Sanidad Del Alma

Incluye suplemento: Alcanzando a la Niñez LA REVISTA DEL LIDERAZGO CRISTIANO Volumen XXVII • Número 5 ISSN 1409-1968

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Incluye suplemento: Alcanzando a la Niñez LA REVISTA DEL LIDERAZGO CRISTIANO

Volumen XXVII • Número 5

ISSN 1409-1968

Pastorales

SANIDAD DEL ALMA

¿Quieres ser sano? Stephen Arterburn

Discípulos a medias J. Oswald Sanders

«Yo sanaré tu rebelión» J. Oswald Sanders

Preguntas punzantes en la Biblia Inocencia robada José Luis y Silvia Cinalli

Depredador desenmascarado José Luis y Silvia Cinalli

Romper con el pasado Ray Pritchard

Síntomas sugestivos Cuando el servicio deprime Jorge Atiencia

¿Estaré deprimido?

SUMARIO VOLÚMEN XXVII - NÚMERO 5 / MAYO - JUNIO 2010 TEMA DE PORTADA:

¿Quieres ser sano? Stephen Arterburn

10 Discípulos a medias J. Oswald Sanders

13 «Yo sanaré tu rebelión» J. Oswald Sanders

16 Preguntas punzantes en la Biblia

18

Cuando el servicio deprime

Pastores sin pastor

(Segunda parte)

David Kornfield

De gusano a mariposa

Jorge Atiencia

50

Margarita Auffret

30 ¿Estaré deprimido?

34 Síntomas sugestivos

36 Otro contenido: ¡Quiero ser humano! Ricardo Gondim

40

Inocencia robada

Límites saludables

José Luis y Silvia Cinalli

Kevin A. Miller

20

44

Depredador desenmascarado

Diferencias que bendicen

José Luis y Silvia Cinalli

Víctor H. Cuartas

46

Romper con el pasado

La misión transcultural

Ray Pritchard

26

Pág. 60

Además:

La visión

NOTA DEL DIRECTOR

Keila Ochoa

Una salvación completa

Pág. 64

Christopher Shaw

Dios, tenemos que hablar

8

(Segunda parte)

EL RINCÓN DEL PREDICADOR

¡Nace un sermón! (Primera parte) John Ortberg

54

Carlos Scott

48

66

Superar el pasado

BOSQUEJO DE SERMÓN

68

Cuando la pérdida engendra vida

56 CITAS QUE HACEN PENSAR

El tierno corazón del Padre

59

Sandra Picklesimer Aldrich

LA PÁGINA DE APUNTES

José Luis Romera

23

MUJER LÍDER

HÉROES DE LA FE

Padre del desierto: Antonio Abad (251-356)

72 SUPLEMENTO: ALCANZANDO A LA NIÑEZ

P R E G U N TA S PA R A E S T U D I A R E L T E X T O E N G R U P O

VOLÚMEN XXVII - NÚMERO 5 / ISSN 1409-1968

DESARROLLO CRISTIANO INTERNACIONAL Oficina Central Apdo. 204-2150, San José, Moravia, San Vicente, 11401-2150- Costa Rica, C.A. Correo electrónico: info@ desarrollocristiano.com www.DesarrolloCristiano. com Teléfono: (506) 2241-1000 Fax: (506) 2241-1001 suscripciones@ desarrollocristiano.com publicidad@ desarrollocristiano.com editorial@ desarrollocristiano.com APUNTES PASTORALES Apuntes Pastorales es una revista editada bimestralmente por Desarrollo Cristiano Internacional, para el liderazgo cristiano y la Iglesia de América Latina. Los artículos representan la opinión de sus autores y no necesariamente la de los editores. Las personas que aparecen en las fotografías que ilustran los artículos no guardan relación alguna con su contenido. Autorizamos

el uso del contenido de Apuntes Pastorales siempre y cuando su fin no sea lucrativo y se dé crédito al autor, así como al número y volumen de Apuntes Pastorales. Director Editorial: Christopher Shaw Asistente Editorial: Ismaela de Vargas Distribución y publicidad: Marco Antonio Vega

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De la Municipalidad de Moravia 300 metros al este. San José, Moravia, San Vicente 11401 - Costa Rica, C.A.

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NOTA DEL DIRECTOR

Una salvación completa Cuando Jesús inició su ministerio público anunció que en él se cumplía una de las profecías de Isaías: El texto (Is 61.1-3) presenta una lista de muchas de las condiciones que resultan de vivir en un mundo caído: aflicciones, quebranto de corazón, adicciones, cadenas, llanto, duelo y luto, abatimiento de espíritu, vergüenza y humillación. El pecado ha desfigurado de tal manera la vida que ha condenado al hombre a una existencia contaminada, de manera irremediable, por la angustia, el dolor y la tristeza. A los que sufrían una diversidad de aflicciones Cristo deseaba llevarles buenas nuevas, vendar sus heridas, proclamarles libertad y liberación, el año favorable y el día de venganza del Señor, acercando a sus vidas consuelo, aceite de alegría, autoridad, manto de alabanza y espíritu de júbilo. De hecho, más adelante resumiría sus intenciones declarando que había «venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia» (Jn 10.10). El deseo del Señor de transformar a las personas no ha menguado. Nuestras comunidades, sin embargo, están compuestas por un preocupante número de individuos que no logran echar mano de la plenitud de vida que él ofrece. A pesar de los años que llevan en la Iglesia, continúan atribulados por las mismas angustias y tristezas que los caracterizaban antes de su conversión. El pasado, como un verdugo implacable, los atormenta a cada paso de la vida. La presencia de estas personas en nuestro medio constituye un llamado de atención a la forma en que hemos abordado la experiencia de ser cristianos. Frente a las indefinidas dinámicas que contienen una relación viva con Jesús, nos hemos inclinado por la seguridad de las estructuras inamovibles de una religión. La asistencia a reuniones, complementada por una desnutrida

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rutina espiritual diaria, se han convertido en los medios que intentan sustentar una experiencia espiritual que pierde, rápidamente, su atractivo. Cuando Jesús lanza frente a nosotros su intrigante desafío —«sígueme»— no tiene en mente una experiencia limitada por horarios y espacios apartados para esta relación. Él nos llama a un compromiso tan profundo y absorbente como el que puede existir en el matrimonio. Tampoco imagina el Señor que todo el esfuerzo por mantener viva esta relación provenga solo de nosotros. Más bien pretende que comencemos a prestar atención a lo que él esté haciendo, que aprendamos a responder en lugar de iniciar, porque la vida abundante siempre procede de él hacia nosotros. La sanidad, en el marco de esta clase de relación, es un resultado asegurado pues, mientras lo contemplamos a él, «seremos transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu» (2Co 3.18). Esa transformación —tan profunda, que acabamos siendo «partícipes de la naturaleza divina» (2Pe 1.2)— debería percibirse en la vida de cada discípulo a medida que se afianza su relación con Cristo. No es que ya no experimentamos los dolores y las angustias comunes a todo ser humano, sino que estas no representan ninguna barrera al proceso de maduración en nuestra vida. La gente con quienes compartimos nuestras actividades cotidianas deberían, al igual que los religiosos que examinaron a Pedro y a Juan, sentirse motivadas a maravillarse y reconocer que hemos estado con Jesús (Hch 4.13). La belleza de vidas profundamente restauradas es, después de todo, la marca que nos distingue como pueblo de Dios.

TEMA DE PORTADA

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¿Quiéres ser sano? !" Antes de que Dios intervenga en la vida de una persona la desafía a considerar una pregunta clave a favor de su restauración. Por Stephen Arterburn Me encantan las historias bíblicas que tienen un mensaje oculto. Cuando lo descubro, arroja nueva luz sobre mi propia vida. Una de mis historias favoritas está en el capítulo 5 del Evangelio según San Juan. Es la historia de la visita de Jesús a un lugar donde se encontraban centenares de personas, enfermas, ciegas, cojas y paralíticas. Estaban en Betesda, un estanque en Jerusalén, cerca de lo que se conocía como la puerta de las ovejas. Esas personas estaban acostadas alrededor del estanque en espera de la sanidad. Se suponía que el agua sería agitada y el primero que entrara en el estanque sería sanado.

Médico de los enfermos Una de los detalles que me encantan de esta historia es que Jesús permaneció callado largo tiempo.

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Lo conocían por sus milagros, sus sanidades y su enseñanza radical. Él podía haber estado en cualquier otra parte hablando con cualquier persona en el planeta, gracias a su fama y al hecho de que él era Dios en forma humana. Tenía absoluto acceso al todopoderoso. No obstante, en lugar de acompañar a quienes estaban en la cima, escogió el estanque con los desposeídos, que esperaban un movimiento milagroso en el agua. Puedo, apenas, imaginarme el espectáculo de aquellos desesperados, con heridas supurantes y cuerpos atrofiados. Los sonidos de quienes se quejaban de dolor y gritaban en agonía debe de haberlo convertido en el peor lugar para visitar. El olor a carne podrida y a enfermedad es probable

que provocara el vómito en muchas personas, pero Jesús decidió estar allí. Me encanta eso del Señor.

Treinta y ocho años perdidos en busca de algo que nunca sucedió. Vida postergada Cristo se acercó a uno de los enfermos que estaba acostado junto al estanque aquel día. Ese no era un hombre que hubiera oído de este lugar sanador y que viajara de una ciudad remota en busca de una sanidad instantánea. Este hombre era residente permanente de la comunidad que rodeaba tan afamado sitio; había estado allí treinta y ocho años. ¿Puede imaginarse la desesperación de una vida no vivida, no invertida, acostado junto a un estanque que nunca proveía sanidad? Treinta y ocho años perdidos en busca de algo que nunca sucedió mientras trataba lo mismo una y otra vez sin obtener, en absoluto, resultado alguno. Entonces, aquel dichoso día, Jesús fue directamente a su lecho y le formuló una asombrosa pregunta que quiero planteársela a usted. Jesús no lo sanó, simplemente. No dio por sentado que el hombre deseara ser sanado después de haber pasado treinta y ocho años como inválido. En vez de eso, Jesús le preguntó: «¿Quieres ser sano?»

Ser o no ser El hombre tenía la opción de aceptar ser sanado o no. Tenía que desearlo en su voluntad. Pudo haber decidido seguir sin sanidad para siempre y sostener algunas razones para ello. Pudo haber querido seguir sin ser sanado para poder permanecer acostado allí, pues pudiera haber estado acostumbrado a pedir y sabía que le resultaría más fácil con un grave problema de salud. Pudo haberse sentido cómodo en su papel de marginado social. Pudo haber usado su enfermedad para apartarse del mundo y de otras

presiones de la vida. Existen muchas razones por las que no hubiera querido la sanidad, aunque el Señor estuviera ofreciéndosela. Jesús se tomó el tiempo para preguntarle si quería ser sano en vez de acercársele y sanarlo allí mismo.

El peso de la enfermedad Preguntarle a un hombre que ha permanecido enfermo por treinta y ocho años si quiere ser sano no es nada extraño. A través de los años, he trabajado con muchas personas que pudieran haber experimentado la sanidad pero la rechazaron. Si Jesús les hubiera preguntado si querían ser sanos, hubieran respondido que no. Algunos de ellos siguieron con sobrepeso, porque esa condición les ofrecía algunos beneficios que no querían perder. Prefirieron la obesidad a la salud, porque les gustaba la invisibilidad; nadie les prestaba atención por ser gordos. Nadie hablaba con ellos ni les mostraba interés y eso les permitía sentirse cómodos y seguros. Otros optaron por seguir siendo gordos, porque eso los protegía. Habían sufrido abusos deshonestos cuando eran niños, así que el ser gordos los resguardaba de convertirse en objeto del deseo de alguien. O por la falta de fuerza interior para establecer barreras en las relaciones, su peso les ofrecía una frontera portátil que pocos se atreverían a cruzar. En realidad, su peso no era una frontera, sino un muro protector, de modo que por eso optaban por seguir siendo gordos. Los beneficios para ellos eran demasiados como para preferir la senda de la sanidad.

No dio por sentado que el hombre deseara ser sanado. Miedo al cambio Conozco a adictos sexuales que han rechazado la sanidad. Sabían que estaban enfermos. Sabían que habían destruido su carácter, su dignidad, sus matrimonios, sus empleos, su relación con Dios e,

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TEMA DE PORTADA

La relación con el vicio continuó siendo un atractivo más fuerte que la esperanza de la intimidad auténtica. incluso, su salud. Sabían todo eso, pero decidieron aferrarse a su enfermedad. Se negaron a tomar las decisiones que los viciosos sexuales toman cuando optan por ser sanados y sentirse bien. La intensidad y la relación con el vicio continuó siendo un atractivo más fuerte que la esperanza de la intimidad auténtica y una relación basada en el amor, así que decidieron seguir enfermos. He hablado con esposas de alcohólicos que se negaron a ser sanadas. Estas mujeres estructuraron su vida alrededor del alcoholismo de su esposo y vivían en reacción a las acciones de él y a cuán mal se comportaba. No tenían vida propia, sino la vida de encubrir a su hombre enfermo. Esas bienintencionadas mártires sostenían a su alcohólico dándole el trago y se mantenían a sí mismas al margen de la vida, mientras trataban de controlar lo incontrolable. Se perdieron y se negaron a tomar algunas decisiones sanadoras que podrían haberlas llevado de vuelta a la vida que Dios había diseñado para ellas. Decidieron seguir siendo las mismas. Optaron por permanecer en sus lechos, en el estanque de la compasión de sí mismas y en su vergüenza, en vez de levantarse y andar por la senda de la sanidad. Conozco a mujeres que fueron cruelmente maltratadas cuando eran niñas. Conozco a mujeres que repetidas veces fueron violadas por sus padres y guardaron silencio durante años. El abuso fue horrible y su enojo y su amargura estaban justificados. No querían separarse de esos sentimientos y nadie las culpaba, pero, años después, aún seguían afectadas por el agravio. No estaban dispuestas a dar los pasos hacia la sanidad para que ese abuso se volviera solo

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parte de su vida, no el factor dominante. Ellas decidieron seguir aferradas a la amargura y se negaron a ser sanadas y, así, el abusador, sin estar con ellas, siguió influyendo en su vida y las mantuvo estancadas. Aunque les haya parecido imposible, bien pudieron haber hallado la sanidad. Usted pudiera ser una de esas personas que ha optado por seguir en su actual condición en vez de ser sanada. Pero ahora está leyendo este artículo que pudiera llevarla por una senda distinta. Hoy es un día diferente para usted.

Tomar el paso Usted es una persona interesada en arriesgarse a llevar una vida diferente. Quiere saber qué y cómo hacerlo o, al menos, siente la curiosidad por saber si alguien pudiera brindarle alguna esperanza. Me alegro de que haya escogido comenzar a dar los pasos hacia la sanidad. Estoy seguro de que, si eso es lo que usted desea, va a experimentar algún nivel de sanidad como fruto de su decisión de buscar un cambio. Su sanidad pudiera ser física, o emocional o, quizás, hasta espiritual. No sé lo que Dios guarda para usted, pero sí estoy convencido de que el Señor desea, ardientemente, intervenir en su vida. Cuando Jesús se encontró con el hombre en el estanque de Betesda, le preguntó si quería ser sano. Afortunadamente, el hombre sí deseaba la sanidad y cuando Jesús le ordenó que tomara su lecho y anduviera, lo hizo. Fue sanado después de treinta y ocho años. ¿Cuánto tiempo lleva usted? No sé cuánto tiempo ha luchado usted, pero sé lo siguiente: es tiempo de que recoja su lecho y ande, o recoja su lecho y llore, o recoja su lecho y vaya a una reunión, o recoja su lecho y tome su medicina, o recoja su lecho y ayude a otra persona o recoja su lecho y pronuncie una sencilla oración de entrega para tomar la senda hacia la sanidad. Es tiempo de que recoja su vida y experimente todo lo que Dios ha guardado para usted. A P Se tomó de Sanidad es una elección, © 2007, por Stephen Arterburn (www.portavoz.com). Se usa con permiso.

TEMA DE PORTADA

Discípulo a medias El mensaje del profeta Oseas identifica los resultados de vivir un compromiso vacilante con Dios. Por J. Oswald Sanders El peligro de la consagración parcial «¿Qué haré a ti, Efraín?… La piedad vuestra es como nube de la mañana, y como el rocío de la madrugada, que se desvanece» Oseas 6.4 Nuestra era se caracteriza por la superficialidad, inducida, en una medida no pequeña, por las fugaces imágenes de la televisión. Y esta frivolidad se ha desbordado en nuestra actitud y nuestras reacciones al mensaje de Dios. Rara

vez le damos tiempo a Dios para tratar con nosotros de manera radical y profunda. Incluso, cuando somos condenados por el fracaso o el pecado, no le permitimos al Espíritu Santo trabajar en nosotros para que lleguemos a odiar el error que cometimos. Con liviandad aprobamos el hecho de que «somos pecadores miserables», sin encarar seriamente el problema. Actuamos como si una nueva decisión pudiera tomar el lugar del verdadero arrepentimiento y de la renunciación.

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TEMA DE PORTADA La queja de Dios señalaba que la bondad de Efraín era volátil; desaparecía como la niebla y el rocío de la mañana. No es que no queramos lo mejor y lo más alto, o que no nos decidamos por lo mejor, sino que como Efraín, nuestra resolución es fugaz.

Rara vez le damos tiempo a Dios para tratar con nosotros de manera radical y profunda. Parecía como si la inconstancia de Efraín dejara perplejo incluso a Dios, por eso exclamó: «¿Qué haré a ti, Efraín?». Nuestra superficialidad e inconstancia también pueden desconcertar a Dios después de todo lo que él ha hecho por nosotros. Sin embargo, para nuestro aliento, podemos recordar que bajo la influencia del Espíritu Santo, Simón, el inestable, fue cambiado en Pedro, la roca.

Otros se formaron firmes en la ortodoxia, pero inconstantes en el amor cristiano. Incluso, otros se muestran generosos cuando dan, pero… violentos en su temperamento. El desarrollo unilateral es real para todos nosotros. Solo Jesús fue santificado por completo y de manera simétrica en el carácter: «Lleno de gracia y de verdad». En él vemos en perfecto balance «la bondad y la severidad de Dios» (Ro 11.22). Nunca se podrá comentar de él que fue una torta no volteada. Es una tentación común excedernos en algunas formas de trabajo que disfrutamos, pero también descuidar tareas rechazadas o poco agradables. Tendemos a cultivar nuestros puntos fuertes, mientras desatendemos los débiles. El erudito alimenta su mente con avidez, pero descuida su cuerpo, mientras que con los atletas a menudo ocurre lo contrario. Las Escrituras demandan el cultivo de los puntos débiles de nuestro carácter para que podamos ser «firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere» (Col 4.12). El hecho alentador es que el fuego bajo la torta sigue ardiendo. Aún queda tiempo para voltearla, y completar el proceso de horneado. Nos corresponde voltear las facetas imperfectas e incompletas de nuestro carácter hacia el fuego del Espíritu Santo.

El peligro de la santificación parcial El peligro de una separación incompleta «Efraín fue torta no volteada» Oseas 7.8 Esta pictórica figura les resultaba familiar a los israelitas. La mayoría de los cocineros había experimentado la desilusión de encontrar su torta cocida por fuera, pero cruda por dentro. La torta a la cual se refiere aquí se aplastó y cocinó en una parrilla; y como no se había volteado, se había quemado por un lado y había quedado cruda por el otro. Muchos de nosotros somos así en el carácter: súper desarrollados en algunos aspectos, pero deficientes en otros. El progreso ha sido excelente en algunas áreas, pero retardado en otras. Todos somos, en cierta medida, santificados solo en forma parcial, porque no hemos volteado algunas facetas de nuestra vida hacia el fuego purificador del Espíritu Santo. Algunos han crecido diligentes en el conocimiento de la Biblia, pero descuidados en la bondad.

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«Efraín es dado a ídolos; déjalo» Oseas 4.17 «Efraín se ha mezclado con los demás pueblos» Oseas 7.8 Los cristianos tienen que ser un pueblo separado. Pero algunos círculos evangélicos defienden un tipo de separación que nos deja sin contacto con las personas del mundo, por lo cual llegamos a ser incapaces de alcanzarlas para Cristo. Cuando Jesús advirtió a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra» (Mt 5.13), él no concebía que la sal se pusiera en un plato y la carne en otro. Como alguien afirmó: «El lugar de la sal está en la sopa, no en el salero». Jesús nunca sugirió que los cristianos debían aislarse de las personas impías y abandonarlas para que fueran del diablo. Él mismo fue objeto de la crítica encarnizada de los fariseos, debido a que se

rehusó a practicar esa forma de separación. «Este hombre acoge a los pecadores y come con ellos», lo censuraban con desprecio. Existe una forma de separación que no solo es correcta sino obligatoria. Efraín debía separarse de los ídolos y no contraer alianza alguna con las naciones impías que los adoraban. La declaración relacionada con Efraín y sus ídolos es a menudo mal interpretada, como si Dios estuviera declarando: «Bueno, si Efraín va a tener sus ídolos, déjenlo que los tenga. Yo voy a terminar con él». Pero no es eso lo que en realidad Dios está expresando. Su lamento fue: «¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín?» (Os 11.8). Dios no estaba dejando a Efraín, sino que le advertía al reino de Judá que no siguiera su mal ejemplo. «Si él va tras sus ídolos, no lo sigan». «Déjenlo solo» fue la recomendación divina para Judá. Existen muchas alianzas mundanas que deben romperse, pero tienen que separarse por medio de un material aislante más que el solo aislamiento. O mejor aún, como se separa la novia del novio. Jesús era: «santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores» (He 7.26), pero su separación fue moral y espiritual, no física. En esto nos dejó un ejemplo para seguir.

El peligro del deterioro inconsciente «Devoraron extraños su fuerza, y él no lo supo; y aun canas le han cubierto, y él no lo supo» Oseas 7.9, [cursivas añadidas] Las canas son un mal recibido, signo del decrecimiento de la virilidad. Vienen sin percibirse y sin anunciarse. Unos cuantos se han vuelto grises en una noche. No obstante, el declive espiritual no siempre ocurre de manera consciente o repentina. La caída a menudo no se discierne ni es deliberada. La visión espiritual y el entusiasmo siempre tienden a disminuir si no se nutre de manera adecuada. La carne es débil, y somos objeto de la atención hostil de nuestro adversario. El deterioro inconsciente de Efraín comenzó con la alianza impura que estableció con la idólatra Asiria, la cual lo llevó a tal adoración pecaminosa. La idolatría y la inmoralidad a menudo corren

juntas, con el consecuente debilitamiento de toda la estructura de la nación. Se le aconsejó a Efraín que declarara: «No nos librará el asirio; no montaremos en caballos, ni nunca más diremos a la obra de nuestras manos: Dioses nuestros» Oseas 14.3 La advertencia se aplica de igual forma a nosotros, así que debemos esforzarnos por descubrir las canas como los signos prematuros de senilidad espiritual, cuando ellos se presenten en nuestra vida. Es posible mantener la apariencia externa de santidad aunque la atrofia espiritual esté muy avanzada. Ignorar nuestro verdadero estado puede ser el resultado de haber descuidado el hábito de confrontar nuestra vida de forma inquisitiva con el espejo de la Palabra de Dios. Este nos revelará —si queremos ver— las canas, la alarmante diferencia entre lo real y lo ideal. El declive espiritual a menudo comienza cuando estamos demasiado ocupados (incluso en el trabajo cristiano) para medirnos de manera periódica según la norma divina y para tomar la acción correctiva. La tragedia de la condición de Efraín se revela en esta oración: «él no lo supo». ¡Deterioro inconsciente! La única vía satisfactoria y permanente de vencer las canas no es teñirlas (como a veces acostumbramos), sino arrancarlas de raíz. Pablo aconsejó a los creyentes corintios a practicar esto: «limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu» (2Co 7.1). Esto implica un acto decisivo de nuestra voluntad. Dios no hará por nosotros algún tipo de limpieza o depilado. Nuestra parte consiste en proponernos actuar contra nuestro pecado en todo lo que nos sea posible. Luego el Señor responderá: «seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré» (Ez 36.25). A P Se tomó de Sanidad espiritual para los que sufren, J. Oswald Sanders ©2009, por Editorial Portavoz (www.portavoz.com). Se usa con permiso.

P R E G U N TA S PA R A E S T U D I A R E L T E X T O E N G R U P O

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TEMA DE PORTADA

«Yo sanaré tu rebelión» «Llevad con vosotros palabras de súplica, y volved a Jehová, y decidle: Quita toda iniquidad, y acepta el bien… Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos» Oseas 14.2, 4 Por J. Oswald Sanders Algunos de los capítulos más cortos de la Biblia son los de mayor peso, los más conocidos, los más apreciados por todos. Con la excepción de la gran parábola de Cristo en Lucas 15, Oseas 14 puede ser el capítulo que más admirablemente formula y considera el caso de uno que se ha distanciado de Dios y desea la restauración del favor de Él. Derek Kidner tituló con acierto su exposición sobre el libro de Oseas Love to the Loveless [Amor para el que no tiene], porque este es el conmovedor tema del libro. Es demasiado fácil perder el contacto vital con Dios en el sórdido mundo al cual somos llamados a vivir y servir. La pérdida del ajuste espiritual a menudo no es planeada ni deliberada, no obstante es trágica si no se reconoce ni se enfrenta. El escritor de Hebreos tuvo tal posibilidad presente cuando escribió: «Y el Dios de paz … os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad» (He 13.20, 21). La expresión que él usa para «os haga aptos» puede ser usada para la reparación de los huesos

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rotos que están descoyuntados. Su significado fundamental es «reparar lo que está roto». Así que podemos leer esto como: «los ajuste correctamente». Un brazo dislocado pudiera servir de ilustración. Su necesidad urgente es que se ajuste de nuevo con el resto del cuerpo. Solo entonces, la fuerza vital del cuerpo capacitará al brazo para su verdadera función. De igual modo, solo los cristianos que están en correcto «ajuste espiritual» pueden cumplir su función en el cuerpo de Cristo. El mensaje de Oseas, la más tierna de todas las profecías, procura motivar a Israel a buscar la reconciliación con Dios. Brota de las profundidades de la propia tragedia doméstica del profeta; de ahí sus rasgos conmovedores. Los pasajes en los cuales estamos interesados se refieren en primer lugar a Efraín, la tribu dominante, y el nombre señala aquí al reino del norte. El libro es un diagnóstico de la causa de su decadencia espiritual, y revela el camino de regreso. Su mensaje también es válido para la Iglesia actual.

El camino de regreso Debemos agradecerle a Dios que él no solo da el diagnóstico de un padecimiento, sino que también con gentileza prescribe y provee la cura. «Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios … Llevad con vosotros palabras de súplica, y decidle: Quita toda iniquidad, y acepta el bien, y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios» Oseas 14.1–2 Dios demanda, en primer lugar, el arrepentimiento. No una confesión vaga y general, sino el derramamiento específico y personal de un corazón contrito. Cometimos nuestros pecados de forma individual, y debemos nombrarlos delante de él y buscar el perdón. El arrepentimiento es dejar el pecado que antes amábamos, mostrar que nos duele en verdad y que en él nunca más nos deleitaremos. Luego tiene que haber una renuncia a las alianzas problemáticas. La asociación con los crueles asirios y la confianza en los caballos prohibidos de Egipto habían llevado a Efraín hacia la ruina, y tales alianzas tenían que cancelarse. Ellos debían declarar: «No nos librará el asirio; no montaremos en caballos». Debían renunciar a todos los ídolos. «Nunca más diremos a la obra de nuestras manos: Dioses nuestros» (Os 14.3). Dios no tolerará nada que usurpe el lugar que le pertenece por derecho propio. ¡Qué recibimiento se le promete a Efraín cuando cumpla estos términos y regrese al Señor! «Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos» (Os 14.4). ¿Desapareció el amor de Efraín por Dios como la niebla de la mañana? Escuche la amorosa seguridad de Él: «Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí» (Is. 44.22).

Bendiciones adicionales Como si estas bendiciones no fueran suficientes para el Efraín penitente y restaurado, se le prometen tres más.

