sin embargo, este no era reiterable y con el pecado se perdía la gracia justificante, teniendo que recurrir al sacramento de la penitencia, lo cual, nos lleva a pensar que este es necesario para la salvación. Así pues, a lo largo de este articulo pretendo dar respuesta a si ¿El sacramento de la penitencia es necesario para la salvación? Para efecto de esto, planteo tres secciones, la primera: La historia de la salvación historia de perdón; en la manifestación progresiva de la revelación, resalta singularmente el llamado a la conversión como medio para alcanzar la salvación. En segundo lugar: Los sacramentos como medios de salvación, por el misterio de la muerte y la resurrección; Jesús abrió el camino a la salvación, los sacramentos gozan de un carácter rememorativo, estos hacen presente el acontecimiento pascual del Señor. Lo anterior, nos servirá de base para comprender por qué el sacramento de la penitencia es necesario para la salvación, siendo este, el tema central y última sección, donde siendo aún más específico, se dará respuesta a la pregunta anterior. Además de mencionar como la salvación es un camino abierto para todo el género humano.

¿ES NECESARIO EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA PARA LA SALVACIÓN? PRIMERA PARTE LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN HISTORIA DE PERDÓN “Cristo sufrió por nuestros pecados una sola vez y para siempre. Él nunca pecó, en cambio, murió por los pecadores para llevarlos a salvo con Dios. Sufrió la muerte física, pero volvió a la vida en el Espíritu” (1Pe 3,18) La Sagrada Escritura pone en evidencia que el hombre es un ser de luces y sombras contrario en múltiples ocasiones al querer de Dios, reconociendo, que en el desarrollo progresivo de la historia de la salvación, Dios no ha dejado de rescatar al pecador invitándolo a la conversión y a la santidad desde el AT y posteriormente en el NT esta realidad se encuentra evidente, las diversas practicas penitenciales del pueblo de Israel, serán la puerta de ingreso para comprender, la necesidad del sacramento de la penitencia para alcanzar la salvación. El pecado y las practicas penitenciales del pueblo de Israel La lengua hebrea es amplia en su terminología para designar acciones concretas, en la Sagrada Escritura no hay un único termino para denominar el mal moral, se pueden encontrar aproximadamente treinta palabras empleadas para designar el pecado, las cuales en su sentido más amplio son entendidas como desobediencia, transgresión, injusticia e infidelidad, de estos términos los que expresan de una manera más concreta la realidad del pecado son el verbo “Hatta´” o en griego “Hamertía” que significa “fallar el blanco, herrar de dirección” de igual modo, la palabra “Awôn” entendida como “Apartarse del camino recto” Por lo tanto, el pecado es una desviación de lo proyectado por Dios [CITATION Pie81 \p "10, 11" \l 9226 ].

Prueba de esto lo encontramos desde las primeras páginas de la SE donde el obrar del hombre es puesto de una manera antitética al proceder de Dios, la condición del hombre es débil e inclinada al pecado, como lo demuestran las múltiples ocasiones en las que comete transgresiones al querer de Dios, particularmente los diversos pasajes del libro Genesis: La prohibición de Dios es muy clara “del árbol del bien y del mal no comerás, porque el día

que comieres de él, morirás sin remedio”. “de ninguna manera moriréis”, es la réplica de la serpiente a Eva, sino que “seréis como Dios, conocedores del bien y del mal” el deseo de los primeros padres es “vivir para siempre” (Gn 2, 17; 3, 4-5; 3, 22). En efecto, “vida y muerte apuntan, en definitiva, a una existencia que trasciende la inmediata realidad humana y que va relacionada con la gracia que Dios ofrece al hombre en orden a su salvación” [CITATION Fló93 \p 37 \l 9226 ] . Más tarde, el hombre al apartarse de Dios fragmenta aún más

