Martinson Harry - Antologia Poetica

HARRY MARTINSON ANTOLOGÍA POÉTICA «MINA» Poema publicado en la revista Brand, en junio de 1929. ALLÁ abajo a 700 me

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HARRY MARTINSON

ANTOLOGÍA POÉTICA

«MINA»

Poema publicado en la revista Brand, en junio de 1929.

ALLÁ abajo a 700 metros de profundidad, bajo 16.000.000 de años de estratificaciones trabaja un picador de carbón, el emigrante Varetski — los ojos irritados por el polvo del carbón, los codos llenos de heridas — y una linterna Davis en el casco.

Se oyen ecos en el pozo de la mina— retumba, susurra, silba — y en alguna parte lejana murmura el agua. Zumban, silban y sueñan cien cerebros polacos. Un cálido sueño rojo sobre tiempos pasados cuando no necesitaban picar —mal considerados— carbón belga de mala calidad por 8 francos la tonelada.

En las profundidades de la montaña de lignito

gruñe un viejo picante tuerto. ¡Ja, ja. pobre diablo! Intentas competir con el carbón de primerísima calidad de Durham. (Ah, que tonto tienes que ser) ¡Carbón de Durham! Perlas negras.

Diamantes que no pudieron desarrollarse completamente, joyas que el fogonero del barco mima y acaricia, como si fuesen frutos del árbol del pan. Preguntadle a un fogonero su verdadero valor, cuando desciende el barómetro como una centella y hay que llegar a tiempo al estrecho de Magallanes: El carbón de Durham no es otra cosa que oro negro. Encendamos un ardiente Durham.

Para el aristócrata de la inteligencia, el embrión de geólogo Varetski, es una deshonra trabajar en una vieja cueva agotada de lignito Dadle el quebradizo, el brillante espejo negro de Durham, que permite a los sueños extenderse por los inmensos dibujos carbónicos de los helechos

Y un gran helecho, que dé sombra a todo el mundo.

DE «EL BARCO FANTASMA. 1929

AVES MARINAS

AVES marinas son nuestros pensamientos — siempre volando Mientras tomamos la sopa de carne en el comedor del barco junto al Cabo Cod nuestra vieja ave marina deja caer un excremento sobre la piedra miliar del mar — Rockall o dormita como un pingüino somnoliento — con la pechera de su camisa recién lavada — allá abajo junto a la barrera de Ross — o susurra como una paloma carnada de volar en el oído de Karen, mi amada Karen, en la cocina del alcalde de Kerteminde. Aves marinas son nuestros pensamientos y siempre se alejan de nosotros volando; y nosotros seguimos sentados en el comedor junto al Cabo Cod — enhollinados, sudorosos — y la sopa de carne... bien lo sabe Dios no es muy allá —

HABÉIS VISTO UN BARCO CARBONERO.

¿HABÉIS visto salir de un huracán o un barco carbonero — con las botavaras quebradas, la borda destrozada, abollado, resollando, fracasado — y con un capitán que está completamente ronco? Atraca resoplando en el soleado muelle, lamiendo agotado sus heridos, mientras el vapor languidece en las calderas.

CONDENADOS

¿DONDE estamos? ¡Aquí! ¡Ay!, dónde — ¿Quien grita allá lejos? ¡Oh!, nadie, quiza sea un eco entre los arrecifes — o una foca hembra. Nadie dos responde, oh... nadie. Un arremolinado tifón, negro como el hollín, nos arrojó de su seno — ¿Adónde? Aquí a las tinieblas —¿Quién grita? ¡Oh!, nadie. Gritó algún ave marina — Perdidos, perdidos —

¿Dónde estamos? ¡Decídmelo! ¿De dónde venimos? ¿Lo sabe aquí alguien? Nadie. Recuerdo un barco ardiendo lanzando sus llamas contra la noche. Un incendio arrojado del huracán — Un pájaro se hundió —moribundo. Noche muerta. Niebla, Gritos perdidos, perdidos, perdidos — ¿Dónde?

DE «ANTOLOGÍA DE LÍRICA MODERNA» 1931

BUQUE CABLERO

IZAMOS el cable submarino entre Barbados y Tortuga, mantuvimos en alto los faroles y cubrimos con caucho nuevo La herida de su espalda 15 grados de latitud norte, 61 grados de latitud oeste. Cuando pegamos la oreja al lugar raído oímos cómo zumbaba dentro del cable

— Son los millonarios de Montreal y Saint John que hablan sobre el precio del azúcar cubano y la disminución de nuestros salarios, dijo uno de nosotros.

Allí estuvimos un buen rato pensando, en un circulo de faroles nosotros, cableros resistentes; Luego hundimos el cable reparado dejándolo en su sitio, en las profundidades del mar.

CORTINAS DE NIEBLA

LA niebla aclarada sobre una parte del mar, descorrió los cortinajes y el sol entonó su melodía en los vientos alisios. ¡No había habido una claridad semejante desde hacía mil años!

Junto a Guinea habla una boya de sirena que anunció la salida con un aullido, aulló terriblemente en el pequeña trozo de mar que vigilaba y que pensaba que era todo el mar.

Pero el mar era infinito — A lo lejos, en el nebuloso golfo de la Ballena había un barco carbonero inmóvil, tocando sus campanas del ancla y llorando como un niño encerrado,

DE «NÓMADA» 1931

EL PUEBLO NATAL

EN el pueblo natal, en el jardín esponjado por las lombrices crece todavía la aguileña y en todas las casas se oye el antiguo tictac de los altos relojes de pesas. El humo asciende de las cabanas como rectas columnas del sacrificio.

Y para aquellos que vienen de allá fuera — del duro trabajo de los mares mundiales y de las calles de putas de Barcelona. este sereno pueblecillo se presenta como una mentira silenciosa. Una mentira junto a la que les gustaría demorarse. Una mentira por la que uno querría pisotear todas las terribles verdades.

ALGODÓN

EL día que tendieron el cable entre América y Europa

cantaron mucho. El cable, el gran cable cantarín, entró en funciones y Europa le dijo a América: ¡dame tres millones de toneladas de algodón!

Y los tres millones de toneladas de algodón cruzaron el océano y se transformaron en telas: telas con las que seducían a los salvajes de Senegambia. y pólvora de algodón, con los que malarios. ¡Cantad a gritos, cantad por todas las rutas senegambianas! ¡Algodón! ¡Algodón!

¡Algodón, algodón, tu nevada que cubre la tierra! ¡tu blanca paz para nuestras mortajas! tus blancos trajes talares para cuando entremos en el cielo redimidos por el rostro de Jesús de Booth en todos los puertos del mundo. Algodón, algodón, tu nevada: al envolver el mundo con la piel de una nueva penuria nos tapaste, nos quitaste la vista con tu nube. En la desembocadura del río del Mercado,

en todos los inmensos; océanos de mercados y del comercio, encontramos, oh algodón, las leyes de tu oleaje, la amenaza de tu oleaje.

LEYENDA DE ASIA

EN las fauces cerradas del tigre vio el hijo de Karma mecerse un lirio, y el agua corría por los bigotes y los monos gritaban: ¡miradlo!

Entonces brilló el lirio como un faro palpitante sobre las tinieblas del manantial de la selva y sujetó su polen en los bastones del bigote y se alejó en el tren del tigre.

Él no desapareció en la inmensa selva asiática.

En los cables de las lianas canta su fama y los monos escuchan: ¡haló! ¡haló! ¡con un rugido que atravesó los huesos y el tuétano

fue sembrado en el norte de Birmania!

EN EL CONGO

NUESTRO barco La fragua de los mores viró para salir de los vientos alisios y comenzó a remontar el río Congo. Las lianas colgaban arrastrándose por la cubierta como correderas. Nos cruzamos con las famosas barcazas de hierro del Congo, negros de las regiones ribereñas pululaban sobre la ardiente chapa de la cubierta

Se ponían en la boca las manos abocinadas y gritaban «que te lleve el diablo» en un idioma bantú. Arrobados y angustiados nos deslizábamos atravesando túneles de verdor y en su cuchitril el cocinero pensó: «ahora estoy pelando patatas en el corazón del Congo».

Por las noches La fragua de los mares escrutaba la selva con sus ojos rojos,

una fiera rugió, una rata de la selva chapoteaba en el río, un almirez de mijo tosía agudamente y un tambor sonaba sordamente en alguna parte en una aldea donde los negros de goma vivían su vida de esclavos

POEMA

LEVANTAMOS ahora el címbalo sobre la tierra. Y observa: el címbalo es lu vieja luna que ya ha corneado bastante los bosques de agosto y ahora está redonda como el tabernero de las siete tabernas.

Te hablamos en un idioma que adivinas en las profundidades de la ciénaga y en las alturas del cielo; queremos renovar lospastados enjambres de estrellas e infundir nuevos aromas en tu flor.

Y hermano, hermano, pase lo que pase — sea fornicación y fuego y revueltas en el mundo, recuerda, hermano, recuerda siempre estas palabras: Ofrece tu perfume en la flor.

A UN JOVEN CAZADOR

EN el paso de las aves y en los desfiladeros verdes eres el primero. Tu mirada avanza sigilosamente delante de ti hasta alcanzar la mancha de la alondra en la hierba. Levantas la escopeta y el eco de tu disparo retumba en el valle. Vuelves a casa caminando en el rocío alegre por la captura y por la feliz carnicería. Pero pasan los años y tú vas adquiriendo una nueva moral, tú cambias y desprecias los animales más pequeños que los alces. Entonces una tarde, cuando ya has despejado el alce y mientras cuecen los pucheros de carne, te quedas pensando—: Qué poquísima carne me dio una vez el ave de la belleza.

PUESTA DE SOL

LAS nubes del verano tienden un galón amarillo sobre los bosques lo suben y lo bajan y un pico negro vuela en el sol del crepúsculo. Las montañas se ennegrecen como broza helada, sus lomas pal-

pitan en el ojo. El viento llega presuroso y cruza peinando lentamente un hirsuto cepillo de bosques. En las profundidades de la última luz humosa del rojo sol muge una vaca.

CARTA DE UN BARCO GANADERO

NOS cruzamos con el yate de Ogden Armour A la altura de las Baleares. Él es, como todo el mundo sabe, nuestro patrón — tiene cinco mataderos de cerdos en Chicago y ocho mataderos de bueyes en La Plata. Levanto el catalejo, miró y dijo con toda seguridad: —¡Coño! Si es mi viejo barco ganadero Chattanoga.

Rendimos bandera y todos los bueyes se pusieron a mugir sobre el mar infinito como mil sirenas afónicas. Era un sonido casi angustioso, y yo me sentía inclinado a llamar a todo aquello: loa a la carne.

Después de esto nos cogió una violenta tempestad y los bueyes que, como todo el mundo sabe, tienen cuatro estó-

magos, sufrieron terriblemente con el mareo.

CONVOY CAMUFLADO

DURANTE la gran guerra cruzamos en un convoy el mar del Norte. Arrastrándonos hacia Kirkwall. A millas de distancia de la popa colgaba el humo de la hulla. Y bandadas de gaviotas.

Nubes de gaviotas de un blanco cegador. Gaviotas. Gaviotas. Bañándose en nuestro humo. Se zambullían en él y salían. Íbamos rumbo al Oeste.

Camuflados con unas rayas pintadas en el casco. Azul. Blanco, Azul. Blanco. Cuadrados, cubos, prismas. Los colores se diluyen entonces en el horizonte. Se funden con el mar, engañan al enemigo.

Cincuenta y seis barcos —contrabando— pasan sigilosamente bajo los horizontes. Se ocultan en jirones de cielos marinos, se meten en las bajas nubes blancas, se difuminan, el ojo los pierde de vista. Invisibles en el mar.

Cuando un submarino avanza por las aguas del mar es como un tiburón reluciente. De chapa oscura, brillante de agua. Es un huso. Es un cilindro. Abre silenciosamente los mares. Coge con la nariz los viscosos cuerpos de las medusas. Y las algas se enredan en su único estay, lo cubren de verdor. Y las algas verdes se enrollan en torno o los cañones de cubierta. El submarino se convierte en el puñal adornado de verde de un asesino. Con él apunta un gran asesino invisible. Apunta el supremo comando marino.

Dentro del mango del puñal viven como pulgas veintisiete hombres. Avanza vvertiginosamente envuelto en las algas. En una cápsula fusiforme viajan los hombres por el bello e inmenso mar, para matar. Asesinar. Hundir.

Al atardecer el mar lleva a pastar a las blancas nubecillas del horizonte Las lleva dando vueltas por los pastizales celestiales. Rebaños blancos y lanudos son empujados hacia los aéreos pastizales de los horizontes. Allí la inmensidad cambia y se divide suavemente, siguiendo el sistema de los vientos, siguiendo las suaves y poderosas fuerzas del mundo.

Un torpedo en camino del corazón de un barco no es un gran espectáculo. Una raya en el agua, nada más. Velocidad: cuarenta nudos. Pacífico, silencioso caminar en posición sumergida.

Chafa su nariz y desgarra la chapa. Las planchas pintadas de cubos, prismas, cuadrados. Que se funden con las nubes y el mar y el cielo.

Lanza su carga expletiva a la sala de calderas. Revienta las grandes calderas — y el vapor vocifera. Ruge. ¡Sale rugiendo! Blanco, blanco de vapor, blanco de nieve, blanco de espuma. Lo cubre todo, se funde con las nubes, los cielos, los horizontes.

Los fogoneros yacen en los pañoles, cuelgan de las escalas de cuerda, con su carne cocida, separada de los miembros, los cráneos blancos como la nieve, los huesos blancos como la nieve, limpios y cocidos por un vapor que brota hacia lo alto y humea su blancor como si el mar tuviese manantial termales.

Barco tras barco del convoy: el puñal adornado de verde del

comando supremo lanza su espolón, los barcos se hunden en el mar, las calderas de alta presión rugen. Rugen ese grito. ¡Los rugidos de las calderas reventadas a diez mil kilómetros de la costa! Y el vapor cuece a los fogoneros en sus puestos convirtiéndolos en esqueletos. Esqueletos níveos.

Los restos del naufragio de un convoy suelen flotar largo tiempo a la deriva. Dan vueltas por el mar en todas las direcciones, se meten debajo de los horizontes, buscan ayuda para sus heridos que se agarran desesperadamente a las partes pintadas a rayas.

Estos restos del naufragio de un convoy están pintados con engañosos cubos, cuadrados, prismas y sus colores se funden con las nubes, los horizontes, el agua.

Un hombre moribundo, se agarra a un tablón, quejándose a diez mil kilómetros de la costa. Un tablón pintado de blanco y azul, de blanco y azul.

Por allí se acercan unas algas a la deriva. Por allí un bote de conserva arrojado de un barco. El que ya lleva siete días a la deriva ve aquello como almas, como hermanas, como madres,

que han salido hasta alta mar para facilitarle la llegada a tierra.

Su tablón sigue rotando a la deriva. Él saluda a la lata de conserva, sigue flotando, entra en la corriente del Golfo y jamás lo volverán a ver. Un tablón pintado de blanco y azul, blanco y azul. A diez mil kilómetros de la costa.

DE «NATURALEZA» 1954

FUERZA

EL ingeniero está sentado junto a la rueda leyendo en la tarde de junio. La central eléctrica murmura introvertida en las turbinas, frondosamente embutido late su corazón tranquilo y poderoso. Las hojas del gran abedul que se alza tímidamente junto a la fuente próxima a la presa de cemento ni siquiera tiemblan. El erizo camina chasqueando a lo largo del río.

El gato del vigilante del puente escucha hambriento el trino de los pájaros. La silenciosa y vertiginosa fuerza vuela sibilante por cables de cientos de kilómetros antes de alborotar en las pretenciosas ciudades.

LA PAMPA

DETRAS de la estancia de Don Morjas los rebaños de reses formaban pequeñas bahías, se extendían después hacia el Noroeste en un mar de bueyes y un golfo de terneras. El océano de reses mugientes llegaba hasta Corrientes. Don Morjas tocaba el fagot en su porche de mármol, mirando hacia su mar cornudo con unos ojos hastiados y cansados: «Me pregunto si el golfo del noroeste contando desde la traviesa ternera de ahí delante no podría salir pronto hacia los lejanos pastos de Pasamada La rama izquierda al matadero.»

LLANURAS ARGENTINAS

LA noche rasga su manto con estruendo a lo largo de la pampa La tormenta de tinieblas, se convierte en una tempestad diurna camino de los Andes. El sol se levanta de la tierra, baja su mirada hacia una manada de reses fugitiva que

se precipita vertiginosamente en el horizonte camino de Tucumán. Los pastajes retumban bajo el rebaño asustado. la huida atruena como una ciudad: una ciudad arremolinada que huye hacia el Norte perseguida por los vientos de la Tierra del Fuego

LA POBREZA

LA pobreza no es lo peor porque persiga al hombre hasta la muerte porque no quiere andar coo zapatos demasiado estrechos por el sendero de la vida. La pobreza es lo peor por el odio interior que pare, por la eterna pelea de alfilerazos que mata con mayor seguridad que cualquier otra cosa en los hogares pobres, hasta que el hombre ya no sabe a fin de cuentas lo que sería mejor cuando ya no nota más ni el viento ni el sol.

EL RINOCERONTE

YO era como granito gris. Había nacido para ser un cerdo gigante

con una piel acorazada y dos cuernos en la nariz junto a Mpanga Njabanda

Comía hierba fresca, tiernos retoños de bambú y almejas de río. Me lanzaba vertiginosamente contra todos los que se acercaban, como una locomotora.

Ellos gritaban bromeando: ¡mirad, la locomotora de la sabana! Los maté envuelto en terror acorazado, en miedo acorazado. Yo no sabía lo que era una locomotora pero comprendía que yo tenía que ser una locomotora. La locomotora de Mpanga Njabanda.

Me lancé vertiginosamenle contra ellos junto a Njam Tanga, allí donde los flamencos alejan con su aleteo las moscas que vienen a visitar mis ojillos con sus picaduras. Me lancé vertiginosamente contra ellos en Njam Wawana donde allí la calavera de un antílope oryx clava en la tierra el sacacorchos que tiene por cuerno. Me lancé vertiginosamente contra ellos en Njamkan Nganza allí donde el lodo sale del río como de manantiales de pez.

Me lancé vertiginosamente contra ellos con el bloque de todo mi cuerpo, pesado como el plomo, mi durísima y abundante grasa acorazadora: los cogí con el casco de la frente, —sus gritos se clavaron como lanzas en mis oídos— los cogí con la tosca hacha mortífera de mi nariz, los partí con el tremendo hachazo de mi afilada roca —¡aterrorizado por ellos! Sí, aterrorizado por ellos ! ¡En Njam Tanga! ¡En Njam Wawana! ¡En Mjamkan Nganza!

LA CATARATA

EN la erizada hoya de granito truena mil años el torrente lechoso. Golpea como para hacer fuego en el rugiente pedernal; en la casa hilarante del abismo se enciende en blancura el agua de ojos oscuros que se desploma.

La reina recibe encajes duros como dientes de lobo. Se cuelgan tules de trueno en torno al retumbante agujero de la cueva. El cinturón de arcoíris se ciñe como un juego de luz a la novia.

Los truenos exclaman gargarizando: ¡Eternamente! ¡Eternamente! ¡El incendio del agua ruge afónico! ¡Agradablemente se revuelca la miseria del hogar! Se queja y retumba en las bóvedas de la purificación. Desesperadas se yerguen Las altas cataratas y mugen contra el cielo.

ÓPERA

LOS carteles han suplicado en el frío invernal. Un barítono resfriado desciende del tren en Tomelilla(1) En la casa de la Orden, a las ocho en punto. Dirigidos por el trombón, el hombre y la mujer del sueño se lanzan a escena helados y juegan desafiantes con los espumeantes cami-

nos de los ríos. El paisaje es rectilíneo con llameantes pinos de cartón. La perspectiva anda cristalinamente de cabeza en titánico paisaje arrojado del alma y del ojo. El río sube las pendientes con saltos de salmón, hasta la cima de la montaña del ridículo, hasta la cima de la colina de lo sublime. La ópera se representa y cantan el aria en la cueva marina. El cervecero bávaro envía un dragón para salvar a la princesa; pone en movimiento con ojos refulgentes todos los terremotos que se lanzan al mar con banderas ardientes, iluminadas por las antorchas del volcán Stromboli. Ahora te encabrita la cabalgada de las trompetas que se abre paso por la burbuja del desfiladero. Las princesas de los cisnes están sentadas descansando en un gran cojín entre montañas y cantan una cancioncilla. Telón. Ovaciones Telón. En el camerino se enciende un infiernillo de alcohol.

