Smith, Alfredo C. - Cuando Los Gigantes Caen. Los Riesgos Del Liderazgo

CUANDO LOS GIGANTES CAEN Los riesgos del Liderazgo 0 2 - AlfíSoC. Smith CUANDO LOS GIGANTES CAEN O Alfredo C. Smit

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CUANDO LOS

GIGANTES CAEN Los riesgos del Liderazgo

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AlfíSoC. Smith

CUANDO LOS GIGANTES CAEN O Alfredo C. Smith ©Copyright: Ediciones Verbo Vivo E.I.R.L Prim era Edición. Perú-Agosto 2007. O bra inscrita en la Oficina d e Derechos d e Autor d e INDECOPI Partida Registral N° 00407-2008 Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Fterú: N °2007-07472 ISBN: 978-9972-849-13-8 Cuidado de edición: Patricia Adrianzén de Vergara. Diseño d e Carátula: Erika Arenas Adrianzén Derechos reservados. Prohibida la reproducción parcial o total de esta obra sin autorización de la Editorial. Ediciones Verbo Vivo E.I.R.L Correo electrónico: edverbovivo@ hotmail.com edverbovivo@ speedy.com,pe Dirección: Avda. Brasil 1864. Pueblo Libre. Lima-Perú Impreso e n Perú Impresiones H uascarán S.A.C. Jr. Cailloma 565 - Lima Telf,: 427-0918 Nextel: 835*3238 Tiraje: 2,000 ejemplares

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INDICE Prólogo ............................................................................ 7 Introducción...................................................................11

Capítulo 1. Balaam: El líder frente a la c o d ic ia ......................................................................19 1. 2. 3. 4.

El profeta que se engañó a sí mismo.............19 La caída de Balaam...................................... 21 Consecuencias del pecado de Balaam ........23 Una advertencia para los líderes de hoy. ... 26

Capítulo 2. Sansón: El líder, e l sexo y la sensualidad ..........................................................27 1. El fuerte, d é b il...............................................27 2. La caída de Sansón....................................... 29 3. Consecuencias del pecado de S ansón..........31 4. Una advertencia para los líderes de hoy. ... 34

Capítulo 3. Saúl: El líder y la desobediencia ... 37 1.

El rey que se descalificó a sí mismo.............. 37 5

2, 3, 4,

La caída de Saúl.............................................40 Consecuencias del pecado de Saúl.............. 44 Una advertencia para los líderes de hoy. ...48

Capítulo 4. David: el líder y el d e sc u id o ........51 1. 2. 3. 4. 5.

Un hom bre conforme al corazón de Dios .. 51 La caída de David. ........................................ 54 Consecuencias del pecado de David............57 La búsqueda de la restauración....................60 Una advertencia para los líderes de hoy. ...62

Prólogo

Capítulo 5. Salomón: el líder y las alianzas .... 65 1. 2. 3. 4.

El am ado de Dios........................................... 65 La caída de Salom ón...................... 69 Consecuencias del pecado de Salomón. ... 71 Una advertencia para los líderes de hoy. ...72

Capítulo 6. Pedro: el líder y la impetuosidad .... 75 1 Un pescador que aprendió a ser discípulo. ...75 2. 3. 4.

La caída de Pedro..........................................78 La búsqueda de la restauración.................. 80 Una advertencia de Pedro a los líderes de ho y ....................................................................82

Mensaje final a los líderes............................................. 85 Conclusión...................................................................... 91

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El obrero cristiano está permanentemente en riesgo. El liderazgo presenta dilemas peligrosos que deben ser resueltos con sabiduría espiritual y dependencia del Se­ ñor porque de lo contrario el ministerio se derrumba estrepitosamente y los efectos son imprevisibles. El ene­ migo tienes sus baterías apuntadas especialmente en aquellos que están sirviendo eficazmente al Señor por­ que su caída produce una conmoción que afecta todo el desarrollo de la obra. Y nadie debe considerarse in­ vulnerable. El Pastor Alfredo Smith, un hombre aferrado a la Palabra de Dios, pinta en estas páginas con brevedad, concisión y profundidad, un fresco en el que se pueden observar críticamente seis casos emblemáticos, extraí­ dos de las Sagradas Escrituras, ilustrativos de los peli­ gros que acechan a todo siervo del Señor amenazando 7

su integridad. Basado en el firme fundamento de la Re­ velación de Dios va desgranando las causas que moti­ varon la caída de estos gigantes de Dios y sus conse­ cuencias. La fragilidad humana del siervo - el tesoro en vasos de barro - se hace evidente en cada uno de los protago­ nistas de estas historias que, lamentablemente, no siem­ pre tienen final feliz. El autor hace un catálogo de vasos quebrados que por diferentes motivos hicieron resisten­ cia a las expertas manos del alfarero, cedieron a la ten­ tación y sufrieron las consecuencias. La descripción de las caídas obliga al lector a temblar considerando su propia fragilidad y lo lleva a ver la imperiosa necesidad que tiene del auxilio del Espíritu Santo para recibir la claridad y fortaleza espiritual que le permitan mantener­ se firme. En un tiempo confuso en que los énfasis se colocan en lo instrumental y programático, y los líderes parecen más interesados en desarrollar su ministerio recurriendo a técnicas humanas antes que a la búsqueda de recur­ sos espirituales, este libro hace un valiosísimo aporte porque vuelve a poner el énfasis en el lugar correcto. El Apóstol Pablo recomendaba a Timoteo, su hijo en la fe, “ten cuidado de ti mismo y de la doctrina” (1 Timoteo 4.16). No es casual el orden de los términos porque muchos siervos de Dios que predicaron con én­ fasis la sana doctrina con meridiana claridad fueron de­ rribados por no ser .vigilantes en su vida personal. Aten­ to a esta realidad es que el Pastor Smith apunta a la 8

vida espiritual del siervo y cierra cada capítulo con una reflexión de advertencia aplicada a la realidad presente aportando una visión descarnada de los problemas que aquejan a los ministros de hoy y haciendo sonar una campanada de alarma sobre quienes, encandilados por las luces engañosas del enemigo, desatienden su vida espiritual descuidando su relación íntima con el Señor. Estas páginas además de ser un ajustado análisis bíblico reflejan la experiencia recogida por el autor du­ rante sus largos y fecundos años de ministerio en los cuales tuvo que contemplar con tristeza no pocos fraca­ sos de sus consiervos. Sin embargo la nota que prima es esperanzada y en el mensaje final señala “cada uno de los personajes abordados nos deja una clara impresión acerca de la gracia de Dios por un lado y la responsabi­ lidad personal por el otro” Estamos ante un aporte valioso para el crecimiento espiritual de los obreros en América Latina. Su autor no es un indocumentado neófito o un “pastor de escrito­ rio”, sino un obrero aguerrido que luchó y sigue luchan­ do en la trinchera. Estas páginas son desafiantes, mere­ cen ser leídas con mucha atención, y deben mover a la reflexión y el análisis de la propia vida. Esperamos que sean apreciadas en su justo valor y tengan la acogida que merecen.

Salvador Dellutrí Periodista, Escritor y Conferencista internacional 9

INTRODUCCION

Las siguientes páginas están dirigidas a los líderes de la iglesia o a quienes aspiran a serlo. Ciertamente es una honra ser llamado por Dios. Cuan­ do somos concíentes de este privilegio y obedecemos el llamado a liderar en la iglesia, es necesario tomar en cuenta que “ninguno toma para si esta honra sino aquél que es llamado por Dios” (Hebreos 5:4). También es indispensable tomar conciencia de las implicaciones es­ pirituales que tal responsabilidad conlleva. Para aquellos que asumen tan honrosa responsabilidad dentro de la iglesia, las cargas y advertencias que pro­ vienen del Señor Jesús, distan mucho de ser compla­ cientes y permisivas. Son más bien severas y hasta a veces inquietantes.

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Las palabras “a quienes mucho se tes ha confiado mu­ cho se les demandará” (Lucas 12:48), constituyen una llamada de atención, y la advertencia de no “hacerse muchos maestros, sabiendo que recibiremos mayor con­ denación” (Santiago 3:1) , confirma que no será nada fácil la tarea para quienes presumen cumplir esta res­ ponsabilidad, la cual, repetímos, es eminentemente es­ piritual en cualquiera de los campee en que este liderazgo se lleve a cabo: sea como predicador, maestros de ni­ ños, de juventudes, de células caseras, directores de ala­ banza, encargados de administración, o integrando las diversas comisiones de apoyo a los diferentes ministe­ rios. Los tres primeros capítulos del Apocalipsis nos dan cuen­ ta de nuestro Bendito Señor Glorificado como “el Todo­ poderoso que es, era, y que ha de venir” (Apocalipsis 1:8) y al mismo tiempo el que tiene todos los poderes sobre la vida y la muerte. Con este poder también se revela su invariable amor puesto que es quien “nos amó y nos lavó de nuestro pecados con su sangre, haciéndo­ nos reyes y sacerdotes (o líderes), para Dios su Padre”. (Apocalipsis. 1:5-6) La imagen del Buen Pastor y su mansedumbre desapa­ rece ante la visión postuma de nuestro Señor. Vestido de flamígera gloria y con aspectos tales como “ojos de fuego”, “una espada aguda que sale de su boca”, “su voz como el estruendo de muchas aguas” y “pies de bronce refulgente como de un homo”1, nos hace sentir 1V isión del H ijo del Hom bre de Juan en el libro de A pocalipsis 1 :9-1 7 .

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cierta pavura como la que sobrecogió al apóstol Juan cuando cae como muerto a los pies del Señor Jesús, aun cuando era un apóstol escogido y el discípulo am a­ do. Es de “éste Cristo” que vienen los mensajes finales. Y estos van dirigidos a los líderes de las iglesias teniendo vigencia para todos los tiempos. Su firmeza y severidad se hace palpable al dirigir sus mensajes a los “siete líderes” de las iglesias. Mensajes directos, escrutadores y con serias llamadas a la reflexión y al mismo tiempo con promesas preciosas cuyo alcan­ ce nos es difícil descifrar en toda su amplitud, pero que conjugan una sola realidad, la de observar temor reve­ rente y cuidadosa responsabilidad. Sus advertencias a las iglesias van desde Efeso que debe recobrar su primer amor para no perder su testimonio, pa­ sando por Pérgam o y luego a Tiatira que con sus permisividades que deben ser corregidas para no ser enjui­ ciadas, llegando a Laodicea que tendrá que reaccionar para salir de su “tibieza” y no ser vomitada de la boca del Señor. Todo se encuadra en lo que podemos denominar como un llamado “del severo amor del Señor”. Deberemos insistir quizá hasta el cansancio, que los lí­ deres de nuestro tiempo tal vez más que en otros tiem­ pos, tienen que ser concientizados sobre lo que entraña “pisar tierra santa” como lo es el de ministrar al cuerpo de Jesucristo. Campbell Morgan, reconocido predicador galés del siglo pasado, señalaba que es mejor no incorporarse a los 13

ministerios espirituales, que hacerlo en forma impensa­ da. Martín Lutero afirmaba, palabras más, palabras menos, que quien es atado al carro del ministerio es digno de compasión, implicando que las responsabili­ dades que pesan sobre quien sirve en la iglesia hará de­ mandas costosas sobre la naturaleza carnal.

Un campo de guerra Hay leyes espirituales que operan tanto en el mundo como dentro de la iglesia. Estas leyes marcan el co­ mienzo, el desarrollo y el final de los liderazgos. También determinan sus vulnerabilidades, fracasos así como lo­ gros efectivos y victorias. El líder cristiano debe entender que se interna en una guerra cuando se introduce al ministerio en medio de las gentes. Un sociólogo advierte que si hemos de com­ prender la naturaleza de los conflictos humanos, y esta es una responsabilidad de todo líder, debemos com­ prender la forma en que se desarrollan las guerras. Hay tres factores a tomar en cuenta en la guerra: la primera es discernir las fuerzas con que contamos, la segunda es conocer el campo de batalla en que nos moveremos, y la tercera, conocer las fuerzas del enemi­ go contra el cual batallamos. En otras palabras esto requiere las tres facetas mencio­ nadas, un serio auto-examen personal, un conocimien­ to realista del medio en que batallar, y saber medir las fuerzas de la oposición que se tendrán que enfrentar.

