Semana de Arte Moderno

SEMANA DE ARTE MODERNO Realizada en Febrero de 1922 en el Teatro Municipal de Sao Paulo, surge como un festival múltiple

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SEMANA DE ARTE MODERNO Realizada en Febrero de 1922 en el Teatro Municipal de Sao Paulo, surge como un festival múltiple: música, literatura, conferencias, exposiciones de arte. Toda una representación completa del repertorio de los renovadores del arte y las letras, con el firme deseo de destruir, la tradición académica, e instaurar un nuevo lenguaje plástico, poético y musical. El camino de las artes visuales y el sentir cultural del Brasil para las primeras décadas del siglo XX, fue sorprendido por una serie de eventos y exposiciones en donde la renovación con respecto al pasado inmediato, se hacía presente como una necesidad. Con la exposición de Anita Malfatti en 1917, las contribuciones de artistas que habían estudiado en París o que vivían en Europa, (como Goeldi, Tarsila, Di Cavalcanti, Ismael Nery, Monteiro), se hicieron sentir en el panorama artístico brasileño. Estos artistas realizarían exposiciones individuales en las que aportarían las últimas innovaciones de la escuela de París a un medio provinciano como era el de las dos grandes ciudades brasileñas, Río de Janeiro y San Pablo. La Semana de Arte Moderno provocó escándalo, durante tres noches seguidas. El interés principal, según lo definió Mario de Andrade, era luchar por el derecho permanente a la búsqueda estética, la actualización de la inteligencia artística brasileña, y la estabilización de una conciencia creadora nacional. Por lo tanto, la fuente en que bebieron nuestros modernistas era doble y contradictoria: por una parte, la información internacional, sobre todo de origen francés; y por otra, un nativismo que se evidenciaría en la inspiración y la búsqueda de las raíces brasileñas, y por ende, latinoamericanas.

ANITA MALFATTI (1896-1964)

Nació y falleció en São Paulo. Estudió pintura en Alemania y Estados Unidos. Bajo la influencia del expresionismo, realizó una exposición en 1917 que llevó a Brasil las vanguardias europeas, como el cubismo. Procedente de los Estados Unidos, donde convivió con el efervescente medio artístico newyorkino de la primera guerra mundial, y después de haber estudiado en Berlín, regresa a su patria natal en 1917, estando al día respecto a los últimos movimientos internacionales. Participó en la Semana del Arte Moderno de São Paulo de 1922, provocando una intensa polémica, incluso entre intelectuales que apoyaban una actitud innovadora en el arte, como el escritor Monteiro Lobato, autor de una violenta crítica titulada ¿Paranoia o mistificación?. Puede considerarse como una artista fauve, plena de vitalidad, expresada en telas como A Boba en donde por su calidad, independientemente de la época en que fue realizada, pasaría a la historia del arte del Brasil. Entre sus cuadros más conocidos están El japonés, El hombre amarillo y La calle.

"A Boba".

TARSILA Do AMARAL (1886 – 1973) Nació en Capivari, pueblo rural del estado de São Paulo. En 1916 comenzó sus estudios de arte en la ciudad de Sâo Paulo y en 1920 los continuó en la academia Julian de París. Después de regresar a Brasil en 1922, para la Semana de Arte Moderno, inició una serie de encuentros con artistas de su país que compartían su interés por la difusión del arte y la literatura modernas basadas en temas brasileños. A finales de ese mismo año, regresó a París, donde estudió con los pintores cubistas franceses André Lhote, Fernand Léger y Albert Gleizes. Las exposiciones que realizó en la casa que compartía con su compañero, el escritor brasileño Oswald Andrade, contribuyeron al intercambio de ideas entre artistas brasileños de vanguardia y escritores y artistas franceses.