Frescura «Yo seré a Israel como rocío» (Os 14.5). La bondad volátil de Efraín, que desaparecía como el rocío

de la mañana, se reemplaza por el refrescante rocío de Dios. En el Oriente, el rocío es la principal fuente de renovación para la vida de la planta. Sin él, la vegetación muere. No es un lujo sino una necesidad. La vida reajustada, que había sido seca y árida, ahora está fresca y regada con rocío. La renovación del Espíritu Santo convierte todas las cosas en nuevas. El rocío recibido y disfrutado llegará a ser rocío impartido. «El remanente de Jacob será, en medio de muchos pueblos, como el rocío de Jehová» (Mi 5.7). Nuestra vida refrescada de manera perenne no puede quedarse solo así, sino que también deben refrescar continuamente a otros.

Fragancia La frescura del rocío despedía la fragancia de la flor. Dios prometió: «Yo seré a Israel como rocío; él florecerá como lirio y perfumará como el Líbano» (Os 14.5–6). ¿Qué es más delicado y sutil que una fragancia? Su presencia no puede confundirse. Penetra las puertas cerradas y llena la casa. Al pasar tiempo en la presencia del Señor, los apóstoles se quedaron con su inconfundible fragancia en ellos, de modo que las autoridades hostiles «les reconocían que habían estado con Jesús» (Hch 4.13).

Productividad Pero la frescura y la fragancia, por deleitables que sean, no son un fin en sí mismas. La productividad es la meta y el fin de toda naturaleza. Oseas nos advierte que el mismo Señor, que envía el rocío y produce la fragancia, es también la fuente de la fertilidad. «Oh, Efraín, yo soy como un árbol de pino verde; tu productividad viene de mí». Una rama partida, fuera del ajuste con el árbol, no produce fruto a la perfección. Un creyente que está fuera del alcance, fuera del ajuste con Dios, no produce el fruto del Espíritu. Pero una vez que regresa al Señor, la productividad en el carácter y en el servicio llegan a ser una realidad. A P

Se tomó de Sanidad espiritual para los que sufren, J. Oswald Sanders © 2009 por Editorial Portavoz (www.portavoz.com). Se usa con permiso.

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¿No hay bálsamo en Galaad? ¿No hay

* allí? ¿Por qué, pues, no se ha r *le dijo: «¿Dónde estás?» Entonces el Señor médico Pero el Señor Dios llamó al hombre y

Dios dijo a la mujer: «¿Qué es esto que has hecho?» Génesis 3.9, 13

*está tu hermano Abel?» Y él respondió: «No Entonces el Señor dijo a Caín: «¿Dónde

establecido la salud de la hija de mi pueblo? Jeremías 8.22 Cuando veo tus cielos, obra de tus * dedos, La luna y las estrellas que tú has

sé. ¿Soy yo acaso guardián de mi hermano?»

establecido, digo: ¿Qué es el hombre para

Génesis 4.9

que te acuerdes de él, Y el hijo del hombre para que lo cuides? Salmos 8.3–4

Y puso a aquel lugar el nombre de Masah *y Meriba, por la contienda de los Israelitas, y porque tentaron al Señor, diciendo: «¿Está el SEÑOR entre nosotros o no?» Éxodo 17.7

«¿A quién, pues, ustedes me harán * semejante para que Yo sea su igual?» dice el Santo. ¿Por qué dices, Jacob, y afirmas, Israel: «Escondido está mi camino del

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has *abandonado? ¿Por qué estás tan lejos de mi

SEÑOR, Y mi derecho pasa inadvertido a mi Dios? Isaías 40.25, 27

salvación y de las palabras de mi clamor?

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Salmos 22.1

O, ¿de qué le sirve a un hombre ganar * el mundo entero y perder su alma? «O, ¿qué

¿Adónde me iré de tu Espíritu o adónde * huiré de Tu presencia? Salmos 139.7

dará un hombre a cambio de su alma? Marcos 8.36–37

TEMA DE PORTADA

Inocencia roba Jesús desea sanar el pecado de un padre contra su hija, historia que se repite en cientos de miles de hogares en América Latina. Por José Luis y Silvia Cinalli

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Una luz en la oscuridad

Acudieron a la entrevista con meridiana puntualidad; lo cual otorga un valor agregado, ya que debieron viajar 250 kilómetros para el encuentro. No nos conocíamos. Un pastor de otro país les había asegurado que podían recibir ayuda a través de nuestro ministerio Restauración Sexual. Al inicio, según nuestra costumbre, pautamos que les daríamos toda nuestra atención, pero requeríamos una sola condición: que compartieran siempre la verdad. Explicamos que plantearíamos preguntas y, si alguna les resultaba incómoda, podían reservarse la respuesta; es decir, tenían la opción de no contestar, pero no podían mentir. Estuvieron de acuerdo. Llevaban diez años de casados. Él fue el primer novio de ella. Ambos eran cristianos

ada

comprometidos, pero, aunque se habían mantenido puros y deseosos de que el futuro estuviera lleno de la bendición de Dios, las cosas no resultaron como esperaban. Desde el principio, la intimidad resultó frustrante. Ella nunca accedió a que su esposo la besara en la boca, tampoco aceptaba caricias. Le costaba recibir elogios, ser amigable, mirarlo a los ojos y hasta sonreír… Él, pensando que era por timidez, se fue ajustando a sus requerimientos; pero todo fue empeorando.

Traición íntima Ella, entre llantos y en medio de una crisis, le explicó que la habían abusado y que no quería que él le preguntara nada. Y ahí estaban…

Desde los siete hasta los quince años de edad había sufrido repetidas situaciones de abuso, las que había ocultado con mucho celo. Preguntamos, con sumo cuidado: —¿A manos de quién sufriste todos esos abusos? ¿Fue una sola persona o varias? Mirando hacia el piso de granito gris, como queriendo ocultar su rostro en la lejanía, contestó: —De mi papá. —¿Nunca lo contaste? —No.

Nadie me iba a creer. Él era el líder principal de la iglesia. El poder del secreto —¿Por qué? —Porque nadie me iba a creer. Él era el líder principal de la iglesia. —¿Cómo reaccionó tu mamá? —Nunca siquiera lo sospechó. Veía a su esposo como un dechado de virtud. —¿Y en qué momento ocurrían esos abusos? —Yo soy la única mujer. Tengo cinco hermanos y desde los seis años, mi papá me llamaba a su cama, me decía que me quería mucho y que tenía que cuidarme de los hombres. Era muy celoso, no me dejaba salir sola, ni tener amigas y, poco a poco, empezó con caricias en todo el cuerpo; cuando ya era más grandecita me besaba en la boca. De sólo recordarlo me da asco, pero en casa nadie lo contradecía. Yo trataba de que, cuando mi mamá salía de la casa, me llevara, pero siempre ocurría alguna situación por la que me tenía que quedar: uno de mis hermanos se enfermaba y me dejaba responsable de su cuidado; sus familiares la llamaban por algún problema; una actividad en la iglesia que ella coordinaba, etcétera. Y yo quedaba condenada a sufrir lo mismo, una vez más…

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TEMA DE PORTADA —¿Alguna vez enfrentaste a tu padre? ¿Le reclamaste algo? —Nunca. Le tenía terror. En ese momento del relato, su esposo, quien no había estado enterado antes de los pormenores de la historia, quedó impresionado, atónito. No podía creer que su suegro hubiera cometido tal infamia. No podía mantenerse quieto. Por vez primera vislumbraba el dolor en el alma de su esposa y se preguntaba, entre lamentos y lágrimas, si sería posible, para ella y para su matrimonio, un mañana diferente…

Cuentas sin cerrar El padre de esta joven mujer ya había fallecido. Un cáncer muy agresivo lo había fulminado en pocos meses. Nuestro interés en preguntar acerca del desenlace radicaba en saber si su padre, en el lecho de muerte, le había pedido perdón o manifestado arrepentimiento por el abuso. Con voz entrecortada y muy débil comentó: «yo esperaba eso. Esperaba que dijera que lo sentía, que se arrepentía. Nunca dio muestras de que le pesara todo el horror que me había causado. Me pregunto dónde estará ahora, ya que partió sin recibir perdón… Me pregunto si su enfermedad y sufrimiento se debieron a la gran maldad de su corazón… Me pregunto tantas cosas…» Nos dimos cuenta de que, aun cuando el abusador había muerto, todavía vivía en el corazón de aquella joven. Esto es lo más común, la víctima sigue ligada al abusador por el dolor y el recuerdo. Así sucede a menudo, el agresor transita la vida sin arrepentirse, sin inmutarse frente al dolor que ha ocasionado.

Hacia la restauración Nuestro consejo para esa joven mujer es el mismo que queremos darle a usted si ha sido víctima de cualquier tipo de abuso: merece una nueva oportunidad de vivir y descubrir la vida con otros ojos. Aunque haya sido su progenitor, quítele el poder a ese perverso de seguir influyendo en su vida. La reconocida conferencista y escritora Joyce Meyer señala: «Nuestro pasado puede explicar por qué estamos sufriendo, pero no podemos usarlo como

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pretexto para permanecer atados. Nadie tiene excusas, porque Jesús siempre está listo para cumplir su promesa de liberar a los cautivos (Lc 4.18–19). Él andará con nosotros mientras atravesemos la meta de victoria en cualquier campo, si estamos dispuestos a llegar hasta el final con él». Solo usted puede evitar que su pasado decida sobre su futuro. Déjese sanar. Abandone el hábito de reflexionar demasiado acerca del dolor del pasado y proyéctese hacia un futuro de esperanza. Crea que por delante lo espera un mundo de oportunidades para que usted las aproveche. La Biblia afirma que todas las cosas ayudan para nuestro bien. No señala que todas las cosas son buenas, sino que todas cooperan para nuestro bienestar. Dios es poderoso para tomar lo malo que llega a nuestra vida y cambiarlo para nuestro bien. Esta es una verdad que debe ser creída. Si la quiere, créala. ¡Si la cree, es suya! Como corolario de esta historia, la protagonista de este relato está estudiando psicología porque desea ayudar a otros, como ella fue ayudada. Su esposo comenzó sus estudios en un seminario teológico para prepararse para el ministerio. Cuando afirmamos que Dios es poderoso para cambiar lo malo en bueno, es verdad. A P

*

Si usted ha sido una víctima de abuso sexual, Cristo quiere regalarle sanidad y una vida llena de esperanza. Si desea recibir ayuda, orientación o capacitación, o conoce a alguien que lo necesite el ministerio Restauración Sexual puede ayudarle. Para mayores informes escriba a: [email protected],

o visite el sitio

www.placeresperfectos.com.ar Se tomó de Inocencia robada, por José Luis y Silvia Cinalli, © 2009 Restauración Sexual. Se usa con permiso.

TEMA DE PORTADA

Depredador desenmascarado La irrupción de la sexualidad adulta en el mundo infantil causa irreparables estragos, por lo que la Iglesia debe combatirla con tenacidad. Por José Luis y Silvia Cinalli Enemigo al acecho Ya está en acción el ministerio de la iniquidad. El poder de lo oculto ya está obrando. Los pedófilos trabajan en secreto, al igual que Satanás. Con frecuencia obran a través del encubrimiento y la simulación. Viven en una telaraña de mentiras. Son manipuladores y premeditan el abuso con, por lo menos, seis meses de antelación. Mantienen su crimen en secreto y el silencio es su mejor aliado. Las consecuencias del abuso sexual son catastróficas y, en muchos casos, de por vida. Las víctimas de un abuso sexual yacen confundidas y luchan contra sentimientos encontrados. Manifiestan patrones de comportamientos no saludables, desde conductas sexuales inexplicables, como rechazo obsesivo al sexo o adicción al oscuro mundo de la promiscuidad. Puede ser que manifiesten reacciones cambiantes e

impredecibles, como enojo y acciones violentas. Se caracterizan además por la desconfianza, el temor a estar solas, la tendencia a la depresión, la ansiedad, la humillación, la perturbación y los deseos de venganza. En muchos casos se registran pensamientos invasivos, imágenes retrospectivas del hecho, disminución del interés por actividades importantes, aislamiento, disminución de la capacidad de experimentar nuevas situaciones, pérdida de esperanza en el futuro, hipervigilancia, dificultad en la concentración, respuesta de alarma exagerada, etcétera.

Niños sin futuro Como verá, el abuso sexual infantil origina perturbaciones de las más diversas. Generalmente la persona abusadora suele ser un familiar que el menor desea querer; por ello, en lugar de denunciar el abuso, culpa a Dios por no protegerlo, o

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TEMA DE PORTADA se culpa a sí mismo por haber permitido que eso pasara, lo que le genera mayor carga emocional al hecho, de por sí traumático. Este sentimiento de culpa incide negativamente en la recuperación de la víctima y, cuanto menor haya sido la agresión física por parte del abusador, mayor será la culpa que experimente. A menos que haya una intervención asertiva, ese niño estará condenado a vivir sin futuro. Además, sin la ayuda de Dios, el pronóstico no es muy alentador. Buscar la guía y la ayuda divina es indispensable para la sanidad completa y la restauración total de las emociones dañadas. Debemos dejar que Dios trate con cada área de nuestro pasado, como recuerdos, heridas, traumas, secretos y todo aquello que afecte nuestra vida. Satanás es tan ruin que, si no permitimos que Dios intervenga para sanarnos, él usará todo ese pasado para atormentarnos. Como comenta Beth Moore: «Satanás sería un tonto si no tratara de aprovecharse de nuestras experiencias pasadas».

Dios de los quebrantados El diablo carece de escrúpulos. Él no nos dará descanso. Se parará frente a nosotros para hacernos sentir culpables por lo que pasó y atacará nuestro punto más vulnerable. ¿Se aprovecharía de un niño indefenso? Sí. ¿Agregaría más dolor al sufrimiento por el abuso? ¡No tenga dudas! Satanás es increíblemente vil y va a aprovecharse de toda situación no resuelta. Si usted ha sido víctima o ha vivido muy de cerca una situación de abuso, no trate de olvidar solamente. ¿Por qué luchar solo, si Dios quiere darle una mano? Lleve ya su pasado y su dolor delante de él. Permita que Dios redima su pasado, ¡cada pedacito de él! No solo las injusticias sino también la culpa asociada al abuso. La enseñanza de Juan 4 es alentadora. Cuando Jesús ministra el corazón herido de la mujer samaritana, en un instante, tan solo un instante, él transforma toda la vergüenza en una nueva dignidad. La hace libre en el más absoluto sentido de la palabra. Lo mismo puede logar por usted. ¡Bendita gracia! ¿No le parece?

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Las estadíst El abuso es un delito invisible que no deja huellas, ya que, por lo general, no se usa la fuerza física. Habitualmente no existen testigos. 90 % de los abusos ocurre en el hogar del propio niño, de familiares o amigos, a cualquier hora del día, con personas muy allegadas. Según datos de la UNICEF, la mitad de las niñas abusadas en América Latina viven con sus agresores. La UNICEF señala que una de cada tres niñas y uno de cada nueve niños serán abusados sexualmente antes de cumplir los dieciocho años. En el mundo, 73 millones de niños y 150 millones de niñas menores de dieciocho años sufren violencia sexual en forma de tocamientos y relaciones sexuales forzadas. Al menos 2.000.000 de niños son abusados sexualmente cada año en América Latina; en promedio, se perpetran 228 abusos por hora.¹ 85% de las mujeres en prostitución fueron abusadas en su infancia.² De cada 100 abusadores, noventa y cuatro son hombres y solo seis son mujeres. De cada diez denuncias por violación y abuso sexual, nueve terminan en la absoluta impunidad.³ De cada diez jóvenes, al menos cuatro tuvieron experiencias sexuales negativas en la infancia.4 Los pedófilos, en su mayoría, llevan una vida «normal» y resulta difícil saber y hasta creer que esconden estas perversiones. Muchos de ellos están integrados socialmente; no guardan cuentas pendientes con la justicia, son de buena presencia y, en su gran mayoría, están casados.

ticas de una tragedia Frente al abuso sexual no existen diferencias de posición social, económica, cultural, geográfica o racial. El abusador no utiliza la fuerza porque «convence» al niño para obtener lo que él desea. Los abusadores siguen conductas repetitivas. Si abusan de sus hijos, igual actuarán con sus nietos. El abusador planea el abuso con, por lo menos, seis meses de anticipación. No crea que al abusador lo movió «un arrebato» sexual incontrolable y por eso violó o abusó. Todo lo había premeditado. El silencio es el mejor aliado de los abusadores. No crea que ventilando el abuso reforzará el trauma en el niño, ya que el daño es ocasionado en el mismo momento del ultraje y no cuando usted lo denuncia. Si no los denuncia ni los expone públicamente, será cómplice de los próximos abusos. Es un mito creer que el niño miente cuando comenta el abuso. Las denuncias falsas no prosperan. Es muy difícil que un chico pueda engañar a un profesional con un relato inventado.5 La madre del niño es la principal cómplice del abusador. Suele ocurrir que los niños abusados por algún familiar lo cuentan a su madre y esta responde con burlas, negando lo que ocurrió o no dándole importancia.6 Alrededor de 30% de las personas abusadas se convierten en abusadoras. Más de 500 páginas de pornografía infantil se levantan cada día en la Internet.7 Cuanto más recurrente sea la visita a estos sitios web o mayor el consumo de este tipo de pornografía, mayor será la posibilidad de convertirse en un pedófilo o abusador de menores.

La mitad de las personas que navegan por la Web son niños de entre 8 y 13 años. La mayoría de estas personas accede desde casa y los servicios de Internet que más utilizan son navegar por la Web, chatear y jugar a través de la red.8 44% de los menores que navegan con regularidad se han sentido acosados sexualmente en Internet en alguna ocasión, y 11% reconoce haber sido víctima de esta situación.9 Las víctimas de un abuso habitualmente recurren a un mecanismo de defensa llamado «el olvido». La persona simplemente «no recuerda» lo que le aconteció. Los que no generan este mecanismo de defensa, reaccionan de otras formas: desarrollan problemas psíquicos, emocionales y aun físicos. El odio, el resentimiento o la depresión, lejos de desaparecer, tienden a crecer en el corazón de las víctimas. A P 1 Edgar, P. «La infamia a flor de piel». Revista Viva. Domingo 31 Mayo 2009. 2 Congreso contra la Explotación Sexual de Menores. Extraído del Explotador sexual de menores. 3 Castro. J. C. Director de la Unidad para la Investigación contra la Integridad Sexual, Trata de Personas y Prostitución Infantil (UFISEX) 4 Cinalli, J. L. y S. De eso no se habla I. Santa Fe. Argentina. Edición 2004 5 Castro. J. C. Director de la Unidad para la investigación contra la Integridad Sexual, Trata de Personas y Prostitución Infantil (UFISEX) 6 Cinalli, J. L. y S. De eso no se habla I. Santa Fe. Argentina. Edición 2004. 7 Izaskun Alonso. Directora de Comunicación y Marketing de Anesvad. Especialista en pornografía infantil en la red. 8 y 9 Encuesta realizada en 2008 por la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación sobre Usuarios de Internet. Se tomó de Inocencia robada, por José Luis y Silvia Cinalli, © 2009 Restauración Sexual. Se usa con permiso.

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TEMA DE Mujer Líder PORTADA

romper

con el pasado

Todo el mundo piensa que el perdón es una idea maravillosa hasta que tiene algo que perdonar. C. S. Lewis Por Ray Pritchard El sobrerviviente del Holocausto Yehiel Dinur fue uno de los testigos durante el juicio de Adolph Eichmann, el arquitecto de la «solución final» de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Eichmann condujo la matanza de millones. «El tribunal estaba en silencio mientras una víctima se enfrentaba a un carnicero». De pronto, Dinur rompió a llorar inconteniblemente y se desplomó en el piso. Cuando posteriormente se le pidió que explicara su proceder, confesó: «Sentí miedo de

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mí mismo. Vi que soy capaz de hacer eso.... Exactamente como él». El reportero que entrevistó a Dinur concluyó que el hecho más escalofriante acerca de Adolph Eichmann fue que él era normal. «Eichmann está en todos nosotros».

De un pecador a otro Si pudiéramos vernos como realmente somos, eso impediría que estuviéramos tan enojados. No somos tan buenos como creemos ser.

No sabemos tanto como creemos saber. No somos realmente tan centrados como afirmamos. Si alguna vez reconociéramos la verdad, nos resultaría más fácil perdonar a la gente que nos ha lastimado de manera imperdonable. El secreto del perdón es comprender que, en el sentido fundamental, entre usted y la persona que lo lastimó realmente no existe ninguna diferencia. Ninguna en absoluto. Es posible perdonar lo imperdonable, pero tiene que darse cuenta, antes de intentarlo, de que Jesús lo perdonó a usted cuando era imperdonable. Cuando elevó esa oración, no pedía sólo por la gente de aquel entonces; también oraba por todos nosotros, los de dos mil años después.

Desde la cruz Considero tremendamente significativo que la primera palabra desde la cruz haya sido una palabra de perdón. Eso nos enseña que Jesús vino a establecer una iglesia caracterizada por el perdón. Él es, en el fondo, un hombre de perdón. Vino a este mundo a establecer una iglesia que sería un oasis de perdón, y a crear en el mundo una raza de hombres y mujeres que perdonan. Es necesario mencionar algo más acerca de las palabras de Jesús en Lucas 23.34. «Esta no fue sólo una oración por perdón, y, en efecto, un gran perdón. También fue un perdón por el cual se rogó pagando un precio muy alto por él». El perdón cuesta caro. Usted deberá pagar un costo muy alto para perdonar a quienes lo han lastimado mucho. Jesús pagó el precio en sangre. El perdón es un regalo que les damos a los demás. Aun si se arrepienten y piden perdón, su arrepentimiento no «gana» nuestro perdón. El perdón es gratis, pero nunca es barato. Tal vez lo más irónico sea que cuando pagamos el precio del perdón, nosotros somos los que resultamos liberados. ¿Quisiera ser más como Jesús? Sugiero que comience donde comenzó Jesús: perdonando a las personas que más gravemente lo han lastimado. No pretendo sugerir ni por un momento que esto sea fácil. A Jesús le costó la vida perdonarnos. También a nosotros nos costará mucho perdonar a otros. Tendremos que renunciar a nuestra ira, apartarnos de nuestra amargura, y decidir por un

hecho consciente de perdonar a quienes han pecado contra nosotros. Y muy a menudo tendremos que realizar ese acto de perdón una y otra vez hasta que aprendamos la gracia del perdón continuo.

Entre usted y la persona que lo lastimó, realmente no existe ninguna diferencia. Alma encadenada Estoy seguro de que le estoy escribiendo a alguien que ha reservado en el templo de su corazón un cuarto que no está abierto al Espíritu Santo. Es un lugar privado, una ciudadela cerrada con llave desde el interior, una bodega oculta de odio y venganza. Es un sótano oscuro lleno de dolor y enojo y lo mantiene cerrado con llave, porque no quiere que nadie sepa que está allí. Y, quizás, hasta finge para sí mismo que no existe. Es un espacio al que Dios no entrará sin que usted le dé permiso. Es muy posible que usted esté guardando odio y amargura y el deseo de desquitarse con alguien que lo lastimó terriblemente. Y pudiera disculparse: «Pero estoy justificado en esto. Me causaron daño». Y pudiera tener toda la razón al señalar eso. Pero le pregunto: ¿Cómo puede el Espíritu Santo de Dios llevar a cabo su obra y ofrecer su bendición a una vida llena de ira? Si Dios alguna vez va a usarlo en formas poderosas, y si su vida alguna vez va a cambiar, usted debe abrir esa puerta, porque está cerrada con llave desde el interior. Yo no puedo abrirla por usted, y Dios no lo hará. Es un perfecto caballero. Él espera hasta que lo invite a entrar. Nadie resulta más infeliz que la persona que guarda odio secreto y anhela la venganza. Y nadie es más feliz que la persona que por fin le abre la puerta al Espíritu Santo y lo invita: «Entra y haz tu trabajo en mí». En el momento en que lo invite a pasar, la sanidad comenzará en su interior. En vez de odio habitará amor. En vez de amargura, amabilidad. En vez de venganza, perdón. Si estoy

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TEMA DE PORTADA describiendo su vida, entonces la palabra de Dios, para usted, es: «Abre la puerta y deja entrar a mi Espíritu».

Nadie resulta más infeliz que la persona que guarda odio secreto y anhela la venganza. La disciplina del perdón Cada año en enero hablamos de hacer borrón y cuenta nueva. Para muchas personas eso significa tomar todas las cuentas del año pasado y llevarlas a este año. ¡No borramos nada! Solamente llevamos nuestras cargas y heridas de un año al otro: memorias dolorosas, sentimientos heridos, y pensamientos acerca del pasado que no podemos olvidar. Algunas personas viven durante años bajo una terrible carga de dolor del pasado. En algún momento necesitamos dejar pasar todo eso. Le dejo un ejercicio sencillo que puede ayudarle. Tome una hoja de papel y escriba como encabezamiento las palabras de Jesús: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». En el lado izquierdo de la hoja escriba una lista de las personas y las memorias del pasado que lo han lastimado tanto. Hágala breve y sencilla; nadie más tiene por qué ver esta lista jamás. Cuando haya terminado, añada una palabra, en letras grandes, a la derecha de cada punto en su lista: Perdonado... Perdonado... Perdonado. Y al terminar, tome ese papel y rómpalo. No lo guarde. Rómpalo en una docena de pedazos, y entonces tire los pedazos por el inodoro. Perdonado... Perdonado... Perdonado... Perdonado... Perdonado... Perdonado. Deje pasar, de una vez, esas memorias horribles. Este no es un ejercicio mágico que quitará de pronto su dolor, pero es una forma práctica de ejecutar las primeras palabras pronunciadas desde la cruz. ¿Quiere ser liberado? ¿Quisiera acercarse a Jesucristo más de lo que jamás se ha acercado hasta ahora? Entonces empiece donde Jesús empezó en la cruz: vuélvase un gran perdonador.

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Todos sabemos que resulta más fácil hablar del perdón que practicarlo. Pero si somos sinceros, todos sabemos cuánto sufrimos cuando nos olvidamos de cumplir lo que Jesús hizo en la cruz. Necesitamos coraje para dar el paso gigantesco de perdonar. Y por muy doloroso que nos resulte el perdón, es infinitamente mejor que negarse a perdonar. Además, Jesús nos perdonó cuando éramos imperdonables.

Palabras de vida Considere a Jesús en la cruz. Nadie parecía lamentarlo mucho. Aun, mientras pronunciaba esas palabras, la multitud se reía, se mofaba, vitoreaba y se burlaba. Quienes pasaban le soltaban insultos. Lo hostigaban exigiéndole: «Si eres el rey de Israel, baja de la cruz y sálvate». Debemos entender este detalle muy claramente: Cuando él murió, las personas que lo ejecutaron se sentían sumamente satisfechas consigo mismas. Pilato se lavó las manos de todo este sórdido asunto. Los líderes religiosos judíos lo odiaron con un odio feroz e irracional. Se alegraron de verlo sufrir y morir. Aquel día la atmósfera estaba cargada de maldad. Las fuerzas de la oscuridad habían llevado a cabo su trabajo y el Hijo de Dios pronto estaría en la tumba. Nadie confesó: «Me equivoqué. Esto es un error. Fuimos tan necios». Pero, aun así, él rogó: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Eso es precisamente lo que debemos pedir, si vamos a seguir a Jesús. Debemos comunicárselo a las personas que deliberada y repetidamente nos lastiman. Debemos manifestárselo a quienes nos hieren en forma despreocupada y desconsiderada. Debemos expresárselo a los que están más allegados a nosotros: a nuestro esposo o esposa, a nuestros hijos, a nuestros padres, a nuestros amigos, a nuestros vecinos, a nuestros hermanos y hermanas, a nuestros hermanos cristianos. A P Se adaptó de El poder sanador del perdón, por Ray Pritchard, publicado en español por Editorial Patmos (http://www.editorialpatmos.com/) © 2007. Se usa con permiso.

P R E G U N TA S PA R A E S T U D I A R E L T E X T O E N G R U P O

TEMA DE PORTADA

(Segunda Parte) Elías experimentó el profundo desánimo que ocasionalmente acompaña a quienes sirven al Señor. En la ministración que recibió del Altísimo encontramos importantes pistas para superar esta condición. Por Jorge Atiencia ¿Cómo ministra el Señor a Elías en esta situación? Es hermoso ver que el Señor no impide en ningún momento que su siervo viva la paradoja de su humanidad. No interviene para evitar que experimente la perplejidad y la ambivalencia de su condición. Todo lo contrario: lo deja vivir su humanidad. No sale al encuentro de Elías en su versión mejorada sino en la versión real. No impide que viva su crisis, pero lo sigue y lo acompaña en medio de ella.

