Sobre El Laberinto

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El Laberinto Algunas referencias históricas al laberinto El Laberinto es un símbolo que presente en la mayoría de las religiones, desde los petroglifos de miles de años de antigüedad, así como en piezas arqueológicas dedicadas a la Gran Diosa encontradas por la célebre antropóloga Marija Gimbutas, en excavaciones en la vieja Europa. Lo encontramos también en el antiguo Egipto guardando las entradas a las tumbas de los faraones, tanto como en las culturas celtas, las escandinavas o entre los nativos americanos: los Hopis usan dos laberintos idénticos al cretense de siete caminos. Los usos del laberinto son variados. En un mito sumerio del siglo XXVI antes de Cristo, el héroe Gilgamesh se enfrenta a Humbamba, el enemigo guardián de la tierra de los muertos, a quien debe vencer desde un laberinto de viseras y mandíbulas, tras el cual rescatar a la dama para regresar convertido en semidios. En Babilonia y Creta (los orígenes de ambas culturas se pueden rastrear hasta el siglo XXIV antes de Cristo) el laberinto es una imagen encontrada en monedas, piedras y vasijas representando el trayecto simbólico que debe hacer el héroe en el mundo de los muertos para renacer cíclicamente. En el Bhagavad-gita, una de las escrituras sagradas del hinduismo (cuyos orígenes van del año 500 al 200 antes de Cristo), el laberinto es un arma, una fortaleza, una formación militar, un trance hipnótico usado por el mago Droma para confundir al enemigo. En Grecia es Teseo quien mata al minotauro cretense vestigio de los anteriores cultos a la diosa pájaro y de las serpientes. En este mito le adjudican la ayuda a la diosa misma, Ariadna/Afrodita, quien con el hilo de su bisabuela Aracne, por amor ayuda al héroe a salir del laberinto tras matar al poderoso y milenario toro de Minos, quien se transforma en Asterius, una estrella. El laberinto en Grecia es también llamado el Dromenon del griego drae: hacer, actuar, lograr. Dromenon es, por lo tanto, algo que debe actuarse, (de hecho es la misma raíz de la palabra dramático). Dromenon: un patrón ritual de expresión dinámica, ritmo dancístico terapéutico en el que los participantes experimentan un segundo nacimiento hacia un orden más alto de conciencia. Es un rito iniciático de primavera, el “lugar de la doble hacha”. Grecia lo obtuvo de la antigua Creta y era emblema de la diosa de la mariposa: Diosa de la Doble Hacha. 2

Laberinto de la Catedral de Chartres

En el cristianismo medieval los constructores de las grandes catedrales góticas, instalaron laberintos de once caminos en el piso de varias catedrales góticas, justo en el punto de intersección de la nave y el crucero y algunas aún conservan sus laberintos. Es el de Nuestra Señora de Chartres, llamado La Lieue (el lugar, o la legua) el maestro de todos. Su movimiento o danza de vueltas en un patrón laberíntico era considerado un viaje a la nueva Jerusalén. Sus estiramientos y vueltas estimulan la percepción motriz e inspiran una profunda intuición kinestésica “recordando” el pulso original y el religare o volver a ligarse. El laberinto es un glifo atemporal basado en la espiral, el alfabeto de la naturaleza que encontramos en caracoles de mar, los torbellinos, los átomos, los embriones y las galaxias. Lo encontramos representado en petroglifos, relatos míticos, historias bíblicas y hasta en el camino de Oz. Todos estos hallazgos nos permiten asegurar que el laberinto es un símbolo universal de desarrollo y auto transformación. Fue seguramente este conocimiento y el poder que se deriva de él, la razón por la que los reyes de Francia antes de ser coronados debían recorrer previamente el laberinto como un ritual, siendo la mayoría coronados en la catedral de Reims. En 1595 Luis XVI fue coronado en Chartres porque Reims estaba tomada por el enemigo y en 1600 la reina entró a Avignon, y dispuso colocar su trono sobre un diseño del laberinto en lugar de la tradicional flor de liz. Diferencias de laberintos: en el idioma ingles el laberinto de multiples caminos diseñado como juego o carcel para perder al caminante es llamado maze. El denominado labyrinth, del que aquí hablamos, tiene de un solo camino que lleva al centro y nos trae de regreso hacia afuera. En español laberinto es una palabra que se aplica a ambos.

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El poder místico del laberinto Caminar el laberinto de Chartres, es ir y venir dando vueltas de 180 grados y al entrar a un circuito diferente, al cambiar de dirección también cambia la percepción del lóbulo derecho al izquierdo y es una de las razones por las que induce estados receptivos de conciencia a la vez que ayuda a balancear los chacras o centros de energía.

