Reporte de Lectura - La Metamorfosis

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE CAMPECHE Preparatoria Ermilo Sandoval Campos Reporte de lectura del: La metamorfosis Don Cecili

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE CAMPECHE Preparatoria Ermilo Sandoval Campos

Reporte de lectura del: La metamorfosis Don Cecilio Enrique Romero Anchevida 3er. Semestre “C”

Literatura Universal Contemporánea Lilia Ivet Nah Kantun 8 de Septiembre de 2015

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ÍNDICE

Portada

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Índice

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Introducción

3

Biografía

4

Contextualización

5

Argumento

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Resumen

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Análisis Estructural

17

Comentario

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Conclusión

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INTRODUCCIÓN

Pocos comienzos de novela imprimen en el lector una sensación de desasosiego y extrañeza tan impactante como la que se produce al leer estas primeras líneas del genial escritor checo. Así comienza La metamorfosis, sin lugar a dudas la novela más conocida de Franz Kafka Pero hay un hecho muy importante que es necesario tener en cuenta: no es posible analizar a Gregorio sin Kafka. Gregorio Samsa es la vía de escape que tenía Kafka para mostrarnos todos sus miedos y sus inquietudes, y éstas únicamente tenían salida frente a la pluma. El personaje, envuelto en su caparazón de insecto, ve como todo su entorno se le vuelve hostil, como la hipocresía y el aislamiento van siendo las dos únicas cosas que va recibiendo en su ambiente, sobre todo en el ambiente familiar. Pero la metamorfosis no es solo la suya, la metamorfosis es la que sucede a su alrededor, su propia familia se muta en seres crueles e insensibles. Se puede ver que la identificación que Kafka busca con el insecto no es tanto física como psicológica. Lo que él quiere es centrarse en la contemplación interna del proceso de metamorfosis.

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BIOGRAFÍA

Nacido en el seno de una familia de comerciantes judíos: sus padres fueron Hermann Kafka (1852-1931) y Julie Löwy (1856-1934). Franz Kafka se formó en un ambiente cultural alemán, y desde el comienzo, quien marcó la pauta de su educación fue su padre, que como resultado de su propia experiencia, insistió en la necesidad del esfuerzo para superar todas las dificultades de la vida. Siempre desde una actitud permanente de autoritarismo y prepotencia hacia sus hijos; y por insistencia de este se doctoró en derecho. Su breve existencia coincidió con momentos claves de la historia: el comienzo del siglo, la Primera Guerra Mundial y La Revolución Rusa. Su historia personal estuvo signada por la relación con su progenitor, los estudios de leyes y el trabajo de oficina. En un mundo convulsionado y de porvenir incierto, Kafka logró hacer un lugar para una narrativa que reflejaría como pocas la imposibilidad y la ausencia de identidad dentro de una sociedad asfixiante y frente una realidad opresiva. Alegorías que desnudan el corazón del hombre expuesto a instancias extremas, esta creación de un universo y de situaciones intolerables en su literatura darían origen al adjetivo de kafkiano. Publicó su primer relato, `Contemplación´, en 1913, y dos años después su famoso y extrañísimo relato `La Metamorfosis´. Kafka sólo publicó algunas historias cortas durante toda su vida, una pequeña parte de su trabajo, por lo que su obra pasó prácticamente inadvertida hasta después de su muerte. Por suerte, tuvo un gran amigo infiel: Max Brod, a quien le encomendó, antes de morir, la destrucción de todo lo que había escrito. Pero Brod no cumplió con su pedido, felizmente para la humanidad que hoy puede disfrutar de sus obras. Franz Kafka murió a los 41 años, en 1924 .

