Prados Emilio - Antologia Poetica

EMILIO PRADOS ANTOLOGÍA POÉTICA Alianza Editorial, (p.19-147) ======================================== PRIMERA EPOCA: L

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EMILIO PRADOS ANTOLOGÍA POÉTICA Alianza Editorial, (p.19-147)

======================================== PRIMERA EPOCA: LOS AÑOS CLAROS (p.19) < De Tiempo (1923-1925) *Vega en calma (Cártama, 3 de agosto) Cielo gris, Suelo rojo... De un olivo a otro vuela el tordo (En la tarde hay un sapo de ceniza y de oro.) Suelo gris. Cielo rojo... Quedó la 1una enredada en el olivar. ¡Quedó la luna olvida!

*El corazón mágico (Puerto de Málaga, 7 de enero) Nocturno Abrí la caja de los peces y se cuajó el el cielo de luceros verdes ... ¡Dadme mi doble aparejo, con su compás de caña y con su doble anzuelo! ... (Abrí la caja de los peces y se cuajó el el cielo de luceros verdes) ¡Dejadme dormir!... ¡Silencio!... ¡Dejadme dormir abierto!

*Imsomnio en la ventana (El mismo día 4 la media noche*) (5 de febrero) SI yo supiera hacer malla, sólo haría red y hamaca ........................

< DE Vuelta (1924-1925) *imagen El desnudo quedaba ante torpes testigos sin definir sus rosas: Se manchaban sus muslos. Consumíase el alma... La voluntad, lavada, húmeda, en blanca tela dio ropa a la amistad. En finos albedríos enjugó suspendida. En los hábiles vientos, , nació la tela nueva ¡Qué anunciación tal ágil a su presunta virgen tuvo el agua!

*Nivel del

puerto

Palma, cristal y piedra. El nácar del perfil puro del gesto. enérgico en el agua. Extractada la brújula, sostiene el equilibrio vertical sobre el viento... (El imán se detiene.)

Palma, cristal y piedra. Por el muelle, despacio la memoria, indolente, se apoya en la baranda de un crepúsculo fácil. El sueño se devana y se humedece el tiempo al entregar su cinta... (Se rinde d movimiento,) Palma, cristal y piedra. Por el muelle dd día. pierde pie la memoria. La mirada, se vierte liquida, en el olvido. (El alma se separa y la flor sube al cielo) ¡Palma, cristal y piedra!

* Víspera (Puerto de Málaga, a bordo, 4 de marzo) El marinero bebe la rosa de los vientos en cristal de bandera y luna clara. En pie sobre sus anclas el barco soñoliento, devana sus cadenas y peina, sus amarras. Enhebrada se queda la aguja del viaje junto a la carta azul, el compás y la lente; mientras el capitán, entre dos blancos mares ágil nadador joven, limpia espuma desteje. Sobre su frente un atlas abre su mariposa y en el papel el barco juega a flores distantes, trazando itinerarios sobre las planas olas que, el pincel del ensueño, tiñe con falso esmalte. Fuera del camarote; la cubierta dormida, meciendo sus naranjas entre miedo y tristeza... Por las calles del puerto, aún las luces osciilan y en los bares lejanos, las voces cabecean. Una estrella derrama su baraja de oro... En la mesa del agua juega el pez y el reflejo. La campana acaricia, el silencio que ha roto al cubrir las heridas de su piel bajo el eco. Las andas justifican el molde de su ausencia,

aún sujetas al suelo entre rosas profundas. La enmohecida hélice sus pétalos ordena y, la máquina fiel, su corazón ajusta. Las brújulas se inquietan por tu largo descanso, su inquietud multiplica los puntos cardinales y, muestra al marinero, en su oráculo falso, el balcón y la rosa final de su viaje... Toda la noche cuelga como un gran mapa negro El cartón de la luna gira su blanca esfera y, en ella busca el barco, con su largo puntero, el puerto más cercano y el agua más serena... Otro barro en mi pecho su movimiento imita, —¡siempre es doble mi alma en su imagen dispersa!-; sus barandas arregla para la despedida y su timón prepara hacia el alba que espera. —¿Saldrá la luz?... —¡Silencio!... (Llora el barco sus anclas.) ¡Despierto el marinero, rompe el sol sus amarras!

< DE Seis estampas para un rompecabezas (1925)

II El cielo, papel de seda, blanco y muy arrugado. El mar como un vidrio. Las montañas del Poniente, montones de harina negra. En el viento hoy una risa contenida. Poco antes da acostarse rompe el Sol el papel del cielo y entre gola roja asoma su pintarrajeada cabeza de payaso que saca la lengua en son de burla. El pintor, altísimo y muy delgado, vestido de negro, va andando de puntillas. Sus ojos desmesuradamente abiertos son completamente redondos y brillantes como círculos de azabache; su mirada es recta y fuerte pero pronta a la huida. Va marchando despacio de espalda al Sol. De pronto, con gran rapidez, vuelve el torso y quédase mirando de frente. En esta postura permanecerá durante toda la estampa y solamente la cabeza irá moviéndose con gestos violentos, cortantes, para atender a sus llamadas imaginarias Su voz será desentonada y mecánica. ¿Quién es? ¿Quién llama? ...

(Comienzan a llegar mariposas metálicas desde la ciudad que se desangra.) Desde todas las ventanas me hacen señas... ¡¡Va!!... (Del cuerpo del pintor se desprende su propia imagen, transparente, vistiendo traje de seda japonesa. Abre un quitasol y todas las mariposas se recogen bajo él y por el aire lo conducen a la ciudad. El pintor sigue inmóvil y su mirada fija en las vidrieras lejanas. De repente vuelve la cabeza bada otro lado): ¿Quién es? ¿Quién llama? (Desde el agua llega una gaviota de cristal verde.) Ya casi hundida en el Mar una mano me hace señas... ¡¡Va!!... (Del cuerpo del pintor se desprende su propia imagen, transparente, vistiendo traje azul de marinero. Lle va en las manos todas las banderas del abecedario, que agita sobre su cabeza mientras la gaviota lo conduce al Mar. El pintor sigue inmóvil y su mirada fija en el vidrio lejano. De repente vuelve la cabeza hacia otro lado} ¿Quién es? ¿Quién llama? (Desde su casa abandonada vienen despacio multitud de caracoles derramando baba brillante) En medio de aquellos llanos un pañuelo me hace señáj, ¡¡Va!!... (Del cuerpo del pintor se desprende su propia imagen, transparente, vistiendo hábito blanco de cartujo. Lleva las manos llenas de rosarios que suelta en el viento y caen hechos caracoles. Pisando descalzo sobre ellos se va.)

< Poemas sueltos, I (1923-1925)

Espejismos (Torre del amr, 25 de Julio) ¿Barco en el mar o en el alma? (¿Dónde encontraré equilibrio de luz, para mi balanza?) ¿Puerto del tiempo o del sueño?... (¿En dónde comenzarán los límites de mi cuerpo?) ¿Soledad o soledad?... (Repite el eco en la noche: «¡Soledad y soledad!»...) *Nocturno en la bahía (Algeciras, 7 de enero) El cielo derrama sus conchas... (Tembloroso y sin estrellas funde el mar toda la sombra...) Soledad, despierta al hombre antes que caiga su olvido sobre el ensueño y lo ahogue... *Transfiguración en la noche (Alta mar, 3 de agosto) El alfiler de un lucero rasga el corazón del cielo... El pez deshila su fuga, el alma se queda sola: retumba en ella la luna... Por la herida de un recuerdo sube mi canción al viento. *Inscripción en la arena (21 de mayo) Duerme el cielo, duerme el mar y, en medio, mi corazón: barco de mi soledad... Soledad que voy siguiendo a través de mi esperanza, no de mi conocimiento. * Palma del recuerdo

(Málaga, 6 de mayo) ¿Nace la flor?... (Sobre el cielo, aroma, color y luz, cruzan despacio tus pételos...) —Cuando el cielo se marchita, ¿se va la flor?... (Sobre el sueño, cae la Eternidad cautiva,)

*La hora mágica (Benagalbón, 3 de agosto) Duerme el mar... Junto a la orilla —ultimo pie de la tierra—. la espuma blanca germina. Y ¿dónde el mundo?... ¡Silencio! (Queda en el alma el temblor de la sombra y el misterio.) < De Misterio de Agua (1926-1927) MILAGRO PRIMERO *Tránsito del crepúsculo ¡Abre el cielo sus puertas! ¡Abre el amor sus alas! Se le va el pulso al día Su corazón se agua —se desnuda—, se tiende deshilado, huye por sombras, se desabrocha en vahos... Cae en aire solamente, en vilos de la fuga; (pero unido al descanso —hundido en blanca ausencia—, en anhelos de espalda

rendido a su blandura adolescente y claro. ¡Cómo va sostenido derramado en cintura!... Como medio durmiendo, curvado en abandono —una pierna mecida en últimos desmayos—: surge, corta un latido y más se desvanece, su derrite de vida, se desploma de luces... Y, al fin, ya desprendido —leve calor de pluma sobre el cielo-; se da y queda en el aire. bajo sus tibias nieblas, mágico e invisible perdido entre silencios... Mientras, desnuda, el agua: se descalza en el sueño sus ligaduras últimas y transportada en éxtasis, por mirar más se funde en ella misma, se deshace. se vuela se desata... Sube, abierta en un halo y, se pierde de cuerpo por luz, en vapor de misterio, en ronda de temblores... Iluminada, fuera de sí por fe, sin pensamiento, ciega —engañándose en aire alzada—: se destila en su fuga la carne de la luz que la creaba y en ella misma vuela sin saberlo, olvidándose el barco a espaldas de su ausencia, con la razón perdida navegando en el cielo... 2

Y todo el día turba su belleza y atribulado escapa... Al filo del Poniente, abre el amor sus alas, y recoge en el sueño a un crepúsculo en llamas. (Por los negros cuadernos de la espalda del viento, cruza despacio el alma.) No se resiste el día, el invisible dardo que busca su belleza y entero lo recibe en su cuerpo sin piel donde se clava... Así pierde su luz —se le derrama ansiosa saliendo a borbotones por la herida que deja— desvaida en su gozo, desfalleciendo de color y espuma, en pérdidas ardientes de su latir sin rumbo entre espasmos de sombras... ¡Herido se levanta el día! {Desnudo y desangrándose! Su pasión lo conduce en vilos de la muerte, mojado de presencias y abandonos del cielo, a otro nuevo martirio que su cuerpo presiente, goza, vive y ayuda, sin conocer, constante... ¡Desnudo se levanta el dia ¡Sin piel, herido y desangrándose! Como un calor se filtra —se baja por él mismo—, se escapa de su frente besándose hacia dentro hasta darse de bruces con tu propia hermosura cuerpo y cuerpo sin piel de carne inexistente. ¡Sobre él mismo descansa!: ¡Sobre él mismo se queda! como un rumor vencido

absorto entre dos muertes!... Cielo y cielo que mana del cielo hacia la fuente del cielo, sobre el cielo del cielo que sostiene! cielo total y mínimo ser total todo el cielo... —Pero... ¿Y su luz? ... —La llevan desgajada, dos ángeles... —¿Angeles o latidos? —¡Pulsos de luz sin sangre! (Cae un chorro de sombra... Un lucero, se abre...) ¡Todo el cuerpo del díao se hace voz de la tarde y, el pensamiento, tiempo que sueña sobre el aire! 4