El camino lleva al centro, que se llama roseta y esta hecho de una flor de 6 pétalos (la rosa tradicional tiene 5 pétalos). La rosa, símbolo de la virgen María en la Edad Media, se asociaba con Percival o Parcifal, uno de los caballeros de la Mesa Redonda del Rey Arturo que se distinguió por su participación en la búsqueda espiritual del Santo Grial. Es también símbolo de amor y belleza asociado con el mito de Isis, de Afrodita y Ariadna/Afrodita, cuya diadema de rosas iluminó el camino de Teseo. La rosa es símbolo del amor humano y divino, del amor apasionado y del amor más allá de la pasión. Una rosa es símbolo de aceptación del amor de dios al mundo. La rosa es el equivalente del loto oriental e imagen de la rueda cósmica. En la tradición mística es el símbolo del espíritu santo. En Chartres la rosa del centro del laberinto o nueva 4

Jerusalén, es espejo del centro del rosetón de cristal del emplomado que embona exactamente sobre la del piso. Según el experto en arquitectura sacra Keith Critchlow, cada pétalo simboliza cada una de las etapas de evolución planetaria: de izquierda a derecha el reino mineral, vegetal, animal, humano, angélico y desconocido o el misterio del patrón aún desdoblándose. Labrys: es la palabra raíz porque el laberinto tiene diez labrys o símbolos de doble hélice o doble hacha, que tradicionalmente son símbolos de creatividad y poder femenino. Desde arriba forman una gran cruz que equivale al cruce de caminos y puntos cardinales Las lunaciones: son el anillo externo de círculos parciales. Son únicos del laberinto de once circuitos de Chartres. Las lunaciones consisten en 28 medios círculos de dos tercios; 28 cúspides por cuadrante que marcan cada cuarto del año. En el laberinto hay 113 cúspides y 112 curvas y con él puede llevarse la cuenta lunar de 28 días: la iglesia determina así la fecha de la fiesta lunar de la pascua, fecha en que se danzaba y caminaba el laberinto. El laberinto de la Catedral de Nuestra Señora de Chartres tiene 272 piedras, representando los días que toma la gestación de un ser humano. La doctora Lauren Artress, experta en el significado místico del laberinto, enseña que caminar el laberinto es caminar un camino sagrado, es un viaje al centro de nuestro ser para crear el orden a partir del caos. Aquí, el viaje es más importante que el destino ya que recorrer el laberinto es recorrer la vida y sus circunvalaciones de errores y aprendizajes. Dándonos el tiempo y el espacio necesarios para ir descubriendo nuestro sentido, nuestro propio ritmo, nuestros ciclos, nuestros pasadizos y callejones interiores. En el viaje enfrentamos nuestra multiplicidad con las máscaras con las que el inconsciente se disfraza como condición, clave y contraseña para el viaje hacia el conocimiento. El caminar de cada uno es una experiencia personal: cómo caminamos y lo que recibimos es diferente en cada ocasión y lo que cada uno recibe puede ser integrado en el camino de salida y el caminar puede ser sanar, puede ser sólo placentero o una experiencia muy profunda e inenarrable...cada vez es diferente. “Caminar el Laberinto aclara la mente y provee la percepción del viaje espiritual. Nos urge a la acción. Calma a las personas que están atravesando los sufrimientos de las transiciones de la vida. Les ayuda a ver su vida en el contexto de un camino, una peregrinación. Se dan cuenta que no son seres humanos en un camino espiritual, sino seres espirituales en un camino humano.”

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Todos los mitos del laberinto nos dicen de una u otra forma una historia en cuatro partes Es un lugar muy peligroso ¡ ya que ayuda a descifrar los secretos de la vida, la muerte, la creación del mundo y la verdadera identidad del ser humano, nos dice el economista y pensador francés Jacques Attali, y continua... 1- El viaje El laberinto como viaje a la casa de la muerte. Es en este viaje a lo oscuro, en el que la sobrevivencia y renacimiento del espíritu se deciden. En la culturas nómadas y sedentarias antiguas, la muerte es un viaje, – el laberinto es ese viaje, es un ritual funerario en el que gráficamente nos ofrece el mapa del mas allá, es el camino de la casa de la muerte, hacia la madre tierra de la cual el sol a veces regresaba. Los muertos enfrentan obstáculos puestos por los dioses y espíritus, y los vivos se protegen del regreso de los muertos con dibujos laberínticos sobre los ataúdes, y en la entrada de las casas como protector, sea para atrapar, dispersar o desaparecer los malos espíritus. 2- Las pruebas El laberinto como pruebas. El individuo enfrentará diversas pruebas sean simulación, dramatización o pantomima del ritual del sacrificio del chivo expiatorio, representando el regicidio primordial para facilitar su resurrección y la iniciación de los que participan. En la isla Malekula en el Pacífico Oriental, existe la creencia que tras la muerte sus habitantes van a un lugar llamado “la tierra del servicio”. Antes de ser admitidos, junto a una roca que es la entrada de donde residen los muertos, un espíritu femenino denominado Temes Susap dibuja en la arena un Nahal o “el camino”, el muerto lo ve por breves momentos antes de que la mitad de la imagen sea borrada y el muerto debe restaurarla exactamente en un solo movimiento del dedo sin despegarlo y luego encontrar el camino al centro. Si ha sido bien iniciado y entrenado en los diseños, cantos, danzas y poemas sagrados lo hará de memoria y solo así atravesará la entrada. de no lograrlo, o no llegar al centro el guardián le devoraría el alma. 3- La iniciación La prueba en el viaje es a la vez un sacrificio iniciático, ya que quien lo atraviesa queda iniciado en ese camino que le llevará a la victoria sobre un monstruo y obtiene un tesoro. En las antiguas civilizaciones, el joven entraba a la cueva anónimo, moría al pasado y renacía al emerger como adulto, con un nombre y plena membresía a la colectividad.

