Tema 33

TEMA 33: LA MONARQUÍA HISPÁNICA BAJO LOS AUSTRIAS: ASPECTOS POLÍTICOS, ECONÓMICOS Y CULTURALES. 1. EL AUTORITARISMO MONÁ

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TEMA 33: LA MONARQUÍA HISPÁNICA BAJO LOS AUSTRIAS: ASPECTOS POLÍTICOS, ECONÓMICOS Y CULTURALES. 1. EL AUTORITARISMO MONÁRQUICO. FORMACIÓN Y MODELO La profesora de la UNED María Dolores Ramos Medina, en su obra Historia Moderna. Siglos XVI-XVII (2012), considera que el Estado creado por los Reyes Católicos y perfeccionado por los Habsburgo se asentaba en el concepto de Imperio como conglomerado de reinos, cada uno de los cuales mantenía su estructura económica y política, su legislación propia, sus lenguas y costumbres. Estas eran las principales instituciones y organismos de gobierno: El Monarca. El Estado Moderno que los Reyes Católicos habían establecido en sus territorios tenía como forma de gobierno la monarquía autoritaria; en ella el monarca ostentaba la máxima autoridad, siendo ayudado en sus tareas por secretarios y asistido por un sistema de consejos. Durante el siglo XVI el rey gobernó directamente en sus extensos dominios, tomando las principales decisiones y haciéndose responsables de ellas, pero a lo largo del siglo XVII los Austrias menores dejaron los asuntos de Estado en manos de validos. Los validos eran ministros de confianza del rey —pertenecientes a la alta nobleza— que ejercían todo el poder. En el fondo el valimiento se trataba de un sistema de carácter clientelar mediante el reparto de poder entre las principales familias de la nobleza. Los Consejos. El rey estaba asistido por una serie de consejos que le facilitaban la toma de decisiones por medio de la consulta, un documento sobre un determinado asunto donde constaban las opiniones de los miembros de un consejo que actuaba colegiadamente. Carlos I institucionalizó el sistema polisinodial de Consejos, que con Felipe II fueron perdiendo importancia. En el siglo XVII, el Consejo de Castilla se reafirmó sobre los demás al asumir funciones legislativas. En la cima del sistema estaba el Consejo de Estado, que trataba sobre los temas de política y defensa y era el único que dominaban aristócratas, militares y diplomáticos, en lugar de burócratas instalados en los otros consejos. Con Carlos I alcanzó su planta definitiva (1526) y de él se crearía un Consejo de Guerra, que alcanza su definición con Felipe II. Los asuntos internos de los diferentes reinos se trataban en los consejos reales de cada reino y eran: el Consejo de Castilla (era el antiguo Consejo Real de los Trastámara; en su seno se creó en 1588 la Cámara de Castilla para proponerle al monarca los nombramientos para los cargos civiles y eclesiásticos), el de Aragón (regulado en 1494 por Fernando el Católico; correspondía a toda la Corona), el de Italia (nace en 1555 al retirarse al de Aragón las competencias sobre Sicilia), el de Flandes (creado en la corte en 1588), el de Portugal (desde 1582) y el de Indias (creado en 1524). Además de los consejos territoriales citados, existían consejos especializados. De comienzos del reinado del Emperador data el Consejo de Hacienda (administrador de los ingresos castellanos y previsor de la financiación); el de Órdenes Militares fue creado por el Rey Católico (1495), lo mismo que el de la General y Suprema Inquisición (a comienzos de la década de 1480) y el de Cruzada (1509, para la gestión de ese impuesto procedente de la Iglesia). Los Secretarios. Los personajes más importantes en los consejos eran sus secretarios, y el más importante de ellos era el Secretario de Estado —del Consejo de Estado—. Eran los intermediarios entre el monarca y los consejos; pertenecían a la alta nobleza o a la burguesía rica y solían tener títulos universitarios. Los Virreinatos. Surgieron tras la creación de la capital del reino, que hizo necesario que el rey tuviera un representante en cada reino (Flandes, Italia, América, etc.): el Virrey (generalmente emparentado con el rey). Tenía amplios poderes, dando cuenta de su actuación solo ante el monarca. En otras partes importantes, pero de menor entidad, la autoridad real la representaban Capitanes Generales (como en Granada) o Gobernadores Generales.