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El cuerpo, primero ¿Cuáles son algunas de las iniciativas del Señor para ayudar a su siervo? En primer lugar, lo atiende en sus necesidades elementales. Un ángel despierta al profeta y le indica: «come». Observamos que la instrucción no es: «traga». Le pide que coma. Una de las adicciones de la persona deprimida puede ser a la comida, pero a comida que no nutre. Aquí, en cambio, el acto de comer está controlado, orientado. Luego

lo deja dormir; pero sólo un rato, y lo vuelve a despertar para pedirle nuevamente que coma, porque necesita fortalecerse. ¡Qué sabio es el Señor! Al ministrar a Elías, empieza a colocar fronteras en el descalabro emocional de su siervo. Su objetivo es fortalecerlo, pero, al mismo tiempo, dejarlo que termine de vivir su crisis. Tal como ha señalado alguien, es preciso mantenernos en una crisis el tiempo suficiente hasta sacar beneficio de ella. El Señor le ordena a Elías: «Come, porque te queda un camino largo, cuarenta días y cuarenta noches». Lo fortalece, pero lo deja vivir días largos y tediosos, días de tremenda soledad.

Regreso a Horeb Elías hizo lo que hubiera hecho la mayoría de nosotros. Se dirigió a Horeb, al monte de Dios. «Se levantó, pues, y comió y bebió, y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios». (1Re 19.8) ¿Qué representa este monte para el profeta? Representa lo único que Elías sabe manejar, lo que le resulta familiar. El monte de Dios es para Elías el símbolo del éxito. Significa poder, espectacularidad, despliegue de gloria. Allí es a donde quiere retornar: a lo que le provee seguridad. Fuera de ese sitio, Elías no puede vivir. A menos que esté controlando la situación y manejando poder, Elías se desarma. Necesita estar constantemente en la cumbre, porque es incapaz de vivir en el valle. Por eso busca aquello que puede manejar, una espiritualidad que le permite sentirse cómodo y seguro. El Señor simplemente lo deja llegar.

Elías, examinado Luego se produce un hermoso diálogo entre el Señor y su siervo. Es casi como si golpeara a la puerta de la cueva. Elías sale… «¿Qué te pasa? ¿Qué haces aquí, Elías? He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida» (1Re 19.10).

Es preciso mantenernos en una crisis el tiempo suficiente hasta sacar beneficio de ella. Aquí se nos insinúa la raíz de la depresión del profeta. ¿Qué es lo que realmente ha causado su depresión? Ya se nos ha anticipado algo en el versículo 4, cuando el profeta anunció que deseaba morirse, añadió una frase muy reveladora: «pues no soy yo mejor que mis padres». El profeta había tomado como punto de referencia el nivel de otros y se había propuesto superarlos. Me propongo ser mejor que otros y pongo todo mi empeño en alcanzar esa meta. Pero cuando me hundo en la realidad y descubro la paradoja de mi humanidad, compruebo que soy igual o peor que los demás. Con cuánta frecuencia, cuando reemplazamos a alguien o cuando ocupamos un nuevo puesto, prometemos: «Conmigo va a ser distinto; estas situaciones no van a pasar». Pero cuando sale a la luz la paradoja humana, nuestra verdadera humanidad, entonces caemos en la depresión: «No soy mejor que aquel hermano que cayó en adulterio; no soy mejor que el hermano que mintió. He sido peor, Señor. Ahora que realmente descubro quién soy, quítame la vida. No quiero vivir». En el versículo 10, el profeta expresa algo más: «He sentido un vivo celo por Jehová». Pero el Señor no se muestra impresionado ante sus palabras. Dios no lo aplaude: «Bravo, Elías, eso es lo que quiero». Lo escucha; sí, lo escucha pacientemente.

Limitaciones ¿Qué es lo que expresa Elías en su declaración? «Señor, mi celo no ha transformado la realidad. Yo creía que con todo el despliegue de poder y espectacularidad que me permitiste ver y realizar, todo el mundo iba a caer de rodillas; pensé que los falsos profetas se iban a convertir y Jezreel se iba a arrepentir de su pecado. Pero nada de eso

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TEMA DE PORTADA

Si Elías quiere salir de donde está, si quiere dejar la cueva y el desierto, tendrá que acostumbrarse a este Dios que no se ajusta a nuestras definiciones. ha pasado. Mi celo por ti no ha transformado la realidad. ¡Tanto despliegue de poder, para nada!» Elías está frustrado y agrega: «Señor, sólo yo he quedado». En otras palabras: «Todo lo que hice no ha producido un verdadero cambio. Para colmo, nadie saca la cara por mí ahora que estoy en problemas». «Señor», —insinúa Elías— «yo creía que me estaba asegurando un futuro, quizás un pequeño pedestal; ahora resulta que me buscan para matarme. Estoy derrumbado; tengo derecho a estar deprimido». ¡Como para no deprimirse! Todo nuestro celo evangelizador no ha impedido que avance el deterioro de la humanidad y aumente la corrupción en nuestro país. Por mi parte, crecí convencido de que si cada evangélico compartía la fe cristiana con otra persona, en veinte años este mundo estaría evangelizado y transformado. Pero no ha ocurrido así. El mundo está peor, no mejor. Cuando tomé conciencia de ese contraste caí en una crisis; me deprimí, porque las bases en las que había asentado mi fe se derrumbaron. Es similar a lo que nos pasa cuando llegamos a la edad en que debemos jubilarnos. Tendemos a pensar: Tanto trabajar, tanto renegar, tanto esfuerzo en la vida, y ahora, apenas una mísera pensión. Eso deprime.

Dios, impredecible

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Elías plantea su situación y expresa sentimientos. En ningún momento interviene el Señor para corregirlo: «Momentito, Elías, estás equivocado,

déjame recordarte algo. Ahora me toca reprenderte». ¡Qué sensibilidad la de nuestro Señor! ¡Qué maestro en el arte de escuchar! «Elías, ven, sal fuera». En su magnanimidad, el Señor le da una nueva percepción de Su grandeza. En primer término, sopla un fuerte viento. ¡Qué poderoso huracán! ¡Rompe las rocas! Pero Jehová no está ahí. Luego viene un terremoto. ¡Qué tremendo impacto! Pero Jehová no está ahí. Tras el terremoto, un fuego. Elías está familiarizado con la manifestación del fuego. Para él, fuego y Jehová son sinónimos, terremoto y Jehová van de la mano, viento tempestuoso y Jehová son análogos. El profeta estaba familiarizado con las manifestaciones grandiosas del poder de Dios. Pero ahora el Señor le advierte al profeta: «Elías, no estoy ahí» De pronto se oye un silbido apacible y delicado y Elías reconoce en él la presencia del Señor (vv. 11–12). Elías se cubre el rostro y sale de la cueva. Otra vez ha reaccionado su humanidad: esconder el rostro. No acepta esta revelación del Señor. El Señor quiere advertirle a Elías: «Soy el mismo que se manifestó antes en el monte; soy el mismo que se expresó en otro momento a través del terremoto, el fuego y el viento. Pero no me pongas un rótulo, Elías; no me reduzcas a lo espectacular. No me encierres en una fórmula manejable. Si quieres madurar, hijo mío, tienes que ir acostumbrándote a que soy más que cualquier definición. Tienes que

aceptar que también hablo a través de lo inesperado, de lo silencioso, de lo sutil, de la voz apacible y delicada». El Señor también está en el susurro, en el silencio, en lo inesperado, en la voz del hermano sencillo que me exhorta: «Tenga cuidado con esa tentación, hermano». «Le presto esto que he leído». «Sabe, pastor, estoy orando por usted». «Quiero compartir con usted un pensamiento». Ahí también está el Señor: en lo que no hace ruido, en lo que no parece grandioso. Si Elías quiere salir de donde está, si quiere dejar la cueva y el desierto, tendrá que acostumbrarse a este Dios que no se ajusta a nuestras definiciones.

Cuando sale a la luz, nuestra verdadera humanidad, entonces caemos en la depresión. Renovada visión El profeta vuelve a esconderse y el Señor sigue mostrándole paciencia. Lo llama nuevamente a que salga: «¿Qué haces aquí, Elías?» Y otra vez, el Señor lo escucha mientras Elías repite el mismo argumento (versículo 14). Entonces el Señor le habla: «Vé, vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Ásale por rey de Siria» (1Re 19.15). La respuesta de Dios a la desazón de Elías es realmente hermosa. En primer lugar, expresa: «Elías, sigo contando contigo». ¡Qué gracia!, ¿verdad? ¡Qué distinto actuamos los seres humanos!, ¡incluso en las iglesias! Cuando sabemos que alguien anda mal, lo atacamos. Parece que, cuando otros saben que estamos deprimidos, perdemos imagen y autoridad ante ellos. En cambio, el Señor anima a Elías: «Mira, sigo contando contigo, tengo una tarea para encomendarte». A continuación, le encomienda que vaya a ungir a determinadas personas. Los versículos

15–16 describen a esos tres personajes: un rey pagano, un rey judío y un campesino, al que ungirá como profeta. Elías jamás hubiera esperado ninguna de esas tres instrucciones de parte de Dios. Pero esa es la forma inesperada y nada espectacular en que actúa el Señor. Podemos imaginarnos a Elías tentado a rezongar: «Señor, ¿y yo? ¿Yo no, Señor? ¿No vas a premiar mi dedicación?» Sin embargo, el Señor le advierte: «Te ha llegado la hora de dar lugar a otro. Elegí a alguien para que ocupe tu lugar.» ¡Qué difícil es que nos reemplacen! ¡Qué difícil es obedecer órdenes del Señor que van en contra de nuestros deseos y expectativas! Pero, a menos que aceptemos que el Señor puede manifestarse de otras maneras y por otros medios, no conseguiremos madurar. En esencia, lo que el Señor quiere aclararle a su siervo es: «Elías, la historia y la realidad no se transforman con acciones espectaculares, sino formando personas, forjando líderes. Estás tan preocupado en levantar tu propio pedestal, tan preocupado por considerarte el único, el más fiel y consagrado, tan ansioso de que te use para provocar un despliegue de gloria y espectacularidad… que no te das cuenta de que yo no cambio así la historia, Elías». El siervo de Dios debe reconocer que el Señor actúa de muchas maneras. Ahora el lugar de Elías no será el del comandante, sino que pasará a la retaguardia. Dejará de ser una figura importante: otros tienen que ocupar ese lugar. Si Elías reconoce que Dios actúa también de forma silenciosa y apacible, le dará espacio para obrar en su vida y en la de otros. A P

Encuentre la primera parte de este artículo en Apuntes Pastorales XXVII-4, edición de marzo/ abril de 2010, o en www.desarrollocristiano.com Se tomó de Hombres de Dios, de Jorge Atiencia, Ediciones Certeza ABUA, ©1995. Se usa con permiso.

P R E G U N TA S PA R A E S T U D I A R E L T E X T O E N G R U P O

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TEMA DE PORTADA

¿Estaré deprimido? Sufrir episodios de desánimo en el ministerio suele ser normal, pero este se torna dañino cuando se convierte en una condición permanente en la vida de un ministro La depresión ha sido llamada la «gripe» de la psicología, por ser tan frecuente y común. Muchos profesionales la identifican como la reacción más habitual del ser humano ante la sociedad en los últimos cincuenta años, por lo que han denominado este período como la «era de la melancolía». En algunas sociedades la depresión alcanza proporciones de epidemia.

En algunas sociedades la depresión alcanza proporciones de epidemia. Esta condición, al igual que la gripe, es tan común y compleja, que resulta difícil definirla. Muchos de los libros que la abordan, aunque describen los síntomas, no consiguen definir los matices de esta condición. John White, en su excelente libro Las máscaras de la melancolía, provee al lector varias definiciones de la depresión, aunque se abstiene de ofrecer la propia. La razón, según White, es que la depresión es tan enredada que cualquier definición resulta inadecuada. Aunque las definiciones poseen sus limitaciones, ayudan a esclarecer la visión acerca de esta condición. La siguiente puede resultar útil:

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La depresión es el peso emocional aplastante, que resulta de sentirse sin esperanza y capacidad para afrontar la vida. La persona deprimida probablemente se identifique con esa definición. Otros, al leer la frase, quizás descubran que están deprimidos y no lo sabían. La depresión no es un pecado, sino un estado de ánimo que nos debilita. La depresión que no se resuelve, sin embargo, conduce a posturas que niegan la eficacia de la fe en Cristo. Por esto, resulta fundamental abordar la depresión en el momento que se percibe su presencia. El punto de partida para una recuperación es realizar un diagnóstico de la realidad espiritual de nuestra vida. Existen varias herramientas para este proceso, de las cuales Apuntes quiere ofrecerle La Escala Autoaplicada de Depresión de Zung, desarrollada por el Dr. Guillermo Zung en 1965, en la Universidad de Duke. La sencillez de la evaluación puede ser un inicio para evaluar la condición en la que nos encontramos. En el cuadro de la página siguiente escoja la respuesta que mejor representa su propia situación en cada pregunta y luego sume el total de puntos obtenidos. A P Se adaptó de Introdução à Restauração, Editora Mundo Cristão, © 2008 de David Kornfield. Se usa con permiso.

SÍNTOMAS

CASI A NUNCA VECES

MUCHAS CASI VECES SIEMPRE

1. Me siento abatido y melancólico.

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2. El momento en que me siento mejor es la mañana.

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3. Tengo episodios de llanto o deseos de llorar.

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4. Me cuesta trabajo dormir en la noche.

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5. Como igual que siempre.

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6. Mantengo mi deseo, interés sexual y/o disfruto de las relaciones sexuales.

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7. Noto que he perdido peso.

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8. Padezco molestias de estreñimiento (constipación).

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9. Mi corazón late más aprisa que de costumbre.

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10. Me canso, aunque no haga nada.

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11. Mi mente está tan clara como siempre.

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12. Me resulta fácil hacer las cosas que he acostumbrado hacer.

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13. Me siento intranquilo y no puedo mantenerme quieto.

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14. Mantengo esperanza en el futuro.

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15. Estoy más irritable de lo usual.

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16. Me resulta fácil tomar decisiones.

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17. Siento que soy útil y necesario.

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18. Mi vida posee bastante interés.

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19. Siento que los demás estarían mejor si yo muriera.

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20. Todavía disfruto de las mismas actividades que he disfrutado antes.

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EVALÚE SU ESTADO SEGÚN LAS SIGUIENTES MEDICIONES: 20-22: 23-29: 30-39:

Usted goza de una excelente salud (¡o se está engañando!).

40-59:

Usted experimenta serios debilitamientos por causa de la depresión (o agotamiento espiritual). Necesita buscar ayuda de un consejero espiritual para salir de esta situación.

60-80:

Su vida prácticamente se ha paralizado por la depresión (o el agotamiento espiritual). Necesita, en forma urgente, de la asistencia de un profesional debidamente capacitado para recuperar su estado normal.

Usted posee algunos síntomas de estrés. Usted se está debilitando por un nivel bajo de depresión (o agotamiento espiritual) y necesitaría de algunas ayudas para cambiar ciertos aspectos de su vida.

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TEMA DE PORTADA

SÍNTOMAS SUGESTIVOS Algunas señales en la vida de un ministro pueden alertar a la existencia de motivaciones incorrectas en el servicio

En su libro Emotionally Healthy Spirituality¹ (Espiritualidad emocionalmente sana) el autor Peter Scazzero abre su corazón acerca de una profunda crisis personal que vivió en el ministerio. Luego de doce años de ser pastor, su esposa le informó que deseaba congregarse en otro lugar y que, si él no cambiaba, no le veía futuro a su matrimonio. El duro golpe lo obligó a evaluar con profundidad su propia vida. Descubrió que ciertas características de su ministerio revelaban la falta de sanidad de su propio corazón. Había encarado el ministerio sin haber resuelto las lacerantes heridas que había sufrido en su niñez. En lugar de abrir estos espacios del alma para que el Señor lo limpiara y sanara, se avocó con fervor a servir en el ministerio pastoral. Eventualmente, sin embargo, su vida se desmoronó ante la presión de estos asuntos que no se habían resuelto.

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Scazzero identifica los siguientes síntomas como claros indicadores de que uno está trabajando sobre un fundamento erróneo:

Ignorar las emociones como el enojo, la tristeza y el miedo La mayoría de nosotros creemos de todo corazón que el enojo, la tristeza y el miedo son pecados de los que debemos sacudirnos. Entendemos que señalan algo de nuestra vida espiritual que no anda bien. ¿Qué hacemos cuando estos sentimientos se manifiestan? Intentamos taparlos con un manto de entusiasmo cristiano; citamos la Palabra, la oramos, y la memorizamos; en fin, ¡cualquier acción que nos aleje de sentirnos abrumados por ellos! Sentir, sin embargo, es parte de nuestra naturaleza humana. Minimizar o negar lo que

sentimos es una distorsión de lo que significa ser portadores de la imagen de nuestro Dios personal. Cuando llegamos al punto de no poder expresar nuestras emociones, se nos atraviesa la dificultad de amar a Dios, a los demás y también a nosotros mismos. Con el esfuerzo de eliminarlos, también intentamos suprimir una parte de nuestra humanidad. La salida no consiste en negar la existencia de nuestras emociones, sino en ofrecerlas a Dios tal cual existen. Los Salmos están repletos de la manifestación plena de la humanidad de quienes los escribieron. Precisamente por eso nos resultan tan bellos.

Morir a las cosas incorrectas El teólogo Irineo alguna vez señaló: «La gloria de Dios es un ser humano plenamente vivo». Nuestra interpretación del llamamiento de Cristo a negarnos y cargar la cruz nos ha llevado, sin embargo, a creer que cuánto más miserables nos sintamos, cuánto más suframos, mejores cristianos seremos. Esta postura me invita a ignorar mis propias necesidades. No cabe duda de que debemos morir al pecado que existe en nosotros, como lo son nuestras posturas defensivas, nuestro distanciamiento de los demás, la arrogancia, la terquedad, la hipocresía, el juicio o la falta de vulnerabilidad. No obstante, Dios no nos llamó a morir a las partes buenas de nosotros mismos. Dios nunca nos pidió que muriéramos a los deseos saludables y a los placeres de la vida, a la amistad, a la alegría, al arte, a la música, a la belleza, a la recreación, a la risa y a la naturaleza. Dios siembra deseos en nuestro corazón para que cuidemos y reguemos estos obsequios de la vida. Estos deseos y estas pasiones son invitaciones de Dios a disfrutar la vida que nos ha concedido.

Negar el impacto del pasado en el presente Cuando nos convertimos a Jesucristo, ya sea de niños, adolescentes o adultos, «nacemos de nuevo», según el impresionante lenguaje de la Biblia. El apóstol Pablo lo describe de esta

Los seres humanos poseemos la extraña habilidad de vivir la vida en compartimentos. manera: «las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas» (2Co 5.17). Muchos han mal interpretado estos versículos para explicar que todo lo que ocurrió en el pasado ya no ejerce ningún efecto sobre nuestras vidas. Es cierto que cuando nos convertimos a Cristo, somos limpiados de nuestros pecados y obtenemos un nuevo nombre, una nueva identidad, un futuro nuevo, una vida nueva. Realmente ocurre un milagro. No obstante, debemos entender que esto no significa que lo que era nuestra vida pasada no seguirá influenciándonos de diversas maneras. La tarea de crecer espiritualmente (lo que los teólogos llaman santificación) no significa que no vamos a volver al pasado. Pensamos que esta nueva vida en Cristo nos ha hecho libres de las tristezas del pasado, pero la libertad solamente se obtiene cuando Cristo alumbra, con nuestro consentimiento, cada rincón oscuro de nuestra alma. Para que él pueda llevar a cabo esa tarea es necesario volver, de su mano, a cada uno de los lugares donde fuimos heridos.

Dividir la vida en lo «secular» y lo «sagrado» Los seres humanos poseemos la extraña habilidad de vivir la vida en compartimentos, lo que bien podría llamarse una «doble vida». Muchos cristianos consideran que de lunes a sábado es el tiempo designado para su «trabajo secular». El domingo es el día reservado para actividades «espirituales». Esta es una de las razones por las que las personas que forman la Iglesia no evidencian ninguna diferencia significativa con sus vecinos. «Prenden y apagan» su cristianismo según la ocasión en que se encuentran. Considere estos datos:

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TEMA DE PORTADA

La libertad solamente se obtiene cuando Cristo alumbra, con nuestro consentimiento, cada rincón oscuro de nuestra alma. • Los miembros de la iglesia se divorcian tanto como sus vecinos no cristianos. • Los miembros de la iglesia agreden a sus esposas con la misma frecuencia que sus vecinos. • Los empleadores de los miembros de la iglesia expresan que estos son casi tan materialistas como los trabajadores que no son cristianos. • Los cristianos de raza blanca son los que con más certeza discriminan a aquellos que son de otra raza. • De los evangélicos «muy comprometidos», 26 % aprueban las relaciones sexuales prematrimoniales están bien, mientras que 46 % de los «menos comprometidos» también las aprueban. Lo más triste de esta dicotomía es que los cristianos no son plenamente felices en ningún lugar, ni disfrutan completamente de la vida en ningún momento. Los que nos observan de afuera no pueden creer que seamos tan ciegos que no podamos ver el abismo que existe entre lo que decimos y la forma en que vivimos.

Trabajar para Dios en lugar de estar con Dios Ser productivo y asegurar resultados son prioridades en la cultura occidental. Disfrutar de la presencia de Dios y deleitarse en él, según nos han enseñado, son lujos que podremos saborear en plenitud cuando estemos en el cielo. Por lo pronto, queda mucho para realizar en la tierra. Existe mucha gente perdida. El mundo está repleto de problemas y Dios nos confió las buenas

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nuevas del evangelio. La conclusión detrás de esta perspectiva resulta obvia: trabajar mucho para Dios es una clara señal de madurez espiritual. El Señor depende de nuestro esfuerzo y no podremos descansar mientras haya en la tierra trabajo por cumplir. ¿Es errada esta perspectiva? De ninguna manera. Pero el trabajo para el Reino, que no está respaldado por una vida anclada en Dios, acabará por viciar la vida misma. En lugar de agradar al Señor se concentrará en ganar la aprobación de los demás, corriendo detrás de falsas definiciones del éxito. Acabamos como «hacedores» humanos en lugar de «seres» humanos. El gozo de ser hijo de Dios desaparece y nos abruma el sentido de responsabilidad que tanta tristeza le trajo al hermano mayor de la parábola del hijo pródigo. La verdad es que no podemos reproducir en otros lo que nosotros no poseemos. La única manera de poseer vida es pasando tiempo con aquel que es la fuente de la vida.

La Biblia no oculta los errores y debilidades de sus héroes. Espiritualizar el conflicto A nadie le agrada el conflicto. Sin embargo, los conflictos son una indefectible experiencia de lo que significa vivir en un mundo caído. No obstante, la tendencia a restarle importancia a los desacuerdos o sufrir innecesariamente las dificultades sigue siendo uno de los mitos más destructivos que existen en la iglesia de hoy. Por este motivo las denominaciones, las iglesias, y las comunidades de fe siguen experimentando el dolor que se generan de conflictos que no se han resuelto. Los siguientes comportamientos son evidencia de que un conflicto no se ha manejado de la manera apropiada:

Minimizar o negar lo que sentimos es una distorsión de lo que significa ser portadores de la imagen de nuestro Dios personal. Expresarle algo a alguien y luego, a sus espaldas, afirmar algo distinto. Prometer acciones con la mínima intención de cumplirlas. Ignorar o castigar a otros guardando silencio. Utilizar el sarcasmo, la crítica o la ridiculización. Ceder por miedo a no agradar a los demás. Contar la verdad a medias, porque no soportamos herir los sentimientos de nuestros amigos. Dar un sí cuando en realidad queremos dar un no. Buscar a una persona ajena al conflicto para charlar el asunto con ella para aplacar la ansiedad. Jesús nos muestra que los verdaderos cristianos nunca evaden el conflicto. ¡Jesús mismos vivía en conflicto! De continuo entraba en antagonismo con los líderes religiosos, las multitudes, los discípulos, incluso con su propia familia. Con el profundo deseo de traer la verdadera paz, Jesús desenmascaraba la falsa paz que lo rodeaba. Se rehusaba a «espiritualizar» situaciones de desavenencia.

Esconder las debilidades y el fracaso La presión que implica mostrar una imagen de nosotros mismos como fuertes y espirituales es imperiosa. Nos sentimos culpables por no estar a la altura de los demás, de no cumplir con sus expectativas. Nos olvidamos de que nadie es perfecto, que todos somos pecadores. Nos olvi-

damos de que David, uno de los hombres más cercanos al corazón de Dios, cometió adulterio con Betsabé y mató a su esposo. ¡Eso sí que fue un escándalo! ¿Cuántos de nosotros no hubiéramos borrado, para siempre, semejante episodio de los libros de las crónicas de la historia a fin de que el nombre de Dios no fuera deshonrado? David no actuó así. Por el contrario, utilizó su poder absoluto como rey para asegurarse de que los detalles de su error colosal se publicaran en los libros de las crónicas de su reino para que todas las generaciones futuras los pudieran leer. De hecho, David escribió una canción acerca de su fracaso para que el pueblo la cantara en las ceremonias de adoración de Israel y para publicarla en el cancionero de adoración, los Salmos. David sabía esto: «Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás» (Salmo 51.17). Otro de los grandes hombres de Dios, el apóstol Pablo, compartió que el Señor respondió a sus plegarias de quitarle un «aguijón en la carne» con un no. Más bien, el Señor lo llamó a vivir satisfecho en su gracia, recordándole que el poder de Cristo «se perfecciona en la debilidad» (2Co 12.7–10). ¿A cuántos cristianos conoce que estarían dispuestos a vivir así hoy? La Biblia no oculta los errores y debilidades de sus héroes. Moisés cometió un homicidio. Oseas se casó con una prostituta. ¡Pedro reprendió a su Maestro! Noé se emborrachó. Jonás era racista. Jacob era astuto para engañar. Juan y Marcos discreparon con Pablo. Elías se agotó espiritualmente. Jeremías estuvo deprimido y luchó contra la tentación de suicidarse. Tomás dudó. Todos ellos envían el mismo mensaje: que cada ser humano que existe en la tierra, más allá de los dones o fortalezas que haya recibido, es débil, vulnerable y depende de Dios y de los demás. A P Se adaptó de Emotionally Healthy Spirituality, por Peter Scazzero, Integrity Publishers ©2006. Todos los derechos reservados.

P R E G U N TA S PA R A E S T U D I A R E L T E X T O E N G R U P O

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VIDA ESPIRITUAL

Quiero ser HUMANO! !

El paso de los años nos invita a evaluar nuestras prioridades y aprovechar mejor nuestros recursos. Por Ricardo Gondim Es curioso cómo, al pasar los años y aproximarnos a la vejez, nuestros valores cambian. Las posiciones que ambicionábamos, los logros que apreciábamos y las personas que nos impresionaron pierden sus encantos. A nuestro paso, vamos cerrando puertas de euforias juveniles e idealismos inconsecuentes. Ya no envidiamos el triunfo de

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los insolentes o el éxito de los jactanciosos. Hoy, sin ser todavía un viejo, logro sentir indiferencia por los sueños estrafalarios de los mesiánicos. Confieso que perdí, incluso, la ansiedad de querer tener la última palabra sobre algún asunto y no me entusiasmo con debates que solo dan una falsa sensación de prestigio.

Mayor percepción Ese proceso comenzó cuando enfrenté una crisis, alrededor de mis cuarenta años. La propia conciencia de que vivía en la mediana edad me llevó a desistir de querer ser un héroe, un conquistador, un elegido especial o un semidiós. Desde ese momento hasta ahora, camino cada vez más consciente de que muchos de mis esfuerzos, leyendo, estudiando, trabajando, madrugando y trasnochando para «no perder tiempo», eran vanidad. Corría detrás del viento. Miro hacia atrás y percibo que no fue gracias a mis pocos logros o a los reconocimientos humanos que obtuve mis mayores alegrías. Vinieron del amor de mi familia y de mis amigos verdaderos; gente que no temía compartir el mismo yugo que yo.

