Que es y que no es arte

¿Qué es y qué no es arte? Análisis a través de mi propio trabajo artístico y el medio en el que se desarrolla: internet

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¿Qué es y qué no es arte? Análisis a través de mi propio trabajo artístico y el medio en el que se desarrolla: internet Alumna: Dalila Virgolini [email protected]

Teoría del arte I y II Grado Historia del Arte Centro Asociado Gregorio Marañón - UNED 2016

Índice

Introducción……………………………………………………………………………

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¿Por qué hago lo que hago? ………………………………………………………….

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¿Qué es arte? ......................................................................................................... 14 ¿Qué no es? ........................................................................................................

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¿Qué es un artista?.................................................................................................. 20 El artista en la era de internet....................................................................................24 El arte y los likes: Likes como unidad de medida y avalistas de likes ………………27 Sobre lo banal, lo sensual y la constante actividad en las redes sociales ………… 30 Conclusiones ........................................................................................................

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Bibliografía ………………………………………………………………………………

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Introducción

Estoy feliz de vivir en este momento, y de ese modo ser parte, de una revolución como la que se está dando ahora, en la que un medio masivo de comunicación por primera vez nos permite a todos por igual, (o a casi todos) ser emisores de un mensaje que puede tener ni más ni menos que un alcance mundial. Está claro que internet ha generado un cambio en nuestras vidas, y me interesa particularmente la mediatización de la vida privada como una costumbre cada vez más arraigada. En la dicotomía público/íntimo encontramos que las dos esferas se solapan, cambiando incluso totalmente de sentido, confundiéndose entre sí. La introspección parece haber quedado debilitada, dando lugar a una nueva forma de definirnos. La intimidad es importante como parte de lo que somos, pero hay que mostrarla para confirmar que existimos. Parece imperiosa la necesidad de un reconocimiento externo, la validación de los gustos, las actividades, la persona en su totalidad, a través del juicio popular. Relaciono este fenómeno con el culto a las celebridades y a la fama, requisito este último esencial para ser celebridad, aunque la razón de sí misma es a menudo de menor importancia. Entendemos “celebridad” como sinónimo de ideal: admirada por su atractivo físico, popularidad, talento, riqueza, etc... De este modo, y también en relación con la profética frase “todos tendremos nuestros 15 minutos de fama”, el esfuerzo por inventar un personaje se hace patente. Me pregunto hasta qué punto somos auténticos dando a conocer lo mejor y lo peor de nosotros mismos, y cuánto influye por otra parte, el interés de hacer pública esa determinada cuestión de nuestra vida privada en su propia modificación real. Si al final, estamos constantemente trabajando en ello, es ya de por sí lo que estamos siendo. Esa construcción imaginaria deja de ser ficción. Con este trabajo pretendo profundizar en nuestro nuevo modo de vida social, y en particular, la figura del artista en este momento, adentrándome en los parámetros que he internalizado para determinar que es arte y qué no, y utilizando mi propia experiencia y mi propio trabajo como hilo conductor de mi pensamiento y análisis. 3

A su vez, al enfocar mi práctica artística en relación a mi persona/personaje, me parece interesante hacer lo mismo con este ensayo.

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¿Por qué hago lo que hago?

Me he preguntado un montón de veces si mi trabajo es sólo producto de lo que me ha tocado vivir, o si es que habría tenido de todos modos inquietudes artísticas de haber nacido en cualquier otro momento histórico. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? Me planteo mi trabajo artístico actual como un proyecto abierto, que crece paralelo a una actividad creativa cotidiana y se fundamenta en la experiencia vivencial. Trabajo con mi propia imagen, que la difundo principalmente a través de internet. Soy, es cierto, para bien o para mal, parte de una sociedad híper-tecnológica obsesionada con la fama y la satisfacción inmediata. Me doy el permiso en internet de ser tan banal como quiero. Tan sensual como he aprendido a ser. Y tan activa en las redes sociales como el momento lo requiere para sentirse parte. Soy consciente de que a veces mis pensamientos tienen forma de publicación de Facebook. De que vivo para la anécdota que se reflejará en Instagram. No tengo otro modo de verme a mí misma más que en 2D, y de este modo construyo quien soy. Pero es una versión de mí misma en 2D que adquiere una nueva dimensión de todos modos, en el mundo de internet. Esa nueva distancia/cercanía con respecto a nosotros mismos y al resto. Y es que al final también es verdad que no vivimos sino para los demás. Busco entonces, adelantarme a mi propio mito construyendo una autobiografía en imágenes. Trabajo con todas estas ideas, sin dudas de un modo lúdico y catártico. Como dijo McLuhan, el mismo que acuñó el término de aldea global: “Los nuevos medios no son modos de relacionarnos con la realidad, son la realidad misma” 1. No dudo de esto ni un segundo. Como usuaria de Facebook desde mayo de 2008 (después de unas primeras experiencias en Fotolog y Myspace) he coleccionado desde entonces mis fotos de perfil. Mi inquietud hacia esta red no era en un principio artística. Hasta que fui consciente de que estas imágenes son absolutamente nuestras nuevas tarjetas de visita. Hoy, es muy normal apenas conocemos a alguien pedirle su cuenta de

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La cita exacta es Marshall Mc Luhan es: “The new media are not ways of relating us to the old ‘real’ world; they are the real world and they reshape what remains of the old world at will.”

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usuario, y así obtener, no sólo un modo de mantener el contacto, sino, sobre todo, más información sobre la persona. Cómo gestionamos nuestro perfil en las redes, no es algo que pueda responder a ningún azar. Nuestra imagen de perfil es la “primera impresión” tal y como la queremos causar. Se trata de lo que uno va a proyectar de sí mismo, del propio retrato interior, en resumen, una decisión nunca tan propia sobre cómo nos van a ver los demás. Y hay algo, además, excitante y curioso respecto a este público virtual: nos exponemos a una mirada impune que va a diseccionar nuestra tarjeta de visita a sus anchas, en su propio ordenador o dispositivo, sin tener que dar cuenta ni opinión, pero sin dudas generando algún juicio. Son a partir de aquí, muchos los factores a analizar. El cambio constante o la permanencia de un mismo “avatar”, la cantidad de comentarios que recibe o su inexistencia y las expectativas/decepciones que acarrea, las pretensiones técnicas de producción de imágenes o su aparentemente despreocupada publicación, el entorno en el que fue tomada esa foto, o la compañía con la que nos presentamos al mundo, etc., etc. Facebook se ha convertido en la nueva “televisión” para muchos de nosotros. Es el sitio donde miramos las “noticias” de todos nuestros contactos (“amigos”) que son las nuevas “celebrities de andar por casa”. Utilizo esta red con esta consciencia y a la vez ese propósito. Seguir creando una imagen, una marca personal, un personaje tan ficticio y tan real como cada uno de los espectadores quiera. Me he animado a preguntar en una publicación qué es lo que ven en todo lo que posteo:

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2

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Entrada completa con todos los comentarios en: goo.gl/tdL0wV

Obviamente, no todo el mundo hace una lectura artística de lo que sucede en mi Facebook. Por una parte, esto me parece muy interesante. Es ya esperable que el arte haya trascendido los lugares establecidos: (galerías, museos, salas) y que se genere esta ambigüedad en la que no se sabe realmente “si es o no es”, es parte de los elementos con los que trabajo. Claro que a veces yo misma lo dudo. Cuántas veces, me pregunto, simplemente estoy reproduciendo la misma necesidad de todo el mundo por compartir su vida diaria, generando mensajes del montón, que pasarán totalmente desapercibidos (¿necesitamos realmente y en todo caso, de una audiencia?). Y, por otra parte, me cuestiono acerca del espacio donde las obras de arte se exhiben, o el prestigio que un artista ha conseguido, como muchas veces legitimadores automáticos una pieza, sin necesariamente tener ésta valor por sí misma. ¿Pero quién establece ese valor?, ¿Qué es lo “artístico” ?, ¿Vale todo? Podría ser el muro de Facebook comparado al muro de una cueva prehistórica donde todos intentamos dejar nuestra impronta. Tan sencillo como expresar nuestra cotidianidad, lo que hacemos, lo que nos preocupa, lo que nos interesa. Nuestra cultura. Pero, ¿Hasta cuándo perdurará lo digital que nos parece tan intangible? ¿Qué será lo que dentro de 2000 años nuevas culturas estudien de la nuestra? ¿Cómo perdurará nuestro arte de hoy? ¿Tiene que ser materialmente perdurable para ser considerado una obra maestra? ¿Qué pasa con la cantidad ingente de artistas vivos? Todos somos generadores de imágenes hoy en día. Quizás lo único que diferencia un usuario aficionado de un artista sea la intención. Poner conciencia a ese contenido que se está generando, y la búsqueda de información, entendida esta como algo nuevo, aun si fuese producto de lo casual. La experimentación, la investigación, y la sensibilidad estética, puestas en marcha para crear un mensaje. Como en la dialéctica entre las nociones hombre entero y hombre enteramente planteada por Lukacs, todos estamos sumidos en las objetividades del mundo, lo que nos rodea, las normas, las funciones que cumplimos y las relaciones que tenemos. Estamos dispersos entre todo eso que nos define. Somos únicamente personas enteramente cuando nos sumimos en una experiencia estética, y esto a su vez, nos cambia al momento de ser enteros otra vez. Estas experiencias estéticas, pueden ser revolucionarias desde el momento en que nos facilita momentos en los

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que podemos ser más potentes, más sensibles para captar más matices de la realidad. Aquello que podemos ser, nuestras potencialidades. Parece luego por momentos, que estas experiencias estéticas deberían o podrían darse únicamente en esos espacios establecidos de los que hablábamos antes. Que el arte de vanguardias ha causado de algún modo que se busque un concepto en el arte, una idea detrás de cada obra y un discurso profundo. Y a la vez, cierta incredulidad del público general que carece de competencias para entender este nuevo lenguaje. La típica frase “esto lo puedo hacer yo” en relación a cualquier obra que parece a la vista muy simple. Sin embargo, cualquier imagen es un mensaje a descifrar, aunque muchas veces, debido a la sobresaturación a la que estamos constantemente sometidos, no nos tomamos esa molestia. Tanta saturación de imágenes implica que sólo nos detengamos en unas pocas, y que tratamos como arte, a lo que se nos presenta como tal de un modo directo. Por otra parte, como artista, parece que hay que tener exactamente claro el “statement”, los conceptos con los que se trabajan, y el discurso que hay detrás de cada pieza. No se nos permite, ni a los artistas ni a los espectadores mucho margen para el disfrute estético en sí, experimentar sensaciones estéticas sin más ni menos. ¿Tiene que haber un propósito, un mensaje profundo, una idea nueva, radical, una utilidad como fin último? ¿Tiene más valor ese arte que solo puede ser descifrado por quien está ilustrado por los correspondientes conceptos y categorías? A veces, como artista, me frustra no encontrarme en esa posición. Siento que de algún modo me quedo muchas veces al margen del circuito “oficial del arte” porque no me muevo en todos los circuitos institucionales con ese dossier tan estudiado que abalaría mi validez como tal. Siento que, en parte, mi trabajo es una lucha interna por liberarme de la obligación de responder a los mandatos del artista. La auto creación del personaje y la auto convicción de ser artista, son entonces parte del proyecto en sí. El artista como la obra de arte en sí misma. Una especie de outsider por motu proprio nadando en el mar de las contradicciones. Creé en 2011 una entrada en Wikipedia con mi nombre y biografía. Fue borrada a las 24hs por “carecer de valor enciclopédico”. Luego volví a crearla, desde mi web, conectando todos los links a la Wikipedia real, aunque la entrada fuera falsa:

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http://www.dalilavirgolini.com/html/wiki.html

¿Qué es lo que hace que una persona tenga más importancia que otra y que merezca o no el derecho a una biografía online? En la misma línea, durante una performance en un evento paralelo a la inauguración de la feria Arco, estuve firmando autógrafos dándome todos los aires de importancia:

Por supuesto que me encontré con la pregunta: ¿Y tú quién eres? A la que respondía con simpatía: soy artista. Era suficiente para que la gente se quede feliz de llevarse una foto firmada y dedicada. 10

Respuestas breves que satisfacen inquietudes. Un desconocido me interceptó por mensaje privado en Facebook:

El mismo debate interior y aluvión de contradicciones que se me desata al pensar acerca del ser artista y la necesidad de su justificación o no según el ámbito, se me presenta en los momentos en que “temo” ser tomada por superficial, narcisista, egocéntrica. Y cuando decido que no me importe correr ese “riesgo” es cuando me explico a mí misma por qué no lo soy. Las imágenes que comparto me sirven para entender lo que he aprendido a ser, y a la vez, tener una mirada crítica sobre nuestro comportamiento y sobre mí misma. Cómo entiendo mi momento vital, lo femenino, las redes sociales, los deseos, las ambiciones. Y me es fácil luego exportar esta experiencia a la de mi entorno.

