Rene Descartes (Morant)

RENE DESCARTES (1596-1650) 1. CONTEXTO El siglo XVII fue escenario de una gran fecundidad de ideas en el que las nuevas

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RENE DESCARTES (1596-1650) 1. CONTEXTO El siglo XVII fue escenario de una gran fecundidad de ideas en el que las nuevas corrientes coexistían con el saber tradicional. Cobraba forma la ciencia moderna a través de nuevos métodos de investigación a través de instrumentos científicos y la experimentación. Se debatía, en el plano astronómico por ejemplo, el heliocentrismo planteado por Copérnico en 1543, del cual Galileo era seguidor. En los centros educativos aún se enseñaba la filosofía tradicional, que en líneas generales interpretaba a Aristóteles desde una óptica medieval. Esta filosofía “escolástica” iba a ser discutida por los partidarios de las nuevas ideas. Principalmente impugnaban su método silogístico, por inadecuado, y un naturalismo al que consideraban plagado de falsedades e incoherencias. No obstante, Descartes incorporaría algunas doctrinas tradicionales a su propio desarrollo dado que había sido educado en un colegio jesuita. Los jesuitas promovían una renovación y nueva expansión del catolicismo buscando generar elites ilustradas dedicadas a ocupar cargos importantes en la sociedad. Así aggiornaban sus conocimientos incorporando las matemáticas y la astronomía. Descartes se propuso entonces generar una filosofía y un método alternativo que pudiera superar las contradicciones de esa visión del mundo en la que fue educado. 2. MEDITACIONES METAFÍSICAS Ya desde 1620 Descartes comenzaba a plantear la necesidad de una reforma metodológica que funde nuevamente la metafísica y a partir de ella el resto de las ciencias (mathesis universalis). Así elabora su Discurso del Método, publicada en 1637. Años después, profundiza en la metafísica escribiendo las Meditaciones Metafísicas, que luego sería continuada en Principios de la Filosofía. En el desarrollo de sus Meditaciones, Descartes exhibe un estilo inspirado en las formas de expresión jesuitas. La narración es personal, en primera persona, una indagación apasionada que busca la verdad, y tienen por objetivos demostrar la existencia de Dios y la distinción entre el alma y el cuerpo (a partir de la cual se infiere la inmortalidad del alma). La primera meditación es la etapa destructiva del método, pero tiene por objetivo buscar un camino seguro para llegar a verdades firmes y permanentes en las ciencias. Para ello aplica el método de la duda a las fuentes del conocimiento: todo lo que dé lugar a la mínima duda es falso. Las ideas de las cosas sensibles (incluidas la existencia de su propio cuerpo y del mundo exterior) deben considerarse dudosas porque los sentidos mediante los cuales se llega a ellas no son confiables y porque no hay manera de distinguir con seguridad la vigilia del sueño. Las ideas matemáticas son puestas en duda mediante la hipótesis de un Dios engañador. Para llevar la duda al extremo (duda hiperbólica) y no caer en las antiguas opiniones Descartes supone la existencia de un genio maligno que me engaña al hacerme creer que algo es cierto. En la segunda meditación, indagará si existe una verdad indudable, a partir de la cual se pueda cimentar la ciencia. Halla que su mente al suponer que no existe todo aquello de lo que duda, no puede, sin embargo, percibir que ella misma no existe. “Pienso por lo tanto existo”(cogito ergo sum) es la primera verdad a la que se puede llegar. Por más

que el genio maligno me engañe, no podría engañarme si yo no existiera. Avanza Descartes concluyendo que soy una cosa que piensa, una sustancia pensante. La tercera meditación se propone seguir descubriendo verdades indudables. Lo que resulta indudable es todo aquello que la mente presenta como claro y distinto. Pero para ello debe rebatir su hipótesis del Dios engañador. Así primeramente ofrece reflexiones sobre la existencia de Dios, y concluye que no es atributo de Dios ser engañador. En la cuarta meditación, indaga las razones que hacen que la mente caiga en error. De la meditación anterior se sigue que Dios no causa mis errores, pues él no quiere que me equivoque y me ha dotado de las facultades necesarias para conocer la verdad. Descartes distingue dos facultades: el intelecto y la voluntad. El intelecto es la facultad de conocer. Es pasivo y limitado. Sólo puede acceder a partes de la realidad (lo infinito no le es del todo cognoscible, lo mismo ocurre con Dios). La voluntad es activa e ilimitada, y se define como la facultad de elegir. Entre otras cosas elige qué ideas del intelecto une para formar juicios. El hombre goza entonces de una ilimitada libertad de querer y de una limitada libertad de conocer. Ello produce un desequilibrio, haciendo que la voluntad forme juicios que no son claros y distintos. Así, el mal uso de la libertad de la voluntad induce a error en el conocimiento. Hay que poner límites a la voluntad para evitar el error. La quinta meditación procura refutar las dudas acerca de la existencia de las cosas materiales.