Los tenores están cansados y hambrientos. Las sopranos calientan un poco de té. Hace un frió del carajo en Tomelilla.

--(1) El equivalente castellano de Tomelilla podría ser Tomelloso. ---

AVENTURA EN SUEÑOS

LOS ríos transportaran su ser flotante hasta cien parajes de sueño. Allí llegaron grullas llevando huevos resplandecientes, mujeres con puertas abiertas en su regazo, allí llegó un niño y tocó con el dedo la negra falda de la muralla de nubes, allí cogió lentamente máscaras y flautas y encendió todos los faroles en torno a la laguna. En el negro lago serpenteaban tallos rojos y los cardos amarillos del agua encendían las burbujas que ascendían desde el fondo para ver al niño. Allí estaba el blanco templo de sal y su maestra estaba allí haciendo punto

y extendió sobre él chales blancos. Justamente allí se estaban bañando el ciervo blanco y la mujer blanca. la gigantesca Genoveva. Ella huyó como de costumbre. Él la persiguió susurrando confiado hasta en el despertar.

NOCTURNO MARINO

CLARA noche invernal, las estrellas resplandecen gélidas: un muchacho que ansía embarcarse está inmóvil envuelto en un frío mortal con las piernas temblando en la mesa sin poner del muelle: no está contando las estrellas, está contando los barcos anclados en este mundo. En las cubiertas se oyen los vigilantes, los suspicaces pasos de sus zapatillas.

Las chimeneas de la flotilla dejan caer luz estelar en su hollín. En las profundidades duermen las oscuras anclas de los barcos; por húmedas cadenas trepa la luz de las estrellas a bordo

para huir en alguna parte a una isla terrenal.

JUNTO AL PUENTE LEVADIZO DEL MAR

EL sol se levanta hasta ocupar su posición, blande sus brasas con mano de fuego, deja de guiñar con el tropical ojo marino del horno en llamas: lanza un grito de fuego contra los hielos. Día tras día sus llamas van mirando con mayor fijeza. Pronto estará ocupada la fortaleza, construido el puente de sol para la comitiva de los reyes del verano.

Los días soleados de deshielo todos ríen profundamente, las venas del manantial sienten vértigo.

En la cueva de las nutrias el viento silba en los tallitos del comino que han resistido el embate del invierno. Las nutrias susurran entre sí bajo la superficie del mar. Oyen el estrépito e intuyen que una púrpura plañidera se derrumbará sobre el mundo. La cueva arroja la visera.

Sus dientes de hielo se desprenden, cariados por el sol. de las mandíbulas de pórfido. El grueso tanque del invierno se aventura por el puente de abril, pero todo cede bajo su peso, se hunde, la pasarela se derrumba. ¡Ahora están llamando a la puerta! El sol derriba las puertas, entra agachado bajo la bóveda y grita hacia el interior de la cueva: ¡Nutrias! ¡Nutrias! ¡Mar abierto!

EL VIENTO MARINO

SOBRE océanos infinitos avanza ondeante el viento marinoextiende sus alas por la noche y el día, asciende y desciende sobre el ondulante pavimento solitario de los mares eternos. Se avecina la aurora o se avecina la noche y el viento marino siente en su rostro —el viento terral.

Las boyas de campana entonan canciones matutinas y vespertinas, el humo de un barco carbonero

o el humo de la hoguera de la pez fenicia se desvanece por el horizonte, una medusa solitaria se mece intemporalmente con sus resplandecientes raicillas azules. Se avecina la noche o la aurora.

DE «VIENTOS ALISIOS» 1945

CANCIÓN DE LA MADUREZ

I

EL mundo estuvo jugando a la primavera demasiado tiempo Se estuvo exprimiendo demasiado tiempo un sentido de la corona primaveral de los símbolos. hasta que la sabiduría y la madurez perdieron su tono de verano y perdieron la fragancia de la arcadia.

Qué pudo hacer la sabiduría sino secarse al no atreverse nadie abiertamente a concederle la categoría de vida: una vida de árbol y de mar, pero se demoró bajo los árboles de la primavera, negó el poderoso aroma de fruta de la madurez, y adornó con violetas primaverales el río de su madurez.

¿Quién arrostra el verano? ¿Quién arrostra el madurar convirtiéndose en una copa más amplia para el árbol

y en un mar más extenso?

II

ESTÁBAMOS sentados en la playa donde las palabras se olvidan y las manos se cansan; donde únicamente la arena suelta es eterna para aquellos que construyen sobre la arena suelta.

Al atardecer vimos desde la playa un barco que huta hacia alta mar Era un barco portante el que huía hacia un mar portante.

Todavía vive esa fe — la fe en un mar portante, la esperanza en los bancos recidn construidos.

Con una ley de la necesidad va meciéndose un navío hacia el día; llevado por un mar portante.

VIENTOS ALISIOS

I

¿DÓNDE encontraré en el reino de los símbolos las imágenes que todavía puedan apoyarme en mi viaje? La firme roca ha desaparecido —una ruina gastada que erosionada a lo largo de los años por el conocimiento de las rutas ahora únicamente se burla de los ojos de los navegantes, Ítaca ha desaparecido.

En él, en mi hermano el marinero que se mantiene a flote aunque está ahogado y muerto, se vislumbran todavía las imágenes allí donde flota mecido por las olas como emblemas grabados en su brazo con agujas:

la roca con la cruz la ribera con el ancla,

la planta de hojas acorazonadas.

La cruz es la cruz de la tumba, el ancla se ha hundido allí de donde nadie volverá a izarla; las hojas acorazonadas relucen en su ruina doradas por la aurora o la puesta del sol.

En océanos sin estaciones avanza mecido por las olas dejando atrás la salvación que estuvo ausente.

Su cuerpo anda a la deriva en la lejanía del mar lejos de la isla deshabitada que jamás surgió ante él para salvarlo. Robinson ha desaparecido.

II

LA intención de la mayoría es vivir no comprender.

Moda tras moda van cruzando la bóveda celeste para husmear su perra galgo. Pero por el en torturado hecho de madera arrojado a la playa por el mar y por los entarimados de tablones de árboles cuidados camina un prisionero. Da vueltas y más vueltas, caminando por entarimados de roble. Ha perdido su mar, ha perdido la lejanía de las promesas que va mermando ante las nuevas alas retumbantes Gondwana ha desaparecido. Ítaca ha desaparecido.

Incompatibles entre sí desaparecen cada uno por su horizonte Ulises y Robinson, jamás fundidos en el ser humano.

Concebidos como un ser único e idéntico solamente por una minoría velaban en mares diferentes.

III

SE mantuvo la separación pero nunca la fraternidad. El canto de Itaca se conceptuó de sagrado, pero el de las Antillas se consideró profano. Ninguna persona de buena voluntad salió para unir las del mar de Ulises y la isla de Robinson Jamás unieron los adoradores el mar de la antigüedad con el océano Empiria. Nadie logró unir los espacios respirando con su alma conviniéndolos en una unidad de viento alisio entre el alción y el albatros.

Mirados por encima del hombro zarparon los navegantes mundiales. Mirados por encima del hombro regresaron a sus patrias cargados de experiencias. Sintieron la silenciosa mofa de los amantes del mar de la antigüedad. Ahora ya es tarde, los vientos alisios han sido abandonados, el crepúsculo se abate sobre el mar de las Antillas.

Entre los devotos del mar hace ahora estragos la ultima ignominia al ser desterrado al rincón de las novelas de piratas el recuerdo de los tiempos de los vientos alisios. Ahora es profanado el ya antes traicionado océano por todos los que charlatanean sobre las distancias derrotadas y por los yann(1) de la velocidad.

--(I) Yann, plural de yinn, en las creencias musulmanas, ser corpóreo formado de llamas, dotado de inteligencia, imperceptible a nuestros sentidos, que puede aparecer bajo formas diversas y muy importante en la literatura y el folklore. ---

IV

PERO en su juventud más allá de Cabo Verde bajaban los marineros. Vestidos en el velamen de los alisios se deslizaban por la ruta de los vientos alisios hasta llegar al altar del sol.

Allí oían hablar a los vientos no sobre la calma chicha, ni sobre las tempestades, sino sobre un eterno aireamiento — la poderosa brisa de los vientos alisios que cruza el mundo y los espíritus.

El sol eterno coronaba de brasas a los uniformes vientos alisios. El sol era la corona de la vida.

V

FLETABAN sustancias grises y extrañas materias que eran transportadas en pesadas carabelas y en kofs holandeses. Y la época Hanseática se convirtió en la de Portugal La época de los vientos alisios fue la época del mundo. Llevaban cosas porque eran porteadores a todos los países del mundo.

Cada vez eran más numerosos los marineros que se casaban

con los barcos y el mar. Y la leyenda, se convertía en vida y la vida se convertía en leyenda:

Él se encontró con el barco, su mascarón de proa se hizo hembra una noche en la cubierta del barco, y el barco es embargado de pasión por el marinero, y éste es embargado, a pesar del miedo que siente, de pasión por su barco. Y el coito tuvo lugar en una bahía de Java. Llevaban.

Él iba vistiendo a su esposa con riqueza creciente en las resistentes ropas del viaje: el blanco velamen. Él gritó desde la cofa más alta: ¡Mirad! ¡Está creciendo! ¡Está madurando! Ella mece madurez en el día de los vientos alisios. ¡Una azucena de hermosura surge de los cielos y del mar!

Pero al ser recibido por el silencio de los que cantaban a Ítaca quedó abatido.

Y ya nunca más volvió nadie a salir como antes para cantar la canción de los vientos alisios, sobre los Lusitanos.

VI

QUIÉN recuerda el nombre de Sebastián de Cano. Durante años estuvo llevando especias de las islas Molucas al puerto de Lisboa. Conocía la llave de Bremen, el mar del comercio. Fue con el capitán Da Gama cuando el mundo crecía en todas las direcciones. Cúrcuma, pimienta, casia, canela y madera de sándalo para el panel del rey, todo lo trajo de la isla Susana. Se le puso el pelo blanco como la sal y la frente roja. En una flauta de corteza de canelo tocaba melodías de los tiempos del mar, el Ispahán de los mares.

VII

EL viento de Cabo Verde se apoderaba de los veleros extraviados

Como hojas que se ponen en marcha y son arrastradas así eran arrastrados los barcos a parajes cada vez más lejanos como por un río inagotable de viento.

Así fue creciendo el imperio del mundo.

Y a esos vientos se les llamó vientos alisios. Pronto los llamaron: Trade winds: vientos del comercio. En sus rutas los marineros estaban al servicio de los comerciantes que habían descubierto que podían utilizar las ansias del hombre para transportar mercancías desde Calicut.

VIII

AL mar de los alisios lo llamaron los iberos el mar de las Damas: El Golfo de las Damas. Hasta allí llevaron las damas para bailar. De esta manera navegaron hasta el Nuevo Mundo.

Sus barcos llevaban nombres solemnes. Nombres de una época embriagada por el mar

Nuestra Señora de la Encarnación y el Desengaño. Nuestra Madre de Covadonga.

Ya hacían unas reverencias tan corteses ante sus barcos como ante las damas en los salones de la danza mundial en el Golfo de las Damas. Y los llevaron o bailar por la senda de Las Antillas, el camino de los vientos alisios.

IX

EL número de islas recién descubiertas iba creciendo. Ahora ya no quedan islas por descubrir.

¿Adonde va abora el mar que todavía está preparado con sus vientos uniformes e impulsadores en la ruta de los vientos de las Antillas?

Encaramados a las alas de la comodidad por los yann de la velocidad mirará cada vez más gente por encima del hombro al mar de la distancia derrotada.

Y el mundo irá perdiéndose él mismo lentamente cuando se haya despojado a sí mismo de la fuerza de la desolación y de la aventura de la desolación.

Todo lo que era remoto estará al alcance de la mano y desgastado. Exotiana se hunde y muere como una última Atlántida, como una Gondwana sumergida.

Entonces los hombres llamarán a gritos a la perdida lejanía. Pedirán a gritos nuevos mundos. Pedirán a gritos una Virginia de las estrellas. Pero atados a la tierra volarán en círculos, como aves que han perdido su Nilo en el corazón de África, sus ciénagas lejanas, ricas en juncales, del Yeniséi.

X

HE planeado un viaje, he acondicionado una casa

en las costas nómadas del interior.

La rama del fruto del pan de las Pléyades constituía un eterno señuelo. Inaccesible en el Jardín de la vía láctea, era una ruina de frutos de pan de proposición.

Pero los nuevos y sabios descubridores que he encontrado han señalado hacia dentro hacia las costas de la nueva Gondwana. Y me han dicho que siempre caminan por allí olas ocultas, que siempre fluyen por allí mundos de misterios en torno a las islas no descritas de viajes por un mundo interior

y los he escuchado en silencio y he intuido nos nuevos vientos alisios —una nueva Gondwana.

EL HOMBRE EN LA TORMENTA DE LOS ESPEJISMOS.

LA Humanidad se siente huérfana en el bosque encantado de

los espejismos. ¿Es en los días del llanto o en los años de la risa? Me desperté en mi barco, rugía la tronada y se anunciaban cambios malévolos. Encontré juncales y libélulas, y también caracoles y olas. El oleaje mecía el barco. ¿Qué era pues lo que me asustaba?

Es peor que nunca ser hombre entre los hombres. Todos tienen los mismos deseos y se conocen mutuamente demasiado bien. ¿Es en los días del llanto o en los años de la risa? El bosque puede contestar, pero sólo con el eco que le hemos dado. El mar puede contestar, con los barcos que construimos y hundimos.

Desde el día en que el hombre tiene una reputación multicolor, desde el día en que las olas Deber y Crimen chocan sobre nuestro cabello nos preguntamos cada vez que los truenos anuncian un cambio malévolo: ¿es en los días del llanto o en los años de la risa?

LA RESPLANDECIENTE HERMOSURA

LOS trigales deslumbraban desvaneciéndose en ojos de un azul de tinte escolar. Bellas muchachas y mariposas resplandecían como por arte de magia en el brillo del trigo maduro. Los campos parecían desplegadas nubes de oro aterradas sobre el suelo. Lindas damas de honor en transparente organdí hurtaban el cuerpo con simulados grititos de socorro a las golondrinas como a puntas de negras flechas. y mientras la luz embriagaba los sentidos y todo el firmamento los seducía se doblaron los pensamientos por sí mismos dirigiéndose al camino llamado Fe en la bondad — un camino real rebosante de sol entre los trigales.

Así comenzó la vida de muchos

y continuó con una buena fe que hubiese sido absurdo molestar. y todos los fanáticos de la luz iban caminando hacia tormentas y guerras que maduraban con el trigo.

UNA LLUVIA DE MENTIRAS RESPLANDECE ANTE LOS OJOS

UNA lluvia de mentiras resplandece ante los ojos. El éxtasis convierte la mentira en verdad.

Sus libélulas revolotean en la noche pero cesan cuando se cansan las alas. Y el enjambre de libélulas se ahoga en la aurora.

Allí su delirio encuentra su destino.

El sol se levanta con su Infinito poder |M y resplandece sobre libélulas caídas.

LO INCANSABLE

PRONTO se cansa el hombre, la vida no se cansa. Pronto se cansa el ojo, la luz no se cansa. Con infinita desesperanza para ti personalmente se arrastrará libre por la espesura la cabrilleante serpiente en la eternidad de las eternidades, y el lagarto de la luz trepará por el tronco y verá los caminos de la luna, que yacen palpitantes en todos los mares.

Un día cuando todas las cortinas se conviertan en noche ciega.

HOJAS

1

LLEGA la siega y todos los que habían deseado ser flores cambian velozmente sus deseos.

2

HENO y rodo no van bien Juntos

y en Invierno el caballo prefiere dividir su adoración entre el heno seco y limpio y el agua clara. Coge el heno con la ternura de sus dientes, sacudiendo pesadamente la cabeza. Cuando bebe baja sus ojos, hacia el cubo con la mirada del que sabe de la vida. Su desprecio lo divide por igual entre el sentimental y el matarife. En sus ojos brilla una triste experiencia.

3

ALLÁ junto al lago están los campos de trébol bien nivelados y liberados de todos los obstáculos pedregosos. El hombre siempre ha tenido extremo cuidado de que cuchillos y guadañas y todo lo que siega no encontrasen nunca obstáculos ni piedras.

4

PARA sofocar todo incendio estrepitoso crié un gallo de fuego cantarín con fuertes alas de salamandra y una garganta de barro refractario.

Jamás lo lancé a cantar al fuego. Hubiese sido una pena.

Cuando se ha segado toda la hierba y se apila mientras espera su transformación en heno, entonces enmudece el cuchillo para el resto del año, entonces nos llega su elocuente silencio.

Un incendio lo recorrió todo. Nadie pudo sofocarlo, nadie podía gritar más alto que el flamear de aquellas llamas. Con las alas quemadas cayeron todas las palomas suplicantes todas las aves que nos prevenían luchando con el universal macho rojo de los incendios.

5

EL verano está acabando y quién va a cantar el otoño. Una abeja moribunda cuya diligencia se ha amodorrado te pica como entre sueños. Tú notas su cansancio herido en la punzada. Te afecta como una débil señal eléctrica de una tierra que se va enfriando.

El álamo temblón se estremece cada vez con mayor frecuencia al viento y abuchea violen lomeóte a todos los pajarera libres.

A veces todo el árbol aletea nerviosamente como un gallo en los años de su impotencia,

6

MURIÓ agosto, y setiembre y las luciérnagas se apagaron en la fría lluvia. Luego llegaron los heladas: prematuramente, y solamente las estrellas relucían allí en las alturas donde no las apagaba aguacero alguno.

7

SE oye tocar a los últimos grillos de la hierba del prado con sua violines afinados en una afirmación que es propia de ellos.

Bajo hojas amarillas que ya han caído

sobre hierbecillas y matorrales suena su chirrido y su crujido alegremente de campo en campo.

Entonces deseo decirle esto: Tú eres una de las gracias. Tus ojos resplandecen como reflejos de luz en la copa de un tilo, y tu rostro tiene una suavidad hecha de honradez y de melancolía en un resplandor deslizante como cuando el viento mueve en el verano la hierba soleada.

Sí, tú has nacido del verano, de un sueño de verano acariciado en mi alma como una rosa de luz y una radiante azucena dorada, y todos nuestras conflictos sobre la forma sean abruptamente cortados por la muerte, el sol besará miles de millones de hojas pero jamás nos buscará a nosotros en la espesura.

Quizás encuentre caballos de río los pesados hipopótamos, ios inmensas devoradores de nenúfares. y murciélagos durmiendo cabeza abajo

en las guaridas emborrachadas del eco de los cambios. Pero jamás ha obtenido nadie una respuesta, una corriente muda fluye, resplandece, arde. Una corriente muda fluye, resplandece, arte.

Practica por tanto el arte de soñar lo bueno tan plenamente que tu lo bueno puedas ser completamente, y ejercítate en el gran arte del consuelo que reúne de nuevo el coraje de tu corazón.

Tiéndete a través de la duda la mano a ti mismo y proporciona con día a la tierra de tu nostalgia interior una simiente de significado para tus futuros. Y modélate en días soportables un arte propio del pensamiento que lleve tu gato hacia días todavía más soportables y tierras todavía más soportables.

EL JUEGO

CUANDO quieras creer que tú navegas fácilmente contra la corriente,

sube corriendo al puente una noche de luna. El puente de piedra zarpa inmediatamente contra la vieja corriente de plata. Tú nunca avanzas nada, pero en la vida mucho tiene que ser juego para poder vivir.

HACIA LA SIEGA

EN los primeros días del verano las flores del trébol dan la bienvenida en silencio a los abejorros a una fiesta de despedida. Se celebra con dignidad y el abejorro da las gracias por los tiempos pasados.

Melodiosas voces de niño siguen como con un salmo al viento por el prado que está esperando su hora.

El cuchillo se ha callado. Se iba oyendo coda día más y más lejano. Al final, sonaba como una campana.

EL CAZADOR DE MOSQUITOS

EN mitad de la luminosa noche estival el murciélago volaba agresivamente en círculos en un sigiloso alegro furioso. Cruzaba la niebla abriéndola oblicuamente como un pequeño paraguas negro partido por la mitad y se cernía con las alas bien extendidas. Al momento siguiente aleteaba y corría con los veloces garfios de las alas, veloces como las patitas de los insectos en la niebla. Y luego se cernía de nuevo desaparecía entre los abetos — pero pronto volvía y se zambullía en la canción de los mosquitos y la rasgaba y la canción se oía con mayor intensidad.

Entonces recordé años pasados. Una noche con Desdie. Las estrellas lucían límpidas.

