Tesis Maestria Psicologia Educativa

UNIVERSIDAD CATÓLICA DE SANTA MARIA ESCUELA DE POSTGRADO MAESTRIA EN PSICOLOGIA EDUCATIVA EFECTOS DE UN PROGRAMA EDUCAT

Views 28 Downloads 3 File size 439KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

UNIVERSIDAD CATÓLICA DE SANTA MARIA ESCUELA DE POSTGRADO MAESTRIA EN PSICOLOGIA EDUCATIVA

EFECTOS DE UN PROGRAMA EDUCATIVO “APRENDIENDO A MANEJAR NUESTRA IRA” PARA INCREMENTAR CONDUCTAS ASERTIVAS EN NIÑOS DE 4 A 6 AÑOS DEL COLEGIO SAN VICENTE SCHOOL EN ALTO SELVA ALEGRE, AREQUIPA -2014

Proyecto de Tesis presentado por la Bachiller: YADIRA BRISEYDA LÓPEZ ZANABRIA Para optar el Grado Académico de: MAGISTER EN PSICOLOGIA EDUCATIVA

AREQUIPA-PERU 2014

I.Preámbulo

El problema de conductas de ira en niños, a la actualidad eh podido observar en el centro educativo San Vicente School, va incrementando en el trascurso del año de manera considerable, ya que se visualiza que los niños presentan más conductas de ira frente a sus compañeros y a situaciones que no les son agradables, como una orden, una restricción frente a una actividad incorrecta, las cuales se manifiestan en gritos, insultos, empujones, golpes, pataletas, muecas, etc. Conductas que se van dando entre compañeros de salón, del centro educativo hacia los docentes, el descontrol y sentimiento de irritabilidad entre las diferentes situaciones se pueden ver en el trayecto de la aplicación de las diferentes materias y en los recreos donde se observa pequeña riñas entre los niños que desencadena el llanto posterior de los mismos y algunos en agresiones físicas o contra la propiedad del niño con el que se tuvo la riña. Todo esto se debe a diferentes factores y sentimientos de los niños frente a una situación que les es nueva como la misma convivencia con otros niños, el no estar presentes sus padres, la presencia de nuevas responsabilidades y ordenes que empiezan a asumir en sus vidas, muchas veces no está bien encaminada y desencadena conductas de ira y poca empatía entre compañeros.

II.

PLANTEAMIENTO TEÓRICO 1. Problema de Investigación 1.1. Enunciado EFECTOS DE UN PROGRAMA EDUCATIVO “APRENDIENDO A MANEJAR NUESTRA IRA” PARA INCREMENTAR CONDUCTAS ASERTIVAS EN NIÑOS DE 4 A 6 AÑOS DEL COLEGIO SAN VICENTE SCHOOL EN ALTO SELVA ALEGRE, AREQUIPA- 2014 1.2. Descripción del problema 1.2.1. Campo, Área y Línea de Acción a. Campo : Educación b. Área : Modificación del comportamiento agresivo c. Línea : Formación de habilidades sociales

1.2.2. Análisis u Operalización de variables e indicadores

VARIABLE

INDICADORES

SUBINDICADORES

V.I. Programa Educativo “Aprendiendo a manejar nuestra ira”

Control de expresiones verbales



“Buscan lograr la capacidad de mejorar el lenguaje y comunicación



Documento que permite organizar y detallar un proceso pedagógico

Lenguaje agresivo (ofensas, gritos, reproches) (actuar o responder de forma violenta) Intensidad de la voz (media , alta) El tono de la voz es lo grave o agudo del sonido que se produce, en términos técnicos la frecuencia fundamental percibida en el sonido.

Control de expresiones no verbales



Busca mejorar el control de expresiones de frustración, malestar, etc

Lenguaje corporal ( movimientos de cuerpo , cabeza, manos, piernas) Fruncimiento de cejas Mirada fija Muecas de expresiones agresivas Pataletas Movimientos que realizamos con nuestro cuerpo y que tienen una finalidad comunicativa, su meta es comunicar a través de ellos sentimientos, emociones, estados de ánimo, entre otras

Expresiones agresivas (golpes)



Acto violento (patadas empujones)

Provocación de daño a una persona u objeto de manera intencionada y el daño puede ser físico o psicológico



Verbal Insultos , palabrotas



Agresividad indirecta o desplazada Agresión a objetos de la persona con conflicto

V.D. Conducta asertiva

Técnicas de asertividad comunicación y escucha activa

La habilidad que un sujeto posee Estrategias para mejorar la para tratar con capacidad de expresar otras personas emociones y necesidades sin ser agresivo ni dañar los derechos de los demás



Lenguaje corporal Comunicación no verbal de manera asertiva



Diálogos interiores Construcción de actitudes



Técnicas basadas en el manejo de las criticas Diversas estrategias de manejo de nuestra opinión



Técnicas basadas en la persistencia Manejo de nuestra propia voluntad



Técnicas basadas en la negociación Enfrentamiento de posturas



Técnicas basadas en la comunicación positiva Cambio del centro de atención de la discusión

Técnicas de relajación a los niños Busca la consecución de un estado de reducción de la actividad general del organismo trabaja con ambas dimensiones relevantes de la emoción los procesos cognitivos y la conducta manifiesta



Técnicas de relajación (respiración) Herramienta que normaliza los estados nervioso, irritabilidad y ansioso



Dinámicas complementarias (juego de roles, anticipación y resolución de problemas Herramientas que ayudan a mejorar y apoyan en el aprendizaje de una estrategia

1.2.3. Interrogantes Básicas ¿Cuál es el nivel de conducta agresiva que presentan los niños de 4 a 6 años del colegio San Vicente School, antes de participar en el programa educativo? ¿Cuál es el nivel de conducta agresiva después de participar del programa educativo “aprendiendo a manejar nuestra ira” en los niños de 4 a 6 años del colegio San Vicente School? ¿Cuál es el efecto de un programa educativo “Aprendiendo a manejar nuestra ira” para incrementar conductas asertivas en los niños?

1.2.4. Tipo de investigación Tipo: Campo 1.2.5. Nivel de investigación Cuasi- experimental

1.3.

Justificación

Las razones por las cuales se ha seleccionado el presente estudio, es porque las conductas agresivas en niños se van incrementando en el transcurso de los años, ya que los niños cada vez son más agresivos e iracundos desde pequeños demostrándolo en rabietas berrinches, altercados con otros compañeros llegando hasta la violencia o daño a las propiedades de sus compañeros como sus objetos personales (juguetes, cuadernos, etc.) Desde una visión amplia el fenómeno emocional de la ira repasado desde distintas aproximaciones y conceptualizaciones de las diversas corrientes de la emoción. Se pretende optimizar la evaluación y el tratamiento de la ira mediante programas de educación que genere ayuda y aprendizaje a saber encausar las conductas de ira.

Existen varios estudios e investigaciones que demuestran que es posible enseñar a los niños a manejar emociones como la ira. Ante la importancia de que el ser humano controle sus emociones nace nuestra inquietud de estudiar cuánto conocen los niños su nivel de ira y como manejan esta emoción. Asimismo nos parece importante dar a éstos información y estrategias para manejarla, como una manera de prevenir situaciones problemáticas más difíciles de resolver. Muchas veces la ira mal manejada lleva no solo a consecuencias internas en las personas, sino que desencadena actos violentos y agresivos, llegando a la victimización y hostigamiento en muchos casos. Estos vocablos aluden al abuso físico y psicológico hacia otros. Los alumnos tienen el derecho de sentirse seguros en sus aulas y si van a encontrar compañeros agresivos y violentos que no saben controlar su frustración y otras emociones, no lo van a estar Es por ello que tenemos que incrementar los esfuerzos para desarrollar programas de manejo de ira y prevención de la violencia, ya que una ira mal manejada de niño es una persona con muchos problemas de relaciones sociales de adulto. El presente trabajo pretende hacerlo con el fin de tomar conciencia de su importancia en la vida de las personas, creemos que enseñando a los niños a manejar su ira tempranamente, en el futuro serán personas menos agresivas y más sanas, generando el desarrollo de conductas asertivas. Por ello, este estudio propuso verificar el efecto de un programa educativo para el control de la ira en un grupo de niños del kindergarden. Y ver sus efectos para poder aplicar en niños cada vez más mayores.

2. MARCO CONCEPTUAL CAPITULO I: LAS EMOCIONES EN EL SER HUMANO (LA IRA) 1.1. Las Emociones de Ira Las emociones y las conductas de las personas están en función de cómo las personas perciben los eventos o situaciones. Las situaciones mismas no producen incomodidad directamente, sino la interpretación de éstas es lo que provoca los sentimientos de las personas (Ellis, 1962, 1977 Según el sistema cognitivo, ante una situación, surge una percepción o procesamiento cognitivo y luego una reacción o respuesta. Las reacciones pueden; (Beck, 1976). Este es uno de los postulados principales de la teoría cognitiva de Beck y de la Racional Emotiva de Ellis y que sientan las bases de nuestra investigación. Dichas teorías afirman que existe una clara relación entre los pensamientos de las personas y las emociones que sienten. Lo que las personas piensan y perciben de sí mismas es importante y tiene efecto directo en cómo se sienten y actúan. Cuando las personas no pueden ser objetivas al interpretar una situación, pueden distorsionar la información y sacar conclusiones negativas (Beck, 2003). Según Ellis (1962) las emociones son naturales y son reacciones a nuestras interpretaciones y creencias.Estas cogniciones impactan nuestra conducta (Reinecke, 1996) y las emociones destructivas como la ira, la depresión y la ansiedad minan nuestros objetivos. Al momento de definir las emociones, muchos autores basan sus definiciones en tres componentes: el cognitivo, el fisiológico y el conductual (Perez Nieto, 1997). Según el sistema cognitivo, ante una situación, surge una percepción o procesamiento cognitivo y luego una reacción o respuesta. Las reacciones pueden ser emotivas, conductuales y fisiológicas. Las personas tienen pensamientos evaluativos, rápidos y breves y no siempre son el resultado de una reflexión o razonamiento, sino más bien que aparecen automáticamente.

Estos Pensamientos pueden tener forma verbal (lo que digo) y visual (imágenes) y son llamados pensamientos automáticos. Estos surgen de las creencias y estas creencias son ideas que son tomadas por las personas como verdades absolutas. Como dice Beck (1976) las creencias centrales son interpretaciones profundas de las que las personas no tienen clara conciencia (no las expresan ni a sí mismas). Estas creencias se desarrollan desde la infancia y consiste en definiciones, evaluaciones o interpretaciones de sí mismos, de las otras personas y del medio ambiente y representan el nivel más profundo y riguroso de interpretación. La rigidez de estas creencias surge al estar en un nivel poco consciente y no tienen cuestionamiento de las personas. Los pensamientos automáticos e imágenes que están en nuestra mente son referentes a ciertas situaciones y representan el nivel más superficial de las cogniciones.

Entre

ambos

niveles

están

las

denominadas

creencias

intermedias, influidas por las creencias centrales e influyentes sobre los pensamientos automáticos. Las creencias intermedias están constituidas por reglas (normas) actitudes y supuestos. Algunas personas constantemente tienden a equivocarse en su forma de pensar e interpretar las situaciones. Estas son personas que padecen un trastorno psicológico y con frecuencia se observa un desvió negativo en la forma de procesar la información. De ahí surgen distorsiones cognitivas llamadas ideas irracionales, tales como pensamiento “de todo o nada”, “descalificar o descartar lo positivo, rotulación (“etiquetar”), etc. Por ello es importante que dichas personas aprendan a identificar sus pensamientos, ver sus posibles errores de interpretación y cuestionarlos, de modo que lleguen a ver las cosas de otra forma, más realista y objetiva. Las terapias cognitivas y los programas de manejo de las emociones pueden ayudar con este objetivo. Al querer estudiar la ira específicamente, el objetivo de nuestra investigación, fue difícil encontrar una única acepción para él. Las definiciones revelaban ambigüedad y a veces palabras como hostilidad, enojo, rabia, etc. Eran utilizadas como ira. La misma dificultad encontraron Fernández Abascal (1995) y (Szprachman (2002). Esta última decide llamar a la ira “enojo descontrolado”

como equivalente al término “anger” del inglés y refiere que en España y en Centroamérica su equivalencia es ira, enojo y cólera. Beck (1999) habla de la ira como la percepción de una amenaza o perdida injusta por culpa de otras personas lo que nos lleva a sentir ansias de venganza o agresión y atribuir malicia en aquellas personas que ocasionaron la situación. Estos prejuicios cognitivos nos llevan a considerar a estas personas como enemigos. A veces las personas piensan que la ira es la primera respuesta ante una ofensa, pero no es así. Lo que sucede es que la interpretación de la situación es tan rápida que ni se percibe. Muchas veces sentimientos de angustia, medio o aflicción anteceden a la ira. Estos serán más o menos intensos según nuestros pensamientos automáticos e ideas irracionales. Spielberger (1996) describió la ira en relación a sus componentes: Emoción, actitud y conducta presentando el modelo “Síndrome AHA” donde. o Anger es el enojo descontrolado y alude a la emoción. o Hostility es la hostilidad y se refiere al componente actitud. o Agression o agresión es el componente conductual. Para ambos autores, el enojo descontrolado es el estado emocional o sentimientos que varían en intensidad, desde la leve irritación o molestia, hasta la intensa ira, furia y rabia. La hostilidad se refiere a las actitudes que motivan las conductas agresivas, dirigidas hacia la destrucción de objetos o daño físico hacia personas. La agresión alude a las conductas destructivas dirigidas a otras personas u objetos. Spielberger, Jacobs, Russell y Crane (1983) describen una especie de continuidad en la definición de ira, hostilidad y agresión. La ira es un concepto más simple que la hostilidad o la agresión, porque se refiere a un estado emocional, que consta de sensaciones que varían en intensidad. La hostilidad se refiere a las actitudes que motivan conductas agresivas para destrozar objetos o a la gente y la agresión es el extremo del continuo. Nosotros usaremos los vocablos “ira” o “enojo” cada vez que nos refiramos al vocablo inglés “anger” que consideramos es el que más exactitud presenta. Siegman y Smith (1993) diferenciaron en su obra la ira estado de la ira rasgo.

