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Por qué no es necesario decir siempre la verdad Hay situaciones en las que por no hacer daño a los demás o a uno mismo, faltamos a la verdad. En estos casos, mentir puede evitar males mayores.” Esto no significa que la psicóloga defienda la mentira: “Lo ideal es ser sincero y aceptar las consecuencias que la verdad traiga consigo. Pero como seres humanos que somos, considero que la mayoría de nuestras mentiras son errores achacables a nuestra imperfección”. En este sentido, la coach Carmen Terrasa, apunta una de esas situaciones en la que la mentira no sería pecado: “Si el entorno laboral está tan deteriorado que expresar en público nuestro desacuerdo con un compañero o superior puede poner en peligro nuestro puesto de trabajo, considero justificada la mentira. Aunque, esto abriría otro campo de reflexión acerca de si seguir trabajando en esa empresa es lo más recomendable”. Hay veces que, según los expertos, es aconsejable maquillar la verdad. Mostrar su lado más benévolo, su cara menos cruel. Así opina Terrasa, para quien lo que debería prevalecer no es tanto ser una persona 100% sincera, sino “no decir nunca lo contrario de lo que pensamos”. Para la coach, por encima de la sinceridad a ultranza están sus posibles efectos dañinos para los demás y uno mismo. “El hecho de no evaluar con anterioridad lo que vamos a decir, y cómo va a afectar a los demás, puede tener consecuencias muy negativas tanto para nuestro entorno como para nosotros”. Esta arma arrojadiza en que se convierte la verdad no calculada, da lugar a lo que algunos psicólogos llaman “sincericidio”: el acto por el que una persona creyéndose honesta y valiente se muestra sincera ante los demás, cuando en realidad muchos ven en ese comportamiento un acto desconsiderado, carente de tacto e irresponsable verbalmente.

¿Es saludable decir siempre la verdad? Fundamentalmente, explica este experto, las personas mienten por tres motivos: para adaptarse a un ambiente hostil, para evitar castigos y para conseguir premios o ganancias sobre los demás. "Por ejemplo, la gente en su curriculum vítae pone un nivel de inglés más alto del que realmente sabe, pero lo hacen para conseguir un premio, un puesto de trabajo en este caso, y esa conducta no tiene porqué ser necesariamente mala", desarrolla.

Buscar el equilibrio Decía el médico y psicoterapeuta austríaco Alfred Adler que "la verdad es a menudo un arma de agresión. Es posible morir, e incluso asesinar, con la verdad", por lo que a veces ser honesto no podría resultar tan bueno. "En ocasiones decir la verdad, puede ser contraproducente", asegura Gutiérrez, no obstante, aclara que la sinceridad es buena cuando las consecuencias son positivas para la persona que emite la conducta y para su entorno. Por su parte, Rubén González también apoya esta afirmación. "Hay que buscar el equilibrio entre lo que es bueno para nosotros y para el que recibe la notica". Además, asegura que algunas veces puede asociarse decir la verdad con signos de inocencia o falta de madurez, por tanto, en ocasiones la mentira puede ser incluso necesaria. Este experto divide la mentira en mentira 'prudente' e 'imprudente'. La primera es aquella que se dice para adaptarse a la situación, la que es "necesaria" decir en ocasiones para evitar un mal mayor. Pone de ejemplo, una situación peligrosa como estar en una habitación con mucha gente y que haya un incendio. "Puedes mentir y decir a la gente que no está pasando nada y evitar así el caos. El control es necesario en estos casos", detalla. La segunda es cuando lleva consecuencias peores que dificultan ese equilibrio mencionado anteriormente. Decir la verdad, puede tener consecuencias negativas en el otro. Esto es, hay personas que tienen que decir siempre la verdad, "tener la conciencia tranquila", y esto "no siempre es bueno", puntualiza el psicólogo. "Esta sensación de conciencia tranquila es la creencia de creer que han actuado bien y por ello 'se sienten mejor' físicamente", explica.

Honestidad, un valor necesario La honestidad, explica este experto, refuerza el que una relación, sea del tipo que sea, pueda ser mucho más consistente y estable. Pero, "tiene que haber también otras cosas, es un valor que no puede ir separado del resto", matiza. "La honestidad absoluta en el ser humano no existe, es imposible que un hombre siempre diga la verdad". Ésta, asegura, es un valor que debe ir añadido junto a otros: "De nada vale que una persona sea sincera, si le faltan otros valores". Como conclusión, los expertos aseguran que no podemos relacionar mentir en contextos cotidianos con una peor salud, pero que es bueno que en la sociedad se eduque desde la honestidad y la franqueza. "Un desarrollo moral adecuado desde la infancia, orientado en la verdad, es positivo", finaliza Gutiérrez.