¡Ay tiempo contra tiempo sin piel; sangre en la sangre de una misma sangre; luz en la luz sin luz de luz del aire! Cuerpo sin cuerpo en cuerpo contra el cuerpo en que naces hoy, tiempo de tu tiempo —leche de sueño y viento—: tiempo libre en el sueño de un tiempo ya sin cárcel, ¿Eres ya todo el cielo y sólo el cielo?... Nadie penetra al sueño si al sueño no se abre; pero tu de ti mismo y por ti mismo entraste —tiempo de viento y sueño, sueño en la tarde en luz tiempo sin sangre— y, por él, con tu cuerpo, nuevo cuerpo engendraste del sueño, entre las sombras

del cielo de tu carne... ¿Qué sed colma la fuente de la sed por que naces? ¿Quién sostiene tu esencia tan presente y distante?... (¡Llama el agua en lo Eterno que su misterio le abre y, al fin, el pensamiento desde la sombra cae: cuerpo y voz de Universo en la noche triunfante!) *Ausencias ¡A su alto vuelo a reda la estrella, en asterisco de oro, viento arisco señala!... Descentrada v mml justificada la noche, queda impuesta al cielo que, respuesta pide al agua ya impresa del reflejo... —¿Corrige el tiempo? —¡Su voz, rige toda la bella empresa! 2 (Una nube sobre el cielo conduce a la luz!... —¿Adonde?... —¡Que nadie pregunte! (El tiempo, va desangrando en amor todo el corazón del sueño.) < DE Memoria de Poesía (1926-1927 * Signo de luz (fragmento) ¡Cómo se va saliendo por mi frente, clara, serena, toda mi memoria

y, huyendo por el cielo derramada, libre, su anhelo cambia en cuerpo vivo!... Sangre al fin de la tarde, arriba queda, igual que un agua en tránsito, desnuda, ya de la limpia estrella compañía y hondo espejo sin carne del silencio. ¡Cómo en tu nueva forma deseada —en blando cristal hueco adormecido— flotando sobre el cielo transparente, halla mi sueño lecho en el crepúsculo! ¡Qué grande sobre el viento se reparte la noche ya segura de su palma! ¡Qué pura luz la anima a su viaje!... ¡Mi sangre es el caudal que la levanta! * Bosque de la noche Se alzó —manzana de ébano—, la mirada en el viento y se quedó en el almo meciéndose en su rama Se alzó —manzana de ébano— el alma sobre el viento y quedó la mirada meciéndose en el agua Se alzó —manzana de ébano— el agua sobre el viento y se quedó en el alma mecida en su mirada. Se alzó —manzana de ébano— el alma en la mirada y se quedó en el viento meciéndose en su rama * Nocturno El corazón desnudo junto a la estrella, cavando está en la sombra sus pozos de silencio. La campana se olvida de dar la noche. ¡Muerta está el agua!... El tiempo, está penando la luz que sueña *Invitación a la muerte

Ven, méteme la mano por la honda vena oscura de mi carne Dentro, se cuajará tu brazo con mi sombra; se hará piedra de noche, seca raíz de sangre Coagulada la fuente de mi pecho, para pedir tu ayuda subirá a mi garganta. ¡Niégasela si es vida! ¡Clávame más tu brazo!... ¡Crúzamelo! ¡Atraviésame! Aunque me cueste el árbol de mi cuerpo, condúceme a ti, muerte.

* Presente ausencia No te veía, pero te sentía caer, desde tu pensamiento, derramada en mi espalda» como un calor de pájaro en el cielo. Te hiciste toda pulso derretido... ¡Se te perdió la carne por el sueño!

*Melancolía Como si fuera éste el último día y todo por decir y ya mi mano huyera sin sangre sobre el mundo sin poder soportar el árbol de la pluma: así ayer, así hoy... ¡Cuánta sombra perdida! ¡Cuántos ríos sin cauce abandonados! ¡Cuánta luz sin orillas! Todo se está saliendo por mis ojos, pero mi mano languidece fría... ¡Oh papel de silencios, qué dolorosa herida! La flecha está clavada sobre el sueño y la carne vacía.

*Cita hacia dentro ¿Tanta luz? ¿tanta muerte? ¿tanta rosa en el día? (Curva el sol sobre el tiempo tus llamas en sortija.) Encadenado el mundo a su exacta medida, tanto debe a su fuego como a su sombra viva. Tinta hermosura fuera, de nuestro amor se olvida. No me dará descanso para alcanzar mi dicha. Con el sol sobre el cielo, hoy nunca te vería que pesa más que el hombre la luz que lo ilumina. La noche, en cambio, tiene el sol bajo sus aguas. Sus páginas oscuras, viven deshabitadas. ¡Qué soledad nos brinda, para el amor, su estancia!... (Toda la sombra es mundo y, el mundo, tu mirada...) En el centro del mundo. bajo el sueño —en sus alas— te harás toda silencio, apretada en mi alma. La esfera de la noche a un nuevo amor nos llama La rosa de lo eterno a los dos nos amarra. Deja el sol; deja el cuerpo, ya vendrán otras albas... ¡Voy a coger el sueño! ¡Te espero en ni terraza!

< De Cuerpo perseguido (1927-1928)

I) 2

Memoria del olvido

Cerré mi puerta al mundo; se me perdió la carne por el sueño... Me quedé interno, mágico, invisible, desnudo como un ciego. Lleno hasta el mismo borde de mis ojos me iluminé por dentro. Trémulo, transparente, me quedé sobre el viento, igual que un vaso limpio de agua pura, como un ángel de vidrio en un espejo. 4 Yo no sé si esta mano que ahora va por mi frenate como una esponja en la memoria, va por mí y es mi mano o está cruzando el cielo o va por los espejos sin fuerza ni albedrío. ¿Por qué umbral de mi frente ha nacido al crepúsculo? ¿Es que mi cuerpo enciende tu dintel bajo el sueño?... Porque busco mis párpados y no encuentro sus puertas y todo está cruzando como una sola sombra. ¿Acaso esté sonámbulo? ¿Quizás aún no he nacido y esté precisamente naciendo de mi mano? Yo ya no sé si el mundo vivirá por su ausencia ni si la estrella roba su carne por mis ojos. Ya no sé si la aurora, la fuente o la tristeza son mi cuerpo en mi mano, mi soledad o el agua... 6 Mi Yo Tu La

frente está cansada como un río. pienso en ti porque soy como un cuerpo. mano me abanica lejos por la memoria. muerte está soñando mi piel por tu ceniza.

Yo te busco en mis párpados igual que en un espejo; pero el mundo ha perdido su razón por mi sangre

y, huyendo de tu cuerpo, sueño que te persigo... Yo no sé si es que cierro los ojos o es que estoy silencioso a tu lado 7 El desierto comienza por los ojos. Tu carne ¿es aún más dulce bajo el sueño? ...Cerca como tu propia imagen9 lejos como tu propio cuerpo, mi soledad me ha sorprendido como una forma humana: como un ser invisible. 8 Mi calor y tus ojos vuelan ya confundidos. Tu mano está en mi mano; el aire ya no encuentra mi camino, la voz de un niño, puede cambiarme por un pájaro... Mi nombre ya no es tiempo. ¡Todo está ya cumplido!

* Alba rápida ¡Pronto, deprisa, mi reino, que se me escapa, que huye, que se me va por las fuentes! ¡Qué luces, qué cuchilladas sobre sus torres enciende Los brazos de mi corona, ¡Qué remas al cielo tienden! ¡Qué silencios tumba el alma! ¡Qué puertas cruza la Muerte! ¡Pronto, que el reino se escapa! ¡Que se derrumban mis sienes! ¡Qué remolino en mis ojos! ¡Qué galopar en mi frente! ¡Qué caballos de blancura mi sangre en el cielo vierte! Ya van por el viento, suben, saltan por la luz, se pierden sobre las aguas... Ya vuelven redondost limpios, desnudos... ¡Qué primavera de nieve! Sujetadme el cuerpo, ¡pronto! ¡que se me va!, ¡que se pierde

su reino entre mis caballos! ¡que lo arrastran! ¡que lo hieren! ¡que lo hacen pedazos, vivo, bajo sus cascos celestes! i Pronto, que el reino se acaba! ¡Ya se le tronchan las fuentes! ¡Ay, limpias yeguas del aire! ¡Ay, banderas de mi frente! ¡Qué galopar en mis ojos! Ligero, el mundo amanece...

II)

FORMAS DE LA HUÍDA

1 *Resurrección Como ahora te vas durmiendo despacio; perdiendo suelo de la vida por tus ojos; derramándote por dios sobre tu memoria; hundiéndote casi ahogada bajo el sueño por dentro de ti... Así un día te irás durmiendo también despacio y hacia otro sueño te saldrás; te irás subiendo, perdiendo pie de tus ojos, volando, alzándote de ellos por fuera de ti, desnuda, igual que un aura en el ciclo. ¡Qué clara luz de tu carne saldrá con tu sueño al viento! La sombra, quedará abajo, presa dentro de tu cuerpo, igual que al dormirte ahora quede sobre ti... ¡Qué espejo, prendida tu alma en tu sangre, dentro de ti irá encendiendo! Fuera —cuando seas del aire— ¡qué cristal de vida eterno! Desvanecida en mi hombro, como ahora, te irás perdiendo ya para siempre: Ganándote a ti misma en tu silencio. Me irá pesando tu carne; hundiéndoseme en el pecho como una piedra en el agua... Se irán llevando tu cuerpo necesariamente a tierra: lo irán metiendo en la sombra, Pero tú por fuera —sueño

puro —volarás latiendo sobre mis pulsos, desnudo alzándome de ellos a unirme a ti, sólo tima ya, de nuestros dos reflejos... ¡Qué flor de luz nuestro abrazo brillando en el cielo abierto! ¡Qué doble espejo en el mundo mi carne entre tus recuerdos! 2 *Posesión luminosa Igual que este viento, quiero figura de mi calor ser y, despacio, entrar donde descanse tu cuerpo del verano; irme acercando hasta él sin que me vea; llegar, como un pulso abierto latiendo en el aire; ser figura del pensamiento mío en ti, en su presencia; abierta carne del viento, estancia de amor en alma. Tú —blando marfil de sueño, nieve de carne, quietud de palma, luna en silencio--, tentada, dormida en medio de tu cuarto. Y yo ir entrando igual que un agua serena, inundarte todo el cuerpo hasta cubrirte, y, entero, quedarme ya así por dentro, como el aire en un farol, viéndote temblar, luciendo, brillar en medio de mí, encendiéndote en mi cuerpo, iluminando mi caroe toda ya carne de viento. 6 *Recuerdo Desvanecida, ahogada, tu cabeza flotando, resbaló por tus hombros hasta entrar en mis braras. Como un papel se escapó por Desmayado, en se derramó tu

mi sangre el viento. mil manos cuerpo.

De perfil, por tus aguas, medio hundido en el rio de mis pulsos, tu rostro navegó por tu olvido... Como un barco, mi carne flotaba por la música. El silencio, en mi espalda clavó sus largas plumas. Deshojó tu corola la rosa de la estancia. Libre del mundo, el sueño me colgó por sus alas. 9 Te llamé, Me llamaste. Brotamos como ríos. Alzáronse en el cielo los nombres confundidos Te Dame. Brotamos Nuestros frente a

Me llamaste. como ríos. cuerpos, quedaron frente vacíos.