Mayor concentración Así que, hice algunos arreglos. Redirigí mi lectura bíblica. Más que saber los detalles exegéticos o técnicos, ansié que la Palabra me llevara a una relación más íntima con el Señor. Releí la Biblia de tapa a tapa, buscando el corazón paterno de Dios. Dialogué con personas que saben acerca de la espiritualidad clásica. Reparé mi vida devocional. Aprendí acerca de la oración contemplativa y redescubrí la meditación bíblica. Leí con avidez algunos clásicos como La imitación de Cristo, de Tomás de Kempis, El regreso del hijo pródigo, de Henry Nowen, La montaña de los siete círculos, de Thomas Merton, y El Shabbat, de Abraham Joshua Heschel. Ellos, y otros, se volvieron mis mentores en esa búsqueda interior. Quizá, el mayor descubrimiento que he logrado, en este tiempo que antecede al otoño de mi vida, es mi mayor vocación: volverme más humano. Deseo aprender a ser generoso y sereno. Anhelo reír, la risa contagiosa; quiero amar las cosas simples y contemplar más la naturaleza; saber deleitarme con el arte; jugar con los niños, leer poemas y escuchar la mejor música. Necesito sentir mayor empatía con el pobre, recibir al perdido y dar mi mano al abandonado.

Mayor fragilidad En esa jornada espiritual perdí el miedo a desnudarme y mostrar vulnerabilidad. En otro tiempo, yo temía la censura de aquellos que podían

escandalizarse por mi fragilidad. Intenté, muchas veces, impresionar a las personas con discursos valientes cuando, inseguro, pedía a Dios que sostuviera mi mano. Tenía el recelo de que algún psicólogo detectara disfuncionalidades en mí y en mi familia. Creía que, si alguien diagnosticaba mi compromiso con el evangelio como un escape, perdería toda credibilidad. Evitaba que otros conocieran mi intimidad, para que las personas no se dieran cuenta de que yo no era tan resuelto como me proyectaba.

Perdí el miedo a desnudarme y mostrar vulnerabilidad. Mayor sabiduría En la mitología griega las sirenas eran criaturas de extraordinaria belleza y de una sensualidad irresistible. Cuando cantaban, atraían a los marineros que no lograban vencer su poder de seducción. Obsesionados por aquella melodía sobrenatural, los pilotos arrojaban sus naves contra las rocas de la isla, naufragaban y, entonces, las sirenas devoraban a los tripulantes. Los griegos relatan que solamente dos lograron vencer el encanto de estas enemigas tan terribles. Orfeo, el dios mitológico de la música y la poesía, encontró un recurso. Cuando su embarcación se aproximó donde estaban las sirenas, él salvó a sus compañeros tocando una melodía más dulce y cautivante que aquella que venía de la isla. La otra solución fue la de Ulises. El héroe de la Odisea no poseía talentos artísticos. Sin dones, sabía que no vencería a las sirenas. Reconociendo su debilidad y falibilidad, concibió otro plan. En el momento en que su embarcación se aproximara a la isla siniestra, daría la orden para que todos los hombres se taparan los oídos con cera y que lo amarraran al mástil del navío. Después que enfrentó su debilidad e incapacidad para desafiar las artimañas de las sirenas, se dirigió hacia la isla conforme al plan. Del mismo modo, dio la orden a los tripulantes: aunque implorara para ser soltado, deberían apretar más fuertemente las cuerdas.

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VIDA ESPIRITUAL Cuando llegó la hora, Ulises fue seducido por las sirenas como se preveía, pero sus marineros no lo soltaron. Casi loco, pidiendo ser liberado, salió ileso del peligro. El relato mitológico termina afirmando que las sirenas, decepcionadas porque un simple mortal las había derrotado, se ahogaron en el mar. Aquello que salvó a Ulises no fue la percepción de su superioridad, sino la conciencia de su fragilidad. Él no intentó engañarse a sí mismo. Yo tampoco quiero engañarme con mis dotes sobrenaturales. Dependeré de mis amigos para que me amarren a los mástiles y así no cederé a la voz de las sirenas.

Me siento libre para afirmar que aún estoy en construcción. Mayor libertad Así que, descanso. Me siento libre para afirmar que aún estoy en construcción. Soy un proyecto inconcluso y no disimularé mis ambigüedades. Ahora, cuando me sienta cansado, tendré la libertad de desahogarme como Jesús: «¡Ah, generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos?» (Mt 17.17). Cuando necesite lamentar, lamentaré, igual a él, cuando triste y angustiado confesó: «Es tal la angustia que me invade, que me siento morir» (Mt 26.38). Cuando sienta ganas de reír, reiré y bailaré de alegría. Hoy ya no me importa parecer incoherente o políticamente incorrecto. Comentan que los pensamientos de los ancianos tienden a consolidarse, y que los viejos resisten cambiar de opinión. Busco no inmovilizarme, apegado a las viejas ideas e indiferente a las nuevas. Quiero seguir el ejemplo de Jesús que, en nombre de la vida, no temió contradecir las rígidas normas religiosas —Mateo 12.2–7; no respetó los preconceptos sociales al conversar con prostitutas, y acogió a gentiles; no tuvo reparos de volver atrás sobre sus palabras, a fin de atender a una mujer sirofenicia —Marcos 7.24–30. Permaneceré alerta con tal de no volverme un dogmático y faccioso; ciego por mi obstinación.

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Mayor comunión Me rehúso a encarnar al personaje de Álvaro de Campos (seudónimo de Fernando Pessoa) en el poema «La tabaquería». La experiencia del poeta fue despertar del propio pasado, como en una pesadilla, y percibir que había perdido contacto con su propia alma. Vivió una mentira de la cual no pudo escapar. Perdido, no se encontró más. «Viví, estudié, amé y hasta creí, y hoy no hay mendigo al que no envidie sólo por no ser yo... Hice de mí lo que no supe, y lo que pude hacer de mí no lo hice. El disfraz que vestí era equivocado. Me conocieron enseguida como quien no era, y no lo desmentí, y me perdí. Cuando quise quitarme la máscara, la tenía pegada a la cara. Cuando me la quité y me vi en el espejo, Ya había envejecido». Anhelo una humanidad no fingida, que no intente transformar el mensaje del evangelio en un espejo mágico, que me hable lo que deseo escuchar. Leeré la Biblia también contra mí. Permitiré que, como una espada, ella penetre en lo más profundo de mi ser, discerniendo incluso las intenciones nebulosas de mi corazón. Prestaré atención a la amonestación del profeta Miqueas: «¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios» (Mi 6.8). Pienso que de ella viene mi obstinación por creer que no necesitamos esperar a morir para comenzar a vivir. Y como nuestro paso por aquí es fugaz, sugiero que comencemos ya. A P Soli Deo Gloria. El autor es pastor de la Iglesia Betesda en San Pablo, Brasil. Es autor de varios libros —aún no disponibles en español— y un reconocido conferenciante. Está casado con Silvia. Dios les ha bendecido con tres hijos y tres nietos. Traducido por Gabriel Ñanco Se tomó de http://gondimenespanol.blogspot.com. Se usa con permiso del autor y del traductor. Todos los derechos reservados por el autor.

VIDA ESPIRITUAL

Límites salud

El paso de los años nos invita a evaluar nuestras prioridades Por Kevin A. Miller

Límite #1:

Escuche al Padre, no a la multitud

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Cuando me siento sin aliento por hacer mucho, me pregunto a mí mismo: «¿Cómo me metí en todo esto? ¿Cómo terminó todo bajo mi responsabilidad?» En primer lugar, escribo una lista de las razones inmediatas: «El proyecto tomó más tiempo del que creía. En mis planes no estaba que dos personas del comité renunciaran». Pero cuando profundizo un poco más, generalmente encuentro muy adentro de mi corazón la verdadera razón: «Quería que la gente me apreciara». Mi deseo de ayudar fue parcialmente un deseo de amar y ayudar a alguien más, pero también era mi inseguridad que exigía: «¡Ámenme! ¡Afírmenme! Si me ofrezco como voluntario, ¡quizá obtenga eso!» Jesús nunca operó de esa manera. Si lo hubiera hecho, habría estado bajo miles de jefes porque literalmente miles de personas querían su ayuda. Pero Jesús obedecía solo a un jefe: su Padre. «no hago nada por mi cuenta, sino que hablo estas cosas como el Padre me enseñó» (Jn 8.28). Al obedecer a su Padre, Jesús algunas veces

ayudaba a la gente tanto que ¡ni siquiera apartaba tiempo para comer (Mr 3.20–21)! Él obedecía y renunciaba a la cena. Pero en otras ocasiones, el Padre de Jesús seguramente le indicó: «Deja a esas personas y ven para estar un tiempo conmigo», porque Jesús abandonaba a las multitudes y se apartaba para orar y descansar (vea Mt 14.22–23).

Límite #2:

Encuentre su misión específica Dios no nos pide que hagamos todo, que vayamos a todos lados, que ayudemos a todo el mundo. Jesús había recibido un ministerio específico y muy bien definido. Cuando Jesús estuvo en la tierra, pudo haber viajado por todo el mundo mediterráneo: Grecia, Italia, Turquía y España. Pero Jesús se quedó en un pedazo del mundo, la mayor parte del tiempo en las regiones de Judea y Galilea. ¿Por qué? Ahí es donde los judíos estaban, y ellos eran su llamado primordial (Mt 15.24). Jesús se entregó por su gente, pero dentro de los límites del llamado que Dios Padre le había hecho. Jesús se enfocó.

dables

s y aprovechar mejor nuestros recursos

Límite #3:

Acepte sus necesidades y limitaciones humanas En el tiempo de Jesús, no había automóviles ni aviones, así que él debía caminar kilómetros tras kilómetros. Eso toma horas y días. Usted no puede ministrar mucho durante ese tiempo. Todo lo que puede hacer es observar el paisaje y hablar con sus amigos y recargar sus energías. En la noche, no había electricidad, así que Jesús observaba las estrellas y luego se iba a dormir. Jesús simplemente vivía el día, tenía que reservar tiempos para desacelerar, tiempos para descansar, tiempos para recargar fuerzas. Dios nos diseñó con limitaciones humanas. Necesitamos comer, dormir, descansar. Nos enfermamos y tenemos que bajar el ritmo. Necesitamos tiempo para trabajar duro pero también tiempo para divertirnos. Sí, quizá escojamos sacrificar el sueño con el fin de orar o renunciar a comer con el fin de servir a la gente, sin embargo, esas situaciones tienden a ser excepciones, no reglas. Pero, esté dispuesto a arriesgarse. Aunque trato de establecer límites saludables para mi

vida, Dios algunas veces me llama a arriesgarme. Eso no le quita valor a lo que acabo de mencionar. Es simplemente un recordatorio de que la vida cristiana es una aventura. Para vivirla, necesitamos depender de un Dios poderoso y aventurero. Él es la única fuente de fortaleza. A P Se tomó de ChristianityToday.com © 2000, todos los derechos reservados por el autor o por Christianity Today International. Los derechos de la traducción al español pertenecen a Desarrollo Cristiano Internacional ©2005.

Para comentar

1. ¿Cuál de los tres límites es más fácil para usted? ¿Cuál es el más difícil?

2. ¿Cómo pueden realmente los límites

saludables ayudarlo a tomar riesgos más allá de esos límites?

3. ¿Qué dice 2 Co 4.16–18 acerca de este tema? ¿Para su vida en este justo momento?

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MISIONES

¡Diferencias que bendicen! La misión de la Iglesia alcanza su mejor potencial cuando respeta y afirma el valor de la diversidad. Por Víctor H. Cuartas Dios estableció la diversidad. Es sorprendente que Dios, el creador del universo, disfrute la diversidad. «Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús (Gá 3.28, énfasis añadido). «En la búsqueda de reconocer y apreciar la diversidad de los grupos étnicos, el cuidado debe orientarse a evitar la etiqueta étnica y el estereotipo». Los siguientes elementos son necesarios si queremos trabajar juntos en la expansión del reino de Dios.

Cristo, el modelo Primero, necesitamos enfocarnos en Cristo. Él es nuestra inspiración y ejemplo a seguir. Él murió en la cruz por todas nuestras iniquidades. Su ministerio fue asombroso, y su compasión y amor por las diferentes clases de personas fue evidente. En el Evangelio según Juan, hallamos el relato del encuentro de Jesús con la mujer samaritana. Jesús no la rechazó a causa de su nacionalidad; por el contrario, le habló y satisfizo su necesidad específica. El Señor se reveló a sí mismo ante esta mujer como el Mesías y todo cambió (Jn 4.1–26). Cuando nos enfocamos en Cristo, podemos completar la tarea, a pesar de los obstáculos y desafíos. No se trata de nosotros, sino de trabajar unidos para bendecir a la gente que todavía necesita escuchar el mensaje de salvación.

Sentido de comunidad Segundo, es necesario que desarrollemos el sentido del trabajo interdependiente. Trabajar con gente

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de otras culturas requiere desarrollar el sentido de comunidad. La verdad es que nos necesitamos unos a otros y la tarea que cada persona realiza en el equipo afecta a todos los demás. Por ende, los valores son importantes cuando se trata de trabajar en equipo. De ahí que sea de suma importancia compartir con otros un conjunto de principios comunes. El sustituto de la falta de confianza y el paternalismo en la relación entre personas de diferentes culturas no es la independencia y autosuficiencia; es la interdependencia. Y esta «viene con un entendimiento más profundo de la unidad en Cristo». ¿Por qué estamos trabajando juntos? ¿Cuál es la razón principal? Estas preguntas son esenciales para nosotros, porque nos ayudan a aprender unos de otros. Por lo tanto, las denominaciones, iglesias y agencias misioneras necesitan desarrollar un espíritu interdependiente entre los miembros del personal y del equipo.

Vidas sumisas Tercero, se requiere sumisión mutua. Jesús nos dio su ejemplo al someterse totalmente a la voluntad de su Padre. Pablo también nos exhorta a «someternos unos a otros en el temor de Dios». La sumisión requiere que nos humillemos y respetemos unos a otros. Esta clase de sumisión está basada en nuestro amor a Dios y a los demás. Los incrédulos notarán cuándo ejercemos sumisión mutua y nos rendimos cuentas. Esto es a beneficio del crecimiento del Reino.

Servicio al Reino Cuarto, todo lo que llevemos a cabo es a favor del Reino. Todos los desafíos y fricciones que surjan al tratar con diferentes personas en nuestros equipos pueden alivianarse por el hecho de que todo lo que trabajemos juntos avanzará el reino de Dios. «Uno de los desafíos que pudiéramos enfrentar es el de sentirnos impulsados por intereses personales en lugar de los principios del Reino». Cada uno somos parte del reino de Dios y él nos ha delegado una comisión maravillosa. Podemos fortalecernos unos a otros sabiendo que «en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó» (Ro 8.37).

Estilo flexible Finalmente, la gente involucrada necesita ser flexible. Cada persona comprometida con las misiones sabe la importancia de la flexibilidad. Este es un aspecto muy crucial que debemos considerar si queremos trabajar con diferentes grupos

étnicos. La frustración y resistencia surgen cuando los miembros del equipo no están dispuestos a ser flexibles. Este es un proceso de aprendizaje y humildad que nos permite crecer y entender las diferentes perspectivas. Es necesario construir un fundamento común que facilite la comunicación y las dinámicas dentro del grupo. Trabajar con la mayoría de los misioneros mundiales requiere flexibilidad. Por ejemplo, el sentido de tiempo es diferente en cada cultura. No podemos asumir que todos reaccionarán de la misma manera que nosotros. A P El autor ha estado involucrado en el ministerio pastoral y establecimiento de iglesias por casi veinte años. Es oriundo de Cali, Colombia. Es instructor de Ministerio Práctico y Misiones Mundiales en la Universidad Regent en Virginia Beach, VA. Es pastor fundador de la Iglesia de Dios «El Mundo Para Cristo», en Chesepeake, VA, y autor del libro Empoderando Líderes Hispanos: Un Modelo En Línea, que será publicado en junio por Church Starting Network, Texas. Está casado con Isabel, con quien tiene una hija, Eliannah.

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MISIONES

La misión transcultural

No se requiere de un llamado especial para estar comprometido con la extensión del Reino hasta lo último de la tierra Por Carlos Scott Cuando hablamos sobre la misión transcultural pensamos, primeramente, en la misión de Dios (missio Dei). Dios es un Dios misionero. La misión existe simplemente porque él ama a las personas. Es su deseo rescatar a la humanidad de la deshumanización en que ha caído, así en lo moral como en lo espiritual, físico, intelectual, social, económico, político y cultural. El establecimiento de su reino es Su misión. Podemos concebir la misión como un movimiento de Dios hacia el mundo, de la cual la Iglesia es un instrumento para cumplirla. La Iglesia ha recibido el privilegio de participar en ella, pero la misión no es suya ni tampoco le pertenece a ningún proyecto privado. «La Iglesia se encuentra al servicio del movimiento de Dios hacia el mundo»¹.

Un medio, no una meta La misión transcultural implica extendernos a todas las etnias de la tierra, ocupándonos de los diversos aspectos de la vida de la gente. La Iglesia es el agente de la misión no su meta. Ella no es el reino de Dios, sino su comunidad. Es la comunidad del reino de Dios, que participa en la misión universal (transcultural). Por ser agente, no existe para sí misma, sino para servir a la humanidad y anunciar la inauguración del Reino en la persona de Jesucristo. La Iglesia es misionera por su naturaleza, dimensión e intención. Jesús es el reino de Dios encarnado. «El reino de Dios no es una ética ni una ideología social sino

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el mensaje que se centraliza en una persona; la persona de Jesús, el Mesías».² El Reino está presente pero no se ha consumado, por lo tanto el Reino ha de venir. Es un «ya» y «todavía no». En su misión, la Iglesia testifica la plenitud de la promesa del reino de Dios y participa en la continua lucha de este Reino contra los poderes de la oscuridad y el mal.

Una alianza, no un proyecto Podemos acercarnos a afirmar que la misión transcultural se lleva a cabo cuando el pueblo de Dios se une a la misión de Dios y traspasa con él, intencionalmente, barreras sociales, políticas, culturales, idiomáticas, étnicas, de iglesia a no iglesia, en palabra y obra, anunciando la venida del reino de Dios en Jesucristo, invitando a las personas a reconciliarse con Dios, consigo mismas, unas con otras y con el mundo, integrándose a la vida de la Iglesia con miras a la transformación del mundo hasta que el Señor vuelva (vea el concepto de misión por Carlos Van Engen³). Algunos pueden entender la misión transcultural en términos de establecer iglesias en otras latitudes, como también de salvar a los individuos de la condenación eterna. Otros la pueden percibir en categorías eclesiásticas, como la expansión de la Iglesia o de una denominación específica que supera barreras geográficas y culturales. Pero, si vamos a entender el evangelio y la misión conforme a toda la Escritura, desde Génesis hasta Apocalipsis,

lo tendremos que entender, enfáticamente, como «bendición a todas las etnias» en lo espiritual, físico y material, abarcando los aspectos sociales, culturales, políticos y económicos. Al hablar de misión transcultural pensamos en un mensaje integral de salvación que no conoce fronteras de ningún orden y que se dirige a todo ser humano, considerando la totalidad de su persona.

e invita a su Iglesia a participar en ella. El mundo es el escenario de la actividad divina, por lo que no debemos aislarnos de él. Cuando servimos al mundo, servimos a Dios y con ese servicio reflejamos el reino de Dios venidero, independientemente de los resultados que se obtengan.

Una misión, no un departamento

La misión integral sin ser universal se convierte en localismo. Es etnocentrismo y egoísmo. Nos ocupamos de la gente cercana pero no de la gente lejana. Por otro lado, la misión universal sin ser integral se convierte en proselitismo. Corremos el riesgo de ocuparnos únicamente del aspecto religioso, personal, interno, pero sin ocuparnos de todos los aspectos de la humanidad de la gente. CLADE III6 declara: «Toda la iglesia es responsable de la evangelización de todos los pueblos, razas y lenguas. Una fe que se considera universal, pero que no es misionera, se transforma en retórica sin autoridad y se hace estéril. La afirmación de que toda la iglesia es misionera se basa en el sacerdocio universal de los creyentes. Es para el cumplimiento de esta misión que Jesucristo ha dotado a su iglesia de dones y del poder del Espíritu Santo». Dios llama a todos los creyentes a participar en y a comprometerse con su misión. A P

Por lo general, se ha creado cierta tensión entre lo que se denomina misión global y misión local. Muchas veces estos términos están enfrentados sin percatarnos de que son las caras de una misma moneda. Debemos integrar los diferentes espacios según lo expresa el texto de Hechos 1.8. Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra describen las esferas de servicio en las que lo local y global se integran. Nos habla de ser testigos en forma «simultanea» y no de cumplir la tarea en forma secuencial. Ningún área de servicio debe recibir más importancia que otra. Se debe actuar en ellas de forma balanceada, dando dignidad, simultaneidad y atención a cada una. El Pacto de Lausana 4 expresa: «La iglesia que no es misionera es en sí misma una contradicción, y apaga al Espíritu». Según el Pacto de Curitiba5 «La misión no puede ser un departamento aislado de la vida de la iglesia, sino que hace parte de la propia esencia de ella, pues “o la iglesia es misionera o no es iglesia”. Así que la misión involucra a cada cristiano en la totalidad de su vida». La Iglesia ha sido llamada y enviada para participar en la misión de Dios. Este envío y mandato no es opcional (Mt 2818–20, Mr 16.15, Jn 20.21, Hch 1.8). La Iglesia debe asumir un compromiso más intencional en la evangelización mundial. John Stott declaró: «La acción sin reflexión es fanatismo en acción, pero la reflexión sin entrega es la parálisis de toda acción».

Un llamado, no una vocación En resumen, afirmamos que la Biblia entera muestra el plan de Dios de reconciliar consigo todas las cosas por medio de Jesucristo (Col 1.15–20). La Iglesia es el instrumento de Dios para llevar a cabo su plan. La misión de Dios es un atributo de él mismo, que lo expresa en su obra de redimir a la humanidad

La misión es universal (transcultural) e integral

1 Schmitz, Josef, 1971: Die Weltzuwendung Gottes: Thesen zu einer Theologie der Mission. Imba-Verlag, Friburgo-B. 2 Davies, Pablo: Ponencia «El Reino de Dios y la Misión Transcultural», (Encuentro Nacional de la Red Misiones Mundiales, Córdoba, Argentina, 2002) 3 Deiros, Pablo Alberto: Diccionario Hispano-Americano de la Misión. Casilla 711, 3000 Santa Fe - Argentina : COMIBAM Internacional, 1997 4 Pacto de Lausana, Congreso para la Evangelización Mundial, (Lausana, Suiza, 1974) 5 Pacto de Curitiba, Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos (Curitiba, Brasil, 1976 ) 6-CLADE III, Declaración de Quito, Tercer Congreso Latinoamericano de Evangelización (Quito, Ecuador, 1992) El autor ( http://misionglocal.blogspot.com/) fue, hasta octubre del 2009, presidente de Comibam Interna cional. Es facilitador de Mision GloCal y miembro del Consejo de Liderazgo Global en la comisión de misiones de la Alianza Evangélica Mundial (WEA).

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PASTORAL

Un proyecto en Bolivia intenta resolver el dilema de la multit Por David Kornfield Investigaciones, tanto formales como informales, indican que, en general, cerca de 95% de los pastores no gozan de cuidado pastoral. Y los números son mayores entre las esposas de los pastores. No existen grupos pequeños de pastores o de sus esposas con quienes se reúnan y se ofrezcan cuidado mutuo, apoyo y rendición de cuentas. Desde su propia perspectiva, ¿a qué obedece que sean tan pocos los pastores que son pastoreados? Después de responder a esta pregunta, usted puede continuar con la lectura de este artículo para conocer tres grandes razones que he descubierto en el curso de mi experiencia, de más de treinta y cinco años, en esta materia.

Falta de convicción

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En primer lugar, muchos pastores no se han formado la «convicción divina» de que necesitan ser pastoreados. Ellos sienten muy poca o, a veces, una gran necesidad de cuidado, apoyo y rendición de cuentas; pero, no relacionan este sentimiento como algo bíblico o que provenga de Dios. Para evaluar su nivel de convicción, conteste falso o verdadero si es que usted, como pastor, está aplican-

do a su vida las siguientes enseñanzas bíblicas. Si usted no es pastor, responda lo que sospecha que su pastor piensa.

1. «Por lo tanto, estén atentos y cuiden de toda la congregación, en la cual el Espíritu Santo los ha puesto como pastores» (Hch 20.28). Soy parte de un grupo pastoral que cuida de mi vida y me pide cuentas, del mismo modo yo lo practico con otros del grupo. Para que yo pueda cuidar de la vida de los del grupo, yo mismo debo recibir apoyo y cuidado.

2. «El egoísta sólo busca su interés, y se opone a todo buen consejo» (Pr 18.1). Estoy consciente de mi tendencia a retraerme y de que mi labor de pastor me empuja hacia el aislamiento. Lucho contra esta tendencia abriendo mi vida a otros pastores.

3. «No es bueno que el hombre esté solo». (Gn 2.18). Al más espiritual de los hombres, que alguna vez vivió (Adán, antes de la caída), a pesar de que caminaba en perfecta comunión con Dios, el Señor lo consideró solitario y esto, para el

tud de pastores que no cuentan con alguien que los pastoree

Creador, no era bueno. Aunque este principio en este contexto se refiere al matrimonio, bien puede aplicarse a cada uno de nosotros en nuestro rol de pastores. Puedo ver mi necesidad de estar con otros pastores con quienes consigo compartir mi vida; y sin ellos no podría experimentar la interdependencia y plenitud que Dios quiere para mí.

angustiarnos, sentirnos desvalidos y vulnerables. Puedo percibir que el corazón de Cristo sufre por esto. ¿Qué otros pasajes bíblicos nos muestran la necesidad de que cada creyente reciba cuidado pastoral?

Falta de visión 4. «Al volverme hacia otro lado, vi otra vana ilusión en este mundo: un hombre solo, sin amigos ni hijos ni hermanos» (Ec 4.7–8ª). Yo trabajo largas jornadas y, al final, me encuentro completamente solo. Realmente, no he formado un hijo espiritual, un «Timoteo», tampoco un hermano que sea como un escudo para protegerme y defenderme, y no solo eso, sino que también me ame lo suficiente como para confrontarme cuando sea necesario.

5. «Al ver a la gente, sintió compasión de ellos, porque estaban angustiados y desvalidos, como ovejas que no tienen pastor» (Mt 9.36). Reconozco que los pastores somos ovejas. Cuando no recibimos cuidado pastoral, fácilmente podemos

En segundo lugar, los pastores no se dan cuenta de que la falta de cuidado pastoral para ellos mismos afecta y daña la vida de las personas que los rodean. No reconocen que en sus vidas existen puntos ciegos, grandes debilidades y significativas vulnerabilidades, de las cuales el mundo, la carne y Satanás están listos para aprovecharse. Ignoran las serias tensiones que implican el estar casado con dos familias: la iglesia, la novia de Cristo, y su propia esposa e hijos que Dios les ha dado. No se dan cuenta, hasta que es demasiado tarde, de que su esposa y sus hijos sufren de diversas maneras. Tampoco se percatan de que al no recibir cuidado pastoral, no consiguen pastorear a su congregación con la atención adecuada, la cual se base en el amor y las relaciones. Si sus líderes sufren, la

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PASTORAL iglesia sufre. Consecuentemente, el mundo sufre. Y, como nadie sufre sin que Dios sufra por ello, Dios también sufre. Él derrama su llanto sobre sus pastores, como Cristo lo hizo sobre Jerusalén, hace mucho tiempo.

se a un cuidado pastoral podría interferir en su ambición de poder, reputación e influencia. Estos temores son más grandes que su obediencia a Cristo de vivir la Palabra.

La falta de cuidado pastoral para ellos mismos afecta y daña la vida de las personas que los rodean.

conflictos sin resolver mantienen a los pastores divididos.

