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RESUMEN "PEDAGOGIA DEL OPRIMIDO" DE PAULO FREIRE CAPITULO I · La justificación de la pedagogía del oprimido · La contradicción opresores – oprimidos, su superación · La situación concreta de opresión y los oprimidos · Nadie libera a nadie, ni nadie se libera sólo. Los hombres se liberan en comunión Paulo Freire sustenta una pedagogía en la que los individuos aprendan a cultivarse a través de situaciones de la vida cotidiana. No se trata de una pedagogía para el oprimido, por el contrario, de él, el sujeto debe construir su realidad a través de las circunstancias que generan el devenir cotidiano. Los textos que el individuo construye le permiten reflexionar y analizar el mundo en que vive, pero no para adaptarse a él. Freire habla de una pedagogía libertadora en donde el método deja de ser instrumento del educador con el cual manipula a los educandos porque se transforman en la propia conciencia. El autor en este primer capitulo menciona algo muy importante –la superación auténtica de los opresores-oprimidos no esta en el mero cambio de lugares, ni en el paso de un polo a otro, ni tampoco radica en el hecho de que los oprimidos de hoy en nombre de la liberación, pasen a ser los nuevos opresores. La propuesta de Freire implica dos momentos distintos de manera progresiva: una se refiera a tomar conciencia de la realidad en la que vive el individuo, como ser oprimido siempre sujeto a las determinaciones de los opresores, la otra en cambio consiste en la iniciativa de los oprimidos paras luchar frente a los opresores y liberarse para llegar a la praxis. CAPITULO II · La concepción “bancaria” de la educación como instrumento de opresión. Sus supuestos. Su crítica. · La concepción problematizadora de la educación y la liberación. Sus supuestos. · La concepción “bancaria” y la contradicción educador-educando. · La concepción problematizadora y la superación de la contradicción educador-educando: nadie educa a nadie, nadie se educa a sí mismo, los hombres se educan entre si con la mediación del mundo. · El hombre como ser inconcluso y consciente de su inconclusión y su permanente movimiento tras la búsqueda del SER MAS

En este capitulo el autor hace referencia a una característica actual de la educación la cual consiste en una narración y memorización excesiva que se presenta en las aulas, sin analizar la esencia de ello, un ejemplo sencillo es: el alumno memoriza que 4 veces 4 es igual a 16, sin percibir lo que realmente significa 4 por 4; dicha situación que Freire concibe como si los alumnos fueran unos recipientes en los cuales se depositan los conocimientos, así el maestro es un depositario y los conocimientos son los depósitos que éste realiza cotidianamente. Freire menciona que la educación bancaria mantiene y estimula la contradicción; de ahí que ocurra lo siguiente: Ø El educador es siempre quien educa; el educando el que es educado. Ø El educador es quien sabe; los educandos quienes no saben. Ø El educador es quien piensa, el sujeto del proceso; los educandos son los objetos pensados. Ø El educador es quien habla; los educandos quienes escuchan dócilmente. Ø El educador es quien disciplina; los educandos los disciplinados Ø El educador es quien opta y prescribe su opción; los educandos quienes siguen la prescripción. Ø El educador es quien actúa; los educandos son aquellos que tienen la ilusión de que actúan, en la actuación del educador. Ø El educador es quien escoge le contenido programático; los educandos, a quienes jamás se escucha, se acomodan a él. Ø El educador identifica la autoridad del saber con su autoridad funcional, la que opone antagónicamente a la libertad de los educandos. Son éstos quienes deben adaptarse a las determinaciones de aquél. Ø El educador es el sujeto del proceso; los educandos, meros objetos. La concepción bancaria de la educación pretende transformar la mente de los individuos para que se adapten mejor a las situaciones reales y así poder dominarlos con mayor facilidad. Cuando mas pasivos sean, proporcionalmente se adaptarán, por lo tanto, se disminuye su creatividad, estimulan la inocencia, lo cual crea las condiciones para que los opresores surjan como sujetos generosos. Cuando el individuo no lucha por sus intereses y emancipación cultural y social, parece como si hubiera perdido el amor por la vida, tal necrofilia es la situación que ha predominado reiterado con la educación que se impone en las escuelas, sin embargo la pedagogía que propone Paulo Freire es opuesta, ya que sugiere que el individuo adquiera la biofilia a través del cultivo del ser, estando con el mundo y no en el mundo, lo cual se alcanza a través de la liberación, para ello se requiera que la educación deje de ser mecanicista. La educación liberadora en el individuo tiene que ser un acto cognitivo en el que se comprenda y analice el contenido, superando la división existente entre el educador y el educando; dejar de lado la relación unidireccional para que la