Ella salió sigilosamente por un sendero para encontrarme y el corazón me latía violentamente y los murciélagos se abatieron sobre Luisiana.

EL REGRESO

EL caminante que retorna de los caminos sabe que ya nada queda por contar. Ya todo es sabido mediante los nuevos aparatos que llegan a todos

De su vida en países extranjeros nada tiene que contar que no hayan dicho mejor los aparatos que siempre se anticipan.

Camina en un mundo donde los rumores han dejado de ser transmitidos por personas de carne y huesos Encuentra a un campesino que ya ha oído todo en un armario que puede captar voces lejanas y reproducir palabras. Y cuando les dibuja algo en la arena para explicarles lo que ha visto en países lejanos

lo rechazan con gestos diciéndole que ya lo han visto mejor y con mayor claridad que en los dibujos que pueda hacer en la arena. Y cuando les pregunta que cómo puede ser eso le señalan una casa que no está lejos de allí a la llaman la casa de Las Imágenes vivas.

Allí sentados en sillas hemos visto el mar en movimiento, dicen. hemos visto naufragar barcos y derrumbarse ciudades asoladas por el terremoto, y hemos visto pueblos de lejanos países destrozados por la guerra. Esto es lo que hemos visto en la casa de las Imágenes vivas. Y hay una casa de ésas en cada aldea.

Él asiente entonces seriamente con la cabeza. Y les pide agua para beber. Y mientras la saborea les dice:

Ahora estoy bebiendo un vino que precisamente en este instante está saliendo de una cuba en una de las fincas de los alrededores de Funchal. Y sacando un panecillo de su mochila le da un mordisco y les dice: ahora estoy comiendo un pedazo de pan que en este mismo instante me da una

mujer en la India. La diferencia radica en que yo llevo conmigo la fuerza de mi imaginación, mientras que vosotros la recibís enviada de países extranjeroS.

CARTA A UN ENGRASADOR

DISTINGUIDO destinatario de esta carta. Quizá sea una fatuidad el que yo, un hombre sencillo, le envíe a usted esta carta.

Sé que su tiempo es precioso. Pero si usted, no obstante, pudiese mostrarse indulgente con estas líneas que le envío desde lejos, me daría una gran alegría. Soy un hombre desconocido. Soy, de oficio, engrasador. Viajo por el mar engrasando puntos de fricción y cojinetes. Mi oficio no existía en el tiempo de los Carpinteros. Esta ocupación de nuestros tiempos llamada la de engrasador es la mía. Pertenece a todas las épocas que tienen y han tenido ruedas de metal.

Mi oficio no ha madurado todavía lo suficiente para ser acep-

tado en el mundo de los símbolos. Los hombres quieren avanzar vertiginosamente y utilizan con ese fin todas las ruedas y cambios de marcha imaginables. Pero quieren conservar las imágenes y símbolos tradicionales, como la hoz en la época de la segadora y la guadaña de la muerte en los tiempos de las ametralladoras y el hombre del coche en la época de los tanques que escupen fuego. Sostienen que los símbolos antiguos y remotos son eternos, quizá tengan razón. Sostienen que mi profesión, que es lo de engrasador, es un oficio de la época, y quizá tengan razón. Lo que ocurra depende de la cantidad de aceite que exijan, y de su opinión sobre la utilización del aceite, si se empleará para engrasar las ruedas para una danza todavía más rápida o para verterlo sobre las olas y transformarlas en una balsa de aceite.

En todas las épocas ha habido personas que han dado un paso adelante y han hecho preguntas. Su mirada ha sido Interrogante. Tales miradas interrogantes han existido antes de que existiesen

hoces y guadañas, Y precisamente ahora se adelanta uno que pregunta cómo se va a emplear el aceite, para que lo que ya corre vertiginosamente no vaya a precipitarse demasiado de prisa contra algo donde hasta los más antiguos símbolos de cosecha no tienen la más mínima importancia en comparación con los nuevos mecanismos para los divertidos tipos de cosechas. Pregunto esto por la única razón de que mi oficio es el de engrasador, y porque ahora tenemos métodos de engrase que proporcionan un deslizamiento extraordinario tanto para malos como para buenos y quizás un deslizamiento más ligero para los ciegos.

Le pido una vez más que tenga indulgencia con estas lineas mías y sintiendo haberle molestado en este asunto firmo yo, el Engrasador.

DORA

BAJO el sombrero de paja cuyo entramado filtraba el sol sobre tu frente miraban, taladrando ingenuamente, unos ojos oscuros como la zarzamora. Querías defender en silencio la oscura lluvia de pecas de tu rostro. Pero a veces no pensaban en ello y te reías.

BOSQUE VESPERTINO

AQUÍ se esconden los abetos bajo pesadas capuchas y las escuadras de libélulas dirigen la caza hacia el sol vespertino. Aquí cantan las grullas en oscuros templos forestales donde las palomas han susurrado gravemente toda queja.

Una vez vimos silenciosos entre los árboles el hoyo del sacrificio en una pequeña ciénaga sin peces: un sapo encantado salió de las profundidades con la moneda de la leyenda en la achatada boca.

LOS ABEJORROS

EL cielo de la noche estival es como una bella esclerótica. Los abejorros pasan con su largo y sordo zumbido.

Cuando aterricen alguna vez verás su extraña pompa pasada de moda, el apagado resplandor verde dorado de los élitros como de latón indio.

EN JUNIO

LAS últimas estrellas de la primavera se asoman, pero sin nitidez. Son pequeñas, pálidas como la luna y no tienen vigor. Cansadas de refulgir durante el invierno descansan en las luminosas noches del verano

REFLEXIONES DURANTE UNA VIOLENTA TORMENTA

CUANDO el trueno ha retumbado durante largo tiempo uno se lo toma con más calma hasta que el rayo se abate sobre la casa.

Cuando los rayos caen tan tupidos que llegan a fundirse en uno cubre su resplandor todo el mirador y lo dora como con panes de oro.

Con los años comprendes le serenidad del refinamiento, el símbolo moral de la serena luna del manantial, o el resplandor del aire en una ramita de bambú capturado tras años de intentos.

Las pinturas chinas de seda nacieron bajo las manos de los filósofos en épocas de guerras continuas, agitación, agresiones y atrocidades. Y nacieron durante la paz, pero atendiendo igualmente a lo que es Tao o el Camino.

Allí donde no surge ningún pasamiento sereno, tampoco sur-

ge allí humanidad alguna, Allí donde no vive esteta alguno tampoco se creará ninguna idea matizada sobre la dignidad humana.

"Una parte de tú existencia está en tus manos, otra no" Epicteto

LI KAN HABLA BAJO EL ÁRBOL

I

CON la serena intención de no perder los estribos estamos sentados aquí bajo el árbol.

El nombre que nos ha puesto —Las cigarras de la sombra placentera — lo hemos aceptado como bueno.

Aquí a la sombra del árbol te aclaran y encuentran nuestros pensamientos. ¿Cómo se iban a aclarar y encontrar en un bosque en llamas o en la barca que desciende los rápidos del río de la Montaña?

Aquí bajo el árbol los pensamientos tienen la ocasión de lograr la unidad. ¿Cómo se expresaría esa unidad en una casa vacía durante una época de hambre? Sería la unanimidad de los lobos una vez rota toda unidad. Allí donde se ha perdido la unidad surge la unanimidad. Generalmente eso desemboca en la unanimidad en la matanza. Aquí bajo el Árbol tenemos ocasión de reflexionar en ello. Y qué es la verdad sino serenidad. Sólo en los momentos de serenidad puede uno manejar correctamente las pesas y la balanza.

En Taikalan me llevaron a rastras a la cárcel y alli me tumbaron en el banco del tormento. Allí grité intensamente hasta que perdí el conocimiento. Cuando luego me ordenaron que les hablase de nuestra asociación lo hice de manera incoherente, confusa, y jadeando de dolor.

Los que me estaban torturando e interrogando no lograron sacar nada en limpio de ello. Porque cuando la serenidad ha desaparecido las posibilidades de unas relaciones entre los hombres basadas en la verdad también desaparecen. Un gobierno que coacciona y tortura jamás podrá hacer de la verdad su sostén. Lo único que obtiene son las mentidas de los aterrorizados.

Finalmente dejaron de torturarme diciendo: soltadlo. Nos hemos equivocado. Este no puede ser el filósofo.

La idea que tenían de los filósofos era que hay que meterlos en el mundo de los sentidos con tenazas. Pero cuando vieron que yo era ya un hombre sensible cuyos sentidos palpitaban en la sublevación de mis dolores me llamaron palurdo y me arrojaron a la calle en las cercanías de la puerta norte de la ciudad. y yo me alejé cojeando y herido de Taikalan.

En su decepción por no encontrar nunca la verdad de la forma en que querían encontrarla

ejecutaron a siete de las cigarras y entregaron otras siete a unos sádicos para que las torturasen gratuitamente, sin el más mínimo sentido.

Otra de las medidas que tomaron fue la de exterminar la población de las provincias del Noroeste porque las gentes de allí tenían los ojos algo más oblicuos que ellos mismos.

Con esta medida marcaron su propia separación de la Humanidad. Desde entonces los consideramos únicamente como locos que han perdido el sol y la luna o como monstruos que se presentan cubiertos por la máscara de la falsa, serenidad: la de la disciplina — la protección facial hecha con el insensible acero de la disciplina, como las que llevan en la más insensible de todas las comunidades: los timuríes que aman a las yeguas y odian a los hombres y que constituyen una de las más inútiles plagas del Asia

II

AQUÍ bajo el árbol que nos ofrece su sombra, practicamos la sabiduría, cultivamos la paz de la mente y un sol evidente ilumina nuestro concepto de la vida. ¿Cámo podríamos practicar esto en la cueva de los perseguidos, sin fuego, acurrucados en el frío bajo las goteantes estalactitas? Aqui bajo esta catalpa nos sentimos libres de deseos. ¿Cómo íbamos a sentirnos libres de ellos en Taikalan, en la casa que llaman los nueve días del Deseo?

El sabio debe contar con todo, Él debe contar con la vida. Por eso es infrecuente la sabiduría, porque es difícil.

El hombre está siempre muy expuesto. Está expuesto en su propia vida perseguido por naturales exigencias vitales que él mismo sin pararse a reflexionar agranda o completa llevándolas hasta la gula o la transforma en negación.

En el mejor de los casos el hombre da con su cuerpo en la mesura que a menudo es falsa porque vive una vida clandestina.

Así pues el hombre carece en todo lo que hace de auténtica credibilidad. Cuando es niño se le tranquiliza con el pecho de la madre y en la madurez, con la sombra del árbol.

III

EL mundo de las necesidades es una escarpada pendiente donde no pueden detenerse muchas cosas. Finalmente no le queda más remedio que transformarse paulatinamente en un camino más llano y más tranquilo en el valle de la madurez.

Así puede caminar la duda sobre el hombre no arrojada prematuramente, sino gastada, roída y desgastada hasta el fondo, un tesoro manoseado cuyo valor de desasosiego se va consumiendo a lo largo de la vida.

Las cosas evidentes, el sol, la tierra y el mar permanecen El sabia no puede añadir nuda. Y si encuentra algo que añadir llega a pesar de ello la primavera, y el verano y el otoño y la muerte.

El sabio sólo puede preparar el camino para la propia fuerza lumínica de lo evidente. El sabio es una saeta que marca la hora en el reloj más grande, más luminosa de la eternidad.

IV

LAS parábolas existen para crearle imágenes al pensamiento cuando sea necesario. Pero nadie debe utilizar las parábolas para adormecer su propio entendimiento o el entendimiento de los demás. Las parábolas también deben estar permitidas cuando uno quiera despertar una desmedrada alegría de vivir o despertar una poética pasión por la vida.

Pero las parábolas jamás deben estar al servicio del odio o del desprecio.

Muchos rinden homenaje al león y hablan mofándose de rosas sin espinas y corderos que balan. Eso sólo se hace fuera de la jaula del león y lejos de su guarida. Dentro de la guarida del león esta parábola cae por el peso de su propio insensatez, si el león está allí. Si no, cae por su propia insensatez cuando el león llega a su casa.

Pronto descubren los leones de verdad que nosotros no somos leones. Pero de vez en cuando este tipo de retórica se pone de moda. Como en la Babilonia caída hace ya tanto tiempo. Aquella ciudad tenía imágenes de leones en su murallas pero ella misma cayó bajo el león. Así cayó también el reino de los caldeos.

Las parábolas equivocadas multiplican fácilmente su error. Una gran cantidad de parábolas equivocadas puede ser el destino del mundo.

Las parábolas existen para remitir a la propia fuerza lumínica de lo evidente. Uno no levanta su linterna para señalar dónde está el sol. Tampoco se lanza uno hacia allí con dorados. El sol es lo que es. No necesita dorados.

V

NO rechaces lo humano con constantes referencias a lo supremo. En el mundo de los sentidos, donde viven los dolores y la alegría, donde se debe explicar nuestro mundo. Lo evidente penetra en nuestros sentidos con la fuerza del sol. El sol nos ofrece diariamente la vida desde lo supremo pero en el reino de nuestros sentidos. Sin confianza en este cimiento y esta bóveda de evidencias no surge ninguna relación basada en la verdad tolerable para nosotros. Verdad y justicia tienen en el mundo de los sentidos una de sus moradas, esa morada es nuestra, y esa morada es rica.

Pero estad seguros, hay una verdad superior que vigila todas las otras. Las cuida como el sol protege los campos de las heladas. Siempre estamos observados por el ojo vivificador de un sol libre. Si descubrimos el prodigio de esto nuestros sentidos se abrirán como ventanas al cielo.

La verdad no nos necesita. Somos nosotros los que la necesitamos. La verdad no es impaciente. La impaciencia es completamente nuestra.

***

No debemos despreciar el testimonio de los sentidos, porque el mundo de los sentidos es una parte de la creación. Cuando hablamos de los sentidos considerándolos imperfectos nos expresamos mal. Deberíamos dedr en cambio que los sentidos no sirven para aguantar todo tipo de carga.

En la India y Arabia se descubrieron las matemáticas, pero no para censurar y burlarse de los sentidos sino para ayudarlos, para liberarlos de la sobrecarga que conduce a las creencias demoníacas.

***

La Inteligencia humana debe contar con las deficiencias del hombre. Muchas veces no se trata de deficiencia alguna sino simplemente del tamaño del hombre, la imposibilidad de la frágil vasija de contener agua. Uno no puede llenarla más que hasta los bordes. De ahí ha surgido el insulto «cántaro». Pero, ¿habéis oído a una aguadora, sentada junto a la fuente, mofarse de su cántaro, sólo porque a éste ya no le cabe ni una gota más de agua?

***

En sueños uno puede ver caer piedras hada arriba. Y puede ver fluir ríos subiendo por escarpadas pendientes en bellos

paisajes. Éste es un sueño de descanso. Uno está descansando en una barca que sin ruido va subiendo por las pendientes de agua. Surgen esos, sueños porque nunca pueden ocurrir cosas semejantes?. Si ocurriesen, entonces soñaríamos que los ríos corren cuesta abajo. Los sueños existen pues para liberar los sentimientos de la coerción que radica en las leyes de la Naturaleza. El poder soñar a voluntad es un gran don. Puede llevarnos a la poesía, donde nosotros, en momentos en que las dificultades nos acosen el alma, podamos descansar y gozar la total ausencia del dolor a la sombra del bambú.

***

Unos quedan ofuscados por las posibilidades del hombre y condenan sus limitaciones. Otros condenan sus limitaciones sin ver las posibilidades Pero las limitaciones y las posibilidades están en mutua relación como el germen y la tierra. El germen va creciendo hasta convertirse en un roble o una brizna de hierba, de acuerdo con el camino elegido por su especie entre los posibles. Pero la hierba no es imperfecta porque un poco más lejos crezca un roble. La hierba responde a lo que se espera de ella y el que no

se comporte como si fuese un roble es una virtud, no un defecto.

VI

SE habla con frecuencia de un camino dorado, el del término medio, como si fuete el único comino entre la montaña y la ciénaga. Pero la vida es multiplicidad y hay mil caminos dorados y mil útiles atajos y el sol brilla sobre todos ellos. Una mente libre, abierta a la multiplicidad, a la variedad, junto con prácticos ejercicios vitales encaminados a la sabiduría nos llevan a la visión general más verdadera que se puede lograr a la luz del sol y a la luz de la luna y o la luz del farol, y nos obsequia con la facultad de caminar en las tinieblas. El mundo en su totalidad se puede comparar a un bosque. Allí uno tiene que caminar entre árboles, sortearlos y dar rodeos para alcanzar un progreso. A veces uno se pierde y tiene que descubrirlo

antes de llegar a un sendero que parezca adecuado. Sobre el bosque brilla de día el sol y por la noche la luna o la estrella,

y si uno las mira con la mente justa, unificadora, renuncia en su interior a toda taimada zorrería en su caminar. En la multiplicidad se ve el hombre ante su verdadera prudeba, pero si recuerda siempre que el sol alumbra y agrupa entonces tiene en su interior la justa conciencia sobre lo evidente y puede confiar en ello. Allí donde existe una condénela unificadora los extravíos son de corta duración.

VII

MUCHO depende de cuanto le pida uno a la vida y a cuánto pueda uno renunciar. Si uno posee muchas cosas y no pueda animarlas entonces es casi mejor dejarlas, marchar en lugar de conservarlas en su poder como objetos muertos cuya muerte uno amplia todavía más mediante su actitud mortal hacia ellos.

Si uno tiene sólo unas cuantas cosas entonces se podrán animar con mayor facilidad, ya que entonces uno no tiene el sentido del gusto sobrecargado, ni necesita estar constantemente en tensión y convertirse uno

mismo en una sobrecargada institución del gusto. Solamente algunos mandarines e intendentes imperiales poseen la capacidad suficiente para dominar y abarcar un gran espacio con su gusto. Pero claro ése es su cargo. Ser simplemente hombre no constituye cargo alguno.

El sentido del gusto es para el hombre una balanza de valores. El que tiene gusto no devora. La boca del devorador está muerta. Por eso devora. La lengua del devorador no tiene la suficiente finura para sentir el profundo aroma del pan y el sabor del agua fresca del manantial. Los devoradores son rameras en la boca. La avaricia y la codicia de las rameras son bien conocidas Por eso las rameras son repelentes: porque se acuestan contigo dominadas por el disgusto y sin sentir placer voluptuoso. Su sexo está muerto. Pero ellas los venden, lo alquilan y lo utilizan con una intención que no es la del deseo vehemente

El deseo verdadero es simple y ardiente y tiene la ardiente majestad de la desnudez. No es un devorador muerto.

Su sexo está lleno de nervios que transforman el modesto acto en una borrachera de felicidad. Su falo está lleno de nervios que transforman el sencillo acto en un paraíso. El deseo verdadero conserva su límpido valor con una abierta mirada. No necesita los inmensos instrumentos del lujo para ser excitado. Todo deseo verdadero está desnudo y con las manos vacías.

Pero los decoradores de bocas muertas y sexos muertos abarrotan el mundo con todo lo que el amor no necesita.

VIII

UNO tiene que aprender las diferencias de natumleza que existen entre lo que es real, factual, y lo que esverdad.

Los hechos los tenemos por todas parles. Lo real se arremolina como la arena ante nuestros ojos y ante todo lo que ocurre realmente nos quedamos sordos finalmente y damos con nuestros cuerpos en el embrutecimiento de lo real. El hombre no es más que una pequeña vasija.

Su capacidad de absorber hechos y datos y conservarlos en su mente es limitada. Así somos y así debemos entenderlo.

Después de las tormentas y los terremotos y las guerras la multitud de datos que hay sobre ellos nos dejan embrutecidos como grillos cansados, enredados en la hierba que se ha arremolinado y enmarañado. Nos debatimos pataleando en un mundo de datos como en una insidiosa red.

Qué íbamos a hacer entonces si antes no comprendíamos que la verdad es un estado de ánimo de la existencia que se puede experimentar directamente, igual que uno siente el resplandor del sol brillar evidente e imperturbablemente incluso después de haberse enmarañado la hierba. La verdad está en el sol, no en las tormentas ocasionales. La verdad entrará en la mente cuando te produzcan cambios de los sentidos. el día en que el hombre entienda la evidencia del sol como una aparición. no como la rutinaria lámpara que brilla sobre almas triviales y deseos irrisorios.

La verdad es la buena voluntad de velar y existir en plena serenidad.