La ira estado es limitada en el tiempo, tiene un inicio y un fin y consta de tensión, enojo, irritación o furia, junto a la activación del sistema nervioso. La ira rasgo tiene duración y consistencia que hace que el individuo presente episodios de ira más frecuentes y más intensos. En ambos casos ésta va acompañada de una expresión facial característica. Algunos autores como Johnson, McKay y Rogers (1989) incluyen la definición de agresividad dentro del concepto de la ira mientras que Smith, Haynes, Lazarus, y Pope (1993) afirman que la ira sólo activa tendencias hacia conductas agresivas. Pérez Nieto, Camuñas, Cano-Vindel, Tobal y Iruarrizaga (2000) anuncian que no hay que confundir la ira con otros conceptos parecidos, tales como la frustración. La frustración es más el disgusto hacia el hecho mientras que la ira se dirige más hacia el/ los culpable/s de la situación junto con el sentimiento de disgusto hacia la misma situación (Ortony, Clore y Collins, 1988). En el DSM-IV-TR (2000), el enojo descontrolado aparece dentro de cuadros psicopatológicos como una característica de varios desórdenes y muy ligado a la conducta agresiva. Eckhardt y Deffenbacher (1995) propusieron una categorización específica, pero aún no se registra el cuadro como un desorden primario, tal como sí lo son la depresión y la ansiedad. Sin embargo, el manual incluye en la sección de desórdenes de control de la impulsividad, el desorden explosivo intermitente, en el cual describe la dificultad de la persona para resistir impulsos agresivos que pueden causar ataques a otros o a la propiedad. Personas con este desorden también podrían presentar ira crónica lo que los lleva a episodios de conductas agresivas. El desorden explosivo intermitente no se debe confundir con las respuestas agresivas presentes en otros cuadros como el desorden de conducta oposicionista y desafiante, desorden de personalidad antisocial, personalidad fronteriza, desorden de conducta u otros (House, 1999). Beck (2003) asevera que la ira desadaptativa también se presenta como un indicador importante de otros trastornos afectivos como la depresión. Desde el punto de vista fisiológico, sabemos que las emociones son el resultado de la actividad del sistema límbico (Calder, Keane, Lawrence, y Manes, 2004). En el ser humano, el sistema límbico es el centro de la afectividad, donde se procesan diversas emociones y el hombre percibe penas, angustias y alegrías intensas.

El sistema límbico, es la porción del cerebro situada inmediatamente debajo de la corteza cerebral y ahí se ubican el hipocampo y la amígdala cerebral, ambos ligados a las emociones (Mesulam, 2000). Los lóbulos pre-frontales y frontales juegan un papel especial en la asimilación neocortical de las emociones. Estos asumen dos importantes tareas: regulan las reacciones emocionales, frenando las señales del sistema límbico y desarrollan planes de acción determinados para situaciones emocionales. Cuando la persona se irrita, el sistema límbico toma las habilidades de razonamiento del lóbulo frontal. Los pensamientos racionales durante la cólera son muy difíciles y hasta imposibles. Por eso la gente puede hacer y decir cosas inadecuadas cuando está molesta. En los niños y adolescentes las emociones están más controladas por la amígdala mientras que en las personas adultas los lóbulos y la corteza prefrontal ejercen un mayor control de éstas, con lo cual logran una mejor contención, evitando que se desborden las emociones. La psicología cognitiva asocia la ira a distorsiones cognitivas y, cuando ésta es muy intensa, puede llegar a tal punto que puede hablarse de odio como dice Beck (2003). Este autor considera que al hablar de ira también tenemos que incluir el término de hostilidad. Para él la hostilidad es un conjunto de actitudes o pensamientos negativos sobre una persona, grupo o circunstancia, que sienta las bases para la ira. Estas predisponen a las personas a ser intolerantes con el entorno. En la confrontación hostil, las personas se ven unas a otras como rivales listos para atacar. Muchas veces el sentir ira, puede llevar a que la persona busque el origen de la misma para hacer algo al respecto con lo cual ésta se torna menos destructiva y hasta más aceptable. En otros casos, la ira lleva a una conducta hostil y agresiva. Al hablar de agresividad, este mismo autor se refiere a la conducta motora de dañar a otra persona o destruir la propiedad. La intención es lo que delimita esta acción. Las agresiones pueden ser directas (ejemplo: pegar a la persona) o indirectas (ejemplo: romper platos). La conducta agresiva puede venir de la ira u hostilidad o puede ser planeada sin ira. Si la agresión viene de la ira, este autor la llama agresión hostil o emocional.Ellis y Grieger (1962, 1981) hacen diferencia entre la ira sana y la no sana. La sana es moderada en intensidad y cuando es así lleva a la persona a cambiar. Cuando la ira es exagerada hablamos de ira irracional. Hay personas que tienen más tendencia a este

último tipo de ira y son personas que malinterpretan las situaciones y que requieren de ayuda psicológica. Bayer (2003) define la ira como una emoción humana básica y la considera una reacción normal cuando alguien se siente frustrado, herido o defraudado. Concuerda con Beck además que al hablar de ira el problema no es la sensación misma de la ira, sino la reacción frente a ésta y usa palabras como energía explosiva que sale hacia el exterior. Si dejamos que la ira nos invada vamos a actuar agresivamente y vamos a perder el control. Si manejamos la ira adecuadamente podríamos obtener cosas favorables. El, como algunos de los autores ya mencionados, menciona el componente físico al hablar de ira. El componente físico incluye sensaciones de aumento de ritmo cardiaco, presión sanguínea, la cara sonrojada, temblor en las manos y piernas, entre otros. Autores como Siegman y Smith, (1993), Pérez Nieto (2000) y ( Scherer, Wallbott, y Summerfield (1986) coinciden con Bayer al decir que hay síntomas físicos típicos y variables que acompañan a la respuesta emocional de ira. Sudoración, temblores, aceleración del corazón, tensión muscular, dolores de cabeza y tensión en la mandíbula son algunos de los signos fisiológicos asociados a este sentimiento. A lo largo de la historia se han identificado una serie de implicancias de la ira en problemas orgánicos, trastornos cardiovasculares, cáncer y úlceras. Kassinove y Tafrate (2002) definen la ira como algo distinto a la hostilidad y agresividad. Dicen que la ira no es una forma de agresión ni tiene que llevar necesariamente a ésta. La ira sobreviene a la frustración y es un estado emocional, fisiológico y cognitivo que a veces es bueno pues nos lleva a la acción para corregir una situación. Izard (1991) refiere, por ejemplo, que la ira hasta podría prevenir una agresión pero ésta se podría convertir en patológica según su frecuencia, intensidad y duración (Wilde, 1995). Kassinove (1995) y Sukhodolsky (2000) también incluyen términos de intensidad, duración y frecuencia al definir la ira. Ellos la asocian a distorsiones cognitivas y conductas motoras. La frecuencia de la ira alude al número de veces que una persona se molesta. Mientras unas personas reportan estar molestos casi todo el tiempo, otras dicen estarlo pocas veces (Kaufman, 1999). Cuando se habla de intensidad, se dice que la ira puede ir de leve (enojo, molestia) hasta severa (furia o rabia).

Finalmente, la duración de la ira, va desde corta hasta larga. Algunos sucesos de ira son cortos, mientras que otros son largos. La ira puede ir acrecentándose y volviéndose más intensa poco a poco, así como puede empezar en un nivel muy alto e ir disminuyendo paulatinamente. Los estallidos de ira son comunes en algunas personas y pueden ser causados por desencadenantes menores. En ocasiones donde la ira es de leve intensidad usualmente se usan palabras como “irritación o molestia” y para estados moderados se usan palabras como “indignación”. Cuando hablamos de estados severos tenemos palabras como “furia y rabia” para describir la ira que sentimos dice Wilde (1995). Los vocablos usados en niveles menores (irritación o molestia) reflejan el estado interno de la persona, mientras que las usadas en el estado severo (furia y rabia) reflejan más una desorganización conductual de la persona. Asimismo Wilde (1995) detalla que algunos episodios de ira son cortos y efímeros. La ira aparece y la persona explota con gran intensidad, pero así como viene se va. En el otro extremo tenemos a aquellas personas que mantienen la ira por días, meses y hasta años. Esta es una ira resistente y problemática. La ira inicial puede ser leve, moderada o grave pero se va consolidando en el tiempo. Algunas personas, que como rasgo de personalidad tienen mucha ira, la demuestran frecuentemente ante diferentes estímulos o problemas y en muchos ambientes. Las personas con poca ira, en cambio, la sienten también menos frecuentemente. Su ira sale a flote sólo en ciertas ocasiones. La ira forma parte de la vida cotidiana y no siempre se presenta en forma descontrolada. Kassinove (2002) reconoce que la expresión de la ira está socialmente definida por representaciones conductuales desarrolladas y reforzadas dentro de la cultura. Según Wessler (1991), la influencia de la sociedad en nuestras reacciones es indiscutible. Nosotros aprendemos cómo reaccionar cuando estamos molestos y aprendemos también cuándo ponernos molestos, pero esto puede variar de cultura en cultura y de persona en persona. En algunas culturas las razones por las cuales las personas se sienten molestas son diferentes a las de otras culturas y se pueden esperar diferencias en las respuestas de ira según sexo, nivel socio económico, etc. Kassinove y Sukhodolsky (1995) afirman que las mujeres tienden a llorar cuando están molestas, por ejemplo; mientras que los hombres tienden a ser

más agresivos cuando están molestos. Parte de nuestra respuesta a la ira es innata y parte aprendida. En los animales por ejemplo, las respuestas motoras ante la ira son obvias. Algunos animales reaccionan con ruidos, emanando olores fuertes, o con caída de púas cuando están molestos. Sin embargo nuestras expresiones faciales son universales. Fácilmente podemos entender cuando vemos una cara molesta. Esta ha sido descrita y estudiada en muchas investigaciones y se ha hallado en bebés desde muy pequeños dice Izard (1991). Esta presenta ceño fruncido, labios tensos y mirada penetrante. Al intentar definir la ira, Plutchik (2000) la asocia con la frustración y la describe como una emoción que sobreviene cuando no conseguimos lo que queremos o cuando algo se interpone con el cumplimiento de nuestros deseos. Asimismo vincula la ira al concepto de hostilidad y la considera como una mezcla de ira y disgusto, asociada con indignación, desprecio y resentimiento. Para Heim, Murphy y Golant (2001) la ira es un estado temporal, mientras que la hostilidad es un estado crónico de ira. Barefoot (en Kassinove 2002) presenta una definición de hostilidad basada en las teorías sobre ira y agresión. También abarca los componentes cognitivo, afectivo y conductual. El componente cognitivo de hostilidad son los sentimientos negativos hacia otros. El componente afectivo incluye varios estados emocionales como ira, enojo, resentimiento, disgusto y desprecio. Agresión es un aspecto del componente conductual de hostilidad. Este autor sostiene que a veces los tres componentes se pueden dar a la vez. Ante la ira manejada inadecuadamente debemos pensar en formas de ayudar a las personas para que ésta sea canalizada de tal forma que no ocasione mayores problemas a la persona con ira o al entorno. En las intervenciones terapéuticas y en programas de prevención hay varios elementos a trabajar. Por ejemplo, tenemos las causas. Estas pueden ser estímulos externos o internos que desencadenan este sentimiento. La causa más común se considera es la acción no deseada de otros hacia nosotros mismos, es decir el hecho negativo de alguien más (Beck, 2003). Ciertas situaciones provocan ira en algunas personas y no en otras. Esto se debe a la interpretación que dan a las mismas. Muchas veces las personas malinterpretan la situación y esto los lleva a la ira. Una misma situación puede no molestar a otras personas por la

interpretación que éstas le den al mismo hecho, pero lo importante es que las personas aprendan a identificar las causas o desencadenantes de su ira. Otros factores pueden ser las reacciones y las consecuencias de éstas. Las formas en que la ira puede ser manifestada o expresada varía entre las personas y estas reacciones tienen un impacto diferente sobre la salud mental y emocional de ellas (Plutchik, 2000). Algunas personas reaccionan suprimiendo la ira, o sea, la persona piensa en la provocación del enojo, susurrando insultos o maldiciones hacia sí mismo, pero no llega a expresar abiertamente su malestar. Esta reacción, identificada comúnmente con el “explotar hacia adentro” o ira interna según Johnson (1989) es muy dañina para la salud física, pues trae problemas cardiovasculares, gastrointestinales o inmunitarios. Shekelle, Gale, Ostfeld y Paul (1983) realizaron un estudio con trabajadores de una compañía a quienes se les tomó un test para evaluar su nivel de hostilidad y formas de reaccionar. Luego se les hizo un seguimiento para determinar si los puntajes altos de hostilidad y las reacciones de los participantes tenían correlación alguna con enfermedades coronarias. La conclusión del estudio confirmó esta relación. Otra expresión del enojo puede ser explosiva, con insultos, gritos o agresiones físicas. Este tipo de expresión también se asocia con problemas de salud física pero sus consecuencias se traducen más en problemas interpersonales que dificultan el adecuado desarrollo social de la persona. La persona con un estilo explosivo de enojo se encuentra con dificultades para relacionarse con compañeros de trabajo, estudio, pareja, etc. Esta viene a ser lo que Johnson (1989) denomina ira externa y en algunas ocasiones la persona no sólo hace visible su ira sino que la desplaza hacia terceras personas, es decir hacia personas que no están involucradas con las causas de la ira. Finalmente,

el

enojo

puede

expresarse

de

manera

asertiva,

con

verbalizaciones, gestos, tonos de voz y comportamientos que precisen la molestia de la persona de una manera socialmente aceptable. Esta es una forma adecuada de expresión del enojo pues no perjudica tanto la salud ni las relaciones interpersonales. La manifestación asertiva de la ira puede ayudar a mejorar los vínculos con las personas ya que apunta a la resolución de conflictos. También se le conoce como ira controlada por este autor y es la forma más saludable de reaccionar, en donde la persona trata de poner en

marcha estrategias que apunten a la solución del conflicto que originó la ira. También apunta a reducir la intensidad y duración de estos sentimientos. La ira se halla marcada cognitivamente por el significado de daño e injusticia, especialmente hecho por alguien de manera intencional. Es decir, la persona enojada tenderá a presentar pensamientos automáticos que conlleven las ideas de que está siendo perjudicada injusta e intencionalmente (Beck, 2003). La reestructuración cognitiva, a través de la discusión y reemplazo de los pensamientos automáticos por cogniciones más adaptativas, constituye la herramienta primordial para ayudar a las personas a manejar la ira patológica en

terapia

cognitiva

(Austin,

1998).