Empecé trabajando con mi cuerpo, por comodidad, porque tenía una modelo a disposición 24hs sin tener necesidad de explicarle lo que quiero, y después de un tiempo entendí, que cuando fotografiaba otras personas (o incluso objetos), estaba 11

hablando de mí misma. Entonces utilizarme fue un recurso aún más justificado para hablar también del mundo y de los demás, desde mí.

Muchas (otras) it girls y eggobloggers, hacen de su Instagram, YouTube, o Twitter su medio de vida. Gente que sólo se retrata a sí misma, vende su imagen, y otra gente compra. ¿Por qué leemos como egocentrismo que la persona aparezca retratada

y

no

que

comparta

ninguna

otra

cosa

más

que

su

persona/personaje/personalidad? ¿No se trata en todo caso siempre de ego? ¿No hablamos

siempre

desde

nosotros

mismos?

¿Por

qué

tratamos

nuestra

representación física, el cuerpo, como sinónimo de ego?

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Supongo que el cuerpo tiene aún hoy una carga de valor muy importante. En este sentido me gusta pensar que, desapegándome de él, puedo utilizarlo más

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Captura de pantalla de mi cuenta de Instagram: https://www.instagram.com/dalilavirgolini/

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libremente. Es también una herramienta que uso para realizar una performance constante, eso que se ve de mí, y con lo que se identifica, y lo que me deja jugar con distintos vestuarios, poses y con mis ideas acerca de lo que creo que es el cuerpo y la mujer de por sí, entre otras cosas.

A este último propósito, también añado la ayuda de Photoshop y/o cualquier herramienta más práctica para filtrar, retocar, y mejorar en general mi imagen, e incluso desplazarme al sitio en el que quisiera encontrarme (o mostrarme) si es necesario. Hay miles de apps al servicio de convertirnos bellos y/o tele transportarnos en segundos, que nos acercan a los parámetros actuales de la perfección y lo ideal. ¿Por qué no íbamos a hacer uso de ellas?

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¿Por qué no íbamos a querer vernos bien? ¿No es esto algo muy humano? Pero, ¿Es el selfie hoy en día un modo más de conocernos y auto complacernos o una obsesión que repercute negativamente sobre la concepción propia? Existe al respecto amplio debate sobre si esto va en detrimento de la propia concepción del cuerpo. Yo creo, por mi experiencia propia, que siempre que haya una mirada crítica, así como en cualquier otro aspecto de la vida, los selfies solo pueden hacernos bien. Contar con esos recursos que nos dejan ver una versión mejorada de nosotros mismos, nos acerca a los modelos a los que nos enfrentamos comparativamente a diario, de una belleza también irreal, ya que por supuesto, o al menos no deberíamos olvidar, también son cuerpos distorsionados digitalmente.

En el momento en que aceptamos que el parámetro de belleza es ficción, podemos permitirnos a la vez la “imperfección” en la versión tangible del mundo concreto de nuestro cuerpo.

Personalmente, al permitirme vivir mundos imaginarios, al hacer realidad algunas de mis fantasías virtualmente (no solo mediante la construcción de imágenes) las pongo en la misma categoría mental que los recuerdos y todo se confunde, siendo parte de la configuración misma de quien soy. Vivo lo que fantaseo a través de los recuerdos que se quedan en las imágenes que ya he creado y/o en las experiencias virtuales. Todos lo hacemos en parte todo el tiempo: el recuerdo no es más que una invención, al igual que el futuro. Me construyo un pasado, un presente y a la vez un futuro partiendo de la imagen de mi misma.

A la vez, y siendo mujer joven, no puedo obviar que vivimos en una sociedad que sexualiza y objetiviza el cuerpo de la mujer. Mostrar el cuerpo, simplemente porque me apetece jugar con él muchas veces de un modo sensual es una libertad que me permito, y a la vez, claramente fruto de todas las imágenes que consumo que son parte de las ideas imperantes de la celebración del cuerpo y lo superficial. Me da curiosidad por supuesto, el modo en que veré mi cuerpo en 20 o 30 años, y como lo retrataré. Pero hoy por hoy me gusta incluso sentirme a veces un objeto de deseo, aunque no quede elegante decirlo. O bueno, por qué no.

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¿Qué es arte? Gombrich nos dijo que “El Arte como tal no existe, lo que existe son los artistas. (..) el Arte, escrita la palabra con A mayúscula, no existe, pues el Arte con A mayúscula tiene por esencia que ser un fantasma y un ídolo” En la actualidad, el arte es cada vez más difícil de definir. Estudiamos las piezas históricas como arte, aunque probablemente en su momento fueran vistas con otra perspectiva, incluso funcional. Acudimos a museos de arte contemporáneo asumiendo que encontraremos cosas raras, pero que han pasado por la mirada de una autoridad que ha determinado que es arte sin dudas. Un fantasma y un ídolo me resultan las palabras idóneas, porque no deja de ser algo mágico, algo deseable, algo que no se comprende del todo pero que encanta de algún modo. Pero el concepto de arte, de todos modos, cambia al mismo tiempo que los términos sobre los que se define van cambiando. En la Historia de seis ideas, Tatarkiewicz nos describe una serie de propiedades más o menos consensuadas después de 2000 años de historia, que definían el concepto de arte, desde los antiguos griegos hasta nuestros tiempos recientes: el arte es parte de la cultura, es producto la destreza de un artista, se delimita en una región separada del mundo y se valora a través de las obras de arte, siempre en relación al concepto de belleza. Este modo de definir el arte es como él dice “una reliquia”, ya que, en nuestro tiempo, los límites sobre los que se define están cada vez más confusos y resultan incluso contradictorios entre sí en más de una ocasión. En el pasado, se ha explicado el arte como una reproducción de la realidad, que producía belleza, que crea nuevas formas, desde la expresión propia e individual, creando experiencias estéticas para el público, y más recientemente, provocando también con estas experiencias una reacción en ese espectador. Cada una de estas explicaciones se ha tomado como una definición en sí misma, pero evidentemente se restringen a un solo aspecto que no puede ser correcto ni englobar totalmente el significado del término. Se complica aún más cuando se pretende separar el arte de otras actividades culturales para describir las que únicamente ésta posee.