Falta de efectividad Un tercer y crucial factor es la guerra espiritual. Satanás teme la unidad saludable de los pastores. Él sabe que la presencia de pastores saludables es la clave para edificar iglesias saludables, lo cual también es clave para propiciar que las ciudades y las sociedades sean transformadas. Así que, él trama ataques contra los líderes de los movimientos que buscan pastorear o proveer mentores a los pastores. ¿Qué gigantes espirituales u obstáculos considera usted que desaniman a los pastores a formar grupos de pastoreo de pastores? El Nuevo Testamento nos indica seis estrategias específicas que usa Satanás para atacar a los cristianos. En todas las formas, él ataca mayormente a los pastores y a sus esposas con mayor intensidad. Veamos, a continuación, cómo el enemigo usa estas estrategias:

1. Orgullo (Stg 4.6–10, 1Pe 5.5–9). Inconscientemente, el pastor piensa que no es una oveja común y corriente, sino que es diferente y mejor, y que, por lo tanto, no necesita ser pastoreado. Los miembros del Cuerpo deben vivir sujetos unos a otros y rindiéndose cuentas, pero el pastor piensa que él no.

2. Miedo, ansiedad y preocupación (1Pe 5.5–9). La mayoría de los pastores temen que los demás conozcan su vida íntima y que usen erradamente esa información. Muchos temen, tal vez inconscientemente, que someter-

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3. Enojo (Ef 4.26–27). Las tensiones y los

4. Falta de perdón (2Co 2.10–11). Las heridas del pasado sin sanar lleva a los pastores a mantenerse distantes de aquellas personas que podrían descubrirlas y que los animarían a buscar sanidad y crecimiento (Stg 5.14–16). Muchos de nosotros preferimos mantener nuestros puntos ciegos fuera de la vista de los demás.

5. Tentaciones sexuales (1Co 7.4–5). La mayoría de los varones enfrentan un elevado nivel de tentación en esta área y rara vez consiguen manejarla solos, de la manera adecuada. Queremos caminar en la luz, pero muchas veces nos internamos en caminos semi-oscuros en esta área, y otras veces, caemos en la oscuridad profunda.

6. Identidad y filiación (Mt 3.17; 4.1, 3, 6). Muchos pastores son adictos al trabajo, dominados por la tiranía de lo urgente. Su identidad la han construido en el trabajo, el servicio y la productividad, y no sólidamente en Jesucristo. Conocen la teología de la gracia y la filiación, pero sólo en sus mentes, no llega a sus corazones ni afecta su estilo de vida. Pueden incluso reconocer su necesidad de ser pastoreados, pero no son capaces de detener su agitada y ocupada vida, para volverla más liviana, con el fin de darse tiempo para ser pastoreados.

Falta de estrategia Una razón más para que el pastoreo de pastores en Bolivia no se esté logrando en forma poderosa, es que los pastores bolivianos no han logrado discernir cuánta carga llevan sobre sus hombros. El Movimiento de Pastoreo de Pastores comenzó en Bolivia en el año 2003. Reconocimos que, para intentar expandirlo a otros países, este movimiento necesitaba, primero, alcanzar solidez en Bolivia. No conviene «exportar» modelos que aún no han demostrado que funcionan bien. Sin la evidencia, no podemos, en buena conciencia, llevar este

modelo de denominación en denominación, de ciudad en ciudad o de país a país. Los pastores bolivianos no han descubierto cuán importante es su rol en este asunto. Si ellos toman con absoluta seriedad el pastoreo de pastores, afectarán tan profundamente la vida de la iglesia, que impactará al país y a todo el continente. Y Latinoamérica podría ser el modelo para el mundo entero. La gente, en general, se fija en Bolivia por ser un país pequeño, por sus luchas políticas o por su pobreza. Incluso, algunos se preguntan: ¿Puede salir algo bueno de Bolivia? El apóstol Pablo ofrece la respuesta en 1Co 1.27–29: «sino que lo necio del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia». Dios quiere comenzar un movimiento de pastoreo de pastores para Latinoamérica, empezando con Bolivia. ¿Por qué los pastores evitan ser pastoreados? En primer lugar, porque carecen de una bíblica y divina convicción. En segundo lugar, porque no alcanzan a ver su propio sufrimiento ni el que causan a los que los rodean, porque no cuentan con alguien que cuide de ellos. En tercer lugar, porque permiten que la combinación del mundo, la carne y Satanás los mantenga aislados, divididos y fracturados. Finalmente, los pastores bolivianos no se percatan de su rol estratégico para comenzar un movimiento de pastoreo de pastores a nivel continental. Que Dios produzca profundos cambios en cada uno de los que leemos este artículo y, a través de nosotros, en los pastores y sus esposas que están a nuestro alrededor. A P El autor ([email protected]) nació en Cochabamba, Bolivia, de padres misioneros. Es misionero de SEPAL y fundador de MAPI (Ministerio de Apoyo a Pastores e Iglesias). Posee un doctorado en Educación Comparativa de la Universidad de Chicago y es autor de más de veinte libros en Portugués. Trabaja en el área de discipulado desde 1974 y mentoría y pastoreo de pastores desde 1991. Está casado con Débora y tienen cuatro hijos. En la actualidad reside en Sao Paulo, Brasil.

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EL RINCÓN DEL PREDICADOR

¡Nace un sermón!

(Primera parte)

Una guía, paso a paso, para darle vida al texto Por John Ortberg En el programa El Último Show un predicador relató la historia de un diácono de una iglesia. Este diácono evaluaba la predicación de su pastor de esta manera: «Es una constante: por un lado, esto, por otro, aquello. Nunca habla claro. Muchos domingos he salido de la iglesia sin tener la menor idea de lo que había predicado. Nunca explica la Palabra de manera que la congregación pueda entenderla». Así es, existen muchos predicadores que cuentan con un montón de información exegética. Son conscientes de eso. Les satisface estudiar lenguas antiguas. Cuentan con la información, pero ignoran de qué hablan o qué piensan los miembros de su congregación. Y lo que es peor, no se dan cuenta de que no conocen a sus ovejas. Muchas veces ni siquiera les agradan. Preferirían no estar alrededor de ellas. Pasan por alto la primera prueba de una buena enseñanza: no es lo que el maestro enseña, sino lo que el alumno aprende. Poseen un conocimiento maravilloso, pero se olvidan de que su tarea es explicarle a sus ovejas cómo usar en sus vidas ese conocimiento. Sin embargo, también sabemos que existen predicadores que conocen a sus ovejas, y que son muy sabios a la hora de atraer a miles y miles de ellas. Pueden captar su atención, pero no cuentan con el conocimiento necesario. Carecen de fundamento. Todo lo que dan es superficial. Y lo que es peor, no se percatan de que su conocimiento es flojo. Nuestra tarea como predicadores y maestros es explicar la Palabra de manera que la congregación pueda entenderla. Eso significa que debemos estar inmersos en ella, preparar prédicas transformadoras y construir un pensamiento profundo. Pero

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también significa que debemos aprender a llevar adelante a las ovejas: descubrir qué es aquello que las impulsa, cuáles son sus preguntas y qué les provee esperanza. La preparación de un sermón es un proceso complejo. Cuando pienso en elaborar un mensaje, utilizo la metáfora de dar a luz a un hijo, porque estoy convencido de que sus etapas son muy similares. En primer lugar se produce la concepción inicial, que en general es muy alegre. Luego, se lleva a cabo la gestación, que resulta bastante complicada. En tercer lugar llega el alumbramiento, que trae la combinación de euforia y gran dolor. Y por último, se deben seguir algunas atenciones posparto.

Concepción A medida que organizo el material para el sermón y decido qué predicar, me resulta útil pensar en mensajes en cadena.

Piense en series Predicar en series le permite a uno adentrarse en el texto. Dedicarle varias semanas a un mismo tema permite que la enseñanza penetre minuciosamente. Hace poco terminé con una serie de mensajes sobe el libro de los Hechos, la cual duró seis meses; y fue maravilloso sentirme inmerso en la iglesia primitiva. Creo que un error que cometemos con frecuencia los predicadores es el de saltar de un tema a otro con demasiada rapidez. El hecho de enseñar algo una vez no significa que se entenderá. Predicar en serie también lo llevará a organizarse. Permite que la investigación sea más eficiente, y le evita la pregunta del lunes por la mañana «¿Qué voy a predicar la próxima semana?» También le provee balance, pues este tipo de enseñanza

le ayuda a aprovechar todo el consejo de Dios. Esto ocurre con mayor frecuencia cuando usted planea la serie de mensajes con anterioridad. Yo suelo pensar en ciclos de cuatro meses. El año de la iglesia suele dividirse en ciclos: de septiembre a diciembre, de enero hasta el fin de primavera y, luego, los meses de verano. Cada una de estas temporadas trae un sentir diferente. Si piensa en una serie de mensajes que traerá un gran desafío intelectual, el otoño puede ser la mejor opción, ya que todos están con más frescura. Durante el período de vacaciones de verano, la gente tiende a salir de vacaciones, por eso una buena opción es pensar en una serie de mensajes que provea orientación a aquellos que estuvieron ausentes durante un par de semanas.

Enseñar algo una vez no significa que se entenderá. Busque distintas opiniones Me ha resultado de gran utilidad, en cada una de las series, contar con un grupo de discusión. Invito entre ocho y diez personas a que se reúnan conmigo durante algunas horas y les pido que se preparen de ante mano. Les solicito que desarrollen algunos temas que les gustaría escuchar y que lleven algunas ideas detalladas: un título para la serie, los títulos para los mensajes individuales, los textos que debería utilizar, qué temas o preguntas deberían abordarse y hasta algún posible bosquejo. También los animo a que se presenten con recursos, ilustraciones, ideas de programación y música para el desarrollo del culto en general. La colaboración grupal es importante, ya que los demás se plantean preguntas que yo no me formularía, presentan ideas creativas que a mí no se me ocurrirían, consiguen recursos que desconozco, y viven con pecados y luchas que no forman parte de mi lista. A muchos les encanta ser parte de este proceso. Cuando las personas sienten que están hablando a través de la prédica que el pastor está

exponiendo ese domingo, se produce en ellas una gran motivación por continuar participando.

Gestación Luego de plantear el concepto para la series de mensajes, intento aclarar la idea principal para cada prédica en particular.

Aclare la idea principal Ya sea que la serie vaya de parte en parte a través del texto o que resulte una serie más temática, llega a ser de gran ayuda aclarar la idea principal del mensaje lo más temprano posible en el proceso de preparación. De esta manera el proceso de investigación y escritura se torna más aerodinámico. Vivimos en una época en la que sabemos más de la Biblia que cualquiera de las generaciones que nos antecedieron. Abundan traducciones, comentarios e información de los orígenes. El desafío de hoy es administrar el flujo de información y no sentirnos abrumados por él. Si no gozo de claridad en cuanto a dónde quiero llegar con el mensaje, la información podría manejarme a mí. Es posible predicar varios mensajes de el mismo texto bíblico. Un amigo mío es músico. Me dijo que en el mercado de la música circula un dicho que reza: «Debes llevarla a algún lado. Si esperas a tener una afinación perfecta, nunca abrirás la boca para cantar. Por eso debes llevarla a algún lado». Lo mismo ocurre con la predicación, debes llevarla a algún lado. Por eso decida hacia dónde se dirige con el mensaje. Por supuesto que la oración es un factor decisivo en este proceso. Pregúntele a Dios: «¿De qué es necesario que hable? ¿Qué es lo que está en juego?» La respuesta a estas preguntas se convierte en la base de la introducción del sermón. En un buen sermón, la introducción casi siempre responde a la pregunta: ¿Por qué tiene tanta importancia que hablemos de lo que vamos a hablar? Si no puede responder a esa pregunta, entonces estará dando el mensaje equivocado.

Estudie el tema Luego de armar la serie de mensajes y aclarar la idea principal, el siguiente paso es estudiar el tema. Encuentre algunos buenos escritores y

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EL RINCÓN DEL PREDICADOR dedíqueles tiempo para leerlos a profundidad. En mi opinión, adentrarse en un buen comentario es mucho mejor que leer por encima siete comentarios. Resulta tentador contar con una biblioteca inmensa, pero en vez de eso, busque libros provechosos. Evite la tentación de dejarse llevar por el flujo de información. También aprovecho la ayuda de investigadores. Estos pueden ser voluntarios. Le garantizo que cuenta con personas en la iglesia que les encantaría investigar para usted. Algunas de estas personas son introvertidas y no saben cómo conectarse. Pero en todas las iglesias existe esta clase de personas. No es necesario invertir demasiado tiempo para ayudarlos a entender qué es lo que usted necesita. A veces necesitará alguna estadística relevante, o estudios o posibles ilustraciones. Dígales cómo lo pueden ayudar.

Conozca al rebaño La otra parte de mi investigación no tiene que ver con textos, sino con «conocer al rebaño». Pregunto «¿de qué están hablando todos esta semana?» ¿Existe algún evento actual que me ayude a transmitir lo que quiero decir? ¿Con qué dudas están luchando? Cuando comienzo el proceso de plasmar todo por escrito, pienso en algunas personas en particular que podrían llegar a formar parte de la audiencia: alguien que está atravesando una separación, alguien que acaba de ingresar a la universidad, alguien que perdió su empleo, alguien que luche contra una adicción sexual y esté aterrado de que lo descubran. Me los imagino en mi cabeza. Todos tienen una necesidad. Nunca escriba para una multitud sin rostro. A P

Busque la segunda parte de este artículo en el próximo número de Apuntes Pastorales, julio/agosto de 2010. John Ortberg es pastor en la iglesia presbiteriana Parque de Menlo en Parque de Menlo, California. Se tomó y adaptó de Leadership, Copyright © 2007 por el autor y Christianity Today International/www. ChristianityToday.com. Se usa con permiso. Los derechos de la traducción al español pertenecen a Desarrollo Cristiano Internacional ©2010.

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Bosquejo de

Compartido por: José Luis Rome Texto Bíblico: 1 Samuel 30.1–6 Mensaje central: Nuestra actitud determina si los golpes de la vida cosecharán amargura o fortaleza en el corazón

Artículos de apoyo: «Cuando la gente buena sufre cosas malas», por Pablo Deirós; «Llamados a sufrir», mesa redonda con el Hermano Pablo y otros; «Aconsejando en el sufrimiento», por Howard E. Dial.

Título del sermón: Cuando la pérdida engendra vida Contexto: Durante años David había estado huyendo de Saúl, quien buscaba la forma de atraparlo y darle muerte. David y sus hombres moraban en el desierto y periódicamente realizaban incursiones en la región para obtener provisiones para ellos y sus familias. Al regresar, de una de estas campañas, a su campamento, en Ciclag, descubrieron que los amalecitas lo habían atacado durante su ausencia. Habían asolado el campamento y llevado cautivas a las mujeres y a todos los que habían quedado en él. Encontrar este desastre provocó una crisis inmediata y profunda para David, rápidamente, sus hombres le echaron la culpa de lo sucedido y hasta lo amenazaron con darle muerte.

Introducción: El apóstol Pedro le escribió a los discípulos del primer siglo: «Amados, no se sorprendan del fuego de prueba que en medio de ustedes ha venido para probarlos, como si alguna cosa extraña les estuviera aconteciendo» (1Pe 4.12). Algunos, evidentemente, consideraban que caminar con Cristo representaba la garantía de no sufrir las dificultades y los contratiempos que son comunes a todos los hombres. No obstante, Pedro quería que el pueblo de Dios tuviera en claro que el «fuego de prueba» sería parte normal de la vida de ellos en Cristo. En lugar de motivarnos a buscar

e sermón

era (pastor de la Comunidad Cristiana, San Juan, Argentina) una vía que nos asegure una vida sin dificultades, somos llamados a imitar el ejemplo que nos dejaron quienes nos han precedido en la fe. Ellos nos indican cómo debemos conducirnos cuando somos golpeados duramente por las desgracias que ocasionalmente nos tocan sufrir.

Desarrollo: 1. Las crisis están más allá de nuestro control (1 Samuel 30.1–2) No ocurrió por un descuido de David, ni por alguna imprudencia que él hubiera cometido que su campamento fue asolado. David era un hombre bueno, temeroso de Dios, sumiso a su Palabra. No obstante, sufrió duros reveses. Nadie ejerce control sobre la totalidad de los eventos que sobrevienen a su vida. A todos, tarde o temprano, nos toca ser golpeados duramente en algún aspecto: familia, padres, hijos, relaciones, carrera profesional, pertenencias o salud personal. No se trata solamente de que no podemos evitar estas desgracias, sino de que, al vivirlas, nos hacemos uno con una multitud de siervos y siervas de Dios que sufrieron duramente el golpe de la adversidad. Así pasó con José, a quien sus hermanos vendieron como esclavo; con Moisés, cuya gente más allegada lo cuestionó por pura rivalidad; con David, al cual persiguió Saúl durante doce años; o con Jesús, que sufrió la traición de sus más íntimos seguidores.

2. La crisis golpea nuestra humanidad (1 Samuel 30.3) El texto indica que, frente a la desolación del campamento, «David y la gente que estaba con él alzaron su voz y lloraron, hasta que no les quedaron fuerzas para llorar» (2). El llanto es una emoción normal en situaciones de crisis; constituye la «válvula de escape» para el torbellino que experimentan nuestras emociones. Aunque algunos asocian la madurez con no llorar, las lágrimas son un regalo de Dios para aliviar tensiones y derramar, ante él, nuestras almas. No está mal que lloremos ni tampoco que reconozcamos la fragilidad en la

que nos hallamos. José lloró ante el regreso de sus hermanos; David lloró ante la pérdida de Jonatan; Jesús lloró frente a la tumba de Lázaro y los ancianos lloraron cuando despidieron a Pablo en Mileto. Reprimir las lágrimas produce una tensión interior que se manifestará, más adelante, en ira o depresión.

3. La crisis prueba nuestras convicciones (1 Samuel 30.6) El texto señala que «David estaba muy angustiado porque la gente hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba amargado, cada uno a causa de sus hijos y de sus hijas». La reacción más común en situaciones de crisis es que el corazón se llene de amargura. Pablo exhorta a los efesios: «Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo» (4.26–27). Cuando no logramos resolver rápidamente esos sentimientos, comienzan a envenenar nuestro interior. «Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados» (He 12.15). Cuando el enojo se instala en el corazón del hombre, el Señor encuentra la puerta cerrada y, automáticamente, se abre otra que le da paso al diablo. Este último utilizará esa condición para destruir por completo todo lo bueno en esa persona. La amargura lleva, también, a que ataquemos a los que están más cerca de nosotros, echándoles la culpa por los eventos. Debemos desarrollar la absoluta convicción de que la perspectiva del amargado nunca es espiritual. La persona amargada adopta una postura airada hacia la vida, por la cual no acepta correcciones, porque lo único que reconoce es el dolor de su propio corazón.

4. La crisis ofrece la mejor oportunidad para buscar a Dios (1 Samuel 30.6) David conocía bien los peligros de dar campo a la amargura. Por esto, el texto relata que «David se fortaleció en el Señor su Dios». Entendía, tal como

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él mismo lo expresó en el Salmo 51, que los hijos de Dios no pueden vivir aplastados por la tristeza: «Restitúyeme el gozo de Tu salvación, Y sostenme con un espíritu de poder» (12). Así como el enojo y la amargura convierten en infructuosa la obra, el regocijo y la alabanza al Señor, también preparan el camino para producir buen fruto. David buscó al Señor porque sabía que en él encontraría las fuerzas y la gracia que él no poseía en sí mismo. Del mismo modo, en medio de la crisis, el lugar al que debe primeramente acudir el discípulo es la presencia del Altísimo. Allí deberá entregar su angustia y esperar que el Señor lo ministre, que le manifieste la perspectiva celestial de la situación. Este proceso puede ser tan intenso como la misma lucha que sostuvo Jesús en Getsemaní. Tuvo que volver tres veces a orar hasta que aseguró la óptica correcta de lo que venía por delante. Y así lo afirma el autor de Hebreos, cuando comenta: «quien por el gozo puesto delante de El soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios» (12.2).

Conclusión: A David le resultó natural entrar a la presencia de Dios, para fortalecerse, porque este proceso se había convertido en un hábito en su vida. En el Salmo 25, declara: «A ti, OH Señor, elevo mi alma. Dios mío, en ti confío; no sea yo avergonzado, que no se regocijen sobre mí mis enemigos. Ciertamente ninguno de los que esperan en ti será avergonzado; sean avergonzados los que sin causa se rebelan. Señor, muéstrame tus caminos, Enséñame tus sendas. Guíame en tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti espero todo el día. Acuérdate, OH Señor, de tu compasión y de tus misericordias, que son eternas» (1–5). Siempre resulta difícil buscar al Señor en medio de la tormenta si no era esta nuestra costumbre cuando nos iba bien en la vida. La amargura del momento nos seduce a mirar hacia adentro, a concentrarnos en la intensidad del dolor que estamos padeciendo. Solamente aquellos que han disfrutado en pleno de las delicias del Señor resistirán esta tentación y fijarán, sin titubear, los ojos en Aquel que es la esperanza de los que enfrentan dificultades. A P

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De gusano a mariposa Por Margarita Auffret

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MUJER LÍDER

«Será como el cambio que sufre el gusano cuando se transforma en mariposa» —le expliqué a mi hijo Oscar, de veintisiete años de edad, quien, acostado en su cama, me observaba con ojos serios y con un atisbo de temor en ellos. Oscar, quien desde su llegada al mundo padeció de distrofia muscular progresiva y un leve retraso mental, había adquirido experiencia sobre limitaciones físicas y mentales. Desde niño fue lento para caminar y correr, y nunca alcanzó su anhelo: dar una sola patada de karate, que, en su momento, lo frustró mucho. A los doce años empezó a usar una silla de ruedas, la cual pronto se integró a él. En casa, su padre, Michelle, su hermana mayor, y yo nos acostumbramos a ella, como un ama de casa se acostumbra a su delantal. Sentar a Oscar en su silla se convirtió en una actividad natural, puesto que ya formaba parte de su diario vivir y en ella podía trasladarse a donde quisiera y llevar a cabo sus actividades. Sentada al lado de la ventana de su cuarto, miré con intensidad a mi hijo, mientras trataba de tragar el nudo que se había formado en mi garganta. Antes de hablar con Oscar, había orado pidiéndole a Dios que me diera las palabras adecuadas para que él me entendiera, así que elevé una rápida oración mental para pedirle de nuevo ayuda. «¿Recuerdas el proceso de la metamorfosis del gusano?, ¿cuando deja el capullo y se convierte en mariposa, y por fin consigue volar? Es parecido a lo que te sucederá. Dejarás este cuerpo y, entonces, cuando estés con el Señor Jesús, lograrás volar con un cuerpo diferente. Allá podrás caminar y correr, pero lo más importante es que estarás con él y podrás verlo, para siempre. Yo también, cuando

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él lo decida, partiré y estaré con él y contigo. Tú solamente te adelantarás. »Será como si te quedaras dormido, sólo que, en esta ocasión, cuando te despiertes, verás el rostro del Señor Jesús. Sé que todos sentimos miedo a lo desconocido, pero Jesús te estará esperando. ¿Te imaginas, Oscar? ¡Qué alegría!, ¡qué bendición!, ¡verás a Jesús!» «No tengo miedo, mami» —me respondió él. Seguía sentada en la misma posición, frente a su cama. El murmullo que hacía el motor del colchón de aire nos acompañaba. Asombrada observé su rostro, pues días antes me había insistido que no quería que le hablara de la muerte. «No me hables de eso, mami, que yo no me voy a morir todavía» —me había indicado con ansiedad. Pero ahora, con total seguridad, me había respondido que no sentía miedo.

Aprendí que, sólo aceptando Su voluntad como la mía, podría experimentar la paz que sólo Él da y el gozo que resulta de dejar que Él viva a través de uno. Permanecía sereno y lúcido y me miraba con ojos limpios y tranquilos; el temor se había retirado de ellos. Entonces agradecí en mi corazón a Dios por aquella paz en mi hijo y me maravillé en ese momento tan especial con la certidumbre de que Él estaba allí con nosotros. «Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús». Trataba de preparar a Oscar para su partida hacia su Creador, ya que, en verdad, su cuerpo estaba exhausto y al borde de la inanición. Por la dificultad de respirar y el esfuerzo por lograrlo, los médicos le habían recetado morfina para ayudarlo a relajarse para que consiguiera respirar con más tranquilidad. Le administrábamos oxígeno, porque sus pulmones ya habían colapsado, por lo que

La aceptación de la voluntad de Dios lo ayudó a afrontar la vida con serenidad y a vivir buscando lo que sí era capaz de lograr y no lo que jamás alcanzaría. el concentrador de oxígeno estaba conectado casi siempre produciendo un sonido molesto, al cual nos resultó difícil acostumbrarnos. Yo lo había apagado para este momento íntimo. «Solo es cuestión de tiempo» —me advirtió la amable doctora que vino a visitarlo a casa. Oscar era tan amable y generoso que cuando, con dedos torpes, le puse la primera inyección de morfina y lo lastimé, me observó e inmediatamente me tranquilizó: «No te preocupes, mami, yo sé que no lo hiciste a propósito, la próxima vez lo harás mejor». Michelle y yo siempre supimos que Oscar, a pesar de su debilidad física, era el más fuerte de los tres. Ambas conocíamos su franqueza y cuán directo era para opinar sin ofender. Sabíamos que podíamos acudir a él si deseábamos una opinión sincera y hasta se disculpaba si entendía que su sentir en el asunto no nos agradaba. Sus respuestas no estaban llenas de muchas palabras, pero sí eran objetivas y sensatas. Oscar asumió un papel de protector de su hermana y mío. Sentíamos su protección incluso el último año cuando ya permanecía la mayor parte del tiempo en cama. Esa actitud salía a relucir cuando se molestaba por algún incidente desagradable que nos hubiera sucedido a Michelle o a mí y protestaba indignado haciéndonos sentir su solidaridad incondicional hacia nosotras. Aun cuando a veces me impacienté debido al cansancio físico de cuidarlo día y noche, mi amado hijo sabía y me manifestaba que podía contar conmigo, pues siempre estaría allí para él. Suspirando, extendí mi mirada hacia la calle. «Oremos, Oscar». —le pedí.

Él cerró sus ojos y yo oré entregando la vida de mi hijo a Aquel que lo amó y dio su vida por él. Besé la frente de Oscar y encendí el concentrador de oxígeno. Dios me dio este hijo, quien permaneció enfermo toda su vida, pero fue a través de él y por el largo trecho que recorrimos juntos que aprendí del Señor que, sólo aceptando Su voluntad como la mía, podría experimentar la paz que sólo Él da y el gozo que resulta de dejar que Él viva a través de uno. Aprendí de Él que con un corazón rebelde hacia Dios no conseguiré construir nada para la eternidad, pero sí, si dejo que Él alcance su propósito en mi vida y en la vida de aquellos a quienes amo. La aceptación de Oscar de la voluntad de Dios lo ayudó a afrontar la vida con serenidad y a vivir buscando lo que sí era capaz de lograr y no lo que jamás alcanzaría a hacer, lo llevó a dejar la frustración a un lado y a seguir avanzando hacia adelante, viviendo cada día a la vez, sin preocuparse por el mañana. Su confianza en mí me ha motivado a desear construir esa misma confianza hacia mi Padre celestial, porque si yo, que soy una mujer imperfecta, todavía en construcción, cuidé a Oscar estando atenta a sus necesidades, cuanto más Él, que es la perfección absoluta, me cuidará a mí. Me tienen sin cuidado las circunstancias por las que atraviese, Él siempre está conmigo, siempre delante de mí, siempre mirándome con amor, siempre perdonándome cuando arrepentida le pido perdón, siempre recibiéndome de nuevo, siempre alentándome a continuar en Su camino, siempre atrayéndome hacia Él. Días después de esa conversación, Oscar partió hacia su Creador. Ahora está libre del cuerpo que lo aprisionaba, libre para siempre con su Señor y Salvador. Hoy goza de vida en abundancia y, por fin, mi hijo de grandes y dulces ojos está sano. Ahora está delante de Aquel que lo esperaba con los brazos abiertos y junto a Él, puede volar. Sólo espera la resurrección. A P La autora es salvadoreña, residente en Costa Rica. Vive con su hija Michelle en Cartago, y se congrega en la iglesia Cristo Viene, en esa ciudad. Perteneció a la Asociación Nacional de Distrofia Muscular, y después de la muerte de Oscar, colaboró, por algún tiempo, con Uno en Cristo (para familias de niños con discapacidades), un ministerio del Foro CAPAZ, de VIVA.

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Por Keila Ochoa Encontré este pensamiento en mi lectura de hoy y te lo quiero compartir: «Dios da la visión, luego nos lleva al valle para moldearnos de acuerdo a dicha visión. Es en el valle donde muchos desmayan y caen. Toda visión se hará realidad si somos pacientes. Dios no lleva prisa».

