Propaganda y Control Social en La Alemania Nacionalsocialista

Técnico Universitario en Gestión Cultural Historia Cultural del Siglo XX PROPAGANDA Y CONTROL SOCIAL EN LA ALEMANIA NA

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PROPAGANDA Y CONTROL SOCIAL EN LA ALEMANIA NACIONALSOCIALISTA Ricardo M. Martín de la Guardia

1. Introduccion. La propaganda nacionalsocialista antes de 1933 Pocos dirigentes nacionalsocialistas como Adolf Hitler y Joseph Goebbels estaban tan convencidos del poder de la propaganda como instrumento de control social. Desde los primeros momentos de lucha durante la República de Weimar, ambos eran conscientes de la necesidad de poseer cuanto mayor número de medios de comunicación mejor como forma de extender los principios ideológicos de la organización y generar una opinión favorable hacia las actividades del Partido. Hitler dedicó dos capítulos del Mein Kampf al análisis de la propaganda y pudo plasmar en su oratoria el sentido que daba a aquella. Con la utilización de un lenguaje unos recursos expresivos muy propios, el líder nacionalsocialista transportaba al público a un mundo ideal con poca o ninguna relación con la realidad circundante, pero con una carga de emotividad capaz de enardecer a las masas 1. En sus discursos no trataba solamente de generar unas magnificas expectativas al pueblo alemán si éste seguía sus propuestas, sino de alimentar el odio al enemigo mediante exposiciones llenas de negaciones, de “antís”, difamaciones de ofensa todos aquellos que pusieran en tela de juicio las ideas del NSDAP. El pueblo alemán debía estar alerta y preparado para, llegado el momento, seguir al Partido en su denodada lucha contra los enemigos de Alemania 2. De alguna forma, el discurso de Goebbels complementaba el de Hitler. Aunque el político renano hablaba también del mundo idílico de una nueva Alemania nacionalsocialista, mantenía una tendencia a acercarse a lo cotidiano, a las realidades que vivían los diferentes grupos sociales alemanes para, así, congraciarse con la audiencia antes de elevarse a los cielos prometidos por el Partido. Joseph Goebbels3 había tenido una formación específica en estos campos, aunque sí conviene resaltar la profunda impresión que le causó la lectura de Psvchologie des foules (1895) de Gustav Le Bon y, sobre todo, su interés creciente por el sistema propagandístico mussoliniano, que conoció con bastante detalle. En todo caso, para su trayectoria posterior, fueron mucho más determinantes las duras experiencias vividas como jefe del Partido en Berlin en sus constantes enfrentamientos, tanto propagandísticos como físicos, con los comunistas (la lucha por conquistar la “Babilonia Roja”) durante los últimos años republicanos que los conocimientos teóricos sobre la propaganda y el control social. En 1928 Goebbels pronunció una conferencia sobre “Conocimiento y Propaganda” cuyos puntos de atención principales estaban llamados a perdurar a lo largo del régimen nacionalsocialista. En contraste con sus escasas lecturas sobre la historia de la propaganda, el político alemán se mostraba como un agudo analista del fenómeno, más aún, como un anticipador preclaro del papel que la propaganda desempeñaría en el control de las masas algún tiempo después. El dirigente nazi dejaba a un lado las cuestiones más matizables del pensamiento y de la reflexión teórica para preguntarse directamente sobre cómo alcanzar el éxito en la empresa política. El nacionalsocialismo era un movimiento muy joven que debía pugnar con ideologías, partidos y, en general, formas de entender la realidad político social muy enraizadas en Alemania y, por extensión, en toda la cultura occidental. Aquí radicaba el problema mayor a la hora de hacer populares las ideas defendidas por el NSDAP. Ante ello no quedaba más remedio que ofrecer soluciones novedosas, rápidas y contundentes, y Goebbels no tenía dudas a este respecto el camino hacia el triunfo estaba marcado por

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el uso de la propaganda. Hasta el momento de conseguir la victoria total, el Partido debía preocuparse menos de las cuestiones más rigurosas del pensamiento y más de difundir masivamente su mensaje utilizando todos los medios a su alcance. Por eso, la organización necesita de propagandistas natos tanto como de los canales de comunicación para acercarse a la población, conocer sus preocupaciones, entrar en el terreno de sus sentimientos, hablar con sus mismas palabras, en definitiva, fundirse con ellos hasta que estuvieran absolutamente convencidos de que la única solución, tanto individual como colectiva, era el nacionalsocialismo4. Y se debía convencer a todos, desde un obrero de una fábrica de Hamburgo hasta un campesino de Alta Baviera el Partido debía ofrecer la idea nacionalsocialista en su totalidad, pero adecuada a la situación de cada alemán. La propaganda se constituía así en un elemento medular del NSDAP como difusora de sus planteamientos ideológicos con el fin de someter a su disciplina a la comunidad nacional alemana. Goebbels lo expuso con claridad en un articulo publicado el 8 de mayo de 1933: “La esencia de la propaganda consiste en ganar gente para la idea de una forma tan sincera, tan vital que, al final, sucumba ante ella de tal manera que ya no la pueda abandonar nunca”.5 Hasta 1933 la organización de prensa y propaganda del Partido Nacionalsocialista se fundamentaba en las resoluciones aprobadas en el Congreso de 1928, que se reducían en la práctica a las ideas vertidas por Hitler en el Mein Kampf. Para lograr una efectividad mayor, la jefatura central de la organización dictaba la línea editorial del Vólkischer Beobachter, órgano del Partido, reconocía a un periódico como oficialmente nacionalsocialista, daba el visto bueno al equipo redaccional, etc.6 A finales del año de celebración del Congreso, el NSDAP contaba con dos diarios, veintisiete semanarios, una publicación quincenal y otra mensual. En 1932, aunque su número había aumentado, la tirada conjunta de los diarios apenas alcanzaba los setecientos cincuenta mil ejemplares, aparte de la mala impresión generalizada, la distribución irregular, etc. Sin embargo, los pilares para edificar un gran edificio propagandístico estaban puestos. Faltaba la anhelada victoria para los nacionalsocialistas y ésta no tardó en llegar.