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Pero, ¿qué es entonces y cómo determinar lo artísticamente potente, lo que es capaz de emocionarnos estéticamente, y aquello que podemos considerar digno de llamar arte? Hubo sobre esto dos grandes tipos de respuestas. Por un lado, las que se situaban en el polo del sujeto, quien recibe, con sus propias disposiciones o competencias ese objeto artístico (principalmente a partir de Kant y su aporte sobre la estética). Por otro lado, las que se situaban en el polo del objeto y en sus propias características: si es armónico, proporcionado, etc. Podríamos, claro, decir que el arte es lo que cada sociedad en cada momento histórico. Me interesa la subjetividad para entender el arte, particularmente a sabiendas de que ahora más que nunca se trata de un término relativo (sino totalmente amplio y casi abstracto). Kant estuvo interesado en los juicios del gusto estético, estableciendo que será la predisposición subjetiva al sentimiento la que nos sirva de vehículo a través del cual se va a valorar la belleza. Según él, el arte provoca la misma satisfacción desinteresada que la belleza. La belleza es desinteresada en la medida en que tiene que perseguirse en sus propias normas tendiendo a cumplir sus propias exigencias. No es algo absoluto, sino que es un valor que se basa en categorías cognitivas. Los juicios de gusto son absolutamente puros, puesto que los mismos no involucran ningún interés. En el momento en que un juicio lleva consigo un interés específico y responde de alguna manera a una intención, no se trata entonces de un juicio de gusto, sino de una simple opinión. El arte puede cumplir un destino que la naturaleza no podría alcanzar: ofrecer belleza y la vez fealdad. Cuando nos enfrentamos a una experiencia estética eliminamos de nuestra consciencia todo lo que tiene un interés práctico y una utilidad. El interés y la necesidad personal va por un lado, y el gusto por otro. Pero cuando algo nos atrae, lo consideramos bello, es porque lo sepamos o no, algo apreciamos en ello. Así, los fundamentos de la respuesta del individuo a la belleza, por lo tanto, existen en la estructura de su propio pensamiento, ya que lo que se atrapa del objeto no pertenece al objeto, sino al sujeto mismo. Sin embargo, es evidente que existe algo en el objeto que atrae al sujeto hacía él, una condición

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subjetiva del mismo. Aun así, a final de cuentas para Kant todo pasa en el sujeto, la sensación queda en el sujeto: nace y muere en él. ¿Es ahora esta experiencia estética que acontece en el sujeto totalmente relativa? Me he aventurado a construir un mapa mental para diferenciar lo que es arte de lo que no:

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¿Qué no es arte?

Si más o menos atrevidamente en la página anterior afirmé que todo es arte, nada queda fuera para catalogar como no arte. ¿Qué ocurre hoy con tantos artistas haciendo cosas tan distintas en tantos formatos y medios, con tantos recursos, materiales, y conceptos? ¿Dónde han quedado las llamadas 7 bellas artes? ¿Convivimos felizmente en el mundo de no saber si es o no es? ¿Nos auto convencemos de que lo propio es arte y lo ajeno a veces? O al revés, ¿nos auto flagelamos creyendo que nunca llegaremos a los estándares establecidos

en

las

antiguas

definiciones

históricas?

Quizás

esta

idea

fantasmagórica del arte nos persigue como un deseo inalcanzable e ideal platónico que no podemos dejar de buscar. Todo es arte. Pero entonces de la misma manera también podemos decir que nada es arte. La definición podría ser tan amplia y abarcativa que nos lleva a pensar que es más cómodo dejar las puertas abiertas de par en par, y no encasillarnos en un par de condiciones o mandatos poco acordes a la rapidez de los cambios que se están dando. Como dice Michau en su ensayo El arte en estado gaseoso: “Este mundo hoy, es exageradamente bello. (…) tanta belleza, y junto con ella, tal triunfo de la estética, se cultivan, se difunden, se consumen, se celebran en todo el mundo cada vez más carente de obras de arte, si es que por arte entendemos a aquellos objetos preciosos y raros, antes investigados de un aura, de una aureola, de la cualidad mágica de ser centros de producción de experiencias estéticas elevadas y refinadas. Es como si a más belleza, menos obra de arte, lo artístico se expandiera y lo coloreara todo, pasando de cierta manera al estado de gas, o de vapor y cubriera todas las cosas como si fuese vaho. El arte se volatilizó (…). Este autor, plantea una idea similar a la de Bauman con su teoría del “arte liquido”. Este último explica que, como resultado del capitalismo y el consumismo, necesitamos disponer de las cosas de un modo rápido e inmediato, a la vez que deshacernos de ellas. Lo único permanente es el cambio, y todo fluye de un modo líquido, rápido, y no permanece. Así, en todas las esferas de nuestra vida, y en particular en el arte, el cambio se ve evidentemente analizando los espacios donde 18

el éste se celebra. Bauman dice: “los museos son al arte lo que hoy en día los cementerios son al hombre, lugares para encontrar objetos inánimes del pasado han sido lo mismo por años y no se les altera de ninguna forma. Los espacios cotidianos, son lugares para la estética. Son un escenario para actos efímeros, performances y happenings””. Entonces, de un modo más descontrolado y espontáneo, las obras de este arte líquido duraran lo que tengan que durar, en un sitio que puede ser cualquiera, y provocará respuestas inesperadas en un público preparado y en otro más espontáneo y desprevenido quizás, ya que hay mucho juego dentro de este cambio y este fluir. Volviendo a Michaud, quien hace hincapié además en un modo hedonista de relacionarnos con las experiencias estéticas (o no) que nos invaden y nos provocan, (esto también es propio del mismo consumismo del que hablábamos antes) entendemos también lo que nos cuesta concentrar nuestra atención. Entre el estar dispersos, la sobre excitación sensorial y la falta de categorías para entender el lenguaje que cambia constantemente, es más fácil que se confunda también el mundo del arte con el de la artesanía, la publicidad, la decoración, etc. Incluso los mismos artistas están un poco perdidos, y esto no es extraño. Internet por supuesto colabora en el modo en que la información se propaga, de un modo fácil, rápido y totalmente efímero. El arte puede ser un post de Facebook que quedará en el olvido en una semana. Lo que hace gracia hoy, mañana es aburrido. Lo que sorprende, es el ser rápido y estar atento. Al ser una sociedad regida por lo visual nos es inevitable haber aprendido algo de todo este lenguaje que se contagia por osmosis, tarde o temprano. El afán por la belleza también es innegable. Pero no podemos negar que hay mucho de horrible en el mundo, y esto es así naturalmente me atrevería a decir, (quizás bajo una cierta mirada negativa propia sobre el ser humano), pero también, tal vez, porque ese lenguaje esté mal aprendido. Como si habláramos inglés chapuceando todo el rato, nos comunicamos, claro que sí, pero nadie sabe expresarse con una versión elegante del propio discurso. A la vez, el carácter aspiracional en la figura del artista, hace que cada vez más queramos presentarnos de ese modo, (Hola, soy artista) y que en realidad no haga