TEMA 33: LA MONARQUÍA HISPÁNICA BAJO LOS AUSTRIAS: ASPECTOS POLÍTICOS, ECONÓMICOS Y CULTURALES. Las Chancillerías y Audiencias. Se establecieron en un principio como órganos de administración de justicia en derecho criminal y civil; su número aumentó con la creación en 1556 de la de Sevilla y en 1566 de la de Canarias. Con Carlos I se instalaron en América y ampliaron sus funciones a políticas y administrativas. La burocracia. Los cargos más importantes estaban reservados para la alta nobleza o para el clero, aunque Felipe II prefería la pequeña nobleza o la burguesía adinerada (a los que exigía tener una carrera). Por otro lado, había infinidad de pequeños cargos, mal pagados, que cayeron en un mercado de venta y corrupción; el proceso lo inició la monarquía en el siglo XVII, que en los momentos de agobios económicos llegó a crear cargos con el único fin de venderlos. Los cargos públicos podían heredarse y arrendarse, con lo que se formaron corruptas "dinastías" de funcionarios que complicaban infinitamente las tareas de gobierno. El ejército. El ejército de los siglos XVI y XVII se basaba en los tercios, unidades de combate formadas por tres o cuatro mil soldados; eran muy maniobrables gracias a su división en compañías mandadas por capitanes, que a la vez se subdividían en secciones mandadas por alféreces. En ellos se combinaban las armas blancas con las armas de fuego y existía un predominio de la infantería sobre la caballería. La Armada española estaba formada por barcos de remo (galeras) y barcos de asalto en el Mediterráneo, y por barcos de vela (galeones) en el Atlántico, además de barcos híbridos como la galizabra. La armada española mantuvo su hegemonía durante el siglo XVI, pero a partir del primer tercio del siglo XVII con la destrucción de los astilleros del Cantábrico y la derrota de Dunas (1639) comenzó su decadencia. La diplomacia. Fue iniciada por Fernando el Católico. Los embajadores españoles solían ser nobles castellanos o flamencos destacados en las ciudades más importantes como Roma, París, Londres y Viena. 2. EL AUGE DEL IMPERIO: LOS AUSTRIAS MAYORES Tras la unificación política y religiosa de los Reyes Católicos, la muerte de Isabel en 1504 puso en peligro la unidad. Sin embargo, la incapacidad de Juana la loca para gobernar, la muerte prematura de Felipe el Hermoso (que gobernó entre 1504-6) y el hecho que Fernando no tuviese más hijos con su nueva esposa Germana de Foix, permitió que la corona cayese en manos del nieto de los Reyes Católicos, Carlos I. En espera del cumplimiento de la mayoría de edad del príncipe heredero se establecieron la regencia del Cardenal Cisneros (1506-7), la regencia de Fernando de Aragón (1507-16), periodo caracterizado por la diplomacia exterior y la anexión de Navarra en 1512, y de nuevo la regencia de Cisneros (1516), periodo caracterizado por un aumento de la presión nobiliar. EL IMPERIO DE CARLOS I (1516-1556) Carlos heredó de sus abuelos los Países Bajos y el Franco Condado (María de Borgoña), Castilla (con Navarra), plazas fuertes en África (Melilla, Orán, Argel, Trípoli y Bugía) y América (de Isabel), la Corona de Aragón-Cataluña que incluía Sicilia, Cerdeña y Nápoles (de Fernando), Austria, Tirol y parte del sur de Alemania con los derechos de emperador (de Maximiliano), en el que se convertiría en 1519. Su política interior estuvo marcada por la revuelta comunera y las revueltas de las germanías. La guerra de las Comunidades (1520-22) se inició en Segovia al ser asesinado el procurador a Cortes Rodrigo de Tordesillas por haber traicionado los intereses de la ciudad en las últimas cortes, en las que se aprobó el servicio para Carlos con cuyo dinero compró a los electores para que le nombraran Emperador Alemán. Adriano de Utrecht respondió con

TEMA 33: LA MONARQUÍA HISPÁNICA BAJO LOS AUSTRIAS: ASPECTOS POLÍTICOS, ECONÓMICOS Y CULTURALES. energía y las tropas imperiales derrotaron a los comuneros en Villalar (1521). Sus líderes Juan Bravo, Juan de Padilla y Francisco Maldonado fueron ejecutados. La revuelta de las Germanías de Valencia (1519-22) fue producto del enfrentamiento en la ciudad entre menestrales y nobleza; los disturbios se extendieron por el reino, pero la llegada de las tropas reales acabó con los conflictos en medio de una terrible represión tras la batalla de Orihuela (1521). Semejante situación ofrece el problema de las Germanías de Mallorca (1520-23), donde germanías de menestrales y foráneos asaltaron la ciudad de Palma, tomando por la fuerza el Castillo de Bellver y matando a sus caballeros. La flota real intentó negociar, pero los agermanados se negaron y la ciudad de Palma fue tomada a la fuerza por las tropas imperiales. Su política exterior se basaba en la doctrina Universitas Cristiana, concepto medieval que unía al Papa y al Emperador en un intento de unir a toda la cristiandad.

