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Des/armando la escena: narrativas de género y punk

Foto portada: Mattin Diseño: Nagore García

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Des/armando la escena: narrativas de género y punk

INDICE 1. Intro....................................................................................................5 2. Entre la subversión y la reproducción................................................7 2.1. ¿Punk ke punk?..............................................................................7 2.2. En contra de la hegemonía.............................................................9 2.3. Punk como campo de producción cultural.....................................11 2.4. Reproduciendo normas de género: ¿la gran paradoja?.................14 3. Música, subculturas y género: de la musicología feminista al riot grrrl …...........................................................................................................16 3.1. Entrelazando género y música.......................................................16 3.2. Miradas de género en el estudio de las subculturas.......................22 3.3. Articulando género y punk: hacia una mirada feminista..................23 4. Aproximación epistemológica y metodológica: articulando género y punk a partir de producciones narrativas...............................................26 4.1. Epistemologías feministas...............................................................26 4.2. Articulando conexiones parciales: una mirada desde los conocimientos situados...........................................................................29 4.3. Producciones narrativas: cuestiones de procedimiento...................31

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5. Resistencias de género en el punk....................................................37 5.1. Hazlo como ellos.............................................................................37 5.2. Hazlo tuyo........................................................................................44 5.3. A tu/nuestra manera........................................................................47 5.4. Dinamitar el género.........................................................................53 5.5. Devenir cyborg/punk.......................................................................55 6. Conclusiones......................................................................................57 7. Referencias bibliográficas...................................................................59 8. Anexos: Narrativas..............................................................................67 8.1. Minia.................................................................................................67 8.2. Lorena..............................................................................................72 8.3. Alodia................................................................................................77 8.4. Maria.................................................................................................83 8.5. Rakel.................................................................................................91 8.6. Ieri.....................................................................................................98 8.7. Madison...........................................................................................103 9. Agradecimientos.................................................................................114

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You learn that the only way to get rock-star power as a girl is to be a groupie and bare your breasts and get chosen for the night. We learn that the only way to get anywhere is through men. And it's a lie. Kathleen Hanna1

I think feminism has far more to offer punk than punk to feminism. Marissa Magic2

1 | INTRO

A partir de mi propia experiencia personal siempre me había hecho muchas preguntas y me había interesado por la articulación entre género y punk. ¿Por qué hay menos mujeres en el fenómeno cultural del punk? ¿Hasta qué punto se reproducen las normas de género? ¿Y las discriminaciones? ¿Por qué cuesta tanto integrar una mirada de género en el punk? ¿Cuáles son las posiciones diversas al respecto? En el fondo, todas las preguntas remitían a una cuestión más amplia que refiere a la tensión entre subversión/reproducción y que me empeñé en llamar -irónicamente- la gran paradoja: cómo los espacios de subversión cultural implican también la reproducción de normas hegemónicas. Al mismo tiempo que se rompe con ciertos elementos de la hegemonía social, se reproducen más o menos ciegamente otros. Este fenómeno se materializa muy fuertemente en relación al género en diversas manifestaciones culturales y/o campos del saber-poder, como hemos tenido la oportunidad de ir desgranando críticamente a lo largo de este Máster. Así, nos encontramos con numerosos ejemplos donde, dentro de una aparente radicalidad social, se mantienen formas clásicas de dominación masculina.

1 2

Música, escritora de fanzines y activista feminista estadounidense. Cantante principal de Bikini Kill y de Le Tigre posteriormente. Marissa Magic es activista feminista, hace música ruidosa y escribe en diversas publicaciones alternativas feministas y/o punks. Sus textos sobre temas relacionados con el feminismo y la escena punk se pueden encontrar en su blog http://punkymagic.blogspot.com.es/

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Por alternativas que puedan parecer, las prácticas constituyentes de la cultura punk underground no son una excepción a la marginación de género dado que –como pondré de relieve en este trabajo– si bien se establece en oposición a la hegemonía cultural, perpetúa las desigualdades dominantes de género. La articulación sobre género y punk es sin duda un campo amplio y complejo que no voy a poder recorrer en toda su magnitud en el espacio de esta investigación. Es por ello que una delimitación temática más concreta se hace imprescindible.

Buscando huir de representaciones victimistas de las mujeres, consideré que sería interesante estudiar las resistencias. De ahí que este trabajo centre sus esfuerzos en explorar cómo, desde una subjetividad de mujer, dentro del punk, se vive esta aparente contradicción (“ser” punk y “ser” mujer) a la vez que se desarrollan estrategias de resistencia que permiten subvertir estas relaciones de poder. A partir de este objetivo general, se plantean los siguientes objetivos específicos: • Visibilizar las relaciones de opresión de género que se producen en el punk. • Explorar las prácticas de resistencia que las mujeres desarrollan en el contexto cultural punk. • Visibilizar feminidades subversivas que cuestionan la feminidad tradicional .

Un estudio en profundidad sobre la discriminación de género en el punk implicaría una investigación más amplia que incluyera métodos narrativos y de observación, así como la inclusión de participantes masculinos y femeninos. Este trabajo pretende ser una aproximación que no busca responder todas las preguntas, pero sí al menos vislumbrar algunos aspectos y provocar la reflexión en torno al género en el punk. En definitiva, es el trazado del mapa crítico de una cuestión compleja, que he tratado de contemplar desde ángulos diversos, a partir de las aproximaciones teórico-críticas feministas aprendidas en el Máster.

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2 | ENTRE LA SUBVERSIÓN Y LA REPRODUCCIÓN 2.1. ¿PUNK KÉ PUNK?3 El punk, ya desde sus inicios, tiene una marcada actitud de rechazo de los valores establecidos. A pesar de haber sido absorbido en parte por la cultura dominante 4, ha quedado en el imaginario como una forma exótica de ruptura con la hegemonía que asociamos con rebeldía, rabia y una estética llamativa. Curry Malott y Milagros Peña (2004) recuerdan que el término punk ya era utilizado a principios de los 70 por la crítica alternativa musical estadounidense para referirse a aquellos grupos de rock and roll que sonaban como a grupos de los 60, aunque con un sonido sucio y simple. De ahí, que la primera cuestión que plantea el punk sea aquella relacionada con los estándares de cómo se debe hacer/tocar música. Frente a la comercialización y el virtuosismo de los grandes grupos de rock de la época como Deep Purple, el punk propone una alternativa donde la rapidez, la rabia y la sencillez se unen. La idea, no es por lo tanto alcanzar el talento y la profesionalidad en la música, sino transmitir un mensaje, transmitir sentimientos de rabia y frustración, y hacerlo rápido. No sólo se cuestiona la música en sí misma, sino también la forma de tocar, extendiéndose la idea de que cualquiera puede hacerlo, que lo único que se ha de hacer es coger un instrumento y ponerse a tocar o agarrar un micro y gritar lo que piensas/sientes. La importancia del mensaje/el sentimiento frente al virtuosismo musical, también nos indica sobre la ideología del punk. Por un lado el rechazo a la sociedad y sus valores. Por otro lado, un hedonismo que se aleja de las formas de vida capitalistas del momento, las cuales encajan dentro de unos valores de ética trabajadora, contra las que el punk se opone aludiendo a la marginación. En este sentido, el punk ha sido conceptualizado dentro de las teorías de subculturas juveniles (Hebdige, 1979; y posteriormente Andes, 2002; Falk y Falk, 2005; y Richard, 2006). Estas perspectivas vinculan el punk con las culturas juveniles, y apuntan a la rebelión contra la autoridad (padres, instituciones y cualquier otro tipo de autoridad) característica del punk como fase natural e inherente a la adolescencia, fase que pasará a ser superada en la edad adulta con la acomodación a los valores dominantes. El peligro de este tipo de aproximaciones 3 4

Toma el nombre de un recopilatorio de bandas de punk de los 80 en el Estado español, editado por DRO en 1984 y reeditado por Munster, quienes afirman que su versión original se trata de uno de los discos de punk español más cotizados y buscados por coleccionistas de fuera y dentro del Estado. La cultura mainstream también se ha apropiado del punk, utilizando algunas de sus ideas y formas de expresión para servir a la cultura de consumo de masas. Explotando la dimensión estética, el punk queda limitado a un estilo de moda atrevido al que se rinden desde las cadenas de ropa barata a las grandes marcas. Explotando la dimensión musical, las grandes discográficas también apuestan, hasta cierto punto, por un estilo que resulte atractivo para numerosos adolescentes ávidos de sentirse diferentes. Para profundizar en este tema: Olsen, Francesca (2007). “Punk Rock gets eaten up by mainstream” Socyberty, disponible desde ; http://socyberty.com/subcultures/punk-rockgets-eaten-up-by-the-mainstream/10/

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tiene que ver la banalización y despolitización que hacen del punk, al ser éste fuertemente asociado, y en ocasiones limitado como apunta Ryan Moore (2007), a su dimensión estética y/o a una simple fase de adolescencia.

Por otro lado, el punk también se ha conceptualizado desde la teoría marxiana (O'Hara, 1999; Malott y Peña, 2004). A partir de ésta, se coloca a las/los punks en la posición de intelectuales orgánicos conscientes de la alienación a la que las clases oprimidas son sometidas.

De forma paralela, han surgido visiones postmodernas. Mientras que Jude Davis (1994) rompe con la dicotomía punk / cultura dominante, al entender el punk como una forma de subversión dentro de la misma cultura dominante; Ryan Moore (2004) lo conceptualiza como reacción a la sociedad postmoderna. En ese sentido, punk y postmodernismo son interpretados como reacciones al nihilismo y la deconstrucción del consenso. Según esta interesante lectura, las/los punks, más que punks, y además de ello, serían la descendencia bastarda de los tiempos postmodernos.

Craig O'Hara (1999), en el indispensable The Philosophy of punk, plantea una narrativa marxiana que sitúa el movimiento punk como un espacio de rechazo a la cultura dominante y a las/los punks como individuos conscientes de la alineación a la que les somete el sistema capitalista moderno. Según el autor, los seres humanos habrían aceptado este estado de alienación como natural, asumiendo así la falsa conciencia marxiana. Únicamente las élites intelectuales y unas pocas personas oprimidas llegarían a re/conocer la verdad, ya sea porque rechazan la sociedad o porque ésta les rechaza a ellas. Estas personas, al encontrarse aisladas de la sociedad dominante, tenderían a formar sus propias subculturas encontrando en éstas la solidaridad que añoraban en aquella. Así el punk, dentro de su heterogeneidad, emerge como posibilidad de ruptura del mito de la normalidad. A pesar de las diversidad de formas que pueda adoptar, de lo problemático del mismo concepto y sus difusas limitaciones (¿qué significa punk? ¿qué es punk? ¿y que no es punk?) se podrían recoger como punto en común dos aspectos clave más allá de la implicación musical. El primero es el rechazo de los valores hegemónicos. El segundo, la ética DIY (Do It Yourself, “Hazlo tu misma”), es decir, la autogestión en la producción.

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Estos dos aspectos van dibujando el marco teórico desde el cual aproximarnos al objeto de estudio en la presente investigación. Para la primera, el rechazo a los valores hegemónicos, se desarrollará el concepto gramsciano de hegemonía. Para la segunda, las formas autogestionadas de producción cultural, se seguirán las ideas de Pierre Bordieu, según las cuales el punk funcionaría como un campo de producción cultural propio donde se definen/establecen una serie de prácticas concretas. 2.2. EN CONTRA DE LA HEGEMONÍA

Afirmar que el punk se sitúa en contra de los valores hegemónicos parece a simple vista algo irrefutable, sin embargo, ¿qué significa estar situado en contra de la hegemonía? ¿Implica esto constituirse como fuerza contrahegemónica? ¿Y qué implicaciones tiene para el punk? Para vislumbrar estas cuestiones, partiremos del mismo concepto de hegemonía. Según el diccionario de la Real Academia Española, hegemonía refiere a la “Supremacía que un Estado ejerce sobre otros” o a la “Supremacía de cualquier tipo”. Sin embargo, desde las ciencias políticas y sociales se ha ido construyendo como un concepto mucho más complejo. El concepto aparece en la obra de Karl Marx y Friedrich Engels marcando una ruptura con las versiones economicistas del marxismo (Bocock, 1986)5. Así, en La ideología alemana, Marx y Engels apuntan a que:

Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante. […] Los individuos que forman la clase dominante tienen también, entre otras cosas, la conciencia de ello y piensan a tono con ello […] dominan como clase [y] también como pensadores, como productores de ideas que regulen la producción y distribución de las ideas de su tiempo; y que sus ideas sean, por ello mismo, las ideas dominantes de la época. (1994:58)

Esta cita sugiere una apertura a la superestructura a la hora de pensar el poder y la supremacía.

5

Para una breve introducción a los orígenes del término hegemonía ver Laclau, Ernesto y Mouffe, Chantal (1985) Hegemony and Socialist Strategy. Towards a Radical Democratic Politics. London: Verso, pp. 7-46.

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Antonio Gramsci, que desarrolla el concepto de hegemonía durante sus años en prisión6, describe y analiza la organización de las sociedades capitalistas modernas en las que la burguesía había ejercido un liderazgo hegemónico relativamente exitoso (Bocock, 1986). Gramsci (1999) sostiene que el poder se ejerce y se mantiene por parte de un grupo dominante sobre otro(s) minoritario(s) a partir de un proceso sutil de imposición cultural. De este modo, en un contexto de diversidad cultural la hegemonía se instaura a través de un conflicto entre ideologías mayoritaria y minoritarias. Los valores y creencias que constituyen y mantienen el status quo nos son impuestas a través de los distintos agentes culturales, logrando así no sólo restricciones en las producciones y publicaciones culturales sino también la homogeneidad de pensamiento y de acción. De esta manera, el control ejercido por el grupo mayoritario sobre las formas de relación y producción se produce de manera casi imperceptible a través de la interiorización de la ideología dominante por parte de los grupos minoritarios. La hegemonía contiene las ideas, valores y creencias de la sociedad dominante. Éstas son transmitidas a través de las instituciones culturales de la sociedad, como colegios, medios de comunicación, religiones organizadas y el gobierno. Desde el nacimiento, las personas interiorizan las ideas, valores y creencias de la clase dominante como naturales y normales. De esta forma, consienten su propia dominación sin saberlo (falsa consciencia), o creyendo que no pueden hacer nada.

En este escenario, es importante tener en cuenta los conceptos de poder e ideología, por la relación directa y el papel fundamental que juegan con en el de hegemonía. Tal y como apunta Robert Bocock (1986) los tres componentes principales del concepto son poder, cultura e ideología. El poder entendido en un sentido simbólico, “ese poder invisible que no puede ejercerse sino con la complicidad de los que no quieren saber que lo sufren o que lo ejercen.” (Bourdieu, 2000: 65).

Esteinou Madrid (1983) manifiesta la importancia de la ideología. Describe los aparatos ideológicos del estado althuserianos como instituciones y casi-instituciones que producen y circulan una visión de la realidad a través de la ideología. Siguiendo a este autor, la hegemonía es un complejo proceso de consolidación de un proyecto social y de integración del consenso a través de los aparatos ideológicos del estado a los que hace referencia Althusser.7 6 7

Antonio Gramsci (1891-1937) fue un periodista, teórico y político italiano. Fundador del partido comunista, fue detenido en 1926 por el gobierno fascista de Mussolini, pasando el resto de su vida en prisión, donde escribió su conocida y voluminosa obra Quaderni del carcere publicada en italiano en 1975. En este sentido, cabe destacar que mientras que Louis Althuser describe los aparatos del estado como coercitivos (policía, fuerzas de la autoridad...) e ideológicos (educación, medicina, religión, medios de comunicación...)

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En lo que refiere al punk, se da un cierto reconocimiento de las ideologías dominantes, lo cual se puede interpretar a partir no sólo de las letras de las canciones, o del estilo específico musical (que ya ha sido asimilado y aceptado por las industrias discográficas) sino por las formas de hacer y crear producciones culturales al margen de las mismas. La forma de producción cultural del punk implica una resistencia a las ideas dominantes que no son impuestas a través de viejas y nuevas tecnologías de las comunicación y la información. Esto, sin embargo, no quiere decir que el punk haya de ser leído como una contrahegemonía. A lo largo de la obra de Gramsci la transformación social aparece como un aspecto de gran relevancia. Según Gramsci la clase obrera tenía que obtener control sobre las instituciones culturales utilizadas por la sociedad dominante para ejercer y mantener control sobre la sociedad en su totalidad.

Esto implica la

posibilidad de la acción contrahegemónica donde las instituciones culturales dominantes puedan ser transformadas. Dentro del punk, la transformación no es algo necesariamente buscado por lo que no podamos entenderlo como contrahegemonía, ya que ésta, con un proyecto distinto a la hegemonía dominante, aspira a convertirse en una futura hegemonía.

2. 3. PUNK COMO CAMPO DE PRODUCCIÓN CULTURAL

Uno de los aspectos más interesantes del punk radica en la forma de producción autogestionada que mantiene y que hace posible que la escena siga viva a partir de la involucración de distintas personas al margen de la industria musical y de las esferas comerciales de ocio. En este sentido, Craig O' Hara (1999) ha remarcado la diferencia del punk respecto al rock clásico, no solo en su estilo musical sino en la forma de producción, distribución y relación con el público (1999:153). Ryan Moore (2007) también se percató de la importancia de esto, puesto que como él mismo indica, la gran mayoría de los textos académicos producidos sobre punk se centran en la dimensión estética, olvidando la relevancia de los procesos de producción y participación como una práctica de resistencia. Sobre todo en un momento histórico como el presente, en el cual la producción cultural al margen del mainstream se torna esencial en la generación de narrativas y representaciones alternativas a las hegemónicas. Moore (2007) por su parte, hace una lectura del DIY como una forma de resistencia al margen de las industrias olvidando el papel de la sociedad civil, ésta forma una parte importante en la propuesta de hegemonía gramsciana, en la que describe un “estado integral” formado por la sociedad política y la sociedad civil. Para mayor profundización ver Bocock, Robert (1986). Hegemony. London: Ellis Horwood

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comerciales de producción musical y para ello se basa en la teoría de campos culturales desarrollada por el sociólogo Pierre Bordieu. Sin embargo, no es el único en utilizar a este autor para el análisis de espacios alternativos. Adele Keala (2010) lo ha utilizado para explicar las estrategias de resistencia a la dominación masculina en la escena de rock alternativo de Tampa, Florida. En lo que sigue, nos aproximaremos a algunos de los conceptos de Bordieu, ya que nos permite vislumbrar tanto las limitaciones materiales e ideológicas, como un espacio para la agencia, algo primordial en el tema que nos ocupa.

Siguiendo a Bordieu, el campo es una red de relaciones sociales organizadas en torno a una práctica particular relativamente autónoma de la estructural social más amplia. Lo dibuja como un juego donde los agentes ocupan distintas posiciones en la jerarquía social siguiendo reglas y estrategias que se han desarrollado históricamente en ese campo concreto. El campo es una fuente de constante lucha y conflicto, por lo que las posiciones jerárquicas, las tácticas y las victorias siempre están en proceso de cambio. Un campo específico, en este caso el punk, estaría entre el punto de autonomía derivado de la constitución como campo con unas reglas propias, y el punto de dependencia con otros campos más amplios que conforman la red. Los campos no son estáticos, están en movimiento y pueden articularse de diversas formas, aunque lo que define la constitución de un campo es la existencia de un capital común como conocimientos, habilidades, poder y la lucha por su apropiación. Para entender cómo se dan las relaciones en el campo debemos atender a la teorización sobre el capital. Para Bordieu el capital no sólo se acumula con formas materiales, sino que se acumulan distintos tipos de capital de maneras diversas. Así además de un capital económico (instrumentos, equipo, local de ensayo, espacios para reunirse y organizar conciertos y otras actividades, soporte para difusión de actividades...), hay un capital simbólico, cultural, social y político. La acumulación de distintos capitales es la que permite a los agentes participar en unos determinados campos y no en otros. Esto nos permite ver el punk como un campo específico donde las personas que participan han de poseer unas formas de capital cultural y no otras. Pasemos a observarlo con más detalle. El capital simbólico, es la forma que toman todos los tipos de capitales cuando su posesión es percibida como legítima: la forma de prestigio, renombre, reputación y autoridad personal. El capital cultural, que cubre los bienes culturales, la formación y la educación, puede manifestarse de tres formas: bajo el estado objetivado, el estado institucionalizado y el estado incorporado. El estado objetivado se refiere a objetos con propiedades que ejercen por su sola posesión un efecto en los agentes, se trata de bienes culturales como discos, libros,

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fanzines,

instrumentos...

El

capital

cultural

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institucionalizado

se

refiere

a

los

reconocimientos que las instituciones del campo concreto otorgan a los agentes, es el caso de las discográficas independientes o de la organización de los fanzines más duraderos y de mayor impacto, que en el campo que nos ocupa, funcionarían como instituciones que otorgan reconocimiento de habilidades y/o compromiso y aportación a la escena. La última forma de capital cultural es bajo el estado incorporado, el cual se refiere al trabajo realizado sobre el cuerpo, que se observa en hábitos, esquemas de percepción y gusto (formas de hacer, de vestir, de relacionarse y ver el mundo específicas del punk). Por último lugar, Bourdieu definiría el capital social como el “conjunto de los recursos actuales o potenciales vinculados a la posesión de una red duradera de relaciones más o menos institucionalizadas de interconocimiento e interreconocimiento destinadas a la institucionalización o la reproducción de relaciones sociales utilizables directamente, a corto o a largo plazo…” (1980:83-85). En el caso del punk podríamos pensar en contactos con punks en distintos lugares de la geografía, algo primordial para la preparación de una gira, por ejemplo.

En lo que respecta a género, Adele Keala (2010) ha hecho un interesante trabajo en el que basándose en la idea de capital cultural incorporado explica las limitaciones y resistencias expresadas por mujeres músicas en la escena de rock alternativa de Tampa, Florida. La autora explica cómo para participar del rock alternativo se requiere de un capital cultural incorporado derivado de tener un cuerpo sexuado en masculino. Según Bourdieu, para entrar en un campo se requiere de un habitus8 que te predispone a entrar en dicho campo y no en otro, siendo ese habitus, según apunta Adele Keala, el que faltaría en las mujeres para participar del campo del rock alternativo. Aunque, tal y como desvela su trabajo empírico, ellas logran entrar en el campo del rock desarrollando distintas estrategias para sacar provecho de su a priori posición de desventaja dentro del campo. Por otro lado, tampoco podemos olvidar que el habitus es asimismo constituido por el campo y sus prácticas específicas. De ahí la importancia de generar transformaciones dentro del campo, las cuales generarían la constitución de un nuevo tipo de habitus.

8

El habitus es uno de los conceptos centrales de la teoría sociológica de Bourdieu. Lo define como una capacidad cognitiva constituída socialmente. Por tal podemos entender esquemas de hacer, pensar y sentir asociados a la posición social. Para mayor profundización sobre el habitus y la teoría de Bourdieu ver Bourdieu, Pierre (1980) Le

sens pratique. Paris: Minuit

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2. 4. REPRODUCIENDO NORMAS DE GÉNERO: ¿LA GRAN PARADOJA?

Tal y como señalan Curry Malott y Milagros Peña (2004) el punk reproduce ideologías dominantes, al mismo tiempo que produce sus propias ideologías subversivas y de resistencia, contracapitalistas y potencialmente revolucionarias. Esta paradoja, puede explicarse porque el punk no se da dentro de un vacío cultural, sino que como campo propio está en relación con otros campos y se constituye dentro de una hegemonía donde estamos invadidas por los valores dominantes a través de los distintos medios de comunicación e información. Se subvierte al tiempo que se reproduce. Podríamos afirmar que el punk emerge como una forma de resistencia, que sin embargo falla al resistir las normas de género de la sociedad dominante. Tradicionalmente el punk ha servido para llamar la atención sobre las injusticias sociales y económicas centradas en el sujeto blanco masculino, lo que ha derivado en la construcción de una concepción de masculinidad y cultura masculina de clase obrera. Sin embargo, y tal y como podemos apreciar a través de las páginas del último especial queer de la Maximun Rocknroll9, el punk no es exclusivo de hombres blancos y son precisamente esas minorías atravesadas por el género, la “raza” y/o la sexualidad las que principalmente se erigen como agentes de

cambio

dentro

del

propio

campo,

criticando

el

machismo,

racismo

y

homo/trans/lesbofobia imperantes no sólo en la sociedad dominante sino también en la propia escena.10

Los debates planteados por autoras feministas respecto a la inclusión/exclusión de una mirada de género en las luchas políticas nos pueden ayudar a encontrar algunas claves para entender este fenómeno. Para la autora feminista Nancy Fraser (1997) el género contiene tanto una dimensión económico-política como una cultural que lo sitúa en una posición bivalente respecto al dilema redistribución-reconocimiento 11, generando un círculo vicioso de subordinación cultural y económica donde ambas facetas están dialecticamente interrelacionadas. En su dimensión político-económica entiende el género 9 Maximum Rocknroll, abreviado MRR, fanzine mensual de San Francisco de amplia distribución. 10 En el caso del machismo, el movimiento riot grrrl supuso un punto de inflexión. No sólo por la denuncia del mismo sino por los planteamientos de articulación entre feminismo y punk, y por su propuesta performativa de femenindad empoderada que choca con las lógicas masculinas que ocupaban la cultura punk. Para profundizar en este tema, es indispensable Nadine Monem (ed) (2007) Riot Grrrl: Revolution Girl Style Now! London: Black Dog Publishing 11 Con el dilema redistribución-reconocimiento Nancy Fraser se refiere a las tensiones que surgen entre los movimientos que buscan la redistribución (como solución a las injusticas económicas) y el reconocimiento (como solución a las injusticias de reconocimiento) argumentando que mientras que el primero implica la eliminación de la categoría, el segundo la reforzaría. Para una revisión más detallada ver Fraser, Nancy (1997). “¿De la redistribución al reconocimiento? Dilemas en torno a la justicia en una época “postsocialista” “ en Fraser, Nancy. (1997) Iustitia Interrupta: Reflexiones críticas desde la posición “postsocialista”, Capitulo I, Siglo de Hombres Editores, Santa Fé de Bogota págs. 17-54. traducción: Magdalena Holguín y Isabel Cristina Jaramillo

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como un principio básico de la estructuración de la economía política, ya que estructura no solo la la división entre trabajo remunerado ‘productivo’ y trabajo doméstico no remunerado ‘reproductivo’, sino que estructura también la división dentro del trabajo remunerado entre ocupaciones de altos salarios (de mayoría masculina) y aquellas de salarios inferiores (ampliamente feminizadas), dando como resultado “una estructura político-económica que genera modos de explotación, marginación y pobreza específicos de género”. Por otro lado, la autora destaca la dimesión cultural-valorativa del género, dentro de la cual destaca el androcentrismo y el sexismo como las principales características de la injusticia de género: “la difundida devaluación y desprecio de aquellas

cosas

que

se

codifican

como

‘femeninas’,

paradigmática,

pero

no

exclusivamente, las mujeres”.