la relación e inicia a cometer pecados cada vez más graves, esto lo evidencian pasajes bíblicos como el asesinato de Abel por parte de su hermano Caín (Gn 4, 1-16) La corrupción del hombre antes del diluvio (Gn 6,5) Y la construcción de la torre de Babel (Gn 11, 1-9). Además, son muchas las pericopas a las cuales podríamos hacer referencia donde el pueblo fue contrario al querer de Dios. Por lo tanto, el pecado resulta ser una condición coexistente con el hombre desde los orígenes de la historia manifestado de diversas formas. Por el contrario, Dios permanece fiel dispone de hombres para ser su voz, los profetas, estos inician a hacer un profundo llamado a la conversión, el profeta Oseas particularmente “compara la alianza de un matrimonio, contraído gracias al amor gratuitito de Dios para con su pueblo, este nos hace ver en el pecado una odiosa ingratitud como la de una infidelidad conyugal”[CITATION Pie81 \p 13 \l 9226 ] además también, estos denuncia al pueblo como contrarios al querer de Dios, “Pero mi pueblo no escuchó mi voz; Israel no me obedeció. Por eso los entregué a la dureza de su corazón, para que anduvieran según sus antojos. ¡Ojalá, me escuchase mi pueblo, y caminase Israel por mis caminos! (Sal 81, 11-13). Israel aprenderá progresivamente en su historia, que es necesario serle fiel a Dios, por esto, el pueblo reconoce su mal obrar y suplica al Señor que lo aparte del camino que no conduce a Él, "¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, ¡borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! Porque yo reconozco mis faltas y mi pecado está siempre ante mí." (Sal 51, 3-5) Se inician a celebrar acciones litúrgicas, donde están como eje central las practicas penitenciales disponiendo de un amplio calendario de festividades ofreciendo sacrificios por los pecados personales y colectivos, particularmente la celebración más importante es “el Yom Kippurim o el día de la expiación”, este era considerado el día para aplacar a Dios

y obtener así el perdón de los pecados, además, el pueblo comienza a ver en las calamidades públicas,

tales como sequía, hambre, epidemias, temblores de tierra,

invasiones extranjeras, batallas perdida; signos de la colera de Dios para con su pueblo infiel a la alianza. Son para el pueblo una ocasión privilegiada para reconocer los pecados cometidos y pedir perdón, para esto se realizar prácticas tales como: “El ayuno durante todo el día, desde la salida del sol hasta su ocaso, desgarrar los vestidos, ceñirse la cintura con saco, se acuestan en el suelo, y se cubren la cabeza con ceniza, se rasuran los cabellos y las barbas, y se reunían en el templo para ofrecer sacrificios por sus pecados” [CITATION Pie81 \p 15 \l 9226 ]. Así pues, es menester afirmar que, en la historia de la salvación, la misericordia del Señor nunca se ha apartado del hombre, aún en los momentos más oscuros de su existencia, aunque Israel se comporte como una viña que no da buenos frutos (Is 5, 1-7) El Señor nunca se ha apartado de ella, Él la lleva hasta el desierto y la seduce cuando olvida el amar a su hacedor (Os 2, 16). Y espera que esta llegue al conocimiento de la verdad y se salve (1 Tm 2,4). El llamado a la conversión Ante el hombre se encuentran dos realidades: “Mira yo pongo ante ti vida y felicidad, muerte y desgracia. Si escuchas los mandamientos de Yahvé tu Dios que yo te prescribo hoy, si amas a Yahvé tu Dios, si sigues sus caminos y guardas sus mandamientos, preceptos y normas, vivirás y multiplicaras; Yahvé tu Dios bendecirá la tierra a la que vas a entrar para tomarla en posesión” (Dt 30, 15- 16). La figura contrapuesta de los dos caminos, es bastante recurrente en la Sagrada Escritura, el hombre tiene ante si la vida, entendida como la salvación y la muerte, como lejanía de la presencia de Dios, toda la vida hombre es una elección, las cuales en ocasiones lo puede hacer errar de camino, pero siempre tendrá en medio de su libertad la posibilidad de la conversión, de cambiar de ruta, de regresar la mirada a Dios, el termino empleado para designar esta realidad es: “Metanoia” este sirve para recalcar la insistencia de que “Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva” (Ez 18, 21-23). “En la llamada a volver a Dios late el mensaje de que en Dios esta el origen de la vida del hombre, la fuente de todo bien y el principio de la salvación, es decir, se contiene el mensaje fundamental, de la fe religiosa y bíblica. De acuerdo con este