Sus pinturas reflejan una gran diversidad de influencias. Por lo general, representan paisajes de su país con una vegetación y fauna de vívidos colores, de formas geométricas y planas influenciadas por el cubismo francés. Al igual que otros artistas brasileños de su época, estaba interesada en los orígenes africanos de su cultura y solía incorporar elementos afrobrasileños a su obra. A finales de la década de 1920 comenzó a pintar una serie de paisajes brasileños de corte onírico influenciados por el surrealismo francés, con el que había entrado en contacto a través de sus frecuentes viajes a París durante esos años. Tras un viaje a Moscú en 1931, incorporó aspectos del realismo socialista, estilo artístico oficial aprobado por el gobierno soviético en el que se representaba a obreros y campesinos en posturas monumentales y heroicas. Sin embargo, pronto retornó a sus temas iniciales, pintando cuadros surrealistas de figuras alargadas y utilizando las brillantes tonalidades rosas y naranjas de la tierra brasileña. Su estilo se distingue por la aplicación libre del color como en su ejecución nerviosa y aparentemente espontánea. Al llegar a territorio brasileño, el color local se suma a ese equilibrio de elementos plásticos, y su inspiración fue centrada en las ciudades del interior de Minas para crear el clima poético-mágico que desarrollará en sus pinturas. Tarsila sintetiza los elemento oriundos de la aguda observación y la intimidad del paisaje y la estructura parisiense, con leves rastros de surrealismo.

E. Di CAVALCANTI (1897 – 1976) Emiliano Augusto de Albuquerque Melo, conocido como Di Cavalcanti, nació y falleció en la ciudad de Río de Janeiro. Inició su carrera artística en 1914, publicando ilustraciones en la revista Fon-Fon. En 1916 participó en el Salón de los Humoristas, organizado por Luis Peixoto y Olegario Mariano. En ese mismo año se trasladó a São Paulo para ingresar en la Facultad de Derecho, estudios que abandonó pronto. En esa época realizó su primera exposición individual. Frecuentó el estudio del pintor impresionista Georg Fischer Elpons, que ejerció una gran influencia en él. En 1921 publicó las 6 ilustraciones de Balada dos Enforcados del libro de Oscar Wilde. A través del dibujante inglés Aubrey Beardsley, se sintió atraído por el simbolismo. En la Semana del Arte Moderno de 1922, presentó una serie de paneles y pinturas en las que ya se apreciaba su tendencia

hacia el expresionismo, aunque todavía con reminiscencias del impresionismo y del simbolismo. En 1923 viajó a París como corresponsal del periódico Correio da Manhã, donde trabajó durante apenas un año. En este periodo estudió en la academia Ranson y amplió sus amistades en el mundo de las artes, conociendo a Picasso, Matisse y Braque, además de poetas, escritores y compositores. Presentó sus pinturas en Bruselas, Londres, Amsterdam, Berlín, Lisboa y París. No obstante, el estilo que más influyó en su carrera artística fue el de Picasso. De vuelta a Brasil, se entusiasmó por los temas nacionales. Seducido por la imagen de la mulata, que consideró el símbolo femenino brasileño, hizo de ella su tema predilecto. Su pintura se centró en la figura humana, aislada o en escenarios urbanos. Sus exposiciones fueron innumerables tanto en Brasil como en el extranjero. En 1954 expuso en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, y en 1964, en la galería Relieve. También participó en la exposición colectiva de 1951, en la I Bienal de São Paulo. En 1953 ganó el Premio Nacional de Pintura. Realizó paneles y murales para el Fórum Lafayette, en Belo Horizonte, e ilustró numerosos libros, como Juca Mulato, de Menotti del Picchia, y Danza das Horas, de Guilherme de Almeida, entre otros.

http://vereda.saber.ula.ve/historia_arte/artelatinomode/di.htm

TARSILA DO AMARAL Para los críticos fue la sintetizadora del modernismo brasileño, 'con su obra, Brasil aprendió a pintarse a sí mismo. Esta mujer genial se atrevió a utilizar los colores, formas y temas genuinos de nuestro país. Todo un desafío para los patrones intelectuales de la época', decían.