• Guerras contra Francia: las causas de las cinco guerras que hubo contra Francia fueron una enemistad personal entre Carlos I y Francisco I. Borgoña era un territorio sobre el que tenía derechos Carlos, mientras que sobre Navarra tenía derechos Francisco, pero la verdadera manzana de la discordia era Italia, en particular Milán (ocupada por Francia en 1499). Las victorias españolas en Bicoca y Pavía (1525), permitieron que Milán pasara a España.

• Conflicto contra el Imperio turco: Solimán el Magnífico desarrolló una política muy agresiva contra Occidente; por tierra tomó Belgrado (1521) y venció en Mohacz a Luis II de Hungría (1526), poniendo sitio a Viena en 1529, cuyo cerco fue levantado por las tropas imperiales de Carlos I. En el Mediterráneo, un pirata tunecino berberisco llamado Barbarroja se declaró vasallo del sultán turco, con cuyo apoyo luchó por controlar el Mediterráneo Occidental y reconquistar las plazas del norte de África ocupadas por los Reyes Católicos.

• Guerras de Religión en Alemania: En 1530, Carlos I convocó la Dieta de Augsburgo para evitar la escisión religiosa iniciada por la expansión del luteranismo mediante un concilio, aunque no se llegó a un acuerdo, sino que se publicó un decreto en el que se restablecía el Edicto de Worms, condenando el luteranismo. La respuesta luterana fue la formación de la Liga Esmalcalda, derrotada por Carlos en Mühlberg (1547). Sin embargo, en la Paz de Augsburgo (1555) se otorga a los príncipes la capacidad de elegir la confesión a practicar en sus estados (solo se reconoce el luteranismo y el catolicismo). Cansado de luchar, Carlos abdicó en 1556 y se retiró al monasterio de Yuste, donde falleció en 1558. LA MONARQUÍA UNIVERSAL DE FELIPE II (1556-1598) Felipe heredó todas las posesiones de su padre excepto los dominios alemanes —que pasaron a Fernando, hermano de Carlos I— y añadió Portugal y más territorios americanos al patrimonio de los Austrias. Era hijo de Carlos I e Isabel de Portugal, se casó con María de Portugal, María Tudor, Isabel de Valois y Ana de Austria. Su política interior se vio agitada por la Revuelta aragonesa y por la sublevación morisca de las Alpujarras. La Revuelta de Aragón (1590) fue causada por Antonio Pérez, secretario de Felipe II acusado del asesinato de Escobedo que huido de la cárcel se refugió en Aragón, donde intentó movilizar a la nobleza contra el rey. La entrada de los tercios eliminó toda tentativa de lucha armada, y Antonio Pérez huyó a Francia y pasó el resto de su vida escribiendo críticas contra Felipe II, que nutrieron su leyenda negra. La Revuelta de las Alpujarras (1568-70) fue protagonizada por los moriscos, musulmanes obligados a convertirse al cristianismo que seguían practicando su religión; estalló en la Navidad de 1568 y estaba acaudillada por Fernando de Valor, que tomó el nombre de Aben Humeya. Juan de Austria se encargó de pacificar la región, terminando esta labor en 1570.

