REYES Bernardo - Conversaciones Militares

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KlílJ.

245.

AcaLo ue dar á luz un pefl" efi o opúscu lo titu.

Inelo

"CON VERSACIONES l\fILI1'AHr:S"

escritas para

111 9

academias del 6~ Regi miento de Caballería pel'lna. nente, mas para hacer uso de él con el objeto iudi· cado creo debo pedir permiso á esa superi oridad, lo cual me h 0 DI'O " e,'ificar 1'0" medio ,le In presente uota, á la qne van allexos dos ejemplnl'éS .le In 1'"' blicacioll á que me refiero.

ue



Libertad y Consti tllciou, "iemb,'e 2-i de 1879,

San Lui, Potosí, No.

l

Al Secretario de Guerra y Maril/a. México.

REPUBLlCA )1 EXICAX A ~I I KISTER1O

DE GlJERRA Y MARINA.

DEP.\Hl'.\:\IE:\'TO DEL C[EHPO };5PEC'IAL DE "ESTADO MAVO~.

En conte.tacion á la llota ,le nI. fecha 24 del II1t.'S próx imo pmnd0,

n In que flcompniin

dos ejem-

plares del cuadf>l'Do que e~c J,iLió titlllado uCON\' l~:){· SACTO!\F.S ]"'lI.l'L\HES·' pidiendo se le autorice para lince!' uso de él en las acarlt:lllins que ~e dan CC. Oficiales de r,e Regimiento fIlle es :\ SllS nc!óJ., le participo que Fe apl'l1ebn el ('u:Hlcrno cionado felicitando á ",1. 1'01' un tl'flbajo 'Iue

~i. 11)!;

ónle· meno debe

cOl1sidernrse de imp0l'tnncia y (!'le dará LuellOS re· sultados. Se sE=nil'á \'d. Illnnift.>~tnl· ("01110 propietnl'io lle la fx pre!=nda obra, si concede su pt:'l'lllisn pnr:l que pOI' e~ta Secretaría se hngn tilla impl'esioll n fin de que, cil'cu le á Jos demas cuel'pos ,lel Ejél'cito. Libertad)' C'onstitucioll: México. Di('iembl'e

12 de 187P.

A 1 Coronel BerllM'do Reyes Jefe del no Regifl1Hmto de Cnú(llle1'Ín . 8nn L"is p O/flsr.

DEDICATORIA .

Pam vosM1'Os, sel10res Oficiales del 6? Regúniell/o, !te escrito es/as breves páginas, '!J á voSO/1'OS las dedico con el deseo de que os lJuedan servÍ!' de algo, lIe lisongeo de que conociendo como conoceis mi empeño por SerlJil'OS, agradece1'cis mi tmb(lj'o; no porque contengct algnn mhi/0 , sino por el objeto que me !te propuesto allleV[/1'lo á cabo. Soldado de la Repliblica desde la edad de diez'!J seis Ctl1os, cuando nuestra Patria se eS/1'emecfa de dolm' é indignacion al sen/ú' sobre su suelo la plan/Ct del invasor francés, todas mis aspÍ1'ac'iones !tan /~l1dido siempl'e á la })1'Ofesion llOn1'osct de las Cl1'1nas, á la que pOl' pa/rio/ismo '!J vocaeion, me !te dedicado con lodo el empello de que es cClJlaz mi espf1·itu. lrfis ideas mili/m'es se manifiestan en es/as !toJas: acogedlas con esti11laeion '!JCt que os las d-ú'i,jo como prueba del in/eres que 1llt inspira vuest-ro ade/an/o. 1I:'"

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La paz es la soñada dicha de la humanidr,d; :i Sil tranquila sombra se desarrollaría exhuberante el árbol de la civilizacion llegando con su COp8 al cielo _____ _ A pesar de las tempestades de la guerra, efe IÍrbol ha crecido a¡ombrosamente, y al sacudirlo los huraeanes de las bélicas contiendas es de sentirse lo despojen de ¡liS hojas, destrocen sus flons y íi Yeces le arrebaten sus frutos no maduros aún. No lo dudamos, la paz sería la armonía, el adelanto, 1.. felicidad del mundo; pero por más que e,to se diga y se piense, la paz si "tgu lI dia ll ega á reillar sob,e la tierra, ese ansiado dia está muy léjos de enseñar su esplendorosll aurora y debemos mirarlo como un dora· do sueño que el anhelo por el bien fOljó. ¿Quién ignora que de¡de los tiempos m5s remotos apénas percibidos entre las espesas som bras del pasAdo, la guerra ha sido la constante historia de los pueblu,1 Justa ó i1~u sta , en todas partes y en todas 108 épocas se ha manifestado; ya soste·

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niendo al despotismo ó defflldicndo UI! derecho ultrajado; ya iniciando IIIs IlIlevas ideas que para levantarse tienen que destruir las antiguas_ Ojalá los sueños se realizaran; mas ya q.ue e~to no sucede, es mostrarse inconsecuente á la razon el empeñarse en ver las C()~IIS COIllO se desean y 110 com,) son en sí; y es mas inconsecuente aún, obrar en el supnesto ele que ellas marchau por la senda que quisiéramos y no por donde efecti,'umente lo realizan. Con períodos de una paz relativlI, l. guerra es la historia de nu estro pasado, la ¡ruerra la historia del presente y la guerm será la del porvenir por mucho tiempo tonavía; miéntras haya intereses encontrado. entre los hombres y entre las naciones. Por eso en toda la superficie de la tierra hay ejércitos más ó meuos numerosos, y si alguna vez en Enropa, por ser la parte del mundo más ilustrada, se creyeren innecesarios por un momento, hace unos pocos años, pretendiendo sin duda que el hombre en su adelanto habia llegado á la perfeccion, lastimosamente vinieron á demostrar lo contrario Francia y Prusia lanzándose á un combate gigantesco; sucediéndose despnes el duelo terrible entre Rusia y TUlquía,