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falta mucho más que querer ponerse ese título para serlo, porque en la confusión del lenguaje chapucero todos nos confundimos. Muy pocos, contados, viven del arte a nivel económico, y entonces la profesionalidad no puede certificarse con el dinero que se recibe a cambio, ni con títulos de estudio que son por otra parte cada vez más y avalan bien poco. Esto hace que no se sepa definir el artista, y entonces ni siquiera quién hace arte y quién hace otra cosa. Quizás solo por el gusto de llamarle arte a todo, podemos quedarnos tranquilos de que cada uno seguirá creando más libremente. ¿Pero qué pasa por otra parte con los artistas outsiders por ejemplo, a los que no les importa en absoluto si lo que hacen podrá ser llamado arte o no? Será siempre una mirada externa y con autoridad la que determine: esto sí/esto no: el mercado, el tiempo y el “espectador”4 son los que deciden. Al final podríamos pensar en el arte como una religión. El arte es dios. Los sacerdotes son los críticos y comisarios. Los artistas los fervientes devotos, algún que otro también es profeta, y hay quién es creyente pero no practicante. Las misas son las inauguraciones. Los retiros espirituales las residencias. Pero, sobre todo, se trata de fe, de entrega y de amor. El arte es todo y/o no es nada. Es un misterio en el que creer e internet lo hace hoy más omnipresente que nunca.

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Un espectador preferentemente formado como comisario o crítico, que hace las veces de juez y verdugo.

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¿Qué es un artista? En yahoo answers5:

Siguiendo con la comparativa del arte con la religión, puede que queramos ser artistas por la misma necesidad de tener algo a lo que aferrarnos en esta vida, respondernos a preguntas existenciales y a la vez, de algún modo, trascender. Más allá de los estereotipos que definen la figura del artista, que coinciden hoy en muchos puntos con ricos y famosos cuyas vidas aparentemente perfectas deseamos todos, es en esa necesidad salir de nosotros mismos donde nos podemos definir ya no sólo como artistas sino como seres humanos. Ese afán en la búsqueda de la inmortalidad que resulta casi instintivo a su vez, me confirma la teoría de que todo es arte porque todos somos artistas. Al menos en potencia, sin dudas. “¿Por qué todos queremos ser artistas? No hago otra cosa que conocer a gente de mi edad que escribe, toca un instrumento, canta, rueda una película, pinta, compone. ¿Buscan la belleza o la verdad? Pura excusa. Sólo quieren ser famosos. Queremos ser famosos porque queremos ser amados. Queremos ser amados porque estamos heridos. Queremos tener sentido. Servir para algo. Decir algo. Dejar huella. No morir. Compensar la falta de significado. Queremos dejar de ser absurdos. Hacer hijos ya no nos basta. Queremos ser más interesantes que el vecino. Y él también quiere salir por la tele. Es la gran novedad: nuestro vecino

5

Link a yahoo answers: goo.gl/1Sjck3

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también quiere ser más interesante que nosotros. Todo el mundo tiene envidia de todo el mundo desde que el Arte se ha vuelto totalmente narcisista”.

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Se sigue hablando del narcisismo muchas veces con un tono despectivo y acusante propio del momento en que el psicoanálisis empezó a usar este término para referirse al amor propio patológico. Era entonces un momento donde lo racional primaba, la culpa, las prohibiciones, el deber como opuesto a lo placentero y el trabajo como organizador de la vida cotidiana. Estas características han mutado de un modo casi radical, siendo ahora una especie de mandato ser feliz, ser bello, ser libre, disfrutar, ser original, único, exacerbando así el yo. El “show del yo” es permanente en casi todas las áreas de la actividad humana actual, pero es en Internet donde se hace más evidente. La exaltación de la individualidad y la importancia de la imagen propia en relación con la identidad son parte de nuestra época. La exhibición, y en contra partida también el voyeurismo, son la vida misma y del uso que hacemos de los medios. No siendo ajena a la sociedad, la actividad artística y la figura del artista en si misma por supuesto que reflejan esto. Hacer del propio nombre una marca es hacia donde parece que nos conduce esta línea, hoy más que nunca. Y a la vez, sumado a las facilidades que esta sociedad aporta a quien alcanza un cierto status de reconocimiento público, es en ese anhelo de inmortalidad inherente al arte y al ser humano es donde confluye el sentir popular de querer llegar a ser alguien o algo, artista, porqué no. Hoy parece aún más fácil y accesible por la misma razón que no hay ningún criterio demasiado concreto que certifique ese título. Aunque interiormente la pregunta nos persiga. Particularmente, y en especial realizando este trabajo, no he escapado de preguntarme una y mil veces acerca de mi propio quehacer. Me llamo artista aquí en este ensayo, pero la verdad es que no me suelo presentar de ese modo casi nunca en mi entorno y prefiero decir que trabajo en una oficina. Ambas cosas ciertas, pero la segunda más concreta y segura, y menos presuntuosa sin dudarlo.

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Frédéric Beigbeder, Windows on the World, pág. 224.

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Que si no tengo vergüenza de llamarme artista (¿pudor y culpa que aún que perdura desde tiempos más anteriores?), que si me lo merezco porque es lo que más me importa en la vida (¿mi dios?), que si realmente hago algo digno de ese nombre (¿quién tiene derecho a juzgarme sobre esto más que yo misma?), que si es solamente una convención más a la que aferrarnos cuando no tenemos otro nombre para las cosas (¿artista debería sonar del mismo modo que decir zapatero?). Debería quizás inventarse un término nuevo para referirnos a todas las personas del mundo que creamos sumidas en una especie de trance egocéntrico, narcisista o introspectivo (cualquiera de las tres palabras nos guste más). Deberíamos dejar la palabra artista quizás, para una especie de figura casi mitológica a la que referirnos. Alguien con aura, boina, misterios.

