Resumen Sociedad y Estado Primer Parcial

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RESUMEN DE SOCIEDAD Y ESTADO PRIMER PARCIAL UNIDAD 1: SOCIEDAD Y ESTADO: NOCIONES FUNDAMENTALES (Texto: “El Estado moderno. Breve recorrido por su desarrollo teórico”, Garabedian) Introducción El Estado moderno surge y se desarrolla en Europa, a partir del siglo XIII y hasta finales del siglo XIX. A partir del siglo XV, los estados europeos buscan expandirse territorialmente, apelando a la conformación de ejércitos cada vez más numerosos y poderosos. El sostenimiento administrativo financiero y económico de estas fuerzas fue convirtiéndolos en unidades burocráticas codiciosas de recursos. Las ciudades Estados eran unidades independientes que concentraban sus actividades principalmente en los ámbitos militares, fiscales, en la protección de sus súbditos y administración de justicia. Debemos afirmar que el Estado tiene una estrecha relación con la esfera de la coerción o con la utilización de la fuerza para encontrar obediencia y conseguir la dominación. Hacia el siglo XV y XVI, los “reinos” poseían grandes territorios pero la relación entre monarcas y población es indirecta. Existía una relación de intermediación entre los monarcas y los súbditos. Estos intermediarios constituían un sector social, político y económico (duques, señores feudales) que tratan directamente con la población. Había una relación social estructurada en la sociedad medieval, los monarcas obtenían de los intermediarios tributos y hombres para sus empresas militares y éstos obtenían, una amplia libertad para administrar y gobernar sus territorios. La ciudad y su hinterland (zona rural en donde una ciudad mantiene su predominio y su influencia administrativa, fiscal y militar) operaban como unidades políticas autónomas. El estado se ocupaba de lo administrativo, dejando lo social (educación, salud, bienestar social) a las comunidades. Recién a partir del siglo XIX, producto de las tensiones sociales, estos temas serán obligación del Estado. Así, los Estados modernos se distinguen de sus antecesores por las siguientes características: • Centralización de poder: El Estado pone bajo su control todas las relaciones sociales, económicas y políticas, no aceptando dentro de su territorio ningún otro poder equivalente que lo reemplace. • Concentración de funciones en manos de una burocracia profesional: Surge la gestión basada en parámetros profesionales e impersonales, sobre criterios de racionalidad en la administración. Los funcionarios perciben un salario y poseen idoneidad para la tarea que antes realizaba la comunidad. • Progresiva secularización: Separación de la política y administración de toda religiosidad como fuente de la fundamentación. El Estado avanza autónomamente en su proceso de construcción política. La primera característica que debemos destacar es que el Estado moderno es una construcción política, es decir, es fruto del desarrollo histórico, por lo que está sujeto a cambios y está ligado con la “política” 1. La política moderna en el centro de la escena Los Estados modernos tienen relación directa con la política. Para Aristóteles, la política se relaciona con la Polis griega, con la administración de la ciudad. En la Edad Media la política era un arte vinculada con el deber ser y el dogma. A partir de fines del siglo XV, la política se va alejando de lo religioso, y pasa a estar determinada por acciones de individuos e instituciones. Así, la política pasa a ser una ciencia que predice, calcula, mide y ejecuta. La política

moderna incorpora el concepto “medios-fines”. Es en esta etapa que comienzan a participar de la política cada vez más los sectores sociales.

2. Definición del concepto de Estado El politólogo O’Donell define al Estado de la siguiente manera: el estado es el componente político de la dominación en una sociedad territorialmente delimitada. Por dominación o poder entiende la capacidad actual y potencial de imponer regularmente la voluntad sobre otros, incluso contra su resistencia. Lo político lo entiende como una parte analítica del fenómeno más general de la dominación, aquella que se halla respaldada por la supremacía en el control de los medios de coerción física en un territorio delimitado. En la definición de O’Donell una de las características centrales que persiguen los Estados es la “obediencia” de parte de los individuos e instituciones. La dominación puede obtenerse a través del uso de la fuerza física pero también se consigue a través del control ideológico o convencimiento en la legalidad y legitimidad del sistema. Sólo cuando este recurso da muestras de agotamiento puede recurrirse a la coacción física. Por su parte, Oszlak concibe al Estado de la siguiente forma: es una relación social que articula un sistema de dominación social. Su manifestación material es un conjunto de instituciones que conforman el aparato en el que se condensa el poder y los recursos de dominación política. Destaca los atributos de estatidad: 1) Reconocimiento de la soberanía estatal por parte de los otros estados (externalizar su poder) 2) Capacidad de ejercer el monopolio de los medios de coerción (uso legítimo de la fuerza) 3) Desarrollo de un sistema de administración burocrática profesional y autónoma de la sociedad civil compuesto por funcionarios aptos e idóneos. 4) Capacidad de generar en los habitantes un sentimiento de pertenencia y crear lazos de solidaridad para responder a un solo estado Conformación del Estado 1) Soberanía: El Estado posee un control exclusivo sobre su territorio y sobre la población que la habita. Este poder no puede ser cuestionado. 2) Territorio: El Estado controla una porción de tierra, espacio aéreo, ríos interiores, espacio marítimo y riqueza del subsuelo. Esta porción territorial está estrictamente delimitada y reconocida por los demás Estados. 3) Población: Conjunto de personas que residen en el territorio delimitado. 4) Aparato administrativo burocrático: Instituciones que controlan y gestionan la vida cotidiana de la población. Es el brazo ejecutor de la política sea en tareas irrenunciables (defensa exterior e interior, cobro de impuestos, etc.) como en las sociales (salud, educación, seguridad social). 5) Gobierno: Se constituye para la toma de decisiones trascendentales y es quien determina el rumbo específico. El gobierno representa al Estado y actúa en su nombre. 1. 3.

Sistema político, régimen político y sociedad civil

La sociedad civil es el cuadro de clivajes sociales que pueden dar lugar a un primer nivel asociativo a partir de la solidaridad de intereses. Incluye a todos los actores económicos y sociales (Medios de comunicación, Iglesia), instituciones privadas, civiles y públicas, y también las instituciones del

Estado (Burocracia civil, fuerzas de seguridad y armadas). El sistema político abarca la suma del Estado y sus instituciones con la sociedad civil y todas las fuerzas vivas que la componen, es decir que, incluye al Estado, la sociedad civil y el régimen político. La dinámica social, económica y política da a la frontera entre los conceptos un carácter móvil. Es un conjunto de instituciones políticas, gubernamentales y no gubernamentales, desempeñados por actores sociales, dotados de una cierta capacidad de poder, independencia relativa limitados en su relación con el otro. Hay momentos de la historia de determinadas sociedades donde se producen corrimientos. A manera de ejemplo podemos citar los procesos de reforma estructural en la Argentina durante 1990. Allí se veía como necesaria una reducción del aparato estatal y el aumento de la sociedad civil. El régimen político está compuesto por la forma de gobierno, el sistema electoral y el sistema de partidos, entre otros. Las formas de gobierno se orientan a distinguir cuál es la mejor organización política institucional para cada país (Presidencialista, parlamentaria, etc.). Bidart Campos ofrece una diferenciación: las formas de Estado son las formas de organización del Estado mismo, mientras que las formas de Gobierno son formas de organización del elemento gobierno, como estructura de órganos que ejercen las funciones de poder. En Argentina, primero con la Ley Sáenz Peña y la asunción de Yrigoyen (No se cambia la forma de gobierno), luego con la sucesión de golpes militares, más tarde con la vuelta a la democracia en 1983 y finalmente con la reforma constitucional de 1994, vemos la constante modificación del régimen político. 1. 4.

Principales corrientes de pensamiento en torno al Estado

a. Max Weber (1894-1920) Los factores que toma en cuenta para analizar al Estado moderno son la religión, el protestantismo, el avance del comercio (fuente de riqueza) y del capitalismo (forma dominante de producción económico-social). Weber define al capitalismo como un “fenómeno moderno”, dado que la racionalidad es lo que caracteriza a sus instituciones. La titularidad de la autoridad y del poder se manifiesta en la dominación. El Estado Moderno posee el “monopolio legítimo de la fuerza”, y requiere de una administración continua. El poder del Estado es superior al de los individuos e instituciones dentro de un territorio. Para Weber la política es el enfrentamiento entre distintos sectores sociales, políticos y económicos por obtener el poder. Esta lucha se resuelve por la movilización de los recursos y a través de la fuerza. El objetivo final del Estado moderno como organización política institucional es el mantenimiento de la dominación. Según Bobbio, el monopolio de la fuerza es condición necesaria pero no suficiente de la existencia de un grupo político que pueda definirse como Estado. En todos los contextos Weber añade que esta fuerza debe ser legítima. La otra gran cuestión de Weber es la legitimidad. Ésta es fundamental para la dominación política, es efectiva sólo si quien obedece está convencido de su acción como su deseo interno y no experimenta la dominación como un acto ajeno a su voluntad. Weber plantea 3 tipos de dominación política legítima: - Tradicional: se basa en la creencia en la santidad de los ordenamientos y los poderes señoriales existentes desde siempre. Juega un rol importante el conocimiento personal entre el “señor” y los “súbditos”. - Carismática: Hay un contacto personal entre el líder y los seguidores. Ésta se da por las dotes extraordinarias de mando que posee el caudillo y en la creencia de sus seguidores de que posee

virtudes sobrenaturales. - Racional-legal: Para Weber, el tipo ideal que corresponde al Estado Moderno, al Estado del tiempo actual, es la forma racional legal basada en que la ley es impersonal y racional. En la sociedad capitalista (sociedad de masas), la dominación es cada vez más burocrática: el Estado moderno administra, gestiona y controla a través de funcionarios asalariados, expedientes y criterios racionales que garanticen la efectividad. Esto se sostiene por el cobro de impuestos.

b. Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Engels (1820-1895) Son contemporáneos a la Revolución Industrial y al desarrollo del liberalismo, al cual critican. Sus ideas centrales respecto al Estado son: 1 – El Estado es un instrumento al servicio de la burguesía para la explotación de la clase trabajadora. Es un Estado clasista 2 - La política burguesa oculta la explotación del proletariado y es ineficaz para su emancipación. 3 - El cambio social sólo provendrá de la organización independiente del proletariado como sujeto histórico y tomará el Estado por medio de la fuerza para, luego de un período de organización (Dictadura del proletariado), destruirlo definitivamente. Para ellos, la sociedad se divide en clases; en la época moderna se va simplificando hasta reducirse a dos: la burguesía, propietaria de los medios de producción y el proletariado, poseedor de su fuerza de trabajo. Ambas clases son antagónicas y sus posiciones, irreconciliables. La existencia de una sola clase se dará en la medida que ésta tome conciencia de su situación de explotada y actúe en consecuencia. La burguesía, luego de establecer la gran industria y el mercado mundial, conquista el poder político del Estado. Así, mientras la filosofía de la historia de los autores precedentes busca perfeccionar el Estado, Marx procede hacia la extinción de mismo. Marx describe 2 esferas: la de la estructura económica (o producción), es decir, la de la sociedad civil y la de la superestructura jurídico-política, o sea, el Estado. La función de esta última esfera es la reproducción del sistema capitalista. En las instituciones políticas de la sociedad capitalista no puede conseguirse la igualdad política y social, puesto que estas instituciones no resuelven la verdadera injusticia e inequidad que se da en el mundo de la producción, donde el trabajador se ve obligado a vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario que no alcanza. La existencia de un a clase social se dará cuando ésta tome conciencia de su propia situación en el sistema productivo clase en sí y además derive esta situación, de explotación y dominación, como consecuencia de la existencia de otra clase, la burguesía, que acumula riquezas y reproduce el sistema en base a su condición de explotadora. A esta segunda posición la denominará clase para sí c) Eduard Bernstein (1850-1932) La crisis del capitalismo de 1873, no hizo más que fortalecerlo. El Estado burgués comenzó una reformulación de sus funciones incorporando algunas de las demandas del movimiento obrero (legalización de sindicatos, apertura democrática) Como afirma Engels, el Estado ya no es el “comité de negocios de la burguesía” ni un Estado bonapartista, sino que se transformó en una organización más compleja.

