Resumen rude

I. Introducción a. ¿Por qué hubo una revolución en Francia? El autor trabaja los problemas en la composición social fra

Views 49 Downloads 0 File size 119KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

I.

Introducción a. ¿Por qué hubo una revolución en Francia? El autor trabaja los problemas en la composición social francesa.

Hubo otras rebeliones nacionales, pero ninguna determinó una victoria decisiva de un grupo social sobre otro, no fueron democráticas y ninguna avanzó hasta lograr una transformación completa de la sociedad. Sociedad francesa del antiguo régimen: pirámide, con la corte y la aristocracia en la cima, en el centro la burguesía y la base compuesta por las órdenes inferiores de campesinos, comerciantes y artesanos urbanos. El rasgo distintivo es que había muchas contradicciones, tanto internamente como entre sus partes constitutivas. La monarquía llevaba en sí misma la simiente de su propia decadencia, porque la aristocracia alentaba un profundo resentimiento por su exclusión de cargos políticos, la burguesía no veía reflejada su riqueza en su participación política, y los campesinos, aunque adquirían más cultura e independencia, se los despreciaba y llenaba de impuestos. El autor pasa a examinar más detenidamente los problemas, partiendo desde la base de la pirámide. Los campesinos no eran tan pobres como en otros países contemporáneos europeos, pero, aunque sus inhabilidades legales eran menos opresoras que en muchos otros países, el campesino francés soportaba una pesada carga de impuestos. Aunque las cargas variaban de acuerdo a la zona, durante siglos de crisis y malas cosechas, la irritación que generaban era universal. La nobleza o aristocracia se dividían en dos grupos principales: la nobleza de espada y la de toga, estos últimos eran ex burgueses que a partir del XVII adquirieron derechos hereditarios gracias a la compra de cargos en la burocracia real. Podían ser secretarios o intendentes, y tenían acceso a los Parlamentos, las grandes corporaciones legales que en los períodos de gobiernos débiles y divididos podían ejercer autoridad política negándose a registrar los edictos oficiales. Desde la época de Luis XIV (mediados del 1600) se habían negado dichos cargos a la nobleza más antigua, por un moco que se mandaron en las guerras civiles de las Frondas. La nobleza antigua estaba excluida de los altos cargos, pero conservaba el privilegio de ocupar los principales puestos militares, y como dueños de las grandes propiedades, ejercían los derechos de los antiguos señores feudales del lugar (justicia y vigilancia local, monopolio, y, sobre todo, rentas y servicios). Además, toda la nobleza gozaba una considerable libertad respecto de los impuestos directos (zafaban del más groso). El clero gozaba de ventajas financieras todavía mayores: además de las rentas recibían el diezmo. El grado de privilegio del que las clases altas podían disfrutar dependía del grado de autoridad del rey. El supuesto sistema “absoluto” de Luis XIV había perdido gran parte de su vigor y su capacidad para imponer respeto y lealtad a sus súbditos, privilegiados o no. Las clases medias se mostraban más hostiles frente a la ineficacia de la corte y el gobierno.

Luis XVI ansiaba promover reformas fundamentales. Confiaba mucho en su primer ministro, Turgot, pero plan entero fracasó y Turgot dejó su cargo un par de años después, ya que sus reformas contrariaban los intereses de los Parlamentos, el alto clero y las facciones aristocráticas de la corte. Sucedió lo mismo con otros ministros. No era posible aplicar medidas reformistas de gran alcance mientras las órdenes privilegiadas permaneciesen dueñas de sus poderes a través de los Parlamentos y de su influencia en la corte. Además, las clases medias tenían otros agravios (restricciones al libre comercio y manufactura, incapacidad de lograr ambiciones sociales y políticas, Ley Militar de 1781). Hacia el fin del antiguo régimen, la burguesía estaba experimentando un sentimiento cada vez más intenso de indignidad y humillación a causa de los actos del gobierno y la aristocracia. Los campesinos también estaban resentidos. Una causa general de descontento era la tendencia de los terratenientes a exhumar antiguos privilegios relacionados con la tierra y a imponer obligaciones nuevas o ampliadas a las que ya cargaban sobre sus campesinos. Es lo que algunos historiadores llaman “reacción feudal”, más ligado a lo que los campesinos pensaban del feudalismo que al feudalismo-capitalismo en sí. Además, algo aclarado recientemente (en la época del autor), la prosperidad general de la agricultura estaba acabándose. Este proceso incluyó dos etapas principales. Después de 1778, el año en que Francia entró en la Guerra Revolucionaria Norteamericana, hubo una crisis, con una caída de precios industriales y agrícolas y una subida crítica en vinos y textiles. Los propietarios de grandes extensiones estaban defendidos gracias a sus ingresos señoriales. Después, se superpuso la súbita catástrofe de 1787-1789 que determinó cosechas pobres y escasez. La crisis afectó a la masa del campesinado, como consumidores y productores. De la agricultura se extendió a la industria, y la desocupación, ya acentuándose a causa de un tratado de libre comercio firmado con Gran Bretaña en 1786, llegó a alcanzar proporciones desastrosas en París y los centros textiles de Lyon y el norte. Los campesinos, artesanos urbanos y obreros, se unieron por su hostilidad al gobierno, terratenientes, mercaderes y especuladores. Entraron en la Revolución en un contexto de escasez. Para ligar a los descontentos y las aspiraciones de clases sociales muy diferentes tenía que existir un cuerpo unificador de ideas, algo similar a una psicología revolucionaria común, donde entró el Iluminismo. Se puso de moda, incluso en el clero, una actitud escéptica e irreligiosa. Algunas expresiones se incorporaron a un vocabulario político común que se difundió ampliamente. Este resultado fue sobre todo obra de los panfletistas de 1788 y 1780¡9, pero mucho antes había sido preparado el terreno por los volantes y las críticas de los Parlamentos, que en su duelo con el despotismo ilustrado a partir de la década de 1750 citaban libremente los escritos de críticos “filosóficos”. La primera chispa desencadenante fue provocada por el compromiso del gobierno francés en la Revolución Norteamericana. Inglaterra sobrevivió con su

posición económica relativamente indemne y Francia quedó financieramente deteriorada, aunque la gravedad de la situación tardó en manifestarse.

II.

III.

IV.

V.

VI.

VII.

b. Los historiadores y la Revolución Francesa Los primeros años a. Cómo empezó la Revolución b. 1789: La Revolución “burguesa” c. La Revolución “popular” La monarquía constitucional a. Los “principios del ‘89” b. La Constitución de 1791 La lucha por el poder a. La caída de la monarquía b. Girondinos y jacobinos c. Jacobinos y sans-culottes d. El gobierno “revolucionario” e. Termidor f. Una república de “propietarios” Napoleón a. Ascenso al poder b. Reformas en Francia La Revolución y Europa a. De los Constituyentes al Directorio b. Bajo el Consulado y el Imperio c. Balance de la Revolución, 1815-1848 La revolución y el mundo a. Como acontecimiento mundial b. Legado y tradición en Francia