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El artista en la era de internet

Fue a mediados de los 90 cuando se empezó a hablar de net art. Muchos artistas comenzaron a hacer de internet su campo de juego creativo y laboratorio de investigación crítico: el motivo de sus obras y el medio específico donde ésta se crearía o se vería. Desde esos años hasta la actualidad, hemos avanzado tanto en el uso de internet, no sólo dentro de la práctica artística sino en a nivel “usuario de andar por casa” incorporándolo en nuestra vida diaria a niveles insospechados, que casi no tiene sentido hacer más hincapié en los caracteres específicos del medio y/o la tecnología en sí. Sin embargo, sigue siendo muy curioso observar y reflexionar todos los cambios que se van dando en las dinámicas sociales y creativas generadas por los usos de este medio. Si es, como hemos dicho, parte de nuestra vida, por supuesto que condiciona el acto de la creación. Pero a la vez, hay aún hoy pocos parámetros estéticos a los que ceñirnos, a diferencia de tiempos anteriores. ¿Es un meme arte? ¿Lo es una frase en twitter? ¿Es arte una galería fotográfica en Flicker? ¿Un post de Facebook?¿Uno en Instagram? ¿Una entrada en Youtube? ¿Qué pasó con Myspace y qué pasará cuando estas redes actuales desaparezcan? ¿Es necesario tener al menos una web oficial con tu nombre.com para que sea un espacio artístico online? Creo que es interesante pensar que el arte puede estar en todos lados, y en todos estos casos arriba mencionados, del mismo modo que es posible recitar una poesía de la que no existe versión por escrito, o cantar una canción que no está registrada en ningún sitio. Si la intención es artística, poco importa que sea intangible, o que se recite en la casa de la abuela o en un famoso festival. “La obra es indisociable de su recibimiento, pero en última instancia, si la obra es honesta que haya una respuesta a la obra es irrelevante. El artista trabaja para satisfacerse a sí mismo, si no lo hace así, creo que es deshonesto. El artista es el primer espectador de su obra, más allá del mercado. El mercado de arte siempre ha sido cosa más de economistas que de artistas. Ahora todo está más mecanizado,

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hay todo un sistema de aproximación entre el artista y el gran público.” Dice John Berger en Modos de ver. Creo que ese sistema, o confío en que poco a poco sea así, se irá diluyendo. Deseo que podamos estar abiertos a la experiencia estética en muchos más ámbitos que es los reglamentados para ello. En esta captura de pantalla de un mensaje privado que me mandan a través de Instagram descubro, sin embargo, que no estamos tal vez todos preparados para entender que el arte pueda estar también en nuevos sitios.

La pregunta es clara, (aunque sin signos de interrogación, algo muy propio del lenguaje rápido de internet, por otra parte): Si voy a hacer una exposición y dónde terminará mi obra. La primera parte, me sugiere que, aunque mis fotos son hechas con el móvil, con el mismo que las subo automáticamente a la aplicación y las comparto con todo el mundo, en su propio hábitat natural, en mi propia galería, con un orden que yo elijo y una narrativa que (a veces intencionadamente, a veces menos) construyo, no es capaz de leerse como una exposición. La segunda parte de la pregunta me hace pensar en la misma idea de museos como cementerio que planteaba Bauman. Mi obra terminará allí. Qué triste suena. 25

Una de las características más interesantes de internet también es la posibilidad de que todo ese arte que compartimos se reconfigure. Siga mutando, creciendo, y adoptando nuevas significaciones a medida que pasa por diferentes manos y mentes. Que siga vivo. Lo contrario de esa distancia casi reverencial que se producía en el museo/galería (y se sigue produciendo). La interacción era dada de un modo autoritario y vertical: esto se ha establecido como arte, y tú, espectador, insignificante mortal incapaz de crear algo magistral, admíralo que para eso está allí colgado. Ahora se producen muchos más diálogos e interacciones muy rápidamente y eso nos sirve para alimentar nuestro imaginario y nuestro lenguaje. Y, por otra parte, quizás sí siendo propio de la práctica artística, todos los que estamos creando cosas y reaccionando a otras dentro de ese flujo continuo de comunicación que es internet, de un modo casi instintivo, que sale desde dentro como un impulso, e importándonos poco cómo se reciba ese mensaje lanzado, ejerciendo el uso la libertad de expresión, podríamos considerarnos otra vez, por qué no, artistas. Hito Steyerl nos habla en relación a esto último de la imagen pobre: “Las imágenes pobres son por lo tanto imágenes populares: imágenes que pueden ser hechas por muchas personas. Expresan todas las contradicciones de la muchedumbre contemporánea: su oportunismo, narcisismo, deseo de autonomía y creación, su incapacidad para concentrarse o decidirse, su permanente capacidad de transgredir y su simultánea sumisión. En conjunto, las imágenes pobres presentan una instantánea de la condición afectiva de la muchedumbre, su neurosis, paranoia y miedo, así como su ansia de intensidad, diversión y distracción. La condición de las imágenes habla no sólo de las infinitas transferencias y reformateos, sino también de las incontables personas que se preocupan por las imágenes tanto como para convertirlas una y otra vez, subtitulándolas, reeditándolas o subiéndolas online.” Personalmente, de todo lo que hago en internet, ¿qué puedo considerar arte y qué no? La respuesta es la misma que me daría, si la pregunta excluyera la palabra internet. Considero que, trabajando sobre mi vida y mi personaje, y teniendo esto presente en mi mente y mi alma durante todo el tiempo, arte podría ser cualquier cosa, aunque la mayor parte de las veces, es en ese poner consciencia a lo hecho o a lo que está por hacerse, que lo encasillo dentro de este concepto. 26

A su vez, creo que internet no solo facilita a los artistas poder acceder a un amplio público, sino también a posibles mecenas. Gente de todo el mundo puede conocer lo que haces, apoyarlo, o colaborar.

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El Arte y los likes Likes como unidad de medida y avalistas de likes

Alrededor de todo el arte que está dando vueltas por las redes sociales está volando el ansia de los likes. Se espera en mayor o menor medida que el público al que se lanza el mensaje responda positivamente, y para eso el likeómetro tiene que marcar alto. De algún modo es así como funciona internet. Puede ser que el artista trabaje sólo para sí, del mismo modo que un diario íntimo se escribe para un uso puramente personal, pero desde el momento en que sale fuera de uno, existe en algún punto una expectativa de que ese mensaje llegue al otro lado y sea entendido. El artista puede utilizar las redes sociales de un modo más o menos inocente dependiendo el uso particular que haga de éstas. Si comparte los resultados de su trabajo o aún si trabaja desde este sitio, de algún modo siempre se desea un feedback positivo por parte de los demás. En este sentido, evidentemente sus futuras producciones pueden verse condicionadas por esa respuesta en línea, entendiendo qué es lo que gusta y que es lo que no. Publicaciones más o menos artísticas, y reconocimientos personales, como invitaciones a eventos, se mezclan todas en una amalgama de información que a veces pasa inevitablemente desapercibida, aunque se intenta todo el tiempo lo contrario. Pero si hemos dicho ya que no podemos decir que el mundo virtual no sea mundo real, entonces en este punto tampoco habrá diferencia respecto a lo que pasaría en una exposición concreta en el mundo físico, o incluso el modo en que nos comportamos, llevado a un terreno ajeno al arte. Siempre nos agrada recibir comentarios halagadores, ánimos, y sentir de este modo que somos parte de algo, que somos bien recibidos en el grupo, que esperan algo de nosotros que es solo nuestro. Estos likes son una substitución de la aprobación más básica, del sentido de pertenencia que forma parte de los primeros eslabones de la pirámide de Maslow. Pero es quizás en internet donde esto se hace aún más patente debido a que el alcance puede ser mucho mayor.