TEMA 33: LA MONARQUÍA HISPÁNICA BAJO LOS AUSTRIAS: ASPECTOS POLÍTICOS, ECONÓMICOS Y CULTURALES. El fracaso de la Universitas Cristiana le obligó a cambiar de doctrina como elemento justificador de su política exterior, y se convirtió en el defensor del catolicismo. Las líneas de actuación fueron: detención del avance turco en Lepanto (1571), victoria naval de Juan de Austria que dirigía la armada de la Liga Santa (Pío V, Venecia, España y la Orden de Malta) y con la que se puso fin a la amenaza turca en el Mediterráneo occidental; lucha constante desde 1566 contra los independentistas de los Países Bajos donde se mezclaban conflictos políticos y religiosos, por lo que Felipe II envió al duque de Alba, que derrotó a Luis de Nassau y Guillermo de Orange, líder de los sublevados. En 1572 los calvinistas fueron reforzados en el extranjero; Juan de Austria y Alejandro Farnesio intentaron recuperar los territorios del norte sin éxito, y en 1598 Felipe II cedió la soberanía de los Países Bajos al archiduque Alberto y a su hija Isabel Clara Eugenia; conflicto con Inglaterra desde 1584 por antagonismos políticos y económicos (Isabel de Inglaterra apoyaba descaradamente a los piratas Drake y Hawkins), este enfrentamiento incluye el desastre de la Armada Invencible (1588); tras la firma de la Paz de Cateau-Cambresis (1559) con la que finalizaba la sexta guerra contra Francia —tras la victoria de las tropas españolas en San Quintín (1557)— tuvo lugar una intervención permanente en las guerras de religión francesas, que terminaron con la declaración de guerra de Enrique IV tras subir al trono en 1594. El conflicto que termina en 1598 en el Tratado de Vervins; la anexión de Portugal se realizó tras la muerte en 1578 del rey Sebastián en la suicida campaña de Alcazarquivir, siendo nombrado rey Felipe II en las Cortes de Thomar de 1581. 3. DEFENSA DE LA HEGEMONÍA Y OCASO DEL IMPERIO: LOS AUSTRIAS MENORES LA PAX HISPÁNICA DE FELIPE III (1598-1621) Felipe III, El Piadoso, era hijo de Felipe II y Ana de Austria. Fue un monarca de carácter indolente, nada más acceder al trono tomó una decisión sin precedentes: delegar el poder en un ministro principal llamado valido. El hombre elegido fue Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, marqués de Denia, al que se le otorgó el título de Duque de Lerma. En 1618 fue sustituido por el Duque de Uceda. Cuatro acontecimientos jalonaron la política interior del gobierno del Duque de Lerma: el traslado de la capital del Estado a Valladolid, con el fin de estar más cerca de Lerma; la creación en 1603 de una Junta de Desempeño con objeto de estudiar soluciones para el gran endeudamiento de la Hacienda; la nueva suspensión de pagos de 1608; la expulsión de los moriscos del 9 de abril de 1609. Su política exterior fue denominada Pax Hispánica, que se consiguió al poner fin a las hostilidades con Inglaterra y las Provincias Unidas. El ascenso al trono en Inglaterra del escocés Jacobo I Estuardo posibilitó la firma de la paz de Londres en 1604. El problema de los Países Bajos no fue tan fácil de solucionar; los enormes gastos bélicos obligaron a un cese de las hostilidades y a la firma de la Tregua de Amberes (1609) con Mauricio de Orange-Nassau, que duró un período de doce años. LA CRISIS MILITAR E INTERNA DE FELIPE IV (1621-1665) Felipe IV, El Rey Planeta, era hijo de Felipe III y su prima segunda Margarita de Austria. Al acceder al trono eligió a don Gaspar de Guzmán, Conde-Duque de Olivares, como sustituto del duque de Uceda en el valimiento. A Olivares le interesaba más el gobierno que el Patronazgo, y creó Juntas con objetivos concretos, especialmente conseguir o administrar dinero. Una de ellas era la Junta Grande de Reformación que tenía dos ideas centrales: el establecimiento de un sistema bancario nacional y la abolición de los millones. Otra era la Junta de Estado, que tenía funciones similares al Consejo de Estado. Tras la caída de Olivares en 1643