2. La ley de prensa de 1933: los inicios del control sobre la opinión pública El 12 de marzo de 1933, por decreto presidencial firmado por Hitler, nacía el Reichsministerium fur Volksaufulárung und Propaganda con el fin de “educar y propagar entre la población la política del gobierno y de la reconstrucción nacional de la Patria alemana”. El 5 de marzo, en uno de los discursos pronunciados después de ser designado ministro, Joseph Goebbels declaraba con satisfacción que uno de los principales logros del nuevo Estado —y en concreto de su Ministerio consistiría en poder seguir contando con una serie de valiosos colaboradores, cuyo trabajo denodado durante los años previos daría ahora mejores frutos desde los puestos de responsabilidad del Ministerio7. En efecto, las consecuencias de la nueva situación creada en Alemania con los nazis en el poder se iban a ver muy pronto. Pocos días antes de este discurso, los periódicos comunistas y socialistas habían sido clausurados y muchos de los rotativos del NSDAP comenzaban a hacer uso del material incautado 8. Una vez suprimidas las publicaciones izquierdistas, Goebbels ponía en marcha la elaboración de una ley en función de la cual el Partido – Estado alcanzase el control pleno sobre los medios de comunicación escritos. En el otoño de 1933 el texto estaba ya revisado para su aprobación, que llegó el 4 de octubre, para entrar en vigor el 1 de enero de 1934. La Schriftsleitergesetz aún cuando dejaba traslucir influencias de la legislación fascista italiana, superaba con mucho a ésta en su afán de proporcionar al Estado una hegemonía incontestable en materia de prensa. En esencia, la ley recogía las ideas expresadas por Hitler y recogidas en el programa del NSDAP de 1928 antes citado. La ley establecía los requisitos sociales y educativos, así como las formas de conducta que

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debían observar los profesionales de la prensa, y aseguraba su protección por medio de la Reichsverband der Deutschen Presse (RVDP). Los directores de las publicaciones debían seguir las directrices irnpuestas por el Ministerio de Propaganda y, en general, todos los periodistas harían “su trabajo de acuerdo con la filosofía de vida del Nacionalsocialismo”. Wilhem Weiss, director del Völkischer Beobachter y presidente luego de la RVDP, describía esta tarea en el Congreso de periodistas reunido en Colonia en noviembre de 1935: Un director de periódico nacionalsocialista nunca ha sido exclusivamente periodista, sino siempre y sobre todo, un propagandista, con mucha frecuencia un hombre de prensa, un orador y un miembro de las SA, todo en una sola persona. Queremos periodistas dispuestos a apoyar a su Führer y al nuevo Reich no sólo porque así tengan que hacerlo, sino porque estén convencidos de ello. 9

La responsabilidad última de definir la línea informativa recaía en el ministro bajo cuyo control quedaban, según la legislación, “las tareas de dirección espiritual de la Nación”, 10 El mismo día de promulgarse la ley, Joseph Goebbels hizo una intervención ante los periodistas para valorar el contenido revolucionario del texto en tanto en cuanto eliminaba una serie de poderes indirectos que secularmente habían entorpecido la labor del periodismo alemán al impedirle expresarse con auténtica libertad. Una vez liberado de las ataduras impuestas por los grupos de interés capitalista, marxista y judío, propietarios y manipuladores hasta entonces de los medios de comunicación el periodista podía desarrollar su profesión con libertad plena. Por supuesto, el Reichsminister se refería a una libertad de expresión entendida desde unos criterios completamente diferentes a los democráticos ejercicio de la libertad verdadera correspondía ahora a la comunidad nacional en su conjunto (Volksgemeinschaft,) y a la encarnación de ésta en el Estado y el Partido nazi como representantes únicos de aquélla. Por ello, los periodistas, pero también los autores teatrales o los directores cinematográficos, por poner un ejemplo, deberían considerar su trabajo como un servicio a la comunidad, al pueblo alemán y, en consecuencia, hacer uso de su libertad dentro de los limites marcados por los principios informantes del nuevo Estado11. A partir de entonces el periodista alemán tenía como misión principal propalar los valores ideológicos dominantes, contribuyendo de esta manera a crear una opinión general de aceptación del sistema 12. El 5 de diciembre de 1933 las autoridades anunciaban la creación de una agencia de noticias estatal Deutsches Nachrichtenbürg (DNB) encargada de proporcionar el material informativo sobre el que se trabajara en las redacciones para elaborar editoriales o artículos de fondo. En definitiva, con esta legislación dictada a lo largo de 1933 el Partido-Estado alcanzaba el monopolio informativo al hacerse con el control de las fuentes de la noticia gracias a la DNB; mediatizaba el proceso de elaboración del contenido Informativo a través de las directrices emanadas de la Cámara de Prensa del Reich dependiente del Ministerio impedía cualquier intento de apartarse de la línea oficial al tener en sus manos el aparto de censura y de otras medidas coactivas; y distribuía el producto final -el periódico- al disponer de una extensa red de publicaciones propias. La contrapartida a todas estas medida restrictivas de la libertad de acción fue la uniformidad del discurso periodístico, sobre todo cuando en la superficie informativa se trataban cuestiones de relevancia. La reiteración en la forma de elaborar las noticias producía periódicos poco atractivos para el comprador habitual. La repercusión inmediata fue la pérdida de lectores. En 1934 los cálculos oficiales manejados por la Unión de Editores de Periódicos estimaban un millón de ejemplares menos en circulación respecto del año anterior. Goebbels siempre estuvo más interesado en la radiodifusión, e incluso en el cine 13 como medios de adoctrinamiento de masas mucho más efectivos que la prensa para lograr el

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control social. El Reichsminister tenía un interés especial por la radio y conocía su extraordinaria potencialidad para llegar a los puntos más alejados y recónditos del territorio nacional. Sin duda, uno de los logros mas sobresalientes de su Ministerio fue extender la audiencia radiofónica de forma masiva. En 1933 las empresas alemanas sacaron al mercado un aparato receptor barato y de calidad, Volksempfanger, del cual se habían vendido unos 3,5 millones de unidades al comenzar la Segunda Guerra Mundial, es decir, el 70% de los hogares poseía uno, lo que suponía el porcentaje más alto del mundo. De hecho, Goebbels siempre consideró a la radiodifusión el medio óptimo para desarrollar campañas propagandísticas de envergadura, por lo que ejerció un control más directo sobre el contenido y la programación de la radio que sobre la prensa 14. Además, el aparato de poder del Partido-Estado pudo hacerse con el dominio de las ondas con mucha mayor rapidez y con menos problemas que en el caso de la prensa. No debemos olvidar que frente a la larga tradición de las publicaciones periódicas alemanas el sistema de radiodifusión se había desarrollado en los años de la Republica de Weimar y estaba regulado por el estado desde 1925. Bajo la dirección de Eugen Hadamovsky la Cámara de Radio del Reich amplió las expectativas que Goebbels había puesto en el medio.

