Psicoanalisis del Club de la Pelea

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EL CLUB DE LA PELEA DESDE UNA MIRADA PSICOANALÍTICA MTRO. ÁNGEL LUNA

Para dar inicio a esta presentación que entre otras cosas, planteará mi opinión profesional respecto a una película, devaluada por unos y enaltecida por otros pero a fin de cuentas ¡muy interesante!, considero relevante y necesario realizar una puntualización a propósito de la disciplina psicoanalítica. No es posible ni justo hablar de un sólo psicoanálisis; en concreto, actualmente no existe un único psicoanálisis. Ahí la tajante aclaración; radical y casi sacrílega, ésta expresión manifiesta la realidad de una disciplina desarrollada y vigente aún en ausencia de su fundador, Sigmund Freud. Me refiero a que, basarnos hoy en día estricta y rígidamente en la postura clásica del psicoanálisis, sería como aferrarnos a Newton en la física sin darle crédito a Einstein por ejemplo, ó, a Sócrates en la filosofía sin reconocer a Nietzsche. Es importante pues, partir de que la teoría psicoanalítica es mucho más amplia y nos presenta muchos más representantes de los que sus críticos y detractores quisieran reconocer. Estos investigadores han puesto, por decirlo metafóricamente, su lente microscópico sobre algún o algunos aspectos básicos de la misma teoría clásica e inclusive algunos, han realizado

verdaderos descubrimientos sobre lo psíquico; por ejemplo, Melanie Klein aumentó su lente microscópica en los estudios sobre la pulsión de muerte que antes inició Freud y no solo eso, sino que renovó la concepción de lo psíquico al afirmar que, a diferencia de los instintos, son las relaciones humanas las que construyen el aparato mental; Heinz Kohut por su parte se concentró en la dinámica del narcisismo; Donald Winnicott profundizó respecto al vínculo primario entre madre e hijo; Wilhelm Reich ahondó sobre el análisis del carácter; Michael Balint sobre los ajustes necesarios a la técnica para abarcar más patologías de carencias; Wilfred Bion se enfocó en los pensamientos y la visión del aparato psíquico con relación directa a la cognición, etc; y así podríamos continuar remitiéndonos a diferentes investigadores, esto es sólo para dar crédito a algunos estudiosos de la dinámica humana desde la lente psicoanalítica. ¿Y por qué decidí tomar esta ruta para comenzar con un análisis psicoanalítico a la obra de David Fincher, El Club de la Pelea?, sencillamente porque partiré de algunos teóricos mencionados para hacer una revisión de este fascinante filme. No será sino a partir de las pistas de estos grandes arqueólogos de la mente que comprenderemos él porque es necesario que nuestro narrador se disocie y dé existencia a Tyler Durden; será

a partir de estos teóricos que podremos acercarnos a entender porque la fascinación por la mutilación corporal a través de la pelea y la esperanza de sobrevivencia en el vínculo con Marla Singer. Asimismo, será importante también pasar una revisión al personaje principal de esta obra a manera de descripción, para después, proceder al análisis propiamente dicho; me refiero al personaje que desde el inicio nos introduce en su vida; El Narrador, como pasaré a llamarlo se nos presenta como un típico sujeto de la posmodernidad; al inicio nos narra un episodio de su existencia previo a la aparición de lo que en ese momento será su principal síntoma, Marla, mujer que en la conclusión del filme será su salvación. Pero volvamos al narrador; se trata de un ciudadano (tomo este término por el matiz que toma lo urbano y el consumismo en este filme) casi sonámbulo en su existencia, con actuaciones casi autómatas, un sujeto que ve la vida pasar sin emociones, que vive para y de un trabajo que si bien no lo acerca a la felicidad, si le provee el ingreso económico suficiente como para poder mantenerse al día en sus adquisiciones de catálogo, el mundo del consumismo, el mundo de las apariencias, el mundo de lo falso. Llama la atención la completa ausencia de vínculos en este narrador ya que nunca se hace mención de familiar alguno, ya