mensaje, solo hay dos caminos para el hombre: el que conduce hacia un destino de bien, un destino de vida, que pasa por el reconocimiento de la soberanía y del amor de Dios, y el que le aleja de aquel que es la fuente de la vida y de sus proyectos de salvación, el cual solo puede conducir a la muerte”[CITATION Fló93 \p 35 \l 9226 ]. De lo anterior podemos decir, que el hombre solo puede vivir plenamente cuando su existencia esta unida a Dios, cuando le es fiel y considera que Él es el origen mismo de la vida, la conversión pues, resulta ser, un camino que une al hombre con Dios, por el cual solo se logra transitar con un profundo sentido de penitencia y arrepentimiento, ya el mismo Jesús lo decía en su anuncio evangélico el propone “la Metanoia, como única vía de acceso de participación en el reino de Dios y como único camino de salvación” [CITATION Jos76 \p 132 \l 9226 ] . A lo largo de su vida utilizó expresiones escatológicas con

un profundo llamado al cambio y al arrepentimiento diciendo: “convertíos y creed en el evangelio” (Mt 4,17) además, de invitarnos a “ser misericordiosos como el padre es misericordioso” (Lc 6,36). Estas palabras también estaban acompañadas de acciones, basta recordar las múltiples ocasiones en las que Jesús practicó la misericordia: las curaciones, las muestras de compasión, el perdonar pecados, etc. Todo esto, para regresarle la dignidad de hijo de Dios al hombre pecador. El ha llevado acabo la manifestación de que Dios es un padre que siente una particular predilección por los débiles, los que sufren, pero en especial por los pecadores, nos recuerda que: “Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión” (Lc 15, 7). La Sagrada Escritura nos deja entrever que Dios es un Padre que acoge al pecador, que lo espera todos los días en la puerta del hogar, que corre y se alegra cuando su hijo regresa, además de ofrecerle lo mejor (Lc 15, 31-32). En conjunto con el anuncio de Jesús se encuentra también la figura de Juan el Bautista el cual aprecio en el desierto ofreciendo un bautismo de conversión (Mc 1,4). luego del bautismo de Jesús este inaugura la era de la salvación, Cristo anuncia la llegada del Reino “El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios esta cerca convertíos y creed en la buena nueva” (Mc 1,15) es necesario aclarar, que: “La conversión se muestra en el comportamiento que cada hombre debe asumir frente a un anuncio decisivo. No se trata solo de “convertirse a” sino “convertirse

para”: convertirse para acoger a la persona de Cristo creyendo en su anuncio y formar parte de la comunidad escatológica de la salvación. Toda la existencia de Jesús se caracteriza por un llamamiento semejante basta recordar, entre otras, la experiencia de zaqueo (Lc 19, 1-10)” [CITATION Roc97 \p 168 \l 9226 ] No se puede desconocer que la conversión exige una transformación radical. sin embargo, los furtos obtenidos son incalculables ya que esta nos saca de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida, el no acoger la conversión resulta ser como un cerrarse a la salvación, “yo os digo que no, y que, si no hiciereis penitencia, todos igualmente pereceréis” (Lc 13, 3).

SEGUNDA PARTE LOS SACRAMENTOS MEDIOS DE SALVACIÓN: “La Iglesia afirma que para los creyentes los sacramentos de la Nueva Alianza son necesarios para la salvación (cf. Concilio de Trento: DS 1604). La "gracia sacramental" es la gracia del Espíritu Santo dada por Cristo y propia de cada sacramento.” (CIC 1129)  Los sacramentos Los sacramentos son “una señal sensible instituida por nuestro Señor Jesucristo para producir la gracia en nuestras almas” (…) son siete: Bautismo, confirmación, eucaristía, penitencia, extrema unción, orden y matrimonio” el Señor pudo disponer de más sacramentos, sin embargo, son siete ya que como lo decía Santo Tomas De Aquino “siete cosas son necesarias para la vida del cuerpo: nacer, crecer, nutrirse, curarse de enfermedades, reparar las fuerzas con la convalecencia, procurar superiores que sucedan al gobierno y padres que conserven la especie humana” similar a lo que sucede en nuestra vida espiritual “ se nace a la vida espiritual por el bautismo, se crece por la confirmación; se nutre por la eucaristía; se cura por la penitencia; se cicatrizan las heridas por la extrema unción; se obtiene la sucesión de los ministros por el orden, y de padres que dan hijos espirituales a la iglesia por el matrimonio” [CITATION Com49 \p "11,13, 15, 16" \l 9226 ]. De estos nos dirá el concilio de Florencia que “Bautismo, confirmación y orden imprimen carácter en el alma, esto es, cierta señal indeleble que la distingue de las demás. De ahí que no se repiten en la misma persona, más los cuatro restantes no imprimen carácter y admiten