¿Has recibido una visión? Quizá te has visto o te has imaginado cumpliendo un sueño, un propósito, un encargo. Quizá te has proyectado como la persona victoriosa, sana y perfecta que sueñas ser. No dudes que si esa visión descendió del cielo se hará realidad.

¿Te desanimaste al bajar al valle? Tal vez después de ese momento de gloriosa visión te sentiste morir al despertar y ver que no te encontrabas ya en la montaña sino en el valle. Y que en el valle había espinos, sudor, lágrimas y la rutina. Sí, la penosa rutina de trabajar, cumplir con tus obligaciones e ir paso a paso. ¿Dónde quedó el reto de montar tu corcel y ganar la batalla?

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¿Has caído? Probablemente en medio del valle la visión se ha hecho borrosa. Has dejado de luchar o ahora la consideras asunto del pasado, un lapsus brutus de tu existencia, un error en las coordenadas, un cuento de niños.

¡Sé paciente! Dios no lleva prisa, pero no por eso se ha olvidado de tu visión. Él sigue en el negocio de transformar vidas. Escribo esto para ti, porque me sirvió a mí. Te comparto esto porque yo también estoy en el valle y me he desanimado, he caído y he olvidado el sueño. Pero aún queda tiempo de rectificar. Mientras haya vida, existe la esperanza. Juntos lo podemos lograr. Compartamos la visión, revivamos el sueño, transitemos el camino, crucemos el valle para alcanzar la cima de la montaña. A P La autora es escritora y maestra. Su nueva novela, Donají, por Grupo Nelson, trata de una historia de amor en Oaxaca, México. Disfruta leer, escribir y escuchar historias. http:/www.retratosdefamilia.blogspot.com

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Dios, tenemos que hablar (Segunda parte)

Nueve llaves para revitalizar su vida de oración Por Sandra Picklessimer Aldrich

Entréguele la crisis a Dios

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Pensemos en las respuestas más espectaculares que hemos recibido producto de la oración. ¿Acaso no han venido cuando ya hemos agotado nuestras fuerzas y no ya no podemos hacer nada al respecto? Es en ese momento cuando Dios puede mostrar su poder. Me ha tomado días, incluso semanas, trabajar en numerosos dilemas, pero algunas veces, especialmente en medio de una crisis, para lo único que he tenido tiempo es para expresar, llena de temor, un «¡Dios mío!». Eso fue todo lo que pude hacer cuando en una ocasión un automóvil perdió el control y se detuvo justo frente a nosotros. Por pocos centímetros el automóvil no nos golpeó. Pero, en otra tarde lluviosa, cerca de nuestra casa, un auto patinó e invadió nuestro carril —y nos golpeó incluso cuando exclamé la misma oración. No sé por qué Dios algunas veces decide intervenir y en otras permite que sobrevenga una crisis. Pero sí sé que el Señor está con nosotros, incluso en las calamidades. La mañana antes de

morir, mi esposo me rogó: «Solo recuerda, San, que el Señor nunca nos prometió un camino fácil, pero sí prometió que siempre iba a estar con nosotros en ese sendero». Algunos días, esa verdad es lo único que nos ayuda a salir adelante. Podemos orar, incluso cuando nos sentimos sin fuerzas. Mi tía Ada estuvo paralizada durante los últimos cinco años de su vida y en los últimos dos perdió la habilidad del habla. Mi madre la cuidó durante ese tiempo —la bañaba, la movía, la alimentaba. También desafió a tía Ada a aceptar un ministerio de oración especial. Le expresó que la familia necesitaba las oraciones que ella podía todavía ofrecer en su mente. Cuando mi madre se daba cuenta de que había alguna necesidad en particular, la compartía con tía Ada y esperaba a que ella parpadeara para asegurarse de que había entendido. Mis hijos y yo muchas veces disfrutamos de esas oraciones específicas —en particular cuando volábamos para ir a visitarlos.

Tan pronto como llegábamos a casa de mis padres, íbamos a la cama de tía Ada, en la sala de estar, nos inclinábamos para besar su frente y agradecerle por sus oraciones. A menudo añadíamos detalles especiales; por ejemplo, cómo pudimos tomar el segundo avión a pesar de que el primero se había retrasado. Los ojos de tía Ada brillaban cuando escuchaba los pormenores. El Señor libró a tía Ada de su cansado cuerpo el añopasado, pero extrañamos sus oraciones. A menudo pienso cómo ellas intervinieron en nuestras agendas tan apretadas, pero también pienso cómo estas oraciones la afectaron a ella misma. Aun en medio de su dolor, tía Ada poseía una gracia y una paz que no son comunes en una persona atada a un cuerpo paralizado y adolorido. Tal vez su constante oración la envolvió en la gracia de Dios.

Confíe en la soberanía de Dios mientras ora Después de que el cáncer cerebral de mi esposo desapareciera inesperadamente, me atreví a preguntarle si pensaba que todas las oraciones a favor de él habían movido a Dios a cambiar de idea. Don levantó su cabeza hacia el sol de la mañana, mientras me manifestaba que no. «Entonces, ¿por qué oramos si nuestras oraciones no pueden mover a Dios a cambiar de parecer?» —le pregunté. Se volvió para darme una de sus miradas bondadosas y pacientes. «Para mostrar nuestra sumisión al Maestro». Esa escena se ha quedado en mi cabeza, incluso en estos catorce años que han transcurrido desde la muerte de Don. Me ayuda a recordar que no conocemos el futuro cuando oramos. Todo lo que nos toca es confiar en aquel que sí lo conoce.

Incluso en las pérdidas, busque algo por lo cual debe estar agradecido Después de la muerte de Don, me propuse que, aunque Jay, de diez años, y Holly, de ocho, habían perdido a su padre físicamente, no iban a perder a su madre emocionalmente. Por eso, cada noche mientras los llevaba a la cama, les preguntaba si querían hablar acerca de algo antes de que oráramos juntos. Algunas veces Jay compartía algún re-

cuerdo especial de su padre o me hacía una pregunta sobre el funeral. Pero Holly no. Incluso después de dos semanas, no había llorado ni me había hecho ninguna pregunta. Empecé a pedirle a mis amigos que oraran para que ella se abriera. Poco tiempo después, mientras la arropaba y le preguntaba, según mi rutina, si deseaba preguntarme algo, ella me respondió: «Sí, tengo una pregunta. Cuando orábamos por papá, ¿acaso Dios no nos escuchó?». ¡Oh, por Dios! Con esa única pregunta, exteriorizó el llanto de su corazón. Mentalmente elevé una rápida oración, luego empecé la explicación más difícil que he intentado dar. Le conté a Holly sobre mi abuelo Ted, quien había fallecido después de que su pierna se lastimara gravemente en una mina de carbón. Tan solo tenía veintidós años y dejaba a tres hijos, todos menores de cuatro años. Luego le hablé acerca del regalo que Dios nos había dado: dieciséis meses adicionales, a pesar de que los doctores le habían dicho a su padre que tan solo le quedaban unas cuantas semanas de vida. Le compartí que él pudo haber muerto durante el primer cáncer, cuando ella tan solo tenía tres años de edad. Cuando terminé de hablar, le pregunté a Holly si sentía ganas de orar esa noche. Ella afirmó con su cabeza y oró: «Gracias, Dios, porque papi murió ahora en lugar de cuando yo era más pequeña». Desde esa noche, he reflexionado en numerosas ocasiones acerca del porqué Dios no siempre responde en la forma en que pedimos. Todavía no tengo una solución. Todo lo que sé es que él quiere que sigamos hablando con él y que no oremos al aire. A P

Encuentre la primera parte de este artículo en Apuntes Pastorales XXVII-4, edición de marzo/ abril de 2010, o en www.desarrollocristiano.com La escritora es colaboradora de la revista Today’s Christian Woman. Título del original: Change the Way You Talk to God. Se tomó y adaptó de Today’s Christian Woman. Derechos reservados © 1997 por Christianity Today International. Los derechos de la traducción al español pertenecen a Desarrollo Cristiano Internacional © 2004.

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LA PÁGINA DE APUNTES

La historia de José y sus hermanos señala caminos alternativos ante los conflictos de la vida Una relación compleja La familia de Jacob posee todos los matices de una comunidad disfuncional. Él repitió con sus hijos el mal que había padecido en su propia familia: amaba más a José y a Benjamín que a sus otros diez hijos (37.3). Seguramente ellos dos, percibiendo ese trato preferencial, lo aprovecharon para su propio beneficio. José llevaba «a su padre malos informes» sobre sus hermanos (37.2), lo que exacerbaba las tensiones en las relaciones fraternas. «Y vieron sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos; por eso lo odiaban y no podían hablarle amistosamente». (37.2–4). El cuadro contiene todos los ingredientes necesarios para un intenso y prolongado conflicto familiar. Cuando José contó a sus hermanos su primer sueño «ellos lo odiaron aún más» (37.5).

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Tanto veneno había penetrado en ellos que, cuando la vida les propició aquella inigualable oportunidad para deshacerse de este hermano, no titubearon en tramar su muerte (37.30). Tan solo la intervención de Rubén salvó la vida de José, aunque terminaron vendiéndolo como esclavo a unos traficantes madianitas.

Consecuencias inesperadas Los hermanos de José seguramente pensaban que se habían sacado de encima una insoportable carga. La ira del hombre, sin embargo, no obra la justicia de Dios (Stg 1.20). Más bien, cuando el sol se pone sobre el enojo abre la puerta para que el enemigo siembre engendre muerte en el corazón (Ef 4.26–27) El primer revés lo sufrieron cuando regresaron a casa y le contaron a su padre la muerte

muchacho” y no me escuchasteis? Ahora hay que rendir cuentas por su sangre» (42.21–23 – itálicas añadidas). A pesar de la bondad que José les manifestó, luego del reencuentro, no consiguieron escapar de aquel asunto que atormentaba sus almas. Cuarenta y dos años después de haber vendido a su hermano, seguían esperando el castigo tan temido. Así que, ante la muerte de Jacob, pensaron: «quizá José guarde rencor contra nosotros, y de cierto nos devuelva todo el mal que le hicimos. Entonces enviaron un mensaje a José, diciendo: … te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre» (Gn 50.15–16). Por no haber resuelto el espíritu de venganza que los llevó a vender a José, continuaban viendo la vida a través de aquella lente. José había dado amplias muestras de que no era vengativo y, no obstante, ellos no podían escapar del espíritu que se había instalado en sus corazones. ¡Toda una vida derrochada por no haber abierto sus corazones a la obra sanadora de Dios!

del joven: no consiguieron asegurarse el afecto que tanto anhelaban de parte de su padre. «Sus hijos y todas sus hijas vinieron para consolarlo, pero él rehusó ser consolado, y declaró: Ciertamente enlutado bajaré al Seol por causa de mi hijo. Y su padre lloró por él» (37.34–35). Esta es la consecuencia menos dolorosa de sus acciones. De muchísimo mayor peso resultaría el tormento interior con el cual los diez vivirían durante las próximas décadas. Una escena, ocurrida al menos veinticinco años después de la trágica decisión de vender a su hermano, revela cuán profundamente los había afectado su propia acción. Ya de regreso en Egipto para comprar alimentos, José (a quien no habían reconocido aún) los interrogaba duramente acerca del robo de su copa. «Entonces se dijeron el uno al otro: Verdaderamente somos culpables en cuanto a nuestro hermano, porque vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no lo escuchamos, por eso ha venido sobre nosotros esta angustia. Y Rubén les respondió, diciendo: ¿No os dije yo: “No pequéis contra el

La persona que goza de una justa perspectiva de su propia fragilidad y pequeñez se resiste a criticar a los demás. Vidas en contraste El tormento y el desconcierto de los hermanos se muestra en fuerte contraste con la figura de José. La historia no nos provee mayores detalles acerca de su propio peregrinaje hacia la sanidad. Solamente destaca que «el SEÑOR estaba con José, que llegó a ser un hombre próspero» (39.2) y que «le extendió su misericordia, y le concedió gracia» (39.21). Sin conocer el proceso por el que atravesó, suponemos que, sin duda, sostuvo una intensa batalla personal contra la amargura, el odio y el rencor. Nuestra humanidad no supera semejante

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LA PÁGINA DE APUNTES golpe en un instante. No obstante, en algún momento logró recuperar la comunión con Dios. El salmista afirma que la intimidad con el Señor es el fruto de un corazón limpio. «¿Quién subirá al monte del SEÑOR? ¿Y quién podrá estar en su lugar santo? El de manos limpias y corazón puro; el que no ha alzado su alma a la falsedad, ni jurado con engaño. Ese recibirá bendición del SEÑOR, y justicia del Dios de su salvación» (24.3–5).

Una de las primeras bajas de un corazón endurecido es la capacidad de llorar. Cualquier profesional de la consejería podrá testificar que una de las primeras bajas de un corazón endurecido es la capacidad de llorar, especialmente en lo que a hombres se refiere. La ternura que demuestra José a quienes peor lo trataron en la vida manifiesta cuán profundo había llegado la sanidad de Dios en su alma. En la primera visita «José lloró» cuando reconoció a sus hermanos (42.24). De igual manera, en la segunda visita «José se apresuró a salir, pues se sintió profundamente conmovido a causa de su hermano y buscó donde llorar; y entró en su aposento y lloró allí» (43.30–31). Ante el desconcierto de los hermanos por el incidente de la copa robada «lloró tan fuerte que lo oyeron los egipcios, y la casa de Faraón se enteró de ello» (45.2). Cuando finalmente se descubrió ante ellos, observamos que «se echó sobre el cuello de su hermano Benjamín, y lloró; y Benjamín también lloró sobre su cuello. Y besó a todos sus hermanos, y lloró sobre ellos; y después sus hermanos hablaron con él» (45.14–15).

El camino de la libertad Aunque la Biblia no nos provee detalles acerca del proceso que experimentó José, sí poseemos registro de los principios que propiciaron la

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sanidad de su alma. Solamente la persona que se afianza en estos principios, mientras padece injusticias y traiciones a manos de otros, podrá superar el pasado y avanzar, libre, hacia los proyectos que Dios ha preparado para sus hijos.

1. La mano soberana de Dios Cuando José escogió mostrarse a sus hermanos, los consoló: «Ahora pues, no os entristezcáis ni os pese por haberme vendido aquí; pues para preservar vidas me envió Dios delante de vosotros … Ahora pues, no fuisteis vosotros los que me enviasteis aquí, sino Dios» (45.5–8). José entendió que Dios está por encima aun de las maquinaciones perversas del enemigo. Ningún acontecimiento ocurrido en nuestras vidas ha escapado al control del Soberano. Aun cuando las motivaciones de quien los ejecuta sean perversas, el Señor los aprovecha para alcanzar sus propósitos soberanos en la vida de sus hijos. Es esta convicción la que llevó a Pablo a regocijarse frente al hecho de que algunos «proclaman a Cristo por ambición personal, no con sinceridad, pensando causarme angustia en mis prisiones. ¿Entonces qué? Que de todas maneras, ya sea fingidamente o en verdad, Cristo es proclamado; y en esto me regocijo, sí, y me regocijaré» (Fil 1.18–19). El apóstol confiaba plenamente en la capacidad soberana que posee el Señor de aprovechar la perversidad del ser humano para sus propios proyectos. A la hora de sufrir injusticias y traiciones el agraviado puede elevar sus ojos más allá de los hechos y afianzarle en la convicción de que ningún plan, aún el más malvado, puede descarrilar el proyecto de Dios. Su soberana supervisión es fuente de paz y descanso.

2. Una tarea reservada para el Altísimo El segundo principio se evidencia en las palabras que habló a sus hermanos, en Génesis 50: «No temáis, ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo tornó en bien» (19, 20). José entendía que al hombre no se le ha permitido juzgar a sus pares, porque solamente Dios conoce verdaderamente el corazón de

Cuando el sol se pone sobre el enojo abre la puerta para que el enemigo siembre muerte en el corazón. cada uno. Este es el mismo principio que llevó a Cristo a reprender a los maestros de la Ley, que exigían que la mujer sorprendida en adulterio fuera apedreada: «El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en tirarle una piedra» (Jn 8.7). Ellos confiaban en que podían condenarla porque ellos nunca habían cometido adulterio. No obstante, el mal que lleva a los hombres a la infidelidad matrimonial también yacía en sus corazones. En algún momento de su peregrinaje José entendió que él padecía el mismo mal que sus hermanos. De hecho, aunque no los había vendido, sí se había dedicado a presentarle a su padre malos informes sobre ellos, que también procede de la traición. La persona que goza de una justa perspectiva de su propia fragilidad y pequeñez se resiste a criticar a los demás. Está demasiado absorto en asegurar la bondad de Dios para su propia vida como para estar evaluando a los que lo rodean. Su necesidad de misericordia lo lleva también a desear que el Señor extienda misericordia a los que están cerca de él. Se ha sometido a la exhortación de Pablo: «Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos

En algún momento de su peregrinaje José entendió que él padecía el mismo mal que sus hermanos.

a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo» (Ef 4.32).

3. Una responsabilidad confiada a Sus hijos El tercer principio que ayudó a su restauración es su convicción de que la mejor manera de vencer el mal es obrando el bien, especialmente a aquellos que nos han injuriado (Ro 12.21). Frente al temor de los hermanos, los animó: «“Ahora pues, no temáis; yo proveeré por vosotros y por vuestros hijos”. Y los consoló y les habló cariñosamente» (50.21). La exhortación de Pablo acompaña una enseñanza absolutamente clara sobre el tema: «PERO SI TU ENEMIGO TIENE HAMBRE, DALE DE COMER; Y SI TIENE SED, DALE DE BEBER, PORQUE HACIENDO ESTO, CARBONES ENCENDIDOS AMONTONARAS SOBRE SU CABEZA» (Ro 12.20). El principio resume el proceder de Cristo quien, imitando el corazón de su padre, declaró: «Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir de ellos la misma cantidad. Antes bien, amad a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad no esperando nada a cambio, y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo; porque El es bondadoso para con los ingratos y perversos» (Lc 6.32–35). Ninguna obra desactiva tan eficazmente los sentimientos de odio y rencor hacia quienes nos agravian como el bendecirlos por medio de acciones concretas de bien. Quien elige este camino, de todo corazón, no puede permanecer mucho tiempo enojado con su prójimo. Su accionar acaba derritiendo su propio corazón. Sin habérselo propuesto alcanzará la verdadera libertad que el Señor concede a aquellos que han decidido no deber a nadie nada, sino el amarse unos a otros; porque el que ama a su prójimo, ha cumplido la ley (Ro 13.8). A P

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CITAS QUE HACEN PENSAR

Y el SEÑOR Dios hizo vestiduras de piel para Adán y su mujer, y los vistió. Génesis 3.21

El SEÑOR no puso su amor en vosotros ni os escogió por ser vosotros más numerosos que otro pueblo, pues erais el más pequeño de todos los pueblos; más porque el SEÑOR os amó y guardó el juramento que hizo a vuestros padres, el SEÑOR os sacó con mano fuerte y os redimió de casa de servidumbre, de la mano de Faraón, rey de Egipto. Deuteronomio 7.7–8 ¿Qué es el hombre para que lo engrandezcas, para que te preocupes por él? Job 7.17

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Por tanto, el SEÑOR espera para tener piedad de vosotros, y por eso se levantará para tener compasión de vosotros. Porque el SEÑOR es un Dios de justicia; ¡cuán bienaventurados son todos los que en El esperan! Isaías 30.18

Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia habéis sido salvados), y con El nos resucitó, y con El nos sentó en los lugares celestiales en Cristo Jesús. Efesios 4.4–6

Compasivo y clemente es el Señor, lento para la ira y grande en misericordia. No luchará con nosotros para siempre, ni para siempre guardará su enojo. No nos ha tratado según nuestros pecados, ni nos ha pagado conforme a nuestras iniquidades. Porque como están de altos los cielos sobre la tierra, así es de grande Su misericordia para los que le temen. Como está de lejos el oriente del occidente, así alejó de nosotros nuestras transgresiones. Como un padre se compadece de sus hijos así se compadece el Señor de los que le temen. Salmos 103.8–13

El tierno corazón del Padre

El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de El. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. 1 Juan 4.8-10

Ya que eres precioso a mis ojos, digno de honra, y yo te amo, daré a otros hombres en lugar tuyo, y a otros pueblos por tu vida. Isaías 43.4

HÉROES DE LA FE

e r d a P del

: o t r e i des ANTONIO ABAD (251-356) Breve reseña de su vida Antonio nació en Egipto, de padres prósperos. Este era, en ese tiempo, uno de los países que poseía una de las comunidades cristianas más apasionadas del Imperio Romano. Dos grandes figuras de la Iglesia habían surgido de aquí: Clemente y Orígenes. Cuando era niño lo iniciaron en la fe y desde esa edad mostró particular interés por los asuntos espirituales. A sus diecinueve años de edad, dos eventos cambiaron radicalmente el rumbo de su vida. El primero fue la pérdida de sus dos padres, probablemente causada por alguna peste. Por lo que repentinamente se encontró cargando la responsabilidad de cuidar a una hermana y de supervisar una gran finca, de unas 200 hectáreas. El segundo ocurrió unos seis meses después de la muerte de sus padres. Antonio meditaba sobre la postura del creyente frente a las riquezas. Cuando llegó a la reunión de la Iglesia leían el texto del Evangelio Según Lucas, en el que Jesús mandó al joven rico a que vendiera todas sus posesiones para

que pudiera seguirlo. Antonio sintió que aquellas palabras se dirigían específicamente para él. De modo que, donó la finca a la ciudad, ingresó a su hermana en un convento y se dedicó a practicar las disciplinas de la vida espiritual. En ese tiempo las disciplinas consistían en ayunos, oración, estudio de la Palabra, trabajo esforzado y privación del sueño. Así que, con otro ermitaño, se instaló en la zona y, durante los próximos años, visitó a decenas de ascetas, a fin de observar su estilo de vida y así fue incorporando a la propia aquellas prácticas que encontraba útiles en la devoción a Dios. Estaba convencido, como muchos de la época, de que la vida del espíritu se fortalecía cuando se le niegan al cuerpo los placeres. Comía una sola vez al día, después de la puesta del sol. Con frecuencia le alcanzaban comida cada dos o tres días. Dormía muy pocas horas por noche, generalmente tendido en el piso. En muchas ocasiones pasaba la noche entera en oración, buscando el rostro de Dios. Estaba persuadido,

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HÉROES DE LA FE

¿LO SABÍA USTED? • Los Padres del desierto eran un grupo de ascetas que huyeron al desierto para escapar del caos del Imperio Romano que, en esa época, iba en plena decadencia. Con frecuencia culpaban a los cristianos por esta situación y desataban sobre ellos feroces persecuciones. • Los Padres del desierto consideraban que la única forma de combatir los apetitos de la carne era sujetando el cuerpo a severas disciplinas personales. • Se creía que el ejemplo de una vida de devoción procedía de Juan el Bautista y de Jesús, ambos fueron formados en el desierto. • La reputación de estos ermitaños por su santidad motivaba a algunos discípulos a acercarse a ellos para imitar sus caminos. Igualmente, por la sabiduría que mostraban, reconocidos personajes de la época acudían a ellos para consultarlos. • Abba Juan el Corto resume la filosofía de ellos al comentar: «Si un rey desea tomar prisionera una ciudad hostil, primeramente toma rehenes y controla sus fuentes de alimento y agua. Cuando ya no soporten más el hambre, conseguirá sub-

literalmente, de que la incompatibilidad de los riquezas con la vida espiritual exigía cortar de manera radical con la cultura y la comodidad. Solamente aquellos dispuestos a pagar el precio accederían a los misterios más profundos de la vida en Cristo.

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yugarlos. Del mismo modo ocurre con el cuerpo. Si una persona practica con seriedad el ayuno los enemigos que atormentan su alma se debilitarán y se volverán insignificantes». • Antonio nunca aprendió otro idioma fuera de su copto natal, aunque el idioma internacional de la época era el griego. • Aunque algunos consideran a Antonio como el padre del monasticismo, no lo fue. Simplemente fue el asceta más destacado entre una multitud de personas que procuraron cultivar su vida espiritual en el desierto. • A pesar de que él prefería la soledad del desierto al tumulto de la ciudad, recibía la visita de muchas personas que llegaban a él en busca de sanidad, sabiduría u orientación en la vida. Su fama se extendió por toda la zona del Mediterráneo. • La biografía más célebre de Antonio la escribió uno de sus discípulos, Atanasio. En ella narra detalles de extraordinarias luchas que padeció contra demonios durante su estadía en el desierto. • Mientras que muchos huían al desierto por causa de las persecuciones, Antonio volvió a la ciudad para animar a sus hermanos a perseverar en su fe en medio del sufrimiento. • Por más de mil años después de su muerte, se consideró a Antonio como el monje más ejemplar de todos los tiempos.

Aunque muchos quedaron impresionados por el rigor de la vida de Antonio, él continuaba sintiéndose insatisfecho. De manera que escogió una tumba (una cueva) para encerrarse en ella y comprometió a unos amigos para que la cerraran,

dejando una pequeña abertura para que por ella le pasaran comida. Durante su estadía en esta tumba, que duró varios años, Antonio experimentó sus más intensas luchas espirituales, en muchas ocasiones lo atormentaron los demonios. Eventualmente fue socorrido por el Señor. Esta experiencia lo fortaleció en su vocación de vivir enteramente entregado a Cristo. Tenía treinta y cinco años cuando salió de la tumba, pero luego se enclaustró en una fortaleza abandonada. Mientras permaneció ahí sus colaboradores le llevaban alimentos, aunque nadie podía verlo, porque pidió que se sellara la puerta de entrada. Su fama crecía y muchas personas acudían al lugar para buscar consuelo y dirección. Antonio dialogaba con ellas con el portón de por medio, de esa manera, conseguía ministrar a las personas sin siquiera verlas. Luego de veinte años de aislamiento, Antonio sintió que Dios le ordenaba a que abriera el portón. La gente esperaba ver en él las marcas de un deterioro físico, pero, por el contrario, se veía saludable. Con este paso inició un ministerio público que combinaba períodos de trabajo en las ciudades con reclusión en el desierto. «Recordemos» —declaró a sus seguidores— «que no hemos sacrificado grandes cosas por el Señor, pues el mundo entero aún es insignificante en comparación con la grandeza del cielo». Por su influencia se iniciaron grandes comunidades monásticas. Antonio las asesoraba y supervisaba, ayudando a los miembros a establecer las clases de disciplina que les ayudaría a vivir en comunión plena con el Señor. Durante las persecuciones del emperador Maximiano, en el año 311, Antonio viajó a Alejandría con el deseo de animar a la Iglesia. Visitó a los enfermos y a los presos, y acompañó a muchos en su martirio por la fe. Por su fama, los romanos no se atrevían a condenarlo, de manera que aprovechó la libertad que le dieron para apuntalar a la comunidad de fe. Luego de varios años la persecución llegó a su fin y Antonio retornó al desierto, esta vez buscó instalarse en un monte río abajo, por el Nilo. Como Antonio se sentía molesto por las visitas de diferentes personas a su lugar de retiro, decidió cultivar su propia comida en lugar de

seguir recibiendo entregas. Plantó verduras y maíz, con los cuales se alimentaba a sí mismo y a sus visitas. Unos pocos discípulos se unieron a él en este lugar aislado. Ya tenía cuarenta años y los próximos sesenta y cinco pasaría su vida en ese monte. Su fama siguió con los años y, eventualmente, fue reemplazada por el asombro. Nadie creía que una persona, viviendo bajo tan estricta disciplina, viviría hasta la edad de 105 años. Falleció rodeado de sus discípulos y fue enterrado en una tumba en la zona. El ejemplo de perseverancia y sacrificio que dejó fue, quizás, el factor que más influyó a que emergieran comunidades monásticas en el occidente. Dichas comunidades llegaron a dominar la vida de la Iglesia durante los próximos mil años. A P

Principios dignos de imitacion 1. Resulta decisivo formar en la niñez la

espiritualidad a fin de que al llegar a la vida adulta ya se haya desarrollado como propia, sólida y productiva.

2. La fe ha alcanzado la etapa de madurez cuando el discípulo es capaz de discernir por sí mismo de qué manera particular se aplica la Palabra en su vida.

3. Cada persona es responsable de descubrir la manera más eficaz en que consigue fortalecer en el Espíritu su ser interior.