El revisionismo que propone Bernstein es un intento de superación de las ideas catastrofistas que promueve la teoría revolucionaria de Marx, ya que el capitalismo está fortaleciéndose y las condiciones obreras son mejores. Entonces, propone obtener cambios en el interior del sistema capitalista. De esta conclusión se desprende la nueva concepción del Estado: deja de ser clasista y pasa a ser un instrumento neutral ante las clases. Bernstein propone la idea de un Estado Popular que va a ser incorporado por la Socialdemocracia que trata de incorporar reformas en el Estado a través del sufragio. d) Vladimir Illich Ulianov (Lenin) (1870-1924) La posición bernsteniana generará una división en el marxismo: el revisionismo (Bernstein), la corriente ortodoxa (Kautzky) y la “generación de 1905” (Trotsky, Lenin). Ésta última retoma la idea de la toma del Estado mediante la acción revolucionaria, para su posterior destrucción. Lenin distingue entre 2 elementos que componen el Estado: el elemento político, la función represiva (Integrada por fuerzas de seguridad y la burocracia clasista), que debe ser destruida y el elemento técnico, o neutral que debe ser ocupado por el proletariado y ser puesto en acción para la transformación socialista. d) Antonio Gramsci (1891-1937) Sostiene que la revolución rusa de 1917 tenía características excepcionales que no podían repetirse en Occidente, ya que el Estado capitalista tenía el control y la dominación política que iba más allá de lo represivo. Hacia 1870, el sistema social y productivo se complejiza y el Estado se readapta relacionándose con la sociedad civil a través de instituciones mediadoras como los partidos o sindicatos. Tanto el Estado como la sociedad civil son los encargados de desarrollar y volcar hegemonía sobre los individuos, es por eso que para Gramsci no es suficiente tomar el Estado por la fuerza, dado que después existe toda una serie de instituciones a las que es necesario dominar para que la estrategia revolucionara sea eficaz. Propone para ello dar batalla en la sociedad civil antes de la toma del poder liderando a los sectores afines y luego dominando a toda la sociedad. El concepto de Estado ampliado está compuesto por Estado y sociedad civil, cuya relación genera la hegemonía política, lo que implica dirección política y cultural, por lo que su función es el sostenimiento de la dominación sin el recurso de la violencia (Esta potestad es como si no existiera), lo que la hace muy efectiva. No sólo el Estado ejerce dominación, sino que estamos en presencia de una sociedad civil con todo su complejo institucional privado también que aporta a la misma y a la producción ideológica. En el Estado y en la sociedad civil se hallan los especialistas e intelectuales encargados de ejercer la dominación y dirección hegemónica. En el Estado se encuentra esta doble función de coerción y de consenso; ésta última, compartida con la sociedad civil y su entramado de instituciones privadas. La ideología se reparte entre la sociedad civil y el Estado, mientras que la violencia pertenece sólo al Estado. El Estado es el lugar en donde se estructuran las clases sociales entre dominantes y dominados y la sociedad civil será denominada el nuevo partido político de masas. e) Fascismo Surge a principios de siglo XX en Italia, bajo la dirección de Mussolini (1883-1945), fundador del Partido Fascista. Se desarrolla en un contexto de auge de la sociedad de masas y de crecimiento del movimiento obrero. El fascismo se opone a la democracia, al socialismo y al comunismo, presentando la faceta autoritaria del Estado capitalista, dotado de política expansionista y buscando legitimidad en la tradición y en el pasado glorioso. Durante la entreguerra, Europa se aleja de la democracia liberal y de la división de poderes. Por

ejemplo, España adoptó durante la década de 1920 un gobierno dictatorial y sobrevino la dictadura de Franco. Otro caso más resonante fue el surgimiento del nazismo en Alemania. El nazismo se caracterizó por ser un régimen totalitario que basaba su legitimidad en las teorías de superioridad racial y biológica, fue profundamente xenófobo e implementó una política de exterminio unida a una política eugenesia. El fascismo es un sistema de dominación autoritario caracterizado por un monopolio de la representación política por parte de un partido único y de masas organizado jerárquicamente, una ideología fundamentada en el culto al jefe, una exaltación de la colectividad nacional y en el desprecio de los valores del individualismo liberal y también una confrontación ante el socialismo y el comunismo. Además, exalta al Estado como fin último. f) Charles Maurras (1868-1952) Reivindicó posiciones extremas, relacionadas con la violencia política, el exterminio y el terror. Fue un defensor de la tradición monárquica, el catolicismo y de las libertades pactadas, y un opositor de la democracia liberal, que causa desorden social y flexibilidad de las normas. El orden político debe estar sujeto a un interés nacional como colectivo general. Los habitantes basarán su acción en los principios de patria y tradición. El Estado debe fijar el rumbo de la Nación a través de un líder fuerte, y debe impedir la integración dentro de su territorio con el “diferente” (de raza, política, religión) y se debe privilegiar el interés de la nación. Promueve un orden basado en la tradición monárquica y en los valores católicos, aunque también la no integración y el restablecimiento de la autoridad nacional. El Estado para Maurras debe ser mínimo, guiado por la autoridad monárquica y organizado en base a corporaciones religiosas, militares y profesionales. Lucha por un poder “descendente”, aquel que proviene de las diferencias derivadas de la desigualdad en el acceso a los recursos. 1. 5.

Tipos de Estado

a) Estado absolutista Se desarrolla en Europa entre los siglos XVI y XVIII. El término absolutismo está en estrecha relación con el concepto de poder. Se refiere a la forma de ejercer el poder absoluto por parte de los monarcas. Es un régimen político constitucional (Sometido a limitaciones y normas) no arbitrario (La voluntad del monarca no es ilimitada), de tipo secular. El Estado absolutista es la consolidación del poder bajo la tutela del monarca en relación con los reinos que proliferaban en Europa durante los siglos precedentes. En este tipo de Estado comienza a delinearse el Estado moderno. Las características que tienen estos Estados fueron evaluadas por Maquiavelo en su obra “El Príncipe”, cuando hace mención a la unificación que en el siglo XVI estaban llevando adelante los reinos de Castilla y Aragón. Una característica es la concentración de poder, respecto a los reinos menores y la capacidad de imponer decisiones en el territorio de éstos. El carácter secular refiere a la separación de lo religioso y lo político y a que la organización administrativa comienza a ser racional y eficiente. Las políticas expansionistas (España y Portugal) también fueron llevadas a cabo por Estados absolutistas. La teoría económica de la época era el mercantilismo, que afirmaba que la riqueza de una Nación se basaba en la acumulación de riqueza (oro y plata), para lo que requería un Estado soberano. Las luchas religiosas del siglo XVI y XVII jugaron también un papel importante en la constitución de cierto tipo de concepción ideológica, ayudaron a la constitución de los Estados absolutistas sobre

bases racionales y profanas. Algunas obras que desarrollaron las bases teóricas del Estado absolutista fueron El Príncipe (Maquiavelo), el Leviatán (Hobbes), etc. b) Estado liberal El liberalismo es influido por Locke y Smith. Éste surge en Inglaterra, a mediados del siglo XVII y su auge es en el XVIII, teniendo como causa la “Gloriosa Revolución” de 1688, donde se abandonaron los postulados del Estado absolutista y se comienza con los lineamientos de una monarquía constitucional. Los postulados básicos de este Estado son: • • • • • • • • •

Defensa del individuo en oposición a una sociedad estamental y corporativa (feudal). Defensa de la libertad económica, política, religiosa y cultural. Defensa de la propiedad privada, base de desarrollo económico y político. División de poderes, para evitar poderes absolutos. Centralidad de la ley y de la constitución para evitar la arbitrariedad. Ideología racional del individuo y secularización social. Idea de construcción política a través del contrato voluntario (pacto de asociación) La economía se basa en un orden natural en el cual no se debe intervenir. La ambición por lograr una transformación social de la sociedad.

Todas estas características se materializaron en un determinado orden político y social: el Estado liberal. El liberalismo entiende al Estado como un Estado mínimo, es decir aquel que tiene la función de garantizar el funcionamiento social a través de paz, seguridad, administración de justicia y defensa de límites geográficos del Estado. La generación y distribución de la riqueza queda en manos del mercado y de la sociedad civil. Para el liberalismo, es el mercado la instancia que asigna eficientemente los recursos entre las personas, para así beneficiar a todas las partes. El protagonista de este período es la burguesía, que se va desarrollando como fruto del aumento del comercio y de la producción, ganando influencia social y política (Clase dominante). El creciente comercio internacional y la mayor conexión entre los continentes (Europa y periferia), estimularon la adopción de estas ideas. Sin embargo, el mismo desarrollo social, político y económico hizo que el Estado mínimo resultara ineficiente y tuviera que replantearse otras funciones como la salud, educación, etc. Aún así, no se abandonaron los principios básicos del liberalismo: defensa de la propiedad privada y la libertad de empresa. b) Estado de bienestar Esta forma de Estado encontró un desarrollo en Europa Occidental con posterioridad a la 2da GM. Aunque algunas acciones comiencen luego de la crisis de 1929, a partir de 1950 es cuando se asienta, para caducar hacia finales de 1970. El Estado de bienestar keynesiano se estructuró sobre una reconceptualización de las funciones del Estado, a manos de John Keynes. Se desarrolla en una sociedad capitalista industrial con amplia base de trabajadores y alta tasa de sindicalización. Su objetivo era mantener altos niveles de empleo y poder adquisitivo para sostener altos niveles de productividad y una política redistributiva. Una de las características que se resaltan es la prestación social universal a la que están sujetos todos los habitantes. Es con el Estado de bienestar que la población alcanza la ciudadanía social, entendida ésta como la satisfacción de las necesidades básicas del individuo, en lo que hace a salud, educación, servicio social empleo, etc. La prestación de estos servicios es entendida como derecho político, osea, como conquista histórica de la ciudadanía. El Estado de bienestar tiene como objetivo lograr una “conciliación de clases” como árbitro entre los intereses del capital y los del trabajo.

Otra característica es el alto porcentaje de PNB (Producto Nacional Bruto) destinado a gastos sociales. Los recursos surgen de un sistema fiscal que grava a las empresas y al sector financiero. Estos niveles de igualación social y justicia redistributiva se basan en una economía mixta: fuerte manejo estatal de la economía, osea que las decisiones económicas son también políticas, consensuadas por los distintos sectores sociales y económicos: el capital, el trabajo y el Estado. c) Estado neoliberal Intelectuales y pensadores como Friedman y otros encabezaron las críticas, económicas y políticas, al Estado de bienestar hacia mediados de la década de 1970. Con la crisis del Estado de bienestar (como consecuencia de la crisis del petróleo de 1973 y de su gran déficit fiscal entre otras causas) comienza a surgir una corriente de pensamiento economicista en la concepción de la organización social conocida como “neoliberalismo” Existe una relación entre el surgimiento del neoliberalismo y la globalización, que se fortaleció tras la caída de muro de Berlín (1989) y fue regulando la capacidad de los Estados nacionales para regular la política económica. El mercado cada vez se hace más independiente y los Estados deben competir por la atracción de los capitales. Las características básicas del neoliberalismo son: se pasa de un paradigma basado en lo estatal y público a uno basado en lo individual y privado; la centralidad deja de ser el trabajador para ser el consumidor. El proceso de reforma del Estado estuvo marcado por la necesidad del capital para competir en el mercado internacional. Entre las políticas reformistas más importantes: • Paso de las decisiones económicas a la esfera del mercado. Desarrollo, capacitación, inversión, distribución y acumulación quedan en manos de las corporaciones económicas. • Desregulación: Eliminación de los controles para ahorrar costos y aliviar el proceso productivo permitiendo la “libre competencia”. • Privatización: Para capitalizar a las empresas públicas y que el Estado se desentienda de su gestión limitándose al control. • Apertura de la economía nacional al mercado internacional, ya sea en lo referente a bienes como a servicios y a capitales. El proceso de reforma del Estado cuenta con la presencia de capital extranjero. • Eliminación de controles a la actividad financiera, desgravación fiscal al sector financiero y a las grandes empresas, para promover la radicación de capital extranjero. • Achicamiento del gasto público: La meta es el superávit fiscal. • Flexibilización laboral para minimizar costos al contratar empleados y que radiquen empresas internacionales. • Descentralización de las funciones de Estado: Salud y educación pasan a manos de las provincias. Reagan en EE.UU. y Thatcher en Inglaterra aplicaron esta política neoliberal, así como Carlos Menem en Argentina. 6. Epílogo. El estado y la política hoy. Una relación para seguir pensando La definición social de lo que es “política” forma actualmente un terreno privilegiado de la lucha de poder; de esta reestructuración del hacer política dependerá lo que será la sociedad futura. La creciente despolitización que sufren nuestras sociedades actualmente atentan contra el proceso político, como ámbito de toma de decisiones y contra la política. La “naturalización” de la realidad y la sensación de que es imposible cambiarla, separa a los individuos entre sí, volviéndolos individualistas, apolíticos. También los separa como colectivo del Estado, sintiendo que este último le es ajeno.