IX

LAS verdades se emplean con demasiada frecuencia para pinchar. Para presentarlas de forma tal que sean verdaderamente vivas para el ignorante, para eso el sabio es demasiado limitado. Prefiere dejarlas venir a la zaga —como la garrapata

***

Muchos convirtieron la palabra de la sabiduría en una especie de arte; Jugaban con las linternas de la claridad; lucían cuando era importante y cuando era demasiado tarde como virtuosos de la luz en las tinieblas del mundo. Cuanto más densas eras las tinieblas más luminosa lucía la linterna. Y el sabio gozaba viendo las polillas grises

lanzarse deslumbradas contra el ardiente cristal.

***

Las verdades que tienen el verdadero valor global, son como el resplandor del sol y el de la luna y la hierba. No andan buscando el chiste. Penetran en todo y son universales en todas las partes siempre con la misma calma y con su acción constante en libertad.

***

El arte no tiene nada que ver con la verdad, excepto en lo que respecta o la temática. ¿Por qué iba a dar la verdad un rodeo por la imagen? ¿Por qué iba a disfrazarse el sol de imagen? ¿Quién iba a brillar entonces en la imagen?

El que tanto lo mentiroso como lo veraz puedan unirse en su amor al arte y la belleza es una notable situación que merece el júbilo del alma. No se encuentran ni más allá ni más aquí del valle de la bondad ni de la montaña de la maldad,

sino en mitad del cáliz del Dios de todo el florecimiento en el valle de las azucenas.

No confíes unlateralmente en lo inocente. Embelesa pero no salva. Los niños que al atardecer embargados del deseo inocente de jugar acariciaban a los corderitos bostezaban somnolientos la mañana siguiente cuando mataron al cordero.

Ahora piensan que lo carne con tu sello azul se bambolea graciosamente o la luz de la aurora y se refleja graciosamente en la fuente.

***

No confíes tampoco unilateralmente en la adoración de la belleza. Con el tiempo se fue convirticndo en una virtud general y espanta ahora a todo el muguete del valle.

Andamos comiendo belleza por dondequiera que vamos,

pero el Sol, el único que penetra y vigila, descifra también la elección más corriente de caminos de la sed de belleza. Por eso arroja constantemente nuestros elegidos trozos de placer. como sí fuese carne; los arroja una y otra vez a los mordisqueantes perros de Diana.

***

¿Quién comenzó a despreocuparse de que el Sol, nuestra madre, también extiende un sereno y cálido resplandor sobre el agua para el sapo tartamudo y excluido que vive en el barro?

Salimos remando por el lago o cazar azucenas y durante la excursión intentamos alcanzar al sapo con nuestro remo El sapo esquivó nuestro golpe, lanzó hacia nosotros una gélida mirada. Nosotros ni siquiera entonces dejamos de buscar un destello de amor en ella, cuando él deslizándose por nuestro remo se zambulló a sus profundidades.

X

SENTIMIENTOS y pensamientos se van separando unos de otros en un hendimiento de la existencia. El mundo de los pensamientos se convierte entonces en un tribunal donde son juzgados sueños y sentimientos, donde las corazonadas reciben su castigo. La fría luz de la vanidosa verdad ilumina con una claridad absurdamente reveladora todos los árboles solemnes.

Entonces uno querría preguntar: ¿de qué trata vuestra caza, cazadores? ¿de qué trata su caza del hombre?

Y en el otro lado: los sentimientos están de jueces, la sensatez es ultrajada, la inteligencia es insultada, la sabiduría es colocada contra el muro y bautizada como asesina de la alegría, a la señora de expresión amargada y cáncer de estómago la nombran bruja. Caza del hombre frente a caza del hombre.

¿De qué ira la vuestra caza, cazadores?

Aquí podemos ver ante nosotros las batallas humanas en el paisaje de la caza del hombre: el odio mutuo de las generaciones, el odio de las razas y el odio de los sexos, el odio de las clases y el odio de las categorías morales. Allí utilizan la moral como un arma contra la alegría duramente conseguida. Allí funden la alegría en coros vocingleros que lanzan su odio contra la moral.

Yo les digo esto porque es una cosa obvia, si la Naturaleza, en tales circunstancias, no le solucionase la mayor parte de sus problemas al hombre, refrescándolo, encendiéndole el sol, lloviendo sobre él y la tierra divirtiéndolo y arrastrando hacia sí sus pensamientos, sentimientos y miradas, alejándolos de él mismo y de todos los prójimos y adversarios, entonces el hombre no sería más que un cazador de hombres.

Ahora la Naturaleza le prepara un mundo al hombre donde su carácter agresivo va poco a poco desvaneciéndose al viento, en la desolación y el olvido. Le proporciona una carne de buena encarnadura y una mente de fácil cicatrización que no es la del yo ni la de las multitudes, sino la de la Naturaleza.

Así pues el hombre es algo que no se debe tomar en serio. Le falta auténtica credibilidad, seriedad. Unas veces revolotea; otras está inmóvil. Raras veces descubre el arte de ver realmente lo que él es.

Odiarlo carece totalmente de sentido. Despreciarlo es una fatua presunción. Amarlo es un arte que a menudo tiene que aprenderse laboriosamente en su compañía. Pero el sol que se levanta al alba es siempre más que amor, siempre más que odio, ridiculo, tristeza o desprecio, siempre más que belleza.

Es la verdad situada por encima de esas menudencias que llamamos hechos y datos que nos lanzamos mutuamente a los ojos en una cantidad que parece un cegador remolino de arena. El sol, nuestro común amor, se levanta y recorre con su luz vivificadora el mundo donde retumban los cuernos de caza y de caza del hombre.

Las olas de toda rebelión envejecen pronto y los senderos de toda rebelión pronto se convierten en amplias carreteras. Oueda una cierta nostalgia hada algo que no es la rueda del deseo o la de la venganza.

Cuando mejor es el hombre es cuando aspira al bien que no alcanza y deja de cultivar el mal para el que tiene mayor aptitud. Entonces tiene, no obstante, una dirección. Dirección sin meta. Libre de desconsideradas ambiciones.

EL AVERNO Y EUCUDES (Primera versión)

I

CUANDO Euclldes fue a medir el Averno se encontró con que carecía de profundidad y altura. Demonios mis aplastados que lenguados asolaban las llanuras de la muerte, corrían profiriendo ladridos perrunos sin eco a lo largo de líneas de fuego y líneas de hielo, a lo largo de las líneas trazadas en el Averno.

Siguiendo líneas que se rompían pero regresaban como líneas Iban manadas de líneas tras manadas de líneas de demonios codo con codo, en fila india o paralelamente cruzando el Averno.

No había ola alguna, ni alturas, ni profundidades ni valles Solamente líneas, trayectorias paralelas, ángulos yacentes. Los demonios avanzaban corno baldosas elípticas; vestían un suelo interminable como de escamas de dragón andan-

te en el Averno.

En cementerios apisonados donde el olvido había hecho estragos con su lisura reptaban serpientes — que no eran más que líneas gruesas: se apresuraban, reptaban, mordían lo largo de líneas continuas.

Un incendio en la hierba retumbaba en su encolerizada huida plana, recorría el terreno como una garlopa de fuego. Iba recorriendo malvadas praderas, malvadas estepas, llana pustza malvada. yendo y viniendo, siempre encendido de nuevo por el calor en las lisas llanuras del Averno.

II

EN la lisa llanura. los hornos del infierno estaban muy bajos, Allí ardían en habitaciones de ladrillo -superficiales como las tumbas de los muertoslos condenados arbitrariamente.

las víctimas de la llana maldad, sin consuelo de las alturas, sin apoyo de las profundidades, tratados sin dignidad, tratados sin categoría, tratados sin medida de eternidad. Sus quejas eran acogidas simplemente con mofas a la lisa llanura de la maldad.

Y Euclides, el rey de las medidas, lloró y el grito buscó al dios de la esfera, Cronos.

III

ESTO era el Averno. Miradas escrutadoras iban dando vueltas, pero nadie encontró un bosque en pie follaje rumoroso. No se elevaba pájaro alguno, ningún pez de las profundidades buscaba la paz del fondo. Nadie hundía

sondas ni redes barrederas en las profundidades. Nadie bajaba ni subía.

Todos bramaban rabiosos, se quejaban, todos se reían, odiaban, se vengaban presos en las líneas, en la superficie en la eterna lisura, en el malvado tejido.

Esto era el Averno, el país plano de la maldad, el campo de batalla de la destrucción, la llanura de la venganza. Allí rebotaba la luz del sol, convirtiéndose en el frío resplandor de un espejo malvado; el de las ilusiones vanas. Allí no se dejó piedra sobre piedra.

Esto era el Averno allí la vida avanzaba reptando para no caer víctima de la lluvia de plomo, la lluvia de acero, la lluvia de cobre que barría tempestuosamente a lo largo de los campos del Averno.

Y Euclides cayó de bruces. El gran medidor se pegó a la tierra, mordió su manto vegetal y se echó a llorar.

Gritó: ¿quién asciende? ¿Quién desciende? ¿Quién asciende con la buena voluntad? ¿Quién desciende a las profundidades? con el ojo y el corazón que van buscando la verdad?

Escuchó con el oído pegado a la tierra. Escuchó largo tiempo como en una llanura en llamas con el oído pegado a la tierra.

Escuchó mil años. Escuchó mil años más. Y finalmente oyó. Oyó un mar. Oyó el rumor de una fuente. Oyó crecer la hierba. Oyó una primavera universal un verano de la madurez. Oyó el viento puro de una sabiduría. Tenía una fragancia de fruta y mar,

tenia la fragancia de la Arcadia.

Y oyó una ola, de buena voluntad a través de todas y a través de todas las gentes. Oyó una corriente alta y profunda, un viento alisio alto y constante. Venía a ventilar, venía a despertar. Venía a ventilar la superficie que tanto lo había terrorizado, venía para que creciese y madurase, en altura y profundidad, para convertirla en un fértil reino de buena voluntad para todos; aquella superficie que tanto lo habla torturado durante mil años y luego otros mil más; la superficie que encolerizaba ruge en el Averno.

DE «CIGARRA» 1953

EJERCICIOS DE DEFENSA CIVIL

CIGARRA

QUIEN no le desea al condenado a muerte poder convertirse en una mosca que huyese de la celda de la muerte como de la cabaña de la leyenda cuando la artera bruja con el cuchillo escondido comienza a importunar junto al horno.

Qué hermoso sería tantas veces como arde el fuego de la guerra ser transparentemente invulnerable y poder desaparecer completamente en una felicidad incombustible como un gnomo, sobre alas igualmente alegres. Qué hermoso sería de repente en un árbol ser convertido por arte de magia en cigarra.

Imagínate ahora ya achicado que por los prados de la leyenda te alejas danzando, en ropas de mariposa, de los lacayos de la vergüenza. Cuanto más te bajes mejor oyes cómo el grillo y la cigarra pulsando las mínimas cuerdas del corazón nos llenan a todos de júbilo.

El pesado poder de la tenebrosa maldad nos dejó a nosotros en paz con alivio vimos el desprecio que dedicó a nuestro grupo. Éramos demasiado pequeños para ser asados a la parrilla o a la brasa. De esta manera pudieron los grillos convertirse en hermanos de las cigarras.

Lo único que nos atemoriza ahora es el día en que nos hagamos grandes, cuando la más pequeña hada del prado sea elegida concubina del gigante Timur Entonces, nos volverán las dificultades

a nosotros, contentos en este instante, jamás volveremos a ser moscas y jamás seremos cigarras.

Por éso debemos aprovechar todos nosotros y tocar nuestra lira y danzar con típulas y mosquitos en el luminoso vértigo de la hierba, hasta que el grillo advierta que es ya el momento de volver al mundo donde los gigantes de nuevo profanarán nuestra vida.

Pero hasta nuestra muerte en inciertos tomentos entre los mastodontes de nuestra época y hasta nuestra muerte en el campo de la violencia junto a los frentes de fortificaciones destruidas nuestra última nostalgia volará ardorosamente hacia esas horas jubilosas en que achicados, y mínimos jugamos a ser mariposas y cigarras.

LA CATÁSTROFE

DE espaldas a la cotidianidad de los hombres oteaba Tycho desde la Isla de Hveen el Universo donde brillaban los semblantes de los soles.

Una noche en que se consumió una nova, un sol camino de su destrucción oyó a sus espaldas la voz quejumbrosa de una jornalera:

Misericordioso señor, mi hijo está en peligro. Ay, antes de que salga el sol mi hijo habrá muerto.

Tycho permaneció inmóvil investigando la nova en el telescopio, vio cómo desaparecía para siempre un sol para los mundos que habían gozado de sus favores, pensó en las gentes de aquellos mundos, sus reinos sorprendidos, todo lo que habían hecho, soñado y sentido hasta la fecha en que la llama surgió súbitamente de la blancura ígnea de cielos retumbantes y los océanos del mundo no bastaban para apagarla.

Temblando sintió el innominado dolor de Casiopea, y sin volverse hacia la quejumbrosa mujer te dijo: Mujer, acabas de nombrar el sol. Recordabas la existencia del sol. Grande es la bondad de tu memoria. ¿Cómo está tu hijo? ¿Enfermo?

SUEÑO INVERNAL

Soñé que era un negro, Fui apresado por todo el poderoso y hostil bosque invernal de lo blanco: el clan de jinetes de los abetos cargados de nieve.

Llegaron a millares con sus puntiaguados capuchones de nieve, se fueron acercando, cada vez más densos y blancos, me agarraron en un claro del bosque, me embrearon con un cepillo por el camino y me hicieron rodar por la colina sobre la infinidad de plumas del invierno nevoso. Y las risas retumbaban estruendosamente cuando yo andaba tentando a ciegas,

y me alejaba cojeando embadurnado en la humillación por el sendero abierto por numerosos pasos. Y el eco de voces blancas y el eco de blancas montañas resonaba cuando todos gritaban en la oreja embreada: ¡Mira, mira! ¡Ahora da gusto vivir! ¡Mira, ahora es invierno en el mundo!

SIÉNTETE ACORDE...

SIÉNTETE acorde a tiempo con todo lo que parece y haz que tu corazón reúna toda su añoranza que es muy grande y no cabe en ninguna tumba. Haz de esa añoranza la canción del corazón.

Siéntete acorde a tiempo con el arroyo que va congelándose el arroyo que, encogido, se está helando bajo el puente. Un día fue la cinta más bella de la cabellera de los campos estivales. Un día corrió bravío, con su plata descoyuntada, a través de un bosque. Fue una primavera. Una muchacha volvía a su casa con una cesta de morillas.

Era bella. Era primavera.

PODER TERRENAL

EL poder no necesita símbolos determinados. Es omnívoro. Ahí radica su poder. Ahí radica su fuerza combativa en que al igual que los gigantes o los malvados de entre los dioses se apodera violentamente de cualquier cosa y combate empleando trozos desprendidos del caos: rocas informes, corrientes que solamente fluyen mares que ondean gratuitamente ante manos gigantescas.

El poder no necesita más que utilizar la realidad tal como es, tal como se presenta, con su tuerza de confusión, de desorden, asi como el torrente es agua desordenada asi como el crisol es metal desordenado.

También el poder atrae hacia sí en remolinos los frutos de la paciencia y los frutos de la investigación,

El que de esta manera sea contradictorio no le preocupa. Considera a la lógica como su esclavo y a la verdad como uno de los esclavos. Al final coge los antiguos símbolos como plumas para el sombrero. Por capricho. Sin ninguna necesidad. Y el mundo sigue rodando. La realidad sigue su camino. El omnívoro sigue su camino.

CABAÑA EN DESCOMPOSICIÓN

LOS blancos perifollos con su diáfano velo de flores fueron las últimas cortinas de la cabaña abandonada. Rota su columna vertebral, el tejado se había desplomado dentro de la casa. El sendero no es mas que una cinta de herbazal por el que ya nadie viene. Pero el enebro y la piedra se han acercado uno a otra. Se casaran dentro de cien años.

EL M0NT0NCIT0 DE GRANIZO

EN la espesura de escaramujos había un montoncito de granizo, la tormenta había vertido una carga de su blanca gravilla. Y la niña que descubrió la pista de las perlas las vio descomponerse allí en el susurro del viento.

EL BOSQUE DEL OLVIDO

A veces desde la realidad nos llega hasta aqui un pensamiento. Disfrazado de sueños pero sin base afectiva, pronto descubre que la añoranza misma ha muerto. La canción de la melancolía ha perdido su efecto de eco. El sendero olvida con júbilo el recuerdo de los zapatos del hombre. Aqui quedó el corazón liberado del deber de melancolía del sentimiento. Aqui todo está liberado y los yermos contentos.

FENÓMENO ESPECTRAL

COMBADO sobre el bosque y el lago se apoya el arco iris ingrávido como una pompa de jabón en una montaña de granito.

Preparado para huir en cualquier momento, listo para ser borrado, estallar y morir, tímido frente a todas las miradas que por los caminos rutinarios persiguen la belleza fácil de cazar, aterrorizado ante el peligro de volver a oír los gritos jubilosos de los flojos ascender hacia él desde fortalezas, calles y tejados, se desvanece furtivamente en la nada, esconde sus despojos tras una muralla de truenos.

LA SIERVA

ELLA arrojé lejos ni azada y avanzó hacia él diciendo: no derroches demasiados años en la piedra inconmovible de tu obstinación. Demórate alguna vez con mi corazón en el rocío y escucha al zorzal y al cuclillo. Pronto nos encontrará el sol del crepúsculo lo suficientemente viejos para que lo sigamos para siempre cuando se acuesta detrás de

las colinas.

MITO TROPICAL

LA lluvia lanzó su red sobre la selva, capturó al demonio de la sequía. Los rayos mantuvieron alto el farol, vacilaba, se apagaba, se volvía a encender hasta que todo pasó y los árboles se sacudieron la humedad. Se hizo de nuevo la claridad. Los monos prendieron a la luna naciente en un cesto poco de tupido de lianas. Huyó de allí, pero se le cayeron unas brasas sobre el rugiente carayá y en las ramas del árbol mohra.

Así fueron creados los cocuyos.

ESTAMPA DE NOVIEMBRE

PÁJAROS vivarachos y placenteros

se alejaban arremolinándose por bandadas, se hundían y desaparecían en los cielos del frío otoño. En la desnuda rama permanece la corneja, dura y gris como un zapato polvoriento, una bota arrojada.

EL VERANO

LAS hierbas se enmarañaron cayendo unas en brazos de otras comenzaron a entretejerse formando una bóveda que ocultaba el arroyo Hundido en el ropaje del verano fluía sin que se le oyese, resplandeciendo únicamente en su camino como una cadena de plata.

En pleno verano la flor estaba en su apogeo, sus aletazos eran el verano. Desde el germen hasta la semilla iba ella volando con alas de roja amapola.

EL ISLOTE

EL somormujo tuerce la cabeza y se da la vuelta, se lanza detrás de su cuello como detrás de una flecha polícroma por los círculos del agua. Y el islote se balancea, se desliza como un barco con aparejos de roble, juega por un instante con sus siglos en las olas del ahora.

CUANDO HA CAÍDO EL ROCÍO

EN su búsqueda de orquídeas una mariposa nocturna agita su alas silenciosas en el crepúsculo de la hierba y el caracol aparece profundamente negro. Comienza su peregrinar en dirección a la niebla. Todo está tan en calma que la hierba ni siquiera se mueve. Pero de pronto y silenciosamente la noche naciente lanza su guante por entre las nubes de mosquitos: un murciélago.

RECUERDO DE UNA IMAGEN OTOÑAL

LAS nieblas matutinas del otoño se iban haciendo más perezosas, se desperezaban durante largo tiempo y se extendían dilatadamente formando lisos suelos de vapor en los bajos prados pantanosos. Se demoraban en torno a luminosos arces como el humo de locales nocturnos en torno a rubias cansadas. Cuando el sol levantaba hacia aparecer envueltos en llamas bosques amarillos como el fuego del humo. Entre las hojas del suelo candentes entonaba un saltamontes su intermitente chirrido para la última caravana de hormigas.

LA MAYOR PARTE DE TODO —

LA mayor parte de todo lo que hay en prados y bosques no cabe en la imaginación ni en la memoria. La mayor parte la ves pasar de largo.

La línea que vas trazando con tu peso cuando caminas se convierte con los años en un sendero. Pero hay algo que se demora en todo y que se ocupa de todo. Domina todos los laberintos que existen. En ti se convertirá no sólo en un sendero.

CAÍDA DE LA HOJA

EL bello abedul riza sus bucles amarillos con la negra rama del otoño, pero las tenacillas se enfrían. El viento desgarra tenues tiras sedosas de la desconchada corteza del abedul. El viento arrecia. El abedul se mece hacia atrás y adelante. La belleza nunca tiene tiempo de arreglarse.

EL MANSO

LA gente estaba indignada con el viejo del molino

por el musgo que cubría la rueda de su molino. Llamaban al musgo verdor de ruina.