la reiteración” (CONCILIO DE FERRARA - FLORENCIA decreto para los armenios de la bula Exultate Deo, 22 de Noviembre de 1439). En suma, podemos afirmar que los sacramentos son acontecimientos salvíficos ya que estos “ponen en evidencia ante todo la iniciativa divina. Porque la historia de la salvación está hecha por un lado de la intervención libre de Dios en la historia del hombre, mediante la cual los llama a la realización de su plan de comunión” [CITATION Jos76 \p 314 \l 9226 ]. Dentro de este plan de salvación, como se mencionaba anteriormente el tener un propósito de cambio y el buscar la santidad de vida resulta indispensable, además de tener contrición de corazón y el practicar la virtud de la penitencia en nuestras vidas, para esto, en la Iglesia encontramos dos sacramentos que nos ayudaran a alcanzar el perdón de los pecados, el Bautismo y la penitencia, sin embargo, es necesario afirmar que: “En el misterioso dinamismo de los Sacramentos, tan rico de simbolismos y de contenidos, es posible entrever un aspecto no siempre aclarado: cada uno de ellos, además de su gracia propia, es signo también de penitencia y reconciliación y, por tanto, en cada uno de ellos es posible revivir estas dimensiones del espíritu.” (Juan pablo II, 2 de Diciembre de 1984 ) Además, el perdón de los pecados y la intervención de la gracia tiene únicamente lugar en la cruz de Cristo, “todo lo demás es solamente el devenir eficaz de esta acción reconciliadora de Dios en Jesucristo” [CITATION Jos76 \p 315 \l 9226 ] . Para comprender mas ampliamente esta idea, analicemos ahora como los sacramentos resultan ser acontecimientos pascuales. Los sacramentos como acontecimiento pascual El acontecimiento pascual de Cristo que venció el pecado y la muerte se hace visible a través de la iglesia, sacramento de Cristo glorioso (cf. CIC 774), todo sacramento es una acción privilegiada de la iglesia, la cual evidencia el acontecimiento pascual en la historia, el amor divino manifestado en la gracia y el amor humano manifestado en el culto. El acontecimiento pascual, no es un hecho olvidado en la historia, En la celebración de los sacramentos se contiene una cierta relación del pasado y del futuro, “del pasado porque el acto de redención y de salvación es eternamente actual, hecho visible en el sacramento, esta

necesariamente unido con el momento histórico en que Cristo derramó su sangre (…) con el futuro, porque el acontecimiento de Cristo ha dado comienzo a la nueva creación que se contemplara en su segunda venida” [CITATION Jos76 \p 317 \l 9226 ] así pues, todo sacramento tiene un carácter rememorativo ya que hace actual y presente la pascua del Señor. De lo anterior, podemos afirmar que todo sacramento posibilita la salvación, ya que todo sacramento es un acontecimiento pascual, estos hacen posible el encuentro de Dios con el hombre.

TERCERA PARTE ES NECESARIO EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA PARA LA SALVACIÓN: “El sacramento de la Penitencia ofrece a éstos una nueva posibilidad de convertirse y de recuperar la gracia de la justificación. Los Padres de la Iglesia presentan este sacramento como "la segunda tabla (de salvación) después del naufragio que es la pérdida de la gracia" (Concilio de Trento: DS 1542; cf. Tertuliano, De paenitentia 4, 2). (CIC 1446) Antes de entrar en más detalles, en concordancia con lo anterior, podemos afirmar desde este punto, que el sacramento de la penitencia es necesario para la salvación. en esta sección se intentará profundizar en este sentido, partiendo del sacramento del bautismo para entender de una mejor manera el de la penitencia. A su vez se analizará las diferentes divergencias con respecto a los no cristianos. El sacramento del bautismo y el llamado a la santidad El sacramento del bautismo es el sacramento penitencial por excelencia, por las aguas sacramentales el catecúmeno se vincula a la familia de los hijos de Dios, adicionalmente, podemos afirmar que este sacramento es necesario para la salvación (DZ 865) debido a que “Hay un principio según el cual ninguno puede obtener la salvación sin el bautismo, por causa sobre todo de aquella palabra del Señor que dice: “si uno no nace del agua no tendrá la vida” (Tertuliano, De Baptismo CCL 1, 286-287)