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CONTEXTUALIZACIÓN

La Metamorfosis se puede haber desarrollado a inicios del s. XX. La Praga legendaria, encantadora y misteriosa, lugar de peregrinaje, invitación al paseo, que podría encantar a cualquier visitante, para Franz Kafka era simplemente una capital centroeuropea, donde él hacía su vida cotidiana, más teniendo en cuenta que él era judío, alemán e hijo de comerciante, por lo que nunca pudo sentirse demasiado a gusto. Praga era una ciudad económicamente dominada por las minorías alemana y judía, que vivían cultural y socialmente muy alejadas del centro de población checa que conformaba la clase trabajadora. Mientras vivió en Praga, Kafka apenas se alejó del radio céntrico de la ciudad, donde vivía y desarrollaba todas sus actividades, ya que traspasar las fronteras del barrio acomodado era convertirse casi en extranjero. Esto contribuyó, junto con la modernización galopante que arruinaba los paisajes naturales de su infancia, a aumentar la sensación de ahogo que predomina en toda su obra.

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ARGUMENTO

Gregorio Samsa, modesto viajante de comercio, despierta un mañana convertido en un enorme insecto de numerosas patas. Pronto comienza a sentir dolor de costado y molestias en el vientre, por todo lo cual seguía en cama, a una hora en que a diario ya se había dirigido a sus labores. Gregorio trata de continuar durmiendo y olvidarse de todo; pero no fue así, comprueba que no puede voltearse sobre el lado derecho y al tranquilizarse se pone a reflexionar sobre su trabajo. Como habitualmente era muy cumplidor -lo que hacía sentirse cansado- y no había estado siquiera enfermo en muchos años. En eso su madre toca la puerta preocupada, por su tardanza, lo llamó con una dulce voz, lo cual el notó que respondía de un modo horroroso, confuso, mezclado con un silbido: " Si, sí. Gracias madre. Ya me levanto". Pero no lo hizo. Luego insistieron, sucesivamente, el padre -alzando la voz- Y su hermana Grete, suavemente. Ella le pidió que abriera la puerta, para poder comprobar que efectivamente estuviese bien, y Gregorio se felicitó de su costumbre de mantener con llave su dormitorio mientras dormía. Luego pensó que debía levantarse y desayunar, pero no se sentía bien, aunque por momentos atribuía su extraña voz al anuncio de un resfriado. Sus intentos por incorporarse no dieron resultado. Pronto oyó llegar al gerente del almacén, venia en persona a preguntar por él, extrañado de su ausencia. Gregorio excitado, se lanzó de la cama en forma violenta, que no pasó inadvertida para el visitante. Mientras, en vano, el gerente, el padre y la hermana le hablaban desde el otro lado de la puerta para que Gregorio saliese o les permitiese entrar, la madre explicó que Gregorio sufría una ligera indisposición. Lo confirmó desde adentro el propio " enfermo" quien aseguró que poco más tarde concurriría a sus labores.

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El gerente, sorprendido y nada satisfecho, en especial porque consideró una extravagancia de Gregorio el hecho de rehusar recibirlo, pregunto a los padres:"¿Han entendido ustedes una sola palabra? Es una voz de animal ¿No será que se hace loco?". La madre ordenó a Grete que fuese a buscar el médico, y a la Criada que trajese un cerrajero. Esto lo alentó: Se disponían a ayudarlo: " Se sintió nuevamente incluido entre los seres humanos, y esperaba tanto al médico como al cerrajero, Acciones insólitas y maravillosas." Luego de grandes esfuerzos, se deslizó hasta la puerta y consiguió abrirla haciendo girar con la boca la llave de la cerradura, pero el resultado fue desastroso: al percatarse del estado en que se hallaba, el gerente retrocedió " Como empujado por una fuerza invisible", la madre se desplomó y el padre se puso a llorar. A resultado de la transformación de Gregorio, en insecto, su familia lo mantendrá recluido en su dormitorio. Desde ese día solo su hermana Grete se preocupaba por él; en vez de leche la daba comidas descompuestas pero no lograba dominar la repugnancia y el susto que le producía su hermano el insecto; Se mete debajo de un sofá y otras veces debajo de una sábana. Pronto comienza a afligirlo el hambre, y ya no lo agradan sus otros manjares predilectos. Pasa a odiar los alimentos frescos y solo acepta queso, legumbres y salsa de la comida, que entra a dejarle 2 veces su hermana, para quien al verlo pasa pronto a ser insoportable. Por cierto, cambio el ritmo de la vida en la familia y cundió la preocupación económica, pues era Gregorio el que los mantenía con su trabajo. La madre deseaba visitarlo, pero el padre y Grete le disuadían de hacerlo. Como Gregorio por su parte también deseaba recibirla, Empezó a trepar para verla desde lo alto, con el resultado, que cayó, estrellándose en el suelo. En ausencia del padre, la madre entró -junto con Grete- pero Gregorio no se dejó ver. Luego reflexionó en cómo lo iba trastornando su falta de toda relación humana y la monotonía de su nueva vida durante ya 2 meses. En otra ocasión, en que entra a la habitación, la madre lo ve y vuelve a desmayarse.