El viejo del molino los dejaba estar. Pensaba: de todas maneras pronto descansaré en mi tumba. Y cada generación tiene su propio musgo que sin embargo, al final, juzga inútil defender, como yo, porque cada nueva generación comienza su camino con ceguera hacia atrás y codicia de lobo hacia adelante, y termina su camino con nostalgia hacia atrás, donde estaba la vida, y con el odio orientado hacia adelante, allí donde está la muerte. Si no siempre podría haberles dicho que el musgo que cubre una rueda de molino de madera impide que la sequedad la agriete y la raje.

Así de sencillas suelen ser las cosas, todas aquellas cosas de las que uno en su silencio sabe algo, pero sobre las que uno considera inútil hablar.

La sequedad del verano raja con mayor rapidez una rueda hidráulica enteramente desnuda y desprovista de musgo.

LI KAN EXPONE SU OPINIÓN SOBRE LOS GALLOS

EL gallo fuerte hace hasta el último momento una exhibición ante la fuerte y ciega vida para demostrar que está a la altura de ella. Pero el que se atreve a ser el débil no se apresura. Lo que opine la vida no puede opinarlo él. Lo que le da la vida lo aprovecha pacíficamente como el pollo perseguido a picotazos en el bosque de la vida.

Su concepto de la vida no es negación, ni odio ni desprecio, sino la triste aceptación, que a veces puede mezclarse con alegría de existir, no obstante, un breve tiempo. Canta tristemente sobre la tumba del gallo fuerte.

LAS GRANDES SOLUCIONES

LA resignación se encarga de arreglar casi todo, poco a poco va surgiendo en el corazón una suave costumbre del dolor.

Esto sucede completamente sin gritos ni vivas.

Uno se esfuerza por subir, pero se acostumbra a bajar.

No son las revoluciones sino las resignaciones las que a la larga le han permitido vivir al hombreen la medida en que ha vivido. No obelante, nadie ha sobrevivido finalmente.

Probablemente se pueden arreglar las jubilaciones pero las resignaciones se arreglan por su cuenta.

Libera poco a poco y sin cesar a todas las instituciones estatales de las obras que ellos se ufanan de haber hecho.

Pero las puestas de sol sonríen.

DE «LAS HIERBAS DE THULE» 1958

DEBES CONSOLARTE.

FINALMENTE debes consolarte con el hecho evidente de que la extensión de los hielos aumenta. Que los jubilosos fuegos artificiales son ocasionales, que el ponche con clavo cordialmente caliente no calienta demasiado en el poderoso Ártico. Debes alegrarte de haber conseguido este penoso conocimiento envuelto entre témpanos de hielo. Debes alegrarte finalmente de no ser ciego.

EL REFUGIADO

DESPUÉS de haber regresado de las fauces de la muerte encontró durante largo tiempo fantasmal el vivir. Le parecía que había una cuchara de más en la mesa. Se miraba en el espejo de la sopa para ver si no...

después comía hambriento hasta el dibujo del plato: una escena de caza de Johsia Spode el Joven. Fuera resonaba el cuerno de caza, era otoño y todavía seguía cazando algo por el mundo.

RELACIÓN

ENTRE la poesía que vive en tu corazón y la amapola existe un contrato escrito por el viento y firmado por la destrucción. Está escrito con una pluma de grulla mojada en sangre de libélulas. Para ambos el problema consiste en saber cómo burlar con astucia a la vida para que dé su fragancia en las palabras y asi éstas puedan parir sueños sólidos. Sí, los sueños tienen que construirse más firmes que las ciudades y diariamente deben ser remendados y reparados tras los ataques cotidianos y corrosivos del diente de la utilidad que es peor que el diente del tiempo.

INVOCACIÓN

LA luna llena resplandece en el mar y tú en mi corazón. La ribera espera y envejece. Tú no llegas nunca. Efímero es el sendero de luz lunar que riela en el mar que devoró el barco en el que hubiésemos viajado un largo tiempo llevados por el deseo, tocando la flauta y la lira uniendo la canción y la carne en el viento de plata.

EL DILEMA

Si te incorporas a un ritmo de vida que va acelerándose con el tiempo descubres con frecuencia que la libertad inversamente disminuye. Finalmente también la costumbre sale al encuentro de su muerte y en la enloquecida competición de los cambios se ahoga el arte de fijar un recuerdo en el fluir del tiempo. También desaparece el sentido de la sombra de la añoranza, ningún espíritu elegíaco honra las fincas de la destrucción,

Las perlas de continuas traiciones y decepciones se van ensartando en el mismo hilo, el hilo del tiempo que pasa.

SUEÑO

AHORA canta un pájaro.

Ahora sale una luminosa ondina del manantial. Nos llevó por el rocío hasta un arroyo. Allí nos dio la bienvenida una graciosa náyade y nos llevó por el arroyo hasta un río. Allí fuimos recibidos por la nereida Tetis que había venido apresuradamente desde el mar cuando oyó que todos estábamos ya en camino. Ella no pudo esperar.

Y esto nos emocionó más que cualquier otra cosa que ella hubiese venido a nuestro encuentro desde un mar tan lejano. Qué gesto de bienvenida.

Ahora nos lleva a todos con feliz determinación al mar de los mitos.

EL ULTIMO AÑO

FUE el año en que la cabaña abandonada del bosque fue vendida para leña. Llegaron los leñadores con un camión, la demolieron en tres horas y cuarto y se llevaron también el brocal del pozo. No era grande cuando quedó separado del pozo. No se preocuparon siquiera de romperlo, lo colocaron en la caja del camión tal como estaba. Allí quedó como un pequeño cajón gris cubierto de musgo.

Cuando todo volvió a quedar en silencio salió la comadreja del viejo muro del fogón. Llamó a un cuclillo del bosque, y juntos celebraron un breve servicio religioso. El cuclillo cantó un pícaro salmo. Con ello terminó todo. Después nada volvió a ser como antes. Pero los veranos siguieron su caminar haciendo crecer hierba fina y guirnaldas.

PAISAJE

EL bosque se demora en la linde de la llanura para informarse acerca del rumor de los trigales en verano En junio es cuando suenan con más suavidad y más delicadamente amarillos y en mitad del campo hay un montón de piedras. El verano cuelga allí su aire solar y los campos se mueven placentera y esplendorosamente en todas las direcciones mecidos por el espíritu del viento.

LA CANCIÓN DEL PRADO

UN prado en flor no puede ser descrito más que por sus mariposas, sólo puede ser cantado correctamente por sus abejas Mantener unido ese vuelo multitudinario y distinguir correctamente el canto de las abejas sólo pueden hacerlo las hadas que han practicado eternamente.

EL HERRERO Y EL YUNQUE

CONOCE su yunque. Sabe dónde golpear. El marrillo estremece toda su masa con olas sonoras. En su acerado cuerpo de hierro se extienden los anillos como en el agua. Asi contesta con dura elasticidad a todo lo que merece respuesta.

EL ESCLAVO DE ASURBANIPAL

EL ser esclavo del gran rey Asurbanipal el señor del Universo, era mejor que ser su consejero o su rey vasallo. El puesto de consejero era particularmente inseguro. La ira del gran rey era la del león desgarrador. Numerosos consejeros fueron desollados. El trabajo de esclavo era, por el contrario, tolerable, debido a una ordenanza del gran rey, según la cual los esclavos, caballos y perros debían ser tratados igual y estar, además, bien mantenidos y de aspecto agradable durante su servicio en palacio.

Como esta ordenanza se cumplía escrupulosamente y como los propios esclavos contribuían a dar una impresión de limpieza sobreviví, en tanto que esclavo, a muchos buenos consejeros. Ni siquiera el astuto Kadsabuk —experto en cóleras de león — logró sobrevivirme. Su piel fue extendida en el muro de la Ira mientras mi piel era uncida diariamente para el servicio de centinela. Yo pertenecía a la Guardia Aromática.

Cada día a la hora del lavatorio me limpiaban y me atendían con la misma escrupulosidad que si yo hubiese sido un caballo de caza o un perro de palacio. Así pude pasar mi vida mientras muchas otras notables personalidades eran quemadas como polillas de servicio por el Gran Rey, la Lámpara de las lamparas.

MITO DE LAS PROFUNDIDADES

A veces llegan los vientos a visitarme en mi guarida la ventilan, entonan una canción en la goteante bóveda. En otro caso la soledad es mi destino y nadie me mira.

Engendrado por el malvado Ogron, el de los brazos de araña de la estirpe de los octópodos, la que reina en las guaridas marinas, nací aquí de la pobre y hermosa sirena que aquí en la cueva fue forzada por el malvado Ogron.

Un día después de haber practicado ella su tentador oficio y haber cantado una canción para el experimentado navegante, Ulises, la agarró Ogron y se la llevó a su guarida, la violó y me engendró a mi, el oculto.

EL ROBLE NACIONAL

CUANTO más te acercas a rastras

al tronco del gran roble más va raleando la hierba. Junto al tronco el suelo está pelado y duro. Cuánto más no exige un árbol nacional en una dehesa heráldica. Allí pasan grifos. Comen la Gloria que junto al roble es siempre la gloria del roble y no la de otro. En el tronco la gloria parece inmigrada del entorno. ocupada para siempre y allí endurecida, atada, fija. La hierba y los caminantes que se han acercado demasiado o los caballeras que han luchado por el poderoso rumor todos están presos en el interior en el roble de los siglos en el árbol de Dodona nacional.

EL CONSEJO DE LI TI

SI tienes dos monedas, dijo Li Ti durante un viaje, compra un pan y una flor El pan te sirve de alimento. la flor que compres significa que la vida merece ser vivida.

POEMA ESTELAR

RECUERDO que una vez el resplandor de la luna estuvo aquí trabajando de plateador. Aqof estaba el sol con una peineta de oro en su cabellera. Pero lo más inmenso era la noche con su cola de luz estelar arremolinada grandiosamente en torno a la visión de los fantasmas envolviendo todos los horizontes para protegerlos. Una tarde en un sendero de un bosque de abetos camino de las casas de torreones ayelmados encontró la hija del astrónomo la hermosa Deneb en la hierba el probable peine de plata

con el que el señor de la Torre una vez había peinado la cabellera de Berenice.

LOS ABETOS SE ILUMINAN

HAY un tiempo en junio en que los bosques de abetos tienen la luminosidad de la lechuga: rebosantes de retoños anuales de un verde dorado resplandecen con más alegría que los bosques de abedules. Entonces de la rama extrema del abeto surge una fragancia de primaveral delicadeza de la juventud de la resina antes de convertirse en un duro ramaje seco, en el abeto de las tumbas. Luminoso es el tiempo en que el abeto se adorna a sí mismo. El tiempo en que el propio abeto se viste de gala con luminoso ropaje.

EL VERANO REFRESCA

EL viento sopla adusto por entre el otoño de los robles.

El frío va contagiando lentamente a la frescura. La sombra que recientemente era agradable ya no tiene fuerza para seguir siendo el amigo de los caminantes.

EL MANANTIAL DEL BOSQUE

EL manantial del bosque que se esconde entre los helechos pregunta a la luna si no podría quedarse un ratito en el redondo espejo. Pero desgraciadamente la luna tiene que marcharse porque está invitada a una fiesta. Su boca torcida pronuncia un nombre pero justo en ese momento se oye el murmullo del bosque.

SUITE NÍVEA

1

DE níveas pesadillas soy la presa mecida en las fauces del valle por el zorro polar del iInvierno.

Una reluciente gallina cegada por el fulgor de la nieve. Recién capturada, aterrorizada, eligiendo cuidadosamente las palabras. Qué hermoso es todo el entorno. Mi ojo de gallina mira el montón de reojo y me voy apagando extasiada y galliciega en el valle de los azulados cielos de hielo

2

Blanca nieve por qué tan blanca sobre un mundo tan manchado de sangre. Por qué cubres todo.

Yo te canto como nieve falsificadora. Caes indefensa. Desamparada vas entregando pureza a la tierra sacada de nubes de un azul hielo.

Pureza hasta perderse de vista. pero nada contrapesa hoy

este níveo bosque tan puro, tan recién planchado tan bellamente vestido para el reino de los símbolos. Blanca nieve sin hogar.

3

Unos hermosos días antes de quedarse uno ciego canta el solitario viento nevoso en el invierno de los puros pensamientos, el mundo de las heladas verdaderas con sus honestas curvas blancas.

Uno encuentra hermosos los animales creados para estos níveos salones: la liebre blanca, la lechuza blanca que cambia de árbol en silencio el armiño que desaparece corriendo.

LOS ABETOS SE OSCURECEN

AHORA los abetos se van oscureciendo

cuanto más se destaca el amarillo de los abedules. Luego en un solo día todo puede quedar transformado y las ramas desnudas susurran ralas como una reja en pleno bosque. Pronto será únicamente la avena, que todavía se cultiva para algunos caballos supervivientes, La que ilumine el claro del campo, resplandeciente en su desnudez de latón, tan amarilla.

EL INSTANTE

SENTADOS en silencio, durante un instante de felicidad mirábamos la danza de las mariposas. Agitaban sus banderas amarillas en el solemne resplandor del sol.

Pensamos: un día será agradable recordar cada uno de estos instantes cuando instantes de otra clase se hayan ido acumulando hasta formar años, una vez cuando todos los pinchazos recibidos hayan crecido hasta convertirse en heridas.

LA IMPOTENCIA

UNA vez encontré en las entrañas de un bosque un hacha clavada en la tierra hasta el mango. Era como si alguien hubiese querido hendir el mundo entero en dos trozos de un solo hachazo. La voluntad no había faltado, pero se había partido el mango.

PÉRDIDAS

LAS pérdidas de la poesía no son sólo de la poesía. Mirad esos motivos muertos para siempre que en su caída arrastraron a los símbolos. Hay un campo de batalla sembrado de tales muertos. Las vertiginosas transformaciones, el violento espíritu de la devastación que durante largo tiempo se han cernido sobre los campos, angustian a los ancianos y enloquecen a los jóvenes. Sobre todos nosotros ha descendido un rasgo de locura: un hombre cobarde, indigno, imitador.

LAS LAMPARAS DE TACLAM

PASARON la noche en vela. La lámpara estuvo largo tiempo encendida. Llegó el alba y la lámpara te apagó aunque seguía encendida. Ardía en plena luz del día sin que nadie la pudiese ver hasta que alguien entró y apagó la lámpara en la casa de la vigilia. Entonces ya se habían apagado los que velaban. Un crujido de botas sobre gravilla se oyó allí afuera en la noche que se demoraba a pesar de la luz del sol. Noche universal. Terror en la ciudad. Tormenta, aunque la brisa del viento apenas importunó a las hojas y no era más que un ligero susurro para aquellos que no habían sido molestados cuando el terror fue tomando casa tras casa.

El sol siguió subiendo aunque las tinieblas

duraron todo el dia. Para el que era perseguido sin cesar la noche no terminó nunca. La noche no abandonó jamás a los que en filas ordenadas cayeron en silencio junto al muro en Taclam, la ciudad del terror.

ROMPEHIELOS

EL rompehielos de Thule avanza rugiendo. Aparta con crujiente estrépito unas puertas blancas más pesadas que las de Egipto y hace gárgaras con la nieve que cae.

La grieta abierta se convierte en un camino recto y llano para los fletes del comercio en el duro mar del golfo de Botnia.

EL SOL

EL sol es una joya ardiente

que jamás está satisfecha con su fuego y resplandor. Flamígero e inquieto lanza sus rayos violentamente contra dios su orífice.

DE «EL COCHE» 1960

LA CONFESIÓN DEL CANTO

HAY cosas que nosotros no queremos saber ni creer: que las flores son ciegas, que la luna está muerta, que los nenúfares se pudren en otoño. Las liras tienen su canción. El sentimiento tiene su música del idioma. Palabras y más palabras cogidas de la mano bailan en corro envueltas en la neblina del bosque bajo una luna roja. Un errante idioma de sueños en los que el placer es buscado y evidente en virtud de la voluntad de una cortesía idealizadora frente a la muerte siempre segura y horriblemente putrefacta. Ante estas perspectivas las palabras se convienen voluntariamente en ninfas. Mueven con un romanticismo pasado de moda sus faldas de azucena. Borradas del saber, destrozadas por la investigación. No obstante vivas y surgidas al torbellino de la danza impulsa-

das por su propia fe y bailando sus ritmos al compás de nuestra melodía del idioma en el valle nocturno.

LA HORMIGA DE LA PALABRA

LA hormiga de la palabra vuelve. Levanta, intenta conjurar de nuevo la inercia de tas cosas, las pérdidas de la palabra. Pierde la brizna de hierba, la vuelve a coger. La hormiga de la palabra conoce el poder y la impotencia de la palabra.

EL MIRADOR

LOS años fueron cambiando el paisaje que se vela desde el mirador. Con trinos de zorzal y canciones de frambuesa pasaban prima-

veras y veranos. Los campos que iban madurando envueltos en luz brillaban como espejos de sol Rugía la tronada. El duro esmalte del granizo masacraba el trébol Poco a poco fue cambiando también el mirador. Arrancaron de las ventanas los vidrios de colores y los vendieron por otros sitios cuando derribaron la casa. Allende la casa y en un círculo más amplio estalló el mismo año una de las guerras y el mundo también cambió en buena medida, casi en sus cimientos.

LLEGAN LOS RECUERDOS^

LLEGAN los recuerdos como ráfagas de tormenta, adornados de errantes multitudes de hojas. Nabos frescos en la pilada, en el crepúsculo de la tierra el farol del otoño. La vida un sueño verdadero con el olor a tierra en la nariz. La muerte sin haber conseguido imponerse todavía, abrazada por la niebla, dominada por las posibilidades de los pequeños elementos

como por un amor del aliento.

Cada mujer podía guardar cerrada la felicidad como un tarro de miel olofial o un pecho femenino rara vez descubierto. por una feliz equivocación, violento e inesperado eno el resplandor de fuego. Los pensamientos se elevaron y cayeron con peso feliz y creyente más profundos y mis próximos pegados a todo lo que merecía ser amado.

LA MEMORIA DEL ROBLE

BAJO mis ramas tengo la carretera nacional con sus piedras miliares. Pero es ella la que de preferencia viene a mi memoria. Ella, la hermosa del sendero. Ella siempre viene alguna vez cada siglo. A veces desaparecía y dormía en las profundidades de la tierra pero pronto se volvía a levantar tan parecida que de nuevo volvía a ser ella. Probablemente ocurriría en el interior del pueblo

eli que ella volviese a despertarse. Probablemente regresaría allí por debajo de la tierra. Así vencía ella siempre. Mi copa susurra por ella. Ahora hace ya sieio siglos que la conozco. No obstante es como la primavera pagada.

EL MUNDO SENTIMENTAL DE LA UTILIDAD

DESTERRAROM el antiguo sufrimiento, el antiguo dolor. Levantaron el yugo que agobiaba al buey de los campos. Pero inmediatamente después se llevaron también el buey.

Así ocurre cuando la liberación viene de mano de la utilidad En las aldeas del país ya no queda yugo alguno; pero tampoco quedan bueyes.

EL GATO

EN un largo y obstinado sueño fui el gato del pasada Me querían arrojar a los perros. Levanté mi erizado lomo y me alejé de la mano que alzaba y rechazaba,

agarraba bosques, techos de musgo y leyendas populares. Cuando vieron la obstinación de mi memoria me dieron una violenta palada. A duras penas pude librarame de los perros y llegar al bosque Desde entonces no me moví de allí. Jamás me atreví a salir de allí, pero me mantuve cerca de la granja de los recuerdos.

EL VIENTO DE LAS COMPARACIONES

TODO tiene que ser comparado con algo para estar vivo. Éste es el movimiento del idioma sobre las cosas. Existe un viento dc las comparaciones. Un viento que refresca, reúne y separa. Elimínalo y cubrirás el mundo con cemento, te convertirás en siervo de las cosas.

LOS RECUERDOS

LOS recuerdos no son tuyos ni míos. Nada de guardarlos en la cartera. Los recuerdos son el rocío imprescindible que cae sobre las edades del pensamiento.

Sin ellos jamás podría conservar una idea su humedad y madurez. Los recuerdos refrescan todas las ideas que viven realmente.

Todos los que atacan la finca del recuerdo desde las alturas de su sequedad son una perfecta calavera parlanchína situada en el secadero donde únicamente se conserva la verdad de la forma pero no el rumoroso sonido de la fuente.

Hay en todo recuerdo vivo una savia, Los recuerdos vienen desde su bosque en tu ayuda. Te enseñan lo que tienes que echar de menos para poder vivir Gracias a ellos reanudas contacto con las hadas, recuerdas sus avisos alrededor de lias cunas. Recuerdas en la profundidad del pozo las ramas reflejadas del árbol de Dodona.