3. La legislación de amann: el control absoluto sobre la opinión pública Si en 1933 la eliminación de la prensa izquierdista se había efectuado de una manera expeditiva por medio de las incautaciones, el ataque a los fundamentos de las publicaciones denominadas despectivamente “burguesas” fue preparado con mucho mas cuidado y por ello, llegó más tarde. Hasta abril de 1935 no fueron aprobados tres decretos rubricados por Max Amann en su calidad de presidente de la Reichspressekammer (RPK), dentro de la normativa dispuesta según la cual quien ostentara este último cargo podía establecer los requisitos para fijar las condiciones de apertura o cierre de cualquier empresa periodística. Amann, amigo personal de Hitler, había sido director de la Franz Eher Verlag, la editorial del Partido, y posteriormente también presidiría la Unión de Editores de Periódicos Alemanes. Aún cuando habían existido divergencias con algunos sectores del propio Partido, cuya intención manifiesta era suprimir toda prensa democrática con la misma contundencia utilizada en 1933 con las publicaciones marxistas. Finalmente prevaleció el criterio de Goebbels. Suprimir de raíz los hábitos tradicionales de lectura de centenares de miles de alemanes no parecía una actitud inteligente si podía llegarse a un fin similar haciendo uso de una serie de controles indirectos bien dispuestos. Más aún, cuando se trataba de un volumen muy considerable de publicaciones —más de cuatro mil quinientas— que, si no se cerraban, pasarían directamente a manos de las autoridades nazis, lo cual podía generar un auténtico caos en el funcionamiento cotidiano del Ministerio. Por otro lado, se evitaba el rechazo frontal de muchos propietarios y periodistas no vinculados al partido. Es más, una medida tan radical era difícil de asumir puesto que afectaba a varios ministerios y parecía difícil alcanzar un acuerdo rápido entre las instancias implicadas. Como ya explicó Walter Hagemann, el Reichsminister, apoyado por Amann, decidió optar por la vía lenta e indirecta en su política de controlar los medios de comunicación “burgueses”. 15 Así, las disposiciones emanadas de la Reichskuturkammer, a instancias de Max Amann como presidente de la RPK, legalizaron esta nueva acción de control de la libertad de expresión. Durante 1934, Rolf Rienhardt, mano derecha de Amann en la Cámara de Prensa, dedicó sus esfuerzos a pergeñar un plan capaz de acomodar la poderosa industria de prensa alemana, en buena parte todavía independiente, al programa de acción del NSDAP. El plan no debía acusar excesivas estridencias o, al menos, que éstas pudieran enmascararse bajo una normativa legal sin tacha. Rienhardt no trabajó con un equipo amplio, tan sólo utilizó algunos colaboradores para obtener información básica sobre el

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estado del mundo empresarial de la información y, a partir de ésta, analizó cuidadosamente todos los detalles para proponer un borrador, unido a dos memorándums, de donde saldrían finalmente los decretos. El primer memorándum es muy revelador pues nos ofrece la justificación ideológica que el nacionalsocialismo hace de la necesidad de controlar los medios de comunicación, justificación que anticipa y explica las medidas posteriores del régimen a este respecto: La Weltanschawung nacionalsocialista entiende la prensa como la forma de educar al pueblo en los principios del Nacionalsocialismo y, por tanto, la prensa es un instrumento del Estado. La Weltanschawung nacionalsocialista exige conformidad absoluta y no tolera la propagación de otras ideas políticas (…) Para lograr dar cauce a estos principios, el Estado formuló la Schriftleitergesetz y la Reichskuturkammergesetz. Ambas leyes afectan a todos los ciudadanos alemanes empleados en la prensa. Quine por razones profesionales o personales resulte incapacitado para satisfacer las grandes exigencias de la prensa, queda excluido de la profesión (…)16

Finalmente, el grueso del informe fue aceptado por Amann y el 24 de abril de 1935 se hacían efectivas tres normas, sancionadas por la Reichskulturkammer como organismo superior de decisión, junto al Ministerio, de la política cultural del país, la primera de ellas hacía referencia al derecho de la RKK de suprimir la publicación o publicaciones de cualquier editor cuyo contenido estuviera plagado de noticias sensacionalistas, ofensas al honor, falsedades obvias, es decir, todo aquello que desacreditara la honorabilidad del ejercicio periodístico. Resultaría sarcástico que uno de los ejemplos paradigmáticos de infracción constante de cualquier código deontológico y ético, por mínimo que fuera, Der Stürmer dirigido por el atrabiliario antisemita Julius Streicher, jamás fuera molestado en los años siguientes.17 Resultaba evidente la utilización partidista de la norma así como su verdadero sentido: limitar progresivamente la libertad de expresión. La segunda disposición, “Sobre el cierre de empresas periodísticas”, dejaba en manos de Amann la decisión de clausurar empresas informativas cuando estimara que el número de periódicos existentes en un área determinada generaba una competencia excesiva hasta el punto de hacerse inviable económicamente la supervivencia de dos. Después de hacer una valoración de la situación financiera de cada empresa, el presidente de la RPK podía actuar en consecuencia: bien procediendo al cierre de la publicación, o bien impulsando la fusión de varias de éstas como alternativa para su mantenimiento. Tanto Goebbels como Amann conocían bien las dificultades de supervisar el elevado número de publicaciones periódicas del país; preferían menos, aunque fueran más fuertes, porque el control podía ejercerse más estrechamente. Además, los editores privados que superaran la prueba tendrían menos competencia y la posibilidad real de mejorar económicamente (más publicidad, suscripciones, etc.), con lo cual no manifestarían su disgusto con el régimen. La última disposición de Amann, “Para asegurar la independencia de las industrias de publicaciones periódicas”, obligaba a éstas a presentar ante la Cámara de Prensa del Reich toda su documentación contable así como la participación de los distintos propietarios –si los hubiera- en cada una de dichas empresas, y de las ayudas económicas que éstas recibieran . También la norma establecía la necesidad de demostrar la ascendencia alemana (“o en estrecha relación con el pueblo alemán”) de los dueños de los negocios informativos, de sus esposas y de los miembros de los consejos de administración. Sin embargo, el alcance de la medida no era fundamentalmente racial. Para conocer perfectamente quiénes estaban detrás de las empresas periodísticas, la legislación de Amman prohibía taxativamente las cadenas privadas de periódicos y las formas colectivas de propiedad de las mismas. En definitiva, cada periódico debía tener su editor responsable y conocido para evitar que, en un momento determinado, pudiera diluirse dentro de la sociedad anónima. Con el fin de que