En el desarrollo de la historia de la Iglesia, el sacramento del bautismo ha sido de gran importancia en la comunidad, tanto que en los primeros siglos se puede evidenciar una seria preparación

de los candidatos, a estos,

se les exhortaba a ser conscientes de la

responsabilidad de proteger la gracia otorgada, de igual manera habían diversas posturas un tanto rigoristas, frente aquellos bautizados que cometían pecado luego del sacramento, ya que como se había mencionado, el bautismo es un sacramento que imprime carácter en el alma por lo que no es reiterarle: “una sola vez en la vida accedemos al lavado bautismal y una sola vez vienen lavados los propios pecados porque no se deben absolutamente cometer más” (Tertuliano de Baptismo CCL 15,3) de igual manera Tertuliano, se vale de la alegoría de la creación para manifestar como desde el agua el Señor estableció orden y realizo un recreación, lo mismo que realiza con todo aquel que se acerque a la fuente bautismal [CITATION Ros97 \p 145-147 \l 9226 ].

Singularmente, en los primeros siglos del Cristianismo, encontramos una postura un tanto rigorista frente a la práctica de la penitencia postbautismal, particularmente encontramos uno de los escritos más relevantes en materia penitencial: El pastor de Hermas, escrito a mediados del siglo II en este se trata de dar respuesta a un problema emergente acerca de la disciplina penitencial con respecto a la penitencia después del bautismo, dándole respuesta a esta situación desde una posición rigorista, nos dirá Clemente de Alejandría citándolo: “Por consiguiente, quien ha recibido el perdón de los pecados no debe pecar jamás” (El Pastor, Mandamientos, IV,3,2). Porque además de la primera y única penitencia de los pecados, ésta de seguro, es la de los que llevaban una primera vida pagana, me refiero a la pasada en la ignorancia-, se ofrece igualmente a todos los elegidos otra penitencia (lat.: conversión), que purifica el interior del alma de sus errores, para asentar sobre cimientos la fe”. (Stromata, libro II. Cap. XII, 1). Así pues, como se mencionaba en la primera sección de este trabajo, el hombre por su naturaleza inclinada al pecado en la historia de la salvación necesitó de otro sacramento que le permitiera renovar su vínculo con Dios, este es el sacramento de la penitencia: “Si en todos los regenerados se diera tal gratitud para con Dios, que guardaran constantemente la justicia recibida en el bautismo por beneficio y gracia suya, no hubiera sido necesario instituir otro sacramento distinto del mismo bautismo para la remisión de los pecados. Mas como Dios, que es rico en misericordia [Eph, 2, 4], sabe bien de qué barro hemos sido hechos [Ps. 102, 14], procuró también un

remedio de vida para aquellos que después del bautismo se hubiesen entregado a la servidumbre del pecado y al poder del demonio, a saber, el sacramento de la penitencia, por el que se aplica a los caídos después del bautismo el beneficio de la muerte de Cristo” (DZ 894) En conclusión, el bautismo nos inserta en el misterio pascual de Cristo haciendo que el hombre muera al pecado y al dominio de este, por lo cual podríamos deducir que el cristiano no debería pecar más “ya pertenece a un mudo distinto al mundo pecador en el cual “el que ha sido engendrado por Dios no comete pecado” (1Jn 3,9) [CITATION Jos76 \p 139 \l 9226 ]. Sin embargo, Dios conociendo la condición humana, en su designio amoroso