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En este tiempo saturado de cursos para líderes, donde se brindan técnicas e información que no hemos de desde­ ñar, aflora una asombrosa ausencia de conciencia de la necesidad de la “formación”. Parecería ser que todo se reduce a recibir un cartón o un título procedente de algu­ nos bien intencionados establecimientos del tipo conoci­ do como “expertos de escritorio”, pero que en muchos casos carecen del conocimiento práctico que viene de las trincheras en el frente de batalla. Tal situación ha produ­ cido graves anomalías y gran cantidad de víctimas que se han hecho daño a sí mismos y a la vida espiritual de congregaciones enteras. ¡La “información sin formación deforma” y es sencillamente una tragedia! El gran dilema para quienes desean con sinceridad ser­ vir a Dios, radica en evaluar lo que venimos diciendo. Recordemos que la palabra “dilema” implica la obliga­ ción de elegir una posición en contraposición a otra. Es tener que decir “sí” a una cosa y “no” a otra asumiendo luego las consecuencias de la elección. Por otra parte al hablar de liderazgo cristiano aclaramos que usamos un término un tanto desafortunado. La palabra “líder” viene del inglés y significa “uno que va delante” y en la que otros seguirán detrás. Aclaramos que esta afirmación de ser un término des­ afortunado, tiene sus bases en la letra y el espíritu de la Biblia. Veamos: Un líder secular es una persona con carácter autónomo y espíritu dominante. El líder cristiano como siervo de Cristo debe ser “pobre en espíritu” y depen­ diente de Dios. 15

Un líder secular debe irradiar suficiencia e inspirar con­ fianza en su misma persona. Un líder u hombre de Dios irradiará santidad e inspirará a una vida espiritual que pondrá su confianza en Cristo más que en el hombre. Un líder secular puede ser carnal (u hombre natural) sin dejar de ser líder. El siervo del Señor no debe ni puede dejar de ser espiritual si es que retendrá su liderazgo. Un líder secular debe poseer conocimiento y sabiduría del mundo con capacidad didáctica. El líder cristiano debe estar en posesión de la revelación de Dios, contar con la unción para comunicarla sin necesariamente te­ ner todas las cualidades de liderazgo que el mundo exi­ ge. El líder natural llevará gente tras sí, en tanto que el líder cristiano deberá llevar a las gentes a los pies de Cristo. Un líder secular puede y debe conducir a logros, prospe­ ridad y éxito en el marco del bienestar temporal. Un líder espiritual tendrá que conducir a las almas a la ver­ dad, a renunciaciones, fidelidad y quizá señalar el cami­ no del martirio por causa del Cristo del Calvario. Es de recordar que Lucifer fue un líder angélico en rebe­ lión, en tanto que Jesús fue un siervo del Señor que no vino para ser servido sino para servir. Identifiquemos ahora algunos tipos de liderazgo que re­ quiere la iglesia: el ministerio de la predicación en el pulpito, la enseñanza y la consejería, la liturgia, la con­ ducción de los departamentos o ministerios de niños, juventudes, damas, matrimonios, varones, etc. Estudios celulares, el presidir y la dirección pública de alabanza y 16

canto con su instrumentación, así como quienes están detrás de bambalinas en la elaboración de ios progra­ mas y cronogramas de las actividades de la iglesia, la tesorería, y las comisiones de gobierno y normas que puedan regir a la congregación en sus asambleas. Estas funciones pueden ser ambicionadas por muchos como un recurso para su realización personal. Esta búsqueda explica el por qué un curso de liderazgo atrae a más gente que un estudio “bíblico serio” destinado a la formación del carácter moral y espiritual. El desear el liderazgo es bueno en tanto proceda de una convicción de servir al Señor, pero con un corazón de “siervo”. Para estos, la santificación y la eficiencia se­ rán dos factores que se entrelazarán. Tener “buen testi­ monio y ser lleno del Espíritu Santo” va de la mano con la sabiduría y habilidad como lo fue en la iglesia primi­ tiva. (Hechos 6:3) Los líderes bíblicos que hemos de ver en las siguientes páginas tuvieron que luchar con sus debilidades y tenta­ ciones revelando en ellas su formación o deformación y la resultante de su carácter. Los personajes elegidos y abordados en este libro, son solamente algunos de entre muchos más que pudiéramos considerar. El análisis que nos ocupa no será exhaustivo. Sólo son extractos a to­ mar en cuenta dado que fueron escritos para nuestra admonición y enseñanza. (1 Corintios 10:6,11)

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CAPITU LO 1 BALAAM. El líder frente a la codicia 1. El profeta que se engañó a sí mismo Balaam era un poderoso vidente de oriente, oriundo aparentemente de la Mesopotamia corriendo los años 1400 a.C. Su historia puede hallarse en el libro de los Números 22 al 24 y 31:6-8. Su epílogo está en 2da.Pedro 2:15; Judas 11; Apocalipsis 2:14. Este era un hombre de dimensiones gigantescas. Con­ sultaba a Dios y obtenía respuestas (Números 22:7-12). Proclamaba que “Jehová era su Dios” (Números 22:18), tal como cualquier creyente. En sus profecías se declara como el “varón de ojos abier­ tos”, pudiendo ver lo que el resto de los hombres no veía, algo similar a Elíseo (Números 24:3,15; 2 Reyes 6:16-17). Su palabra tenía peso y autoridad gozando de reconoci­ miento internacional parecido a Jonás (Números 22:6; Jonás 3:4-6). Había oído los dichos de Jehová, cosa 19

que lo ubicaba a un nivel superior, como los de Job e Isaías (Números 24:4,15; Job.42:2-6; Isaías 6:8). Se afirma que poseía la ciencia del Altísimo, tal posición le fue reconocida a Daniel (Números 24:14; Daniel 5:11) Al ver sus cuatro profecías en los capítulos menciona­ dos, descubrimos que se hallan entre las más bellas del Antiguo Testamento. En ellas no sólo hay grandes ben­ diciones para el pueblo de Dios sino que aparece la pre­ dicción de la famosa “estrella que saldrá de Jacob” (Nú­ meros 24:17), estrella que otros orientales siglos más tarde reconocerían en el cielo para acudir a adorar al Rey de Israel que había nacido en Belén. (Mateo 2:1-2). Su dilema lo veremos en Números 22:12-20. Habiendo sido llamado a maldecir al pueblo de Dios por parte del rey de Moab a cambio de tentadoras riquezas, se en­ frenta a tener que tomar decisiones entre su conciencia como profeta y la ambición por las riquezas ofrecidas por el rey de Moab. El Señor instruyó a Balaam en que “no debía maldecir al pueblo, ya que era bendito”. Ante este dilema quiso regatear con Dios. La codicia estaba escondida en su corazón, desconociendo que “la codicia m ata a sus poseedores”. (Proverbios 1:19). Víctima de su mal, no supo comprender que pretender "ne­ gociar” con Dios siempre es peligroso. Las negociaciones (o “contrataciones”), como en el caso de Lucifer dan lugar al desquicio en todos los órdenes. (Ezequiel 28:15-16). Balaam, en su “error” quiso lucrar con las cosas espiri­ tuales (Judas 11). No sabemos como pensó justificar su 20

accionar, pero el hecho es que lo racionalizó de tal m a­ nera que se tomó una libertad que finalmente lo arrui­ nó.

2, La caída de Balaam En su proceso descendente no supo reconocer diversas advertencias. Es curioso que en sus propias profecías menciona su condición personal de “caído”, cosa que hubiera recla­ mado detenerse y examinarse a si mismo. (Números 24:4,16) La atención a su propia prédica debiera haberle movido a corregir su maldad, rogando que Dios examinara su corazón y le guiara por la senda correcta. No supo “cui­ dar de sí mismo” y acudir a la misericordia de Dios. (Salmo 139:23-24; ITimoteo 4:16). Su pasión por las cosas y las ambiciones materiales le nublaron su poder de reflexión. (Números 24:4,16). Las tragedias de Balaam se desenvuelven como en una no­ vela. Primeramente, enseñó sin prestar atención a sus propias enseñanzas. Había señalado las glorias de Israel y su desti­ no glorioso en el plan de Dios y aún, expresó su deseo de estar incluido en este destino (Números 23:10). En su fun­ ción espiritual estaba predicando, siendo heraldo para otros, aunque descalificándose a si mismo. (1 Corintios 9:27). Ninguna función espiritual es inmune a las consecuencias del descuido de la propia conciencia. (ITimoteo 1:19) 21

En segundo lugar, no supo discernir sus circunstancias en su extravío donde se ganó la enemistad de Dios y también del rey de Moab (1 Samuel 22:22; 24:10). Quien busca servir a Dios y agradarse a sí mismo, defrauda a Dios, a los demás y finalmente a sí mismo. Es ilustrativo que en su viaje de desobediencia, el asno que monta asume un rol protagónico al no quererlo trans­ portar (Números 22:23-27). Gobernado por su enfermi­ za pasión castiga airadamente a la bestia, quien para­ dójicamente obtiene la visión que perdió el profeta al discernir al Angel de Jehová que estaba por terminar con la vida de este “líder”. (Números 22:28-33). Es necesario entender que Dios es Dios de circunstan­ cias y que las cosas que suceden en la vida no son ca­ su alid ad es. Mas aú n , éstas p u e d e n servir com o indicadores de la voluntad de Dios, puesto que Dios es quien abre y cierra puertas sin que éstas puedan revertirse. ( Salmo 37:23; Jeremías 10:23; Apocalipsis 3:7) Balaam al escoger el beneficio material anula sus fa­ cultades espirituales arruinando su liderazgo. Esto mues­ tra que hay líderes que habiendo cumplido una gran labor en otros tiempos, luego caen creando gran decep­ ción no sólo en las iglesias sino en la comunidad. Balaam “dejó el camino recto, am ando el premio de maldad”. Es de recordar que el pecado siempre ofrece premios y beneficios atractivos y lo hace a expensas de la vida y del destino de las almas. (2 Pedro 2:15)

den sobrevenir a un líder que se vuelve víctima del amor al dinero. En su ambición de lucro se encaminó hacia la locura. (2 Pedro 2:16), Se ha dicho que el pecado siempre enloquece a los más cuerdos. No decimos que los vuelve tontos, sino que los vuelve locos. Como veremos esta demencia espiritual se irá agrandando como una bola de nieve. En su desarrollo desembocará en maquinaciones diabó­ licas. En franca apostasía elabora una herejía o “doctri­ na de demonios”. Más tarde se la llamará “doctrina de B alaam ”. Una herejía que se mencionará en páginas del Nuevo Testamento y que llegará hasta nuestros tiem pos. (Apocalipsis 2:14; 1 Timoteo 4:1). Aclaramos que toda herejía comienza con un desvío sutil de la Palabra de Dios, reemplazando o exagerando una doctrina verdadera por encima de otra que también puede ser verdadera pero que por su aplicación indebi­ da, desembocará en el error.

3. Consecuencias del pecado de Balaam La doctrina de Balaam cobrará una profunda perver­ sión espiritual. Veamos su contenido:

El proceso de caída de este hombre tan singular consti­ tuye toda una enciclopedia de las desgracias que pue­

En primer lugar asesora al rey de Moab para organizar una gran fiesta. Estas celebraciones incluían bailes con bebidas embriagantes y un culto de adoración a las dio­

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sas de la fecundidad que implicaban prácticas sexuales a la sombra de los ídolos. La primera parte del plan estaba en invitar a los hijos de Israel a la gran fiesta. Argumentativamente, esto pudiera haberse visto como “un noble esfuerzo de conciliación fraterna" entre dos pueblos en aras de la amistad entre naciones. Tal cosa contrariaba leyes de separación dadas por Dios con toda claridad. (Éxodo 34:12-16) En segundo lugar sembraba las semillas de una falsa confianza en Israel. Esta “falsa confianza” radicaba en el vaticinio que se dio a Israel de ser “pueblo bendito de Jehová”. Tal ver­ dad la utilizó indebidamente, como una absoluta ga­ rantía de la incondicionalidad de la gracia de Dios. El argumento era que al haber sido pueblo bendito del Señor podían gozar libremente de las cosas de la vida. Balaam mostró que la generosa oferta del rey de Moab era una buena oportunidad de acercamiento fraterno con el pueblo de Moab. Las cosas debían tomarse con amplitud de criterio. Había que superar diferencias cul­ turales y aceptar jas prácticas de otras gentes con espí­ ritu ecuménico. En el fondo era aceptar que Dios siem­ pre perdona los pecados de su pueblo que ha bendecido en forma ilimitada. Esta perversión toma visos terribles cuando entendemos que este profeta poseía la “ciencia del Altísimo” y la estaba usando para su propia ruina.

Moab. Tras esto buscaba algún reconocimiento favora­ ble por parte del rey de Moab. Hoy día el manoseo irresponsable de la “justificación por la fe” está resultando en algo similar a esta pernicio­ sa doctrina de Balaam. Al pretender unificar la fe salvadora de Cristo con la continuidad de una vida de liberalidad con el pecado y las cosas del mundo caemos en la misma situación. Tenemos aquí “la doctrina” que induce al creyente a tomar livianamente la gracia de Dios, y el llamado a una vida de santidad “sin la cual nadie verá al Señor”. (Hebreos 12:14). Esta doctrina postula una “justificación por fe”, sin en­ tender que la fe verdadera obedece y lo hace por amor. La justicia que viene por la fe, tiene su propia dinámica en el amor de Dios que ha sido derramado en el corazón del justificado y le lleva a rechazar al pecado. Es menes­ ter ponderar textos como Juan.l4:15; Romanos 5:1-5; 6:1-2,15-16; Gálatas 5:6; 1 Juan 3:3-10. En esta historia, la herejía de Balaam costó la vida de 24.000 Israelitas en Baal-Beor. Y este evento queda re­ gistrado como enseñanza para nosotros. (Números 25:9) El desgraciado final de Balaam se narra en Números 31:6-8, donde muere acuchillado en la matanza de los hijos de Moab identificado como un apóstata con los enemigos del Señor.

Sabía que consintiendo al pecado el pueblo quedaría abierto a juicios divinos y debilitado quedaría en impo­ tencia, cosa que favorecería las intenciones del rey de 24

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4. Una advertencia para los líderes de hoy La conclusión a la que arribamos es la necesidad de cuidar nuestras ambiciones secretas. Hay propensio­ nes que pueden estar escondidas en el corazón y como sucedió con Balaam, al no ser reconocidas y traídas a la luz guardan el germen de la destrucción. En su final lo encontramos en comunión con los mis­ mos que él había co n denado en su profecía. Las banalidades de la vida, el amor al mundo y sus cosas, y aún el querer los beneficios de un liderazgo pervertido, denuncian la ausencia del am or del Padre. (1 Juan 2:15). Jesucristo advierte: “Ninguno puede servir a dos seño­ res, porque amará a uno y aborrecerá al otro o estimará a uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.” (Mateo 6:24)

CAPITULO 2 SANSON. El Líder, el sexo y la sensualidad. 1. El fuerte, débil Sansón fue levantado como un poderoso libertador de Israel naciendo por intervención divina y en forma so­ brenatural de padres estériles. (Jueces 13:1-5)

Hay remedio para este mal si es que existe la voluntad sincera de buscar a Dios quien es clemente y misericor­ dioso. Nuestro Señor sigue siendo amplio en perdonar y cuenta con los recursos para sanar al corazón enfermo de la codicia o de cualquier otra pasión pecaminosa (Isaías 55:7; Jeremías 30:17). El siervo del Señor cuen­ ta con la protección de Dios sobre los enemigos de su alma, pero no se lo ha desligado de su libre aibedrío ni de su responsabilidad en el cuidado personal. Cabe aquí la enseñanza de Pablo a su discípulo Timoteo: “ten cui­ dado de ti mismo y de la doctrina”. (1 Timoteo 4:16)

Desde su concepción fue “separado” como Nazareo al Señor (Juecesl3:5). Sansón sabía estas cosas y tal co­ nocimiento del destino que le esperaba fue un privilegio reservado a profetas y ap ó sto les (Jerem ías 1:5; Gálatasl.15). Podemos hablar de un hombre nacido por el poder del Espíritu para cumplir una clara función de liderazgo en medio del pueblo de Dios.