11 cuyos miemuros palpitantes brotan sangre aún. y aquellos que en la más férvida exaltacion de su entu~iasmo levantaban himnos á la paz, fueron vueltos en sí por el estruendo de millares de cañones que muy elocuentemente expresaban que In pUl 110 puede ser dumderu en el mundo, y que los ejércitos SO Il necesarios para no sucumbir uajo el peso del mlÍs fuerte. ¡Desgraciada l1ucion que viva sin ejército! y desgraciada tambiel1 la que nu teniendo á su ejército á la altura que corresponde á tan interesante instilucion, en ,-ez de hallar pn él un guardia n de su independencia y garantías, solo mantenga un gérmen de inmoralidad y de desórden. Esa nacion si por otra no es vencida y humillada, se destruirá á sí misma con sus disturbios interiores. y que no se nos conteste con decir que lIingun país solo por ~el' más fuerte que otro tie ne el derecuo de abatirlo, porque si bien es cierto que no existe tal derecho, sí existen hechos que demuestran hasta la mlÍs co mpleta evidencia que la fu erza se sobrepone á todo. No debiera ser así, pero desgraciadamente así es. Para gozar pues de nna paz relatira y t,e_ ner á ~al ro el honor y la independencia de ¡a nacion, la necesidad del ejército mo parece in-

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discutible, y la necesidad de ilustrarlu y atellderlo debidamente es consecuencin natural de la primera. El ejército disciplilludo es el defensor de los pueblos, es el firme cimiento donde debe deHcansar el edificio social, es el que garantiza el respeto á las leyes, es el que sostiene el derecho de la patria. La mision del ejército es grandiosa. El soldado tiene que prescindir basta de sus propios sentimientos ante lá voz de los sagrados debere, que se impone. El soldado, al arrancarse del hogar para vestir el uniforme, pertenece todo en· tero á la patria, y pido respeto pam ese uniforme, porque el que lo viste no tiene derecho de exigir ni techo donde albergarse, ni lecbo donde descansar cuando se trata del cumplimiento de una obligacioD; con la intemperie sobre Sil frente y la tumba sobre Sll camino, marcha llevando en su corazon la ambician sublime de la glolia: el génio militar es el génio del artista; del artista titánico que desplegando su espíritu sobre el inmenso abismo del sufrimiento en cu· yo f0udo está la muerte, se cierne sobre él con magestad y hace que los siglos lo cOlltemplcn en toda su grandeza dándoles alguna vez su nombre;

13 apoderándose de la admiracion de mil generaciones que pasan sobre la tierra recordándolo. Mus de dos mil años hace que Leónidas murió peleando contra los numerosos ejércitos de J erges, y al haberle éste ánte~ ofrecido un imperio por su traicion, le contestó indignado el béroe que preferia. morir en defen~a de su patria: Trescientos e>partanos mandaba Leónidas y las legiones de J erges eran t&nnUmeroEus, que al lanzar al aire sus dardos le hacian sombra á la luz del sol, por eso irritado el tirano al oir la negativa del jefe de aquel pequeño destacamento que le cerraba el desfiladero de las Termópilas, le envió orgulloso un imperativo y lacónico mensaje diciéndole: "entrégallle las armas" y al calce de él puso el eapitan espartano, como contestacion, estas palabras: "ven á tomarlas." Se sucedió el fragor del combate, y cortada al fin la retirada de los trescientos por las bun· das Jnvasoras, propone Leónidas á los suyos lanzarse ni frente sobre sns numerosos enemigos para sellar con la grandeza de la gloria su muerte por la patria, y arrollan y destruyen como un torrente abrasador de fuego en medio de aquella espantada muchedumbre; mas al fin todos sucumben, que no era so cuerpo in,m3t;la~ c,p ~ l su

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"Alf"flS ilI:YES" ~ !'Ido.1El.!:! MONTff\REY, M8IR'

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14 grandeza. Los cadáveres de esos titan es de la guerra mutilados sobre el campamento, amedrentaban á sus enemigos que 110 ~e .. tl'ev ian " pronunciar una palabra de victoria. Aquel heróico sacrificio no fu é e.téril , que habiendo revelado á los griegos el secreto de la fuerza de sus virtudes militares, los llenó oe noble entusiasmo, al cual debieron que ,us contra. rios, por mas que hubieran sido superiores ell nÍlmero, no pudieran dominarlos; habiéndose al fin retirado derrotados de la patria de los héroes Mas de veinte siglos hall pasado, y de ese he. cho glorioso aun !e habla con adm iracion y COII respeto; siente el alma veneracion al recordado. Lo decimos con conciencia: la mi, ion del soldado es la sublime mision del sacrificio, es la carrera del honor y de la gloria. Pero es preciso que todos los que se dedi can á tan honrosa profesion sepan el noble papel que tienen que desempeñar sobre la tierra, y aunque son pocos mis alcances, contribuyo con mis esfuerzos al hablar á los !eñores Oficial es, con cuyo mando se me honra, procurando marcarles la ruta que deben seguir, citáudoles ejem ,' plos en que puedan inspirarse, al dil'igirles mis

Conversaciones Militm·es.