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Los perfiles que mantenemos en las redes sociales, y todo su contenido, son nuestra carta de presentación, y nuestra tarea, manejar esa reputación en línea. Una reputación que es una especie de moneda social de nuestros días. Y no sólo. Muchos me gustas, muchos subscriptores o followers nos permitirían probablemente ganar dinero, porque lo que podemos decir que gustar ya es negocio. Se está elaborando a su vez una especie de código de la comunicación digital: ¿Cuál es el meta significado de un like? ¿Qué significa un corazón? ¿Y si el corazón es lila en vez de rojo? ¿Hasta dónde hay que responder en una conversación pública? ¿Y en una privada, después de cinco emojis, quién dice el último? ¿Qué pasa con los mensajes vistos/no vistos? ¿Y qué pasa con los haters? Evidentemente al exponer nuestra imagen y lo que hacemos en un medio público nos expone también a la crítica, y a alguna incluso despiadada. Pero, por otra parte, aquellos que se dedican con ahínco a seguir los pasos de alguien, aunque fuere para criticar, es otro seguidor más, y quizás de los más importantes que haya que cuidar y alimentar. La teoría de los avalistas de likes viene de observar cómo dentro de un mismo circuito, por ejemplo, el artístico en la ciudad de Madrid, donde más o menos, aunque fuera solo virtualmente, nos conocemos todos. Dar un like es un modo de apoyar el trabajo de alguien. Y si esa persona que da un like a otra, tiene ya su reputación en línea ganada, ese click servirá para que otra persona, casi sin pensarlo dé un like también, porque tiene la garantía de que ya hay alguien más, y con criterio a quien le ha gustado. A su vez, intenta no sólo el asegurarse formar parte del grupo de este modo, sino también potenciar su propia reputación, enseñando públicamente su gusto por lo que se entiende en ese momento como válido. Esto es una réplica quizás del modo en que funcionan muchos críticos y comisarios. Parece que tienes que tener líneas importantes en tu curriculum de artista para que empiecen a prestarte atención. Si no tienes esos likes ya dados, es más difícil que ellos mismos te den uno.

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Del mismo modo también que en la vida concreta, pero a lo grande en internet, se recurre a dos recursos muy básicos para atraer atención: el escándalo y las banderas ideológicas. No es raro ver arte o cualquier publicación que se valga de ellos para generar más visibilidad. Fotos de desnudos, por ejemplo, con la apropiada y creativa auto censura son siempre un clásico que garantiza likes. Contenidos de este tipo, son seguidos en muchas ocasiones por un post nuevo en el que se debate por qué aquel fue denunciado por otro usuario como inapropiado y allí se desata la cadena de likes/comentarios apoyando la libertad de expresión, como mínimo. Ideas feministas, de género, animalistas, por citar algunos temas, funcionan también a su vez en ocasiones como avalistas de likes. Se establece una especie de militancia en pos una idea, y quien la apoya, dará like aun si el contenido o el artista no le interesa particularmente. Creo que muy interesante el modo en que se articulan todas estas interacciones en línea. Y como los artistas aprovechamos los resultados de esas interacciones, que son parte de nuestra vida. Al final y al cabo, también la evolución se da por la supervivencia del más apto.7 Pero como siempre, hay riesgos, para los que comparten, como para los que likean. Y así nos relacionamos.

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(Darwin, 1859)

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Sobre lo banal, lo sensual y la constante actividad en las redes sociales

Este video de 5 minutos lo preparé, para explicar mi trabajo evitando hablar con el público cara a cara durante una presentación en un evento cultural. Aunque estaba ante el público, ellos verían la pantalla y no a mí:

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Me parece interesante también el contraste entre la imagen de la toma directa y la que está retocada digitalmente y el poder verlas al unísono, que sólo era factible en un video montado. Me doy cuenta de que la pantalla nos vale de escudo para protegernos de ciertas inseguridades o situaciones incómodas, y a la vez, nos permite desinhibirnos y liberarnos más. El arte funciona como un escudo o una excusa también a este mismo propósito y por eso muchas veces resulta, tanto internet como el arte, algo catártico. 8

https://www.youtube.com/watch?v=EKTeWc444ME

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De este modo, incluso en las publicaciones absurdas que se hacen sin pensar constantemente, es posible a veces leer comunicados más complejos, sentimientos escondidos, mensajes ocultos, secretos profundos, emociones desatadas, arte. La banalidad funciona como el inconsciente en nuestra sociedad. Este contenido no está realmente sopesado, sino que se comparte como un acto reflejo casi, además de irreflexivo, es en muchos casos una obsesión. El cúmulo exagerado de información genera mucho ruido y contamina nuestros sentidos, que consumen todo esto casi involuntariamente. Sumergidos en este río de fuerte corriente, por otra parte, es fácil que aún quien se propone ser asertivo y hacer un uso intelectual de estos medios de comunicación termine “cayendo”. Cierto es que se ve lo banal como algo negativo. Pero, ¿por qué deberíamos por otra parte no permitirnos momentos de irreflexión, de puro entretenimiento banal? El poder de lo banal, es como un imán que lo absorbe todo. La vida del mundo esta tan cargada de banalización que no comulgar con ella puede considerarse, rareza, locura e inclusive estupidez. Pensar de un modo banal, asumirlo y compartirlo, es parte de vivir en sociedad. Todos somos parte de nuestra propia cultura, y nuestra propia cultura es todo lo que sabemos, lo que aprendimos, nuestros contextos. Toda esta banalidad podemos utilizarla o no, pero ya es parte de lo que somos y desde todo esto, claro que sí, se genera arte9. “La estupidez se contempla: hundimos en ella la mirada, nos dejamos fascinar, ella nos conduce con dulzura, la mimamos al abandonarnos a ella; sobre su fluidez sin forma tomamos apoyo; acechamos el primer sobresalto de la imperceptible diferencia, y, con la mirada vacía, espiamos sin febrilidad el retorno de la luz. Decimos no al error y lo tachamos; decimos sí a la estupidez, la vemos, la respetamos y, dulcemente, apelamos a la total inmersión.”10

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En un intento de contraposición, complicados discursos y justificaciones que se entienden por

necesarios en el mundo del arte, terminan siendo quizás más superficiales por presuntuosos y reiterativos.