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Como Nazareo debía observar algunos principios bási­ cos. (Números 6:1-21). No debía tomar vino o uvas y ciertos granos que se prestaran a la fermentación. No debía cortar su cabello a la usanza de sacerdotes paga­ nos. Debía observar una vida de “separación” o su equi­ valente de “santidad”.

En este marco, el Espíritu de Dios comenzó a manifes­ tarse en Sansón en formas sobrenaturales: Primera­ mente lo vemos andando por un camino con sus p a­ dres, donde mata a un leonciilo con sus propias ma­ nos. (Jueces 14:5-6} Luego ante la pérdida de una apuesta con los filisteos y buscando cumplir con las deudas del juego, mata a trein­ ta filisteos tom ando sus vestiduras y saldando así sus cuentas (Jueces 14:19) Buscado precisamente por los filisteos por este aconte­ cimiento y aprisionado por los Israelitas, es am anado con fuertes sogas a las que hará pedazos como si fuesen de lino quemado (Jueces 15:13-14) Rodeado por tropas enemigas y con una quijada de asno en la mano por única arma, mata a mil filisteos (Jueces 15:15). Hallándose en una ciudad filistea, sale de ella a medianoche arrancando los pesados portales con sus pilares y cerrojos y cargándolos a cuestas los lleva a la cima de un monte, ¡Toda una acción sobre­ natural! (Jueces 16:3) ¡La presencia de Dios se evidenciaba en la vida de Sansón! Es sabido que Dios “puede bendecir circunstancialmente sin aprobar necesariamente”. Aquí radica una grave ad­ vertencia para todos los líderes cristianos. Hay ministe­ rios que pueden ostentar cierto tipo de “éxito o bendición visible” sin que cuente con la aprobación de Dios. Recor­ demos que Dios bendice “haciendo salir su sol sobre malos y buenos y da su lluvia sobre justos e injustos”, sin que ello apruebe a los malos e injustos (Mateo 5:45) 28

Para los siervos del Señor sigue vigente el consejo de buscar más la “aprobación” de Dios que una “bendi­ ción” circunstancial ( 2 Tim. 2:15).

2. La caída de Sansón Desde los mismos comienzos Sansón muestra una gran debilidad en controlar sus ojos. La “codicia de los ojos” como diría el apóstol Juan, lo dominaba (1 Juan 2: 16) En Jueces 14:1-2 se dice “que vio a una mujer de las hijas de los filisteos”. Al fijar sus ojos en una mujer ex­ traña ya estaba desoyendo las disposiciones dadas en la ley de Moisés que restringía las relaciones con mujeres de otras naciones (Deuteronomio 7:3-4). Si bien es cier­ to que esta situación provenía de Dios según Jueces 14:4, las Escrituras enseñan que Dios utiliza las debilidades humanas no para aprobarlas sino con el fin de cumplir con sus propósitos a través de ellas. El uso que El hace de las falencias y aún de algunas maldades humanas, no contradicen sus demandas de santidad y rectitud, puesto que El ha hecho aún al impío para el día malo, sea Faraón o los babilonios (Proverbios 16:4; Habacuc 1:10 al 2:5; Romanos 9:17). Ante los impulsos de la carne Sansón debiera haber usado el dominio propio que se espera de todo líder. En el más ele­ mental de los casos pudiera haber canalizado sus impulsos sexuales en las disposiciones de un matrimonio dentro del pueblo de Dios. Sin embargo sus pasiones no controladas convertidas en concupiscencia, le habrían de gobernar por encima del sentido común y de toda conciencia espiritual. 29

En Jueces 14:10 le encontramos celebrando un ban­ quete “conforme a la costumbre de los jóvenes”. Estos banquetes se celebraban en el estilo filisteo con las bebi­ das embriagantes que a Sansón como Nazareo le esta­ ba prohibido participar. Habiendo planificado un casamiento en contradicción a las estipulaciones divinas, sufre desencuentros propios de las turbulencias de una alianza con los infieles. N unca la mezcla indiscrim inada de creyentes con inconversos sale bien, si bien ha habido unas pocas ex­ cepciones que sólo confirman la regla (2 Corintios 6:14).

Siguiendo con su pasión, Sansón ahora se enamora de Dalila, cuyo nombre se nos informa que significa “lan­ guidez” o “debilidad" y “deseo”. (Jueces 16:4). Jugueteando con la sensualidad se deja dormir sobre el regazo de esta mujer. Es en esta situación y bajo el sopor de su indolencia que pierde el signo de su nazareato y el consiguiente poder para llevar adelante su ministerio como líder.

Su casamiento queda frustrado por asuntos que aquí no consideramos, y acto seguido en su desenfado, lo vemos acudiendo a una ramera filistea {Jueces 16:1)

Ignorando lo que sucedió en su dormidera y creyendo que nada había pasado, desconoce que “Jehová se había apartado de él”. La insensibilidad que produce el peca­ do lo ha sorprendido (Jueces 16:20). El abandono de Dios al que llegó a través de desobediencias reiteradas distorsionó su conciencia.

Que esto desagradaba a Dios lo sabemos por las escri­ turas “fosa profunda es la mujer extraña, y aquel con­ tra el cual Jehová esté airado caerá en ella” (Proverbios 22:14).

La gravedad de esta situación se muestra en el Nuevo Testamento cuando se habla del “naufragio de la fe” como consecuencia de no mantener una buena con­ ciencia. (lra.Timoteo 1:19).

La impotencia en la cual estaba cayendo confirma su estado de reprobación.

3. Consecuencias del pecado de Sansón

Haciendo pecado era esclavo del pecado y la misma esclavitud a los vicios que lo dominaban, eran parte de la paga y el castigo que se recibe por el pecado (Juan 8:34; Romanos 1:28; 6:23). Sansón ha hipotecado su liderazgo. Un hombre dotado de un poder sin igual y llamado para servir como liberta­ dor nos dejará una triste historia de lo que implica la falta de sobriedad y del dominio propio. 30

El ser líder, pastor, evangelista, misionero, sacerdote, o como lo queramos llamar, no inhibe de las debilidades que demandarán disciplina personal. La auto-censura frente a cualquier impulso indebido común a toda per­ sona sensata y mayormente a quienes están en respon­ sabilidad de liderazgo estaba ausente en Sansón. No importa con cuántos dones Dios nos haya honrado, los dilemas que diversas opciones nos presenten perma­ necerán intactos en el uso de nuestro libre albedrío. 31

En Sansón vemos que él seguía en control de todas sus facultades de alma utilizando los poderes recibidos en su nazareato en forma irresponsable. En su declinación y desobediencia, y quizá bajo efecto del vino (ya que estaban en Sorec, zona de uvas y viñedos), dará rienda suelta a su lengua haciendo confidencias indebidas cul­ minando en su aprisionamiento, humillación y vergüen­ za. (Jueces 16:15-20). La advertencia que brota de esta situación cobra reno­ vada vigencia en tiempos como el nuestro donde la ob­ sesión con el sexo y la laxitud imperante en algunas iglesias se hace evidente. Varios desvíos morales se es­ tán aceptando como parte de una ‘hueva cultura”, cosa que está destruyendo a líderes cristianos y haciendo es­ tragos en muchas congregaciones. Sansón creyendo que podía seguir usando los recursos de Dios “alegremente”, descubre que ha perdido el po­ der de Dios. Despierta cayendo en manos de sus enemi­ gos. Arrastrado al cautiverio, se le arrancan sus ojos, los mismos que no supo controlar cuando los tenía, y va a servir finalmente como payaso ante sus enemigos. (Jueces 16:21-25). Tal situación dará lugar a la humi­ llación del pueblo del Señor y a la blasfemia contra Dios. A esta altura no sabemos que pasó por la mente y el corazón de Sansón. Lo que sí sabemos es que sumido en la oscuridad de su ceguera y en la impotencia más desgarrante, se halla bajo el yugo de un molino como una bestia de carga.

lacónicamente que su cabello comenzó a crecer. Pare­ cería ser que aquí se habla de la misericordia de Dios, siempre activa, esperando un rebrote a fin de tener opor­ tunidad para obrar restauración a pesar de las desgra­ cias sufridas. (Jueces 16:22). Llegamos a esta conclu­ sión, ya que miles de años después vemos a Sansón insertado en la lista de los “héroes de la fe” de Hebreos 11. Podemos deducir que hay tiempos que no pueden ace­ lerarse, como la crecida de su cabello, y toda acción restauradora de Dios llevará su tiempo. No obstante las dolorosas consecuencias contraídas por la desobedien­ cia seguirán su curso. Es en esta angustiosa situación que clama a Dios pidiendo reivindicación. Con el cora­ zón devastado y en la profunda angustia de alma, cla­ ma y eleva su oración buscando la gracia de Dios. Esto es lo que debería haber hecho cuando estaba go­ zando de todas sus facultades y vivía en abierta contra­ dicción a la razón de su vida aún sabiéndolo. Si bien Dios le otorga lo que pide en esta hora final, vemos que aún en sus ultimas instancias revela un espí­ ritu vengativo, poniendo de relieve un carácter con de­ formidades con la que habría de entrar a la eternidad (Jueces 16:28-30). Las pasiones carnales batallaron contra su alma, como más tarde nos diría Pedro, poniendo en evidencia que había perdido el conflicto consigo mismo (IPedro 2:11).

Como si fuera una nota aleccionadora de la forma en que se mueven los poderes espirituales, se nos dice

Lo rescatadle aquí es que aún en medio del fracaso, clamó a Dios, y su clamor entró en las cortes celestiales. En esta situación, recibe fuerzas renovadas y derriba el templo idolátrico, muriendo él mismo con los idólatras.

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4 . Una advertencia para lo s líderes de hoy La conclusión de la historia de Sansón es comprender que la gracia y la misericordia de Dios son muy grandes. Su paciencia y longanimidad parecen no tener fin, sin embargo las leyes que operan con sus causas y efectos, determinan el destino del liderazgo. Los dones y las capacidades recibidas y su aparente ejercicio exitoso no significan que las cosas andan bien. Un ministerio exitoso nunca es absoluta garantía de apro­ bación divina. La vida en el temor de Dios que observa santidad, humildad y obediencia a la Palabra de Dios son los factores finales y determinantes. Agregamos aquí una note marginal y tiene que ver con el desgaste que ciertos liderazgos pueden producir. El estar rodeado de gente y bajo presiones de demandas de una labor intensa puede llevar a cierto debilitamiento de conciencia. Tal situación es peligrosa, dadas las de­ clinaciones de fuerzas que toman al líder en presa fácil de las diversas tentaciones que existen en la función pública y la exposición a las gentes. Hay quienes piensan que el sentido común y la pruden­ cia servirán de freno a las locuras pasionales. Lo que se ignora es que las inclinaciones e impulsos naturales no controlados se convierten en concupiscencia, y ésta a su vez, se constituye en el medio que trae la corrupción en todos los órdenes de la vida. La seducción cobra una fuerza imparable y produce víctimas desde los tiempos del Edén y a lo largo de la historia. San Pablo hizo notar esta preocupación hablando del poder de la se­ ducción a los Corintios: “Pero temo que como la ser34

píente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fideli­ dad a Cristo”. (2 Corintiosll:3). El dilema de seguir “los dictados del corazón” como hoy se proclama, es seguir los dictados equívocos de un corazón engañoso, conduciendo a la corrupción y finalmente a la muerte (Jeremías 17:9; Romanos 8:6,13; Gáiatas.6:7-8). Nuestra generación se ha vendido en cuerpo y alma a las gratificaciones sensuales. La “industria del placer" en la difusión de discotecas, centros de juegos de azar, los espectáculos de tipo sen­ sual, los medios masivos plagados de un sexualismo exagerado, y la pasividad con que esta propagación es contemplada, son algunos indicios de la declinación y colapso que aguarda a la presente generación. Estas mismas cosas han sepultado civilizaciones anti­ guas como las de Grecia y Roma. Y ya van preparando el camino para sepultar a la nues­ tra. Como entonces, ahora se busca gratificar las de­ mandas del cuerpo. Esto con un agravante a saber, el de una “ciencia” llamada psicología, secular y atea que ha dado seudos argumentos para la liberación de las pasiones que se convierten en instintos sin freno y llevan a la degradación. Con los medios masivos de comunicación, de la cine­ matografía, televisión, y el Internet, como herramientas con sus altos contenidos de sexualidad y violencia se está sepultando a lo que en otro tiempo fue conocido como la civilización occidental y cristiana. La difusión 35

de leyes que van legitimando uniones homosexuales y las “alegres” exposiciones públicas de estas uniones se han convertido en canales de una diseminación patógena que está destruyendo al mundo que hemos conocido. Hombres honorables, deportistas privilegiados, profesio­ nales de fama, catedráticos, militares, religiosos, al igual que la gente común del diario vivir, se hallan ligados a las fuerzas naturales del alma que reclaman la presen­ cia del Señor Jesucristo para ser controlados verdade­ ramente. (Juan 8:32,36) Los líderes tienen la solemne responsabilidad de alzar la voz y hacer patente las alternativas que Dios pone de­ lante de hombres y mujeres de todos los tiempos, entre la vida y el bien y la muerte y el mal. (Deuteronomio 30:15,19) El verdadero líder al servicio del Señor por una parte tendrá que cuidarse a sí mismo y por otra no contempo­ rizar con la decadencia social que le rodea. Su solemne responsabilidad será la de ser un testigo fiel del amor de Cristo y su poder liberador de toda corrupción. La fe obediente y el enamoramiento del Señor es clave en toda vida de servicio a nuestro Dios y particularmente para los siervos del Señor. (Romanos 8:13).