bidireccionalidad contribuya a la educación integral de ambos, puesto que los dos tienen elementos que aportar a la enseñanza. CAPITULO III · La dialogicidad: Esencia de la educación como práctica de la libertad · Dialogicidad y diálogo · El diálogo empieza en la búsqueda del contenido programático · Las relaciones hombres-mundo, los “temas generadores” y el contenido programático de la educación · La investigación de los temas generadores y su metodología · La significación concientizadora de la investigación de los temas generadores. · Los momentos de la investigación El uso el diálogo como elemento del aprendizaje y como práctica de la libertad es indispensable ya que el hombre no se hace en el silencio, sino en la palabra, la acción y la reflexión; dialogicidad que debe establecerse entre el educador y el educando. Es importante establecer diálogo con el pueblo, pero ello implica emplear un lenguaje similar al de las costumbres del individuo par que exista una interacción es necesario integrarse a la vida del hombre, investigar su lenguaje, su actividad y pensamiento; posteriormente, a través de la educación problematizadora estos elementos se conjugan para generar conocimiento. Cuando se desea investigar el tema generador, se debe acudir hasta el lugar donde se encuentran los individuos que se pretenden liberar e investigar el pensamiento de ellos para no descontextualizar su trabajo, por el contrario se trata que la enseñanza se dé entre su propia realidad para evitar que sea un acto mecánico, es decir la superación y liberación del hombre no se logra con el consumir ideas que abundan entre los hombres, mas bien se trata de que el individuo las construya y sobre todo que las transforma a través de la práctica y la comunicación. La investigación del tema generador implica dos fases distintas; la primera se refiera a acudir hasta el lugar de los hechos para conocer cuál es la forma de pensar de los oprimidos y la segunda es aplicar el pensamiento en el aprendizaje sistemático a través de la interacción grupal entre los mismos individuos, de tal manera que la persona vaya adquiriendo conciencia de su realidad. CAPITULO IV ·

La antidialogicidad y dialogicidad como matrices de teorías de acción cultural antagónicas: la primera sirve a la opresión y la segunda a la liberacion.

La teoría de acción antidialógica y sus características § La conquista

§ La división § La manipulación § La invasión cultural La teoría de acción dialógica y sus características § La colaboración § La unión § La organización § La síntesis cultural El opresor hace uso de la antidialogicidad para mantener su status que a través de diversos medios, por ello es importante conquistar a los oprimidos con el diálogo concreto repetidamente, convirtiéndose este acto en una acción necrófila Otra característica de la antidialogicidad es la manipulación que a través de la ideología busca conformar a las personas en base a sus objetivos propuestos, en ocasiones la manipulación se da a través de pactos con la desventaja para los oprimidos. La invasión cultural es una característica más de la antidialogicidad, en donde los oprimidos son concebidos como objetos, mientras que los opresores son autores y actores del proceso; es una táctica subliminal que se emplea para la dominación y que conduce a la inautenticidad de los individuos. Contraponiéndose a lo expuesto anteriormente, aparece la colaboración como una forma de emancipación del pueblo, pero ésta no implica la existencia de un líder mesiánico, sino a través de la comunión entre las masas quienes interactúan y se comunican con el compromiso mutuo de luchar por la liberación, descubrir el mundo, no adaptarse a él, ofreciéndose confianza mutua de tal manera que se alcance una praxis revolucionaria. Además de la colaboración, se requiere de unión para realizar un esfuerzo común que conduzca a la liberación, lo cual implica una forma de acción cultural que enseñe el qué y cómo de la adherencia a la causa revolucionaria, pero sin caer en la ideologización, sino descubrirse a sí mismo como lo que es realmente, una actividad humana. La acción dialógica también requiere de la organización para evitar el dirigismo ideológico, es un elemento constitutivo de la acción revolucionaria, misma que implica conexión entre la acción y la práctica; para que esta acción se realice debe estar presente la disciplina, orden, objetivos precisos, tareas que cumplir y cuentas que rendir ante sus semejantes, de ninguna manera se trata de una actividad anárquica, sino el despertar para liberarse de la opresión en que se encuentran. La última característica de la acción dialógica es la síntesis cultural que se da simultáneamente con la investigación temática, puesto que pretende superar las acciones opuestas emprendidas por los opresores, es decir, va más allá de la

inducción, por lo que se trata de la fuerza de su propia cultura como un acto creador que los reivindica con otra visión acerca del mundo.