En lo que refiere al punk, mi hipótesis es que dentro del propio campo tendrían lugar tanto injusticias de distribución como de reconocimiento. Podemos pensar, y por utilizar los mismos términos que Bourdieu, en quién posee mayor capital económico, cultural y social.

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3 | MÚSICA, SUBCULTURAS Y GÉNERO: DE LA MUSICOLOGÍA FEMINISTA AL RIOT GRRRL

Para una aproximación al género en el punk, la revisión bibliográfica se divide en dos grandes bloques temáticos que atraviesan el tema: por un lado, aquellos estudios que han abordado el género y la música, por otro lado los que han tratado el género dentro de las subculturas. Al final, se incluye un apartado sobre la literatura específica que ha articulado género y punk.

3. 1. TRATANDO DE UNIR GÉNERO Y MÚSICA

a) Aproximaciones desde la musicología feminista

El interés por abordar el género y la música emerge principalmente en la musicología feminista. Una de las líneas de investigación que ha trabajado la musicología feminista, tal y como ilustra Mercedes Zavala (2009), ha sido la recuperación histórica de la obra de compositoras. Diversas autoras alemanas, inglesas y estadounidenses han aportado a la recuperación de numerosas y amplias obras de mujeres, visibilizando la existencia de mujeres creadoras a lo largo de la historia. En el estado español, el debate sobre la aportación musical femenina lo abre la publicación Música y mujeres, género y poder (1998), coordinado por la compositora Marisa Machado. Tal y como explica Pilar Ramos (2003), de forma paralela, durante la década de los 80 florece en Norte América la nueva musicología o new criticism. El punto en común compartido por estas nuevas tendencias es su oposición a la musicología tradicional, excesivamente positivista y formalista. Asimismo, la nueva musicología, incluye algunas líneas de la musicología feminista que tiene como objetivo superar el sesgo androcéntrico de la musicología tradicional. No obstante, no sólo se aleja de la musicología tradicional, sino que al adoptar una posición de rechazo de las ideas de compositora, obra y autora (por considerarlas inmersas dentro de una lógica burguesa y patriarcal) también critica las perspectivas feministas de recuperación. Las nuevas perspectivas musicológicas rechazan la visión de

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la música como lenguaje universal, trascendental y autónomo y la sitúan dentro de un marco social, cultural e ideológico. En esta línea, cabe destacar la obra pionera de Susan McClary (2002) Femenine Endings. Gender, music and sexuality, cuya relevancia radica en la ampliación del campo del análisis musical, poniendo especial énfasis en la relación entre la música y el contexto histórico y social. Otro ejemplo de este tipo de investigación, sería el trabajo de Lucy Green (1997). En esta obra, a través del concepto de patriarcado musical y de la teoría de la construcción social del significado musical, la autora explica cómo se han reproducido las prácticas y los significados generizados de la música producida por mujeres a lo largo de la historia. Mientras que por un lado ambos análisis incorporan una mirada feminista a la música, así como la ampliación del mismo concepto de música y del campo musical, por otro lado, y a pesar de la (re)valorización que éstas autoras hacen de la música popular, la música clásica y los espacios de educación musical formal continúan siendo el epicentro de estos trabajos.

b) Diferencias de género en las prácticas musicales

Dentro de los estudios de educación musical y de psicología de la música, se da una amplia producción de investigaciones sobre las diferencias de género en las prácticas musicales. Partiendo de la base de que los instrumentos están asociados a estereotipos de género, numerosas investigaciones se han centrado en estudiar las diferencias en la elección de instrumentos (O' Neill y Boultona. 1996; Harrison y O'Neill, 2002; Crammer, Million y Perreault, 2002; Eros, 2008). La justificación para las investigaciones de este tipo radica en su asociación con la proyección de la carrera musical (O' Neill y Boultona, 1996). Susan A. O' Neill y Michael J. Boultona (1996) del departamento de Psicología de la Universidad de Keele, realizaron un estudio entrevistando a 153 niños y niñas de entre 9 y 11 años para explorar sus preferencias a la hora de escoger instrumentos y determinar si éstas se relacionan con estereotipos de género. Las autoras concluyen que mientras que las niñas prefieren instrumentos como el piano, la flauta o el violín, ellos prefieren la guitarra, la trompeta o la batería. Sin embargo, tanto niñas como niños comparten las mismas ideas respecto de qué instrumentos no han de tocar teniendo en cuenta su sexo.

Otras investigaciones en esta línea abordan temas como la adquisición de habilidades musicales y/o la técnica musical Barry, 1992), las diferencias de actitudes en

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el aprendizaje musical (Wehr-Flowers, 2006) o la percepción respecto a músicos de distinto sexo (North, Colley y Hargreaves, 2003). Me muestro especialmente crítica con este tipo de estudios por dos motivos: su aproximación excesivamente psicologicista y su falta de reflexión crítica de género. Las aproximaciones de la psicología de la música parten de corrientes positivistas de la psicología como el funcionalismo o el modelo cognitivo-conductual, que se basan en teorías psicologicistas (procesos cognitivos internos, individuales) para explicar los fenómenos estudiados, olvidando las dimensiones social, cultural e histórica. Por otro lado, estas investigaciones tampoco se inscriben dentro de corrientes feministas, por lo que utilizan el género no como una categoría de análisis inscrita dentro de un sistema de relaciones de poder, sino como una variable de investigación que refuerza no sólo la visión binaria de sexo y género, sino que asimismo naturaliza la diferenciación sexual y la conceptualización del género como aquello naturalmente asociado a un sexo biológico determinado.

Asimismo, este tipo de aproximaciones focalizan su atención en el ámbito del aprendizaje formal de música en niñas y personas adultas (tanto dentro del sistema de escolarización como en centros específicos para el aprendizaje musical) olvidando otros espacios y formas en que se manifiestan las diversas prácticas musicales: los espacios no formales e informales de aprendizaje, otras dimensiones de las prácticas musicales tales como las formas de producción, expresión, representación, explotación y consumo por nombrar algunas.

c) Estudios sobre las representaciones/estereotipos de género en la música

La tercera de las aproximaciones tiene como objeto de estudio no la producción de la música en sí, sino las representaciones y/o estereotipos de género que ésta presenta. La gran difusión de la que goza la música popular explica que las investigaciones sobre los estereotipos se hayan interesado especialmente en ésta, aunque también se encuentran estudios basados en un corpus de canciones de música tradicional (María Belén Hidalgo Márquez, 2010). El trabajo pionero del musicólogo inglés Philip Tagg (1989) es todo un referente en el estudio de los estereotipos en la música porque incorpora la música popular de masas

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occidental dentro del espectro de los objetos de estudio de la etnomusicología. 12 Tagg estudia la forma en que se daban reproducciones y subversiones de género en la música del cine y la televisión de la época. Su trabajo empírico consiste en presentar a un grupo de personas distintos fragmentos musicales instrumentales de cine y televisión, ante los que a través de la libre inducción dichas participantes deben explicar qué imagenes consideraran que acompañarían dichos fragmentos. Los resultados sorprendentemente homogéneos y estereotipados en relación al género, llevan a Tagg a concluir que la música categoriza de manera específica las relaciones de género. En palabras del autor:

[T]he portrayal of ‘Woman’ in title music is as conservative as our respondents seem to believe musically (less so visually and even less so verbally), then it appears that music in our culture, its digital technology notwithstanding, can categorise shared subjective experience of and relation to our social and natural environment at deeper, possibly more ‘archaic’, levels of consciousness than visual and, more notably, verbal symbols. (1989:39).

A pesar de los abundantes datos empíricos que aporta en su artículo, Tagg no consigue explicar de qué manera y en qué contexto se da dicho proceso de categorización de nuestras experiencias generizadas, otorgando a la música un poder casi mágico y relegando al género a una posición natural inalterable.

Por otro lado, diversas autoras feministas se han preocupado por las representaciones de género en los medios de comunicación, siendo la música uno de sus campos de estudio (junto con el cine, la publicidad, la televisión pero también las llamadas TIC y los videojuegos). En general, estas autoras analizan los estereotipos de género que reproducen diversas (sub)culturas musicales, poniendo especial énfasis en aquellos estereotipos negativos de las mujeres y destacando los efectos nocivos que tienen sobre las mismas. Así, encontramos diversos estudios que partiendo del análisis textual de letras y vídeos, se han centrado en estilos musicales concretos que se han considerado como especialmente misóginos: el rap (Barongan y Nagayama Hall, 1995; Weitzer y 12 En el año en que el autor publicaba el artículo, 1989, la música popular no gozaba de gran aceptación entre los círculos intelectuales de la antropología musical y la etnomusicología. De hecho, las descripciones de sendas disciplinas negaban directamente la inclusión de la música de masas occidental como su objeto de estudio. Ver Nettl, Bruno (1964). Theory and Method in Ethnomusicology. London. y Kunst, Jaap (1959). Ethnomusicology. Den Haag.

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Kubrin, 2009) y el rock y/o el heavy metal (St. Lawrence y oyner 1991; Martínez, 2003).

Una de las críticas a las que se somete este tipo de estudios es que niegan la agencia de las personas receptoras del producto cultural en cuestión (canciones y videoclips en el caso que nos ocupa) al dibujarlas como sujetas pasivas sobre las que el mensaje se mimetiza de forma totalmente acrítica. Por otro lado, basarse solo en análisis textual no es concluyente como afirman Frith y McRobbie (1990), puesto que la música popular incluye una combinación de sonido, ritmo, letra, interpretación e imagen compleja a la que hay que prestar atención. Como ellas mismas apuntan, es más que “notas [musicales] y palabras”.

d) Estudios sobre las mujeres en la música popular

Desde distintas disciplinas como la sociología o los estudios de mujeres y género, diversas autoras feministas interesadas en la música popular interpretada por mujeres han investigado sobre el papel que éstas juegan dentro de la industria de la música popular (Bayton, 1998; Clawson 1999; Carson, Lewis y Shaw, 2004).

Mavis Bayton (1998) y Mina Carson, Tisa Lewis y Susan M. Shaw (2004) realizan amplios e interesantes trabajos empíricos en los que entrevistan a numerosas mujeres músicas. Mavis Bayton aborda los grupos musicales femeninos que circulaban en el Reino Unido, mientras que Mina Carson, Tisa Lewis y Susan M. Shaw realizan un exhaustivo trabajo de campo entrevistando a mujeres que tocan o cantan rock a lo largo y ancho de Estados Unidos.13 Estos trabajos son de gran relevancia puesto que aportan importantes reflexiones respecto a temas diversos como la relación de las mujeres con sus guitarras14, la masculinización de los espacios (especialmente las tiendas de 13 Lo interesante de la selección de participantes en su investigación radica en la inclusión de distintos niveles de profesionalidad y repercusión. Además de aquellas mujeres populares que ya circulaban en la industria comercial del rock, también incluyen aquellas presentes en los circuitos locales, permitiendo así una visión más amplia de la situación de las mujeres en el rock. Personalmente, subrayo su interés ya que permite abordar las experiencias de mujeres músicas al margen de los circuitos comerciales, que es precisamente parte del tema de esta investigación de narrativas sobre género y punk. 14 La guitarra eléctrica es el instrumento masculino por excelencia dentro del hipermasculino mundo del rock. Para profundizar en este tema recomiendo enormente el capítulo “Girls with Guitars” de Mina Carson, Tisa Lewis y Susan M. Shaw, que encontré tan inspirador que por un momento hasta me dieron ganas de aprender a tocar la guitarra. En Mina Carson, Tisa Lewis y Susan M. Shaw(2004). Girls Rock! Fifty years of women making music. The University of Kentucky Press: Kentucky

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instrumentos), la intersección entre género y raza en el rock o los movimientos de música de mujeres.

Aunque estos estudios destacan las limitaciones y los obstáculos que sufren las mujeres para desenvolverse en espacios tan masculinos como el rock, ofrecen también una mirada a las formas en que las mujeres no solo han sobrevivido a una cultura machista sino que han podido desarrollar su actividad como músicas y cantantes, evitando así, caer en las tan extendidas versiones victimistas.

Otros trabajos de investigación se han centrado exclusivamente en las formas de resistencia que las mujeres desarrollan dentro del mundo de la música. Estos trabajos estudian las distintas estrategias que las mujeres utilizan, insistiendo en su papel de agentes y abriendo un espacio para nuevas significaciones de las prácticas musicales. En esta línea destacamos el trabajo de Adele Keala (2010), quien plantea interesantes reflexiones sobre las estrategias de resistencia en mujeres músicas de la escena de rock alternativo15 de Tampa, Florida; y las reflexiones críticas de Mary-Anne Clawson (1999) respecto a la sobreespecialización de las mujeres bajistas en el subgénero del rock alternativo.

Otras autoras abordan distintos temas entrecruzando tanto el género, como la raza y la sexualidad con diversos estilos musicales: la identidad lésbica y la womyn's music 16 (Eder, Staggenborg y Sudderth, 1995), la redefinición de la feminidad afro en los vídeos de hip hop (Balaji, 2010), la incorporación de la noción de performance en la aproximación de género y música (Holman Jones, 2010) y la perspectiva queer (Shoemaker, 2010).

15 Por rock alternativo entiende aquel que se produce al margen de los circuitos comerciales, por lo que nuevamente, este trabajo presenta un interés especial para el tema que nos ocupa. 16 Womyn's music ha sido definida como música hecha por, para y de mujeres. Emerge en Estados Unidos durante los 70 a partir de los movimientos del feminismo de segunda ola y los movimientos pacifistas. Ver "Women's Music: No Longer a Small Private Party." Rockin' the Boat: Mass Music & Mass Movements. Ed. Reebee Garofalo. Cambridge, MA: South End Press, 1992.

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3. 2 | MIRADAS DE GÉNERO EN EL ESTUDIO DE LAS SUBCULTURAS 17

La mayoría del trabajo sobre subculturas carece de una articulación con el género. Afortunadamente, el trabajo de Angela McRobbie es toda una referencia de la aproximación a las subculturas desde una perspectiva de género. En Settling Accounts with Subcultures: A Feminist Critique, publicado por primera vez en 1977, la autora hace una relectura feminista de las obras Learning to Labour de Paul Willis y Subculture: the meaning of style de Dick Hedbige, sendas obras de peso en los estudios de la subcultura. Según McRobbie estos autores definen la subcultura en términos masculinos, por lo que es notable la ausencia de mujeres en sus aproximaciones a la subcultura.

If we look for the structured absences in this youth literature, it is the sphere of family and domestic life that is missing. No commentary on the hippies dealt with the countercultural sexual division of labor, let alone the hypocrisies of “free love”; few writers seemed interested in what happened when a mod went home after a weekend on speed. Only what happened out there on the streets mattered. (1990:57).

Tal y como afirma Linda Andes (2002) algunos investigadores sobre la subcultura han concluido que las chicas estaban menos involucradas en las culturas juveniles y que solo participaban de éstas para vestirse de una determinada manera, socializar y atraer a los chicos. Conclusiones que han sido fuertemente criticadas por críticas feministas como Angela McRobbie y Jenny Garber (2005) o la misma Linda Andes. Estas autoras consideran que esta lectura de la subcultura implica una definición sesgada de género que privilegia a los participantes masculinos y exalta el espacio público frente al privado.

La división público/privado asociada al género adopta un matiz importante en la lectura de McRobbie, quien en sus conclusiones refuta el hecho de que las chicas fueran ausentes o invisibles en las subculturas, sino que más bien era la mirada andocéntrica de los investigadores la que les hacía desaparecer. La hipervaloración de lo público, de 17 Aunque en este trabajo no conceptualizamos el punk como subcultura, una revisión de la literatura sobre género y subcultura ha sido considerada necesaria, por ser esta línea de estudios donde se ha ubicado el punk como objeto estudio.

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aquello que pasa en las calles, lleva implícita la desestimación por aquello privado, exclusivo de lo femenino. Al tener en cuanta lo privado, McRobbie nos abre una subcultura propia, no la de las calles, sino la de los dormitorios, desde donde las chicas desarrollaban sus propias maneras de vivir las subculturas de las que participaban. Así la autora reconoce que las chicas no solo participan de la subcultura, sino que debido a las condiciones semiótico-materiales derivadas de su género, participan de dicha subcultura de una forma particular y propia.

3. 3. ARTICULANDO GÉNERO Y PUNK: HACIA UNA MIRADA FEMINISTA

En un acercamiento a la literatura sobre punk, podemos encontrar dos tipos diferentes de publicaciones. Por un lado, la literatura divulgativa, más numerosa, y por otro, la académica, que sobre todo ha tenido repercusión en el contexto anglosajón.

Las publicaciones del primer tipo son las más accesibles, ya que se encuentran dentro de los circuitos editoriales comerciales. En la mayoría de los casos buscan realizar panorámicas del punk dirigidas al público general, o crónicas de escenas concretas en un trabajo que tiene más de periodismo musical que de aproximación sociológica. Efectivamente, se ha escrito mucho acerca de los orígenes del punk en el Reino Unido y en Estados Unidos (Colegrave y Sullivan, 2005; McNeil y McCain, 2007; Strongman 2008; Thompson, 2004; Andersen y Jenkins, 2009 18) y sobre todo destacan los textos que tratan de dar una explicación al surgimiento del punk (en el contexto de la Inglaterra de Tatcher y los Estados Unidos de Reagan) y las que se centran en los grupos que tuvieron más repercusión mediática, como los Sex Pistols o los Clash. En el estado español Marc Gras (2005) y Mariano Muniesa (2007) han seguido esta línea de publicaciones. Partiendo de la idea del punk como movimiento contestatario surgido en Inglaterra y EEUU a finales de los 70, con gran repercusión en la música, el arte y la filosofía. En Catalunya recientemente se han publicado sendos textos que abordan la emergencia del punk en el contexto catalán durante la década de los 80: Harto de Todo: Historia oral del punk en la ciudad de Barcelona (1979-1987) (Llansamà, 2011) y Que pagui Pujol. Una crónica punk 18 El activista Mark Andersen y el escritor de arte Mark Jenkins escriben en Dance of Days: two decades of punk in the nation's capital sobre la escena punk de Washington DC, una de las más influyentes de los 80 y 90. Incluye artistas como Bad Brains, Henry Rollins, Fugazi y Bikini Kill.

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de la Barcelona dels 80 (Joni D., 2011). A pesar de que ninguno aborda directamente el tema de género, aparecen algunas protagonistas femeninas en sus textos.

En general, es bastante común en este tipo de literatura que la presencia de las mujeres sea mínima. Esto podría ser interpretado como la menor participación de las mujeres en la escena, y sin embargo, siguiendo a McRobbie, sospechamos que tal afirmación resulta problemática sin una lectura crítica de género que profundice en los motivos y condiciones de dicha participación. En los casos más afortunados, encontramos libros que incluyen un capítulo propio dedicado a temas de género y feminismo, como en Punk Productions de Stacy Thompson (2004) que aborda el fenómeno riot grrrl o The Philosophy of Punk19 de Craig O' Hara (1999), que dedica otro capítulo no tanto a criticar el sexismo dentro de la escena (aunque reconoce que muchas personas implicadas en el punk que han adoptado el antiespecismo o el antiracismo, se contradicen al aceptar y reproducir el sexismo), como a reconocer la participación de mujeres y queers en la misma.

La necesidad de visibilizar el sexismo y la participación de las mujeres en el punk, ha generado una literatura propia, aunque más limitada, que incluye textos exclusivamente dedicados a ellas. Cinderella's Big Score. Women of the punk and indie underground de Maria Raha (2005) quizás sea el texto más representativo, puesto que incluye un recorrido por las mujeres de esta escena durante las décadas de los 70, 80, 90 y hasta el presente, tratando de explorar los espacios propios que estas mujeres han creado en un ambiente que en principio las excluye. Destaca además la forma en que estas mujeres han subvertido las nociones tradicionales de feminidad. Aunque en la misma línea que las publicaciones antes mencionadas, Maria Raha se centra en aquellas mujeres que formaron parte de grupos musicales del contexto anglosajón que tuvieron más popularidad, como Patti Smith, Debbie Harry y Siouxsie Sioux en los 70; Wendy O. Williams, Kim Gordon y Lydia Lunch en los 80; grupos como L7, Hole y Bikini Kill en los 90; y Le Tigre, The Gossip o Peaches en los inicios del siglo XXI. En esta línea también se ubican todas las publicaciones sobre riot grrrl entre las que destacan el libro editado en 2007 por Nadine Monem, Riot Grrrl: revolution girl style now!, y el trabajo de Sara Marcus, 19 Este libro se distingue de los anteriores, ya que sin llegar a ser un texto académico, realiza un recorrido ideológico del punk, algo novedoso que lo ha convertido en libro de referencia en numerosas publicaciones académicas sobre el tema.

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Girls to the Front: The True Story of Riot Grrrl Revolution (2010). Dadas las tergiversaciones mediáticas sobre este movimiento, muchas de las protagonistas del riot grrrl de los 90 se han movilizado para tomar la palabra y contar su propia historia. Se trata de publicaciones de gran valor por su aportación novedosa al articular punk, feminismo y activismo cultural y por superar la práctica recurrente de visibilizar y celebrar a las divas, dando un espacio de reconocimiento a miles de chicas anónimas que desde sus casas, sus barrios, sus centros sociales hacían posible la revolución al estilo femenino. Sin embargo, el fenómeno riot grrrl fue particicular del contexto anglosajón, teniendo una menor y más tardía repercusión en el estado español.

Por otro lado, encontramos una producción académica sobre punk no muy amplia y desarrollada principalmente en los países anglosajones (Steven Taylor, 2003; Ryan Moore, 2004, 2007; Andy Bennett, 2006; Rosendo Flores, 2010), lo cual hace de la articulación del género y el punk un tema novedoso. El trabajo etnográfico de Lauraine Leblanc (1999) aparece como un oasis en mitad del desierto. Lauraine Leblanc parte de la base de que las chicas punks se enfrentan a una gran paradoja. Como chicas tanto la sociedad como sus compañeros punks esperan que se ajusten a las normas de la feminidad y como punks, transgreden dichas normas por lo que no terminan de encajar en la categoría “chicas”, pero tampoco en la de “punks”. A través de cuarenta entrevistas en profundidad realizadas a chicas punks de distintas ciudades de Norte América, Leblanc nos acerca a las distintas experiencias de chicas y mujeres punk sobre sus relaciones en la escena, la feminidad, las agresiones sexuales y la resistencia al machismo. Al estar ella misma implicada con el punk, sus observaciones en el campo complementan de una manera muy empática a lo aportado en las entrevistas.

Otros trabajos donde encontramos un cruce entre género y punk son el de Curry Malott y Milagros Peña (2004) donde se centran en las resistencias y reproducciones ideológicas dentro del punk, destacando el género, pero también la clase o la “raza”; y el trabajo teórico y más optimista de Lucy Nicholas (2007), quien realiza una lectura postestructuralista de los discursos de género en la escena anarco-punk británica actual.

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4 | APROXIMACIÓN EPISTEMOLÓGICA Y METODOLÓGICA: ARTICULANDO

GÉNERO

Y

PUNK

A

PARTIR

DE

PRODUCCIONES NARRATIVAS

4. 1. Epistemologías feministas

La realización de una investigación implica la producción de conocimiento, por lo cual las consideraciones epistemológicas se tornan un imperativo. Éstas han sido un tema de preocupación para autoras feministas, al tratarse de aquellas cuestiones que refieren al sujeto legítimo del conocimiento y sus marcos de legitimación. Tal y como han desvelado algunas autoras (Harding, 1987; Fox-Keller, 1989; Haraway, 1991), el conocimiento se produce desde y a la vez legitima una mirada androcéntrica del mundo que no sólo olvida la perspectiva de las mujeres, sino la de cualquier grupo minoritario. La ciencia constituida como saber objetivo, neutral, incuestionable per se necesita ser desestabilizada, así como desvelada su ideología y las relaciones de poder subyacentes. El conocimiento ni es neutral ni ahistórico, se produce en un contexto socio-histórico determinado y es atravesado por una dimensión política. Partiendo de estas asunciones, la investigación feminista no se limita al abordaje de fenómenos y temas de mujeres, sino que incide sobre la cuestión más profunda respecto a los métodos y las técnicas de investigación a aplicar, y los efectos que éstas producen. Dicho de otra manera, asume la articulación entre epistemología y política. De ahí que nos cuestionemos: ¿Cuál es nuestro papel como investigadoras? ¿Qué métodos y técnicas se pueden usar para romper (o al menos minimizar) las relaciones asimétricas de poder derivadas del proceso metodológico? ¿Qué efectos puede tener el conocimiento producido para las “personas investigadas”? Frente a la tradición de ciencia masculinista

descorporeizada, las

epistemologías feministas implican posicionar a la investigadora en primer plano, junto al objeto de estudio. No es el ojo divino quien observa, ni el objeto de estudio quien se explica a sí mismo. La mirada, el lugar que ocupa la investigadora y los cambios de su posicionamiento respecto al objeto de estudio, se vuelven explícitos y se convierten en un punto de partida de la reflexión epistemológica: se trata de la reflexividad. Es importante destacar que la dimensión ética de la investigación adquiere un relevancia especial. Esto se explica atendiendo a cómo desde las posturas feministas debe existir un compromiso

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respecto a las formas de opresión que afectan a mujeres y otros grupos minoritarios, un compromiso con la transformación social. De ahí, que la producción de conocimiento no se justifique por sí misma, sino que deba estar vinculada a un proyecto de cambio social. Distintas autoras han aportado posturas diversas a estas cuestiones. Desde el empiricismo feminista se identifica el androcentrismo como un sesgo necesario de superar. Esta corriente, siguiendo la tradición empiricista, asume el conocimiento basado en

la experiencia (Hundleby, 2007). La autora destaca tanto las posibilidades del

empiricismo como herramienta para recuperar las experiencias de las mujeres (totalmente olvidadas por la ciencia androcéntrica), como la focalización por parte de las feministas empiricistas en dos temas: por un lado la conexión entre evidencia y objetividad y los valores ético-políticos, por otro lado las nuevas consideraciones sobre la agencia en el conocimiento.

A este respecto Sandra Harding (1987, 1993) se pregunta sobre la forma en que la metodología feminista desafía a la metodología tradicional. La autora rechaza la existencia de un método distintivo de investigación feminista

y critica la confusión

terminológica alrededor del concepto de método, por el cual se preguntan muchas feministas olvidando cuestiones epistemológicas de especial relevancia para la investigación feminista . A fin de cuentas, según Harding, el empiricismo feminista se trata de una aproximación que busca ajustarse de forma más “adecuada” a la realidad, superando el sesgo sexista de la ciencia a través de la aplicación de métodos específicos basados en la evidencia, sin conseguir disociarse de las normas de la ciencia misma. La objetividad de la ciencia tendría más que ver con los movimientos de liberación social que con las normas de la ciencia misma, normas que no se pueden desprender del sesgo patriarcal, racista y de clase (Harding, 1993).