CAPITULO 3 SAUL. El líder y la desobediencia 1. El rey que se descalificó a sí mismo Saúl proviene de un trasfondo conflictivo como lo era la conflictiva tribu de Benjamín (Jueces 20-21). Paradóji­ camente San Pablo proviene del mismo origen siendo un hombre aprobado por Dios (Filipenses 3:5). Esto des­ dice la idea fatalista de que no podemos escapar de nuestro trasfondo hereditario. Su padre era hombre de influencia y valeroso en tanto que Saúl era un joven que gozaba de una privilegiada estatura física, y una muy buena presencia. (1 Samuel 9:1-2). Puede deducirse que su carácter inicialmente era el de un hijo sumiso y humilde. Así lo vemos cuando se lanza a buscar un par de asnas perdidas que eran de su padre. Esto lo lleva por un vasto territorio, mostrándose obediente, sensible y aun abierto a las sugerencias de un sirviente (ISamuel 9:38). A esta altura creemos que contaría con una edad

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razonable para gozar de una libertad personal con ma­ yor autonomía. En estas andanzas tendrá una experiencia crucial que cambiará el curso de su vida. Se encontrará con el profeta Samuel, quien lo ungirá como el primer rey de Israel (ISam uel 10:1). En la ceremonia de unción se le asegura que contará con se­ ñales sobrenaturales que confirmarán su designación real como algo que no provenía de los hombres sino de Dios (ISamuel 10:2-7). Es así, que gozará de experiencias espirituales que lo “mudarán en otro hombre” (1 Samuel 10:6-10). Parece ser, que gozó de claras experiencias de tipo carismático, propias de algunos personajes que se iniciaron en grandes responsabilidades. No es fácil des­ cribir esta faceta de su vida, pero es evidente que expe­ rimentó manifestaciones del poder de Dios a nivel per­ sonal. Las experiencias espirituales que tuvo al inicio de su liderazgo fueron de carácter genuino sin dar lugar a dudas de su andar con Dios. Por otra parte contaba con la prudencia de no hacer grandes alardes de estas preciosas experiencias en el Espíritu, cosa digna de ponderar, cuando entendemos que por naturaleza humana caemos fácilmente en ha­ cer de esto un asunto de publicidad, de propaganda, “proselitismos” y aún divisiones denominacionales eva­ luando categorías de espiritualidad entre los hermanos según manifestaciones carismáticas (ISamuel 10:16).

biscamente (ISamuel 9:21; 10:20-22; 15:17). También parece que irradiaba ciertos perfiles de inexperiencia o inseguridad que llevó a algunos a menospreciarlo. (ISamuel 10:27) Comprenderemos mejor el carácter de este hombre al entender que debía asumir una tremenda responsabili­ dad en la transición de la teocracia que le precedió en la persona de Samuel, al de un gobierno monárquico, lo cual implicaba toda una revolución religiosa y política (ISamuel 8). Si bien esta transición no era del agrado de Dios ni de Samuel, se promete al rey y al pueblo la bendición y la asistencia del Espíritu de Dios. El nuevo tipo de liderazgo no quedaría huérfano (1 Samuel 9:15-16). Por otra par­ te, Samuel se muestra como verdadero líder, y aunque ahora desplazado se compromete a “no pecar contra Dios cesando de rogar y enseñar a este pueblo” (1 Samuel 12:23). Su desplazamiento no apagó su capacidad de líder genuino ante la aparición de otro líder. Las grandezas de Saúl se declaran en las endechas finales que David eleva en la hora de la muerte de Saúl y Joñatán. Allí se dice que “eran más ligeros que las águilas y más fuertes que los leones”, y son “valientes que han caído” en la batalla. Estas cosas que quedaron registradas para la historia futura de Israel y para la iglesia en 2 Samuel 1:22-27,

Al ser designado rey, se vuelve a mostrar humilde; diría­ mos hasta tímido y huidizo como lo hace al esconderse entre el bagaje tratando de evadir ser presentado pú-

La primera gestión de Saúl tiene lugar ante una abierta ofensa nacional que proviene del rey de Amón, contra los habitantes de Jabes de Galaad, una región ocupada por las tribus de Manasés, Gad y Rubén al nor-oriente de Israel. (ISamuel 11:1-8).

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Nahas rey de Amén, busca injuriar al pueblo con una proposición de brutal inhumanidad. Amenaza con arrancar el ojo derecho de estos habitantes como marca de humillación sobre todo Israel, cosa que atemoriza al pueblo y bajo un sentido de impotencia les lleva a “alzar sus voces y llorar”. (1 Samuel. 11:4) Saúl cobra conocimiento de tal situación reaccionando con ira, y bajo la unción del Espíritu convoca al pueblo en un despliegue de gran autoridad (ISamuel 11:7-9). El ejército que logra reunir es de 330.000 hombres, con los que inflinge una formidable derrota a los habitantes de Amón. (1 Samuel 11:12). Reafirmada su autoridad en esta proeza, destila noble­ za de carácter no permitiendo que sus detractores, los mismos que antes lo menospreciaran, sean destruidos, salvándoles la vida. (1 Samuel 11:12-13). Hasta aquí vemos a un hombre de capacidades espe­ ciales, llamado por Dios, ungido con el poder del Espíri­ tu y asumiendo su responsabilidad con humildad, no­ bleza y firme determinación.

2. La caída de Saúl Sus problemas comienzan un tiempo más tarde, cuando crea un ejército personal de tres mil soldados que divide en dos cuerpos, el primero de dos mil para acompañarle a él personalmente y a otros mil que seguirían a su hijo Jonatán, ahora principe en Israel. (ISamuel 13:1-2).

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Sin poder captar los pormenores del incidente, sabemos que Jonatán ataca una guarnición filistea creando un conflicto internacional (ISamuel 13:3). Los sucesos se siguen en forma acelerada y los Filisteos se alistan con un formidable ejército para atacar a Israel. Es de tener en cuenta que Samuel había instruido a Saúl sobre un sacrificio ritual que se debería realizar (ISam uel 10:8). No tenem os toda la información cronológica que quisiéramos tener sobre este particular. El hecho es que en la confrontación que se avecinaba con los Filisteos, este ritual no se había efectuado. Esta era una práctica común que precedía a los conflictos, y en el que se debería invocar la presencia de Dios en una ceremonial especial. Este aspecto había quedado pendiente y debía efectuar­ se tras una espera de siete días. Samuel se demoraba y las presiones ante el avance de los Filisteos aumentaban de tal manera que el pueblo atemorizado comenzaba a desertar. Apremiado por las circunstancias y en un arranque de temor e incredulidad Saúl se adelanta a ofrecer el sacri­ ficio usurpando funciones que solamente Samuel esta­ ba autorizado a realizar. Tal precipitación Samuel lo definirá como un acto de “locura” (ISamuel 13:12-13). De este modo infringe el mandato de Dios en su apresu­ ramiento carnal ofreciendo un sacrificio espiritual para el cual no fue designado. La incredulidad, la desobediencia y luego la rebelión, parecen ahora enhebrarse en una maléfica combina­ 41

ción que llevará a Saúl a la apostasía y al consecuente abandono de Dios. No dudamos de la lógica desespe­ ración ante la amenaza de los Filisteos. Era razonable. Sin embargo el dilema para Saúl se hallaba en saber “esperar sin desesperar”, saber descansar en fe a pesar de las presiones existentes. Todo líder espiritual tiene que aprender a confiar en Dios por encima de las cir­ cunstancias sin precipitaciones. Saúl ha dado el primer paso en falso en su descenso. Ha abierto la puerta a la pérdida de su liderazgo por temor en incredulidad. Esto lo ha llevado a la desobe­ diencia y a usurpar funciones ajenas. {ISamuel 13:8-14). La seriedad de este pecado tiene serias implicaciones es­ pirituales. Es el mismo tipo de pecado en el que cayeron los hijos de Eli al profanar los sacrificios del Señor. Es el mismo tipo de pecado en el que cayó el rey Uzías tiempo más tarde al pretender ofrecer incienso en el templo de Dios. {ISamuel 2:12-17; 27-34; 2 Crónicas. 26:16-20). Saúl comete un pecado religioso, los cuales suelen ser los peores. Estos son de consecuencias más graves, puesto que en este desorden espiritual derivará a otra distorsión de tipo espiritualista al ir a consultar a una pitonisa en Endor. Como nota latera! es de señalar que aún hoy día los espiritistas desean legitimar sus prácticas de adivinación y hechicería aludiendo a este evento sin ver la tragedia y locura que yace detrás de todo ello. (ISamuel 28:6-7). En su incredulidad y desobediencia su personalidad se distorsiona paulatinamente. 42

En medio de un conflicto bélico, impone una desubicada ley de ayunos que privaba a sus soldados de las fuerzas necesarias para librar la guerra. Decreta disposiciones que llevarían aún a su hijo Jonatán a ser condenado a muerte. La oportuna mediación del pueblo impidió se­ mejante locura {1 Samuel 14:24-2, 43-45.) Más tarde en su lucha contra Amalee lo vemos tomán­ dose libertades en una nueva desobediencia al mandato de Dios. Este mandato consistía en erradicar totalmente a Amalee. (ISamuel 15:1-3, 18). Quizá sea necesario dar un breve antecedente histórico en cuanto a Amalee. Este era un pueblo nómada y esparcido en una muy vas­ ta región. Diríamos que estaban en todas partes como la hierba mala (Deuteronomio 25:17-19). Eran primitivos con total desafecto al sentido humanitario. Eran descen­ dientes de Esaú, el mismo que vendió sus derechos espiri­ tuales por un plato de lentejas (Génesis 25:30-34). La perversión parecía correr en la sangre de este pueblo que llevó a la sentencia divina de erradicación. Siem­ pre los pecados de inhumanidad y barbarie aparejan tarde o temprano la ruina de los pueblos. Amalee en­ carna proféticamente a las gentes con las cuales el Se­ ñor se encuentra en guerra de generación en generación (Éxodo 17:16). Saúl era el encargado de llevar adelante esta sentencia de extirpación. Fbra ello reúne 210.000 hombres. Lo­ grada la victoria no procede a la ordenada “erradica­ ción”. Adopta la simpática y amigable postura de un magnánimo vencedor, que en la victoria se mostrará “más misericordioso y más práctico que el mismo Dios”. 43

Es de resaltar que también hoy tenemos líderes que eva­ den la confrontación que la Fhlabra de Dios reclama con la maldad, la injusticia y la responsabilidad profética, queriendo suavizar el choque de esta Fblabra con las con­ ciencias que deben ser despertadas para ser salvas. Inconcientemente quizá, se busca una amigable postura para “quitar el escándalo de la cruz” en aras de las bue­ nas relaciones. Relaciones que quizá condonen cosas que son aborrecibles al corazón del Señor (Gálatas. 1:10; 5:11)

Bajo la presión que ejerció Saúl, Samuel accede a acompañarle pero con corazón quebrantado, y lo hará por última vez. Ya que inmediatamente después, Samuel será guiado a buscar a un nuevo líder para el pueblo de Dios y Saúl no volverá a verlo más.

3. Consecuencias del pecado de Saúl

En esta coyuntura Samuel establece una doctrina para las generaciones futuras cuando dice: “¿Se complace tanto el Señor en holocaustos y metimos como el que se le obedezca a sus palabras; ciertamente el obedecer es mejor que sacrificios y el prestar atención mejor que la grosura de carneros..." (ISamuel 15:22-23).

Así, Saúl perdona la vida de Agag rey de los amalecitas, guarda lo engordado y lo mejor de todo el ganado bajo el argumento de utilizarlo en los rituales de sacrificio al Se­ ñor. Fhsó por alto que las cosas condenadas por el Señor llevan en sí la maldición y pretender guardarlas u ofrecer­ las a Dios es ofrecer cosas maldecidas. Tal acción puso punto final a su reinado. Su liderazgo legítimo estaba ter­ minado (1 Samuel 15:18-23; Deuteronomio 7:24-26). En estas circunstancias Saúl quiso “guardar las apa­ riencias” de un liderazgo que ya había perdido. Hacien­ do una confesión “obligada” de su pecado que ya era cosa inevitable, ruega a Samuel que le acompañe en las ceremonias de estado. Esto fue algo que Samuel se negaba a hacer (ISamuel 15:24-30). Saúl quiso mantener las apariencias de un liderazgo que ya no gozaba de la aprobación de Dios. Igual que con la iglesia de Sardis del Nuevo Testamento, se puede tener “apariencia de estar vivo cuando en ver­ dad se está muerto.” (Apocalipsis 3:1). 44

Paradójicamente parece ser que Saúl pierde toda no­ ción de su verdadera condición. La Biblia registra que se erige un monumento en una extraña actitud buscan­ do reivindicar algún mérito que ya no tenía vigencia. (ISamuel 15:12).

Saúl en su carrera descendente sigue experimentando cambios de personalidad que como un campo abierto se va cubriendo de malezas silvestres. Entrará a perío­ dos de hipocondría, sentimentalismos enfermizos, y esquizofrenias paranoicas con impulsos asesinos. Estos males lo asediarán constantemente. En 1 Samuel 16:14 se declara que “el Espíritu de Jehová se apartó de él” y este vacío de Dios fue rápidamente llenado por un emi­ sario del enemigo de las almas. En una narración entrelazada vemos que David, el próxi­ m o rey que sucedería en el trono, aparece en escena como un asistente que debía servir para aliviar los deli­ rios que sufría Saúl. (ISamuel 16:21-23). Las cosas se desarrollan de tal manera que entre Saúl y David surgen 45

tensiones por envidias y perturbaciones propias del en­ loquecido corazón de Saúl. Por otra parte el pueblo comienza a ver en David un personaje más apto para el gobierno que Saúl y la pro­ clama de este favoritismo descontrola totalmente a Saúl. (ISamuel 18:6-9). En adelante, Saúl intentará matar a David varias veces y en diversas formas mostrando la demencia que acompaña a un líder cuando se deja ex­ traviar por sus impulsos naturales y ya sin el control del Espíritu. (1 Samuel 18:10-11) El espíritu homicida de Saúl se acentuará constantemen­ te al punto que estos intentos se repetirían aún contra su propio hijo Jonatán. (ISamuel 19:10, 15; 20: 32-34). Un líder que había comenzado bien y con grandes pers­ pectivas de establecer una dinastía perdurable, cae por desobediencia anulando su propio liderazgo e hipote­ cando el futuro de su familia y de su pueblo. Su triste ocaso sobreviene cuando asediado por los Filisteos des­ cubre que ha sido abandonado por Dios. Sobre los montes de Gilboa, en su soledad física y espiritual y sin sus tropas se suicida, culminando con su triste carrera en este mundo. (ISamuel 31:2-1) No podemos menos que especular con un cuadro de semejante desgracia.

arrepentimiento y consultando a Dios en lugar de acudir a una médium, espiritista. El deterioro de su carácter le privó esta capacidad de arrepentimiento. Salomón tiempo más tarde y probablemente sabiendo de estas cosas pudo decir: “sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de él fluye la vida.” (Proverbios 4:23) En su hora final al recurrir a una pitonisa cayó en la postu­ ra de multitudes que al no tener respuesta de Dios buscan respuestas vengan de donde venga. (ISamuel 28:5-19). Hoy día, son multitudes que acuden a los cementerios para consultar con los muertos lo que debieran apren­ der a consultar con Dios. (Isaías 8:19). Saúl protagoniza una experiencia de neto corte espiritis­ ta al consultar a una adivina, ignoró deliberadamente que Dios no contradice las leyes que ha dado a su pueblo. (Deuteronomio 18:9-14). Curiosamente en tiem­ pos más sobrios él mismo había perseguido y desterra­ dos a estos adivinos (Proverbios 28:9). Sumergido en su engaño es víctima de una respuesta con un men­ saje verdadero, pero procedente de un espíritu de error (1 Samuel 28:11-19). La Biblia muestra que espíritus de error pueden decir la verdad o algo muy cercano a la verdad sin dejar de ser un espíritu de error. (Deuteronomiol3:1-3; Marcos 1:2324; Hechos 16:17-18)

Nuestro buen Dios y Padre, que es clemente y miseri­ cordioso, lento para la ira y grande en misericordia, ¿abandona a uno de aquellos que había servido como líder entre su pueblo? Según 1 Crónicas 10:13-14, en­ tendemos que su final hubiera sido otro con un sincero

La desobediencia puso a Saúl en el camino de la rebe­ lión y en abierta apostasía.