TEMA 33: LA MONARQUÍA HISPÁNICA BAJO LOS AUSTRIAS: ASPECTOS POLÍTICOS, ECONÓMICOS Y CULTURALES. Felipe IV tomó las riendas del gobierno, aunque en 1661 ya se perfilaba a Don Luis Méndez de Haro como nuevo valido ante la acumulación de cargos políticos en su persona. La política interior de Olivares se basaba en una serie de reformas internas encaminadas a conseguir la perpetuación de España como gran potencia. El proyecto se materializó en 1625 en la denominada Unión de Armas, que de forma inmediata exigía formar un ejército de reservistas de 140.000 hombres, reclutado y sufragado por las distintas provincias en porcentajes distintos. El conde duque tuvo que enfrentarse a tres problemas derivados de la Unión de Armas, los movimientos secesionistas de Cataluña y Portugal y las conspiraciones andaluzas. El movimiento secesionista de Cataluña tuvo su origen en el estallido de la guerra con Francia en 1635. Olivares intentó forzar la participación de tropas catalanas en el conflicto, sin embargo, la estancia de tropas españolas en el Principado invernando entre 1639-40 dio lugar a numerosos excesos por parte de los soldados en los pueblos obligados a darles alojamiento. La revuelta popular estalló en 1640, muriendo el virrey —el conde de Santa Coloma— por los incidentes, desencadenando la Guerra dels Segadors. En Cataluña se estableció una administración francesa con virreyes nombrados desde París. Lérida fue recuperada por Felipe IV, ciudad en la que el propio monarca y en lengua catalana, juró defender sus constituciones; en 1653 Juan José de Austria recuperaba Barcelona. El movimiento secesionista de Portugal fue causado por la falta de representación de Portugal en la política de la monarquía hispánica; el levantamiento se organizó el 1 de diciembre de 1640, dirigido por Juan Pinto Ribeiro, mayordomo de los duques de Braganza. Miguel de Vasconcellos fue asesinado y la virreina Margarita de Saboya dejó el poder, siendo proclamado Juan IV como rey de Portugal. En la corte madrileña no salieron del estupor al conocer que se había perdido un reino entero en un solo día. Las conspiraciones andaluzas se realizaron en 1641 cuando el duque de Medina Sidonia (apoyado por el marqués de Ayamonte) hubo de retractarse ante Felipe IV de un intento de coronarse rey de Andalucía y de las Indias. En Nápoles (1647) y en Sicilia (1648) hubo otras revueltas provocadas por el descontento popular ante la grave crisis económico-social. Su política exterior estuvo definida por la Guerra de los Treinta Años (1618-48) en la que España intervino en 1621 con el duque de Uceda. Este conflicto se inició con éxito (annus mirabilis de 1625), pero tras el último triunfo del cardenal-infante don Fernando a los suecos en Nördlingen (1634) los descalabros militares se sucedieron uno tras otro (Dunas 1639, Rocroi 1643), precipitando el fin del conflicto y la firma de la Paz de Westfalia en 1648, que puso fin a la hegemonía europea de los Habsburgo y estableció el reconocimiento de la independencia de las Provincias Unidas. El conflicto hispano-francés se mantuvo hasta la derrota definitiva de España, que se vio obligada a la firma de la Paz de los Pirineos de 1659, suponiendo la pérdida del Rosellón y la Cerdaña. Ya sólo quedaba la guerra contra Portugal; se sucedieron las derrotas para España en Ameixial (1663) y Vila Viçosa, y a la muerte de Felipe IV ya no quedaban voluntad ni recursos para recuperar Portugal. La viuda regente Mariana de Austria en 1668 reconoció su independencia. LA LIQUIDACIÓN DEL IMPERIO DE CARLOS II (1665-1700) Carlos II, El Hechizado, hijo de Felipe IV y Mariana de Austria, heredó el trono en septiembre de 1665 con tan sólo 4 años. Enfermizo, raquítico y con cierto retraso mental fue el último monarca de la dinastía Habsburgo en España. La política interior constituye un período jalonado por la crisis económica (alteraciones monetarias), crisis política (derrotas militares) y crisis social (pestes y hambrunas), a las que no pudieron hacer frente ni la regencia de Mariana de Austria (asesorada por una Junta de Gobierno) hasta 1675, ni ninguno de sus validos —como el padre Nithard (hasta 1669) y