Frente al empiricismo feminista, la autora propone la teoría del punto de vista. Influenciada por la filosofía marxista, esta teoría enfatiza el lugar desde el que se mira el mundo, el cual no sólo determina qué miramos sino también la forma en que lo hacemos. De ahí que a partir de las desigualdades sociales, se generen distintas versiones de la realidad social y sus relaciones. Según esta teoría, la mirada desde la posición de opresión posee una ventaja epistemológica, ya que genera una mirada más objetiva que

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aquella producida desde una posición de poder. Puesto que la objetividad fuerte está en la perspectiva de las personas marginadas y oprimidas, integrar la mirada de los grupos minoritarios se vuelve una urgencia epistemológica.

Different locations with the social hierarchy affect what is seen. The standpoint of marginalized people provide less false views of the world than do the privileged perspectives of the powerful. Strong objectivity requires that scientific research start from the lives of women, the poor, gays and lesbians, and racial minorities. (Griffin, 2008: 491).

Asimismo, la teoría del punto de vista nos recuerda que el conocimiento no se produce desde ningún lugar ni es desinteresado e imparcial, sino que se halla situado y es siempre parcial.

Kristen Intemann (2010) apunta hacia la sofisticación de ambas posturas en sus versiones contemporáneas, lo cual diluye la fuerte diferenciazión que Sandra Harding dibujara entre ambas posturas epistemológicas. Así, Intemann sugiere que:

In fact, some have suggested that whereas feminist empiricism is a view of how scientific claims are justified, standpoint feminism is best interpreted as a methodological claim about how to study scientific phenomena (particularly in the social sciences) that is compatible with feminist empiricism. (2010:779).

Es esta mirada integradora de ambas perspectivas la que le permite proponer un empiricismo feminista del punto de vista.

No obstante, la teoría del punto de vista ha sido criticada por privilegiar una posición feminista frente a otras y por fallar a la hora de explicar la intersección entre diversas marcas diacríticas como clase, etnia, “raza” y/o sexualidad, las cuales provocan formas de discriminación que van más allá de la mera acumulación de opresiones (Hancock, 2007; Davis, 2008).

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En este sentido, el feminismo postmoderno ha realizado una crítica de la racionalidad como ideal masculino que provoca marginación, dominación e invisibilización de los grupos minoritarios. Mientras que autoras como Judith Butler (1990) han aportado nuevas visiones del género y del sexo, desestabilizando la idea universalista del “ser mujer”, desde el feminismo postcolonial se ha destacado que en la producción de conocimiento también tienen lugar otras formas de discriminación (Spivak, 1988).

4. 2. ARTICULANDO CONEXIONES PARCIALES: UNA MIRADA DESDE LOS CONOCIMIENTOS SITUADOS

En el momento en que apareció el germen de esta investigación intuía que la aproximación que tuviera respecto al tema, debía proporcionar(me) comprensiones profundas sobre el fenómeno, más que datos empíricos cuantificables, descriptivos. Desde una perspectiva feminista, la forma de acercarme al fenómeno debía superar las ansias de medición, control y predicción. Una aproximación cualitativa se presentaba como la más adecuada, al permitir un acercamiento a las comprensiones del fenómeno en su contexto, devolviendo al conocimiento (científico) su dimensión histórica, cultural, socio-política y contextual (Lupicinio Iñiguez, 1995). Esta visión, puede contrastarse con las consideraciones de Nicole Westmarland (2001) respecto al debate cualitativo versus cuantitativo en metodología feminista. Westmarland rompe con la arraigada idea de que la aproximación cualitativa es más apropiada para la investigación feminista al asociarse investigación cualitativa y mundo subjetivo. ¿Tendría entonces, la investigación feminista, que tratar los fenómenos sociales desde una aproximación exclusivamente cualitativa? De acuerdo con Westmarland, las diferentes temáticas feministas requieren de distintos métodos, siempre y cuando se incorpore una mirada feminista. De esta manera, la dicotomía que dibuja los métodos cuanti/cuali como rivales opuestos pierde sentido. Se pueden aplicar métodos cuantitativos con una mirada crítica feminista, mientras que los estudios cualitativos son cada vez más extendidos y su utilización no es garantía de posturas críticas.

De cara a los objetivos de esta investigación, que implican comprender y articularse con las experiencias de distintas mujeres, tanto una perspectiva feminista como una

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aproximación cualitativa resultan no sólo adecuadas, sino necesarias.

El cambio de sensibilidad que, siguiendo a Lupicinio Iñiguez (1995), implica la aproximación cualitativa me llevó a toda una serie de consideraciones éticas y sobre todo epistemológicas. ¿Dónde estaba situada? ¿Desde dónde? ¿Cómo punk? ¿Cómo mujer? ¿Como investigadora? ¿Cómo mujer punk investigadora? ¿Qué posiciones de poder entraban en juego? Pensar en la posición de investigadora en la producción de conocimiento me remitía siempre a la responsabilidad y el compromiso. Si la tradición cualitativa me había proporcionado un cambio de sensibilidad en la aproximación al estudio, las autoras feministas que habían cuestionado el discurso científico - neutral, objetivo - (Harding, 1987; Fox-Keller, 1989; Haraway, 1991) me proporcionaron un marco desde el que reflexionar los posicionamientos y la noción de verdad. Al cuestionar las lógicas de la razón universal, podemos tener la sensación de caer en una especie de vacío ontológico y epistemológico. La gran pregunta que me hacía era, ¿es posible conocer de alguna forma? ¿Cómo producir conocimiento sin reproducir las limitaciones del discurso científico dominante, minimizando al menos las relaciones asimétricas de poder que se derivan del acto investigador? En este sentido, trataba de alejarme tanto del positivismo y su posición acrítica, como del relativismo extremo, encontrando una posibilidad en los conocimientos situados (Haraway, 1991). Donna Haraway plantea la epistemología de conocimientos situados para explicar cómo el conocimiento se genera desde una mirada localizada y cómo a partir de conexiones parciales es posible alcanzar comprensiones de los fenómenos que nos interesa abordar. Encontré pues en los conocimientos

situados

una

propuesta

posible

de

intervención/producción

del

conocimiento. Lejos de posturas positivistas y relativistas, la conexión parcial como posibilidad epistmológica. Esto implica que el fenómeno que se mira depende de la posición semiótica y material que ocupa aquella persona que mira; tal y como señalan Montenegro y Pujol (2003:303):

[E]l conocimiento se crea a partir de conexiones parciales entre posiciones materiales y semióticas (en el que intervienen actores – y actantes – humanos, tecnológicos, “naturales”, híbridos..). Estos conocimientos son parciales ya que surgen a partir de las circunstancias semiótico-materiales de las posiciones y articulaciones particulares que están en continua transformación.

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Una vez discurrido el asunto epistmológico, pasé a tomar en consideración el método, es decir, las formas técnicas concretas para acceder al fenómeno de estudio y la forma de análisis. Este aspecto es de especial relevancia ya que - y siguiendo la tradición de investigación feminista - buscaba la forma de minimizar las jerarquías de poder en la práctica investigadora. ¿De qué forma podía articularme con las miradas parciales de las personas cercanas al fenómeno? A este respecto, la propuesta de producciones narrativas de Balasch y Montenegro (2003) resultaba especialmente apropiada, ya que abre un espacio de posibilidad para generar conocimientos contrahegemónicos y visibilizar una diversidad de miradas de las experiencias de resistencia de mujeres en el punk. Fundamentadas en la epistemología de conocimientos situados, las producciones narrativas buscan generar un conocimiento parcial y localizado con personas cercanas al fenómeno, el cual poder articular con otros conocimientos (producción académica) al mismo nivel epistémico. Se aleja pues de las interpretaciones representacionales de los métodos cualitativos tradicionales porque no busca "dar voz" a las "sin voz", sino generar nuevas articulaciones con/desde miradas parciales y localizadas.

4.3. PRODUCCIONES NARRATIVAS: CUESTIONES DE PROCEDIMIENTO

La metodología de producciones narrativas consiste en realizar una serie de sesiones con las participantes. A lo largo de las sesiones se trata el fenómeno que se quiere estudiar, en este caso la experiencia de mujeres en el punk, más concretamente las formas en que resisten dentro de un espacio machista. A partir de los temas que emergen durante las sesiones se elabora una textualización siguiendo un cierto sentido narrativo. Tal y como explican Balasch y Montenegro (2003:44):

Para llevar a cabo las producciones narrativas, se programan una serie de sesiones en las que la investigadora y la participante hablan y comentan diversos aspectos del fenómenos estudiado […] Después de cada sesión la investigadora realiza un recuento de las diversas ideas utilizando sus propios recursos lingüísticos.

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El texto pasa a ser revisado con cada participante, siendo susceptible de transformaciones hasta que cada participante valida dicha narración en el momento en que considera que éste recoge su visión del fenómeno. El proceso no implica la realización de transcripciones de las conversaciones mantenidas con las participantes, sino que tiene como objetivo la elaboración de un producto textual coproducido entre investigadora y participante. Este texto híbrido pretende por un lado producir un relato “que tenga lógica argumentativa y que sea presentado como un texto acabado que de cuenta del fenómeno” (Balasch y Montenegro, 2003), mientras que por otro lado, busca superar tanto la sensación de inmediatez de las transcripciones, como la presentación de las narrativas a modo de datos o registros. Las narrativas son un producto en sí mismo, un producto resultado de un amplio proceso entre investigadora y participantes.

Una vez repetido el proceso con todas las participantes, el conjunto de narrativas pasa a ser analizado en relación a la teoría y la bibliografía revisadas.

a) Selección de participantes

El procedimiento de las producciones narrativas comienza con la selección de participantes. Para investigar sobre las prácticas de mujeres punk de la escena barcelonesa, los siguientes criterios han sido tenidos en cuenta para la selección de participantes: • Género: En esta investigación se parte de una visión no esencialista y estratégica de la categoría mujer. La categoría nos sirve para analizar una serie de procesos en los que se materializa la diferencia binaria de género. Por este motivo, nos acercaremos a personas que, independientemente de su identidad de género, poseen un cuerpo sexuado en femenino, lo que genera una expectativa de adecuación a la norma de género tanto en la sociedad mainstream como dentro de la cultura punk (Laurine Leblanc, 1999).

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• Actividad / involucración: Las participantes deben estar involucradas de manera activa con el punk, ya que desde la literatura se ha destacado la mayor dificultad que tienen las mujeres para participar de forma activa en la música y las subculturas (McRobbie, 1977, 1980; Bayton, 1998; Clawson 1999; Carson, Lewis y Shaw, 2004). Por este motivo se ha incluido a mujeres que en el presente y/o en el pasado hayan realizado actividades que no se limitan al consumo de punk (asistir a conciertos y festivales, escuchar y comprar discos, leer fanzines y otras publicaciones) sino que estén dirigidas a la producción: participación en grupos de música y/o organización de conciertos, realización de programas de radio, elaboración y distribución de fanzines y otras actividades afines dentro del punk underground. • Localización: La investigación se realizará en el contexto de la ciudad de Barcelona. De ahí que las participantes deben residir y estar involucradas en la escena de la ciudad. Esta decisión no viene únicamente determinada por la limitación geográfica y temporal de la investigación, sino que también responde de criterios históricos y sociales que sitúan a Barcelona como un núcleo importante de la cultura punk ya desde la década de los 80 (Joni D., 2010; Llansamà, 2011). Debido a la limitación impuesta por las exigencias temporales he optado por contactar con siete parcipantes. Se trata de una cantidad adecuada para poder realizar el procedimiento de narrativas de forma óptima y recoger las comprensiones y experiencias suficientes que nos den pistas sobre el fenómeno, aunque una investigación más amplia, y que adoptara otra(s) metodología(s) adecuadas para la investigación de prácticas sociales serían necesarias para un estudio completo del tema. Por ahora, este estudio pretende ser una primera aproximación. Finalmente, cabe considerar que estar situada en el contexto de la investigación ha facilitado la labor de contacto con las participantes. Las primeras participantes fueron contactadas a partir de contactos personales que sirviendo a modo "puente" entre investigadora y futuras participantes. Se fue ampliando el número de participantes a través de la técnica de bola de nieve, consistente en que las personas contactadas para la investigación sugieran a futuras participantes.

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b) Sesiones y textualización

Una vez contactadas las participantes se acordaba una sesión para abordar el tema de estudio. Previamente, fue elaborado un guión orientativo que englobaba diversos aspectos. Este guión pretendía orientar la sesión para que se ajustara a los objetivos de la investigación, sin suponer la aplicación rígida del mismo (Vallés, 1997). Asimismo, decidí incorporar el uso de material fotográfico en el proceso, una herramienta utilizada en investigación cualitativa en diversas disciplinas como ilustra Rosalind Hurworth (2003). La utilización de imágenes fotográficas busca facilitar la fluidez durante la sesión, así como apoyar el texto narrativo con imágenes. Para ello, pedía a las participantes que aportaran una o varias fotografías que relacionaran con su experiencia en el punk y/o que pudieran articular con lo comentado durante la(s) sesion(es). No implicaba la realización de nuevas fotos, sino la incorporación de fotografías escogidas por las participantes, que podían incluír fotos hechas por ellas mismas, en las que ellas estuvieran fotografiadas y/o material fotográfico variado de cualquier tipo. El material no refleja solo datos informativos, sino que es parte de una interacción colaborativa entre investigadora y participante (Jenkings, Woodward y Winter, 2008) y se constituye como un elemento que conforma el producto de la narrativa. Una vez realizadas las sesiones se procedía a la elaboración del texto. Concretamente, organicé los aspectos más significativos de las sesiones en relación a los objetivos de la investigación. Tras la escucha de las sesiones registradas iba organizando las aportaciones de las participantes en un orden coherente en que la narración tuviera sentido, haciendo posible la mejor comprensión del texto a futuras lectoras. El momento de textualización, como apuntaba anteriormente, no pretende ofrecer las visiones "de otras", sino narrativizar el diálogo que se ha producido durante las sesiones y "favorecer que las narrativas propuestas puedan ser transformadas y/o subvertidas por otras subjetividades y colectividades." (Bligia y Bonet-Martí, 2009). Así se insiste en el carácter de producción colectiva de las narraciones, frente a la noción clásica de autoría (Balasch y Montenegro, 2003). La producción de las narrativas es un trabajo colaborativo en el que “se desarrolla un proceso de interpretación, en el que participante e investigadora intervienen como sujetas productoras de conocimiento.” (Biglia y Bonet-Martí, 2009). La

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producción del texto final puede implicar una o varias sesiones, así como la re/escritura de varios borradores hasta alcanzar la versión con la que la participante esté de acuerdo. Para esta investigación, he incluido (con la autorización de la participante) una narrativa en su versión temporal no definitiva. He optado por incluir esta narrativa en el análisis por dos motivos: porque los aspectos de la narrativa que serán ampliados en su versión definitiva no afectan a los objetivos de investigación planteados, y para dar cuenta de la investigación como proceso abierto en continuo cambio. c) Tratamiento de las producciones narrativas El paso final del proceso implica la elaboraración de una metanarrativa propia en la que, a partir de la literatura consultada, se relacionan las narrativas de las participantes con la teoría y la bibliografía consultadas. Para llevar a cabo este tipo de análisis tuve en cuenta la propuesta de Heather Fraser (2004) para el análisis de narrativas, adaptándola a las particularidades de la metodología de producciones narrativas. Heather Fraser (2004) plantea la búsqueda de elementos comunes y divergentes entre las narrativas de las participantes. Para ello, en primer lugar, realicé una lectura de la totalidad de las narrativas. En segundo lugar, pasé a seleccionar los temas comunes y las diferentes posiciones emergentes. Finalmente, comparé éstas con la literatura para poder realizar una categorización. De la infinidad de temas que emergen en las narrativas, he aceptado aquellos que refieren a las estrategias de resistencia que desarrollan las participantes en su participación en la escena punk, ya que refieren al objetivo general de esta investigación. Esto implicó, en una primer acercamiento a las narrativas, que no se incluyeran aquellos temas no relacionados directamente con el género. No se trataba de decidir qué temáticas están o no en realidad relacionadas al género, como tratar de comprender qué visión del género mantienen las participantes. De ahí que no quedaran incluidos aquellos aspectos que ellas expresaban independientes al género como las descripciones de las actividades realizadas, algunos detalles biográficos de las trayectorias en el punk y otros fenómenos cercanos al punk como la okupación, la autogestión, la autenticidad... A partir de esta primera selección de temas, pude identificar algunas narrativas de las comprensiones de género en el punk: 1) lectura ciega al género 2) empoderamiento 3) ruptura de género y 4) agenciamientos de género.

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La credibilidad ha sido identificada como uno de los factores más importantes a la hora de establecer fiabilidad en investigación cualitativa (Guba y Lincoln, 1985). Por ello, la categorización fue supervisada por parte de expertas especialistas en estudios de género e investigación mediante producciones narrativas. Las cuatro categorías fueron contrastadas y comentadas tanto con la supervisora del trabajo, como con una persona experta ajena a la investigación. A continuación, pude contrastar las categorías con un grupo de reflexión/investigación independiente de la institución académica formado por especialistas en psicología social y/o estudios de género. A partir de estos intercambios, realicé una segunda selección de aspectos relacionados con las categorías creadas, buscando aquellos elementos que refirieran a formas de resistencia desarrolladas por las participantes. Centrar el interés en lo que ellas hacen, implicó no recoger aquello que ellos hacen o no: aspectos como la construcción de la masculinidad en el punk, la falta de concienciación y de elaboración de discursos propios de muchos hombres punks etc. De esta manera, finalmente pude identificar cinco tipos de estrategias de resistencia desarrollas por mujeres en el punk. Tal y como afirman Anselm Straus y Juliet Corbin (2002), la categorización

se trata de la asignación de conceptos a un nivel

abstracto. Las categorías son productos creados para facilitar el análisis que no refieren a realidades estancas y rígidas. Una prueba de ello es la aparición de una o varias de estas estrategias en una misma narrativa. En ellas se da cuenta de la utilización de diversas estrategias de forma simultánea, del uso de unas u otras según el momento vital de las participantes, e incluso el mismo cuestionamiento sobre estrategias utilizadas en el pasado.

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5 | RESISTENCIAS DE GÉNERO EN EL PUNK

You think all-girl bands are stupid like “what are they trying to prove?” what about all the fucking boybands then what the fuck are they tryin' to pove? So yeah, we're fuckin' feminists fuckin' dykes, fuckin' straights, fuckin' queers, fuckin' grrrls radical leftwing and no fucking meat! Beyond Pink, BEYOND PINK20

The things that separate us are constructed, they are learned, taught, and most importantly, they are challengeable. Ces Pearson21

5. 1. HAZLO COMO ELLOS

El punk, constituido como espacio claramente masculino, sirve originalmente para la construcción y legitimación de la masculinidad blanca de clase trabajadora. Tal y como apuntan Curry Malott y Milagros Peña (2004), el punk ha servido como dispositivo de fuga para los jóvenes blancos de la clase obrera, aunque sin embargo, tampoco ha sido exclusivo de ellos. En su heterogeneidad, la apertura a otros espacios posibles se ha materilizado, focalizando la tensión específica del punk entre la reproducción de la masculinidad hegemónica y la oposición a los valores dominantes. El punk no es exclusivo de hombres blancos, un amplio abanico de cuerpos abyectos pulula por los recovecos punk, pasen o no desapercibidos. En el caso del género, tal y como narra Maria Raha (2005) en su compilación de mujeres en el punk, las mujeres han estado 20 Letra de canción homónima del cuarteto feminista sueco Beyond Pink en su primer EP Cunt-oh-licious editado en 2002 por los sellos Cunts On Discount y Lipstick Machinegun. 21 Ces Pearson es postgraduada en Políticas Sociales y ha estado vinculada al punk británico en la última década. En ese tiempo ha escrito sobre género y subculturas, especialmente punk y hardcore.

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presentes desde los inicios. Además, han desarrollado diversas estrategias que les ha permitido no sólo sobrevivir en un ambiente que les podría resultar hostil o que no las incluía de la misma manera, sino que también ha implicado una reinvención/mutación del mismo punk.

En los orígenes de la biografía de muchas mujeres punk, como se puede comprobar en algunas de las narrativas, aparece un extrañamiento al vivenciar el rechazo/discriminación de las mujeres en un movimiento que inicialmente se sospechaba (más) libre. La creencia de que el machismo es cosa de la sociedad convencional, que la opresión de las mujeres es algo que no ocurre dentro del punk, es una idea tan naïve como extendida tal y como explica Jen (cantante de Submission Hold) en el documental From the Back of the Room22, en el que se aborda la involucración de las mujeres en el punk underground en Estados Unidos y Canadá.

Muchas adolescentes que por primera vez se acercan a la música punk, se encuentran en un ambiente que les discrimina cuando acuden a sus primeros conciertos.

En mis recuerdos de cuando era adolescente e iba a los conciertos punkys, casi siempre eran mogollón de tíos y tú, para hacerte un espacio, tenías que ir dando codazos o quedarte atrás. (Rakel: 3)

¿Podemos imaginar una metáfora más clara? Resignarse o hacerse un hueco como sea, que no es de cualquier manera, sino a la “suya”, “a codazos”, haciendo uso de fuerza física de alguna manera.

En el momento en que empecé a relacionarme con otras personas interesadas en este tipo de música, pude descubrir no sólo que las chicas eramos una minoría importante, sino que además la percepción que se tenía de nosotras era muy negativa. Una frase que se escuchaba en aquel momento y que resume bastante 22 From the Back of the Room es un documental DIY realizado por Amy Oden en 201. A través de los testimonios de más de 30 mujeres pertenecientes a bandas de punk en Estados Unidos y Canadá se abordan diversos temas importantes en la experiencia punk desde una subjetividad femenina: roles de género, relaciones con los movimientos feministas, maternidad, sexualidad, “raza” etc.

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bien lo que quiero decir es “Las tías sois el cáncer de la escena”. La escena era prácticamente masculina y la impresión que se tenía de las pocas tías era mala, se creía que estábamos ahí para ligar más que por la música. (Minia:1)

La cita de Minia da cuenta de lo extendida que está la visión naturalista y biologicista del género, visión que asocia de manera inexorable el sexo y el género femenino con una serie de rasgos y características marcadas por la biología, por el cuerpo de mujer, ese cacho de carne pecaminoso desde siglos atrás. Como mujeres somos leídas como vulnerables, débiles, sensibles, superficiales... y un largo etcétera siempre en oposición dicotómica de aquello que representa el hombre. Los rasgos culturalmente asociados a la feminidad resultan ajenos al punk y al ser éste definido por/desde la masculinidad, también son opuestos. El punk se define en términos como la rabia, la agresividad, la rebeldía mientras que ser mujer se define en términos que implican rechazo de la música ruidosa y agresiva y una tendencia obsesiva por agradar al otro y buscar pareja (una vez más, ¡relegadas al ámbito familiar!).

Siempre se cuestionaba nuestra presencia. Como tías, se dudaba de nosotras. Mientras que la presencia de un tío en un concierto no despertaba ningún tipo de sospecha, la de una chica siempre resultaba algo extraña, como si tuviéramos motivos ocultos más allá de la música. (Minia:1)

Partiendo de las ideas dicotómicas asociadas a lo masculino/femenino, la naturalización de una esencia femenina define a las mujeres punks como la otredad dentro de la otredad, como el elemento discordante y amenazador de la camaradería masculina que hace que se sospeche de ellas y sus motivos. La discriminación de las mujeres serviría como dispositivo de mantenimiento del privilegio y la exclusividad masculina.

Como expresa Rakel, el punk como espacio masculino no sólo se define en términos cuantitativos (la mayoría de la participación es masculina), sino también cualitativos: las formas de hacer, la performance punk, es puramente masculina.

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El mundo del punk es un espacio muy masculino. Por un lado, porque siempre hay más tíos tocando, sobre todo en ciertos instrumentos. [...] Por otro lado, esa masculinidad también se aprecia en las formas y la manera de relacionarse. (Rakel: 1)

Esa performance masculina se experimenta de manera paradójica cuando además de “la sociedad dominante” también tus propios compañeros punks te interpelan como mujer. En este sentido, Laurine Leblanc (1999) ha explorado los procesos de subjetivación en las jóvenes punks caracterizados por una tensión entre el “ser punk” y “ser mujer”. ¿Cómo desenvolverme en un espacio donde la masculinidad todo lo ocupa, donde soy inevitablemente leída como una más y al mismo tiempo como la otra? ¿Qué implicaciones tiene en la subjetividad femenina? Podemos comenzar a vislumbrar estas cuestiones a partir de las explicaciones de Lorena (narrativa 2), quien presenta una manera de armonizar masculinidad punk y subjetividad femenina.

Veía el punk como masculino. No contradecía la idea de, como mujer, poder ser punk y pensar acorde a ideas libertarias, pero no veía que ello tuviera complicidad con lo femenino. Adopté una estética masculina (era la estética que se podía ver en las fotos de otras chicas punk), entendiéndola como medio integrador dentro del punk, y evidentemente acompañada de una actitud ruda, dura, con características masculinas. No por desprecio a lo femenino, sino porque era una manera de hacerte valer, destacar o estar a un mismo nivel respecto al resto de la escena punk, formada mayoritariamente por chicos. (Lorena: 1)

Según Judith Butler (1990), el género no es algo que nos venga dado. No responde de una naturaleza biológica esencial, de modo que no hay nada en el “ser mujer” que se contradiga con el punk. Sin embargo, el género construido performativamente, a través del hacer, de la reiteración, constituye un sistema binario que diferencia clara y fervientemente dos mundos opuestos y complementarios: mundo masculino, versus mundo femenino, o siguiendo la línea performativa, formas masculinas de hacer y formas femeninas de hacer (que a su vez, y a través de su acción performativa, constituyen “lo masculino” y “lo femenino”). Desde esta perspectiva, podemos entender el punk como un espacio de re/producción de masculinidad, en la que la adaptación y reproducción de los

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códigos de la misma se presenta como una vía posible de integración para las chicas punks.

¿Por qué no iba a poder tocar siendo mujer? Parecía algo inalcanzable, porque el punk en mi ciudad era un espacio muy masculino. Algo que siempre me llamó la atención, sobre todo al principio. Sentía que las mujeres teníamos que demostrar que estábamos ahí por la música, que no estábamos para ligar. De alguna manera, se asume que no es una música que pueda gustar a las mujeres, porque es demasiado agresiva. Yo he visto cómo venía gente a preguntarme por los discos que había escuchado, para comprobar mis conocimientos. Este cuestionamiento también se daba desde las propias chicas que estaban ahí, no sólo de los chicos. Según lo entendía yo, si ellas habían tenido que demostrar que estaban por la música, actuaban de la misma manera con las chicas nuevas para asegurarse de que sus intereses eran los mismos, reproduciendo la misma idea de que nosotras estamos siempre detrás de los hombres. (Ieri: 1)

Tal y como explica Ieri, una práctica bastante habitual es el cuestionamiento y la “puesta a prueba” de las chicas punks, quienes han de demostrar su autenticidad para ser tomadas en serio. Mientras no lo hagan, siempre se les cargará con la sospecha de “groopie” a modo de versión adaptada de la “puta”, asegurando así que la norma de género (femenino) no se subvierte lo suficiente. Sin embargo, esta práctica tampoco es exclusiva de ellos. Muchas chicas también lo hacen. Se sientan o no amenazadas por otra(s) presencia(s) femenina(s), lo cierto es que la irrupción de la femenidad en el punk no está exenta de tensiones y complejidades. En la narrativa de Minia se describe claramente esta tensión al referirse al estereotipo de que las chicas dentro del punk son más superficiales:

Estoy de acuerdo en algunos casos, cuando pienso por ejemplo en la fijación por la estética, lo primero que me viene a la cabeza es esa preocupación que muchas chicas tienen por llevar tal o cual parche, dando más importancia a las pintas que a la música. (Minia:3)

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Esta tensión entre el rechazo de una esencia femenina y la reproducción de formas de feminidad tradicionales toma sentido si se atiende a que finalmente hemos sido socializadas en femenino. Las experiencias son diversas, algunas se sienten mujeres, otras mujeres-mujeres, otras se identifican como feministas, otras ni siquiera creen que el género sea importante... Algunas de ellas rechazan fuertemente ciertos rasgos de la feminidad tradicional, pero al mismo tiempo, ven cómo se reproduce y legitima también por parte de algunas mujeres en el punk, perpetuando una norma que después no se aplica sólo a ellas sino a la totalidad de las mujeres. Como explicaba Minia en palabras claras, no es que no haya mujeres en el punk a las que les gusta ponerse pintas y salir a ligar - porque las hay - el problema radica en la idea errónea de que todas actúan de la misma forma, en la dificultad de ver más allá de una figura monolítica, universal, esencialista y naturalizada de “mujer”.