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Ante comentarios de su padre, Gregorio se acerca a él para tratar de explicarle que nada malo ha hecho en prejuicio de su madre, pero es rechazado por su progenitor, con un bombardeo de manzanas, una de las cuales le causó una seria herida. Esta se le acentuó. La manzana comenzó a podrirse sobre su espalda, al no retirársela nadie de ella. Ello redujo la capacidad de movimiento en Gregorio, que no dormía de día ni de noche. Pudo pronto captar que la criada era despedida y el padre salía en busca de trabajo. La madre cosía. Grete se empleó como tendera, y cada vez podía atender menos a su, hermano. Una asistenta paso a tomar su lugar, tratándolo sin el menor afecto. Mientras tanto, tres de los cuartos de la casa son alquilados a huéspedes "Tres señores muy Formales", y para mantener en esas habitaciones el orden y la limpieza, la familia trasladó muchos trastos inútiles y basuras, al dormitorio del "insecto". Una noche, a la hora de la comida, Grete interpretó para ellos, al violín, algunas piezas musicales que atrajeron a Gregorio. Aprovechando que la asistenta había dejado algo entornada la puerta, Se acercó al comedor, con el consiguiente desbarajuste. Aunque los caballeros no demostraron contrariedad, El padre avergonzado los conminó violentamente a retirarse, y ellos reaccionaron anunciando que dejaban las habitaciones sin abonar el arriendo. Sugirieron, incluso que tendría justificación el que se les pagará una indemnización. Después de este incidente la hermana plantea que hay que deshacerse de Gregorio. “…tiene que irse..., unos seres humanos no pueden vivir con semejante bicho."- dijo la hermana. Le ponen llave a su pieza, Y esa misma noche Gregorio muere. El padre, la madre y la hermana salen a pasear. Van en tranvía a respirar aire puro a las afueras, comentan que sus trabajos les permitirían un mejor futuro próximo, piensan cambiar de casa a otra "mejor situada y más cómoda que la actual, que había sido elegida por Gregorio".

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El señor y la señora Samsa hallan a su hija más repuesta y bella, y se dicen que es hora de encontrarle un buen marido, lo que la joven parece corroborar, irguiendo sus formas juveniles.