Publicado por Didacticaabs en 9:59 Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook

[Reseña] La pedagogía de la esperanza   

La pedagogía de la esperanza es uno de los textos más celebres del pedagogo y filósofo brasileño Paulo Freire, conocido por ser el teórico impulsador de la educación popular. En el libro Freire vuelve a retomar sus tesis, ideas y propuestas expuestas en el libro La pedagogía del oprimido, publicado en el año 1970, generando reflexiones a la luz de una experiencia mucho más rica y dinámica 22 años después. Para el autor esto no implica que las premisas básicas de la pedagogía del oprimido dejaran de tener validez en la década de los 90, por el contrario, estas deberían actualizarse y profundizarse, siendo cada vez más obvia la necesidad de una educación al servicio de la liberación del sujeto en el cual enfoca toda su teoría pedagógica, que él llama oprimido. La agitada situación política y social que vive Latinoamerica en los años 60 es la fuente principal de la que bebe Paulo Freire para situar su apuesta pedagógica, innovadora y radical, en el mismo seno de lo que él considera uno de los motores de la historia, que es la lucha de clases, que continuamente viene sacudiendo países del Río Bravo hacia el sur, no solo por la fuerza creciente de los movimientos sociales sino también por la reacción que dispuso dictaduras militares y civiles a lo largo y ancho de la región. Dos décadas después, Freire reflexiona acerca de su teoría, la profundiza y la ubica históricamente en un nuevo escenario (donde reina el posmodernismo y el neoliberalismo en los círculos educativos), en el que parece caerse los sueños de la utopía con la caída de la cortina de hierro en Europa del Este, así también con el fin de diferentes experiencias alternativas de cambio en América Latina. Quizás es esta la razón por la cual Freire nos insiste tanto en la esperanza cómo una de las palabras transversales de todo el texto. ¿Qué ha cambiado?, ¿Qué sigue igual?, ¿En qué es preciso insistir nuevamente?, ¿Qué es necesario cambiar?. Estas preguntas parecen ser una preocupación constante para Freire, quien le intriga bastante la vigencia de la educación popular en una nueva época. Pero no se queda en un análisis en tercera persona de lo que ha pasado, cómo un mero espectador, prefiere utilizar una metodología bastante amena para exponer la pedagogía de la esperanza: hace un recorrido por su propia vida, por varios de los lugares donde residió y practicó su pedagogía, su misma crianza y un análisis social y político del mundo en que vive. Freire comienza contándonos la importancia de la utopía y la esperanza en un mundo que perpetua, por medio de el sistema educativo bancario, entre otras cosas, los valores insolidarios dentro de las comunidades, a pesar de que pareciera reinar la desesperanza (tema que volverá a retomar más adelante). Empero, para el autor la esperanza no se basta a si misma como