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MORALIDAD. DESGltAClADA~mNTI~ en uOJe.tro país do ndp

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la rCI'olucion iutestiua hu se utad" sus rca les atl'otiu udo el cOl'nzo n de In patria, cl ejérci to uo podia orguuiza rse COII perfeccioll por más que el Gubicrll o sc haya . i"mpre esfurzado par,\ conseguirlo, y he mos llegado ¡Í ver en él pe rsonuli dades iudignfis de merecer sc les con Hase el lustre y cl honor de lns arma;; nias no debemos desnlll)'u r por e;to, y IlIi rémoslo co mu uutural consecue ncia ue lIuestras rerulueiones. Cumplamos noso tros CO II hqcern os digllos soldauos de la naclOn, Ese Illu l estado en que sc Íl" I'isto el ej élCltu es la cuum de que tul illsti tucion no haya sido Illirada por la sociedad COII el aprecio y respeto ql;c mcrecc; pcro ~l soldado qUe cumple sus deueres; el soldado que, respetando á la sociedad en 'lue I'il'e y de que es parte, se porta CGn deS

16 CCllcia, siempre se rerA cOllsiderad" por todos. Muchll \'ule \'1 estimacion de los dé más, y el que la desprecia es pllr'lue en su abyeccion IIU se siente digno de merecerla, inspirándose en la ruin pasion del desp echo. El soldado inmoral que abusando de su posicion insulta ii l. sociedad con sus malas costun l bres, viviendo e/l medio del escand.lo, 110 es digno de llevar el unif,'rme luilitar; tielle muchos puntos de contacto COII el balldolcro que sill más derecho que la fuerza bruta, dá riellda suelta ii sus instintos depravados. Jóvenes oficiales que podian aspirar á ocupar UII puesto distiuguido en el ejército, siendo así útiles tí su patria y dando realce al honor de sus familias, los hemos vi,to algana rez que, olvidando sus principios, arrebatados por el vértigo del libertinaje, se lanzan R ulla vida de inmoralidad; prostituyendo inf'Jlnernente sus cualidades militares, arrastrando el sable con aire de matones en lugares que deshonran, como si ese fuera el teatro de su valor; oficiales que al fin son arrojados del ejército por indignos de pertenecer ii él, cuando qu~ si hubieran seguido el camillo del deber, se ballarian húnrados y apreciados, wn u,n ,por;venir brillante en perspectiva.

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La buella conducta conquista el aprecio, la cousideracion, y forma un lugHT distinguido para el qUE la observo. Nu faltan entre los militares quienes crean que su buena conducta solo consiste en cumplir sus , obligucioncs de cuartel ó campamento, y partiendo de e~e principio, los vemos encenegarse en los vicios, como si nada se debieran á sí mismos, nnda á sus compañeros de armas y superiores, y nada íÍ lo sociedad: ¡insensatos que Se ahl)gon en el cieno donde viven, enturbiando y corrompiendo la limpia fuente de las nobles aspiraciones! La prostitucJOn degrada, ellvilece; y es tan poderosa su maléfica influencia, que no solo en los hombres nislodamellte se ven ejemplos de esta verdad, sino que las l!Dciones más poderosos del mundo nos 103 hon mostrado, cuando desatendiendo sus virt'ldep, hemos visto á sus guerreros y á sos go bernolltes languidecer en medio de nna vida crapulosa, asfixiando su espíritu en lo atmósfera del lujo y los deleites. Asiria que brilló en el Asia por su poder, muchos años ántes de la era que contamos, murió en las noches de orgía de los Sardanápalos, con el vi· rus enveua1I';;e COII la falta de cumplimiento; en el primer caso se obra sin equidad initando naturalmente el tínimo de los subalternos, y en el segu ndo se les !T,al acostumbra á no atender las disposiciones superiores, De todos modos, mandar aE!. es exponerse á no fer obedecido, eyidenciando ridículamente la autoridad que Ee I'pp resenta .

38 Es preciso, pues, lo repito, ser sostenido é igual en ~I mando, y para conseguirlo, ordenar siempre lo que puede y debe hacerse sin dejar nunca sin ca,tigo una titlta de subordi , nacion, El que es mandado, cualquiera que sea su categoría, debe tener presente que no obedece el capricho de uu hombre, sino el espíritu de las leyes, y que sirve :i la nacion al ejecutar las 61'denes del que IDanda; pOI' eso hay dignidad en la 8ubordinacion militar: ella es el cumplimiento del honroso debel' para con la, patria á quien debe servirse con abne"uo clOn. . Así pues, como es preciso ser obedecido, se debe rendil' respeto al supedor, ésta es la escala ascendente 'de la poderos~ fuerza I~ol'al de una tropa, Por esa la subordinacion sicn. do una obligacion, llega á elevarse á la categoría de virtud cri el soldado, puesto que debido á ella se han llevado á efecto mil heróicos hechos. El poder inmenso de la disciplina comicnza en la obediencia, y to'do militar mandando ú obedeciendo debe tem piar su cspíritu en l a subordinacion, ejercitándola hasta en los asuntos más insignificantes del ,crvicio,

39 para que lIegut> á &el' una costumbre invencible; un instinto formado por esa costumbre, Solo así se explica que á la voz del jefe, avance como impulsada por eléctrica descarga una porcion de hombres en medio de la destruccion y de la muerte y triunfe de todos los peligros y de todas las fatigas. Las tropas disciplinadas son las que siempre han llevado á cabo los más grandes hechos, por pequeñas que hayan sido en número, Son un mecanismo que con perfecta armonía obedece el impulso que se le dá, secundando con inteligencia y actividad el pensamiento del que manda: ya firmes como las rocas que resisten el embate de las olas embravecidas, contienen el arranque de SllS enemigos; ya rápidas como un meteoro los envuelven y los destruyen. En la defensa son un dique en que se estrella el ímpetu más poderoso, y en la accion son el rayo que hiere ántes que el relámpago se mire, La tropa disciplinada, será en la guerra lo que su jefe quiere que sea, porque depende enteramente de su yoluutad, así como una banda de fuerzas inmorales es una positiva calamidad para la causa á que se une' un peligro siempI'e creciente á cuanto le