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el capital industrial y financiero no manipulase el contenido informativo de un medio, la normativa exigía a los propietarios con otros intereses económicos al margen del sector que abandonaran inmediatamente su participación en la empresa informativa o se sometieran a una aprobación especial, siempre complicada, de la Reichskulturkammer. El ataque a los trust y cadenas privadas de periódicos era frontal: se quería terminar con el poder de las grandes empresas como los Huck o Leonhardt, que podían poner en entredicho la política informativa del régimen. El artículo IV de esta última norma abordaba una cuestión espacialmente espinosa: la prensa confesional, con un peso específico muy notable en Alemania, sobre todo en las regiones católicas por su relación con el Zentrum. Amparándose en que ningún medio de comunicación debía hacer discriminación entre su audiencia, sino dirigirse a la totalidad de la sociedad alemana, las autoridades nazis prohibían la publicación de periódicos cuya línea editorial tratara de atraer “grupos confesionales, vocacionales o de interés especial”. Financieros y editores católicos como Plötz o Hackelsberger estaban en el punto de mira de la ley. El objetivo de los decretos era palmario: excluir del negocio editorial a los no – arios y a cualquier grupo de interés económico, confesional o de clase que pudiera criticar los fundamentos del régimen nacionalsocialista;18 promover una constante e intensa labor propagandística a favor del nuevo Estado (reservándose para uso exclusivo del NSDAP el material informativo que se considerase oportuno para la importancia intrínseca del mismo o la repercusión que pudiera tener); y aplicar el principio de responsabilidad personal al director y editor de cada publicación. El corolario de la aplicación de estas medidas fue el esperado: en menos de un año, más de quinientos periódicos alemanes, algunos de ellos de larga tradición, habían cerrado o vendido sus cabeceras a la Eher Verlag, editora oficial del partido. Sin duda todo este proceso de coordinación y uniformización de la prensa según el modelo nacionalsocialista (Gleichschaltung) estuvo muy bien articulado por Goebbels. Según él, la propaganda a favor de la legitimación del régimen debía desempeñar un papel básico, sobre todo en los primeros momentos, para que pudiera contrarrestar cualquier conato de crítica surgido en los medios de comunicación no controlados directamente por el Ministerio. Una vez que la Gleichschaltung hubiera comenzado a dar sus frutos, el sistema habría alcanzado tal estabilidad que solamente sería necesaria la supervisión cotidiana para mantener sometida a la opinión pública. 19 Por si fuera poco, en 1938 prácticamente un tercio de los diarios editados en Alemania estaba bajo el control directo del partido.

4. La organización totalitaria de los medios de comunicación social La puesta en práctica de toda esta legislación restrictiva y el seguimiento efectivo de la misma para lograr su cumplimiento sólo pudieron llevarse a cabo gracias a un entramado institucional edificado poco tiempo después de la llegada de los nazis al poder. Reidzsministerium ftir Volksaufkldrung und Propaganda (RVP) nació oficialmente el 11 de marzo de 1933. No sólo organizó sus tareas con cometidos propios sino que reforzó su poder con el traspaso de funciones desempeñadas hasta entonces por otros departamentos ministeriales para adecuar así sus estructuras a las del recién creado Ministerio. Por ejemplo, Exteriores tuvo que ceder la organización de la propaganda en el extranjero, o Interior dejó en manos del equipo dirigido por Goebbels el control sobre los medios de comunicación, el teatro y otras actividades de esa índole, incluso la regulación de los días festivos y de las grandes conmemoraciones nacionales. 20 En sus orígenes el Ministerio comprendía cinco secciones (propaganda, radio, prensa, cine y teatro) a las que se añadió en 1934 la de música y arte. Todas ellas obtuvieron un estatuto propio en 1937, cuando el aparato institucional estaba ya perfectamente

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consolidado. Fue el Departamento de prensa el que creció con más rapidez hasta tal punto que en 1938 Goebbels decidió dividirlo en dos, uno de prensa alemana, y otro de prensa extranjera.21 A las cinco secciones primigenias se fueron uniendo con el tiempo otras muchas: folklore, literatura, legislación, etc. No obstante, el departamento de propaganda fue la piedra angular del Ministerio. No podía ser de otra forma si consideramos cómo pensaba Goebbels a este respecto antes de la victoria nacionalsocialista, puesto que ya tenía prefigurado sus cometidos y organización desde que se hiciera cargo de la propaganda del NSDAP en los años del Kampfzeit. Quería tener bajo su control directo una máquina propagandística capaz de articular campañas masivas de adoctrinamiento de la población inspiradas en la Weltanschauung nacionalsocialista y coordinar las magnas concentraciones que el Partido preparaba para buscar el refrendo continuo del pueblo, base de legitimidad de sus actuaciones. Los presupuestos progresivamente mayores del RMVP reflejan su expansión: de 14,25 millones de marcos en 1933, a 28 millones en 1934 y 187 millones en 1942, con más de 1.900 empleados en esta última fecha. Aún considerando el proceso inflacionista, el peso específico del Ministerio dentro del sistema global de dominación nazi había aumentado notablemente. Junto al Ministerio, pervivió la Reichspropagandaleistung como sección propagandística del NSDAP. Por supuesto, las diferencias entre ambos organismos eran meramente funcionales y no afectaban a la centralización en la toma de decisiones que recaía en Goebbels y en el Abteilung II, departamento que reunía a los principales responsables ministeriales, la mayor parte de los cuales también ocupaban altos cargos en el Partido. De este reducido núcleo de colaboradores directos del ministro partían las líneas maestras de la acción propagandística del Partido-Estado, por ejemplo, se discutían y formulaban aquellas relacionadas con las cuestiones más importantes como el antisemitismo, las fronteras del Reich, Tratado de Versalles, etc. Todavía una tercera institución compartía las tareas de adoctrinamiento y control social en el régimen nazi, la Reichskulturkammer, creada por ley de 22 de septiembre de 1933.22 Sus objetivos estaban centrados en trazar los senderos de la “nueva cultura” del Reich, en un sentido amplio, a la vez que coordinar el trabajo de las distintas secciones culturales (teatro, literatura, bellas artes, prensa, cine, radio y música), siempre bajo la atenta supervisión de Goebbels, quien también ostentaba la presidencia de la Cámara.23 Sin embargo, estos organismos de dirección y control de los medios de comunicación y, en general, de la vida cultural alemana, no lo eran todo. Para que una campaña de propaganda pudiera calar realmente en la población, servía de poco que el complejo aparato administrativo estatal diera órdenes, si éstas no llegaban de forma pertinente a las esferas del Partido en contacto directo con el pueblo. En última instancia, eran los responsables del NSDAP en los barrios de las ciudades o en los pueblos quienes, con su celo, contribuían a lograr el éxito. Así, la coordinación entre el Ministerio en Berlín y los responsables de la propaganda en los municipios, distritos y regiones del Reich eran un elemento fundamental del sistema de dominación. Mediante circulares a los funcionarios y a los militantes en estos ámbitos territoriales comenzaban las campañas: desde la colocación de carteles, el lanzamiento de panfletos, la organización de actos políticos o la situación de los periódicos del partido en los lugares más visibles, el trabajo de las bases tenía una relevancia indudable. 5. Mensajes propagandísticos y control social El eje del mensaje propagandístico era la exaltación de la figura de Adolf Hitler como Führer de Alemania el culto a la personalidad del líder carismático Toda su vida pero sobre todo su trayectoria desde los años “gloriosos” del Kampfzeit antes de la toma del