Al

conocerse

las

causas

que

desencadenaron la ira, las personas pueden tomar acciones correctivas y solucionar el conflicto. Sin embargo, en otras ocasiones, las personas no son capaces de controlarse o desconocen las causas de ésta. Otra forma de atacar dicho problema es la prevención, sobre todo a edades tempranas para que los niños vayan incorporando las estrategias eficaces para el manejo de esta emoción. El modelo de Gardner (1983), si bien difiere en sus bases, ayuda a entender quizás el por qué algunas personas se encuentran en mejor control de sus emociones que otras y cómo algunas personas son capaces de entender las emociones de otros con mayor claridad. Este modelo podría explicar quizás la mayor o menor efectividad de los programas de manejo de ira en las personas. El presenta su postulado a través de su teoría de las inteligencias múltiples. Estamos aludiendo a la inteligencia intrapersonal e interpersonal básicamente. La inteligencia intrapersonal es aquella habilidad que permite al sujeto conocer y entender sus propias emociones. Este es capaz de monitorear qué está sintiendo y por qué. La capacidad de entender las emociones de los demás de manera empática viene a ser la inteligencia interpersonal. El tener más desarrolladas estos tipos de inteligencia se cree brindará una ventaja adicional para el control de la ira. 1.2. Definiciones y conceptos de ira 1.1.

1.2.

Autor

1.4. 1.5. 1.6. Ellis (1962) 1.7. 1.8. 1.9. 1.10. 1.11. 1.13. 1.14. 1.15. Beck (1964) 1.16. 1.17. 1.18. 1.19. 1.20. Gardner (1983) 1.21. 1.22. 1.23. 1.24. 1.25. 1.26. Bayer (2003) 1.27. 1.28.

1.29. 1.30. 1.31. Spielberger (1996) 1.32. & Szprachman 1.33. (2002) 1.34. 1.35. 1.36.

1.42. 1.43.

1.3. Conceptos más importantes  La ira como relación entre los pensamientos de las personas y las emociones que sienten.  Diferencia entre la ira sana y la no sana. La sana es moderada en intensidad y cuando es así lleva a la persona a cambiar. La ira exagerada es la ira irracional. 1.12.  Las situaciones en sí no producen malestar directamente, sino es la interpretación de éstas la que provoca los sentimientos de las personas. 

Inteligencia intrapersonal es aquella que lleva a entender las emociones propias.  Inteligencia interpersonal es la que hace que la persona sea capaz de entender las emociones del otro.  La ira como una emoción humana básica, reacción normal cuando alguien se siente frustrado, herido o defraudado.  El problema no es la sensación misma de la ira, sino la reacción frente a ésta.  La ira como “Síndrome AHA” (Anger/Hostility/Agression): 1.37. Enojo (Anger) es la emoción; Hostilidad (Hostility) es la 1.38. actitud; Agresión (Agression) es la conducta 1.39. Wilde (1995) - La ira puede ser buena si lleva a la acción para corregir una situación, pero se puede convertir en patológica según su frecuencia, intensidad y duración. 1.40. 1.41.  La ira como algo distinto a la hostilidad y agresividad.

1.44. Kassinove & 1.45. Tafrate (1995) 1.46. 1.47. 1.51. 1.52. Siegman & Smith 1.53. (1993) 1.54. 1.55. 1.56. 1.58.



La ira no es una forma de agresión ni tiene que llevar a esta.

1.48. 1.49. 1.50.  La ira como un sentimiento que sobreviene a la frustración 1.57.  Definen ira estado y la ira rasgo.

1.59. El hecho de que la ira haya tenido distintos significados y conceptualizaciones en la investigación psicológica nos obliga, tanto a buscar aquellos elementos comunes a las distintas aproximaciones que se han realizado a esta emoción, como a diferenciar también la ira de otras respuestas cercanas o similares que en ocasiones obstaculizan el estudio de esta emoción. 1.60. Desde que Lang (1968) extendiese el triple sistema de respuesta emocional, ha habido una tendencia a considerar todas las emociones desde una óptica que nos permite agrupar los diferentes elementos que las forman en tres grupos: elementos más cognitivos, ideacionales o pensamientos; elementos fisiológicos, somáticos o corporales; y elementos más conductuales, motores o acciones concretas. 1.61. Este hecho permite ver como las aproximaciones y definiciones realizadas sobre la emoción de la ira por diferentes autores, están marcadas por el énfasis que se dé a uno u otro sistema de respuesta; en la ya clásica revisión sobre definiciones de ira que llevó a cabo Diamond (1982) esto se puede comprobar fácilmente. 1.62. Una de las definiciones más amplias y desde las que más fácil resulta entender la ira es la dada por Izard (1977, 1991) que como ya se ha visto la describe como una emoción primaria que se presenta cuando un organismo es bloqueado en la consecución de una meta o en la obtención o satisfacción de una necesidad. 1.63. Tanto Izard (1993) como Danesh (1977) o Berkowitz (1993a, 1999), parten de que el organismo responde ante la percepción de una amenaza con un impulso de ataque, que sería la ira, o con un impulso

de huida, más relacionado con el miedo y la ansiedad. Esta idea, sin embargo, puede ser matizada si recordamos el planteamiento de Rothenburg (1971) en el que en organismos superiores, la ira ocurrirá en contextos de relaciones significativas y ha de tener un significado comunicacional. Así, la ira, para autores como Averill (1982), es una respuesta emocional que se da de acuerdo a un rol social y que cumple una función en ese sistema social. 1.64. Entre las definiciones pioneras de la ira se encuentran la ofrecida por Buss (1961), que incluye factores faciales-esqueléticos y autonómicos en la definición de la ira; la dada por Feshbach (1964) en la que la ira es un estado indiferenciado de activación o arousal emocional; o la dada por Kaufman (1970) que la ve como un estado de activación física que coexiste con actos fantaseados o intencionados y que culmina con efectos perjudiciales para otras personas. Estas primeras definiciones de la

ira

ponían

especial

énfasis

en

los

síntomas

fisiológicos,

consiguiéndose desde entonces alcanzar una buena descripción de la ira en lo relativo a los cambios fisiológicos que acompañan a esta respuesta emocional. Algunos estudios transculturales (ver Scherer, Wallbott y Summerfield, 1986; Scherer y Wallbott, 1994) muestran la estabilidad de un conjunto de síntomas fisiológicos como son, el arousal displacentero, el “sentirese caliente”, la tensión muscular o el incremento de la presión arterial, si bien es cierto que el peso de estos síntomas podía variar de unos países a otros (Rimé y Giovannini, 1986). En la última década (Berkowitz, 1999) hay un importante acuerdo en la descripción de los síntomas fisiológicos de la ira (ver Cacioppo, Berntson, Larsen, Poehlmann e Ito, 2000) remarcándose la activación del sistema simpático, lo que favorece un substancial incremento de la frecuencia cardiaca, y un importante incremento de la tensión muscular. Estos síntomas son también característicos del miedo, aunque según Berkowitz (1999) se dan en menor proporción en la ira, que se diferenciaría también fisiológicamente del miedo en el hecho de que típicamente la ira es descrita como un sentimiento “caliente” mientras que el miedo se experimenta como una experiencia más fría. Hay que decir que a la hora de definir la ira pronto se sumaron a esos autores

que especialmente se centraban en los síntomas fisiológicos otros autores que incluían también variables más cognitivas o conductuales. 1.65. Schachter (1971) puntualizó algunos aspectos importantes de la ira como son el aumento de algunas características como el hecho de dotar de mayor energía al comportamiento, con una agitación e interferencia cognitiva que interrumpen la conducta, con expresión de afectos negativos hacia otros, con una actitud de defensa donde se elicita la oposición como un estímulo aprendido para la agresión y discriminando sucesos como provocativos. Al igual que Schachter, Novaco (1975) realizó una aproximación a la ira en la que se ponía mayor énfasis en los factores fisiológicos y cognitivos, y ha mantenido esa postura entendiendo por ira “un estado emocional subjetivo, que acarrea la presencia de activación fisiológica y cogniciones de adversidad o contrariedad” (Novaco, 1994, p.32). Además, Novaco considera que la ira es un determinante causal de la agresión, aunque no por ello se puede entender esta emoción como una condición necesaria y/o suficiente para la agresión (Novaco, 1976, 1994). Las relaciones entre ira y agresividad han dado lugar a un gran número de trabajos e investigaciones que parecen indicar la cercanía que entre estos distintos conceptos existe. Berkowitz (1982, 1989, 1993b) plantea un continuo que va de la frustración a la ira y la agresividad, pero quizá la aproximación teórica más asentada en la investigación es la realizada por Spielberger, Jacobs, Rusell y Crane (1983) que define la ira como un estado emocional caracterizado por sentimientos de enojo o de enfado y que tienen una intensidad variable, además la ira formaría parte del continuo “ira-hostilidad-agresividad”, en el que la hostilidad haría referencia a una actitud persistente de valoración negativa de, y hacia, los demás; y la agresividad se entendería como una conducta dirigida a causar daño en personas o cosas. Spielberger considera que dado el solapamiento en las definiciones de ira, hostilidad, y agresión, y la variedad de procedimientos operativos que se han usado para evaluar estos constructos, habría de referirse a ellos como el Síndrome AHA, dentro del cual la ira tendría un valor central.

1.66. En las propuestas de Spielberger (Spielberger, Krasner y Solomon, 1988), la ira se define como un concepto más simple o primario que la hostilidad y la agresión. 1.67. Además, la hostilidad, a pesar de que usualmente implica sensaciones airadas, es un concepto que connota un grupo complejo de actitudes que son las que favorecen la agresión, con conductas destructivas dirigidas a objetos o a personas. El hecho de tratar la hostilidad más como una actitud que como una emoción es altamente relevante. A la hora de definir y delimitar la ira, son muchos los autores que consideran necesario diferenciarla de otros conceptos que pueden parecer cercanos a esta emoción pero que son distintos. Así, por ejemplo, Magai (1996), entiende que la ira es una emoción que viene designada por la aparición de obstáculos ante nuestras metas y resultados frustrantes, lo que provocaría unos efectos tanto en la propia persona, como en su relación con los demás, que le llevarían a remover los obstáculos que se interponen entre él y sus metas, las fuentes de la frustración, y a advertir a los demás de lo inadecuado de ser atacado con conductas agresivas. Sin embargo,

la hostilidad la va a entender como un rasgo de

personalidad en el que las personas tienden a ser irritables, sensibles a los desaires, cínicas, y que interpretan negativamente las intenciones ajenas. 1.68. Al igual que el resto de las emociones, la ira puede ser vista como un estado limitado en el tiempo o como una disposición duradera y consistente o una tendencia general para experimentar frecuentes y pronunciados episodios de estados de ira (Smith, 1994). Esta distinción entre el estado de ira y el rasgo de ira es, probablemente junto a la delimitación conceptual de la ira en relación a la hostilidad y la agresividad, la aportación más relevante que Spielberger ha hecho a la definición y aproximación al concepto de ira. El estado de ira sería definido como un estado emocional que consta de sensaciones subjetivas de tensión, enojo, irritación, furia o rabia, con activación concomitante o arousal del sistema nervioso, y el rasgo de ira mostraría las diferencias individuales en cuanto a la frecuencia con que aparece el estado de ira a lo largo del tiempo.

1.69. La delimitación de la ira como estado emocional o rasgo, así como la diferenciación de esta emoción con respecto a la hostilidad y la agresividad, ha dotado de mayor operatividad y precisión al concepto de ira. Así, la ira, según Johnson (1990), es considerada de forma general como un estado emocional formado por sentimientos de irritación, enojo, furia y rabia acompañado de una alta activación del sistema nervioso autónomo y del sistema endocrino y tensión muscular. T.W. Smith (1994) añade a esta definición el hecho de que la ira posea una expresión facial característica. Las definiciones de estos dos autores sobre la ira están ampliamente implantadas en el campo de la psicología de la salud, y ciertamente recogen aspectos fundamentales de esta emoción que enmarcan dentro del síndroma AHA (“Ira hostilidad agresividad”), pero, aun así, es preciso señalar que Johnson (1990) llega a incluir las conductas agresivas en la definición de ira. En esta sentido, Smith (1994) señala que la ira sólo activa tendencias o impulsos hacia conductas agresivas. 1.70. Las diferentes definiciones no delimitan con plena exactitud la respuesta emocional de ira, aunque parece que está asumido que se trata de una respuesta emocional caracterizada por una activación fisiológica y una expresión facial característica acompañada por sentimientos de enfado o enojo y que aparece cuando no se consigue alguna meta o necesidad o se recibe un daño. Sin embargo, es necesario precisar más, y sin distinciones como la realizada por Spielberger entre ira, hostilidad y agresión resultan aclaradoras y efectivas, también es recomendable diferenciar la ira de otras respuestas afectivas como por ejemplo la frustración, que puede resultar muy parecida a la ira si no distinguimos algunos factores diferenciadores que intervienen en ambas respuestas. Fernández-Abascal y Martín-Díaz (1995), revisando resultados de trabajos enmarcados en la teoría de la valoración, precisa una serie de características de la ira, como que se trate de una respuesta de baja predictibilidad y alta sorpresividad , en la que se obstruye la obtención de un resultado bien valorado y muy probable, y en la que el agente causal es otro y hay un cierto grado de intencionalidad tras el hecho. La idea de atribuir intencionalidad a los demás ante situaciones que nos