sea padre, madre o hermano (a excepción del dialogo con Tyler donde comenta el abandono de su padre); tampoco se le conoce amigo alguno, por lo que terminamos viendo a un sujeto solitario y en total aislamiento, que quizás por esas circunstancias se mantiene al día en las demandas adquisitivas y materiales que su sociedad le impone, buena ropa, buena sala, buen departamento, etc. Esto resulta casi un culto a la posmodernidad, a la cultura del consumismo, al territorio del Falso Self. Respecto a la madre, bien cabria recordar que, aunque no se le menciona, es a través de un apretado y apapachador contacto con Bob, que el narrador encuentra la primer cura de su otro síntoma, el doloroso insomnio. Me refiero al momento en que se une a Bob diciéndonos “This is Bob, bob has bitch tits”, que en su traducción entenderíamos “Este es Bob, bob tiene tetas de perra”, es clave pues aquí el componente femenino y si ahondamos más, el consuelo materno a través del contacto y la contención. Es en este momento cuando se nos presenta un interesante encuentro donde vemos a un tipo antes varonil, exfisicoculturista, pero ahora sumamente sensible que permite al narrador contener su síntoma, que le permite una conexión que aunque superficial, es afectiva, es decir, es emocional a fin de cuentas. Quizás esa es la metáfora del club, un escenario de

testosterona (como Bob) donde se permite crear un vínculo y se puede pertenecer, como lo que busca el niño en las primeras aproximaciones que tiene hacia el calor de su madre, buscando cuidado, protección, vínculo y pertenencia. Es pues ahí donde aparece Marla, y al poco tiempo también entra al escenario, el casi perfecto Tyler Durden; ¿pero quién es Tyler?. Es posible que se antoje pensarlo como la contraparte de este narrador, un tipo que no rinde cuentas en ningún trabajo, ni a nadie, que es totalmente espontáneo y único, que no sigue ninguna moda y que toma libremente cada decisión de su vida. Es Tyler pues (según mi propuesta de análisis), el Verdadero Self de nuestro personaje principal, el Narrador. Es pues, tras la aparición de Tyler cuando nace ese grupo contenedor, clandestino y de pertenencia; y nace en un lugar y en un espacio definido (casi como un consultorio psicoterapéutico), un espacio donde se puede depositar el hambre de contacto y de contención. Aquí, el contacto no es representado como en la clínica a través de la escucha empática y la constancia, sino que es representado a través de golpes, pero, a diferencia de cualquier escena de pleito, no son golpes que llevan odio y deseos de destrucción del otro, sino que son golpes que recuerdan a cada personaje que está vivo, que les

sacuden y que les recuerda también que tienen un cuerpo que aunque a través de dolor, ¡SIENTE!. Y será en este Club de la Pelea, donde el Verdadero Self de sus miembros buscará la destrucción de la superficialidad a través del Proyecto Mayhem, proyecto que de paso considera la destrucción del Falso Self primordial, o sea, el narrador. Es así como, y acercándonos al final, que después de un intento fallido de suicidio el personaje logra conectarse y finalmente, aceptar el vínculo ofrecido por Marla, el único vínculo que termina por salvarle de su propia destrucción. Considero que es momento de introducirnos en este momento a la obra desde la mirada psicoanalítica y para ello partiré de la dinámica psíquica presentada por Donald Winnicott, autor que propone la existencia universal ya sea de un Falso o un Verdadero Self, término que usé con anterioridad y que a continuacion me dispongo a aclarar para entender y hacer un puente entre El Narrador, Tyler, el Club y Marla. La expresión Falso Self fue introducida por Winnicott en 1965 para designar una distorsión de la personalidad que consiste en emprender desde la infancia una existencia ilusoria y aparente ante los demás, o sea falsa, solo una imagen para pertenecer, una personalidad en busca de aprobación. En términos psicoanalíticos, el Falso Self posee una naturaleza

defensiva y su función consiste en ocultar y proteger al Verdadero Self, y a salvaguardar al mismo individuo. Y es que resulta necesario que el niño durante los primeros años, si no es contenido adecuadamente por su madre, busque agradarle para que no le abandone, o sea el niño, se ve obligado a complacer al mundo, se ve obligado a volverse en lo que se desea de él, pero con un alto costo, sacrificando su Verdadero Self. Es aquí cuando Winnicott afirma que, una conducta cordial de un niño puede ser, más que una buena educación, la expresión de un Falso Self; seguramente esta afirmación causará ruido, ¡como es posible que sea inadecuado que un niño de las gracias, como puede eso ser un falso self!. Un ejemplo de lo que propone Winnicott sería el “obligar” al pequeño a dar las gracias cuando no lo siente, al acatarse a canones sociales cuando no los comprende y lo peor de todo, no lo siente; cuando se le orilla a engañar y a engañarse a sí mismo, a vivir en apariencia y a ocultar su verdadero sentir espontaneo que probablemente, lo último que haría es agradecer; quizás aquí cabe la expresión cultural “solo los niños y los borrachos dicen la verdad”, pero, parafraseando a Winnicott sería “solo los niños con verdadero self y los borrachos dicen la verdad”. Ahora bien, ¿que es el self verdadero?; el Self Verdadero, parte del gesto espontaneo, de la expresión y de la autenticidad