4.

El surgimiento de seguidores debe ser el resultado espontáneo de una vida de perseverancia y sacrificio, y debe conducir a la formación de ellos en discípulos.

5. La elección de un estilo particular de

espiritualidad nunca deja por fuera la conciencia de que se es parte de un cuerpo y, por lo tanto, también responsable de proveer para las necesidades integrales de ese cuerpo.

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PREGUNTAS PARA ESTUDIAR EL TEXTO EN GRUPO



Discípulos a medias

1. ¿Cuáles son las actitudes de los siervos del Señor que suelen dejar perplejo a Dios? 2. ¿Cuál es el significado básico de la figura de la torta no volteada? 3. En grupo, o personalmente, identifique las facetas de su carácter que necesitan voltearse hacia el fuego. Aquí resulta crucial la objetividad de los otros para darnos cuenta de lo que no conseguimos ver por nosotros mismos. 4. ¿De qué manera se consigue voltear la torta? 5. Explique la separación que realmente busca el Señor que sus discípulos practiquen. 6. ¿Cuáles podrían ser algunos signos de que la atrofia espiritual se ha iniciado en nosotros? 7. ¿Cuál es el hábito que debemos formar para no permitir que suframos de deterioro espiritual?

Romper con el pasado

1. Según el autor del artículo, ¿cuál es el secreto del perdón? 2. ¿Cuál es el precio del perdón? Piense en alguien en particular a quien necesita perdonar, ¿cuál es el precio que tendría que pagar para liberarse de la atadura del rencor? 3. ¿Cuál es la manera que el autor sugiere de perdonar lo imperdonable? 4. Si usted tiene un cuarto oscuro, ¿qué guarda en él? ¿De qué manera podría desocuparlo? 5. El autor sugiere un ejercicio para ejercitarse en la disciplina del perdón, pero no a todos les resulta eficaz el mismo ejercicio. Piense en su propio ejercicio y compártalo con otros, o con un grupo y pruebe su eficacia.

Cuando el servicio deprime

1. Según el autor, ¿cuál es el propósito de Dios de dejar a Elías vivir su crisis además de fortalecerlo? 2. ¿Que significa para Elías el monte de Dios? ¿Qué sería para usted el homólogo del Monte Horeb? 3. En la opinión del autor, ¿cual era la raíz de la depresión del profeta? 4. ¿Por qué el Señor no resulta impresionado ante el celo que Elías confiesa tenerle? 5. En esencia, ¿cómo se puede describir la frustración de Elías?, ¿encuentra usted algún paralelo entre la de Elías y sus propias frustraciones en el ministerio? ¿Cuáles serían las semejanzas y cuáles las diferencias? 6. ¿Cuál es lo nuevo que Elías tuvo que aprender acerca de Dios? 7. ¿Cuál es el clímax de la enseñanza de Dios a Elías? ¿Realmente en qué consiste el ministerio? 8. ¿Cuál es el énfasis del ministerio que usted desarrolla?, ¿en qué lo está enfocando?

Síntomas sugestivos 1.

Según el autor, ¿cuál sería una interpretación de «negarse a uno mismo» que no suprima ninguna parte de nuestra humanidad? 2. ¿Qué significa realmente que «todas las cosas son hechas nuevas»? 3. ¿Por qué es tan dañino dividir la vida en compartimentos?, ¿de qué manera podría reconocer usted si ese es su estilo de llevar la vida?, ¿cómo puede corregir ese hábito? 4. ¿Cuál es el gran riesgo de una vida de servicio que no está anclada en una relación personal y consistente con Dios? ¿Cuáles serían las señales para identificar si su servicio al Señor no ha caído en ese patrón de independencia de Dios? 5. ¿Cuál era el estilo de Jesús de abordar los conflictos? Señale lo que a usted le falta para seguir ese estilo. 6. ¿Cuál mensaje envían cada uno de los personajes, cuyos pecados y debilidades quedan completamente expuestos en el texto bíblico? 7. ¿Qué perdería el pueblo de Dios si usted escondiera sus debilidades?, ¿qué ganaría si las revelara?

Año 13 / Número 47

Bebés con discapacidad

Año 13 Número 47 San José, Costa Rica Tel.: (506) 2280-4400, Ext. 109 E-mail: [email protected] Web: www.viva.org

indice

Editora Catiuska Pérez Periodista Colaboradora Julissa Sánchez Foto de Portada Niño beneficiario del Programa Casa Viva (www.casaviva.org)

04 TRAUMAS INFANTILES

Los traumas infantiles son experiencias que marcan a las personas negativamente. Hoy se sabe que es posible superarlos. ¡Entérese cómo!

Diagramación y Diseño Impresionantes S.A. www.impresionantes.co.cr

12 EL DIOS NIÑO

Dios tiene una faceta de la cual no se habla ni piensa mucho y es la de “niño”, un niño que trae esperanzas y alegra corazones; un niño que tira piedras y disfruta con la sencillez, como lo haría cualquier otro.

13 ORACIÓN

Ya se acerca el Fin de Semana Mundial de Oración y hay mucho que usted puede hacer para celebrar en grande este significativo acontecimiento. Lo invitamos a involucrarse e interceder por la niñez más vulnerable.

Alcanzando a la Niñez es editada por el Centro Regional de Viva, América Latina y el Caribe. Los artículos y material editorial representan la opinión de los autores y no necesariamente la de los editores. Esta publicación constituye una excelente herramienta de apoyo para cristianos que laboran en ministerios relacionados con niñez y adolescencia. Nuestro objetivo es contribuir al intercambio de ideas e información para promover el desarrollo de ministerios cada vez más eficaces y que laboren bajo altos estándares de calidad, para transformar vidas para la gloria de Dios. También se publica como suplemento en la revista Apuntes Pastorales. Agradecemos el apoyo brindado por:

15 BEBÉS CON DISCAPACIDAD Aprenda de manera práctica cómo y cuando empezar el proceso de

estimulación temprana en el caso de un niño o niña con discapacidad. Aquí le damos 10 consejos útiles.

20 ATENCIÓN EN CRISIS

Las emergencias hacen que los adultos se enfoquen en otros aspectos y dejen de lado a la niñez, provocando así muchos temores en los niños y niñas. Aprenda qué hacer, para disminuir sus temores y ansiedad.

19 TRATA

La trata es uno de los negocios más lucrativos. Consiste en capturar, trasladar o mantener a una persona haciendo uso de amenazas, maltrato, engaño o abuso de poder con fines de explotación y lucro.

cartas Hermanos, Les saludo muy cordialmente desde Punto Fijo, Estado Falcón Venezuela. Como periodista dedicada a la labor de extender el reino de Dios a través de la predicación del evangelio (Directora del quincenario PAN DE VIDA) y la labor social en las comunidades sobre todo, a los mas pequeños quienes son los mas susceptibles en todos los aspectos, deseo suscribirme para recibir material de Alcanzando a la Niñez, y ser multiplicadora de los recursos que ustedes ofrecen. Les bendigo en el nombre de Jesucristo y declaro sobre las familias y el ministerio de todo el equipo que se dedica a tan importante labor, la bendición sobreabundante de Dios sobre sus vidas, y les continúe dando fuerzas y proveyendo los recursos necesarios para continuar con esta hermosa tarea.

Liris M. Lásser Miembro activo de la Iglesia Las Buenas Nuevas Punto Fijo. Venezuela - Enviada por e-mail

Es hora ya de que las iglesias lideren la visión para erradicar los problemas de la niñez. El Reino de Dios es el estandarte de lucha para que los cristianos sepamos que la voluntad de Dios es vivir en un contexto de solidaridad, amor, bienestar, dignidad y vida en plenitud. Esto significa que tenemos el modelo previsto por Dios para transformar la sociedad actual que se caracteriza por el dolor, la violencia y la muerte. Entonces, si el Reino de Dios es la propuesta de Nuestro Padre, nos corresponde a los cristianos liderar esa visión, para que sea una realidad en la sociedad. En la visión de Dios, el Reino de los Cielos puede empezar como un gesto pequeño de buenas noticias (la semilla de mostaza) y crecer hasta ser sustentador e inspirador de todas las acciones que emprenda la sociedad. En conclusión, la transformación de los paradigmas malignos que tienen capturada a la sociedad actual, se dará cuando los ciudadanos del Reino seamos capaces de asumir nuestro rol transformador. Una de las señales más poderosas del Reino es la unidad. La unidad, que no significa unanimidad como sabemos, sino que es una obra permanente de esfuerzo por parte de los integrantes del Cuerpo de Cristo. Pero no hablemos hoy de lo eficaz y efectiva que es la unidad; más bien hablemos de lo transformadora que es para los que no están dentro de la iglesia. En la oración de Jesús en el Huerto de los Olivos todos sabemos que oró por la unidad. Y es que las señales del Reino empiezan cuando lo que hacemos lo hacemos en unidad para que “el mundo crea” (Juan 17). Debemos pensar en lo siguiente. Probablemente uno de los actores sociales más poderosos para transformar la sociedad inaceptable son los gobiernos nacionales y locales. Tienen recursos, capacidad de crear políticas, programas, proyectos, invertir, formar y muchas otras herramientas y cualidades. Ni la iglesia con su gran capacidad podría hoy sustituir lo que los gobiernos pueden y deben hacer por la transformación de nuestra sociedad y de la situación de la niñez. El asunto es si los gobiernos nacionales y locales tienen en la actualidad la visión correcta y están haciendo lo que por obligación y función les corresponde. Mi respuesta es que no. Es allí donde las iglesias deben salir de sus barrios o ciudades y acercarse con determinación a los gobiernos, no constituyéndose en gobierno o sustituyéndolos, sino exigiendo que su accionar sea conforme a los valores del Reino, y que su impacto favorezca la justicia del Reino de Dios para la niñez. Por mucho tiempo nos hemos guardado esta arma de ser la voz profética de los que no tienen voz, y hemos estado trabajando solo al interior de nuestras propias congregaciones, o denominaciones. Hay que salir y evangelizar a los gobiernos locales y nacionales (llevar las buenas noticias del Reino de Justicia y Vida plena que exige Dios).

LA IGLESIA DEBE LIDERAR la transformación

Estás noticias eso sí, no serán tomadas en serio, si creemos que a los gobiernos y sus líderes se les transforma solo por citar versículos o por regalarles una copia de la Palabra de Dios. A los gobiernos debemos ir con propuestas de trabajo claras y viables, con ejemplos de cambio transformador en nuestros programas y comunidades, demostrando una calidad inmejorable en lo que hacemos, garantizando transparencia en cada recurso que invertimos, y sobre todo, uniéndonos para ser una fuerza a la que no se puede ignorar. Dios no quiso que la iglesia tuviera solo ella, en sí misma, la capacidad de transformar todo lo que el Reino de Dios nos dicte a cambiar. Creyó en la verdad que construye, porque todos tenemos un pedazo de ella, y que veremos señales del Reino de Dios solo cuando logremos que otros se transformen y sean parte de su construcción. La iglesia de Cristo puede liderar la transformación y crear soluciones a la niñez cuando en su visión salga hacia los “gentiles” y los convenza de lo que deben hacer. No seamos egoístas ni miopes, que las bendiciones del Reino no solo son nuestras, compartámoslas.

Alfredo Mora

Director Regional Viva América Latina y el Caribe

Sí es posible superar una

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experiencia traumática. Entre más temprano se reciba la ayuda adecuada, mayores posibilidades de recuperación habrá. El resultado es una persona segura de sí misma que si bien recuerda la experiencia traumática, lo hace, pero sin el dolor, miedo, ira o ansiedad paralizantes que la caracterizaban inicialmente.

El niño de esta fotografía no tiene relación con el tema en mención. El uso de esta foto es meramente ilustrativa.

No es la experiencia en sí misma la que determina la vivencia del trauma, sino, el significado que ésta adquiere para cada persona en particular, dependiendo de diversas situaciones.

No es lo mismo hablar de Traumas que de Experiencias perturbadoras de la vida. En las primeras, la propia vida o la de alguien significativo estuvo en peligro; mientras que en las segundas, la que estuvo comprometida no es la vida, sino la integridad emocional.

Por: Gabriela Segura Fonseca.* ¿Quién no ha escuchado alguna vez expresiones como: “¡Pobrecito/a, eso que le pasó lo/a va a marcar toda su vida!”, o, “Cuando yo era pequeña/o me pasó algo que me marcó para el resto de mi vida”? Al escuchar la palabra “trauma”, la mayoría de personas tendemos a asustarnos y a preocuparnos con gran intensidad, pues asociamos

el término a situaciones trágicas como catástrofes naturales (terremotos, inundaciones y similares) o a aquellas situaciones ocasionadas por las personas (guerra, violencia, accidentes automovilísticos, entre otros). Empezaremos por aclarar el significado de la palabra “trauma”, para, poco a poco, adentrarnos en sus particularidades y finalizar discutiendo las posibilidades de recuperación.

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Amistad es un ministerio sin ánimo de lucro, interdenominacional e internacional que ofrece instrucción religiosa a jóvenes y adultos con discapacidad cognitiva. Los materiales permiten el trabajo durante dos años. El material del primer año trata acerca de Dios Padre y el del segundo año, acerca de Jesús, nuestro Salvador.

Cada programa de Amistad incluye: • • • •

Una guía general. Un juego de recursos para líderes. Un juego de recursos para alumnos (jóvenes y adultos). Un cuaderno con ilustraciones.

Para mayor información, contáctenos: [email protected] www.ministerioamistad.org

El Ministerio Amistad cree firmemente que: • Todos somos creados a imagen de Dios y somos merecedores de su amor y justicia, tanto en nuestra sociedad como en nuestras iglesias. • La redención es un regalo de Dios para todos. Ésta no depende de un cierto nivel de inteligencia. • La Iglesia está completa sólo cuando incluye a todos los hijos e hijas de Dios, y cuando ve a todas las personas iguales ante los ojos de Dios, a través de sus propios ojos.

¿Qué es un trauma?

La palabra trauma se origina en el griego y literalmente significa “herida”. Al utilizarla en nuestros días también hacemos referencia a heridas de carácter emocional, no solo físicas. Las primeras son las que nos interesan en este artículo.

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Los traumas tienen una dimensión profundamente subjetiva, pues una misma experiencia puede ser más o menos traumática para diferentes personas, dependiendo de una serie de factores, que van desde el significado específico que cada quien le asigne a la situación, el momento de la vida en que la experiencia se presenta (la niñez o la vejez, por ejemplo, representan períodos de mayor vulnerabilidad), hasta el grado de cercanía al evento en sí y el estado de salud en general, entre otros. Así las cosas, no es la experiencia en sí misma la que determina la vivencia del trauma, sino, el significado propio que ésta adquiere para cada persona en particular, dependiendo de las situaciones mencionadas. Podemos además hablar de Traumas (de T mayúscula) y Experiencias perturbadoras de la vida (Shapiro, 2004; 2009). La diferencia radica en que los Traumas implican que la propia vida o la de alguien significativo estuvo en peligro: debido a accidentes, secuestros, asaltos, abusos sexuales, guerras y similares. Mientras que en las Experiencias perturbadoras de la vida no existió peligro de perder la vida, sino que estuvo comprometida la integridad emocional: experiencias de rechazo, pérdida o abandono, maltrato verbal y psicológico, por ejemplo. Y, aunque podríamos tender a pensar que probablemente los efectos de los Traumas sean más dramáticos, las investigaciones han demostrado que las personas que han sido expuestas una y otra vez a las Experiencias perturbadoras de la vida, experimentarán efectos más devastadores y duraderos que las que han sido víctimas de una sola experiencia de Trauma con T mayúscula (Shapiro, 2009). Ahora, tratándose de niñas y niños, tengamos en cuenta que:

“Los niños son extremadamente vulnerables a los acontecimientos traumáticos y muchos acontecimientos que los adultos considerarían ordinarios, ellos los experimentan como amenazantes para su vida (…) Un niño solo, hambriento y llorando en una habitación vacía durante un largo período de tiempo puede sentir que nadie le cuida (…) Para este niño, la carencia de atención es un trauma que puede afectar a su futuro desarrollo” (Lovett 2000:37).

¿Cómo saber si una experiencia tiene el potencial de ser vivenciada como un trauma? Si el evento es dramático o estresante, ocasiona un estado de desequilibrio en la persona y le hace sentir que lo sucedido “es más grande que ella”. Existe mucha posibilidad de que sea experimentado como traumático. En consecuencia, la persona sentirá que los recursos y estrategias que ha utilizado en el pasado para enfrentar las dificultades, en esta ocasión no son suficientes. A la vez, esto genera sentimientos de impotencia que derivan de la incapacidad que siente para enfrentar las circunstancias abrumadoras confrontadas.

Los traumas infantiles Con respecto a las niñas y a los niños, debemos sumarle el factor de vulnerabilidad que está presente por el simple hecho de ser menores de edad: • A menor edad, más concreto su desarrollo cognitivo o intelectual. Para la mayoría de las niñas y niños esto implica que su nivel de entendimiento de la situación traumática es mucho más limitado que el de una persona adulta. • Sin embargo, la vivencia emocional puede resultar abrumadora, pues aunque no comprendan con claridad lo que sucede, sí experimentan los estados emocionales intensos que acompañan la vivencia: miedo, angustia, soledad, impotencia, tristeza y similares. • A pesar de eso, las niñas y los niños no suelen comunicar sus emociones como lo hacemos las personas adultas. Los cambios abruptos en su conducta pueden ser el mayor indicador de desequilibrio y malestar emocional. Por ejemplo, temor a estar o dormir a solos/as, cambios significativos en el rendimiento académico, conductas agresivas o más bien retraídas y regresiones (retrocesos a conductas anteriormente superadas como control de esfínteres o dejar de hablar como bebé, por ejemplo). • Su condición de dependencia de las personas adultas puede convertirse en una desventaja, pues de la forma en que éstos y éstas enfrentan sus propias adversidades, las niñas y niños aprenderán a lidiar con las suyas. Si las personas adultas se permiten expresar sus emociones con libertad, buscar ayuda cuando lo requieren y enfrentar las dificultades en forma realista, pero, a la vez esperanzada y con una fe equilibrada, las niñas y los niños a su alrededor absorberán poco a poco y en forma natural estas actitudes. Pero, si más bien reprimen sus emociones pretendiendo que “nada ha pasado”, se rinden, aíslan o paralizan por largo tiempo, las niñas y niños recibirán un mensaje errado acerca del dolor y su lugar en la vida de las personas.

¡Mucho cuidado! Los niños y niñas aprenderán a lidiar con los traumas o experiencias perturbadoras, tal como lo hacen los adultos de su entorno. Si éstos se permiten expresar sus emociones con libertad, buscar ayuda y enfrentar las dificultades en forma realista, esperanzada y con una fe equilibrada, las niñas y los niños absorberán en forma natural estas actitudes. Pero, si reprimen sus emociones, se rinden, aíslan o paralizan, las niñas y niños recibirán un mensaje errado acerca del dolor y su lugar en la vida de las personas.”

¿Es un trauma una marca para toda la vida? Definitivamente una experiencia traumática NO tiene por qué ser concebida como irreparable y causante de limitaciones que nos acompañarán durante toda nuestra vida. Entre más temprano se reciba la ayuda adecuada, mayores posibilidades de recuperación hay. Pero éstas obedecen a una serie de factores y algunas personas tienen más o menos potencial para lograrlo, dependiendo de sus recursos personales y las redes de apoyo con que cuenten. Aún así, en el presente se sabe con certeza que las experiencias traumáticas generan una serie de desequilibrios neurológicos que repercuten en el desarrollo intelectual, físico y emocional, que pueden ser corregidos cuando se ofrece la ayuda adecuada (Schore, 1994). Como resultado, la persona continuará recordando la experiencia, pero sin el dolor, miedo, ira o ansiedad paralizantes que la caracterizaban inicialmente. Igualmente podrá recobrar la seguridad en sí misma y en el mundo (Shapiro, 2004). Por su parte, la iglesia tiene un gran potencial al ofrecer espacios de consuelo, aceptación, compañía y trabajo en equipo con profesionales calificados/as, entendiendo la misión como una que debe desarrollarse únicamente en forma integral, tal y como Jesús mismo lo hizo.

Las investigaciones demuestran que son más devastadores los efectos de estar sometidos a constantes Experiencias perturbadoras de la vida que a una sola experiencia de Trauma.

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* ¿Cómo ayudar a las niñas y a los niños que viven experiencias traumáticas? A continuación compartimos algunas sugerencias para responder a esta pregunta:

* No menosprecie las vivencias de las niñas y de los niños Recuerde que aunque desde nuestra perspectiva adulta tendemos a creer que las niñas y los niños “no entienden”, lo cierto es que sí necesitan información acorde con su edad y madurez. Es decir, tienen derecho a conocer la mínima cantidad de información referente a lo sucedido, para ayudarles a disminuir la ansiedad, tener algún sentido de control y estabilidad en medio del caos. Responda con honestidad solamente las interrogantes que planteen, pues las niñas y los niños preguntan únicamente aquello que tienen la capacidad de manejar.

* Abra espacios para que se expresen a su manera Tome la iniciativa para hablar y preguntarles cómo se sienten. Recuerde que la expresión verbal no es exactamente la forma más fácil de expresar sentimientos para una niña o un niño, así que déles la libertad de hacer dibujos o demostrarle con juegos lo que sienten.

* Mantengan una actitud realista, pero resiliente y ayúdelos para que hagan lo mismo Las personas deben reconocer su propio dolor y permitirse expresar su humanidad con libertad. El sufrimiento y la adversidad son parte de la experiencia humana y, como tales, debemos aceptarlos y tratar de sobrellevarlos de la manera más sana posible. Sin embargo, la Biblia también nos enseña que la esperanza siempre forma parte del repertorio de recursos con que contamos para caminar por la vida. Las personas resilientes son aquellas que no solo enfrentan la adversidad, sino que logran salir enriquecidas de ella. Acepte y exprese el dolor, pero también transmita la idea de que estas situaciones son temporales y podemos recuperar la fuerza para seguir adelante con la ayuda del Señor.

* Asuma su rol adulto y busque ayuda profesional cuando sea necesario Ante cualquiera que sea el evento traumático, recuerde que usted es la persona adulta. Le corresponde cuidar y proteger a las niñas y a los niños, además de modelar cómo enfrentar lo sucedido. Pero, si usted también se encuentra desequilibrado/a por el trauma, o no tiene claro cómo ayudar, no dude en buscar ayuda profesional calificada. Entre más pronto lo haga, mejor pronóstico de recuperación habrá para todas las personas afectadas.

* Comprenda que existe la posibilidad de experimentar una crisis de fe y modele cómo lidiar con ella Sentirse abandonado/a por Dios, con desesperanza y débil en la práctica de la fe, forma parte de las reacciones normales que gente sana desarrolla ante eventos fuera de lo normal (Lating, 2008). A veces estas reacciones aparecen hasta semanas o meses después del acontecimiento. Pero, si surgen, es fundamental que usted recuerde que son normales y pasajeras. Sin embargo, aunque sus creencias estén debilitadas y sus deseos de orar o leer la Biblia hayan disminuido, no deje de congregarse o mantenerse conectado con su comunidad de fe. La compañía y consuelo de sus hermanas y hermanos le permitirán ir, poco a poco, recuperándose y renovando su fe con una perspectiva más madura y realista. Lo que, al mismo tiempo, transmitirá a las niñas y a los niños el mensaje de que las dificultades y la ambivalencia son parte de la vida, pero Dios sigue siendo el mismo a pesar de ellas, y posee la fuerza y sabiduría que nos hace falta en momentos como esos. (*) Gabriela Segura es psicóloga, especializada en Intervención en Crisis y Psicotraumatología. E-mail: [email protected]

Las niñas y los niños no suelen comunicar sus emociones como lo hacemos las personas adultas. Los cambios abruptos en su conducta pueden ser el mayor indicador de desequilibrio y malestar emocional. La Iglesia tiene un gran potencial al ofrecer espacios de consuelo, aceptación, compañía y trabajo en equipo con profesionales calificados. De esa forma podrá cumplir su misión de manera integral.

Referencias Bibliográficas Lating, J. (2008). Individual Crisis Intervention and Group Crisis Intervention. Course Workbook. EEUU: ICISF (International Critical Incident Stress Foundation). Lovett, J. (2000). La curación del trauma infantil mediante DRMO (EMDR). Barcelona: Paidós. Shapiro, F. (agosto, setiembre 2009). EMDR Theory, Research and Practice. Ponencia presentada en EMDRIA Conference. Atlanta, Georgia, EEUU. Shapiro, F. (2004). EMDR. (Eye Movement Desensitization and Reprocessing). Desensibilización y reprocesamiento por medio de movimiento ocular. México: Editorial PAX. Schore, Allan N (1994). Affect Regulation and the Origin of the Self. The Neurobiology of Emotional Development. EEUU: Psychology Press.

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To d o s deberíamos hacer el ejercicio de pensar en el Dios niño. Eso nos llevaría a dimensiones diferentes, muy diferentes a cuando pensamos en Dios como el Padre, el Sanador, Pastor, la Puerta, la Roca, entre otros. Pero entonces ¿Por qué nos cuesta tanto pensar en Él como “un niño”? - ¡No puedo imaginarme a un Jesús sonriendo! Decía una señora. - ¡Cada vez que pienso en Dios, me da miedo, pues lo imagino acusándome!, aseguraba un joven.

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* abezas ander C viva.org x le A r Po as@red acabez

Declaraciones como éstas reflejan una comprensión desfigurada del concepto de Dios, por supuesto, pero en gran medida son las que hemos “comprado”, “vendido” o “promocionado”, durante generaciones. Eso mismo se ha encargado de mostrarnos una cara de un Dios: serio, aburrido, acusador, atemorizante, o con otras peculiaridades, por cierto, más presentes en muchos de nosotros los adultos, que en el mismo Dios. Quizás es por ello que me atrevo a decir que Dios nos permite capturar su esencia de niño, en diferentes escenas tales como: Tirando piedras como los niños y las niñas (Josué 10:11). Jugando a las luchitas (Génesis 32: 24). Jugando a las “escondidillas” (Éxodo 33:23). No teme “jugar con barro”, con tal de esculpir luz a un ciego (Juan 9:6). Es el “Dios juguetón”, como algunos se han atrevido a llamarle, quien confunde lógica de los sabios y entendidos (1 Corintios 1.19). Nos causa expectativa, cuando nos promete un nuevo nombre escrito en una piedrecita (Apocalipsis 2:17). Sabe atrapar los misterios insondables del Reino, para soltarlos en sencillas, pero profundas palabras transformadoras que llamó: Parábolas. Nuestro Dios niño, es el mismo que irrumpe la eternidad; desciende desde los cielos y al siguiente momento lo encontramos en la sonrisa encantadora de ¡un bebé envuelto en pañales! ¿Querrá este “Dios niño” también jugar con nosotros?, Quizás; siempre y cuando estemos dispuestos a no envejecer en nuestro espíritu y a presentarlo joven, fresco y dinámico, a él y a sus palabras. Cuando mostremos a Dios a través de un rostro divino más cercano, más accesible, y por ende, un evangelio más humano, será entonces cuando comenzaremos a conocer al “Dios niño” que, espera que también nosotros nos hagamos como Él y entremos a su bello jardín, que dulcemente llamó: Reino. * Teólogo, coordinador de Relaciones Eclesiásticas en Viva

Un niño o una niña en medio de nosotros es el tema que Viva ha sugerido como lema para todas las actividades mundiales de oración y para la Guía de Oración por la Niñez en Riesgo de este año 2010. Cada página busca recordarnos el por qué la niñez debe estar en el centro de nuestras acciones y oraciones. El mensaje de las Buenas Nuevas que anunciaba Jesús no fue comprendido en todas sus dimensiones por parte de sus seguidores, quizás por eso, sus discípulos trataron de impedir que los niños y niñas vinieran a Jesús. Sin embargo Jesús hizo algo que probablemente conmocionó a la gente de esa época: “Los tomó en sus brazos y los bendijo” (Marcos 10:16). Demostrando así que el servicio que debemos realizar a favor de la niñez es prioritario y urgente, ante los enormes desafíos que se presentan hoy en día en la vida de los niños y las niñas en todo el mundo, quienes muchas veces se encuentran EN MEDIO DE NOSOTROS.

El Fin de Semana Mundial de Oración (FSMO) se llevará a cabo este año el sábado 5 y domingo 6 junio. Únase usted también a esta celebración e interceda por la niñez de su país y del mundo entero.