Dado el espacio fuertemente masculinizado y la oposición a las formas tradicionales de feminidad, muchas chicas utilizan la estrategia de masculinización. La masculinización entendida en términos de formas de hacer masculinas, sin implicaciones identitarias, pero que sin embargo pasa por la adopción de estéticas, actitudes, formas de relación y participación en clave masculina. No se trata tanto de devenir tecnohombre 23, como de regirse por las reglas (masculinas) que definen el propio campo cultural del punk.

Yo era un poco la marimacho de la clase, es por esto que nunca he sentido discriminación al ser mujer. Por el contrario, en mi caso tuve gran aceptación, por mi condición física y mi carácter fuerte. (Madison:1) La cita de Madison sugiere hacia cómo el desarrollo de un carácter fuerte asociado a la masculinidad, puede incluso facilitar la integración en el campo cultural del punk. En otros casos, se adopta (consciente o insconscientemente) una actitud activa y comprometida que se entiende como prueba de la honestidad, la autenticidad y sobre todo, la capacidad:

23 Los términos de biomujer o biohombre han sido acuñados por la filósofa queer Beatriz Preciado para designar a aquellas personas cuyo género les ha sido asignado al nacer en función de sus rasgos bio-anatómicos. En este sentido, se refiere a tecnomujeres y tecnohombres para designar a personar que se refieren a sí mismas como mujeres u hombre a través diferentes técnicas.

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En el hecho de ser chica, querer tener tu banda de punk, montar conciertos, relacionarte con los otros, se hacía una demostración de que eras “capaz de”, y de que no estabas allí para ligar. (Lorena: 1)

[S]iento que como tía siempre has de demostrar algo para que te tomen en serio. […] la integridad de ellos no se cuestiona, pero cuando ven que una tía toca en un grupo o está moviéndose y dejándose la piel por la escena, entonces quizás empiezan a darse cuenta de que en realidad te interesa y que no sólo te quieres tirar al cantante de no sé qué grupo. (Minia:3)

Curiosamente, la demostración de autenticidad va ligada al rechazo de la groopie/puta, lo que Itziar Ziga (2011) denomina como el estigma puta, un mecanismo del sistema patriarcal para controlar los cuerpos y la sexualidad de las mujeres, para mantener su pasividad y asegurar el orden heteropatriarcal. Así cuanto más evidente sea la distancia con la groopie/la puta, mayor la aceptación y respeto percibidos. Algunas participantes comprueban cómo la actitud hacia ellas cambia cuando su autenticidad ha sido probada. Minia, refiriéndose a ella misma y otras compañeras, explica:

A nosotras, por ser personas activas e importantes en la escena se nos respetaba y nuestra relación con los tíos siempre fue muy positiva. […] [V]ivíamos la escena como cualquiera de ellos o más. Tampoco eramos especialmente femeninas y nuestros amigos tíos y otros chicos de la escena nos trataron siempre como uno más, nunca sentí que nos dieran un trato especial por ser tías, no eramos tías con las que fueran a ligar, no estábamos dentro del mercado de tías hetero. (Minia: 3)

De esta forma, la participación activa en la escena se constituye como una forma de resistencia por la cual las mujeres demuestran su autenticidad y legitimidad, desmintiendo la idea nefasta de que son el cáncer de la escena. Su participación no se explica como un medio para lograr la demostración de una autenticidad propia o colectiva de cara a los demás, sino que, sean cuales fueren sus motivaciones para involucrarse en el punk, hacerlo tiene un efecto sobre el propio campo que implica su inclusión en el

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mismo, la aceptación de ellas como uno más. Dicha participación se engloba dentro de una serie de dispositivos performativos de lo masculino (estética, actitud etc.) que se constituyen aquí como un tipo de habitus, que es el que permite a las mujeres la entrada en el campo de producción cultural que es el punk. Así, la primera forma de resistencia se trata de un medio integrador que asume las propias reglas del campo para articularse en el mismo. Sin embargo, la aceptación de las mujeres como uno más, no queda exenta de críticas. Nótese que la expresión uno más, refiere tanto al sujeto neutral general (masculino, blanco, occidental) como al más concreto uno más de los nuestros. Nótese también cómo este uno más supone una visión ciega al género donde la negación de las diferencias no es sino la negación de la opresión y no la superación de la opresión misma. Como se apuntaba unas líneas antes, esta estrategia no cambia el campo, sino que se basa en sus propias reglas para acceder a él. 5. 2. HAZLO TUYO

La presencia y la participación son necesarias, pero asumir las reglas (masculinas) del juego no es suficiente. De ahí que la visibilización de las mujeres en el punk emerja como un elemento necesario no exento de controversias. Desde la literatura especializada a fanzines y blogs, letras de canciones y acciones de colectivos.

[L]a visibilidad de las mujeres en la escena ha sido un tema que me ha preocupado y que he querido expresar en algunos momentos. Lo hacía a través de las fiestas que montábamos, y también en algún concierto que organicé […] Quería mostrar a mujeres que hacían cosas dentro de la escena. (Minia: 4)

En la narrativa de Minia la visibilización de las mujeres en el punk se presenta de forma ambivalente, como un arma de doble filo: por un lado como una herramienta útil y necesaria en la desmitificación de la idea mujer=cáncer de la escena; por otro lado, otro mecanismo que refuerza la otredad, la segmentación y marginalización. Asimismo, en ocasiones esta visibilidad puede ser resultado de la explotación de la imagen de la mujer. Refiriéndose a un grupo con el resto de miembros masculinos y del que era vocalista, Madison explica:

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Sacaron una portada en la que salía mi foto, a pesar de que me peleé con los chicos, porque yo no quería que saliera mi foto en el material, pero ellos insistían en que en las portadas y carteles tenía que salir yo. Lo discutíamos entre todos, pero ellos estaban convencidos, querían vender mi imagen. (Madison:8) La explotación de la imagen femenina en este contexto vendría a explicarse como indica Silvia Martínez (2003) a partir de la identificación género-sexo que impide que las mujeres sean percibidas de las misma manera que sus compañeros masculinos. Al no ocupar el espacio de la música popular con pleno reconocimiento, cuando se hace referencia a figuras femeninas sobresalientes se les pone siempre en un aparte, se las juzga o bien como excepciones sobresalientes -lo que todavía las encierra más en un aparte exótico y marginal-, o bien se es condescendiente en el juicio, alegando su presupuesta inferioridad.” (Silvia Martínez, 2003: 111). Al ser leída como excepcional y exótica, la imagen de Madison es considerada vendible. Para luchar contra el machismo subyacente de dicha idea, es importante, tal y como destaca Minia, tener en cuenta en qué contexto y con qué fin se busca la (hiper)visibilidad.

La idea de la visibilidad me parece útil pero creo que se puede volver en nuestra contra, produciendo segregación, una escena paralela... o también caer en el error de aceptar cualquier cosa si eres una tía. Como que si eres chica da igual que la música que hagas sea una mierda porque el hecho de que lo hagas siendo música ya vale y yo no estoy de acuerdo con eso. Además lo siento como si en el fondo me estuviera excusando y teniendo que justificar a la gente el por qué estoy aquí, a pesar de mis genitales. (Minia: 5)

La visibilidad remite a la responsabilidad sobre aquello que hacemos visible y de qué manera. La cita de Minia retoma la cuestión de estrategia política versus calidad musical. Por un lado, se da un reconocimiento de la visibilización como una estrategia útil y necesaria para la representación de mujeres fuertes, activas y autónomas que

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subvierten la feminidad pasiva y sumisa. Por otro lado, cuestiona los efectos que dicha estrategia pueda tener sobre el campo (escena punk). La estrategia en sí misma no está aislada, sino que se da dentro de un campo cultural concreto que le da sentido.

De ahí la importancia del contexto, de reconocer quién te va a leer, quien te interpela, ante qué público te estás exponiendo y de qué manera, porque en según qué situaciones resulta muy peligroso, cuando lo estás haciendo delante de un montón de tíos del rollo pornogore 24 con ideas misóginas, en el fondo ver esa actitud en las tías no hace más que confirmarles su postura. Otro caso sería el de Wendy O Williams de los Plasmatics , que salía al escenario con un rol muy sexual, pero se reapropiaba de eso y lo utilizaba en su favor. (Minia: 6)

Lo que Minia está poniendo sobre la mesa es la cuestión de la reproducción de la feminidad tradicional frente a la reapropiación de la hiperfeminidad perra, usando las palabras de Itziar Ziga (2010). El rechazo de la feminidad en el punk y de la feminidad tradicional por parte de algunas posturas feministas, se cortocircuita ante la desbordante sexualización de la que muchas mujeres se han reapropiado, remodelando así el aspecto subversivo y provocativo que ha caracterizado al punk. Desde las actuaciones de Wendy O Williams con los Plasmatics a la estética que adoptaban las punks en los 80, se da un proceso de reapropiación por el que aquello que ha servido para discriminar, lo que relegaba a las mujeres al papel de putas, era no sólo resignificado por ellas mismas, sino una elemento que otorgaba poder y autonomía, y que además, ponía el cuerpo femenino, como dice Meri Torras (2007), en evidencia.

En esas fotos salían chicas súper jóvenes que tocaban en grupos y hacían lo que querían. Esto me gustaba. Otra cosa que me llamaba mucho la atención era que había una exhibición muy evidente del cuerpo femenino. La línea entre la mujer objeto hipersexual y la apropiación del propio cuerpo como elemento de provocación era muy delgada y generaba en mí sentimientos opuestos. Minifaldas, medias de rejilla, maquillajes extremos... En las portadas de dos de mis discos favoritos de Último Resorte y Desechables, salían las cantantes mostrando sus 24 El pornogore es un subgénero del goregrind surgido en los inicios de la década de 1990; difiere del goregrind únicamente en el contenido de las letras, las cuales se basan en una mirada excesivamente masculina y heterosexista del sexo y de diferentes “perversiones sexuales” incluyendo la necrofilia.

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pezones sin ningún pudor. (Maria: 2)

El cuerpo femenino emerge entonces no como un cuerpo dócil y sumiso, sino que se torna un cuerpo insurgente y extremadamente sexual. Recupera su sexualidad y al hacerlo se da un proceso de empoderamiento.

[T]ampoco adopté una feminidad al uso sino más bien una parodia de los códigos de la feminidad llevados al extremo. En este sentido, no me identificaba con las chicas monas que iban a la discoteca a ligar. Yo era una punk y teóricamente la base del punk era la provocación y la transgresión. Por primera vez desde el inicio de la pubertad me atrevía a enseñar mis piernas, que no consideraba especialmente “bonitas”. Creo que aunque el factor social es importante, nunca me vestí así para los demás. Principalmente, lo hacía para mí misma. Gracias a esta nueva manera de entender mi cuerpo, empecé a aceptarlo y a sentirme más cómoda con él. (Maria: 2)

Apartarse de la feminidad tradicional impuesta y (auto)asumida, produce un claro efecto de liberación y de expansión corporal. Habiendo sido el cuerpo y la sexualidad femeninas sujetas al control estricto, la subversión de la norma que asegura que ese cuerpo se mantenga dócil, pasivo y vulnerable, desemboca en la apertura de posibilidades de vivir y habitar ese cuerpo.

En conclusión, la estrategia de reapropiación en este caso consiste en apropiarse de elementos que anteriormente habían sido utilizados para discriminar y resignificarlos. Partiendo de la subversión y la transgresión características del punk, algunas mujeres adoptan una hiperfeminidad sexual y combativa que genera una ruptura en las reglas del campo-punk, al evidenciar el cuerpo femenino, y la posibilidad de una feminidad femenina fuerte, sexual y subversiva.

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5. 3. A TU/NUESTRA MANERA

Un aspecto en común que comparten la mayoría de las narrativas es la visión del punk, a pesar de todo, como un espacio de empoderamiento que implica tanto formas de empoderamiento individuales como empoderamientos de género colectivos; que abarca desde la visión de empoderamiento como forma de desarrollo personal a una “estrategia que busca impulsar cambios en la vida cotidiana de las mujeres e implementar un proceso de transformaciones en las estructuras sociales” (Magdalena León, 2000).

a) Empoderamiento personal: puedes hacerlo

Muchas narrativas dibujan el punk como un lugar que les ha permitido un desarrollo personal autónomo, fuerte y crítico, en contraposición a la pasividad y el acomodamiento generalizado en las sociedades capitalistas postindustriales.

[El punk] me sirvió también para dar cierto sentido a mi vida en un momento en que tenía claro que mi vida era distinta a la de las demás niñas y en la que desde luego no quería hacer las cosas que ellas hacían: salir, tener novio...(Lorena: 1)

Asimismo observamos cómo en el punk no sólo se produce una diferenciazión respecto “al resto de la sociedad”, sino también un alejamiento de la adecuación a la norma de género femenina. Construirse a una misma desde el punk, implica una cierta marginalización, un distanciamiento de la norma, que aunque a veces pueda pagarse caro, se ve recompensado por la sensación de poder que produce al aplicar su máxima hazlo tú mism@ y reconocer que como mujer, también puedes hacerlo.

De mis experiencias tocando en grupos y en el punk he aprendido que si quieres hacer algo lo puedes hacer por ti misma, sin necesidad de intermediarios e independientemente de la calidad profesional. (Maria: 1)

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La sensación de liberación/poder que otorga el punk se hace tan evidente que varias participantes narran cómo les impulsó a tomar las riendas de su vida, responsabilizarse, actuar, hacer lo que deseaban, cambiar aquello que no les gustaba y sobreponerse a las críticas y los obstáculos que aparecen en el camino.

Siempre sentí que si me gustaba y me identificaba como punk, tenía que aportar algo dentro de la escena y no dejar que las cosas fueran de una forma que no consideraba justa. Sentía que tenía que cambiar lo que no me gustaba y saqué el fanzine Luna: una publicación feminista, hecha bajo las premisas del do it yourself, próximo a las ideas anarquistas. (Lorena: 3)

Otras empezaron a montar bandas, organizar conciertos... Desde luego, tal y como afirma Alodia (narrativa 3), a pesar de la creencia popular, las chicas en el punk hacen mucho más que sacar fotos, y al hacerlo, se sienten empoderadas a nivel individual. Es común entre las experiencias de mujeres, que tocan en bandas, que identifiquen una mayor dificultad, tal y como se ha explorado en investigaciones previas (Bayton, 1998; Clawson 1999; Carson, Lewis y Shaw, 2004; Keala, 2010). Estas dificultades se pueden dar en el acceso a los instrumentos, el aprendizaje, el desarrollo de la técnica y las habilidades sociales y la seguridad que requiere la experiencia de tocar con un grupo y dar conciertos. El proceso no es fácil, y a pesar de ello, encuentran la manera de anteponerse a las adversidades y hacerles frente.

Durante los primeros conciertos estaba más nerviosa, ahora me lo tomo de otra manera. Cada vez que he tenido que subir al escenario me he ido enfrentado a esa situación y he ido cambiando mi actitud. Es cuestión de experiencia también. Al principio salía a cantar y estaba muy rígida, luego empecé a moverme más, estar más relajada y dejarme llevar. […] Antes de salir a cantar me puede entrar la paranoia de pensar que no puedo hacerlo, miedos e inseguridades que surgen en esos momentos, porque piensas “qué dirán?” y cosas así. A veces me he tomado unas birras antes para animarme, pero en cualquier caso siempre salgo porque al fin y al cabo hay un compromiso con el resto de la gente del grupo y también por

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intentar superarme y todo eso. Al final piensas, “Si los demás pueden, por qué yo no?” y después del concierto es un subidón. (Alodia: 3)

Si anteriormente apuntábamos (siguiendo la línea planteada en el estudio de Adele Keala, 2010) a que se requería de un habitus para entrar en un campo concreto, en este fragmento encontramos el proceso inverso: el habitus también se constituye una vez dentro del campo. Alodia sentía inseguridad durante sus primeros conciertos y sin embargo, a través del tiempo ha ido desarrollando una serie de aptitudes y actitudes que le han permitido enfrentarse y disfrutar en el escenario.

b) Empoderamiento colectivo: articulación punk/feminismo

Algunas participantes reconocen que están inmersas en un sistema que las discrimina, un sistema que también atraviesa el territorio supuestamente liberado por el que se mueven. En sus experiencias el feminismo emerge como una posibilidad de empoderamiento de género. Es en esta articulación de feminismo y punk donde el empoderamiento individual deviene empoderamiento colectivo.

“[A] partir de los 15 o 16, que entré a militar en grupos de mujeres, tras entender que me sentía mujer y que existían políticas que también tenía que defender, cambié de actitud y pasé a ser más coherente conmigo misma. […] Todo ello me hizo tomar una actitud de protagonista, lo cual no era lo típicamente femenino, pero tampoco era la manera masculina de hacer las cosas, porque de alguna manera desafiaba a lo presente.” (Lorena: 2)

En este sentido se plantea la entrada en la militancia feminista como una coincienzación de género, insistiendo en los efectos empoderadores que genera dicha militancia. Esta forma de empoderamiento genera una doble ruptura con el punk: por un lado rompe con la visión tradicional de la feminidad, al superar la visión victimista de las mujeres y plantear formas alternativas de subjetividad femenina más positivas; por otro lado, rompe con la lógica masculinista del punk, al posibilitar otra manera femenina de hacer las cosas. Esa manera de hacer las cosas, que no es ni la femenina en términos

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clásicos, ni tampoco la habitual en el punk, es la que ilustra claramente la narrativa de Rakel (narrativa 6).

En Lluna Roja pretendíamos vincular el mundo del punk a grupos de mujeres. No todas se identificaban como feministas, aunque la base de los grupos de mujeres es el feminismo: poder concentrar energías juntas, ver qué cosas tenemos en común... Para mí Lluna Roja ha sido un plus añadido porque no solo ha sido un grupo de música, ha sido un grupo de compañeras que nos ha permitido a todas crecer a nivel político y personal, en el que los temas de mujeres siempre han estado presentes.

Dentro de una heterogeneidad de posturas, la experiencia de Lluna Roja se presenta como una encarnación de la articulación entre la militancia feminista y la vivencia de una banda de punk, destacando sus potencialidades más allá de lo musical. En la experiencia de compartir entre compañeras de grupo se encarna aquello de lo personal es político: las

formas de relación (algo en principio olvidado en el punk) pasan a un

primer plano, la esfera de lo privado se pone en el punto de mira y es allí desde donde comienza todo lo demás.

La forma que teníamos de relacionarnos era diferente, puesto que no sólo se trataba de ensayar sino también de ver cómo nos sentíamos, cómo estábamos en nuestras vidas. Eso siempre estaba presente, como el tema del ciclo menstrual que afectaba a los ensayos por la predisposición que tenía cada una. De hecho, de ahí surgió el nombre de Lluna Roja. Para mí es importante porque explica la complicidad, pero también el desarrollo de un grupo musical de manera diferente, a través de conocer y reforzar la identidad de ser mujeres en un grupo. (Rakel: 2)

Se trata del proceso de montar un grupo de punk atravesado por la identidad femenina, y lo hace desde su diferencia más evidente: la menstruación. Aquí adopta un carácter primordial al ser entendida como máxima expresión de una diferencia tanto biológica como cultural y social, que sin embargo y a pesar de la carga tan negativa que ha acarreado durante siglos de historia, es reapropiada para tornarse en un elemento

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común en torno al que forjar una identidad política. En ese sentido se desarrolló el movimiento riot grrrl en los 90. Aunque ha sido interpretado como un movimiento cultural que marca el inicio de la tercera ola feminista, el riot grrrl se construía en torno a una identidad femenina universal. A pesar de ello, supuso un cambio positivo en el punk, al cuestionar el machismo existente dentro de la escena, visibilizar cuestiones antes ocultas y fomentar no sólo la participación de las mujeres en el punk, sino la solidaridad y las relaciones no competitivas entre ellas, así como la creación de espacios seguros.

No todas sabíamos tocar o cantar, pero fuimos aprendiendo. En esta época, más que la música en sí, lo que consideraba importante era tener una voz. (Ieri: 2)

En el estado español el riot grrrl no tuvo tanta repercusión como en los países anglosajones, y la articulación entre punk y feminismo ha seguido un proceso distinto, y que sin embargo, recupera de alguna manera el espíritu combativo feminista del riot grrrl. Como se expresa en algunas narrativas (Minia, Lorena) el término feminismo era totalmente rechazado dentro del punk, por un lado por su asociación a políticas estatales, pero también por una tergiversación del mismo. En diversos fanzines, como el webzine Agitación Punk, se rechaza el feminismo al ser entendido como un machismo a la inversa. En la narrativa de Lorena, se aborda cómo una reapropiación del término feminista/feminismo fue posible en el contexto barcelonés gracias a la labor del feminismo autónomo de la ciudad.

Fue a partir de fanzines, flyers, grupos de acción directa y otros espacios de mujeres que una reapropiación del feminismo fue posible. Un feminismo ya no burgués e institucional, sino adaptado a ideas más libertarias y del punk. Así se fue construyendo un feminismo autónomo y de calle. Lo cual ha supuesto una mayor reflexión por parte de las mujeres en el punk (que son las que finalmente se han visto en la necesidad de construir este discurso) evolucionado de discursos que nos identificaban como víctimas a otros que nos llevan a asumir responsabilidades y consecuencias. (Lorena: 3)

En esta reapropiación del feminismo, las mujeres aparecen no sólo como las

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protagonistas necesarias, sino también como las únicas posibles, al entenderse su posición y reconocimiento de oprimidas como el motor de la reflexión y el cambio.

Otro de los temas emergentes en las narrativas es el de la gestión del espacio (físico, pero también simbólico) en función del género. Esto se aprecia especialmente en los conflictos que surgen a partir de la práctica específica del pogo 25. Hice una sección llamada We can Mosh! (juego de palabras a partir del clásico eslogan de Rosie the Riveter, que decía We Can Do It) que significa que nosotras también podemos estar en el pogo. Esto surge como respuesta a que como mujeres, aunque ya habíamos pasado la fase de la presencia (estábamos en la escena y además de forma muy activa) el pogo seguía siendo un tema delicado. (Minia:4) Hemos conseguido recuperar el pogo, recupar ese espacio. Poder estar a primera fila bailando sin que las coreografías y violencia masculinas nos aparten hacia los laterales. Aunque todavía muchos tíos se piensan que los conciertos son un gimnasio. Alguna vez hemos llegado a echar a algún tío por su falta de respeto o por babosear. Lamentablemente hay sitios con dinámicas muy viciadas en los que esto puede resultar conflictivo. (Maria: 4) En ambos fragmentos se reivindica el espacio del pogo también para las punks. El primero refiere al reconocimiento del pogo como un espacio de conflicto donde no todas las personas se sienten seguras y cómodas, mientras que por otra parte remarca la idea de que el “ser mujer” y la práctica del pogo no son incompatibles por naturaleza, resaltando la necesidad de incorporarse y compartirlo. Mientras que el segundo fragmento alude a un proceso de empoderamiento colectivo que ha permitido la ocupación de ese lugar antes vetado, resalta asimismo la dificultad de establecer nuevas dinámicas en algunos contextos. Resumiendo, las estrategias de empoderamiento se dirigen tanto hacia la adaptación en el campo (en su vertiente personal) como a la creación de un nuevo campo con reglas propias (empoderamiento colectivo). Ambas tienen el valor de permitir a las 25 Tipo de baile característico de los conciertos de punk que consiste en saltar y chocarse unas contra otras.

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mujeres hacerse conscientes de sus capacidades y potencialidades.