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40 dea; una cantidad negativa en ~I problema de la victoria. Napoieon 1 disciplinó á su ejército y con· quistó medio mundo. Con treinta mil soldados empezó la campaña de Italia en 1796, llegó hasta Austria bajo los arcos triunfales qne la gloria de sus bata11as levantara; derl"Otó á ejércitos muy nu· merosos en esa época de pocos meses; hizo más de ciento cincuenta mil prisionel"O~, y dictó por último, la paz en Campo Fonnio. Sien· do éste el primer período de los gloriosos he· chos de ese ejército francés, cuyo valor eon· sistía en la disciplina que le inspiró el Gran Capitan. Alejandro el gra nde, instruido por los hom· bres más sábios de su tiempo, comprendió que la más poderosa palanca de accion en las tro· pas es la disciplina, y desde que tomó el man· do de las suyas, se las impuso por cuautos así medios eI;tuvieron á su alcance:. 10oTando o dominar en todas partes con un ejército que más valia por su buena organizacion que por su número; y entre sus hazañas se registra la de que, en defensa de Grecia hace 22 siglos,

41 batió ;í trescientos mil persas eon solo \"Cinte mil hombres. No me cunsaré nunca de rccomendar que la más se,·era disciplina se gnarde siempre en toda tropa para que ella sea útil. Como al principio expongo, ésta no solo consiste en la suuordinacion que es su principal componente, sino que tambien requiere la instrnccion y la moralidad. La historia del pasado y los hechos del pre_ sente, nos demuestran hasta la evidencia que la dIsciplina es la base principal del ejército: es la vida que se difunde en todos los hombres de qu e se compone, dándoles aliento para cumplir un mandato; y metodizando el movimiento, hacc flexibles á las masas arraskándolas á la victoria; las hace obedecer como por mago netismo una órden que cual la electricidad se comunica y con sumision se ejecuta. UN¡I/f.RS:t)~g

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VI.

)TALOR. El valor lo tiene aquel que estima su dignidad: por más que el instinto de conservacion quiera apartarlo del peligro, el honor lo hace dominarse sobreponiéndose f. todo. Más marcado aún es el valor del que ama la gloria; el amor á la. gloria ha formado á los famosos guerreros. A más del \'alor de la dignidad, hay otro valor COII que se nace; que está en el organismo del individuo. El hombre que re una los dos valores y que tiene anhelo de distinguirse, fácilmente Jo consigue. Hay una distancia inmensa entre el valor activo y el pasivo: el primero es el del héroe que entusiasta lucha y vence ó muere; el segundo es el del mártir que inel'me se sacrifica. Todo hombre es susceptible de sentir el va· 101' con más ó ménos intensidad, y entre los

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·15

soldados mexicanos es casi comun esa virtud. El espíritu grandioso que se dilata en el peligro, que se enaltece y lo domina, ese tiene el valor insigne del soldado, que viene de la grandeza del alma, de la .dig,lIidad, de la disciplina, y nace de ese ; impulso soberano, que arrebatando los latidos de un ardiente corazon, lo exalta al heroismo;- si-jI recuerd03 de la vida, sin temores á la ID uerte, ,porque preser;¡ta ante la imaginacion el campo ' ilimitado de la glo ria, que con su bl'illo espléndido hace desaparecer las mezquindades de la tielTa. ¡Ese valor que brilla, que deslumbl'a en los héroes, ese entusiasmo inmortal que los aliellta, es la ansiedad de lo iQfinito, e~ el ailm q lle no cabe en el mundo, que vllela sobl'e el mal' tempestuoso de la guerra, que se avalanza á la muerte y que se abisma por último en la gloria ... ... ! ' , Quién no compre~de ese impulso soberano en Napoleon grande, cuando allá en remotas tierras, rodeado de pueblos enemigos, al mirar las antiguas pirámides de Egipto e.cla· ma inspirado al frente de sus tropas: "Soldadados, de lo más alto de esos monumentos, cuarenta siglos nos están mirando." Aq-uel

hombre fió se contentaba con que el mundo admimra las proezas de su ejército, y queria para espectadorcs de su grandeza á los tiempos, etern03 como Dios. Anibal, esa águila guerrera, que vivió dos y med io siglos ántes de nuestra era, que afrontó va lerosamente la segunda guerra plmica; qlie' destruyó á Sagunto, que voló osadamente sobre los Pirineos, el Ródano y los Alpes, si n que la naturaleza ni los hombres pudieran poner obst:íeulo :í su marcha victoriosa hasta enseiltirearse en la Grecia mayor, decia á sus tropas despues de varios triunfos o~~enidos por sus armus: ¿Qué palabras pueden animaros, si' teneis palpitantes ante nI estros ojos los liecho~ que atestiguan yu estm grandeza ? Y al expr~-: sarse así, es que ' c'ncontraba mezquino el lengul\ie cuando. hablabá . de los hombres . . , de la gloria de los héroes. ' , Despues, abatido ese GI'an Capitan por la de,gracia , optó por arrancarse la vida á,ntes que humillarse. entregándose á sns é'.lemigos. Murió: pero vive aún en la memoria de I~s hombres despues de millares de años, para ser admiracion de los que comprenden la_grandeza de su valiente :\riimo,

el

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+7

GlIillet'mo el conquistador que nació en el siglo undécimo, al arribar á Inglaterra, donde tenia que combatir, se decidió á vencer ó mo rito en la demanda, é incendiando sus na,e~, dijo al ejército: "Este recurso es inútil yá, "que no teneis el designio de huir y regresar "á Francia: nuestro único asilo es Lóndres¡ "abrámonus camino ó perezcamos bajo nues"tras banderas." Protesta sublime, hecha contra la cobardía, y que con cuidado nos guardó la historia. Algun génio guerrero ha dicho, que hazañas mil que al primer golpe de ,ista parecian im· posibles se llevaron á cabo por hombres resueltos que al parecer no teniun otro refugio que la muerte. Así Guillerlllo dominó á Inglaterra, y as! han pasado numerosos hechos que sería largo citar. Julio César, lleuo de noble ambiciun, lloró en Cádiz hace veinte siglos al pié de la estátua de Alejandro el grande, diciendo: "A mi edad él habia conquistado el mundo y yo nada hago todavü.". Mas germinando en su espíri· tu el amor de la gloria, pocos años despues era el Señor de la tierra; habiéndose hecho inmortal en la guerra de las Galias y otras mu-