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RESUMEN

Una mañana, después de un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó transformado en un monstruoso insecto. Tenía muchas patitas que se movían sin que él pueda controlarlas y todo indicaba que no se trataba de un sueño: el reloj indicaba las seis y media y el tren salía a las cinco. No podía comprender cómo pudo quedarse dormido si el despertador sonaba todos los días a las cuatro de la mañana, y tan fuerte que hasta hacía vibrar los muebles. Pero no era momento de lamentarse, debía levantarse o perdería su trabajo. Si bien había perdido el tren de las cinco podía alcanzar el de las siete si se daba prisa. Pero no era posible salir de la cama, se balanceaba sobre su enorme caparazón y aun así no lograba llegar ni al borde. Su mamá llamó a la puerta: ―Gregorio ―dijo ella― van a ser las siete, ¿te pasa algo malo? También llamó su padre y hasta escuchó la voz de su hermana Grete, pero intentó calmarlos diciéndoles que no pasaba nada y que enseguida estaría con ellos. Pero no podía levantarse aunque lo intentaba. Quiso rendirse, decir que estaba enfermo y descansar un día. Pero no era tan fácil, vendría su jefe a buscarlo, traería a un médico (el que se daría cuenta que Gregorio no estaba enfermo) y lo botarían de su empleo por perezoso. Y Gregorio no podía perder su trabajo, por lo menos ahora no, en cinco años podía ser, cuando termine de pagar la deuda de su padre, pero ahora no, su familia lo necesitaba. Miró una vez más el reloj: eran las siete, había perdido el segundo tren, definitivamente estaba en problemas. En ese momento oyó que tocaban a la puerta y que alguien decía: “Buenos días, ¿está Gregorio en casa?” Era la voz del gerente, ya no era tiempo de estar jugando o perdería su trabajo. Giró con todas sus fuerzas y cayó de la cama a la alfombra. Sus patas se acomodaron perfectamente al piso y se acercó a la puerta. Tocaron a la puerta, el gerente le increpó su actitud:

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―No lo puedo creer, señor Samsa, yo había confiado en usted y usted ni siquiera quiere ir a trabajar. Además, es muy sospechoso que ayer usted tenía que hacer unas cobranzas y hoy, en vez de llevar el dinero, se queda en casa. Muy sospechoso, señor Samsa, muy sospechoso. Gregorio estaba disgustado, ¿por qué lo trataba así?, él sería incapaz de robarle a sus patrones, además tenía años de un trabajo impecable. Pero ni eso valoraba el gerente. ―Un momento por favor, ―dijo Gregorio― ya me levanto, me he sentido mal por la mañana pero ya estoy bien y voy a trabajar, así que no se preocupen. Al otro lado de la puerta, el gerente y la familia de Gregorio no había escuchado palabras, sino sonidos monstruosos, silbidos, gruñidos y resoplidos. Grete fue a buscar a un médico y la criada corrió a buscar a un cerrajero para forzar la puerta y saber que estaba pasando dentro de esa habitación. Pero Gregorio logró abrir la puerta antes. Usó su mandíbula sin dientes y se hizo bastante daño, pero giró la manija de la puerta. “Al fin”, exclamó el gerente y entró antes que los demás a la habitación. Cuando vio al insecto se quedó estático y mudo, la madre cayó desmayada y el padre amenazó a Gregorio con el puño para que no se acerque. El único que mantuvo la calma fue el insecto. ―No se preocupen ―dijo Gregorio― cualquiera tiene una indisposición, pero ya estoy bien, en un minuto me cambio y voy a trabajar. Además, voy a trabajar el doble para compensar mi tardanza, pero no piensen que soy un perezoso. Nuevamente lo que oyeron todos no fueron palabras sino balbuceos monstruosos. El gerente huyó casi a la carrera, Gregorio fue tras él pues temía perder su trabajo y como estaba apoyado en la puerta pudo pasar su ancho caparazón de lado. Pero cuando quiso regresar a su habitación, no podía pasar por la estrecha puerta. Su padre había salido a detenerlo pensando que atacaría al gerente, y con la rabia que sentía no se fijó que Gregorio tenía el caparazón incrustado en el marco de la puerta y de un empujón lo envió al fondo del cuarto. El caparazón se hirió y de las llagas salía un líquido verdoso.