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¿Será este el tipo de pecado descrito por Juan cuando habla de pecados por los cuales no se deben orar? (1 Juan 5:16-17).

4, Una advertencia para los líderes de hoy La conclusión a la que arribamos con Saúl es que se puede comenzar muy bien y terminar muy mal. Vemos que lo importante no es cómo se comienza la carrera sino cómo se termina, (Hechos 20:24). Su desobedien­ cia inicial, llevó a la rebelión y en ello abrigó un espíritu de odio al que no supo poner freno. Nutrió rivalidades en su corazón envenenando su alma hasta quedar des­ figurado en su ser interior. Los problemas y los apremios de cualquier naturaleza que sean, nunca justifican una elección tomada en apu­ ros y desobediencia conciente. La gran batalla entre la fe y las presiones de las circunstancias siempre plantean decisiones que son difíciles de tomar. Pero es precisa­ mente a través de ellas que se diferencia al cristiano del mundano y al líder auténtico de aquellos que no lo son.

El cuidar el corazón y mantenerse sensibles en la con­ ciencia es indispensable al desarrollo y a la culminación feliz de todo liderazgo. Jeremías insta a “buscar a Dios de todo corazón" pro­ metiendo que EL será hallado. Jesucristo dice que el que “a El viene, no será echado fuera”. (Jeremías 29:13; Juan 6:37). Saúl muestra el proceso que lleva la desobediencia y el paulatino deterioro del carácter que separa al alma del amor de Dios. El sienta un precedente para las futuras generaciones: esto es, ser obedientes a pesar de las pre­ siones existentes.

En segundo lugar, el pretender mantener las apariencias a expensas de la verdad como lo hiciera Saúl, cuando ya no tenía autoridad espiritual, revela la ambición de poder que quería retener a toda costa. Esta ambición selló su triste fin al perder el sentido de humillación y arrepentimiento que debiera haber observado. Es claro comprender el desvío de Saúl cuando vemos que habiendo cumplido “a medias” el mandato de Dios, se atreve a decir “yo he cumplido la palabra de Jehová” (lSamuell5:13). La torcedura que la desobediencia pro­ duce en el corazón lleva inevitablemente al autoengaño •y a creer en el error aceptándolo como acertado.

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CAPITULO 4 DAVID. El líder y el descuido 1. Un hombre conforme al corazón de Dios Nadie como él, el “dulce cantor de Israel” que en sus salmos no sólo cantaba sino que profetizaba. Nadie como él, que fue llamado “patriarca, profeta, y rey”, y sobre todo “un hombre según el corazón de Dios”. (He­ chos 1:16; 2:29-31; 13:22). Nadie como él, que pudo constituirse en “padre del Mesías prometido” y de quien Jesucristo es llamado “hijo” (Mateo 1:1). Su rica trayectoria dem andaría mucho más espacio que el que aquí le dedicamos. Lo que nos interesa es aprender de David que a pesar de ser un hombre “según el corazón de Dios”, siguió siendo falible, y como tal falló, para luego tener que ser restau­ rado por la gracia de Dios. Varón de fe en su temprana juventud, enfrenta al gigan­ te Goliat cuya estatura se estimaba cercana a los 3 mts., equipado entre otras cosas con una coraza de más de 51

60 kgs., y una lanza, cuya punta metálica pesaba unos 8 kgs. (1 Samuel 17:42-50). Tan formidable enemigo no lo amedrentó como lo hicie­ ra con el resto del pueblo, sino que lo enfrentó con resolución al amparo de la fe y en el nombre de su Dios. (1 Samuel 17:45). Sus características de hom bre de nobleza pueden constatarse en muchas instancias. Fue leal al rey Saúl a pesar de que éste lo persiguió hasta la muerte, perdonándole la vida en dos oportunidades cuan­ do pudiera haberlo matado {ISamuel 24:3-7; 26:7-12). En otra oportunidad expresando un vivo deseo por las frescas aguas de Belén, su pueblo natal, m ueve involuntariamente y sin darse cuenta a tres de sus valien­ tes soldados a exponer sus vidas adentrándose en las filas enemigas para obtener el agua. Habiéndola recibido se niega a bebería declarando que hacerlo equivaldría a be­ ber la sangre de sus soldados. (2 Samuel 23:15-17) En una de las tantas batallas que debe encarar, asume un papel sabio y responsable ante una divergencia peli­ grosa que se suscitó entre sus soldados. Luchando con­ tra los amalecitas, unos doscientos hombres de sus tro­ pas, estaban exhaustos al punto de no poder ir al frente de batalla. Cuando los que fueron al frente regresaron del combate, hubo quienes querían negar los beneficios del botín que habían conquistado a los que no habían ido al frente habiendo quedado rezagados. Con sabiduría y nobleza, David instaurará un principio que habría de respetarse en siglos futuros: “Conforme a 52

la parte del que desciende a la batalla, así será la parte de los que quedan cuidando del equipaje” (ISamuel 30:20-25). Así otorgará el mismo valor a quienes están en el frente del campo de batalla como aquellos que los apoyan logísticamente. Quizá una faceta sobresaliente en la vida de David fue el de su función profética. Sus salmos penitenciales de arrepentimiento son de al­ cance universal. Estas han llegado a ser parte clásica de la fe y tradición judeo-cristiana a lo largo de los siglos como lo son los Salmos 32 y 51. Sus cantos de esperanza en Dios ante las diversas injus­ ticias de la vida han estimulado a generaciones enteras. Presenta los enigmas de la prosperidad del malo y los padecimientos de los buenos con pasmosa claridad en los Salmos 36 y 37. Sus salmos mesiánicos son piezas únicas en las profe­ cías bíblicas. La descripción minuciosa de la vida del Señor Jesús en su venida a este mundo y la descripción detallada de sus padecimientos con una asombrosa anticipación de mil años es todo un alegato a favor de la inspiración con que Dios le dotó Salmo 22; 24; 69. También sus altibajos están reflejados en sus escritos y lo muestran como un ser humano común y corriente, tan vulnerable como todos los demás. En un momento de su carrera sintió que su corazón era honesto y que era limpio de conciencia al punto de decir 53

que gozaba de la bendición de Dios por su propia justi­ cia. (Salmol8:19-24). En otras instancias lo vemos deprimido, angustiado y enfermo de alma y cuerpo, bajo el peso de sus transgre­ siones y de los castigos correctores. (Salmos 38 y 39) A lo largo de toda su vida azarosa guardó en su corazón su ambición más preciada: construir “casa para el Se­ ñor”. (2 Samuel 7:1-3). Sin embargo, no le fue permiti­ do llevar a cabo este sueño precioso. El mismo testifica la razón al decir que habiendo sido un hombre de gue­ rra, había derramado mucha sangre (lCrónicas 22:8). A pesar de ello, y sabiendo que no habría de ser su privilegio el ver ni gozar esta obra, tomó medidas e hizo grandes preparativos para que su hijo pudiera llevar a cabo esta colosal empresa y cosechar sus glorias (lCró­ nicas 22:2-5). Sus verdaderos problemas se presentarán hallándose en el pináculo de su carrera. En el tiempo en que los reyes salían a la guerra, él se tomó una licencia que no debiera haberse tomado. Esto es lo que llamamos el “descuido de David” y que tanto dolor le habría de acarrear.

2. La caída de David Debiendo estar en el campo de batalla con sus soldados en el tiempo en que los reyes salen a la guerra, escogió quedarse en Jerusalén evadiendo su responsabilidad como “líder”. (2 Samuel 11:1). 54

Quienes hemos estado en la obra por muchos años sabe­ mos lo difícil que resulta tener que estar al frente de res­ ponsabilidades en un lugar, en tanto hay otros que pue­ den estar gozando de libertades y paseos por el mundo. Los sucesos de aquí en adelante se desarrollan con rapi­ dez. Una “larga siesta” en una tarde de ociosidad, lo deja a merced del mencionado descuido o como la visi­ ta de “uno de camino” al decir del profeta Natán, alu­ diendo al pecado que siempre acecha y toma ventajas de los descuidados. En este relajamiento que tomó para sí mismo como un “merecido descanso”. Tras la men­ cionada siesta, levantándose de su lecho, (notemos que era al caer el sol), y paseándose en su terrado, “vio a una mujer que se estaba bañando” (2 Samuel 11:2). Todas sus grandezas ahora se estrellarán estrepitosamente en un momento de descuido, de irresponsabilidad y so­ metimiento a una gratificación sensual. Ya había tomado un mal paso al delegar en Joab, su general en jefe del ejército, la responsabilidad de salir y liderar en la guerra. Como consecuencia de este primer error, sobreviene el segundo cayendo en la desconexión de sus responsabilidades. Asumió equivocadamente la idea de que “descanso es no hacer cosa alguna”, en lugar de ocuparse de alguna otra actividad alternativa manteniendo su mente ocu­ pada. En esta ociosidad sus disposiciones de alma se halla­ ban “disponibles” para cualquier cosa, buena o mala. Es aquí donde viene el mencionado “uno de camino” 55

que le asedia con la tentación. En esta condición el gran David rodará en una histórica caída. Aclaremos de paso que la caída en pecado de David, no creemos que se debía a una urgencia sexual. El ya tenía a Ahinoám de Jezreel y Abigail viuda de Nabal, como esposas, tras las cuales agregó a Mical, la hija de Saúl que había sido su primera mujer, engrosando luego un harén con varias concubinas. (2 Samuel 2:2; 3:14; 5:13; 12:11; 15:16). Según el profeta Natán es en este relajamiento, que el pecado lo asedia como un extraño visitante exacerban­ do el deseo sexual. Tal exacerbación lo lleva prisionero al pecado conciente (2 Samuel 12:4). Cegado ante una contemplación que se permitió en forma indebida cae víctima de la concupiscencia de los ojos. Se nos advierte que esta concupiscencia de los ojos es la que llevará a una serie de pecados encadenados con otros aún más graves (1 Juan 2:16). Para nosotros aquí yace una llamada de atención. Ante la proliferación de la pornografía de nuestro tiempo y de tantas víctimas que sucumben a diario, aún en las filas cristianas, es de tomar esta advertencia muy en serio. Todo hombre normal tiene impulse», pero por conciencia moral tiene o debiera tener la capacidad de controlarlos. David había hecho concesiones previas que lo debilitaron moralmente. B proceso descrito por el apóstol Santiago, se hace patente en este cuadro: “cuando alguien es tentado, no diga que es tentado por Dios...sino que cada uno es tentado cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido...” (Santiago 1:13-15).

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Ya como en un huracán que va tomando fuerza, David comienza a tomar acciones. Manda indagar por la identidad de esta mujer. La res­ puesta que recibe debiera haberle servido como una lla­ mada de atención puesto que viene en forma de interro­ gante: “¿No era ella Betsabé la hija de Eliam y la espo­ sa de Urías Heteo?” Esto demandaba detenerse y fre­ narse prudentemente. (2 Samuel 11:3) Esta mujer era esposa de uno de sus nobles generales en el frente de batalla. Al mismo tiempo era nieta de Ahitofel, uno de sus más conspicuos consejeros de esta­ do. (2 Samuel 16:23; 23:34). Llevado como una hoja seca por el viento de sus pasio­ nes, cohabita con la mujer cometiendo adulterio. Así desencadena una serie de tragedias que golpearán cruel­ mente su vida personal y llevarán consecuencias tristes para sus hijos y su familia dejando huellas en la historia de su pueblo. Siempre el pecado en los creyentes y máxi­ me en los líderes tiene consecuencias imposibles de pre­ ver. (2 Samuel 11:4).

3. Consecuencias del pecado de David Una serie de oscuras estratagemas comienzan a brotar como maleza en la familia del rey. El pecado siempre tiene su “propia dinámica”. Como una fuerza destructiva avanza y nunca permanece en el lugar donde se inicia. Es una fuerza con movimiento propio. El adulterio llevó al embarazo de Betsabé que estaba fuera de las previsiones. Esta situación a su vez, llevó a 57

la necesidad de tener que encubrir lo que comprometía y enlodaba la vida de David como rey y como persona. Al ver el riesgo y las consecuencias que su conducta impropia le deparaban, elabora un plan malvado. Es­ tando Urías Heteo en el campo de batalla da órdenes específicas que resultarán en la muerte de este noble general a manos enemigas. Este homicidio indirecto, le creará aún graves proble­ mas de conciencia. David se sentirá culpable a tal grado que según varios pasajes bíblicos se hallara sumido en angustia y enfer­ medad. Es de verlo en los Salmos 32, 38,39 y 51 que así lo confirman. El niño concebido en adulterio muere profundizando aún más su amargura y carga de conciencia. David llora la enfermedad de su hijo mal concebido, como muchos que deben llorar las desgracias en que caen sus hijos como consecuencia de sus propios males personales. David, poco más tarde verá en impotencia como se desata la calamidad en una sucesión imparable de des­ gracias en su hogar.

viene una sublevación con Absalón encabezando un “golpe de estado”. Esto con el respaldo de Ahitofel abuelo de Betsabé mujer con la que cometió su pecado, y otras personalidades del gobierno que se plegaron En esta sublevación Absalón, am ado hijo de David ha­ llará su muerte prematura, añadiendo quebranto tras quebranto al corazón del rey. (2 Samuel 15-18) David ahora entrará a un plano de estancamiento y un futuro sin mayores logros ni grandes conquistas. La pa­ ralización que produce el pecado no respeta investiduras reales, pastorales, o de liderazgo alguno. Cabe hacer un par de preguntas ante todo este cuadro: ¿David no pudo darse cuenta de la situación que estaba creando en sus propios círculos al adulterar con la espo­ sa de uno de sus generales y la nieta de un prominente consejero de la corte? Mas grave aún, ¿cómo es que un hombre así, pudiera ser considerado “un hombre según el corazón de Dios”?. Estas preguntas plantean advertencias solemnes a los líderes de todos los tiempos.