TEMA 33: LA MONARQUÍA HISPÁNICA BAJO LOS AUSTRIAS: ASPECTOS POLÍTICOS, ECONÓMICOS Y CULTURALES. Valenzuela (hasta 1677)—, ni el breve gobierno de Juan José de Austria (1677-79). El periodo de mayor sensatez se desarrolló con los gobiernos de Medinaceli (1679-84) y el Conde de Oropesa (1684-91), tras los que se inició el problema de la cuestión sucesoria y la influencia de Mariana de Neoburgo y su camarilla alemana. A la muerte de Carlos II (1 de noviembre de 1700), el enfrentamiento civil e internacional, la Guerra de Sucesión Española (1702-1714), dividió al país entre los partidarios de la dinastía austriaca y la borbónica. España tuvo que soportar a lo largo de estos años la política exterior expansiva de Luis XIV desarrollada a costa del imperio español. En la Guerra de Devolución (1667-68), la Triple Alianza entre Inglaterra, las Provincias Unidas y Suecia contra el rey Sol, llevó a Luis XIV a solicitar la paz mediante la firma del Tratado de Aquisgrán de 1668. Se cedió a Francia Armentieres, Bergues, Charleroi, Courtrai, Douai, Furnes, Lille, Oudenarde y Tournai. Tras la invasión francesa de Holanda en 1672 se formó la Gran Alianza de La Haya de 1673 integrada por Inglaterra, Holanda, Austria y España contra Luis XIV de Francia. La guerra terminó con la Paz de Nimega de 1678 donde España se vio obligada a ceder el Franco Condado y las ciudades de Casssel, Bailleul, Ypres, Wervik, Warneton, Cambrai, Bouchain, Condé-sur l'Escaut, Bavay y Valenciennes. En la corta guerra de 1684 contra Francia, que finaliza en la Paz de Ratisbona, se pierde Luxemburgo. Las nuevas anexiones de Luis XIV en los territorios próximos al Rin llevaron a la creación de la Liga de Ausburgo entre España, Austria, el Duque de Saboya, Holanda e Inglaterra. La guerra que se extendió entre los años 1688-97; España salió de ella relativamente intacta, pues mediante la Paz de Ryswick de 1697 Luis XIV devolvió todos los territorios ocupados después de la Paz de Nimega, velando la herencia de su nieto. 4. EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA Y SOCIEDAD. LA ECONOMÍA EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA Y SOCIEDAD El historiador e hispanista británico John Lynch, en su obra Los Austrias (2000), nos describe una España a principios del siglo XVI como un paisaje vacío y poco cultivado debido a la escasa población, la cual aumentó de forma significativa hasta el 1600, pasando de 5,3 millones a 8 millones de habitantes. Superadas las guerras interiores y a pesar de las pérdidas de población de la primera colonización, fue un siglo expansivo demográficamente gracias a las grandes posibilidades económicas brindadas por la conquista de América y la expansión en Europa. Sin embargo, a finales de siglo la crisis económica y social era ya patente. Castilla era la región de mayor densidad de población y casi el 80% de la población peninsular vivía en ella. La población total de la Corona de Aragón era superior al millón de habitantes. A lo largo del siglo XVII nuestra población pasó de 8 a 7,5 millones de habitantes, según datos de Lynch, siendo las causas de este descenso las tres épocas de epidemias de peste (1597-1602, 1647-51, 1676-85), la emigración a América; elevado índice de celibato (10%); la expulsión de los moriscos (1609-12), aproximadamente 300.000 moriscos abandonaron España, lo que supuso un trastorno en la economía de Valencia y el Valle del Ebro, y aunque se intentó repoblar estas regiones los campesinos no acudieron al ser tierras de señorío; la sobremortalidad bélica producida por las sucesivas guerras; un desajuste climático que se manifestó mediante sequías seguidas de tormentas torrenciales, que arruinó las cosechas y que provocó hambrunas que dejaron a la población débil y susceptible de padecer enfermedades, abortos e infanticidios. La estructura social de los siglos XVI y XVII se basaba principalmente en la propiedad de la tierra, cuya mayor parte estaba en manos de los dos estamentos superiores —la Nobleza y Clero—. En la cúspide de la pirámide social se situaba la nobleza: grandes magnates, alto clero, caballeros y patriciado urbano. Representaban un 2% de la población y poseían el 96%