tal, es importante connotarla con una relación, si se quiere, pragmática, tesis que nos hace recordar su famoso postulado desarrollado en otros textos: práctica vivencial-teoría critica-práctica transformadora, conocida mejor como práctica-teoría-práctica o PTP. Así pues, la esperanza solo tiene sentido cuando se le acompaña de un elemento transformador (“Mi esperanza es necesaria pero no suficiente”), por el contrario, la sola fe es considerada ingenua, y más que eso, uno de los motivos fundamentales de porque se cae fácilmente en la desesperanza. Luego Freire nos hace una alusión a su experiencia pedagógica en el año 1947, que de manera anecdótica cuenta cómo inició la escritura de la pedagogía del oprimido, que ve la luz gracias al empujo que tiene él, fruto de una conversación con un joven quién le hace reflexionar frente a la educación hegemónica. Los pensamientos que le suscitan van desde el problema de la participación democrática en el ámbito educativo y laboral, que por ejemplo, se ubica en la necesidad de abrir espacios de decisión de los padres y madres en la política educacional de sus hijas, hasta el campo filosófico mismo en que se ve el educando. Es en este punto donde Freire profundiza en lo propiamente sociológico de la pedagogía, enumerando diferentes variables involucradas en las dinámicas de la familia, la escuela y la sociedad: los castigos, premios, las reacciones o los roles, interconectádolos con las mismas dinámicas que tienen que vivir los trabajadores de la región (pescadores, en el caso particular). Esta experiencia lleva a Freire a plantear un debate en torno a la definición de la libertad dentro de la cultura occidental, que encajaba más dentro de la relación bancaria del premio y el castigo, que en principio era producida en la familia (el autor nos menciona las formas triviales de castigo, tanto físico como psicológico en la zona donde realizaba su investigación) y luego reproducida en la escuela, en palabras de Freire: “Era como si la familia y la escuela, completamente sometidas al contexto mayor de la sociedad global, no pudieran hacer otra cosa que reproducir la ideología autoritaria”. El hecho de que Freire ya nos empiece a hablar de la ideología autoritaria pone de manifiesto hacia que lado va su texto, que al igual que en La Pedagogía del oprimido girará en torno a una lucha, casi polarizada, entre una educación bancaria o autoritaria contra una apuesta emancipadora, expresada en su propuesta de la educación liberadora o popular. A partir de eso, Freire reflexiona sobre su misma disposición a compartir el resultado de sus análisis, que auto-críticamente reconoce como un culto a la sapiencia individual del maestro, sin que fuese per sé voluntaria. Así, nos adentramos a un debate, si se quiere ético, entre los medios y los objetivos, que el autor resuelve con una propuesta

metodológica que pretenda superar los errores estructurales de la educación bancaria . 1

Este ir y devenir entre Freire y las habitantes de las zonas precarias de Recife le llevan a pulir su propuesta, que hasta el momento tenia un fuerte componente teórico, pero que él mismo aseguraba aún tenia bastantes obstáculos para poder ser alternativa pedagógica. Este giro que buscaba fue propiciado por varias anécdotas, una de ellas fue una conversación sobre geografía y clases sociales con un obrero, que al final dio como resultado una de las primeras tesis concluyentes para comprender no solo el libro sino la apuesta general de la educación popular para Freire: no es hablarleal pueblo, sino hablar con el pueblo. El siguiente giro del texto aparece cuando Freire intenta explorar la relación entre la división macro política y la pedagogía, y para ello usa el ejemplo del gobierno de la Unidad Popular en Chile. Para él, el problema de la izquierda tradicional chilena frente a la educación era su falta de voluntad real para crear una pedagogía que pretendiera transformar desde las aulas y los barrios y no solo desde las políticas de arriba. Se detiene en el caso particular del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, que a su juicio, se preocupó por hacer de la educación popular una realidad a pesar de que anota con bastante énfasis que el MIR estuvo siempre más a la izquierda que los partidos de “tradición” (socialista y comunista), incluso, del mismo gobierno de Allende posteriormente. Esta experiencia fue detenida por el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 encabezado por el militar Pinochet y apoyado por la derecha chilena y la embajada norteamericana. Para Freire, el tema le parece bastante ilustrativo y anota una diferenciación entre el poder y el gobierno: si bien el gobierno era de la izquierda (es decir, la gestión y administración, entre otras cosas), el poder -no solo militar, sino también político y mediático- seguía siendo de la derecha, presentándose un choque, una contradicción, que solo de manera violenta se podía solucionar. El problema, para Freire, fue que la izquierda en general no supo ser poder y se limitó a ser gobierno. Después de la exposición de estas grandes tesis, Freire empieza a explorar diferentes ámbitos que son transversales o tangenciales a la educación liberadora, de nuevo recurriendo a sus propias vivencias en Brasil y otros países, observando y analizando el papel de los académicos, intelectuales y la lectura de sus propuestas realizadas en otras latitudes. Así, el autor va haciéndonos descubrir al ritmo de conversaciones, talleres y conferencias, la importancia de una lectura critica pero seria, intentando de una u otra forma defenderse de varias acusaciones que se le hacen a sus posiciones

frente a la política nacional, que para varios de sus críticos era “anacrónica” o “ególatra” . 2