UNIDAD 2: LA ARGENTINA CONTEMPORÁNEA: 1880 – 1955 (Texto: “Breve historia contemporánea de la Argentina”, Luis Alberto Romero) Período Economía Política Otras características 1880-1916 Modelo agroexportador Régimen oligárquico –conservador Inmigración masiva 1916-1930 Crisis modelo agroexportador Sufragio universal para varones nativos Gobiernos radicales 1930-1943 Inicio de la sustitución de importaciones Década infame - fraude electoral Inestabilidad institucional - Intervencionismo estatal 1943-1955 Auge de la sustitución de importaciones Populismo - Incorporación de las masas por un líder Mercado interno - Estado distribucionista Capítulo 1: 1916 En octubre de 1916 la UCR triunfaba en las elecciones e Yrigoyen asumía a la presidencia. Por primera vez regía el voto secreto, universal y obligatorio, fruto de la Ley Sáenz Peña, sancionada en 1912 A lo largo de cuatro décadas y aprovechando una asociación con Gran Bretaña que era vista como mutuamente beneficiosa, el país había crecido de modo espectacular, multiplicando su riqueza. Los inmigrantes, atraídos para esa formación fueron integrados en una sociedad abierta, que ofreció abundantes oportunidades para todos. La asunción de Yrigoyen podía ser considerada como la culminación feliz del largo proceso de modernización emprendido por la sociedad argentina desde mediados del siglo XIX. Yrigoyen semejaba uno de aquello caudillos bárbaros que se creía sepultados en 1880. La Primera Guerra Mundial (1914) pondría el fin al progreso fácil, con crecientes dificultades y un escenario económico mucho más complejo, en que la relación con Gran Bretaña no sería suficiente y la sociedad se iría transformando en intolerante hacia la inmigración, provocando un nacionalismo

marcado. Entre 1880 y 1930 el país se organizó en un modelo agroexportador, basado en la exportación de materias primas y alimentos a los países centrales, sobre todo Inglaterra, y en la importación desde esos países de productos manufacturados, mano de obra y capital. La construcción Entre 1810-1880 se dio el proceso de formación del Estado nacional, con constantes enfrentamientos entre Buenos Aires y el Interior. En las décadas previas a 1916 se desarrolla el progreso, a través de la integración plena del mercado y la gran expansión del capitalismo. En 1880, asume Roca con el fin de asegurar la paz y el orden. Los límites territoriales del Estado se definirían con claridad (“Conquista del Desierto”, 1879), y las cuestiones internas se separaron tajantemente de las exteriores. Su gobierno estaba basado en la Constitución de 1853 y pregonaban una “monarquía vestida de república”. La facultades legales fueron reforzadas por una práctica política en la que, desde el vértice del poder se controlaban los resortes institucionales y los políticos. Se trataba de un mecanismo que fue calificado de unicazo, que se empleó antes y después de 1916. El Ejecutivo lo usó para disciplinar a los grupos provinciales. El poder, que se había consolidado en torno de los grupos dominantes del Litoral encontró distintas formas de hacer participar de la prosperidad a las elites del Interior. Para insertarse en la economía mundial, los sucesivos gobiernos desde 1810, con preponderancia en 1850 por la gran expansión de la producción del lanar y la profundización de la industrialización de Gran Bretaña, convertida en el taller del mundo y posterior auge en 1880, en la era del imperialismo se alinearon comercialmente con Gran Bretaña, hecha potencia en la cumbre económica por su desarrollo industrial. En este entonces empezaba a afrontar la competencia de nuevos rivales (Alemania y EE. UU.), dividiéndose el mundo en áreas imperiales, formales o informales. Hasta 1913, el capital británico basado en el comercio, bancos, préstamos al Estado e inversiones en empresas públicas de servicios (Ferrocarriles), se aseguró una ganancia que garantizaba el Estado, que también otorgaba exenciones impositivas. Este crecimiento de las vías férreas permitió la expansión de la agricultura primero y de la ganadería después, cuando los mismos británicos instalaron el sistema de frigoríficos. Socialmente, a partir de 1880, las cantidades de inmigrantes crecieron abruptamente, estimuladas por un fuerte crecimiento demográfico europeo, las crisis de las economías agrarias, la búsqueda de empleos, etc. Además, desde Argentina se fomentó la misma a través de la propaganda y el subsidio a los pasajes. Los inmigrantes demostraron una gran flexibilidad y adaptación a las condiciones del mercado de trabajo: en la década de 1880 se concentraron en las grandes ciudades, en la construcción de sus obras públicas y la remodelación urbana, pero desde mediados de la década siguiente, al abrirse las posibilidades de la agricultura, se volcaron masivamente al campo tanto quienes venían a instalarse de forma definitiva como quienes viajaban anualmente para trabajar en las cosechas. Hacia 1890 se atenuaría la llegada que luego volvería a resurgir durante la primera década de siglo XX. El “Estado liberal” argentino crearía condiciones para el desenvolvimiento de los empresarios privados, promoviéndolas -especialmente las extranjeras- con amplias garantías (Depreciación y liberalidad del crédito). Además la “Conquista del Desierto” que incorporó grandes extensiones de tierra para la explotación favoreció la consolidación de la clase terrateniente, una oligarquía que controlaba un conjunto amplio de actividades. En el Litoral, se inclinaron por la agricultura, donde la producción era fácilmente transportable por los ríos, mientras que en Buenos Aires se volcaron a la explotación del lanar hasta la instalación de los frigoríficos que haría más rentable la explotación y exportación del ganado vacuno (1900). Alternativamente, las tierras se destinaron a los cereales y

pastoreo, destinándola así a la ganadería. La calidad de las praderas aseguraba altos rendimientos con escasas inversiones; por otra parte, las condiciones del mercado mundial, extremadamente cambiantes hacían conveniente mantener la flexibilidad para elegir, cada año, la opción más rentable, posibilitando así un crecimiento espectacular. Los inmigrantes que durante la expansión agrícola se convirtieron en arrendatarios y disponían de un capital limitado, prefirieron alquilar extensiones importantes de tierra antes que adquirir definitivamente una parcela más pequeña. Desde 1890, la expansión de la agricultura fue continua y el campo se llenó de chacareros y jornaleros. Las principales exportaciones agrícolas eran el trigo, el maíz, el lino y la lana, que todas aumentaron considerablemente. En vísperas de la guerra, la Argentina era uno de los principales exportadores mundiales de cereales y trigo. El sector industrial alcanzó una dimensión significativa y ocupó a mucha gente. Algunos grandes establecimientos como los frigoríficos, molinos y algunas fábricas grandes, elaboraron sus productos para la exportación. Otro grupo de establecimientos importantes, textiles o alimentarios, suministraba productos elaborados con materia prima local. Este sector industrial creció asociado con la economía agropecuaria, nutriéndose de capitales extranjeros. Todo este desarrollo provocaría una brecha secular entre el Litoral y el Interior, con un atraso relativo (Con excepción de Mendoza -vino- y Tucumán -azúcar-). En torno al Estado se conformó un importante sector de especuladores, intermediarios y financistas cercanos al poder, que medró en concesiones, préstamos, obras públicas, compras o ventas, especialmente en la década de 1880, cuando el Estado inyectó masivamente crédito a través de los bancos garantidos. Los contemporáneos atribuyeron a esta fiebre especulativa la crisis de 1890, que frenó por una década el avance espectacular de la economía, volcándose a la inversión de la banca Baring que provocó efectos catastróficos para los pequeños ahorristas y alentó otras actividades como la agricultura. Entonces, a partir de 1890 se produce un freno por una década en el avance de la economía debido al endeudamiento externo. El Estado ganaría en los impuestos a la importación, que destinaría a los servicios de higiene o transporte y a la construcción de edificios públicos. La inmigración masiva y el progreso económico remodelaron profundamente la sociedad argentina, siendo éstos mayoría en la ciudad de Buenos Aires. Como señaló Romero, la nuestra fue una sociedad aluvial, en la que los extranjeros aparecían en todas partes, aunque naturalmente no en la misma proporción. Al principio había poca integración con inmigrantes de distintas naciones por la distinta lengua y cultura. Algunos se transformaron en arrendatarios del campo en el Litoral, mientras la mayoría fue a la ciudad, donde había más demanda de trabajo. Las grandes ciudades, como Bs As, se llenaron de trabajadores, en su mayoría extranjeros y criollos. Había jornaleros sin calificación, artesanos calificados, vendedores ambulantes, sirvientes y obreros de las primeras fábricas. Vivían hacinados en los conventillos bajo difíciles condiciones de vida: mala vivienda, problemas sanitarios, inestabilidad en los empleos, bajos salarios, epidemias y mortalidad infantil. Estos conflictos fueron atenuándose con la integración social de distintas razas y culturas. Con la implementación de la educación además de la alfabetización los hijos de los inmigrantes y las personas nacidas en Argentina comulgaron un lenguaje, y permitió el desarrollo de cultural de la sociedad en cierta forma. Lo que se constituyó fue una sociedad nueva, que permaneció en formación, en la que los extranjeros o sus hijos estuvieron presentes en todos los lugares. Fue abierta y flexible, con oportunidades para todos. Fue también una sociedad divida: el país modernizado se diferenció del Interior tradicional; por otra, la nueva sociedad se mantuvo bastante tiempo separada de las clases criollas tradicionales y las

clases altas. La “Generación de ‘80”, fue un grupo de “notables” de la aristocracia que provenían de familias ricas. Se sentían tradicionales y dueños del país y fueron quienes se cerraron a la masa de extranjeros. Éstos manejaban la política de un sistema republicano pero las prácticas electorales fraudulentas de la época, desalentaban a la participación de la competencia y de los votantes. La constitución de la ciudadanía fue lenta y trabajosa y pesó el escaso interés de los extranjeros por nacionalizarse y participar de las elecciones, perdiendo algunos privilegios y garantías. Esta falta de competencia entre partido políticos alternativos favoreció al partido único del momento: el PAN (Partido Autonomista Nacional), cuyo jefe era el presidente de la República. El PAN era una federación de gobernadores, cabezas de situaciones provinciales y el presidente usaba sus atribuciones institucionales para disciplinarlos. Éste partido tuvo varios competidores: la Iglesia, las asociaciones de colectividades extranjeras (Inmigrantes) y los grupos políticos contestatarios (En especial, los anarquistas). Frente a ellos, el Estado luchó y triunfó. Las leyes de Registro Civil y de Matrimonio Civil impusieron la presencia del Estado en los actos más importantes de la vida de los hombres hasta entonces regulados por la Iglesia. Posteriormente, esa presencia del Estado se reforzaría con la Ley de Servicio Militar Obligatorio, que al llegar a la mayoría de edad, colocaba a todos los hombres en situación de ser controlados, disciplinados y argentinizados. En la década de 1880 el gran instrumento fue la educación primaria. Ésta, según la Ley 1.420 de 1884, fue laica, gratuita y obligatoria, desplazando a la Iglesia y las colectividades, y asumiendo la alfabetización e instrucción básica de todos los habitantes. Las ideas de esta generación se basaron en el Positivismo, bajo el lema “orden y progreso”. Tensiones y transformaciones A partir de 1910, comenzó un período de crisis, donde todos los conflictos sociales y políticos se los atribuían a los inmigrantes, provocando un nacionalismo chauvinista, donde la solución era subrayar las raíces criollas, argentinizar a esa masa extraña y a la vez disciplinarla. Dentro de la elite dirigente había dos posturas: conciliadora, haciéndose cargo de los reclamos de la sociedad y proponiendo reformas e intransigente, que apeló al Estado para reprimir cualquier manifestación de descontento. Las crisis de 1907 y 1913 pusieron al descubierto la vulnerabilidad del crecimiento obtenido hasta ese momento e internacionalmente Francia, Alemania y EE.UU. comenzarían una participación más activa en el comercio y las inversiones. Finalmente, la Primera Guerra Mundial desorganizaría los circuitos comerciales y financieros, además de retraer las inversiones y llevar dificultades a las industrias, a pesar de beneficiar a actividades como la exportación de carne enlatada. En el país seguirían surgiendo tensiones sociales, de demandas y requerimientos diversos, expresadas violentamente, como la de los chacareros en Santa Fe, donde los arrendatarios habían protagonizado una notable expansión cerealera de la región y, en 1912, realizaron una huelga, negándose a levantar la cosecha a menos que los propietarios de tierras satisficieron ciertas condiciones, como contratos más largos, rebajas en los arriendo y el derecho a contratar libremente la maquinaria para la cosecha. Llamaba la atención la moderación de los reclamos, la violencia de la acción y la madurez organizativa que llevaría a la constitución de una entidad gremial: la Federación Agraria Argentina. Entre los sectores populares, la heterogeneidad cultural y lingüística fue superándose, estimulándose así la cooperación y la constitución de asociaciones como los gremios. Además, la convivencia espontánea de las distintas tradiciones culturales llevaría a la creación de, por ejemplo, el tango. La educación pública sólo se orientó hacia los jóvenes dejando a la gran mayoría de los adultos sin formación o analfabetos. Entonces surgieron las distintas ideologías: - Anarquismo: encontraron el lenguaje adecuado para dirigirse a una masa trabajadora dispersa, extranjera, que para actuar necesitaba de grandes consignas movilizadoras, como la de deshacer la sociedad y volver a rehacerla, sin patrones y sin Estado. La huelga y el levantamiento espontáneo eran