ehas expedic iones de conquista con que cnsanchó sn (Iiln tadú imperio, deslumbrando al mun do Con sus espléndidos triunfos, que recogi ó en duradas p:; ginas la fa ma. El yalot· es grande C0ll10 la eteruidád, y por eso para existir anhela la gloria despreciando la muerte. Séneca, el filósúfo que tanto conoció la humauidad, decia que el que desprecia la propia vida es dueño de la "i ,la de los otros :i quienes domina. En la galería de los valientes héroes, hay mil cuadros gigillltescos que deslumbran, hay mil subl imes ejemplos que admirar. La coba rdía por otm parte se nos presenta con su mezquindad, con su miseria de espíl'Ítu , desdorando la reputac ion, su miéndola en la deshonra y en la infamia. El cobarde jamás debe alistarse bajo las banderas del ejército, porque en ellal> solu le espera el oprobio y la vergüenza. Concluyo este artículo con expresar que es un defecto hacer alarde del valor¡ que es un delito empleado en cuestiones que degradaD. pues su mision es sublime, y criminal es infamar esa virtud .

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VII. ABNEGACION. ~ o es solo el valor lo que haee la gmndeza



del ~oldado, es uceesaria tambicll la abnega. cion en el sufrimieuto. El veterano que ha pasado por .mil peuali. dades, que ha sabido llevadas con resignacion, sin sentir rebajada su disciplina, que ha sufrido las fatigas con entereza, es el ideal del soldado, es el tipo de la pedrccioR militar; y si en UII soldado se ex ige esto, el oficial jamás deued mostmr la pequeJiez de su e.spÍritu, haciéndose inferior ti los sufl'imielltos; debe manifestar el temple de su alma sobreponién' dose á la desgracia. De las tropas quc saben dominar las filtigas y las penalidades, siempre Ee puedc hacer uso; llllllca sc encuentran entorpecidas, y supcmu todas las dificultades. No así otras, pam las quc cs motivo de desaliento y de desórden cualquier contratiempo. l:iin vigor raronil en

50 el cucrpo y cmpec¡ueüeciua e: alma,,.e rinden al suft'imiento como débiles mnjeres ca u,ando positivo desprecio con su afeminllda impoten· Clil .

El soldado aguelTido, nutrid o eu hs dificul· tades y a"ezado r. los riesgos, es merecedor dc todas las consideracioue>; impasible en la fortuna ú la desgracia , inspira cariño é impone respeto con ;;u se rena y di g na ma gestad, Es preciso tenel' sie ml?re prese nte que en todas las profesiones se s ufl'e, pero que el >u ' fl'imiento llevado con aUllegacion ennoblece, yen la carrera militar glo rifi ca , . Quejarse c uando un lIlal no tiene re.medio , solo sil'l'e para desmoralizar á 103 compaüeros y no para encontrar algun alivio, La victoria no ~s una obligacion, y so lo el que nunCá se bate está exceptuado de suft'ir la derrota; lo que sí es obligatorio, no desma· ya r despues de un desastre, eons{'rvar el ma· yor número de elementos, y r eu nir~e al centro de aceion para seg uir los azares de la g uerra Abandonar las banderas en esas circunstancias, es aceion de miserables y cobardes, es traicionar á la ca usa que se defiende, cua ndo más necesidad tiene de su~ h ombres,

51 Probado est,¡ que en la fatiga y el infortunio, es donde mejor se conoce la grandeza de es píl'it'l de un soldado, Los diez mil gl'iegos mandados por el célebre J enofonte y cuya famosa retirada se admira en el dia, habiendo te nido lugal' hace dos mil doscientos ochenta años, fué debida ,¡ la abneg-acion y disciplina de aquellos guerrer()s, que careciendo de todo en el extranje· 1'0,

arrollando mil obstáculos, atranzando lIlar

y tierra, y peleando sin descanso, cruzaron so· bre yanos países enemigos, desde las orillas del Ti gris ha sta el Pon to Euxino, perdiendo ,010 mil y ta ntos hombres en tan cruda y aza· l'()m campaña, Si el espíritu de e!'os guerreros no hubiera estado templado en el fuego de la abnegacion, de seguro babrian todos pere· cido, vil~11ente :í manos de las numerosas hueso tes co ntrarias que los combatieron, y no se huui em illl stl'3d o la bi storia militar con tan briilante págiua, Pero ningun ejemplo de abn egacion más digno de imitarse, que el que nos ha dejado la con,ducta del mariscal Ney en la retirada ¡\pl g raud e ~.iército, de las heladas region~s de

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Rusia á fines de 1812 y principios del siguiente año_ De la más levantada cúspide á donde la gloria eleva despues de quince años de victorias asombrosas, aquel ejél'cito cayó con horroroso estruendo al más profundo abismo de las desgracias; y desorganizado, perseguido, se retiraba de Rusia dolorosamente, dejando un rastro de sangre sobre las s'lbanas de nieve que aquel crudo invierno extendió prematuramente sobre la tierra, Faltaba el órden y la disciplina en aquellos soldados, y en aquel caos de contrariedades, la retirada era tortuosa, dominando una fatal lentitud en las marchas, pOl'la confusion siempre creciente, la falta de medios de trasporte, y porque á los hombres sin víveres, los rendía la debilidad y la fatiga; les entumecía los miembros el penetrante fl'io, y á veces conge· lándoles la sangre por completo, los dejaba sin ,ida, derrumbándose cadáveres entre el hielo, Donde habia fuego se arrojaban á veces aquellos desdichados hasta tostarse las carnes, con una especie de frenética locura. La bl'illante blancura de las nieves siempre rever\-erando ante sus ojos enrojecidos pOI' el suet1o,