Posteriormente, Freire se adentra en otro tema espinoso entre varios críticos suyos, ahora dentro de los círculos “marxistas” -de forma paradójica después de su apreciación-, quienes aseguraban que el teórico de la educación para la libertad no señalaba explícitamente a la lucha de clases como motor de la historia, postulado que era una de las columnas vertebrales para la gran mayoría de la izquierda de entonces. De manera contundente, Freire afirma que reducir toda la realidad a la lucha de clases es volver la realidad social monocromática, y que su defensa sectaria era peligrosa para el desarrollo práctico de la educación popular, sin que cayera tampoco en el rechazo predeterminado a la misma. Dice Freire: “La lucha de clases no es el motor de la historia, pero ciertamente es uno de ellos”. Avanzamos posteriormente hacia un estudio de la libertad, entendida dentro del marco de la lucha contra la opresión. Aquí resalta Freire el papel emancipador de los oprimidos, quienes una vez hechos libres hacen libres también a los opresores, que necesariamente están dominados por una cultura bancaria. Para el autor, la libertad está estrechamente relacionada con el concepto (y el valor) de la humanidad, por tal razón, la educación en la libertad es también una educación humanista, como de manera similar la educación bancaria es una educación deshumanizante. Esta relación dialéctica, que tiene que ver también con los roles del oprimido y el opresor, explica la necesidad de humanizarse de forma global y no solo parcial. Teniendo presente ello, Freire ahora se sumerge en los roles que se dan en la educación, explicando el papel de la educadora en el descubrimiento colectivo del conocimiento, dejando claro -al igual que en su extensa literatura- el objetivo de dinamización frente al autoritarismo, autoritarismo expresado por ejemplo, en la explicación subjetiva del mundo. Empero, el autor tampoco nos quiere llevar a un neutralismo ficticio que pretende quitarle una posición al educador: este debe estar, para Paulo, a favor de “democratización”, tanto en una perspectiva micro (la elección de los programas de estudio, por ejemplo) como en niveles superiores (la sociedad en general), sin que uno sea resultado mecánico de otro. Para llegar a esa democratización el diálogo debe presentarse como una herramienta fundamental, que no niega diferencias, sino que para Freire, permite ejercer una práctica de democracia entre educadoras y educandas, conservando la identidad ambas partes. Este diálogo debe llevar a que el educador popular progresista (como Freire le llama) sea un motor que permita descubrir las potencialidades de los oprimidos, es decir, a

redescubrir la esperanza, aun cuando la sociedad parezca estar llena de desesperanza. 1Freire nos advierte que este tema ya ha sido tratado en otros libros. El desarrollo inicial se da en La educación como practica de la libertad, y dice él mismo, se hace explicito en La pedagogía del oprimido. 2Esto se daba porque muchos de sus críticos aseguraban que las simpatizantes de la ideas de Freire eran “freireanas”, generando un culto político alrededor de su figura. Paulo se defiende anotando un paralelo (pero guardando distancias) con Karl Marx, conocido sociólogo, politólogo y filósofo del siglo XIX, al que sus detractores acusaban de haber generado una “secta” en torno a si mismo, nombrada como “marxismo”, cuando él mismo no se consideraba como tal y renegaba de ello.

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1. 1. 1 FUNDAMENTOS DE LA EDUCACIÓN BÁSICA PROFESORA: MARÍA ELENA MELLADO ESTUDIANTE: JAVIERA COTAL LUNA RESUMEN DEL LIBRO: “CARTAS A QUIEN PRETENDE ENSEÑAR” – PAULO FREIRE Primera Carta: Enseñar-aprender. Lectura del mundo-lectura de la palabra. En el mismo tiempo en el que educador enseña, el educando enseña al educador y ambos aprenden, la verdadera enseñanza se interrelaciona con el aprendizaje. El educador debe estar dispuesto a enseñar tanto igual dispuesto a aprender, es la verdadera actitud que un educador debe tomar “el profesor no es una computadora que lo sabe todo, sino es un ser programado para aprender” y este verdadero sentido de enseñar y aprender debe hacerse de forma abierta y critica. Ya que el estudiar es una preparación y a su vez implica una lectura, Pero leer y el estudiar no es un ejercicio de memorización mecánica de ciertos fragmentos de texto, sino que se trata de un estudio y una lectura crítica, porque si no estaríamos repitiendo las mismas ideas de todos los autores, seríamos como máquinas de almacenamiento de información. El estudio-lectura crítica y la escritura, implican una enseñanza crítica que necesariamente requiere una forma de comprender y de realizar la lectura de la palabra y la lectura del mundo, la lectura del texto y la lectura del contexto. Según Freire, “leer un libro no es pasear por las palabras. Es releerlo, es reescribirlo. No enseñar a los niños que leer y escribir son casi la misma cosa desde el punto de vista del ejercicio intelectual y humano es un gran error".