sus instrumentos para las luchas. Frente a éstos, el Estado promulgó la Ley de Residencia (1902) que autorizaba su expulsión. - Socialistas: compuesta por sectores populares y obreros más calificados, generalmente con educación básica. Promulgaban un Estado más justo y equitativo, a través de reformas con una mayor intervención del parlamento, lo que incitaba a la nacionalización (para poder votar). Palacios fue su exponente como diputado de Buenos Aires. Partido Socialista fundado por Juan B. Justo (1896). - Sindicalistas: predicaron generalmente en los sectores industriales tales como los ferroviarios o marítimos. Como los socialistas promulgaban reformas graduales pero se desinteresaron de la lucha política y se dedicaban a la acción gremial. Reclamaban permanentemente. Crearon el Departamento Nacional del Trabajo en 1907. A medida que se fueron haciendo los reclamos, el sistema político mostró sus debilidades. En 1890 se produjo una primera fractura surgida dentro mismo de los sectores tradicionales, golpeada por la crisis económica. Hacia 1895, gracias a Pellegrini logró recuperarse. Fueron así surgiendo así algunos partidos políticos: - Unión Cívica Radical (UCR): Lo integraban jóvenes profesionales, comerciantes, empresarios y chacareros. Representantes: Pellegrini, Yrigoyen. Objetivo: plena vigencia de la Constitución, sufragio universal y moralización del sector público. La UCR se negaba al establecimiento de un sistema de partidos que se alternaran y compartieran las responsabilidades, exigía la remoción total de un régimen que se había constituído sobre la base del unicazo. Pretendían volver más transparente la vida política incorporando a la población a la práctica electoral. Pregonaban el voto secreto, por padrón electoral y obligatorio. Se trataba de erradicar la política criolla y constituir un partido de “notables”, favorecido por la obligatoriedad del sufragio, que ayudaría a romper el aparato de caudillos. Aprobada la ley en 1912, si bien los partidos tradicionales ganaron en muchas provincias, los radicales se impusieron en Sta Fe y en la Capital. Yrigoyen, un misterioso dirigente que nunca hablaba en público, se convirtió en un líder de dimensión nacional. Para enfrentarlo, los grupos tradicionales, que empezaron a denominarse conservadores, intentaron organizar un partido orgánico sobre la base de los distintos grupos o situaciones provinciales. Lisandro de La Torre fue el candidato de lo que se llamó el Partido Demócrata Progresista - Partido Demócrata Progresista (PDP): Principal figura: Lisandro de la Torre, conservador. Las elecciones de 1916 depararon una fuerte sorpresa para todos: la UCR ganaría y se convertiría en un partido masivo, con Hipólito Yrigoyen que sería el presidente y un líder de dimensión nacional. Esto inauguraba una etapa institucional y social sustancialmente novedosa. Capítulo 2: Los gobiernos radicales (1916-1930) Yrigoyen fue presidente entre 1916 y 1922, cuando fue sucedido por Alvear. En 1928 fue reelecto Yrigoyen, y luego depuesto por un alzamiento militar en 1930. Ambos eran radicales, pero Yrigoyen era para unos el iniciador de la regeneración y quien terminara con el deshonroso régimen, y para otros era el caudillo ignorante y demagogo; Alvear fue identificado con los grandes presidentes del viejo régimen. Ambos debieron conducir las demandas de reforma de la sociedad que el radicalismo había asumido. Tenían una voluntad reformista, pero la Primera Guerra Mundial modificó la economía, sociedad, política y cultura del momento. En cuanto al conflicto bélico, mantuvo una "neutralidad benévola" hacia los aliados suponía continuar con el abastecimiento de los clientes tradicionales, y además concederles créditos para financiar sus compras. Estados Unidos pretendió arrastrar consigo a los países latinoamericanos; finalmente, el hundimiento de unos barcos mercantes por parte de Alemania movilizó la idea de la ruptura.

El Ejército tenía simpatía por Alemania, mientras que la Marina, por Gran Bretaña. La oposición conservadora y los socialistas (Finalmente, neutralistas) eran rupturistas. Igualmente, Yrigoyen defendió la neutralidad que no lo enemistaba con los aliados europeos aunque lo distanciaba de EE.UU. El sentimiento antinorteamericano había venido creciendo desde 1898 (Guerra de Cuba). Éste se vinculó con las ideas socialistas (Manuel Ugarte). En 1922, se impulsó una Unión Latinoamericana, que recogía los motivos del antiimperialismo. Crisis social y nueva estabilidad Los problemas sociales se agravaron luego de la Primera Guerra Mundial, por las dificultades del comercio exterior y de la retracción de los capitales, que se tradujo en inflación, desocupación y retraso de los salarios. Además, perjudicó las exportaciones de cereales y maíz, conformándose así un clima de conflictividad y confrontación social desde 1917 hasta 1922/3. Los problemas eran en casi todo el mundo occidental, luego de la revolución soviética (1917) y los posteriores movimientos revolucionarios que surgieron en Alemania e Italia. Se cuestionaban las democracias liberales, desde distintos tipos de ideología y movimientos políticos desde dictaduras (España) hasta experimentos autoritarios (Italia, Mussolini desde 1922). Se multiplicaron las huelgas desde 1917, impulsadas por los gremios del transporte, que tenían la capacidad de obstaculizar o paralizar el embarque de las cosechas, conducidos por los sindicalistas de la FORA, que combinaba confrontación y negociación con un gobierno que no apelaba a la represión armada, creaba un nuevo equilibrio y se colocaba en posición de árbitro. Pero esta posición no se respetaba para sindicatos de extranjeros ni trabajadores de la Provincia de Buenos Aires (Frigoríficos y ferroviarios, 1918), donde aplicaban los tradicionales métodos de represión, despidos y rompehuelgas. Semana trágica: En enero de 1919, una huelga de un establecimiento metalúrgico produjo incidentes violentos entre los huelguistas y la Policía, que abandonó la pasividad y reprimió con ferocidad. Tras muertes, finalmente se acordaría el fin de la huelga inicial de Vasena. Sin embargo, este episodio revolucionó a los trabajadores de la ciudad y el país, haciendo que aumentasen las huelgas desde 1919, de todos los sectores y hasta no gremiales. Los chacareros encararon huelgas empujados por las difíciles condiciones creadas por la guerra, a la cual el gobierno encaró con una fuerte represión. Con la colaboración de la Liga Patriótica, el gobierno retomaría los mecanismos clásicos de represión a partir de 1921. El gobierno los autorizó a que fueran sometidos mediante sangrientos ejercicios de represión militar (Patagonia Rebelde). Esta Liga estaba conformada por los conservadores: clubes de elite, círculos militares, representantes de empresas extranjeras y la Asociación del Trabajo. Movilizaba a varios contingentes de la sociedad, reclutado en sus sectores medios, para la defensa y el orden y la propiedad reivindicando cierto patriotismo y nacionalidad amenazada por la infiltración extranjera. Cobraron forma una serie de tendencias ideológicas y políticas: La Liga aportó los motivos del orden y la patria; los católicos combinaron el pensamiento social con el integrismo antiliberal; los jóvenes intelectuales difundieron las ideas de Maurras. Rechazo a la movilización social y crítica a la democracia liberal. La Liga imponía el orden autoritariamente, y para no quedar tan mal cada tanto hacía colectas y se “humanizaba”. Con la llegada de Alvear al gobierno en 1922 se tranquilizó a las clases propietarias y se volvió a confiar en la democracia liberal. La Iglesia se mostraba reacia a las instituciones democráticas y clausuraba la posibilidad de crear un partido político. El Ejército empezó a interesarse en la marcha de los asuntos políticos, por su desconfianza a Yrigoyen. La ola de huelgas de 1917 a 1921 expresaban los reclamos acumulados durante un largo período de dificultades de la Argentina. Los anarquistas (en menor medida), sindicalistas y socialistas propiciaban las subversiones. Los últimos 2 bregaban por reformas limitadas en un orden social que

aceptaban los mecanismos de negociación de los conflictos. El Partido Socialista (1896) buscaba el perfeccionamiento de la democracia liberal, a través de las elecciones, donde compitió exitosamente con los radicales. No tenían la capacidad para arraigar en los movimientos sociales de protesta. Además, apostaron a la posibilidad de crear en el Congreso un ámbito de representación pero poseían la incapacidad para establecer alianzas o acuerdos; por otra parte, buscaron la ilustración de la clase obrera, con su acción educadora. Así, fueron atenuándose los conflictos sociales, con el fin de la lucha gremial intensa, la reducción de la sindicalización y el debilitamiento de la Unión Sindical Argentina. La Unión Ferroviaria descartó la huelga como instrumento y obtuvo éxitos sustanciales, a la vez que el Estado manifestó su voluntad de avanzar en una legislación social. La Universidad constituyó un problema importante para la sociedad y la Reforma Universitaria (Córdoba, 1918) fue una expresión de la transformación. Las mismas eran socialmente elitistas y académicamente escolásticas. Los jóvenes estudiantes (Reformistas) recibieron el importante apoyo de Yrigoyen, ya que consideraba el mismo como tolerable. Esto significó una apertura social e intelectual. Entonces, se puede decir que la sociedad ya se había nacionalizado y se agrupaba sin distinción de origen. La escuela pública favoreció fuertemente la alfabetización y la práctica de la lectura por gran parte de la población. Crecieron los grandes diarios. Creció la idea de justicia social, por parte de la Iglesia. Había acceso a la vivienda propia y la mujer era más importante. La holgura económica y la reducción de la jornada de trabajo aumentaron el tiempo libre, que fue volcado a la lectura, el teatro, el tango, el cine y los deportes. Además, surgieron nuevos medios de comunicación. La economía en un mundo triangular Con la Primera Guerra Mundial terminó la etapa del crecimiento “fácil”. Se mostró la vulnerabilidad de la economía argentina, cuyos motores eran las exportaciones, el ingreso de capitales, de mano de obra y la expansión de la frontera agraria. La guerra afectó tanto las cantidades como los precios de las exportaciones e inició una tendencia a la declinación de los términos del intercambio. Las exportaciones agrícolas sufrieron la falta de transporte y, luego de la guerra, el exceso de la oferta en el mundo, que protegía a sus agricultores. Los inversores británicos fueron reemplazados por los banqueros norteamericanos. La presencia de EE. UU ocupó los espacios dejados por los países europeos; comenzó a exportar automóviles, fonógrafos, radios y maquinaria agrícola e industrial, además de grandes inversiones industriales. Sin embargo, a diferencia de las inversiones británicas, las norteamericanas no contribuían a generar exportaciones y con ellas divisas. Como, además, las posibilidades de colocar los productos tradicionales en Estados Unidos eran remotas, se produjo un fuerte desequilibrio en la balanza de pagos. Mientras tanto, Gran Bretaña seguía con la compra de cereales y carnes, pero el capital británico era incapaz de promover las transformaciones que impulsaba el norteamericano y no podía satisfacer las demandas del consumo. Argentina carecía de compradores alternativos; este era el triángulo económico mundial. Los años finales de la guerra fueron excelentes por las ventas de carne enlatada, beneficiándose los ganaderos de la zona central y marginales y hasta quienes criaban ganado criollo. Cuando los gobiernos europeos cortaron sus compras, la situación cambió bruscamente. En 1923, por presión de los criadores y con el respaldo de Alvear, el Congreso sancionó un conjunto de leyes que protegían a los criadores pero la resistencia de los frigoríficos obligó al gobierno a suspenderlas, probando su enorme poder. Los ganaderos se ilusionaron con colocar sus productos en EE.UU., quien decidió prohibir cualquier importación de la Argentina por la fiebre aftosa. Gran Bretaña amagó con una amenaza similar, que terminó con la vuelta al bilateralismo. La consigna era “comprar a quien nos compra”, defendiendo las importaciones y las inversiones británicas.

Entonces, el esquema de relación triangular entre Inglaterra, EE.UU. y Argentina era: la Argentina seguía exportando productos primarios a Inglaterra para su elaboración, pero comenzaron a disminuir las importaciones industriales de origen británico. EE.UU. apareció como un competidor agrícola de Argentina y como uno industrial de Inglaterra. La agricultura inició un largo período de estabilidad y la expansión se proyectó hacia las zonas no pampeanas. Éste fue el fin de las ventajas comparativas naturales, por el cierre de la frontera agropecuaria, el encarecimiento de la tierra y la escasez de inversiones. Entonces, la sociedad comenzó a interesarse en la cuestión industrial, de la cual la guerra había generado efectos negativos por su dependencia de materias primas o combustibles importados. Cuando concluyó, se produjo una diversificación de la producción, con inversiones norteamericanas y locales. Se equiparon con maquinaria norteamericana, alentando a las inversiones norteamericanas sin aumentar los conflictos con Gran Bretaña. La preocupación de los gobernantes se centraba en los problemas presupuestarios: la precariedad del financiamiento del Estado que estaba apoyado en los ingresos de Aduana, los impuestos indirectos y los préstamos externos, y se redujo en la crisis. Desde 1922, Alvear empezó con una política fiscal ortodoxa y redujo fuertemente los gastos hasta que debió apelar a la misma distribución de puestos que su antecesor. Los gastos del Estado aumentaron. Yrigoyen propuso un impuesto a los ingresos personales (1918), que fue aprobado recién en 1931. El motivo del bloqueo parlamentario fue la oposición a cualquier legislación que diera al presidente más recursos que volcaría en menesteres electorales. Difícil construcción de la democracia La reforma electoral de 1912 proponía, entre otras cosas, ampliar la ciudadanía y garantizar su expresión y asegurar el respeto de las minorías y el control de la gestión; sin embargo, no tuvo efecto ya que los inmigrantes siguieron sin nacionalizarse y se resolvería lentamente con el tiempo y el fin de la inmigración. Las asociaciones y los partidos políticos contribuyeron a la gestación de experiencias de participación y de mediación entre las demandas de la sociedad y el poder político. El gobierno contribuyó a desarrollar las capacidades políticas, formando el nuevo ciudadano, educado y consciente de sus derechos, obligaciones y de la dimensión política, disminuyendo así la brecha entre la sociedad y el Estado. La UCR fue el único partido con dimensión nacional y de masas; se basaba en la Constitución, adecuaba sus ofertas a las demandas de la gente, y pudo suministrar una identidad política nacional. El Partido Socialista carecía de dimensión nacional, pero en la Capital compitió con el radicalismo. La UCR fue el único partido nacional y sólo enfrentó oposiciones locales (Partido Demócrata Progresista -Santa Fe y Córdoba-, Partido Conservador -Bs. As.- y Partido Socialista -Mendoza, Tucumán, Buenos Aires y Capital-). La participación finalmente se canalizó a través de los partidos: la sociedad estaba haciendo uso de la democracia. Yrigoyen tuvo un Parlamento hostil (Oposición política) y para ganar las elecciones usó el presupuesto del Estado, repartiendo empleos públicos, intervino las provincias para asegurar la victoria (todas las provincias fueron intervenidas a excepción de Santa Fe). Desvalorizaba al Congreso y desconocía su autoridad, justificándose en que debía cumplir un mandato y una misión: la “reparación” para la que había sido electo, y eso lo colocaba por encima de los mecanismos institucionales. Quienes se convirtieron en custodios de la pureza institucional fueron los que manifestaron escaso aprecio por dichos mecanismos: conservadores, radicales disidentes y socialistas que defendieron el orden institucional. Entonces, el radicalismo hacía una contribución a la incorporación de la ciudadanía a la vida política, pero fallaba en la puesta en valor ante la ciudadanía del sistema institucional democrático. Alvear (“oligárquico”), desde 1922, limitó la creación de empleos públicos, aceptó el control del