Te llamé. Me llamaste. Brotamos como ríos, Entre nuestros dos cuerpos, ¡qué inolvidable abismo! 17 * Ascensión Como un río, mi sangre, va cruzando tu cuerpo, ¡Qué posesión perfecta de todo tu camino! Arboles y ventanas con los cabellos sueltos, levantan por tus ojos mi corazón al viento. Tallos, pulsos, campanas! desencajan el cielo. ¡Qué aletazos mis labios te desclavan por dentro! ¡Qué clamores mis manos sobre tu frente ardiendo! Tallos, pulsos campanas

desencajan el sueño... Como un río mi sangre cruza en pie tu silencio. ¡Qué posesión tan clara de Dios bajo tu pecho! III) CINCO DE ABRIL 10 ¡Qué despacio tus puertas cruzando tus dos alas me devolvieron vivo al silencio, de espaldas! Curvados por mis gritos tus nombres, golpeaban fuera ya de mis ojos contra sus duras tablas, ¡Qué quietud en sus hojas, ante mi voz, alzabas! Sin sueño, en pie en los bordes de tus memorias altas, mi cuerpo sin espejo: ¡qué honda muerte aguardaba! Posándose en mis hombros como palomas blancos, débiles y seguras tus monos me empujaban. No hubo dolor: mi cuerpo se hundió lento en la Nada. Roto todo el misterio que encendió mi esperanza —fugaz herida eterna—, quedé muerto en tu alma

IV)

NUEVOS VÍNCULOS

8 *Oración Si tu voz me llamara, yo me saldría al sueño rajándome los párpados hasta encontrar mi sangre, pues sé que, aunque mi cuerpo carece ya de entrada,

aun sin piel, con tus besos se enciende por el aire. Yo no sé si esta yedra que cuelga por mi nuca, es que una fuente mana por detrás de mi sombra, pues he perdido el tacto al mudarme de suerte, como se pierde el agua al mudarse de forma... Ahora ya no sabría si espalda o si tristeza; mi silencio es un huerto sin ojos y sin labios... Ahora la luna, el pulso y la piedra están ciegos, porque sólo tu nombre bajo mis sueños hallo. Pero sin cuerpo, ausentes —¡qué prisión el espacio!—, dentro de mí aletean tus manos como pájaros... Si tu voz me llamara: des nudo, en sueño o muerto, abriéndome de un grito a ti saldría de un salto.

SEGUNDA EPOCA: REBELDÍA Y COMBATE < DE

La voz cautiva (1933-1934)

*Invocación al fuego Ancha lengua que subes. Destructora conciencia aguda dura que no perdona: trabaja, lame, pule y edifica tu ardiente vasallaje. Ábrete segura, hoja, cabellera que tu voluntad grita Ataca, punza, desmorona la carne, el canto y el cemento. Sube, enróllate, aprieta con tu asfixiante estrago, la cal y la mentira, la fibrosa entraña del caño de la vida, la madera y el yeso... ¡Guvias por el aire! Cruje, crujan, que crujan abajo, arriba, en el blando costado. Húndete en lis profundas negras galerías.

Te hundas en las tronchadas aguas descendentes, en el papel más blanco, en el turbio secreto. Salta. Cruje, crujan, que crujan: ¡no descanses! ¡Oh espeso manto de tu ardiente aliento asciende, revuélvete en el suelo, que agoniza! Ancha lengua que subes Tela que sin memoria, enloquecida, devastas cuerpos, ríos y ciudades: vuelve, que vuelvas, vuelva, que te llaman las torres, las crujientes venas, la piedra en la campana... ¡Ven, que vengas, que vuelvas, rompedora de sombras! ¡Oh! ¡Clávate en los pechos! Tus buriles se pierdan por la sangre. ¡Más hondo! ¡Más arriba! ¡Libértala! ¡Liberta su edificio! ¡Oh luz desmelenada! ¡Destructora conciencia! ¡Ancha lengua que subes por el viento! *Vuelta ¡Oh, cierra, cierra, sombra, piedra o barro! ¿Qué tengo yo en el viento? Suban, suban tus brazos, tus paredes. Se Apaguen tus terrazas Tus anchos ventanales y tus puertas endurezcan sus hierros con la noche. ¡Oh tinieblas altísimas, cerrad los curvos pétalos, llevadme,

ocultadme en el centro de la siniestra torre de esta cárcel! ¿Qué ve mi sangre ahora para el mundo? ¿Qué traje en su desnudo o en su puñal clavado puede llevar mi nombre? No, tiniebla, castígame, múdame estas venas que restallan; esta lengua que cruje, estos ojos que ascuas se atirantan. ¡Tiniebla! ¡Sombra! ¡Cárcel! ¿A quién llamo? no, soledad no grito, grito encierro. Hombre, hombre, soy hombre entre cadenas; mi voz entera que levanta; sangrienta voz que se derrama, carne que se conoce; pero cárcel reclamo, prisión prisiones pido. ¡Redobladme los hierros! ¡Que no escape! ¡Tenedme! ¡Sujetadme! ¿Qué tengo yo en el viento? No, volvedme a mis noches a mi encerrado acento; a las pesadas piedras que me esconden, al oscuro terrón de mi silencio. No al descanso, mira: las tinieblas empañan la lámina que el cielo en luz envía; la sombra invade los lugares íntimos, pero la sombra aprieta; más priva al cuerpo pérdidas sin fruto; mis tesoros impone con su arresto; el caudal más resiste, más pulimenta el lecho los profundos ecos reconoce. No, descanso no grito, pido encierro. Mira: fuera el pavor se siente: no anda el río; el pájaro está en tierra muerto; tronchado el árbol,

el hombre perseguido... ¡Cierra, cierra, tiniebla, que aún separas al prepotente anhelo verdad hecha, de ese aire muerto, vicio o mundo andante! ¡Oh prisión! ¡Oh corola! Pasa el tiempo fecundada la voz caerán las sombras *Foco interior Como el agua pregunta. Como la misma lumbre te resbala. Si tajaran el pecho; si cercenaran la garganta; ¡qué hondo estanque redondo encontrarían!... Quieta el agua profunda de la sangre: ¡qué crisálida eleva de su centro! ¡qué luz votiva y cinta interrogante!... Como un cisne, allí en medio —¡qué fecunda palma!— vive la voz cautiva...

< DE Andando, andando por el mundo (1932-1935) *Tengo miedo He pedido mi ingreso en ese cuerpo voluntario, en esa rumorosa claridad disidente, en esa muerta nave que aún flota medio hundida bajo el celeste asedio de las más altas aves. He pedido mi ingreso en esa región donde vuelan los ríos como blancas heridas o soñadoras cabelleras. He pedido mi ingreso en la región de los palacios desolados; en li región de los paisajes muertos, donde la arena cuelga sus míseras carroñas o pacientes rebaños bajo la luz más débil de la luna. He pedido mi ingreso en la legión de los hombro perdidos; de los hombrea que suenan sus huesos solitarios por los huecos caminos que los alejan de su frente...

Tengo miedo a este brazo que en la tierra navega, tengo miedo a los topos de mis distritos subterráneos. Tengo miedo a estas aves que mi carne circundan; en sus temibles horcas permanezco. Permanezco sin célula estrangulado por mi sangre en las horas nocturnas en que galopan los desiertos, en las horas nocturnas en que lloran los pozos y se mueren los niños como flautas lejenas. Cuando la Tierra aúlla como un enorme perro ante las multitudes devoradoras que la acompañan, he pedido mi ingreso en esas muchedumbres silenciosas que se acercan sin rostro por las orillas de las tumbas. Tengo miedo a mis ojos. Tengo miedo. Tengo miedo a la aurora y a esta luz que la irrita. Tengo miedo a las sombras que me levantan. ¡Oh noche dolorosa encallada en el aire a un pez bajo los ojos! Como blancas hormigas, como estrellas que mueren, he pedido mi ingreso bajo tus diminutos ejércitos caminantes.

* Hay voces libres Hay voces libres y hay voces con cadenas y hay piedra y leño y despejada llama que consume, hombres que sangran contra el sueño y témpanos que se derrumban sobre las calles sin gemido. Hay límites en lo que no se mueve entre las manos y en lo que corre corre y huye como una herida, en la arena intangible cuando el sol adormece y en esa inconfundible precisión de los astros... Hay límites en la conversación tranquila que no pretende y en el vientre estancado que se levanta o gira como una peonza. Hay límites en ese líquido que se derrama intermitentemente mientras los ojos de los niños preguntan y preguntan a una voz que no llaman... En la amistad hay límites y en esas flores enamoradas que no se escuchan. Hay límites y hay cuerpos. Hay voces libres y voces con cadenas. Hay barcos que cruzan lentos sobre los lentos mares y hay barcos que se hunden medio podridos en el cieno profundo. Hay manteles tendidos a la luz de la luna y cuerpos que tiritan sin sombra bajo la oscuridad de la miseria...

Hay sangre: sangre que duerme y no descansa y sangre que baila y grita al compás de la muerte; sangre que se escapa de las manos cantando y sangre que se pudre estancada en sus cuencos. Hay sangre que inútilmente empaña los cristales y sangre que pregunta y camina y camina; sangre que enloquecida se dispara y sangre que se ordena gota a gota para nunca entregarse. Hay sangre en lo que no se dice y sangre que no se calla y no se calla. Hay sangre que rezuma medio seca bajo las telas sucias y sangre floja bajo las venas que se para y no sale. Hay voces libres y voces con cadenas y hay palabras que se funden al chocar contra el aire y corazones que golpean en la pared como una llama. Hay límites y hay cuerpos y hay sangre que vive separada bajo las duras cruces de unos hierros y hay sangre que pasea dulcemente bajo la sombra de los árboles. Hay hombres que descansan sin dolor contra el sueño y témpanos que se derrumban sobre las piedras sin un gemido.

< DE Llanto en la sangre (1933-1937) * Calendario incompleto del pan y del pescado Agosto en el mar Arde el sol sobre las playas. Como una navaja abierta, su verde cuchilla el mar tiende brillante en la arena. Tiembla la siesta en el agua. Como un ascua cada piedra, encendida por agosto, su boca de fuego enseña. Medio desnudos, descalzos, hambre tan sólo en su espera, dolor sólo en sus caras, sólo en sus sueños tristezas; cuerpos, o sombras de cuerpos, que del cuerpo ni aun les deja la figura de su nombre la carga de sus miserias, silenciosos y encorvados bajo las tirantes cuerdas que, clavándose en el mar, las amplias redes sujetan, los pescadores repasan

las horas de su pobreza. Sangrando, sus pies se apoyan sobre la candente arena, que, al cubrirlos con su fuego, llagas abiertas les deja. Ciñe el silencio la jábega. La sirga prosigue lenta y el trabajo y la esperanza en sed y rencor se truecan. Sujeta al pecho la tralla, la sangre en sus venas seca, el dolor en sus miradas y en sus odios la conciencia: sirgan, sirgan sirgadores, una miserable pesca que ya prendida en las redes temblando aún viva les muestra, mayor^ hambre a su descanso, menor justicia a su fuerza. Ciñe el silencio la jábega. Hierve en el aire la siesta. Arde el sol sobre las playas... Como una navaja abierta, su verde cuchilla, el mar clava brillando en la arena.

*Llanto de octubre Ni quiero hermano ni amigo, ni quiero hermana ni madre, ni quiero brazos al cuello, ni quiero ardor en mi carne. Ni quiero el sabor de un hijo, ni quiero el calor de un padre, ni quiero ya que mi sombra ni mi Sueño me acompañen, que quiero mi soledad abierta en medio del aire sobre las ruedas del mundo girando con su engranaje. ¡Allá va!: vuelan las balas... ¡Ay, corazón en la cárcel! ¿Qué culpa hiciste tú fuera para que así te separen? ¡Allá va!: vuelan las balas!.. ¡Ay, mujer, tus ojos arden! ¿Quién te sembró esta tristeza que ya florece en tus hambres?