SÁLVATE

SÁLVATE por los profundos senderos del recuerdo, para preparar allí el futuro y llegar a alcanzarlo con una ondulante bóveda diferente a la que tiende el día.

El futuro menor no te ofrece más que su amenaza y su juventud que menosprecia los recuerdos. El futuro mayor es otro y está más lejos. Está sentado allí, esperándote junto al mismo río que encontraron los recuerdos cuando iban buscando su más profundo pozo, su más lejano espejo.

LOS VERDUGOS DE LOS SUEROS DE LA VIDA

NUMEROSOS eran los verdugos de los sueños. Más numerosos que los sueños. La sílfide fue decapitada sobro un tueco, La ninfa sobre un tronco. En lugar de la Dríada llegó Irma, la del campo de concentración de Belsen. Era el señuelo que las llevaba a las cámaras de gas de las montañas. También había bastantes gigantes antropófagos, claro. En cada montaña un duende con las armas de un Estado talladas en un trono de piedra. Naturaleza y hombres se iban fundiendo por nuevas sendas del

horror, terror en la montaña y en el bosque de la vida. Caza del hombre. Todo confundido, caóticamente entrelazado como un puñado de serpientes. Bajo todos los árboles reinaban los hachazos crimínales. La leyenda y la realidad fueron barrenadas al mismo tiempo, por la misma lanza.

LA CARTA

EXISTE un sobre grande con los nombres de todos nosotros. Adornado con un borde como de sangre ennegrecida. La pegajosa carta de pésame del pasado. El distinguido destinatario de la carta somos todos nosotros. Nosotros que nos vanagloriamos del progreso sin sentir vergüenza ni culpabilidad por las víctimas que ha costada

Con esa carta en la mano estamos todos los años. Su pegajosidad es diaria.

LAS JAULAS

PARA los dioses las épocas son jaulas colgadas en árboles que se deshojan. El corazón del hombre canta en su jaula como un pájaro de la época y cautivo. Una vez pasó un dios por este bosquerillo acompañado de una bellísima diosa. Ambos estaban más allá de la edad eternamente vivos. Su espíritu caía como el rocío, su linterna era un sol. Colgaron unas jaulitas de tiempo en los árboles. Luego siguieron su camino. El mito los canta. Todo los añora. La nostalgia que inspiraron en las profundidades de las almas jamás la olvidarán los ríos.

LOS DIOSES

LOS dioses no caen ni tampoco ascienden. La aurora vive eternamente en su país. El crepúsculo ni siquiera en proyecto es encadenado por ellos para mantenerlo en la cuna del sol

con una fuerza rugiente. En ellos duerme el eterno recién nacido, el niño prodigio en la cuna de la eternidad, a veces se despierta y mira a su alrededor con conocimientos completos sobre todas las cosas.

Oh, el país de los dioses no es el nuestro. Sus artes no son las nuestras. Viven en el fuego, viven en el frío. Siempre en casa. En ellos se consena cada mañana. En ellos y para ellos.

Les preguntamos a gritos Por qué pasan nuestros años. Jamás nos contestan Para ellos no existen los niños. Para ellos que tienen el poder y el conocimiento de la eternidad son años y vida simplemente un elemento. Uno de los incontables. Dejan que los años se repartan y luego nieven. Los vuelven a derretir como nieve.

PALABRAS DE TRANSFORMACIÓN

LAS palabras de la transformación llegarán sobre las alas del pensamiento con soluciones y descubrimientos. Un día encontrará el mundo la fórmula que abre la cerradura de las letras giratorias. Entonces oirán todos, bueno, los que hayan nacido en el interior de la cerradura. oirán entrar La llave Oirán el claro discurso de soles sonoros. Un día sonará Effata.

GLADIADOR EN EL AVERNO

YO era joven cuando llegué i la ciudad de la Crueldad aquella cuyos habitantes soportan el sufrimiento ajeno con la ayuda de una soberbia que siempre apoya al crimen con un estilo y un engaste que obliga a la crueldad a concentrarse ante todo en eli resplandor de la hematites del engaste de manera que el brillo de ésta en general habría que consideralo como el brillo de la cornalina de Roma.

En esta cornalina iba yo incluido como un punto de sangre, como uno de los millares de brillantes puntos de sangre que juntos dan a la cornalina su color de carne.

El verse siempre rodeado de este populacho voluptuosamente interesado en el arte es ya difícil hasta para un animal. Todavía me fue a mí más difícil, a mí.

Pero a veces, en pleno combate oía las vocea de aliento de algün amigo de la infancia o de un maestro. a veces oía incluso la de Eufonía, naturalmente sólo como un vago eco en el caracol del oído. — Y el yelmo retumbo siempre bastante y reproduce en el interior del oído el susurro del latido de las sienes, rumor cuya potencia va aumentando paulatinamente a lo largo del combate — es decir, una ilusión auditiva. No obstante, siempre es una voz más agradable que la de Roma,

mejor que el gusto y el sabor a sangre de lao ciudad de la Crueldad

El día en que resbalé era un día de otoño. Eo el anfiteatro hada mucho viento. La gente sentada en las gradas de piedra tenía el culo helado y comenzaba a añorar el hogar. Entre los últimos del día estábamos mi contrincante, un secutor, y yo. Fui condenado por un simple resbalón. Como la gente estaba helada ali secutor le hicieron inmediatamente la señal de terminar.

Ahora estoy en el Averno. Si uno compara no tengo nada de que quejarme. Ahora ya no nos agobia el temor o la muerte. Los cultivos están aquí algo más adelantados. El nivel es más alto.

Esto es todo lo que puedo recordar; La mayoría de los recuerdos ha sido dispersada por un viento camino de la libertad pero sin apoyo alguno. Si Eufonía vive todavía hacedle llegar mi amor.

EL GIGANTE

ESTA sentado en la puerta prehistórica de piedra escarbándose los dientes, Ha comido seres humanos. A su alrededor están sentados sus enanitos. Hay una miríada de ellos en los escalones pero la mayoría los tiene ya en su estómago. Se golpea el estómago y declara la guerra. Se acaricia el estómago y ofrece la paz, ya está saciado. En torno a él vuelan pájaros, son sus águilas de ataque, sus buitres de observación. Considera a una ciudad como filete o como carroña. Cuando una ciudad está tierna la coge.

Él habla sobre el futuro. Será fantástico, fuerte y poderoso. Irá creciendo y construirá grandes ciudades. Cada una de esas ciudades se irá poniendo tierna con el tiempo, un tierno filete para su hijo.

EL MOLINO

CON las alas a los cuatro puntos cardinales volando en las alturas muy por encima de las piedras muele el molino la harina que ha de mezclarse con el sol de los campos en el pan del espíritu.

En estos campos no se vive únicamente paro comer. Las aspas se mueven altas rozando casi el cielo. Arriba, entre gaviotas y golondrinas, les dividen a los campos los vientos marinos. Lápidas se precipitan las sombras de sus alas en el sol de los campos. Un molino como éste junto al mar. no es simplemente un destructor de granos. La harina surge como un subproducto, un articulo de primera necesidad para pueblos y ciudades, Pero lo que más abunda son alas y espíritu, un aire elevado en torno a los gritos de las aves marinas, aventura y océanos.

Pronto no faltará ni el caballero de la triste figura.

Aparecerá repentinamente en el! horizonte con su corazón de caballero andante lleno de preocupación por los indefensos, llevando a pastar por el mundo sus visiones y su honor.

Cansado de combatir contra molinos en todos los países abrevará a su Rocinante en la orilla del arroyo bajo las aspas de este último molino de Finisterre.

MUERTE PROFANADA

MEDIANTE el genocidio el poder ha inalado también el sentimiento que habíamos aprendido a asociar con la muerte humana. La majestad de la muerte yace muerta.

La muerte que se dio a millones de seres fue una muerte animal Allí donde antes atracaba la barca de Caronte hay un transbordador de animales.

VIVIR DE VERDAD

VIVIR de verdad es atreverse a elegir sus propias opiniones más que permitir que le obliguen a elegir su realidad. Te aconsejo que vomites la realidad que odias. Sueña, sueña de buena gana y de preferencia lo que no quiere la época. Sé intemporal hacia adelante y hacia atrás. Los próximos tiempos están violados y cargados de todas las cadenas imaginables sobre todo las de la utilidad y del insípido bienestar con su acolchada seguridad, espiritualmente tan de poco valor, y sus cochecitos de juguete para todos.

EN LA CUEVA

LOS que atacan insistentemente el mundo de los recuerdos son destructores de vida interior. Cortan largas y profundas raíces. Ciegan pozos profundos. Sólo permiten dar el paso que el tiempo está dando en ese momento. Por eso cada paso es un paso en una cueva.

Lo mismo ocurre con aquellos que hablan mofándose de toda huida hacia el interior del futuro. Son destructores del rio del tiempo. Su horizonte, la hoja de una sierra circular. Su horizonte nos rodea como una hilera de dientes. Nos encierran en nuestro tiempo como en unas fauces.

En el presente la vicia se siente enclaustrada como en una celda. Allí no hay verdaderas corrientes que fluyan para el espíritu de los recuerdos o el espíritu del futuro, porque todavía más que la vida es la muerte quien vive en esa caverna.

Ella se instala siempre muy cerca de donde se encuentra el hombre El presente es siempre una tumba a medias. Pero las olas del pasado de los recuerdos y el acercamiento del futuro son mares rumorosos.

El misterio del tiempo se ha hecho demasiado grande para que nosotros necesitemos seguir contentándonos

con nuestras estrechas tumbas del tiempo. No hay motivo alguno para instalarse en el presente como en una pocilga ni siquiera cuando se engalana con la última moda. La última moda es siempre una moda cavernícola, siempre equiparable a un cambio repentino de visiones estrechas Se va metiendo en los cráneos un nuevo y estrecho prejuicio. El ciclope de la cueva se pone ropas nuevas.

Toda idea que quiera elevar y elevarse se opone a cuevas semejantes. Todos los sueños quieren salir de cavernas semejantes.

ODIO INVERNAL

EL frío arrecia, hostilmente azul. La helada viste al bosque, las agujas del frío torturan e! ramaje. Se ven los juncales, secos y muertos como la paja. sujetos en un tornillo de duro cristal, presos en el hielo invernal.

LA VENTISCA DANZA..

LA ventisca marca sus pasos

sobre un reluciente pavimento de hielo. No se le ven los pies, solamente su capa, hilvanada de nieve veloz como una aurora boreal meciendo sus pliegues sujetos con los alfileres del frío.

LI KAN SE DESPIDE BAJO EL ÁRBOL

HE venido desde Takalan para despedirme. Hay en el viento un otoño que también pertenece al caminante. Han pasado muchos años desde la última vez que nos sentamos aquí. El árbol no tiene las mismas hojas. Nosotros no tenemos el mismo pelo o la misma piel. Lo primero que notamos son los ausentes y los muertos. Nuestro grupo ha quedado reducido a tres.

Entre los que se alejaron caminando por el desfiladero está Li Ti. Él pintaba hermosos paisajes de ríos y arroyos en las Montañas Lluviosas.

Fue sepultado por la nieve.

Cuando yo me enteré ya habían pasado tres años del suceso. Mi esposa Tien Fang que entonces todavía vivía se me acercó y me contó con gran delicadeza el fallecimiento.

Me pareció caer en un abismo. Decidimos no comer eso día.

Un año después en el mes del buen tiempo fuimos a visitar el desfiladero donde habían encontrado a Li Ti. Allí no había entonces más que rocas y un viento desolado.

Allí depositamos las tres ramas sagradas que habíamos llevado con nosotros.

Hablo sobre esto porque los recuerdos de los amigos que han fallecido y el recuerdo de una esposa amada son más que sabiduría. De qué nos sirve la sabiduría ahora que sólo somos tres. Ahora que nos hemos reunido los tres supervivientes

dejemos descansar a ta sabiduría. Ojalá suenen en el laúd los recuerdos reflejados. Bebamos lentamente el vino mientras tocamos la melancólica canción que trata del solitario farol de agua del río Lu.

CREDO

EL mundo está lleno de evidencias, núcleos inadvertidos, solidez de cimiento más profundo que nuestra falsa y confusa vida. Hay un inundo de humus fiel lleno de rosas que mueren gustosas, de olas que se mecen gustosas, de alas que vuelan de buena gana, de columnas que aguantan de buena gana épocas y tejados durante mucho tiempo, mucha distancia.

Hay un mar donde nace la fe constantemente como los peces. Un bosque donde surge el consuelo

como hojas recién nacidas.

De qué serviría acongojarse profundamente si todo hubiese sido abandonado y perdido ya por sus cimientos. De qué serviría tener un sentimiento de culpabilidad si todo lo que está fuera de nosotros y en las profundidades fuese un crimen ya contra sí mismo.

DESHIELO

EL lago recibe ayuda del viento y el sol, comienza inmediatamente a desguazar su invierno. El viento remolca planchas de hielo ya desprendidas, las va llevando hacia la corriente donde se van a pique a millares El sol lo llena todo con su presencia y se hunde pisoteando alegremente. ya aquí, ya allí. El lodo suspira y bulle como un cuenco de lejía.

NOCHE DE INVIERNO

ESCUCHÁBAMOS los ruidos exteriores, los hielos. Encadenados en la cárcel del frío comenzaron a mugir.

Querían liberarse del abrazo que los tenía presos pero pronto se cansaron como cuando alguien confiesa algo obligado por el potro del tormento. Luego volvió a hacerse el silencio y el invierno conservó su imperio.

LA DESPEDIDA DE LOS RECUERDOS

CUANDO los recuerdos van a desvanecerse nos visitan con gran frecuencia como sí quisieran ser completamente consumidos. Lo mejor es comerlos como el manjar favorito, muy a menudo, hasta que uno ya se harte de ellos. Así disminuye su valor para el día en que sean presa del insolente olvido.

MEDITACIÓN

VESTIDA con un inmenso bosque de estrellas La galaxia es una isla que gira en el mar de la eternidad Dónde vivimos allí en ese continente de mares de estrellas. En qué página del libro ele los dioses estamos inscritos.

Qué signos y qué nombre distinguen a nuestro propio sol en el más grande de los libros: el libro del sol con sus millares de volúmenes de un dorado solar, escritos todos apretadamente con nombres de soles, sol junto a sol en líneas deslumbrantes.

Cien mil millones de años nos costaría contar todos esos soles.

EL PATIO DE LA FUNDICIÓN

ÉSTE es el cementerio de las excavadoras el crematorio del locomóvil. Con sus anatomías al aire yacen diversas máquinas sobre sus espaldas marcadas por la transformación. con una mancha de minio en la frente. Un hombre que ha desatornillado los partes de valor desaparece en el bosque de metal. Golpeando en una chapa llama a comer a la fundición.

CAÍDA DE LA HOJA

EL viento obliga al árbol a confesar su otoño. En el suelo hay una liquidación amarillenta de lo queha utilizado en su vida estival Pronto se habrán visto obligados todos los árboles a abandonar el juego por este año. Repentinamente se ha puesto tan de moda esto de las ramas desnudas Los hongos que entonces se dan cuenta que ha llegado su hora ofrecen infatuadamente rojos su bollo mientras está tierno.

VOCES SOBRE EL COCHE

1

UNA vez yendo hacia el campo de pruebas de velocidad vomité de repente en la curva de la entrada un coche de marca desconocida: un coche que salía de dentro de mí de allí donde se conservan todos los coches que he vendido.

Al no poder identificar el coche que había vomitado me asusté mucho.

Pero me dije que probablemente habría sido un coche fantasma, aunque ciertos rasgos como los de Disturb 12 (lo cual, sin embargo, me asustaba) denunciaban la realidad, También podía haberse tratado de un diseño que vi una vez en casa del inventor y que después quedó olvidado en el ojo. Sea lo que fuere con esta cuestión enfermiza se me llevaron.

El fondo del asunto es mi propia historia: Yo era vendedor de coches y los ofrecía, los vendía con elocuencia con palabras cuyo eco siempre regresaba hacia mi interior humillando al elocuente. Finalmente fueron subiendo a tal altura, hasta la glotis y más alto, que me hacían enmudecer a menudo, me enmudecían me contristaban.

Lo que alegraba o otros me contristaba a mí.

Conocía la obra, la multitud, los apreturas, el abismo y la velocidad que se dirigía hacia ellos. Yo conocía también las competiciones. Desde Grosse Pointe donde venció el coche T hasta Bonneville Salt Flats donde probaron el coche V. Entonces, como ustedes saben, los pensamientos a menudo se dirigen a Le Mans donde los gladiadores automovilísticos saltando las barreras mezclaron su sangre con la del público. Fue — para expresarlo suavemente y en idioma playero — un baño.

Dejamos descansar el asunto y se fue agotando. En realidad qué podía hacerse allí una vez que el daño ya estaba hecho. Eso es lo que nos decíamos repetidamente. El coche significa riesgo y aventura, duros mandamientos y la propia rueda del destino. Ixión.

La ley del coche.

2

TODO empezó con la llegada de una rueda la rueda le dijo a un niño: juega conmigo. Cuando el niño hubo jugado dijo la rueda: viaja conmigo. Cuando el niño hubo viajado dijo la rueda: da vueltas conmigo, Y la rueda se alejó en un remolino.

En la finca gritaron: la rueda raptó al niño. No volverán jamás.

Érase una vez un coche que llegó a un lugar. Le dijo a un campesino: mata al caballo que va delante de mí. Me molesta. Después podrás viajar con rapidez. Asi ocurrió.

En el Coche estamos desde aquel día.

3

EL pastor de caballos salió de su tienda de campaña y poniéndose la mano en la frente para hacerse sombra miró hacia la llanura herida por el viento. Allí vio la imagen que había temido ver bestias de tiro y bestias de montar se reunían para dar la batalla final a las hordas de coches.

Ahora antes de que la muerte devorase ante el horizonte del adiós sus precarios rebaños contó por última vez los sementales y yeguas de tarpanes de las llanuras, los oyó relinchar su propia muerte.

La nube del polvo rodante de los coches de la época ascendía se elevaba rnás y más devoró su vida y su tienda de campaña, mientras la época de los coches iba moliendo

en sus oídos con un extraño estruendo.

4

EL ídolo de los padres, con su pelo ensortijado, el diosecillo de juguete jugaba con su coche por las llanuras del suelo. Seguía una de las grietas del pavimento, la llamaba carretera. Chocaba con una pared y la llamaba el Fin. El diosecillo de juguete era en este mundo un niñito gigantesco. Los coches eran pequeños, él tenía mil. Andaban a su alrededor como un rebaño pastando sus favores a lo largo de las grietas del suelo, temeroso de su menor capricho y de la parvd que era el Fin.

5

EL coche es rico en contenido. En el puede el niño nacer prematuramente, el herido morir prematuramente.

Con el Coche recogen los samaritanos las personas atropelladas por el Coche. Con el Coche retiran el Coche aplastado o sus restos, Desde el Coche disparaban Al Capone y otros asesinos sus ametralladoras durante los adelantamientos. En el Coche fueron asesinados unos judíos traídos de Lodz mediante tubos de escape doblados hacia el interior. En el Coche fue asesinado un cura en Vedersö. En el Coche viajamos hacia la playa y el regocijo lunar, hacia la alegría adornada de follaje de lo noche de San Juan o hacia una muerte astillada cruzando barreras bajadas y las venas de la eternidad

6

EL depósito de cadáveres del tráfico es la cripta "drive-in" de nuestra época. Alli yacen los muertos repentinamente en posición expectante adoptada casual y velozmente antes del olvido que pronto cubre su descomposición bajo capas anuales de periódicos cada vez más recientes. Yacen petrificados

en bóvedas ocasionales congeladas vertiginosamente, lanzados a latigazos a la fosa común de las tinieblas silenciosas por el ajetreo de los vivos.

7

CUANDO yo diariamente viajo en Jagannatha me alegro diariamente de todo lo que da Japannatha. Me regocijo profundamente en el seno de Jagannatha rodeado de ruedas. Si alguna vez me quejo es por los obstáculos que surgen en el camino de Jagannatha; por una salpicadura de malvado barro en el aceite del santo o por los heréticos gritos de protesta de groseros peregrinos bajo las ruedas de Jagannatha, como si se detuviesen durante el mismísimo acto sagrado cuando Jagannaiha hace girar sagradamente sus ruedas aplastando sus miserables cuerpos en la tierra con la sagrada intención de lanzar sus almas hacia las alturas en un bello arco. Qué falta de respeto verdadero y dócil quejarse entonces.

Qué cantidad de chusma innoble es aplastada a veces bajo las ruedas de Jagannatha.