Parlamento y no dispuso intervenciones federales por decreto. Su base política fueron los antipersonalistas (“Contubernio”, conservadores y socialistas), es decir, los que se habían opuesto a Yrigoyen. Esto provocó la división del radicalismo que llegó a constituir dos partidos diferentes: unos eran genuflexos, por su obediencia al jefe y otros contubernistas que calificaba los acuerdos entre los antipersonalistas, conservadores y socialistas. Desde 1925, Alvear quedó en el medio de los antipersonalistas y los yrigoyenistas. La derecha conservadora estaba volcada a impedir el retorno de Yrigoyen. Su oposición no suponía un cuestionamiento del régimen político, pues estaban decididos a jugar la carta electoral. Si esta fallaba, habría que terminar con un régimen democrático que no aseguraba la elección de los mejores. Así, con la presencia de las Fuerzas Armadas (Uriburu) permitía las esperanzas de un golpe militar regenerador, apoyado por los grupos nacionalistas, aunque no había una crisis social que la justificara. Las Fuerzas Armadas, a cuyos planteos Alvear era sensible (Dirección de un militar -Mosconi- de Yacimientos Petrolíferos Fiscales) y también el Ejército, estaban ocupando un lugar cada vez más importante en el Estado y se convertían en un actor político considerable. Tenían una relación con la derecha liberal tradicional y con la Liga Patriótica; Uriburu era su principal exponente. La explotación del petróleo se expandió con el avance del mercado interno y la expansión del automóvil. También crecieron empresas como Shell y Standard Oil. La vuelta de Yrigoyen Desde 1926 la opinión se polarizó en torno a la vuelta de Yrigoyen, que utilizó, junto con la consigna de derrotar al “contubernio” (Conservadores, demócratas progresistas, antipersonalistas y socialistas), la bandera de la nacionalización del petróleo. Esta última coincidía con la prédica de los sectores militares preocupados por asegurar la autarquía del país respecto de los sectores terratenientes hacia EE. UU., a partir del conflicto de las carnes. El petróleo aparecía como la solución que aseguraría la vuelta a la prosperidad de los sectores propietarios, del Estado y de la sociedad. Yrigoyen firmó un tratado con los británicos otorgándoles fuertes concesiones comerciales, asegurándoles el suministro de materiales a los ferrocarriles del Estado y un arancel preferencial a la seda artificial, a cambio de la garantía de la compra de la carne argentina, robusteciendo las relaciones bilaterales con Gran Bretaña, en desmedro de las de EE.UU. También apeló al amplio reparto de puestos públicos y a la intervención de gobiernos provinciales. Consecuencias de la crisis económica mundial de 1929: la caída de las exportaciones, el retiro de los fondos norteamericanos, inflación, reducción salarial y despidos. Las discusiones de la oposición giraban acerca de si se buscaría una solución institucional o se apelaría a una intervención militar para desalojar a Yrigoyen. La elite se veía influenciada por los dirigentes políticos y por el grupo de militares que seguía al general Justo y, por otro lado, por lo ideólogos nacionalistas que rodeaban al general Uriburu. Éstos 2 personajes se pusieron de acuerdo y se produjo el golpe de Estado el 6 de septiembre de 1930. El proceso de democratización se completó por la incorporación creciente de sectores sociales cada vez más vastos a los beneficios de la sociedad establecida. Éste supuso una ampliación de la ciudadanía, inducida al principio por el Estado, pero finalmente asumida por la sociedad, como lo demuestra el aumento de la participación en las elecciones. Sin embargo, los gobiernos radicales no lograron que la sociedad tomara a las instituciones como un valor que debía ser defendido. Por otra parte, la oposición hizo poco por lograr un diálogo constructivo con el gobierno e hizo menos por defender las instituciones. Además, la Primera Guerra Mundial desató una serie de conflictos internos, manifestados violentamente. Si pretendían gobernar democráticamente, debían tener respuestas imaginativas, para lo que era necesaria una ampliación de los espacios de representación y de discusión, en lo que las administraciones radicales tuvieron un déficit muy grande.

Capítulo 3: La restauración conservadora (1930-1943) El 6 de septiembre de 1930, Uriburu asumió como presidente provisional y en 1932 transfirió el mando a Agustín P. Justo con Roca como vicepresidente. Hubo gran incertidumbre del gobierno provisional entre la regeneración nacional y la restauración constitucional. Regeneración nacional o restauración constitucional El gobierno perseguía a los dirigentes radicales y apoyaba la política de mano dura frente a anarquistas y comunistas. La movilización social era escasa, ya que la Depresión paralizaba la contestación. La revolución se había hecho contra los vicios atribuidos a la democracia, pero una vez depuesto Yrigoyen no se sabía qué hacer. Había diversas propuestas: la de los nacionalistas, que era un elitismo tradicional autoritario. Los fortalecía el suceso que en todo el mundo estaban teniendo este tipo de propuestas y exitosas experiencias, como la de Mussolini en Italia, y les permitía un respaldo del poder. Uriburu los apoyó, jugando sus cartas a las elecciones, que perdió y fue anulada. Entonces, optó por movilizar al Ejército mediante la Legión Cívica, nuevamente sin éxito. Así, los nacionalistas fueron distanciándose del gobierno, cediendo a la influencia de Agustín P. Justo. El gobierno, mientras tanto, era antiliberal, anticomunista y redujeron sus enemigos a tan sólo los extranjeros y comunistas. Se reclamaba por la vuelta a una sociedad jerárquica, no contaminada por el liberalismo, organizada por un Estado corporativo y cimentada por el catolicismo. El grueso de la clase política optaba por la defensa de las instituciones constitucionales. Esta alternativa liberal fue apoyada por la sociedad y asumida por los partidos políticos opuestos a Yrigoyen. Los socialistas y demoprogresistas oscilaron entre enfrentar los proyectos autoritarios y corporativistas de Uriburu y utilizar para una eventual elección, el apoyo del gobierno para derrotar a los radicales. Los grupos conservadores constituyeron el Partido Demócrata Nacional que estaba compuesto por partidos provinciales (Tradicionales y liberales), el radicalismo antipersonalista y el Partido Socialista Independiente. Todos estos apoyaron a Justo, quien era un militar que estuvo en “guerra” con Uriburu y salió triunfante. En el grueso de la sociedad predominaba la desconfianza hacia la política. La mayor dificultad estaba en los radicales que habían resurgido. Los oficiales radicales iniciaron una revolución que fue sofocada, y el gobierno vetó la candidatura de Alvear por motivos de seguridad y constitucionales. Los radicales volvieron a la abstención y dejaron el campo libre a la candidatura de Justo, como un punto medio entre Uriburu y Alvear. Justo fue enfrentado en las elecciones sólo por una coalición del Partido Socialista y el Demócrata Progresista, que proponían 2 candidatos: De la Torre y Repetto, pero no tenía mucha organización nacional. Sin embargo, la oposición ganaría una respetable representación parlamentaria, que se desempeño prolijamente con el oficialismo. Justo procuró equilibrar la participación de las distintas fuerzas de su gobierno, aunque fue notoria su reticencia hacia los partidos conservadores, que constituían su más sólida base. El Partido Socialista Independiente se disolvió, y sus dirigentes cumplieron un papel fundamental en la estructuración de la alianza y en la formación de la Concordancia parlamentaria. Los partidos oficialistas ganaron las elecciones usando técnicas muy conocidas. La ciudad de Buenos Aires se vio libre de los mecanismos fraudulentos y ganó siempre la oposición, a diferencia de la provincia, donde el gobernador Fresco apoyaba el “fraude patriótico”. Intervención y cierre económico La difícil situación económica que empezó en 1928 y continuo hasta 1932, cesó el flujo de capitales, hizo que los precios internacionales de los productos agrícolas cayeran fuertemente y que los ingresos de la economía se contrajeran fuertemente. Debieron reducirse drásticamente las importaciones y los gastos del Estado. Gran Bretaña se refugió en el proteccionismo comercial, y constituyó un “área” de la libra, defendida por el control de cambios y por la inconvertibilidad de la moneda. El mismo

camino tomó Alemania, Francia y EE UU. En 1933, Pinedo promovió la creciente intervención del Estado, el cierre progresivo de la economía y el reforzamiento de la relación con Gran Bretaña. Se estableció el impuesto a los réditos (viejo proyecto de Yrigoyen), que disminuyó la dependencia de las finanzas públicas de los impuestos a las exportaciones y los préstamos, junto con una reducción inicial de los gastos. También el gobierno centralizó la compra y venta de divisas y la prioridad de su uso. Existieron dos mercados de cambio: uno regulado por el Estado que administraba las divisas provenientes de las exportaciones agropecuarias, y otro en el que se compraban y vendían libremente las originadas en préstamos o exportaciones no tradicionales. El primero fue utilizado para el servicio de la deuda externa, atender las importaciones esenciales y las remesas de las empresas de servicios públicos, mientras que en el segundo, se negociaban las escasas divisas restantes, para la importación de bienes de consumo y para atender el equipamiento de las empresas En 1935 se creó el Banco Central para regular las fluctuaciones de la masa monetaria, evitar la escasez y controlar la actividad de los bancos privados, sobre todo en el manejo de sus créditos. Para atenuar los efectos de las crisis cíclicas y para defender a los productores locales, se comenzó a regular la comercialización de la producción agropecuaria. Utilizando los fondos provenientes del control de cambios, la Junta Nacional de granos aseguró un precio mínimo para los productores rurales. El Estado fue asumiendo mayores funciones en la actividad económica según el modelo keynesiano. La producción industrial comenzó a crecer en el marco de la crisis. El cierre creciente de la economía, los aranceles y la escasez de divisas creaban condiciones adecuadas para sustituir los bienes importados pos otros producidos localmente. Crecieron la mayoría de las actividades volcadas al consumo (textil alimentos, confecciones, productos químicos). Los grandes capitales se orientaron hacia la industria. La sustitución de importaciones daba una ganancia rápida. Se comenzó a diversificar en distintas actividades sin atarse a una. La combinación de un mercado cerrado y algunas pocas empresas por rama o actividad generó monopolio. La ganadería siguió retrocediendo respecto de la agricultura; la producción agrícola no decayó, a pesar del derrumbe de los precios, haciendo presente el éxodo rural. Crecieron algunos cultivos industriales orientados al mercado interno (algodón) y en el nordeste se extendió la ocupación de nuevas tierras, donde se constituyó un amplio sector de pequeños productores, a los que regulaba el Estado. Entonces, este período estuvo caracterizado por el cierre de la economía, la intervención del Estado y el cierto crecimiento industrial. La presencia británica La cuestión de la relación con Gran Bretaña resultó muy controvertida. Gran Bretaña, presionada por el avance de Estados Unidos, optó por reconcentrarse en su Imperio, fortalecer sus vínculos con las colonias y dominios y acotar en ellos la presencia estadounidense. Así, se inclinó hacia los miembros del Commonwealth, quienes tendrían preferencia en las importaciones británicas. Esto resultó sensible para Argentina, más que nada por los intereses que había en torno a la exportación de carne entre productores, frigoríficos y empresas navieras que podían presionar al gobierno. El gobierno argentino poseía un arma decisiva: la política arancelaria y el control de cambios permitirían discriminar las importaciones y el regular el monto de las divisas que sería utilizado para pagar el servicio de la deuda británica, para seguir comprando productos británicos o para remitir las utilidades de las empresas británicas instaladas en la Argentina. Tratado Roca-Runciman: se mantendrían las condiciones de 1932. Gran Bretaña se aseguró de que la totalidad de las libras generadas por este comercio se emplearían en la propia Gran Bretaña: pago de la deuda, importación de carbón, material ferroviario o textiles (con un tratamiento arancelario preferencial) y remisión de utilidades de empresas británicas. Además, se daría un “tratamiento benévolo” para esas empresas, que consistía en el aumento de ventajas monopólicas para postergar su deterioro y posterior venta al Estado: las empresas ferroviarias y de transporte urbano tenían gastos