2. Segunda Carta: No permita que el miedo a la dificultad lo paralice. Cerremos los ojos y pensemos en el miedo que alguna vez tuvimos en el pasado, por ejemplo nuestro primer día de clases como educador, la cuestión de lo difícil, y el miedo que nos provoca, la cuestión que aquí se plantea no es el negar el miedo, aun cuando el peligro que lo genera sea ficticio. El miedo en sí, sin embargo, es concreto. La cuestión que se presenta es la de no permitir que el miedo nos paralice o nos persuada fácilmente de desistir a enfrentar la situación desafiante sin lucha y sin esfuerzo. El miedo es provocado por alguna dificultad que tengamos, pero la dificultad está siempre relacionada con la capacidad de respuesta del sujeto que teme. El peor error más terrible es retroceder al primer obstáculo que se nos presente, el miedo es un derecho, que nos exige valentía. Pero no debemos dejar que nos paralice en nuestra labor como educadores. 3. Tercera Carta: "Vine a hacer el curso de magisterio porque no tuve otra posibilidad". Escuchó una vez decir en una reunión de padres de familias de una promoción escolar, que si un hijo no logra ingresar a la universidad, entonces estudiará para ser profesor. Muchas veces hemos escuchado decir estas palabras de la misma forma u otra, pero siempre con el mismo sentido e intensión de desprestigiar la carrera docente, dando a entender que ser profesor es la última opción para las personas. La práctica educativa de la que hablamos no puede ser tomada como última opción para una persona que pretende iniciar una carrera profesional, por el contrario el ser educador es algo serio y que requiere de vocación y compromiso. Porque tratamos y trabajamos con gente, con niños, que son seres humanos, en el que participamos en su formación como persona. Podemos ayudar al educando o perjudicarlo. Podemos contribuir a su fracaso con nuestra incompetencia e irresponsabilidad. Pero también podemos ayudar con nuestra constante preparación y con el gusto de enseñar y teniendo las ganas de que ellos aprendan, tomándolo con mucha seriedad y compromiso. Es por esto que no se puede formar a una persona como docente solo porque no tuvo otra opción, de raíz estamos formando un exterminador de educando. La carrera de ser educador es subestimada por la sociedad y sus políticas, con el injusto

salario, algunos se debaten en que si es justo un aumento de sueldo o no para los profesores, todos opinan, pero las preguntas que se hizo Freire a sí mismo fueron: ¿La tarea de un profesor o profesora es importante?, ¿El salario que percibe es digno? ¿La sociedad reconoce la importancia de esta profesión?

4. Cuarta Carta: De las cualidades indispensables para el mejor desempeño de las maestras y los maestros progresistas. Las cualidades para un profesor progresista están sujetas con las prácticas coherentes con la opción política de una naturaleza crítica del educador, por eso mismo las cualidades no son algo con lo que nacemos. La humildad no es una cualidad vinculada a la falta de respeto por uno mismo o cobardía, más aún, nos exige valentía y confianza en nosotros mismos. La humildad nos ayuda a reconocer que no lo sabemos todo, sin humildad difícilmente podremos escuchar a nuestros estudiantes. Ser humilde significa que estoy abierto a enseñar y aprender. La morosidad es una cualidad que si no está presente en el educador, su labor pierde significado. Se habla de tener una morosidad no solo por los estudiantes, sino por el proceso de enseñar. La tolerancia no significa ser tolerante con algunos, si no saber convivir con los que son diferentes, estar abierto a aprender cosas diferentes, aceptarlos y respetarlos tal como son.