de cada individuo, de la aceptación de la individualidad y de todas las expresiones naturales del ser, situación que no siempre es posible debido a una serie de fallas en el desarrollo. ¿Cuales serían esas fallas?; para Winnicott el niño debe ser recibido en el mundo a partir de una preocupación materna primaria, que da a la madre su especial habilidad para hacer lo correcto; ella sabe lo que el bebé está sintiendo, nadie más lo sabe porque sólo la madre intuye cómo se siente su bebé, porque ella está dentro de su área de experiencia. Sin embargo, pueden existir alteraciones en esta área: en un extremo, estaría la madre que no puede acercarse y sentir a su bebé; en el otro, aquella que hace del bebé su preocupación patológica durante largo tiempo para luego abandonarle y regresar a sus otras preocupaciones previas. De esta manera, la capacidad de la madre de identificarse con su bebé le permitiría cumplir la función de Holding (sostenimiento, abrazo, contención, caricia, mirada), que constituye la base de lo que gradualmente se convertirá en una experiencia de Verdadero Self. La violación y el trauma ocurren cuando en este periodo en que la madre es todo para el pequeño y debido a sus propias ansiedades, temores, conflictos, estress, etc. no logra sensibilizarse frente a los requerimientos

de su bebé y, por el contrario, trata de someterlo a las necesidades de ella, convirtiéndolo así, en su objeto de deseo. Para nuestro autor, todo lo que sucede al principio de la vida (en la relación madre-hijo) influye en el establecimiento ya sea de la salud, o bien de la enfermedad mental; es evidente (según Winnicott) que son las relaciones humanas, sobre todo al inicio de la vida, las que condicionan, en gran parte, la formación y el desarrollo de la estructura psíquica. Entonces y desde esta perspectiva, algunas de las consecuencias de una deficiente conexión entre madre e hijo durante los primeros años son a veces devastadoras, por ejemplo, el desarrollo de una falsa personalidad (Falso Self); esto hace posible que gran número de niños parezcan prometedores, aparentemente adaptados y bien educados, pero a la larga algún trastorno podría revelar la ausencia en ellos de una verdadera personalidad (Verdadero Self); hablaríamos de individuos que se construyen a partir de apariencias pues solo así es que eran aceptadas por su madre, después por el padre y después por la sociedad; es así como nace el mundo de lo falso, de las apariencias, me refiero pues, al mundo de nuestro Narrador. Es con estos elementos que podemos entender cómo es que Bob con sus grandes senos puede dar contención a nuestro personaje y devolverle el anhelado vínculo que probablemente

no fue construido en su ausente familia. Entonces, podemos pensar a Tyler como la expresión de este Verdadero Self que nuestro narrador tuvo que abandonar en algún momento de su existencia para poder adaptarse a la superficial realidad que vivía y en la que resultaba aceptado, aun en su monotonía y casi muerte en vida. Y es así también que nuestro personaje puede ser aceptado por una compañera que le conoció en su Falso y Verdadero Self, que vivió tanto al narrador como a Tyler, una mujer que a través del cariño y el apego, le permite integrarse, le permite volver a ser un solo individuo nuevamente, autentico en el final; es la esperanza que autores como Winnicott encuentran para el ser humano, la esperanza que radica en los vínculos para afrontar la frustrante realidad y la inevitable muerte. Antes de dar conclusión a mi propuesta de análisis para El Club de la Pelea, no quisiera dejar de lado otra propuesta psicoanalítica que nos podría aproximar al entendimiento del valor del contacto físico, el valor de la piel como constructora del aparato mental y que en este caso, se refiere a un contacto basado en los golpes que es aceptado y que permite la membresía al grupo; a continuación me basaré en una segunda propuesta psicoanalítica que da un papel primordial a la piel y al contacto físico como primer constructor del aparato mental.