5. 4. DINAMITAR EL GÉNERO

Otra de las líneas identificadas implica la ruptura con la categoría misma de género. En este caso, no se trata tanto de una estrategia en sí como de una visión y una forma de comprender las identidades de género. He querido rescatar aquí esta lectura por su potencialidad subversiva y su posible materialización en estrategias de resistencia concretas. Esta visión implica el cuestionamiento y la desestabilización del sistema de sexogénero a partir de la crítica de otras prácticas y/o estrategias de resistencia, así como la búsqueda de una narrativa que explique la experiencia propia más allá del binomio masculina-femenino. Yo trato de mirarlo desde el punto de vista de que somos personas, intentando desenmarcalo de los roles de género. Está demostrado que nosotras podemos cantar, tocar la guitarra, la batería, hacerlo bien o hacerlo mal. La cuestión también es que tenemos que creer primero en nosotras mismas, en que podemos hacerlo. Que también pasa, que a veces cuando hay un grupo de chicas o una chica tocando en un grupo, ya por el hecho de ser chica se sobrevalora, y se mira con otros ojos, aunque el grupo no guste a la persona (sobretodo si ellas están “buenas”). Yo personalmente creo que no he encontrado obstáculos directos por mi sexo/género, pero esto creo que tiene que ver con el hecho de que no estamos acostumbradas a hablar entre nosotras (pero tampoco entre los tíos y entre todos en general) de lo que realmente sentimos, las relaciones son más superficiales. (Alodia: 4) Alodia remite a que la insistencia en la visibilidad y en la categoría “mujer” refuerza la misma categoría. Siguiendo a Teresa de Lauretis (1987) el género se entiende como producto de varias tecnologías sociales, no solo del cine y la publicdad sino también de discursos institucionalizados, de epistemologías y de prácticas críticas como la teoría feminista. Esta idea nos lleva a considerar qué efectos tienen algunas de las prácticas que

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se producen en relación al género dentro del punk. Este cuestionamiento emerge como un tema ambivalente y conflictivo. Al tiempo que abre un espacio de posibilidad más allá del binomio hombre-mujer con una gran potencialidad de deconstrucción del sistema sexo-género, su limitación se halla en la falta de materialización en estrategias concretas de acción, lo que implica un riesgo de confusión entre una mirada que rompe con el género a una que es ciega al mismo. En este sentido, se explican las fuertes resistencias de algunas punks a este tipo de lecturas. Teníamos una canción que decía “No somos un grupo de chicas, somos un grupo de punk.” Era como decir, hacemos punk, somos chicas y qué?!! Podemos hacer lo mismo que los tíos. La idea era normalizar un poco la presencia de las chicas en el punk, sin diferencias, que por ser chicas no nos infravaloren, pero que tampoco se entienda como algo mejor o extraordinario. […] Hubo chicas que se lo tomaron mal, especialmente chicas feministas con posturas más radicales que según mi postura entendieron que renegábamos nuestra posición como mujeres y que rechazábamos su lucha, cuando no pretendíamos dar ese mensaje. Aunque sí que es cierto que ese tipo de feminismo me incomoda, me resulta demasiado rígido, cuando empiezan con el tema de los espacios no mixtos, exclusivos de mujeres, por ejemplo... Me parece encorsetarse de nuevo y aferrarse a unas normas que desde mi perspectiva son contrarias a lo que implica el punk. (Alodia: 6) La contraposición entre las dos posturas es compleja. Por un lado se pretende romper con la categoría de género al considerar que la insistencia en el mismo implica formas de discriminación como una traición a la misma ideología del punk al aferrarse a la aplicación de normas que se consideran rígidas. Por otro lado, la visión opuesta teme que la ruptura con el género impliquen una visión ciega al género que sirva para el mantenimiento de la dominación masculina. 5.5. DEVENIR CYBORG/PUNK Por último, se han identificado posturas que aunque destacan la necesidad de acción y transformación en relación a las relaciones de género en el punk, rompen con una visión de agencia individual o colectiva en el sentido del empoderamiento, al

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reconocer e integrar infinitud de elementos (algunos identificables, otros inabarcables) heterogéneos involucrados en un proceso de cambio. Siguiendo la línea trazada por Deleuze y Guattari, esta estrategia ha sido nombrada como agenciamientos de género. Llamaremos agenciamiento a toda constelación de singularidades y rasgos deducidos del flujo – seleccionados, organizados, estratificados – de tal modo que converjan (consistencia) artificial y naturalmente; un agenciamiento, en este sentido, es una verdadera invención. (Deleuze y Guattari, 2004: 448). [E]s comprensible que ellos se organizaran en lo que ya sabían hacer, pero se estaba obviando que yo también podía aprender. Parecía más lógico que cocinara. Yo también tenía mi parte de responsabilidad, pues a veces era yo quien directamente delegaba ciertas cuestiones que consideraba fuera de mi alcance. O bien asumía organizar el tema de la comida porque pensaba que se me daba mejor. […] Lo hablamos y a partir de ahí cambió la dinámica. Fue muy positivo porque permitió que nos cuestionáramos qué había detrás de nuestra forma de funcionar. […] He podido comprobar al plantear estas cuestiones se consiguen pequeñas transformaciones. (Maria: 5) Antes de nuestro primer concierto, escribí un flyer yo sola criticando a los grupos machistas de la escena local, nombrando a los grupos, las letras... Mi intención también era que si había más chicas que se sentían como yo, tuviéramos la oportunidad de juntarnos, hablarlo, cuestionarlo... Desde mi concepción del punk esta acción era algo totalmente comprensible, ya que el punk implica ese cuestionamiento de todo lo que te rodea. Nunca pensé que me fueran a amenazar tanto por aquel flyer. Un tipo me vino diciendo “¿Tú quién te crees que eres? Yo soy el rey del punk!”, y me llegaron comentarios que aseguraban que me darían una paliza si me veían... La parte positiva de todo esto, es que me permitió contactar con otras personas con las que después formé un colectivo que se llamaba Nada Frágil. (Ieri:3) Ambos fragmentos tienen en común la búsqueda del cambio. Sin embargo, y frente a la concepción del empoderamiento, no sitúa la posibilidad de éste en la agencia individual o colectiva (entendida como agregación de sujetos) sino que ésta se expande

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en un espacio de posibilidad en el que distintos elementos heterogéneos entran en juego. Nosotras nos movemos en un ambiente muy específico, con gente que también es anarquista, más abierta, que está interesada en una cosa más seria, no sólo el punk por diversión... pero no sabemos cómo sería si tocáramos en otros sitios, yo personalmente trato de evitar los espacios que no me resultan seguros. (Ieri:5) Se refiere a aspectos que interfieren en la posibilidad del cambio que no se pueden controlar. Esto no implica caer en posturas relativistas extremas que desembocan en nihilismo, porque de hecho, no niegan la posibilidad del cambio, sino que la articulan dentro de una comprensión más amplia y compleja del tejido social en el que se juegan los procesos de transformación.

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6 ! CONCLUSIONES A lo largo de este trabajo, he ido visibilizado cómo las mujeres participan de forma activa en una escena que en la mayoría de los casos reconocen como machista. A pesar de las diversidad de perspectivas respecto al género y de las tensiones e incongruencias que se se derivan de las distintas posturas adoptadas, hemos podido explorar cómo las mujeres involucradas en el punk desarrollan distintas estrategias que les permiten no sólo participar y ser reconocidas, sino realizar las actividades que desean y agenciarse políticamente. Mientras que la estrategia de adaptación permitía la integración en el punk, otras como la reapropiación y el empoderamiento apuntaban hacia el cambio a partir de nuevas significaciones y prácticas. La visión de ruptura de género se ha conceptualizado como una mirada crítica a ciertas estrategias adoptadas y finalmente los agenciamientos de género que integraban el cambio en un campo más complejo e híbrido. Paralelamente, se ha destacado la sospecha de que las estrategias utilizadas actúan a un nivel público, quedando el ámbito privado de las relaciones y la afectividad en un segundo plano totalmente invisibilizado donde el machismo se sigue reproduciendo de manera más fuerte. La percepción de contradicción, de paradoja y de hipocresía es puesta de manifiesto al pensar el panorama hetoronormativo y machista extendido en el punk. Mientras por un lado se expresa haber avanzado en otros aspectos, el tema relacional es percibido como más difícil de cambiar, aquel donde la reproducción de normas hegemónicas se halla más arraigada. Estas reflexiones abren un espacio para repensar las relaciones que se establecen, para imaginar la forma de articular la vida sexo-afectiva con otras facetas de la vida y sobre todo para identificar de qué manera y en qué ámbitos se reproducen y mantienen las opresiones contra mujeres y otras subjetividades en un espacio cultural que en principio, trata/cree de subvertir la hegemonía social y el poder autoritario. La dificultad para integrar una mirada que vaya más allá de la dicotomía público/privado y que incorpore los distintos ámbitos en que se reproducen las opresiones contra las mujeres, apuntan hacia la necesidad de la profundización en estos aspectos. Esta investigación se inscribe dentro de la líneas que tratan de incorporar una visión crítica de género al estudio de los espacios culturales subversivos. Para ello, se ha realizado una aproximación al papel de las mujeres, tratando de visibilizar sus procesos de resistencia, para romper con representaciones victimistas y trata de buscar y fomentar

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la reflexión y el cambio en este tipo de espacios. Se ha abierto sin embargo, la cuestión de la reproducción/mantenimiento de la opresión en el seno de las relaciones sexoafectivas, implicando esto la necesidad de ampliar una mirada que no sólo tenga en cuenta lo que ocurre a nivel social y público, sino también aquello que ha quedado de puertas hacia dentro.

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8 | ANEXOS: NARRATIVAS 1. MINIA ¿EL CÁNCER DE LA ESCENA?

Recuerdo cuando era pequeña mi hermana Xoana, once años mayor que yo, era heavy y estaba en toda esa movida de intercambio de cassettes y correspondencia que se movía bastante en la música antes de Internet. Me acuerdo de grabar cassettes con mi hermana y cómo a partir de ahí descubrí música alternativa y empecé a interesarme por el black metal y después llegué al grindcore 26. En mi adolescencia fue a partir de webs y redes peer to peer que fui descubriendo distintos grupos y a otras personas interesadas en el grindcore. Internet fue bastante clave en este sentido, sobre todo en mi caso, que soy de un pueblo de Ourense donde apenas había escena. Los chats y canales de IRC sirvieron para que la gente se conociera y pudiera hacer difusión de lo que se estaba moviendo. En el momento en que empecé a relacionarme con otras personas interesadas en este tipo de música, pude descubrir no sólo que las chicas eramos una minoría importante, sino que además la percepción que se tenía de nosotras era muy negativa. Una frase que se escuchaba en aquel momento y que resume bastante bien lo que quiero decir es Las tías sois el cáncer de la escena. La escena era prácticamente masculina y la impresión que se tenía de las pocas tías era mala, se creía que estábamos ahí para ligar más que por la música. Siempre se cuestionaba nuestra presencia. Como tías, se dudaba de nosotras. Mientras que la presencia de un tío en un concierto no despertaba ningún tipo de sospecha, la de una chica siempre resultaba algo extraña, como si tuviéramos motivos ocultos más allá de la música. O también se pensaba, sobre todo en el mundo de la música extrema, que las tías no somos capaces de aguantar este tipo de música. A las tías se nos asociaba a un discurso más superficial (sobre qué guapo es éste o aquel cantante) y a unos gustos más sensibles. Un ejemplo de esto se reflejaba en los diseños de las camisetas de los grupos. Las camisetas de chica eran ceñidas y con el logo del grupo en cuestión en las tetas (en vez de los dibujos gore típicos de las camisetas de grupos de este estilo). A mí todo esto de la superficialidad me parece bastante incongruente. Por un lado, es cierto que se oía a chicas haciendo comentarios banales 26 Variante extema de hardcore punk, musicalmente agresiva y rápida de temáticas sociales pero que también incluye temáticas explícitamente violentas como la muerte, intervenciones quirurjicas, autopsias, violación, pornografía etc.

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sobre los miembros de los grupos, pero estos comentario también los hacían los tíos. La diferencia estaba en que ellos estaban legitimados a hacerlo, porque sus motivaciones sobre la involucración en la escena no eran cuestionadas. Estoy de acuerdo en algunos casos, cuando pienso por ejemplo en la fijación por la estética, lo primero que me viene a la cabeza es esa preocupación que muchas chicas tienen por llevar tal o cual parche, dando más importancia a las pintas que a la música. HAZLO TU MISMA: ALGO DE INICIATIVA EN LA GALIZA SUR

Años más tarde, cuando tenía algo más de independencia, empecé a ir a conciertos y a festivales. Después empecé a organizar fiestas. Eramos tres chicas que montábamos fiestas en las que pinchábamos música extrema. No eramos exactamente un colectivo de chicas, sino que comenzamos otra chica y yo y luego ayudamos a otra amiga suya a montar una fiesta. En realidad en Ourense no había nada en aquel momento, costaba mucho hacer las cosas y la gente interesada en este tipo de música tenía muy poca iniciativa. Eran tiempos raros, traer a grupos costaba mucho esfuerzo y dinero, las cosas se hacían de otra manera a como se hace ahora. Sobre todo a los grupos los traían promotoras, se alojaba a los grupos en hoteles etc. Cuando la gente empezó a hacer las cosas de otra manera al principio era muy complicado. Había que conseguir equipo (ya que solo las salas alquilaban equipo, nadie prestaba) y se tendía a buscar hoteles para los grupos, lo cual era muy estresante. A mí me tocó buscar hoteles en una ciudad que apenas conocía. Ahora todo es más autogestionado, más horizontal, hay un trato más de igual a igual entre la gente que monta cosas y los grupos, se ha tendido a dejar de tratar a la gente de los grupos como a estrellas. La gente acoge a las bandas en su casa, colaboran cocinando, los grupos van mejor equipados... Antes, y especialmente en Ourense, era muy difícil hacer cosas, además de suponer un gasto, porque después de todo el esfuerzo, no se tenía asegurada la asistencia de público, así que casi siempre montar algo implicaba perder pasta. En cualquier caso, yo tuve la iniciativa de montar algún concierto. A nosotras, por ser personas activas e importantes en la escena se nos respetaba y nuestra relación con los tíos siempre fue muy positiva. En este sentido, sí que siento que como tía siempre has de demostrar algo para que te tomen en serio. Como decía antes la integridad de ellos no se cuestiona, pero cuando ven que una tía toca en grupo o está moviéndose y dejándose la piel por la escena, entonces quizás empiezan a darse cuenta de que en realidad te interesa y que no solo te quieres

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tirar al cantante de no sé qué grupo. Nuestro objetivo era otro y vivíamos la escena como cualquiera de ellos o más. Tampoco eramos especialmente femeninas y nuestros amigos tíos y otros chicos de la escena nos trataron siempre como uno más, nunca sentí que nos dieran un trato especial por ser tías, no eramos tías con las que fueran a ligar, no estábamos dentro del mercado de tías hetero. Esto es algo que me ha parecido muy positivo, nunca sentí que mi feminidad fuera arrebatada, pero el poder desarrollar estas relaciones entre iguales con los tíos sirvieron para que yo tuviera un mejor autoconcepto, unas relaciones más sólidas... incluso de pareja, en las que se compartían muchas cosas que eran importantes (apoyar la escena era vital). WE CAN MOSH!

Por otro lado, la visibilidad de las mujeres en la escena ha sido un tema que me ha preocupado y que he querido expresar en algunos momentos. Lo hacía a través de las fiestas que montábamos, y también en algún concierto que organicé... Algo más tarde tuvimos un programa en una radio en una radio libre en Santiago de Compostela. Quería hacer más cosas y llegar a más gente, y como la radio no tenía mucha recepción y no nos escuchaba casi gente decidí escribir un fanzine 27. Fue curioso porque el fanzine lo saqué en un momento en que apenas había fanzines en el grindcore. Era algo que venía de la tradición del punk y que yo quería aportar al grindcore, desde un tono cómico e introduciendo el tema femenino. Hice una sección llamada We can Mosh! (juego de palabras a partir del clásico eslogan de Rosie the Riveter, que decía We can Do It) que significa que nosotras también podemos estar en el pogo 28. Esto surge como respuesta a que como mujeres, aunque ya habíamos pasado la fase de la presencia (estábamos en la escena y además de forma muy activa) el pogo seguía siendo un tema delicado. Parecía algo de lo que no pudiéramos participar, cuando había chicas que nos metíamos en el pogo y nos tirábamos del escenario y sufríamos las consecuencias. Yo misma me he roto el brazo y el pie en varias ocasiones... Pero nos gusta y el pogo también es algo que podemos compartir. Aun así, esta sección del fanzine la pensé como algo que no pretendía ser feminista y lo decía claramente. Soy consciente de que hay cierto antifeminismo dentro de la escena, los tíos se sienten atacados en cuanto como mujer comienzas a hablar de lo que piensas de la escena, de modo que no quería que esta 27 Publicación temática alternativa y autogestionada. 28 Tipo de baile que consiste en saltar y chocarse unas contra otras.

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sección fuera algo planfletario. Quería mostrar a mujeres que hacían cosas dentro de la escena, pero también a las chicas que acudían a los conciertos (el público es parte importante de la escena). Sin embargo, esta sección a día de hoy me produce cierta controversia. La idea de la visibilidad me parece útil pero creo que se puede volver en nuestra contra, produciendo segregación, una escena paralela... o también caer en el error de aceptar cualquier cosa si eres una tía. Como que si eres chica da igual que la música que hagas sea una mierda porque el hecho de que lo hagas siendo música ya vale y yo no estoy de acuerdo con eso. Además lo siento como si en el fondo me estuviera excusando y teniendo que justificar a la gente el por qué estoy aquí, a pesar de mis genitales. Después cuando otra gente empezó a hacer fanzines de grindcore consideré que ya había aportado bastante y no saqué más números.

Otra de las cosas que surgió fue un comando de chicas. Me junté con otras chicas de la escena portuguesa, chicas muy activas, que seguían siendo una entre un millón de tíos. La idea era un comando de chicas que fuéramos montándola en los conciertos y festivales. Hicimos un manifiesto en el que expresábamos nuestra implicación con la escena. Sobre todo era un grupo de acción en los conciertos, de montarla, de hacernos visibles como tías ahí en primera línea, cuatro tías locas gritando lorolos a los cantantes,

era

bastante

Marcando

claramente

que

impresionante. no

eramos

Wendy O Williams de los Plasmatics.

groopies29, que estábamos ahí porque nos gustaba la música y porque nos lo queríamos pasar bien. Porque en estos festivales también nos encontramos a otras chicas que participan y se meten en el pogo, pero con esa actitud de groopie, reproduciendo el estereotipo de mujer objeto. Hay chicas que se hacen visibles explotando su rol sexual, mostrando carne, se tiran del escenario y se dejan tocar por todos. Me parece muy peligroso, sobre todo ante un público masculino 29 Se refiere a personas, mayoritariamente mujeres, que buscan intimidad emocional y sexual con un músico u otra celebridad. En general, se usa despectivamente para referirse a mujeres que tienen/buscan relaciones sexuales con músicos.

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sexista, que finalmente ve ahí cómo se reflejan los mismos tópicos de los que hablan las canciones del goregrind30: la mujer violable, que matan y ahí te quedas muerta, pero abierta de patas. No me gusta nada eso. Ese tipo de chicas me ponen muy nerviosa. No es una cuestión de vestimenta, ni se trata de anular la sexualidad de las mujeres. Es una cuestión de actitud, de saber quién te va a leer, quien te interpela... Ante qué público te estás exponiendo y de qué manera, porque en según qué situaciones resulta muy peligroso, cuando lo estás haciendo delante de un montón de tíos del rollo pornogore con ideas misóginas, en el fondo ver esa actitud en las tías no hace más que confirmarles su postura. Otro caso sería el de Wendy O Williams de los Plasmatics , que salía al escenario con un rol muy sexual, pero se reapropiaba de eso y lo utilizaba en su favor. O en las Flagitious Idiosyncrasy in the Lapidation, que es un grupo de chicas de Japón. Ellas tienen una estética muy normal, no explotan su imagen de mujer, pero tampoco el lado grindcore y aun así son muy respetadas en la escena a pesar de ser mujeres, porque finalmente hacen buena música y eso es lo que cuenta.

30 Subgénero del grind de temática violenta.

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2. LORENA INICIOS

A partir de los 13-14 años fue cuando empecé a escuchar música punk y a identificarme con ideas del punk. Tenía amigos y amigas que ya escuchaban grupos de punk, rock radikal vasco y otros grupos del estado español y nos intercambiábamos casetes y vinilos. Ahí empecé a escuchar grupos que no solamente hacían punk, sino que además transmitían ideas. Y es a partir de esa transmisión de ideas que me fui interesando por literatura más política, por autores clásicos del anarquismo y por ideas libertarias. Estaba en la adolescencia, un momento de transición personal en el que pasas de estar jugando con muñecas a responsabilizarte un poco más de tu vida, y ambas partes (la musical y la política) eran importantes para mí. En ese sentido a mí no solo me interesó la parte musical del punk, sino también lo que significa: rebeldía, música que se sale de la noción clásica de lo bailable y bonito, que expresa muchos sentimientos... Son cosas que quizás en el momento no las piensas, pero que llaman mucho la atención, sobre todo si vienes de una familia clásica. Me sirvió también para dar cierto sentido a mi vida en un momento en que tenía claro que mi vida era distinta a la de las demás niñas y en la que desde luego no quería hacer las cosas que ellas hacían: salir, tener novio... Veía el punk como masculino. No contradecía la idea de, como mujer, poder ser punk y pensar acorde a ideas libertarias, pero no veía que ello tuviera complicidad con lo femenino. Adopté una estética masculina (era la estética que se podía ver en las fotos de otras chicas punk), entendiéndola como medio integrador dentro del punk, y evidentemente acompañada de una actitud ruda, dura, con características masculinas. No por desprecio a lo femenino, sino porque era una manera de hacerte valer, destacar o estar a un mismo nivel respecto al resto de escena punk, formada mayoritariamente por chicos. En el hecho de ser chica, querer tener tu banda de punk, montar conciertos, relacionarte con los otros, se hacía una demostración de que eras “capaz de”, y de que no estabas allí para ligar. Constantemente eras tratada diferente por el hecho de ser chica, con la galantería y/o abuso masculino, a pesar de suponer estar dentro de unos valores diferentes y de un respeto que trataba horizontalmente a lxs demás. Estaba en un momento en que aun no había empezado a defenderme a mí misma. Un poco más tarde, a partir de los 15 o 16, que entré a militar en grupos de mujeres, tras entender que me sentía mujer y que existían políticas que también tenía que defender, cambié de actitud y pasé a ser más

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coherente conmigo misma. Fue a partir de leer, libros, textos que se publicaban en aquel momento en fanzines31, donde se colocaba a la mujer en un lugar de protagonista y se le hacía responsable de su situación. Todo ello me hizo tomar un actitud de protagonista, lo cual no era lo típicamente femenino, pero tampoco era a la manera masculina de hacer las cosas, porque de alguna manera desafiaba a lo presente. Tener un grupo solo de chicas, fuera de la música, de debate... generaba un clima de incomodidad porque rompía roles... de alguna manera generaba un empoderamiento por parte de las mujeres que era lo que hacía avanzar ciertas ideas y discursos. De alguna manera, para mí el feminismo, el punk y el anarquismo siempre fueron de la mano.

FEMINISMO/ANARQUISMO/PUNK – DEL DISCURSO DEL ANTISEXISMO A UN FEMINISMO AUTÓNOMO PUNK

En mi experiencia personal feminismo, anarquismo y punk son inseparables y no tienen sentido de forma aislada. Las letras de los grupos punk que hablaban de respeto o solidaridad

siempre

las

entendía integrando el género. Y lo mismo pasaba con los conceptos del anarquismo. Las luchas

de

las

podían

quedar

mujeres fuera

y

no el

sexismo era algo que me hacía mucho

ruido.

La

realidad

general sin embargo, era que cada cual entendía el punk o estas

ideas

de

manera

totalmente distinta. De modo que no siempre estas tres ideas iban de la mano para todo el Collage publicado en Fanzine Luna.

mundo. Es cierto que en el punk

se

tenía

un

discurso

explícitamente antisexista. De hecho, yo empecé oír a hablar de antisexismo a partir de 31 Publicaciones temáticas alternativas y autogestionadas.

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finales de los 90. El término aparecía cada vez más en páginas de fanzines, en letras de canciones, camisetas serigrafiadas, carteles en locales (que amenazaban con no tolerar actitudes sexistas), y ese discurso se extendía en boca de todxs. Sólo que no era entendido por todxs igual, ya que las actitudes sexistas no dejaban de repetirse por tratarse de una escena punk. Por otro lado, el discurso antisexista se quedaba acotado. Situaba a la mujer como víctima. Como idea política proponía cambios en el lenguaje verbal, en las publicaciones del momento se incidía mucho en hablar en femenino, en no tratar a las mujeres como genitales, en rechazar las agresiones sexuales... Se hablaba de antisexismo y no de feminismo porque la palabra feminismo chirriaba, era asociada con políticas estatales de igualdad de sexo, con un reclamo de poder para las mujeres en el mundo masculino... De modo que se hablaba del antisexismo. El problema es que era un concepto muy difuso, que lo englobaba todo, sin cuestionar nada. ¿Quién lo ejercía? ¿Qué significaba? Todo era sexista o antisexista y ni siquiera se había dado una reflexión realmente profunda. Además era un discurso muy victimista en el que siempre se asociaba mujer con víctima.

El discurso victimista del antisexismo quedó atrás y poco a poco y gracias al trabajo de mujeres dentro del punk, se fue introduciendo el discurso y la palabra feminista. Fue a partir de fanzines, flyers 32, grupos de acción directa y otros espacios de mujeres que una reapropiación del feminismo fue posible. Un feminismo ya no burgués e institucional, sino adaptado a ideas más libertarias y del punk. Así se fue construyendo un feminismo autónomo y de calle. Lo cual ha supuesto una mayor reflexión por parte de las mujeres en el punk (que son las que finalmente se han visto en la necesidad de construir este discurso) evolucionado de discursos que nos identificaban como víctimas a otros que nos llevan a asumir responsabilidades y consecuencias. Esta evolución no ha calado igualmente en los tíos. Hay tíos que se cuelgan la etiqueta de profeministas, sin haber cuestionado realmente lo que significa y las implicaciones que tiene. En realidad lo que han hecho ha sido asumir el discurso de las mujeres, sin generar uno propio desde su masculinidad. En cualquier caso, recuperar el concepto de feminismo, resignificarlo bajo las ideas libertarias y la actitud del punk fue realmente interesante. Generaba rechazo dentro de la escena punk por parte de los chicos, mayoritariamente, pero simpatías por parte de las chicas. Fue entonces cuando comencé con el Luna.

32 Folletos.

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FANZINE LUNA

Siempre sentí que si me gustaba y me identificaba como punk, tenía que aportar algo dentro de la escena y no dejar que las cosas fueran de una forma que no consideraba justa. Sentía que tenía que cambiar lo que no me gustaba y saqué el fanzine Luna: una publicación feminista, hecha bajo las premisas del do it yourself 33, próximo a las ideas anarquistas. Aun sin estar dirigido a un tipo de público concreto, siempre fue leído sobre todo por otras tías. Algo que me parecía muy positivo, porque me indicaba que estaban ahí, que había otras tías interesadas en esto. De alguna manera, me sirvió para estar vinculada a otras chicas del punk que quizás no estaban en todos los conciertos, pero que también estaban y desde luego estaban interesadas en que las cosas fueran diferentes. También hubo tíos que se interesaron por la publicación. Algunos incluso lo aceptaron por la forma en que estaba hecho (autogestionado, en papel y sin muchos recursos) aunque no les interesara el contenido (o incluso si pensaban que podía llevar al separatismo). El hecho de que fuera un tipo de publicación do it yourself que gustaba en el punk hacía que fuera apoyado, y tenía salida en todas las distris que movían material político.

Por otro lado, también tuve experiencias negativas. Me malinterpretaban cuando sacaba textos criticando la escena punk o la escena hardcore 34, a pesar de que trataba de escribir textos pedagógicos y no muy agresivos. Pero claro, cuando señalas al enemigo en casa, la gente se pone a la defensiva. Mi idea era, aun defendiendo espacios propios de mujeres, que la escena punk fuera una escena integrada libre de agresiones sexuales, agresiones sexistas o discriminación por sexo, raza, etnia... Era como una reivindicación de respeto máximo. ALGUNOS APUNTES SOBRE EL PUNK, LAS PUNKS Y LOS PUNKS

El compromiso de las chicas (como el de cualquiera) en el punk es diverso. Hay quienes están porque les gusta la música y se quieren divertir, y las que aparte de eso creen en una serie de ideas y se mueven para generar un discurso y una escena punk. El 33 La ética del Do it yourself o Hazlo tú mismx es característica del punk, implica una manera autogestionada de hacer las cosas. 34 Subgénero derivado del punk. Se podría traducir como duro o extremo.

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caso está en que puedes escuchar música punk cinco, diez años o toda la vida. Pero si además tienes una actitud punk, da igual que no escuches la música, porque la actitud se mantiene. Para mí es lo más bonito del punk: cuando has aprendido de ideas punk y no las has perdido, cayendo en el clásico estereotipo de que se trata de un ideal de juventud. Es lo que no muere. Es lo más bonito e interesante, a pesar de los cambios, la base sigue siendo la misma: la idea de respeto, de no capitalizar todo lo que haces...