¡Allá va!: vuelan las balas!.. y por el suelo la sangre. No quiero hermanos ni amigos que de mi razón me aparten, si aún está el campo en silencio y hay silencio en las ciudades. Yo sé que el silencio es llanto que muerde con mil puñales. ¡Allá va!: vuelan mis brazos como conciencias del aire. *Romances de la Guerra Civil FRAGMENTO DE CARTA, Encontrado en una trinchera. Villaverde, 11 de noviembre de 1936, Madrid

TENGO un hermano en el frente que tú no conoces, madre, que el hermano que ahora tengo no lleva tu misma sangre. Un hermano en cada frente me atan más que tus dogales. Tengo más atado el cuerpo que el corazón que en él late. Tengo un hermano en Asturias, otro en Aragón combate, otro por Andalucía entre pitas y olivares; arriba, en el Guadarrama, bajo sus altos pinares y las agujas del frío, otro hermano tengo, madre, y otro por Extremadura, tierra llana en donde arden, sin ganados, las dehesas y entre balazos el aire. Subiendo a Guadalajara, tierra de dulces panales que sus abejas vigilan y sus páramos reparten, camino ya de Sigüenza y bien pasado Jadraque, otro hermano en las trincheras contra el fascismo se bate. Y cerca ya de Madrid, aquí en Castilla la grande, hay más hermanos conmigo que estrellas tras de la tarde. Ni ellos conocen mi nombre ni yo sé cómo nombrarles;

sólo el nombre del que muere entre nosotros se sabe, no por llorar su recuerdo, pero sí por imitarle, que el que por nosotros muere, no muere, sino que nace; no tengo hermano que caiga que una espiga no levante. Madre, no puedo moverme de mi puesto en el combate, que el hermano que ha caído me aprieta sobre su sangre. No hay corazón más atado que aquel que no fuerza nadie y él mismo se ciñe al yugo que sabe que ha de librarle. Tengo un hermano en el frente, otro por mis venas late. ¡España, tierra caliente, tus cadenas se deshacen!

*Ciudad sitiada Romance de la defensa de Madrid ENTRE cañones me miro, entre cañones me muevo: castillos de mi razón y fronteras de mi sueño, ¿dónde comienza mi entraña y dónde termina el viento? No tengo pulso en mis venas, sino zumbidos de trueno, torbellinos que me arrastran por las selvas de mis nervios; multitudes que me empujan, ojos que queman mi fuego, bocanadas de victoria, himnos de sangre y acero, pájaros que me combaten y alzan mi frente a su cielo y ardiendo dejan las nubes y tembloroso mi suelo. ¡Allá van! Pesadas moles cruzan mis venas de hierro; toda mi firmeza aguarda parapetada en mis huesos. Compañeros del presente, fantasmas de mis recuerdos, esperanzas de mis manos y nostalgias de mis juegos:

¡Todos en pie, a defenderme, que está mi vida en asedio; que está la verdad sitiada amenazada en mi pecho! ¡Pronto, en pie las barricadas, que el corazón está ardiendo! No han de llegar a apagarlo negros disparos de hielo. ¡Pronto, de prisa, mi sangre, arremolíname entero! ¡Levanta todas mis armas; mira que aguarda en su centro, temblando, un turbión de llamas que ya no cabe en mi cerco! ¡Pronto, a las armas, mi sangre, que ya me rebosa el fuego! Quien se atreva a amenazarlo, tizón se le hará su sueño. ¡Ay, ciudad, ciudad sitiada, ciudad de mi propio pecho, si te pisa el enemigo, antes he de verme muerto! Castillos de mi razón y fronteras de mi sueño, mi ciudad está sitiada: entre cañones me muevo. ¿Dónde comienzas, Madrid, o es, Madrid, que eres mi cuerpo? < DE Cancionero Menor para los combatientes (1936-1938)

* Carchuna ¡Bravo el andaluz! ¡Bravo el andaluz que lo sabe ser! Si lo sabe ser: ¡Bravo el andaluz! Granada, Sevilla, Málaga, Jaén... ¡Bravo el andaluz que lo sepa ser| Tierras de Granada — bravo el andaluzla sierra es arisca contra el cielo azul. Arisca es la sierra,

verde el retamar La flor del olivo floreciendo está. ¡Bravo el andaluz que lo sepe ser! Si lo sabe ser: ¡bravo el andaluz! Tierra de Granada ¡prisionera estás! ¡Qué blanca es la espuma a orillas del mar! ¡Qué blanca es la espuma, qué oscuro el silencio! ¡Qué serena el agua, qué blandos los remos! Buenos andaluces, bravos asturianos, perdieron cadenas por alas cambiando. Pierden sus cadenas y ganan sus alas... Contra el cielo azul la Sierra Nevada. ¡Bravo el andaluz que lo sepa ser! Si lo sabe ser; ¡bravo el andaluz! Bravo el andaluz, triste el asturiano que perdió sus tierras prisiones ganando Bravo el asturiano y el andaluz triste si guarda prisiones y en prisiones vive. ¡Málaga y Granada, Huelva con Sevilla, Córdoba con Cádiz, la blanca Algeciras!... ¡Ay tierra andaluza que hoy lloras cautiva! ¿Quién podrá curarte de tantas heridas? ¡Bravo el andaluz! ¡Bravo el andaluz que lo sepa ser!

Si lo sabe ser: ¡bravo el andaluz! * Pecho del agua Pecho del agua Pecho del agua, pecho, cómo te aprietan los puentes que en tus brazos pasan la guerra Mal herida va el agua sobre su espuma, muertas van las estrellas, rota la luna. Mal herida va el agua por sus riberas: el silencio en los juncos, sangre en la arena. Pecho del agua, pecho, cómo te duele la guerra que en tus brazos cruza la muerte *¿Cuándo volverán? El pájaro al viento, la estrella a la mar y el barco a su puerto ¿cuándo volverán? El hombre a su arado, el fuego a fu hogar y la flor al árbol: ¿Cuándo volverán? Baje del viento la bala y mire el hombre su mano. Calme con ella el dolor en la frente de su hermano. El pájaro al viento y el fuego al hogar: ¿Cuándo volverán? *Una paloma Palomilla voladora: vuela y torna, ¿Dónde vas tan de mañana?

Vuela y torna. ¿Adonde vas con el frío sobre la espada del río? ¿Adonde vas por 1a sierra sobre la flor de la adelfa? Alta va la paloma que vuela y torna. Alta lo palomilla, allá va y sola. Guirnaldas en la Muerte teje su pico. Alta va la paloma cruzando el río. Guirnaldas de la Muerte trae de la guerra. Cruza la palomilla sobre la adelfa. Alta va la paloma, alta va y sola. Sobre el viento, las balas hieren su sombra. ¿Dónde fue la paloma que ya no vuelve? En la curva del río sangre caliente. ¿Dónde fue la paloma que ya no torna? por las alas prendida vuela su sombra. Alta fue la paloma, alto está el viento, alta vuela la luna sobre el silencio... Palomilla voladora: vuela y torna < Poemas Sueltos 2 (1936-1939) Canción Lo que dice el sol, lo dice lo que dice el mar. Dice

lo la y Lo lo

que dice el mar, la espuma; espuma, lo de la arena la arena, lo del viento... que dice el viento, dice que dice el mar. Y el mar dice lo que dice el sol, que eterno vuelve a cantar lo que canta el mar eterno. Yo me acerco por mirar lo que de este canto entiendo pero no puedo olvidar que estoy dentro de mi cuerpo y en mí me vuelvo a ocultar. ¡Pasen estos malos tiempos!

TERCERA EPOCA: EL DESTIERRO Y LA MUERTE (1939-1962) < Poemas sueltos 3

* Cuando era primavera CUANDO era primavera en España: frente al mar los espejos rompían sus barandillas y el jazmín agrandaba su diminuta estrella hasta cumplir el límite de su aroma en la noche... ¡Cuando era primavera! Cuando era primavera en España: junto a la orilla de los ríos las grandes mariposas de la luna fecundaban los cuerpos desnudos de las muchachas, y los nardos crecían silenciosos dentro del corazón hasta taparnos la garganta... ¡Cuando era primavera! Cuando era primavera en España:

todas las playas convergían en un anillo y el mar soñaba entonces, como el ojo de un pez sobre la arena, frente a un cielo más limpio que la paz de una nave, sin viento, en su pupila. ¡Cuando era primavera! Cuando era primavera en España: los olivos temblaban adormecidos bajo la sangre azul del día, mientras que el sol rodaba desde la piel tan limpia de los toros al terrón en barbecho recién movido por la lengua caliente de la azada. ¡Cuando era primavera! Cuando era primavera en España: los cerezos en flor se clavaban de un golpe contra el sueño y los labios crecían, como la espuma en celo de una aurora, hasta dejarnos nuestro cuerpo a su espalda, igual que el agua humilde de un arroyo que empieza... ¡Cuando era primavera! Cuando era primavera en España: todos los hombres desnudaban su muerte y se tendían juntos sobre la tierra hasta olvidarse el tiempo y el corazón tan débil por el que ardían... ¡Cuando era primavera! Cuando era primavera en España: yo buscaba en el cielo, yo buscaba las huellas tan antiguas de mis primeras lágrimas, y todas las estrellas levantaban mi cuerpo siempre tendido en una misma arena, al igual que el perfume tan lento, nocturno, de las magnolias... ¡Cuando era primavera! Pero, ¡ay!, tan sólo cuando era primavera en España... ¡Solamente en España antes, cuando era primavera! < DE Mínima Muerte (1939-1944) *I. Tres tiempos de soledad SOLEDAD, noche a noche te estoy edificando, noche a noche te elevas de mi sangre fecunda

y a mi supremo sueño curvas fiel tus murallas de cúpula intangible como el propio universo. Dolorosa y precisa como la piel del donde vive la estatua por la que el tu entraña hueca ajustas al paso de a la piedra y los labios y al sabor

hombre cuerpo obtienes, la estrella, de los ríos.

Hija, hermana y amante del barro de mi origen, que al más lejano hueso de mi angustia te acercas: ¿quién no sabrá que huirte es perderse en el tiempo y en desgracia inocente desmoronar su historia? Tenga valor la carne que se desgrana herida, pues su fuga prepara la próxima presencia, igual que en el olvido prepara la memoria la forma insospechada de la verdad más pura. Sepa guardar su cauce la arteria que escondida pone Dios bajo el pecho de quien le dio su imagen. En ella marcha el oro, el papel, la saliva y el sol, junto al misterio que da vida a la sombra. Ni al derribarse el árbol, ni la indecisa piedra, ni al perderse los pueblos sin flor y sin palabra, se pierde lo que sueña el hombre que agoniza sobre la cruz en ríos de su sangre en pedazos. Lo que no quiere el viento, en la tierra germina y más tarde hasta el cielo se levanta hecho abrazo. Así con la manzana vemos junto a la aurora elevarse el olvido y el amor de los hombres. Soledad infalible más pura que la muerte, noche a noche en la linfa del tiempo te levanto, sin querer complicada igual que el pensamiento que nace en mi memoria sin temor y huye al mundo, Huye al mundo y cobija sus pequeños fantasmas dolorosos y agudos como espinas de sangre que el fruto de la vida feliz le defendieran: ¡soledad ya madura bajo mi amor doliente! Soledad, noble espera de mi llanto infecundo, hoy te elevan mis brazos como a un niño o a un muerto, como a una gran semilla que en el cielo clavara junto a esta misma luna con que alumbras mi insomnio. Yo que te elevo, abajo quedo absorto e inmóvil viendo crecer la imagen de mi propia existencia, el mapa que se exprime de mi fiera dulzura y el doméstico embargo que mi crimen contiene. A ti yo vivo atado, invisible y activo, como el tallo del airé que sostiene tus torres. Bajo mis pies contemplo tus cuadernos en tierra y arriba la imprecisa concavidad del cielo.