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El resto de ese día Gregorio lo pasó durmiendo. Cuando despertó encontró una bandeja con su alimento preferido: leche, y en ella nadaban pedacitos de pan. Al instante supo que su hermana había puesto ahí la comida. Se acercó, emocionado, a comer pero al primer sorbo sintió asco y se sorprendió pues nunca la leche le había causado esa sensación. Intentó de nuevo, pero era imposible, asqueroso. Así que se arrinconó debajo del sofá y pasó durmiendo y con hambre la primera noche de insecto. En la mañana, su hermana entró al cuarto, y al ver que Gregorio no había comido, como adivinando sus pensamientos, sacó el plato con leche y a cambio le trajo varios alimentos descompuestos: vegetales, restos de comida, un queso mohoso; y dejó solo a Gregorio que sólo entonces pudo comer y esta vez también se sorprendió pues lo que antes habría sido repulsivo para él, entonces era delicioso. Terminó y volvió a esconderse bajo el sofá. Más tarde, Grete limpió todo mientras el insecto estaba escondido bajo el sofá, pero la muchacha podía ver el bulto tenebroso debajo del mueble y aunque evitaba mirarlo, sentía su presencia y eso incomodaba a ambos. Y aunque la única que se encargaba de cuidar a Gregorio era ella, la situación se hizo cada vez más tensa: Grete abría de par en par las ventanas de la habitación cada vez que entraba para que escape el hedor del insecto, pero eso mortificaba a Gregorio que habría preferido que las ventanas no solo estén cerradas sino que también estén corridas las cortinas. Una noche, Gregorio escuchó la conversación de su familia (la puerta de su cuarto daba al comedor). Las conversaciones en casa ya no eran alegres ni joviales, casi no se hablaban, todo había entrado en un estado de petrificación. La criada se había ido y habían contratado otra bastante mayor. Y aunque solo Grete se encargaba de Gregorio, continuamente su madre declaraba su intención de ver a su hijo y conocer su estado; pero su padre y su hija se lo impedían. Gregorio estaba de acuerdo con ellos, no quería que su madre, ni su hermana (ni nadie) pase malos momentos por su culpa. Así que, aunque demoró cuatro horas, arrastró la sábana de su cama y la llevó bajo el sofá, donde se tapó con ella y evitaba que su hermana se aterrorice cada vez que entraba a limpiar la habitación.

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Por ese entonces, Gregorio había encontrado un pasatiempo: había descubierto que sus patas viscosas se adherían a las paredes y que podía caminar por ellas, incluso podía pasear por el techo. Su hermana lo había notado pues quedaban las huellas de sus patas. Se le ocurrió entonces que si su hermano quería pasear por las paredes y por el techo, lo más sensato sería quitarle todos los obstáculos que pueda encontrar: los muebles, el escritorio, la cama. En ese momento no tenía quién la ayude en la labor, y como la única en casa era la madre, tuvo que pedírselo a ella. Gregorio se escondió bajo la sábana y las dos mujeres comenzaron la labor. Sin embargo, él no quería que desalojen sus cosas, no quería sentirse un animal, no quería que le quiten lo último que le deba una apariencia humana a su habitación. “Es ahora o nunca”, pensó, y salió de debajo de la sábana y se apoyó sobre un cuadro, pegando su vientre viscoso al cristal del retrato. Cuando volvió la madre al cuarto, vio al insecto pegado al vidrio y se desmayó por el espanto. Grete intentó auxiliarla y le desabrochó la blusa para que pueda respirar mejor, mientras amenazaba al insecto con la mirada. Gregorio, asustado, se despegó como pudo del vidrio y huyó hacia el comedor y trepó por las paredes y el techo. Pero su nerviosismo lo traicionó: se despegó del techo y cayó pesadamente sobre la mesa. En ese momento llegó el padre del trabajo. Cuando vio la expresión de susto de su hija, lo adivinó todo. ―Gregorio se ha escapado ―dijo ella abrazándose al pecho del padre―, mamá lo ha visto y se ha desmayado, pero ya está mejor. El padre no quiso escuchar más, tiró la gorra sobre el sofá y empezó a perseguir al insecto. Gregorio huía, pero pronto se dio cuenta que era preferible dejar de escapar y dirigirse al cuarto para demostrar que tenía la intención de encerrarse por sí mismo. Pero el padre no entendió y empezó a arrojarle manzanas, una de las cuales se encajó en el caparazón del insecto, quien se cruzó con su madre que corría espantada para detener a su esposo y pedirle llorando que por favor no mate a su hijo. A partir de entonces, la relación con Gregorio cambió drásticamente. Todos en casa debieron buscar un empleo: el padre era mensajero, la madre costurera y la