TEMA 33: LA MONARQUÍA HISPÁNICA BAJO LOS AUSTRIAS: ASPECTOS POLÍTICOS, ECONÓMICOS Y CULTURALES. de la tierra. Su poder económico era inexpugnable, acumulaban territorio reconquistado y realizaban rapiñas en tierras de realengo. El éxito fácil de la nobleza creó en la población castellana una mentalidad pro-aristocrática que marcará su perfil durante siglos. La clase media era escasa y débil. Existía una clase mercantil (Medina del Campo, comercio de Indias), pero el país estaba escasamente urbanizado y no había tradición en el mundo de los negocios. El tercer estado estaba compuesto por campesinos y artesanos, que trabajaban en condiciones miserables para sobrevivir. Al no haber una clase media fuerte e identificable carecían del estímulo de ascenso social. Muchos hidalgos trabajaban la tierra o eran artesanos, lo que desmiente el mito del hidalgo ocioso; disfrutaban de exención de impuestos y tenían privilegios de orden penal, como no ser sometidos a tortura. LA ECONOMÍA En la España del siglo XVI encontramos tres centros económicos y comerciales: Sevilla con su hinterland americano —sede de la Casa de la Contratación, organismo controlado por el Estado que se encargaba del monopolio del comercio con América—; Aragón y su hinterland Mediterráneo; el Norte peninsular y su hinterland en Flandes y Europa septentrional. La producción agrícola se benefició del aumento de la demanda interior y exterior, pero al ser campesinos sin recursos no mejoró su técnica, sólo la superficie cultivada. A nivel industrial destaca la producción textil en Segovia, Toledo y Cuenca, aunque no disponía de tecnología adecuada ni de mano de obra especializada; los paños eran caros y de baja calidad, por lo que una ordenanza real permitió la importación de paños extranjeros que acabó con esta incipiente industria. Desde mediados del siglo XVI hasta principios del XVII, la economía española empezó a tener serios problemas como consecuencia del alza de los precios de los productos castellanos, que no podían competir con los importados procedentes de Europa; este fenómeno es conocido como revolución de los precios. Earl Jefferson Hamilton consideraba que la principal causa del aumento de los precios era el aumento de la cantidad de plata en España procedente de América, mientras que la doctora en Historia Moderna Carmen María Fernández Nadal y otros autores nacionales defienden que la plata al llegar a España se exportaba inmediatamente a Europa, y acusan a la incapacidad de la economía española por absorber el mercado americano. La mayor parte de los historiadores, como Pierre Vilar y Lynch, añaden a las causas anteriores el déficit crónico de las arcas del Estado. La política exterior de los Austrias produjo un desfase entre los ingresos y los gastos. A pesar de los ingentes tesoros americanos hubo que recurrir a la subida de los impuestos, que eran muy numerosos (tercias reales, el subsidio, el excusado, la cruzada, derechos de aduanas, el almojarifazgo, el montazgo, la alcabala, los millones o sisa, el servicio). Cuando estos se mostraron insuficientes se recurrió al endeudamiento (contratación de asientos y venta de juros). Sin embargo, esto tampoco se mostró suficiente, ya que la Corona no podía pagar las deudas contraídas y declaraba la bancarrota (1557, 1575, 1596, 1608 y 1627). Desde principios del siglo XVII la economía española se hunde en una profunda decadencia que afectaba a toda Europa. Estos son los factores que explican la crisis existente: la crisis demográfica, una pesada burocracia y ausencia de inversiones productivas, y las alteraciones monetarias (reduciendo su peso, pero manteniendo su valor nominal, resellando las monedas para duplicar su valor nominal y emitiendo grandes cantidades de moneda de vellón). Al final del reinado de Carlos II se estableció una nueva política económica que se manifiesta mediante la creación, en 1679, de la Junta de Comercio. El objetivo era estimular la industria española y evitar la invasión de productos extranjeros. Otra manifestación de la nueva política económica es el reajuste monetario de 1680-86, proceso deflacionista que a corto plazo fue muy difícil de superar, pero que permitió que a partir de 1686 la economía comenzara a recuperarse.