fijos muy altos, una reducción general de su actividad y una creciente competencia del transporte automotor, influenciada por la construcción de caminos y la importación de automotores norteamericanos. Estos últimos retrocedieron en la relación pero luego realizarían inversiones industriales. El tratado fue apoyado por los grupos propietarios pero opuesto por el Partido Socialista, preocupado sobre los efectos sobre los consumidores locales. Luego afloraron los conflictos entre los frigoríficos y ganaderos invernadores, y los criadores, Los invernadores se organizaron en la Sociedad Rural; los criadores en la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP). La Junta Nacional de Carnes debía intervenir en la regulación del mercado. En 1935, Lisandro de la Torre pidió una investigación sobre el comercio de carnes y los frigoríficos. Éstos eran protegidos por las autoridades, no pagaban impuestos, ocultaban sus ganancias y daban trato preferencial a algunos ganaderos. Unió el ataque contra los frigoríficos y el gobierno, en un argumento antiimperialista y contra la oligarquía. De la Torre era la figura destacada de la oposición parlamentaria de socialistas y demoprogresistas. En una de las sesiones cayó asesinado un senador. El gobierno perdió mucho ante la oposición, que se reconstituiría para las elecciones. Así se empezaría a revertir el tradicional liberalismo de la sociedad argentina. Un Frente Popular frustrado El régimen presidido por Justo era ilegítimo, fraudulento, corrupto y ajeno a los intereses nacionales. Por eso, hacia 1935 comenzaron las movilizaciones sociales y políticas. Fue así que comenzaron las huelgas y, en 1936, la CGT, con radicales, demoprogresistas, socialistas y comunistas, reclamó por la libertad y la democracia, ante el llamado “fraude patriótico” utilizado por los oficialistas, con excepción en la Capital. El gobierno reaccionó hacia el sindicalismo combativo a través de la Ley de Residencia aplicada en 1936 contra los principales dirigentes de la construcción comunistas de origen italiano deportados. Además, Justo se abrió a los sectores nacionalistas, que empezaron a hacer militancia fascista. Las derechas convocaron a un “frente nacional” contra el Frente Popular que se esbozaba. En la oposición, el Partido Comunista se volcó a la unidad de los sectores democráticos (a pesar de su ideología), para enfrentar el nazifascismo, sacrificando las consignas y prácticas de su partido que pudieran irritar o atemorizar a los grupos progresistas y democráticos de la burguesía a los que se había unido. El gobierno de la Concordancia fue identificado como el enemigo universal. Influencia de la Guerra Civil española: En las derechas, integró a conservadores autoritarios, nacionalistas, filofascistas y católicos integristas contra el liberalismo democrático, y en el campo contrario, a radicalistas, comunistas, socialistas, demoprogresistas, dirigentes sindicales de la CGT y progresistas independientes contra el fascismo. La Reforma Universitaria, con su ideología antiimperialista, democrática y popular, empezaba a penetrar en la política. Analizaba los problemas de la sociedad, los criticaba y proponía soluciones. Predominaba el espíritu reformista y la convocatoria de todo aquél que aspirara al progreso, libertad, democracia y una sociedad más justa. Muchas de esas preocupaciones están presentes en la CGT, máxima representación de los obreros organizados. La CGT había nacido en 1930, uniendo a los grupos sindicalistas y socialistas hasta entonces separados. Sus primeros años fueron nefastos: la dura depresión gubernamental disuadía de cualquier acción demasiado militante, la fuerte desocupación provocada por la crisis y los salarios cayeron fuertemente. Desde 1933, la recuperación económica y la reorientación industrial empezaron a hacerse notar: la desocupación fue gradualmente absorbida y comenzó el éxodo rural hacia las ciudades atraídos por el nuevo empleo industrial, proveyendo de mano de obra no calificada más que nada a la Capital, sustituyendo a las viejas inmigraciones europeas y empobreciendo aún más al campo. Éstos se

instalarían en las villas miserias. Entre las organizaciones gremiales seguían dominando los sindicatos del transporte y los servicios, como la Unión Ferroviaria. Poco a poco fueron creciendo los grupos de trabajadores de las nuevas industrias manufactureras o de construcción, alli los dirigentes comunistas tuvieron éxito en organizar sindicatos que agruparan los antiguos oficios por ramas de industria: metalúrgicos, textiles, alimentarios, etc. Desde 1934 a 1937 resurgió y creció la actividad sindical; se deslindaron de los planteos políticos y gradualmente obtuvieron algunas mejoras, pero concedidas en forma parcial y aplicadas a regañadientes. El Estado no ignoró ni los reclamos ni la importancia de este actor social, extendiendo la práctica del convenio colectivo y del arbitraje estatal. Era un Estado intervencionista y dirigista. La pieza clave del Frente Popular era la UCR: con el levantamiento de la abstención (1935) ayudó a mejorar la imagen de las instituciones. Pero la vuelta a la lucha política también aumentó las posibilidades de manifestación de grupos más avanzados del radicalismo como los yrigoyenistas. En 1937, Alvear compitió en las elecciones presidenciales, sólo acompañado por el Partido Comunista, ya que el socialista estaba en competencia con el radicalista porque con su retorno a la política, los primeros habían perdido la representación parlamentaria. Muchos de quienes integraron el Partido Socialista Obrero pasaron luego al Partido Comunista y este conflicto complico las alianzas en el Frente Popular. La consigna de la democratización resulto tentadora para el oficialismo preocupado por la legitimidad del régimen. En 1937, Justo pudo imponer la candidatura de Ortiz, radical antipersonalista, con la vicepresidencia de un representante de los grupos conservadores más tradicionales: Castillo. Para enfrentar la candidatura de Alvear, se recurrió a procedimientos fraudulento. Ortiz se propuso depurar los mecanismos electorales y desplazar a los dirigentes conservadores, pero una enfermedad lo obligó a delegar el mando en el vicepresidente Castillo, que deshizo todo lo construido en favor de la democratización. En 1941 y probablemente por presión de los militares, Castillo disolvió el Concejo Deliberante de la ciudad de Bs As. El intento de democratización iniciado en 1936 se desmoronaba a fines de 1940. Este fracaso tenía que ver con lo internacional: los frentes populares en España y en Francia habían sido derrotados y el nazismo acumulaba triunfos militares contundentes. Así, se había formado a los ciudadanos al desarrollo de los hábitos y prácticas de la participación y al ejercicio de sus derechos. Sin embargo, desde el Estado se opusieron a la política partidaria a través del fraude, a lo que no pudo encontrar solución la oposición. Así, se descalificaba a los partidos políticos y al mismo sistema representativo, negociando directamente con los distintos actores de la sociedad, ignorando al Congreso y a los partidos políticos. La guerra y el “frente nacional” La Segunda Guerra Mundial (1939) cambió el panorama político. Además, modificó las relaciones comerciales y económicas con Gran Bretaña y Estados Unidos, ya que el cierre de los mercados europeos redujo las exportaciones agrícolas y disminuyó las importaciones británicas, pero aumentó la venta de carne a este país. Entonces, como Europa no comercializaba, se comenzó a exportar a países limítrofes productos industriales, que acentuaron el crecimiento industrial iniciado por la sustitución de importaciones y el país empezó a tener saldos comerciales favorables. Entonces, las exportaciones tradicionales parecían tener pocas perspectivas en el largo plazo, a diferencia de las exportaciones industriales que tenían perspectivas promisorias. Todo esto llevaba al aumento de la intervención estatal en la economía y en el cierre de la economía local. El Plan Pinedo o de Plan de Reactivación Económica (1940) proponía insistir en la compra de las cosechas por parte del Estado, para sostener su precio y estimular la construcción, que era capaz de movilizar y estimular otras actividades. Además, se modificarían los términos de la relación triangular, proponiendo una vinculación estrecha con EE.UU. y apuntaría a la inserción de la

Argentina en la economía mundial. Requería una fuerte intervención estatal que debía movilizar el crédito privado y promover las exportaciones de productos manufacturados. Sin embargo, su fracaso fue político, antes que económico: los radicales, que eran mayoría y no tenían objeciones, habían decidido bloquear cualquier proyecto oficial como una forma de repudio a la nueva orientación fraudulenta de gobierno de Castillo. El bloque democrático no advirtió las ventajas de este plan, que suponía la clausura del bilateralismo con Gran Bretaña. Desde 1932, con Roosevelt, EEUU había modificado su política exterior; aspiraba a estrechar las relaciones bilaterales y alinear al continente detrás suyo, lo que se veía obstaculizado por los intereses agrarios competidores de la Argentina y por la aspiración a una posición independiente y que, además, siempre se había opuesto a la dirección norteamericana. La neutralidad en la guerra no fue objetada por EE.UU. Ortiz procuraba acercarse a EE UU en el contexto de su política democratizadora, pero las discusiones internas que asociaban el apoyo a los aliados con la reivindicación de la democracia y el ataque al gobierno fueron más fuertes. En 1940, se constituyó así la Acción Argentina, conformada por radicales, socialistas, intelectuales independientes y miembros de la oligarquía conservadora, dedicada a denunciar las actividades de los nazis en el país. Se diferenciaba del Frente Popular por la conversión a los valores de la democracia de los conservadores y por la ausencia del Partido Comunista y de los radicales opositores a la conducción de Alvear. El panorama cambió en la segunda mitad de 1921. Hitler invadió la Unión Soviética y los japoneses atacaron a los norteamericanos; Estados Unidos entró en la guerra y procuró atraer a los países americanos, pero la oposición argentina frustró sus planes. El frente democrático y rupturista empezó a crecer, engrosado por los comunistas y famosos conservadores como Pinedo y Justo. El gobierno de Castillo se aferró a la neutralidad como tradición política de Estado y como lealtad a los británicos. Sin embargo, había una razón política que se vinculaba con que el gobierno encontraba en esta posición neutral una buena bandera para cerrar filas y enfrentar a sus enemigos, cada vez más políticos, por lo que buscó entre los militares. Castillo respondería cada vez más frente a las presiones y opiniones de éstos, transformando a las Fuerzas Armadas en un actor político. Un elemento central del nuevo perfil militar fue el desarrollo de una conciencia nacionalista. El terreno había sido preparado por el nacionalismo, que era tradicional, antiliberal, xenófobo y jerárquico). La guerra demandaba movilización industrial y ésta a su vez requería de un Estado activo, eficiente, fuerte y legítimo capaz de unificar la voluntad nacional, cosa que no se parecía al gobierno tambaleante e ilegítimo de Castillo. Cuando se pensaba que el Frente Popular ganaría, se comenzó a dibujar un “frente nacional” como alternativa antiliberal, católico, nacionalista, antibritánico y antiimperialista, que tenía como enemigo a esta potencia y a la oligarquía “entreguista”, lo que funcionó como un arma política formidable. Comenzó la preocupación por lo nacional y el sentido de argentinidad. Los principales dirigentes del bloque democrático murieron (Alvear, Ortiz, Roca, Justo). El gobierno había vuelto a las prácticas fraudulentas. Como candidato, Castillo se inclinó por Costas, figura del Partido Demócrata Nacional. Las dos alianzas se sentían débiles y cultivaron a los jefes militares para que fortalecieran al régimen institucional, pero lo único que hicieron fue debilitarlo más. Así, aparecieron los grupos golpistas, como la logia del Grupo de Oficiales Unidos (GOU) que depuso a Castillo el 4 de junio de 1943. Capítulo 4: El gobierno de Perón (1943-1955) El gobierno militar de 1943 fue encabezado por Ramírez y Farrell. Perón ganó las elecciones en 1946 y fue reelecto en 1951, y finalmente derrocado por un golpe militar en 1955.