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poder, había sido una lucha desinteresada y heroica en defensa del pueblo con el objetivo de convertir a Alemania en la primera potencia mundial. Desde el Ministerio de Propaganda los discursos, las apariciones públicas, las entrevistas, cualquier actividad desarrollada por Hitler era resaltada convenientemente por los medios de comunicación. Hitler con los niños enfermos, Hitler con unos soldados departiendo como camaradas en el frente, Hitler con un grupo de periodistas, el Führer encarnación de la comunidad germánica, estaba con todos y en todas partes; sufría con las desgracias y se alegraba con las victorias de su pueblo. El fin era lograr la identificación entre la comunidad nacional y su jefe natural. Una vez creado el mito, se trataba de insistir constantemente sobre sus virtudes, sobre sus acciones para mantener la tensión de la audiencia en las ocasiones apropiadas haciendo uso de los recursos formales y emotivos. 24 Los propagandistas se ocuparon también de exaltar la pureza racial alemana como vínculo de unión en contraposición a la degeneración judía. En general, todos los enemigos definidos como tales por la propaganda presentaban las características atribuidas por los nazis a este pueblo (cobardía, preocupación exclusiva por los bienes materiales, explotadores de los débiles, etc.). Así, los comunistas, socialistas, masones y todos aquellos que no defendían la ideología del Partido eran concebidos como un único enemigo al que se debía combatir sin tregua para regenerar Alemania. 25 La lealtad (Gefolgschaft) a Hitler y la fidelidad (Treue) a Ia idea nacionalsocialista constituían también dos conceptos muy importantes para la propaganda. Estos valores se entienden como propios del ser alemán, de su esencia como pueblo: por eso, es ese mismo pueblo, agradecido por la generosidad de su Führer y por el buen hacer del Partido que pone en práctica su política, quien, como un todo orgánico, se mantiene cohesionado como comunidad y unido inextricablemente a su jefe natural. Como Hitler, la cruz gamada acogía bajo su protección a la nación alemana. No era ya un mero símbolo de un partido político, se había transmutado en el símbolo de la nueva era para Alemania.26 La guerra trastocó las prioridades de la propaganda. 27 La figura de Hitler y del régimen continuaron teniendo el mismo tratamiento, pero las necesidades de justificar el conflicto ante la población obligaron a propalar otra serie de mensajes. El año 1940 resultó ser especialmente laborioso para el RMVP. Con el desarrollo de las hostilidades, a los enemigos internos tradicionales (judaísmo, marxismo, etc.), se unían ahora los externos, las potencias con las que Alemania había entrado en guerra. Los propagandistas extendieron el uso del término plutocracia a la hora de referirse a los países anglosajones -sobre todo Gran Bretaña- aunque la simplicidad del estereotipo permitía abarcar otras realidades nacionales si el transcurso de los acontecimientos así lo exigía. El término comprendía a una nación –la británica- cuya historia se había forjado en la rapiña comercial, en la indigna explotación financiera vinculada a intereses judaizantes, en la injusticia social permanente y en una base cultural muy poco creativa. Winston Churchill representaba a la perfección la trayectoria degradada del pueblo británico.28 Sin embargo, estos juegos retóricos fueron perdiendo fuerza conforme el conflicto se alargaba en el tiempo y la situación empeoraba. El 18 de febrero de 1943, Goebbels pronunció unos de los discursos más importantes de su vida. En la capacidad de convicción de su oratoria quedaban depositadas las esperanzas del Partido de legitimar el inicio de la “guerra total”. Sin duda, tratar de ganarse a un auditorio, que por extensión era la nación alemana en su conjunto, exponiendo la necesidad de emprender una nueva base bélica en la que las penalidades aumentarían y todo el pueblo debería implicarse, no era una labor fácil. El Reichsminister construyó un discurso escalonado, jugando magistralmente con todos sus recursos expresivos y con el dominio de la escena, atrajo al público hacia su retórica, les hizo

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auténticamente partícipe de ella. En diferentes momentos de su intervención les preguntaba si deseaban la guerra total. Mientras el orador iba subiendo el tono de su exposición, una masa enardecida respondía afirmativamente a su insistente demanda hasta llegar a la conclusión del discurso, en plena exaltación del auditorio, cuando exclamó: “¡Ahora, Nación, levántate y deja que se desate la tormenta!”.29 Todos los medios de comunicación alemanes se hicieron eco del discurso en la convicción sentida por muchos de que una parte amplia de la población identificaba sus preocupaciones y sus anhelos con las palabras de Goebbels. Eran los frutos de varios años de un férreo control social centralizado por órganos propagandísticos del régimen. Su discurso en el Sportpalast de Berlín no fue sino la culminación de una vasta campaña orquestada por el Ministerio con el objetivo de minimizar la crisis del invierno de 1942/43 y preparar a la población para la ofensiva de la guerra total persuadiéndola a que su participación en la guerra fuera más activa: para acabar con el enemigo “plutocrático”, la población civil debía comportarse de la misma forma heroica y ejemplar en que lo hacían los soldados alemanes en el frente. °30 En el caso concreto de la radio, en noviembre de 1942, Hans Fritzsche fue nombrado director del departamento de radiodifusión del Ministerio para reorientar su política e insertarla dentro del plan global de guerra total. Para el nuevo responsable de las ondas, su trabajo principal consistía en los años que restaban de guerra en convertir este medio en un punto de contacto permanente entre el frente y la población.31 En cualquier caso, la guerra había alterado el juego de poderes dentro del Partido Estado. Aún cuando la relación de Goebbels con Hitler todavía se estrechó más y las apariciones en público del Ministro continuaban teniendo un seguimiento masivo, la máquina ministerial se resintió. En primer lugar, el Ministerio perdió su hegemonía en las materias de su competencia, pues tanto Exteriores como, sobre todo, el departamento de Wehrmachtspropaganda del Comando Supremo de las Fuerzas Armadas, dispusieron de autonomía para llevar a cabo sus propias campañas, lo que generó en muchas ocasiones fricciones y desconfianza mutua. Por otro lado, Goebbels fracasó en su empeño propagandístico en el extranjero, como demuestran los estudios publicados sobre España,32 Francia,33 Estados Unidos34 o los Países Bajos.35 En tercer término, el agravamiento de la situación en territorio alemán tras la declaración de la guerra total fue continuo y la pérdida de confianza progresiva de la población no pudo compensarse con un control cada vez mayor de los medios: en 1944, el Partido manejaba directamente una red de publicaciones cuyos lectores suponían el 82,5 % del total. 36 Las dificultades de la propaganda para legitimar al régimen aumentaron en el invierno de 1944/45. El recurso a la victoria final o la capacidad Hitler para mantener el control sobre la situación de poco podía servir cuando los bombardeos arrasaban el país.37