Antes se cuidaba mucho la forma. Las cosas se hacían por un motivo real. Si se hacía un concierto era para apoyar alguna causa, para sacar dinero para algo en concreto. A los grupos se les contactaba por sus ideas o por ejemplo, se les pedía las letras para saber de qué iban. Incluso cuando algún grupo mostraba actitudes que se consideraban que faltaban el respeto, se paraba. En el caso del sexismo era bien claro. Si el grupo en cuestión tenía un discurso sexista o empezaban echando piropos a tías, se les desenchufaba y se iban fuera. Puede sonar a policía, a demasiado control, pero era cuestión de mantener la misma actitud de respeto. Ahora se ha perdido totalmente esta dinámica. Hay una dejadez importante. Si hay que montar un concierto se llama a quien sea, que se suben al escenario a hacer cualquier cosa... Termina habiendo broncas y desengaños por esa dejadez, ese todo vale. Por eso echo en falta el compromiso y un motivo real para hacer las cosas. Se dan muchos desengaños, con la gente del punk y del anarquismo... El error es pensar que por aferrarte a determinadas ideas y llevar determinadas chapas eres una persona liberada. Limitar la identidad (punk/anarquista) a la estética o a llevar determinados logos en tu camiseta es ridículo, cuando se trata de algo que te da la experiencia o el currarte las cosas y enfrentarte a ti misma y derribar tus propios fantasmas. El otro desengaño viene de pensar que los tíos punk son diferentes. Considerar que hay hombres buenos y hombres malos es absurdo cuando la construcción social de hombre se ha construido en la misma casa, en la misma escuela, en la misma iglesia... O que el mundo que estábamos generando no era el mundo normal, cuando en realidad de aquellos tíos punks que estaban en mi entorno ahora la mayoría son unos Manolos35, o si no son musiqueros 36 que no aprendieron más que a tocar la batería o la guitarra. Siempre es poca gente la que se queda con una actitud o unos valores que para mí es lo que realmente merece la pena.

35 Se refiere al estereotipo de macho ibérico que encarna la masculinidad más rancia y machista. 36 En el contexto punk el término musiquero puede ser utilizado con cierta connotación negativa para referirse a aquellas personas que únicamente están interesadas en la música, sin estar comprometidas políticamente.

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Finalmente todas formamos parte de la misma sociedad, no es que exista una comunidad punk aparte, sino que más bien el punk es el nombre que se le da a algo que cuesta mucho construir, y que es algo que no se hace ni en cuatro días ni con cuatro logos; o dogmas, mejor dicho. Por otro lado, lo bueno que tiene el punk, y el feminismo también, es que son ideas muy empoderadoras, que te dan un poder y una capacidad muy grandes. Y para mí esa es la diferencia y la gran ventaja de estar ahí por algo más que solo por la música.

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3. ALODIA CASI UNA DÉCADA FOTOGRAFIANDO LA ESCENA

Lo primero que recuerdo del punk fue un par de discos de los Ramones y los Sex Pistols. Me gustó la música y a partir de ahí empecé a investigar sobre el punk, y a ir a conciertos a Barcelona, aunque en aquel momento iba a conciertos más grandes en salas grandes comerciales. Después conocí a mi antiguo compañero, y empecé a ir a otro tipo de conciertos, donde lo que más me llamó la atención fue que no habían diferencias entre público, grupos y las personas que lo organizaban. Conocí así otra manera de realizar las cosas, la autogestión y el hazlo tu misma37. Al principio me involucré sobre todo como fotógrafa. Llevo desde 2002 o 2003 haciendo fotos en conciertos punk. Ahí empecé a interesarme por lo de las fotos y decidí estudiar fotografía, aunque considero que el aprendizaje personal lo empecé sobre todo en los conciertos. Tenía una página web y ahora estoy en proceso de crear una nueva. Tengo mucho material y me decidí a hacer un fotozine38. El número 1 lo he centrado en las primeras fotografías analógicas en blanco y negro que realicé. He oído comentarios como que las chicas en el punk solo servimos para sacar fotos, que solo podemos ser fotógrafas... Me ofende que digan esto, porque está claro que servimos para más cosas, que podemos hacer otras actividades. La mayoría de las veces son comentarios que aparecen en Internet o que llegan en forma de chismorreos o rumores, luego en los conciertos nadie viene a decirme nada negativo. De todas formas, intento mantenerme al margen y creer en lo que hago, aunque a veces me haya costado, sacar fotos es la actividad que me gusta y la voy a seguir haciendo, digan lo que digan.

EXPERIENCIA TOCANDO EN BANDAS

Pasado un tiempo moviéndome por los conciertos fueron surgiendo las oportunidades para montar grupos. Tuve un grupo con otras tres chicas, con el que hicimos algunos conciertos y grabamos los temas, que queríamos sacar en casette, pero 37 La ética del Do it yourself o Hazlo tú mismx es característica del punk, implica una manera autogestionada de hacer las cosas. 38 Publicación fotográfica de producción autogestionada.

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nunca llegamos a hacerlo y acabamos con el grupo. En parte fue por nosotras, por nuestra actitud que podía ser un poco pasiva. A veces nos apoyábamos demasiado en los hombres. Ellos tenían más experiencia, sobre todo en la parte técnica, y esperábamos que nos ayudaran cuando teníamos que hacerlo por nosotras mismas. Era mi primera experiencia como grupo, por lo que había muchas cosas que no sabía hacer, íbamos aprendiendo poco a poco. Dos de las chicas del grupo ya habían tocado en grupos y tenían algo de experiencia, así que íbamos probando. De todas formas, tuvimos bastante apoyo del compañero de una de las chicas del grupo, que venía mucho a los ensayos, y que además ha estudiado sonido. Por eso de alguna manera yo nunca lo vi como una cuestión de género, sino más de la experiencia, de que él había estado en más grupos y además tenía formación de sonido. Porque en los conciertos que dimos también participamos como una más, estuvimos en la barra y lo que hiciera falta, en ese sentido nos involucramos como los demás.

Después surgieron problemas personales entre nosotras, tuvimos que sentarnos a hablar y a tomar decisiones aunque fueran difíciles y dolorosas en el momento. Es complicado a veces compaginar la actividad de un grupo con las otras facetas de la vida diaria. Nos costaba mucho quedar, pero íbamos tirando, sacando huecos de donde fuera. Además nuestro objetivo era pasarlo bien, disfrutar tocando y de algún modo también era una excusa para juntarnos, sin grandes aspiraciones.

Antes de acabar con con ellas ya empecé a tocar con otro grupo, donde además tocaba otra chica la batería. Al principio nos costó bastante arrancar y tras un cambio en la formación, estamos ensayando más. Cuando no podíamos pagar el local nos fuimos a

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ensayar a los Blokes, que nos quedaba bastante lejos, pero era la forma de seguir adelante. Ahora estamos tocando más, hemos salido a tocar fuera, a Londres, Copenhague... Es otra manera de hacer, otra dinámica distinta. También estoy involucrada con otras actividades. Participo de las fiestas alternativas de mi pueblo, que aunque pueda parecer algo alejado del punk, implica también una forma autogestionada de hacer las cosas, lo que tiene mucho que ver con el punk. Además tenemos un colectivo de apoyo al pueblo palestino, que antes funcionaba más en lo institucional con subvenciones y en el ayuntamiento, pero ahora lo queremos llevar de forma autogestionada. Además colaboro como fotógrafa en un periódico de contrainformación.

En este recorrido he encontrado algunos obstáculos, muchos tienen que ver con cuestiones personales, por la forma en que nos educan ya desde que nacemos: es lo típico de las niñas rosa y los niños azul. Los juguetes que nos dan son diferentes y ya nos dirigen a ser de una determinada manera, a desarrollar actitudes diferentes de género que vamos interiorizando. De ahí que los hombres sean vistos como fuertes, dominantes, que no lloran (o más bien no se les permite llorar). Las mujeres todo lo contrario, la mujer ha de estar a cargo del hombre, si chilla es una histérica, una loca. Tiene también que ver con la moral cristiana, que aunque la podamos rechazar a nivel personal, es cómo nos han educado. Hace poco fuimos a tocar a Copenhague, sin embargo, hace cinco o seis años no hubiera sido capaz de hacer algo así, de subirme al escenario a dar gritos con los focos y tal... No me hubiera atrevido. Durante los primeros conciertos estaba más nerviosa, ahora me lo tomo de otra manera. Cada vez que he tenido que subir al escenario me he ido enfrentado a esa situación y he ido cambiando mi actitud. Es cuestión de experiencia también. Al principio salía a cantar y estaba muy rígida, luego empecé a moverme más, estar más relajada y dejarme llevar. Aunque depende de estilos, hay personas que salen ahí a cantar y se mueven muchísimo, pero

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precisamente con mi grupo, creo que implica una expresión de rabia por la voz, y no tanto con el cuerpo. Antes de salir a cantar me puede entrar la paranoia de pensar que no puedo hacerlo, miedos e inseguridades que surgen en esos momentos, porque piensas “qué dirán?” y cosas así. A veces me he tomado unas birras antes para animarme, pero en cualquier caso siempre salgo porque al fin y al cabo hay un compromiso con el resto de la gente del grupo y también por intentar superarme y todo eso. Al final piensas, “Si los demás pueden, por qué yo no?” y después del concierto es un subidón. Algunas personas se han sorprendido de la rabia que desprendo cuando canto, siendo físicamente “pequeña”; pero la rabia es un sentimiento, no creo que entienda de cuestiones físicas ni de género. Simplemente es mi manera de expresarme y de alguna manera desahogarme.

En general, todo esto de las críticas también tiene un aspecto positivo, de alguna manera podría decir que me ha aportado madurez. Además todo lo que hago me ha aportado seguridad en mí misma y muchas otras cosas positivas: de cómo afrontar la vida, cómo vivir las cosas, tener una visión crítica de lo que nos rodea.. de alguna forma es lo que me mueve para contrarrestar las mierdas de trabajo y del día a día. La experiencia de haber salido a tocar fuera también es muy enriquecedora, y el participar en cosas que están fuera de lo establecido... En las relaciones personales, he tenido siempre apoyo de mi familia y amistades... mis amigas y amigos, aunque no les gusta el punk, me han apoyado y han venido a verme a los conciertos etc. Y las dos relaciones que he tenido han sido con chicos que también estaban metidos en el punk, así que compartíamos eso.

NO SOMOS UN GRUPO DE CHICAS, SOMOS UN GRUPO DE PUNK!

En Barcelona el punk está bastante dividido en subescenas donde hay chicas haciendo cosas. Esto es bastante positivo, pero a veces se mira como algo extraordinario por el hecho de que sean chicas. Imagino que esto pasa porque hay pocas chicas tocando y siempre se cuestiona lo que hacen. No es que los tíos en el punk perciban que estamos invadiendo su espacio, pero de alguna manera tienden a tomarse como un ataque cuando se habla de feminismo o de lo que nosotras pensamos sobre estos temas. Yo trato de mirarlo desde el punto de vista de que somos personas, intentando

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desenmarcalo de los roles de género. Está demostrado que nosotras podemos cantar, tocar la guitarra, la batería, hacerlo bien o hacerlo mal. La cuestión también es que tenemos que creer primero en nosotras mismas, en que podemos hacerlo. Que también pasa, que a veces cuando hay un grupo de chicas o una chica tocando en un grupo, ya por el hecho de ser chica se sobrevalora, y se mira con otros ojos, aunque el grupo no guste a la persona (sobretodo si ellas estan “buenas”). Yo personalmente creo que no he encontrado obstáculos directos por mi sexo/género, pero esto creo que tiene que ver con el hecho de que no estamos acostumbradas a hablar entre nosotras (pero tampoco entre los tíos y entre todos en general) de lo que realmente sentimos, las relaciones son más superficiales. No nos han enseñado a hablar, a expresar nuestras opiniones y sentimientos, sobre todo aquellos más dolorosos o complicados. Yo intento trabajar en ello, en no tener miedo a que te cuestiones o juzguen. Además en todo esto creo que Internet ha hecho mucho daño, en el sentido de que la gente dice por la pantalla muchas cosas que luego es incapaz de decir cara a cara. Creo que a veces las propias personas dentro del punk se adaptan a esos roles de género en un sentido superficial, como las chicas que cuidan mucho su aspecto por ejemplo, cuando es algo que en mi opinión no es necesario en un movimiento que no nació con este espíritu. Creo que se está cayendo en el consumismo y en asumir los estándares de belleza y todo eso: aunque seas punk tienes que ser guapa y llevar esto y lo otro... A mí como mujer me duele ver esto en las demás, que por un lado se asume que no hay machismo, que el machismo es algo negativo que no puede haber dentro del punk, pero por otro lado está presente y las mismas mujeres lo están aceptando y están jugando su rol. A pesar de que hay diversidad, que no todo el mundo actúa igual... También se escuchan comentarios machistas o chistes machistas y ciertas actitudes cuando toca cargar y descargar el equipo, por ejemplo. El tema sobre la depilación también esta bastante atrasado, se ve como algo antiestético e incluso nosotras mismas lo tenemos muy interiorizado. Sí, hay tipos muy implicados y todo eso, ¿pero luego que pasa en casa? ¿Quién limpia y todo eso? ¿Y en las relaciones afectivas? ¿Y en la sexualidad? En el punk aquí por lo general es un ambiente mayoritariamente hetero, donde se sigue perpetuando el rollo este de que el tío que folla mucho es un machito y la tía que folla mucho una guarrilla. También he visto

tipos

tratando

mal

a

sus

parejas

públicamente,

mandándolas

callar

y

despreciándolas delante de gente. El polo opuesto también se da: la sobreprotección. Una vez un baboso le tocó el culo a una amiga mía y ambas reaccionamos, sin embargo algunos amigos que estaban con nosotras querían evitar el mal rollo por miedo a que

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pasara algo después, pensaban que si pasaba cualquier cosa tendrían que meterse en la movida. Como si no fuéramos capaces de defendernos solas.

He tocado con otras chicas, pero nunca quisimos ser un grupo de chicas, de hecho esto fue malinterpretado en alguna ocasión. Teníamos una canción que decía “No somos un grupo de chicas, somos un grupo de punk.” Era como decir, hacemos punk, somos chicas y qué?!! Podemos hacer lo mismo que los tíos. La idea era normalizar un poco la presencia de las chicas en el punk, sin diferencias, que por ser chicas no nos infravaloren, pero que tampoco se entienda como algo mejor o extraordinario. Es bastante común ver carteles de conciertos donde cuando toca un grupo de chicas se especifique “grupo de chicas”, ¿qué hay detrás de eso? A mí me da mucha rabia, no se pone lo mismo cuando tocan grupos de tíos, ahí pondrá “banda de hardcore punk” o lo que sea, pero nunca “grupo de hombres”. Está bien visibilizar que hay chicas que también hacen cosas en el punk, que no son solo “novias de” (una idea bastante extendida), pero de alguna manera es colocar a las chicas en otro nivel, ya sea inferior o superior, y no me siento cómoda con eso. Por eso queríamos exaltar, que ante todo eramos un grupo de punk. Hubo chicas que se lo tomaron mal, especialmente chicas feministas con posturas más radicales que según mi postura entendieron que renegábamos nuestra posición como mujeres y que rechazábamos su lucha, cuando no pretendíamos dar ese mensaje. Aunque sí que es cierto que ese tipo de feminismo me incomoda, me resulta demasiado rígido, cuando empiezan con el tema de los espacios no mixtos, exclusivos de mujeres, por ejemplo... Me parece encorsetarse de nuevo y aferrarse a unas normas que desde mi perspectiva son contrarias a lo que implica el punk. Teníamos otras letras que reivindicaban el no sometimiento de la mujer al hombre, denunciando el concepto de mujer objeto.

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4. MARIA

Empecé a interesarme por el punk cuando tenía unos 15 años. Vivía en un pueblo y conocía a gente de otros pueblos cercanos que escuchaban punk e iban a conciertos. A través de ellos fui profundizando en la música y en seguida quise montar un grupo con algunos amigos. Acordamos que cada uno nos compraría un instrumento, aunque al final nadie se compró nada y todo se quedó en el aire. Al cabo de un tiempo me regalaron una guitarra eléctrica y empecé a ir a clases. Las abandoné cuanto el profesor me enseñó a hacer quintas: ¡ya sabía suficiente como para tocar punk! y a partir de ahí empecé a tocar y a grabarme, incluso llegué a dar algunos conciertos yo sola. En aquella época también empecé a engañar a mis padres para ir a conciertos a Barcelona. Me compraba fanzines, buscaba información en internet... era importante para mí informarme, conocer nuevos grupos y profundizar en el conocimiento de una cultura nueva para mí. Así fui conociendo bastante gente y empecé a tocar en grupos. Con el primero, hubo algunos problemas causados por cierta falta de afinidad. Yo tenía muy claro que quería hacer un grupo con letras políticas, pero había muchas diferencias entre nosotros, lo cual supuso varias discusiones. Al fin y al cabo éramos personas con distintas ideas de lo que es el punk. Luego he ido tocando con otras bandas, algunas de las cuales todavía están en activo. Hubo algún intento de empezar un grupo de chicas, pero hasta hace un año no lo había conseguido en serio. Siempre he tocado con chicos.

De mis experiencias tocando en grupos y en el punk he aprendido que si quieres hacer algo lo puedes hacer por ti misma, sin necesidad de intermediarios e independientemente de la calidad profesional. Considero que es una manera de ver las cosas muy interesante y apropiada para todos los aspectos de la vida. Además, el hecho que cualquier persona pueda expresar sus opiniones y sentimientos a través de la música, que ya no está en manos de especialistas, facilita la difusión, circulación e intercambio de ideas. Yo me hice vegetariana y luego vegana después de escuchar canciones que hablaban sobre la explotación animal. Del mismo modo, a partir del punk y del anarquismo llegué al feminismo. Creo que de alguna manera me ha hecho ser quien soy.

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MEDIAS DE REJILLA: LA ESTÉTICA PUNK Aunque siempre me ha interesado más la cuestión política y musical, creo que la estética es una parte muy importante en la construcción de identidades. Es algo puramente superficial, pero deja entrever cuestiones más profundas. En un primer momento la estética punk era algo que me parecía muy llamativo y me atraía muchísimo. Recuerdo el impacto que producieron sobre mí algunas fotos de grupos de los 80 como Vulpess, Último Resorte, Desechables...

En esas fotos salían chicas súper jóvenes que tocaban en grupos y hacían lo que querían. Esto me gustaba. Otra cosa que me llamaba mucho la atención era que había una exhibición muy evidente del cuerpo femenino. La línia entre la mujer objeto hipersexual y la apropiación del propio cuerpo como elemento de provocación era muy delgada y generaba en mí sentimientos opuestos. Minifaldas, medias de reijilla, maquillajes extremos... En las portadas de dos de mis discos favoritos de Último Resorte y Desechables, salían las cantantes mostrando sus pezones sin ningún pudor.

Aún sin tener muy clara mi postura al respecto, me di cuenta de que me moría de

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ganas de romper mis medias y recortar mis faldas. Todavía estaba en mi tierna adolescencia y sentía que por fin empezaba a ser una mujer. Me sentía dueña de mí misma. Y es curioso porque esto contrasta con lo que, desde determinados sectores del feminismo, se asimilaría como ponerse al servicio del patriarcado mediante la reproducción de sus códigos estéticos. Yo viví la adopción de esta estética hiperfemenina como algo liberador. Por un lado, porque me había educado en una familia cristiana que, aún sin ser muy rígida, me había denegado la posibilidad de mostrar mi cuerpo y cargado de complejos y tabúes. Por otro lado, porque tampoco adopté una feminidad al uso sino más bien una parodia de los códigos de la feminidad llevados al extremo. En este sentido, no me identificaba con las chicas monas que iban a la discoteca a ligar. Yo era una punk y teóricamente la base del punk era la provocación y la transgresión. Por primera vez desde el inicio de la pubertad me atrevía a enseñar mis piernas, que no consideraba especialmente “bonitas”. Creo que aunque el factor social es importante, nunca me vestí así para los demás. Principalmente, lo hacía para mí misma. Gracias a esta nueva manera de entender mi cuerpo, empecé a aceptarlo y a sentirme más cómoda con él. Al cabo del tiempo, a medida que me iba politizando más en cuestiones de género, me empecé a cuestionar de nuevo el por qué de mi estética tan “femenina”. ¿Qué había detrás? Mis primeras experiencias en entornos de mujeres no mixtos estuvieron marcadas por un extraño sentimiento. Rodeada de mujeres feministas y lesbianas, me sentía diferente y me preocupaba lo que pudieran pensar de mí. Durante esta época, abandoné las

faldas

y

adopté

una

estética

sobria

y

neutral,

muy

poco

femenina.

Con el tiempo, me he ido reconciliando con mi feminidad pero desde otra perspectiva. Creo que soy mucho más abierta y relajada en todos los sentidos. Ya no me interesa identificarme con una estética concreta. Lo que me ha aportado el punk es la tranquilidad de saber que puedo vestirme como me dé la gana. Y ahora mismo esto pasa por ir a un concierto punk con ropa completamente normal, o ir a una manifestación feminista con minifalda y carmín en los labios. Si alguien se deja llevar por los prejuicios y coge una idea equivocada de mí, es su problema, no el mío. ¿QUÉ PASA CON LOS TEMAS DE GÉNERO Y EL FEMINISMO EN EL PUNK?

El primer intento de crear un grupo con otras chicas no llegó a ningún lugar. Lo

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pasábamos bien, pero nuestros objetivos y prioridades no eran los mismos. Escribí alguna letra intentando tratar ciertas cuestiones relacionadas con el género, pero me encontré con que ellas no se sentían cómodas. Incluso algunas de ellas tenían una postura abiertamente anti-feminista. Había algo paradójico: sentía que era importante tocar con otras chicas, ya que en mis demás grupos todo era presencia masculina; pensaba que así podría expresar otro tipo de cosas. Resultó que con ellas tampoco podía. Incluso había más reticencias. Algunas no se sentían discriminadas por ser mujeres y decían que no experimentaban dificultades en su vida diaria por el hecho específico de su género. Y todavía menos en el punk, diferente del resto de la sociedad (donde quizás sí se discriminara a las mujeres). Desde esta perspectiva, no sentían la necesidad de reivindicar ni visibilizar nada. La verdad es que aunque no llegamos a tener grandes debates ni discusiones en torno al tema, me di cuenta de que no era lo mismo tener un grupo de chicas, que tener un grupo feminista. Eso coincidió con una época en que, pese a que todavía me costaba definirme como tal, empezaba a interesarme por el feminismo. Así que la experiencia fue algo frustrante. Pasado un tiempo el grupo se acabó.

Creo que el origen de estas reticencias hacia todo lo que tenga que ver con el feminismo viene de la idea de que en los entornos políticos libertarios la gente piensa diferente respecto al género. Parece que todo esté superado. Pero hay falta de interés y mucho miedo. Da miedo cuestionarse a sí mismx, ver que no estás tan liberadx como pensabas. Muchos tíos punks temen perder sus privilegios aunque no los quieran reconocer...

Aquí en Barcelona la escena es mayoritariamente heteronormativa. A los conciertos a los que voy la mayoría de las personas tienen pareja más o menos estable. Todo el mundo es heterosexual hasta que se demuestra lo contrario, cosa que no suele pasar muy a menudo. Y con los tíos es todavía más difícil. Aún así es curioso observar como muchos buscan constantemente el contacto físico entre ellos, por ejemplo bailando sin camiseta en el pogo.

En mi círculo más cercano hay muchas mujeres interesadas en tocar o en el punk. Hay y ha habido grupos formados por chicas de esos que, aunque su mensaje no sea siempre directamente político, te cargan las pilas. Hemos conseguido recuperar el pogo,

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reocupar ese espacio. Poder estar a primera fila bailando sin que las coreografías y violencia masculinas nos aparten hacia los laterales. Aunque todavía muchos tíos se piensan que los conciertos son un gimnasio. Alguna vez hemos llegado a echar a algún tío por su falta de respeto o por babosear. Lamentablemente hay sitios con dinámicas muy viciadas en los que esto puede resultar conflictivo.

Está claro que en el punk se reproducen los mismos esquemas de conducta que en el resto de la sociedad, aunque sea en menor medida. No puede ser de otra manera. Está formado por personas que hemos sido educadas bajo unos parámetros de conducta concretos. Lo que sí es cierto es que, aunque como ya he dicho hay gente que quiere mantener sus privilegios o no quiere cuestionarse ciertas cosas, también hay muchas personas con predisposición a escuchar y a cambiar sus actitudes. Por ejemplo, estuve montando conciertos con unos amigos y todo el tema técnico lo gestionaban ellos, mientras que yo solía encargarme de la comida para las bandas. Evidentemente ellos también cocinaban y yo ayudaba a montar el escenario. Cargar y descargar lo hacíamos todos. Pero había algo allí que, de alguna forma, marcaba cuál era el terreno de cada unx. Era algo no verbalizado ni acordado, pero consentido por ambas partes. Si te paras a pensarlo, es comprensible que ellos se organizaran en lo que ya sabían hacer, pero se estaba obviando que yo también podía aprender. Parecía más lógico que cocinara. Yo también tenía mi parte de responsabilidad, pues a veces era yo quien directamente delegaba ciertas cuestiones que consideraba fuera de mi alcance. O bien asumía organizar el tema de la comida porque pensaba que se me daba mejor.

Lo aprendí de mi madre. Tiene una manera de hacer las cosas muy propia y apenas deja que los demás interfieran en ella. Detrás de eso se esconde el rol de la perfecta ama de casa. Esto ocurría de forma inconsciente hasta que

lo planteé. Lo

hablamos y a partir de ahí cambió la dinámica. Fue muy positivo porque permitió que nos cuestionáramos qué había detrás de nuestra forma de funcionar. Parecía mentira que estuviéramos reproduciendo los patrones de división sexual del trabajo. Pero claro, nuestra generación ha credido en una sociedad que ya no es machista porque nuestros padres ¡ayudan! a nuestras madres en los quehaceres domésticos. En todo caso, el cambio se notó y fue muy positivo. Siento que he aprendido un montón y que he ganado mucha autonomía. He podido comprobar al plantear estas cuestiones se consiguen

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pequeñas transformaciones.

APOSTANDO POR EL PUNK DE LA DIFERENCIA

Hace un año, en una noche de fiesta entre amigas, decidimos que queríamos montar un grupo. Aunque fue algo muy espontáneo, ya veíamos la necesidad de que el grupo fuera feminista. Todas somos bastante afines políticamente y habíamos trabajado juntas en diferentes iniciativas.

Al principio sobre todo discutíamos las letras, nos queríamos definir políticamente, buscando un punto donde todas nos sintiéramos cómodas. Nos interesa centrarnos en la otredad. Buscamos algo que pueda servir para catalizar nuestra rabia y favorecer cierta unión entre mujeres muy diferentes. Aún siendo la mayoría de nosotras blancas y de clase media, queremos visibilizar que existen otras realidades que no pasan o no quieren pasar por la norma. Buscamos complicidades entre todas aquellas mujeres que se encuentran marginadas e invisibilizadas por la sociedad en la que vivimos.

