Resumen - Gelman Jorge (1998)

Jorge Gelman (1998) EL MUNDO RURAL EN TRANSICIÓN La ruptura del vínculo colonial, las guerras y la disgregación en sober

Views 177 Downloads 4 File size 108KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Jorge Gelman (1998) EL MUNDO RURAL EN TRANSICIÓN La ruptura del vínculo colonial, las guerras y la disgregación en soberanías múltiples no hicieron más que acentuar las diversidades del mundo rural por un período relativamente prolongado. Por ejemplo: diferencias entre el norte superpoblado y el litoral subpoblado. Sin embargo la historia de unas regiones sería incomprensible sin la de otras, por un fenómeno de muy larga duración: un fuerte y persistente proceso de migraciones interregionales que derivó excedentes de población de ese interior sobrepoblado y con distribución muy desigual de la tierra, hacia un litoral que clamaba por trabajadores. Es necesario plantear los grandes rasgos de la transición en el mundo rural, destacando los elementos de ruptura que se produjeron con la independencia, y las consecuencias de la mayor vinculación al mercado mundial; pero también los elementos de continuidad de las prácticas coloniales, más persistentes de lo que las ideologías liberales creyeron. Muchos rasgos de las prácticas sociales y culturales del mundo rural que s e suponen originados por la inmigración europea de la segunda mitad del siglo XIX, son de este período e incluso del período colonial. Es un cuadro con serios desbalances regionales, reflejo de los desiguales avances de una historiografía que se ha centrado en Buenos Aires y el litoral, pero poco y nada sobre otras regiones.

El mundo rural de fines de la colonia Se mantenían a grandes rasgos las características que había tenido este espacio durante la mayor parte de la dominación española. Distribución desigual de la población, con un fuerte peso del centro y el noroeste, vinculados a las economías mineras del Alto Perú, zonas en que la población indígena era aún notable; un litoral escasamente poblado que comenzó a beneficiarse del crecimiento de Buenos Aires, así como de las regiones de reciente colonización, como la Banda Oriental. La economía del virreinato giraba alrededor de los centros mineros andinos que se articulaban con el Atlántico a través de Buenos Aires, pero generando a la vez un espacio económico interregional, en el cual las diferentes regiones tendían a especializarse en diversos bienes agrarios o artesanales. La plata de los centros mineros se dispersaba por todo el territorio; una parte importante fluía hacia Buenos Aires para concentrarse en sus comerciantes que la enviaban hacia Europa a cambio de los “efectos de Castilla.” Existen regiones que producen para exportar a sus vecinas, al Alto Perú e incluso a Europa, pero cada una de ellas tiende a satisfacer la producción de bienes de subsistencia indispensables para su población. De hecho cada productor trata de producir todo lo que necesita para consumir sin recurrir al mercado. Tanto grandes productores (haciendas) como familias campesinas se caracterizaban por ese rasgo. Los mercados son muy limitados. La excepción es el litoral, con mayor vinculación con los mercados, en especial para adquirir diversos bienes. Sobre todo las estancias son las que recurren al mercado para casi todo, incluso la plata circula más, por los pagos en moneda de los salarios rurales. Las diferentes regiones se ven afectadas de muchas maneras por una serie de acontecimientos: creación del virreinato; reglamento de libre comercio; levantamientos del mundo andino; guerras intraeuropeas; invasiones inglesas y crisis final de la monarquía. Visión clásica: Libre comercio fue beneficioso para el litoral, pues recibían bienes manufacturados a precios más bajos, y a su vez volcaban al mercado crecientes cantidades de cueros y otros derivados, sin grandes inversiones. Por el contrario las economías del interior habrían sufrido una crisis, de la cual no se recuperarían. Visión más matizada: Hubo regiones que sufrieron más la competencia extranjera, como las productoras de textiles de algodón, pero es un proceso que se inicio antes del libre comercio, sobre todo por la crisis de las misiones jesuíticas. Igualmente habrían sufrido las provincias de Cuyo, productoras de caldos, con el litoral como principal mercado, ahora inundado por vinos y aceites españoles. Suerte diversa de Mendoza y San Juan: 1) Frecuentes cortes del tráfico transatlántico permitieron recuperaciones del mercado del litoral. 2) El aguardiente resiste mejor que el vino la competencia europea. Productoras de textiles de lana: Santiago del Estero, Córdoba, Catamarca Y San Luís. Continuaron colocando sus tejidos en los mercados coloniales, ya que mantenían la producción a pesar de las bajas en los precios. Esto era así por que las productoras eran mujeres campesinas que realizaban el proceso en el marco de sus economías familiares, en misérrimas condiciones de producción [producción doméstica mercantil]. En la década de 1840 la demanda internacional valoriza la lana en bruto, provocando el fin de este sistema. Levantamientos indígenas de la década de 1780: premonitorios de lo que pasaría con el comercio de mulas con la independencia y la ruptura del espacio interno. “Crisis social de masas.” Situaciones de crisis (coyunturales y permanentes) encontraron salida a través de la migración, a veces temporaria, a veces definitiva, hacia otras regiones., en especial el litoral. Aquí los beneficios de la nueva situación parecen incuestionables y homogéneos. La capitalidad de Buenos Aires refuerza su rol de articulador del espacio y su magnitud demográfica potencia su importancia como mercado para las otras regiones. Expansión de las zonas de más reciente colonización: Entre Ríos y la Banda Oriental, expansión que hubiera sido imposible sin los aportes migratorios del norte.