Hoy te quiero y te busco como a una gran herida, fuente y tumba en el tiempo de mi olvido sin causa. ¿Quién me dará la forma que una nuestras figuras y me muestre en tu cuerpo como un solo edificio? Húndeme en tu bostezo: tu mudo laberinto me enseñe lo que el viento no dejó entre mis ramas... Los granados se mecen bajo el sol que los dora y mi paladar virgen desconoce el lucero. Soledad, noche a noche te elevas de mi sangre y piedra a piedra asciende tu templo a lo infinito. Yo conozco el lejano misterio de tus ojos... Pero mientras te elevas: ¡mírame diminuto! II. Trinidad de la rosa Varias Canciones. *1. La rosa Desdeñada

ESTABA la rosa en nieve. ¡Ay rosa, la rosa fría! La rosa sin cuerpo: el hueco de la rosa, ya sin vida... Pasaba un hombre... La rosa de hielo se deshacía. El hombre no la miraba: iba pensando en su dicha. La memoria de la rosa, sin nombre, el olvido hundía. Y el hombre no la miraba: iba pensando en su dicha. Todo el dolor de la rosa se fue cuajando en el día. Todo el olor de la rosa sonaba a tierra perdida. Estaba la rosa muerta. ¡Ay rosa, la rosa fría!

La rosa sin viento: el sueño de la hermosura, sin vida... Y el hombre no la miraba: iba pensando en su dicha. Estaba la rosa abierta. ¡Ay rosa, la rosa viva! Todo el color de la rosa se hizo razón de su huida... < DE Jardín Cerrado (1940-1946)

I: Jardín perdido * Árboles En pie, delgado, altísimo nivelador de vientos, el material suspiro de mi oculto silencio, dejándome vacío sobre la calle, expuesto por falta de equilibrio, al fácil atropello del asalto de un grito o del cruzar de un beso, cansado, se ha evadido del largo cautiverio, desatándose al río interior, de mi cuerpo. Pesada está mi frente... Tal vez mi pensamiento, voluntario, sus alas ha fundido en el tiempo. No sé qué ardor de fuera, como un sol de desiertos, me aprieta en la garganta la voz seca del sueño. Mis pies, como dos sombras larguísimas, al suelo peligroso y urbano del día están sujetos. Todo el hablar seguro de mi dolor, deshecho los caminos, cerrados para mi amor abierto.

Como un carbón inútil que ardió en inútil fuego cansado de mi mismo mi soledad entrego. Sólo un árbol me llama nivelador de vientos sobre el jardín... Sus ramas; índices hacia el cielo. Mi frente está pesada... A tu sombra me acerco a reposar... Las alas cruzo, de mis deseos, y a su hermosura blanda mi voluntad entrego. ¡Quiero dormir!... —¿Quién habla entra los tallos tiernos?... En pie, delgado, altísimo nivelador de vientos, es el árbol, suspiro de mi oculto silencio. *Álamo en calma (Tres de la tarde) Quién roba luz en las ramas del árbol?... -Si todo el cuerpo del verano está prendido por el azul del momento; si el día, harto de sol, duerme, cautivo, en el cielo: si entre los juncos el agua sueña en la aurora del viento, y el mundo es olvido... —¡Sí!: ¿Quién roba luz en las ramas del árbol? * Bajo la alameda AYER, tan cerca el jardín. Hoy, ¡qué lejos! Me voy perdiendo de mí para buscarme en lo eterno.

-¿Hoy?...

¡Qué lejos!

* Gemir de mayo. ¿QUIÉN llora bajo la piedra? -La luz que aprieta. ¿Quién bajo el agua ligera? -La luz que lleva. ¿Quién sobre el alto lucero? -La luz del sueño. Y ¿quién con la lluvia canta? -Es la esperanza. Ya mueven las alamedas, lentas, sus ramas. Ya el jazmín su flor prepara y ya la luna se niebla y el oro por nieve cambia... ¿Quién gime bajo la sombra? -La luz del alba. * Caminante del sueño Por el camino del sueño, campo y huerto. -¡Mi campo! ¿Morir sin tí?... (Junto a la alberca, el jazmín se enreda al ciprés del huerto.) -¡Mi campo! ¡Morir allí!... (Al pie del mastranzo en flor, ¿seguirá el agua corriendo?) -¡Mi campo! ¡Morir en tí!... Campo. Campo y huerto, por el camino del sueño.

* Rincón de la sangre

Tan chico el almoraduj y... ¡cómo huele! Tan chico. De noche, bajo el lucero, tan chico el almoraduj y ¡cómo huele! Y... cuando en la tarde llueve, ¡cómo huele! Y cuando levanta el sol tan chico el almoraduj ¡cómo huele! Y ahora que del sueño vivo ¡cómo huele, tan chico, el almoraduj! ¡Cómo duele!... Tan chico. * Temblor de estío ¿Qué me importa la alameda si no he de volver a ella? -Al borde de la alameda hay una rosa entreabierta... ¿Qué me importa la alameda si no he de volver a ella? -Al borde de la alameda hay un lucero que sueña... ¿Qué me importa la alameda si no he de volver a ella? -Al borde de la alameda hay una sombra que espera... ¿Qué me importa la alameda si no he de volver a ella? -Al borde de la alameda llora el agua entre las piedras. ¡Suspiran las hojas secas! ¿Qué me importa la alameda si no he de volver a ella? * Todo se ha perdido ¡AY, sombra, sombra, búscame por el fuego!

Me acerco a la mariposa: ¡está al fondo del estanque! Me acerco al árbol más bello: ¡está al fondo del estanque! Me acerco al niño que juega: ¡está al fondo del estanque! Me acerco al alma, en silencio: ¡está al fondo del estanque!... ¡Ay, sombra, sombra, búscame por el fuego! Vi la tarde abierta, quise entrar en ella... ¡Buscaba el alivio de otras tardes, muertas! Un jazmín cantaba su aroma de estrella... -¡Ay, jazmín!... Me acerco: su flor está en tierra. Un árbol soñaba toda una alameda. Me acerco...

Sus ramas, sobre el suelo, secas... Era un ascua el pájaro, ¡luz de primavera! Me acerco.... Sus alas: ceniza en la yerba. ¡La yerba! ¡la yerba! ¡Oh final ternura! (¡Me arrodillo en ella!...) ¡Mis labios!... (Mis besos se quiebran sin eco, en la arena...) ¡Ay, sombra, sombra, búscame por el fuego! Aún me queda una esperanza ¿No seré yo el que está muerto? ¡Ay, sombra, sombra, búscame por el fuego!

*Nostalgias del campo abierto 1. Amanece

QUIEN vio el romero y hoy no lo ve: ¡cómo piensa en él! Monte de jara y espino: ¡cómo piensa en él! Suelo de aulaga y mastranzo: ¡cómo piensa en él! Tierra de espliego y tomillo: ¡cómo piensa en él! Ay, jaramago florido: ¡cómo piensa en él!, ¡cómo piensa en él!... A orégano huele el campo, a orégano. A orégano está soñando. . . ¡Cómo pienso en él!

*2. Mediodía ¿Y el sol?.., -¡Qué solo va el sol por el campo! ¡Cómo pienso en él! (A orégano huele el campo, ¡a orégano!)

* 3. Tarde caída ¿Y el agua?.,. -En la yerbabuena. ¿Y el agua?... -En el toronjil. ¿Y el agua?...

-En el perejil. ¿Y el agua?... -Bajo la adelfa. (A orégano huele el campo, ¡a orégano! A orégano está llorando.) ¡Cómo pienso en él! *Las alamedas 3.

A las alamedas me voy a vivir. No me dejarán sus hojas soñar ni dormir. Salí de las alamedas ¿a dónde iré ahora? No quiero robar la muerte, si la muerte no me roba. Vengo de las alamedas; las hojas me siguen. Porque me siguen las hojas siento que mi cuerpo vive. *II. El dormido en la yerba Cantar triste

Yo no quería, no quería haber nacido. Me senté junto a la fuente mirando la tarde nueva... El agua brotaba lenta. No quería haber nacido. Me fui bajo la alameda a ocultarme en su tristeza. El viento lloraba en ella. No quería haber nacido. Me recliné en una piedra

por ver la primera estrella. ¡Bella lágrima de estío! No quería haber nacido. Me dormí bajo la luna. ¡Qué fina luz de cuchillo! Me levanté de mi pena... (Ya estaba en el sueño hundido.) Yo no quería, no quería haber nacido.

*Dormido en la yerba TODOS vienen a darme consejo. Yo estoy dormido junto a un pozo. Todos se acercan y me dicen: -La vida se te va, y tú te tiendes en la yerba, bajo la luz más tenue del crepúsculo, atento solamente a mirar cómo nace el temblor del lucero o el pequeño rumor del agua, entre los árboles. Y tú te tiendes sobre la yerba: cuando ya tus cabellos comienzan a sentir, más cerca y fríos que nunca, la caricia y el beso de la mano constante y sueño de la luna. Y tú te tiendes sobre la yerba: cuando apenas si puedes sentir en tu costado el húmedo calor del grano que germina y el amargo crujir de la rosa ya muerta. Y tú te tiendes sobre la yerba: cuando apenas si el viento contiene su rigor, al mirar en ruina los muros de tu espalda, y el sol ni se detiene a levantar tu sangre del silencio.

Todos se acercan y me dicen: -La vida se te va. Tú vienes de la orilla donde crece el romero y la alhucema entre la nieve y el jazmín,eternos, y es un mar todo espumas lo que aquí te ha traído porque nos hables... Y tú te duermes sobre la yerba. Todos se acercan para decirme: -Tú duermes en la tierra y tu corazón sangra y sangra, gota a gota, ya sin dolor, encima de tu sueño, como en lo más oculto del jardín, en la noche, ya sin olor, se muere la violeta. Todos vienen a darme consejo. Yo estoy dormido junto a un pozo. Sólo si algún amigo se acerca, y sin pregunta me da su abrazo entre las sombras: lo llevo hasta asomarnos al borde, juntos, del abismo, y en sus profundas aguas ver llorar a la luna y su reflejo, que más tarde ha de hundirse como piedra de oro bajo el otoño frío de la muerte.

* Dormido despierto ¿POR qué me llamas dormido, compañero? -Porque cuando miras al agua del río y yo al agua miro: por el agua misma del río siento que te pierdo. Y pregunto a la adelfa y al junco pregunto y al lirio del huerto, si te han visto pasar y me dicen: -Tan sólo sentimos un roce en el viento. ¿Por qué me llamas dormido,

compañero? -Porque cuando miras al sol, que traspone la herida del día, y se hunde en la sangre del cielo y más tarde, en la noche, para darle a la luna más vida y más oro al lucero: por la sangre del tiempo, encendida, siento que te pierdo. Y pregunto a las hojas marchitas bajo la alameda, y al agua que duerme en la fuente pregunto, y al jazmín abierto, si te han visto pasar y me dicen: -Tan solo sentimos un roce en el viento. ¿Por qué me llamas dormido, compañero? -Porque cuando miras mi cabeza doblada en mi pecho y en mis ojos la brasa del llanto: en mis propios ojos siento que te pierdo. Y pregunto a la flor de mis párpados, y a su lluvia sin nubes pregunto -tormenta en mi cielo-, y pregunto a mi mano mojada en mis lágrimas, si te han visto pasar y me dicen: -Tan sólo sentimos un roce en el sueño... ¿Y por eso me llamas dormido?... ¡Compañero!

* III.