La emergencia La revolución fue encabezada por Rawson, que fue reemplazado por Ramírez. El orden constitucional estaba agotado. El gobierno se constituyó por militares, controlados por el GOU. Los militares en el gobierno coincidían en la necesidad de acallar la agitación política y la protesta social: proscribieron a los comunistas, persiguieron a los sindicatos e intervinieron la CGT, disolvieron Acción Argentina (partidarios de la ruptura de las relaciones con el Eje) y los partidos políticos, intervinieron las universidades y establecieron la obligatoriedad de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas. Contaron con la colaboración de un grupo de nacionalistas y católicos quienes dieron el tono al régimen militar: autoritario, antiliberal y nacionalista religioso; obsesionado por la fundación de un orden social nuevo y por evitar el caos del comunismo. En 1943 era impensable un alineamiento con el Eje. El acuerdo comercial con Gran Bretaña se mantuvo. Estados Unidos atacó a uno de los dos únicos gobiernos americanos renuentes a acompañarlo en la guerra con el Eje. A principios de 1944, Ramírez decidió romper relaciones con el Eje y fue desplazado por oficiales más antinorteamericanos, como Perón, miembro del GOU y secretario de guerra de Farrell, del cual llegó a ser vicepresidente. Se ocupó del movimiento obrero a partir de la Dirección Nacional del Trabajo: se vinculó con los dirigentes sindicales (con excepción de los comunistas) y los impulsó a presentar sus demandas, por lo que lograron jubilaciones, vacaciones pagas, accidentes de trabajo, equilibrio general de las relaciones entre obreros y patrones, incluso en el mundo rural. La sanción del Estatuto del Peón innovó sustancialmente, ya que extendió estos criterios al mundo rural. Desde la Secretaría de Trabajo, Perón expandía los mecanismos del Estado árbitro (como Yrigoyen) y estimulaba la organización de los trabajadores, incentivaba sus reclamos y presionaba para que éstos fueran satisfechos. La reacción de los dirigentes sindicales fue de duda y desconcierto: el Frente Popular perdía atractivo, habían hecho acuerdos con los partidos políticos opositores para fundir los reclamos sindicales con la demanda democrática; sin embargo, las mejoras ofrecidas eran demasiado importantes como para rechazarlas y enfrentarse al gobierno y a los propios trabajadores. Entonces, aceptaron el envite del gobierno sin cerrar las puertas a la oposición democrática. Perón estaba dispuesto a hablar con todos los sectores de la sociedad y la política. A los militares les habló sobre la necesidad de un Estado interventor fuerte, que asegurara la autarquía económica; a los empresarios, sobre los peligros de la masa obrera desorganizada; además, En el Consejo Nacional de Posguerra que constituyó, insistió en la importancia de las políticas de seguridad social, de la plena ocupación y de la protección del trabajo. Las agrupaciones patronales fueron tomando distancia de Perón y de la política de la secretaría, mientras éste acentuaba su identificación con los obreros y desarrollaba en sus discursos los motivos de la justicia social. La oposición democrática empezó a reconstituirse: el movimiento social ganó la calle y revitalizó los partidos políticos. El gobierno aceptó el reclamo de Estados Unidos de declarar la guerra al Eje ante la inminencia del fin de la guerra para ser admitidos en las Naciones Unidas. La Unión Democrática (comunistas, socialistas, demoprogresistas, conservadores, radicales) expresaría el repudio de la legislación social que tenía la civilidad a los militares en las elecciones. Esta alianza política excluía a los sectores obreros. Así, el Ejército presionado por la opinión pública, forzó la renuncia de Perón. El 17 de octubre de 1945, con la presencia de los obreros (creciente por el éxodo rural) reclamando la libertad del líder y la restitución de sus cargos, volvió como candidato oficial a la presidencia. Los dirigentes a través de la movilización, definieron una identidad y ganaron su ciudadanía política. Con las elecciones a la vista, Perón y quienes lo apoyaban se dedicaron a organizar su fuerza electoral. Los dirigentes sindicales, fortalecidos por la movilización de octubre, decidieron crear un partido político propio, el Partido Laborista, que recogía desde motivos socialistas hasta dirigistas económicos y del Estado de bienestar. Perón era el primer afiliado y su candidato presidencial y su

vice sería Quijano (De la UCR-Junta Renovadora) Perón fue apoyado por el Ejército y la Iglesia. La Unión Democrática incluyó a los partidos de izquierda pero excluyó a los conservadores. Sus candidatos (Tamborini y Mosca) provenían de la conducción alvearista del radicalismo, y tenía un programa socialmente progresista, pero lo esencial pasaba por la defensa de la democracia y la derrota del totalitarismo. Perón, en cambio, asumió el discurso de la justicia social, de la democracia real que fue contrapuesta con la democracia formal de sus adversarios, dividiendo a la sociedad entre el “pueblo” y la “oligarquía”. El nacionalismo popular obtuvo la presidencia en 1946. Mercado interno y pleno empleo El nuevo gobierno mantuvo la retórica antinorteamericana, y se distanció tanto del comunismo como del capitalismo, pero estableció relaciones diplomáticas con la URSS y con Washington. El Congreso aprobó las Actas de Chapultepec, que permitían el reingreso a la comunidad internacional y el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca. Pero la hostilidad norteamericana no disminuyó y Estados Unidos siguió dispuesto a hacer pagar a la Argentina por su independencia durante la guerra, bloqueando armamentos e insumos vitales; las exportaciones industriales a los países limítrofes empezaron a retroceder ante la competencia norteamericana. Las exportaciones agrícolas a Europa fueron obstaculizadas por Estados Unidos restringiendo transportes o vendiendo a precios subsidiados. En 1948, se lanzó el Plan Marshall, pero Estados Unidos prohibió que los dólares aportados a Europa se usaran para importaciones de la Argentina. Estados Unidos inundó el mercado con cereales subsidiados y la participación argentina disminuyó drásticamente. Gran Bretaña no aceptó las presiones norteamericanas para la restricción de sus compras en Argentina. Además de la carne, estaban en juego las libras argentinas bloqueadas en Londres durante la guerra y las inversiones británicas radicadas en el país. La magnitud de las deudas británicas hacia impensable el pago de las libras. La pésica situación de las empresas ferroviarias, la descapitalización y obsolescencia y la pérdida general de la rentabilidad hacían conveniente para los británicos desprenderse de ellas. Las empresas ferroviarias británicas fueron vendidas a un valor equivalente a las libras bloqueadas en Londres, con un acuerdo sobre la venta de carne. La venta de cereales y carne fue cada vez más difícil. La reducción de la producción agropecuaria se vio acompañada por el crecimiento de la parte destinada al consumo interno. El lugar que tenía la Argentina como productor privilegiado de bienes agropecuarios, fue haciéndose menos significativo. La Segunda Guerra Mundial, la crisis de los mercados y el aislamiento acentuado por el boicot norteamericano, habían contribuido a profundizar el proceso de sustitución de importaciones, la exportación a países limítrofes y aumento de la mano de obra industrial que se nutría de la corriente de migrantes internos. Los grupos empresarios más tradicionales pretendían estimular las industrias “naturales” capaces de competir en el mercado externo, asociarse con Estados Unidos para sustentar su crecimiento y mantener un equilibrio entre el sector industrial y el agropecuario, de donde saldrían divisas para la industria. La opción era difícil por la necesidad de recomponer una relación con Estados Unidos y de recuperación de los mercados de los productos agropecuarios y por la depuración del sector industrial, que generaría desempleo. La otra alternativa era profundizar la sustitución, extenderla a la producción de insumos básicos, mediante una intervención estatal, asegurando la autarquía. Esto generaría una restricción al consumo y una “generación sacrificada”. La solución de Perón para la que tuvo en cuenta los intereses inmediatos de los trabajadores fue su Primer Plan Quinquenal para planificar la economía. Éste consistió en la promoción del sector industrial, mediante créditos del Banco Industrial y la protección aduanera para eliminar competidores externos y divisas adquiridas a tipos preferenciales para equiparse. Aumentó el mercado interno por políticas redistributivas hacia los trabajadores, habiendo alta ocupación y salarios en alza, alcanzando el pleno empleo. También produjo inflación y fue financiado principalmente por la reserva de divisas

acumulada durante la guerra. El Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI) monopolizó el comercio exterior y transfirió al sector industrial y urbano ingresos provenientes del campo. Esto era un golpe fuerte al sector agropecuario. Los productores rurales padecían la falta de insumos y maquinarias, el congelamiento de los arrendamientos, y el costo más alto de la mano de obra, debido a la vigencia del Estatuto del Peón. Además, por el aumento del consumo interno, se produjo la reducción de las disponibilidades para la exportación. La política peronista se basaba en la participación del Estado en la dirección y regulación de la economía, según una corriente de inspiración keynesiana. Hubo una nacionalización de las inversiones extranjeras (empresas británicas -ferrocarriles, electricidad, teléfonos, gas-, estatización), en la promoción de empresas estatales para la independencia económica, y en la nacionalización del Banco Central. Desde el Banco Central se manejaba la política monetaria y la crediticia, y también el comercio exterior, ya que los depósitos de todos los bancos fueron nacionalizados y al Banco Central se le asignó el control del IAPI. Además, en materia social buscaron el mantenimiento del empleo y con él la elevación del nivel de vida a través de la seguridad social, la justicia social para el sostenimiento del mercado interno. Entonces, se puede decir que los 3 principios de la doctrina peronista son: - Justicia social: Una distribución más justa de la riqueza para disminuir las injusticias sociales - Independencia económica: Búsqueda de una mayor autonomía con respecto a los países desarrollados - Soberanía política: “Tercera posición” en la Guerra Fría desatada entre EE.UU. y la URSS El Estado peronista Perón ordenó la disolución de varios de sus núcleos de apoyo, como el Partido Laborista, solidario con Perón pero independiente. Luego crearía el Partido Peronista. Perón eliminó de la dirección de la CGT a Gay para subordinar al Estado el movimiento obrero. La organización obrera se consolidó firmemente. La sindicalización se extendió rápidamente a los gremios industriales y a los empleados estatales. La Ley de Asociaciones Profesionales aseguraba la existencia de grandes y poderosas organizaciones con fuerza para negociar de igual a igual con los representantes patronales, pero a la vez dependientes de la personería gremial, otorgada por el Estado. La CGT fue la responsable de transmitir las directivas del Estado a los sindicatos y la función de los sindicatos fue controlar, achicar el espacio de acción autónoma, etc. En la base, la acción sindical conservó vitalidad ocupándose de problemas inmediatos referidos a condiciones de trabajo, negociaron directamente con patronos y gerentes y establecieron en la fábrica un principio de igualdad. Hasta 1949, las huelgas fueron numerosas y sirvieron para hacer cumplir los objetivos de las negociaciones, pero Perón se preocupaba por esta agitación y procuraba profundizar el control del movimiento sindical. Los gremialistas que lo acompañaron inicialmente fueron alejándose, reemplazados por otros elegidos por el gobierno. Las huelgas fueron consideradas inconvenientes al principio y negativas luego: se procuró solucionar los conflictos mediante mecanismos del arbitraje y en su defecto se optó por la represión, ya sea por mano del propio sindicato o de la fuerza pública. Eva Perón cumplió las funciones de mediación entre los dirigentes sindicales y el gobierno. La relación entre Perón y el sindicalismo fue compleja y negociada. Los sindicatos nunca dejaron de ser la expresión social y política de los trabajadores; el Estado peronista facilitaba y estimulaba su organización y los colmaba de beneficios, además de crear una situación de comunicación y participación fluida. El Estado Peronista tenía en los trabajadores su fuerza legitimadora y los reconocía como tal. También extendió sus apoyos a los sectores populares no sindicalizados a través de Eva Perón y de la fundación que llevó su nombre. Financiada con fondos públicos y aportes privados voluntarios, la Fundación realizó una obra de gran magnitud: creó escuelas, hogares, repartió alimentos y regalos navideños, estimuló el turismo y los deporte. Por medio de la acción directa,

detectaban los casos particulares de desprotección y trasmitían los pedidos a la Fundación. El Estado benefactor y providente adquirió una dimensión personal y sensible. La experiencia de la acción social directa terminó constituyendo una nueva identidad social, los “humildes” que completó el arco de apoyo al gobierno El Estado aspiraba a que cada uno de los sectores de la sociedad se organizara y constituyera su representación corporativa. Aspiró a organizar a los empresarios, reuniendo en la Confederación General Económica a todas las representaciones sectoriales, así como a los estudiantes universitarios o a los profesionales. Tuvo un acuerdo básico con la Iglesia: el gobierno peronista mantuvo la enseñanza religiosa y conducción de las universidades en manos de personajes del clero. Fue una relación algo distante: un grupo importante de eclesiásticos, preocupados por el autoritarismo creciente, se alineó en el lado de los opositores, otros lamentaron la renuncia de Perón a las consignas nacionalistas. Perón se cuidó de no inmiscuirse en la vida interna de las Fuerzas Armadas y de darles cabida institucional en el gobierno. Según la concepción de Perón, el Estado, además de dirigir la economía y velar por la seguridad del pueblo, debía ser el ámbito donde los distintos intereses sociales negociaran y dirimieran sus complicaos, por lo tanto rompía con la concepción liberal del Estado y, a través de la desvalorización de los espacios democráticos y representativos y de la subordinación de los poderes constitucionales al Ejecutivo hacía el camino al autoritarismo. Así, en 1947 reemplazó a la Corte Suprema, intervino provincias, acabó con la autonomía universitaria y el Poder Legislativo fue formalmente respetado pero se lo vació de todo contenido real. El Ejecutivo avanzó hasta el “cuarto poder”: tenía una importante cadena de diarios y radios y, además, los diarios independientes fueron presionados (clausuras temporarias, restricciones, etc.). La reforma de la Constitución, en 1949, posibilitó la reelección presidencial (Perón y Quijano triunfaron en 1951, donde votaron por primera vez las mujeres). Para Perón fue importante dar forma al conjunto de fuerzas que lo apoyaba, proveniente de diferentes sectores, con tradiciones diversas. Había que darle un disciplinamiento a las instituciones republicanas para evitar conflictos internos. Usó la autoridad estatal para disciplinar fuerzas propias y la utilización del liderazgo personal e intransferible. El Partido Peronista, creado en 1947, adoptó una organización totalmente vertical, donde cada escalón se subordinaba a la decisión del nivel superior, hasta culminar en el líder, presidente del país y del partido, con derecho a modificar cualquier decisión. Además, la doctrina peronista se convirtió en la Doctrina Nacional, unificando los conceptos de Estado, movimiento y comunidad que confluían en el líder. Se combinan las tradiciones del Ejército y los totalitarismos. Se puede decir entonces que Perón identificó al partido con la nación, marginó al Congreso e identificó al jefe del Estado con el jefe del partido oficial, cosas totalmente antiliberales y antidemocráticas. Tuvo la tendencia a la peronización de todo espacio de la sociedad civil, pero que también aseguraba los derechos políticos y sociales de vastos sectores, culminando con el establecimiento del voto femenino y la instrumentación de medidas concretas para asegurar a la mujer un lugar en las instituciones. Esta singular forma de democracia se constituía desde el Estado. Los diversos sectores que conformaban su base de sustentación eran considerados como “masas”, es decir, un todo diferenciado, cuya expresión autónoma no era valiosa y que debía ser moldeado, inculcándole la “doctrina”. A ello se dirigía la propaganda masiva, que saturaba los medios de comunicación y la escuela. El régimen tuvo una tendencia definida a peronizar todas las instituciones y a convertirlas en instrumentos de adoctrinamiento. La forma más característica de la política de masas fueron las movilizaciones y concentraciones, que ya no eran espontáneas sino convocadas. Éstas cumplían el papel fundamental de legitimar el