provocan ira también la podemos encontrar en Miguel-Tobal, Casado, Cano-Vindel y Spielberger (1997). La referencia al agente causal se convierte en una variable relevante en el desarrollo de un tipo de respuesta emocional o de otro, ya que coincidiendo con las propuestas que hacen Clore, Ortony, Dienes y Fujita (1993) de recuperar la distinción entre frustración e ira, entre otras emociones, ya propuesta por Ortony unos años antes (Ortony et al. 1988), se entiende que la frustración es un sentimiento de disgusto hacia un hecho indeseable, mientras que la ira haría referencia específica a la desaprobación de alguno de los culpables de la acción, junto al sentimiento de disgusto por el resultado indeseable de la misma. Así, en la frustración el foco de la emoción es el resultado del hecho, mientras que en la ira, el foco de la emoción es, no sólo el resultado indeseable del hecho, sino también la acción que ha conducido al mismo. 1.71. En la frustración habría una reacción afectiva de disgusto y en la ira habría una reacción afectiva de disgusto y también de desaprobación. 1.72. En cualquier caso, las dimensiones de valoración asociadas a la ira consisten en evaluar el daño de los sucesos y la responsabilidad de otras personas en el mismo. 1.73. En este sentido, si atendemos a las propuestas realizadas por Smith y Lazarus (1993) sobre la valoración, la característica displacentera de la ira vendría delimitada por los componentes de la valoración, que definen, junto al núcleo temático relacionado, esta emoción. Los componentes de la valoración en una respuesta de ira ante un determinado evento serían los siguientes: motivacionalmente relevante, motivacionalmente incongruente y responsabilidad externa (en otros). El núcleo temático relacionado en la ira, según estos autores, es la culpa, o responsabilidad externa, de otros para situaciones dañinas. Esta valoración para la ira ha sido replicada por estudios posteriores (León y Hernández, 1998). 1.74. Desde la perspectiva de las últimas propuestas del modelo de Scherer (1999) a partir de su ya clásico sistema de chequeos de evaluación de estímulos, la ira aparece relacionada de la siguiente forma con sus dimensiones de valoración. En cuanto a la dimensión de evaluación de la novedad, la ira presentaría una alta sorpresividad, y una baja

familiaridad y baja predictibilidad. El placer intrínseco no se presenta como una dimensión relevante en la ira, pero sí la facilitación de metas, destacando que la situación es evaluada como un obstáculo, altamente probable y

urgente. En lo referente a la dimensión que evalúa el

potencial de afrontamiento Scherer destaca que el agente causal es otro y el motivo es intencionado. En la ira, además, el evento ante el que se da esta respuesta emocional es valorado como incompatible con los estándares externos y también internos. En definitiva, Scherer (1997) entiende que la ira aparece provocada por eventos valorados como obstáculos en la consecución de metas, como inmorales y muy injustos, y causados por otros. 1.75. La idea de que la ira se ve favorecida por creencias sobre la responsabilidad de otros ante los fracasos o en un hecho que resulta dañino ha encontrado apoyo empírico en diversos estudios (p.ej. Oatley y Larocque, 1995; Pérez Nieto, 1.76. Camuñas, Cano Vindel, Miguel Tobal e Irurrizaga, 2000). Averill (1982), ya se refería a la ira como una emoción que sigue a la frustración cuando ésta es ocasionada por las acciones de otras personas, acciones que son valoradas por la persona que sufre el enfado como injustificadas o al menos evitables. 1.77. Averill (1983) recogía cómo en la mayoría de los sujetos de la muestra de uno de sus estudios en que la ira era expresada interpersonalmente, estos sujetos creían en la responsabilidad que otras personas habían tenido en el evento aversivo. En realidad, Averill presentaba la ira como un mediador entre la frustración y la agresión. Sin embargo, Berkowitz (1989) no encontraba suficiente evidencia experimental para realizar la afirmación de que existe una relación entre frustración y agresión a través de la ira, aunque reconoce el valor que las cogniciones y las atribuciones pueden tener en estas respuestas del organismo, ya sean internas o externas, apoyando la idea de un síndrome ira/agresividad (Berkowitz, 1993a). 1.78. Berkowitz (1993a, b) ha propuesto un modelo cognitivo-neoasocicionista para explicar la ira. Este modelo asume que los diversos estados emocionales, han de ser considerados como redes asociativas en las cuáles hay tipos específicos de sentimientos, reacciones fisiológicas,

respuestas motoras, pensamientos y recuerdos que mantienen una conexión entre sí. Debido a que los diferentes aspectos de los estados emocionales a menudo operan juntos, sería bueno tratar a estas redes emocionales como “síndromes emocionales”, para lo que 1.79. Berkowitz toma como ejemplo el síndrome ira/agresión propuesto por Averill (1982), o al que probablemente también podría ajustarse el síndrome AHA propuesto por Spielberger et al. (1985). La activación de uno de los subsistemas de la red o síndrome tendería a activar los otros componentes con los que está asociado. 1.80. Siguiendo este modelo, (Berkowitz, 1993a, 1999; Berkowitz, Jaffee, Jo y Troccoli ,2000), a la ira se llegaría tras comenzar un camino que empezaría con un primer encuentro con el evento aversivo, o lo que es lo mismo, una situación que cotidianamente preferimos evitar, y ante la que tenemos un proceso asociativo automático y relativamente básico, y que afectivamente es valorada como displacentera. Este afecto negativo generado por el evento aversivo daría lugar a dos tendencias diferentes de reacción: una tendencia de lucha, que consistiría en cambios fisiológicos, sentimientos, ideas, recuerdos y respuestas motoras asociadas a la ira; y al mismo tiempo, una tendencia que requiere reacciones

fisiológicas,

sentimientos,

pensamientos,

recuerdos

y

respuestas motoras vinculadas con el escape, huida o evitación del estímulo aversivo. En nuestra opinión estas dos tendencias podrían recordar la respuesta de 1.81. “ataque o huida” ya definida por Cannon (1932). El modelo de Berkowitz ve una experiencia básica o rudimentaria de ira que es desarrollada desde la conciencia y preconciencia como respuesta a una reacción inicial de ira/agresión. A partir de aquí, se asume que virtualmente, algunas formas de afecto negativo tienden a activar pequeñas partes de la red ira/agresión y también podría ser que ciertos tipos de sentimientos desagradables estén asentados en esta red. En concreto, la propuesta de Berkowitz es que las más intensas y más agitadas de esas sensaciones negativas, son los que más fácilmente generarán sentimientos reconocidos como ira, actitudes hostiles y inclinaciones agresivas.

1.82. En cualquier caso, desde una perspectiva funcionalista, la ira es vista como una emoción que se ha desarrollado para perfeccionar la adaptación y supervivencia de la especie (Izard, 1977). La ira tienen una variedad de funciones adaptativas, que incluyen la organización y regulación de procesos internos psicológicos y fisiológicos relacionados con la auto-defensa, a la vez que la regulación de conductas interpersonales y sociales (Averill, 1982), ya que los síndromes emocionales estarían construidos de acuerdo a los roles sociales (Averill, 1993). La relación entre la ira y la agresión no está del todo clara, y en ocasiones, la agresión ha sido considerada como expresión de la ira, pero en otros casos puede servir como función nuclear o instrumental (Lemerise y Dodge, 1993). Algunos trabajos (p.ej. Cornell, Peterson y Richards, 1999) han mostrado como el autoinforme de ira es una medida válida en la predicción de la conducta agresiva, al menos en muestras juveniles, sin embargo, a pesar de estos resultados o de las propuestas e investigaciones realizadas por Berkowitz o Averill, la ira ha de ser entendida, no sólo como una respuesta distinta a la agresión, sino también como una respuesta emocional completa en sí misma, lo que significa que la ira no siempre haya de llevar inevitablemente a la agresión. Para Izard (1993), la ira, por sí sola, puede servir a importantes funciones, indicando que la expresión de la ira puede prevenir una agresión, aunque en realidad, la función directa de la ira es la de favorecer y mantener altos niveles de energía, de manera que esta intensa activación que caracteriza a la ira pueda acelerar las funciones mentales y motoras y mantenerlas en periodos alargados de tiempo. 1.83. Es fácil comprender la relevancia y las implicaciones que la ira tiene si, atendiendo a las funciones que cumple, valoramos los riesgos que posee una frecuencia o una intensidad de la experiencia de ira que no se ajuste a las condiciones del ambiente. En este sentido, las implicaciones que la alta respuesta de ira tiene, por ejemplo, para la salud han sido identificadas en un amplio número de problemas orgánicos (véase Suinn, 2001), y de forma más relevante en los trastornos cardiovasculares (véase Palmero, Díez y Breva, 2001; Siegman y Smith, 1994), pero también en otras trastornos como el

cáncer, las úlceras, el tabaquismo o la soriasis (véase Johnson, 1990), o enfermedades que cursan con dolor crónico, como la artritis reumatoide, enfermedad además autoinmune (véase Burns, 1997; Huyser y Parker, 1999). 1.84. También en el ámbito de la psicopatología la ira se presenta como relevante y, a pesar de no contar con un trastorno específicamente vinculado a ella, se muestra como un indicador importante de otros trastornos afectivos, como los de tipo depresivo (véase Beck, 1976), además de convertirse en síntoma para diversos trastornos del DSM-IVTR (APA, 2000) que van desde algunos típicos de la niñez y la adolescencia, como Trastorno negativista desafiante, hasta trastornos de la personalidad (véase Pérez Nieto, González Ordi y Redondo, 1.85. 2007). Incluso, la ira se muestra también como una variable relevante en el

tratamiento

y

la

rehabilitación

de

determinados

problemas

neuropsicológicos asociados al daño cerebral traumático (Muñoz Céspedes, Pérez Nieto e Iruarrizaga, 2001) o del alcoholismo (García Rosado y Pérez Nieto, 2005). En definitiva, la relevancia que la ira desadaptativa tiene para la salud, en su sentido más amplio, requiere de una intervención psicológica eficaz para su tratamiento, y, en este sentido, desde las propuestas ya clásicas de Novaco (1975), hasta las más actuales de Deffenbacher (1994), la ira ha sido objeto de tratamiento mediante técnicas psicofisiológicas y cognitivo-conductuales, obteniéndose resultados positivos, incluso sólo con terapia cognitiva (Deffenbacher, Dahlen, Lynch, Morris y Gowensmith, 2000). Sin embargo, antes de llegar al tratamiento de la ira, es preciso señalar algunas características sobre su regulación. 1.86. 1.87. 1.88. 1.89. 1.3. Control y Expresión de Ira 1.90. 1.91. Actualmente, y no sólo en un marco funcionalista, la distinción conceptual entre lo que es la experiencia de ira y lo que es la expresión de ira ha tomado una gran importancia. Según Smith (1994) la experiencia de ira hace referencia a los procesos subjetivos, a las

emociones relacionadas y a los procesos cognitivos que se caracterizan por la hostilidad. 1.92. La expresión de ira hace referencia a la conducta agresiva que sigue a la ocurrencia de un episodio de ira. Otros constructos relacionados, como son los estilos de afrontamiento de ira, o la distinción que se hace entre ira hacia dentro versus ira hacia fuera, son similares a la experiencia versus la expresión de ira (Fernández-Abascal y Martín Díaz, 1995). 1.93. La aproximación realizada por Lewis (1993) al concepto de experiencia emocional indica que la experiencia emocional se convierte en una construcción cognitiva que utiliza la naturaleza de los cambios fisiológicos, además de la historia pasada o las respuestas de otros. A la vez, este mismo autor entiende que la expresión emocional son todos aquellos cambios que son potencialmente observables, por ejemplo, en el nivel de actividad, en la cara, 1.94. etc., reconociendo también la existencia de un tipo especial de expresión emocional que consiste en una modalidad de expresión que es inhibida. 1.95. A la vez, el afrontamiento focalizado en la emoción hace referencia a aquellas estrategias con las que la persona intenta manejar la respuesta emocional que se da ante el estresor (Lazarus y Folkman, 1984; Snyder y Dinoff, 1999). Ejemplos de afrontamiento emocional son los intentos que la persona hace ante el estresor para controlar su respuesta emocional, o inhibirla, o expresarla con más claridad. Los tipos de afrontamiento emocional tienen en la investigación de hoy en día un papel relevante, y son, especialmente, en el ámbito de la psicología de la salud, donde más relevancia ha adquirido. 1.96. La distinción entre experiencia y expresión emocional hace de la ira una emoción en la que resulta especialmente gráfico el estudio de los diferentes estilos de afrontamiento emocional. En la ira, la distinción entre la experiencia emocional y los estilos de afrontamiento de esa experiencia emocional es especialmente relevante. La experiencia de ira se refiere a la frecuencia, intensidad y/o duración de un estado emocional que contiene sentimientos de irritación, enojo, furia y rabia, junto a una activación del sistema nervioso autónomo y del sistema endocrino y una tensión muscular entre otras características (Johnson,

