Romanticismo en Venezuela en El Siglo XIX

 Romanticismo en Venezuela en el Siglo XIX. Tras la publicación de Los mártires, de Fermín Toro en 1842, muchos autores

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 Romanticismo en Venezuela en el Siglo XIX. Tras la publicación de Los mártires, de Fermín Toro en 1842, muchos autores coinciden al afirmar que la novela venezolana surge a mediados del Siglo XIX, Las primeras novelas venezolanas siguen los postulados de las corrientes literarias que para la época prevalecían en el ámbito mundial. En el romanticismo venezolano, tuvo gran aceptación las novelas de carácter histórico que se adaptaban al espíritu romántico, como Blanca de Torrestella (1868), de Julio Calcaño. Bajo estas influencias románticas se escribieron muchas novelas de tono sentimental, así como también novelas de denuncia, por ejemplo: Zarate (1882) de Eduardo Blanco y Peonía (1890) de Manuel Vicente Romero García. En el grueso de los casos, las primeras novelas venezolanas funcionan como tribunas para denunciar las injusticias sociales, o como instrumentos pedagógicos o de construcción de la identidad El romanticismo, primer género literario de importancia en Venezuela, se desarrolló a mediados de ese período. A finales del siglo XIX tuvo lugar el modernismo y a comienzos del siglo XX ocurrió la aparición del vanguardismo.

Siglo XIX. A principios del Siglo XIX Andrés Bello despunta como uno de los poetas más significativos del momento con una obra que se inscribe primero dentro del neoclasicismo y luego dentro del romanticismo. Estos movimientos literarios de origen europeo, tuvieron gran repercusión en los primeros poetas venezolanos. Andrés Bello escribió sus famosas silvas entre 1823 y 1826 en un estilo emparentado con el movimiento neoclásico que dictaba las pautas en la literatura de esos días. Más tarde, mientras se encontraba en Londres, descubre el romanticismo que nutre sus próximos poemas. En ese período, el romanticismo fue acogido por los poetas venezolanos, tal es el caso de la poesía escrita por Fermín Toro, Juan Vicente González y Cecilio Acosta. Según algunos

autores, José Antonio Pérez Bonalde es el máximo representante del romanticismo en Venezuela, para otros es el precursor del modernismo. Sus poemas Vuelta a la patria y Niágara están considerados como los más representativos de la obra del autor y de la poesía nacional, en ellos se observan todas las búsquedas del romanticismo aunado a elementos fuertemente biográficos. Proponía una literatura de inspiración clásica, economía de recursos Fermín Toro. Juan Vicente González. Cecilio Acosta. José Antonio Pérez Bonalde. Poema del Niágara – Juan Antonio Pérez Bonalde. "Heme aquí frente a frente de la espesa tiniebla desde donde oírme debe la deidad rugiente que en su seno se esconde: Dime, Genio terrible del torrente, ¿A dónde vas al trasponer, la valla del hondo precipicio, tras la ruda batalla de la atracción, la roca y la corriente? ¿A dónde va el mortal cuando la frente triunfadora del vicio, yergue, al bajar a la mundana escoria en pos de amor, y venturanza y gloria? ¿A dónde van, a dónde, su fervoroso anhelo, tu trueno que retumba? Y el eco me responde, ronco y pausado: ¡tumba! Espíritu del hielo, que así respondes a mi ruego, dime: si es la tumba sombría el fin de tu hermosura y tu grandeza; el término fatal de la esperanza, de la fe y la alegría; del corazón que gime presa del desaliento y los dolores; del alma que se lanza en pos de la belleza, buscando el ideal y los amores; después que todo pase, cuando la muerte, al fin, todo lo arrase, sobre el océano que la vida esconde, dime qué queda; dí ¿qué sobrenada..? Y el eco me responde, triste y doliente: ¡nada! Entonces, ¿por qué ruges, magnífico y bravío, por qué en tus rocas, impetuoso, crujes y al universo asombras con tu inmortal belleza, si todo ha de perderse en el vacío? ¿Por qué lucha el mortal, y ama, y espera, y ríe, y goza, y llora y desespera, si todo, al fin, bajo la losa fría por siempre ha de acabar? Dime, ¿algún día, sabrá el hombre infelice donde se esconde el secreto del ser? ¿Lo sabrá nunca? Y el eco me responde, vago y perdido: ¡nunca! ¡Adiós, Genio sombrío, más que tu gruta y tu torrente helado; no más exijo de tu labio impío, que al alejarme, triste, de tu lado, llevo en el cuerpo y en el alma frío. A buscar la verdad vino hasta el fondo de tu profunda cueva: mas, ay, en vez de la razón ansiada, un abismo más hondo mi alma desesperada en su seno, al salir, consigo lleva...! ¡Ya sé, ya sé el secreto del abismo que descubrir quería..! ¡Es el mismo, es el mismo que lleva el pensador dentro del pecho: la rebelión, la duda, la agonía del corazón en lágrimas deshecho!" JUAN VICENTE GONZÁLEZ Juan Vicente González nació en Caracas el 28 de mayo de 1810 y murió el 1 de octubre de 1866; fue un periodista y escritor venezolano. Se le considera como el primer escritor romántico que tuvo Venezuela en el siglo XIX. En el periodismo, consiguió fama por su talento y virulencia en la crítica. Fue fundador de los medios impresos El Venezolano, El Diario de la tarde y El Heraldo y editorialista de algunos de estos medios incluyendo La Prensa. El primer origen del Romanticismo como movimiento filosófico y literario proviene de los países sajones, con la imprescindible comparecencia de la contribución francesa e italiana. Comienza a formalizarse cuando Federico Schlegel, en la revista "Athenaeum", 1789, definió a la poesía romántica como "una poesía universal". El nuevo movimiento se difundió, con rapidez, hacia Inglaterra, Francia e Italia, principalmente, a través de destacados autores que inscribieron sus