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hermana encontró trabajo en una tienda. Además tuvieron que despedir a la criada y contrataron una asistenta que venía por unas horas para limpiar la casa. Grete atendía a Gregorio con desdén: le arrojaba la comida y ya no limpiaba su cuarto, pronto abandonó su cuidado y se lo encargaron a la asistenta, quien, a diferencia de todos, no le tenía el menor temor al insecto: lo insultaba, le picaba el caparazón con la escoba y ponía todas las cosas de sobra en su cuarto. En poco tiempo Gregorio tenía un estado deplorable: estaba cubierto de polvo, viviendo entre los desechos, con restos de basura y comida adherida a su cuerpo y sin nadie que lo atienda de verdad. Por esos días los padres decidieron recibir inquilinos en casa para tener un ingreso adicional. Recibieron a tres amigos a los que trataban con demasiada sumisión (ni siquiera se sentaban en su sofá si los inquilinos estaban cerca) pues nunca habían tenido huéspedes en casa y querían tratarlos de la mejor manera para que no se vayan. Una noche, mientras cenaban, Grete tocó el violín en la cocina; los inquilinos se sintieron conmovidos por la música y le pidieron que toque para ellos y que a cambio le darían una propina. La muchacha lo hizo, el padre colocó el pentagrama y ella empezó a tocar. Cuando Gregorio oyó la música, se sintió conmovido. Recordó que soñaba con ahorrar dinero para enviar a su hermana al conservatorio y pensó que la música habría enternecido a todos tanto como a él así que se atrevió a salir del cuarto y asomarse al comedor (la asistenta había olvidado cerrar la puerta). Uno de los inquilinos vio al insecto pero mantuvo la calma. ―Señor Samsa ―dijo uno de los inquilinos―, ¿qué es eso? ―y señaló a Gregorio. El padre, espantado por el suceso, en lugar de meter a Gregorio en su cuarto, empujó frenéticamente a los huéspedes al suyo sin darles una explicación. Grete soltó el violín y corrió al cuarto de los huéspedes donde arregló las camas antes que ellos ingresen. Entonces, cansados de tantos empujones los inquilinos se detuvieron en seco.

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―Señor Samsa, debo decirle que me siento ofendido por el trato que se nos ha dado ―dijo uno de ellos―. Así que nos vamos de su casa sin pagarle ni un centavo, al contrario creo que les voy a pedir una indemnización. Los dos compañeros de este, asintieron con la cabeza y se encerraron en su cuarto. El padre se dejó caer en el sillón, la madre y la hermana lloraban y Gregorio, por la falta de fuerzas que le ocasionaba el hambre, no podía moverse de regreso a su cuarto. No lograba entender como su buena intención se había convertido en una maldición para los demás. ―Debemos deshacernos de él ―gritó la hermana―. Yo ya no aguanto más. Esa cosa nos va a matar a todos. Nuestro error ha sido creer que eso es Gregorio, y no lo es. Echémoslo de casa, suficiente tortura es que todos nosotros trabajemos y que aparte debamos encargarnos de ese insecto. ¡Papá! ―dijo con un débil chillido y corrió a esconderse detrás de él―, ahí viene. Pero Gregorio no iba hacia ella, sino que daba la vuelta para regresar a su encierro. Estaba tan débil que demoró mucho en llegar, pero cuando cruzó el umbral, Grete cerró la puerta violentamente y la aseguró con llave. Toda esa noche Gregorio la pasó despierto, convencido (aún más que su hermana) de que debía morir. Cuando el reloj de la iglesia dio las tres de la madrugada, Gregorio encogió su cabeza y murió. A la mañana siguiente fue la asistenta la que notó la muerte del insecto. “Al fin estiró la pata”, le dijo a la familia que no le prestó atención. Intentó explicarles lo que tenía planeado para el cadáver, pero tampoco fue tomada en cuenta. Hasta que ella misma arrastró el cadáver con la escoba para que ellos lo vean. ―Demos gracias a Dios ―dijo el padre. En ese momento salieron los inquilinos, quienes pidieron el desayuno y fueron sorprendidos por la asistenta que les mostró el insecto muerto. El padre, enojado, se paró frente a ellos y los botó duramente de su casa. También la criada salió muy enojada pues nadie tomaba atención a sus planes sobre qué hacer con el insecto.

