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Introducción Las circunstancias exactas sobre la creación de Roma son totalmente hipotéticas, ya que solo a través de le

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Introducción Las circunstancias exactas sobre la creación de Roma son totalmente hipotéticas, ya que solo a través de leyendas podemos crean un escenario sobre su creación.

Creación de Roma El mito sobre la creación de Roma explica, que después de la guerra de Troya, Eneas, el príncipe troyano hijo de Anquises, que sobrevivió a la guerra contra los aqueos, dirigidos por Agamenón, se refugió con su familia en la llanura del Lacio, en donde se caso con la hija del rey latino, Lavinia. Fundó una ciudad a la que dio el nombre de la esposa, y al lado de ésta vivió feliz y contento el resto de sus días. Algunos años después su hijo, Ascanio, fundó la ciudad de Alba Longa, convirtiéndola en nueva capital. Unos doscientos años después, es decir unas ocho generaciones más tarde uno de los reyes de Alba Longa, Numitor, fue destronado por su hermano menor Amulio, el cual también era rey de Alba Longa. Para garantizar su seguridad en el poder, el usurpador mató a todos los hijos varones de su hermano y obligó a su sobrina, Rea Silvia, a hacerse sacerdotisa. Pero según la leyenda, el dios Marte la embarazo de los gemelos Rómulo y Remo. Amulio enfurecido, pero no mato a su sobrina, simplemente espero que nacieran lo niños y ordenó que los arrojaran a las aguas del río Tiber. Pero la canasta en la que habían sido depositados quedó varada en la orilla y una loba (la cual fue denominada Luperca) encontró a los hermanos y los amamantó. Algunos afirman que no existió tal loba y que era una simple mujer llamada Acca Laurentia la que amamanto a los gemelos, a la cual le decían loba por su carácter selvático y por sus interminables aventuras en el bosque con los jóvenes de los alrededores. Los gemelos fueron criados por Acca y su esposo un pastor llamado Fáustulo, quienes se encargaron de contarles la historia de su vida a su debido tiempo. Al crecer los dos jóvenes Rómulo y Remo, buscando venganza, volvieron a su ciudad natal para matar a su tío abuelo y reponer en el trono a su abuelo Numitor. Éste, en agradecimiento, les entregó territorios al noroeste del Lacio. Con 18 años decidieron fundar una ciudad justo donde la loba los encontró, en medio de las colinas entre las que discurre el Tiber cuando está a punto de desembocar. Discutiendo sobre el nombre de la ciudad decidieron que lo elegiría aquel que avistase más pájaros, prueba que superó Rómulo y otorgó a la ciudad el nombre de Roma (21 de abril del 753 a.C). Este último, tras una discusión, decidió marcar los límites de la futura ciudad, la Roma quadrata del monte Palatino y amenazó con matar a todo aquel que los cruzase. Remo, ebrio, decidió retar a su hermano y los cruzó, argumentando que nunca llegaría a ser rey. Rómulo no lo dudó y acabó con su vida. Arrepentido, decidió enterrar a su hermano en la cima del Palatino. Al estar ya fundada la ciudad los romanos tenían un problema, sus primeros habitantes eran todos hombres, además de ser asylum (refugiados, libertos, esclavos, prófugos). Por ello, Rómulo organizó unas pruebas deportivas a las que invitó a la población vecina de Sabina (ubicada al sur de la península). Aprovechó esta ocasión para raptar a las mujeres, acto que paso a la historia como el rapto de las sabinas. Los sabinos decidieron rescatarlas, provocando a las mujeres capturadas un dilema: si morían los sabinos, morían sus padres y hermanos, pero si morían los romanos, morían sus maridos e hijos. Finalmente, Rómulo pactó con el rey sabino Tito Tacio una diarquía hasta la muerte de este último. Terminada la guerra con los sabinos, aumentó el número de senadores a 200 y creó las primeras 3 tribus, la de romanos o latinos (Ramnes, en honor a su nombre), la de Sabinos (Titites,

en honor a Tito Tacio) y la de etruscos (Luceres), pueblo que dómino al principio a los otros poblados y que debido a la lucha con los romanos, no sabemos mucho de su historia. Creó el Senado (compuesto por 100 personas conocidas como patres, cuyos descendientes fueron los patricios) y dividió la ciudad en 30 curias o congregaciones. Formó las primeras legiones que estaban conformadas por 3.000 de infantería y 300 de caballería, cada curia debía aportar, cien hombres para la infantería y diez para la caballería. También creó la guardia de los céleres (la guardia personal de los reyes), la cual estaba conformada por 300 hombres de infantería según algunos historiadores o bien de caballería según otros. Con esto comenzó la monarquía romana teniendo un total de 7 reyes la mayoría de origen etrusco, hasta la caída de esta y el surgimiento de la república.