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Foucault, Michael, (1999) Theatrum Philosophicum, Barcelona, Anagrama, pp. 37-38.

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En cuanto al uso del cuerpo en internet, podemos entenderlo como un avatar. No es ya nuestro cuerpo tangible, sino esa especie de ciborg que nos representa. Muchas veces se ve modificado, retocado, recortado, filtrado, y se juega con él como una especie de muñeco. En todo caso, con una pantalla de por medio, como dicho con anterioridad, hay algo que nos permite actuar más libremente y jugar a interpretar un papel como si fuera un teatro y nuestro cuerpo, el personaje. Sin embargo, por otra parte, sí que nos identificamos fuertemente con nuestra apariencia física. La carga simbólica del cuerpo humano tiene un peso histórico, y la sensualidad sus propósitos y sus deleites. El cuerpo no es solamente una entidad individual sino también social, cultural y política. Para Foucault es el lugar donde se ejerce el poder, todas las relaciones de poder y, por tanto, donde se pueden observar los efectos de esas relaciones que ejercita el patriarcado a través de las categorías de sexo y género que establecerán las leyes, normas, imágenes, comportamientos, actitudes, afectos y pensamientos de los cuerpos femeninos y masculinos. Siendo las mujeres sobre quienes más cae la presión de la estética y la apariencia física, impuestas por el sistema patriarcal, la posibilidad de poder enseñarlo por fin, bajo nuestra propia voluntad puede generar un cambio. Al menos, ver cuerpos del tipo que sea, ayuda a la normalización del físico y los distintos arquetipos, alejados de los modelos irreales que se nos han presentado. El cuerpo es también una herramienta fundamental en el arte performático, y su extensión como ya hemos explicado dentro del mundo digital.

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Conclusiones Intelectualizar mi trabajo y repensar acerca del arte, como he hecho en estas páginas, me resulta claramente provechoso, y por momentos, apasionante incluso, pero no me es imprescindible ni necesario para poder crear. Y es en cambio, una tarea que no me resulta natural. No me es imprescindible tampoco sentir la certeza de que es arte lo que hago, aunque a veces me encante presentarlo como tal. Mi proceso creativo, proviene más bien de un impulso interior, que sí es necesidad, y que me resulta imperante satisfacer. No significa esto, ni mucho menos, que ese impulso no venga cargado de una fuerte influencia externa. Pero siento que cada vez es más complicado acceder a densos textos debido a la rapidez y lo efímero de los contenidos a los que estamos acostumbrados online. Esto hace que explicarme con palabras, y buscar hasta encontrar respuestas en autores, me lleven en muchos momentos por caminos desesperantes. Ser artista es para mí, trabajar con mis ideas acerca del mundo de un modo estético, sacarlas fuera de mí del modo en que mejor sé y más disfruto, y eventualmente, claro, compartirlo con el resto. Bajo esta simplista definición, considero también que todos son artistas y que todo puede ser arte. En última instancia, lo decide quien está creando en base a su intención, pero también quienes los recibimos, en base a nuestras propias intenciones. El filósofo Zizek cuando, refiriéndose a la película Matrix, dice que las ficciones estructuran nuestra realidad, y que si eliminamos de la realidad las ficciones simbólicas que la regulan, perdemos la realidad misma. Internet es símbolo de realidad y ficción, al igual que lo fue, o lo es quizás más ahora, la fotografía, aunque ésta revolución, (si no van las dos caminando -¡o corriendo! -de la mano) es aún más monstruosamente grande. El arte nos permite jugar con este binomio y reflexionar sobre este momento en el que vivimos. Y es la estetización general de la existencia lo que hace que incluso lo banal y cotidiano se vea pintado por este arte liquido/gaseoso bañándolo todo y a todos de un color particular. Lo banal y lo sensual en internet están creando de algún modo la nueva configuración de lo kitsch.

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En este entorno de información constante y creciente, al que aún nos estamos acostumbrando, no hay tanto tiempo para decodificar, analizar, criticar y no por esto ponemos un stop en el tráfico de mensajes. Son fugaces, y muchos se pierden en el inconsciente (o salen de él) se pierden con una rapidez creciente. De este modo, solo retenemos, aquellos que de verdad nos impactan, nos emocionan, nos conmueven, y ojalá, sea arte.

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Bibliografía

Gombrich, E. H. (1997) La Historia del Arte, Madrid, España, Debate. McLuhan, Marshall (1987) El medio es el mensaje, Barcelona, España, Paidós Ibérica. Flusser, Vilem (1990) Hacia una filosofía de la fotografía, D.f., México, Trillas. Berger, John (2010) Modos de ver, Barcelona, España, Gustavo Gili. Tatarkiewiwicz, Wladyslaw (2006) Historia de seis ideas, Madrid, España, Tecnos. Steyerl, Hito, (2014) Los condenados de la pantalla, Buenos Aires, Argentina, Caja Negra. Turkle, Sherry (1997) La vida en la Pantalla, la construcción de la identidad en la era de internet., Barcelona, España, Paidos Manovich, Lev (2005) El lenguaje de los nuevos medios. La imagen en la era digital. Barcelona, España, Paidos. Sontag, Susan (2015) Contra la interpretación y otros ensayos, Barcelona, España, Penguin Random House Michaud, Yves (2007) El arte en estado gaseoso, Paris, Francia, Stock. Bauman, Zygmunt (2007) Arte, ¿líquido?, Madrid, España, Sequitur.

Artículos online: Todo el mundo es artista: http://www.revistaenie.clarin.com/arte/malos-artistas_0_581341890.html Artistas que han salido del mundo del arte: https://www.artsy.net/article/artsy-editorial-why-these-7-artists-quit-the-art-world La primera obra de arte de Instagram: http://www.telegraph.co.uk/photography/what-to-see/is-this-the-first-instagrammasterpiece/ Poca ropa o mucha ropa: http://tribunafeminista.org/2016/05/los-burkas-de-occidente/ 36

Demasiado arte demasiado banal http://elpais.com/diario/2009/03/29/cultura/1238281201_850215.html Todos somos fotógrafos, pero falta cultura visual: http://www.magis.iteso.mx/content/hoy-todos-somos-fot%C3%B3grafos-pero-conuna-cultura-visual-escasa%E2%80%9D-pedro-meyer Hoy es más difícil ser artista que hace 40 años: http://www.ffyh.unc.edu.ar/alfilo/anteriores/33/sin-fronteras.html

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