1990). La expresión de ira, como mejor se va a conceptualizar es como una respuesta transaccional a las provocaciones del medio y que sirve para regular el displacer emocional asociado a la problemática de las relaciones interpersonales (Johnson, 1990; Harburg, Blakelock y Roeper, 1979; Spielberger, 1988; Spielberger, Krasner y Solomon, 1988). Este valor adaptativo, o por lo menos funcional, de la expresión de ira es reconocido por Izard (1993) quien describe como esa expresión de ira hacia otra persona puede truncar respuestas hostiles por parte de esa otra persona, y ayudar por tanto a prevenir agresiones, aunque siempre, sin olvidar que la única función real de la respuesta emocional de ira es la de favorecer y mantener altos niveles de energía. 1.97. En la última década, unido al desarrollo del concepto de afrontamiento emocional y al mayor número de investigaciones dedicadas a este tema, se asume que hay tres estilos básicos de afrontamiento claramente identificados en la investigación sobre ira y que son la “Ira interna”, la “Ira externa” y el “Control de ira” (Johnson, 1990). La “Ira interna” es un estilo de afrontamiento de la ira que consiste en que la persona que experimenta un intenso sentimiento de irritación, furia y/o enojo tiende más a suprimir esos sentimientos que a expresarlos verbal o físicamente. Cuando se utiliza la “Ira externa” como estilo de afrontamiento, la persona que experimenta intensos sentimientos de enfado los manifiesta a través de conductas agresivas verbales o físicas dirigidas hacia otras personas o también hacia objetos del ambiente. 1.98. El tercer estilo afrontamiento consiste en que ante la experiencia intensa de sentimientos de enfado o furia, el individuo tiende a buscar y poner en marcha estrategias cuya finalidad es reducir la intensidad y duración de esos sentimientos, así como resolver el problema que los ha provocado. 1.99. Estos tres estilos de afrontamiento están ampliamente asentados en la investigación sobre la expresión de ira, lo que se ve especialmente favorecido por el hecho de que el instrumento de evaluación por autoinforme que habitualmente se utiliza en este campo, el State- Trait Anger Exprssion Inventory -STAXI- (Spielberger, 1988, 1991) incluya tres subescalas que miden estos tres tipos de afrontamiento de la ira. Sin embargo, es preciso señalar la existencia de trabajos y modelos que

precisan y matizan formas de expresión y control de ira. Así, se han realizado aproximaciones a la cuestión de la expresión y el control de ira, en las que en función de variables fisiológicas y conductuales unidas a la experiencia de ira, se puede hablar de distintos estilos de respuesta de ira que matizan la expresión interna, la expresión externa y el control de ira. Desde esta postura, las categorías de respuesta en la ira serían: la “supresión”, que implica una fuerte experiencia y activación fisiológica pero una débil respuesta conductual; la “negación”, fruto de una baja experiencia de ira pero una alta actividad fisiológica y también conductual; y la “represión”, que se caracterizaría por una alta reacción fisiológica pero una débil sensación de experiencia y una débil respuesta conductual (ver Böddeker y Stemmler, 2000; Stemmler, Schäfer y Marwitz;1993). 1.100. La negación y supresión de la emoción encaja dentro de un conducta denominada “racional/ antiemocional” (Eysenck, 2000) y que se apoyaba en interesantes resultados (véase Fernández-Ballesteros, Zamarron, Ruiz, 1.101. Sebastian y Spielberger, 1997). Otro tipo de afrontamiento emocional de la ira tiene que ver con la existencia de una expresión interna caracteriza por lo recurrente y repetitivo a nivel cognitivo de la experiencia emocional (hablaríamos de recreación interna). Este último estilo de afrontamiento es equivalente con lo que se ha dado en llamar estilo “rumiativo” de afrontamiento, que se refiere a una inclinación excesiva de la persona hacia ideas y pensamientos relacionados con los eventos estresantes, y que al menos en la depresión, donde más ha sido estudiada, intensifica y mantiene la respuesta emocional negativa (Salovey, Bedell, Detweiler y Mayer, 1999). 1.102. Esta estrategia de afrontamiento es propuesta en un sentido dimensional por Filipp, Klauer, Freudenberg y Ferring en 1990. La conceptualización actual de este último estilo de afrontamiento emocional ha derivado especialmente de los trabajos de Nolen- Hoeksema (Nolen-Hoeksema, 1991; Nolen- Hoeksema, McBride y Larson, 1997; Nolen- Hoeksema y Morrow, 1993). 1.103. En cualquier caso, tan difícil como el ya clásico debate entre cognición y emoción puede ser el debate entre los límites de la experiencia y el tipo

de afrontamiento emocional, puesto que coexisten e inevitablemente han de ir unidos. 1.104. Esto hecho, a la vez, puede convertirse en una dificultad para la evaluación de la ira, que se añade, además, a la propia confusión terminológica que, en ocasiones, y, a lo largo de la historia, ha acompañado a la definición y la conceptualización de la ira. Una revisión sobre la evaluación y de la ira se puede ver en Moscoso y Pérez Nieto (2003), pero a continuación se presentan algunos auto-informes habituales. 1.105. 1.106. 1.4. Manejo de la ira 1.107. 1.108. Como ya se ha señalado anteriormente, la prevención y el tratamiento de los problemas derivados de una alta frecuencia e intensidad de la ira se vuelve especialmente relevante debido al impacto negativo que dicha emoción puede alcanzar tanto en la salud física como en la salud mental del individuo, así como en su ajuste social. Desde los años noventa, la validación de tratamientos centrados en la regulación de la ira ha sido amplia, realizándose habitualmente desde un enfoque netamente cognitivo-conductual

aunque

adaptándose

distintos

modelos

y

poniéndose en práctica con distintas poblaciones. Una concienzuda revisión de la eficacia de estos tratamientos realizada a finales de los años noventa (Beck y Fernández, 1998) y mostraba la dificultad de definir intervenciones contundentemente válidas, encontrándose en la escasa validez del constructo en algunos estudios, así como la amplitud de las muestras y de la edad objetivo, o la ausencia de categorías diagnósticas específicas para la ira (Lench, 2004), algunas de las razones para los resultados no sean contundentes. Aun así se pueden presentar algunas propuestas que sí han aportado reiteradamente resultados eficaces. A continuación se presentarán las características de algunos de éstas técnicas de intervención en ira y también los programas de prevención primaria y tratamiento en la infancia por ser este uno de los más eficaces caminos para reducir las consecuencias negativas de la ira.

1.109. Por último, de acuerdo con Fernández- Abascal y Palmero (1999), es importante establecer la distinción entre la intervención en “estrategias de choque” ante la respuesta de ira que implicarían el incremento del autocontrol emocional y la disrrupción en la respuesta de ira, y la intervención en “estrategias de consolidación” que llevarían al desarrollo de habilidades de afrontamiento pasivas (como la relajación o la respiración abdominal), reestructuración cognitiva de los sesgos, entrenamiento en solución de problemas y entrenamiento en habilidades sociales. 1.110. 1.4.1. Control de ira de Novaco (1975)

Mantener una

orientación hacia la tarea antes que hacia la provocación y centrarse en uno mismo ayudará a disminuir el arousal de ira ante la provocación. En ocasiones, se percibe un incidente como un desafío o enfrentamiento, lo que lleva a la persona a tomar decisiones en una dirección agresiva o defensiva, mientras que si se tiende a focalizar la atención en la tarea a realizar y los objetivos en los que se está trabajando en ese momento, se tomarán decisiones que conseguirán resolver el problema, o ante una provocación personal, una persona con alta autoestima tendrá una menor probabilidad de responder con ira que una persona con baja autoestima. Este hecho indica que un fortalecimiento de la autoestima también ayudará a evitar respuestas de ira, por lo que se recomienda el entrenamiento en autovaloraciones positivas por parte del paciente, y la generalización de las mismas a través de diversas situaciones. La persona con habilidades para responder de manera asertiva a la provocación tendrá una menor probabilidad de experimentar ira que aquella persona que fácilmente se deja contraponer a la provocación. Esto implica que el desarrollo de habilidades que le permitan ser competente ante la provocación reducirá la respuesta de ira, esas habilidades pueden ser, por ejemplo, asertivas a la hora de pedir o negar algo, etc. Además, es conocido que este modo de comportamiento favorecerá que no se genere ira desde la propia conducta. Aprender a utilizar nuestra propia activación como señal de punto de partida para la puesta en marcha de estrategias de afrontamiento no enfrentadas a la provocación incrementará la probabilidad de controlar con efectividad la

ira. La percepción de que comienza a tenerse control sobre una situación en la que ha habido una provocación disminuye la probabilidad de experimentar ira e incrementa la probabilidad de que aparezcan conductas positivas de afrontamiento. La sensación de control favorece percepciones más placenteras, por lo que promover auto-instrucciones en esta dirección ayudará a experimentar en menor medida la ira. Aprender a identificar las secuencias de provocación en diferentes escenarios y momentos y utilizar auto-instrucciones adecuadas a cada situación facilitará el control de la ira. 1.111. Una

persona

incrementará

el

número

de

conductas

de

afrontamiento que no le enfrentan a la provocación cuánto más eficaz haya sido reduciendo su activación y experiencia de ira y cuántas más situaciones haya resuelto con éxito mediante estas estrategias. El refuerzo de estos éxitos favorecerá la aparición de estas conductas adecuadas de afrontamiento y mejorará la autoestima de la persona. 1.112. 1.4.2. Control de ira de Deffenbacher (1994) Aumentar la conciencia del déficit. Los pacientes con altos niveles de ira a menudo revelan una falta de conciencia que resulta especialmente importante para un buen manejo de la ira. Para aumentar respuestas que conduzcan al empleo de habilidades de afrontamiento para reducir o controlar la ira es necesario que el paciente tome conciencia de la respuesta airada que está dando, y para ello hay que favorecer la realización de preguntas del tipo “¿qué es lo que estoy haciendo?” o “¿cómo estoy respondiendo?” o “¿realmente es esto lo que yo quiero?” o “¿merece la pena enojarme tanto?”. En definitiva se trata de que el paciente desarrolle una sensibilidad especial a su respuesta de ira que le permita empezar a ponerle freno cuanto antes. Con esta intención puede ser adecuado el uso de videos con situaciones de enfados, discusiones, etc. en los que se le enseñe cuáles pueden ser los indicadores que anuncian una respuesta de ira.



Interrumpir el desarrollo de la respuesta de ira. Consiste en conseguir que el paciente desarrolle algún tipo de estrategia con la que pueda cortar el desarrollo de la respuesta de ira que comienza a experimentar. Las estrategias utilizadas son diversas

y están poco delimitadas, aunque fundamentalmente se utilizan auto-instrucciones. El paciente puede intentar convencerse para apartarse de la situación de riesgo por un tiempo, o intentar demorar su respuesta emocional tomándose siempre un tiempo antes de dar una respuesta. También puede buscar esa interrupción a través de la técnica de detección de pensamientos, con auto-instrucciones muy precisas, por ejemplo “¡¡basta!!”, seguidas de pensamientos distractores sobre temas que le puedan interesar, o con visualizaciones de imágenes agradables o comenzando a realizar otro tipo de actividades. En definitiva, se trata de conseguir interrumpir el proceso emocional de la respuesta de ira, lo que en cualquier caso exige una alta 

motivación y una especial atención por parte del paciente. Utilizar el entrenamiento en relajación. La relajación será efectiva por sí sola y también en combinación con otras técnicas, favoreciendo el uso posterior de estrategias cognitivas. Se propone un entrenamiento en relajación muscular progresiva que termine utilizando la visualización de imágenes que eliciten relajación y calma, practicándola, primero en situaciones no



estresantes, y luego en situaciones provocadoras de ira. Reestructuración cognitiva. Se trata básicamente de tratar de modificar los sesgos que pueden llevar a dar una respuesta de ira. Las principales distorsiones que hay que valorar y tratar son: la equivocación en la predicción de sucesos que elicitan ira; la utilización de pensamientos e ideas coercitivas como por ejemplo “debería de”, “tendría que”, etc.; el pensamiento catastrófico así como el pensamiento dicotómico; la sobre-generalización; y la interpretación de las ideas y pensamientos de los demás, todo ello con la intención de dotar de una mayor flexibilidad al tipo de



atribuciones que realiza el paciente sobre los demás. Solución de problemas y auto-instrucciones que ayuden a desarrollar los pasos de la estrategia en solución de problemas orientando al paciente hacia la ira como un problema a resolver y que le permitan planificar soluciones. También acompañar los

éxitos

siempre

con

auto-instrucciones

que

refuercen

la

autoestima. 1.113. 1.114. 1.115. 1.116. 1.117. 1.4.3. Entrenamiento en manejo de la ira (Lochman y Wells, 1996)  Impedir las posibles ventajas secundarias derivadas de la presencia de reacciones de agresividad e ira (extinción, coste de respuesta, tiempo fuera, etc).  Incrementar el reconocimiento de las señales fisiológicas que preceden a la ira.  Identificar los estímulos discriminativos que desencadenan la conducta agresiva.  Detener el impulso que pone en marcha la respuesta agresiva mediante auto-instrucciones.  Proporcionar habilidades sociales

que

permitan

manejar

las

situaciones problemáticas de un modo más adaptativo.  Promover el empleo de estrategias de solución de problemas (identificación del problema, desarrollo de alternativas y elección de respuesta basándose en la anticipación de consecuencias). 1.118. 1.119. 1.5. Control de ira para niños 1.120. 1.121. Una revisión de los estudios que sobre este tipo de tratamientos se han publicado en los últimos veinticinco años muestra la eficacia de algunas intervenciones, en formato de programa, realizadas con niños de infantil y primaria (véase Mytton, DiGuiseppi, Gough, Taylor y Logan, 2004). Esta revisión evidencia como los programas de tratamiento pueden centrarse, además de en la propia conducta agresiva, en la respuesta emocional de ira, coincidiendo, de hecho, que los programas que añaden a la agresión la ira como objetivo de tratamiento son algunos de los que mejores resultados presentan en las escuelas de primaria.

1.122. Algunos de estos programas se apoyan en técnicas muy diferentes y, así, mientras que el trabajo de Oldfield de 1982 conseguía buenos resultados basando su intervención fundamentalmente en técnicas de desactivación como la meditación y el uso de horarios conductuales, otros programas han utilizado técnicas propias de la terapia cognitivoconductual, en un formato de sesiones clínicas con grupos reducidos de niños, y en las que fundamentalmente se aprendía a controlar la ira (Sukhodolsky, Solomon y Perine, 2000). 1.123. A continuación se presentan tres programas específicos que pueden mostrar los módulos de técnicas con los que se trabaja. El primero de ellos, desarrollado por Kendall y Braswell en 1985 se centraba básicamente en el control de la respuesta impulsiva ante la aparición de problemas, apoyando la intervención en el uso de auto-instrucciones (que en estos rangos de edad aumentan su eficacia). El programa entrenaba cinco pasos en la resolución de un problema: 1.124. 1) reconocimiento y definición del problema; 1.125. 2) desarrollo de alternativas de solución al problema 1.126. 3) focalización de la atención en los elementos clave del problema 1.127. 4) elección de la potencial mejor solución de acuerdo a la anticipación de sus consecuencias 1.128. 5), auto-refuerzo por el uso de la técnica. Este programa se centra en el afrontamiento de situaciones conflictivas y por lo tanto hace referencia a un aspecto concreto de la respuesta del niño. Sin embargo, otros programas se centran más en la regulación del proceso emocional y cognitivo en la interacción social y no tanto en la regulación de la situación. Así, el segundo programa que se presenta es el desarrollado por Greenberg y su grupo y denominado PATHS (Promoting Alternative Thinking Strategies) (Bierman y Greenberg, 1996). Este programa busca el incremento de conductas prosociales mediante los siguientes módulos: 1.129. 1) Incremento las conductas sociales positivas mediante: a) aprendizaje de habilidades para hacer y mantener amigos; b) desarrollo de intereacciones sociales placenteras, y c) desarrollando habilidades de expresión de opiniones y de escucha en la interacción.