1

Junto a la cría del vacuno para exportar cueros, se incrementó la cría para el abasto de carne a los cada vez más importantes mercados locales. Pujante agricultura en la que se destacaba el trigo. Cría del mular y del lanar. El crecimiento de las grandes estancias no cuestiona el desarrollo de la pequeña y mediana producción que también conoce un gran crecimiento, explicable por la disponibilidad de tierras fértiles en abundancia. Las estancias tardocoloniales combinan trabajo esclavo, un grupo de peones más o menos permanentes y la presencia de trabajadores eventuales que acudían a la estancia en los momentos de mayor demanda laboral. No obstante estas transformaciones la economía del litoral no cambió radicalmente con relación al período previo. Buenos Aires seguía muy igual a si misma. Las exportaciones del puerto continuaron estando constituidas fundamentalmente por metales preciosos producidos en los Andes y recogidos por los comerciantes por todo el virreinato. El interés de las elites virreinales por la campaña circundante era muy limitado, querían la paz para garantizar el abasto de los habitantes urbanos, poco interés por expandir la frontera.

La revolución; cambios y continuidades en el mundo rural Los dos cambios más notables fueron la ruptura del enorme espacio de intercambios que había orientado las economías agrarias de las diferentes regiones y la destrucción de bienes y medios de producción que ocasionaron las guerras. 1Separación bajo dominio realista o criollo disidente del Alto Perú, Chile, Paraguay y la Banda Oriental. 2La guerra no significó sólo la muerte de centenares, sino que muchos más fueron movilizados debiendo abandonar a sus familias y actividades productivas. A su vez estos ejércitos arrasaban con todo lo que encontraban a su paso, en especial el stock ganadero. Pero la crisis revolucionaria también crearía nuevas oportunidades, en particular con la demanda europea de bienes de origen pecuario, y su contracara, la avalancha de bienes manufacturados de consumo masivo. No todas las regiones pudieron aprovechar estas oportunidades de la misma manera. La Banda Oriental, Entre Ríos, Santa Fe no pudieron, y demoraron en recuperarse. La que mejoró sus posibilidades fue Buenos Aires, relativamente ordenada desde los 20, inició un proceso de expansión que la llevaría a ocupar el primer lugar en el crecimiento agrario. Noroeste: padece la guerra y la ruptura con los mercados altoperuanos (si bien no tan dramáticamente como se pensaba). La fuerza de los mercados andinos no será ya la misma que en la época colonial, además él no pierde definitivamente su carácter de intermediario entre las regiones andinas y el litoral (ahora volcado hacia el atlántico). Estudios regionales muestran la crisis de la producción agraria mercantil y la transformación de los grandes hacendados en rentistas, que captaban pequeños campesinos arrendatarios para que trabajen sus tierras, a cambio de un canon. Las regiones que escapan a esta situación son las que pudieron desarrollar actividades orientadas a los mercados litoraleños/ultramarinos, o que lograron dirigir su producción transandinos en recuperación. Ejemplos: Salta: continúa con la expansión hacia el Chaco. Región del Tucumán: reorientan la producción hacia esos mercados en expansión. La Rioja: se crían e invernan animales para el mercado chileno. Cuyo: situación diversa, alternancia entre Chile y el litoral como mercado forzado por la situación bélica. 1817, recuperación del mercado chileno, pero perdida del litoral inundado por los productores europeos. Esto afecta de manera diferente a Mendoza y San Juan. La última no logró reorientar su economía hacia el mundo transandino y conocería una prolongada decadencia, mientras que Mendoza transformó su economía hacia la agricultura, y sobre todo, hacia la ganadería. San Luís: resiste produciendo algo de ganado para los mercados cercanos, y sobre todo por la producción doméstica mercantil de tejidos de lana. Muchos se ven obligados a emigrar. Santiago del Estero: situación más compleja. Agricultura que se encuentra afectada por sequías e inundaciones, y por una reducción del área anegable y fértil. La ganadería conoce una cierta expansión desde los años 30. De conjunto se nota un proceso de privatización y concentración de las mejores tierras de cultivo y ganadería, lo que dificulta la subsistencia de parte importante de la población. Condiciones de vida más duras que favorecen la emigración temporal o definitiva. Córdoba: condiciones más matizadas. La crisis del mular y la continuidad del mundo de las tejedoras se acompañan ahora con una reorientación de su economía rural hacia el Atlántico. El sur de la provincia produce ganado vacuno que envía hacia Buenos Aires y el exterior. -LitoralBanda Oriental: experiencia original desde el punto de vista agrario, tanto por la agitación que precede al movimiento revolucionario como por el peso que los problemas rurales tendrán en el programa de los líderes, en especial de Artigas, como lo muestra el Reglamento Provisorio de 1815. Adhesión de la masa campesina. La invasión portuguesa y las consecuentes guerras diezmaron aceleradamente los stocks ganaderos, haciendo difícil una recuperación. Corrientes: una de las transiciones más exitosas, y a la vez más conservadoras de la región. Una continuidad de las elites coloniales en el poder, la política proteccionista y un cierto equilibrio fiscal la salvaron de los pesares de la mayor parte del territorio y le permitieron un crecimiento considerable. Mundo agrario correntino muy heterogéneo, rasgo peculiar: prima la pequeña y mediana producción familiar. Buenos Aires y Entre Ríos: crecimiento más vertiginoso. En la primera, política de control legal y represivo de los sectores más pobres de la población rural, muestran la complejidad de intereses entre Estado y grandes estancieros. Interés creciente de las