que sentian sin poder satisfacer, y la irritacion del vivac, les arrancaba lágrimas de sang re: y era un bien para tantos séres iufelices ser alcanzados por las hordas de cosacos que los perseguian, pues hallaban menos cruel y más prouta muel te en la moharra de las afiladas lanzas de los salvages, que rodeaban las relíquias del ejército francés. como ans carnívoras:í carláver insepulto. y quien, ¿quién fué tan grande que dominando sobre la derrota y sobre ese cúmulo inmenso de desgracias, organizando pequeñas fracciones entre aquel espantoso desórden, sostenia contra bandas innumerables la retirada de tantos fugitivos? ¿quién entl'e la muerte y la angustia general alentaba vida y valor, y quien comunicaba con su ejemplo sobrehumano abnegacion y fuerza á los pocos que lo seguian? El incomparable mariscal Ney: aqu él iÍ quien la historia conserva el sobrenomb l'e de valiente entre los valiente5; aquél iÍ quien se ha erigido monumentos de gratitud y de admiracioD; aquél que en la desgracia se mostró tan sublime, tan impertél'l'ito, que en Yerdad, Napoleon, que es el asombro de la épo-

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54 ca,' ~e vé en esas circullsta ll cias llIel\O~ gT;1I1 de junto á él. . Cuarenta "dias y cuarenta noches, entre el hielo y el enemigo, znmbando el aire de la muerte sobre su cabeza, sobl'eponi éndosc ii las fatigas y á los sufrimi entos¡ con cien soldados ahora y con diez mañana , llevando en la ma· no el fu sil Ney defe ndió paso {l pa so los res· tos desga l:rados del ej é rcito g rande. A él dEt la historia los honores de esa retirada donde co mo ímica estrella en temp estnoso cielo, bl'i · Ila su inmortal abnegacion . El ge neral co nde de Segu l', testigo ocular de los acontecimientos, al t rata r de los s ucesos de Rusia, dice refi l'iéndose :i este m~ri scal: ," , "peleando siempl'e, retro cediendo tras to 'dos los demá s; pero no hllye ndo, sosten ie ndo " hasta el últ imo momento la g loria de la s al'· "mas francesas, y por la centésima vez des" pues de cnarenta dias ex poniendo su vida y ' mas, , sa · "s u libertad pam salvar"< nn ti!'ances "lió en fin de aquella tttal l{usia mostl'ando "al orbe la iueficacia de la fortuna contra 105 "grandes valol'es, y que pant lo" héroes, todo, "siu exceptua r los lTI1yores desastres, se con· , ""iel'te en glo ri a,"

55 En es'l.- retirada ki,tísima en que la postra. ' cion más g rande do minó al ejército, en que todo fué ruina y desórden, solo los veteranos oe la guardia vieja se mostra.ron tÍ la altura de sus glo ria s milita res, soportando con hel'ói· ca abnegacion males sin cuento, y debido {¡ esto suf rieron menos que las demás tropas desban dada s '}~'~ nQ ~!':'. ]lesibl e atender, y llega' ron 'tIS reliqui as á Fl'ancia, en formacion, con sus UI'IlHIS y sa ludando co n su balldcm illma. cu lad a al so l C)uerido de la Patria. Yo los contemp'o m;Ís gmudes en la desgm. cia que ell ia victoria. l:)u sub lime magestad lile impone: desnudos y descalsos, f;ltigados y hambrientos, obed ientes á la disciplina y da ndo f¡'aute al enemi go á la voz de mando co n la conciencia del sacrifi cio de la vida; siendo ca· si los ún icos entre el desó rd en y el terror g eneral; resi,ticndo impávidos la tempestad de ta ntos desastres como una encina que sac ude el hllnwan y hierc el rayo; ma l'chan do resignados y valientee, destacándose (n ese sobrío cuadro de sangue y desolacion, me parecen génios fabulosos que ni el poder del cielo hu· milla, Y dominadores, empeñados en los di· S

56 ficiles trunfos de Marengo, Austcrlitz y tahtos otros, solo los admiro como yalientes, ¡Cuánto honra, cuanto ennoblece y glorilica, y cuán grandiosa magestad ostenta la ahnegncion heróica del soldado! El sabio conde de Segul', padre del general que del mismo nombl'e he citado, expresa E'1l una de sns máximas, que la adve¡'sidad abate á los débiles, pero que siempre engrandece á 108

fllertes, •

VIII. HONOR. "La glol'ia y el honor dc las armas es el pri, lIlel' deber que ha de tenel' siemprc iÍ la vista un soldado," Palabras son estas del primel' Capitan del siglo, El honor es el principio de toda virtud y el cimiento de las cualidades militares; cs la dignidad ¡,,¡silla, l'éro abrazauuo todo lo sublime, llevada á un grado heróico, Siendo, como otra vez he dicho, la profesion militar una carrera de honor, no puede conce, birse al soldado sin honra, porque en un espíritu deshonrado que se a\'l'astra ~n la degradacion, no puede existil' el amor á la gloria que nace de muy elevados sentimientos; no puede existir la abnegacion que requiere un fondo de grandeza ; no puede existil' la vercladera disciplina y moralidad que exigen uua conducta limpia; yen el antro Oscuro de ese espíritu si pueden albergarse mil odiosas pa-