Monarquía Romana Roma fue una monarquía gobernada por reyes etruscos mayormente. Todos los reyes, excepto Rómulo, fueron elegidos por la gente de Roma para gobernar de forma vitalicia y ninguno de ellos usó la fuerza militar para acceder al trono. Aunque no hay referencias sobre la línea hereditaria de los primeros cuatro reyes, a partir del quinto rey, Tarquinio I o el viejo, la línea de sucesión fluía a través de las mujeres de la realeza. En consecuencia, los historiadores antiguos afirman que el rey era elegido por sus virtudes y no por su descendencia. Lo que se conoce con certeza es que sólo el rey poseía el derecho de auspicium, la capacidad para interpretar los designios de los dioses en nombre de Roma como el jefe de augures, de forma que ningún negocio público podía realizarse sin la voluntad de los dioses, dada a conocer mediante los auspicios. El rey era por tanto reconocido por el pueblo como la cabeza de la religión nacional, el jefe ejecutivo religioso y el mediador ante los dioses, por lo cual era reverenciado con temor religioso. Tenía el poder de controlar el calendario romano, dirigir las ceremonias y designar a los cargos religiosos menores. Más allá de su autoridad religiosa, el rey era investido con la autoridad militar y judicial suprema mediante el uso del imperium (facultad discrecional de mando que incluía coercitio, iuridictio y ius agendi cum populo o cum senatu). El imperium del rey le otorgaba tanto poderes militares como la capacidad de emitir juicios legales en todos los casos, al ser el jefe judicial de Roma. Aunque podía designar pontífices para que actuasen como jueces menores en algunos casos, sólo él tenía la autoridad suprema en todos los casos expuestos ante él, tanto civiles como criminales, tanto en tiempo de guerra como de paz. Un consejo asistía al rey durante todos los juicios, aunque sin poder efectivo para controlar las decisiones del monarca. Otro de los poderes del rey era la capacidad para designar o nombrar cargos u oficios, entre ellos el de tribunus celerum. Este cargo era el segundo al mando tras el propio monarca, y poseía la potestad de convocar comicios curiatos y dictar leyes sobre ellos. El tribunus celerum debía abandonar su mandato a la muerte del monarca. Otro privilegio exclusivo del rey era el de designar a los patricios para que actuasen como senadores en el Senado. Bajo el gobierno de los reyes, el Senado y los comicios curiatos tenían en verdad poco poder y autoridad. No eran instituciones independientes, en el sentido de que sólo podían reunirse, y de forma conjunta, por orden del rey, y sólo podían discutir los asuntos de estado que el rey había expuesto previamente. Mientras que los comicios curiatos tenían al menos el poder de aprobar leyes cuando el rey así lo concedía, el Senado era tan sólo un consejo de honor del rey. Podía aconsejar al

rey sobre sus actos, pero no imponerle sus opiniones. La única ocasión en que el rey debía contar expresamente con la aprobación del Senado era en caso de declarar la guerra a una nación extranjera. Una vez que el rey fallecía, Roma entraba en un periodo de interegio. El Senado podía congregar y designar a un senador o interregno durante un corto periodo (normalmente, menos de un año) mientras el trono estuviera vacante. Cuando el senador designaba a un candidato para ser rey, lo presentaba al mismo ante el Senado, el cual examinaba al candidato y, si aprobaba su candidatura, el interregno debía congregar a los comicios de curias y servir como su presidente durante la elección del rey. Propuesto ya a los comicios de curias, el pueblo romano podía aceptar o rechazar al candidato. Si aceptaba, el rey electo aún no podía asumir el trono de forma inmediata, sino que debían sucederse otros dos pasos más antes de ser investido con la autoridad y el poder real. En primer lugar, debía obtener la aquiescencia divina, siendo convocados los dioses mediante los auspicios, ya que el rey había de ser el sumo sacerdote de Roma. Esta ceremonia era dirigida por un augur o sacerdote, quien conducía al rey electo hasta la ciudadela, donde el augur sentaba al rey en un sitial de piedra, mientras el pueblo esperaba a sus pies. Si era encontrado digno para el reinado, el augur anunciaba que los dioses habían mostrado señales favorables, confirmando de esta forma el carácter sagrado del rey. El segundo paso que debía llevarse a cabo era la concesión del imperium al nuevo rey. El imperium sólo podía ser conferido a la persona que los dioses habían hallado favorable, siendo por tanto necesario determinar primero quién había de ser la persona que era capaz de obtener el imperium, y cuando los dioses se mostrasen favorables al candidato, habría de concedérsele el imperium mediante un voto especial. En teoría, el pueblo romano era quien elegía a su líder, si bien el Senado tenía casi todo el control sobre el proceso electoral. Durante la monarquía romana gobernaron siete reyes, el primero de los cuales, Rómulo. A su muerte le siguió Numa Pompilio, monarca muy cuidadoso, de quien se dice, introduce la doctrina religiosa en Roma. Los próximos dos monarcas Tulio Hostilio y Anco Marcio, son reyes que se encargaron de consolidar el poder militar romano. Tarquino I o el viejo, le permite mas tener voz al senado y aumenta a 300 el número de senadores. Posteriormente Servio Tulio, realiza una reforma políticoadministrativa que toma como base el censo económico de la población y es conocida como Reforma Serviana. Esta trae como consecuencia la creación de los comicios por centurias. Por último Tarquino II o el soberbio, es un déspota que pretende gobernar dictatorialmente y termina siendo destituido y expulsado. Con el termina la etapa monárquica de Roma.

Bibliografía: -Derecho Romano, Marta Morineau y Román Iglesias, Editorial Oxford University Press, Cuarta edición 1998. -Historia de Roma, Indro Montanelli, Editorial Planeta, Segunda edición 1990.