5. Quinta Carta: Primer día de clases. El educador estará sometido constantemente al miedo, y la mejor opción no es ocultarlo, se debe iniciar primero por asumirlo y superarlo. Porque asumiendo el miedo, podremos lograr su superación. Lo que nos plantea en este escrito Paulo Freire es que lo mejor es decirle a los educandos lo que estamos sintiendo en una demostración de que somos humanos y limitados. Hablándoles que todo ser tiene miedo y es un derecho que nos exige valentía. Demostrarles que el educador no es un ser invulnerable, tiene emociones y sentimientos como ellos. En vez de tratar de esconder nuestro miedo con autoritarismo. Un punto muy importante que menciona Freire en este escrito, es que está de acuerdo al hacer saber que el educador es un ser humano, frente al niño. Porque

no podemos educar a niños con mentiras, que piensan que su docente no tiene emociones. La educadora debe despertar el humanismo del educando como parte de un proceso de formación.

Sexta Carta: De las relaciones entre la educadora y los educandos. Las relaciones que se tienen en cuenta a la hora de hablar de estas: la enseñanza, el aprendizaje, el proceso de conocer-enseñar-aprender, la autoridad y la libertad. Referidos al discurso que transmite el docente hacia los alumnos, los cuales deben ser coherentes y permanentes. Entre el decir y el hacer siendo el último el más fuerte. Hay que ser abierto a los cambios, como la participación de los educandos en un ámbito democrático y con respeto. Un maestro debe ser una imagen de autoridad, firmeza, seguridad y orden sin sobrepasar los límites de respeto mutuo en el aula. El maestro debe inclinarse siempre al lado de la justicia y la libertad.

Séptima Carta: De hablarle al educando, a hablarle a él y con él; de oír al educando a ser oído por él. Debemos vivir en un contexto equilibrado y armonioso entre hablarle al educado y hablar con él. Esto quiere decir que hay momentos en los que la maestra, como autoridad, le habla al educando, dice lo que debe ser hecho, establece límites sin los cuales la propia libertad del educando se pierde en la permisividad, pero estos momentos se alternan, según la opción política de la educadora, con otros en los que la educadora habla con el educando. El hablar con el educado ayuda a preparar el oído de este, el hablar con él también le enseñamos a escuchar. Así formamos ciudadanos críticos, respetuosos y abiertos ante la diversidad.

Octava carta: Identidad cultural y educación. En este noveno escrito, se aclara la importancia de la identidad de cada uno de nosotros como sujeto, ya sea como educador o educando, en la práctica educativa. Ya que, la identidad de los educando tiene que ver con las cuestiones fundamentales del plan de estudios, tanto el oculto como el explícito, y obviamente con cuestiones de

enseñanza y de aprendizaje. Cabe mencionar que debemos ser humildes para aceptar y vivir en la interculturalidad y diversidad. Respetando y aceptando a las personas y su cultura. Y para iniciar el respeto a la identidad cultural de los educandos, el primer paso a dar en dirección a ese respeto es el reconocimiento de nuestra identidad.

Novena carta: Contexto concreto-contexto teórico. (Relación teoría y práctica) Estos dos elementos se asumen como una interacción capital, en la que la práctica adquiere un papel relevante, por lo que debe ser sabida y debe ser objeto de saber. De tal forma, plantea una ciencia de la práctica, lo cual le lleva a afirmar que la ciencia descubre verdades acerca del mundo. La práctica y la teoría, deben entablar una relación de diálogo, no de oposición, pues son complementarias. Pero no solo debemos estar abiertos a la realidad teórica que ella ofrece, sino que también, el educador debe estar dispuesto a que los alumnos aprendan las relaciones que encuentran en el contexto concreto de ellos mismos. Décima Carta: Una vez más, la cuestión de la disciplina. Es importante que las cualidades del docente que se comentaron en las anteriores cartas se desarrollen para que exista disciplina. Para que haya disciplina es preciso que exista una libertad, pero no una libertad en decir que no. Sino una libertad con autoridad. Cuando nosotros respetemos a la persona independientemente de su sexo, color, o cultura, estaremos forjando en nuestro mismo la disciplina intelectual. Ya que la disciplina juega un papel importante para que el aprendizaje se logre alcanzar.