Como en el proceso de siembra y siega que siempre lleva su tiempo pero que lleva su fruto, más tarde sobre­

El poder de razonar y a c to r sobriamente * disipa cuando se toman libertades indebidas creando el ambiente pro­ picio para que surjan pasiones desordenadas. La “men­ te vacía como taller de Satanás” se confirma aquí. La conducta se vuelve errática aún en las personas más cultas, nobles y d o ta d a s c u a n d o relajan indisciplinadamente el cuidado de su conciencia. La éti­ ca y la moral carecen de fuerza cuando se ha descendi­ do al plano de las pasiones de la naturaleza camal.

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Tamar hija de David será violada por Amnón su herma­ nastro. Otro hijo de David, Absalón tomará venganza de este hecho y asesinará a Amnon (2 Samuel 13). Parecería que la fam ilia de David com enzara a desintegrarse.

4, La búsqueda de restauración ¿D ónde pues hallam os las respuestas a nuestras interrogantes? En medio de toda su miseria, lejos de justificarse como un líder en autoridad, o de hacer caso omiso a sus trans­ gresiones y pretender sepultarlo como muchos han he­ cho y hacen, procede a confrontar su cruda realidad sin excusas ni justificaciones. El Salmo 51 es una abierta confesión de sus trasgresiones. Se hace cargo de su realidad como pecador, “sin excusas ni justificaciones”. En otras palabras aún siendo rey, supo decir lo que poca gente se atreve a decir: “¡Soy pecador!”. David nos enseñará así que Dios “no perdona explica­ ciones, sino pecados”. Manifiesta tener malestar por una conciencia contami­ nada y que reclama limpieza. Entiende que el pecado afrenta a Dios como a ningún otro. Reconoce su herencia pecaminosa sin presunciones de dig­ nidad humana. Se denomina como “nacido en pecado y concebido por su madre en maldad”. (Salmo 51:5) Haciendo esto es que llega a descubrir el secreto de lo que agrada a Dios: Lo afirma como “la honestidad y la verdad en la intimidad de uno mismo”. (Salmo 51:6) El ser honesto consigo mismo y con Dios es fundamen­ tal. Es llegar a tener una conciencia transparente sin tapujos ni cosas escondidas. Esto es precisamente no tener “engaño en su espíritu”. (Salmo 32:2)

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Y es aquí es donde creemos hallar respuesta a nuestra pregunta. Cuando el pecador se sabe pecador y recono­ ciéndolo lo confiesa es cuando halla misericordia. “Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú Oh Dios”. (Salmo 51:17) En esta condición David pide la transformación de su na­ turaleza. Ruega por un corazón limpio. Ora por la presen­ cia del Espíritu de Dios y el no tener que sufrir su abandono como vio que sucediera con Saúl su antecesor. Comprende que si pudiera seguir de alguna manera en el liderazgo, necesitará plena restauración en todos los órdenes. Tendrá que reconquistar el gozo de la salva­ ción. Descubre a diferencia de Saúl, que no se puede guiar a otros estando uno mismo encadenado. No se puede enseñar a los pecadores el camino si uno va cojeando con cargas de culpas no perdonadas. Quien no tiene sus propios problemas solucionados no puede pretender ayudar a solucionar problemas ajenos. Son muchos los líderes que teniendo serias brechas en su propia perso­ nalidad o en sus familias presumen dar orientación y consejo a quienes se hallan en quebrantos. David en su confesión proclama que el sacrificio acepto ante Dios, no radica en cultos o rituales sino en “un espí­ ritu contrito y un corazón humillado” (Salmo 51:16-17): La confesión del Salmo 32 detalla que Dios es perdonador y sabe cubrir las transgresiones que se le confiesan. Señala la fe y la confianza que todo pecador debe apren­ der a ejercer en la bondad de Dios. Insta a evitar actitu­ 61

des propias de los animales irracionales que como el mulo o el caballo deben ser manejados con correas y bozales. Prevé muchos dolores para los que quedan es­ tancados en la impiedad y proclama la misericordia que rodeará a los que en el Señor confían. (Salmo 32). Creemos que es aquí donde David cobra suprema sensa­ tez y confirma ser un hombre “según el corazón de Dios”.

5. Una advertencia para nuestros días La conclusión que enfrentam os con David puede resumirse diciendo, que todo hombre por privilegiado que sea y sin importar cuan grande sea la misericordia de Dios sobre su vida, sigue siendo falible y como tal no puede dar nada por sentado. “Si alguno piense estar firme míre que no caiga”, por­ que estas cosas “están escritas para am onestamos a nosotros” (lCorintios 10:11-12). Las bienaventuranzas de Dios no radican en la infalibili­ dad del hombre, sino en el "no tener engaño en su espí­ ritu”.

de reaccionar ante ellas. No es la evasión del problema lo que cuenta, sino la forma como se encaran. La victoria sobre ellas, sin renegar de la vida ni culpar a los demás, sin abandonar la fe y manteniendo viva la con­ fianza en el amor de Dios es clave para la vida en este mundo. Es en este campo que se forja el carácter y se nutre la capacidad del liderazgo que luego podrá “ense­ ñar a los pecadores el camino”. (Salmo 51:13) Entre los gigantes que caen, David halla restauración, precisamente porque no abandona la gracia y la miseri­ cordia de Dios, volviéndose a El de todo corazón. No hace de su tragedia algo más grande que la gracia de Dios, error de muchas personas que agrandan sus males por encima de las bondades y la grada de Dios. Por otro lado queda claro que no hay líder que pueda darse libertades con sus responsabilidades. David se que­ dó en casa cuando debió estar en el frente de batalla. La misericordia y la gracia de Dios lo restauraron aun­ que no le escudaron de las dolorosas consecuencias que debió ver en el curso de sus años finales.

El que David haya sido llamado un hombre “según el corazón de Dios” puede verse en sus reacciones y actitu­ des que asumió ante su fracaso. Comprendió que lo que contaba en su vida no eran sus problemas sino la forma en que los enfrentara. Todas las dificultades humanas, Dios las conoce, como así las tentaciones por graves que puedan ser (lCorintios 10:13). Lo que se espera de cada uno es la forma en que hemos 62

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CA PITU LO 5 SALOMON. El líder y las alianzas. 1. El amado de Dios Sí hay dos factores sobresalientes que engrandecen a Salomón, éstos radican en su pedido de sabiduría para cumplir con sus responsabilidades y la obra de la cons­ trucción del Templo de Jerusalén. Nacido de la unión de David y Betsabé, tras las circunstancias que he­ mos considerado, se nos dice que “Dios amó a Salomón” (2 Samuel 12:24-25). Según el pasaje citado, se le agre­ ga el nombre de Jedidías o lo que los traductores inter­ pretan como “muy querido del Seftor”. Pudiera decirse que era el “mimado por Dios”. No podemos menos que especular en cuanto a esta pre­ dilección del Señor para con este niño. Predilección que se hará evidente en dos ocasiones en las que el Señor se le manifestara personalmente, cosa que nunca sucedie­ ra con David, a quien el Señor habló por medio de pro­ fetas.

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Nacido bajo las turbulencias de su padre que había he­ cho matar al primer esposo de su madre, y siendo su madre una mujer sumida en una crisis, afectada por su acción adulterina, Dios parece hacerse cargo de la si­ tuación de este hijo adoptándolo con sumo cariño y como niño “mimado”. Podemos deducir el amante y tierno corazón de nues­ tro Dios para aquellos que entran al escenario de la vida en medio de situaciones tan conflictivas. Fbr otra parte David ya siendo viejo, centrara en Salomón las esperanzas de la continuidad de su liderazgo en paz al nom­ brar a su hijo “Salomón” o “pacífico”, tras tanta violencia. Cuando Dios se manifiesta a Salomón por primera vez, en esta intimidad afectiva, se le brinda la posibilidad de pedir cualquier cosa. Teniendo esta oportunidad Salomón pide sabiduría para gobernar al pueblo. Esto agradó tanto a Dios que con la sabiduría pedida, le dio riquezas, fama y poder como ninguno antes ni des­ pués habría de gozar. (IReyes 3:5-13). En una segunda manifestación, y tras dedicar el templo, recibe nuevas promesas específicas y advertencias en cuan­ to a esta casa construida y la comunión que deberían cuidar al mantener la relación con el Señor (IReyes 9:2). Salomón administrará juicio con extremada sabiduría. La instancia de una enojosa disputa entre dos mujeres rameras por la posesión de un hijo sobreviviente, pon­ drá de manifiesto su sabiduría en los tempranos comien­ zos de su reinado, cosa que le brindará un fenomenal reconocimiento nacional. Ambas habían dado a luz al mismo tiempo. 66

Por la muerte prematura de uno de los niños al estar ambas durmiendo, las dos disputaron la posesión del sobreviviente. Salomón emitió un juicio que es famoso hasta el día de hoy. Su dictamen fue: “partamos al so­ breviviente y demos una mitad a una y otra mitad a la otra”. La verdadera madre cedió su hijo a la otra mujer por razón de sus sentimientos maternales, cosa que iden­ tificó a la verdadera madre en esta disputa (IReyes 3:1628). Su fama internacional será tal que llegará a Sabá o Etiopía, impulsando la visita de la reina de Sabá (Etio­ pía). Esta hará el largo viaje para constatar la fama del sabio rey de Israel quedando vivamente impresionada con todo lo que pudo ver (IReyes 10:1-5). Se pudieran añadir algunas cosas más como, sus alian­ zas internacionales, sus grandes empresas y construc­ ciones, la cría de finos caballos, el acopio de fabulosas riquezas de todo tipo, la distinción de sus siervos, la gran­ deza de su mismo trono, el poderío de su ejército, y por cierto la grandeza del templo, que se constituyó en una de las maravillas del mundo antiguo. Todo ello y más lograron forjar una figura que llegaría a ser proverbial y con reconocimiento de los siglos futuros. Es de hacer notar que su eminencia era tal que recibía anualmente un tributo de 666 talentos de oro, (una cifra que ha dado lugar a muchos comentarios de tipo profétíco) y que equivalía a unas 22.6 toneladas del precioso metal. Su grandeza fue atestiguada muchos siglos más tarde por el mismo Señor Jesucristo. (Lucas 12:27). Y por lo 67

que leemos, Salomón en su corazón amaba al Señor siguiendo en sus caminos manteniendo lo que pudiéra­ mos llamar un buen liderazgo (1 Reyes 3:3). Sus escritos de Proverbios, Eclesiastés y el Cantar de los Cantares lo incluyen en la lista de los escritores sagrados del Antiguo Testamento. En ellos se dirige al pueblo como “el predicador” listo a dar enseñanzas a las gentes y destilará sabiduría en los más diversos aspectos de la vida. Como tal brindará instrucciones y amonestaciones como un hombre que ha podido probarlo todo disfrutarlo y sin ninguna priva­ ción. Hablará acerca de todos los temas que afectan la vida y en medio de todo ello enfatizará que “el temor de Dios es la base de toda sabiduría”. (Proverbios 1:7) Quizá nos suene algo contradictorio en sus conclusiones, que habiendo gustado todo, llámense riquezas, placeres, fama, construcciones diversas, posesión de esclavos, ha­ ber amontonando oro y plata, y engrandecimiento como ningún otro, rodeado de incontables mujeres, ya que tuvo 700 esposas y 300 concubinas (IRey.l 1:1-3), va a culmi­ nar diciendo que ‘riada hay nuevo bajo el sol” y que “todo es vanidad de vanidades” (Eclesiastés 1:1 al 2:11). Es evidente que supo discernir la futilidad de la vida sin Dios en medio de una existencia en la que no faltaba nada. ¡Buena advertencia para quienes cifran sus espe­ ranzas en las cosas materiales y los placeres de esta vida! Pareciera ser que al final de sus discursos siente la nece­ sidad de exhortar a los jóvenes a tomar muy en cuenta la grandeza del Creador. Advierte que no hacerlo en el 68

tiempo cuando las facultades están vigorosas y sanas, la mente está fresca y no afectada por tantos conceptos perturbadores y a veces torcidos producto de los años, puede llegar al desgaste que lo imposibilite hacerlo en la vejez, (Edesiastés 11:9 al 12:8). ¡Solemne advertencia para la juventud de todos los tiempos! En medio de todo esto tenemos a otro gigante de la antigüedad que engrasa la lista de los líderes que caen en el camino.