El día en que yo mismo yazga aplastado y mi alma sea lanzada en bello arco hacia las alturas, hacia la parte superior del coche, y me encuentre bienaventurado en el seno de Jagannatha, quién podría entonces hacer algo que no fuese regocijarse sin limites ante ti que en el Coche eres el señor del mundo: Jagannatha.

8

YO me fui transformando lentamente — en un principio sin notar las transformaciones El coche se fue convirtiendo paulatinamente en mi caparacho, mi caparazón y mi concha de caracol. Me había invadido la inercia interior de los caracoles y la aversión del molusco por todos los movimientos fuera del caparazón. Pero el caparazón era muy veloz. Más veloz que el viento.

Dicho esto sobre mi armadura y caparazón, vayamos al grano.

Seguramente les habrá ocurrido durante sus paseos por la hierba el notar un Ligero crujido bajo el zapato. Es algún caracol que uno ha aplastado por casualidad. Se siente una desazón momentánea ya que uno bien sabe que...

Lo mismo me ocurrió cuando envuelto en mi caparazón fui aplastado por el grueso roble— Después descubrieron que yo me había escurrido por la corteza como un blando contenido imposible de reconocer Me había escurrido hacia delante hacia arriba y por los lados Como si hubiese sido la masa encefálica del Coche.

9

ME voy descortezando. Yo mismo me voy descortezando para liberarme de los coches Me voy quitando corteza tras corteza,

coche tras coche. Pero mientras me voy descortezando siento que voy tirando también mi carne y mi sangre. Voy arrojando lejos de mi mucho del ser humano. El ser humano y sus coches andan juntos. A menudo el ser humano muere en su armadura. A menudo se le recuerda únicamente tal como era en su armadura envuelto en su coche.

10

EL viaje era tan luminoso y tan alegre que todos los problemas parecían desvanecerse. El coche y la carretera formaban juntos una feliz pareja. Horizonte tras horizonte venían balanceándose hada nosotros en un extático encuentro. El coche iba abriendo camino a la alegría universal, iba abriendo puertas estivales cada vez mis hermosas mientras viajábamos. El viajar así en un coche venturoso ésa era nuestra idea. Ver abrirse países y gentes como puertas del amor

puerta universal tras puerta universal. Desearía que nosotros pudiésemos comenzar de nuevo con el coche. Que tuviésemos una vida más para seguir viajando por el reino de nuestra ilimitada felicidad en viaje de bodas a través de las puertas del amor.

11

RECUERDO que nos paramos allí con el coche a escuchar. Todavía conservo la visión, sigo oyendo el suave murmullo en la lejanía. Toda la región desciende ondeando hacia el mar con las fincas encaramadas en las olas amarillas de julio y el rumor del mar se eleva para encontrarse con los sonidos ingrávidos como el ámbar que se oyen desde los páramos de los grillos.

12

VIOLENTAMENTE deformados por el accidente nos desplomamos en un repentino silencio.

El tiempo se cerró sobre nosotros más pesado que puertas de piedra. El coche se quedó en el lugar donde su golpe en el árbol destrozó los anillos anuales, rompió nuestros años. Rasgó su camino a través de épocas y dibujos, modelos, no sólo a través de la madera. Todavía salía vapor del calor de la vida como de un altar de sacrificios. Luego se lo llevó una ráfaga de viento. La helada invadió nuestro bosque.

13

DURANTE muchísimo tiempo un cierto número de cantantes hicieron como si todo esto no tuviese nada que ver con la canción Que lo único importante era colgarse en el estribo. Mientras ellos siguiesen allí colgados continuarían cantando al Coche Pero el Coche es poderoso y sordo. Qué humillaciones les esperan a los del estribo. Ni siquiera pueden compararse con los esclavos de los antiguos carros triunfales.

Porque el Coche no es ni mortal ni inmortal, es simplemente muerte y movilidad, muerte y velocidad, además de ser también esclavo.

Nada sabe de lo mortal este poderoso. NI aunque el propio Orfeo hubiese ido a cantar a su estribo Todos los papeles están tan trastornados que los símbolos han muerto. Los mitos están vueltos del revés como jerseis viejos. Las leyendas han sido atropelladas. Los cantantes del estribo ya se han quedado medio helados por el viento de la velocidad. Esta situación se llama el Coche.

14

VI cómo se despeñaba el coche de Samsara en un abismo tan profundo que equivalía a mil viajes de una vida. La mayoría de la gente creía que este despeñamiento era un viaje. Creían que la caída sin fin era una carretera.

Peleaban sobre todas las demás cosas pero nunca sobre esto. Conocían las mil interpretaciones de todo pero no el Coche que ellos mismos habían construido ni su camino.

15

UN coche superior conocido por todas las gentes y épocas surge por los caminos nocturnos de los humildes coches modernos. En él van sentados solitarios y holgados en un asiento de vacío y frío grandes reyes altamente resplandecientes y sus reinas celestes: Alioth y Bentnasch, Merak, Mizar y Dubhe. Inaccesibles a las bombas de fabricación casera y al homenaje de las rosas avanzan entre sus subditos eternamente escondidos a nuestra mirada.

16

VI un coche.

En él había un péndulo colgado. Oscilaba, yendo y viniendo, a la manera de los péndulos. Una voz dijo: éste es uno de los movimientos. Otro es el movimiento circular, el camino en redondo. Hay también otros. la espiral, la hipérbola y la lemniscata. Pero sobre el movimiento del propio coche no hay datos. Como ves no tiene verdaderas ruedas ni tampoco ala alguna. Tampoco tiene fuerza motriz ni necesita nada parecido. No va camino de parte alguna ya que está en la meta.

Así habló la voz. Después vi venir corriendo a todos los que querían montarse. Lucharon y se empujaron para conseguir un buen sitio Se colgaron del coche como racimos. La voz volvió y dijo: esto depende de que no conocen el coche en su totalidad El día en que descubran este secreto habrán regresado ya todos desde Samsara a sus hogares.

17

EN sueños llegó el coche que yo amo. Traía consigo socorros y respuesta a las preguntas. Era un coche donante de sangre y un coche para el espíritu. Llegó con sus samaritanos serviciales y el pan del futuro. Repartía tos resplandecientes panes milagrosos del sol y los peces del mar. Hizo una señal y el mundo se abrió. Un rugido como de mil coros envolvía sus ruedas solares. Entró cruzando las puertas del corazón del hombre.

DE «POEMAS SODRE LUZ Y OSCURIDAD» 1971

EL RELOJ UNIVERSAL

ALGUIEN dijo: el tiempo te llama. Entonces contestaste; lio sé y no lo sé. El tiempo es un monstruo de mil cabezas. Cual de las cabezas me llama.

Tantos caminos por los que andar pero todos terminan en uno mayor; aquel que con fuerza para atraer hacia sí a todos los extraviados por el misino camino los desorienta a todos ellos

He vivido lo suficiente como para saber que siempre existe alguna forma de violencia. Que los intentos de fuga del inmenso campo son numerosos. Que no tiene éxito ningún intento de fuga.

No tienes más remedio que superar toda esta Imposibilidad poniendo buena cara en un juego cada vez más difícil.

Es pues necesario introducir en el juego alguna nueva virtud. colocar con ira el juego de lobos una nueva medida de amor en las fichas de la indefensión.

AJUSTE DE CUENTAS

EL follaje vespertino de fines del verano se oscurece, el viento camina con mocasines de nubes por el ramaje del tiempo. Aprovéchalo. Si ahuyentas la melancolía el tiempo le entrega en tu vaso de plástico un cáliz irreconocible, nueva amargura sin sabor una fría desesperación que se cuela furtivamente las tardes de tranquilizantes.

Debías haberte ido a un balneario, dices. Debías haberte marchado de ti mismo a otro hombre distinto. Palabras vanas. Aunque te apresures y sales demasiado pronto llegas tarde a todos tus trenes, cae el crepúsculo sin encanto, simplemente anochece. Por qué abandonaste las penas que sin embargo tenían rostros propios.

No, querías tener cosas nuevas de todas las maneras, también los cadáveres debían ser nuevos, muertos recién muertos. Cuando ahora andas perdido ni siquiera sabes lo que es andar perdido, tu vacío pesa hasta tal punto que el avión tlene dificultades para despegar. Tú simplemente sigues persiguiendo una alegría que deseas sin sombra.

Pero sin penas no hay eje al que ser fiel, sin penas que te den profundidad no hay verdadero mar, sólo hay una chapoteante prolongación del yo hacia la nada donde tú estás haciendo la cama con vacío en el vacío. Oh si nos liberásemos de ti, de ti vacio que siempre apareces abriéndote paso a codazos, de ti corazón del vacío duro como una piedra, que únicamente comes alegría con alegría y la consumes y luego nada más.

CRÍTICO CAMINAR

1

FALTO de fe ante todo lo que se derrumba, te dirigiste al bosque a una especie de lugar de despedida, al lugar de ejecución de los sentimientos, al lugar de las calaveras de las leyendas.

A una especie de cita, adiós, salida en un mundo duode las llamas y las cenizas afectan a todo.

La belleza te tentaba todavía, con qué sentido —

2

LAS revelaciones repentinas se desvanecen con facilidad El conocimiento jamás es repentino. Se necesitan capas de tierra y años se necesitan cedazos invisibles y faroles invisibles desde el exterior

para lograr la iluminación interior de las tinieblas del yo.

Se trata de expulsar el sabor de las masas, el vaho de la opinión pública. Tal expulsión se consigue mediante fiebre y sudores del alma El conocimiento se presenta entonces temeroso, es difícil. Va surgiendo como un ala interior.

3

EL impotente construye diariamente sus pensamientos tal como se construye una casa de naipes. En la mesa barnizada de la nueva realidad en las pistas de hielo de la perfección hechas de lacas celulósicas al pie de las pendientes de brillan te plástico resbaladizo. También los tiempos son resbaladizos, las horas brillan como el hielo. El ahora queda cubierto por una dura superficie en siete horas. Si estas paredes que están vidriadas iniciasen su caminar hacia fuera se agrietarían, se abarían a las frescas distancias de los cielos azules.

Las hojas susurrarían multitudinarias las rosas trepadoras caerían hacia dentro hasta el corazón del averna de azulejos.

4

CADA uno hace su propia elección o es arrastrado por corrientes que a su vez son arrastradas por otras. Las catástrofes cambian sin cesar. Reciben nombres diversos como los ciclones Alma, Beata, Catrina, Dorotea o son anotados en la lista con siglas. Lo que yo abandono me grita sobre todo por las noches. Dejo que sus ladridos de perro y sus rugidos de fiera se alejen rodando por los valles interiores. Esto trata de la situación del mundo un laberinto de irreconciabilidad, trata de una malévola cueva de ecos. No puedo describir todo esto por mucho entusiasmo que ponga en la tarea.

Hay quienes piensan que pueden hacerlo. Pronto pierden la orientación en los textos, las ideas claras se alejan tempestuosamente. Pronto comienzan ellos a rugir entre las fieras, quedan en silencio y son olvidados por las piedras.

LOS ABISMOS

VOY caminando por el borde de los problemas. Miro fijamente al abismo de la superpoblación que se revuelca a mis pies. Allí no puede descender nadie que envejezca voluntariamente para decidir la cuestión. No es tan sencillo ni tan fácil de entender lo de las pérdidas, ni lo del abismo Estaríamos entonces de regreso a la edad de piedra. Tampoco los niños de pecho que se están muriendo de hambre en Bengala pueden decidir la cuestión en sus términos generales pegados al pezón seco de la madre mientras esperan la leche en polvo y alimentos en conserva. Los envíos no llegan a tiempo. Hay muchos obstáculos además de los naturales.

Obstáculos puramente humanos, han dicho Y políticos -de todo tipo. Sin embargo la mayoría muere a consecuencia de una terrible hambruna casi siempre es cuestión de unas tres semanas. Luego el silencio cubre completamente muchas regiones, puesto que ya no quedan gentes que puedan posar hambre. Los datos realmente desnudos sobre la sequía mortal son tan secos y rápidos, que matan veloz e implacablemente. Allí los ríos de lágrimas no sirven de ayuda.

La saliva y las lágrimas se secan, incluso por sí mismas, en Bengala, Todo el que no es de piedra escucha estas voces mientras ta úlcera de estómago se obstina en no cicatrizarse nunca. Este es uno de los abismos. Luego están los otros.

HOJAS

1

LO sencillo que sin embargo es todo y portante se puede capturar por todas partes. No obstante hay que buscarlo durante largo tiempo. Año tras año es arrojado de un lado para otro mezclado en la confusión, oculto por las ruinas que caen o los embriones que ascienden. Las corrientes y fuerzas que te rodean trastocan todos los intentos de coger la llave. Así hay con frecuencia mil lenguas hasta la verdad más próxima.

2

LOS veranos vienen con todo lo que has olvidado. Una gran cantidad de recuerdos de la vida ya borrados surgen de nuevo. En torno a los cardos repiten las nuevas mariposas la esencia del instante. Entonces vuelves a recordar de pronto el secreto de lo efímero:

que lo vivo se aleja volando sobre el prado para nunca más volver. En un mes de verano las voces de los pájaros te leen de un libro verde y rumoroso. Te demoras en él un buen rato pero los pájaros enmudecen. Zorzales que leen se duermen pronto sobre hojas amarilleantes.

3

LA mirada sigue sigilosamente a un insecto por la plenitud y murmullo del prado. La ligera inaccesibilidad de la vida habita en esas inescalables torres de las hierbas. A veinte pasos de allí en la lejanía aletea todo lo que jamás alcanzaremos. Por allí únicamente trepa el instante subiendo y bajando y el alma estival se agarra ascendiendo hacia los alturas solares descendiendo por los bosques de hierbas el prado respira y un insecto hace tictac como uní reloj que oyésemos a veces pararse mientras el ahora y la luz etérea intercambian señales.

LA ÉPOCA COLONIAL

EN los trópicos no habla veranos, un único verano hacía avanzar años de sol a través de años de lluvia El año era una campana verde con acuático tañido de fiebres de pantanos un reloj que a su paso se transformaba en el crujido y las hojas desmigajadas de la estación seca cuando el sol ardía chisporroteando fuego a lo largo de ríos estrechos. Era una selva llevada hasta su máxima opulencia duramente oprimida bajo la tiranía de la vida. La raza blanca y viajera inventariaba por todas partes. Recaudaban todo lo recaudable, desalojaban todo lo desalojable. Pero los que hacían el inventario no eran estimados en la lejana patria. Jamás llegaron a ser tan distinguidos como los otros, los que no tenían sangre en sus manos. Mientras los que permanecieron en el país vivían de las riquezas de las colonias preguntaban con fatigado tono nasal de dónde venían tales cosas.

Lo exótico les parecía siempre tan candido. Se cansaban simplemente de estar un momento de pie durante la recepción dada en honor a Stanley.

SECCIÓN TRANSVERSAL EN EUROPA

QUIÉN no recuerda las primaveras. Las anémonas azules reunidas en pequeñas sectas de inquebrantable fe, las multitudinarias asambleas de anémonas blancas. Las parejas de amantes desafiaban el fresco nocturno. Los aprobados en los exámenes bebían en grandes copas de plata. Las banderas rojas como la sangre ondeaban e inundaban ampliamente el firmamento. Vosotras canciones que recuerdos purulentos mezclan de vientos entremezclados.

Promesas rotas precisamente porque se hacían transponiendo profundamente las fronteras de crueldad y dureza. ¡Oh!. vieja Europa, continente de las modernas matanzas, patria de los fusilamientos de proletarios, matanzas de burgueses

y cámaras de gas. ¿Quién canta? ¿Quienes cantan? ¿Qué cantan? Arriba viejos compases y épocas jubilosas, bebed profundamente de los cráteres de justicia. Adónde se fueron aquellos que sabían todo en todos los países del mundo.

EL FUGITIVO

EL fugitivo que cayó de espaldas muerto y quedó inmóvil tres días tumbado en la lejanía de la llanura. recibió en el crepúsculo del tercer día la visita del ángel de las heladas. Le preparó la cama para el invierno. Batiendo sus inmensas alas liberó una nevada de las nubes. El muerto quedó tapado y el ángel de las heladas se alejó volando. El hizo de la muerte del fugitivo lo que pueden conseguir las heladas. Con la primavera volvió de nuevo la realidad. el primero y el mayor de los ángeles de la muerte.

NECESIDADES ESPIRITUALES

MAYOR que la necesidad de comunidad es la necesidad de adecuadas soledades, de lugares de descanso adecuados situados en el alma y el corazón. Así como cuando un corazón descansa entre los latidos del mismo modo en el pulso del Universo tiene que haber algo en el lugar del corazón para dirigir todo descanso y marcha. La paz debe estar en el mundo en medio de nosotros. Nada debe convertirse en una meta que haga acelerar la marcha hacia la que todos tengan que lanzarse tropezando sobre sí mismos. Tu futuro más lejano ya está decidido. Es tu muerte y tu tumba. Pero la vida tiene una pasarela hacia una eternidad. Está tendida dentro ti entre estrellas interiores. Por ella asciende tu pensamiento

en un viaje de dirección opuesta.

VICTORIA EN BABILONIA

DE la temida del soberano salió un grito, una orden. Un centurión la transmitió. Los ejércitos prorrumpieron en un alarido de guerra. Días y noches combatieran envueltos en una poderosa algarabía. Ganaron la guerra y los prisioneros que sobrevivieron fueron conducidos a la ciudad de los vencedores.

Fue un día soleado cuando las tropas llegaron o su ciudad. Los aterrorizados prisioneros estaban tensos y cansados. Ahora iban a morir a manos del vengador para que el poder del soberano pudiese reflejarse en la sangre de los prisioneros por las calles de Babel.

LAS VERDADES DEL SILENCIO

EN privado y en silencio. Ya estén allí,

ya no lo estén. No se pueden ver. Entonces lodo sería fácil. Son importantes precisamente porque no se basan en replicas ni contragolpes. Se basan en la verdad que llevas dentro de ti mismo y la honradez con la que sientes tu silencio. Son, a la larga, las que son decisivas en todas bs pequeñas habitaciones en el infinito número de pequeños cuartos de todos los países.

EL JUEGO DE DADOS

I

ALGUIEN dijo: Si la fe en un mañana va a poder resurgir de nuevo tendrá que ocurrir como en el juego de dados. Cuando algo cae bien ocurre como en un sueño de posibilidades largamente practicado, una expectativa sobre el dado de la sorpresa. Contemplar así el mundo

es verlo con ojos de dados, Lo mejor que podemos hacer es lanzar los dados con frecuencia, con mucha frecuencia. Dejarlos que rueden constantemente, que caigan en una proporción lo suficientemente grande como para permitir que respiren nuevas expectativas. Añadió prudentemente un signo de interrogación como hace la gente a veces cuando hablan de la ley de los grandes números, la que es imposible que sea tan amable como para servir y ayudar a los hombres en tiempos difíciles, en situaciones difíciles dondr nada puede dejarse al azar.

II

VI caer una granizada y me pareció que estuvo oyendo durante horas. El granizo se fue diluyendo poco a poco pero no se convirtió en agua. Cada uno de los trozos de granizo desapareció en seco después de haber golpeado la tierra.

Al mirar atentamente vi que el granizo se componía de innumerables dados que caían en incontable número y se quedaban mirando fijamente todas las cosas con miradas de dados Saltaban, rebotaban y rodaban como hacen el granizo y los dados. Se despeñaban por la pendiente de la cristalina montaña del cielo como la estruendosa catarata del Zambeze. Cayeron durante muchas horas, que iban sumándose a las horas. Cayeron también en otro lugar, en todos los sitios donde nos atrevemos a pensar lugares. Era la granizada de dados, la catarata de dados la que verdaderamente se juega las cosechas del azar.

OTOÑO

CON las vientos limpia el otoño su propia casa. Bajo los arces vuelve a lucir el fulgor que nos hemos acostumbrado a ver año tras año: la deliciosa manera de caer luminosamente del follaje, la ingravidez de los montones de hojas que descansan en la tierra

Sus apariencias no ocultan nada. Su resplandor llena de vida a los sentidos, les regala un alivio incluso después de haber prestado su servicio. No prometen nada y eso es agradable. Su honesta ausencia de promesas resplandece con sus propias brasas de belleza.

LA IMPOTENCIA DE LOS RECUERDOS

EL gigante de la leyenda podía derretir inviernos con su aliento llamado Verano. Basándose en esto el recuerdo del verano imita a este gigante y sale a caminar sobre el hielo.

En pleno invierno el recuerdo comienza a perforar gruesas rapas de hielo buscando el oro del verano luchando con un frío que ha asesinado al paraíso.