Umbrales de sombra

En la media noche HUBIERA preferido nacer con los ojos quemados por la luz del desierto anterior a mi sangre,

que no ver hoy mi vista igual que lágrimas culpables, gota tras gota, estéril, perderse bajo tierra igual que trigo muerto, porque no es justo acariciar lo que se ama. Hubiera preferido nacer con los labios fundidos, como las aguas que nunca han de brotar y profundas se mezclan al corazón obscuro de la sombra, a no sentir mis besos bajo el olvido deshacerse y esconder perseguidos el ardor de su carne, entre las hojas del recuerdo, porque no es justo acariciar lo que se ama. Hubiera preferido nacer tras el vacío superior de la Nada: en su sueño, bajo el ancho misterio de la campana silenciosa y densa de su espacio, a no sentir la flor del azahar como una herida incandescente en el hueso del alma, y ver la roja fruta del naranjo, en sazón, amarga sobre el suelo frente al lucero que tapado la mira, porque no es justo acariciar lo que se ama. Hubiera preferido nacer a espaldas de la muerte, bajo ese enorme mar ilimitado, donde sólo la forma de un caracol de sal recoge como un eco en su concha la angustia sin tejer de la espuma, a no sentir cómo el ala del pájaro, sin cantar, sobre el árbol se deshace; mientras mi oído sobre el agua solo escucha a los peces en su sonámbulo vagar entre las ondas, porque no es justo acariciar lo que se ama. Porque no es justo acariciar lo que se ama: duermo y duermo, ya siempre con los ojos abiertos, como la luna nace sin saber si ya es beso de la sombra la luz de su cuchilla,

o es solo su reflejo de oro nueva herida en el cielo, con la que ha de salvar la noche misma en la que duerme.

* Puñal de luz

ESTE cuerpo que Dios pone en mis brazos para enseñarme a andar por el olvido, no sé ni de quién es. Al encontrarlo, un ángel negro, una gigante sombra, se me acercó a los ojos y entró en ellos silencioso y tenaz igual que un río. Todo lo destruyó con su corriente. Los íntimos lugares más ocultos visitó, alborotó, fue levantando a otro mundo en los bordes de mi beso: única flor aún viva en el espacio. Luego en mi carne abrió sus amplias alas -alas de luz y fuego de tristeza-, clavándole sus plumas bajo el pecho, todo temblor y anuncio de otras dudas... No sé qué vida, así, podrá encenderme la entrada de este ángel. Soy un templo arruinado, desde que vino a mí: farol vacío, como puerta cerrada de lo eterno... Y lo que fui, no sé; quizás lo sepa cuando este cuerpo vuelva a abandonarme y yo vuelva a nacer desde mis labios, despegado al calor que hoy los concibe... Mas ya, por fin, he detenido al día; le he destrozado el corazón al tiempo, aunque dentro de mí, como una daga, siento al ángel crecer que me atormenta.

* Canción sin cuerpo UNA vez soñé en dormir; otra soñé con la muerte, otra soñé con vivir.

Ahora pienso que soñar es dormir vivo en la muerte para poderla olvidar. Yo no puedo descansar: no tengo quien me despierte. * La voz en el jardín CUANDO en la noche he buscado la estrella, amor, no te he encontrado. Nunca te quiero, amor, bajo la noche; me distraigo y te pierdo, amor. Y, luego... la soledad me encuentra junto al alba, llorando.

* Otro amor Si eres tú quien me empuja hacia mí, vuelvo a mi cuerpo. ¿Para qué? No lo sé. Tal vez para cuidar, también por tí, mi corazón ya viejo. *Copla AGUA de Dios, soledad; por los mares del olvido mi cuerpo nadando va... Que a tus playas llegue vivo. * Angel de la noche

Yo no me conocía. Estaba solo, en medio de la cumbre alta y plana del mundo; debajo de una noche tan honda, tan lejana, que casi parecía ser noche en un espejo reflejada, más que verdad segura consentida del tiempo y permanente. Era en ella el silencio, aún mucho más silencio

que el silencio del alma, porque estaba su sangre sin carne, piel, ni huesos, siendo cuerpo en la noche suspendido de pie y ante los ojos: universal presencia de la sombra, tan hueca que a cada estrella parecía poder pasársele la mano por la espalda. Sin carne el mundo así, sin carne el cielo: ¡qué angustiada existencia la del hombre, esperando fuera cada minuto el fin del equilibrio! Tal vez por eso, aquí, bajo esta sombra y así bajo la noche y bajo el universo, mi pensamiento era también, como la estrella, duro, de metal frío y luminoso. Y, más agudo, el corazón clavado en mis entrañas se metía, tan fino y afilado, que, al no ser ya mi carne transparente también, como una noche hueca en un espejo reflejada, me hubiera parecido entrar por el dolor tan lejos en la muerte, que la vida dejada atrás fuera cristal inútil, donde solo mi nombre, y para nadie, quedara escrito, sin amor, en lo eterno. Pero ante el vidrio frío; en este invierno, ante mis ojos empañados, el calor de unas manos invisibles fue borrando la bruma de las noches: ¿dentro? ¿fuera?... ¡A la vez! Igual que en un encuentro. Como tan solo puede hacerlo o soñarlo ese supremo ser, presencia alada con la que Dios defiende al hombre en soledad sobre la tierra. Y así encontré: que, mano contra mano y palma contra palma y cielo contra cielo de eterno contra eterno, ángel o transparencia fue limpiando mi piel,

dejándome vivir frente a mis dos abismos: en uno el corazón iluminado sobre la plaza de mi sueño, y allá arriba la luna suspendida derramando en la rosa, delante de mis ojos. Y aunque tal vez para mi vista la presencia cercana de tu verdad pudiera ser irresistible: ángel mío, no me alejes tu mano de la frente. Sienta yo el tenue tacto de su palma sobre la soledad obscura y temerosa que hoy al silencio agudo de tus alas en cruz viva se acoge. Porque la noche es demasiado hermosa para mancharla con una duda solamente y mi ceguera en ella, pudiera ser más dolorosa aún que el ascua misma que me destruye el corazón por los ojos abiertos, ángel mío. Mas, ¿qué ha de hacer el hombre contra el hálito eterno que lo escogió fugaz presencia de un minuto tan solo entre las sombras? Así, yo no me opongo a que mi realidad -dura conciencia sin sonrisa, a la que ofrezco el lazo de mis ojos perdidos bajo el pozo más hondo de la corriente obscura de mi sangrepueda llegar a ser, en mí, incontenible herida por la que a lentos borbotones fríos, sin sombra y sin dolor vuelva a salirse el alma ya olvidada, tan necesariamente junto al temblor de las estrellas. Y la inocente verdad del niño me vuelve a defender y me acompaña, para sentir -más cerca que una lágrimadiminuto, en la rosa, el brote de rocío que la noche le da como insignia a lo Eterno. Y más aún

a levantar desde mi olvido y tras de cada beso en el amor otros labios naciendo, que nuevamente anhelan como en su antigua flor una luz que los salve y en constancia mantengan su ardor, como la vida incognoscible y alta del lucero. Ángel mío, ¿estás aquí?... Sí; porque ya estoy ciego después de tanto hablar... y tú me das el canto. Pero te llamo, porque siento el calor de la yerba que nace y nace, lenta, junto a mis sienes en descanso. Y confundo en los ecos lejanos de mi olvido el murmullo del agua en el arroyo, hacia la mar, con el rumor de la alameda bajo el sueño. Ángel mío, ¿estás aquí?... Sí; porque este frío que va cuajando mi cintura, es -presiento- la luna bajo esa noche que, aquí mismo, en mis versos, pensó tener cautiva, en un instante, todo el afán por tu hermosura despertado. Ángel mío: sé bien que tu verdad pudiera serme irresistible; pero sigue cercano a mi cuerpo mortal, porque solo el sonido del batir de tus alas misteriosas sobre la doble noche de mis ojos, me hace pensar que el hombre por lo bello persiste y soporta el dolor de su terrible sangre inconsistente; porque también a veces él, cuando se olvida de sí mismo para mirar a los luceros, es, como tú, ángel mío, un sollozo de Dios puesto en el mundo, y como el mundo, en pena sólo por el amor del cuerpo más perfecto.

* IV. La sangre abierta El cuerpo en el alba

AHORA sí que ya os miro, cielo, tierra, sol, piedra, como si al contemplaros viera mi propia carne. Ya sólo me faltabais en ella para verme completo, hombre entero en el mundo y padre sin semilla de la presencia hermosa del futuro. Antes, el alma vi nacer y acudí por salvarla, fiel tutor perseguido y doloroso, pero siempre seguro de mi mano y su aviso. Ayudé a la hermosura y a su felicidad, aunque nunca dudé que traicionaba al maestro, el discípulo, más, si aquél daba forma en su libertad al pensamiento de lo bello. Y así vistió su ropa mi hueso madurado, tan lleno de dolor y de negrura como noche nublada sin perfume de flor, sin lluvia y sin silencio... Solo el cumplir mi paso, aunque por suelo tan arisco, me daba luz y fuerza en el vivir. Mas hoy me abrís los brazos, cielo, tierra, sol, piedra, igual que presentí de niño que iba a ser la verdad bajo lo eterno. Hoy siento que mi lengua confunde su saliva con la gota más tierna del rocío y prolonga sus tactos fuera de mí, en la yerba o en la obscura raíz secreta y húmeda. Miro mi pensamiento llegarme lento como un agua, no sé desde qué lluvia o lago o profundas arenas de fuentes que palpitan bajo mi corazón ya sostenido por la roca del monte.

Hoy sí, mi piel existe, mas no ya como límite que antes me perseguía, sino también como vosotros mismos, cielo hermoso y azul, tierra tendida... Ya soy Todo: Unidad de un cuerpo verdadero. De este cuerpo que Dios llamó su cuerpo y hoy empieza a sentirse ya, sin muerte ni vida, como rosa en presencia constante de su verbo acabado y en olvido de lo que antes pensó aun sin llamarlo y temió ser: Demonio de la Nada.

< DE Río natural (1950-1956)

*I. En voz vivo Tres canciones 3 Rómpete, palabra, rómpete. Mis ojos -palabra- rómpete... ¡Rómpete arriba, cristal! ¡Arriba rómpete, lluvia! ¡Rómpete, piedra del cielo! ¡Rómpete, sol de lucero! Palabra: ¡rómpete y rómpete! (Ahora, despacito: caiga gotita -palabra- a gota... ¡Todo el aguacero caiga!) Mi lengua: ¡rómpete y rómpete!

* Canción mínima

SOBRE la playa: tú, piedra, ¡chinita blanca!

Y sobre el cielo: la noche que pasa y pasa y te mira, ¡chinita blanca! La sombra que pasa y pasa... Está el silencio contigo, chinita blanca, pero no con el olvido. ¡Alguien que te vio te canta, chinita blanca! Y pasa la noche y pasa estrella a estrella y te mira, ¡chinita blanca! Y se va la noche y canta. Y pasa el mundo contigo, chinita blanca... Pero el que te vio, te canta: "¡Chinita blanca, en tí vivo!" Y en su voz tu muerte acaba. ¡Tu sombra que pasa y pasa!...

* II. Luchas dídimas Canción

EL silencio más obscuro se fue cuajando en un cuerpo. Cuerpo fue -silencio vivo-: pura existencia en silencio. Nació y caminó sin ver si andaba por fuera o dentro del Dios que nació con él...

Y entró en el silencio el sueño. Y canta el sueño sin voz, por darle al silencio vista para que contemple a Dios: "¡Yo soy mi palabra misma!"

* El cuerpo peregrino

SANGRANDO estoy llenando los huecos de un recuerdo. ¡Cuántos pájaros vuelan asediando mi carne! ¿Son espinas o estrellas o sal de un mar perdido? (Los bordes de sus vuelos huecos rajan mi lengua.) Cantando estoy soñando los cuerpos de mi cuerpo. ¡Duermo como un gran ojo hueco e inmensurable!. Un gran ojo desnudo providencial y firme. ¡Una gran voz, un grito del mar de mi descanso! En mi cuerpo tendido sin piel sobre la muerte -donde nunca he gemido-, también llora la noche. Sus millones de lenguas huecas mi voz persiguen. "¡Sálvanos, tierra!", gritan desterrando a mi sangre. ¿Tal vez muerto en mí mismo halle ciudad y lengua, el cuerpo en dos imágenes que un solo espejo vive?.. Tal vez en mi voz canta su espejo sorprendido: ¡si ya soy tu palabra, canción, no me abandones! Y en voz desnudo al cielo miro: ¡dos cielos vivo! Cielo en cielo es mi voz: ¡cielo, no me abandones! Vuelvo a mirar al cielo. ¡Mi voz no tiene párpados!... ¡Despierto estoy! ¡Dos ojos unifican mi sangre! ¡Dos ojos de un espejo hablan de mí en el cielo!