2. La caída de Salomón. Corriendo el tiempo y comenzando a unirse en una disparatada poligamia con mujeres extranjeras, haya sido por razones de alianzas políticas internacionales, o por simple liberalidad, tan común en los tiempos que co­ rrían, cae en una mezda impía, que como líder de Israel debiera haber evitado. Así abre las puertas al desvío de su corazón habiendo aconsejado “a cuidarlo sobre to­ das las cosas”. (Proverbios 4:23) Se deja llevar por sus mujeres alejándose del Dios que tanto lo había “mimado”. (1 Reyes 11:4-9), Sea por la razón que fuere, en laxitud o simple apostasía comenzó a levantar templos a divinidades paganas y dando lugar a cultos extraños. Toda su enseñanza y sus experiencias enriquecedoras del pasado, su sabiduría proverbial, y el beneficio de las bendiciones de Dios, son echadas por la borda al llegar a la ancianidad. La catástrofe de este gigante va a ser recordada seis siglos más tarde por Nehemías (13:26) como un hom­ 69

bre am ado por Dios pero al mismo tiempo cayendo en apostasía por causa de las mujeres extranjeras. Que el líder entienda que su trabajo para el Señor reclamará separación de cualquier asociación con los impíos hasta el final de su carrera. Diríamos que en tiempos como los nuestros, este tipo de mezcla puede adquirir visos muy variados. Uno de es­ tos pudiera ser la adopción de formas mundanas en el desarrollo de programas que buscando un exitismo pro­ pio del mercadeo secular sacrifica las características es­ pirituales que debe caracterizar a la iglesia en la tierra como “embajadora de Cristo”. Y como tal deja de irra­ diar la fragancia de cielo en un mundo perdido y carga­ do de desagradables toxinas. Es de saber que la gestión gubernativa de Salomón gozó de “éxito rotundo”, en tanto que su vida personal se fue hundiendo en el más estrepitoso fracaso. Sea en uniones matrimoniales, o esfuerzos que liguen al creyente con el incrédulo en empresas comerciales, polí­ ticas o de cualquier otra índole, el líder debe saber dis­ tinguir los principios cristianos que no son negociables. No implica esto que deberá asumir un rol monástico sino uno de prudente distancia en te que a compromisos de índole dudosa, o de ligazones cuestionables se refiere. El cristiano genuino que ha experimentado la gracia salvadora de Dios por medio del arrepentimiento y la fe en Cristo, está gobernado por el Espíritu de Grato que impulsa a una vida separada o lo que se llama en térmi­ nos bíblicos “santidad”, cosa que supera el concepto de 70

una moral que surge de una cultura filosófica o de una ética situacional. La santidad tiene que ver con una nueva naturaleza palpitando en el corazón convertido a Cristo, en tanto que la moral o la ética surge de principios de la sociedad secular impartidas a la mentalidad o racionalidad natu­ ral con tantas variantes como las que caracterizan a dichas sociedades. Las disposiciones de Dios de am or al extranjero son amplias, pero también son claras las limitaciones en materia de compromiso a asumir.

3. Consecuencias del pecado de Salomón Salomón con sus alianzas paganas hipoteca la bendi­ ción que debió caer sobre su hijo Roboam quien le suce­ derá en el trono. El verá como el inmenso poderío de su padre se irá disipando de entre sus propias manos per­ diendo 10 de las 12 tribus de Israel a más del empobre­ cimiento del mismo templo, donde los utensilios y escu­ dos de oro que fueron llevados a Babilonia debieron ser reemplazados por otros de bronce. Las glorías salomónicas quedaron disipadas en la si­ guiente generación con la excepción del Templo de Jerusalén que quedaría en pie por algo más de tres siglos. Salomón vuelve a recordamos que ¡nadie es inmune, “a sí mismo!” y que “engañoso y perverso es el corazón más que todas las cosas, ¿Quién lo conocerá? ¡Sola­ mente Dios!” (Jeremías 17:9) 71

4. Una advertencia para los líderes de hoy Salomón nos indica que es factible enseñar que “hay que guardar el corazón porque de él fluye la vida” en tanto que él mismo lo pierde. Hizo caso omiso de su propia sabiduría y dio lugar a alian­ zas impías prohibidas desde los tiem pos antiguos (Deuteronomio 7:3-4). No supo escuchar a la ley de Dios y sólo siguió los dictados de los tiempos que le tocara vivir. Nuevamente aprendemos que no es tan importante como se inicia un liderazgo sino como culmina. San Pablo tuvo esto claro cuando dijo de sí mismo: “de ninguna cosa hago caso ni estimo mi vida preciosa para mí mismo, con tal de acabe mi carrera con gozo y el ministerio (liderazgo) que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.” (He­ chos 20:24)

ellos y seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Por lo cual salid de en medio de ellos y apartaos dice el Señor y no toquéis lo inmundo y yo os recibiré y seré para vosotros por Padre y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso” (2 Corintios 6:14-18) El líder debe cuidar sus formas de vivir, trabajar y aún escoger sus métodos de trabajo. Deberá discernir cual es la voluntad de Dios evaluando si lo que hace está en esa voluntad y trasunta una atmósfera diferente al mundo porque vive dentro de la fragancia del cielo al cual per­ tenece.

El líder debe forjar una disciplina de valores permanen­ tes, que superen los vaivenes, las presiones y aún las corrientes o modas imperantes en el tiempo que desdi­ gan su naturaleza santa. El trabar relaciones en yugo desigual como hiciera Salomón es desobediencia al Señor. La Biblia dice: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos por­ que ¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusti­ cia? ¿Y que comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O que parte el creyente con el incrédulo? ¿Y que acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre 72

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CA PITU LO 6 PEDRO, EL LÍDER Y LA IMPETUOSIDAD 1. Un pescador que aprendió a ser discípulo Simón hace su aparición en los evangelios al ser traído a Jesús por su hermano Andrés. Acto seguido su nombre es cambiado a Pedro o “Petros” del griego, indicando una piedra o pedazo de una roca (Juan 1:40-42). Este nombre no debe confundirse con “petra” o fundamento, utilizado por el Señor en el Ser­ món del monte en Mateo 7:24. Parece ser que este cambio de identidad preveía un pro­ ceso de cambio en el carácter de uno de los más promi­ nentes apóstoles del Señor Jesucristo. Era oriundo de Capernaum y se especula que pudiera haber estado entre los 35 o 40 años de edad. Poco des­ pués del encuentro con el Señor es incorporado al grupo de los seguidores como “apóstol.” (Lucas 6:12-16) En las narraciones de los evangelios, Pedro se halla en el grupo “selecto” de los tres juntamente con Jacobo y Juan. 75

Sea en el caso de la resurrección de la hija del principal de la sinagoga (Lucas 8:51), en el monte de la transfigu­ ración (Mateo 17:1-2), o en las horas de angustia del Señor en Getsemaní (Mateo 26:36-37), siempre Pedro está en el círculo íntimo junto a Juan y Jacobo. Su carácter impetuoso se hará evidente en muchas ins­ tancias. En el lavamiento de los pies es el primero en querer detener al Señor de cumplir con este servicio de humildad. Aquí su impetuosidad llevará a una seria lla­ mada de atención por parte del Maestro, que derivará en una respuesta exagerada propia de la mencionada im p etu o sid ad que tam bién d e b e rá ser corregida (Juanl3:6-10). Ante la pregunta acerca de la identidad de Jesucristo, es Pedro quien se adelanta y anuncia que El es el “Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:15-17), recibiendo luego la bienaventuranza por haber sido favorecido con esta revelación por el Padre. Es el que habrá de oponerse al Señor cuando menciona los padecimientos que tendrá que enfrentar. Nuevamen­ te su carácter impetuoso vestido de profunda humani­ dad, tan encomiable en otras circunstancias, ha dado pie a la operación de Satanás y así el Señor se lo hace saber frontalmente y sin ambages (Mateo 16:22-23). Cuando en la noche final en la última cena se mencio­ na la presencia de un traidor, es Pedro quien insta a Juan a indagar de quien se trataba (Juan 13:21-24).

su espíritu de reivindicación señalando que “aunque to­ dos se escandalicen en ti yo no me escandalizaré”, re­ afirmando tal postura a pesar de las advertencias pre­ vias del Señor. (Mateo .26:31-35). Tras los eventos de la crucifixión y resurrección, vemos nuevamente a Pedro encabezando la lista en el grupo apostólico en las más diversas circunstancias. Será el primero en entrar a la tumba vacía (Juan 20:6), y el primero en invitar a los demás a retornar a la pesca (Juan 21:3). Lo volvemos a ver primero “donde mora­ ban” en el aposento alto (Hechos 1:13), en la toma de decisiones tocante el reemplazante de Judas (Hechos 1:15), en el primer sermón tras Pentecostés (Hechos 2:14), en el milagro con el cojo a la puerta del templo (Hechos 3:4), en la defensa del acto de curación realiza­ do en el Nombre del Señor Jesús (Hechos 3:12), en la segunda defensa que hará de la predicación del Nombre del Señor, ante las autoridades judías ( Hechos 4:8,19), y en el juicio contra Ananías y Zafira (Hechos 5:3,8). En la extensión de la predicación, su gravitación como líder indiscutible se verá cuando irá como emisario del grupo apostólico a Samaría para supervisar los eventos que tuvieron lugar bajo la predicación de Felipe el evan­ gelista (Hechos .8:14). El estará entre los que imponen las manos sobre los nuevos convertidos para que reciban el Espíritu Santo (Hechos 8:15-17).

Cuando Jesús advierte que la hora de crisis ha llegado y que todos lo abandonarán, arrebatadamente muestra

Pedro será el que abrirá las puertas del judaismo para la incorporación de los gentiles a la fe de Cristo al predicar en casa de Comelio (Hechos 10:34-35).

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El mismo tendrá que hacer una defensa especial ante los cristianos judaizantes de Jerusalén a fin que com­ prendiesen que las buenas nuevas de salvación cobra­ ban ahora universalidad y no quedaban limitadas a los judíos (Hechos 11:2-18). Creemos que estas menciones son más que suficientes para ver a Redro y sin duda alguna como “todo un líder”.

2. La caída de Pedro Sin embargo siguiendo nuestro tema, vemos que este insigne líder de la iglesia de Cristo, también caerá. Su espíritu fuertemente dotado para dirigir a otros fue precisamente su talón de Aquiles. En horas angustiosas que precedieron la crucifixión del Señor y ante las presiones demoníacas que asediaban todo el contorno, la auto-reafirmación de Pedro aunque bien intencionada, era carnal y como tal, sucumbió miserablemente. Tomando las palabras del Apóstol Pablo “carne y san­ gre no pueden heredar el reino...” (ICorintios 15:50). Todas las disposiciones naturales del hombre, sus capa­ cidades y dotes, su determinación y disciplina, su ho­ nestidad en querer ser fiel, y aún su conciencia de lla­ mado divino, no cuentan con los recursos suficientes para enfrentar los poderes espirituales.

pescador. El sabía de las largas noches en vela en aguas del Mar de Galilea. Sin embargo estando en el Huerto del Getsemaní no pudo aguantar una sola hora despier­ to (Mateo 26:40). La lucha aquí ya no era con carne y sangre sino contra las huestes espirituales de maldad (Efesios 6:12), y toda sus capacidades de liderazgo que­ daron reducidas a total impotencia. Su desesperado recurso de acudir a la espada para defen­ der al Maestro revela su intención firme y decidida de re­ chazar a viva fuerza cualquier cosa que amenazara al Se­ ñor. Sin embargo el Señor tuvo que volver a poner a Pedro en su lugar a causa de su impetuosidad que no conducía a cumplir con la voluntad de Dios (Juan 18:10-11) Ante las interrogantes de dos criadas, se observa su es­ trepitosa caída, negando conocer a su Señor y confir­ mando las advertencias a las que en su momento no supo escuchar (Mateo 26:69-72). Ante la creciente pre­ sión que le cercaba como uno perteneciente al grupo que estaba con Jesús, incurre en negación bajo jura­ mento de maldición (Mateo 26:73-74). La gravedad que encierran estas palabras ubica a Pedro en un plano similar al de Judas que traicionara a Jesús por treinta piezas de plata. Aquí se cumplió la predicción que el Señor le hiciera en cuanto al pedido que Satanás había hecho de zaran­ dear a Pedro y por el cual el Señor debió interceder en oración (Lucas 22:31-32).

Fbdemos verlo gráficamente al entender que Pedro era un hombre hecho a las rudezas de su profesión como 79

3. La búsqueda de la restauración Pedro como hombre y líder encarna la realidad de im­ potencia frente a la naturaleza camal. La restauración de este gigante caído, que lo diferencia­ rá de Judas, la veremos en dos instancias reveladoras. La primera fue su actitud penitencial. Nos dice el evan­ gelio que tras la grave negación en la que incurriera, “saliendo fuera lloró amargamente” (Mateo 26:75).

El Señor resucitado está en la costa y llama a los discí­ pulos. Los mismos reconocen con temor al Señor y acu­ diendo a encontrarse con él le hallan esperándolos con un fuego encendido y un pez listo para comenzar el de­ sayuno (Juan 21:9-14). Sin mucho diálogo, en un ambiente de mucha expecta­ ción Jesús se dirige a Pedro: “Simón hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?”.

El quebranto de corazón que acompañó a Pedro fue la llave que abrió el camino a ¡a restauración por la que el Señor Jesús ya había orado. ¡Cuánto mueve al corazón de Dios un corazón quebrantado acompañado de fer­ viente oración!

La pregunta va dirigida a Simón, o sea al hombre que llevaba ese nombre previo a su llamado.

Notemos dos cosas: la presencia de una oración, la del Señor Jesús; y el quebranto de un corazón que llora amargamente, el de Pedro.

Segundo ¿Se cree superior a los demás en su amor al Señor?

Ambas se juntarán para cambiar el destino de Pedro, que como hemos dicho ya pudiera haber sido el mismo de Judas.

Pedro responderá afirmativamente diciendo que am a al Señor pero con una variante. Según los expertos en grie­ go usará la palabra “te quiero” y evitará la palabra “te amo”. Ante esta respuesta un tanto fragmentaria Jesús le dirá “apacienta mis corderos”, y “apacienta mis ove­ jas”, abriendo de este m odo la puerta a un nuevo liderazgo en la iglesia.

El gran líder Pedro se hallaba amparado por estas dos cosas lo cual desembocará en los acontecimientos que hallamos en Juan 21:15-29.

Es como si el Señor planteara tres cosas a Pedro: Primero la pausa reflexiva en cuanto a su identidad an­ terior. ¿Desea volver a ser lo que era antes?

Tercero: ¿Está su corazón atrapado en su impotencia y caída?

Son horas tempranas de la mañana a orillas del Mar de Galilea. Los discípulos dirigidos por Pedro han ido a pescar. Esa noche no pescaron absolutamente nada, detalle que parecería querer enseñarnos a no pretender vindicar antiguas ocupaciones cuando el Señor nos ha llamado a ser pescadores de hombres.