A continuación, algunos de los temas de la Guía de Oración por la Niñez en riesgo 2010:

Niños y niñas entre nosotros que sufren violencia Según UNICEF, millones de niños y niñas huyen de sus hogares por la violencia y el maltrato. De los 185 millones de menores de 18 años que viven en Latinoamérica, 6 millones sufren violencia extrema y aproximadamente 80.000 mueren en sus propios hogares, cada año.

Niños y niñas entre nosotros sin oportunidad de educación

Se estima que hay 700 millones de niños y niñas en edad escolar y más de 121 millones que no asisten a la escuela a nivel mundial. Esto principalmente en el Sur de Asia y en las áreas del Sur del Sahara, en África, donde la pobreza es el común denominador.

Niños y niñas entre nosotros que sufren por causa del hambre • Más de 140 millones de niños y niñas están desnutridos y 5.6 millones mueren cada día de inanición. • La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que 12 millones de niños y

niñas, son víctimas, cada año, de tráfico para la explotación y el trabajo forzado. En India, los niños y niñas son explotados y terminan trabajando como esclavos para pagar las deudas en que sus familias han incurrido. Ante estas condiciones, damos gracias a Dios por las diferentes respuestas que la Iglesia del Señor está modelando en todo el mundo al abrazar, bendecir proteger y cuidar a los niños y las niñas en situación de vulnerabilidad extrema. Les animamos a descargar la GUÍA DE ORACIÓN POR LA NIÑEZ EN RIESGO 2010 en nuestro sitio Web www.viva. org y continuar leyendo los testimonios

de impacto, estadísticas, actividades y peticiones de oración por la niñez de diferentes partes del mundo.

Actividades de oración sugeridas para ser efectuadas antes, durante o después del FSMO • En un grupo con personas de diferentes edades, hable sobre las cosas que aprendieron cuando fueron niños y niñas y estuvieron en la escuela. Pregunte hasta que año estudiaron y cuáles factores encontraron que beneficiaron y obstaculizaron su educación. Hable sobre los niños y las niñas de hoy que no tienen la oportunidad de estudiar. Se recomienda incluir otras estadísticas, videos, imágenes o recursos para enriquecer la dinámica. Pase tiempo orando por las situaciones por las cuales los niños y las niñas no pueden estudiar. • Coloque un paquete de galletas pequeño sobre la mesa. Motive al grupo para que se siente alrededor de una mesa. Reparta las galletas de manera no igualitaria. Algunos tendrán más galletas, para otros no habrá suficiente. Pregunte: ¿Cómo les hizo sentirse el hecho de que algunos recibieron más y otros menos? ¿Quién quedó con ganas de comer más galletas? Comente que muchos niños y niñas en el mundo comen pequeñas porciones de comida diariamente y algunos pasan días sin comer, mientras que otros comen más de lo que necesitan. Al igual que en el ejercicio anterior, busque más recursos para enriquecer esta dinámica y finalicen orando por las necesidades de la niñez. 14 ::

De los 185 millones de menores de 18 años que viven en Latinoamérica, 6 millones sufren violencia extrema, y aproximadamente 80.000 mueren en sus propios hogares, cada año. ¡Oremos y eduquemos a las familias para que esto se detenga! *Coordinador de Relaciones Eclesiales de Viva, América Latina

Oración

por la niñez en riesgo Señor, Nos unimos en tu nombre solicitando que toques la vida de los niños y niñas que, aún no han conocido un gesto de cariño, o la calidez de unos brazos que ofrecen amor, seguridad y protección. Oramos para que los llantos desconsolados de los niños y niñas que hoy sufren a causa de la violencia, puedan ser transformados en alegrías y sonrisas, capaces de contagiar a este mundo. Te suplicamos Señor que sanes a nuestra tierra, quien también llora por el ave que perdió su nido, el bosque a sus árboles, los ríos su pureza y la niña que se quedó sin zonas verdes para jugar. Imploramos tu perdón, porque olvidamos que extendiendo nuestros brazos, abriendo nuestros corazones y levantando nuestras voces, es como también servimos a nuestros niños y niñas y hacemos tu voluntad aquí en la tierra.

Para descargar la guía de oración, versión en español visite www.viva.org (sección América Latina). Si tiene problemas o dudas escriba a acabezas@ redviva.org

Amén.

Ante el nacimiento de un bebé con discapacidad son muchos los sentimientos que afloran, muchos de ellos cargados de negativismo y tristeza, debido al desconocimiento y la frustración inicial que suele ocasionar la noticia. No obstante, los expertos en materia de discapacidad opinan que en estos casos, el proceso de estimulación temprana debe empezar cuanto antes, y entre más informados estén los padres y cuidadores, mejor será.

Consejos para ayudarlos en su desarrollo A continuación algunos consejos generales que lo acompañarán en este desafiante comienzo. Todas estas recomendaciones han sido tomadas del libro de la autora Sarah Newman titulado: “Paso a Paso, Juegos y Actividades para ayudar al niño o niña con necesidades especiales”. Cabe mencionar que aunque estas son recomendaciones para estimular a bebés o niños (as) pequeños (as) con alguna discapacidad, son exactamente igual de aplicables para cualquier otro bebé sin condición de discapacidad.

Provéale un entorno adecuado para jugar y aprender. Los niños o niñas se distraen con facilidad y, más aún si tienen problemas que dificulten su concentración. El lugar donde se realizarán los ejercicios de estimulación debe ser seguro, bien iluminado y libre de distracciones (apague el televisor o radio, siempre). El niño o niña debe estar tranquilo, sin hambre ni cansado (a). Eso aumentará las probabilidades de conseguir una mejor respuesta y aprendizaje. Siéntese frente a él o ella. El estar sentado frente a él o ella cuando se jugamos o se les habla les ayudará a establecer un mejor contacto visual. Es importante que el pequeño pueda ver su rostro, boca, ojos y expresiones. Eso le ayudará a aprender por imitación. Enséñele las cosas paso a paso. Primero que todo paciencia, las cosas que parecen sencillas para usted como adulto, no lo son para un niño o niña y mucho menos si tiene alguna discapacidad. No intente enseñarle una habilidad de principio a fin, sino de manera gradual. Por ejemplo, si quiere enseñarlo a comer con una cuchara, empiece llenándola con comida, luego enséñele a acercársela a la boca (acompañando su mano sujeta por la suya). Luego, cuando ya domine esta etapa, podrá enseñarle a desplazar la cuchara de nuevo hasta el plato, y a llenarla otra vez. Simplifique las cosas. Las habilidades que quiere enseñarle a su hijo o hija deben ser fáciles de comprender. Cuando él o ella ya domine las cosas más básicas, pasen a una segunda etapa. Por ejemplo, empiecen jugando con rompecabezas simples de armar, de muy pocas piezas, de fácil armado y diseño comprensible. Si usa material para ensartar, asegúrese que sean bloques con hoyos grandes y que tengan un cordón grueso y rígido, antes de usar hilos de algodón suaves con cuentas pequeñas. Empiece con objetos que se adapten cómodamente a la mano del niño (a) para que pueda manipularlos con facilidad. Los objetos muy grandes pueden ser tan difíciles de manipular, como los muy pequeños.

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Utilice objetos de su interés para llamar su atención. Por lo general, los niños o niñas con discapacidad no siente la necesidad inmediata de explorar y experimentar con juguetes u objetos y es probable que haya que motivarlos con algo que llame su atención para lograr mayor éxito en el aprendizaje. Elógielos bastante. Ellos necesitan una dosis de elogio adicional y exagerada de estímulo, pues les es más difícil captar la satisfacción o aprobación de los adultos. Al principio, el elogio debe ser extraordinario y teatral. Háblale, hágale señas, apláudalo y dele palmaditas en los hombros para potenciar que el elogio. Ya cuando vaya dominando las habilidades, usted podrá moderar y disminuir sus manifestaciones de elogio. Ofrézcale recompensas. Si él o ella no encuentra los elogios lo bastante motivadores, recurra a recompensas tangibles (comida, mimos o juegos o actividades de su interés). Acostumbre a hacer rotación de juguetes. En general, los niños y niñas se aburren con facilidad con los juguetes que están permanentemente a la vista. Guarde bien algunos juguetes en un armario y cámbielos cada 3 meses. Asegúrese de que su niño (a) tenga variedad de juguetes (en cuanto a colores, formas y texturas). Al hacer esta rotación, es posible que él (ella) los reciba como si nunca los hubiera visto.

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Prepárese para una posible “no respuesta”. Una de las cosas más difíciles o que más desmotivan a los padres o cuidadores de niños o niñas con discapacidad es la ausencia de respuestas por parte de los chicos o chicas con necesidades especiales. No hay mucho que hacer al respecto, más que aceptarlos y amarlos como son, con todas tus fuerzas. Aún cuando usted piense que no hay respuesta, sí la hay, pero de un modo diferente y a muy baja escala, casi imperceptible. Tenga la seguridad de que su hijo o hija disfruta de eso. En definitiva, el consejo es que continúe mostrando afecto, sonriéndole, mimándole, jugando con él (ella) y estimulándolo con actividades que les hagan pasar momentos diferentes, de aprendizaje y disfrute. Sea perseverante y paciente. Los niños y niñas con discapacidad tienen un tiempo de respuesta más prolongado del estamos acostumbrados, concédales más tiempo. Por ejemplo, un niño con parálisis cerebral podría tardar muchos segundos para responder con sonrisas, pronunciación de palabras o a mandatos a simple vista “sencillos”. Dele todo el tiempo del mundo, tenga paciencia.

¿Cómo orientar a niños y niñas en situaciones de crisis? Por: Gabriela Segura Fonseca*

Ante situaciones de emergencia (como desastres naturales, por ejemplo), posiblemente muchos niños y niñas se hacen preguntas difíciles de responder y, al mismo tiempo, pueden sentir temor e inseguridad de manera significativa. Una situación de este tipo representa una gran oportunidad para ayudarles a

Si un niño o niña pregunta: ¿Por qué Dios permite que pase esto? Lo más probable es que usted no tenga una respuesta. Sea honesto y acepte que aunque usted no puede responder a ese cuestionamiento, sí puede ofrecer su compañía y apoyo incondicional al niño o niña.

desarrollar actitudes caracterizadas por la resiliencia, entendida como la capacidad de recobrarse de la adversidad con mayor fortaleza, recursos y seguridad en sí mismos/as; especialmente tratándose de niños y niñas menores de 8 ó 9 años de edad.

Algunas características de los niños y niñas menores de 9 años 1. Su pensamiento es sumamente concreto, por lo que requieren explicaciones simples y cortas. Las respuestas que no les sean dadas, estimularán la tendencia a fantasear y crearse sus propias explicaciones, generalmente, muy alejadas de la realidad.

4. Además, las figuras adultas que tienen alrededor son el modelo a seguir también ante este tipo de circunstancias. Así que, si sus padres, maestros/as u otras personas adultas significativas entran en pánico y tienen reacciones incontrolables de inseguridad o ansiedad, con mucha más razón los niños y niñas, pues se sentirán solos/as y desprotegidos/as. Especialmente si este tipo de reacción de las personas adultas no disminuye conforme el tiempo pasa.

2. Por eso, cada niño o niña necesita recibir la información básica indispensable que le explique lo que sucede. De lo contrario, la carencia de información producirá ansiedad y temor. 3. Es natural que las emociones sean muy intensas y les inunden, pues no tienen la madurez intelectual de las personas adultas para entender lo que está pasando. En estos momentos necesitan mucha comprensión.

Ante situaciones de crisis, debido a emergencias, a los niños y niñas es importante darles explicaciones simples y cortas. La no respuesta puede aumentar su ansiedad o temor.

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Cómo orientarlos en situaciones de crisis No responda más allá de lo que indagan. Los niños y niñas preguntan aquello que tienen la capacidad de enfrentar. Darles más información de la que piden podría incluso resultar perjudicial, porque les hará sentir ansiedad e impotencia.

Manténgase pendiente de sus reacciones ante lo que ven en televisión o escuchan en la radio o el vecindario. Elimine o supervise dichos estímulos, especialmente si nota que la exposición a ciertas imágenes o comentarios les está perjudicando.

Dé respuestas cortas y sencillas, acordes con su edad. Si es necesario, use elementos concretos para ilustrar. Por ejemplo en el caso de terremotos, para ilustrarles la situación, haga lo siguiente: deposite tierra en una taza plástica transparente y sacúdala para explicarles que a veces la tierra se mueve y todo lo que había en la superficie se ve afectado por esos movimientos.

Tenga en cuenta que para algunos niños y niñas la hora de dormir puede ser especialmente difícil durante estos días. Incluso puede ser necesario que duerman acompañados/as por los padres, hermanos mayores o alguna otra persona adulta significativa y de confianza. Procure un ambiente agradable y calmado antes de dormir, que favorezca hablar acerca de cómo se sienten y permita hablar y orar por lo que les preocupa.

Asegúreles que en los próximos días una persona adulta de confianza les acompañará y sabrá qué hacer para protegerles y cuidarles. Esto es especialmente importante para aquellos niños y niñas que estaban solos/as durante el evento.

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No se canse de responder sus preguntas. Hablar y preguntar es una estrategia para canalizar la ansiedad que el evento ha producido. Eso sí, sea consecuente, si la pregunta se repite, dé la misma respuesta, de lo contrario, sentirán que usted no sabe lo que dice y eso les producirá gran inestabilidad emocional. Responda con humildad y honestidad. Cuando le hagan una pregunta que no pueda responder, diga “No sé la respuesta, pero me comprometo contigo a tratar de buscar la información y dártela luego”. Sea conciente de sus limitaciones. Habrá preguntas que del todo no podrá responder, especialmente aquellas que empiezan con ¿Por qué? y son de naturaleza existencial. “¿Por qué Dios permite..?, ¿Por qué le pasan estas cosas a la gente buena?” Siéntase con la libertad de decir algo como: “Me encantaría poder responder esa pregunta, pero la verdad es que yo mismo/a tampoco comprendo bien por qué pasan algunas cosas. Pero me alegra que confíes en mí para preguntar y que juntos/as nos acompañemos para pasar por esto”. Déles instrucciones concretas acerca de qué hacer si llega a pasar algo similar: a quién acudir, por dónde salir, a dónde no ir, a qué números telefónicos llamar y medidas similares de acuerdo con las necesidades particulares que su casa o institución tengan. Le sugerimos incluso que en conjunto con los niños y niñas, escriba las medidas o haga dibujos que expliquen las acciones, para luego mantenerlas en un lugar visible y a una altura accesible para ellos/as.

Finalmente, asegúreles que Dios les ha dado inteligencia para enfrentar las situaciones difíciles. Bríndeles palabras estimulantes y de confianza como “Todo lo que sientes es natural, estoy orgulloso(a) de ti porque estás aprendiendo a cuidarte y pedir ayuda”. (*) Gabriela Segura es psicóloga, especializada en Intervención en Crisis y Psicotraumatología. E-mail: [email protected]

800.000 personas son víctimas de trata en el mundo. Por Ashley McCleery* E-mail: [email protected] Siguiendo órdenes, él toma el arma (magazine) del comandante, la carga y se arrastra detrás de un matorral. Sus dedos, de un niño de diez años de edad, reposan sobre el gatillo, esperando a sus enemigos. La zona de guerra es su campo de “diversión”, y “asesinar” es el nombre del juego. Mordiéndose sus labios y mirando hacia sus pies, ella está ante un hombre de 50 años, sintiendo que sus ojos exploran su cuerpo de pre-adolescente, de arriba a abajo. Aceptando que ella vale la pena por su dinero, el hombre paga por sus servicios por la noche y la toma de la mano, llevándola a una pequeña habitación sin ventanas. Cuando ella ve la cama, una lágrima desciende por su mejilla, al darse cuenta de lo que debe de soportar. Cargando un saco de cacao de 70 kilogramos, él se esfuerza cuesta arriba, gruñendo de dolor. Sus piernas le arden luego de trabajar 15 horas al día, y su estómago se retuerce por el hambre. Finalmente, su metro veinte de altura colapsa y el saco da tumbos cuesta abajo. Temblándole los pies, observa el látigo en la mano del patrón. Tomando un profundo respiro, se prepara para el azote. Ya sea por ser obligados a participar en la guerra, prostitución o trabajos forzados, cada uno de estos niños o niñas es víctima de lo que se conoce como “trata de menores de edad”. De acuerdo a las Naciones Unidas, la trata de seres humanos es aquella actividad que involucra “la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación.”[1]

La trata genera unos $31.6 billones de dólares en ganancias al año. Es uno de los crímenes más lucrativos alrededor del mundo.

En otras palabras, los niños y niñas, definidos como los menores de 18 años de edad, están siendo vendidos, transportados a otro lugar, y luego son revendidos para trabajar en labores domésticas o como sirvientes agrícolas, mineros, pordioseros, distribuidores de drogas, en prostitución, como actores de pornografía, soldados y otros. La mayoría de las veces, los menores de edad son forzados a trabajar largas horas con poca o ninguna paga, hacinados en cuarterías, sin suficiente comida, y frecuentemente abusados física y sexualmente. Básicamente, estos niños están siendo explotados a través de varias formas de esclavitud, servidumbre, trabajo forzado, prostitución y tráfico sexual. Cada año, por lo menos 800 mil personas son objeto de trata y tráfico internacional. El Departamento de Estado de los Estados Unidos estima que la mitad de esas personas son niños.[2] Se estima que más de 1.2 millones de niños están siendo actualmente explotados.[3] Y como un ser humano puede ser vendido y revendido muchas veces, la trata de personas se ha convertido en una de las actividades criminales más provechosas, generando $31.6 billones de dólares en ganancias.[4]

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Aunque la trata de seres humanos es un problema mundial, de múltiples facetas, usted puede ser parte de la solución, con un pequeño acto a la vez. • Sea un consumidor informado: infórmese sobre los productos y servicios que compra y evite negocios que utilicen mano de obra de niños o niñas. Infórmese en sitios de internet como www.betterworldshopper.org. Allí encontrará información (recabada por más de 20 años) para catalogar negocios de acuerdo a problemas sociales o de medio ambiente. Compre siempre en tiendas caracterizadas por ofrecer un comercio justo. • Contribuya como voluntario: Sea parte de organizaciones que velan por combatir la trata de personas. Por ejemplo, en Los Ángeles, EE.UU, puede unirse a “Stop the Traffik” (Alto al Tráfico) y “NightLight” (Luz en la Noche). Las actividades que se realizan varían desde oración, caminatas organizadas para informar a la gente sobre el problema e incluso identificar a negocios sospechosos que pueden estar involucrados en tráfico sexual.

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• Comparta a otros sobre esta realidad: Recomiéndale a tus amigos que vean documentales como “Call & Response” (Llamada y Respuesta) u organiza la presentación de una película por la noche, como “Trade or Children for Sale”. (Intercambio o Niños a la Venta), por mencionar algunas. Infórmate sobre otras películas o documentales que puedan servir para crear conciencia. Aunque al día de hoy la trata es un tema con más prominencia en los medios de comunicación, muchas personas todavía no saben de su existencia, así que comparta con otros sobre el tema. • Únete: Lo invito a ser parte de Fuller’s Children at Risk Team (Equipo de Fuller para Niñez en Riesgo), el cual se creó para contribuir a crear conciencia acerca del problema de la trata de personas a la vez, contribuye en la organización del Foro Asha en Norteamérica, una conferencia que se celebrará del 1 al 3 de Mayo de este año y que tiene como objetivo dar a conocer el cómo ministrar a niños y niñas que han sido objeto de trata y explotación sexual. • Ora: Ponte de rodillas e intercede por aquellos que han sido objeto de trata. Ya sea que haya sido un niño o un adulto quien ha sido forzado a soportar guerra, prostitución, o trabajos forzados, necesitan nuestras oraciones. Ora para que ellos y ellas puedan ser sanados física, emocional, sicológica y espiritualmente. El niño soldado asesina. La niña explotada sexualmente entrega su cuerpo. El niño trabajador soporta la golpiza. ¿Qué va a hacer usted para ayudarlos? *Estudiante de Wheaton College, EE.UU. La traducción de este artículo del inglés al español fue realizada por Amy Stenoien.

Diferencia entre “Trata” y “Tráfico”

El objetivo de la trata es la explotación de la persona, en cambio el fin del tráfico es la entrada ilegal de migrantes de un país a otro. En el caso de la trata no es indispensable que las víctimas crucen las fronteras para que se configure el hecho delictivo, mientras que éste es un elemento necesario para la comisión del tráfico.

Fuente:www.acnur.org

Historias de Esperanza Niñez salvadoreña

José: Un enamorado del Señor Su sueño es llegar a ser evangelista y abogado. En su corazón arde el deseo por tener un ministerio infantil. La Biblia dice que la palabra que se comparte, no regresará vacía y que dará fruto a su debido tiempo; y eso precisamente fue lo que pasó en la vida de José*, un joven salvadoreño con una historia de vida difícil, pero llena de fe y esperanza. “Yo cuando era más pequeño, hubo alguien que me habló del amor de Dios y por eso después, a pesar de las cosas malas que yo andaba haciendo, me recordaba de esas palabras, entonces así ahora quiero hablarle a los demás niños del amor de Dios”, dice José con convicción. Aunque sus ojos son pequeños, son los suficientemente grandes para expresar el gozo que invade su corazón, ahora que tiene una nueva vida. Solo tiene dieciséis años, pero es capaz de acercarse a niños y niñas de cualquier edad y evangelizarlos. José vive en una zona altamente peligrosa de El Salvador. Allí, el asedio de pandillas entre menores de edad es muy frecuente. La Policía Nacional Civil salvadoreña estima que los asesinatos de los menores de edad se han duplicado en estos últimos dos años. Por su parte, la Unicef establece que alrededor 1 de cada 2 niños o niñas no viven con su padre, madre o ambos. “Antes me frustraba el hecho de que tenía papá y no me daba apoyo, porque él tiene otra familia… El mundo ofrece de todo, y a mí me ofreció el licor y el cigarro, y yo lo agarré…”, dice José al referirse a su pasado. Pero en medio de las cosas que le tocó vivir, él se encomendaba a Dios: “Yo, a pesar de todo, oraba a Dios para que me llevara a un lugar diferente…”, dice. Y fue así como cierto día su madre fue invitada a una cena organizada por uno de los proyectos del programa Encuentro Temprano, que se llevó a cabo en una iglesia cristiana, realizado con el objetivo de evangelizar a la comunidad cercana y rescatar a la niñez, antes de que ésta fuese alcanzada por las pandillas, drogas o la delincuencia. “Lo que me gustó es que aquí (en el proyecto) se trabaja con los jóvenes y los niños, enseñándonos lo que es el temor a Jehová”, reconoce con madurez. A José se le ha visto bastante entregado al proyecto y tiene un alto espíritu de servicio, señala una de las líderes del proyecto. En vista de lo anterior, el proyecto está por apoyarlo con una beca estudiantil. Con mucha seguridad e ilusión, él dice que desea ser abogado y evangelista, para así ayudar a otros niños y niñas de su comunidad. Cerramos esta nota con unas palabras llenas de esperanza e ilusión, dichas por el mismo protagonista de la historia: José. “Yo quisiera tener un ministerio para trabajar con niños y jóvenes. El Señor sabe que ese es mi sueño y él me va a ayudar, yo quiero hablarle a los niños de aquí, de que hay alguien quien puede darles lo que ellos necesitan”.

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Antonio: El negrito de la casa Él quiere ser futbolista y terminar sus estudios. Es huérfano de padre y madre y ningún familiar se ha preocupado por buscarlo. Nadie lo visita en el hogar donde vive, aún así, en sus oraciones, él siempre pide por su familia. Siempre sonriendo y con mucha humildad, Antonio* le ayuda a los demás niños del Hogar, a quienes considera sus hermanos, a realizar las tareas de la escuela y a regar el huerto casero. “Para mí, la Casa Hogar es mi familia”, afirma. Antonio es un chico morenito de 13 años. Es huérfano de padre y madre, quienes murieron de una enfermedad mortal. Al morir sus padres él quedó bajo la custodia de un familiar, quien no lo cuidó y más bien, emigró del país.

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“Hasta ahora no hay nadie más que responda o pregunte algo por él, pero para nosotros él es el niño de la casa, es nuestro chiquito, lo llamamos ‘el negrito’ de cariño”, dice la directora del hogar donde vive Antonio. Así como “el negrito”, en El Salvador hay muchos niños huérfanos que deambulan por las calles, buscando algún consuelo o alegría para seguir viviendo. Cifras del Cuerpo de Agentes Metropolitanos de la Alcaldía de San Salvador, señalan la existencia de 330 niños y niñas que viven en situación de calle. Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que la niñez salvadoreña trabajadora asciende a 600,000; de los cuales 60,000 se encuentran realizando lo que se denomina como “peores formas de trabajo infantil”. Como el estado salvadoreño no puede hacerse cargo de todos estos niños y niñas abandonados o explotados, algunos de ellos encuentran consuelo en casas albergues.

acogida y el compañerismo, el amor de un hogar y una familia. Aquí me dan amor de padre y madre”, cuenta Antonio. Por las calles de San Salvador aún hay muchos ‘negritos’ sedientos del afecto de un padre o de una madre, que los acepte tal y como son, que quieran darles un abrazo y un beso de buenas noches, sedientos de un hogar donde no les digan “adiós” y los abandonen. Aunque no haya nadie quien llegue a visitar a Antonio, él no deja de orar por su familia, incluyéndoles en su corazoncito: “Mi sueño es ayudar a mi familia y a la Casa que me apoyó, quiero ser futbolista y sacar todo mi bachillerato”, cuenta con ilusión e inocente sonrisa el ‘negrito de la casa’. *Los nombres de los menores de edad han sido cambiados por protección. Estas historias han sido recopiladas por el personal del programa Encuentro Temprano (ET) en el Salvador, el cual se lleva a cabo gracias a la alianza Viva-Toybox. El principal objetivo de ET es contribuir con la erradicación del problema de niñez en situación de calle, en diversos países de la región.

“Cuando vino Antonio, era bastante tímido y no reconocía los motivos por los que estaba aquí, pero ahora él sonríe permanentemente y es muy colaborador”, relata una de las líderes a su cargo. “Lo que más me gustó de la Casa es la

AlertaRoja

es el nombre de la Campaña de Recolección de Fondos Toybox, organización con sede en Inglaterra que trabaja en pro del beneficio de la niñez de América Latina, principalmente la que vive en situación de calle. El fin de esta campaña es poder contribuir a cambiarle la vida a miles de niños y niñas que viven en un mundo de violencia sin esperanza y en el completo desamparo.

El 25 de marzo pasado se llevó a cabo en Argentina el lanzamiento oficial de la Campaña “Ama a tu Prójimo, Buen Trato hacia la Niñez”, promovida por el Movimiento Cristiano Juntos por la Niñez. El lanzamiento se llevó a cabo en el Palacio de San Martín. En el acto estuvieron presentes representantes de iglesias, redes, ONGs e incluso la directora general del Registro Nacional de Cultos, Andrea Devita, quien destacó el compromiso del Estado Argentino con las acciones de la campaña, la cual tendrá una duración de 3 años y su principal objetivo es la sensibilización de la población respecto al tema de la violencia hacia la niñez, con el fin de generar cambios positivos a todo nivel. La coordinadora de la campaña en Argentina es Graciela Pérez de Celis, quien considera que el lanzamiento de esta iniciativa es parte del aporte de los argentinos hacia la construcción del sueño por lograr un país libre de violencia. Para más información sobre la campaña visite: www.juntosporlaninez.com

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niñez sin rumbo… Cada año, alrededor de 40 mil niños y niñas que migran de México son repatriados desde Estados Unidos a su país, de éstos, 18,000 viajan solos. Solo para el año 2007, más de 11 mil niños y niñas centroamericanos fueron repatriados desde México y la frontera sur, a sus países de origen (Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua). Los niños y niñas que cruzan la frontera sin compañía pueden sufrir graves violaciones a su integridad física y a sus derechos humanos como accidentes (asfixia, deshidratación, heridas); ser enganchados a redes del crimen organizado; estar sometidos a explotación sexual o laboral; sufrir maltrato institucional en el momento de la repatriación o perder la vida en el momento del tránsito y cruce, entre muchas otras cosas. Fuente: Sistema de Información Estadística sobre las Migraciones en Mesoamérica y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

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