ha dispuesto de otro medio para remediar la brecha ocasionada por el pecado. Necesidad de la penitencia postbautismal La “penitencia segunda” es la forma como Tertuliano llamaba al sacramento de la penitencia, permitiéndonos entender que la segunda penitencia no se entiende si no es en virtud de la primera, en otras palabras, el sacramento de la penitencia se comprende a la luz del sacramento del bautismo. Tertuliano afirmara que Dios: “Ha colocado en el vestíbulo una segunda penitencia, para abrir la puerta a los pecadores que llamen, pero solamente una vez, porque esta es ya la segunda vez (porque la primera penitencia es la del bautismo), y no se puede dar otra en el futuro, porque la penitencia precede (el bautismo) ha sido inútil” (Tertuliano, de paenitentia, 7, 10. CCL 1,333) Es innegable la posición radical de Tertuliano, ciertamente la concepción de una Iglesia pecadora era inconcebible para el africano, aun así, es una realidad, pero, la Iglesia como madre, se preocupa porque ninguno de sus hijos se pierda ya que “El cuerpo no puede alegrarse cuando sufre uno de sus miembros; es necesario que todo entero se aflija y trabaje por su curación” (Tertuliano, de Paenitentia, 10, 4-6. CCL 1,337) No cabe duda, que la Iglesia es una comunidad de santos y pecadores que caminan hacia la salvación “Según el testimonio de los sinópticos, lo había dicho el mismo Jesús, cuando habló del trigo y la cizaña, de los peces buenos y malos” [CITATION Jos76 \p 138 \l 9226 ] En la construcción de la Iglesia, encontramos diversidad de miembros, pero un mismo llamado, el permanecer unidos al Señor (Jn 15, 4).

Hermas utiliza la analogía de la Iglesia como torre en construcción, en la que cada piedra entra a formar parte de esta si es encontrada útil y digna, mientras las piedras imperfectas, serán apartadas a espera de la conversión o en el peor de los casos serán arrojadas lejos. «Estos han pecado, y desean arrepentirse, por tanto, no son lanzados a gran distancia de la torre, porque serán útiles para la edificación si se arrepienten. Los que se arrepienten, pues, si lo hacen, serán fuertes en la fe si se arrepienten ahora en tanto que se construye la torre. Este privilegio lo tienen solamente los que se hallan cerca de la torre.» Pero ¿quisieras saber acerca de los que son hechos pedazos y lanzados fuera de la torre? Estos son los hijos del libertinaje. Estos recibieron la fe hipócritamente, y no hubo maldad que no se hallara en ellos. Por tanto, no tienen salvación, porque no son útiles para edificar, por razón de su maldad. Por tanto, son desmenuzados y tirados por causa de la ira del Señor, porque le provocaron a ira. En cuanto al resto de las piedras que tú has visto echadas en gran número y que no entran en el edificio, de ellas, las que son mohosas son las que conocieron la verdad, pero no permanecieron en ella ni se mantuvieron adheridos a los santos. Por lo tanto, son inservibles.» (El pastor de Hermas, Visión 3, 5-6) La penitencia Postbautismal, viene entendida en este sentido. La Iglesia no permite que ninguno de los que le fue confiados se pierda, para esto ella no se cansa de otorga al pecador, el perdón y la unión con Dios; por este sacramento se nos permite recuperar los frutos del bautismo y la gracia del Espíritu, para entrar en la construcción del reino de Dios, esta penitencia, no se disminuye simplemente a ritos vacíos y carentes de sentido, estos resultan ser como como diría Orígenes “Trabajo duro y laborioso: la remisión de los pecados por medio de la penitencia, cuando el pecador riega su cama con lágrimas, cuando las lágrimas son su pan, noche y día, cuando no se avergüenza de descubrir su pecado al sacerdote del Señor, buscando el remedio” (Orígenes, Homilía 2 sobre el libro del Levítico (4: PG 12, 417-419)).

Necesidad de la penitencia para la salvación en cristianos y no cristianos: Es necesario afirmar que hay sacramentos necesarios con necesidad de medio, pero también los hay como necesidad de precepto divino o eclesiástico como la eucaristía, y también los que son libre para los individuos tales como: el orden y el matrimonio; pero de estos “los que son absolutamente necesarios para salvarse son: el bautismo para todos, y la penitencia

para los que han pecado mortalmente después del bautismo” [CITATION Com49 \p 16 \l 9226 ].