Cuando ansias irrazonables entablan una batalla de sentimientos vuelven siempre a casa sin fuerzas y no derriten invierno alguno.

Jamás pueden imitar al gigante de la leyenda.

PARTIDO EN DOS

TU avidez de calma y tu ansia de movimiento, de inquietud cantan un dúo hostil a lo largo de una vida de olas y valles. ¿Cuál es la razón de vivir? Ninguna y sin embargo todas. ¿Cuál es la razón de morir? Lo mismo. Esos ojos desgraciados vieron más de lo que podían arreglar, esos ojos felices vieron con una confianza heredada las cosas rectas y redondas, los árboles con raíces y copas. El fluir y volar y arrastrarse, una ruina felizmente combinada.

EL MIEDO DE LI KAN

EN una época en que atroces acontecimientos sacaban muchas cosas a la luz del día invitando a la reflexión, habló Li Kan con una circunspección que presagiaba inquietud. Él dijo: Hablar para el mundo es hablar al viento. Hay en todo un viento universal. Se lleva todas las palabras. Todo tiene que ser gritado

muchas veces— por todos.

La manera de consumirse todo parece una procesión que pasa de largo. Merece la pena describirla y es difícil, con una mezcla de tristeza, miedo y vanidad. Lo que menos queda es la vanidad.

Pronto desaparece. Lo que queda es la piel de cerdo que tampoco es eterna, pero que no obstante resiste un tiempo en la boca de la fiera.

LA MONTAÑA DEL BOSQUE

DOS chicos del pueblo salieron un día de otoño hacia el bosque para liberar a una joven campesina que había sido raptada por los espíritus de las montañas.

Descubrieron la baja montaña del bosque

y llamaron a la puerta de piedra con la esperanza de que el duende hubiese salido a comer bayas.

Pero el duende estaba en casa y salió a abrirles en persona. Buscáis a la chica claro, dijo el duende. Pero ella no está en casa. Ha salido a recoger bayas. Vamos a hacer dulce de arándanos.

Los chicos dudaban del rumbo a tomar. Hacia allí, les señaló el duende. Los chicos le agradecieron las informaciones y partieron en la dirección señalada. Allí encontraron a la joven campesina pero ella no los reconoció.

Tampoco quería que la molestasen mientras recogía arándanos, dijo. Y qué sé yo de vosotros. Bien podríais engañarme.

Entonces comprendieron los chicos que ella ya se había acos-

tumbrado que había sido trastrocada con las nuevas cosas en lugar de ser trastrocada por ellos. No obstante quisieron intentar al menos llevársela con ellos. Entonces ella se enfadó de verdad y les dio una soberana paliza. Ella era tan fuerte como la montaña.

Llegados felizmente a casa no dijeron nada a sus padres pero comieron sus gachas en silencio. Tenían también la sensación de que ahora la gente del pueblo no se preocupaba como antes de duendes o personas raptadas por los espíritus de las montañas.

Esto y muchas otros cosas se les iban ocurriendo mientras mordían todavía horrorizados sus cucharas de madera Como de costumbre se hacían señas con los pies por debajo de la mesa y seguían comiendo. La leche se había cortado. Es lo que suele pasar en los tormentas o cuando ocurre algo por virtud mágica.

EL SUEÑO EN EL TILO

EN la copa del tilo cuando éste todavía existía vivió una vez un virginal corazón amarillo creado de miel. Allí iba cuando eso todavía era posible un joven. Se paraba junto al tronco del tilo y comenzaba a tocar en el instrumento de aquella época: la sonora tiorba.

La propia doncella estaba en otro lugar, quizás en una tumba. Pero su corazón perfumaba aquel lugar con su fragancia de miel de tilo durante el verano.

Entonces el joven tocaba. Tocaba largo tiempo y bien. Más que eso. Tocando llegó a penetrar en la muerte luminosa, la que en el verano se convierte en follaje del tilo y abeja en la copa del tilo Tocando como una abeja logró penetrar en el delicioso corazón de miel en el corazón de la doncella del tilo.

AVISO

EN el Atlántico Norte viajó diecisiete años cabaceando una botella

con un mensaje como pasajero. Constantemente se refería en silencio a un gigantesco vapor de Southampton. Encalló sin que lo hubiesen leído y quedó congelado entre los hielos de la costa de Labrador.

EL PESO

UNA noche después de una larga y agotadora tempestad sentimos todos los que íbamos a bordo un cansancio sin alivio alguno. La propia ley de la gravedad de la melancolía afectaba a todos los sentidos, Incluso cuando salía la luna. Cada ola se convenía en un cabrilleante esclavo que se arrastraba hacia el horizonte careado de pesadas cadenas de resplandor lunar. Todos hablábamos con palabras retardadas y voces deprimidas. Al amanecer se aligeró el peso. Un sueño anhelado que trabajó en silencio con todos los pesos había hecho ya más fácil el vivir.

NOCHE

INCLÍNATE y mira. Hay estrellas en el manantial Entre el reflejo del follaje de los helechos brilla silenciosa la resplandeciente Venus. Es una noche de verdor terrenal, Estrella junto a estrella se asoman radiantes como por una ventana de la tierra.

CUANDO LLEGÓ EL INVIERNO

TODOS los coleccionistas de llameantes paisajes otoñales participan en la caída de la hoja. Pero una mañana se descubre que casi todo ha ocurrido por la noche entre viento y nieve. Uno miro por el cristal de la ventana. Está enmarcado por la ventisca como por un papel raspado irregularmente. Allí fuera ya está preparado el lecho invernal y el verano ya se ha metido en él.

EN MARES PROFUMDOS

EN esos profundos parajes aparecen las oscuras sirenas nocturnas con sus almendrados ojos fosforescentes y con sus cuerpos contorneados como con fósforo. Todos llevan lámparas de profundidad en sus firmes manos. Van señalando el camino de las últimas literas, las más seguras, a todos; los marineros que han descendido de los tifones.

LA MEDUSA

LA medusa se mueve, se ensancha y respira en el balanceo de las olas en el oleaje de las mareas. En ella veo el recipiente de Tiro y todas las formas del arte del cristal que Venecia aprendió del mar. La campana de cristal ahueca su transparencia, se convierte en una escudilla que alargándose bellamente forma un jarrón se abomba formando una sopera, se extiende para volver a ser de nuevo una fuente en el mar,

la hermosa fuente de cristal de Venecia.

INVIERNO

1

EL árbol atrae la niebla que comienza a vestir las ramas del árbol. la escarcha afelpa el rocío, le da lana de hielo. Una vez, cuenta el gnomo, vimos hojas de escarcha crecer lentamente en las ramitas. Esto es comprensible, el árbol recuerda las galas de su caído follaje, hechiza a la escarcha para que teja una bella imagen de la muerte. Pronto llenarán el árbol invernal los intentos nocturnos de gélidas descripciones de vida. Allí hay una voluntad, la escarcha la obedece. El árbol, una vez fuerte y sano como una manzana, ordena salir a su leyenda invernal.

2

El gnomo del invierno salió y dijo: Escúchame. Yo podría helarte. Pero voy a mostrarte en cambio una bella caligrafía en la nieve Hay un espíritu de la belleza, hay una esperanza del corazón humano de puras intenciones y luego también la misericordia. No vino de la nada. Llamo a todo esto la caligrafía en la nieve. Trata de carácter puro. De ojos honrados en el silencio níveo una paz que no tiene nombre. También están esos pocos o muchos que conservan la pureza de espírituNadie sabe cómo lo han logrado es como una leyenda invernal contada sin arte alguno, real y luminosa como la colada tendida al viento del invierno.

DEVOCIONARIO DOMESTICO

TIENE que haber una cierta resistencia en todo no sólo aprobación y caída en el descanso.

Es una tontería pensar únicamente en enigmas solucionados sencillas charadas, papilla de la comodidad, ríos preparados únicamente para salmones que nadan a favor de la corriente, marcha de los acontecimientos donde el final de antemano feliz aparta su mirada, con flojeza y pereza, del dolor y de la muerte Hay un destino que no podrá quitarnos plan alguno. La realidad que vuelve a surgir una vez más de corrientes silenciosas pero traicioneras.

Aquel que llega lejos en el camino de la traición a sí mismo consigue al final una especie de fe deformada. Pronto va creando esta fe sus propias leyes, hasta llega a crear un cierto equilibrio, incluso armonía. Y quién puede declarse inocente. Todos poseemos más mentira común colectiva que verdad común colectiva. Por eso nuestra solidaridad es a menudo falsa e hipócrita sean los que sea el color y las banderas bajo las que la busquemos.

MUNDO INCONTADO

EL Universo no se cuenta. Cae como hojas y nieve, se arremolina como nubes de mosquitos anda errante coipo ejércitos de hormigas. Las multitudes incontadas de hierba se levantan, saludan en su sequía la multitud incontada de la lluvia. Y los soles del Universo -pensad solo en estoson más numerosos que las hormigas y hojas del bosque. Una cosa sabemos: el Universo no se cuenta. A través de las multitudes de átomos los ángeles chispeantes del Universo en coro respiran el Dios de lo eterno, incontado y eterno, enigma y multitud. Sin embargo no deducimos de esto nada sobre el Dios del orden. Solamente nos asombramos, nos horrorizamos. Comenzamos a ordenar y contar.

NOCHE DE MAYO

EL pájaro de la noche de mayo controla con cuidado cantarín su cesto trenzado en la horquilla de la rama. La violeta silvestre asoma su color azul celeste en el matorralDe una roca musgosa salta la rana vespertina. El arroyo corre un poco retirado, se extravia, avanza serpenteando bajo la bóveda con la calta como señal luminosa.

Los tiernos helechos confían en la estrella de la helada Dejan flotar su filigrana desamparadamente verde, su delicado encaje recién nacido, sobre el frío agujero del manantial. Un ligero jirón de neblina enredado en la hierba espera la aurora.

El rojo resplandor del sol se desliza furtivamente por el suelo. La hierba cambia de posición. El rocío vende por unas ráfagas de brisa matutina sus frescas perlas de agua en un matorral.

LA TENTACIÓN DEL MAESTRO

CUANDO el demonio hubo reflexionado largo tiempo sobre La forma de obstaculizar y confundir al maestro se fue un día hacia él y le dijo: tú que eres el maestro, ¿no has notado el riesgo de la imaginación que te transforma en un ciego para todo lo que ansías abandonar? ¿Estás seguro de que no has descuidado nada de aquello que has dejado atrás? Así como las piedras preciosas pueden estar ocultas en la tierra y así como las corrientes de agua pueden caminar hacia algún sitio por debajo de los desiertos también puede haber una verdad que no has encontrado, aquí en el bosque ruidoso y gritón de Samsara, una verdad bien escondida y difícil de descubrir. No estés tan seguro de que vas por buen camino. Retrocede y busca de nuevo. Quizás encuentres entonces un camino completamente diferente.

VOZ DEL REINO DE LOS ARCONTES

SE encontró cercado por nuestras poderosas tinieblas.

Entonces él nos deslumbró con su luz eterna arrojándonos al tenebroso espacio de nuestros dominios exteriores Nos bastaría para toda la eternidad. Nuestros dominios no tienen fronteras. Él posee las fronteras. Las van ampliando hasta que se desvanecen en nuestros dominios. Entonces nuestras tinieblas borran sus fronteras devorando su luz más lejana y escasa. Para nosotros su bondad era demasiado ardiente asi como para él nuestra maldad era demasiado fría. Así pues él es el poder más ardiente. Sólo a distancia es una bondad que calienta. Son nuestros dominios los que atenúan su fuego creador convirtiéndolo en calor adecuado y espacio para la ternura. Luchamos contra las sombras más tenebrosas y los amaneceres más brillantes. Jamás podremos aumentar su luz más íntima. El podrá calentar y despertar la tumba del vacío final.

LAS ARPIAS

EN su persecución de lo palpable

se detienen las arpías. Se orientan exclusivamente hacia palabras con valor cárnico. Se trata en primer lugar de devorar la realidad. En tomo a ellas revolotean pensamientos inutilizables, sensaciones rechazadas sin sabor cárnico, verdades sin asas. Un ejército de alas voladoras sin cuerpo — así lo ven ellas—habitan el mar espiritual. Únicamente pensamientos, siempre.

Déjalas que se vayan, dicen las arpías y con ellas las ideas. Si ahora volviesen los ángeles serían asesinados sobre las rocas y sus muslos repartidos. A lo largo de la noche devorarían glotonamcote los cuerpos separándolos de las alas.

El BOSQUE

Tanto en el bosque de la vida como en el de la realidad las ideas trataban de los árboles que las rodeaban. Abajo; las luchas y batallas de las raíces. A continuación: la dura calma de los troncos.

Arriba: el suave susurro del follaje. Toda nuestra vida y todo nuestro destino como árbol la lucha a zarpazos de las raíces (casi como la de los buitres) la imperturbable calma de los troncos (la dura y reluciente columna del estado) el suave susurro del follaje (el sueño que dura un verano).

PEQUEÑOS DIOSES

1

YO no soy más que un pequeño dios que vive en una cueva excavada en roca arenisca. Estoy casado con una diosa que vive en una cabañita. A veces nos visitamos pora cambiar ideas de lo que está pasando realmente. En el firmamento se mueven las estrellas pero vuelven la noche siguiente, siempre igualmente lejanas.

Ellas no pueden ayudar al mundo. Él tendrá que arreglárselas por su cuenta, si puede. Si no logra hacerlo se irá a pique, creemos, ella y yo. A veces vamos al pueblo e intentamos curar a la gente con las hierbas medicinales que hemos cogido y hablando con ellos tranquilla y sensatamente. Las gentes del pueblo escuchan con interés las palabras sensatas. Son gente inclinada a aceptar costumbres sensatas aunque con cierta frecuencia se matan unos a otros. Pueden quedarse escuchándonos buenos ratos, hasta que ya no tienen más tiempo para nosotros porque tienen que hacer alguna otra cosa, más necesaria para ellos. Y esto nosotros, ella y yo, lo comprendemos. No somos más que dos pequeños dioses, diosecillos de pueblo, y vivimos con penuria. Los grandes dioses no nos comprenderían. Especialmente Deva a quien todos temen y todos tienen miedo. También nosotros dos le tenemos miedo a Deva.

Todo lo sabe y todo lo puede y no cree en nada. No necesita creer. En qué iba a creer sino en sí mismo. Por eso nos llaman dioses en el pueblo. Lo dicen un poco aparte y se ríen. Nosotros no queremos mostrar que lo notamos. Porque en realidad no tenemos poder alguno. Intentamos simplemente ayudar todo lo que podemos, lo que no es mucho. Nosotros no duraremos mucho tiempo. Probablemente nos mataremos de trabajar, como siempre les pasa a los diosecillos. Se agotan pronto y finalmente ya no sirven más que pora vendar a los heridos y mendigar pan para el prójimo durante los combates de la gran guerra que no tiene fin y que quizá también se ha desencadenado entre las estrellas. Vivimos con un poco de pan y aceite y a veces algún pescado, cuando nos lo regalan. La gente del pueblo nos ayuda con esas cosas. Apartan algunas sobras para nosotros. Y aunque lo hacen mofándose y haciéndose guiños unos a otros nos toman un poco en serio cuando tienen algún niño enfermo. Y eso nos alegra.

La vida no es demasiado fácil. Pero nosotros seguimos, a pesar del mote, mientras el cuerpo aguante. Nosotros tenemos confianza, no sabemos muy bien en qué. simplemente tenemos confianza.

2

Hemos visto al dios del cambio y de la muerte. el poderoso Deva. Al dios de los campesinos que da la cosecha anual, lo hemos seguido año tras año, de temporada en temporada, de estación en estación. Pero la caridad que comienza más acá de la espiga y la fuente, eso lo tenemos que arreglar y manejar nosotros, las diosecillos, de otra manera descuidamos también la obra de Deva. Quizá sea esa también la opinión de Deva el cual expresa su opinión antes que nadie. Quizá sea ésa su opinión, al menos parcialmente, aunque nosotros dos por nuestra calidad de diosecillos vitu-

perables jamás nos atrevemos a opinar sobre Deva.

ELEGÍA

LAS rastrilladoras se han ido y el musgo vuelve a los campos. El pájaro que oí un día quedó aplastado contra el cristal del faro del mundo. Por qué la vida es siempre catástrofe: ¿Siempre va a significar el futuro que todo será trastocado en mares irreconocibles?

EL PRESAGIO

LOS tártaros detuvieron sus carromatos y plantaron sus tiendas de campaña. De límpidos manantiales descubiertos en bosquecillos acogedores llevaban el agua. Un fresco arroyuelo que descendía presuroso les daba sus peces.

De un Árbol descendió un ave de bellísimo plumaje. En sus ojos y su cuello se veía que amaba la vida.

No se dejó matar más que envuelta en dudas y estremecimientos.

Una vez asada yacía con las patas atadas pegadas al cuerpo. Todos la miraban preparándose al placer de saborearla. Los poderosos paladares chasqueaban en torno a los bocados, los dientes molían sordamente como los propios molinos de la vida.

Cuando ya era demasiado tarde los tártaros se dieron cuenta del error que habían cometido: hablan asado al ave Fénix y se la habían comido el ave que precisamente en aquella época del año era mortal y fácil de cazar: el ave de bello plumaje Fong de Tsin. No tuvieron mucho tiempo paro arrepentirse ya que pronto se vio el mundo envuelto en una inmensa tiniebla el sol comenzó a apagarse:

Los aterrorizadas hechiceros consideraron lo sucedido como un presagio y los tártaros mataron a varios prisioneros a latigazos. Entonces salió el sol y todos los que se habían escondido salieron velozmente de las tiendas de campaña gritando de júbilo.

Pero ese mismo año el Kan perdió la guerra frente al general de Tsin.

EL CEDAZO DE LOS RECUERDOS

LA mayoría de los recuerdos caen al suelo con las hojas. Si después uno los toca solamente crujen secos como si jamás hubiesen verdecido en los matorrales de los años.

El hombre exige de las cosas más que ellas de él Avaro e implacable consume el resplandor de las cosas.

DE «MATORRALES» 1973

EL pino el elevado mástil arbóreo con su copa como una cofa en la cumbre vigila sobre nuestro infinito mar interior de abetos donde nosotros de año en año y ola tras ola hasta el día de la muerte podemos contar cómo el abeto desaparece entre abetos. Por todas partes a nuestro alrededor este enemigo ensombrecedor y amigo susurrante. Qué sería nuestro mundo sin abetos, sin madera para pasta, sin árboles de Navidad y sin el ramaje de las tumbas. Qué sería sin la protección que nos da el abeto y sin los leyendas umbrías que sólo los abetos pueden contar. Nos asomamos a lo luz de los claros del bosque y vivimos en buena parte en ciudades donde estamos convencidos de que alli somos nosotros mismos. No obstante somos lo que somos un pueblo de bosque de abetos

y con los abetos nos enterrarán. Desamparadamente atados a ciudades y pueblos vivimos con nuestra melancolía sumida en abetos. Los abetos susurran. Con el peso de la realidad y el murmullo de la leyenda de abetos gobiernan nuestros años y protegen el espíritu umbrío por el follaje que susurra dentro de nosotros nuestro espíritu de abeto.

UN erizo hacía su ronda por la hojarasca. Un caracol lustrosamente ungido avanzaba por el prado arrastrándose sereno y tranquilo por el rocío y el frescor del suelo. Fue un atardecer en que el murciélago se abatió como una mano negra y borró a centenares de mosquitos del fondo del cíelo vespertino.

CUANDO el sol levanta el rocío entonan las moscas del prado su melodía. Cambian de lugar a cada instante con un silbante camino sonoro. Se oye un zumbido durante horas. Ráfagas de viento rozan las hierbas y mueven resplandores de luz. Pero los caracoles se demoran allí todo el día en las sombras duraderas. No inician la marcha hasta ya entrado el crepúsculo. Parten entonces hacia un bosquecillo próximo, un lejano país para ellos.

EN una casa dio el reloj las campanadas de medianoche. El cielo estaba entonces limpio y estrellado pero se veía venir una neblina desde el Norte que abovedaba su vaho en torno a cada rama. A la mañana siguiente el bosque estaba vestido de escarcha. ingrávidas colgaban en la hierba, apiñadas y blancas, largas hileras de gotas de agua heladas enhebradas tan delicadamente en cada brizna que parecía que ellas jugueteando con la helada hubiesen querido ensartar coronas de abalorios.

LA escarcha, el rocío del invierno, viste las romas del bosque. Los abetos en un tono de hierro, los abedules de plata. Unos pinzones se pavonean en su rojo tiritando en un lilo felposo por la escarcha. La sal del invierno centellea sobre la hierba del año pasado.