De momento, la recepción que está teniendo el grupo es bastante buena. Eso sí, ha habido un poco de polèmica en torno a algunas de nuestras letras, sobretodo con una que plantea una crítica a ciertos personajes supermilitantes, normalmente masculinos, que pueblan las asambleas de los entornos contestatarios. De hecho, creo que es una letra con la que muchas mujeres se pueden identificar fácilmente. Habla de cómo estos compañeros tan seguros de sí mismos muchas veces se comen nuestros espacios con sus actitudes autoritarias, no dejándonos hablar, llevando siempre la voz cantante y marcando la forma correcta de realizar las cosas. Nadie nunca en una asamblea se atreverá a decir que, por ser mujeres, nuestra opinión es menos válida, pero en algunas ocasiones sí hemos percibido que se no se nos toma tan en serio, que nuestra voz no tiene el mismo peso al de otros. De todas formas, no nos interesa jugar a ser la víctima. La cuestión es detectar estas actitudes y señalarlas, para poder hacerles frente.

El problema con esta canción es que en lugar de interpretarse como una crítica

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hacia la arrogancia y el autoritarismo que encuentran su sitio precisamente dentro de estos ambientes donde supuestamente “todo está superado”, se lee como una crítica de la militancia en general. Creo que existe una confusión acerca de qué es la militancia, si ésta sirve para perpetuar los esquemas patriarcales. Cuesta aceptar las críticas cuando se tienen por positivos y se aceptan por buenos (y por ende, como ejemplo de buena militancia) los comportamientos más típicamente masculinos.

También nos suelen decir que hay muchas mujeres que encajan dentro de nuestra descripción del guerrero supermilitante, y que muchos hombres tienen dificultades para ser escuchados, eclipsados por otras personas que llevan la voz cantante. Claro que sí. Una cosa no quita la otra.

Pero como decía, y pese a las polémicas, la recepción ha sido bastante buena. Hay interés no solamente por la música sino también por el mensaje. Un chico nos hizo una entrevista para un fanzine de punk, y en ella nos preguntaba por qué usábamos la expresión “punk de la diferencia”. Esta idea la saqué de una columna que escribió Marissa Magic en la MRR. Ella hablaba de por qué se había involucrado en el punk y qué dificultades se había encontrado, destacando que frente a los tíos que seguían reproduciendo las mismas dinámicas de popularidad del instituto y marginando a las personas que son distintas, ella estaba en el punk porque le permitía, frente al resto de la sociedad, ser diferente. Se preguntaba: ¿Qué pasa en el punk que las personas que somos diferentes tampoco encajamos? Nosotras nos lo apropiamos de esa forma, no tiene nada que ver con el feminismo de la diferencia.

CÓMO CONVIVEN LA POLÍTICA Y LAS RELACIONES AFECTIVAS...

La política forma parte de mi vida y trato de ser lo más coherente posible. Intento reflejar la manera de verme a mí misma también en mis relaciones afectivas, aunque siempre hay temas pendientes: relaciones libres, intentar huir de la pareja cerrada, los celos... Es algo que hay que ir trabajando. Pero mientras no me sienta mal, ni haga sentir mal a la gente de mi alrededor, trato de no agobiarme con esto. Todos los procesos tienen su ritmo y es imposible arrancarse tics y conductas aprendidas desde la infancia, de la

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noche a la mañana. Cambiar la forma como nos relacionamos en pro de relaciones más sanas e independientes cuesta porque implica mirar y rascar muy adentro. Pero creo que merece la pena intentarlo, porque al fin y al cabo se trata de vivir mejor nuestra propia vida. Aún así, cada persona tiene sus necesidades y su forma de ver las cosas. No pienso que todo el mundo tenga que ir hacia una misma dirección. ¿Para qué sufrir con una relación abierta si realmente sentimos que (todavía) no estamos preparadas, o que esto no es para nosotras? Pasarlo mal sólo para intentar parecerse más a un ideal (en este caso, el de mujer liberada) puede no ser tan liberador. Lo importante es el respeto mutuo y la sinceridad.

5.RAKEL LLUNA ROJA: MÁS QUE UN GRUPO DE PUNK

Siempre me ha gustado la guitarra.

Empecé

hace

ya

unos

cuantos años montando un grupo con mi hermana y otros dos amigos más. Fue una experiencia muy divertida, ya que eramos un grupo de colegas que nos lo pasábamos bien tocando versiones

de

bandas

que

nos

gustaban. Después hacia 2004, una amiga que tocaba el bajo me pidió que

tocara

con

ella.

Estaban

buscando chicas que tocaran en grupos de punk para dar un concierto en Barna para la presentación de la revista Mujeres Preokupando39 de 39 Proyecto de contrainformación feminista, que surge en el contexto de Barcelona en una jornadas estatales, en el C.S.O. Las Naus, 1997.Con la necesidad de plantear las cuestiones de género en la okupación. Se trata de un proyecto itinerante, que ha pasado por varias ciudades, con la intención de plasmar las realidades de cada lugar, y a su vez, establecer redes y conexiones feministas.

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Zaragoza. Decidimos juntarnos unas cuantas chicas que tocábamos en grupos para hacer versiones de grupos de tías del mundo del punk y poder tocar para la presentación de la revista. Nos juntamos bastantes y fue muy divertido. Creo que empezamos siendo seis, cada una con sus experiencias y recorridos diversos. Yo, por ejemplo, aunque había estudiado solfeo de pequeña, nunca lo utilicé para la guitarra. Con la guitarra siempre me guiaba por el oído y solo tenía la experiencia de mi grupo anterior en el que hacíamos versiones de Cicatriz y Eskorbuto, así que mi nivel no era muy alto. Otras compañeras tenían la experiencia de años tocando en grupos. Estas diferencias influyeron a la hora de ponernos de acuerdo en qué versiones hacer, y también a la hora de tocar esas versiones, porque no todas teníamos el nivel para hacerlo. Había canciones que nos gustaban, pero que no nos salían o canciones que sí sabíamos tocar, pero que cuando las tocábamos no nos gustaban cómo quedaban. Al final como no salían las versiones, decidimos tocar nuestros propios temas. Así fue cómo surgió Lluna Roja. Ya surge vinculado al feminismo y al anarquismo. El mundo del punk es un espacio muy masculino. Por un lado, porque siempre hay más tíos tocando, sobre todo en ciertos instrumentos. A las chicas se las puede ver más cantando o tocando la guitarra, pero no en la batería. Por otro lado, esa masculinidad también se aprecia en las formas y la manera de relacionarse. En Lluna Roja pretendíamos vincular el mundo del punk a grupos de mujeres. No todas se identificaban como feministas, aunque la base de los grupos de mujeres es el feminismo: poder concentrar energías juntas, ver qué cosas tenemos en común... Para mí Lluna Roja ha sido un plus añadido porque no solo ha sido un grupo de música, ha sido un grupo de compañeras que nos ha permitido a todas crecer a nivel político y personal, en el que los temas de mujeres siempre han estado presentes. Nos ha permitido desarrollarnos a nivel discursivo y compartir con otras mujeres que están en movimientos de okupación, del anarquismo, del feminismo... pero con recorridos muy diferentes entre nosotras, ya que algunas venían de movimientos mixtos y otras no tanto. La forma que teníamos de relacionarnos era diferente, puesto que no sólo se trataba de ensayar sino también de ver cómo nos sentíamos, cómo estábamos en nuestras vidas. Eso siempre estaba presente, como el tema del ciclo menstrual que afectaba a los ensayos por la predisposición que tenía cada una. De hecho, de ahí surgió el nombre de Lluna Roja. Para mí es importante porque explica la complicidad, pero también el desarrollo de un grupo musical de manera diferente, a través de conocer y reforzar la identidad de ser mujeres en un grupo. De hecho, mucha gente nos dice que esa

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complicidad que tenemos entre nosotras se percibe cuando tocamos, que no se trata solo de tocar de cara al público sino de disfrutar entre nosotras, de haber pasado mucho tiempo entrando en lo personal. MUJERES PUNKS OCUPANDO EL ESPACIO La mayoría de experiencias con el grupo han sido muy positivas. No es algo muy común que haya un grupo de chicas en este estilo de música, así que sientes que te cuidan más. Para las mujeres es un subidón. Tenemos un grupo de colegas que siempre están en los conciertos y están ahí a muerte. Entiendo esto porque implica ver a otras mujeres tocando música que te gusta, música cañera, y que además añadimos temas feministas experiencia

que de

tienen muchas

que

ver

mujeres

con y

la que

metemos caña al movimiento. Tenemos una canción, Machitos de la peña, que habla de los típicos tíos que van de feministas y sensibles, cuando en realidad utilizan todo eso para acercarse a las mujeres y seguir reproduciendo maneras desiguales en las relaciones. El hecho de que hubiera un grupo con estas características ha sido muy bien acogido por parte de muchas mujeres del movimiento. De hecho, yo he dejado el grupo y me está costando mucho precisamente por eso, porque es algo muy especial, muchas mujeres te lo dicen “No puede ser, sois super cañeras y esto vale la pena.” Por lo general no nos hemos sentido cuestionadas ni hemos tenido ninguna experiencia negativa en ningún espacio, algo que podría haber pasado: por el contenido de las letras o por actitudes nuestras. En alguna ocasión hemos tenido algunos enfrentamientos con tíos babosos (porque los babosos también existen dentro de estos movimientos) y si te ven disfrazada de determinada manera se crecen más, por eso hemos llegado a tener algunos enfrentamientos que en realidad no han llegado a serlo porque estaban todas nuestras amigas ahí y no se ha permitido. Es brutal para mí el ver en un concierto que las primeras filas donde se hacen los pogos son todo mujeres! Cuando has vivido los conciertos punkys, que siendo mujer muchas veces te tienes que salir porque siempre está el típico que va a saco, ese rollo de testosterona por

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todos lados...

En mis recuerdos de cuando era adolescente e iba a los conciertos punkys, casi siempre eran mogollón de tíos y tú para hacerte un espacio tenías que ir dando codazos o quedarte atrás. Por eso me parece importante que haya otras maneras de hacer en un concierto. Porque nosotras hemos tocado en sitios diversos, en espacios mixtos también, pero en la mayoría eran espacios seguros, con una perspectiva feminista o de apoyo a proyectos que tuvieran alguna vinculación con el feminismo. La chispa existe entonces si compartes estos espacios se ve que hay muchísima fuerza de mujeres que se están introduciendo en este mundillo. Y esa fuerza y ese poder de las mujeres es también el que ha evitado que se dieran malos rollos con los tíos, porque se ha dado una ocupación del espacio por parte de las mujeres. En el momento en que un tío apareciera con actitudes muy masculinas, de querer en seguida imponerse, de ocupar mucho el espacio o babosear... en seguida se generaba una respuesta, ya que había una complicidad entre las mujeres que vetaban eso, entonces resultaba más fácil responder, ya fuera echándolo del espacio, enfrentándose o haciendo un muro. De alguna manera en nuestros conciertos se ve a los tíos bastante contenidos, bastante atrás, o si no son nuestros amigos que están apoyando. UNIENDO FEMINISMO AUTÓNOMO Y PUNK

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Estos espacios han sido posibles, sobre todo aquí en Barna porque el feminismo autónomo, a pesar de sus divergencias, ha cogido bastante fuerza en los últimos años. Sobre todo con el tema de las agresiones. Ha surgido un movimiento de mujeres muy fuerte a través de la autodefensa, del wendo... Esto ha generado que las mujeres se pudieran sentir más fuertes, tanto a nivel individual como colectivo. Quizás a nivel colectivo antes era más complicado tener un grupo de afinidad de tías vinculado a experiencias de este estilo: que tienes muy claro que pase lo que pase, ya sea en una mani, en un concierto... tienes un grupo con el que actúas conjuntamente. Esto ha surgido en paralelo a los grupos de mujeres en la música, ya que no hemos sido las únicas, hay otros grupos de mujeres en Barna que están saliendo y que están metiendo mogollón de caña desde diferentes estilos, desde el hip hop, el hardcore... Van surgiendo unos discursos y prácticas que van desde lo más teórico hasta la práctica de la autodefensa y el mundo de la música. Yo personalmente me he ido alejando del rollo más punkarra, puede que me haya metido más en mi burbuja. Hay muchas resistencias por parte de los hombres de que haya este revuelo de las mujeres. Obviamente, desde el colectivo que está oprimido va a haber mucho más trabajo y cuestionamiento y desarrollo, porque quien tiene el privilegio no se lo cuestiona tanto y no le interesa. A veces te encuentras con tipos muy perversos que tratan de dar una imagen de que se cuestionan su posición de privilegio, y después es su práctica diaria más íntima reproducen el rollo de machito. El típico maltratador que es super guay de cara a la gente. Por eso yo me he ido alejando de este ambiente, por ejemplo, te paras a leer ciertas letras y encuentras expresiones machistas. A mi hermana y a mí unos amigos nos invitaron a grabar unos coros para una canción sobre el maltrato, la letra hablaba de una mujer que sufría maltrato y que un día decide dejar a su pareja Entonces el estribillo era totalmente absurdo porque decía algo así como “Se me hincha el pito!”, yo flipando, que a una tía no se le hincha el pito! Recuerdo que al final quedó un poco cutre la canción, y claro en ese momento no tenía la consciencia que tengo ahora y me da mucha rabia, que no sabía ponerle palabras (que es también a lo que te ayuda el feminismo, a poner palabras a lo que sientes, a tus malestares... y así luego poder combatirlo). Yo creo que si quieren hacer un trabajo ya lo harán ellos, no creo en este rollo de que las mujeres tengamos que ser pedagogas y facilitadoras. Bastante tenemos con lo nuestro. Por ser mujeres hay muchas cosas que nos cuestan más. Por ejemplo en mi caso, con la música: subirme a un escenario y tocar delante de gente es algo muy difícil. Creo que no ha habido ni un solo concierto que lo haya disfrutado al 100%, de estar totalmente tranquila y dando lo mejor de mí. Si lo he

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podido llevar guay ha sido por las compañeras. Si me equivocaba y se me tensaba la mano, veía la mirada de complicidad de la otra, ese reconocimiento de que la estás cagando, pero que no pasa nada. Se reconoce que en algún momento todas nos vamos a confundir y nos vamos tapando. Pero es muy difícil salir al escenario y no estar temblando, del miedo a ocupar el espacio, a exponerte al qué te juzguen... Es un peso totalmente cultural como mujer. Igual que cuando te toca hablar en una asamblea, con tu hilillo de voz, que no sabes ocupar tu espacio y cuesta decir lo que piensas y sabes que no vas a tener el mismo impacto que si lo dijeras con una voz fuerte y masculina. Hay que hacer muchos esfuerzos en este sentido. Al fin y al cabo se trata de un mundillo en el que no es tan común ver a mujeres tocando, ocupando el espacio... así que es muy positivo que haya mujeres que se están superando así mismas y haciéndolo, porque tiene el doble de dificultad. Por eso no me gusta perder el tiempo y la energía en los temas de los tíos, de eso que se preocupen ellos. De hecho, ya hay grupos de tíos que se juntan para cuestionarse sus privilegios y demás.

Hay una parte del feminismo muy positiva que es la que te descubre la construcción cultural del género, que tus limitaciones también las han experimentado otras mujeres y que se trata de algo que se puede cambiar. Pero hay otra parte más dolorosa que es tomar consciencia de los abusos que has sufrido y sufres como mujer, de cómo te ponen en segundo plano únicamente por el sexo que tienes... y no sólo el tomar consciencia a nivel individual sino también a nivel colectivo, como mujeres. Me parece un poco injusto que se nos asuma con el rol de pedagogas de los hombres cuando ellos no han experimentado mucha cosas que sufrimos nosotras en el día a día como cuando vuelves sola de fiesta y vas con miedo por la calle por que no te pase nada, sobre todo si vas borracha. Es un discurso que he escuchado mucho, el que victimiza a los hombres, que los entiende como víctimas del patriarcado porque no se les ha permitido desarrollar su lado emocional, porque tienen carencias afectivas y no saben expresarse... Que necesitan que se les diga lo que tienen que hacer. Me da rabia porque pienso que como tíos también se deben dar cuenta, por ejemplo, si una mujer es desprestigiada y no hacen nada, también están siendo parte de eso, están siendo cómplices. De alguna forma mi visión se ha ido radicalizando con el tiempo. He pasado de ambientes muy masculinos a integrarme más en ambientes feministas. De hecho, trabajo en una organización por y para mujeres en el tema de la violencia. Todo esto ha ido radicalizando mi mirada. He pasado momentos de mucho odio hacia los hombres (por mi experiencia vital, por la

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experiencia de mis amigas) a irme reconciliando. Eso sí, teniendo en cuenta hasta qué límites accedo y mi posición, qué lugar ocupo. Antes en los espacios que estaba que eran más masculinos no tenía claro mi lugar, y si no era a base de luchar o de pasar a segundo plano y adoptar una postura más sumisa, no tenía ese lugar ni me sentía tan fortalecida. Esto es muy difícil en movimientos muy masculinizados, ya que se mantienen ciertas actitudes como una cuestión identitaria. Después resulta interesante ver cómo cuando sale un grupo de mujeres sacando el tema de violencia, no solo para criticarla sino también para cuestionarse si ellas pueden ejercerla y si están legitimadas a hacerlo, surge un revuelo importante, genera mucho rechazo. Resulta un tanto paradójico que el tema de la crítica o denuncia de la violencia a las mujeres cause tanto rechazo dentro del punk porque de hecho para mí el punk siempre ha sido esa idea anti-todo, de hacer daño al sistema y a todo aquello que oprime, y luego cuando las mujeres empiezan a hablar de su opresión, resulta que molesta. Yo miro para atrás y recuerdo situaciones y experiencias que confirman esto, sobre todo en las relaciones entre parejas heterosexuales. Aun hoy en día te encuentras muchísimas mujeres dentro de estos movimientos, incluso feministas, que están muy supeditadas a sus parejas. Resulta paradójico porque se trata de movimientos que se podrían considerar liberados o que se plantean la cuestión de la libertad. Afortunadamente hay referentes de mujeres que te empoderan... hay una anécdota que me contaron de las L7, que durante un concierto en unos tíos babosos les estaban diciendo algo y una de ellas se sacó el tampax y se lo lanzó. Siendo unas tías super buenas musicalmente y cañeras, y con una actitud muy potente, se convierten en referentes. Porque en comparación a la estructura social general, en estos movimientos no hay tantas diferencias en lo que a género respecta, el problema está cuando no se quiere plantear, o se considera un tema sin importancia, algo que siempre me ha dado mucha rabia, que la opresión de la mujer siempre ha quedado en un segundo plano. Luego te encuentras incluso mujeres de estos movimientos que están en relaciones abusivas y no se dan cuenta. Se necesita mucho tiempo para ir transformando.

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6. IERI PRIMERAS EXPERIENCIAS EN LA ESCENA PUNK

Nací en Brasilia, Brasil, en el año 1977. El punk empezó a interesarme a partir de los 13-14 años. Antes de esa edad, no había tenido la influencia de personas cercanas a mí (ya fueran hermanxs o amigxs) que escucharan punk. Sin embargo, yo ya tenía una cierta inquietud. Al principio escuchaba heavy metal, que era más fácil de encontrar, ya que los discos se vendían en las tiendas comerciales y también empecé a ir a algunos conciertos. Me gustaba la música... sobre todo escuchaba música en casa porque no tenía con quien ir a conciertos y no conocía a la gente demasiado bien. Al contrario de lo que pensaba, el ambiente era un tanto hostil. Cuando no conocías a nadie, la gente no te acogía necesariamente...

Fue a partir del punk que me interesé por el anarquismo. Tenía la idea de que los punks eran anarquistas, de que eran políticos... lo cual no es así. El punk no tiene por qué ser más, pero para mí siempre estuvo muy conectado. Uno de los acontecimientos que más influyó en mi vida en ese momento fue mudarme a Estados Unidos de intercambio durante un año. Esto fue así porque me permitió entrar en contacto con el riot girl. A pesar de que el momento álgido del riot girl ya había pasado, de que Bikini Kill lo habían dejado hacía años... Allí conocí a las chicas punks que me introdujeron en el riot girl. Podría decir que de la misma manera en que conocí el anarquismo por el punk, conocí el feminismo por las riot girls. Se trataba de tomar consciencia de determinadas ideas que no había pensado antes, o que no había tenido manera de nombrarlas. Sobre todo respecto a las cuestiones feministas, te das cuenta de que sentías cosas que no podías nombrar, y al poder contar con un vocabulario y comprobar que no te ocurre a ti sola... Otra de las formas en que el riot girl influyó en mí fue en que me animó para hacer música. ¿Por qué no iba a poder tocar siendo mujer? Parecía algo inalcanzable, porque el punk en mi ciudad era un espacio muy masculino. Algo que siempre me llamó la atención, sobre todo al principio. Sentía que las mujeres teníamos que demostrar que estábamos ahí por la música, que no estábamos para ligar. De alguna manera, se asume que no es una música que pueda gustar a las mujeres, porque es demasiado agresiva. Yo he visto cómo venía gente a preguntarme por los discos que había escuchado, para comprobar mis

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conocimientos. Este cuestionamiento también se daba desde las propias chicas que estaban ahí, no solo de los chicos. Según lo entendía yo, si ellas habían tenido que demostrar que estaban por la música, actuaban de la misma manera con las chicas nuevas para asegurarse de que sus intereses eran los mismos, reproduciendo la misma idea de que nosotras estamos siempre detrás de los hombres. Hasta que encuentras a los primeros amigos es muy difícil... de hecho, para mí fue más fácil entablar amistad con los chicos y mis primeros amigos siempre fueron chicos hasta que pude hacer amigas en el punk. RESISTENCIAS PUNK FEMINISTAS!

Al volver de Estados Unidos decidí que era el momento de montar un grupo, no podíamos esperar más. Nos juntamos algunas amigas y nos pusimos a ello. Era muy importante que fuera un grupo de chicas porque necesitábamos presencia en medio de una escena tan masculina. Las chicas teníamos que hacer un movimiento, pasar de ser público y a tocar! Así que nos juntamos una amiga que tocaba la guitarra, otra que empezó a aprender el bajo y yo, que no tocaba ningún instrumento e iba a cantar. En una primera fase, hubo un breve intento de grupo que no funcionó. Después con la mismas compañeras, encontramos a una chica baterista a la que le gustaba el heavy metal y el punk, y que compartía la misma motivación que nosotras por que las chicas tocaran punk. Juntas empezamos Bulimia. No todas sabíamos tocar o cantar, pero fuimos aprendiendo. En esta época, más que la música en sí, lo que consideraba importante era tener una voz. De ahí que Bulimia tratara de poner ciertos temas sobre la mesa, cuestionar el machismo también dentro de la escena. Era un momento en el que no solo no se hablaba de esto, sino que además había unos cuantos grupos muy machistas tocando por ahí. Estos temas los tuve que ir trabajando con las chicas del grupo, porque ellas no eran feministas. Tuvimos horas y horas de conversaciones y rápidamente fue fluyendo todo, salían letras de los temas que habíamos hablado etc. Nuestras letras iban dirigidas a las chicas, ya que no nos interesaba decir a los chicos que no fueran machistas.

Antes de nuestro primer concierto, escribí un flyer yo sola criticando a los grupos machistas de la escena local, nombrando a los grupos, las letras... Mi intención también era que si había más chicas que se sentían como yo, tuviéramos la oportunidad de

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juntarnos, hablarlo, cuestionarlo... Desde mi concepción del punk esta acción era algo totalmente comprensible, ya que el punk implica ese cuestionamiento de todo lo que te rodea. Nunca pensé que me fueran a amenazar tanto por aquel flyer. Un tipo me vino diciendo “¿Tú quién te crees que eres? Yo soy el rey del punk!”, y me llegaron comentarios que aseguraban que me darían una paliza si me veían... La parte positiva de todo esto, es que me permitió contactar con otras personas con las que después formé un colectivo que se llamaba Nada Frágil. La idea era juntar chicas dentro del punk. Un colectivo feminista no mixto que buscaba entender la construcción de género (a través de estudios, terapias informales y acciones) dentro de la escena punk.

Bulimia duró tres años aproximadamente, pero tuvo un impacto muy fuerte. Fue un shock, hasta nos llegaban noticias de algunos tíos que rompían nuestros cassettes y nos acusaban de anti-hombres. Por el lado positivo, también hubo mucha gente que se interesó por lo que hacíamos, fue un momento en que nos hicieron muchas entrevistas y hablé mucho sobre el tema. Íbamos a tocar a un sitio y venían chicas más jóvenes a decirnos que Bulimia les había cambiado la vida. Era muy sorprendente, sobre todo cuando nos decían que les gustaría tocar como nosotras, esto me sorprendía mucho porque en realidad nosotras tocábamos bastante mal y ellas también podrían tocar así! Recibir estas respuestas de las chicas era muy impresionante, no lo esperábamos, porque iba más allá de nuestra escena local, eran chicas de otras zonas que quedaban bastante lejos de nuestra ciudad. Mientras en Brasilia las cosas cambiaron mucho: las chicas empezaron a hacer cosas, surgieron otros grupos, y empezamos a crear nuestra propia escena, algo bastante diferente a la escena que habíamos conocido antes. Se dio una separación, y no solo eramos chicas, sino también chicos que querían que las cosas fueran distintas.

Los años que duró Bulimia fueron muy intensos y empecé a desgastarme. Además mis diferencias con algunas chicas del grupo se empezaron a hacer más evidentes. Por un lado teníamos ideas distintas del grupo. Yo nunca quise tomármelo como una profesión o buscar la fama, para mí eso no es punk. Por otro lado, a pesar de que nuestras letras eran claramente feministas, a veces las chicas preferían usar la palabra “femenino” a “feminista”, y yo luchaba contra ese miedo a posicionarnos como feministas. Lo importante para mí no era la música, era la política. De modo que en el momento en que

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nuestras diferencias fueron demasiado grandes, Bulimia dejó de tener interés para mí. Poco después la baterista murió en un accidente y el grupo acabó.

Yo quedé bastante desilusionada con todo, con las ideas de lo que era el punk, con las ideas políticas, con la gente del punk... Me distancié, dejé de ir a los conciertos e empecé a dedicar mi tiempo y energía en otras actividades: continué mi labor con Nada Frágil, donde entraron nuevas chicas que conocí en el grupo de Estudios Feministas de la universidad, aproveché para leer, estudiar y profundizar en el feminismo, me involucré en colectivos anarquistas...