Tal como también lo afirma el concilio de Trento: “Por el Bautismo, pasamos a ser nuevas criaturas suyas, consiguiendo plena y entera remisión de los pecados; más por medio del sacramento de la Penitencia no podemos llegar de modo alguno a esta renovación e integridad, sin muchas lágrimas y trabajos de nuestra parte, por pedirlo así la divina justicia: de suerte que con razón llamaron los santos PP. a la Penitencia especie de Bautismo de trabajo y aflicción. En consecuencia, es tan necesario este sacramento de la Penitencia a los que han pecado después del Bautismo, para conseguir la salvación, como lo es el mismo Bautismo a los que no han sido reengendrados” (Concilio de Trento, Sesión 25 noviembre de 1551 cap. 2) Por el sacramento de la penitencia, se da un perdón a la pena eterna la cual es adquirida a causa de nuestros pecados mortales, ya lo decían San cesáreo de Arles que “el que ha cometido un pecado mortal, ciertamente morirá como está escrito: “El alma del que peque es quien morirá” Y lo que es más lamentable, muchos de los que están vivos en sus cuerpos llevan manifiestamente las almas muertas” (exposición del apocalipsis de S. Juan Cap. 3. Ap., 3-4) El sacramento de la penitencia es necesario como medio o en palabras de Santo Tomas de Aquino “El sacramento de la penitencia es indispensable sólo en determinadas circunstancias, o sea, es indispensable no a todos, sino a aquellos que yacen bajo el peso del pecado.” (Suma teologica III. 1964, Qu. 84 a.5 ) Hasta este punto, hemos abrodado la necesidad del sacramento de la penitencia, desde la perspectiva eclesial, lo cual nos puede llevar a pensar que este sacramento excluye a las personas no cristianas, desduciendo asi que estos no pueden acceder a la salvacion, sin embargo, para ellos la salvación también se encuentra abierta y “su salvación está ligada a solo dos elementos: la gracia salvífica de Dios y la obediencia del hombre según los dictados de su conciencia” [CITATION Dam73 \p 431 \l 9226 ] y con respecto a las denominaciones cristianas no católicas o los no conocedores del evangelio podemos decir que “los que buscan, no obstante a Dios con un corazón sincero y se esfuerzan, bajo el

influjo de la gracia, en cumplir su voluntad conocida mediante el juicio de su conciencia, pueden conseguir la vida eterna” [CITATION Dam73 \p 420 \l 9226 ] De lo anterior podemos afirmar que, aunque el sacramento es necesario solo en virtud del bautizado, la virtud de la penitencia es necesaria para todo pecador, es decir que las personas no bautizadas pueden acceder a la salvación, solo con la gracia y el buen juicio. Debido a que: “A) POR LA ANTIGÜEDAD: la virtud ha sido y será siempre; el sacramento fue instituido por Cristo. B) POR LA NECESIDAD: la virtud es necesaria para todo pecador; el sacramento solo lo es a los cristianos. C) POR LA EXTENSIÓN: la virtud es una parte del sacramento; este además comprende la confesión del pecador y la absolución del ministro. D) POR LA MANERA DE EXISTIR: la virtud puede existir sin el sacramento; pero este no puede existir sin aquella. Antes de Jesucristo con la sola virtud de la penitencia se obtenía el perdón de los pecados; más después de Jesucristo los cristianos, para obtener el perdón, han de acudir al sacramento, y aunque esto parezca una carga, tiene una gran ventaja: porque el sacramento por una parte exige menos disposiciones, y por otra da gracias especiales para guardarnos de las recaídas, y aun nos da una certeza moral de nuestro perdón” [CITATION Com49 \p 130 \l 9226 ]