1.130. 2) Desarrollo de estrategias de autocontrol y regulación emocional: a) reconociendo extremos afectivos y nivelándolos, b) diferenciando respuestas emocionales de respuestas conductuales 1.131. 3) Uso de estrategias de solución de problemas: a) parando y pensando antes de actuar; b) planteando múltiples alternativas de solución analizando sus potenciales consecuencias, y c) aplicando la solución y evaluando su utilidad. 1.132.

1.133. CAPITULO II CONDUCTAS ASERTIVAS 2.1. Concepto de asertividad 1.134. 1.135. Kelly (1982) definio la asertividad como “la capacidad de un individuo para transmitir a otra persona sus opiniones, creencias o sentimientos de manera eficaz y sin sentirse incómodo. 1.136. Las principales ventajas derivadas del discurso asertivo son dos:  Por un lado, es más fácil lograr nuestros objetivos  Por otro, la práctica de la asertividad incrementa nuestra autoestima, haciéndonos sentir mejor con nosotros mismos. 1.137. Ante cualquier comunicación que emprendamos, podemos afrontarla: 1.138.

1.139. 1.140. 1.141. 1.142.

1.143. 1.144. 1.145. 1.146. 1.147. 1.148. Las ventajas de la conducta asertiva respecto a la otras dos son evidentes 1.149. Las conductas agresiva y pasiva, por el contrario, crean inconvenientes:

1.150. Así, cuando realizamos una conducta agresiva en nuestra comunicación, no son pocas las veces en que luego tenemos que arrepentirnos al traer este comportamiento consecuencias negativas para nosotros. 1.151. Si nuestra conducta en una interacción es pasiva (muchas veces por una excesiva cortesía, por miedo…), dejamos de defender nuestros derechos o de expresar nuestras opiniones ante nuestro interlocutor, con consecuencias poco positivas. 1.152. Esta situación de “sumisión”, provoca a su vez un importante grado de frustración al no poder alcanzar nuestros objetivos en la conversación, y por ende una baja en nuestra autoestima. 1.153. Al inhibirnos estamos reforzando el temor a no ser aceptados por los demás. 1.154. Muchas personas no saben cómo manifestar a su interlocutor su desacuerdo respecto a ciertos temas, quedándose bloqueados, reprimidos… para luego arrepentirse de lo no han sido capaces de decir. 1.155. Ante estas situaciones (agresiva y pasiva) el uso de la asertividad se muestra como una herramienta infalible que nos capacita para poder explicitar nuestra crítica, nuestras opiniones, creencias… de acuerdo con las características de la comunicación en la que estamos participando. 1.156. Las personas asertivas son percibidas como autoeficientes, al ser capaces de hacer aquello que creen y desean hacer 1.157. Muchas de las situaciones en las que vemos la necesidad de aplicar conductas asertivas son aquellas en las que el interlocutor quiere manipularnos, en las que somos criticados o en aquellas otras en las que nos están quitando la razón. 1.158. 2.2.

Los derechos asertivos

1.159. 1.160. Todo ser humano tiene derecho a ser él mismo y a expresar sus ideas y sentimientos. 1.161. Cuando esto se hace de una forma asertiva se asegura el mayor respeto, tanto hacia los demás como hacia sí mismo. 1.162. Los derechos asertivos sirven para situarnos al mismo nivel que los demás, aunque se suelen olvidar con demasiada frecuencia.

1.163. Los tres pasos de la conducta asertiva 1.164. No es difícil conseguir una conducta asertiva que poder aplicar en nuestras relaciones sociales. A unas personas les contará un poco más y a otras un poco menos; en cualquier caso es necesario practicar y consolidar los resultados. 1.165. 1.166. 1.167.

1.168. 2.3.

Principales estrategias asertivas

1.169. Una vez conocidos e interiorizados los tres pasos en la conducta asertiva, debemos conocer ahora las principales estrategias y las circunstancias sociales apropiadas para cada una. 1.170. Así pues, seguidamente veremos en qué consisten estrategias como: 1.171. 1.172. 1.173. 1.174.

1.175. Las técnicas asertivas son muy útiles en las interacciones sociales cotidianas. Con la práctica, muchas de estas técnicas son automatizadas y no requieren por lo tanto una atención concreta cada vez que se usan. Cuando llegan a formar parte del repertorio de conductas y están interiorizadas, su uso se hace prácticamente de forma inconsciente.  El lenguaje corporal 1.176. La comunicación no verbal de las personas asertivas se caracteriza por: 1.177. Mantener una postura relajada, firme y cómoda; el cuerpo suele estar erguido.

1.178. El contacto físico y el ocular se emplean de la forma adecuada a cada momento, lo mismo que el tono de voz. 1.179. Adicionalmente, la persona asertiva practicará en todo momento la escucha activa.  Diálogos interiores 1.180. A lo largo de la vida del ser humano, la persona con la que más tiempo pasa hablando es consigo mismo. La influencia de este “interlocutor” es enorme en la construcción de las actitudes. 1.181. Con mucha frecuencia no son los hechos los que condicionan nuestro ánimo o nuestros sentimientos, sino nuestro diálogo interno. Cuando nuestros pensamientos son negativos el comportamiento asertivo queda resentido; si por el contrario somos capaces de generar un monólogo interior positivo, éste reforzará nuestras actitudes y el reconocimiento de los logros. 1.182. Incluso después de actuar, el diálogo interior sigue teniendo efecto por cuanto premiará nuestra actuación, o en caso de que ésta no haya sido exitosa la justificará, predisponiéndonos para posteriores ocasiones.  Técnicas basadas en el reconocimiento de las críticas 1.183. 1.184. 1.185. 1.186. 1.187. 1.188. 1.189.

1.190. 1.191. 1.192. 1.193. Fogging o banco de niebla 1.194. Es la técnica o habilidad social que goza de más popularidad. Consiste en no negar ninguna de las críticas realizadas por el interlocutor y no contraatacar con otras críticas. Negar la crítica sería como seguir el juego a nuestro “contrario”. 1.195. La conducta asertiva consiste en escuchar la crítica y convenir con parte de ella, para matizarla. No obstante, también podemos contestar con un “sí” como reclamo y a continuación expresar nuestra opinión. No se trata de darle la razón a nuestro interlocutor, sino simplemente de decirle que comprendemos su punto de vista, lo cual puede sorprenderle y paralizarle durante un momento; momento que aprovecharemos para introducir nuestra opinión. 1.196. La técnica del banco de niebla debe ser utilizada con precaución ya que su uso frecuente la hace perder eficacia. Es aconsejable su uso en aquellas situaciones de abierta manipulación por parte del interlocutor o cuando las demás técnicas no sean efectivas. Interrogación negativa 1.197. La técnica consiste en incitar al interlocutor a formular críticas sobre uno mismo. El objeto es el de favorecer la comunicación cuando la explicitación de la crítica por parte del interlocutor lo impide. 1.198. Suele ser muy útil en aquellas situaciones en las que prima la relación de los agentes de la comunicación sobre el propio contenido; suelen ser situaciones informales y no estructuradas, en nuestros círculos más próximos (familia, amigos…) 1.199. Mediante la interrogación negativa se pretende obtener más información sobre e interlocutor y suscitar su crítica sincera. De esta forma queda “desarmado” y con mayor predisposición a colaborar en la interacción. Asertividad negativa

1.200. Técnica utilizada cuando observamos de forma crítica la propia competencia personal, los hábitos o la apariencia física. 1.201. La técnica nos enseña a aceptar los propios errores sin excusarnos por ello, reconociendo las críticas bien fundadas. Ironía asertiva 1.202. Con esta técnica trataremos de responder asertivamente a las críticas hostiles. 1.203. Se aconseja utilizar esta técnica con poca frecuencia y siempre con las personas con quienes la calidad de la interacción no sea lo importante, ya que la ironía puede desencadenar cierta agresividad en el escuchante. 1.204. 1.205. 1.206. 1.207. Quebrantamiento del proceso 1.208. Cuando la conversación va subiendo de tono y la agresividad comienza a aparecer, no es fácil detener su ascenso. En este sentido, el quebrantamiento del proceso tiene como objetivo romper la espiral de agresiones iniciada por nuestro interlocutor 1.209. La puesta en escena de esta técnica es tan simple como comenzar a responder a las críticas con monosílabos del estilo “no, sí, quizá…”. 1.210.  Técnicas basadas en la persistencia 1.211.

1.212. 1.213. 1.214. 1.215.  Decir “NO”

1.216. o o o o

Para muchas personas no resulta fácil decir “no”, por una serie de razones: A muchas personas les gusta complacer a sus semejantes. Otras temen por las consecuencia del “no” (venganzas, agresividad…). Otras personas temen la posibilidad de defraudar a su interlocutor. A la mayoría lo que le sucede es que les resulta embarazoso decir que “no” prefiriendo afrontar las consecuencias de su actitud.

1.217.

El comportamiento asertivo en estas situaciones viene definido por buscar la

forma más correcta y el momento adecuado para decir “no”. 1.218.

En cualquier caso, el “no” debe estar justificado y no basarse en rencores ni en

prepotencia. 1.219.

Como el resto de técnicas, ésta se adquiere con la práctica, y su uso conservará

nuestra autoestima. 1.220. 1.221.  El disco rayado 1.222.

Técnica que consiste en la repetición reiterada, aunque pausada y tranquila, de

aquellas frases que explican nuestro propio punto de vista. De esta manera conseguiremos que nuestro mensaje acabe por llegar al interlocutor y llame su atención sin que pueda ignorarlo. El fin es hacernos oír pero sin dejar de sentirnos cómodos. 1.223.

La forma de utilización de la técnica es mediante la verbalización de ciertas

palabras una y otra vez insertadas en diferentes frases a lo largo de la conversación. De esta forma reforzamos nuestro mensaje y evitamos que los demás se desvíen del mensaje principal. 1.224.  Técnicas basadas en la negociación El acuerdo viable 1.225. Esta técnica es empleada cuando se da un enfrentamiento de posturas en el que el reparto de poder o las consecuencias negativas que se extraen no hacen aconsejable una postura de fuerza.

1.226. La técnica consiste en dar un margen de maniobra a los implicados para poder llegar a una situación aceptable para ambas partes. Esta técnica implica que las dos partes deben ceder algo, pasando de posturas extremas a otras más cercanas. 1.227. En esta técnica es muy importante mostrar al interlocutor que se le escucha y entiende, para ofrecerle después un compromiso realista con objeto de llegar a un acuerdo viable. 1.228.  Técnicas basadas en la comunicación positiva 1.229.

 Procesar el cambio 1.230.

El objetivo es poder cambiar el centro de atención de la discusión. Esto será

posible olvidándose por un momento del tópico de la discusión para centrarse en lo que verdaderamente ocurre en la relación 1.231.

Esta técnica también suele usarse en sentido contrario; esto es, intentando alejar

el centro de la discusión de las actitudes y sentimientos suscitados, para volver posteriormente a centrarse en lo que verdaderamente preocupa. 1.232.  Aplazamiento asertivo 1.233.

Cuando comprobamos que a lo largo de una interacción estamos nerviosos,

excitados… y que podemos cometer errores, es el momento de buscar un aplazamiento asertivo, consistente en dilatar la situación buscando un poco de tiempo para responder a

una crítica que nos hayan formulado, hasta sentirnos más tranquilos para responder con competencia. 1.234.  Libre información o información gratuita 1.235.

Es una técnica que consiste en identificar los indicios que da el interlocutor a lo

largo de la conversación, a partir de los cuales se puede inferir qué es lo importante e interesante para esa persona. Esta técnica permite vencer la timidez. 1.236.  Autorrevelación 1.237.

Se trata de compartir con otra persona informaciones personales. La

autorrevelación es normalmente simétrica, es decir, se da por ambas partes y más o menos con la misma intensidad y tiempo 1.238. 1.239. 1.240. 1.241. 1.242. 3. ANTECEDENTES INVESTIGATIVOS 1.243. a. Mercedes Julisa loza de los santos, bachiller en psicología aborda el tema de Creencias docentes sobre conductas agresivas de los niños en la institución educativa de educación inicial. 1.244. El objetivo del presente estudio es explorar las creencias de las participantes, docentes y auxiliares de educación, acerca de las conductas agresivas que presentan los niños en la etapa infantil, de tal manera que se pueda intervenir en la orientación a las docentes para el manejo de estas conductas en el aula. La investigación se desarrolla dentro del marco de un estudio cualitativo. 1.245. La investigación muestra que las participantes principalmente tienen dificultades para definir el concepto de agresividad y creen que estas

conductas se originan en casa, en el ambiente familiar y son los padres quienes deben buscar las soluciones acudiendo a un especialista que los oriente. El estudio concluye recomendando realizar un trabajo con los docentes creando espacios de reflexión, para intercambiar ideas, experiencias, así como en lo referido al conocimiento de la agresividad. Asimismo sensibilizar a los docentes sobre su responsabilidad en la formación de los niños en edad preescolar. 1.246. 4. OBJETIVOS 1.247. 4.1. Identificar el nivel de conductas agresivas que presentan los niños de 4 a 6 años del colegio San Vicente School, antes de participar en el programa

4.2.

educativo “Aprendiendo a manejar nuestra ira” 1.248. Precisar los niveles de conductas agresivas que presentan los niños de 4 a 6 años del colegio San Vicente School, después de participar en el programa educativo “Aprendiendo a manejar nuestra ira”

1.249. 4.3.

Establecer el efecto del programa educativo “Aprendiendo a manejar nuestra ira “, en el incremento de conductas asertivas en los niños del colegio San Vicente School.

1.250. 5. Hipótesis 1.251. 1.252. Dado que las conductas son aprendidas y modificadas en los niños, la aplicación de programas educativos bien dirigidos a la motivación y condicionamiento por aprendizaje previo de conductas puede generar mejoras en el comportamiento, por tanto se plantea la siguiente hipótesis. 1.253. 1.254. Las conductas agresivas en niños pueden ser modificadas con la aplicación de un adecuado programa educativo como “Aprendiendo a manejar nuestra ira”, para lograr el incremento de conducta asertivas en los niños. 1.255. III. PLANTEAMIENTO OPERACIONAL 1.256. 3.1. Técnicas , instrumentos de verificación

1.257.  Técnicas 1.258. 1.259. Para la recolección de datos se utilizara la técnica de la observación conductual 1.260.  Instrumentos 1.261. 1.262.