RECONCIALIACIÓN

Al de poco de llegar a Barcelona, fui a un concierto en un centro social ocupado en el que me encontré de repente en el medio del pogo con una sensación de alegría muy fuerte, y para mí sorpresa, me dí cuenta de que aquella sensación que me despertaba el punk seguía dentro de mí. Empecé a ir de nuevo a conciertos con amigxs, gente que considero muy sincera en lo que hace, y de alguna manera me reconcilié con el punk. Montar un grupo de nuevo me ha costado más, han tenido que pasar algunos años... Al principio de llegar a Barcelona me involucré en muchísimas asambleas y no tenía tiempo para ponerme a tocar. Sin embargo, tenía en la cabeza que quería aprender a tocar un instrumento, algo que nunca hice antes. Así que cogí un bajo y me puse a ello. Montamos un grupo entre amigos, Peste. Fue una experiencia muy intensa, sobre todo por el hecho de hacer música, de que tocas unos acordes y estás creando música, eso fue muy impresionante para mí. Paralelamente, unas amigas y yo decidimos montar un grupo y nos llamamos Las Otras. Aunque aquí en Barcelona también es común encontrar menos chicas tocando, el ambiente es mucho menos machista que en Brasilia. Es curioso porque me veo de nuevo cantando sobre temas de mujeres. Para nosotras es necesario que se haga, puesto que aunque pase el tiempo y nosotras cambiemos, la necesidad sigue ahí: de que tengamos un espacio, una voz, una visibilidad...

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Sin embargo, para mí hay una diferencia respecto a Bulimia. No creo que Las Otras sea política, obviamente las letras lo son porque tenemos algo que decir, pero no creo – a pesar de lo que pensaba cuando era más joven- que el punk cambie el mundo. Creo que el punk crea su cultura propia, sus imaginarios... y que puede llevar a pensar y actuar diferente, en ese sentido sí puede producir cambios en la vida cotidiana. Sin embargo, es muy pretencioso pensar que con el punk se puede hacer la revolución. Nosotras somos personas políticas que estamos involucradas en diversos colectivos feministas y anarquistas, así que tenemos también esa parte anarquista muy importante (nos sentimos

en una especie de limbo, de una parte en el feminismo autónomo de la ciudad echamos en falta cuestiones que aporta el anarquismo; y de otra parte, el anarquismo no es nada feminista). Tenemos cosas que decir, para mí el punk es eso, no se trata de un punk para divertirse que habla de mierda. Otra diferencia respecto a Bulimia es que mientras con ellas tuvimos muchos obstáculos y amenazas, la acogida que hemos tenido con Las Otras ha sido muy positiva. Creo que era más fácil en nuestro entorno. En Barcelona la escena punk está dividida en varias subescenas. Nosotras nos movemos en un ambiente muy específico, con gente que también es anarquista, más abierta, que está interesada en una cosa más seria, no sólo el punk por diversión... pero no sabemos cómo sería si tocáramos en otros sitios, yo personalmente trato de evitar los espacios que no me resultan seguros.

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7. MADISON

INICIOS Nací en el año 73, siendo la mayor de tres hermanos. En la escuela destaco por mi facilidad para las manualidades y creatividad narrativa, también soy muy apta para el ejercicio físico, colocándome siempre en primer lugar de la clase ... pero no sucede igual con el resto de las asignaturas, que solía aprobar a base de chuletas. No me gustaban los grupitos, así que iba por mi cuenta participando tanto del juego de niñas (cuerda, gomas, casitas...), como el de niños (canicas, cromos, béisbol, carreras bicis …). Yo era un poco la Marimacho de la clase, es por esto que nunca he sentido discriminación al ser mujer. Por el contrario, en mi caso tuve gran aceptación, por mi condición física y mi carácter fuerte. Lo que más hacía era cantar, con 6 años inventaba canciones de cualquier cosa, incluso cuando mi madre me regañaba y no me dejaba protestar, le decía lo que pensaba cantando, entonces me prohibía cantar. –

¿Qué pasa? ¿No puedo cantar? -



eso no es una canción.

Así me aplicaba lo que más adelante entendería como censura. Con 14 años, mi tío me regaló una guitarra española. Ahí empezó todo, dos notas me eran suficientes para arreglarme una letra. De forma simultanea empecé a tener contacto con el punk y el heavy metal. Había una emisora fantástica que tenía una música que no la ponía nadie más, era Radio Bronka. Me encantaban los grupos y lo que decían, así que me los grababa en cassette. De muchas canciones, no conoci el autor hasta años mas tarde ya que los programas serian grabados con anterioridad y sin presentacion, como me paso con "salteando caminos" de los Quemando Ruedas, "35 millones de borregos" de los M.C.D, Lódi Social , Parabellum, ..., para mi eran la hostia!!! Un amigo de la escuela me dio a conocer a los Judas Priest, me volví loca con este grupo, con las melodías de sus guitarras que eran alucinantes y su cantante Rolf Jalfor, que me transportaba con su voz. Temas como el Britin the love fueron de mis grupos favoritos de heavy, tambien escuchaba a Iron Maiden, AC/DC, y nacionales Baron Rojo, con buenísimas letras y Ñu con su flauta trabesera. Después, en el instituto llego el thrasmetal con Sepultura, Kreator, Slayer, Megadeth, Metallica, esto me gustó mucho, las baterías y

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los sonidos de las guitarras. De hecho, es el sonido que busco hoy para mi guitarra, el de una motosierra!!! Con 16 años me compre una guitarra eléctrica, de las de empezar, con un pequeño amplificador . Esto ya era otra cosa!!! Por otro lado, no tenía forma de grabar las canciones que inventaba, no hacía versiones, no quería que se me pegaran cosas de nadie, así que solo tocaba lo mio. El

primer tema "pobrecito está malito", salio de

trasformar un anuncio infantil que salía por aquella época en la tele ,"encerrado" adptación de una novela , ..... Las que escribía podía mas o menos recordarlas, pero la mayoría las improvisaba y luego no era capaz de reproducirlas. Con el tiempo perdí las letras y así fui olvidando las canciones o sustituidas en la memoria por nuevos temas. Algunos amigos guardan registros de esa época, yo solo recuerdo trocitos. Me gusta mucho improvisar, son cancionesque si no se graban, existen solo una vez y a esto le llamo arte efimero (que es lo que hago cuando toco en el metro ). Con esta edad tuve mi primer grupo con mi amiga Ana (cantante de Bedssue) un par de años mayor que yo. Ella tocaba el bajo y Sito Barbero la batería (cantante de Jaleo Real). Por aquel entonces Ana viajaba mucho a Londres a visitar a su hermana y fue la que me dio a conocer a los Sex Pistols y a los Clash. Era curioso porque ella era RedSkin y yo Punk asi k parecíamos Pedro Pico y Pico Vena pero en chicas jajaj. Me contaba historias increíbles de fiestas y conciertos y también de los squaters. En su día no entendí bien el significado de squatter, quien diría que luego resultase tan significativo.

YA HAY LIBERTAD, ¿Y AHORA QUÉ? Mi evolución musical ha ido completamente ligada a la okupacion. Con 18 años me voy de casa, dejo los estudios y me arranco el aparato de dientes, en mi primera noche fuera hago el tema "ya hay libertat y ahora ke". Duermo donde puedo, en una fabrica abandonada, en la calle, en casa de amigos, incluso a escondidas de sus padres. Dormí varias veces en el sofá del comedor, me dejaban pasar cuando sus padres dormían y tenía que irme antes de que se levantaran.... pero finalmente encuentro una habitación, en un piso compartido, muy, muy barata. Casualmente vive ahí Hair (bateria del mitico grupo de punk Miseria y Kompañia) .... los vi por primera vez en concierto, cuando tenia

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17 años y alucine. Con esa edad también a escuchaba La Banda Trapera del Rio, Rip, Monstruacion, Escorbuto

Santurce, País Vasco 1980

"antes de las guerras" ; "os

engañan" "es un crimen", Distorsion-Vizcalla "come lacasitos", Potrotaino "policia fascista",Cicatriz, Vomito, Parabellum -1985 (Pais Vasco, Vizcalla. L.p - No hay obcion "nos engallan" "Bronka en el bar" "cancion de amor" ...... Documentar un poco mas) Durante esa temporada, probe como cantante en un grupo de Santa Coloma Mala hierba, pero no les acabé de convencer. Me busque un trabajo como todo el mundo y un piso de alquiler y al año me di cuenta que ese estilo de vida no era para mí, así que dejé de pagar el piso, la propiedad era una inmobiliaria con pisos fantasmas, como el mío que estaba en un estado deplorable y nunca vinieron a arreglar, a los 6 meses me echaron vía judicial. También dejé mi trabajo, realmente no quería trabajar más. Concientemente deseché esta forma de no-vida, seguiría buscando. En esa época conocí al Candy, guitarrista del grupo Via Crucis , una referencia excepcional y un gran amigo. El seria el que me presentaría a Hektor cantante de Mort Estat. Empecé a buscarme la vida tocando en la calle, en la catedral, haciendo terrazas, en el metro, paseo de gracia, verdager. Trabajaba la improvisación, creando diferentes melodías en relación con el estado de ánimo de la gente, el tiempo me ha dado la herramienta para calar en la gente e incluso cambiar su estado. Realmente la música tiene un poder desconocido. ... Me iba muy bien, era mi local de ensayo, de experimentación y sacaba dinero mas que suficiente, eso me permitía mucho tiempo libre. Durante mas de 10 años me he mantenido tocando en la calle y el metro, no necesitando mucho dinero para vivir pues los años posteriores viví okupando. Cuando me echaron del piso , mi amigo Xicano me ofreció su habitación en una casa recién okupada del pueblo nuevo. Casualmente vivían también unos amigos que conocí en Menorca.

OKUPACION: LIBERTAD SIN LIMITES Al principio no sabía muy bien que era la okupacion, me vi con la necesidad de okupar porque no tenía casa (esto me ha dado la libertad de ver y participar en infinidad

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de conciertos, de juntarme a tocar con amig@s en cualquier momento). La primera vez que tome contacto con la okupacion, que primero se le decia Squatters, fue en Pueblo Nuevo, un C.S.O. con vivienda aparte en la cual vivíamos al rededor de 15 personas, se llamaba La kuadra de los cuentos y quedaba al final de la ramblas, fue uno de los pioneros en Barcelona. Este espacio gigante, lo gestionaban diferentes personas Silvia y Aurora iniciaron el Centro Social, eran muy cañeras ( kn un par de ovarios). En este lugar se hicieron muchas actividades, talleres y conciertos, ahí vinieron a tocar entre muchísimos grupos, Sociedad Alkolika, Orgon , las Makia subversiba de Malaga (todo chicas). Despues se okupó el kasal del Nort. Ya estaban el anti, l´teneo de la calle Perill en el barrio de Gracia que fue cedido por la CNT. La casa La Montaña 1984, Los Gatos 92 , los Blokes fantasmas 95, Campanilla 99, en el Barrio de Gracia había una gran actividad entre las casa, pues entre todos se conocían , La Hamsa En Sans (estas era unas naves enormes, enormes y se llenaban a reventar). El Palomar en San Andres, inolvidable. Vallcarca Los Hares en el Ginardo, El pati Blau PRAT , La Jungla , Las Naus Decido okupar en Badalona yo sola. Despues de varios fracasos, que dan para un tema nuevo "¿donde viviré?" me instalo en el carrer de la Merce n15 una casita pequeña con patio. Esta casa siempre estaba llena de gente y dado que la mayoría de mis amig@s eran músic@s,

estábamos a todas

horas tocando : Fran, Negro, Robert de Lácrimal ( thras-metal BDN ) Vanesa, guitarrista

de

V-Violet

(thras-metal

BDN ) un grupo buenísimo de chicas que aun están en activo. Se viene a vivir una temporada Yoby bateria de L ´estronci - (harcore BDN). Siempre me he volcado sobre el punk político, no escuchaba a nadie que no se cagara en algo, para mi la protesta era lo máximo ... el punk llamo a mi puerta. Mi padre era autoritario y con la mano larga , así que una vez fuera del nido, era la que antes repartía, y no dejaba que nadie me diera ordenes. Por eso las ideas anarquistas y libertarias que mas tarde descubrí, tenían más que ver conmigo que

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cualquier otra cosa. AMANITAS MUSCARIAS Por otro lado , meses después se gesta Amanitas Muscarias un grupo todo de chicas que parten de cero y con muchas ganas, Cris voz , las dos Marias a la batería y a la guitarra y la Yoli, al bajo. Tendríamos unas 10 canciones, las hacíamos un poco entre todas; tema : "Roldan Roldan , A donde coño estas??"

muchos salieron en el bar.

Ensayábamos en Santa Coloma de Gramanet , en el local de los 100.000 W. Con ellos dimos nuestro primer concierto en el 95´, un concierto pirata contra un campo de golf que querían construir en Badalona y que por cierto, no hicieron, para esto se okupó la zona de lo que llamábamos "El castillo alemán" que no eran más que unas ruinas, en medio del monte, donde parábamos l@s chaval@s. Lo que es hoy toda la parte baja del centro comercial de Badalona! OKUPACION , CIRCUITOS AUTOGESTIONADOS Al ser Barcelona, lugar de paso obligado para cualquier grupo, a suerte mía, y a la proliferación en ella de la idea de la okupacion, pude disfrutar de increíbles conciertos petadísimos de gente, como ahora cuesta ver. Con unos pogos alucinantes de los que salías chorreando, con más de algún golpe, pero completamente satisfech@!!! Siempre había conciertos. También había gran cantidad de grupos y muchos buenísimos y a diferencia de otros lugares, aquí se cocía ya el estilo Hardcore punk, con su ejemplo vinieron muchos mas despues. Gracias a la okupacion y a los grupos con ideas anarcopunk y hardcore se creó un circuito que únicamente funcionaba de forma autogestionada, siendo las bandas y las personas que gestionaban los centros, los principales motores de tal revolución. Las letras se empezazon a cantar desde dentro, había algo que nos unía. La fortaleza invisible que era la okupacion podías sentirla en cualquier otra casa, otro C.S.O, dentro de estos espacios las cosas cambiaban. Había otros códigos, sabíamos quienes eramos y estábamos unidos. Prácticamente todos los grupos Punks, anarkopunk y harcordpunk de esa época tenían un componente como minimo okupando. De ahí la importancia y la proliferación de los dos y su simbiosis, solo hay que escuchar lo que luego salió.

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Bajo la voz de estos grupos, la okupacion cojio fuerzas y creció!!! Temas como ,"squatters" MCD, "Desalojos son disturbios" Kop , "kasa okupada kasa enkantada" Sin Dios "Kuando vivir es un lujo" Miseria y kompañia "Okupacion" Andanada 7. Cuando salió el Info:usurpa en el año 1996, la cosa comenzó a tomar otra dimensión. Era una genda donde salían todas las casas y centros okupados de Barcelona y alrededores, informando de las actividades que hacían de forma semanal. Estas casas y centros estaban igualmente abiertos a propuestas relacionadas con el ideario okupa, como forma de autogestión para solventar los problemas judiciales derivados por la okupacion misma y las protestas y manifestaciones que estos mismos colectivos se encargaban de promover. Prou Presons fue un colectivo anticarcelario que funcionó entre las líneas del movimiento okupa. Se hicieron varios recopilatorios Punks para recaudar fondos. Recuerdo un año en las fiestas alternativas del Prat del Llobregad, la recaudación de las jornadas

fueron integras para el colectivo... Y así con muchas otras causas

loables.En ese mismo año se cambió el código penal y desalojaron el Cine Princesa. El cine princesa fue muy significativo dentro de la okupacion, ya que era muy céntrico, se encontraba en plena Via Layetana, en Jaume I, un espacio bonito y gigantesco con un super escenario. Solo duro 7 meses, De alguna manera se sobrentendía que no duraría mucho así que la actividad generada en ese espacio iba a toda máquina. Muchos colectivos y personas individuales gestionaban este lugar ofreciéndolo y compartiéndolo con otros grupos y personas. Así que fue una turbina en constante movimientos. Había mucha gente implicada. Una noche, de madrugada, se hizo un llamamiento masivo : estaban desalojando el Cine. La gente corrió a defender el lugar pero el cordón policial era tal que no permitía acercarse a nadie, fue el despliegue más grande que jamás he visto para un desalojo, con helicóptero y todo, se le lió mucha caña. Se empezaron a okupar casas y centros por todos los barrios, se okupaban espacios en las fiestas de barrios, montando actividades y conciertos sin permisos concedidos, se hacía a lo pirata al igual que ahora. Hoy en día estos circuitos funcionan ligados de igual forma a la okupacion, en 30 años se han extendido por toda España, Francia, Alemania, Polonia, Inglaterra, U.S.A, Mexico, Chile ..etc. Un grupo necesita ante todo tocar, dada la situación musical que predomina es esencial la autogestión de la música y demás formas de actuación. Pues el artista muestra su arte sin más, pero el

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intercambio es esencial pues unos crean y otros disfrutan de la creación o reflexionan, o opinan... Ya sea el teatro, la danza, el dibujo, los graffitis, los tattoos ... el arte ha de ser libre y gratuito! Pero vivimos de tal forma, que se hace difícil! INSOPORTABLE CHOU Vivía yo sola en Pueblo Nuevo, en Pedro IV con Bilbao, en una casita okupada, muy cerca del Musikomuna, donde ensayaban muchos grupos ahora conocidos. Un día vino Txatxi, el guitarrista de los Xilum. Estaba con otro grupo The Tajas ( hc/punk ) y necesitaban cantante. Las canciones

ya estaban hechas. .. Tras varios cambios de

formación, empezamos un grupo totalmente nuevo con el que mezclábamos teatro y hardcore punk en directo en un espectáculo que duraba entre dos horas y dos horas y media. Para nuestro primer concierto en el C.S.O La Jungla nos disfrazamos, y nos pusimos narices de clown. Como nos lo pasamos bien y a la gente le gustó, decidimos preparar algunos sketchs. El nuevo grupo se llamo Insoportable Chou, con el compromiso de hacer precisamente eso, un chou insoportable.

Al principio eran sketchs mudos,

animados por música de los años 20´s. Con el tiempo se fueron agrandando: metimos más sketchs y pasamos a escenificar las canciones... Por ejemplo, para la canción Videovigilancia representábamos que el público era una masa de manifestantes descontentos y pinta de violentos. Para esto Txatxi hacía de reportero televisivo y Piraña filmaba con una cámara cutre hecha por nosotros. El resto nos vestíamos de antidisturbios ridículos, con linternas y sirenas en los cascos increpábamos a la gente, pidiendo documentación, haciendo registros ... llevábamos escudos de cartón y porras hechas de un material blando, y previamente a esto se habían repartido entre los asistentes globos inflados, de esos largos (la gente no sabía qué hacer con ellos) pero cuando empezábamos la carga policial, se ensañaban a muerte (esto duraba unos 15-20 minutos ). Para "Contaminación" salíamos algunos con mascaras anti-gas y otros vestidos de montaña de basura. Teníamos un pequeño decorado de fábricas de cartón echando humo. Como si las basuras hubieran cobrado vida, daban un discurso agradeciendo a los humanos por haberlos creado y darles la oportunidad de conquistar el mundo. Para "Escapa",

un tema de apoyo a presos, nos vestíamos de presos y policías... y

montábamos una detención con fuga, al estilo Charles Chaplin del que éramos muy fanáticos, para ello habíamos construído una furgoneta de policía a escala real y todo el grupo viajaba en ella cruzando entre el público hasta el escenario. Para "Seguridad Social

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los médicos malditos" hacían una operación abierta con alguien del público torturándol@ en un camilla con todo tipo de herramientas. En el escenario médicos y enfermos esparcían drogas legales (pastillas). Después de Insoportable Chou me quedó el gusanillo y estudié teatro durante dos años, los cuales me fueron de gran ayuda, en el tema interpretativo y en el conocimiento del propio cuerpo. ORGANICA: DE LA EXPERIMENTACION MUSICAL A LA MÚSICA COMO PRODUCTO DE MERCADO El siguiente grupo que monté fue Organica. Estaba tocando en el metro y pasó un chico al que le gustó cómo cantaba y me propuso un proyecto musical. Entre los dos compusimos varias canciones, las letras eran del estilo pero la parte musical era una fusión de estilos surf - punk – drum&bass - funky. Fuimos a Eslovaquia donde contactamos con dos amigos de este chico, que eran muy buenos músicos. En este grupo yo solo cantaba, no tocaba la guitarra y después de tres meses de ensayos, grabamos seis temas allí en Eslovaquia. Dimos varios conciertos por allí, donde el panorama para este tipo de música es más difícil que aquí en Barcelona, es muy cerrado y no hay muchos sitios para tocar. Sin embargo, los grupos punkys que escuché allí sonaban exactamente igual que los de aquí, solo cambiaba el idioma, la base musical era la misma. Por eso tenía ganas de hacer otra tipo de composición, de evolucionar. En ese sentido, Organica fue muy diferente de todo lo que había tenido anteriormente y también de todo lo que había en aquella época. De ahí que hubiera gente que lo agradeció, porque era algo nuevo y fresco, y gente a la que no le gustó ya que sea alejaba del punk clásico. Sacaron una portada en la que salía mi foto, a pesar de que me peleé con los chicos, porque yo no quería que saliera mi foto en el material, pero ellos insistían en que en las portadas y carteles tenía que salir yo. Lo discutíamos entre todos, pero ellos estaban convencidos, querían vender mi imagen. En ese sentido había un punto de tensión importante y que fue el motivo de la disolución del grupo. Yo, como siempre, inicié este proyecto sin ánimo de lucro y por la causa, porque hay un mensaje que dar. Mientras que ellos querían buscarse la vida con el grupo. Además ellos tenían un nivel musical más

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alto que el mío que soy autodidacta y todo lo que he aprendido ha sido por mi cuenta. Ellos eran músicos de escuela que habían empezado muy jovencitos y querían dedicarse a la música profesionalmente porque su implicación siempre se había dado de otra manera. Eso implicaba que además de tocar en okupas, tocáramos en salas. Nunca había querido entrar en el mundillo de la música más “profesional”, pero al entrar no hice más que confirmar lo que ya pensaba: que no es más que un negocio para que se lucre el propietario de la sala. Hay que alquilar la sala, poner una entrada que al final la van a pagar tus amigos, las copas también son más caras... así que a este tipo de sitios no venía mucha gente porque la mayoría de mis amigos y conocidos no se movían en estos ambientes. Cuando Organica se disolvió tuve una depresión musical. Había estado expuesta a mucha presión. La música para mí ha sido algo muy natural, y la experiencia con Organica, al querer hacer de la música un producto, acabó con mi voz. Sin darme casi cuenta, fui perdiendo la voz, porque había muchas presiones, no se dejaba fluir la creatividad sino que se buscaba algo determinado. Cada vez que proponía una línea melódica, me decían que no, así que aquel no constante terminó por pasarme factura. Estuve un año sin cantar, no podía cantar. Ya que todo lo emocional afecta a la voz. Pensaba que no iba a poder volver a cantar, pero me dije a mí misma que no podía ser, que lo tenía dentro de mí.. También dejé de escribir. Siempre había escrito, las letras, reflexiones, anécdotas... Tenía una desidia general de todo. Así lo pude superar, pero hizo falta mucho esfuerzo y un proceso doloroso de dos años en los que me puse a trabajar insistentemente en recuperar la voz. Me puse a tocar con la guitarra y cantar sola, pero como tocar canciones anteriores me resultaba muy forzado, me dí cuenta de que tenía que empezar de cero. Así compuse las canciones que después he utilizado para Sin Escrúpulos, que es el grupo en el que estoy ahora. SIN EXKRUPULOS Utilizo un programa de grabación que se llama Cubase, añado previamente una base de batería que se acerque lo más, a la idea, grabo la guitarra rítmica (que es la mía) y algunas ideas sobre las melodías de la segunda guitarra . Después de escucharlo varias veces, busco una letra entre todo lo que tengo y la canto según me inspire. El ordenador me permite realizar todas las pruebas que quiera, pudiendo elegir así las que mas me

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convence. La diferencia que tienen estos temas con los anteriores es que

antes

componía guitarra y voz, como uno solo. Y en este caso, fueron creados por separado, mi dificultad viene cuando intento tocar estos temas y cantar a la vez. Bueno, esto ya está más o menos superado, es cuestión de práctica, también es lo que busco, retarme a mí misma. Cuando ya tuve algunos temas, se los enseñé a mi amigo Juanje, anterior guitarrista de Organica. Le gustaron y empezamos a trabajarlos. Los temas son muy complicados en armonías y arreglos , más que complicados es que hay muchos y hay que memorizar bien. Después entró Sustans a la batería (Mort Estat), y

Ave al bajo

(Manhatan) con esta formación estuvimos siete meses. Sustan se fue a vivir fuera y estuvimos meses probando con muchos baterías. Pero no acababan de entender el proyecto o no salían de los cuatro ritmos... fue duro, porque era constantemente enseñar los temas, una y otra vez. Y acabamos hasta ...*. Por fin llego Uri (the Outsaiders), con ganas y

en proceso de aprendizaje.

Pensamos que sería lo mejor para adaptarse a lo que hacíamos, pues a muchos baterías con experiencia, les resultaba extraño y difícil seguir nuestro patrón musical. Estoy bastante satisfecha, aunque yo siempre quiero más!! Porque me acompañan en esto uno musicazos y tengo la suerte de que apuestan por mi y el proyecto. Me apoyan y eso mola. Todavía no hay nada grabado, seguramente el año viene, estemos list@s. Con esta formación ya llevamos dos años, tenemos sólo 9 temas, pero ya hemos tocado en las fiestas Piratas (Fiestas autogestionadas por los okupas del barrio, normalmente sin permiso del ayuntamiento ) de Vallcarca, San Andres, Carmelo, Sarria - C.S.A Lípoteka (ya desalojada), Valls (Lleida), dos veces en C.S.O.A "La Papa" ( ya desalojada ), para el 3º aniversario del C.S.O

"La Karboneria" (pendiente de desalojo), dos veces en la

Báscula. Esos han sido los lugares donde hemos tocado hasta la fecha. Como es visible si desapareciese la okupacion o la gente con ganas de crear y autogestionar sin ánimo de lucro estos espacios, este tipo de grupos lo tendríamos realmente difícil. Agradecimientos Se debe mucho a los músicos, nada sería de los unos sin los otros, pero mi gran aplauso es para los poetas revolucionarios que compusieron todas esas letras que nos

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inspiraron en nuestra forma de ser, condicionando nuestros actos. Y a todas las personas que han prescindido de su comodidad, sacrificando el día a día para que hoy seamos muchos mas.

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9 | AGRADECIMIENTOS Me gustaría terminar agradeciendo a las personas que me han ayudado a que este trabajo fuera posible: Beatriz Ferrús y Meri Torras que me han acompañado en el proceso de investigación. Joan, por sus brillantes consejos y sugerencias, por creer desde el principio en este proyecto. A él y Marisela

por materializar / corporeizar otras formas de generar

conocimiento. Meri y Héctor por su interés y su ayuda en el contacto con las participantes. A les Hembres por su apoyo y siempre grata compañía (sobre todo Micaela y Pilar con quienes compartí conversaciones muy catárticas en distintos momentos del proceso). Al grupo de reflexión/investigación de Ningún Lugar, por su diálogo con este trabajo. Al espacio de generaTech que me ha permitido la difusión libre de las reflexiones y las ideas surgidas a partir de este proceso. Especialmente a Minia, Lorena, Alodia, Maria, Rakel, Ieri y Madison por abrirse y compartir conmigo sus experiencias en el punk.

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