Por lo tanto, el sacramento de la penitencia es el modo más perfecto, que sobre pasa a la virtud penitencial, es por esto por lo que el cristiano está llamado a acudir a este sacramento, ya que este es una gracia de Dios para con todo el que se acerca a él, a causa de que Por “la sentencia de los sacerdotes pudiesen quedar absueltos, no sola una vez, sino cuantas recurriesen a él arrepentidos de los pecados que cometieron” [ CITATION Con51 \l 9226 ]esto nos lleva a deducir que, a causa de que el sacramento de la penitencia es

necesario para la salvación, de igual modo es absolutamente necesario tomarlo con seriedad y responsabilidad Para efectos de esto es indispensable confesarnos bien a causa de que: “con el corazón se cree para conseguir la justicia, y con la boca se confiesa para conseguir la salvación” (Rm 10, 10) es por la confesión que el pecador recibe por la gracia el perdón de los pecados,

otorgándosele el perdón de la pena eterna, teniendo presente que “este perdón de la pena eterna es para siempre, y, aunque volviese a pecar el penitente, no tendría que pagar la pena primera, sino solamente la merecida por el ultimo pecado”[CITATION Com49 \p 137 \l 9226 ] Sin embargo, en diversas ocasiones, los mismos creyentes no pueden acceder al sacramento de la penitencia, por diversos factores, la muerte, la carencia de sacerdotes, la falta de disposición a lo largo de la vida o el llevar a cabo una inadecuada confesión. De esto nos surge una pregunta ¿se salvan estas personas que no han confesado su culpa? Si,

estos tienen la posibilidad de la salvación, sin embargo, es necesario analizar a

profundidad el siguiente aspecto, de los elementos indispensables para el sacramento de la penitencia, el que resulta condicional es la contrición, la cual puede ser de dos modos “perfecta e imperfecta” la perfecta vine entendida “como el sentimiento o pesar que tiene el alma de haber herido a Dios (…) la imperfecta o la atrición, es un sentimiento o pesar que tiene el alma de haber ofendido a Dios, y por el temor a la pena confiesa su culpa” [CITATION Com49 \p "152- 157" \l 9226 ] . Sin cualquiera de las dos contriciones es necesario

afirmar que no se alcanza el perdón de los pecados, ya que sin arrepentimiento no hay perdón esto aplica para los cristianos y los no cristianos, hasta tal punto que se puede “prescindirse de la confesión si no hay sacerdote dispuesto; podrá dispensarse de la satisfacción, pero de la contrición jamás, sin el sacramento es de todo punto necesario la contrición perfecta” [CITATION Com49 \p 157 \l 9226 ]

CONCLUSIÓN: No despreciemos los medios que el Señor ha dispuesto para alcanzar la salvación, en el designio amoroso de Dios, desde los orígenes de la historia de la salvación, Dios ha dispuesto todo para que podemos acercarnos de una manera más profunda, hoy tristemente, las personas han olvidado este sacramento, pensando que este carece de sentido o sienten temor a la hora de enfrentarse al confesionario, sin comprender que esta gracia aunque requiera trabajo, contrición, e incluso lágrimas, es una vía que nos posibilita alcanzar la salvación. Todos necesitamos de la penitencia en nuestra vida, creyentes y no creyentes, cristianos y no cristianos, esta actitud además de permitirnos la salvación hace que el mundo se pueda construir la armonía en el reconocer mis limitaciones, mis errores, me identifico como persona en proceso de perfeccionamiento y crecimiento. La penitencia y la reconciliación siempre serán el mejor camino para abrirnos al Señor, pero también para mejorar las situaciones de carácter social. La penitencia del bautizado viene entendida en virtud de posibilidad, esta le reabre el camino para poder segur al Señor, además de concederle la gracia de no pecar más, por el sacramento del bautismo nos hemos hecho hijos de Dios mas por el de la penitencia nos aseguramos de vivir permanentemente en su presencia. Jesús ha dispuesto este sacramento cuando le dio a sus discípulos la potestad de atar y de desatar (cf. Mt 16, 18-19). Además, que este sacramento debe ser entendido a la luz de la conversión, cada vez que lo practicamos estamos llamados a mejorar y a ir purificando nuestras vidas del pecado que nos roba la gracia justificante. Así pues, afirmándolo nuevamente por el sacramento de la penitencia nosotros podemos alcanzar la salvación, obtenida ya en el misterioso acontecimiento pascual de Cristo, los sacramentos, estos son presentes, pero también futuros, y nos permiten el poder pregustar las alegrías eternas. Todos estamos invitados a participar en la salvación, ¿Qué esperamos para ser dignos de esta?

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