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4- La resurrección Resurgir es ser el héroe o heroína y además con la designación o nombre de una persona totalmente nueva, que regresa de la tierra de los muertos y quizá, hasta reencarnado. Para el héroe que busca, el laberinto es una frontera, un lugar de iniciación, encuentro y comunicación entre el mundo de los vivos y los muertos, por ende, representa un acceso a la eternidad. Fulcanelli, seudónimo de un célebre autor de libros de alquimia en el siglo XX, decía que el laberinto resume la gran obra y el aprendizaje requerido, consistente en duras pruebas necesarias para hacer práctica la enseñanza en el quehacer diario. Este conocimiento que se encuentra en las profundas capas del propio laberinto interior que uno mismo debe catar. Este es un esfuerzo fuera del alcance del hombre común o de la actitud de sopor más o menos permanente en el mundo. El emblema cabalístico, denominado laberinto de las catedrales, o laberinto de Salomón, aparecía en aquellos escritos alquímicos que, con sus símbolos, silencian la palabra. En este lenguaje mudo se expresa el conocimiento escondido, propio de los misterios del universo, descrito por círculos concéntricos interrumpidos en ciertos puntos, observando que no es un camino rectilíneo, y en sus vueltas, la visión del caminante abarca el inicio y término de la totalidad de su jornada. En la medida que se da un primer paso, necesariamente desconoce el siguiente, no obstante que cada estado de conciencia logrado, impone su sello en el siguiente trecho. Así, al adentrarse en el laberinto, se tiene el convencimiento cierto de que esa es la ocasión de vencer o abandonar la empresa. Fulcanelli al comparar el laberinto con la piedra filosofal, dice: en ese Dédalo se muestra un camino en el que se suceden los múltiples procesos que se desarrollan para alcanzar la acabada construcción de la obra o piedra filosofal. Señala cómo la oscuridad puede ser transformada en luz, si la materia se aparta voluntariamente de su propio y terrenal encantamiento, y acepta ser ayudada, conectándose a una fuerza muy elevada o mercurio divinizador, y sometiéndose a intensas jornadas de pulimento, en que se deshará de la carga inútil, lo que le hará digno de enlazarse a la divinidad, por medio del “solve et coagula”: la disolución de todo lo anudado e indebidamente compactado, para ver aflorar el nacimiento del verdadero ser, o manifestación de su mercurio coagulado. Aquél que ha sentido el impulso de interesarse en él mismo, para enfrentar su propia oscuridad, necesita de la ayuda de una fuerza superior (mercurio divinizador o alkahest) que con el fin de internarse en lo profundo de su complejo laberinto, y para deshacer su falso tejido, le entregue el extremo del hilo de Ariadna, conductor de luz, que desvanece la oscuridad, rompe la naturaleza densa y artificial de la materia, y hace posible una muerte simbólica para comprender la propia inmortalidad interior y transformarse en luminosa vida, una vez que despierte su mercurio coagulado. Así, guiado por el hilo de

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Ariadna y mediante un duro quebrantamiento interior, aquietará sus aguas, y desde allí, surgirá un nuevo sol naciente: el renacimiento del alquimista. El laberinto es el epítome de todo trabajo realizado en la gran obra y, en especial, alude a sus dos grandes dificultades que consisten en: 1. Delinear y precisar el camino para llegar a su centro, punto donde se libra la lucha de las dos naturalezas: Teseo y Minotauro. Esta contienda es la cruenta lucha que debemos enfrentar entre la luz y la oscuridad, paradójicamente necesarias y complementarias una y otra. 2. Descubrir la senda que permite salir del laberinto, una empresa que sólo es posible si se cuenta con el hilo de Ariadna, que representa a las múltiples etapas que debe vivenciar el discípulo para pasar de la oscuridad a la luz. El hilo de Ariadna simboliza el conocimiento adquirido con la propia experiencia, y la realización de la enseñanza en uno mismo. Esa es la sabiduría que permite al alquimista salir de su propio laberinto. Jacques Attali, en The Laberinth in Culture and Society nos dice: “...parado en la entrada atisbando dentro de su sombría boca, el profano y el ignorante sólo ven un túnel plagado de trampas sin salida visible. Si le dan la espalda, dan la espalda a la puerta de la vida misma. Pero si entran sobreponiéndose al vértigo, al miedo y las ilusiones, si no se hacen nudos dentro de si mismos y se permiten usar esas muy especiales capacidades hoy frecuentemente despreciadas, descubrirán que la ilusión es una iniciación, que el miedo los fortalece, que el error les hace crecer y el vértigo los transfigura. Una vez iniciado uno puede regresar ahí de nuevo, yendo ahora aún más lejos y ayudando a otros a hacer el viaje. Así uno se vuelve un maestro del laberinto.”

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