5. Consideración final La propaganda fue uno de los pilares del edificio nacionalsocialista. Como paradigma de régimen totalitario, la Alemania de Hitler buscó una legitimación constante de su sistema de dominación para lograr una aprobación social generalizada que no fuera una mera aceptación de dicho régimen sino una adhesión entusiasta de todo el pueblo a las decisiones de sus dirigentes y, sobre todo, a Hitler. Con este fin primordial, el complejo engranaje propagandístico organizado por Goebbels no reparó en esfuerzos para crear en la opinión un sentimiento de fraternidad del pueblo alemán, de esperanza en el futuro glorioso que les esperaba con el triunfo nacionalsocialista y de rechazo de los enemigos

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de la comunidad. La tarea era, desde luego, ingente, pero los propagandistas del régimen, y Goebbels a la cabeza, sabían que su misión era trascendental. Al fin y al cabo ellos constituían una de las partes más sustanciales del alma del pueblo, como comentó el Reichsminister el Día del Partido en septiembre de 1935. 38 Sin embargo, todo el mundo ideal generado por la, Weltanschauung nacionalsocialista fue desmoronándose conforme el desarrollo de la guerra mostró la vulnerabilidad del Tercer Reich. La “fábrica del consenso”, que había logrado en buena medida sus objetivos de conseguir una aceptación entusiasta de la política estatal por amplios sectores del pueblo alemán, 39 se vino abajo en poco tiempo, aunque había demostrado la enorme potencialidad de la propaganda y el dominio de los medios en el control social.

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Vid. Fred L. CASMIR. “Hitler als Prototyp der politischen Redners. Charisma und Mystification” en Gerald DIESNER, Rainer GRIES (Hrsg.), Propaganda in Deutschland Geschichte der politischen Massenbeeinflussung im 20. Jahrhundert, Darmstadt. Primus VerIag, 1996, págs. 79-99. 2

“Hitler faIβte seine Zuhórer zu einer Gemainschaft im Neim zusammen, indem er das Bestehende negierte, die Vorstellung des Künftigen aber nur sehr vage und phantastisch andeutete: so vermochte er die trennende Verschiedenheit positiver sozialer Ziele zu verrneiden: Detlev GRIESWELLE. Propaganda der Friedlosigkeit. Eine Studie zu Hitlers Rhetorik. 1920-1923. Stuttgart, Enke Verlag, 1972. pág. 64. Entre otras cuestiones, el autor analiza la constante negación del sistema de Weimar (págs. 65-91) o el antisemitismo (págs. 91-107) es el discurso de Hitler durante los primeros años veinte. 3

Un estudio introductorio a su personalidad y a su actividad política que recoge bastante bien su faceta de propagandista es el libro de Helmut HEIBER, Joseph Goebbels, Berlin, Colloquium Verlag, 1962. De igual forma la obra de Ernest K. BAMSTEAD, Goebbels and Nacional Socialist Propaganda, East Lansing, Michigan Universitv Press, 1965 hace un recorrido interesante sobre la labor de Goebbels como organizador de la propaganda del Partido antes de la toma del poder, la creación del Ministerio de Propaganda en 1933 y el tipo de recursos utilizados en la formulación de estereotipos muy usados por los nazis: Fuhrer, antisemitismo, antimarxismo, etc. Resulta atractiva por clarificadora la descripción y valoración que el autor hace de la batalla propagandística librada durante la Segunda Guerra Mundial entre la Deutsche Rundfunk y la British Broadcasting Corporation. Mucho más recienie es el libro de Ralf G. REUTH, Goebbels, New’ York Harcourt Brace, 1993, que utiliza una documentación mucho más amplia, en especial la de los diarios del dirigente nazi. 4

La insistencia sobre unos pocos puntos importantes de la doctrina y el acercamiento a la gran masa del pueblo habían sido propuestas de Hitler: “Es ist falsch, der Propaganda die Vielseitigkeit erwa des wissenscaftlichen Unterrichtes geben zu wollen. Sie Aufnamefahigkeit der groβen Masse ist nur sehr beschránk das verstándnis klein. dafur jedoch die Vergeβlichkeit groβ. Aus diesen Tatsachen heraus hat sich jede wirkungswdie Propaganda auf nur sehr wenige Punkte zu beschranken und diese schlagwortartig so lange zu verwenen, bis auch bestimmt der Letzte unter einem solchen Worte das Gewdite sich vorzustellen vermag”. Mein Kampf, Bd. 1. Múnchen, Eher Verlag, 1934, pág. 153. 5

102 Cit. en Joachim FEST, The face of the Third Reich, London. Penguin, 1972, pág. 151.

6

Cfr. Oron J. HALE, The captive press in the Third Reich, Princeton. Princeton University Press, 1973, págs. 40 - 41.

7

P. MEIER BENNECKENSTEIN (Hrsg.), Dokumente der deutschen Politik, Bd. I, Berlin, Deutsche Verlag, 1939-40, pág. 289. 8

“On the night of March 10-11, the Reich commissioner ordered the arrest of all K.P.D. functionaries. At the same time the auxiliary police occupied the buildings and seized the property of the K.Y.D. publishing house. Similar action was taken against the S.P.D. leaders and their property. Retroactively, on the basic of the Reich laws of May 26, and July 14, the state ministry of interior issued an ordinance confiscating all property of the K.P.D. and S.P.D. and their affiliated organizations.” Oro J. HALE. op. cit., pág 71. Cfr. Kurt KOSZYK, Deutsche Presse 1914 - 1945. Geschichte der deutschen Presse III Berlin, Colloquium Verlag, 1972, págs. 363- 169. Sobre el control de la prensa durante los primeros tiempos del nacionalsocialismo vid. H. STOREK Dirigierte Presse Óffentlichkeit Die Zeitung als Herrschafismttel in den Anfangsjahren der nationalsozialistischen Regierung, Opladen, Westdtsch, Verlag, 1972. 9

Cit. en Walter HAGEMANN, Publizistik un Gritten Reich. Ein Beitrag zur Methodik der Massenfuhung, Hamburg, Hansischen Gilden Verlag, 1948, pág. 39. 10

Cit. en Karheinz SCHMEER, Die Regie des öffentlichen Lebens im Dritten Reich, München, Verlag Pohl, 1956. pág. 38.