* III. Dudas de abril Espejismo

MADURO estoy. Mis racimos de lágrimas doy al mar.

Mi nostalgia del mar sube amarga de espuma y sal, porque mi llanto se enjugue al verla por mí llorar. ¡Ya son mis lágrimas dulces! Es maternal mi nostalgia: nuevo sol de amanecer que sueña que nunca acaba. Tendido estoy sobre tierra. Soy un racimo maduro que el mar en sus playas deja. Madurado por el tiempo bajo los rayos del sol infinito de lo eterno: quieto vivo y aguardando que alguien me venga a cortar de la rama en que me caigo. Los pámpanos que sujeta el tallo del que he nacido, me dan la red de sus venas para endulzar mis racimos con la savia que ellos sueñan. ¡Bebo del sueño que vivo! Cumplido estoy. Me acabé; porque me siento venir de nuevo como a nacer del fruto que antes perdí. Andando estoy por el mundo. Cuál es mi nombre no sé y cuando lo sé lo oculto hasta perderme por él bajo la voz que lo busco: la voz que siento nacer. ¡Cante en mí mi nuevo fruto!

*IV. En los campos de un nombre. Sueño y canción Así me voy caminando: yo delante y yo detrás. Si me miro por la espalda pienso: ¡nada estoy andando! Entro de prisa en mi espalda y me pierdo... -¿En dónde estás?, pregunto en mí.

Y al callar, como un espejo en voz baja, me repite: "¿En dónde estás?..." Alzo los ojos. (Despacio, otra vez voy caminando delante de mí.) Detrás, también voy yo, sin espalda. Y otra vez me cruzo y canto: ¿este cuerpo, será umbral del cielo que estoy buscando?. Delante de mí, mi voz duerme en mi espalda soñando. Mi voz sueña que es mi voz, soñando que he despertado. ¡Canción soy! ¡Canción he sido! ¡Y para ser canción vivo! *V. Río natural Habla la muerte 1 (Y dice al viento) ¿LLAMASTE tú? ¿Fui yo? ¿O tal vez nadie llama?... De voz en voz, llegando como de letra en letra, me pareció temblar despierta en mi destino. Alguien sin duda habló pues vi sobre los árboles que sus tallos más tiernos humildes inclinaban su luz recién venida, ofrendando el verdor de su esperanza, al cielo. El aire estaba mudo; el sol, pasado el día, solamente una estrella mojada por la luna, dio nivel a la noche y equilibrio al misterio... Yo estaba en él: lo supe al percibir, sin vista, la yerba en que lloraba ayer, muerto, el rocío. ¡Pasó un nombre! Un gran nombre, sin piel, cayó al silencio

y entró en mí; mas no sé ni de cuándo, ni en dónde su nombre ha sido hablado. El agua, en mí corría oscura entre los árboles; se afilaba en los juncos, hundiéndose en la entraña profunda de la vida que transformada en fuente -herida acariciante-, sangre de espuma, al mar le daba el ser futuro. Mas no era el agua el nombre que me llevó consigo, ni el signo azul que invoca la historia de mi cuerpo. II (Dice al cruzar la nube) Cuando era niño el hombre, aunque miraba al cielo, no preguntaba en él: "¿Seré yo el cielo mismo?" ¡Y se durmió!... (La luna dejó al cielo olvidado, para vivir la carne del cielo que dormía.) ..................... ..................... III (Y medita la muerte) Así quiero llegar a la sangre del hombre: como aquel niño tierno que acaricia la luna. Todo mi cuerpo es fábula: vida oculta entre flores... ¿Qué misteriosa fuerza canta en su voz el hombre? ¡Perdida estoy en él! ¿Acaso un río sea mi sangre y ya dormida bajo el hombre, lo sueña?... ¿Yo misma entré en su cuerpo

a purgarle el pecado de negar mi existencia y en él vivo penando? ¡Inmóvil, su belleza también cautiva al cielo!: ¡cautiva está la luna en su interior espejo! ¿Acaso el hombre olvida al cuerpo en que ha nacido o es que comienza el hombre a nacer de sí mismo?... ¡No tiene piel mi lengua! ¡Soy un jirón de viento! ¡Infinita es la historia de la sangre que debo!... Como la luna, vivo de un hombre, por gozarlo... ¡Tal vez su voz me pueda cantar entre sus brazos!

* Prófugo al cielo

YA he comenzado a ser: mi libertad se acaba.. . ¡Madre! -grito y mi entraña me dice: "¡Antonio Ríos!" (Resbala sobre el cielo la libertad perdida.) ¿Alguien muere?... No sé; mas presiento en mi sangre la voz de un pensamiento como piedra en el agua: hundirse, hundirse, abrir de par en par mi cuerpo y decir: "Vida mía, guarda bien a mi muerte sin cuerpo, Antonio Ríos." Después hundirse más, hundirse más y hundirse... (Cautivo en mí, llorando: mi cuerpo igual que un pozo de luz, lleno de llanto.) Y en mis brazos, en vilo, y entre mis alas, vengo: muerto para nacer

y vivo por la muerte. Una fuente ha vencido la tierra de mi sombra que, sin quebrar mi piel -sombra de umbral-, me espera. Porque el cielo, de luz mí sombra ha fecundado... Llamó en la tierra: "¡Emilio!..." Y Emilio de la sombra comencé a reflejarme... Emilio Antonio Ríos Blanca desnuda en ríos de mi cuerpo en la muerte: mi cuerpo perdió el pozo de luz; mas brotó al agua -sin quebrarme la piella imagen mía Emilio. Emilio fui continuo del mundo de mi espejo: Emilio de mí mismo, cuerpo Emilio de nadie... ¡Qué corona de espinas en mis huesos sangraba! ¿Fue mi nombre, la carne sin luz que sostenía?... ¡Toqué en mi pensamiento! Emilio en soledad fui: carne de la nada... Pero en la nada hallé mi cuerpo sin bautismo y Emilio de mis culpas muerto: ¡Emilio de muerte! Y Emilio Antonio Ríos Blanca de muerte luna, Emilio de mi misma continuación de Emilio: he sido y vuelvo a ser libertad acabada. (¿Cautivo en mí, penando, busqué a Emilio en mi nombre y Emilio me devuelve mi sangre desde el cielo?) Ahora sí, desvelado de mi naturaleza: dentro de mí se forma la historia de mi vida. ¿Qué flores acompañan

a la flor que sostengo? ¿Soy una flor continua presa entre dos umbrales?... Desnúdate en mi frente; entra en mí gota a gota, alma de Dios, Emilio, hombre de cielo libre... Emilio desvelado, toca en mi pensamiento: ¿has llegado de Dios o vas a ser Emilio? Blanca Ríos de Antonio natural hombre abierto -padres que no he tenido de un amor imposible-: ¿hijo de muerte soy o nación de la vida?... Cielo abierto, responde: mis límites se acaban y apenas tengo tiempo de escuchar lo que digo. ¿Vivo en un doble fiel mi fiel total sin peso? ¿Es mi carne penumbra -vida y muerte- en mi cuerpo?. Y alguien llama en mis ojos. (La luna se levanta...) Fuera y dentro de mí oigo decir: "¡Emilio!" Miro a Dios... Sobre el cielo, alguien me llama: "¡Emilio!..." Vuelvo hacia mí los ojos: ¡mi piel no tiene párpados!... (¿Cruza un jirón de viento iluminando el alba?...) ¡Muerta escapa lar luna desde un hombre sin muerte que ha comenzado a ser Emilio en Dios continuo!

< DE Circuncisión del sueño (1955-1957) *I. Pacto interior

El presente feraz 1

Es de noche. Un grano, injerto a los labios de la tierra, suspende -innominal entre su olvido y su silencio- al fiel en equilibrio del cuerpo que abandona. Su sucesión intemporal, latente, viva al germen, le abre a luz interior -inmóvil el umbral de sus entrañasla libertad que engendra su memoria. Parado en ella -en él alzado a oscuras por la ilusión de un viento, poseído en espiral sin trazo-, a vuelo ciego, lento alabea en vértigos de sombra. Se aleja, se hunde, siembra en lo infinito de su anhelo su aventura y, en ella -ajeno a él-, regresa indivisible olvido de anterior cuerpo sin forma. Inverso a la espiral -inverso al tiempo-, por el vacío de un rumor se ahonda devuelto al germen y, secreto, sale -quieto el umbral-, imagen que sondea a un cuerpo roto -en prenda separado-. el futuro inminente en que lo llama -interna del momento que vigilala unidad en reposo de su espera. ¡Gravedad!... (¡Crujen ramas..., tierras..., plumas perseguidas! ¡Galopan!... ¡Huye un bosque hacia un río!... ¡Huye el agua hacia el viento!... ¡Huye a un cristal un monte en transparencias!...) Silencio y sucesión de voz, inmóvil canta en símbolo un trigo: "¡A luz, mi fábula futura! ¡A luz, mi olvido! ¡A luz, mi cuerpo innominal!: ¡mis tiempos se reúnen!" 2 ¡Emerge, en surtidor interno, el campo!... Un ave -estrella en celo-, a luz desnuda -bajo el amor sin acto de su vuelo profundo- tanto ardor que, en él, lo engendra. ¡Campo es el ave! ¡En ángulo se inclina -paloma abierta en vuelo- hacia su nido el campo! ¡Asciende inmerso el campo al ave!. ¡Fluye interior paloma cautivada! ¡Sube interior! ¡Vuela interior! En río vertical se confunden los reflejos de su pupila fluida, inconstante -perenne- en triple imagen de nostalgia: por mirarse se inclina hacia sí misma

inversa; dentro -al vértice de su ángulo opuesto- se levanta, y quieta -en medio de las dos- sus tres celos unifica. Presente sin retiro, advenimiento, estancia: el sol -abierto el mediodíaal Sur condensa un rayo y, por él, baja -paloma en vuelo al nido-, luz continuo. En torno a un trigo abandonado, en tierra el sol, alumbra a un círculo de sombra... Centrado a él, el trigo su luz abre... ¡Entra a su campo el sol bajo el olvido! * Canciones

¿QUIÉN ha pisado en mí? ¿Yo mismo?... (La soledad que duermo es mi edificio.) ¿El tiempo estuvo en mi presencia?... (Hueca es la sangre de mi carne abierta.) Pero en la arena... ¡Sí!... Descalzo... (Mi cuerpo es cielo en tiempo traspasado.) ... dentro de un pie fui mi distancia... (Vivo de mí y en mí soy mi nostalgia.) ¡Se hundió la arena! ¿Huyó una sombra?... (Nace y se engendra en mí quien me abandona.) Vuelve la arena a ser silencio.. . (La soledad despierta en mí su cuerpo.) 7

EN lo interior -en lo infinito-: selva es la cruz que une en su centro a un círculo. ¿Círculo en plaza de silencio?. . . (Y la unidad que justifica al tiempo.) ¡Forma sin mundo es la inocencia! (Quietud e impulso en ella se reflejan.) ¿Tan diminuto espacio, aspira?... (Diminuto es lo eterno en su semilla.) ¿En lo infinito -lo interior-, guarda el espacio un límite tan sólo?... (Un círculo es la cruz, abierta

en la unidad en que la cruz se engendra.) ¡La cruz nació en sus mismos brazos! (Brazos de lo infinito que ha cruzado.) ¿Tal vez el tiempo en su castigo?... (Selva es la cruz, de un tiempo en equilibrio.) ¿Un tiempo en tiempo de dos fuerzas?... (Y un solo tiempo en que la cruz se centra.) ¿Vive el tiempo en la cruz su espacio?... (En la cruz nace y muere traspasado.) ¿Muere? ¿Termina lo infinito?... (Nace y muere en la cruz que une en él mismo.) Selva es la cruz: ¿quién vive en ella?... (Quien muere en cruz comido por su selva.) "¡Selva de un equilibrio eterno, suspendido en su selva está mi cuerpo... "¡Selva interior es lo infinito en cruz, que nace y muere por mí mismo... "¡Por mí mismo es mi cruz eterna y une mi cruz dos formas de mi ausencia... "¡Parto al centro mi cruz...