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siones, mil bajezas a,querosas, I~I hombrc sin honor rs un reptil inmundo rn cuyo seno pnc, de abrigarse la cobardía, pOI'l]ue impol'tií ndo, le poco su rcputacion prefiere huir (¡ sacrificarse; es susccI1tih lc de la in moral ida d, pOl'qne siéndole indil'crclltc la estim,.cion de los de, m(¡s ]e es lIlilS grato satisfacer sus paciollcs ln tamante~, quc portase con decencia; es suscep' tibie de la insubol'dinileiou y de toda fhlta, porqne incapaz de comprender la nobleza de un deber, cllando su cnmplimiento lo mortili, ca, se suble\'a contra él, buscando la comodidad; es capaz de 1:1 traicion, porque no comprendiendo el honor, busca la cOl1\'eniencia y se vende aunque mancille su nombl'e etel'lla, mente, ¿Y qué delito Il1JS horrible pnede cometer un soldado que el de la traiciono Al tocar este punto el general Benavides en su obra titulada: "Js, c,,{¡nta tristeza en los desgraciados prisioneros! Que se restaiien las heridas, que se consuele y no se huniille al infortunado que slifre el cautiverio tan amargo. iConcluido el fl1ror de la batalla, es bellísimo el perdon! "Las almas heróicqs, dice Segur, son las lmicas que conocen los afectuosos respetos que se deben á los vencidos ." ¿Y qué puede dar al soldado más satisfaccion y gloria que la generosidad? La gcnerosidad es admirada por amigos y enemigos, ella riu· de á los últimos hasta hacerles dar cl tributu de alabanza al benigno vencedor. Jamas pucs, en ninguna circlIlI,tancia de la

1;7 yidn, se debe desconocer el sublime y grundioso principio de la humanidad sobre la tierra. Nunca debe olvidarse el imprescindible deber de ser benigno con el enemigo subyugado, de ser noble ante h desgracia. (Jon la aureola divina de la clemencia, todos los hechos se embellecen m{¡s; es un fulgor que hace más dvido el explendor de las glorias milita I·es.

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XIII.

ESPIRITU DE CUERPO.



Para consolidar el espíritll de cuerpo 05 preciso que se aleje de los individnos que lo componen la mezquina idea del egoismo . El egoista que solo anhela para sí y que nada cede, nada sacrifica á los demás, al fin se verá aishdo, y cuando lo abrumen las penas que son inherentes á la humanidad, por lo que nadie ¡¡ucde eximirse de ellas, y menos en una profesioR tan azarosa COI1\O las de las a l"lll as, se contemplará aislado entre sus compañeros, sin ayuda alguna, cual si viviera cn un desierto. A. ese hombre ningullo le tiende la mano . cuando cae, y se apartan todos de él co'n indiferencia al ver que se desploma: es un ser inútii para los demá s y nada significa que se pierda. Acomodaticio, sin ceder ni lo que le sobra; sin querer mol estarse en dar un solo paso para el alivio de otro, no tendrá quien

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le ceda despues lo que lUás necesite, ni quien tl'abaje por su bien clla ndo se sienta sucum· bir bajo el peso del infortunio, Vémos hombre5 que difícilmente ó jamás progresan en la profesion que adoptan; y es, que inspil'fLdos en cl cgoismo, jamás han ayu· dado á nadie, y nadie les ayuda, quedando en su abandono solo poseedores de su ruin pa· sioni esa pasion tan mezquina, que :10 alcanza ;Í cumprenrler que cl honlbre necesita de los demás y que por lo mismo debe á ellos lajusta reciproci,lad, sacrificando parte de lo que tiene ó puede al conjunto. Es tan estúpida la idea del egoismo, que hasta los salvajes que no conocen las pdcticas sociales se adelantan á los séres eO'oistas " , I¡ues se reunen en tribll; para protegerse, para ayudarse mútuamente "l' formal' un todo que alO'o o pueda, El hombre ('on sus aislados esfuerzos es un átomo sin valor 011 la humanidad: pUl' e,o 105 hombres civilizados se estrechan en el fecllndo seno de las socieuaues y todo lo dominan así, progresando siem pre, El ejército está fraccionado en distintas col" poraciones, ,\' éstas corporaciones, pa ra que

!JI sean fuertes, es preciso que se unifiquen condensándose en un solo espíri.tll. Hay que principial' por "ivir en sociedad con los compañeros de armas, y el Illilitar, tanto d'e ellos como de otras personas á qnienes trate, será m'ls querido, mientras mejores sean sus maneras, por lo que deberá procurar ser afable y corté~, resaltando tanto más en él e:'ns prendas s0ciale;; cllnnto más elevada Fca Sil posicion ó CU;Ínt,,~ ' Ill(¡s "il-tudes militares le adol'l1en Es innegáble que el burn soldado, que {¡ lIuís de scrlo posee ma neras decentes, será mejor mirado que el illci"il y el de~atento que necesariamente repugna :í cuantos están en coutacto con él. iQué más grata satié'accion qne .. ivir entre compañeros que no~ tratan con estimacion: entre personas que al~o nos deben y que se ,ienten agradecidaFI Dcscansamos con ellas como si f"esen séres de nne~tm filmilia; nuestra alma siente expansi"n y confianza en ,u COII".pañía .. , ,Nuestros compañeros de armas, ~on la familia. que aceptamos desde qtie salimos de los umbrales del hogar doméstlc(),)" debemos mirarlo;; con c:niiio' por esto . ,Pax·

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92 timos con ellos nuestl'O pan y sfgtlillloS todos' los azares de una vida procelosa¡ y si caemos en la senda desigual de la existencia, siempí'e entre ellos encontramos una mano que nos'· levanta¡ y si ·sucumbimos, ent1'e ellos hallamos quien cierre nuestrus ojos, enjugando nuestras lágrimas postreras, La mútua ayuda es un consuelo 'para la hu· ' manidad que sufre, y en la profesion . militar ¡. rodeada de contratiempos y peligros se hace' más necesaria¡ por eso aclamo el espíritu de cuerpo, El espíritu de cuerpo es esa fraternidad exenta de todo egoismo, que funde los inte· reses de todos¡ son los diversos elementos in· dividuales que uniéndose con el lazo del compañerismo forman un armonioso conjunto, Cada uno de los individnos 'que componen el cuerpo lo cuidan comó bien 'colectivo, defienden con anhelo su reputacion y la levantan al - " más alto grado, Ouando ese espíritu no alieno ta á una corporacion, ella es débil, quebradiza, y su reputacion y su existencia está en peligro con los mismos que la forman , y qne en lúgar de conservarla la desgarran con su discordia interior,