11

Robert G. YOUNG ha explicado en un breve pero sugerente artículo el funcionamiento del sistema semanal de envío de las directrices informativas desde el Ministerio de Propaganda a los directores de las publicaciones. Las materias prohibidas llevaban la anotación Bitte Nicht so! “Not ThIs Way, Please! Regulating the Press in Nazi Germany”, Journalism QuarterÍv, nº 64 (Winter 1987), págs. 787 - 792. 12

Como dice Karl-Dietrich ABEL, la ley era una manifestación muy elaborada de cómo se organizaba el Estado totalitario: “Das ‘Schriftleitergesetz bildete mit diesem letztgenannten Sachverhalt ebenso wie mit allen vorher aufgerührten jurustischen Bestimmungen die sichtbarste Manifestation des totalitáren N-S Staates auf dem Gebiet des Pressewesens”, Presselenkung im der Nationalsozialistischen Zeit, Berlin, Colloquium Verlag, 1968, pág 36. 13

Sobre la utilización propagandística del cine durante el Tercer Reich vid, el excelente estudio de David WELCH. Propaganda and the German Cinema, 1933-1945, Oxford. Clarendon Press. 1983. 14

ABEL recalca esta diferencia de tratamjento, porque “Goebbels betrachtete die Presse mit einer Mi schung aus Schuldgefuhl und Verachtung, demin einersejts war er selbst, der erfahrene Journalist, es gewesen,

der die Lebensgesetze der Presse auβer Kraft gesetzt hane, weil die Zwanigsláufigkeit des von ihm als Wort fuhrer vertretenen Systems ihm keine andere Wahl zu lassen schien”. Op. Cit. pág. 63. 15

Op. Cit, pág. 35.

16

Cit. En O. J. Hale, op.cit., págs. 154 - 155

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Las violentísimas campañas antisemitas han sido estudiadas a través del contenido informativo y del aparato gráfico utilizado por este periódico en Randall BYTWERK, Julius Streicher: The man who persuaded a nation lo hate Jews, New York, Stein and Day, 1983. 18

Un estudio demostrativo de las dificultades por las que atravesó un periódico católico alemán durante el Tercer Reich es de M. GEIGGES, Die Deutsche Bodensee Zeitung. Versuch einer katolischen Tageszeitung im Drimen Reich zu úberlegen, Konstanz, Ver!, des Südkurier, 1986. De igual forma es muy interesante la obra de Magret Boveri, Wir Iügen Alle. Eine Hauptsradtzeitung unter Hitler, Olten, Walter, 1965 donde la autora -que fue redactora de internacional en el periódico liberal Berliner Tageblatt describe sus impresiones sobre el funcionamiento de la prensa en los primeros años de la subida al poder de Hitler. 19

Günter GILLESEN ha sintetizado bien esta evolución hacia el control definitivo de los medios escritos: “Die Gleichschaitung der Presse im Jahre 1933 geschach auf zwei versckiedenen Wegen: zum einen durch Zu griff auf das Vermógen der Verlage mit Hilfe von Verboten, Beschlagnahmen oder durch alleriei Nötingung herbeigeführten Zwangsverkaufen, die sich wenig von entschadigungslosen Enteigunungen unterschieden. Ihren Höhepunkt erreichten diese Vorgánge im Jahre 1935. Zum anderen durch direkte Anordhungen an die Redaktiooen, durch Richtlinden, durch vorgeschiriebene Nachrichten und durch Nachzensur. die für die Betrof fenen besonders hart war”. Auf veriorenem Posten. Die Frankfurter Zeitung im Dritten Reich, Berlin, Siedler, 1986, pág. 153. Elke FRÖHLICH ha analizado en un extenso y documentado articulo la Gleichschaltuag a través de la política cultural desarrollada por el ministerio de Propaganda, “Die Kulturpolitische Pressekonferenz des Reichspropaganda-ministeriums”, Vierreljahr.yhefre flir Zeirgeschic/ite, nº 22 (2. Heft/1974), págs. 347-38l. Para comprender este proceso de uniformización en un ámbito geográfico concreto, Baviera, disponemos del estudio de Norbert Frei, Nationalsozialistísche Eroberung der Provinzvresse. Gleichschaltung, Seibstampas sung und Resistenz in Boyern, Stuttgart, Deutsche Verlag-Anslalt, 1980. 20

El calendario festivo nacionalsocialista tenía una importancia sobresaliente para la propaganda. Las concentraciones, los mítines, los congresos del Partido, etc., eran preparados minuciosamente y servían de caja de resonancia para la difusión de los ideales y mitos de la ideología en su afán de conducir al mundo irreal de la Weltanschauung del NSDAP. El Día del Partido de 1923, el Día de la Victoria de 1933 o el Día del Trabajo de 1937 son analizados en este sentido por Hamilton T. BURDEN, The Nuremberg Party Rallies: 1923-1939, New York, Frederick A. Praeger, 1967. 21

Norbern Frei comenta: “Zweifellos was es dem Propagandaministerium bei der Konstruktion der Pres segerichte nicht um das behre ideal einer Presseseibstverwaitung zu tun gewesen, soadern um effiziente Kon troll -und Maβsegelungs instanzen im Hinblick auf den umfastenden Lenkungsanspruch gegenüber der verõffentlichten Meinung. Indem man sich dazn aber der im Jóurnalismus vorhandenen Bereitschaft zur Selbestbzw Gegenseitigkeitskontrolle bediente, handelte es sich im Ergebnis um mehr als bloβe instrumentalisietung kaschierende stãndische Fassade.”, “Die nationalsozialistischen Berufsgrichte der Press”. VfZ. Nº 32 (1. Heft/ 1984), pág. 127. 22

Como ha escrito K. KOSZVX, “Drei Maβnahmen aus dem Jahre 1933 habeb dic nauonasozialistische Pressepolitik wesentlich bestimmt: die Errichtung des Reichsministeriums für Volksanfklãrung und Propaganda durch Kabinensbeschluβ vom 11. Márz 1933, das auch die Errichtung der Reichspressekammer, der Reichsrundfunkkamrner und der Reichsschriftrumskammer beinhaltete, ferner das Schriftslenereesetz vom 4. Oktober 1933.” Op. Cit. pág. 363. 23

Sobre la RKK, vid. Volker DAAHM, “Anfánge und ldeologe der Reichskulturkammer VfZ. Nº 34 (1. Hefthl 986), págs. 5384. David WELCH también ha reflexionado sobre la trascendencia de este organismo en la configuración de una cultura ‘revolucionaria’ dentro de la comunidad nacional alemana definida en los términos nacionalsocialistas y, por tanto, generadora de conformidad hacia el régimen en la opinión pública Cfr. The Third Reich. Politics and Propaganda, London and New York, Routledge, 1993, págs. 26-34. 24

Goebbels y el propio Hlitler cuidaban hasta el último detalle de las apariciones en público y del contenido de los mensajes. Curiosamente, el Führer no dominaba bien un medio como la radio y, de hecho, desde octubre de 1933, cuando anunció la salida de Alemania de la Liga de las Naciones, no volvió a hablar en un estudio radiofónico hasta el final de la guerra. Ian KERSHAW realizó un trabajo extraordinario sobre como la propaganda elaboró una imagen mítica de Hitler y la percepción que de ésta tenia el pueblo alemán. The “Hitler Myth”. Image and Reality in Third Reich, Oxford, Clarendon Press, 1987. 25

Es muy significativa la utilización de este estereotipo del “enemigo” en los panfletos y hojas volanderas preparados por la propaganda nazi. Vid. Klaus KIRCHNER, Flugblatter. Psychologische Kriegsführung im Zweiten Weltbrieg in Europa, München, Carl Hauser Verlag, 1974.