(¿Dos ángulos, que en mí se unían, vuelan separados?...)" -¡Cruz de mis alas, no abandones la unidad que, al nacer mi cuerpo, escondes! * II. En la gracia del viento Libertad dirigida 1

¡ABRIL las aguas mil las aguas llueve! Fiel de un reflejo intemporal, el agua cruzó en la luz de un cielo sin espacio; entró en Abril de Abriles mil desnuda, y al cielo limpio. Abril los cielos mil, sus lunas va clavando en altas noches que, en nubes mil, el cielo le devuelve deshecho en flor -en nubes mil- de lluvia. Lluvia es Abril cantando abierto el pecho: "¡Abril! ¡Mis campos mil!" ...Y el tiempo, en flechas de Abril, con tallos nuevos cae al mar...

Abril los mares mil lo alza y se sale... Y Abril a un río. Abril los ríos mil, su cuerpo sube y alto y alto y alto Abril los cuerpos mil, descorre de agua al sol, por él en flechas mil herido. ¡Cielos de Abriles mil. Abril oscuro sangra en las lunas mil que llueve Abril en él! ¡Las lluvias mil curvan los días! ¡Oculto Abril fecunda en sus granados las flores mil!... (¿Mil pájaros heridos cruzan a Abril? ¿Los árboles se inclinan a olas? ¿Pasan los pájaros que llueven? ¿Se desnudan del agua?...): ¡Abril fecunda! Abriles mil, al verde en su alta rama deja en celo un racimo en él maduro, y... "¡Abril! ¡Mis campos mil!", abriendo el pecho canta en granados mil, al pie de Agosto en fuente quieta, en cuerpos mil que asoma y que reúne Abril a un solo campo, fiel de un reflejo. (¿Al verse sobre el agua unido. Abril su tiempo olvida en tierra?...) 2 ¡Pulsa la luz su espacio sobre el cielo! Un eco intemporal a un Abril canta: "Abril las lluvias mil: sobre la tierra -Febrero en Marzo, en ti y en Mayo Junio, Julio en Agosto- el campo al sol levanta como a un toro del trigo, con su fruta -espigas mil- madura por tu celo. Al vuelo entre cuchillas lo separa de ti sin alejarlo -una gavilla y otra y otra, los tallos mil de un trigo en otro en haz-, campo entero el deseo y. Abriles mil, en parva lo abandonas: a él no llegas y a él naces y a él caído sin él estás, por él vas a su encuentro... Abril los tallos mil. Abril de tierra derramado en sus trigos mil se mira en ti continuo y, súpito de ausencias mil, a sus lenguas mil dejas sin mundo: ¿fuera de Abril tu sucesión te olvida?..." Un círculo de sol, en luz curvada al cielo, entrega en rayos mil -unido Abriles mil- a tierra, sobre Agosto -pupila en la unidad- la parva nueva... ¡La tarde es fuego!... (¡El alba será fuego!...) ¡Cae la noche y es fuego!... Un río, en curva al pie del monte, alienta en su frescor que arrima al campo... (¡Duerme el trigo en vela!)

* Condición del destino 1 DESPACIO, Agosto en sus alondras alza -la piel de un monte espejo ante la luz en vuelo al campo sobre el campo- un viento, casi dormido cuerpo de Levante. Lento, avisa un deseo a la mañana del campo, el trigo iluminado al verla... Agosto baja... El campo lo recibe... ¡La piel de Agosto es vuelo en las alondras! Levante, al verlo. Agosto se despierta y, al centro, al borde, afuera, en todo el círculo del campo, al trigo busca en él, sin límites, cuerpo total que a sus principios prenda. ¡Hunde la horquilla entre sus tallos! ¡Alza de su pupila al iris roto! ¡En cumbres altas. Levantes mil clava en el cielo que, en cielos mil, al trigo no percibe! ¡Ramos de viento! ¡Cimas de Levante sin trigo -en montes mil-, vuelos de alondras -espejos mil sin piel- al campo ocultan sobre el campo en su altísima morada!... Y, en sucesión por ella, olvido Abril y Agosto, un cuerpo van centrando al círculo del cielo en su armonía, anillo y germen infinito exterior, que al trigo enlazan. Ya libre, en parva al viento suspendido en gracia el trigo, a su destino canta: "¡Un bosque! ¡Un remolino subió al sol desde los ramos de un cerezo en ascuas! ¿Recuerda el cielo?.. . Un pez ardió al zodíaco del corazón que fue dando conmigo, sobre la tierra que probó mi cuerpo desangrado a una bala en flor... (Mi frente, tan fecunda, pasó al río... El agua en mí fue lenta... En él pudrió sus labios.) ¡Me separé! ¡Del Sur viví continuo!... Y en su olivar, el calor del silencio la cigarra entró en mí y, al fecundar entre los dos, cayó de olivo á olivo, suspenso el aire de un olivo ahorcado. Su pierna de cristal -mármol abiertoesculpió al llanto, en torres derrumbadas de voz, una ciudad que no termina y vive, al descender constante fuente a luz, de un mar y un barco de dos lunas. ¿Imagen de qué amor libre, sin cuerpos el mar y el barco al monte escapan?... (¡Nacen

dos hojas!... ¿Más?... Dos ramas de un saúco inclinan a un arroyo el barco al mar...): ¿Soy ciudad de un deseo, entre las valvas del fin de un día abierto en un minuto?... ¡El agua, tensa, palpitando vela la fábula sin piel que me ha creado! ¡Su luz inmóvil soy!... (¡Tiempo perdido!): ¡Tiempo insomne en su fe me está creando!... ¡Tiempo real, sin párpados, me sube venero de la luz que en mí se hundía! ¡De prisa! ¡A la cañada! ¡Entre las mimbres, la miel en dos abejas bebe y mira! ¡Un junco es su cintura! ¡Sus dos pechos, al vuelo de su sed en miel se acaban!... El capullo del cielo, entre dos lunas penetró al manantial, rompió la sombra, y el caracol ya es nácar de su olvido y eco del mar; navega entre montañas libre el barco en el eco, el caracol, en dos barcos partido cae al mar... -¡Álzate cuerpo! ¡Pronto! ¡Rompe el llanto! ¡Salta! ¡Tus valvas te abandonan y hunden la doble multitud que te ha engendrado! ¡Vive presente! ¡Múltiple en tu olvido! ¡Selva es la eternidad que en ti se esconde y un pájaro sin agua -Agostos milentre dos alas bebe de tu arroyo!.. . ¡Entre dos aguas cae!... ¡Entre dos luces!... ¡Entre dos fuegos!... ¡En dos prisas que arden! -Abril, Abriles mil, continuo Abril, ¡pródigo de infinito, a ti mi cuerpo ajeno y propio -unido- vuelva al campo, completo Agostos mil de herencia viva! ¡Vuelva a nacer de mí lo que me ha dado tu Abril, que es ya lo que al nacer tenía!" 2 Púber el grano adolescente salta, se inicia él mismo en su desnudo y vierte -fuerzas en precisión de luz- su peso en ley secreta, al trigo que da vida. Su tiempo en libertad, por él regresa en ramos mil -Agosto un solo trigo-, trigo infinito que cautivo encierra la unidad exterior que lo ha cantado. Campo de trigos mil, el trigo al campo vuelve en un trigo terminado, y sume su presencia total, su cuerpo entero, gracia del viento que aún sin nombre deja. Dentro del trigo retornado a vida, Abril los vuelos mil, sus cumbres llueve y, al centro de un espacio recogido

en círculo feliz, se habla y responde: -Prenda de un trigo soy, trigal y germen en sucesión latente de un olvido. ¿Olvido soy de mí? ¿Cuerpo real?... ¿Olvido de qué olvido?.. . Preso y libre en batallas de Abril -perpetua patria-, sangre infinita soy de un ave, un río, un nido, un bosque... En círculo profundo de un campo alcé; en círculo he caído alto de un campo a mí, campo en Abril de Agostos mil en cruz me hallo cautivo. ¿Qué campo soy?... Ajeno he peleado para salvarme ajeno en paz sin patria... ¿Victoria soy ajena de mí mismo?... ¡Qué rumor!... -¿Aún batallan?... -Sobre el campo en que estoy, me di vencido: ¿no huyó mi cuerpo en él por mí?... (Cae de las ramas un pájaro...) -¿Dormido entre mis brazos, herido en mi ala rota el campo entero, en cruz desangra?... -¡Duerme campo mío! 3 ¡Un círculo es la sombra bajo el Sueño! ¡Centrada a un trigo injerto entre los labios de la tierra, la libertad de un alma es luz!... (¡Reúne sus símbolos el aire!) 4 ¡Quietud!...

¡Silencio!... (El trigo sobre el campo -jinete sin Abril- cabalga y sueña.)

* Canciones 6 LA noche, sin recuerdo, piensa que vuela. -¿Qué misterio es gemido? ¿El ciprés?... ¿La culebra?. (Despacio, el cielo repasa sus anillos lejos del sueño.)

"¡Quién fuera el agua!", un pájaro sin cuerpo dice a sus alas. 9 -ROMERITO sin cuerpo ¡hola!, viento florido ¡hola!, sobre el cielo mis hojas vuelan contigo. -¡Hola! -¡Hola, espinar de fuego, nubes del alba: mis granados abiertos cruzan tus alas! -¡Hola! -Ayer vine de olivo a mañana, en pastor que

durmiendo olivo; flor, seré he sido.

-¡Hola! -Hola pinzón que bebes: voy hacia el huerto... debajo del saúco tu sed espero. -¡Hola! -¿La bolina es redonda?... -Y un pastor duerme mecido entre las ramas que lo sostienen. -¡Hola! -¿Y el pastor?... -¡Hola!... -¿Dime?. -¡Huye y volamos!... "¡Que el aire los redima!", piensa el remanso. "¡Adiós!"...

Cruje el cerezo... Huyen las mimbres... Sobre el monte, el romero

me abraza y dice: -¡Hola! < DE la sombra abierta (1947-1955) * Primera parte, 20 Tal vez fue Dios. ¿Cómo era?: Yo sentí, que desnudo, el tiempo se me asomaba a su sangre, en mí, que de mí salía. Sí; mi nostalgia enredada, fue simple -¡un hilo de luz!, ¡camino de un vuelo! ¡vena de plata sin cuerpo;-: ¡Mi vida! Tan claro lo vi: ¡Mi vida! (¿Sangraba?) Salía mi vida. Tres tiempos juntos -en cordón de un sueño a pausas- me unían. ¡Me dejéllevar! Soñé: ¡mi alegrìa! Tan claro lo vi: mi sueño -¿Sangraba?salía, laberinto de tres tiempos -nostalgia desenredada-; mi vida Me quedé sin cuerpo. Un hilo de luz tiraba de mí, ¿hacia dónde?... Perdí mi conocimiento: ¿en Dios lo perdía? Tal vez fue en Dios. ¿Cómo era? Yo miré hacia mí: ¡no estaba!... Pero en la imagen que tuve, sin mi, sentí que nacía. < DE La piedra escrita (1939-1961) *1. Hora de nacer 5

Lo que va a ser -lo que antes fue lo que está siendo, equilibrado en cruz,