TEMA 33: LA MONARQUÍA HISPÁNICA BAJO LOS AUSTRIAS: ASPECTOS POLÍTICOS, ECONÓMICOS Y CULTURALES. 5. ASPECTOS CULTURALES EL RENACIMIENTO El Humanismo se divulgó y consolidó en España gracias a la imprenta y a las universidades. El Cardenal Cisneros permitió la aparición de humanistas católicos, destacando Antonio de Nebrija, autor de la Gramática castellana en 1492 y Luis Vives, una eminencia europea en erasmismo. La Universidad de Alcalá de Henares y su Biblia Políglota fueron dos de los grandes sueños cisnerianos hechos realidad. En 1524 tuvo lugar un importante desarrollo de la secta de los iluminados, de corte también erasmista; sus doctrinas no pueden considerarse heréticas, pero sí pretendían la renovación religiosa, eran las doctrinas de Juan de Valdés y Luis Vives. El erasmismo quedó ahogado por la Contrarreforma católica en 1535 bajo la égida del Inquisidor General Hernando de Valdés y del teólogo dominico Melchor Cano. Felipe II terminó con toda disidencia religiosa en la década de los 50 mediante los procesos de Sevilla y Valladolid, ahogando el conato luterano de estos núcleos reformistas. En 1558 un Decreto Real prohibía la importación de libros extranjeros, en 1559 se prohibía a los estudiantes españoles estudiar en el extranjero. En ese contexto la Inquisición publicó un índice de libros prohibidos. Las Letras se beneficiaron del uso del castellano como lengua nacional y del desarrollo de la imprenta. La importación de las formas italianas duró hasta la primera mitad de siglo, para luego florecer un estilo propio de gran religiosidad: es la mística de Fray Luis de León, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. A nivel de producción literaria destacan las novelas de caballería y la novela picaresca. A finales de siglo encontramos la trascendental figura de Cervantes; el Quijote es testimonio vivo de una época donde se contraponen los ideales que inspiraban a la sociedad española frente a una realidad donde el imperio se desmoronaba. También se transformó el teatro y se hizo más refinado. La Historia se convirtió en un género literario con Jerónimo de Zurita, trabajándose también la Historia erudita con el padre Juan de Mariana. La Geografía se difundió gracias a la Casa de Contratación, que actuaba de centro de enseñanza en Náutica recogiendo las observaciones de los exploradores americanos y elaborando mapas. En Astronomía destacó Jerónimo Muñoz y en Ciencias Naturales Juanelo. En Matemáticas el desarrollo fue tan grande que se fundó en Madrid la Academia de Ciencias Exactas. En Medicina, Miguel Servet descubrió la circulación pulmonar de la sangre. A nivel artístico, la introducción y difusión del Renacimiento italiano en España obedece a causas variadas: por una parte a los continuos contactos que se tienen con Italia desde finales del siglo XV, que permiten que artistas italianos viajen a España y artistas españoles viajen a Italia —y sobre todo que italianos trabajen en España—, y por otra parte al interés de la corona por desarrollar un arte oficial que la defina y que muestre su unidad y su poder, lo cual se plasmará en la formulación del arte plateresco durante el periodo de los Reyes Católicos y la afirmación de un Renacimiento clásico con Carlos I.

TEMA 33: LA MONARQUÍA HISPÁNICA BAJO LOS AUSTRIAS: ASPECTOS POLÍTICOS, ECONÓMICOS Y CULTURALES. EL BARROCO Las doctrinas económicas del siglo XVII en España estuvieron influidas por el mercantilismo y fueron desarrolladas por arbitristas como Sancho de Moncada y Francisco de Lira (que participa en el gobierno del Conde de Oropesa), cuyas intenciones eran encontrar solución a la grave crisis económica. En las Letras se vive el Siglo de Oro, los escritores buscaron nuevas formas de expresión como el culteranismo de Góngora y el conceptismo de Quevedo. Los géneros más cultivados y que mejor reflejan la realidad política y social fueron el teatro y la novela. Aquel ambiente imbuido de pesimismo era idóneo para el desarrollo de la novela picaresca, inaugurada con Guzmán de Alfarache (1599) y culminando con el Buscón don Pablos de Quevedo (1603). El teatro estuvo representado por dramaturgos como Lope de Vega —de fuerte sentimiento popular—, Tirso de Molina y Calderón de la Barca. Las ciencias experimentales se debilitaron y la Universidad entró en declive; la actividad científica a principios del siglo XVII fue una clara prolongación del Renacimiento. Con Felipe IV aparecieron nuevos elementos que dieron lugar a un enfrentamiento entre los que aceptan las innovaciones y los intransigentes. Con Carlos II se inicia la asimilación de las nuevas corrientes con los novatores. A nivel artístico, el Barroco español es clara expresión de la Contrarreforma Católica, pero también de la crisis económica, social y política que vivió la España del siglo XVII y que dio lugar a dos actitudes estéticas contrapuestas: la de aquellos que mantienen una postura pesimista ante tales circunstancias y la de aquellos que se refugian en un mundo de fantasía.

CONCLUSIÓN Debido a la imagen tópica de la decadencia española acaecida en el siglo XVII se califica a los titulares de la corona en este periodo como a los “Austrias menores”, frente a los dos monarcas (Carlos I y Felipe II) de la centuria precedente denominados “Austrias mayores”. Las causas del declive, como se afirmaba en la época por autores como González de Cellorigo o Saavedra Fajardo, son complejas, pues intervinieron factores económicos, demográficos, culturales, políticos y técnicos, los mismos que dieron la primacía a la monarquía española en Europa desde la llegada al trono de Carlos I, en 1516, hasta la paz de Westfalia, de 1648, casi un siglo y medio de indiscutible dominio hispánico. El siglo XVII es en toda Europa un siglo de crisis, de la cual se libraron parcialmente Francia y Holanda, naciones en ascenso que demostraron una primacía militar, política y económica que habían disfrutado los reinos de los Habsburgo durante el siglo XVI. BIBLIOGRAFÍA

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