excelencias en obras como las Baladas trágicas de los ingleses Coleridge y Wordsworth, el primer Manifiesto del romanticismo francés, en la obra De Alemania, (1810) de Mame. Staél y en 1816, en Italia, con Carta semiseria a Crisóstomo , de A. Berchet. Apareció, entonces, una nueva forma que se fue agigantando con el tiempo y con el entusiasmo de poe- Un recorrido por el romanticismo sentimental en la novelística venezolana del siglo XIX. "Guillermo ", de Francisco Betanco urt Figueredo tas, narradores y pensadores, quienes encontraron, en sus iniciales propósitos, el campo fecundo para la difusión de ideas y de posiciones intelectuales. Favorecido por un tiempo histórico de revisiones, el romanticismo se fue alejando de su inmediato mentor: el neoclasicismo y fue, a la vez, condenándolo a la paulatina desaparición. Las primeras premisas del movimiento mostraban la tendencia hacia una nueva configuración del hombre y de las maneras de pensar que hasta entonces habían dominado la escena de las artes literarias, entre otras. Ofrecía, así, una mayor capacidad para el pensamiento libre y para la expresión liberada de antiguos cánones inveterados que sumían a la creación en una definitiva especie de formalismo conceptual. El romanticismo insurgió contra todo aquello y liberó a la condición humana de las trabas que impedían su verdadero y espontáneo desarrollo. De esa manera, e indistintamente, el romanticismo posesionó al sentimiento humano y lo condujo hacia nuevos horizontes vitales y espirituales. Es lo que en teoría se ha definido como "el gran romanticismo", cuyas directrices están programadas en el famoso prólogo que Víctor Hugo escribió, en 1843, para su drama histórico Cromwell. 25 (2) El segundo origen del Romanticismo como movimiento literario y filosófico, se desarrolla en América y está basamentado, íntegramente, por las condiciones idiosincráticas de cada una de las literatura de los países hispanohablantes de la región donde las modalidades de creación varían de acuerdo a los temperamentos creativos. Se trata de una variación de lo que en principio fue un credo ortodoxo sustentado en comportamientos diferentes a lo que se podía obtener en los procesos de pensamiento y de acción de los literatos americanos. Surgieron, así, variadas formas de entender el espíritu de la proposición romántica y se diversificaron los modelos de la expresión, bajo interesantes denominaciones críticas. Una de esas denominaciones críticas y la que interesa a este trabajo, es la que el por el crítico e historiador literario Luis Alberto Sánchez califica como "novela idealista o sentimental" que él cataloga como "la más accesible y difícil de todas".