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!J3 La discordia en una cOl'poracion cualquiera, es nna gangrena que debilitándola apresuradalp~n,te, la mata cuando al fin llega {¡ su corazon, "La desorganizacion, el desórden, sen los síntolllas fatales de la discordia. Y ninguna corporacion más que la militar necesi.ta (le tod'o el poder que d,) la union, pues tiene que vencer inmensas dificultades¡ ella está formada para I'esistil' las fatigas más penosas, y para llevar á cabo los más gl"anueil sael'ificios¡ tiene que condensar S'IS esfuPl'zos en uno soio, so · brcponiéndose á todo, para poder llegfll' (L al' rancar á toda costa, el laurel de la victoria al génio de la guerra, ó para refugial'se valiente· mente en el seno de la abnegacion cuando vie· ne la adversidad. Parece imposible .que entre cOUlpaiie,'os que viven bajo el mismo techo, que snft'en la mis ma de8gracia ó gozan la misma fortuna, y que anhelan la propia gloria, no h'lya una amistad sincera que los estreche cordialmente. Compañeros en el sacrificio y en la felicidad ¡ compañeros hasta en el supremo momento del no ser, que se ayuden siempre, que se resta · ñen las heridas, que cedan sus ,-estidos para cubl'Ír de la intemperip allllutilado compañe

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ro. Que lo bagan así, que nunca olviden la posibilidad de que deshecha su existencia en un combate, tengan que dormir en la misma fosa ó descansar sus cadáveres inscp ultos en el mismo-pavimento." Que se amen como her" manos, ya que está'n unidos en la tierra con los lazos de la fortuna "ó del martirio.

XIV.

Conclusion.



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Dada la Índolc de estas ÜONVEHSACIO:\ES, in tencionalmente no he querido citar cn el CUI·w (,e ellas, ejemplos de las yirtudes que los soldados mexicanos tienen, por consideracio· ncs quc apuntal é. Yo que wy tan amante de México, uo me juzgo con la imparcialidad nccesaria para hablar de la epopeya de nucstl'a primera inde · pendencia, porque acerros recuerdos de aquellos tiempos me harían tal vez no detenerme en el límite de lo justo, ni al elogiar á nues· tros héroes, ni al tratar de nuestros encmigos ele entónces. Despues de esa guerra vino otra en que se vieron tambien muchos heróicos rasgos dignos de figurar en los fastos ele la universal historia pam brillar entre los más grandiosos, pe·

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\lG ro por nuest,'a desgntcia e5t'~n 03cu,'ecid03 bajo la sombra siniestra de la;; enlutadas, alas del espÍl'itu de partido quo ha desgarrado en contiendas interiores nuestra jóvell patria iY cómo hablar de nue,tros ,'enco,'es f, atricidos ,lo ayer, cuando toda l'Ía oxi;ten campeones do esa lucha! En cuanto (¡ los héroes ,lo la segunda independencia tengo que elecir, que no debo dar mi jnicio sobre mis contempol'iÍneos ¿mas quién no sabe que entre nuestros soldados no son extrañas las \'irtudo,; elo los antiguos cs· partanos, ni los hechos se mejantes á los de Guzman el Buono, que p,'oliere la muerte ciorta de sus hijos ,¡ la de,honra de sus armas? ¿Qu ién no sabe qne estos soldados mestizos descendientes del ospañol y el indio tieuen la brava caballerosidad del uno y la estoica serenidad del otro; el génio aventurero del his pano y la inquebrantable constancia del infa tigable hijo de las selvas amoricanas? En nuesll'os sol,lados, que generalmente se han visto abandonados á sus solas inclinaciones, hay que admirar muy bellas cualidades. Los vemos casi siempre resignados en el sufrimiento, sin que una queja demuestre sus

!Ji dolores; si la muerte va {¡ cau sob ,'e su cabeza, no se humillan para pedir la vida, y esperan con digna altivez el momento fatal sin que una lágrima empañe su mirada. IJos vemos que engreidos en el cariño de su jefe, le sirven de muralla en el combate, y si cae herido, lo toman en sus brazos y lo sall'an sin pensar en su propia existencia, rodeada de peligl'os, Sin pan y sin ycstidos hacen I" .. gas jomadas po .. {¡¡¡peros ca millos, acampando:í la intemperie, sufl'iendo así "igorosos la s fatigas y las pena· Iidades. Qlle se culti\'en esas cnalidades innatas de nueRtra raza belicosa, suf"ida y sóbl'ia, como cada oficial debe trata .. de hacerlo con los que mauda, y los soldados mexi canos llegarán entónces {¡ alcanzar el lugar qu~ les corresponde_ Este ejército, animado por nn verdadero espíritu guerrero, solo necesita una asfdua y constante direecion pam elevarse iÍ la perfeccion militar. y el buen ejército, es tanto má s indispensable en México, que pnede tener enemigos poderosos en el extranjero, cuanto q ne desmoralizado el país por las re\'lleltas políticas su f,'idas, necesita imperiosamente I1n podel' ema.BIBl "



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'odo.16lS MONTERREY, MfXJet

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nado do las loyes, ([Uo lo sujete al órden y ;í la paz para q uo se proceda á la definitiva 01'ganizacion nacional, que traerá el er.grandecimiento do la patria. Para hace\' frente al espíritu de la discordia que agita la nacion, es preciso el inquebl'lllltable espíritu del órden que reprcsenta un rjél'cito disciplinado . "La mayor !,alanca de accion, dice un in"signe gue rrero, cs la fuel'zit militar dada pOI' "la ley y digida por el génio," l