2

elites locales por el hinterland rural, la valorización del ganado, se reflejan en una expansión del territorio sin precedentes, que multiplicó varias veces el territorio a disposición de Buenos Aires hacia el sur y el oeste. En Entre Ríos hubo una expansión similar, hacia el nornordeste. “Consenso agroexportador”: golpe de muerte a la articulación entre la pequeña producción agrícola y la estancia ganadera de fines de la época colonial. Habría favorecido la expansión acelerada de la gran estancia monoproductora que concentraba no sólo la casi totalidad de la producción rural, sino también a la mayoría de la población rural como mano de obra dependiente. Crecimiento de la gran propiedad ganadera. A los estímulos del mercado se sumaron las manipulaciones de las leyes de enfiteusis, y los premios y ventas masivas de tierras del Estado. Hoy se percibe que esto era sólo una parte de la realidad del crecimiento agrario de la 1ª mitad del siglo. La tendencia monoproductora no parece haber sido tal. Por un lado, el crecimiento de los mercados locales produjo un estímulo a la producción agrícola; un boom triguero muy importante; por otra parte el crecimiento demográfico de la campaña y el surgimiento de poblados rurales estimularon la formación de círculos hortícolas y agrícolas. Crecimiento del lanar, más temprano de lo pensado, cría especializada, con intentos tempranos de mejora de los rebaños. El crecimiento de las grandes estancias ganaderas no implicó la desaparición de la pequeña producción agrícola, ni mucho menos de la pequeña producción ganadera; campaña aún poblada por millares de pequeños pastores y agricultores. Ejemplos muy variados de formas de ocupación de la tierra en las regiones nuevas: ocupación en tierras fiscales, ocupas validados por las costumbres rurales, “pobladores” en tierras de propiedad privada, pero con consentimiento del propietario. Una pujante sociedad campesina crecía alrededor o incluso dentro de las grandes estancias ganaderas. Entre Ríos: se encontraba en una situación similar a la de Buenos Aires, aunque con una década de retraso aproximadamente. Crecimiento sin precedentes de la estancia ganadera vacuna, pero nuevamente encontramos una pujante sociedad de pequeños y medianos productores, que le disputan a la gran estancia, no el control de la mayor parte del stock animal, sino el control sobre la población. Diferencias con Buenos Aires: expansión fronteriza realizada por pequeños labradores migrantes, mientras que las grandes estancias ganaderas se expandían en las regiones de más antigua colonización. Crecimiento demográfico del litoral: se hizo en parte a expensas del interior, que le enviaba cantidades crecientes de migrantes. Las estructuras demográficas del litoral y del interior parecen reflejar fielmente esos cambios. Por ejemplo Santiago del Estero a inicios del siglo XIX: población con mayoría femenina, hogares encabezados por mujeres, aumento de familias complejas con proliferación de dependientes. En el litoral: natalidad más pujante, crecimiento demográfico acelerado, predominio de familias nucleares pequeñas. Proceso intenso y complejo de movimientos poblacionales que va volcando los excedentes hacia las nuevas regiones del litoral. Al finalizar el período el resultado es un nuevo equilibrio económico pero también demográfico de todo el territorio del ex virreinato que ha dejado de favorecer a las regiones del interior y ahora aparece claramente beneficiando al litoral. Éste busca mercados y mercaderías en Europa, pero también migrantes en el norte. Los migrantes no sólo posibilitaron el crecimiento económico, sino que dejaron su impronta cultural, desde el folklore, las formas del habla, hasta los mecanismos de reciprocidad campesina como la minga. Estos migrantes también fueron empleados para luchar contra otras provincias, al caer en manos de las partidas de reclutadores, bajo acusación de “vagancia” o por no tener “papeleta de conchabo.” [En relación a este último tema ver el texto de R. Salvatore] [Gelman Jorge, “El mundo rural en transición”, en Goldman Noemí; Revolución, republica y confederación (1806-1852); Sudamericana; Buenos Aires; 1998; pp. 71-101]

3