Diseño pre- test / post-test 1 grupo experimental

1.263.

Variable independiente: Programa educativo “Aprendiendo a manejar

nuestra ira”, consiste en enseñar estrategias a niños para reconocer sus niveles de ira, las causas, reacciones y consecuencias cuyo fin aprender a expresar la ira de una forma adaptativa 1.264.

Variable Dependiente: Incremento de conductas asertivas

(nivel de

ira de los niños medida con el inventario de “Beck Youth inventories for children and adolescentes” 3.2.

Cuadro de Variables e Indicadores 1.265.

1.266. Varia

1.267. Indicadores

ble

indicadores

1.270. 1.271. 1.272. 1.273. 1.274. 1.275. 1.276. VI. 1.277. Progr

1.284.

ama educativo 1.278. 1.279. 1.280. 1.281.

y

Sub- 1.268. Técnicas instrumentos

e 1.269. Estru ctura

del

instrumento Control de expresiones 1.285. 1.294. 1.286. verbales 1.287. 1.297. 1  Lenguaje agresivo 1.288. 1.300. 2  Intensidad de la voz 1.289. 1.302. Control de expresiones 1.290. 1.304. 1.291. no verbales 1.292. “Aprendiend 1.307. 3  Lenguaje corporal o a manejar 1.309. Expresiones (golpes)  Acto violento  Verbal

agresivas

nuestra ira” 1.293. Anexo b

1.311. 1.314. 4 1.317. 5

 Agresividad indirecta o

1.282. 1.283.

desplazada

1.321. VD 1.322. 1.323. Incre mento

de

conductas asertivas 1.324. 1.325.

1.320. 6

1.326. Técnicas de asertividad comunicación y escucha activa  Lenguaje corporal  Diálogos interiores  Técnicas basadas en el manejo de las criticas  Técnicas basadas en la persistencia  Técnicas basadas en la

1.327. 1.328. 1.329. 1.330. 1.331. Observació n conductual 1.332. Y 1.333. 1.334. 1.335. 1.336. 1.337. Inventario

negociación  Técnicas basadas en la

de Beck youth

comunicación positiva

children and

1.359. Técnicas de relajación  Técnicas de relajación  Dinámicas

inventories for adolescents 1.338. Anexo 1

1.339.

1.342. 7 1.345. 8 1.348. 9 1.351. 10 1.354. 11 1.357. 12 1.361. 1.364. 13 1.367. 14

complementarias 1.368. 4. Campo de Verificación 1.369. 4.1. Ubicación Espacial 1.370. 1.371. El estudio se realizara en el ámbito del colegio San Vicente School

4.2.

4.3.

situado en Graficos ° 411 Atlantida distrito de alto Selva Alegre 1.372. Ubicación Temporal 1.373. 1.374. Se trata de un estudio coyuntural, es decir que está referido al presente 1.375. Unidades de Estudio 1.376. 1.377. Está formado por 37 estudiantes de los grupos de 4, 5 y 6 años de Kinder

1.378. 1.379. 1.380. 1.381.

Universo: 37 niños de 4 a 6 años Muestra: Total de niños

1.382. 5. Estrategias de Recolección de Datos 1.383. 1.384. Para efectos de

la

recolección

de

datos,

se

harán

las

coordinaciones con el director de la institución educativa San Vicente School. 1.385. La duración del estudio en su totalidad está prevista para 4 meses y la recolección de datos periodo de un mes. 1.386. El instrumento que se utilizara es el inventario de “Beck Youth inventories for children and adolescents”

y la técnica de observación

conductual. 1.387. Una vez recolectada la información se procederá a la aplicación del programa educativo “Aprendiendo a manejar nuestra ira”, posteriormente el análisis, interpretación y conclusiones finales. 1.388. 6. Cronograma de Trabajo 1.389. 1.1. 1.2. 1.3.

1.5.

zo 1.4.

1.9.

Mar

1.6.

l

Abri

1.7.

o

May

1.8.

Juni

1.390.

o

Tiempo

Actividad

1.26. 1. Elaboración

1.10. 1.11. 1.12. 1.13. 1.14. 1.15. 1.16. 1.17. 1.18. 1.19. 1.20. 1.21. 1.22. 1.23. 1.24. 1.25.

1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4 1.29. 1.30. 1.31. 1.32. 1.33. 1.34. 1.35. 1.36. 1.37. 1.38. 1.39. 1.40. 1.41. 1.42. 1.43. 1.44. del X X X X

proyecto 1.27. 1.28. 2. Desarrollo

del 1.45. 1.46. 1.47. 1.48. 1.49. 1.50. 1.51. 1.52. 1.53. 1.54. 1.55. 1.56. 1.57. 1.58. 1.59. 1.60.

Proyecto o Recolección o

1.77. o 3.

de 1.61. 1.62. 1.63. 1.64. 1.65. 1.66. 1.67. 1.68. 1.69. 1.70. 1.71. 1.72. 1.73. 1.74. 1.75. 1.76. X X X X datos Sistematización 1.78. 1.79. 1.80. 1.81. 1.82. 1.83. 1.84. 1.85. 1.86. 1.87. 1.88. 1.89. 1.90. 1.91. 1.92. 1.93. X X X X X Conclusiones y 1.94. 1.95. 1.96. 1.97. 1.98. 1.99. 1.100. 1.101. 1.102. 1.103. 1.104. 1.105. 1.106. 1.107. 1.108. 1.109. X X sugerencias Elaboración del 1.110. 1.111. 1.112. 1.113. 1.114. 1.115. 1.116. 1.117. 1.118. 1.119. 1.120. 1.121. 1.122. 1.123. 1.124. 1.125. informe X X X X

1.391. 1.392. 1.393. 1.394. 1.395. 1.396. 1.397. 1.398. 1.399. 1.400. 1.401. 1.402. 1.403. 1.404. 1.405. 1.406. 1.407. 1.408. 1.409. 1.410. 1.411. 1.412. 1.413. 1.414. 1.415.

.

1.416. 1.417. 1.418. 1.419. 1.420.

ANEXO A

1.421. Beck Youth Inventories: Anger Inventory for Youth (BYI) 1.422. Judith S. Beck, Aaron T. Beck & John B. Jolly 1.423. 1.424. Extracto 1.425. 1.426. 1.427. 1.432. 1.433. 1.434. I think people try to cheat me 61 1

1.428. 0 1.429. 1 1.435. N 1.436. Som e etim v es e

1.430. 2 1.431. 3 1.437. O 1.438. A f l t w e a

r

n

1.439. 1.440. 1.441. I think people try to hurt me. 64 4

1.442. N 1.443. Som e etim v es e r

1.444. O f t e n

1.446. 1.447. 1.448. I think my life is unfair. 65 5

1.449. N 1.450. Som e etim v es e r

1.451. O f t e n

1.453. 1.454. 1.455. People make me mad. 67 7

1.456. N 1.457. Som e etim v es e r

1.458. O f t e n

1.460. 1.461. 1.462. I think people bother me. 68 8

1.463. N 1.464. Som e etim v es e r

1.465. O f t e n

1.467.

1.470. 1.471. 1.472. 1.473. Never : nunca 1.474. Sometimes : algunas veces 1.475. Often : casi siempre

1.468. t o t a l

y s 1.445. A l w a y s 1.452. A l w a y s 1.459. A l w a y s 1.466. A l w a y s 1.469.

1.476. Always : siempre 1.477. 1.478. 1.479. 1.480. 1.481. 1.482. 1.483. 1.484. 1.485. ANEXO B 1.486. Programa de manejo de ira 1.487. 1.488. 1.490. 1.489. 1.491. 1.492. I 1.493. 1.496. 1.498. 1.497. 1.499. 1.500. 1

1.504. 1.506. 1.505. 1.507. 1.508. 2 1.511. 1.513. 1.512. 1.514. 1.515. 3 1.517. 1.519. 1.518. 1.520. 4 1.522. 1.524. 1.523. 1.525. 5 1.527. 1.529. 1.528. 1.530. 6 1.531.

Botones de Ira/Reacciones de Ira

Caras Molestas, Cuerpos Molestos

¿Qué activa tus botones de ira?

1.494. 1.495. Tareas

1.501. a) Reconocer los siguientes sentimientos: molesto, triste, asustado, feliz. 1.502. b) Dibujarse a sí mismos cuando están molestos. 1.503. c) Reconocer qué signos físicos muestran cuando están molestos. 1.509. 1.510. Reconocer las causas de la ira.

1.516. Evaluar el nivel de ira ante determinadas Encontrando tus botones de ira

situaciones

1.521. Identificar sentimientos. Escoge el sentimiento

1.526. Diferenciar entre frustración, desilusión e ira. ¿Es realmente ira?

¿Cómo reaccionarías?

1.532. Identificar cómo reaccionarían ante una situación molesta: expresando la ira explosivamente; desplazando la ira hacia otro;

guardándose la ira o resolviendo la situación.

1.533. 1.535. 1.534. 1.536. 1.537. II 1.540. 1.542. 1.541. 1.543. 1.544. 7

Consecuencias de la Ira La bola de nieve Molesta

1.547. 1.549. 1.548. 1.550. ¿Qué pasará después? 1.551. 8 1.554. 1.556. 1.555. 1.557. Todo sobre la ira 9 1.560. 1.562. Consecuencias de la 1.561. 1.563. ira 1.564. 10 1.566. 1.568. 1.567. 1.569. III 1.572. 1.574. 1.573. 1.575. 11 1.577. 1.579. 1.578. 1.580. 12 1.583. 1.585. 1.584. 1.586. 13 1.588. 1.590. 1.589. 1.591. 1.592. 14 1.594. 1.596. 1.595. 1.597. 1.598. 15 1.599.

Manejando Tu Ira

1.538. 1.539. Tareas 1.545. 1.546. Identificar cómo una situación que causa molestia se puede agravar según las reacciones de las personas. 1.552. 1.553. Identificar las consecuencias "naturales" de las reacciones ante la ira. 1.558. 1.559. Describir una situación que los puso molestos e identificar: los botones de la ira, el nivel de ira, otros sentimientos, la reacción y las consecuencias. 1.565. Representar situaciones (actuar) en donde se muestra a) exageradamente la ira; b) se esconde la ira o c) se desplaza la ira a otra persona.

1.570. 1.571. Tareas 1.576. Discutir y aprender estrategias de cómo

Manejando la ira

manejar la ira.

Cambiando la ira

1.581. Listar actividades que los hacen sentir mejor cuando están 1.582. Molestos 1.587. Describir situación en donde la ira da energía para arreglar las cosas y hacerlas mejor.

Puedo hacer las cosas Mejor

1.593. Describir situación que los hace sentir molestos y explicar qué podrían hacer para mejorarla

Encuentra tu camino

Manejando sentimientos de ira

1.602. 1.604. 1.603. 1.605. La Ira y los Amigos IV 1.608. 1.610. 1.609. 1.611. Controlando la ira 16

1.600. Repasar las maneras en que las personas pueden manejar 1.601. su ira, tales como: contar hasta 10, respirar profundamente, hablarse a uno mismo, irse del lugar, decir cómo se sienten, tratar de resolver el problema.

1.606. 1.607. Tareas 1.612. a) Identificar quién es capaz de controlar su ira. 1.613. b) Predecir consecuencias

1.614. 1.616. 1.615. 1.617. 1.618. 17 1.619. 1.622. 1.624. 1.623. 1.625. 1.626. 18 1.627. 1.630. 1.632. 1.631. 1.633. 1.634. 19 1.635. 1.638. 1.640. 1.639. 1.641. 1.642. 20 1.643. 1.646. 1.648. 1.647. 1.649. V

Manejando la ira que va contra ti

Aprendiendo sobre los sentimientos de las personas

1.620. 1.621. Hoja de trabajo con sugerencias de qué hacer cuando alguien se molesta con uno. 1.628. 1.629. Aprender a formular preguntas para entender por qué la persona está molesta. 1.636.

Cuando alguien está molesto contigo

Yo puedo manejar la ira de otros

Resultados

1.637. Describir sus reacciones si alguien se molesta con ellos. 1.644. a) Describir situación donde alguien se molestó con ellos. 1.645. b) Describir estrategias usadas para manejar la ira del otro.

1.650. 1.651. Cierre

1.652. 1.653. 1.654. 1.655. 1.656. 1.657. 1.658. 1.659. 1.660. 1.661. 1.662. BIBLIOGRAFIA 

American Psychiatric Association (2000). Diagnostic and Statistical Manual of Mental



Disorders-Fourth Edition. Text revission (DSM-IV-TR). Washington, DC: APA. Arora, C. (1996). Defining bullying: Towards a clearer general understanding and more effective intervention strategies. School Psychology International, 17,



Austin, L. (1999). The Counseling Primer. Philadelphia: Accelerated Development. 317-



329. Averill, J. (1982). Anger and aggression: An essay on emotion. New York: Springer-



Verlag. Averill, J. (1983). Studies on anger and aggression: implications for theories of emotion.



American Psychologist, 38, 1145-1160. Averill, J. (1993). Putting the social in social cognition, with special reference to emotion. En R.S. Wyer y T.K. Srull (Eds.), Perspectives on anger and emotion. Advances in



Social Cognition, (vol. 6). New Jersey: Lawrence Erlbaum Associates, Publishers. Bayer, R. (2003). Managing Anger. Artículo en Upper Bay Counseling and Support Services, Inc. MD: UBCSS. Upper Bay Counseling and Support Services, Inc.



Consultado en Julio 2008 en http://www.upperbay.org/anger_management.htm Beaulieu, M., Ford, J., Levine, J., Bourke, C., Newell, L. & Lapidus, G. (2007). The Effects of City-Wide Implementation of “Second Step” on Elementary School Students’ Prosocial and Aggressive Behaviors. The Journal of Primary Prevention. Vol. 28, No. 2,

 

March (en ProQuest) Beane, Allan L. (1999). The bully-free classroom Beck, A., Beck, J., Jolly, J. & Steer, R. (2005). Beck Youth Inventories for Children and Adolescents, Manual - Second Edition. Texas: PsychCorp Hartcourt Assessment Inc.