régimen, de renovar el pacto entre el líder y el pueblo. Tuvo 2 elementos totalmente antidemocráticos: la verticalidad y el faccionalismo. Sin embargo, todo esto se dio debido al papel pasivo de la oposición, que ocupó el lugar que se le asignó. La derrota de 1946 desarticuló el proyecto de la Unión Democrática (última figuración del Frente Popular) y enfrentó a los partidos opositores que no concordaban en desde dónde atacar a Perón. Los socialistas mantuvieron su caracterización de nazifascismo, denunciaron los avances hacia el autoritarismo y consideraron que la prioridad era acabar con el régimen. El Partido Comunista tuvo un período de acercamiento pero luego fueron expulsados sus dirigentes. Los conservadores formaron la oposición frontal, defendiendo la legalidad republicana. El radicalismo, que estaba dividido, se renovó; el Movimiento de Intransigencia y Renovación formuló sus principios, y sin renunciar al discurso constitucional y republicano, combatió al peronismo desde una posición más progresista en lo social y lo nacional, hasta que el gobierno lo hizo retroceder. El grupo unionista (alvearista) especulaba con un golpe militar, mientras los intransigentes discutieron en el Congreso cada uno de los proyectos gubernamentales, pero no llegaron a constituir una verdadera oposición democrática, porque su faccionalismo también era fuerte, y por la indisposición del peronismo a convertir el Congreso en un lugar de debate. Un conflicto cultural El régimen peronista no atacó ningún interés de las clases altas tradicionales que tampoco se opusieron al gobierno, y en ocasiones aprovecharon negocios con él. Apareció el “nuevo rico”. Los sindicalistas ocuparon puestos visibles. Las clases medias tradicionales tuvieron más motivo de quejas, especialmente quienes gozaban de rentas fijas, reducidas por la inflación o quienes perdieron sus empleos estatales. Comenzó un momento de prosperidad económica de los trabajadores y la educación de sus hijos. Las migraciones internas, a partir de la oferta de trabajo industrial y la atracción por la vida en las ciudades, modificaron la fisonomía de los sectores populares. Las migraciones predominantes fueron de las zonas pampeanas más cercanas y luego del Interior tradicional, con quienes se construyó la imagen social del “cabecita negra”. Se expandieron los cinturones de las grandes ciudades. La novedad fue la incorporación de los sectores populares a ámbitos visibles, anteriormente vedados. Éstos eran protegidos por el Estado, que los incorporó al consumo, ciudad y política. Ejercieron plenamente una ciudadanía social, que nación fusionada con la política. El reconocimiento de la existencia del pueblo trabajador y el ejercicio de nuevos derechos, y la justicia social fueron ideas clave del discurso del Estado (justicialismo) y de la identidad social en construcción. La acción del Estado aportaba el empujón inicial para el ascenso individual. La justicia social venía a completar el proceso de integración de la sociedad argentina y la identidad que se constituyó en torno a ella fue obrera e integrativa. Todo lo referente al mundo del trabajo tuvo un significado central, reforzado por el papel de la institución obrera por excelencia en ámbitos de la vida, laboral y no laboral, pues de la mano del sindicato los trabajadores aseguraron su salud. Los trabajadores se integraron a la nación de la mano del Estado y a la sociedad establecida, cuyos bienes acumulados aspiraban a disfrutar. El Estado facilitó el acceso a dicho bienes. A la educación, se agregó la protección y promoción de las diversas actividades culturales. El Estado distribuía y el público recibía bienes junto con gran dosis de propaganda. Además, distribuía a la sociedad los modelos sociales y culturales establecidos, como así también una visión de la tradición nacional, manifiesta en la preocupación por develar el mítico ser nacional que debía unificar a la comunidad. El peronismo había surgido en el marco de un fuerte conflicto social que derivó en un enfrentamiento político, separando al oficialismo de la oposición y en un conflicto cultural violento. Fue una oposición de lo oligárquico con lo popular: lo segundo combinaba las dimensiones trabajadora e integradora; lo primero pretendía restringir el acceso a los bienes y excluir al pueblo. La oposición

resistía las prácticas políticas del peronismo y la forma peronista de la democratización social. Atacaba al régimen y tanto al “nuevo rico” como al humilde habitante urbano. Fueron dos configuraciones antagónicas y excluyentes. Crisis y nueva política económica La coyuntura externa favorable en la que surgió el Estado peronista comenzó a invertirse hacia 1949: los precios de los cereales y las carnes volvieron a su normalidad, los mercados se contrajeron y se agotaron las reservas. El desarrollo de la industria hacía al país más dependiente de sus importaciones, y su falta provocaba inflación, paro y desocupación. En 1952 murió Eva Perón. El nuevo rumbo económico fue ratificado en el Segundo Plan Quinquenal, que debía tener vigencia entre 1953 y 1957. Para reducir la inflación, se restringió el consumo interno: fueron eliminados subsidios a distintos bienes de uso popular, se estableció la veda parcial al consumo de carne y se levantó el congelamiento de los alquileres. Se proclamó la “vuelta al campo”: el IAPI empezó a estimular a los productores rurales con precios retributivos y dio prioridad a la importación de maquinaria agrícola. Esta política apuntaba a aumentar la disponibilidad de divisas para seguir impulsando el desarrollo del sector industrial, que se encontraba en un estancamiento evidente por el alcance del límite de su crecimiento. El principal problema era su reducida eficiencia, oculta por la protección y subsidios estatales: maquinaria obsoleta, deterioro de los servicios (Electricidad, transporte), falta de competitividad por falta de competencia, altos costos de producción por el pleno empleo y la capacidad sindical de negociación. La nueva política económica apuntó a esos problemas: restringió el crédito industrial y el uso de divisas. Los contratos colectivos de trabajo fueron congelados por 2 años. El gobierno puso sus esperanzas en los capitales extranjeros. En 1953 el gobierno sancionó una ley de Radicación de Capitales, que suponía una modificación respecto de los postulados de la independencia económica y de la tercera posición. Esto ocurrió en el marco de una reconciliación con EE.UU. Así, comenzó la radicación de empresas extranjeras automotrices y se produjo un contrato de explotación petrolera con Standard Oil que daba amplios derechos, que terminó sin resolución Se redujo la inflación y se equilibró la balanza de pagos. Esta política logró reducir la inflación y reequilibrar la balanza de pagos, aunque no hizo logros en el agro y la industria. Igualmente, su aplicación fue moderada, para resguardar la situación de los trabajadores. La nueva política económica se mantenía en la tradición peronista ya que ni recurrió a la devaluación ni redujo el gasto público. La crisis económica trajo manifestaciones de disconformidad por los sindicatos y el Ejército, cuya solución implicó un avance en el camino del autoritarismo. Hacia 1948, el Estado había logrado estabilizar y controlar el frente gremial, pero desde el año siguiente las huelgas fueron más duras. Perón optó por aplicar una dura represión: prisión a los dirigentes rebeldes y movilización militar a los obreros.. El Ejército respondió ante el avance del régimen sobre la institución y se indignaba con el autoritarismo creciente y la injerencia de Eva Perón en los asuntos del Estado. Por estos motivos los grupos oficiales decidieron derribar a Perón, y un intento de Menéndez (fácilmente sofocado) dio pie al presidente para declarar el estado de guerra interno y depurar los mandos militares, a la vez que restringió más la acción de los políticos opositores y obtuvo un aplastante triunfo en las primeras elecciones con sufragio femenino. Consolidación del autoritarismo Perón inició su segundo período consolidado por el nuevo plan económico que parecía tener éxito, la victoria sobre rebeldes militares y sindicalistas y el espectacular triunfo electoral. El fin de la etapa revolucionaria (visible en la nueva política económica, y en la normalización de las relaciones con

Estados Unidos) podía llegar a llevar a la pacificación política, pero los opositores estaban volcados a eliminarlo a Perón, antes que a reestablecer la democracia. Perón tuvo una conducta errática en los últimos años de su gobierno, por la evidente dificultad para llenar el vacío de Eva Perón, lo que llevo a una pérdida de iniciativa y un manejo burocrático. La Unión de Estudiantes Secundarios (UES) era una de las nuevas manifestaciones de la vía autoritaria, que procuraba encuadras todos los sectores de la sociedad en organizaciones controladas y peronizadas. Se avanzó en la peronización de la administración pública y de la educación, y llegó hasta las Fuerzas Armadas, mientras que se reducían los espacios de la oposición al mínimo, en la prensa y en el Parlamento. Mientras por esa vía el régimen marchaba hacia el totalitarismo, procuraba reconstruir un espacio de convivencia con la oposición, a partir del reconocimiento recíproco. Esto terminó con las bombas de Plaza de Mayo colocadas por grupos opositores, luego contestadas con incendios a la Casa Radical, a la Casa del Pueblo socialista y al Jockey Club oligárquico por parte de los grupos peronistas y con detención de dirigentes y personalidades opositores. A fines de 1953, una ley permitió liberar a la mayoría. El radicalismo había encontrado un ángulo de oposición posible al régimen conservadurista y autoritario, pero debía enfrentar una división interna entre los unionistas (alvearistas), jugados a la abstención, la ruptura total y el golpe militar, y los intransigentes, que insistían por la lucha institucional pese a la reducción casi total de los espacios, que terminarían ganando con Frondizi a la cabeza, quien buscaba combatir al peronismo desde una mirada progresista, sin renunciar a la crítica institucional y reivindicando a la reforma agraria y el antiimperialismo. En 1954 se haría la reapertura del debate público, con un periodismo abierto y con la fundación del Partido Demócrata Cristiano. La caída La fundación del Partido Demócrata Cristiano marcó el comienzo del conflicto entre Perón y la Iglesia, que rápidamente llevó a su caída. La peronización de las instituciones de la sociedad, fracasó con el Ejército, por lo que la Iglesia era su próximo enemigo, que tenía entre sus filas a opositores y disidentes quejosos, por ejemplo, por el abandono del nacionalismo. El Estado peronista y la Iglesia comenzaron a chocar en campos específicos. La Iglesia era sensible a los avances del gobierno en el terreno de la beneficencia y la educación, además de tener un desagrado por el culto laico del presidente. Al gobierno lo turbaba la intromisión de la Iglesia en la política. Una serie de conflictos llevó a que Perón prohibiera las procesiones, suprimiera la enseñanza religiosa en las escuelas, introdujera el divorcio vincular, autorizara los prostíbulos y enviara un proyecto de reforma constitucional para separar la Iglesia del Estado; fueron detenidos muchos sacerdotes y los periódicos se llenaron de denuncias sobre la conducta y moralidad del clero. La defensa de la Iglesia demostró su poder como institución, atacada por los medios de comunicación monopolizados por el gobierno. Además, se vio engrosada por los opositores, a los que no molestó la tonalidad clerical, nacionalista e integrista. Se produjo un levantamiento de la Marina contra Perón. Los golpistas encontraron su ocasión y bombardearon y ametrallaron la Plaza de Mayo, que finalmente fracasó y fue respondida de la misma manera que la anterior: mediante el terror administrativo (incendios a iglesias). Perón había perdido mucha libertad de maniobra y era prisionero de sus salvadores militares. Concluyeron los ataques a la Iglesia, que molestaban a la mayoría de los jefes militares. Frondizi invitó al gobierno a volver a la senda republicana y formular un verdadero programa de gobierno alternativo. Así, Perón presentó su renuncia y convocó a los peronistas y atacó a la oposición.

El 16 de septiembre, estalló en Córdoba una sublevación militar que encabezó Lonardi. Los apoyos civiles fueron muchos entre los grupos católicos, las unidades del Ejército que se plegaron fueron escasas. Entre las fuerzas “leales” había poca voluntad de combatir a los sublevados. A ellos se sumó la Marina. Perón había perdido la iniciativa y tampoco manifestó una voluntad de defenderse movimiento todos los recursos de que disponía. El Ejército decidió aceptar su renuncia. El 20 de septiembre de 1955 Perón se refugió en Paraguay y el 23 de septiembre Lonardi se presentó en Bs As como el presidente provisional.