La consideran una mezcla entre musa y antena parabólica. Musa, porque Tarsila do Amaral (1886 a 1973) era una mujer que se distinguió desde un principio por su extravagancia, encanto y talento y antena parabólica porque con sus pinturas anunció un tiempo nuevo para el arte de Brasil. Para los críticos fue la sintetizadora del modernismo brasileño, 'con su obra, Brasil aprendió a pintarse a sí mismo. Esta mujer genial se atrevió a utilizar los colores, formas y temas genuinos de nuestro país. Todo un desafío para los patrones intelectuales de la época', aseguró una experta. Su vida fue tan interesante como su trabajo. Nació en una hacienda en Capivari dentro de una familia de grandes recursos. De esa manera tuvo una infancia por lo menos paradójica ya que vivía en ese lugar rodeada de insectos y vegetación exuberante pero, a la vez tenía una vida cotidiana de niña rica: su familia usaba ropas y objetos traídos especialmente de Europa. Era una aristócrata que se rodeaba de la gente más humilde y a la vez participaba en veladas donde se solía tocar piano y se recitaba poemas en francés. A los 16 años se fue a estudiar a Barcelona, donde la literatura y el dibujo pasaron a ser prácticamente parte de su vida, pero volvió al tiempo a Brasil y se casó con Andre Texeira, el hombre que su familia escogió para ella. Sus biógrafos aseguran que ese matrimonio fue desde su comienzo un definitivo fracaso dada la diferencia cultural que existía entre ambos cónyuges. De esa mala unión, que más tarde terminó anulada, nació su hija Dulce. Después de esa experiencia, Tarsila decidió hacer del arte el centro de su existencia. Inició sus estudios de escultura y modelado con Mantovani y Walliam Zadig y luego dibujo con Pedro Alexandrino y pintura con George Elpons. En 1921 viajó a París donde continuó sus estudios en la Academia Julián. Luego recorrió España e Inglaterra y regresó a Sao Paulo, donde gracias a su amiga Anita Malfatti, entró en contacto con el grupo modernista. Con ella, Mario Andrade y Menotti del Picchia formó el llamado 'grupo de los cinco', un conglomerado de corta vida que solía discutir sobre modernismo.Tarsila do Amaral regresó a París, donde entró en contacto con los cubistas Fernando Leger, André Lothe y el mismo Picasso. A esas alturas, sus pinturas eran nítidamente cubistas, pero se caracterizaban por estar impregnadas de los colores del Brasil. Carlos Drummond los describió como 'un amarillo vivo, un rosa violáceo, un azul pureza y un verde cantante'. Meses después retornó a su país y junto con otros integrantes del grupo modernista como Cendrars, Mario Andrade y Oswald Andrade (que fue su pareja hasta 1930) realizó un viaje de 'descubrimiento del Brasil' a Minais de Gerais y otras

ciudades históricas mineras. Una vez en Sao Pablo realizó su famosa serie Pau'Brasil, con temas populares. En 1928, a dos años de su matrimonio con Andrade, Tarsila decidió darle a su marido un presente de aniversario inusual: un cuadro 'que lo asustase, una cosa que no esperara'. Así nació una de sus obras más famosas, 'Abaporu', cuyo elemento central era un figura humana de cabeza sorprendentemente pequeña, unos brazos finos pero piernas enormes. A su lado, un cactus cuya flor parecía un sol. Al ver esa imagen el marido se asustó pero la calificó de 'una composición extraordinaria, salvaje. Una cosa del bosque'. Abaporu en lengua indígena significa antropófago, 'hombre que come carne humana' y con esta tela así bautizada comenzó su serie 'Antropofágica', de acento surrealista. Oswald de Andrade la presenta junto al cuadro el 'Manifiesto Antropófago', que definía una identidad fundada en el cruce de las culturas indígena, portuguesa y africana. El año siguiente fue trágico afectiva y socialmente para la artista ya que el desastre de la Bolsa de Nueva York la hizo perder su hacienda y se separó de su marido, un incorregible mujeriego. Su última fase artística fue el resultado de su viaje a Unión Soviética en 1931, donde impresionada por lo visto pintó el drama de los obreros y la miseria de multitudes, la injusticia y opresión que sufrían los más débiles. Después de eso, Tarsila no incursionó en nuevas experiencias. Se limitó a revisar sus fases anteriores y se concentró en temas relacionados con el folklore y la religión, participó en numerosas colectivas y en las dos primeras bienales de Sao Paulo. En 1969 se llevó a cabo una gran retrospectiva titulada 'Tarsila: 50 años de pintura' en el Museo de Arte Contemporáneo de la ciudad, en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro y en la Universidad de Sao Paulo. En 1972 enfermó pero siguió pintando. Murió el 17 de enero de 1973, a los 86 años. Dejó centenas de obras, algunos dibujos y esculturas. Pero su más importante legado fue su contribución para la consolidación de una pintura nacional. Recopilado por Gabriel Gross