El proceso restaurador en un gigante que ha caído impli­ ca confrontación seria con su corazón “engañoso” y un honesto y humilde reconocimiento de sus falibilidades.

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Dado el énfasis que hoy día se hace en seguir los dicta­ dos del corazón, vale recordar el principio dado por el

profeta Jeremías 600 años antes de Cristo, cuando se­ ñaló: “engañoso y perverso que es el corazón humano” (Jeremías 17:9)

Espíritu Santo. Siempre estaremos en uso de nuestras libertades y será nuestra responsabilidad estar “al timón” o dominio de nuestras impaciencias.

Por otra parte la restauración implica mantener dicha posición humilde confiando en quien sabe todas las co­ sas y aceptar el llamado al trabajo no por mérito propio sino por la gracia y misericordia concedida por el Señor.

Al dominio propio habrá que agregar “paciencia”. Este es el recurso de aceptar los contratiempos no con resig­ nación derrotista, sino saber retomar ante la adversi­ dad, el trabajo y la acción con firmeza y resolución.

4. Una advertencia que Pedro da los líderes de hoy:

A la paciencia se añadirá “piedad”. Esto implica mantener un espíritu noble. Tiene que ver con la vida emocional pura y limpia con conciencia transparente que se proyectara en el siguiente elemento a añadir, y este es “afecto fraternal”.

Pedro mismo nos brindará sus propias conclusiones cuan­ do nos dice que debemos “procurar hacer firme el lla­ mado y elección, porque haciendo estas cosas ‘Vio cae­ réis jam ás...” ( 2 Pedro 1:5-11) Habiendo sido él mismo zarandeado por Satanás y caí­ do en la negación de su Señor, está equipado para de­ cirnos que son estas cosas que no nos dejarán caer. Su impetuosidad debió ser corregida en un duro aprendi­ zaje que llevó tiempo. Sus maduras recomendaciones nos vienen poco antes del final de su carrera en este mundo. La lista comienza con “añadir a la fe virtud”, diremos que esto es “energizar lo que creemos con determina­ ción”. Luego a la virtud “conocimiento” o sea estar nu­ trido de la palabra. Esto va mucho más allá que tomar cursos o estudios bíblicos. Implica pasar tiempo reflexi­ vo con la Palabra hasta obtener su significado pleno. Al conocimiento habrá que añadir “dominio propio”. Nuestro libre albedrío nunca será obstaculizado por el 82

Aquí se está hablando del amor para con los hermanos, a los benévolos y a los difíciles de soportar. Al afecto fraternal se le deberá añadir “amor”, o sea el amor de Dios (descrito en 1 Corintios 13), y que provie­ ne del Espíritu Santo derramado en el corazón del cris­ tiano (Romanos 5:5). Este es un amor recibido de Dios y reclama el cuidado, el cultivo diario que como una planta necesita riego y cuidado, y muy particularmente “dedicación en tiempo”. Es este último factor el determinante para que “abun­ dando estas cosas” no se caiga en ociosidad ni en este­ rilidad en la comprensión de la grandeza de nuestro Se­ ñor Jesucristo y su realidad viviente. H liderazgo siempre estará expuesto al desgaste propio de lo que es el trabajo con las personas. Estar con gente desgasta. El tiempo de cuidado íntimo en el amor de Dios es fun­ damental. La vida de serenidad espiritual en medio de 83

los vendavales de los tiempos es patrimonio de quienes caminan con Dios. El estrés y desgaste nos sobreviene cuando salimos del ritmo en este cuidadoso andar paso a paso con nuestro Bendito Señor. Este es el trabajo más difícil de cumplir dado que será obstaculizado por los afanes de un tiempo acelerado como el nuestro y las presiones del mundo demoníaco Sin caer en obsesiones espiritualistas, al enemigo se le resistirá mejor manteniendo este vínculo de am or con nuestro Señor cada día en tiempos disciplinadamente separados para estar con El, en oración serena, alaban­ za sentida y confesión sincera. Trabajar con cosas santas no es solamente delicado sino que puede tomarse peligroso si se hace en forma profe­ sional, rutinaria, por obligación o con motivaciones de beneficios mezquinos. Pedro concluye su lista de factores a tomar en cuenta para evitar caer diciendo que “de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”.¡Y el lo sabía por experiencia propia!

UN MENSAJE FINAL A LOS LÍDERES. Cada uno de los personajes abordados nos deja una clara impresión acerca de la grada de Dios por un lado y la responsabilidad personal por el otro. BALAAM advierte del serio peligro de dejarse seducir por el dinero y las riquezas materiales. Tal cosa le hun­ dió sin remedio a pesar de sus poderes latentes para alcanzar grandes alturas. SANSÓN es el típico caso de quien goza de extraordina­ ria fuerza física pero que su cuerpo físico gana tal ascen­ dencia sobre sí, que no puede cultivar su vida espiritual. Es un clásico ejemplo de quienes nutren su vida con la vanidad de los sentidos y desprecian su vida espiritual. SAUL encarna al hombre favorecido por positivos do­ nes naturales, llamado específico al ministerio, y el goce de claras experiencias carismátlcas que confirmaban su vocación de líder. Todo ello quedó anulado por la des­ obediencia en un proceso degenerativo. DAVID, con toda su elección divina para ejercer un liderazgo con consecuencias de perpetuidad, demuestra que el des­ cuido de un momento de relajamiento le produjo grietas en su alma con consecuencias imprevisibles. Solamente la gracia de Dios pudo traerte de regreso y aprendiendo de sus errores servir como “maestro a las naciones”. SALOMÓN, es “el hijito mimado” que goza de enormes privilegios cual niño predilecto. Sin embargo entabla re­ laciones indebidas con el mundo y en su mundanalidad hipoteca su liderazgo y el de sus sucesores abriendo bre­

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chas con consecuencias generacionales. Habiendo sido maestro para otros se descalificó a sí mismo.

dando testimonio a nuestro espíritu que somos hijos de Dios” (Romanos 8:14,16).

PEDRO, el gran apóstol “de la impetuosidad”, nos deja­ rá el legado de su enseñanza que fue adquirida al alto precio de duras experiencias y de la restauradora y cari­ ñosa mano del buen Señor. El legado de enseñanzas que nos deja ya ha sido visto y a ellas es que debemos remitirnos con pausa y reflexión.

La presencia del Espíritu le impartirá las facultades que le impartiera al Maestro de Galilea (Lucas 4:18-21; Juan 14:12). Estos ministerios se detallan en Isaías 11:2 e incluyen “espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová”, todos ellos emanando del “Espíritu de Jehová” lo cual nos identifican los 7 espíritus de Dios (Apocalipsis 1:4), que obrando por medio de la Iglesia se harán evidentes en los dones y ministerios que son impartidos precisamente a la iglesia.

Añadiremos ahora que todo líder dentro de la iglesia está llamado a cumplir una labor pública. Esto significa que estará expuesto a mucha visibilidad. Sea en funciones de plataforma en predicación, ala­ banza o cubriendo ministerios en hogares, en células o en los diversos departamentos de la iglesia. La imagen que proyecte será el resultado de lo que es en su ser interior. Esto no lo podrá ocultar permanente­ mente. La trascendencia de la conciencia irá más allá de su labor y de sus palabras. Esto se desprende de los escritos de Pablo hablando precisamente de la trascen­ dencia del ser interior (2 Corintios 1:12; 4:2; 5:11).

Todo liderazgo cristiano debe cerciorarse que lo que está haciendo em ana de la virtud del Espíritu Santo, puesto que lo que es “nacido de la carne, carne es y lo que es nacido del Espíritu, Espíritu es.” (Juan 3:6) Cualquier labor que se realice fuera de estos patrones podrá tener visos de aceptabilidad humana y alguna medida de éxito pero en el fondo será “carne ministrando a la carne”.

A diferencia de otros, el líder cristiano está “obligado” a mantener una cuidadosa cercanía con el Señor en una limpia conciencia (ITifnoteo 1:19).

Mucho de lo que hoy puede considerarse como éxito podrá mostrarse en la marcha del tiempo como un gran fracaso. Las edificaciones que se realizan bajo los liderazgos podrán ser “oro, plata y piedras preciosas” o en cambio podrán ser “madera, heno y hojarasca”, pero llegará el día en que esto será probado por el fuego (1 Corintios 3:12-13).

En virtud de una disciplina íntima con Dios, sabrá expe­ rimentalmente qué significa el ser “guiado por el Espíritu de Dios", y consecuentemente contar con “el Espíritu

Buenas intenciones, esfuerzos de culturización e infor­ mación educativa tienen su valor en su justo lugar, pero de por sí carecen del poder necesario para edificar es­

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Un liderazgo espiritual

piritualmente a las almas y a la iglesia. El viejo dicho “lo que sale de la mente llega a la mente, y lo que sale del corazón llega al corazón” cobran gran significación aquí. Buscar nutrir el entendimiento con sólo información cultural o académ ica, o “estimular los sentidos con mucha emotividad y sensación” (común en nuestros tiem­ pos), son los dos polos que rigen gran parte de la activi­ dad de la iglesia actual, unos apelando al razonamiento y otros a las emociones. El líder cristiano está obligado a pasar tiempo delante de Dios ante su Palabra y en oración si quiere cumplir un ministerio auténtico bajo la dirección del Espíritu Santo. Ministerio que penetre las barreras del simple razonamiento natural con sus lógi­ cas circunstanciales y/o de los obstáculos sensoriales o emocionales que confunden al corazón sincero. De no ser así, la labor va a ser como “metal que resue­ na o címbalos que retiñen” atrayendo a multitudes que buscan precisamente satisfacciones superficiales, tanto bajo el afán del intelecto “concupiscente" (2 Timoteo 4:3), o sensoriales buscando experiencias catárticas que les permita “sentirse bien”. Es de advertir que la ausencia de ministerios auténticos suelen ser llenados “con otras cosas” como es la abun­ dancia de sonidos (mucha bulla, música y estímulos de un malsano manipuleo de plataforma), y poca o ningu­ na pausa para la Palabra de Dios con serena reflexión. Tememos que esto está sucediendo en nuestro tiempo. Este tipo de liderazgo es el que está aflorando con reco­ nocimientos académicos o rodeados del “éxito y aplau­

so de las masas”, pero que dejan a las verdaderas ove­ jas que buscan los frescos pastos de la Palabra, vagan­ do, desnutridas y sin la dieta adecuada. Esto explica la gran crisis existente en hogares cristianos y el fracaso de muchos líderes. Fracasos que demandan cada vez más y más “cursos para la familia, orientación para padres, guías para los hijos”, etc., y los marcados énfasis en la ética y moral en los negocios y profesiones que se están llevando a cabo en seminarios e iglesias. No es que estas cosas no deban encararse, pero lamen­ tablemente parece ser que se pretende atacar estos pro­ blemas sin curar las raíces de donde nacen estas dificul­ tades y que yacen en la intimidad del corazón humano, un corazón que es intrínsicamente “engañoso y perver­ so” (Jeremías 17:9) Un sólido liderazgo centrado en La Palabra, bajo la di­ rección del Espíritu cubrirá todas estas áreas de conflic­ to con recursos de Dios. Pero repetímos, esto será posible solamente con líderes experimentados en la verdadera comunión con Dios y que hayan aprendido lo que es una vida de santidad. Transmitir a Cristo es nuestra gran responsabilidad. Lo que se diga y lo que se haga debe revelar su presencia. Tal cosa será fragancia del cielo en este mundo con su atmósfera contaminada y carente de olfato espiritual. Sólo Cristo y su cruz serán la salvación del mundo y somos nosotros sus siervos los encargados de hacerlo saber a toda alma que se halla en tránsito a la eternidad.

Un liderazgo reproductor

CONCLUSION.

Agreguemos aquí que es responsabilidad de todo líder saber “reproducirse a sí mismo”.

Todo líder que en verdad ha sido injertado por el Señor en la vid verdadera, al estar llevando fruto, esto es cum­ pliendo su labor apropiadamente, estará sujeto a podas periódicas. Estas podas serán dolorosas pero al mismo tiempo serán necesarias. Y serán también confirmatorias de las palabras del Señor en sus vidas (Juan 15:1-7).

Son muchas las iglesias y los ministerios que dejan de ser, por causa de la salida o el fallecimiento de un líder responsable. El patriarcado antiguo gozó de una continuidad por tres generadones en Abraham, Isaac y Jacob, siendo precisamente el primero que diera el paso ¡nidal. (Génesis 18:17-19) Moisés supo tener muy cerca a Josué y éste parece ser que no tuvo éxito en formar una sucesión responsable desembocando todo en el caos del libro de los Jueces. Jesús dejó la sagrada tarea de predicar el evangelio sal­ vador al mundo perdido en manos de humildes pero fieles siervos que formó en tres años y medio. Estos a su vez supieron reproducirse de modo que el mundo fue testigo del mensaje salvador y este testimo­ nio ha llegado a nuestros días. Que el líder tome tiempo para enseñar y discipular a otros en la misma tarea que está haciendo, no le restará privilegios ni honor, sino que lo honrará y llegado el momento en que deba ceder su lugar, podrá ver como no se produce un vacío en el ministerio sino que habrán manos hábiles para proseguir en la tarea del Reino.

Estar cumpliendo con nuestras responsabilidades no nos exonerará de dificultades al punto de caer en el desáni­ mo. Grandes siervos de Dios debieron superar olas de­ presivas. Entre ellos Carlos Spurgeon el gran predicador de multitudes de Inglaterra confesó ser victima de seve­ ras depresiones que rogaba ninguno de sus oyentes tu­ viera que experimentar. El enemigo también hará sentir su oposición como siempre lo ha hecho a quienes sirven al Señor y su causa. Y tendremos que saber esto de antemano para estar pre­ parados sin sorprendernos, puesto que tal cosa será normal en este mundo enfermo y anormal. En todo ello nuestro Señor Jesucristo no permitirá que nos tomemos ramas silvestres y nos disciplinará en di­ versas pruebas a fin de pulimos para sus propios fines. El severo amor de Dios, azota y corrige a todo aquel que toma como siervo para que sea cada vez más valioso como lo es el oro que se refina en el crisol sobre el fuego. No temamos este “severo amor de Dios” que pugnará hasta el fin para hacemos aptos para toda buena obra y para la eternidad.

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