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La familia se tomó el día libre de sus trabajos, sacaron sus cuentas y vieron que lo que ganaban entre los tres les alcanzaba para vivir y hasta sobraba un poco para ahorrarlo, así que sintieron un alivio por la carga que se les quitaba con la muerte de Gregorio. Decidieron salir, pasear, como hace meses no lo hacían; y, mientras viajaban en el tranvía, los padres notaban la belleza de Grete, que ya estaba en condiciones de tomar un buen marido.

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ANÁLISIS ESTRUCTURAL

La obra se narra de manera omnisciente, es del género narrativo y es tomado como una novela corta. La obra está escrita en tercera persona. Se desarrolla en una Praga imaginaria, en Alemania en el siglo XX, aproximadamente transcurre en un mes y medio. Y con solo dos escenarios: el cuarto de Gregorio y la casa de la familia Samsa. Personajes principales de la obra Gregorio Samsa: Un joven que trabaja para poder mantener a su familia, un día despierta transformado en un insecto, lo que le impide trabajar y provoca la ruina financiera de su familia. Decide ocultarse de su familia para así no asustarlos con su nueva forma.

Padre de Gregorio: Un hombre retirado desde hace más de cinco años que detesta en lo que ha transformado su hijo, transformación que lo pone de mal humor.

Madre de Gregorio: Una mujer, también retirada, que tiene un asma muy fuerte que le complica mucho la vida. Ella aún quiere a su hijo, pero le da miedo su forma nueva. A pesar de la metamorfosis de su hijo, ella quiere que se quede en su casa, porque le parece que sigue siendo su hijo.

Greta Samsa: Es la hermana de Gregorio. Tiene 17 años. Ella toma responsabilidad de las labores domésticas después de que su familia no puede mantener a su empleada por falta de dinero. Ella es la única que se atreve a entrar al cuarto de su hermano después de la metamorfosis. Al principio le atendía bien, pero mientras el tiempo pasa su disponibilidad para atender a su hermano baja, y se va hartando de él. Luego se da cuenta que le hace mal a su familia porque le parece imposible vivir con un bicho, y propone que la familia se deshaga de él.

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COMENTARIO

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CONCLUCIÓN

Con respecto a la Metamorfosis, es que el autor está hablando en sentido figurado, esto quiere decir que Gregorio Samsa no se transformó físicamente en una “cucaracha”, sino que está relacionado con los sentimientos emocionales que poseía el protagonista. Se presenta el claro reflejo de sus sentimientos ante una diversidad de factores que agobiaban su vida como lo era su relación con la familia, la rutina, la sociedad. Etc. Puede también que el cambio que sufre el personaje, de humano a insecto, sea una “simple” metáfora que corresponde con la infancia sufrida por el autor, que le trasformó en una persona bastante lista pero con una personalidad independiente y excluida del mundo que le rodeaba. Por lo tanto la intencionalidad del autor es clara: quiere, puede que inconscientemente, hacer ver una infancia que le marco para el resto de su vida, que es lo mismo que marcó la transformación de Gregorio. Después de haber analizado la obra, llegamos a la conclusión de que La Metamorfosis podría ser concebida y analizada como una crítica social o al menos como el reflejo de una realidad humana. Es decir que Kafka utilizó una "cucaracha" por el solo hecho de personificar al protagonista en un animal totalmente intrascendente al mundo.

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