MN: Free Spirit. Beck, A. (1999) Prisioneros del odio: Las bases de la ira, la hostilidad y la violencia.



Barcelona: Paidós. Beck, A. (1979). Cognitive therapy and the emotional disorders. New York: Penguin



Group. Beck, A. (1976). Cognitive therapy and the emotional disorders. New York: International University Press. Beck, A. en Centro de Psicología Araron Beck. Consultado: Enero



2008 de http://www.cpaaronbeck.com/psicologos-granada/aaron-t-beck.html Beck, R. & Fernández, E. (1998). Cognitive-behavioral therapy in the treatment of



anger: A meta-analysis. Cognitive Therapy and Research, 22, 63-74. Berkowitz, L. (1989). Frustration-aggression hypothesis: examination and reformulation.



Psychological Bulletin, 106, 59-73. Berkowitz, L. (1993). Aggression: Its causes, consequences, and control. New York:McGraw-Hill.



Boman, P., Smith, D. & Curtis, D. (2003). Effects of pessimism and explanatory style on development of anger in children. School Psychology International. February 1, Volume



24, No. 1, 24: 80-94. Botvin, G.; Griffin, K. & Diaz, T. (2006). Preventing Youth Violence and Delinquency through a Universal School-Based Prevention Approach. Prevention Science, 7(4), 403-



8. Retrieved July 15, 2008, from ProQuest Psychology Journals database. Bredekamp, S. & Copple, C. (1997). Developmentally appropriate practice in early



childhood programs Brown, J., & Dunn, J. (1996). Continuities in emotion understanding from three to six years. Chil Development, 67(3), 789-803. Washington, DC: National Association for the



Education of Young Children. Brown, D. & Prout, T. (1999). Counseling and psychotherapy with children and



adolescents. New York: J. Wiley & Sons, Inc. Calder, A., Keane, J., Lawrence, A. & Manes, F. (2004). Impaired recognition of anger following damage to the ventral striatum. Brain. Vol. 127, No. 9, 1958- 1969, September.



En http://brain.oxfordjournals.org/cgi/content/full/127/9/1958 Calvo, M. (2006). Violencia escolar y educación para la ciudadanía. Fundación Europea Sociedad

y

Educación.

En

http://www.sociedadyeducacion.org/modificables/docareas/socioeducativos/f 

irmas/04.pdf Coie, J., & Asher, S. (1990). Peer rejection in childhood. NY: Cambridge University



Press. Cox, D., Stabb, S., & Hulgus, J. (2000). Anger and depression in girls and boys: A study



of gender differences. Psychology of Women Quarterly, 24, 110-112. Deffenbacher, J. (1999). Cognitive-Behavioral Conceptualization and Treatment of



Anger. Journal Clinical Psychology Vol. 55, N° 3. Deffenbacher, J. (1993). Irritabilidad crónica: características e implicaciones clínicas.



Psicología Conductual, 1, 51-72. DiGiuseppe, R. & Tafrate, R. (2007). Understanding Anger Disorders. NY: Oxford University Press. Dirección de Familia y Participación Ciudadana de la Policía Nacional del Perú (2004). Diagnóstico situacional de la violencia juvenil en Lima y Callao. Lima: DIRFAPACI en http://www.paho.org/spanish/ad/fch/ca/cadiplomadoGTZ. OPS.pdf



Eckhardt, C., and Deffenbacher, J. (1995) Diagnosis of Anger Disorders. In H. Kassinove (Ed.) Anger Disorders: Definition, Diagnosis, and Treatment. Washington,

 

DC: Taylor & Francis Ellis, A. & Grieger, R, (1981), Manual de Terapia Racional Emotiva, Madrid: Marañón. Ellis, A. (1977). Anger: How to Live With and Without It. New Jersey: Secaucus, Citadel



Press. Fabes, R. & Eisenberg, N. (1992). Young children's coping with interpersonal anger.

 

Chile Development, 63(1), 116-128. Ellis, A. (1962). Reason and emotion in psychotherapy New York: Carol Publishing. Feindler, E., & Ecton, R. (1986). Adolescent anger control: Cognitive behavioral



techniques. New York: Pergamon Press. Fernández-Abascal, E. & Martín Díaz, M.D. (1995). Emociones negativas: ira, hostilidad y tristeza. En Fernández–Abascal, Manual de motivación y emoción (pp. 411-443).



Madrid: Centro de Estudios Ramón Areces. Forero, R., McLellan, L., Rissel, C., & Bauman, A. (1999). Bullying behavior and psychological health among school students in New South Wales, Australia: cross sectional survey. British Medical Journal, 319, 344-348. Journal of Humanistic



Education and Development, 29. Gardner, H. (1983). Frames of mind: the theory of multiple intelligences. New York:

 

Basic Books. , 143-150. Gardner, H. (1993). Multiple iIntelligences. New York: BasicBooks. Guttman, M., Mowder, B. & Yasik, A. (2006). The ACT Against Violence Training Program: A preliminary investigation of knowledge gained by early childhood



Professionals. Professional Psychology: Research and Practice. Dec. Vol. 37(6) 717. Gurian, M. (2002). Boys and girls learn differently: A guide for teachers and parents. Hanish, L. & Guerra, N. (2004). Aggressive Victims, Passive Victims, and Bullies: Developmental Continuity or Developmental Change? Merrill-Palmer Quarterly, Jan.



CA: Wiley, John & Sons, Inc. Heim P., Murphy S., & Golant, S. (2001). In the company of women: indirect aggression among women: Why we hurt each other and how to stop by. NY: Penguin Putnam, Inc. Hernández, R., Fernández, C. & Baptista, P. (1991). Metodología de la investigación. México: McGraw-Hill.



Honig, A., & Wittmer, D. (1992). Prosocial development in children: caring sharing, and cooperation. New York: Garland. House, A. (1999). DSM-IV Diagnosis in the schools.



New York: Guilford Press. Hoover, J. & Oliver, R. (1996). The bullying prevention handbook. Indiana: National



Educational Service. Izard, C. (1991). The psychology of emotions. New York: Plenum Press. Johnson, K., McKay, M. & Rogers, P. (1989). When anger hurts: Quieting the storm within. Michigan:



New Harbinger Publications. Kaufman, G. Raphael, L. & Espeland, P. (1999). Stick up for yourself! MN: Free Spirit



Publications. Kassinove, H. & Sukhodolsky, D. (1995). Anger disorders. Definition, diagnosis and



treatment. Philadelphia: Taylor & Francis. Kassinove, H. & Tafrate R. (2002). Anger management. The complete treatment



Guidebook for Practitioners. New York: Impact publishers, Inc. Kellner, M. & Tutin, J. (1995). A school-based anger management program for developmentally and emotionally disabled high school students. Adolescence, 30, 813-



825. Keltikangas-järvinen, L. & Heinonen, K. (2003). Childhood Roots of Adulthood Hostility: Family Factors as Predictors of Cognitive and Affective Hostility. Helsinki: University of



Helsinki. Kendall, P. & Braswell, L. (1993). Cognitive-behavioral therapy for impulsive children.



New York: Guilford Press. Ladd, G., Birch, S. y Buhs, E. (1999). Children's social and scholastic lives in



kindergarten: Related spheres of influence? Child Development, 70(6), 1373-1400. Leahy, R. (2003). Cognitive therapy techniques. New York: The Guilford Press. Lewis,



M., & Michalson, L. (1983). Children’s emotions and moods. New York: Plenum Loeber, R. & Dishion, T. (1984). Boys who fight at home and school. Family conditions influencing cross-setting consistency. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 52,



759-768. Loeber, R., Farrington, D., & Waschbusch, D. (1998). Serious and violent juvenile offenders. In R. Loeber & D. Farrington, Serious and violent juvenile offenders: Risk factors and successful interventions (pp. 13-29). CA: Sage Publications.



Marion, M. (1998). Ayudando a los Niños a Controlar el Enojo. The Clearinghouse on Early



Education

and

Parenting

(CEEP).

En

http://ceep.crc.uiuc.edu/eecearchive/digests/1998/marion98s.html#Lewis2 Marcus D. & Mattiko, M. (2007). An anger management program for children with attention deficit, hyperactivity disorder. Therapeutic Recreation Journal, 41(1), 16-28.

 

Retrieved July 15, 2008, from ProQuest Psychology Journals database. Maslow, A. (1970). Motivation and personality. NY: Harper. Mejía Navarrete, J. (2005). Medios de comunicación y violencia. Los jóvenes pandilleros de Lima. En Espacio Abierto: Cuaderno Venezolano de Sociología. Vol. 14,



No. 3. Mesulam, M. (2000). Behavioral neuroanatomy: large-scale networks, association cortex, frontal syndromes, the limbic system, and hemispheric specializations. En M. Mesulam (ed.): Principles of Behavioral and Cognitive Neurology (pp. 1-120). NY:

Oxford University Press. 1.663. http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/esp_imagepages/19244.htm  Newman, J., Gray, E. & Fuqua, D. (1999). Sex differences in the relationship of anger and depression: An empirical study. Journal of Counseling & Development. Vol. 77 No. 

2 p. 198-203 Spring. Nugent, W., Champlin, D. & Wiinimaki, L. (1997). The Effects of Anger Control Training on Adolescent Antisocial Behavior. Research on Social Work Practice, Vol. 7, No. 4,



446-462. Olweus, D. (1993). Bullying as school: What we know and what we can do. Ortony, A., Clore, G. & Collins, A. (1988). The cognitive structure of the emotions. Psychological



Review, 99, 566-571. Oxford: Blackwell. Organización Mundial de la Salud OMS (2002). Informe mundial sobre la violencia y la



salud. Ginebra, p. 2-4: OMS Organización Panamericana de Salud OPS (2006). Políticas públicas, legislación y



prevención de la violencia en jóvenes. El Caso del Perú. Washington, D.C. Organización Mundial de la Salud OMS (2002). Estudio de la OMS sobre violencia contra

los

niños

y

Guía

para

prevenirla.

http://argijokin.blogcindario.com/2006/12/05678-estudio-de-la-oms-sobreviolenciacontra-los-ninos-y-guia-para-prevenirla.html

En



Pérez Nieto, M., Camuñas, N., Cano-Vindel, A., Miguel-Tobal, J. & Iruarrizaga, I. (2000). Anger and anger coping: A study of attributional styles Studia Psychologica, 42, 289-



302. Pérez Nieto, M., Redondo, M. & León, L. (1997). Aproximaciones a la emoción de ira: de la conceptualización a la intervención psicológica. Revista electrónica de motivación



y emoción. Volumen: XI, Número: 28. Plutchik, R. (2000). Emotions in the practice of psychotherapy. Washington, DC:



American Psychological Association (APA) Books. Reinecke, M.; Dattilio, F. & Freeman, A. (1996). Cognitive therapy with children and



adolescents. NY: Guilford Publications, Inc. Shekelle, R., Gale, M., Ostfeld, A. & Paul, O. (1983). Hostility, risk of coronary heart



disease, and mortality. Psychosomatic Medicine, Vol. 45, Issue 2 109-114. Scherer, K.R., Wallbott, H.G. & Summerfield, A.B. (1986). Experiencing emotion: a



cross-cultural study. Cambridge: Cambridge University Press. Scheras, P. (2002). Your child: bully or victim? Understanding and ending schoolyard



tyranny. NY: Simon & Schuster. Siegman, A. & Smith, T. (1993). Anger, hostility and health. New Jersey:



LawrenceErlbaum Associates. Smith, C., Haynes, K., Lazarus, R., & Pope, L. (1993). In search of the "hot" cognitions: Attributions, appraisals, and their relation to emotion. Journal of Personality and Social



Psychology, 65, 916-929. Sukhodolsky, D., Solomon, R. & Perine, J. (2000). Cognitive-behavioral angercontrol intervention for elementary school children: A treatment-outcome study. Journal of Child

 

and Adolescent Group Therapy, 10, 159-170. Sunburst Communications. (1997). What to do about anger. Pleasantville, NY: Author. Soto, L. (2005). El Control de las Emociones: Un método de prevención de la violencia en el trabajo. Departamento de maestría en administración. Ciudad Juárez: Universidad

Autónoma de Ciudad Juárez. 1.664. http://www.uacj.mx/ICSA/Programas/Ciencias_admitivas/CA/LuisSoto.pdf  Spielberger, C. (1996). Reacciones Emocionales del Estrés: Ansiedad y Cólera. En 

Avances en Psicología Clínica Latinoamericana Vol. 14. Szprachman, R. (2002). El enojo: un problema prioritario en psicología de la salud y sanitaria. Tesis para optar el título de Doctorado en Psicología Clínica. Buenos Aires: U. de Belgrano. http://www.centrodeterapiasbreves.com/tratamientotrastornodelonojo.htm



Tafrate, R. (1995). Evaluation of treatment strategies for adult anger disorders.



Philadelphia: Kassinove H. & Francis Eds. Villalobos, H. (2006). Pandilleros fueron responsables de una docena de muertes. El



Comercio, p. A2. Webster-Stratton, C. & Reid, J. (2003). Treating conduct problems and strengthening social and emotional competence in young children: The Dina Dinosaur Treatment Program. Journal of Emotional and Behavioral Disorders. Austin: Fall. Vol. 11, Issue 3; pg. 130 (en ProQuest

1.665. 

http://www.proquest.com/enUS/catalogs/databases/detail/pq_psychology_journ.shtml). Wessler. R & Hankin-Wessler, S. (1991). La terapia de valoración cognitiva. En: Vicente E. Caballo: Manual de técnicas de terapia y modificación de conducta. Madrid: Siglo



XXI. Wilde, J. (1995). Anger management in schools. Alternatives to student violence.



Switzerland: Technomic Publishing Company. Wilde, J. (1997). Hot stuff to help kids chill out. The anger management book. Indiana:



LGR Publishing. Zeman, J., & Shipman, K. (1996). Children's expression of negative affect: Reasons and methods. Developmental Psychology, 32(5), 842-850.

1.666.