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Vid. Malcolm QUINN, The Swastika. Constructing the Svmbol. London and New York. Routledge, 1994. El 19 de mayo de 1933, Goebbels limitaba el uso de la cruz gamada para que no acabara por convenirse en un objeto de consumo más. Con la exaltación del momento, y para congraciarse con el nuevo régimen, muchos empresarios estampaban el símbolo nazi en cepillos de pelo, botes de comida, etc. La prohibición era taxativa: “Es ist verboten, dic Symbole der Deutschen Geschichte, des Deutschen Staaates und der nationalen Erhebung in Deutschland öffentlich in einer Weiss zu verwenden, die geeignet ist, das Empfinden von der Würde dieser Symbole verletzten”. Cit. en Rolf STEINBERG, Nazi Kitsch, Darmstadt, Melzer Verlag, 1975. pág. 80. 27

Una visión comparada del sistema propagandístico durante la guerra, en Michael BALFOUR, Propaganda in War. 19391945: Organizations. Policies and Publics in Britain and Germany, London. Routiedge and Kegan Paul. 1979. 28

Cfr. Robert E. HERZSTEIN, The war that Hitler won: the most infamous propaganda campaign in history, London, Hamish Hamilton, 1979, págs. 333-361. 29

En general, sobre la situación y las técnicas de control de masas en este tipo de actos, vid. Wolfgang BENZ, “The ritual and stage management of National Socialism. Techniques of domination and the public sphere”, en John MILFULL (ed.), The Atractions of Fascism. Social Psychology and Aesthetics of the “Triumph of the Right”, New York. Oxford. Munich. Berg, 1990. págs. 273-288. 30

“Der von Goebbels ausgerufene ‘Totale Krieg’ beinhaltete aber nicht nur die Forderung nach einer moglichst effektiven Anpassung aller Lebensbereiche an die Erfordernisse der Kriegsfürung, sondern er harte eine weitergehende, letztlich irrationale und aus der Tradition des vólkischen Denkens stammende Dimension: Demnach verband sich mit dem Totalen Krieg die Vorstellung einer aus der Tiefe des Volkes kommenden giganstichen kraftsanstrengung, eines nationalen Aufbáumens augesichts der existenziellen Bedrohung aus des Ostem”. Peter LONGERICH. “Joseph Goebbels und der Totale Krieg. Eine unbekannte Denkschrift des Propagandaminister vom 18. Juli 1944”, VfZ, n°35 (2. Heft/1987), pág. 294. 31

Jay W. BABW hizo un recorrido bien documentado sobre el tratamiento propagandístico de algunos los acontecimientos más importantes de la Segunda Guerra Mundial (la batalla de Polonia, la guerra relámpago de 1940, la batalla de Moscú, el mito de Stalingrado. etc.): The mythical world of Nazi war Propaganda, 1939 - 1945, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1974. Más pormenorizado es el estudio de John P. FOX sobre la campaña propagandística articulada en torno al descubrimiento de las fosas de Karyn: “Der Fall Karyn und die Propaganda des NS-Regimes”. VfZ, n° 30 (3. Heft/1982), págs. 462-499. 32

Ingrid SCHULZE SCHNEIDER ha publicado diversos artículos al respecto después de trabajar documentación proveniente tanto del Archivo Alemán de Exteriores como de la Embajada alemana en Madrid. La historiadora llega a la conclusión de que “la propaganda internacional nazi no alcanzó, ni de lejos, la terrible eficacia sus mensajes dirigidos a los ciudadanos germanos”. “Exitos y fracasos de la propaganda alemana en España (1939-1944)”. Mélanges de la Casa de Velázquez. Époque contemporaine, Tome xxxi-3 (1995), pág. 216. Vid. también “El régimen franquista y la propaganda nazi en España (1939)”, en Actas del Encuentro de Investigadores del Franquismo. Tomo 2, Alicante. Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1995, págs. 239-246; “La propaganda alemana en España, 1942-1944”, Espacio, Tiempo y Forma, serie V, Historia Contemporánea, nº 7 (1995), págs. 371-386. 33

André URZULIS, “Deutsche Kriegspropaganda gegen Frankreich 1939/1940”, en Jürgen WILKE (HRG.) Pressepolitik und Propaganda Historische Studien vom Vormãrz bis zum Kalien Krieg, Köln, Weimar, Wien, Böblan Verlag. 1997, págs. 127-17 1. 34

Klaus KIPPHAN, Deutsche Propaganda in der Vereinigien Staaten,1933-1941, Heidelberg, Winter, 1971.

35

Gabriele HOFFMANN, N-S Propaganda in der Nieederlanden: Organization und Lenkung der Publizistik unter deuzscher Besatzung 1940-45, Berlin. Verlag Dokumentation, 1972. 36

“Die Vertrauenskrise erreichte so -selbst verschuldet- eine nene Dinmension: man begann daran zuzweifeln, daB das Regime eine gerechte Nachkriegsordnung gewährleisten kónne und bezweifelte damit den Sinn eines natinnalsozialistischen Sieges.” Ludolf HERST, Der Totale Krieg und die Ordnung der Wirschaft Die Kriegswirtschafi, im Spannungsfeld von Politik, Ideologie und Propaganda, 1939-1945, Stuttgart, Deutsche Verlag – Ansalt, 1982, pág. 207. 37

Cfr. Gerald KIRWIN, “Allied bombing and nazi domestic propaganda”, European History Quarterly, nº 15 (July 1985), págs. 341-362. 38

Helmut HEIBER (Hrg.), Goebbels-Reden, Bd. I (1932-1939), Düsseldorf, Droste. pág. 238.

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Philip V. CANNISTRARO, La fábrica del consenso. Fascismo e mass media. Roma. Bari, Laterza, 1975.