Para Didier Anzieu, lo sensorial es la primera huella mnémica que aparece en nuestra psique. El primer Yo es corporal, sensorial, y sobre él se estructurará un Yo psíquico que permita acceder a la identidad, al sentido de sí mismo y a la realidad; será el órgano que dará lugar al primer bosquejo del Yo, a los cimientos y la estructura de la mente. La piel posee 50 receptores cada 100 milímetros cuadrados y es el órgano sensorial con mayor peso y extensión del cuerpo. Imprescindible para la vida, a diferencia de otros órganos de los sentidos como la vista, la audición, el gusto o el olfato cuya falta supone déficit y deprivación pero no la muerte. Es fuente de señales infinitas e inagotables: calor, frio, presión, dolor, placer, picor… nos sitúa en el mundo. Con los cuidados que se le da al bebé: estrecharlo entre los brazos, acariciarlo, bañarlo, frotarlo, moverlo, masajearlo… se establece ese primer vínculo con la madre que inicialmente es perceptual y corporal. Éste yo corporal es el paso previo necesario para la organización posterior del pensamiento y la palabra. Anzieu define el Yo-piel como “aquél yo que contiene los contenidos psíquicos a partir de la experiencia en la superficie del cuerpo”. Todas las experiencias del Yo-piel tanto placenteras como dolorosas son estructurantes en sí mismas, son oportunidades para iniciar representaciones mentales, y ligar

pulsiones internas a dichas representaciones. La representación de la piel nos permite acceder a la primera distinción entre dentro y fuera. Todo esto es totalmente coincidente con la propuesta de Winnicott, es aquí donde se encuentran estos dos teóricos que plantean el inicio del aparato psíquico en el primer vinculo, Winnicott a través del Holding y Anzieu a través de una sana y adecuada estimulación de la piel y el contacto. Es quizás así, partiendo de la piel como recipiente de experiencias estructurantes, que sorprende a estos individuos el que nuestro Narrador se golpe a sí mismo, un acto totalmente sin sentido, ¿quién se golpea a si mismo?; es precisamente porque no denota destrucción sino una sacudida abrupta a esta piel como conector directo con lo psíquico que los miembros del grupo se adentran para descubrir el Club de la Pelea; a través de ese contacto duro, punzante y desgarrante, sangrante; que les permite sacudir –literalmente- al aparato psiquico, que revive al individuo pero que sobre todo, insisto, le permite ser parte de otros, le permite ser contenido con otros seres semejantes, personas que no buscaran la conexión con abrazos o apapachos (otra forma de conectarse con el yo piel), sino que se conectaran por medio de los golpes que de igual manera,

activan el aparato mental y que además, les entrega un sentido de vida a estos sujetos en Falso Self. Apreciable auditorio, creo que podemos seguir sin detenernos en este apasionante análisis de una obra que sin lugar a dudas, se conecta con nosotros de alguna manera y que por identificación con algún personaje o con su realidad, no reúne aquí para desmenuzarle y comprenderle; sin embargo, es momento de sacarle más jugo en conjunto y comprender con nuestro lente psicológico lo actual, este posmodernismo que en gran medida permite tanto despliegue de Falso Self. No quisiera retirarme sin hacer este puente entre el Club de la Pelea como contenedor de las necesidades y estructura de una persona, con el consultorio psicoterapéutico, escenario que puede ser como ese club donde se recibe a un ser necesitado de comprensión, acompañamiento y contacto verdadero, que se le recibirá en una hora y dia determinado y donde se le permitirá ese despliegue de su Verdadero Self, un escenario que en palabras de Anzieu también estimula el desarrollo de un sano contacto con el paciente; finalizo con unas líneas del autor Didier Anzieu: “Las palabras del psicoterapeuta simbolizan, sustituyen y recrean los contactos táctiles sin que sea necesario recurrir concretamente a

ellos, la realidad simbólica es más operante que la realidad física”. Es asi como tocamos al paciente con nuestra comprensión y escucha para que siga buscando y conectándose genuinamente en su realidad a partir de su Verdadero Self. Sigamos descifrando el maravilloso universo de la mente, gracias por su atención!